El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

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Juan José Primo Jurado

Diario de CÓRDOBA , octubr e de 1933

Juan José Primo Jurado

El Colegio Cervantes (1933-2008)

www.maristascor doba.com

El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961) es doctor en Historia, licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Magisterio. Cursó sus estudios desde 1º Primaria a COU, en el Colegio Cervantes de los hermanos maristas, concluyéndolos en 1979. En la actualidad dirige el Archivo Histórico del Palacio de Viana, propiedad de la Obra Cultural de Cajasur, donde ha catalogado su valioso fondo documental, y es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos. Anteriormente ejerció la enseñanza en diferentes colegios e institutos. Su faceta más conocida, además de las de escritor — Juan Jurado Ruiz, una vida para la Iglesia de Córdoba (Cajasur, 1999) La educación marista en Córdoba (Cajasur, 2003) Paseando por Córdoba (Almuzara, 2004) Teoría del séneca cordobés (Almuzara, 2005) Antonio Cruz Conde y Córdoba: memoria de una gestión pública (Ayuntamiento de Córdoba, 2005) y Córdoba, ciudad eterna (Almuzara, 2007)— y guionista —la serie Historia de Córdoba (ABC, 2007)— es la de analista en la prensa local, iniciada en Córdoba y continuada desde 2001 en ABC, en cuyas páginas de opinión ha publicado ya más de ochocientos artículos. Es miembro de la Real Academia de Córdoba, Cruz al Mérito Militar por su labor como comisario en la magna exposición sobre El Gran Capitán y presidente de la Asociación de AA.AA. del Colegio Cervantes.


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008) 75 AÑOS DE MARISTAS EN CÓRDOBA Juan José Primo Jurado

Colegio Marista Cervantes Córdoba


Autor Juan José Primo Jurado Prólogo Chano Guzmán Moriana (Director del Colegio Marista Cervantes de Córdoba) Portada y Contraportada Chano Guzmán Moriana Selección fotográfica Antonio Pérez Rodríguez Juan José Primo Jurado Logotipo 75 Aniversario Manuel Luque Bonillo Diseño y maquetación Equipo Edelvives

© Juan José Primo Jurado, Chano Guzmán Moriana, Antonio Pérez Rodríguez, Manuel Luque Bonillo, 2008 ISBN: 000000000 Depósito legal: Z.0000-07 Talleres Gráficos Edelvives Ctra. de Madrid, km 315,700 - 50012 ZARAGOZA Certificados ISO 9001 Impreso en España · Printed in Spain


La Buena Madre.


Imagen de San Marcelino Champagnat en las publicaciones del siglo XXI.


Una imagen del entonces Beato Marcelino Champagnat, en una publicación de los años cincuenta.

Puerta de entrada al colegio en su primitiva ubicación de la calle Barroso.

En esta casa de la calle Barroso abrió sus puertas el Colegio Cervantes el 4 de octubre de 1933.

La Primera Promoción del Colegio Cervantes.


El curso 1935/36 lo inici贸 el Cervantes en su segunda sede, este palacio de los condes de Torres Cabrera.

Puerta de entrada a la casa palacio de Torres Cabrera, de 1935 a 1942 sede del colegio.


Equipo de fútbol del Colegio Cervantes, que se enfrentó el 14 de mayo de 1941 con el del Instituto, en el Estadio América.

Comunidad de hermanos del Colegio Cervantes en junio de 1941, presididos por el segundo director del centro, H. Agapito García.


La chasca, instrumento de forma y sonidos reconocibles totalmente para cualquier alumno de Cervantes.

El pupitre y su tintero.

El consiliario diocesano de Acción Católica, José Torres Molina, el director de las Congregaciones Marianas de Córdoba, jesuita P. Eduardo Roldán y los hermanos maristas Bernardino María y Arturo José, con las directivas del Centro de Juventud y del Aspirantado de Acción Católica de Cervantes, el 6 de diciembre de 1940.


El H. Cándido Amador y los alumnos de Acción Católica en la catequesis de los Olivos Borrachos, en diciembre de 1942.

Primeras comuniones del Cervantes el 14 de mayo de 1942. La foto se tomó en el patio del colegio en su sede de Torres Cabrera. Al siguiente curso se trasladó a la Compañía.


Vista general de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada, en la plaza de la Compañía, las cuales albergaron al Colegio Cervantes desde 1942 a 1973. Durante este tiempo y prolongándose hasta 1999, los hermanos maristas se hicieron cargo también de las Escuelas Pías.

Fachada de la sede del colegio entre los cursos 1942/43 y 1972/73. Noble edificio construido en el siglo XVI para albergar al prestigioso Colegio de Santa Catalina de los jesuitas, los cuales lo reformaron y habitaron hasta su expulsión en 1767.


Los alumnos Mariano Peñuela y José Jurado, en la ofrenda floral del Día del Estudiante Caído, en la Torre de la Malmuerta, 9 de febrero de 1943.

Foto recuerdo de la estancia en Córdoba, el 26 de julio de 1947, del H. Leónidas, séptimo Superior General de los maristas, en su primera visita a España.


Alumnos de Cervantes, con las antiguas huchas, en la cuestación del Día del Domund del año 1951. Escudo del colegio, diseñado por Rafael de la Hoz en 1949. Hace alusión a la Virgen y sus virtudes (las tres flores, humildad, sencillez y modestia) a Miguel de Cervantes (el guantelete, por la mano perdida en Lepanto) y a Córdoba (el pez, icono de San Rafael, custodio de la ciudad).

El alumno Félix Martínez Cantos, en la típica foto escolar de aquellos tiempos, curso 1951/52.


Primera comuniones del Cervantes, en mayo de 1952. La foto se tomó en el patio del colegio, ya en su sede la Compañía desde el curso 1942/43. El H. Ignacio Martínez con un niño de Primera Comunión y su familia, en el patio rojo del colegio, mediada la década de los cincuenta.


Equipo de fútbol de 4º curso del año 1953.

Desde 1953, Cervantes figuró en el cortejo procesional de la Hermandad del Santo Sepulcro, con sede en la Compañía, al formarse con alumnos una Escolanía. Vestidos con túnica negra y roquete rojo, acompañaban Cristo muerto cantando motetes. La Escolanía mantuvo su actividad y presencia hasta 1965.


El H. Luis María en el patio rojo del colegio con el trofeo del campeonato de baloncesto de 1955, ganado por su clase de 5º que le rodea. Estaba recién llegado de Uruguay y un día les llevó a clase un porongo, especie de vasija donde los naturales del país hermano toman su mate, y desde entonces a hoy sus alumnos lo conocen cariñosamente como “Poronguito”.

Homenaje al H. Tomás Corral (sosteniendo un cuadro). La foto está tomada en la gran escalera del Cervantes del edificio de la Compañía.


El director de Cervantes, H. AnanĂ­as Llanillo, en la entrega de premios de 1964.

El campo de deportes del Colegio Cervantes en la avenida del Brillante, aĂąo 1965.


Alumnos en el patio rojo de Cervantes, formados en filas para entrar en noviembre de 1967.

Tabla de gimnasia en el patio rojo de Cervantes en 1967.


El H. Ananías y el capellán de Cervantes, Valeriano Orden, con los niños de Primera Comunión el 14 de mayo de 1967.

Vista general de la fachada principal del Colegio Cervantes, estrenando sede propia en el barrio de la Fuensanta en octubre de 1973.


La Ă­ntima y preciosa capilla del nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta.

Plantilla de profesores del colegio el curso 1976/77, tercero de su instalaciĂłn en su esplĂŠndida y definitiva sede de la avenida de la Fuensanta.


Tabla de gimnasia en el campo de fútbol del colegio en su sede de la Fuensanta, poco después del traslado a ésta el curso 1973/74.

Dos hermanos maristas de larga y querida presencia en el colegio, Cándido Vadillo (izquierda) y Tomás Corral.


El director de Cervantes, H. Carlos Rubio (centro) con el presidente de la Asociaci贸n de AA.AA., Antonio Alarc贸n (segundo por la izquierda), con la junta directiva de la asociaci贸n y sus esposas, a principios de los ochenta. La tuna de Cervantes en 1980.


El Club Maristas de baloncesto, año 1985.

El Club Maristas de fútbol, año de 1985.


El H. Serafín Mayor con un equipo de baloncesto del colegio a principio de los años ochenta.

Alumnos de Cervantes en unos campamentos de verano en los años ochenta.


El dominico P. Jesús Mendoza lee la oración final en la Asamblea de AA.AA. de 1981, entre el H. Tomás Corral y Javier Martín Fernández, miembro de la Junta Directiva.

El capellán del colegio, P. Jesús Mendoza celebrando una misa rociera en Cervantes el año 1985.


El director del colegio, H. Javier Lusarreta, preside una reunión con padres de alumnos en el curso 1987/88.

Los hermanos maristas Francisco Ibáñez (izquierda) y Cándido Vadillo, en el Día del Maestro de 1986.


Hermanos y profesores de Cervantes con el Superior General marista, H. Charles Howard (quinto por la izquierda), en el vestĂ­bulo del colegio, aĂąo 1990.

Ceremonia de entrega de premios acadĂŠmicos al finalizar el curso 1990/91.


Los profesores José Enrique Carretero (izquierda) y Antonio Pérez, en la Semana de Andalucía de 1992. Cada año, esa semana cultural se dedica a una efeméride o acontecimiento histórico, con trabajos de alumnos que se exponen en el vestíbulo del colegio.

Alumnos de Primera Comunión en Cervantes, con el dominico P. Cirilo, año 1993.


El jugador de baloncesto Fernando Romay, entre dos profesoras, en el polideportivo del colegio durante una visita a Cervantes el curso 2007/08.

Fernando Romay en la sala de profesores del colegio en el curso 2007/08. A su izquierda el H. SerafĂ­n Mayor, gran impulsor de los deportes, y a su derecha el H. JosĂŠ Luis Molina.


Antonio Pテゥrez con sus alumnos en el aula de audiovisuales.

El antiguo alumno y profesor del colegio, Miguel テ]gel Sanchiz, en el taller de manualidades el curso 2007/08.


Myriam García de Vinuesa, orientadora del colegio, durante una sesión de trabajo con alumnos en el curso 2007/08.

Una clase de 1º ESO durante el curso 2006/07.


Alumnos en el taller de Informática, con el profesor José Fernández Vílchez, durante el curso 2007/08.

Primera Comunión del año 2007 en el salón de actos de Cervantes, presidida por el P. Miguel, jesuita capellán del colegio.


Fiestas del Colegio Cervantes en junio de 2008, durante la velada en torno a San Marcelino.

Alumnas de Cervantes durante la entrega de premios de deporte de 2008, en el pabell贸n polideportivo de Cervantes.


La alumna MarĂ­a Primo Maldonado recoge un trofeo de baloncesto de manos de su entrenadora en las fiestas colegiales de 2008.

Viaje de fin de Bachiller a Italia en el curso 2007/08.


La Educaciรณn Infantil comenzรณ a impartirse en el colegio en el curso 2006/07.

Los mรกs jรณvenes alumnos del frondoso รกrbol del Colegio Cervantes.


El H. Florencio Andueza, querido y veterano s铆mbolo del actual Cervantes, con los alumnos de Infantil en una visita de estos a la comunidad.

Los directivos de la Asociaci贸n de AA.AA., Leandro Crespo, Miguel Cerezo y Juan Jos茅 Primo, con la presidenta de la Asociaci贸n de Madres y Padres, Mercedes Mayo, en el almuerzo fin de curso 2003.


Salón de actos del colegio durante la Asamblea de AA.AA. de diciembre de 2005. En primer término los alumnos de 2º Bachiller, que recibieron ese día la insignia de antiguos alumnos.

Promoción de 1998 en un encuentro organizado por la Asociación de AA.AA. en 2006.


P ro moció n de 1957 celebrando su cincuentenario durante la Asamblea de Antiguos Alumnos de diciembre de 2007.

El antiguo alumno y rector de La Universidad de Córdoba, José Manuel Roldán (sexto por la izquierda) y cuatro catedráticos, también antiguos alumnos, Mariano López, José Carlos Gómez Villamandos, Ignacio Gallego y Rafael Jordano, reciben la insignia de oro de la Asociación de AA.AA. el 16 de diciembre de 2007. Les acompañan el presidente de la Asociación (cuarto por la izquierda) y el H. Chano, director del colegio (quinto por la izquierda).


Antonio López Valbuena, Inmaculada Ruiz, Antonio Pérez y el H. Pedro Pérez, Junta Directiva de la Asociación de AA.AA., con el Superior General de los maristas, H. Seàn Sammon (cuarto por la izquierda) en Castilleja de la Cuesta el año 2008.

Vista aérea del colegio donde se aprecian también sus campos de deportes y el polideportivo cubierto.


EsplĂŠndida vista del colegio en su puerta oriental.

Imagen de la Virgen MarĂ­a, en el precioso jardĂ­n que separa el colegio de la residencia de los hermanos.


Curso 1940/41, grupo de 3º en el patio del Colegio Cervantes en Torres Cabrera.

Curso 1950/51, grupo de 6º en el patio del Colegio Cervantes, ya en la Compañía.


Curso 1951/52, grupo de 2ยบ en el patio del Colegio Cervantes.

Curso 1953/54, grupo de 4ยบ en el patio del Colegio Cervantes.


Curso 1955/56, grupo de Preuniversitario en el patio del Colegio Cervantes.

Curso 1956/57, grupo de 4Âş en el patio del Colegio Cervantes, con el H. Ignacio MartĂ­nez y el H. Vicente Navarro.


Curso 1959/60, orla de 3º, con típicos rincones del colegio y cordobeses.

Curso 1962/63, grupo de 4º, con sus profesores, el H. Ignacio Martínez y el H. Juan Vicente Ororbia.

Curso 1968/69, grupo de 2º A, con su tutor Antonio López Valbuena.


Curso 1968/69, grupo de 2º B, con su tutor Rafael Rodríguez Galán.

Curso 1970/71, grupo de 4º, en él hay tres futuros profesores de Cervantes: José Enrique Carretero, José Luis Royo y Antonio Marín.


Curso 1976/77, grupo de 3º BUP, con su tutor H. Juan José Mina.

Curso 1981/82, grupo de 1º EGB, con su tutor Rafael Pérez de la Lastra.


Curso 1996/97, grupo de 3º BUP C, con su tutor Rafael García.

Curso 2002/03, orla de 2º Primaria A, con su tutor Amador Pozuelo.


Curso 2003/04, orla de 1º ESO A, con su tutor H. Serafín Mayor.

Curso 2003/04, orla de 3º ESO B, con su tutor H. José Antonio Franco.


Curso 2005/06, orla de 2º Bachiller C, con su tutor Antonio Pérez.

Curso 2006/07, orla de 1º Primaria A, con su tutor Juan Dávila Díaz.


Curso 2007/08, orla de 2º Infantil A, con su tutora Esperanza Macarena Vacas.

Curso 2007/08, orla de 6º Primaria A, con su tutor Francisco José Luque.


Curso 2007/08, orla de 2潞 Bachiller, con sus profesores.

Orla con el profesorado y el personal de administraci贸n y servicios del Colegio Cervantes en el curso 2007/08.


PRÓLOGO

Desde la Familia Marista, y muy en concreto la cordobesa que integra todos los estamentos del Cervantes, nos sentimos tremendamente orgullosos de que este centro marista cumpla en el año 2008 los setenta y cinco años de su creación. Una continuidad en el tiempo, de proyectos, realidades y resultados de la presencia marista en Córdoba: Todo un mundo por compartir, como reza el lema que hemos elegido para celebrar este aniversario. La comisión organizadora del 75 Aniversario del Colegio Marista Cervantes tuvo claro que, entre los actos a celebrar con tal motivo, uno debía dejar constancia escrita de lo realizado durante esos años. Fue así como surgió la iniciativa de escribir y publicar esta obra. Y no es fácil escribir la historia de un colegio, porque siempre se escapa algo, esa ilusión, esa lucha diaria, los sentimientos que laten entre las risas y preocupaciones de los alumnos, los profesores, las familias, los antiguos alumnos, los animadores, catequistas y entrenadores y otro personal del centro. Eso es difícil de recoger en páginas impresas y tendrán ustedes, que seguro conocen Cervantes en alguna de sus etapas históricas, poner de su parte para sentirlo. El resto sí está espléndidamente recogido en este libro. Y es que la historia del Colegio Cervantes resulta muy interesante. El 4 de octubre de 1933, en plenas leyes restrictivas de la Segunda República para la apertura de centros de enseñanza de las órdenes religiosas, los hermanos maristas fundaron el Colegio Cervantes (también fundaron ese mismo años los colegios de Sevilla y Huelva). Se adaptaron a las leyes laicistas de entonces y lo crearon y regentaron como maestros católicos seglares. Su éxito formativo, 3


PRÓLOGO

académico y religioso, no dejó de crecer hasta llegar a nuestros días, convertido en uno de los colegios de referencia de la provincia cordobesa. Un buen ejemplo de cómo la labor de la Iglesia puede crecer en situaciones legislativas aparentemente hostiles. Entre esas dos fechas de 1933 y 2008, Cervantes ha educado a miles de alumnos y enmarcado la labor de centenares de hermanos y profesores. Ha conocido diferentes regímenes políticos en España, con su reflejo en sucesivos y, a veces, excesivos sistemas educativos. Y ha experimentado la evolución de la sociedad cordobesa y española. A todo eso se ha adaptado nuestro colegio y ha continuado con su labor de procurar formar buenos cristianos y honrados ciudadanos, coherentes con las enseñanzas y responsabilidades que aprenden aquí e inculcándoles las virtudes simbolizadas en nuestras tres violetas: humildad, sencillez y modestia. Toda esa historia se desarrolló con una continuidad, sólo interrumpida cada cierto tiempo por el cambio de espacio físico. Cuatro sedes tuvo Cervantes en su historia, las tres primeras de alquiler y la cuarta de obra nueva en propiedad. Tras su ubicación primitiva en la calle Barroso, de 1935 a 1942 se estableció en el palacio de los condes de Torres Cabrera; luego fue acogido en el edificio de las Reales Escuelas de la Inmaculada, en la plaza de la Compañía, donde permaneció hasta concluir el curso 1972/73, sacándole el máximo partido al viejo, monumental y entrañable caserón. Su actual edificio, inaugurado en octubre de 1973 en la avenida de la Fuensanta, se alza sobre 15.000 metros cuadrados con magníficas instalaciones deportivas y educativas para Infantil, Primaria, Secundaria y Bachiller. Juan José Primo Jurado, autor del libro, es un profesional con gran prestigio intelectual en Córdoba y un antiguo alumno largamente identificado con el colegio, habiendo dedicado ya en otras ocasiones estudios a la educación marista. Ahora compila en estas páginas todo lo destacable en datos, nombres propios, fotos y hechos, que han sucedido en la historia del Colegio Cervantes. Una herencia y un legado que asumimos y que nos anima a seguir creciendo y evolucionando al servicio de la formación integral de la infancia y juventud cordobesas. H. CHANO GUZMÁN MORIANA Director del Colegio Marista Cervantes Córdoba, 8 de julio de 2008.

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AGRADECIMIENTOS

La primera gratitud que debe dar un antiguo alumno que escribe un libro sobre su colegio, para conmemorar el 75 aniversario de su fundación, es al propio colegio por haberlo elegido a él como cronista de su historia y vida. Es un orgullo para mí haber podido escribir esta obra y así deseo manifestarlo ¿Pero quién es el colegio? ¿A quién hay que dirigirse para manifestarle esas gracias? Hablar del Colegio Cervantes es hablar de todo, de paredes, de muebles, espacios, recuerdos y papeles, pero también es hablar de personas, pasadas y presentes, que con su manera de ser, con su coincidencia en el cariño y en el trabajo por Cervantes, han creado la armonía, la documentación y la colaboración precisas para que se hiciese realidad este libro. En plano más concreto quiero agradecer la imprescindible colaboración de Antonio Pérez para localizar toda la parte fotográfica; a los hermanos maristas Carlos Rubio, José Antonio Vera y Chano Guzmán por sus minuciosas correcciones, matizaciones y aclaraciones al texto; a Alfredo Romeo por convertir este libro en enciclopedia digital de la página web que ha diseñado para el Colegio Cervantes y su Asociación de Antiguos Alumnos; y a la Institución Marista y a Edelvives por publicar el libro. Durante doce años seguidos de mi vida, todos los libros en los que estudié cada día y la mayoría de los que leí procedían de la Editorial Edelvives, la misma que, casi tres décadas después de la terminación de mis estudios en Cervantes, me edita un libro, este libro. Se cierra el círculo. Y, finalmente, gracias a usted que lo está leyendo. JUAN JOSÉ PRIMO JURADO Córdoba, verano de 2008.

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MARCELINO CHAMPAGNAT, FUNDADOR DE LOS HERMANOS MARISTAS

Marcelino Champagnat Marcelino Champagnat nació el 20 de mayo de 1789, poco más de mes y medio antes de la toma de la Bastilla, en Rossey, una aldea del Ayuntamiento de Marlhes (2.500 habitantes), unos 50 kilómetros al suroeste de Lyon. Era el noveno y penúltimo hijo del matrimonio formado por Juan Bautista Champagnat y María Teresa Chirat, familia campesina que junto al trabajo en el molino y en el campo, comerciaba con telas y encajes. El padre era un hombre recto e instruido, apreciado por los vecinos, que en los años de infancia de Marcelino fue secretario del Ayuntamiento de Marlhes. La madre es descrita por Furet, biógrafo de Champagnat, como “piadosa y recogida, amante de su casa, educando a sus hijos en la religión, en la devoción a María y en la austeridad de costumbres, vigilándolos con solicitud”. En medio del maremágnum de la Revolución Francesa, que desquiciaba todos los estratos del país, Marcelino no brilló en sus primeros estudios y sería su padre quien se encargase de su educación. También recibiría la influencia de una hermana del padre, Luisa, religiosa de San José, expulsada del convento por la Revolución y que vivía protegida en casa de Juan Bautista. Tras recibir la primera comunión y la confirmación, con 11 años, ayudará a sus padres en las tareas de la casa e incluso cuidará unos corderos que le regala su progenitor. Con 14 años de edad, Marcelino va afrontar una de las decisiones más transcendentales de su vida. En la Pascua de 1804, un eclesiástico enviado por mosén Courbon, vicario general de la Diócesis Primada de Lyon, llegó a Marlhes, 7


MARCELINO CHAMPAGNAT, FUNDADOR DE LOS HERMANOS MARISTAS

dentro del afán por llenar los seminarios vacíos a causa de la Revolución. Llegado a casa de los Champagnat, los hijos de éstos rechazaron la posibilidad de hacerse sacerdotes, excepto el joven Marcelino, que queda pensativo y finalmente acepta, tomando una decisión que no variará en toda su vida. Pocas semanas después, la tragedia se abatirá sobre la familia con la muerte, de un ataque de apoplejía, del padre. El curso 1804-1805 lo dedicó Marcelino a aprender a hablar y escribir francés (su lengua materna y habitual era el franco-provenzal) en la escuela de Saint-Saveur. Finalizado el curso peregrinó con su madre al santuario de La Louvesc y reafirmó su decisión. El 28 de octubre de 1805, con 16 años de edad, Marcelino Champagnat ingresa en el seminario menor de Verrières, unos 100 kilómetros al oeste de Lyon. Ocho años pasaría formándose en Verrières, donde encontraría como compañeros a Juan Claudio Colin y Juan María Vianney, futuro superior de la Sociedad de María y santo cura de Ars, respectivamente. El 1 de noviembre de 1813 Marcelino ingresaría en el Seminario Mayor San Ireneo de Lyon; cuatro años antes su madre había fallecido. Tras los tres años preceptivos, el 22 de julio de 1816, Champagnat era ordenado sacerdote. Al día siguiente, un grupo de estos nuevos clérigos, liderado por Juan Claudio Colin, y entre los que se encontraba Marcelino, consagraron ante Nôtre Dame de Fourviére en Lyon, un proyecto forjado durante los años de San Ireneo, la Sociedad de María: grupo de sacerdotes destinado a las misiones, a la enseñanza de la doctrina y al apostolado. Hoy en día se denomina Congregación de Padres Maristas y llevan a cabo su obra en las misiones, sobre todo de la Oceanía francesa. Marcelino, a pesar de que dio todo su apoyo al proyecto, ya manifestaba según su biógrafo, afán por crear una orden exclusivamente de hermanos no sacerdotes, que dedicasen todos sus anhelos a la enseñanza de los niños necesitados. Esa idea de lo necesario que era una enseñanza cristiana debió surgirle en sus años de infancia, cuando comprobó las carencias de los centros escolares que visitó, pero el momento definitivo llegó durante su período de coadjutor de la parroquia de La Valla, localidad de los montes Pilat a unos 35 kilómetros al sur de Lyon. Llegado allí el 15 de agosto de 1816 y tras intentar reconstruir moralmente el pueblo, el 28 de octubre tuvo una experiencia definitiva: asistió a un joven de 17 años, mortalmente enfermo, Juan Bautista Montagne, que ignoraba completamente los misterios de la fe. No era un hecho casual, en 8


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Francia, apenas la mitad de la población estaba escolarizada y los maestros ofrecían muy pocas garantías pedagógicas, debido a los continuos avatares bélicos que desde hacía 25 años azotaban al país galo. El 2 de enero de 1817, Marcelino Champagnat ya había instalado a dos novicios, Juan María Granjon y Juan Bautista Audras, en una casa de La Valla. Tres meses después les daba un hábito y nuevos nombres (práctica común durante muchos años entre los hermanos). Este se puede considerar el arranque de Les Petits Frères de Marie (Los hermanitos de María), como los denominó su fundador, en contraposición a Les Grands Frères (Los grandes hermanos), título que asociaba a la ya veterana institución de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundada en Francia hacia 1680 por San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), con una fortísima implantación en esa nación y que a finales del siglo XIX comenzó su expansión por numerosos países. En noviembre de 1818 los hermanos, que ya sumaban siete, abrían su primera escuela en Marlhes. En aquellos momentos dos métodos pedagógicos pugnaban por imponerse en el terreno educativo: el mutuo consistía en que el profesor impartía clase a unos monitores de 8 a 10, para que éstos, luego explicasen al resto de los alumnos; el simultáneo, ideado por los Hermanos de La Salle, se basaba en enseñar por secciones a la clase, utilizando la chasca para emitir señales y evitar palabras inútiles. La Iglesia prefería éste último porque permitía una mayor influencia del maestro y una mejor enseñanza de la religión. Los maristas adoptarían el método simultáneo pero con unas características propias: “Compartir la vida de los jóvenes, amar a los jóvenes y conducirlos a Jesús bajo la protección maternal de María”. El sustento de los hermanos provenía de 200 francos que pagaban los alumnos y un huerto que cuidaba la congregación. Es curioso que, hoy en día, en los grandes colegios de Francia, aún se mantenga la tradición del jardins potagers, que hermanos ya mayores cuidan en parcelitas como nos recuerda Francisco Ibáñez. La obra continuó en irresistible ascenso a pesar del recelo de algunos sectores de la Iglesia, de la Universidad y de ciertos conflictos internos que supo superar Champagnat. Hito clave es la construcción y puesta en marcha, a fines de 1824, de Nôtre Dame de l’Hermitage, fundamental noviciado de hermanos. En 1837 se ponían por escrito las primeras Reglas de la Institución Marista. La Ley Guizot (1830) de Primera Enseñanza y la Ley Falloux (1850) de Segunda Enseñanza, favorecieron la expansión de los hermanos por Francia. El 20 de 9


MARCELINO CHAMPAGNAT, FUNDADOR DE LOS HERMANOS MARISTAS

junio de 1851, Luis Napoleón Bonaparte firmaba un decreto de autorización legal para el Instituto de los Hermanos Maristas y S.S. Pío IX aprueba el Instituto por decreto de 9 de enero de 1863. Cuando Marcelino Champagnat fallece en Hermitage el 6 de junio de 1840, el Instituto de los Hermanos Maristas cuenta con doscientos ochenta hermanos, cuarenta y ocho centros y unos siete mil alumnos. El prestigio en Francia era ya muy fuerte: “En estas montañas de Pilat se necesitan hombres con una abnegación sin límites, que, costando poco, reciben ayuda del Estado, de la caridad pública y de los Ayuntamientos. Estos son los Hermanitos de María. Estos maestros serán recibidos como un regalo y los Ayuntamientos no pedirán otros”, declara en 1834 el inspector Depuy. Pero los horizontes de Marcelino no se quedaban en los montes Pilat, ni siquiera en Francia: “Sus miras se extendían a todas las diócesis del mundo”, había confesado al obispo de Grenoble.

La devoción a la Virgen María Imposible resulta entender la educación marista sin detenerse a observar la enorme importancia que Champagnat y sus sucesores han dado a la devoción a la Virgen María. No es desde luego la única devoción de los hermanos, que según las Enseñanzas espirituales dedican también sus prácticas piadosas a Jesucristo, San José, los Ángeles Custodios y las almas del Purgatorio, pero la devoción a María tiene un significado tremendo que traspasa la mera devoción del Hermano, para convertirse en eje y motor de la educación con que los maristas trataron y tratan de modelar al alumnado. En este punto los maristas son un importante antecedente de la proyección que San Juan Bosco (18151888) dio a su obra salesiana por María Auxiliadora y justo será recordar aquí la figura de San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), sacerdote francés famoso por su devoción a María y cuya influencia sobre Champagnat no es pequeña. Marcelino Champagnat definía a María como “nuestro recurso ordinario”, en alusión a las múltiples veces que él y los hermanos habían acudido a solicitar su intercesión para cualquier dificultad. Alejandro Balko, uno de los mejores teóricos del pensamiento marista refleja así la importancia que el fundador daba a María: “Uno de los polos del espíritu de Marcelino Champagnat lo constituye la confianza filial a María. Es el núcleo central de la sencillez, y 10


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determina la visión evangélica de su carisma (...) Las expresiones de abandono filial y confianza dinámica abundan en las cartas de Marcelino Champagnat”. “A mayor gloria de Dios y en honor de la augusta Virgen María, Madre de Jesucristo” es la divisa que aparece en el título de las Reglas del Instituto de 1837; “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús” es otro de los pensamientos habituales que podemos leer en Champagnat. De hecho, cualquier antiguo alumno marista podrá recordar que en aquellos cuadernos donde se puntuaba tanto los conocimientos como la aplicación (corrección, limpieza, orden), cualquier trabajo se iniciaba con las siglas AJPM (“A Jesús Por María”). Desde 1824 los hermanos maristas han festejado en sus colegios las siguientes advocaciones de la Virgen: Inmaculada Concepción, Purificación, Anunciación, Asunción y Natividad. El Mes de María tiene mayor antigüedad, se celebra desde que Champagnat llegó a la parroquia de La Valla y desde entonces ese mes de mayo es característico de todos los colegios maristas; el artículo 51 de las Reglas dice así: “Los hermanos se esmerarán en celebrar devotamente el Mes de María, y exhortarán vivamente a sus alumnos a que lo celebren también con gusto y piedad”. Estas tradiciones han sido continuamente renovadas por los sucesores de Champagnat y los primeros hermanos. En la publicación reciente de El educador marista, en las páginas 87 a 89, se remarca lo intrínseco del fervor mariano en un marista, Hermano o profesor seglar: “Ser marista implica ser devoto de María. María es como la clave del misterio de Jesús. Si nos sentimos orgullosos de llevar el nombre de María, estamos obligados a amarla y hacerla amar. Es característica indispensable de la que se debe dar testimonio para ser profesor de un colegio marista (...) Sin ella dejaríamos de ser verdaderos maristas”. La misma obra señala el papel primordial que debe desempeñar María en la maduración del corazón y del cerebro en el período escolar. El ya citado Balko resume las ventajas de la presencia de María en el proceso educativo de la siguiente manera: “La formación marista propone un evangelio mariano, con los jóvenes como destinatarios y beneficiarios de este sello especial mariano, que comporta: profundas actitudes humanas de trabajo, de actitud benevolente hacia los demás y de confianza filial en Dios”. Ciertamente, cualquier antiguo alumno marista puede dar fe de las continuas prácticas piadosas hacia María, que tenían lugar a lo largo del curso. Algunas, como la misa de los sábados o el rezo del Santo Rosario se han perdido en 11


MARCELINO CHAMPAGNAT, FUNDADOR DE LOS HERMANOS MARISTAS

nuestros días, pero otras como el Mes de María siguen en plena vigencia. La lista de canciones marianas, además, que se aprenden en los centros maristas es larga y acoge desde tradicionales como la Salve Regina, Stella Maris y Con flores a María a más modernas como La Buena Madre, Ven con nosotros al caminar, Madre de todos los hombres y Madre óyeme mi plegaria es un grito.

Beato y Santo La Iglesia reconoció las virtudes de Marcelino Champagnat. El 29 de mayo de 1955, el Papa Pío XII beatificaba al fundador de los maristas en la Basílica de San Pedro. Fue Postulador de la Causa, el H. Alessandro di Pietro y, por entonces, era Superior General, el H. Leónidas. Desde ese momento, los hermanos pidieron de manera perseverante la canonización de Marcelino. El hecho milagroso para que esto fuera posible se produjo en 1976, cuando el H. Heriberto Weber, marista uruguayo, fue diagnosticado de una neoplasia primitiva desconocida, con metástasis en los pulmones. Fue desahuciado por los médicos y llevado a un sanatorio. Los hermanos maristas deciden entonces iniciar una novena para pedir su curación por la intercesión del Beato Marcelino. A su término el enfermo experimenta una extraordinaria mejoría y las radiografías revelan la desaparición total repentina de los signos de la enfermedad. A raíz de este hecho, en 1985 se inicia el proceso informativo diocesano sobre el milagro, siendo el Postulador el H. Agustín Carazo. En junio de 1992 se entrega el Sumario sobre el milagro a la Congregación para las Causas de los Santos, siendo ya Postulador el H. Gabriele Andreucci. El 26 de junio de 1997 los peritos médicos de la Consulta consideran que la curación del H. Weber fue “muy rápida, completa, duradera e inexplicable”. A partir de entonces, las etapas hacia la canonización van muy rápidas. Durante 1998, los Consultores Teólogos atribuyen la curación del H. Weber a la intercesión del Beato Marcelino y la Congregación de Cardenales y Obispos concluye por unanimidad que se trata de un auténtico milagro, promulgando el Papa Juan Pablo II el correspondiente decreto el 3 de julio. Finalmente, el 9 de enero de 1999, Su Santidad, en Consistorio ordinario, anuncia la fecha del 18 de abril para la canonización. Ese domingo, Juan Pablo II declara santo a Marcelino Champagnat, en una ceremonia en la que también reciben ese honor, Juan Calabria, sacerdote italiano fundador de la Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia, y Agustina Libia Pietrantoni, virgen de las Hermanas de la Caridad. La Plaza de 12


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San Pedro se llena, básicamente, de miembros de la familia marista, unos 14.000, que habían acudido fuertemente motivados por la campaña Un corazón sin fronteras, que el Instituto había difundido de cara al evento. De ellos, más de cien cordobeses, entre los que figura el antiguo alumno Luis Miranda, que reflejará el acto en un extenso reportaje que aparecerá en el diario Córdoba. La familia marista cordobesa celebrará, días después, con una misa solemne en la Catedral, presidida por el obispo, monseñor Martínez Fernández, la ascensión a los altares de Marcelino Champagnat. Para el H. Benito Arbués, Superior General en el momento de la canonización del fundador, ésta “es punto de llegada porque se cumple el deseo de muchas personas y de partida porque nos ofrece la oportunidad de iniciar una nueva etapa que ha de caracterizarse por la comunión y la complementariedad de vocaciones en torno a la herencia que nos ha transmitido Marcelino”. En estas reflexiones, el H. Benito señala la actualidad del mensaje de Champagnat: “Para educar hay que amar, sin esta clave todo cae en proyectos sin vida y sin coherencia. Marcelino no quiso meros instructores, como no quiso meros catequistas; quiso educadores que apuntaran a la totalidad de las posibilidades de la persona. Desde su pensamiento de lograr buenos cristianos y virtuosos ciudadanos, se desprende que la acción educadora debe orientar hacia un compromiso con la vida, con la historia y con la sociedad”. Así mismo, habla el Superior General de que el Instituto deberá afrontar una refundación para responder a las necesidades de los jóvenes y del mundo de hoy, y en ese sentido señala el importante papel a jugar por los seglares que se sienten maristas: “Los últimos capítulos generales piden a los hermanos que nos abramos al entorno, a la Iglesia y por supuesto a los seglares (...) Aceptamos que la misión y la herencia espiritual, que nos ha transmitido Marcelino de Rossey, no es patrimonio exclusivo de los hermanos sino de todas las personas que se sienten llamadas a realizar su vida orientadas por la vida evangélica que descubren en Marcelino. No se trata de trabajar para ayudar a los seglares a ser mejores educadores o confiarles algunas responsabilidades secundarias, sino de trabajar con los seglares, los hombres y las mujeres maristas”.

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FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN MARISTA

Carácter propio de los colegios maristas La existencia de múltiples concepciones del hombre y de la vida, del mundo y de la sociedad provoca, evidentemente, una diversidad de propuestas educativas. La Constitución española recoge esa pluralidad y los colegios maristas no dudan en mostrar públicamente sus señas de identidad y su oferta educativa. Los colegios maristas se presentan como un centro escolar católico, con características propias aunque respetuoso con las demás y comprometido al servicio de la sociedad y de la Iglesia, en la cultura y la realidad social de nuestro tiempo. Junto a una serie de objetivos generales que podrían ser suscritos por cualquier colegio, religioso o no (adquisición por el alumno de técnicas de trabajo y hábitos intelectuales; preparación para la participación en la vida con visión crítica; formar para la paz, cooperación y solidaridad; etc.), los maristas proponen para sus colegios unos objetivos más específicos: 1. Promover la formación integral de los alumnos de acuerdo con una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo. 2. Impartir una enseñanza religiosa adecuada a las orientaciones de la Iglesia católica en contenido y calidad. 3. Proponer una síntesis entre fe, cultura y vida. 4. Crear un ambiente que favorezca el testimonio y la acción evangelizadora. 5. Practicar una pedagogía personalizada desde una visión trascendental. 15


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6. Adaptarse a la mentalidad de cada alumno y acompañarlo en su crecimiento total, atendiendo incluso los aspectos que superan el rendimiento académico. 7. Hacer presente y dar a conocer a María como modelo en su predilección por la sencillez, el trabajo y la vida de familia. 8. Formar honrados ciudadanos y buenos cristianos, adaptados a la sociedad, con capacidades críticas y creativas. 9. Insertar la acción educativa en el contexto sociocultural del centro. Estas características propias definen a cualquier Colegio Marista, pues uno de los pilares educativos del Instituto es la uniformidad de la enseñanza en todos sus centros, desde la época del fundador hasta nuestros días. A menudo, cada centro publica estas características en un Ideario, como una manera de dar a conocerse ante los alumnos, sus padres y los profesores seglares que opten por impartir la enseñanza en los colegios maristas. Los colegios maristas aspiran a ser reconocidos como un servicio de interés social sobre la base de cinco motivos: 1. Porque dan respuesta a una opción educativa socialmente reclamada. 2. Porque cumplen una función de servicio a los niños, jóvenes y adultos del entorno y están abiertos a ellos. 3. Porque cuentan con un equipo de profesionales y colaboradores comprometidos a dar una educación coherente y de calidad. 4. Porque tienen el soporte y estímulo de los padres de alumnos, comprometidos con este tipo de educación. 5. Porque promueven una participación activa de los diversos grupos que forman parte de su comunidad educativa.

