Los mosaicos de Artieda de Aragón

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Los MOSAICOS de ARTIEDA de ARAGÓN

Homenaje a Enrique Osset Moreno Edición y coordinación: José Luis Ona González


Edición y coordinación: José Luis Ona González Investigación hemerográfica: Mariví Pastor Transcripciones: José Luis Ona y Rosana Rich Hallam Procedencia de los dibujos, croquis y fotografías: Cuadernos de campo y álbum de fotografías del archivo familiar de la familia Osset (escaneados de sus originales). Portada: Enrique Osset Moreno, Fragmento del mosaico de Artieda, firmado y fechado en 1963 Agradecimientos: A todas las personas e instituciones que han colaborado en este proyecto, y, en especial, al Ayuntamiento de Artieda y a la Diputación Provincial de Zaragoza. Diseño, maquetación e impresión: Calidad Gráfica Araconsa

D. L.: Z-1461-2011


ÍNDICE I. EL DESCUBRIMIENTO: REPORTAJES Y NOTAS DE PRENSA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 1. OMENAT, [José], “Un bellísimo mosaico romano que data de los siglos III o IV de nuestra Era. Importante descubrimiento arqueológico en Artieda de Aragón”, Amanecer, Zaragoza, 7-VIII-1963, p. 3. 2. OMENAT, [José], “Mosaicos”, Amanecer, Zaragoza, 26-IX-1963, p. 12. 3. [REDACCIÓN], “Hallazgo de un magnífico mosaico romano en el término municipal de Artieda”, Heraldo de Aragón, 1-X-1963, p. 1. 4. Agencia LOGOS, “Descubrimiento de un mosaico romano en Zaragoza”, ABC, 2-X-1963, p. 63. 5. [REDACCIÓN], “A propósito de un hallazgo arqueológico”, ABC, 16-X1963, p. 61. II. DIVULGACIÓN: PUBLICACIONES CIENTÍFICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 1. BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio y OSSET MORENO, Enrique, “Nota sobre hallazgos romanos en Artieda de Aragón (Zaragoza)”, Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueología (Sevilla-Málaga, 1963), Secretaría General de los Congresos Arqueológicos Nacionales, Zaragoza, 1964, pp. 448-450. 2. OSSET MORENO, Enrique, “Descubrimientos arqueológicos de la Época Romana en la frontera hispano-gala (Milicia y arqueología)”, Ejército, Revista ilustrada de las Armas y Servicios, año XXV, nº 293, Madrid, junio 1964, pp. 27-34 (planos, croquis y fotografías). 3. OSSET MORENO, Enrique, “Hallazgos arqueológicos en Artieda de Aragón”, Archivo Español de Arqueología, 38 (111-112), CSIC, Instituto Español de Arqueología, Madrid, 1965, pp. 97-106. 4. OSSET MORENO, Enrique, “La villa romana de Rienda, en Artieda de Aragón (Zaragoza)”, Archivo Español de Arqueología, 40 (115-116), CSIC, Instituto Español de Arqueología, Madrid, 1967, pp. 120-129. III. ENTREVISTAS Y CONVERSACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 1. MARCIO PALATINO, “El mosaico de Artieda, o de la táctica a la arqueología”, Heraldo de Aragón, 7-XI-1963, p. 13. 2. MUINELO, Gonzalo, “En Artieda de Aragón no hubo moros, sino romanos”, Formación, Revista del Hogar Castrense, Ed. Apostolado Castrense, año XI, nº 124, Madrid, noviembre, 1963, s. p. [4 pp.]. 3. CIPRÉS SUSÍN, Antonio, “La VII Fiesta de la Poesía en Jaca. Enrique Osset Moreno, premio ‘ex aequo’ Aragón”, Nueva España, Huesca, 24-V-1970, p. 6. IV. DEL ÁLBUM

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Vista aérea de la zona de Artieda donde se concentran los yacimientos de época romana: desde la Viña del Sastre y Campo del Royo, en el centro de la fotografía, a la villa de Rienda, en la cola del embalse de Yesa (hacia 1965, antes de la concentración parcelaria)


Ex umbra in solem

La bibliografía originada por Enrique Osset Moreno sobre los mosaicos de Artieda es perfectamente conocida por los especialistas. Las circunstancias esenciales de aquel hallazgo sucedido en 1963 están explicadas en artículos aparecidos entre 1964 y 1967 en publicaciones y revistas científicamente solventes y de reconocido prestigio (como son las Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueología o el Archivo Español de Arqueología). Sin embargo, esos tres artículos clásicos de la bibliografía de Osset no completan todo lo publicado durante aquella década en la que el nombre de Artieda se difundió en letras de molde por los rincones más insospechados. Y con el de Artieda, unos topónimos de ámbito estrictamente local (como Rienda, el “Forao de la Tuta”, el “Campo del Royo” o las “Viñas del Sastre”) que hasta entonces eran patrimonio de eruditos comarcales, cuando no de estricto uso de los agricultores y pastores de la localidad. La familia Osset ha guardado con mimo exquisito, cual si fueran reliquias venerandas, no sólo los cuadernos de campo, los croquis y dibujos magistralmente elaborados, sino también una estimable colección de recortes de prensa que dan fe del hallazgo de los mosaicos y de su difusión a través de periódicos y revistas de ámbito regional y nacional. Todo ese material, con el complemento de alguna información últimamente localizada, nos ha parecido digno de ser divulgado de nuevo en esta modesta recopilación. El éxito cosechado en la “I Primera Jornada Romana de Artieda”, seguida con gran participación y llamativo interés por los vecinos de Artieda y de la comarca, demostró que muchos, especialmente los más jóvenes, desconocían aquellos hallazgos y que, precisamente por ello, demandaban la información necesaria para aquilatar la importancia de un patrimonio histórico prácticamente ignorado. Sirva, pues, la presente antología para llenar ese pequeño hueco detectado en los anaqueles de la historia de Artieda: una tesela más en el mosaico que dibuja la Historia de Roma, de cuya labor civilizadora somos largamente deudores. José Luis Ona González 5


Enrique Osset Moreno: militar y arqueólogo (Toledo, 2-IV-1929 - Jaca, 21-I-1971)

La condición militar de Enrique Osset Moreno (Comandante de Infantería, Diplomado de Estado Mayor, Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, entre otras distinciones) puede intuirse atendiendo a la secular tradición castrense de su lugar de nacimiento y el de su temprana defunción. Además, los Osset conformaban un larga y asentada saga militar: el abuelo, don Manuel Osset y Rovira (Valencia, 1856) fue Teniente Coronel del arma de Artillería, mientras que su padre, don José Osset y Fajardo (Manila, 1887) alcanzó el grado de Coronel de Infantería1. En 1947, cumplidos los 18, Enrique ingresa en la Academia General Militar, pasando al año siguiente a la Academia de Infantería. Logra el empleo de teniente en 1950, ascendiendo a capitán en 1958 y a comandante en 1970. Sirvió en diferentes unidades, en la lejana Villa Cisneros (antiguo Sahara español), Madrid y, de nuevo, en su querida Escuela Militar de Montaña de Jaca2. Enrique Osset arraigó en Jaca, a donde llegó como joven oficial en 1953. Aquí casó y aquí nacería el primero de sus ocho hijos, Enrique, en 1956. Tras una estancia prolongada en el Sahara y en otros destinos, retorna a Jaca, cerrando así su ciclo pirenaico hasta su muerte prematura a los 42 años de edad3.

Enrique Osset Moreno, joven oficial de infantería, durante unas maniobras en el Pirineo aragonés

Pese a su origen manchego se sintió plenamente jaqués y, por extensión, jacetano, declarando en distintas ocasiones su condición de montañés de adopción. A ello contribuiría poderosamente la estrecha relación de su esposa, Marisa Vicente, con Artieda, de donde era natural su padre. Esta vinculación se reforzaba en época veraniega, cuando el matrimonio Osset-Vicente, con sus hijos, Sobre su ascendencia véase el artículo de Eduardo GARCÍA-MENACHO Y OSSET, “Los Osset un linaje aragonés”, en Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, vol. VI, años 2000-2001, Madrid, 2003, pp. 53-86, especialmente las pp. 74-77 con su filiación y descendencia.

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Publicó sobre su especialidad castrense: así, en 1966 el artículo “Las nuevas unidades de Infantería. La División de Infantería Motorizada” (en Ejército. Revista ilustrada de las Armas y Servicios, nº 315, año XXVII, Madrid, abril 1966, pp. 15-24.).

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Datos sobre su fallecimiento en Jaca, carrera militar y semblanzas personales en el semanal jaqués El Pirineo Aragonés nº 4.550, de 28 de enero de 1971 (páginas 2 y 3), y nº 4.551, de 4 de febrero de 1971 (páginas 3 y 4). 3

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disfrutaba las vacaciones alojados en casa de Gregoria y Rosaura, tías de Marisa. Una casa que, con el paso del tiempo, sigue vinculada a la familia4. El verano del 63 fue determinante para enlazar los nombres de Artieda y Osset, gracias a un yacimiento de época romana con el que había topado en la partida de Rienda, meses atrás, el tractor de Francisco Iguacel. Las circunstancias del hallazgo, posterior Enrique Osset en el yacimiento de Rienda (Artieda) intervención arqueológica, extracción durante las primeras excavaciones. Verano de 1963 de uno de los mosaicos y su traslado a Zaragoza, son noticias que se propagan ampliamente entre los meses de agosto y noviembre de ese mismo año. El nombre de Artieda (“Artieda de Aragón”, para diferenciarla de su homónima navarra) se extendió más allá de los las mugas regionales gracias a la labor difusora de las agencias de noticias5. Es pertinente preguntarse si la atención del capitán Osset por el patrimonio arqueológico se reducía a la mera curiosidad del veraneante desocupado o, por el contrario, se apoyaba en un sólido interés siquiera fuera autodidacta. Y cabe sospechar que la atracción por las humanidades le interesaba desde algún tiempo atrás. Su artículo “Geografía del Sahara”6, publicado en la revista Ejército de diciembre de 1959 demuestra un buen conocimiento físico de la entonces provincia española del Sahara, manejo de la bibliografía y archivos disponibles y, en especial, una particular atención por la distribución territorial y circunstancias históricas de los grupos humanos que habitaban la provincia. También se 4

Datos facilitados por Luis Solana.

Además de las noticias periodísticas que se reproducen, otros periódicos de difusión nacional se hicieron eco del hallazgo. Valga el ejemplo del periódico catalán La Vanguardia Española en su edición del 1 de octubre de 1963, p. 44. 5

Capitán Enrique Osset Moreno, del Grupo nómada de Policía “Gándara”, “Geografía del Sahara”, Ejército. Revista ilustrada de las Armas y Servicios, nº 239, año XX, Madrid, diciembre 1959, pp. 11-19.

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adivina por el encabezamiento del artículo, el gusto de Osset por el dibujo, que demostraría pronto con alguna reproducción de los mosaicos de Artieda francamente meritoria. La decisión que tomó Osset de excavar en Artieda como arqueólogo improvisado era a todas luces arriesgada. Aunque eran los tiempos de la famosa, aunque discutida, “Operación Rescate”, Osset no era un profesional de la arqueología y corría el riesgo de ser acusado de intrusismo. Pero tuvo el acierto de notificar el hallazgo a las autoridades, que con rapidez determinaron el envío de un arqueólogo (Antonio Beltrán) y de especialistas en el arranque de mosaicos. La actitud colaboradora de Portada de Ejército. Revista ilustrada de las Armas y Servicios, nº239, año XX, Madrid, de diciembre Osset, su condición militar, la calidad de 1959, que contiene el artículo del capitán E. Osset, la documentación que generó y, en fin, “Geografía del Sahara su contrastado interés en salvaguardar lo más vistoso del hallazgo, fueron razones suficientes para ser aceptado en el ambiente arqueológico. Y así presentó la primicia del hallazgo, en colaboración con Antonio Beltrán, en el VIII Congreso Nacional de Arqueología o, incluso, se admitió su firma en solitario en revistas de prestigio, como el Archivo Español de Arqueología7. Y aunque su interés se extendería a otros yacimientos del término de Artieda, como el Campo del Royo, el Forao de la Tuta o la Viña del Sastre, se puede intuir que la intención de Osset de descubrir la mayor parte posible de la villa romana de Rienda, salvaguardando los mosaicos de la acción del arado, se frustró por diversas circunstancias. No obstante la lógica decepción, Osset cumplió con la publicación de sus apuntes y dibujos, contribuyendo al conocimiento de un conjunto que ya no vería la luz, excepción hecha del mosaico trasladado al Museo de Zaragoza8. Los artículos de divulgación científica publicados por E. Osset conforman el apartado II de esta recopilación. 8 En efecto, el mosaico de Artieda, por sus dimensiones, estuvo instalado en el patio del Museo de Zaragoza durante años, hasta su reciente traslado a un almacén, con el fin de evitarle mayores deterioros. 7

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Frustrada la continuación de las excavaciones en Artieda, Osset encontraría una magnífica ocasión de demostrar su interés por el patrimonio histórico en la propia Jaca. En 1968, al año siguiente de la aparición de su último artículo sobre los mosaicos de Rienda, comenzaba la restauración de la Ciudadela de Jaca, que ya mostraba deterioros en diversas partes de su fábrica. Al tiempo que se acometían las obras, el histórico Castillo de San Pedro, construido según las trazas de Tiburcio Spannoccchi a partir de 1593, fue objeto del celo investigador de Osset, que preparó una monografía con documentos inéditos custodiados en el Archivo de Simancas. Por desgracia la muerte le sorprendió en enero de 1971, por lo que “no llegó a ver editado su libro… y apenas pudo corregir las primeras pruebas de imprenta.”9.

