LA EDUCACIÓN MARISTA EN CÓRDOBA

Page 1



COLECCIÓN

MAYOR


JUAN JOSÉ PRIMO JURADO

La Educación Marista en Córdoba

PUBLICACIONES OBRA SOCIAL Y CULTURAL CAJASUR Córdoba, 2003


© Obra Social y Cultural de CajaSur © Juan José Primo Jurado

Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial sin la debida autorización.

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba Sor Angela de la Cruz, 12 - Teléfono 957 283 306 ISBN: 84-7959-530-2 Depósito Legal CO. 1.488/2003 Impreso en España • Printed in Spain


DEDICATORIA A mi querido padre, Faustino Primo, educador marista y fuente de mi vocación por la enseñanza. Al Hermano Ignacio Martínez, memoria viva del Colegio Cervantes. Y al Hermano Francisco Ibáñez, generoso maestro e investigador de la historia marista en Andalucía, que alegre desde el cielo se estará sonriendo, con un pitillo en la mano y la devoción a María en el corazón.



PRÓLOGO



El seguimiento de la palabra de Dios no es un mandato unívoco ni ha de ser interpretado o seguido de una misma manera. Dentro de las coordenadas generales que marcan los Sagrados Evangelios y las Encíclicas y Cartas Apostólicas de los diferentes Padres de la Iglesia y Pontífices, hay innumerables caminos para la consecución de la vida en Cristo y el respetuoso cumplimiento de su mensaje, dentro de la pluralidad de lo social. Según la Constitución Gaudium et spes, la misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Más aún, donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo y de lugar, la misión de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de todos (GS, 42). De las muchas formas históricas en que las agrupaciones de hombres o mujeres se han aglutinado para dar cuenta de esta misión evangélica, este libro de Juan José Primo Jurado nos invita a profundizar en la ardua y noble tarea que, desde hace ya casi dos siglos, desempeñan los Hermanos Maristas. La Constitución de los Hermanos Maristas dice en su artículo 1: Marcelino Champagnat fundó, el 2 de enero de 1817, el instituto religioso laical de los Hermanitos de María. Él lo concebía como una rama de la Sociedad de María. La Santa Sede lo aprobó en 1863 como Instituto autónomo y de derecho pontificio. Respetando nuestro nombre de origen, nos dio el de Hermanos Maristas de la Enseñanza (F.M.S.: Fratres Maristae a Scholis). El autor de este completo y erudito volumen profundiza en el legado de esta asociación de cristianos atendiendo varios aspectos fundacionales, organizativos y dogmáticos. La primera parte aborda la institución marista desde sus antecedentes históricos, para hacer un examen preciso de la pedagogía marista y su hincapié en el trabajo educador. A tal efecto, recuerda las fines del mismo: las cualidades que según la educación marista forman la voluntad son la decisión, la firmeza, la constancia y la rectitud, que deben inculcarse al alumno durante todos los años que dure su enseñanza. Como buen historiador que es, Primo Jurado se detiene en las condiciones socioculturales que se encontraron los primeros hermanos que llegaron a España para ejercer su ministerio, recreando un ameno y eficaz retrato de la época. En la segunda, ya más cercana en el tiempo e inmediata en el espacio, es examinada la inestimable labor que los colegios maristas de nuestra provincia han llevado a cabo desde 1906 en la formación de varias generaciones de cordobeses, 9


dentro de los parámetros del amor a Dios a través de la Virgen, uno de sus lemas rectores. Comenzando por el lucentino colegio de Nuestra Señora de Araceli, hasta el actual colegio Cervantes, sito en el barrio de La Fuensanta, las diversas peripecias de edificios y hermanos son narradas con todo tipo de detalles históricos y un cariño entrañable por la institución, notorio ya desde el umbral de la dedicatoria. El recorrido por los diferentes hechos que han marcado el siglo ya fenecido nos ilustra también sobre la continuidad de la propia historia cordobesa, como demuestra el interesantísimo capítulo dedicado a la Guerra Civil y al efecto del conflicto desde 1936, año en el que, por cierto, los Hermanos Maristas dejaron de vestir sotana durante un tiempo. La congregación, siguiendo la máxima de Juvenal maxima debetur puero reverentia, coloca como centro de atención la figura del niño, a cuyo cuidado se dirige la función educativa. Conscientes del importante papel que las generaciones en período de formación tendrán no sólo para la realidad socioeconómica de su país sino para el corpus espiritual del mismo, es capital en ellos la remembranza continua de las palabras neotestamentarias: Y le traían también a los niños, para que los tocase; viendo lo cual, los discípulos los regañaban. Pero Jesús llamó a los niños, diciendo: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis, porque de ellos es el reino de Dios. En verdad os digo: quien no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Lc 18, 15-17). Esto no quiere decir, ni mucho menos, que la actitud del cristiano contemporáneo deba estar regida no por la infantilidad, sino por la ausencia de malicia, por la incapacidad de hacer el mal de una manera consciente: una idea a tener presente en nuestros tiempos de tribulación y de vigencia general del principio del ojo por ojo. Frente a esta legislación de Hammurabi, las Reglas maristas consagradas al respeto del niño profundizan en su pureza espiritual e intentan encaminarlo de un modo recto por el largo camino de la vida, donde es fundamental la educación religiosa, pues únicamente ella obtiene la gracia divina, sin la que toda obra humana es estéril para el bien, según palabras de Champagnat expuestas en su sensata Guía del maestro. Este magnífico libro, por tanto, recoge multitud de facetas diversas, tanto historiográficas como religiosas y aún sociales, de las cuales son especialmente significativas las relativas a la disección del modo de vista marista, entendible como una auténtica cosmovisión. Muchas de las enseñanzas de su gran corpus teórico, configurado no sólo por los escritos de su fundador, Marcelino Champagnat, sino también por sus numerosísimos y eruditos seguidores, son de aplicación general para los cristianos. Además, esta congregación es una de las más activas en todo el mundo, puesto que su loable proselitismo es propulsado por una organizada y eficaz labor propagandística, que tiene gran altura intelectual en la mayoría de sus teorizadores. Numerosos libros, escritos, documentos difunden el mensaje marista por todo el mundo, reafirmando con ello su labor, sin que hayan quedado al margen de su ímpetu los novísimos medios de comunicación social, incluidos los digitales. Todo ello justifica y amplía no sólo la cantidad, sino la calidad de su legado, esencialmente cristiano y exportable a los más variados confines y personas, gracias a la profundidad teológica y mariana de su contenido. Su fundador dijo en 10


cierta y señalada ocasión esta frase imponderable: Con María, sí, sólo María es nuestra prosperidad. Sin María no somos nada. Con María tenemos todo, pues María siempre tiene a su adorable Hijo en sus brazos o en su corazón; algo que podría estar grabado a fuego en el corazón de todo buen cristiano, como alguna de sus normas. En la Regla de 1837, encontramos algo que nos da muestra de la cristiana sabiduría de su fundador y que igualmente podemos y debemos aplicarnos: No se contenten con esta media hora de meditación; traten de continuarla en las diferentes acciones del día por el recuerdo de la Presencia de Dios y la práctica de oraciones jaculatorias” (Cap. II, 2). Estos mandatos ecuménicos, destinados en principio a los Hermanos Maristas, convertirían el mundo en un lugar mucho más digno y santo en el difícil supuesto de hacerse universales, cumplidos en términos de generalidad por todos los hombres y mujeres de la tierra. Era necesario aquilatar todos los conocimientos sobre estos temas capitales, puntualizando una recensión precisa de los diversos procesos históricos que han conducido a la situación actual. La educación no sólo otorga un carné de graduación a los jóvenes, sino que debe constituir un proyecto completo y complejo, dirigido a la plena consolidación de los valores del hombre en su consolidación individual, dentro de unas referencias inequívocamente cristianas y respetuosas con lo sagrado. La Obra Social y Cultural de CajaSur se congratula de contar con esta excelente aportación a la historia de la obra marista y de su materialización social cordobesa, volviendo así a soldar en una publicación aquello que es consustancial a su finalidad institucional: lo universal y lo concreto, lo cordobés y lo global, en un espacio mínimo: el ocupado por estas excelentes páginas a las que damos paso, para el provecho de todos. Miguel CASTILLEJO GORRAIZ Presidente de CajaSur

11



INTRODUCCIÓN



San Marcelino Champagnat fundó, el 2 de enero de 1817, el Instituto religioso laical de los Hermanitos de María. Él lo concebía como una rama de la Sociedad de María. La Santa Sede lo aprobó en 1863 como Instituto autónomo y de derecho pontificio. Respetando nuestro nombre de origen, nos dio el de Hermanos Maristas de la Enseñanza (F.M.S.: Fratres Maristae a Scholis). Movido por el Espíritu, Marcelino Champagnat quedó cautivado por el amor de Jesús y María a él y a los demás. Esta experiencia, unida a su apertura a los acontecimientos y personas, se convierte en fuente de su espiritualidad y celo apostólico, y lo hace sensible a las necesidades de su tiempo, sobre todo a la ignorancia religiosa y a las situaciones de pobreza de la niñez y juventud. La fe y el deseo de cumplir la voluntad de Dios le revelan su misión: Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Decía con frecuencia: No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el catecismo y decirle cuánto lo ama Jesucristo. Con este espíritu, fundó el Instituto para educar cristianamente a los niños y jóvenes, en especial a los más desatendidos1. A lo largo de casi dos siglos de historia, los Hermanos Maristas han mantenido la herencia de un hombre, un santo, que supo dar respuesta a las necesidades educativas de su época. Hoy seguimos atendiendo a las llamadas, distintas pero reales, de la niñez y la juventud. Con orgullo y entusiasmo llevamos el testigo de quien fue ejemplo para nosotros. Como discípulos de San Marcelino Champagnat, hermanos y seglares, juntos en la misión, en la Iglesia y en el mundo, entre los jóvenes, especialmente los más desatendidos, queremos ser sembradores de la Buena Noticia del Evangelio con un peculiar estilo marista. Tanto en el mundo de la escuela como en otros campos educativos, miramos hacia el futuro con audacia y esperanza. Si en un principio eran pequeñas escuelas, en su mayoría parroquiales, y atendidas en su totalidad por hermanos, hoy, la familia marista está presente en setenta y dos países, y está formada por un gran número de seglares, que junto a los hermanos, comparten el carisma de Champagnat. Así entendemos el sentido de la misión compartida: ya seamos hermanos, educadores seglares, animadores juveniles, catequistas, miembros del Movimiento Champagnat de la Familia Marista,

1

Constituciones. Art. 1 y 2.

15


Antiguos Alumnos, colaboradores o cualquiera de los que trabajamos juntos en los diversos proyectos maristas, cada uno puede reclamar par sí el sueño de Marcelino. Hacemos nuestra la frase del fundador de que para educar bien a los niños hay que amarlos, y amarlos a todos por igual. Vivimos nuestro servicio desde la presencia, sencillez, espíritu de familia, amor al trabajo y siguiendo el modelo de María. Ella, como educadora de Jesús en Nazaret, inspira nuestro estilo educativo. Este aspecto mariano de nuestra espiritualidad se plasma, sobre todo, en nuestro modo de actuar, imitando sus actitudes de servicio y sencillez. Desde el canto del Magníficat, donde nos invita a vivir la solidaridad con los más necesitados y los que sufren, hasta su presencia en Caná, atenta a las necesidades de los demás. Como San Marcelino, vemos en Ella a nuestra Buena Madre y Recurso Ordinario. Hablar de Maristas y hablar de escuela es casi una misma cosa. Esa es nuestra tradición, aunque hoy, hablando de educación no formal, estamos presentes en otros ambientes y otras realidades donde se realiza otro trabajo educativo fuera del ambiente escolar. Para San Marcelino, la labor del hermano, y por tanto de los maristas, no era solamente la escuela (para eso ya había y hay maestros); tampoco era solamente la catequesis (para eso ya había y hay catequistas). Se trata de estar cercano a los niños y jóvenes multiplicando nuestras formas de acercarnos a sus vidas y su mundo impulsados por las necesidades apremiantes y las aspiraciones de los jóvenes de hoy. Nuevos retos, nuevas presencias, nueva encarnación del carisma de Champagnat que se renueva y actualiza. Hoy, más que nunca, está vigente el carisma marista por la realidad que viven los jóvenes, más necesitados, si cabe, de testigos, modelos de identificación y acompañantes. El reto que asumimos es el de no quedarnos en la añoranza de otros tiempos, confiando en nuestra presencia significativa, esperanzada y solidaria, transformando nuestras estructuras y actualizándolas, iniciando nuevos proyectos, renovando nuestra fe en los jóvenes como transformadores de la sociedad del futuro. Necesitamos ser coherentes con nuestros principios de compartir la misión, actualizando nuestra preferencia por los menos favorecidos renovando nuestro compromiso de evangelizar a través de la educación. Hno. Juan Ignacio POYATOS MARTÍNEZ Delegado del Hno. Provincial de la Provincia Marista Mediterránea

16


LA INSTITUCIÓN MARISTA: HISTORIA, CARÁCTER Y PEDAGOGÍA


La Buena Madre.

18


1. CHAMPAGNAT Y LOS FUNDAMENTOS DE SU OBRA MARCELINO CHAMPAGNAT Marcelino Champagnat nació el 20 de mayo de 1789, poco más de mes y medio antes de la toma de la Bastilla, en Rossey, una aldea del Ayuntamiento de Marlhes (2.500 habitantes), unos 50 kilómetros al suroeste de Lyon. Era el noveno y penúltimo hijo del matrimonio formado por Juan Bautista Champagnat y María Teresa Pilat, familia campesina que junto al trabajo en el molino y en el campo, comerciaba con telas y encajes. El padre era un hombre recto e instruido, apreciado por los vecinos, que en los años de infancia de Marcelino fue secretario del Ayuntamiento de Marlhes. La madre es descrita por Furet, biógrafo de Champagnat, como “piadosa y recogida, amante de su casa, educando a sus hijos en la religión, en la devoción a María y en la austeridad de costumbres, vigilándolos con solicitud”1. En medio del maremágnum de la Revolución Francesa, que desquiciaba todos los estratos del país, Marcelino no brilló en sus primeros estudios y sería su padre quien se encargase de su educación. También recibiría la influencia de una hermana del padre, Luisa, religiosa de San José, expulsada del convento por la Revolución y que vivía protegida en casa de Juan Bautista. Tras recibir la primera comunión y la confirmación, con 11 años, ayudará a sus padres en las tareas de la casa e incluso cuidará unos corderos que le regala su progenitor. Con 14 años de edad, Marcelino va afrontar una de las decisiones más transcendentales de su vida. En la Pascua de 1804, un eclesiástico enviado por mosén Courbon, vicario general de la Diócesis Primada de Lyon, llegó a Marlhes, dentro del afán por rellenar los Seminarios vacíos a causa de la Revolución. Llegado a casa de los Champagnat, los hijos de éstos rechazaron la posibilidad de hacerse sacerdotes, excepto el joven Marcelino, que queda pensativo y finalmente acepta, tomando una decisión que no variará en toda su vida. Pocas semanas después, la tragedia se abatirá sobre la familia con la muerte, de un ataque de apoplejía, del padre. El curso 1804-1805 lo dedicó Marcelino a aprender a hablar y escribir francés (su lengua materna y habitual era el franco-provenzal) en la escuela de SaintSaveur. Finalizado el curso peregrinó con su madre al santuario de La Louvesc y 1

FURET, J.B., Crónicas Maristas, Edelvives 1979.

19


reafirmó su decisión. El 28 de octubre de 1805, con 16 años de edad, Marcelino Champagnat ingresa en el seminario menor de Verrières, unos 100 kilómetros al oeste de Lyon. Ocho años pasaría formándose en Verrières, donde encontraría como compañeros a Juan Claudio Colin y Juan María Vianney, futuros superior de la Sociedad de María y santo cura de Ars, respectivamente. El 1 de noviembre de 1813 Marcelino ingresaría en el Seminario Mayor “San Ireneo” de Lyon; cuatro años antes su madre había fallecido. Tras los tres años preceptivos, el 22 de julio de 1816, Champagnat era ordenado sacerdote. Al día siguiente, un grupo de estos nuevos clérigos, liderado por Juan Claudio Colin, y entre los que se encontraba Marcelino, consagraron ante Nôtre Dame de Fourviére en Lyon, un proyecto forjado durante los años de “San Ireneo”, la Sociedad de María: grupo de sacerdotes destinado a las misiones, a la enseñanza de la doctrina y al apostolado. Hoy en día se denominan Congregación de Padres Maristas y llevan a cabo su obra en las misiones, sobre todo de la Oceanía francesa. Marcelino, a pesar de que dio todo su apoyo al proyecto, ya manifestaba según su biógrafo, afán por crear una orden, exclusivamente de Hermanos no sacerdotes que dedicasen todos sus anhelos a la enseñanza de los niños necesitados. Esa idea de lo necesario que era una enseñanza cristiana debió surgirle en sus años de infancia, cuando comprobó las carencias de los centros escolares que visitó, pero el momento definitivo llegó durante su período de coadjutor de la parroquia de La Valla, localidad de los montes Pilat a unos 35 kilómetros al sur de Lyon. Llegado allí el 15 de agosto de 1816 y tras intentar reconstruir moralmente el pueblo, el 28 de octubre tuvo una experiencia definitiva: asistió a un joven de 17 años, mortalmente enfermo, Juan Bautista Montagne, que ignoraba completamente los misterios de la fe. No era un hecho casual, en Francia, apenas la mitad de la población estaba escolarizada y los maestros ofrecían muy pocas garantías pedagógicas, debido a los continuos aconteceres bélicos que desde hacía 25 años azotaban al país galo. El 2 de enero de 1817, Marcelino Champagnat ya había instalado a dos novicios, Juan María Granjón y Juan Bautista Audras, en una casa de La Valla. Tres meses después les daba un hábito y nuevos nombres (práctica común durante muchos años entre los Hermanos). Este se puede considerar el arranque de “Les Petits Frères de Marie”, como los denominó su fundador, en contraposición a “Les Grands Frères”, título que asociaba a la ya veterana institución de los Hermanos de las Escuelas Cristianas2. En noviembre de 1818 los Hermanos, que ya sumaban siete, abrían su primera escuela en Marlhes de acuerdo con el método “simultáneo”3, pero con unas características propias: “Compartir la vida de los jóvenes, amar a los jóvenes y con2 Orden religiosa de hermanos dedicada a la enseñanza, fundada en Francia hacia 1680 por San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), con una fortísima implantación en esa nación, hasta que a finales del siglo XIX comienza su expansión por numerosos países. 3 En aquellos momentos dos métodos pedagógicos pugnaban por imponerse en el terreno educativo. El “mutuo” consistía en que el profesor impartía clase a unos monitores de 8 a 10, para que éstos, luego explicasen al resto de los alumnos. El “simultáneo”, ideado por los Hermanos de La Salle, se basaba en enseñar por secciones a la clase, utilizando la “chasca” para emitir señales y evitar palabras inútiles. La Iglesia prefería éste último porque permitía una mayor influencia del maestro y una mejor enseñanza de la religión. N.del A.

20


ducirlos a Jesús bajo la protección maternal de María”4. El sustento de los Hermanos provenía de 200 francos que pagaban los alumnos y un huerto que cuidaba la congregación. Es curioso que, hoy en día, en los grandes colegios de Francia, aún se mantenga la tradición del “jardins potagers”, que Hermanos ya mayores cuidan en parcelitas como nos recuerda Francisco Ibáñez5. La obra continuó en irresistible ascenso a pesar del recelo de algunos sectores de la Iglesia, de la Universidad y de ciertos conflictos internos que supo superar Champagnat. Hito clave es la construcción y puesta en marcha, a fines de 1824, de Nôtre Dame de l’Hermitage, fundamental noviciado de Hermanos. En 1837 se ponían por escrito las primeras Reglas de la Institución Marista. La Ley Guizot (1830) de Primera Enseñanza y la Ley Falloux (1850) de Segunda Enseñanza, favorecieron la expansión de los Hermanos por Francia. El 20 de junio de 1851, Luis Napoleón Bonaparte firmaba un decreto de autorización legal para el Instituto de los Hermanos Maristas y S.S. Pío IX aprueba el Instituto por decreto de 9 de enero de 1863. Cuando Marcelino Champagnat fallece en Hermitage el 6 de junio de 18406, el Instituto de los Hermanos Maristas cuenta con 280 Hermanos, 48 centros y unos 7.000 alumnos. El prestigio en Francia era ya muy fuerte: “En estas montañas de Pilat se necesitan hombres con una abnegación sin límites, que, costando poco, reciben ayuda del Estado, de la caridad pública y de los Ayuntamientos. Estos son los Hermanitos de María. Estos maestros serán recibidos como un regalo y los Ayuntamientos no pedirán otros”, declara en 1834 el inspector Depuy7. Pero los horizontes de Marcelino no se quedaban en los montes Pilat, ni siquiera en Francia: “Sus miras se extendían a todas las diócesis del mundo”, había confesado al obispo de Grenoble8. BEATO Y SANTO La Iglesia reconoció las virtudes de Marcelino Champagnat. El 29 de mayo de 1955, SS el Papa Pío XII beatificaba al fundador de los Maristas en la Basílica de San Pedro. Fue Postulador de la Causa, el H. Alessandro di Pietro y, por entonces, era Superior General, el H. Leónidas. Desde ese momento, los Hermanos pidieron de manera perseverante la canonización de Marcelino. El hecho milagroso para que esto fuera posible se produjo en 1976, cuando el H. Heriberto Weber, marista uruguayo, fue diagnosticado de una neoplasia primitiva desconocida, con metástasis en los pulmones. Fue desahuciado por los médicos y llevado a un sanatorio. Los Hermanos Maristas deciden entonces iniciar una novena para pedir su curación por la intercesión del Beato Marcelino. A su término el enfermo experimenta una extraordinaria mejoría y las radiografías revelan la desaparición total repentina de los signos de la enfermedad. 4

ESCORIHUELA y otros, El Educador Marista, p. 56. IBÁÑEZ CÁMARA, Francisco,”La educación popular y Marcelino Champagnat”, Eco Marista n.º 2, 1981, p.11. 6 Sería beatificado por SS Pío XII, el 29 de mayo de 1955. Su festividad se celebra el 6 de junio. 7 LANFREY, A. Une congrégation enseignante: Les Frères Maristes de 1850 a 1904, p. 4. 8 Histoire de l’Institut des Petits Frères de Marie, 1817-1947, p. 21. 5

21


A raíz de este hecho, en 1985 se inicia el proceso informativo diocesano sobre el milagro, siendo el Postulador el H. Agustín Carazo. En junio de 1992 se entrega el Sumario sobre el milagro a la Congregación para las Causas de los Santos, siendo ya Postulador el H. Gabriele Andreucci. El 26 de junio de 1997 los peritos médicos de la Consulta consideran que la curación del H. Weber fue “muy rápida, completa, duradera e inexplicable”9. A partir de entonces, las etapas hacia la canonización van muy rápidas. Durante 1998, los Consultores Teólogos atribuyen la curación del H. Weber a la intercesión del Beato Marcelino y la Congregación de Cardenales y Obispos concluye por unanimidad que se trata de un auténtico milagro, promulgando el Papa Juan Pablo II el correspondiente decreto el 3 de julio. Finalmente, el 9 de enero de 1999, Su Santidad, en Consistorio ordinario, anuncia la fecha del 18 de abril para la canonización. Ese domingo, Juan Pablo II declara santo a Marcelino Champagnat, en una ceremonia en la que también reciben ese honor, Juan Calabria, sacerdote italiano fundador de la Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia, y Agustina Libia Pietrantoni, virgen de las Hermanas de la Caridad. La Plaza de San Pedro se llena, básicamente, de miembros de la familia marista, unos 14.000, que habían acudido fuertemente motivados por la campaña “Un corazón sin fronteras”, que el Instituto había difundido de cara al evento. De ellos, más de 100 cordobeses, entre los que figura el antiguo alumno Luis Miranda, que reflejará el acto en un extenso reportaje que aparecerá en el diario “Córdoba”10. La familia marista cordobesa celebrará, días después, con una misa solemne en la Catedral, presidida por el Obispo, monseñor Martínez Fernández, la ascensión a los altares de Marcelino Champagnat. Para el Hermano Benito Arbués, Superior General en el momento de la canonización del fundador, ésta “es punto de llegada porque se cumple el deseo de muchas personas y de partida porque nos ofrece la oportunidad de iniciar una nueva etapa que ha de caracterizarse por la comunión y la complementariedad de vocaciones en torno a la herencia que nos ha transmitido Marcelino”11. En estas reflexiones, el H. Benito señala la actualidad del mensaje de Champagnat: “Para educar hay que amar, sin esta clave todo cae en proyectos sin vida y sin coherencia. Marcelino no quiso meros instructores, como no quiso meros catequistas; quiso educadores que apuntaran a la totalidad de las posibilidades de la persona. Desde su pensamiento de lograr buenos cristianos y virtuosos ciudadanos, se desprende que la acción educadora debe orientar hacia un compromiso con la vida, con la historia y con la sociedad”12. Así mismo, habla el Superior General de que el Instituto deberá afrontar una refundación para responder a las necesidades de los jóvenes y del mundo de hoy, y en ese sentido señala el importante papel a jugar por los seglares que se sienten maristas: “Los últimos capítulos generales piden a los hermanos que nos abramos al entorno, a la Iglesia y por supuesto a los seglares (...) Aceptamos que la misión y la herencia espiritual, que nos ha transmitido Marcelino de Rossey, no 9 Todos estos datos están tomados del Boletín de la Asociación AA.AA. del Colegio Cervantes, Córdoba, diciembre de 1999. 10 MIRANDA, Luis, Ascenso a los altares, diario “Córdoba”, 25 de abril de 1999, pp. 35-36. 11 Iglesia en Andalucía, Entrevista a Benito Arbués, abril de 1999, pp. 8-9. 12 Ibid.

22


Una imagen del Beato Marcelino Champagnat en una publicación de los años cincuenta.

es patrimonio exclusivo de los hermanos sino de todas las personas que se sienten llamadas a realizar su vida orientadas por la vida evangélica que descubren en Marcelino. No se trata de trabajar para ayudar a los seglares a ser mejores educadores o confiarles algunas responsabilidades secundarias, sino de trabajar con los seglares, los hombres y las mujeres maristas”13. Siguiendo esta pauta, el Colegio “Cervantes” de Córdoba cuenta, desde 1999, con el primer director seglar de su historia. 13

Ibid.

23


EL EDUCADOR MARISTA Entre las conclusiones a las que se puede llegar releyendo la vida y obra de Marcelino Champagnat, viene bien señalar aquí que confiaba más en la acción del pedagogo que en las metodologías. En efecto, más que por una metodología educativa innovadora, lo que más destaca desde sus comienzos, en el Instituto Marista, es la forja de un tipo de educador propio que será el que dé vida y aliente la educación de los niños y jóvenes. Libro de cabecera de los Hermanos ha sido desde siempre Las enseñanzas espirituales14, obra que recoge pensamientos textuales de Champagnat, analizados por uno de sus primeros discípulos, resumiendo, además, explicaciones del propio fundador. En su primer capítulo define claramente lo que ha de ser un Hermano15: “1. Un Hermano es un alma predestinada a gran piedad, a vida muy pura y virtud sólida; un alma sobre la cual tiene Dios particulares designios de misericordia. 2. Un Hermano es el cooperador de Dios y el compañero de Jesucristo en la santa misión de salvar a las almas. 3. Un Hermano echa los cimientos del horror al pecado, formando la conciencia de los niños y preservándolos del mal. 4. Pone el fundamento de todas las virtudes, formando el corazón de los niños. 5. Pone los cimientos de la prosperidad de las familias. 6. Consigue, por medio de los niños, la renovación y la conservación de la fe y la piedad en la Iglesia. 7. Favorece el ministerio sacerdotal con una correcta primera instrucción del niño. 8. Pone al niño en el camino de la felicidad desde el principio, instruyéndolo en la virtud. 9. Un Hermano es el sustituto o lugarteniente de los padres. 10. Un Hermano es el auxiliar de los prelados de la Iglesia. 11. Un Hermano es el sustituto de los soldados y la policía. 12. Un Hermano es el ángel custodio de los niños. 13. Un Hermano es el modelo y el evangelio vivo de los niños y de todo el público. 14. Un Hermano es el sembrador del Evangelio. 15. Un Hermano es un hombre que, como Jesucristo, pasa por la tierra realizando el bien”. Altas responsabilidades exigía, pues, Champagnat, al educador marista. El niño sería un ser indefenso, por moldear y preparar, con el fin de que se convirtiera en un buen ciudadano (curioso el punto 11, que justifica argumentando que una buena educación infantil borraría la delincuencia: “Si hay cárceles y verdu14

Enseñanzas espirituales del Venerable Marcelino Champagnat. Edelvives 1948. En adelante, Enseñan-

15

Enseñanzas... pp. 13-23.

zas...

24


gos es por no haber religión ni costumbres cristianas”). Educador, al fin, con un doble horizonte social y religioso. Estas ideas son las que alentaron a los primeros Hermanos que abrieron los centros cordobeses, Lucena, Córdoba y Priego, y siguen siendo el motor de su actuación pedagógica actual, y de la de los profesores seglares que se identifican con su ideario, tanto en los colegios maristas como en otros centros docentes. Una publicación actual16 lo define así: “Los educadores de estilo marista creen en la función educadora desde una visión transcendente, que supone una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo. Proponen una síntesis posible entre fe, cultura y vida (...) Preparar al hombre para la vida: mente, corazón, voluntad, y que el hombre formado tenga resortes, capacidades y actitudes frente a la vida y la sociedad, de modo que se disponga para opciones humanas, cristianas y socialmente válidas”. Y si claro tenía el fundador lo que debía ser un Hermano, también tenía lo que no debía ser. Las Enseñanzas espirituales lo recogen también17, en una suma de consejos en los que rechaza tanto actitudes como gestos puntuales, notándose en este “decálogo” el paso del tiempo y el cambio de contextos. Champagnat rechazaba al Hermano que se apartaba de la explicación sencilla del catecismo, buscando predicaciones extensas y profundas, lejos del intelecto del niño. Criticaba la enseñanza paseando el profesor por el aula, aduciendo un mal comportamiento de los alumnos a espaldas de aquél (ciertamente siempre tendré el recuerdo del Hermano sentado en la mesa o escribiendo en la pizarra). Por igual rechazaba al Hermano brutal que golpeaba a los niños, que al bonachón que mimaba a los alumnos disminuyendo su carácter y perdiendo, él, dignidad. Ociosidad, holgazanería, impuntualidad, vanidad, orgullo y excentricidades, también son características que el fundador quiere desterrar de la actuación de los Hermanos. El temer al Superior y no vivir la obra (“El Hermano sirviente”) y el buscar ayuda lejos del Director o Confesor (“Los Hermanos que van a pedir consejos a Egipto”), son, finalmente, comportamientos igualmente censurados. Lógicamente, todos estos valores que Champagnat quería que asumiesen sus discípulos sólo pueden entenderse desde una profunda vocación religiosa y de docente. Precisamente el errar, perder, apostatar o ser infiel a esa vocación es la gran tragedia para un Hermano y el fundador describe con muy negras tintas18 las tragedias que ello conlleva. LAS VIRTUDES QUE DEBEN POSEER LOS HERMANOS Aparte de todos los valores que debe tener todo buen educador marista y que ya hemos referido, Champagnat y sus sucesores remarcaron otras virtudes que debían adornar a los Hermanos. Si hay un distintivo de lo marista es la Sencillez. El ramillete de violetas, la flor humilde, escudo de los Colegios Maristas, es su símbolo. El nombre de “Pe16

MORAL BARRIO, J.J., El educador marista III, Edelvives 1987, pp. 213-214. Enseñanzas..., pp. 47-55. 18 Enseñanzas..., pp. 35-39. 17

25


tits Frères”, Hermanitos, va más allá de la comparación con los Hermanos de La Salle, se asemeja al sentido que quiso dar a su orden San Francisco de Asís con el término de Hermanos Menores . La pequeñez del Marista es predicada por Champagnat19, que desea que lo sean ante los superiores, las autoridades, los otros Hermanos, los niños, en la enseñanza, tomando como ejemplo a María; sin hacer ostentación de nada, dándose sin pedir nada a cambio, desarrollando la bondad, la amabilidad, la alegría la capacidad de servicio... Como dice una moderna publicación, “Es el grano de trigo que muere para hacer más rica la sementera”20. Una sencillez que reduce distancias, que busca la eficacia callada más que los métodos llamativos, que facilita la pedagogía de la presencia. Una sencillez que se reflejará en el trato profesor/alumno y en los pequeños trabajos colegiales en los que participan con naturalidad los dos. Caridad y Pureza, son otras de las virtudes que proclama Champagnat para los Hermanos. La Caridad21, entendida como amor y servicio al prójimo, subrayando la importancia que da a la vida de comunidad22. También destaca el fundador las “excelencias y ventajas” de la Pureza23, los medios para conservarla, como la vigilancia, la oración a María, la confesión y la sagrada comunión. Finalmente, en las Enseñanzas espirituales, Champagnat hace referencia a un milagro sucedido en la ciudad francesa de Valenciennes, en el siglo XI, cuando la Virgen María colocó un cordón entorno a la villa, que se salvó de esa manera de una terrible epidemia de peste. Sirve este hecho para que el fundador les explique a los Hermanos que ellos también tienen un cordón que les puede salvar de los peligros del mundo24: el cordón lo forman, el Hábito religioso (usual hasta hace una veintena de años), la Casa religiosa o edificio de la comunidad, los Votos de pobreza, castidad y obediencia y las Reglas del Instituto. LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA Imposible resulta entender la educación marista sin detenerse a observar la enorme importancia que Champagnat y sus sucesores han dado a la devoción a la Virgen María. No es desde luego la única devoción de los Hermanos, que según las Enseñanzas espirituales25 dedican también sus prácticas piadosas a Jesucristo, San José, los Ángeles Custodios y las almas del Purgatorio, pero la devoción a María tiene un significado tremendo que traspasa la mera devoción del Hermano, para convertirse en eje y motor de la educación con que los Maristas trataron y tratan de modelar al alumnado. En este punto los Maristas son un importante antecedente de la proyección que San Juan Bosco (1815-1888) dio a su 19

Enseñanzas..., pp. 7-10. ESCORIHUELA, J., o.c. p. 96. 21 Enseñanzas..., pp. 205-214. 22 Champagnat dedica abundantes páginas a la vida en comunidad de los Hermanos, Enseñanzas..., pp. 238257 y 267-289. Preguntándole una vez a un Hermano que cuál de los tres votos, pobreza, castidad y obediencia, era más difícil de cumplir, me contestó que ninguno de los tres, sino otro que no venía escrito: la convivencia. 23 Enseñanzas..., pp. 155-172. 24 Enseñanzas..., pp. 149-154. 25 Enseñanzas..., pp. 87-96. 20

26


Imagen de San Marcelino Champagnat en las publicaciones del siglo XXI.

obra salesiana por María Auxiliadora y justo será recordar aquí la figura de San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), sacerdote francés famoso por su devoción a María y cuya influencia sobre Champagnat no es pequeña26. 26 Las principales obras de Grignion de Montfort sobre la Virgen son El secreto de María y la célebre, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen.

27


Marcelino Champagnat definía a María como “nuestro Recurso Ordinario”, en alusión a las múltiples veces que él y los Hermanos habían acudido a solicitar su intercesión para cualquier dificultad. Alejandro Balko, uno de los mejores teóricos del pensamiento marista refleja así la importancia que el fundador daba a María: “Uno de los polos del espíritu de Marcelino Champagnat lo constituye la confianza filial a María. Es el núcleo central de la sencillez, y determina la visión evangélica de su carisma (...) Las expresiones de abandono filial y confianza dinámica abundan en las cartas de Marcelino Champagnat”27. “A mayor gloria de Dios y en honor de la augusta Virgen María, Madre de Jesucristo” es la divisa que aparece en el título de las Reglas del Instituto de 1837; “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús” es otro de los pensamientos habituales que podemos leer en Champagnat. De hecho, cualquier antiguo alumno marista podrá recordar que en aquellos cuadernos donde se puntuaba tanto los conocimientos como la aplicación (corrección, limpieza, orden), cualquier trabajo se iniciaba con las siglas “AJPM” (“A Jesús Por María”). Desde 1824 los Hermanos Maristas han festejado en sus colegios las siguientes advocaciones de la Virgen: Inmaculada Concepción, Purificación, Anunciación, Asunción y Natividad. El Mes de María tiene mayor antigüedad, se celebra desde que Champagnat llegó a la parroquia de La Valla y desde entonces ese mes de mayo es característico de todos los colegios maristas; el artículo 51 de las Reglas dice así: “Los Hermanos se esmerarán en celebrar devotamente el Mes de María, y exhortarán vivamente a sus alumnos a que lo celebren también con gusto y piedad”. Estas tradiciones han sido continuamente renovadas por los sucesores de Champagnat y los primeros Hermanos. En la publicación reciente de El educador marista, en las páginas 87 a 89, se remarca lo intrínseco del fervor mariano en un marista, Hermano o profesor seglar: “Ser marista implica ser devoto de María. María es como la clave del misterio de Jesús. Si nos sentimos orgullosos de llevar el nombre de María, estamos obligados a amarla y hacerla amar. Es característica indispensable de la que se debe dar testimonio para ser profesor de un colegio marista (...) Sin ella dejaríamos de ser verdaderos maristas”. La misma obra señala el papel primordial que debe desempeñar María en la maduración del corazón y del cerebro en el período escolar. El ya citado Balko resume las ventajas de la presencia de María en el proceso educativo de la siguiente manera: “La formación marista propone un evangelio mariano, con los jóvenes como destinatarios y beneficiarios de este sello especial mariano, que comporta: profundas actitudes humanas de trabajo, de actitud benevolente hacia los demás y de confianza filial en Dios”28. Ciertamente, cualquier antiguo alumno marista puede dar fe de las continuas prácticas piadosas hacia María, que tenían lugar a lo largo del curso. Algunas, como la misa de los sábados o el rezo del Santo Rosario se han perdido en nuestros días, pero otras como el Mes de María siguen en plena vigencia. La lista de canciones marianas, además, que se aprenden en los centros maristas es larga y aco27 28

28

BALKO, A., Marcelino Champagnat y su misión, Eco Marista n.º 3, 1981, p. 5. BALKO, A., o.c. p. 6.


ge desde tradicionales como la Salve Regina, Stella Maris y Con flores a María a más modernas como Ven con nosotros al caminar, Madre de todos los hombres, Madre óyeme, mi plegaria es un grito, y Buena Madre. ¿CUÁLES SON LOS VALORES MARISTAS? Conocidos ya cuáles son los fundamentos del proyecto de Champagnat, que los Hermanos han tratado de llevar a la práctica en sus Colegios, intentando hacer partícipes a los profesores seglares que con ellos colaboran y transmitiéndolos a promociones y promociones de alumnos, podemos preguntarnos ¿Qué es lo que queda de tanto que se siembra? ¿Cuáles son los valores que afloran en alguien que ha pasado por la educación marista? ¿Se alcanza la unión en la Familia Marista29 que proclama el Instituto? El 25 de septiembre de 1986, durante el Congreso Nacional de Educación Marista, celebrado en Salamanca, Rafael López Pintor, catedrático de Sociología de la Facultad de Económicas de la Autónoma de Madrid y exdirector general del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), presentó una ponencia titulada: “Los valores en la educación marista”30. Aparte la calidad innegable del ponente, su comunicación venía avalada por basarse en una encuesta efectuada entre 14.307 miembros de la comunidad educativa marista española (Hermanos, profesores seglares, alumnos, antiguos alumnos, padres, etc.). Merece la pena pues que resumamos aquí los resultados más significativos de esa encuesta. Existe un consenso generalizado entre todos los estamentos en detectar y valorar positivamente un “estilo educativo marista propio”, que tendría sus pilares en una religiosidad basada en el amor y protección de María y una docencia caracterizada por la presencia y sencillez en el trato a los alumnos, el respeto mutuo, la dedicación al trabajo bien hecho y el esfuerzo responsable. Curiosamente, el estamento docente y los antiguos alumnos dan mayor prioridad a los conocimientos y a la seriedad académica, mientras que los padres conceden mayor peso a la “educación en la fe y la moral”. Los alumnos, por su parte dan primacía a los conocimientos básicos y a la educación religiosa y relegan a un segundo plano a la exigencia y los métodos de trabajo. El educador marista, tanto el seglar como el Hermano, resulta valorado muy positivamente y se le destaca el que tiene “ideas claras sobre el hombre y la sociedad, son dialogantes, honrados y buenos educadores para la vida”. El estilo marista transciende el ámbito colegial y marca también los aspectos de la vida privada y la profesional. Según la encuesta, las familias que llevan el sello marista valoran con especial importancia el diálogo, el respeto y la unidad, tanto en el amor conyugal como en la relación padres/hijos. A pesar de la larga 29 La idea de Familia Marista surge en 1967 de la mano del Hermano Virgilio León y desde entonces se ha ido consolidando. María se presenta, sin más precisiones, como Madre y se la propone como Modelo, Patrona y Superiora, encabezando el organigrama que podemos encontrar al final de este trabajo. 30 Actas del Congreso Nacional de Educación Marista “El educador marista del futuro”, Edelvives 1986, pp. 67-77.

29


tradición de ser colegios masculinos, interrumpida hace poco más de una década, la igualdad de derechos entre hombre y mujer también se refrenda en la encuesta. En la vida profesional el estilo marista se manifiesta en una tendencia a la responsabilidad, la seriedad en la ejecución de tareas encomendadas y la solidaridad hacia los compañeros y la sociedad. La encuesta profundiza en otros aspectos que caracterizan a la persona que ha recibido la educación marista: el cumplimiento de la palabra dada, la amabilidad, el orden personal, el trabajo duro, el estudio permanente. Resulta de todo ello un “hombre público” con un alto concepto de civismo, de honradez personal y de orientación “al bien de los demás”. No es de extrañar, pues, un último dato de la encuesta: un 70% considera muy importante la política en la vida de la sociedad y un significativo porcentaje se inclina a la participación en ella. Todos estos datos se pueden aplicar correctamente a la Educación Marista en Córdoba, pues la uniformidad es algo que caracteriza a esta institución en toda su geografía, a la par que la aglutinación en el concepto de Familia Marista, que ya desarrollaremos más adelante, de todos los estamentos que participaron en la encuesta. Las conclusiones del Congreso sobre el tema de los Valores31 las podemos resumir en: 1. Inculcar en las nuevas generaciones valores auténticos. 2. Conseguir en los centros un ambiente estable y cordial en el que la vida se haga natural y sencilla. Unidad y concordia de la comunidad educativa en torno a los valores de nuestro carácter propio, y la presencia de educadores honrados y coherentes que sean modelos de identificación para niños y jóvenes. 3. Afirmar como valor esencial y permanente: la vivencia personal y comunitaria del cristianismo, apoyada en la oración y devoción a María y a través del trabajo responsable y exigente. 4. Actualizar el carisma fundacional y abrirse a nuevos campos de actuación para completar la labor educativa. 5. Presentar los centros educativos como un servicio a la sociedad, con testimonios evangélicos pero sin vinculación a partidos políticos ni con el fin de un adoctrinamiento partidista. 6. Presencia cordial del educador en la realidad concreta del alumno, acompañándolo en sus momentos de ocio. 7. Expresar valientemente en la vida cotidiana todo lo que se afirma en el carácter propio marista.

31

30

Ibidem. pp. 80-81.


2. LA PEDAGOGÍA MARISTA: APORTACIONES ORIGINALES CARÁCTER PROPIO DE LOS COLEGIOS MARISTAS La existencia de múltiples concepciones del hombre y de la vida, del mundo y de la sociedad provoca, evidentemente, una diversidad de propuestas educativas. La Constitución española recoge esa pluralidad y los Colegios Maristas no dudan en mostrar públicamente sus señas de identidad y su oferta educativa32. Los Colegios Maristas se presentan como un centro escolar católico, con características propias aunque respetuoso con las demás y comprometido al servicio de la sociedad y de la Iglesia, en la cultura y la realidad social de nuestro tiempo. Junto a una serie de objetivos generales que podrían ser suscritas por cualquier colegio, religioso o no (adquisición por el alumno de técnicas de trabajo y hábitos intelectuales; preparación para la participación en la vida con visión crítica; formar para la paz, cooperación y solidaridad; etc.), los Maristas proponen para sus colegios unos objetivos más específicos: 1. Promover la formación integral de los alumnos de acuerdo con una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo. 2. Impartir una enseñanza religiosa adecuada a las orientaciones de la Iglesia católica en contenido y calidad. 3. Proponer una síntesis entre fe, cultura y vida. 4. Crear un ambiente que favorezca el testimonio y la acción evangelizadora. 5. Practicar una pedagogía personalizada desde una visión transcendental. 6. Adaptarse a la mentalidad de cada alumno y acompañarlo en su crecimiento total, atendiendo incluso los aspectos que superan el rendimiento académico. 7. Hacer presente y dar a conocer a María como modelo en su predilección por la sencillez, el trabajo y la vida de familia. 8. Formar honrados ciudadanos y buenos cristianos, adaptados a la sociedad, con capacidades críticas y creativas. 9. Insertar la acción educativa en el contexto sociocultural del centro. 32 Este epígrafe es un resumen comentado del que con el mismo título se publica en Eco Marista n.º 12, 1986, pp. 16-17.

31


Estas características propias definen a cualquier Colegio Marista, pues uno de los pilares educativos del Instituto es la uniformidad de la enseñanza33 en todos sus centros, desde la época del fundador hasta nuestros días. A menudo, cada centro publica estas características en un Ideario, como una manera de dar a conocerse ante los alumnos, sus padres y los profesores seglares que opten por impartir la enseñanza en los Colegios Maristas34. Los colegios maristas aspiran a ser reconocidos como un servicio de interés social sobre la base de cinco motivos: 1. Porque dan respuesta a una opción educativa socialmente reclamada. 2. Porque cumplen una función de servicio a los niños, jóvenes y adultos del entorno y están abiertos a ellos. 3. Porque cuentan con un equipo de profesionales y colaboradores comprometidos a dar una educación coherente y de calidad. 4. Porque tienen el soporte y estímulo de los padres de alumnos, comprometidos con este tipo de educación. 5. Porque promueven una participación activa de los diversos grupos que forman parte de su comunidad educativa. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN, EDUCADOR Y EDUCANDO Toda institución educativa debe tener claros los conceptos de educación, educador y educando. Para los Maristas de ayer y de hoy vienen definidos en la Guía del maestro, auténtico vademécum pedagógico de los Hermanos. La educación se define como “el arte de formar o modelar a los niños, o en otros términos, es el conjunto de metódicos esfuerzos por los que se rige el desenvolvimiento de todas sus facultades”35. Incluso marca un fin para la educación, que no es sino “facilitar al niño los medios de conseguir su destino natural en este mundo y el sobrenatural en el otro, a saber, la salvación del alma”36. Según la Guía, las ventajas de una buena educación, física, religiosa y moral, intelectual y social, se mostrarán tanto para el niño (recordando la cita bíblica “El hombre seguirá su primer camino, y aún en la vejez no lo abandonará” Prov. XXII,6), como para la sociedad. Se enmarca aquí el pensamiento de Champagnat sobre el objetivo principal de los Hermanos Maristas: “Formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, que resume bien el anhelo del fundador, que apostaba por una pedagogía integral que aunase fe y cultura, no decepcionando a los padres que confiaban a sus hijos al Instituto en los dos campos: “Si se tratase de enseñar sólo ciencias humanas a los niños, los Hermanos no serían necesarios, los maestros serían suficientes. Si no pretendemos más que dar una instrucción religiosa, nos contentamos con ser simples catequistas. Nuestra finalidad es integral porque queremos educar, es decir: instruirlos en sus deberes, enseñarles a practicarlos, dar33

Guía del maestro, pp. 243-245. El Ideario del Colegio “Cervantes” de Córdoba se puede ver al final de este trabajo. 35 Guía del maestro, p. 9. 36 Ibid., p. 9. 34

32


les el espíritu y los sentimientos del cristianismo, las virtudes del cristiano y del buen ciudadano”37. Abundantes páginas dedica Champagnat al concepto de educador cristiano38, al que define como padre, magistrado, apóstol y soldado. Padre, porque los alumnos reproducen el ejemplo moral que les dé el maestro; magistrado, porque previene el mal desde su nacimiento y enseña la perfección de la justicia; apóstol porque “echa los fundamentos del temor al pecado en el corazón de los niños, los preserva del mal y abre su espíritu a las verdades de la salvación”; y soldado, porque concibe toda educación como una lucha, en el fondo, por conquistar el corazón del niño y el deber del educador cristiano es conseguirlo para la Iglesia. Dentro del concepto de educador, Champagnat enumera una serie de virtudes que debe poseer y que nosotros resumimos aquí: 1. Ejemplaridad, “Los discursos pueden persuadir. El ejemplo arrastra. El niño es naturalmente imitador, la naturaleza le ha hecho tal que se instruya en el lenguaje de los hechos. Es preciso que las enseñanzas y las palabras del maestro estén siempre acordes con sus obras para que los discípulos las respeten”39. 2. Religiosidad, entendida también como piedad, “Únicamente ella obtiene la gracia divina, sin la que toda obra humana es estéril para el bien”40. 3. Vocación, “La educación no es la disciplina ni la enseñanza; no se consigue con cursos de urbanidad, ni aún de religión, sino por medio de las relaciones continuas de los discípulos con los maestros, por medio de los avisos particulares, del ascendiente moral, de los alientos, correcciones, instrucciones de todo género a que se prestan las relaciones no interrumpidas entre maestro y discípulo”41. 4. Abnegación, “¿Qué es el sacrificio? Es el fruto del amor. Sacrificarse es entregarse sin reservas, olvidarse de sí mismo, no temerse por nada y darse por entero. Según decía San Pablo, después de darlo todo aún cabe entregarse a sí mismo”42. 5. Firmeza y autoridad, “Tan necesaria es la disciplina, que sin ella no hay instrucción ni educación posibles, y la experiencia cotidiana enseña que el colegio en donde reina orden perfecto, es amado de los alumnos y apreciado de los padres”43. 6. Dedicación, “Vuestras exhortaciones no serán duraderas si no son frecuentes; y digo frecuentes, no prolongadas, porque la atención de los niños es voluble por naturaleza. Al instruirlos no les causéis fastidio. El niño es planta a la que aprovecha infinitamente más el rocío matutino que las lluvias abundantes que sobrevienen de tarde en tarde”44. 37

Fr.Jean Baptiste,Vie de J.B.M.Champagnat, 1856, p. 374. del maestro, pp. 209-230 y Enseñanzas..., pp. 76-82 y 354-372. 39 Enseñanzas..., p. 364. 40 Guía del maestro, p. 217. 41 Enseñanzas..., p. 370. Cualquier educador sabe que es mucho más difícil educar que enseñar. 42 Ibidem., p. 371. 43 Guía del maestro, p. 215. 44 Enseñanzas..., p. 374. 38 Guía

33


7. Sentido práctico, “Criterio recto, prudencia y maña. Gracias a estas cualidades sabe el maestro dirigir debidamente un grupo de alumnos, aprecia las cosas con tino, tiene cuenta con la ligereza y debilidad de la niñez. Infunde aliento a todas las buenas voluntades y se contenta con los esfuerzos cuando no puede conseguir, de momento, buenos resultados”45. 8. Bondad, “Paciencia, mansedumbre, indulgencia y buen carácter”, como medio de atraer a los niños46. 9. Capacidad profesional, “El maestro ilustrado goza de gran autoridad; todas y cada una de sus palabras son recibidas cual rayo luminoso. A cualquier asunto que sea, le pone oportunos comentarios, apreciaciones y comparaciones que despiertan la atención del niño, abren nuevos horizontes a su inteligencia, desenvuelven su juicio y forman su corazón”47. Con esta serie de citas de Champagnat al lado de cada cualidad que debe adornar al educador, hemos querido remarcar la aportación más importante que hace la Institución Marista al mundo de la pedagogía: su concepto del maestro, visto como factótum de la educación y entregado en cuerpo y alma a una de tipo integral. Entrega sin límites que no tendrá más recompensa, como también señala la Guía, que el cariño de los antiguos alumnos (de vez en cuando manifestado), la satisfacción de la misión cumplida, y el “peso de la gloria que le aguarda en el cielo”. Los Hermanos, tradicionalmente aprendían la profesión de maestro en el Escolasticado y continuaban su formación ya en los colegios, guiados por el Hermano Director y por los Hermanos más experimentados. Más modernamente, cursan sus estudios en las Escuelas Universitarias de la Iglesia de Magisterio, siendo titulares de una de ellas, la “Cardenal Cisneros” en Alcalá de Henares. En el capítulo XXXVIII de las Enseñanzas espirituales, Champagnat se extiende sobre el concepto de niño sujeto a la educación, es decir del educando. Llama fuertemente la atención que dedica al respeto que debe tenérsele, justificándolo con distintos argumentos: desde la cita latina de Juvenal, “Máxima debetur puero reverentia” (“Máxima reverencia se debe al niño”), a valoraciones cristianas como que el niño es la obra más perfecta de Dios, pasando por el subrayado de las virtudes infantiles: “Es un alma inocente cuyo apacible sueño no han turbado aún las pasiones, cuya rectitud no ha sido alterada por las mentiras e ilusiones del mundo”48. Poco más adelante muestra al niño como “el campo que debéis cultivar por encargo del mismo Dios; es un tierno renuevo, una planta débil, pero que será un día árbol frondoso, cargado de los frutos de todas las virtudes”49, a la par que llama la atención al maestro sobre que el niño será su compañero de viaje en la tierra y en el cielo. La gran preocupación de Champagnat por el respeto hacia los niños, se resume en el respeto a su inocencia. Este respeto a la inocencia se muestra en exi45 Guía

del maestro, p. 214. Ibidem., p. 216. 47 Ibidem., p. 217. 48 Enseñanzas..., p. 330. 49 Ibidem., p. 331. 46

34


gir a los Hermanos un dominio de sí mismos, a mostrar bondad y urbanidad y huir de escandalizar a los alumnos (falta que el fundador considera gravísima). LA PEDAGOGÍA DE LA PRESENCIA Intrínsecamente unida al concepto de educador y a la valoración del educando, está la pedagogía de la presencia. Un sello inequívocamente marista y que distingue a sus colegios. Furet, biógrafo de Champagnat, nos recuerda dos pensamientos del fundador que van en esta línea, uno señala que para educar a los niños hay que amarlos y a todos por igual, el otro, textualmente, dice: “Se necesita que vivamos en medio de los niños, que estén mucho tiempo con nosotros”. Si la pedagogía marista da un papel clave al educador, así mismo remarca una de las principales armas que éste tiene para su labor: su presencia. Con dominio, equilibrio y afecto, el educador debe colocarse entre los alumnos, conviviendo con ellos en situaciones que, fuera del horario escolar, permitirán a éstos mostrarse más espontáneamente y completar mucho más profundamente su educación, a la par que es una manera de prevenir actitudes díscolas y fracasos educativos, sustituyendo con éxito a la vigilancia inquisitorial. Un Hermano Marista, profesor durante años del Colegio “Cervantes”, Teodoro Alonso, resume correcta y entrañablemente la idea de la pedagogía de la presencia: “La expresión es bella y rica de contenido. Una presencia prolongada más allá del horario escolar: la vigilancia antes de entrar en clase, el juego compartido durante los recreos, la explicación particular después de las clases, las salidas de los fines de semana, los campamentos durante las vacaciones... Porque la educación exige acompañamiento, mucha entrega personal, cercanía (desde la altura de la cátedra no se llega al corazón). Champagnat quiso que los maristas fueran una congregación laical: el Hermano que se coloca junto a su hermano pequeño y vela paciente y amorosamente el despertar y desarrollo del hombre que duerme en el niño”50. En El educador marista, páginas 90-94, encontramos los fundamentos de esta pedagogía de la presencia, mantenida y renovada por el Instituto Marista en toda su trayectoria. Las podemos resumir así: 1. La pedagogía de la presencia exige de la persona del educador que ni oculte ni abstraiga su persona. 2. Evita convertirse en un personaje distante, diferente, parapetado en sus títulos, su saber y su dominio. 3. Es un estar con corrección, ni hierático ni hilarante, ni agresivo ni con complejo de no tener más remedio que aguantar la situación. Así se creará un clima de comunicabilidad con los alumnos. 4. El educador ni estorba, ni molesta, ni ofende, ni altera. Su presencia produce distensión y anima aspectos positivos y valores humanos. 50 ALONSO CABRIA, Teodoro, La Escuela Marista: valores perennes de una pedagogía, artículo publicado en la revista “MAESTROS” de la Asociación de AA.AA. de la E.U. de Profesorado de EGB “Sagrado Corazón” de Córdoba, en su número 3 de febrero de 1986.

35


Quien esto escribe, como antiguo alumno, puede dar testimonio de cuán cierto es que todas estas teorías no se quedaron en el papel. Siempre recordaré la imagen simpática del Hermano alzándose la sotana e intentando llevarse el balón entre una nube de alumnos que tratábamos desesperadamente de quitárselo, pero que en el fondo éramos dichosos porque nuestro maestro estaba jugando al fútbol con nosotros. Las múltiples excursiones, las fiestas del colegio, la accesibilidad del Hermano o del maestro seglar con espíritu marista, son, junto con las devociones a María, los “émulos”, los Cuadros de Honor y la omnipresente chasca, las imágenes que más pronto recordará cualquier antiguo alumno marista. TRABAJO, CONSTANCIA Y DISCIPLINA Marcelino Champagnat supo y apreció, desde niño, lo que era el trabajo manual, el esfuerzo. Quizás por eso, otros de los pilares de la pedagogía marista son el trabajo y la constancia, orientados en un doble sentido: a los Hermanos como tales y en el plano educativo. En el primer sentido, Champagnat consideraba que la persona ociosa no podía pertenecer al Instituto Marista, “Amor al trabajo y detestar la ociosidad, probar y examinar esta disposición entre los postulantes de la congregación”51. Incluso en las Reglas de 1837 se reflejaba como un medio de perfección religiosa, “No estar nunca ocioso”. En el segundo sentido, la pedagogía del trabajo en la acción educativa está concretada desde 1852 en las normas pedagógicas de los maristas. De nuevo acudimos a la obra de El educador marista, en sus páginas 101 a 105, para comprobar cómo se ha mantenido y renovado esta idea, cuyos fundamentos resumimos aquí: 1. Preparación de las clases. Sujeción a un horario. Puntualidad y exactitud en la ejecución. 2. La corrección de exámenes, puntualmente y con atención, es un valor que antes o después convencerá a los alumnos. 3. La constancia y repetición de las técnicas y de la enseñanza, suplirán la falta de preparación de los alumnos. 4. Se debe rechazar la fácil popularidad del maestro que no se esfuerza y buscar la exigencia sostenida que fructificará en buenos objetivos. 5. Hacer interiorizar a los alumnos que lo obtenido con esfuerzo resulta mucho más placentero que lo que se consigue fácilmente. Unidos a los conceptos de trabajo y constancia va, en la educación marista, el de disciplina. Según la Guía del maestro, la disciplina escolar “consiste en la fiel observancia del Reglamento de la clase, en la vigilancia del profesor para prevenir las infracciones al deber y en la saludable sanción que se aplica a las faltas para reprimirlas. Tres son, por lo tanto, los fines de la disciplina: mantener, prevenir y sancionar”52. 51

FURET, o.c., tomo II, capítulo XIV. del maestro, p.115.

52 Guía

36


Tanto en la Guía como en las Enseñanzas espirituales, el pensamiento marista se extiende largamente sobre la necesidad de la disciplina en la educación, siendo la cualidad que anima, ordena y robustece la voluntad de los niños. Champagnat se muestra muy crítico con la indisciplina de su tiempo pero sus ideas se trasladan sólo al plano educativo, sin hacer valoraciones políticas, lo que hace que el fondo de sus pensamientos haya seguido siendo asumido por sus sucesores. La disciplina, para los Maristas, ha de ser paternal, basada en el amor, la indulgencia y la religión. Se rechaza el lograr la sumisión por la vía de los castigos corporales: “No se puede educar a un niño ni inspirarle el amor a la virtud a palmetazos; es increíble que, para educar a un muchacho, haya quien se sirva de un medio que ni siquiera aplicaría a los animales (...) El espíritu de una escuela marista es el espíritu de familia. Ahora bien, en una familia buena y ordenada, lo que imperan son los sentimientos de reverencia, amor, confianza recíproca, y no el temor de los castigos”53. Varios son los recursos de que, según su pedagogía, disponían los Maristas para imponer la disciplina. Entre los recursos morales destaquemos tres: el ascendiente moral del maestro, el afecto a los alumnos y el llamamiento a la razón y a la conciencia de éstos. De los recursos educativos más vinculados a la disciplina, el trabajo y la constancia, señalaremos aquí el de la Emulación. A menudo, para criticarlo o ensalzarlo, se ha comentado que es típicamente marista, y aunque, ciertamente, fue utilizado de manera amplia por este Instituto, la paternidad de la idea corresponde a los jesuitas, que llevaban décadas dividiendo las clases entre “romanos” y “cartagineses” y otorgando títulos de “cónsules”, “tribunos” o “decuriones”. Champagnat considera que la “noble Emulación” incide sobre un aspecto esencial del niño: su deseo de superación y su espíritu de competición. Sabiamente estimulado puede deparar resultados satisfactorios. Esta Emulación se podía concretar en distintas formas: competir con un adversario (el “émulo”), retar a la clase entera, luchar por ganar puntos buenos, torneos escolares en los que los alumnos se preguntan mutuamente por turno, dividir la clase entre dos equipos, concurso entre varias clases ante un jurado, etc.54. Reproducimos a continuación, el recuerdo que de la Emulación tiene un antiguo alumno del cordobés Colegio “Cervantes”, cuando tenía 8 años y cursaba Tercero de Primaria en los años cuarenta: “La clase estaba dividida en dos campos: Romano y Cartaginés. Al principio de curso, cuando el profesor ya era capaz de tratarnos un poco, de conocer nuestras actitudes para el estudio y trabajo, elegía a quien él consideraba los dos mejores de la clase, y rara vez se equivocaba. Se los ponía a su lado, y cada uno de ellos, alternativamente, iba eligiendo a sus compañeros, también en orden a sus merecimientos. Al final, la mitad de la clase pertenecía al Campo Romano, y la otra mitad al Campo Cartaginés. Cada cual, con su jefe correspondiente. Los miembros de cada bando nos sentábamos juntos (jefe con jefe, segundo con segundo, tercero con tercero, etc.). En ese momento comenzaban nuestras guerras púnicas particulares. 53 FURET, 54 Guía

o.c., p. 618. del maestro, pp. 152-154.

37


Ese rival que se sentaba a tu lado era tu émulo. El émulo servía, además de para pelearse, recochinearse y no hablarle en todo el curso, para las “luchas” bisemanales que manteníamos en clase. Tu émulo tenía que formularte cinco preguntas sorpresa sobre determinado tema y viceversa. Uno de los dos iría peor preparado que el otro, y era vencido. D.Florentino iba anotando cuidadosamente en la pizarra las victorias. Sumaba al final y daba ganador por esa quincena, a uno de los dos bandos. Lo celebrábamos, entonces con gran jolgorio, dentro de un orden, y nos regalaban a cada ganador una barrita de regaliz marca ZARA, incluso nos daban un recreo especial. Ya se puede suponer, que la mitad de la clase, no se hablaba con la otra mitad, y en algunas ocasiones, en el recreo, hasta había puñetazos”55. La propia Guía del maestro reconoce los peligros de una Emulación mal orientada, que al estar dirigida hacia el amor propio de los niños, podría degenerar en pura vanidad; por eso advierte de la diferencia entre competencia y competitividad y previene de exagerar el mérito de los alumnos que acierten. Las corrientes pedagógicas surgidas en los últimos veinte o veinticinco años han condenado al baúl de los recuerdos a la Emulación y motejado de retrógrado a todo el que la quisiera poner en práctica o defender, en todo o en parte. Resulta hipócrita que en la sociedad adulta actual, competitiva hasta grado sumo, se critique todo tipo de sana competencia en el ámbito escolar. Los que denotan la Emulación se quedan en la superficie de la idea o confunden su esencia con un mal uso de ella. En cualquier caso, como en tantas otras situaciones, los únicos que deberían opinar sobre el tema deberían ser los directamente implicados y en una encuesta entre profesores y antiguos alumnos maristas se llega a la siguiente conclusión: “La Emulación tiene que entenderse en un sentido gratificante, en el que la respuesta es válida, no en un nivel de oposición personal, sino en un nivel de gratificación como valor, autoestimulación y, por supuesto, de justificación personal. Por lo demás, el papel del maestro educador está muy claro: no debe dejar sin gratificación moral ningún aspecto de superación que descubra en sus alumnos, pero, atento y perspicaz, debe servir para descubrir los mil aspectos positivos que el actuar del alumno encontrará”56. Entre los recursos materiales que el maestro marista tenía para imponer la disciplina, el trabajo y la constancia, estaban los Premios y los Castigos. Los dos, sobre todo los primeros, son considerados muy típicos de la enseñanza marista y hay que mirarlos en el contexto de la época. La Guía del maestro recomienda premiar a los alumnos como un modo de estímulo y para hacer agradable el estudio. Estos premios deben ser imparciales, no prodigarse mucho y no estar en función de los niños aduladores; Champagnat advierte que, “en principio, más se ha de premiar el esfuerzo que el éxito”57. Las formas de premiar podían ser variadas: premios verbales (aprobaciones y elogios), 55 FONT DE DIOS, Eduardo, Mi Colegio (1939-1949), pp. 8-9. Eduardo Font de Dios, actualmente médico de profesión, presentó este librito de recuerdos, editado por él mismo, en la Asamblea de Antiguos Alumnos del Colegio Cervantes en diciembre de 1995. En varias ocasiones más haremos mención a él, como ilustrativo de la práctica de la educación marista. 56 El educador marista I, pp. 109-110. 57 Guía del maestro, p. 156.

38


puntos buenos (para la lucha de émulos o para redimir algún castigo), colocación en los bancos (según orden de calificaciones), boletines de notas, Cuadro de Honor (tarjeta honorífica por haber obtenido buenas notas y derecho a figurar en un cuadro que reuniese las fotos de los alumnos con mejores resultados académicos), cargos en las clases y, finalmente, premios fin de curso (entrega pública de diplomas, medallas de “plata” y “oro” y cruces, según las notas finales). Los antiguos alumnos del “Cervantes” cordobés recordarán las fiestas de fin de curso, con entregas de premios, en el cine Góngora y en el Gran Teatro, cuando el colegio estaba en la Plaza de la Compañía, y en el propio centro cuando éste pasó a la barriada de la Fuensanta. Un capítulo entero dedica la Guía del maestro a los castigos58. El castigo se emplea como un medio de corrección en interés de la educación, muy lejos del castigo meramente físico y corporal, muy abundante en la época de la fundación del Instituto y en los años posteriores. Champagnat censura y prohibe este tipo de castigos, “Un Hermano áspero, violento y que se permite fácilmente maltratar con palabras o golpes a los niños, no es apto para la enseñanza”59. La Guía advierte que, en lo referente a castigos, el maestro tiene tres deberes que cumplir: prevenir las faltas, castigar poco (teniendo en cuenta los arrepentimientos y las circunstancias) y dominarse al castigar. Enumera y explica, después, las cualidades que debe tener todo castigo: moderado, justo, proporcionado, caritativo y prudente, y en cualquier caso que se prefiera el castigo breve pero bien cumplido. Finalmente distingue entre los tipos de castigo que puede imponer el maestro y los que corresponden al Hermano Director. Entre los del primero están las reprensiones verbales, explicando la falta y afeando al niño su comportamiento; las notas, puntos malos o retirado de premios; el arresto (de pie en la clase o en otro lugar del colegio); y el “pensum”, es decir, el copiar un número determinado de veces una lección o una frase (se previene que no se utilice para el “pensum” oraciones o lecciones de Religión). Entre los castigos que sólo puede aplicar el Director están: los avisos a los padres, el exigir perdón públicamente (recomendado sólo en casos muy extremos) y la expulsión temporal o definitiva del colegio. En lo tocante a los castigos, la Guía pormenoriza tanto las recomendaciones al maestro que llega a extremos simpáticos, a nuestros modernos ojos, como el siguiente: “Hay circunstancias extraordinarias que vuelven a los niños más revoltosos y movidos. El estado atmosférico, la proximidad de una fiesta, de un día de asueto, etc., bastan para que empiecen a hormiguear. En tales casos lo más acertado no es extremar el rigor, sino armarse de paciencia y darles ocupación más interesante”60. Y, aunque sea al final, no podíamos dejar de mencionar el instrumento “emblemático” de los Maristas para mantener el trabajo, la constancia y la disciplina: la “chasca”. Atribuida su invención a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, omnipresente en todas las aulas maristas hasta bien entrados los años setenta de nuestro siglo y convertida en objeto arqueológico hoy en día, la “chasca” era un 58

Ibidem. pp. 160-170. FURET, o.c. p. 619. 60 Guía del maestro, p. 163. 59

39


objeto de percusión, de madera, difícil de describir61 y cuyo nombre respondía a la onomatopeya de su sonido. Precisamente el sonido y la posición en que se mostrase la “chasca” eran determinantes: en posición vertical, todos de pie; en posición horizontal, brazos cruzados; un golpe de “chasca”, respuesta correcta a una pregunta del profesor; dos golpes de “chasca”, respuesta incorrecta; sonido ininterrumpido de la “chasca”, llamada al orden y al silencio. El fin de la “chasca” era, obviamente, evitar al profesor palabras innecesarias que desconcentraran el silencio de la clase, condición primordial marista para alcanzar el éxito educativo y a fe que lo conseguía. Un antiguo alumno del “Cervantes”, Emilio Sanz, con gracia, refleja otras utilidades de la “chasca”: “También se utilizaba como arma arrojadiza, en caso de despiste o distracción del alumno. En este caso, el alumno podía esquivar el golpe levantando diestra y oportunamente la tapa del pupitre. También la usaban algunos profesores para dar coscorrones. Pero quiero dejar constar que se trata de tiempos pretéritos y que si refiero estas cuestiones es por evocar el querido colegio, no por deshonrar la memoria de algunos profesores”62 EDUCACIÓN FÍSICA E INTELECTUAL La lectura de la Guía del maestro nos retrotrae a tiempos muy pasados, especialmente cuando dedica sus páginas a los consejos sobre una buena Educación Física en los Colegios Maristas63. Champagnat señala la importancia de una buena salud física, alcanzable por medio de una higiene escolar y de ejercicios corporales. Hoy en día, cuando la legislación educativa especifica hasta el último detalle los requisitos que debe reunir un edificio destinado a centro escolar (curiosamente la Administración es mucho más estricta a la hora de aplicar la ley a los centros privados que a sus Colegios e Institutos), resulta emocionante ver cómo aquellos Maristas del primer tercio de nuestro siglo, que se instalaron en Lucena y Córdoba, llevaban escrito exhaustivamente en sus normas cuidar la luminosidad de las aulas, regular la temperatura entre 15 y 16 grados centígrados: “Para conservar cierta humedad en el aire convendrá colocar sobre la estufa, si se usa este aparato, una vasija de boca ancha llena de agua. Sin esta prevención se dificulta la respiración”; la comodidad de los vestidos, la existencia de un guardarropa en cada aula, la limpieza del alumno y la correcta posición de su cuerpo: “Durante la caligrafía prohíbaseles inclinar el cuerpo hacia adelante y apoyar el pecho contra el borde de la mesa; costumbre en extremo viciosa, porque oprimiendo los pulmones dificulta la respiración y acarrea funestas consecuencias...”.

61 “Consta de dos piezas de manera dura, de boj. La pieza mayor tiene dos abultamientos esféricos: uno mayor entre su mitad y el extremo anterior y otro menor en éste. En el mayor hay una hendidura longitudinal a la que se adapta el palito que constituye la segunda pieza, sujeta a la primera por un nervio, de manera que uno de sus extremos toque la esferilla de la pieza mayor; apretando un poco por el otro extremo y dejándola caer da en la esferilla produciendo un chasquido no ingrato al oído” (descripión de la “chasca” en la Guía del maestro, p. 128). 62 SANZ, Emilio, Eco Marista n.º 7, 1983, p. 59. 63 Guía del maestro, pp. 14-22.

