“Mi carrera se esfuma. Cómo sobreviví enseñando en América” Estrella Gancedo Gordillo Fotografía: David Love
Quiero contar lo que viví cuando tuve la oportunidad de trabajar en Texas como Profesora Visitante durante casi seis años y reflexionar así sobre lo vivido en aquel tiempo, en aquellos años de shock cultural, de sensaciones -olores, visiones, sabores y emociones- diferentes, de constante incredulidad ante las cosas que pasaban por delante de mis ojos, pero años en los que me sentí más viva que nunca enfrentando los múltiples retos que se me presentaban diariamente, el primero de los cuales fue la supervivencia en un sistema educativo desconocido y muy, muy diferente del que yo provenía. Muchas de las experiencias las viví como protagonista de mi propia película americana y disfruté y sufrí cada momento de inmersión en un nuevo mundo en el que ni la lengua ni las costumbres eran las mías. A mi memoria ayudarán la colección de escritos sobre mis experiencias personales y profesionales que en su día fui enviando por correo electrónico a familiares y amigos, a mis compañeros de Instituto en Zafra, historias que disfrutaban leyendo y comentando después. Alguno llegó a pensar que eran invención mía, por lo que se contaba en las mismas. En los diferentes capítulos de la obra se tratarán temas tanto educativos, en muchos casos relacionados con la realidad actual española (formación de profesores, bibliotecas escolares, diversidad cultural…) como aspectos más lúdicos de la vida diaria en Estados Unidos, que construirán mi impresión personal de un país admirado y denostado casi a partes iguales y de sus gentes. Con este proyecto me propongo compartir mis reflexiones, a través de mis aventuras y desventuras en tierras tejanas, sobre dos culturas de valores muy diferentes, en particular sobre sus sistemas educativos pero también sobre otras formas de pensar, hacer y sentir.
1.
Una solitaria estrella en el estado de la estrella solitaria … 19
2.
Cómo saludar en USA … 24
3.
El retorno de los conquistadores … 27
4. Cowboys urbanos… 30 5. Ciudades americanas: grandes núcleos urbanos o engañabobos … 33
6.
El español Tex-Mex … 36
7. De profesora a estudiante … 38 8. En busca de Inspiración … 40 9. El primer día de clase … 44 10. No es de honor suspender … 50
11.
Cuando los padres se implican demasiado … 53
12.
¡A casa a cambiarte! … 59
Mi carrera se esfuma … 63
13.
14.
De la A a la Z y más: a la “Principal” no le gusta … 66
15. Todo menos la cama … 72 16. “I am so excited” … 76 17. El ritmo en la escuela … 79 18. Más que bibliotecas … 82 19. El poderoso dólar: un valor muy americano … 85
Entrenando profesores … 87
20.
21.
La Inquisición llega a América … 92
22.
“Teachers are heroes” … 95
23. La medicina … 101 24. Midiendo la resistencia de los estudiantes … 103 25. Platón no es necesario para poner un hombre en la Luna … 112 26. El fracaso no es una opción … 115 27. El perro … 120 28. “Classroom Management” … 122 29. América fractal … 129
30.
Voluntarios para todo … 132
31. Perros policía … 136
32. Gracias por no … 142 33. El cambio como constante … 145 34. Fauna educativa … 148
Cuando ponerse malo es un lujo … 150
35.
36. La basura en América … 154 37. Lentejas a las 11:30 de la mañana … 157 38. Mago cowboy … 159 39. La comunidad española … 161 40. El hobby de ir de compras … 164
41.
Alerta máxima … 167
42. América se viste de fiesta … 171 43. “Love at first Physics 1 … 176
44.
“Are you OK?” 2 … 179
1
Amor a “primera física”
2
¿Se encuentra bien?
45.
“Safe America” 3 … 184
46. La conquista de un nativo y vuelta a España … 188
3
América segura
1. Una solitaria estrella en el estado de la estrella solitaria Calor, muchísimo calor que no bajaba ni de madrugada, es lo que recuerdo de aquellos primeros días, los pocos momentos que nos encontrábamos al aire libre, como cuando salíamos afuera a fumar un cigarrillo y la desconocida sensación de calor mezclado con humedad me recordaba que estaba en América. Las altas temperaturas nos obligaban a pasar la mayor parte del tiempo en el interior: en la casa de la “Principal” 4 que nos acogió los primeros días, en los restaurantes o en el coche, todos ellos con el aire acondicionado funcionando a tope, hasta el punto que hacía un frío que nos obligaba a vestir manga larga. El verano del 98 fue uno de los más calurosos que se recordaban en Texas. Dos señoras rellenitas, de sonrientes caras redondas y nombres españoles, Patricia y Juanita, vestidas de forma profesional con trajes de chaqueta, medias oscuras y zapatos de tacón un poco demodé para el gusto europeo, nos habían recogido en el aeropuerto DFW la tarde -para los americanos ésta empieza a las 12 del mediodía- que llegamos a Texas procedentes de Frankfurt con sólo dos maletas. Pat era un alto cargo del Distrito Escolar que nos contrató, “Fort Worth Independent School District, FWISD”. Fue ella la que en la entrevista de selección en Madrid, una de cuyas preguntas fue “¿Eres organizada? 4
nombre con el que se designa a los directores de las escuelas americanas