Portada de la 2ª edición del libro de E. Osset, El castillo de San Pedro de Jaca, editado por IberCaja Obra Cultural, en Zaragoza, año de 1992

Editado por la Cazar, con un sencillo y reivindicativo título, el libro de Osset sobre la Ciudadela obtuvo un éxito inmediato. Resultó novedosa la presentación de los documentos reproducidos en facsímil, acompañados de su pertinente transcripción, incluso los originalmente cifrados10. Publicación inencontrable hacía muchos años, IberCaja tomó la acertada decisión de publicar una segunda edición, aumentada y renovada, en 1992. J.L.O.G.

Martínez Candial, José Luis, “Presentación” de la 2ª ed. de El castillo de San Pedro de Jaca, IberCaja Obra Cultural, Zaragoza, 1992, p. 5.

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Osset Moreno, Enrique, El castillo de San Pedro de Jaca, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, Zaragoza, 1971.

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El descubrimiento: reportajes y notas de prensa


1. “Un bellísimo mosaico romano que data de los siglos III o IV de nuestra Era” Omenat, [José], “Un bellísimo mosaico romano que data de los siglos III o IV de nuestra Era. Importante descubrimiento arqueológico en Artieda de Aragón”, diario Amanecer, Zaragoza, 7-VIII-1963, p. 3. En la partida denominada “Rienda”, del término municipal de Artieda de Aragón, ha sido descubierto en perfecto estado de conservación, un bellísimo mosaico romano que ocupa unos cincuenta metros cuadrados, y que data probablemente de los siglos III o IV de nuestra era. Su localización, en un campo en barbecho, distante sólo unos dos kilómetros del término denominado “Forao de la Tuta”, donde ya hace algún tiempo fueron encontrados vestigios de construcciones romanas, hace presumir que se trata de una zona de alto valor arqueológico. Lo moderno descubre lo antiguo Artieda es una pequeña localidad del Norte de nuestra provincia, perteneciente al partido judicial de Sos del Rey Católico y casi rayana con la frontera francesa, por donde sin duda alguna, cruzaba alguna importante vía para el desplazamiento de las legiones romanas.

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Esta columna descubierta por el joven Francisco Iguacel al rompérsele el arado del tractor fue el primer indicio de lo que más tarde resultaría valiosísimo hallazgo arqueológico. Junto ala azadón puede apreciarse el mosaico romano del patio.

Durante muchos siglos su término municipal ha sido cultivado por los viejos métodos hasta hace muy poco con la utilización del clásico arado romano, que más que arar arañaba simplemente la fértil y fresca tierra montañesa. Ha tenido que llegar, sin embargo, la era de la mecanización para que un tractor, con sus profundos surcos, pusiera al descubierto estas joyas arqueológicas que durante tantos siglos habían sido pisadas por los mulos y bueyes de cansino andar. Efectivamente, fue un joven tractorista de la localidad, Francisco Iguacel, quien al roturar el campo con su tractor encontró el primer indicio de lo que después resultaría noble mansión romana. La reja del arado se rompió al tropezar con una columna que se encontraba a treinta centímetros de profundidad. Al llegar al pueblo, Francisco contó en el bar lo que le había ocurrido. Enterado de ello el capitán de Infantería don Enrique Osset Moreno, alumno de la Escuela de Estado Mayor, que actualmente se halla pasando sus vacaciones en Artieda, organizó las primeras excavaciones, que dieron como resultado el hallazgo de estos maravillosos mosaicos policromados y en los que destacan como figuras decorativas representaciones de diversas y gráciles aves. El capitán Osset Moreno, con amplia documentación gráfica, de la que forma parte la foto que ilustra esta información, ha dado conocimiento del importante hallazgo arqueológico al Gobierno civil, y en estos momentos la Comisaría regional del Patrimonio Artístico Nacional está adoptando las medidas oportunas para extraer y salvaguardar este importante tesoro arqueológico que forma parte muy importante y apreciable de nuestra historia. 12


2. “Mosaicos” Omenat, [José], “Mosaicos”, diario Amanecer, Zaragoza, 26-IX1963, p. 12. El SOS lanzado por un oficial de Artillería que descubrió unos preciosos mosaicos romanos en el término municipal de Ruesta [sic], y que, si no se adoptaban inmediatamente las medidas oportunas iban a ser totalmente destruidos bajo los potentes arados de los tractores, con vistas a la próxima cosecha, ha sido captado ­–¿cómo no?– por la Jefatura provincial del Movimiento. Hace unos días se desplazó allí, sorteando como bien Dios le dio a entender las infernales carreteras, el catedrático doctor Beltrán Martínez, y dio las primeras órdenes y consignas para la conservación de tan valiosos e incomparables mosaicos. Por su parte, la Jefatura provincial del Movimiento apostilló lacónicamente: “Lo que haga falta”. ¡ Un “hurra” así de grande ! [José] OMENAT

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3. “Hallazgo de un magnífico mosaico romano en el término municipal de Artieda” [REDACCIÓN], “Hallazgo de un magnífico mosaico romano en el término municipal de Artieda”, Heraldo de Aragón, 1-X-1963, p. 1 Un magnífico mosaico romano de gran riqueza artística y cuyos dibujos se basan en motivos de caza y pesca, ha sido descubierto en el término municipal de Artieda por un labrador. Éste, al darse cuenta de la importancia del hallazgo lo comunicó a las autoridades e inmediatamente el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, señor Pardo de Santayana, dispuso que por cuenta de la Jefatura Provincial se realicen los trabajos que sean precisos para salvar el mosaico, que tiene noventa y cuatro metros cuadrados y se encuentra en buen estado de conservación. Será traído a Zaragoza y los técnicos determinarán dónde habrá de situarse pieza de tan considerable tamaño. Se da singular importancia al hallazgo del mosaico, aparte de su valor artístico y dimensiones, porque hasta ahora se ignoraba la presencia de los romanos en dicho término municipal. Tenemos ya formada una idea de la belleza y perfección de este grandioso mosaico romano por los dibujos que se han hecho del mismo y que ayer nos mostró en sus despacho el señor Pardo de Santayana.

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4. “Descubrimiento de un mosaico romano en Zaragoza” Agencia Logos, “Descubrimiento de un mosaico romano en Zaragoza”, ABC, 2-X-1963, p. 63. Zaragoza 1. En Artieda, pueblo situado en el límite de las provincias de Navarra y Zaragoza, ha sido hallado un mosaico romano de gran riqueza artística, cuyos dibujos se basan en motivos de caza y pesca. Ha sido descubierto por un labrador que estaba trabajando su tierra y, al darse cuenta del hallazgo, lo comunicó a las autoridades. El gobernador civil dispuso que, por cuenta de la Jefatura Provincial, se realicen los trabajos que sean precisos para salvar el mosaico, que tiene una extensión de noventa y cuatro metros cuadrados, y se encuentra en buen estado de conservación. Se ha dispuesto el traslado del mosaico a Zaragoza y los técnicos determinarán dónde habrá de situarse esta pieza. Además de su valor propiamente artístico y sus dimensiones, el mosaico viene a demostrar la presencia de los romanos en dicho término municipal, lo que se ignoraba por completo.– Logos.

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5. “A propósito de un hallazgo arqueológico” [Redacción], “A propósito de un hallazgo arqueológico”, ABC, 16-X-1963, p. 61. En un telegrama de Zaragoza, que publicamos en nuestro número del pasado día 2, con la firma de la Agencia Logos, dimos cuenta de que en el pueblo de Artieda había sido hallado por un labrador que trabajaba sus tierras, un mosaico romano de noventa y cuatro metros cuadrados y gran valor artístico. Con este motivo, el capitán de Infantería don Enrique Osset Moreno, residente en Madrid, nos envía un extenso escrito en el que, reconociendo la base de tal información, la completa con detalles que merecen ser divulgados. En síntesis –porque la escasez de espacio nos impide publicar íntegramente el mencionado escrito–, viene a decir el señor Osset que lo que el labrador aludido halló fueron dos columnas romanas, con las que había tropezado, rompiéndose la reja del tractor con el que estaba arando. Fue el propio señor Osset quien, al trasladarse al citado pueblo para acompañar a su familia, tres meses después de aquél descubrimiento, y tener noticia de éste, realizó determinadas investigaciones que le condujeron posteriormente a encontrar, por su parte, dos mosaicos de tesela fina, en bastante buen estado de conservación.

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Divulgaci贸n:

publicaciones cient铆ficas


1. “Nota sobre hallazgos romanos en Artieda de Aragón (Zaragoza)” BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio y OSSET MORENO, Enrique,“Nota sobre hallazgos romanos en Artieda de Aragón (Zaragoza)”, Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueología (Sevilla-Málaga, 1963), Secretaría General de los Congresos Arqueológicos Nacionales, Zaragoza, 1964, pp. 448-450. En la parte más septentrional de la provincia de Zaragoza, en el valle del río Aragón, justamente frente a la foz de Sigüés y la entrada del valle navarro del Roncal, está, a la orilla de dicho río y encaramado a una pequeña eminencia, en la falda de la vertiente sur del valle, el pequeño pueblo de Artieda. Su emplazamiento domina la cola del pantano de Yesa en la actualidad, y en todo tiempo, una extensa zona de valle de gran importancia estratégica. Para nadie son un secreto las excelentes condiciones de habitabilidad de este valle, paralelo al Pirineo, al que van a converger todos los valles perpendiculares a él, entre Jaca y la comarca de Javier, antes de la cual el río Aragón toma decidido rumbo sur para buscar el Ebro a través de Navarra. No es de este lugar examinar el papel que en la Antigüedad y en la Edad media jugó este valle, con la confluencia del camino del Somport (Summo Portu) a Jaca; el del puerto del Palo (Palus o pantano) y selva de Oza a Puente la Reina; el oppidum hallstático de Berdún (Virodunum) – aparte de las muchas localidades en dunum de la comarca– y los abundantes restos de la comarca de Sos del Rey Católico, Javier y Castiliscar. Ni siquiera mostrar la importancia del camino de Santiago, que por aquí pasaba hasta unirse con el que entraba por Roncesvalles. O plantear la similitud del emplazamiento de la villa romana de Liédena, frente a la de foz de Lumbier, con la que ahora nos ocupa. Nuestro propósito es mucho más modesto, en espera de la excavación sistemática imprescindible y el estudio científico que se habrá de emprender. Queremos dar noticias del hallazgo de restos arquitectónicos y cerámicos, amén de un espléndido mosaico, actualmente depositado en el Museo de Zaragoza.

Croquis de la situación de Artieda

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Trabajos de preparación del arranque de mosaico de Artieda

Es esta conyuntura inmejorable para hacer constar que el arranque del mosaico se debe no sólo a la ayuda que la Dirección General de Bellas Artes ha prestado ordenando al restaurador del Museo de Sevilla, señor Tomillo, que se desplace a Artieda y a Zaragoza, sino esencialmente al Consejo Provincial del Movimiento de nuestra ciudad, que a la creación de la “Cátedra Fernando el Católico” en la Universidad cesaraugustana ha sumado la concesión de 3.000 pesetas para unas catas de comprobación en el cabezo Chinchón de La Almunia de Doña Godina, y 40.000 más para el arranque del mosaico de Artieda. Conducta que bien puede servir de ejemplo y que es grato señalar aquí.