40


En cuanto a los ejercicios corporales, Champagnat ensalzaba la importancia del juego como vehículo renovador del niño y hace suyas las palabras de Dupanloup: “No hay cosa más detestable que el Colegio donde no se juega. Basta pasar una hora en el patio de recreo para juzgar por la languidez de los juegos, la persistencia de las conversaciones, la molicie de los movimientos, etc., qué nivel alcanzan los estudios y las buenas costumbres”64. Juegos (alegres y no peligrosos), paseos (en los internados) y gimnasia (recomienda la sueca) deben conducir a obtener cualidades físicas como la destreza, agilidad, resistencia, “apostura y gallardía” y espirituales como lealtad, serenidad, arrojo y valentía. La Guía dedica su capítulo III a la Educación intelectual65. En él, Champagnat define los principales valores del entendimiento y da pistas para que los maestros logren traspasárselos a los alumnos. Define la inteligencia como “la facultad por la que conocemos las cosas y comprendemos las verdades”, pudiéndose desarrollar por medio de la atención, reflexión y observación. También define juicio, imaginación y memoria y proporciona una “praxis” para que el alumno pueda adquirirlos. En la memoria distingue el trozo de lección o la poesía que se ha de aprender al pie de la letra, del texto más amplio, en el que el alumno debe memorizar palabras clave que le permitan luego desarrollarlo. Como en toda la educación marista, aquí el educador también juega un papel fundamental por sus métodos y actitudes; sobre estas últimas entresacamos el siguiente comentario de la Guía: “Siendo la mirada, la palabra, los ademanes y el acento, medios poderosos de cautivar la atención del niño, bueno será que el maestro se ejercite en adquirir dicción correcta, clara, expresiva y animada”. EDUCACIÓN MORAL Y SOCIAL Dentro del programa de educación integral que proponía Champagnat para los Colegios Maristas, incluía también la formación moral y social66. Para el fundador, antes que la razón, en el niño se forma el corazón, la sensibilidad, y a ello debe aplicarse el maestro cristiano, fomentando los actos buenos del niño y evitándole las malas compañías. Punto importante en la formación marista ha sido siempre la Urbanidad, entendida como la forja de “buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, importantísimo objetivo de la educación marista, como ya comentamos líneas arriba. De nuevo resulta entrañable la lectura de la Guía, al saber que los Hermanos Maristas trataban de poner en práctica, cada día, en el colegio, las normas que este vademécum les aconsejaba: inculcar en los niños el respeto a padres, superiores y ancianos; presentar la gratitud hacia los bienhechores como la mejor moneda de las almas nobles; inculcar la compasión, humanidad y caridad hacia los pobres y desvalidos; infundir en los niños un “porte digno, apuesto y decoroso. Enséñeseles a saludar, responder, preguntar, presentarse y ser afables, atentos, serviciales y complacientes”. 64

Ibidem., p. 20. Ibidem., p. 23-39. 66 Para la educación moral ver Guía del maestro, pp. 40-53 y para la social, pp. 108-113. 65

41


En esta línea entraba también la denominada Educación social, que consistía en formar al niño al “amor a la patria”, a través del “relato de pretéritas glorias, padecimientos y luchas de sus mayores”67; animarlo a cumplir sus deberes de ciudadano, explicando que todo buen católico debe cumplir dichos deberes (voto, respeto de leyes, impuestos, honradez de cargos públicos, etc.); darle a conocer y respetar las instituciones públicas (Municipios, Diputaciones, Gobiernos Civiles, Audiencias, Tribunal Supremo, Ejército, Ministerios, Direcciones generales, Cámaras legislativas, etc.) y religiosas (Parroquia, Catedral, Diócesis, Nunciatura, la Santa Sede, etc.); y darle a conocer las principales obras sociales y culturales que funcionan en el país, región, provincia o localidad. La inculcación de todo esto se sugiere en la Guía que sea a través de una enseñanza ocasional y de la buena prensa, “previniendo contra las publicaciones malsanas, inmorales y antipatrióticas”68. Nunca pretendió, ni pretende, la educación marista instrumentalizar esta enseñanza cívica hacia una opción política determinada: “Las cuestiones delicadas e irritantes acerca de la forma de gobierno, las relaciones del capital y del trabajo o ciertas leyes evidentemente muy discutibles, deben tenerse del todo alejadas por no convenir a la enseñanza escolar (...) Procédase con mucha circunspección y prudencia al hablar de las garantías morales y de la capacidad exigibles a los políticos, de modo que ni pueda ser malinterpretada una sola expresión, ni tomada como alusiva a personas de autoridad, especialmente en época electoral”69. También se trataba de formar la Voluntad, definida como el poder que tiene el alma de decidirse con conocimiento de causa y de obrar libremente por un bien, presentado como tal por la razón. Las cualidades que según la educación marista forman la voluntad son la decisión, la firmeza, la constancia y la rectitud. La obediencia y disciplina en la escuela, también ayudan a formar la voluntad, sobre todo si a medida que los niños van creciendo se les hace razonar sobre la bondad de los esfuerzos personales y el sometimiento consciente al Reglamento del Colegio. En general, en la formación moral cristiana de los Maristas, de lo que se trata es de que el niño coja buenos hábitos (de hecho se impartía una asignatura denominada Habituación y conducta). Para alcanzarlos los Hermanos proponían tres pasos: 1.º Motivar la inteligencia del niño para que lo aprecie, 2.º Mover su corazón para que lo desee y se esfuerce en conseguirlo, y 3.º Animar su voluntad para que ejecute actos reiterados del hábito adquirido. Así el niño se iría habituando al trabajo, respeto, obediencia, gratitud, disponibilidad, etc. EL MATERIAL De todos los temas que se aborda la Guía del maestro, el que queda más desfasado, lógicamente, es el que incumbe al material y a las asignaturas, pues en nuestros tiempos actuales ambos aspectos educativos han cambiado mucho respecto a los de hace treinta años. Sin embargo, entendemos que las recomendacio67

Ibidem., p. 109. Ibidem., p. 113. 69 Ibidem., p. 108-110. 68

42


nes que hace la Guía, al haber tenido validez durante los primeros ochenta años de presencia marista en España (de los que más de sesenta incluyen a la provincia de Córdoba), alcanzaron la suficiente transcendencia para que nos detengamos unas líneas en ellos. Adelantándose a lo que hoy en día es exigible a cualquier centro educativo, la Guía del maestro disponía las características que debía reunir un colegio70, aceptando, de entrada, las limitaciones que podía ofrecer un edificio donado (como pudieron ser las primeras ubicaciones del “Cervantes” de Córdoba y los de Lucena y Priego). Sobre el tema del emplazamiento comenzaba así: “La Escuela ha de estar situada en lugar seco, no más baja que el suelo, sino elevada de él lo bastante para evitar humedades; de fácil acceso, aislada de otras edificaciones y provista de agua potable”. Seguía con la recomendación de que, fuera, estuviera rodeada de un ambiente silencioso y orientada hacia el S o SO. Las aulas, rectangulares y con un espacio mínimo por alumno de 1,25 metros cuadrados, 4 metros de altura y 5 metros cúbicos de aire; debían estar bien iluminadas natural y artificialmente; se recomendaban las mesas bancos individuales o dobles con respaldos y tinteros, la cátedra del profesor (una tarima que recorría todo el frontal de la clase, donde se situaba la mesa del profesor y la pizarra), una o dos pizarras de color verde pálido, estufa, perchas fijas a la pared, colecciones (mapas, minerales, carteles para lectura, instrumentos musicales y de medida y murales de todo tipo), la chasca, un globo terráqueo, pila de agua bendita y una serie de imágenes religiosas71. El colegio, además debía disponer de patio espacioso de recreo (“al abrigo de los vientos dominantes y con arbolado, pero de manera que deje suficiente espacio para los juegos y demás ejercicios de los niños”), fuentes de agua potable, cobertizos o pórticos, retretes y urinarios (un retrete por cada 25 alumnos y un urinario por cada 15, “provistos de de depósitos de agua con descarga automática y desinfectantes permanentes. Sin esta precaución vendrían a ser vehículo de enfermedades contagiosas, tales como la fiebre tifoidea y el cólera”), biblioteca escolar, timbres, aparatos de proyección con linterna, etc.. Obligado es mencionar, al hablar de material, a la Editorial Luis Vives, Edelvives, la gran proveedora de libros y cuadernos de los Colegios Maristas. En 1887 aparecía el primer libro editado por los Maristas en España, Libro de preces, de apenas 32 páginas, obra de los Hermanos de Gerona e impreso en Mataró. En 1890 aparecía la editorial FTD (siglas que correspondían al Frère Thèophane Durand, Superior General de los Maristas desde 1883 a 1907) que imprimiría libros y cuadernos en distintos talleres de Barcelona. Para 1903 tendría un catálogo formado por veinte títulos que se difundían por todos los Colegios Maristas de España y desde 1910 dispondría de un método de caligrafía compuesto por diez cuadernos. En 1920 se reorganiza la editorial FTD, pasando a significar las siglas: Foveo Timoren Domini, disponiendo desde 1924 de su propia imprenta, en su nueva sede barcelonesa del número 257 de la calle Coello. En 1932, por adecuarse a la nue70

Ibidem., pp. 203-208. Cristo crucificado, la Virgen, San José, el Angel Custodio y San Luis Gonzaga, patrono de la juventud católica. La Guía también recoge la normativa de la legislación española que dispone “que haya también en sitio visible de la sala de clases, un retrato grande o una estampa del Soberano reinante”. Ibidem., p. 208. 71

43


va legalidad republicana, pasa a convertirse en sociedad anónima y se rebautiza con el definitivo nombre de Editorial Luis Vives. Para 1936, el catálogo habrá aumentado a 216 títulos, entre libros de texto y obras religiosas, publicará dos revistas: El amigo de la juventud y Stella Maris, y la Editorial será famosa, por su calidad, su servicio de cartografía español e iberoamericano. Todo se vendrá abajo al anochecer del 19 de julio de 1936: “El edificio de la Editorial Luis Vives se vio rodeado de incendiarios que rompieron las puertas con grandes vigas e hicieron explotar bombas y latas de bencina. Se consumó la destrucción más absoluta. No se salvó ni un solo ejemplar de los libros, ni un pedazo de papel. Se perdió toda la documentación. Seis miembros de la comunidad marista fueron apresados y poco después sacrificados. Cuatro pudieron trasladarse a Francia”72. En 1937, los cuatro Hermanos huidos retornaron a España, a la zona nacional, donde llegó también el H. Nicóstrato (Leónidas Fuentes Arce), director y gerente de la Editorial, tras ser liberado de las cárceles republicanas. La relación del H. Nicóstrato con la ciudad de Zaragoza, donde había ejercido como profesor, le llevó a resucitar la Editorial Luis Vives a orillas del Ebro. La primera ubicación fue en la calle del Arte y, tras muchos sacrificios y estrecheces, la Editorial funcionaba en 1940 con una plantilla cercana al centenar de operarios. En 1952 se terminaron las obras de una nueva sede y talleres de Edelvives, en un solar de 12.000 metros cuadrados a las afueras de Zaragoza. No sería su destino definitivo, pues en 1976 se inauguraba su actual edificación, un espacio de 22.000 metros cuadrados, a cinco kilómetros de la ciudad del Pilar, en la carretera Madrid-Zaragoza. El material de Edelvives se ha adecuado a los avances pedagógicos y goza de prestigio tanto en los Colegios Maristas como en otros centros educativos. La plantilla actual en Zaragoza es de 130 operarios y 10 Hermanos y el lema de la Editorial: “Casa consagrada a la mayor dignificación del libro escolar”. LAS ASIGNATURAS Comentemos, para finalizar, las asignaturas a cuya metodología dedica abundantes páginas la Guía del maestro73 y a cuyo estudio ha dedicado María Ángeles Dorado Soto su tesis doctoral74. Destaca la importancia que da a la lectura en las clases elementales, distinguiendo entre lectura corrida, lectura expresiva y declamación. No podemos dejar pasar esta ocasión sin recordar el más famoso libro de lectura de la Editorial Luis Vives: el Libro de España, que acompañó a los alumnos maristas desde mediados de los 50 a principios de los 70. Era una auténtica novela itinerante e iniciática que, aprovechando el retorno tras la Guerra Civil de dos hermanos huérfanos a España, Antonio de 15 años y Gonzalo de 10, y la bús72 Boletín Informativo del Secretariado Permanente del Centenario, número 2, octubre de 1984. Edelvives, Zaragoza, p. 14. 73 Guía del maestro, pp. 247-319. 74 DORADO SOTO, M.ª Ángeles. El pensamiento educativo de la Institución Marista. Nau llibres, Valencia 1984.

44


queda de su tío, permitía un recorrido por todo nuestro país. Aunque bien es cierto que el libro encajaba totalmente en la visión franquista de España, no es menos justo reconocer que muchos niños comenzaron a conocer y amar la geografía española, sus gentes, sus costumbres, sus monumentos, su historia y sus personajes ilustres, gracias al interesante viaje de esos dos hermanos y los dibujos en blanco y negro del libro. Cualquiera que haya estudiado en un centro marista sabrá, además, la importancia que se le daba a la escritura; empezando por el recuerdo que siempre nos queda de esa auténtica obra de arte que era la caligrafía del Hermano. Citemos el fin que, según la Guía, debía proponerse todo maestro en la clase de escritura: “Que al terminar sus estudios en el Colegio, posea el alumno hermosa letra cursiva y española vertical, cuya belleza y utilidad no son superadas por ningún tipo de letra y siendo la Escritura nacional, como buenos españoles, estamos en el deber de conservar las costumbres y tradiciones patrias; que pueda a la vez hacer uso de una elegante redondilla o de otro tipo de letra cuando desee que resalte el escrito; y, por fin, que sepa disponer con gusto lo que escribe”. Efectivamente, los antiguos alumnos maristas podemos dar fe de que una lectura correcta y la pulcritud y orden en la escritura, nos han acompañado desde que las asimilamos en el Colegio. Así nos lo recuerda un antiguo alumno del “Cervantes” cordobés: “Nos sentábamos en parejas en unos pupitres, rayados y manchados de tinta, con nombres grabados de antiguos usuarios en ellos. En la parte superior, se encontraba empotrado en un orificio de la madera, el tintero, blanco de loza, que era rellenado de vez en cuando, de una tinta aguada con multitud de ‘pizcos’ negros. Para escribir, utilizábamos unas plumillas que colocábamos en un mango. Cuando hacíamos caligrafía, al hacer la letra hacia arriba, el trazo debía de ser suave, sin apretar; en cambio, al descender, debíamos hacer lo contrario. Apretábamos un poquito, se abrían los extremos de la pluma, y la letra quedaba más bonita. De vez en cuando, caía un borrón de tinta encima de nuestro trabajo, pero para ello estábamos provistos de papel secante, o utilizábamos un trozo de tiza de la pizarra, que tampoco era mala solución”75 Adentrándose en el Lenguaje, la Guía aconseja para la enseñanza de la Gramática, el Análisis de oraciones y la conjugación de verbos. Recomienda el fomento de los copiados, dictados y redacciones, con el fin de mejorar la ortografía, ampliar el vocabulario y desarrollar la expresión y la invención. A continuación aborda la Aritmética, recomendando, entre otras cosas, que se practique el cálculo mental. Sobre la Historia Sagrada e Historia Patria, señala como objetivos el dar a conocer hechos y personajes, explicarlos e inculcar valores positivos, de ellos, en los alumnos. La Geografía la presenta como un gran apoyo cultural para saber situar distintas civilizaciones y lugares en el globo terráqueo o en el mapa de España. La Gimnasia, el Canto y el Dibujo cierran nuestro rápido vistazo a las asignaturas, no sin antes comentar la llamada Lección de Cosas, donde entraba desde Física y Química a Botánica, desde Higiene a Zoología y desde Agricultura a Mineralogía. En todas las asignaturas se recomendaba preguntar todos los dí75

FONT DE DIOS, E., o.c., p. 2.

45


as, para obligar al alumno a ir adquiriendo el hábito del estudio diario y controlar su esfuerzo y aplicación. Como hemos dicho al comenzar estos dos últimos apartados, los tiempos actuales en el tema del material y las asignaturas, han cambiado muchísimo. Lejanas son ya las imágenes de la chasca, del pupitre doble, del tintero, de las filminas o del maestro dibujando el mapa de España en el patio y los niños recorriendo los ríos. Hoy es la hora del rotulador, de las diapositivas, de los videos, de la informática... Pero, creemos, que en la Institución Marista, como en cualquier institución educativa, la imagen, la ilusión y la voz del maestro y su pizarra, hoy ayudado de infinidad de material más que hace treinta años, siguen siendo decisivas. Por eso transcribimos las palabra de Mariano Santamaría: “Detrás de la tecnología y el progreso subyace permanentemente el espíritu de Marcelino Champagnat, que es el que ha conseguido que el Instituto perviva a través de los años, por encima de los cambios en las tendencias pedagógicas. La pedagogía de presencia, la pedagogía mariana, de humildad, de vida de familia, de estímulo, de emulación, de trabajo, de disciplina, la pedagogía cristiana, en definitiva, está tan vigente como en 1886, o más aún, si cabe. estos atributos son el mejor material escolar que un alumno puede encontrar en el colegio de los Petits Frères de Marie”76.

76 SANTAMARÍA, M. Cien años en la escuela. Instituto de los Hermanos Maristas. Secretariado Nacional de Educación. Edelvives, Zaragoza 1987, p. 150.

46


3. LA LLEGADA DE LOS MARISTAS A ESPAÑA GERONA 1886 Antes de que los primeros Hermanos Maristas aparecieran por España, en 1886, el Instituto ya se había extendido desde Francia a otros rincones del mundo. Al Reino Unido llegaron en 1851; a la Bélgica valona en 1856; a Irlanda en 1862; a la Colonia del Cabo, en África del Sur, en 1867; a Samoa en 1871; a Australia en 1872; a Nueva Caledonia, colonia francesa de Oceanía, en 1873; a Nueva Zelanda en 1876; a las islas Seychelles, colonia francesa, en 1884 y a la provincia francófona de Quebec, en Canadá, en 1885. La venida a España no fue fruto de un plan preconcebido de expansión, sino más bien el resultado de una casualidad que arraigó y se hizo fértil. Moral del Barrio, en sendas obras77, ha documentado y analizado ampliamente las razones de la llegada de los Maristas a nuestra nación. El 10 de julio de 1886 llega a la Casa General de los Hermanos Maristas, en Saint-Genis-Laval, una carta del Padre Réveillère, Superior de los PP. Lazaristas en Buenos Aires, en la que solicitaba cuatro Hermanos Maristas para encargarse de las escuelas de su misión. El Superior General de los Maristas, H. Teófano, aceptó la petición, con la condición de que los Hermanos que fueran destinados allá pudieran seguir rigiéndose por sus propias Reglas y Constituciones y tuviesen libertad para realizar nuevas fundaciones; además, decidió que los Hermanos misioneros, antes de partir se acostumbrasen a la cultura y lengua españolas. La proximidad de Gerona con la frontera francesa, fue la razón que eligió esta ciudad para que en ella los cuatro Hermanos que viajarían a Buenos Aires aprendiesen español. Paradójica elección, tratándose de la ciudad donde se habla un catalán más cerrado. A la capital gerundense arribó en noviembre el H. Bérillus, Asistente General, que preparó todo para la llegada de los Hermanos, contactando con mosén Ignacio Servitja Escatller, párroco de la iglesia del Carmen. A su retorno a Francia, en concreto al escolasticado de Saint-Paul-Trois-Chateaux, le faltó tiempo para contar maravillas de España y del trato recibido por parte de los 77 MORAL BARRIO, J.J., El Educador Marista, Edelvives 1986 y Cien años de escuela, en colaboración con otros autores, Edelvives 1987. Publicados por el Instituto de los Hermanos Maristas en conmemoración de su Centenario en España.

47


gerundenses. El 8 de diciembre se elegía a los cuatro Hermanos, de nombres Hilario José, Hermilo, Hipólito y Helión, curiosa coincidencia en las iniciales, que hará que en el mundillo marista se conozca a estos Hermanos pioneros con el sobrenombre de “las cuatro haches”. Pues bien, los cuatro llegaban a la estación de ferrocarril de Gerona, el 19 de diciembre de 1886, a las 8,30 de la mañana, oían misa en la catedral, se instalaban en el primer piso del número 2 de la calle Escolapia, junto al Seminario Conciliar y se preparaban para asistir a sus clases de español en el colegio San Narciso. Pronto, los habitantes de Gerona se acostumbrarían a ver pasear a los cuatro Hermanos, con sus largos hábitos y sus diccionarios de francés-español en las manos. Los progresos en el idioma eran rápidos, pero el proyecto bonaerense se iba complicando y se hacía difícil. Además, el obispo de Gerona monseñor Tomás Sivilla, mostró su deseo de que los Maristas permaneciesen en la ciudad y abriesen un colegio. Así, la empresa destinada inicialmente a Argentina, quedó en España y abrió su primer colegio en la calle Fournás número 2, el 1 de junio de 1887, con tan sólo tres alumnos: Ricardo Reixach, Narciso Viñas e Ignacio Servitja. Por la tarde de ese mismo día el número había ascendido a seis, al día siguiente subieron a veintiocho y al finalizar el mes rondaban los sesenta alumnos. No es el momento ni el lugar para desgranar exhaustivamente las peripecias de los Hermanos Maristas en Gerona. Sí decir que su progresión fue extraordinaria. El curso 1887-88, que se abre en septiembre, se inicia con 120 alumnos y la Junta del Apostolado de la Oración les encargará la gestión de otro colegio de la ciudad, el “Sagrado Corazón” (en construcción). Pronto, el húmedo local de la calle Fournás fue sustituido por un hermoso edificio en la calle Claverías número 12, antiguo colegio luego deshabitado, que se rebautizó con el nombre de “La Inmaculada”. El local, de tres plantas y amplio huerto trasero, con 437 metros cuadrados fue inicialmente alquilado, pagando los Hermanos 100 pesetas mensuales a su propietario, Manuel Llinás, hasta que en 1891 los Hermanos lo compran. En ese año, el total de alumnos es de 411 y es designado director el H. Hilario. En el curso 1892-93, el “Sagrado Corazón” abre sus puertas como colegio de primaria y los Maristas repartirán el alumnado, 245 en éste y 180 en “La Inmaculada”. Hasta 1900, los Hermanos Maristas pasarán a abrir o hacerse cargo de otros 23 colegios en Cataluña. Los nombres de Vich, San Felíu de Torelló y Mataró, donde se hizo famoso el espléndido colegio “Valldemía” (1888), Rubí (1889), Centelles (1890), Berga y Canet de Mar (1892), Sabadell (1894), Lérida (1895), Igualada (1896) o Barcelona (1900), entre otros, vinieron a unirse a la fundación primigenia de Gerona. Juntas, Instituciones católicas benéficas, asociaciones piadosas, Patronatos o los propios párrocos y obispos (el ordinario de Vich, monseñor Morgades i Gili, se distinguió en su apoyo a los Maristas), reclamaban la presencia de los Hermanos y les confiaban sus centros. La mayoría de los alumnos eran niños pobres que recibían enseñanza gratuita. Existían, sin embargo, reducidos grupos de niños que podían sufragar los gastos de su educación, y que entregaban cantidades mensuales que oscilaban entre las 5 y las 10 pesetas. Las Juntas y Patronatos pagaban a los Hermanos una media de unas 900 pesetas anuales para sus gastos y mantenimiento. 48


Era indudable que la pedagogía integral marista, en Cataluña78, su sencillez, su religiosidad llana, iba adquiriendo un gran prestigio a pesar de las críticas de ciertos diarios liberales como La Lucha, de Gerona, que criticaba a los padres que confiaban la educación de sus hijos a los “frailes franceses”. Un ejemplo del buen nombre que iba alcanzando el Instituto nos viene del testimonio del inspector de Sanidad que debía dar el visto bueno al nuevo colegio “La Inmaculada” (construido en 1905, siendo Director el H. Helion, sobre el solar del antiguo): “Subiendo por los callejones venía dispuesto a cerrar el colegio, pero al recorrer todas las dependencias y admirar salones bien ventilados, con mucha luz y buena orientación, y ver el sol que entra por tantas ventanas, me he convencido de que este colegio es el mejor centro docente de Girona, por su higiene, por lo pedagógico de su construcción y por sus posibilidades. Antes que éste, debería cerrar todos los demás centros”79. LA LEGALIZACIÓN EN ESPAÑA En contraposición a las numerosas dilaciones para obtener la autorización legal en su país de nacimiento (hasta 1851, treinta y cuatro años después de su fundación, no le fue concedida en Francia), la legalización del Instituto Marista en España fue rapidísima. El 31 de diciembre de 1887, el H. Hilario José, se dirigía por carta a la reina regente María Cristina. En esos momentos el Colegio de Gerona es una realidad igual que el de la calle San Simón de Mataró y se acariciaba la idea de hacerse cargo del colegio “Valldemía” de la misma localidad. Por su interés histórico, reproducimos íntegramente la citada carta: “Señora: Hermano Hilario José, superior de los Pequeños Hermanos de María venidos desde Francia a los Estados sujetos a Vuestra Maternal dominación, con el más profundo respeto se atreve a exponeros que el Instituto religioso del que es humildísimo miembro, erigido en el año 1817 por el celo del difunto P. Champagnat, sacerdote de la diócesis de Lyon, en la vecina República, cuenta hoy en día con unos tres mil quinientos miembros, los cuales, en ambos continentes se dedican a instruir a los niños y aún a los adultos en todo lo que pueda contribuir a servir mejor a su Dios y a su Patria Aprobado el Instituto por la Santa Sede, son ya los Pequeños Hermanos de María operarios reconocidos de la viña de Cristo. Y sabiendo lo mucho que Vuestra Majestad se interesa por el bien espiritual y temporal de los españoles, que dichosamente considera como los hijos suyos muy queridos, desean los hermanos consagrarse a sus tareas 78 Hasta 1903, todos los colegios maristas en España, veintinueve, se radicaban en Cataluña, con las excepciones de los de Burgos (1891), Cabezón de la Sal en Cantabria (1897), Valencia (1897) y Logroño y Cartagena (1898). 79 Testimonio recogido en Cien años de escuela, p. 46.

49


en el país donde el Pilar de Zaragoza perpetúa y perpetuará en lo sucesivo la dulcísima alianza del mismo con el cielo, por mediación de la excelsa Señora que España, a la par que el Instituto, veneran como su predilecta Patrona. No pretenden los Pequeños Hermanos de María privilegio alguno en su favor, y sí únicamente que se les permita dedicarse a su ministerio, en los vastos territorios que cobija el pabellón de las Españas al igual que los demás Institutos religiosos reconocidos por el Gobierno. En su virtud, y confiando en el Señor que los resultados corresponderán a tan grata medida, el infrascrito, con el más profundo acatamiento, Suplica reverentemente a Vuestra Majestad se digne autorizar en España la congregación religiosa denominada de los Pequeños Hermanos de María, como lo están los demás Institutos dedicados a la enseñanza. Así se atreve a esperarlo el exponente de Vuestra próvida solicitud por el bienestar de todos los españoles, y al formular su demanda tiene el honor de ofreceros el homenaje de los sinceros votos que eleva a Dios el Instituto por vuestra prosperidad y la de la Real Familia. Girona, 31 de diciembre 1887. Señora: A los Reales pies de Vuestra Majestad.” El 3 de febrero de 1888, tres meses después de escrita la carta, apenas ocho meses transcurridos desde que los maristas comenzaran a impartir sus primeras clases en España, el ministro de Gracia y Justicia, Alonso Martínez, contestaba aprobando el Instituto, mediante Real Decreto con fecha de publicación de 8 de febrero, “para España e islas adyacentes”. La única condición planteada a los Hermanos era la de solicitar de las autoridades civiles y religiosas del lugar una autorización expresa y concreta para cada escuela. La alegría entre los Maristas fue enorme, más aún si tenemos en cuenta los negrísimos nubarrones que sobre su futuro se cernían en Francia y que detallaremos en el siguiente apartado. El 23 de febrero de 1888 el Superior General, H. Teófano, escribía una carta de agradecimiento a S.M. la Reina, cuyos términos denotaban la inmensa dicha que albergaba en el Instituto por la fácil legalización en España80. DEL DESASTRE EN FRANCIA A LA CONSOLIDACIÓN EN ESPAÑA Si la llegada de los Maristas a España se debió al azar, su consolidación va a ser consecuencia de los acontecimientos que van a tener lugar en nuestro país vecino, cuna y gran base de los Hermanos. Lo hemos comentado hace apenas unas líneas. En los años finiseculares del XIX, oscuras perspectivas se cernían en Francia, no ya sólo sobre los Maristas, sino sobre todas las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza. 80

50

El original, en francés, y su traducción podemos encontrarlos en Cien años de escuela, páginas 57 a 59.


Desde el advenimiento de la República (1873), la enseñanza religiosa va a estar en el punto de mira de republicanos y liberales, afines al programa anticlerical de la masonería. El acoso va a comenzar durante la presidencia de Jules Grevy (1879-1887), y en opinión de Louis Caperan81, fue facilitado por la transigencia del Vaticano y del Episcopado galo, con el fin de evitar una querella llamativa que promoviese desde el Gobierno un mayor grado de rigor anticlerical. Además, la numerosas órdenes religiosas que realizaban su labor en las escuelas no supieron articular un frente común que permitiera una defensa de sus derechos. Una tras otra van a ir cayendo sobre dichas órdenes leyes restrictivas. En 1880 comienzan a ser expulsadas del territorio francés todas las congregaciones que, hasta el momento, no habían obtenido autorización legal para existir. En 1882 se suprime la enseñanza de la religión en las escuelas comunales y se prohibe la práctica de la oración. En 1884 se obligaba a todas las órdenes a pagar un impuesto que gravaba fuertemente los traspasos, herencias y donaciones. La ley Globet (30 de octubre de 1886), declara laicas todas las escuelas comunales y obliga a que sus maestros, en el plazo de cinco años, sean todos seglares. Además se obligaba a los Hermanos a cumplir el servicio militar: si en 1889 había unos 50 Hermanos cumpliéndolo, en 1891 eran 200, como dice Moral Barrio, “Incluso desde el punto de vista material era una calamidad sin precedentes en el Instituto. La eficacia de más de 150 hombres jóvenes se restaba a una institución en pleno rendimiento. En el plano económico era un desastre no sólo por lo que no ganaban, sino por lo que se necesitaba para ayudarlos materialmente”82. El Instituto Marista buscará fuera de Francia lo que en ella se le niega. Las estadísticas de 1900 nos dicen que fuera de Francia trabajan 2.341 Hermanos (de los que 686 eran franceses), atendiendo 237 centros y 43.574 alumnos. La expansión que habíamos comentado antes hasta 1886 se ha ampliado ahora a Estados Unidos e Italia (1887), Dinamarca e islas Fidji (1888), Colombia (1889), China (1891), Turquía y la colonia británica de Aden (1892), Suiza (1893), Brasil (1897), Egipto (1898) y Méjico (1899). Su presencia en Francia sigue siendo, a pesar de su retirada de las escuelas públicas, muy fuerte. Entre el territorio metropolitano y las colonias (Argelia, islas Seychelles, Líbano, Siria, Indochina, Nueva Caledonia y Samoa), cuenta para ese mismo año de 1900 con 4.839 hermanos que atienden 536 escuelas y 51.196 alumnos. Pero la puntilla final a su presencia en su país de origen está próxima. El 10 de julio de 1901 el Gobierno Combes dicta la ley Waldeck-Rousseau, que dictamina que ninguna congregación religiosa puede existir en Francia ni abrir escuelas sin autorización expresa del Consejo de Ministros y dicho Consejo puede disolver una congregación y cerrar sus escuelas mediante un decreto. La autorización de que disponían los maristas desde 1851 se convierte en papel mojado. El 19 de septiembre de 1901 el H. Teófano presenta la petición de autorización y el 1 de abril de 1903 la catástrofe se consuma: El Gobierno niega la autorización al Instituto para regularizarse y da un plazo de tres meses para cerrar todos sus centros. Las demás órdenes religiosas corren igual suerte. El 1 de diciembre de 1905, el gabinete Combes pone el último anillo a la cadena iniciada años atrás: se pro81 82

CAPERAN, Louis, Histoire contemporaine de la laïcité française, Paris 1957, páginas 131-138. MORAL BARRIO, El educador marista 2, Edelvives 1986, p. 41.

51


híben las Universidades católicas y se retira el derecho a enseñar cualquier materia a religiosos o sacerdotes, se suprimen los conventos, se incautan los bienes eclesiásticos, se expulsa del país a unos 20.000 religiosos... se rompen las relaciones con el Vaticano. Baladí sería detenerse a comentar el durísimo revés que esto supuso para el Instituto Marista, la más importante de las órdenes masculinas de Francia, en número de Hermanos y escuelas, después de los Hermanos de las Escuelas Cristianas83. Pero de ello se beneficiarían sus obras allende las fronteras francesas, que recibirían nuevos impulsos. 1903, el año de la expulsión de Francia, también será recordado por las nuevas llegadas de Maristas a España, por su aparición en Argentina (17 años después de aquel primer intento fallido de las “cuatro haches”) y Cuba; 1904 será el año de Palestina; 1905 el de Bulgaria y Servia; 1907, Grecia; 1909, Hungría y Perú; 1911, Chile, el Congo belga y la lejana Ceilán; 1914, en fin, contempla la llegada de los Hermanos al Imperio Alemán. En efecto, como hemos dicho, nuevos contingentes de Maristas llegan a nuestra nación en 1903. La crítica situación del Instituto en Francia y la magnífica acogida que se había tenido al otro lado de los Pirineos (30 centros formaban ya la llamada Provincia de España) lo decidieron. Si la venida de 1886 había tenido su origen en la casa de Saint-Paul-Trois-Chateaux, las de 1903 lo van a tener en las de Aubenas y Lacabane. Tres Hermanos de Aubenas, Richard, Robustien y Louis Maxence, llegan el 26 de mayo de 1903 a Pontós, provincia de Gerona, para comprar una finca de 40 hectáreas al precio de 30.000 pesetas. Durante el verano llegarían más Hermanos procedentes de Aubenas, que fueron acondicionando los tres destartalados caserones que poseía la finca. En las Navidades, Pontós alojaba ya 50 hermanos, entre novicios y profesos, y para el 30 de mayo de 1904 se abría la escuela. Borrasá, La Bisbal, Besalú y Figueras serán nuevos centros que se abrirán desde Pontós, pero que tendrán vida efímera (para 1920 ya se habían cerrado) debido a las penurias económicas del Instituto y a que atendían a niños muy pobres. La fortuna les sonreiría en 1907, cuando el obispo de Lugo, monseñor Benito Murúa, solicitó a la Provincia de España, Maristas que se instalaran en la capital gallega; los Hermanos de Pontós aceptaron la oferta que sus compañeros de la Gran Provincia declinaron al estar en plena expansión por otros puntos del solar hispano. Lugo (1907), Orense (1908) y Oviedo (1909) serían sólidas fundaciones, respaldadas por los respectivos obispos, que verían aumentar espectacularmente su número de alumnos y Hermanos, ya en mayoría españoles. Tuy (1912), Vigo (1913), La Coruña (1915), León y Segovia (1919). Incluso en ese año de 1919, se abría el Colegio hispanofrancés “San José” en Madrid, no sin cierta rivalidad con otros centros privados, incluido el Marista dependiente de la Provincia de España. 83 En 1903 los Hermanos de las Escuelas Cristianas eran la principal congregación masculina de origen francés dedicada a la enseñanza, tanto en número de Hermanos como de escuelas en todo el mundo: 9.309 y 1.372, respectivamente. Los Hermanos Maristas los seguían, de lejos, en segundo lugar, con 4.240 miembros y 595 centros educativos, siendo su progresión espectacular, pues en 1830 eran la octava congregación de este “ranking” en número de escuelas. Los Marianistas, que desde 1887 habían iniciado su obra en España, ocupaban el quinto lugar con 838 padres y 67 colegios. Fuente: LANFREY, A., Une congregation enseignante: Les Frères Maristes de 1850 à 1904. Lyon 1979, p. 8.

52


Retornemos a 1903 y vayamos a fijarnos en la tercera corriente de Hermanos Maristas que llegan a España. Esta procederá de Lacabane, pequeña villa situada al sur de Burdeos. La proximidad con el País Vasco les llevará a él cuando estalle la crisis secularizadora en Francia. El Ayuntamiento de Oñate (Guipúzcoa) les brindó las dependencias de una antigua Universidad, donde asesorados por los Hermanos de la Provincia de España, los Hermanos de Lacabane abrirán en 1903 un noviciado y una escuela. La escuela seguiría en Oñate, pero el noviciado se trasladaría a Anzuola, una pequeña localidad a dos horas de marcha por el monte y efectivamente, por medio de jumentos y a través de dicho monte, se efectuó el traslado en 1907. Durango (1904), Zalla (1906), Placencia de las Armas (1909), Balmaseda (1920), y Zumaya y Las Arenas (1928) son centros que se abrirán desde Anzuola, con variada fortuna, dedicándose a primera, segunda enseñanza y a actividades de formación profesional. El gran centro de los Hermanos originarios de Lacabane será “El Salvador” de Bilbao, fundado en 1918 y que tras varios domicilios se emplaza actualmente en la calle Iturbide. Badajoz (1928) también sería fundado por ellos aunque pasaría a la jurisdicción de la Provincia de España. El afán fundacional de los Maristas de Anzuola los llevaría a ultramar, a Venezuela, llamados por el obispo de Maracaibo en 1925 y en esa ciudad fundarán el colegio “Nuestra Señora de Chiqinquirá”, aparte de otros, menos importantes, en Coro y Riohacha. LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA El Instituto de los Hermanos Maristas está regido por un Superior General, elegido en Capítulos Generales (convocados cada nueve años) y asistido por los Consejeros Generales, que se eligen igualmente en dichos Capítulos. Cuando llegaron los Maristas a España la Casa General tenía su sede en Saint-Genis-Laval, tras la expulsión de Francia se ubicó en Grugliasco (Italia) y desde 1961 está en Roma. El Instituto, para su mejor administración, se divide mundialmente en Provincias, al frente de las que se haya un Hermano Provincial apoyado por el Consejo Provincial. En cada Colegio, la comunidad religiosa y la educativa se organizan de manera distinta, y el Director del Colegio no se corresponde necesariamente con el Superior de la comunidad religiosa. Los Hermanos pioneros que llegaron en 1886 a Gerona fueron el embrión de la llamada Gran Provincia de España, constituida en 1903, una de las once que conformaban el Instituto Marista en todo el mundo, y cuyo primer Provincial será el H. Pablo María. Su proyección y desarrollo fue extraordinario, llenaron de escuelas Cataluña en apenas una docena de años y el amanecer del siglo XX emprendieron el camino del sur: en 1904 llegaron a Calatayud y Valdepeñas. Los centros de Moral de Calatrava, Manzanares y Lucena, el primero en Andalucía, se abrieron en 1906 y al año siguiente les tocaba el turno a Alicante y Soria. En 1915 llegarán a Larache, en el Marruecos español y los años de la Segunda República verán la apertura de los colegios de Jaén, Málaga, Córdoba y Sevilla. Como sabemos, también desde 1903 otras corrientes de Hermanos Maristas fundaban colegios en España, siempre ayudados por los veteranos de la Gran Pro53


vincia, pero sin poder evitar algunos roces, al tener colegios unos en áreas de influencia de otros. En 1920 se crea la llamada Provincia de León, con el H. Bertualdo como Provincial, que recogía los esfuerzos de los Hermanos que llegaron a Pontós. Anzuola se erigiría como Provincia en 1935, ocupando solo el territorio vasco, y su primer Provincial sería el H. Cipriano. Superada la tragedia colectiva española que fue la Guerra Civil (1936-1939) y que afectó terriblemente a los maristas (174 mártires, 120 encarcelados, numerosas escuelas cerradas y centros destruidos), se imponía una reorganización administrativa de los Maristas en nuestra nación. El 17 de abril de 1942 se creaba una nueva Provincia que reuniría el importante desarrollo catalán: nacía así Levante, con Cataluña y la región valenciana como núcleo. Se mantenía la vieja Provincia de León y se creaba la extensa Provincia Norte-Sur, que englobaba a la antigua Gran Provincia de España (sin Levante ya) y a la de Anzuola. Dos años después, el 28 de abril de 1944, el Consejo General efectúa pequeñas modificaciones que se saldarán con la aparición de cuatro provincias. Levante y León seguían como en 1942, pero Norte-Sur, demasiado extensa se dividía en Bética (Andalucía, Murcia, Badajoz, Castilla la Nueva y Larache) y Norte (Anzuola, Navarra, Castilla la Vieja y Alcazarquivir, en Marruecos). En 1959, el 2 de febrero, se acomete la, hasta ahora, definitiva reestructuración de las provincias canónicas maristas españolas. El aumento de las vocaciones de Hermanos, alumnos y centros así lo aconsejaba. Los nombres de las nuevas siete provincias eran Bética (con la extensión americana en Bolivia), Castilla (que se ocupaba también de Guinea), Cataluña (que se ocupaba también de Baleares y Paraguay), León (con extensión a Ecuador), Levante (que llevaba también el Sahara), Madrid (que englobaba Canarias y el Zaire) y Norte. La Casa Central se instalaba, definitivamente, en Madrid La que más nos interesa a nosotros por nuestro estudio, la Bética, comprendía las provincias andaluzas más Badajoz, Ciudad Real y la citada Bolivia. En 1959 disponía de 14 colegios, Badajoz, Fuenteheridos, Huelva, Bonanza, Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Villanueva de las Minas, Córdoba, Lucena, Jaén, Granada, Málaga, La Caleta y Roboré (Bolivia); dos Casas de Formación, el Castillo de Maimón en Córdoba y Castilleja de la Cuesta en Sevilla; y una casa de retiro, Villa Onuba en Huelva. Actualmente, la provincia Bética dispone de los siguientes colegios “Nuestra Señora del Carmen” (Badajoz), “Cervantes” y “Reales Escuelas de la Inmaculada” (Córdoba), “La Inmaculada” (Granada), “Colón” (Huelva), “Santa María de la Capilla” (Jaén), “Nuestra Señora de la Victoria” (Málaga), “San José” (Priego de Córdoba), “Nuestra Señora de los Reyes” (Sanlúcar de Barrameda - Bonanza), “Santa María la Mayor” (Sanlúcar la Mayor), “San Fernando” (Sevilla) y los bolivianos “Sagrados Corazones” (Roboré), “Escuela Gonzalo Drees” (Cochabamba), “Hermanos Maristas” (Comarapa), “Hermanos Maristas” (Santa Cruz de la Sierra) y “San José” (Chiquitos), que suponen, exceptuando los colegios de Bolivia84, un global de 12.776 alumnos (alrededor de un 8,5% del total de alumnos que cursan Preescolar, EGB, BUP y COU en centros 84 El Colegio “Sagrados Corazones” de Roboré, se fundó en 1957 y cuenta actualmente con cinco Hermanos, siendo el germen de las siguientes fundaciones, que mantienen en Bolivia alrededor de 25 HH. Maristas.

54


católicos andaluces), 102 hermanos, 285 profesores seglares y 78 miembros de personal no docente. Los datos generales del Instituto Marista en España son: 69 colegios, 66.336 alumnos, 643 hermanos, 1.708 profesores seglares y 509 miembros del personal no docente85. Se mantienen las dos Casas de Formación y la residencia de Villa Onuba, y además, desde 1977, en Benalmádena, se alza una Residencia enfermería para Hermanos Maristas ancianos. LOS PRIMEROS HERMANOS, VISTOS POR JOSEP PLA, CONCHA ESPINA Y MIGUEL VIADEL Incluimos en nuestro trabajo el prestigioso documento que suponen las descripciones de las personas y obras de los primeros Maristas, en testimonio de Josep Pla, Concha Espina y el articulista valenciano Miguel Viadel. Estas descripciones son perfectamente válidas, también, para los Hermanos maristas que llegaron en 1906 a Lucena, primera fundación de Instituto en Andalucía, como ya hemos dicho, y a Córdoba en 1933. Josep Pla y Casadevall (1897-1981), magnífico autor catalán, reconocido por su hábil descripción del Mediterráneo y de su región natal del Ampurdán, fue antiguo alumno marista en los colegios de Palafrugell (fundado en 1894) y Gerona (fundado en 1887), y de esta etapa de su vida dejó un vivo recuerdo en su libro, Girona, un llibre de records, del que extractamos, traducida, la siguiente estampa: “Cuando los hermanos maristas llegaron a Palafrugell, causaron una gran impresión. Esto ocurría en los últimos años del siglo pasado. Los hermanos iban vestidos de una manera nunca vista en el país. llevaban una sotana con un cordón de borlas a la francesa, un rabat en el cuello, un crucifijo de madera y latón en el pecho, una capa corta, un sombrero de cura francés, zapatos bajos y medias de tela negra, de una acusada forma tubular. Como buenos meridionales estaban hechos al modelo típico del país originario, siempre un poco napolitano, en el que lo más importante es la pantorrilla prominente y el tobillo firme: es el marino descalzo, los pantalones arremangados, la mirada nostálgica, o el gran señor de buen pantalón, o el que frecuenta los saraos (que se viste de esta guisa). El exceso de ropa negra en las extremidades que presentaban los hermanos les daba una idea de seriedad y severidad que en el Ampurdán raramente se había ofrecido. A las clases dirigentes de Palafrugell se les ocurrió la idea de fundar un colegio de carácter confesional con unas posibilidades de enseñanza práctica cualificada y que produjese frutos evidentes. Y por esto vinieron los hermanos maristas por una aspiración, como aquel que dice. No fueron mal recibidos. Eran franceses, y, aunque expulsados de Francia, fueron considerados, aún por los anticlericales más notorios de la población, como más liberales y abiertos que los profesos de las órdenes del país. 85

Fuente: Cien años de escuela, pp. 164-204.

55


El ampurdanés es un hombre tan candoroso y tan sencillo que no puede, por cerrazón temperamental, comprender la complejidad social del jesuitismo. Llevaban en la cara la tristeza del exiliado, el espíritu un poco alicaído, la cerrazón contagiosa de la extranjería. La gente, al verlos, decía: “¡Pobrecitos!”. La evasión de aquellos hombres fue el colegio. Se dieron a la escuela de lleno. Trabajaron en ella con gran firmeza. La única distracción que tuvieron consistía en la lectura de “Le Pèlerin”, una “Campana de Gracia”, invertida, clerical, truculenta, que se publicaba en París. Al principio, los hermanos vivieron de la ayuda de personas piadosas y de las subvenciones de algunas familias. Pronto, sin embargo, dispusieron de abundantes alumnos. Tuvieron la habilidad innegable de adaptarse con rapidez al ambiente del país. No cargaron demasiado ni acentuaron en ningún sentido el misticismo. Defendieron un catolicismo normal, del pueblo llano, ciertamente mediocre, donde no había demasiados milagros ni exceso de casuística”86. Concha Espina de la Serna (1877-1955), escritora santanderina, también famosa por el realismo de sus descripciones de paisajes y ambientes, vivió de cerca la obra marista del colegio de Cabezón de la Sal, abierto en 1897, localidad cántabra famosa, aparte de por los típicos recursos económicos montañeses: los pastos, eucaliptos y el ganado vacuno, por explotar una de la principales minas de sal gema de España. Nos ha dejado su testimonio en el artículo titulado “Los maristas” y que apareció en el diario ecuatoriano El Universo, el 12 de agosto de 1910: “A mi profunda admiración, a mi gratitud hacia esos hombres que se llaman piadosamente hermanos y con mística dulzura se apellidan maristas, les vienen muy estrechos los límites de esta crónica; pero no dispongo de más amplio espacio donde recibirles ahora dentro de mis homenajes. Yo no sé de dónde vienen esos hombres excepcionales que han hecho en la villa rústica una abundantísima siembra de cultura; pero sé adónde van. Van al sacrificio glorioso del amor a los niños. Van al ensalzamiento sublime de la ciencia por medio de la caridad. Y van alegres, seguros, con la más encantadora de las humildades. Verdad es que la mies de su trabajo tiene tanto de abrumadora para su actividad como de fecunda en frutos de bendición. Y estos hombres son felices recogiendo la cosecha de sus ilusiones en la inteligencia de sus discípulos. Con ejemplos tan admirables como el que estos señores ofrecen a nuestra consideración, nada más fácil que defender y pregonar con fervientes alabanzas las excelencias de la enseñanza por asociaciones religiosas. La villa montañesa de que hago memoria no es un pueblo clerical, en el sentido que ahora se da a esta palabra; abundan en él los liberales y aún los republicanos. Cuando los maristas se establecieron allí, pocos años ha86

56

PLA, Josep, Girona, un llibre de records, Ediciones Destino, 1952, pp. 15-16.


ce, llamados para cumplir los fines culturales de una fundación benéfica, una fría hostilidad pública les salió a recibir al camino árido de su misión redentora... Actualmente, desde sus colegios de Primera y Segunda Enseñanza, los maristas recogen en amor y gratitud el caudal de abnegación exquisita que han derrochado sobre el pueblo. Los más incrédulos, los más indiferentes, los que decían con recelo: “¡Parecen curas!”, o murmuraban con desdén: “¡Parecen frailes!”; aquéllos más escépticos y sospechosos han vuelto la cabeza descubierta hacia los maristas y se han inclinado con respeto delante de su obra. La nota más emocionante y bella de esta obra santa es el amor fervoroso que los niños sienten por estos educadores modelo. Con un impulsivo afecto, todo atracción y confianza, los colegiales sin distinción de clase ni de años, están allí agrupados en un coro de armoniosa sumisión alrededor de los maristas. La tarea de aprender, siempre ingrata para los niños, se ha hecho en las manos pacientes y hábiles de estos religiosos una amabilísima tarea. Y una intensa sensación de bienestar se ha extendido mansamente por los hogares donde los pequeñuelos dignifican las horas de una vida ruda y pobre, iniciándose un poco en todas las ciencias buenas y hermosas. Tan seductoramente se ha presentado a los ojos de estas criaturas la posibilidad de ilustrarse y alcanzar la dicha de un mejoramiento inapreciable en su modesta condición social, que con bizarría de hombres cabales se están sometiendo gustosos a grandes sacrificios de trabajo para aprovechar el tentador beneficio. Algunos mozalbetes que ya pueden soportar la brega penosa de la mina, retornan presurosos de su jornada bruta para lavarse, mudarse y hojear unos libros deslumbradores de misterio que les van abriendo horizontes desconocidos y gloriosos. Y es una delicia observar cómo pastorcitos y mineros, leñadores y oficiales minúsculos traducen a lord Byron y a Lamartine, saludan a Wolf y conocen a Leclanché y a Mohr, a Ruhmkorff y a Edison... Los niños más felices, los que pueden correr y holgar, libertados de un prematuro trabajo por su buena suerte, ésos, gozando un ambiente más propicio a la delicadeza de los sentimientos, viven en familiar afecto con los hermanos maristas. Jamás, ni por acaso, les parece enojoso la asistencia a las clases. Para cumplirla con exactitud, madrugan diligentes, valerosos contra el dulce sueño matinal. Cuando todavía las personas mayores descansan, ya los niños mariposean de puntillas por la casa silenciosa, y muchas veces, en las crudas mañanas de invierno, las abarcas de los colegios, repicando alegremente en las calles de la villa aldeana, nos han parecido una expresiva llamada al trabajo y a la actividad del vecindario. Esta apasionada amistad de los niños para los hermanos, esta calurosa simpatía que está realizando milagros tales de aplicación y de constancia, son el premio, son la gloria de los maristas.

57


Los niños, con la generosidad propia de sus floridos años, se sienten impulsados hacia todo lo desinteresado y noble, y su inexperiencia no les impide valorar la sublime abnegación de estos religiosos, entre los cuales hay sabios polígrafos, verdaderos artistas de la ciencia: artistas sabios que en un renunciamiento tan absoluto como imponderable de todo lo material de la vida, velan, trabajan, luchan y redimen, sin más retribución que la de obtener una frugalísima comida y unos humildes hábitos... ¡Sabios artistas que ganan siete reales de jornal! Esta cifra elocuentísima, puesta sobre los altos méritos de estos hombres ejemplares, dice a gritos cuantos comentarios pudiéramos añadir a estos renglones de admiración. Ahora que se discuten, una vez más, en la guerra social, los beneficios que reportan a España las asociaciones religiosas, recordamos con devoción haber visto de cerca y haber sentido en nuestra propia casa la caridad inmensa de quienes por su virtud suma y su sencillez adorable merecen el nombre amoroso de hermanos y el dulce y santo apellido de maristas”. Finalmente, ofrecemos un tercer documento histórico, el del articulista Miguel Viadel, aparecido en el Diario de Valencia el 14 de octubre de 1931 y titulado “Los amigos de la clase media”, muy ilustrativo de la función educativa de los Colegios Maristas: “Es la clase media una de las más necesitadas actualmente de amparo y apoyo. Los obreros, en estos tiempos de un movimiento social tan agudizado, tienen sus ventajas; se ponen de relieve sus necesidades y son frecuentemente bandera de grandes apologías que derivan en aumentos de jornales y mejoras muy considerables. Las clases pudientes y adineradas tienen, naturalmente, sus posibilidades para hacer frente a los innumerables gastos de la vida. Por el contrario, la clase media sufre tragedias íntimas, coscorrones de la adversidad, forcejeos íntimos que se traducen de ordinario con la frase vulgar “quiero y... no puedo”. Dotada de una fina sensibilidad y sentido de elevación, tiene aspiraciones muy legítimas y dignas en materia de cultura. Pero la cultura cuesta dinero y la clase media es precisamente la que más está tolerando las aristas del hielo despiadado del olvido y de la incomprensión. He aquí, en nuestro concepto, uno de los méritos más destacados de la labor educativa que realizan los Hermanos Maristas. La formación de la clase media. Es indudable que la orientación y actividad de los Institutos oficiales en nuestra España ha sido deficiente y manca en un profundo sentido pedagógico. Digamos en honor de esta Institución religiosa que el segundo mérito que se le puede apuntar es el de completar la enseñanza de los Institutos oficiales ampliando y perfeccionando sus estudios (...) Más nos podríamos extender hablando de sus métodos y procedimientos pedagógicos. Nos basta con lo apuntado, para demostrar de qué manera práctica y positiva los Hermanos Maristas fomentan la educación y enseñanza de los hijos del pueblo” 58


LOS COLEGIOS MARISTAS DE 1900 Para finalizar este apartado, comentar que los Colegios de los Hermanos Maristas en 1900, como “Nuestra Señora de Araceli” de Lucena desde 1906, solían ubicarse en caserones de tres plantas, dentro del casco urbano, que les confían las instituciones o grupos de personas que los reclaman. Pocas veces tienen la suerte de escoger fincas situadas en pleno campo. Aún así siempre tratan que se cumplan las condiciones higiénicas que comentamos en su momento. Los Hermanos viven en la tercera planta del mismo Colegio, que además del patio para los alumnos, en el frente, suele estar dotado de un huerto y gallinero, en la parte trasera, que trabajan los Hermanos. Los colegios tenían varias clases, en el sentido de las graduadas que vimos líneas arriba, localizándose en la segunda planta a ambos lados de un corredor. En la planta baja se instalaba la capilla, la cocina y un pequeño saloncito y si quedaba espacio se habilitaba para un aula. La mayoría de estos primeros colegios se dedicaban exclusivamente a la primaria (6 a 12 años), siendo el horario de seis horas, tres por la mañana y otras tres por la tarde. Algunos niños, terminada la jornada matinal marchaban a sus domicilios a almorzar; otros traían su pequeña tartera y pan, que les calentaban los Hermanos, a la par que les suministraban una sopa como complemento nutritivo. El curso era muy largo, comenzaba el 1 de septiembre y finalizaba el 25 de julio, pero a lo largo del año existían amplios períodos vacacionales (diciembre era casi entero festivo). Los primeros Colegios Maristas estaban muy modestamente amueblados y en el aspecto de libros de texto compartían idéntica penuria que el resto de centros de enseñanza. Por ello, la pizarra y, sobre todo, el estilo pedagógico del maestro marista cobraban doble valor. Quizás ahí haya que buscar la razón de su rapidísimo éxito.

59



4. LA ENSEÑANZA EN LA ESPAÑA DEL CAMBIO DE SIGLO ¿Qué ambiente educativo encontraron los Hermanos Maristas a su llegada a España y en los años inmediatamente posteriores? A ello vamos a dedicar los cinco siguientes apartados. Importante referencia para el estudio de esta etapa de la educación española sigue siendo la obra de Puelles, Educación e ideología en la España contemporánea87 y la del inspector de enseñanza cordobés Luis Batanaz, La educación española en la crisis de fin de siglo88; pero, recientemente, dos nuevos trabajos se han convertido en fundamentales: el capítulo dedicado a la Educación y enseñanza, dentro de la Enciclopedia de Historia de España, dirigida por Miguel Artola, que publicó Alianza Editorial en 1989 y, sobre todo, la monumental Historia de la educación en España y América, en la que han colaborado numerosos profesores universitarios e historiadores, coordinados por Buenaventura Delgado89. LA LEY MOYANO DE 1857 Cuando los maristas llegan a España en 1886, en materia educativa, en nuestro país, sigue vigente la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, más conocida por ley Moyano, por ser el moderado Claudio Moyano y Samaniego (1809-1900), ministro de Fomento en el Gobierno Narváez, quien la sacó adelante. La ley Moyano ha pasado a nuestra historia educativa como la más longeva (se mantuvo íntegramente en vigor hasta 1931 y, en muchos aspectos, pervivió hasta pasada la posguerra) y si ello se consiguió fue porque se trató de una ley consensuada, de la que sólo renegaron los extremistas de ambos bandos (los que rechazaban la intromisión clerical y los que querían extender la supervisión eclesiástica al contenido de los textos y a las enseñanzas impartidas por el profesorado). 87

PUELLES BENÍTEZ, M. Educación e ideología en la España contemporánea. Labor, 1980. BATANAZ PALOMARES, L. La educación española en la crisis de fin de siglo. Diputación de Córdoba, 1982. 89 DELGADO CRIADO, B. (coord.), Historia de la educación en España y América, 3 volúmenes, Ediciones SM, 1994. El Tercer Volumen está dedicado a la etapa contemporánea. 88

61


En líneas generales podemos decir que la ley Moyano dividía la enseñanza en primaria, secundaria y superior, siendo esta última los estudios universitarios. La primaria, que era obligatoria y gratuita, para los que no pudieran pagarla, comprendía de los 6 a los 12 años90 del alumno y se desglosaba en elemental (6-9) y superior (10-12). La elemental comprendía: doctrina e historia sagrada, lectura, escritura, principios de gramática, ortografía, principios de aritmética, nociones de agricultura, industria y comercio. La superior, además de una ampliación de lo anterior, añadía geometría, dibujo, agrimensura, historia y geografía (especialmente españolas) y nociones de física e historia natural; en las escuelas de niñas, se impartían además de las materias generales, labores, higiene y economía doméstica. La secundaria se impartía en los Institutos (creados por el cordobés Angel de Saavedra en 1836 y consolidados en 1845 por la ley Pidal) y a ella se accedía por el “examen de ingreso”; estos estudios duraban cinco años y constaban de gramática latina y castellana; elementos de retórica y poética; aritmética y álgebra, geometría y trigonometría, elementos de física y química, psicología, lógica y filosofía moral, nociones de geografía, nociones de historia universal, historia de España, nociones de historia natural, fisiología e higiene. Cada provincia tenía un Instituto y el profesorado procedía de estudios universitarios. Para poder acceder a la Universidad era necesario aprobar el “examen de reválida”. La Universidad, en fin, se componía de seis Facultades (Teología, Filosofía y Letras, Derecho, Ciencias, Medicina y Farmacia) distribuidas en las diez universidades del Reino, así como estudios especiales de ingenieros, arqueólogos, archiveros, bibliotecarios y veterinarios. Admitía la enseñanza pública y privada. Con respecto a la primera, dio rango legal a la carrera docente funcionarial y a la centralización administrativa91. Se regulaban las Escuelas Normales92, que venían funcionando desde 1839 (costeadas por las Diputaciones hasta 1886 y luego por el Estado) para formación de maestros. Se previó que hubiese una en cada capital de provincia y otra central en Madrid. Así mismo se disponía el establecimiento de Escuelas Normales para maestras, la primera de las cuales se abre en 1858. Se estipulaba que en todo pueblo de 500 habitantes hubiese una escuela elemental para cada sexo. En los de 2.000, dos de niños y dos de niñas. En los de 4.000 tres, y así sucesivamente. En las poblaciones de más de 10.000 habitantes habría, además, una escuela superior, otra de secundaria y otra de párvulos. Los Ayuntamientos corrían con el sostenimiento de las escuelas de primaria (el Gobierno consignaría un millón de reales anuales de su presupuesto para ayudar a los Ayuntamientos pobres), y las Diputaciones 90 Desde 1901 la edad escolar obligatoria se amplía a los 12 años, por R.D. de 26 de octubre; antes era sólo hasta los 9. 91 En 1843 se había creado el Consejo de Instrucción Pública, que se alzaría a la categoría de Ministerio en 1898, con la desaparición del Ministerio de Ultramar. 92 Con la reforma del conde de Romanones, ministro de Instrucción Pública, en 1901, las Normales podían ser de dos tipos, según si se quisiera obtener el título de maestro de enseñanza elemental o superior. En el primer caso se debían cursar las siguientes materias: catecismo, historia sagrada, lectura, caligrafía, gramática y composición, aritmética, geometría, dibujo y agrimensura, geografía e historia de España, agricultura, principios de educación y metodología y prácticas de enseñanza que se realizaban en las escuelas anejas. Para la segunda opción, además de las anteriores, se debían superar álgebra, historia universal y cosmología. El que quisiera quedarse como profesor de la Escuela Normal (que no tenía categoría universitaria), debía ampliar sus estudios con retórica, poética, pedagogía y derecho administrativo respecto a primaria.

62


con los centros de Segunda Enseñanza (Institutos). Se procuraría el establecimiento de escuelas para adultos y, en las grandes poblaciones, para sordos y ciegos. En cuanto a sueldos de maestros públicos, la ley decía lo siguiente: Los de escuelas elementales dispondrán de casa habitación y un sueldo fijo anual de: 2.500 reales (en pueblos de hasta mil almas), 3.300 reales (de mil a tres mil habitantes), 4.400 reales (en los de tres a diez mil), 5.000 reales (de diez a veinte mil), 6.600 reales en las poblaciones superiores a veinte mil habitantes y 9.000 reales a los que dieran clase en escuelas elementales de Madrid. Los maestros de escuelas superiores cobrarían un sueldo de mil reales más que los de las elementales en cada caso. En ambos casos se preveía un aumento gradual con cargo al presupuesto de cada provincia. La privada, en su inmensa mayoría católica, al amparo del Concordato de 1851, se regiría por las mismas normas que la pública, con la salvedad de que los institutos religiosos podían obtener una autorización general “dispensando a sus jefes y profesores de título” (artículo 153). Para abrir un centro privado era preceptiva la autorización gubernamental y que el edificio reuniera unos requisitos que obtuvieran el visto bueno de las inspecciones de enseñanza (existente desde 1849) y de sanidad. Los colegios, y sobre todo los de Segunda Enseñanza, adquirieron gran prestigio y fama, superando la formación que impartían los públicos. Además de la privada católica, hay que mencionar a los maestros que abrían sus propias escuelas unitarias en pueblos donde ni las públicas ni las de congregaciones religiosas cubrían la demanda; generalmente se ceñían a los cursos elementales y en algunos casos superiores, dependiendo siempre de centros oficiales que convalidaban los estudios. La labor admirable y difícil de compendiar de estos anónimos pedagogos/empresarios (que generalmente acababan arruinándose) paliaba en algo las carencias educativas de muchas zonas rurales. En el otro extremo se encontraba la enseñanza privada doméstica, con preceptores costeados para que acudieran a las propias casas. Igualmente estos estudios dependían de centros oficiales. Los libros escolares eran escasos, por lo que la pizarra adquiría un papel primordial. Los textos más usados cuando los Maristas llegaron a España eran la Cartilla, el Catón, el Catecismo Histórico de Fleury, las Obligaciones del hombre, el Amigo de los niños, las Fábulas de Iriarte y Samaniego, la Guía del artesano de Paluzie y los Textos de Primera Enseñanza de Saturnino Calleja, entre otros. La ley preveía que la autoridad eclesiástica señalaría el catecismo por el que estudiar la doctrina cristiana y los curas párrocos tendrían derecho a repasar esta materia en las escuelas, al menos una vez en semana. El derecho a inspección eclesiástica que se recogía en el artículo 2.º del Concordato se plasmaba en el artículo 295 de la ley Moyano: “... autoridades académicas y civiles cuidarán de que en los centros de enseñanza no se ponga impedimento alguno a la autoridad eclesiástica encargada de velar sobre la pureza de la doctrina, de la fe y de las costumbres, y sobre la educación religiosa de la juventud”. Por contra, el artículo 170 de la misma ley, aseguraba la inamovilidad del profesorado, salvo sentencia judicial que le inhabilitase para ejercer su cargo. Hasta aquí nuestro resumen de la ley Moyano, que goza de una buena valoración general para la mayoría de los historiadores, por cuanto de sistematización 63


y ordenamiento educativo supuso. Moral Barrio llega a afirmar de ella: “Dignificó la escuela primaria y contribuyó al descenso del analfabetismo y a la elevación del nivel profesional del maestro, aumentando también el número de escuelas en relación con el de habitantes. En sus tiempos fue, seguramente, la mejor de Europa”93. LA REALIDAD EDUCATIVA Sin embargo, aunque mejorando el nivel de años precedentes, la realidad educativa española de 1900 reflejaba el grado de subdesarrollo socioeconómico en que se encontraba nuestro país. En 1900, España tiene 18.618.086 habitantes. De éstos, el 28,6% viven en la ciudad y el 71,4% en el campo. La población activa supone un 35,31%, que se reparte de la siguiente manera: trabajos agrarios, 63,64%; industria, 15,99%; servicios y otros trabajos, 17,99%94. La tasa de analfabetismo en ese mismo año era del 63,78% (en 1877 llegaba al 72%) y de los 2.373.179 niños en edad escolar obligatoria, estaban escolarizados sólo 1.406.929 (un porcentaje apenas algo mejor que el de treinta años antes), siendo el absentismo muy alto. Esta baja tasa de escolarización se convirtió en algo endémico cuando comprobamos que los datos entre los años 1908 y 1939 se estancan en el 56 ó 58%. El total de escuelas en 1900 era de 28.690 (24.017 públicas y 4.681 privadas). Maestros titulados, en fin, unos 7.50095. Al maestro, sobre el que recaía la total responsabilidad de la formación científica y moral de la infancia del país, se le castigaba, paradójicamente, con sueldos tremendamente bajos (de 150 a 1.500 pesetas anuales, abonadas por juntas locales, que a menudo retrasaban los pagos), no gozaba de pensión de jubilación, se le relegaba socialmente, se le daba en las Normales una formación escasísima y desconocía lo que era la formación permanente. Ricardo Macías Picavea escribía a finales del XIX: “El maestro en España es un ser horriblemente formado; mejor dicho, deformado. En las Normales nada se les enseña; pero, en cambio, le desquician la natural inteligencia, el buen sentido y el sano juicio de las cosas”96. Con ribetes de humor negro, Josep Pla, hacía referencia a la condición física de los maestros de su región: “A principios de siglo he sido testigo directo de la sorpresa que produjo en un pueblo del Ampurdán, cuando al llegar un maestro nuevo, la gente se dio cuenta de que no era cojo, ni manco, ni lisiado de ninguna parte. Hacía tantos años que en aquel pueblo el pedagogo presentaba alguna forma de invalidez o mutilación, que se creía que un maestro físicamente normal no podría encontrarse”97. Contra el analfabetismo se luchó, intentando transformar las escuelas unitarias (un sólo maestro), que era lo común, en graduadas (varios maestros, director, 93

MORAL BARRIO, J.J. El educador marista 2, p. 65. TAMAMES, Ramón, Estructura económica de España, pp. 30 ss. 95 ANUARIO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA, p. 423. 96 MACÍAS PICAVEA, R., El problema nacional. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid 1979, p. 94. 97 PLA, J., o.c., p.14. 94

64


clasificación de alumnos por aulas), desde principios de siglo. En 1923 había 641 escuelas graduadas (con 2.291 secciones o grados) frente a 26.439 que mantenían el modelo unitario. En ese año de 1923 se había escolarizado alrededor del 55% de una población escolar que, según el Estatuto de Magisterio de 18 de mayo de 1923, había visto aumentar su edad obligatoria hasta los 14 años. El analfabetismo se redujo al 50% en ese año de 1923, que además se creó la Comisión Central contra el Analfabetismo, poco operativa por falta de recursos, según Delgado Criado98. Para mejorar la calidad del maestro surgieron iniciativas públicas y privadas. Tras las reformas de Romanones ya comentadas, en 1909 el ministro Rodríguez Sampedro crea la Escuela Superior de Magisterio, con el fin de formar profesores para las Normales. En 1914, un nuevo ministro, Francisco Bergamín, reestructuraba los estudios de las Escuelas Normales, ampliándolos a cuatro años (para acceder a las Normales era necesario tener los 16 años cumplidos), realizando prácticas en las anejas en el tercer y cuarto año. Al finalizar los estudios los alumnos se sometían a un examen de reválida para la obtención del título. Este plan estuvo en vigor hasta 1931. Desde el Gobierno, sin embargo, nada se hablaba de dignificar el sueldo y la condición social del maestro, que seguía en manos de los Ayuntamientos. Dentro de otras iniciativas públicas para mejorar la calidad de la formación de los maestros, debemos inscribir las Conferencias Pedagógicas (1886) que adquirieron la forma de Escuelas de Verano; el Museo Pedagógico Nacional (1894) dirigido por Manuel Bartolomé Cossío desde 1883 y que recogía las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. Desde 1907, la Junta de Ampliación de Estudios, preveía la ayuda para viajes al extranjero de los mejores alumnos de las Escuelas Normales. Dentro de las iniciativas privadas destaquemos las de la Institución Libre de Enseñanza y las católicas. La primera se definía por medio Francisco Giner en el Boletín de la ILE, exigiendo para la profesión de maestros, “hombres bien equilibrados, de temperamento ideal, de amor a todas las cosas grandes, de inteligencia desarrollada, de gustos nobles y sencillos, de costumbres puras, sanos de espíritu y de cuerpo, y dignos en pensamiento, palabra, obra, y hasta en sus maneras de servir a la sagrada causa cuya prosecución se les confía”99. El propio Cossío se pronunciaba a favor de una dignificación del maestro, exigiendo que sus estudios tuvieran rango universitario. Desde la actividad eclesiástica, dos nombres surgen en el anhelo de la formación de maestros: Andrés Manjón y Pedro Poveda. El primero, fundador de las Escuelas del Ave María para niños pobres del Sacromonte granadino, fundó en 1905 un Seminario de Maestros, en Granada, que cursaban los estudios oficiales y se preparaban científica, práctica y moralmente, siendo el antecedente de las actuales Escuelas Universitarias de la Iglesia de Magisterio. Poveda se orientaba hacia la presencia de un maestro católico (especialmente maestras, como una doble forma de dignificación: a la profesión de maes98

DELGADO CRIADO, B., o.c., p. 528. GINER DE LOS RIOS, F., Lo que necesitan nuestros aspirantes al profesorado, Obras Completas, vol. XII, Espasa Calpe, Madrid 1933, p.86. 99

65


tro y a la mujer), bien preparado en todos los campos, en la escuela pública y desde 1911 impulsa la creación de centros dirigidos a facilitar el acceso de las mujeres a la carrera de magisterio y a complementar el trabajo de las Escuelas Normales. IGLESIA Y ESTADO ANTE LA EDUCACIÓN El afán de regenerar España tras el desastre del 98, convirtió a la escuela en punto disputado por conservadores y liberales, católicos y laicistas. El Estado deseaba asumir plenamente la tarea educativa y esto no era comprendido por la Iglesia que se sentía zaherida por cualquier medida que fuera susceptible de anticlericalismo y de destruir lo que para ella era más positivo de la cultura española: el espíritu cristiano. Curiosamente, el Partido Liberal sería el que más arremetiese contra una “libertad” de enseñanza que en su opinión beneficiaba a la escuela católica: “Este principio de libertad de enseñanza puede ser mortal para los que aman y defienden los verdaderos principios liberales”, afirmaba Romanones en el Senado el 9 de abril de 1902. En los años siguientes, la Iglesia se defenderá del afán secularizador del Estado, al que acusa de desarrollar una enseñanza meramente instructiva, politizada y con excesos de centralismo y burocratización. El ataque del Estado era doble, por un lado contra la clase de Religión en las escuelas públicas (sancionada según el Concordato de 1851 y la ley Moyano y respaldada por la confesionalidad de la Constitución de 1876), temerosos de que fuera, “en el corazón de la enseñanza oficial, un arma contra el espíritu de la sociedad moderna”100. El Gobierno Canalejas trató de crear, sin alterar la legislación, unas escuelas “neutras” donde desaparecía la clase de Religión (1908), pero sólo tuvieron algún esbozo en Barcelona. Se convocó una Asamblea General de Enseñanza con el objetivo de reformar la enseñanza y las asignaturas, suprimiendo por supuesto la de Religión; pero la Asamblea fue un fracaso. El motivo principal de estas “derrotas” del Estado fue la actitud coordinada y decidida de los obispos, influyendo en las decisiones de los diputados católicos para que la legislación se acomodara a los derechos de la Iglesia; el “Mensaje” colectivo del episcopado al rey Alfonso XIII con ocasión del Congreso Católico de Santiago de Compostela (1902); y la decisiva aparición de personajes de gran talla en la educación católica como Andrés Manjón y diversos polemistas que supieron movilizar a los católicos laicos, mayoritarios en el país. Lo que sí consiguieron los gobiernos liberales, en concreto el de Romanones en 1913, fue el hacer compatible la asistencia a una escuela pública con la falta de asistencia a la clase de religión si así lo deseaban los padres. Esta reforma se rodeó de enorme polémica y se debatió acaloradamente tanto en el Consejo de Instrucción Pública e incluso se trató en el Consejo de Estado. El segundo ataque que los gobiernos liberales lanzaron contra la enseñanza católica fue en dirección a las congregaciones religiosas dedicadas a la enseñan100

66

TURÍN, I., La Iglesia y la escuela en España, de 1874 a 1902. Madrid,1967, página 136.


za, aumentadas en los principios de siglo con las que, como los Hermanos Maristas, venían huyendo de las restrictivas leyes de la República francesa. Así, con el gobierno Canalejas entra en vigor de 1910 a 1912, la famosa Ley del Candado, sueño de liberales y apoyada por los más extremistas, que limitaba en el futuro la creación o llegada de nuevas órdenes religiosas en España. Sin embargo esta ley, muy polémica, apenas llegó a tener efecto. Después de 1913, la cuestión de la enseñanza va cediendo paso en el centro de los debates y en la preocupación de los españoles, a otros temas: agitación social, guerra en el Protectorado marroquí, nacionalismo catalán. Por otra parte, la llegada de los conservadores al poder benefició a la enseñanza católica: Dato (1914) realizó ciertas reformas para contrarrestar la presencia de la Institución Libre de Enseñanza en la Escuela Superior de Magisterio y en las Escuelas Normales; su ministro de Instrucción Pública, Silió, retornó a la obligatoriedad de las clases de Religión e instituyó el día de Santo Tomás de Aquino (28 de enero) como Fiesta del Estudiante. El gobierno Maura (1921), finalmente, recordó la obligación legal de que la imagen de Jesús Crucificado estuviera en lugar preferente en la clase. LA ESCUELA CONFESIONAL CATÓLICA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Buenos vientos soplan para el edificio de la enseñanza católica en la España de principios del siglo XX. Salvando muchas diferencias que distinguían la situación española de la francesa, tres cimientos van a ser decisivos para que en España, la enseñanza confesional resista los ataques liberales que no pudo contener en Francia: los obispos, las órdenes religiosas y las personalidades. En efecto, el episcopado de la España primisecular, va a tener una actitud decisiva a la hora de promocionar escuelas católicas y defender los derechos de la Iglesia frente a los proyectos gubernamentales. Como señala Delgado Criado101, esta decisión y coordinación se va a unir a una fidelidad doctrinal absoluta a Roma y al Sumo Pontífice (contrastada en las continuas citas que hacen a los documentos papales, aunque vayan dirigidos a otros países), que les va a dotar de unidad de acción a la hora de guiar a los católicos. Los “púlpitos” que usarán los prelados son variados. Algunos ejercían representación política y harían oir sus voces desde el Senado, como fray Tomás Cámara y el cardenal Spínola102, en defensa de la libertad de enseñanza; o los arzobispos de Toledo, Zaragoza y Valladolid y los obispos de Jaca, Guadix y Madrid-Alcalá, contra la la Ley del Candado. Los Boletines Oficiales Eclesiásticos y las Pastorales, serán otros vehículos desde donde recordarán que la legislación defiende la presencia de la Iglesia en la escuela pública, el derecho de los padres a escoger la educación deseada para sus hijos, la necesidad de maestros cristianos, etc. Podemos destacar textos como El hombre mutilado por la escuela neutra, de 101

DELGADO CRIADO, B., o.c., pp. 560-564. El cardenal Spínola fundó en Sevilla la congregación de las Esclavas Concepcionistas dedicadas a la educación. 102

67


Torras i Bages obispo de Vich (1908), El laicismo en la enseñanza, de Salvador y Barrera obispo de Madrid (1914) o las de Pla y Deniel, obispo de Ávila, que en 1920-1922, escribe sobre la enseñanza de Religión en las Escuelas Normales, la visita de los párrocos a las escuelas y el sentido cristiano del magisterio (Sacerdocio de la educación). Otro altavoz del sentir del episcopado español serán las importantes concentraciones de fieles, dentro del tema de la enseñanza, que lograrán convocar y llevar adelante: Congreso Católico de Santiago de Compostela (1902), Congresos Catequísticos Nacionales de Valladolid (1913) y Granada (1926) y el I Congreso Nacional de la Educación Católica (Madrid, 1924). Todos, terminaban con declaraciones uniformes, en defensa de la educación católica, entendiendo la religión como dimensión fundamental del educando y aglutinadora de las demás asignaturas. Como dice Delgado Criado: “Una de las constantes del episcopado español de esta época es la insistencia en afirmar la validez y transcendencia de la educación católica. En sentido conviene subrayar la defensa que los obispos hacen de la escuela española, a la que consideran como la expresión del más acendrado catolicismo”103. Las congregaciones dedicadas a la enseñanza van a ser otro puntal de la escuela católica. Ciñámonos aquí sólo a las masculinas, que dirigían sus esfuerzos hacia los alumnos de ese sexo. Jesuitas, Escolapios, Carmelitas, Franciscanos, Trinitarios, Claretianos, Agustinos y Dominicos llevaban ya siglos desarrollando su labor; a finales del siglo XIX se les van a unir cuatro órdenes llegadas allende nuestras fronteras, que para los primeros años del siglo XX van a estar plenamente consagradas. Una va a ser la de los Hermanos Maristas, las otras tres las citamos a continuación. En 1881 se abría en Utrera el primer centro Salesiano en España. Dos años antes había llegado a Turín la petición del arzobispo de Sevilla, monseñor Jaime Lluch y Garriga, respaldada por Diego María Santiago, marqués de Casa Ulloa, bienhechor que ofrecía terrenos y apoyo económico. Pronto, España se fue llenando de talleres profesionales, de centros de primera y segunda enseñanza, de “Oratorios festivos” (recreo dominical), de patios y teatros salesianos, dirigidos a los niños de las clases modestas. Rodolfo Fierro Torres (1879-1974), Salesiano, llegará a gozar de gran prestigio, primero por su viva oposición a la Ley del Candado de 1911, y después por sus más de cincuenta obras dedicadas a estudios pedagógicos. En lo que respecta a nuestra provincia cordobesa, los padres salesianos abrieron su primer centro, en Montilla, el 3 de octubre de 1899 y, poco después, el 1 de diciembre de 1901 se inauguraba el de Córdoba104. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, la mayor orden francesa dedicada a la enseñanza, a los que ya nos hemos referido ampliamente por su influencia sobre los Maristas, llegan a España, en concreto a Cuatro Caminos (Madrid) donde abren un noviciado, en febrero de 1878. Sin embargo su gran venida se produci103

DELGADO CRIADO, B., o.c., p. 563. Dos magníficas obras, completas y amenas de leer, ha escrito el salesiano JOSE DIAZ COTAN, sobre la historia de estas dos fundaciones de los hijos de Don Bosco: La familia salesiana en Córdoba, Inspectoría Salesiana “Santo Domingo Savio”, 1993 y La solera salesiana en Montilla hacia el Centenario (1899-1999), Inspectoría Salesiana “Santo Domingo Savio”, 1994. 104

68


rá cuando a principios de siglo las leyes francesas les expulsen de su país natal. Si de 1900 a 1903 se habían abierto sólo tres escuelas, de 1904 a 1912 se inaugurarán 86 centros de segunda enseñanza y, sobre todo, escuelas populares. Para cuando en 1914 comiencen a retornar Hermanos a Francia, en España quedarán más de 1.200 Hermanos españoles que aseguraban el futuro de la obra de San Juan Bautista de La Salle. Los Lasalianos abrirían su centro en Córdoba al mismo tiempo que los Maristas, en 1933, con el nombre de “Cultura Española” (actualmente “La Salle”)105. La Compañía de María, los Marianistas, habían sido fundados en Burdeos (Francia) en 1817, por Guillermo José Chaminade, hallándose su germen en la etapa que su fundador había pasado exiliado, a causa de la Revolución Francesa, en Zaragoza. Llegarán a España en 1887, iniciando sus actividades docentes en el “Colegio Católico de Santa María” de San Sebastián, del que sería antiguo alumno el filósofo Javier Zubiri. Jerez (1887), Vitoria (1889) y Cádiz (1891), serán sus siguientes aperturas. Como los Hermanos de las Escuelas Cristianas y como los Hermanos Maristas, sufrieron la persecución legal del gobierno francés, lo que provocó el reforzamiento de su obra en España: Suances y Soria (1903), Villafranca de Oria y Medina-Sidonia (1904), Lequeitio (1906) y el renombrado “Colegio del Pilar” en Madrid (1907), a la par que se iba gestando la que sería Editorial Santa María, conocida hoy como SM. Desde sus colegios de segunda enseñanza, magníficamente dotados, ofrecieron una alta calidad de enseñanza científica y humanística, a la par que un espíritu de familia cristiana. La rapidez con que adquirieron prestigio queda demostrada con el hecho de que el ministro de Fomento Luis Pidal, del gabinete Silvela, solicitó al padre marianista Luis Cousin un plan de reforma de la enseñanza secundaria, para hacerla más educativa y humanista. La dimisión de Pidal, en marzo de 1900, impidió que se llevase a cabo el plan, que consistiría en libertad de enseñanza y método cíclico de estudios106. Y, como comentábamos al principio de este apartado, personalidades con nombre propio contribuyeron a fortalecer la escuela católica en el cambio de siglo. Apenas podemos hacer más que una breve reseña de cada una de ellas. Enrique de Ossó y Cervelló (1840-1896), sacerdote y educador, propuso regenerar la enseñanza desde el punto de vista cristiano y pedagógico; defendía la idea de una pedagogía española y se preocupaba, ante todo, por la educación de la infancia y de la mujer. En 1876 fundó la Compañía de Santa Teresa, dedicada a formar educadoras. Entre sus obras podemos citar: Guía práctica del catequista (1872), Plan de Estudios (1886) y Catecismo de los obreros y de los ricos (1891). Hoy en día, la Escuela Universitaria de la Iglesia de Magisterio, de Oviedo, lleva su nombre. La figura de Andrés Manjón y Manjón (1846-1923), burgalés de nacimiento y granadino desde 1880, brilla con luz propia y su obra, las Escuelas del Ave 105 Para conocer la historia de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en España se pueden consultar las siguientes obras. GABRIEL, C, La Obra Lasaliana en España, Madrid 1954 y GALLEGO, S. Sembraron con amor. “La Salle”, Centenario en España (1878-1978), San Sebastián 1978. 106 Una buena síntesis del espíritu marianista y sus primeros pasos en España, podemos encontrarlo en LABRADOR, C., Historia de la Educación en España y América. Volumen III, pp.593-599. Otras obras que se pueden consultar son: LABOA, J.M., Marianistas, Cien años de educación, Ediciones SM, 1987 y AUTORES VARIOS, Marianistas, Cien años en España, Ediciones SM, 1987.