El concepto de educación, educador y educando Toda institución educativa debe tener claros los conceptos de educación, educador y educando. Para los maristas de ayer y de hoy vienen definidos en la Guía del maestro, auténtico vademécum pedagógico de los hermanos. La educación se define como “el arte de formar o modelar a los niños, o en otros términos, es el conjunto de metódicos esfuerzos por los que se rige el 16


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desenvolvimiento de todas sus facultades”. Incluso marca un fin para la educación, que no es sino “facilitar al niño los medios de conseguir su destino natural en este mundo y el sobrenatural en el otro, a saber, la salvación del alma”. Según la Guía, las ventajas de una buena educación, física, religiosa y moral, intelectual y social, se mostrarán tanto para el niño (recordando la cita bíblica “El hombre seguirá su primer camino, y aún en la vejez no lo abandonará” Prov. XXII, 6), como para la sociedad. Se enmarca aquí el pensamiento de Champagnat sobre el objetivo principal de los hermanos maristas: “Formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”, que resume bien el anhelo del fundador, que apostaba por una pedagogía integral que aunase fe y cultura, no decepcionando a los padres que confiaban a sus hijos al Instituto en los dos campos: “Si se tratase de enseñar sólo ciencias humanas a los niños, los hermanos no serían necesarios, los maestros serían suficientes. Si no pretendemos más que dar una instrucción religiosa, nos contentamos con ser simples catequistas. Nuestra finalidad es integral porque queremos educar, es decir: instruirlos en sus deberes, enseñarles a practicarlos, darles el espíritu y los sentimientos del cristianismo, las virtudes del cristiano y del buen ciudadano”. Abundantes páginas dedica Champagnat al concepto de educador cristiano, al que define como padre, magistrado, apóstol y soldado. Padre, porque los alumnos reproducen el ejemplo moral que les dé el maestro; magistrado, porque previene el mal desde su nacimiento y enseña la perfección de la justicia; apóstol porque “echa los fundamentos del temor al pecado en el corazón de los niños, los preserva del mal y abre su espíritu a las verdades de la salvación”; y soldado, porque concibe toda educación como una lucha, en el fondo, por conquistar el corazón del niño y el deber del educador cristiano es conseguirlo para la Iglesia. Dentro del concepto de educador, Champagnat enumera una serie de virtudes que debe poseer y que nosotros resumimos aquí: 1. Ejemplaridad, “Los discursos pueden persuadir. El ejemplo arrastra. El niño es naturalmente imitador, la naturaleza le ha hecho tal que se instruya en el lenguaje de los hechos. Es preciso que las enseñanzas y las palabras del maestro estén siempre acordes con sus obras para que los discípulos las respeten”. 2. Religiosidad, entendida también como piedad, “Únicamente ella obtiene la gracia divina, sin la que toda obra humana es estéril para el bien”. 17


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3. Vocación, “La educación no es la disciplina ni la enseñanza; no se consigue con cursos de urbanidad, ni aún de religión, sino por medio de las relaciones continuas de los discípulos con los maestros, por medio de los avisos particulares, del ascendiente moral, de los alientos, correcciones, instrucciones de todo género a que se prestan las relaciones no interrumpidas entre maestro y discípulo”. 4. Abnegación, “¿Qué es el sacrificio? Es el fruto del amor. Sacrificarse es entregarse sin reservas, olvidarse de sí mismo, no temerse por nada y darse por entero. Según decía San Pablo, después de darlo todo aún cabe entregarse a sí mismo”. 5. Firmeza y autoridad, “Tan necesaria es la disciplina, que sin ella no hay instrucción ni educación posibles, y la experiencia cotidiana enseña que el colegio en donde reina orden perfecto, es amado de los alumnos y apreciado de los padres”. 6. Dedicación, “Vuestras exhortaciones no serán duraderas si no son frecuentes; y digo frecuentes, no prolongadas, porque la atención de los niños es voluble por naturaleza. Al instruirlos no les causéis fastidio. El niño es planta a la que aprovecha infinitamente más el rocío matutino que las lluvias abundantes que sobrevienen de tarde en tarde”. 7. Sentido práctico, “Criterio recto, prudencia y maña. Gracias a estas cualidades sabe el maestro dirigir debidamente un grupo de alumnos, aprecia las cosas con tino, tiene cuenta con la ligereza y debilidad de la niñez. Infunde aliento a todas las buenas voluntades y se contenta con los esfuerzos cuando no puede conseguir, de momento, buenos resultados”. 8. Bondad, “Paciencia, mansedumbre, indulgencia y buen carácter”, como medio de atraer a los niños. 9. Capacidad profesional, “El maestro ilustrado goza de gran autoridad; todas y cada una de sus palabras son recibidas cual rayo luminoso. A cualquier asunto que sea, le pone oportunos comentarios, apreciaciones y comparaciones que despiertan la atención del niño, abren nuevos horizontes a su inteligencia, desenvuelven su juicio y forman su corazón”. Con esta serie de citas de Champagnat al lado de cada cualidad que debe adornar al educador, hemos querido remarcar la aportación más importante que 18


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hace la Institución Marista al mundo de la pedagogía: su concepto del maestro, visto como factotum de la educación y entregado en cuerpo y alma a una de tipo integral. Entrega sin límites que no tendrá más recompensa, como también señala la Guía, que el cariño de los antiguos alumnos (de vez en cuando manifestado), la satisfacción de la misión cumplida, y el “peso de la gloria que le aguarda en el cielo”. Los hermanos, tradicionalmente aprendían la profesión de maestro en el Escolasticado y continuaban su formación ya en los colegios, guiados por el hermano director y por los hermanos más experimentados. Más modernamente, cursan sus estudios en las Escuelas Universitarias de la Iglesia de Magisterio, siendo titulares de una de ellas, la “Cardenal Cisneros” en Alcalá de Henares. Desde el primer momento en que piensan impartir la enseñanza media alcanzan los grados universitarios, y en algunos países el Instituto Marista se dedica también a la edición de textos escolares e incluso crea editoriales como FTD y Luis Vives en España, que por la calidad de sus textos y materiales didácticos (sobre todo los mapas) supuso en sus orígenes un gran impacto en el ambiente escolar de nuestro país. En el capítulo XXXVIII de las Enseñanzas espirituales, Champagnat se extiende sobre el concepto de niño sujeto a la educación, es decir del educando. Llama fuertemente la atención que dedica al respeto que debe tenérsele, justificándolo con distintos argumentos: desde la cita latina de Juvenal, Maxima debetur puero reverentia (“Máxima reverencia se debe al niño”), a valoraciones cristianas como que el niño es la obra más perfecta de Dios, pasando por el subrayado de las virtudes infantiles: “Es un alma inocente cuyo apacible sueño no han turbado aún las pasiones, cuya rectitud no ha sido alterada por las mentiras e ilusiones del mundo”. Poco más adelante muestra al niño como “el campo que debéis cultivar por encargo del mismo Dios; es un tierno renuevo, una planta débil, pero que será un día árbol frondoso, cargado de los frutos de todas las virtudes”, a la par que llama la atención al maestro sobre que el niño será su compañero de viaje en la tierra y en el cielo. La gran preocupación de Champagnat por el respeto hacia los niños, se resume en el respeto a su inocencia. Este respeto a la inocencia se muestra en exigir a los hermanos un dominio de sí mismos, a mostrar bondad y urbanidad y huir de escandalizar a los alumnos (falta que el fundador considera gravísima). 19


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La pedagogía de la presencia Intrínsecamente unida al concepto de educador y a la valoración del educando, está la pedagogía de la presencia. Un sello inequívocamente marista y que distingue a sus colegios. Furet, biógrafo de Champagnat, nos recuerda dos pensamientos del fundador que van en esta línea, uno señala que para educar a los niños hay que amarlos y a todos por igual, el otro, textualmente, dice: “Se necesita que vivamos en medio de los niños, que estén mucho tiempo con nosotros”. Si la pedagogía marista da un papel clave al educador, así mismo remarca una de las principales armas que éste tiene para su labor: su presencia. Con dominio, equilibrio y afecto, el educador debe colocarse entre los alumnos, conviviendo con ellos en situaciones que, fuera del horario escolar, permitirán a éstos mostrarse más espontáneamente y completar mucho más profundamente su educación, a la par que es una manera de prevenir actitudes díscolas y fracasos educativos, sustituyendo con éxito a la vigilancia inquisitorial. Un hermano marista, profesor durante años del Colegio Cervantes, Teodoro Alonso, resume correcta y entrañablemente la idea de la pedagogía de la presencia: “La expresión es bella y rica de contenido. Una presencia prolongada más allá del horario escolar: la vigilancia antes de entrar en clase, el juego compartido durante los recreos, la explicación particular después de las clases, las salidas de los fines de semana, los campamentos durante las vacaciones... Porque la educación exige acompañamiento, mucha entrega personal, cercanía (desde la altura de la cátedra no se llega al corazón). Champagnat quiso que los maristas fueran una congregación laical: el Hermano que se coloca junto a su hermano pequeño y vela paciente y amorosamente el despertar y desarrollo del hombre que duerme en el niño”. En El educador marista encontramos los fundamentos de esta pedagogía de la presencia, mantenida y renovada por el Instituto Marista en toda su trayectoria. Las podemos resumir así: 1. La pedagogía de la presencia exige de la persona del educador que ni oculte ni abstraiga su persona. 2. Evita convertirse en un personaje distante, diferente, parapetado en sus títulos, su saber y su dominio. 20


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

3. Es un estar con corrección, ni hierático ni hilarante, ni agresivo ni con complejo de no tener más remedio que aguantar la situación. Así se creará un clima de comunicabilidad con los alumnos. 4. El educador ni estorba, ni molesta, ni ofende, ni altera. Su presencia produce distensión y anima aspectos positivos y valores humanos. Quien esto escribe, como antiguo alumno, puede dar testimonio de cuán cierto es que todas estas teorías no se quedaron en el papel. Siempre recordaré la imagen simpática del Hermano alzándose la sotana e intentando llevarse el balón entre una nube de alumnos que tratábamos desesperadamente de quitárselo, pero que en el fondo éramos dichosos porque nuestro maestro estaba jugando al fútbol con nosotros. Las múltiples excursiones, las fiestas del colegio, la accesibilidad del Hermano o del maestro seglar con espíritu marista, son, junto con las devociones a María, los émulos, los Cuadros de Honor y la omnipresente chasca, las imágenes que más pronto recordará cualquier antiguo alumno marista.

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LOS HERMANOS MARISTAS EN ESPAÑA (1886-2008)

Gerona 1886 Antes de que los primeros hermanos maristas aparecieran por España, en 1886, el Instituto ya se había extendido desde Francia a otros rincones del mundo. Al Reino Unido llegaron en 1851; a la Bélgica valona en 1856; a Irlanda en 1862; a la Colonia del Cabo, en África del Sur, en 1867; a Samoa en 1871; a Australia en 1872; a Nueva Caledonia, colonia francesa de Oceanía, en 1873; a Nueva Zelanda en 1876; a las islas Seychelles, colonia francesa, en 1884 y a la provincia francófona de Québec, en Canadá, en 1885. La venida a España no fue fruto de un plan preconcebido de expansión, sino más bien el resultado de una casualidad que arraigó y se hizo fértil. Moral del Barrio, en sendas obras (El Educador Marista y Cien años de escuela), ha documentado y analizado ampliamente las razones de la llegada de los maristas a nuestra nación. El 10 de julio de 1886 llega a la Casa General de los hermanos maristas, en Saint-Genis-Laval, una carta del Padre Réveillère, Superior de los PP. Lazaristas en Buenos Aires, en la que solicitaba cuatro hermanos maristas para encargarse de las escuelas de su misión. El Superior General de los maristas, H. Teófano, aceptó la petición, con la condición de que los hermanos que fueran destinados allá pudieran seguir rigiéndose por sus propias Reglas y Constituciones y tuviesen libertad para realizar nuevas fundaciones; además, decidió que los hermanos misioneros, antes de partir se acostumbrasen a la cultura y lengua españolas. 23


LOS HERMANOS MARISTAS EN ESPAÑA (1886-2008)

La proximidad de Gerona con la frontera francesa, fue la razón que eligió esta ciudad para que en ella los cuatro hermanos que viajarían a Buenos Aires aprendiesen español. Paradójica elección, tratándose de la ciudad donde se habla un catalán más cerrado. A la capital gerundense arribó en noviembre el H. Bérillus, Asistente General, que preparó todo para la llegada de los hermanos, contactando con mosén Ignacio Servitja Escatller, párroco de la iglesia del Carmen. A su retorno a Francia, en concreto al escolasticado de Saint-PaulTrois-Chateaux, le faltó tiempo para contar maravillas de España y del trato recibido por parte de los gerundenses. El 8 de diciembre se elegía a los cuatro hermanos, de nombres Hilario José, Hermilo, Hipólito y Helión, curiosa coincidencia en las iniciales, que hará que en el mundillo marista se conozca a estos hermanos pioneros con el sobrenombre de “las cuatro haches”. Pues bien, los cuatro llegaban a la estación de ferrocarril de Gerona, el 19 de diciembre de 1886, a las 8,30 de la mañana, oían misa en la catedral, se instalaban en el primer piso del número 2 de la calle Escolapia, junto al Seminario Conciliar y se preparaban para asistir a sus clases de español en el colegio San Narciso. Pronto, los habitantes de Gerona se acostumbrarían a ver pasear a los cuatro hermanos, con sus largos hábitos y sus diccionarios de francés-español en las manos. Los progresos en el idioma eran rápidos, pero el proyecto bonaerense se iba complicando y se hacía difícil. Además, el obispo de Gerona monseñor Tomás Sivilla, mostró su deseo de que los maristas permaneciesen en la ciudad y abriesen un colegio. Así, la empresa destinada inicialmente a Argentina, quedó en España y abrió su primer colegio en la calle Fournás número 2, el 1 de junio de 1887, con tan sólo tres alumnos: Ricardo Reixach, Narciso Viñas e Ignacio Servitja. Por la tarde de ese mismo día el número había ascendido a seis, al día siguiente subieron a veintiocho y al finalizar el mes rondaban los sesenta alumnos. No es el momento ni el lugar para desgranar exhaustivamente las peripecias de los hermanos maristas en Gerona. Sí decir que su progresión fue extraordinaria. El curso 1887-88, que se abre en septiembre, se inicia con 120 alumnos y la Junta del Apostolado de la Oración les encargará la gestión de otro colegio de la ciudad, el Sagrado Corazón (en construcción). Pronto, el húmedo local de la calle Fournás fue sustituido por un hermoso edificio en la calle Claverías número 12, antiguo colegio luego deshabitado, que se rebautizó con el 24


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

nombre de La Inmaculada. El local, de tres plantas y amplio huerto trasero, con 437 metros cuadrados fue inicialmente alquilado, pagando los hermanos 100 pesetas mensuales a su propietario, Manuel Llinás, hasta que en 1891 los hermanos lo compran. En ese año, el total de alumnos es de 411 y es designado director el H. Hilario. En el curso 1892/93, el Sagrado Corazón abre sus puertas como colegio de primaria y los maristas repartirán el alumnado, doscientos cuarenta y cinco en éste y ciento ochenta en La Inmaculada. Hasta 1900, los hermanos maristas pasarán a abrir o hacerse cargo de otros veintitrés colegios en Cataluña. Los nombres de Vich, San Felíu de Torelló y Mataró, donde se hizo famoso el espléndido colegio Valldemía (1888), Rubí (1889), Centelles (1890), Berga y Canet de Mar (1892), Sabadell (1894), Lérida (1895), Igualada (1896) o Barcelona (1900), entre otros, vinieron a unirse a la fundación primigenia de Gerona. Juntas, instituciones católicas benéficas, asociaciones piadosas, patronatos o los propios párrocos y obispos (el ordinario de Vich, monseñor Morgades i Gili, se distinguió en su apoyo a los maristas), reclamaban la presencia de los hermanos y les confiaban sus centros. La mayoría de los alumnos eran niños pobres que recibían enseñanza gratuita. Existían, sin embargo, reducidos grupos de niños que podían sufragar los gastos de su educación, y que entregaban cantidades mensuales que oscilaban entre las 5 y las 10 pesetas. Las Juntas y Patronatos pagaban a los hermanos una media de unas 900 pesetas anuales para sus gastos y mantenimiento. Era indudable que la pedagogía integral marista, su sencillez, su religiosidad llana, iba adquiriendo un gran prestigio a pesar de las críticas de ciertos diarios liberales como La Lucha, de Gerona, que criticaba a los padres que confiaban la educación de sus hijos a “los frailes franceses”. Un ejemplo del buen nombre que iba alcanzando el Instituto nos viene del testimonio del inspector de Sanidad que debía dar el visto bueno al nuevo colegio La Inmaculada (construido en 1905, siendo director el H. Helion, sobre el solar del antiguo): “Subiendo por los callejones venía dispuesto a cerrar el colegio, pero al recorrer todas las dependencias y admirar salones bien ventilados, con mucha luz y buena orientación, y ver el sol que entra por tantas ventanas, me he convencido de que este colegio es el mejor centro docente de Girona, por su higiene, por lo pedagógico de su construcción y por sus posibilidades. Antes que éste, debería cerrar todos los demás centros”. 25


LOS HERMANOS MARISTAS EN ESPAÑA (1886-2008)

La legalización en España En contraposición a las numerosas dilaciones para obtener la autorización legal en su país de nacimiento (hasta 1851, treinta y cuatro años después de su fundación, no le fue concedida en Francia), la legalización del Instituto Marista en España fue rapidísima. El 31 de diciembre de 1887, el H. Hilario José, se dirigía por carta a la Reina Regente María Cristina. En esos momentos el colegio de Gerona es una realidad igual que el de la calle San Simón de Mataró y se acariciaba la idea de hacerse cargo del colegio Valldemía de la misma localidad: “Hermano Hilario José, superior de los Pequeños Hermanos de María venidos desde Francia a los Estados sujetos a Vuestra Maternal dominación, con el más profundo respeto se atreve a exponeros que el Instituto religioso del que es humildísimo miembro, erigido en el año 1817 por el celo del difunto P. Champagnat, sacerdote de la diócesis de Lyon, en la vecina República, cuenta hoy en día con unos tres mil quinientos miembros, los cuales, en ambos continentes se dedican a instruir a los niños y aún a los adultos en todo lo que pueda contribuir a servir mejor a su Dios y a su Patria. Aprobado el Instituto por la Santa Sede, son ya los Pequeños Hermanos de María operarios reconocidos de la viña de Cristo (…) No pretenden los Pequeños Hermanos de María privilegio alguno en su favor, y sí únicamente que se les permita dedicarse a su ministerio, en los vastos territorios que cobija el pabellón de las Españas al igual que los demás Institutos religiosos reconocidos por el Gobierno. Suplica reverentemente a Vuestra Majestad se digne autorizar en España la congregación religiosa denominada de los Pequeños Hermanos de María, como lo están los demás Institutos dedicados a la enseñanza”. El 3 de febrero de 1888, tres meses después de escrita la carta, apenas ocho meses transcurridos desde que los maristas comenzaran a impartir sus primeras clases en España, el ministro de Gracia y Justicia, Alonso Martínez, contestaba aprobando el Instituto, mediante Real Decreto con fecha de publicación de 8 de febrero, “para España e islas adyacentes”. La única condición planteada a los hermanos era la de solicitar de las autoridades civiles y religiosas del lugar una autorización expresa y concreta para cada escuela. La alegría entre los maristas fue enorme, más aún si tenemos en cuenta los negrísimos nubarrones que sobre su futuro se cernían en Francia y que detallaremos en el siguiente apartado. El 23 de febrero de 1888 el Superior General, H. Teófano, escribía una carta de agradecimiento a S.M. la Reina, cuyos términos denotaban la inmensa dicha que albergaba en el Instituto por la fácil legalización en España. 26


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

Desastre en Francia y consolidación en España Si la llegada de los maristas a España se debió al azar, su consolidación va a ser consecuencia de los acontecimientos que van a tener lugar en nuestro país vecino, cuna y gran base de los hermanos. Lo hemos comentado hace apenas unas líneas. En los años finiseculares del XIX, oscuras perspectivas se cernían en Francia, no ya sólo sobre los maristas, sino sobre todas las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza. Desde el advenimiento de la República (1873), la enseñanza religiosa va a estar en el punto de mira de republicanos y liberales, afines al programa anticlerical de la masonería. El acoso va a comenzar durante la presidencia de Jules Grevy (1879-1887), y en opinión de Louis Caperan, fue facilitado por la transigencia del Vaticano y del Episcopado galo, con el fin de evitar una querella llamativa que promoviese desde el Gobierno un mayor grado de rigor anticlerical. Además, las numerosas órdenes religiosas que realizaban su labor en las escuelas no supieron articular un frente común que permitiera una defensa de sus derechos. Una tras otra van a ir cayendo sobre dichas órdenes leyes restrictivas. En 1880 comienzan a ser expulsadas del territorio francés todas las congregaciones que, hasta el momento, no habían obtenido autorización legal para existir. En 1882 se suprime la enseñanza de la religión en las escuelas comunales y se prohíbe la práctica de la oración. En 1884 se obligaba a todas las órdenes a pagar un impuesto que gravaba fuertemente los traspasos, herencias y donaciones. La ley Globet (30 de octubre de 1886), declara laicas todas las escuelas comunales y obliga a que sus maestros, en el plazo de cinco años, sean todos seglares. Además se obligaba a los hermanos a cumplir el servicio militar: si en 1889 había unos cincuenta hermanos cumpliéndolo, en 1891 eran doscientos, como dice Moral Barrio, “Incluso desde el punto de vista material era una calamidad sin precedentes en el Instituto. La eficacia de más de ciento cincuenta hombres jóvenes se restaba a una institución en pleno rendimiento. En el plano económico era un desastre no sólo por lo que no ganaban, sino por lo que se necesitaba para ayudarlos materialmente”. El Instituto Marista buscará fuera de Francia lo que en ella se le niega. Las estadísticas de 1900 nos dicen que fuera de Francia trabajan 2.341 hermanos (de los que 686 eran franceses), atendiendo 237 centros y 43.574 alumnos. 27


LOS HERMANOS MARISTAS EN ESPAÑA (1886-2008)

La expansión que habíamos comentado antes hasta 1886 se ha ampliado ahora a Estados Unidos e Italia (1887), Dinamarca e islas Fidji (1888), Colombia (1889), China (1891), Turquía y la colonia británica de Aden (1892), Suiza (1893), Brasil (1897), Egipto (1898) y Méjico (1899). Su presencia en Francia sigue siendo, a pesar de su retirada de las escuelas públicas, muy fuerte. Entre el territorio metropolitano y las colonias (Argelia, islas Seychelles, Líbano, Siria, Indochina, Nueva Caledonia y Samoa), cuenta para ese mismo año de 1900 con 4.839 hermanos que atienden 536 escuelas y 51.196 alumnos. Pero la puntilla final a su presencia en su país de origen está próxima. El 10 de julio de 1901 el Gobierno Combes dicta la ley Waldeck-Rousseau, que dictamina que ninguna congregación religiosa puede existir en Francia ni abrir escuelas sin autorización expresa del Consejo de Ministros y dicho Consejo puede disolver una congregación y cerrar sus escuelas mediante un decreto. La autorización de que disponían los maristas desde 1851 se convierte en papel mojado. El 19 de septiembre de 1901 el H. Teófano presenta la petición de autorización y el 1 de abril de 1903 la catástrofe se consuma: El Gobierno niega la autorización al Instituto para regularizarse y da un plazo de tres meses para cerrar todos sus centros. Las demás órdenes religiosas corren igual suerte. El 1 de diciembre de 1905, el gabinete Combes pone el último anillo a la cadena iniciada años atrás: se prohíben las Universidades católicas y se retira el derecho a enseñar cualquier materia a religiosos o sacerdotes, se suprimen los conventos, se incautan los bienes eclesiásticos, se expulsa del país a unos 20.000 religiosos... se rompen las relaciones con el Vaticano. En 1903, los Hermanos de las Escuelas Cristianas eran la principal congregación masculina de origen francés dedicada a la enseñanza, tanto en número de hermanos como de escuelas en todo el mundo: 9.309 y 1.372, respectivamente. Los hermanos maristas los seguían, de lejos, en segundo lugar, con 4.240 miembros y 595 centros educativos, siendo su progresión espectacular, pues en 1830 eran la octava congregación de este ranking en número de escuelas. Los Marianistas, que desde 1887 habían iniciado su obra en España, ocupaban el quinto lugar con 838 padres y 67 colegios. Baladí sería detenerse a comentar el durísimo revés que la nueva legislación francesa supuso para el Instituto Marista, la más importante de las órdenes masculinas de Francia, después de los Hermanos de la Salle. Pero de ello se beneficiarían sus obras allende las fronteras francesas, que recibirían nuevos 28


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impulsos. 1903, el año de la expulsión de Francia, también será recordado por las nuevas llegadas de maristas a España, por su aparición en Argentina (17 años después de aquel primer intento fallido de las “cuatro haches”) y Cuba; 1904 será el año de Palestina; 1905 el de Bulgaria y Servia; 1907, Grecia; 1909, Hungría y Perú; 1911, Chile, el Congo belga y la lejana Ceilán; 1914, en fin, contempla la llegada de los hermanos al Imperio Alemán. En efecto, como hemos dicho, nuevos contingentes de maristas llegan a nuestra nación en 1903. La crítica situación del Instituto en Francia y la magnífica acogida que se había tenido al otro lado de los Pirineos (30 centros formaban ya la llamada Provincia de España) lo decidieron. Si la venida de 1886 había tenido su origen en la casa de Saint-Paul-Trois-Chateaux, las de 1903 lo van a tener en las de Aubenas y Lacabane. Tres hermanos de Aubenas, Richard, Robustien y Louis Maxence, llegan el 26 de mayo de 1903 a Pontós, provincia de Gerona, para comprar una finca de 40 hectáreas al precio de 30.000 pesetas. Durante el verano llegarían más hermanos procedentes de Aubenas, que fueron acondicionando los tres destartalados caserones que poseía la finca. En las Navidades, Pontós alojaba ya 50 hermanos, entre novicios y profesos, y para el 30 de mayo de 1904 se abría la escuela. Borrasá, La Bisbal, Besalú y Figueras serán nuevos centros que se abrirán desde Pontós, pero que tendrán vida efímera (para 1920 ya se habían cerrado) debido a las penurias económicas del Instituto y a que atendían a niños muy pobres. La fortuna les sonreiría en 1907, cuando el obispo de Lugo, monseñor Benito Murúa, solicitó a la Provincia de España, maristas que se instalaran en la capital gallega; los hermanos de Pontós aceptaron la oferta que sus compañeros de la Gran Provincia declinaron al estar en plena expansión por otros puntos del solar hispano. Lugo (1907), Orense (1908) y Oviedo (1909) serían sólidas fundaciones, respaldadas por los respectivos obispos, que verían aumentar espectacularmente su número de alumnos y hermanos, ya en mayoría españoles. Tuy (1912), Vigo (1913), La Coruña (1915), León y Segovia (1919). Incluso en ese año de 1919, se abría el Colegio hispanofrancés San José en Madrid, no sin cierta rivalidad con otros centros privados, incluido el Marista dependiente de la Provincia de España. Retornemos a 1903 y vayamos a fijarnos en la tercera corriente de hermanos maristas que llegan a España. Esta procederá de Lacabane, pequeña villa situada al sur de Burdeos. La proximidad con el País Vasco los llevará a él cuando 29


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estalle la crisis secularizadora en Francia. El Ayuntamiento de Oñate (Guipúzcoa) les brindó las dependencias de una antigua Universidad, donde asesorados por los hermanos de la Provincia de España, los hermanos de Lacabane abrirán en 1903 un noviciado y una escuela. La escuela seguiría en Oñate, pero el noviciado se trasladaría a Anzuola, una pequeña localidad a dos horas de marcha por el monte y efectivamente, por medio de jumentos y a través de dicho monte, se efectuó el traslado en 1907. Durango (1904), Zalla (1906), Plasencia de las Armas (1909), Balmaseda (1920), y Zumaya y Las Arenas (1928) son centros que se abrirán desde Anzuola, con variada fortuna, dedicándose a primera, segunda enseñanza y a actividades de formación profesional. El gran centro de los hermanos originarios de Lacabane será El Salvador de Bilbao, fundado en 1918 y que tras varios domicilios se emplaza actualmente en la calle Iturbide. Badajoz (1928) también sería fundado por ellos aunque pasaría a la jurisdicción de la Provincia Bética. El afán fundacional de los maristas de Anzuola los llevaría a ultramar, a Venezuela, llamados por el obispo de Maracaibo en 1925 y en esa ciudad fundarán el colegio Nuestra Señora de Chiqinquirá, aparte de otros, menos importantes, en Coro y Riohacha.

La organización administrativa El Instituto de los Hermanos Maristas está regido por un Superior General, elegido en Capítulos Generales (convocados cada nueve años) y asistido por los Consejeros Generales, que se eligen igualmente en dichos Capítulos. Cuando llegaron los maristas a España la Casa General tenía su sede en Saint-GenisLaval, tras la expulsión de Francia se ubicó en Grugliasco (Italia) y desde 1961 está en Roma. El Instituto, para su mejor administración, se divide mundialmente en Provincias, al frente de las que se halla un Hermano Provincial apoyado por el Consejo Provincial. En cada Colegio, la comunidad religiosa y la educativa se organizan de manera distinta, y el director del Colegio no se corresponde necesariamente con el Superior de la comunidad religiosa. Los hermanos pioneros que llegaron en 1886 a Gerona fueron el embrión de la llamada Gran Provincia de España, constituida en 1903, una de las once que conformaban el Instituto Marista en todo el mundo, y cuyo primer Provincial será el H. Pablo María. Su proyección y desarrollo fue extraordinario, llenaron de escuelas Cataluña en apenas una docena de años y el amanecer del siglo XX emprendieron el camino del sur: en 1904 llegaron a Calatayud y Valdepeñas. 30


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Los centros de Moral de Calatrava, Manzanares y Lucena, el primero en Andalucía, se abrieron en 1906 y al año siguiente les tocaba el turno a Alicante y Soria. En 1915 llegarán a Larache, en el Marruecos español y los años de la Segunda República verán la apertura de los colegios de Jaén, Málaga, Córdoba, Sevilla y Huelva. Como sabemos, también desde 1903 otras corrientes de hermanos maristas fundaban colegios en España, siempre ayudados por los veteranos de la Gran Provincia, pero sin poder evitar algunos roces, al tener colegios unos en áreas de influencia de otros. En 1920 se crea la llamada Provincia de León, con el H. Bertualdo como Provincial, que recogía los esfuerzos de los hermanos que llegaron a Pontós. Anzuola se erigiría como Provincia en 1935, ocupando solo el territorio vasco, y su primer Provincial sería el H. Cipriano. Superada la tragedia colectiva española que fue la Guerra Civil (1936-1939) y que afectó terriblemente a los maristas (ciento setenta y cuatro mártires, ciento veinte encarcelados, numerosas escuelas cerradas y centros destruidos), se imponía una reorganización administrativa de los maristas en nuestra nación. El 17 de abril de 1942 se creaba una nueva Provincia que reuniría el importante desarrollo catalán: nacía así Levante, con Cataluña y la región valenciana como núcleo. Se mantenía la vieja Provincia de León y se creaba la extensa Provincia Norte-Sur, que englobaba a la antigua Gran Provincia de España (sin Levante ya). Dos años después, el 28 de abril de 1944, el Consejo General efectúa pequeñas modificaciones que se saldarán con la aparición de cuatro provincias. Levante y León seguían como en 1942, pero Norte-Sur, demasiado extensa se dividía en Bética (Andalucía, Murcia, Badajoz, Castilla la Nueva y Larache) y Norte (Anzuola, Navarra, Castilla la Vieja y Alcazarquivir, en Marruecos). En 1959, el 2 de febrero, se acomete la, hasta ahora, definitiva reestructuración de las provincias canónicas maristas españolas. El aumento de las vocaciones de hermanos, alumnos y centros así lo aconsejaba. Los nombres de las nuevas siete provincias eran Bética (con la extensión americana en Bolivia), Castilla (que se ocupaba también de Rodesia), Cataluña (que se ocupaba también de Baleares y Paraguay), León (con extensión a Ecuador), Levante (que llevaba también el Sahara), Madrid (que englobaba Canarias y el Zaire) y Norte. La Casa Central se instalaba, definitivamente, en Madrid 31


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La que más nos interesa a nosotros por nuestro estudio, la Bética, comprendía las provincias andaluzas más Badajoz, Ciudad Real y la citada Bolivia. En 1959 disponía de 14 colegios, Badajoz, Fuenteheridos, Huelva, Bonanza, Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Villanueva de las Minas, Córdoba, Lucena, Jaén, Granada, Málaga, La Caleta y Roboré (Bolivia); dos Casas de Formación, el Castillo de Maimón en Córdoba y Castilleja de la Cuesta en Sevilla; y una casa de retiro, Villa Onuba en Huelva. A finales del siglo XX, la provincia Bética disponía de los siguientes colegios Nuestra Señora del Carmen (Badajoz), Cervantes y Reales Escuelas de la Inmaculada (Córdoba), La Inmaculada (Granada), Colón (Huelva), Santa María de la Capilla (Jaén), Nuestra Señora de la Victoria (Málaga), San José (Priego de Córdoba), Nuestra Señora de los Reyes (Sanlúcar de Barrameda - Bonanza), Santa María la Mayor (Sanlúcar la Mayor), San Fernando (Sevilla) y los bolivianos Sagrados Corazones (Roboré), Escuela Gonzalo Drees (Cochabamba), Hermanos Maristas (Comarapa), Hermanos Maristas (Santa Cruz de la Sierra) y San José (Chiquitos), que suponían, exceptuando los colegios de Bolivia, un global de 12.776 alumnos (alrededor de un 8,5% del total de alumnos que cursan Preescolar, EGB, BUP y COU en centros católicos andaluces), más de 250 hermanos, 285 profesores seglares y 78 miembros de personal no docente. A partir de entonces, se inicia una importante reestructuración. El 1 de julio del año 2000, el antiguo Distrito de Líbano-Siria es incorporado a la provincia Bética, y el 1 de septiembre del año 2003, se constituye una nueva provincia, integrada por las antiguas provincias de Italia, Levante y Bética. La nueva provincia recibe el nombre de Provincia Marista Mediterránea. La Asamblea Provincial de Alicante, en diciembre de 2002, así como los retiros comunes, durante los veranos de 2002 y 2003, que convocan a hermanos de las distintas zonas, ricos en momentos de oración, discernimiento, diálogo y esparcimiento en común, facilitan la integración de los miembros de las diferentes provincias. Al mismo tiempo, el H. Superior General y su Consejo, encomiendan a la nueva Provincia Mediterránea el apoyo y animación de determinadas zonas de África: el Distrito de África-Oeste (Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Camerún, Guinea y Chad) floreciente en vocaciones y actividades apostólicas. 32


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En la actualidad, el Superior General de los maristas es el neoyorkino H. Sean Sammon, que sucedió al H. Benito Arbués en 2001, mientras que el Provincial de la Marista Mediterránea es el H. Manuel Jorques Bru. Los datos generales del Instituto Marista en España son: 59 colegios, 57.484 alumnos, unos setecientos hermanos (de los que una sexta parte está en misiones en el extranjero), 2.820 profesores seglares y 398 miembros del personal no docente. Fundamentales para conocer esta organización son las muy cuidadas páginas Web del Instituto Marista: www.champagnat.org (General), www.fmsmediterranea.net (Provincia Mediterránea) y www.maristascordoba.com (del Colegio Cervantes, de Córdoba)

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La enseñanza católica durante la Segunda República Como escribe el profesor Cuenca Toribio, “La República advino sin resistencias considerables, con la relativa neutralidad de clero y jerarquía. De otro lado, y por primera vez en el discurrir de la vida contemporánea, grupos confesionales de cierta cuantía adoptaron una actitud esperanzada frente a un régimen desligado de las tradiciones patrias” y, sin embargo, el nuevo régimen pronto daría pruebas de su hostilidad hacia la Iglesia y de violación del Concordato de 1851. En mayo de 1931, antes de un mes de la proclamación de la República, el Gobierno Provisional ya había dictado sendos decretos aboliendo la obligatoriedad de la asignatura de Religión en los centros públicos y obligando a retirar de las aulas el crucifijo o cualquier otra imagen religiosa, salvo que la totalidad de los padres y el maestro no tuvieran inconveniente en que esos símbolos presidieran la vida escolar. Entre el 11 y el 13 de ese mes de mayo, 107 edificios religiosos fueron incendiados en toda España, hechos cometidos por turbas irracionales cuya única noción de republicanismo era el rechazo a la Iglesia Católica. Estos desmanes se cometieron con la aquiescencia de unas autoridades gubernativas que, no actuando, se hicieron cómplices de tales hechos y desmoronaron las esperanzas de muchos católicos en el nuevo régimen. En este marco se encuadra el incendio que destruyó totalmente el Palacio Episcopal de Málaga y el anejo Colegio Nuestra Señora de la Victoria de los hermanos maristas. Aprobada la Constitución laicista de 1931, la Educación se convertía en el gran caballo de batalla entre la Iglesia Católica y el Gobierno RepublicanoSocialista que, ansioso de mejorar España a través de la educación, hacía 35


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culpable a la Iglesia y a su enseñanza de la incultura del país.. La “escuela única y laica” que propugnaba el Gobierno de Azaña desde postulados mixtos de la Institución Libre de Enseñanza y del Socialismo, tuvo como principales abanderados a los ministros de Instrucción Pública Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos y al director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis. Si los decretos de mayo de 1931, desarrollados en una circular de Llopis en enero del año siguiente, podrían contemplarse como un ejercicio de la libertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado, las medidas tomadas durante 1932 y 1933, no dejaban dudas sobre la persecución legal a que se sometía a la Iglesia: en enero de 1932 se suprimía la Compañía de Jesús y se nacionalizaban, sin indemnización, sus bienes (según Cuenca, una concesión de Azaña a los socialistas para evitar la disolución y expulsión de todo el clero regular); en noviembre se prohibía a las Asociaciones Católicas, tanto de maestros como de padres de alumnos (las únicas constituidas entonces), presentarse a las elecciones de vocales de los Consejos de Protección Escolar; en el curso 1932/33 se suprimía, por ser explícitamente católica la Escuela Normal de Magisterio de Pamplona y se disolvía su Asociación de AA. AA.; en abril de 1933 se publicaba el proyecto de ley que permitiría ingresar en el escalafón público a los maestros de escuelas privadas laicas, negándoselo a los que hubiesen prestado sus servicios en las privadas confesionales; pero el golpe mayor vino con la aprobación de la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas el 17 de mayo de 1933 que, sin tapujos, y en palabras de Azaña en el Tomo IV de su Memorias, trataba “de preparar el camino para que desaparezca en España la educación e instrucción por cuenta y riesgo de las asociaciones religiosas”. La ley la había presentado como proyecto ante la Comisión de Justicia de las Cortes, el ministro del ramo, Álvaro de Albornoz, el 14 de octubre de 1932. Los retoques que sufrió en la Comisión la endurecieron aún más y en sus seis títulos y dos disposiciones transitorias abolía el presupuesto destinado al clero, ponía bajo control estatal todas las propiedades de la Iglesia, exigía un control de la distribución de sus miembros y prohibía la práctica política, comercial, industrial, agrícola y educativa. El artículo 31, en este último punto, era bien claro: “Las Órdenes y Congregaciones religiosas no podrán dedicarse al ejercicio de la enseñanza. No se entenderán comprendidas en esta prohibición las enseñanzas que organicen para la formación de sus propios miembros. La inspección del Estado cuidará de que las 36


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Ordenes y Congregaciones religiosas no puedan crear o sostener Colegios de enseñanza privada directamente, ni valiéndose de persona seglar interpuesta”. La Ley fue aprobada, entre grandes controversias y mientras el Gobierno estaba bajo sospecha por los sucesos de Casas Viejas, por 278 votos a favor y 50 en contra. Alcalá Zamora, presidente de la República y católico, no consideró oportuno ni devolver la ley a las Cortes ni vetarla, por lo inútil de lo primero y lo peligroso de lo segundo. Los colegios de Segunda Enseñanza tenían de plazo para desmantelarse hasta el 1 de octubre de 1933 y los de Primera Enseñanza hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. La medida afectaba a 350.000 alumnos de Primera Enseñanza y 20.000 de Enseñanza Media. La Iglesia española estaba, sin embargo, preparada para todo esto. Los ataques liberales durante el XIX y, particularmente, la libertad de enseñanza proclamada por las leyes de la Restauración, habían forjado en los católicos y en su jerarquía una cohesión y una conciencia de lucha y defensa, desde el punto de vista apostólico y desde el punto de vista histórico, de su derecho y deber a intervenir en la Educación en España. En 1930, por decreto del cardenal Primado, Pedro Segura, se había constituido la Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE), fundada por Domingo Lázaro (marianista), Enrique Herrera Oria (jesuita) y Pedro Poveda (sacerdote secular), que acogería a todos los centros dirigidos por religiosos y religiosas, los centros diocesanos y los centros seglares que expresamente manifestaran su carácter de confesionales. Además, formaban esta federación algunas personas seglares, los educadores mismos organizados en asociaciones de tipo profesional. Sus fines eran: • La educación cristiana de la juventud. • La protección de la enseñanza privada ante los poderes públicos, en armonía con los derechos de la familia, de la Iglesia y del Estado. • La defensa de la escuela confesional católica. • El fomento de la cultura, especialmente en los sectores menos favorecidos. • La instrumentación de medios económicos, propagandísticos y jurídicos. • La colaboración con el estado y las asociaciones católicas en orden a la mejora material y pedagógica de los colegios. 37


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La FAE mantendría toda su fuerza durante la República, debiendo tenerse en cuenta, aparte del apoyo legal que de ella recibían sus asociados, su Instituto Pedagógico, creado en el curso 1931/32, las Semanas de Estudios Pedagógicos, iniciadas en enero de 1932, y la revista Atenas, aparecida por primera vez en 1931. En la primera junta directiva de la FAE ya se incluía como vocal un Marista, el H. Hilario Felipe. La FAE sigue existiendo en nuestros días con el nombre de Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE). Ante la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas hubo numerosas y rápidas condenas desde el mundo católico: el manifiesto en su contra de los grupos parlamentarios de inspiración católica (agrarios y vasco-navarros); las manifestaciones por la libertad de enseñanza de las masas de católicos del país; la publicación de los libros blanco y azul recogiendo las quejas sobre la ley; la Declaración Colectiva del Episcopado español del 5 de mayo de 1933; la Encíclica de Pío XI Dilectissima Nobis, fechada en Roma el 3 de junio de 1933, en la que lamentaba la triste realidad de la Iglesia española y su falta de libertad, al tiempo que instaba a los católicos en defensa de la fe; y la nota de protesta del nuncio, monseñor Tedeschini, dada el 27 de julio de 1933. Pero, y sin descartar lo importante de este posicionamiento colectivo de la Iglesia, lo más eficaz fue la reconversión de los colegios católicos en Sociedades Anónimas para poder seguir existiendo. Ya el 1 de marzo de 1932, Vidal y Barraquer, obispo de Barcelona, proponía en su Archidiócesis constituir en los colegios religiosos Mutuas de padres de alumnos que defendieran el derecho a la educación católica y, llegado el momento, asumieran la propiedad del centro. Así se haría en toda España. Los hermanos maristas, por ejemplo, cara al exterior vistieron de seglar, pasaron a tratamiento de “don”, camuflaron las denominaciones de sus colegios y pusieron la propiedad de éstos a nombre de Sociedades Anónimas. No nos quedan testimonios de la propiedad del Cervantes cordobés en estos tiempos, pero no debió diferir mucho del colegio Inmaculada de Granada, que pasó a denominarse Cultura Granadina, siendo propiedad, desde el 31 de octubre de 1932, de una Sociedad Anónima con capital social de 20.000 pesetas, formada por cuarenta socios con una acción cada uno de 500 pesetas. El Bienio de centro derecha de diciembre de 1933 a febrero de 1936, a pesar de las expectativas, no trajo muchos cambios, pues si bien las leyes antirreligiosas del período anterior se suavizaron en su aplicación e incluso se volvió a dotar de un presupuesto al clero necesitado, no se abolió dicha legislación, a 38


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pesar de las promesas hechas en la campaña electoral. Ciertamente no fue el tema religioso prioritario en este período, que tuvo otros problemas, como la Revolución de Octubre de 1934, que se cobraría la vida de treinta y cuatro religiosos (uno de ellos hermano marista) y la destrucción de cincuenta y ocho templos. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 supuso una vuelta a las actitudes del bienio republicano-socialista, aumentado con más ataques a edificios religiosos sin intervención de la fuerzas de seguridad, cuyas consecuencias Gil Robles, en sesión parlamentaria del 16 de junio de 1936, cifraba en 160 completamente destruidos y 251 parcialmente. El diálogo Iglesia-Estado estaba roto y se anunciaban tiempos muy duros para la religión católica en España, cuando estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936. En todo este período de la Segunda República, los maristas se mantuvieron firmes. Pasada la tormenta de mayo de 1931, en septiembre de ese año, el H. Laurentino, Superior de la Provincia de España, en la que se encuadraban los colegios andaluces, se dirigía a los hermanos en el siguiente comunicado: “Mientras no fuercen, mientras no nos obliguen, no debemos ceder en nuestro derecho ni conceder a nadie intromisión ilícita en nuestras cosas. Recordemos el consejo del Rmo. H. Superior General (H. Diógenes): il faut rester à sa place d’honneur à faire le bien, hereux de souffrir à la suite de Jésus; il faut ne pas nous effrayer, confier en Dieu et en Marie comme notre Vénerable Fondateur. Tenez, tenez bon, restez a vos postes! Voyez le Mexique! Priez! Es hora de orar, de trabajar, de enseñar; de no tener miedo, aunque se tenga prudencia; de no ceder voluntariamente un paso, ni dejar un puesto; de mantener el hábito religioso, las Reglas, usos y costumbres. De no apartarnos, ni un centímetro, de la Iglesia católica y del Papa, ni de nuestros Prelados y Superiores. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Nuestra Madre, la Reina y Señora de nuestras almas!”. Ciertamente los maristas, escaldados ya, en cuanto a persecuciones religiosas desde el Estado se refiere, afrontaron muy bien la situación. Los colegios de Sevilla, Huelva, Jaén y Córdoba, por citar sólo los de Andalucía, tienen su origen en este período. Como dice el H. Ibáñez: “Curiosamente, ninguno de los colegios establecidos en zonas tradicionalmente maristas capituló, y sí surgieron otros que se han afincado en sus respectivos lugares con visos de perennidad. Así, mientras multitud de obras eclesiásticas sufrían persecución y aún aniquilamiento, los maristas españoles experimentaron notable auge, hasta la gran tragedia, en la que habían de pagar tremendo y glorioso tributo”. 39


EL COLEGIO CERVANTES DE LA CALLE BARROSO (1933-1935)

La Córdoba de los años treinta La Córdoba a la que llegan los hermanos maristas en 1933 es una ciudad de 101.701 habitantes (censo de 1930), que habiendo comenzado el siglo XX como la quinta ciudad andaluza, en esos momentos ya había superado a Cádiz y era la cuarta por detrás de Sevilla, Málaga y Granada. En 1940 alcanzaría los 135.674 habitantes. Su buen crecimiento vegetativo y la atracción que sobre los pueblos de la provincia comenzó a ejercer en el primer tercio de siglo, son las razones que explican su importante impulso demográfico. En ese período agricultura, industrias (La Cordobesa, Electromecánicas, etc.) y el sector servicios ayudaron a mejorar la economía cordobesa. Era Córdoba, pues, una ciudad de clase media, aunque con importante presencia obrera y fuerte inmigración de los pueblos. La sociedad cordobesa era ya tan festiva como ahora y muchas celebraciones actuales se daban entonces. La Cabalgata de Reyes se inició en 1925, Semana Santa (prohibida las procesiones en los años 1932, 1933, 1934 y 1936) tenía ya gran importancia y mayo era pura fiesta con las cruces, los patios (cuyo concurso inició el Ayuntamiento en 1918) y la Feria de Nuestra Señora de la Salud, con ubicación, desde 1820, en los jardines de La Victoria. La fiesta taurina tenía su foro en el coso de Los Tejares (construido en 1846), mientras que el fútbol apenas despuntaba, con un Rácing Cordobés en Tercera División y sin que existiera el estadio de El Arcángel. El Gran Teatro (abierto en 1873), el Teatro Duque de Rivas (en la confluencia de Gran Capitán con Los Tejares, construido en 1905 y cerrado, para derribo, en 1972) y el Góngora (inaugurado en 1932) eran los principales espacios de la ciudad dedicados al teatro y al cine. La ciudad había derribado sus murallas y ejes emblemáticos como Cruz Conde, Claudio Marcelo, Gran Capitán, Los Tejares (entonces Avenida de Canalejas), Plaza de las Tendillas, San Fernando y La Victoria, existían ya, pero Córdoba abarcaba poco más que en la Edad Media, con la Medina y la populosa Axerquía unidas. Por el oeste, más allá de los jardines de la Victoria, del barrio del Alcázar y de la calle de la Muralla, sólo existían escombreras, huertas, el edificio de la Cruz Roja (inaugurado en 1933), la Escuela de Veterinaria (terminada de construir en 1936, aunque habilitada cinco años más tarde), los cuarteles de San Rafael y de la Victoria y la barriada periférica de Los Olivos Borrachos (construida entre 1930-1934). Al sur, al otro lado del río 40


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

Guadalquivir, sólo en el Campo de la Verdad existía una breve construcción. El este terminaba en la Ronda del Marrubial y en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, más allá de los cuales sólo estaban el cuartel de Alfonso XII (desde la República, rebautizado como Lepanto) y más huertas. Al norte, finalmente, al otro lado de la Avenida de América y de los jardines de Agricultura y de la Merced, sólo estaba la estación de ferrocarril y las vías férreas, el barrio de las Margaritas y la Huerta de la Reina. Córdoba carecía de Universidad, aunque desde 1583 albergaba al Seminario Conciliar de San Pelagio y desde la primera mitad del siglo XIX era sede de una de las cuatro Escuelas de Veterinaria existentes en toda España, siendo su director en el período de los años treinta Rafael Castejón y Martínez de Arizala, y de la Escuela Normal de Magisterio, sita en la calle San Felipe, dirigida por Gil Muñiz. La medicina y su investigación tenían su gran centro en el Hospital del Cardenal Salazar, también llamado de Agudos, actual Facultad de Filosofía y Letras. Existía un sólo Instituto de Segunda Enseñanza, con sede en la Plaza de las Tendillas (el actual edificio del IES Góngora), fundado en 1847 y del que es heredero el IES Séneca, siendo su director, en 1933, Antonio Jaén Morente. Aparte de los hermanos maristas, otras órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza y existentes en la década de los treinta en Córdoba, eran los salesianos (el Colegio San Francisco de Sales se fundó el 1 de diciembre de 1901, en su actual emplazamiento), los Hermanos de La Salle (fundaron Cultura Española al mismo tiempo y en la misma calle que el Cervantes), las madres escolapias (encargadas de la gestión del dos veces centenario Colegio de Santa Victoria desde 1888; del Colegio de San Rafael, fundado por el obispo don Adolfo Pérez Muñoz en 1922 y del propio Colegio Calasancio, inaugurado en 1928), las esclavas del Sagrado Corazón (en la plaza de San Juan desde 1880), las franciscanas misioneras de la Madre del Divino Pastor (el Colegio Divina Pastora se fundó en 1920, ubicándose de 1931 a 1939 en la calle Alfaros), la Institución Teresiana (en la plaza de la Concha desde 1922), las hijas de la caridad (en el Colegio La Milagrosa de la calle Gondomar desde 1904), la Congregación de la Sagrada Familia de Villefranche (en la plaza de San Andrés desde 1903, para trasladarse dos años después a la de Aguayos), las hermanas hospitalarias de Jesús Nazareno (desde el siglo XVII) y las hijas del Patrocinio de María, con el centro más veterano, el Colegio Nuestra Señora de la Piedad, 41


EL COLEGIO CERVANTES DE LA CALLE BARROSO (1933-1935)

en la plaza de las Cañas, fundado en 1606. La Real Academia de Córdoba (fundada en 1810), el Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario (1856), el Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena (1902), la Escuela de Artes y Oficios (1869) y el Conservatorio Oficial de Música (cuya oficialidad obtuvo en 1922, gracias a Martínez Rücker), completaban la oferta educativocultural de la Córdoba de los años treinta.

