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EL PATRIMONIO PAISAJÍSTICO DE LA AXARQUÍA Matías Mérida Rodriguez y Santiago Manuel Pardo García Profesor Titular de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Málaga y Arquitecto

EL PAISAJE COMO RECURSO Y ELEMENTO PATRIMONIAL EN LA AXARQUÍA

Entre otras cualidades, como la funcional, la cultural o la ecológica, el territorio y sus componentes poseen una dimensión paisajística reconocida y valorada socialmente. Como establece el Convenio Europeo del Paisaje, se entiende por paisaje “cualquier parte del territorio tal y como es percibida por la población”, constituyendo, por tanto, una variable, de naturaleza perceptiva, autónoma del resto del territorio. En este sentido, los elementos que conforman el territorio y que tienen una impronta física suficiente como para garantizar fácilmente su percepción a una cierta distancia, o pueden convertirse en puntos emisores de vistas, albergan cualidades paisajísticas, únicas o combinadas con otros valores, como los productivos o los culturales. El paisaje, en su conjunto, supone un recurso para la población, homologable en su esencia a otros recursos básicos, como el aire, el agua o el suelo. El derecho a la contemplación de vistas y tipos de paisajes agradables constituye un componente más de la calidad de vida del ciudadano, y por ello es motivo de reivindicación en las sociedades avanzadas. Es un recurso, en primera instancia, de naturaleza psicológica, y su utilización redunda en el bienestar de la población. En muchos casos constituye, además, un ingrediente muy destacado de la identidad y cohesión de una sociedad, y de su identificación con un territorio, por lo que su preservación permite garantizar la conservación de sus rasgos distintivos. De ahí que pueda y

deba ser considerado como un elemento más del patrimonio de una población. Estos argumentos justifican plenamente la necesidad de gestionar el paisaje, como un componente más, y de gran trascendencia, en la ordenación del territorio. Pero el paisaje, además, partiendo de su naturaleza psicológica, alcanza la consideración de recurso económico, debido a su influencia determinante en actividades productivas de gran relevancia, como por ejemplo, por citar las más importantes, el turismo y el desarrollo residencial. La mayor parte de las modalidades turísticas surgen de la existencia de paisajes atractivos (litorales, urbanos, rurales), y algunas modalidades residenciales (primera y segunda residencia, turismo residencial) escogen emplazamientos dotados de grandes atractivos paisajísticos (cercanía a paisajes valiosos, vistas de calidad, etc.). Por tener este carácter de recurso, el paisaje se puede convertir en una fuente de riqueza muy importante para un determinado territorio, por lo que su gestión sostenible y prudente adquiere una importancia trascendental, ya que un aprovechamiento intensivo del mismo lo agotaría y sólo permitiría un beneficio económico a muy corto plazo, condicionando el desarrollo futuro, económico y social, de una comarca. La Axarquía representa un magnífico ejemplo de esta materia. En su conjunto se encuentra dotada de un valor paisajístico consolidado, con una imagen de marca ya construida, en cierta medida comparable al que puedan tener otras comarcas montañosas andaluzas, como las Alpujarras. La imagen de su paisaje, netamente mediterráneo, se articula en torno a un conjunto de montañas medias, de perfiles redondeados,

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Mirador de Benamocarra

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muy humanizadas, tanto con cultivos como por núcleos y construcciones tradicionales, que se alternan con espacios de regadío en los valles y en las zonas litorales. Este conjunto aparece enmarcado con elevadas y agrestes elevaciones montañosas, al norte y este, y por el mar al sur, incorporando amplias y atractivas perspectivas. El reconocimiento de la calidad paisajística de la comarca, al margen del que se produce espontáneamente por sus habitantes y por los visitantes que acceden a ella, o del que surge de la obra de numerosos artistas, así como de la acción de los medios de comunicación, ha tenido también, en alguna ocasión, carácter oficial. En el Inventario Nacional de Paisajes Sobresalientes, realizado por el antiguo ICONA entre 1975 y 1977, una parte importante de la comarca aparece incluida en el listado, como muestra representativa de los paisajes agrarios mediterráneos. Ciertamente, este reconocimiento conjunto, muy poco conocido, no tiene validez legal y representa un caso aislado, inscrito en una época en la que el paisaje se encontraba, cuando menos, subordinado a otros valores territoriales, como los ecológicos. En cualquier caso, constituye un hito en la consideración del paisaje axárquico, y merece ser tenido en cuenta por su carácter precursor y avanzado.