69


María, es altamente reconocida desde todos los sectores de la historiografía educativa. Su obra, aunque originada en el Sacromonte granadino, iba mucho más de la mera obra benéfica de atención a los gitanos; quería educar a la gente humilde para que pudiera intervenir con acierto en la vida pública. Sus métodos fueron el asombro de numerosas personalidades que acudieron a Granada y aplaudieron a la persona y a la obra de Manjón: Antonio Maura, Segismundo Moret, Miguel de Unamuno, Manuel B. Cossío, Manuel Siurot, el marqués de Comillas, el conde de Romanones y el propio rey Alfonso XIII. Para 1920, más de 300 Escuelas del Ave María se habían fundado por toda España y muchas más bebían de su espíritu. Su mejor definición nos la da el propio Andrés Manjón: “¿Sabéis lo que es enseñar en el campo, enseñar jugando, enseñar haciendo, enseñar en humano, libre, español y cristiano, enseñar gratis a todo el mundo y enseñar paternal y socialmente, cooperando con los demás educadores? Pues si lo sabéis, juntadlo en uno y ya tenéis Escuelas del Ave María hasta el ideal”107. Pedro Poveda Castroverde (1874-1936), humanista y pedagogo como lo calificó la UNESCO en 1974, beatificado en 1994 y canonizado en 2003, vivió su compromiso sacerdotal y social en las cuevas de Guadix y en 1911 fundó la Institución Teresiana, con un doble fin: como modo de realizar el diálogo fe-cultura, y como medio de dignificación profesional de la mujer. Poveda propone la educación desde la libertad, basándose en los principios de comunicación y creatividad. El padre Poveda moriría asesinado en Madrid, al comienzo de la Guerra Civil, pero su obra no se extinguió: la Institución Teresiana es una de las congregaciones femeninas más importantes que se dedican a la enseñanza y sus afanes han traspasado ampliamente las fronteras españolas. Su labor se desarrolla, tanto en centros propios como en públicos (Colegios, Institutos, Universidades)108. Rufino Blanco Sánchez (1861-1936), primero maestro y luego maestro de maestros, desarrolló su labor desde la Escuela Superior de Magisterio. Discípulo de Menéndez y Pelayo, buscó la regeneración de la educación española desde una óptica católica, enfrentándose a la secularización que proponía la Institución Libre de Enseñanza. Sus ideas están expuestas en los cuatro volúmenes de la Enciclopedia pedagógica (1930-1932) y su magna obra es la Bibliografía pedagógica de obras escritas en castellano o traducidas a este idioma (1907-1912), que consta de cinco volúmenes y 3.770 fichas de libros procedentes de España e Hispanoamérica. Como Poveda, Rufino Blanco fue asesinado en Madrid en los inicios de la Guerra Civil. Manuel Siurot Rodríguez (1873-1940) fundó, dentro de la línea de Manjón pero con aportaciones propias, las Escuelas del Sagrado Corazón en Huelva. Destinadas a niños económicamente débiles, se sufragaban básicamente con la distri107 PRELLEZO, J.M., Manjón educador, Magisterio Español, 1975, p. 385. Esta es una obra vital para el estudio de Manjón y sus Escuelas. Del mismo autor se puede consultar una muy buena síntesis en Historia de la Educación en España y América. Volumen III, o.c., pp. 332-338 y 412-418, donde además, se cita toda la bibliografía sobre el tema. 108 Es importante consultar a GALINO, A., El pensamiento pedagógico del padre Poveda, REP n.º 33, 1951, pp. 41-57 y el Volumen Homenaje a Pedro Poveda en su cincuentenario 1936-1986, Narcea 1988. GÓMEZ MOLLEDA, D., ofrece una síntesis y la bibliografía de Pedro Poveda en Historia de la Educación en España y América. Volumen III. o.c., pp. 618-621.

70


bución de la revista Cada maestrillo, y en ellas se trataba de dar una educación religiosa y patriótica, desde el concepto del maestro/amigo y en un ambiente de alegría y actividades al aire libre. Creó también un seminario para la formación de maestros. Tremendamente sencillo y dedicado sólo a sus alumnos, rechazó la posibilidad de ser Director General de Primera Enseñanza, que se le ofreció durante la Dictadura de Primo de Rivera. La figura y obra de Siurot van unidas al que fue Arcipreste de Huelva y luego obispo de Palencia, Manuel González García. Enrique Herrera Oria (1884-1951) perteneció a una familia fecunda en servicios a la Iglesia española109. Cursó sus estudios primarios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas y los secundarios con los Jesuitas. Al comenzar el siglo XX ingresó en la Compañía de Jesús donde desarrolló su labor docente. Fuertemente influenciado por la encíclica de Pío XI, Divini illius Magistri (31-XII-1929), fundó, en 1930, junto al sacerdote secular Pedro Poveda y al padre marianista Domingo Lázaro, la Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE), respuesta católica a la Institución Libre de Enseñanza, con la que coincidía únicamente en el afán regenerador. La labor de la FAE, en cuanto a formación de maestros y difusión de ideas pedagógicas es ingente, destacando su gran labor en la época republicana. Dos revistas de la FAE, Razón y Fe y Atenas, donde Enrique Herrera firmaba como Hispanicus, nos muestran los mejores pensamientos de este pedagogo110. LA ESCUELA LAICA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX El gran exponente de la corriente pedagógica liberal y secularizadora es la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Su origen se halla en la introducción en España de las ideas filosóficas krausistas por Julián Sanz del Río. Karl Crhristian Friedrich Krause (1781-1832), fue un filósofo alemán de segunda categoría cuya fama, paradójicamente, le viene más por la aceptación de sus ideas en España que por su verdadero valor real. A fuer de ser excesivamente sintéticos (el momento no es el indicado para extenderse más), las ideas pedagógicas de Krause se definen por un universalismo y armonicismo, típicamente masónicos, sociedad a la que pertenecía desde 1805. Su tipo de educación se puede definir como integral, por cuanto insiste en educar a niños y niñas, ante todo, como seres humanos. Educación Física, contacto con la vida pública, coeducación e importancia del razonamiento, son conceptos educativos que podemos leer en las obras de Krause. Proclama la independencia de la Escuela frente al Estado y a la Iglesia, aunque, curiosamente, concede importancia central a la educación religiosa. 109 El más famoso de los hermanos, Angel, fundó los Propagandistas de Acción Católica, fue director del diario católico madrileño, El Debate, presidente de la Acción Católica y, más tarde, sacerdote, obispo de Málaga y cardenal. Los hermanos Luis y Julio fueron misioneros jesuitas en Las Carolinas y China, respectivamente. Otro hermano, Manuel, fue compañero de cárcel de Enrique durante la Guerra y colaboró con él en la FAE. 110 Una buena síntesis, con bibliografía, sobre Enrique Herrera y la FAE, la podemos encontrar en SANZ DE DIEGO, R. y LABRADOR, C., Historia de la Educación en España y América. Volumen III, o.c., pp. 631636 y 823-826.

71


Julián Sanz del Río (1814-1869), becado por el gobierno español, viaja en 1843 a Heidelberg, donde conoce y estudia el krausismo. A su vuelta a España, difunde las ideas de Krause desde su Cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad Central, desde 1854 a 1867. Su obra fundamental y en la que se basó la ILE, es Ideal de la Humanidad para la vida (1860), que, como ha demostrado recientemente Enrique Ureña, no es sino una simple traducción de dos tratados de Krause publicados en 1811 en una revista editada por él mismo111. Todo parecía que iba a desaparecer con la muerte de Sanz del Río, pero sus ideas encontraron un apoyo incondicional en un discípulo suyo sumamente eficaz, Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)112, que aglutinó en torno a sí a los catedráticos y auxiliares de universidad o instituto, descontentos por la exigencia de que en las clases no se atacase a la monarquía constitucional y al dogma católico, que había impuesto el ministro Manuel Orovio en 1875. Así, en 1876, surgía la Institución Libre de Enseñanza, que el 29 de octubre de ese año abría sus puertas en Madrid, como centro de segunda enseñanza, con unos métodos innovadores. Los profesores y alumnos de la ILE alcanzaron un “espíritu de cuerpo” y un estilo de comportarse: ordenado, serio y responsable, con una moral laica fría y ascética y, como dice Cacho en su obra La Institución Libre de Enseñanza, admiraban todo lo europeo y tenían muy poca comprensión hacia los valores tradicionales españoles. Las grandes palabras de razón, naturalismo, libertad, coeducación, tolerancia, progreso, humanidad o emancipación, fueron bandera de la ILE que atrajeron a muchos jóvenes. La ILE trató de reformar la educación española como medio de regenerar a España, a la que describían en una situación postrada y negativa como consecuencia del lastre de su pasado. En consecuencia, abjuraron de dogmas y tradiciones y reprobaron la labor de la Iglesia como oscurantista. ILE e Iglesia, unidas en su afán de regenerar la enseñanza y en educar más que instruir, sin embargo mantuvieron mucho más que un diálogo de sordos: un áspero enfrentamiento, desde los años finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil. La ILE gozó de la protección oficial de los gobiernos liberales del reinado de Alfonso XIII y sus discípulos se convirtieron en piezas claves de las áreas docentes de esas administraciones y de las de la Segunda República. Desde ellas influyeron en la conformación de una importantísima corriente pedagógica laica, penetrada de un sectarismo anticatólico, que no dio los resultados apetecidos de regeneración de España. Frente a esto se alzó la voz condenatoria de la Iglesia, que no acertó a separar lo positivo que esta institución aportaba en el campo educativo, por la acción política y secularizadora de sus hombres en el gobierno. Como dice García Regidor: “Una de las constantes de la Iglesia, mantenida a lo largo del primer terco del siglo XX, es la oposición radical a la ILE, la condena sin paliativos de su ideario pedagógico y de su acción educativa y la pretensión de querer convertirse en moldeadora del espíritu de la educación nacional, amparada en una situación de privilegio que a la ILE concedían los gobiernos liberales”113. 111 UREÑA, E., El fraude de Sanz del Río o la verdad sobre su “Ideal de la Humanidad”, Pensamiento n.º 44, 1988, pp. 25-47. 112 Un buen estudio, con abundante bibliografía, sobre Fernando Giner de los Ríos lo encontramos en PRELLEZO, J.M., Historia de la Educación en España y América. Volumen III, o.c., pp. 362-371. 113 GARCÍA REGIDOR, T., Historia de la Educación en España y América. Volumen III, o.c., p. 559.

72


Los centros de la ILE, en principio destinados a estudios universitarios, se abrieron en 1878 a la enseñanza primaria y media. Entre sus creaciones más importantes merecen destacarse la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), organismo dependiente del ministerio de Instrucción Pública pero cuyo presupuesto escapa a su control directo y cuyo fin era facilitar viajes al extranjero a alumnos aventajados, una vez finalizadas sus carreras universitarias, para adquirir una formación adicional que, a su vuelta, repercutiera en beneficio de España; y el Instituto-Escuela (el primero, en Madrid, creado en 1918) dedicado a experimentar innovaciones pedagógicas y formar profesores de secundaria. Entre las personalidades vinculadas a la ILE que, incluso en esta brevísima síntesis, hay que citar, destaca José Castillejo Duarte (1877-1945), principal ejecutor de las ideas de Giner de los Ríos y alma de la Junta de Ampliación de Estudios, del Instituto-Escuela y de la famosa Residencia de Estudiantes, organismos que difícilmente hubieran podido existir sin el papel desempeñado por Castillejo. En palabras de Buenaventura Delgado, “El mérito de Castillejo consistió en realizar en silencio, como su maestro Giner, la revolución más profunda de los últimos siglos a favor de la actividad científica y educadora en nuestro país”114. Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935), ya citado en otras ocasiones, historiador del arte y discípulo de Giner se hizo cargo de la ILE a la muerte de éste, cargo que mantendría hasta su fallecimiento. Durante cerca de medio siglo fue director del Museo Pedagógico, organismo que soñaba fuese núcleo de comunicación entre España y las innovaciones pedagógicas mundiales. En 1931 crearía las Misiones Pedagógicas, con el anhelo de llevar a zonas rurales muestras de cultura. Las aportaciones teóricas más importantes de Cossío se centran en la enseñanza primaria y en las hoy llamadas actividades extraescolares115. Con dos nombres, no necesariamente vinculados a la ILE, queremos terminar este rápido vistazo a los impulsores de la pedagogía laica en la España primisecular. Uno es el gran filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955), que aparte de sus colaboraciones en revistas y diarios, dedicó tres ensayos a la cuestión educativa: La pedagogía social como programa político (1910), Biología y pedagogía (1920) y Misión de la Universidad (1930). Aunque distinto y superior, Ortega hereda de Giner el idealismo, la amargura, y la crítica excesivamente negativa y despiadada. Anhelante, también, de regenerar la educación española para elevar la cultura del país, su discurso caló sólo en minorías y sus realizaciones prácticas, como la Liga de Educación Política Española, fueron un fracaso. Francisco Ferrer Guardia (1859-1909), es el segundo nombre. Anarquista y masón, fundó en Barcelona, en 1901, la Escuela Moderna, que bajo el sobrenombre de “racional y científica”, escapaba del neutralismo y la asepsia de la ILE y adoctrinaba a sus alumnos en el anticapitalismo, antimilitarismo, antinacionalismo, anticatolicismo 114 DELGADO CRIADO, B., o.c.,pp. 667-670. La mejor obra de Castillejo es Guerra de ideas en España, escrita en 1937 y publicada en la Revista de Occidente en 1976. Los trabajos más completos sobre la figura de Castillejo corresponden a Luis PALACIOS BAÑUELOS: José Castillejo. Ultima etapa de la Institución Libre de Enseñanza, Narcea, 1979 y Castillejo educador, Diputación de Ciudad Real, 1986. 115 No hay ningún trabajo amplio sobre Cossío. Una buena síntesis la encontramos en DELGADO CRIADO, B., o.c., pp. 649-654.

73


y antiestatalismo. Mal pedagogo, dejó las cuestiones prácticas a la francesa Clemence Jacquinet. La Escuela Moderna se caracterizó, aparte del adoctrinamiento, por la desaparición de los exámenes, de los premios y castigos y por la introducción total de juegos y actividades extraescolares, entre otras cosas. Clausurada por orden del gobierno Maura en 1906, Ferrer orientó sus esfuerzos a la fundación de la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, con sede en París, valiéndole un prestigio en Europa que unido a la tendenciosa campaña propagandística contra su condena a muerte, por los sucesos de la Semana Trágica, han sobredimensionado su figura.

74


LOS COLEGIOS MARISTAS DE CÓRDOBA



1. EL COLEGIO “NUESTRA SEÑORA DE ARACELI” DE LUCENA (1906 - 1964) Tuvo el orgullo la localidad cordobesa de Lucena de que se fundara en ella el primer colegio de los HH. Maristas en Andalucía, pero no podemos olvidar que ese privilegio y aún más, el de haber sido la primera fundación en España, pudo recaer en la provincia de Cádiz. En efecto, monseñor Vicente Calvo y Valero, Obispo de Cádiz desde 1884 hasta su muerte en 1898, se dirigió por dos veces en 1885 y 1886 a la Casa Madre de los HH. Maristas en Saint-Genis-Laval, aprovechando sendos viajes a tomar las aguas de Vichy. Solicitaba Hermanos para dotar colegios en Algeciras y Ceuta. Según nos cuenta el H. Francisco Ibáñez, tomando los Anales del Instituto Marista116, los Superiores franceses no le hicieron mucho caso e, incluso, no lo recibieron bien. Una última gestión del prelado ante el H. Hilario, ya en Gerona, tampoco tuvo éxito y don Vicente se dirigió, entonces, a los Marianistas, que en 1888 abrían en Jerez de la Frontera el Colegio “San Juan Bautista” y en 1892 el “San Felipe Neri” de Cádiz.

Fachada del Colegio Nuestra Señora de Araceli, de Lucena, inaugurado en 1906, primer colegio marista de Andalucía. En 1964 cerró sus puertas, siendo derribado posteriormente.

116 IBÁÑEZ CÁMARA, Francisco, Bética Marista. Reportaje histórico, p. 14. Esta obra es una ponencia presentada en el Congreso Nacional de Educación Marista en Salamanca, septiembre de 1986. La ponencia, basada en los Anales de los colegios, no está publicada pero el H. Ibáñez tuvo la deferencia de ponerla a disposición del autor de esta investigación.

77


Lucena contaba a principios de siglo con 21.179 habitantes, cifra que no dejaría de aumentar, de acuerdo a su prosperidad rural e industrial, ya entonces fuerte, hasta los 35.830 de 1950. Casi en el centro de Andalucía, se encuentra a 72 kilómetros al sur de Córdoba y su término municipal es de 348’80 kilómetros cuadrados. Antes de la llegada de los Maristas, tres órdenes religiosas, dedicadas a la enseñanza de la mujer, ya estaban allí instaladas: Las Hijas del Patrocinio de María en el Colegio “La Purísima”, que remonta sus orígenes al siglo XVII, las Filipenses en el Colegio “Santísimo Cristo de la Caridad y Ntra. Sra. del Carmen” (1870) y las Madres Escolapias, en un Colegio fundado por un patronato, desde Capilla del Colegio Nuestra Señora de Araceli. 1871. Lucena vería llegar a los HH. Maristas en 1906, cuando el Instituto fundado por Marcelino Champagnat ya estaba sólidamente asentado en Cataluña y puntos del Norte y Centro de España. Sería el sacerdote lucentino Rafael Jiménez Cuenca, deseoso de tener en su ciudad un centro cristiano para la educación de niños y jóvenes, el responsable y mecenas de la venida de los Maristas y de la fundación del Colegio “Nuestra Señora de Araceli”, importantísima advocación mariana que se venera como Reina del Campo Andaluz y Patrona única de Lucena, teniendo su santuario en una ermita alzada sobre la sierra de Aras. Rafael Jiménez era en aquella época capellán del colegio “Santísimo Cristo de la Caridad y Ntra. Sra. del Carmen” y gozaba de gran prestigio en la localidad, entre otras cosas porque durante la hambruna por la carestía del pan que afectó a Lucena en abril de 1894, se comprometió a repartir 50 panes diarios durante 15 días para paliar la situación117. El padre Jiménez Cuenca adquirió como sede para el colegio la casa solariega que fue de los condes de Valdecañas en la calle Salidos, tras permutarla por algunas de sus posesiones y a través de un grupo de ocho señores arbitró los primeros recursos, 10.000 pesetas, para su puesta en marcha. Este palacio-colegio tenía su fachada 117 FERNÁNDEZ, José, La crisis obrera de 1894 y la fundación del Colegio de los Hermanos Maristas, diario “Córdoba”, 9 de agosto de 1999, p. 42.

78


decorada con cajeado de piedra y ladrillo, además de su conjunto de escudos en el balcón principal a cada lado de su portada, así como el remate del frontón partido, propio de la alcurnia de sus moradores. También en la puerta trasera que caía a la calle del Agua, sobre el arco carpanel que la conformaba, tenía un soberbio escudo al aire118. “Nuestra Señora de Araceli” abría sus puertas el 19 de marzo de 1906, con 19 alumnos, que en junio llegarían a 101, todos de Primera Enseñanza, siendo su primer Director y gran organizador el H. Teodoro José. En 1908 comenzaría a impartirse el Bachillerato, orientado a alumnos de clases medias y medias bajas que, al ser enseñanzas libres, debía ser rubricado con Alumnos del Colegio Nuestra Señora de Araceli, durante un un examen oficial en la vecina Rosario de la Aurora, por las calles de Lucena. ciudad de Cabra, la única con Instituto de Bachillerato al sur del Guadalquivir en la provincia de Córdoba. Pronto, y por motivos de rivalidad según nuestro apoyo en este capítulo, el H. Ibáñez, Cabra se sintió celosa de los resultados del Colegio y los alumnos de éste pasaron a examinarse en Jaén, con fatigoso viaje incluido, en un tren pintoresco y, hoy, recordado. A los pocos años de su fundación, en 1908/09, y gracias a la munificencia del padre Jiménez Cuenca, que al fallecer en 1912 dejaría a su querido y floreciente Colegio la mitad de sus bienes, “Nuestra Señora de Araceli” abrió un internado al que acudieron alumnos de la campiña cordobesa, del sur de Jaén y del norte de Málaga, generalmente hijos de prósperos ganaderos o agricultores a los que, según las crónicas, “los sensacionales resultados académicos finales borraban cualquier sensación de desánimo y frustración. El hoy llamado fracaso escolar era prácticamente desconocido, cosa natural según el ritmo de estudio que llevaban los pupilos”119. En efecto, el internado marista llegó a tener gran fama, tanto por su dureza como por alto nivel académico. Este era el horario para los internos en un domingo o día festivo: 118 119

Esta descripción del exterior del edificio nos la brinda FERNANDEZ, José, o.c. IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 18.

79


7,00: Levantarse. Estudio. 8,00: Comunión. 8,30: Desayuno. Recreo. 9,30: Misa mayor. 10,30: Rosario. Entrega notas y cartas. 12,30: Recreo. 13,15: Almuerzo. 14,45: Estudio. 16,00: Bendición con el Santísimo. 17,00: Merienda. Paseo. 20,00: Cena. 21,00: Acostarse. Así pues, al poco de su fundación, “Nuestra Señora de Araceli” ya había marcado sus señas de identidad. El Colegio rara vez pasó de los 300 alumnos y el internado siempre estuvo en torno a los 100. Sobre el tipo de educación y el carácter de los Hermanos basta echar un vistazo a lo expuesto sobre ambos temas en la primera parte de nuestra investigación. No hay que olvidar que, si bien los Maristas no han perdido nunca su norte y rasgos básicos, éstos de Lucena llegaron, además, en su estado primigenio. Por aquí pasó en los últimos años de su vida el H. Helión, uno de los míticos pioneros de Gerona en 1886, al que la muerte sorprendió en 1927, reposando su cuerpo en el cementerio de Lucena. Dignos de re-

Reunión de antiguos alumnos en el Colegio Nuestra Señora de Araceli.

80


cordar son el francés H. Fulgencio Fulques, fallecido en 1919, el H. Leandro, fallecido en 1945, el H. Jaime Gregori, Director del Colegio en la posguerra y el H. Matías Botet, de fecunda labor en los años 40 y 50 en el “Cervantes” de Córdoba y, a pesar de todos sus esfuerzos, último Director de “Nuestra Señora Araceli”. “Nuestra Señora de Araceli” vivió todas las vicisitudes de la Historia española. La bonanza de los años 20 le permitieron entre 1922 y 1924 realizar grandes mejoras en la casa y ampliarla con la adquisición de las casas vecinas. La proclamación de la República vino cargada de temores, confirmados con los disturbios antirreligiosos de mayo de 1931, que obligaron a suspender las clases, reduciéndose su internado, que no llegó a recuperarse hasta terminada la Guerra Civil. Fue filosofía, entonces, de los Maristas, dictada por sus Superiores, resistir, pero adaptarse “formalmente” a las circunstancias; así, desde 1934, los Hermanos del “Nuestra Señora de Araceli” pasaron a vestirse de paisano y llamarse de don. Las elecciones del 16 de febrero de1936 y los disturbios de la campiña cordobesa, obligaron, de nuevo, a suspender las clases durante varias semanas. La Guerra Civil dejó a Lucena desde el principio, y afortunadamente para los Maristas, en el bando nacional. El Colegio reabrió sus puertas el 16 de octubre de 1936 con 56 internos. Durante los meses de enero y febrero de 1937 “Nuestra Señora de Araceli” servirá de morada a 40 Guardias Civiles primero, y a 700 italianos del Corpo di Truppe Volontarie (CTV) después. Al inicio del curso 1937/38 los Maristas recuperan el hábito y el tratamiento de Hermano.

Alumnos mayores internos del Colegio Nuestra Señora de Araceli.

81


Los años siguientes están marcados por una notable actividad y por el resurgir religioso de la actividad colegial. El internado sigue próspero, con las dificultades de abastecimiento surgidas en la posguerra, lo que motiva que a los Hermanos no les importe cobrar las cuotas en especie (garbanzos, aceite, etc.). A partir de 1941, el Colegio se dota de una amplia capilla, nuevas clases, salones de estudio y un cine sonoro (el mudo se había inaugurado en 1924). El 2 de febrero de 1945, en plena euforia del nacionalcatolicismo, se consagraba la casa al Sagrado Corazón de Jesús. Otra magna celebración religiosa tendría lugar los días 27, 28 y 29 de abril de 1956, en la parroquia de San Mateo, la más céntrica de Lucena, donde se celebraría un solemne triduo en honor de la beatificación de Marcelino Champagnat; los párrocos de la localidad serían los celebrantes y el padre franciscano Pablo González el panegirista. Las buenas instalaciones de la casa y, sobre todo, su situación geográfica en el centro de Andalucía propiciaron que acogiera encuentros de Maristas de la Provincia, Ejercicios Espirituales y estudiantes de la Institución, durante los años 40 y 50. Con los años 60 llegó un inevitable declinar de “Nuestra Señora de Araceli” que le llevaría a su fin. Lucena ya no era deficitaria ni de colegios de primera enseñanza ni de Institutos, con lo que el alumnado optaba, lógicamente, por la enseñanza gratuita; el edificio del Colegio, muy viejo, necesitaba reformas y los Superiores Maristas no consideraron oportuno invertir; además, y desde 1961, había echado a andar el Colegio Marista “San José” de Priego de Córdoba. Así, el 2 de

Alumnos pequeños internos del Colegio Nuestra Señora de Araceli.

82


Los alumnos de Bachillerato del Colegio Nuestra Señora de Araceli.

octubre de 1964 cerraba sus puertas el Colegio “Nuestra Señora de Araceli”, primera fundación marista en Andalucía y el único de los colegios cordobeses que ha contado con internado, tras 58 años de existencia. Poco después se vendería una parte, derribándola y construyéndose un bloque de pisos que, generosamente, lleva el nombre Edificio Champagnat. Hace pocas fechas, la otra parte, un solar muy céntrico, a nombre de los HH. Maristas pero propiedad del Obispado de Córdoba, y que había servido de aparcamiento público, se ha destinado, tras acuerdo con el Ayuntamiento, a construcción de viviendas de lujo. Curioso final para un legado que, según se estableció en el testamento fundacional, caso de desaparecer el colegio se destinaría para casas para pobres y beneficios para dotes de doncellas sin fortuna y casaderas120. Cayó el telón, pues, para el Colegio “Nuestra Señora de Araceli”. Para siempre quedarán en Lucena los restos de seis Hermanos que reposan en su luminoso cementerio, no muy lejos del benefactor padre Jiménez Cuenca; queda una imagen de Marcelino Champagnat en el camerino de la Virgen de Araceli; queda un hermoso mosaico en el Edificio Champagnat, sito en la calle Maristas, que recuerda, desde 1986, que en ese lugar se alzó el primer Colegio Marista en Andalucía; queda, en fin, lo más importante, lo que se sembró día tras día, año tras año, afán tras afán: la legión de antiguos alumnos de la ciudad (varios alcaldes de Lucena estudiaron en “Nuestra Señora de Araceli”) y de la región, muchos de los cuales han triunfado en la vida, que añoran la vuelta de los Hermanos y no se consuelan con la vecina Priego. Y es que, quizás, como dice el H. Francisco Ibáñez, gracias a cuya investigación y generosidad hemos podido escribir este capítulo,

120

FERNÁNDEZ, José, o.c.

83


Comunidad de Hermanos Maristas del Colegio Nuestra Señora de Araceli, a principios de los años sesenta.

“Entre las ciudades medias de Andalucía, Lucena pasa por tener cierto matiz cristiano del que carecen sus vecinas, provocando cierta agresividad, no exenta de envidia ante su prosperidad. Voces autorizadas lo achacan al Colegio Marista que entre 1906 y 1964 formó una pléyade de ciudadanos responsables. Y no sólo Lucena, toda la región se benefició de su pintoresco y eficaz internado”121.

121

84

IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 15.


2. LA LLEGADA DE LOS MARISTAS A CÓRDOBA. EL “CERVANTES” DE LA CALLE BARROSO (1933-1935) LA ENSEÑANZA CATÓLICA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA Como dice el profesor Cuenca, “La República advino sin resistencias considerables, con la relativa neutralidad de clero y jerarquía. De otro lado, y por primera vez en el discurrir de la vida contemporánea, grupos confesionales de cierta cuantía adoptaron una actitud esperanzada frente a un régimen desligado de las tradiciones patrias”122 y, sin embargo, el nuevo régimen pronto daría pruebas de sus hostilidad hacia la Iglesia y de violación del Concordato de 1851. En mayo de 1931, antes de un mes de la proclamación de la República, el Gobierno Provisional ya había dictado sendos decretos aboliendo la obligatoriedad de la asignatura de Religión en los centros públicos y obligando a retirar de las aulas el crucifijo o cualquier otra imagen religiosa, salvo que la totalidad de los padres y el maestro no tuvieran inconveniente en que esos símbolos presidieran la vida escolar. Entre el 11 y el 13 de ese mes de mayo, 107 edificios religiosos fueron incendiados en toda España, hechos cometidos por turbas irracionales cuyo única noción de republicanismo era el rechazo a la Iglesia Católica. Estos desmanes se cometieron con la aquiescencia de unas autoridades gubernativas que, no actuando, se hicieron cómplices de tales hechos y desmoronaron las esperanzas de muchos católicos en el nuevo régimen. En este marco se encuadra el incendio que destruyó totalmente el Palacio Episcopal de Málaga y el anejo Colegio “Nuestra Señora de la Victoria” de los Hermanos Maristas. Aprobada la Constitución laicista de 1931, la Educación se convertía en el gran caballo de batalla entre la Iglesia Católica y el Gobierno Republicano-Socialista que, ansioso de mejorar España a través de la educación, hacía culpable a la Iglesia y a su enseñanza de la incultura del país. “Así, intentaba la República cerrar un proceso secularizador propugnado e iniciado en España desde el siglo XIX”123. La escuela única y laica que propugnaba el Gobierno de Azaña desde 122 CUENCA TORIBIO, José Manuel, Relaciones Iglesia-Estado en la España Contemporánea, Alhambra 1989, p. 19. 123 GARCÍA REGIDOR, Teódulo, La educación durante la República y la guerra civil, dentro de la Historia de la Educación en España y América, Tomo III, coordinada por Buenaventura Delgado, Ediciones Morata y SM, 1994, p. 820.

85


postulados mixtos de la Institución Libre de Enseñanza y del Socialismo, tuvo como principales abanderados a los Ministros de Instrucción Pública Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos y al Director General de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis. Si los decretos de mayo de 1931, desarrollados en una circular de Llopis en enero del año siguiente, podrían contemplarse como un ejercicio de la libertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado, las medidas tomadas durante 1932 y 1933, no dejaban dudas sobre la persecución legal a que se sometía a la Iglesia: en enero de 1932 se suprimía la Compañía de Jesús y se nacionalizaban, sin indemnización, sus bienes (según Cuenca, una concesión de Azaña a los socialistas para evitar la disolución y expulsión de todo el clero regular); en noviembre se prohibía a las Asociaciones Católicas, tanto de maestros como de padres de alumnos (las únicas constituidas entonces), presentarse a las elecciones de vocales de los Consejos de Protección Escolar; en el curso 1932/33 se suprimía, por ser explícitamente católica la Escuela Normal de Magisterio de Pamplona y se disolvía su Asociación de AA.AA.; en abril de 1933 se publicaba el proyecto de ley que permitiría ingresar en el escalafón público a los maestros de escuelas privadas laicas, negándoselo a los que hubiesen prestado sus servicios en las privadas confesionales; pero el golpe mayor vino con la aprobación de la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas el 17 de mayo de 1933124 que, sin tapujos, y en palabras de Azaña en el Tomo IV de su Memorias trataba “de preparar el camino para que desaparezca en España la educación e instrucción por cuenta y riesgo de las asociaciones religiosas”. La ley la había presentado como proyecto ante la Comisión de Justicia de las Cortes, el Ministro del ramo, Alvaro de Albornoz, el 14 de octubre de 1932. Los retoques que sufrió en la Comisión la endurecieron aún más y en sus seis títulos y dos disposiciones transitorias abolía el presupuesto destinado al clero, ponía bajo control estatal todas las propiedades de la Iglesia, exigía un control de la distribución de sus miembros y prohibía la práctica política, comercial, industrial, agrícola y educativa. El artículo 31, en este último punto, era bien claro: “Las Ordenes y Congregaciones religiosas no podrán dedicarse al ejercicio de la enseñanza. No se entenderán comprendidas en esta prohibición las enseñanzas que organicen para la formación de sus propios miembros. La inspección del Estado cuidará de que las Ordenes y Congregaciones religiosas no puedan crear o sostener Colegios de enseñanza privada directamente, ni valiéndose de persona seglar interpuesta”. La Ley fue aprobada, entre grandes controversias y mientras el Gobierno estaba bajo sospecha por los sucesos de Casas Viejas, por 278 votos a favor y 50 en contra. Alcalá Zamora, Presidente de la República y católico, no consideró oportuno ni devolver la ley a las Cortes ni vetarla, por lo inútil de lo primero y lo peligroso de lo segundo. Los Colegios de Segunda Enseñanza tenían de plazo para desmantelarse hasta el 1 de octubre de 1933 y los de Primera Enseñanza hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. La medida afectaba a 350.000 alumnos de Primera Enseñanza y 20.000 de Enseñanza Media. 124 Sobre esta ley y las eacciones que produjo, el mejor estudio es el de GARCIA PROUS, Concha, Relaciones Iglesia-Estado en la Segunda República Española, Cajasur 1996.

86


La Iglesia española estaba, sin embargo, preparada para todo esto. Los ataques liberales durante el XIX y, particularmente, la libertad de enseñanza proclamada por las leyes de la Restauración, habían forjado en los católicos y en su jerarquía una cohesión y una conciencia de lucha y defensa, desde el punto de vista apostólico y desde el punto de vista histórico, de su derecho y deber a intervenir en la Educación en España. En 1930, por decreto del Cardenal Primado, Pedro Segura, se había constituido la Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE)125, fundada por Domingo Lázaro (marianista), Enrique Herrera Oria (jesuita) y Pedro Poveda (sacerdote secular), que acogería a todos los centros dirigidos por religiosos y religiosas, los centros diocesanos y los centros seglares que expresamente manifestaran su carácter de confesionales. Además, formaban esta federación algunas personas seglares, los educadores mismos organizados en asociaciones de tipo profesional. Sus fines eran: • La educación cristiana de la juventud. • La protección de la enseñanza privada ante los poderes públicos, en armonía con los derechos de la familia, de la Iglesia y del Estado. • La defensa de la escuela confesional católica. • El fomento de la cultura, especialmente en los sectores menos favorecidos. • La instrumentación de medios económicos, propagandístco y jurídicos. • La colaboración con el estado y las asociaciones católicas en orden a la mejora material y pedagógica de los colegios. La FAE mantendría toda su fuerza durante la República, debiendo tenerse en cuenta, aparte del apoyo legal que de ella recibían sus asociados, su Instituto Pedagógico, creado en el curso 1931-32, las Semanas de Estudios Pedagógicos, iniciadas en enero de 1932, y la revista Atenas, aparecida por primera vez en 1931. En la primera junta directiva de la FAE ya se incluía como vocal un Marista, el H. Hilario Felipe. La FAE sigue existiendo en nuestros días con el nombre de Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE). Ante la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas hubo numerosas y rápidas condenas desde el mundo católico: el manifiesto en su contra de los grupos parlamentarios de inspiración católica (agrarios y vasco-navarros); las manifestaciones por la libertad de enseñanza de las masas de católicos del país; la publicación de los libros blanco y azul recogiendo las quejas sobre la ley; la Declaración Colectiva del Episcopado español del 5 de mayo de 1933; la Encíclica de Pío XI “Dilectissima Nobis”, fechada en Roma el 3 de junio de 1933, en la que lamentaba la triste realidad de la Iglesia española y su falta de libertad, al tiempo que instaba a los católicos en defensa de la fe; y la nota de protesta del Nuncio, Monseñor Tedeschini, dada el 27 de julio de 1933. Pero, y sin descartar lo importante de este posicionamiento colectivo de la Iglesia, lo más eficaz fue la re125 El trabajo más completo sobre la FAE en los años 30 corresponde a BARTOLOMÉ, B. y HERNÁNDEZ, J., La Federación de Amigos de la Enseñanza como alternativa pedagógica, Sociedad Española de Pedagogía, 1985.

87


conversión de los Colegios católicos en Sociedades Anónimas para poder seguir existiendo. Ya el 1 de marzo de 1932, Vidal y Barraquer, Arzobispo de Barcelona, proponía en su Archidiócesis constituir en los colegios religiosos Mutuas de padres de alumnos que defendieran el derecho a la educación católica y, llegado el momento, asumieran la propiedad del centro. Así se haría en toda España. Los Hermanos Maristas, por ejemplo, cara al exterior vistieron de seglar, pasaron a tratamiento de “don”, camuflaron los nombres de sus colegios y pusieron la propiedad de éstos a nombre de Sociedades Anónimas. No nos quedan testimonios de la propiedad del “Cervantes” cordobés en estos tiempos, pero no debió diferir mucho del colegio “Inmaculada” de Granada, que pasó a denominarse “Cultura Granadina”, siendo propiedad, desde el 31 de octubre de 1932, de una Sociedad Anónima con capital social de 20.000 pesetas, formada por 40 socios con una acción cada uno de 500 pesetas. El Bienio de centro derecha de diciembre de 1933 a febrero de 1936, a pesar de las expectativas, no trajo muchos cambios, pues si bien las leyes antirreligiosas del período anterior se suavizaron en su aplicación e incluso se volvió a dotar de un presupuesto al clero necesitado, no se abolió dicha legislación, a pesar de las promesas hechas en la campaña electoral. Ciertamente no fue el tema religioso prioritario en este período, que tuvo otros problemas, como la Revolución de Octubre de 1934, que se cobraría la vida de 34 religiosos (uno de ellos Hermano Marista) y la destrucción de 58 templos. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 supuso una vuelta a las actitudes del bienio republicano-socialista, aumentado con más ataques a edificios religiosos sin intervención de la fuerzas de seguridad, cuyas consecuencias Gil Robles, en sesión parlamentaria del 16 de junio de 1936, cifraba en 160 completamente destruidos y 251 parcialmente. El diálogo Iglesia-Estado estaba roto y se anunciaban tiempos muy duros para la religión católica en España, cuando estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936. En todo este período de la Segunda República, los Maristas se mantuvieron firmes. Pasada la tormenta de mayo de 1931, en septiembre de ese año, el H. Laurentino, Superior de la Provincia de España, en la que se encuadraban los colegios andaluces, se dirigía a los Hermanos en el siguiente comunicado: “Mientras no fuercen, mientras no nos obliguen, no debemos ceder en nuestro derecho ni conceder a nadie intromisión ilícita en nuestras cosas. Recordemos el consejo del Rmo. H. Superior General (H. Diógenes): ‘il faut rester à sa place d’honneur à faire le bien, hereux de souffrir à la suite de Jésus; il faut ne pas nous effrayer, confier en Dieu et en Marie comme notre Vénerable Fondateur. Tenez, tenez bon, restez a vos postes! Voyez le Mexique! Priez!’. Es hora de orar, de trabajar, de enseñar; de no tener miedo, aunque se tenga prudencia; de no ceder voluntariamente un paso, ni dejar un puesto; de mantener el hábito religioso, las Reglas, usos y costumbres. De no apartarnos, ni un centímetro, de la Iglesia católica y del Papa, ni de nuestros Prelados y Superiores. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Nuestra Madre, la Reina y Señora de nuestras almas!”126. Ciertamente los Maristas, escaldados ya, en cuanto a persecuciones religiosas desde el Estado se refiere, afrontaron muy bien la situación. Los Colegios de Sevilla, Huelva, Jaén y Córdoba, por citar sólo 126

88

Recogido en IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 18.


los de Andalucía, tienen su origen en este período. Como dice el H. Ibáñez: “Curiosamente, ninguno de los colegios establecidos en zonas tradicionalmente maristas capituló, y sí surgieron otros que se han afincado en sus respectivos lugares con visos de perennidad. Así, mientras multitud de obras eclesiásticas sufrían persecución y aún aniquilamiento, los maristas españoles experimentaron notable auge, hasta la gran tragedia, en la que habían de pagar tremendo y glorioso tributo”127. LA CÓRDOBA DE LOS AÑOS TREINTA La Córdoba a la que llegan los Hermanos Maristas en 1933 es una ciudad de 101.701 habitantes (censo de 1930), que habiendo comenzado el siglo XX como la quinta ciudad andaluza, en esos momentos ya había superado a Cádiz y era la cuarta por detrás de Sevilla, Málaga y Granada. En 1940 llegaría a los 135.674 habitantes. Su buen crecimiento vegetativo y la atracción que sobre los pueblos de la provincia comenzó a ejercer en el primer tercio de siglo, son las razones que explican su importante impulso demográfico. En ese período agricultura, industrias (La Cordobesa, Electromecánicas, etc.) y el sector servicios ayudaron a mejorar la economía cordobesa: “Hacia 1930, la ciudad se había terciarizado notablemente, merced al crecimiento del aparato administrativo y demás servicios; el sector secundario se halla poco representado dado el escaso dinamismo de la industria local y, más aún, por la decadencia de la artesanía; y por último, siendo la actividad agrícola la de mayor importancia, los efectivos ocupados en ella comienzan a resentirse como consecuencia de la progresiva mecanización del campo”128. Era Córdoba, pues, una ciudad de clase media, aunque con importante presencia obrera y fuerte inmigración de los pueblos. La sociedad cordobesa era ya tan festiva como ahora y muchas celebraciones actuales se daban entonces. La Cabalgata de Reyes se inició en 1925, las fiestas navideñas se vivían intensamente, Semana Santa (prohibida en los años 1932, 1933, 1934 y 1936) tenía ya gran importancia y mayo era pura fiesta: cruces, patios (cuyo concurso inició el Ayuntamiento en 1918) y Feria de Nuestra Señora de la Salud en la última semana de mayo, con ubicación, desde 1820, en los jardines de La Victoria. La religiosidad cordobesa se marcaba ya con las devociones a la copatrona, Nuestra Señora de la Fuensanta, al Custodio, el Arcángel San Rafael y las romerías de Santo Domingo y Linares. La fiesta taurina tenía su foro en el coso de Los Tejares (construido en 1846), mientras que el fútbol apenas despuntaba, con un Rácing Cordobés en Tercera División y sin que existiera el estadio de El Arcángel. El Gran Teatro (abierto en 1873), el Duque de Rivas (en la confluencia de Gran Capitán con Los Tejares, construido en 1905 y cerrado, para derribo, en 1972) y el Góngora (inaugurado en 1932) eran los principales espacios de la ciudad dedicados al teatro y al cine. 127

IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 184. GARCÍA VERDUGO, Francisco, La expansión de Córdoba en el siglo XX, Córdoba Capital Tomo 3, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba 1993, p. 254. 128

89


Urbanísticamente la ciudad había derribado sus murallas y ejes emblemáticos como Cruz Conde, Claudio Marcelo, Gran Capitán, Los Tejares (entonces Avenida de Canalejas), Plaza de las Tendillas, San Fernando y La Victoria, existían ya, pero Córdoba abarcaba poco más que en la Edad Media, con la Medina y la populosa Axerquía unidas. Por el oeste, más allá de los jardines de la Victoria, del barrio del Alcázar y de la calle de la Muralla, sólo existían escombreras, huertas, el edificio de la Cruz Roja (inaugurado en 1933), la Escuela de Veterinaria (terminada de construir en 1936, aunque habilitada cinco años más tarde), los cuarteles de San Rafael y de la Victoria y la barriada periférica de Los Olivos Borrachos (construida entre 1930-1934). Al sur, al otro lado del río Guadalquivir, sólo en el Campo de la Verdad existía una breve construcción. El este terminaba en la Ronda del Marrubial y en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, más allá de los cuales sólo estaban el cuartel de Alfonso XII (desde la República, Lepanto) y más huertas. Al norte, finalmente, al otro lado de la Avenida de América y de los jardines de Agricultura y de la Merced, sólo estaba la estación de ferrocarril y las vías férreas, el barrio de las Margaritas y la Huerta de la Reina. Córdoba carecía de Universidad, aunque desde 1583 albergaba al Seminario Conciliar de “San Pelagio”129 y desde la primera mitad del siglo XIX era sede de una de las cuatro Escuelas de Veterinaria que había en toda España, siendo su Director en el período de los años 30 Rafael Castejón y Martínez de Arizala, y de la Escuela Normal de Magisterio, sita en la calle San Felipe, dirigida por A. Gil Muñiz. La medicina y su investigación tenían su gran centro en el Hospital del Cardenal Salazar, también llamado de Agudos y hoy sede de la Facultad de Filosofía y Letras. Existía un sólo Instituto de Segunda Enseñanza, con sede en la Plaza de las Tendillas (el actual edificio del IES “Góngora”), fundado en 1847 y del que es heredero el IES “Séneca”, siendo su Director, en 1933, Antonio Jaén Morente. Aparte de los Hermanos Maristas, otras órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza e instaladas en los años 30 en Córdoba, eran: los Salesianos (el Colegio “San Francisco de Sales” se fundó el 1 de diciembre de 1901, en su actual emplazamiento), los HH. de las Escuelas Cristianas (fundaron “Cultura Española” al mismo tiempo y en la misma calle que el “Cervantes”), las Madres Escolapias (encargadas de la gestión del dos veces centenario Colegio de “Santa Victoria” desde 1888; del Colegio de “San Rafael”, fundado por el Obispo, don Adolfo Pérez Muñoz en 1922 y del propio Colegio “Calasancio”, inaugurado en 1928), Las Esclavas del Sagrado Corazón (en la Plaza de San Juan desde 1880), las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor (el Colegio “Divina Pastora” se fundó en 1920, ubicándose de 1931 a 1939 en la calle Alfaros), la Institución Teresiana (en la plaza de la Concha desde 1922), las Hijas de la Caridad (en el Colegio “La Milagrosa” de la calle Gondomar desde 1904), la Congregación de la Sagrada Familia de Villefranche (en la plaza de San Andrés desde 1903, para trasladarse dos años después a la de Aguayos), las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno (desde el siglo XVII) y las Hijas del Patrocinio de María, con el centro más veterano, el Colegio “Nuestra Señora de la Piedad”, en la plaza de 129

1995.

90

Su rector de 1926 a 1932, José Mª Peris Polo, fue beatificado por SS Juan Pablo II el 1 de octubre de


las Cañas, fundado en 1606. La Real Academia de Córdoba (fundada en 1810), el Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario (1856), el Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena” (1902), la Escuela de Artes y Oficios (1869) y el Conservatorio Oficial de Música (cuya oficialidad obtuvo en 1922, gracias a Martínez Rücker), completaban la oferta educativo-cultural de la Córdoba de los años 30. La oferta de medios de comunicación en los años 30 era fundamentalmente escrita, aunque desde 1932 Córdoba contaría con una modesta emisora local de radio. Sólo en la prensa diaria escrita, sin embargo, había donde escoger: hasta cuatro periódicos se editaban. El decano Diario de Córdoba, fundado en 1849 y del que era Director el insigne periodista Ricardo de Montis; La Voz de Córdoba, fundado en 1920, vinculado en un principio a la Unión Patriótica y a los Cruz Conde, desde 1931 pasó a manos de correligionarios del político republicano cordobés, de rango nacional, Alejandro Lerroux, llevando la dirección Pablo Troyano Moraga; El defensor de Córdoba, de matiz católico, siendo su Director Daniel Aguilera Camacho; y Guión, órgano de la Acción Popular de Gil Robles y dirigido por Antonio de la Rosa Cobos. Ninguno vería el final década, pues todos sucumbirían a lo largo de la Guerra Civil o a consecuencia del Decreto de Plantillas de 1938. Sólo La Voz de Córdoba, confiscada por el Estado en septiembre de 1936 y reeditado desde octubre bajo la cabecera de Azul (dirigido por Narciso Perales), mantendría una cierta línea temporal hasta la fundación del Córdoba en 1941. Políticamente, las elecciones en Córdoba mostraron una tendencia continuada hacia el centro izquierda130. En las municipales del 12 de abril de 1931, que trajeron la República a España, en Córdoba el resultado fue contundente: 19 concejales republicanos, 8 socialistas y 17 monárquicos. El cambio de régimen fue pacífico y el 15 del mismo mes, Antonio Jaén Morente ya estaba funcionando como Gobernador Civil y Eloy Vaquero Cantillo en el puesto de Alcalde. Pronto, sin embargo, la paz se rompió en Córdoba, igual que en España, señalando en el anticlericalismo de las turbas uno de los puntos débiles del nuevo sistema y marcando ya dos Españas contrapuestas: el 10 de mayo, tras una manifestación, se atacaron las sedes de El Defensor de Córdoba y de La Voz, el Seminario, el Palacio Episcopal, la residencia de los Jesuitas (que serían expulsados de España poco después) y el convento carmelita de San Cayetano. El Estado de Guerra, decretado, llegó casi hasta las elecciones legislativas del 28 de junio de 1931 que certificaron un nuevo triunfo del centro izquierda con 8 diputados del PSOE (Joaquín García Hidalgo y Francisco Azorín Izquierdo, los más destacados), 2 del Partido Republicano Autónomo (Eloy Vaquero), 1 de Al Servicio de la República (Juan Díaz del Moral) y 1 de la Derecha Liberal Republicana (Antonio Jaén Morente). El Ayuntamiento cordobés de este período trató de dar participación a la ciudadanía, con la creación de una Comisión Asesora Ciudadana, presidida por Peinado Reyes y con Rafael Castejón y Gil Muñiz entre sus integrantes. El apro130 Las mejores informaciones políticas de este período las encontramos en PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Historia de Córdoba. La etapa contemporánea, Cajasur 1990, CUENCA TORIBIO, José Manuel, Historia de Córdoba, Luque 1993 y AGUILAR GAVILÁN, Enrique, Historia de Córdoba, Sílex 1995.

91


vechamiento hidroeléctrico de los pantanos próximos, el ferrocarril, la mejora de los monumentos y la ampliación y saneamiento de la ciudad fueron sus objetivos, escasamente cumplidos, en parte, por la inestabilidad política del período. Siete alcaldes se sucedieron en Córdoba bajo la República: 1931-1931: Eloy Vaquero Cantillo 1931-1933: Francisco de la Cruz Ceballos 1933-1934: Pascual Calderón Uclés 1934-1934: Rafael Baquerizo García 1934-1936: Bernardo Garrido de los Reyes 1936-1936: José Fernández Jiménez 1936-1936: Manuel Sánchez Badajoz La violenta manifestación del 1 de mayo de 1932, el manifiesto contra el fracasado golpe de estado de Sanjurjo, la visita a la ciudad del Presidente de la República, el cordobés Niceto Alcalá Zamora, en noviembre de 1932, y la aprobación en Córdoba del Anteproyecto de Bases del Estatuto de Autonomía (con Blas Infante como promotor) fueron los acontecimientos más importantes antes de llegar a las nuevas elecciones legislativas de noviembre de 1933, que dan el triunfo a la Coalición Antimarxista (radicales, progresistas, Acción Nacional) con 9 diputados (Eloy Vaquero, que llegaría a ministro de Gobernación, Miguel Cabrera Castro y José Medina Togores entre ellos) por 3 del PSOE (Hermenegildo Casas el más destacado). La violencia de la Revolución de 1934 apenas repercutió en Córdoba, aunque se destituyó a los concejales socialistas que no habían cooperado con las autoridades en el sometimiento de la huelga revolucionaria y se suspendió de empleo y sueldo a los miembros del Cuerpo de Bomberos a los que se había entregado armas. Con un ambiente crispado y polarizado, en dos opciones irreconciliables e igualmente totalitarias, se llegó a las elecciones de febrero de 1936. El Frente Popular arrasó en Córdoba con 10 diputados (Pedro Rico López, Ramón Rubio Vicente y Antonio Jaén Morente los más votados), por 3 de la Candidatura Antirrevolucionaria (Federico Fernández Castillejo el más destacado). La Guerra Civil pondría, desde el principio, a la ciudad de Córdoba en el bando nacional. El Alzamiento triunfó en la tarde del 18 de julio de 1936, bastaron un par de cañonazos de las unidades de Artillería al mando del coronel Ciriaco Cascajo, contra el Palacio del Marqués del Mérito, sede del Gobierno Civil, donde se habían concentrado el Gobernador, el Alcalde y la Guardia de Asalto, para rendir a las autoridades republicanas. Las organizaciones obreras, que no fueron armadas por orden del Gobernador Civil, no pudieron impedir el triunfo de los sublevados y vaciaron su furor con los incendios de Santa Marina y San Agustín y el asesinato del joven abogado, miembro de la CEDA, José María Herrero. Para las 11 de la noche la situación estaba controlada, el capitán José Marín Alcázar era el nuevo Gobernador, Eduardo Quero ocupaba la presidencia de la Diputación y Salvador Muñoz Pérez era nombrado Alcalde. Cinco Alcaldes tendría Córdoba durante la Guerra Civil: 92


1936-1936: Salvador Muñoz Pérez 1936-1937: Manuel Sarazá Murcia 1937-1937: José Castanys Jiménez 1937-1938: Antonio Coello y Ramírez de Arellano 1938-1939: José María Verastegui Jabat Sólo en agosto de 1936 viviría Córdoba, de cerca, la guerra. Desde Montoro, el general Miaja lanzó cinco columnas para reconquistarla. El fracaso fue absoluto y sólo la que avanzaba desde Espejo llegó a 6 kilómetros de la ciudad, siendo dispersada por la aviación nacional, recordándose aún los carros de basura camuflados como piezas de artillería, en el Campo de la Verdad, para engañar a los atacantes. Desde entonces, Córdoba, estratégica posición, pero en una relativa retaguardia, sólo conoció bombardeos de la aviación republicana. La ciudad viviría, aunque desconociéndolo su población, una fuerte represión que terminaría con la vida de más de 2.000 personas, obra desde septiembre de 1936 hasta marzo de 1937, del teniente coronel de la Guardia Civil, Bruno Ibáñez, que asumió en Córdoba el papel de verdugo que en otras ciudades y otros pueblos de aquella desquiciada España, asumían otros no menos feroces. Comisiones de Depuración de la Instrucción Pública, quema de libros, campañas contra la blasfemia y la inmoralidad, grandes actos públicos religiosos, el intento de retorno a la vida normal (en octubre de 1936 el “Cervantes” reabría sus puertas), el miedo a los bombardeos y el oído atento a la radio y a los mentideros sobre la marcha de la Guerra Civil, marcarían estos últimos años de la década de los 30 en Córdoba. LA LLEGADA DE LOS MARISTAS A CÓRDOBA La presencia de los maristas en Andalucía arranca en 1906, con el colegio “Nuestra Señora de Araceli”, en Lucena; pasarían dieciocho años hasta que el centro lucentino abandonase su soledad: en 1924 se fundaría “Nuestra Señora de la Victoria”, en Málaga; en 1926, el “San Fernando” en Villanueva del Río y Minas; en 1927 sería el turno de “La Inmaculada”, de Granada y en 1930 el de “Nuestra Señora de la Capilla”, en Jaén. En la organización canónica del Instituto Marista, se englobaban dentro de la Gran Provincia de España, con Casa Provincial en San Andrés de Palomar (Barcelona). El advenimiento de la Segunda República (1931), con las leyes restrictivas para la enseñanza católica del bienio azañista, no supuso ningún freno para el afán apostólico y la vocación educativa de los Hermanos. En 1933, el provincial, H. Laurentino, envió a varios Hermanos a Sevilla, Córdoba y Huelva para sondear entre la población y las autoridades eclesiásticas las posibilidades de fundación de nuevos colegios maristas. En Sevilla se fundaría el “San Fernando” y en Huelva el “Colón”. A Córdoba llegó el H. Servando, que en mayo de ese mismo año alquiló un piso bajo, en el n.º 10 de la calle Barroso, propiedad de Francisco Natera, para instalar el Colegio. La calle Barroso, nombre que mantiene en la actualidad, pertenece a la parroquia de San Juan y Todos los Santos (Trinidad) y comunica la plaza de San Juan con el convento de Santa Ana. Está en pleno centro 93


de la ciudad, a menos de 200 metros de la Plaza de las Tendillas, siendo su principal defecto la estrechez. La casa alquilada por los Maristas, que hoy en día se mantiene en pie y con idéntica fachada, era el antiguo palacio solariego de los Velasco, familia de rancia tradición cordobesa que se remontaba a la época de Fernando III. El edificio databa de finales del siglo XV y ya en el XIX pertenecía a los condes de Fuente el Salce. Ramírez de Arellano131 hace referencia a esta mansión, destacando los bustos y escudos que decoran el exterior y, sobre todo, “un precioso ajimez en esquina, tapiado y embadurnado con mil capas de cal y ocre”. Otro Ramírez de Arellano, Rafael en Las cuatro sedes del Colegio Cervantes: 1.º Calle Barroso (1933este caso, atribuye la obra a 1935); 2.º Calle Torres Cabrera (1935-1942); 3.º Plaza de la Hernán Ruiz, hijo132. En esta Compañía (1942-1973); 4.º Avenida de la Fuensanta (1973-2003). casa vivió el arqueólogo Angel Casas Morales, experto en Neolítico y que legó al Museo Arqueológico una colección inestimable, y en la vivienda contigua habitó el gran académico y orador cordobés Pedro Palop Fuentes, en su momento profesor de “Cervantes”. Rafael Salcines Muñoz133, como alumno de los primeros años de “Cervantes”, recuerda perfectamente aquella primigenia ubicación del Colegio: la casa era muy amplia, tenía distintas habitaciones que fueron habilitadas como aulas de enseñanza. Se accedía por un portal de tres escalones que al frente tenía una puerta de cristales que daba al patio de recreo. A la derecha una escalera conducía a la vivienda de uno de los alumnos fundadores, Mariano Peñuela Escribano. Los alrededores del colegio no podían ser más pintorescos, enfrente se hallaba la popular taberna “Casa Adriano”, animadísima desde las 11 de la mañana con el consiguiente trastorno para la jornada escolar, y un número más arriba una amenazadora, para los “camuflados” Hermanos, Casa del Pueblo. 131 RAMÍREZ DE ARELLANO,T. Paseos por Córdoba. El nombre de la calle en el siglo XIX era calle de la Pierna, p. 457. 132 RAMÍREZ DE ARELLANO,R. Inventario-Catálogo Histórico Artístico de Córdoba, p. 221: “Es un ajimez del Renacimiento con columnilla de mármol blanco. Desde el alféizar hasta abajo, todo el antepecho está cubierto de graciosas labores de carácter plateresco español y no sería aventurado atribuírsela a los Hernán Ruiz, quizá el hijo”. 133 SALCINES MUÑOZ, R. Recuerdos del Colegio Cervantes, mi querido colegio. ECO n.º 7, 1983, p. 33.

94


El 17 de septiembre de 1933 llegaría, procedente de Calatayud, el H. Julio Albéniz, que sería el primer director del Colegio y, poco después, el H. Francisco Arteaga. Estos dos hermanos serían los que iniciarían el curso 1933/34. Previamente se había insertado un anuncio en la prensa local que había atraído a familias interesadas en saber quiénes eran los que llevaban el colegio. El mobiliario del centro constaba de un pequeño despacho para el director, 50 pupitres bipersonales, cuatro pupitres para los profesores y media docena de sillas. Y con estos efectivos comenzaba, el 4 de octubre de 1933, la andadura del “Cervantes”, nombre discreto que se escogió para el colegio por la vinculación del escritor con Córdoba. El primer día de clase sólo hubo un alumno matriculado: Juan Manuel Anguita Blanco, al que al día siguiente se le uniría Francisco Natera (hijo del dueño del inmueble). Para finales de octubre, la dotación humana del colegio se había incrementado con un nuevo marista, el H. Ignacio Martínez Alonso, procedente del colegio de Larache y con otros 12 alumnos, entre los que destacaban los hermanos Gutiérrez de Ravé, Manuel (actual coadjutor de la parroquia cordobesa de San Nicolás de la Villa), José y Francisco, Mariano Peñuela (luego misionero en Japón), Emilio Calderón y el ya citado Rafael Salcines. Los Anales del “Cervantes” conservan datos curiosos de esta épica primera época, como los honorarios, que eran: párvulos, 15 pesetas; elemental, 20 pesetas; grado medio, 25 pesetas y grado superior, 30 pesetas. Los tres Hermanos Maristas vivían en una fonda próxima, en régimen de pensión completa, y pagaban 4,50 pesetas diarias. La generosidad de las familias cristianas que llevaron sus hijos a este colegio “camuflado” confesional, se hizo patente en las primeras Navidades de los Maristas en Córdoba: seis pollos, dos pavos, algunas botellas de vino y cajas de polvorones. Los comienzos del “Cervantes” son un calco de las vicisitudes y del espíritu que podríamos contar de cualquier centro marista recién inaugurado en aquel tiempo. ReproLa Primera Promoción del Colegio Cervantes. ducimos el testimonio de uno 95


de los Hermanos pioneros: “Disponíamos de diferentes clases de alumnos. Yo tenía ingreso, comercio y francés y algunos de segunda enseñanza, y también mecanografía. El jueves íbamos de paseo con los niños. Eramos amables, cariñosos y caritativos con los niños y familias. La Comunidad la componíamos tres hermanos, tan compenetrados que parecíamos uno; lo que quería o decía uno, lo queríamos los tres. ¡Qué vida de familia! No nos disgustábamos ni una sola vez. Siempre contentos, siempre alegres. La pobreza era connatural con nosotros. Comida muy corriente, todos los días sin vino. Sólo en las grandes solemnidades tomábamos café y copa... unas tres veces al año. Los muebles eran escasos y pobres; había que trasladarlos de una parte para otra, por ejemplo la silla. Una sola silla por cada hermano que había que llevar de un sitio a otro. Pero bendito sea Dios que nos daba algo que sufrir”134. El mes de mayo contemplaba en Córdoba, por primera vez, la celebración marista del mes de María, y a cuatro alumnos haciendo la Primera Comunión. El curso lo finalizaban, en junio de 1934, un total de 29 alumnos (¡Qué lejos de los cerca de 1.500 actuales!). Entre los agregados merece citarse a Rafael de la Hoz, que llegaría a ser célebre arquitecto cordobés y presidente de la Asociación Mundial de dicha profesión. El colegio presentó ocho alumnos al examen de ingreso en el Instituto de Bachillerato y todos aprobaron. El curso 1934/35 se iniciaba el 15 de septiembre. Para el primero de octubre estaban matriculados 54 alumnos y para después de Navidades el número se elevó a 61. A los tres Hermanos Maristas ya citados se les unieron el H. Matías Botet Quintana y el H. León Albinit Bipiret. Este año se presentaron 12 alumnos al examen de ingreso en el Instituto, aprobando también todos. Las buenas previsiones de matriculación para el curso 1935/36, convertían en más que insuficiente la capacidad del local de la calle Barroso. A ello se unía el desagrado que los Hermanos sentían por el bullicio excesivo de la “Casa Adriano”. Fueron estos los motivos que llevaron a buscar nuevo acomodo al “Cervantes”, de acuerdo con el Superior Provincial, H. Laurentino.

134

96

Autobiografía del H. Ignacio Martínez, Eco Marista n.º 6, 1983, p. 2.


3. EL “CERVANTES” DEL PALACIO TORRES CABRERA (1935-1942) HISTORIA Y DESCRIPCIÓN DEL PALACIO DE TORRES CABRERA El tercer curso de los Hermanos Maristas en Córdoba se iba a iniciar en un señorial y amplio edificio, bien distinto del anterior. Se trataba del Palacio de los Condes de Torres Cabrera, emplazado en el n.º 13 de la calle de idéntico nombre. En lo que no se diferenciaban ambas mansiones era en la enjundia del linaje de sus titulares: como los Velasco, los Torres Cabrera hundían sus raíces en la Edad Media cordobesa. Fernando Díaz de Cabrera, encargado por Enrique II del gobierno de Córdoba, fue el fundador del Mayorazgo de los Torres Cabrera, elevado a Condado por Carlos II en 1688. El Palacio de los Condes, en el que se ubicaría el “Cervantes”, se alzó en el siglo XVII y fue reedificado en la segunda mitad del XIX. Las mejores descripciones históricas del Palacio nos las ofrecen Teodomiro Ramírez de Arellano135 y Ricardo de Montis136. Ramírez de Arellano la describe como “una de las casas más bonitas de Córdoba” y destaca su verja de entrada, el jardín exterior y el patio principal; señalando la biblioteca y magnífica colección de antigüedades romanas que posee la casa, procedentes de excavaciones realizadas in situ. Montis se extiende más, no en vano se trata de un artículo fechado en junio de 1928, glosando las glorias arquitectónicas e históricas de esta casa, con el fin de convencer a la Diputación para que la adquiriese y destinara a Gobierno Civil. Fin que la sacaría del vacío y silencio en que había caído en esos años. La fachada principal está compuesta por dos cuerpos salientes unidos por una terraza, que le dan aspecto de fortaleza; dentro, el patio central del edificio, circunvalado por arcos sostenidos por 30 columnas y con pavimento y zócalo de mosaico. Una escalera de mármol negro con incrustaciones de mármol blanco y ágata, unía las dos plantas de que constaba la casa palacio. En esta mansión, siendo conde de Torres Cabrera Federico Martel, se habían alojado los duques de Montpensier, en 1848, y Ramón María Narváez, que presenció desde allí un desfile de la Milicia Nacional. Siendo conde Ricardo Martel y Fernández de 135 136

RAMÍREZ DE ARELLANO, T., o.c., pp. 409-410. MONTIS, R., Notas Cordobesas. Tomo X, pp. 221-229.

97


Córdoba, Gobernador Civil de Córdoba, la casa alojó durante tres días de abril de 1877 (que correspondieron a la Semana Santa) al rey Alfonso XII y su séquito; estancia de la que se conserva un riquísimo Salón del Trono de 90 metros, estilo Luis XV. El líder del Partido Conservador, Antonio Cánovas del Castillo, también fue huésped de Ricardo Martel, jefe de dicho partido en Córdoba, y a cuya recepción acudieron varios miles de personas que llenaron salones, patios y jardines. Otras dedicaciones que tuvo el Palacio de los Condes de Torres Cabrera en esta época fueron el de ser sede del diario conservador La Lealtad; exposición permanente de productos y maquinaria agrícola; fiestas de fin de curso de las Escuelas dominicales para obreros, institución benéfica creada por la Condesa de Torres Cabrera, Isabel de Arteaga; y Juegos Florales y fiestas literarias, en una de las cuales se dio a conocer Antonio Fernández Grilo, cantor de las Ermitas cordobesas y de quien los Condes se convirtieron en mecenas, costeándole la publicación de su primer libro de versos. UNA NUEVA SEDE PARA EL “CERVANTES” El sentimiento de melancolía y preocupación que invadía a Montis viendo la otrora señorial y activa vida de la casa palacio, devenida en silenciosa y triste, con un futuro de ruina y derribo, se solucionaría siete años después de que escribiera su artículo. El 4 de septiembre de 1935, el H. Julio Albéniz, Director del “Cervantes”, firmaba un contrato de arrendamiento con Pilar Meléndez Valdés, propietaria del edificio. El estado de éste, a pesar de llevar deshabitado varios años, era magnífico y los Hermanos solo tuvieron que efectuar pequeñas reformas para adaptarlo a su uso de colegio, como la transformación del Salón de Baile en capilla y la construcción de seis retretes y una fuente para que bebieran los niños en el patio. El 15 de septiembre se realizó el traslado desde el local de la calle Barroso, al amanecer, por los propios Hermanos “para no perder prestigio”, como nos recuerda Francisco Ibáñez137. A los padres con niños en el Colegio se les envió una tarjeta notificándoles el cambio de domicilio y en la prensa local se incluyó el siguiente anuncio: “Colegio Cervantes, Primera y Segunda Enseñanza. Se ha trasladado al Palacio de los Condes de Torres Cabrera. Extensos patios, hermosos jardines, amplias aulas. El reglamento limita el número de alumnos por aula”. La nueva ubicación del Colegio no escapaba del centro de la capital y, aunque en sentido contrario y con más revueltas, no más de 300 metros le separaban de las Tendillas. La calle, en fin, comunicaba los Jardines de Colón con la Plaza de Capuchinas y en sus alrededores se localizaban lugares tan típicamente cordobeses como las Plazas de las Doblas, Capuchinos, Cardenal Toledo o el número 2 de la misma calle, que había visto nacer el 4 de julio de 1917 a Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”. El curso se iniciaba el 1 de octubre de 1935 con 64 alumnos que irían paulatinamente aumentando hasta llegar a 111 en diciembre. Las aulas tenían una amplitud y luminosidad de las que carecían las de la calle Barroso y los chavales podían desfogar sus energías jugando al fútbol y al baloncesto en un patio interior 137

98

IBÁÑEZ CÁMARA, F. o.c., p. 156.


Alumnos de 3.º de Cervantes, en el patio del Colegio, en mayo de 1941.

terrizo, respetando el patio de columnas y el jardín. El profesorado estaba formado por los HH. Julio Albéniz, Ignacio Martínez, Francisco Arteaga, Matías Botet, Carlos Merino y Lucialiano Bernardo. El 10 de mayo de 1936 se celebraron las Primeras Comuniones de los niños del “Cervantes”, por primera vez en la cercana y hermosa parroquia de San Miguel, estrenándose el coro colegial. A los exámenes para obtener el título de Bachillerato se presentaron 19 alumnos, todos aprobados, lo que valió una felicitación del Instituto al “Cervantes”. Los Anales del Colegio recogen una significativa anécdota de este curso: los Hermanos Maristas no vestían de sotana, se titulaban solo “maestros católicos”, y la propiedad del Colegio era de una sociedad anónima y no del Instituto Marista, de acuerdo con la legalidad republicana. Pues bien, el 14 de noviembre, el “Cervantes” fue visitado por el Inspector Jefe de Primera Enseñanza, quedando complacido del local, los alumnos, los maestros y la enseñanza (que no ocultaba ni el rezo ni el crucifijo en las aulas). Mantuvo un gesto serio durante toda la visita, pero al marchar, y con una sonrisa, les dijo a los “maestros católicos”: “No me engañan, son ustedes maristas”. LA GUERRA CIVIL Graves acontecimientos esperaban a Córdoba y España, en general, recién terminado el curso 1935/36. El estallido del Alzamiento y la subsiguiente Guerra Civil atemorizará a los Maristas cordobeses, hasta que la conexión con las fuerzas sublevadas de Sevilla y las desembarcadas en Cádiz, clarifique la situación de Córdoba a favor de los nacionales. Desde la relativa calma de esta ciudad de retaguardia, los Hermanos Maristas vivirán el dolor y tristeza, a medida que conoz99


can las desventuras de sus compañeros de congregación que han quedado en la otra España y que serán víctimas de un odio irracional e injustificado. La matanza colectiva más atroz tendrá lugar en Barcelona, el 8 de octubre de 1936, cuando 45 Maristas, encabezados por el Superior Provincial, H. Laurentino Alonso, sean ametrallados por anarquistas de la FAI frente al cementerio de Moncada138. El total del martirologio marista durante la Guerra Civil eleva el número de víctimas a 174, más 120 que sufrieron prisión, viviendo la actual Provincia Bética sus mayores angustias en Málaga, Badajoz y Jaén139. Una cifra atroz, superior al 15 por ciento de los Hermanos que en 1936 había en toda España y que nos muestra hasta qué punto las fuerzas desatadas de la revolución que estalló en la España republicana, tras el Alzamiento, eran incapaces de entender la obra que con amor y sencillez habían sembrado estos hombres. “En la trama del conflicto hubo turbias sinrazones humanas. Pero en miles y miles de casos hubo, sin duda, testimonio y martirio. Reconocerlo y proclamarlo no es condenar a los verdugos, a quienes los mártires perdonaron siempre. Todos fallamos entonces como sociedad; pero ellos nos redimieron, a todos, con su sangre. Proclamar a nuestros mártires no es rechazar la reconciliación, sino buscar, en esa sangre purificada por el amor y la muerte, la semilla de la reconciliación”140. El 4 de octubre de 1936 se iniciaba el curso en el “Cervantes”. Había una significativa novedad: los Hermanos vestían de sotana. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, aunque mantendrían durante años a su Colegio el nombre de “Cultura Española” antes de pasar a llamarse “La Salle”, denominación que perdura hasta nuestros días, aparte de la sotana volvían a lucir su clásico gran rabat. Algo más que cambios de imagen tendría el “Cervantes” durante la Guerra. Una compañía de transmisiones se instaló en dependencias del Colegio y una clase baja se adaptó como refugio durante los bombardeos aéreos. Esta clase recibió el sobrenombre de “El Sotanillo” y dio origen a una revista quincenal, editada por los alumnos, con poesías, artículos, chismes y las consabidas caricaturas141. Los Anales recogen el dato de que un día una bomba cayó en el patio terrizo e hirió a un soldado. Queipo de Llano, personalmente desde Sevilla, ordenó que el “Cervantes”, a pesar de las penurias económicas, debía encargarse de 40 huérfanos de guerra, almuerzo y educación incluidos. La nueva situación de España afectará, lógicamente, al tipo de educación. El H. Ibáñez142 se extiende sobre este tema: Dios, Patria, Familia y Disciplina eran conceptos que se manejaban con naturalidad, se 138 Previamente les arrebataron 100.000 francos que les habían exigido para permitirles su pase a Francia en barco y que la Casa General les había enviado. Una vez en el barco, los 107 maristas fueron desvalijados y encarcelados en la checa de San Elías. La intervención de la Generalidad tras el asesinato de los 45 en Moncada, salvó al resto que pasaron a la Modelo. MONTERO MORENO, A. Historia de la Persecución Religiosa en España, BAC 1961, pp. 230-232. 139 La persecución acarreó siete Hermanos asesinados: seis en Gibralfaro (Málaga): HH. Perfecto Becerril, Teófilo Valle, Abilio Villarreal, Mauro Alvarez, Celedonio Martínez y José Serret, y uno en el puente del Guadiana en Badajoz, H. Aureliano Ortigosa. A ellos habría que añadir el profesor del Colegio Marista de Villanueva del Río y Minas, Francisco Fuentes Bravo. CLAVERO BARRANQUERO, A. La represión religiosa 19361939. Los Hermanos Maristas de Málaga, Edelvives, 2000. 140 MORAL BARRIO, J. J., El educador marista 2. p. 226. 141 SALCINES MUÑOZ, R., o.c., p. 33. 142 IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 157.

100


palpaban en el ambiente y trataban de ser los pilares sobre los que, Iglesia y Estado querían construir el nuevo orden . La descripción que Ibáñez nos da del comienzo del curso el 15 de septiembre de 1938 no puede ser más gráfica: “... ya de mañanita confluyen por las distintas calles numerosos grupos de alegres pequeños que inundan el jardín con sus metálicas voces... Mostraban la alegría de entrar en su segundo hogar y formados en impecables filas, saludaban, brazo en alto a la enseña nacional”. El “Cervantes” continuaba su vida normal a pesar de la Guerra. Buenos resultados académicos; actividades extraescolares con efecto de mejorar el “caché” del centro, como una demostración gimnástica en la plaza de toros de Los Tejares; participación de los Maristas y sus alumnos en la obra apostólico-social de la catequesis del barrio de los Olivos Borrachos, en colaboración con la Acción Católica, actividad que se mantendría en los años de posguerra... El número de alumnos aumentaba: para el curso 1939/40, finalizada la Guerra, se llegaba a los 300. También arribaron nuevos Hermanos, entre los que hay que destacar por su trascendencia en la historia del Colegio, al H. Esteban Gallo, uno de los escasos supervivientes del colegio malagueño, que llegó en 1938 y al H. Tomás Corral, venido en abril de 1939 tras dos años de dura cárcel en Jaén. Por contra, la Comunidad Marista cordobesa podía ya contar su primer fallecido: el H. Juan Irulegui partía para la Casa del Padre el 10 de noviembre de 1938; Los Anales le dedican ocho páginas de verdadero afecto143. CAMBIO DE DIRECTOR Y NUEVA ETAPA 1940 contemplaba la venida de un nuevo Director para el “Cervantes”, el H. Agapito García Osorio, procedente del colegio de Burgos, que sustituía en el cargo al H. Julio Albéniz, destinado como Director del colegio de Larache, en el Marruecos Español. El reconocimiento al primer director del “Cervantes” se refleja en los Anales redactados por su sucesor: “Don Julio, como los alumnos muy cariñosamente le llaman y le recuerdan, fue el fundador y el alma de este Colegio que hoy cuenta 400 alumnos, en partes iguales de 1.ª y 2.ª Enseñanza. Córdoba y el Colegio Cervantes saben de los trabajos, sudores y fatigas de don Julio que, durante siete años y en momentos muy críticos ha venido sosteniendo esta obra. Lo que hay, a él se le debe y a los que con él han colaborado”144; en 1975, la Asociación de AA.AA. del “Cervantes”, le dedicó una de las clases de COU, grabando su nombre en una placa de mármol. Para el cargo de Subdirector se nombró al H. Victoriano Ruiz, presente en el Colegio desde 1937 y futuro Director de 1957 a 1963. El cambio se realizaba sin ningún problema y con la obediencia que siempre ha caracterizado a los Maristas: “Los Superiores mandan y colocan a sus súbditos en los lugares y casas que creen más convenientes”145. Una nueva etapa se abría para el “Cervantes”, que contaba en el curso 1940/41 con 13 Hermanos encargados de los puestos de Director, Administrador, de los 143

IBÁÑEZ CÁMARA, F, o.c., p. 158. 1940-1946, p. 2. 145 Anales 1940-1946, p. 2. 144 Anales

101


cuatro cursos de Primera Enseñanza y de los siete de la Segunda. Tres profesores seglares impartían clases en el Colegio: Carlos Sánchez (Latín y Geografía), el Teniente José Martín (Educación Física) y Juan Martínez Cerrillo (Dibujo), luego sustituido por Marcial Costa Quintero. Las retribuciones de estos seglares eran de 100 pesetas mensuales por hora diaria de clase. La evolución de la matrícula en “Cervantes” nos la muestra el siguiente cuadro:

Párvulos Clase Elemental Grado Medio Ingreso Total 1.ª Enseñanza 1.º Bachillerato 2.º Bachillerato 3.º Bachillerato 4.º Bachillerato 5.º Bachillerato 6.º Bachillerato 7.º Bachillerato Total 2.ª Enseñanza TOTAL COLEGIO

1940/41

1941/42

1942/43

1943/44

1944/45

1945/46

50 45 46 42 183 52 35 32 27 23 15 20 204 387

29 38 45 42 154 34 45 33 28 20 19 14 193 347

25 40 44 52 161 41 39 39 27 23 18 17 204 365

27 32 47 50 156 41 41 38 33 22 20 17 212 368

30 34 39 42 145 32 40 39 35 26 21 19 212 357

36 35 42 38 151 39 40 38 23 28 30 15 213 364

Comunidad de Hermanos del Colegio Cervantes en junio de 1941, presididos por su segundo director, Hermano Agapito García (1940-1942).