La llegada de los maristas a Córdoba La presencia de los maristas en Andalucía arranca en 1906, con el colegio Nuestra Señora de Araceli, en Lucena. Pasarían dieciocho años hasta que el centro lucentino abandonase su soledad: en 1924 se fundaría Nuestra Señora de la Victoria, en Málaga; en 1926, lo haría el San Fernando en Villanueva del Río y Minas (Sevilla); en 1927 sería el turno de La Inmaculada, de Granada y en 1930 el de Nuestra Señora de la Capilla, en Jaén. En la organización canónica del Instituto Marista, se englobaban dentro de la Gran Provincia de España, con casa provincial en San Andrés de Palomar (Barcelona). El advenimiento de la Segunda República, con las leyes restrictivas para la enseñanza católica del bienio azañista, no supuso ningún freno para el afán apostólico y la vocación educativa de los hermanos. En 1933, el provincial, H. Laurentino, envió a varios hermanos a Sevilla, Córdoba y Huelva para sondear entre la población y las autoridades eclesiásticas las posibilidades de fundación de nuevos colegios maristas. En Sevilla se fundaría el San Fernando y en Huelva el Colón. A Córdoba llegó el H. Servando, que en mayo de ese mismo año alquiló un piso bajo, en el número 10 de la calle Barroso, propiedad de Francisco Natera, para instalar el colegio. La calle Barroso, nombre que mantiene en la actualidad, pertenece al barrio de la Trinidad y comunica la plaza de San Juan con el convento de Santa Ana. Está en pleno centro de la ciudad, a menos de 200 metros de la Plaza de las Tendillas, siendo su principal defecto la estrechez. La casa alquilada por los maristas, que hoy en día se mantiene en pie y con idéntica fachada, era el antiguo palacio solariego de los Velasco, familia de rancia tradición cordobesa que se remontaba a la época de Fernando III. El edificio databa de finales del siglo XV y ya en el XIX pertenecía a los condes de Fuente el Salce. Ramírez de Arellano hace referencia a esta mansión, destacando los bustos y escudos que decoran el exterior y, sobre todo, “un precioso 42


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

ajimez en esquina, tapiado y embadurnado con mil capas de cal y ocre”. Otro Ramírez de Arellano, Rafael en este caso, atribuye la obra a Hernán Ruiz, hijo. En esta casa vivió el arqueólogo Ángel Casas Morales, experto en Neolítico y que legó al Museo Arqueológico una colección inestimable, y en la vivienda contigua habitó el académico y orador cordobés Pedro Palop Fuentes, en los años sesenta y setenta profesor de Cervantes. Rafael Salcines Muñoz, como alumno de los primeros años de Cervantes, recuerda perfectamente aquella primigenia ubicación del colegio: la casa era muy amplia, tenía distintas habitaciones que fueron habilitadas como aulas de enseñanza. Se accedía por un portal de tres escalones que al frente tenía una puerta de cristales que daba al patio de recreo. A la derecha una escalera conducía a la vivienda de uno de los alumnos fundadores, Mariano Peñuela Escribano. Los alrededores del colegio no podían ser más pintorescos, enfrente se hallaba la popular taberna Casa Adriano, animadísima desde las 11 de la mañana con el consiguiente trastorno para la jornada escolar, y un número más arriba una “amenazadora”, para los camuflados hermanos maristas, Casa del Pueblo. El 17 de septiembre de 1933 llegaría, procedente de Calatayud, el H. Julio Albéniz, que sería el primer director del colegio y, poco después, el H. Francisco Arteaga. Estos dos hermanos serían los que iniciarían el curso 1933/34. Previamente se había insertado un anuncio en la prensa local que había atraído a familias interesadas en saber quiénes eran los que llevaban el colegio. El mobiliario del centro constaba de un pequeño despacho para el director, cincuenta pupitres de dos plazas, cuatro pupitres para los profesores y media docena de sillas. Y con estos efectivos comenzaba, el 4 de octubre de 1933, la andadura del colegio El primer día de clase sólo hubo un alumno matriculado: Juan Manuel Anguita Blanco, al que al día siguiente se le uniría Francisco Natera (hijo del dueño del inmueble). Se escogió desde el principio el nombre Cervantes para denominar al nuevo centro, nombre discreto que evitaba referencias religiosas y que se justificaba por la vinculación del escritor de Don Quijote de la Mancha con Córdoba. Miguel de Cervantes y Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616) tuvo vinculación familiar con nuestra ciudad donde vivió desde 1553 a 1563, su presencia aquí está constatada en varias ocasiones y, durante un tiempo, hubo quien sostuvo que esa vinculación iba más allá y directamente el inmortal 43


EL COLEGIO CERVANTES DE LA CALLE BARROSO (1933-1935)

escritor había nacido en Córdoba. Lo que es innegable es la existencia de una Córdoba cervantina. Cervantes prueba el conocimiento que tenía de Córdoba con la aparición de la plaza y de la posada del Potro en El Quijote y en Rinconete y Cortadillo. Agujeros del Potro, fabricantes de agujas, eran tres de los manteadores de Sancho Panza en el episodio de la Venta y el propio ventero había cursado estudios de picaresca en dicha plaza, parada de viajeros y aventureros, refugio de tahúres y mentidero que fue en los siglos XVI y XVII. En 1916, con motivo del tercer centenario de su muerte, la ciudad le había dedicado sendos artísticos azulejos, aún visibles en la actualidad, en la referida plaza del Potro y en la Puerta de Osario. Para finales de octubre de 1933, la dotación humana del Colegio Cervantes se había incrementado con un nuevo marista, el H. Ignacio Martínez Alonso, procedente del colegio de Larache y con otros doce alumnos, entre los que destacaban los hermanos Gutiérrez de Ravé, Manuel (actual coadjutor de la parroquia cordobesa de San Nicolás de la Villa), José y Francisco, Mariano Peñuela (luego misionero en Japón), Emilio Calderón y el ya citado Rafael Salcines. Los Anales del Cervantes conservan datos curiosos de esta épica primera época, como los honorarios mensuales que habían de pagar los alumnos: párvulos, 15 pesetas; elemental, 20 pesetas; grado medio, 25 pesetas y grado superior, 30 pesetas. Los tres hermanos maristas vivían en una fonda próxima, en régimen de pensión completa, y pagaban 4,50 pesetas diarias. La generosidad de las familias cristianas que llevaron sus hijos a este colegio camuflado confesional, se hizo patente en las primeras Navidades de los maristas en Córdoba: seis pollos, dos pavos, algunas botellas de vino y cajas de polvorones. Los comienzos del Cervantes son un calco de las vicisitudes y del espíritu que podríamos contar de cualquier centro marista recién inaugurado en aquel tiempo. Reproducimos el testimonio de uno de los hermanos pioneros en Córdoba, el H. Ignacio Martínez: “Disponíamos de diferentes clases de alumnos. Yo tenía ingreso, comercio y francés y algunos de segunda enseñanza, y también mecanografía. El jueves íbamos de paseo con los niños. Éramos amables, cariñosos y caritativos con los niños y familias. La Comunidad la componíamos tres hermanos, tan compenetrados que parecíamos uno; lo que quería o decía uno, lo queríamos los tres. ¡Qué vida de familia! No nos disgustábamos ni una sola vez. Siempre contentos, siempre alegres. La pobreza era connatural con nosotros. Comida muy corriente, todos los días sin vino. Sólo en las 44


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

grandes solemnidades tomábamos café y copa... unas tres veces al año. Los muebles eran escasos y pobres; había que trasladarlos de una parte para otra, por ejemplo la silla. Una sola silla por cada hermano que había que llevar de un sitio a otro. Pero bendito sea Dios que nos daba algo que sufrir”. El mes de mayo de 1934 contemplará en Córdoba, por primera vez, la celebración marista del mes de María, y a cuatro alumnos haciendo la Primera Comunión. El curso lo finalizaban, en junio de 1934, un total de veintinueve alumnos (¡Qué lejos de los más de mil actuales!). Entre los agregados merece citarse a Rafael de la Hoz, que llegaría a ser célebre arquitecto cordobés y presidente de la Asociación Mundial de dicha profesión. El colegio presentó ocho alumnos al examen de ingreso en el Instituto de Bachillerato y todos aprobaron. El curso 1934/35 se iniciaba el 15 de septiembre. Para el primero de octubre estaban matriculados cincuenta y cuatro alumnos y para después de Navidades el número se elevó a sesenta y uno. A los tres hermanos maristas ya citados se les unieron el H. Matías Botet Quintana y el H. León Albinit Beperet. Este año se presentaron doce alumnos al examen de ingreso en el Instituto, aprobando también todos. Las buenas previsiones de matriculación para el curso 1935/36, convertían en más que insuficiente la capacidad del local de la calle Barroso. A ello se unía el desagrado que los hermanos sentían por el bullicio excesivo de la Casa Adriano. Fueron estos los motivos que llevaron a buscar nuevo acomodo al Cervantes, de acuerdo con el Superior Provincial, H. Laurentino.

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EL COLEGIO CERVANTES DEL PALACIO DE TORRES CABRERA (1935-1942)

El palacio de los condes de Torres Cabrera 1935/36, el tercer curso de los hermanos maristas en Córdoba, se iba a iniciar en un señorial y amplio edificio, bien distinto del anterior. Se trataba del palacio de los condes de Torres Cabrera, emplazado en el número 13 de la calle de idéntico nombre. En lo que no se diferenciaban ambas mansiones era en la enjundia del linaje de sus titulares: como los Velasco, los Torres Cabrera hundían sus raíces en la Edad Media cordobesa. Fernando Díaz de Cabrera, encargado por Enrique II del gobierno de Córdoba, fue el fundador del mayorazgo de los Torres Cabrera, elevado a Condado por Carlos II en 1688. La casa palacio de los condes, donde se ubicaría el Cervantes, se alzó en el siglo XVII y fue reedificado en la segunda mitad del XIX. Las mejores descripciones históricas de esta mansión nos las ofrecen Teodomiro Ramírez de Arellano y Ricardo de Montis. Ramírez de Arellano la describe como “una de las casas más bonitas de Córdoba” y destaca su verja de entrada, el jardín exterior y el patio principal; señalando la biblioteca y magnífica colección de antigüedades romanas que posee la casa, procedentes de excavaciones realizadas in situ. Montis se extiende más, no en vano se trata de un artículo fechado en junio de 1928, glosando las glorias arquitectónicas e históricas de esta casa, con el fin de convencer a la Diputación para que la adquiriese y destinara a Gobierno Civil. Fin que la sacaría del vacío y silencio en que había caído en esos años. La fachada principal está compuesta por dos cuerpos salientes unidos por una terraza, que le dan aspecto de fortaleza; dentro, el patio central del edificio, circunvalado por arcos sostenidos por 30 columnas 47


EL COLEGIO CERVANTES DEL PALACIO DE TORRES CABRERA (1935-1942)

y con pavimento y zócalo de mosaico. Una escalera de mármol negro con incrustaciones de mármol blanco y ágata, unía las dos plantas de que constaba la casa palacio. En esta mansión, siendo conde de Torres Cabrera Federico Martel, se habían alojado los duques de Montpensier, en 1848, y Ramón María Narváez, que presenció desde allí un desfile de la Milicia Nacional. Siendo conde Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, gobernador civil de Córdoba, la casa alojó durante tres días de abril de 1877 (que correspondieron a la Semana Santa) al Rey Alfonso XII y su séquito; estancia de la que se conserva un riquísimo Salón del Trono de 90 metros, estilo Luis XV. El líder del Partido Conservador, Antonio Cánovas del Castillo, también fue huésped de Ricardo Martel, jefe de dicho partido en Córdoba, y a cuya recepción acudieron varios miles de personas que llenaron salones, patios y jardines. Otras dedicaciones que tuvo la casa palacio en esta época fueron la de sede del diario conservador La Lealtad, exposición permanente de productos y maquinaria agrícola, fiestas de fin de curso de las escuelas dominicales para obreros, institución benéfica creada por la condesa Isabel de Arteaga, y Juegos Florales y fiestas literarias, en una de las cuales se dio a conocer Antonio Fernández Grilo, cantor de las Ermitas cordobesas y de quien los condes se convirtieron en mecenas, costeándole la publicación de su primer libro de versos.

Una nueva sede para el Cervantes El sentimiento de melancolía y preocupación que invadía a Montis viendo la otrora señorial y activa vida de la casa palacio, devenida en silenciosa y triste, con un futuro de ruina y derribo, se solucionaría siete años después de que escribiera su artículo. El 4 de septiembre de 1935, el H. Julio Albéniz, director del Colegio Cervantes, firmaba un contrato de arrendamiento con Pilar Meléndez Valdés, propietaria del edificio. El estado de éste, a pesar de llevar deshabitado varios años, era magnífico y los hermanos solo tuvieron que efectuar pequeñas reformas para adaptarlo a su uso de colegio, como la transformación del Salón de Baile en capilla y la construcción de seis retretes y una fuente para que bebieran los niños en el patio. El 15 de septiembre se realizó el traslado desde el local de la calle Barroso, al amanecer, por los propios hermanos “para no perder prestigio”, como nos 48


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

recuerda Francisco Ibáñez. A los padres con niños en el Colegio se les envió una tarjeta notificándoles el cambio de domicilio y en la prensa local se incluyó el siguiente anuncio: “Colegio Cervantes, Primera y Segunda Enseñanza. Se ha trasladado al Palacio de los Condes de Torres Cabrera. Extensos patios, hermosos jardines, amplias aulas. El reglamento limita el número de alumnos por aula”. La nueva ubicación del Colegio no escapaba del centro de la capital y, aunque en sentido contrario y con más revueltas, no más de 300 metros le separaban de las Tendillas. La calle, en fin, comunicaba los Jardines de Colón con la plaza de Capuchinas y en sus alrededores se localizaban lugares tan típicamente cordobeses como las plazas de las Doblas, de Capuchinos y del Cardenal Toledo o el número 2 de la misma calle, que había visto nacer el 4 de julio de 1917 a Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete. El curso se iniciaba el 1 de octubre de 1935 con sesenta y cuatro alumnos que irían paulatinamente aumentando hasta llegar a ciento once en diciembre. Las aulas tenían una amplitud y luminosidad de las que carecían las de la calle Barroso y los chavales podían desfogar sus energías jugando al fútbol y al baloncesto en un patio interior terrizo, respetando el patio de columnas y el jardín. El profesorado estaba formado por los hermanos Julio Albéniz, Ignacio Martínez, Francisco Arteaga, Matías Botet, Carlos Merino y Lucialiano Bernardo. El 10 de mayo de 1936 se celebraron las Primeras Comuniones de los niños del Cervantes, por primera vez en la cercana y hermosa parroquia de San Miguel, estrenándose el coro colegial. A los exámenes para obtener el título de Bachillerato se presentaron diecinueve alumnos, todos aprobados, lo que valió una felicitación del Instituto al Cervantes. Los Anales del colegio recogen una significativa anécdota de este curso: los hermanos maristas no vestían de sotana, se titulaban solo “maestros católicos”, y la propiedad del colegio era de una sociedad anónima y no del Instituto Marista, de acuerdo con la legalidad republicana. Pues bien, el 14 de noviembre, el Cervantes fue visitado por el inspector jefe de Primera Enseñanza, quedando complacido del local, los alumnos, los maestros y la enseñanza (que no ocultaba ni el rezo ni el crucifijo en las aulas). Mantuvo un gesto serio durante toda la visita, pero al marchar, y con una sonrisa, les dijo a los “maestros católicos”: “No me engañan, son ustedes maristas”. 49


EL COLEGIO CERVANTES DEL PALACIO DE TORRES CABRERA (1935-1942)

La Guerra Civil Graves acontecimientos esperaban a Córdoba y España, en general, recién terminado el curso 1935/36. El estallido del Alzamiento y la subsiguiente Guerra Civil atemorizará a los maristas cordobeses, hasta que la conexión con las fuerzas sublevadas de Sevilla y las desembarcadas en Cádiz, clarifique la situación de Córdoba a favor de los nacionales. Desde la relativa calma de esta ciudad de retaguardia, los hermanos vivirán el dolor y tristeza, a medida que conozcan las desventuras de sus compañeros de congregación que han quedado en la otra España y que serán víctimas de un odio irracional e injustificado. La matanza colectiva más atroz tendrá lugar en Barcelona, el 8 de octubre de 1936, cuando cuarenta y cinco maristas, encabezados por el Superior Provincial, H. Laurentino Alonso, sean ametrallados por anarquistas de la FAI frente al cementerio de Moncada. El total del martirologio marista durante la Guerra Civil eleva el número de víctimas a ciento setenta y cuatro, más ciento veinte que sufrieron prisión, viviendo la Provincia Bética sus mayores angustias en Málaga, Badajoz y Jaén. Moral Barrio escribe sobre esta tragedia: “En la trama del conflicto hubo turbias sinrazones humanas. Pero en miles y miles de casos hubo, sin duda, testimonio y martirio. Reconocerlo y proclamarlo no es condenar a los verdugos, a quienes los mártires perdonaron siempre. Todos fallamos entonces como sociedad; pero ellos nos redimieron, a todos, con su sangre. Proclamar a nuestros mártires no es rechazar la reconciliación, sino buscar, en esa sangre purificada por el amor y la muerte, la semilla de la reconciliación”. El 4 de octubre de 1936 se iniciaba el curso en el Cervantes. Había una significativa novedad: los hermanos vestían de sotana. Pero algo más que cambios de imagen tendría el Cervantes durante la guerra. Una compañía de transmisiones se instaló en dependencias del colegio y una clase baja se adaptó como refugio durante los bombardeos aéreos. Esta clase recibió el sobrenombre de El Sotanillo y dio origen a una revista quincenal, editada por los alumnos, con poesías, artículos, chismes y las consabidas caricaturas. Los Anales recogen el dato de que un día una bomba cayó en el patio terrizo e hirió a un soldado. El general Queipo de Llano, personalmente desde Sevilla, ordenó que el Cervantes, a pesar de las penurias económicas, debía encargarse de cuarenta huérfanos de guerra, almuerzo y educación incluidos. La nueva situación de España afectará, lógicamente, al tipo de educación. El H. Ibáñez se extiende sobre este tema: Dios, Patria, Familia y Disciplina eran 50


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

conceptos que se manejaban con naturalidad, se palpaban en el ambiente y trataban de ser los pilares sobre los que, Iglesia y Estado querían construir el nuevo orden. La descripción que Ibáñez nos da del comienzo del curso el 15 de septiembre de 1938 no puede ser más gráfica: “... ya de mañanita confluyen por las distintas calles numerosos grupos de alegres pequeños que inundan el jardín con sus metálicas voces... Mostraban la alegría de entrar en su segundo hogar y formados en impecables filas, saludaban, brazo en alto a la enseña nacional”. El Cervantes continuaba su vida normal a pesar de la guerra. Buenos resultados académicos; actividades extraescolares con efecto de mejorar el caché del centro, como una demostración gimnástica en la plaza de toros de Los Tejares; participación de los maristas y sus alumnos en la obra apostólico-social de la catequesis del barrio de los Olivos Borrachos, en colaboración con la Acción Católica, actividad que se mantendría en los años de posguerra... El número de alumnos aumentaba: para el curso 1939/40, finalizada la guerra, se llegaba a los trescientos. También arribaron nuevos hermanos, entre los que hay que destacar por su trascendencia en la historia del Colegio, al H. Esteban Gallo, uno de los escasos supervivientes del colegio malagueño, llegado en 1938, y al H. Tomás Corral, venido en abril de 1939 tras dos años de dura cárcel en Jaén. Por contra, la comunidad marista cordobesa podía ya contar su primer fallecido: el H. Felipe Irulegui partía para la Casa del Padre el 10 de noviembre de 1938; Los Anales le dedican ocho páginas de verdadero afecto.

Cambio de director y nueva etapa El año 1940 contemplaba la venida de un nuevo director para el Cervantes, el H. Agapito García Osorno, procedente del colegio de Burgos, que sustituía en el cargo al H. Julio Albéniz, destinado como director del colegio de Larache, en el Marruecos Español. El reconocimiento al primer director del Cervantes se refleja en los Anales redactados por su sucesor: “Don Julio, como los alumnos muy cariñosamente le llaman y le recuerdan, fue el fundador y el alma de este Colegio que hoy cuenta 400 alumnos, en partes iguales de 1ª y 2ª Enseñanza. Córdoba y el Colegio Cervantes saben de los trabajos, sudores y fatigas de don Julio que, durante siete años y en momentos muy críticos ha venido sosteniendo esta obra. Lo que hay, a él se le debe y a los que con él han colaborado”. En 1975, la Asociación de AA. AA. del Cervantes, le dedicó una de las aulas de los últimos cursos, grabando su nombre en una placa de mármol. 51


EL COLEGIO CERVANTES DEL PALACIO DE TORRES CABRERA (1935-1942)

Para el cargo de subdirector se nombró al H. Victoriano Ruiz, presente en el colegio desde 1937 y futuro director de 1957 a 1963. El cambio se realizaba sin ningún problema y con la obediencia que siempre ha caracterizado a los maristas: “Los Superiores mandan y colocan a sus súbditos en los lugares y casas que creen más convenientes”, rezan los Anales. Una nueva etapa se abría para el Cervantes, que contaba en el curso 1940/41 con trece hermanos encargados de los puestos de director, administrador, de los cuatro cursos de Primera Enseñanza y de los siete de la Segunda. Tres profesores seglares impartían clases en el colegio: Carlos Sánchez (Latín y Geografía), el teniente José Martín (Educación Física) y el reconocido imaginero Juan Martínez Cerrillo (Dibujo), luego sustituido por Marcial Costa Quintero. Las retribuciones de estos seglares eran de 100 pesetas mensuales por hora diaria de clase. La evolución de la matrícula en Cervantes nos la muestra el siguiente cuadro:

52

1940/41

1941/42

1942/43

1943/44

1944/45

1945/46

Párvulos

50

29

25

27

30

36

Clase Elemental

45

38

40

32

34

35

Grado Medio

46

45

44

47

39

42

Ingreso

42

42

52

50

42

38

Total 1ª Enseñanza

183

154

161

156

145

151

1º Bachillerato

52

34

41

41

32

39

2º Bachillerato

35

45

39

41

40

40

3º Bachillerato

32

33

39

38

39

38

4º Bachillerato

27

28

27

33

35

23

5º Bachillerato

23

20

23

22

26

28

6º Bachillerato

15

19

18

20

21

30

7º Bachillerato

20

14

17

17

19

15

Total 2ª Enseñanza

204

193

204

212

212

213

TOTAL COLEGIO

387

347

365

368

357

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EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

La “euforia” de la posguerra Años de posguerra y numerosas estrecheces económicas para la comunidad marista, pero el colegio sigue adelante. Los años cuarenta son años en el Cervantes de euforia por el triunfo en la contienda y por la paz. Es lo que luego se llamará el nacionalcatolicismo, que se prolongará hasta bien entrados los cincuenta. Por las mañanas, a la entrada, todos los alumnos reunidos en el patio, cantaban el himno nacional con la oficiosa letra de José María Pemán, mientras en un balcón se izaba la bandera de España. Incluso alguno de los hermanos nuevos, como el H. Florentino Asenjo, se habían visto obligados a combatir en la guerra, lo que excitaba la imaginación de los chavales: “Don Florentino nos contaba episodios de la recién terminada Guerra Civil, de los que él había sido protagonista. Los contaba de una forma que parecía que los estábamos viendo, aunque a mí me costaba mucho esfuerzo imaginarme vestido de soldado a aquel hermano marista con amplia sotana y su pequeña baberola, blanquísima y almidonada. Para mí, aquel hombre era un héroe, que había colaborado muy mucho en la derrota de los rojos”, recuerda Eduardo Font de Dios. El curso escolar estaba salpicado de fiestas religiosas, la mayoría, y de contenido político, que la comunidad de Cervantes, vivía intensamente, como la mayoría de los cordobeses de aquellos años. La lectura de los Anales nos revela una actitud sincera, lejos de cualquier pretenciosidad o artificialidad religiosa y, en todo caso, en sintonía con los tiempos. Veamos, a continuación, cómo se desarrollaba el curso en cuanto a festividades se refiere. Todos los domingos había misa de 9 de la mañana, oficiada por algún padre capuchino, y desde octubre de 1942, con el cambio de sede del colegio, por el nuevo capellán Juan Antonio Lozano o por el párroco de La Compañía, José Torres Molina. Igualmente, durante todo el curso, se celebraban los Primeros Viernes de Mes, con misa, comunión y consagración al Sagrado Corazón de Jesús, dirigidos por el P. Roldán, jesuita para el que siempre tendrán palabras de elogio los maristas y que se caracterizaba por su carisma y sentido pedagógico hacia los alumnos. El rezo del rosario también era práctica habitual para los alumnos de Segunda Enseñanza, efectuándose a las 6’30 de la tarde en la capilla. El curso, en sí, se iniciaba a primeros de septiembre con una misa y la presentación de profesores. Especial trascendencia, para el colegio y la ciudad, tuvo el inicio del curso 1945/46: por iniciativa del obispo de Córdoba, Adolfo Pérez 53


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Muñoz, tuvo lugar una Santa Misión en toda la diócesis las dos primeras semanas de octubre; cincuenta y dos padres jesuitas se encargaron de la capital, que pareció transformarse en un inmenso templo y así quedó grabado en los Anales maristas y en la historia cordobesa. Iglesias, centros de trabajo, cuarteles, la calle... fueron testigos de un fervor inaudito y multitudinario, de renovación espiritual y religiosa; los alumnos mayores del Cervantes participaron en la comisión de orden, acompañaron a la Santa Misión a Los Olivos Borrachos y desfilaron en la magna procesión del 12 de octubre que culminó en la Plaza de José Antonio, hoy Tendillas: “El éxito de la Misión ha desbordado completamente el límite de las esperanzas de los más optimistas. Laus Deo. Ha habido actos especiales para niños, jóvenes, hombres, etc.; todos con extraordinaria brillantez, que perdurarán, sin duda, en el recuerdo de los cordobeses. Dios quiera que también se conserve el fruto que ha de reportar a las almas”, recogían los Anales. En inicios normales de cursos, el 15 de septiembre tenía lugar la Fiesta de la Escuela Cristiana, en cuya procesión participaban las distintas órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza ubicadas en Córdoba. El 25, 26 y 27 de septiembre era la Feria de Otoño, suspendiéndose las clases de la tarde para la Primera Enseñanza, la única que había empezado el curso. El 1 de octubre se celebraba la Fiesta del Caudillo, no había clase y los hermanos asistían a la recepción oficial en el Gobierno Civil; al día siguiente comenzaban las clases de la Segunda Enseñanza. El 12 de octubre, Fiesta de la Virgen del Pilar y de la Hispanidad, los alumnos asistían a misa de 9 en el colegio y luego tomaban vacación. A finales de mes tenía lugar el Domingo Mundial Por las Misiones, más conocido como Domund; en 1945 salen por primera vez los alumnos del Cervantes a recorrer las calles de Córdoba con sus huchas y brazaletes, recogiendo la importante cantidad de 2.055 pesetas. El 29 de octubre (luego el 9 de febrero), Fiesta de los Caídos, por la mañana tenían clase los alumnos que no eran flechas, los demás oían misa en San Cayetano, efectuaban una ofrenda floral ante la Cruz de los Caídos en la Torre de la Malmuerta y por la tarde vacación. El 1 y 2 de noviembre, Fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, tampoco había clase, sólo misa de 9 los dos días y excursión campestre (la castañada) el segundo. El 20 de noviembre era el Aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, se celebraba con vacación y con misa oficial en la catedral a la que asistía una representación del colegio. En diciembre, el 8, encontramos la Festividad de la Inmaculada Concepción que, precedida de una novena, se celebraba con misa y comunión general en la capilla. 54


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Las vacaciones de Navidad ponían fin al primer trimestre del curso. Estas se iniciaban el 23 de diciembre, tras la lectura de notas, reanudándose las clases el 7 de enero. En diciembre de 1942, las vacaciones son precedidas de una campaña entre los alumnos para recoger donativos destinados a la División Azul; la suma obtenida, redondeada por el Colegio, es de 300 pesetas, “¿Qué hará el Colegio de Cultura Española que lleva entregando ya dos años mil pesetas?”, se lamentan simpáticamente los hermanos en los Anales. Durante el período vacacional los hermanos aprovechaban para hacer algún viaje y limpiar y ordenar las clases. El 24 de diciembre se asiste a la Misa del Gallo y la noche del 31 se dedica a acción de gracias y contrición. No podemos dejar de señalar cómo se recoge en los Anales el 1 de enero: “Terminadas las oraciones de la mañana y una vez reunidos en la Sala de Profesores, se procedió al saludo fraternal: con santa alegría y cariño los miembros de esta Comunidad nos deseamos el feliz Año Nuevo”. En cuestión más material, no faltan los regalos de alumnos que ayudan a pasar mejor estas fiestas y que los hermanos agradecen así: “Aunque el año sea de escasez y privaciones, sin embargo, la Providencia vela por sus escogidos y las Pascuas de Navidad no transcurren del todo mal: el pollo, los buenos vinos y licores y otras buenas cosas procedentes de regalos, pasan por la mesa” o “El niño Jesús quiere hacernos partícipes del regocijo que viene a traer al mundo su nacimiento, no sólo para el espíritu sino también un poco para la materia que ha de servirle con buena voluntad y hace que los obsequios de los alumnos, sin cosa mayor, sean algo más numerosos que en años anteriores”. Cualquier antiguo alumno que estudiara en el colegio de la plaza de la Compañía, recordará las ventanas del patio blanco que dan al sótano y que en vísperas de las vacaciones navideñas eran pobladas por algún ilustre visitante, generalmente un pavo. Los maristas, en cualquier caso, no podían olvidar su sello de sencillez, e incluso en Navidad, el Consejo Local de diciembre de 1942 tomaba la siguiente medida: “Manifiesta el Hermano Director que, no siendo costumbre entre nosotros tomar café con leche después de la cena, se aproveche dicha leche para incrementar la densidad del desayuno, máxime que por el calor, o por otras causas misteriosas, corre peligro de evaporarse, todo o parte de tan nutritivo líquido”. La festividad de Reyes iba precedida de la asistencia de los hermanos a la Cabalgata, que era contemplada con ojos maravillados por aquellos castellanos, vascos y navarros que la vocación y la obediencia llevaron lejos de su tierra: “Ciertamente es digna de verse, mezcla de procesión cívica y religiosa, tan en consonancia con la 55


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psicología andaluza”. Para Reyes, los hermanos recibían un pequeño regalo de la propia comunidad: “Se encarga al hermano administrador, vea el modo de proporcionar, dentro de los límites de la economía y de la santa pobreza, un pequeño aguinaldo a los hermanos el día de Reyes”. Ya en el segundo trimestre, en febrero se iniciaban los Siete domingos de San José, patrón de los hermanos maristas, consistentes en rezar oraciones y cantar canciones a sus dolores y gozos, durante la misa de alumnos de las 9 de la mañana. En febrero, también generalmente, se celebraba el Miércoles de Ceniza, cuya imposición se efectuaba a los alumnos tras misa de 9 en la capilla. El 1 de marzo de 1941, extraordinariamente, no hubo clase; el motivo histórico lo recogemos textualmente de los Anales: “El 1º de marzo fue día de luto nacional. S.M. Alfonso XIII falleció en Roma el 28 de febrero. En todas partes se celebran funerales por el eterno descanso de su alma. En Córdoba sus honras fúnebres son en la Catedral, asisten la mayoría de los miembros de la Comunidad. Ese día no hubo clase”. El 7 de marzo, Fiesta de Santo Tomás de Aquino, patrón de los estudiantes católicos; misa de 9 y vacación. El 10 de marzo se celebraba la Fiesta de los Mártires de la Tradición, no había clase y los hermanos asistían a misa en San Hipólito. El 19, Fiesta de San José, se celebraba con misa y comunión general en la capilla y luego vacación; la víspera solía haber alguna actividad cultural y recreativa en el Colegio. La semana anterior a Semana Santa tenían lugar Ejercicios Espirituales para los alumnos de Segunda Enseñanza. Los de 5º, 6º y 7º se recluían cinco días en San Hipólito, de donde sólo salían para comer y dormir en sus casas; en algunos años, a petición de los alumnos, los Ejercicios se hacían cerrados en el Colegio Nuestra Señora de Araceli de Lucena. Los alumnos de 1º, 2º, 3º y 4º, durante esos cinco días, recibían dos pláticas diarias en la capilla del colegio, una a las 12 y otra a las 18’30 tras el rosario. El Viernes de Dolores, fiesta de gran devoción en Córdoba, los dos grupos finalizaban los Ejercicios con misa y comunión general, tomando vacación después. El Lunes Santo los alumnos acudían al colegio para recoger las notas e iniciar las vacaciones, que duraban hasta el Martes de Pascua, inclusive. Durante el período vacacional, los hermanos salían al campo, veían procesiones y asistían a los Santos Oficios (en los PP. Capuchinos primero, en La Compañía y Catedral, luego). 56


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Abril se iniciaba en su primer día con la Fiesta de la Victoria: “La magnífica Victoria de nuestros soldados en su heroica cruzada. ¡Señor de los Ejércitos! los que gemimos en las mazmorras rojas: ¡Te Deum laudamus!”, expresan vehementemente los Anales en el 1 de abril de 1943. Ese día no había clase (salvo dos horas si coincidía con Ejercicios Espirituales) y el Cervantes participaba en el desfile cívico-militar que recorría las calles de Córdoba (la tribuna de autoridades se alzaba en la Avenida de la Victoria) con una escuadra de alumnos de 1º, 2º y 3º de Segunda Enseñanza, que interpretaba canciones patrióticas. En la misma línea de conmemoración política iba la Fiesta de la Unificación, que se celebraba con vacación el 19 de abril, recuerdo del decreto de Franco de 1937 que creaba la FET y de las JONS. El 23 de abril, Día del Libro y de Cervantes, el Colegio, que llevaba el nombre del gran escritor, suspendía las clases, celebraba concursos literarios y exposiciones de libros. Mayo se iniciaba con la fiesta nacional del Primero de Mayo; los alumnos oían misa de 9 y tomaban vacación. Era el mes de mayo un mes muy importante para el colegio pues durante él se celebraban las Confirmaciones, Primeras Comuniones a cuya preparación tanta importancia daban los hermanos, y el Mes de María, igualmente de gran sentido en la Institución Marista. Las Confirmaciones se llevaban a cabo en la parroquia, primero San Miguel y luego La Compañía, y eran presididas por los obispos de Córdoba, Adolfo Pérez Muñoz hasta 1945 y fray Albino González Menéndez-Reigada desde esa fecha. De las Primeras Comuniones, que se celebraban en los domingos de mayo o el Día de la Ascensión o de La Aparición de San Rafael, hablaremos más adelante, digamos ahora que el Mes de María se celebraba diariamente, todo el colegio, a última hora de la tarde en la capilla del palacio de Torres Cabrera y en la iglesia de La Compañía cuando el Cervantes se trasladó a su tercer emplazamiento; en ese acto, los Carmelitas Descalzos imponían a los alumnos el Escapulario del Carmen; aparte, en cada clase, solía ponerse una imagen de la Virgen María a la que los alumnos ofrecían las tradicionales flores. Mayo finalizaba con la Feria de Nuestra Señora de la Salud que, como en nuestros días, duraba una semana, de lunes a domingo, concediéndose vacación completa tres días y suspendiéndose la sesión de la tarde los otros tres. Y llegamos a junio, el último mes del curso escolar. En él tenían lugar dos festividades, el Corpus Christi, que por supuesto no había clase y asistiendo la comunidad y algunos alumnos a la procesión que, con el Santísimo en la 57


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Custodia, realizada por de Enrique de Arfe, recorría la ciudad y la Fiesta del Fundador de los maristas, Marcelino Champagnat: los hermanos preparaban con verdadero cariño y esmero esta festividad, tanto por dar realce a su, entonces, Venerable fundador, como por intentar que surgiera alguna vocación. Los días 3, 4 y 5 de junio tenía lugar el triduo preparatorio, a partir de las 6 de la tarde, con plática a cargo del ya citado P. Roldán S. J. y el día 6 se celebraba la gran fiesta de Marcelino Champagnat, con misa a las 9 de la mañana, actividades culturales y competiciones deportivas, bien en las pistas del colegio, bien en estadios de la ciudad (América, Marrubial, Electromecánicas). Algunos años, al día siguiente, se programaba una excursión campestre con alumnos escogidos. Ninguna festividad quedaba ya en el curso, que desde mediados de junio enfilaba su recta final de exámenes en todos los niveles.

