Loving Lawson (Loving Lawson #1) by R.J. Lewis

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Staff Moderadora de Traducción Lipi-Lipi

Traductoras Lipi-Lipi

July Styles Tale

MaeVolkov

Keel de Levine ♥

Sapphire

Mary H

Yasna.FU

Maeh

Carolina Shaw

Kariza

Andreeapaz

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Bett G.

Anaapauu

Damabell

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Moderadora de Corrección *Andreina F*

Correctoras *Andreina F*

Nyssa

KAri_VAL

Liz de Rossi

Andrea95

Aldii

Revisión y Lectura Final

Maeh

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Diseño

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*Andreina F*


Índice Sinopsis

Capítulo 10

Capítulo 1

Capítulo 11

Capítulo 2

Capítulo 12

Capítulo 3

Capítulo 13

Capítulo 4

Capítulo 14

Capítulo 5

Capítulo 15

Capítulo 6

Capítulo 16

Capítulo 7

Próximo Libro

Capítulo 8

Sobre el autor

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Capítulo 9


Sinopsis Ryker Lawson

Heath Lawson

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Loving Lawson #1


1 Traducido por Lipi-Lipi Corregido por *Andreina F*

Allie

T

uve que caminar tres cuadras bajo el calor abrasador de la noche para llegar al abandonado depósito montado en grafito. Era tan malo como pensé que sería; el lugar se encontraba en la más absoluta ruina, lo que se esperaba en esta parte industrial abandonada de Hedley. La entrada la cubría un hombre alto y musculoso, teniendo las entradas de las personas ansiosas en el frente de la fila. Nadie miró en mi dirección cuando entré en la fila, absorbiendo las animadas conversaciones a mí alrededor sobre lo que se acercaba. Saqué un poco de dinero de mi bolsillo para pagar el costo de la entrada, encogiéndome porque iba a doler si no terminaba por conseguir la ayuda al final de esta noche. Mientras tanto, los hombres pagaron el costo para sus propias chicas, haciendo su mejor esfuerzo para parecer como caballeros. Simplemente me dieron ganas de reír, sabiendo muy bien que un hombre lo suficientemente desesperado por echar un polvo aflojaría cualquier cantidad de dinero.

El hombre se echó a reír a cambio. —Dijiste que querías ver una pelea, cariño. Una real. Bueno, ahora la tendrás.

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—No —respondió una chica—, sólo queremos ver sobre qué es todo el alboroto. Nos has arrastrado en medio del agujero de mierda que es Hedley, Carl, así que es mejor que esto valga la pena.

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—¿Ustedes, mujeres, van a apostar? —le preguntó un tipo a varias chicas en un grupo delante de mí cuando todos nos movimos unos pasos hacia delante en la fila del infierno.


Angustiada por el calor, abaniqué mi cara con la mano, sosteniendo con fuerza la correa de mi mochila con la otra, y rodé los ojos hacia ellos. Los hombres consiguieron a las chicas que no eran de los proyectos aquí para impresionarlas, y estas chicas despistadas no tenían ni idea del pulido aspecto peligroso de la noche, una sensación de que vivían una vida de rufián. El montón de deseo se hallaba en todas partes, y no podía entender la fascinación de todas las chicas viendo a los hombres sangrar, pero no estuve alrededor por mucho tiempo como para saber que absolutamente se volvieron locas por ello. Para ellos, parecía que existía algún tipo de atracción en este lado de la ciudad, donde la pobreza era depresiva y las calles corrían desenfrenadas con la actividad delictiva. Teniendo una cosa para ser áspero, todos ellos crecieron en privilegios con todo lo que se les entregó, nunca llegaron a ver el lado oscuro del mundo a menos que estuvieran frente a una pantalla de televisión. Esto no trajo ninguna sorpresa de que idealizaran sobre vándalos todas sus vidas, y estas peleas les ofrecieron un pedazo de esa existencia sin salir de la comodidad de su mundo privilegiado. Era patético, si me preguntas. Un siglo más tarde, me encontraba finalmente de pie delante de un hombre musculoso en la entrada. Lo reconocí como “La sanguijuela”, un conocido mutuo que vi de pasada. Parpadeó hacia mí por un momento, esas cejas frunciéndose en el pensamiento cuando preguntó—: Eres la chica de Ryker, ¿verdad? Mi corazón se apretó en mi pecho mientras le daba un rígido asentimiento. —¿Estás aquí para ver a su hermano pelear? —Sí. Miró el dinero en mi mano y se erizó. —Hombre, ¿de verdad quieres que mi culo sea golpeado por Lawson? No pagas nada. Entra.

Sin querer causar una escena, o continuar estancando la fila, asentí de nuevo y le di las gracias. Él se limitó a mover la cabeza hacia mí como si hubiera perdido mi mente y me tiró en el almacén. Nunca estuve en este lugar antes. Las peleas por lo general se alternan en algunos destinos alrededor de Hedley, pero nunca en una habitación de este tamaño.

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—Chica, consigue tu culo directo en el interior en este maldito segundo antes de que se entere que has esperado en la puerta tanto tiempo.

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—¿Estás seguro? No le diré a Heath…


El almacén abandonado se veía lleno con focos y bombillas generales colgando de las vigas del techo, sin embargo, no era suficiente para iluminar todas las áreas de la gran sala. Todavía se veían focos de oscuridad en algunas esquinas. El lugar se hallaba en ruinas, con grandes trozos del techo de hojalata que le faltaban, representando el cielo nocturno por encima. El suelo estaba sucio y el aire olía a almizcle sudoroso y moho. Qué infierno... Las voces de decenas de personas invadieron mis oídos. Las apuestas fueron gritadas, y en el caos apenas podía distinguir una palabra de cualquiera de ellos. Mentalmente me separé de la escena y me centré más bien en no conseguir empujones alrededor mientras que iba hacia el centro de la habitación. Tuve la sensación un poco como de un monstruo hacia fuera. El aire se sintió más denso, y el calor realmente llegaba hacia mí. Si pensé que afuera se sentía más allá del calor, me equivocaba. Esto era el calor. Minutos más tarde un silbato me dejó impresionada, callando a la mayoría de las personas en el interior. Un círculo comenzó a formarse y me vi obligada a retroceder mientras los cuerpos se interponían en mi camino. Formaban un anillo donde la lucha iba a tener lugar, y ahora podía sentir la tensión en el aire, la expectativa crecía más gruesa por segundo. La gente apostaba mucho dinero aquí. Algunos ganan en grande, otros lo perdían todo.

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Sin camisa, el hombre era alto midiendo más del metro ochenta. Su cuerpo era delgado pero completamente musculado. Ubicado justo debajo de una bombilla de espaldas a mí, todo cubierto de tatuajes que recorrían con colores vivos la mayor parte de su espalda, girando alrededor de su frente y terminando justo por debajo de su cuello. Cuando se volvió ligeramente, las chicas delante de mí jadearon, babeando por su torso musculoso donde sus abdominales eran tan pronunciados que parecían que fueron tallados en él con una cuchilla de afeitar. Se pasó una mano cubierta con cinta roja de boxeo sobre su cabello negro que fue cortado al ras, y tomó algunas oscilaciones de práctica en el aire. Las chicas chillaron y gritaron: “Te amo, Lawson”, y él apenas parpadeó en su dirección, demasiado absorto en lo que le esperaba.

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Estando de pie en mi metro sesenta y dos de altura, ciertamente no era la chica más alta aquí, especialmente cuando las chicas a mí alrededor —vistiendo sus camisetas diminutas sin mangas y faldas cortas— usaban tacones de diez centímetros. Tuve que ponerme de puntillas para ver lo que pasaba y lograr encontrar un hueco lo suficientemente grande como para ver lo que sucedía. Las chicas empezaban a perder sus mentes, señalando a un hombre, riéndose tontamente y abanicándose.


Mis labios se curvaron hacia arriba, y el entumecimiento que cargué durante todo el día se desvaneció poco a poco. La sensación de familiaridad era agradable después de un día difícil. Después de todo, este era Heath Lawson, el hermano mayor de mi novio. Al no haber visto a Ryker en un mes, mi corazón se agitó. Había partes de Heath que se parecían tanto a él, como la forma de corazón de su cara, los ojos oscuros y piel bronceada. Siempre me ha sorprendido que aunque se parecían en algunos aspectos, también eran completamente diferentes. Otro silbato sonó y otro hombre entró en el centro, consiguiendo sus propias manos con cinta adhesiva mientras miraba amenazadoramente a Heath. Este hombre calvo era un tanque, rodando en músculo, fácilmente sosteniendo dos veces más masa que Heath. Mierda. No me gustaron sus probabilidades, y tuve la sensación de la mayoría en la habitación. Me preocupé que Heath podría salir realmente herido, y la parte egoísta de mí se preguntaba quién demonios iría si él terminara en el hospital al final de la noche. No era raro para otros luchadores callejeros. Caray, había visto algunas lesiones horribles que les hacía temblar durante días después. La violencia era detestable. No existía nada de buen gusto acerca de ver a dos hombres luchar. Fue especialmente sombrío cuando fueron rodeados por un muro de gente gritando y sin salida. Era sucio y aficionado, y no una cosa acerca de que fuera seguro, pero es por eso que eran tan populares. La multitud rodó a esta mierda con ojos hambrientos.

Entonces, sin previo aviso, comenzó con un puñetazo en la cara.

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Así, inmersa en la diferencia de tamaño entre ellos, dividida en zonas por completo. El nivel de ruido se desvaneció. Me centré exclusivamente en el impresionante torso de Heath y el ligero movimiento de su cabeza mientras esperaba a que el árbitro señalara el comienzo de la lucha. Sus ojos eran brillantes y amplios, y su piel ya sudorosa del aire húmedo. Se veía tranquilo y constante, y el leve destello de su rostro relajado en mi dirección me dijo de su confianza, especialmente cuando les guiñó un ojo a algunas chicas.

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Tal vez era que me temía que fuera lesionado gravemente, o tal vez era porque tenía una visión clara para el inminente caos que iba a empezar, independientemente de cuál era la razón, mis nervios se dispararon y una sensación emocionante corrió a través de mi cuerpo. La anticipación era absolutamente brutal. No podía quedarme quieta mientras veía a Heath hacer su camino al centro del círculo, donde el inyector de esteroides se reunió con él.


Existían muy pocos momentos en mi vida que me recordaban haberme sentido como si estuviera en el borde de mi asiento. Mi mundo siempre fue una caja fuerte. Tuve dos padres religiosos que hicieron hincapié en la importancia de la educación en nuestras vidas afectadas por la pobreza; ellos dos combinados resultaron en una estricta crianza que me mantuvo protegida para la mayor parte de mi educación. Yo había salido de mis días según lo programado, y la previsibilidad embotó mi alegría en la vida. Eso fue hasta que la depresión de mi padre salió a la luz cuando se quitó la vida hace tres años. Fue encontrado ahorcado en el bosque con una nota de suicidio. Fue un shock para mamá y yo, y de repente nos enfrentábamos al mundo en circunstancias extremas. Mientras que nunca estuvimos súper cómodas por el dinero, mi padre siempre se aseguró de que tuviéramos lo suficiente para lo que sea. Sin él, estábamos luchando. Ella perdió el argumento y tomó su fe a los extremos, y yo me hallaba prácticamente sola en mi sufrimiento. Era como salir de una jaula en el medio de la selva, sola. La seguridad fue despojada inmediatamente de mí, y no tenía a nadie de quien depender sino de mí misma. Pero cuando Ryker vino a recoger los pedazos, se quitó la presión en la vida y yo me encontraba a medio camino de la jaula. Me ayudó a adaptarme y nunca se fue de mi lado, dándome el tipo de confianza que nunca imaginé.

Era fascinante. Miré a la gente gritar “Lawson” una y otra vez mientras se recuperaba inmediatamente del golpe en la cara. Sacudió su cabeza como si recuperara la claridad y alejándose del gran oponente, que rápidamente aprendí, que era nombrado acertadamente “El Tanque”.

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Era sólo hasta ahora, de pie en este almacén abandonado, que empecé a realmente ver y sentir cosas que nunca hice antes. ¿Como si hubieras jugado lo último de tu dinero en un resultado que no podías controlar? La emoción se derivaba de la imprevisibilidad, y no sólo en la lucha, sino en todo lo que Hedley tenía que ofrecer. Era un lugar oscuro y frío, donde la gente se sentía desesperada por dinero, tan desesperada, de hecho, que recurrieron a las luchas como estas.

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Hasta que me rompió el corazón haciendo lo que hizo.


Sin darme cuenta, empecé a contener mi respiración y me estremecía ante cada golpe lanzados desde ambos oponentes. A veces golpeaban al aire, y otras veces golpeaban la carne. Y el sonido de gruñidos y pesados jadeos tan cerca de mí sólo añadía a la realidad de la lucha. No estaba viendo alguna película, individual pero atenta. Esto era real, y me sentía más invertida emocionalmente de lo que pensé que jamás podría estar. Por otra parte, este era Heath, un hombre que, hasta hace poco tiempo, había visto casi todos los días. Mis ojos se encontraban fijos en él. Vi la habilidad con la que se movía; de manera fluida, sin un paso en falso mientras esquivaba al Tanque y encontró el más inoportuno momento para enviar un puñetazo en la cara y las costillas del hombre masivo. Estos eran fuertes golpes, perfectamente dirigidos que se podían oír en medio de los gritos. Heath tenía un buen maldito puño y era fuerte como el infierno. Algunas cosas nunca cambian. No pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de algo. Heath era más alto, más delgado y con más ligereza en sus pies. El Tanque, por otro lado, era mayor, se movía más lento que él. Heath bien podría haber estado controlando vueltas alrededor del hombre grande. Pronto, El Tanque se veía sin aliento, balanceándose con cansancio hacia él mientras su cara se tornaba en un color más rojo. Los esteroides pueden haberle ayudado a parecerse a un gladiador, pero no sirvió absolutamente en ningún objetivo para la longevidad de su cardio. Y cuando Heath intervino más y más, cerrando la distancia, me quedé atónita. Cómo tenía esto. La victoria se encontraba sobre él.

Y me quedé allí. Conmocionada. Heath no era petulante sobre su victoria. He visto a otros haciendo alarde de sus egos jurando hacia abajo en su oponente y gritando:

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La sala quedó en silencio. Por un momento, los ojos cayeron sobre la formar inmóvil tumbada inconsciente a los pies de Heath. Y cuando ese momento pasó, se llenó de aplausos y gritos.

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La multitud enloqueció al verlo atacar al Tanque. Golpear de salida, después golpe tras golpe... Y luego un gancho al mentón que envió al hombre dando volteretas hacia atrás, cayendo estrepitosamente. La sangre estalló fuera de la cara del Tanque mucho antes de que su espalda golpeara duro por debajo del suelo. Las nieblas de sangre y el sudor se mezclaban en el aire a su alrededor.


“¿Quién es el hombre?”, a cada uno alrededor de ellos. Pero en cambio, Heath se quedó allí también, secándose el sudor de la cara con el dorso de su mano. Su pecho subía y bajaba, subía y bajaba, hasta que finalmente se quedó sin aliento. Tenía una expresión hueca, en blanco, plantada allí en su rostro, y sus ojos parecían distantes y frescos cuando viajaron alrededor de la habitación. Cuando Heath se metió en su zona, era asustadizo. Ni siquiera me hallaba segura de que hubiera registrado lo que miraba. Luchó desde dentro y le llevó lejos del presente.

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Todo el mundo lo rodeaba, gritando sus alabanzas, dándole palmaditas en todas partes. Me abrí paso entre la multitud que se dispersaba, sabiendo que era inútil conseguir su atención ahora. Invisible como siempre, me apresuré a salir de allí sin ningún problema.


2 Traducido por Lipi-Lipi & Maeh Corregido por KAri_Val

Allie

E

speraba en su camioneta cuando el almacén explotó con cuerpos que se desbordaban de las puertas. La charla fuerte y gritos emocionados llenaron el aire a medida que estos iban a sus coches, o por las aceras en grupos. Agarré la correa de mi mochila llena de mis pertenencias con una sola mano y afronté la camioneta. Me quedé mirando la carrocería, recordando el verano que Ryker y Heath gastaron para trabajarla. Era vieja, pero la carrocería era fuerte, y de acuerdo a Heath: “un manual1 siempre se puede salvar”. Yo no sabía nada sobre coches, pero los miraba durante horas, sudando a mares bajo un sol abrasador, insultándose y destrozándose poco a poco. Los hermanos luchaban sin parar, especialmente cuando Heath, que era aprendiz de mecánica familiarizado con los coches, seguía tratando de conseguir que Ryker hiciera lo que le ordenaban. No quise decirle a Ryker que su hermano de manera realista sabía más que él, así que miraba cómo se desplegaba el argumento actuando como un espectador. —¡No me digas lo qué debo hacer! —gritó Ryker, lanzando una llave en el suelo.

—¡Sí, bueno, soy más grande que tu trasero punk, así que calla tu puta cabeza y haz lo que te digo!

1Se

refiere a que el auto es de transmisión manual, en el auto manual el piloto debe realizar los cambios de marcha.

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—Por enormes dieciocho meses, imbécil. Eso no quiere decir una mierda.

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—Soy tu hermano mayor —replicó Heath.


Mientras hacían casi todas las situaciones tensas con su interminable rivalidad entre hermanos, también hubo buenos momentos. Se preocupaban el uno por el otro, sin dejar un problema asentarse a un lado sin ayuda. A excepción de la parte criminal, hacian prácticamente todo juntos; y aparte de la lucha, Heath se encontraba limpio y acosaba a Ryker a ser igual. Eso obviamente no fue del todo bien. —¿Quién eres? —dijo una voz femenina. Giré y me encontré cara a cara con una hermosa morena, vestida con una minifalda y un top blanco apretado. Sus pechos fueron empujados en alto, prácticamente tocando su barbilla, y su rostro se veía cubierto de maquillaje brillante. Parecía la típica joya de Hedley que merodeaba las calles por la noche. No le respondí, y cuando llegó unos pasos más cerca, vi la mirada arenosa en sus ojos. Puso una mano en cada cadera y lentamente dijo—: Te he hecho una pregunta, niña. ¿Niña? Fruncí el ceño y la miré fijamente clavando dagas en ella. Tenía dieciocho años. No era una niña, pero realmente no podía culpar a nadie por pensar así. Mi cuerpo no se desarrolló tanto como otras chicas de mi edad. Mis pechos eran pequeños y me veía muy flaca. Mamá una vez me llamó un “florecimiento tardío”. Me sonrió socarronamente mientras sus ojos viajaban por mi cuerpo, escudriñando mis pantalones cortos negros y camiseta blanca holgada. Sus cejas se alzaron y una mirada de desprecio se hizo cargo de sus rasgos. —Si piensas por un segundo que él se va a ir a tu casa, bruja, en lugar de la mía, entonces estás fumando algo pesado.

—Sólo necesito hablar con Heath —dije, tratando de evitar una discusión. No era grande en los enfrentamientos. Los evitaba a toda costa generalmente porque me creaban ansiedad y nerviosismo.

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Era claro que tenía la intención de regresar a casa con Heath, lo que estaba bien. No tenía ningún problema con eso. Si a él le gustaban las chicas medio desnudas que no podían encadenar dos palabras correctamente, entonces eso era su decisión. No era extraño tampoco. Por lo que vi, él no era domable, y no era un chico del tipo de relaciones.

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Me encogí ante la diarrea verbal que me vomitaba. Las chicas como ella componen el noventa por ciento de la población femenina en mi escuela, y hablaban como si pertenecieran a un jardín de infancia del barrio.


—¿Y qué te hace pensar que Lawson quiere hablarte, bruja? Maldita sea, mis oídos dolían. Lancé un encogimiento de hombros. — ¿Tal vez porque me conoce? Dejó escapar un gruñido poco femenino, escéptica por mis palabras. —Bueno, ya veremos —murmuró a la defensiva. Se cruzó de brazos y se apoyó en la parte delantera de la camioneta, mirando en dirección a la entrada. Lanzó sigilosamente miradas sucias hacia mí y me hallaba bien con ello, siempre y cuando no estuviera hablando. Cuando Heath salió por fin, hablaba con un grupo de chicos. Uno de ellos era Matt, uno de los amigos más cercanos de Ryker, se veía bastante bien en una camiseta sin mangas y el cabello rubio gelificado. Todavía palidecía al lado de Heath. Se había puesto una camisa, pero sus manos llevaban aún las cuerdas de cinta roja de boxeo y su cuerpo brillaba de sudor bajo la luz de la luna. Escuché su risa cuando se despidió y se dirigió a la camioneta. Sus pasos redujeron la marcha cuando sus ojos se encontraron con los míos y luego se posaron en la chica que se encontraba de pie de repente con la espalda recta y sonriendo alegremente hacia él. —Oye, Lawson —dijo ella, alcanzando su brazo. —Hola —le murmuró, pero su enfoque fue a la derecha de nuevo en mí. Di un paso hacia delante y lo saludé con la mano sin convicción, abriendo la boca para hablar cuando ella interrumpió—: He apostado por ti, sabes. ¿Vas a hacerlo por mí? Heath no la miraba. Me miraba fijamente con fuerza, con confusión en su cara. —¿Estás bien? —me preguntó. Asentí con rigidez. —Sí, estoy bien. —En el sentido físico, de todos modos—. Sin embargo, necesito hablar contigo.

Exhaló, una mirada de irritación cruzó su rostro. —Es un lugar muy inseguro aquí. No deberías estar sola. —Estoy sola —dijo la chica con voz chillona, su mano todavía envuelta alrededor de su brazo—. ¿Vas a hacerte cargo de eso, Lawson? Dirigiendo su irritación hacia ella, espetó—: ¿Te conozco?

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Al. Dios, odiaba cuando me llamaba así. Me hacía sonar como un niño. Asentí de nuevo. —Sí, lo estoy.

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Vio por las calles vacías. —Al, no estás sola, ¿verdad?


Lo observó imperturbable ante su tono y rió. —Nos conocimos en la última fiesta a la que asistimos. Nos caímos bien y todo. Me prometiste una cita. ¿No lo recuerdas? Observo mientras agita las pestañas y saca su pecho. Dios, esto es incómodo. —No he estado en una fiesta en meses —respondió él, deslumbrándola—. Y no les prometo citas a los demás. ¿Por qué no regresas por dónde viniste? Ella pestañeó hacia él y dejó ir su brazo. —No miento… —Entonces me confundes con alguien más. —Su rostro se enfureció, pero suavizó su tono, añadiendo—: Cariño, no estoy yendo por nadie. Eso no es lo mío, ¿está bien? No respondió por un segundo. Claramente no esperaba esa reacción. Casi parecía herida. —Ve y ten una buena noche —continuó él. Avergonzada, se fue, sus tacones chocaban contra el pavimento de prisa. Me sentía un poco mal por ella. Obviamente tenía sus esperanzas en lo alto y tenía todo el derecho a estarlo por lo bonita que era. La veía mientras se alejaba, impresionada por su decaída. Había visto terribles rechazos en mi tiempo. —¿Qué pasa, Allie? —preguntó él, enfocándose en mí. Creía que dejar a las chicas era algo común para él ya que no parecía afectado. —¿No un “hola, qué tal estas”? —le pregunto, inclinando la cabeza a un lado. Él inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Desde cuándo has acudido a mí con anterioridad? No somos cercanos. Es algo evidente, y no me gusta andar con rodeos. —Andarse con rodeos —repetí con seriedad—. Es interesante que lo digas.

—De acuerdo —dijo—, continúa. Recordando la razón por la que me hallaba aquí, cambié mi peso de un pie a otro de manera nerviosa. Mis ojos fuera de su vista. Miré hacia el suelo y apreté el agarre en mi bolso cuando dije—: Me echaron. No tengo un lugar en donde quedarme, y estoy tratando de que unos amigos

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—Necesito tu ayuda.

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—Allie.


me ayuden, pero sus padres no están bien con que me quede. Eres algo así como la única persona que tengo por el momento. Silencio. Lo miré, tratando de descifrar su estado de ánimo. No daba ninguna reacción pero sus ojos examinaban mi rostro. Traté de no sonrojarme ante la intensidad de su mirada, pero fallé. Lo conocía de toda la vida, pero como él dijo, no éramos cercanos. Yo siempre me encontraba del lado de Ryker. Éramos inseparables. Heath era el tipo de compañía con la cual no quería quedarme a solas en una habitación. La situación siempre era incómoda. Nunca nos relacionamos, o tuvimos algo en común para hablar. Sin embargo, me sonrojaba como una imbécil ya que era muy bien parecido. Más que Ryker ya que tenía un cuerpo esculpido y su rostro era más duro. A pesar de los dieciocho meses entre los hermanos, Ryker tenía un gran atractivo. Así que, naturalmente, mi cuerpo tenía mente propia. Sin embargo, supongo que era normal para una adolescente. Las hormonas y todo lo demás tenían la más mínima atención del apuesto chico mientras lo consumía con la mirada. —¿Por qué tu madre te echaría? —preguntó con curiosidad—. Siempre pensé que era el tipo de persona que no hacía esas cosas. Nuevamente, me movía nerviosa. —¿Tenemos que hablar de eso aquí? —Es aquí o en la camioneta. Miré a nuestro alrededor, asegurándome que nadie nos escuchaba. Nos encontrábamos completamente solos, sin ningún ruido cerca. —Las personas sin hogar saldrán pronto —murmuré. Hedley se hallaba llena de ellos, y muchos se mantenían juntos, agitándose y causando estragos. No querrías estar solo con ellos alrededor.

—Bien, sácalo —insistió, sin perder el tiempo. Anteriormente parecía preocupado por mí, o quería terminar con esto para lo siguiente en la lista. En ese momento, sentía que era lo último. —Sólo necesito un lugar en donde quedarme —dije, dirigiendo mi mirada hacia el estacionamiento. Los oscuros ojos de Heath eran algo a lo

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Desbloqueó las puertas y salté hacia el asiento del acompañante. Inmediatamente bajé la ventana, dejando que cualquier pequeña brisa entrara. Heath se sentó rápidamente en el asiento del conductor, su rostro giró directamente frente a mí.

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—La camioneta será entonces.


que se temía. Cuando él te veía, realmente lo hacía, y era como si pudiese ver tus más locos pensamientos. No quería que supiera los míos. —Sólo serán unos pocos días —añadí apresuradamente—. No interferiré en tu vida demasiado tiempo. Sé que es un inconveniente… —Quiero saber por qué te echaron —interrumpió—. En lo que respecta a mi lugar, no estoy molesto por eso. Fue el lugar de Ryker no hace tanto tiempo, así que la habitación prácticamente es tuya. Pero necesito saber qué pasó, Allie. Me hizo prometer que cuidaría de ti, y sólo han pasado cuatro semanas desde que se fue y ya fuiste echada de tu casa. Necesito saber por qué. Tragué el nudo en mi garganta. Era algo difícil de contar. No quería hacerlo ahora. Sólo quería un techo sobre mi cabeza. Hoy había sido un infierno. Una confrontación con mi ultra-religiosa madre y una expulsión con solamente mi mochila en la espalda, diciéndome que nunca regresara a menos que quisiera ser salvada. Era una pecadora. La horrible tentación por la que los demás de su comunidad se hubieran disgustado. La ansiedad se construía en mí mientras me seguía observando. Contuve las lágrimas, reviviendo la decisión que tomé después de que me echara. Fue difícil, pero era lo correcto por hacer, y aún tenía que soportar el dolor de ello. —El problema será resuelto —dije—. Así que no importa. Giró su cuerpo para poder mirarme de cerca. Lo observé, envuelto en la oscuridad con sus ojos puestos en mí. —Encargarse de ello —repitió lentamente. —Sí. Así que no te preocupes. Lentamente, la realización cayó en él, y con un suspiro dijo—: Mierda. Estás embarazada, ¿verdad?

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Con un suspiro que cual hizo que mi pecho se desinflara, susurré—: Sí, lo estoy.


3 Traducido por Sapphire Corregido por KAri_VAl

Allie

—M

ierda —maldijo él otra vez, sacudiendo la cabeza. Su nariz se encendió y sus ojos se oscurecieron mientras recorría una mano por su cabello rapado—. Pensé que eras inteligente, Allie. —Nunca fui inteligente —le contesté rotundamente. Un silencio áspero llenó el aire. Se perdió en sus pensamientos, mirando lejos de mí y por el parabrisas. —¿Es de Ryker? —preguntó entonces, tensando la mandíbula. Luché contra la rabia dentro de mí sin éxito. —Por supuesto que es de Ryker —respondí bruscamente—. Es la única persona con la que he estado, Heath. Todo el mundo sabe eso. —Sólo me aseguraba de eso —replicó él, echándome una mirada amarga. Por Dios, ¿qué demonios le pasaba? —Mira —le dije con un suspiro—, como he dicho, voy a ser atendida. —¿Vas a tener un aborto, a eso te refieres? —Sí.

—Jesucristo —interrumpió él, resoplando con rabia—, ¿qué tan avanzado está? —Ocho semanas. —¿Y desde cuando lo sabes?

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—Lo reservé para esta semana. Voy a ir a la clínica mañana para ver cuáles son mis opciones…

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—¿Cuándo?


—Dos. Otro doloroso silencio. Uno que me hizo sentir vergüenza. Bajé la mirada a mi regazo, luchando contra las lágrimas que fueron surgiendo de repente en el fondo de mis ojos. No esperaba una reacción positiva de alguien, después de todo, Ryker y yo éramos responsables de este desastre, pero un poco de comprensión no mataría. En cambio, me echaron de mi casa por el pedazo de mierda de madre que me gritaba las escrituras y luego Heath me miró como si fuera la decepción más grande de todos. Y tal vez lo era. —¿Le has dicho a Ryker? El pánico me atravesó. —No —dije con tristeza—. No lo hice. —¿Así que vas a tener un aborto sin decirle? Me froté la cara con exasperación. —Heath, él mismo me dijo que no quiere ser padre. Siempre ha usado condones para evitar que eso ocurra, pero hemos tenido un susto antes y lo primero que dijo cuando mi periodo se atrasó era que lo tenían arreglar. No va a tener una opinión diferente acerca de esto. —Todavía tiene derecho de saber. Negué con la cabeza, frustrada por hacerse más difícil. —Me encargaré de esto con mis propias reglas. No es de tu incumbencia, de todos modos… —¿No es de mi incumbencia? —Se rió sin humor y sacudió la cabeza en estado de shock—. ¡Lo has hecho de mi incumbencia al venir a mí!

El miedo y la tensión de las últimas dos semanas finalmente me hicieron desmoronarme. Las lágrimas golpearon duro, cayendo

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—Mira, lo siento —dije con calma, tratando de evitar la situación de inmediato—. Lo siento, Heath. Sé que debes estar decepcionado de mí, y yo también. Pero por favor, no trates de ponerte en contra de mí en este momento. Tengo miedo. ¿De acuerdo? No puedo hacer esto, y Ryker estaría de acuerdo. Está en la cárcel y yo estoy aquí por mi cuenta, y es difícil...

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Esto no fue lo que pensé que pasaría. Una parte de mí tenía una especie de esperanza de que aceptara que me quedase en su casa y que me dejase ser. Por supuesto que era un pensamiento estúpido e ingenuo. Debería haber sabido que Heath querría hacer preguntas. Nunca fue el tipo de persona que iba con la corriente y luego se guardaba para sí. Tenía que saberlo todo.


acaloradamente por mis mejillas. Cubrí mi rostro con mi mano, porque no quería que me viera. Me sentía tan enojada con él, pero sabía que me exigía respuestas desde un buen punto. Pero, Dios, sólo quería que esto desapareciera. Quería dejarlo atrás rápidamente. No quería acostarme otra maldita noche pensando en cómo iba a arreglar esto. —Allie —dijo entonces en un tono más suave—, esto es enorme. —¿No crees que lo sé? Una mano cálida tocó la mía. La agarró suavemente y la retiró de mi rostro. Parpadeé duro y lo miré fijamente. Giró su cuerpo hacia mí. Después de ajustarme a la oscuridad, vi la mirada de preocupación sobre su rostro. —El aborto es un gran paso —dijo solemnemente—. Eso no es algo para tomar a la ligera. Eso te puede dejar cicatrices emocionales, Allie. Podrías resolver un problema ahora pero más adelante podrías crear uno aún mayor. Debes estar segura de que esto es lo que quieres. Rápidamente, le dije—: Lo es, Heath. Lo es. Estoy segura de ello. Inclinó su cabeza hacia un lado. —¿Estás realmente segura? Creo que estás asustada ahora y reaccionas de manera impulsiva. —He dicho que estoy segura. —¿Por qué tenía que seguir alargando esto? Tuve un momento difícil mientras me convencía de que tenía razón, no lo necesitaba escarbando hasta que mostrara vacilación en esto. —¿Qué pasaría si hablo con Ryker? Podría ver las cosas desde una perspectiva diferente… —Heath —interrumpí, agarrando su mano firmemente—, conoces a Ryker. Sabes que esto es lo que querrá también. Lo dijo él mismo en muchas ocasiones.

Sin mencionar que tendría que abandonar la escuela y luchar para apoyar a un niño que no merece crecer en la pobreza extrema en un lugar como Hedley. Créeme, que yo era uno de esos niños y es una lástima.

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—De todos modos, ¿qué clase de vida tendría el niño? —dije, más a mí que a él—. Crecer sin una figura paterna durante cinco años y luego aprender sobre dónde se encontraba y por qué no se hallaba allí. Ese tipo de cosas podrían estropear a un niño.

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Maldijo en voz baja y apartó la mirada. Sabía que tenía razón. De ninguna manera, ni en cien años, Ryker me diría que tuviera al bebé. Nunca quiso ser un padre. Tenía algún tipo de problema personal al que nunca podría llegar al fondo.


Maldita sea, todo se fue a la mierda. Me sentí mal del estómago con sólo pensarlo. —Allie —me susurró de repente, sacándome de todo el desastre de mis pensamientos—, si no tuvieras nada que temer, ¿todavía abortarías? La pregunta me desconcertó. Mi mente se quedó en silencio, pero mi cuerpo hablaba de otra manera. Puse una mano en mi estómago sin pensar y dejé caer mi cabeza. Miré mi regazo, dispuesta a admitir la verdad a esa pregunta. —No puedo —le dije en un sollozo. Mi ser se estremeció con derrota—. No tengo ninguna manera de hacer esto, Heath. Ahora me siento tan sola. No puedo hacerlo. No puedo. Apenas cumplí dieciocho años. No tengo un trabajo, y he buscado y buscado y... Un brazo me envolvió, y fue tan inesperado que salté. Él nunca estuvo tan cerca de mí, y de repente tenía su calor sobre de mí. Me atrajo hacia él, mi frente golpeando su pecho mientras lloraba con fuerza contra su camisa delgada. El olor a sudor y perfume suave me envolvieron, recordándome la seguridad que solía sentir en los brazos de Ryker cuando me abrazaba. —Si el dinero no fuera un problema, si no te importara lo que Ryker quisiera, si no estuvieras sola, y si… tuvieras a alguien que te ayudara, Allie, ¿todavía abortarías? Imposible, quería decir. Debido a que no parece entender que, aunque me quede con el bebé, tendría una multitud de problemas.

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Sentí su cálido aliento cerca de mi oído. Su olor era tan reconfortante como su cercanía. Su agarre alrededor se tensó cuando susurró las tres palabras que cambiarían para siempre nuestras vidas—: Entonces, déjame ayudarte.

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Pero mi boca se abrió de todos modos y dijo lo que tenía en mi corazón. —No, no lo haría. —¿Por qué una mujer querría hacerlo? Era fácil de decir que no lo harías. Que era moralmente incorrecto. Pero cuando te enfrentabas con las dificultades de no poder ocuparse de algo que te fue dado sin planificación, la realidad se convierte en un camino roto, imprevisto. Uno donde las decisiones que pensaste que harías se convertían en algo que no se podía.


4 Traducido por Yasna.FU & Carolina Shaw Corregido por KAri_VAl

Heath

E

ntré en el apartamento con una bolsa de comida rápida que recogí en el camino de vuelta. Siempre comía después de una buena pelea, y al segundo en que Allie olió la comida a través del aire, me di cuenta de que moría de hambre también, así que pedí para nosotros dos. Me siguió de cerca detrás de mí, con los ojos rojos y agotada por todas las lágrimas que vació en nuestro viaje aquí. Fui a la cocina mientras ella rígidamente se sentaba en el sofá.

Me hallaba jodido de todas formas. Mi cerebro se sentía como una caja de piezas de un rompecabezas dispersas. Un minuto me felicitaba a mí mismo por hablarle del aborto, y al siguiente me preguntaba qué tipo de ayuda posiblemente le podía ofrecer. No sabía absolutamente nada sobre el embarazo o bebés. Infierno, apenas lo hacía por ahora con mi salario como mecánico de bajo nivel en una tienda de autos pequeños.

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Llené los platos con nuestras hamburguesas y papas fritas, todo el tiempo viendo cómo limpiaba su cascada de lágrimas. Su cuerpo se veía tenso e inmóvil. Probablemente todavía absorbiendo el cambio de decisión. Me acerqué y le entregué un plato. Entonces me fui a la puerta del balcón y miré hacia el cielo oscuro, apenas tocando mi comida. Debería haber estado comiendo, pero mi mente se encontraba demasiado distraída.

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El apartamento era pequeño, con la cocina frente a la pequeña sala de estar, pero a Ryker y a mí nunca nos importó el tamaño. El alquiler era asequible, teníamos cada uno nuestras propias habitaciones y eso era todo lo que realmente importaba, sobre todo si eso significaba tener intimidad con nuestras mujeres. Me gustaba vivir con sencillez, y desde que él se quedó encerrado lejos, el desorden se dejó de acumular. Como resultado, el lugar se hallaba siempre limpio y ordenado.


Me molestó la distancia de mis años escolares no tomando nada en serio. No ayudaba que mi dislexia hiciera el aprender el doble de lo que tomaba a un chico normal. Pagaba por eso ahora, pero nunca podría haber previsto esto. Volví la cabeza para mirarla. Mis labios se curvaron ante la visión de ella metiendo la comida por su garganta como si hubiera pasado hambre durante días. Y justo sólo ese pensamiento limpió esa sonrisa de mi cara. Embarazada. Tenía hambre porque había una cosa viva que crecía dentro de ella. Joder, la chica era muy pequeña. Era casi imposible imaginarla con un gigante, vientre redondo. Era tan joven, pero realmente no se podía ver en sus feroces ojos azules. Siempre fue por delante de sus años. Vivió una vida de caos: un padre que, inexplicablemente, se quitó la vida, una madre religiosa que le dio un mal rato, y la sentencia de Ryker después de que su culo estúpido fue arrestado por vender un puñado de cocaína en un callejón no demasiado lejos de aquí. Y ahora esto. Mierda. Inmediatamente me di cuenta de que entraba en un territorio fuera de mi profundidad, y de repente me gustaría que Ryker no hubiera ido a la cárcel, no me habría dejado solo recogiendo los pedazos rotos de la vida de su novia. Este era su problema, ¡no el mío!

Yo les fallé. No. Le fallé.

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De alguna jodida manera esto era mi culpa. Ni siquiera conozco los detalles y ya me culpaba a mí mismo. Debería haber mantenido un ojo atento sobre Ryker y Allie. Me he asegurado de que Ryker sabía lo que hacía al tener relaciones sexuales con una niña dos años más joven que él y lo que podría significar para ella si no tenía cuidado cada maldita vez. Debería haberle dicho las consecuencias y lo lejos que podía alejar a alguien tan puro y bueno como Allie, porque sabías a la legua que era especial. En cambio, me vi envuelto en mi propia mierda, mi propia historia triste, y mis propias luchas.

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Los pensamientos egoístas corrieron desenfrenados a través de mí, buscando maneras de abandonar el barco de este lío y seguir viviendo mi insulsa vida. Pero entonces sus ojos se encontraron con los míos, y la desesperación en su rostro detuvo en frío su pista, me recordaba mi promesa a Ryker y la certeza que sentía detrás de mis palabras cuando le dije que cuidaría de ella.