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(luego entendería la importancia de la misma), había extendido hacia mi sus manos coronadas por uñas largas bellamente cuidadas, al tiempo que exclamaba “You´re hired”. Lo de “Hire” me sonaba a alquiler de coches, pero por su actitud pensé que era un Sí, ¡sí!, me habían contratado y me iba a Fort Worth, en Texas, el estado que casualmente llevaba mi nombre y mi situación en aquellos momentos, el estado de la estrella solitaria. No sabía mucho de Texas, tenía varios amigos en Internet de Houston y Waco con los que había chateado y que me habían sorprendido con que llevaban armas en sus coches para defenderse a ellos mismos y a sus propiedades, según me habían explicado. Bueno, también sabía que Dallas estaba allí y que allí mataron a Kennedy. ¡Ah y no puedo olvidar el rancho de JR! Una de las primeras cosas que hice fue buscar en Internet información sobre Fort Worth y cuando vi una imagen de la silueta de sus rascacielos iluminados en el cielo nocturno, una alegría increíble me invadió: ¡si parecía Nueva York! Texas, el estado de la estrella solitaria cuya flor es el “bluebonnet”, es el segundo estado más grande de los Estados Unidos y como se sienten orgullosos de decir entre ellos, TODO es grande en Texas. Al ver el tamaño de las gentes y de sus casas, quedé convencida. La casa de la “Principal” era como de película: espaciosa, muebles grandes y cómodos, alfombrada con una mullida moqueta, con un jardín impecablemente cuidado. Televisores en cada 10
habitación y la cinta de caminar en la principal porque andar por la calle no está bien visto y la rampante obesidad obliga a tomar medidas, al menos la de comprar la maquinita. La cocina inmaculada, como a estrenar, y es que cocinar diariamente no es algo frecuente como aprenderíamos después: se cocina en fechas señaladas como Acción de Gracias, Navidad o durante los fines de semana en familia o con amigos alrededor de la barbacoa. Los días de diario se mete una pizza al horno o algo al microondas y listo. Muy diferente de lo que en España entendemos por cocinar como descubrí gracias a aquella niña en clase, que muy convencida, nos contaba al resto que su madre cocinaba. ¿Y qué cocina? pregunté yo, preparada para apuntar las palabras en español y en inglés. Su respuesta me dejó tan helada como la pizza que, muchas noches, la mamá sacaba de su envoltorio y ponía al horno para cenar. Nada fue tan decepcionante aquellos primeros días en esta jaula de oro, como la visión del frigorífico de la familia, tan grande como el edificio de las Naciones Unidas e igualmente inefectivo. Impresionante en el exterior, con dispensadores de agua fría y del tiempo, máquina de cubitos de hielo y lleno, sí, pero no de las deliciosas comidas esperadas sino repleto de botes de mil y un tipos de salsas, latas de bebidas y cajas variadas, pero nada comible en su interior o eso es lo que nos pareció la primera mañana en la que mi compañera Aurora y yo buscábamos afanosas algo que llevarnos a la boca para desayunar. Al final, en el congelador, encontramos una bolsa de plástico envuelta en un humo helado con “cinnamon bagels”, una especie de bollos de canela que se calientan en el horno.
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Aquella primera mañana acompañamos al matrimonio a algunos recados: él tenía que cambiarle una rueda al coche y ella tenía que hacerse las uñas, así que pararon en una especie de descampado en el que había unas cuantas tiendas (ni rastro de esa silueta de rascacielos soñados, que había vislumbrado en el camino desde el aeropuerto): unas “Nails”5, unos “Cleaners”6, algún restaurante… Entramos con ella en las “Nails” y allí la dejamos sentada ante uno de los mostradores del pequeño salón, con las manos extendidas preparadas para recibir nuevas uñas largas. ¡Qué misteriosas me parecieron las vietnamitas que trabajaban en ellos! Hablaban en su idioma entre ellas durante la jornada y su inglés era muy pobre aunque llevaran ya años viviendo en USA. Mientras esperábamos a que Yadhira saliera, sentada sobre la acera caliente con la cabeza entre las manos, me preguntaba qué demonios hacía yo allí.
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locales para manicura y pedicura
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tintorería rápida
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Seis éramos el grupo de profesores que llegó a Texas en el 98. Los primeros españolitos en las escuelas del estado de la estrella solitaria. Tres siglos habían estado los españoles en estas tierras, ¿cuánto duraríamos allí los "nuevos conquistadores"? "Un día, de nuevo, volví a ver en el corcho de la sal de profesores la convocatoria de las plazas de profesor visitante en USA. Si me atreviera... pensaba cada año... " Instalada ya en la relativamente cómoda vida de un profesor con las oposiciones aprobadas y la "vida resuelta", algo muy dentro de mí se rebelaba contra esa "vida resuelta", que más aparecía como muerte en vida, para alguien que como yo, comenzaba a vivir. Y al fin, aquel año me atreví. Diversas circunstancias se aliaron para que solicitase ser una profesora visitante en los Estados Unidos para el curso 1998-1999. Con muchos nervios e inseguridad pero también con mucha ilusión por la posibilidad de sumergirme en "otro mundo", comencé lo que en principio sería una experiencia de un año. Fue el inicio de mis aventuras desventuras en tierras americanas.
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Los diferentes capítulos de la obra abarcan temas tanto educativos, en muchos casos relacionados con la realidad actual española (formación de profesores, disciplina escolar, diversidad cultural, bibliotecas escolares...) como aspectos más lúcidos de la vida diaria en Estados Unidos, que construyen la impresión personal de la autora de un país admirado y denostado casi a partes iguales y de sus gentes. Estrella Gancedo es licenciada en Ciencias Físicas y desde su vuelta es miembro del Grupo de Software Educativo de Extremadura encargado de impulsar el uso de la tecnología en las aulas de los centros escolares
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Actualizado: marzo 2011
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