MARIA SAVAL Nuevas modas, viejas causas
MarĂa Saval Nuevas modas, viejas causas ExposiciĂłn virtual
María Saval Nuevas modas, viejas causas Exposición virtual Diseño, textos y fotografía María Saval Comisariado Natividad Navalón Teresa Cháfer ©De las fotografías ©De los textos
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Humo
A la taula i al llit al primer crit
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08
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Quan més sucre més dolç
Tota pedra fa marge
Introducción
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Iaios
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Els ulls es freguen amb els colzes
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Ausencia y presencia
Huevos
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Memoria táctil
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Currículum
No hay nada más frágil que la memoria, pero no porque ésta tenga como infalible enemigo al olvido, sino porque ella misma está inoculada de burbujas de aire, de saltos, de vacíos en los que, sin embargo, creemos percibir la continuidad de una historia, como si ésta se asemejara a un suave y compacto pasamanos sobre el que pudiéramos retroceder gracias al recuerdo, rozando con nuestros dedos su superficie, para volver allí donde una vez estuvimos. Sin embargo, nuestra vida no es un bloque libre de discontinuidades y si a veces creemos poder retroceder e incluso nos herimos con alguna astilla del pasado, lo hacemos como el niño que, a horcajadas sobre la barandilla, se desliza sin percibir que a veces salta sobre el vacío. Para él todo es continuo, frenético, e incluso doloroso, pero a veces -sólo a veces- siente el borde de los barandales sobre sus nalgas, el ensamblaje de las piezas. La memoria está construida asimismo con olvidos, como espacios vacíos que conectan los puntos de lo sido. Cuando Simplicio en Acerca del cielo recupera el pensamiento de Leucipo y Demócrito sostiene que es el vacío lo que les permite explicar la diversidad de las formas de las cosas, sus disposiciones, sus diferencias: “Estos átomos, separados unos de otros en el vacío infinito y diferentes por sus figuras y tamaños, así como por su posición y disposición, se desplazan en el vacío, y cuando coinciden unos con otros chocan y unos salen rebotados en cualquier dirección, mientras que otros se entrelazan entre sí, de
acuerdo con la congruencia de sus figuras, tamaños, posiciones y disposiciones, y permanecen juntos. De este modo dan lugar al nacimiento de los cuerpos compuestos”. La memoria es el cuerpo compuesto en el que juegan y se entrelazan recuerdos (átomos) y olvidos (el vacío), de cuyos choques y encuentros nacen nuevos recuerdos y surgen las diferencias que distancian las mismas vivencias en el tiempo. Pero si esto es así, entonces el recuerdo, como su análogo átomo, sería el punto compacto cargado de entidad y realidad, libre de vacío, la unidad indivisible e inalterable de un pasado perfectamente petrificado. El recuerdo mismo está horadado y se asemeja más a una piedra caliza y porosa, que a un cristal de ámbar que aprese en su interior el pasado. Él es la referencia que nos permite anclarnos a un momento de lo sido pero nunca será lo mismo que ese referente ausente. Una memoria, pues, “llena de lagunas e incertidumbres” por decirlo con Concha, de vacíos que o bien son formas del olvido o bien manifestaciones negativas de una información que jamás se tuvo. Lo que tenemos, más como consuelo que como real pecio del pasado, es material de archivo, documentos y fotografías. Tenemos el álbum familiar y tenemos las historias que nos cuentan de otros tiempos. Quiénes son ellos, qué vivieron, qué sintieron. Ni los muertos ni su memoria se transmiten, pero sí puede ser transmitida su vida. Nos constituyen.
