Pautas para hacer un retiro: Lo primero que debes hacer es lo siguiente: 1. Es conocer el lugar y pedirle al Espíritu Santo a donde te podrías, sentir mejor en ese lugar y allí empezar tu encuentro con Dios y contigo, ser sincero contigo mismo y escuchar la Palabra de Dios y la verdad de tu corazón. El retiro no es para juzgarte por lo que has hecho o por lo que no has hecho, es para dejarte conducir por Espíritu Santo y a dejarte iluminar por Él. 2. Cuando empieces a leer el documento quédate en saboreando parte que más te llame la atención o en la lectura Bíblica, que más te llene según sea el caso. 3. Es importante el silencio, ya que te permitirá interiorizar los ruidos que llevamos dentro y que nos dejan escuchar el querer de Dios. 4. Una vez claro en lo que te dice, llevarlo a tu vida, escribe lo que descubras. 5. Da gracias a Dios en todo momento por lo que encuentres. 6. Comparte lo experimentado con tus compañeros, ya que entre todos descubriremos, cual es la misión de estar en el grupo en el tiempo que tengamos para compartir. Es decir la acción concreta. 7. El compromiso que exige conversión personal y tener la capacidad de ser coherente, con lo que me lleva a ser testigo de Cristo, creíble, de lo que predico. 8. Vivir la vida con amor y alegría, llevando el Kerigma o anuncio de la Palabra de Dios en mi vida y a los demás. 0
Nota: Orar es una conmoción interior, un estremecimiento, un éxtasis de las entrañas. Si no hay sobrecogimiento no puede haber acceso al misterio de la vida, no se nos abren las orejas del corazón, Ora es dejar que la vida nos despierte el deseo, nos altere la sensibilidad, nos introduzca en un estado diferente, de búsqueda de Dios, y que este estado nos cambie o nos convierta a tener la mirada de Dios. ORAR ES DEJAR QUE SE NOS ESTREMEZCAN LAS ENTRAÑAS. Recuerden gustar y sentir lo que hago y para que lo hago. Todos mis deseos, sentir y poseer, sea para agradar a Dios. BUEN RETIRO CHICOS. SOLO QUIEN HAGA LA EXPERIENCIA PODRA SER CAPAZ DE CONSTRUIR SU HISTORIA.
UNA FE SÓLIDA EN UNA SOCIEDAD LÍQUIDA Efectivamente, el concepto de “líquido” se opone al de “sólido” y sugiere de modo inmediato y gráfico la idea de algo acuoso, inestable, fluido, transitorio, cambiante, relativo. Es decir desde la perspectiva del llamado “pensamiento débil”, sinónimo de relativismo. Para esto resulta oportuno, entonces, mencionar la conocida parábola de Cristo acerca de la casa fundada sobre roca y de aquella fundada sobre arena (Mt. 7, 24-27) a las que corresponden sus constructores: un hombre prudente y uno necio, respectivamente. El hombre por su naturaleza es el único animal racional que se pregunta sobre sí mismo. No lo hacen los perros, los gatos, los caballos, los pájaros etc. Él se interroga sobre su propia existencia, sobre su origen, sobre el sentido de la propia vida, sobre su futuro después de la muerte. Hoy constatamos sin embargo un fenómeno muy distinto, ya que el hombre de hoy se ha olvidado de hacerse esas preguntas, o si se las hace, se las quita cuanto antes de la cabeza, porque tiene otras cosas más importantes que hacer o que pensar. Esta es precisamente la crisis más profunda de nuestro tiempo, el dejar de lado, el dejar llevarse por otras actividades, en apariencia más urgente y necesarias, pero que no le dan respuesta sobre el sentido de su existencia. Y nadie escapa de esta crisis que se está convirtiendo en plaga. Los adolescentes y jóvenes que frente a las preguntas sobre el sentido de su existencia, no responden más que con argumentos económicos o sociales (tener un buen negocio, una fuente de vidas, casarse, etc.) dan una respuesta superficial al sentido de su existencia. Los matrimonios jóvenes sólo responden quizás sumariamente, dejándose llevar por los problemas financieros que los agobian. Los adultos, ya avanzados en edad, parecen haber resuelto desde hace mucho tiempo esta pregunta, quienes se acercan al final de sus días no se preocupan en absoluto, o muy pocos, por descubrir lo que pronto dejará de ser para ellos un enigma. De esta manera el hombre no vive, sino que se deja vivir. No “es”, sino que se contenta con “existir”. Si se piensa en aquel cuento del polluelo del águila que ha crecido en un corral de gallinas y que nunca se atreve a desplegar sus alas y escalar las altas cumbres para ver de frente al sol y así ser lo que tiene que ser, nos quedamos cortos al imaginar que al hombre le está sucediendo lo mismo. Es decir la crisis de la falta de significado de la existencia humana. Si el hombre puede preguntarse sobre su existencia, puede también conocer el último objetivo de ella. Consecuentemente todas sus actividades deben orientarse a ese objetivo. Que se traduce a la felicidad plena en Jesús, es decir la PARUSÌA la segunda