Peña de Hierro

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EL PATRIMONIO PAISAJÍSTICO DE LA COMARCA

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Al margen de la personalidad paisajística conjunta de la comarca, un análisis detallado de los componentes de su paisaje nos revela la existencia de espacios valiosos, susceptibles de tratamiento como elementos patrimoniales. Se pueden estructurar básicamente en dos categorías: los tipos y componentes del paisaje y las perspectivas o vistas de calidad.

El Alcázar

Los tipos y componentes del paisaje La comarca contiene una sugerente variedad de tipos de paisaje de destacado valor y diferente naturaleza: paisajes litorales, agrarios, naturales y urbanos. A continuación se presenta una sucinta descripción de sus contenidos, acompañada de algunos de sus ejemplos más destacados. Los paisajes naturales La Axarquía presenta un medio fuertemente antropizado, cuyas características más llamativas son resultado en gran medida de la interacción entre la población y el territorio. Sin embargo, los paisajes naturales constituyen en algunos casos las estructuras más reconocibles del paisaje comarcal y ofrecen imágenes de gran calidad. Como norma general, se sitúan en los límites de la comarca, tanto en los terrestres como en los marítimos.

Valle del río Chillar

En primer lugar, destacan los paisajes agrestes de montaña, donde domina como elemento paisajístico determinante el relieve. Se extienden por las sierras que cierran la comarca por el este y por el norte, compuestas, por la vertiente que mira a la Axarquía, por abruptos roquedales calcáreos de gran impronta paisajística. Las sierras de Tejeda y Almijara, por el este, y su prolongación por el norte, las sierras de Alhama y Camarolos, componen el marco en el que


se sitúan sus elementos más destacados. Los picos Lucero o la Maroma son muestras representativas de tales paisajes, destacando, respectivamente, por su singular morfología y por su volumen y altura. Al margen de las grandes estructuras serranas, también pueden encontrarse, en zonas menos elevadas, formaciones rocosas calizas que emergen en un entorno de montañas medias pizarrosas, de perfiles menos abruptos. En estos casos, la singularidad paisajística proviene del contraste generado, y suelen consolidarse como destacados elementos referenciales, como podría ser el caso del escarpe que sostiene a Comares o la denominada Peña de Hierro, en Cútar.

Aunque escasos, los paisajes naturales litorales siguen teniendo presencia en el paisaje de la Axarquía. En líneas generales, el litoral comarcal presenta una gran variedad de tipologías y formas, que le aportan una valiosa riqueza paisajística y lo convierten en un recurso de primer orden. Incluye agrestes acantilados y calas, como ocurre en Maro o El Cantal (Rincón de la Victoria), y playas abiertas, incluso con pequeñas formas dunares (Chilches). La urbanización del litoral ha alterado notablemente la fisonomía del paisaje costero en muchas zonas, pero aún perviven interesantes ejemplos tanto de acantilados (NerjaMaro) como de playas abiertas poco intervenidas (Almayate-Vélez). No obstante, el potencial paisajístico

En otras ocasiones, la vegetación arbórea supone el principal componente del paisaje, generando amplias masas forestales. El nombre de “Sierra Tejeda”, derivado de las grandes poblaciones de tejos existentes antaño en la zona, es representativo de la importancia que el tejido forestal llegó a alcanzar en ciertos puntos de la comarca. En la actualidad, la cobertura arbórea de las sierras que circundan la Axarquía está formada básicamente por pinares, cuya densidad es variable, aunque por lo general baja, excepto en algunas zonas donde es más elevada, como ocurre en la Sierra de Cómpeta o en el valle del Alcázar, en Alcaucín. Surgen de este modo paisajes de calidad, convertidos en focos de atracción de visitantes. La combinación de agua y relieve da lugar a un tipo de paisaje de gran valor, el paisaje fluvial de montaña. El gran desnivel altimétrico entre el interior y la costa, así como el deshielo de las cumbres de las sierras y la naturaleza calcárea de los terrenos, dan lugar en ocasiones a cauces de gran interés, en los que el agua comparte protagonismo con las formas excavadas en la roca y la vegetación de ribera. Entre las muestras más representativas, sin duda destaca el angosto valle del río Chillar, que discurre por las laderas meridionales de la Sierra de Almijara, y que constituye uno de los principales atractivos paisajísticos de la comarca.

