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El Enigmático Medallón del tiempo Emilio y Carlos amigos desde la infancia vuelven a estar juntos en el instituto. Hacía varios años que no se veían pero su amistad seguía como en el primer día. En el verano, Emilio como todos los años, va a ver a su hermano al pueblo, un pueblo de poco habitantes donde todos se conocen. Al ser un pueblo sin grandes entretenimientos, Emilio le propone a Carlos que lo visite en vacaciones y éste enseguida acepta. Al acabar los exámenes y debido al calor sofocante de la ciudad se disponen a hacer la maleta de inmediato y coger el primer autobús que se dirija al pueblo. Durante el viaje no dejan de hablar sobre las excursiones que se proponen hacer y en especial una en el arroyo donde hacía años habían vivido excelentes aventuras. Nada más llegar al pueblo Javier, el hermano de Emilio, los recoge en la estación y están deseosos de llegar a la casa e irse a hacer sus planes. Hacia las doce del mediodía estaban sobre la ruta que les llevaba al arroyo e iban equipados con bocadillos y refrescos para pasar el día allí. Debido al calor, decidieron darse un baño en el arroyo, cerca de una pequeña cascada que lo hacía aún más divertido. Utilizando sus gafas de buceo se retaron a ver quien encontraba más conchas de colores. Carlos, en una de sus inversiones, ve algo que lo deslumbra y sin pensarlo alarga la mano y lo coge. -Carlos: ¡Hey! Mira lo que he encontrado. -Emilio: ¿Qué es eso? -Carlos: No se es como un medallón. ¿Tendrá algún valor? Podríamos preguntárselo a tu hermano. -Emilio: ¡Uf que intriga! Volvamos a casa inmediatamente. Una vez llegados a casa, Emilio y Carlos van rápidamente a preguntarle a Javier. Cuando lo sacaron de la mochila Javier se quedó sorprendido por el tallado de la piedra que le colgaba, pero no supo responderle a las preguntas, porque no lo había visto en su vida, pero conocía a alguien que podría ayudarlos. Los tres envolvieron el medallón en un trapo y se marcharon a toda velocidad.


Javier los llevo por una calle estrecha y oscura y llamó a una puerta de madera antigua. Carlos y Emilio se miraron justo en el instante en el apareció un hombre de avanzada edad, huesudo, encorvado y que se sostenía por un bastón que respondía al nombre de Herminio. Este les invitó a entrar y Javier de inmediato desenvolvió el medallón que guardaba en su chaqueta. Herminio al verlo lo reconoció al instante. Les contó la historia que decía que el medallón pertenecía a una familia de hechiceros de los cuales algunos seguían vivos. -Herminio: Este medallón pertenece a la familia Olivares, una familia enfrentada desde hace años con la familia Rivera, brujos de magia negra, los Rivera llevan años intentando robar el medallón. -Emilio: ¿Y cómo es posible que estuviera en el arroyo? -Herminio: Probablemente a los Rivera se le cayera al robarlo. Este medallón es realmente mágico y aquel que lo lleve puesto puede controlar el tiempo. -Carlos: ¡Uau! ¿Y que se supone que debemos hacer? -Herminio: Deberéis devolvérselo a la familia de los Olivares -Javier: ¿Dónde podremos encontrarlos? -Herminio: Intentan pasar desapercibidos, pero si estáis atentos podéis distinguirlos. Tienen los ojos de un color extraño, un tono lila, color producido por sus poderes, además de un anillo similar a los grabados del medallón. -Emilio: De acuerdo, iremos a buscarlos. -Herminio: No utilicéis el medallón porque los Rivera lo estarán buscando y así os podrán localizar. -Emilio: Gracias -Carlos: Gracias. Volveremos a vernos. Empezaba a oscurecer y a pesar del cansancio se fueron al centro a buscar a los Olivares. Mientras, en la otra punta del pueblo los Rivera recibieron una visita. Era uno de sus informadores para advertirles que había avistado a dos jóvenes en el centro del pueblo, con un medallón colgando del cuello. Los dos jóvenes dieron varias vueltas hasta que encontraron a un hombre que les llamó la atención porque no paraba de mirarlos. Ellos se acercaron y a escasos pocos metros se dijeron: -Emilio: ¡Lo encontramos! mira sus ojos. -Carlos: Si, son lilas, -Dijo Carlos susurrando. Una vez llegados a él, Emilio se dispuso a sacar el medallón para entregárselo, pero Carlos no estaba convencido. Le miró las manos y vio que no tenía el anillo. Carlos frenó a Emilio y preguntó al hombre quien era realmente.


Aquello estaba de lo más solitario por lo que Carlos sospechaba que fuera una emboscada, entonces el hombre dijo: -Hombre: Soy el dueño del medallón. - Carlos: No hemos hablado de ningún medallón. -Hombre: ¡Dádmelo! Carlos y Emilio echaron a correr. En ese preciso instante aparecieron ambos clanes dispuestos a luchar por el medallón y entonces, el hombre que se había hecho pasar por uno de los Olivares se desprendió de sus lentillas lilas y dejó ver un color amarillo en sus ojos. Los amigos asustados se ocultaron tras un coche. Después de una exhibición de poderes y una dura lucha, los Rivera debilitaron a los Olivares gracias a que unos meses antes habían robado, además del medallón, otros poderes de la familia.

Una vez debilitados los Olivares fueron por Emilio, que tenía el medallón colgado.

Este no pretendía soltarlo tan fácilmente y le advirtieron que si no lo soltaba lo lamentaría. Emilio como última opción quiso utilizarlo intentando así parar el tiempo, pero el medallón no producía ningún efecto y entonces Julio Rivera se lo arrebató. Cuando pensaban que ya todo estaba perdido, una sombra apareció en una entrada a la plaza y se aproximaba lentamente. Cuando se deslumbró la figura era huesuda y encorvada, exactamente igual que aquel hombre al que habían visitado horas antes. -Emilio: ¿Herminio? -Carlos: Imposible…-dijo asombrado. Ambos pensaron ‘’- ¿Qué hace el aquí?’’ Herminio levantó su bastón, cerró los ojos y dijo unas palabras que nadie pudo entender.


Carlos y Emilio temieron por la vida de aquel hombre de tan débil apariencia y se sorprendieron aún más al ver la cara de los Rivera. El medallón brilló y voló hasta las manos de los Olivares. Todo esto bajo la mirada atónita de los jóvenes. Los Rivera desaparecieron en el acto. Herminio bajó su bastón y se marchó de manera lenta, como si nada hubiera ocurrido. Los jóvenes impactados se acercaron a los Olivares: -Carlos: ¿Quién es él? -Los Olivares: El mayor hechicero que existe. -Emilio: ¿El? No puede ser …es un anciano. -Los Olivares: No lo subestiméis. Es el maestro de toda mi familia. Siento deciros que nos tenemos que marchar, gracias por encontrar y proteger nuestro medallón. Estamos en deuda. Y así, ambos amigos se van con una aventura más a su casa.


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