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DESARROLLOS EN EL SIGLO XXI

Autor: Dr. Julio Mejía (jvmena@terra.com.pe) Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú)

Las ciencias sociales se encuentran en un proceso de revisión y cuestionamiento de los fundamentos y propuestas teóricas, en particular del propio logos científico de la modernidad . Desde una configuración más amplia Immanuel Wallerstein puntualiza que las ciencias sociales tienen grandes limitaciones en el estudio de la realidad social que no corresponden a la problemática del mundo contemporáneo. Se trata de desarrollar nuevos fundamentos epistemológicos, de impensar las ciencias sociales y no de repensar las ciencias sociales dado que muchas categorías y suposiciones constituyen barreras en la construcción del conocimiento social, con la esperanza de estimular la creación de un nuevo paradigma a largo plazo . Las ciencias sociales se han cerrado a la comprensión de la vida social y los métodos de estudio son más bien un obstáculo para acceder a la realidad, se trata de abrir el conocimiento ante las nuevas posibilidades.

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Las ciencias naturales desarrollan una concepción fundada en un futuro indeterminado, los equilibrios son más bien las excepciones, la autoorganización como un proceso complejo de la realidad y, por lo tanto, la racionalidad de la complejidad implica que los fenómenos se enfrentan a un conjunto de sucesivas alternativas, no a determinismos preestablecidos que gobiernan el mundo , lo que el Premio Nobel de química Ilya Prigogine denomina El fin de las certidumbres. En ese sentido, nos enfrentamos a una crisis de las ciencias sociales y de la propia construcción del conocimiento científico. En este artículo inicial intentamos dar cuenta de las repercusiones de la crisis de las ciencias sociales y de la emergencia de nuevas respuestas epistemológicas en esta parte del continente. Después de muchos años de influencia de los estudios culturales y las teorías postmodernas en las ciencias sociales, especialmente en el área de las humanidades, en particular en filosofía y literatura, se viene desarrollando con mucha fuerza un cambio epistemológico en la investigación social de América Latina sustentado en el paradigma de la complejidad . En efecto, los estudios culturales han impulsado el giro hermenéutico, una cierta libertad frente al rigor epistemológico en la construcción de los conceptos. Dentro de ese marco, el paradigma de la complejidad abre la posibilidad de comprender las difíciles relaciones entre sujeto y sociedad en nuestro continente, donde cada sujeto es una parte de la sociedad y la propia sociedad está inscrita en los individuos, por medio de su lenguaje y cultura que emergen del fondo de los tiempos y de la originalidad. Entender las transformaciones de la realidad social de nuestro continente demanda un pensamiento que trata con la incertidumbre y que es capaz de comprender su organización transformativa.

La riqueza de la discusión que se viene desarrollando en América Latina ha puesto de relieve su particularidad. El modelo de investigación social se fundamenta en el rescate de la rigurosidad epistemológica. Desarrollar un nuevo paradigma epistemológico de la investigación social no es posible dentro de los marcos del positivismo. En América Latina más bien se observa el intento por construir una propuesta emergente dentro de otras posibilidades que pasamos a examinar en sus aspectos centrales.

Cambiar los comportamientos epistemológicos de la investigación social

En otro contexto, Niklas Luhmann a inicios de la década del sesenta ya planteaba una idea similar señalando que el fin del conocimiento social es «hacer comprensible la acción como posibilidad», y no el establecimiento de la acción según regularidades inalterables y deterministas . La sociedad es un sistema muy complejo, es una dialéctica de interrelaciones entre los individuos con la totalidad social y la totalidad social con los individuos, y a medida que pasa el tiempo, la constante es la emergencia de nuevas realidades. Asimismo, se ha abierto un período histórico donde priman el cambio, las transformaciones sociales y los aspectos aleatorios, los estados de equilibrio social son más precarios. En ese sentido, la previsibilidad del futuro de la sociedad definido de antemano por un reducido número de leyes ha dado paso al examen de la realidad social como una actividad más de exploración y de indagación de lo emergente, de la búsqueda de lo inesperado, de lo imprevisible y la novedad. Es importante anotar que no es la dinámica social que nos lleve a cualquier dirección, las alternativas son resultado de los límites creados por las acciones presentes de los propios sujetos sociales donde se eligen los nuevos caminos.