de las playas es tan potente, que incluso las playas urbanizadas pueden llegar a suponer recursos paisajísticos, sobre todo en aquellos casos en los que se perciba una mayor simbiosis entre el elemento natural y el construido, como puede ocurrir en el paseo marítimo de Torre del Mar. Los paisajes agrarios La agricultura ha sido históricamente la actividad humana con mayor responsabilidad sobre el modelado del paisaje axárquico. La benignidad climática, la fertilidad de los suelos aluviales y la naturaleza pizarrosa de sus montañas medias, ha dado lugar a un tradicional aprovechamiento agrario en la mayor parte de la comarca. La estructura de la propiedad, fragmentada en numerosas pequeñas explotaciones, introdujo la variedad de usos y la compartimentación del paisaje. Las formas tradicionales de cultivo en las zonas regadas son las hortícolas, acompañadas de algunos frutales. Se disponen en los fondos de valle o en laderas abancaladas, incluyendo pequeñas infraestructuras hidráulicas. La abundancia de agua aporta al paisaje una imagen frondosa y alto nivel de organización, de estructura nivelada. Junto a ellos, en las llanuras litorales se incluía un cultivo de gran singularidad paisajística, la caña de azúcar, cuya desaparición

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Panorámica de la desembocadura del río Vélez

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Vivienda tradicional

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cabe considerarla plenamente, al menos desde un punto de vista paisajístico, como una pérdida patrimonial. En los secanos septentrionales, sobre un relieve alomado, más suave, se alternan los cultivos cerealistas con los arbóreos, como el olivar. En las montañas medias pizarrosas del centro de la comarca, las formas tradicionales de cultivo son de naturaleza arbórea y arbustiva, como el almendro y el olivo, o la vid, disponiéndose frecuentemente sobre terrenos suavemente abancalados contenidos por balates de piedra. El protagonismo paisajístico de la vid fue muy importante en otros tiempos, y trasciende su extensión física actual, muy reducida, tanto por su impacto en el imaginario colectivo como por la pervivencia de productos e instalaciones asociadas a su cultivo, como el vino moscatel, la pasa y los paseros. Su disposición espacial introduce un característico moteado que recubre, de forma ordenada, las laderas. Por su parte, los cultivos arbóreos cuentan también con una gran repercusión en el paisaje de la comarca, aportando una parte sustancial de la imagen de montaña humanizada característica de la Axarquía. Entre ellos destaca, por un lado, el olivar, más abundante en la parte oriental de la comarca, bien en grandes plantaciones en los suaves terrenos del entorno de Periana, o sobre terrazas en las laderas de las montañas medias pizarrosas. Su valor patrimonial proviene de su carácter mediterráneo, de la existencia de variedades singulares y de la actividad industrial, a menudo artesanal, que genera. Por su parte, el almendro, más extendido por la parte occidental, introduce, además de la domesticación del territorio montañoso, una componente cromática muy destacada durante su período de floración, dando lugar a una cualidad estacional del paisaje de gran valor, y un referente de identidad muy consolidado.