venida de Cristo, donde todos seremos uno con Dios. De lo contrario, su existencia se desarrollaría sin un sentido claro, y podría llegarse a la conclusión de que, si la vida sólo es una hipótesis sin una respuesta objetiva, entonces también cabría otra hipótesis igualmente válida que se desprendería de la anterior, es decir, de que mejor sería para el hombre no existir o no ser. “No es correcto plantear la pregunta ¿Qué es el hombre?, en vez de: ¿quién es el hombre?, porque el hombre no es un objeto, una cosa, un instrumento que se fabrica o se produce; es un sujeto personal, singular e irrepetible. Podríamos colocar de ejemplo: las piedras viven, pero no se mueven, las plantas, los animales y los hombres viven y se mueven. La vida en definición es el movimiento. La diferencia entre la existencia y la vida es el movimiento. La persona humana, una vez que ha entendido el sentido de la vida, es decir, el sentido de sus funciones primarias como es la nutrición, el desarrollo y la reproducción, está en la capacidad de darle sentido a esa vida, dirigiéndola por el rumbo que mejor le convenga. Esto es posible porque posee el don de la voluntad, que es “la facultad de tender hacia un bien conocido por la inteligencia. Con la inteligencia la persona humana conoce, y con la voluntad ejecuta. Así, el ser humano no es un espectador, sino actor. Las plantas y los animales, al no tener esta capacidad de elección, deben por fuerza vivir la vida como les viene impuesta por la naturaleza, es decir por los sentidos, los instintos y los apetitos. En cambio la persona humana, al tener la capacidad de conocer se da cuenta de lo que más le conviene para vivir una vida buena, una vida acorde a su condición de persona humana. Por la voluntad, puede elegir entre las distintas formas de vivir la vida; y, por su libertad, puede ejecutar y llevar a cabo la elección que ha hecho previamente en su voluntad. Esta maravillosa capacidad de la persona humana de elegir el sentido de su vida está siendo hoy amenazada por nuestra sociedad, que le impide a la persona humana su plena realización. Pero curiosamente, nuestra sociedad ejercita esta amenaza de una forma muy sutil. Tal parece que el hombre del siglo XXI revive la leyenda mitológica de Prometeo que quiere alzarse por encima de su propio destino. Ahora las cosas han cambiado. No se trata de revivir viejos esquemas en donde un padre impone a un hijo la visión de la vida, mientras que al hijo no le queda más remedio que aceptarla. Vivimos más bien lo contrario: una generación que no sabe o no puede explicar a otra el sentido de la existencia, de tal forma que la siguiente generación la haga propia y a su vez la viva y la enriquezca. Lo más triste es que las personas viven sin el tiempo necesario para poder pensar en lo que son. Solo piensan en lo que quieren y en lo que desean porque muchas veces esos deseos les vienen impuestos. Se dejan guiar por estas voces, para luego darse cuenta más tarde que lo propuesto por tantos agentes de información no es ni remotamente el sentido de la existencia que han buscado. De esta manera, se dejan vivir por esas propuestas, perdiendo un tiempo precioso que quizás no
volverá jamás. La droga, el sexo, el alcohol, la posesión de innumerables bienes materiales o la tecnología de punta, aparecen cada vez más en nuestra sociedad como los sucedáneos del sentido de la existencia. El hombre hoy, desde el niño, hasta el anciano, viene literalmente bombardeado de información sobre qué tiene que ser, qué debe poseer, qué debe vestir, qué escuela debe frecuentar, de qué amistades debe rodearse, qué debe comer o beber, o adónde tendrá que ir de vacaciones. Esto es una falsa que se ha impuesto al hombre moderno como una fórmula para encontrar el sentido de la existencia. Si antes Descartes decía: pienso, luego existo, hoy el hombre moderno tendría que decir: me informo, luego existo. ¿Cómo salir de la trampa del existir