Rupturas epistemológicas que fundan la investigación social Boaventura de Sousa Santos lo define como un proceso de doble ruptura epistemológica, que sin dejar de lado la superación del sentido común y el rigor académico de la primera ruptura, apuesta por un desarrollo de la primera ruptura epistemológica para llevar el conocimiento social hacia un nuevo sentido común emancipador. La segunda ruptura epistemológica significa la transformación del propio conocimiento científico y de su potencial en un movimiento en espiral que revierte en un nivel superior al sentido común . En efecto, Gaston Bachelard define la ruptura epistemológica positivista, a semejanza de las ciencias naturales, como una dinámica de superación y negación del conocimiento cotidiano, el que se define como prejuiciado, ilusorio y superficial, para poder llegar al conocimiento profundo, verdadero y objetivo de la realidad, mediante un proceso de conquista, ruptura y verificación. Boaventura de Sousa Santos desarrolla la idea de una segunda ruptura epistemológica, apoyándose en la firmeza científica del momento anterior, que demanda la necesidad de un reencuentro de las ciencias sociales con otras formas del saber y la misma transformación en nuevo sentido común emancipador. También, relacionado a lo anterior, la segunda ruptura epistemológica conlleva la necesidad de la promoción de un nuevo sentido común emancipador, en un mundo cada vez más globalizado y de cambios tecnológicos acelerados.

Sistemas sociales autopoiéticos Punto de inflexión para las ciencias sociales de América Latina, desde entonces las sociedades se van a definir en forma radicalmente distinta a los sistemas estáticos y mecanicistas. La espiral retroactiva posibilita ir de la dinámica dispersa, desordenada y contradictoria a un sistema interrelacionado, por ejemplo, el aumento de la violencia en las sociedades contemporáneas aparece como resultado de un conjunto de factores, luego establece su propia autonomía y se transforma en relación causal de otros hechos del sistema. En suma, dicho proceso retroactivo/ recursivo es el que produce el sistema en forma cíclica, ininterrumpida y permite su regeneración permanente. Las sociedades como sistemas autopoiéticos no sólo se autoorganizan, generan su propia red de interacciones que los transforma como una totalidad social, sino en forma simultánea se autoproducen, tienen la capacidad de configurar el flujo de sus individualidades que lo componen. Es decir, las

En ese sentido, la unidades tienen cualidades que responden a sus propias historicidades, de la forma como se han ido interrelacionando al sistema y, a la vez, tienen propiedades que adquieren de la organización global. El sistema autopoiético tiende a producir sus propias unidades funcionales y las interacciones que delimitan su organización en un proceso simultáneo, distinguiéndose de otros sistemas y del medio en el que se realiza. La autocreación es un rasgo muy particular del sistema autopoiético, se refiere a la capacidad de construirse y reproducirse a sí mismo, que depende sólo de sus propias estructuras internas y no de entidades externas. Este sistema societal es cerrado en cuanto a la dinámica de las relaciones que lo producen, pero es abierto en cuanto al intercambio de materia y energía.