102


LA EUFORIA DE LA POSGUERRA Años de posguerra y numerosas estrecheces económicas para la Comunidad, pero el Colegio sigue adelante. Los años 40 son años de euforia por el triunfo en la contienda y por la paz; es lo que luego se llamará el nacionalcatolicismo, que se prolongará hasta bien entrados los 50. Por las mañanas, a la entrada, todos los alumnos reunidos en el patio, cantaban el himno nacional con la oficiosa letra de José Mª Pemán, mientras en un balcón se izaba la bandera de España. Incluso alguno de los Hermanos nuevos, como el H. Florentino Asenjo, se habían visto obligados a combatir en la Guerra, lo que excitaba la imaginación de los chavales: “Don Florentino nos contaba episodios de la recién terminada Guerra Civil, de los que él había sido protagonista. Los contaba de una forma que parecía que los estábamos viendo, aunque a mí me costaba mucho esfuerzo imaginarme vestido de soldado a aquel hermano marista con amplia sotana y su pequeña baberola, blanquísima y almidonada. Para mí, aquel hombre era un héroe, que había colaborado muy mucho en la derrota de los `rojos´”146. El curso escolar estaba salpicado de fiestas religiosas, la mayoría, y de contenido político, que la comunidad de “Cervantes”, vivía intensamente, como la mayoría de los cordobeses de aquellos años. La lectura de los Anales nos revela una actitud sincera, lejos de cualquier pretenciosidad o artificialidad religiosa y, en todo caso, en sintonía con los tiempos. Veamos, a continuación, cómo se desarrollaba el curso en cuanto a festividades se refiere. Todos los domingos había misa de 9 de la mañana, oficiada por algún padre Capuchino, y desde octubre de 1942, con el cambio de sede del Colegio, por el nuevo capellán Juan Antonio Lozano o por el párroco de La Compañía, José Torres Molina. Igualmente, durante todo el curso, se celebraban los Primeros Viernes de Mes, con misa, comunión y consagración al Sagrado Corazón de Jesús, dirigidos por el P. Roldán S.J., jesuita para el que siempre tendrán palabras de elogio los Maristas y que se caracterizaba por su carisma y sentido pedagógico hacia los alumnos. El rezo del rosario también era práctica habitual para los alumnos de 2.ª Enseñanza, efectuándose a las 6’30 de la tarde en la capilla. El curso, en sí, se iniciaba a primeros de septiembre con una misa y la presentación de profesores. Especial transcendencia, para el Colegio y la ciudad, tuvo el inicio del curso 1945/46: por iniciativa del obispo de Córdoba, don Adolfo Pérez Muñoz, tuvo lugar una Santa Misión en toda la diócesis las dos primeras semanas de octubre; 52 padres jesuitas se encargaron de la capital, que pareció transformarse en un inmenso templo y así quedó grabado en los Anales maristas y en la Historia cordobesa147; iglesias, centros de trabajo, cuarteles, la calle... fueron testigos de un fervor inaudito y multitudinario, de renovación espiritual y religiosa; los alumnos mayores del “Cervantes” participaron en la comisión de orden, acompañaron a la Santa Misión a Los Olivos Borrachos y desfilaron en la magna procesión del 12 de octubre que culminó en la Plaza de José Antonio, hoy 146

FONT DE DIOS, E., Mi Colegio (1939-1949). p. 4. La mejor reseña de estos actos, aparte de lo aparecido en la prensa local del momento, la encontramos en ROMÁN MORALES, Francisco, La Iglesia y la religiosidad popular de la Córdoba contemporánea, Córdoba Capital Tomo 1, pp. 357-360, CajaSur y Diario Córdoba 1994. 147

103


Tendillas: “El éxito de la Misión ha desbordado completamente el límite de las esperanzas de los más optimistas. Laus Deo. Ha habido actos especiales para niños, jóvenes, hombres, etc.; todos con extraordinaria brillantez, que perdurarán, sin duda, en el recuerdo de los cordobeses. Dios quiera que también se conserve el fruto que ha de reportar a las almas”148. En inicios normales de cursos, el 15 de septiembre tenía lugar la Fiesta de la Escuela Cristiana, en cuya procesión participaban las distintas órdenes religiosas enseñantes ubicadas en Córdoba. El 25, 26 y 27 de septiembre era la Feria de Otoño, suspendiéndose las clases de la tarde para la 1.ª Enseñanza, la única que había empezado el curso. El 1 de octubre se celebraba la Fiesta del Caudillo, no había clase y los Hermanos asistían a la recepción oficial en el Gobierno Civil; al día siguiente comenzaban las clases de la 2.ª Enseñanza. El 12 de octubre, Fiesta de la Virgen del Pilar y de la Hispanidad, los alumnos asistían a misa de 9 en el Colegio y luego tomaban vacación. A finales de mes tenía lugar el Domingo Mundial Por las Misiones, más conocido como Domund; en 1945 salen por primera vez los alumnos del “Cervantes” a recorrer las calles de Córdoba con sus huchas y brazaletes, recogiendo la importante cantidad de 2.055 ptas. El 29 de octubre (luego el 9 de febrero), Fiesta de los Caídos, por la mañana tenían clase los alumnos que no eran flechas, los demás oían misa en San Cayetano, efectuaban una ofrenda floral en la Torre de la Malmuerta y por la tarde vacación. El 1 y 2 de noviembre, Fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, tampoco había clase, sólo misa de 9 los dos días y excursión campestre (la castañada) el segundo. El 20 de noviembre era el Aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, se celebraba con vacación y con misa oficial en la Catedral a la que asistía una representación del Colegio. En diciembre, el 8, encontramos la Festividad de la Inmaculada Concepción que, precedida de una novena, se celebraba con misa y comunión general en la capilla. Las vacaciones de Navidad ponían fin al primer trimestre del curso. Estas se iniciaban el 23 de diciembre, tras la lectura de notas, reanudándose las clases el 7 de enero. En diciembre de 1942, las vacaciones son precedidas de una campaña entre los alumnos para recoger donativos destinados a la División Azul; la suma obtenida, redondeada por el Colegio, es de 300 ptas., “¿Qué hará el Colegio de “Cultura Española” que lleva entregando ya dos años mil pesetas?”149, se lamentan simpáticamente los Hermanos. Durante el período vacacional los Hermanos aprovechaban para hacer algún viaje y limpiar y ordenar las clases. El 24 de diciembre se asiste a la Misa del Gallo y la noche del 31 se dedica a acción de gracias y contrición. No podemos dejar de señalar cómo se recoge en los Anales el 1 de enero: “Terminadas las oraciones de la mañana y una vez reunidos en la Sala de Profesores, se procedió al saludo fraternal: con santa alegría y cariño los miembros de esta Comunidad nos deseamos el feliz Año Nuevo”150. En cuestión más material, no faltan los regalos de alumnos que ayudan a pasar mejor estas fiestas y que los hermanos agradecen así: “Aunque el año sea de escasez y privaciones, sin embargo, la Providencia vela por sus escogidos y las Pascuas de Na148 Anales

1940-1946, p. 124. 1940-1946, p. 79. 150 Anales 1940-1946, p. 14. 149 Anales

104


Equipo de fútbol del Colegio Cervantes, que se enfrentó el 14 de mayo de 1941 con el del Instituto, en el Estadio América.

vidad no transcurren del todo mal: el pollo, los buenos vinos y licores y otras buenas cosas procedentes de regalos, pasan por la mesa”151 o “El niño Jesús quiere hacernos partícipes del regocijo que viene a traer al mundo su nacimiento, no sólo para el espíritu sino también un poco para la materia que ha de servirle con buena voluntad y hace que los obsequios de los alumnos, sin cosa mayor, sean algo más numerosos que en años anteriores”152. Cualquier antiguo alumno que estudiara en el Colegio de la Plaza de la Compañía recordará las ventanas del Patio Blanco que dan al sótano y que en vísperas de las vacaciones navideñas eran pobladas por algún ilustre visitante, generalmente un pavo. Los Maristas, en cualquier caso, no podían olvidar su sello de sencillez, e incluso en Navidad, el Consejo Local de diciembre de 1942 tomaba la siguiente medida: “Manifiesta el Hermano Director que, no siendo costumbre entre nosotros tomar café con leche después de la cena, se aproveche dicha leche para incrementar la densidad del desayuno, máxime que por el calor, o por otras causas misteriosas, corre peligro de evaporarse, todo o parte de tan nutritivo líquido”153. La festividad de Reyes iba precedida de la asistencia de los hermanos a la Cabalgata, que era contemplada con ojos maravillados por aquellos castellanos que la vocación y la obediencia llevaron lejos de su tierra: “Ciertamente es digna de verse, mezcla de procesión cívica y religiosa, tan en consonancia con la psicología andaluza”154. Para Reyes, 151 Anales

1940-1946, p. 14. 1940-1946, p. 80. 153 Actas del Consejo Local del 22 de marzo de 1942. 154 Anales 1940-1946, p. 83. 152 Anales

105


los Hermanos recibían un pequeño regalo de la propia Comunidad: “Se encarga al Hermano Administrador, vea el modo de proporcionar, dentro de los límites de la economía y de la santa pobreza, un pequeño aguinaldo a los hermanos el día de Reyes”155. Ya en el segundo trimestre, en febrero se iniciaban los Siete domingos de San José, patrón de los Hermanos, que consistían en rezar oraciones y cantar canciones a sus dolores y gozos, durante la misa de alumnos de las 9 de la mañana. En febrero, también generalmente, se celebraba el Miércoles de Ceniza, cuya imposición se efectuaba a los alumnos tras misa de 9 en la Capilla. El 1 de marzo de 1941, extraordinariamente, no hubo clase; el motivo histórico lo recogemos textualmente de los Anales: “El 1.º de marzo fue día de luto nacional. S.M. Alfonso XIII falleció en Roma el 28 de febrero. En todas partes se celebran funerales por el eterno descanso de su alma. En Córdoba sus honras fúnebres son en la Catedral, asisten la mayoría de los miembros de la Comunidad. Ese día no hubo clase”156. El 7 de marzo, Fiesta de Santo Tomás de Aquino, patrón de los Estudiantes Católicos; misa de 9 y vacación. El 10 de marzo se celebraba la Fiesta de los Mártires de la Tradición, no había clase y los Hermanos asistían a misa en San Hipólito. El 19, Fiesta de San José, se celebraba con misa y comunión general en la capilla y luego vacación; la víspera solía haber alguna actividad cultural y recreativa en el Colegio. La semana anterior a Semana Santa tenían lugar Ejercicios Espirituales para los alumnos de 2.ª Enseñanza. Los de 5.º, 6.º y 7.º se recluían cinco días en San Hipólito, de donde sólo salían para comer y dormir en sus casas; en algunos años, a petición de los alumnos, se hacían cerrados en el Colegio “Nuestra Señora de Araceli” de Lucena. Los de 1.º, 2.º, 3.º y 4.º, durante esos cinco días, recibían dos pláticas diarias en la capilla del Colegio, una a las 12 y otra a las 6’30 tras el rosario. El Viernes de Dolores, fiesta de gran devoción en Córdoba, los dos grupos finalizaban los Ejercicios con misa y comunión general, tomando vacación después. El Lunes Santo los alumnos acudían al Colegio para recoger las notas e iniciar las vacaciones, que duraban hasta el Martes de Pascua, inclusive. Durante el período vacacional, los hermanos salían al campo, veían procesiones y asistían a los Santos Oficios (en los PP. Capuchinos primero, en La Compañía y Catedral, luego). Abril se iniciaba en su primer día con la Fiesta de la Victoria: “La magnífica Victoria de nuestros soldados en su heroica cruzada. ¡Señor de los Ejércitos! los que gemimos en las mazmorras rojas: ¡Te Deum Laudamos!”, expresan vehementemente los Anales en el 1 de abril de 1943157. Ese día no había clase (salvo dos horas si coincidía con Ejercicios Espirituales) y el “Cervantes” participaba en el desfile cívico-militar que recorría las calles de Córdoba (la tribuna de autoridades se alzaba en la Avenida de la Victoria) con una escuadra de alumnos de 1.º, 2.º y 3.º de Segunda Enseñanza, que interpretaba canciones patrióticas. En la misma línea de conmemoración política iba la Fiesta de la Unificación, que se ce155 Actas

del Consejo Local del 22 de diciembre de 1940. 1940-1946, p. 22. 157 Anales 1940-1946, p. 91. 156 Anales

106


lebraba con vacación el 19 de abril, recuerdo del decreto de Franco de 1937 que creaba la FET y de las JONS. El 23 de abril, Día del Libro y de Cervantes, el Colegio, que llevaba el nombre del inmortal escritor, suspendía las clases, celebraba concursos literarios y exposiciones de libros. Mayo se iniciaba con la fiesta nacional de 1 de Mayo; los alumnos oían misa de 9 y tomaban vacación. Era el mes de mayo un mes muy importante para el Colegio pues durante él se celebraban las Confirmaciones, Primeras Comuniones a cuya preparación tanta importancia daban los Hermanos, y el Mes de María, igualmente de gran sentido en la Institución Marista. Las Confirmaciones se llevaban a cabo en la parroquia, primero San Miguel y luego La Compañía, y eran presididas por los Obispos de Córdoba, don Adolfo Pérez Muñoz hasta 1945 y fray Albino González Menéndez-Reigada desde esa fecha. De las Primeras Comuniones, que se celebraban en los domingos de mayo o el día de la Ascensión o de La Aparición de San Rafael, hablaremos más adelante, digamos ahora que el Mes de María se celebraba diariamente, todo el Colegio, a última hora de la tarde en la capilla del Palacio de Torres Cabrera y en la Iglesia de La Compañía cuando el “Cervantes” se trasladó a su tercer emplazamiento; en ese acto, los Carmelitas Descalzos imponían a los alumnos el Escapulario del Carmen; aparte, en cada clase, solía ponerse una imagen de la Virgen María a la que los alumnos ofrecían las tradicionales flores. Mayo finalizaba con la Feria de Nuestra Señora de la Salud que, como en nuestros días, duraba una semana, de lunes a domingo, concediéndose vacación completa tres días y suspendiéndose la sesión de la tarde los otros tres.

Los alumnos de Cervantes, Mariano Peñuela y José Jurado, en la ofrenda floral del Día del Estudiante Caído, en la Torre de la Malmuerta, 9 de febrero de 1943.

107


Y llegamos a junio, el último mes del curso escolar. En él tenían lugar dos festividades, el Corpus Christi, que por supuesto no había clase y la Comunidad y algunos alumnos asistían a la procesión que con el Santísimo en la Custodia, cuatro veces centenaria, de Enrique de Arfe recorría la ciudad y la Fiesta del Fundador de los HH. Maristas, Marcelino Champagnat: los Hermanos preparaban con verdadero cariño y esmero esta festividad, tanto por dar realce a su, entonces, Venerable fundador, como por intentar que surgiera alguna vocación; los días 3, 4 y 5 de junio tenía lugar el triduo preparatorio, a partir de las 6 de la tarde, con plática a cargo del ya citado P. Roldán S.J. y el día 6 se celebraba la gran fiesta de Marcelino Champagnat, con misa a las 9 de la mañana, actividades culturales y competiciones deportivas, bien en las pistas del Colegio, bien en estadios de la ciudad (América, Marrubial, Electromecánicas); algunos años, al día siguiente, se programaba una excursión campestre con alumnos escogidos. Ninguna festividad quedaba ya en el curso, que desde mediados de junio enfilaba su recta final de exámenes en todos los niveles. LAS PRIMERAS COMUNIONES Las Primeras Comuniones siempre han tenido mucha importancia para los Hermanos Maristas, tanto por la transcendencia católica de dicho acto, como por la vivencia que marca en los niños y el escaparate en que, ciertamente, son de la marcha del Colegio, para los padres y la sociedad. Actualmente se realizan en el amplísimo salón de actos que posee el “Cervantes” en su moderno edificio de la Avenida de la Fuensanta, previos meses de intensa preparación catequética a cargo de grupos de alumnos mayores y antiguos alumnos; pero esta actualidad hunde sus raíces en una importante tradición desde la instalación del “Cervantes” en el Palacio de Torres Cabrera.

Primera Comunión del Colegio Cervantes el 14 de mayo de 1942.

108


El H. Tomás Corral era el preparador, desde febrero, de los primocomulgantes, que por entonces accedían a la comunión con 6 o 7 años. Les explicaba el Catecismo y el sentido del acontecimiento del que iban a ser protagonistas: “Reconozco que lo hizo muy bien y que llegó a inculcarnos la auténtica esencia de lo que significaba ese Sacramento. Lo mejor de todo era cuando se acercaba la fecha prevista, porque ensayábamos la ceremonia en la iglesia, con hostias de verdad, claro está que sin consagrar. Mi mayor preocupación era que no se me pegase al paladar, puesto que solo la podía despegar, y con mucho cuidado, con la punta de la lengua. Nos enseñaron que, además de estar en Gracia de Dios, la Sagrada Forma no se podía tocar con la mano, y que teníamos que estar en ayunas absolutas desde las doce de la noche del día anterior”158. El Colegio preparaba una coral para la misa y distribuía programas del acto y Recordatorios a los niños. Los días escogidos solían ser domingos de mayo, el día de la Ascensión del Señor o la Aparición de San Rafael que, con fecha del 7 de mayo, daban gran importancia los Hermanos y la ciudad de Córdoba. El lugar, si era un grupo grande (más de 25), la parroquia de San Miguel, primero, y de La Compañía después, y si era reducido, en la capilla del Colegio. Para ver la importancia que concedían los Hermanos a la Primera Comunión basta leer los Anales: “Esmeradamente preparados por el H. Tomás, lléganse sus almas candorosas, a teñirse en la púrpura divina de la sangre del Cordero ¡Quiera el Señor que sea para todos ellos prenda de eterna salvación!”159. Las familias hacían lo que podían por poner guapos a sus hijos: “Aquel día me vistieron de blanco, con los primeros pantalones largos que había tenido, llevaba en una mano un pequeño devocionario y un rosario de plata de filigrana, y en la otra, una vela con muchos adornos que nunca encendí. Otros compañeros iban vestidos de distinta manera, de marineros o de almirante. Tan solo uno, que se apellidaba Santos, iba vestido de una forma muy especial. Totalmente de negro, incluso los calcetines y los guantes. Su padre había muerto recientemente y era preceptivo que fuese de luto”160. Recibida la comunión, los niños, de dos en dos, renovaban la Promesas del Bautismo con la mano derecha apoyada en los Evangelios. Particular importancia tuvieron las Primeras Comuniones de mayo de 1944, cuando la tomaron dos hijos del entonces Alcalde de Córdoba, el prestigioso médico Antonio Luna Fernández, alumnos del “Cervantes”. Terminado el acto, un fotógrafo de Colegio sacaba una foto al grupo y este se disolvía en busca de algún tipo de satisfacción: “Debido a la precariedad de medios económicos de casi todas las familias, las celebraciones profanas eran muy austeras. Tan solo un desayuno en familia, y en casa. Posteriormente, acompañado de mi madre, fui visitando una a uno a los miembros más allegados de mi familia, tíos, abuelo y algún que otro íntimo amigo. En cada casa te hacían un regalo. Siempre en metálico. Una o dos pesetas era lo corriente, que yo depositaba en una limosnera, que portaba exclusivamente para este evento. Los zapatos nue158

FONT DE DIOS, E., o.c., p. 14-15. 1940-1946, p. 93-94. 160 FONT DE DIOS, E., o.c., p. 16. 159 Anales

109


vos de tacón de mi madre y los míos blancos recién estrenados, todos los trayectos realizados a pie, hicieron que cuando regresáramos a las cuatro de la tarde, estuviéramos materialmente molidos”161. LA ACCIÓN CATÓLICA Hablar del “Cervantes” en sus primeros años es nombrar, a la fuerza, al movimiento de Acción Católica, uno de cuyos centros se creó en el Colegio el 6 de noviembre de 1940, en solemne sesión presidida por el Consiliario de la AC en Córdoba, José Torres Molina162, quedando como director el H. Matías Botet, como encargado de aspirantes el H. Arturo Alonso y como director espiritual el P. Roldán S.J.. Alumnos de Enseñanza Media, sobre todo 6.º y 7.º, completaban la Junta Directiva y el cuadro de integrantes del centro. El centro de AC, del “Cervantes”, además de la parafernalia de himnos, insignias y banderas, que caracterizaban a este movimiento, creado en el mundo en 1922 por Pío XI y en España desde 1931 gracias a Angel Herrera Oria, se orientó hacia actividades deportivas y de excursionismo para los alumnos que en él se integraban; realizó Círculos de Estudios; editó la revista “Luz”: “¡Quiera el Señor y Ntra. Señora de la Fuensanta, que esta hojita lleve a todos sus lectores, calor para el corazón y luz para la inteligencia”163; pero, sobre todo, se dedicó a una intensa y hermosa labor catequética y de ayuda social en el, entonces, barrio occidental de las afueras de la capital, conocido como Los Olivos Borrachos. Allí compraron los Maristas un pequeño local para realizar su apostólica labor. Varias tardes a la semana los miembros del centro de AC del “Cervantes”, con su director y alma H. Matías Botet al frente, iban a Los Olivos Borrachos a impartir catequesis a los niños pequeños. En vísperas de Navidad se les entregaban regalos: “Los niños de la primera categoría logran 2 jerseys de lana, 1 prenda de vestir diversa, 1 boina, 1 kilo de garbanzos, 3 kilos de batatas y 2 naranjas. Los niños de 2.ª categoría: 1 jersey de lana, 1 par de calcetines, 1 boina, medio kilo de garbanzos, 1kg. y medio de batatas y 1 naranja; y los de tercera categoría: 1 boina, medio kilo de garbanzos, 1 kilo. y medio de batatas y una naranja”164. En primavera, se organizaba una excursión a Cerro Muriano. La Acción Católica se mantuvo muy fuerte en el “Cervantes” durante los años 40 y 50, comenzando a languidecer a principios de los 60 por el cambio de los tiempos, por la ausencia del H. Matías (fallecido en Castilleja de la Cuesta en 1965) y por falta de alumnos comprometidos. Las Actas de los Consejos Locales reflejan la inquietud porque esta obra no desapareciera, cosa que no se pudo evitar. En 1963, el piso de Los Olivos Borrachos se alquilaba “a un antiguo alumno de las Escuelas Pías, que desea contraer matrimonio y no puede hacerlo por falta de piso”165. 161

FONT DE DIOS, E., o.c., p. 16. Desde septiembre de 1945, este cargo lo ocupó el también sacerdote, Juan Font. 163 Anales 1940-1946, p. 79. 164 Anales 1940-1946, p. 81. 165 Acta del Consejo Local del 21 de mayo de 1963. 162

110


El Consiliario diocesano de Acción Católica, José Torres Molina, el director de las Congregaciones Marianas de Córdoba, P. Eduardo Roldán, SJ, y los Hermanos Bernardino María y Arturo José, con las Directivas del Centro de Juventud y del Aspirantado de Acción Católica de Cervantes, el 6 de diciembre de 1940.

El Hermano Cándido Amador y los alumnos de Acción Católica en la catequesis de los Olivos Borrachos, en diciembre de 1942.

111


NECESIDAD DE ABANDONAR EL PALACIO DE TORRES CABRERA Y MUERTE DEL HERMANO DIRECTOR No sin dificultades, a los siete años de su fundación, el Colegio “Cervantes” parecía irse consolidando. El número de alumnos, sin llegar a los 400 deseados, se mantiene y las visitas de los superiores del Instituto Marista terminan siempre con un visto bueno. Incluso una señora de Belmez, Carmen Boza, ofrece la fundación de un colegio en dicho pueblo; ofrecimiento que, tras agradecerlo, el H. Provincial rechaza por falta de personal166. Sin embargo, dos acontecimientos van a marcar una crisis en los dos últimos cursos de presencia de los Maristas en el Palacio de Torres Cabrera: la necesidad de abandonar éste por su venta a la familia Cruz Conde, con la consiguiente y desesperada búsqueda de nuevo emplazamiento, y la repentina muerte del H. Agapito García, Director del Colegio, el 5 de febrero de 1942. En noviembre de 1940, Pilar Meléndez Valdés, propietaria del Palacio de Torres Cabrera, vende el edificio a Rafael Cruz Conde, importante bodeguero, que fuera alcalde de Córdoba en los años 20167. A finales de ese mes, el nuevo propietario informa de palabra y mediante notario, a los Hermanos, de que su intención es habitar el edificio y dedicarlo a la industria del vino. Los Maristas tendrán de plazo hasta el 25 de julio de 1942 para buscar nuevo emplazamiento al “Cervantes”, siendo hasta esa fecha inquilinos del señor Cruz Conde, una vez liquidadas sus deudas con Pilar Meléndez Valdés. Los Hermanos confían en sus Superiores Provinciales la resolución del caso, los cuales les comunican que busquen nueva sede tanto de alquiler, de compra o de nueva planta, con preferencia de la primera alternativa. Los Anales y las Actas del Consejo Local están repletas de la búsqueda de nueva ubicación para el “Cervantes” y de los roces con Rafael Cruz Conde, que con su familia se instala en varias habitaciones del Palacio en julio de 1941, interfiriendo en la marcha del Colegio y lo que era peor: “Habiendo tomado las cosas un tinte un poco subido, puesto que el “femíneo sexo” pasa por el claustro con vestidos no muy decentes, la Dirección del Colegio tomó la determinación de hacerle un requerimiento notarial para que cerrase las puertas que por derechos de inquilino, no puede abrir el propietario”168. La prueba de que estos roces no irán a más, es que los nietos de Rafael Cruz Conde, estudiarán en el “Cervantes”, ya en su ubicación de la Plaza de la Compañía. Los Hermanos buscaban un edificio que no fuera muy viejo, que tuviera amplitud y contara con patio. Se desechó una casa propuesta por el Sr. Lozano; la amplísima del Sr. Castejón, en la calle de Torres Cabrera, se rechazó por no ser muy sólida ni estar bien acondicionada; se tanteó el Palacio de Viana, pero el Sr. Marqués rehusó la petición de alquiler que se le hizo; se estudia alquilar la Academia Espinar, en la calle Pedro López, por 400.000 pesetas anuales, pero no se

166 Anales

1940-1946, p. 31 y Actas del Consejo Local del 18 de mayo de 1941. Dos hijos suyos también serán alcaldes de la ciudad: Alfonso (1949-1951) y Antonio (1951-1962), recordado, por sus realizaciones, como uno de los mejores ediles con que ha contado Córdoba. 168 Anales 1940-1946, p. 42. 167

112


llega a ningún acuerdo; la casa de los señores Barrena y Luque se descarta ante el alto precio del alquiler, 1.600.000 pesetas. Ante tan desalentadoras gestiones, a finales de julio de 1941, el H. Agapito García, a instancias del Consejo Provincial, tantea la posibilidad de que familias pudientes y adineradas, afectas al ideario Marista, costeasen la construcción de un colegio a partir de un solar; las indagaciones del Hermano Director tienen resultado negativo. Comenzaba el curso 1941/42, el último del “Cervantes” en el Palacio de Torres Cabrera y el Colegio no tenía futuro emplazamiento. Para mayor preocupación, el infatigable H. Agapito fallecía el 5 de febrero de 1942, tras diez días en cama a consecuencia de una gripe que degeneró en pulmonía169. Su cadáver se colocó en su despacho y ante él, en signo de reconocimiento y respeto, pasaron todos los alumnos170. Fue enterrado en el panteón que tienen los Hermanos Maristas en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud, junto al mausoleo de Manolete. En años sucesivos, todos los 5 de febrero, en la parroquia a la que esté adscrita el Colegio, se celebrarán funerales por el alma del H. Agapito y por las de los demás Hermanos, profesores y alumnos del “Cervantes” fallecidos desde su fundación en 1933. El nuevo Director, H. Angel Martínez Gómez, llega el 17 de febrero desde Madrid, y de acuerdo con el Consejo Provincial continúa buscando casa. Se propone la adquisición de la finca “Machaco” para la construcción de un colegio, pero no hay tiempo material para ello; la finca del Sr. Cárdenas y la actual casa de Correos parecen una posibilidad, que se desvanece ante el interés del propietario de ésta, marqués de Valdeflores, en retenerla. En general, el problema al que se enfrentan los Maristas a la hora de alquilar cualquier caserón es que los alquileres son muy altos y las obras de adaptación, que debería afrontar el Colegio, también ascienden a grandes sumas de dinero. En mayo de 1942, se va a vislumbrar una solución, que los Maristas tomarán como temporal, pero que llevará al “Cervantes” a ocupar la Plaza de Queipo de Llano (luego de La Compañía) durante 31 años. Merece la pena copiar los Anales en la primera vez que citan el futuro emplazamiento: “Informado el H. Director de que el inmueble denominado La Compañía (calle Santa Victoria) tenía varios locales deshabitados y de que, últimamente, el número de esos locales había aumentado con los que el antiguo administrador de las Escuelas Pías había dejado libres al ser despedido, entabló conversaciones con don Francisco Blanco Nájera, deán del cabildo catedralicio y presidente del Patronato de las Escuelas Pías”171. Como ya veremos más adelante, las Escuelas Pías o Reales Escuelas de la Inmaculada son una institución educativa cordobesa presidida por un Patronato que integran los canónigos de la Catedral cordobesa, deán, doctoral y magistral, a la sazón en aquella época, Francisco Blanco Nájera, Benjamín Salas Diestro y Juan Eusebio Seco de Herrera, respectivamente. El Director de las Escuelas Pías era el sacerdote José Vallepuga y éstas languidecían por falta de per-

169 La edificante biografía del Director del “Cervantes” apareció en la revista marista Stella Maris, n.º 239 de mayo de 1942. 170 FONT DE DIOS, E., o.c., p. 7. 171 Anales 1940-1946, p. 60.

113


sonal, habitando los escasos maestros el mismo edificio. La intervención de Benjamín Salas Diestro, que conocía bien a los Maristas por ser delegado diocesano de Acción Católica, fue decisiva (y así lo reconocerán siempre los Hermanos) para que se llegase a un acuerdo. El Colegio “Cervantes”, a partir del curso 1942/43 podría ocupar varias dependencias del edificio de la Plaza de la Compañía, con un arriendo de 6.000 pesetas anuales y comprometiéndose a efectuar las obras de adaptación que, según el presupuesto de Rafael Díaz García, ascendían a 37.784’36 pesetas.

114


4. EL “CERVANTES” DE LA PLAZA DE LA COMPAÑÍA (1942-1973) LA ENSEÑANZA NO UNIVERSITARIA DURANTE EL RÉGIMEN DE FRANCO Pedro Sainz Rodríguez (1938-1939) y José Ibáñez Martín (1939-1951), monárquico el primero y procedente de la Acción Católica el segundo, fueron los dos primeros Ministros de Educación de Franco. A ellos se debe la inicial articulación de la Enseñanza en la España nacional y en la España de la posguerra, orientada, sobre todo, al control ideológico y a desmontar la obra del régimen republicano172. Fue la Segunda Enseñanza la primera que sufrió reformas con el nuevo régimen, reduciéndose el número de Institutos Nacionales de Enseñanza Media (en 1940 había 113 y en 1959, 119). El 20 de septiembre de 1938 veía la luz el Plan de Bachillerato, que lo hacía constar de siete cursos, con un examen final de Estado, para obtener el título, muy fuerte, ante un tribunal universitario, para así acceder a la Universidad; se acentuaba la educación humanística, la religiosa y la patriótica. Este plan duraría hasta 1953, cuando el nuevo Ministro, Joaquín Ruiz Jiménez (1951-1957), lo sometería a una reforma que dividía al bachillerato en dos etapas: el elemental, con cuatro cursos y una Reválida al final; y el superior (en dos ramas de Ciencias y Letras), con dos cursos, curso Preuniversitario y una durísima prueba de acceso a la Universidad. Con algunas leves modificaciones, este plan se mantendría hasta la Ley General de Educación (LGE) de 1970, que estudiaremos más adelante. Para entonces, y desde 1960, con los ministros Jesús Rubio García Mina (1957-1962) y Manuel Lora Tamayo (1962-1969), se anima a colaborar a Ayuntamientos y Diputaciones para crear Colegios Libres Asociados que, con un espectacular aumento del alumnado y del profesorado, devendrán en los años 70 en Institutos de Bachillerato. Por su parte, la Formación Profesional, se legislaría en 1956 estableciendo en esas Escuelas tres ciclos: etapa de preaprendizaje (12-14 años), etapa de aprendizaje (14-18 años) y etapa de maes172 Un resumen claro y completo de la evolución legislativa de la Enseñanza en la España de Franco lo encontramos en GUTIÉRREZ CUADRADO, J. y otros, Educación y enseñanza, Enciclopedia de Historia de España, dirigida por Miguel Artola, Alianza Editorial, 1989, pp. 593-601.

115


tría y perfeccionamiento (de 18 en adelante). Necesariamente hay que citar que, en 1956, y fruto del falangista José Antonio Girón de Velasco, abrirían sus puertas las Universidades Laborales (la de Córdoba, una de las más importantes), dependientes del Ministerio de Trabajo y de una fértil labor que no es posible, si quiera, esbozar en este breve espacio173. Las primeras leyes sobre Enseñanza Primaria aparecen en 1945, pero tendrán un gran continuidad. Se dividía esta Enseñanza en tres etapas: la de párvulos (45 años), único lugar donde se permitía la coeducación, la enseñanza elemental (610 años), que terminaba con un examen de Ingreso, y la de perfeccionamiento, que coincidía con los dos primeros cursos de Bachiller (10-12). Hasta 1967, la escolarización obligatoria iba de los 6 a los 12 años, mientras que en esa fecha se prolongó hasta los 14, es decir, hasta finalizar el Bachiller Elemental. Las asignaturas se dividían en Instrumentales (Lectura, Escritura, Ortografía, Dibujo, Redacción y Cálculo), Formativas (Religión, Formación del Espíritu Nacional, Geografía e Historia, Educación Física, Lengua Española y Matemáticas) y Complementarias (Ciencias Naturales, Manualidades). Ciertamente, el dominio de las destrezas básicas y el desarrollo de conceptos como autoridad y respeto y valores como memoria, trabajo, familia, religión y patria, dominaban la Enseñanza Primaria. En 1967 se creaban los Colegios Nacionales, que integraban los cursos de enseñanza obligatoria, con una ratio de unos 30 alumnos por aula. Apenas sufriría cambios esta estructura hasta 1970 con la LGE. En 1969 era designado Ministro de Educación y Ciencia el técnico, José Luis Villar Palasí, él sería el responsable de la Ley General de Educación, aprobada el 4 de agosto de 1970 y preludiada por el famoso Libro Blanco de la Educación (1969). Para la mayoría de los historiadores, ésta ha sido la mejor legislación sobre enseñanza que ha conocido España. Planteaba la enseñanza como un todo y establecía una Educación General Básica (EGB), unificada, gratuita y obligatoria, desde los 6 a los 14 años, dividida en ocho cursos, los cinco primeros de carácter globalizado y los tres últimos más diversificados. Previamente a la EGB se establecía el Preescolar en dos cursos (4 y 5 años) y, posteriormente a la enseñanza obligatoria, se abría la Formación Profesional (cinco cursos, para los que bastaba el certificado de haber estado escolarizado ocho años) o los tres cursos del Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), para el que se exigía tener aprobado 8.º EGB, es decir, poseer el título de Graduado Escolar. Finalizado el BUP, y si se quería acceder a la Universidad, era necesario aprobar un Curso de Orientación Universitaria (COU) y un examen final de Selectividad. La Universidad, en fin, ofrecía dos tipos de carreras, las Licenciaturas, de cinco cursos, y las Diplomaturas, de tres. Precisamente, con esta ley, la carrera de Magisterio, recupera su rango universitario que alcanzara en época de la Segunda República, perdido desde 1945 cuando sólo se exigiera para estudiar en las Normales el título de Bachiller Elemental (a partir de 1967 se exigiría el de Bachiller Superior). La LGE completaba el sistema educativo español con la creación de la educación de adultos, la educación especial y la educación a distancia. 173 Un buen resumen lo encontramos en GÓMEZ RODRÍGUEZ DE CASTRO, Federico, Las Universidades Laborales, Historia de la Educación en España y América, o.c., pp. 940-944.

116


Discusiones pedagógicas y valoraciones políticas aparte, para un balance de la Educación durante el franquismo, suscribimos las palabras del Catedrático de la UNED de Madrid, José Luis García Garrido: “La realidad es que, salvo quizás un primer momento de estancamiento inicial (explicable, además, por el terrible saldo físico y anímico que dejó la guerra civil), la educación de los españoles acabó por recibir un empujón considerable durante la nueva etapa. Es cierto que todos los países del mundo, y especialmente los europeos, vivieron durante esta misma etapa una época de especial entusiasmo en materia educativa. Pero también lo es que España partía con un handicap de muchos años de retraso, que sin duda la Segunda República acortó, pero que no logró obviamente eliminar. Al retraso secular español en la materia venía a unirse un empuje y un desarrollo muy fuerte en otros países, lo que fácilmente hubiera podido ocasionar que España se descolgase definitivamente de Europa en terreno educativo. Esto no ocurrió, sin embargo. Por el contrario, al final del período franquista, España había logrado remontar en gran parte su casi atávica situación de penuria y presentar en el panorama europeo una imagen por lo menos digna”174. En el curso 1974/75 los colegios de Preescolar y EGB sumaban en toda España un total de 6.253.708 alumnos (3.570.598 en la enseñanza pública y 2.683.110 en la privada) con una ratio media de 33’4 alumnos por aula. Más de millón y medio con respecto a los datos del curso 1949/50 y con un incremento, respecto a esa fecha, de unas 112.000 unidades escolares. El analfabetismo entre los mayores de 10 años, en fin, había pasado del 32’4% en 1930 y del 23’1 en 1940, al 8’5% en 1970 (4’6% entre los hombres y 12’5% entre las mujeres). La Enseñanza católica fue, en gran parte, responsable de todo esto, siendo la gran mimada del régimen franquista. Protección que sólo se explica por la dura persecución que había sufrido durante la Segunda República y la Guerra Civil y por la victoria total de la España Nacional, que apostaba por plasmar sus ideales y su visión de España, en todos lo terrenos. Así, el 3 de mayo de 1938 la Compañía de Jesús era restaurada, el 2 de febrero de 1939 se devolvía a la Iglesia la capacidad legal de enseñar, derogada por las leyes republicanas, y la educación católica, era definida por la orden ministerial del 24 de julio de ese año, como “la base indispensable del orden, vínculo firmísimo de la unidad y grandeza de nuestra patria”. La enseñanza católica iba a vivir una época dorada como no la había conocido en los últimos 200 años de la Historia de España. Se produciría una firme sintonía, con apoyo mutuo, entre Iglesia y Estado en la tarea de reconstrucción moral, social y política de España, a la que se dispusieron, desde su óptica, con auténtico entusiasmo. Sin embargo, y en los primeros años, la Iglesia hubo de enfrentarse con la Falange, que aspiraba, de acuerdo al punto 25 del programa del partido, a monopolizar la enseñanza, consolidando un Estado fuerte y separado de la Iglesia. La tenaz batalla, ganada por la Iglesia gracias a sus argumentos ideológicos y bazas dialécticas apelando a la libertad de enseñanza, duraría hasta 1945. El Editorial de Ecclesia, revista oficial de la Iglesia española, del 30 de junio de 1945, nos da una 174 GARCÍA GARRIDO, José Luis, Panorama general de la educación durante el franquismo, Historia de la Educación en España y América, o.c., p. 849.

117


idea de los argumentos triunfadores: “En cuestión de principios no podemos ceder un ápice. La educación corresponde antes a la familia y a la Iglesia que al Estado. La Iglesia tiene derecho a fundar y sostener escuelas primarias, secundarias y superiores. La Iglesia puede vigilar la enseñanza y la educación religioso-moral de sus fieles hasta dentro de las escuelas privadas o estatales (...) Es injusto o ilícito todo monopolio educativo que fuerce física o moralmente a las familias a acudir a las escuelas del Estado”. A la Falange sólo le quedarían las asignaturas de la Educación Física y la Formación del Espíritu Nacional, impartidas por miembros del Frente de Juventudes o militares, y la de Labores en las escuelas de niñas, a cargo de la Sección Femenina. El Acuerdo del Estado con la Santa Sede, de 1941, que preveía la creación de un Concordato que sustituyera al de 1851, contemplaba ya la confesionalidad del Estado y la obligatoriedad de la Religión en todos los cursos, tanto de escuelas públicas como privadas. El Fuero de los Españoles (1945) garantizaba la protección a la religión católica en todas las escuelas y la libertad de educación para los centros privados. La Ley de Educación Primaria (17 de julio de 1945) reconocía a la Iglesia el derecho a la creación de escuelas primarias y de Magisterio, y establecía que esta enseñanza “debería ajustarse a los principios del dogma y de la moral católica y a las disposiciones del derecho canónico vigente” (artículo 5.º). La Ley de Ordenación de la Enseñanza Media, de Ruiz Jiménez, hubo de incluir algunas reformas que le hizo la Conferencia de Metropolitanos (antecedente de la Conferencia Episcopal), para su aprobación en febrero de 1953. El Concordato, firmado finalmente en 1953, en lo referente a la enseñanza reafirmaba el carácter católico de la enseñanza estatal y no estatal, así como la vigilancia eclesiástica sobre los centros docentes, los libros y los materiales de enseñanza y la libertad total de la Iglesia en cuanto a la ordenación de cursos, programas, profesores y libros de texto; el artículo 20, en fin, eximía de impuestos y contribuciones a las instituciones docentes de religiosos. Sin descartar la importancia de los colegios privados católicos de enseñanza primaria, la baza principal de ésta en los primeros años del franquismo fue la Segunda Enseñanza. Ante el déficit de Institutos, el porcentaje de estudiantes de bachillerato en centros privados había pasado del 28’9% en 1931 al 70% en 1943 y al 75% en 1949. La tendencia se mantendría durante toda la década de los 50, lo que servirá a los críticos del régimen franquista para afirmar que sólo las clases pudientes podían costearse la Enseñanza Media. Tal afirmación podría contestarse, en parte, aludiendo a la gran cantidad de becas que ofrecía el Estado y a la amplia capacidad de los escasos Institutos. Con los años 60 llegó la ampliación de la oferta pública de Institutos y la situación cambió, iniciándose ya un debate en la sociedad española (aún hoy vivo) sobre los dos tipos de enseñanza, pública y privada, sobre su calidad y campo de acción. Desde finales de los 60 y en los 70, la tarea educativa de Iglesia, aunque protegida por la legislación, se sentiría criticada y atacada por una parte de la sociedad española, que menospreciaba su contribución a la enseñanza nacional y sus dedicación secular a las clases necesitadas. Los Hermanos Maristas, en Córdoba, por ejemplo, y en los años 60, mantenían un colegio de pago, el “Cervantes” y dos gratuitos, las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada y “San José” de Priego. 118


Ante todo esto, la Comisión Episcopal de Enseñanza y Educación Religiosa, a la luz del Vaticano II, publicaba en 1969 un documento sobre su misión educadora y los problemas educativos y sociales (igualdad de oportunidades, promoción cultural de la mujer, educación especial, educación y cultura, derecho de los padres a la elección de centros educativos, etc.), colaboraba en el proceso de estudio y elaboración de la LGE y solicitaba al Estado una subvención económica que permitiese, realmente, a cualquier padre, de cualquier familia, escoger la enseñanza que quisiera para sus hijos. Hay que decir, finalmente, que a diferencia de otros sectores de la Iglesia y, exceptuando ciertos grupos universitarios y algunos medios eclesiales, las Ordenes religiosas dedicadas a la enseñanza no escogieron el terreno de la crítica al régimen de Franco en sus últimos años. Preocupadas por aspectos sólo educativos, por mejorar la enseñanza integral de sus alumnos, llegaron al final del régimen franquista firmemente adictas a él o, cuanto más, indiferentes. Sin embargo el futuro incierto del retorno a un Estado no confesional y la supervivencia de sus centros de enseñanza, si no recibían subvenciones estatales, serían nubes negras que se les dibujaban en el horizonte de la España de la transición democrática.

CÓRDOBA DURANTE EL FRANQUISMO Demográficamente, Córdoba continuó su aumento, imparable, iniciado en el primer tercio del siglo XX, y acelerado ahora con más inmigración procedente de los pueblos y con un elevado crecimiento vegetativo. Para 1970, Córdoba superaba ya en población a Granada y se convertía en la tercera ciudad andaluza en número de habitantes, tras Sevilla y Málaga. Estos son los datos de población correspondientes a este período: 1940: 135.674 1950: 160.347 1960: 189.671 1970: 232.343 Este auténtico boom demográfico acarrearía graves problemas de falta de viviendas dignas, apareciendo el chabolismo y barrios marginales. El Ayuntamiento trató de atajarlo a principios de los 40 con un programa de construcción de 1.350 viviendas baratas, que no llegó a concretarse por motivos económicos. Sería el Obispo de Córdoba desde 1946, fray Albino González Menéndez-Reigada, quien en 1947 realice una gran contribución al urbanismo y a la dignidad de la ciudad con la fundación de la Asociación Benéfica de la Sagrada Familia que en dos años creará sendas barriadas, Fray Albino (en el Campo de la Verdad) y Cañero (en la finca que donó el rejoneador de dicho nombre), con un total de unas 4.000 viviendas. Nuevas barriadas irán ampliando la ciudad, cambiando completamente las dimensiones que arrastraba durante siglos: En el norte de Córdoba, en los 40, nace el barrio de viviendas unifamiliares del Zumbacón; a mediados de los 50, se estructura el Barrio del Naranjo, construido unos años antes; a finales de los 50, 119


surge el barrio de Santa Rosa, que conectará y ampliará las escasas construcciones que existían ya en Valdeolleros; la zona residencial de El Brillante comenzará su auge a partir de los 60, entorno al eje que supone la Avenida del mismo nombre; la zona de San Cayetano, al otro lado de la Avenida Obispo Pérez Muñoz (luego Ollerías), comenzaría a principios de los 70 a liberarse de los vestigios de antiguos edificios industriales y a urbanizarse. Por el este de la ciudad, ya desde los años 40, comienzan a nacer y crecer los barrios de La Viñuela, El Rescatado y el Cerro de la Golondrina y, a mediados de los 60, Levante y Fátima, con las Avenidas de Barcelona y Carlos III como grandes ejes; la Fuensanta-Santuario comenzarán a ser realidad a principios de los 70. Por el sur, y aparte de la barriada de Fray Albino, surge a finales de la década de los 50 el Sector Sur, separados los dos barrios por la Avenida de Granada y unido éste último con la ciudad por el Puente de San Rafael (1953). Por el oeste, a principios de los 50 se ordena y amplia el barrio de las Electromecánicas; en la inmediata posguerra se inicia la construcción de la Ciudad Jardín, paradójico nombre para un barrio al que las ampliaciones de la década de los 60 lo transformarán en un auténtico hormiguero humano; en la mitad de los 50 arranca la construcción de Vallellano y Fleming, con sus importantes espacios verdes; de mediados de los años 60 es Vista Alegre y el Poligonete (la zona entorno a la nueva plaza de toros), con la Avenida Gran Vía Parque y la del Aeropuerto como grandes ejes; el 10 de junio de 1970, los Príncipes de España, don Juan Carlos y doña Sofía inauguraban el Parque Figueroa y, finalmente, a principios de los 70 se iniciaba el Parque Cruz Conde, con todos sus alrededores y la Avenida del Corregidor como conexión entre el Sector Sur, La Ribera y La Victoria. Todo esto fue, en bastante parte, posible gracias al Plan General de Ordenación Urbana de 1958. El deseo de una nueva estación de ferrocarril, solicitada ya desde 1943, que no frenase la ciudad ni la dividiese, y la creación de cerca de 3.000 infraviviendas prefabricadas en los barrios de Las Moreras y Las Palmeras, a principios de la década de los 60, eran los dos principales problemas urbanísticos al final de este período. Los años 40 y 50, con más escasez los primeros, vieron una economía cordobesa anticuada y muy dependiente de la agricultura, del comercio y de la burocracia administrativa. El Polo de Desarrollo Industrial, creado en 1969, alteraría definitivamente esta situación. Hasta 98 empresas solicitaron acogerse a sus beneficios, las más importantes CENEMESA y SECEM. En el Polo, también se previó la creación de una Universidad Autónoma del Movimiento, auspiciada por el político cordobés José Solís Ruiz, que a punto estuvo de ver la luz. El Polígono de la Torrecilla, de este período, fue la primera área de expansión industrial cordobesa. La bonanza económica que fueron alcanzando Córdoba y España a partir de los 50, creó una sociedad cordobesa con una amplia clase media, muy despolitizada, con sus necesidades básicas cubiertas y muy atenta a los espectáculos y a las fiestas. Por tanto, siguió siendo tan festiva, o más, que en el período tratado anteriormente. Los momentos lúdicos citados entonces se mantuvieron y acrecentaron. Lógicamente, en la Córdoba de la posguerra los de raíz religiosa tenían una enorme fuerza: la Semana Santa (la Agrupación de Cofradías se fundó en 1944 al calor de la refundación de numerosas Hermandades), el Corpus y su Octava, las 120


Navidades, las Romerías, festividades religiosas (Sagrado Corazón, María Auxiliadora, San Rafael, Nuestra Señora de la Fuensanta, Inmaculada, Candelaria, Asunción, etc.). El mundo del toro siguió apasionando a Córdoba que vivió intensamente la trayectoria del diestro local Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (1917-1947), para muchos el mejor espada de la historia del toreo, lo que explica la conmoción por su trágica muerte. La nueva plaza de toros Los Califas, inaugurada en 1965, seguiría atrayendo público, aunque no en exceso debido a la falta de estrellas locales (sólo “El Cordobés” en los años 60). El fútbol se convirtió en esta época en el espectáculo de masas que ya es hoy; en 1945 se inauguraba el estadio de El Arcángel y en 1954 nacía el equipo titular de la ciudad, el Córdoba CF, fruto de la fusión del CD Córdoba y el CD San Alvaro. Ocho temporadas en Primera División, de 1962/63 a 1968/69 y la de 1971/72 fueron el mejor balance del Córdoba CF. El cine vivió un auténtico boom en esta época; a las salas ya existentes se unieron el Palacio del Cine (en las Tendillas, hoy desaparecido y sustituido por un bingo), Isabel la Católica, Alkázar, Lucano, Cabrera-Vistarama, Séneca, Osio, Magdalena, Fuensanta y Almirante (en el Parque Figueroa), sin contar los cines de verano o los de colegios (el famoso cine-club Don Bosco en el colegio de los Salesianos). Aparte de las bodas, bautizos y primeras comuniones, ir al cine, a los toros, al fútbol, de perol en la bella sierra cordobesa o acudir a las populares y tradicionales tabernas de la ciudad, eran las principales distracciones de la Córdoba franquista. A partir de los 60 tres ofertas más se unirán a éstas: la televisión y, fundamentalmente para la juventud, los guateques caseros y el fenómeno de los pubs y discotecas, localizándose en el centro de la ciudad los locales de este tipo más importantes. En el aspecto educativo, sin duda este período fue decisivo. Su punto culminante fue la creación de la anhelada Universidad de Córdoba en 1972, pero ya el camino previo estaba jalonado de importantes hitos, como la conversión de la Escuela de Veterinaria en Facultad (1944), la creación en 1956 de la Universidad Laboral “Onésimo Redondo”, la fundación en 1963 de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA) y, un año después, de la Escuela Técnica de Empresarios Agrícolas (ETEA), merced al mecenazgo de la familia López Cubero que entregaría su gestión a los Jesuitas. En 1971 la Escuela Normal de Magisterio alcanzaría el rango de Universitaria y en ese mismo año se creaba el Colegio Universitario de Córdoba, que incluía Filosofía y Letras y Derecho. Desde 1972, la Universidad de Córdoba fue creciendo en alumnos, titulaciones y calidad. Los Hermanos Maristas se implicaron, desde el 1 de septiembre de 1973, en la marcha de la E.U. de la Iglesia de Profesorado EGB “Sagrado Corazón”, sita en la calle Amador de los Ríos en dependencias que fueron del Seminario de “San Pelagio”, al incluirse en su Junta de Titulares, que preside el Obispo de Córdoba. A la par que todo esto, las enseñanzas primeras y medias también fueron desarrollándose. El Estado creó numerosos Colegios Nacionales, como se denominaban entonces: “Colón”, “Julio Romero de Torres”, “Maestro Priego López”, “Abogado Enríquez Barrios”, “San Lorenzo”, “Caballeros de Santiago”, “San Alvaro” (luego “Abderramán”), “Santa Rosa de Lima”, “Fray Albino”, “Santa Catalina de Siena” y “San Vicente Ferrer”, son hoy veteranas instituciones. A finales de los años 60 el único Instituto de Bachillerato de la ciudad se desdobló en 121


dos, el femenino se quedó en las Tendillas, con el nombre de “Góngora” y el masculino marchó a las faldas del Parque Cruz Conde, recibiendo el nombre de “Séneca”; a ellos se unirían, a principios de los 70, el “Averroes” para el Sector Sur y el “López Neyra” para el Parque Figueroa. La Formación Profesional tenía su santo y seña en el Instituto Politécnico, luego bautizado “Maimónides”. Por su parte, la enseñanza católica contó con nuevos colegios en este período: en unos casos fueron órdenes religiosas que retomaban un pasado glorioso (Trinitarios, Carmelitas), en otros, nuevas incorporaciones (Mercedarias, Hijas de M.ª Inmaculada y Franciscanos, colegio este último edificado por la misma empresa que hizo el “Cervantes” de la Fuensanta, con el que tiene grandes similitudes arquitectónicas) y, en una tercera modalidad, colegios y obras sociales fundadas por los propios párrocos (Antonio Gómez Aguilar en La Trinidad y Agustín Molina, el popular padre Ladrillo en el Barrio del Naranjo). Los medios de comunicación escritos, reducidos al diario Azul durante la Guerra Civil, siguieron en ese escueto número, aunque desde 1941, Azul, se transformó en el diario Córdoba, perteneciente a la Prensa Nacional del Movimiento, que fue ganando calidad y lectores, gracias al trabajo y profesionalidad de sus trabajadores. La radio, por contra, vivió un período de esplendor: Radio Córdoba, integrada en la cadena SER, veterana de los años 30; La Voz de Andalucía, de la Red de Emisoras del Movimiento, fundada en 1963 y Radio Popular, de la COPE, establecida en 1966. Televisión Española llegaría a principios de los años 60, recibiéndose, en principio sólo la primera cadena y, posteriormente, la segunda, todo, por supuesto, en blanco y negro. Si atendemos al profesor Cuenca, “La Córdoba del primer franquismo sería así una Córdoba recoleta, límpida y apacible, paraíso de castas y oligarquías, conservada en el alcohol del tiempo en su morfología arquitectónica, encubridora como siempre de dramas e injusticias”175. Los años 40 son los tiempos de los cuatro trenes de expedicionarios cordobeses para la División Azul, partidos tras impresionante manifestación en 1941; de la Santa Misión de 1945, que convirtió la ciudad en un templo; de la manifestación en las Tendillas de 1946 en apoyo al régimen de Franco, con motivo de su exclusión de la ONU; de las visitas del Generalísimo en 1943 y en 1948, en esta última inaugurando las barriadas de Fray Albino y Cañero... La elevación del nivel de vida relajó las euforias iniciales pero no trajo consigo crítica alguna al régimen: “La gran mayoría, cumplidas sus ambiciones individuales y cubiertas sus necesidades básicas –piso, TV y el utilitario 600– distraía su atención de la cosa pública y se entregaba colectivamente a los éxitos deportivos del Córdoba CF... y, cómo no, a lo que fue uno de los fenómenos sociológicos de la época: Manuel Benítez, El Cordobés”176. Sólo a escala minoritaria e intelectual, en torno al Círculo Juan XXIII (1963), se reunieron algunas voces críticas de los que luego serían importantes políticos cordobeses. Cinco veces más, visitaría Franco Córdoba: en 1953, 1961, 1963, 1965 y, la última, en 1969, para inaugurar la iluminación de la Mezquita-Catedral. 175 CUENCA TORIBIO, J.M., o.c., p. 184. Para este período también es importante consultar a AGUILAR GAVILÁN, Enrique, Historia de Córdoba, Sílex 1995, pp. 114-119 y ROMÁN MORALES, Francisco, Córdoba Capital, Tomo I Historia, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba 1994, pp. 340-360. 176 AGUILAR GAVILÁN, E., o.c., p. 119.

122


Once alcaldes conoció Córdoba desde el fin de la Guerra Civil hasta las primeras elecciones municipales democráticas177. Si en un primer período Antonio Luna Fernández vino a dar estabilidad a un Ayuntamiento excesivamente cambiante desde 1936 y en el período final Antonio Guzmán Reina y Antonio Alarcón Constant resolvieron con dignidad para la ciudad sus mandatos, no cabe duda que el alcalde más emblemático de la Córdoba franquista fue Antonio Cruz Conde, que ejerció el cargo de 1951 a 1962, para pasar a ser luego presidente de la Diputación. Sobrino del que fuera alcalde en época de Primo de Rivera, José Cruz Conde, en cuyo honor fue bautizada una de las principales calles cordobesas, hijo de otro munícipe de esa época, Rafael Cruz Conde, y hermano del edil que le antecedió, Antonio Cruz Conde es elogiado por todos los historiadores debido al balance de su gestión: el abastecimiento de agua a toda la ciudad, el nuevo puente de San Rafael, la construcción de un aeropuerto, el primer plan de ordenación urbana con que contó Córdoba, la proyección exterior turística de la ciudad, la restauración y recuperación de monumentos y la gestión para la construcción de dos importantísimos conjuntos hosteleros, el Parador de La Arruzafa y el Córdoba Palace (hoy Hotel Meliá). La lista completa de alcaldes de este período es la siguiente: 1939-1939: José Tomás Valverde Castilla 1939-1940: Manuel Sarazá Murcia 1940-1941: Antonio Torres Trigueros 1941-1943: Rafael Jiménez Ruiz 1943-1944: Pedro Romero Bartolomé 1944-1948: Antonio Luna Fernández 1948-1949: Rafael Salinas Anchelerga 1949-1951: Alfonso Cruz Conde y Conde 1951-1962: Antonio Cruz Conde y Conde 1962-1971: Antonio Guzmán Reina 1971-1979: Antonio Alarcón Constant EL EDIFICIO Y SU HISTORIA “Como auténtica limosna se ocupan las dependencias de un célebre y monumental patronato”178. Así describe Ibáñez la llegada del “Cervantes” a su nueva sede de la Plaza de la Compañía. Eran momentos difíciles, se mezclaban las penurias económicas de la posguerra, con el traumático desalojo de Torres Cabrera. Sin embargo, la fe de los Maristas y el nombre que su labor estaba adquiriendo en Córdoba, harían que esta etapa, en la que el Colegio se ubicó en la Plaza de Queipo de Llano (hoy de La Compañía), fuese la más dilatada de toda su historia. Esos 177 Sobre los alcaldes de Córdoba en el siglo XX es muy ilustrativo el trabajo de PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Yo, el alcalde, aparecido en la Colección Córdoba, Tomo 2, pp. 181-200. 178 IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 159.

123


31 años verían pasar a cientos de alumnos por sus aulas y contemplarían la auténtica consolidación del “Cervantes” y su elevación al nivel de los mejores colegios de Córdoba. En cualquier caso, lo primero que llamaba la atención, era el apego de los Maristas al centro de la ciudad, por la accesibilidad que así se podía ofertar a los alumnos. El edificio de la Plaza de la Compañía estaba justo a espaldas de las Tendillas y casi a mitad de camino entre la primera ubicación, calle Barroso, y la segunda, calle Torres Cabrera. Sin embargo dos aspectos diferenciaban a esta nueva sede, su monumentalidad y una larga tradición histórica vinculada a la enseñanza. Vamos a detenernos, precisamente, en estos dos puntos: La historia de la inmensa casa palacio se remonta a meInterior Colegio Cervantes, plaza de la Compañía, años sesenta. diados del siglo XVI. Su propietario era el deán de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, Juan Fernández de Córdoba, tercer hijo del conde de Cabra, hombre de extraordinaria fortuna, generoso y de vida azarosa, que llegó a pretender el obispado de Córdoba (derrotado por Leopoldo de Austria, tío del Emperador Carlos V) y que describe ampliamente Ramírez de Arellano179. En 1540 vino a Córdoba el padre Juan de Ávila, guiándole el afán de remediar la falta de centros de educación para la infancia. Aunque sus gestiones no se concretaron en nada, dejó sembrada la semilla en la nobleza capitalina y, poco después, tanto Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, como el ya citado Juan Fernández de Córdoba, brindaron casas y rentas a los primeros miembros de la recién creada Compañía de Jesús que llegaron a Córdoba, instalándose en una casa de la Judería y dedicándose a la atención de hospitales, predicación y a impartir el sacramento de la penitencia. Como quiera que deseaban encontrar un amplio lugar para crear una iglesia y un colegio, el deán Juan Fernández de Córdoba les donó la suya en 1553, con la única condición de que estas escuelas fue179

124

RAMÍREZ DE ARELLANO, T., o.c., pp. 433-435.


ran siempre públicas. El cabildo municipal ofreció unos 64.000 reales provenientes de las sobras del encabezamiento general de tercias y alcábalas. Sería el primer superior de los jesuitas Antonio Fernández de Córdoba (hijo de los condes de Feria y marqueses de Priego, por tanto hijo de doña Catalina) y el primer rector del colegio el padre Francisco Gómez180. El colegio y la iglesia fueron puestos bajo la advocación de “Santa Catalina”, en honor de la santa patrona de la marquesa de Priego, benefactora de la fundación181. Nada quedaba del primitivo colegio de “Santa Catalina” cuando llegaron los maristas en 1942. Sí se conservaba, igual que en nuestros días, la iglesia, hoy denominada parroquia de San Salvador y Santo Domingo de Silos, uno de los ejemplares más interesantes del Manierismo en Andalucía, atribuible a Hernán Ruiz II, que terminó su construcción en 1567182. Los Hermanos Maristas tuvieron una fuerte vinculación con esta parroquia, donde se celebraban las Primeras Comuniones y Confirmaciones del Colegio. Tres párrocos conocieron: José Torres Molina (1942-1950), Juan Jurado Ruiz (1950-1955) y Joaquín Canalejo (19551973). Particular sintonía encontraron con el segundo, que llegaría ser magistral de la Catedral cordobesa y vicario general y capitular de la Diócesis; los testimonios de sus hermanas Rita y M.ª Teresa, ésta aún viva, identificadas con el espíritu marista y colaboradoras en cuantas ceremonias realizara el Colegio, así nos lo confirman. Problemas hubo con su sucesor, y así lo reflejan tanto los Anales como las reuniones del Consejo Local, al mantener don Joaquín una actitud de poca cordialidad y comprensividad con el “Cervantes”, iniciándose los problemas al exigir el párroco que las Primeras Comuniones se hicieran mezcladas con las de los demás niños de la parroquia, sin ceremonia exclusiva para los del “Cervantes”. Los Maristas acabarían trasladándolas a la Real Iglesia de San Pablo, dadas las excelentes relaciones que de siempre les habían unido con los Hijos del Corazón de María. El colegio de “Santa Catalina”, según Aranda183, se convirtió en el más importante de la ciudad, acudiendo también los colegiales de “Nuestra Señora de la Asunción” y del Seminario de “San Pelagio”, centros controlados por los Jesuitas, a formarse en él. Tal sería el nivel del alumnado que en 1576, el rector Gómez, propondría al Ayuntamiento la creación de una Universidad, idea que se trasladaría al rey Felipe II, y que a la postre no cuajaría. La fama y número de matrícula se mantendría durante todo el siglo XVII y hasta mediados del XVIII, cuando los numerosos preceptores privados que desempeñaban su labor en nuestra ciudad, arrebatasen un importante sector del alumnado a “Santa Catalina”.

180 Ramírez de Arellano nos narra la simpática anécdota de que el deán, no fiándose en un principio de los jesuitas, los espiaba en secreto por mirillas, hasta que, satisfecho, terminó otorgándoles su absoluta confianza y protección. Ibidem. p. 435 181 Un buen y reciente resumen de esta fundación lo encontramos en GARCIA CANO, M.ª Isabel, Iglesia, religiosidad y educación en la Córdoba de los tiempos Modernos, Córdoba Capital, Tomo 1, pp. 227-233, Cajasur-Diario Córdoba 1993 182 El mejor estudio sobre esta iglesia podemos verlo en VILLAR MOVELLAN, A. La parroquia de San Salvador y Santo Domingo de Silos. Córdoba Capital Tomo 2. pp. 210-214. 183 ARANDA DONCEL, J. Historia de Córdoba. La época moderna p. 169 y ss.

125


A finales del siglo XVII el estado del colegio, arquitectónicamente hablando, era ruinoso y el padre Gámiz acometió, más que una reforma, la construcción de uno nuevo, cuyo interior es el que ya conocieron los Maristas y ha llegado a nuestros días. La construcción se comenzó en 1701 y su traza y dirección se atribuyen al lucentino Francisco Hurtado Izquierdo184. Dos elementos merecen comentarse de la nueva construcción: el patio y la escalera. El patio, cerrado, de planta cuadrangular, con cuatro puertas (una daba a la escalera y otra, ya en época del “Cervantes”, a los servicios), dividido en dos plantas, con ventanales rectangulares decorados con frontones, alternando el frontón triangular y el curvo. Para todos los que correteamos, jugamos, hicimos gimnasia o formamos filas en este patio, tiene un nombre: “el patio rojo”, por su característica pintura rojiza que destacaba sobre tonos ocres y en contraposición a otro que denominábamos “el patio blanco”. Cuando yo tenía ocho o nueve años y jugaba a policías y ladrones por el patio rojo, esquivando balones y chavales, aquel recinto me parecía enorme; cuando ya de mayor he vuelto, daba la sensación de que hubiera encogido y me parece mentira que tantos chavales cupiéramos en él. No en vano, en mis tiempos de escolar uno de los mejores premios que nos podía tocar con el sistema de émulos, era utilizar el patio en horas en que estuviese vacío. El otro elemento señero de esta reconstrucción del Setecientos es la escalera, una de las más hermosas del Barroco español, algo en lo que quizás no caíamos cuando en ordenadas filas la subíamos y la bajábamos cuatro veces al día, si estabas en una clase de la primera o segunda planta. Tomando la descripción que da Villar: “La escalera es de tipo imperial y está realizada en mármol negro con embutidos en rojo, blanco y verde; abre al corredor por tres arcos de medio punto, con un tiro central, rellano con ventanal sobre zaguán bajo, y dos hocinos o tramos –paralelos al anterior– que alcanzan el piso alto repitiendo la triple arquería. El espacio queda cubierto por una gran cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con yeserías barrocas”185. Cualquier alumno que subiese la escalera sabía que, al terminar, a mano derecha se encontraría con una clase y con la casa del capellán del Colegio, y a la izquierda, la ventanita de la Administración, donde el H. Tomás te vendía, con exquisita educación y pulcritud, desde libros a lápices y desde cuadernos a gomas de borrar; después venía un largo pasillo y un reloj de péndulo, bajo el cual más de uno se quedaba castigado a la salida. Poco disfrutarían los jesuitas de estas nuevas instalaciones, porque el 2 de abril de 1767 se truncaba para siempre el futuro jesuítico del centro. Ese día, una pragmática de Carlos III ordenaba su expulsión de España. Los jesuitas de “Santa Catalina” fueron embarcados, de madrugada, en carruajes con destino a Cádiz, de donde partirían hacia los Estados Pontificios. Aunque los hijos de San Ignacio de Loyola volverían en el siglo XIX a Córdoba y hoy en día regenten una iglesia, San Hipólito, y un centro educativo, ETEA, su historia en “Santa Catalina” terminó en la madrugada de aquel 2 de abril. Incluso el nombre de la iglesia y del colegio 184 Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725) es el autor de obras tan importantes como la Capilla de Santa Teresa de la Catedral de Córdoba, el Hospital del Cardenal Salazar en esta misma ciudad (hoy sede de la Facultad de Filosofía y Letras), la Capilla del Sagrario de la Catedral de Granada o el Sagrario de la Cartuja, también de Granada. 185 VILLAR MOVELLAN, A., o.c., p. 212.

126


se perderían, pero los cordobeses tributan su recuerdo a los 214 años de presencia de los jesuitas allí, conociendo a la parroquia y a la plaza como La Compañía. Fin de una etapa, pero comienzo de otra. Iglesia y colegio serían rápidamente reocupados. El obispo de Córdoba, Baltasar Yusta Navarro, ordenó la unión de dos parroquias: San Salvador y Santo Domingo de Silos, en la antigua de Santa Catalina, verificándose el traslado del Santísimo el 16 de diciembre de 1782. Con respecto al colegio, de nuevo surge la figura de un deán de la Catedral cordobesa, en este caso, Francisco Javier Fernández de Córdoba que adquirió al rey el excolegio de Santa Catalina el 3 de agosto de 1787, con el pensamiento de fundar unas escuelas gra- Escalera Colegio Cervantes, plaza de la Compañía, años sesenta. tuitas para niños pobres186. Nacían así las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción. Francisco Javier Fernández de Córdoba gastó en la reedificación y arreglo del edificio más de 300.000 reales y lo dotó con la finca del Rosal, camino de Santa María de Trassierra, y la creación de una escuela para niñas en el Pozanco de San Agustín187. Las Escuelas abrieron sus puertas el 18 de agosto de 1791, siendo sus primeros maestros Felipe Golmayo y Julián Álvarez, que seguían el método de enseñanza de la Real Escuela de San Isidro de Madrid y del Real Sitio de San Ildefonso. Desde entonces hasta nuestros días, han seguido funcionando, estando gobernadas según voluntad de su fundador y con la exigencia de la gratuidad, por un Patronato integrado por los canónigos de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba que ocupasen los puestos de deán, magistral y doctoral (el mismo Patronato del vecino colegio de “Santa Victoria”, creado en 1753 y que desde el 21 de junio de 1888 tiene concedida la gestión del centro a las Madres Escolapias). 186 RAMÍREZ DE ARELLANO, T., o.c., p. 439. ARANDA DONCEL, J., o.c., p. 305 y RAMÍREZ DE LAS CASAS DEZA, L., Indicador cordobés, pp. 253-254. 187 Desde el curso 1906/07, el Patronato presidido por don Juan Eusebio Seco de Herrera, entregó la gestión de las Escuelas Pías del Pozanco a los Salesianos. DIAZ COTAN,J., La familia salesiana en Córdoba, Inspectoría Salesiana Santo Domingo Savio, Córdoba 1993, pp. 58-60.

127


Entre las reestructuraciones que se acometen para su reapertura en el verano de 1791 destacan las de la fachada exterior, en la que se mantienen los dos cuerpos con vanos de medio punto rebajado; sobresale la portada principal, con un ingreso formado por un arco convexo enmarcado por pilastras jónicas. En el piso superior se abre una amplia balconada que daba al salón de actos. Los planteamientos de esta reforma se han atribuido al francés Baltasar Dreveton, autor del colegio de “Santa Victoria”. No habría más retoques arquitectónicos importantes. A este colegio, cargado de tradición e historia, llegaban los maristas en 1942. El recinto tenía tres puertas exteriores: la principal, que daba la Plaza de la Compañía entonces llamada Plaza de Queipo de Llano, era utilizada por los niños de las Escuelas Pías; la de la calle Santa Victoria era por donde entrarían y saldrían, al principio, los alumnos del “Cervantes”, mientras que una puerta de la calle Juan de Mena era la que daba acceso a las niñas de las Escuelas Pías. Con los años, el mayor volumen de alumnos del “Cervantes”, lograría que la entrada “noble” se reservase para ellos mientras que los de las Escuelas Pías entrarían por Juan de Mena. EL “CERVANTES” ESTRENA SEDE PROVISIONAL... PARA 31 AÑOS El 1 de junio de 1942 se inician las obras de acondicionamiento de las aulas que el Patronato alquila al “Cervantes” y, según consta en los Anales, el 14 de julio siguiente, a las 4 de la mañana, en camiones cedidos por la familia Cruz Conde, se inicia el traslado de muebles y material de enseñanza del Palacio de Torres Cabrera a la nueva sede del “Cervantes”. La mudanza se prolongará hasta el 24 de dicho mes, en que el H. Angel Martínez, Director del “Cervantes”, hace entrega de las llaves que la Comunidad poseía de la que había sido su vivienda y lugar de trabajo durante siete años, a Antonio Cruz Conde, hijo del propietario. A finales de agosto de 1942, llega para hacerse cargo del puesto de Director del “Cervantes”, el H. Amador Ibáñez Alonso, partiendo el H. Angel Martínez para el Colegio “Nuestra Señora de la Victoria” de Málaga. En septiembre, el “Cervantes” inicia su andadura en la nueva ubicación de la Plaza de la Compañía, estando constituída la Comunidad por los siguientes Hermanos: H. Amador Ibáñez Alonso H. Victoriano Ruiz Jordiz H. Baltasar Revilla Aráus H. Tomás Corral Castresana H. Matías Botet Quintana H. Luis Falgás Riera H. Martín Robledo González H. Segundo Merino Ramos H. Esteban Gallo Manzanedo H. Luis Rodríguez González H. Florentino Asenjo Bañuelos H. Juan González Ortiz H. Ricardo Plagaro Cobo 128

Director Subdirector y 5.º Bach. Administrador Ingreso 7.º Bachiller 1.º Bachiller 4.º Bachiller 6.º Bachiller 3.º Bachiller 2.º Bachiller Grado Medio Elemental B Elemental A


A destacar que se suprime la clase de Párvulos, por falta de espacio, y la Elemental se desdobla en dos. Completaban el cuadro de profesores los seglares, Carlos Sánchez como profesor de Griego, Filosofía e Historia de 6.º de Bachiller, el comandante José María Sánchez como profesor de Gimnasia y Adolfo Ruiz, profesor de Alemán. Todo apuntaba a la provisionalidad del nuevo emplazamiento: la escasez de espacio concedido, la falta de luminosidad y exceso de humedad, el compartirlo con las Escuelas Pías, pero, sobre todo, la tirantez de relaciones con dos miembros del Patronato, el deán, Francisco Blanco Nájera y el magistral, Juan Eusebio Seco de Herrera, a la sazón director del Monte de Piedad188. Esta tirantez, que se mantuvo durante todo el curso 1942/43, se debía a malos entendidos y al temor de los patronos de que los Maristas quisieran perpetuar y ampliar su presencia en el viejo caserón de La Compañía, llegando aquéllos a ponerle a éstos un plazo tope de tres años para la ocupación de las aulas a ellos asignadas. De esta época son frases en los Anales tales como: “Quiera la Virgen Santísima de la Fuensanta, tocarlo (al magistral) con su mano suave para que las bases 2.ª, 3.ª, 5.ª, 6.ª y 7.ª puedan mejorarse en provecho del Colegio”189, o, tras la visita a las tumbas de los dos Hermanos fallecidos en Córdoba, “... que habrán Fachada Colegio Cervantes, plaza de la Compañía, años sesenta. de interesarse porque nuestra obra en Córdoba no perezca ¡Quiera el santo H. Agliberto (nombre de profesión del H. Agapito García) que tanto sabe de nuestras necesidades, darnos la solución que mejor cuadre con la mayor gloria de Dios!”190. Para aumentar más las cuitas de los Maristas, el doc188 El Monte de Piedad fue fundado en 1864, añadiéndose la Caja de Ahorros en 1878. Por fundación, sus patronos son el deán, arcediano, doctoral, magistral, lectoral y penitenciario de la Catedral de Córdoba. La mejor historia de esta institución la encontramos en CASTEJON MONTIJANO, R. y otros, Historia del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba (1864-1978), Córdoba 1979. 189 Anales 1940-1946, pp. 69-70. 190 Anales 1940-1946, p. 74.

129


toral Benjamín Salas Diestro era nombrado Abad-Párroco de Logroño y tenía que partir de Córdoba; el H. Amador Ibáñez acude a despedirlo a la estación y suyas son las palabras que recogen los Anales: “Pierde el colegio un comprensivo amigo que con sus consejos desinteresados venía orientándonos en el camino de nuestras relaciones con los Patronos, de quienes depende nuestra situación actual en Córdoba. ¡Quiera el Señor, que parece nos priva de todo apoyo humano, ser nuestra única esperanza! In te, Domine, speravi... Nisi Dominus aedificaverit”191. Tanto por buscar una solución definitiva, como por demostrar a los Patronos su voluntad de ocupación temporal, el “Cervantes”, duranAlumnos en el patio rojo de Cervantes, formados en filas para te los cursos 1942/43, 1943/44 entrar en noviembre de 1967. y 1944/45 seguirá buscando un emplazamiento. El Palacio Gelo; el antiguo Gobierno Civil, propiedad del marqués del Mérito, en la Avenida del Gran Capitán; un solar de la calle Cruz Conde que se vendía a 1.100 ptas. el metro cuadrado; un garaje frente a la Plaza de Toros de Los Tejares; los almacenes de carbón Carracedo, en la calle Reyes Católicos; un solar en los jardines de la Merced, frente a la Torre de la Malmuerta y la huerta del convento de los PP. Capuchinos, son posibles sedes del “Cervantes” que tantean los maristas en estos años. No se concreta nada, pero las dos últimas opciones, jardines de la Merced y huerta de los Capuchinos, son las que parecen tienen más posibilidades. En cualquier caso, las relaciones con los Patronos se van suavizando, gracias a los continuos gestos de buena voluntad de los Hermanos y a la buena marcha del Colegio. En octubre de 1943, y procedente de “La Merced” de Murcia, llega un nuevo Director para el “Cervantes”, el H. Esteban Fermín Azpilicueta, pasando el H. Amador Ibáñez a dirigir el Escolasticado de Castilleja de la Cuesta. Los Anales, que a partir de entonces comienza a escribir el nuevo Director, van reflejando la mejora de las relaciones con los Patronos; así, cuando a mediados del curso 1944/45, fallezca el magistral Juan Eusebio Seco de Herrera, se escribirá: “Con 191 Anales

130

1940-1946, p. 83.