y pasar a la belleza del ser? Es importante aquí tocar un poco la cultura que el hombre vive. Podríamos decir que es una sociedad “tecno-líquida”, cuyo agente catalítico es la comunicación. Se habla de una cultura “tecno-líquida”, porque la persona enfoca y basa su existencia en aquello que viene dictado por la tecnología. Y líquida, porque en ella no hay nada, todo lo estable, todo es pasajero y todo debe ser vivido de acuerdo con el último momento. Ej. El internet, facebook, twitter, el watsApp, Messenger y todas las redes sociales actuales. El hombre de nuestra época busca únicamente vivir el instante, sin un proyecto definido a largo plazo. Esto es considerado como un momento de Interioridad profundo, el placer por el placer, sin Dios. Su horizonte temporal abarca solo aquello que puede abarcar el tiempo en que una relación o un objeto sea placentero y pueda producirle una satisfacción instantánea. En conclusión dar sentido a la vida quiere decir tener la capacidad de saber distinguir la verdad de la falsedad, el bien del mal, lo esencial de lo que no lo es, lo permanente de lo pasajero. Tarea nada fácil, para un hombre acostumbrado a no pensar en su trascendencia, en su grandeza como hombre, en las grandes capacidades que tiene para darle un sentido a su existencia y a su vivir. “Este documento fue extraído del libro Una fe Sólida en una sociedad Líquida de Germán Sánchez Griese”.
A la luz de la Mañana: “¡Id a Galilea: allí le veréis!” La mañana es el fin de la oscuridad de la noche, es el alba del reconocimiento de las cosas: en la primera creación la luz fue la criatura nueva en un mundo de caos. Lo primero fue la luz: el esclarecimiento de lo confuso y caótico, la iluminación del perfil de todo lo bueno creado por Dios para los hombres. Y en el día de la liberación, a la salida de Egipto, la luz del día mostró la formidable historia del poder de Dios sobre los opresores del Pueblo hundidos en el mar revuelto. En la noche fue la huida, el desconcierto, el combate con las fuerzas del mal, y la mañana trajo la seguridad de la victoria, la alegría del canto y de las danzas de victoria. Por eso el
caer de las vendas es un signo de liberación, es el desatarse de las ligaduras de la opresión y de la muerte. La Pascua es liberación, y el primero sacado de la fosa es Jesús el Justo, el Siervo, el Profeta. El que era Maestro y Señor se despierta desligado de su cuerpo mortal para acceder a la glorificación de un cuerpo transformado. Y, junto a él, todos nosotros somos pueblo liberado para siempre. Pero, con todo, Jesús conserva en su cuerpo glorioso las huellas de la tortura. Sus manos y sus pies, su costado siguen marcados por el suplicio de la cruz. El resucitado es el crucificado vivo. No hay renovación sin que se queden impresas la marca de la entrega. No se puede olvidar lo vivido, querer dejar atrás la cruz, como si solamente hubiera sido obstáculo y no camino de glorificación definitiva. Esas heridas abiertas en el cuerpo de Jesús son también las huellas de la pasión en el mundo, de lo que aún le falta al cuerpo de la Iglesia para recorrer el camino de su Señor. Una piedra del sepulcro no ha podido retener aquella fuerza infinita de amor. Jesús ha resucitado. Y le encontraremos cada uno en nuestra “Galilea”: en nuestro lugar de trabajo de Comunidad fraterna, de vida testimonial y compartida. Preguntas para reflexionar: 1. ¿Has descubierto ya cuál es el sentido de tu vida? ¿Te habías preguntado antes? 2. ¿Cuáles piensa que son las dificultades más grandes que tienes hoy para descubrir el sentido de tu vida? 3. ¿Qué podrías hacer tú para ayudar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes y a los adultos a descubrir el sentido de la vida? 4. ¿Cuáles crees que son las preguntas más importantes que un hombre debe hacerse para descubrir el sentido de la vida? 5. ¿Por qué crees que el adolescente, el joven o el adulto de nuestros días ya no se hace más esas preguntas? ¿Quién eres? Respóndela. 6. ¿Qué podrías hacer tú, y qué podrían hacer tu grupo juvenil, tu familia, las personas con las que más convives para generar un pensamiento que ayude a otros a cuestionarse sobre el sentido de su existencia? Y comprometerse en el lugar donde está teniendo sentido de pertenencia. Tener sentido de pertenencia: es amar, gustar con todo lo que eres, con todo lo que haces.