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Motivo decorativo del mosaico romano de Artieda

Uno de nosotros (E. Osset) ha realizado prospecciones en el término de Artieda que han permitido su localización en la carta 1:50,000, hoja 175, de diversos yacimientos que enumeramos: 1. Corrales de Villasués [Viasués] (822-891). – Es llamado el paraje, por los naturales del país, “Los casalones”, topónimo que bastaría para la identificación de ruinas. Aparecen restos de construcciones, teselas de mosaicos, y una basa de columna en una cerca. 2. Viñas de Sastre (821-891). – Se han hallado ladrillos, muros y teselas de mosaico de colores. Hubo un capitel que estuvo encima del pozo hasta que en un incendio debió de caer al interior. Hay noticias de hallazgo de un mosaico. 3. Forao de la Tuta y Campo del Royo (821-891).– Restos de construcciones, cerámica romana, teselas; se notan las plantas de dos habitaciones de 6 x 4,5 y de 5 x 4,5 metros y dos pequeños túneles. En la actual ermita de San Pedro hay un fuste con un capitel corintio y una lápida. Aparte de la cerámica común, aparece terra sigillata. Hay también noticias de tumbas, silos, tanto cerca de San Pedro como en El Campo del Royo. Es posible que estemos en presencia de una ciudad romana de cierta importancia o de una villa de gran tamaño. 4. Rienda.– Es aquí donde arando con tractor en abril de 1963, una de las rejas se rompió al engancharse en unas piedras que resultaron ser trozos de columna. El señor Osset verificó una exploración en el mes de julio y halló un mosaico, comunicando el hallazgo de las autoridades y motivando la prospección que realizamos en 14 de septiembre, procediéndose en dichos días al arranque del mosaico, por el señor Tomillo y el señor Fernández Navarrete, de una habitación de unos 80 metros cuadrados de tamaño. Hasta ahora solamente se ha observado el espacio excavado para extraer el mosaico y de éste solo han sido consolidados cinco figuras de peces o de faisanes, con bella policromía correspondiente a la segunda mitad del siglo II. Habrá que esperar al trabajo definitivo para poder valorar exactamente el hallazgo, pero de momento es bastante saber de la conducta ejemplar de los descubridores y de la ayuda del Consejo Provincial del Movimiento de Zaragoza para satisfacción de todos. 20


2. “Descubrimientos arqueológicos de la Época Romana en la frontera hispano-gala (Milicia y arqueología)” OSSET MORENO, Enrique [Capitán de Infantería del Servicio de Estado Mayor; del Estado Mayor del Ejército del Norte de África], “Descubrimientos arqueológicos de la Época Romana en la frontera hispano-gala (Milicia y arqueología)”, Ejército, Revista ilustrada de las Armas y Servicios, año XXV, nº 293, Madrid, junio 1964, pp. 27-34 (planos, croquis y fotografías). 1. EL EJÉRCITO Y LA ARQUEOLOGÍA Aparentemente no existe ninguna relación entre ambos, pero esto no es más que una aparente realidad, porque desde la Prehistoria hasta la Edad Media el hombre buscó siempre establecer las ciudades y los campamentos en lugares naturalmente fuertes, por cuya posesión se han librado encarnizados combates, siendo el valor militar del asentamiento elemento fundamental para determinarlo. Una vez realizado el reconocimiento militar de una zona y señalados los puntos tácticamente interesantes, hay que dejar paso al arqueólogo, ya que la técnica de excavación, el estudio de la cerámica, etc., salen del campo puramente militar. Así la combinación militar-arqueólogo es base para el equipo más apropiado para explorar zonas de posible interés arqueológico, aunque, como queda indicado, la actuación del militar se reduce a la fase primera, el reconocimiento. Pese a los siglos que transcurran, siempre quedan vestigios de la presencia humana y de sus obras. Huellas tan ligeras como las rodadas de un coche permanecen visibles en el Sahara a veces hasta varios años; las señalesde fuego son más duraderas; las de un poblado prácticamente no desaparecen; tan solo es necesario saberlas descubrir o interpretar. Casi todos los pueblos antiguos –celtas, íberos– en la Península; los nuragos de Cerdeña, etc., emplearon sistemas de ciudades fortificadas situadas en lugares tácticamente adecuados para su época. De muchos de estos pueblos y ciudades se ignora casi todo, hasta su nombre, habiéndose conservado hasta nuestros días tan solo sus ruinas. En la época de la dominación romana, la labor se facilita habiendo como hay documentos tales como La guerra de las Galias, el Itinerario de Antonino, etc., que nos ponen sobre la pista de numerosas ciudades, unas localizadas y otras cuya situación exacta todavía se ignora. El determinar la presencia romana en una zona suele conducir a la localización de otros poblados más antiguos, pues al realizar la conquista establecieron campamentos que, evolucionando, se convirtieron posteriormente en poblados próximos ocupados por los núcleos urbanos principales de los pueblos sometidos. En Francia fueron precisamente unos militares, con profundos conocimientos de la táctica romana, los que descubrieron una serie de campamentos romanos de gran 21


interés arqueológico. En España tenemos una gran zona prácticamente inexplorada, en la que tenemos de guarnición numerosas Unidades de Montaña que, si realizaran un estudio minucioso del terreno, probablemente obtendrían datos suficientes como para localizar un buen número de antiguas ciudades o campamentos. La zona es concretamente el Pirineo central. 2. LA FRONTERA GALO-HISPANA En la época de la conquista de España por los romanos, hacia el 218 antes de J. C., el trazado aproximado de la frontera con las Galias debió de ser, en líneas generales, el del sistema montañoso. Cualquiera que haya recorrido a pie la zona alta de la cordillera, habrá podido comprobar que el terreno no favorecía el movimiento de las legiones romanas, y que casi nunca se encuentra una zona apropiada para el despliegue de las mismas. Si hubieran empleado unidades tácticas inferiores, tales como cohortes o manípulos, su fuerza hubiera sido muy reducida. Por todo ello es lógico suponer que la zona más abrupta del Pirineo fue una especie de “tierra de nadie”. Los romanos probablemente guardarían la frontera estableciendo una serie de campamentos al sur del eje de la cordillera, enlazándolos por medio de una calzada. La entidad de las guarniciones podría ser inferior a la unidad Legión, tipo Cohorte (equivalente a Batallón), fuerza suficiente, apoyada en un terreno apropiado, para vigilar un paso y taponar la salida de un valle en tanto pudieran acudir refuerzos, cuyo movimiento se vería facilitado por la existencia de calzadas. 3. LOS ROMANOS EN LA CANAL DE BERDÚN La canal de Berdún es un amplio valle en dirección Este-Oeste, en el que desembocan muchos caminos naturales entre Francia y España. En su época debió de ser ocupado por los romanos, que cubrirían de este modo una gran parte de su frontera con las Galias; es probable la existencia de unos campamentos que servirían, por un lado, para vigilar los pasos naturales y cerrarlos en sus salidas, y por otra parte, podrían ser base de partida para realizar incursiones por los valles y llegar hasta las Galias cuando fuera preciso. Posteriormente, una vez conquistada y pacificada España y las Galias evolucionarían los campamentos, convirtiéndose en poblados. 22


Actualmente existen nombre romanos (si no son iberos), unos conservados casi puros, tales como Somport, Canfranc, Tiermas, etc.; otros, deformados por el transcurso del tiempo, tales como “El Forao de la Tuta”, dentro del término municipal de Artieda de Aragón, lugar en el que hay dos túneles de muy reducidas dimensiones (probablemente alcantarillas). La denominación actual puede procedes de Forum tutum, es decir, “lugar seguro”, o, dicho en términos militares, plaza fuerte. También puede ser una corrupción de las palabras latinas “agujero del fuerte” (o lugar seguro). Existen lugares donde ya se han encontrado vestigios de la presencia romana. Lo primero que llama la atención es el campamento romano de Lumbier, situado precisamente a la salida sur de la foz del mismo nombre, estrecha garganta que por el Valle del río Salazar nos conduce a Ochagavía y Francia. La existencia de este campamento-poblado nos permite asegurar la presencia romana en la canal, a la vez que su situación, la más conveniente para la táctica de su época, nos confirma la hipótesis del establecimiento de los primitivos campamentos al sur de la cordillera. Las principales vías de penetración que desde las Galias conducen a la canal de Berdún son las siguientes: - Valle de Salazar.- Su desembocadura se cierra en Lumbier, lugar ocupado por los romanos. - Valle del Roncal.- Su cierre natural es Artieda de Aragón, concretamente el lugar conocido por “El Forao de la Tuta”. En esta zona se ha descubierto el último verano la presencia romana. - Valles de Ansó y Hecho.- Hasta la fecha no se ha explorado la zona sur de estos valles, pero es probable que en la margen izquierda del río Aragón existan restos de campamentos. Para terminar de confirmar la hipótesis del sistema defensivo adoptado por los romanos en la canal de Berdún, faltaría probar la existencia de la calzada que uniera los diferentes campamentos. Desde el punto de vista táctico, debió de ser trazada por la margen izquierda del río, pasando aproximadamente por Ruesta, Artieda de Aragón, Mianos y Martes. Aunque hasta la fecha no se han encontrado sus restos, se ha probado documentalmente que sobre el río Aragón, entre Yesa y Jaca, no existieron puentes hasta la Edad Media, y que por los pueblos indicados pasaba la rama sur de la ruta jacobea procedente de Somport. Es probable que los peregrinos utilizaran la antigua calzada romana que pasó a ser jacobea, cuya existencia demuestra el erudito padre Villabriga. En Sangüesa se encontró un tramo de calzada romana. 23


4. ESTUDIO MILITAR DE LA CANAL DE BERDÚN DESDE EL PUNTO DE VISTA ROMANO (siglo segundo a. J.) Vamos a imaginar los razonamientos de un militar romano, e intentando adaptarlos a la forma actual, tendremos lo siguiente: 4.1. Misión. Asegurar la frontera entre las Galias e Hispania con el mínimo de fuerzas pasible. Se trata de cubrir la frontera con el mínimo de fuerzas imprescindibles para poder emplear el máximo en la ocupación y pacificación del resto de la península, en el momento histórico que, una vez sometido Levante, se va a iniciar el cerco y conquista de la meseta central. 4.2. Terreno. Entre Jaca y Pamplona discurre un amplio valle, recorrido en gran parte por el río Aragón. Este valle, más despejado en la margen izquierda del río, permite establecer una serie de campamentos que, enlazados por una calzada, aseguren la vigilancia de las salidas de los pasos naturales, los valles de Hecho, Ansó, Roncal y Salazar, sirviendo el propio río como foso natural que proteja a los campamentos y en cierto modo asegure la calzada. La margen derecha del río, más boscosa, hace más difíciles los movimientos por ella y se presta a caer en emboscadas. Se podría intentar ocupar puntos avanzados en los valles para impedir que cualquier enemigo pueda utilizarlo para sus incursiones. Esta solución presenta los siguientes inconvenientes: - El terreno se hace más abrupto y se encontrarán mayores dificultades para la vida a medida que nos internemos en la montaña. - Los caminos son malos, con pasos obligados y desfiladeros, por lo que nuestras fuerzas tendrían que marchar en columna de a uno o de a dos. Una legión ocuparía de 10.000 a 5.000 metros de fondo. Si en estas condiciones fuera sorprendida por el enemigo, tardaría bastante en adoptar la formación de combate, caso de encontrarse un terreno apropiado para desplegar, por lo que se combatiría en unas condiciones muy desventajosas al no poder adoptar la formación táctica, base de nuestra superioridad militar. Estos inconvenientes se verían acrecentados por el carácter del enemigo, fiero, móvil y buen conocedor del terreno. - Supuesto que se hubiera conseguido establecer puestos avanzados, éstos serían muy vulnerables, ya que el enemigo trataría de aislarlos y hacerlos perecer por hambre, viéndonos obligados a enviar convoyes con bastimentos y refuerzos. Estos convoyes tendrían que atravesar los desfiladeros y pasos obligados en las condiciones indicadas anteriormente, por lo que no se puede responder del éxito de la empresa. 24