él firmamos el contrato de arrendamiento del local que ocupamos y aunque de apariencia algo adusta, era bueno y afable y particularmente en el último año manifestó verdadera simpatía por nuestra obra. El Señor se lo haya recompensado”192. En agosto de 1945, el deán Francisco Blanco Nájera era nombrado obispo de Orense; ya no quedaban en el Patronato ninguno de los tres patronos con los que los Maristas habían firmado el contrato inicial. La dignidad de deán tardará mucho en ser ocupada, pues quedará vacante hasta abril de 1948 cuando sea nombrado José María Padilla Jiménez, pero las otras dos, cubiertas por oposición, lo serán pronto. La de magistral la ganará Félix Romero Mengíbar193 y la de doctoral, Narciso Tibau; particular alegría mostraron los Hermanos por este nombramiento, al ser don Narciso gran amigo de los Maristas de Lérida y tener un carácter muy agradable: “Consideramos en lo que a nosotros afecta su nombramiento, como un favor de Dios y una protección más de la Virgen Santísima de la Fuensanta, a quien invocamos todos los días para que bendiga al Colegio y le busque solución al problema del local”194. La solución, ciertamente, iba a ser providencial. Un nuevo Director se iba a hacer cargo del “Cervantes” a partir de septiembre de 1945, el H. Epifanio del Val Ruiz, procedente de “La Inmaculada” de Granada. En enero de 1946, la Comunidad inicia una novena a la Virgen para solucionar el problema “casa”; novena que se repite a partir del 1 de febrero. Al día siguiente, el H. Epifanio del Val y el H. Matías Botet, a la sazón subdirector del “Cervantes”, visitan a don Félix Romero en su despacho de director del Monte de Piedad, con el fin de solicitarle un préstamo para la posible compra de la huerta de Capuchinos o del solar de los jardines de la Merced. El magistral los sorprenderá con la siguiente propuesta: “¿Entraría en los planes de Vds. el quedarse con la dirección de las Escuelas Pías y poder ampliar su Colegio con los locales que ahora ocupan los maestros?”195. Los dos Hermanos no salen de su asombro, mientras don Félix insiste en lo beneficioso que para ambas instituciones sería llegar a un acuerdo, en que los Maristas pagarían el alquiler simplemente poniendo a los Hermanos al frente de las aulas de las Escuelas del Patronato. La superioridad marista deberá ser consultada, pero ese 2 de febrero de 1946 puede ser considerado un día histórico para el “Cervantes”: “Gracias sean dadas a Dios Ntro. Señor y a la Santísima Virgen, por esta prometedora esperanza de disponer en fecha próxima de conveniente local para el Colegio, cosa tan deseada y buscada en Córdoba durante estos últimos años”196. Ese día finalizaban algo más de cinco años de incertidumbres y angustias, iniciadas en noviembre de 1940 con el anuncio del desalojo del Palacio de Torres Cabrera. Se había cambiado de emplazamiento, se había buscado desesperadamente otro, y se conocieron momentos en que el “Cervantes” desconocía su futuro inmediato. Esta crisis de madurez de la Institución Marista en Córdoba había pro192 Anales

1940-1946, pp. 119-120. Don Félix Romero ocuparía el puesto hasta 1954, cuando fue nombrado obispo de Jaén. En 1970 sería nombrado arzobispo de Valladolid, ciudad en la que fallecería y está enterrado. 194 Anales 1940-1946, p. 120. 195 Anales 1940-1946, p. 138. 196 Anales 1940-1946, p. 132. 193

131


vocado que, de los 17 Directores que el Colegio ha tenido en sus 65 años de existencia, la tercera parte, cinco, se sucedieran en este período. Ahora, el H. Epifanio prolongaría su dirección hasta 1951, cuando se llegaba a los 400 alumnos del “Cervantes” y 250 de las Escuelas Pías, con 18 Hermanos y seis profesores seglares. Durante 31 años los Hermanos sacarían el máximo partido al viejo caserón de La Compañía, para adecuarlo a gran colegio y casa de comunidad, volcando sus afanes en la educación y enseñanza, tanto de los alumnos gratuitos de las Escuelas Pías, como de los de pago del “Cervantes”.

LA VIDA ACADÉMICA La vida académica fue similar en los años 40, 50 y 60. El “Cervantes” ofertaba Primera y Segunda Enseñanza, aparte de servicio de media pensión, almuerzo y merienda. El ingreso al Colegio se hacía con 6 años y junto a la matrícula se debía presentar fe de bautismo extendida por el Párroco y certificado de revacunación y de estar exento de enfermedad contagiosa. La Primera Enseñanza constaba de cuatro grados: Párvulos, Elemental, Grado Medio y Superior. Al finalizar el curso Superior, para acceder a la Segunda Enseñanza, se debía aprobar el Examen de Ingreso, razón por la cual, al último curso también se le llamaba Ingreso. Con 10 años, si no se había repetido, se iniciaba la Segunda Enseñanza o Bachiller que constaba de siete cursos. Al finalizar 4.º se podían interrumpir los estudios y, superando un examen estatal, Revalida de 4.º, acceder a carreras de grado medio: Magisterio, Peritos, etc. Con 16 o 17 años se terminaba 7.º de Bachiller y, si lo aprobaba, el alumno también debía aprobar, primero en Sevilla y años después en Córdoba, el Examen de Estado o Reválida para obtener el título de Bachiller y acceder a la Universidad. El 7.º de Bachiller, o Curso Preuniversitario (el Preu) como se denominó desde mediados de los 50, era un curso muy duro en que los Hermanos preparaban a conciencia a los alumnos, a base de obligarlos a memorizar enormes listas de fechas, lugares, nombres y acontecimientos: “... Y lo peor de todo era que te lo podían preguntar en aquel maldito examen. Don Teófilo (el H. Esteban Fermín) una y mil veces nos hacía estudiar aquellas listas y las preguntaba con frecuencia con tal machaconería que nos las incrustaba en nuestros lóbulos cerebrales”197. Y es que, tal y como se refleja en los Anales, uno de los anhelos de los Hermanos era que el máximo número de alumnos presentados, superase la Reválida. La mayor parte de las veces, el resultado era positivo, pero cuando no lo era, como en julio de 1946, los Maristas también lo reflejaban: “Malas noticias nos llegan en los primeros días de julio sobre el resultado de los exámenes de nuestros alumnos en la Universidad Hispalense. Tan sólo 2 de los 13 presentados aprueban el escrito y salen bachilleres. Dios quiera que esta lección sirva para rectificar deficiencias y estimular más al estudio a las sucesivas promociones”198. 197

FONT DE DIOS, E., o.c., p. 30. 1940-1946, p. 148.

198 Anales

132


El director de Cervantes, Hermano Epifanio del Val (1945-1950), entrega el diploma de escolaridad al alumno Emilio Calderón Hernández, en 1946.

Tiempos gloriosos y heroicos, tanto para alumnos como para profesores de Segunda Enseñanza, fueron los años 40, 50 y 60, sobre todo si lo comparamos con las facilidades para el estudio y el bajo nivel de conocimientos actuales. Para hacernos una idea, tomemos los datos del final del curso 1948/49 que nos brinda en su obrita Eduardo Font de Dios: “Terminamos 7.º aquel curso en “Cervantes” catorce alumnos. En “Cultura Española” unos veinte. En Salesianos treinta o cuarenta. En el Instituto otros tantos. En la Academia Espinar unos veinte. Entre los Institutos de Cabra y Peñarroya-Pueblonuevo, otros cuarenta y cinco. ¡Ciento sesenta, aproximadamente, en toda la provincia de Córdoba! Después de la criba de la Reválida, pudimos tener acceso a la Universidad, ese año, unos sesenta alumnos”199. En el curso 1972/73, último del “Cervantes” en la Plaza de La Compañía, los datos habían variado enormemente. El total de alumnos que terminaban lo que ya se denominaba Curso de Orientación Universitaria (COU) era de 501, sólo en los centros privados: “San Francisco de Sales”, 212; “El Carmen”, 80; “Bética”, de la Institución Teresiana, 79; “Cervantes”, 70 y “La Salle” 60. Gran variación de número que revela un cambio de tiempos, sin necesidad de entrar a valorar el cambio de mentalidad y actitudes de un bachiller de finales de los años cuarenta con uno de principios de los setenta.

199

FONT DE DIOS, E., o.c., p. 31.

133


Alumnos de 6.º curso de Cervantes, año 1950/51.

El curso se iniciaba para la Primera Enseñanza a principios de septiembre y para la Segunda a principios de octubre, ambas terminaban a finales de junio, verificándose los exámenes de Ingreso y Reválida a principios de julio. Durante el verano y durante el tiempo que fijase la Dirección, se impartirían dos horas diarias de clase a los alumnos de Bachiller que hubieran quedado con alguna asignatura pendiente para septiembre. Las vacaciones escolares ya las reflejamos en un apartado anterior, digamos aquí que, semanalmente, había vacación los domingos y los jueves por la tarde (si no eran festivos el martes, miércoles o viernes inmediatos), cambiándose a mediados de los sesenta por los sábados. Las clases de Primera y Segunda Enseñanza tenían horario de mañana de 9 a 12’30 y, por la tarde, de 3 a 6 los de Primera Enseñanza y de 3 a 7 los del Bachiller. Había recreo de media hora por la mañana y otro por la tarde, efectuándose en varios turnos, para aprovechar mejor las capacidades de los dos patios. Las faltas de asistencia y de puntualidad se controlaban muy estrictamente y debían justificarse inmediatamente. Igualmente, las faltas de conducta se sancionaban, incluso con la expulsión. Continuamente se estaban realizando exámenes, aunque los fuertes eran los trimestrales y, por supuesto, los de Ingreso y Reválida. Semanalmente se informaba a los padres, a través de un Boletín de Notas, de la marcha académica (conocimientos, aplicación y conducta) de sus hijos, aunque con el tiempo quedaría el Boletín como mensual. Ciertamente la enseñanza era dura, pero pocos antiguos alumnos del “Cervantes” podemos encontrar que la critiquen con la perspectiva de los años y, en cualquier caso, los recreos, excursiones y días de vacación, se cogían con muchas más ganas que ahora. 134


Antonio López Valbuena con sus alumnos de 2.º en el curso 1968/69.

El tema de los premios formaba parte, desde el principio, de la educación marista. Ya comentamos en la primera parte de nuestro trabajo el sistema de émulos, que acarreaba como premio algún que otro recreo extra. Cada mes, la entrega del Boletín de Notas, la efectuaban el tutor y el director y también caían premios: “Cómo olvidar el momento del reparto mensual de aquella cartulina acreditativa del cuadro de honor. Recuerdo el momento... el hermano Director, en este caso Epifanio del Val, entraba por las clases portando su vieja caja de carne de membrillo repleta de golosinas y lista para ser repartida entre los que merecían la barrita de regaliz, y para los del cuadro de honor había hasta caramelos y, por supuesto, el orgullo de ver su foto enmarcada”200. El Cuadro de Honor consistía en que tu foto de carnet figurase en un cuadro que, desde el curso 1957/58, mensualmente se exhibía en el vestíbulo de entrada del Colegio y en la entrega de un pequeño diploma, para ello debías tener conducta y aplicación excelentes todas las semanas y sacar un promedio de notable, sin ningún suspenso. Dependiendo del número de cuadros de honor que hubieras obtenido en un curso y de tus resultados finales, tenías opción a diploma, medallas de bronce, plata u oro, o el gran premio, la cruz de oro; en ocasiones estos premios se acompañaban de algún regalo en material escolar. También se incluían diplomas y trofeos por deportes, asistencia y buena conducta. En la presidencia de la ceremonia de entrega de premios se situaban el Hermano Director, el Gobernador Civil, el Delegado del Mi-

200

SÁNCHEZ LUQUE, J., Reflexiones de un antiguo alumno, Eco Marista n.º 5, 1982, p. 23.

135


Rafael Rodríguez Galán con sus alumnos de 2.º en el curso 1968/69.

nisterio de Educación y algún personaje ilustre de Córdoba, vinculado al Colegio “Cervantes”. Al principio la entrega se realizaba a final de curso, de acuerdo a un programa similar a este de 1948 para la Enseñanza Primaria: • Apertura • Reparto de Diplomas • Canto • Nombramiento del resultado de los Grados Preparatorio y Medio • Canto • Nombramiento del resultado de los Grados Elemental A y B • Reparto de premios • Himno Nacional Posteriormente, en los años 50, al aumentar el número de alumnos, se realizaba en un gran acto cultural, a finales del primer trimestre, generalmente el día de la Inmaculada, que el “Cervantes” organizaba en el Cine Góngora, que cedía gratuitamente su propietario José Manuel Ramos García-Peña, antiguo alumno marista del Colegio “Chamberí” de Madrid, o en el Gran Teatro: “para que las familias pudieran disfrutar de la justa gloria que les corresponde en el triunfo de sus hijos”201. Las Escuelas Pías también realizaban actos similares, presididos por los Patronos, generalmente en el salón de actos del Colegio. Durante estas fiestas, siempre se organizaba una rifa para obtener dinero para obras de caridad (ca201 Acta

136

del Consejo Local del 6 de diciembre de 1956.


tequesis, Seminario, Noviciado, Proemigrantes, misión en Bolivia, capilla del Colegio, Flores de Martirio y otras obras piadosas). Este fue el programa de la entrega de premios del 8 de diciembre de 1960 en el Góngora: • Palabras de un alumno • Actuación del Orfeón • Palabras del H. Director • Reparto de Premios • Película Para finalizar, hagamos una referencia a los honorarios de los alumnos, que el “Cervantes” cobraba, y a la evolución de su matrícula: COMPARACIÓN MENSUALIDADES A ABONAR POR LOS ALUMNOS DEL “CERVANTES” Grado

Inicial Elemental Medio Ingreso 1.º Bach. 2.º Bach. 3.º Bach. 4.º Bach. 5.º Bach. 6.º Bach. 7.º ó Preu

1948/49

1962/63

40 ptas. 50 ptas. 55 ptas. 60 ptas. 70 ptas. 75 ptas. 80 ptas. 85 ptas. 90 ptas. 100 ptas. 130 ptas.

250 ptas. 275 ptas. 300 ptas. 325 ptas. 375 ptas. 375 ptas. 375 ptas. 475 ptas. 475 ptas. 500 ptas. 600 ptas.

Francisco Rodríguez Luque con sus alumnos de 1.º en el curso 1968/69.

137


EVOLUCIÓN ALUMNOS MATRICULADOS EN EL “CERVANTES”

Preuniversitario 5.º y 6.º Bachiller Bachiller Elemental 1.ª Enseñanza Total

1963/64

1967/68

1971/72

27 80 337 372 816

44 90 389 438 961

– 140 220 735I 1.095

LAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES Las actividades extraescolares tuvieron siempre gran importancia en el “Cervantes”. Desde los recreos “extras” para los triunfadores de los émulos, a las excursiones campestres; desde las actividades deportivas a las veladas y concursos literarios del Día del Libro y de Miguel de Cervantes; y desde las veladas líricomusicales en honor de Marcelino Champagnat a cualquier acto religioso presidido por los sucesivos capellanes del Colegio (Juan Antonio Lozano, José Vallepuga, los padres Roldán y Carrillo de Albornoz SJ, el padre Leandro Fanlo, CMF, Antonio Gil y Valeriano Orden) o párrocos de La Compañía (José Torres, Juan Jurado y Joaquín Canalejo). Pongamos un ejemplo de velada en honor de Marcelino Champagnat, que en 1948 se vinculó a la Asunción de la Virgen María, dogma por el cual postulaba España, y que fue concedido dos años después por el Papa Pío XII, acto al que también solemnizarían los Maristas: • Palabras de presentación • Conferencia: “La Asunción en España”, por don Narciso Tibau • Canto “Quiero Madres” (4 voces) • “Estampa lírica en honor de la muerte y Asunción de Ntra. Sra.” (alumnos) • Canto “Assumpta est María” • “Corona poética”, por el H. Subdirector • Canto rítmico por alumnos pequeños • “Al Instituto Marista”, por R.S. Contreras • Canto regional • Palabras finales • Himno al Venerable Fundador Particular solemnidad y preparación tuvieron los actos en honor de la Beatificación de Marcelino Champagnat. Sucedida ésta el 29 de mayo de 1955, se proclamó Año Champagnat el curso 1955/56. La iglesia de la Compañía, con su retablo decorado con un enorme lienzo que representaba al nuevo Beato ante la Virgen María, albergó un Triduo Sacro del 16 al 18 de febrero de 1956, que celebraron José Vallepuga (capellán del “Cervantes”), Joaquín Canalejo (párroco de La Compañía) y José María Padilla (deán de la Catedral). En él predicaron el flamante magistral, Juan Jurado, que habló de Marcelino como educador y del papel de la 138


Invitaci贸n a las Primeras Comuniones de Cervantes el 7 de mayo de 1949.

139


Virgen; el doctoral, Narciso Tibau, que estudió al Beato como hombre; y el obispo, fray Albino, que desarrolló el tema de Champagnat como Santo. Ocasionalmente, y con motivo de alguna festividad, los Hermanos llevaban a los alumnos a algún pase cinematográfico matinal, bien en el cine “Góngora”, en el Gran Teatro o en el hoy desaparecido “Duque de Rivas”. Las excursiones campestres siempre eran tema grato para los Hermanos y donde desarrollaban ampliamente su pedagogía de la presencia. Y claro está, mucho más grato era aún, para los alumnos participantes. La Fuente de la Raja (por la Carrera del Caballo), los Baños de Popea en Trassierra, Cerro Muriano, Obejo, el Puente de Hierro también conocido como La Palomera pasando el barrio del Naranjo, el Cañito Bazán, las Ermitas, Almodóvar o el Castillo de Maimón, eran los lugares habituales para llevar a los chavales. Unas veces andando, otras en tren (Cerro Muriano y Almodóvar) y otras en autobús (Obejo), las excursiones eran cuidadosamente preparadas y quedaban reflejadas en los recuerdos de los Hermanos, como ésta a Cerro Muriano el 7 de junio de 1941, con 120 alumnos: “Junto a la fuente del pueblo acampó el grupo expedicionario y con buen apetito y excelente humor se vaciaron las fiambreras y botellas que algunos disimuladamente llevaron. La tarde transcurrió en el tobogán de las Arenillas y colinas vecinas. Finalizada la tarde se organizaron algunas compañías de Lope de Rueda que divirtieron a la concurrencia. Como acto final fue la iglesia del pueblo que nos abrió sus puertas para rezar el Santo Rosario y dar gracias por el buen día pasado sin percance alguno”202. Cualquier antiguo alumno del “Cervantes” podrá recordar estas excursiones, en las que, a medida que avanzaban los años, se iban perdiendo detalles como el rezo del Rosario, pero otros permanecían inmutables como la algarabía infantil, los partidillos de fútbol, los juegos, los pequeños accidentes, la belleza de la sierra cordobesa, el buen sabor del bocadillo... y la eterna presencia del sonriente Hermano, tan serio en clase, ahora dispuesto lo mismo a jugar que a comer, que a contar chistes, con sus alumnos. Por poner un recuerdo de un antiguo alumno, recurramos a Eduardo Font cuando, 50 años después, rememora una excursión a Almodóvar en mayo de 1945, estando en 3.º de Bachiller: “Visitamos el castillo durante la mañana y posteriormente nos encaminamos al pantano de la Breña, donde consumimos la merienda que nos habían preparado en casa. Para beber agua teníamos que descender a la base de la presa, por una interminable fila de escalones. Cuando conseguíamos llegar a arriba de nuevo, la sed volvía a estar presente. Luego, hasta nuestro regreso a Córdoba en tren, nos fuimos al río Guadalquivir, donde pasamos a la otra orilla en una enorme barcaza que se deslizaba por la superficie impulsada por una maroma que atravesaba el río. Volvía a pasar sed y no tuve ningún reparo en beber agua de la corriente del Guadalquivir. Me imagino que aquel día a mi madre se le fue la mano de sal en la tortilla de patatas o quizás me puso jamón como algo extraordinario”203. Cuando se instaura el Preu, se inicia la práctica de los Viajes Fin de Estudios, que solían realizarse durante el tercer trimestre. Del primero que tenemos noticia 202 Anales 203

140

1940-1946, pp. 37-38. FONT DE DIOS, E., o.c., p. 21.


a través de las Actas del Consejo Local es el del curso 1959/60, que tuvo como destino Madrid y alrededores. El del curso 1964/65 ya contemplaba fines más lúdicos y menos culturales, pues el objetivo escogido fue Mallorca. Los deportes también gozaron desde un principio de gran importancia en el “Cervantes”. Los patios del colegio de La Compañía permitieron desarrollar la práctica del baloncesto y voleibol, deporte el primero en el que siempre destacó el “Cervantes” en las competiciones intercentros provinciales y regionales. En los años 60, el “Cervantes” acudía con frecuencia para utilizar las magníficas pistas del Polideportivo de la Juventud, recién construido en el Sector Sur. Ajedrez y ping-pong eran otros deportes que desde los años 40 pudieron practicar los alumnos. El fútbol, el deporte rey en España, sufría el problema de la limitación del espacio: el patio rojo era una zona de “alta densidad” de balones en los recreos y pillarlo sólo era un bien tremendamente preciado; por ello, para las competiciones, el “Cervantes” recurría a los estadios de América, de las Electromecánicas o del Marrubial (“Enrique Puga”).

Tabla de gimnasia en el patio rojo de Cervantes en 1967.

Desde 1955, el problema del espacio se vio aliviado con la compra por los Maristas de un solar en el Brillante, con vistas a futura sede del Colegio con internado pero que en el interim se adaptó para crear varios campos pequeños de fútbol. Allí iban los alumnos los jueves por la tarde y los domingos por la mañana a jugar y a soñar con emular a aquellos ídolos que sólo les eran conocidos por los cromos, primero, y por las retransmisiones televisivas dominicales después. No puedo, en este punto, dejar de contar mi propia experiencia. En 1969, a mi clase de 3.º de Primera Enseñanza, se la dividió en cuatro equipos a los cuales se les 141


El Hermano Ananías y el capellán de Cervantes, Valeriano Orden, con los niños de Primera Comunión el 14 de mayo de 1967.

entregó equipación deportiva correspondiente: a uno la del Real Madrid, a otro del Atlético de Bilbao, a otro del CF Barcelona y al mío, la camiseta amarilla y el pantalón azul de la UD Las Palmas, un equipo modesto que por entonces se codeaba con los grandes. La ilusión infantil fue tal que, aún hoy en día, mantengo mi absoluta fidelidad al equipo canario, a pesar de las malas rachas que ha pasado desde entonces. La gimnasia también ocupó un lugar en las asignaturas, pero si la citamos entre las actividades extraescolares es por las demostraciones de gimnasia e instrucción premilitar que el Frente de Juventudes organizaba en la Plaza de Toros durante los años 40 y a las que “Cervantes” asistía. Citemos, para ilustrar este hecho, la sin par pluma del H. Amador Ibáñez cuando recoge en los Anales la demostración del 21 de enero de 1943: “Es llevada a cabo por los colegios de “Cultura Española” y “Cervantes”. Allí se aprecia “de visu” la buena categoría de alumnos que ellos poseen, y lo mejor disciplinados que los tienen. Hacen alarde del número y llevan hasta los de Ingreso; y van todos los Hermanos (“il faudra épater”) hasta el administrador y el que hace las compras. En los ejercicios queda “Cervantes” a la altura, y hasta ejercicio hay, que solo “Cervantes” puede desarrollar”204. Desde mediados de los 40, buscando uniformidad y para evitar las diferencias de calidad en las prendas deportivas entre los alumnos, el “Cervantes” hizo obligatoria para las clases de Educación Física y las competiciones con otros colegios, la camiseta roja con vueltas blancas y el escudo del centro, que desde entonces hasta nuestros días han llevado cientos de alumnos. Los colores rojiblancos del 204 Anales

142

1940-1946, p. 83.


“Cervantes” se harían tan conocidos en Córdoba como los verdes de “Cultura Española” o “La Salle”, los azules de “San Francisco de Sales” (Salesianos) o los amarillos y negros del “Virgen del Carmen” (Carmelitas). Tres actividades culturales/deportivas podemos añadir. Desde 1962 se inicia en el “Cervantes” la práctica de los Campamentos de Verano, para alumnos y con alumnos mayores y algún Hermano como monitores, que se mantiene hasta nuestros días, teniendo como destinos tradicionales el Puerto de Santa María y Sabinillas, cerca de Estepona. En el curso 1966/67, un equipo del “Cervantes”, dirigido por el H. Mauro Díez Fuentes, participó con éxito en el concurso deportivo-cultural “Cesta y Puntos”, que a escala nacional organizaba Televisión Española y que era presentado por Daniel Vindel. Y desde 1971, y de la mano de los HH. Eufrasio y Juan Larios, se creó en el Colegio una sección del movimiento Scout, que todavía pervive en los años 90. Finalmente, decir, que aunque la Acción Católica en el Colegio “Cervantes” terminó desapareciendo en los años 60, otras actividades benéficas surgieron para los alumnos del Colegio, que perduran hasta finales de los 90, siendo la principal la Campaña de Navidad, organizada por Cáritas Diocesana desde principios de los 60, y que recogía tanto donativos en metálico como ropa usada. El Día del Hambre (1 de febrero), el Domund, la misión marista en Bolivia, o cuestaciones ocasionales para paliar los daños provocados por las inundaciones, lo mismo en Sevilla que en la India, eran otros momentos del curso para comprometer la generosidad de los alumnos y sus familias. LAS RELACIONES EXTERNAS Es norma de la Institución Marista tratar de mantener siempre correctísimas relaciones con el resto de los colegios, con las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad y con cuantas personas pudieran ser sus benefactores en un momento dado. Igualmente, los Hermanos eran tremendamente agradecidos con quienes les mostraban favor. Así, los Hermanos tendrán continuos gestos de buena voluntad con los miembros del Patronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba”; con los párrocos de La Compañía, cuya colaboración era tan necesaria tanto para los actos del Colegio como para la vida religiosa de la comunidad; realizarán visitas para felicitar la onomástica y presentar nuevo Director a los sucesivos obispos de Córdoba, Adolfo Pérez Muñoz (1920-1945), fray Albino González Menéndez-Reigada (1946-1958), Manuel Fernández-Conde y García del Rebollar (19591970) y el Vicario Capitular de 1970 a 1972, Juan Jurado Ruiz, que por ser magistral coincidía también en ser miembro del Patronato anteriormente citado. Igualmente para presentar a nuevos directores del “Cervantes” se visitará siempre al Gobernador Civil (Vignote y Vignote, Macián Pérez, Risueño Catalán, Ortí Meléndez-Valdés, Revuelta, Barquero y Barquero, Mateu de Ros, Landín Carrasco, Pelayo Ros, Gutiérrez Rubio, Hernández Sánchez, Mariano Nicolás, Pérez Beneyto, Herrera, Ansuátegui y Esteban Mompeán, sucesivamente). 143


Vecina del “Cervantes”, pues su sede canónica se situaba en la parroquia de la Compañía, era la Hermandad del Santo Sepulcro; antiquísima cofradía penitencial, desde 1820 y hasta 1966, procesión oficial de la Semana Santa cordobesa. En su recorrido del Viernes Santo, la acompañaban la Virgen de los Dolores, representaciones de las demás cofradías y las autoridades civiles, religiosas y militares. Desde 1953, también el Colegio “Cervantes” figuró en la procesión, al formarse con alumnos de este centro, y bajo la dirección del H. Pedro Lacheta Reta, la Escolanía del Santo Sepulcro. Vestidos con túnica negra y roquete rojo, acompañaban al Santo Sepulcro cantando motetes. La Escolanía mantuvo su actividad y presencia hasta 1965, último año que realizó la estación de penitencia205. Los Anales recogen la asistencia, el 25 de agosto de 1941, al acto de salida del nuevo diario “Córdoba”: “Tiempo hacía que esa necesidad de un rotativo de estas dimensiones se echaba de menos en la sultana de Andalucía. A la inauguración, invitados por el Director del diario, asistió una representación del Colegio”206. En el terreno educativo asistían a la inauguración del curso escolar en el Instituto de Bachillerato de la ciudad y mantenían muy estrechas relaciones con otras órdenes relacionadas con la enseñanza, como Jesuitas, Salesianos y Hermanos de las Escuelas Cristianas. Los primeros mantuvieron una intensa asistencia espiritual a los alumnos del “Cervantes” (Congregaciones Marianas, Ejercicios Espirituales) y éste no dudó en acudir a cuantos actos se organizaban en San Hipólito (Centenario fundacional, fiesta de San Estanislao, etc.), destacando en la relación los jesuitas padre Roldán y padre Fernández Cuenca. Los Salesianos llevaban en Córdoba desde 1901 con una labor educativa y popular tremendamente apreciada por los cordobeses, que llenaban de hasta 900 niños en los años 40 las aulas del “San Francisco de Sales”; su sencillez sirvió para que los Maristas conectaran muy bien con ellos, tanto al nivel de alumnos como de comunidades, gozando siempre para el “Cervantes” de gran prestigio por su veteranía. Los Anales recogen multitud de actos en que ambas comunidades se invitaban mutuamente (Fiesta de San José, Velada de la Inmaculada, Fiesta de María Auxiliadora, etc.) y cómo se ponían de acuerdo en temas del discurrir de la enseñanza. Si hubiera que recoger algún momento de esta relación, me quedaría, por lo simpático y testimonial de una época de tremenda familiaridad, con la descripción del H. Amador Ibáñez de la asistencia a la Fiesta de María Auxiliadora en mayo de 1943: “Por la mañana, algunos Hermanos van a la velada recreativa, y por la tarde al Te Deum. Al siguiente día celebran su fiesta patronal, María Auxiliadora; invitan al fraternal ágape a miembros de varias comunidades: Jesuitas, Hermanos de las EE.CC., Sr. Magistral, HH. Maristas, etc. Asiste el H. Administrador, H. Marcos (H. Baltasar Revilla), que vuelve encantado de la fraternal acogida. Pocos días después, el Rvdo. P. Director de los Salesianos (Francisco de la Hoz), obsequia a la Comunidad con un saquito de 50 kilos de patatas, primicias de su rica huerta, que en estos tiempos de racionamiento vienen como anillo al dedo”207. 205 MELLADO LUCENA, Francisco José, La urna del desconsuelo, Semana Santa en Córdoba, Cajasur pp. 348-362. 206 Anales 1940-1946, p. 43.

144


Durante muchos años, el mayor referente y la más estrecha relación para el “Cervantes” fue “Cultura Española”, no en balde Maristas y Lasalianos tenían afinidades ideológicas, ambos colegios se habían fundado en 1933 y durante muchos años iban a estar próximos, geográficamente hablando, pues “Cultura Española” se ubicó en la esquina de la calle Barroso con la Plaza de San Juan, hasta el curso 1953/54, cuando se trasladó a las faldas de la sierra cordobesa abriendo su magnífico colegio-internado bautizado como “La Salle”. Los Anales recogen las visitas de cortesía que se intercambiaban ambas comunidades de Hermanos y reflejan el grado de amistad que existía, sobre todo en los años 40 y 50. Otra cosa eran las competiciones deportivas, que los alumnos convertían en el momento de mayor “choque” entre ambos centros; el “pique” alcanzaba incluso terrenos espirituales y así nos lo narra Font de Dios: “Los alumnos de Cultura, nos echaban en cara que nuestro Fundador sólo era Venerable, mientras que el de ellos ya era santo. Cuando se lo contábamos a nuestros profesores siempre decían que tan solo dependía de un milagro que hiciese nuestro Fundador, hecho que llevaban esperando varios años, para que pudiese subir también a los altares, y que entonces... ¡ya veríamos!”208. Otro tipo de relación se tenía con el vecino durante los 31 años del “Cervantes” en La Compañía: el centenario Colegio de “Santa Victoria”. Al ser un centro íntegramente femenino y llevado por una orden femenina, los Hermanos Maristas apenas tenían relación con él, que no fuera la estrictamente oficial. Sin embargo, cualquier alumno que haya estudiado en el “Cervantes” podría contarnos cómo eran aquellas chicas uniformadas en verde, con falda de cuadros plisada, y que para más de dos y de tres fueron sus amores adolescentes: “Mientras tanto, a nuestras vecinitas de enfrente del Colegio de Santa Victoria, de las Reverendas Madres Escolapias ni las veíamos. Ya se encargaban éstas de ponerles un horario de entradas y salidas incompatible con el nuestro. Nunca coincidíamos, salvo cuando nosotros las esperábamos en la calle Jesús María, junto al Cine Góngora, antes de entrar ellas a clase, cosa que hacían un cuarto de hora antes que nosotros. Entonces se aflojaban los cinturones que hasta ese momento habían llevado ceñidos a su cintura ante nosotros. Las monjitas les tenían prohibido que lo llevasen ajustado, ya que, eso podía ser causa de que sus vecinos, “enemigos de su pureza” pudieran atentar contra la suya teniendo pecados de pensamiento”209. Fruto de la buena relación que existía entre los colegios, la Asociación de Maestros Católicos de Córdoba, con el apoyo de la Delegación del SEM y la Inspección Provincial de Primera Enseñanza, organizó del 4 al 7 de marzo de 1943, una Semana Pedagógica. La inauguración tuvo lugar en la Parroquia de San Nicolás y las conferencias, en el salón de actos de la Diputación, lugar donde amenizaron la Semana las actuaciones musicales de las niñas del Colegio de “La Milagrosa”. En las conferencias participaron las Teresianas, por medio de la inspectora guipuzcoana Josefina Oloriz; los HH. de las EE.CC. enviaron al H. Andrés Embid, Director y profesor de 7.º de Bachiller; por los Salesianos intervino su Director, Francisco de la Hoz; así como personalidades como el deán, Francisco 207 Anales

1940-1946, pp. 94-95. FONT DE DIOS, E., o.c., p. 22. 209 FONT DE DIOS, E., o.c., p. 25. 208

145


Blanco Nájera; el Consiliario de la Asociación Paulino Seco de Herrera (también párroco de San Nicolás); la Consejera Nacional Josefina Álvarez de Cánovas; el Inspector Jefe de Jaén, Agustín Serrano de Haro; el Gobernador Civil, Ramón Risueño; y Alfonso Iniesta, Consejero Nacional de Educación e Inspector Central de Primera Enseñanza. Los Maristas estuvieron presentes en todos los actos, pronunciando el H. Amador Ibáñez una conferencia sobre “Fundamentos de la Pedagogía Marista”. El diario “Córdoba” del 7 de marzo de 1943 recogía la siguiente noticia: “Continúan celebrándose en nuestra capital las conferencias pedagógicas para maestros, con entusiasmo creciente dada la calidad de los oradores que en las mismas intervienen. En el día de ayer, disertó sobre el tema “Fundamentos de la Pedagogía Marista”, el Hermano Amador Ibáñez, director del Colegio Cervantes. El conferenciante hizo un estudio acabado de los puntos fundamentales y de los sabios consejos que su santo Fundador dio a sus hijos los Hermanos Maristas. Fue muy aplaudido”. LOS HERMANOS Un total de 200 Hermanos Maristas pasaron por el “Cervantes” en los años que el Colegio estuvo en la Plaza de la Compañía. Resulta difícil enumerarlos a todos210, pero vamos a tratar aquí de citar algunos nombres y acercarnos a cómo eran aquellos Hermanos, que componían la casi totalidad del cuerpo docente del “Cervantes”, pues no existía aún la necesidad de un excesivo profesorado seglar211. Siete Directores conoció el Colegio en los 31 años de estancia en la antigua Plaza de Queipo de Llano, número 4. El H. Amador Ibáñez Alonso fue el único que repitió dirección, 1942-1943 y 1951-1957; su carácter era tremendamente vital, simpático, recto pero a la vez tan sencillo como para cuidar personalmente las macetillas de claveles que adornaban su despacho; era un providencialista nato y un enamorado de la Virgen, como se desprende de los pasajes que escribió en los Anales y reuniones del Consejo Local, algunos de los cuales ya hemos citado, pero otros no, como éstos: “Conforme a los deseos del cura párroco de la Compañía (Juan Jurado), se invita a los alumnos a la procesión que en torno a los límites de la parroquia, habrá de tenerse con la recién bendita imagen de la Virgen de Fátima, que será cual arca de la alianza en torno a Jericó, derribo de las murallas de la frialdad religiosa”212 y “Para llevar al ánimo y corazón de los alumnos un mayor entusiasmo y más encendido amor a la que es madre de toda pureza, se trata de organizar un variado concurso en honra de la Inmaculada”213; el H. Amador ha fallecido, octogenario, en 1996 en Segorbe (Castellón). El H. Esteban Fermín Azpilicueta sólo estuvo de Director de 1943 a 1945. Le sucedió el H. Epifanio del Val Ruiz, conocido por su nombre de profesión como H. Bienvenido, que ocupó la dirección del “Cervantes” de 1945 a 1950, en cuya época 210 Al final del trabajo incluimos una lista con los nombres de los 247 Hermanos Maristas que han pasado por la comunidad de Córdoba, desde septiembre de 1933 hasta septiembre de 2002. 211 En los años 50, por ejemplo, era normal el número de 22 Hermanos: 17 para el “Cervantes” y 5 para las Escuelas Pías. 212 Acta del Consejo Local del 8 de septiembre de 1951. 213 Acta del Consejo Local del 6 de diciembre de 1956.

146


el “Cervantes” llegó a un acuerdo con el Patronato de las Escuelas Pías, para hacerse cargo de éstas a cambio de utilizar el antiguo Colegio de “Santa Catalina” sin plazo de tiempo, y adquirió para noviciado el Castillo de Maimón. Tras el segundo período del H. Amador, llegó a la dirección el H. Victoriano Ruiz Jordiz, bautizado por sus contemporáneos como El Santo, por su extrema espiritualidad y sencillez, y que ocupó el cargo de 1957 a 1963; posteriormente marcharía a Bolivia, misión marista dependiente de la provincia Bética, donde permanecería hasta su llegada a la residencia de Benalmádena, donde fallecería en 1993; la Asociación de AA.AA., de la que fue asesor y colaborador le dedicó, en 1978, una placa de mármol con su nombre, a la entrada de una de las clases de COU. La humanidad y el cariño hacia los alumnos definen al H. Ananías Llanillo García, profesor en una primera etapa en los años 50 y Director, en una segunda, de 1963 a 1969, cuyo nombre de profesión era H. Euquerio, pero que es el primero que, desde el principio, firma las actas con su nombre verdadero; falleció en Sevilla en 1993. Breve fue el paso por la dirección del H. Angel Sáez Ruiz (1969-1970). Y, por fin, el último Director que conoció el Colegio “Cervantes” en su sede del antiguo Colegio de “Santa Catalina”, el H. Emilio González Román (1970-1976), a quien le cupo el honor de inaugurar en 1973 la nueva ubicación del centro en la Avenida de la Fuensanta y de recibir, en 1972, la primera insignia de oro de la Asociación de AA.AA. A todos, extraordinario respeto les tenían los alumnos (¿Quién no recuerda el interrumpir la clase, ponerse de pie y saludar al Hermano Director si este hacía una visita al aula?), algo común, por otra parte, en los centros públicos de aquel tiempo, cuando se accedía al cuerpo de Directores por oposición. Los siete lucharon por mejorar día a día la calidad de enseñanza del “Cervantes” y por encontrarle una sede propia y definitiva.

Foto recuerdo de la primera visita a España del Hermano Leónidas, VII Superior General. Colegio Cervantes, 26 de julio de 1947.

147


Los Hermanos Ignacio Martínez y Teodoro Alonso, con los alumnos de 4.º en 1957.

El horario de los Hermanos era bastante duro y apenas tuvo modificaciones durante el período. Ofrecemos el de los días laborables en los años 50 y 60: 5,45: Levantarse 6,15: Salve, Oración, Laudes y Meditación 7,00: Estudio religioso 7,50: Misa. Desayuno 9,00: Clase 13,45: Vísperas y Visita al Santísimo 14,00: Almuerzo 16,00: Clase 18,00: Rosario y salida 20,00: Oración personal 20,15: Lectura espiritual 20,30: Completas 20,45: Cena 22,30: Silencio comunitario. Acostarse Diferencias encontramos entre los Hermanos que ocuparon el “Cervantes” en los años 40 y 50, con respecto a los de finales de los 60. De hecho, la meticulosidad en rellenar los Anales y las Actas de los Consejos Locales, se va perdiendo, hasta el punto de que carecemos de los Anales de los años 60 y primera mitad de los 70. Tiempos heroicos y familiares los primeros, cuando los Hermanos te148


nían que luchar por la existencia del Colegio frente a la escasez económica y las dificultades de una obra que se está iniciando. Tiempos difíciles los segundos, cuando con el “Cervantes” más que consolidado, el enemigo eran los cambios de los tiempos214 y la ola de secularizaciones, la del Director H. Emilio entre ellas, que redujeron la Comunidad Marista cordobesa, la avisaron del futuro problema de falta de vocaciones y pudieron hacer desaparecer al “Cervantes”: “Hasta se piensa abandonar por motivaciones raras surgidas de interpretaciones equivocadas del Vaticano II. Recordamos la apasionada defensa que el H. Ignacio Martínez realizó en un capítulo provincial de “su” colegio y de “su” ciudad”215. Pero en lo que sí coincidían los maristas de todas las épocas era en poner su persona en un segundísimo plano, en pro del acondicionamiento material del Colegio y del desarrollo integral de sus alumnos. Sus pequeñas habitaciones, en los recovecos del “Cervantes”, eran de una sobriedad espartana y nunca se pudo decir de un Hermano que no llevara una vida sobria y austera. La preparación académica y las ganas por entregarse en el mundo de la educación, les eran innegables. Empleemos este espacio para describirlos en general: Su talante queda suficientemente descrito en la primera parte de esta investigación; su forma de ser, su forma de educar e identificarse con el alumno eran uniformes, basadas en las lecturas de las Enseñanzas espirituales y de la Guía del maestro; luego, cada uno le ponía su personalidad particular: “Eran otros tiempos, eran otros sistemas, no sé si mejores o peores que los actuales, eso se encargará de decirlo y enjuiciarlo el tiempo, ese juez implacable que da a cada cual lo suyo y que otorga la razón o la quita. Lo cierto es que eran unos tiempos que imprimían un carácter del que no es posible desposeerse, y no es que todo fuera bueno, no, también tenían sus ratos malos, es lógico, en esa etapa estudiantil de una persona hay de todo, pero quizás los años borren de nuestras mentes lo que de tristezas tenían y en el corazón y en la mente solo queden incrustados los recuerdos que nos hacen revivir el inicio de unas amistades que siempre perduran, o el reconocimiento hacia aquellos hombres que iniciaron nuestros pasos en la vida... algunos con sus genios inconfundibles, otros con su dulzura, pero eso sí, todos tenían “algo” que les hace inolvidables... Maestros, sí, Maestros con mayúscula: HH. Epifanio, Tomás, Faustino, Esteban, Florentino, Ananías, Honorato, Teófilo, Teodoro, Ignacio, Pedro, etc. ... Algunos ya nos dejaron para siempre, pero no importa, la gran familia Marista está formada por un eterno presente...”216, nos cuenta un antiguo alumno de finales de los 40 y principios de los 50. Sobre la imagen que podían ofrecer unos Hermanos de los años 40 en Córdoba podemos citar el relato de Font de Dios: “Cuando nos los encontrábamos fuera del colegio, nos acercábamos a ellos y le besábamos la mano. Iban correctamente vestidos, pues además de no llevar manchada de tiza la sotana, se cubrían los hombros con una esclavina y se colocaban un sombrero como el de los picadores en las corridas de toros, pero un poco más pequeño y de color negro. Lo que no llevaban era la baberola blanca (el rabat) que usaban en cla-

214 A finales de los 60 y principios de los 70, se comienza a dejar de usar la sotana, hay problemas de obediencia e incluso hay algunos Hermanos que plantean romper la Comunidad y vivir en pisos. 215 IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 160. 216 SÁNCHEZ LUQUE, J., o.c., p. 23.

149


se. Los hermanos de La Salle sí salían con ella a cualquier sitio. Nunca se mostraron propicios nuestros profesores a explicarnos los motivos de ello”217. El autor de esta investigación puede ofrecer su testimonio de los Maristas a mediados de los 60: los HH. Vidal González, mi tutor en 3.º y 4.º de Primera Enseñanza a quien siempre guardaré eterno reconocimiento, Francisco Fernández, Eufrasio López, Juan Larios, Ignacio Martínez, Luis Sainz, Estanislao Sanz, etc. El rabat, el sombrero y la esclavina habían pasado al baúl de los recuerdos, pero había cosas que no variaban, como la sotana, el cordón y el crucifijo metálico; eso en la apariencia, y en la esencia, la austeridad, la sencillez, el orden, la pulcritud y ese acento tan típico de Castilla (la inmensa mayoría de los Maristas que impartieron docencia en “Cervantes” era originaria de lo que entonces se llamaba Castilla la Vieja, León, Vascongadas y Navarra). Obligatorio, para este trabajo, es detenernos algo más en tres Hermanos que se han considerado emblemáticos del Colegio “Cervantes” en su etapa de ubicación en la actual Plaza de la Compañía: los HH. Tomás, Ignacio y Esteban. El H. Tomás Corral Castresana nació en Tiza, un pueblecito burgalés en el límite con Álava, en 1908; pero eso es casi anecdótico, pues con 15 años ya había salido de él para iniciar su andadura como religioso marista. Arceniega (Álava) le vio hacer el juniorado y Balaguer (Lérida), el postulantado, noviciado y escolasticado; obtuvo el título de maestro en León y las prácticas las realizó en el Colegio “Sagrada Familia” de Cartagena. Su primer destino como Hermano, con el nombre de profesión de H. Bernardo José, fue el Colegio de niños gratuitos, hijos de mineros, en Barruelo (Palencia). Luego pasó al “Virgen de la Capilla” de Jaén, donde le sorprendió la Guerra Civil, teniendo que padecer dos años de cárcel, aliviados por las múltiples atenciones de la familia Merelo, uno de cuyos hijos el H. Antonio Merelo, acabaría siendo profesor en el “Cervantes” en los años 60 y 70. Finalizada la contienda, en 1939, con 31 años, llega el H. Tomás al Colegio “Cervantes” de Córdoba... ¡Y ya no se movió de ahí! Nada menos que 44 años pasó el H.Tomás en el “Cervantes”, convirtiéndose en historia viva y siendo el único Hermano que conoció las tres últimas sedes del Colegio: Palacio de Torres Cabrera, Plaza de la Compañía y Avenida de la Fuensanta. De los 44 años, sólo los seis primeros los vivió como excelente profesor de Ingreso y preparador de las Primeras Comuniones, pasando desde el curso 1945/46 a ocupar el cargo de Administrador. “Los superiores, en contra de mi voluntad, me cambiaron los libros por las libras”218, comentaba el propio Hermano, lo que no le impidió el seguir en estrecho contacto con los alumnos desde la ventanilla que existía al final de la regia escalera del caserón de La Compañía, y en continuar prestándose a la docencia, puntualmente, cuando las necesidades del Colegio lo requerían. Su trato, entregado y afable, le hizo ser tremendamente querido por los alumnos y antiguos alumnos a los que nunca cesó de dar consejos: “Recomiendo a los antiguos alumnos que sigan siendo buenos compañeros con los que lo fueron un día en el Colegio, y que sean buenos cristianos y virtuosos ciudadanos; que no olviden las prácticas religiosas que aprendieron en el Colegio y, sobre todo, que sean devotos de la Virgen”219. Pulcro (al estilo francés de los primeros Hermanos), servicial, ecuánime, 217 218

150

FONT DE DIOS,E. o.c., pp. 21-22. Entrevista con el H. Tomás, Eco Marista n.º 2, 1981, p. 14.


El director de Cervantes, Hermano Ananías Llanillo (1963-1969), en la entrega de premios de 1964.

dotado de una gran memoria, observante, piadoso... podrían ser adjetivos para el H. Tomás, pero dejemos que sea el H. Francisco Ibáñez quien lo defina: “Santo varón, de una inocencia verdaderamente ingenua, durante muchísimos años administrador de los menguados recursos del Colegio, se las arreglaba para atender a la subsistencia de manera ingeniosa... llegando a poseer casi el doble de cartillas de racionamiento de las asignadas legalmente. Su piedad y servicialidad quedarán como signos de “alma cándida” y buena persona. “Su” Córdoba, “su” Colegio, “lo” Marista, Maimón incluido, eran su mundo y lo vivía con ilusión casi infantil”220. El H. Tomás colaboró intensamente con todos los estamentos del Colegio y en 1973, la Asociación de AA.AA. que ya en 1961 le había rendido un homenaje, le concedió su máxima distinción, la insignia de oro. En 1981, fue premiado por la Federación Provincial de Centros de Enseñanza No Estatal con el título de Profesional de la Enseñanza Distinguido. El H. Tomás nos dejó un 19 de noviembre de 1983, a los 75 años de edad; su amor por Córdoba y lo cordobés (no faltó en 44 años a ni una sola procesión del Corpus), le llevó a que sus restos reposaran en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud. Impresionante fue el dolor de toda la familia Marista: Hermanos, profesores, alumnos, antiguos alumnos, amigos... pasaron ante el cadáver, instalado en la sala de profesores del Colegio, y asistieron al funeral, presidido por el padre Jesús Mendoza OP y seis sacerdotes más, en un salón de actos que agotó su capacidad. La revista anual del “Cervantes”, Eco Marista, le dedicó ocho artículos, representativos de los distintos estamentos de la familia marista: “Carta abierta al H. Tomás” de Antonio Alarcón Parodi, “La última Salve en el cielo” de Vicente Ruiz Granados, “Adios H. To219 220

Entrevista con el H. Tomás, o.c., p. 15. IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 158.

151


más, ruega por nosotros” de Mateo Vázquez Berni, “El buen monje” de Rafael Córdoba Cruz o la Evocación que compuso el H. Francisco Ibáñez y que reproducimos al final de este trabajo, son algunos de los títulos. Sería imposible reproducir todo lo que se dijo entonces sobre el H. Tomás, nos quedamos con las palabras de Fernando Bajo Moreno, presidente de la Asociación de AA.AA. de 1958 a 1963: “Algo insustituible se ha ido del Colegio “Cervantes”. Un vínculo querido, respetado y admirado, nos ha de faltar desde ahora a cuantos, al llegar al Colegio, buscábamos su compañía, amena y afectuosa siempre, para charlar con él de aquellos tiempos... de los más próximos y de éstos. Pero como tenemos fe –que él mismo nos consolidó en el alma con su ejemplo aún más que con su palabra– ahora, cuando sigamos llegando a “Cervantes”, saldremos a uno de sus patios, miraremos al Cielo y él, desde allí, junto a la Madre nos mirará sonriendo, con su sencillez de santo, con la que él siempre tuvo. Descanse en paz, querido Hermano Tomás. Inolvidable amigo y Hermano”221. El H. Ignacio Martínez Seco (Beni Jesús es su nombre de pila, pero en este caso el que ha perdurado es el de profesión: H. Ignacio), nacido el 22 de abril de 1925 en Quintanar de Valdelucio, muy cerquita de Aguilar de Campoo (Burgos), batió recientemente el récord de continuidad en el “Cervantes” que poseía el H. Tomás: 48 años lleva en el Colegio marista cordobés, desde aquel lejano curso 1955/56 en que llegó, procedente del Colegio de Villalba (Madrid), para hacerse cargo de los alumnos mayores y de los deportes. Durante más de 15 años preparó a los cursos de 4.º de Bachiller para la Reválida de ese año: “Su persona no sólo nos producía respeto, también admiración, pues todos sabíamos que si en 4º de Bachiller, en el que él daba clase, se aprobaba, la Reválida estaría, como dice hoy la juventud, chupada”222; con la implantación de la Educación General Básica pasaría a ser profesor y tutor en 8.º EGB, siendo su especialidad las Matemáticas, hasta que un problema en la visión le apartó de la docencia; fue un profesor muy exigente con los alumnos pero también consigo mismo a la hora de preparar la clase, y muy realista en sentido pedagógico: “Las lecciones que estudien los alumnos en casa han de haber sido explicadas por el profesor en clase... Las tareas escritas han de ser cortas y fáciles, pero realizadas con esmero y aplicación. El fin primordial de éstas, es educar la responsabilidad del niño”223. Prefecto de disciplina, Director de la EGB y Superior de la Comunidad Marista, han sido otros de sus cargos en el “Cervantes”. En 1977, la Federación Provincial de Centros de Enseñanza No Estatal, le concedió su premio anual de Profesional de la Enseñanza Distinguido y es insignia de oro de la Asociación de AA.AA., la cual, en 1991, le dedicó un emotivo homenaje, con ocasión de sus 35 años en el “Cervantes”, consistente en misa en La Compañía y almuerzo en el Círculo de la Amistad, al final del cual se le entregaron distintos regalos y recuerdos. Marista de la vieja escuela, de recio aspecto, el H. Ignacio es una institución viva y llena de humanidad del “Cervantes” al que aprecia toda la Familia Marista cordobesa. Cuando hoy, sus antiguos alumnos se paran a saludarle y a presentarle sus hijos, en las

221

BAJO MORENO, F., Eco Marista n.º 8, 1984, p. 15. MAESTRE, Fernando, Recuerdos imborrables, Eco Marista n.º 7, 1983, p. 25 223 Entrevista al H. Ignacio en Eco Marista n.º 2, 1981, pp. 20-21. 222

152


fiestas del Colegio o en sus diarios paseos por el centro de “su” Córdoba, el H. Ignacio se siente más que pagado en sus desvelos y afanes educadores: “Uno de mis motivos de mayor alegría es ver cómo los antiguos alumnos aún nos recuerdan con cariño. Yo los considero casi como hijos míos. La prueba de que existe un afecto mutuo que no se borra con el paso del tiempo es que vienen a traer a sus hijos al Colegio en el que ellos estudiaron... Sin embargo, lo que más me duele es tener que decirles, en muchos casos, que no hay plazas”224. El H. Esteban Gallo Manzanedo, de nombre de profesión H. Paulino León, también era burgalés. Llegó al Colegio “Cervantes” en 1938, como uno de los escasos supervivientes de la Comunidad Marista de Málaga, ciudad en la que, estallada la Revolución en el verano de 1936, a punto estuvo de ser fusilado. Sobrevivió viviendo debajo de un puente, haciendo de buhonero y arreglando cacharros por las calles más humildes, hasta que encontró cobijo en la Pensión Alarcón, gracias a la generosidad de la familia propietaria. El H. Esteban permanecería en Córdoba 17 años, hasta 1955. Durante ellos, su pequeña y llena de vida figura se haría famosa: “Santo religioso, siempre preocupado por sus antiguos alumnos y su porvenir... Tan bondadoso y popular, que en muchos ambientes sencillos, el Cervantes era conocido como ‘el Colegio de don Esteban’”225. Fue profesor de 2.º, 3.º y 4.º de Segunda Enseñanza, colaboró intensamente en la obra catequética en los Olivos Borrachos del centro de Acción Católica del “Cervantes” y fue el gran promotor y alma y corazón inicial de la Asociación de Antiguos Alumnos, creada el 2 de enero de 1949. Hasta su partida de Córdoba, colaboró intensísimamente con los AA.AA., que siempre le han profesado verdadero afecto, presidiendo una foto suya sus asambleas anuales, privilegio que solo comparte, desde su fallecimiento, el H. Tomás. El H. Esteban falleció en Sevilla en el año 1964, celebrándose una misa por su alma en La Compañía el 4 de enero de 1965. En 1978, la Asociación de AA.AA., le dedicó una clase de COU del nuevo Colegio “Cervantes” en la Fuensanta, colocando una placa de mármol con su nombre; distinción que, hasta la fecha, sólo ostentan otros dos Hermanos, el H. Julio Albéniz, primer Director del “Cervantes” y el H. Victoriano Ruiz, Director de 1957 a 1963. LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS (1.ª PARTE) Sin duda alguna, no hay mayor prueba de que una institución educativa, que persigue algo más que la mera transmisión de conocimientos, ha triunfado, es la creación de una Asociación de Antiguos Alumnos. Sin duda, en Córdoba, la de más solera y número es la de los AA.AA. Salesianos, creada el 8 de diciembre de 1912226, pero no le anda muy a la zaga, en vitalidad y también en número, la del “Cervantes”. Orgullosos pueden estar los educadores maristas por haber logrado imbuir en sus alumnos tal espíritu que, una vez terminados sus estudios colegiales, pasados los años, vuelven la vista atrás y con simpatía y afecto recuerdan sus años infantiles y adolescentes, los buenos maestros, los esfuerzos de la vida estu224

Entrevista al H. Ignacio en el Diario “Córdoba” del 30-I-83, p. 5. IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., pp. 158-159. 226 Víd. DÍAZ COTAN, J., o.c., pp. 68-70. 225

153


diantil, el espacio físico del Colegio, la formación humana e intelectual en él recibida, y, como la gratitud es la mejor moneda de las almas nobles, dan su apoyo y aliento a todo lo que el “Cervantes” necesita. En el curso 1940/41 salía la Primera Promoción del Colegio “Cervantes”. Ella, aglutinada por Dionisio Carabaño, Juan Manuel Anguita, Rafael de la Hoz, Carlos López y José Antonio Muñoz, fue la auténtica gestora de la fundación de la Asociación de AA.AA., junto con la ayuda inestimable del H. Esteban Gallo y la colaboración de los Directores del Colegio que se sucedieron en los años 40. Desde la finalización de sus estudios en el “Cervantes”, la Primera Promoción inició reuniones periódicas que se han mantenido hasta nuestros días. El “Cervantes”, por su parte, en los años 40, organizaba un acto de entrega de diplomas a los alumnos que terminaban sus estudios, obsequiándoles al final “con una copa de vino, pastas y cigarros”227, teniendo en mente la fundación de una Asociación de AA.AA. ya desde diciembre de 1942228. Ilusiones y esfuerzos culminaron el 2 de enero de 1949 con la fundación de la Asociación de AA.AA. Maristas del Colegio “Cervantes” de Córdoba, eligiéndose la primera junta directiva compuesta por las siguientes personas: Presidente: Secretario: Tesorero: Vocales:

José Alarcón Parodi José Luis Santisteban Martínez José Antonio Muñoz García Dionisio Carabaño Guirao, Antonio Moyano Navarro, José Luis Salcines López, Francisco Martín Salcines, José Morillas Eslava y José Torres Quintela.

Se fijó una cuota anual de 25 ptas., cobradas en recibos de dos pesetas mensuales, excepto el de diciembre que sería de tres. La Junta acordaba reunirse periódicamente y convocar una Asamblea Anual, generalmente en diciembre, en la que se tomarían acuerdos, se elegiría cada tres años presidente, se informaría de las actividades a los socios, se entregaría la insignia de las tres violetas a los nuevos miembros de la Asociación y se ofrecería un desayuno a los asistentes. La primera Asamblea Anual tuvo lugar el 22 de enero de 1949, asistiendo 220 socios y sirviéndose un desayuno cuyo coste fue de 5 ptas. el cubierto. Desde la Asamblea de 1961, y a propuesta de Antonio Moyano Navarro, el desayuno fue sustituido por una copa de vino español, a cargo de la Asociación. Cincuenta y cuatro años tiene ya de vida la Asociación de AA.AA.; una vida cargada de actividades y emociones, que podemos rastrear magníficamente gracias al Historial de la Asociación, que pacientemente, Antonio Alarcón Parodi, fue confeccionando a base de las actas de las Asambleas Anuales y de sus recuerdos particulares. En este primer acercamiento a la Asociación trataremos de resumir los aspectos principales del período 1949-1973, dejando la siguiente etapa para el próximo capítulo. Cuatro presidentes ha conocido la Asociación desde su fundación, José Alarcón Parodi (1949-1958), Fernando Bajo Moreno (1959-1963), Antonio Alar227 Anales 228 Acta

154

1940-1946, p. 131. del Consejo Local del 13 de diciembre de 1942.


cón Parodi, de la Segunda Promoción, que se hizo cargo de la presidencia el 30 de diciembre de 1963, al dimitir Fernando Bajo por motivos de trabajo, y el actual, José Luis Royo Raya, que asumió la presidencia en 2000. Antonio Alarcón fue reelegido once veces, fundando legalmente la Asociación en 1966 de acuerdo a la normativa del Registro de Asociaciones y siendo el gran artífice de la expansión de la Asociación, de su presencia en todas las actividades del “Cervantes” y de su vinculación con la Familia Marista de la provincia Bética y nacional (ADEMAR) y con la Federación Española de Asociaciones de AA.AA. de la Enseñanza Católica (FEDAEC). Labor de equipo, como él no se cansaba de repetir, en la que han participado su vicepresidente, secretario y tesorero a lo largo de esos años, Rafael Córdoba Cruz, Guillermo Gisbert León y José M.ª González Ripoll, respectivamente. El presupuesto de la Asociación siempre fue muy ajustado, dependiendo de las cuotas anuales de sus socios, que fueron de las 25 pesetas iniciales, a las 100 pesetas, aprobadas en la Asamblea de 1967. Aún así permitió afrontar las numerosas actividades en que se embarcaron y se pudo prestar ayuda a hijos de antiguos alumnos que estudiaban en el Colegio, siendo sólo los primeros años los únicos que arrojaban algún déficit, subsanado por los Hermanos: “En hombres jóvenes no hay trampa vieja”, dijo el H. Victoriano en la Asamblea de 1962, cuando ofreció 3.000 ptas. para solventar las complicaciones de la Tesorería por la falta de colaboración de los Asociados. Los Maristas les cederían, desde 1965, una sala del “Cervantes” para las reuniones de la Junta, amueblándose rápidamente por los miembros de la Asociación, incluido un barril de vino de cuatro arrobas, obsequio del antiguo alumno, Agustín Campos Espinosa, propietario de las prestigiosas Bodegas Campos.

Los tres primeros presidentes de la Asociación de Antiguos Alumnos, con sus esposas. De izquierda a derecha, Antonio Alarcón (1963-2000), Fernando Bajo (1959-1963) y José Alarcón (1949-1958).

155


Las actividades principales de la Asociación en este período de 1949 a 1973, aparte de las reuniones y las Asambleas que mantenían el contacto entre los asociados, fueron: la creación de un Boletín informativo en 1968, que aún perdura, tras intentos fallidos desde 1951 y la institucionalización desde 1970 del día del Rosario y la flor, a finales de mayo, que consistía en una ofrenda floral de los AA.AA. y el rezo del santo Rosario a la Virgen en el Santuario de Ntra. Señora de la Fuensanta. Mención aparte merecen los premios que irá creando la Asociación y que serán un reflejo de su vivir y su sentir: En 1965 se creó el Premio Excelencia, para premiar al mejor alumno del Colegio, adjudicándose cada año al alumno destacado, no sólo por sus notas, sino también por el voto de sus compañeros y la opinión de los profesores y dirección del “Cervantes”. En ese mismo año se creó la Insignia de Plata, para ser concedida a los AA.AA. que cumplieran los 25 años de la terminación de sus estudios en el Colegio. Finalmente, ya en la Asamblea de 1951 se propuso crear un premio para el exalumno más distinguido, pero no se concretó en nada y será en la de 1971 cuando se creará la Insignia de Oro, a propuesta de Amador Jover y Antonio Alarcón, para premiar al antiguo alumno o colaborador de la Asociación que lo merezca y a propuesta de la Asamblea Anual; el Director del “Cervantes”, H. Emilio, sería el primer distinguido con ese honor, correspondiendo el año siguiente a los antiguos alumnos, Rafael de la Hoz Arderius, Director General de Arquitectura, Amador Jover Moyano, Vicedecano de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, Diego Mir Jordano, Catedrático de Medicina en Sevilla, Carlos Vicente Córdoba, Catedrático de Biología en Salamanca y, a propuesta de Fernando Bajo, a la Junta Directiva de la Asociación de AA.AA. Difícil es señalar cuáles son los antiguos alumnos más destacados de este período e imposible recogerlos a todos aquí. Sin duda, cualquier antiguo alumno que haya sabido aprovechar en su vida los cimientos educativos y formativos que recibió en el “Cervantes” y desde el puesto que le diera la sociedad haya sido “buen cristiano y virtuoso ciudadano” ya es destacable, pero aunque sea por recoger los que triunfaron en sus respectivas carreras y gozaron de renombre en Córdoba y fuera de ella, vamos a citar unos cuantos nombres propios que, además, han seguido muy vinculados con la Asociación, ocupando en ocasiones cargos de vocales en la Junta. Rafael de la Hoz Arderius, sucesivamente Director General de Arquitectura, Presidente Mundial de la Unión Internacional de Arquitectos, vinculada a la UNESCO y que agrupa a más de 600.000 arquitectos de cerca de 100 países, Premio CEOE por la construcción del Edificio Castelar en Madrid, Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Presidente del Consejo de Arquitectos de Europa y Medalla de Honor de la Ciudad de Córdoba; entre las obras de él y su equipo en Córdoba destacan: el Parque Figueroa, el Gobierno Civil, el Hospital Provincial, la oficina principal de la antigua Caja Provincial de Ahorros y la remodelación del Convento de las Dominicas del Corpus Christi, para acoger la Fundación Antonio Gala. Amador Jover Moyano, Vicedecano y Decano de la Facultad de Veterinaria, de la que es Catedrático, Académico de la Real Academia de Medicina de Sevilla, Presidente de la Sociedad Europea de Patólogos Veterinarios, Cordobés del Año en 1992, Medalla de Oro del Colegio de Veterinarios de Córdoba y, desde 1990, Rector de la Universidad de 156


Córdoba. Fernando Bajo Moreno, Director de la emisora cordobesa de radio La Voz de Andalucía y presidente de la Asociación de AA.AA. Rafael López Cansinos, locutor de Radio Córdoba, columnista en la prensa local y presentador en muchas ocasiones de los Premios del Colegio “Cervantes”, de quien Rafael Cremades, periodista de Canal Sur, dijo al entregarle el 27 de junio de 1997 el XII Premio Periodístico Ciudad de Córdoba: “Es un hombre de bien, amigo de sus amigos, irónico zorro del periodismo, entregado a la causa de Córdoba, que nunca abandonó... Voz de giros artísticos, de galán de radio, pintada en el aire de la onda media, grave y completa, llenando las casas de esta bendita ciudad día a día”229. Diego Mir Jordano, Catedrático de Medicina. Carlos Vicente Córdoba, Catedrático de Biología. Mariano Aguilar Candela, eminente cirujano digestivo. Juan Manuel Peinado Requena y Juan Manuel Anguita Blanco, médicos, el primero profesor y luego Decano de la Facultad de Córdoba. Angel Burón Romero, profesor de la Facultad de Ciencias en Santander. Francisco Alférez Delgado, titular de Paleontología de Vertebrados en la Complutense. Diego Moreno García, Catedrático de Dibujo en la Escuela de Ingenieros Agrónomos cordobesa. Eloy Almoguera Martínez, Director de la Caja Rural en Córdoba. Manuel Salcínes López, historiador, conferenciante, Académico de la Real Academia de Córdoba y Cronista Oficial de la ciudad. Eduardo Salcínez Muñoz, catedrático en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba. Antonio Galán Ortiz, periodista y subdirector del diario Córdoba. Julio Sánchez Luque, periodista y Académico de la Real Academia de Córdoba. José Antonio Muñoz García, abogado y Cruz de San Raimundo de Peñafort por la Escuela de Práctica Jurídica. Rafael González Zubieta, conocido como El Zubi, antiguo alumno de Lucena, periodista de la prensa local y jefe de informativos de Canal Sur TV. El reverendo Francisco Gutiérrez de Ravé, coadjutor de la Parroquia cordobesa de San Nicolás de la Villa. Finalmente, dos presidentes del Córdoba CF en los años 70 y 80, son antiguos alumnos del “Cervantes”: Ricardo Mifsut Vizcaíno, empresario y José M.ª Romeo Moya, prestigioso odontólogo cordobés. UN ESCUDO Y UN HIMNO PARA EL COLEGIO “CERVANTES” Aunque la insignia universal de lo marista (educadores, alumnos, antiguos alumnos, padres, etc.) son las tres violetas, desde 1949 el Colegio de Córdoba va a contar con dos símbolos propios: un escudo y un himno. El escudo es obra de Rafael de la Hoz, antiguo alumno de la Primera Promoción, al que se le encargó en la Asamblea Inaugural de la Asociación de AA.AA., el 22 de enero de 1949, aprovechando que hacía unos cursos de heráldica en Inglaterra. Para describir el escudo transcribo lo que por el mismo de la Hoz fue expresado: “De acuerdo con el sentido moderno, estudiadas las formas tanto europeas como americanas, se agrupan y enmarcan los motivos que pueden representar a un colectivo. De esta forma propongo un emblema que reúna las siguientes cualidades: Colegio, Ciudad y Orden Marista. Es por ello que en la insignia, representando al Colegio 229

Diario CÓRDOBA del 28 de junio de 1997, p. 71.

157


Cervantes se incluya el guantelete en negro sobre fondo oro del ‘Manco de Lepanto’; a Córdoba un pez de oro sobre fondo rojo que representa a San Rafael, que en sus imágenes lleva el pez de la curación de su milagro; y para la Orden Marista pongo, sobre los símbolos antes descritos, tres violetas blancas que representan las tres virtudes de nuestra Virgen María, destacando sobre el fondo negro que representa el pecado”230. El escudo del “Cervantes” lucirá siempre en cualquier documento del Colegio, en sus prendas deportivas, en los Boletines de Notas, etc. Respecto al himno del Colegio, el autor de la letra fue el H. Matías Botet y de la música el padre Domingo Lázaro, profesor del Conservatorio cordobés. Su estreno oficial tuvo lugar en la festividad del, todavía, Venerable Marcelino Champagnat, el 6 de junio de 1949231. EL CASTILLO DE MAIMÓN En los primeros meses de 1946, al mismo tiempo que se solucionó con el Patronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba” el uso del colegio de La Compañía a cambio de hacerse cargo de las Escuelas Pías, la Comunidad Marista cordobesa logró hacerse con una magnífica finca para instalar un noviciado e internado: “Tanto la adquisición de la finca ‘Castillo de Maimón’, como, según parece, el inminente arreglo de la cuestión Colegio, han de considerarse como un verdadero regalo de la Providencia, ya que las circunstancias que lo determinaron no pudieron ser ni más inesperadas ni más favorables”232. La génesis de la adquisición del Castillo de Maimón, comienza el 5 de enero de 1946, cuando el corredor de fincas, Antonio González, se presentó en el “Cervantes”, ofertando la finca Villa Paquita, en la carretera del Brillante a 2 kilómetros de Córdoba, para internado. El día 10, la finca era visitada por el Hermano Provincial, el Asistente General y el H. Epifanio del Val, Director del “Cervantes”, desestimándose por el exceso de bullicio de su emplazamiento, pues los Maristas, más que un internado, lo que deseaban poner era un noviciado. Cuatro días después, Antonio González, llevaba al H. Epifanio y al H. Matías a ver la finca conocida como Castillo de Maimón, en referencia a haber sido posible residencia de filósofo cordobés del siglo XII, Maimónides, propiedad de Juan López Baena, situada en las afueras del Barrio del Naranjo, al norte de la ciudad, en una situación privilegiada por su tranquilidad y buen clima, al estar en las faldas de la Sierra y apartada de caminos: “En el corazón de la riente Andalucía, sobre los flancos de la Sierra, que montan centinela sobre la antigua capital de los sultanes, la histórica y bella Córdoba”, tal como anunciaría Stella Maris de septiembre de 1949. Las condiciones de venta no parecieron abusivas, siendo la finca del agrado del Hermano Provincial en su visita del 28 de enero, recibiéndose autorización para su compra al mes siguiente.

230

Historial de la Asociación AA.AA. Maristas Colegio Cervantes, Córdoba 1949-1994, pp. 3-4. del Consejo Local del 29 de mayo de 1949. 232 Anales 1940-1946, p. 132. 231 Acta

158


Eterno agradecimiento mostrarán siempre los Maristas a Rafael Peralta, amigo sevillano, que requerido por ellos se trasladó a Córdoba para asesorarles en todo el proceso de compra del Castillo de Maimón: “Aparte del importante beneficio material que supuso, sin duda, ahorrarnos varios miles de pesetas, por la gestión de don Rafael Peralta, le hemos de agradecer particularmente el interés que en ello puso, considerándole como a uno de nuestros sinceros y mejores amigos, al que debemos gratitud no sólo por esta ocasión, sino por otras muchas, ya que siempre ha estado dispuesto a ayudarnos con absoluto desinterés personal y con el mayor afecto”233. Ya en 1939, Rafael Peralta había ayudado a los Hermanos a adquirir la finca sevillana de Castilleja de la Cuesta, Inauguración del monumento a la Inmaculada Concepción donde unos años después se al- en el Castillo de Maimón, obra de Amadeo Ruiz Olmos, el 8 de zaría el Escolasticado. El 28 de septiembre de 1955, con motivo del Año Santo Mariano. febrero de 1946 quedó efectuada la compra del Castillo de Maimón, en presencia del notario Luis Boza Montoto. La alegría que destilan los Anales es comprensible, pues la finca era realmente envidiable: 165.000 metros cuadrados rodeados de tapia, de ellos 30.000 de huerta, 1.500 olivos, 600 naranjos y otros árboles frutales. Desde la Primavera de ese año, Maimón sería objeto de las visitas de los Hermanos en los jueves por la tarde y los domingos el día entero, residiendo incluso en vacaciones: “Resulta, por lo tanto, la finca un gran alivio para los Hermanos, ya que es un magnífico complemento del Colegio, que no cuenta con jardín, ni patios espaciosos, y lo que es peor, ni siquiera con la debida independencia de nuestros vecinos. En cambio, en la finca hay independencia del bullicio urbano, aire sano y mucho sol, junto con la variedad y hermosura del campo, tan a propósito para levantar el pensamiento y un himno de gracias al Creador”234. En 1948, la empresa constructora de Benito Fábrega, respetando la huerta, inició la construcción de un noviciado en el Castillo de Maimón, descrito así por 233 Anales 234 Anales

1940-1946, p. 136. 1940-1946, p. 142.

159


el H. Francisco Ibáñez: “De forma rectangular, con un amplio patio en su interior, de dos pisos, con elegantes arcos y columnas de estilo andaluz. Los zócalos cubiertos de cerámica sevillana, le dan luminosidad y alegría, para paliar en lo posible las elevadas temperaturas estivales... En la planta baja se encuentra la capilla, capaz para unas cien personas. El retablo central es de madera, elegantemente esculpido por nuestro H. Honorio Molinuevo, que ofrece un trono real a la Virgen Inmaculada, patrona de la casa. Las vidrieras presentan artísticos motivos de la vida de Marcelino Champagnat. En el mismo piso se encuentran la sala de ejercicios, tres clases, la sala de profesores, el refectorio, la cocina y otros servicios. El segundo piso está totalmente destinado a dormitorios y enfermería, con los consiguientes servicios higiénicos. Puede alojar cómodamente unos 80 formandos y el personal directivo correspondiente”235. El noviciado se inauguró solemnemente el 8 de septiembre de 1949, bendecido por el canónigo José Torres Molina, asistiendo el Provincial H. Secundino, miembros del Consejo, delegados de toda España, los directores de los colegios de la Provincia y las autoridades civiles cordobesas. Un día después, se producía la primera toma de hábito de los 47 estudiantes que inauguraron Maimón (20 novicios y 27 postulantes). La futura Provincia Bética, completaba así su infraestructura para sus formandos, con el veterano escolasticado de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), inaugurado en 1943, y el flamante noviciado de Córdoba. El 8 de septiembre de 1955, con motivo del Año Santo Mariano, se inauguraría con gran fiesta (fuegos artificiales incluidos) un hermoso monumento a la Inmaculada Concepción, proyecto del arquitecto cordobés Carlos Sáenz de Santamaría y obra del escultor Amadeo Ruiz Olmos; visible desde el camino que lleva a la finca, se basa sobre una roca y se alza sobre un pedestal de granito gris donde luce un busto de Marcelino Champagnat, siendo la escultura de la Virgen de dos metros de mármol blanco de Macael con un peso de 2.300 kilos; la altura total es de 10 metros y el costo, de 135.000 pesetas, fue aportado por los Colegios de la Provincia y las familias de los estudiantes, cuyos nombres se guardan en una caja de estaño a los pies de la Virgen. En 1956 se construyeron un campo de fútbol y tres frontones. En 1960 se realizaron mejoras en la casa, creando despachos para los superiores provinciales, y se terminó una sencilla piscina, alivio de canículas estivales. Los maestros de novicios que han ocupado el cargo a lo largo de todos estos años son: H. Rufo Sos Arlegui H. Agustín Llanillo García H. Nicolás Ramírez de Alda H. José Antonio Vera López H. Raúl Martínez Linares H. Rafael Arteaga Oña H. Ignacio Pérez H. Javier García Terradillos H. José Luis Elías Becerra 235

160

IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 232.


Como en todas las órdenes religiosas, el noviciado atravesó mejores y peores momentos, siendo testigo de vocaciones abundantes y de soledades preocupantes. Pero el Castillo Maimón sigue ahí, testigo mudo y fiel de la historia marista cordobesa. Por él pasamos muchos alumnos del “Cervantes” en nuestras excursiones del sábado, con la ilusión de la caminata hasta llegar a él, el día de campo en La Palomera, bajo el puente de hierro de la línea Córdoba-Almorchón, la proximidad de Santo Domingo o el Santuario de Nuestra Señora de Linares, el partido de fútbol correspondiente en el campo de Maimón y el rato de charla y juego en los bancos y mesas que existen en torno a una sencilla gruta que alberga una Virgen, enmarcada entre plantas y hiedras. Supongo que los Hermanos soñarían y rezarían con que en alguno de nosotros brotase la vocación, pero también estoy seguro de que su deseo, en cualquier caso, era que disfrutáramos con ilusión infantil de esos días, y tened por cierto, y cualquier antiguo alumno lo podrá confirmar, que así lo cumplíamos.