EN LAS ENTRAÑAS DEL CORAZÒN DE DIOS ¡Dios que rompe las ataduras de la muerte! Amor de Dios y amor de hombre, eres el amor oculto, porque eres el amor herido. Tu Corazón tiene una grieta como la peña del monte Horeb, donde se esconde Moisés para contemplar tu gloria, donde Elías reposa exhausto antes de salir de la gruta y reconocerte en el susurro de una brisa tenue. En el amor de tu triple Ternura hay un misterio oculto: el de la humanidad doliente que espera ser devuelta a la vida. Te contemplo con pasmo, como en un bajo relieve que hace años se me presentó ante los ojos del corazón, al ver tu rostro luminoso. Ternura como Padre que te deshaces de amor y te curvas compasivo para mantener al ser humano caído y sujetarlo por los costados. Ternura como Hijo que te arrodillas ante su cuerpo deforme, y le tomas de los pies en un gesto que nos recuerda el beso después del lavatorio. Y esos dos vértices de ternura compasiva se cierran por un incendio de amor ardiente en el que te haces presencia descendente del fuego de tu Espíritu. Tu vuelo raudo viene a infundir la llama de la vida al que tendiendo entre tus brazos, y casi exangüe, está a punto de perderla. De este milagro admirable, el ser humano, en su último aliento, recibe tu beso como Padre en la sien, como Hijo en los pies, como Espíritu vivificador en su corazón. Tu herida, Dios mío, es tu mismo corazón que se esconde en la humanidad doliente. Desde ahora no te podremos contemplar como dulzura del triple Amor, sin ver los efectos redentores de la encarnación: porque al asumir nuestra débil condición, hacerte como hermano nuestro, carne de pecado, nos has revelado el misterio de tu corazón, escondido desde antes de los siglos: el amor oculto es un amor herido. Gracias porque eres un Dios que se esconde en el Amor frágil, el amor herido, el desarmado para siempre en comunión con nuestra humanidad derrotada, que espera y sueña una salida hacia la anchura del corazón, la única comunión verdadera que nos puede abrir a la esperanza. ¡Amén, Aleluya!
Oración al Espíritu Santo para pedir sus dones ¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas. Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana. Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme. Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación. Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado. Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo. Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado. Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén. II Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés. Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu. Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella. Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás. Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad. Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades. Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas. Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén. III Amor infinito y Espíritu Santificador: Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez. Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas. Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias. Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor. Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto. Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza. Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.
PROPUESTA DEL PAPA BENEDICTO XVI: 1. ¿Cómo hemos de sostener la fe, los que no dejamos de confiar nuestra
existencia a Dios? a. Conservando las tradiciones litúrgicas, de religiosidad popular, de
piedad popular que están enraizadas en las culturas, que aunque nos parezcan anticuadas, pasadas de moda o no acordes con las realidades actuales de la sociedad, hay muchas personas que creen en Dios a través de ellas. Esto implica una sutil, lenta pero progresiva purificación, ya que si no lo hacemos con mesura, podríamos llegar a lastimar a quienes las practican. Aquí entra de manera exclusiva “la caridad pastoral” con la que se debe realizar toda nuestra acción evangelizadora y de servicio a la iglesia, esto nos exige tener en cuenta lo que nos dice la Sagrada escritura en Dt.4,9: ”Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. b. Sosteniendo las afirmaciones de fe, de amor a Dios y al prójimo, de
cumplimiento de la alianza pactada con Dios en la persona de Jesucristo, de respeto a la vida, a las buenas costumbres y los valores cristianos; así el mundo, la sociedad, los medios, muestren otra cosa y disfracen el mal como bien y la mentira como verdad. Tenemos que ratificarnos en nuestras enseñanzas tomadas de la Sagrada Escritura: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo les enseño, para que ejecuten, y vivan, y entren y posean la tierra que el Señor Dios de sus padres les da. No añadirá a la palabra que yo les mando, ni disminuirán de ella, su Dios que yo les ordene… Guárdenlos, pues, y