Si hubiera sido un hermano mejor hubiera hecho de Ryker un buen hombre responsable. No uno que decidió al azar querer delinquir para vivir la mejor vida mientras nos engañaba con mentiras de que no era él. Para ser justos, no siempre fue así. Ryker estuvo en el buen camino antes de que se involucrara con la gente equivocada, hace unos años, arrastrando a Allie con él a través del barro. Por qué se metió a su alrededor durante tanto tiempo, no lo podía entender. Sobresaliendo como un pulgar dolorido, nunca se integró dentro del gentío. Incluso ahora no se parecía en nada a las chicas en Hedley. Siempre llevaba ropa suelta, caminando por las calles durante el día con los auriculares gigantes en su mochila y una gorra de béisbol. Era como si anhelara ser invisible para todos menos para Ryker. Pero yo la vi. Siempre vi a Allie Wallace, la pequeña alma tranquila que se sentaba en el extremo posterior de cada situación social, agarrando sus libros de texto en su pecho, o mirando ilusa a mi hermanito. Y Ryker se encontraba igual de enamorado. Parecía que se complementaban bien, siempre desapareciendo en su propia pequeña zona cuando se hallaban alrededor del otro. A menudo envidiaba su cercanía, preguntándome cómo se sentía ser tan compatible con otra persona. Sin embargo. El imbécil cabreado mandó todo por la borda. Lanzó a su novia maravillosamente extraña por la ventana junto con su libertad. Él conocía los riesgos de mierda. Sabía que la ciudad se calentaba con tensión por el nivel de delincuencia que salió el año pasado con las bandas de núcleo duro que asumieron el control de las calles. Lo sabía y optó por continuar quedándose con las personas equivocadas y la venta de drogas para arrancar, y por mucho que odiaba tener que decirlo, merecía estar pudriéndose en la cárcel. Lo necesitaba, y tal vez podría salir a enderezarse a sí mismo de una vez por todas. —Le voy a dar a Ryker una visita pronto —dije, rompiendo el silencio. Sus ojos se abrieron. —¿Le vas a decir?

—Es por eso que voy a verlo. Estoy seguro de que puedo hacerlo entrar en razón. Eres más que bienvenida a venir. —No sé si ella lo había visitado. Desde que quedó encerrado hace un mes después de que se declaró culpable, no me crucé con Allie.

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Lo pensó por un segundo, y luego asintió miserablemente. —Lo sé, pero no va a aceptar mi decisión.

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—Merece saberlo, Allie, ¿verdad?


—No —dijo con un movimiento de cabeza—. Todavía estoy enojada con él después de todo. No puedo hacerlo. No voy a hacerlo. Bajó la mirada hacia su plato, haciendo a un lado sus papas fritas con una. Sentí ira, y era muy curioso acerca de lo que pasaba entre ellos. —¿Sigues con él? —Me encontré preguntando. Todavía no me miraba, pero sus mejillas se enrojecieron. —Me enojé con él después de que fue arrestado. Tuvimos una pelea y yo... rompí con él. —¿En serio terminaste? ¿O lo hiciste solamente porque te sentías cabreada? Se retorció. —No lo sé. —¿Lo sabe él? —Dijo que lo esperara. —Debe estar loco si quiere que lo esperes alrededor de cinco años. —Me dijo que si tenía buen comportamiento, podría ser mucho más pronto que eso. Me prometió que cambiaría su vida. —¿Y le creíste? —Con su historial de mentiras, ¿piensas que soy tan estúpida como para creerle? Incluso después de todo, se niega a admitir que vendía. Así que, por supuesto, no le creo, pero a veces la gente cambia en la cárcel, así que tengo que pensar positivamente. La observé con atención, tratando de captar sus emociones por él después de todo. —Aun así —murmuré—. Esa es una larga espera, Al, cambio o ningún cambio. Se encogió ante el nombre por el que la llamé, y ella aún no sabía que lo hacía debido a la reacción que me daba cada vez. —Podrías seguir para entonces —añadí. —Para ser honesta, no me importaría hacerlo —respondió ella.

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—Las relaciones son un duro trabajo. El pensamiento de empezar otra vez de cero con alguien más me tiene agotada. Necesito enfocarme en esto. —Señaló su vientre—. Y en mi trabajo en la escuela. No en un tipo en prisión que me hirió. No trato de sonar dura, pero Ryker jodió las cosas de una manera que no pueden ser arregladas con unas disculpas.

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—¿No?


Asentí. Chica inteligente. Bueno, no en la parte de quedar embarazada, pero en todo lo demás. Respetaba su opinión, quedé bastante impresionado de que no era como esas chicas que defendían sus chicos cuando están absolutamente jodidos. —Tuviste una buena pelea, por cierto —dijo entonces, finalmente mirándome. Sus ojos azules se iluminaron un poco y sonrió—. No pensé que le ganarías. Sonreí burlonamente. —Tú y alguien más. —¿Un buen pedazo? Recordando el fajo de billetes en mi bolsillo, asentí con ganas. —Oh sí. Mi sueldo daba apenas para lograrlo, pero con una lucha aquí y allá, el ingreso de dinero en efectivo era bienvenido y siempre traía mis deudas de vuelta a cero. Nunca perdí una pelea, y la gente no tenía derecho a tener una opinión negativa de mí como lo hicieron esta noche, pero por otro lado nunca me vieron pelear con un tipo del doble de mi tamaño. Y yo ya era un tipo grande. Así que eso decía algo. Tomó el plato a la cocina y lo lavó en el fregadero. Luego regresó y tomó su mochila. —¿Dónde quieres que pase la noche? Me resistí a rodar los ojos. —La habitación de Ryker sigue allí y lista, Al. Otra vez se sintió avergonzada. Resistí soltar una risotada. —Bien, bien, te lo agradezco mucho, Heath. Voy a um... tratar de estar fuera de tu camino. No quiero ser un estrés para ti... —No serás un estrés —interrumpí solemnemente—. Superaremos esto. Lo averiguaremos, ¿de acuerdo? Asintió y parpadeó para contener sus lágrimas. —Sí.

Miré mi comida sin tocar, sin una pizca de hambre, y la dejé sobre el mostrador de la cocina. —Aún queda comida en la cocina —grité en mi camino por el pasillo. —Bueno —gritó de vuelta.

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—De acuerdo, así que, buenas noches. —Se dio la vuelta y salió de la habitación, desapareciendo segundos después en la de Ryker.

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Permanecimos en silencio durante unos instantes; esa marca extraña creciendo entre nosotros cada segundo.


De pie en el cuarto de baño, poco a poco me quité la cinta alrededor de mis manos. Flexioné mis dedos y levanté mi mirada hacia el espejo. Todo mi cuerpo se sentía adolorido. Puede que haya eliminado a El Tanque esta noche, pero él tenía algunos golpes que eran malditamente impresionantes. Le di la espalda al espejo, viendo las profundas, marcas rojas del tamaño de un puño a lo largo de mis hombros. Maldita sea, esto dolería un poco horriblemente mañana. Me hallaba acostumbrado al dolor en este momento, por lo que no me molestó. Luchar era un buen comienzo para mí. Mantuvo mis niveles de agresión bajos y me mantenía en tierra en la vida cotidiana. Eso y el sexo. Saqué el dinero de mi bolsillo y lo coloqué en el asiento del inodoro. Cientos de dólares apilados de uno a uno en un montón que me recordada por qué hice esto. Aun así, no importaba la cantidad de liberación que era esto, no quería hacerlo siempre. Tuve una ducha rápida, todo el tiempo preguntándome cómo contribuiría a este embarazo. ¿Quizás pelear más? Podría utilizar cualquier ingreso extra para ayudar, y de esa manera Allie no se estresaría tanto por el dinero. También podría reducir otros costos: detener los batidos de proteínas porque eran jodidamente caros, parar las horas de noche con los chicos, y detener todos los proyectos de autos que estuvieron de lado como un hobby en la tienda de autos. Suspiré. Un montón de mierda que dejar, me di cuenta. ¿Qué demonios haría en mi tiempo libre?

Me aparté antes de que pudiera conseguir deshacer la toalla y miré por encima del hombro. —Tengo compañía, Tru. Dejó caer sus brazos a los costados. —¿Qué? Sabías que esta es la única noche que podía salir del trabajo.

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—Alguien tuvo una ducha —murmuró, bañándome con su aroma floral mientras deslizaba sus manos por mi pecho desnudo hasta donde la toalla se reunía alrededor de mis caderas.

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Justo cuando salí, oí un golpe en la puerta principal. Comprobando la hora, maldije. Me olvidé por completo de Trudy. Sin vestirme, corrí a la puerta principal, no queriendo levantar a Allie fuera de su habitación en caso de que Tru volviera a tocar. Abrí la puerta y sus delgados brazos de inmediato se envolvieron a mí alrededor. Sus suaves labios tocaron los míos mientras empujaba contra mí.


—Lo sé, pero esto fue inesperado. —¿Qué quieres decir? ¿Quién es? Antes de que respondiera, me encontré con mis ojos sobre su cuerpo. Se arregló para esto, usando lo que sabía que me impresionaría. Pantalones ajustados, escotado top y tacones atractivos que hacían que sus piernas parecieran prologarse durante jodidas millas. Me resistí a gemir. Tru nunca me ha decepcionado en las noches que hemos follado. —¿Heath? —presionó, levantando las cejas. —La novia de Ryker —le dije. Bueno, tal vez la novia. No entiendo la parte de "no lo sé" tanto. Si éramos técnicos, terminaron y todo lo que necesitaban para reparar ese tecnicismo era una simple discusión, una que seguramente Allie no preparaba para un futuro cercano. Inmediatamente frunció el ceño. Tru vivía en el piso de abajo y se encontraba familiarizada con Ryker. Lo encontró en varias ocasiones en las que empezamos nuestro acuerdo un par de meses atrás, pero nunca estuvo alrededor para ver a Allie. Seguí a Tru a un paso de distancia cuando se trataba de mi vida personal. Podía ver la mirada de desaprobación en su cara mientras esperaba que continuara. —Necesitaba un lugar donde dormir —le dije. Ahora la mirada podía cortar carne. —¿Dónde está durmiendo? —En la habitación de Ryker. —Entonces, ¿cuál es el problema? —No podemos hacerlo esta noche. —¿Por qué? Está en su habitación, y nosotros estaremos en la tuya.

Me encantaba una mujer que sabía lo que quería. Nada de esa mierda insegura que agobia. Tru era todo sobre la diversión en el momento, una pequeña escapada agradable para mí dos veces por semana. Ella era segura. Nada como las putas con enfermedades de

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Cuando no respondí, dio un paso hacia delante, bloqueando sus ojos color avellana con los míos. Sus delgados labios se curvaron cuando dijo—: Ven conmigo maldita sea, Heath. He esperado esto por días.

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Mi mandíbula se tensó. ¿Cómo me centraría en ella cuando sabía que al lado se hallaba Allie sola en la cama? No era como antes cuando estaba con Ryker allí. No podía compartir una pared con ella y tener intimidad con Tru al mismo tiempo. Se sentía mal, lo cual era jodido porque esto no lo era. En absoluto.


transmisión sexual que me rogaban porque les diera una follada a un lado de la carretera. Era extremadamente exigente en quien metía mi polla. Cuando comenzó a lamer mis labios, sentí que en el fondo el revuelo en mí crecía. Después de un cierto punto, no existía forma de detenerlo. La lujuria era una perra.

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Me empujó hacia atrás y me llevó a mi habitación.


5 Traducido por andreeapaz Corregido por KAri_VAl

Allie

B

ueno, hasta ahora me había olvidado por completo que las paredes de este lugar eran malditamente delgadas.

Entonces Heath rechazó a esa chica en el almacén porque tenía otra cosa a su lado. Me pregunté si ella era tan sexy y atrevida como sonaba. Fóllame duro, Heath. Por lo menos podía unir dos palabras juntas correctamente.

Dos personas eran íntimas entre sí tan cerca de donde me encontraba y me sorprendió lo sola que me sentí en este momento. No era sólo la intimidad lo que anhelaba. Ryker no fue sólo mi novio, fue más como mi mejor amigo.

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Oí la puerta del dormitorio de al lado cerrarse, seguido por sonidos de besos. Me acosté en la cama de dos plazas de Ryker, tratando de no escuchar todo. Qué vergüenza que este lugar no esté insonorizado. El edificio de apartamentos se hallaba bastante abandonado y poco fiable, pero los chicos arreglaron el interior, decorándolo con buenos y simples muebles.

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Pero por Dios, hablando de un hombre excitado. Reflexioné acerca de Ryker y su presión constante para ser más abierta sexualmente. Habíamos tenido sexo desde que tenía dieciséis. Después del primer año, él quería que fuera más extrovertida. Lencería y conversaciones sexys fueron el tipo de cosas que me pidió, pero me asusté y me sentí estresada con la presión de cumplir con sus deseos. No ayudó que fuera dos años mayor que yo y con mucha más experiencia, constantemente sentía que competía con las mujeres de su pasado. Porque como Heath, Ryker tenía un largo pasado que era impresionante para su edad.


—Yo no lo hice —dijo después que lo arrestaron. Sus ojos castaños miraban profundamente a los míos mientras me abrazaba a él—. Nena, tienes que creerme, la jodí quedándome alrededor de los chicos, pero no pensé que me costarías tú. Por favor no me dejes. Realmente no lo hice. Quería creerle, porque sabía que si lo hacía no tendría que terminar con él. Después de que mi padre murió tres años atrás, fue el único chico del barrio que paró y se aseguró que estuviera bien. Éramos amigos desde la infancia, completamente cómodos alrededor del otro pero la muerte de mi padre fue el punto culminante. Nos dejó más cercanos e hizo que se fijara en mí. Él se hallaba fuera de mi liga. Los chicos Lawson eran mucho más que hermosos. Así que cuando me pregunto para salir a una cita, casi me caí por la sorpresa. ¿Yo? No era el tipo de chica que miraban. Era bastante simple. Nunca me preocupaba por mi cabello o el maquillaje. Nunca traté de impresionar a los demás por lo que me ponía. Supongo que después de ser acosada en mi infancia por mi altura, extremidades delgadas y piel como un fantasma, intenté mi mejor esfuerzo para ser invisible. —Sólo para de mentirme —dije bruscamente—. Encontraron drogas en ti, Ryker. Has sido atrapado in fraganti. Sólo confiesa. Cuando continúo negándolo, mi ira explotó en él. Le dije que hasta que me dijera la verdad, había terminado. Todavía lo decía en serio. Sabía que si iba a verlo a la prisión probablemente continuaría mintiéndome. Y si existía una cosa que odiaba eran los mentirosos. Así que me encontraba por mí misma, esencialmente. ¿Y si confesaba? Bueno… no lo sabía. Ahora era un criminal, como la mitad de los chicos en Hedley, y eso no era un rasgo cariñoso en tu novio. En su mayoría sólo me sentía enojada. Incluso si perdonara sus mentiras y su crimen, tenía la certeza de que mi imagen de él siempre estaría manchada. Y eso sólo me ponía triste.

Lo extrañaba, pero también recordé todas las noches que me dejó sola en ésta misma cama. Ahora tuve la certeza de que no fue nada

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Tomé el envase de colonia medio vacío de su tocador y saqué la tapa. Puse un poco en mis muñecas, me sentí cómoda con su olor a mí alrededor. Me recordó todas las veces que dejó lo que hacía para estar conmigo.

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Suspirando, me coloqué de lado y estudié su habitación, todas las cosas que amaba: los poster de boxeo, citas de la vida y fotos de Mohamed Ali. Luchar era su pasión y la de Heath, lo compartían por igual. Sólo que Ryker miraba y Heath era un luchador.


bueno, y eso me ayudo a superar su falta enormemente. Reemplazando la amargura que cavó profundamente en mis huesos, y supongo que este fue mi camino a mi resentimiento hacia él. A pesar de los gemidos de al lado, el cansancio me alcanzó y me dormí un rato más tarde.

El problema con el embarazo, me di cuenta rápidamente, era que tenías que hacer pis. Mucho. Me sacudí y di vueltas ante la sensación de la vejiga llena que era difícil de ignorar. Me senté y froté mis ojos cuando los sonidos de gemidos se precipitaron en mis oídos. Suspiré y comprobé la hora. Una y veintisiete de la mañana. Estuve durmiendo por tres horas y ¿ellos seguían en eso? O quizás es la segunda ronda. Todavía. Segunda ronda o aún primera ronda, era un hecho impresionante. Eso desafortunadamente me hizo un poco incómoda. El baño se hallaba al final del pasillo. Tenía que pasar por la habitación de Heath. ¡Y el piso crujía como un maldito tren de carga! Pero mi vejiga…

—Sí, sí, Heath. Oh, Dios mío. —Gimió—. Eso es. ¿Cómo haces eso? — ¿Cómo hacía qué?—. OH, DIOS MÍO. —Respiraciones pesadas—. SÍ, SÍ, SÍ. Me tragué un estallido de risa cuando abrí la puerta del baño y entré. La cerré detrás de mí y me cubrí la boca en caso de que escapara. De todas las mujeres que trajo a casa nunca escuché una tan fuerte.

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Me detuve cuando vi la puerta de la habitación entreabierta. No podía ver nada desde donde me encontraba, no es que quisiera, así que continúe de puntitas conteniendo mi respiración mientras pasaba por la puerta y seguí por el pasillo. Me sentía mucho más cómoda en mi camino ahora. La chica demostraba ser útil en mi esfuerzo de ser sigilosa. Era ruidosa. Muy, muy ruidosa.

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Despacio me deslicé de la cama y fui de puntitas a la puerta. Abrí poco a poco hasta que pude pasar. Un paso, dos pasos…


—¡ESO ES¡ ¡ESO ES! Hice mis cosas silenciosamente en el baño, y esperé por un particular gemido/grito para tirar la cadena. Me lavé las manos, salpicando un poco sobre mis mejillas sonrojadas. Otra cosa sobre el embarazo: bochornos. Salí cuando al terminar y caminé sobre las puntas de mis pies antes que ella declarara en voz alta—: Bien, niño grande, tu turno. Abajo. Me detuve por un momento. Esperando que los gemidos de ella ayudaran a ocultar los crujidos en el piso de madera desgastada. Sólo que se detuvo por completo. Tomé un par de pasos lejos, y cuando el piso bajo mis pies crujió de nuevo me quedé congelada. Para mi desgracia, me quedé atrapada directamente en la puerta entreabierta, donde el suave resplandor de la luz en el interior me permitió ver todo. Aparté la vista antes de que pudiera ver algo. Esto era privado. Esto estaba mal. Sin embargo, la chica no hacía ruidos fuertes de nuevo y si me movía… bueno, mierda, ellos oirían un crujido justo afuera de su habitación y ¿que podrían pensar si me ven? Espía Allie2. Ugh. Mi vida habría terminado. No se podía vivir después de pasar ese tipo de humillación. Escuché más movimientos, cuerpos cambiando, y entonces el sonido de fuertes respiraciones. Las que no venían de la garganta de una mujer. Eran ásperas y trabajosas, mezcladas con un gruñido bajo.

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Con mis mejillas sonrojadas, y por propia voluntad, mis ojos se dispararon y vieron dentro de la habitación. Cristo, el chico era musculoso… y sudoroso. Incluso con la luz tenue. Podía ver las venas gruesas saliendo desde su cuello y sus brazos. Él la miraba, hipnotizado, sus manos agarrando firmemente su cabello, ocasionando que se marcaran sus increíbles bíceps. Recorrí su cuerpo de la cabeza a los pies deteniéndome en sus abdominales y bajando por su camino feliz cuando vi la cabeza de ella meciéndose de atrás hacia delante.

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Heath.

2La

traducción original es Peeping Allie que hace referencia a Peeping Tom: Tom el mirón, un personaje de la leyenda de Lady Godiva que no pudo resistir la tentación de mirar a la mujer por un agujero.


Trague y miré de nuevo. Lucia toda sudorosa. Mi cuerpo temblaba. ¿Por qué no me muevo? Probablemente sus respiraciones son tan fuertes adentro, que no pueden escucharme. Sin embargo, me sentía clavada en el piso y lo único que quería era mirarlo de nuevo a él. Esto está mal. Mis ojos volvieron de vuelta a la escena, y ésta vez su cabeza miraba al techo y su boca se entreabrió. Existía algo tan increíblemente tabú en ver a una persona en la cima del placer. Era como las grietas en su armadura. Veías su lado vulnerable. Sin embargo, en ese momento Heath era absolutamente primitivo. Miró de nuevo hacia ella y él no la miraba como una persona, sino como un juguete que usaba. No existía nada más que lujuria en sus ojos. Posteriormente la apartó con un empujón y la obligó a ponerse de pie. Finalmente la vi. Su esbelto cuerpo como los de las revistas. Dios, era hermosa. La obligó a ponerse contra su cómoda y se inclinó antes de introducirse dentro de ella. Sus gemidos comenzaron de nuevo mientras él obviamente la devastaba. Tirando de su cabello. Agarrando fuertemente sus caderas, seguramente tendría moretones. Era tan impersonal. Creo que he visto porno con más sentimientos que esto. Cuando el temblor de mi cuerpo causó que mis dientes sonaran, aparté la mirada y rápidamente caminé por el pasillo. Mis piernas se sentían con un hormigueo y débiles en el momento que me metí a la cama y tiré las mantas encima de mí. Me sacudí como loca, la culpa de mi espionaje dejó un agujero en mi pecho. ¡Nunca había hecho algo así! ¡Ni siquiera logré alejarme cuando pude! ¿Qué se hallaba mal conmigo?

Finalmente me levanté de la cama, inmediatamente vi algo blanco en el piso junto a la puerta. Cuando froté mis ojos y di un vistazo más cerca,

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Cerré los ojos y traté de dormir. Tomó mucho tiempo pero me las arreglé hasta que su sesión número no sé qué finalmente terminó. Tuve un sueño intranquilo, sacudiéndome, dando vueltas y despertando en las primeras horas de la mañana con el pelo sudoroso y el corazón golpeando de forma errática en mi pecho. Ni la esencia de Ryker ayudó a calmarme.

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Me sentía enferma, sabiendo que esas imágenes estarían quemadas por siempre en mí, y odiaba mucho cómo me encendía ver el placer en la cara de Heath.


me di cuenta que era un trozo de papel. Mi cuerpo se tensó cuando vino un mal presentimiento. Lentamente me agaché y lo recogí. Me tomó un par de minutos tener el valor de abrirlo. Cuando lo hice, mi boca se secó y mi corazón se quedó inmóvil mientras leía las palabras escritas con una letra femenina burbujeante. Espero que disfrutarás el espectáculo <3 Él es mío.

—Según mis cálculos, señorita Wallace, está de nueve semanas — dijo la Dra. Evans—. Su fecha de término es el ocho de febrero. Asentí hacia ella, ignorando su ceño fruncido y la forma juiciosa con la que me miraba. No sabía por qué reservaba toda la atención negativa hacia mi cuando la sala de espera se encontraba llena de chicas igualmente jóvenes y con un embarazo más avanzado que el mío. —He programado su ultrasonido para su duodécima semana de embarazo. Voy a darle la dirección y la fecha para que pueda llegar a tiempo. No nos gusta que lleguen tarde. Trate de no perder la cita. Cuando haya terminado con eso venga a verme. Su próximo ultrasonido será después de la semana veinte. Es importante que sepamos que el bebé es saludable.

Negué con la cabeza. Me dio la fecha de mi ultrasonido y me envió a salir por la puerta. Salí de la clínica y esperé afuera en el calor abrasador del verano hasta que Heath me viniera a recoger. Cuando por fin llegó por la calle, revisé la hora y noté que llegaba un poco temprano. Me aproximé a la camioneta justo cuando se acercó y bajó el volumen.

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—¿Alguna pregunta? —preguntó con muy poco entusiasmo. Yo era sólo un número para ella. Un rostro que olvidaría al segundo que saliera de ahí.

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Empezó a divagar después de eso, hablando de pruebas de glucosa y cómo tengo que ver a una enfermera mientras más cerca esté la fecha del parto. Entonces me dijo lo que tengo que comer, qué tipos de pastillas benefician al bebé y así sucesivamente. Mi cabeza daba vueltas con toda la información cuando terminó.


—Espero que no hayas esperado mucho tiempo —dijo mirando mis brazos resplandecientes. Negué con la cabeza. —No, quizás cinco minutos —¿No podías esperar en el interior? No debe ser bueno estar afuera al sol cuando estás embarazada, ¿verdad? —Sí, supongo. —Dame una llamada la próxima vez y voy a llegar antes. —Bueno. Condujo por el camino y me miró varias veces. Acababa de salir del trabajo, grasiento y mal oliente. Lucia tan rudo como agobiado y con rasgos oscuros. Llevaba las mangas del uniforme hacia arriba, mostrando sus complicados tatuajes. Definitivamente no era un chico bonito como Ryker, sin embargo, Heath era en comparación un ciudadano modelo. Sólo para mostrarles que realmente no hay que juzgar un libro por su portada. Me atrapó mirándolo y me sonrió. Me di la vuelta rápidamente, sintiendo mis mejillas sonrojarse. Dios, tenía la esperanza de que no creyera que lo miraba, ni nada. Porque lo estaba… Sabía el ego que tenía Heath. Siempre era confiado, seguro de sí mismo y lo último que hice fue alimentar su ego regalándole atención. Así que sentí como si fallara siendo atrapada. Pero con Ryker fuera de la foto, ¿en qué diablos se suponía que tenía que concentrarme? —Así que, ¿Cómo te fue? —preguntó—. ¿El bebé lo está haciendo bien? —El chequeo estuvo bien. Tengo un ultrasonido en tres semanas y tengo que recoger unas pastillas mientras tanto. —¿Qué clase de pastillas?

Y eso fue toda la conversación que pudimos lograr. Esa torpeza incómoda rápidamente se instaló y miré por la ventana viendo la cuidad pasar. ¿Por qué no me podía relajar alrededor de este chico? ¿Qué hacia Heath que fuera increíblemente difícil estar cerca? —Voy a ir a ver a Ryker mañana —dijo entonces.

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—Oh, está bien.

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Saqué el trozo de papel que la doctora me dio y miré el nombre de las pastillas. —Algo llamado Elevit. Se supone que le da al bebé todas las multi-vitaminas y minerales que necesita.


Me tensé en mi asiento. —¿Seguro que es una buena idea? —Sí, lo estoy. No te preocupes. Lo tomará bien. No respondí. Era muy escéptica en eso, recordando el tiempo que perdí mi periodo y como se puso enojado. Me arrastró a la farmacia, compró un montón de pruebas de embarazo y no esperó hasta que estuviéramos en casa para tomarlas. En cambio, me llevó a un baño público en el centro comercial. Todo el tiempo trató de tranquilizarse a sí mismo que cualquiera que fuera el resultado, nosotros tomaríamos cuidado de él. Eso fue hace un año. Una vez más, esa amargura de antes volvió. Terminé con el ceño fruncido mirando por la ventana, la nariz quemando, sintiendo resentimiento hacia él. —Allie —dijo suavemente Heath, sacándome de mis pensamientos—, para de preocuparte. —No lo estoy —mentí. —Debes practicar tus mentiras enfrente del espejo más a menudo. De esa manera puedes ver tu nariz arrugada y el aspecto de negación que haces con tu cara. Le lancé una mirada mordaz y se rió. —Bueno, me estoy preocupando. ¿Me puedes culpar? Conoces la intensidad de Ryker cuando está infeliz por algo. —Sí, tiene su temperamento, ¿eh? —Y no va a tener miedo de mostrarlo cuando salga. —No lo dejaré. Así que, para de estresarte, no es bueno para el bebé.

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Gracias. Quería decirle a Heath en este mismo momento. Tenía un enorme deseo de simplemente abrazarlo fuertemente y llorar, decirle lo mucho que significaba su apoyo. Pero no podía sacar las palabras. Especialmente cuando las imágenes de él y esa chica de repente vinieron a mí, pude ver que era un rostro sincero sobre un cuerpo que se encontraba más allá que cualquier cosa que jamás había visto.

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Lo miré. Captó mi mirada cuando paró en una luz roja. Me miró con sinceridad, curvando un lado de su boca hacia arriba. Me daba una mirada de seguridad cuando dijo—: No te preocupes, tengo esto. — Mientras mis mejillas se calentaron por su atención, mi cuerpo se hundió con facilidad en mi asiento. Él tenía razón. No debería estresarme, en especial cuando sabía que no me hallaba sola en esto.


Continuó mirando hacia abajo también, y si esto iba a alimentar su ego, no me importaba. Me sentía atraída por la fuerza de sus ojos. —Vas a estar bien —me dijo suavemente. Cuando un bocinazo sonó detrás de nosotros, rompió el contacto y miró hacia la luz verde, presionando el acelerador. En nuestro camino al apartamento, paramos en el centro comercial y consiguió mis pastillas y algunos alimentos. Me preguntó que eran y si podía comer, asegurándose que todos los alimentos en el auto estaban bien. Como resultado gastó un montón de dinero extra. Mientras guardábamos las bolsas en la parte de atrás de la camioneta dije—: Voy a seguir solicitando un empleo, incluso si es de medio tiempo. De esa forma puedo ayudar con los alimentos y la renta. No es justo para ti comprar todas las cosas para mí también. Heath negó con la cabeza. —Me temo que eso no pasará, Allie. Necesitas enfocarte en la escuela después que termine el verano y yo me encargaré del resto. Hablaba en serio cuando dije que te apoyaría. Así que relájate y cualquier cosa que necesites lo voy a conseguir. Me quedé mirándolo de cerca cuando dijo esas palabras, tratando de detectar cualquier vacilación en él. Pero parecía completamente a gusto, diciendo esas palabras con todo el corazón. Este chico realmente trataba, y no parecía ni un poco perturbado. Las hormonas del embarazo me deben estar pegando fuerte porque luchaba por contener las lágrimas. Cuando regresamos al apartamento, guardamos los alimentos y empezamos a trabajar en la cena. Permanecí en torno a él, apoyada en el mostrador de atrás con los brazos cruzados mientras hervían las papas y puso dos filetes en el sartén caliente. Mis cejas se alzaron con sorpresa mientras sin esfuerzo tiró un poco de aceite de oliva y unas hierbas. Me miró y sonrió al ver mi expresión —¿Qué? Negué con mi cabeza. —Nada.

—Sí, bueno ahora tengo que tener un presupuesto. La comida para llevar es una cosa del pasado. —Por mí, ¿verdad? —dije con el ceño fruncido mirándolo duro. Se giró con su cuerpo hacia mí y me lanzó una encantadora sonrisa.

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Me encogí de hombros. —No sabía que podías cocinar. Ryker y tú siempre conseguían comida para llevar.

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—Mentirosa, déjalo salir, Al.


—Sí, supongo, pero ¿sabes qué? Eso es bueno. ¿Sabes lo difícil que tengo que trabajar todas las noches para sacar la basura de mi cuerpo? Es algo positivo. —Sí, lo es, creo, pero todavía no has contestado acerca de tus habilidades de cocina. Se rió entre dientes, agarrando las tenazas para voltear la carne. El olor era absolutamente divino, haciendo que mí estómago rugiera en voz alta. —Mamá me enseñó antes de morir —dijo reflexivamente—. Me interesaba la comida, era un pequeño bastardo gordito. —Cuando me reí de eso, se encogió de hombros—. Sí, sí es gracioso supongo. —E imposible de imaginar. —Bueno, como amaba la comida y mamá trabajaba algunas noches fuera, tenía que aprender a cocinar mi propia mierda. Me mordí el labio cuidadosamente. —Sabes, Ryker me dijo sobre eso. Dijo que hiciste macarrones con queso quemados para él mientras vivías comiendo perritos calientes. —Nunca dije nada acerca de ser un buen hermano —término con una sonrisa descarada—. Hablábamos de la comida no de Ryker, pero en ese contexto la pequeña mierda se lo merecía. Me reí. —¿Qué hizo para merecerlo? Heath simplemente levantó una ceja, pareciendo siniestro mientras sacaba dos platos y los ponía en el mostrador. —Más bien, ¿qué hizo para no merecerlo? Vamos Allie, sabes cómo es, ¿necesito decir algo más?

Después nos sentamos en el sillón y vimos algo de televisión. Heath cayó dormido en algún momento mientras pasaba la mayor parte de la noche pensando en cómo Ryker iba a tomar la noticia.

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Ayudé a Heath a poner la mesa. Sirvió el puré de papas y carne con salsa. Nos sentamos y comimos, era la comida más sabrosa que tuve en meses.

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Asentí después de pensarlo. Ryker nunca fue fácil. Y no podía imaginar lo aterrador que fue como hermano. Existían algunas cosas que como novio me enfurecieron, sobre todo su temperamento y la necesidad de salirse con la suya. Sólo de pensar en ello me hizo sentir decepcionada de mí. ¿Por qué en retrospectiva podías ver la formación de grietas que de otro modo eran sólidas y suaves?


6 Traducido por Yasna.FU & Andreeapaz Corregido por Andrea95

Heath

E

speré en la sala de visitas durante unos minutos. La sala se hallaba llena de prisioneros hablando con sus seres queridos. Incluso vi a un niño o dos. Traté de imaginar a un pequeño Ryker corriendo por aquí, y el pensamiento me hizo sentir como si me hubiera tragado un cubo de agujas. ¡Qué tristes años serían! Pero el chico no iba a entender realmente lo que pasaba, ¿no? Tal vez estaría bien. Después de todo, en el momento en que Ryker saliera y pusiera su vida de nuevo junta, el niño podría no haber sido realmente consciente de lo que sucedió. Ese fue un buen pensamiento positivo a tener, aunque ingenuo como el infierno. Cuando por fin lo vi andaba con un enojado guardia de la prisión por su lado, mi ser se congeló en el ojo morado y el labio partido. Su cabello oscuro era más largo, su cuerpo más delgado, su piel menos bronceada. A pesar de todo eso, me sonrió, y me puse de pie para darle un fuerte abrazo. Era tan alto como yo, pero no tan amplio. Me sentí como si estuviera abrazando el aire por la cantidad de peso que perdió, pero no dejé que mi preocupación se mostrara en mi cara.

Nos sentamos y el guardia dio unos pasos hacia atrás, dándonos espacio para hablar. Miré sobre su rostro largo y delgado cuerpo, y él me estudiaba igual de interesadamente. —¿Estás bien? —pregunté, tratando de restar importancia a las contusiones debido a que Ryker era todo acerca de ser duro, y si pensaba

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—Sí, hombre, qué va —contesté.

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—¿Cómo diablos te va, hermano? —dijo, dándome una palmada dura en la parte posterior.


que lo compadecía de alguna manera, se habría apagado y puesto agresivo. Se encogió de hombros como si no fuera nada —Sí, hombre, estoy bien ¿Los moretones? Sólo una riña, un montón de jodidos luchando en este lugar, pero ya me conoces. Agarro lo bueno. No se puede noquear a los Lawsons, ¿cierto? Jodido impenetrable. No es probable con los moretones, pero asentí de todos modos. —Sí, hombre. Sin embargo, ¿qué hay de la comida? Pareces haber adelgazado un poco. —Un poco de ello sabe a culo. Soy exigente. —Otra mentira. Me reí ligeramente, y esperaba que no escuchara cómo de falso sonaba. —Sí, lo sé. Comenzó a inquietarse. La pequeña charla claramente había terminado. Echó un vistazo a la habitación antes de inclinarse sobre la mesa. Sus ojos se clavaron en los míos y una mirada seria de repente lo acompaño. Sabía lo que venía. Podía sentir el cambio en el aire. El tipo desesperado. —¿Has estado hablando con Allie? Tuvimos una pelea después de que me arrestaron. ¿Te dijo eso? Dijimos que habíamos terminado. No sé lo grave que era. Ella no ha llegado todavía, y estoy muy jodido, perderé mi mierda sin ella. Ni una palabra de ella, Heath, y se está haciendo en mi cabeza, ¿sabes? Asentí con la cabeza. —Sí. —Yo solo... —Exhaló y sacudió la cabeza—. Me encanta esa chica, y la necesito aquí para verme. Es todo lo que pienso. ¿Dime que la has visto? —Lo hago en realidad. Sus ojos se abrieron y la desesperación creció.

—Dime que no ha pasado —rogó, endureciendo su voz—. Hombre, no me mires así, Heath. Dime que está esperando por mí.

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No respondí por un momento. Joder, esto fue duro. ¿Cómo iba a hacerlo? No podía mirarlo. Miré por encima del hombro, mirando al guardia por un momento. Tomó segundos a Ryker sentir que algo andaba mal, y la mirada de miedo en su cara de mierda me mató.

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—¿Sí? ¿Cómo está mi bebé?


Tragué saliva. —Sí, hombre, no es que... Sus hombros se relajaron un poco. —¿Me esperará? —Ella... Tiene un montón en sus hombros, Ryker, y es lo que necesitas saber acerca de ella. Sus cejas se juntaron. —¿Qué quieres decir? —Quiero decir que necesitas dejar de lado si está esperándote o no, porque tiene otros problemas. —¿Cómo qué, Heath? Suéltalo de una vez. Lamí mis labios lentamente, diciendo con cuidado, —Ella vino a mí. Está embarazada, Ryker. Su mamá loca la echó de la casa cuando se enteró. Al parecer fue toda psicópata contra ella, le dijo que nunca más fuera si no entraba en razón a menos que quisiera ser salvada o alguna mierda. Necesitaba un lugar para dormir, y le di tu habitación. Vio al médico ayer. Nueve semanas de embarazo y tiene un ultrasonido a las doce semanas. Ryker se quedó quieto como una piedra. Su rostro se vacío de emoción mientras me miraba con fuerza como si no estuviera comprendiendo lo que le dije. Era dolorosamente silencioso durante unos momentos. —¿Embarazada? —pronunció finalmente. —Sí, pero lo tengo todo resuelto. —Rápidamente le aseguré, inclinándome sobre la mesa para descansar mi mano sobre su hombro. No reconoció mi tacto. En cambio, los ojos vidriosos y el shock se continuaban mostrando en él. —¿Nueve semanas?

Lo hizo, pero no en el buen sentido. Se encogió de hombros, se puso la mano encima y se frotó la cara con exasperación. —Nueve semanas —repitió antes de mirarme—. Eso es tiempo suficiente para que aborte, ¿no?

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Vamos, Ryker, sal de eso.

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—Sí.


Apreté los labios con fuerza y no respondí. ¿En serio? ¿Esta fue la primera reacción de mierda que me daba al oír que el amor de su vida estaba embarazada? —Todavía tiene tiempo —continuó—. Tienes que decirle y lograr que se lo haga, hombre. No la dejes conseguir un puto ultrasonido. Esa mierda la hará encariñarse… —No se hará un aborto —le interrumpí fríamente, sintiendo mi espalda rígida de la ira que corría por mí—. ¿Quieres saber por qué? Porque hablé con ella. Ryker me miró ahora. —¿La convenciste de lo contrario? ¿Qué mierda estás hablando? Este es nuestro asunto, no el tuyo. Apreté los dientes. —Ryker, escúchate a ti mismo, es un maldito niño del que estamos hablando. —Un niño que no puedo cuidar o proteger —interrumpió él, alzando la voz—. No voy a tener un poco de bebé de prisión. Ese chico no se merece eso. Y una vez que me vaya de aquí, ¿cuál es el tipo de vida de mierda que puedo darle? No me gustaría ser un papá jodido sin buenas perspectivas de trabajo. —Estamos hablando de tu hijo aquí. —¡A la mierda el niño! Me preocupo por Allie. Me preocupo por su futuro. No por un puto error que cometimos. —No lo dices en serio.

—¡Pero no es tu hijo! —aulló de nuevo, causando que algunas cabezas miraran a nuestro camino—. ¡Y mira cómo terminamos de todos modos! Follar rompió como el infierno durante toda nuestra vida. No papá alrededor, sólo un grupo de violentas mierdas que arruinaron su vida. Así

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—No será una madre del barrio —disparé de nuevo, balanceando mis puños—. Joder, Ryker, ten un poco de compasión. ¿Sabes que mamá fue presionada para abortarnos? Los imbéciles de su vida no nos querían, pero ella pasó a través de eso y nos tuvo. Quiero lo mismo para este chico.

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—Mira, Allie tiene una vida brillante por delante. Es inteligente. Tiene la universidad pronto. Estudia mucho, y tiene mucho potencial. Veo fuego en ella. Lo tiene siempre. Es una de las cosas que me atrajo a ella, y no la estoy arruinando haciéndola tener un niño. No la estoy haciendo una madre del barrio.


que no prediques que el mantenimiento de un jodido niño significa que se está dando una buena vida. —¡Esto significa que se está dando un tiro! —Mira, entiendo de dónde vienes, hermano. Admiro eso. Sé que estás en contra de ello, y el infierno, tal vez un día te enfrentarás a la misma decisión con una chica que te encante. Pero este es mi asunto, mi mujer, mi error. Tú no tienes qué decir. No debería haberlo dicho, pero joder me sentía enojado cuando le repliqué con—: Sí, bueno, estoy en este lado de la mesa, ¿no? Un hombre libre tiene más voz que uno que no lo es. Y a juzgar por su indiferencia hacia ti, diría que no es tu mujer. En sólo un segundo su ira estalló, y sus ojos se humedecieron. —Vete a la mierda, Heath —dijo entre dientes, dolido por mis palabras—. Eso es bajo. No respondí por un momento. Suspiré mientras la culpabilidad se construía dentro de mí. Eso fue bajo. —Mierda, Ryker —susurré con pesar—. Lo siento. No quise decir eso. Joder, me enojé. Se encogió de hombros, bajando la mirada en la mesa sin decir una palabra. —Ahora tienes razón, es su error, pero hay que ser un hombre y aceptar que este embarazo está sucediendo. Allie va a ir a través de él. Ya sea que estés o no con ella, va a hacerlo, con o sin tu apoyo. Todavía ninguna palabra de él, pero su cuerpo lucia tenso. No era así como me proponía que esto continuara. Esperaba hacer algo de sentido en él, no tenía ningún argumento, lo dejé hecho una mierda. Debería haber elegido mis palabras con más cuidado. Joder, tal vez tenía razón en todo, que no es asunto mío. Sólo me introduje en sus problemas, ¿no? No tenía ningún derecho, tampoco. —¿Ella terminó conmigo? —preguntó, con una mirada hueca en su

—Solo dame algo, hombre. Te lo ruego. Mierda. —Yo… no lo sé Ryker. Esa es la pura verdad, ¿de acuerdo?