161



5. EL “CERVANTES” DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-1999) LA ENSEÑANZA NO UNIVERSITARIA EN ESPAÑA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS El desarrollo de la Ley General de la Educación de 1970 permitió la total escolarización de los niños españoles entre 6 y 14 años y la erradicación del analfabetismo (6’3% en 1981 y prácticamente inexistente en la actualidad). Sin embargo, esta extensión generalizada de la enseñanza obligatoria no trajo como consecuencia un mejor nivel de estudios en el BUP y, ni mucho menos, en la Universidad. Hoy es constatable en España que, a pesar de la inmensidad de títulos de Graduado Escolar o Secundaria obtenidos, la cultura general de la juventud ha bajado, los valores de esfuerzo, trabajo y responsabilidad se han perdido y el fracaso escolar es un hecho doloroso e innegable. La razón de todo esto no hay que buscarla en la LGE, sino en modificaciones que se le hicieron posteriormente. Cualquier profesional de la enseñanza puede decirnos que a segunda etapa de EGB llegaban muchos alumnos sin saber leer bien, sin tener lectura comprensiva, sin saber redactar, sin dominar el cálculo y, lo que es peor, sin ánimo para estudiar. Nada se puede hacer ya, entonces, con esos alumnos que se encaminan hacia el Certificado de Escolaridad, para ingresar en la Formación Profesional (que, sociológicamente, terminó convirtiéndose en el destino de los que no sirven para estudiar) o a obtener, misericordiosamente y con cierta presión de la Administración, el Graduado Escolar, que les abriría las puertas del BUP, simplemente para estrellarse en él. La prohibición de repetir más de un año en el primer ciclo de EGB (6-7 años) y sólo otro más en el ciclo medio (8-10 años), resultó nefasto e impidió a los alumnos adquirir destrezas básicas para el aprendizaje. A todo ello se unió un indudable desánimo que cundió por todo el cuerpo de Profesores de EGB, sobre todo de los colegios públicos, que si bien habían visto mejorar sus salarios en los últimos años, sufrieron como ningún otro cuerpo profesional el cambio de los tiempos: de repente se sintieron solos frente a la Administración, frente a una sociedad que, en general, los menospreciaba y frente a unos alumnos que, en uno de esos movimientos pendulares de la historia, cometían actos de indisciplina impensables 15 años antes. 163


Vivimos, además, un profundo cambio en la estructura de los centros educativos. Si en la época franquista el Director, cuerpo al que se accedía por oposición, y el claustro de profesores eran soberanos en el colegio, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), aprobada el 3 de julio de 1985, siendo Ministro de Educación José M.ª Maravall, establecía que el órgano soberano sería un Consejo Escolar integrado por profesores, padres, alumnos y personal no docente, elegidos democráticamente cada cuatro años. Este Consejo Escolar elegía al que sería Director, primero por un período de tres años y, actualmente, de cuatro. Con el desarrollo del Estado de las Autonomías, contemplado en la Constitución de 1978, el Ministro de Educación fue traspasando las competencias en Educación a las Consejerías de Educación de los Gobiernos autonómicos con desarrollo pleno del Estatuto en este campo (Andalucía, Cataluña, Galicia, Islas Canarias, Navarra, País Vasco y Valencia). Para 1998 estaba previsto que el resto de las comunidades autónomas asumieran plenas competencias en materia educativa, pero aún quedan algunas en las que tiene competencia el Ministerio. El 3 de octubre de 1990 vio la luz un nuevo plan para la enseñanza no universitaria. Hablamos de la Ley sobre la Organización General del Sistema Educativo (LOGSE), aprobada siendo Ministro Javier Solana Madariaga. Esta ley establece cuatro etapas en la educación del alumno: tres cursos de Educación Infantil (3 a 5 años), seis de Enseñanza Primaria (6 a 12 años), cuatro de Enseñanza Secundaria Obligatoria (13 a 16 años) y dos de Bachiller (Sociales, Tecnológico, Científico y Artístico), para acceder a la Universidad, tras una prueba de Selectividad u otros dos años de Ciclos Formativos, para obtener una titulación profesional. La gran novedad es que la escolarización obligatoria se amplia dos años, pasando de los 6 a los 16. Se establecen, igualmente, garantías para ayuda de niños con problemas educativos (Adaptaciones Curriculares, Programas de Garantía Social, etc.) y la existencia de un orientador pedagógico en el centro. Junto a aspectos positivos como es esa atención a la diversidad, fomentar la Educación en Valores, el trabajo en grupo, la metodología participativa, el impulso a las actividades en clase, etc., la LOGSE no deja de tener puntos oscuros, aparte de la endémica carencia de presupuestos para plasmar en realidad la ley, que han aflorado ya a medida que se ha ido implantando y que se comentan entre el profesorado que la imparte: el descontento de éste por no haber sido mínimamente consultado para la elaboración del plan; el destierro de los conocimientos básicos de la Geografía española y de Ciencias en la ESO; la prolongación de la enseñanza obligatoria, provoca que lleguen alumnos a 4.º ESO, con 18 años, completamente desmotivados para el estudio y habiendo perdido un tiempo precioso de sus vidas para aprender una profesión; el bajo nivel de contenidos generales de la ESO, arrastrando los mismos males del plan anterior, que convierten el título de Secundaria en una mera certificación académica; la escasa importancia que se le concede a las Humanidades, con un localismo, además, exacerbante; la brevedad del Bachillerato, que en dos años de denso temario, no puede deshacer los entuertos anteriores; y la consiguiente llegada a la Universidad con un flojísimo bagaje intelectual, lo que provocará una bajada del nivel académico de ésta. Como dice la prestigiosa periodista Carmen Rigalt, “La LOGSE se concibió como un híbrido en164


tre el modelo comprensivo americano y el modelo europeo –más cuajado de conocimientos–, si bien finalmente mimetizó más ideas del modelo americano, en cuyas enseñanzas han naufragado tantos estudiantes españoles de los últimos años. Hoy, bastantes padres ya saben que mandar a un hijo a Estados Unidos es hacer méritos para encarrilarle hacia el fracaso escolar. Cuando todos los demás quieran caer del guindo, América ya estará en nuestras propias aulas”236. Mi diagnóstico sobre la aplicación de la LOGSE no deja de ser negativo. Frente a la realidad innegable de la escolarización total y la erradicación del analfabetismo, se alza la ficción de los innumerables títulos de Graduado Escolar o de Secundaria que no reflejan una mejora del nivel cultural de la población española, sino un simple dato estadístico. Marchamos, aunque parezca mentira, hacia la educación de élites intelectuales, con Colegios, Institutos y centros privados, donde se ponga de acuerdo el claustro de profesores para exigir un nivel alto, y con alumnos responsables que sepan labrarse un futuro para ellos y para la sociedad. La victoria del Partido Popular en las elecciones generales de 1996 y 2000, con un programa que incluía una reforma de la LOGSE, ha traído consigo la aprobación de la Ley de Calidad de la Enseñanza en el 2002, cuyo contenido y repercusión no es este el marco idóneo para reflejar, pero que, sin duda, parece viene a poner criterio y sensatez con los que frenar el desastre educativo al que estaba abocado nuestro país. La Enseñanza católica perdió, lógicamente, con la llegada de la democracia, la situación de privilegio que mantenía con el régimen anterior. Sin embargo, y a pesar de los temores de algunos, su existencia ha sido respetada y garantizada por las leyes que testimonian que en España hay libertad de enseñanza. La Constitución de 1978, que convertía a España en un país no confesional, reconocía en su artículo 27 el derecho de personas físicas y jurídicas a crear establecimientos de enseñanza de acuerdo con los principios constitucionales. Así mismo, preveía que los poderes públicos ayudarían a los establecimientos escolares que cumpliesen las condiciones previstas por la ley. Perdida la obligatoriedad de la enseñanza de la Religión, pero garantizada la Enseñanza Privada católica, el desarrollo del punto de las subvenciones estatales resultaba fundamental. Sin estas subvenciones, muchos centros católicos tendrían que cerrar sus puertas, al no poder costear los gastos de mantenimiento, sueldos de profesores, material, etc.; sólo pervivirían los Colegios de élite donde las clases pudientes sí afrontasen los gastos de educación de sus hijos. La cohesión de las Ordenes religiosas unidas en la FERE y en el Consejo General de la Educación Católica, sumada a la concienciación de los padres, que querían escoger libremente la enseñanza para sus hijos y exigían una contraprestación del Estado a cambio de los impuestos que pagaban para sostenerlo, dio sus frutos. Tras un primer intento de legislación de la UCD con la Ley Orgánica sobre Estatutos de Centros (LOECE), la LODE contemplaría la figura del centro concertado (desarrollado en el RD de 18 de diciembre de 1985), que conllevaba una subvención económica que hacía gratuita la enseñanza obligatoria, a cambio de crear consejos escolares (con representación de la entidad titular del centro), 236

RIGALT, Carmen, Educación bajo mínimos, La Revista de El Mundo, 22 de octubre de 1995, p. 9.

165


adecuarse a la ley en materia educativa y de adecuación del edificio y aceptar la visita de inspectores. Actualmente, la enseñanza privada católica, aunque superada lógicamente por la pública, representa un alto porcentaje de la vida escolar de España, como vemos a continuación: ALUMNOS MATRICULADOS EN ESPAÑA. 1995/96 Educación

Primaria y EGB Media y Secundaria Universitaria Total

Total

Pública

Privada

3.870.277 2.679.076 1.529.769 8.079.122

2.567.845 (66’35%) 1.983.235 (74’03%) 1.476.518 (96’52%) 6.027.598 (78’96%)

364.247 (33’01%) 695.841 (25’97%) 53.251 (3’48%) 2.051.524 (20’82%)

NÚMERO DE CENTROS ESCOLARES EN ESPAÑA. 1995/96 Centros

Públicos

Infantil, Preescolar, Primaria y EGB Secundaria y Media Universitaria Total

12.582 2.969 44 15.595

Privados

5.240237 2.393 10 7.643

Total

17.822 5.362 54 23.238

Siempre respetando la autonomía de cada Instituto, los objetivos de la FERE, recogidos en su Guía de centros educativos, son los siguientes: a) Fomentar la vocación del religioso educador y favorecer el estudio en común de los problemas pastorales en el campo de la educación. b) Proporcionar a sus miembros los medios necesarios para su perfeccionamiento técnico y pedagógico. c) Promover y defender los derechos que tiene la persona, la familia y la Iglesia en el campo educativo. d) Promover la concepción cristiana de la educación y el concepto de la Escuela Católica. e) Representar y defender los intereses de los centros de enseñanza organizados por los Institutos miembros. f) Amparar las libertades civiles, religiosas y pedagógicas de los centros de enseñanza de forma que se garantice su carácter específico. g) Potenciar la calidad de la enseñanza en los centros docentes y la participación de la comunidad educativa. h) Impulsar la transformación de la escuela de religiosos en comunidad educativa y la de ésta, en comunidad cristiana. i) Remover los obstáculos que dificulten la apertura de los centros a todos lo que deseen elegirlos.

237 Hay que señalar que en esta cifra se incluyen un buen número de centros de Infantil que, siendo privados, no son necesariamente confesionales.

166


j) Desarrollar entre los centros de enseñanzas organizadas por los Institutos miembros una fecunda coordinación, a fin de lograr una mejor inserción de las obras, a nivel nacional, regional y local, en la acción pastoral y evangelizadora de la Iglesia. k) Cooperar y colaborar en comunión con la Jerarquía en los planes de acción pastoral que tengan como objetivo primario la enseñanza y la educación. LA CÓRDOBA ÚLTIMA En los últimos 20 años Córdoba no ha dejado de crecer, ni demográfica ni urbanísticamente. En 1981 contaba con 279.386 habitantes, en 1991 alcanzaba los 302.157 y en 1996 había llegado a los 315.948. Barrios que se iniciaron en la última etapa del franquismo han continuado su crecimiento, como Levante, Fátima, Parque Cruz Conde, Vista Alegre y Fuensanta-Santuario, a los que hay que añadir otros nuevos: por el norte, el barrio de El Camping, iniciado a mediados de los años 70. Por el sur, el extensísimo Polígono del Guadalquivir, empezado a construir a finales de la década de los 70 y aún en fase de ampliación y dotación. Por el este, los finales de los 70 vieron, como prolongación de Cañero, el barrio de Parque Fidiana. Por el oeste, en fin, es donde se está produciendo la ampliación de la ciudad con más calidad de pisos, residenciales y equipamientos, con los barrios de Miralbaida, Parque Azahara y, sobre todo, la ampliación de Poniente, a espaldas de la Plaza de Toros. Cinco grandes superficies comerciales, funcionando a pleno rendimiento, son testimonio de la vitalidad de la ciudad. Los asuntos pendientes de la época anterior han quedado saldados: en 1994 quedó inaugurada, con el diseño de tres arquitectos antiguos alumnos del “Cervantes”, la nueva estación de RENFE-AVE (aunque desde 1992 el tren de alta velocidad ya pasaba por nuestra ciudad) y, a finales de los 70 y principios de los 80, las casitas portátiles de Las Palmeras y Las Moreras fueron sustituidas por grandes bloques de pisos con amplio patio central. La construcción de la Ronda de Circunvalación de Córdoba, completada con el acceso a la carretera hacia Badajoz en junio de 1997, es el último gran hito de la urbanización de nuestra ciudad, aligerando el tráfico urbano y el exterior. Como retos para el futuro se adivinan la adecuación del río y su entorno (muy descuidado en los últimos treinta años), la construcción de nuevos puentes que salven el Guadalquivir y la solución al enorme déficit de aparcamientos. La sociedad cordobesa ha seguido anclada en su tranquilidad tradicional, a mitad de camino entre la abulia y el senequismo, apenas rota en los años de la transición por manifestaciones y huelgas, en ocasiones violentas, en demanda de mejoras económicas y reivindicaciones políticas. Por lo demás, el cordobés ha seguido fiel a sus costumbres lúdicas, afrontando un edificante ejercicio de humildad ante la floja marcha del Córdoba CF (del que han sido presidentes dos antiguos alumnos del “Cervantes”, Mifsut Vizcaíno y Romeo Moya y cuyo estadio del Nuevo Arcángel se inauguró en 1993) y la escasez de buenos espectáculos taurinos, otrora los dos acontecimientos lúdicos que más público atraían. A cambio, ahí siguen las fiestas navideñas, un carnaval que no acaba de cuajar, la Semana Santa, las Romerías, las Cruces, los Patios, la Cata del Vino de Montilla-Moriles 167


(iniciada en 1984), la Feria de Nuestra Señora de la Salud (trasladada en 1994 al recinto del Arenal) y la Velá de la Fuensanta. El Gran Teatro, tras una primorosa remodelación, y el Góngora, siguen ofreciendo espectáculos teatrales, mientras que el cine, superada la crisis provocada por la aparición de los vídeos y las televisiones privadas, ha encontrado una acertada fórmula de supervivencia en las salas multicines. Peroles, tabernas, buenos restaurantes y la parcelita del fin de semana siguen animando a los cordobeses en general. La juventud, ciertamente, es otro cantar: superado un cierto espíritu contestatario y rebelde de finales de los sesenta y, sobre todo, los setenta, ha devenido, satisfecha y colmada de todo, en un atroz consumismo y pasotismo. Sus formas de diversión se han basado en los litros de alcohol que sean capaces de digerir sus estómagos y en los decibelios que puedan soportar sus oídos. La calle Osario, plaza de San Hipólito, plaza San Miguel, zona de Reyes Católicos, zona de Ronda de los Tejares, plaza de La Compañía, Ciudad Jardín, el Brillante o el Arenal, han sido zonas de Córdoba testigos de la movida juvenil que, últimamente, se ha dado al fenómeno de la litrona y el cubalitro, tomados en la calle, como medio de ahorrarse unos euros, pero también como demostración de su falta de civismo por las molestias de ruido y suciedad que originan. Una buena parte, no obstante, apuesta por una educación en valores que el Estado dejó hace años de transmitir (ahora la LOGSE anda en busca del tiempo perdido), por una responsabilidad y por un prepararse para un futuro profesional que, sin duda, será sólo de aquellos que realmente lo hayan buscado. Y lo más curioso del caso, al mencionar la inmadurez y hedonismo que invaden a gran parte de la juventud cordobesa, es que se producen en un período en que la oferta educativa abarca toda la ciudad. Podría decirse que la juventud se mostraba más responsable antes, cuando sabían de los esfuerzos económicos que afrontaban sus padres para costearles la enseñanza. Hoy, no ha quedado ningún niño sin escolarizar en la enseñanza obligatoria, con un total de 67 Colegios Públicos distribuidos por todos los barrios, y la construcción de una docena de nuevos Institutos de BUP y FP (en la actualidad tendiendo a uniformarse con la denominación de Institutos de Enseñanza Secundaria, IES), que hacen un total actual de 16, garantizó la segunda enseñanza para todo aquel que quisiera. A ellos hay que unir los 23 centros de enseñanza católica privada-concertada y dos no concertados. La fiebre por estudiar saturó la Universidad cordobesa, que en los años 80 recibió su gran impulso, llegando a tener en la actualidad 15 centros en los que estudian algo más de 18.000 alumnos. El futuro de la Universidad de Córdoba, cuyo rector durante varios años fue un antiguo alumno del “Cervantes”, Amador Jover, es halagüeño, con tres áreas bien definidas: el Campus de Ciencias de la Salud, en el Parque Cruz Conde, Campus de Humanidades, en el casco urbano de la ciudad, y Campus Científico y Agroalimentario en Rabanales (antigua Universidad Laboral). Pocas novedades hay que añadir a los medios de comunicación ya descritos en el período anterior. El diario “Córdoba”, subastado y privatizado en 1984, siguió su andadura en solitario, acompañado, de 1981 a 1984, por “La Voz de Córdoba” y, durante unos años, del semanario Tendillas 7. En los inicios del siglo XXI surgió la edición cordobesa de “ABC” y “El Día de Córdoba”. Se mantuvieron las mismas emisoras de radio, con el añadido de Canal Sur Radio en 1989, el pase de La Voz de Andalucía a Radio Nacional y la efímera aparición de Radio Mezquita y Antena 3. En televisión, si la segunda mitad de los 70 vio la generali168


zación del color, la segunda mitad de los 80 contempló la recepción en los aparatos cordobeses de la cadena autonómica Canal Sur y las privadas nacionales. En los últimos años han proliferado también emisoras locales de TV. La segunda aparición de la democracia en Córdoba, contempló una sociedad más justa y pacífica que la de los años 30. El civismo ha presidido todas las consultas electorales que han tenido lugar en la ciudad. Desde aquél 15 de diciembre de 1976, cuando con una participación del 83% del censo, 123.667 cordobeses dijeron sí a la Ley para la Reforma Política auspiciada por Adolfo Suárez y 3.185 votaron no, hasta las últimas elecciones generales del 2000, que dieron la victoria en la ciudad y en el país a la opción de centro derecha del Partido Popular. Entre medias, nada menos que siete elecciones generales, seis autonómicas, seis municipales, tres europeas y dos referéndums. La opción política de los cordobeses en la generales ha sido favorable, desde el principio al PSOE (salvo 1979, que por escaso margen ganó la UCD) hasta la derrota de 1996, ya anunciada en las Europeas y Autonómicas de 1994 y las municipales de 1995. Joaquín Martínez Bjorkman, ha sido el político socialista de más importancia en esta época, mientras que por los populares citaremos a Diego Jordano Salinas (antiguo alumno del “Cervantes”) y por la extinta Unión de Centro Democrático a Cecilio Valverde Mazuelas, que llegó al cargo de Presidente del Senado. Cosa aparte fueron las municipales. Las primeras, 3 de abril de 1979, arrojaron el balance de 8 concejales del Partido Comunista, 7 del PSOE, 7 de UCD y 5 del Partido Socialista de Andalucía; consecuencia del pacto nacional de apoyo PSOE-PCE, fue que Córdoba se convirtiese en la única capital española con alcalde comunista, el carismático Julio Anguita. Siete años estaría en el cargo antes de partir hacia cumbres políticas de mayor responsabilidad. Su sucesor y compañero de partido (ya Izquierda Unida), Herminio Trigo, ocuparía el sillón de la alcaldía nueve años hasta su dimisión el 26 de enero de 1995, al haber sido declarado culpable de prevaricación. Un breve mandato de Manuel Pérez (de profesión docente como sus dos antecesores), dio paso en las elecciones municipales de mayo de 1995 a la sorprendente victoria por mayoría simple, pero suficiente, del candidato del Partido Popular, Rafael Merino (antiguo alumno de “La Salle”, fraterno rival del “Cervantes”). En las elecciones del 13 de junio de 1999, el PP con Rafael Merino a la cabeza volvió a triunfar, pero un pacto IU-PSOE entregó el gobierno de la ciudad a la concejal comunista Rosa Aguilar, por cierto, antigua alumna del Colegio de Las Francesas. Es pronto aún para valorar los 16 años de gobierno municipal comunista en Córdoba, lleno de luces y sombras, pero sí hay que reconocer que junto a una modernización de la ciudad, desde el 15 de diciembre de 1994 declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, Córdoba arrastra una de las rentas más bajas del país y una tasa de paro, a pesar de la enorme cantidad de economía sumergida (joyería en su mayor parte), por encima de la media nacional. La lista de alcaldes de Córdoba de esta última etapa es la siguiente: 1979-1986: Julio Anguita González 1986-1995: Herminio Trigo Aguilar 1995-1995: Manuel Pérez Rodríguez 1995-1999: Rafael Merino López 1999-2003: Rosa Aguilar Rivero 169


UNA SEDE PROPIA Y DEFINITIVA PARA EL “CERVANTES” Las buenas relaciones con el Patronato de las Escuelas Pías y el disfrute del viejo caserón de la Plaza de la Compañía, no ocultaron nunca a los Hermanos la realidad de que debían encontrar un emplazamiento propio y definitivo para el Colegio “Cervantes”. La adquisición en 1955 del solar de 10.000 metros cuadrados del Brillante, anteriormente referido, abrió una esperanza desbordada repleta de planes imposibles. Los años 50 mantendrán esta esperanza, pero no se construirá nada en él; sólo se plantarán árboles, se hará un pozo de agua para fuentes y doce duchas y se utilizará el terreno para crear varios campos pequeños de fútbol. La primera mitad de los 60 mostrará el desánimo de los Hermanos por el tema: dificultad en obtener un préstamo del Monte de Piedad y Caja de Ahorros y retorno a los arreglos en el antiguo Colegio de “Santa Catalina”: “... en vista de lo mucho que se alarga el proyecto para la construcción del nuevo colegio”238. Se permutarán los terrenos del Brillante por otros vecinos en dicha zona, pero los HH. Victoriano y Ananías, terminarán sus etapas como directores sin ver cumplido el sueño de la sede propia. Mientras, el edificio de La Compañía no podía dar más de sí para el alto número de alumnos: se habían creado clases imposibles en los últimos recovecos, a veces había que atravesar un aula para llegar a otra, los patios se habían quedado pequeños y las habitaciones de los Hermanos eran de una incomodidad excesiva, incluso para una orden religiosa. El desánimo y las interpretaciones equivocadas del Vaticano II, como nos recordaba el H. Francisco Ibáñez anteriormente, llevan a la tentación de abandonar, pero “no era posible echar por la borda tantos sacrificios ya cuajada la obra”239. Aprovechando la coyuntura oficial que fomentaba la creación de centros de enseñanza con generosos créditos a bajo interés, con el dinero de la venta en 1969 del solar del Brillante y tras rechazar por insuficiente un proyecto de colegio en la calle Sagunto (el actual “Santa María de Guadalupe”), se adquirió un terreno de 15.000 metros cuadrados en la Avenida de la Fuensanta número 35, a la sombra del santuario de la copatrona de Córdoba. El antiguo alumno Luis Trócoli Losada, socio de la empresa de construcción IMARA, fue el hombre que brindó a los Maristas esta oportunidad. El solar se ubicaba en el centro del nuevo barrio de Fuensanta-Santuario que, proyectado desde 1968, construían el Instituto Nacional de Urbanización y la Caja Provincial de Ahorros. Cerca de 4.000 viviendas económicas, de entre 50 y 120 metros cuadrados, de entre cuatro y ocho plantas, iban a permitir a muchas familias acceder a su propia casa. La construcción del Club Santuario (frente al “Cervantes”, hasta el punto que fue su bar en los primeros tiempos) en 1973 y el Proyecto de Reparación y Equipamiento Urbanístico (1974), dotaron al nuevo barrio de instalaciones deportivas, zonas verdes, instalaciones escolares y aparcamientos. Antonio Gil Moreno, capellán entonces del Colegio, bendecía en 1970 la colocación de la primera piedra, aunque hasta 1971 no comenzarían las obras, a cargo de la empresa IMARA S.A. bajo proyecto del arquitecto cordobés Víctor Escribano Ucelay. Estas finalizarían en el verano de 1973, con un costo total de 64 238 Acta 239

170

del Consejo Local del 31 de mayo de 1962. IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 160.


millones de pesetas, inaugurándose el nuevo Colegio “Cervantes” para el curso 1973/74. Tras acertadas modificaciones en su primitivo diseño, el Colegio tenía cabida para unos 1.600 alumnos, tres aulas por curso de 40 puestos cada una, comedor escolar de 300 metros cuadrados, laboratorios, biblioteca y salón de actos con capacidad para 600 butacas, estando en ese momento en estudio la adquisición de un solar al otro lado de la calle Hermanos Pinzones (que no se llegaría a comprar) para ampliar el Colegio. Los patios eran una de las bazas más importantes del nuevo “Cervantes”: pistas asfaltadas de baloncesto y minibasket, un campo de futbito de tierra, otro de fútbol, también de tierra, y una pista polideportiva asfaltada, todos con sus medidas reglamentarias. Un gimnasio y dos piscinas, una de competición y otra infantil, completaban en su inauguración la oferta deportiva del Colegio. A finales de los 80 y con ayuda económica de la Asociación de Padres, se construiría un hermoso polideportivo cubierto, con capacidad para ocho pistas de baloncesto, fútbol sala, balonmano y voleibol, de calidad excelente. Precisamente la construcción de este polideportivo provocó la enemistad de algunos vecinos del barrio y llevó al Colegio a un pleito con el Ayuntamiento; la orden municipal de paralización de las obras provocó la indignación de las gentes afines al “Cervantes”, que demandó en 1993 al Alcalde entonces de Córdoba, Herminio Trigo Aguilar, ganando el juicio por Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y teniendo los Maristas todo el respaldo legal y judicial para el polideportivo. El Colegio, en fin, tenía forma de L, con cinco plantas en el brazo largo y cuatro en el corto y un amplio vestíbulo-recibidor en el que se colocaron en una vitrina los trofeos obtenidos por el Colegio y a donde daban

Vista delantera del nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta, en 1973.

171


Vista trasera del nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta, en 1973.

las oficinas, despachos y sala de profesores. Para evitar problemas económicos y posibles trabas políticas en un futuro español incierto, los Hermanos Maristas creaban la empresa Promociones Escolares, en la que controlaban todas las acciones, y que pasaba a ser propietaria del Colegio “Cervantes”240. Realmente fascinados debían estar los Hermanos y la Familia Marista con el nuevo y propio Colegio, tras las inquietudes y estrecheces de los últimos 40 años, pero los primeros tenían un segundo motivo para alegrarse: por fin tendrían una residencia exenta para la comunidad. En efecto, separado del Colegio por un hermosísimo y cuidado jardín, donde destaca el cedro plantado en 1979 por Juan Manuel Anguita Blanco, primer alumno del “Cervantes” y Miguel Angel Jiménez Pedrero, último alumno matriculado ese año en el Colegio y la imagen de la Virgen María, donada por los AA.AA., “de más mérito artístico del que muchos creen, fruto de las simpáticas intrigas de Rafael Córdoba y compañeros de fatigas y que otrora adornó los jardines del Palacio Carbonell”241, se alza una residencia de tres plantas para vivienda de los Hermanos Maristas, de comodidad y sencillez reconocidas. Precisamente la capilla de esta residencia cuenta con vidrieras de tema abstracto de Antonio Povedano Bermúdez242, pintor natural de Alcaudete (Jaén) pero cordobés de adopción, amigo de los Maristas, uno de los más importantes artistas españoles contemporáneos y vitralista de fama internacional. Entre sus vidrieras en Córdoba destacan, también, las del templo Santa Ma240 Acta

del Consejo Local del 16 de noviembre de 1974. IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 161. 242 Ver RUIZ PARRA, Emilio, La vidriera y Antonio Povedano, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1983, donde se incluye la descripción de la capilla privada de los Maristas. 241

172


Capilla del Colegio Cervantes, con vidrieras de Antonio Povedano.

ría Madre de la Iglesia (HH. de M.ª Inmaculada) y las de los colegios “Bética” (Institución Teresiana) y “Sagrada Familia” (Las Francesas). En 1978, el Colegio se dotaría de una capilla para el alumnado en el que, igualmente, destacaban las vidrieras, en esta caso de temática religiosa y obra de Tomás Egea Azcona, antiguo alumno marista de “La Fuensanta” de Murcia. En octubre de 1973, los alumnos maristas inauguraban el nuevo Colegio “Cervantes”. La empresa de autocares “Autotransportes López” iniciaba una relación con el Colegio, que dura hasta la actualidad, recogiendo alumnos por toda la ciudad, en numerosas líneas. Era la primera vez que el “Cervantes” abandonaba el centro urbano y la primera que un centro privado religioso se instalaba en un barrio de clase media baja, si exceptuamos el Imagen de la Virgen María caso de “Nuestra Señora de las Mercedes” de las Mer- en la fachada del nuevo cedarias, en el Campo de la Verdad. La Fuensanta era, Colegio Cervantes en la además, en la mitad de los 70 un barrio hartamente mar- Fuensanta, en 1973. xistizado y con serios problemas de delincuencia. Sin embargo, y superados unos roces iniciales con los Colegios Públicos de la zona, el “Cervantes” se integraría perfectamente en el barrio, ofreciendo sus instalaciones a múltiples actividades ciudadanas a plena satisfacción y acogiendo, cuando se iniciasen las subvenciones estatales, a unos 500 niños del entorno. La conflictividad del barrio no afectó al Colegio; escribe el H. Francisco Ibáñez en los Anales so173


bre el intento de robo del coche de la Comunidad el 9 de febrero de 1980: “Si consignamos el hecho no es por darle demasiada importancia, sino porque en estos días la prensa nacional y local considera el barrio de La Fuensanta como el cuarto más peligroso de España. Esto no es sólo una exageración sino una solemne mentira. Hay problemillas, pero nada grave. Este es el mayor en siete años”243. El equipo docente de aquel curso inaugural de 1973/74 era el siguiente: Equipo docente del “Cervantes” en el curso 1973/74 Bachiller y COU H. Emilio González Román H. Fernando Moreno Barrio Francisco Roldán Villén Juan Herrera Mesa

Director, Biología y Física Tutor COU y 6.º, Religión e H.ª Arte Tutor 6.º, Lengua y Filosofía Tutor 5.º y 6.º, Física, Química y Matemáticas Manuel García Merina Tutor 5.º y Dibujo Carlos Domínguez Conde Tutor 5.º y Francés H. Ignacio Martínez Seco Tutor 4.º y 5.º, Religión, Matemáticas, Física y Química H. Carlos Rubio Múzquiz Tutor 4.º y Matemáticas H. Luis Sainz del Castillo Tutor 4.º, Matemáticas y Física H. Timoteo Pérez Martínez Matemáticas, Química y Religión H. Vicente Liesa Perella Francés Francisco López Pozo Latín, Lengua e Historia Joaquín Moreno Manzano FEN y Ciencias Sociales Manuel Parra Galindo Educación Física y Deportes José León Gallardo Manualidades Juan López Luque Ciencias Médicas Antonio Vázquez Romero Ciencias Económicas Antonio Navarro Sánchez Religión Santiago Hernández Rodríguez Biología P. Francisco Gálvez León Religión David Fernández Cortés Ciencias Naturales Francisco Caballero Chumillas Lengua Francisco Fernández Pareja Religión Pedro Palop Fuentes Latín y Griego EGB Juan Dávila Díaz H. José Martín Cubero Rafael Pérez de la Lastra Enrique del Río Correa Cristóbal Rodríguez Luque H. Cándido Vadillo Robredo H. Eufrasio López Rodríguez 243 Anales

174

1980, p. 4.

1.º A 1.º B 1.º C 2.º A 2.º B 2.º C 3.º A


Rafael Rodríguez Galán Antonio López Valbuena Samuel Gálvez Pozuelo José Luque López Francisco Rodríguez Luque Celso Velázquez Elices Francisco Rodríguez Luque José Peralbo López Antonio Higueras Manga Manuel Llamas Aguilar Mateo Vázquez Berni H. Joaquín Pardo Delgado Pedro Moral Muñoz José López H. Francisco Fernández Juan

3.º B 3.º C 4.º A 4.º B 4.º C 5.º A 5.º B 5.º C 6.º A 6.º B 6.º C 6.º D 7.º A 7.º B 7.º C

La Comunidad Marista del “Cervantes” la completaban el H. Antonio Merelo Pérez, llegado ese curso, como Administrador y los HH. Tomás Corral y Miguel Tellechea, jubilados. LA VIDA ACADÉMICA La Ley General de Educación (LGE) de Villar Palasí, aprobada en 1970 y que preveía la creación de la EGB, el BUP y el COU, fue rápidamente puesta en práctica por el “Cervantes”. En el curso 1971/72 comenzó a funcionar la primera promoción de la EGB, en concreto en el curso 5.º; en 1973/74 funcionaría el primer COU; y en 1975/76 aparecería el 1.º de BUP. La Primera Enseñanza no llegó a conocer el nuevo Colegio de La Fuensanta y el Bachillerato Elemental y Superior apenas duraría un par de cursos. La LOGSE llegará al “Cervantes” en el curso 1996/97, con la instauración de la Primaria y el 1.º de ESO. Los Hermanos y el profesorado seglar harán un esfuerzo por mantener en estos años el nivel que se les exige y a fe que lo consiguieron. Preocupados por el éxito académico de sus alumnos, los docentes maristas han continuado exigiendo un alto grado de resultados en las cinco, primero, y en las tres, después, evaluaciones en que se divide el curso escolar. La Selectividad, el examen público que al finalizar COU da paso a la Universidad, ha sido uno de los objetivos constantes del “Cervantes”, testimoniando su triunfo el altísimo porcentaje de aprobados. Hoy en día, 64 años después de su fundación, en instalaciones, trato humano y resultados académicos, el “Cervantes” se ha convertido en uno de los mejores colegios de Córdoba y las solicitudes de admisión de alumnos se agolpan en sus puertas. El “Cervantes” se fue adaptando también al nuevo marco legal de los colegios privados concertados, que reciben subvención estatal en la enseñanza obligatoria. En Córdoba, todos los colegios privados católicos han escogido esta línea, excepto “Alzahir” y “El Encinar”. En el curso 1978/79 se inició la subvención en EGB con un 50% de la mensualidad, en el 1980/81 pasó al 58%, en el 1981/82 al 68’7%, en 1983/84 al 72’8% y llegando al 100%, gratuidad completa, en el cur175


Julia Morales con sus alumnos de 2.º C en el curso 1986/87.

so 1989/90. El acogimiento a estas subvenciones llevó consigo aceptar las normas legales de la Administración para la admisión del alumnado, muy rígidas y primando excesivamente la proximidad geográfica, que más de un dolor de cabeza le han dado a la dirección del “Cervantes” y que han impedido a muchas familias que deseaban ver a sus hijos en el Colegio, cumplir ese anhelo: “Las familias ven restringido su derecho a elegir el centro por su definición, por su ideario. La familia puede ser obligada a inscribir a los hijos en un centro por razón de su proximidad aunque el ideario de este centro sea contrario a la concepción familiar de la vida ¿Para qué definir un centro si no se le puede elegir por su definición?244. Igualmente hubo de constituirse un Consejo Escolar como máximo órgano rector del centro. Hubieron de ser superadas iniciales suspicacias, dada la escasa representación que la LODE preveía para los titulares de los centros privados: “La entidad titular queda en escasa proporción con los demás estamentos (3 de 15). Ante esta visión quién se sentirá estimulado para la fundación de centros de enseñanza. Con el tiempo sólo quedarán los centros públicos... Al titular le puede ser impuesto un director que se halle lejos del ideario e incluso ser contrario a la definición del centro... Extraña empresa la ideada por el PSOE, cuyo titular no interviene en la elección de personal, siendo el único responsable económico”245. Sin embargo, la fuerte labor concienciadora de los Hermanos y de los profesores 244 245

176

VÁZQUEZ BERNI, Mateo, La LODE, Eco Marista n.º 8, 1984, p. 19. VÁZQUEZ BERNI, M., o.c., p. 20.


Cristóbal Rodríguez Luque con sus alumnos de 1.º B en el curso 1995/96.

y padres afines, llevaron a que el Consejo Escolar estuviera constituido por simpatizantes del Ideario del “Cervantes”: “Hay que participar, cada uno según sus fuerzas y posibilidades, en esta lucha que nos concierne a todos: El futuro de nuestros hijos está en nuestras manos; consigamos para ellos una sociedad tolerante en la que distintos tipos de escuelas puedan convivir en armonía, para el mayor enriquecimiento de un mundo auténticamente libre y pluralista”246. Su primera composición, tras las elecciones de octubre de 1984, obtuvo los siguientes representantes: Equipo directivo: H. Juan José Mina Ezpeleta (Director) H. Javier Lusarreta Huesa (Subdtor.) H. Antonio Merelo Pérez (Administrador) H. Ignacio Martínez Seco (Director EGB). Entidad Titular: H. Francisco Ibáñez Cámara, H. Maximiliano Boada Carazo y H. José Cabello Carrasco. Profesores: M.ª Eugenia Borrero Cuenco, Antonio Higueras Mangas, Samuel Gálvez Pozuelo y José Peralbo López. 246 PETIT HERRERA, Luis Alberto, La problemática educativa, Eco Marista n.º 0, 1979, p. 24. Petit era el Presidente de la Federación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos y en esta línea se orientaron todos los esfuerzos de la Familia Marista cordobesa.

177


Padres:

Manuel Porras del Corral, Ricardo Vaamonde Lemos, Anselmo Díaz y M.ª Jesús Méndez Picón. Alumnos Gonzalo Capitán Requena y Juan A. Sánchez Dantas. Personal no docente: José Gavilán Trigueros. Otro gran cambio transcendental para el “Cervantes” lo iba a vivir el Colegio en su definitiva ubicación de la Fuensanta: la inclusión de alumnado femenino. En las reuniones del Consejo Local de marzo de 1974247 se plantea la escasez de alumnos de 6.º de Bachiller para formar el COU el siguiente curso, y la posibilidad de que éste sea mixto. Así, en el curso de 1974/75, tras 41 años de “masculinidad”, las aulas del Colegio “Cervantes” veían alumnas. Esta innovación afectó sólo al recién instaurado COU y colegios femeninos como “Santa Victoria”, “Bética”, “Divina Pastora”, “Sagrado Corazón” y “Sagrada Familia” enviaron a sus alumnas de BUP al “Cervantes”, en una época en la que aparte del colegio de los HH. Maristas, sólo el “Virgen del Carmen”, “San Francisco de Sales” y “La Salle”, impartían COU entre los colegios privados católicos de la capital. El alumnado femenino fue acogido sin problemas, incluso “mimado” para que no sintiera ninguna extrañeza, y en la entrega de insignias de AA.AA., el 5 de enero de 1975, por primera vez la recibirían chicas, siendo elegida Cristina Correa Fernández, vocal de la Junta de la Asociación de AA.AA. en representación de esa promoción. La brecha de la “coeducación” ya estaba abierta y durante el curso 1979/80 un importante grupo de padres, deseosos que sus hijas recibieran la educación marista, “presionó” a la Dirección para que al año siguiente el BUP fuera mixto, no se consiguió entonces pero sí para el curso 1984/85. En lo que respecta a EGB, con la gratuidad completa alcanzada en 1989/90, también esta etapa se hizo mixta. Con motivo del 50 aniversario del “Cervantes” un antiguo alumno, en ese momento padre de una alumna de COU, tras manifestar su nostalgia y sus recuerdos escribía: “Pero todavía, casi reciente, la conmoción emotiva-intelectual que perdura y se agiganta, es cuando vi a mi hija, con sus vibrantes, desenfadados, alegres, inconscientes, juguetones y cariñosos 17 años, besando a sus profesores. ¡Cielos! pensé ¿Han pasado cuarenta años o dos siglos? Qué enorme diferencia de la imagen, un tanto adusta, circunspecta, lejana, de la mayoría de los Hermanos, por aquellos largos pasillos del caserón frente a Santa Victoria, de estos Hermanos vistiendo de paisano y dejándose coger del brazo, achuchar y besar por chavalinas poco más que quinceañeras. Algo más, mucho más que el Vaticano II había pasado, como un huracán, por el viejo Colegio Cervantes. Disfruté viendo a los viejos “ogros”, profesores de mi hijo, quitándose a manotazos, como moscas, las crías, que gritaban, reían, jugaban y saltaban informales. ¡Bienvenidos los nuevos tiempos! Mi viejo Colegio Cervantes se llenaba de risas femeninas, de vuelos de faldas... En este feliz cumpleaños me alegra, me ilusiona celebrarlo con los nuevos aires, con los nuevos modos. Pasados quedan los pasados años. ¿Qué diferente, verdad, H. Tomás?”248. 247 Actas 248

178

del Consejo Local del 13 y 31 de marzo de 1974. SÁNCHEZ BLANCO, Los 50 años del Colegio Cervantes, Eco Marista n.º 7, 1983, p. 60.


Hacia el curso 1996/97, con cerca de 1.200 alumnos repartidos entre los seis cursos de Primaria, 1.º ESO, el último 8.º EGB y, aún, los tres cursos de BUP y el COU, las cosas ya habían cambiado mucho respecto a aquellos tiempos heroicos de la Plaza de la Compañía. El nivel académico ha bajado muchísimo, pero no menos que en el resto de España, se estudia más cómodamente y el curso se hace más llevadero. Ha desaparecido la vacación del jueves por la tarde, pero la semana termina el viernes; Navidades (unas tres semanas), Semana Santa y Verano son las vacaciones más fuertes; se mantienen fiestas como el día de la Virgen del Pilar, la Inmaculada o el Primero de Mayo y han nacido otras de contenido político, el Día de la Constitución (6 de diciembre), desde 1978, y el Día de Andalucía (28 de febrero), desde 1983, que sustituyen a las de la época de Franco. Para siempre, se han perdido el día de San José, la Ascensión y el Corpus. Santos patronos de la Enseñanza se han mantenido, San José de Calasanz (27 de noviembre) para la EGB y Santo Tomás de Aquino (28 de enero) para el BUP. Respecto al horario, y por decisión del Consejo Escolar, para BUP, desde finales de los 80, y COU, es intensivo por la mañana, y para el resto de los cursos, desde 1992, desdoblado tres días a la semana. Se sigue manteniendo la tradición de los premios, superadas dudas provocadas por cierta pedagogía y ante la conformidad de la Comunidad Educativa. El Cuadro de Honor lo obtienen aquellos alumnos con Notable de media y actitud A, B o C, además de, excepcionalmente los alumnos que, sin llegar al Notable, la

Rafael García Porras con sus alumnos de 3.º BUP C en el curso 1996/97.

179


Junta de Evaluación así los estime por su “esfuerzo, comportamiento y tesón”. Los alumnos con Cuadro de Honor en todas las Evaluaciones son merecedores de la Medalla de Oro, los que han fallado en una reciben la Medalla de Plata y los que lo han hecho en dos, la Medalla de Bronce. La fiesta de entrega de premios, tras unos primeros años en que se celebraba en junio, tiene lugar en el primer trimestre del curso siguiente. Desde hace varios años, el “Cervantes” reparte entre sus alumnos, a principio de curso, una completísima y muy bien presentada Agenda Escolar, exclusiva del Colegio. En ella se refleja el carácter propio del centro, las normas de convivencia y las personas y las actividades que componen la Comunidad Educativa del Colegio y la Familia Marista cordobesa. Facilita dicha Agenda, la comunicación entre el Colegio y la familia del alumno. El equipo de profesores que ha compuesto la plantilla del Colegio “Cervantes” durante el curso 2002/03, con Rafael García Porras como Director General y Miguel Angel Sanchiz, como Director de Primaria y ESO, ha sido el siguiente: H. Serafín Mayor García H. Francisco García Torrientes H. Rafael Arteaga Oña H. Florencio Andueza Álvarez H. Ignacio Martínez Seco H. José Pérez Mompeán H. Fernando Rodríguez Acero Miguel Angel Aguilar Lara Rafael Álvarez Díaz Christelle Anquetil Juan Ignacio Ariza Sánchez Eugenia Borrero Cuenca Francisco del Cacho Gutiérrez Ana Canovaca del Río Pedro Cantueso Fonseca Jesús Cañas Ramírez José Enrique Carretero de Lara Carmen Pilar Cosano Molleja Juan Dávila Díaz José Fernández Vílchez Miguel Angel Fernández Vílchez Samuel Gálvez Pozuelo Rafael García Porras Vicente Ruiz Granados Miguel Angel Sanchiz Salmoral

Susana Hidalgo Fernández Antonio Higueras Mangas Antonio López Valbuena M.ª José Luque Laguna Francisco José Luque Oteros Manuel Llamas Aguilar-Tablada Antonio Marín Palomares Julia Morales de la Cruz Antonio Muñoz Castro Eloísa Parra Martínez de Murga José Peralbo López Francisco Javier Perea Merina Rafael Pérez de la Lastra Antonio Pérez Rodríguez Daniel Pizarro Muñoz Manuel Porras García Amador Pozuelo Linares Sebastián del Rey Alamillo Enrique del Río Correa Rafael Rodríguez Galán Cristóbal Rodríguez Luque Francisco Rodríguez Luque José Luis Royo Raya Juan Vicente Gordillo Vallejo

Para finalizar este apartado, ofrecemos los siguientes cuadros comparativos sobre la evolución del número de alumnos y el coste de las mensualidades en “Cervantes”, durante este período. 180


Amador Pozuelo con sus alumnos de 2.º A en curso 2002/03.

EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE ALUMNOS MATRICULADOS EN “CERVANTES”

1.ª Enseñanza 2.ª Enseñanza TOTAL

1973/74

1978/79

1983/84

1988/89

1993/94

1996/97

2002/03

946 328 1.274

1213 496 1.709

1145 486 1.631

1016 543 1.559

960 480 1.440

768 419 1.187

857 143 1.000

(Por 1.ª Enseñanza entendemos la antigua denominación de EGB, 8 cursos, y desde 1996/97 la actual de Primaria y ESO, 10 cursos. Por 2.ª Enseñanza entendemos BUP y COU, 4 cursos, y desde 1997 el actual Bachiller, 2 cursos).

COMPARACIÓN MENSUALIDADES A ABONAR POR LOS ALUMNOS DEL “CERVANTES” Grado249

1.ª Etapa EGB 2.ª Etapa EGB BUP COU Comedor Transporte escolar

1975/76

1.400 ptas. 1.600 ptas. 2.000 ptas. 2.500 ptas. 1.500 ptas. 500 ptas.

1996/97

Gratuita Gratuita 23.500 ptas. 24.500 ptas. 10.800 ptas. Primaria 7.500 ptas. Bachiller 6.300 ptas.

2002/03

Gratuita Gratuita 215 euros 215 euros 85 euros/año 683 euros/año 683 euros/año

249 A partir de 1996/97 las dos etapas de enseñanza obligatoria de la EGB se unen en Primaria y ESO y desde 1997 el Bachiller queda reducido a dos cursos.

181


LAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES Muchas de las actividades extraescolares de esta etapa del Colegio “Cervantes” hunden sus raíces en una tradición que se remonta, bien a la época del Palacio de Torres Cabrera o la de la Plaza de la Compañía. Así, en su nuevo destino definitivo, el “Cervantes” ha seguido celebrando la entrega de premios, aunque pasándola del Gran Teatro al propio Colegio; el Día del Libro y el Día de Marcelino Champagnat, se han continuado conmemorando con actividades literarias y celebraciones religiosas, deportivas y musicales. Los Campamentos de Verano siguieron celebrándose en Mallorca, Sabinillas y el Puerto de Santa María, con una asistencia anual de más del centenar de niños y con el H. Juan José Mina y alumnos y antiguos alumnos como monitores: “Es compartir los momentos de alegría, de soledad, los chistes del Fuego de Campamento, las preparaciones para la revista de tiendas, la hora de la clasificación, los ratos de ensayos de cantos, los juegos, las salidas al Puerto, a Arcos, a Ceuta, etc. ... Es todo eso y mucho más lo que hace que cada año se añore el volver a juntarnos”250. El Movimiento Scout continuó contando con importante presencia en el Colegio, siendo el antiguo alumno y profesor actual del “Cervantes”, José Enrique Carretero de Lara su gran animador. Los viajes siguieron teniendo gran importancia en el mundo colegial; las excursiones de un día tuvieron más empaque y ya se visitaban ciudades como Granada, Málaga o Jaén, con absoluta entrega y dedicación por parte de los profesores, Hermanos y seglares; los Viajes Fin de Estudios alcanzaron en esta época destinos mucho más lejanos que en años anteriores: Galicia o Mallorca al final de la EGB, Canarias o Italia al finalizar el Bachillerato. Las actividades pastorales gozan de gran dinamismo y organización en el “Cervantes” de esta cuarta etapa, siendo el actual delegado de Pastoral el H. José Luis Molina Requena. Los actos benéficos mantienen una larguísima tradición en el “Cervantes” y, quizás, el más veterano sea el Domund: “Un año más ha vivido el Colegio las jornadas del Domund con intensidad creciente. Lo han vivido los profesores con sus catequesis misioneras durante una semana. No han faltado tampoco conferencias, montajes y celebraciones Eucarísticas orientadas en el mismo sentido. Lo han vivido los alumnos, pequeños y mayores e incluso un buen grupo de antiguos alumnos que admirablemente siguen colaborando con el Colegio en diversos aspectos. Cada uno ha trabajado a su modo: unos hucha en mano, y con simpatía invitando a los transeúntes a depositar un donativo para el Domund, otros presidiendo las mesas petitorias instaladas en lugares estratégicos de nuestra ciudad”251. La recaudación ha ido siempre en aumento, desde las 358.040 ptas. de 1979 al 1.080.000 ptas. de 1997, pasando por las 743.000 ptas. de 1985. Campaña de Navidad, con recogida de alimentos y ropa, distribuidos luego por parroquias necesitadas y la obras de caridad de los HH. de la Cruz Blanca y las HH. de Sor Ángela de la Cruz. En el segundo trimestre, la Campaña contra el Hambre en el Mundo, con el tiempo denominada de Manos Unidas, se celebra 250

MINA EZPELETA, Juan José, Del verano y de nuestros hijos y demás cosas..., Eco Marista n.º 2, 1981,

p. 24. 251

182

MARTÍNEZ SECO, Ignacio, Domund 84, Eco Marista n.º 10, 1984, p. 5.


El Hermano Serafín Mayor, primero por la derecha, actual director de la comunidad marista de Córdoba.

con idéntico éxito todos los años. El H. Ignacio explicaba así la importancia de estos actos: “Consideramos las Campañas del Domund, Navidad y Contra el Hambre, que a lo largo del curso celebramos en el Colegio, muy propias para la educación en solidaridad con los más necesitados espiritual y materialmente, aportando el granito de arena para solucionar, en la medida de lo posible, sus necesidades”252. Desaparecido en los años 60 el Centro de Acción de Católica, los alumnos de “Cervantes” que quisieron comprometerse en una obra de caridad, encontraron en un principio, en las visitas al vecino Asilo de Ancianos del Campo Madre Dios, un terreno propicio para sus inquietudes. Actualmente, y desde hará unos 15 años, el espíritu marista ha calado en dos grupos y una ONG. Los Grupos de Amistad de Córdoba, constituidos en 1982 como Asociación Juvenil, están dirigidos a los alumnos de los últimos cursos de la escolarización obligatoria del “Cervantes” y de las RR.EE. de la Inmaculada, han tenido como presidente hasta 1997 a Francisco José Luque Oteros, profesor de “Cervantes” y, desde febrero de ese año a Benito González Cachinero, siendo el H. Gregorio Bartolomé Delgado, su gran animador; con sede en las RR.EE. de la Inmaculada (Plaza de la Compañía, nº 6), se dedican a catequesis de poscomunión y a la defensa de los países subdesarrollados, organizando desde 1986 por las calles de Córdoba, en el penúltimo domingo de noviembre, una Marcha Joven como día de convivencia y encuentro juvenil para concienciación social y aportación benéfica253. Los Grupos de Vida Cristiana, en idéntica línea, se dirigen hacia los alumnos del BUP, COU y uni252

MARTÍNEZ SECO, I., Domund 85, Eco Marista n.º 12, 1986, p. 18. La Marcha Joven dura cuatro horas, de 10 a 14, participando en la edición de 1996 más de 5.000 personas. En los 10 años que se lleva celebrando se han recogido veinte millones de pesetas, destinados a financiar proyectos de solidaridad en la propia Córdoba. 253

183


El carmelita fray Francisco Ruiz Bustos, capellán de Cervantes, y los alumnos de Primera Comunión del Colegio, año 2001.

versitarios, iniciándose con el Sacramento de la Confirmación y continuando con vivencias y convivencias festivo-cristianas a lo largo del año. Desde hace unos años, también, los alumnos del “Cervantes” viven en el tercer trimestre una semana de concienciación de la ONG Marista SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo), con charlas, montajes audiovisuales y Eucaristías, orientada fundamentalmente a que conozcan la realidad de la Misiones Maristas en Bolivia, Paraguay, Zambia, Zaire, Ruanda y Costa de Marfil, a sensibilizarles para la solidaridad Norte-Sur y educarles en una visión global más justa y solidaria de la humanidad. SED, cuya sede principal está en Madrid, también promueve y coopera en proyectos de desarrollo entre los marginados y el Sur, por lo que se realiza una cuestación que, en el “Cervantes”, en 1997, ha recaudado 700.000 ptas. Se perdieron celebraciones religiosas como las misas del sábado o del domingo y el rezo en la clase del Rosario, víctimas del cambio de los tiempos, pero siguió la oración y reflexión cristiana al comenzar las clases por la mañana, las Eucaristías mensuales, preparadas por los propios alumnos, ejercicios espirituales y el tradicional Mes de María. Sobre ésta última actividad el H. Francisco Ibáñez hace la siguiente reflexión: “El Mes de María pierde ilusión colectiva. No obstante son muchos los signos externos que demuestran sigue vivo. Se ven, en las filas, niños con ramos de flores, las clases se ven adornadas, o motivadas, ya con altarcitos ya con decoraciones marianas en las pizarras, posters marianos 184


Eucaristía en Cervantes, presidida por monseñor Infantes Florido, obispo de Córdoba, con motivo de la celebración en 1986 del I Centenario de la llegada de los Maristas a España.

por corredores y escaleras, etc. Así mismo, en la programación de apostolado hay espacio para emotivas Eucaristías para todos los cursos”254. Efectivamente, la devoción a María seguiría inculcándose en el “Cervantes” como un hilo conductor en sus 70 años de existencia. Como celebración religiosa en este período del Colegio, se introdujo, con notable éxito, la celebración en Nochebuena de la Misa del Gallo, en el salón de actos, abierta a todos los integrantes de la Familia Marista. Los deportes mantuvieron su tradicional importancia en el Colegio, más ahora si cabe, gracias a las magníficas instalaciones deportivas iniciales del nuevo “Cervantes” y de las que se fue dotando con el tiempo. Fútbol, futbito, tiro neumático, tenis de mesa, ajedrez, balonmano, natación, voleibol y balonkorf, un curioso deporte similar al baloncesto pero que podían jugar chicos y chicas del que fue pionero en Córdoba el “Cervantes”, tienen cabida en las actividades deportivas colegiales, pero, sin duda, la palma se la lleva el baloncesto. A escala escolar, provincial, regional y nacional, Maristas Córdoba ha participado con éxito en todas las competiciones (minibasket, infantil, cadete, juvenil, junior y senior) desde su creación como club el 15 de septiembre de 1975. El 8 de abril de 1979, obte-

254 Anales

1980, p. 9.

185


nía en Huelva el I Campeonato de Andalucía para juveniles al imponerse en la final al Universitario de Granada por 89 a 80, título que revalidó al año siguiente. En 1981 el equipo junior se proclamaría campeón provincial y ascendería al Grupo X de la 3.ª División nacional, donde militó varias temporadas con jugadores como Ramiro, Hueso, Cantillo, Houston, Rafael López, Juan Fernández, Alfonso, Garrido, Amador y Calvo. Los HH. Serafín Mayor y Andrés Arnaiz, Jesús Orozco, José Luis Reyes, Manuel González, Antonio Millán y Eduardo Burgos han sido los principales entrenadores y responsables de que la vitrina de trofeos, que hay en el vestíbulo del Colegio, esté llena rebosar de copas de campeones. Actualmente, el Colegio organiza una Liga interna de fútbol y baloncesto y mantiene federados siete equipos del primer deporte y nueve del segundo. Desde hace varios años, el “Cervantes” organiza en Navidad el Trofeo Marcelino Champagnat, el más prestigioso en el ámbito provincial, para el baloncesto escolar en todas las categorías.

Equipo federado de fútbol de alevines del Colegio Cervantes, en 1985.

Como novedad de esta época más reciente de la historia del “Cervantes”, aparecieron las Fiestas de los Sábados por la noche. Surgieron a finales de los 70 y se prolongaron durante todos los 80 y parte de los 90, en un salón de actos convertido en improvisada discoteca. Su gran promotor fue el H. Juan José, incansable animador, barman, disjockey y músico, arropado por una pléyade de incondicionales alumnos y antiguos alumnos, inasequibles al desaliento. Era una 186


gran prueba de la adaptabilidad a los nuevos rumbos de la juventud del veterano Colegio y la filosofía era muy simple, ya que los jóvenes optaban por fiestas nocturnas y música moderna, dársela en el recinto colegial, que era seguro, sano y vigilado cobijo. No faltaron padres de alumnos ni Hermanos que criticaron esta experiencia, pero la gran mayoría la apoyó y el tiempo dio la razón al H. Juan José: en toda Córdoba se hicieron famosas las fiestas del “Cervantes”, por su buena organización, su ambiente y su música en vivo. Allí acudieron alumnos no sólo del “Cervantes”, sino de toda Córdoba, muy lejanos ya los tiempos de las estrictas separaciones que narrábamos en su momento entre los colegios masculinos y femeninos. Los alumnos del COU de cada año gestionaban la barra y hubo cursos que llegaron a recaudar 10 millones de pesetas, que destinaron a costearse el Viaje Fin de Estudios. Y lo que es más importante, todos se sintieron más identificados con el “Cervantes”, aunque ello supusiera para más de un Hermano tener que aceptarlo mirando para otro lado. Precisamente este ambiente festivo, y la colaboración entre los AA.AA. y el H. Juan José, hicieron posible que la Familia Marista cordobesa dispusiera de una caseta en la Feria de Córdoba, con el nombre de Ademar, desde 1980 hasta 1993, cuando la Feria dijo adiós a los jardines de la Victoria para trasladarse al Arenal. Y también debido a este clima lúdico que dominó el “Cervantes” en esta etapa, surgieron numerosas actividades musicales: con la llegada del H. Juan José en el curso 1976/77, se inició la formación de grupos musicales de alumnos y antiguos alumnos, llegando a formar hasta 12 agrupaciones de rock, pop, música discoteca, música suramericana, salsa... y una magnífica tuna, creada en 1978 y La tuna de Cervantes en 1980. que estaba integrada, entre otros, por el propio H. Juan José, con su acordeón, Francisco Oteros Fernández, Manuel Angel García Matas, Francisco Camargo Jiménez, Angel Gómez Solís y Antonio y Javier Ruiz Moruno, y que animó con sus serenatas, durante años, las noches cordobesas de los viernes. El más famoso conjunto musical fue “Samantha”, de finales de los 70 y principios de los 80, integrado por Manuel Angel Jiménez Arévalo, Manuel Martínez Lagares y Javier Velasco Cañadas. 187


Los grupos musicales amenizaban las Fiestas de los sábados, acompañaban las Eucaristías del Colegio y eran solicitados, por su fama y calidad, para distintos actos, incluso fuera de Córdoba. Sin duda en este punto hay que citar a Belén Laguna, la mejor voz femenina que ha pasado por el Colegio y que como tal fue premiada por la Asociación de AA.AA. en la Asamblea de 1987. Las actividades musicales siguieron garantizadas con el Director del “Cervantes”, H. Juan Ignacio Poyatos, que no dudó en coger la guitarra eléctrica y formar un grupo musical, y, actualmente, con el incombustible H. Juan José que, tras su órgano, es capaz de dirigir cualquier coro. Las representaciones teatrales, más allá de las puramente escolares, también tuvieron hueco en las actividades extraescolares del nuevo “Cervantes”. En su escenario se representaron, entre otras, Medea de Eurípides, por los alumnos de la Escuela de Arte Dramático, en 1979; la ópera rock Hair, por un grupo de antiguos alumnos, liderados por Javier Martín Fernández, en 1980 y Enrique IV del antiguo alumno Alberto Rubio Ritoré, por el grupo de teatro “Cultura Viva”, en 1983. Conciertos, ballets, cine (en 1977 se proyectó Johnny cogió su fusil, otro signo de la apertura del “Cervantes”), concursos de fotografía y de pintura, completaban la oferta cultural del Colegio. Y no podemos terminar este repaso a las numerosas actividades extraescolares del período 1973-1997, sin hacer referencia a las dos grandes efemérides que celebró el “Cervantes” en esta etapa: El 50 Aniversario de su fundación y el Centenario de la llegada de los Maristas a España. En 1983, el “Cervantes” cumplía 50 años y si en 1958 el Consejo Provincial no consideró apropiado celebrar las Bodas de Plata, ahora las de Oro se iban a conmemorar por todo lo alto; Asociación de Padres, Asociación AA.AA., Hermanos, profesores y alumnos se iban a encargar de ello: se convocó un concurso de carteles con motivo del 50 Aniversario y la revista Eco Marista le dedicó los números 6 y 7; aparecieron reportajes en la prensa local con entrevistas al Director H. Carlos Rubio y a los Hermanos más veteranos, Tomás e Ignacio, en La Voz de Córdoba el 12 de enero, en el Córdoba el 30 de enero y en Tendillas 7 el 28 de febrero de 1983; el salón de actos del Colegio contempló tres magníficos espectáculos: el 25 de febrero el Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”, bajo la dirección de Antonio Sánchez, celebró un concierto de temas cordobeses; el 15 de abril actuó el grupo de ballet clásico de Maruja Caracuel y el 20 de mayo, dirigidos por Luis Bedmar, actuaron la Orquesta Municipal de Córdoba y la Coral del Colegio “Cervantes”. Del 15 de noviembre al 15 de diciembre, Correos de Córdoba utilizó un matasellos conmemorativo de la fundación del “Cervantes”. El año se cerró con la Vigilia de la Inmaculada, en la que el obispo de Córdoba, monseñor José Antonio Infantes, bendijo la imagen de la Virgen colocada por la Asociación AA.AA. en el jardín del Colegio. Con respecto al Centenario que en 1986 se cumplía de la llegada de los Maristas a España, la Familia Marista cordobesa se unió a él estando presente en su inauguración en Gerona y en su clausura en Madrid. Eco Marista le dedicó su número 12. Córdoba y el “Cervantes”, albergaron el 26 de abril la Final de la Canción Marista a nivel nacional, de cuya celebración viene una amplia reseña en el número 9 del Boletín Informativo que el Secretariado Permanente del Centenario editó. 188


EL PADRE JESÚS El padre Jesús Mendoza González, dominico del convento de San Agustín, marcó una etapa en el “Cervantes”. Se hizo cargo de la Dirección Espiritual del Colegio en 1973 y por su entrega y esfuerzos diarios, por su ilusión generosa, por su dimensión sacerdotal, por su carácter abierto y amable, por su facilidad de palabra, por su inteligencia, por su identificación con lo marista y por su habilidad para saber conectar con los niños y adolescentes de una sociedad cambiante, Jesús Mendoza ha sido, sin duda, el mejor capellán que ha tenido el Colegio en su historia. Fue tutor de 1.º BUP, al principio, por necesidades académicas, pero luego se volcó en la organización de las catequesis de comunión, poscomunión y confirmación, en ejercicios El P. Jesús Mendoza González, OP, capellán y profesor de Cervantes (1973-1986). espirituales y Eucaristías para los alumnos (diariamente se decía misa durante el recreo, más las celebraciones especiales), en las Campañas del Domund, de Navidad y del Hambre y en clases de Religión; colaboró en todo tipo de actividades extraescolares y la puerta de su despacho siempre estuvo abierta para recibir y atender cualquier necesidad espiritual, inquietud social o escolar, grande o pequeña, de los alumnos. Dinámico y actual, se mantuvo siempre en la línea eclesial que marcaría desde 1978 el nuevo Papa Juan Pablo II y de él y de los Maristas destacaría en todas sus charlas, escritos y homilías el amor hacia la Virgen María: “Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres. Confiando en tu amor de Madre nos acercamos a tí, especialmente en este mes de mayo dedicado a tu honor, con humildad en el corazón y una plegaria en los labios: que estés, Madre, en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestro mundo, amén”255. Apostó siempre por realizar convivencias con los alumnos: “El poder hablar con claridad, sinceridad y sin miedos. Poder tener una Eucaristía a gusto y sin prisas. No se pierde el tiempo y sí se gana mucho por el aire de reflexión y sinceridad”256 y por la amistad: “La esencia de lo humano y de las relaciones personales en cualquier ámbito es la amistad. La actividad común y la convivencia harán florecer la amistad entre aquellos que se sienten con ganas de participar. La amistad lo es todo... Por eso nosotros, este año, en el Colegio, estamos trabajando bajo un principio hecho lema: Si quieres amistad, sé mas humano cada día”257. 255

MENDOZA GONZÁLEZ, Jesús, Mayo, cita con María, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 7 DÍAZ, Manuel, Entrevista al Padre Jesús Mendoza, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 20. 257 MENDOZA GONZÁLEZ, J., La amistad como vocación del hombre, Eco Marista n.º 10, 1984, p. 3. 256

189


Homenaje de los catequistas del Colegio Cervantes al padre Jesús, con motivo de la despedida de éste en septiembre de 1986.

Orientó a los alumnos en la esencia de tres importantes períodos cristianos del curso escolar, Navidad: “Que estos días sean de verdad fecundos en armonía familiar. Que sean auténticos en la amistad. Que sean sinceros en el perdón. Ansiosos de ese encuentro con Dios-hombre Jesús. Que sean de verdad días en que la paz no sea mentira ni palabra sin sentido, sino tarea para siempre. Que sea, en verdad y definitivamente, felicidad, porque seamos capaces de hacer que Navidad sea para todos”258; Cuaresma: “Cuaresma, además del recuerdo de esos hechos salvadores, cumbres de nuestra vida, es una llamada renovada y urgente a la conversión. Conversión que debe nacer desde dentro de nosotros mismos. Si nuestro corazón cambia, nuestra actitud será nueva. Cuaresma es llamada a esa novedad que es la confesión de que Cristo vive. Confesar con nuestras actitudes que la Resurrección es siempre dinámica, inacabada, porque está dependiendo de nosotros siempre”259; y Pascua: “Ya no nos puede asustar nada. Tenemos que huir de la estrechez, de los complejos, del miedo. Renace la tierra. Resucitó Cristo nuestra esperanza, aleluya. Felicidad”260. Las Primeras Comuniones cobraron un significado tremendamente especial con la llegada del padre Jesús Mendoza a la capellanía del Colegio. Formó un amplio equipo de catequistas con antiguos alumnos y alumnos de 3.º BUP y COU 258

MENDOZA GONZÁLEZ, J., Ante la próxima Navidad, Eco Marista n.º 5, 1982, p. 5. MENDOZA GONZÁLEZ, J., Ante la Cuaresma 81, Eco Marista n.º 2, 1981, p. 17. 260 MENDOZA GONZÁLEZ, J., Un saludo de Pascua, Eco Marista n.º 1, 1980, p. 7. 259

190


que, bien preparado, impartió catequesis por parejas, a razón de una hora semanal desde noviembre, a los alumnos de 3.º EGB que iban a recibir la Primera Comunión ese año: “Yo quería hacer algo, me sentía con fuerzas para colaborar en nuestra fe, y quería que fuesen aprovechadas. El Padre Jesús, Director Espiritual del Colegio, me dio la oportunidad. Después de tres días de cursillo de preparación para catequistas, comenzamos nuestra misión de transmitir, con maravillosa ilusión, la doctrina de Jesús a aquellos que fueron sus más amados discípulos, los niños”261. Las hermosas celebraciones eucarísticas tenían lugar en el salón de actos del Colegio, a lo largo del mes de mayo, los sábados por la tarde y los domingos por la mañana, en un ambiente tremendamente festivo pero del que se encargaba el padre Jesús de que no afectase a la verdadera transcendencia espiritual de la ceremonia. A comienzos del curso 1986/87, la Orden de Predicadores decidió un nuevo destino para el padre Jesús, su tierra canaria, el Santuario de la Virgen de la Candelaria en La Laguna (Tenerife). Su marcha, aunque tremendamente sentida, no dañó su obra catequética, que es uno de los mayores exponentes de la vivencia cristiana del “Cervantes” y del concepto de Familia Marista. La multitudinaria cena-homenaje que le rindió el Colegio “Cervantes” en septiembre de 1986, demostró el gran número de amigos que cosechó con su labor: “Gracias, Jesús, porque has sabido llevarnos al otro JESÚS. Gracias por tus Eucaristías, tus catequesis, tus ilusiones y los grupos de muchachos a los que has estimulado a Vivir”, reconocía el H. Juan José un par de años antes262. Esa amistad imborrable y la formación espiritual que inculcó en cuantos lo trataron, son sus mejores recompensas: “Que siempre sea Cristo-centro y María-ayuda. Amando, acogiendo, sonriendo, haciendo felices, siendo amigos, perdonando, dialogando, es ya una tarea, pero la única que hará mejor la sociedad, el mundo y la familia. Un saludo a todos”263. LOS HERMANOS Ocho directores ha conocido el Colegio “Cervantes” en los 30 años que lleva funcionando en su sede propia de la Avenida de la Fuensanta: H. Emilio González Román (1970-1976), presente en “Cervantes” desde 1968, al que le cupo el honor de inaugurar el nuevo Colegio y ser su Director en los tres primeros años de funcionamiento, para tener inmediatamente una salida poco afortunada de la Institución Marista; el H. Fernando Moreno Barrio, profesor del Colegio en la segunda mitad de los 60 y primera de los 70 y que se hizo cargo de su dirección de 1976 a 1977; el H. Carlos Rubio Múzquiz (1977-1983); el H. Juan José Mina Ezpeleta (1983-1987 y 1988-1990); el H. Javier Lusarreta Huesa (19871988), que sustituyó al anterior un curso, por motivos de enfermedad y estudios; el H. Luis Escuchuri Lacarra (1990-1996), llegado en el año 1990 procedente

261

MEDINA CANALEJO, M.ª Angeles, Catequesis, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 42. MINA EZPELETA, Juan José, Editorial, Eco Marista n.º 9, 1981, p. 3. 263 DÍAZ, M., Entrevista al Padre Jesús Mendoza, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 21. 262

191


de la dirección del “Santa María de la Capilla” de Jaén, dejando Córdoba en 1996 para ir a “Nuestra Señora de la Victoria” de Málaga; el H. Juan Ignacio Poyatos Martínez, natural de Granada, se hizo cargo de la dirección de “Cervantes” en septiembre de 1996, a punto de cumplir los 32 años, tras haber llegado a Córdoba en 1991 procedente del “Nuestra Señora del Carmen” de Badajoz, convirtiéndose en el primer andaluz que dirige el Colegio “Cervantes” y en el más joven de los 17 Directores que ha conocido en su historia el Colegio Marista cordobés. Desde 1999, ejerce la dirección Rafael García Porras, primer seglar en el puesto y de quien hablaremos más adelante. El horario de los Hermanos de esta etapa, en días laborables, era el siguiente: 6,30: Levantarse 7,00: Oración y meditación 7,30: Misa 8,00: Desayuno 9,00: Clase 13,45: Rosario y visita al Santísimo 14,00: Comida 16,00: Clase 19,00: Estudio religioso 20,00: Tiempo libre 20,15: Lectura espiritual 20,30: Vísperas y Completas 21,00: Cena Más de cincuenta Hermanos Maristas han entrado en las aulas del nuevo “Cervantes”, los más mayores tras haber conocido la sede de la Plaza de la Compañía en distintas etapas. Con ellos, el número total de Hermanos que ha pasado por la comunidad cordobesa en sus 70 años de historia, impartiendo clase en las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción y, sobre todo, en el Colegio “Cervantes”, asciende a 250. De esta última hornada merece destacarse el H. Antonio Merelo Pérez, laborioso Administrador, sucesor en esta tarea del H. Tomás; el H. Timoteo Pérez Martínez, que conoció tres llegadas a “Cervantes”, 1951, 1970 y 1980, teniendo gran vinculación con el noviciado de Maimón; el H. Cándido Vadillo Robredo, alavés del límite con Burgos, Marista desde 1923, peregrino de todo el mapa hispano y has192

El Hermano Carlos Rubio, director de Cervantes (1977-1983), en un partido de fútbol entre profesores y alumnos, junto a Rafael Pérez de la Lastra.


El H. Francisco Ibáñez, con sus alumnos de COU, en el curso 1986/87.

ta marroquí, conocedor de seis cárceles levantinas en 1936 y llegado a Córdoba en 1970, con 64 años, donde se dedicó durante 13 a sus dos mejores aficiones: la enseñanza de la ortografía y el catecismo a los pequeños264; el H. Joaquín Pardo Delgado, llegado en 1972, auténtico factótum de 1.º BUP, curso del que llegó a ser tutor de hasta tres secciones el mismo año; los Boada Carazo, HH. Maximiliano (H. Maxi) y Santiago, con toda su bondadosa humanidad y laboriosidad llenaron los años 80; el H. José Cabello Carrasco, llegado en 1974 y luego en 1982, profesor de Ciencias en BUP y COU; el H. Serafín Mayor García, 22 años en “Cervantes” y desde 1996 Director del Colegio “San José” de Priego... Pero un espacio especial creemos que merecen dos directores HH. Carlos y Juan José y el H. Francisco Ibáñez. El H. Carlos Rubio Múzquiz nació en Obanos (Navarra) el 9 de junio de 1941. Su primer destino como docente fueron las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción anejas al “Cervantes”, el curso 1960/61, retornando para el 1962/63 y 1963/64. Su estancia más larga y decisiva en “Cervantes” se iniciaría en septiembre de 1973, procedente de “Nuestra Señora del Carmen” de Badajoz. Profesor de Física y Química y Matemáticas en el BUP, en 1977 fue elegido Director del Colegio. Los seis años que estuvo al frente del Colegio fueron decisivos para modernizar y consolidar éste. Cuatro años apenas llevaba en su nuevo ba264 Del H. Cándido encontramos dos importantes reportajes en DIAZ, Manuel, 60 años de vida docente y religiosa del H. Cándido Vadillo, Eco Marista n.º 5, 1982, pp. 10-11 e IBAÑEZ CAMARA, Francisco, Nuestros Hermanos Tomás y Cándido, Eco Marista n.º 7, 1983, pp. 16-17.