Las Primeras Comuniones Las Primeras Comuniones siempre han tenido mucha importancia para los hermanos maristas, tanto por la trascendencia católica de dicho acto, como por la vivencia que marca en los niños y el “escaparate” en que, ciertamente, son de la marcha del colegio, para los padres y la sociedad. Actualmente se realizan en el amplísimo salón de actos que posee el Cervantes en su moderno edificio de la Avenida de la Fuensanta, previos meses de intensa preparación catequética a cargo de padres, madres y antiguos alumnos; pero esta actualidad hunde sus raíces en una importante tradición desde la instalación del Cervantes en el palacio de Torres Cabrera. El H. Tomás Corral era el preparador, desde febrero, de los primocomulgantes, que por entonces accedían a la comunión con 6 o 7 años. Les explicaba el Catecismo y el sentido del acontecimiento del que iban a ser protagonistas: “Reconozco que lo hizo muy bien y que llegó a inculcarnos la auténtica esencia de lo que significaba ese Sacramento. Lo mejor de todo era cuando se acercaba la fecha prevista, porque ensayábamos la ceremonia en la iglesia, con hostias de verdad, claro está que sin consagrar. Mi mayor preocupación era que no se me pegase al paladar, puesto que solo la podía despegar, y con mucho cuidado, con la punta de la lengua. Nos enseñaron que, además de estar en Gracia de Dios, la Sagrada Forma no se podía tocar con la mano, y que teníamos que estar en ayunas absolutas desde las doce de la noche del día anterior”, escribe Font de Dios. 58


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El colegio preparaba una coral para la misa y distribuía programas del acto y recordatorios a los niños. Los días escogidos solían ser domingos de mayo, el día de la Ascensión del Señor o la Aparición de San Rafael a la que, con fecha del 7 de mayo, daban gran importancia los hermanos y la ciudad de Córdoba. El lugar, si era un grupo grande (más de veinticinco), la parroquia de San Miguel, primero, y de La Compañía después, y si era reducido, en la capilla del colegio. Para ver la importancia que concedían los hermanos a la Primera Comunión basta leer los Anales: “Esmeradamente preparados por el H. Tomás, lléganse sus almas candorosas, a teñirse en la púrpura divina de la sangre del Cordero ¡Quiera el Señor que sea para todos ellos prenda de eterna salvación!”. Las familias hacían lo que podían por poner guapos a sus hijos: “Aquel día me vistieron de blanco, con los primeros pantalones largos que había tenido, llevaba en una mano un pequeño devocionario y un rosario de plata de filigrana, y en la otra, una vela con muchos adornos que nunca encendí. Otros compañeros iban vestidos de distinta manera, de marineros o de almirante. Tan solo uno, que se apellidaba Santos, iba vestido de una forma muy especial. Totalmente de negro, incluso los calcetines y los guantes. Su padre había muerto recientemente y era preceptivo que fuese de luto”, recuerda Eduardo Font de Dios. Recibida la comunión, los niños, de dos en dos, renovaban la Promesas del Bautismo con la mano derecha apoyada en los Evangelios. Particular importancia tuvieron las Primeras Comuniones de mayo de 1944, cuando la tomaron dos hijos del entonces alcalde de Córdoba, el prestigioso médico Antonio Luna Fernández, alumnos del Cervantes. Terminado el acto, un fotógrafo de colegio sacaba una foto al grupo y este se disolvía en busca de algún tipo de “satisfacción”, como nos comenta Eduardo Font: “Debido a la precariedad de medios económicos de casi todas las familias, las celebraciones profanas eran muy austeras. Tan solo un desayuno en familia, y en casa. Posteriormente, acompañado de mi madre, fui visitando una a uno a los miembros más allegados de mi familia, tíos, abuelo y algún que otro íntimo amigo. En cada casa te hacían un regalo. Siempre en metálico. Una o dos pesetas era lo corriente, que yo depositaba en una limosnera, que portaba exclusivamente para este evento. Los zapatos nuevos de tacón de mi madre y los míos blancos recién estrenados, todos los trayectos realizados a pie, hicieron que cuando regresáramos a las cuatro de la tarde, estuviéramos materialmente molidos”. 59


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El movimiento de la Acción Católica Hablar del Cervantes en sus primeros años es nombrar, a la fuerza, al movimiento de Acción Católica (AC), uno de cuyos centros se creó en el colegio el 6 de noviembre de 1940, en solemne sesión presidida por el consiliario de la AC en Córdoba, José Torres Molina, quedando como director el H. Matías Botet, como encargado de aspirantes el H. Arturo Alonso y como director espiritual el P. Roldán S. J. Alumnos de Enseñanza Media, sobre todo 6º y 7º, completaban la Junta Directiva y el cuadro de integrantes del centro. El centro de AC, del Cervantes, además de la parafernalia de himnos, insignias y banderas, que caracterizaban a este movimiento, creado en el mundo en 1922 por Pío XI y en España desde 1931 gracias a Ángel Herrera Oria, se orientó hacia actividades deportivas y de excursionismo para los alumnos que en él se integraban; realizó Círculos de Estudios; editó la revista Luz: “¡Quiera el Señor y Nuestra Señora de la Fuensanta, que esta hojita lleve a todos sus lectores, calor para el corazón y luz para la inteligencia”, aparece en los Anales; pero, sobre todo, se dedicó a una intensa y hermosa labor catequética y de ayuda social en el, entonces, barrio occidental de las afueras de la capital, conocido como Los Olivos Borrachos. Allí compraron los maristas un pequeño local para realizar su apostólica labor. Varias tardes a la semana los miembros del centro de AC del Cervantes, con su director y alma H. Matías Botet al frente, iban a Los Olivos Borrachos a impartir catequesis a los niños pequeños. En vísperas de Navidad se les entregaban regalos: “Los niños de la primera categoría logran 2 jerséis de lana, 1 prenda de vestir diversa, 1 boina, 1 kilo de garbanzos, 3 kilos de batatas y 2 naranjas. Los niños de 2ª categoría: 1 jersey de lana, 1 par de calcetines, 1 boina, medio kilo de garbanzos, 1kg. y medio de batatas y 1 naranja; y los de tercera categoría: 1 boina, medio kilo de garbanzos, 1 kilo. y medio de batatas y una naranja”, detallan los Anales. En primavera, se organizaba una excursión a Cerro Muriano. La Acción Católica se mantuvo muy fuerte en el Cervantes durante los años cuarenta y cincuenta, comenzando a languidecer a principios de los sesenta por el cambio de los tiempos, por la ausencia del H. Matías (fallecido en Castilleja de la Cuesta en 1965) y por falta de alumnos comprometidos. Las Actas 60


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de los Consejos Locales reflejan la inquietud porque esta obra no desapareciera, cosa que no se pudo evitar. En 1963, el piso de Los Olivos Borrachos se alquilaba “a un antiguo alumno de las Escuelas Pías, que desea contraer matrimonio y no puede hacerlo por falta de piso”.

Salida de Torres Cabrera y fallecimiento del director No sin dificultades, a los siete años de su fundación, el Colegio Cervantes parecía irse consolidando. El número de alumnos, sin llegar a los cuatrocientos deseados, se mantenía cerca de esa cifra y las visitas de los superiores del Instituto Marista terminaban siempre con un visto bueno. Incluso una señora de Belmez, Carmen Boza, ofreció la fundación de un colegio en dicho pueblo; ofrecimiento que, tras agradecerlo, el H. Provincial rechazó en mayo de 1941 por falta de personal. Sin embargo, dos acontecimientos van a marcar una crisis en los dos últimos cursos de presencia de los maristas en la casa palacio de Torres Cabrera: la necesidad de abandonar el edificio por su venta a la familia Cruz Conde, con la consiguiente y desesperada búsqueda de nuevo emplazamiento, y la repentina muerte del H. Agapito García, director del colegio, acaecida el 5 de febrero de 1942. En noviembre de 1940, Pilar Meléndez Valdés, propietaria del palacio de Torres Cabrera, vende el inmueble a Rafael Cruz Conde, importante bodeguero, que fuera alcalde de Córdoba en los años veinte. A finales de ese mes, el nuevo propietario informa de palabra y mediante notario, a los hermanos, de que su intención es habitar el edificio y dedicarlo a la industria del vino. Los maristas tendrán de plazo hasta el 25 de julio de 1942 para buscar nuevo emplazamiento al Cervantes, siendo hasta esa fecha inquilinos del señor Cruz Conde, una vez liquidadas sus deudas con Pilar Meléndez Valdés. Los hermanos confían en sus Superiores Provinciales la resolución del caso, los cuales les comunican que busquen nueva sede tanto de alquiler, de compra o de nueva planta, con preferencia de la primera alternativa. Los Anales y las Actas del Consejo Local están repletas de la búsqueda de nueva ubicación para el Cervantes y de los roces con Rafael Cruz Conde, que con su familia se instala en varias habitaciones de la mansión en julio de 1941, interfiriendo en la marcha del colegio y lo que era peor desde el punto de vista de la época, hoy visto con gracia: “Habiendo tomado las cosas un tinte un poco subido, puesto que el femíneo sexo pasa por el claustro con vestidos no 61


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muy decentes, la Dirección del Colegio tomó la determinación de hacerle un requerimiento notarial para que cerrase las puertas que por derechos de inquilino, no puede abrir el propietario”. La prueba de que estos roces no irán a más, es que los nietos de Rafael Cruz Conde, estudiarán en el Cervantes, ya en su ubicación de la plaza de la Compañía. Los hermanos buscaban un edificio que no fuera muy viejo, que tuviera amplitud y contara con patio. Se desechó una casa propuesta por el sacerdote Juan Antonio Lozano; la amplísima de Rafael Castejón, en la calle de Torres Cabrera, desde el año 2007 convertida en hotel de cinco estrellas, se rechazó por no ser muy sólida ni estar bien acondicionada; se tanteó el Palacio de los marqueses de Viana, pero el titular, Fausto Saavedra, rehusó la petición de alquiler que se le hizo; se estudió alquilar la Academia Espinar, en la calle Pedro López, por 400.000 pesetas anuales, pero no se llegó a ningún acuerdo; la casa de los señores Barrena y Luque se descartó ante el alto precio del alquiler, 1.600.000 pesetas… Ante tan desalentadoras gestiones, a finales de julio de 1941, el H. Agapito García, a instancias del Consejo Provincial, tanteará la posibilidad de que familias pudientes y adineradas, afectas al ideario marista, costeasen la construcción de un colegio a partir de un solar, pero las indagaciones del director tendrán resultado negativo. Comenzaba el curso 1941/42, el último del Cervantes en el palacio de Torres Cabrera y el colegio no tenía aún futuro emplazamiento. Para mayor preocupación, el infatigable H. Agapito fallecía el 5 de febrero de 1942, tras diez días en cama a consecuencia de una gripe que degeneró en pulmonía. Su cadáver se colocó en su despacho y ante él, en signo de reconocimiento y respeto, pasaron todos los alumnos. Fue enterrado en el panteón que tienen los hermanos maristas en el cordobés cementerio de Nuestra Señora de la Salud, junto al mausoleo de Manolete. En años sucesivos, todos los 5 de febrero, en la parroquia a la que esté adscrita el colegio, se celebrarán funerales por su alma y por las de los demás hermanos, profesores y alumnos del Cervantes fallecidos desde su fundación en 1933. El nuevo director, H. Ángel Martínez Gómez, llega el 17 de febrero desde Madrid, y de acuerdo con el Consejo Provincial continúa buscando casa para el colegio. Se propone la adquisición de la finca Machaco para la construcción de un colegio, pero no hay tiempo material para ello. La finca del señor Cárdenas y la actual casa de Correos parecen una posibilidad, que se desvanece ante 62


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el interés del propietario de ésta, marqués de Valdeflores, en retenerla. En general, el problema al que se enfrentan los maristas a la hora de alquilar cualquier caserón es que los alquileres son muy altos y las obras de adaptación, que debería afrontar el colegio, también ascienden a grandes sumas de dinero. En mayo de 1942, se va a vislumbrar una solución, que los maristas tomarán como temporal, pero que llevará al Cervantes a ocupar la plaza de Queipo de Llano (luego de La Compañía) durante treinta y un años. Merece la pena copiar los Anales en la primera vez que citan el futuro emplazamiento: “Informado el H. Director de que el inmueble denominado La Compañía (calle Santa Victoria) tenía varios locales deshabitados y de que, últimamente, el número de esos locales había aumentado con los que el antiguo administrador de las Escuelas Pías había dejado libres al ser despedido, entabló conversaciones con don Francisco Blanco Nájera, deán del cabildo catedralicio y presidente del Patronato de las Escuelas Pías”. Como ya veremos más adelante, las Escuelas Pías o Reales Escuelas de la Inmaculada son una institución educativa cordobesa presidida por un patronato que integran los canónigos de la Catedral cordobesa, deán, doctoral y magistral, a la sazón en aquella época, Francisco Blanco Nájera, Benjamín Salas Diestro y Juan Eusebio Seco de Herrera, respectivamente. El director de las Escuelas Pías era el sacerdote José Vallepuga y éstas languidecían por falta de personal, habitando los escasos maestros el mismo edificio. La intervención de Benjamín Salas Diestro, que conocía bien a los maristas por ser delegado diocesano de Acción Católica, fue decisiva (y así lo reconocerán siempre los hermanos) para que se llegase a un acuerdo. El Colegio Cervantes, a partir del curso 1942/43, podría ocupar varias dependencias del edificio de la plaza de la Compañía, con un arriendo de 6.000 pesetas anuales y comprometiéndose a efectuar las obras de adaptación que, según el presupuesto de Rafael Díaz García, ascendían a 37.784’36 pesetas.

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El edificio y su historia “Como auténtica limosna se ocupan las dependencias de un célebre y monumental patronato”. Así describe Ibáñez la llegada del Cervantes a su nueva sede de la plaza de la Compañía. Eran momentos difíciles, se mezclaban las penurias económicas de la posguerra, con el traumático desalojo de Torres Cabrera. Sin embargo, la fe de los maristas y el nombre que su labor estaba adquiriendo en Córdoba, harían que esta etapa, en la que el colegio se ubicó en la plaza de Queipo de Llano (hoy de La Compañía), fuese la segunda más dilatada de toda su historia, solo superada por los treinta y cinco años que lleva en su actual y propia sede de la Fuensanta. Los treinta y un años en el inmueble de La Compañía verían pasar a cientos de alumnos por sus aulas y contemplarían la auténtica consolidación del Cervantes y su elevación al nivel de los mejores colegios de Córdoba. En cualquier caso, lo primero que llamaba la atención en su traslado, era el apego de los maristas al centro de la ciudad, sin duda por la accesibilidad que así se podía ofertar a los alumnos. El edificio de la plaza de la Compañía estaba justo a espaldas de las Tendillas y casi a mitad de camino entre la primera ubicación, calle Barroso, y la segunda, calle Torres Cabrera. Sin embargo, dos aspectos diferenciaban a esta nueva sede: su monumentalidad y una larga tradición histórica vinculada a la enseñanza. Vamos a detenernos, precisamente, en estos dos puntos: La historia de la inmensa casa se remonta a mediados del siglo XVI. Su propietario era el deán de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, Juan Fernández de 65


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Córdoba, tercer hijo del conde de Cabra, hombre de extraordinaria fortuna, generoso y de vida azarosa, que llegó a pretender el obispado de Córdoba (derrotado por Leopoldo de Austria, tío del Emperador Carlos V). En 1540 vino a Córdoba el padre Juan de Ávila, guiándole el afán de remediar la falta de centros de educación para la infancia. Aunque sus gestiones no se concretaron en nada, dejó sembrada la semilla en la nobleza capitalina y, poco después, tanto Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, como el ya citado Juan Fernández de Córdoba, brindaron casas y rentas a los primeros miembros de la recién creada Compañía de Jesús que llegaron a Córdoba, instalándose en una casa de la Judería y dedicándose a la atención de hospitales, predicación y a impartir el sacramento de la penitencia. Como quiera que los jesuitas desearan encontrar un amplio lugar para crear una iglesia y un colegio, el deán Juan Fernández de Córdoba les donó la suya en 1553, con la única condición de que estas escuelas fueran siempre públicas. El cabildo municipal ofreció unos 64.000 reales provenientes de las sobras del encabezamiento general de tercias y alcabalas. Sería el primer superior de los jesuitas Antonio Fernández de Córdoba (hijo de los condes de Feria y marqueses de Priego, por tanto hijo de doña Catalina) y el primer rector del colegio el padre Francisco Gómez. El colegio y la iglesia fueron puestos bajo la advocación de Santa Catalina, en honor de la santa patrona de la marquesa de Priego, benefactora de la fundación. Nada quedaba del primitivo colegio de Santa Catalina cuando llegaron los maristas en 1942. Sí se conservaba, igual que en nuestros días, la iglesia, hoy denominada parroquia de San Salvador y Santo Domingo de Silos, uno de los ejemplares más interesantes del Manierismo en Andalucía, atribuible a Hernán Ruiz II, que terminó su construcción en 1567. Los hermanos maristas tuvieron una fuerte vinculación con esta parroquia, donde se celebraban las Primeras Comuniones y Confirmaciones del Colegio. Tres párrocos conocieron: José Torres Molina (1942-1950), Juan Jurado Ruiz (1950-1955) y Joaquín Canalejo (1955-1973). Con este último surgieron problemas al exigir el párroco que las Primeras Comuniones se hicieran mezcladas con las de los demás niños de la parroquia, sin ceremonia exclusiva para los del Cervantes. Los maristas acabarían trasladándolas a la Real Iglesia de San Pablo, dadas las excelentes relaciones que de siempre les habían unido con los Hijos del Corazón de María. 66


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El colegio de Santa Catalina, según Juan Aranda, se convirtió desde su fundación en el más importante de la ciudad, acudiendo a él también los colegiales de Nuestra Señora de la Asunción y del Seminario de San Pelagio, centros controlados por los jesuitas. Tal sería el nivel del alumnado, que en 1576, el rector Gómez propondría al Ayuntamiento la creación de una Universidad, idea que se trasladaría al Rey Felipe II y que, a la postre, no cuajaría. La fama y número de matrícula se mantendría durante todo el siglo XVII y hasta mediados del XVIII, cuando los numerosos preceptores privados que desempeñaban su labor en nuestra ciudad, arrebatasen un importante sector del alumnado a Santa Catalina. A finales del siglo XVII el estado del colegio, arquitectónicamente hablando, era ruinoso y el padre Gámiz acometió, más que una reforma, la construcción de uno nuevo, cuyo interior es el que ya conocieron los maristas y ha llegado a nuestros días. La construcción se comenzó en 1701 y su traza y dirección se atribuyen al lucentino Francisco Hurtado Izquierdo. Dos elementos merecen comentarse de la nueva construcción: el patio y la escalera. El patio, cerrado, de planta cuadrangular, con cuatro puertas (una daba a la escalera y otra, ya en época del Cervantes, a los servicios), dividido en dos plantas, con ventanales rectangulares decorados con frontones, alternando el frontón triangular y el curvo. Para todos los que correteamos, jugamos, hicimos gimnasia o formamos filas en este patio, tiene un sobrenombre: el patio rojo, por su característica pintura rojiza que destacaba sobre tonos ocres claros y en contraposición a otro que denominábamos el patio blanco. Cuando yo tenía ocho o nueve años y jugaba a policías y ladrones por el patio rojo, esquivando balones y chavales, aquel recinto me parecía enorme; cuando ya de mayor he vuelto, daba la sensación de que hubiera encogido y me parece mentira que tantos chavales cupiéramos en él. No en vano, en mis tiempos de escolar uno de los mejores premios que nos podía tocar con el sistema de émulos, era utilizar el patio en horas en que estuviese vacío. El otro elemento señero de esta reconstrucción del Setecientos es la escalera, una de las más hermosas del Barroco español, algo en lo que quizás no caíamos cuando en ordenadas filas la subíamos y la bajábamos cuatro veces al día, si estabas en una clase de la primera o segunda planta. Tomando la descripción que da Alberto Villar: “La escalera es de tipo imperial y está realizada en mármol negro con embutidos en rojo, blanco y verde; abre al corredor por tres 67


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arcos de medio punto, con un tiro central, rellano con ventanal sobre zaguán bajo, y dos hocinos o tramos -paralelos al anterior- que alcanzan el piso alto repitiendo la triple arquería. El espacio queda cubierto por una gran cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con yeserías barrocas”. Cualquier alumno que subiese la escalera sabía que, al terminar, a mano derecha se encontraría con una clase y con la casa del capellán del Colegio, y a la izquierda, la ventanita de la Administración, donde el H. Tomás te vendía, con exquisita educación y pulcritud, desde libros a lápices y desde cuadernos a gomas de borrar; después venía un largo pasillo y un reloj de péndulo, bajo el cual más de uno se quedaba castigado a la salida. Poco disfrutarían los jesuitas de estas nuevas instalaciones, porque el 2 de abril de 1767 se truncaba para siempre el futuro jesuítico del centro. Ese día, una pragmática de Carlos III ordenaba su expulsión de España. Los jesuitas de Santa Catalina fueron embarcados, de madrugada, en carruajes con destino a Cádiz, de donde partirían hacia los Estados Pontificios. Aunque los hijos de San Ignacio de Loyola volverían en el siglo XIX a Córdoba y hoy en día regenten una iglesia, San Hipólito, y un centro universitario, ETEA, su historia en Santa Catalina terminó en la madrugada de aquel 2 de abril. Incluso el nombre de la iglesia y del colegio se perderían, pero los cordobeses tributan su recuerdo a los 214 años de presencia de los jesuitas allí, conociendo a la parroquia y a la plaza como La Compañía. Fin de una etapa, pero comienzo de otra. Iglesia y colegio serían rápidamente reocupados. El obispo de Córdoba, Baltasar Yusta Navarro, ordenó la unión de dos antiguas parroquias fernandinas, San Salvador y Santo Domingo de Silos, en la antigua de Santa Catalina, verificándose el traslado del Santísimo el 16 de diciembre de 1782. Con respecto al colegio, de nuevo surge la figura de un deán de la Catedral cordobesa, Francisco Javier Fernández de Córdoba, que adquirió al Rey el ex colegio el 3 de agosto de 1787, con el pensamiento de fundar unas escuelas gratuitas para niños pobres. Nacían así las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción. Francisco Javier Fernández de Córdoba gastó en la reedificación y arreglo del edificio más de 300.000 reales y lo dotó con la finca del Rosal, camino de Santa María de Trassierra, y la creación de una escuela para niñas en el Pozanco de San Agustín. Las Escuelas abrieron sus puertas el 18 de agosto de 1791, siendo sus primeros maestros Felipe Golmayo y Julián Álvarez, que seguían el método de enseñanza de la 68


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Real Escuela de San Isidro de Madrid y del Real Sitio de San Ildefonso. Desde entonces hasta nuestros días, han seguido funcionando, estando gobernadas según voluntad de su fundador y con la exigencia de la gratuidad, por un patronato integrado por los canónigos de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba que ocupasen los puestos de deán, magistral y doctoral (el mismo patronato del vecino colegio de Santa Victoria, creado en 1753 y que desde el 21 de junio de 1888 tiene concedida la gestión del centro a las madres escolapias). Entre las reestructuraciones que se acometen para su reapertura en el verano de 1791 destacan las de la fachada exterior, en la que se mantienen los dos cuerpos con vanos de medio punto rebajado; sobresale la portada principal, con un ingreso formado por un arco convexo enmarcado por pilastras jónicas. En el piso superior se abre una amplia balconada que daba al salón de actos. Los planteamientos de esta reforma se han atribuido al francés Baltasar Dreveton, autor del colegio de Santa Victoria. No habría más retoques arquitectónicos importantes. A este colegio, cargado de tradición e historia, llegaban los maristas en 1942. El recinto tenía tres puertas exteriores: la principal, que daba la plaza de la Compañía entonces denominada plaza de Queipo de Llano, era utilizada por los niños de las Escuelas Pías; la de la calle Santa Victoria era por donde entrarían y saldrían, al principio, los alumnos del Cervantes, mientras que una puerta de la calle Juan de Mena era la que daba acceso a las niñas de las Escuelas Pías. Con los años, el mayor volumen de alumnos del Cervantes, haría que la primera entrada se destinase para ellos mientras que los de las Escuelas Pías entrarían por Juan de Mena.

El Cervantes estrena sede provisional... para 31 años El 1 de junio de 1942 se inician las obras de acondicionamiento de las aulas que el patronato alquila al Cervantes y, según consta en los Anales, el 14 de julio siguiente, a las 4 de la mañana, en camiones cedidos por la familia Cruz Conde, se inicia el traslado de muebles y material de enseñanza desde el palacio de Torres Cabrera a la nueva sede. La mudanza se prolongará hasta el 24 de dicho mes, en que el H. Ángel Martínez, director del Cervantes, hace entrega de las llaves que la comunidad poseía de la que había sido su vivienda y lugar de trabajo durante siete años, a Antonio Cruz Conde, hijo del propietario. 69


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A finales de agosto de 1942 llega para hacerse cargo del puesto de director del colegio el H. Amador Ibáñez Alonso, partiendo el H. Ángel Martínez para el Colegio Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. En septiembre, el Cervantes inicia su andadura en la nueva ubicación de la plaza de la Compañía, estando constituida la Comunidad por los siguientes hermanos: H. Amador Ibáñez Alonso H. Victoriano Ruiz Yoldi H. Baltasar Revilla Aráus H. Tomás Corral Castresana H. Matías Botet Quintana H. Luis Falgás Riera H. Martín Robledo González H. Segundo Merino Ramos H. Esteban Gallo Manzanedo H. Luis Rodríguez González H. Florentino Asenjo Bañuelos H. Juan González Ortiz H. Ricardo Plagaro Cobo

Director Subdirector y 5º Bachiller Administrador Ingreso 7º Bachiller 1º Bachiller 4º Bachiller 6º Bachiller 3º Bachiller 2º Bachiller Grado Medio Elemental B Elemental A

Es de destacar que se suprime la clase de Párvulos, por falta de espacio, y la Elemental se desdobla en dos. Completaban el cuadro de profesores los seglares, Carlos Sánchez como profesor de Griego, Filosofía e Historia de 6º de Bachiller, el comandante José María Sánchez como profesor de Gimnasia y Adolfo Ruiz, profesor de Alemán. Todo apuntaba a la provisionalidad del nuevo emplazamiento: la escasez de espacio concedido, la falta de luminosidad y exceso de humedad, el compartirlo con las Escuelas Pías, pero, sobre todo, la tirantez de relaciones con dos miembros del Patronato, el deán, Francisco Blanco Nájera y el magistral, Juan Eusebio Seco de Herrera, a la sazón director del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Esta tirantez, que se mantuvo durante todo el curso 1942/43, se debía a malos entendidos y al temor de los patronos de que los maristas quisieran perpetuar y ampliar su presencia en el viejo caserón de La Compañía, llegando aquéllos a ponerle a éstos un plazo tope de tres años para 70


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la ocupación de las aulas a ellos asignadas. De esta época son frases en los Anales tales como: “Quiera la Virgen Santísima de la Fuensanta, tocarlo (al magistral) con su mano suave para que las bases 2ª, 3ª, 5ª, 6ª y 7ª puedan mejorarse en provecho del Colegio”, o, tras la visita a las tumbas de los dos hermanos fallecidos en Córdoba, “... que habrán de interesarse porque nuestra obra en Córdoba no perezca ¡Quiera el santo H. Agliberto (nombre de profesión del H. Agapito García) que tanto sabe de nuestras necesidades, darnos la solución que mejor cuadre con la mayor gloria de Dios!”. Para aumentar más las cuitas de los maristas, su protector, el doctoral Benjamín Salas Diestro era nombrado Abad-Párroco de Logroño y tenía que partir de Córdoba. El H. Amador Ibáñez acude a despedirlo a la estación y suyas son las palabras que recogen los Anales: “Pierde el colegio un comprensivo amigo que con sus consejos desinteresados venía orientándonos en el camino de nuestras relaciones con los Patronos, de quienes depende nuestra situación actual en Córdoba. ¡Quiera el Señor, que parece nos priva de todo apoyo humano, ser nuestra única esperanza! In te, Domine, speravi... Nisi Dominus aedificaverit”. Tanto por buscar una solución definitiva, como por demostrar a los patronos su voluntad de ocupación temporal, el Cervantes, durante los cursos 1942/43, 1943/44 y 1944/45 seguirá buscando un emplazamiento. El Palacio Gelo; el antiguo Gobierno Civil, propiedad del marqués del Mérito, en la Avenida del Gran Capitán; un solar de la calle Cruz Conde que se vendía a 1.100 ptas. el metro cuadrado; un garaje frente a la Plaza de Toros de Los Tejares; los almacenes de carbón Carracedo, en la calle Reyes Católicos; un solar en los jardines de la Merced, frente a la Torre de la Malmuerta y la huerta del convento de los PP. Capuchinos, son posibles sedes que tantean los maristas en estos años. No se concreta nada, pero las dos últimas opciones, jardines de la Merced y huerta de los Capuchinos, son las que parecen tienen más posibilidades. En cualquier caso, las relaciones con los patronos se van suavizando, gracias a los continuos gestos de buena voluntad de los hermanos y a la buena marcha del colegio. En octubre de 1943, y procedente de La Merced de Murcia, llega un nuevo director para el Cervantes, el H. Esteban Fermín Azpilicueta, pasando el H. Amador Ibáñez a dirigir el Escolasticado de Castilleja de la Cuesta. Los Anales, que a partir de entonces comienza a escribir el nuevo director, van reflejando la mejora de las relaciones con los patronos; así, cuando a mediados del curso 1944/45, fallezca el magistral Juan Eusebio Seco de Herrera, se escribirá: “Con 71


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él firmamos el contrato de arrendamiento del local que ocupamos y aunque de apariencia algo adusta, era bueno y afable y particularmente en el último año manifestó verdadera simpatía por nuestra obra. El Señor se lo haya recompensado”. En agosto de 1945, el deán Francisco Blanco Nájera será nombrado obispo de Orense y ya no quedarán en el patronato ninguno de los patronos con los que los maristas habían firmado el contrato inicial. La dignidad de deán tardará mucho en ser ocupada, pues quedará vacante hasta abril de 1948 cuando sea nombrado José María Padilla Jiménez, pero las otras dos, cubiertas por oposición, lo serán pronto. La de magistral la ganará Félix Romero Mengíbar y la de doctoral Narciso Tibau. Particular alegría mostraron los hermanos por este nombramiento, al ser gran amigo de los maristas de Lérida y tener un carácter muy agradable: “Consideramos en lo que a nosotros afecta su nombramiento, como un favor de Dios y una protección más de la Virgen Santísima de la Fuensanta, a quien invocamos todos los días para que bendiga al Colegio y le busque solución al problema del local”. La solución, ciertamente, iba a ser providencial. Un nuevo director se iba a hacer cargo del Cervantes a partir de septiembre de 1945, el H. Epifanio del Val Ruiz, procedente de La Inmaculada de Granada. En enero de 1946, la comunidad inicia una novena a la Virgen para solucionar el problema “casa”; novena que se repite a partir del 1 de febrero. Al día siguiente, el H. Epifanio del Val y el H. Matías Botet, subdirector, visitan a Félix Romero en su despacho de director del Monte de Piedad, con el fin de solicitarle un préstamo para la posible compra de la huerta de Capuchinos o del solar de los jardines de la Merced. El magistral los sorprenderá con la siguiente propuesta: “¿Entraría en los planes de ustedes el quedarse con la dirección de las Escuelas Pías y poder ampliar su Colegio con los locales que ahora ocupan los maestros?”. Los dos hermanos no salen de su asombro, mientras don Félix insiste en lo beneficioso que para ambas instituciones sería llegar a un acuerdo, en que los maristas pagarían el alquiler simplemente poniendo a los hermanos al frente de las aulas de las Escuelas del Patronato. La superioridad marista deberá ser consultada, pero ese 2 de febrero de 1946 puede ser considerado un día histórico para el Cervantes: “Gracias sean dadas a Dios Nuestro Señor y a la Santísima Virgen, por esta prometedora esperanza de disponer en fecha próxima de conveniente local para el Colegio, cosa tan deseada y buscada en Córdoba durante estos últimos años”, dicen los Anales. 72


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Ese día finalizaban algo más de cinco años de incertidumbres y angustias, iniciadas en noviembre de 1940 con el anuncio del desalojo del palacio de Torres Cabrera. Se había cambiado de emplazamiento, se había buscado desesperadamente otro, y se conocieron momentos en que el Cervantes desconocía su futuro inmediato. Esta crisis de madurez de la Institución Marista en Córdoba había provocado que, de los veinte directores que el colegio ha tenido en sus setenta y cinco años de existencia, cinco, se sucedieran en este período de seis años. Ahora, el H. Epifanio prolongaría su dirección hasta 1951, cuando se llegaba a los cuatrocientos alumnos del Cervantes y doscientos cincuenta de las Escuelas Pías, con dieciocho hermanos y seis profesores seglares. Durante treinta y un años los hermanos sacarán el máximo partido al viejo caserón de La Compañía, para adecuarlo a gran colegio y casa de comunidad, volcando sus afanes en la educación y enseñanza, tanto de los alumnos gratuitos de las Escuelas Pías, como de los de pago del Cervantes.

La vida académica La vida académica fue similar en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. El Cervantes ofertaba Primera y Segunda Enseñanza, aparte de servicio de media pensión, almuerzo y merienda. El ingreso al Colegio se hacía con 6 años y junto a la matrícula se debía presentar fe de bautismo extendida por el párroco y certificado de revacunación y de estar exento de enfermedad contagiosa. La Primera Enseñanza constaba de cuatro grados: Párvulos, Elemental, Grado Medio y Superior. Al finalizar el curso Superior, para acceder a la Segunda Enseñanza, se debía aprobar el Examen de Ingreso, razón por la cual, al último curso también se le llamaba Ingreso. Con 10 años, si no se había repetido, se iniciaba la Segunda Enseñanza o Bachiller que constaba de siete cursos. Al finalizar 4º se podían interrumpir los estudios y, superando un examen estatal, Revalida de 4º, acceder a carreras de grado medio: Magisterio, Peritos, etc. Con 16 o 17 años se terminaba 7º de Bachiller y, si lo aprobaba, el alumno también debía aprobar, primero en Sevilla y años después en Córdoba, el Examen de Estado o Reválida para obtener el título de Bachiller y acceder a la Universidad. El 7º de Bachiller, o Curso Preuniversitario (el Preu) como se denominó desde mediados de los cincuenta, era un curso muy duro en que los maristas preparaban a conciencia a los alumnos, a base de obligarlos a memorizar enormes listas de fechas, lugares, nombres y 73


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acontecimientos: “... Y lo peor de todo era que te lo podían preguntar en aquel maldito examen. Don Teófilo (el H. Esteban Fermín) una y mil veces nos hacía estudiar aquellas listas y las preguntaba con frecuencia con tal machaconería que nos las incrustaba en nuestros lóbulos cerebrales”, recuerda Font de Dios. Y es que, tal y como se refleja en los Anales, uno de los anhelos de los hermanos era que el máximo número de alumnos presentados, superase la Reválida. La mayor parte de las veces, el resultado era positivo, pero cuando no lo era, como en julio de 1946, los maristas también lo reflejaban: “Malas noticias nos llegan en los primeros días de julio sobre el resultado de los exámenes de nuestros alumnos en la Universidad Hispalense. Tan sólo 2 de los 13 presentados aprueban el escrito y salen bachilleres. Dios quiera que esta lección sirva para rectificar deficiencias y estimular más al estudio a las sucesivas promociones”. Tiempos gloriosos y heroicos, tanto para alumnos como para profesores de Segunda Enseñanza, fueron los años cuarenta, cincuenta y sesenta, sobre todo si lo comparamos con las facilidades para el estudio y el bajo nivel de conocimientos actuales. Para hacernos una idea, tomemos los datos del final del curso 1948/49 que nos brinda en su obrita Eduardo Font de Dios: “Terminamos 7º aquel curso en Cervantes catorce alumnos. En Cultura Española unos veinte. En Salesianos treinta o cuarenta. En el Instituto otros tantos. En la Academia Espinar unos veinte. Entre los Institutos de Cabra y Peñarroya-Pueblonuevo, otros cuarenta y cinco. ¡Ciento sesenta, aproximadamente, en toda la provincia de Córdoba! Después de la criba de la Reválida, pudimos tener acceso a la Universidad, ese año, unos sesenta alumnos”. En el curso 1972/73, último del Cervantes en la plaza de la Compañía, los datos habían variado enormemente. El total de alumnos que terminaban lo que ya se denominaba Curso de Orientación Universitaria (COU) era de 501, sólo en los centros privados: San Francisco de Sales (212), El Carmen (80), Bética, de la Institución Teresiana (79), Cervantes (70) y La Salle (60). Gran variación de número que revela un cambio de tiempos, sin necesidad de entrar a valorar el cambio de mentalidad y actitudes de un bachiller de finales de los años cuarenta con uno de principios de los setenta. El curso se iniciaba para la Primera Enseñanza a principios de septiembre y para la Segunda a principios de octubre, ambas terminaban a finales de junio, verificándose los exámenes de Ingreso y Reválida a principios de julio. Durante el verano y durante el tiempo que fijase la Dirección del colegio, se impartirían dos horas diarias de clase a los alumnos de Bachiller que hubieran 74


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quedado con alguna asignatura pendiente para septiembre. Las vacaciones escolares ya las reflejamos en un apartado anterior, digamos aquí que, semanalmente, había vacación, primero, el domingo y la tarde del jueves, luego el domingo y la tarde del miércoles (si eran festivos, los días previos inmediatos), cambiándose a mediados de los sesenta por los sábados. Las clases de Primera y Segunda Enseñanza tenían horario de mañana de 9 a 12’30 y, por la tarde, de 15 a 18 los de Primera Enseñanza y de 15 a 19 los del Bachiller. Había recreo de media hora por la mañana y otro por la tarde, efectuándose en varios turnos, para aprovechar mejor las capacidades de los dos patios. Las faltas de asistencia y de puntualidad se controlaban muy estrictamente y debían justificarse inmediatamente. Igualmente, las faltas de conducta se sancionaban, incluso con la expulsión. El profesor repartía su hora de clase en explicar, hacer ejercicios y preguntar la lección diariamente. Los exámenes fuertes eran los trimestrales y, por supuesto, los de Ingreso y Reválida. Semanalmente se informaba a los padres, a través de un Boletín de Notas, de la marcha académica (conocimientos, aplicación y conducta) de sus hijos, aunque con el tiempo quedaría el Boletín como mensual. Ciertamente la enseñanza era dura, pero pocos antiguos alumnos del Cervantes podemos encontrar que la critiquen con la perspectiva de los años y, en cualquier caso, los recreos, excursiones y días de vacación, se cogían con muchas más ganas que ahora. El tema de los premios formaba parte, desde el principio, de la educación marista. Ya comentamos en la primera parte de nuestro trabajo el sistema de émulos, que acarreaba como premio algún que otro recreo extra. Cada mes, la entrega del Boletín de Notas, la efectuaban el tutor y el director y también caían premios: “Como olvidar el momento del reparto mensual de aquella cartulina acreditativa del cuadro de honor. Recuerdo el momento... el hermano director, en este caso Epifanio del Val, entraba por las clases portando su vieja caja de carne de membrillo repleta de golosinas y lista para ser repartida entre los que merecían la barrita de regaliz, y para los del cuadro de honor había hasta caramelos y, por supuesto, el orgullo de ver su foto enmarcada”, escribía Julio Sánchez Luque en el número 5 de Eco Marista. El Cuadro de Honor consistía en que tu foto de carné figurase en un cuadro que, desde el curso 1957/58, mensualmente se exhibía en el vestíbulo de entrada del colegio y en la entrega de un pequeño diploma, para ello debías tener conducta y aplicación excelentes todas las semanas y sacar un promedio de notable, sin ningún suspenso. Dependiendo 75


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del número de cuadros de honor que hubieras obtenido en un curso y de tus resultados finales, tenías opción a diploma, medallas de bronce, plata u oro, o el gran premio, la cruz de oro; en ocasiones estos premios se acompañaban de algún regalo en material escolar. También se incluían diplomas y trofeos por deportes, asistencia y buena conducta. En la presidencia de la ceremonia de entrega de premios se situaban el hermano director, el gobernador civil, el delegado del Ministerio de Educación y algún personaje ilustre de Córdoba, vinculado al Colegio Cervantes. Al principio la entrega se realizaba a final de curso, de acuerdo a un programa similar a este de 1948 para la Enseñanza Primaria: 1. Apertura. 2. Reparto de Diplomas. 3. Canto. 4. Nombramiento del resultado de los Grados Preparatorio y Medio. 5. Canto. 6. Nombramiento del resultado de los Grados Elemental A y B. 7. Reparto de premios. 8. Himno Nacional. Posteriormente, en los años cincuenta, al aumentar el número de alumnos, la entrega de premios se realizaba enmarcada en un gran acto cultural, a finales del primer trimestre, generalmente el día de la Inmaculada, que el Cervantes organizaba en el Gran Teatro o en el Cine Góngora. Este último espacio era cedido gratuitamente por su propietario, José Manuel Ramos García-Peña, antiguo alumno marista del Colegio Chamberí de Madrid, “para que las familias pudieran disfrutar de la justa gloria que les corresponde en el triunfo de sus hijos”. Las Escuelas Pías también realizaban actos similares, presididos por los patronos, generalmente en el salón de actos del colegio. Durante estas fiestas, siempre se organizaba una rifa para obtener dinero para obras de caridad (catequesis, Seminario, Noviciado, Proemigrantes, misión en Bolivia, capilla del colegio, Flores de Martirio y otras obras piadosas). Este fue el programa de la entrega de premios del 8 de diciembre de 1960 en el Góngora: 1. Palabras de un alumno. 2. Actuación del Orfeón. 3. Palabras del H. Director. 4. Reparto de Premios. 5. Película. 76


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Ese año de 1960 fue el primero que se exhibió una película al terminar la entrega de premios, cuando hasta entonces se representaba una obra de teatro. El H. Carlos Rubio, por entonces en Cervantes, nos cuenta que el film que se proyectó fue el titulado Un ángel pasó por Brooklyn, tercer trabajo entre el director húngaro con nacionalidad española Ladislao Vajda y el niño Pablito Calvo. Para finalizar, hagamos una referencia a los honorarios de los alumnos, que el Cervantes cobraba, y a la evolución de su matrícula: Comparación mensualidades a abonar por los alumnos del Cervantes Grado

1948/49

1962/63

Inicial

40 ptas.

250 ptas.

Elemental

50 ptas.

275 ptas.

Medio

55 ptas.

300 ptas.

Ingreso

60 ptas.

325 ptas.

1º Bach.

70 ptas.

375 ptas.

2º Bach.

75 ptas.

375 ptas.

3º Bach.

80 ptas.

375 ptas.

4º Bach.

85 ptas.

475 ptas.

5º Bach.

90 ptas.

475 ptas.

6º Bach.

100 ptas.

500 ptas.

7º ó Preu

130 ptas.

600 ptas.