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—No soy el que tiene que contestar eso —dije, odiándome por dejarlo fuera.

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rostro.


Tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas contenidas. En ese momento me di cuenta de lo mucho que la amaba. Este fue un maldito lío. Su corazón se encontraba sobre la mesa. Pude verlo sangrando por la esperanza. —Hombre —solté, con un movimiento de cabeza—. ¿Por qué lo hiciste, Ry? ¿Por qué? Todo iba bien. La tenías a ella. Tenías un trabajo. Tenías tus amigos. Me tenías a mí. ¿Por qué lo hiciste? Se lamió los labios secos y parpadeó con fuerza para contener las lágrimas lejos. —No quieres saber esa mierda, hermano. —¿Por qué no lo quiero saber? —No quieres saber la mierda en la que me moví por ahí. No es algo de lo que voy a ser capaz de salir de aquí y caminar por ahí lejos de esto. Me quedé mirándolo duramente, tratando de entender. —¿En qué te metiste? No contesto. Miró a su alrededor otra vez, esos labios cerrados, su expresión de dolor, hizo que quisiera sacudirlo y exigir la mierda de la que hablaba. —Ryker —presioné. —No importa —susurró—. No te involucra. —Eres mi hermano. Eres mi amigo. Eres mi sangre. Cualquier cosa que te pase me involucra. Te amo, hombre. Eso lo sabes. Asintió con la cabeza.

Mi garganta se cerró completamente. Mis ojos se sentían pesados con la necesidad de llorar, pero me mantuve junto por mí mismo. No

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—Pase lo que pase —dijo con tranquilidad, su voz derrotada mientras sus ojos marrones se fijaron en los míos—. Sólo mira por ella, hermano. Eres en el único que confió allá afuera. El único, Heath. Y si piensas que ella puede hacerlo, entonces está bien. Voy a… aprender a aceptarlo de alguna manera. Todo lo que pido es mantenerla a salvo y atendida, y sé que es mucho pedir, pero le juro al maldito Dios que voy a salir de aquí y besar el maldito piso por donde camines porque ella es todo lo que tengo. Es todo lo que necesito. Es todo para mí, Heath. Entonces, por favor…

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Pasaron los minutos. El silencio empezaba a matarme. Quería meterme dentro de su maldita cabeza. Quería entender todo. Pero esa oportunidad pasó de largo. Sabía por la mirada en sus ojos. Iba a terminar la conversación y retirarse de nuevo en su cascarón.


estaba bien. Toda esta situación empezaba a joderse. No debería estar viniendo a la prisión para ver a mi hermano. A pesar del secreto de mierda en que se hallaba involucrado, no se merecía esto. ¿Cómo diablos podría haber pensado que pasaría de otra manera? Este fue castigo suficiente. Deseé poder tirarle una llave, hacer que estuviera libre y verlo cambiar. Porque realmente creía que él lo haría. Agarraría esa segunda oportunidad con todo dentro de él y cambiaría su vida. —Ni siquiera tienes que preguntar. —Me atraganté con un movimiento firme—. Está hecho, hermano.

Allie se encontraba sentada en el sofá comiendo un plato de helado cuando entré en el departamento. Se apartó del programa basura que veía e inmediatamente enderezó la espalda cuando me vio. Llevaba una camiseta enorme de motocicleta de Ryker y su sudadera. Con su cabello recogido en un moño desordenado, sus ojos azules muy abiertos me miraban. Mi pecho se agitó. Nunca había entrado en casa para encontrar una mujer que hiciera algo como eso. Cada vez que ella había estado alrededor, se hallaba en la habitación de Ryker con él, o ignorándome con pasión. Nosotros nunca encajamos. Solía pensar que me odiaba. Pero ahora sabía que sólo era tímida.

—Él está bien con ello, Allie —dije en voz baja, haciendo caso omiso a la forma que mi pulso se aceleró alrededor de ella.

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Dejé las llaves y tomé asiento al lado de ella. Olía como Ryker y no me gustaba ese olor en ella. Negué con la cabeza al sentir un estúpido nudo dentro de mí y me volví hacia su cara nerviosa. Dios, era bonita, ¿no? Sus ojos saltones y asustados. Fue un atractivo sutil que crecía hasta que lo llevabas en tus huesos y no podías mirarla sin sentirlo. El tipo menos obvio de belleza era el más peligroso, me di cuenta. Debido a que daban ganas de seguir buscando, seguir viendo esa belleza, hasta que cada centímetro de ese rostro fuera quemado en ti.

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Dejó el recipiente y juntó las manos. Pude ver su ansiedad. Estuvo esperando por mí. Por esto.


Sus ojos inmediatamente me buscaron. —¿En serio? Asentí con la cabeza. —Sí. —¿No trato de preguntar por un aborto? Negué con la cabeza inmediatamente, sabiendo que necesitaba esta mentira. —No, se veía sorprendido. Quiero decir, me hacía todo tipo de preguntas. —¿Cómo cuáles? —Como cuánto tiempo tenías. —¿Y se lo dijiste? —Quiere que vayas a verlo. Se secó los ojos y sonrió hacia mí. Fue una hermosa sonrisa. La hacía parecer menos miserable que la última semana. —Eso es increíble —dijo—. Estuve pensando en eso todo el día. Ya le he agarrado cariño a este embarazo, decidí que no me importaba lo que él diría. Porque es mi elección, ¿sabes? Asentí con la cabeza, sintiéndome aliviado por su convicción. —Es tu elección, Al. Si te empujé al comienzo…

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Dios, ¿cómo diablos alguien tan joven podía levantarse de esa manera? Nunca he pensado de esa forma. Ella lo hizo por su cuenta. Agarró su situación de mierda y le dio la vuelta. Era difícil, malditamente muy difícil, no admirar a Allison Wallace en este momento. Era difícil no sentirse celoso de Ryker por tener a alguien cuya cabeza pensaba en lo correcto. Sí, ellos cometieron un error, pero así todo el mundo lo hace. Haciendo errores no es el problema. Es la forma de manejarlos lo que te define. Ella lo manejaba muy bien, y de una forma tranquila me ayudó a sentirme conectado a tierra.

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—No lo hiciste. Tenías razón. Reaccioné impulsivamente. Ahora no lo hago. Ahora estoy viendo la escena completa, y sé que voy a estar bien. No me importa si tengo que postergar la universidad y trabajar en un trabajo de mierda. Quiero hacer esto porque quiero demostrar que puedo ser responsable de las cosas inesperadas que vienen en mi camino. Porque la vida nunca va de acuerdo al plan, ¿cierto? Es solo un montón de mierda en la montaña rusa, y nunca aprendes algo siguiendo el camino fácil.


—Nada de eso va a pasar —dije en voz baja, sin poder apartarme de esos ojos cautivadores—. ¿Quieres saber por qué? Recorrió mi cara y susurró—: ¿Por qué? —Porque me tienes. Me sorprendió con un abrazo, inclinándose para envolver sus brazos alrededor de mí. Me quedé quieto al principio. Nunca antes se acercó tanto mí. Esto se encontraba fuera de su elemento. Después de un momento tenso, me relajé y la abracé de vuelta, colocando un brazo alrededor de ella en su pequeño cuerpo. Coloqué mi cara contra el costado de su cabeza, mi nariz respirando el aroma del champú. Mi champú. Mi corazón dio esa maldita cosa extraña de nuevo, golpeando un poco más rápido, dándome una extraña sensación que me hacía sentir fuera de mi zona de comodidad. ¿Cuándo fue la última vez que alguien me dio un abrazo de verdad? Me pregunté. Desde mamá. Cuando salió del abrazo primero, inmediatamente entré en el conflicto de mirar en mi cara y sonreírle cálidamente. Luego me apoyé contra el sofá, pretendiendo que el contacto era normal para mí. Sí, malditamente cierto. Esto no era normal. Esto era extraño como el infierno.

Pasar el tiempo con una chica y no tocarla era explícitamente diferente… Pero empezaba a gustarme lo diferente.

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Con el tiempo desvié la mirada y lo vi también, chupando mi alma seca con ese maldito ridículo drama que otras personas encontraban entretenido. Casi me levanté para irme de lo absurdo que era cuando Allie se río y dijo algo respecto del personaje, y de repente nunca estuve más absorto en el espectáculo hasta ahora.

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Sin embargo, ella parecía cómoda; sonriendo para sí misma mientras se inclinaba sobre su espalda, relajándose antes de volver su atención a la televisión. La miré fijamente durante un rato. Mirándola, subió sus rodillas hasta su pecho y pasó una mano por su largo cabello. Incluso podría haber olvidado que me hallaba a un pie de distancia de ella. Pero eso estaba bien. Me gustaba mirarla. Ella llevaba sus emociones en su manga, y pude leer todas y cada una de ellas cuando se perdió en algún reality show de mala calidad.


7 Traducido por Andreeapaz & Bett G. Corregido por Nyssa

Allie

D

iez semanas de embarazo y hablaba con mi estómago una docena de veces al día. Si era normal o no hablar con tu bebé por nacer era irrelevante para mí. El punto fue que me hacía sentir mejor.

Era difícil sin Ryker, pero cada día que pasaba revivía el día que fue arrestado. Las mentiras que me dijo, que estaba limpio y no había violado la ley, sólo para aprender lo contrario. Me sentía profundamente dolida, y sabía que en algún punto cercano necesitaba confrontarlo y decirle lo mucho que me hizo daño. Nunca tuve la oportunidad de hacerlo. Desde el momento en que fue arrestado hasta que fue sentenciado había sido un caso que se abrió y se cerró rápido.

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Fue difícil creer que Ryker haya aceptado el embarazo y no me hubiera empujado por un aborto. No era estúpida. Una gran parte de mi sospechaba que Heath dijo eso para hacerme sentir mejor. Me sorprendió que no me molestara en algún sentido. Si me dijo una mentira piadosa entonces eso me mostró que al menos se preocupaba por mis sentimientos y buscaba que me concentrara en lo que realmente importaba. Eso era este bebé y empezar con mi primer año en la universidad.

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—Tu padre supuestamente te quiere —le susurré mientras descansaba mi mano sobre mi vientre. El sol comenzaba a salir, iluminando la habitación a través de las grietas de las persianas. Esta fue la cuarta mañana con sensación de nauseas. Paseé por el pasillo silenciosamente por una hora, esperando por la última noche de espaguetis. Todo para nada—. Si se siente por ti de la misma forma que lo hace por mí, estoy segura que te va a amar. —Continúe acariciando la parte inferior de mi estómago en la que apenas sentía un bulto—. Por lo menos… Espero que lo haga.


Necesitaba decidir qué era lo mejor para el bebé, y de repente si iba a esperar o no por nuestra relación de mierda parecía irrelevante. Nunca esperé que un embarazo pusiera tanto en perspectiva. En este punto, nunca quise verlo de nuevo. Su dormitorio ya no me hacía estremecer en mi interior, sólo me hacía sentir triste por no tener con quien hablar ya que le decía todo entre estas cuatro paredes. Quizás lo extrañaba mucho al principio porque me sentía sola. Y entonces se me ocurrió… Nunca le dijiste que lo amabas. Siempre tuve un problema con la palabra amor. Mientras él había expresado que se enamoró de mí el año pasado. Intenté convencerme que me sentía de la misma forma. Pero nunca me atreví a decirle. Ahora me sentía muy contenta de no haberlo hecho. Cortando mis pequeños pensamientos, oigo la puerta de Heath abrirse y sus fuertes pisadas por el pasillo. Era sábado y todavía se levantaba a las seis de la mañana. Nunca dormía. Lo oí aclararse la garganta y rebuscar en la cocina, probablemente encendiendo la cafetera. Yo por lo general no era una persona de la mañana. Estuve durmiendo hasta el mediodía porque el embarazo me dejó exhausta. Pero esta mañana en particular me sentí bastante bien. Salté de la cama y fui a la cocina. Me llevé una sorpresa, lo estaba viendo sólo con bóxers. Andaba sin camisa, su sangriento torso con líneas marcadas de sus sábanas. Admiré su cuerpo por un momento, disfrutando de su espalda ancha y su estrecha cadera. Trabajó mucho en casa. Me di cuenta de algunas pesas puestos en un lado de su habitación una vez que lo esperaba para ir a las tiendas. Casi cada noche, incluso cuando llegaba a casa increíblemente dolorido y cansado, lo oí gruñir en la habitación de al lado, levantando y contando las repeticiones que hacía. Era una máquina. Y lucia absolutamente poderoso. —Buenos días —dije con una sonrisa tímida.

—¿Nauseas matutinas otra vez? —Sí. Frunció el ceño. —Mierda. ¿Hay algo que podamos hacer? Prácticamente había robado su computadora portátil la semana pasada, buscando todo lo que tuviera que ver con el embarazo. Incluso

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—Lo he estado desde hace un rato.

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Se dio vuelta, sorprendido por mi compañía. —¿Qué estás haciendo despierta, dormilona?


tuve una actualización enviada a mi correo electrónico cada semana mostrándome el progreso de mi maní. —Dicen que las galletas ayudan —dije. —¿No tenemos galletas? —No. —¿Por qué no lo pusiste en la lista del supermercado? —Lo olvide, ¿creo? Negó con la cabeza como si hubiera cometido un terrible crimen y se dio vuelta hacia el refrigerador. En él había pegado un trozo de papel y un lápiz hace un tiempo, me dijo que era una lista de compras y que anotara todo lo que necesitaba. Tomó el lápiz y escribió galletas con letras grandes y gruesas antes de darme otra mirada, murmurando—: Voy a conseguir una gran y gorda bolsa de galletas y vas a sentar tu gordo trasero en el sofá y vas a comer un kilo por día. ¿Lo tienes? Me reí de sus duras palabras y saqué un tazón del mueble. —Sí, señor, pero no puedes andar diciendo que estoy gorda. —¿Por qué? Puse cereal dentro del tazón y respondí—: ¡Porque simplemente no vas diciéndole a las personas embarazadas que están gordas! Tienes que ser un caballero o soportar un tiro en las pelotas. Vivir sola con Heath le ha hecho bien a nuestra amistad. Sólo dos semanas y estamos bromeando. La tensión incómoda de antes había disminuido, aunque aún la sentía a veces. —Creo que si alguien te llamara gorda necesitaría hacerse un examen a la cabeza —contestó, riendo. Fruncí el ceño hacia él por encima de mi hombro. —Vas a tener que saber que estoy consiguiendo un bulto.

—¿Te sentiste a ti misma esta mañana? Esa información es bastante explícita, Allie. Si te sientes cómoda diciéndome esto, ¿quizás la próxima vez me puedes invitar? Me reí, sin darme cuenta en realidad que estábamos coqueteando en este momento —Eso no es lo que quise decir.

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Di un grito ahogado y se río. —No, lo juro. Lo sentí en la cama esta mañana.

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—¿En la cabeza quizás?


—Oh, está bien. Tú te sentías un bulto inexistente. Ahora yo soy el que dice cosas explicitas. —Aquí está, no estoy delirando. Levantó una ceja y miró hacia mi estómago. Llevaba una de las largas camisetas de Ryker y probablemente me veía nadando en ella. —No veo ninguna mierda —dijo. —Bueno, es un poco difícil cuando tengo una de estas cosas enormes. —Sonrió, apareciendo esos hoyuelos como pequeños cráteres en su cara. No podía mirarlo cuando sonreía. Me hizo sonrojarme. Así que seguí mirando al suelo y en broma me puse una mano en mi vientre—. Lo juro, Heath, tengo una barriga. Es realmente dura y sólida. Cuando sentí su presencia acercándose, di un paso hacia atrás pero me di cuenta que ya me hallaba contra el mostrador. —Muéstrame —dijo con interés. ¿Mostrarle a él? Maldita sea. ¿Por qué me siento tan extraña? Técnicamente no era así, quiero decir, he visto mujeres embarazadas mostrándole a la gente su barriga todo el tiempo. En efecto, algunas personas tocan sus barrigas sin permiso. Esto no era nada, me dije a mi misma. Absolutamente nada Todavía era incapaz de mirarlo, levanté mi camisa y le mostré la parte baja de mi estómago. Tuve que bajar un poco mi pijama. Y esperé por su reacción. Esperando que dijera algo, pero seguía callado y eso me hizo consiente. —¿Lo ves? —pregunté tratando de sonar alegre. —No —respondió decepcionado—. Realmente creo que ese bulto está en tu cabeza, Al. Al.

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Molesta, agarré su mano, sorprendida por un segundo por el calor que sentía y la puse sobre mi bajo vientre. No me di cuenta de lo que hice hasta que su palma se encontraba sobre mi piel. Si pensaba que el silencio de antes era molesto, no sabía lo que se venía. Esto se prolongó por un tiempo insoportable. Finalmente me obligué a levantar la mirada y me encontré con su intensa mirada. Ahora nos mirábamos a los ojos, y no pude voltear a otro lado. Me sentí atraída por él.

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Ugh. Quería establecer ese apodo con fuego.


—¿Lo sientes? —pregunté sin aliento, pero apenas pude oír el sonido de mi voz cuando los latidos de mi corazón se dispararon de repente y fue golpeando en mis oídos. Sus ojos viajaron a mi rostro, haciendo que cada centímetro de mi piel quemara. Entonces asintió con su cabeza. —Sí, guau. Ahora lo siento. —Su mano vagó por la parte inferior de mi vientre, ahuecando la pequeña barriga que parecía haber aparecido durante la noche, sintiendo un pequeño hormigueo en algunos lugares que no debería admitir—. Esto es una locura, Allie. —Lo sé. —¿Lo puedes sentir? Me reí ligeramente. —¿Piensas que es un niño? Sonrió. —Los Lawson son conocidos por tener un montón de hombres. Tengo veinte primos varones, sabes. —Hmm, no me importa. —¿Si? ¿Por qué? —Porque sería otro Adonis. Ahora ambas cejas se levantaron. Ah, fantástico. ¿Pensaba que le hacía un cumplido? Bueno, por supuesto que lo hacía, pero tenía la intención de que sonara coqueto o algo. Acababa… bueno… me refería a todos ellos, pero no quería reconocer la mirada de suficiencia que tenía. —Para de mirarme así —dije. —Sólo me hiciste un cumplido —respondió, en broma—, me siento halagado. —No me refería a ti. —Entonces, ¿a quién te referías?

Me reí. —Oh, Dios mío, no acabas de decir eso. —Lo hice. —Sabes a lo que me refiero. —De cualquier manera, todavía es un cumplido para mí.

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—¿A todo de mí? Guau, no pensaba que mirabas partes diferentes de mi cuerpo. ¿Qué parte te gusta más? ¿Son mis grandes… labios?

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—A todos, obviamente.


Rodé mis ojos. —Sólo porque eres guapo no significa que todo es acerca de ti. Inclinó la cabeza hacia un lado y su boca formó una amplia sonrisa. —¿Crees que soy guapo? Oh, Dios. Mi cuerpo disfrutaba de una manera extraña esta conversación mientras mi cerebro gritaba insultos. —De todas formas —dije rápidamente, dirigiendo la conversación lejos, muy lejos—, volviendo a la pregunta: no, no siento al maní moviéndose todavía. No lo haré por un tiempo tampoco. —¿Me lo dirás cuando lo sientas? Me encogí de hombros. —¿Quieres que te lo diga cuando lo haga? Asintió con verdadero interés. —Absolutamente, nunca he sentido algo como eso. Me imagino que debe ser fantástico. Todavía es un poco raro pensar que mi sobrino está ahí. Cualquiera de los calientes sentimientos que sentí hace un momento se enfriaron en ese instante. Sobrino. Él tiene a su sobrino dentro de ti, Allie. Unos cuantos segundos pasaron, y todavía no había movido su mano. Lo vi lamer su labio inferior lentamente, notando el lento movimiento de su pecho subiendo y bajando, y todo el tiempo sólo me miraba como si fuera la última vez que lo haría. —¿Estás esperando por él, Allie? —preguntó bruscamente en la voz más suave—. Porque nunca realmente contestaste.

¿Pensaría que era insensible? ¿Era demasiado apresurado decirle que no iba a esperar? Podría posiblemente fingir estar pensando en ello todavía, pero… —Lo siento —dijo Heath entonces, con una mirada en conflicto—, mierda, no es de mi incumbencia. Es sólo que he estado pensando en él y

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—Um. —Me quedé totalmente sin habla. Tuve que mirar hacia otro lado sólo para pensar claramente. ¿Esperaba por Ryker? Quería decirle a Heath que no, porque mi corazón no podía soportar más con su hermano, me lastimó demasiado. Pero, ¿qué pensaría Heath de mí?

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La pregunta era tan aleatoria. Parpadeé con sorpresa, tratando de ordenar mis pensamientos. Ni siquiera podía conectar con mi cerebro cuando me miraba de la forma en que lo hacía, tan de cerca y con interés. Mi primer pensamiento fue preguntarle por qué quería saber.


la manera en que preguntó acerca de ti cuando lo vi por última vez. Ya sabes, desesperado por ti y todo. ¿Desesperado por mí? Ahora, se formó un nudo en mi garganta y tuve que aclararla solamente para respirar bien. Todos estos pensamientos acerca de lo que Heath pensaría de mí y no me detuve a considerar cuán devastado podría estar Ryker. Mierda. —¿Me lo estás preguntando como una manera de conseguir que lo vea? —le pregunté en voz alta. —No —respondió de inmediato—. Absolutamente no, Allie. Sólo quiero saber si estás bien. Hemos estado pasando mucho tiempo juntos y no hablas de él. —Me hizo daño —le susurré—. Siento que rasgó mi corazón fuera de mi pecho y lo pisoteó. —Sí. —Exhaló—. Él jodió las cosas para todos. —¿Cómo podría confiar en él de nuevo? —Ahora buscaba la respuesta en sus ojos oscuros—. Sería más fácil de enfrentar si él terminara de admitir que lo hizo, pero sé lo terco que es. No va a hacer eso. Sólo sigue diciéndome que lo siente sin realmente explicar por qué. ¿Cómo puedo saber que no va a salir y volver de inmediato a ello? Ese no es ejemplo que quiero para mi hijo. Asintió con la cabeza en comprensión. —Lo sé. Su pulgar hacía círculos en mi vientre mientras miraba hacia abajo pensativo. Cristo, seguía tocándome allí. Ninguna mujer embarazada tuvo que soportar esto, seguramente. —¿Te he molestado? Negué con la cabeza. —No. —¿Lo prometes? —Lo prometo.

—Aún estás pequeña —murmuró entonces pensativo, cambiando de tema—. ¿Estoy alimentándote lo suficiente? Asentí con la cabeza, la mitad de mí demasiado concentrada en los movimientos circulares que frotaba en mi piel. —Sí, Heath...

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Todavía no retiró su mano. Su tacto era hipnótico, y me sentía en un trance, pensando que él podía hacer esto por horas y que sería tan relajante.

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—Está bien.


—¿Qué tal si te llevo fuera esta noche? ¿Obtienes una agradable comida grasosa en la ciudad o algo así? La sangre ruborizó mis mejillas. Todavía me hallaba concentrada en su toque que enviaba hormigueos en todas partes dentro de mí. —Um... seguro, sí. Eso suena bien. Sonrió con esa blanca sonrisa encantadora y abrió la boca para responder cuando tocaron a la puerta de entrada interrumpiéndonos. Inmediatamente retiró su mano y dio un paso atrás, como si hubiera sido sacudido en el presente después de ser barridos en cualquier hechizo en el que habíamos sido puestos. Yo, también, me puse de mal humor. Se sentía casi como si hubiésemos sido atrapados haciendo algo que no deberíamos hacer. Cuando el golpe sonó otra vez, se pasó una mano por su cabello en lo que parecía frustración antes de apresurarse a ella. Me preguntaba quién podría ser a esta hora tan temprana, pero por la mirada en la cara de Heath, parecía que ya sabía. Abrió la puerta y fulminó con la mirada a alguien. —Tru. —Oye, hombre sexy, ¿acabas de levantarte? —Fue la voz familiar de hace muchas noches. Oh, mierda. Era la última persona que quería ver en este momento. —Sí… —Así que no has desayunado aún. Eso es bueno. Hice una bandeja de panecillos anoche.

—¡Todavía estás aquí! Heath dijo que te quedarías por un tiempo. Eres la novia de Ryker, ¿verdad? —No estaba segura de por qué puso énfasis en el nombre de Ryker así. Entró en la cocina y dejó la bandeja antes de volverse hacia mí. Sin previo aviso, envolvió sus brazos alrededor de mí y me abrazó con fuerza—. Es bueno conocerte cara a cara. Soy Tru.

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Me vio y sus ojos color avellana se abrieron, pero no se le escapó un paso. En cambio, sonrió perversamente y la odié por una fracción de segundo, por arruinar mi momento con Heath y por hacerme sentir drásticamente fea.

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Se Invitó a sí misma sosteniendo dicha bandeja en sus manos. Sin sorpresa, rápidamente entendí que ella era tan sexy vestida como lo era desnuda, luciendo pecaminosamente bien tan temprano en la mañana. Vestía un top ajustado y unos pantalones muy cortos, su cabello castaño caía en ondas.


Cara a cara. ¿Insinuaba algo sobre esa noche? Me tensé, esperando que ella mantuviera la boca cerrada. Parecía el tipo que pueden disfrutar torturar a alguien lanzando indirectas como esa. —Hola —solté, abrazándola de regreso porque, ¿qué otra opción tenía?—. Allie. Se soltó y miró a Heath por encima del hombro. Estaba de pie fuera de la cocina, rígido e infeliz. —Apenas llevas algo de ropa, Heath —dijo entonces, mirándolo—. Esa no es manera de vestir con huéspedes alrededor. —Cuando no respondimos, siguió inmóvil y miró entre nosotros dos—. ¿He interrumpido algo? Negué con la cabeza débilmente, mirando a Heath. —Está bien —dijo—, así que, ¿estamos todos teniendo algunos panecillos, o vamos a cocinar otra cosa en su lugar? Mirando entre los dos, inmediatamente registré la tensión. En un segundo me encontraba alrededor de un caliente Heath, y al siguiente él se veía quieto y frío, mirando a Tru como si hubiese arruinado su mañana. Disparé a mi plato de cereal una mirada de desesperación. Tendría que olvidarme del desayuno por otra hora, lo que era una tragedia para una chica embarazada. Pero era mejor que estar cerca de ellos, sobre todo cuando uno estaba armado con una horrible, humillante información que podría hacerme sonar como una horrible entrometida. —De hecho, tengo que ir a la ducha —mentí, excusándome—. Pero gracias por la oferta. Ella asintió con la cabeza. —No hay problema, Allie. Solo déjanos saber cuando estés cerca. Nunca se sabe lo que Heath y yo estaremos haciendo, así que odiaría que irrumpieras algo. Mi boca se abrió, y no pude responder.

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Me detuve a mitad de camino cuando su conversación comenzó a elevarse. No quería ser entrometida de nuevo, pero Cristo, las miradas que se intercambiaron fueron letales. Y no era como si ellos estuviesen desordenando alrededor tampoco, o sería para el caso. A pesar de las palabras de ella, no pensaba que estarían familiarizándose en cualquier momento pronto.

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Heath no me miró una vez que escapé a la cocina y desaparecí al final del pasillo. Claramente se encontraba demasiado envuelto en su estado de ánimo oscuro para entender lo que quería decir.


—¿Qué haces aquí, Tru? —Gruñó Heath en voz baja. —Acordamos dos veces por semana como mínimo, y me has dejado plantada un par de veces ya —replicó ella con voz tensa—. No contestas mis llamadas, no las devuelves, y no te he visto de pasada. Sé que eres una persona madrugadora, así que pensé que era el único momento en que sería capaz de conseguirte y averiguar qué está pasando. —Mucho ha pasado. —¿Como qué? —Mierda personal, Tru. —Esa no es una buena respuesta. Y ¿por qué apenas llevas ropa con otra chica alrededor? —No pensé que estaría levantada. —Qué excusa débil, Heath. En ese sentido, ¿es esto en lo que estás en ahora? —¿Qué quieres decir? —Chicas desnutridas como ella. ¿Es eso lo que sigues poniendo por encima de mí? —Ouch. Hubo un segundo de silencio antes de que él hiciera erupción con tono crispado. —¿Qué carajos te pasa? —¡Nada! —¡Entonces no hables así de ella! —¿En serio? —Sí, jodidamente en serio. Ella suspiró y sus tacones resonaron a lo largo del piso de la cocina. Salté y di unos pasos hacia atrás, esperando que no diera vuelta en la esquina para encontrarme escuchándolos.

—He dejado claro que no vengas durante el día —espetó—. Ahora que ya te he dicho que he estado ocupado. Tengo un montón de cosas de qué ocuparme.

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—Mira —dijo ella entonces en un tono más agradable—, sé que fui una perra, y lo siento, pero hicimos un arreglo, Heath, y tengo necesidades que necesitan ser satisfechas. Pensé que esto iba a ir sin problemas. Prometiste que lo haría, y ahora has sacado un acto de desaparición de mí. Es por eso que me presenté.

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Afortunadamente, no lo hizo.


—Quieres decir distracciones, y la involucran a ella, ¿no? —Sí, de hecho lo hacen. —¿Por qué? ¿Qué es tan importante acerca de ella que tiene que interponerse en nuestro camino? —Está en una situación difícil en este momento, y le estoy ayudando. —Mi corazón brilló porque se guardó lo del embarazo para sí mismo. —Ese debería ser el trabajo de su novio, no el tuyo. Tú eres el hermano. —Ella me necesita, no a él —dijo lentamente y con severidad—. Y no estoy dándole la espalda, o abandonándola porque alguna persona que follo un par de veces a la semana viene alrededor y tiene un problema con ello. Santa mierda. Ella jadeó. —¿Vas en serio ahora? No soy sólo alguien que follas, Heath. Hemos estado haciendo esto por un tiempo. Has insinuado que deseas más. Podemos tener una relación apropiada. Algo real en lugar de este acuerdo. —Nunca insinué mierda —interrumpió él con enojo—. Sabías que esto era lo justo desde el principio, y era todo lo que era capaz de darte. Las cosas han cambiado. Métetelo en la cabeza, Tru. No tiene nada que ver contigo personalmente. Soy sólo yo y mis circunstancias del momento. No estoy en condiciones de darte el tiempo que quieres. Tengo mucho que hacer en este momento. Tengo una persona que me necesita…

Dejando a un lado la forma en que lo veía, además, dolía. —Tuvimos algo bueno —dijo finalmente con una voz suave, compasiva—. Tru, eres una gran chica…

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Siguió el silencio. Empezaba a morderme las uñas, esperando ansiosamente su respuesta. Era una conversación difícil de escuchar. Él estuvo descuidándola por mí y me hizo sentir terrible, pero al mismo tiempo me sentía enojada, y un poco dolida, que ella hablara de mí a mis espaldas sabiendo tan poco de mí.

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—Yo también te necesito —gritó ella, y su voz se quebró por la emoción—. Dios, Heath, has sido mi roca desde hace meses. Sé que sientes lo que siento. Por favor, no arruines algo bueno entre nosotros. Ella no puede ser más importante que esto o nosotros. No puede darte lo que tengo. ¡Está con tu maldito hermano! Y no tiene nada sobre mí cuando llegas a mirarla. Vamos, en eso coincidimos mucho por lo menos.


—Oh, Dios mío, ¿estás seriamente haciendo esto? —Estalló en sollozos. —Tru —dijo—. Lo siento. Allie me necesita. —Entonces vamos a continuar con lo que tenemos, y no me quejaré. —Te mereces algo mejor que eso, y ya he llegado a un acuerdo con dejar que esto se vaya. Traté de ser comprensivo con esto. No eres tú. Te prometo que no lo eres. Pero ahora necesito mi espacio y tú necesitas encontrar a alguien que te haga feliz. No tenía que verla para saber que se hallaba conmocionada. Quiero decir, incluso yo me sentía conmocionada y no sabía absolutamente nada de ellos salvo que follaban por ahí. —Guau —oí susurrar—. Así de fácil, ¿eh? Bueno, ¡puedes meterte tus malditas excusas por el culo! El sonido de un estruendo estalló seguido de sus pasos apresurados corriendo lejos. La puerta se abrió y se cerró violentamente. Me puse de pie, inmóvil y conmocionada, por un buen tiempo. Cuando escuché algo de movimiento, me di la vuelta y me dirigí derecho a la ducha, toda la culpa mientras me hacía pedazos por lo que escuché.

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Yo era una distracción para Heath y, como resultado, acababa de arruinar una pareja en pedazos.


8 Traducido por Damabell, July Styles Tate, Keel de Levine & Andreeapaz Corregido por Liz de Rossi

Allie

D

espués de mi ducha, me senté en la cama por un tiempo. No escuché nada de Heath, así que supuse que todavía estaría pensando sobre lo que paso con Tru. Me sentía triste. Lo último que quería ser para Heath era un obstáculo que le costara algún tipo de arrepentimiento. Podría hablar con él. Decirle que dejara de estar tan involucrado conmigo y trajera a Tru a su vida porque era dolorosamente consciente de que lo había llevado lejos de todo. ¿Qué pasa si finalmente se resiente por ello? Un golpe en la puerta interrumpe mis pensamientos. —Entra. La puerta se abrió y Heath caminó junto a una bandeja. —Oye —dijo con una sonrisa, dejó la bandeja junto a mí en la cama. Miré el contenido: jugo de naranja, tortilla de champiñones, dos fresas y mi pastilla de embarazo. —¿Qué es esto? —pregunté estúpidamente sorprendida. —Se denomina alimentos. Los consumimos cuando nuestros cuerpos están bajos de energía —explicó mordaz antes de reírse entre dientes.

Lo observé en estado de shock. Dios, ¿era tan obvia? No respondí inmediatamente, distraída por él. Lo comprobé, porque está muy cerca de mí y era difícil no admirar una persona tres veces de tu tamaño con una bandeja de desayuno en la cama. Y eso que llevaba otro par de jeans

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Tomó asiento junto a mí, y el repentino peso en el colchón me llevó a inclinarme a su lado. Suspiró cuando me empujé hacia arriba—. Porque Trudy te espantó, y has estado aquí atormentándote la cabeza.

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—Quiero decir, ¿por qué pasar por el problema de cocinar para mí?


desteñidos y una camiseta de entrenamiento que decía “Flexiono y las mangas se caen”. Sonreí, analizando sus sobresalientes brazos cruzados, observando que las mangas realmente caerían. —¿Ves algo que te guste? —dijo, mientras movía las cejas en broma. Enrojecí y sacudí mi cabeza. —Admiraba tu camiseta. —¿Eso es todo? —Cállate. —Se rio y sacudió su cabeza en dirección a la bandeja—. Bien, deja de comerte con los ojos mi camiseta y come. Haz ese golpe más grande. Agarré la píldora y me la tomé de un trago con un poco de zumo de naranja. Entonces tomé una fresa y la mordisqueé, consciente de que me miraba estrechamente. Nada en absoluto que ver con su humor oscuro de antes. Aparté la vista de mi fresa, sintiendo que mis mejillas se calentaron cuando confesé silenciosamente —Escuché su pelea. —Lo sé —contestó, sin preocuparse por ello—. No oí la ducha hasta mucho después. —¿Te molesta eso? —¿Por qué me molestaría eso? Estoy seguro de que todos en el edificio la oyeron. —Sí, eso creo… —Mi voz se calmó antes de que lo mirara solemnemente—. Tiene razón, sabes. Te molesto. Parece que no tienes mucho tiempo fuera de mí, y me molesta mucho. Nunca quise que esto sucediera, Heath. Quiero que sigas viviendo tu vida sin mí intromisión. Ya has hecho suficiente.

—Pero Tru…

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—No estoy haciendo esto por ti —dijo finalmente, nivelando sus cálidos ojos marrones a los míos—. Estoy haciendo esto porque en ese pequeño estomago está mi familia. Cuando me comprometo con algo, Allie, no hay vuelta atrás. Me he comprometido con ayudarte, y no hay nada en el mundo que se interponga en mi camino.

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No contestó inmediatamente. En su lugar, tristemente miró la habitación, en toda la materia de Ryker. Hubiera dado cualquier cosa por saber lo que pensaba exactamente. Cuanto más largo es el silencio, más siento que es lo correcto, y tal vez él estuviera a punto de estar de acuerdo.


—No significa nada para mí —me cortó con rapidez, inclinando su cara hacia mí—. Tiene un cuerpo oscilante. Acordamos una relación sexual. Eso es todo. Reí sin humor. —¿Te refieres a amigos con beneficios? —No éramos amigos, Al. Éramos... dos personas solitarias que viven en el mismo complejo sin nada que hacer durante algunas noches. Nunca le dije que quería más. A veces las chicas no separan el sexo de las emociones, ¿sabes? Aprendí por las malas. Eso no es para decir que los chicos tampoco, pero sólo hablo de mi experiencia, y definitivamente no implica a los chicos. —Cuando me reí, sonrió hacia mí—.Pensé que había encontrado a alguien en la misma Tru. Pero entonces mientras más quedaba con ella, más se puso a hablar. No es sólo sexo. De repente eran conversaciones antes del sexo y tratando de abrazarme después del sexo. —No eres un tipo romántico, ¿eh? —dije secamente. Inclinó su cabeza hacia un lado y se encogió de hombros. —No puedes obligar a un hombre a ser romántico. El tipo tiene que querer a la chica. —¿Así que...? —Así que no he encontrado a una chica con la que quiera ser romántico. Fruncí el ceño, considerando sus palabras. —Pero no cualquiera da la oportunidad. Es decir, Trudy podría traer esa parte de ti, si decides ser serio con ella.

—¿Qué opinas de mí después de todo? —preguntó, mirándome atentamente. Me reí. —¿A quién le importa?

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—Hmm. —Consideré sus palabras antes de tomar otro mordisco a mi fresa. Fue agradable poder hablar sobre la historia de un tipo de relación. Heath fue bastante abierto, mientras que su hermano era un cofre del tesoro maldito, encerrado y enterrado en el fondo del mar. No quería hablar de ello en absoluto, y para una chica que salió sólo con un chico, eso fue algo que siempre me he preguntado.

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Con una sonrisa triste, dijo—: Creo que cuando quieres algo más con alguien, lo sabes. Nunca me sentí así con Tru, o con cualquier chica antes que ella. Me llaman un puto o todo lo que quieras. Dicen que soy superficial. Un falta de respeto. Lo que sea. Pero no puedes decir que soy un mentiroso. Les dije en lo que se metían, y eran más que felices.


—A mí. Quiero saber. —Mi risa se desvaneció cuando me di cuenta de lo grave que era. —Si saben en lo que se están metiendo entonces no veo un problema... Pero creo que eres muy tonto para eso. Sus cejas se unieron en la confusión—. ¿Qué quieres decir? —No puedes esperar que una chica quiera estar con un hombre que no tiene sentimientos con el tiempo. También no ayuda que eres un muy buen tipo en el interior. —Cuando la bombilla de luz todavía no se registra, suspiro—. No estás siendo unidimensional con ellas, Heath. Es decir, si estás siendo como lo eres ahora conmigo, ellas se asustan. Sus labios se curvaron hacia arriba lentamente, y la calidez en sus ojos creció y dijo tranquilamente—: Me temo que eso no es cierto, Allie. Soy tan unidimensional como pegamento para ellas. Has estado conmigo más de lo que ellas han estado, así que estoy más abierto que como siempre lo estaré con ellas. Pero en este caso, ¿puedo preguntarte algo? —Asentí con cuidado, pero también fui cautelosa a juzgar por la seriedad en el cual lo pidió—. Tú y Ryker... —Hizo una pausa y buscó las palabras correctas—. ¿Qué viste en él? —Sonrío, reflexionando sobre mi relación con Ryker por un momento. —No vi nada al principio. Era tan inteligente como una caja de rocas, pero era de ensueño para mirar. Fue sólo el chico de barrio, fueron ustedes dos. Dejando que todos los niños jugaran, incluyéndome a mí. Pero Ryker... me notó. Nadie lo hacía. Fui la rara. Las chicas de clase no querían ser mis amigas. Cuando mi padre murió, se detuvo y me dio su tiempo para llegar a conocerme. Casi parecía que me protegía. Por qué, no sé, pero lo era todo para mí porque nadie me ha tenido. Era la chica fea con la madre loca que nunca me dejó ir. Parecía molesto por mis palabras. —No eres fea, Allison.