pónganlos por obra; porque esta es su sabiduría y su inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está el Señor nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿Qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que pongo hoy delante de ustedes?” (Dt. 4,1-2.6-8). c. Trabajando asiduamente en todos los ámbitos de nuestra pastoral,
teniendo en cuenta, especialmente, los que humanizan, los que encarnan la Buena Nueva del Reino en la cultura. No podemos olvidar “el patio de los Gentiles” (lugar ubicado a un lado del Templo de Jerusalén, exclusivo para los paganos); el espacio público (política, economía, cultura, academia, etc.), donde hay gente que cree, y a quienes les debemos mantener la fe viva (Hch. 8, 26-40: “El eunuco de Candace”). d. Manteniendo viva la esperanza, no solo en la vida eterna que se nos
dará, como lo dice san Pablo (Co. 9, 25: si nos ganamos “la corona merecida”), de acuerdo con el amor que hayamos dado en esta vida pasajera; sino también manteniendo la esperanza en las bendiciones de Dios en la vida temporal, pues sin esperanza no tendremos motivos para vivir, para trabajar en el bien y la verdad (Rm. 6, 1-11: viviendo en el Espíritu). e. Que toda nuestra labor está circundada de amor, para que en ella los
demás reconozcan que Dios actúa en nuestra vida, por esa razón el amor y la caridad transparentan su existencia en nosotros (Ga. 2,20: “Vivo yo, pero no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”). 2. ¿Cómo hemos de responder a la problemática antropológica? a. Dándole sentido a la vida, a través de las acciones pastorales de
caridad. b. Haciéndoles tomar conciencia a todos los seres humanos que tenemos
que mantener viva la memoria histórica, para no caer en los mismos errores del pasado. c. Descubriéndoles que en su vida, los acontecimientos de su historia,
están reflejados en la palabra de Dios, que ella no es algo ajeno o algo que sucedió hace mucho tiempo y que ya no tiene validez.
d. Humanizando su quehacer cotidiano, sus valores, sus esperanzas, sus
anhelos, sus deseos. e. Dignificándolos, haciendo que se reconozcan importantes dentro del
mosaico de la vida y de la historia, de su aquí y de su ahora. f.
Promocionándolos, haciéndoles descubrir que pueden ser cada vez mejores, útiles a la sociedad, capaces de cambiar este mundo inmisericorde por un mundo mejor, más llevadero, fraterno y misericordioso.
g. Sanándolos en todas sus afecciones tanto físicas, como psicológicas y
espirituales. Curándoles el corazón adolorido por la falta de perdón hacia sí mismos, hacia los demás, hacia las instituciones e, incluso, hacia Dios, del cual sienten su ausencia, no porque Él no esté, sino porque a veces las mediaciones (los clérigos, es decir religiosos y los laicos), que debemos hacerlo presente, no lo presentamos vivo y actuante. 3. ¿Cómo plantear un camino a los que viven con nostalgia de Dios en su vida
y con el deseo de encontrarlo de nuevo? No es extraño o desconocido para nosotros el hecho de que a pesar de las zarzas, las piedras y la dureza de la tierra del camino (Mt. 13, 1-9: “la parábola del sembrador”), el hombre de hoy esté buscando a Dios. Pues ante tantas distracciones muchos han optado por el camino errado, han desviado la vía y se han quedado en las ramas, sin ir a la raíz, sin dejarse guiar por la luz, por la verdadera ruta que conduce a la vida eterna. Tampoco es desconocido el hecho de los lugares de culto cristiano que, separados de la Iglesia de Cristo, muestran un Dios sin sufrimiento, un Dios sin cruz, un Dios acomodado a las necesidades personales de cada quien. Esto ha hecho que la sociedad piense que la vejez, la enfermedad y los niños sean un estorbo para el logro de sus éxitos, metas y objetivos individuales, y muchos se vayan por la vía fácil, acomodando a sus propias intenciones y deseos un Dios a su manera de pensar y de actuar, además no ven en el otro, en las otras personas, un fin sino un medio para lograr su fortuna, su éxito y sus metas. La fe nos invita a ser testigos del amor de Dios y a dar testimonio de su amor en medio del mundo; pero como nadie da de lo que no tiene, si