Casa de Peones Camineros

Aunque en la actualidad muchos de estos espacios agrícolas han sido alterados o transformados, los paisajes agrarios tradicionales cuentan con un gran valor paisajístico y constituyen recursos muy potentes, aunque en muchos casos no se encuentren puestos en valor. La relevancia paisajística de estos paisajes mediterráneos es especialmente reconocida por la población extranjera, que elige esta comarca como lugar de visita e incluso de residencia. Las construcciones tradicionales en el paisaje La intensa y ancestral humanización del paisaje de la Axarquía se traduce no sólo en la presencia de cultivos tradicionales, sino también en las modalidades de arquitectura popular existente. Entre ellas, destacan, por un lado, los cortijos, que en esta comarca son por lo general (excepto en la zona septentrional) de dimensiones más modestas que en otras tierras andaluzas, pero abundantes, como consecuencia de la fragmentación de la propiedad de la tierra, así como las casas de huerta, aún más modestas y relacionadas con el regadío tradicional. Tras los cambios experimentados en el medio rural en la segunda mitad del siglo XX, muchos de estos edificios se abandonaron, permaneciendo como vestigios de otras épocas. Son reconocibles tanto los que se encuentran todavía en uso como las ruinas de los abandonados, e incluso los emplazamientos de los ya desaparecidos, habitualmente señalados por la pervivencia de los ejemplares arbóreos que los acompañaban (palmeras o eucaliptos generalmente). Al constituir signos de paisajes tradicionales, con la componente de identidad que esto conlleva, la conservación o reutilización de los casos más destacados debe constituir un eje de la política de protección del paisaje.


Las infraestructuras y su dimensión paisajística

No son éstas las únicas construcciones seculares existentes en la comarca. También se pueden incluir otras, de diferente naturaleza y tipología, como los escasos ejemplos de casas-cuevas o las antiguas construcciones administrativas, como las casas de peones camineros, de las que se conserva algún ejemplo interesante en la carretera de Zafarraya. Igualmente se pueden incluir los molinos, donde se combina el uso residencial con el productivo, y cuya relevancia paisajística se deriva también de su particular emplazamiento, generalmente, aunque no siempre, junto a los cauces fluviales. Las instalaciones agrarias y agroindustriales Junto a las construcciones tradicionales, las instalaciones y edificaciones vinculadas al aprovechamiento de los productos agrarios salpican el territorio, conformando conjuntamente el componente más artificial de los paisajes agrarios. Entre ellos destacan los paseros. Su singular tipología, con una morfología característica fácilmente reconocible, junto a su emplazamiento en laderas soleadas, el color blanco de sus muros encalados y su puntual abundancia, les conceden un elevado protagonismo, suponiendo uno de los ejemplos más ilustrativos del patrimonio etnográfico y paisajístico de la comarca. Otro caso interesante lo constituyen los ingenios, restos de las antiguas fábricas de producción de azúcar, vinculadas al desaparecido cultivo de caña, que mantienen una gran relevancia paisajística, aunque puntual, debido a sus magnitudes, tipología y emplazamiento, como ocurre en el caso de Torre del Mar.

Paseros

Restos de la Azucarera de Torre del Mar

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Molino de río

El trazado de las vías de comunicación y las infraestructuras hidráulicas y energéticas constituyen acciones con una fuerte incidencia en el paisaje, sobre todo las realizadas en las últimas décadas. Por el contrario, las obras públicas antiguas, comparativamente, presentan un mayor grado de integración en el paisaje. Al mismo tiempo, las infraestructuras generan nuevos paisajes que, en determinados casos, pueden adquirir un relevante significado, particularmente si cuentan con un cierto desarrollo histórico y son percibidas como enraizadas en el territorio. Dentro de las infraestructuras hidráulicas, la más representativa y de mayores dimensiones la constituye el embalse de La Viñuela. En líneas generales, la incidencia paisajística de los embalses es objeto de controversia. Por un lado, su construcción, como es el caso de embalse de la Viñuela, supuso un cambio radical para el paisaje interior de la comarca, inundando terrenos y alterando el contexto de cultivos de secano circundante. Sin embargo, por otro lado, la masa de agua creada añade un nuevo valor paisajístico a la comarca, convirtiéndose en un recurso potencialmen-

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Acueducto del Águila

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te interesante para el ocio y la actividad turística y recreativa, que de hecho se encuentra en la actualidad potenciada. En otros casos incluso la presa, es decir, la parte más impactante de la instalación, adquiere, por su antigüedad, un valor paisajístico patrimonial, como ocurre con otras infraestructuras hidráulicas, aunque