—Está bien, Heath. ¿Qué es una infancia sin alguna intimidación, no? —¿Una normal? Sacudí mi cabeza, no queriendo ver la forma en que mi labio se agitó y mi corazón golpeaba. Volví a mi comida y pretendí comer con

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—Si lo hubiese sabido, hubiera jodido a un montón de gente por ti. — Sonreí de buen humor.

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Allison. Sentí mi interior derretirse. No era muy a menudo que me llamaran por mi nombre completo. —¿Por qué entonces nunca lo dijiste? Todo lo que una joven chica quiere escuchar de vez en cuando es que es bonita. No que es una araña con sus extremidades largas y grandes ojos.


entusiasmo. Al mismo tiempo que se sentó a mi lado, aún como piedra, tranquilo y atento. Esperaba que no siguiera hablando de cosas privadas. No es un tema divertido para mí. Mi infancia fue una mierda. Recordarlo es inútil. Cualquier persona amedrentada entendería, por la pesadez en la boca del estómago, como el pecho apretado y el ardor detrás de tus ojos, lo difícil que era hablar abiertamente de una infancia difícil. —¿Dónde vamos a ir a comer después? —le pregunté, cambiando de tema. —No lo sé. Generalmente no salgo con chicas, para ser honesto. ¿Alguna idea? Su tono era un poco plano, como que seguía molesto por nuestra charla. —No soy exigente —dije tomando un entusiasta mordisco de mi tortilla, que se empezaba a volverse sorprendente—. ¿No salieron Ryker y tú a ese bar con los chicos algunas noches? —Sí, pero es un lugar muy duro. Le disparé una sonrisa malvada. —Oh, lo que sea, Heath. ¿Qué es más áspero para ti? Estoy segura de que estarás bien. —Era el más fuerte en su grupo. La mayoría ganaba bajo su cinturón. Así que fue fácil para mí pensar que sería un lugar muy bien para estar con él a mi lado. Corrió una mano a través de su cabello rapado y asintió con la cabeza. —Sí, creo.

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Finalmente encontré algo mejor en la parte inferior de mi bolsa.

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Se quedó un rato antes de levantarse e irse a la tienda. No sabía qué posiblemente podríamos necesitar desde que el refrigerador continuaba lleno, pero no pregunté. Llámalo extraño, pero tenía la sensación de que quería estar solo, y estaba bien con eso. Porque como que quería estar sola después de esta conversación también. Mientras que estaba fuera, ordenado atreves de mi ropa. Sabiendo que íbamos a salir esta noche, no quería vestir con ropa más holgada, poco favorecedoras. Tenía el presentimiento de que iba a estar chocando con un montón de chicas atractivas, y después de sentirme plana alrededor de Trudy, por primera vez sólo quería integrarme.


Heath Estacioné un poco lejos del bar, no quería atraer la atención sobre mi camioneta en un lugar donde había un montón de gente y el vandalismo de autos era lo normal. —Muy bien —le dije a Allie mientras salíamos a la noche—. Mantente cerca de mí. Nunca has estado en este lugar y no quieres ser una chica solitaria allí. No existen hombres galantes. Ellos tienen una cosa en su mente y eso es el tesoro entre tus piernas. Se encogió ante mis palabras, cerrando la puerta del auto y corriendo a mi lado. Tuve que apartar la mirada de ella. Decidió llevar algo... más apretado de lo habitual, lo que realmente resaltó la forma de su cuerpo, el cual era suave y femenino. Una túnica blanca sencilla con leggins grises que la habría clasificado como una monja en comparación con los shorts cortos que ya veía vestir a las otras chicas. Pero le convenía. Jooooder, realmente le convenía. Tenía su largo cabello recogido en una cola de caballo y este parecía realmente favorecerle. Allie era hermosa y me molestó que hubiese sido intimidada cuando era una niña. Hubiese jodido con gusto a cada uno de los niños que pronunció la palabra "araña" para ella. Joder. Sus palabras llegaron a mí hoy. Seguí tratando de recordar dónde me hallaba cuando todo sucedía y por qué coño fue Ryker quien tuvo que fijarse en ella antes que yo. ¿Cómo de diferente habrían sido las cosas si fuera yo en su lugar? Mierda, no es una buena cosa que pensar. A medida que nos acercábamos al lugar, agarré su brazo y la acerqué más a mi lado. —Así. Imagina que estás conmigo, ¿de acuerdo?

Sí, pero realmente no fue testigo de la cultura de la bebida. Por un segundo, me pregunté por qué mierda la traje aquí en primer lugar. Pero había parecido intrigada, tal vez preguntándose a dónde estuvo desapareciendo Ryker cada vez que teníamos una noche de chicos. Siempre fue protector con ella, asegurándose de que se hallaba escondida en algún lugar. Pero si yo tuviera una chica como Allie y

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—Está bien, Heath. No es necesario explicar. Soy de por aquí, ¿sabes?

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Sus ojos se quedaron en la acera mientras asentía.


estuviera un poco enamorado de ella, nunca la habría escondido. Estaría en los tejados, mostrándola para que el mundo vea. Mientras entraba, saludé a mis compañeros de lucha. Este bar era prácticamente nuestro, un lugar en el que recordábamos nuestras historias y hablamos de nuestros oponentes. Me preguntaron cómo me iba, a dónde desaparecí y fue entonces que me di cuenta de cuánto tiempo pasó desde que estuve aquí. Desde que había incluso bebido. Mierda, había sido un tiempo. Todavía cerca de mí, dirigí a Allie a la parte de atrás mientras miraba boquiabierta y con los ojos como platos la habitación. El bar no era nada espectacular en absoluto, en realidad, se trataba de un puto basurero, realmente. Pero fue la atmósfera extrovertida que atrajo a la multitud. Encontré a mis chicos, Matt y Jorge, sentados alrededor de nuestra mesa de siempre, y riendo a carcajadas sobre mi vista. Me senté en la mesa con Allie. —¿Quién es? —preguntó Jorge, echando un vistazo a Allie con una amplia sonrisa en su rostro. —La novia de Ryker, Allie —dijo Matt antes de que pudiera. Miró a Allie y le dio una cálida sonrisa, y algo de eso no me cayó bien. Este era Matt, un niño bonito extraordinario, trabajando su encanto. Allie lo saludó con la mano. —Oye, Matt. —¿Cómo estás, hermosa? ¿Has hablando con Ryker? Ocultó bien su incomodidad, pero pude captar esa mierda a una milla de distancia. —Sí, bueno —respondió. —¿Todavía no has iniciado la escuela? —La próxima semana. —Genial. ¿Qué vas a tomar? —Me quedo con el inglés. Lo único en lo que he sido buena.

Entregué a Allie un menú y miró a través de este, mientras los chicos hablaron sobre algunas de las peleas en las que habían estado. Fui invitado regularmente a ver lo que mis competidores tenían guardado,

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Fruncí el ceño en la próxima sonrisa que él le dio, con ganas de borrarla de su rostro con el dorso de mi mano. ¿Qué mierda hacía dándole sonrisas coquetas a la chica de Ryker? Cero respeto, estos chicos. Captó mi mirada mordaz y se encogió de hombros. Sí, sabía exactamente lo que no decía en voz alta.

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Él asintió con entusiasmo. —Genial, cariño.


pero nunca me molestó. No veo peleas. Estrictamente voy a luchar y ganar. Me gusta hacer frente a lo inesperado. Aprender acerca de mi competencia, domesticar la emoción de esta para mí. —¿Quieres algo de beber? —le preguntó Matt a Allie y le hizo señas a una camarera—. Esta va por mí. —No —interrumpí antes de que pudiera responder. La chica estaba embarazada... y era menor de edad, aunque eso fuera lo último importaba en un lugar como este. Todos bebían; los jóvenes y los viejos. Eso era Hedley para ti—. No estamos aquí para emborracharnos, Matt. —Bueno, maldita sea —me dijo, molesto—. Tiene una boca, Heath, ¿qué hay de dejarla usarla? Apreté los dientes hacia él. —No es la noche para ser un imbécil —le advertí. Volvió la mirada gélida, pero no respondió. Finalmente, dio marcha atrás y se levantó para jugar al billar. Charlé con Jorge por un tiempo antes de que, también, se uniera a él. Allie se comió su plato de hamburguesa y papas fritas, y le di la mitad de mi comida a ella, sabiendo que probablemente todavía estaría con hambre después. Sonrió al acto, con sus ojos azules brillando. Mi pecho se apretó y tuve la súbita necesidad de envolver un brazo a su alrededor y pretender que era realmente mía. Demasiados chicos empezaban a darse cuenta de ella, y esta noche había por lo menos tres veces más hombres que mujeres y para mi frustración, esas chicas parecían gravitar hacia mí.

—Oh, Dios mío —dijo Allie con horror—. Ahí está el tipo con el que te peleaste cuando fui a ti por ayuda esa noche. Seguí su línea de visión directa a Tanque. El tipo era un lío cachondo, sentado en una mesa con una enorme jarra de cerveza y una niña apenas

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Miré alrededor de la habitación, asegurándome de que no había tensión en cualquier lugar. A la mínima ofensa de alguien y el bar probablemente se volcaría en el caos.

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—Oye, Lawson —arrullaron, una a la vez. Logré un guiño en su dirección, esperando que fuera el final de la misma. No me gustaba la forma en que Allie vio cómo me miraban. Por primera vez, me sentí incómodo. Su impresión de mí era importante. No quería que pensara que era un canalla, pero no la culpaba si lo hacía. Tuve una larga historia con las mujeres y, aunque tuve la precaución de asegurarme de que estaban limpias y que yo estuviera completamente protegido cada vez, todavía no causaba buena impresión de mi imagen.


legal, medio desnuda en su regazo. Era todo sonrisas, riendo hasta que otro hombre comenzó a establecer una partida de cartas. —Pensé que los combatientes enemigos se hallaban destinados a mantenerse lejos el uno del otro en lugares sociales —continuó, mirándome por una explicación. No pude evitar la risa que salió de mí. —Joder, Allie, has mirado demasiadas películas. No es así como es aquí. Mantienes al margen tu equipaje personal de una pelea. Nunca querrás hacer esto más que un negocio entre dos luchadores. —Así que, ustedes, chicos... ¿Están bien? Jesús, ¿qué tan protegida era? —¿No has estado en un montón de peleas? —Sí, pero Ryker solía llevarme directamente a casa después. —Realmente te asfixió, ¿no? Se encogió de hombros y miró hacia otro lado. —No me siento de esa manera en este momento. Como no quería hacerla sentir incómoda, miré a Tanque y silbé ruidosamente. —¡Oye, Tanque! ¿Cómo te va esta noche? Tanque levantó la vista de su partida de cartas y se encontró con mis ojos. Con un movimiento de cabeza, gritó de regreso—: Jodidamente bien, hombre. ¿Cómo te va, Lawson? —De lo más bien, gracias. —¿Esa es tu chica ahí? —preguntó, señalando a Allie. —Fuera de tus límites si eso es lo que realmente quieres saber —le dije. Me guiñó un ojo.

A diferencia de muchos, él era un borracho feliz, y a pesar de su condición de luchador, era tan inofensivo como una mosca en público. Levantó la cerveza hacia mí y me dio otro guiño antes de regresar a su juego. Me incliné hacia Allie y dije—: Es tranquilo. No te preocupes. Buen chico en el interior.

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Desde mi vista periférica, Allie se encogió y me reí. Tanque se comportaba como una mierda.

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—Fuera del límite, ¿eh? Me encanta un buen reto.


—Eso es una locura —respondió, sonriendo hacia mí—. Cuando ustedes luchaban, él parecía tan agresivo. Llámame tonta, pero no creo que ese tipo de cosas puedan ser fácilmente apagadas. —Tienes razón. Algunos de los luchadores son naturalmente agresivos incluso fuera del ring. Pero los de temperamentos exaltados aterrizan directamente en la cárcel. Verás de esos alrededor, pero personalmente, me he llevado bien con la mayoría de los combatientes. Como dije, mantenemos la mierda personal fuera. Asintió con comprensión. Durante un tiempo la dejé asimilar el lugar. Escuchó la charla, relajada y con un poco de envidia. Esto fue muy agradable. Por una vez, no necesitaba el zumbido que venía con la bebida. Conseguía esso de ella. —Me gusta esta canción —dijo de repente, señalando a la máquina de discos. Dejé de moverme y escuché atentamente en la canción que sonando. “Love is the drug” de Bryan Ferry. Era agridulce. A mamá también le gustaba esta canción. —¿Es eso cierto? —pregunté con una sonrisa. Antes de que respondiera, me levanté y agarré su mano. La saqué de la silla y la llevé al centro del bar donde otros bailaban. Ella lucia de color rojo brillante mientras yo alzaba sus manos hacia arriba en el aire y le gritaba que bailara como todos los demás. Se río y, para mi sorpresa, empezó a mover su cuerpo en torno a la música. —Te sabes la letra —le grité. Asintió. —¡Por supuesto que sí! —¡Demuéstralo! Me dejó sin aliento cuando abrió la boca y comenzó a cantar la letra, cada vez más fuerte y más segura mientras continuaba.

Cara a cara, dedo a dedo De corazón a corazón, cómo llegamos al piso. La madera sube, el limbo baja El abrazo bloqueado, el tropiezo de la ronda

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Juego mi lugar en el bar de solteros

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Más tarde esa noche, estaciono mi coche


Yo digo que voy, ella dice que sí Atenuar las luces, tú puedes adivinar el resto Oh, la captura que zumbido El amor es la droga que estoy pensando. Todo su cuerpo se enrojeció, su cara brillando, actuando de su edad por una vez y no consumida por las recientes presiones de su vida… Allie Wallace Esta increíble chica. ¿Qué mierda pensaba Ryker lanzándola en esta forma? Se quedó sin aliento cuando terminó la canción, y el fuerte sonido de los aplausos por los tipos sentados en el bar detrás de nosotros de repente llenó la habitación. Saltó y echó un vistazo a ellos por encima de su hombro, con sus amplios ojos y su cara, si era posible, se puso aún más roja. No esperaba la audiencia, y yo había estado tan absorto por ella, que no me di cuenta de ellos tampoco. —Brillante cantante, Allie. —Silbó Matt, viniendo detrás de ella. Tenía un palo de billar en una mano y puso su brazo alrededor de ella, tirándola dentro de su pecho para darle un abrazo “acogedor”. Mierda, este tipo quería morir, ¿verdad? Rogaba por ello. Allie le sonrío y mi ira irracional hirvió a fuego lento cuando la observaba prestándole atención a él. Quería que todo fuera para mí, y eso fue muy jodido, muy inmaduro de admitir para mí. Me dirigí directamente hacia ella, mirando a Matt, y la tomé de su brazo. Hice un gesto para que se acercara y dije—: Vamos a volver a la mesa, Al. Se movió para salir, pero Matt la agarró alrededor de sus hombros apretadamente. —Está bien, hombre —dijo—, quiero el siguiente baile con ella.

Ahora su sonrisa se desvaneció, y miró entre nosotros incómodamente. Aclaró su garganta y se movió fuera de su agarre de nuevo, diciendo—: En realidad, sabes, realmente eso me cansó. Heath tiene razón. Voy a tomar asiento por un rato. Tiré de su brazo cuando dijo eso, y Matt a regañadientes la dejó ir. Suavemente la empujé en dirección de nuestra mesa, y cuando se hallaba

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—Parece estar bien para mí —replicó—, ¿no es así, Allie?

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—Necesita descansar —le dije, abriéndose mis fosas nasales cuando él frunció el ceño.


a una distancia segura, me volví hacia Matt y le di un áspero empujón en su espalda, gruñendo. —¿Qué mierda está mal contigo, hombre? ¿Estás realmente tan borracho? Eso sería lo único que lo salvaría de un golpe, pero él negó con la cabeza y lanzó—: Nada está mal conmigo. Ha pasado por una mierda. Quería darle un buen momento. —¿Y un buen momento contigo? —Di un paso más cerca de él, intimidándolo con mi anchura y altura. Matt no tenía nada con qué competir en el departamento del cuerpo. Parecía enfadado. —Hombre, ¿cuál es tu problema? ¿Desde cuándo te molesta que hable con una chica? —¿Sabes que esa es la chica de Ryker, verdad? —lo regañé. Él levantó una ceja, ojos vidriosos atreviéndose a mirar en los míos y dijo—: La real pregunta es, ¿tú sabes que esa es la chica de Ryker? ¿Piensas que porque probó a uno de los hermanos, no quiere probar al otro…? No terminó la frase, no con el golpe que le di de todos modos. Cayó hacia atrás y aterrizó en el suelo de lo malditamente borracho que estaba. Sangre se derramaba de su labio superior y quedó boquiabierto hacia a mí por la sorpresa y el enojo. ¿Habría preferido que le pegara en la nariz? Eso habría sido un hueso roto, y me sentiría lo suficientemente hospitalario para no querer hacer eso en este tipo. Debería darme las gracias por tomarlo fácil en su culo después de decir lo que dijo en un bar lleno. Todo el mundo que nos rodeaba retrocedió, mirándonos con aumentado interés hasta que levanté la mirada. Se voltearon de inmediato y retomaron sus conversaciones mientras suspiraba y le ofrecía una mano a Matt.

Fui detrás de él, agarrándolo por el brazo cuando se tropezó con sus pies. Cuando salimos del bar, saqué mi teléfono y llamé a un taxi, todo el tiempo manteniendo mi mano firmemente envuelta alrededor de él. Siguió

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Empezó a mirar mi mano y negó con su cabeza. —No voy a tomar tu mano después de que golpeaste. —No lo escuché. Lo agarré del brazo y lo arrastré hasta ponerlo de pie. No habría sido capaz de conseguir su culo hacia arriba de otro modo. Se alejó de mi agarre y se limpió la sangre de su boca, dándose vuelta rápidamente para escapar a la barra. Lo avergoncé delante de los chicos, y me sentí mal por eso, pero ¿qué creía que le iba a suceder si decía ese tipo de mierda?

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—No sabes cuándo cerrar tu maldita boca —lancé.


tratando de zafarse de mi agarre, como esperando que sorpresivamente tuviera la fuerza de Hulk. —Siéntate —dije, y sin esperar una respuesta, lo empujé al suelo, obligándolo a sentarse en la acera—, está viniendo un taxi. —Tengo un auto. —Arrastrando las palabras con ira. —Estás borracho, no puedes conducir. —Me alegra saber que te preocupas por mí después de que jodidamente me golpearas, amigo. No respondí, abrí mi billetera y tomé un par de billetes. Se los tiré. — Úsalo para pagar. Voy a volver a entrar. —Volver a ella, quieres decir. Dudé. —La traje aquí, Matt, quería venir aquí a dónde llevábamos a Ryker. Así que es mi responsabilidad. —¿Eso es lo que realmente es? —lanzó, volviendo su cara hacia arriba para mirarme acusatoriamente—. Porque después de lo que he visto allí, no puedo estar de acuerdo. La miras como si la quisieras. Me burlé. —Estas borracho, hombre, no sabes incluso lo que estás viendo. —Estoy viendo muy bien, Heath. Lo miré, tratando de no entrar en pánico haciendo que sus palabras se mostraran en mi cara. Me gustaría creer que tengo una buena cara de póker, pero de nuevo nunca me sentí así por una chica antes, y de repente me vi luchando contra los sentimientos que nunca tuve. —Lo estás haciendo mal —subrayé—, es mi amiga, Matt

Sin embargo, nada acerca de Allie era simple.

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Dichas manos hormigueaban con la urgencia de darle otra ruda lección, pero me paré a mí mismo de reaccionar impulsivamente. No era una persona enojada. No después de ser testigo de toda la mierda en los hombres en la vida de mamá antes de que falleciera. Me comprometí a nunca actuar de esa manera. Pero esto se sentía personal para mí. Demasiado personal para mí gusto. No era el tipo de hombre que le gustaba mostrar sus emociones. Quería simplicidad en todas las partes de mi vida.

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Me miró con ojos juiciosos antes de encogerse y mirar hacia la calle. —Lo que sea, hombre. Sólo tienes que tener tus manos para ti mismo.


No le respondí a Matt. Lo dejé sentado en la acera, moviéndome hacia la entrada del bar cuando oí un: “Oye Lawson”, detrás de mí. Paré y miré hacia atrás al sólido hombre. No lo había conocido antes. Se encontraba alrededor de mi edad, pareciendo más como los matones del barrio en Hedley, vistiendo holgados jeans negros y una camiseta blanca de gran tamaño. Cadenas de plata se envolvían alrededor de su cuello, su cabello tenía densas rastas, y la esquina de su boca tenía un palo que chupaba su vida. Me puse de pie, mirándolo con recelo cuando dije—: ¿Sí? Se dirigió con confianza hacia mí. Se movía como si tuviera todo el poder, y de repente tuve un mal presentimiento sobre él. Eché un vistazo alrededor de las calles llenas de gente preocupándome si tenía chicos merodeando alrededor por si podía superarme en número. —Oye, hombre —dijo, extendiendo bofetada/sacudida—, soy Ricardo.

su

mano

para

una

Se la devolví y le di una fría inclinación de cabeza. —¿Qué pasa? Negó con la cabeza. —Nada, hombre. Mira solo voy a ir directo a lo que vine a decir. Andaba por el vecindario y pensé que tenía que hablar contigo. No era difícil encontrarte. Solo preguntando alrededor y todo el mundo te llamaba como un luchador. ¿Es eso cierto? Me encogí de hombros. —La gente dice muchas cosas. Se rio y asintió con la cabeza, probablemente viendo mi precaución. —Cierto, bueno mira, voy a ir con ello. Tu hermano trabajó para mi jefe. Hizo algunos… tratos con él hace algún tiempo. No voy a entrar en detalles en este momento. Sólo voy a decirte que voy a estar cerca, y es jodidamente importante que tengamos una charla sobre los fracasos de tu hermano. ¿Sabes lo que estoy diciendo?

Me enfadé. —¿Sabes que no tengo nada que ver con lo que él hizo ilegalmente? ¿Verdad? El matón sonrío, mostrando un diente de oro que quería nada más que tirarlo hacia afuera. —Sí, lo sé, hombre. Pero mira, de donde mis chicos

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Ese pedazo de mierda todavía causaba problemas ¡y estaba en la cárcel!

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Lo miré de nuevo. Mi columna se puso rígida y podría haber maldecido si no estuviera apretando los dientes con fuerza. Esta situación no tenía ciencia. El hombre era un matón. Obviamente parte de una pandilla. Una banda que seguramente se hallaba detrás de las actividades criminales de Ryker.


y yo venimos, en nuestro mundo no nos importa si tomaste o no distancia. El punto es que eres su sangre. Sangre significa que heredas la mierda que ese bastardo dejó atrás. —¿Y qué dejó atrás? Me miró enigmáticamente. —Lo vas a saber muy pronto. Lo miré. —¿Qué tal si sólo me dices ahora? No sé cuál es el punto de esperar. —Soy parte de la pirámide, hombre. Me dicen qué decir y qué no decir. Ahora mismo sólo necesito decirte que volverás a verme. —Al menos dame algo. —Estoy seguro de que lo descubrirás. —Luego arrojó su cigarrillo en el suelo y lo aplastó con la punta de su zapato—. Buenas noches, hombre. Se dio la vuelta y se fue por la acera, caminando en esa forma exagerada de lado a lado que seguramente era agotadora como la mierda. Sus movimientos parecían pesados con un propósito. Se fue a informar de esta conversación con alguien. Su jefe. Matt escuchó la conversación y evitaba obedientemente mi mirada. Lo miré con cuidado. —¿Tienes alguna idea de lo que fue eso? Vaciló antes de encogerse. —No sé mucho. Sólo... Sabes que Ryker traficaba drogas, ¿no? —No lo supe hasta después de su arresto. —Bueno, era cercano con ese tipo. Lo he visto por ahí. Parte de una de esas grandes bandas. —Sí, ¿y? —Y... ¿qué hizo para que Ryker consiguiera ser acusado?

—Significa que quiere ser compensado con lo que Ryker fue sorprendido. —Sí. —¿Cuánto crees que es?

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Matt asintió. —Sí, por lo tanto, este chico viene alrededor, te dice que va a tener unas palabras contigo sobre las fallas de Ryker. ¿Qué crees que significa eso?

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Empecé a tener la esencia de lo que decía. —Producto del delito. Tenía un montón de dinero con él después de vender drogas.


—Joder, ni idea, hombre. Tal vez deberías preguntárselo a él mismo. No estaba seguro de que me haya sentido así de enojado antes. Me froté la cara con exasperación. A pesar de mi ira, no me sorprendí. Sabía que cuando eras compasivo con las pandillas en esta ciudad, no te alejas ileso. Incluso después de ser arrestado, esa mierda iba a perseguirlo hasta que sea resuelto. Lo que no esperaba era ser el que quería vengarse. El comportamiento sospechoso de Ryker en la prisión empezaba a tener sentido. Miré de nuevo a la puerta y tomé unas cuantas respiraciones profundas. Necesitaba poner esta mierda de lado por ahora. No quiero pensar en el hombre, o prestar atención a la incómoda sensación en mi pecho que lo que hizo Ryker iba a cambiar las cosas en serio. Necesitaba concentrarme en el ahora. Me escapé de nuevo en el bar. Había dejado Allie ahí por su cuenta durante demasiado tiempo. Me alegré de ver que seguía estando de esa manera sentada en la misma silla. Tal vez los chicos captaron el mensaje alto y claro. Me senté a su lado y su mirada atribulada se encontró con la mía. —Has estado fuera por un tiempo. ¿Qué está pasando? —preguntó. Negué. —Nada. —Entonces, ¿por qué le pegaste a Matt? —Cuando Matt se emborracha, su boca corre. Frunció el ceño ante mi respuesta. —¿Dijo algo sobre mí? Mira, Heath, no quiero romper una amistad aparte sólo porque él podría haber dicho algo… —Esa no es la primera vez que lo he golpeado —interrumpí, haciendo mi mejor esfuerzo para dispararle una sonrisa sincera—. No es la última, tampoco. Eso es lo que hacemos. Uno de nosotros se sale de la línea y lo resolvemos el uno al otro. ¿Cuántas veces Ryker volvió a casa con un labio partido? Rió con ironía y tomó un trago de su agua. —Guau, los hombres son una raza diferente, ¿eh?

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Sonrió con esa sonrisa magnifica, terminó su comida, y me miró como a alguien que tiene a unos centímetros de ella.

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—No tienes ni idea.


—¿Te divertiste? —le pregunté en nuestro camino de regreso a la camioneta. Asintió, apoyando su cuerpo contra mí. —Sí, aunque estoy cansada. Llevé mi brazo alrededor de ella y mantuve su posición vertical, pero también se encontraba tan cerca de mí como fuera posible. Olía bien, se sentía muy bien, era toda buena. En nuestro camino de vuelta a casa, miró por la ventana del pasajero, con el rostro sereno y contenido, aparentemente perdida en sus pensamientos viendo al mundo pasar. Yo tenía la mano en la caja de cambios cuando algo genial pasó, bajé la mirada a su pequeña mano cubriendo la mía. —Gracias por invitarme a salir —susurró. Tragué duro. —En cualquier momento. Aparte de la desgracia con Matt y tener que empujar aproximadamente un montón de hombres lejos de ella cada vez que se presionaron en su contra, fue una buena noche. Hablaba, cantaba, reía. No era la introvertida Allie que me acostumbré a ver. Existía una capa distinta allí esperando ser mostrada, y joder, quería desentrañar a esta chica en más de una. Decidí no contarle sobre el chico sombra. Lo haré finalmente, pero no ahora. No cuando llamaba por sus paredes a mí alrededor. Ryker fue una nube negra de mierda. Había que clamar nuestro sol si tuviera que preocuparme por él o por lo que hizo. Tenía que centrarse en su bebé. Me decía a mí mismo esto. Seguía tratando de creerlo también. A mitad de camino, se quedó dormida, su pequeño cuerpo acurrucado en el asiento. Aparqué el coche y la miré fijamente durante un rato. Se veía todo oscuro salvo por una farola cercana.

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No se movió. Todo se movía alrededor de ella. Traté de empujarla despierta, pero nada resultó. Con un suspiro, me salí y tuve que llevarla hasta el ascensor. Mientras cabalgamos hacia arriba, su brazo serpenteaba hacia arriba y alrededor de mi cuello, dejó escapar un suspiro de satisfacción. Se sentía como una pelota caliente que no quería dejar ir, así que apreté mi brazo en el camino hacia el apartamento.

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—Allie —susurré—, estamos aquí.


La llevé a su habitación y suavemente la acosté en su cama suave. Le deslicé sus sandalias y tiré las cubiertas sobre ella. Entonces saqué el lazo de su cabello y lo puse sobre la cómoda. Me puse de pie y miré directamente a la puerta, sabiendo que probablemente debería salir y dejarla dormir. Pero mis ojos volvieron a ella. Antes de darme cuenta, me sentaba en la cama y acariciaba su cabello. Y cuando eso no fue suficiente para aliviar el dolor dentro de mí, apoyé mi cara junto a la de ella y corrí mi nariz a lo largo de su mandíbula, teniendo su olor y el tacto suave de su piel. Joder, ¿qué estaba haciendo? ¿Y por qué demonios tenía estas extrañas ganas de tocarla como el infierno? Me tiré hacia atrás, mi respiración se sentía como si hubiera sido golpeada directamente de mí, me encontré con sus ojos abiertos y ella miraba directamente hacia mí. Menos centímetros de distancia, miré hacia atrás, sabiendo muy bien que me cogió tocándola inapropiadamente. Esperaba que dijera algo, pero sólo me miraba con esos ojos cansados. Ellos recorrieron mi cara, colocándose en mi boca. Parecía que quería besarme. Sentimientos extraños inundaron a través de mí. Mi piel se calentó y mi pulso se aceleró. Cristo, no sabía cómo actuar con esta chica. —Oye —dije en voz baja, porque ¿qué coño más podría decir ahora? Cuando no respondió de inmediato, agregué—: Traté de despertarte. Pero te desmayaste por lo que te traje hasta aquí. —Y froté mi cara contra la tuya, pero no hablemos de eso. —Gracias —susurró. —¿Te desperté? —No. Sólo tuve un mal sueño. —¿Sobre qué? —Sacudió la cabeza débilmente. —Estar sola. —Eso no va a suceder. Lo sabes, ¿verdad?

Sus palabras me mataban, y dejé de pensar en qué se encontraba bien o mal. La empujé más en la cama y me deslicé a su lado. Le pasé un brazo por los hombros y la atraje hacia mi lado. En mi mente racionalicé

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—Cualquier persona que alguna vez me lo haya prometido, me ha empujado lejos de alguna manera. Mi papá, mamá... Ryker. No estoy diciendo que no te creo, pero... no tengo mucha confianza en nadie.

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Sus ojos brillaban mientras miraba por la habitación para no hacer contacto visual.


qué quería decir con mis palabras porque estar cerca de ella ayudaría a calmar sus temores. Pero en mi corazón sabía que estaba mal. Si tuviera alguna resistencia cerca, no vino. Parecía completamente relajada envolviendo un brazo alrededor de mi cintura, cuando dije—: Soy un hombre de palabra. No estás por deshacerte de mí. —No quiero —respondió ella. Mi corazón, ese pequeño órgano, explotó dentro de mí. Apretó mi agarre y miraba el techo oscuro. Sentí que tomó para siempre que mi pulso bajara lentamente, no obstante, cada movimiento que hizo parecía nuevo. Mi cuerpo lo deseaba. Mi corazón dolía también. Pero mi cerebro... joder, me mataba con su mierda de lógica. Escuchaba su respiración. Incluso bajé la mirada y la vi caer dormida en mis brazos como si fuera la cosa más natural que haya pasado. Esto era felicidad, me di cuenta. Eres el único en quien confío.

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Las palabras de Ryker me mataron, y empecé a pensar... tal vez no era la mejor persona para confiar después de todo.


9 Traducido por andreeapaz & Yasna.FU Corregido por *Andreina F*

Allie

N

os sentamos en la sala de espera, esperando por mi primera ecografía. Agarré una revista y perezosamente ojeé las páginas mientras mujeres embarazadas empezaron a llenar la habitación. En el lugar había unos pocos hombres acompañándolas, mirando tan ansiosos y excitados como ellas. Me preguntaba qué veían ellos cuando me miraban. ¿Pensarían que Heath estaba conmigo? Sonreí ante lo absurdo de eso. Habíamos caído en una rutina cómoda, él y yo. Empecé las clases en la universidad. Lo tomé por mí misma y me sorprendí de lo fácil que era. Él me llevaba cada mañana y después tomaba el bus de vuelta a casa. Tenía algo cocinado cuando él volvía del trabajo. Luego, estudiaba en la sala de estar y usualmente él se sentaba a mi lado y veía la televisión. Ahí era sorprendentemente cuando tenía un montón de conversación con Heath.

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Me sentí muy agradecida que tuviera a alguien haciendo esto conmigo ahora mismo. Odiaría haber venido aquí sola, enfrentando mi primera experiencia del embarazo sin una persona con la que compartir esto, y realmente empezaba a valorar a Heath más que a nadie. No había tenido a nadie cercano antes de Ryker. Me encontraba a la deriva constantemente en las multitudes, nunca encontré un lugar en ninguno de ellos. No me molestaba. Mi cabeza esta siempre pensando mantener este embarazo en secreto por tanto tiempo como pueda. Esa era mi misión, especialmente cuando mi barriga fuera cada vez más grande y visible cada semana.

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Desde la noche del bar, nunca lo vi relajado y contento. Lo que dijo de Trudy no sonaba a la verdad, tampoco. Ella nunca apareció, y él nunca desapareció por las noches, haciendo que pensara que ella desapareció por completo de la foto.


Eché un vistazo a Heath. Iba vestido con una camisa lisa blanca y unos pantalones vaqueros, su cabello oscuro creció un poco. Durante un breve tiempo, me apoye en él, tomando su esencia, que era única y almizclada. Cada vez que me hallaba a su alrededor, me sentía relajada y en buenas manos. Me hizo sentir protegida, y podía ser yo misma. No se debió haber dado cuenta de mi espeluznante proximidad, parecía demasiado ocupado viendo a los niños pequeños en la zona de juegos peleando por un par de bloques de juguete. Cuando uno empujó a otro y le robó el juguete, sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa en su rostro. —¿Qué? —le pregunté, divertida por su atención hacia ellos. —Que me jodan si tengo un niño que no se sabe defender de vuelta. —contestó. Ligeramente me reí, aunque la idea de él siendo papá hizo mi pecho apretado. Iba a ser uno de los mejores. —Bueno, algún consejo y estoy segura que lo voy a usar en el mío — le dije, escondiendo mi sobrio estado de ánimo. No habría un papi que le enseñara a mi hijo a pelear. Todo se lo enseñaría yo, y era un pensamiento desalentador. Apartó los ojos de los niños y me miró, notando lo cerca que me encontraba de él. Ojos marrones, gentiles y calmados, miraron profundamente en mi dirección. Deseé saber que lo que pensaba en ese momento, porque esa sonrisa se desvaneció lentamente en esos labios deliciosos. Al segundo sentí calor en mis mejillas, me aparté de su mirada y volví a mirar mi revista. Mientras fingía que leía, me hallaba muy consciente de todos sus movimientos e hizo que mi cuerpo se tensara estando tan cerca de él. ¿Cómo podía no tener sentido que me sintiera tan cómoda y cercana alrededor de él? —Allison Wallace.

Me acosté en la camilla preparada para mí y levanté mi camisa. Heath tomo asiento a mi lado mientras Ruby configuraba la máquina de ultrasonido.

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La joven técnico llamada Ruby me sonrió cálidamente. —Hola, señorita Wallace, por este lado por favor. —Nos llevó por el pasillo y nos introdujo en la habitación de la esquina y dijo—: Acuéstese y coloque su camisa sobre su barriga.

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Casi me puse de pie cuando oí mi nombre. Puse la revista abajo en el estante y fui con el técnico esperándome en el pasillo. Heath me siguió de cerca detrás.


—¿Cómo estamos esta mañana? —preguntó ella, mirando entre mí y Heath. Sus ojos se detuvieron en él por unos minutos, sin duda absorbiendo su buena apariencia. —Bien —murmuré. —¿Y este es el futuro padre? Mi cuerpo se tensó y miré a Heath. Cuando vi su espalda tensarse y sus ojos ampliarse, inmediatamente dije—: No, no es el padre. —Oh, lo siento. —A partir de la curva de sus labios, disculparse era lo último que quería hacer. Heath no respondió, pero miró con cara de piedra y no cumplía con mis ojos. —En forma todo el camino —me dijo mientras untaba una sustancia gelatinosa en la sonda de ultrasonido. Una vez que lo hizo, lo puso encima de mi estómago y una sensación de frío se disparó a través de mí—. Tienes una bonita barriga, pequeña y pronunciada —comentó mientras se movía con la sonda alrededor—, debe ser genético. ¿La de su madre fue pequeña? Me encogí de hombros, sin querer pensar en ella. —No lo sé. Nunca habla de ello. —N me habla acerca de muchas cosas, en realidad. Imágenes en blanco y negro se presentaron en el monitor, y miré por un rato, no comprendía nada de lo que veía. Me concentré mucho hasta que finalmente se puso nítida y lo vi tomando mi respiración. —Ese es tu pequeñito —dijo—, agradable y sano por lo que se ve. Maní tenia forma de bebé. Cabeza grande, cuerpo pequeño, y se movía con rapidez agitando sus brazos. Oh dios mío. Miré con entusiasmo a Heath que se inclinaba hacia delante, tan absorbido en las imágenes como yo.

—No puedo sentir nada de eso. —Posiblemente no lo harás por otras seis semanas. Doce semanas es un poco pronto para sentir algo, sobre todo si es el primero. Miraba, aturdida por los movimientos, ya que mi bebé empezó a tocarse su cara.

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Ruby se rio y me dio un guiño. —Seguro.

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—¿Eso está sucediendo en mi vientre en este momento? —pregunté en estado de shock.


—¿Puedes saber el sexo? —pregunto Heath —Todavía no. En su siguiente ultrasonido a las dieciocho semanas quizás se lo pueda decir —contestó Ruby. Ya sabía eso, pero era agradable oír que Heath se sentía interesado en preguntar. Ella comenzó a tomar medidas y mostrarme diferentes partes de su cuerpo, las manos de mi maní, su cabeza y sus pies. Fue mucho más allá de lo que imaginé. Mi espíritu se disparó y sonreía tan ancho que mis mejillas dolían. Iba a ser una madre. Yo. Allie Wallace. Guau —El bebé está bien y saludable —dijo al final—, voy a hacer un DVD con las fotos listo para ti rápidamente. —Gracias —dije mientras me limpiaba la suciedad de mi estómago. Puse mi camisa hacia abajo y me puse de pie fuera de la camilla. Heath se puso de pie conmigo, todavía sin decir ninguna palabra desde que corregí a la técnico, y caminamos hacia afuera. No dejé que su actitud indiferente derribara mi estado de ánimo. Me sentía abrumada por la excitación. ¡Iba a tener fotos de mi bebé!

El viaje de regreso al apartamento fue tranquilo. Sostuve mi disco con las dos manos, lista para volver a revivir la experiencia cuando llegara y saltar a la computadora portátil de Heath. Lo miré de nuevo frunciendo el ceño ante su estado de humor apagado. Dios, ¿qué hice? —¿Estás bien? —pregunté cuando el silencio llegó a ser demasiado.

Pensó más acerca de mis palabras por un momento. —Mierda, ¿tienes que ser tan jodidamente razonable todo el tiempo? —¿Qué quieres decir?

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Suspiré. Mentía. Puse el disco en mi regazo y me volví hacia él completamente. —Heath —empecé con una suave voz—, quiero que seamos abiertos y honestos con el otro. La comunicación es extremadamente importante. Si algo te molesta, por favor dímelo. De esa manera podemos evitar malas interpretaciones o algún sentimiento herido.

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Asintió con la cabeza. —Sí.