Evolución alumnos matriculados en el Cervantes Grado

1963/64

1967/68

1971/72

Preuniversitario

27

44

-

5º y 6º Bachiller

80

90

140

Bachiller Elemental

337

389

220

1ª Enseñanza

372

438

735

Total

816

961

1.095 77


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Las actividades extraescolares Las actividades extraescolares tuvieron siempre gran importancia en el Cervantes. Desde los recreos “extras” para los triunfadores de los émulos, a las excursiones campestres; desde las actividades deportivas a las veladas y concursos literarios del Día del Libro y de Miguel de Cervantes; y desde las veladas lírico-musicales en honor de Marcelino Champagnat a cualquier acto religioso presidido por los sucesivos capellanes del Colegio (Juan Antonio Lozano, José Vallepuga, los padres Roldán y Carrillo de Albornoz SJ, Leandro Fanlo CMF, José María Bolívar CMF, Antonio Gil y Valeriano Orden) o párrocos de La Compañía (José Torres, Juan Jurado y Joaquín Canalejo). Pongamos un ejemplo de velada en honor de Marcelino Champagnat, que en 1948 se vinculó a la Asunción de la Virgen María, dogma por el cual postulaba España, y que fue concedido dos años después por el Papa Pío XII, acto al que también solemnizarían los maristas: 1. Palabras de presentación. 2. Conferencia: La Asunción en España, por don Narciso Tibau. 3. Canto Quiero Madres (4 voces). 4. Estampa lírica en honor de la muerte y Asunción de Nuestra Señora (alumnos). 5. Canto Assumpta est María. 6. Corona poética, por el hermano subdirector. 7. Canto rítmico por alumnos pequeños. 8. Al Instituto Marista, por R. S. Contreras. 9. Canto regional. 10. Palabras finales. 11. Himno al Venerable Fundador. Particular solemnidad y preparación tuvieron los actos en honor de la Beatificación de Marcelino Champagnat. Sucedida ésta el 29 de mayo de 1955, se proclamó Año Champagnat el curso 1955/56. La iglesia de la Compañía, con su retablo decorado con un enorme lienzo que representaba al nuevo Beato ante 78


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la Virgen María, albergó un Triduo Sacro del 16 al 18 de febrero de 1956, que celebraron José Vallepuga (capellán del Cervantes), Joaquín Canalejo (párroco de La Compañía) y José María Padilla (deán de la Catedral). En él predicaron el flamante magistral, Juan Jurado Ruiz, que habló de Marcelino como educador y del papel de la Virgen; el doctoral, Narciso Tibau, que estudió al Beato como hombre; y el obispo, fray Albino González, que desarrolló el tema de Champagnat como Santo. Ocasionalmente, y con motivo de alguna festividad, los hermanos llevaban a los alumnos a algún pase cinematográfico matinal, bien en el cine Góngora, en el Gran Teatro o en el hoy desaparecido cine Duque de Rivas. Las excursiones campestres siempre eran tema grato para los hermanos maristas y donde desarrollaban ampliamente su pedagogía de la presencia. Y, claro está, mucho más grato era aún, para los alumnos participantes. La Fuente de la Raja (por la Carrera del Caballo), los Baños de Popea en Trassierra, Cerro Muriano, Obejo, el Puente de Hierro también conocido como La Palomera pasando el barrio del Naranjo, el Cañito Bazán, las Ermitas, Almodóvar o el Castillo de Maimón, eran los lugares habituales para llevar a los chavales. Unas veces andando, otras en tren (Cerro Muriano y Almodóvar) y otras en autobús (Obejo), las excursiones eran cuidadosamente preparadas y quedaban reflejadas en los recuerdos de los Anales, como ésta a Cerro Muriano el 7 de junio de 1941, con 120 alumnos: “Junto a la fuente del pueblo acampó el grupo expedicionario y con buen apetito y excelente humor se vaciaron las fiambreras y botellas que algunos disimuladamente llevaron. La tarde transcurrió en el tobogán de las Arenillas y colinas vecinas. Finalizada la tarde se organizaron algunas compañías de Lope de Rueda que divirtieron a la concurrencia. Como acto final fue la iglesia del pueblo que nos abrió sus puertas para rezar el Santo Rosario y dar gracias por el buen día pasado sin percance alguno”. Cualquier antiguo alumno del Cervantes podrá recordar estas excursiones, en las que, a medida que avanzaban los años, se iban perdiendo detalles como el rezo del Rosario, pero otros permanecían inmutables como la algarabía infantil, los partidillos de fútbol, los juegos, los pequeños accidentes, la belleza de la sierra cordobesa, el buen sabor del bocadillo... y la eterna presencia del sonriente hermano, tan serio en clase, ahora dispuesto lo mismo a jugar que a comer, que a contar chistes, con sus alumnos. Por poner 79


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un recuerdo de un antiguo alumno, recurramos de nuevo a Eduardo Font cuando, cincuenta años después, rememora una excursión a Almodóvar en mayo de 1945, estando en 3º de Bachiller: “Visitamos el castillo durante la mañana y posteriormente nos encaminamos al pantano de la Breña, donde consumimos la merienda que nos habían preparado en casa. Para beber agua teníamos que descender a la base de la presa, por una interminable fila de escalones. Cuando conseguíamos llegar a arriba de nuevo, la sed volvía a estar presente. Luego, hasta nuestro regreso a Córdoba en tren, nos fuimos al río Guadalquivir, donde pasamos a la otra orilla en una enorme barcaza que se deslizaba por la superficie impulsada por una maroma que atravesaba el río. Volvía a pasar sed y no tuve ningún reparo en beber agua de la corriente del Guadalquivir. Me imagino que aquel día a mi madre se le fue la mano de sal en la tortilla de patatas o quizás me puso jamón como algo extraordinario”. Cuando se instaura el Preu, se inicia la práctica de los Viajes Fin de Estudios, que solían realizarse durante el tercer trimestre. Del primero que tenemos noticia a través de las Actas del Consejo Local es el del curso 1959/60, que tuvo como destino Madrid y alrededores. El del curso 1964/65 ya contemplaba fines más lúdicos y menos culturales, pues el objetivo escogido fue Mallorca. Los deportes también gozaron desde un principio de gran importancia en el Cervantes. Los patios del colegio de La Compañía permitieron desarrollar la práctica del baloncesto y voleibol, deporte el primero en el que siempre destacó el Cervantes en las competiciones entre centros educativos provinciales y regionales. El deporte de la canasta comenzó a practicarse de una manera organizada en 1941 con motivo de la participación de Cervantes en el primer campeonato provincial escolar del que se tiene constancia. El combinado de los maristas compartió liga con Cultura Española, Instituto Góngora, Cuartel Central y Academia Hispana. Venció Cultura Española, que fue el centro que introdujo el baloncesto en Córdoba en 1936, por delante del Cervantes. Los títulos tardaron en llegar a las vitrinas del Cervantes. No fue hasta 1956 cuando llegó la primera celebración al vencer el conjunto senior la final de la liga provincial a costa del Rayo OJE (28-12). En aquella época la liga senior era la competición más importante en la que participaban los combinados de la época. La primera liga de categorías base conquistada por Cervantes llegó en 1958. 80


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En los años sesenta el Cervantes acudía con frecuencia para utilizar las magníficas pistas del Polideportivo de la Juventud, recién construido en el Sector Sur. Ajedrez y ping-pong eran otros deportes que desde los años 40 pudieron practicar los alumnos. El fútbol, el deporte rey en España, sufría el problema de la limitación del espacio: el patio rojo era una zona de “alta densidad” de balones en los recreos y pillarlo sólo era un bien tremendamente preciado; por ello, para las competiciones, el Cervantes recurría a los estadios de América, de las Electromecánicas o el Enrique Puga en el Marrubial. Desde 1955, el problema del espacio se vio aliviado con la compra por los maristas de un solar en el Brillante, con vistas a futura sede del colegio con internado pero que en el interim se adaptó para crear varios campos pequeños de fútbol. Allí iban los alumnos los jueves por la tarde y los domingos por la mañana a jugar y a soñar con emular a aquellos ídolos que sólo les eran conocidos por los cromos, primero, y por las retransmisiones televisivas dominicales después. Por cierto, que el H. Carlos Rubio nos brinda el preciso dato de que el primer aparato de televisión llegó a la comunidad marista cordobesa en 1963. No puedo, en este punto, dejar de contar mi propia experiencia. En 1969, a mi clase de 3º de Primera Enseñanza, se la dividió en cuatro equipos a los cuales se les entregó la equipación deportiva correspondiente: a uno la del Real Madrid, a otro del Atlético de Bilbao, a otro del CF Barcelona y al mío, la camiseta amarilla y el pantalón azul de la UD Las Palmas, un equipo modesto que por entonces se codeaba con los grandes. La ilusión infantil fue tal que, aún hoy en día, mantengo mi absoluta fidelidad al equipo canario, a pesar de las malas rachas que ha pasado desde entonces. La gimnasia también ocupó un lugar en las asignaturas, pero si la citamos entre las actividades extraescolares es por las demostraciones de gimnasia e instrucción premilitar que el Frente de Juventudes organizaba en la Plaza de Toros durante los años cuarenta y a las que Cervantes asistía. Citemos, para ilustrar este hecho, la sin par pluma del H. Amador Ibáñez cuando recoge en los Anales la demostración del 21 de enero de 1943: “Es llevada a cabo por los colegios de Cultura Española y Cervantes. Allí se aprecia de visu la buena categoría de alumnos que ellos poseen, y lo mejor disciplinados que los tienen. Hacen alarde del número y llevan hasta los de Ingreso; y van todos los 81


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hermanos (il faudra épater) hasta el administrador y el que hace las compras. En los ejercicios queda Cervantes a la altura, y hasta ejercicio hay, que solo Cervantes puede desarrollar”. Desde mediados de los cuarenta, buscando uniformidad y para evitar las diferencias de calidad en las prendas deportivas entre los alumnos, el Cervantes hizo obligatoria para las clases de Educación Física y las competiciones con otros colegios, la camiseta roja con vueltas blancas y el escudo del centro, que desde entonces hasta nuestros días han llevado cientos de alumnos. Los colores rojiblancos del Cervantes se harían tan conocidos en las competiciones deportivas de Córdoba como los verdes de Cultura Española o La Salle, los azules de San Francisco de Sales (salesianos) o los aurinegros de Virgen del Carmen (carmelitas). Tres actividades culturales/deportivas podemos añadir a todo lo escrito hasta ahora. Desde los años sesenta se inicia en el Cervantes la práctica de los campamentos de verano, para alumnos y con alumnos mayores y algún hermano como monitores, que, consolidado en los setenta y ochenta, se mantiene hasta nuestros días, teniendo como destinos tradicionales el Puerto de Santa María y Sabinillas, cerca de Estepona o Villa Onuba, en la Sierra de Huelva. En Villa Onuba, además, los hermanos siempre pasaban veinte días de retiro. En el curso 1966/67, un equipo del Cervantes, dirigido por el H. Maurino Ortega González, participó con éxito en el concurso deportivo-cultural Cesta y puntos, que a escala nacional organizaba Televisión Española, presentado por Daniel Vindel. Y desde 1971, y de la mano de los HH. Eufrasio y Juan Larios, se creó en el Colegio una sección del movimiento Scout. Finalmente, decir, que aunque la Acción Católica en el Colegio Cervantes terminó desapareciendo al final de los años sesenta, otras actividades benéficas surgieron para los alumnos del colegio, siendo la principal la Campaña de Navidad, organizada por Cáritas Diocesana desde principios de los sesenta, y que recogía tanto donativos en metálico como ropa usada. El Día del Hambre (1 de febrero), el Domund, la misión marista en Bolivia, o cuestaciones ocasionales para paliar los daños provocados por las inundaciones, lo mismo en Sevilla que en la India, eran otros momentos del curso para comprometer la generosidad de los alumnos y sus familias. 82


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Las relaciones externas Es norma de la Institución Marista tratar de mantener siempre correctísimas relaciones con el resto de los colegios, con las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad y con cuantas personas pudieran ser sus benefactores en un momento dado. Igualmente, los hermanos eran tremendamente agradecidos con quienes les mostraban favor. Así, los hermanos tendrán continuos gestos de buena voluntad con los miembros del Patronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba”; con los párrocos de La Compañía, cuya colaboración era tan necesaria tanto para los actos del colegio como para la vida religiosa de la comunidad; realizarán visitas para felicitar la onomástica y presentar nuevo director a los sucesivos obispos de Córdoba, Adolfo Pérez Muñoz (1920-1945), fray Albino González Menéndez-Reigada (1946-1958), Manuel Fernández-Conde y García del Rebollar (1959-1970), el vicario capitular y canónigo magistral Juan Jurado Ruiz (1970-1972) y José María Cirarda Lachiondo (1972-1978). Igualmente para presentar a nuevos directores del Cervantes se visitará siempre al gobernador civil (Vignote y Vignote, Macián Pérez, Risueño Catalán, Ortí MeléndezValdés, Revuelta, Barquero y Barquero, Mateu de Ros, Landín Carrasco, Pelayo Ros, Gutiérrez Rubio, Hernández Sánchez, Mariano Nicolás, Pérez Beneyto, Herrera, Ansuátegui y Esteban Mompeán, sucesivamente). Vecina del Cervantes, pues su sede canónica se situaba en la parroquia de la Compañía, era la Hermandad del Santo Sepulcro; antiquísima cofradía penitencial, desde 1820 y hasta 1966 procesión oficial de la Semana Santa cordobesa. En su estación de penitencia del Viernes Santo, la acompañaban la Virgen de los Dolores, representaciones de las demás cofradías y las autoridades civiles, religiosas y militares. Desde 1953, también el Colegio Cervantes figuró en el cortejo procesional, al formarse con alumnos de este centro y bajo la dirección del H. Pedro Lacheta Reta, la Escolanía del Santo Sepulcro. Vestidos con túnica negra y roquete rojo, acompañaban Cristo muerto cantando motetes. La Escolanía mantuvo su actividad y presencia hasta 1965, último año que realizó la estación de penitencia. Los Anales recogen la asistencia, el 25 de agosto de 1941, al acto de salida del nuevo diario Córdoba: “Tiempo hacía que esa necesidad de un rotativo de estas dimensiones se echaba de menos en la sultana de Andalucía. A la inauguración, invitados por el director del diario, asistió una representación del Colegio”. 83


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En el terreno educativo asistían a la inauguración del curso escolar en el Instituto de Bachillerato de la ciudad y mantenían muy estrechas relaciones con otras órdenes relacionadas con la enseñanza, como jesuitas, salesianos y hermanos de las Escuelas Cristianas. Los primeros mantuvieron una intensa asistencia espiritual a los alumnos del Cervantes (Congregaciones Marianas, Ejercicios Espirituales) y éste no dudó en acudir a cuantos actos se organizaban en San Hipólito (Centenario fundacional, fiesta de San Estanislao, etc.), destacando en la relación los jesuitas padre Roldán y padre Fernández Cuenca. Los salesianos llevaban en Córdoba desde 1901 con una labor educativa y popular tremendamente apreciada por los cordobeses, que llenaban de hasta novecientos niños en los años cuarenta las aulas del San Francisco de Sales; su sencillez sirvió para que los maristas conectaran muy bien con ellos, tanto al nivel de alumnos como de comunidades, gozando siempre para el Cervantes de gran prestigio por su veteranía. Los Anales recogen multitud de actos en que ambas comunidades se invitaban mutuamente (Fiesta de San José, Velada de la Inmaculada, Fiesta de María Auxiliadora, etc.) y cómo se ponían de acuerdo en temas del discurrir de la enseñanza. Si hubiera que recoger algún momento de esta relación, me quedaría, por lo simpático y testimonial de una época de tremenda familiaridad, con la descripción del H. Amador Ibáñez de la asistencia a la Fiesta de María Auxiliadora en mayo de 1943: “Por la mañana, algunos hermanos van a la velada recreativa, y por la tarde al Te Deum. Al siguiente día celebran su fiesta patronal, María Auxiliadora; invitan al fraternal ágape a miembros de varias comunidades: jesuitas, hermanos de las EE. CC., Sr. Magistral, hermanos maristas, etc. Asiste el H. Administrador, H. Marcos (H. Baltasar Revilla), que vuelve encantado de la fraternal acogida. Pocos días después, el Rvdo. P. Director de los Salesianos (Francisco de la Hoz), obsequia a la comunidad con un saquito de 50 kilos de patatas, primicias de su rica huerta, que en estos tiempos de racionamiento vienen como anillo al dedo”. Durante muchos años, el mayor referente y la más estrecha relación para Cervantes fue Cultura Española, no en balde maristas y lasalianos tenían afinidades ideológicas, ambos colegios se habían fundado en 1933 y durante muchos años iban a estar próximos, geográficamente hablando, pues Cultura Española se ubicó en la esquina de la calle Barroso con la plaza de San Juan, hasta el curso 1953/54, cuando se trasladó a las faldas de la sierra cordobesa abriendo su magnífico colegio-internado bautizado como La Salle. Los Anales recogen 84


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las visitas de cortesía que se intercambiaban ambas comunidades de hermanos y reflejan el grado de amistad que existía, sobre todo en los años cuarenta y cincuenta. Otra cosa eran las competiciones deportivas, que los alumnos convertían en el momento de mayor “choque” entre ambos centros; el “pique” alcanzaba incluso terrenos espirituales y así nos lo narra Font de Dios: “Los alumnos de Cultura, nos echaban en cara que nuestro fundador sólo era venerable, mientras que el de ellos ya era santo. Cuando se lo contábamos a nuestros profesores siempre decían que tan solo dependía de un milagro que hiciese nuestro fundador, hecho que llevaban esperando varios años, para que pudiese subir también a los altares, y que entonces... ¡ya veríamos!”. Otro tipo de relación se tenía con el vecino durante los treinta y un años del Cervantes en La Compañía: el centenario Colegio Santa Victoria. Al ser un centro íntegramente femenino y llevado por una orden femenina, los hermanos maristas apenas tenían relación con él que no fuera la estrictamente oficial. Sin embargo, cualquier alumno que haya estudiado en Cervantes podría contarnos cómo eran aquellas chicas uniformadas en verde, con falda de cuadros plisada, y que para más de dos y de tres fueron sus amores adolescentes: “Mientras tanto, a nuestras vecinitas de enfrente del Colegio de Santa Victoria, de las Reverendas Madres Escolapias ni las veíamos. Ya se encargaban éstas de ponerles un horario de entradas y salidas incompatible con el nuestro. Nunca coincidíamos, salvo cuando nosotros las esperábamos en la calle Jesús María, junto al Cine Góngora, antes de entrar ellas a clase, cosa que hacían un cuarto de hora antes que nosotros. Entonces se aflojaban los cinturones que hasta ese momento habían llevado ceñidos a su cintura ante nosotros. Las monjitas les tenían prohibido que lo llevasen ajustado, ya que, eso podía ser causa de que sus vecinos, enemigos de su pureza, pudieran atentar contra la suya teniendo pecados de pensamiento”, recuerda Eduardo Font. Fruto de la buena relación que existía entre los colegios, la Asociación de Maestros Católicos de Córdoba, con el apoyo de la Delegación del SEM y la Inspección Provincial de Primera Enseñanza, organizó del 4 al 7 de marzo de 1943, una Semana Pedagógica. La inauguración tuvo lugar en la parroquia de San Nicolás y las conferencias, en el salón de actos de la Diputación, lugar donde amenizaron la Semana las actuaciones musicales de las niñas del Colegio de La Milagrosa. En las conferencias participaron las Teresianas, por medio de la inspectora guipuzcoana Josefina Oloriz; los HH. de las EE. CC. enviaron 85


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al H. Andrés Embid, director y profesor de 7º de Bachiller; por los salesianos intervino su director, Francisco de la Hoz; así como personalidades como el deán, Francisco Blanco Nájera; el consiliario de la Asociación Paulino Seco de Herrera (también párroco de San Nicolás); la consejera nacional Josefina Álvarez de Cánovas; el inspector jefe de Jaén, Agustín Serrano de Haro; el gobernador civil, Ramón Risueño; y Alfonso Iniesta, consejero nacional de Educación e inspector central de Primera Enseñanza. Los maristas estuvieron presentes en todos los actos, pronunciando el H. Amador Ibáñez la conferencia Fundamentos de la Pedagogía Marista. El diario Córdoba del 7 de marzo de 1943 recogía la siguiente noticia: “Continúan celebrándose en nuestra capital las conferencias pedagógicas para maestros, con entusiasmo creciente dada la calidad de los oradores que en las mismas intervienen. En el día de ayer, disertó sobre el tema Fundamentos de la Pedagogía Marista, el hermano Amador Ibáñez, director del Colegio Cervantes. El conferenciante hizo un estudio acabado de los puntos fundamentales y de los sabios consejos que su santo fundador dio a sus hijos los hermanos maristas. Fue muy aplaudido”.

Los hermanos maristas de este período Un total de doscientos hermanos maristas pasaron por Cervantes en los años que el Colegio estuvo en la Plaza de la Compañía. Resulta difícil enumerarlos a todos, pero vamos a tratar aquí de citar algunos nombres y acercarnos a cómo eran aquellos hermanos, que componían la casi totalidad del cuerpo docente de Cervantes, pues no existía aún la necesidad de un numeroso profesorado seglar. Siete directores pasaron por el colegio en los treinta y un años de estancia en la antigua plaza de Queipo de Llano, número 4. El H. Amador Ibáñez Alonso fue el único que repitió dirección, 1942-1943 y 1951-1957; su carácter era tremendamente vital, simpático, recto pero a la vez tan sencillo como para cuidar personalmente las macetillas de claveles que adornaban su despacho; era un providencialista nato y un enamorado de la Virgen, como se desprende de los pasajes que escribió en los Anales y reuniones del Consejo Local, algunos de los cuales ya hemos citado, pero otros no, como éstos: “Conforme a los deseos de don Juan Jurado, cura párroco de la Compañía, se invita a los alumnos a la procesión que en torno a los límites de la parroquia, habrá de tenerse con la recién bendita imagen de la Virgen de Fátima, que será cual arca de la alianza en torno a Jericó, derribo de las murallas de la frialdad religiosa” y “Para llevar al ánimo y corazón 86


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de los alumnos un mayor entusiasmo y más encendido amor a la que es madre de toda pureza, se trata de organizar un variado concurso en honra de la Inmaculada”; el H. Amador ha fallecido, octogenario, en 1996 en Segorbe (Castellón). El H. Esteban Fermín Azpilicueta sólo estuvo de director de 1943 a 1945. Le sucedió el H. Epifanio del Val Ruiz, conocido por su nombre de profesión como H. Bienvenido, que ocupó la dirección de Cervantes de 1945 a 1950, en cuya época se llegó al acuerdo con el patronato de las Escuelas Pías para hacerse cargo de éstas a cambio de utilizar el antiguo Colegio de Santa Catalina sin plazo de tiempo; así mismo, bajo su dirección se adquirió para noviciado el Castillo de Maimón. Tras el segundo período del H. Amador, llegó a la dirección el H. Victoriano Ruiz Jordiz, bautizado por sus contemporáneos como El Santo, por su extrema espiritualidad y sencillez, y que ocupó el cargo de 1957 a 1963; posteriormente marcharía a Bolivia, misión marista dependiente de la provincia Bética, donde permanecería hasta su llegada a la residencia de Benalmádena, donde fallecería en 1993; la Asociación de AA. AA., de la que fue asesor y colaborador le dedicó, en 1978, una placa de mármol con su nombre, a la entrada de una de las clases de los alumnos mayores. La humanidad y el cariño hacia los alumnos definen al H. Ananías Llanillo García, profesor en una primera etapa en los años cincuenta y director, en una segunda, de 1963 a 1969, cuyo nombre de profesión era H. Euquerio; falleció en Sevilla en 1993. Breve fue el paso por la dirección del H. Ángel Sáez Ruiz (1969-1970). Y, por fin, el último director que conoció el Colegio Cervantes en su sede del antiguo Colegio de Santa Catalina, el H. Emilio González Román (1970-1976), a quien le cupo el honor de inaugurar en 1973 la nueva ubicación del centro en la Avenida de la Fuensanta y de recibir, en 1972, la primera insignia de oro de la Asociación de AA. AA. A todos los directores les tenían los alumnos un extraordinario respeto (¿Quién no recuerda el interrumpir la clase, ponerse de pie y saludar al hermano director si este hacía una visita al aula?), algo común, por otra parte, en los centros públicos de aquel tiempo, cuando se accedía al cuerpo de directores por oposición. Los siete lucharon por mejorar día a día la calidad de enseñanza de Cervantes y por encontrarle una sede propia y definitiva. 87


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El horario de los hermanos era bastante duro y apenas tuvo modificaciones durante el período. Ofrecemos el de los días laborables en los años cincuenta y sesenta: 5,45 Levantarse. 6,15 Salve, Oración, Laudes y Meditación. 7

Estudio religioso.

7,50 Misa. Desayuno. 9

Clase.

13,45 Vísperas y visita al Santísimo. 14

Almuerzo.

16

Clase.

18

Rosario y salida.

20

Oración personal.

20,15 Lectura espiritual. 20,30 Completas. 20,45 Cena. 22,30 Silencio comunitario. Acostarse. Diferencias encontramos entre los hermanos que ocuparon el Cervantes en los años cuarenta y cincuenta, con respecto a los de finales de los sesenta. De hecho, la meticulosidad en rellenar los Anales y las Actas de los Consejos Locales, se va perdiendo, hasta el punto de que carecemos de los Anales de los años sesenta y primera mitad de los setenta. Tiempos heroicos y familiares los primeros, cuando los hermanos maristas tenían que luchar por la existencia del colegio frente a la escasez económica y las dificultades de una obra que se está iniciando. Tiempos difíciles los segundos, cuando con Cervantes más que consolidado, el enemigo eran los cambios de los tiempos (se comienza a dejar de usar la sotana, hay problemas de obediencia e incluso algunos hermanos plantean vivir en pisos) y la ola de secularizaciones, que redujeron la comunidad marista cordobesa, la avisaron del futuro problema de falta de vocaciones y pudieron hacer desaparecer Cervantes: “Hasta se piensa abandonar por motivaciones raras surgidas de interpretaciones equivocadas del Vaticano II. Recordamos la apasionada defensa que el H. Ignacio Martínez realizó en un capítulo provincial de su colegio y de su ciudad”, reconoce el H. Francisco Ibáñez. 88


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Pero en lo que sí coincidían los maristas de todas las épocas era en poner su persona en un segundo plano, en pro del acondicionamiento material del colegio y del desarrollo integral de sus alumnos. Sus pequeñas habitaciones, en los recovecos del Cervantes, eran de una sobriedad espartana y nunca se pudo decir de un hermano que no llevara una vida sobria y austera. La preparación académica y las ganas por entregarse en el mundo de la educación, les eran innegables. Empleemos este espacio para describirlos en general: su forma de ser, su forma de educar e identificarse con el alumno eran uniformes, basadas en las lecturas de las Enseñanzas espirituales y de la Guía del maestro; luego, cada uno le ponía su personalidad particular: “Eran otros tiempos, eran otros sistemas, no sé si mejores o peores que los actuales, eso se encargará de decirlo y enjuiciarlo el tiempo, ese juez implacable que da a cada cual lo suyo y que otorga la razón o la quita. Lo cierto es que eran unos tiempos que imprimían un carácter del que no es posible desposeerse, y no es que todo fuera bueno, no, también tenían sus ratos malos, es lógico, en esa etapa estudiantil de una persona hay de todo, pero quizás los años borren de nuestras mentes lo que de tristezas tenían y en el corazón y en la mente solo queden incrustados los recuerdos que nos hacen revivir el inicio de unas amistades que siempre perduran, o el reconocimiento hacia aquellos hombres que iniciaron nuestros pasos en la vida... algunos con sus genios inconfundibles, otros con su dulzura, pero eso sí, todos tenían algo que les hace inolvidables... Maestros, sí, Maestros con mayúscula: HH. Epifanio, Tomás, Faustino, Esteban, Florentino, Ananías, Honorato, Teófilo, Teodoro, Ignacio, Pedro, etc. ... Algunos ya nos dejaron para siempre, pero no importa, la gran familia Marista está formada por un eterno presente...”, nos cuenta Julio Sánchez Luque antiguo alumno de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, luego miembro de la Real academia de Córdoba. Sobre la imagen que podían ofrecer unos hermanos de los años cuarenta en Córdoba, podemos citar el relato de Font de Dios: “Cuando nos los encontrábamos fuera del colegio, nos acercábamos a ellos y le besábamos la mano. Iban correctamente vestidos, pues además de no llevar manchada de tiza la sotana, se cubrían los hombros con una esclavina y se colocaban un sombrero como el de los picadores en las corridas de toros, pero un poco más pequeño y de color negro. Lo que no llevaban era la baberola blanca (el rabat) que usaban en clase. Los Hermanos de La Salle sí salían con ella a cualquier sitio. Nunca se mostraron propicios nuestros profesores a explicarnos los motivos de ello”. 89


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También yo puedo ofrecer mi testimonio de los hermanos maristas a mediados de los años sesenta: los HH. Vidal González, mi tutor en 3º y 4º de Primera Enseñanza a quien siempre guardaré eterno reconocimiento, Francisco Fernández, Eufrasio López, Juan Larios, Ignacio Martínez, Luis Sainz, Estanislao Sanz, etc. El rabat, el sombrero y la esclavina habían pasado al baúl de los recuerdos, pero había cosas que no variaban, como la sotana, el cordón y el crucifijo metálico; eso en la apariencia, y en la esencia, la austeridad, la sencillez, el orden, la pulcritud y ese acento tan típico de Castilla (la inmensa mayoría de los maristas que impartieron docencia en Cervantes era originaria de lo que entonces se llamaba Castilla la Vieja, León, Vascongadas y Navarra). Obligatorio, para este trabajo, es detenernos algo más en tres hermanos que se han considerado emblemáticos del Colegio Cervantes en su etapa de ubicación en la actual Plaza de la Compañía: los HH. Tomás, Ignacio y Esteban. El H. Tomás Corral Castresana nació en Teza, un pueblecito burgalés en el límite con Álava, en 1908; pero eso es casi anecdótico, pues con 15 años ya había salido de él para iniciar su andadura como religioso marista. Arceniega (Álava) le vio hacer el juniorado y Balaguer (Lérida), el postulantado, noviciado y escolasticado; obtuvo el título de maestro en León y las prácticas las realizó en el Colegio Sagrada Familia de Cartagena. Su primer destino como hermano, con el nombre de profesión de H. Bernardo José, fue el Colegio de niños gratuitos, hijos de mineros, en Barruelo (Palencia). Luego pasó al Virgen de la Capilla de Jaén, donde le sorprendió la Guerra Civil, teniendo que padecer dos años de cárcel, aliviados por las múltiples atenciones de la familia Merelo, uno de cuyos hijos el Antonio Merelo, acabaría siendo hermano marista, profesor y administrador en Cervantes en los años sesenta y setenta. Finalizada la contienda, en 1939, con 31 años, llega el H. Tomás al Colegio Cervantes de Córdoba... ¡Y ya no se movió de ahí! Nada menos que cuarenta y cuatro años pasó el H. Tomás en el colegio marista cordobés, convirtiéndose en historia viva y siendo el único hermano que conoció las tres últimas sedes del centro: Palacio de Torres Cabrera, plaza de la Compañía y avenida de la Fuensanta. De esos cuarenta y cuatro años, sólo los seis primeros los vivió como excelente profesor de Ingreso y preparador de las Primeras Comuniones, pasando desde el curso 1945/46 a ocupar el cargo de Administrador. “Los superiores, en contra de mi voluntad, me cambiaron los libros por las libras”, decía en una entrevista de Eco marista en 1981, lo que no le impidió el seguir en estrecho contacto con los alumnos desde la ventanilla que existía al final de la 90


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regia escalera del caserón de la Compañía y en continuar prestándose a la docencia, puntualmente, cuando las necesidades del colegio lo requerían. Su trato, entregado y afable, le hizo ser tremendamente querido por alumnos y antiguos alumnos a los que nunca cesó de dar consejos: “Recomiendo a los antiguos alumnos que sigan siendo buenos compañeros con los que lo fueron un día en el Colegio, y que sean buenos cristianos y virtuosos ciudadanos; que no olviden las prácticas religiosas que aprendieron en el Colegio y, sobre todo, que sean devotos de la Virgen”. Pulcro (al estilo francés de los primeros hermanos), servicial, ecuánime, dotado de una gran memoria, observante, piadoso... podrían ser adjetivos para el H. Tomás, pero dejemos que sea el H. Francisco Ibáñez quien lo defina: “Santo varón, de una inocencia verdaderamente ingenua, durante muchísimos años administrador de los menguados recursos del Colegio, se las arreglaba para atender a la subsistencia de manera ingeniosa... llegando a poseer casi el doble de cartillas de racionamiento de las asignadas legalmente. Su piedad y servicialidad quedarán como signos de alma cándida y buena persona. Su Córdoba, su Colegio, lo marista, Maimón incluido, eran su mundo y lo vivía con ilusión casi infantil”. El H. Tomás colaboró intensamente con todos los estamentos del colegio y en 1973, la Asociación de AA. AA. que ya en 1961 le había rendido un homenaje, le concedió su máxima distinción, la insignia de oro. En 1981, fue premiado por la Federación Provincial de Centros de Enseñanza No Estatal con el título de Profesional de la Enseñanza Distinguido. El H. Tomás nos dejó un 19 de noviembre de 1983, a los 75 años de edad. Su amor por Córdoba y lo cordobés (no faltó en cuarenta y cuatro años a ni una sola procesión del Corpus), le llevó a que sus restos reposaran en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud. Impresionante fue el dolor de toda la familia Marista: hermanos, profesores, alumnos, antiguos alumnos, amigos... pasaron ante el cadáver, instalado en la sala de profesores del colegio, y asistieron al funeral, presidido por el padre Jesús Mendoza y seis sacerdotes más, en un salón de actos que agotó su capacidad. La revista anual del Cervantes, Eco Marista, le dedicó ocho artículos, representativos de los distintos estamentos de la familia marista: “Carta abierta al H. Tomás” de Antonio Alarcón Parodi, “La última Salve en el cielo” de Vicente Ruiz Granados, “Adiós H. Tomás, ruega por nosotros” de Mateo Vázquez Berni, “El buen monje” de Rafael Córdoba Cruz o la Evocación que compuso el H. Francisco Ibáñez y que reproducimos al final de este trabajo, son algunos de los títulos. Sería imposible reproducir todo lo que se dijo entonces sobre el H. Tomás, nos quedamos con las palabras de Fernando Bajo 91


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Moreno, presidente de la Asociación de AA. AA. de 1958 a 1963, publicadas en esa misma revista: “Algo insustituible se ha ido del Colegio Cervantes. Un vínculo querido, respetado y admirado, nos ha de faltar desde ahora a cuantos, al llegar al colegio, buscábamos su compañía, amena y afectuosa siempre, para charlar con él de aquellos tiempos... de los más próximos y de éstos. Pero como tenemos fe -que él mismo nos consolidó en el alma con su ejemplo aún más que con su palabra- ahora, cuando sigamos llegando a Cervantes, saldremos a uno de sus patios, miraremos al Cielo y él, desde allí, junto a la Madre nos mirará sonriendo, con su sencillez de santo, con la que él siempre tuvo. Descanse en paz, querido Hermano Tomás. Inolvidable amigo y Hermano”. El H. Ignacio Martínez Seco (Beni Jesús es su nombre de pila, pero en este caso el que ha perdurado es el de profesión: H. Ignacio), nacido el 22 de abril de 1925 en Quintanar de Valdelucio, muy cerca de Aguilar de Campoo (Burgos), batió el récord de continuidad en Cervantes que poseía el H. Tomás: cincuenta años permaneció el H. Ignacio en el colegio marista cordobés, desde aquel lejano curso 1955/56 en que llegó, procedente del juniorado de Villalba (Madrid), para hacerse cargo de los alumnos mayores y de los deportes. Durante más de quince años preparó a los cursos de 4º de Bachiller para la Reválida de ese año: “Su persona no sólo nos producía respeto, también admiración, pues todos sabíamos que si en 4º de Bachiller, en el que él daba clase, se aprobaba, la Reválida estaría, como dice hoy la juventud, chupada”, escribe Fernando Maestre. Con la implantación de la Educación General Básica (EGB), pasaría a ser profesor y tutor en 8º EGB, siendo su especialidad las Matemáticas, hasta que un problema en la visión le apartó de la docencia; fue un profesor muy exigente con los alumnos pero también consigo mismo a la hora de preparar la clase, y muy realista en sentido pedagógico: “Las lecciones que estudien los alumnos en casa han de haber sido explicadas por el profesor en clase... Las tareas escritas han de ser cortas y fáciles, pero realizadas con esmero y aplicación. El fin primordial de éstas, es educar la responsabilidad del niño”, decía en 1981. Director de la EGB y superior de la Comunidad Marista, han sido otros de sus cargos en Cervantes. En 1977, la Federación Provincial de Centros de Enseñanza No Estatal, le concedió su premio anual de Profesional de la Enseñanza Distinguido y es insignia de oro de la Asociación de AA. AA., la cual, en 1991, le dedicó un emotivo homenaje, con ocasión de sus treinta y cinco años en el colegio, consistente en misa en la parroquia de la Compañía y almuerzo en el Círculo de la Amistad, al final del cual se le entregaron distintos regalos y 92


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recuerdos. Marista de la vieja escuela, de recio aspecto, el H. Ignacio es, aún hoy en su retiro de Benalmádena desde la primavera de 2005, una institución viva y llena de humanidad del Cervantes al que aprecia toda la Familia Marista cordobesa. Cuando sus antiguos alumnos se paraban a saludarle y a presentarle sus hijos, en las fiestas del colegio o en sus diarios paseos por el centro de su Córdoba, el H. Ignacio se ha sentido más que pagado por sus desvelos y afanes educadores: “Uno de mis motivos de mayor alegría es ver cómo los antiguos alumnos aún nos recuerdan con cariño. Yo los considero casi como hijos míos. La prueba de que existe un afecto mutuo que no se borra con el paso del tiempo es que vienen a traer a sus hijos al Colegio en el que ellos estudiaron... Sin embargo, lo que más me duele es tener que decirles, en muchos casos, que no hay plazas”, afirmaba en una entrevista del diario Córdoba en 1983. El H. Esteban Gallo Manzanedo, de nombre de profesión H. Paulino León, también era burgalés. Llegó al Colegio Cervantes en 1938, como uno de los escasos supervivientes de la Comunidad Marista de Málaga, ciudad en la que, estallada la Revolución en el verano de 1936, a punto estuvo de ser fusilado. Sobrevivió viviendo debajo de un puente, haciendo de buhonero y arreglando cacharros por las calles más humildes, hasta que encontró cobijo en la Pensión Alarcón, gracias a la generosidad de la familia propietaria. El H. Esteban permanecería en Córdoba diecisiete años, hasta 1955. Durante ellos, su pequeña y llena de vida figura se haría famosa: “Santo religioso, siempre preocupado por sus antiguos alumnos y su porvenir... Tan bondadoso y popular, que en muchos ambientes sencillos, el Cervantes era conocido como el Colegio de don Esteban”, afirma el H. Ibáñez en su obra. Fue profesor de 2º, 3º y 4º de Segunda Enseñanza, colaboró intensamente en la obra catequética en los Olivos Borrachos del centro de Acción Católica de Cervantes y fue el gran promotor y alma y corazón inicial de la Asociación de Antiguos Alumnos, creada el 2 de enero de 1949. Hasta su partida de Córdoba, colaboró intensísimamente con los AA. AA., que siempre le han profesado verdadero afecto, presidiendo una foto suya sus asambleas anuales, privilegio que solo comparte, desde sus fallecimientos, el H. Tomás Corral y el H. Francisco Ibáñez. El H. Esteban falleció en Sevilla en el año 1964, celebrándose una misa por su alma en la parroquia de la Compañía el 4 de enero de 1965. En 1978, la Asociación de AA. AA., le dedicó una clase del último nivel en el nuevo Colegio Cervantes en la Fuensanta, colocando una placa de mármol con su nombre; distinción que, hasta la fecha, sólo ostentan otros dos hermanos, el H. Julio Albéniz, primer director y el H. Victoriano Ruiz, director de 1957 a 1963. 93


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La Asociación de Antiguos Alumnos (1ª parte) Sin duda alguna, no hay mayor prueba de que una institución educativa, que persigue algo más que la mera transmisión de conocimientos, ha triunfado, es la creación de una Asociación de Antiguos Alumnos. En Córdoba, la de más solera y número es la de los AA. AA. Salesianos, creada el 8 de diciembre de 1912, pero no le anda muy a la zaga, en vitalidad y también en número, la de Cervantes. Orgullosos pueden estar los educadores maristas por haber logrado imbuir en sus alumnos tal espíritu que, una vez terminados sus estudios colegiales, pasados los años, vuelven la vista atrás y con simpatía y afecto recuerdan sus años infantiles y adolescentes, los buenos maestros, los esfuerzos de la vida estudiantil, el espacio físico del colegio, la formación humana e intelectual en él recibida, y, como la gratitud es la mejor moneda de las almas nobles, dan su apoyo y aliento lo que Cervantes precisa. En el curso 1940/41 salía la primera promoción del colegio. Ella, aglutinada por Dionisio Carabaño, Juan Manuel Anguita, Rafael de la Hoz, Carlos López y José Antonio Muñoz, fue la auténtica gestora de la fundación de la Asociación de AA. AA., junto con la ayuda inestimable del H. Esteban Gallo y la colaboración de los directores del Colegio que se sucedieron en los años cuarenta. Desde la finalización de sus estudios en Cervantes, la primera promoción inició reuniones periódicas que se han mantenido hasta nuestros días. El Cervantes, por su parte, en la década de los cuarenta, organizaba un acto de entrega de diplomas a los alumnos que terminaban sus estudios, obsequiándoles al final “con una copa de vino, pastas y cigarros”, como se detalla en los Anales, teniendo en mente la fundación de una Asociación de AA. AA. ya desde el Consejo Local del 13 de diciembre de 1942. Ilusiones y esfuerzos culminaron el 2 de enero de 1949 con la fundación de la Asociación de AA. AA. Maristas del Colegio Cervantes de Córdoba, eligiéndose la primera junta directiva compuesta por las siguientes personas: Presidente: José Alarcón Parodi. Secretario: José Luis Santisteban Martínez. Tesorero: José Antonio Muñoz García. Vocales: Dionisio Carabaño Guirao, Antonio Moyano Navarro, José Luis Salcines López, Francisco Martín Salcines, José Morillas Eslava y José Torres Quintela. 94