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Embalse de la Viñuela

Sendero en El Cantal

la estructura de la Viñuela no destaca por este aspecto. En este sentido, la comarca cuenta con una obra de gran relevancia, el Acueducto del Águila, en Nerja. Se trata de una obra civil que data del siglo XIX y atraviesa el Barranco de la Coladilla, construida para abastecer de agua a una antigua fábrica azucarera. Por sus particularidades fisonómicas y por su carácter histórico, constituye un elemento singular que enriquece el paisaje. Las infraestructuras viarias también pueden contener valores paisajísticos. Por ejemplo, destaca en la comarca la carretera de Zafarraya (A-402 y A-335). Además de las amplias panorámicas que ofrece durante su recorrido, su valor paisajístico se relaciona con su propio diseño. Su trazado sinuoso, adaptado a las curvas de nivel, junto a sus reducidas dimensiones, y a la ausencia de estructuras impactantes, genera un paisaje viario de calidad, cuya imagen es susceptible de utilización como recurso. De igual modo, la carretera que circunda la comarca por el norte, a la altura de Alfarnate (A-4152), participa de estas características. Este viario, que discurre por los términos municipales de Colmenar, Alfarnatejo y Alfarnate, ha sido recogido en el Estudio para la Catalogación de Carreteras Paisajísticas de Andalucía debido a su valor como emisor de vistas. No se trata únicamente de carreteras. Los caminos e incluso los senderos son susceptibles, en ciertos casos, de aprovechamiento de su dimensión paisajística. Por su recorrido, trazado, o elementos compositivos, algunos elementos de la densa red de caminos de la Axarquía suponen, en sí mismos, paisajes atractivos para el visitante que los recorra. La variedad en esta categoría es la nota predominante, existiendo desde senderos con gran desnivel, que permiten ascender a las cotas más elevadas de las sierras calcáreas, hasta recorridos muy frondosos cercanos a cauces fluviales, pasando por los trazados a pie de costa, como es el caso del sendero del Cantal. Este último es uno de los pocos ejemplos de caminos litorales de la comarca puestos en valor, por lo que adquiere un significado especial. Igualmente, los trazados ferroviarios poseen contenidos susceptibles de aprovechamiento paisajístico. En la comarca, ausentes actualmente las infraestructuras ferroviarias, quedan como vestigios el antiguo recorrido del ferrocarril de cremallera que subía hacia Zafarraya, y cuyo trazado es aún reconocible, y los túneles creados para el histórico tren litoral, a la altura de El Cantal, aprovechados para recorridos peatonales. Un capítulo aparte merecen las antiguas estaciones ferroviarias, que jalonan el litoral siguiendo el trazado del antiguo ferrocarril. Por su singularidad tipológica y emplazamiento a menudo aislado, poseen notables cualidades paisajísticas. Además de su posible utilización como elementos referenciales, su pervivencia permite la lectura histórica del territorio. Por otra parte, el relativamente elevado número que alcan-


zan a lo largo del litoral ofrece posibilidades de reutilización en red, al margen de la utilidad que tengan individualmente. Los paisajes urbanos

Núcleo urbano de Frigiliana

Las vistas y perspectivas de calidad La estructura territorial de la comarca, con montañas medias cuya altitud desciende hacia el sur, abriéndose por los valles y llanuras litorales hacia el mar, y que se encuentran enmarcadas por elevadas alineaciones montañosas, genera extensas, amplias y profundas vistas, con contenidos de calidad, tanto desde sus bordes como desde puntos elevados. A escala de conjunto, en la comarca destaca la presencia como fondo escénico de las sierras que la cierran por su parte oriental y septentrional, que dotan a las perspectivas a larga distancia de un plano último de gran calidad en el que las siluetas abruptas, las texturas rocosas o forestales y la ocasional presencia de