193


El Hermano Juan José Mina, director de Cervantes (1983-1987 y 1988-1990).

rrio, había conocido dos directores y superaba los 1.700 alumnos, España y Córdoba se hallaban en plena transición política, la juventud vivía su etapa más contestataria y los tiempos para la enseñanza católica anunciaban ya que no se le iba a regalar nada; las secularizaciones se hacían notar en la Institución Marista y profesores seglares que no habían dado nunca problemas, sacaban a la luz ahora sus discrepancias con el Ideario del Colegio. El “Cervantes” se mantuvo y voló más alto, y si ello fue en parte gracias a lo que se dio en llamar Familia Marista, no es menos cierto que la acertada gestión del H. Carlos contribuyó de modo decisivo, como reconoció su sucesor el H. Juan José: “Guardo una gran admiración a la labor serena, tranquila y arriesgada del H. Carlos, que se encuentra estudiando en Roma. Sin el engranaje perfecto con que dejó la máquina colegial, no hubiera sido posible que la Casa marchara como lo está haciendo”265. Apostó el H. Carlos, decididamente, por la Familia Marista: “Expresión afortunada: Familia Marista; tenemos a Cristo, que es camino, verdad y vida, como hermano, y a María por Madre, Modelo y Recurso Ordinario, así se complacía en llamarla Marcelino Champagnat... En la familia no caben posturas críticas llenas de amargura: de los padres hacia los hijos, al ver cómo se van despegando de la casa; de los hijos hacia los padres, porque no se sienten comprendidos; de los profesores a sus alumnos pues no corresponden a sus desvelos; de los alumnos hacia sus profesores pues se consideran discriminados e injustamente tratados. Nada de esto cabe en una Familia, pues familia es amor y calor de Hogar... Esta familia que quere-

265

194

MINA EZPELETA, Juan José, Salutación, Eco Marista n.º 8, 1983, p. 3.


mos construir y que la vamos haciendo cada día, no se basa en una amistad humana puramente, aunque no se opone a ella, es en la identificación con los objetivos donde encuentra su consistencia; demos coherencia a nuestras vidas si queremos para nuestros hijos una buena educación; los niños, los educandos, exigen que haya armonía y compenetración en la familia, en el Colegio y entre ambos”266. Quizás la razón del éxito del H. Carlos en su gestión, aparte de su infatigable capacidad de trabajo en todos los frentes y de la concreción de la idea de la Familia Marista, fue el tener las ideas muy claras sobre la Iglesia y la Sociedad: “Hoy, como hace 50 años, nos encontramos con una sociedad descristianizada. La sociedad, como tal, ha perdido el sentido de lo transcendente. A la vista de algunos pesimistas parece que la Barca de Pedro, la Iglesia, va a la deriva; a la Iglesia se la critica desde dentro y desde fuera. Sin embargo, sigue siendo la Iglesia, nuestra tabla de salvación, porque contamos con la promesa: Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos”267; el admitir el cambio de los tiempos: “Ahora no es más difícil, es distinto. Antes, el profesor decía una cosa y se respetaba, no se insolentaba el alumno. Ahora hay otros valores que se cultivan más, como es el espíritu crítico. Esto es importante y conviene tenerlo presente. El que el alumno manifieste espontáneamente lo que piensa, creo que es importante. También ahora hay más confianza entre profesor y alumnos. Nos tutean. Esta confianza también es interesante”268; y el asumir un pasado, pero sin convertirse en estatua de sal: “Todo aniversario lleva consigo unas connotaciones nostálgicas por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No podemos consentir que el cincuentenario se circunscriba a una complacencia nostálgica en el pasado; tampoco sería valiosa esta mirada retrospectiva si nos limitamos a copiar literalmente ciertas fórmulas que en su día tuvieron vigencia pero que necesitan ser actualizadas. Mirar atrás, sí, pero sólo para detectar lo auténtico, lo nuclear, para ver si conservamos nuestra identidad, para analizar si el carisma de Marcelino Champagnat, del cual eran portadores los primeros Hermanos, está intacto en nuestro Colegio”269. En septiembre de 1983, el H. Carlos dejaba el “Cervantes”, estudios en Roma, la dirección de la revista marista Presencia 7, Granada y, actualmente, Director del Colegio “Colón”, en Huelva, han sido sus siguientes trabajos, con la seguridad de que siempre en su corazón y en su mente hay un hueco para Córdoba, no desaprovechando ninguna ocasión para visitarla y mantener el contacto con el “Cervantes”, de cuya Asociación de AA.AA. es Insignia de Oro. El H. Juan José Mina Ezpeleta, o H. Juanjo como es conocido, sucedió al H. Carlos en la dirección del Colegio “Cervantes” en septiembre de 1983. Había nacido en Olleta (Navarra) el 9 de agosto de 1943. A similitud de su paisano el H. Carlos Rubio, su primer destino como docente marista fue Córdoba en el curso 1962/63, marcharía al finalizar el año escolar y no volvería hasta septiem-

266

RUBIO MUZQUIZ, Carlos, Familia Marista: A Cristo por María, Eco Marista n.º 5, 1982, pp. 4-5. RUBIO MUZQUIZ, C., Exigencias actuales en el 50 aniversario, Eco Marista n.º 7, 1983, p. 9. 268 CID, Ignacio, El Colegio Cervantes de los Maristas, cincuenta años en Córdoba, entrevista al H. Carlos aparecida en La Voz de Córdoba el 12 de enero de 1983. 269 RUBIO MUZQUIZ, C., Exigencias actuales en el 50 aniversario, Eco Marista n.º 7, 1983, p. 9. 267

195


bre de 1976, procedente de “Nuestra Señora del Carmen” de Badajoz. Desde entonces, y durante 26 años, el H. Juanjo ha desarrollado su labor en el “Cervantes”. Profesor de Física y Química y Matemáticas en BUP y COU, su figura con la bata blanca y su, casi, inalterable bigote se hizo habitual en el “Cervantes” en las horas lectivas, sobre todo en su querido y bien utilizado laboratorio de Química. Pero el incombustible H. Juanjo es capaz de ofrecernos muchas más imágenes a lo largo del día: vestido de tuno y tocando el acordeón, dirigiendo un coro tras el órgano electrónico, cambiando discos durante las fiestas de “Cervantes”, organizando un fuego de campamento o con el mono puesto y reparando algún foco del salón de actos... Este navarro afincado en Córdoba fue Director del “Cervantes” de 1983 a 1990, un cargo para el que decía que no servía pero que sacó adelante con éxito gracias al equipo de colaboradores que tuvo (Mateo Vázquez, el padre Jesús, los presidentes de la Asociación de AA.AA. y de Padres, etc.), a la labor previa del H. Carlos y a su indudable carisma con la juventud, en la clase y en las actividades extraescolares. Hombre de acción, poco dado a dejar por escrito sus ideas, éstas se manifiestan en sus obras, sin las cuales no tendría sentido la historia del “Cervantes” en sus últimos 25 años: Actividades musicales, Campamentos de Verano, Caseta de Feria, Fiestas del “Cervantes” los sábados, no habrían existido sin el H. Juanjo y su puesta en práctica de la pedagogía marista de la presencia. En 1978 la Asociación de AA.AA. le impuso su Insignia de Oro y en 1983, a propuesta de los alumnos de COU, recibió la Chasca de Oro. Actualmente sus inquietudes apuntan hacia Bolivia, hacia la misión que la Provincia Marista de la Bética tiene en ese país suramericano. Los veranos de 1995 y 1996 los ha pasado allí, viviendo de lleno una realidad muy distinta de la que contempla durante el curso escolar en Córdoba: “Al concluir la experiencia, dos meses, el recuerdo y la oración siempre presente recordando al campesino, llenan mi vida. Me muevo, al mirar el reloj, en sintonía con Bolivia (seis horas menos) y pienso y vivo por mis campesinos. He encontrado a Dios a través del hermano pobre, del laico solidario y de los Hermanos comprometidos del distrito. Mis vacaciones estivales parecen ya, que no tienen sentido sin el proyecto Bolivia”270. Desde el curso 2002/03, el H. Juanjo, está destinado en el Colegio “Santa María de la Capilla” de Jaén. El H. Francisco Ibáñez Cámara nació el 24 de mayo de 1929 en Varanillo Quemado (aldea de Salas de los Infantes, Burgos). Con nombre de profesión, H. Modesto, Jaén (10 años) y Bonanza, fueron sus primeros destinos en la Bética. En septiembre de 1977, y procedente del “Colón” de Huelva, llegó al Colegio “Cervantes”. Profesor de Lengua y Literatura Españolas y Francés en BUP y COU, de Religión y Filosofía ocasionalmente, vivía los exámenes de Selectividad en el más puro estilo de la vieja escuela marista: “No ha sido un buen año; y no por el entusiasmo y trabajo de alumnos y profesores... Se formaron tres tribunales y, casualmente, el 1.º fue terrorífico y el 2.º y el 3.º auténticos coladeros... Por una vez no creemos en mala voluntad ni contubernios, sencillamente mala suerte; relativa, claro, pues pasaron 124 alumnos de los 134 que presentamos. El pro270 MINA EZPELETA, J.J., Proyecto Bolivia, ¿Proyecto de vida?, Boletín Informativo de la Asociación de AA.AA. Maristas, Colegio Cervantes, Córdoba, octubre 1996, p. 9.

196


Homenaje Hermano Ignacio Martínez en 1991, con motivo de sus treinta y cinco años en Cervantes. Junto al Hermano Ignacio está el antiguo alumno y hoy médico del Colegio, José Lama, mientras se dirige al público el Hermano Francisco Santamaría.

medio del tribunal fue de 48% aprobados y el trato recibido por otros centros, sobre todo I.N.B. de pueblos, fue de pena. Ningún I.N.B. de la capital estaba en el tribunal 1.º”271. Magnífico profesor, inteligente y didáctico, lo que nos queda, sin embargo del H. Ibáñez en el recuerdo, es su enorme e inquieta actividad, igual con la pluma que con el pincel, nos queda su ironía, su sentido del humor, sus ganas de vivir: “El H. Francisco Ibáñez fue un amigo que se preocupó por cuantos lo conocimos, tanto en su actividad docente como en cualquiera de las facetas que cultivó. Dado como somos, tan amantes de las titulaciones, sólo diré que fue Licenciado en Lenguas Románicas, hablando perfectamente el francés. Sin embargo, igual cogía un pincel y hacía un hermoso cuadro, que manejaba un soplete para fabricar una bella escultura, soldaba una silla rota o fabricaba unos ceniceros”, recordaba el antiguo alumno y profesor del “Cervantes”, José Luis de los

271 Anales

1980, p. 12.

197


Reyes. En el modernizado “Cervantes” de finales de los 70 y de los años 80, el H. Ibáñez fue un referente de la “vieja guardia”, pero con toda la gracia e ingenio que le imprimía a cuanto decía, escribía o hacía. Y es que el H. Francisco Ibáñez fue el último gran cronista de la historia del “Cervantes”; desde su llegada él, hasta su marcha en 1989, se encargó de recuperar una tradición perdida en los años 60. La lectura de los Anales y de las Actas de los Consejos Locales, por él escritos, son riquísimas de contenido y amenas de leer, salpicados con más de un comentario genuino. Sus colaboraciones con la revista Eco Marista nos regalaron su labor de cronista, literato e investigador: La educación popular y Marcelino Champagnat (Eco 2), La tercera edad (Eco 5), V Encuentro de la Familia Marista en Jaén (Eco 7), Cena Homenaje a los Hermanos profesores del Cervantes de 1933 a 1983, Vigilia de la Inmaculada y Evocación al H. Tomás (Eco 8), Centenario de los HH. Maristas en España (Eco 10), VII Encuentro de la Familia Marista en Huelva (Eco 11) y 1886-1986 Centenario Marista en España (Eco 12), son algunos de sus artículos aparecidos en esa revista que editó el APA del Colegio “Cervantes” de 1979 a 1986. Poeta infatigable, el H. Fernando Calvo, recopilador de su obra, ha logrado reunir nada menos que 103 composiciones. Fue el promotor, junto a la directiva de la Asociación de AA.AA., de la visita anual a la Residencia de Benalmádena. Colaboró intensamente en el Centenario de 1986, diseñando carteles, llaveros, pisacorbatas y objetos de recuerdo. Fue corresponsal de la Provincia Bética para la revista marista Presencia 7 y dedicó los últimos años de su vida a confeccionar la historia de los Colegios de dicha Provincia, impidiéndole su súbita muerte, el 5 de enero de 1996 en “La Inmaculada” de Granada, culminar su proyecto, pero habiendo puesto su trabajo a disposición de quien quisiera aumentar la investigación. Como buen cronista, nunca puso por escrito sus ideas, se limitó a reflejar cuanto veía, aunque lógicamente desde una óptica muy personal: “Del Hermano Francisco Ibáñez Cámara no es necesario hablar mucho ni rebuscar datos, todo, absolutamente todo lo dejó escrito, y a través de sus páginas, como si de una biografía surrealista se tratara, se puede reconstruir su historia, su vida, su humanidad, su erudición y su profundo sentido religioso”272. Para conocerlo había que tratarlo y sintonizar con su forma de entender la Historia, con sus ganas de trabajar, con su análisis de la sociedad actual y con esa alegría cristiana que sólo tiene el que confía en la Providencia: “Comienza el nuevo año, con toda la retórica de moda: La Década de los 80. Se hacen augurios, pronósticos y previsiones de todo tipo: religioso, político, económico, etc. Abunda el pesimismo y el dogmatismo progre. Echamos en falta la visión sobrenatural del mundo en todo ese comentario multitudinario de los medios de comunicación. Dejemos el porvenir en manos de la Providencia”273. Sería caer en el panegírico si dijéramos que el H. Ibáñez era un genio, pero no nos equivocamos si lo definimos como un humanista vital y genial. Vayan para él nuestro recuerdo y cariño, y cerremos esta semblanza como a él le hubiera gustado, con fe, ironía y vida, recogiendo la poesía escrita por él mismo en 1994, pensando en su muerte:

272

CALVO RODRÍGUEZ, Fernando, Vida y obra del H. Francisco Ibáñez Cámara, Granada 1997, p. 5. 1980, p. 1.

273 Anales

198


Y cuando muera, pues moriré algún día, no vengáis a mi tumba a llorar ni con lutos o crisantemos, pues toda mi vida nadé en alegría, la repartí y la libé, corriendo caminos de mi Andalucía. Y si sigo viviendo, como creo, no vengáis llorando, por favor, venid sonriendo, venid rezando un rosario, venid cantando un Ave María, venid recordando el azul del cielo, la belleza de las flores, la aventura del día a día. Aún estoy vivo, vivo y no quiero que por mí nadie llore. Vivo cuando te levantas, vivo cuando cantas, vivo cuando estás triste, contando mi última trapacería para volver tu cara alegre y raer la melancolía. Y para tu tranquilidad, te confieso con simpatía, que nadie podrá quitarme un pitillo que fumarme y mi devoción a María.

LOS PROFESORES SEGLARES Los números son innegables. En el curso 1942/43, cuando el “Cervantes” abrió sus puertas en el edificio de La Compañía, su comunidad docente era de 13 Hermanos y tres profesores seglares para 365 alumnos; treinta años después, en el curso 1973/74, el primero del Colegio en la Fuensanta, hay 12 Hermanos y 33 profesores seglares para 1.274 alumnos; actualmente, el número de Hermanos ha bajado a 5 y el de profesores seglares ha ascendido a 40. En los años 40, 50 y 60, hasta 10 Hermanos nuevos llegaban a Córdoba cada septiembre; desde la segunda mitad de los 70, la cifra ha bajado a tres, dos, uno o ninguno. El paulatino aumento de alumnos, parejo a la disminución de vocaciones maristas y a las secularizaciones, hará que el “Cervantes” vaya incorporando a su plantilla a profesores seglares. Los Hermanos tratarán de reservarse las tutorías, hasta el punto de que un solo Hermano era el tutor de tres cursos, pero llegará un momento en que hasta eso será inviable y los Maristas deberán asumir que la gran responsabilidad de llevar las clases recae sobre profesores seglares. 199


A pesar de que no me cabe la más mínima duda de que los Hermanos Maristas sopesaban largamente los méritos de uno u otro profesor a la hora de incluirlo en la comunidad educativa de “Cervantes”, variada fortuna tendrán a la hora de escoger estos colaboradores, tanto en su calidad académica como en su grado de fidelidad al Ideario Marista y católico que se suponen debían aceptar al ingresar en un centro de estas características. Para algunos profesores, el “Cervantes” fue solo un lugar de paso mientras sacaban oposiciones a la enseñanza pública, otros entraron en abierto conflicto con el Ideario del Colegio y otros, identificados con la confesionalidad del centro, no dieron precisamente brillantez al “Cervantes” dada su baja calidad. Ensalcemos aquí los que se entregaron y vivieron el espíritu del Colegio, educando y enseñando a generaciones y generaciones de alumnos, de acuerdo al Ideario Marista, compartiendo afanes educativos, convivencias en Maimón, Santo Domingo de Scala Coeli y Viajes Fin de Curso. Muchos hicieron del Colegio su segundo hogar y en él siguen, otros partieron hacia nuevos horizontes tras haber dejado su mejor labor en los años de “Cervantes”, para otros, en fin, llegó la hora de una merecida jubilación. A mediados de los 50 entrarán en el “Cervantes”, cuatro profesores que tendrán una larga continuidad e importancia. Pedro Palop Fuentes, David Fernández Cortés, José Luque López y Celso Velázquez Elices; el primero, historiador y latinista, miembro de la Real Academia de Córdoba, permanecería en el Colegio hasta su jubilación en 1978, Insignia de Oro de la Asociación de AA.AA., inició en 1974 una Historia de “Cervantes”, lamentablemente inacabada y extra-

El primer claustro de profesores del nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta, en 1973.

200


viado el material utilizado; el segundo, profesor de Ciencias en Bachiller permanecerá en el Colegio hasta 1977, cuando pasará a la enseñanza pública; el tercero, profesor del ciclo medio de la EGB (niños entre 8 y 9 años), llegará a jubilarse en “Cervantes” en 1991; Celso Velázquez, también profesor del ciclo primero (niños entre 6 y 7 años) y medio, ha sido hasta hace poco el más veterano profesor seglar de “Cervantes”, pues en el curso 1996/97 cumplió nada menos que 38 años impartiendo clases en el Colegio. Entre los profesores que entraron en “Cervantes” en los años 60 hay un grupo importante que ha llegado a nuestros días impartiendo docencia en los primeros niveles del Colegio: Antonio López Valbuena, antiguo alumno y tremendamente integrado en la Familia Marista, Rafael Rodríguez Galán, Francisco Rodríguez Luque, Rafael Pérez de la Lastra, el profesor de Educación Física y Jefe de Estudios y Prefecto de disciplina durante muchos años Manuel Parra Galindo y Mateo Vázquez Berni. El caso de Mateo Vázquez, profesor de Sociales en la segunda etapa de EGB y secretario adjunto de “Cervantes”, jubilado durante el curso 1996/97 tras 31 años en el Colegio, merece un alto: identificado con el espíritu de la Familia Marista hasta el punto de que en cinco números de Eco Marista el editorial fue suyo; muy vinculado con los Hermanos: “Hacemos constar que quien ha tramitado el curriculum ha sido el profesor Mateo Vázquez, de 6.º, Secretario adjunto del Colegio, gran persona y entusiasta del Colegio Cervantes”274; gran animador de la participación de los padres: “Precisamos de padres comprometidos, dispuestos a dar antes que a recibir, pues el trabajo comprometido y sincero de unos pocos puede más que la apatía, la desgana y el desinterés de unos muchos. Con ese trabajo comprometido se logrará la paulatina consolidación de la Comunidad Educativa, coordinando a los estamentos en un compromiso serio de acción, de obras y no tan sólo de palabras”275; defensor de los derechos de sus compañeros: “Los titulares de centros privados de enseñanza ven cómo, de día en día, va empobreciéndose el sector, pues al aumentar el costo de la enseñanza, el núcleo de alumnos disminuye paulatinamente, siendo numerosos los centros que cierran cada año. Los profesores y personal no docente ven cada día más difícil la estabilidad de sus puestos de trabajo por las razones aducidas anteriormente”276; auténtico azote del Gobierno: “El socialismo no admite la enseñanza privada, especialmente la religiosa y el PSOE, con su fuerza apisonadora busca la forma de asfixiarla. El propugna una escuela única, laica y cogestionada, por ello debe eliminar la privada y, de este modo, teniendo en su poder la escuela, logra el cambio de la sociedad, como han defendido los teóricos del socialismo”277; y ferviente católico en la línea de Juan Pablo II: “Creemos y esperamos que este viaje haya dejado una profunda huella en nuestros corazones; que

274 Acta del Consejo Local del 26 de noviembre de 1977, con motivo de la concesión del título de Profesional de la Enseñanza Distinguido al H. Ignacio. 275 VÁZQUEZ BERNI, Mateo, Necesitamos padres comprometidos, Eco Marista n.º 10, 1984, p. 4. 276 VÁZQUEZ BERNI, M., Editorial, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 3. El profesorado seglar se vió ampliamente beneficiado con la concertación del “Cervantes”, mejorando sus sueldos y garantizándose su puesto. 277 VÁZQUEZ BERNI, M., El Gobierno, sordo ante el clamor del pueblo, Eco Marista n.º 10, 1984, p. 5. Con motivo de la manifestación en Madrid por la Libertad de Enseñanza y el Pacto Escolar, el 18 de noviembre de 1984.

201


sus palabras hayan caído en tierra buena para que dé su fruto y que su figura sea la luz del mundo que no se oculta, sino que se coloca sobre el candelabro para que nos siga iluminando a todos y nos guíe por la senda del bien”278, posicionándose contra el aborto y el divorcio: “Esta sociedad hedonista, que nos ha tocado vivir, que, poco a poco, ha ido perdiendo los principios tradicionales, que se ha ido acostumbrando al placer, a la ‘dolce vita’, se siente incapaz de soportar los sacrificios que supone una vida en común... No pretendo criticar la solución que cada cónyuge dé a su problema sentimental. Mi deseo es llamar la atención a los padres sobre las consecuencias de la separación y el divorcio que recaerán sobre sus hijos, generalmente víctimas inocentes de la mutua incomprensión de los padres... El trato que tenemos con vuestros hijos, nuestra preocupación por ellos, nos da derecho a deciros: ‘Basta, piensa profundamente en ellos’ y entonces cobrará sentido y aceptarás el precepto divino ‘Lo que Dios ha unido, nadie lo desate’”279. Los principios de los 70 verán llegar a “Cervantes” a un nutrido grupo de profesores de la EGB que echarán raíces hasta nuestros días: Manuel LlamasAguilar Tablada, José Peralbo López, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz, Cristóbal Rodríguez Luque, Samuel Gálvez Pozuelo (fallecido en el verano de 2003), Antonio Higueras Manga, que pasaría posteriormente a BUP y COU, Daniel Pizarro Muñoz y Pedro Moral Muñoz, éste último el único de la lista que ha pasado a la enseñanza pública. A finales de los 70 y principios de los 80, “Cervantes” vivió una pequeña hecatombe con la salida de él de un amplio grupo de profesores de Segunda Enseñanza, bien por haber aprobado oposiciones en la enseñanza pública, bien por estar en abierta disconformidad con la línea religiosa del Colegio, o por ambas cosas a la vez: David Fernández Cortés, Manuel García Merina, Carlos Domínguez Conde, Francisco Moriana Cámara, Francisco Roldán Villén, Francisco López Pozo, Juan Herrera Mesa y José León Gallardo. Los Hermanos recurrirán a profesores de probada confianza, como José Zarco Cañadilla, actualmente profesor en la enseñanza pública, pero durante muchos años profesor de Literatura e Historia del Arte en BUP y COU, famoso por su rectitud y exigencia y valoración del trabajo, ideólogo de la Familia Marista, responsable del Departamento de Orientación Educativa del Colegio y articulista en este campo de la revista Eco Marista, donde siempre defendió la enseñanza integral: “Los valores de estudio, trabajo, agradecimiento, amor filial, confianza, respeto, fraternidad, renuncia, abnegación y otros, crearán en el alma de nuestros hijos un reconocimiento pleno que desembocará en la filiación divina y un clima que permita obtener la mejor cosecha dentro de la institución escolar y para la vida, última meta para cualquier formación integral”280; Vicente Ruiz Granados, profesor de Filosofía y Latín, llegado en 1976 y aún en plantilla; Amador Pozuelo Linares, llegado a finales de los 70 y aún presente en los primeros cursos de la Enseñanza de “Cervantes”; Antonio Pérez Rodríguez, profesor de Historia e Historia del Arte, que llegó en 1979 y permanece en la actua278 VÁZQUEZ BERNI, M., El Papa, un viaje de Esperanza, Eco Marista n.º 5, 1982, p. 8. Con motivo del Viaje de S.S. el Papa a España en otoño de 1982. 279 VÁZQUEZ BERNI, M., Editorial, Eco Marista n.º 2, 1981, p. 3. 280 ZARCO CAÑADILLA, José, Pedagogía y relación Familia-Colegio, Eco Marista n.º 1, 1980, p. 9,

202


lidad; o antiguos alumnos del Colegio, como José Enrique Carretero de Lara, M.ª Ángeles Alarcón García, Miguel Angel Sanchiz Salmoral, Antonio Muñoz Castro, Julia Morales de la Cruz, Francisco José Luque Oteros y Angela Mata Villalba, todos, salvo la segunda, aún en el centro en el curso 2002/03. Otros profesores que impartieron varios cursos su docencia, durante estos últimos 20 años, en “Cervantes”, pero que ya no están son: Joaquín Aguilar Gavilán, José Alfonso Bugella Rojas (un químico con el ingenio de un hombre de letras), Antonio Cantillo Bascón, Ramón Jiménez Solsona y Juan Ignacio Lobillo Ríos. Como curiosidad, decir que 1979 fue el año que vio, por primera vez, a mujeres como profesoras de “Cervantes”: Isabel Clara García de Liñán, de Historia, Mercedes Osuna Rodríguez, de Inglés y M.ª Eugenia Borrero Cuenco, de Ciencias, ésta última, en la actualidad, permanece en el Colegio junto a otras cuatro profesoras. El curso 2002/03 ofrece una imagen del profesorado seglar de “Cervantes” mucho más compacta que hace 25 años, cuando comenzó a ser decisiva su participación en la enseñanza y educación que pretendían impartir los Maristas en Córdoba. No en balde, la mitad de la plantilla actual, roza o supera los 20 años de continuidad en el centro y muchos son antiguos alumnos, lo que garantiza una mínima unidad de criterios y una eficacia en la acción. Para ellos, y para los que pasaron por “Cervantes” dándose en el ejercicio de su vocación de enseñantes y educación a generaciones de niños y adolescentes, tomo prestadas las hermosas líneas que escribiera Mateo Vázquez en diciembre de 1982: “Es indudable que

Claustro de profesores del Colegio Cervantes en el curso 1989/90.

203


cada uno de los numerosos profesores del centro tiene una forma peculiar de concebir la vida, la pedagogía, la enseñanza, la clase e, incluso, el trato con los alumnos. Somos muy diferentes en edad, formación, carácter, etc. No obstante esta variedad enriquecedora, hay una general y gran inquietud por nuestros alumnos, sus problemas, sus fracasos. Me diréis que esa inquietud es inseparable del buen profesor, del Maestro. Hay, sin embargo, un peligro: el que nos profesionalicemos, que esa vocación de maestro se convierta en una forma de vida, en un empleo, en el ejercicio de una profesión, digna pero, al mismo tiempo ingrata... ‘El discípulo será perfecto si es como su maestro’ (Lucas 6,42). Nuestra vida debe ser, para nuestros alumnos, ejemplo vivo de honestidad. Nuestra palabra, nuestra enseñanza debe ser, para ellos, la simiente de las grandes virtudes, Fe, Esperanza y Caridad, virtudes que deberán acompañarles durante toda su vida, iluminando y allanando su camino, así al salir de nuestras clases puedan decir ‘¿dónde iremos?, aquí hemos escuchado, se nos han dado, palabras de vida eterna’”281. LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS (2.ª PARTE) Durante este período, la Asociación multiplicó sus actividades, vinculadas siempre con el Colegio, llegando al número actual de 1.317 asociados. Ya comentamos en la 1.ª parte que se ha mantenido la misma Junta Directiva desde 1964, encabezada por Antonio Alarcón Parodi; de su inquieta laboriosidad y dedicación es testimonio todos los progresos de la Asociación, de su manera de pensar basten estas palabras suyas como botón de muestra: “A ti, chiquita de COU, que cuando recibes la insignia eres una guapa mujercita; a ti, chavalote de COU, que ‘vestido de hombre’, con corbata y chaqueta oscura sabes acompañar y dejar la acera a tu compañera de clase: ese es el principio de un largo camino que te queda por recorrer. Sigue siempre así. Luce con orgullo esas TRES VIOLETAS con la sencillez, humildad y modestia que ellas representan. Siéntete Marista. Y si Dios te llama por ese camino, no vaciles ¡Echa palante! Nunca te arrepentirás. Te lo dice y aconseja uno que goza de una ‘juventud prolongada’ y se siente marista hasta los huesos. Gracias Hermanos Maristas por la enseñanza que me disteis y que nunca olvidaré y unas GRACIAS con mayúsculas porque me enseñasteis a amar a MARÍA”282. Desde 1976 la Asociación cuenta con una sala en el nuevo Colegio, compartida con la Asociación de Padres y Educadores de Alumnos. En la Asamblea de 1978, la Asociación creó su rama juvenil, cuyo primer presidente fue Rafael Lillo Roldán, y que desde entonces ha colaborado en actividades como catequesis de Primeras Comuniones, campamentos de verano, festivales musicales, teatros, fiestas de los sábados en el Colegio, concursos, caseta de feria, etc. El 18 de diciembre de 1988, en Asamblea General Extraordinaria, la Asociación reformó algunos puntos de sus Estatutos, con el fin de modernizarlos. Desde la Asamblea de 1992, en fin, la cuota anual para los asociados se fijó en 500 ptas.

281

VÁZQUEZ BERNI, M., Editorial, Eco Marista n.º 5, 1982, p. 3. ALARCÓN PARODI, Antonio, Editorial del Boletín Informativo de la Asociación de AA.AA. Maristas del Colegio Cervantes, Córdoba, mayo 1997, p. 2. 282

204


Visita de los antiguos alumnos de Cervantes a la residencia de hermanos maristas en Benalmádena, 1981.

Muchos son los gestos que demuestran la hermandad entre AA.AA. y la Institución Marista. Quizás uno de los más hermosos sean las dos visitas al año que, desde finales de los 70, realiza una representación de la Asociación a los Maristas que pasan su venerable ancianidad en la residencia de Benalmádena, llevándoles palabras de aliento, cariño y algunos regalos, recibiendo, a cambio, sus oraciones y agradecimiento; desde 1982, una placa de plata obsequiada por la Asociación luce en dicha residencia con una frase pronunciada por José Zarco Cañadillas, profesor del “Cervantes” y antiguo alumno del Colegio Marista “San José” de Sahagún (León), durante su ponencia en el III Encuentro de la Familia Marista: “En este jardín de la esperanza, los Antiguos Alumnos tendríamos que entrar de rodillas, porque esos hombres de Dios han cumplido en lealtad y en espíritu marista”283. En 1988, la Insignia de Oro fue para esta residencia de Benalmádena. Durante este período, dicha distinción máxima en la Asociación, recayó por 11 veces en Hermanos Maristas: los sucesivos directores del “Cervantes”, el Provincial H. José Luis Álvarez y los HH. Tomás, Ignacio, Miguel, Antonio, Cándido y Serafín. Otro gesto que testimonia esa gratitud de almas nobles hacia “Cervantes” y los Hermanos: la propuesta de Rafael de la Hoz, en 1974, de bautizar con los nombres de antiguos Directores a las aulas de los últimos cursos del nuevo colegio, fue rápidamente puesta en práctica y al año siguiente los AA.AA. de la Primera Promoción entregaban dos placas de mármol, una con el nombre del H. Julio Albéniz y otra con el escudo del Colegio y los nombres de los miembros de dicha promoción; en la Asamblea de 1977 se aprobó la confección de placas similares con los nombres de los HH. Victoriano Ruiz y Esteban Gallo. 283

Historial de la Asociación..., o.c., p. 64.

205


José Luis Royo Raya, segundo por la derecha, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos desde el año 2000, junto a Antonio Alarcón y otros directivos en la Asamblea de la Asociación del año 1999.

Durante este período siguió editándose el Boletín Informativo y celebrándose a finales de mayo la ofrenda floral a la Virgen María, ya en su estatua que hay en los jardines del Colegio, regalo de los AA.AA. y bendecida en la Vigilia de la Inmaculada de 1983. La Insignia de Oro siguió premiando a los antiguos alumnos más distinguidos; su lista se refleja al final de este trabajo, pero señalemos aquí, por su tremenda emotividad, la entregada a Otilia García, madre de cinco religiosos, tres de ellos Hermanos Maristas: los HH. Fernando, Serafín y Servando Mayor, el segundo, profesor en el “Cervantes” y actual Director del “San José” de Priego y el tercero, Director en Priego en los años 80 y misionero desde 1995 en Zaire, donde fue asesinado el 31 de octubre de 1996, junto a otros tres maristas españoles, por milicianos de la etnia hutu, temerosos de que denunciasen al mundo las atrocidades que cometían con los refugiados. Otra Insignia de Oro, muy sentida, fue la que recayó en 1980 en Adolfo Díaz Marín, entrañable y servicial portero del Colegio, tanto en su etapa de la Plaza Queipo de Llano como en la Fuensanta, sustituto de José, el primitivo portero de los años 40 y 50. Otro miembro del personal de servicio del Colegio que fue distinguido por los AA.AA. fue Francisco Agudo López, auténtico comodín, que recibió en 1984 una insignia exclusiva para él: el Alicate de Oro, en referencia a su sobrenombre. En las Asambleas siguieron imponiéndose las Insignias de Plata a las promociones que cumplían 25 años y las normales a los cursos de COU del Colegio, con la excepción del año 1992, cuando a propuesta del Director H. Luis Escuchuri, se pospuso ésta para la finalización del curso 1992/93; la intervención de Amador Jover, muy aplaudida, solicitando la vuelta a la práctica habitual, hizo que se recuperara desde la siguiente Asamblea. En 1977, la Asamblea de la Asociación, a propuesta de 206


Manuel de la Peña, creó una nueva insignia, la Chasca de Oro, para premiar a los profesores seglares del Colegio que llevaran 25 años en él, recibiéndola en sucesivos años Mateo Vázquez Berni, Manuel Parra Galindo, Rafael Rodríguez Galán, Antonio López Valbuena, Celso Velázquez Elices, José Luque López, Francisco Rodríguez Luque, Rafael Pérez de la Lastra, Manuel Llamas Aguilar, José Peralbo López, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz, Antonio Higueras Manga, Cristóbal Rodríguez Luque y Samuel Gálvez Pozuelo, entre otros. Desde hace varios años, los profesores seglares son objeto, también, de otro detalle por parte de la Asociación de AA.AA.: al contraer matrimonio se les obsequia con un Quijote de madera, que la APA del Colegio completa, simpáticamente, con un Sancho Panza. En esta etapa de la Asociación de AA.AA. se han venido celebrando anualmente, desde 1979, los Encuentros de la Familia Marista de la Bética, formada por los Maristas, Asociaciones de Padres, profesores, AA.AA., alumnos y simpatizantes. El primer Encuentro tuvo lugar en la Casa-Residencia de Fuenteheridos (Huelva), organizado por la Asociación de AA.AA. de Sevilla. El III Encuentro284 tendría lugar en Córdoba, los días 12 y 13 de junio de 1981, siendo organizado por la Asociación de AA.AA.; el Encuentro se inició con una cena en el Círculo de la Amistad en la que se intercambiaron regalos, para el día siguiente abrirlo con una misa en la iglesia de la Universidad Laboral, oficiada por monseñor José Antonio Infantes Florido, obispo de Córdoba, seguirlo con la exposición de tres ponencias: Valores de la familia marista, por Juan Garzón Pérez (Presidente del APA de Granada), María como ejemplo de vida familiar, por Francisco Mena Segovia (Profesor en el Colegio de Málaga) y La proyección hoy de la familia marista, por José Zarco Cañadillas, y concluirlo con un almuerzo de confraternidad para más de 1.500 personas en los comedores de la Universidad Laboral. La Asociación de AA.AA. asistió a todos los Encuentros que se han celebrado hasta la fecha y el Colegio que albergaba dicho Encuentro por primera vez, recibía de los AA.AA. cordobeses una gigantesca chasca de madera, soporte de hierro y peana de mármol, de regalo, idea y realización de Antonio López Valbuena, antiguo alumno y profesor del Colegio. En 1990, Córdoba volvería a organizar un Encuentro de la Familia Marista Bética, en esta ocasión el que hacía número diez, que contó con la asistencia del H. Charles Howard, Superior General de los HH. Maristas, y de monseñor Ignacio Noguer, antiguo alumno y obispo de Guadix. No cesaron de organizar los antiguos alumnos actos en los que se hermanaba la Familia Marista: decisiva fue su gestión para que saliera bien el VII Congreso Europeo de la Familia Marista, celebrado del 5 al 11 de septiembre de 1981 en Sevilla, con visita a Córdoba incluida, por lo que en la Asamblea Nacional de 1982 se concedió a la Asociación el Diploma de Honor. La Asociación ha mantenido siempre un contacto vivo con el resto de Asociaciones de AA.AA. Maristas de la Bética, logrando el resurgimiento de algunas, como la de Jaén en 1982. Colaboró intensamente en los actos del 50 aniversario del Colegio “Cervantes”, logrando

284 Una amplia reseña sobre este III Encuentro la podemos encontrar en Historial de la Asociación..., o.c., pp. 66-68 y el texto de las ponencias y el desarrollo de los actos en Eco Marista n.º 3, junio 1981.

207


que del 15 de noviembre al 15 de diciembre de 1983, todas las cartas que salieran de Córdoba llevaran el matasellos “50 Aniversario Hnos. Maristas. Córdoba 19331983”. Igualmente, la Asociación se volcó en la conmemoración de los Cien Años de los Maristas en España, en 1986, asistiendo a los actos inaugurales en Gerona, a los de clausura en Madrid y al Festival de la Canción Marista que se organizó en Córdoba. La vida y la fuerza con que cuenta la Asociación de Córdoba hizo que, en 1993, al crearse las Federaciones Provinciales de AA.AA. Maristas, Córdoba fuese escogida como sede de la Provincia Bética, que recordamos comprende Andalucía y Badajoz. Numerosos antiguos alumnos de esta etapa han enriquecido la nómina de profesiones liberales de nuestra ciudad: profesores, abogados, médicos, arquitectos, etc., fue la opción laboral que más han escogido los que estudiaron en “Cervantes”. Entre los más importantes podemos destacar a los arquitectos Gabriel y Angel Rebollo Puig y Jorge Benítez Castro, autores de la Barriada de las Moreras (1991) y de la nueva estación de RENFE-AVE en Córdoba (1994). Diego Jordano Salinas, Director General Jurídico del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, fue presidente del Partido Popular en la provincia, diputado en varias legislaturas y miembro de la Comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados. Vicente Amigo, guitarrista y compositor de renombre universal. Javier Lobillo Borrero, profesor titular de la Facultad de Ciencias Exactas de Granada. Javier Martín Fernández, durante muchos años Presidente de la rama juvenil de la Asociación y luego profesor titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense y Gerente de los Terrenos Liberados del Ferrocarril en el Plan RENFE de Córdoba. Manuel Angel Jiménez Arévalo, fotógrafo de prestigio y director-gerente, desde 1995 a 1999, del Gran Teatro de Córdoba. Javier Bajo Herrera, jefe del servicio técnico de ASAJA. Manuel Martínez Lagares, concejal que fue de Alianza Popular y actualmente asesor de VIMCORSA, la empresa municipal cordobesa de viviendas. Antonio Álvarez Salcedo, actual gerente de HOSTECOR, la asociación de negocios de hostelería cordobeses. Antonio Galán Cabrera, Hermano Mayor de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza, la popular Cofradía de la Parroquia de San Andrés.Alberto Rubio Ritoré, autor teatral, creador del grupo de teatro “Cultura Viva”, poseedor de varios premios y actualmente profesor titular de Música en el IES “Medina Azahara” de Córdoba. Mariano López Benítez, número uno de su promoción en Derecho, fue Secretario de la Universidad de Córdoba y ejerce actualmente como profesor titular de Derecho Administrativo en la Facultad cordobesa, siendo uno de los expertos nacionales en las cuestiones legales de las Denominaciones de Origen de los vinos. Luis Felipe Medina Rey, letrado del Consejo de Estado de Andalucía. José Lama Cardo, médico actual del Colegio “Cervantes” y responsable durante muchos años de las catequesis de Primera Comunión, en íntima sintonía con el padre Jesús. Gema Ledesma González, colaboradora y trabajadora incansable en las Juntas de la Asociación, campamentos de verano, caseta de feria y fiestas del Colegio, que en 1993 sintió la llamada de Dios, ingresando en la clausura del Convento de la Encarnación de Córdoba, perteneciente a la Orden Cisterciense, con el nombre de sor Gema del Alcázar. 208


En la actualidad, la Asociación cuenta con 1.050 socios. La cuota es de 6 euros anuales a pagar en un único recibo. Para apuntarse, se puede recoger la hoja de inscripción en el propio colegio o mandar un correo a esta dirección, señalando nombre y apellidos, dirección, código postal, teléfono y último año y curso en que el antiguo alumno estuvo en “Cervantes”. En el año 2000 se renovó la Junta Directiva, relevando José Luis Royo, antiguo alumno y profesor del Colegio, a Antonio Alarcón, en la presidencia. Cuando estaba terminando de componerse este libro, ocurrió la triste noticia de la muerte de Antonio Alarcón, acaecida en Córdoba el 7 de septiembre de 2002. La historia de la Asociación siempre tendrá un recuerdo de gratitud y homenaje a sus desvelos y dedicación plena y decisiva por ella. La actual Junta Directiva tiene la siguiente composición Presidente: Vicepresidente: Secretario: Tesorero: Vocal: Vocal: Vocal: Vocal: Vocal:

José Luis Royo Raya Juan José Primo Jurado Leandro Crespo Encuentra Miguel Cerezo González Antonio López Valbuena Inmaculada Ruiz Ruiz Francisco Javier Chacón Manrique de Lara y Gomariz Antonio Galán Cabrera Mercedes Mayo González

Las actividades se orientan hacia la celebración de encuentros de promociones a los 10, 25 y 50 años de su salida de “Cervantes”, organización de la Asamblea Anual, confección del boletín, realización de actividades culturales y deportivas y colaboración con la comunidad educativa del Colegio en cuanto precise. La Asociación está inscrita en el Registro Provincial de la Delegación de Gobernación de la Junta de Andalucía con el número 131 de la Sección 1.ª y nacional 2.506. Su dirección postal es la misma del Colegio “Cervantes”, Avda. de Nuestra Señora de la Fuensanta, 37, 14010-Córdoba. Teléfono 957 25 51 50.

LA FAMILIA MARISTA Si en los 40 primeros años de su existencia, pudiésemos decir que, básicamente, “Cervantes” se sostuvo por el esfuerzo y la responsabilidad de los Hermanos Maristas, a partir de la segunda mitad de los años 70 ese peso ha comenzado a ser compartido por profesores, alumnos, antiguos alumnos, padres y madres; muy en la línea de participación en la enseñanza que todos los estamentos de la comunidad educativa de los centros españoles (públicos y privados) tendrían desde entonces. Pensamos que esto es muy importante y que le ha dado solidez al Colegio en momentos difíciles de cambio de la sociedad española. Es la aparición de la Familia Marista. 209


Siguiendo al antiguo alumno José M.ª González-Ripoll Estrada en su investigación285, podemos averiguar que Familia Marista fue el nombre de una revista que apareció en 1966 como lazo de unión entre los seminarios maristas de Cataluña y las familias de los seminaristas. Uno de sus colaboradores, el H. Virgilio León Herrero (fallecido en 1986), responsable de la puesta en marcha de la Federación Nacional de AA.AA. y su dinamizador y actualizador, será el que cree el pensamiento que tomará el título de la revista, publicándolo en el número de junio de 1967. El H. Virgilio, dirigiéndose a los jóvenes seminaristas que han dejado sus familias, les dice que acaban de entrar en una gran familia, la Familia Marista, con la Virgen María como Madre, Modelo, Patrona y Superiora, y en torno a ella, los Hermanos Maristas, sus padres, los ex-Hermanos, los profesores, los alumnos, los padres de alumnos, las damas maristas, los empleados, los antiguos alumnos, los cooperadores y los miembros de clubes.

El Hermano Luis Escuchuri, director de Cervantes (1990-1996), con directivos de las Asociaciones de Padres y de Antiguos Alumnos, en una visita a la residencia marista de Benalmádena, en 1996.

El H. Carlos Rubio, en su etapa de Director del “Cervantes” (1997-1983) será el gran instaurador y potenciador de la idea de la Familia Marista en Córdoba: “Queridos alumnos, sois los protagonistas de vuestra propia educación y formación. Vosotros, padres, los responsables directos y los profesores los mejores aliados y colaboradores. Nadie debe ignorar ni dar de lado a su tarea específica. En la perfecta conjunción de estos estamentos y en la clarividencia de los objetivos 285 GZLEZ.-RIPOLL ESTRADA, José M.ª, Brevísima historia del pensamiento Familia Marista, Eco Marista n.º 9, 1984, pp. 4-5.

210


a conseguir, en esto se fundamenta nuestra familia. No seáis portadores de dudas o ideologías, decía el Papa en uno de sus recientes discursos, sino de certezas de fe”286 y “Los Antiguos Alumnos estáis llamados a colaborar de una manera eficaz en la obra educadora de la Escuela Marista. Inmersos e el mundo y sus problemas, los AA.AA. pueden ser un elemento dinámico para la educación integral de la juventud de cara a su porvenir y a su inserción en el mundo... Los AA.AA. entran en el campo del apostolado marista como prolongación de la educación cristiana recibida en la escuela, tienen un doble objetivo, continuar la formación recibida y dar testimonio en el mundo”287. El 10 de febrero de 1979, en el Colegio, la Asociación de Padres organizaba un Homenaje a los Hermanos Maristas, que se inició con la plantación de un cedro en el jardín a cargo del primer alumno del “Cervantes”, Juan Manuel Anguita y del que en ese momento era el más joven, Miguel Angel Jiménez; continuó con una solemne misa presidida por el padre Jesús, una conferencia sobre “El ideario educativo de los Hermanos Maristas” a cargo de Juan Manuel Moreno, profesor de la Complutense, y una “copiosa” copa de vino, preparada por los padres y servida por alumnos. Los más de mil asistentes al acto testimoniaban el éxito del mismo, que se convirtió en el inicio de la Familia Marista en Córdoba. En diciembre de 1979 aparecía la revista Eco Marista, Boletín Informativo de la Asociación de Padres de Alumnos y Educadores del Colegio “Cervantes”. En palabras del H. Ibáñez “En ella colabora toda la Familia Marista. En elegante formato azul y blanco, recoge actividades, trabajos y colaboraciones de padres, profesores, alumnos y antiguos alumnos, amén de la clásica información deportiva y profusión de fotografías. Es un extraordinario esfuerzo económico y humano que se ve compensado por los resultados”288. Un total de 12 números se editaron, a razón de dos por curso (diciembre y junio) desde el 1979/80 hasta el 1985/86, convirtiéndose en testigo de una época del “Cervantes” y reflejo de la vida de todos los estamentos de la Familia Marista. José Zarco Cañadillas, profesor de Literatura e Historia del Arte en el Colegio, sería uno de los principales ideólogos cordobeses del pensamiento Familia Marista, con la aportación de sus ponencias para el II y III Encuentros de la Familia Marista de la Provincia Bética, celebrados en Málaga (1980) y Córdoba (1981), respectivamente289. Finalmente, Eco Marista n.º 7, de junio de 1983, publicaba en su editorial los estatutos de la Familia Marista, iniciándolos con su definición (“...comunidad de personas unidas por el mismo ideal, por idéntica espiritualidad, por una misma forma, en sentido amplio, de pensar y de hacer para el cumplimiento de unos mismos fines generales y para desarrollar y proyectar el espíritu Marista”), detallaba quiénes la integraban con sus características (Hermanos “como miembros cualificados de la Comunidad, han de ser el lazo de unión entre todos los restantes miembros”, fa286

RUBIO MUZQUIZ, C., Familia Marista: A Cristo por María, Eco Marista n.º 5, 1982, p. 5. RUBIO MUZQUIZ, C., Los Antiguos Alumnos en la Familia Marista, Eco Marista n.º 4, 1982, p. 4. 288 Anales 1980, p. 11. 289 ZARCO CAÑADILLAS, José, Dimensión personal –ad intra– del compromiso cristiano de la Familia Marista con el Ideario, Eco Marista n.º 1, 1980, y La proyección hoy de la Familia Marista, Eco Marista n.º 3, 1981. 287

211


miliares de los Hermanos, seminaristas, AA.AA. Maristas, profesores seglares, alumnos y sus familiares), señalaba sus pilares (“La educación cristiana de la juventud... La vivencia del ideal evangélico con el sello característico de espiritualidad mariana... Una predilección por hacer el bien... La práctica de la humildad, matizada de sencillez y modestia... La existencia de un ideario que vele siempre por este espíritu comunicado por Champagnat”), sus objetivos fundamentales (“Expansión del Reino de Dios... Educación de los jóvenes... Educación de la fe... Extensión a través de la integración de los seglares, toda vez que por desgracia las vocaciones no surgen en la medida que fuera de desear”) y sus objetivos inmediatos (“Necesidad de unas élites cualificadas, tanto de Hermanos como de seglares, que tomen con empeño especial la formación, crecimiento y desarrollo de esta nueva manera de ser, para vivir la espiritualidad Marista y actualizar el compromiso apostólico en favor de la niñez y de la juventud”). Los siguientes directores del “Cervantes” mantuvieron el apoyo a esta idea de la Familia Marista, que ha contado siempre con el entusiasmo de la directiva de la Asociación de AA.AA., encabezada por Antonio Alarcón; del APA del “Cervantes” (fundada en 1974 y aprobada oficialmente en 1982) con sus sucesivos presidentes: Fernando Martín Salcines, Felipe de la Fuente Lozano, César Cayuelas Antón, Manuel Cabanes Fuentes, Mercedes Mayo y Manuel de la Torre; del Club de Madres (fundado en el curso 1978/79) y de un importante grupo de profesores y alumnos. Los Encuentros de la Familia Marista de la Bética, que anualmente, desde 1979, se celebran en un lugar diferente de la provincia, testimonian la puesta en práctica de la idea, habiendo tenido Córdoba el honor de acogerlos en 1981 y 1990. Sin duda el gran éxito de esta etapa del “Cervantes” ha sido la implicación de toda la comunidad educativa en la marcha del Colegio y la creación de un sentimiento de Familia en torno al ideario Marista. UN “CERVANTES” PARA EL SIGLO XXI Y llegamos al último “Cervantes”, al que no podemos juzgar por falta de perspectiva histórica, pero del que sí podemos escuchar sus latidos e intentar recogerlos en este trabajo. Como ya hemos comentado antes, desde hace unos años, el Colegio entrega a sus alumnos una Agenda Escolar cuya consulta nos ofrece los datos estadísticos del Colegio, las actividades deportivas y pastorales que ofrece a la comunidad educativa y la filosofía pedagógica y religiosa que lo impulsa. Basta con ella para conocer aspectos del Colegio actual, por eso, nosotros aquí hemos querido ir un poco más lejos y reflejar en estas páginas las dos largas y cordiales charlas que mantuvimos con los dos últimos directores de “Cervantes”, el H. Juan Ignacio Poyatos Martínez (1996-1999) y Rafael García Porras (1999-2003). “Como antiguo alumno Marista que soy, del Colegio “La Inmaculada” de Granada, he aprendido de los Hermanos, entre otras muchas cosas, el espíritu de familia desde la sencillez Mariana. Esta es la familia que yo sueño para el colegio, donde los valores cristianos y la atención a los menos favorecidos sean prioritarios. Donde padres, profesores, alumnos y demás miembros de la comunidad 212


El Hermano Juan Ignacio Poyatos Martínez, director de Cervantes (1996-1999), con el Provincial, Hermano Ramón Rodríguez Mayor.

convivan y compartan ideales, dialoguen y cooperen, animen y progresen. Así creo que lo querría el Padre Champagnat y así lo vamos a intentar juntos”290. Quien así habla es el Director del “Cervantes” desde septiembre de 1996 a junio de 1999, el H. Juan Ignacio Poyatos Martínez, saludando un mes después a la comunidad educativa del Colegio desde el único de los medios de comunicación que le quedan, tras la lamentable desaparición de Eco Marista. Muchas peculiaridades se reunieron en el nuevo Director; como ya hemos comentado antes, ha sido el más joven en ocupar ese puesto en la historia del “Cervantes”, el primero andaluz y el último hermano marista que ocuparía la dirección del Colegio. Con él, al finalizar su primer año de mandato, mantuvimos una interesante entrevista sobre el pasado, presente y futuro del “Cervantes”, en particular, y de la Educación Marista, en general. No cabe duda de que el H. Juan Ignacio, en la actualidad Delegado de Educación de la Provincia Bética Marista, fue consciente del peso histórico del pasado del “Cervantes”, gracias a la encomiable labor de muchas personas. También supo del prestigio del que goza el Colegio en la ciudad, por su calidad académica, sus instalaciones, sus medios y sus múltiples actividades extraescolares. Por ello se sentía deudor y depositario de un pasado y un presente: “Es importante no

290 H. Juan Ignacio Poyatos Martínez, Boletín Informativo de la Asociación AA.AA. Maristas “Cervantes”, Córdoba, octubre 1996, p. 3.

213


perder la estima que se nos tiene en la ciudad, pues la gente busca en nosotros, además de la formación religiosa y la educación en valores cristianos, la seriedad en el trabajo y en el trato con las familias y la buena preparación académica”291. La labor del futuro la veía clara, en cuanto se sostiene con validez la máxima de Champagnat de formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos: “Preparar personas para el día de mañana, que se comprometan en transformar las actuales estructuras creando un mundo mucho más justo”292. A pesar de su juventud y modernidad, el H. Juan Ignacio, no se apartó ni un ápice de la educación marista tradicional y apostó por la evangelización desde la escuela, por la educación en valores y por la calidad académica. Por todo ello, ya en el momento de la charla que mantuvimos con él, se mostraba optimista ante el futuro de “Cervantes”, de los valores maristas y de la enseñanza. Con reservas en algunos puntos hacia la LOGSE (excesiva diversificación de los Bachilleres, incertidumbre por no haberse implantado del todo) nos confió su esperanza en los puntos positivos, aunque no nuevos: la atención individualizada y la atención a la diversidad. En lo que sí se mostró preocupado, a fuer de ser sincero, era en el gran problema, no ya sólo de los Maristas, sino de la Iglesia en general, la falta de vocaciones (desde 1997 dejó de haber novicios en Maimón, por primera vez en 37 años): “La opción por un compromiso serio, ni siquiera el matrimonio, no está valorada por el joven de hoy”293, lo que, paradójicamente, contrasta con la abundante y sincera implicación de seglares en las obras maristas, con una paulatina asunción de responsabilidades. Para terminar, y siguiendo escudriñando el futuro, veía a la Educación Marista con una clara proyección misionera: “La opción del Padre Champagnat por la formación cristiana de los más desatendidos es hoy más actual que nunca y nuestro acercamiento a lugares “frontera” para trabajar con los pobres es cada vez mayor, dándose la realidad de nuevas fundaciones y desplazamiento de Hermanos hacia países de misión, incluso en la Europa del Este”294. Poco se podía imaginar un muchacho granadino del Zaidín, llamado Rafael García Porras, cuando tras terminar sus estudios en el Colegio “Juan XXIII” iniciaba sus estudios universitarios de Filología Clásica en la ciudad de la Alhambra, que el destino le tenía preparado ser el primer director seglar del Colegio Marista de Córdoba, un instituto religioso con el que nunca había tenido contacto. Por lo pronto, recién terminada la carrera y sin más recomendación que la Providencia, según propia confesión, “Cervantes” aceptó su curriculum y en septiembre de 1985 llegó a él para enseñar Griego y Latín. Impartiría también Lengua y Literatura Españolas, desempeñaría el cargo de Jefe de Estudios de Secundaria y en junio de 1999 sería elegido Director General del Colegio. Está casado y tiene dos niños que estudian en “Cervantes”.

291

Entrevista con el H. Juan Ignacio Poyatos, efectuada por el autor de esta investigación el 1 de julio de

1997. 292

Ibidem. Ibidem. 294 Ibidem. 293

214


La primera pregunta que se nos viene a la mente es el por qué, después de 66 años de existencia, “Cervantes” conocía su primer director seglar: “El XIX Capítulo General Marista de 1991 y el Capítulo Provincial de 1998 sentaron las bases para compartir las obras los Hermanos y los seglares vinculados al mundo marista. Cuando en 1999 terminaron sus mandatos como directores, Hermanos, en los colegios de Córdoba, Málaga y Badajoz, el Consejo Provincial decidió que en los tres hubiera directores seglares. Lo decidieron así no por que faltasen Hermanos capaces de asumir esa tarea sino porque hay una voluntad de compartir la tarea educativa y la espiritualidad”295. Desde junio de 1999, Rafael García Porras no es un mero sustituto de los Hermanos en la dirección, sino que es el director titular del Colegio y lo representa a todos los efectos en reuniones con la administración civil y en los órganos maristas. En cualquier caso y desde hace mucho tiempo, Rafael García se siente muy vinculado a escala personal con el Instituto: “No soy Hermano, pero me siento marista”296. Nos informa el director de “Cervantes” que los actuales criterios pedagógicos del Colegio son fieles a su fondo y legado histórico: misma identidad religiosa, pedagogía de la presencia, exigencia académica y numerosas actividades extraescolares. De estas últimas destaca el inglés, la informática, las deportivas y las catequéticas. Merece la pena señalar que de estas últimas, coordinadas por el profesor Francisco José Luque Oteros, participa el 35 por ciento del alumnado y que, de menor a mayor edad, se estructuran en, Iniciación Sacramental, Primera Comunión (se Rafael García Porras, director de Cervantes realiza ahora en 5.º Primaria), Grupos (1999-2003). de Amistad (de 6.º Primaria a 2.º ESO) y Grupos de Vida Cristiana (de 3.º ESO a 2.º Bachillerato), existiendo posteriormente varios Grupos de Universitarios que todos los viernes se reúnen para orar en la capilla de “Cervantes”. El futuro del Colegio, en palabras de Rafael García Porras, va en pos de la calidad y no sólo en genérico sustantivo sino como la ISO 9001:2000 Norma Internacional de Calidad Europea: “Queremos obtener en 2003 esa certificación que nos permitirá participar en el modelo de calidad de Europa y estamos trabajando en ello desde hace tres años, siendo pioneros en Córdoba. Debe ser una he295 296

Entrevista con Rafael García Porras, efectuada por el autor de esta investigación el 24 de enero de 2003. Ibidem.

215


rramienta para mejorar la tarea educativa a través de una estructura y un material”297. Aparte de ese objetivo, García Porras quiere que “Cervantes” siga siendo un referente en la ciudad de Córdoba y no sólo de un barrio de ella: “Queremos poder satisfacer los deseos de los antiguos alumnos que optan libremente por traer a sus hijos al Colegio y para ello sería deseable que la zonificación impuesta por la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, nunca fuese una exigencia absoluta para el alumnado de Cervantes. Esa zonificación daña, además, la pervivencia de los colegios públicos que rodean el nuestro, porque la población del barrio de la Fuensanta tiende a traer a sus hijos aquí”298.

297 298

216

Ibidem. Ibidem.


6. LAS REALES ESCUELAS PÍAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (1947-1999)299 El 2 de febrero de 1946, don Félix Romero Menjíbar, canónigo magistral de la SIC de Córdoba y, por tanto miembro del Patronato que regía las RR.EE. de la Inmaculada, proponía a los Hermanos Epifanio del Val y Matías Botet que permaneciesen en el edificio de la Compañía, pudiendo ampliar “Cervantes” a cambio de gestionar las Escuelas Pías. De esta manera, desde el curso 1947/48, los HH. Maristas se encargarían de las centenarias RR.EE. Pías de la Inmaculada Concepción, cuyo nacimiento en 1787 describíamos en el capítulo dedicado a la historia del edificio de La Compañía, cuando se ubicó en él “Cervantes”. Los Hermanos mantendrían junto a algunos profesores seglares, siempre un Hermano Director y Hermanos profesores. Las Escuelas impartían sólo Primera Enseñanza. Durante los años 50 su Director fue el H. Urbano Alonso Hidalgo y en los 60 ocupó ese puesto, con gran prestigio, el H. Miguel Tellechea Elizalde, conocido como “Chiqui” y con nombre de profesión H. Conrado José, nacido en 1898 y llegado a Córdoba en 1957, gran animador e inagotable fuente de empleos para sus pupilos una vez terminada su formación; el H. Miguel continuó, ya retirado de la docencia en 1973, en “Cervantes” hasta 1979, año en que los Antiguos Alumnos le impondrían la Insignia de oro de la Asociación, falleciendo al año siguiente en la residencia para Maristas mayores de Benalmádena, tras 63 años como Hermano. Los alumnos de las Escuelas Pías que quisieran pasar a “Cervantes”, una vez terminada la escolarización obligatoria o durante ésta, gozaban de facilidades para ello, aunque, lógicamente, la Segunda Enseñanza ya no era gratuita, excepto para dos becarios por curso. Aunque en el curso 1973/74, “Cervantes” inicie su andadura en la Avenida de la Fuensanta, la Institución Marista no abandonará La Compañía, pues un Hermano seguirá siendo Director de las RR.EE. de la Inmaculada, de acuerdo a la voluntad expresada así por el Patronato y aceptada de buen grado por la Institución

299 El actual director de las Reales Escuelas Pías, el padre escolapio Manuel Rodríguez Espejo, acaba de publicar su tesis doctoral que es un magnífico estudio sobre esta Institución y en el que se incluye la historia de la etapa de gestión marista en las páginas 495 a 531. RODRÍGUEZ ESPEJO, Manuel, Las Escuelas Reales de Córdoba (Hoy RR. EE. Pías de la Inmaculada Concepción) desde 1791 a 2002, Cajasur, 2003.

217


Marista, quedando rubricadas en el contrato que ambas partes firmaron el 30 de noviembre de 1974. El Patronato estaba formado, en esa fecha, por los canónigos José M.ª Padilla Jiménez (deán), Juan Jurado Ruiz (magistral) y Alonso García Molano (doctoral). El primer director de las Escuelas, ya ocupando todo el edificio, fue el H. Basilio Gómez Cidad, al que sucedió en agosto de 1974 el H. Alfredo del Val Celada, quien ocupó el cargo durante doce años hasta su jubilación en 1986, siendo el auténtico responsable, junto a la comunidad educativa y una activa Asociación de Padres, del prestigio académico que ha llegado a tener el Colegio. En esta época y con los siguiente directores, H. Jesús García Vadillo y H. Bonifacio González Quintano, las Reales Escuelas iniciaron una espectacular, abundante y eficaz actividad pastoral con la niñez, la adolescencia y la juventud, obra del H. José Tenorio Guerrero.

Fray Albino González, obispo de Córdoba, con el grupo de niños y niñas de Primera Comunión de las Escuelas Pías, en mayo de 1958.

Desde 1993 el puesto de Director lo ocupó el H. Carlos José Hidalgo Muñoz, que junto al H. Diego Antonio Quesada Rodríguez como Jefe de Estudios y los profesores seglares, se responsabilizaron de la enseñanza de más de 400 niños y niñas en edad de escolarización obligatoria y gratuita, pues es centro concertado, y a los que se les ofrecía servicio de comedor. El estado del Colegio era bastante bueno y adecuado al número de alumnos actual (no alcanzaba los 500, al adecuarse a las normativas de la LOGSE en las etapas de Enseñanza Primaria y Educación Secundaria Obligatoria), habiendo aprovechado cuantas reformas se le 218


hicieron, conservando toda su nobleza y portando un inequívoco sello marista y mariano en los carteles, orlas, posters y cuadros que colgaban de sus pasillos. Las actividades pastorales continuaron viento en popa; la labor del H. José Tenorio fue continuada por el H. Gregorio Bartolomé Delgado y, tras la marcha de éste a Badajoz a trabajar en el Proyecto Vida, desde septiembre de 1997 por el H. Diego Quesada. En 1997, el Patronato de las Reales Escuelas Pías lo componían Alonso García Molano (deán), Alfonso Carrillo Aguilar (magistral) y Juan Arias Gómez (doctoral), manteniendo unas cordiales relaciones con los Hermanos Maristas. La evolución de la matrícula y el claustro de profesores en el curso 1996/97, los mostramos en los cuadros siguientes: Evolución alumnos matriculados en las RR.EE. de la Inmaculada 1970/71: 220 1973/74: 547 1977/78: 650 1981/82: 639 1985/86: 595 1989/90: 640 1993/94: 640 1996/97: 458 Claustro de profesores de las RR.EE. de la Inmaculada en el curso 1996/97 H. Carlos José Hidalgo Muñoz H. Gregorio Bartolomé Delgado Manuel Afán García M.ª del Pilar Alamillo Ruiz Fernando L. Arévalo Utrero M.ª Soledad Baena Borrego Rafaela Berni Vázquez M.ª Carmen Caballero Parreño M.ª José Calero Rodríguez Milagros Carranza Pérez-Azpillaga Purificación Carranza Pérez-Azpillaga Tomasa Castro Martos

Mercedes Contreras Puerta Joaquín Costa Berni Rosario Fajardo Urbano Juan Francisco Ferrer Peñafiel Miguel Ferrera Cantero Martín González Cachinero Oscar Peña Villalba Isabel Poyato Romero Antonio Romero Martínez Mercedes Ruiz Uceda Miguel Angel Velasco Mata

Sin embargo, la presencia marista en las RR.EE. de la Inmaculada terminaría con el curso 1998/99. Diferencias en la línea pedagógica con algunos sectores del profesorado y de la Asociación de Padres, más necesidades internas de la Institución Marista, llevaron a ésta a solicitar al Patronato su relevo. A comienzos del curso 1999/00 serían los veteranos Padres Escolapios, llegados por primera vez a nuestra ciudad, los que tomarían el testigo de los Hermanos Maristas en la dirección de las centenarias Escuelas Pías. 219



7. EL COLEGIO “SAN JOSÉ” DE PRIEGO DE CÓRDOBA (1961-2003) Priego de Córdoba es una localidad de larga y fecunda historia, situada en dirección sudeste a 103 kilómetros de la capital. Famosa por su belleza paisajística, por sus monumentos barrocos y por su amplio término municipal (286’28 kilómetros cuadrados) que alberga ocho aldeas consolidadas y 17 caseríos. Agricultura (olivar y árboles frutales), industria (textil, confección, aceitera) y el sector servicios son sus principales actividades económicas, lo que la convierte en un municipio próspero. En 1960 contaba con 25.168 habitantes300. En los años 60, Priego sólo contaba con dos Colegios Nacionales, el “Emilio Fernández” (inaugurado en 1934) y el “Camacho Melendo” (inaugurado en 1969), debiendo esperar a los años 70 para contar con otros cuatro, más dos Institutos (BUP y FP). Desde 1966 a 1973 existió en Priego, gestionada por los Salesianos, una Escuela de Magisterio, trasladada en el curso 1973/74 a Córdoba, donde sigue funcionando en la actualidad. En este pueblo decidió, en 1961, el Obispado de Córdoba fundar un Colegio de Primera Enseñanza gratuito masculino. Sólo existía otro centro privado católico en el pueblo, el Colegio “Nuestra Señora de las Angustias”, de las Hijas del Patrocinio de María, de primera y segunda enseñanza, femenino y ubicado en la céntrica calle Río. El deán de la Catedral cordobesa, José M.ª Padilla Jiménez, natural de Priego y gran conocedor de los Hermanos Maristas por ser miembro del Patronato de las Reales Escuelas de la Inmaculada, gestionadas por los Maristas y donde se asentaba “Cervantes”, influyó en el reciente Obispo, Manuel Fernández-Conde, para que la enseñanza de ese futuro Colegio se encargara a dichos religiosos. Los superiores Maristas, viendo inevitable el fin del Colegio de Lucena, aceptan el encargo. Nace así el Colegio “San José”, al que las gestiones de José M.ª Padilla llevaron a ubicar en el inmueble de una antigua fábrica textil de 4.200 metros cuadrados, en la calle Cava número 12, en la cuesta que sube hacia la plaza del Ayuntamiento. La Fundación dotó al Colegio, para su mantenimiento, y para costear la enseñanza de los alumnos, con una extensa finca de 500.000 metros cuadrados de 300 En 1970 bajó a 21.229 y en 1980 a 19.893, recuperándose en los últimos años hasta llegar a 22.344 habitantes en 1996.

221


olivar y 12.000 de regadío, propiedad del Obispado que administrarían los Hermanos. Estos, en número de tres, llegaron a Priego el 11 de septiembre de 1961 y al mes siguiente el Colegio “San José” abría sus puertas a 139 alumnos en tres clases, siendo el primer Director el H. Santiago Rodrigo Sola. Los Hermanos escogieron para vivir la parte más sombría del inmueble, utilizando la cripta de la vecina iglesia de San Pedro como refectorio. La calidad de la enseñanza que “San José” daba hizo que las solicitudes de admisión aumentaran, llegando con la EGB a cubrir los ocho cursos. Precisamente fue con la nueva Ley General de Educación, y siendo Director el H. Clemente Alcalde Santos, cuando los Hermanos se vieron forzados a construir un nuevo pabellón escolar con Gimnasio, Salón de Actos, ampliación de clases, mejoras en las instalaciones deportivas y una vivienda digna para ellos. Los gastos corrieron a cargo de la Institución Marista y del Obispo, José M.ª Cirarda, éste último con parte del dinero que obtuviera de la venta que efectuó durante su mandato de las fincas con que estaba dotado el Colegio. La concertación completa a que llegaría el Colegio en 1979, saldaría sus problemas económicos y, con una pequeña colaboración familiar, podría seguir impartiendo enseñanza gratuita y, ya, mixta. La evolución del número de alumnos ha sido la siguiente: Evolución de alumnos matriculados en “San José” 1961/62: 139 1970/71: 213 1975/76: 324 1980/81: 452 1985/86: 246 1990/91: 360 1996/97: 290 Cerca de 50 Hermanos han pasado por “San José”, que ha conocido 12 directores hasta la fecha. De ellos podríamos destacar, aparte de los ya citados, al H. Pedro Fermín Zorraquino Rueda (1970-1973), venerable Hermano fallecido tras una penosa enfermedad, que hubo de soportar un robo del que fue objeto el Colegio por parte del famoso Eleuterio Sánchez “El Lute”. El H. Basilio Gómez Cidad (1977-1980 y 1981-1984), que ha sido el único con el privilegio de haber pasado por el “Cervantes”, las Reales Escuelas de la Inmaculada y el “San José”, los tres colegios maristas de la provincia cordobesa, siendo Director de los dos últimos. El H. Servando Mayor García (1980-1981), nacido el 20 de julio de 1952 en Hornillos del Camino (Burgos), amó profundamente el Colegio “San José” y se desvivió por él y sus alumnos: “Confiamos llegar a una situación satisfactoria, que estreche los lazos de comunión eclesial entre la Obra marista y la Iglesia de Córdoba, para una mejor educación cristiana en Priego”301, escribía en 1981 en vísperas de la renovación del contrato con la Fundación, hasta que una llamada más fuerte le pudo: África, a donde llegó en junio de 1995, encargándose junto a 301

222

MAYOR GARCÍA, Servando, Priego de Córdoba, Eco Marista n.º 3, 1981, p. 21.


Fachada del Colegio de San José de Priego de Córdoba.

otros tres Hermanos de la Comunidad Marista de Goma (Zaire), de los 25.000 refugiados del campo de Nyamirangwe; allí, ayudando a los que nadie ayudaba, clamando contra la inacción internacional y contra las atrocidades de la guerra civil, permaneciendo hasta el final, a pesar del peligro, llegaría al sacrificio completo en la tarde del 31 de octubre de 1996, asesinado junto a los HH. Julio Rodríguez, Miguel Angel Isla y Fernando de la Fuente, por milicianos hutus deseosos de acallar la radio desde donde se denunciaban sus crímenes contra los refugiados302. Aquél día, a las 9’30 de la mañana, el H. Servando hablaba por radio con la Casa General en Roma: “Estamos solos; esperamos un ataque de un momento a otro. Si esta tarde no volvemos a llamar será mala señal. Lo más probable es que nos quiten la radio y el teléfono. La zona está muy agitada; los refugiados huyen sin saber a dónde y es muy notoria la presencia de infiltrados y de personas violentas”303. La conmoción en Priego y Córdoba fue tremenda. En la primera, el 14 de noviembre, mil personas se concentraron silenciosamente y acudieron a una misa en la parroquia de la Asunción, mientras que, días después, en la catedral cordobesa se ofició un funeral, presidido por el obispo, Javier Martínez Fernández, que abarrotó las naves del milenario templo. Los cadáveres de los cuatro maristas descansan en tierra africana pero en Hornillos del Camino, y desde el 10 de agosto de 1997, un monolito y un olivo andaluz recuerdan al H. Servando, inaugurados y bendecidos en un emotivo acto al que asistió todo el pueblo, su alcalde Julio Pampliega, el Provincial de la Bética H. Ramón Rodríguez y la madre del marista, Otilia García.

302 UNCITI Y AYERDI, Manuel, Amaron hasta el final, Edelvives 1997 y MARTÍN, Santiago, El silencio de Dios. Diario de un misionero mártir, Planeta-Testimonio 1997. 303 Diario Córdoba del 13 de noviembre de 1996, p. 27.

223


El siguiente Director sería el H. Félix García García (1989-1996), que con sus desvelos coordinó a la Fundación y a la Asociación de Padres hasta ver hecha realidad la construcción de nuevos campos de deportes y aulas que permitieran impartir la LOGSE. Le sucedería el H. Serafín Mayor García, Director desde septiembre de 1996 del “San José”, nacido en Hornillos del Camino (Burgos) el 12 de octubre de 1946, hermano del H. Servando, llegaría a Priego tras 22 años en “Cervantes” de Córdoba, donde desde 1974 se había encargado de los deportes, la biblioteca y los cursos de la segunda etapa de EGB; con él el Colegio se interna en el nuevo sistema educativo de la Enseñanza Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria, teniendo capacidad, aunque todavía no la aprobación legal para impartir la Educación Infantil. Cuando el H. Serafín retorne a “Cervantes”, volverá en 1999 a la dirección de “San José” el H. Félix, que no había dejado el colegio.

Interior del Colegio de San José de Priego de Córdoba.

Aparte de la calidad académica y la formación cristiana, dos rasgos distinguen al Colegio “San José” en sus 42 años de existencia: el saber comprometer a padres, alumnos, antiguos alumnos y profesores en la tarea educativa, “Estamos unidos en Familia Marista, según el espíritu de sencillez y fraternidad que nos legó Marcelino Champagnat... como estímulo y fuente de optimismo en nuestra tarea educativa”304 y la profusión de actividades extraescolares, quizás gracias a esa ín-

304

224

IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 167, tomándolo de los Anales del Colegio “San José”.


tima conexión, que lograba que el Colegio, para los niños, fuera su segunda casa: El Teatro, obras como “Tarsicio, mártir de la Eucaristía” o “Seis retratos, tres pesetas”, representadas en el Teatro Gran Capitán el día del reparto de premios. La Coral, organizada por el H. José Pérez Peña, con las voces blancas del Colegio y el complemento de algunos adultos. La Banda de cornetas y tambores, iniciada desde el comienzo del “San José”, sin precedentes en Priego, fue semilla de otras varias que florecen en la actualidad y llegó a tocar en el Corpus de Granada, amén de hacerlo en todas las festividades locales. La Vigilia de la Inmaculada, que se realizaba en tiempos del H. Clemente Alcalde consistente en una procesión nocturna de los alumnos, con farolillos, desde el Colegio hasta el monumento que Priego tiene dedicado a la Inmaculada Concepción. Los Belenes, uno por cada curso, colocados en una espaciosa aula y que rivalizaban en ingenio y belleza, siendo de obligada visita para los prieguenses. La Cabalgata de Reyes Magos, encargada por el Ayuntamiento al Colegio, que gustosamente lo aceptó, saliendo de sus patios ocho hermosas carrozas, hasta que con los años el Consistorio municipal le tomase el testigo. La Hermandad de la entrada de Nuestro Padre Jesús en Jerusalén, conocida por La Pollinica, formada por alumnos, padres y antiguos alumnos del “San José”, abierta a cuantos colegios de la localidad quieran ingresar y que, lógicamente, cubre estación de penitencia el Domingo de Ramos. Y los Deportes, con los partidos de fútbol los domingos por la mañana tras la misa colegial y el baloncesto, cantera del equipo local, y que llegó a campeón nacional de la Maristiada 1986; precisamente recuerda el H. Francisco Ibáñez el triunfo ese año del “sencillo” “San José” sobre el “potente” “Cervantes”: “...Con el simpático detalle que se produjo al querer los componentes del equipo infantil, levantar en volandas a su entrenador, no pudiendo con los 150 kilos del H. Juan Miguel Anaya, hoy reducidos drásticamente a parámetros estéticos”305. Claustro de profesores del Colegio “San José” 2002/03: H. Félix García García H. José Antonio Franco Franco H. Felipe López Siles H. Evaristo Rodríguez Marín Antonio Manuel Bermúdez Bermúdez Julio Díaz Oria José Antonio Gutiérrez Serrano Josefa González Rogel José García Márquez Francisco Rivera Montes

305

Manuel Gómez Ropero José Molina Ortiz Enrique Onieva Sicilia Juan Luis Expósito García Manuel Osuna Calvo Encarnación Sánchez Sánchez M.ª Soledad Yébenes Jurado M.ª José Gutiérrez Castro Carmen Jiménez Pérez

IBÁÑEZ CÁMARA, F., o.c., p. 167.