—Quiero decir que eres el adulto entre nosotros algunas veces, cuando no deberías serlo. Diciéndome esta mierda y haciendo que me dé cuenta cuánta razón tienes… —No quería ofenderte… —No lo has hecho. Me estás recordando lo que estoy haciendo mal, y tienes toda la razón. Esperé para que continuará, pero no lo hizo. —Entonces, ¿qué está mal? —lo presioné. Exhaló, colocando el auto en el estacionamiento del centro comercial. El motor seguía prendido cuando se estaciono, y tomó un par de minutos mirando distraídamente por la ventana para obtener sus pensamientos. —Cuando ella asumió que era el padre —comenzó finalmente en voz baja—, fuiste tan rápida en decirle que no lo era. ¿Te avergüenzas de mí o algo así? Quiero decir, sé que no tengo nada para estar orgulloso, y definitivamente no soy un chico caliente… —No quise decir eso —me apresuré para interrumpirlo. Sentí una burbuja de pánico. Esa es la última cosa que esperaba que pensaría—, Oh, dios mío, Heath, ¡no hay forma que este avergonzada de ti! Es imposible. Cuando dijo eso, lucias como si te hubiera golpeado un auto o algo parecido. No quise que te asustaras y empujarte a que la gente empezara a pensar que eres algo que no eres. El alivio brilló en su rostro mientras asentía. —Nunca dije que no quería ser parte de la vida de tu hijo, Allie, y nunca podría ponerme loco por lo que los demás piensan. Estoy haciendo todo esto así puedo ser un tío y darle a tu pequeña persona una oportunidad. No quiero que estés haciendo esto por tu propia cuenta. —Bueno, te lo agradezco.

—No, y si no, estoy seguro que te lo voy a decir. —Bueno. Entonces apagó el auto y abrió la puerta. Me hizo una seña para que saliera. —¿A dónde vamos? —pregunté

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Le devolví la sonrisa, sintiendo que mi corazón saltó en mi pecho. — ¿Alguna otra cosa que te moleste?

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Con una suave sonrisa, dijo—: Sé que lo haces, todo acerca de ti es genuino, siempre genuino.


Al salir, se estiró y respondió—: A conseguir algo de ropa de maternidad, la vas a necesitar ¿verdad? Vi tu barriga, y se ha vuelto más grande en dos semanas. Salí y caminé con él hacia las puertas de entrada del centro comercial. Lo sentí en los pantalones vaqueros que llevaba, lo estrechos que los llevaba. —La ropa es cara —dije—, podemos ir a una tienda de segunda mano… —No —me cortó, deteniéndose para mirarme—, voy a conseguir un montón de cosas agradables. Nada de esa mierda holgada que llevas. Estoy cansado de verte en la ropa de Ryker. Quiero algo en ti que sea de mí. —Pero esto es caro… —Tengo otra pelea viniendo y te puedo garantizar que voy a ganar. Para de estresarte. Puedo hacer algunas horas extras en el trabajo también. Vamos a estar bien. No hubo ningún argumento con Heath. Una vez que se decidía sobre algo, era casi imposible cambiar el curso de eso. Así que simplemente asentí, porque al final del día tenía razón. Empezaba a hacerme más grande, no me podía poner cualquiera de mis vestidos, y no podía seguir viviendo en la ropa de Ryker por más tiempo. Pasamos el resto de la tarde eligiendo ropa para mí. Él no perdió su paciencia. No me apuró. Esperó pacientemente por mí, parando por cada pasillo señalándome algo. Tenía un gusto totalmente distinto al mío, empujándome a usar ropa que no escondiera mi barriga. Quería que la mostrara, lo que era difícil porque no quería la atención en mí porque era joven y embarazada al mismo tiempo. Había visto bastantes miradas juiciosas en público sobre otras chicas similares, y no creía que podía ser agradable.

—¿No te atrevas? —amenazó. —¿O qué?

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Me puse de pie junto a él y fui a mirar la etiqueta del precio. Habiendo aprendido acerca de esta cosa compulsiva que tenía, él inmediatamente lo escondió en su mano. —Simpático —murmuré rodando mis ojos—. Siempre puedo sólo ver el precio en los otros mismos exactos vestidos aquí, Heath.

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—Mira esto —dijo, empujando un vestido holgado de un estante—, es llamado un abrigo de maternidad.


—O te juro por Dios que te voy a golpear. —¿Vas a golpear a una mujer embarazada? —Hay otros métodos para ser golpeado. —¿Sí? Ilumíname. Sonrió con malicia. —Cada chica odia que le hagan cosquillas. Te haré cosquillas por unas jodidas horas. Me encogí de hombros con indiferencia, ocultando el terror que me hizo sentir. —Me gustan las cosquillas. Eso sería genial. Inclinándose hacia mí, me susurró al oído—: No seguiste mi consejo acerca de mentir delante de un espejo, ¿eh, Allie? Me enrojecí y apreté los labios hacia abajo para no sonreír. Evitando el calor inclinándose hacia mi lado, me agarró la manga del vestido y miré por encima. —No me gusta el cuello V —le dije. —¿Por qué no? Se vería caliente en ti. —No. —¿Por qué? —Porque. —Porque ¿qué? —Porque si no lo has notado —dije, señalando a mi pecho—, no soy muy bendecida en algunos lugares. —Creo que eres muy bien bendecida —respondió, mirando abiertamente mi pecho con diversión—. Doce semanas de embarazo y tienes los pechos amplios… ¡OUCH! —Le di un golpe duro en el hombro, traicionando la seriedad en mí por la risa. Para mi horror, tiró el vestido en nuestra canasta y me guiñó un ojo—. Vas a parecer una diosa en eso.

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Después de que llenó mi cesta con la ropa, no me llevó a la salida. Se dio la vuelta y entró en una dirección diferente. Me pregunté si iba a conseguir algo para sí mismo cuando se detuvo abruptamente en la sección de bebés. Mi garganta se espesó cuando comenzó la clasificación a través de pequeños enterizos en un estante.

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Mierda, me ruboricé duro. Elegí no responder, sabiendo que mi voz probablemente sonaría como un niño de cuatro años en un nivel alto de azúcar. Ir de compras con Heath fue un definitivo no-no, no importa lo divertido que era.


—Joder, son pequeños, ¿eh? —dijo, silbando por la sorpresa, por lo que otras madres que merodeaban alrededor giraron sus cabezas en su dirección. Me acerqué a su lado y miraba la ropa de recién nacidos unisex que me mostraba. Empezó a cargar otra cesta con algunos, ni una sola vez comprobó las etiquetas de precio. Vi la concentración en su rostro, la forma en que sus labios gruesos se presionaban pensativo, cómo sus ojos se estrecharon cuando encontró algo que le gustaba... En general, Heath no parecía pertenecer a una sección de bebé con su duro rostro y tatuajes encima de todo su cuerpo, que sobresalían de la línea del cuello de su camisa. Era demasiado grande. Demasiado primario. Demasiado... áspero. Nada de eso encajaba en una pequeña zona delicada como ésta. —Algunas buenas ofertas aquí, Allie —murmuró—. Vamos, a echar una mirada. Yo fingía echar una mirada, pero mis ojos fueron atraídos estrictamente a él y a su misión aparentemente interminable de estropear la mierda fuera de mí y... mi bebé. El calor se apoderó de mí, y me di cuenta rápidamente que empezaba a gustarme realmente Heath. Y lo peor era que me gustaba de una manera que no debería ser. Mierda. Esto era malo. —¿Estás bien? —me preguntó, mirándome con esos penetrantes ojos marrones.

Distraído por el juego en marcha, se encogió de hombros. —Vinimos por debajo del presupuesto en comestibles. Simplemente disfruta. Me tomé un bocado sano de mi perro caliente cuando oí las risitas de algunas chicas. —Oye, Lawson —llamaron mientras caminaban por

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—Veamos lo que compramos —le dije, contenta comiendo mi pequeña cesta de papas fritas de pollo con sal. Oh, Dios mío, el embarazo me tenía anhelando todo lo salado. Y encurtidos. Montones y montones de encurtidos.

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Me di cuenta de que fui atrapada mirándolo, por quién sabe cuánto tiempo. Simplemente asentí y murmuré un sí cuando volví mi atención a la ropa. Después de que parecía contento con la cantidad que reunimos, pagó y se fue. Como no quería ir a casa de inmediato, agarró algunas cosas y las comimos en un parque cerca del apartamento. Había una cancha de baloncesto también, y nos sentamos en el césped justo cerca de él.


delante de nosotros en la dirección de la cancha de baloncesto. No podrían haber sido mucho mayores que yo, llevaban sus ropas ajustadas de marca, todas emperifolladas y sin esfuerzo hermosas. Heath les dio una sonrisa y un guiño, volviendo su atención al juego entre los niños locales. Vi a las chicas de cerca cuando se detuvieron cerca de nosotros y en la tribuna, riendo y susurrando en los oídos de los demás. No hacía falta cerebro para saber que hablaban de él a juzgar por las miradas en su dirección. —Ellas te quieren —le dije, y entonces lo que quería hacer era darme en la cara por la forma en que fue eso. —¿Hmm? —dijo, tomando un bocado de su hamburguesa, absorto en el juego—. ¿Quién me quiere? Ahora acabo de rodar mis ojos. —Sabes quién. Esas chicas allí, haciendo agujeros en ti. Se tomó unos segundos antes de que perezosamente deslizara su mirada del juego a las tres chicas. Cogieron su aspecto y se rieron de nuevo, más fuerte que antes. Y es por eso que me sentía a menudo excluida de grupillos femeninos; prefiero encontrarme muerta que reír descaradamente por atención de un chico. Se rió de ellas. —Están tratando demasiado duro, ¿eh? Tal vez debería usar una bolsa de papel sobre la cabeza o algo así. —O puedes hablar con ellas. Es necesario reemplazar, después de todo, ¿no?

Se quedó mirándome duro, una mirada indescifrable en su rostro, y luego se inclinó más cerca de mí. Observé con el ceño fruncido mientras sus dedos se acercaron a la esquina de mi boca. —¿Lo que quiere decir es...? Vamos —susurró, la yema de su dedo índice rozando mi labio. Mi ser hormigueando por su toque, y me tomó un

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—Lo siento —me disculpé rápidamente, encogiéndome—. Sabes... no quise decir eso... Simplemente... Lo que quise decir es... —Mi cerebro estaba vacío. Era como si supiera que lo que dije era francamente tonto, y merecía su ira.

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Su cuerpo se tensó y arrastró esos ojos hacia mí. Su sonrisa desapareció, reemplazada por una mirada molesta que me dieron ganas de recuperar lo que acababa de decir. Dios, no tenía ningún filtro a su alrededor. Desde que estábamos cómodos uno con el otro esta mierda pasaba, me había soltado notablemente. Incluso más que cuando me hallaba con Ryker. Y esto decía algo.


momento para romper finalmente su mirada para mirar su dedo. Salsa. Limpió salsa de mí... y yo que pensaba que era una especie de momento erótico. Se lamió la salsa de su dedo y mi aliento realmente dejó mi cuerpo. Mi boca se abrió por la sorpresa, y luego me di cuenta, bueno, mierda, que era un poco erótico. —Allie —me provoco en voz baja, como si no acabara de limpiar salsa de la esquina de mi boca y lo lamiera en la suya. Entonces, para torturarme un poco más, sacó su lengua y lamió el dedo otra vez, como si estuviera husmeando un poco más de sabor para él. Un dolor familiar se agrupó en el fondo de mi vientre, y mis mejillas se calentaron cuando supe que era lujuria. Alzó las cejas, me encantó con otra sonrisa de infarto, y siguió esperando. Parpadeé hacia él y luego bajó la mirada a mi perrito caliente, de brazos cruzados pensando si debería mancharme un poco más con salsa alrededor del borde de mis labios con la esperanza de que lo haga de nuevo. Tal vez lo haría con su lengua… ¡Suficiente! —Um, bueno. —Me aclaré la boca y me encogí de hombros—. No pienso a veces. No hagas caso de esa observación. No es asunto mío a quien lames… er, ya sabes, ves. Rió entre dientes ligeramente, como si supiera exactamente por qué me comportaba torpe como una idiota. Me tomó un momento para recuperar algo de equilibrio, aunque todavía con aquel fuego lascivo que rebosaba de mi boca, con altanería pregunte—: ¿Por qué hiciste eso justo ahora? A Heath le hizo gracia. Por supuesto que lo haría. Hizo un gesto con la cabeza a las chicas y dijo—: Un poco sensiblero, tú podrías mantenerlas al margen.

—¿Qué manera? Inclinó la cabeza hacia un lado y movió esas cejas. —Ya sabes, toda sin aliento y... dejándote llevar.Lo miré. —¿Es eso lo que crees que me hiciste?

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—Pero entonces no habrías reaccionado de la manera que lo hiciste.

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Eché un vistazo a las chicas. Nos veían, su interés en nosotros cada vez mayor, lo que demuestra que su teoría tenía en realidad el efecto contrario. —Un poco de mano a mano no habría matado.


Sonrió ampliamente —Estaba seguro de haber oído a esas chicas suspirar en sueños. —Y se inclinó más hacia mí, hasta que su cara se hallaba a centímetros de la mía—. Al, estoy cien por ciento seguro de que eso es lo que te hice. De hecho, dime que tu corazón no está como una carrera en este instante. —No lo está. —Lo está. Sabía que mentía. —¿No hay mariposas en la boca de tu estómago? —preguntó en voz baja. —No. —Sí. —¿Eres realmente tan inmune a mí? —Sí. —No. Me estudió largo y duro, en algunos puntos se movió un poco más cerca de mí, observando la forma en que reaccionaba mientras yo luchaba para no reaccionar en absoluto. Lo hizo hasta que pude sentir su respiración contra mi cara. Y como un ciervo en los faros, me acalló por completo y sólo lo observaba. Mi cuerpo respondía a su cercanía; mis dedos me dolían por traerlo más cerca, mi boca rogó que se inclinara un poco para rozar mis labios contra los suyos, mi corazón latía más rápido y mi mente zumbaba con imágenes de su torso musculoso envueltos alrededor de mí. Me sentía con vida en todas partes. No pensé. Ni siquiera recordé mi nombre. Me encontraba absorbida por él. Pegada al lugar como si fuera una parte de la tierra. Y pasé una cantidad tremenda de tiempo preguntándome cómo se sentiría ser besada por él. ¿Serían sus labios tan suaves como parecían? ¿Perdería el control?

—¡Oye, Lawson, jodidamente bésala ya! —gritó un hombre. Inmediatamente aparté la vista y respiré en lo que parecía el primer trago de oxígeno en un siglo. La risa brotó de la cancha mientras los chicos miraban, ya no jugaban al baloncesto. Oí a Heath exhalar en voz alta y de

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Pudo haber sido arrogante hace un segundo, pero ahora se hallaba tan atrapado en la mirada como yo. Por un breve momento, pude ver que él quería lo mismo. La pasión y la lujuria agrupados en esos hermosos ojos, sus labios se abrieron, su respiración se aligeró y…

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¿Me devolvería el beso?


se alejó de mi visión periférica, pero no podía atreverme a mirarlo. No por unos momentos más. La torpeza era sofocante. —¡Oh, vamos! ¿Ninguna acción? —gritó el chico de nuevo, rebotando la pelota de baloncesto con falta de entusiasmo. —Sí, muy divertido —respondió Heath, y no parecía ni un poco divertido. Ellos cacarearon de nuevo y él gruñó molesto antes de que me dijera—: Vamos a salir de aquí. Me puse de pie y caminé a su lado. Al cabo de sólo minutos, minutos que parecieron horas, despejó el extraño momento volviendo a lo que era bueno: haciéndome reír. Y mientras disipaba el momento incómodo como un profesional, no podía quitarme de encima lo que sentía por él. Se sembró en todo de mí y creció, y creció... ... Y creció.

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Líneas fueron desdibujándose, y no podía decir dónde en el camino me dejé de preocupar.


10 Traducido por Mary H & Maeh Corregido por Andrea95

Heath

M

uchísimas gracias que ya no tenía que verla caminando en la ropa de Ryker. Me hacía hervir la sangre y mi corazón se aceleraba con la ira. Era irracional como el infierno, pero sentía que no era bien cuidada ni atendida sentada por ahí en la ropa de otro hombre, incluso si se trataba de alguien a quien amaba. Y sólo pensar en que amaba a Ryker me molestaba. Joder, estaba loco. Tal vez pasaba demasiado tiempo con una chica y era por eso que desarrollé este tipo de posesividad sobre ella. Tal vez necesitaba expandirme, tratar de follar a alguien pronto y desterrarla de mis pensamientos. Debido a que estaba mal. Era un maldito error mirar a Allison y sentir este raro tipo dolor de mierda profundizarse desde dentro. Sabía lo que me pasaba, pero me sometía a esta tortura con una sonrisa en mi estúpida cara. Corrí a casa de un día de mierda en el trabajo sabiendo que estaría allí. Hablando de nuestros días.

Esto empezaba a salirse de control y mientras me encontraba sintiéndome como una carnicería total desde dentro, ella no sabía nada. Me mantenía tenso, sin permitirle ver el efecto que tenía en mí. Pero entre

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Pretendiendo dar una mierda sobre sus temas de la escuela cuando hablaba de ellos, cuando lo único que realmente me gustaba era escuchar el delicado sonido de su voz.

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Viendo televisión de mierda hasta las primeras horas de la mañana, que incluían algún reality show basura sobre una chica con un culo gigante que me hizo homicida.


más días pasaban, más crecía esa sensación y mi ira se intensificó a un punto de no retorno. Sólo estuve agradecido de que tenía una gran pelea. Me preparaba en el baño, vendando mis manos como un medio para pasar el tiempo. No quería estar cerca de Allie. Me mareaba con pensamientos con los que acababa reprendiéndome por tenerlos. Me sentía un poco desequilibrado. Dormir no era fácil últimamente, no cuando me pasaba la mayor parte de la noche en un sofá con una chica a la que no podía tocar. No tuve un puto orgasmo en siglos, no desde Tru, y empezaba a volverme loco. El sexo era importante para mí; una forma rápida y eficaz que me ponía nuevamente en el camino correcto. Mientras que Tru había sido una buena solución, no pensé en ella desde que tiró la bandeja de panecillos en el suelo de la cocina y se fue. Nada genial. Pero en esa nota, ni siquiera pensé en tocar a alguien más en absoluto... salvo por la que no podía tocar. ¿Simplemente me torturaba y disfrutaba de la miseria derivada de ello? —¿Otra pelea? Su voz me puso tenso por un segundo. Levanté la vista de mis manos y la dirigí hacia ella de pie en la puerta, vestida con sus pequeños putos pantalones cortos y su top rosa. Un agudo dolor en la ingle estalló y, pensé, sí, debo estar torturándome a mí mismo. Para casi dieciséis semanas de embarazo, su vientre de embarazada aún no era evidente, aunque me daba cuenta de su forma redondeada cada vez que se estiraba y su camisa se subía. La mayoría pensaría que apenas se veía hinchada. —Sí —dije simplemente, mirando de nuevo hacia mis manos. No quería hablar. Necesitaba sacar esta ira reprimida de mi sistema. Necesitaba luchar, necesitaba follar, necesitaba volver a lo que era mi vida antes de ella. No existía razón por la que no pudiera. Sobre todo cuando la chica por la que suspiraba era la fruta prohibida. Joder, era patético.

—Almacén de nuevo. —Tal vez debería ir contigo y echarte porras. Sería una forma divertida de pasar mí… —No. —la interrumpí bruscamente, mirándola—. No esta noche.

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Suspiré.

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—¿Sabes en dónde? —preguntó.


Ante mi tono, su complexión se contrajo de nuevo y su entusiasmo desapareció. Simplemente asintió, me miró salir del baño y entrar en mi habitación. —Puedes pedir una pizza —dije secamente, abriendo el cajón de la mesa de noche al lado de mi cama y agarré un par de condones. Los metí en el bolsillo de mis jeans y miré por encima de mi hombro cuando sentí su presencia. Se hallaba de pie en la puerta y sus ojos se posaron en mi bolsillo antes de que se levantaran abruptamente de nuevo hasta los míos—. Voy a regresar un poco tarde esta noche —añadí con fuerza. Su mirada continuó pasando de mi bolsillo trasero a la cara un par de veces y pude ver que comprendía. Y el dolor. No me gustaba la sensación que me daba que supiera lo que hacía, pero me la aguanté. Era un hombre adulto. La culpa no era un sentimiento que me merecía. No hice nada malo. No era mía. Yo no era suyo. Teníamos una línea que nos separaba de nunca estar juntos y me gustaría destruirla si pudiera. Pero no podía. —Está bien —dijo en voz baja, ahora con el ceño fruncido. Antes de que pudiera decir algo más, se dio la vuelta y se fue por el pasillo. Escuché cómo se cerraba su puerta silenciosamente. Exhalé y me pasé la mano por el cabello. ¡Mierda! No quería ir a ninguna parte. Quería pasar esta noche en el sofá, la quería lo suficientemente cerca como para sentir su calor, escuchar su risa, ver su sonrisa... Más o menos, quería follarle con mis ojos porque no podía con mis manos. Soy un bastardo enfermo.

Pinté su cara, muy bien, de sangre, pero se terminó en cuestión de minutos y me sentía decepcionado. Mi cuerpo zumbaba, esa adrenalina tan alta que tuve la tentación de correr alrededor de una manzana, tal

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La pelea fue una broma. Fui contra otro tipo inyectado con esteroides que no fue capaz de realizar una pequeña sesión de cardio. Estos drogadictos eran malditamente lo mismo, ¿o no? No podía admirar a alguien que tomaba atajos para lucir fornido, así que lo dejé tenerlo.

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Cogí las llaves y salí de allí.


vez saltar a los merodeadores en las calles que no servían para nada bueno. En su lugar preferí salir rápidamente de allí al final y volver a casa como de costumbre, acepté la oferta de Matt para ir a un bar. No era lo mío desde Allie, pero necesitaba una manera de gastar mi energía. Bebí un poco con algunos peleadores y dejé que mis ojos se perdieran por la habitación. Había chicas en todas partes, aceptando a cualquier hombre que estuviera dispuesto a una persecución. No tendría que perseguirlas y no era arrogante al decir esto. Las chicas me amaban. Podría llevarme a dos en una noche al mismo tiempo si era algo que quisiera hacer. En lugar de ello, busqué a las morenas de ojos azules, sabiendo muy bien por qué era eso. Seguramente había chicas más guapas con esa descripción que con la que vivía. Tal vez si encontraba una, me sacaría de esta situación de mierda en la que me hallaba. Encontrar una chica soltera, que no estuviera enamorada y embarazada de mi hermano sería gloriosamente fácil... Pero en esa nota, el embarazo de Allie le hacía algunas maravillas a su cuerpo. Estaba consiguiendo algunas curvas y me di cuenta de que no se hallaba acostumbrada a la forma en que le quedaba la ropa, abrazando sus curvas y ampliando las caderas. Sin embargo, se quejaba de ellas y yo debería haber estado irritado cada vez que mostraba sus inseguridades, pero me sentía extrañamente ansioso por complacerla y hacerle ver lo equivocada que estaba. Y ahora estás pensando en ella de NUEVO, maldito estúpido. —Es bueno verte salir —dijo Matt repente, mirándome desde detrás de su cerveza mientras tragaba la boca llena—. No creí que lo tuvieras en ti.

—Es debido a Allie, ¿no es así? —preguntó. Le lancé una mirada y no me respondió. ¿Iba a seguir con eso? ¿Por qué le obsesionaba tanto?—. Pasas demasiado tiempo con ella, creo.

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—Vive conmigo —repliqué—. Como que no tengo ninguna opción en la materia.

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Me encogí de hombros por su comentario. Desde el incidente del bar, era incómodo estar cerca de Matt. Siempre me miraba con curiosidad, como si hubiera un equipaje de pensamiento detrás de esos ojos.

—No creo que a Ryker le gustaría. Me mordí el labio inferior y evitaba su mirada. ¿Pedía por otro golpe a la cara?


—¿Estás tratando peligrosamente.

de

crear

problemas?

—Gruñí,

mirándolo

El estúpido engreído me sonrió. —No, hombre. Sólo estoy diciendo… —Ocúpate de tus putos asuntos, Matt. —Eres mi amigo y sólo quería recordártelo. Eso es todo. —¿Recordarme qué? Se encogió de hombros y miró hacia otro lado, fingiendo estar ocupado con un grupo de chicas en la esquina de la barra. En silencio, respondió—: De lo que es tuyo y de lo que no. No respondí. Me sentía enojado. Él también lo supo, porque se levantó y me dio un asentimiento antes de hacer su camino a algunas chicas. Reflexioné sobre sus palabras durante varios minutos. El idiota tenía razón. Joder, necesitaba sacar a Allie de mi cabeza. Me tomé un poco de cerveza antes de ver una chica con el cabello largo negro y piel pálida, bebiendo en una mesa cercana. Captó mi mirada y me sonrió. Y ese fue mi señal.

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Me levanté y me dirigí a ella.


Allie Apreté los dientes y luché contra las lágrimas nadando detrás de mis ojos. Estúpidas hormonas me convertían en una ruina emocional. ¿Qué demonios le pasaba a Heath? ¿Qué le hice para que estuviera tan frío conmigo de repente? Sabía que no debería estar molesta. Lo que hiciera era su problema. Además, lo que sentía estaba mal. Era el hermano de Ryker. Se encontraba completamente fuera de límites Fui a la cocina y abrí la pizza que llegó hace una hora. Agarré mi tercera pieza y me quedé mirando al lío de queso, sin ver nada, más que la expresión en el rostro de Heath cuando se embolsó los... —Los condones —susurré en voz alta con un bufido—. Tomó condones. Follaba a una chica en este momento. Probablemente una tan hermosa como Tru. Diablos, probablemente era Tru. Bueno, él y Tru podían cabalgar hacia el atardecer y tener su felices para siempre, o lo que fuera que los hiciera felices. En mi opinión, creo que se merecían caer en un pozo de lava y morir lenta y dolorosamente. Bueno, no importa. Ese fue un oscuro pensamiento que tuve. ¿Tal vez sólo Tru? El sonido de una llave en la puerta principal me sacó abruptamente de mis pensamientos escabrosos. Mi corazón dio un vuelco cuando se abrió y esperaba que el sonido de una risita llenara el aire, o que un par de piernas largas se precipitaran en la habitación. Pero sólo un cuerpo entró por la puerta.

Yo había estado de pie muy quieta y en silencio, no me vio hasta que volteó su cuerpo a la cocina. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, dejó de moverse. Estudié ese rostro, concentrando mi mirada por un segundo en su boca que tenía entreabierta. ¿Habían sido devastados? No parecían hinchados. Su cuerpo brillaba por el sudor, haciendo que su gran

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Iba despeinado, su camiseta de entrenamiento sudada y sus jeans colgando bajo. Sus movimientos eran lentos. Cerró la puerta y se pasó una mano por su cabello corto y oscuro sin que luciera un poco borracho. Era casi la una de la mañana, así que asumí que lo estaría.

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Heath.


cuerpo musculoso tuviera un aspecto más definido y pronunciado. ¿Qué le tenía tan alterado? —¿Tuviste una buena noche? —Me encontré preguntando, sin enmascarar la amargura en mi voz. Nunca fui buena en eso. Siempre me alejé antes de una confrontación. No me gustaban las peleas, pero luego de pasar todas estas semanas con él y viéndolo verme, me sentía devastada y confundida—. ¿Celebraste después de tu victoria? ¿Es por eso que estuviste afuera por tanto tiempo? No respondió. Sólo me veía. Algo estaba muy mal. No me gustaba el sentimiento. No comprendía qué significaba, y eso empezaba a molestarme. Quería algún tipo de reacción por parte de él, demonios. —Espero que hayas puesto esos condones para usarlos —agregué, aunque cada parte de mí temblaba. Su cuerpo se enderezó y tomó una respiración profunda. Sí, una maldita reacción por fin. No era un maniquí después de todo. —¿Estuviste con una chica? —Lo dejé salir, e instantáneamente me sentí estúpida por preguntar. Me mordí fuerte el labio mientras que mis ojos se aguaban. La emoción se rompió y me vio furioso debido a mi pregunta. —¿Por qué eso te importa? —respondió—. ¿Por qué lo preguntas? — No respondí. Dio un paso hacia delante, su cuerpo de repente tomó un aire amenazador hacia mí y dijo—: ¿Por qué no me respondes, Allie? ¿No te gusta cuando no eres la única haciendo preguntas? Le fruncí el ceño y me di la vuelta para irme. —No te vayas maldita sea —dijo, causando que detuviera mis pasos—. ¿Qué hay de mi respuesta, huh? ¿Por qué te importaría si hubiera estado con una chica? —No me importa —disparé de regreso.

—¿Por qué no admites lo que sientes? Me detuve y di la vuelta. Él aún seguía pegado en su lugar, viéndome. Negué hacia él.

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Tomé unos pasos más, dándole la espalda. Dios, abrí una lata de gusanos con esa pregunta. ¡No debí de cuestionarlo de esa manera! Mierda, ¿qué pasa conmigo?

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—¿No te importa? —repitió con escepticismo—. Entonces, ¿por qué preguntas, Allie?


—No sé de qué estás hablando. —¡Como el infierno que no sabes de qué estoy hablando! —No siento nada por ti. De repente caminó en mi dirección, moviéndose rápido, aún luciendo enojado y… algo más. ¿Determinación? ¿Deseo? Cristo, no lo sabía. Me encontraba demasiado ocupada tratando de detener los saltos que daba mi corazón dentro de mi pecho cuando caminó directamente hacia mí, dándome la vuelta cuando aplastó su boca en la mía. Hubiese caído de la impresión si no me hubiera sujetado de la cintura. Su beso fue feroz, pero sus labios eran suaves y húmedos. Me encontré inmediatamente relajada mientras me sostenía, cerrando mis ojos mientras que el beso tomaba cada parte de mí. Lo besé de vuelta con la misma pasión, llegando mi mano hacia su fuerte pecho y alrededor de su cuello. Dios, él podía besar. De repente me puso de nuevo en el suelo y me miró, dejándome aturdida mientras decía—: Malditamente lo sabía. No eres tan inmune a mí después de todo. Mis ojos se abrieron de golpe. Sentía como si me hubieran golpeado en el estómago. ¿Me besó sólo para demostrar que sentía algo por él? Atraje mi mano y traté de empujarlo lejos en mi enojo, pero no me dejó ir. —Quita tus manos de mí —dije, dándome cuenta que por primera vez desde que regresó a casa que no habíamos discutido tan acaloradamente. —No —dijo él, apretando su agarre, hasta que su cuerpo entero se presionaba contra el mío. Él era tan ardiente. Todo lo que mi cuerpo quería hacer era sucumbir y dejarlo hacer lo que quisiera conmigo, pero no podía permitirlo.

—Porque esto está mal. Tomó mis palabras en consideración. Respirando lentamente mientras me veía. Mientras tanto, yo jadeaba, esperando que dijera algo.

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—¿Por qué? —preguntó, su voz tomando un tono más delicado que el de antes. Sus oscuros ojos buscando los míos. Se veía tan bien de cerca. No podía ver hacia otro lado si lo intentara. Todo acerca de Heath era crudo y masculino. Desde su mandíbula, la barba, su largo cabello, esa mirada fiera…

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—Detente. —Empujé de nuevo, preguntándome por un segundo si era a él o a mí misma a quien le hablaba.


Sus brazos se aflojaron. Mi corazón se detuvo mientras él daba un paso hacia atrás y corría una mano a través de su cabello. No me detuve hasta ver la aturdida mirada en su rostro. Me volví hacia mi habitación mientras cerraba la puerta y me quedaba en la oscuridad. Cuando no escuché movimientos, mis hombros cayeron y colapsé en la cama. Cerré mis ojos y tomé una profunda respiración. Mi cuerpo entero parecía en llamas por los nervios. ¿Qué demonios acababa de pasar? Me besó, y yo le devolví el beso con todo en mi interior. ¡Él sabía exactamente cómo me sentía por él! Me hallaba aterrada de lo que pensaba de mí ahora. Lo último que quería era joder las cosas entre nosotros y hacer que se apartara. ¿Quién querría estas alrededor de una hormonal, chica embarazada cuyo bebé pertenecía a su hermano y estuviera celosa y necesitada? Sí, jodí totalmente las cosas. Quería arrastrarme por debajo de la cama y morir por esta humillación. La mañana traería la incomodidad como una maldita gigantesca ola. Pero, señor, ¡me besó! No tenía por qué hacer eso para demostrar su punto. Comenzaba a pensar que él me correspondía. ¿Por qué más se alejaría de mí de esa manera? La puerta crujió y mis ojos se abrieron. Vi hacia la puerta entre la oscuridad y vi su silueta tomar lugar cerca del marco, recordándome lo grande que era. Sus brazos se encontraban contra cada lado, y se inclinaba hacia delante. No podía ver claramente su rostro, pero podía sentir la intensidad de sus ojos cavando agujeros en mi cabeza. —Dijiste antes de que me fuera que querías estar presente durante la pelea, y te corté antes de que me dijeras la razón —dijo, sorprendiéndome con una dirección completamente diferente de la conversación—. De repente se me ocurrió hace un tiempo, que quiero saber cuál era tu razón.

Lo escuché pasando alrededor y soltando un largo suspiro. —Joder —murmuró—. Soy un hijo de puta. —No, tú solo… no querías dejarme ir. No importa. No tengo que seguirte a donde quiera que vayas. —Me gusta tenerte alrededor —me construyéndose en su tono—. Eso no es todo.

cortó,

la

exasperación

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—Quería hacer algo por mis cuatro meses de proyecto —susurré, mirando hacia el techo oscuro.

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¿Por qué eso importaba de repente? Se fue y yo me quedé sola en casa. Apreté mis labios mientras pensaba en mentirle, pero luego pensé ¿en qué clase de persona sería si no fuera honesta?


—Entonces, ¿por qué me sacaste? —pregunté, mis sentimientos obviamente heridos escapando. Me obligué a verlo nuevamente, estando de pie en la puerta, sus ojos aún me perforaban. Incluso a un pie de distancia podía olerlo, y eso me recordó cuánto me gustaba, lo mucho que me calmaba. Él probablemente estuvo con alguna chica más temprano y aun así yo quería su compañía, y me sentí estúpida y disgustada conmigo misma por eso. —Fue porque me hallaba en el camino, ¿no es así? —presioné cuando no respondió de inmediato—. Querías salir y estar con quien quieras y no preocuparte por la estúpida chica embarazada. —Detente, Allie, eso no fue así en absoluto. —Entonces ilumíname. —Mi voz se rompió y odié que las lágrimas cayeran por mis mejillas. —No sabía acerca de tu proyecto —dijo suavemente. —¿Y si no lo estuviera? ¿Aún me apartarías? —No. —¿Estuviste con una chica? —La pregunta se deslizó afuera sin pensarlo, dirigida puramente por mis emociones. Necesitaba saberlo. Odié su silencio. Odiaba el modo en que oprimía mi pecho y mi aliento se aligeraba. Dios, realmente lo hizo, ¿cierto? Me sentía enojara y desilusionada de él. Salí de la cama y me dirigí hacia él. Empujándolo. Apenas se movió, viéndome tratando inútilmente de sacarlo de la habitación. —Sólo vete, Heath. Quiero ir a la cama.

Me relajé con alivio y mi corazón deslizó algo horrible. —Sin embargo, iba a hacerlo —agregó arrepentido —¿Qué te detuvo? —¿Qué crees?

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—No —susurró hacia mí, su aliento golpeaba mi rostro mientras su nariz presionaba la mía.

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Forcejeó con mis manos antes de jalarme hacia él. Sus brazos fueron a mí alrededor, trayéndome en la misma posición en la que me tenía antes. Su nariz tocaba, mientras contenía la respiración.


Cuando no respondí, me tomó y me llevó a la cama, suavemente depositándome en ella. Él se movía, colocando su cuerpo debajo del mío. Sostuve el aliento, preguntándome qué hacía, antes de que su ardiente toque llegara a mi hombro. Sentí su calor detrás de mí mientras envolvía su brazo alrededor de mi cintura. Me encontraba tan sorprendida por todo esto, pero no dejé que se mostrara. Sentí que me moldeaba perfectamente con él, y amé lo bien que se sentía. Mi corazón bombeaba fuertemente en mi pecho y mi mente trataba de envolverse a sí misma alrededor de él mientras me tocaba de esta manera. Cuando su nariz empezó su camino en la parte trasera de mi cuello y llegaba a mi hombro, dejé de pensar y mi cuerpo se centraba en su toque. Todo lo que quería era su boca de vuelta en la mía porque lo que sentí cuando me besaba era absolutamente divino. —Me vuelves loco —dejó salir, su voz fuerte y dolida—. Todo lo que quiero es estar cerca de ti. No puedo dejar de pensar en ti. No puedo dejar de imaginarme dentro de ti, besándote, tocando cada suave centímetro de esta hermosa piel. No puedo detenerme, y créeme lo he intentado. Pero prefiero torturarme a mí mismo y estar a tu alrededor sabiendo que no puedo tenerte a estar con alguien que no signifique nada y no me toque en el interior del modo que tú lo haces. Sus labios fueron a lo largo de mi hombro, moviéndose por la curva de mi cuello. Cada centímetro de mí exploto en piel de gallina por la forma en la que él se sentía. —Dime que no estoy solo en esto —murmuró desesperadamente. Sacudí mi cabeza levemente, ahora temblando.

El aire se sentía pesado a nuestro alrededor. Mi cuerpo entero lloraba de anticipación, pero me sentía igualmente asustada. Esto estaba mal. Lo supe en ese momento. Jugaba con fuego. No, estábamos jugando con fuego. Esto no podía pasar. Sólo complicaría más las cosas de una manera insalvable, sin embargo, mi ser volvió a la vida. Me gustaba la sensación de tenerlo tan cerca. Quería su toque. Quería sus besos. Quería que siguiera diciendo cómo se sentía por mí.

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Abrí mi boca pero no pude hacer que las palabras salieran. Quedaron atascadas en mi garganta, sólidas, haciendo difícil incluso respirar. Gentilmente me empujó, hasta estar sobre mi espalda y su rostro por encima del mío. Su boca se hallaba a centímetros de la mía, sus ojos a la altura de los míos, buscando una respuesta.

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—Dilo. Dime qué es lo que sientes.


—No estás solo. —Finalmente deje salir. Por un momento, sólo fue así: su rostro por encima del mío, nuestras miradas bloqueadas, nuestras bocas separadas. Tantas palabras no dichas flotaban en el aire a nuestro alrededor, rogando ser dichas. Pero no dijimos nada. Tal vez queríamos pretender que este momento era simple y sin complicaciones. Sólo dos personas que se gustaban entre ellas y querían más sin el sobrepeso opacándolo. Su mano tocó el lado de mi rostro. Acarició mi mejilla suavemente. —Heath. —Respiré, bajando la mirada a sus labios. Los quería de nuevo. Dios, quería sentirlos. Él se encontraba en guerra con sus pensamientos. La parte superior de su cuerpo luchó por recuperar el control. Cerró los ojos por un segundo y tomó una profunda respiración.

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—A la mierda —susurró antes de chocar su boca contra la mía.


11 Traducido por Kariza & Yasna.FU Corregido por Aldii

Allie

S

u beso fue lento, cauteloso. Sus suaves labios rozaron sobre los míos una y otra vez. Su mano acunó un lado de mi cara mientras presionaba su cuerpo contra la longitud del mío. Cubría todo de mí, quemándome con necesidad mientras desesperadamente lo besaba. Agarré la parte de atrás de su cabeza, empujándolo hacia mí mientras mis labios se abrían y mi lengua salía a probarlo. Abrió su boca y le dio la bienvenida, deslizando su lengua entre mis labios, tocando la mía. Mi cuerpo vibraba por la forma erótica, lánguida que me besó. Oh, por Dios.

Mi cabeza giraba con lujuria. No podía pensar. Miré arriba al techo oscuro mientras el dolor en mis piernas empeoraba. Las sensaciones me golpeaban duro y rápido, y estaba sin ayuda a lo adictivo que se sentía. Sus besos húmedos deslizándose por mi cuello, lamiendo un camino a mí clavícula. El calor de su carne contra la mía.

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Sus pantalones se hallaban apretados, pero podía sentir el bulto endurecido mientras molía contra mí de nuevo. Jadeó contra mi boca, agarrando mi cabello con una mano y apretando duro mi cadera con la otra. Estábamos recalentados y sudorosos, los sonidos de nuestras rápidas y pesadas respiraciones llenando cada centímetro de la habitación.

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Esto se sentía más allá de bien. Mejor que antes. Mis caderas se mecían contra él, ya sintiendo un dolor entre mis piernas. Su otra mano cayó a mi lado, acunando mi cadera apretadamente. Esto iba escalando rápido. Cuando abrió mis piernas y se golpeó contra mí, me alejé de su boca y gemí en voz fuerte y larga en el aire.