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Se fijó una cuota anual de 25 pesetas, cobradas en recibos de 2 pesetas mensuales, excepto el de diciembre que sería de 3. La Junta acordaba reunirse periódicamente y convocar una Asamblea Anual, generalmente en diciembre, en la que se tomarían acuerdos, se elegiría cada tres años presidente, se informaría de las actividades a los socios, se entregaría la insignia de las tres violetas a los nuevos miembros de la Asociación y se ofrecería un desayuno a los asistentes. La primera Asamblea Anual tuvo lugar el 22 de enero de 1949, asistiendo doscientos veinte socios y sirviéndose un desayuno cuyo coste fue de 5 pesetas el cubierto. Desde la Asamblea de 1961, y a propuesta de Antonio Moyano Navarro, el desayuno fue sustituido por una copa de vino español, a cargo de la Asociación. Sesenta años tiene ya de vida la Asociación de AA. AA.; una vida cargada de actividades y emociones, que podemos rastrear magníficamente gracias al Historial de la Asociación que, pacientemente, Antonio Alarcón Parodi fue confeccionando a base de las actas de las Asambleas Anuales y de sus recuerdos particulares. En este primer acercamiento a la Asociación trataremos de resumir los aspectos principales del período 1949-1973, dejando la siguiente etapa para el próximo capítulo. Cinco presidentes ha conocido la Asociación desde su fundación, José Alarcón Parodi (1949-1958), Fernando Bajo Moreno (1959-1963), Antonio Alarcón Parodi, de la segunda promoción, que se hizo cargo de la presidencia el 30 de diciembre de 1963, al dimitir Fernando Bajo por motivos de trabajo y permaneció treinta y siete años en el cargo, José Luis Royo Raya (2000-2006) y el actual, Juan José Primo Jurado desde diciembre de 2006. Antonio Alarcón fue reelegido hasta once veces, fundando legalmente la Asociación en 1966, de acuerdo a la normativa del Registro de Asociaciones, y siendo el gran artífice de su expansión, de su presencia en todas las actividades de Cervantes y de su vinculación con la Familia Marista de la provincia Bética y nacional (ADEMAR) y con la Federación Española de Asociaciones de AA. AA. de la Enseñanza Católica (FEDAEC). Labor de equipo, como él no se cansaba de repetir, en la que han participado su vicepresidente, secretario y tesorero a lo largo de esos años, Rafael Córdoba Cruz, Guillermo Gisbert León y José María González Ripoll, respectivamente. El presupuesto de la Asociación siempre fue muy ajustado, dependiendo de las cuotas anuales de sus socios, que fueron de las 25 pesetas iniciales, a las 95


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100 pesetas, aprobadas en la Asamblea de 1967. Aún así permitió afrontar las numerosas actividades en que se embarcaron y se pudo prestar ayuda a hijos de antiguos alumnos que estudiaban en el colegio, siendo sólo los primeros años los únicos que arrojaban algún déficit, subsanado por los hermanos maristas: “En hombres jóvenes no hay trampa vieja”, dijo el H. Victoriano en la Asamblea de 1962, cuando ofreció 3.000 pesetas para solventar las complicaciones de la Tesorería por la falta de colaboración de los asociados. Los maristas les cederían, desde 1965, una sala de Cervantes para las reuniones de la Junta, amueblándose rápidamente por los miembros de la Asociación, incluido un barril de vino de cuatro arrobas, obsequio del antiguo alumno, Agustín Campos Espinosa, propietario de las prestigiosas Bodegas Campos. Las actividades principales de la Asociación en este período de 1949 a 1973, aparte de las reuniones y las Asambleas que mantenían el contacto entre los asociados, fueron: la creación de un Boletín informativo en 1968, que aún perdura, tras intentos fallidos desde 1951 y la institucionalización desde 1970 del día del Rosario y la flor, a finales de mayo, que consistía en una ofrenda floral de los AA. AA. y el rezo del santo Rosario a la Virgen en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta. Mención aparte merecen los premios que irá creando la Asociación y que serán un reflejo de su vivir y su sentir: En 1965 se creó el Premio Excelencia, para premiar al mejor alumno del colegio, adjudicándose cada año al alumno destacado, no sólo por sus notas, sino también por el voto de sus compañeros y la opinión de los profesores y dirección del Cervantes. En ese mismo año se creó la Insignia de Plata, para ser concedida a los AA. AA. que cumplieran los veinticinco años de la terminación de sus estudios en el colegio. Finalmente, ya en la Asamblea de 1951 se propuso crear un premio para el ex alumno más distinguido, pero no se concretó en nada y será en la de 1971 cuando se creará la Insignia de Oro, a propuesta de Amador Jover y Antonio Alarcón, para premiar al antiguo alumno o colaborador de la Asociación que lo merezca y a propuesta de la Asamblea Anual; el director de Cervantes, H. Emilio, sería el primer distinguido con ese honor, correspondiendo el año siguiente a los antiguos alumnos, Rafael de la Hoz Arderius, director general de Arquitectura, Amador Jover Moyano, vicedecano de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, Diego Mir Jordano, catedrático de Medicina en Sevilla, Carlos Vicente Córdoba, catedrático de Biología en Salamanca y, a propuesta de Fernando Bajo, a la Junta Directiva de la Asociación de AA. AA.. 96


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Difícil es señalar cuáles son los antiguos alumnos más destacados de este período e imposible recogerlos a todos aquí. Sin duda, cualquier antiguo alumno que haya sabido aprovechar en su vida los cimientos educativos y formativos que recibió en Cervantes y desde el puesto que le diera la sociedad haya sido “buen cristiano y virtuoso ciudadano” ya es destacable, pero aunque sea por recoger los que triunfaron en sus respectivas carreras y gozaron de renombre en Córdoba y fuera de ella, vamos a citar unos cuantos nombres propios que, además, han seguido muy vinculados con la Asociación, ocupando en ocasiones cargos de vocales en la Junta. Rafael de la Hoz Arderius, fue sucesivamente director general de Arquitectura, presidente de la Unión Internacional de Arquitectos, vinculada a la UNESCO y que agrupa a más de 600.000 arquitectos de cerca de cien países, Premio CEOE por la construcción del Edificio Castelar en Madrid, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, presidente del Consejo de Arquitectos de Europa y Medalla de Honor de la Ciudad de Córdoba. Entre las obras de él y su equipo en nuestra ciudad destacan: el Parque Figueroa, el Gobierno Civil, el Hospital Provincial, la oficina principal de la antigua Caja Provincial de Ahorros y la remodelación del convento de las Dominicas del Corpus Christi, para acoger la Fundación Antonio Gala. Amador Jover Moyano, fue vicedecano y decano de la Facultad de Veterinaria, de la que es catedrático, académico de la Real Academia de Medicina de Sevilla, presidente de la Sociedad Europea de Patólogos Veterinarios, Cordobés del Año en 1992, Medalla de Oro del Colegio de Veterinarios de Córdoba y, desde 1990 a 1998, rector de la Universidad de Córdoba. Debemos destacar cuatro periodistas surgidos de entre los antiguos alumnos de esta etapa. Fernando Bajo Moreno, director de la emisora cordobesa de radio La Voz de Andalucía y presidente de la Asociación de AA. AA. Antonio Galán Ortiz, periodista y redactor jefe, primero, y subdirector, después, del diario Córdoba. Rafael González Zubieta, conocido como El Zubi, antiguo alumno de Lucena, periodista de la prensa local y jefe de informativos de Canal Sur TV. Y Rafael López Cansinos, locutor de Radio Córdoba, columnista en la prensa local y presentador en muchas ocasiones del acto de entrega de Premios del Colegio Cervantes, de quien Rafael Cremades, periodista de Canal Sur, dijo al entregarle el 27 de junio de 1997 el XII Premio Periodístico Ciudad de Córdoba: “Es un hombre de bien, amigo de sus amigos, irónico zorro del 97


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periodismo, entregado a la causa de Córdoba, que nunca abandonó... Voz de giros artísticos, de galán de radio, pintada en el aire de la onda media, grave y completa, llenando las casas de esta bendita ciudad día a día”. Así mismo médicos como Diego Mir Jordano, catedrático de Medicina; Carlos Vicente Córdoba, catedrático de Biología; Mariano Aguilar Candela, eminente cirujano digestivo; Felipe Toledo Ortiz, uno de los creadores, además, del influyente foro de opinión Corduba nostra; Juan Manuel Peinado Requena y Juan Manuel Anguita Blanco, el primero profesor y luego decano de la Facultad de Córdoba. En el mundo de los que se dedicaron a la abogacía podemos citar a José Antonio Muñoz García, abogado y Cruz de San Raimundo de Peñafort por la Escuela de Práctica Jurídica; y a Rafael Mir Jordano, abogado cordobés de prestigio y escritor. Otros antiguos alumnos reseñables fueron Francisco Martín Salcines, excelente pintor cordobés y primer presidente de la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Cervantes. Ángel Burón Romero, profesor de la Facultad de Ciencias en Santander. Francisco Alférez Delgado, titular de Paleontología de Vertebrados en la Complutense. Diego Moreno García, catedrático de Dibujo en la Escuela de Ingenieros Agrónomos cordobesa. Eloy Almoguera Martínez, director de la Caja Rural en Córdoba. Manuel Salcínez López, historiador, conferenciante, académico de la Real Academia de Córdoba y Cronista de la ciudad. Eduardo Salcínez Muñoz, catedrático en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba. Julio Sánchez Luque, escritor, académico de la Real Academia de Córdoba y gran creador y mantenedor de la Semana Lírica de Córdoba. El reverendo Francisco Gutiérrez de Ravé, coadjutor de la parroquia cordobesa de San Nicolás de la Villa. Finalmente, dos presidentes del Córdoba CF en los años setenta y ochenta, son antiguos alumnos de Cervantes: Ricardo Mifsut Vizcaíno, empresario, y José María Romeo Moya, prestigioso odontólogo cordobés y Carlos Clementson Cerezo, poeta, escritor y profesor de Literatura Española en la Universidad de Córdoba.

Un escudo para el Colegio Cervantes Aunque la insignia universal marista (educadores, alumnos, antiguos alumnos, padres, etc.) son las tres violetas, desde 1949 el colegio de Córdoba va a contar con un símbolo propio: su escudo. 98


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El escudo es obra de Rafael de la Hoz, antiguo alumno de la primera promoción, al que se le encargó en la Asamblea Inaugural de la Asociación de AA. AA., el 22 de enero de 1949, aprovechando que hacía unos cursos de heráldica en Inglaterra. Para describir el escudo transcribo lo que por el mismo de la Hoz fue expresado y que recoge el Historial de la Asociación: “De acuerdo con el sentido moderno, estudiadas las formas tanto europeas como americanas, se agrupan y enmarcan los motivos que pueden representar a un colectivo. De esta forma propongo un emblema que reúna las siguientes cualidades: Colegio, Ciudad y Orden Marista. Es por ello que en la insignia, representando al Colegio Cervantes se incluya el guantelete en negro sobre fondo oro del Manco de Lepanto; a Córdoba un pez de oro sobre fondo rojo que representa a San Rafael, que en sus imágenes lleva el pez de la curación de su milagro; y para la Orden Marista pongo, sobre los símbolos antes descritos, tres flores blancas que representan las tres virtudes de nuestra Virgen María, destacando sobre el fondo negro que representa el pecado”. El escudo de Cervantes lucirá siempre en cualquier documento del colegio, en sus prendas deportivas, en los Boletines de Notas, etc.

El Castillo de Maimón En los primeros meses de 1946, al mismo tiempo que se solucionó con el Patronato “Deán Francisco Javier Fernández de Córdoba” el uso del colegio de La Compañía a cambio de hacerse cargo de las Escuelas Pías, la Comunidad Marista cordobesa logró hacerse con una magnífica finca para un noviciado: “Tanto la adquisición de la finca Castillo de Maimón, como, según parece, el inminente arreglo de la cuestión Colegio, han de considerarse como un verdadero regalo de la Providencia, ya que las circunstancias que lo determinaron no pudieron ser ni más inesperadas ni más favorables”, señalan los Anales. La génesis de la adquisición del Castillo de Maimón, comienza el 5 de enero de 1946, cuando el corredor de fincas, Antonio González, se presentó en Cervantes, ofertando la finca Villa Paquita, en la carretera del Brillante a dos kilómetros de Córdoba, para internado. El día 10, la finca era visitada por el Hermano Provincial H. Secundino Burgos, el Asistente General H. Sixto Lacunza y el director del Cervantes H. Epifanio del Val, desestimándose por el exceso de bullicio de su emplazamiento, pues los maristas, más que un internado, lo que deseaban poner era un noviciado. Cuatro días después, Antonio González, llevaba al H. Epifanio y al H. Matías a ver la finca conocida como Castillo de 99


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Maimón, en referencia a haber sido posible residencia de filósofo cordobés del siglo XII, Maimónides (Moisés ben Maimón). Propiedad de Juan López Baena, situada en las afueras del Barrio del Naranjo, al norte de la ciudad, gozaba de una situación privilegiada por su tranquilidad y buen clima, al estar en las faldas de la Sierra y apartada de caminos: “En el corazón de la riente Andalucía, sobre los flancos de la Sierra, que montan centinela sobre la antigua capital de los sultanes, la histórica y bella Córdoba”, tal como anunciaría la revista Stella Maris de septiembre de 1949. Las condiciones de venta no parecieron abusivas, siendo la finca del agrado del Hermano Provincial en su visita del 28 de enero, recibiéndose autorización para su compra al mes siguiente. Eterno agradecimiento mostrarán siempre los hermanos maristas a Rafael Peralta, padre de los famosos rejoneadores Ángel y Rafael, amigo sevillano que, requerido por los maristas, se trasladó a Córdoba para asesorarles en todo el proceso de compra del Castillo de Maimón: “Aparte del importante beneficio material que supuso, sin duda, ahorrarnos varios miles de pesetas, por la gestión de don Rafael Peralta, le hemos de agradecer particularmente el interés que en ello puso, considerándole como a uno de nuestros sinceros y mejores amigos, al que debemos gratitud no sólo por esta ocasión, sino por otras muchas, ya que siempre ha estado dispuesto a ayudarnos con absoluto desinterés personal y con el mayor afecto”, reflejan los Anales. Ya en 1939, Rafael Peralta había ayudado a los hermanos a adquirir la finca sevillana de Castilleja de la Cuesta, donde unos años después se alzaría el escolasticado. El 28 de febrero de 1946 quedó efectuada la compra del Castillo de Maimón, en presencia del notario Luis Boza Montoto. La alegría que destilan los Anales es comprensible, pues la finca era realmente envidiable: 165.000 metros cuadrados rodeados de tapia, de ellos 30.000 de huerta, 1.500 olivos, 600 naranjos y otros árboles frutales. Desde la primavera de ese año, Maimón sería objeto de las visitas de los hermanos maristas en los jueves por la tarde y los domingos el día entero, residiendo incluso en vacaciones: “Resulta, por lo tanto, la finca un gran alivio para los hermanos, ya que es un magnífico complemento del Colegio, que no cuenta con jardín, ni patios espaciosos, y lo que es peor, ni siquiera con la debida independencia de nuestros vecinos. En cambio, en la finca hay independencia del bullicio urbano, aire sano y mucho sol, junto con la variedad y hermosura del campo, tan a propósito para levantar el pensamiento y un himno de gracias al Creador”. 100


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En 1948, la empresa constructora de Benito Fábrega, respetando la huerta, inició la construcción de un noviciado en el Castillo de Maimón, descrito así por el H. Francisco Ibáñez: “De forma rectangular, con un amplio patio en su interior, de dos pisos, con elegantes arcos y columnas de estilo andaluz. Los zócalos cubiertos de cerámica sevillana, le dan luminosidad y alegría, para paliar en lo posible las elevadas temperaturas estivales... En la planta baja se encuentra la capilla, capaz para unas cien personas. El retablo central es de madera, elegantemente esculpido por nuestro H. Honorio Molinuevo, que ofrece un trono real a la Virgen Inmaculada, patrona de la casa. Las vidrieras presentan artísticos motivos de la vida de Marcelino Champagnat. En el mismo piso se encuentran la sala de ejercicios, tres clases, la sala de profesores, el refectorio, la cocina y otros servicios. El segundo piso está totalmente destinado a dormitorios y enfermería, con los consiguientes servicios higiénicos. Puede alojar cómodamente unos ochenta formandos y el personal directivo correspondiente”. El noviciado se inauguró solemnemente el 8 de septiembre de 1949, bendecido por el canónigo José Torres Molina, asistiendo el Provincial H. Secundino, miembros del Consejo, delegados de toda España, los directores de los colegios de la Provincia y las autoridades civiles cordobesas. Un día después, se producía la primera toma de hábito de los veinte novicios y el ingreso de los veintisiete postulantes que inauguraron Maimón. La futura Provincia Bética, completaba así su infraestructura para sus formandos, con el veterano escolasticado de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), inaugurado en 1943, y el flamante noviciado de Córdoba. El 8 de septiembre de 1955, con motivo del Año Santo Mariano, se inauguraría con gran fiesta (fuegos artificiales incluidos) un hermoso monumento a la Inmaculada Concepción, proyecto del arquitecto cordobés Carlos Sáenz de Santamaría y obra del escultor Amadeo Ruiz Olmos. Visible desde el camino que lleva a la finca, se basa sobre una roca y se alza sobre un pedestal de granito gris donde luce un busto de Marcelino Champagnat, siendo la escultura de la Virgen de dos metros de mármol blanco de Macael con un peso de 2.300 kilos. Su altura total es de 10 metros y el costo, de 135.000 pesetas, fue aportado por los colegios de la Provincia y las familias de los estudiantes, cuyos nombres se guardan en una caja de estaño a los pies de la Virgen. En 1956 los propios novicios maristas construyeron un campo de fútbol y tres frontones. 101


EL COLEGIO CERVANTES DE LA PLAZA DE LA COMPAÑÍA (1942-1973)

En 1960 se realizaron mejoras en la casa, creando despachos para los superiores provinciales, y se terminó una sencilla piscina, alivio de canículas estivales. Los maestros de novicios que han ocupado el cargo a lo largo de todos estos años son: H. Rufo Sos Arlegui. H. Agustín Llanillo García. H. Nicolás Ramírez de Alda. H. José Antonio Vera López. H. Raúl Martínez Linares. H. Rafael Arteaga Oña. H. Ignacio Pérez. H. Javier García Terradillos. H. José Luis Elías Becerra. Como en todas las órdenes religiosas, el noviciado atravesó mejores y peores momentos, siendo testigo de vocaciones abundantes y de soledades preocupantes. Hoy, vacío de vocaciones, pero manteniendo la propiedad los maristas, es cedido para actividades colegiales y diocesanas. El Castillo de Maimón sigue ahí, testigo mudo y fiel de la historia marista cordobesa. Por él pasamos muchos alumnos de Cervantes en nuestras excursiones del sábado, con la ilusión de la caminata hasta llegar a él, el día de campo en La Palomera, bajo el puente de hierro de la línea Córdoba-Almorchón, la proximidad de Santo Domingo o el Santuario de Nuestra Señora de Linares, el partido de fútbol correspondiente en el campo de Maimón y el rato de charla y juego en los bancos y mesas que existen en torno a una sencilla gruta que alberga una Virgen, enmarcada entre plantas y hiedras. Supongo que los hermanos soñarían y rezarían con que en alguno de nosotros brotase la vocación, pero también estoy seguro de que su deseo, en cualquier caso, era que disfrutáramos con ilusión infantil de esos días, y tened por cierto, y cualquier antiguo alumno lo podrá confirmar, que así lo cumplíamos.

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EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

Una sede propia y definitiva para Cervantes Las buenas relaciones con el Patronato de las Escuelas Pías y el disfrute del viejo caserón de la plaza de la Compañía, no ocultaron nunca a los hermanos maristas la realidad de que debían encontrar un emplazamiento propio y definitivo para el Colegio Cervantes. La adquisición en 1955 del solar de 10.000 metros cuadrados del Brillante, anteriormente referido, abrió una esperanza desbordada, repleta de planes imposibles. Los años cincuenta mantendrán esta esperanza, pero no se construirá nada en él; sólo se plantarán árboles, se harán un pozo de agua para fuentes y doce duchas y se utilizará el terreno para crear varios campos pequeños de fútbol. La primera mitad de los sesenta mostrará el desánimo de los hermanos por el tema: dificultad en obtener un préstamo del Monte de Piedad y Caja de Ahorros y retorno a los arreglos en el antiguo Colegio de Santa Catalina: “... en vista de lo mucho que se alarga el proyecto para la construcción del nuevo colegio”, refleja el acta del Consejo Local del 31 de mayo de 1962. Por ello, se permutarán los terrenos del Brillante por otros vecinos en dicha zona, pero los HH. Victoriano y Ananías, terminarán sus etapas como directores sin ver cumplido el sueño de la sede propia. Mientras, el edificio de La Compañía no podía dar más de sí para el alto número de alumnos: se habían creado clases imposibles en los últimos recovecos, a veces era preciso atravesar un aula para llegar a otra, los patios se habían quedado pequeños y las habitaciones de los hermanos resultaban de una incomodidad excesiva, incluso para una orden religiosa. 103


EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

El desánimo y las interpretaciones equivocadas del Vaticano II, como nos recordaba el H. Francisco Ibáñez anteriormente, llevaron a la tentación de abandonar, pero “no era posible echar por la borda tantos sacrificios ya cuajada la obra”, dice el H. Ibáñez. Aprovechando la coyuntura oficial que fomentaba la creación de centros de enseñanza con generosos créditos a bajo interés, con el dinero de la venta en 1969 del solar del Brillante y tras rechazar por insuficiente un proyecto de colegio en la calle Sagunto (el actual Santa María de Guadalupe, de los franciscanos), se adquirió un terreno de 15.000 metros cuadrados en la Avenida de la Fuensanta número 35, a la sombra del santuario de la patrona de Córdoba. El antiguo alumno Luis Trócoli Losada, socio de la empresa de construcción IMARA, fue el hombre que brindó a los maristas esta oportunidad. El solar se ubicaba en el centro del nuevo barrio de Fuensanta-Santuario que, proyectado desde 1968, construían el Instituto Nacional de Urbanización y la Caja Provincial de Ahorros. Cerca de 4.000 viviendas económicas, de entre 50 y 120 metros cuadrados, de entre cuatro y ocho plantas, iban a permitir a muchas familias acceder a su propia casa. La construcción del Club Santuario (frente al Cervantes, hasta el punto que fue su bar en los primeros tiempos) en 1973 y el Proyecto de Reparación y Equipamiento Urbanístico (1974), dotaron al nuevo barrio de instalaciones deportivas, zonas verdes, instalaciones escolares y aparcamientos. Antonio Gil Moreno, capellán entonces del colegio, bendecía en 1970 la colocación de la primera piedra, aunque hasta 1971 no comenzarían las obras, a cargo de la empresa IMARA S.A. bajo proyecto del arquitecto cordobés Víctor Escribano Ucelay. Estas finalizarían en el verano de 1973, con un costo total de 64 millones de pesetas, inaugurándose el nuevo Colegio Cervantes para octubre del curso 1973/74. Tras acertadas modificaciones en su primitivo diseño, el colegio tenía cabida para unos mil seiscientos alumnos, tres aulas por curso de cuarenta puestos cada una, comedor escolar de 300 metros cuadrados, laboratorios, biblioteca y salón de actos con capacidad para seiscientas butacas, estando en ese momento en estudio la adquisición de un solar al otro lado de la calle Hermanos Pinzones (que no se llegaría a comprar) para ampliar el colegio. Los patios eran una de las bazas más importantes del nuevo Cervantes: pistas asfaltadas de baloncesto y minibasket, un campo de futbito de tierra, otro de fútbol, también de tierra, y una pista polideportiva asfaltada, todos con sus medidas reglamentarias. Un gimnasio y dos piscinas, una de competición y otra infantil, completaban en su 104


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

inauguración la oferta deportiva del colegio. A finales de los ochenta y con ayuda económica de la Asociación de Padres, se construiría un hermoso polideportivo cubierto, con capacidad para varias pistas de baloncesto, fútbol sala, balonmano y voleibol, de calidad excelente. Precisamente la construcción de este polideportivo provocó la enemistad de algunos vecinos del barrio y llevó al colegio a un pleito con el Ayuntamiento; la orden municipal de paralización de las obras provocó la indignación de las gentes afines a Cervantes, que demandó en 1993 al alcalde entonces de Córdoba, Herminio Trigo, ganando el juicio por Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y teniendo los maristas todo el respaldo legal y judicial para el polideportivo. El Colegio, en fin, tenía forma de L, con cinco plantas en el brazo largo y cuatro en el corto y un amplio vestíbulo-recibidor en el que se colocaron en una vitrina los trofeos obtenidos por el Colegio y a donde daban las oficinas, despachos y sala de profesores. Para evitar problemas económicos y posibles trabas políticas en un futuro español incierto, los hermanos maristas creaban la empresa Promociones Escolares, en la que controlaban todas las acciones, y que pasaba a ser propietaria del Colegio Cervantes, como refleja el Acta del Consejo Local del 16 de noviembre de 1974. Realmente fascinados debían estar los hermanos y la familia marista con el nuevo y propio edificio colegial, tras las inquietudes y estrecheces de los últimos cuarenta años, pero los primeros tenían un segundo motivo para alegrarse: por fin tendrían una residencia exenta para la comunidad. En efecto, separado del colegio por un hermosísimo y cuidado jardín, donde destaca el cedro plantado en 1979 por Juan Manuel Anguita Blanco, primer alumno de Cervantes y Miguel Ángel Jiménez Pedrero, último alumno matriculado ese año, y la imagen de la Virgen María, donada por el directivo de los AA.AA., Rafael Córdoba., se alza una residencia de tres plantas para vivienda de los hermanos maristas, de comodidad y sencillez reconocidas. Precisamente la capilla de esta residencia cuenta con vidrieras de tema abstracto de Antonio Povedano Bermúdez, pintor natural de Alcaudete (Jaén) pero cordobés de adopción, amigo de los maristas, uno de los más importantes artistas españoles contemporáneos y vitralista de fama internacional. Entre sus vidrieras en Córdoba destacan, también, las del templo Santa María Madre de la Iglesia y las de los colegios Bética (Institución Teresiana) y Sagrada Familia (las francesas). En 1978, el colegio se dotaría de una capilla para el alumnado donde, igualmente, destacaban las vidrieras, en este caso de temática religiosa y obra de Tomás Egea Azcona, antiguo alumno marista del Colegio La Fuensanta, de Murcia. 105


EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

En octubre de 1973, los alumnos maristas inauguraban el nuevo Colegio Cervantes. La empresa de autocares Autotransportes López iniciaba una relación con el colegio, que dura hasta la actualidad, recogiendo alumnos por toda la ciudad, en numerosas líneas (llegaron hasta nueve). Era la primera vez que Cervantes abandonaba el centro urbano y la primera que un centro privado religioso se instalaba en un barrio de clase media baja, si exceptuamos el caso de Nuestra Señora de las Mercedes de las mercedarias, en el Campo de la Verdad. La Fuensanta era, además, en la mitad de los setenta, un barrio con influencia del Partido Comunista y serios problemas de delincuencia en alguna de sus calles. Sin embargo, y superados unos roces iniciales con los colegios públicos de la zona, Cervantes se integraría perfectamente en el barrio, ofreciendo sus instalaciones a múltiples actividades ciudadanas a plena satisfacción y acogiendo, cuando se iniciasen las subvenciones estatales, a niños del entorno. Nunca se vería tanta expectación en el barrio como cuando en el campo de fútbol del colegio jugaba el equipo Fuensanta Maristas, que militó en Primera Regional. Por otra parte, el aludido tema de la delincuencia inicial en el barrio no afectó al colegio. Escribe el H. Francisco Ibáñez en los Anales sobre el intento de robo del coche de la comunidad el 9 de febrero de 1980: “Si consignamos el hecho no es por darle demasiada importancia, sino porque en estos días la prensa nacional y local considera el barrio de La Fuensanta como el cuarto más peligroso de España. Esto no es sólo una exageración sino una solemne mentira. Hay problemillas, pero nada grave. Este es el mayor en siete años”. El equipo docente de aquel curso inaugural de 1973/74 era el siguiente: Bachiller y COU H. Emilio González Román H. Fernando Moreno Barrio Francisco Roldán Villén Juan Herrera Mesa Manuel García Merina Carlos Domínguez Conde H. Ignacio Martínez Seco Química H. Carlos Rubio Múzquiz H. Luis Sainz del Castillo H. Timoteo Pérez Martínez H. Vicente Liesa Perella Francisco López Pozo 106

Director, Biología y Física Tutor COU y 6º, Religión e Hª Arte Tutor 6º, Lengua y Filosofía Tutor 5º, Física, Química y Matemáticas Tutor 5º y Dibujo Tutor 5º y Francés Tutor 4º y 5º, Religión, Matemáticas, Física y Tutor 6º y Matemáticas y Química Tutor 4º, Matemáticas y Física Matemáticas, Química y Religión Francés Latín, Lengua e Historia


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008) Joaquín Moreno Manzano Manuel Parra Galindo José León Gallardo Juan López Luque Antonio Vázquez Romero Antonio Navarro Sánchez Santiago Hernández Rodríguez P. Francisco Gálvez León David Fernández Cortés Francisco Caballero Chumillas Francisco Fernández Pareja Pedro Palop Fuentes

FEN y Ciencias Sociales Educación Física y Deportes Manualidades Ciencias Médicas Ciencias Económicas Religión Biología Religión Ciencias Naturales Lengua Religión Latín y Griego EGB

Juan Dávila Díaz H. José Martín Cubero Rafael Pérez de la Lastra Enrique del Río Correa Cristóbal Rodríguez Luque H. Cándido Vadillo Robredo H. Eufrasio López Rodríguez Rafael Rodríguez Galán Antonio López Valbuena Samuel Gálvez Pozuelo José Luque López Francisco Rodríguez Luque Celso Velázquez Elices Francisco Rodríguez Luque José Peralbo López Antonio Higueras Manga Manuel Llamas Aguilar Mateo Vázquez Berni H. Joaquín Pardo Delgado Pedro Moral Muñoz José López Tarruellas H. Francisco Fernández Juan

1º A 1º B 1º C 2º A 2º B 2º C 3º A 3º B 3º C 4º A 4º B 4º C 5º A 5º B 5º C 6º A 6º B 6º C 6º D 7º A 7º B 7º C

La Comunidad Marista del Cervantes la completaba el H. Antonio Merelo Pérez, llegado ese curso, como administrador y los HH. Tomás Corral y Miguel Tellechea, jubilados. 107


EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

La vida académica La Ley General de Educación (LGE) del ministro Villar Palasí, aprobada en 1970 y que preveía la creación de los ocho cursos de la Educación General Básica (EGB, obligatoria de los 6 a los 14 años), los tres del Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y el Curso de Orientación Universitaria (COU), fue rápidamente puesta en práctica por Cervantes. En el curso 1971/72 comenzó a funcionar la primera promoción de la EGB, en concreto en el curso 5º; en 1973/74 funcionaría el primer COU; y en 1975/76 aparecería el 1º de BUP. La Primera Enseñanza no llegó a conocer el nuevo colegio del barrio de la Fuensanta y el Bachillerato Elemental y Superior apenas durarían un par de cursos académicos. La siguiente legislación educativa, la LOGSE, llegará a Cervantes en el curso 1996/97, con la instauración de la Primaria y el 1º de la Educación Secundara Obligatoria (ESO). Los hermanos y el profesorado seglar harán un esfuerzo por mantener en estos años el nivel que se les exige y a fe que lo consiguieron. Preocupados por el éxito académico de sus alumnos, los docentes maristas han continuado exigiendo un alto grado de resultados en las cinco, primero, y en las tres, después, evaluaciones en que se divide el curso escolar. La Selectividad, el examen público que al finalizar COU da paso a la Universidad, ha sido uno de los objetivos constantes de Cervantes, testimoniando su triunfo el altísimo porcentaje de aprobados. Hoy en día, setenta y cinco años después de su fundación, en instalaciones, trato humano y resultados académicos, Cervantes se ha convertido en uno de los colegios de referencia en Córdoba y las solicitudes de admisión de alumnos se agolpan en sus puertas. Cervantes se fue adaptando también al nuevo marco legal de los colegios privados concertados, que reciben subvención estatal en la enseñanza obligatoria. En Córdoba, hasta el curso 2007/08, todos los colegios privados católicos han escogido esta línea, excepto Alzahir y El Encinar. En el curso 1978/79 se inició la subvención en EGB con un 50% de la mensualidad, en el 1980/81 pasó al 58%, en el 1981/82 al 68’7%, en 1983/84 al 72’8% y llegando al 100%, gratuidad completa, en el curso 1989/90. El acogimiento a estas subvenciones llevó consigo aceptar las normas legales de la Administración para la admisión del alumnado, muy rígidas y primando excesivamente la proximidad geográfica, que más de un dolor de cabeza le han 108


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

dado a la dirección de Cervantes y que han impedido a muchas familias que deseaban ver a sus hijos en el Colegio, cumplir ese anhelo: “Las familias ven restringido su derecho a elegir el centro por su definición, por su ideario. La familia puede ser obligada a inscribir a los hijos en un centro por razón de su proximidad aunque el ideario de este centro sea contrario a la concepción familiar de la vida ¿Para qué definir un centro si no se le puede elegir por su definición?” se lamentaba la revista Eco Marista en 1984. Igualmente hubo de constituirse un Consejo Escolar como máximo órgano rector del centro. Hubieron de ser superadas iniciales suspicacias, dada la escasa representación que la LODE preveía para los titulares de los centros privados: “La entidad titular queda en escasa proporción con los demás estamentos (3 de 15). Ante esta visión quién se sentirá estimulado para la fundación de centros de enseñanza. Con el tiempo sólo quedarán los centros públicos... Al titular le puede ser impuesto un director que se halle lejos del ideario e incluso ser contrario a la definición del centro... Extraña empresa la ideada por el PSOE, cuyo titular no interviene en la elección de personal, siendo el único responsable económico”, se insistía desde la misma revista. Sin embargo, la fuerte labor concienciadora de los hermanos y de los profesores y padres afines, llevaron a que el Consejo Escolar estuviera constituido por simpatizantes del Ideario del Cervantes: “Hay que participar, cada uno según sus fuerzas y posibilidades, en esta lucha que nos concierne a todos: El futuro de nuestros hijos está en nuestras manos; consigamos para ellos una sociedad tolerante en la que distintos tipos de escuelas puedan convivir en armonía, para el mayor enriquecimiento de un mundo auténticamente libre y pluralista”, había advertido en el número 0 de Eco Marista, de 1979, Luis Alberto Petit, presidente de la Federación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos. El primer Consejo Escolar de Cervantes, tras las elecciones de octubre de 1984, obtuvo los siguientes representantes: Equipo directivo: H. Juan José Mina Ezpeleta (Director), H. Javier Lusarreta Huesa (Subdirector), H. Antonio Merelo Pérez (Administrador) y H. Ignacio Martínez Seco (Director EGB). Entidad Titular: H. Francisco Ibáñez Cámara, H. Maximiliano Boada Carazo y H. José Cabello Carrasco. Profesores: Mª Eugenia Borrero Cuenco, Antonio Higueras Mangas, Samuel Gálvez Pozuelo y José Peralbo López. 109


EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

Padres: Manuel Porras del Corral, Ricardo Vaamonde Lemos, Anselmo Díaz y Mª Jesús Méndez Picón. Alumnos: Gonzalo Capitán Requena y Juan A. Sánchez Dantas. Personal no docente: José Gavilán Trigueros. Otro gran cambio trascendental para Cervantes lo iba a vivir el colegio en su definitiva ubicación de la Fuensanta: la inclusión de alumnado femenino. En las reuniones del Consejo Local de marzo de 1974 se planteó la escasez de alumnos de 6º de Bachiller para formar el COU el siguiente curso y la posibilidad de que éste sea mixto. Así, en el curso de 1974/75, tras cuarenta y un años de “masculinidad”, las aulas del Colegio Cervantes veían alumnas. Esta innovación afectó sólo al recién instaurado COU y colegios femeninos como Santa Victoria, Bética, Divina Pastora, Sagrado Corazón y Sagrada Familia, enviaron a sus alumnas de BUP a Cervantes, en una época en la que aparte del colegio de los maristas, sólo Virgen del Carmen, San Francisco de Sales y La Salle, impartían COU entre los colegios privados católicos de la capital. El alumnado femenino fue acogido sin problemas, incluso mimado para que no sintiera ninguna extrañeza, y en la entrega de insignias de AA. AA., el 5 de enero de 1975, por primera vez la recibirían chicas, siendo elegida Cristina Correa Fernández, vocal de la Junta de la Asociación de AA. AA. en representación de esa promoción. La brecha de la coeducación ya estaba abierta y durante el curso 1979/80 un importante grupo de padres, deseosos que sus hijas recibieran la educación marista, “presionó” a la Dirección para que al año siguiente el BUP fuera también mixto, lo cual no se consiguió entonces pero sí para el curso 1984/85. En lo que respecta a EGB, con la gratuidad completa alcanzada en 1989/90, también esta etapa se hizo mixta. Con motivo del 50 aniversario de Cervantes, Sánchez Blanco, un antiguo alumno, en ese momento padre de una alumna de COU, tras manifestar su nostalgia y sus recuerdos escribía: “Pero todavía, casi reciente, la conmoción emotiva-intelectual que perdura y se agiganta, es cuando vi a mi hija, con sus vibrantes, desenfadados, alegres, inconscientes, juguetones y cariñosos 17 años, besando a sus profesores. ¡Cielos! pensé ¿Han pasado cuarenta años o dos siglos? Qué enorme diferencia de la imagen, un tanto adusta, circunspecta, lejana, de la mayoría de los hermanos, por aquellos largos pasillos del caserón frente a Santa Victoria, de estos hermanos vistiendo de paisano y dejándose coger del brazo y besar por chavalinas poco más que quinceañeras. Algo más, mucho más que el Vaticano II había pasado, como un 110


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

huracán, por el viejo Colegio Cervantes. Disfruté viendo a los viejos “ogros”, profesores de mi hijo, quitándose a manotazos, como moscas, las crías, que gritaban, reían, jugaban y saltaban informales. ¡Bienvenidos los nuevos tiempos! Mi viejo Colegio Cervantes se llenaba de risas femeninas, de vuelos de faldas... En este feliz cumpleaños me alegra, me ilusiona celebrarlo con los nuevos aires, con los nuevos modos. Pasados quedan los pasados años. ¿Qué diferente, verdad, H. Tomás?”. La siguiente gran novedad académica, tras la conversión de Cervantes en un colegio mixto, llegaría en el curso 2006/07, con la instauración de la Educación Infantil. Esta nivel educativo, de los 3 a los 5 años, lo que en su día se llamó Preescolar, nunca había tenido cabida en los planes educativos maristas cordobeses que tomaban a los alumnos ya con 6 años 1º de Primaria, pero la insistencia de los padres en dotar al colegio de esta educación, llevó a realizar unas obras que transformaron el espacio de la piscina en un edificio unido, pero aislado del resto del colegio, para que los más pequeños den allí sus primeros pasos humanos y escolares. El éxito, a día de hoy, de la apuesta es absoluto. Actualmente, con alrededor de mil alumnos repartidos entre los tres cursos de Infantil, seis de Primaria, cuatro de ESO y dos de Bachiller, todos con dos o tres líneas, las cosas han cambiado mucho respecto a aquellos tiempos heroicos de la Plaza de la Compañía. Ha desaparecido la vacación del jueves por la tarde, pero la semana termina el viernes; Navidades (unas dos semanas), Semana Santa y verano son las vacaciones más fuertes; se mantienen fiestas como el día de la Virgen del Pilar, la Inmaculada o el Primero de Mayo y han nacido otras de contenido político, el Día de la Constitución (6 de diciembre), desde 1978, y el Día de Andalucía (28 de febrero), desde 1983, que sustituyen a las de la época de Franco. Para siempre, se han perdido el día de San José, la Ascensión y el Corpus. La celebración de los patronos de la Enseñanza, San José de Calasanz (27 de noviembre) y Santo Tomás de Aquino (28 de enero) se ha unificado entorno al Día de Andalucía, para lograr un “puente” en el calendario del segundo trimestre, siempre más denso. Respecto al horario, para Bachillerato y 3º y 4º de ESO es intensivo por la mañana y para el resto de los cursos desdoblado tres días a la semana. Desde hace varios años, Cervantes reparte entre sus alumnos, a principio de curso, una completísima y muy bien presentada agenda escolar, exclusiva del colegio. En ella se refleja el carácter propio del centro, las normas de convivencia 111


EL COLEGIO CERVANTES DE LA AVENIDA DE LA FUENSANTA (1973-2008)

y las personas y las actividades que componen la Comunidad Educativa del colegio y la Familia Marista cordobesa. Facilita dicha Agenda, la comunicación entre el colegio y la familia del alumno. El personal que ha formado parte de la plantilla del Colegio Cervantes durante el curso 2007/08, con el H. Chano Guzmán como director general, Francisco José Luque Oteros como jefe de estudios de Primaria y Manuel Porras García como jefe de estudios de Secundaria, ha sido el siguiente: Aguilar Lara, Miguel Ángel Albalá Peña, José María Álvarez Díaz, Rafael Andueza Álvarez, H. Florencio Anquetil, Christelle Aparicio Moreno, Francisca Aranda Merina, Dolores Cacho Gutiérrez, Francisco del Camacho Espejo, Isabel Canovaca del Río, Ana Cañas Ramírez, Jesús Joaquín Carretero de Lara, José Enrique Corripio Suárez, Francisco Rafael Cosano Molleja, Carmen Pilar Dávila Díaz, Juan Delgado González, Francisco Espino Pérez, José Ángel Fernández Romero, José Manuel Fernández Vílchez, José Fernández Vílchez, Miguel Ángel Franco Franco, H. José Antonio Gálvez Maya, Juan José Gálvez Maya, Rafael García de Vinuesa Garijo, Myriam García Guardia, Miguel Ángel García Porras, Rafael González Cano, Lourdes Gordillo Santofimia, Ana María Gordillo Vallejo, Juan Vicente Guzmán Moriana, H. Chano 112

Luque Oteros, Francisco José Llamas Aguilar-Tablada, Manuel Llamas Jiménez, Jesús Manuel Marín Palomares, Antonio Mayor García, H. Serafín Molina Requena, H. José Luis Montiel Pérez, Juan Manuel Mora Pérez, María Dolores Morales de la Cruz, Julia Muñoz Castro, Antonio Palacios Losada, Carlos José Parra Martínez de Murga, Eloísa Perea Merina, Francisco Javier Pérez de la Lastra, Rafael Pérez Mompeán, H. Pedro Pérez Rodríguez, Antonio Pizarro Muñoz, Daniel Porras García, Manuel Pozuelo Linares, Amador Quintanal Pérez, H. José Antonio Rey Alamillo, Sebastián del Río Correa, Enrique del Rivera Franco, Pablo Rodríguez Galán, Rafael Rodríguez Luque, Cristóbal Rodríguez Luque, Francisco Rodríguez Madrid, Rafael Ángel Rodríguez Villalba, María Yolanda Royo Raya, José Luis Rubio Múzquiz, H. Carlos


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008) Haba Rodríguez, Fátima de La Herencia Bellido, Ana Hidalgo Fernández., Susana Lama Cardo, José Luis Latorre Castillo, María Luisa López Valbuena, Antonio Luque Bonillo, Alberto Luque Laguna, María José

Ruiz Ruiz, Inmaculada Ruiz Ruiz, Josefa Sánchez Pino, Vanesa Sánchez Redondo, Sebastián Sanchiz Salmoral, Miguel Ángel Torralbo Vela, Raquel Vacas Bergillos, Esperanza Macarena Vera López, H. José Antonio

Para finalizar este apartado, ofrecemos los siguientes cuadros comparativos sobre la evolución del número de alumnos y el coste de las mensualidades en Cervantes, durante este período. Evolución del número de alumnos matriculados en Cervantes 1973/74 1978/79 1983/84 1988/89 1993/94 1996/97 2002/03 2007/08 Infantil

-

-

-

-

-

-

-

105

1ª Enseñanza

946

1213

1145

1016

960

768

857

645

2ª Enseñanza

328

496

486

543

480

419

143

243

TOTAL

1.274

1.709

1.631

1.559

1.440

1.187

1.000

993

(Por 1ª Enseñanza entendemos la antigua denominación de EGB, 8 cursos, y desde 1996/97 la actual de Primaria y ESO, 10 cursos. Por 2ª Enseñanza entendemos BUP y COU, 4 cursos, y desde 1997 el actual Bachiller, 2 cursos) Comparación mensualidades a abonar por los alumnos de Cervantes Grado

1975/76

1996/97

2002/03

2007/08

Infantil

-

-

-

217 euros

1ª Etapa EGB

1.400 ptas.