225



CONCLUSIÓN



Desde su fundación en 1817 por el sacerdote francés San Marcelino Champagnat (1789-1840), dos han sido las constantes de los Hermanos Maristas: la fidelidad a sus principios pedagógicos y religiosos iniciales y esenciales, y su continua expansión por el mundo. En efecto, unas inequívocas señas de identidad definen a los centros maristas. Junto a la mutabilidad de las asignaturas, de los textos y de los sistemas educativos, los maristas mantienen su norte evangélico y cívico, plasmado en el objetivo de la educación según su fundador: formar buenos cristianos y honrados ciudadanos. Para ello, generaciones y generaciones de alumnos han recibido una educación marista, cuya aportación más original no radica en un método especial de enseñanza, sino en la existencia de maestros bien formados y próximos a los niños, en la práctica de la pedagogía de la presencia, en el cultivo de la sencillez y la caridad, en el estímulo de los valores positivos del alumno, en la exigencia académica, en el desarrollo de numerosas actividades extraescolares, en la calidad del material (la Editorial Marista Edelvives) y en la devoción a la Virgen María, a quien convierten en centro de todo e intermediaria ante Jesús. Ya en la segunda mitad del XIX, la diócesis de Lyon se había quedado pequeña para los Hermanos Maristas, que iniciaban su expansión por el mundo. España, Gerona, los vería llegar en 1886. El destino de aquellos cuatro Hermanos, Hilario, Hermilo, Helión e Hipólito, era Argentina, pero la Providencia quiso que fuesen los iniciadores de la Obra Marista en nuestro país, que hoy, dividida en siete provincias eclesiásticas, cuenta con 70 centros que atienden a más de 67.000 alumnos. Un total de cuatro colegios y un noviciado son el balance de los Maristas en Córdoba que se haya incluida en la Provincia Bética. El noviciado es el “Castillo de Maimón”, hermosa finca en las afueras del barrio cordobés del Naranjo, adquirida por los Maristas en 1946, y en la que construyeron un amplio edificio inaugurado en septiembre de 1949. “Nuestra Señora de Araceli” de Lucena, sería el primer colegio no ya sólo en Córdoba, sino en toda Andalucía; inaugurado en 1906, propiedad de una Fundación auspiciada por el padre Jiménez Cuenca que encargó a los HH. Maristas de su gestión. El colegio lucentino impartiría Primera Enseñanza, prepararía alumnos de la Segunda para el examen de Bachiller y albergaría desde el curso 1908/09 un floreciente internado. “Nuestra Señora de Araceli” es el único centro marista cordobés que no ha llegado a nuestros días, pues cerró sus puertas en 1964. Otros dos colegios más, 229


a cargo de los Maristas, no son propiedad de éstos sino de un Patronato y de una Fundación. Las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción, creadas en 1787 en el antiguo colegio jesuita de “Santa Catalina” de la Plaza de la Compañía, por el deán Francisco Javier Fernández de Córdoba, están regidas por un Patronato formado por el deán, doctoral y magistral de la Catedral de Córdoba, que desde 1947 a 1999 fió su dirección y gestión a los Hermanos Maristas. El Obispado de Córdoba, fundaría en 1961, en Priego, el Colegio “San José”, que desde entonces fue confiado a los Maristas, merced a la intervención del deán José María Padilla, natural de esa localidad. En estos dos colegios la enseñanza siempre ha sido gratuita y se imparten los niveles obligatorios (Primera Enseñanza, EGB, Primaria y ESO, sucesivamente). Pero, sin duda, y sin desmerecer a los demás, el gran colegio marista cordobés es el “Cervantes” inaugurado en la calle Barroso, de Córdoba capital, en 1933. Este sí es de fundación y propiedad de los Hermanos Maristas e imparte todos los niveles de enseñanza, de la obligatoria a la preuniversitaria, más el servicio de comedor, desde su apertura. Si con motivo de la clausura de la Semana Pedagógica celebrada en Córdoba en marzo de 1943, el Director de “Cervantes”, H. Amador Ibáñez, se lamentaba en los Anales de que no se hubiera citado a los Maristas, reflejo según él del poco prestigio alcanzado, hoy, sin duda, la situación ha cambiado y el Colegio “Cervantes” goza de una solera y fama en Córdoba, por su calidad académica y humana, que lleva a agolparse solicitudes de admisión a su puerta, aunque la consustancial sencillez marista evite ufanarse de ello. Miles de cordobeses han pasado por las aulas de “Cervantes” y unos más y otros menos, pero todos llevan el sello de lo marista. Las clases medias han sido el objetivo fundamental de “Cervantes” y sus alumnos han engrosado luego esa importante capa social, dedicándose, generalmente, a profesiones liberales. 250 Hermanos, 16 de ellos en el cargo de Director, un amplio puñado de profesores seglares, los sucesivos capellanes del Colegio (inolvidable el Padre Jesús), una Asociación de Padres muy en sintonía con el Ideario Marista y una activa Asociación de AA. AA., son los responsables de ello, unidos en la Familia Marista, una idea que cuajó a principios de los años 80 y que entroncaba muy bien con los nuevos aires que soplaban en el mundo de la educación, consistentes en vincular a todos los sectores de la Comunidad Educativa en la marcha del centro. Un amplio peregrinaje por la ciudad de Séneca, Abderramán y Góngora efectuó “Cervantes” antes de llegar, en el curso 1973/74 a su sede propia y actual de la Avenida de la Fuensanta. De 1933 a 1935 se situó en la ya citada calle Barroso, muy próximo a sus fraternos “rivales” de “Cultura Española” (conocida desde 1953 como “La Salle”, tras su traslada al Brillante). De 1935 a 1942 se estableció en el hermoso Palacio de Torres Cabrera, de donde hubo de salir al adquirirlo la familia Cruz Conde. Como auténtica obra de caridad fue acogido en el edificio de la Plaza de la Compañía (entonces Plaza de Queipo de Llano) que albergaba las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada; allí permanecieron hasta 1973, haciéndose también cargo de dichas Escuelas y sacándole el máximo partido arquitectónico al viejo, monumental y entrañable caserón. El nuevo edificio de la Avenida de la Fuensanta alza, sobre unos 15.000 metros cuadrados, unas magní230


ficas instalaciones educativas y deportivas, que permiten desarrollar el día a día escolar, con garantía de eficacia. No todo fue un camino de rosas en la trayectoria de “Cervantes”, pero la confianza de la Institución Marista en la Providencia, tantas veces reflejada en sus escritos, su adaptabilidad a los tiempos y la preocupación exclusiva por la calidad de su enseñanza desde sus principios evangélico-pedagógicos, le han permitido solventar situaciones que a otros colegios o a otras congregaciones les han llevado al cierre. Superó sus primeros difíciles años, dándose a conocer en una ciudad que les era extraña. Se adaptó a la legalidad anticlerical republicana “camuflándose” como propiedad de una Sociedad Anónima y con simples maestros católicos como profesores. Se salvó de una Guerra cruel que arrebató las vidas y obras de muchos Hermanos Maristas. Vivió con euforia, pero sinceramente y no más que el resto de las instituciones, el nacionalcatolicismo y capeó con entereza las penurias de la posguerra. Cuando le llegó el desalojo del Palacio de Torres Cabrera y la angustiosa búsqueda de nueva casa, la Providencia le brindó el edificio de La Compañía. Cuando el cambio de los tiempos y de la sociedad española trajo consigo secularizaciones y falta de vocaciones, logró ir sustituyendo estos amplios huecos en sus filas con profesores seglares que, poco a poco, completaron un equipo identificado con el Ideario Marista. Tras cerca de 40 años buscando un edificio propio, tuvo el acierto de escoger la coyuntura favorable y construir un moderno y completo colegio en una zona no precisamente de clase alta. El paso de ser un centro totalmente masculino a uno mixto, se produjo sin ningún problema. Cuando la juventud cambió sus gustos y se hizo nocturna y discotequera, supo brindarle un espacio seguro donde divertirse, sin dejar por ello de ofrecerle otras alternativas de distracción. Cuando el encarecimiento de la enseñanza lo ponían en la alternativa de convertirse en un centro de élites económicas o de cerrar, la aparición de la figura de los Centros Concertados le permitió hacer gratuita la enseñanza obligatoria. Cuando las exigencias legales crearon los Consejos Escolares, con la posible pérdida de independencia de los titulares de los colegios confesionales, “Cervantes” contaba ya con el sentimiento y la realidad de la Familia Marista. Cuando, en fin, en una sociedad desvalorizada, la LOGSE trata de recuperar ahora la Educación en Valores, la Educación Marista la lleva practicando desde siempre con un éxito, entre la niñez y la adolescencia, que transciende lo meramente escolar. Todo ello creemos que debe hacer mirar con optimismo el futuro de la Educación Marista y a su santo y seña en Córdoba, el Colegio “Cervantes”, junto al “San José” de Priego. La sencillez marista, desde ese vademécum que es la Guía del Maestro, no promete al educador más recompensa que el cariño del antiguo alumno, la satisfacción de la misión cumplida y el “peso de la gloria que le aguarda en el cielo”; sin embargo, desde aquí, con este trabajo, creemos que hemos cumplido con una Institución que merece ese cariño del antiguo alumno, pero también el respeto por la hermosa y dura labor de años de educar y enseñar, y la gratitud de la sociedad por el fruto que de esa labor se desprende y a esa sociedad revierte. 231



APÉNDICES



Directores del Colegio “Cervantes” Años 1933-1940 1940-1942 1942 1942-1943 1943-1945 1945-1950 1951-1957 1957-1963 1963-1969 1969-1970 1970-1976 1976-1977 1977-1983 1983-1987 1987-1988 1988-1990 1990-1996 1996-1999 1999-2003

Director (nombre de profesión religiosa) H. Julio Albéniz Azpilicueta (H. Tomás) H. Agapito García Osorio (H. Agliberto) H. Angel Martínez Gómez (H. Eusebio José) H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador) H. Esteban Fermín Azpilicueta (H. Teófilo) H. Epifanio del Val Ruiz (H. Bienvenido) H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador) H. Victoriano Ruiz Jordiz (H. Leocadio) H. Ananías Llanillo García H. Angel Sáez Ruiz H. Emilio González Román H. Fernando Moreno Barrio H. Carlos Rubio Múzquiz H. Juan José Mina Ezpeleta H. Javier Lusarreta Huesa H. Juan José Mina Ezpeleta H. Luis Escuchuri Lacarra H. Juan Ignacio Poyatos Martínez D. Rafael García Porras

Directores del Colegio “San José” 1961-1967 1967-1970 1970-1973 1973-1977 1977-1977 1977-1980 1980-1981 1981-1984 1984-1986 1986-1989 1989-1996 1996-1999 1999-2003

H. Santiago Rodrigo Sola H. José Pérez Peña H. Pedro Fermín Zorraquino Rueda H. Clemente Alcalde Santos H. Lucidio Redondo Mariscal H. Basilio Gómez Cidad H. Servando Mayor García H. Basilio Gómez Cidad H. Gregorio Marcelino Aparicio Chamorro H. Antonio López Ruiz H. Félix García García H. Serafín Mayor García H. Félix García García 235


Directores de las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción 1973-1974 1974-1986 1986-1989 1989-1993 1993-1999

H. Basilio Gómez Cidad H. Alfredo del Val Celada H. Jesús García Vadillo H. Bonifacio González Quintano H. Carlos José Hidalgo Muñoz

Consejo Escolar del Colegio “Cervantes”, 2002 Presidente: Entidad titular: Profesores:

Padres:

Rafael García Porras. H. Rafael Arteaga Oña y H. José Pérez Mompeán. Miguel Angel Aguilar Lara, Antonio Marín Palomares, Francisco José Luque Oteros y Carmen Pilar Cosano Molleja. M.ª José Saavedra Hidalgo, M.ª Lourdes Castro Luque, Miguel Lubián Mellado y Valeriano Cabello Bravo.

Personal admón. y servicios: Yolanda Rodríguez Villalba. Alumnos: José García Navarro y Francisco Javier Fernández León. Consejo Escolar del Colegio “San José”, 1997 Presidente: Entidad titular: Profesores:

Padres:

H. Serafín Mayor García. H. Antonio Pérez González, H. Félix García García y H. Carlos F. Martínez Andreu. Antonio M. Bermúdez Bermúdez, Enrique Onieva Sicilia, Manuel Gómez Ropero y José Molina Ortiz. José E. Vílchez Pérez, Concepción Linares Sánchez, José González Extremeras y Miguel Montes Ortiz.

Personal admón. y servicios: Rafael González Vílchez. Alumnos: Enrique Onieva Caracuel y Manuel Roldán Castillo. Consejo Escolar de las RR.EE. de la Inmaculada Concepción, 1997 Presidente: Patronato: Profesores: Padres:

236

H. Carlos José Hidalgo Muñoz. Alonso García Molano M.ª Carmen Caballero Parreño, Joaquín Costa Berni, Isabel Poyato Romero y Miguel Angel Velasco Mata. M.ª Dolores Macías Vas, Ana Aragón Delgado, Mariano González Leza y Alfonso Jiménez Ramírez.


Personal admón. y servicios: Carmen Ruiz Moreno. Alumnos: José M. González Espejo e Inmaculada Castellano Tapia. Insignias de oro de la Asociación AA.AA. del “Cervantes” 1971 H. Emilio González Román 1972 Rafael de la Hoz Arderius, Amador Jover Moyano, Diego Mir Jordano, Carlos Vicente Córdoba, Antonio Alarcón Parodi, Rafael Córdoba Cruz, Guillermo Gisbert León y José M.ª González-Ripoll Estrada 1973 Mariano Aguilar Candela, Juan Luis López Barea, Juan Manuel Anguita Blanco, H. Tomás Corral Castresana y Carlos López Rodríguez 1974 Juan Manuel Peinado Requena, Dionisio Carabaño Guirao, Angel Burón Romero, Francisco Alférez Delgado, José Alarcón Parodi y Fernando Bajo Moreno 1975 Primera Promoción del “Cervantes” 1976 H. Carlos Rubio Múzquiz, Pedro Palop Fuentes y Rafael González Ripoll 1977 H. Ignacio Martínez Seco, P. Jesús Mendoza González O.P. y Mateo Vázquez Berni 1978 Diego Moreno García, H. Juan José Mina Ezpeleta y H. Miguel Tellechea Elizalde 1979 Francisco Martín Salcines 1980 Adolfo Díaz Marín 1981 H. Antonio Merelo Pérez 1982 Jesús Orozco Martín 1983 H. Cándido Vadillo Robredo 1984 Junta de Madres 1985 H. José Luis Álvarez González 1986 Luis Trócoli Losada y Miguel Cerezo González 1987 Ricardo Mifsut Vizcaíno y H. Serafín Mayor García 1988 Residencia de Benalmádena 1989 José Lama Cardo 1990 H. Luis Escuchuri Lacarra 1991 Asociación Juvenil de AA. AA. y Rafael Rodríguez Vivas 1992 Gemma Ledesma González 1993 Salvador Barea Santiago 1994 José Luis Royo Raya 1995 Leandro Crespo Encuentra 1996 H. Juan Ignacio Poyatos y Otilia García 1997 Desierto 1998 Rafael García Porras 1999 Vicente Amigo y Juan José Primo Jurado 2000 Mercedes Mayo González 2001 Desierto 237


Evocación al H. Tomás (por el H. Francisco Ibáñez) ¡Ay buen Hermano Tomás! Silencioso nos dejaste: Sin rumores sin ruidos, cual arroyo cristalino. Sin alardes ni redobles alegraste, bienamado, cuántas gentes y tareas encontraste en tus caminos. “Tus” mineros de Barruelo, agresivos, sin oriente, no alcanzaron más sentencia que el sentirse preferidos en tu corazón inmenso, de tus afectos profundos, pues en caridad cristiana rebosaste como un niño. Cartago Nova, señera, te recibe tiempo breve, y te reclama añorante tras medio siglo cumplido. La tormenta fratricida, hoy por todos denostada, en Jaén te “crucifica”, por largos años cautivo. Y es al fin, Córdoba eterna, con sus gentes, sus azares, “tus” alumnos, “tu” Cervantes, quien te acoge con cariño. Y en eterna simbiosis, hoy, con abrazo de muerte, te recibe en sus entrañas, ya para siempre fundidos. Mas nos queda tu recuerdo, y la total gallardía de tus vivencias sinceras, de tu misterio sentido; Del hombre que buscó a Dios, y en María confiara. Dos fanales infalibles. Con ellos, feliz arribo al puerto de salvación consigue el débil mortal, aún en medio de tormentas y mares embravecidos. Fue tu piedad recia y fuerte; y en sentimientos fecunda. Ya en los tempranos maitines, ya en los salmos vespertinos, aunque tus ojos cansados su lectura no alcanzaran, como siervo diligente adivinabas sus signos. Y el sempiterno rosario, desgranándose en tus dedos, como agua del manantial, con rumor de peregrino que cantando alegremente por la senda de la vida, va seguro tras sus ESTRELLA, tras MARÍA que es su sino. Y en recompensa, el Buen Dios, te dio “senil” alegría siempre juvenil; infante de este coro bendito que jamás a nadie ofende, que a todos el alma alegra, y que en esta noche oscura “DAN A LA VIDA SENTIDO”. Por tu vida y por tu muerte, y por tu fe, que no olvides a cuantos, aquí, en la tierra, te añoramos, buen amigo. Córdoba, 19 de noviembre de 1983. Los cien primeros años de los Maristas en España (Con particular referencia a Andalucía) 1886 El superior de los Maristas, H. Teófano, acepta fundar en Argentina. Llegada de los cuatro primeros Hermanos a Gerona (19 de diciembre). 238


1887 Apertura del primer colegio en Gerona (1 de junio). Inauguración en Mataró (1 de octubre). 1888 Real aprobación en España. Apertura de colegios en Vich y Torelló. 1889 Firma de compraventa de Valldemía. Apertura del colegio de Rubí. 1890 Se fundan los colegios de Centellas y Santa Coloma de Queralt. 1891 Se abre un colegio en la Casa del Cordón en Burgos. 1892 Se crean los colegios de Berga y Canet de Mar. En Mataró, la Editorial marista FTD edita su primera obra: un folleto sobre la vida de Marcelino Champagnat. 1894 Apertura de los colegios de Sabadell y Palafrugell. 1895 Se fundan los colegios de Arceniega, Lérida y Malgrat. 1896 Apertura del colegio de Igualada y de un noviciado en Vich. Se inicia el proceso de beatificación de Champagnat y se le concede el título de Venerable. 1897 Se abren los colegios de Valencia, Cabezón de la Sal y Carrejo. 1898 Se establece la Casa Provincial en San Andrés de Palomar (Barcelona). Llegada de los Maristas a Cartagena y Logroño. 1899 Apertura del colegio de Alella de Mar. Desde San Andrés salen Hermanos para fundar colegios en Méjico, Mérida y Guadalajara. 1900 Apertura de colegios en Barcelona y Manresa 1901 Reunión de provinciales en la Casa General de Saint-Genis-Laval (Francia), para tratar el tema del acoso a la enseñanza católica por parte de la Tercera República francesa. 1902 Apertura de colegios en Lloret de Mar, Madrid y Sangüesa. 1903 X Capítulo General: Reelección del H. Teófano como Superior General. Expulsión de los Maristas de Francia. Se cierra la Casa de Saint-GenisLaval y se traslada a Grugliasco (Italia). Se crea la Provincia de España. Se abren colegios en Alcoy, Azpeitia, Badalona, Carrión de los Condes, Cullera, La Garriga, Murcia, Oñate, Pamplona, Tarazona, Toledo Torrelaguna y Zaragoza; un noviciado en Pontós (Gerona); y desde Santander sale un grupo de hermanos para fundar en Cuba. 1904 Apertura de colegios en Calatayud, Durango, Ribadesella, La Granja y Valdepeñas. 1906 Apertura de colegios en Lucena: “Nuestra Señora de Araceli”, Manzanares, Moral de Calatrava, Pueblo Nuevo (Barcelona) y Zalla (Vizcaya). 1907 Se fundan colegios en Alicante, Lugo, Sitges y Soria. Durante una visita a España, muere en Mataró, el Superior General, H. Teófano (18 de abril). XI Capítulo General, el H. Estratónico nuevo Superior General (5 de octubre) 1908 Se abren colegios en Cuenca, Orense y Peñas de San Pedro. Salen de España cuatro Hermanos para fundar en Perú. 1909 Durante la Semana Trágica de Barcelona es asesinado el H. Lycarion (27 de julio). Muere en San Andrés, el H. Bérillus, uno de los cuatro hermanos que llegaron a Gerona en 1886. 1910 Se instala un noviciado en Avellanas en sustitución del de Canet de Mar. 239


1911 Salen de Barcelona Hermanos para fundar en Chile. 1912 En Carrión de los Condes se instala un juniorado para América. Apertura del colegio de Oviedo. 1913 Se abren colegios en Grado (Asturias), Plasencia y Vigo. 1914 Fundaciones en Orbó y Valdemoro. 1915 Se abren colegios en Larache (Protectorado Español de Marruecos) y La Coruña. 1916 Se crea en Barcelona la Federación de Antiguos Alumnos de los colegios de España. 1917 Se abre un colegio en Algemesí. Primer Centenario de la creación del Instituto de los Hermanos Maristas, que se celebra en España con veladas artístico-literarias y panegíricos en honor del Venerable Champagnat. 1918 Llegada de los Maristas a Bilbao y León. 1919 Apertura del colegio de Segovia. 1920 El 11 de julio en Roma, Benedicto XV declara Venerable a Marcelino Champagnat. XII Capítulo General, en Grugliasco; el H. Diógenes nuevo Superior General. Apertura de los colegios de Balmaseda (Vizcaya) y Palencia. 1921 Se abre un colegio en Barruelo (Palencia). Se crea la Provincia de León. Real Orden que permite a los Hermanos sustituir el servicio militar por acciones misioneras en Iberoamérica o Extremo Oriente. 1922 Fundación en Villafranca de Navarra. 1924 Apertura del colegio de Málaga. 1925 Salen del noviciado de Anzuola los primeros Hermanos con rumbo a Venezuela. 1926 Apertura del colegio de Villanueva del Río y Minas. 1927 Apertura del colegio de Granada. En Lucena fallece el H. Helion, uno de los cuatro primeros Maristas que llegaron a España. 1928 Apertura de colegios en Villafranca del Penedés y Denia. 1929 Apertura de colegios en Denia, Alcazarquivir (Protectorado Marroquí), Haro y Oronoz. 1930 Apertura de los colegios de Badajoz y de Jaén. 1931 Asalto e incendio total del colegio de Málaga. 1932 XIII Capítulo General, en Grugliasco; el H. Diógenes, reelegido Superior General. Apertura del colegio de Chinchón. La Editorial FTD pasa a llamarse Luis Vives. 1933 Apertura de colegios en Córdoba: “Cervantes”, Huelva, Salamanca y Sevilla. 1934 Durante la Revolución de Octubre es asesinado, en Barruelo, el H. Bernardo Fábrega. Salen de España los primeros Hermanos para fundar en Uruguay. 1935 Se crea la tercera Provincia española: Anzuola. Apertura del colegio de Erandio (Vizcaya). 240


1936- Guerra Civil española: Quema de la Editorial Luis Vives, en Barcelona, 1939 el 19 de julio de 1936. En los primeros meses de 1936 son asesinados, en zona republicana, 174 Hermanos Maristas (seis en Málaga y uno en Badajoz). Otros 120 sufrirán largo y duro cautiverio y sus colegios cerrados e incautados por la República. 110 hermanos servirán, reclutados, en el Ejército Nacional. 1939 Adquisición de la finca de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) para instalar un escolasticado. 1940 Centenario de la muerte de Champagnat. Grandes ceremonias públicas en los lugares donde la congregación tiene centros. La Editorial Luis Vives, instalada definitivamente en Zaragoza, edita un volumen conmemorativo de los actos y panegíricos. 1941 Apertura del colegio de San Sebastián. 1942 Reestructuración de las Provincias españolas: Se mantienen las de León y Anzuola y la Gran Provincia de España se divide en Levante y Norte-Sur. Se adquiere la finca Castillo de Maimón (Córdoba) para instalar un noviciado. 1943 Apertura del colegio de Valladolid. 1946 XIV Capítulo General, en Grugliasco; es elegido Superior General el H. Leónides. Llegada de los Maristas a Sanlúcar de Barrameda. 1947 En Córdoba, los Maristas se hacen cargo de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción, ubicadas en el edificio donde desde 1942 se ha instalado el “Cervantes”. 1948 Se cierra el colegio de Sanlúcar de Barrameda. 1949 El Ayuntamiento de Gerona nombra Hijos Adoptivos a los tres primeros hermanos fundadores de las obra marista en España: Hilario, Hipólito y Helión. En Córdoba se inaugura el noviciado del Castillo de Maimón. 1951 Se inaugura en Málaga la Escuela de Maestros Rurales, de acuerdo con el Cardenal Herrera. 1952 Se funda en Madrid la Federación Española de Antiguos Alumnos Maristas. 1955 El Día de Pentecostés (29 de mayo) es beatificado en Roma Marcelino Champagnat por Pío XII. El curso siguiente es declarado Año Champagnat, con grandes celebraciones en todos los colegios y triduos en las localidades donde hay presencia marista. En Fuenteheridos (Huelva), es adquirida Villa Onuba, como casa de ejercicios y vacaciones. Los Maristas retornan a Sanlúcar de Barrameda, por invitación del Cardenal Bueno Monreal. 1956 Salen de Badajoz los primeros Hermanos para Roboré (Bolivia). 1957 Salen de la Provincia de León los primeros Hermanos para fundar en Ecuador. 1958 XV Capítulo General, en Grugliasco; elegido Superior General el H. Carlos Rafael. 241


1959 Nueva reorganización de las Provincias españolas, que pasan a ser siete: Bética, Castilla, Cataluña, León, Levante, Madrid y Norte. Cada una de ellas tiene asignado un territorio de misiones en América; siendo Bolivia el de la Bética. 1960 Apertura del colegio de Sanlúcar la Mayor. 1961 La Casa General se traslada a Roma. Llegada de los maristas a Priego de Córdoba: Colegio “San José”. Apertura del colegio de Guadalajara. En Ogíjares (Granada), se inaugura un juniorado. Conmemoraciones del 75 aniversario de la llegada de los maristas a España. 1963 Apertura del colegio de Talavera de la Reina. 1964 Se cierra el Colegio “Nuestra Señora de Araceli” de Lucena. 1966 En Bolivia se funda el Colegio de San José de Chiquitos. 1967 XVI Capítulo General, en Roma; elegido Superior General el H. Basilio Rueda. Apertura del colegio de Santiago de Compostela. 1968 Salen de Barcelona seis hermanos para fundar en Paraguay. En Bolivia se funda el Colegio de Santa Cruz de la Sierra. 1969 Apertura del colegio de Buitrago. De la Provincia de Levante salen cinco hermanos para fundar en Costa de Marfil. 1971 Apertura de los colegios de Astorga y Santa Lucía de Gordón (León). 1972 Creación de la Escuela Universitaria de Profesorado de EGB “Cardenal Cisneros” en Alcalá de Henares. En Bolivia se funda el Colegio de Cochabamba. 1976 XVII Capítulo General, en Roma; reelegido Superior General el H. Basilio Rueda. 1977 En Benalmádena se inaugura una residencia-enfermería para Maristas de la Provincia mayores. 1978 Se cierra el juniorado de los Ogíjares (Granada). 1982 Apertura del colegio de Navalmoral de la Mata. 1985 XVIII Capítulo General, en Roma; elegido Superior General el H. Charles Howard. 1986 Centenario de la llegada de los maristas a España. Se celebra con numerosas actividades. La comisión organizadora es recibida por Su Majestad el Rey Juan Carlos I, presidente de honor, el 4 de diciembre de 1985. Los actos centrales consisten en la Inauguración en Gerona (7 y 8 de diciembre de 1985) con la presencia del presidente de la Generalidad catalana, Jordi Pujol y del, cardenal Vicente Enrique y Tarancón, antiguo alumno marista. A lo largo de 1986 se suceden, un Congreso de Pedagogía Marista en Salamanca (octubre); Encuentros deportivos maris tas en cada provincia, con finales en mayo; Encuentro de la Familia Marista en Valencia, Algemesí y Alicante; Festival de Canción, en Córdoba (26 y 27 de abril); Encuentro Nacional en Sigüenza los días 28 a 30 de julio y la Clausura, en el Palacio de Congresos de Madrid. 242


Los Hermanos Maristas en Córdoba (En cursiva figura el año de llegada a Córdoba capital. En ocasiones hay más de uno porque el Hermano marchó y regresó de nuevo) 1. 1933 H. Julio Albéniz Azpilicueta 2. 1933 H. Ignacio Martínez Alonso 3. 1933 H. Francisco Arteaga Beorlegui 4. 1934/40 H. Matías Botet Quintana 5. 1934 H. León Albinit Bipiret 6. 1935 H. Carlos Merino Albéniz 7. 1935 H. Lucialiano Bernardo Ruiz 8. 1936 H. Fidel Delgado Sadornil 9. 1936 H. Antonio Aparicio Vicario 10. 1936 H. Guillermo Martínez Martínez 11. 1937 H. Mauro Pérez de Albéniz 12. 1937/53/61 H. Claudio Prieto Ortega 13. 1937 H. Modesto Arnaiz de Pedro 14. 1937 H. Angel González Gutiérrez 15. 1937/57 H. Victoriano Ruiz Jordiz 16. 1937/44 H. Teófilo Blanco Miguel 17. 1937 H. Crescenciano Sancho Cavia 18. 1937 H. Vicente Rosas Susilla 19. 1937 H. Sixto Castrillo Arribas 20. 1937 H. Pedro Rueda Contreras 21. 1937 H. Dionisio González Moreno 22. 1938 H. Martín J. Oláiz Jaunsirás 23. 1938 H. Leandro Toribio Gutiérrez 24. 1938/45 H. Cirilo Chocarro Ibáñez 25. 1938 H. Fermín Catalán Goicoechea 26. 1938 H. Esteban Gallo Manzanedo 27. 1939 H. Justo Figueras Noill 28. 1939 H. Tomás Corral Castresana 29. 1939/43 H. Malaquías Lastra Bujedo 30. 1939 H. Manuel Guerra Marañón 31. 1939 H. Modesto Lázaro Moreno 32. 1939 H. Martín Robledo González 33. 1939 H. José M.ª Argandoña Martínez 34. 1940 H. Victoriano Alvaro González 35. 1940 H. Arturo Alonso Fernández 36. 1940 H. Florentino Asenjo Bañuelos 37. 1940 H. Agapito García Osorio 38. 1941 H. Julián García Rilova 39. 1941 H. Segundo Merino Ramos 40. 1941 H. Luis Rodríguez González 41. 1942 H. Angel Martínez Gómez 243


42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 244

1942 1942 1942 1942 1942 1942/51 1943 1943 1943/55 1943 1943 1943 1943 1944 1944 1944/54 1944 1945 1945 1945/62 1945 1945 1946/56 1946 1946 1947 1947/78 1947 1947/62 1947 1947 1947 1947 1947/52 1948/55 1948 1949 1949/63 1949 1949 1949 1949 1950 1950 1950 1950

H. Agustín Herrero Izquierdo H. Luis Falgás Riera H. Baltasar Revilla Araus H. Juan González Ortiz H. Ricardo Plagaro Cobo H. Amador Ibáñez Alonso H. Demetrio Alzaga Ibáñez H. Esteban Fermín Azpilicueta H. Jerónimo Jiménez Álvarez H. Javier García Tarradillo H. Francisco Gallo Rodríguez H. Carmelo García García H. Jesús García Vadillo H. Santiago Rojas Urquiza H. Secundino Pérez Sanz H. Florencio Puente Pérez H. José Camacho Jurado H. Fidel Rojo García H. Faustino Primo Hoya H. Fermín Candelas Piñán H. Honorato Alcalde Sanz H. Epifanio del Val Ruiz H. Joaquín Lázaro Moreno H. Rafael Amo García H. Jaime García Ubierta H. Juan R. Villanova Ornella H. Eugenio Rodríguez García H. Raimundo Andrés Miguel H. Maurino Ortega González H. José Ortega Fuentes H. Victoriano Arce García H. Clemente Alcalde Santos H. José Emilio Susa Mena H. Pedro Lacheta Reta H. Lesmes Antón Pérez H. Ignacio Pinillos Azpilicueta H. Luis Moral Ortega H. Ananías Llanillo García H. Primitivo Fernández Alonso H. Nicolás Vela Moreno H. Armando Arlanzón Díaz H. Lorenzo Martínez Cano H. Julián Martínez González H. H. Adolfo Vadillo Palacios H. Fernando Martínez Zárate H. Nicolás Pozas Infantes


88. 1950 H. Francisco Peruchena Ollacarisqueta 89. 1951/70/80 H. Timoteo Pérez Martínez 90. 1951 H. Salvador Negre Vilella 91. 1951 H. Teófilo Pérez Alonso 92. 1951 H. Francisco González Alonso 93. 1951 H. Urbano Alonso Hidalgo 94. 1951/54 H. Eusebio Márquez Lozano 95. 1951 H. Raúl Luis Martínez Linares 96. 1952 H. Dámaso Sobrino Herrero 97. 1952 H. Domingo Miguel Sánchez 98. 1952 H. Julián del Carmen Cinto 99. 1952 H. Justino Caballero Civera 100. 1952 H. Damián U. Herrero Valle 101. 1952 H. Perfecto Iglesias Páramo 102. 1952 H. Vicente José Cañamero Infantes 103. 1953 H. José Escobar Pablos 104. 1953 H. Fernando Hurtado Rodríguez 105. 1953 H. Félix Ayesa Zabaleta 106. 1953 H. Antonio Eguinoa Morales 107. 1953 H. Teófilo Javier Sanz de Galdeano 108. 1953 H. José Martínez Olano 109. 1953 H. Martín Antón López 110. 1953 H. Elicio Martínez Linares 111. 1953 H. Teodoro Alonso Cabria 112. 1953 H. Jacinto Sanz Ayucas 113. 1954 H. Macario Roba Osorno 114. 1954 H. Agustín Alonso García 115. 1954 H. Luis Napal los Arcos 116. 1954 H. Daniel Gutiérrez Peña 117. 1954 H. Daniel Rubio Buendía 118. 1954 H. Marcelino Sedano Puente 119. 1954 H. Clemente Aparicio Gutiérrez 120. 1955 H. Ignacio Martínez Seco 121. 1955 H. Gabino Pérez Arellano 122. 1955 H. Alejandro Díez Martínez 123. 1955 H. José María González Moreno 124. 1955 H. Federico Pérez Pérez 125. 1955 H. Domingo Burgos Pérez 126. 1955 H. Emilio Rebollo de Simón 127. 1956 H. Pedro María Miqueo Jáuregui 128. 1956 H. Vicente Navarro Terol 129. 1956/68 H. Adriano Martín Martín 130. 1956 H. José Antón López 131. 1956 H. Valentín Jiménez García 132. 1956 H. Luis Arlanzón Díaz 133. 1957 H. Angel Alonso Cabria 245


134. 1957 H. Miguel Tellechea Elizalde 135. 1957 H. José Luis Vázquez Fernández 136. 1957 H. Abilio Pérez Gutiérrez 137. 1957/61 H. Jacinto Soria de Jorge 138. 1957 H. Emilio Arroyo Arribas 139. 1957 H. José Antonio Ciganda Echevarría 140. 1958 H. Abilio Aranzo López 141. 1958 H. Miguel Angel Linzoaín Yarnoz 142. 1958 H. José Luis Sainz del Castillo 143. 1959 H. Martín Antolín González 144. 1959 H. Francisco de Asís Flores Fernández 145. 1959 H. José Vera Barranquino 146. 1959 H. José Pérez Mompeán 147. 1960/62/73 H. Carlos Rubio Múzquiz 148. 1960/73 H. Antonio Merelo Pérez 149. 1960/69 H. Angel Miguel Sánchez 150. 1961 H. Alberto Chotolín de Cuba 151. 1961 H. Juan Cristóbal Millar Martín 152. 1961 H. Félix Díaz Rojo 153. 1961 H. Benjamín Barga López 154. 1961 H. Fulgencio Villezas Hidalgo 155. 1961 H. Crescencio González Ibáñez 156. 1962 H. Primitivo Fernández Espinosa 157. 1962 H. Basilio Corral González 158. 1962 H. Juan Vicente Ororbia Gorraiz 159. 1962 H. Jesús Sáinz Lozano 160. 1962/76 H. Juan José Mina Ezpeleta 161. 1962 H. Emiliano Rojo Martínez 162. 1963 H. Julián San Miguel García 163. 1963 H. Ismael Ruiz Alonso 164. 1963 H. Angel Ezpeleta Compains 165. 1963 H. Jorge Ollo Ciaurriz 166. 1963 H. José María Perea Salazar 167. 1963/99 H. Juan Juárez Moreno 168. 1964 H. Alfonso Zudolarre Guruchari 169. 1964 H. Angel Gollonet Fernández 170. 1964 H. Manuel Miguel Azofra 171. 1965 H. Mauro Díez Fuentes 172. 1965/73 H. Fernando Moreno Barrios 173. 1965/73 H. José López Torruella Tenorio 174. 1965 H. Juan José Casado Martín 175. 1965/72 H. Emilio Linzuaín Yarnoz 176. 1965/80 H. Patricio Fermín Zorraquino Rueda 177. 1966 H. Estanislao Sanz Falce 178. 1966 H. Belino López Merino 179. 1966 H. Vicente Liesa Perella 246


180. 1966 H. Leonardo Camposo Martín 181. 1966 H. Vicente Ortega García 182. 1967 H. Francisco Tordable Portillo 183. 1967 H. Ramón Burgui Fatás 184. 1967 H. Carlos Gómez Rico 185. 1967 H. Gregorio de Pedro López 186. 1967 H. José Luis Martínez Tuimiño 187. 1968 H. Anselmo Gómez Saiz 188. 1968 H. Antonio Ripoll Villalta 189. 1968 H. Victoriano García Martínez 190. 1968 H. Emilio González Román 191. 1968/73 H. Andrés Arnaiz Arroyo 192. 1969 H. Angel Sáez Ruiz 193. 1969 H. Vidal González Ibáñez 194. 1969 H. Eufrasio López Rodríguez 195. 1969 H. Francisco Fernández Juan 196. 1969 H. Jesús Villalba Olmos 197. 1970 H. José Martín Cubero 198. 1970 H. Javier Rodríguez Martínez 199. 1970 H. Cándido Vadillo Robredo 200. 1971 H. Indalecio García Ruiz 201. 1971 H. Juan M. Larios Larios 202. 1972/98 H. Francisco García Torrentes 203. 1972 H. Pedro Pérez Mompeán 204. 1972 H. Joaquín Pardo Delgado 205. 1972 H. Diego Navarrete Navarrete 206. 1972 H. Basilio Gómez Cidad 207. 1973 H. Antonio R. Giménez Vélez 208. 1974 H. Elisio Ortega Moreno 209. 1974 H. Alfredo del Val Celada 210. 1974/82 H. José Cabello Carrasco 211. 1974/00 H. Serafín Mayor García 212. 1976 H. Juan Antonio Usar Echarri 213. 1977 H. Francisco Ibáñez Cámara 214. 1978 H. Alejandro Ortega del Campo 215. 1978/94/96 H. Florencio Andueza Álvarez 216. 1978 H. Torcuato Tenorio Guerrero 217. 1979/83 H. Santiago Boada Carazo 218. 1980 H. Maximiliano Boada Carazo 219. 1980 H. Juan Miguel Anaya Torres 220. 1981 H. Juan Antonio Rico García 221. 1982 H. José Tenorio Guerrero 222. 1983 H. Javier Lusarreta Huesa 223. 1983 H. José Luis Elías Becerra 224. 1985 H. Francisco García Ruiz 225. 1985 H. Francisco Tordable Portillo 247


226. 227. 228. 229. 230. 231. 232. 233. 234. 235. 236. 237. 238. 239. 240. 241. 242. 243. 244. 245. 246. 247. 248. 249. 250.

248

1986 1986 1986 1988 1988 1989 1990 1991 1991 1992 1992 1993 1994 1995 1996 1996 1996 1998 2000 2002 2002 2003 2003 2003 2003

H. Jesús García Vadillo H. Alejandro Fernández Andrés H. Benito Hinojal Citores H. José Pérez Mompeán H. Federico Gil Moreno H. Bonifacio González Quintano H. Luis Escuchuri Lacarra H. Juan Ignacio Poyatos Martínez H. Felipe Fajardo Valero H. Carlos José Hidalgo Muñoz H. Miguel Angel Velasco Mata H. José Luis Molina Requena H. Gregorio Bartolomé Delgado H. Fernando Rodríguez Acero H. Joaquín López Barriuso H. Alberto Aragón Garrido H. Diego Antonio Quesada Rodríguez H. Anselmo Rodríguez Marín H. Rafael Arteaga Oña H. Lauro Andueza Álvarez H. Plácido Eutiquiano Arce Arce H. José Antonio Vera López H. Pedro Pérez Mompeán H. José Antonio Franco Franco H. José Eulogio Ramos Jiménez


ÍNDICE ONOMÁSTICO (en negrita las fotografías)



Afán García, Manuel, 219 Agudo López, Francisco, 206 Aguilar Candela, Mariano, 157 Aguilar Gavilán, Joaquín, 203 Aguilar Lara, Miguel Angel, 180 Aguilar Rivero, Rosa, 169 Aguilera Camacho, Daniel, 91 Alamillo Ruiz, M.ª Pilar, 219 Alarcón Constant, Antonio, 123 Alarcón García, M.ª Angeles, 203 Alarcón Parodi, Antonio, 151, 154, 155, 156, 204, 209, 212 Alarcón Parodi, José, 154, 155 Albéniz Azpilicueta, H. Julio, 95, 98, 99, 101, 153, 205 Albinit Bipiret, H. León, 96 Albornoz, Alvaro de, 86 Alcalá Zamora, Niceto, 86, 92 Alcalde Santos, H. Clemente, 222, 225 Alférez Delgado, Francisco, 157 Alfonso XII, 98 Alfonso XIII, 66, 70, 72 Almoguera Martínez, Eloy, 157 Alonso, H. Arturo, 110, 111 Alonso, H. Laurentino, 88, 93, 96, 100 Alonso Cabria, H. Teodoro, 35, 148 Alonso Hidalgo, H. Urbano, 217 Alvarez, H. José Luis, 205 Alvarez, Julián, 127 Alvarez de Cánovas, Josefina, 146 Alvarez Díaz, Rafael Alvarez Salcedo, Antonio, 208 Amigo, Vicente, 208 Anaya, H. Juan Miguel, 125 Andreucci, H. Gabriele, 22 Andueza Alvarez, H. Florencio, 180 Anguita Blanco, Juan Manuel, 95, 154, 157, 172, 211 Anguita González, Julio, 169 251


Angulo, Ramiro, 186 Anquetil, Christelle, 180 Aquino, Santo Tomás de, 179 Arbués, H. Benito, 22 Arévalo Utrero, Fernando, 219 Arfe, Enrique de, 108 Arias Gómez, Juan, 219 Ariza Sánchez, Juan Ignacio, 180 Arnaiz, H. Andrés, 186 Arteaga, H. Francisco, 95, 99 Arteaga, Isabel de, condesa de Torres Cabrera, 98 Arteaga Oña, H. Rafael, 160, 180 Artola, Miguel, 61 Asenjo Bañuelos, H. Florentino, 103, 128 Asís, San Francisco de, 26 Audrás, H. Juan Bautista, 20 Austria, Leopoldo de, 124 Avila, San Juan de, 124 Azaña, Manuel, 85, 86 Azorín Izquierdo, Francisco, 91 Baena Borrego, Soledad Bajo Herrera, Javier, 208 Bajo Moreno, Fernando, 152, 154, 155, 156, 157 Balko, Alejandro, 28 Baquerizo García, Rafael, 92 Barquero y Barquero, 143 Barrena y Luque, señores de, 113 Bartolomé Delgado, H. Gregorio, 183, 219 Batanaz Palomares, Luis, 61 Bedmar, Luis, 188 208 Castro, Jorge, 157 Bergamín, Francisco, 65 H. Bérillus, 47 Bermúdez Bermúdez, Antonio Manuel, 225 Bernardo, H. Lucialiano, 99 Berni Vázquez, Rafaela, 219 H. Bertualdo, 53 Blanco Nájera, Francisco, 113, 129, 131, 146 Blanco Sánchez, Rufino, 70 Boada Carazo, H. Maximiliano, 177, 193 Boada Carazo, H. Santiago, 193 Bonaparte, Luis Napoleón, 21 Borrero Cuenco, M.ª Eugenia, 177, 180, 203 Bosco, San Juan, 26 Botet Quintana, H. Matías, 81, 96, 99, 110, 128, 131, 158, 217 252


Boza, Carmen, 112 Boza Montoto, Luis, 159 Bugella Rojas, José Alfonso, 203 Burgos, Eduardo, 186 Burón Romero, Angel, 157 Caballero Chumillas, Francisco, 174 Caballero Parreño, M.ª Carmen, 219 Cabanes Fuentes, Manuel, 212 Cabello Carrasco, H. José, 177, 193 Cabrera Castro, Miguel, 92 Cacho Gutiérrez, Francisco del, 180 Calabria, Juan, 22 Calasanz, San José de, 179 Calderón Hernández, Emilio, 95, 133 Calderón Uclés, Francisco, 92 Calero Rodríguez, M.ª José, 219 Calvo Rodríguez, H. Fernando, 198 Calvo y Valero, Vicente, 77 Calleja, Saturnino, 63 Cámara, Tomás, 67 Camargo Jiménez, Francisco, 187 Campos Espinosa, Agustín, 155 Canalejas, José, 67 Canalejo, Joaquín, 125, 138 Canovaca del Río, Ana, 180 Cánovas del Castillo, Antonio, 98 Cantillo Bascón, Antonio, 203 Cantueso Fonseca, Pedro, 180 Cañas Ramírez, Jesús, 180 Caperan, Louis, 51 Capitán Requena, Gonzalo, 178 Carabaño, Dionisio, 154 Caracuel, Maruja, 188 Carazo, H. Agustín, 22 Cárdenas, señor, 113 Carlos II, 97 Carlos III, 126 Carlos V, 124 Carranza Pérez-Azpillaga, Milagros, 219 Carranza Pérez-Azpillaga, Purificación, 219 Carretero de Lara, José Enrique, 180, 182, 203 Carrillo Aguilar, Alfonso, 219 Carrillo de Albornoz, jesuita, 138 Casas, Hermenegildo, 92 Casas Morales, Angel, 94 253


Cascajo, Ciriaco, 92 Castanys Jiménez, José, 93 Castejón y Martínez de Arizala, Rafael, 90, 91, 112 Castillejo Duarte, José, 73 Castro Martos, Tomasa, 219 Cayuelas Antón, César, 212 H. Cipriano, 53 Cerezo González, Miguel, 209 Cirarda Lachiondo, José M.ª, 222 Coello y Ramírez de Arellano, Antonio, 93 Colin, Juan Claudio, 20 Combes, 51 Comillas, marqués de, 70 Contreras Puerta, Mercedes Córdoba Cruz, Rafael, 152, 155 El Cordobés, Manuel Benítez, 121 Corral Castresana, H. Tomás, 101, 108, 126, 128, 150, 151, 152, 153, 175, 188, 192, 205 Correa Fernández, Cristina, 178 Cosano Molleja, Carmen Pilar, 180 Cossío, Manuel Bartolomé, 65, 70, 73 Costa Berni, Joaquín Costa Quintero, Marcial, 102 Courbon, mosén, 19 Cousin, Luis, 69 Crespo Encuentra, Leandro, 209 Cruz Ceballos, Francisco de la, 92 Cruz Conde, familia, 128, 230 Cruz Conde, Alfonso, 123 Cruz Conde, Antonio, 123, 128 Cruz Conde, José, 123 Cruz Conde, Rafael, 112, 123 Cuenca Toribio, José Manuel, 85, 122 Chacón Manrique de Lara y Gomariz, Francisco Javier, 209 Chaminade, Guillermo José, 69 Champagnat, Juan Bautista, 19 Champagnat, Luisa, 19, 20 Champagnat, San Marcelino, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 78, 82, 83, 108, 138, 140, 158, 160, 214, 229 Dato, Eduardo, 67 Depuy, 21 Dávila Díaz, Juan, 174, 180, 202, 207 Delgado Criado, Buenaventura, 61, 65, 67, 68 Di Pietro, H. Alessandro, 21 Díaz, Anselmo, 178 254


Díaz Cotán, José, 68 Díaz de Cabrera, Fernando, 97 Díaz del Moral, Juan, 91 Díaz García, Rafael, 114 Díaz Marín, Adolfo, 206 Díez Fuentes, H. Mauro, 143 Díaz Oria, 225 Domingo, Marcelino, 86 Domínguez Conde, Carlos, 174, 202 Dorado Soto, M.ª Angeles, 44 Dreveton, Baltasar, 127 Dupanloup, 41 Durand, H. Teófano, 43, 47, 51 Egea Azcona, Tomás, 173 Elías Becerra, H. José Luis, 160 Embid, Andrés, 145 Enrique II, 97 Escorihuela Pujol, José, 21 Escribano Ucelay, Víctor, 170 Escuchuri Lacarra, H. Luis, 191, 206, 210 Espina de la Serna, Concha, 55, 56 Eurípides, 188 Expósito García, Juan Luis, 225 Fábrega, Benito, 159 Fajardo Urbano, Rosario, 219 Falgás Riera, H. Luis, 128 Fanlo, Leandro, 138 Felipe II, 125 Feria, conde de, 94 Fermín Azpilicueta, H. Esteban, 130, 146 Fernández Castillejo, Federico, 92 Fernández Conde y García del Rebollar, Manuel, 143, 221 Fernández de Córdoba, Antonio, 125 Fernández de Córdoba, Catalina, 124, 125 Fernández de Córdoba, Francisco Javier, 127, 230 Fernández de Córdoba, Juan, 124 Fernández Cortés, David, 174, 200, 202 Fernández Cuenca, José, jesuita, 139, 144 Fernández Grilo, Antonio, 98 Fernández Jiménez, José, 92 Fernández Juan, H. Francisco, 150, 175 Fernández Pareja, Francisco, 174 Fernández Vílchez, José, 180 Fernando III, 94 Ferrer Guardia, Francisco, 73, 74 255


Ferrer Peñafiel, Juan Francisco, 219 Ferrera Cantero, Miguel, 219 Fierro Torres, Rodolfo, 68 Fleury, 63 Font de Dios, Eduardo, 38, 45, 133, 140, 145, 149 Franco Bahamonde, Francisco, 107, 119, 122, 179 Franco Franco, H. José Antonio, 225 Fuente el Salce, condes de, 94 Fuentes Arce, H. Leónidas, 44 Fuente, H. Fernando de la, 223 Fuente Lozano, Felipe de la, 212 Fulques, H. Fulgencio, 81 Furet, Jean Baptiste, 19, 35, 36, 37, 39 Galán Cabrera, Antonio, 208, 209 Galán Ortiz, Antonio, 157 Gálvez León, Francisco, 174 Gálvez Pozuelo, Samuel, 175, 177, 180, 202, 207 Gallo Manzanedo, H. Esteban, 101, 128, 150, 153, 154, 205 Gámiz, jesuita, 126 García, Otilia, 206, 223 García García, H. Félix, 223, 224 García Hidalgo, Joaquín, 91 García de Liñán, Isabel Clara, 203 García Márquez, José, 225 García Matas, Manuel Angel, 187 García Merina, Manuel, 174, 202 García Molano, Alonso, 218, 219 García Osorio, H. Agapito, 101, 102, 112, 113, 129 García Porras, Rafael, 179, 180, 192, 212, 214, 215, 216 García Regidor, Teódulo, 72 García Terradillos, H. Javier, 160 García Torrientes, H. Francisco, 180 García Vadillo, H. Jesús, 218 Garrido de los Reyes, Bernardo, 92 Garzón Pérez, Juan, 207 Gavilán Trigueros, José, 178 Gil Moreno, Antonio, 138, 170 Gil Muñiz, A., 90, 91 Gil Robles, José M.ª, 88, 91 Giner de los Ríos, Francisco, 65, 72, 73 Girón de Velasco, José Antonio, 116 Gisbert León, Guillermo, 117, 155 Golmayo, Felipe, 127 Gómez, Francisco, 125 Gómez Aguilar, Antonio, 122 256


Gómez Cidad, H. Basilio, 218, 222 Gómez Ropero, Manuel, 225 Gómez Solís, Angel, 187 González, Antonio, 158 González, Manuel, 186 González, Pablo, 82 González, H. Vidal, 150 González Cachinero, Benito, 183 González Cachinero, Martín, 219 González García, Manuel, 71 González Menéndez-Reigada, Albino, 107, 119, 140, 143, 218 González Ortiz, H. Juan, 128 González Quintano, H. Bonifacio, 218 González Ripoll, José M.ª, 210 González Rogel, Josefa, 225 González Román, H. Emilio, 147, 149, 156, 174, 191 González Zubieta, Rafael, 157 Gordillo Vallejo, Juan Vicente, 180 Granjón, H. Juan M.ª, 20 Gregori, H. Jaime, 81 Grevy, Jules, 51 Grignion de Montfort, San Luis M.ª, 27 Gutiérrez Castro, M.ª José, 225 Gutiérrez de Ravé, Francisco, 95, 157 Gutiérrez de Ravé, José, 95 Gutiérrez de Ravé, Manuel, 95 Gutiérrez Rubio, 143 Gutiérrez Serrano, José Antonio, 225 Guzmán Reina, Antonio, 123 H. Helión, 48, 49, 80, 229 H. Hermilo, 48, 229 Hernández Rodríguez, Santiago, 174 Hernández Sánchez, 143 Herrera Mesa, Juan, 174, 202 Herrera Oria, Enrique, 71, 87, 110 Herrera Oria, Angel, 80 Herrero, José M.ª, 92 Hidalgo Fernández, Susana, 180 Hidalgo Muñoz, H. Carlos José, 218, 219 Higueras Manga, Antonio, 175, 177, 180, 202, 207 H. Hilario Felipe, 87 H. Hilario José, 48, 49, 77, 229 H. Hipólito, 48, 229 Howard, H. Charles, 207 Hoz y Cavielles, Francisco de la, 145 257


Hoz Arderius, Rafael de la, 96, 154, 156, 157, 205 Hurtado Izquierdo, Francisco, 126 Ibáñez, Bruno, 93 Ibáñez Alonso, H. Amador, 111, 128, 130, 142, 144, 146, 147, 230 Ibáñez Cámara, H. Francisco, 21, 77, 79, 83, 89, 98, 100, 101, 123, 151, 152, 160, 170, 173, 177, 184, 193, 196, 197, 198, 211, 225 Ibáñez Martín, José, 115 Infante, Blas, 92 Infantes Florido, José Antonio, 185, 188, 207 Iniesta, Alfonso, 146 Iriarte, Tomás de, 63 Irulegui, H. Juan, 101 Isla, H. Miguel Angel, 223 Jacquinet, Clemence, 74 Jaén Morente, Antonio, 90, 91, 92 Jiménez Cuenca, Rafael, 78, 79, 83, 229 Jiménez Arévalo, Manuel Angel, 187, 208 Jiménez Pedrero, Miguel Angel, 172, 211 Jiménez Pérez, Carmen, 225 Jiménez Ruiz, Rafael, 123 Jiménez Solsona, Ramón, 203 Jordano Salinas, Diego, 130, 156, 169, 208 Jover Moyano, Amador, 156,168, 206 Juan Carlos I, 120 Juan Pablo II, 22, 189, 201 Jurado, José, 107 Jurado Ruiz, Juan, 125, 138, 143, 218 Jurado Ruiz, Rita, 125 Jurado Ruiz, Teresa, 125 Juvenal, 34 Krause, Karl C. Friedrich, 71, 72 La Salle, San Juan Bautista de, 20, 69 Lacheta Reta, H. Pedro, 144 Laguna, Belén, 188 Lama Cardo, José, 197, 208 Landín Carrasco, 143 Lanfrey, A., 21, 52 Larios, H. Juan, 143, 150 Lázaro, Domingo, 71, 87, 158 H. Leandro, 81 Ledesma González, Gema, 208 León Gallardo, José, 174, 202 León Herrero, H. Virgilio, 29, 210 H. Leónidas, 21, 147 258


Lerroux, Alejandro, 91 Liesa Perella, H. Vicente, 174 Lillo Roldán, Rafael, 204 Lobillo Borrero, Javier, 208 Lobillo Ríos, Juan Ignacio, 203 López, Carlos, 154 López, José, 175 López Baena, Juan, 158 López Benítez, Mariano, 208 López Cansinos, Rafael, 157 López Cubero, familia, 121 López Luque, Juan, 174 López Pintor, Rafael, 29 López Pozo, Francisco, 174, 202 López Rodríguez, H. Eufrasio, 143, 150, 174 López Siles, H. Felipe, 225 López Valbuena, Antonio, 135, 175, 180, 201, 207, 209 Lora Tamayo, Manuel, 115 H. Louis Maxence, 52 Loyola, San Ignacio de, 126 Lozano, Juan Antonio, 103, 138 Luna Fernández, Antonio, 109, 123 Luque Laguna, M.ª José, 180 Luque López, José, 175, 200, 207 Luque Oteros, Francisco José, 180, 183, 203, 215 Lusarreta Huesa, H. Javier, 177, 191 El Lute, Eleuterio Sánchez, 222 Llamas Aguilar-Tablada, Manuel, 175, 180, 202, 207 Llanillo García, H. Agustín, 160 Llanillo García, H. Ananías, 142, 147, 151, 170 Llinás, Manuel, 48 Llopis, Rodolfo, 86 Lluch y Garriga, Jaime, 68 Macián Pérez, 143 Macías Picavea, Ricardo, 64 Maimónides, 158 Manjón y Manjón, Andrés, 65, 66, 69, 70 Manolete, Manuel Rodríguez Sánchez, 98, 113, 121 Maravall, José M.ª, 164 María Cristina, reina, 49 Marín Alcázar, José, 92 Marín Palomares, Antonio, 180 Martel, Federico, conde de Torres Cabrera, 97 Martel y Fernández de Córdoba, Ricardo, conde de Torres Cabrera, 97, 98 Martín, José, 102 259


Martín Cubero, H. José, 174 Martín Fernández, Javier, 188, 208 Martín Salcines, Fernando, 212 Martín Salcines, Francisco, 154 Martínez, Alonso, 50 Martínez Alonso, H. Ignacio, 95, 99 Martínez Bjorkman, Joaquín, 169 Martínez Cerrillo, Juan, 102 Martínez Fernández, Javier, 223 Martínez Gómez, H. Angel, 113, 128 Martínez Lagares, Manuel, 187, 208 Martínez Linares, H. Raúl, 160 Martínez Rücker, Eduardo 91 Martínez Seco, H. Ignacio, 148, 150, 152, 153, 174, 177, 180, 183, 188, 197, 205 Mata Villalba, Ana, 203 Mateu de Ros, 143 Maura, Antonio, 67, 70, 74 Mayo González, Mercedes, 209, 212 Mayor García, H. Fernando, 206 Mayor García, H. Serafín, 180, 183, 186, 193, 205, 206, 224 Mayor García, H. Servando, 206, 222, 223, 224 Medina Rey, Luis Felipe, 208 Medina Togores, José, 92 Meléndez Valdés, Pilar, 98, 112 Mena Segovia, Francisco, 207 Méndez Picón, M.ª José, 178 Mendoza González, Jesús, 151, 189, 190, 191, 196, 208, 211, 230 Menéndez y Pelayo, Marcelino, 70 Merelo Pérez, H. Antonio, 150, 175, 177, 182, 205 Merino, H. Carlos, 99 Merino López, Rafael, 169 Merino Ramos, H. Segundo, 128 Mérito, marqués del, 130 Miaja, general, 93 Mifsut Vizcaíno, Ricardo, 157, 167 Millán, Antonio, 186 Mina Ezpeleta, H. Juan José, 177, 182, 186, 187, 188, 191, 193, 194, 195, 196 Mir Jordano, Diego, 156, 157 Miranda, Luis, 22 Molina, Agustín, 122 Molina Ortiz, José, 225 Molina Requena, H. José Luis, 182 Molinuevo, H. Honorio, 121 Mompeán, Esteban, 143 Montagne, Juan Bautista, 20 Montis, Ricardo de, 91, 97 260


Montpensier, duques de, 97 Moral Barrio, Juan José, 25, 47, 51, 64 Moral Muñoz, Pedro, 175, 202 Morales de la Cruz, Julia, 176, 180, 203 Moreno, Juan Manuel, 211 Moreno Barrio, H. Fernando, 174, 191 Moreno García, Diego 157 Moreno Manzano, Joaquín, 174 Moret, Segismundo, 70 Morgades y Gili, monseñor, 48 Moriana Cámara, Francisco, 202 Morillas Eslava, José, 154 Moyano Navarro, Antonio, 154 Moyano y Samaniego, Claudio, 61 Muñoz García, José Antonio, 154, 157 Muñoz Castro, Antonio, 180, 203 Muñoz García, José Antonio, 119 Muñoz Pérez, Salvador, 92, 93 Murúa, Benito, 52 Narváez, Ramón María, 61, 97 Natera, Francisco, 93, 95 Natera Natera, Francisco, 69 Navarro Sánchez, Antonio, 174 Nicolás, Mariano, 143 Noguer, Ignacio, 207 Oloriz, Josefina, 145 Onieva Sicilia, Enrique, 225 Orden Palomino, Valeriano, 138, 142 Orovio, Manuel, 72 Orozco, Jesús, 186 Ortega y Gasset, José , 73 Ortí Meléndez-Valdés, 143 Ossó y Cervelló, Enrique de, 69 Osuna Calvo, Manuel, 225 Osuna Rodríguez, Mercedes, 203 Oteros Fernández, Francisco, 187 H. Pablo María, 53 Padilla Jiménez, José M.ª, 131, 138, 218, 221, 230 Palop Fuentes, Pedro, 94, 174, 200 Paluzie, 44 Pampliega, Julio, 223 Pardo Delgado, H. Joaquín, 175, 193 Parra Galindo, Manuel, 174, 201, 207 Parra Martínez de Murga, Eloísa, 180 261


Peinado Requena, Juan Manuel, 157 Peinado Reyes, 91 Pemán, José M.ª, 103 Peña, Manuel de la, 206 Peña Villalba, Oscar, 219 Peñuela, Mariano, 107 Peñuela Escribano, Manuel, 94, 95 Peralbo López, José, 175, 177, 180, 202, 207 Perales, Narciso, 91 Peralta, Rafael, 159 Perea Merina, Francisco Javier, 180 Pérez, H. Ignacio, 160 Pérez Beneyto, 143 Pérez de la Lastra, Rafael, 174, 180, 192, 201, 207 Pérez Martínez, H. Timoteo, 174, 192 Pérez Mompeán, H. José, 180 Pérez Muñoz, Adolfo, 90, 103, 107, 143 Pérez Peña, H. José, 225 Pérez Rodríguez, Antonio, 180, 202 Pérez Rodríguez, Manuel, 169 Pidal, Luis, 69 Pietrantoni, Agustina Livia, 22 Pilat, M.ª Teresa, 19 Pío IX, 21 Pío XI, 71, 87, 110 Pío XII, 21, 138 Pizarro Muñoz, Daniel, 180, 202 Pla y Casadevall, Josep, 55,56, 64 Pla y Deniel, 68 Plagaro Cobo, H. Ricardo, 128 Porras del Corral, Manuel, 178 Porras García, Manuel, 180 Poveda Castroverde, Pedro, 65, 70, 71, 87 Povedano Bermúdez, Antonio, 172 Poyato Romero, Isabel, 219 Poyatos Martínez, H. Juan Ignacio, 188, 192, 212, 213, 214 Pozuelo Linares, Amador, 180, 181, 202 Primo de Rivera, Miguel, 71, 123 Primo Jurado, Juan José, 209 Puelles Benítez, Manuel, 61 Queipo de Llano, general, 100 Quero, Eduardo, 92 Quesada Rodríguez, H. Diego, 218, 219 Ramírez de Alda, H. Nicolás, 160 Ramírez de Arellano, Rafael, 94, 97 262


Ramírez de Arellano, Teodomiro, 94 Ramos García-Peña, Juan Manuel, 136 Rebollo Puig, Angel, 208 Rebollo Puig, Gabriel, 208 Reixach, Ricardo, 48 Rey Alamillo, Sebastián del, 180 Réveillère, padre, 47 Revilla Aráus, H. Baltasar, 128 Reyes, José Luis de los, 186, 198 Rico López, Pedro, 92 H. Richard, 52 Rigalt, Carmen, 164 Río Correa, Enrique del, 174, 180, 202, 207 Ríos, Fernando de los, 86 Risueño Catalán, Ramón,143, 146 Robledo González, H. Martín, 128 H. Robustien, 52 Rodrigo Sola, H. Santiago, 222 Rodríguez, H. Julio, 124 Rodríguez, H. Ramón, 223 Rodríguez Acero, H. Fernando, 180 Rodríguez Galán, Rafael, 136, 175, 180, 201, 207 Rodríguez González, H. Luis, 128 Rodríguez Luque, Cristóbal, 174, 177, 180, 202, 207 Rodríguez Luque, Francisco, 137, 175, 180, 201, 207 Rodríguez Marín, H. Evaristo, 225 Rodríguez Sampedro, 65 Roldán, Eduardo, jesuita, 103, 108, 110, 111, 138, 144 Roldán Villén, Francisco, 174, 202 Royo Raya, José Luis, 155, 180, 206, 209 Romanones, conde, 65, 66, 70 Romeo Moya, José M.ª, 157, 167 Romero Bartolomé, Pedro, 123 Romero Martínez, Antonio, 219 Romero Menjíbar, Félix, 131, 217 Ros, Pelayo, 143 Rosa Cobos, Antonio de la, 91 Rubio García-Mina, Jesús, 115 Rubio Múzquiz, H. Carlos, 174, 188, 191, 192, 193, 194, 195, 196, 210 Rubio Ritoré, Alberto, 188, 208 Rubio Vicente, Ramón, 92 Ruiz, Adolfo, 129 Ruiz, Hernán, hijo, 94, 125 Ruiz Bustos, Francisco, 184 Ruiz Granados, Vicente, 151, 180, 202 Ruiz Jiménez, Joaquín, 115, 118 263


Ruiz Jordiz, H. Victoriano, 101, 128, 147, 153, 155, 170, 205 Ruiz Moruno, Antonio, 187 Ruiz Moruno, Javier, 187 Ruiz Olmos, Amadeo, 160 Ruiz Ruiz, Inmaculada, 209 Ruiz Uceda, Mercedes, 219 Saavedra, Angel de, duque de Rivas, 62 Saavedra, Fausto, marqués de Viana, 112 Sáenz de Santamaría, Carlos, 160 Sáez Ruiz, H. Angel, 147 Sainz, H. Luis, 150, 174 Sainz Rodríguez, Pedro, 115 Salas Diestro, Benjamín, 113, 114, 130 Salcines López, José Luis, 154 Salcines López, Manuel, 157 Salcines Muñoz, Eduardo, 157 Salcines Muñoz, Rafael, 94, 95 Salinas Archelerga, Rafael, 123 Salvador y Barrera, 68 Samaniego, Félix M.ª, 63 Sánchez, Antonio, 188 Sánchez, Carlos, 102, 129 Sánchez, José M.ª, 129 Sánchez Badajoz, Manuel, 92 Sánchez Dantas, Juan Antonio, 178 Sánchez Luque, Julio, 157 Sánchez Sánchez, Encarnación, 225 Sanchiz Salmoral, Miguel Angel, 180, 203 Sanjurjo, José, 92 Santamaría, H. Francisco, 197 Santamaría, Mariano, 46 Santiago, Diego M.ª, marqués de casa Ulloa, 68 Santisteban Martínez, José Luis, 154 Sanz, Emilio, 40 Sanz, H. Estanislao, 150 Sanz del Río, Julián, 71, 72 Sarazá Murcia, Manuel, 123 Seco de Herrera, Juan Eusebio, 113, 129, 130 Seco de Herrera, Paulino, 146 H. Secundino, 160 Segura, Pedro, 87 Serrano de Haro, Agustín, 146 H. Servando, 93 Servitja Escatller, Ignacio, 47 Servitja, Ignacio, 48 264


Silió, 67 Silvela, 69 Siurot Rodríguez, Manuel, 70, 71 Sivilla, Tomás, 48 Sofía de Grecia, reina de España, 120 Solana Madariaga, Javier, 164 Solís Ruiz, José, 120 Sos Arlegui, H. Rufo, 160 Spínola, cardenal, 67 Suárez, Adolfo, 169 Tamames, Ramón, 64 Tedeschini, nuncio en España, 87 Tellechea Elizalde, H. Miguel, 175, 205, 217 Tenorio Guerrero, H. José, 218, 219 H. Teodoro José, 79 Tibau, Narciso, 131, 138, 140 Torras i Bages, monseñor, 68 Torres Sánchez, Manuel, 212 Torres Cabrera, condes de, 71, 97 Torres Molina, José, 103, 110, 111, 125, 138, 160 Torres Quintela, José, 154 Torres Trigueros, Antonio, 123 Trigo Aguilar, Herminio, 169, 171 Trócoli Losada, Luis, 170 Troyano Moraga, Pablo, 91 Unamuno, Miguel de, 70 Ureña, Enrique, 72 Vaamonde Lemos, Ricardo, 178 Vadillo Robredo, H. Cándido, 174, 192, 205 Val Celada, H. Alfredo del, 218 Val Ruiz, H. Epifanio del, 131, 132, 133, 146, 158, 217 Valdeflores, marqués de, 113 Valverde Castilla, José Tomás, 123 Valverde Mazuelas, Cecilio, 169 Vallepuga, José, 113, 138 Vaquero Cantillo, Eloy, 91, 92 Vázquez Berni, Mateo, 152, 175, 196, 201, 203, 207 Vázquez Romero, Antonio, 174 Velasco, familia, 94, 97 Velasco Cañadas, Juan Carlos, 187 Velasco Mata, Miguel Angel, 219 Velázquez Elices, Celso, 175, 200, 201, 207 Vera López, José Antonio, 160 Verastegui Jabat, José M.ª, 93 265


Viadel, Miguel, 55, 58 Vianney, Juan M.ª, 20 Vicente Córdoba, Carlos, 156, 157 Vidal y Barraquer, monseñor, 88 Vignote y Vignote, 143 Villar Movellán, Alberto, 126 Villar Palasí, José Luis, 116, 175 Vindel, Daniel, 143 Viñas, Narciso, 48 Weber Nellesse, H. Heriberto, 21-22 Yébenes Jurado, M.ª Soledad, 225 Yusta Navarro, Baltasar, 127 Zarco Cañadilla, José, 202, 205, 207, 211 Zorraquino Rueda, H. Pedro, 222 Zubiri, Javier, 69

266


BIBLIOGRAFÍA



Fuentes: Anales del Colegio “Cervantes”, de 1940 a 1946 y de 1980 a 1982 (170 páginas). Actas del Consejo Local del Colegio “Cervantes”, de 1940 a 1977 (272 páginas). Archivo de Secretaría del Colegio “Cervantes”, desde 1933. Historial de la Asociación de AA.AA. del Colegio “Cervantes”, desde 1949 (125 páginas). Archivo de Secretaría de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada, desde 1947. Archivo de Secretaría del Colegio “San José”, desde 1961. Bética Marista. Reportaje histórico, de Francisco Ibáñez Cámara, apuntes mecanografiados sobre los distintos Centros de la Provincia, basándose en sus Anales y en recuerdos personales (402 páginas). Actas del Congreso Nacional de Educación Marista, celebrado en Salamanca, del 24 al 27 de septiembre de 1986. Guía de centros educativos católicos, publicado por la FERE y el CGEC desde 1964. Entrevistas personales con distintos miembros de la Familia Marista cordobesa. Revistas: Eco Marista, editada por padres y educadores del Colegio “Cervantes” de 1979 a 1986. Stella Maris, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1920. Maristas 1886-1986. Cien Años en España, editada por el Secretariado Permanente del Centenario de 1984 a 1986. Presencia 7, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1989. Boletín Informativo, editado por la Asociación de AA.AA. Maristas del Colegio “Cervantes” desde 1968. Hemeroteca: Diario de Córdoba, de1933 a 1938. El defensor de Córdoba, de 1933 a 1938. Azul, de 1936 a 1941. Córdoba, desde 1941. 269


Tendillas 7, de 1979 a 1981. La Voz de Córdoba, de 1981 a 1984. Iglesia en Andalucía, 1999. Educación marista: AA.VV., Gran Enciclopedia de Andalucía, Promociones Culturales Andaluzas 1979. ARRIETA GARCÍA, Alberto, Marcelino Champagnat, Edelvives 1980. CALVO RODRÍGUEZ, Fernando, Vida y obra del H. Francisco Ibáñez Cámara, sin publicar, Granada 1997. CARPINTERO LOZANO, Federico, Padre de Hermanos, Edelvives 1990. CLAVERO BARRANQUERO, Antonio, La represión religiosa 1936-1939. Los Hermanos Maristas de Málaga, Edelvives 2000. CHAMPAGNAT, Marcelino, Enseñanzas espirituales, Edelvives 1947. CHAMPAGNAT, Marcelino, Guía del maestro. Editada por primera vez en 1853, la edición que hemos manejado corresponde a la obra revisada tras el Capítulo General de 1920 y publicada por Edelvives en 1942. DORADO SOTO, M.ª Ángeles, El pensamiento educativo de la Institución Marista, NAU llibres 1984. ESCORIHUELA PUJOL, J. y otros, El educador marista 1, Edelvives 1983. FONT DE DIOS, Eduardo, Mi Colegio (1939-1949), manuscrito, Córdoba 1995. FURET, Jean Baptiste, Crónicas maristas, Edelvives 1979. LANFREY, A., Une congregation enseignante: les Frères Maristes de 1850 a 1904, Lyon 1979. LÓPEZ PINTOR, R. y CASTILLEJO GORRAIZ, M., La Iglesia de Andalucía, CajaSur 1993. MORAL BARRIO, Juan José, El educador marista 2, Edelvives 1986. MORAL BARRIO, Juan José, El educador marista 3, Edelvives 1987. MUÑOZ CASTILLO, Juan Antonio, Expediente M. Memorias de un antiguo alumno marista (1981-1993), manuscrito, Córdoba 2002. POZO, Victorino del, Yo y la Revolución, Barath 1982. SANTAMARÍA, M. y otros, Cien años en la escuela, Edelvives 1987. UNCITI Y AYERDI, Manuel, Amaron hasta el final, Edelvives 1997. VALERO GARCÍA, José M.ª, La escuela que yo quiero, GRAM 1989. Educación en España: AA.VV., El sistema educativo español, MEC 1992. BATANAZ PALOMARES, Luis, La educación española en la crisis de fin de siglo, Diputación Provincial de Córdoba 1982. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, B. y otros, Historia de la acción educadora de la Iglesia en España. Volumen II: Edad Contemporánea, BAC 1996. BORRAS LLOP, J.M. y otros, Historia de la infancia en la España Contemporánea, 1834-1936, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1996 270


CUENCA TORIBIO, José Manuel, Relaciones Iglesia-Estado en la España Contemporánea, Alhambra 1989. DELGADO CRIADO, B. y otros, Historia de la Educación en España y América. Volumen III: La educación en la España contemporánea, SM y Morata 1994. DELICADO BAEZA, J. y otros, Educar en valores hoy, CGEC 1993. DÍAZ COTAN, José, La familia salesiana en Córdoba, Inspectoría Salesiana Santo Domingo Savio, 1993. GARCÍA HOZ, Víctor, Diccionario de Pedagogía, Labor 1974. GARCÍA PROUS, Concha, Relaciones Iglesia-Estado en la Segunda República Española, Cajasur 1996. GUTIÉRREZ CUADRADO, J. y otros, Historia de España. Educación y enseñanza, Alianza Editorial 1989. PALACIOS BAÑUELOS, Luis, La educación y la Institución Libre de Enseñanza, Historia Viva pp. 245-314, Universidad de Córdoba 1993. PUELLES BENÍTEZ, Manuel, Educación e ideología en la España contemporánea, Labor 1980. RODRÍGUEZ ESPEJO, Manuel, Las Escuelas Reales de Córdoba (Hoy RR. EE. Pías de la Inmaculada Concepción) desde 1791 a 2002, CajaSur, 2002. TIERNO, Bernabé, Educar hoy. De los seis a los veinte años, Planeta de Agostini 1995. Córdoba: AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 1: Historia, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 2: Arte, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 3: Geografía, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 4: Cultura y Sociedad, Cajasur y Diario Córdoba, 1995. AGUILAR GAVILÁN, Enrique, Historia de Córdoba, Sílex 1995. ARANDA DONCEL, Juan, Historia de Córdoba. La época moderna, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1984. CASTEJÓN MONTIJANO, R. y otros, Historia del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba (1864-1978), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1979. LÓPEZ ONTIVEROS, Antonio, Evolución urbana de Córdoba y de los pueblos campiñeses, Diputación Provincial de Córdoba 1981. CUENCA TORIBIO, José Manuel, Historia de Córdoba, Luque 1993. MÁRQUEZ CRUZ, Francisco Solano, Memorias de Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985. MÁRQUEZ CRUZ, Francisco Solano, Córdoba de Ayer a Hoy, Cajasur, 1988. MONTIS, Ricardo de, Notas cordobesas, edición facsímil de Cajasur 1989. 271


PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Historia de Córdoba. La etapa contemporánea (1808-1936), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1990. PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Yo, el alcalde, Colección Córdoba Tomo 2, pp. 181-200, Diario Córdoba y Cajasur 1996. RAMÍREZ DE ARELLANO, Rafael, Inventario-Catálogo Histórico Artístico de Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1983. RAMÍREZ DE ARELLANO Y GUTIÉRREZ, Teodomiro, Paseos por Córdoba, Everest y Luque 1987. RAMÍREZ DE LAS CASAS-DEZA, Luis María, Indicador cordobés, Everest 1976.

272


ÍNDICE



PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

7 13

PRIMERA PARTE. LA INSTITUCION MARISTA: HISTORIA, CARACTER Y PEDAGOGIA 1. Champagnat y los fundamentos de su obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

19

Marcelino Champagnat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Beato y Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El educador marista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las virtudes que deben poseer los Hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La devoción a la Virgen María. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Cuáles son los valores maristas? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

19 21 24 25 26 29

2. La pedagogía Marista: Aportaciones originales . . . . . . . . . . . . . . . . .

31

Carácter propio de los Colegios Maristas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El concepto de educación, educador y educando . . . . . . . . . . . . . . . . . . La pedagogía de la presencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Trabajo, constancia y disciplina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Educación física e intelectual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Educación moral y social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El material . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las asignaturas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

31 32 35 36 40 41 42 44

3. La llegada de los Maristas a España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

47

Gerona 1886. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La legalización en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Del desastre en Francia a la consolidación en España . . . . . . . . . . . . . . La organización administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los primeros Hermanos, vistos por Josep Pla, Concha Espina y Miguel Viadel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los Colegios Maristas de 1900 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

47 49 50 53 55 59 275


4. La enseñanza en la España del cambio de siglo . . . . . . . . . . . . . . . . .

61

La Ley Moyano de 1857 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La realidad educativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Iglesia y Estado ante la Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La escuela confesional católica de principios del siglo XX . . . . . . . . . . La escuela laica de principios del siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

61 64 66 67 71

SEGUNDA PARTE: LOS COLEGIOS MARISTAS DE CORDOBA (1906-1999) 1. El Colegio “Nuestra Señora de Araceli” de Lucena (1906-1964) . . . .

77

2. El Colegio “Cervantes” de la calle Barroso (1933-1935). . . . . . . . . . .

85

La enseñanza católica durante la Segunda República . . . . . . . . . . . . . . . La Córdoba de los años treinta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La llegada de los Maristas a Córdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

85 89 93

3. El Colegio “Cervantes” del Palacio de Torres Cabrera (1935-1942) .

97

Historia y descripción del Palacio de Torres Cabrera . . . . . . . . . . . . . . . Una nueva sede para el “Cervantes”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cambio de director y nueva etapa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La euforia de la posguerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las Primeras Comuniones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Acción Católica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Necesidad de abandonar el Palacio de Torres Cabrera y muerte del Hermano Director . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

97 98 99 101 103 108 110

4. El Colegio “Cervantes” de la Plaza de la Compañía (1942-1973) . . .

115

La enseñanza no universitaria durante el régimen de Franco . . . . . . . . . Córdoba durante el franquismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El edificio y su historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El “Cervantes” estrena sede provisional... para 31 años . . . . . . . . . . . . La vida académica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las actividades extraescolares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las relaciones externas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los Hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Asociación de Antiguos Alumnos (1.ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un escudo y un himno para el Colegio “Cervantes” . . . . . . . . . . . . . . . El Castillo de Maimón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

115 119 129 128 132 138 143 146 153 157 158

5. El Colegio “Cervantes” de la Avenida de la Fuensanta (1973-1999) .

163

La enseñanza no universitaria en España en los últimos años . . . . . . . . La Córdoba última . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Una sede propia y definitiva para “Cervantes” . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

163 167 170

276

112


La vida académica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las actividades extraescolares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El padre Jesús. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los Hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los profesores seglares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Asociación de Antiguos Alumnos (2.ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Familia Marista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un “Cervantes” para el siglo XXI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

175 182 189 191 199 204 209 212

6. Las “Reales Escuelas Pías de la Inmaculada” de Córdoba (1947-1999) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

217

7. El Colegio “San José” de Priego de Córdoba (1962-1999). . . . . . . . .

221

CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . APÉNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . INDICE ONOMÁSTICO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

227 233 249 267

277




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.