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Se cumplen 28 años de la desaparición de Marina Aragunde, la buscan intensamente

En 2019, Marina Beatriz se ilusionó con la supuesta aparición de su hija Marina Fernanda Aragunde, secuestrada en Marcos Paz en 1995. Pero dos estudios de ADN demostraron que todo se trató de un engaño perpetrado por una joven que se hizo pasar por la nena, que tenía cuatro años cuando fue vista por última vez • Se abrieron hipótesis acerca de su desaparición en manos de desconocidos, su madre no pierde la fe...

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"Hija la última vez que te vi fue el 1 de febrero de 1995, ése fue el día más triste de mi vida,en enero de ése año habías cumplido 4 años, necesito que sepas que te voy a buscar hasta el último día de mi vida, seguramente tu nombre no es el mismo,tu fecha de nacimiento tampoco, pero tengo fe que al ver tus fotos te reconozcas en ellas, seguramente te habrán dicho que te abandoné o tal vez ni sepas que te robaron, quiero que sepas que viví todos estos años con miedo porque no sé dónde estás y que lo único que le pido a Dios es poder volverte a ver, sueño que te encuentro y cuando te quiero abrazar no estás a mi lado y otra vez vuelvo a sentir ese vacío, ese dolor por no poder abrazarte, ojalá ese sueño se convierta en realidad, tengo el último vestido que usaste para tu cumpleaños y un peluche, tu perro Duffy con el cual dormías todos los días, eso es todo lo que tengo, ojalá me estés buscando, te amo hija”, cuenta María Beatriz en sus tantos escritos desesperados para encontrar a Marina, por cielo y tierra.

Aquel 1º de febrero de 1995 marcó un antes y un después en la historia de Marcos Paz. Acaso el caso de Marina haya sido el hecho policial más resonante, lamentable e impactante en todos estos años. En ese entonces, el revolucionado barrio de La Recova no tenía respiro: calles cortadas, policías de todas las juridiscciones trabajando a destajo para intentar dar con el paradero de la menor. Helicópteros, perros, rastreo casa por casa y el alerta a Interpol, un poco tardío, para que no la lleven a otro país. No hubo caso, María Beatriz continúa con su búsqueda, comparte su inquietud en más de 700 grupos de Facebook, pero no hay rastros firmes de su aparición.

Si bien la causa judicial por el secuestro se reabrió hace tres años y medio con la aparición de Valeria Ziggiotto, la persona que trató de suplantar la identidad de la víctima, lo cierto es que la investigación para dar con el paradero de la chica que en la actualidad tendría 32 años avanzó poco y nada en el Juzgado de Garantías 1 de Mercedes.

Aquel 1º de febrero quedó marcado a fuego en la historia delictual de Marcos Paz. La niña jugaba en el patio de su casa y de la nada desapareció. Se abrieron muchísimas hipótesis acerca del rapto. Ninguna dio en la pista clave para encontrarla.

“Pude hacer fueron dos estudios de ADN en centros médicos privados, y en ambos casos dio negativo. Uno de ellos se realizó en Rosario, mientras que el otro se hizo en la ciudad estadounidense de Houston, donde la muestra genética de Valeria Ziggiotto, fue cotejada bajo un seudónimo”.

La madre de la nena secuestrada hizo una enumeración de los datos que le dio Ziggiotto como prueba de que era su hija, pero Aragunde mantiene sus sospechas. “Acá hay algo más, porque cómo Valeria puede saber que mi hija se quemó una de las manos cuando era chica si ella no tiene la mano quemada, ni a eso tampoco lo sabía nadie más allá de mi círculo íntimo. Y además me describió con detalles los rasgos de los mejores amigos de Marina, y hasta el peluche favorito que tenía mi hija”, afirma.

En su relato la mujer también recordó una anécdota inolvidable: “Cuando conocí a Valeria en Rosario y ella vio a mi hermano, que mide como dos metros, le dijo: ‘Vos me levantabas con un brazo, a vos te recuerdo’”.

Taller escuela de Zapatería Colonia hogar Ricardo Gutiérrez - Circa 1938 -

Sobre la izquierda observamos al Sr. Camperchialli, jefe de Zapatería y en el otro extremo el sr. Vicente Alghieri, quien era el zapatero e instructor de los alumnos internos

En ese taller se confeccionaban zapatos para toda la colonia. La producción diaria era de 60 pares y también proveían a otras instituciones y las cárceles de Buenos Aires

La colonia se autoabastecía en vestuario, alimentación y servicios vendiendo también los excedentes de su producción. Todo el trabajo era efectuado por los internos, guiado por maestros de oficios. La colonia albergó a más de 500 chicos de la calle, desprotegidos y desamparados. Los internos vivían en una casa-hogar a cargo de un matrimonio y la institución le brindaba una formación completa en instrucción y en el aprendizaje de un oficio. Fue un ejemplo para el mundo. Claro que sí, los internos que pasaban por la Colonia Gutiérrez trabajaban, se reinsertaban en la sociedad. Algo muy diferente a lo que ocurre hoy en día en las instituciones carcelarias.

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