La sensación de su mano moviéndose bajo mi camisa, terminado a lo largo del borde de mis pantalones. Sus suaves maldiciones continuaron moliendo en mí, musitando—: Joder. —Una y otra vez, causando más gemidos para llenar el aire. El olor de su sudor y colonia, tan increíblemente diferentes a las de Ryker. Ryker. Cerré mis ojos apretados mientras el nombre ponía hoyos en mi pecho. Heath se sentía increíble y correcto tocándome así. No quería arruinar el momento, no quería que viera la batalla que tenía por dentro... Pero no tenía qué. Lamió arriba de mi garganta, besándome apasionadamente, drenando con cada beso despacito de él mismo, antes de alejarse y mirarme. Aún temblaba, jadeaba duro contra mi boca, y aún duro como el granito entre mis piernas, pero el conflicto en sus ojos probablemente reflejaba el mío. Sabíamos que esto estaba mal. Frotó su nariz contra la mía, su pecho pesado mientras susurraba—: Esto no puede suceder en la habitación de Ryker, Allie. Asentí, pero mi brazo se movió alrededor de la parte de su cuello, manteniéndolo plantado donde estaba. No quería que se fuera, lo que sentí que iba a hacer. Era mi ancla, y si no se quedaba conmigo justo ahora me iba a hundir. Presioné mi boca contra la suya de nuevo, besándolo y amando cuando lo devolvió fervientemente. Pero al segundo que rodé mi lengua contra su labio, de mala gana, se apartó de nuevo. —Dime que me detenga —dijo entonces, su pecho moviéndose más rápido que nunca—. Dime que no puedo hacer esto. ¿Qué? No, no, no.

Me sentía tan caliente con necesidad, se sentía primitivo. Sólo lo quería. ¡Dios, sólo dámelo! Quería rogarle que no se detuviera. Quería gritar para que me diera lo que ambos queríamos justo ahora, e incluso aunque

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—Allie... —Gruñó como si tuviera dolor, regresándome el beso que robé de él. Su mano viajó a lo largo de mí otra vez mientras profundizaba nuestro beso, estremeciéndose con cada gemido que hacía. Dios, ¿qué estaba haciéndole para ponerlo tan nervioso? No lo sabía. No lo entendía, pero Cristo, me hacía sentir tan bien y... querida.

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Parpadeé atrás las lágrimas. —No puedo decir eso.


lo besaba, tragando su pasión hasta que me atravesaba, podía sentir su resistencia. Gemí cuando rompió el beso y dejó caer su mano entre mi cuello y mi hombro. Sacudió su cabeza. —Allie, por favor... —No quiero que te detengas —grazné. Mi voz sonaba como si hubiera sido rallada contra un papel de lija. No podía reconocerme a mí misma. ¿Quién era esta chica que solo quería lanzar la precaución por la ventana y no preocuparse por las consecuencias? Era la sensación adictiva de él, lo sabía. Era el sabor de sus labios del que no podía tener suficiente. ¡Una parte egoísta de mi quería decir que era todo su culpa por saber tan bien! —Estoy tan divido en este momento —susurró—. Mi cuerpo se divide en dos. Jesús. Quiero follarte hasta que estés en pedazos, pero también quiero caminar lejos. —No te alejes. —No quería que sonara como una súplica, pero lo hizo. La verdad era, que lo necesitaba. Necesitaba la conexión. Necesitaba romper el vacío que silenciosamente me mataba desde adentro con cada día que pasaba. Gimió, tomando un momento para decidir. Tal vez esperaba que la necesidad pasara. Tal vez yo lo esperaba, también. Desafortunadamente, no era tan afortunada. Tocarlo lo hacía peor. —Quédate conmigo —susurré, temiendo al rechazo como nada antes—. Por favor.

Sus dedos se movieron arriba, a la deriva suavemente sobre mi estómago, empujando mi camisa arriba todo el camino hasta que se encontraba justo encima de mis pechos. Se alejó de mi boca y miró a mi llanura de sostén blanco. Empujó las copas abajo, dejándome al descubierto. Su respiración se trabó mientras arrastraba su dedo a lo largo de ambos pezones, poniéndolos duros instantáneamente. —Joder, Allison.

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Me besó duro; lengua y suaves mordiscos a lo largo de mis labios. Me solté, dejándolo vagar por donde quería, saboreando cada mordida mientras magistralmente me tocaba. Gemí y respiré duramente cuando su mano se deslizó por un lado de mi cuerpo y descansó entre mis muslos internos. No queriendo detenerlo, lo agarré más apretado, como una no objeción a eso. Me sentía como si estuviera completamente rindiéndome ante él. Hizo detener el tiempo. El mundo se deslizó lejos mientras continuaba atormentándome.

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Esas palabras fueron su perdición.


Esas palabras me encendían igualmente tanto como su toque lo hacía. Apenas respiraba mientras sus dedos continuaban bajando a mi estómago, ligeramente rozando contra la pretina del pantalón. Mis caderas empujaban fuera de la cama, presionándose contra sus dedos. Miré a su cara hipnotizada, esperando ansiosamente para que continuara. ¡Dios, más vale que malditamente continúe! Lamió sus labios, haciéndolos brillar de una manera que me hizo querer lamer la humedad fuera, antes de que sumergiera sus dedos lentamente debajo de mis pantalones. Mis mejillas acaloradas mientras lo sentía rodear a lo largo de los bordes de mi centro. ¿Trataba de matarme? Me dio otro beso mientras lentamente tocaba más cerca de donde lo necesitaba. Cuando la punta de sus dedos se deslizó sobre mi clítoris, dejé escapar un gemido, y él gruñó en respuesta. —Estás tan húmeda —dijo en una forma dolorida—. Joder, de verdad quieres esto. ¿Cómo no podría? Simplemente asentí mientras mis ojos rodaban a la parte de atrás de mi cabeza con las sensaciones. Un ardor, una sensación de hormigueo viajó a través de mí mientras él vagaba hasta mi raja, mientras hacía círculos en mi clítoris en una manera que dejé salir más gemidos. Oh, mi...

—¿Te gusta eso? —preguntó, respirando acaloradamente contra mis pechos, gimiendo cada vez que yo gemía. No creo que nada pudiera ser tan erótico. No sabía lo que decía exactamente. Un manojo de tonterías poco inteligentes salieron en un apuro, como—: No pares... Dios... Heath... Sí, como que... no puedo creer... Es tan bueno.

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Mientras continuaba poniendo la mitad inferior de mi cuerpo en llamas, tomó mi pezón en su boca y lo chupó suavemente. Apoyé la mano contra la parte posterior de su cabeza, moviendo mis caderas de nuevo, animándole a seguir adelante. Para que no parara. Por favor, que no pare nunca.

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Me sentía preparada para llamar a Dios, si me quería. Infierno, debería haber dicho al demonio en su lugar, porque esas sensaciones no eran nada menos que pecaminosas. Me tocaba como si ya conociera mi cuerpo muy bien. Nunca pensé que se sintiera tan bien.


Seguramente estaría avergonzada si no estuviera tan encendida. Me encontraba perdida en este mundo que construyó a nuestro alrededor. Nunca quería dejar esta maldita cama. —No te detengas. No lo hizo. No hizo la parada sangrienta. Nunca me pasó esto. Esperaba que se apartara y pidiera volver el favor. No lo hizo. —Dios mío. En el segundo que deslizó su dedo dentro de mí, el orgasmo se construyó en un tiempo récord. Un accidente cerebrovascular. Dos golpes. Tres golpes. Cuatro... y me corrí, gritando en el aire, arrastrando las palabras de su nombre. Temblé por su intensidad y ahogó mis gritos con su hermosa boca. —Mierda, Allison —dijo con asombro—. Mierda, me estás matando. Bajé de lo alto, pero mi deseo era tan fuerte, si no más. Lo besé de nuevo, dándole las gracias en silencio por el más maravilloso orgasmo que jamás tuve. Se echó hacia atrás y me miró, esos ojos hambrientos oscureciéndose con cada segundo que pasaba. —¿Te... —Hizo una pausa y miró mi cara—. ¿Quieres más, Allison? Allison. Dijo mi nombre completo en una noche más veces de las que alguna vez me llamaron en toda mi vida. Me destruía, este chico.

Me besó suavemente. —Está bien —susurró. Entonces, todo sucedió a la vez. Tomó la ropa rápidamente, sorprendiéndome porque no era suave. Tiró de mi camisa sobre mi cabeza, tomando algunas hebras de mi largo

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No sabía qué pensamientos acechaban dentro de él, pero la mirada que me daba puso mi corazón en erupción. Era tan cálido. Tan bueno. Nada en absoluto como la mirada rellena lujuriosa que le dio a Tru.

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—Sí —le dije inmediatamente. No hubo ninguna vacilación. Si detectaba el más mínimo indicio de vacilación todo este momento se vendría abajo alrededor de nosotros.


cabello dolorosamente en el proceso, y luego me bajó los pantalones cortos y ropa interior, quitándolos completamente de una pierna pero abandonando la otra pierna como si no tuviera tiempo de sobra. El Heath que conocía era bueno en todo lo que hacía. Tranquilo y sereno. Encantador y suave. Este delante de mí ahora se hallaba por todas partes. Un segundo besando mis labios, el siguiente en mi cuello y mis pechos, destrozando mi sujetador como si hubiera una cuenta regresiva de la que yo no sabía. Se sentía caliente al tacto cuando comenzó a quitar su ropa, y apenas tardó unos segundos antes de que se apretara contra mí de nuevo, esta vez carne contra carne. Frenó sus movimientos hacia abajo por completo cuando se instaló entre mis piernas, lamiendo entre mis labios abiertos con su cálida lengua. —Nunca pensé que estaría contigo de esta manera —dijo—. Siento como que estoy soñando. —Si es así, no me despiertes. —Créeme, no voy a... Va a tomar un tren de carga para que me golpeé fuera de esto. Cerré los ojos cuando sentí la punta dura de su erección presionando arriba y abajo mis pliegues, y murmuró de nuevo lo mojada que me encontraba. Cómo de bien me sentía contra la cabeza de su pene. Era como si me estuviera tomando el pelo con su longitud, deslizándose sobre mi entrada y haciéndome sentir más vacía que nunca. —Heath. —Gemí—. Por favor... Su respiración se aceleró a partir de mis palabras. Se quedó quieto en mi entrada y lentamente se empujó en mí, llenándome pulgada a pulgada. Di un grito ahogado por la plenitud, mi cuerpo se extendió. Se tensó mientras se sacaba, dejando escapar un silbido agudo. —Joder. —Gimió—. Estás apretada, Allie. Joder, te sientes bien.

—Ha sido un largo tiempo para mí —murmuró después de un beso—. No sé cuánto tiempo puedo seguir aguantando.

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Negué con la cabeza contra su boca. —No te contengas en lo absoluto.

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Entró y salió varias veces a un ritmo muy lento, saboreando la sensación. Maldijo a su paso, me rodeó con sus brazos mientras trataba de controlarse de ir más rápido.

Se movió con más fuerza contra mí y gimió al unísono. Dios, se sentía bien. Le agarré más fuerte mientras aceleraba el ritmo, estirándome con cada empuje rápido, agudo. Depositó besos en mi cuello, lamiendo el


hueco de mi garganta antes de tomar un pezón en su boca. Chupó de nuevo con fuerza, haciendo que mi sangre se agolpara directamente en mis pechos. Durante todo el tiempo que continuó moviéndose violentamente en mí. —Por favor... —Me hallaba perdida en mi placer, a la espera de la explosión que vendría. Desesperada por lo que me diera. Me apreté su alrededor, y gruñó ante la sensación. —Joder, me estás matando. Llevó su boca de nuevo sobre la mía y su cuerpo se redujo inmediatamente, apartando la cresta de placer al instante. Clavé mis uñas en su espalda y traté de conseguir que acelerara de nuevo. —Estoy tan cerca —Lloré. —Lo sé. Puedo sentirlo. Sin embargo, todavía no aceleraba. Me miró mientras continuaba sus embestidas lentas. Hizo girar sus caderas contra mí, y me dejó sin aliento ante la fricción que provocó una avalancha de hormigueo en mi núcleo. Mi cuerpo temblaba mientras seguía estos movimientos tortuosamente lentos. Adentro, afuera, remolino de caderas. Grité, besándolo con avidez mientras mi placer se construía y construía. —Heath. —Gemí mientras se empujaba con más fuerza contra mí. —Vamos, Allie. —Gruñó, redondeando sus caderas contra mí.

La realidad se precipitó dentro, y cuando nuestras respiraciones volvieron a la normalidad, el silencio llenó mis oídos. Era dolorosamente fuerte nuestro tiempo juntos. Esperé a que hiciera algo. Quizás besarme o abrazarse contra mí. Quería cierta seguridad de que lo que hicimos estuvo bien.

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—Santa maldita mierda. —Gimió, empujando con fuerza en mí por última vez quedándose quieto completamente. Sentí el tirón de su longitud dentro de mí. Tembló mientras se venía con fuerza antes de que se derrumbara, su cabeza entre mi cuello y hombros.

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Lo hice. Mi cuerpo se rindió y el segundo orgasmo rasgó a través de mí. Lo sentí en todas partes. Su intensidad rizó los dedos de mis pies mientras cabalgaba hacia fuera. Era todo lo que pensé que iba a ser estar con él. Y aun así, tenía hambre. Me sentía hambrienta de él, no sólo esto. Besó la piel debajo de mi oreja y recogió sus movimientos hacia arriba. Golpeó en mí, perdiéndose a sí mismo mientras siguió y siguió. Me aplastaba con su peso, hasta que mis respiraciones eran superficiales y me encontraba resbaladiza por nuestro sudor.


Finalmente se apartó y miro hacia mí. No tenía que buscar en su cara para saber lo que sentía. Para saber si lo que hicimos fue un error. Lo vi claro como el día en su rostro. Su choque. Su dolor. Su... lamento.

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Heath me rompió el corazón en ese momento.


Heath

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Lo jodí.


12 Traducido por Alysse Volkov Corregido por KAri_VAl

Heath

S

alí de allí más rápido que una bala. No eran necesarias las palabras. De todos modos, ¿qué mierda podría decir? “¿Lo siento por follarte?” De alguna manera, no creo que eso fuera suficiente.

La culpa era una cosa de mierda, ¿no? Era la manera perfecta para entrar en la cabeza de alguien y joder su materia gris. Lo que hice… Oh, mierda. Esto iba a costarme mi hermano. Y a ella.

¿Cómo demonios iba a arreglar esto? Tomé mis llaves y la ropa y salí estrepitosamente del edificio, con el objetivo de llegar lo más lejos posible. Actué como un completo jodido cabrón; ese tipo de chicos que tuvieron lo que querían y corrieron hacia el

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Sin embargo, no podía hacerlo. Vivir con Allie era un correcto desastre desde el principio. Me hizo darme cuenta que quería cosas que ni siquiera sabía que quería. Estar cerca de ella, anhelándola, hambriento por su sabor, lo cambió todo. Quería un poco de maldito sentido en mi vida. Quería sentar cabeza. Quería tener una chica tan increíble como ella a mi lado. Alguien suave y real. Una chica amable que miraba el mundo feo y todavía se aferraba a la creencia de que de alguna manera existía belleza allí.

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Iba a perder a dos de las personas más importantes en mi vida a causa de mi momento de debilidad. Nada de esto habría sucedido si sólo hubiera follado a la chica del bar y me hubiera quedado alejado toda la noche.


atardecer. Probablemente la dejé sintiéndose como una mierda, y habría vuelto sólo para hacerla sentir mejor si no fuera un maldito cobarde. Conduje sin rumbo, perdido en mis pensamientos, tratando de encontrar una manera de adormecer el dolor, ya que esto me atormentaba demasiado. No quería jodidamente pensar en esto. Con el tiempo, regresé al bar y bebí para alejar mis penas. Tomé trago tras trago. Esperé por el zumbido. Para que mi cerebro empezara a nublarse. Pero no, nada vino. Me sentía podrido. —Te ves como una mierda —dijo una voz familiar en mi oído. No miré a Tru mientras se deslizaba en el taburete a mi lado. Podía oler la mierda con aroma a flores que solía gustarme de ella. Ahora sólo me enfermaba. —¿Necesitas hablar de ello? —procedió a preguntar. —No —le contesté. —Es esa chica, ¿no es así? Desde que apareció, has cambiado. Lo veo en ti. Te has vuelto todo suave, Heath… —Mira, no me importa una mierda, ¿vale? —interrumpí, mirándola—. Déjame en paz. Hizo caso omiso de lo que dije y continuó—: ¿Qué pasa con ella? Porque no lo veo. Quiero decir, veo tu forma de actuar con ella. Lo veo en la forma en que la miras. Pero no lo encuentro. Es simple. Es tímida. No es sexy o sobresaliente… —Es todo lo que no eres —interrumpí, dándole otra mirada fría. —¿Y eso es algo bueno?

—Tru —dije, dejando escapar una risa dura—, no eras diferente a las otras chicas que he tomado antes. No había nada entre nosotros. No te miraba cuando estábamos juntos. Puedes chupar la polla de una persona como una aspiradora, pero eso no significa ni una mierda. Nunca se me aceleró el pulso. Nunca hizo que mi corazón se apretara. Nunca me hizo

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Se quedó paralizada. Parecía afligida por un momento antes de que ese borde maldito se hiciera cargo. Se inclinó hacia mí, empujando sus tetas contra mí brazo mientras gruñía. —No hay ninguna manera de que follen como nosotros lo hicimos. ¿Hmm? Te dejé hacer lo que querías conmigo. Te di todo lo que pediste para…

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Pensé en su pregunta por un momento. En realidad no necesitaba pensar. Asentí e hice un gesto al camarero para otro trago mientras gruñía entre dientes—: Es la mejor maldita cosa que jamás podría pedir.


sentir nada. Así que basta, ¿de acuerdo? Estás cavando y es todo en vano. Sus ojos se humedecieron, y tal vez el alcohol me hizo cruel porque de verdad no me importaba por ello. Se apartó de mí y se fue. Al fin. Volví a tomar unos cuantos tragos y vi el tiempo pasar. ¿Las cosas volverán a la normalidad? Más importante aún, ¿lo dejaré? Culpable. Culpable. Culpable. —Has sido servido —dijo otra voz. ¡Mierda! ¿Lucía como si fuera sociable esta noche? Golpeé mi mano en la barra y gruñí. —No estoy de jodido humor esta noche para hablar. Vete a la mierda. —Sí, bueno, yo tampoco —replicó la voz. Levanté la mirada y encontré a Ricardo. El cabrón tenía el mismo aspecto que la última vez. —¿Qué quieres? —pregunté, no enmascarando mi ira—. ¿Me vas a honrar con algo de información acerca de mi hermano? ¿O vas a quedarte y ser ominoso como la mierda de nuevo? Me sonrió, no todos se desvivieron por mi actitud. —Has sido servido —repitió antes de establecer una hoja de papel al lado de mi vaso—. La deuda de tu hermano depende de ti. Cincuenta grandes. —Espero que te refieras a cincuenta jodidos dólares. —Estoy hablando en miles, hombre.

Eché un vistazo a la dirección y apreté mi mandíbula. —Me estás pidiendo que te de dinero que no tengo. No va a suceder. No lucia molesto por mis palabras. Tal vez se hallaba acostumbrado a escucharlas salir de la boca de los demás cuyos bolsillos desangraba. Su arrogancia me decía que siempre conseguía lo que quería.

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Se rió entre dientes, deliberadamente empujando mis botones y me respondió—: Eres un luchador. Has un poco de dinero. Sólo porque me caes bien y realmente no es tu culpa ninguna de esta mierda, tu primer pago es de quince. Llévalo a ésta dirección el próximo domingo.

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—No tengo esa cantidad de dinero conmigo.


Miró alrededor de la barra, luciendo calmado y casual mientras continuó hablando conmigo. —Lawson, no seas un idiota como tu hermano. Amas a esa pequeña mierda. Estoy seguro de que no quieres que le suceda algo a tu hermanito en la cárcel. Escuché que se metió con una chica también. Escuché que estás especialmente cerca de esa cosa embarazada. —Se rió de una manera que enderecé mi espalda y me le quedé mirando sombríamente—. No te enojes conmigo. Sólo soy el colector. Mi jefe me da un trabajo, y yo hago ese trabajo. —Me estás pidiendo hacer quince mil dólares en siete días. —Sí, supongo que lo estoy. —¿Cómo diablos eso va a pasar? No parecía molesto. —No me importa una mierda. Roba un banco, asalta a algunas personas… joder, no me importa. No es asunto mío cómo lo consigues. —¿Qué pasa si no puedo? —Como he dicho, sabemos todo acerca de tus seres cercanos. No soy un fan de hacer el trabajo sucio. Pero si se trata de eso, entonces lo haré. Voy a hacer el trabajo sucio, y creo que sabes exactamente lo que quiero decir cuando digo eso. Mi estómago se revolvió. Empuñé mis manos y me incliné más cerca de él, gruñendo. —Si me matas, ¿cómo mierda vas a conseguir tu dinero, entonces? Sonrió ante mi audacia. Ese maldito diente de oro reflejaba mi rostro distorsionado, enojado. —La sangre es otra forma de pago, Lawson. No lo pagas, eso está bien. Tu cabeza, junto con esa preciosa chica que has estado cuidando están en el tajo, y no nos importa. De hecho, eso sólo va a enviar un comunicado al resto de los malditos idiotas que quieren hacer negocios con nosotros. Así que es mejor que sólo pagues. Como he dicho, el domingo al mediodía. Ve allí con el dinero. Me acarició la espalda como si fuéramos los mejores amigos y se

Por primera vez en mucho tiempo, me sentí total y completamente derrotado.

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Me quedé mirando el trozo de papel, medio tentado a romperlo en pedazos. Justo cuando pensaba que esta noche no podía ser peor, los cielos se abrieron y llovió torrencialmente sobre mí.

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alejó.


13 Traducido por Yasna.FU & Bett G. Corregido por KAri_VAl

Allie

T

odo cambió.

Me desperté y Heath no se encontraba allí. De hecho, se fue el fin de semana. Pasé dos noches por mi cuenta, sola, en un apartamento que ahora estaba manchado por lo que hicimos. Casi no dormí. Apenas comía. Apenas hice nada en absoluto, difícilmente me acosté y vi la televisión sin sentido. En algún momento de la madrugada del lunes por la mañana, regresó. Oí ruidos fuertes provenientes de su dormitorio. Después de quedarme despierta la mayor parte de la noche, fui a ver cómo estaba, apenas toqué con la punta de mis pies en mi camino en caso de que me oyera. Se encontraba de pie en medio de la habitación en nada más que sus boxers, levantando pesas.

Esto era mi culpa.

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Jadeando, se pasó las manos por su cabello y un sonido dolido brotó de su garganta. Negó con la cabeza repetidamente, tropezando mientras pasaba por encima de las pesas. Su cuerpo se estrelló contra la cómoda, y se agarró a los bordes de la misma, temblando y tomando grandes bocanadas de aire. Mi corazón se rompió. Nunca lo vi así. Sabía que había pasado los dos días torturándose con la culpa. Me sentía responsable. Le rogué que estuviera conmigo.

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Era inestable, y cuando fui golpeada con el espeso olor a alcohol, sabía por qué. Maldecía por lo bajo, llegó a seis repeticiones antes de que tirara con rabia las pesas hacia abajo. Salté y di un gran paso hacia atrás, sorprendida que las pesas no cayeron directamente a través del suelo.


Me acerqué lentamente, ampliando la puerta. Oyó los sonidos chirriantes de mis pasos y volvió la cabeza para mirarme. Sus oscuros ojos se veían enrojecidos y vidriosos. Su piel no tenía su brillo bronceado habitual, era pálido y enfermizo. En sólo dos días, parecía que perdió cuatro kilogramos, pero sabía que no era posible. Este era el aspecto de la miseria. Mi corazón se detuvo mientras susurraba—: Heath. Sus ojos me lamían de pies a cabeza, y cuando se demoraron alrededor de mi estómago, me tensé. Miraba a mi protuberancia, palideciendo aún más. —Vete —dijo, su voz sonaba gruesa y áspera. —No te puedo dejar así —le contesté, intentando con todas mis fuerzas no llorar. Dios, la cosas se jodieron. —Vete. —Heath… —No quiero verte, Allie. Sólo vete. Mi corazón se encogió y tragué saliva, en silencio diciendo—: Sólo quiero ayudarte, Heath. Esa expresión se volvió fría. Vi algo parecido al disgusto en él cuando se burló de mí. —¿Ayudarme? ¿No crees que hiciste lo suficiente? Aparté la vista de su mirada helada y la dejé en un lugar al azar en la pared. Me rompía. —Yo... no sé qué decir acerca de lo que pasó entre nosotros.

Pero no tenía a nadie. Sólo una solitaria, como siempre, con la diferencia de que me sentía cansada de ello. Así que me metí todas las emociones por mi garganta y las encerré. Luego me levanté y empecé a

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No quería, pero cuando se dio la vuelta y ni siquiera me reconoció, sabía que no tenía sentido quedarme. Salí de la habitación, y sólo un momento antes de que pasara la cerró de golpe. Me senté en mi cama por un rato, sintiéndome más sola que nunca, preguntándome cómo demonios mi vida se convirtió en esto... complicado. Me quedé sin poder hacer nada en la habitación, como si las paredes me podrían ofrecer respuestas. Quería desesperadamente sentir lástima por mí misma. Acurrucarme en una bola y llorar mi corazón. Tener a alguien recorriendo su mano de arriba abajo en mi espalda, diciéndome que estaría bien.

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—No te estoy pidiendo que digas nada. Te estoy diciendo que te vayas.


prepararme para la escuela temprano. Recogí mis cosas y me fui al baño. Me encerré dentro y tuve una larga ducha, sentándome en la bañera con la espalda contra el rocío. Oí movimientos. De él dejando el dormitorio y pisando fuerte por el pasillo. Parecía moverse mucho en el momento en que me levanté y cerré el agua. Salí y me cambié rápidamente, conteniendo la respiración entre mis movimientos para escuchar lo que hacía. No quería cruzarme con él en mi salida. La tensión entre nosotros se elevó a un punto de ebullición, y me petrificaba con una confrontación si se trataba de maldiciones y palabras de enojo. Tiré mi cabello mojado y recogí mi mochila cuando oí un estrépito proveniente de una de las habitaciones. Me quedé helada y escuché las maldiciones y gruñidos de Heath cuando sonidos más caóticos estallaron. ¿Qué demonios? Abrí la puerta del baño y tentativamente salí. Otro estruendo sonó y lo seguí hasta mi habitación donde lo encontré, de pie en el centro con un bate de acero en la mano. Lo balanceó en la cabecera de la cama varias veces hasta que se astilló y se rompió. Mi aliento se atascó en la garganta mientras lo veía destruir todo lo que pudo, teniendo abajo el tocador después de haber aniquilado la cama, y derribando los carteles. Me sorprendí por la forma violenta en la que se veía. Todavía parecía muerto de cansancio, parecía un maldito fantasma salvaje en nada más que sus boxers. Su piel sudorosa hablaba de lo duro que trabajó en esto. Me detuve en el umbral y miré cada centímetro de la habitación, angustiada de encontrar un sinnúmero de artículos de Ryker destruidos y ensuciando el piso. En sólo veinte minutos desde que estuve fuera de la habitación la borró por completo.

—¿Qué estás haciendo? —repetí, histéricamente. Su cara se puede haber ablandado al verme, pero esos ojos eran más duros que nunca. —¿Qué es lo que parece? —replicó entre jadeos. —¡Has destruido por completo la habitación de Ryker, Heath! —No me digas.

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Se detuvo bruscamente y se volvió hacia mí. Se sorprendió al verme allí. Sus ojos rojos se abrieron y su mano agarrando el bate de repente cayó a su lado.

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—¿Qué haces? —dejé escapar en estado de pánico.


—¿Por qué? ¿A causa de lo que pasó entre nosotros? —Cuando no respondió, le exigí en voz alta—: ¡Dime por qué! —¡Porque te follé en esta cama! —gritó, señalando el bate en la dirección de la cama—. Y ahí es donde él te tomó una y otra vez. ¿Sabes lo jodido que es, Allie? —¡¿Sabes lo jodido que es que estés rompiendo todo como resultado?! —¡Porque ese hijo de puta egoísta no se merece esta mierda! —Tiró el bate en la lámpara de la mesilla de noche, rompiéndola al instante. Mi ritmo cardíaco se disparó. —¿Qué te pasa? Dando un paso hacia delante, me miró salvajemente y gritó—: ¡Tú! ¡Te has metido en mí! ¡En cada parte de mí! ¡No puedo pensar en ninguna mierda excepto tú! ¡Me has jodidamente arruinado, Allie! Y te odio por ello. ¡Te odio por amarlo en su lugar! Te odio por hacer lo que hiciste porque te sentías enfadada con él, por lo mucho que estás tratando de negar tu amor por él… —No te besé, o pedí que me tocaras porque quería negar mi amor por Ryker —dije, sorprendida de que pensara de esta manera—. Eso es estúpido, Heath. Quería tocarte por las mismas razones que querías tocarme. —Pero tú eres de él. —¡No soy de nadie! Sacudió la cabeza y se apartó de mí, dando patadas a una pila aleatoria de basura en el suelo. Se pasó las manos por el cabello mientras miraba con una expresión vacía. —No te merece —dijo en voz baja—, pero te ama tan jodidamente mucho. Está desesperado. Y acabo de arruinado todo. Enamorándome de su chica. Embarazada con su bebé, y todavía me enamoré de ella con fuerza. Y luego me la tiré.

—Te olvidas de lo mucho que se reía detrás de nosotros. Volvió la cabeza y me miró. —Entonces, ¿qué entonces? ¿Estamos destinados a bajarnos a su nivel? ¡Mira lo que acabamos de hacerle, Allie! —¿Qué hay de lo que me hizo? —repliqué, alzando la voz mientras continué—. ¿O a ti? ¡Decidió mandar todo por la ventana! ¡¿Por qué

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—Lo traicioné. Confiaba en mí y yo... soy la mierda que se rió de él a sus espaldas.

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Mi garganta se cerró y nuevas lágrimas cayeron de mis ojos.


debemos ser considerados con sus sentimientos al ver que no le importan un CARAJO los nuestros?! —¡Porque eso es lo que nos separa de la gente como él! No respondí por un momento. Me quedé mirándolo duro y sacudí la cabeza. —No, Heath. Cuando alguien lanza a la gente como nosotros a distancia sobre lo que quiere su propio egoísmo, eso no significa que debemos seguir tratándolos como si ellos no lo hicieran. Ryker no merece ser puesto en un pedestal. Ninguna cantidad de lo que me extraña o me ama va a cambiar eso. Decidí hace mucho tiempo que había terminado con él… —¿Entonces por qué no dijiste nada? —intervino—. Te pregunté varias veces si esperabas por él y no dijiste nada. Tenías todo el día para ir allí y decirle que terminó. —Rompí con él hace mucho tiempo. —Reaccionaste emocionalmente. Él no piensa que lo terminaste. —No he cambiado de opinión. —Entonces dile. Me encogí. —¿Quieres que vaya y le diga a un hombre desesperado en un agujero de mierda que lo que lo está sosteniendo no lo espera en el otro lado? —Más lágrimas cayeron mientras sentía la ira en lugar de mi voz—. ¡Tú y yo sabemos que es más fácil decirlo que hacerlo! —Y sólo conseguirás hacerlo más difícil cuanto más tiempo pase. Sobre él y tú. Me aparté de él. No me sentía preparada para hacerle frente a Ryker. Todavía tenía mucho enojo y odio crudo allí. No existía ningún sentido discutir sobre esto. Sabía que no iba a llegar a ninguna parte.

No dije nada. —Allie —presionó—, hazlo. Dile que has terminado. No te merece. Él es una cagada. Él... ha hecho mucho. —Sé eso. —No, no lo sabes. No te he dicho todo. Con el ceño fruncido, lo miré. —¿Qué quieres decir?

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—Necesita saber.

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Cogí mi mochila del suelo y tranquilamente dije—: Lo que pasó entre nosotros era algo que yo quería. No tenía nada que ver con tu hermano. No eras una distracción, Heath.


Tragó saliva y se sentó en el borde de la cama en medio del montón de basura esparcida a su alrededor. Puso sus codos en las rodillas y mantuvo la mirada fija en un punto en la pared. Mi inquietud se arrastró por su semblante preocupado. —Le debía a la banda por la que trabajó por un montón de dinero —explicó con voz vacía—. El dinero que le agarró la policía iba destinado a pagarles. Me ha dejado esa deuda para que la pague. Mi mochila cayó de mis manos en estado de shock. Di un paso vacilante hacia adelante. —¿Por qué te dijeron que pagaras? —Porque soy su hermano. Esta es la clase de mierda que esas personas van a hacer, Allie. No es nuevo. —¿Hace cuánto tiempo lo sabes? —Supe sobre el monto en dólares hace dos noches. El tipo apareció hace un tiempo y me dijo que me avisaría al respecto. —¿Por qué no me lo dijiste enseguida? Esos profundos ojos marrones fueron a encontrarse con los míos. Se lamió los labios lentamente, pronunciando—: Porque no mereces ser arrastrada por él. No quería preocuparte. Quería que te concentraras en tu embarazo y las clases. No necesitas su mierda encima de todo esto. Lentamente fui con él y me senté en el borde de la cama a su lado. El horror y el miedo se instalaron. Estas eran malas personas. —Heath, tenemos que ir a la policía. —Vamos a la policía, ellos van a saberlo. Van a ir después por Ryker a la cárcel. Tienen conexiones. —¿De cuánto dinero estamos hablando? —Cincuenta de los grandes.

Sentí nada menos que horror. —¿Dónde vamos a conseguir esa cantidad de dinero? Sabía que debería haber estado trabajando. Debería tener…

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Asintió lentamente, frunciendo los labios. —Sí. El matón está exigiendo quince para el próximo domingo.

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Mis ojos se abrieron y me quedé boquiabierta. —¿Qué?


—No te atrevas a culparte por nada —interrumpió severamente—. No es el tiempo para “debería, podría”. Es tiempo para darse cuenta, ¿de acuerdo? Asentí, pero no alivió mis preocupaciones. La ansiedad se apoderó de mí hasta la médula. —Ahora tengo cinco mil doscientos ya apartados para el bebé — continuó él—. Voy a tener que usarlos. Tengo una pelea este viernes. Eso podría ser fácilmente otros cinco de los grandes en la bolsa. Lo que significa que a partir de ahora hasta entonces tenemos que llegar a otros cinco, y no puedo ver nada alrededor en este apartamento que se venderá por esa cantidad de dinero. —Entonces, ¿qué vamos a hacer para arreglarlo? —Voy a tener que preguntar por ahí. —Suspiró lentamente—. No muchas personas tienen efectivo por aquí, pero vale la pena intentarlo. No dije nada. Mi cerebro corría en los peores escenarios posibles. ¿Qué iban a hacer si no llegábamos con los quince mil completos? ¿Dónde íbamos a conseguir el resto de los cincuenta si nos dieran otro absurdamente corto plazo? —Voy a salir y empezar a preguntar por ahí —dijo entonces, poniéndose de pie. —Necesitas descansar primero —le contesté—. Parece que no has pegado ojo… —No tengo tiempo para descansar. Tengo que conseguir esto primero.

Después de las clases de la mañana, regresé a casa y descuidé mis deberes. No podía pensar en otra cosa que esta maldita deuda. Rebusqué en mis pertenencias, en busca de cualquier cosa que pudiera vender. Encontré un par de aretes de oro que Ryker me dio en mi cumpleaños dieciocho, y tras pasar por sus cosas, saqué varios relojes que él mismo estropeó en los meses antes de su arresto.

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Salió y no pude hacer nada más que ir a clase. No tenía a quien recurrir por dinero, excepto... bueno, mi madre, pero no contestaba ninguna de mis llamadas. Incluso cuando llamaba desde una cabina telefónica, esquivaba números extraños con pasión.

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No discutí con él, aunque quería. Sus movimientos eran lentos y desequilibrados. Se veía mal y apenas capaz de concentrarse mientras iba alrededor del apartamento, cambiándose en un nuevo par de ropa, pero todavía oliendo miserable.


Me dirigí afuera y tomé un autobús a la casa de empeño más cercana. Cansada, empujé a través, caminando unas cuantas cuadras en el calor para llegar allí. Mi estómago dolía, y tuve que parar varias veces a frotar mi barriga y tomar algo de agua. Cuando finalmente lo hice, descubrí que mis aretes no eran de oro real y eran prácticamente inútiles, y los relojes de Ryker combinados ascendieron a trescientos dólares. No importa que él los amara, los entregué. Podría vivir sin ellos, después de todo, esta era su maldita deuda. A mi regreso, me detuve en varias tiendas y llené algunas hojas de vida. Tratando de ocultar mi panza, lo que no era tan difícil cuando llevaba una camisa holgada y todavía se veía diminuta. Si consiguiera algo pronto, podría ser capaz de sacar algunas monedas juntas antes que el bebé naciera. Bebé. Jesús. A este ritmo, no me hallaba segura de poder hacerme cargo de otra alma. Mi vida era un desastre. Heath no se encontraba en casa cuando regresé. Me hice algo de comer antes de colapsar en su cama. No podía dormir en la habitación de Ryker después de que Heath la destruyó. Arrojé el dinero en efectivo en la cómoda y tiré las mantas encima de mí. Mi estómago me dolía, mi cuerpo se sentía débil, y mis pies se hinchaban mucho.

—Heath —susurré—, ¿estás despierto? —Sí —respondió de inmediato, sonando más despierto que nunca—. Lo estoy. —¿Ha habido suerte?

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Me desperté con un cuerpo caliente contra mi espalda y su grueso brazo alrededor de mi cintura. Lo primero que pensé fue que olía bien, como si hubiera tomado una ducha. La habitación se encontraba a oscuras, y a juzgar por la oscuridad de afuera, sabía que era bien entrada la noche.

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Finalmente el sueño ganó, especialmente cuando el olor de Heath se aferraba fuertemente a las sábanas a mí alrededor.


—Jorge me prestó quinientos dólares. —Eso es bueno —Mejor que nada—. Empeñé los relojes de Ryker. Trescientos dólares. —¿Cuándo hiciste eso? —Por la tarde. Fue en la tienda cercana a unas cuadras. Suspiró con tristeza. —No me gusta que camines por estas calles. Tampoco me gusta que te canses. Me encogí de hombros. —¿Esperas que no haga nada al respecto? —Preferiría que no lo hicieras. No hacer nada se hallaba fuera de cuestión. Lanzar este tipo de carga únicamente sobre los hombros de Heath era absurdo. —Desearía que hubiera más que pudiera hacer sintiéndome decepcionada por lo poco que podía contribuir.

—le

dije,

—Trescientos dólares es grandioso, Allie. A pesar de todo, mi cuerpo se calentó por sus palabras. Me hablaba normal, sin mostrar signos del Heath enojado de esta mañana. Esta era la parte de él que más necesitaba. No quería que lo que hicimos insultara nuestra relación. Quería tener este lado suyo felizmente si era lo mejor que podía conseguir. —Lo siento por todo —dije de repente con remordimiento—, no quería arruinar las cosas contigo. —No has arruinado nada —respondió, besando la parte de atrás de mi cabeza antes de acariciar su nariz en mi cabello—. Eres perfecta, y no me arrepiento de nada cuando se trata de estar contigo. —Pero dijiste…

Me apretó más contra él. No dijimos nada más, pero nuestros cuerpos se entrelazaron de una manera que se encontraba lejos de ser neutral. Traté de entender lo que esto significaba. No sabía si esta era su manera de empujarnos de nuevo a lo que éramos antes de esa noche, o si el paradigma había cambiado y este era el comienzo de algo más.

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Negué con la cabeza. —Tú nunca me tratas mal, y la última cosa que jamás podría hacer es odiarte, Heath.

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—Entré en pánico. Perdí mi mierda y no debería haberlo hecho. Lo siento por salir corriendo. No debí hacerlo. Lo último que quiero es que seas tratada como mierda por otro chico Lawson. No quiero que me odies.


PĂĄgina

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De todos modos, no rogarĂ­a por su toque, a pesar de que estaba constantemente en la punta de mi lengua. DejĂŠ nuestro destino en sus manos.


14 Traducido por anaapauu Corregido por Nyssa

Heath

N

o podía dormir. Los días pasaron volando, pero las noches pasaron dolorosamente lentas. Era un maldito desastre. Seis mil doscientos dólares.

Eso era lo que teníamos para la mañana del viernes. Empezaba a perder mi mierda. Necesitaba ganar la pelea de esta noche. Necesitaba unos buenos cinco o seis de los grandes para esa cantidad. Como mucho, podría exprimir unos pocos cientos de dólares para el alquiler, pero eso significaba ser acosado por el propietario la próxima semana. Ese bastardo tacaño estaría en la puerta si tenías una hora de retraso. Me froté la cara cuando el sol se asomó a través de las persianas, quemando la habitación con sus rayos. Me lo imaginaba burlándose de mí. Diciéndome que tendría dos mañanas más por delante. El estrés era insoportable.