Vista de Comares

nieve marcan la percepción del territorio. Entre estas formaciones cabe señalar las Sierras de Camarolos, Tejeda y Almijara. Entre los contenidos de las vistas, el mar adquiere un gran protagonismo. La línea de horizonte supone el fondo escénico de las vistas dirigidas al sur. Por ello, y por sus especiales condiciones de soleamiento e iluminación, las exposiciones meridionales son especialmente demandadas para diferentes usos, entre los que destacan los residenciales. Otros contenidos de las vistas especialmente relevantes son los núcleos de población, en particular los pequeños, abarcables dentro de una única panorámica. La adaptación al relieve de estos núcleos, su abigarrada densidad y el mantenimiento de elementos tipológicos tradicionales, entre los que destaca el color blanco de sus paramentos, representan factores genéricos de calidad paisajística. Como casos paradigmáticos podrían citarse los núcleos de Comares o Cómpeta, que a una estructura urbana y tipologías edificatorias bien conservadas suman una ubicación destacada, y pueden reconocerse como “objetos” llamativos del paisaje de la Axarquía. La amplitud de cuencas visuales derivada de su emplazamiento elevado hace que sean también excelentes generadores de vistas, así como puntos muy visibles y reconocibles desde gran parte del territorio. En relación a las panorámicas, los focos emisores de las vistas de calidad son unos elementos del paisaje singularmente importantes. Los hay de diferente naturaleza: rurales (como el mirador de El Alcázar, en Alcaucín), urbanos (como el mirador de Benamocarra, en Vélez Málaga) y litorales (como el conocido Balcón de Europa, en Nerja). En esta categoría se podrían incluir numerosos puntos que reúnen cualidades para poder ser utilizados como miradores. Se podría citar, por las vistas insólitas que emite, el espigón del puerto de la Caleta de Vélez, que permite la contemplación de parte de la comarca desde el mar.

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Debido a la topografía abrupta de la mayor parte del territorio, muchos de los núcleos de población se sitúan en enclaves con desniveles y accidentes que hacen que su forma se enriquezca y complejice, a la vez que permite que funcionen como valiosos generadores de vistas. Esto se relaciona con el origen defensivo de la mayoría de ellos, cuyo emplazamiento se elige con intención de permitir un buen control del territorio, además del alejamiento de áreas bajas, más insalubres. Las formas de urbanización más tradicionales, derivadas de tejidos abigarrados, adaptados a la topografía y con grandes limitaciones técnicas, contribuyen a la construcción de una imagen muy característica. Las perspectivas interiores, vistas cruzadas y panorámicas de la ciudad y su entorno adquieren, en virtud de tales cuestiones, un interés destacado. Entre los núcleos más llamativos por su calidad paisajística cabría señalar, como ejemplo más conocido, el caso de Frigiliana.

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Hitos en el paisaje

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El territorio axárquico presenta una gran cantidad de elementos con valor representativo o simbólico asociado a sus características paisajísticas, concretamente a su capacidad referencial sobre el territorio. Son los denominados elementos referenciales, entre los cuales destacan los hitos paisajísticos. Su presencia sirve, de forma básica, como elemento de orientación, y de su ubicación y disposición el observador obtiene una lectura adecuada del territorio. Entre los elementos que pueden tener potencialidad como hitos paisajísticos destacan las antiguas infraestructuras defensivas, que aprovechan las ubicaciones más provechosas para el control visual, y por tanto aparecen como elementos puntuales de gran incidencia en la percepción, a lo que se suma su valor patrimonial. El resultado son hitos muy notables. La red de torres almenaras de la costa, así como los castillos y fortalezas (Vélez, Zalía, Bentomiz, por ejemplo) son interesantes muestras de ello. Existen igualmente monumentos urbanos de gran visibilidad, en general asociados a usos religiosos. Constituyen hitos no sólo en el interior del tejido urbano, sino también desde las visiones externas a los núcleos, puesto que por su porte destacan entre el tejido residencial. Las Boquete de Zafarraya torres de las iglesias de cualquier municipio axárquico, algunas de las cuales derivan directamente de alminares de mezquitas (Salares, Árchez, etc.), son el caso más común. En los núcleos de mayor tamaño pueden aparecer además otras construcciones que alcancen una función paisajística semejante. Hay que señalar que el carácter de estos edificios ha sufrido un gran deterioro con las operaciones de crecimiento en altura de la ciudad contemporánea, que resulta en numerosos y en ocasiones aberrantes casos de bloqueo visual, ahogando el patrimonio paisajístico asentado durante siglos. También ciertos elementos naturales pueden adquirir carácter de hito, en muchas ocasiones asociando a su forma predominante alguna intervención antrópica que consolide o complemente su identidad. Ejemplos llamativos de este caso podrían ser el Peñón de Almayate (denominado también como Peñón del Toro, por la famosa silueta publicitaria que lo corona) o el Cerro de San Cristóbal (que popularmente es cono-

cido por albergar en su cima la ermita de la Virgen de los Remedios de Vélez-Málaga). Otros hitos naturales, menos afectados por la acción humana, son el Boquete de Zafarraya o el pico de la Maroma, piezas clave en la configuración de la silueta de fondo de la comarca.

LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO PAISAJÍSTICO. OBSTÁCULOS, LIMITACIONES Y OPORTUNIDADES La consideración del paisaje como un recurso con contenidos patrimoniales implica adoptar modelos de gestión tendentes a su conservación y a evitar su deterioro y degradación. Este modelo de gestión, sostenible, persigue evitar el agotamiento del recurso, y por tanto permitir su aprovechamiento, social y económico, a largo plazo. Por tanto, no se trata de un modelo inocuo, sino que su adopción implica establecer limitaciones y restricciones a ciertas actividades, pero al mismo tiempo supone una oportunidad para obtener

Torre Almenara

rendimientos económicos más sólidos, derivados del incremento del valor añadido del recurso, no de su explotación intensiva. Concebir al conjunto de la comarca como un recurso paisajístico, dotado de una consolidada imagen de marca, supone entender el paisaje de la Axarquía como una materia de gran valor potencial, y cambiar por tanto la habitual consideración del espacio rural como solar o espacio libre en el que cualquier actuación está permitida y de cualquier forma. La intervención en el territorio debe contemplarse como producto de una necesidad concreta y realizarse reduciendo los impactos sobre el paisaje, casi de forma quirúrgica. Determinadas actuaciones deben quedar reducidas en número y acotadas espacialmente; otras, deberían implantarse garantizando un cierto grado de integración paisajística. Entre otras, podemos incluir las más relevantes: la proliferación de construcciones dispersas, las grandes infraestructuras o los invernaderos.


Invernaderos por la costa

La protección del paisaje Más allá del reconocimiento de la riqueza paisajística conjunta de la comarca, los valores paisajísticos de la Axarquía se encuentran protegidos en algunos de sus espacios naturales. En su protección, los criterios paisajísticos han estado presentes, junto a otros de naturaleza ecológica y geológica. Entre los lugares incluidos en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA) destaca por su magnitud el Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Algunos intentos de prolongación del Parque por la sierra de Camarolos no han fructificado, quedando por tanto la alineación montañosa septentrional al margen de la política de espacios naturales protegidos. Los acantilados de Maro-Cerro Gordo se encuentran protegidos como Paraje Natural. El Plan Especial de Protección del Medio Físico de la Provincia de Málaga, protegía, además de estas zonas serranas y litorales (Tejeda-Almijara, Alhama, Camarolos, Maro), paisajes agrarios tradicionales, como la Vega del río Vélez, así como las huertas

Diseminados en el entorno del Castillo de Zalía

de Valle-Niza, Río Seco, Algarrobo, Torrox y Nerja. Por su parte, el Plan de Ordenación del Territorio de la Costa del Sol Oriental-Axarquía reconoce el valor paisajístico de las formaciones montañosas de la zona y otros elementos destacados, introduciendo condiciones de protección que afectan a cumbres, divisorias visuales, hitos paisajísticos, acantilados, el entorno del embalse de la Viñuela, espacios con alta pendiente y zonas declaradas de interés territorial. Las restrictivas normas dictadas para la conservación de tales elementos, así como el interés por detener los dañinos procesos de construcción de edificación residencial dispersa, hacen de este documento un valioso instrumento para salvaguardar los valores paisajísticos de la comarca, siempre que los municipios se impliquen en su desarrollo y cumplimiento. Además, este plan subregional prevé la adecuación de miradores e itinerarios paisajísticos, incidiendo de esta manera en el fomento del paisaje. Obstáculos y limitaciones La deseable gestión sostenible del paisaje encuentra varias dificultades para ser implementada. En primer lugar habría que señalar el deterioro ambiental que sufren ciertas zonas, que redunda en su dinámica interna y posibilidades de mantenimiento. Es el caso del litoral, así como de los cauces y las desembocaduras de algunos ríos, asociados a espacios de gran interés agrícola y amenazados por el progreso de la edificación. La recuperación de áreas dañadas es más complicada según se avanza en su degradación, por lo que en ciertos casos puede llegar a ser imposible su aprovechamiento. Por otra parte, la pérdida de rentabilidad de la agricultura tradicional, en un entorno de fuerte presión turística y urbanizadora, hace que tiendan a aban-