reconocemos que Dios nos ha amado primero, no nos queda otra alternativa que amarlo y amar al prójimo como Él nos ha amado. Se es testigo del amor de Dios cuando hacemos un alto en el camino, miramos hacia atrás y descubrimos que en todo cuanto nos ha pasado, en nuestras luces y sombras, Dios ha estado sosteniéndonos para que confrontemos y afrontemos con valentía las adversidades de la vida y mantengamos la perseverancia y la fortaleza para seguir luchando. Y somos testimonio cuando, a través de todo cuanto hagamos y digamos, incluso con nuestros gestos (lenguaje no verbal), mostramos ese amor de Dios a los demás. Los testimonios, los ejemplos, son necesarios en nuestra vida de fe. Por eso la Iglesia nos insiste en mostrar a Cristo desde nuestro ser de cristianos, desde el ambiente en que nos desenvolvemos, desde nuestra opción de vida. ¡Las obras valen más que mil palabras! De ti y de mí depende que los que anhelan encontrar a Dios, lo descubran. 4. ¿Cómo darle primacía a la oración y especialmente a la Eucaristía, fuente y
culmen de la vida cristiana? Al igual que con los discípulos de Emaús, que reconocieron al Señor, en esa tarde, al partir el pan, como signo de la Eucaristía, la celebración eucarística está al final del proceso de fe, ha de ser la respuesta al reconocimiento del amor de Dios, que a su vez los impulsa a la misión de seguir predicando la Buena Nueva del Reino, es el alimento espiritual de la vida del cristiano. La oración, aunque es una comunicación de todos nosotros los cristianos con Dios, ante nuestras necesidades, dificultades, enfermedades, angustias, anhelos, esperanzas y gozos, es también una respuesta hacia el reconocimiento de la manifestación de Él en nuestras vidas, porque le reconocemos vivo y actuante en todo el acontecer de la misma; pero también es una decisión que tomamos para comunicarnos con Él, donde entra en juego nuestra libertad de hacerlo o no, porque puede, en nuestra libertad de hacerlo o no, porque puede, en nuestra vida, imperar la autosuficiencia y el egoísmo. La oración y la celebración eucarística tendrán sentido cuando entendamos que Dios sí ha actuado, actúa y seguirá actuando en cada uno de nosotros para nuestro bien y para el logro de nuestra felicidad si cada uno es dócil a la acción del Espíritu Santo.
Y por último, para servirle a Cristo, debemos estar bien dispuestos, solícitos, prestos a trabajar en su viña, que está en el aquí y ahora que nos toca vivir, no necesariamente en el Templo, si se da allí está bien, pero si no, tenemos que hacerlo desde nuestros ambiente, espacio en el que nos desenvolvemos en la vida cotidiana (hogar, trabajo, estudio, etc.). “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad” (Sal. 39,8).
“Todo este breve documento fue tomado del libro Camino de la Fe de Lázaro Trujillo Mosquera”.
ORACIÓN DE ENTREGA A DIOS Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe. Te suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado no permitas que se extinga la hermosa luz de nuestra fe. Acuérdate de tus antiguas misericordias; mira compasivo la viña que tú mismo plantaste con tu diestra, que ha sido regada con la sangre de miles y miles de mártires, con las lágrimas de generosos penitentes y las fatigas de celosos apóstoles. Aunque nos aflijan las enfermedades, nos consuman los disgustos, nos afecten los infortunios, te pedimos, Señor, no nos falte la fe; porque ricos con este don precioso, soportaremos con gusto todo dolor y nada podrá alterar nuestra felicidad. Por el contrario, sin la gracia de la fe, nuestra desventura no tendría límites.
Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, consérvanos dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor, para que se construya la unidad de la Iglesia, se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos. Concédenos la paz y la unidad. Confórtanos y consérvanos en tu santo servicio, para que por ti y en ti vivamos siempre. Amén. San Clemente María Hofbauer
ORACIÓN DE ENTREGA A DIOS Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe. Te suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado no permitas que se extinga la hermosa luz de nuestra fe. Acuérdate de tus antiguas misericordias; mira compasivo la viña que tú mismo plantaste con tu diestra, que ha sido regada con la sangre de miles y miles de mártires, con las lágrimas de generosos penitentes y las fatigas de celosos apóstoles. Aunque nos aflijan las enfermedades, nos consuman los disgustos, nos afecten los infortunios, te pedimos, Señor, no nos falte la fe; porque ricos con este don precioso, soportaremos con gusto todo dolor y nada podrá alterar nuestra felicidad. Por el contrario, sin la gracia de la fe, nuestra desventura no tendría límites. Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, consérvanos dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor, para que se construya la unidad de la Iglesia, se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos. Concédenos la paz y la unidad. Confórtanos y consérvanos en tu santo servicio, para que por ti y en ti vivamos siempre. Amén. San Clemente María Hofbauer