Eso era lo que más me mataba. Si no conseguía el dinero a tiempo, ¿qué iban a hacerle a ella? No podría vivir conmigo mismo si le fallara. Sólo pensar sobre eso dolía. Me acerqué a ella y pasé el brazo alrededor de su cintura. Tiré de ella contra mí, en la misma posición que había estado durmiendo estas últimas noches. Su olor, su tacto, el sonido de su respiración, todo ello ayudó a calmarme y centrarme. Ella parecía ser lo

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Dios, si algo le pasa a ella…

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El cuerpo junto a mí se movió ligeramente. Miré a Allie, acurrucada de costado de espaldas hacía mí. Tuve que fingir que seguía dormido cada vez que se despertaba en medio de la noche para ir al baño. No quería que supiera sobre la tormenta dentro de mí.


único que podría alejar una situación horrible y hacerme olvidarlo por un rato. Ligeramente besé a lo largo de su hombro y por el lado de su cuello. Besé la piel bajo su oreja y aspiré el aroma de su cabello. Aún usaba mi champú, y joder, me volvía loco. Me hacía fingir por un segundo que se encontraba marcada por mí, y eso me molestó un poco más de lo que la idea me aplacó. Se movió un poco otra vez. Rozando su culo contra mi pelvis, y los más pequeños movimientos provocaron que se frotara contra mí. Me tensé y cerré los ojos con fuerza. Dejar de follar a Allie para conseguir un empalme mientras todavía seguía durmiendo. Tenía un par de horas para matar antes del trabajo, y si se gastaban con ella contra mi polla de esta manera, iba a estallar. Minutos más tarde luchaba contra el impulso de saltar contra ella. Mantuve mi brazo firmemente envuelto alrededor de su cintura, pero mis caderas estaban contra la parte posterior de ella. Yo era una roca sólida, desesperado con la necesitad de follar con ella otra vez. Respirando por la boca, besando hasta su cuello, hasta que se me ocurrió que su respiración se había ido por completo. Se despertó. —Allie —le susurré al oído. —S-sí —tartamudeó ella. Fui sutil al principio. Pequeños movimientos constantes. Los únicos sonidos eran de la ropa frotando contra ropa. Se estremeció, y yo sentía cada sacudida resonar en mí. Mis besos se volvieron en lamidas delicadas, desde sus omóplatos hasta la parte posterior de su cuello. Ligeramente chupé su lóbulo de la oreja y para entonces ella jadeaba.

Necesidad de tocarla. Necesidad de estar dentro de ella. Necesidad de que necesite esto también.

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Existía algo en ella que me hizo perder mis sentidos. No podía entenderlo, incluso la segunda vez. Cada pequeño toque, aunque la luz aparentemente insignificante en el exterior, en realidad punzaba en el interior. Fue doloroso frenarlo, pero el dolor era uno satisfactorio. Mi adicción empezó conmigo sólo necesitando estar cerca de ella. Y ahora… Ahora era esto.

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De hecho, ambos jadeábamos.


—Te sientes tan condenadamente bien —le dije. Se sacudió otra vez. Le gustaba que le dijera estas cosas, lo sabía. Solté mi brazo y llevé mi mano a su pecho. Ella estaba desnuda. — Malditamente perfecta, Allie. Tomé su pecho en la palma de mi mano, y a través de su camiseta pellizqué su pezón, sintiendo al instante que se endurecía. Dejó escapar un gemido y empujó su culo más duro contra mí. —Sí, necesitas esto también, ¿no? Sé que lo haces. Asintió con la cabeza ante mis palabras. Solté su pecho y tiré sus pantalones cortos hacia abajo hasta que se asentaron alrededor de sus muslos. Deslicé mi mano a su húmedo coño y la froté. Se empujó contra mí y gimió. Chupé su cuello febrilmente mientras la acariciaba, empujando entre sus pliegues y sintiendo las paredes de su apretado coño. Santa maldita mierda. No pasó mucho antes de que estuviera llorando a través de su orgasmo. Me encantaban sus sonidos. Me encantaban cuán reales eran. Su mano viajó detrás de ella, tirando ansiosamente del dobladillo de mis pantalones. Inmediatamente me deshice de ellos. Necesitaba sentirla otra vez. Ella seguía en su costado cuando tiré de su pierna y puse mi polla contra su entrada. En un rápido movimiento, empujé dentro de ella. Se tensó ante la intrusión, mientras tanto mis ojos rodaron a la parte posterior de mi cabeza mientras sus paredes abrazaron cada centímetro de mí. Se sentía como si me estuviera apretando cada vez que me empujaba fuera. Cálido. Húmedo. Suave.

Sentir cada pedacito de esto. Cada trazo. Cada beso. Cada palabra erótica que le susurraba al oído.

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Lo saboreaba esta vez. No fui duro y rápido. Ella era emocional. Necesitaba considerar eso y hacerla sentir apreciada. Me llevó a un lugar donde no existía nada más que nosotros. Quería lo mismo para ella. Quería que olvidara el estrés y sólo sintiera.

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Era el cielo.


La estreché con fuerza contra mí, desesperado por sentirme como uno con ella. Hasta que ambos gritáramos y nos sacudiéramos en nuestra liberación. Ella era perfecta. Decidí en ese momento que nunca iba a dejar de lado a Allie otra

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vez.


Allie El almacén se encontraba lleno. Heath se abrió paso entre la multitud, manteniéndome contra él cuando llegó al centro de la habitación. Arrojó su camiseta y me la entregó, sin levantar la mirada para ver a su oponente. Pero yo lo hice, y santo infierno, el hombre era enorme. Marko se hacía llamar, y Heath nunca fue contra él antes. Era nuevo, y con sus misteriosos tatuajes de serpientes arrastrándose por todo su torso, se veía nada menos que siniestro. Por lo general, diría que me sentía segura con la lucha de Heath. Él nunca había perdido. Era el invencible hermano Lawson con puños de acero. Pero esta noche parecía lento y no presente mentalmente. Después del sexo inesperado de esta mañana, se volvió completamente introvertido. Sabía que no era yo personalmente. Todavía me tocaba y me sostenía. Se hallaba agotado. No tuvo un sueño decente en más de una semana. Había llegado a él, y estaba segura de que veía doble de todo. —¿Estás seguro de que puedes hacer esto? —le pregunté, difícilmente capaz de enmascarar mi preocupación. Asintió. —Sí, nena. Estoy bien. Justo cuando se volvió a mirar a su oponente y ponerse a trabajar, llevé mi mano a su rostro y lo obligué a mirarme. Miré fijamente a esos ojos marrones embotados y el rostro sin vida con tristeza. —Heath, no quiero que te hagan daño. No te presiones. Llevó su mano sobre la mía y dijo—: No tengo elección, Allie. Sabes eso.

Negué con la cabeza, pasé un brazo alrededor de su cuello y forcé su boca contra la mía. Lo besé duro. Envolvió sus brazos alrededor de mí y me devolvió el beso, acariciando desesperadamente su lengua contra la mía. No me importaba que las personas alrededor de nosotros estuvieran tranquilas. Este tipo de afecto por Heath iba lejos de lo común, pero no

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Me lanzó una sonrisa a medias que todavía enviaba hormigueos todo el camino hasta los dedos de mis pies. —Al, no me lastimará. Todo lo que me queda es mi apariencia.

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—Pero te ves horrible.


sólo eso, todo el mundo sabía quién era yo y a quién me hallaba destinada a ser. Esto indefinidamente revolvía la olla. Pero no me importaba. Quería a Heath. Lo quise por tanto tiempo ya. —Cristo, Allison, definitivamente me has despertado ahora — murmuró, mirándome con sus ojos tiernos. Le sonreí. —Golpéale el trasero a ese tipo, ¿de acuerdo? —Sí —dijo con una voz vacilante. Lo dejé ir y lo vi hacer frente a Marko. Sentí la presencia de alguien detrás de mí y me giré para ver a Matt con los brazos cruzados y los ojos dirigidos a mí. Tenía el ceño fruncido hacia mí, no hay duda de su desaprobación de mi beso con Heath. No dejé que me afectara. Me aparté de él y continué mirando a ambos rivales preparándose. Un silbato preliminar sonó y ambos comenzaron a acercarse el uno al otro. La mirada en el rostro cincelado de Marko era letal, mientras tanto la Heath seguía nublada por su agotamiento. Entonces el segundo silbato sonó y era oficial. Ellos se rodearon el uno al otro. Marko fue el primero en hacer un golpe, golpeado el aire cuando Heath esquivó el puño.

Una mano de repente se envolvió alrededor de mi brazo, tirándome hacia atrás.

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Tenía razón. Heath no lo hizo. Se encontraba demasiado ocupado recuperando el aliento y moviendo la cabeza de lado a lado. Abrió la boca y estiró la mandíbula, como si estuviera comprobando que nada estuviera roto, y no quería nada más que dar un paso en el círculo e ir a él. Para protegerlo de este tipo raro porque no se parecía a ningún otro oponente al que Heath jamás se había enfrentado. Di un paso hacia delante para hacer precisamente eso. Mi corazón se rompía. Heath podría estar gravemente herido.

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—¡Vamos, Lawson! —Los gritos venían desde cada rincón de la habitación. Heath se lanzó a Marko un par de veces, sin éxito de golpearlo. Era un cara a cara hasta que Marko se movió de forma agresiva, sin preocuparse de los golpes de Heath en el rostro y pecho. Era como ver a una bola de demolición volando a través del cemento. Marko envió rápidos golpes a través del rostro de Heath y la parte superior del cuerpo. Era tan rápido, Heath apenas podía encontrar espacio para devolver el golpe. Se tambaleó hacia atrás mientras Marko continuaba viniendo a él, y sólo cuando su espalda tocó contra la multitud hizo a Marko rendirse y alejarse. Miraba engreído, alejándose de Heath sin mirar atrás. Como si confiara en que Heath no tomaría esta oportunidad para saltar.


—No lo hagas —escuché la voz severa de Matt en mi oído—. Heath puede cuidarse a sí mismo. No confiaba en mi misma para estar pegada a ese punto, así que dejé que Matt mantuviera su agarre sobre mí. Miré con desesperación cómo Marko empezó el juego de nuevo, permitiendo que Heath se acercara antes de mandarlo directamente contra la multitud. Quería creer que era el agotamiento de Heath que domó su fuerza, pero Marko tenía una ventaja sobre él que me asustaba. Era como ver a un león llorar en una jaula después de toda una vida de cautiverio. El hombre era una maldita máquina, y Heath finalmente había conocido a su igual. ¿Por qué demonios tuvo que conocerlo ahora? Era un sacrificio. Heath se cayó, ¡pero el culo obstinado no se quedaría abajo! Se levantó y se defendió con todo dentro de él, y me hizo pedazos verlo caer de nuevo una y otra vez. Cada golpe se encontraba con un grito que escapaba de mis pulmones. Sin aliento y agotado, aun así seguía, dando al hombre algunos buenos golpes por el camino. Marko no sólo se enfurecía por los golpes de Heath, pero se sorprendió también, como si nunca hubiera sido tocado de esta manera. Eso parecía agravarlo más. Nunca vi el lugar tan silencioso antes. Todo el mundo miraba con asombro como el hombre rompía al que yo… amaba. Lo amaba. Quería taparme los ojos y llorar, pero me encontré escapando. Separada de la realidad, aún sintiendo como si me estuvieran torturando desde dentro. Sentía cada golpe, escuché cada sonido, y me tragué cada lágrima mientras Marko lo tiraba abajo con un golpe a la vez. Ni siquiera la desesperación podría ayudar a Heath como esperó originalmente.

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Total y absolutamente enfrentó la derrota de una forma que sabía que lo mataría más a nivel mental que físico.

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Perdió.


Incluso mucho tiempo después de que el almacén estuviera vacío, Heath yacía en el suelo, mirando hacia el techo roto con los ojos muertos. Me quedé quieta, mirándolo desde lejos mientras se negaba a moverse. Detrás de mí, escuché los pasos de Matt cuando también esperaba por Heath. Sabía que iba a necesitar ayuda para llegar al coche y dentro del apartamento. Matt se ofreció a llevarnos a casa porque en el estado actual de Heath, sabía que no sería capaz de hacerlo. Su labio se rompió hacia arriba. Su rostro se hinchó con contusiones y uno de sus ojos apenas podía abrirse del todo. Su cuerpo se veía rojo por todas partes y sin duda sería un mar negro por la mañana. Se hallaba brillante de pies a cabeza por el sudor, y probablemente estaba más allá de deshidratado. Sin embargo, se negó a decirnos una palabra. Se negó a beber agua o reconocer nuestra presencia. Matt sabía lo que pasaba. Heath se acercó a él por un poco de ayuda, pero Matt se cabreó por todo su gasto de dinero en alcohol y en salir. Le creí. Lo vi a él y a Ryker de primera mano tirando una cantidad increíble de dinero en una noche. —Si fuera tú —me susurró, mirando a Heath con cuidado—, le convencería para sacarte de aquí e ir lo más lejos de Hedley como sea posible. No le respondí. ¿Realmente tenía que decir eso? Con el ceño fruncido, me acerqué a Heath y me senté en el suelo junto a él. Levanté la vista hacia el enorme agujero en las vigas del techo, las estrellas brillaban como diamantes en el cielo nocturno. Bastante pintoresco cuando llegaba a través de un agujero en ruinas en un techo. Algunas cosas son relativas, supongo. —Heath —dije en voz baja—, tenemos que salir de acá antes de que alguien se dé cuenta de que todavía estamos aquí. —Lo último que necesitábamos era ser despojados de todo lo que teníamos por cualquier persona sin hogar, o cualquier pandilla que acechaba cerca.

Tomó un tiempo antes de que Heath estuviera en sus pies y en su auto. Me incliné hacia su lado en muchas ocasiones en caso de que

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Hizo ademán de moverse antes de detenerse al instante. Hizo una mueca de dolor y respiró a través de sus dientes. Matt corrió a su lado y trató de ayudarlo a levantarse, pero Heath se apartó de su agarre. Esa era su forma de decir que no necesitaba ayuda, y cualquier orgullo que le quedaba después de esa pelea era necesario permanecer intacto, así que le lancé una mirada a Matt que decía: “Haz lo que él quiera.”

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—Sí —murmuró simplemente.


tropezara y necesitara algo para mantenerlo en posición vertical. Se negó a que Matt lo llevara a casa, en su lugar eligiendo saltar al asiento del conductor. A pesar de esto, Matt dijo que nos seguiría a casa y se iría cuando estuviéramos en nuestro apartamento, lo cual apreciaba. Heath condujo lentamente, el dolor crudo en su rostro. Lo miré fijamente, sin saber qué decir. No sabía qué palabras le podrían ayudar en este momento. Habrían parecido vacías de todos modos. Aparcó el auto en el estacionamiento y con cuidado salió. Matt se unió a nosotros. Estuvimos en silencio haciendo nuestro camino hasta el apartamento. Al entrar, Heath inmediatamente desapareció en el dormitorio. —No tienes que quedarte —le dije a Matt, quién se hallaba de pie junto a la puerta. —Sólo quiero asegurarme de que está bien —respondió con una pequeña sonrisa—. Él siempre se aseguraba de que yo lo estaba. Es lo menos que puedo hacer. Asentí en comprensión. Entonces lo dejé y entré al dormitorio. Heath se encontraba sentado en el borde de la cama en la oscuridad, su cabeza en sus manos. Despacio fui con él, sin saber qué podía hacer para que se sintiera mejor. Al sentir mi presencia, extendió un brazo y me agarró. Me atrajo hacia él, apoyando su cabeza contra mí. Respiró y exhaló profundamente, sosteniéndome firmemente como si fuera un salvavidas. —Está bien —le susurré, acariciando con mis dedos su cabello corto—. Está bien, Heath. Sacudió su cabeza y respiró hondo. —Fue demasiado. El maldito estrés… No podía centrarme. —Lo sé. Necesitas descansar. —No puedo. Tengo que averiguar…

—¿Qué haría yo sin ti? —murmuró mientras se quedaba dormido.

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Empecé a empujarlo hacia atrás, y él luchaba contra mí. Empujé con más fuerza, y finalmente cedió. Me subí en la cama después de él y tomé sus zapatos. Le di un beso, murmurando que necesitaba descansar, una y otra vez hasta que su cuerpo se relajó en el colchón. Me tiró a su lado y me abrazó con fuerza.

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—Acuéstate y descansa —le corté—. No puedes pensar así. Te has desgastado a ti mismo. Tienes que dormir, Heath.


Vivir tu vida, habría dicho hace mucho tiempo. Pero ahora que me hallaba tan cerca de él, realmente tendría que preguntarle la misma cosa. Nos conocíamos desde hace tanto tiempo, sin embargo, nunca exploramos nuestra relación. No hasta que lo malo pasó. ¿Y quién habría pensado que en los malos tiempos algo tan bueno podría salir de ello? Finalmente, me aparté y lo dejé dormir. Matt seguía esperando junto a la puerta cuando volví a aparecer. Se veía un poco cansado, pero cuando me vio se enderezó. —¿Cómo está? —preguntó. —Descansando. —le contesté —. Ha pasado más de una semana desde que le he visto dormir. —Jesús. —Sí. Se pasó una mano por su cabello rubio y miró la hora en su reloj. — Está bien. Bueno, probablemente debería irme. A menos que necesites algo más. Empecé a sacudir la cabeza cuando un pensamiento de repente entró en mi mente. Hice una pausa mientras pensaba en ello. El reloj seguía corriendo, y aunque puede que no tengamos por completos quince de los grandes para el domingo, consiguiendo tanto como fuera posible ayudaba en nuestra causa, ¿no? —En realidad —dije—, si no te molestara llevarme a un lugar, te lo agradecería mucho. —¿Ahora? Es casi medianoche. —Lo sé.

Matt estacionó su auto en frente de la casa de la acera en ruinas. Se veía tan triste como la mayor parte de este bloque descuidado. Por costumbre, el auto Mazda de mamá estaría estacionado al lado, la mitad de su cuerpo en la hierba alta y la otra mitad en la calzada de cemento. Los contenedores se hallaban apartados hacia el lado de la casa y

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Aunque sorprendido, cuidadosamente asintió y dijo: —Está bien, Allie. Lo que quieras.


vaciados. Por encima de ellos, colgando de la esquina de la casa, había una campana de viento, e iba a sonar fuerte esta noche. —¿Seguro que quieres verla? —preguntó Matt. —Sí —respondí—. Ha estado evitándome por demasiado tiempo. —Parece bastante muerto por dentro. Las luces estaban apagadas. Se había ido a la cama. Pero de todas formas, era fin de semana. Podía darse el lujo de levantarse a medianoche para saludar a su hija embarazada, de quién se deshizo sin cuidado. —Dame un minuto —le dije a Matt. Asintió con la cabeza y salí. Caminé por el sendero hasta la puerta principal. Me encontraba tan lejos del punto de cuidado, no me sentía para nada nerviosa como pensé que estaría. Creo que fue porque no tenía nada que perder, así que no había ningún daño en el intento. Abrí la puerta de pantalla y golpeé varias veces lo más fuerte posible. La casa no tenía timbre… Ninguno que funcionara de todas formas. Conocía a mi madre. Tenía el sueño ligero. Las noches en que me deslizaba de la cama e intentaba escabullirme para ver a Ryker nunca tuve éxito, aunque dejó de intentarlo cuando me rebelé contra ella una y otra vez. La luz del porche se encendió, y di un paso hacia atrás para que pudiera verme con claridad a través de la mirilla. Podía oír los movimientos al otro lado de la puerta. El arrastrar de los pies, un sonido distintivo que conocía demasiado bien, era ella contra la puerta delantera. Entonces… Silencio. Suspiré y llamé de nuevo. —Abre la puerta, mamá. No abrió la puerta. Toqué un poco más fuerte. —¡Abre la puerta, mamá! Puedo oírte. No voy a ir a ninguna parte, ya sabes.

Pausa. Los sonidos del desbloqueo del cerrojo de seguridad y otros dos desbloqueos fueron un alivio para mis oídos. El pomo giró y abrió la puerta. Se paró más baja que yo y llevaba su bata floral habitual de color rosa y zapatillas que se veían tristes. Su cabello oscuro era un desastre, y sus ojos se entrecerraban en mi dirección, dejando al descubierto las arrugas de patas de gallo un poco más fuertes de lo que recordaba. Sus labios

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—Te necesito.

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Más arrastrar de pies.


fruncidos fulminándome con la mirada; y chico, cuando mamá fulminaba con la mirada, esa mujer podía tenerte corriendo en otra dirección en cualquier momento. —Hola —dije débilmente, con un gesto patético de mi mano. —¿Qué haces aquí, Allison? —replicó con su voz ronca—. He dejado claro que no quería verte… —A menos que quisiera ser salvada. Sí, lo sé, ¿de acuerdo? Ya lo sé. Lo gritaste diez mil veces mientras tirabas mis cosas por la puerta. No lo he olvidado. —No quería sonar tan resentida, pero no podía ser de ayuda. No estaba por lo que ella hizo. No sabía si pudiera estarlo alguna vez. —Te eché por tu desafío constante —ladró en respuesta mientras daba un paso más cerca de mí—. No tienes respeto por ti misma. Primero un chico que no hizo más que arruinar tu vida y embarazarte. Ahora, ¿dónde está? El chico que prometía el mundo se está pudriendo en la cárcel, ¿no? Y entonces, ¿qué haces? Soltar por la boca sobre abortar a un hijo de Dios, ¡como si pudiera aceptar eso! ¿Qué pensarían todos en la Iglesia sobre ti? —Si ellos se preocuparan por su Dios como dices que hacen, me perdonarían. —Mi enojo regresó. ¡Ya me sentía enojada! Típico de ella en hacerme sentir de esa forma en menos de un minuto—. Ellos no juzgarían, lo cual es lo que estás haciendo excelentemente. Ella igualmente tuvo suficiente. —¿Qué quieres? Oh, Dios. ¿Cómo iba a pedirle dinero cuando nos acabábamos de escupir en la cara de la otra? Tragué saliva y dudé. Me miró atentamente, cruzando los brazos en esa forma autoritaria. Era el momento de dejar a un lado mi orgullo. —Lo siento —le dije, bajando la mirada al porche. Estaba bastante segura de que era la primera vez que me disculpaba por nada en mi vida a ella—. Tienes razón. Era una niña de mierda cuando se trataba de Ryker. Te desafié porque me pareció ver algo en él, pero… tenías toda la razón.

—¿Ayuda con qué? —preguntó con cautela. —Necesito dinero… Interrumpió con una inhalación brusca. Sonaba como un silbido para mí. —¿De cuánto dinero estamos hablando?

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—Él… fue detrás de un montón de cosas malas, y es por eso que estoy aquí. Necesito tu ayuda.

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Ella no respondía. Seguramente la había anonadado.


—Cinco mil dólares sería de gran ayuda. —Ni siquiera tengo dos centavos para juntarlos, Allie. —Bueno, quiero decir, cualquier cosa ayudaría, la verdad. Te lo pagaré. Sacudió su cabeza, dándome un gran gordo no. —No tengo nada. Mierda. Exhalé en voz alta y me froté los ojos adoloridos. —Está bien. Bueno, ¿puedo tomar un vaso de agua o algo? Estoy realmente sedienta. Inclinó su cabeza a un lado y me miró como si fuera el mayor inconveniente de su vida. —¿Estás hablándome en serio ahora mismo? —Sí. Una vez más, frunció los labios y se dio la vuelta. Entró en la cocina y la seguí. Presioné una mano en mi estómago, sintiendo una sensación de mareo por el esfuerzo. No había comido en todo el día. El dolor se disparó por mi espalda baja, y mi creciente vientre empezaba a sentirse como si me hubiera comido una gigante bola de bolos. Esperé en la puerta de la cocina mientras llenaba un vaso de agua bajo el grifo. Después se acercó a mí y me entregó el vaso cuando de pronto se detuvo. Sus ojos se agrandaron, la boca abierta con sorpresa y su mirada firmemente fijada en mi mano contra mi vientre. —Oh —dije, recordando—, sí, nunca aborté, por cierto. Quiero decir, iba a decirte sobre esto, pero nunca recogí el maldito teléfono, así que… Tomé el vaso de su mano y bebí hasta la última gota de agua mientras ella seguía con la mirada fija, descarada. —¿Qué tan avanzado? —prácticamente articuló. —Cuatro meses. —Oh, mi Jesús. ¿Dónde te estás quedando?

—Sí. —¿Qué pasa contigo y esos chicos Lawson? Sonreí con nostalgia. —Heath es diferente, mamá. Él es… todo para mí en este momento. No respondió. Escondía sus emociones, algo en lo que siempre fue buena, y simplemente asintió. Eso fue más o menos el final de eso.

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Su rostro se contrajo. —¿Heath Lawson?

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—Heath.


—Muy bien —dije—, tengo que volver. Gracias por abrir la puerta y no ignorarme. Entiendo que no puedes ayudar, de todas formas. Sólo pensé que valía la pena intentarlo. Todo el mundo está apretado por aquí, así que… Todavía sin respuesta. —Bueno. Buenas noches, mamá. —Me gustaría que las cosas fueran diferentes. Me gustaría que fuéramos más cercanas. Ojalá que la muerte de papá nunca te hubiera jodido porque eras bastante genial antes de que sucediera. Aquellos pensamientos siempre se arremolinaban alrededor de mi mente, pero nunca podía expresarlos. Me di la vuelta en su lugar y salí de allí. El viento azotaba a través de mi cabello en mi camino hacia el auto. Le di una mirada de disculpa a Matt cuando me acerqué y abrí la puerta. Iba deslizarme dentro cuando de repente escuché—: ¡Allie! Miré hacia atrás a la casa y vi a mamá apresuradamente haciendo su camino hacia mí. En la oscuridad no podía distinguir su rostro, pero la vi sosteniendo algo en su mano. Se acercó a mí, volviendo la cabeza en un golpe hacia Matt antes de mirarme. Me agarró de la mano y empujó lo que sabía que había en el sobre en mi palma. —Aquí —dijo con una voz agitada—, esto es… todo lo que he dejado de lado. Son tres mil dólares, o algo cercano a eso. Mi corazón debe haberse detenido porque no podía respirar. —Lo siento, no pude ser lo que querías que fuera —dijo entonces, dando un paso atrás—. Yo no… nunca he sido buena desde… No es tu culpa. Nunca lo fue.

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Se alejó antes de que pudiera decir nada. Apreté mi agarre al sobre mientras mis ojos se hallaban fijos en el camino por el que escapó a la casa y cerró la puerta. Lágrimas saladas se encontraban con mis labios entreabiertos mientras asentía una vez a la casa en agradecimiento y me subía al coche.


15 Traducido por Angy de Rossi & Lipi-Lipi Corregido por KAri_VAl

Heath

L

a vi el sábado por la mañana sentada en el borde de la cama con el dinero en la mano. Lo contaba una y otra vez, viéndose un poco satisfecha de sí misma. Me despertó con un beso en los labios y la buena noticia. Tres mil dólares adicionales. Pero tuve que ganarlos ayer por la noche, podría haber sido un infierno mucho más. —Nueve mil doscientos dólares —dijo por tercera vez—. No puedes decirme que estarán enojados por eso. Estarán enojados por eso indefinidamente. Sin embargo, no le dije eso. Sólo le ofrecí una sonrisa, y se enamoró de esta. —¿Cómo te sientes? —preguntó, mirando sobre mi rostro arruinado con preocupación.

Allie se mantuvo estirando los brazos, con ganas de ayudarme, pero luego retrocedía como si no estuviera segura de ello. Después de mi derrota, más como masacre, creo que trataba de no hacerme sentir como si estuviera completamente indefenso. Lo aprecié. Por el momento me

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Poco a poco me senté, luchando contra el dolor que se disparó en mis costillas. Estaba jodido. Apenas podía moverme ni un milímetro sin sentir dolor en los huesos sin precedentes en alguna parte. Veía estrellas alrededor de las esquinas de mi visión. Mi boca dolía de forma constante, tensando la mandíbula y rechinando los dientes.

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—Dormí bien —le contesté. Eso fue lo único que pude decir que sonaba positivo. Cualquier otra cosa habría sido una mentira.


sentía mutilado. ¿Qué clase de persona era si no podía proporcionar ni mierda? Tal vez debería haber luchado más y haber sido más apretado con el presupuesto. Debería, podría. No va a ayudar a tu situación, ¿recuerdas? —Voy a entregar el dinero hoy —le dije. Dejó de contar el dinero otra vez y me miró. La duda y el miedo reflejado en sus ojos. —¿Por qué? —preguntó—. Tenemos otro día. Puede ser que seamos capaces de encontrar más… —De ninguna manera vamos a llegar a los quince —la corté en calma—. Lo mejor sería aparecer un día antes y decirle lo que tenemos. De esta forma si lo toma, estamos fuera de la mira hasta el próximo pago. —¿Y si no lo hace? Exhalando con firmeza, dije—: Entonces eso nos da un día para salir jodidamente de aquí. Tragó saliva, luchando por contener las lágrimas detrás de esos ojos azules claros. —Bueno. Abrí mis brazos hacia ella y se metió en ellos. Se acurrucó contra mí, extendiendo cuidadosamente un brazo por encima de mi cintura. Le acaricié el cabello y pensé largo y tendido acerca de los eventos de hoy. Mierda, deja que esto termine bien.

Me llevó mucho tiempo hablarme a mí mismo de no cometer una locura. Gané al final, saliendo y conduciendo lo más lejos posible. Seguí las instrucciones que aparecen en mi libro de mapas a la dirección que me dieron. Por el momento, finalmente lo hice allí, me encontraba en las 3Se

refiere a los estereotipos de los americanos caucásicos de clase media.

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Maldito tipo de mierda de Dick y Jane3 aquí.

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Sabes que has tocado fondo cuando has detenido tu auto delante de un banco, mirando a la gente entrar y salir, y te preguntas cómo es posible caminar allí y robar el lugar.


afueras de Hedley, acercándome a las divisiones agrícolas rurales de los cuales fueron en su mayoría olvidados o abandonados. El lugar al que llegué era un armazón. Todas las ventanas tapizadas. Una casa de colores negro desequilibrada que parecía que una ráfaga de viento podría derribar sus paredes. Sin embargo, a pesar de ser la menor de las propiedades inmobiliarias estelar, un Ferrari amarillo se hallaba estacionado enfrente. Porque eso no es sospechoso, ¿verdad? Pasé por delante y aparqué el coche a medio kilómetro bajando la carretera. Salí con el sobre de dinero en la mano e hice mi paseo bajo el sol nublado. Respiré con calma, centrándome únicamente en mantenerme unido. Cada paso adelante era una agonía. Quemó mi pecho. Mis costillas dolían. Mis miembros se sentían rígidos y doloridos. Me encontraba jodido, y los cielos reflejaban mi situación, cubriendo la tierra con su presencia sombría. Podía oler la precipitación en el aire. Una explosión de lluvia iba a venir, y sólo podía esperar que no fuera una explosión de un tipo diferente.

Golpeé la puerta y di un paso atrás. Mi corazón en estampida en mi pecho, y una sensación inquietante formándose en la boca de mi estómago. Contrólate. Contrólate.

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Los pensamientos consiguen confundirse cuando estás bajo presión. Una buena idea puede llegar a ser todo lo contrario, y es sólo cuando estás lúcido y pensando correctamente que te das cuenta de esto. Incluso entonces, de pie en frente de la guarida de un drogadicto, me hallaba parcialmente consciente de mi estupidez. Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás.

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Vi el auto aun en la parte delantera de camino a la casa. Incluso me detuve en el porche y traté de escuchar cualquier cosa. Una cosa era dar dinero a un matón peligroso, y otra cosa completamente diferente hacerlo al presentarte sin previo aviso. Pero necesitaba la ventaja de tiempo en caso de que me diera la vuelta y me diera hasta mañana para obtener el resto de él.


La puerta se abrió con un chirrido, centímetro a centímetro, hasta que me encontré cara a cara con el cañón de una pistola. —¿Ah, malditamente en serio, en este momento? —dijo la voz enojada de Ricardo. Tragué aire, tratando de eliminar la impresión de ver un arma mortal señalando en mi cara, y lo miré. La mitad de su cara se encontraba cubierta con un pañuelo azul marino. Vestía ropa de manga larga negra, y sus manos enguantadas. Mierda. La única razón por la que se cubre es cuando trata de cubrir su identidad. Algo malo sucedería pronto o… ya sucedió. —¿Qué demonios haces aquí, Lawson? —preguntó, manteniendo la punta de la pistola nivelada a mi cara. No lo putamente aprecio. —El dinero —logré decir. Vi esas cejas dispararse. —¿En serio? Te di hasta mañana para conseguirlo. No se supone que estés yendo y viendo a tu maldito gusto alrededor de mi césped. Esa mierda no es aceptable. —No creía que la dirección me llevaría en busca de una jodida casa en medio de la nada, hombre. O que me gustaría ver una pistola apuntándome a la maldita cara. —Sí, bueno, ¡deberías haberlo esperado! No tengo tiempo para esta mierda. Dame los quince y lárgate de aquí ahora. Me encargo de ti más tarde. Suspiré y bajé la mirada al sobre. Poco a poco se lo entregué y al menos me lo arrebató de la mano. —Has vivido para ver otro día —exclamó en tono burlón—. Felicitaciones.

Durante unos segundos, sólo hubo silencio. No podría decir lo que pensaba. Sólo podía ver esos ojos oscuros mirándome directamente. Fue

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—Ese no es el total de los quince —dije vacilante—. Es un poco más de los nueve.

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No me moví ni un centímetro. Esta era su despedida, pero no existía manera de que me diera vuelta mientras que iba adentro y contaba lo que estaba allí.


ominoso como el infierno. Algo así como que era La Parca 4 decidiendo mi destino. —¿Es esto una broma para ti? —dijo en tono desconcertado. —No sabes lo que pasé para conseguir eso —repliqué, señalando el sobre—. Así que no, no es una maldita broma… —Te das cuenta de que eres un hombre muerto, ¿verdad? —Por lo menos te di algo… —Hombre, a la mierda el dinero. —Lanzó el sobre delante de mí—. ¡Nunca fue por el maldito dinero, Lawson! ¡Se trataba de hacer lo que te han dicho! No tengo más remedio que acabar contigo… —Te conseguiré más… —¡No tienes más! —interrumpió él, dando un paso hacia abajo al porche, esa MALDITA ARMA aún señalado mi cara—. ¿No tomas la maldita pista? Tu hermano cometió un enorme error. ¡Ha cabreado a un montón de gente! ¡Nunca vas a salir de esto! ¿Por qué crees que se les dio una maldita tarea que era imposible terminar? Cincuenta mil dólares… no hay nadie en tu posición que vaya a tener eso. —Entonces, ¿por qué no sólo me matas, para empezar? —Debido a que mi jefe es un jodido enfermo que le gusta verlos nadar antes de ahogarse. —¿Y quién es tu jefe? ¡Llévame a él! Ricardo se burlaba y negó con la cabeza. —Hombre, es demasiado tarde para eso. Mierda fallaste. —¿Qué significa eso?

—No hagas esto —le dije, sintiendo parte de mis emociones apagarse. El instinto de conservación, tal vez. Jódeme si lo sabía. Parecía extrañamente tranquilo en la superficie. 4Es

comúnmente empleado en el español para referirse a La Muerte como una entidad antropomórfica. El término utilizado en inglés es Grim Reaper.

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Me empujó y mi cuerpo gritaba de dolor. Me decía que me moviera, guiándome en la dirección del campo más allá de la casa. Jesús maldito Cristo, no podía hacer nada sino moverme, e incluso eso era un caos en mis miembros.

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Me metió la pistola en la cara, hasta que el cañón golpeaba mi frente y gritó—: ¡Significa que estás jodidamente hecho, hombre! Mueve el culo y camina. No voy a acabar contigo en el porche.


No respondió a eso. Sólo se mantuvo gritando que me moviera. Casi me decía que caminaba a mi muerte. Este tipo de latigazo me adormecía. He venido aquí para darle dinero. ¿Ahora iba a conseguir un tiro en la cabeza? ¿Qué carajo? —¿Qué va a pasar con Allie? —dejé escapar, dando paso a paso con una mueca de dolor. —Esa perra tonta hizo su cama al segundo que llegó con tu hermano idiota. Se sentía como si alguien hubiera pegado su mano en mi pecho y apretara la vida fuera de mi corazón. Intenté darme vuelta cuando el arma llegó aplastando contra el lado de mi cabeza. Mi visión borrosa y dolor al rojo vivo quemó a través de mi cráneo. —¡Dije que jodidamente te muevas! Pero no pude. Me desplomé en la dura tierra, tratando de sacudirme el dolor. Me sentía tan disperso. No me podía concentrar. No podía siquiera mirar directamente. Vi las dos piernas en mi periferia dar un paso atrás. Oí el clic de su arma. Sabía que me iba a disparar. Por una fracción de segundo, no me importaba. Me hallaba tan físicamente roto, pude verme dormir por la eternidad. —Vamos a tener diversión con esa chica, entonces —dijo. Entonces, de repente me di cuenta. Allie, sola en ese apartamento. Desarmada. Insegura. Esperando a que llegara a casa.

Salté sobre él, tirándolo hacia atrás justo cuando apretó el gatillo. El sonido del arma cuando se disparó pasó por mi cabeza, ensordeciendo temporalmente mi oído derecho. Gritó incoherentemente cuando nos caímos. Aterrizó con fuerza en su espalda, disparando un par de veces más con el arma en su mano extendida. Agarré su muñeca frenéticamente, golpeándola contra la tierra para sacar la pistola de su agarre. Fue una lucha que consistía principalmente en instintivos gruñidos de ambas partes.

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Lo perdí.

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Era como una grieta en mi armadura. Podía sentir una sensación inmediata de posesión sobre ella; era la necesidad de protegerla a toda costa. Miré a Ricardo mientras puso su dedo en el gatillo, y luego lo sentí... una chispa de algún tipo.


Arañó mis brazos con las manos enguantadas cuando le quité el arma y la lancé tan lejos de nosotros como fuera posible. Giró sus puños en mí, intentado torcer su cuerpo debajo de mí, pero yo tenía la ventaja de tamaño, y el dolor apenas lo sentía ya. Lo golpeé, desgarrando el pañuelo. Tenía la boca abierta, sus gritos eran algo incomprensibles para mí mientras me concentraba únicamente en ese maldito diente de oro, apuntando cada golpe contra su boca. Este hombre iba a matarme. Este hombre iba a matar a Allie. Este hombre no merecía vivir. Antes de darme cuenta, me encontraba de pie y embistiendo mi bota en su cuerpo. La adrenalina corría por mi torrente sanguíneo, frenético e imparable. Mi corazón martillando dentro de mi pecho cuando mi bota continuaba golpeando abajo contra carne y hueso. Mi visión borrosa cuando el sudor se liberó bajo el cielo oscuro. Ejercí cada fragmento de mi energía golpeándolo. Duro. Más fuerte. Tan duro como mis fuerzas me lo permitieran. Me encontraba poseído. Monstruoso. La rabia y el miedo se fusionaron. Casi había tenido mi cabeza volando en mil pedazos, y no iba a permitir que eso volviera a suceder de nuevo. Así que continúe, hasta que la tierra era de color rojo y el olor a cobre y sudor se fusionaron en el aire a mí alrededor.

No podía concentrarme en mis pensamientos. No podía oír nada, excepto la prisa de mi propia sangre en mis oídos. Pero lo que sentía... avanzaba lentamente hacia todos los rincones de mi ser. Ese sentimiento de repulsión, enfermo y retorcido cuando sientes que algo horriblemente

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Un segundo me hallaba sobre él, al siguiente sentí como si hubiera sido empujado hacia atrás por una fuerza invisible. Jadeaba con fuerza, mi cuerpo de repente temblando cuando parpadeé y miré al hombre irreconocible. De cara por primera vez en el suelo, su cabeza completamente aplanada y su cuerpo inmóvil.