Resumen del estudio del terreno: - Es aconsejable aprovechar la margen izquierda del río Aragón, más llana, donde nuestras fuerzas encontrarán espacio para desplegar. - Conviene aprovechar el foso natural del río Aragón, de escasa importancia en las épocas de sequía, pero bastante caudaloso la mayor parte del año. - Es conveniente aprovechar la meseta que se extiende a lo largo de la margen izquierda del río, desde la que se domina fácilmente a cualquier enemigo que haya podido llegar a su vega, y que se verá obligado a combatir con el obstáculo del río tras su retaguardia inmediata. - Sobre espolones de la meseta, naturalmente fuertes, se pueden establecer campamentos para unidades tipo Cohorte, suficientes para vigilar y asegurar la salida de las vías naturales de invasión durante un periodo de tiempo limitado. - Conviene establecer reservas móviles de mayor entidad que, desplazándose por la calzada que se construya, puedan acudir en socorro de los campamentos amenazados. 4.3. Enemigo.- El valle está ocupado en su parte Este por tribus ibéricas, destacando entre ellas la de los iaccetanos, que ocupan la mitad oriental del valle. Al Oeste encontramos tribus vasconas. Su organización es tribal, por lo que es aconsejable explotar sus rencillas y, aprovechando la fuerza de nuestros aliados, ir dominando otras tribus sin empeñar nuestras fuerzas. Su carácter fiero y su amor a la independencia los hacen temibles en los lugares montañosos, donde, apoyándose en el terreno, que conocen perfectamente, pueden tendernos emboscadas y darse a la fuga antes que nuestras Legiones consigan desplegar y hacerles frente. Conviene, por tanto, ocupar la llanura, donde, si se producen batallas campales, nuestra mejor organización militar acabará imponiéndose. Una acción política acertada puede permitirnos alianzas favorables, con lo que se conseguiría que fueran los propios iberos, en su terreno, los que se encargaran de impedir incursiones de los galos, reservando nuestra intervención para casos extremos en que el enemigo haya arrollado a nuestros actuales enemigos, pero posibles aliados. 4.4. Medios.- La principal ventaja de los medios propios estriba en la organización militar. De todos es conocido su orden de combate, que en líneas generales es el siguiente: - El contacto es tomado por velites, que con sus arcos, hondas y ligereza son capaces de desordenar al enemigo a la vez que ocultan nuestras fuerzas más poderosas. 25


- Realmente esta fuerza irregular actúa al principio del combate y se retira en seguida para dejar el campo libre a la fuerza de choque propiamente dicha, la Legión, compuesta por: Primer escalón.- Cuenta con 10 manípulos de hastados, de 120 hombres cada uno, provistos de largas picas. Aunque son los soldados más jóvenes, sus fuertes cuadros son capaces, tanto en ofensiva como en defensiva, de resistir ataques más o menos desordenados del enemigo, al que canalizarán por los intervalos hacia el segundo escalón. Segundo escalón.- Compuesto también por 10 manípulos de príncipes, de 120 soldados más veteranos, cierran los intervalos dejados por los hastados, y si la acción no marcha favorablemente, les permiten retirarse por los intervalos para reorganizarse a retaguardia. Tercer escalón.- Compuesto por 10 manípulos de 60 hambres, constituye una reserva. Por estar rodilla en tierra suelen quedar ocultos al enemigo. Se emplean principalmente cuando los hastados han tenido que retirarse para reorganizarse. Su presencia suele causar el desconcierto en el enemigo, ya bastante castigado, que cuando cree llegar ante los últimos elementos de nuestro ejército ve surgir un nuevo escalón, de refresco, que le cierra el paso. La capacidad combativa de nuestras fuerzas es muy grande, permitiendo en todo momento presentar dos filas de manípulos bien organizados y a su amparo; mediante pasos de escalón a retaguardia, pueden irse organizando las unidades desplegadas. Para conseguir un éxito profundo capaz de dividir la Legión, harían falta muchas oleadas enemigas que llegaran con gran ímpetu hasta los escalones que se reorganizarían antes que consiguieran hacerlo. Aun en este caso las dos alas podrían continuar luchando independientemente. A los flancos del despliegue se encuentra la caballería, con dos grupos de unos 150 jinetes, fuerza muy apropiada para caer sobre los flancos o retaguardia del enemigo o para ser empleada en su persecución. Las armas no se diferencian grandemente de las del enemigo. Las principales son: Armas ofensivas individuales: - Gladius, espada de unos 50 centímetros. - Pilum, especie de lanza, de 1,5 metros. Los velites cuentan además con hondas, arcos, flechas y dardos, especie de pilum de menor longitud. 26


Armas defensivas individuales: - Yelmo - Coraza. - Espinilleras. - Escudo Armas colectivas: Para la conquista de ciudades o su defensa existen: - Torres de madera. - Arietes. - Balistas (también usado en la defensa de campamentos), etc. Resumen.- Siendo necesaria la economía de fuerzas, interesa establecer campamentos con fuerzas reducidas cuya entidad puede variar de una a varias Cohortes, acrecentando su valor combativo mediante la construcción de una calzada que permita el rápido desplazamiento de reservas y el socorro a los puestos amenazados. La superioridad principal de nuestros medios estriba en su mejor organización e instrucción, por lo que se impone emplearlos en aquellos lugares en que el terreno permita su rápido despliegue, necesario para poder obtener las ventajas que nuestra organización militar nos da.

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5. ARTIEDA ROMANA Una vez hecho el resumen de lo que podía ser el estudio de los factores de la decisión de un jefe romano, vamos a suponer que se ha decidido establecer un campamento cerrando el valle del Roncal. Su situación no puede ser otra que el lugar denominado “Forao de la Tuta”. Como puede apreciarse en el croquis núm. 1, su situación frente al valle, protegido por el río Aragón y con taludes muy pronunciados que existen en el Norte, Este y oeste, hacen del lugar un punto naturalmente muy fuerte para su época.

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En el croquis núm. 2 se ven los principales vestigios del campamento romano localizados hasta la fecha. Se han conservado en condiciones tales que permiten su identificación sin lugar a dudas: -

El foso. Los restos de la doble empalizada. La puerta Decumana. Restos de murallas y alcantarillas en la parte Oeste. Dos habitaciones.

La parte en que se encuentran las dos habitaciones está sembrada de alfalfa, pero por clarear en unas zonas y aparecer argamasa en otras, se han podido localizar sin dificultad. Sus dimensiones son 6 x 4,5 metros. Con ligerísimas “catas” han sido puestos al descubierto sus muros y suelo, formado por gruesos cantos rodados. Por su situación próxima a la puerta Decumana y por su capacidad, de unos diez hombres, se supone serían contubernios ocupados por los hastados, primera fuerza que acudiría a cubrir las defensas del recinto y que serían alertados por los centinelas y con más tiempo por los velites que quedarían fuera de la fortificación. La ermita de San Pedro es otro punto de gran interés. La construcción es relativamente reciente, tiene menos de cien años; pero en un lugar por el que pasó la ruta jacobea, el hecho de no llevar el nombre de Santiago y sí el de San Pedro, puede indicar que se hizo por haber existido con anterioridad alguna otra ermita bajo esta advocación. En sus muros se encuentra una lápida funeraria primitiva y un gran fuste y capitel corintios. No parece aventurado afirmar que antiguamente debió de existir algún importante templo romano, que al cristianizarse sería puesto bajo la advocación del primer Papa. En la época en que Artieda era romana, ningún nombre más adecuado que el de San Pedro. Sus restos, por su gran peso y tamaño, debieron de quedar in situ sin ser aprovechados por los habitantes del lugar hasta que en el siglo pasado se reconstruyó la ermita. En la parte Oeste apareció, hace unos treinta años, un mosaico de tesela gruesa, blanco y negro, con dibujo geométrico. Por desgracia fue destruido y actualmente tan solo se conserva algún trozo de muy reducidas dimensiones y numerosas teselas sueltas en la zona en que se descubrió. Finalmente, en la parte señalada con una equis, probablemente existió un silo, ya que, según cuentan los habitantes del lugar, al ser roturado el terreno allá por los años treinta, cayó una caballería en un gran hueco que había, por lo que después de sacarla fue obturado con piedras, y actualmente está tapado. Con el transcurso del tiempo, y al conquistarse las Galias y pacificarse España, el primitivo campamento, como tantos otros, se convertiría en un poblado. 29


Primeramente, con grandes reservas y precauciones, se irían construyendo casas dentro del recinto del fuerte, como lo prueba la abundancia de trozos de cerámica, tanto de la tosca (ánforas, etc.) como de la fina, conocida con el nombre de “Terra sigillata”. También apareció alguna piedra de molino. Después el poblado crecería y se extendería por el Campo del Royo, lugar en que también abundan las piedras de molino y cerámica. En este lugar apareció también algún trozo de cerámica grisácea, de tipo ampuritano. Finalmente, los ricos propietarios harían sus villas o casas señoriales próximas al pueblo, pero lo suficientemente alejadas del mismo como para gozar de las delicias del campo. Estas casas señoriales, situadas en lugares de gran belleza se encuentran en las Viñas de Sastre y en Rienda. En las Viñas, al plantar las cepas hace bastantes años, se descubrió un capitel de mármol y un mosaico policromado del que se encuentran teselas en la superficie, y debe de corresponder por lo menos a dos habitaciones. Por los informes de los que lo vieron parece deducirse que está en bastante buen estado y a unos 60 centímetros de profundidad. Probablemente será del siglo III de nuestra era, análogo al descubierto en Rienda. En Rienda también hace unos treinta años aparecieron trozos de mosaicos a los que no se dio ningún valor, continuando el arado su labor destructora hasta nuestros días. Recientemente, y al emplearse por primera vez un tractor potente, se pusieron al descubierto dos columnas romanas al romperse el arado en ellas. 6. EL HALLAZGO ARQUEOLÓGICO Fue a los pocos meses de este hecho cuando por fortuna apareció un capitán de Infantería que, tras reunir todos los datos, unos ciertos, otros muy fantaseados por la imaginación popular, recorrió la zona muy minuciosamente, sacando las conclusiones anteriormente expuestas, a las que llegó interpretando conjuntamente las narraciones de los lugareños, el conocimiento del Pirineo y los vestigios que hasta la fecha habían pasado inadvertidos o menospreciados por la gente. Al trasladarse a Rienda para ver las columnas encontradas meses antes por el tractorista, le llamó la atención el diferente colorido de la tierra, rojiza en algunas zonas, como si hubiera sido quemada siglos atrás. Los mosaicos marcados con el núm. 3 (croquis núm. 4), que desde hacía treinta años se estaban sacando y tirando por el terraplén situado al sur, juntamente con las columnas (5), le hicieron imaginar la existencia de un gran patio central de 44 x 36 metros, alrededor del cual debían de encontrarse habitaciones al este y al oeste, lugares en que la tierra era rojiza. 30


Desde el primer momento pensó que en la zona sur no se sacaría nada importante por estar muy deteriorada. Inició sus prospecciones en el este y oeste. Encontró un gran ladrillo de tierra cocida (habitación núm. 4) y dos mosaicos (1 y 2). Las dificultades fueron grandes. El mal tiempo reinante retrasó la recolección, por lo que no había peones que se encargaran de picar; no quedaba más remedio que realizar el trabajo personal y urgentemente. Era una lucha contra reloj; había que salvar lo que pudiera antes que el tractor volviera a ser empleado. La suerte estuvo de su parte y el mosaico apareció rápidamente. Una vez estudiado el dibujo, hizo el informe correspondiente, que fue remitido a las autoridades, las que, a la vista de las fotografías y dibujos, sin previo reconocimiento del lugar, enviaron unos técnicos, que procedieron a levantar el mosaico núm. 1 y lo trasladaron al Museo de Bellas Artes de Zaragoza. Los dibujos y fotografías nos permiten hacernos una idea del mismo. El Ejército, por medio de uno de sus hombres, ha añadido un servicio más a la Patria, no conformándose con la misión de defenderla con las armas en la mano cuando las circunstancias lo requieren. También en la paz contribuye a su engrandecimiento, busca jirones de su historia y se los entrega para que los custodie. No en vano se ha dicho que la historia de España es la historia del Ejército. Por ello un militar, aplicando sus conocimientos tácticos, puede contribuir a descorrer el velo del conjunto indivisible Historia de España-Historia de su Ejército. 31


3. “Hallazgos arqueológicos en Artieda de Aragón” OSSET MORENO, Enrique, “Hallazgos arqueológicos en Artieda de Aragón”, Archivo Español de Arqueología, 38 (111-112), CSIC, Instituto Español de Arqueología, Madrid, 1965, pp. 97-106. La zona de “la canal de Berdún” ofrece un especial interés como punto clave de las comunicaciones del Pirineo Central. Una serie de valles pirenaicos que permiten la comunicación entre Hispania y las Galias se unen en este valle transversal. Estos son de oeste a este, el valle de Salazar –con sus restos romanos en la zona de la Foz de Lumbier–, el valle del Roncal, con su cierre natural en Artieda de Aragón, donde en 1963 hemos realizado varios hallazgos, y finalmente los valles de Ansó y Hecho, en cuya zona sur no conocemos, por el momento, hallazgos, pero en la cual deben existir yacimientos antiguos. Esta situación privilegiada de la “canal de Berdún” presupone la existencia en la misma de una vía romana. Aunque no se cite en concreto en las fuentes textuales ni, por ahora, hayan aparecido miliarios, creemos que la existencia de la misma queda demostrada, tanto por la ausencia de puentes o restos de los mismos entre Yesa y Jaca como por la importancia de este sector en la ruta jacobea. Ante lo rudimentario de las creaciones viales en la Edad Media parece lo más lógico aceptar que tales peregrinos discurrían por la vieja calzada romana, cuyos restos se documentan ya en localidades navarras, como Sangüesa. Partiendo del problema del estudio de las posibilidades de defensa de este territorio, de acuerdo con lo que las constantes topográficas establecen hoy como establecían en el pasado y que hemos desarrollado en otro lugar1, tuvimos ocasión de localizar en esta zona varios yacimientos antiguos y realizar algunos hallazgos de interés2. Circunscribimos esta nota a detallar tales hallazgos. En buena parte, la localización de los mismos se debe, no a exploraciones fortuitas, sino al previo planteamiento de la distinta significación de una serie de lugares desde un punto de vista exclusivamente militar y la ulterior comprobación en el terreno de los resultados de este análisis. Un caso típico es el del “Forao de la Tuta”, en Artieda. Este punto, como se ha apuntado, cierra el valle del Roncal, presentando múltiples circunstancias que favorecen su defensa, como el cauce del río Aragón, que constituye un foso natural, o sus taludes, en las laderas norte, este y oeste. Hemos localizado allí un yacimiento en el cual se reconocen restos de foso y muros, de una puerta, alcantarillas y dos habitaciones. Estas últimas –hoy sembradas de alfalfa–­miden 6 metros por 4,5, con piso y muros de gruesos cantos rodados. 1 Ejército, núm. de junio de 1964. 2 Un breve resumen de los mismos en Beltrán y Osset, CAN VIII, Sevilla-Málaga, 1963, 448 ss.