Gratuita

Gratuita

Gratuita

2ª Etapa EGB

1.600 ptas.

Gratuita

Gratuita

Gratuita

BUP

2.000 ptas.

23.500 ptas.

205 euros

263 euros

COU

2.500 ptas.

24.500 ptas.

205 euros

263 euros

Comedor

1.500 ptas.

10.800 ptas.

85 euros

99 euros

Transporte escolar

500 ptas.

683 euros/año

870 euros/año

Primaria 7.500 ptas. Bachiller 6.300 ptas.

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Las actividades extraescolares Muchas de las actividades extraescolares de esta etapa del Colegio Cervantes hunden sus raíces en una tradición que se remonta, bien a la época del palacio de Torres Cabrera o la de la Plaza de la Compañía. Así, en su nuevo destino definitivo, Cervantes ha seguido celebrando la entrega de premios, aunque pasándola del Gran Teatro al propio Colegio; el Día del Libro y el Día de Marcelino Champagnat, se han continuado conmemorando con actividades literarias y celebraciones religiosas, deportivas y musicales. Los campamentos de verano siguieron celebrándose en Mallorca, Sabinillas, el Puerto de Santa María y actualmente en Villa Onuba (Fuenteheridos, Huelva), con una asistencia anual de más del centenar de niños y con profesores y antiguos alumnos como monitores: “Es compartir los momentos de alegría, de soledad, los chistes del Fuego de Campamento, las preparaciones para la revista de tiendas, la hora de la clasificación, los ratos de ensayos de cantos, los juegos, las salidas al Puerto, a Arcos, a Ceuta, etc. ... Es todo eso y mucho más lo que hace que cada año se añore el volver a juntarnos”, explicaba el H. Juan José Mina. El Movimiento Scout continuó contando con importante presencia en el Colegio, siendo el antiguo alumno y profesor actual de Cervantes, José Enrique Carretero de Lara su gran animador. Los viajes siguieron teniendo gran importancia en el mundo colegial; las excursiones de un día tuvieron más empaque y ya se visitaban ciudades como Granada, Málaga o Jaén, con absoluta entrega y dedicación por parte de los profesores, hermanos y seglares; los Viajes Fin de Estudios alcanzaron en esta época destinos mucho más lejanos que en años anteriores: Galicia o Mallorca al final de la EGB, Canarias o Italia al finalizar el BUP. Las actividades pastorales gozan de gran dinamismo y organización en el Cervantes de esta cuarta etapa, así como los actos benéficos mantienen una larga tradición, siendo, quizás, el más veterano el Domund: “Un año más ha vivido el colegio las jornadas del Domund con intensidad creciente. Lo han vivido los profesores con sus catequesis misioneras durante una semana. No han faltado tampoco conferencias, montajes y celebraciones Eucarísticas orientadas en el mismo sentido. Lo han vivido los alumnos, pequeños y mayores e incluso un buen grupo de antiguos alumnos que admirablemente siguen colaborando con el colegio en diversos aspectos. Cada uno ha trabajado a su modo: unos hucha en mano, y con simpatía invitando a los transeúntes a depositar un donativo para el Domund, otros presidiendo las mesas petitorias instaladas 114


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en lugares estratégicos de nuestra ciudad”, escribía el H. Ignacio en Eco Marista en 1984. La recaudación ha ido siempre en aumento, desde las 358.040 ptas. de 1979 al 1.080.000 ptas. de 1997, pasando por las 743.000 ptas. de 1985. A ellos se suma la Campaña de Navidad, con recogida de alimentos y ropa, distribuidos luego por parroquias necesitadas y las obras de caridad de los Hermanos de la Cruz Blanca y las Hermanas de Sor Ángela de la Cruz. En el segundo trimestre, la Campaña contra el Hambre en el Mundo, con el tiempo denominada de Manos Unidas, se celebra con idéntico éxito todos los años. El H. Ignacio explicaba así, en 1986, la importancia de estos actos: “Consideramos las Campañas del Domund, Navidad y Contra el Hambre, que a lo largo del curso celebramos en el Colegio, muy propias para la educación en solidaridad con los más necesitados espiritual y materialmente, aportando el granito de arena para solucionar, en la medida de lo posible, sus necesidades”. Desaparecido a fines de los años sesenta el Centro de Acción de Católica, los alumnos de Cervantes que quisieron comprometerse en una obra de caridad, encontraron en un principio, en las visitas al vecino Asilo de Ancianos del Campo Madre Dios, un terreno propicio para sus inquietudes. Actualmente, y desde hará unos veinticinco años, el espíritu marista ha calado en dos grupos y una ONG. Los Grupos de Amistad de Córdoba, constituidos en 1982 como Asociación Juvenil, están dirigidos a los alumnos de los últimos cursos de la escolarización obligatoria y se dedican a catequesis de poscomunión y a la defensa de los países subdesarrollados, organizando desde 1986 por las calles de Córdoba, en el penúltimo domingo de noviembre, una Marcha Joven como día de convivencia y encuentro juvenil para concienciación social y aportación benéfica. A principios del presente siglo, esta actividad se cambió por el festival Con Otra Marcha, celebrándose en el colegio con idénticos fines y espléndidos resultados. Los Grupos de Vida Cristiana, en la misma línea, se dirigen hacia los alumnos del Bachiller y universitarios, iniciándose con el Sacramento de la Confirmación y continuando con vivencias y convivencias festivo-cristianas a lo largo del año. Desde hace unos años, también, los alumnos de Cervantes viven en el tercer trimestre una semana de concienciación de la ONG Marista SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo), con charlas, montajes audiovisuales y Eucaristías, orientada fundamentalmente a que conozcan la realidad de la misiones maristas en Bolivia, Paraguay, Zambia, Zaire, Ruanda y Costa de Marfil, a sensibilizarles para la solidaridad Norte-Sur y educarles en 115


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una visión global más justa y solidaria de la humanidad. SED, cuya sede principal está en Madrid, también promueve y coopera en proyectos de desarrollo entre los marginados y el Sur, por lo que se realiza una cuestación que, en el Cervantes, en 1997, recaudó 700.000 ptas. Se perdieron celebraciones religiosas como las misas del sábado o del domingo y el rezo en la clase del Rosario, víctimas del cambio de los tiempos, pero siguió la oración y reflexión cristiana al comenzar las clases por la mañana, las Eucaristías mensuales, preparadas por los propios alumnos, ejercicios espirituales y el tradicional Mes de María. Sobre ésta última actividad el H. Francisco Ibáñez hace en los Anales de 1980 la siguiente reflexión: “El Mes de María pierde ilusión colectiva. No obstante son muchos los signos externos que demuestran sigue vivo. Se ven, en las filas, niños con ramos de flores, las clases se ven adornadas, o motivadas, ya con altarcitos ya con decoraciones marianas en las pizarras, posters marianos por corredores y escaleras, etc. Así mismo, en la programación de apostolado hay espacio para emotivas Eucaristías para todos los cursos”. Efectivamente, la devoción a María seguiría inculcándose en el “Cervantes” como un hilo conductor en sus setenta y cinco años de existencia. Como celebración religiosa en este período del Colegio, se introdujo, con notable éxito, la celebración en Nochebuena de la Misa del Gallo, en el salón de actos, abierta a todos los integrantes de la Familia Marista. Como novedad de esta época más reciente de la historia del Cervantes, aparecieron las fiestas de los sábados por la noche. Surgieron a finales de los setenta y se prolongaron durante todos los ochenta y parte de los noventa, en un salón de actos convertido en improvisada discoteca. Su gran promotor fue el H. Juan José, incansable animador, barman, disjockey y músico, arropado por una pléyade de incondicionales alumnos y antiguos alumnos, inasequibles al desaliento. Era una gran prueba de la adaptabilidad a los nuevos rumbos de la juventud del veterano colegio y la filosofía era muy simple, ya que los jóvenes optaban por fiestas nocturnas y música moderna, dársela en el recinto colegial, que era seguro, sano y vigilado cobijo. No faltaron padres de alumnos ni hermanos que criticaron esta experiencia, pero la gran mayoría la apoyó y el tiempo dio la razón al H. Juan José: en toda Córdoba se hicieron famosas las fiestas de Cervantes, por su buena organización, su ambiente y su música en vivo. Allí acudieron alumnos no sólo del Cervantes, sino de toda Córdoba, muy lejanos ya los tiempos de las estrictas separaciones que narrábamos en su 116


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momento entre los colegios masculinos y femeninos. Los alumnos del COU de cada año gestionaban la barra y hubo cursos que llegaron a recaudar 10 millones de pesetas, que destinaron a costearse el Viaje Fin de Estudios. Y lo que es más importante, todos se sintieron más identificados con el Cervantes, aunque ello supusiera para algún padre tener que aceptarlo a la fuerza ante el apoyo del resto de los padres a la iniciativa. Precisamente este ambiente festivo, y la colaboración entre los AA. AA. y el H. Juan José, hicieron posible que la Familia Marista cordobesa dispusiera de una caseta en la Feria de Córdoba, con el nombre de Ademar, desde 1980 hasta 1993, cuando la Feria dijo adiós a los jardines de la Victoria para trasladarse al Arenal. Y también debido a este clima lúdico que dominó a Cervantes en esta etapa, surgieron numerosas actividades musicales: con la llegada del H. Juan José en el curso 1976/77, se inició la formación de grupos musicales de alumnos y antiguos alumnos, llegando a formar hasta doce agrupaciones de rock, pop, música discoteca, música suramericana, salsa... y una magnífica tuna, creada en 1978 y que estaba integrada, entre otros, por el propio H. Juan José, con su acordeón, Francisco Oteros Fernández, Manuel Ángel García Matas, Francisco Camargo Jiménez, Ángel Gómez Solís y Antonio y Javier Ruiz Moruno, y que animó con sus serenatas, durante años, las noches cordobesas de los viernes. El más famoso conjunto musical fue Samantha, de finales de los setenta y principios de los ochenta, integrado por Manuel Ángel Jiménez Arévalo, Manuel Martínez Lagares y Javier Velasco Cañadas. Los grupos musicales amenizaban las fiestas de los sábados, acompañaban las Eucaristías del colegio y eran solicitados, por su fama y calidad, para distintos actos, incluso fuera de Córdoba. Sin duda en este punto hay que citar a Belén Laguna, la mejor voz femenina que ha pasado por el Colegio y que como tal fue premiada por la Asociación de AA. AA. en la Asamblea de 1987. Las actividades musicales siguieron garantizadas con el director de Cervantes, H. Juan Ignacio Poyatos, que no dudó en coger la guitarra eléctrica y formar un grupo musical, y con los incombustibles H. Juan José y Manuel Llamas que, el primero tras su órgano y el segundo con la batuta, eran capaces de dirigir cualquier coro. Las representaciones teatrales, más allá de las puramente escolares, también tuvieron hueco en las actividades extraescolares del nuevo Cervantes. En su escenario se representaron, entre otras, Medea de Eurípides, por los alumnos de la Escuela de Arte Dramático, en 1979; la ópera rock Hair, por un grupo de 117


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antiguos alumnos, liderados por Javier Martín Fernández, en 1980 y Enrique IV del antiguo alumno Alberto Rubio Ritoré, por el grupo de teatro Cultura Viva, en 1983. Conciertos, ballets, cine (en 1977 se proyectó Johnny cogió su fusil, otro signo de la apertura del Cervantes), concursos de fotografía y de pintura, completaban la oferta cultural del Colegio. Y no podemos terminar este repaso a las numerosas actividades extraescolares del período 1973-2008, sin hacer referencia a las dos grandes efemérides que celebró Cervantes en esta etapa, antes de la actual del setenta y cinco aniversario fundacional: El cincuenta aniversario de su fundación y el centenario de la llegada de los maristas a España. En 1983, Cervantes cumplía 50 años y si en 1958 el Consejo Provincial no consideró apropiado celebrar las Bodas de Plata, ahora las de Oro se iban a conmemorar por todo lo alto; Asociación de Padres, Asociación AA. AA., hermanos, profesores y alumnos se iban a encargar de ello: se convocó un concurso de carteles con motivo del Cincuenta Aniversario y la revista Eco Marista le dedicó los números 6 y 7; aparecieron reportajes en la prensa local con entrevistas al director H. Carlos Rubio y a los hermanos más veteranos, Tomás e Ignacio, en La Voz de Córdoba el 12 de enero, en el Córdoba el 30 de enero y en Tendillas 7 el 28 de febrero de 1983; el salón de actos del colegio contempló tres magníficos espectáculos: el 25 de febrero el Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”, bajo la dirección de Antonio Sánchez, celebró un concierto de temas cordobeses; el 15 de abril actuó el grupo de ballet clásico de Maruja Caracuel y el 20 de mayo, dirigidos por Luis Bedmar, actuaron la Orquesta Municipal de Córdoba y la Coral del Colegio Cervantes. Del 15 de noviembre al 15 de diciembre, Correos de Córdoba utilizó un matasellos conmemorativo de la fundación del Cervantes. El año se cerró con la Vigilia de la Inmaculada, en la que el obispo de Córdoba, monseñor José Antonio Infantes, bendijo la imagen de la Virgen colocada en el jardín del Colegio. Con respecto al centenario que en 1986 se cumplía de la llegada de los maristas a España, la Familia Marista cordobesa se unió a él estando presente en su inauguración en Gerona y en su clausura en Madrid. Eco Marista le dedicó su número 12. Córdoba y el Cervantes, albergaron el 26 de abril la Final de la Canción Marista a nivel nacional, de cuya celebración viene una amplia reseña en el número 9 del Boletín Informativo que el Secretariado Permanente del Centenario editó. 118


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El baloncesto Los deportes mantuvieron su tradicional importancia en el colegio, más ahora si cabe, gracias a las magníficas instalaciones deportivas iniciales del nuevo Cervantes y de las que se fue dotando con el tiempo. Fútbol, futbito, tiro neumático, tenis de mesa, ajedrez, balonmano, natación, voleibol y balonkorf (un curioso deporte similar al baloncesto pero que podían jugar chicos y chicas del que fue pionero en Córdoba el Cervantes), tienen cabida en las actividades deportivas colegiales, pero, sin duda, la palma se la lleva el baloncesto. Entre la liga senior ganada en 1956 y la benjamín-mixta del 2006 han sido con total seguridad más de cincuenta las ligas ganadas por los maristas. A escala escolar, provincial, regional y nacional, Maristas Córdoba ha participado con éxito en todas las competiciones (minibasket, infantil, cadete, juvenil, junior y senior) desde su creación como club el 15 de septiembre de 1975. El 8 de abril de 1979, obtenía en Huelva el I Campeonato de Andalucía para juveniles al imponerse en la final al Universitario de Granada por 89 a 80, título que revalidó al año siguiente. En 1981 el equipo junior se proclamaría campeón provincial y ascendería al Grupo X de la 3ª División nacional, donde militó varias temporadas con jugadores como Ramiro, Hueso, Cantillo, Houston, Rafael López, Juan Fernández, Alfonso, Garrido, Amador y Calvo. La vitrina de trofeos que hay en el vestíbulo del colegio, está llena a rebosar de copas de campeones. El actual Maristas es, por supuesto, el club con más ligas cordobesas en su palmarés con una ventaja importante sobre otras entidades históricas como el CES, Colegio Virgen del Carmen, club Juventud o Salesianos. También estamos ante el club actual que más años lleva consecutivos trabajando la base ya que desde 1941 nunca ha dejado de practicarse el baloncesto. En la actual sede de Cervantes han llegado más del 90 por ciento de los títulos. En esta etapa el baloncesto fue promovido por el H. Carlos, posteriormente director del Colegio, ayudado por el H. Andrés y el H. Serafín, que formaban un equipo muy importante junto también al H. Juanjo, que desde otras facetas ayudaba a conseguir fondos económicos para el deporte. Junto a estos hermanos el primer entrenador seglar que se les unió fue Jesús Orozco, propulsor importante del baloncesto en el colegio. Éste trajo al año siguiente a entrenadores de prestigio dentro del panorama baloncestístico de la época (José Luís de los Reyes “El Pipa”, Manolo González, Antonio Millán 119


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y Eduardo Burgos, etc.). Eduardo Burgos fue jugador del Maristas Senior que jugó la fase de ascenso a Tercera División, pasando en sus últimos años de jugador a entrenador, habiendo sido antes antiguo alumno del colegio. Posteriormente han ido pasando por Maristas entrenadores importantes y de relevancia en el baloncesto cordobés (José Luís Vega, Fernando León, Fran de la Riva, etc.) todos ellos con su trabajo y esfuerzo han contribuido a formar jugadores y lograr innumerables campeonatos. Seria importante destacar a la última hornada de entrenadores surgida en la que es importante destacar a Luís Requena y Sebastián (Chany) del Rey, que fueron antiguos alumnos, luego jugadores y se quedaron de entrenadores y en el caso de Chany ahora profesor y Coordinador de Deportes. También es necesario reseñar la introducción del baloncesto femenino en el colegio, unida a la introducción de alumnas en las aulas, siendo sus primeros entrenadores Raquel Rodríguez y el H. Serafín. Hemos tenido muchos aficionados ilustres, llegándose a reunir en el patio del colegio más de 500 personas (gradas supletorias) para asistir a algunos partidos de cuando el equipo militó en 3ª División, e incluso en eliminatorias de play-offs de federados. De entre los innumerables fans y aficionados habría que destacar a dos hermanos que nunca se perdían ningún acontecimiento deportivo, el H. Tomás y el H. Ignacio, que siempre alentaban a los chavales y vivían las partidos con gran entusiasmo. Muchas personas han destacado en su labor dentro del baloncesto de Maristas, pero quizás dos figuras han destacado con luz propia en la historia de los Maristas (por su alargue y labor en el tiempo), el H. Serafín Mayor y Eduardo Burgos. El primero le dio en la década de los ochenta un impulso tal al baloncesto que lo llegó a situar en la cima provincial a nivel de base y muy cerca del club Juventud entre los séniors. No hay que olvidar que el Maristas compitió en Tercera entre los años 1982 y 1985, cuando era la cuarta categoría nacional, y que estuvo incluso algún año muy cerca de subir a la Segunda División donde estaba el club de Andrés López. Manolo González y Eduardo Burgos entrenaron en aquel trienio al equipo senior. Eduardo Burgos fue entrenador del colegio durante un cuarto de siglo. Por sus manos pasaron centenares de jugadores hasta su retirada hace menos de un lustro. El sello del H. Serafín y Eduardo Burgos está aún presente y en el colegio Cervantes se les sigue venerando a ambos. 120


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Tres jugadores que han pasado por los Maristas han llegado con el tiempo a la ACB, el escolta Curro Ávalos, el pívot José Torrubia y el pívot de 2 metros Joaquín Ruiz Olmos. Ávalos disputó entre 1991 y 1999 con Unicaja 198 partidos, para anotar 889 puntos, fue internacional júnior y sub 23, siendo bronce en el Europeo del 94 y perdió por 3-2 aquella final de la ACB de1995 que se le escapó al Unicaja por un triple errado por Mike Ansley. Torrubia jugó 12 partidos con Caja de Ronda en la primera categoría nacional entre los años 1989 y 1991 para anotar 28 puntos; también compitió en Primera, la LEB y la EBA con clubes como el Melilla, el Cajasur o el Círculo Pacense y fue el primer jugador cordobés capaz de fichar con un contrato profesional por un equipo extranjero (el portugués del CAB Levis Store). Por su parte, Ruiz Olmos jugó en el Real Madrid desde el año 1981, siendo internacional en todas las categorías desde cadetes hasta juniors, al siguiente año jugó en el Collado-Villalba, también en Primera División-ACB, y posteriormente pasó por Juver de Murcia, Caja Plasencia y Badajoz en LEB. El evento deportivo más característico de la historia marista es el Torneo de Navidad. Esta iniciativa fue puesta en marcha en 1989 por Luís Pintor, José Luís Aneri y Fernando León, éste último con el hotel Hesperia a sus espaldas. Durante más de una década tuvo los mismos mentores hasta que en el 2000 retomaron su organización Sebastián del Rey y Luís Requena. El torneo se ha convertido con el tiempo en un clásico de las navidades baloncestísticas cordobesas. Todos los jugadores que han salido de la cantera cordobesa en las dos últimas décadas han pasado por esta competición tan singular.

El padre Jesús Mendoza El padre Jesús Mendoza González, dominico del convento cordobés de San Agustín, marcó una etapa en el Cervantes. Se hizo cargo de la dirección espiritual del colegio en 1973 y por su entrega y esfuerzos diarios, por su ilusión generosa, por su dimensión sacerdotal, por su carácter abierto y amable, por su facilidad de palabra, por su inteligencia, por su identificación con lo marista y por su habilidad para saber conectar con los niños y adolescentes de una sociedad cambiante, Jesús Mendoza ha sido, sin duda, un capellán clave en la historia de Cervantes. Fue tutor de 1º BUP, al principio, por necesidades académicas, pero luego se volcó en la organización de las catequesis de comunión, poscomunión y confirmación, en ejercicios espirituales y Eucaristías 121


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para los alumnos (diariamente se decía misa durante el recreo, más las celebraciones especiales), en las campañas del Domund, de Navidad y del Hambre y en clases de Religión; colaboró en todo tipo de actividades extraescolares y la puerta de su despacho siempre estuvo abierta para recibir y atender cualquier necesidad espiritual, inquietud social o escolar, grande o pequeña, de los alumnos. Dinámico y actual, se mantuvo siempre en la línea eclesial que marcaría desde 1978 el nuevo papa Juan Pablo II y de él y de los maristas es preciso destacar en todas sus charlas, escritos y homilías, el amor hacia la Virgen María: “Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres. Confiando en tu amor de Madre nos acercamos a ti, especialmente en este mes de mayo dedicado a tu honor, con humildad en el corazón y una plegaria en los labios: que estés, Madre, en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestro mundo, amén”, escribía en Eco marista de mayo de 1982. Apostó siempre por realizar convivencias con los alumnos: “El poder hablar con claridad, sinceridad y sin miedos. Poder tener una Eucaristía a gusto y sin prisas. No se pierde el tiempo y sí se gana mucho por el aire de reflexión y sinceridad”, en la misma revista, y por la amistad: “La esencia de lo humano y de las relaciones personales en cualquier ámbito es la amistad. La actividad común y la convivencia harán florecer la amistad entre aquellos que se sienten con ganas de participar. La amistad lo es todo... Por eso nosotros, este año, en el colegio, estamos trabajando bajo un principio hecho lema: Si quieres amistad, sé mas humano cada día”, escribía en 1984. Orientó a los alumnos en la esencia de tres importantes períodos cristianos del curso escolar, Navidad: “Que estos días sean de verdad fecundos en armonía familiar. Que sean auténticos en la amistad. Que sean sinceros en el perdón. Ansiosos de ese encuentro con Dios-hombre Jesús. Que sean de verdad días en que la paz no sea mentira ni palabra sin sentido, sino tarea para siempre. Que sea, en verdad y definitivamente, felicidad, porque seamos capaces de hacer que Navidad sea para todos”; Cuaresma: “Cuaresma, además del recuerdo de esos hechos salvadores, cumbres de nuestra vida, es una llamada renovada y urgente a la conversión. Conversión que debe nacer desde dentro de nosotros mismos. Si nuestro corazón cambia, nuestra actitud será nueva. Cuaresma es llamada a esa novedad que es la confesión de que Cristo vive. Confesar con nuestras actitudes que la Resurrección es siempre dinámica, inacabada, 122


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porque está dependiendo de nosotros siempre”; y Pascua: “Ya no nos puede asustar nada. Tenemos que huir de la estrechez, de los complejos, del miedo. Renace la tierra. Resucitó Cristo nuestra esperanza, aleluya. Felicidad”. Las Primeras Comuniones y las Confirmaciones cobraron un significado tremendamente especial con la llegada del padre Jesús Mendoza a la capellanía del colegio. Por primera vez se formó un amplio equipo de catequistas con antiguos alumnos y alumnos de 3º BUP y COU que, bien preparado, impartió catequesis por parejas, a razón de una hora semanal desde noviembre, a los alumnos de 3º EGB que iban a recibir la Primera Comunión ese año: “Yo quería hacer algo, me sentía con fuerzas para colaborar en nuestra fe, y quería que fuesen aprovechadas. El padre Jesús, director espiritual del colegio, me dio la oportunidad. Después de tres días de cursillo de preparación para catequistas, comenzamos nuestra misión de transmitir, con maravillosa ilusión, la doctrina de Jesús a aquellos que fueron sus más amados discípulos, los niños”, afirmaba la catequista María de los Ángeles Medina en 1982. Las hermosas celebraciones eucarísticas tenían lugar en el salón de actos del colegio, a lo largo del mes de mayo, los sábados por la tarde y los domingos por la mañana, en un ambiente festivo pero del que se encargaba el padre Jesús de que no afectase a la verdadera trascendencia espiritual de la ceremonia. A comienzos del curso 1986/87, la Orden de Predicadores decidió un nuevo destino para el padre Jesús, su tierra canaria, el Santuario de la Virgen de la Candelaria en La Laguna (Tenerife). Su marcha, aunque muy sentida, no dañó su obra catequética, que es uno de los mayores exponentes de la vivencia cristiana de Cervantes y del concepto de Familia Marista. La multitudinaria cena-homenaje que le rindió el Colegio Cervantes en septiembre de 1986, demostró el gran número de amigos que cosechó con su labor: “Gracias, Jesús, porque has sabido llevarnos al otro Jesús. Gracias por tus Eucaristías, tus catequesis, tus ilusiones y los grupos de muchachos a los que has estimulado a Vivir”, reconocía el H. Juan José un par de años antes. Esa amistad imborrable y la formación espiritual que inculcó en cuantos lo trataron, son sus mejores recompensas: “Que siempre sea Cristo-centro y María-ayuda. Amando, acogiendo, sonriendo, haciendo felices, siendo amigos, perdonando, dialogando, es ya una tarea, pero la única que hará mejor la sociedad, el mundo y la familia. Un saludo a todos”. Fueron sus palabras de hasta luego, en ese acto. 123


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Los hermanos maristas en este período Nueve directores ha conocido el Colegio Cervantes en los treinta y cinco años que lleva funcionando en su sede propia de la Avenida de la Fuensanta. El H. Emilio González Román (1970-1976), presente en Cervantes desde 1968, al que le cupo el honor de inaugurar el nuevo Colegio y ser su director en los tres primeros años de funcionamiento. El H. Fernando Moreno Barrio, profesor del colegio en la segunda mitad de los años sesenta y primera de los setenta y que se hizo cargo de su dirección de 1976 a 1977. El H. Carlos Rubio Múzquiz (19771983). El H. Juan José Mina Ezpeleta (1983-1987 y 1988-1990). El H. Javier Lusarreta Huesa (1987-1988) que sustituyó al anterior un curso, por motivos de enfermedad y estudios. El H. Luis Escuchuri Lacarra (1990-1996) llegado en el año 1990 procedente de la dirección de Santa María de la Capilla, de Jaén, dejando Córdoba en 1996 para ir a Nuestra Señora de la Victoria, de Málaga. El H. Juan Ignacio Poyatos Martínez, natural de Granada, se hizo cargo de la dirección de Cervantes en septiembre de 1996, a punto de cumplir los 32 años, tras haber llegado a Córdoba en 1991 procedente de Nuestra Señora del Carmen de Badajoz, convirtiéndose en el segundo andaluz que dirigía el Colegio Cervantes tras el H. Emilio y en el más joven de todos los directores que ha conocido en su historia. Desde 1999 a 2006, ejercerá la dirección Rafael García Porras, profesor del colegio y primer seglar en el puesto, con el cual Cervantes obtendría el Certificado de Calidad. Y actualmente, a partir del curso 2006/07, la responsabilidad de la dirección recae en el H. Chano Guzmán, natural de la provincia de Jaén y que había estudiado COU en Cervantes en el curso 1979/80. El horario de los hermanos de esta etapa, en días laborables, era el siguiente: 6’30 7’00 7’30 8’00 9’00 13’45 14’00 16’00 19’00 20’00 20’15 20’30 21’00 124

Levantarse Oración y meditación Misa Desayuno Clase Rosario y visita al Santísimo Comida Clase Estudio religioso Tiempo libre Lectura espiritual Vísperas y Completas Cena


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Más de cincuenta hermanos maristas han entrado en las aulas del nuevo edificio de Cervantes, los más mayores tras haber conocido la sede de la Plaza de la Compañía en distintas etapas. Con ellos, el número total de hermanos que ha pasado por la comunidad cordobesa en sus setenta y cinco años de historia, impartiendo clase en las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción y, sobre todo, en el Colegio Cervantes, supera ya los doscientos cincuenta. De esta última hornada merecen destacarse el H. Antonio Merelo Pérez, laborioso administrador, sucesor en esta tarea del H. Tomás; el H. Timoteo Pérez Martínez, que conoció tres llegadas a Cervantes, 1951, 1970 y 1980, teniendo gran vinculación con el noviciado de Maimón; el H. Cándido Vadillo Robredo, alavés del límite con Burgos, marista desde 1923, peregrino de todo el mapa hispano y hasta marroquí, conocedor de seis cárceles levantinas en 1936 y llegado a Córdoba en 1970, con 64 años, donde se dedicó durante trece a sus dos mejores aficiones: la enseñanza de la ortografía y el catecismo a los pequeños; el H. Joaquín Pardo Delgado, llegado en 1972, auténtico factotum de 1º BUP, curso del que llegó a ser tutor de hasta tres secciones el mismo año; los hermanos Boada Carazo Maximiliano (H. Maxi) y Santiago, con toda su bondadosa humanidad y laboriosidad llenaron los años ochenta; el H. José Cabello Carrasco, llegado en 1974 y luego en 1982, profesor de Filosofía en BUP y COU; el H. Florencio Andueza, que desde 1978 repartió sus estancias en Córdoba en tres períodos, permaneciendo a partir de 1995 en Cervantes, rodeado del cariño de los más pequeños; el H. José Luis Molina Requena, cordobés y antiguo alumno de Cervantes, responsable durante muchos años de la pastoral del colegio; el H. Serafín Mayor García, treinta y cuatro años en Cervantes, intercalados con un período como director del Colegio San José de Priego... Pero un espacio especial creemos que merecen dos directores HH. Carlos y Juan José y el H. Francisco Ibáñez. El H. Carlos Rubio Múzquiz nació en Obanos (Navarra) el 9 de junio de 1941. Su primer destino como docente fueron las Reales Escuelas de la Inmaculada Concepción anejas a Cervantes, el curso 1960/61, retornando para el 1962/63 y 1963/64. Su estancia más larga y decisiva en Cervantes se iniciaría en septiembre de 1973, procedente de Nuestra Señora del Carmen, de Badajoz. Profesor de Química y Matemáticas en el BUP, en 1977 fue elegido director del colegio. Los seis años que estuvo al frente de él fueron decisivos para modernizar y consolidarlo. Cuatro años apenas llevaba en su nuevo barrio, había conocido dos directores y superaba los 1.700 alumnos, España y Córdoba se hallaban en plena 125


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transición política, la juventud vivía su etapa más contestataria y los tiempos para la enseñanza católica anunciaban ya que no iba a recibir ningún regalo; las secularizaciones se hacían notar en la Institución Marista y profesores seglares que no habían dado nunca problemas, sacaban a la luz ahora sus discrepancias con el Ideario del Colegio. El Cervantes, sin embargo, se mantuvo y voló más alto, y si ello fue en parte gracias a lo que se dio en llamar Familia Marista, no es menos cierto que la acertada gestión del H. Carlos contribuyó de modo decisivo, como reconoció su sucesor el H. Juan José: “Guardo una gran admiración a la labor serena, tranquila y arriesgada del H. Carlos, que se encuentra estudiando en Roma. Sin el engranaje perfecto con que dejó la máquina colegial, no hubiera sido posible que la Casa marchara como lo está haciendo”. Apostó el H. Carlos por la Familia Marista: “Expresión afortunada: Familia Marista; tenemos a Cristo, que es camino, verdad y vida, como hermano, y a María por Madre, Modelo y Recurso Ordinario, así se complacía en llamarla Marcelino Champagnat... En la familia no caben posturas críticas llenas de amargura: de los padres hacia los hijos, al ver cómo se van despegando de la casa; de los hijos hacia los padres, porque no se sienten comprendidos; de los profesores a sus alumnos pues no corresponden a sus desvelos; de los alumnos hacia sus profesores pues se consideran discriminados e injustamente tratados. Nada de esto cabe en una Familia, pues familia es amor y calor de Hogar... Esta familia que queremos construir y que la vamos haciendo cada día, no se basa en una amistad humana puramente, aunque no se opone a ella, es en la identificación con los objetivos donde encuentra su consistencia; demos coherencia a nuestras vidas si queremos para nuestros hijos una buena educación; los niños, los educandos, exigen que haya armonía y compenetración en la familia, en el Colegio y entre ambos”, escribía en Eco marista en 1982. De su etapa como director, el H. Carlos nos recuerda el excepcional ambiente que existía en el colegio entre todos los estamentos educativos y nos explicaba la clave de su dirección: “El magnífico equipo de colaboradores, alumnos, antiguos alumnos, profesores, capellán, matrimonios delegados, entrenadores, animadores deportivos, etc.”. Al terminar el curso se organizaba una excursión para todos los profesores, contribuyendo a conocer la obra de la gran Familia Marista española y muchas veces devolviendo visitas que habían sido acogidas con gozo en Córdoba. La empresa Autotransportes López ponía a disposición de esta excursión un autobús que, en alguna ocasión, fue de estreno. 126


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Quizás la razón del éxito del H. Carlos en su gestión, aparte de su sabiduría para hacer equipos, su infatigable capacidad de trabajo en todos los frentes y la concreción de la idea de la Familia Marista, fue el tener las ideas muy claras sobre la Iglesia y la Sociedad: “Hoy, como hace cincuenta años, nos encontramos con una sociedad descristianizada. La sociedad, como tal, ha perdido el sentido de lo trascendente. A la vista de algunos pesimistas parece que la Barca de Pedro, la Iglesia, va a la deriva; a la Iglesia se la critica desde dentro y desde fuera. Sin embargo, sigue siendo la Iglesia, nuestra tabla de salvación, porque contamos con la promesa: Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos”. El admitir el cambio de los tiempos: “Ahora no es más difícil, es distinto. Antes, el profesor decía una cosa y se respetaba, no se insolentaba el alumno. Ahora hay otros valores que se cultivan más, como es el espíritu crítico. Esto es importante y conviene tenerlo presente. El que el alumno manifieste espontáneamente lo que piensa, creo que es importante. También ahora hay más confianza entre profesor y alumnos. Nos tutean. Esta confianza también es interesante”. Y el asumir un pasado, pero sin convertirse en estatua de sal: “Todo aniversario lleva consigo unas connotaciones nostálgicas por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No podemos consentir que el cincuentenario se circunscriba a una complacencia nostálgica en el pasado; tampoco sería valiosa esta mirada retrospectiva si nos limitamos a copiar literalmente ciertas fórmulas que en su día tuvieron vigencia pero que necesitan ser actualizadas. Mirar atrás, sí, pero sólo para detectar lo auténtico, lo nuclear, para ver si conservamos nuestra identidad, para analizar si el carisma de Marcelino Champagnat, del cual eran portadores los primeros hermanos, está intacto en nuestro Colegio”. En septiembre de 1983, el H. Carlos dejaba Cervantes: estudios en Roma, la dirección de la revista marista Presencia 7, Granada, Huelva, han sido varios de sus siguientes trabajos, con la seguridad de que siempre en su corazón y en su mente habría un hueco para Córdoba, no desaprovechando ninguna ocasión para visitarla y mantener el contacto con el Cervantes, de cuya Asociación de AA. AA. es Insignia de Oro. El curso 2007/08 contempló con alegría, el retorno del H. Carlos a “su” colegio, para volver a formar parte de la plantilla. El H. Juan José Mina Ezpeleta, o H. Juanjo como es conocido, sucedió al H. Carlos en la dirección del Colegio Cervantes en septiembre de 1983. Había nacido en Olleta (Navarra) el 9 de agosto de 1943. A similitud de su paisano 127


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el H. Carlos Rubio, su primer destino como docente marista fue Córdoba en el curso 1962/63; marcharía al finalizar el año escolar y no volvería hasta septiembre de 1976, procedente de Nuestra Señora del Carmen de Badajoz. Desde entonces, y durante más veinte años, el H. Juanjo desarrolló su labor en Cervantes. Profesor de Física y Química y Matemáticas en BUP y COU, su figura con la bata blanca y su, casi, inalterable bigote se hicieron habituales en las horas lectivas, sobre todo en su querido y bien utilizado laboratorio de Química. Pero el incombustible H. Juanjo fue capaz de ofrecernos muchas más imágenes a lo largo del día: vestido de tuno y tocando el acordeón, dirigiendo un coro tras el órgano electrónico, cambiando discos durante las fiestas de Cervantes, organizando un fuego de campamento o con el mono puesto y reparando algún foco del salón de actos... Este navarro afincado en Córdoba fue director del Cervantes de 1983 a 1990, un cargo para el que decía que no servía pero que sacó adelante con éxito gracias al equipo de colaboradores que tuvo (Mateo Vázquez, el padre Jesús, los presidentes de la Asociación de AA. AA. y de Padres, etc.), a la labor previa del H. Carlos y a su indudable carisma con la juventud, en la clase y en las actividades extraescolares. Hombre de acción, poco dado a dejar por escrito sus ideas, éstas se manifiestan en sus obras, sin las cuales no tendría sentido la historia del Cervantes en sus últimos años: Actividades musicales, campamentos de verano, caseta de feria, fiestas del Cervantes los sábados, no habrían existido sin el H. Juanjo y su puesta en práctica de la pedagogía marista de la presencia. En 1978 la Asociación de AA. AA. le impuso su Insignia de Oro y en 1983, a propuesta de los alumnos de COU, recibió la Chasca de Oro. Sus inquietudes apuntaron también hacia Bolivia, hacia la misión que la Provincia Marista de la Bética tenía en ese país suramericano. Los veranos de mediados de los años noventa los pasó allí, viviendo de lleno una realidad muy distinta de la que contemplaba durante el curso escolar en Córdoba: “Al concluir la experiencia, dos meses, el recuerdo y la oración siempre presente recordando al campesino, llenan mi vida. Me muevo, al mirar el reloj, en sintonía con Bolivia (seis horas menos) y pienso y vivo por mis campesinos. He encontrado a Dios a través del hermano pobre, del laico solidario y de los hermanos comprometidos del distrito. Mis vacaciones estivales parecen ya, que no tienen sentido sin el proyecto Bolivia”. 128


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Desde el curso 2002/03, el H. Juanjo, está destinado en el Colegio Santa María de la Capilla de Jaén. El H. Francisco Ibáñez Cámara nació el 24 de mayo de 1929 en Jaramillo Quemado (aldea de Salas de los Infantes, Burgos). Con nombre de profesión, H. Modesto, Jaén (durante diez años) y Bonanza, fueron sus primeros destinos en la Bética. En septiembre de 1977, y procedente del Colón de Huelva, llegó al Colegio Cervantes. Profesor de Lengua y Literatura Españolas y Francés en BUP y COU, de Religión y Filosofía ocasionalmente, vivía los exámenes de Selectividad en el más puro estilo de la vieja escuela marista: “No ha sido un buen año; y no por el entusiasmo y trabajo de alumnos y profesores... Se formaron tres tribunales y, casualmente, el 1º fue terrorífico y el 2º y el 3º auténticos coladeros... Por una vez no creemos en mala voluntad ni contubernios, sencillamente mala suerte; relativa, claro, pues pasaron 124 alumnos de los 134 que presentamos. El promedio del tribunal fue de 48 por ciento de aprobados y el trato recibido por otros centros, sobre todo institutos de pueblos, fue de pena. Ningún instituto de la capital estaba en el tribunal 1º”, dejó escrito en 1980 en los Anales. Magnífico profesor, inteligente y didáctico, lo que nos queda, sin embargo del H. Ibáñez en el recuerdo, es su enorme e inquieta actividad, igual con la pluma que con el pincel, nos queda su ironía, su sentido del humor, sus ganas de vivir: “El H. Francisco Ibáñez fue un amigo que se preocupó por cuantos lo conocimos, tanto en su actividad docente como en cualquiera de las facetas que cultivó. Dado como somos, tan amantes de las titulaciones, sólo diré que fue Licenciado en Lenguas Románicas, hablando perfectamente el francés. Sin embargo, igual cogía un pincel y hacía un hermoso cuadro, que manejaba un soplete para fabricar una bella escultura, soldaba una silla rota o fabricaba unos ceniceros”, recordaba el antiguo alumno y profesor del Cervantes, José Luis de los Reyes. En el modernizado Cervantes de finales de los setenta y en los ochenta, el H. Ibáñez fue un referente de la “vieja guardia”, pero con toda la gracia e ingenio que le imprimía a cuanto decía, escribía o hacía. Y es que el H. Francisco Ibáñez fue el último gran cronista de la historia del Cervantes; desde su llegada él, hasta su marcha en 1989, se encargó de recuperar una tradición perdida en los años sesenta. La lectura de los Anales y de las Actas de los Consejos Locales, por él escritos, son riquísimas de contenido y amenas de 129