Humo Madera cortada con lรกser 35 x 30 cm 2019
A la taula i al l it
al primer crit
“Amor i amor quan plou i quan fa sol, amor quan és de dia o és de nit, i a la taula i al llit, al primer crit i l’oli socarrant-se en el cresol. L’amor, que és una pena i un consol, un desembre plujós i abril florit, atrevit, enardit i decidit, que tot ho té i ho dóna i tot ho vol. Plou i plou en finíssimes agulles, plou i plou en la brossa, en el terrat, plou i plou en la roba i en les fulles… D’amor de cap a peus vinc amarat, d’amor i de furor quan et despulles vora el llit on t’espere despullat.” Vicent Andrés Estellés
A la taula i al llit al primer crit Transferencia sobre madera DM y sรกbana 20 x 20 cm 2019
Quan més sucre més dolç Transferencia sobre azúcar 20 x 15 x 1’5 cm 2019
Tota pedra fa marge Transferencia sobre piedra 20 x 20 x 2’5 cm 2020
De recuerdo y de olvido parecería por lo dicho fabricarse la memoria, que late en el corazón de la representación del pasado. La historia es un tejido reconstruido con hilos de nada en el que el recuerdo va conformando su discurso con el material con el que se moldean por igual lo que aparece (phainesthai) y lo que (me) aparece (phantasia), apariciones en ambos casos que se concretan en la imagen. Allí donde nos falta urdimbre se hilvana un recuerdo que enlaza momentos en realidad inconexos. Sin embargo el punto es, pese a todo, también constructo (recordemos: no hay una unidad indivisible e inalterable del recuerdo), como lo es el orden mismo que seguimos en la unión. Tras el uno va el dos, y tras los cinco años, los diecisiete. Ensamblajes de un pasamanos. Recuerdos horadados que ordenamos cronológicamente en el tiempo. Pero si es cierto que no existen, como decía Blumenberg, “hechos puros del recuerdo” porque nuestra realidad es la de la mediación y la metáfora, entonces
ni hay “imágenes” puras, inmediatas, ni hay “puntos” cristalizados del pasado con los que recomponer la escena. Sólo hay mediación, reconstrucción, representación, imágenes entretejidas por lo que aparece exteriormente (phainestai) y lo que reconstruye interiormente (phantasia). Los rostros de los familiares tienen siempre, aún estando entre nosotros, algo de lo que aparece y lo que (se nos) aparece en ellos, algo de lo que es y de lo que les asignamos: “las cosas de la memoria – ya lo dijo Aristóteles- son todas las que tienen que ver con la imaginación”, es decir que lo recordable está asociado a un proceso creativo donde a partir de una “huella” algo se reconstruye desde el presente asociando imágenes. Por tanto, si hay reconstrucción ya en el hecho mismo del recuerdo con un uso creativo de la imaginación, es decir, recomposición de fragmentos rotos, el olvido es una de las condiciones de la memoria y no su enemigo, al igual que el vacío es condición de los cuerpos compuestos.
iaios
iaios Transferencia sobre azúcar 20 x 15 x 0’7 cm 2019
Els ulls es freguen amb els colzes Transferencia sobre piel y sobre madera DM 35 x 30 cm 2019
Para Aristóteles la memoria es una afección (pathos) que se produce en el presente ante algo ausente. Curiosamente si nos perturba y afecta es porque funciona “como una especie de pintura”, como una “recreación” que implica una alteridad entre lo sido y lo recordado como sido, que es designado como phantasmata (imagen), esto es, como la presencia de lo ausente. Tal es la relación entre la memoria y lo visual en torno al papel de la imaginación y a la perduración de la imagen. Este phantasmata es radicalmente otro del referente que le brinda su imagen y, sin embargo, son estos puntos espectrales los que nos permiten hilvanar la memoria. La percepción de adulto nos hace ver habitaciones más pequeñas de lo que recordábamos, como si estuviéramos viendo la misma estancia, sólo que ni nosotros ni la estancia son ya los mismos. La historia siempre juega con la ilusión de la continuidad, pero si ésta existe no se debe a la mera aplicación del principio de identidad según el cual, esa habitación es la misma que la habitación de nuestra niñez, sino porque –y aquí está la diferencia contenida en la formulaciónhay ya otras variables que hacen que la habitación sea y no sea la misma. ¿Qué hay entre aquel aquel y este ahora? ¿mero tiempo? Lo que hay somos nosotros. Pero nosotros no somos tiempo o, al menos, no sólo. La diferencia no radica en la distancia temporal, aunque ésta esté necesariamente presente, sino en la distancia identitaria con nosotros mismos: somos y no somos los mismos; otros recuerdos y otros vacíos han conformado nuestra mirada sobre el mundo: como sucedía con los átomos de Demócrito, los desplazamientos, aglomeraciones, choches, entrelazamientos de recuerdos y olvidos han constituido nuevas formas que nos permiten reconstruir el mundo y su sentido. Esa estancia de niñez era tan grande en aquel momento como creíamos, del mismo modo que ahora es tan pequeña como percibimos.