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Hoy se alza en el “Forao de la Tuta” una ermita dedicada a San Pedro. El edificio es moderno, apenas cuenta un siglo, pero creemos que puede ser el sucesor de otra ermita más antigua. En sus muros aparecen, como materiales reutilizados, una inscripción funeraria (fig. 2), un fuste de columna y un capitel corintio. Tales restos deben proceder de aquel yacimiento. Comprueba la existencia de una construcción lujosa en aquel lugar el que se descubriera en la zona oeste, hace ya unos treinta años, un mosaico de tesela gruesa y colores blanco y negro que dibujaban una composición geométrica. Desgraciadamente, el mosaico fue destruido y no hemos podido reconstruir su tema, pero aún hemos podido ver en la zona donde fue descubierto numerosas teselas sueltas y algún trozo de dimensiones muy reducidas. Algunas noticias que hemos recogido inducen a sospechar que en este yacimiento se conservan restos de un silo, pozo o cisterna3. En esta zona hemos recogido múltiples trozos de ánforas romanas, terra sigillata y piezas de molinos manuales. Al pie del “Forao de la Tuta”, en el llamado “Campo del Royo”, hemos localizado un segundo yacimiento, que juzgamos ampliación del primero. En dicha zona hemos observado una notable abundancia de piezas de molino manual y cerámica. Entre ésta figuran fragmentos grisáceos de tipo ampuritano. Dos villas de notable riqueza se hallan en las localidades de Rienda y de la “Viña del Sastre”. En esta última se descubrió hace varios años un mosaico policromo, del que aún se hallan teselas en la superficie, y un capitel de mármol. Como el mosaico se hallaba a unos 0,60 metros de profundidad, cabe la esperanza de que aún se halle en buen estado. El pavimento debió corresponder, por lo menos, a unas dos habitaciones. Rienda ha ofrecido hallazgos más espectaculares. Ya en 1923 aproximadamente, y al roturarse aquel terreno, aparecieron fragmentos de mosaico. Por desgracia, no se les dio ningún valor, los fragmentos desaparecieron y el arado continuó su labor destructora. En abril de 1963 se procedió a arar esta parcela por vez primera con un tractor. Con tal motivo se pusieron al descubierto dos columnas romanas al romperse el arado al chocar con una de ellas. En julio de 1963 tuvimos noticia de tales hallazgos –en parte adornados por la consabida fantasía popular– y nos dedicamos a recorrer la zona detenidamente. Al visitar Rienda con el fin de observar las columnas descubiertas unos meses antes nos llamó la atención el diferente colorido de la tierra, que en algunas 3 Al roturar el mismo –hacia los años treinta– una caballería cayó en un gran hueco que allí había. A fin de evitar nuevos incidentes, los campesinos procedieron a rellenar aquel espacio con grandes piedras.

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zonas aparecía de color rojizo, como si hubiera sido quemada por un incendio. Advertimos también que desde el inicio de los trabajos de roturación habían sido destruidos varios mosaicos. Estos correspondían al lado sur de un gran patio porticado, al que pertenecían las dos columnas. Observamos entonces que en los lados este y oeste de este patio aparecía la tierra de color rojizo. Ello nos decidió a explorar este sector, con preferencia al lado sur, muy degradado por los trabajos efectuados durante los años anteriores. Pronto pudimos reconocer la existencia de dos mosaicos y decidimos iniciar unos sondeos en esta zona. Desgraciadamente, el mal tiempo reinante retrasó las labores de recolección y nos fue imposible encontrar peones para realizar este trabajo. Como considerábamos el trabajo de carácter urgente, puesto que el tractor debía ser empleado de nuevo, realizamos estas labores personalmente. Advertimos que el patio, porticado, estaba enlosado y a su alrededor se disponían una serie de habitaciones que ocupaban los lados este, oeste y sur. Consecuencia de ello fue el descubrimiento de un mosaico de 8 metros de anchura por 10,85 metros de longitud. Un segundo mosaico apareció en la habitación inmediata. De todo ello se informó a la Delegación de Zona de Excavaciones Arqueológicas y uno de los mosaicos fue trasladado al Museo de Bellas Artes de Zaragoza4 (en parte). La traza que hemos realizado de este mosaico (fig. 1)5 creemos ahorra insistir en la descripción del mismo. Las peculiaridades técnicas pueden observarse en las fotografías que publicamos. Por ello insistiremos únicamente en lo que se refiere al colorido. Orla de ovas.- Fondo negro, triángulos de lados curvilíneos de color gris pizarra. Las ovas propiamente dichas tienen el corazón de color negro, bordeado por tres líneas de teselas blancas, a las que siguen dos de color ocre y otras dos de color rojo. Esta orla queda delimitada en el interior del mosaico por un filete formado por una triple hilera de teselas blancas, delimitada por dos de teselas negras en una sola hilera. Campo del mosaico.- En los triángulos que rellenan los espacios junto al borde hallamos un “tema de cinta” desarrollado en un campo de colores ocre, sepia y blanco, o, alternativamente, blanco, gris pizarra y rojo. El perfil de la “cinta” está

4 De tales hallazgos remitimos informe a dicha Delegación. Un resumen del mismo puede verse en el trabajo citado en nota 2. 5 Hemos realizado también un dibujo a escala 1:10, tesela por tesela, de dicho mosaico, indicando en el mismo los colores del original.

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indicado mediante una línea de teselas blancas. las delimitaciones y separaciones se realizaron con teselas negras. El centro de estos triángulos muestra un florón en los ángulos, sepia y rojo con extremos negros, y en los que corresponden a lados un tema de escaqueados ocre, negro, gris pizarra, negro, ocre amarillo, según el procedimiento llamado “estilo arco iris”. No es éste el único tema que hallamos en el campo del mosaico, utilizado como elemento de separación entre las “estrellas de ocho puntas”, formadas por la superposición de dos cuadrados de sogueado. En otros hallamos inscrito un diseño que recuerda vagamente la cruz de Malta, al cual se superpone un cuadrado con un escaqueado negro, gris pizarra, ocre, rojo, sobre fondo gris. Una tercera serie, con tema “cruciforme”, en cuyo centro aparece un cuadrado de bordes dentados y representación “estilo arco iris”. Los colores utilizados, aparte el negro y blanco, son el bermellón y encarnado, que dominan en esta parte del mosaico. Una tercera serie muestra un escaqueado en disposición cruciforme, de colores negro, blanco, rojo, bermellón y ocre. En una cuarta, una orla de prismas en perspectiva, color rojo y bermellón, negro y blanco, que delimita un espacio cuadrado, en cuyo centro, de color blanco, aparece una flor cuadripétala de hojas acorazonadas, trazada con teselas negras. En el centro aparece de nuevo un tema en “arco iris”, con los colores ya citados. Las estrellas, de ocho puntas, están formadas por la superposición de dos cuadrados de sogueado, alternándose los de sogueado rojo, bermellón y blanco con los de sogueado blanco, gris y sepia. Los bordes de la soga aparecen subrayados con teselas negras. En los ángulos estas estrellas de ocho puntas muestran pequeños adornos de tipo vegetal, esquematizado, hasta formar un pequeño triángulo de color negro. Ambos cuadros de sogueado delimitan una superficie octogonal, centrada por un medallón circular. En los ángulos aparecen pequeños motivos florales de color negro, tallos, y bermellón, hojas. Finalmente, quedan por describir los pequeños rombos situados entre las “puntas” de dichas estrellas, subdivididos a su vez en rombos de color bermellón, rojo y blanco los mayores y sepia, ocre y blanco los menores. Los motivos figurados.- En el interior de las estrellas de ocho puntas aparecen medallones circulares. Su orla está realizada también con la técnica “arco iris”, peculiar de este mosaico. Medio medallón ofrece colores rojo, blanco y gris, y otro medio, ocre, blanco y bermellón. Estos sectores ocupan, en unos casos, la parte superior, en otros la inferior, alternando sus colores con el inmediato. 35


Fig. 1. Mosaico de Artieda de Arag贸n (dibujo del autor)

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Fig. 2 Ermita de San Pedro. Inscripción. [“Lápida funeraria primitiva de Valeria Massima, hija de Valerio Aquilos y Marco Aquilino, de 28 y 20 años”]

Fig. 3 [Labores de limpieza previas a la extracción del mosaico]

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Figs. 4 y 5. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [4: “Pez sobre una barca o cesta”; 5: “Cinco peces”]

Fig. 6. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [“Escudo”]

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Fig. 7. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [7: “Cuadrado entre estrellas”]

Figs. 8 y 9. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [8: “Dos palomas”; 9: “Ave y ramas”]

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Figs. 10 y 11. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [10: “Pato”; 11: “Pavo Real”]

Figs. 12 a 15. Artieda de Aragón. Detalles del mosaico de la fig. 1. [12: “Faisán. Tamaño de las estrellas: 1´5 mts. Tamaño de las Teselas: 1 cm2 aproximadamente. Nº total de Teselas superior a 1 millón”; 13: “Pez sobre barca o cesta”; 14: “Dos delfines”; 15: “Pez sobre cesta o barca”]

Para describir esta parte, de abajo a arriba, creemos preferible adoptar el siguiente esquema: G F E D C B A 40

1 1 1 1 1 1 1

2 2 2 2 2 2 2

3 3 3 3 3

4 4 4 4 4 4 4

5 5 5 5 5 5 5


En E y en F falta un medallón, puesto que dicha superficie está ocupado por el tema figurado que constituye el centro del mosaico. A. Medallón 1.- Dos pájaros, de colores rojo y bermellón, ramas del mismo color. A. Medallón 2.- Dos pájaros y ramas. El pájaro situado en la parte baja, de colores negro y gris, con las patas rojas –una perdiz?–; el superior, de color verde y amarillo, alas rojas, muslos y patas bermellón, ojo rojizo. A. Medallones 3 y 5.– Destruidos por la reja del arado. B. Medallón 1.– Dos pájaros y ramas, colores negro y ocre. B. Medallón 2.– Ánade y ramas, color marrón, negro, patas de color rojo granate. B. Medallón 3.– Pez de color rojo oscuro, [en una cesta.] Esta muestra los colores verde, bermellón y rojo para resaltar la retícula de los juncos. Destruido en parte. B. Medallón 4.– Pavo real, colores verde y bermellón, ramajes en color marrón con notas en bermellón. B. Medallón 5.– Destruido por el arado. C. Medallón 1.– Pez de color verde, en una cesta. Esta es análoga a la de B-3, pero con distintos colores: ocre, verde, rojo y bermellón. En el campo, líneas en zig-zag, semejantes a las utilizadas en otros mosaicos para indicar las aguas. C. Medallón 2.– Dos pájaros, uno de ellos destruido en el cuerpo por un desconchado, colores marrón, ocre, etc. C. Medallón 3.– Dos peces de color verde, con notas de color rojizo en el cuerpo, líneas en zig-zag de color verde y marrón. C. Medallón 4.– Pájaro de color marrón, cuello verde y cabeza colorada. En el plumaje, notas de color bermellón. C. Medallón 5.– Dos pájaros, colores marrón y ocre, notas y detalles en negro, al igual que en los ramajes. D. Medallón 1.– Pájaro de colores marrón y bermellón. D. Medallón 2.– Pez y cesta, domina en el primero el bermellón. En la cesta, colores verde, marrón y bermellón, según un diseño semejante al de los medallones B-3 y C-1. D. Medallón 3.– Ánade, colores marrón rojizo y bermellón, patas de color bermellón. Parte del cuerpo se ha perdido. D. Medallón 4.– Cinco peces de color rojo oscuro, líneas en zig-zag de color verde y negro. D. Medallón 5.– Pájaro y ramas, colores rojo, bermellón, gris y marrón. E. Medallón 1.– Pez de color verde en la cesta, colores análogos, pero distinta labor de cestería, líneas en zig-zag verde y marrón.

