EL ÁRBOL SOÑADOR Mario De Rivera
CAPITULO ÚNICO El árbol soñador
Comparto un cuento muy bonito para niños soñadores, ojala les guste tanto como a mí, es parte de una colección que se llama «CUENTOS PARA SOBRINOS» se llama: EL ÁRBOL SOÑADOR A lo lejos de aquella localidad hermosa, había un pequeño bosque, que intentaba sobrevivir de la ciudad que lo asechaba cada vez, haciéndolo pequeño día a día, en ese bosque habitaba un jardinero, el jardinero del pueblo le decían, y tenía a cargo todo el control del mini bosque. Las personas que le visitaban, se llevaban sus plantas para tener en casa, sembrarlas cuidarlas y las plantas les agradecerían, con sombra y aire puro. Pero entre esos arbolitos había uno muy inquieto, que pensaba, y hablaba, que observaba todo muy perspicazmente, era un árbol muy escaso por su textura, color, follaje, era una especie de la región del
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norte que estaba en extinción, pues tenía también muchos talentos, muchas formas de curación hacia nuestro hermano el hombre, tenía el don de hablar con el jardinero, y el jardinero le escuchaba sabiamente. Un día el arbolito observo que le empezaron a brotar semillas, muy lindas, y también a los demás árboles; el aún estaba en una maceta y todavía no echaba raíces gruesas y grandotas, el jardinero le quito las semillas solamente a él, y le decía: “Eres único, no quiero que nazca otro árbol como tú y que ande por allí” El arbolito no dijo nada, en eso llego el viento y se llevó muchas semillas de todos los árboles, las elevo tanto que las repartió por la ciudad, donde nacerían llegada la primavera. El arbolito se quedaba pensando, ¿porque ellos si podían, y el no? Era la cuestionante, pero él no se desalentaba, siempre tenía la esperanza de volar, volar hasta llegar al cielo y decidir donde volver a nacer, para ofrecer su belleza y talento a todos. Pero el jardinero no le dejaba, siempre le podaba las semillas
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antes de que se le cayeran y pudieran nacer. Las familias visitaban el bosque para ver al arbolito que resplandecía belleza, pero cuando lo querían comprar para llevárselo a otro lugar porque estaba muy bonito, el jardinero les decía: no se puede este árbol es especial para nosotros, y cuando las personas se iban lo podaba muy feo para que no lo quisieran, y este le decía al árbol: “tú eres de esta tierra y no debes viajar a ninguna otra” No hay nada más allá de nuestras montañas, aquí somos los mejores en vegetación, no tienes nada que buscar lejos, no puedes ir lejos de tu tierra, debes echar raíces como tus hermanos árboles, nosotros los arboles no salimos de nuestro pequeño bosque, no sueñes con viajar, mucho menos mezclarte en otras tierras, debes dejar de hacerlo. Pero el nuestro conocer siempre
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árbol le decía; yo quiero conocer mundo, otras tierras, sueño con el mar, su brisa; pero el jardinero le reprochaba.
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Cuando llegaba el día que echaba semillas para nacer, el jardinero se las quitaba todas, lo desalentaba a crear belleza nueva, pues era único ese árbol por su talento y sabiduría Shambayllana. Pasaron los años y el árbol se reprimía, soñaba con volar, con conocer otros lugares hermosos. De pronto sintió que estaba naciendo en él una semilla, muy pequeña. Y se aferró a ella y la escondió entre sus 2 hojas que estaban por caerse en otoño, hacia viento y el arbolito no soltaba la semilla a pesar que sus hojas no aguantaban más, él se oponía a todo, quería seguir vivo, no perdía el sentido de soñar, el jardinero dio una vuelta por el pequeño bosque y vio al arbolito tan frágil, con solo 2 hojas color ocre, listas para caer, se agacho para arrebatarlas del arbolito, pero este opuso toda su resistencia para que no lo hiciese, el jardinero se dijo: mmm, bueno que el viento del otoño las haga caer a su debido tiempo, la mayoría de los demás arboles ya habían quedado sin hojas y solo faltaba el pequeño arbolito soñador, ya sin fuerzas deja caer una hoja que se desprendía con facilidad, había soportado todo el otoño y el invierno, y ya estaba muy cansado el arbolito, ya al finalizar el otoño, 5
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se deja venir un viento tan hermoso, que acaricia a el arbolito, lo seduce, le susurra al oído, y él se enamora del viento, tan suave, tan cristalino y puro, abre su hoja y deja a su semilla volar, al fin puedo volar dice, mi sueño se cumplió, voy a otra tierra lejana, a donde el viento me indique, a donde mi corazón vibre, la semilla volaba contenta y se despedía del arbolito, le daba las gracias, y el arbolito le decía; vuela, vuela, que no te trunquen como a mí, busca tu sueño, crece y se grande. La semilla abría los ojos para ver todo lo nuevo que llegaba a su vista, el viento le acurrucaba, le abrazaba, y en el viaje hablaban de sabiduría, del sol, del agua, de la tierra, sus amigos eternos de la semilla, y por supuesto el viento, quien siempre le guiaría en la vida. Al llegar a las tierras cálidas y paradisiacas de puerto paraíso, el viento le llevo con suavidad y la coloco en la tierra, la brisa del mar le cobijaba y le decía, duerme, que mañana será otro día. Al fin el arbolito había llegado a cumplir su sueño, volar, volar y conocer otros mundos tan hermosos. 6
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FIN… Por eso los arboles pequeños, cuando sale el sol del amanecer y el sol le da su brillo y candor, el árbol proyecta su sombra con grandeza, recordando que tan grade puede ser... Moraleja: En la vida a veces, nos quedamos como árboles, echando raíces donde nos indican los demás, nos convencen de que es lo mejor, quedarse donde están los amigos, la familia, y más que nada en un confort en la vida, sin aspirar a mas, sin soñar, nos tapan los ojos para beneficio de ellos mismos, no el nuestro. Ustedes sean como el arbolito, soñar y desearlo con el corazón, viajen, que nadie los detenga en su vuelo, para su felicidad propia. Mario De Rivera Escritor Shambayllano
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