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Este modelo de gestión del paisaje persigue, además de garantizar un paisaje de calidad para la población, aumentar el valor añadido de los productos que se exploten a partir del potencial paisajístico de la comarca, incrementando su calidad, y por tanto garantizar su explotación económica. Actuar de forma contraria implica aumentar el deterioro del recurso y, a medio plazo, su agotamiento. Ciertamente, es mucho lo que hay en juego: la Axarquía conserva una imagen de marca sólida, pero si las diferencias entre la imagen de marca y la imagen real se convierten en insalvables, la primera quedará resentida definitivamente. Turismo, desarrollo residencial de calidad, y otras actividades económicas (espacios industriales de calidad, y otras actividades terciarias), quedarían seriamente comprometidas en su desarrollo, y la comarca estaría en desventaja frente a otras regiones más competitivas en estos sectores.

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donarse los antiguos usos del minifundio axárquico, para ser sustituidos por edificaciones residenciales desligadas de cualquier función agraria. Este cambio de uso, además de promover un modelo territorial con un alto consumo energético y de suelo, tiene varios efectos que deterioran el paisaje: cese de los cultivos, modificaciones topográficas de gran impacto, aumento de las infraestructuras en zonas rurales y aparición de un gran repertorio de tipologías constructivas no integradas. La ausencia de planeamiento territorial y urbanístico específico y riguroso en los últimos años, así como de voluntad administrativa para hacer cumplir las restricciones que afectan al suelo no urbanizable, ha permitido la expansión de este fenómeno en muchos municipios. La falta de sensibilización social en torno al valor del paisaje como patrimonio y recurso conduce a su deterioro irreversible. Es necesario asumir que su conservación es precisa para garantizar un desarrollo sostenible y la protección de los valores de identidad comarcales, más allá de las posibilidades de beneficio económico inmediato que su destrucción ha supuesto en los últimos años. El paisaje no es una dimensión del territorio secundaria o asociada al lujo, sino un patrimonio digno de ser conocido y conservado, y como tal ha de ser introducido en las intervenciones territoriales, la planificación y la conciencia ciudadana.

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Escenario de oportunidades

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El paisaje de la Axarquía, a pesar de los procesos de deterioro, es un recurso de primer orden si se establecen las estrategias adecuadas para su gestión y promoción. Por ello, además por los usos agrícolas y la cultura tradicional, la comarca se posiciona en un lugar muy ventajoso en relación con formas de turismo que valoran cuestiones alternativas al tradicional “sol y playa”, como es el caso del turismo rural, el ecoturismo o el agroturismo. Tales actividades tienen la ventaja de que son, en principio, menos invasivas y más respetuosas con el medio en que se asientan, además de que pueden activar estructuras productivas deterioradas, lo que resulta ideal para la recuperación del patrimonio, tanto tangible como inmaterial. Aunque predomina un clima de falta de atención al paisaje, hay que destacar la actuación de organizaciones que velan por su protección o vinculan proyectos de desarrollo a su gestión eficaz. Buena y temprana muestra de ello es la “Carta Verde del Paisaje de la Axarquía” que el grupo GENA presentaba en 1997 como posicionamiento ante los problemas que entonces acechaban al paisaje de la comarca. La acción de grupos ecologistas, y de asociaciones de promoción cultural o de desarrollo rural, supone un notable paso adelante en la defensa del patrimonio paisajístico comarcal, y una buena oportunidad para encauzar procedimientos de participación ciudadana y reconocimiento de sus valores.

La comarca atesora un extenso, rico y variado acervo paisajístico, que se ha venido configurando como recurso excepcional para su desarrollo. Sus propias características, así como las conexiones con la cultura territorial heredada y las condiciones del medio, lo convierten en una dimensión clave para la gestión del territorio y el patrimonio. El reto consiste en asimilar su valor, estableciendo las herramientas de conocimiento adecuadas, y promover estrategias de protección y gestión que incidan en la continuidad de sus características, pero permitan un aprovechamiento sostenible de tan valioso recurso por parte de las sociedades actuales y venideras.


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