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E. Medallón 2.– Pájaro análogo al A-2, colores verde y amarillo, patas de color rosado. E. Medallón 3.– Espacio ocupado por el cuadro central. E. Medallón 4.– Destruido. E. Medallón 5.– Pez verde sobre cesto, detalles de la boca y branquias en rojo, cesto sepia, verde y blanco. F. Medallón 1.– Un kalathos con flores. F. Medallón 2.– Dos delfines, uno de cuerpo verde, con motas de color bermellón; otro pardo, con motas grisáceas. Líneas en zig-zag de color verde. F. Medallón 3.– Ocupado por el cuadro central. F. Medallones 4 y 5.– Destruidos. G. Medallones 1 a 5.– Destruidos. El centro del mosaico lo constituye un cuadrado de 2,30 metros. Presenta una orla de cinta ondulada y tornasolada, con colores rojo, bermellón, gris y blanco. La cinta delimita cálices florales blancos, con notas grises, y en la base, ocre. Del cuadro, aunque deteriorado, puede reconocerse con detalle una gran cratera agallonada, en colores rojos, ocres, sepias y bermellón. De ella parte, entre las aguas, un tallo verde, junto al cual se hallan uno a cada lado, dos pavos reales, cuerpo verde y amarillo, con colas moteadas, al menos en el ejemplar conservado. En el campo, roleos de acanto y pájaros. Toda la zona central del mosaico y el lateral derecho se han perdido. Como se ha indicado, otras dos habitaciones conservan mosaicos. En uno de ellos aparece una combinación de peltas y cuadrados ocupados por motivos diversos, como nudos de Salomón, rosetas, etc. Un tercer mosaico muestra una serie de cuadrados, delimitados por sogueados, y en el interior de los mismos el conocido tema de las “coronas” de laurel u olivo –puesto que identificar las especies botánicas es imposible debido a la arbitraria ejecución, puramente decorativa, de su colorido– y en el interior de las mismas esquematizaciones florales, no figurativas y claramente vinculadas a ciertas transformaciones de los temas geométricos en su utilización como motivo decorativo de alfombras y tapices. Estos mosaicos, y los que posiblemente existen en otras dependencias de esta construcción, requieren su oportuno traslado a un lugar que asegure su conservación. En la actualidad ésta es precaria, asegurada sólo gracias a una temporal interrupción de los trabajos agrícolas en espera de la intervención de los técnicos de la Dirección General de Bellas Artes, y sin garantías de continuidad.– ENRIQUE OSSET.

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4. “La villa romana de Rienda, en Artieda de Aragón (Zaragoza)” OSSET MORENO, Enrique, “La villa romana de Rienda, en Artieda de Aragón (Zaragoza)”, Archivo Español de Arqueología, 40 (115-116), CSIC, Instituto Español de Arqueología, Madrid, 1967, pp. 120-129. En el verano de 1963 una serie de circunstancias fortuitas me llevaron al descubrimiento de un antiguo poblado fortificado romano, así como al de dos villas1. La rápida intervención de las autoridades competentes, a las que se comunicó en julio el hallazgo del primer mosaico, que fue levantado en septiembre del mismo año y trasladado al Museo de Zaragoza, me hizo abrigar esperanzas de que los trabajos proseguirían en la campaña siguiente, pero la realidad es que después de acotarse durante dos años el campo de Rienda, sin indemnización a los herederos de “Casa Mancho”, copropietario, al parecer, del terreno, se autorizó en 1965 a continuar las labores agrícolas, sin que se volviera a realizar trabajo alguno. Como quiera que la labor de los tractores cada vez profundiza más y es de esperar que en un corto periodo de tiempo se destruya cuanto de la villa se conserve, me decido a publicar este trabajo, por desgracia insuficiente, que se reduce a la recopilación de datos 1 Véase AEArq, 38, 1965, 97 y sigs.

Fig. 1. Villa de Rienda. Mosaicos localizados.– A: Levantado en 1963 y trasladado a Zaragoza. B: Dibujos de 2,5 x 2,5 metros. C: Dibujos de 0,40 x 0,40 metros (se localizó el muro Oeste). D: Pasillo de 1,40 metros de anchura (se localizaron ambos muros). E: Dibujos de 0,70 x 0,65 metros, orla de 20 cm. (se localizó el muro Norte de la habitación). F: Octógonos de 0,60 x 0,60 metros, orlas de 15 cm. Muros descubiertos: línea maciza ancha. Muros supuestos: línea discontinua (existen indicios de argamasa o diferencias de colorido). Columnata del peristilo: circulillos (se localizó la columna G).

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tomados en 1963 y que, por incompletos, tenía archivados, en espera de completarlos en futuras campañas, que no se realizaron. En la figura 1 se indica el probable trazado de la casa, con un gran patio central, de unos 60 metros por 37. A unos 4 ó 5 metros de los muros debían estar colocadas las columnas que formaban el pórtico interior, quedando, por tanto, un patio real, de unos 50 por 30 metros, enlosado con grandes lajas de piedra. Aunque no se han seguido los muros más que en la habitación Norte, del ala Oeste (Mosaico A), existen diferencias de colorido y restos de argamasa que permiten aceptar como buenas las medidas aproximadas que se citan, además de haber teselas en la superficie del ala Sur y haberse realizado una cata en el ala Este, de la que se sacó un gran ladrillo de arcilla cocida. En el ala Este del edificio no se realizaron más catas que la ya indicada. En el ala Sur tampoco se realizaron trabajos notables, ya que sobre el terreno se veían abundantes teselas y era de esperar que los mosaicos estuvieran peor conservados en esta zona que en el ala Oeste, lugar donde prácticamente no se veían restos en la superficie. No obstante, por su orientación, este ala Sur debía ser la parte mejor del edificio, ya que el sol en estos terrenos se busca durante la mayor parte del año. El mosaico F muestra uno de los medallones octogonales, de unos 60 cm. Por estar removida la parte baja de la crátera no se amplió la cata. En la parte superior de la fotografía, el cuadrado y el medio medallón octogonal, encuadrados por orla sogueada, nos indica el final del mosaico, pudiéndose asegurar que muy próximo debe encontrarse un muro (fig. 2 ). Fig. 2. Medallón descubierto del mosaico F.

Fig. 3. Ala Sur. Habitación central. Organización del mosaico F

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Por la distancia de la cata al talud y por verse restos de argamasa, el muro, a la derecha la figura y sur de la casa, la esquina del mosaico debe ser como se indica en la figura 3, no siendo aventurado afirmar que, por ser la habitación central del ala Sur, debía ser una de las principales habitaciones y la única figura vista relacionada con el vino nos permite suponer que pueda haber algún dibujo central de tema dionisíaco. El fondo del medallón es de color gris pizarra, las flores en marrón, negro y rojo y cerámica anaranjada, la crátera en rojo marrón, cerámica amarillenta, gris, blanco y verde.


En la parte vista del medio medallón aparecen flores parecidas a tulipanes, en rojo, y cerámica rojiza, delimitadas por teselas verdes, que no se puede apreciar si eran de piedra de río o pasta vítrea. En el ala Oeste de la casa es donde se realizaron los trabajos más importantes, por haber aparecido desde el primer momento figuras de aves, peces y flores, en el mosaico A, de la figura 1, y cuya descripción se hizo en AEArq, 38, 1965. Este mosaico, único levantado y trasladado a Zaragoza, fue fotografiado y dibujado con todo detalle, no así los restantes de este ala, que, a base de los apuntes realizados sobre pequeñas catas, han podido ser dibujados en forma muy aproximada y con los colores que se apreciaron, aunque puede haber algún error debido a la suciedad. Estos dibujos, basados en las catas citadas y hechos imaginando las partes no vistas, confirmando mediante algunas catas más, nunca pueden ser de absoluta garantía, ya que gran parte de ellos se han hecho por simetría, con colores análogos a los vistos, aunque sabemos que los romanos solían variar Fig. 4. Ala Oeste. Mosaico B el dibujo de figuras auxiliares de rellenos, o bien combinaban tonos que evitaban la monotonía. En este ala del edificio considero que el mosaico más notable es el B (fig. 4), cuyo ángulo inferior izquierdo es el visto. Este mosaico presenta en un círculo central en kálathos perfilado en negro y con colores ocres, cerámica rojiza, blanca, verde, marrón claro, marrón oscuro, ocre y gris. El medallón central, separado por dos filas de teselas negras del conjunto blanco que rodea, está enmarcado por una orla en arco iris en colores negro, marrón, gris, blanco, rojo, y cerámica rojiza, presentando colores iguales en los cuadrantes opuestos. Rodeando esta orla hay una serie de hojas rojas y negras con tallos marrones sobre fondo blanco y gris. Finalmente, dos hexágonos entrelazados presentan hojas de laurel u olivo, con colores rojo, marrón oscuro, blanco, marrón claro, cerámica rojiza y negro o gris, color este último dudoso por la suciedad de las teselas.

Fig. 5. Ala Oeste. Organización del mosaico C

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El dibujo, de 2,5 x 2,5 metros, se completa por una serie de cuadrados y rombos, de los que se vieron parte del rombo inferior y cuadrado inferior izquierdo con los colores negro, blanco, rojo, marrón oscuro, marrón claro, ocre, gris, y cerámica rojiza.

Fig. 6. Ala Oeste. Mosaico C

Se vieron parte de hojas de los hexágonos correspondientes al dibujo inferior izquierdo e inferior izquierdo, por lo que la habitación tiene un mínimo de 5 x 5 metros, aunque por su situación cabe esperar que haya otra fila entre el muro supuesto y las figuras localizadas y puede que más al Oeste haya alguna más. El mosaico C, formado por cuadrados de 0,40 x 0,40, repite figuras diversas, como puede apreciarse en la figura 5, predominando los colores rojos, marrón oscuro, marrón claro, ocre, negro y cerámica rojiza. En esta habitación se halló un trozo del muro Oeste de la casa.

Fig. 7. Ala Oeste. Mosaico D

Fig. 8. Ala Oeste. Pasillo. Mosaico D

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El mosaico D se ve claramente en la fotografía y dibujo, por lo que únicamente hay que indicar sus colores. No aparece el color blanco, siendo el fondo de las figuras de un color siena claro. El resto de colores es negro, rojo, cerámica rojiza, marrón claro, ocre y marrón oscuro. Se localizaron ambos muros, separados 1,40 metros, por lo que se supone correspondiera a un pasillo que conducía hasta las habitaciones C y E y hasta es posible que atravesara totalmente la casa y permitiera la salida por su ángulo Sur- oeste (figs. 7 y 8). Finalmente, nos queda el mosaico E, formado por rectángulos, de 0,70 x 0,65, separados por una orla trenzada en colores rojo, blanco, negro, marrón, marrón claro, gris y cerámica rojiza. En el rectángulo hay una corona de laurel u olivo con fondo rojo y hojas de color marrón oscuro y gris, y marrón claro y blanco. En los ángulos hay cuatro flores estilizadas, en negro, marrón y gris, y en el centro cuatro hojas negras y marrones


formando una cruz, apoyándose en ella cuatro, a modo de capullo, de color negro, marrón, gris y blanco (fig. 9). Hay que indicar además que en el verano de 1966, en el “Campo del Royo”, contiguo al emplazamiento del campamento-poblado, aparecieron dos sepulturas, una de las cuales se reproduce en fotografía (fig. 10). A la vista de la figura núm. 1, en la que se indica claramente lo ya conocido y las partes supuestas Fig. 9. Ala Oeste. Organización del y no exploradas, hay que pensar que nos mosaico E encontramos ante un yacimiento muy rico, en el que es probable aparezcan más mosaicos y que si se explora a fondo podría darnos una visión muy completa de lo que fue esta villa en la época de estar habitada. Una particularidad que ofrece esta vivienda en que, en general, no aparecen vasijas u objetos, como si sus habitantes la hubieran desalojado y vaciado antes de que fuera destruida por un incendio, del que quedan señales visibles en el pavimento. Es curioso el hecho de que en el mosaico A, al ser levantado, se encontraran huecos rellenos de argamasa, lo que indica que después de su época más floreciente continuó siendo habitada, haciéndose reparaciones de circunstancias. Fig. 10. Sepultura del El incendio y fin de la casa no está determinado; bien pudo Campo del Royo ser en una revuelta campesina, bagaudas, que la desvalijaron, razón por la que no aparece nada al excavar, pero contraria a su uso en la época en que el mosaico fue reparado con argamasa, por lo que personalmente me inclino a creer que, después de una época decadente, fue quemada la casa, bien por los bárbaros o bien posteriormente, en alguna incursión navarra, ya que está situada muy próxima a lo que fue la frontera entre Navarra y Aragón.