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Era como ver, pero también estar ciego al mismo tiempo. Sabía lo que hacía. Sabía que tenía que parar. Pero también me sentía demasiado cegado por el miedo —por esa necesidad desesperada de sobrevivir— no podía detenerme.


indescriptible ha sucedido. Mi cabeza daba vueltas y mi respiración se aligeraba. —Mierda —dije antes de que me inclinara y vomitara. Acabo de matar a un hombre. Oh, mierda. Acabo de matar a un hombre. Las náuseas me golpearon duro. Caí de rodillas y respiré hasta que mi estómago doliera. Entonces me limpié la boca y miré fijamente al hombre que maté. En ese momento sentí que mi vida terminó. Iba a ser encerrado por esto. Iba a pudrirme en la cárcel mientras que los mejores años de mi vida se desvanecían en el olvido. Allie. Joder, Allie. Sentí una punzada en mi pecho. No me sorprendió sentirla. Debido a que me decía que no quería que le pasara nada si fuera encerrado. ¿Quién iba a cuidarla? ¿Quién la recogería y la ayudaría? Estaría completamente sola en esta pedazo de mierda de ciudad con un bebé que la convencí a mantener. Me senté de nuevo, sin dejar de mirar lo que quedaba de Ricardo. Ese hijo de puta lo tenía por venir. No quería esto. No he venido aquí para matar a un ser humano, incluso si ese ser humano era claramente un pedazo de mierda que no merecía el oxígeno en sus pulmones. Quité mis ojos de él y miré hacia el cielo cubierto por nubes. La lluvia se avecinaba. Lo que era bueno. Necesitaba que esta enorme mancha de sangre desapareciera de alguna manera. Y el cuerpo. Sí, y el maldito puto cuerpo. Mierda.

Al final, me levanté. Funcionando únicamente sobre aquella adrenalina, lo dejé atrás y me fui a la casa. La puerta se encontraba todavía parcialmente abierta. Poco a poco subí las escaleras del porche. Sabía que no había nadie en su interior. Si hubiera habido, habrían salido cuando escucharon los disparos de la pistola.

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Esto era demasiado surrealista. Casi me sentí como si no estuviera ni siquiera dentro de mi cuerpo a través de los movimientos. Miraba desde otro ángulo: a un hombre cubierto de sangre y contusiones, mirando a los campos vacíos a su alrededor como el alma perdida, el alma irreconocible en que se convirtió.

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¿Cómo iba a hacer esto y salirme con la mía? ¿Qué coño haces con un cadáver? Ni siquiera sabía si mi estómago podría aguantar llevar al bastardo en mis brazos sin vomitar de nuevo.


Todavía. Era muy cauteloso. Muy lentamente entré. Inmediatamente entrando en una especie de espacio de superficie habitable, sólo que estaba vacío, excepto por un televisor en el suelo y un Xbox conectado a él. Tomé algunos pasos más en el interior y volví a la cocina. Botellas de cervezas y vasos de refrescos vacíos cubrían el mostrador agrietado de la cocina. Continuando, me dirigí por el pasillo y abrí la puerta de la única habitación que había. Cuando entré mi bota golpeó algo duro. Me detuve y bajé la mirada hacia una bolsa negra de lona. Me agaché, ignorando el dolor del nervio en mi espalda baja y traté de recogerla. Joder, era pesada. En lugar de recogerla, me arrodillé y abrí la cremallera. Separándola, me asomé al interior y vi un mar de verde. Embalado hasta la cima, billetes de cien dólares fueron apilados en paquetes. Cogí un solo paquete y ojeé los billetes, tragué saliva, cientos de ellos centellaban delante de mí. Santa mierda. El malnacido tenía todo el dinero del mundo y ¿era mezquino sobre mi patético déficit? Pero, entonces él dijo que estaba hecho para fallar, y esto era un pensamiento muy inquietante. Con un profundo suspiro, traté de pensar en esto. No se suponía que tenía que venir alrededor hasta mañana. Nadie sospecharía que su muerte pesaba sobre mis hombros. Si esta bolsa de lona desapareciera... bueno, entonces sólo podría parecer un robo que salió mal. Seguramente con una pandilla tan prominente tendrían un montón de enemigos. ¿Y qué tipo de tensión causaría este tipo de robo?

Volví a la ciudad. La paranoia me comía con cada vuelta que hacía. Me quede mirándome a mí mismo en el espejo retrovisor. Me miré culpable y... cambiado de alguna manera. Me tensé cada vez que pasaba un coche, sintiendo como si los ojos descendían sobre mí y fuera vigilado. No estaba seguro de que respiraba la mayor parte del camino a casa.

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Me levanté y tomé la bolsa de lona conmigo, asegurándome de recoger el sobre en el porche. Lo metí en la bolsa y rápidamente me dirigí a la camioneta.

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Muy bien podría crear una reacción en cadena. Y si ellos se hallaban demasiado ocupados buscando a alguien más, entonces tal vez me gustaría ser empujado a un segundo plano. Eso era la única cosa que podía pensar en mi mente casi perdida.


El aire se hizo más delgado cuando me detuve en un semáforo y volví la cabeza por la ventana para ver un coche de policía estacionado junto a mí. Como si sintiera mi mirada, el oficial de policía giró su cabeza y me miró directamente. Agarré el volante más apretado y esperé a que lo viera. Viera todo lo que hice. Mirarme y saber que era un hijo de perra culpable que acababa de pisotear a un hombre a muerte ¡Diablos, mi ropa todavía llevaba su sangre! Todo lo que tenía que hacer era pararme. El policía miró... y cada segundo parecía a una eternidad. Mi corazón se detuvo, mi sudor se duplicó, y todos los pensamientos cesaron. Las luces se pusieron verdes, y el oficial simplemente asintió hacia mí. Luego se alejó, sin parar una vez, nunca encendió sus luces. Desapareció en una esquina y sólo me pare allí, en la calle vacía, preguntándome cómo diablos no lo vio. Hasta que se me ocurrió. Si bien podía sentirlo, no podían verlo. Era sólo otro hombre invisible. Nada sospechoso sobre de mí. Y existía algo extrañamente poderoso en eso. Vas a estar bien. Podría parecer prematuro suponer eso, pero... lo sentí en mis huesos. Todo iba a estar bien.

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Finalmente, presioné el acelerador y me apresuré a casa con ella.


Allie Lo encontré sentado en el piso de la ducha. El agua caía directamente sobre él mientras miraba fijamente con una expresión vacía en su cara. Ni siquiera creo que me viera entrar en el cuarto de baño lleno de vapor. Se sentó aquí durante los últimos cincuenta minutos desde que volvió a casa. No me dijo una palabra. Pero he visto su estado. Algo salió muy mal. Tiré mi ropa y entré en la ducha. Me hundí en el suelo a su lado, justo fuera del borde del agua, y me incliné hacia él. Su cuerpo era ardiente, caliente al tacto, e increíblemente crudo con moretones. Algunos de ellos eran oscuros, y otros eran rojos y frescos. Agarré la manopla y la empapé en el agua caliente antes de arrastrarla sobre sus brazos. Mientras contemplaba la expresión solemne en su rostro. —¿Qué pasó? —susurré, arrastrando la manopla muy ligeramente sobre su pecho. Apenas movió la cabeza en respuesta. —Heath. —No querrás saberlo, Allie. Sus palabras graves me acobardaron. —¿Tenemos que correr? Volvió su rostro hacia mí. Esos ojos marrones me acogieron. Lentamente la impasibilidad me arrastró, sustituida por una mirada suave que instantáneamente me tranquilizó. Sus ásperas manos fueron a mi cara. Me atrajo hacia delante y me besó, suavemente agitando su lengua contra mi boca. Fue uno de los besos más íntimos que jamás me dio.

Mi respiración diluida con su toque cuando le pregunté—: ¿De qué te diste cuenta? Apretándome suavemente, respondió—: Me he enamorado de ti, Allie. Nunca me he sentido más como en casa que cuando te estoy sosteniendo. Haces que todo sea mucho más brillante. Eres el centro de mi mundo, y lo has sido desde que llegaste a mí.

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—Algo increíble paso —dijo en mi oído—. Me di cuenta hoy.

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Sus brazos se apoderaron de mi cuerpo, me llevaron al agua, mi espalda descansando contra su frente. Arrastró besos desde mi cabeza hasta mis hombros desnudos, apartando a un lado mi cabello mojado para un mejor acceso. Me relajé en él.


Cerré los ojos ante sus palabras. Las lágrimas amenazando con derramarse. —Nada nunca va a pasarte —continuó—. Estás a salvo conmigo. Hoy me mostré que soy capaz de hacer cualquier cosa, y con ese tipo de habilidad sé que siempre seré capaz de cuidar de ti. Asentí. —Todo va a estar bien. Era como gelatina en sus brazos. Se convirtió en el centro de mi vida también. Confiaba en Heath más de lo que nunca confié en nadie en mi vida. Fue como recibir un regalo oírle decir que se enamoró de mí. Nunca en un millón de años hubiera imaginado esto, y tengo prisa solamente pensando en todo lo bueno que había entre nosotros. Nada estaría allí para amenazar con apartarnos, porque Heath no era un hombre egoísta como su hermano. —Voy a visitar a Ryker —dejé escapar más tarde—. Es hora de poner las cosas en claro. Asintió y me besó de nuevo en el hombro. —Quiero estar contigo, Heath. —Vamos a hacer que suceda. Lo que venga, vamos a hacer que suceda. Sonreí suavemente a su optimismo. Lo quería mucho. Sin embargo, esto parecía, incorrecto, llegaba a un acuerdo con lo bien que se sentía. Por Heath valía la pena luchar. Justo en ese momento una sensación extraña burbujeante se sintió en la parte baja de mi estómago. Bajé mis manos sobre él y me concentré en la sensación. Bajé la mirada a mi vientre y mi corazón saltó cuando una pequeña parte sobresalía.

Guardó silencio durante un minuto, para concentrarse. Cuando la pequeña sensación empujó de regreso, se rió suavemente, murmurando—: Santa mierda, Allison, lo siento.

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Sonreí más amplio que nunca. —Gracias por experimentar esto conmigo.

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—Heath —dije sin aliento, tomando su mano y colocándola sobre mi bulto—. ¿Sientes eso?

Con un movimiento de cabeza, respondió solemnemente—: Gracias a ti por elegirme para compartir esto contigo. Cuando el agua se volvió fría, me sacó y me abrazó.


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Me abrazaba como si estuviera desesperado por no dejarme ir.


16 Traducido por Kariza, Keel De Levine ♥ & Maeh Corregido por *Andreina F*

Ryker

M

e encontraba borracho. Tropezando por la calle, con la vista nebulosa, pasos lentos. Jodida noche fantástica, pensé.

Verdaderamente épica. Cindy era caliente como el infierno. Inclinándose de la forma que lo hizo para mí. Joder eso fue bueno. Presentación pura. Escogerme sobre Heath, y la mirada en su cara… ja. Eso fue mejor que el placer que sentí cuando la cogí profundamente. Amaba a las chicas. Mientras que Heath puede ser más guapo que yo, era el tipo de hombre de una sola mujer. Si estaba jodiendo con alguien, lo hacía por un buen tiempo antes de dejarlo y moverse a alguien más. No yo.

Las usaba. Me encantaba la emoción de ello. Amaba el sentimiento de que era superior a mi hermano. Crecer con él se sintió como una competencia gigante. Heath siempre parecía ser mejor que yo en todo.

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Era un chico apuesto. Las chicas me querían. Era el hermano Lawson alcanzable. Las que se alinearon para mí, esperando su oportunidad. Y eran bellas chicas. No como la plana Jane quien ni siquiera se miraba al espejo antes de salir. Estoy hablando de chicas calientes, en jeans ajustados y pechos en lo alto, cabello fluyendo por su espalda, labios carnosos de color rojo, y ojos brillando de deseo.

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Las follaba de izquierda, derecha y al centro.


¿Deportes? Anotó todos los goles. ¿Parecido? Tenía los genes de un mariscal de campo, mientras que yo tenía el cuerpo de un jugador de tenis. Ninguna cantidad de levantamiento de pesas podía darme su físico, y sabía que era porque teníamos diferentes padres. ¿Escuela? El bastardo tenia dislexia y aun así le iba mejor que a mí. ¿Familia? Era el favorito de mamá. Nuestros primos preferían su compañía que la mía. Todo el mundo lo miraba a él, a pesar de que no logró ni una mierda. ¿Fuerza? Era el peleador. Yo era el que se encontraba al lado, observándolo noquear a chico tras chico sabiendo que nunca estaría en el lado receptor de su puño y tener una oportunidad. ¿Pero las chicas? Él no sabía cómo estar en una relación. No podía comprometerse. Y mientras a mí no me interesaban las relaciones, sabía lo que quería una chica. Sabía cómo mostrar afecto, hacerlas sentir como que eran queridas. No las descartaba, o ponía una línea en la arena que decía—: Sólo somos compañeros para joder. No estamos en una relación. No somos incluso amigos. Así que trabaj con lo que tenía. Con lo que me hacía sobresalir. Y funcionó esta noche. Sospecho que eso era porque Heath decidió ser un idiota, dejándome sin siquiera preguntar si tenía un maldito viaje a casa. Dejándome para caminar por las calles en medio de la noche por mí cuenta. Al menos… no creo que nadie más estuviera afuera. Me detuve y miré alrededor, sólo para asegurarme. No me gustaba la jodida oscuridad. Otra cosa por la que Heath era responsable. Asustándome todos esos años cuando era niño. Aprendí que nunca sabes qué está al acecho en las sombras.

Jódete, cáncer. Lo estábamos logrando. Un cheque de pago, de todos modos. Fui forzado a crecer rápido. Forzado a tomar responsabilidades que un chico

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Pero lo que sea, hombre. No era un marica. A los diecisiete años me sentía como un hombre adulto. La vida no fue fácil. Especialmente cuando mamá murió hace seis meses. En un parpadeo se encontraba ahí y al siguiente se había ido.

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Saqué mi navaja de bolsillo. Hedley no era un lugar para estar de noche. A menos que fueras un chico en un grupo, mejor cuidabas tu espalda en cada paso del camino.


no debería tener. Como resultado, me sentía enojado y la tensión entre mi hermano y yo era alta. Sólo porque mamá murió, no significaba que él podía decirme qué hacer. Estaba fuera trabajando como él. Ganaba algo de dinero para ayudarnos. Al final del día tenía derecho a vivir mi vida como jodidamente quisiera. —Ayuda Me detuve. Juraba que escuché algo. Miré alrededor de nuevo, a los oscuros edificios a lo largo de esta calle. —Por favor. Me di la vuelta, y al instante mi estómago se revolvió con el movimiento. Después de una noche pesada de beber, cualquier movimiento repentino iba a ser la muerte para mí. Bilis subió por mi garganta. Me agaché y tiré en seco, tomando pequeños pasos hacia delante, hasta que mi cabeza golpeó con el muro de ladrillo de una tienda oscura. Inhalé y exhalé por un buen rato, peleando con el sudor frio que me llegó repentinamente. ¿Por qué carajos bebía?, me pregunté a mí mismo —Ayuda —escuché de nuevo. Dios, ¿empezaba a escuchar mierda? Me paré derecho y mantuve mi mano contra el muro. Tomé pequeños pasos, lentamente haciendo mi camino cerca de donde había venido. Era una voz masculina, y sonaba débil y profunda. ¿Tal vez intoxicado? Sólo lo dejaría si lo estaba. Tenía que cuidar de mi culo borracho primero.

—¿Qué está mal contigo? —me encontré preguntando, volviendo mi atención al hombre. Su espalda contra la pared, sus piernas estiradas al frente en el suelo. —H-herido —balbuceo, sacudiendo su cabeza de lado a lado.

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Esto podía ser una trampa. Tal vez una manera de obtener mi cartera. No es que los hijos de puta encontrarían más que un billete de cinco dólares y una identificación falsa.

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Me giré en un callejón, el olor de la basura llegando fuerte. Respiré a través de mi boca mientras difícilmente veía en la oscuridad, esperando para que el hombre saliera a la vista. Con cada paso, bizqueé más duro, hasta que pude reconocer la silueta de una persona. Era un tipo grande, lo podía decir, y me detuve a medio camino de él y miré alrededor cautelosamente.


—¿Dónde? —presioné. —En todos lados. C-cuello mayormente. —¿Qué pasó, por qué estás aquí? Tosió débilmente antes de susurrar—: E-ellos me dejaron aquí por un tiempo. Podrían volver en cualquier segundo. Sácame de aquí. Por favor, sácame de aquí. ¿Dejado aquí? Tomé un paso más cerca, sacudiendo mi cabeza para obtener algo de claridad. —¿Quién te dejó aquí? ¿Quién está regresando? —H-hombre muy malo. Incluso ebrio, mis instintos eran claros. Necesitaba dar la vuelta y salir de aquí. Borrar la mierda lejos de este hombre antes de que me arrastrara abajo dentro de una mierda en la que no necesito entrar. Lo había hecho bien manteniéndome alejado de lo malo con lo que esta ciudad se infectaba. La última cosa que necesitaba que pasara era involucrarme en algún golpe. Porque seamos jodidamente claros aquí, este era obviamente uno. Este hombre tomó una paliza y regresarían por más. Tomé un paso atrás y comencé a sacudir mi cabeza a él. Mi boca se abrió para rechazar ayudarlo cuando el alto sonido de múltiples pasos emergió detrás de mí. Voces llenaron el aire, y antes de que incluso pudiera manejar el dar la vuelta, risa sonó. Escuchamos las palabras—: El hijo de puta trajo respaldo. —No —comencé a decir, pero era demasiado tarde. Una mano agarró un lado de mi cabeza. Dejé salir un fuerte aliento, aturdido por el miedo mientras aplastaban mi cabeza contra el muro.

Abrí los ojos a la oscuridad. Algo los cubría, y por reflejo traté de mover la prenda. El sentimiento de claustrofobia golpeó inmediatamente

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Me revolví, sintiendo el peor tipo de dolor humano en el cráneo. Me hallaba sentado en posición vertical en algo duro. Mi espalda se sentía rígida, mi cuello dolorido, y mis brazos… ¡algo iba jodidamente mal con mis brazos!

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Todo se volvió negro.


cuando encontré que no podía mover mis manos. Mis muñecas se encontraban atadas, tirando de mis brazos tan lejos detrás de la horrible silla donde me sentaba. No podía ni siquiera patear. Mis pies estaban forzadamente apretados en el lugar contra las patas de la silla. Asustado, traté de revolverme. Tal vez podría romper la silla. Gruñí y me moví a lo largo del suelo duro. No me tomó mucho tiempo antes de que estuviera sudando como un cerdo. Mi cabeza palpitaba y pronto estaría nadando en mareos. Que demon… —No te canses tu solo, chico —vino una voz aguda—. No irás a ninguna parte. Me congelé. Cada pedazo de mí se encontraba en alerta máxima. Quien quiera que estuviera en la habitación se hallaba incómodamente cerca. —¿Qué está pasando? —demandé, mas enojado que asustado.— ¿Por qué demonios estoy aquí? No he hecho nada malo… —No seas tonto. Él te llamó por refuerzos, ¿no es cierto? —Nadie me llamó por refuerzos. ¡Caminaba a casa de una fiesta! Estaba borracho, hombre. No sé una mierda… —¿Entonces qué hacía tu culo en el callejón? —Algún chico llamaba por ayuda. Fui a ver qué demonios pasaba. Se rió.—O eres el más tonto, desafortunado, muchacho campesino que he visto, o estás tratando de jugar conmigo y tomarme como un tonto. ¿Cuál es? Sacudí mi cabeza mientras el enojo crecía a cada segundo. —No soy un tonto, o mentiroso. No soy un muchacho tampoco. —¿No?

—Calma el infierno. Jesús, me estás poniendo incómodo. —¡Entonces, desátame!

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El cabrón se echó a reír de nuevo. ¡Oh, lo que daría por tener mis manos en ese bastardo! Fui a la histeria, intentando salir de la silla. Teniendo ningún concepto de donde estaba o con quién trataba, me sentí sobrepasado y en pánico. Me sentí como si estuviera en una caja pequeña y los muros estuvieran cerrándose lentamente sobre mí.

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—¡No! —Veía rojo ahora—. ¡Sácame como el infierno de aquí!


Escuché sonidos de arrastrar los pies. Luego unos pasos. Una mano agarró la cubierta alrededor de mis ojos y la arrancó. Parpadeé rápidamente a medida que la luz inundó mi visión, cegándome temporalmente. Poco a poco los objetos comenzaron a tomar forma delante de mí mientras parpadeaba lejos las estrellas. Me hallaba en una habitación de cemento. Tal vez una bodega. El miedo me atravesó cuando un rostro quedó a la vista, mirándome con una sonrisa maliciosa en su rostro. El hombre era calvo, tenía una barba canosa clara y ojos azules brillantes. Había una dureza implacable sobre él, y supe de repente que todo sobre mi vida estaba a punto de cambiar. O me iba a morir... o de alguna manera iba ser un hombre herido en el callejón. —¿Qué pasa? —dijo el hombre con las cejas levantadas—. No pareces tan duro ahora, ¿eh? ¿Sabes quién soy, muchacho? Apenas respiraba cuando negué con la cabeza ligeramente. El hombre se inclinó, susurrando—: Puedo ser tu amigo... o puedo ser tu peor pesadilla de mierda. No le respondí. Podía sentir el sudor deslizándose por mis mejillas, mostrando mi ansiedad. —¿Cuál te gustaría ser? —preguntó, acercándose a una mesa improvisada en donde yacía una larga línea de cuchillos. Maldita sea. —Mira —le dije, tragando con fuerza—, no he mentido. Sólo soy un pedazo de mierda borracho que se tropezó con un hombre que pidió ayuda. —¿Estás seguro de eso?

—¿Cuántos años tienes, chico? —me preguntó, levantando un taburete para sentarse junto a mí. —Diecisiete. —Diecisiete —repitió, asintiendo con la cabeza pensativamente—. ¿Todavía un bebé, eh? ¿Qué haces caminando por las calles, bebido hasta el culo, ayudando a hombres al azar en los callejones?

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Cogió un cuchillo Spyder de color amarillo y se volvió hacia mí. Tenía un brillo en sus ojos, mientras se paseaba casualmente hacia mí, mirando atentamente mi cara mientras lentamente recorría sus dedos arriba y abajo de la hoja. Trataba de joderme con miedo. Y el hijo de puta hacía un buen trabajo.

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Respondí con firmeza—: Hombre, estoy cien por ciento seguro.


—Mi hermano me dejó. No tenía dinero para taxi. Decidí caminar solo cuando lo escuché. —Bien. No sé si me creyó o no. Era imposible de leer. —¿Vives en esa zona? —preguntó. —A pocas cuadras —le dije. —Eh. Y ese hombre que viste... ¿Lo reconoces? Traté de recordar la cara del hombre en el callejón. —Estaba muy oscuro. —¿Qué te dijo exactamente? —Que los hombres le hicieron daño, que iban a regresar por él. Guardó silencio durante unos momentos, mirando la hoja ahora. Vi cómo casualmente limpiaba la suciedad de debajo de sus uñas, como si esto fuera sólo otro evento normal en su día. Me pregunté si se lo pensaría dos veces acerca de matarme. ¿O era sólo otro número para él? Joder, tenía que pensar rápido. —¿Quieres saber lo que va a pasar con él? —continuó el hombre, con los ojos dibujados en el cuchillo—. Me debía mucho dinero. Decidió que no iba a pagar de acuerdo con la línea de tiempo que le di. Va a estar colgando de una rama de árbol mañana, con una falsa nota de suicidio de mierda escrita por él. Jesucristo. ¿Por qué me dice esto? —Su nombre era Walter Wallace. ¿Lo conoces? El nombre me resultaba familiar. Sabía de la familia, me di cuenta. Caray, yo jugué con su hija cuando era solo un niño.

Cerré los ojos. Joder, si esto era una pesadilla, ¡¿podría alguien despertarme ya?! —Bueno, chico, ahora que sabes de él, es mejor que empieces a declarar tu caso a mí, de lo contrario van a encontrarte balanceando una rama también.

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—Creo que el hombre tiene ese dinero en alguna parte. Probablemente estaré rastreando a través de su casa. Podría incluso comenzar arrancando a su maldita esposa también.

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Asentí con la cabeza lentamente. —No lo conozco personalmente, pero sé de él.


Mis ojos se abrieron de golpe. —¿Declarar mi caso? ¡No hice nada! Se encogió de hombros y finalmente cerró sus ojos fríos. —Sí, pero ahora que te dije sobre el hombre, que te dije lo que voy a hacer con su esposa y por qué. No puedo dejar que te vayas por el mundo sabiendo que tienes ese tipo de información en mi contra. ¿Qué en la santa mierda? ¿Me dijo la "información", y ahora lo usaba en mi contra? La cabeza me daba vueltas. Mi dolor de cabeza empeoró cuando empecé a pensar sobre esto. ¿Acaso este hombre simplemente disfruta atrapando a la gente? ¿Era una trampa? Era un juego enfermo. —¿Qué quieres que haga? —le pregunté, sabiendo muy bien que sonaba desesperado. —Bueno, depende. ¿Qué estás dispuesto a hacer por mí? No lo sabía. Pudo ver mi silencio. Suspiró profundamente, moviendo la cabeza en la decepción. — Estás demostrando ser un inútil. Creí ver un poco de fuego en ti, despertar y jurando su pequeño corazón. Pensé que podría utilizar un joven. Supongo que no. Se puso de pie, y mi cuerpo se sacudió con pánico. Piensa. ¡Piensa! ¡PENSA! —Te voy a encontrar ese dinero —dejé escapar en un apuro, luchando contra el temblor en mi voz—. Ese hombre tenía una hija. Puedo… Puedo conseguirlo a través de ella. No va a sospechar de mí. Nninguno de ellos lo hará. Me miró con el ceño fruncido. —¿Por qué iba a hacer eso?

—Muchacho, me gustas. Me hundí en la silla con alivio.

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Se me quedó mirando duro, y no pude por la vida leer su emoción. Los segundos pasaban a un ritmo muy lento... hasta que, finalmente, sus labios se curvaron hacia arriba y sonrió ampliamente con una mirada enloquecida en sus ojos.

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—Debido a que un padre suicida parecerá verdaderamente sospechoso si algo malo le pasa a la madre también.


—Soy Jefe —dijo entonces, inclinándose para mirarme a los ojos—. Y aprenderás muy rápido que a mí nunca me podrás joder. Porque nadie jamás se aleja.

La cárcel es como una gran pausa en mi vida. Sabes que el tiempo pasa, pero no lo sientes. No es el aislamiento del mundo que te mata. Es la repetición. Te despiertas con ningún propósito y vas a la cama muriendo un poco más en el interior. Tu corazón no es más que un recordatorio de que todavía estás vivo, pero no es tu órgano más vital. No es lo que da sentido. No le digo cómo hacerlo día tras día en un lugar lleno de criminales violentos. No, es el cerebro que te mantiene en marcha. El cerebro te indica qué hacer. Le dice a tu maldita mente mantener la cabeza hacia abajo y nunca crear problemas. Para simplemente existir. Existir. Estaba existiendo. Pero como una jodida planta en necesidad de agua, me marchitaba. Yo la necesitaba. Necesitaba el agua. La necesitaba para poner un poco de aliento en mí otra vez, para darme esperanza de que había algo bueno en el otro lado. Es jodido. Porque tener esperanza en un lugar como éste era una cosa peligrosa. Hizo la caída mucho mayor… mucho más difícil. Casi todos los días la maldije. Me abandonó, pero por mi vida no podía odiarla. Sabía que en alguna jodida manera esto era el karma. No la merezco, pero que me aspen si creía que estar lejos de mí quería decir que habíamos terminado.

—Levántate, Lawson —dijo una voz, sacudiéndome despierto—. Tienes un visitante, ya. Me levanté y pasé las cadenas—. Jodido cabrón — murmuró el gordo guardia, Jacko, mientras se iba, abusando de mí ya que mantuve la boca cerrada—. Es triste toda esta mierda, ¿no? —Si él podía hablar. Yo lo dejaría. No sabía lo que era capaz de hacer, pero cuanto

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Nunca traté de enamorarme de ella. Acababa de suceder. Pero sabía en el segundo exacto en que comenzó a suceder, y esos recuerdos me obsesionaban cada noche cuando me encontraba solo en mi celda.

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Ella era mía.


más me encendía, más se reservaba un lugar para él en el futuro en el que lo vería. Sabría exactamente con quién estaba jodiendo. Me llevó a visitar el ala. Esperaba que no fuera Matt de nuevo. La mierda con la que ese hombre me alimentó la última vez que estuvo aquí fue francamente mental. Hablando de cómo Heath quería a Allie… ¡mi Allie! Pensé en nuestra conversación en mi camino. —Ella no está esperando por ti —me espetó, evitando mis ojos mientras se encogía de hombros en derrota—. No hay absolutamente ninguna mención de que esté viendo a nadie. Pasa todo el tiempo entre ir a la escuela y estar en el apartamento de Heath. Yo no... ¿Qué coño quieres que te diga, Ryker? No está esperando por ti, hombre. No dejé que esas palabras se asentaran. Las traté como si fuera el viento; un ligero látigo en la cara y se han ido. —Es Heath, hombre —continuó, finalmente, mirándome a los ojos mientras golpeaba los dedos nerviosamente sobre la mesa—. Ha estado pasando mucho tiempo con ella, Ryker. Me froté el rostro con exasperación. ¿Qué mierda importa? — Preferiría que pasara más tiempo con mi hermano que cualquier otro hombre en ese pedazo de mierda, nido de ratas, pueblo maldito, Matt. Le dije que la cuidara. —Si vieras la forma en que cuida de ella, Ryker, también estarías furioso.

—Lo estás entendiendo mal —le dije a Matt—. Estoy seguro de que no es así.

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Matt parpadeó con fuerza hacia mí y con fastidio lo negó con la cabeza. —Está bien, hombre. No me crees entonces. Pero sé lo que estoy viendo, y son cercanos. Nunca va a ninguna parte sin él.

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No respondí durante unos segundos. Mire su rostro. ¿Estaba drogado? El hombre entendía mal. Sabía lo que trataba de dar a entender, pero esa mierda no tenía sentido para mí. Heath prometió estar allí para ella. Confiaba en él para cumplir su palabra, y por su tono de voz, lo hacía. Tenía una pequeña cosa, caliente al lado, y Allie se hallaba muy por debajo de su liga. Él nunca la miró, nunca la cuidó cuando estaba cerca. Era inofensivo, y se sentía probablemente molesto por dejarlo hacer esa mierda.

Una vez más, sólo el viento. Tal vez me colocaba un muro, o alguna mierda. Tal vez no quería creerlo, pero al final del día, no tenía sentido para


mí. Si es que alguna vez se reunieron —Dios ayude a Heath si llegaron tan lejos— sería la sorpresa de mi vida. Lo mataría. Y creo que eso fue lo que me asustó más. Realmente lo mataría. No, pensé de nuevo, recordando la forma en que Heath me habló cuando me vio por última vez. Nunca me jodería así. Me lo prometió con todo dentro de él. Era mi hermano, mi sangre. Mis pasos se desaceleraron cuando levanté la mirada a la mesa a la me llevó Jacko. Todo dentro de mí se congeló, salvo mi corazón. Latió con más fuerza, y un gran estímulo viajó a través de mí cuando cerré los ojos en Allie. Soñé con esto. Sueños vívidos sobre ella en que viene a verme para decirme que cometió un error. Que no quiso decir lo que dijo sobre la ruptura. Eso fue sólo una reacción emocional. Tenía que ser. Su presencia aquí era prueba de ello. Mis labios se arquearon cuando finalmente miró hacia el frente. Sus ojos azules cayeron a la mesa mientras me acercaba a ella. Esperaba que me abrazara y pusiera esos suaves labios contra los míos, pero su mirada se depositaba en un lugar vacío en la maldita mesa, y así permaneció con su mirada fija. No dejé que este extraño cambio en su comportamiento me afectara. No nos habíamos visto en meses. Nunca estuvimos separados tanto tiempo. Todavía podría estar enojada conmigo. Eso está bien. Podríamos hablar sobre el tema y arreglarlo. Me senté frente a ella y Jacko dio un paso atrás para darnos espacio. Extendí mi mano, y la tomó con una de sus manos entrelazadas. Al igual que yo recordaba, su piel era fresca y suave. Tocarla era surrealista para mí —Allie —susurré—. Mírame, chica. No lo hizo.

Lentamente levantó la mirada hacia mí. Esos ojos azules se encontraron con los míos. Sus labios fruncidos mientras examinaba mi rostro. Parecía más plena y más bonita de lo que recordaba. Ya no como la chica escuálida de antes. Sus pechos en realidad lucían muy bien. Había sido un regalo para la vista, pero sin duda empezó a cambiar su aspecto.

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—Allie —repetí con severidad—. Mírame.

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La frustración inmediatamente se tornó evidente en mí. ¿Qué carajos pasaba?


—Te extrañé —dije, llevando su mano a mi boca para depositar un beso en ella. Al segundo que lo hice, se encogió y se apartó. Sentí su conflicto y la ira, e inmediatamente traté de calmarla—. No te enojes conmigo. He pasado todos los días pensando en esto. No quiero que pierdas el tiempo odiándome. Te conozco, te derrites cuando te hablo. Cuando te digo cuánto te amo. Esas palabras no hicieron el efecto de antes en ella. Miró fijamente hacia mí. La leí bien y vi el resentimiento de una milla de distancia. Me odiaba por lo que le hice pasar. La ironía era que ella no sabía realmente lo que estuve haciendo. Mi vida fue construida sobre secretos y mentiras. No podía decirle la verdad. Si revelara una pequeña mentira crearía una reacción en cadena. Todo se vendría abajo como un castillo de naipes, y no podría vivir con eso. —Háblame —la presioné, calurosamente de la manera en que sabía que le gustaba—. Dime lo que está pasando en tu bonita cabeza. Se inclinó hacia delante y dijo en voz baja—: Te has sentado aquí hablando de lo mucho que me amas y me echabas de menos, y todavía tengo que criar a nuestro bebé. Me tensé. Cualquiera que sea el calor que sentí fue apagado por el frío ártico de la palabra "bebé". Apreté la mandíbula y me recosté en mi silla. Esto no iba de acuerdo a mis sueños. Esto empezaba a convertirse en una pesadilla. —¿Qué quieres que diga? —pregunté distraídamente. —¿No tienes curiosidad cómo va? ¿No quieres saber si se trata de un embarazo sano? Me encogí de hombros. —Bueno, ¿sí? Me miró por un momento. —De acuerdo —dijo con voz dura—. Va muy bien. —Bien, me alegro de oír eso. —Mi respuesta fue robótica.

—¿Acaso Heath te enseñó a ser una boca sucia? —Se suponía que debía ser una cuestión de buen humor. Una manera de romper el hielo. Pero en vez... la reacción me tenía perturbado. Se quedó inmóvil y miró hacia otro lado. Algo extraño pasó por su expresión. Era una emoción que nunca vi en ella antes. ¿Culpa? ¿Preocupación?

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Mis ojos se abrieron. Nunca la oí hablar usando ese vocabulario. Allie fue siempre de voz suave.

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—¿Lo dices en serio? Porque no parece que te importe una mierda.


Algo no estaba bien. —¿Ha estado cuidando de ti? —le pregunté entonces, observando cuidadosamente su reacción. No respondió de inmediato, pero sus mejillas se pusieron de color rosa. Juntó las manos y luego las desabrochó, y recordé eso como algo que hacía cuando se ponía nerviosa. La pregunta era, ¿por qué se ponía nerviosa? —Allie —presioné con calma. No sé cómo no le gritaba. Sentí que hervía como fuego de rabia por debajo de la superficie. En mi interior, sabía lo que pasaba, pero luchaba para no reconocerlo. —Sí —finalmente susurró. El silencio continuó estirándose sucesivamente. Su malestar crecía cada segundo, y su preocupación superaba ampliamente sus nervios. Las palabras de Matt... ¿Eran sólo palabras? ¿O eran...? Podía sentir mi corazón astillase en mi interior. Incrédulo. Me encontraba frente a un momento en mi vida al que nunca pensé que tendría que hacer frente. Allie me engañó. Nunca pensé que me haría daño de esta manera. Con los dientes apretados, dejé escapar—: Te lo jodiste, ¿no? La más mínima parte de mí esperaba que se indignara por mi pregunta. Demonios, si quisiera negarlo, me hubiera encantado escucharlo. Quería cegarme a mí mismo con la mentira de que podía hacerme esto a mí. Ya sabía que la tenía, pero suplicaba para que lo negara.

—¿Una vez? —¿Por qué me torturaba a mí mismo de esta manera? Negó con la cabeza. —No. —¿Dos veces? Otro movimiento de cabeza. —Carajo, ¿cuántas veces?

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—Sí —dijo con voz áspera—. Sí, lo hice.

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Se lamió los labios y parpadeó rápidamente. Sus ojos se humedecieron cuando me miró. Esa rabia que sentía antes era una maldita flama en comparación con lo que sentía en ese momento.


—No quieres saber. Me incliné hacia delante, inclinando mi cabeza mientras gruñía. — ¿Qué demonios significa eso, Allie? No se movió hacia atrás como pensé que haría. Me devolvió la mirada, luchando contra sus propias emociones cuando respondió—: Esto significa lo que piensas que significa. Apreté los puños. Quería matarla. —Entonces, ¿qué entonces? ¿Va a jugar a ser papá para nuestro hijo? ¿Es esa la forma en que esto irá? ¿Vas a tener una vida de cuento de hadas, mientras tu novio se está pudriendo en la cárcel y tú estás por ahí tirándote a su hermano? Se encogió ante mis palabras, pero no dio marcha atrás. —No te importa el bebé… —¿Así que todo eso es un sí, entonces? Crees que correrás hacia el atardecer con Heath. —Dejé escapar una risa amarga, sorprendido por el giro de los acontecimientos—. Joder, ¿no es eso genial? Gracias, Allie, por joder mi vida. Ahora se veía furiosa. —¿Joder tu vida? ¿Tienes alguna idea de lo que pones entre Heath y yo? ¿Crees que porque te metieron a la cárcel todos sus problemas desaparecieron? No lo hicieron. ¡Tus deudas llegaron a golpear nuestra puerta! Me quedé helado y miré confusamente hacia ella. —¿De qué estás hablando? —Estoy hablando de los cincuenta mil dólares, Ryker. No juegues a ser estúpido. Miré alrededor de la habitación, asegurándome de que nadie escuchara. —No tengo ni idea de eso —le dije.

Sacudió la cabeza con incredulidad. —Demasiado tarde para eso, Ryker. Lo peor ya pasó. ¿Qué quiso decir con eso?

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—No estoy mintiendo. No tengo ni idea de eso. —En realidad decía la verdad. El jefe no dijo nada sobre recoger un sobre con dinero. ¿Qué carajo? Tuve una sensación de malestar de que tal vez me cortó—. Me encargaré de eso —dije rotundamente—. Voy a solucionarlo. No te preocupes, Allie.

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—Mientes de nuevo —dijo entre dientes—. Eso es todo lo que alguna vez hiciste bien. Mentir.


—Quise decir lo que dije la última vez —añadió con gravedad—. Ya he terminado contigo. —No, no es así. —Sí, así es. Dejé escapar otra risa. —No te vas a deshacer de mí tan fácilmente. No tienes ni idea de lo que pasé para estar contigo. No hay manera en el infierno que te pierda y vayas con ese maldito mentiroso. No entendió mis palabras. No dije nada. Más secretos. Más mentiras. Sólo quería borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo. ¿Era mucho pedir? Haciendo caso omiso de mis palabras, empujó hacia atrás su silla y dijo—: Me voy. Te haré saber cómo va el bebé si eso es lo que quieres, pero no vendré aquí como tu mujer… —¿Te lo vas a coger esta noche? —interrumpí con dureza, inclinándome aún más en la mesa. Se quedó inmóvil, con la boca medio abierta, yo me quedé boquiabierto y perdí mi mente—. Lo harás, ¿no es así? Bueno, eso está bien, Allie. Tienes cinco años con esa mierda infiel. Entonces me voy de aquí. ¿Y sabes lo que voy a hacer cuando salga? Voy a matarlo. Sus ojos se abrieron, y su respiración se hizo lenta. Asentí con la cabeza en mis palabras y le sonreí. —Voy a hacer pedazos al hijo de puta, miembro por miembro. Y luego vas a mirarme a los ojos y decirme que todo se acabó conmigo. No quería verla irse. Me puse de pie en su lugar e hice una seña al guardia para que me llevara lejos. Ella se quedó inmóvil en su silla mientras el guardia agresivamente se apoderaba de mí y me condujo fuera de allí. Me hallaba asustado, por el maldito infierno que sí, que debería ser. Viví tres duros años debajo del Jefe y la única cosa que me motivaba era ella. ¡Maldita sangre!

¡TOMA! No iba a ganar esta. Dentro de cinco años saldría, y cuando lo haga, iré tras de él. Voy a matarlo.

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Eso es todo, Heath hizo imposible mi vida. Toma, toma.

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Estaré maldito si cree que puede quitarme algo más.


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FIN


SAVING LAWSON

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SAVING LAWSON #2


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R. J. LEWIS


Traducido, Corregido & Diseñado por...

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¡Visítanos!


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