Huevos Escรกner A3 2020
Presencia Ausencia
Ausencia y prensencia Videoinstalación 3� 2020
Somos, sobre todo, lo que fuimos, aquello que echamos de menos de nuestra infancia y ya no recuperamos nunca. Somos lo que hemos vivido y compartido, lo que hemos visto y disfrutado, la manera en que nos moldearon nuestros progenitores y familiares. Somos lo que recordamos e incluso lo que no recordamos, las sensaciones que perviven en nosotros exacerbadas por la remembranza. Somos el paisaje que nos hizo personas, lo que aprendimos y ahora enseñamos. Acomodar sentimientos del pasado es una manera de hallar la paz en el presente. Tal como refiere el pensador Emilio Lledó, “el fundamento de la memoria no es sólo su posibilidad de evocar, sino de construir y crear, de fijar. Los vericuetos de esa memoria que, fragmentariamente, evocamos nos permitirían aprender de aquellos pasos que decidieron nuestro destino. Por eso, ser es ser memoria. No tanto por la siempre difícil plenitud de evocación, sino porque, en el hilo del tiempo recordado, podemos encontrar las decisiones, elecciones, azares que nos trajeron al lugar en el que estamos.”
Memoria tactil
Vista exterior Serie. Memoria táctil Fotografía 12 x 12 cm 2020
Vista interior Serie. Memoria tĂĄctil FotografĂa 12 x 12 cm 2020
Hasta no hace mucho tiempo, eso que
cobra ahora más relevancia que su con-
llamamos fotografía se apoyaba en pilares
tenido, que se acumula como un residuo
aparentemente sólidos que han logrado
que, en el mejor de los casos, veremos
mantener estable su condición ontológica
un instante en el móvil o la pantalla de la
durante más de un siglo y medio. Hoy,
cámara.
el andamiaje que sostenía esos supues-
Para conocer los aspectos reales del mun-
tos elementos definitorios, entre otros y
do tal como es, sin artificios ni exagera-
principalmente los paradigmas de verdad
ciones, debemos detenernos en aquellos
y memoria, ha perdido su vigencia. Nadie
momentos banales que conforman los
osaba cuestionar que una imagen era un
ritmos diarios, instantes que por carecer
modo de pervivencia, de lucha contra el
de la suficiente fotogenia habían pasado
olvido, una característica que parecía in-
inadvertidos, pero que van a cobrar espe-
trínseca al medio y uno de sus principales
cial énfasis en la postmodernidad; un co-
argumentos como hecho constitutivo. La
mienzo de era donde se generan cambios
voracidad de las imágenes de hoy, su ace-
estructurales que partiendo de lo socio-
lerada vitalidad, ha demostrado lo contra-
lógico, acaban subjetivando la realidad y
rio: sumidos en la superabundancia visual,
repercutiendo en la fragmentación de lo
la saturación nos conduce a la amnesia,
público. A todos nos ocurren casi las mis-
una situación de hartazgo que no requiere
mas cosas pero de diferente manera; más
ya la pervivencia ni demanda ese rastro
aun si somos chavales pequeños y nues-
de realidad, sino que más bien nos lleva a
tros padres actúan de forma similar cada
protegernos de una inflación descontrola-
vez que nos sacan de paseo, normalmente
da que cada día va a más. Las fotografías
los días de fiesta. Lo cotidiano es un lugar
ya no se guardan, se consumen; se han
repleto de tesituras repetitivas y rutinas
convertido en actos comunicativos que se
habituales, un hecho anodino que pasa
extinguen al ser compartidos. Ni siquiera
desapercibido por insustancial pero que
eso, se agotan en el mismo momento de
observado con quiescencia tiene un valor
ser realizadas. El acto de tomar la foto
incalculable: su reveladora autenticidad.
Maria Saval
Maria Saval Nuevas modas, viejas causas