Es indudable que Artieda tuvo su importancia en las Edades Antigua y Media, como nos demuestran los vestigios romanos, y posteriormente, ya en la Edad Media, el hecho de que se cite la “Val de Artieda”, diferenciándola de la Canal de Berdún, que solamente llegaba hasta Villarreal, y el hecho de que por Martes, posible emplazamiento de otro campamento romano, al sur del Valle de Ansó, Mianos y Artieda, pasara la rama principal de la ruta jacobea, procedente de Somport y Jaca, como indica en sus trabajos sobre dicha ruta el Padre Villabriga, de la Universidad de Navarra. ENRIQUE OSSET MORENO 47


Entrevistas y conversaciones


1. “El mosaico de Artieda, o de la táctica a la arqueología” Marcio Palatino, “El mosaico de Artieda, o de la táctica a la arqueología”, Heraldo de Aragón, 7-XI-1963, p. 13. En Artieda de Aragón se ha descubierto recientemente un mosaico romano en buen estado de conservación. Las agencias informativas y los periódicos que se sirven de ellas han divulgado el hallazgo y, dándole al caso lo que podríamos llamar “un toque de interés humano”, han dicho que el descubridor fue un labrador cuando hundía el arado en la tierra de su campo. Esto es verdad en principio, pero como verá el lector el verdadero descubridor es don Enrique Osset Moreno, capitán de infantería y alumno de la Escuela de Estado Mayor. En esto de la arqueología no tiene mucha experiencia, pero la verdad es que no puede estar descontento de lo que ha realizado en una actividad para la que no se ha preparado especialmente. Le hemos visitado y nos ha contado cómo fue el descubrimiento. En el mes de abril un labrador llamado Francisco Iguacel descubrió unas columnas romanas al rompérsele la reja del arado. Como pesan tanto, las columnas quedaron donde habían aparecido, y del descubrimiento no se dio conocimiento oficial. Por fortuna, sigue diciéndonos el señor Osset, hubo suerte. Nadie hizo nada entonces. Tres meses más tarde llegó con su familia al pueblo para pasar el verano y, como es natural, se enteró de lo que se había encontrado. Fue al lugar del hallazgo y ya le llamó la atención la diferencia de colorido entre ciertas zonas del terreno, algunas de las cuales tenían un color rojizo, como si la tierra hubiera sido cocida a fuego muchos años antes. Como también había por allí pedazos de cerámica y otros indicios, consideró que probablemente habría más restos enterrados.

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Basándose en estos datos y recordando la disposición que los romanos daban a sus casas, imaginó que en el lugar debió de existir una gran mansión con un gran patio de 44 metros por 36, rodeado de habitaciones que coincidirían con las zonas ahora más rojizas del terreno. Seguramente la casa fue destruida por un incendio. En la fachada norte del edificio estarían las columnas descubiertas y las demás corresponderían al este, sur y oeste, donde estarían las habitaciones.

Los hijos del descubridor del mosaico ayudaron a su padre con bastante eficacia. La pequeña Marisina aparece aquí en plena faena

Una vez estudiado el asunto, el señor Osset consideró que el hallazgo tenía gran importancia y decidió dar cuenta a las autoridades competentes. No quiso basarse en simples conjeturas al hacer la notificación y comprobó mediante sondeos si la situación de las habitaciones correspondían a los supuestos mencionados. Los resultados fueron alentadores. En la zona este encontró un gran ladrillo y en la occidental dos mosaicos correspondientes a habitaciones separadas. En el sur, por lo que le dijeron en el pueblo, habían aparecido hace muchos años restos de mosaicos y la gente tiraba “las piedras de colores” por un terraplén próximo. Parece evidente que en esta última zona no hay ya nada que hacer.

Localizado el mosaico del ala oeste procedió a informar a las autoridades acompañando dibujos, fotografías y croquis. Si la cosa valía la pena esperaba que pronto se tomarían disposiciones para proteger el lugar e impedir que el arado acabara por destruir lo que todavía se conservaba. Sin ayuda de peones Proseguimos el diálogo: - ¿Excavó usted totalmente la zona? - No, solamente la parte necesaria para informar a las autoridades. 50


- ¿Le ayudaron en sus trabajos? - Sí. Tuve dos auxiliares magníficos: mis hijos Enrique y Marisina, de siete y seis años respectivamente. Ellos localizaron restos de cerámica, recogían teselas y limpiaban con mucho cuidado lo que yo les indicaba. No era posible entonces contratar peones, porque todos estaban dedicados a las faenas de la recolección. Yo tuve que coger el pico y hacerlo todo. - ¿Había hecho antes excavaciones arqueológicas? - Nunca. Es la primera vez que lo hago y la verdad es que me puse a picar con mucho miedo pues podía ocurrir que por inexperiencia malograse algo. Por fortuna todo fue bien. De todas las maneras si me decidí a cavar fue porque tenía que presentar un informe completo y documentado y no simples sospechas. Sólo así creía que las autoridades se decidirían rápidamente a intervenir antes de que los restos fueran definitivamente destruidos por el tractor. Celeridad oficial - ¿Le ocasionaron preocupaciones los restos descubiertos? - Bastantes. Por un lado temía estropear algo, pese al cuidado que ponía. Por otro ignoraba las leyes establecidas para estos casos y sobre todo me preocupaba la avaricia de los buscadores de tesoros capaces de picar en el mismo mosaico para ver si encontraban debajo la olla con las onzas y algún fragmento valioso que pudieran vender a los coleccionistas. - ¿Qué medidas de seguridad tomó usted? - Comunicar rápidamente a las autoridades lo encontrado y hacerles ver la urgencia de su intervención oficial para impedir que siguieran en la zona los trabajos agrícolas. Antes enterré cuidadosamente lo descubierto e hice unos hoyos falsos para confundir a los posibles “arqueólogos” con ambiciones mercantiles. Yo había dibujado todo con sus colores para mi informe. - ¿Encontró facilidades por parte de las autoridades? - Muchas. Casi a vuelta de correo me contestaron. El gobernador civil me agradeció el interés demostrado y el profesor Beltrán me anunció su visita para el mes de septiembre. Lo que me sorprendió fue que sin haber hecho ningún reconocimiento y solo a la vista de mis dibujos, tomaran la decisión de enviar técnicos con material para levantar los mosaicos y trasladarlos en buenas condiciones al Museo de Bellas Artes de Zaragoza. Pensar con lógica - ¿Ya sospechaba usted la presencia romana en la zona? - Sí. Durante más de cinco años he recorrido el Pirineo a pie para estudiarlo desde el punto de vista táctico. Llegué a la conclusión de que antes de conquistar Roma las 51


Galias forzosamente habría en los Pirineos fortalezas, campos atrincherados o zonas de guarnición especialmente a la salida de los valles, vías naturales de invasión hacia el sur, y que por ello, aprovechando el foso natural del río Aragón establecerían en su orilla izquierda reductos para cerrar los valles como el del Roncal, Ansó, Hecho y otros. Artieda cierra el del Roncal y es un punto fuerte de la defensa en aquella parte teniendo en cuenta las armas de entonces. Además se apoya en el foso natural del río Aragón. Por ello era lógico que hubiera un campamento romano en la zona, campamento que he localizado y en el cual se aprecian el foso, lugares de las empalizadas, restos de murallas, etc. Siguiendo una lógica elemental en el desarrollo de la idea y según nos demuestra múltiples veces la historia, alrededor del campamento nacería un poblado y los más fuertes económicamente se construirían en las proximidades lujosas villas, sin olvidar que Tiermas, que aún conserva el nombre romano, se encuentra no lejos de Artieda. Yo supongo que si se investigara a fondo en las salidas de los valles de Ansó y Hecho se podrían encontrar restos de campamentos, reductos y casas de la misma época. - Sus descubrimientos ¿han sido casuales o buscaba usted confirmar sus hipótesis sobre la frontera entre las Galias y España en época romana? - El descubrimiento del campamento no ha sido casual. En el pueblo se decía que eran cosas de moros, pero un estudio un poco serio hace ver que realmente son restos romanos. Los mosaicos, como ya dije, fueron encontrados casualmente al ir a ver las columnas descubiertas por el labrador, cuando decidí llevar a la realidad la idea que me había nacido al contemplar su situación y figurarme que eran parte de una casa. Después hubo un conjunto de circunstancias afortunadas ya que normalmente todo sondeo que hacía, según el resultado del estudio y desarrollo de la idea, tenía como resultado un descubrimiento. La suerte fue de tal manera compañera de mis trabajos que si hubiera comenzado dos metros más al este en vez del mosaico hubiera encontrado piedras. - ¿Cuánto tiempo ha dedicado a sus investigaciones? - Prácticamente todo el verano, porque cuando no reconocía el terreno preparaba croquis, redactaba informes de la zona o hacía dibujos de los mosaicos. - ¿Ha conseguido algún beneficio económico de sus descubrimientos? - Hasta la fecha ninguno. Cuando realicé el trabajo ignoraba la legislación existente sobre estos asuntos. El motivo que me movió a realizar lo hecho fue que no podía permitir que unos restos como los descubiertos murieran destrozados por las rejas de los arados. Ahora me han informado de que como descubridor tengo algunos derechos. Ignoro cuáles son pues no me he preocupado de averiguar, ni se me ha comunicado oficialmente nada sobre el particular. Marcio PALATINO

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2. “En Artieda de Aragón no hubo moros sino romanos” MUINELO, Gonzalo, “En Artieda de Aragón no hubo moros, sino romanos”, Formación, Revista del Hogar Castrense, Ed. Apostolado Castrense, año XI, nº 124, Madrid, noviembre, 1963, s. p. [4 pp.]. - Un importante hallazgo arqueológico así lo demuestra. - Un Capitán de Infantería ha descubierto un magnifico mosaico romano del siglo III que ha sido trasladado al Museo de Bellas Artes de Zaragoza. - “Mi única intención fue impedir que estas joyas fueran destruidas por las rejas de un arado. Lo ha logrado, y estoy satisfecho.” El pasado verano, la riqueza arqueológica nacional ha sido aumentada con el hallazgo de un magnífico mosaico romano, probablemente del siglo III. El importante descubrimiento fue trasladado al Museo de Bellas Artes de Zaragoza, donde en la actualidad se exhibe, y el informe que sobre este hallazgo ha hecho su descubridor ha sido leído en el VIII Congreso Arqueológico Nacional que recientemente se ha celebrado en Sevilla. Ello demuestra el interés que ha suscitado el hecho, dado a conocer en su día por la prensa, aunque con alguna inexactitud respecto a la identidad del descubridor. Éste no es otro que un Capitán de Infantería, diplomado de Estado Mayor, padre de seis hijos, buen dibujante y fotógrafo, y novato, aunque afortunado, investigador arqueológico. LA HISTORIA DEL TRACTOR En casa del Capitán Osset, el mosaico romano sigue siendo acontecimiento. Los chicos –el mayor, Quique, tiene siete años, y se considera protagonista del hallazgo– hablan de ello con entusiasmo e intervienen, los que saben hablar, claro, en la conversación que sostengo con el matrimonio. Mientras escucho los antecedentes del suceso, voy contemplando un dibujo hecho a plumilla por Enrique Osset, en el que reproduce con toda fidelidad una parte del mosaico, fotografías, croquis y una abundante información de todo el proceso de descubrimiento. La cosa narrada por el protagonista principal fue así: - Este año, al llegar al pueblo para pasar el verano, me contaron que, tres meses antes, a un labrador se le había roto la reja del arado cuando trabajaba con su tractor el terreno de su propiedad. La causa resultó ser dos columnas romanas, que debido a su gran peso, no se movieron del lugar donde aparecieron. Lo que desde luego fue una suerte para mí. Enrique Osset acudió al día siguiente a conocer este descubrimiento, del que nada se había comunicado oficialmente. Todo permanecía igual en el lugar, por lo que el asunto permitía realizar alguna hipótesis que justificara la presencia de aquellas columnas de indiscutible construcción romana, así como de una sepultura vacía, también allí descubierta. 53