Las ciencias sociales tienen un carácter reflexivo, es decir, el conocimiento social, en principio, da cuenta de la realidad y, a la vez, influye en ella misma, la constituye e incluso la modifica. Definen que la teoría social que no sea capaz de tomar en consideración la influencia de los cambios que introduce en la sociedad, se autocontradice. Concepción que viene desde la Ilustración, que escinde el sujeto del conocimiento social y su objeto de estudio. Divorcio radical entre ambas dimensiones del proceso cognoscitivo, que produce no sólo una completa cosificación del objeto social, el que aparece como algo exterior y material, sino, además, conlleva la opacidad del sujeto, lo despoja de cualquier atisbo de subjetividad en la construcción teórica del objeto, queda castrado sin capacidad de generar sentido en el objeto social. Ahora, lo central es conocer y comprender el conocimiento social y los efectos que genera en la sociedad. Esto implica que se tiene que elaborar otro conocimiento social que estudie la influencia de las disciplinas sociales en la realidad. En esta perspectiva, la reflexión de cómo las ciencias sociales afectan a la sociedad se incorpora al conocimiento, sobre todo se reconoce su rol fundamental en la formación del pensamiento social, lo que define a las ciencias sociales como unas ciencias de segundo orden. Por consiguiente, las ciencias sociales son ciencias de segundo orden que tienen necesidad de un conocimiento nuevo, que tome en cuenta las implicancias del conocimiento del primer orden en el mundo social.

Más bien, el conocimiento social por su carácter reflexivo supone, además de conocer el objeto existente, que dicha realidad social se constituya y modifica por acción de la teoría social en el mismo proceso cognoscitivo. Ello implica que el mundo social no es sólo una estructura definida, sino también es producto y componente de una dinámica de estructuración del propio conocimiento, identidad y cambio, permanencia y desintegración son partes inherentes del mismo ser del sistema social. La identidad del sistema se relaciona con la organización, y el cambio con la estructura, aspectos de un mismo proceso, nunca separables. La identidad se define por la organización del sistema que permanece continua y relativamente estable. La dinámica retroactiva significa que los componentes del sistema sean causa y efecto en forma sucesiva, en tiempos diferentes, donde la consecuencia retroactúa estimulando, disminuyendo o modificando la causa que lo está produciendo.

La espiral retroactiva posibilita ir de la dinámica dispersa, desordenada y contradictoria a un sistema interrelacionado, por ejemplo, el aumento de la violencia en las sociedades contemporáneas aparece como resultado de un conjunto de factores, luego establece su

propia autonomía y se transforma en relación causal de otros hechos del sistema. En suma, dicho proceso retroactivo/ recursivo es el que produce el sistema en forma cíclica, ininterrumpida y permite su regeneración permanente. Las sociedades como sistemas autopoiéticos no sólo se autoorganizan, generan su propia red de interacciones que los transforma como una totalidad social, sino en forma simultánea se autoproducen, tienen la capacidad de configurar el flujo de sus individualidades que lo componen. Es decir, las individualidades del sistema dejan de ser exclusivamente unidades, se convierten en elementos respecto a la disposición del sistema.

En ese sentido, la unidades tienen cualidades que responden a sus propias historicidades, de la forma como se han ido interrelacionando al sistema y, a la vez, tienen propiedades que adquieren de la organización global. El sistema autopoiético tiende a producir sus propias unidades funcionales y las interacciones que delimitan su organización en un proceso simultáneo, distinguiéndose de otros sistemas y del medio en el que se realiza. La autocreación es un rasgo muy particular del sistema autopoiético, se refiere a la capacidad de construirse y reproducirse a sí mismo, que depende sólo de sus propias estructuras internas y no de entidades externas. Este sistema societal es cerrado en cuanto a la dinámica de las relaciones que lo producen, pero es abierto en cuanto al intercambio de materia y energía.

La organización autopoiética es un «sistema cerrado» porque las interacciones instructivas que permiten su creación y desencadenan el cambio es una cualidad intrínseca, el sistema crea su propio «determinismo estructural» interno, que procesa y define las interrelaciones con el contexto, es tocado solamente por aquellos agentes externos que su estructura admite. El sistema controla las interacciones instructivas que mantienen su estructura a pesar de las influencias y variaciones del contexto . Dinámica que supone ir más allá de la división entre los distintos planos de la realidad, entre lo moderno y lo premoderno, entre lo occidental y lo andino, entro lo avanzado y lo atrasado, con la posibilidad de establecer en la construcción de las disciplinas científicas un sentido unitario de la vida social.

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