Quique restriega concienzudamente una de las estrellas del mossaico. Su colaboración, según juicio de su padre, fue muy estimable. (Foto presentada al concurso)

LAS LECCIONES DE SIDI ULD BURJI - Fue un sargento moro que conocí en los años en que estuve destinado en el Sahara. Tenía un especial sentido para la orientación y reconocimiento del terreno. No había pisadas en la arena que se escaparan a su observación. Una vez fue capaz de encontrar las gafas que había perdido en una extensión de doce quilómetros de desierto. Para quien ha vivido durante cuatro años en aquellas tierras africanas no resultó difícil reconstruir imaginariamente el escenario de una villa romana guiándose por la situación de las columnas, trozos de cerámica mezclados en la tierra y distintas tonalidades de tierra rojiza que pudieron ser cocidas a fuego muchos años antes. Recordando la arquitectura romana de aquel entonces, el Capitán Osset dedujo que se hallaba en el supuesto patio de una supuesta gran mansión en la que las habitaciones situadas en la parte norte habían sido destruidas por el fuego, lo que había motivado el aspecto rojizo de la tierra. Esa era la teoría. La práctica, la verdad, tenía que escribirse con un azadón en la mano. VEINTIUNA ESTRELLAS POLICROMADAS Las catas en las zonas este y oeste dieron como resultado el hallazgo de un ladrillo de gran tamaño y dos mosaicos que correspondían a dos habitaciones. Este descubrimiento tuvo lugar al tercer día de cavar en el terreno profundizando hasta un metro. Al limpiar la parte aparecida del mosaico se pudo comprobar que se trataba de un pájaro hecho con teselas de pequeñas dimensiones y de distintos colores. - Mis únicos ayudantes fueron mis hijos Quique y Maisina. Tienen siete y seis años, respectivamente. Recogieron abundante cerámica y barrieron y fregaron los trazos de mosaico que iban apareciendo. Estaban entusiasmados. 54


Dadas las fechas de recolección no fue posible encontrar peones que prosiguieran la excavación, por lo que, descubierto un trozo importante y delimitados los muros que debieron circundar el mosaico, el Capitán Osset preparó un informe ilustrado con fotos y dibujos que remitió al Gobernador civil de Zaragoza, Comisario regional del Patrimonio Artístico Nacional, Director general de Bellas Artes y autoridades militares. - La acogida por parte de todos fue muy buena. Me contestaron enseguida, y no tardaron en enviar un equipo de técnicos, que procedieron al descubrimiento del resto del mosaico y al traslado al museo de Bellas Artes de Zaragoza. La pieza arqueológica obtenida tiene unas dimensiones aproximadas de 12 centímetros [sic, por metros] de largo por 13 de ancho y está constituida por 23 estrellas, de las cuales se conservan 21, ya que el resto fue destrozado por las rejas de los arados. En cada estrella se halla representado un animal, ave o pez, cuidadosamente dibujados. El conjunto es de gran belleza y representa una valiosa aportación a la arqueología española. COSAS DE MOROS Nadie sospechaba la presencia de vestigios románicos [sic] en Artieda. Se trata de un pueblo del Pirineo aragonés al sur del valle del Roncal y a cuatro kilómetros de la carretera de Jaca a Pamplona. Su censo nunca pasa de los 400 habitantes, que se reparten en las viviendas que constituyen esta localidad de la margen izquierda del río Aragón. Desde hace más de veinte años se vienen descubriendo residuos de construcciones antiguas que nadie ha dado nunca importancia y que, por supuesto, no fueron denunciadas a las autoridades. “Son cosas de moros”, decían las gentes. Ahora ya no. Ahora saben que son cosas de romanos, y muchos han sacado a relucir sus olvidados y menospreciados hallazgos. Así el Capitán Osset ha podido reunir una pequeña colección de monedas ibéricas, romanas, aragonesas y castellanas que, encontradas en aquellas tierras, tal vez puedan reconstruir la historia de un pueblo que no amontona más que unos pocos años en el recuerdo de los más viejos. - Hube de tomar algunas medidas de seguridad para evitar que los inevitables “buscadores de tesoros” pudieran picar sobre el mosaico para encontrar alguna olla con monedas de oro o cualquier otra fantástica fortuna… Esto hizo que el trabajo del Capitán Osset fuera más penoso. Al final de cada jornada, y después de dibujar el trozo del mosaico descubierto, volvía a enterrarlo, cavando otros hoyos en lugares distintos para desorientar a algún ambicioso o imaginativo lugareño. Gracias a Dios, ningún incidente se produjo, y la joya arqueológica pudo ser recuperada en casi toda su integridad. Ahora la zona está acotada y se realizan nuevas excavaciones. 55


UN CAMPAMENTO ROMANO Pero si en el hallazgo de este mosaico y otros que posteriormente descubrió han jugado su baza suerte y casualidad a la par que trabajo e inteligencia, la reconstrucción del pasado, un pasado distante diecisiete siglos, es el solo fruto de la dedicación y conocimientos históricos, geográficos y militares que ha demostrado el Capitán Osset y de lo que da testimonio el magnífico informe enviado al Congreso Nacional de Arqueología. En él el descubridor manifiesta haber descubierto un campamento romano cerrando el valle de Roncal, Artieda fue por su situación un punto fuerte, protegido por el foso natural del río Aragón. El emplazamiento del antiguo campamento ha sido fijado por el Capitán Osset localizando en él fosos, empalizadas y restos de murallas. Este campamento, situado en un lugar denominado Forao de la Tuta –nombre que es posible se derivara de “Forum tutum”, algo así como plaza fuerte-, evolucionó a poblado, extendiéndose por los campos vecinos, y posteriormente los terratenientes construyeron lujosas villas, dada la belleza del paraje, próximo a los baños de Tiermas. Un incendio, probablemente provocado por los bárbaros, hizo desaparecer esta ciudad, creciendo la maleza sobre sus ruinas y borrando todo signo de su existencia. Hasta que los terrenos, con el correr de los años, fueron nuevamente roturados. En fin, esta es la fundamentada explicación presentada por un novel en arqueología al VIII Congreso Nacional. Todo un éxito que abre un nuevo camino a la investigación histórica y arqueológica de una zona del Pirineo aragonés, donde sus gentes ignoraban su ascendencia romana, culpando a los moros de la continua dificultad en el arado de los campos. El final de la narración lo escuchamos ya todos. He pasado la hora de la siesta infantil y de la jornada escolar, y alrededor de la mesa, repleta de fotografías, dibujos y monedas antiguas, está toda la familia Osset. - Y ahora una pregunta obligada. ¿Te ha reportado algún beneficio económico este descubrimiento? - Ninguno. Hasta ahora. Creo que tengo algunos derechos legales, aunque no se me ha comunicado nada oficialmente. Pero… -El pero es también obligado en un hombre como el capitán Osset-. Cuando hice el descubrimiento e investigación en toda la zona mi única intención fue impedir que esas joyas fueran destruidas por las rejas de un arado. Lo he logrado, y estoy satisfecho. En Artieda de Aragón se realizan ahora excavaciones. La zona es extraordinariamente rica en residuos y vestigios de la civilización romana. Así lo ha dicho y demostrado un Capitán del Ejército, padre de seis hijos, buen dibujante y fotógrafo. Y, digámoslo de una vez: excelente arqueólogo. Gonzalo MUINELO

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3. “La VII Fiesta de la Poesía en Jaca. Enrique Osset Moreno, premio ‘ex aequo’ Aragón” Ciprés Susín, Antonio, “La VII Fiesta de la Poesía en Jaca. Enrique Osset Moreno, premio “ex aequo” Aragón”, Nueva España, Huesca, 24-V-1970, p. 6. Estamos con Enrique Osset Moreno, capitán de Infantería, diplomado de Estado Mayor, destinado en Jaca, desde el año 1953, con un lapsus de ocho años en el Sahara Español. Hombre que va de la montaña al desierto y del desierto a la montaña, pero de Jaca, porque se casó en la “Perla del Pirineo” y la mayoría de sus hijos son de Jaca, hombre de cultura histórica e investigador de ciudades romanas. Con este preámbulo, pasamos a hacerle unas preguntas para conocerlo:

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- ¿Dónde naciste y con quién te casaste, Enrique? - Nací en Toledo, y al poco tiempo de salir de la Academia General Militar, me casé en Jaca, mis hijos son de aquí, yo soy entonces jacetano y gran amante de esta Jacetania de hoy, continuadora de ayer. - ¿Conoces el Pirineo? - Lo he pateado desde Nuria a Isaba, desde el Sur de Francia, hasta las estribaciones de cerca de Huesca, el pueblo o la aldea no pisada, la conozco por nuestros planos y podría hablar de cualquier rincón de nuestro Pirineo. - Ya sabes que eres Premio “Aragón” “ex aequo” de la VII Fiesta de la Poesía, organizada por la Emisora de “Radio Huesca” de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. ¿Es la primera vez que presentas algún trabajo de carácter histórico, Enrique? - La primera vez que me lancé fue con un trabajo sobre la ciudad española de “Melilla”, luego con “Arqueología de la Canal de Berdún”, y ahora este. - ¿Te consideras implicado en la Jacetania? - Pues claro que sí, este trabajo como los anteriores, han sido sacados del corazón de la Jacetania. - Antes decías, de un trabajo de arqueología en la Canal de Berdún, ¿quieres decirnos algo de esto? - En Rienda de Artieda, provincia de Zaragoza, pero en la Canal de Berdún, al Sur del Valle del Roncal, en el año 1963, encontré una ciudad romana, a flor de tierra. Un tractor con un arado al hacer una labor profunda dio con unas piedras, que poco a poco, resultó con mucho trabajo y pocos medios ser una ciudad romana. Me dirás, ¿cómo la llamarías?, y en este punto he de decirte que no me atrevo a hacerlo. De este hallazgo, el Consejo de Investigaciones Científicas, en los años 1964 y 1965 publicó unos trabajos que les presenté, con las pruebas del hallazgo. De esta ciudad he sacado un mosaico de cerca de 62 metros cuadrados, que lo he entregado en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza. - Enrique, no has pensado en Huesca, y yo desde estas columnas, te emplazo, para que en la posibilidad de tus medios y de tu propiedad que desconozco, hagas un obsequio a nuestro Museo Oscense, a la vez que te invito a conocerlo en tu próxima visita a Huesca. - Aprovecho esta ocasión que me brindas, para decir que he invitado a hacerlo varias veces, que de una forma organizada y por entidad oficial, se haga una extracción de los mosaicos allí existentes, [que] yo considero 58


un poblado y dos mansiones de diversos mosaicos. Hasta la fecha, solamente el agregado cultural italiano se ha interesado por ello, pero... sólo interesarse. - Pasamos a tu trabajo premiado, dinos extensión, material, fuentes para llegar a un conocimiento tan exhaustivo de “La Ciudadela”. - Ya sabes lo cambiada que está, el trabajo que hemos tenido para remozarla, lo troceada que estaba su historia. Es un compendio de aproximadamente 200 folios, con unas 60 fotografías y varias fotocopias, sacadas del Archivo de Simancas, Archivo de la Comandancia Militar y el Archivo de reciente creación de la Brigada de Alta Montaña en Jaca, en la misma Ciudadela. Con todo este material tan fantástico, con algunas horas extras de trabajo viendo la salida del sol muchos días, el tesón de mis paseos montañeros, el recuerdo de la dureza del desierto y las ayudas de cuantos me rodean, han engendrado este Premio “Aragón”, del que estoy contentísimo. - Yo aprovecho estas líneas, para enviarte la felicitación de nuestra 5ª Promoción que hace unos días te recordábamos reunidos, junto con la mía más efusiva y recordándote estas dos peticiones: no olvides nuestro Museo Oscense, ni tu artículo prometido para insertarlo en una revista del Instituto de Estudios Oscenses “Argensola”, Antonio Ciprés Susín

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Del 谩lbum Vista general de la excavaci贸n

El t茅cnico Sr. Tomillo en la excavaci贸n

Limpiando el mosaico

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Causas de deterioro del mosaico principal (borrador de E. Osset)



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