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leer, salpicados con más de un comentario genuino. Sus colaboraciones con la revista Eco Marista nos regalaron su labor de cronista, literato e investigador: La educación popular y Marcelino Champagnat (Eco 2), La tercera edad (Eco 5), V Encuentro de la Familia Marista en Jaén (Eco 7), Cena Homenaje a los hermanos profesores del Cervantes de 1933 a 1983, Vigilia de la Inmaculada y Evocación al H. Tomás (Eco 8), Centenario de los HH. Maristas en España (Eco 10), VII Encuentro de la Familia Marista en Huelva (Eco 11) y 1886-1986 Centenario Marista en España (Eco 12), son algunos de sus artículos aparecidos en esa revista que editó el APA del Colegio Cervantes de 1979 a 1986. Poeta infatigable, el H. Fernando Calvo, recopilador de la obra de Ibáñez, ha logrado reunir nada menos que ciento tres composiciones. Fue el promotor, junto a la directiva de la Asociación de AA. AA., del APA y a la dirección de Cervantes, de la visita anual a la Residencia de los hermanos maristas jubilados en Benalmádena. Colaboró intensamente en el Centenario de 1986, diseñando carteles, llaveros, pisacorbatas y objetos de recuerdo. Fue corresponsal de la Provincia Bética para la revista marista Presencia 7 y dedicó los últimos años de su vida a confeccionar la historia de los colegios de dicha Provincia, impidiéndole su súbita muerte, ocurrida el 5 de enero de 1996 en La Inmaculada de Granada, culminar su proyecto, pero habiendo puesto su trabajo a disposición de quien quisiera aumentar la investigación. Como buen cronista, nunca puso por escrito sus ideas, se limitó a reflejar cuanto veía, aunque lógicamente desde una óptica muy personal: “Del Hermano Francisco Ibáñez Cámara no es necesario hablar mucho ni rebuscar datos, todo, absolutamente todo lo dejó escrito, y a través de sus páginas, como si de una biografía surrealista se tratara, se puede reconstruir su historia, su vida, su humanidad, su erudición y su profundo sentido religioso”, explica el H. Fernando Calvo. Para conocerlo era preciso tratarlo y sintonizar con su forma de entender la historia, con sus ganas de trabajar, con su análisis de la sociedad actual y con esa alegría cristiana que sólo tiene el que confía en la Providencia: “Comienza el nuevo año, con toda la retórica de moda: La Década de los Ochenta. Se hacen augurios, pronósticos y previsiones de todo tipo: religioso, político, económico, etc. Abunda el pesimismo y el dogmatismo progre. Echamos en falta la visión sobrenatural del mundo en todo ese comentario multitudinario de los medios de comunicación. Dejemos el porvenir en manos de la Providencia”. 130


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Sería caer en el panegírico si dijéramos que el H. Ibáñez era un genio, pero no nos equivocamos si lo definimos como un humanista vital y genial. Vayan para él nuestro recuerdo y cariño, y cerremos esta semblanza como a él le hubiera gustado, con fe, ironía y vida, recogiendo la poesía escrita por él mismo en 1994, pensando en su muerte: Y cuando muera, pues moriré algún día, no vengáis a mi tumba a llorar ni con lutos o crisantemos, pues toda mi vida nadé en alegría, la repartí y la libé, corriendo caminos de mi Andalucía. Y si sigo viviendo, como creo, no vengáis llorando, por favor, venid sonriendo, venid rezando un rosario, venid cantando un Ave María, venid recordando el azul del cielo, la belleza de las flores, la aventura del día a día. Aún estoy vivo, vivo y no quiero que por mí nadie llore. Vivo cuando te levantas, vivo cuando cantas, vivo cuando estás triste, contando mi última trapacería para volver tu cara alegre y raer la melancolía. Y para tu tranquilidad, te confieso con simpatía, que nadie podrá quitarme un pitillo que fumarme y mi devoción a María. 131


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Los profesores seglares Los números son innegables. En el curso 1942/43, cuando el “Cervantes” abrió sus puertas en el edificio de la Compañía, su comunidad docente era de trece hermanos y tres profesores seglares para 365 alumnos; treinta años después, en el curso 1973/74, el primero del colegio en la Fuensanta, había doce hermanos y treinta y tres profesores seglares para 1.274 alumnos; actualmente, el número de hermanos ha bajado a nueve y el de profesores seglares ha ascendido a casi sesenta. En los años cuarenta, cincuenta y sesenta, hasta diez hermanos nuevos llegaban a Córdoba cada septiembre; desde la segunda mitad de los setenta, la cifra ha bajado a tres, dos, uno o ninguno. El paulatino aumento de alumnos, parejo a la disminución de vocaciones maristas y a las secularizaciones, hará que Cervantes vaya incorporando a su plantilla a profesores seglares. Los hermanos tratarán de reservarse las tutorías, hasta el punto de que un solo hermano era el tutor de tres cursos, pero llegará un momento en que hasta eso será inviable y los maristas deberán asumir que la gran responsabilidad de llevar las clases recae sobre profesores seglares. A pesar de que no me cabe la más mínima duda de que los hermanos maristas sopesaban largamente los méritos de uno u otro profesor a la hora de incluirlo en la comunidad educativa de Cervantes, variada fortuna tendrán a la hora de escoger estos colaboradores, tanto en su calidad académica como en su grado de fidelidad al Ideario Marista y católico que se suponen debían aceptar al ingresar en un centro de estas características. Para algunos profesores, Cervantes fue solo un lugar de paso mientras sacaban oposiciones a la enseñanza pública, algunos entraron en abierto conflicto con el Ideario del colegio y otros, identificados con la confesionalidad del centro, no le dieron precisamente brillantez dada su baja calidad. Ensalcemos aquí los que se entregaron y vivieron el espíritu del colegio, educando y enseñando a generaciones y generaciones de alumnos, de acuerdo al Ideario Marista, compartiendo afanes educativos, convivencias en Maimón, Santo Domingo de Scala Coeli y Viajes Fin de Curso. Muchos hicieron del Colegio su segundo hogar y en él siguen, otros partieron hacia nuevos horizontes tras haber dejado su mejor labor en los años de Cervantes, para otros, en fin, llegó la hora de una merecida jubilación. 132


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A mediados de los cincuenta entrarán en Cervantes, cuatro profesores que tendrán una larga continuidad e importancia: Pedro Palop Fuentes, David Fernández Cortés, José Luque López y Celso Velázquez Elices. El primero, historiador y latinista, miembro de la Real Academia de Córdoba, permanecería en el colegio hasta su jubilación en 1978, Insignia de Oro de la Asociación de AA. AA., inició en 1974 una historia del Colegio Cervantes, lamentablemente inacabada y extraviado el material utilizado. El segundo, profesor de Ciencias en Bachiller permanecerá en el Colegio hasta 1977, cuando pasará a la enseñanza pública. El tercero, profesor del ciclo medio de la EGB (niños entre 8 y 9 años), llegará a jubilarse en Cervantes en 1991. Y Celso Velázquez, también profesor del ciclo primero (niños entre 6 y 7 años) ha sido hasta hace poco el más veterano profesor seglar, pues en el curso 1996/97 cumplió nada menos que treinta y ocho años impartiendo clases en el colegio. Entre los profesores que entraron en Cervantes en los años sesenta hay un grupo importante que ha llegado a nuestros días impartiendo docencia en los primeros niveles: Antonio López Valbuena, antiguo alumno (en la actualidad vicepresidente de su Asociación) y tremendamente integrado en la Familia Marista; Rafael Rodríguez Galán; Francisco Rodríguez Luque; Rafael Pérez de la Lastra; el profesor de Educación Física y jefe de estudios y prefecto de disciplina durante muchos años Manuel Parra Galindo, ya fallecido; y Mateo Vázquez Berni. El caso de Mateo Vázquez, profesor de Sociales en la segunda etapa de EGB y secretario adjunto de Cervantes, jubilado durante el curso 1996/97 tras treinta y un años en el colegio, merece un alto: identificado con el espíritu de la Familia Marista hasta el punto de que en cinco números de Eco Marista el editorial fue suyo; muy vinculado con los hermanos: “Hacemos constar que quien ha tramitado el curriculum ha sido el profesor Mateo Vázquez, de 6º, Secretario adjunto del Colegio, gran persona y entusiasta del Colegio Cervantes”, recogía el Acta del Consejo Local del 26 de noviembre de 1977, con motivo de la concesión del título de Profesional de la Enseñanza Distinguido al H. Ignacio; gran animador de la participación de los padres: “Precisamos de padres comprometidos, dispuestos a dar antes que a recibir, pues el trabajo comprometido y sincero de unos pocos puede más que la apatía, la desgana y el desinterés de unos muchos. Con ese trabajo comprometido se logrará la paulatina consolidación de la Comunidad Educativa, coordinando a los estamentos en un compromiso serio de acción, de obras y no tan sólo de palabras”; defensor de los derechos de 133


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sus compañeros: “Los titulares de centros privados de enseñanza ven cómo, de día en día, va empobreciéndose el sector, pues al aumentar el costo de la enseñanza, el núcleo de alumnos disminuye paulatinamente, siendo numerosos los centros que cierran cada año. Los profesores y personal no docente ven cada día más difícil la estabilidad de sus puestos de trabajo por las razones aducidas anteriormente”; y ferviente católico en la línea de Juan Pablo II: “Creemos y esperamos que este viaje (el de otoño de 1982 del papa a nuestro país) haya dejado una profunda huella en nuestros corazones; que sus palabras hayan caído en tierra buena para que dé su fruto y que su figura sea la luz del mundo que no se oculta, sino que se coloca sobre el candelabro para que nos siga iluminando a todos y nos guíe por la senda del bien”. Los principios de los setenta verán llegar a Cervantes a un nutrido grupo de profesores de la EGB que echarán raíces hasta nuestros días: Manuel LlamasAguilar Tablada, José Peralbo López, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz, Cristóbal Rodríguez Luque, Samuel Gálvez Pozuelo (fallecido en 2005 en pleno ejercicio de su profesión), Antonio Higueras Manga, que pasaría posteriormente a BUP y COU, Daniel Pizarro Muñoz y Pedro Moral Muñoz, éste último el único de la lista que ha pasado a la enseñanza pública. A finales de los setenta y principios de los ochenta, Cervantes vivió una pequeña hecatombe con la salida de él de un amplio grupo de profesores de Segunda Enseñanza, bien por haber aprobado oposiciones en la enseñanza pública, bien por estar en disconformidad con la línea del colegio, o por ambas cosas a la vez. Los hermanos recurrirán a profesores de probada confianza, como José Zarco Cañadilla, también luego profesor en la enseñanza pública, pero durante muchos años profesor de Literatura e Historia del Arte en BUP y COU, famoso por su rectitud y exigencia y valoración del trabajo, ideólogo de la Familia Marista, responsable del Departamento de Orientación Educativa del Colegio y articulista en este campo de la revista Eco Marista, donde siempre defendió la enseñanza integral: “Los valores de estudio, trabajo, agradecimiento, amor filial, confianza, respeto, fraternidad, renuncia, abnegación y otros, crearán en el alma de nuestros hijos un reconocimiento pleno que desembocará en la filiación divina y un clima que permita obtener la mejor cosecha dentro de la institución escolar y para la vida, última meta para cualquier formación integral”; Vicente Ruiz Granados, profesor de Filosofía y Latín, llegado en 1976; Amador Pozuelo Linares, llegado a finales de los setenta y ligado a los 134


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primeros cursos de la Enseñanza de Cervantes hasta su jubilación; Antonio Pérez Rodríguez, antiguo alumno del colegio de Lucena y profesor de Historia e Historia del Arte, que llegó en 1979 y permanece en la actualidad; o antiguos alumnos del propio colegio, como José Enrique Carretero de Lara, María de los Ángeles Alarcón García, Miguel Ángel Sanchiz Salmoral, Antonio Muñoz Castro, Julia Morales de la Cruz, Francisco José Luque Oteros y otro numeroso grupo incorporado en los últimos años. Otros profesores que impartieron varios cursos su docencia, durante estos últimos treinta y cinco años, pero que ya no están son: Joaquín Aguilar Gavilán, José Alfonso Bugella Rojas (un químico con el ingenio de un hombre de letras), Antonio Cantillo Bascón, Ramón Jiménez Solsona y Juan Ignacio Lobillo Ríos. Como curiosidad, decir que 1979 fue el año que vio, por primera vez, a mujeres como profesoras de Cervantes: Isabel Clara García de Liñán, de Historia, Mercedes Osuna Rodríguez, de Inglés y María Eugenia Borrero Cuenco, de Ciencias. Ésta última, quedaría ya largamente vinculada con el colegio. El curso 2007/08 ofrece una imagen del profesorado seglar de Cervantes más homogénea que hace una treintena de años, cuando comenzó a ser decisiva su participación en la enseñanza y educación que pretendían impartir los maristas en Córdoba. No en balde, la mitad de la plantilla actual, roza o supera los 20 años de continuidad en el centro y muchos son antiguos alumnos, lo que garantiza una mínima unidad de criterios y una eficacia en la acción. Para ellos, y para los que pasaron por Cervantes dándose en el ejercicio de su vocación de docentes y educaron a generaciones de niños y adolescentes, tomo prestadas las hermosas líneas que escribiera Mateo Vázquez en diciembre de 1982: “Es indudable que cada uno de los numerosos profesores del centro tiene una forma peculiar de concebir la vida, la pedagogía, la enseñanza, la clase e, incluso, el trato con los alumnos. Somos muy diferentes en edad, formación, carácter, etc. No obstante esta variedad enriquecedora, hay una general y gran inquietud por nuestros alumnos, sus problemas, sus fracasos. Me diréis que esa inquietud es inseparable del buen profesor, del Maestro. Hay, sin embargo, un peligro: el que nos profesionalicemos, que esa vocación de maestro se convierta en una forma de vida, en un empleo, en el ejercicio de una profesión, digna pero, al mismo tiempo ingrata... El discípulo será perfecto si es como su maestro (Lucas 6, 42). Nuestra vida debe ser, para nuestros alumnos, ejemplo vivo de honestidad. Nuestra palabra, nuestra enseñanza 135


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debe ser, para ellos, la simiente de las grandes virtudes, Fe, Esperanza y Caridad, virtudes que deberán acompañarles durante toda su vida, iluminando y allanando su camino, así al salir de nuestras clases puedan decir ¿dónde iremos?, aquí hemos escuchado, se nos han dado, palabras de vida eterna”.

La Asociación de Antiguos Alumnos (2ª parte) Durante este período, la Asociación multiplicó sus actividades, vinculadas siempre con el colegio, llegando al número actual de más de mil trescientos asociados. La misma Junta Directiva se mantuvo desde 1964 a 2000, encabezada por Antonio Alarcón Parodi. En el año 2000 se renovó dicha Junta, relevando José Luis Royo, antiguo alumno y profesor del colegio, a Antonio Alarcón. Poco después, ocurrió la triste noticia de la muerte de Antonio, acaecida en Córdoba el 7 de septiembre de 2002. La historia de la Asociación siempre tendrá un recuerdo de gratitud y homenaje a sus desvelos y dedicación plena y decisiva por ella. De su inquieta laboriosidad y dedicación son testimonio todos los progresos de la Asociación y de su manera de pensar basten estas palabras suyas, escritas en 1997 en el boletín de la Asociación, como botón de muestra: “A ti, chiquita de COU, que cuando recibes la insignia eres una guapa mujercita; a ti, chavalote de COU, que vestido de hombre, con corbata y chaqueta oscura sabes acompañar y dejar la acera a tu compañera de clase: ese es el principio de un largo camino que te queda por recorrer. Sigue siempre así. Luce con orgullo esas tres violetas con la sencillez, humildad y modestia que ellas representan. Siéntete Marista. Y si Dios te llama por ese camino, no vaciles ¡Echa palante! Nunca te arrepentirás. Te lo dice y aconseja uno que goza de una juventud prolongada y se siente marista hasta los huesos. Gracias hermanos maristas por la enseñanza que me disteis y que nunca olvidaré y unas gracias con mayúsculas porque me enseñasteis a amar a María”. Desde 1976, la Asociación cuenta con una sala en el nuevo Colegio. En la Asamblea de 1978, la Asociación creó su rama juvenil, cuyo primer presidente fue Rafael Lillo Roldán, y que durante su existencia colaboró en actividades como catequesis de Primeras Comuniones, campamentos de verano, festivales musicales, teatros, fiestas de los sábados en el Colegio, concursos, caseta de feria, etc. El 18 de diciembre de 1988, en Asamblea General Extraordinaria, la Asociación reformó algunos puntos de sus Estatutos, con el fin de modernizarlos. 136


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Muchos son los gestos que demuestran la hermandad entre AA. AA. y la Institución Marista. Quizás uno de los más hermosos sean las visitas que, desde finales de los setenta, realiza una representación de la Asociación a los maristas que pasan su venerable ancianidad en la residencia de Benalmádena, llevándoles palabras de aliento, cariño y algunos regalos y recibiendo, a cambio, sus oraciones y agradecimiento. Desde 1982, una placa de plata obsequiada por la Asociación luce en dicha residencia con una frase pronunciada por José Zarco Cañadillas, profesor de Cervantes y antiguo alumno del Colegio San José de Sahagún (León), durante su ponencia en el III Encuentro de la Familia Marista: “En este jardín de la esperanza, los Antiguos Alumnos tendríamos que entrar de rodillas, porque esos hombres de Dios han cumplido en lealtad y en espíritu marista”. En 1988, la Insignia de Oro fue para esta residencia de Benalmádena. Durante este período, dicha distinción máxima en la Asociación, recayó por once veces en hermanos maristas: los sucesivos directores del Cervantes, el Provincial H. José Luis Álvarez y los hermanos Tomás, Ignacio, Miguel, Antonio, Cándido y Serafín. Otro gesto que testimonia esa gratitud de almas nobles hacia Cervantes y los hermanos es la propuesta de Rafael de la Hoz, en 1974, de bautizar con los nombres de antiguos directores a las aulas de los últimos cursos del nuevo colegio, fue rápidamente puesta en práctica y al año siguiente los AA. AA. de la Primera Promoción entregaban dos placas de mármol, una con el nombre del H. Julio Albéniz y otra con el escudo del colegio y los nombres de los miembros de dicha promoción; en la Asamblea de 1977 se aprobó la confección de placas similares con los nombres de los hermanos Victoriano Ruiz y Esteban Gallo. Durante este período siguió editándose el Boletín Informativo y celebrándose a finales de mayo la ofrenda floral a la Virgen María, ya en su estatua que había en los jardines del colegio, regalo de los AA. AA. y bendecida en la Vigilia de la Inmaculada de 1983. La Insignia de Oro siguió premiando a los antiguos alumnos más distinguidos; su lista se refleja al final de este trabajo, pero señalemos aquí, por su tremenda emotividad, la entregada a Otilia García, madre de cinco religiosos, tres de ellos hermanos maristas: los hermanos Fernando, Serafín y Servando Mayor, el segundo, profesor en el Cervantes y director del San José de Priego y el tercero, director en Priego en los años ochenta y misionero desde 1995 en Zaire, donde fue asesinado el 31 de octubre de 1996, junto a otros tres maristas españoles, por milicianos de la etnia hutu, temerosos 137


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de que denunciasen al mundo las atrocidades que cometían con los refugiados. Otra Insignia de Oro, muy sentida, fue la que recayó en 1980 en Adolfo Díaz Marín, entrañable y servicial portero del colegio, tanto en su etapa de la Plaza Queipo de Llano como en la Fuensanta, sustituto de José, el primitivo portero de los años cuarenta y cincuenta. Otro miembro del personal de servicio del Colegio que fue distinguido por los AA. AA. fue Francisco Agudo López, auténtico comodín, que recibió en 1984 una insignia exclusiva para él: el Alicate de Oro, en referencia a su sobrenombre. En las Asambleas siguieron imponiéndose las Insignias de Plata a las promociones que cumplían veinticinco años y las normales a los cursos de COU, primero, y 2º de Bachiller, en la actual legislación educativa, del colegio. En 1977, la Asamblea de la Asociación, a propuesta de Manuel de la Peña, creó una nueva insignia, la Chasca de Oro, para premiar a los profesores seglares del colegio que llevaran veinticinco años en él, recibiéndola en sucesivos años Mateo Vázquez Berni, Manuel Parra Galindo, Rafael Rodríguez Galán, Antonio López Valbuena, Celso Velázquez Elices, José Luque López, Francisco Rodríguez Luque, Rafael Pérez de la Lastra, Manuel Llamas Aguilar, José Peralbo López, Enrique del Río Correa, Juan Dávila Díaz, Antonio Higueras Manga, Cristóbal Rodríguez Luque y Samuel Gálvez Pozuelo. Desde hace varios años, los profesores seglares son objeto, también, de otro detalle por parte de la Asociación de AA. AA.: al contraer matrimonio se les obsequia con un Quijote de madera, que la APA del Colegio completa, simpáticamente, con un Sancho Panza. En esta etapa de la Asociación de AA. AA. se han venido celebrando anualmente, desde 1979, los Encuentros de la Familia Marista de la Bética, formada por los maristas, Asociaciones de Padres, profesores, AA. AA., alumnos y simpatizantes. El primer Encuentro tuvo lugar en la Casa-Residencia de Villa Onuba en Fuenteheridos (Huelva), organizado por la Asociación de AA. AA. de Sevilla. El III Encuentro tendría lugar en Córdoba, los días 12 y 13 de junio de 1981, colaborando ampliamente en su organización la Asociación de AA. AA.; el Encuentro se inició con una cena en el Círculo de la Amistad en la que se intercambiaron regalos, para el día siguiente abrirlo con una misa en la iglesia de la Universidad Laboral, oficiada por monseñor José Antonio Infantes Florido, obispo de Córdoba, seguirlo con la exposición de tres ponencias: Valores de la familia marista, por Juan Garzón Pérez (presidente del APA de 138


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Granada), María como ejemplo de vida familiar, por Francisco Mena Segovia (profesor en el Colegio de Málaga) y La proyección hoy de la familia marista, por José Zarco Cañadillas, y concluirlo con un almuerzo de confraternidad para más de 1.500 personas en los comedores de la Universidad Laboral. La Asociación de AA. AA. asistió a todos los Encuentros que se han celebrado hasta la fecha y el Colegio que albergaba dicho Encuentro por primera vez, recibía de los AA. AA. cordobeses una gigantesca chasca de madera, soporte de hierro y peana de mármol, de regalo, idea y realización de Antonio López Valbuena, antiguo alumno y profesor del colegio. En 1990, Córdoba volvería a organizar un Encuentro de la Familia Marista Bética, en esta ocasión el que hacía número diez, que contó con la asistencia del H. Charles Howard, Superior General de los HH. Maristas, y de monseñor Ignacio Noguer, antiguo alumno y obispo de Guadix. No cesaron de organizar y colaborar los antiguos alumnos en actos en los que se hermanaba la Familia Marista: decisiva fue su gestión para que saliera bien el VII Congreso Europeo de la Familia Marista, celebrado del 5 al 11 de septiembre de 1981 en Sevilla, con visita a Córdoba incluida, por lo que en la Asamblea Nacional de 1982 se concedió a la Asociación el Diploma de Honor. La Asociación ha mantenido siempre un contacto vivo con el resto de Asociaciones de AA. AA. Maristas de la Bética, logrando el resurgimiento de algunas, como la de Jaén en 1982. Colaboró intensamente en los actos del Cincuenta aniversario del Colegio Cervantes, logrando que del 15 de noviembre al 15 de diciembre de 1983, todas las cartas que salieran de Córdoba llevaran el matasellos “50 Aniversario Hnos. Maristas. Córdoba 1933-1983”. Igualmente, la Asociación se volcó en la conmemoración de los Cien Años de los Maristas en España, en 1986, asistiendo a los actos inaugurales en Gerona, a los de clausura en Madrid y al Festival de la Canción Marista que se organizó en Córdoba. La vida y la fuerza con que cuenta la Asociación de Córdoba hicieron que, en 1993, al crearse las Federaciones Provinciales de AA. AA. Maristas, Córdoba fuese escogida como sede de la Provincia Bética, que recordamos comprende Andalucía y Badajoz. Numerosos antiguos alumnos de esta etapa han enriquecido la nómina de profesiones liberales de nuestra ciudad: profesores, abogados, médicos, arquitectos, empresarios, etc., fue la opción laboral que más han escogido los que estudiaron en Cervantes. 139


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La Universidad fue el destino de muchos de ellos. Entre los más importantes podemos destacar Javier Lobillo Borrero, profesor titular de la Facultad de Ciencias Exactas de Granada. Javier Martín Fernández, durante muchos años presidente de la rama juvenil de la Asociación y luego profesor titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense y Gerente de los Terrenos Liberados del Ferrocarril en el Plan RENFE de Córdoba. José Manuel Roldán Nogueras, rector de la Universidad de Córdoba y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular. José Carlos Gómez Villamandos, catedrático de Anatomía y Anatomía Patológica Comparada y vicerrector de Postgrado y Formación Continua. Ignacio Gallego Domínguez, catedrático de Derecho Civil. Mariano López Benítez, catedrático de Derecho Administrativo. Rafael Jordano Salinas, catedrático de Nutrición y Bromatología y coordinador del Campus de Rabanales. Y Miguel Agudo Zamora, decano de la Facultad de Derecho. En la abogacía podemos destacar a Diego Jordano Salinas, asesor jurídico del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, fue presidente del Partido Popular en la provincia y diputado en varias legislaturas. Teresa Palacios Criado, juez titular de la Audiencia Nacional. Luis Felipe Medina Rey, letrado del Consejo de Estado de Andalucía. Antonio Álvarez Salcedo, actual gerente de HOSTECOR, la asociación de negocios de hostelería cordobeses, Juan Carlos Velasco Cañadas y Antonio de la Riva Lara, ocupándose en los prestigiosos bufetes creados por su familia. Políticos también los hubo, y además del caso citado de Diego Jordano, encontramos otros. Manuel Martínez Lagares, concejal que fue de Alianza Popular a principios de los años ochenta. Ricardo Rojas Peinado fue concejal desde 1982 de Alianza Popular, después Partido Popular. Manuel Ángel Jiménez Arévalo, fotógrafo, escritor y director-gerente, desde 1995 a 1999, del Gran Teatro de Córdoba y concejal por el PP en el mandato 1999-2003. Valentín Priego Ruiz, delegado de Turismo de la Junta de Andalucía en Córdoba y, desde 2007, concejal de su Ayuntamiento por el PSOE. Y Miguel Ángel Torrico Pozuelo, José María Bellido Roche y Rafael Jaén Toscano concejales del PP en los mandatos de 1999, 2003 y 2007. Igualmente es obligado citar a los arquitectos Gabriel y Ángel Rebollo Puig y Jorge Benítez Castro, autores de la Barriada de las Moreras (1991) y de la nueva estación de RENFE-AVE en Córdoba (1994); a Pedro Cantueso Fonseca, que llegaría a desarrollar incluso una etapa docente en Cervantes; y a Luis García de Viguera, arquitecto y director de la revista turística cordobesa Welcome Ole! 140


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En el mundo del empresariado encontramos antiguos alumnos de Cervantes como Javier Campos González, gerente de Bodegas Campos, y a su hermano José, paisajista, decorador y director de la Fundación Bodegas Campos. Y a Alfredo Romeo Molina, creador de la empresa de vehículos eléctricos Blobject, de la Cordobapedia, enciclopedia cordobesa a través de Internet, y de la página web de los antiguos alumnos. Diversas profesiones contemplan a otros antiguos alumnos destacables, como Vicente Amigo, guitarrista y compositor de renombre universal. Javier Bajo Herrera, jefe del servicio técnico de ASAJA. Juan Antonio Muñoz Castillo, escritor y profesor de Secundaria. Alberto Rubio Ritoré, autor teatral, creador del grupo de teatro Cultura Viva, poseedor de varios premios y actualmente profesor titular de Música en el IES Medina Azahara. José María Medina Rey, abogado y presidente de la Coordinadora Nacional de ONG,s. Juan José Primo Jurado, director del Archivo Histórico del Palacio de Viana, articulista de opinión en los diarios Córdoba y ABC, autor de diversos libros y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos. Luis Miranda, periodista del diario ABC. José Lama Cardo, médico actual del Colegio Cervantes y responsable durante muchos años de las catequesis de Primera Comunión, en íntima sintonía con el padre Jesús. En el aspecto de antiguos alumnos de este período que encontraron vocación religiosa podemos citar varios. Fernando Cruz Conde Suárez de Tangil, hijo del que fuera alcalde de Córdoba, ordenado sacerdote por Juan Pablo II en 1993 y, luego, canónigo de la Catedral de Córdoba y vicario general de su diócesis. Gema Ledesma González, colaboradora y trabajadora incansable en las Juntas de la Asociación, campamentos de verano, caseta de feria y fiestas del colegio, que en 1993 sintió la llamada de Dios, ingresando en la clausura del Convento de la Encarnación de Córdoba, perteneciente a la Orden Cisterciense, con el nombre de sor Gema del Alcázar. Y el mismo H. José Luis Molina Requena, que fue alumno de nuestro colegio. En el año 2006, Juan José Primo Jurado fue elegido presidente de la Asociación. En la actualidad, la Asociación está presente a través de una página web propia y su cuota de inscripción es de 6 euros anuales a pagar en un único recibo. Para apuntarse, se puede realizar a través de la página web o recogiendo la hoja de inscripción en el propio colegio o mandando un correo a la dirección del Colegio Cervantes, señalando nombre y apellidos, dirección, código postal, teléfono y último año y curso en que el antiguo alumno estuvo en Cervantes. 141


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La actual Junta Directiva tiene la siguiente composición Presidente: Juan José Primo Jurado Vicepresidente: Antonio López Valbuena Secretaria: Inmaculada Ruiz Ruiz Tesorero: Miguel Cerezo González Vocal: Leandro Crespo Encuentra Vocal: Antonio Pérez Rodríguez Vocal: José Miguel Navas Lloret Vocal: H. Pedro Pérez Mompeán Las actividades se orientan hacia la celebración de encuentros de promociones a los diez, veinticinco y cincuenta años de su salida de Cervantes, organización de la Asamblea Anual, confección del boletín, realización de actividades culturales y deportivas y colaboración con la comunidad educativa del colegio en cuanto precise. La Asociación está inscrita en el Registro Provincial de la Delegación de Gobernación de la Junta de Andalucía con el número 131 de la Sección 1ª y nacional 2.506. Su dirección postal es la misma del Colegio Cervantes, Avenida de Nuestra Señora de la Fuensanta, 37, 14010-Córdoba. Teléfono 957 25 51 50.

La Familia Marista Si en los cuarenta primeros años de su existencia, pudiésemos decir que, básicamente, Cervantes se sostuvo por el esfuerzo y la responsabilidad de los hermanos maristas, a partir de la segunda mitad de los años setenta ese peso ha comenzado a ser compartido por profesores, alumnos, antiguos alumnos, padres y madres; muy en la línea de participación en la enseñanza que todos los estamentos de la comunidad educativa de los centros españoles (públicos y privados) tendrían desde entonces. Pensamos que esto es muy importante y que le ha dado solidez al colegio en momentos difíciles de cambio de la sociedad española. Es la aparición de la Familia Marista. Siguiendo al antiguo alumno José Mª González-Ripoll Estrada en su investigación, podemos averiguar que Familia Marista fue el nombre de una revista que apareció en 1966 como lazo de unión entre los seminarios maristas de Cataluña 142


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y las familias de los seminaristas. Uno de sus colaboradores, el H. Virgilio León Herrero (fallecido en 1986), responsable de la puesta en marcha del movimiento Mundo Mejor Marista, de la Federación Nacional de AA. AA. y su dinamizador y actualizador, será el que cree el pensamiento que tomará el título de la revista, publicándolo en el número de junio de 1967. El H. Virgilio, dirigiéndose a los jóvenes seminaristas que han dejado sus familias, les dice que acaban de entrar en una gran familia, la Familia Marista, con la Virgen María como madre, modelo, patrona y superiora, y en torno a ella, los hermanos maristas, sus padres, los ex-hermanos, los profesores, los alumnos, los padres de alumnos, las damas maristas, los empleados, los antiguos alumnos, los cooperadores y los miembros de clubes. El H. Carlos Rubio, en su etapa de director de Cervantes (1977-1983) será el gran instaurador y potenciador de la idea de la Familia Marista en Córdoba: “Queridos alumnos, sois los protagonistas de vuestra propia educación y formación. Vosotros, padres, los responsables directos y los profesores los mejores aliados y colaboradores. Nadie debe ignorar ni dar de lado a su tarea específica. En la perfecta conjunción de estos estamentos y en la clarividencia de los objetivos a conseguir, en esto se fundamenta nuestra familia. No seáis portadores de dudas o ideologías, decía el Papa en uno de sus recientes discursos, sino de certezas de fe”, y “Los Antiguos Alumnos estáis llamados a colaborar de una manera eficaz en la obra educadora de la Escuela Marista. Inmersos en el mundo y sus problemas, los AA. AA. pueden ser un elemento dinámico para la educación integral de la juventud de cara a su porvenir y a su inserción en el mundo... Los AA. AA. entran en el campo del apostolado marista como prolongación de la educación cristiana recibida en la escuela, tienen un doble objetivo, continuar la formación recibida y dar testimonio en el mundo”, escribía en 1982. El 10 de febrero de 1979, en el colegio, la Asociación de Padres organizaba un homenaje a los hermanos maristas, que se inició con la plantación de un cedro en el jardín a cargo del primer alumno de Cervantes, Juan Manuel Anguita y del que en ese momento era el más joven, Miguel Ángel Jiménez; continuó con una solemne misa presidida por el padre Jesús Mendoza, una conferencia sobre “El ideario educativo de los hermanos maristas” a cargo de Juan Manuel Moreno, profesor de la Complutense, y una “copiosa” copa de vino, preparada por los padres y servida por alumnos. Los más de mil asistentes al acto testimoniaban el éxito del mismo, que se convirtió en el inicio de la Familia Marista en Córdoba. 143


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En diciembre de 1979 aparecía la revista Eco Marista, Boletín Informativo de la Asociación de Padres de Alumnos y Educadores del Colegio Cervantes. En palabras del H. Ibáñez, reflejadas en los Anales de 1990, “en ella colabora toda la Familia Marista. En elegante formato azul y blanco, recoge actividades, trabajos y colaboraciones de padres, profesores, alumnos y antiguos alumnos, amén de la clásica información deportiva y profusión de fotografías. Es un extraordinario esfuerzo económico y humano que se ve compensado por los resultados”. Un total de doce números se editaron, a razón de dos por curso (diciembre y junio) desde el 1979/80 hasta el 1985/86, convirtiéndose en testigo de una época del Cervantes y reflejo de la vida de todos los estamentos de la Familia Marista. Eco Marista nº 7, de junio de 1983, publicaba en su editorial los estatutos de la Familia Marista, iniciándolos con su definición (“...comunidad de personas unidas por el mismo ideal, por idéntica espiritualidad, por una misma forma, en sentido amplio, de pensar y de hacer para el cumplimiento de unos mismos fines generales y para desarrollar y proyectar el espíritu Marista”), detallaba quiénes la integraban con sus características (hermanos “como miembros cualificados de la comunidad, han de ser el lazo de unión entre todos los restantes miembros”, familiares de los hermanos, seminaristas, AA. AA. maristas, profesores seglares, alumnos y sus familiares), señalaba sus pilares (“La educación cristiana de la juventud... La vivencia del ideal evangélico con el sello característico de espiritualidad mariana... Una predilección por hacer el bien... La práctica de la humildad, matizada de sencillez y modestia... La existencia de un ideario que vele siempre por este espíritu comunicado por Champagnat”), sus objetivos fundamentales (“Expansión del Reino de Dios... Educación de los jóvenes... Educación de la fe... Extensión a través de la integración de los seglares, toda vez que por desgracia las vocaciones no surgen en la medida que fuera de desear”) y sus objetivos inmediatos (“Necesidad de unas élites cualificadas, tanto de hermanos como de seglares, que tomen con empeño especial la formación, crecimiento y desarrollo de esta nueva manera de ser, para vivir la espiritualidad marista y actualizar el compromiso apostólico en favor de la niñez y de la juventud”). Los siguientes directores de Cervantes mantuvieron el apoyo a esta idea de la Familia Marista, que ha contado siempre con el entusiasmo de la directiva de la Asociación de AA. AA.; de la APA del Cervantes (fundada en 1974 y aprobada oficialmente en 1982) con sus sucesivos presidentes: Francisco Martín 144


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Salcines, Felipe de la Fuente Lozano, César Cayuelas Antón, Manuel Cabanes Fuentes, Mercedes Mayo González (madre de varios alumnos, abogada y desde el año 2007 delegada provincial de la Consejería de Justicia en Córdoba), Manuel de la Torre y José Gómez; del Club de Madres (fundado en el curso 1978/79) y de un importante grupo de profesores y alumnos. Los Encuentros de la Familia Marista de la Bética, que anualmente, desde 1979, se celebran en un lugar diferente de la provincia, testimonian la puesta en práctica de la idea, habiendo tenido Córdoba el honor de acogerlos en 1981 y 1990. Sin duda el gran éxito de esta etapa del Cervantes ha sido la implicación de toda la comunidad educativa en la marcha del Colegio y la creación de un sentimiento de Familia en torno al ideario Marista.

Un Cervantes para el siglo XXI Y llegamos al último Cervantes, al que no podemos juzgar por falta de perspectiva histórica, pero del que sí podemos escuchar sus latidos e intentar recogerlos en este trabajo. Como ya hemos comentado antes, desde hace unos años, el Colegio entrega a sus alumnos una Agenda Escolar cuya consulta nos ofrece los datos estadísticos del Colegio, las actividades deportivas y pastorales que ofrece a la comunidad educativa y la filosofía pedagógica y religiosa que lo impulsa. Basta con ella para conocer aspectos del Colegio actual, por eso, nosotros aquí hemos querido ir un poco más lejos y reflejar en estas páginas los testimonios de los tres últimos directores de Cervantes, el H. Juan Ignacio Poyatos Martínez (1996-1999), Rafael García Porras (1999-2006) y el H. Chano Guzmán Moriana (desde el año 2006). “Como antiguo alumno marista que soy, del Colegio La Inmaculada de Granada, he aprendido de los hermanos, entre otras muchas cosas, el espíritu de familia desde la sencillez mariana. Esta es la familia que yo sueño para el colegio, donde los valores cristianos y la atención a los menos favorecidos sean prioritarios. Donde padres, profesores, alumnos y demás miembros de la comunidad convivan y compartan ideales, dialoguen y cooperen, animen y progresen. Así creo que lo querría el Padre Champagnat y así lo vamos a intentar juntos”. Así se expresaba, a través del Boletín de los AA. AA. de octubre de 1996, el H. Juan Ignacio, saludando un mes después de su toma de posesión como director a la comunidad educativa del colegio. 145


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No cabe duda de que el H. Juan Ignacio, en la actualidad delegado de Educación de la Provincia Marista Mediterránea, fue consciente del peso histórico del pasado del Cervantes, gracias a la encomiable labor de muchas personas: “Es importante no perder la estima que se nos tiene en la ciudad, pues la gente busca en nosotros, además de la formación religiosa y la educación en valores cristianos, la seriedad en el trabajo y en el trato con las familias y la buena preparación académica… Preparar personas para el día de mañana, que se comprometan en transformar las actuales estructuras creando un mundo mucho más justo”, afirmaba en una entrevista en 1997. Poco se podía imaginar un muchacho granadino del barrio del Zaidín, llamado Rafael García Porras, cuando tras terminar sus estudios en el Colegio Juan XXIII iniciaba sus estudios universitarios de Filología Clásica en la ciudad de la Alhambra, que el destino le tenía preparado ser el primer director seglar del colegio marista de Córdoba, un instituto religioso con el que nunca había tenido contacto. Por lo pronto, recién terminada la carrera y sin más recomendación que la Providencia, según propia confesión, Cervantes aceptó su curriculum y en septiembre de 1985 llegó a él para enseñar Griego y Latín. Impartiría también Lengua y Literatura Españolas, desempeñaría el cargo de jefe de estudios de Secundaria y en junio de 1999 sería elegido director general del colegio, con sus dos hijos estudiando en él. La primera pregunta que se nos viene a la mente es el por qué, después de sesenta y seis años de existencia, Cervantes conocía su primer director seglar: “El XIX Capítulo General Marista de 1991 y el Capítulo Provincial de 1998 sentaron las bases para compartir las obras los hermanos y los seglares vinculados al mundo marista. Cuando en 1999 terminaron sus mandatos como directores, hermanos, en los colegios de Córdoba, Málaga y Badajoz, el Consejo Provincial decidió que en los tres hubiera directores seglares. Lo decidieron así no porque faltasen hermanos capaces de asumir esa tarea sino porque hay una voluntad de compartir la tarea educativa y la espiritualidad”, explicaba Rafael García en una entrevista mantenida con él en enero de 2003. Desde junio de 1999 y hasta septiembre de 2006, no fue un mero sustituto de los hermanos en la dirección, sino que fue el director titular del colegio y lo representó a todos los efectos en reuniones con la administración civil y en los órganos maristas. En cualquier caso y desde hace mucho tiempo, Rafael García se sentía muy vinculado a escala personal con el Instituto: “No soy hermano, pero me siento marista”. 146


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

Durante su etapa en la dirección, los criterios pedagógicos del colegio fueron fieles al fondo y al legado histórico: misma identidad religiosa, pedagogía de la presencia, exigencia académica y numerosas actividades extraescolares. De estas últimas destaca el inglés, la informática, las deportivas y las catequesis. Merece la pena señalar que de estas últimas, coordinadas por el profesor Francisco José Luque Oteros, participó el 35 por ciento del alumnado y que, de menor a mayor edad, se estructuran en, Iniciación Sacramental, Primera Comunión (se realiza ahora en 5º Primaria), Grupos de Amistad (de 6º Primaria a 2º ESO) y Grupos de Vida Cristiana (de 3º ESO a 2º Bachillerato), existiendo posteriormente varios Grupos de Universitarios que todos los viernes se reúnen para orar en la capilla de Cervantes. En esos años, el Colegio Cervantes obtuvo certificado de calidad: la ISO 9001:2000 Norma Internacional de Calidad Europea, tras una ardua tarea de más de tres años. Fue pionero Cervantes en Córdoba en la obtención de esa certificación. Rafael no dudó en apostar porque el colegio siguiera siendo un referente en la ciudad de Córdoba y no sólo de un barrio de ella: “Queremos poder satisfacer los deseos de los antiguos alumnos que optan libremente por traer a sus hijos al colegio y para ello sería deseable que la zonificación impuesta por la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, nunca fuese una exigencia absoluta para el alumnado de Cervantes. Esa zonificación daña, además, la pervivencia de los colegios públicos que rodean el nuestro, porque la población del barrio de la Fuensanta tiende a traer a sus hijos aquí”. En septiembre de 2006, culminado el período de Rafael García, se hacía cargo de la dirección el H. Chano Guzmán Moriana. Natural de la provincia de Jaén, cursó estudios de COU en Cervantes, cuando se hallaba en la etapa del postulantado marista, en el año escolar 1979/80. Con una capacidad de trabajo y de dinamización sobresalientes, en estos dos primeros años de su presencia en la dirección del colegio cordobés es preciso destacar su autoría de la página Web www.maristascordoba.com a la que ha convertido, dada su amplio contenido y continua (más que diaria, horaria) actualización, en referente de información y noticia de la comunidad educativa de Cervantes, ampliamente visitado por padres, alumnos y profesores. La voluntad del H. Chano Guzmán es seguir haciendo del colegio uno de los centros referentes de la oferta educativa cordobesa.

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LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

(El año indica la llegada a Córdoba. En ocasiones hay más de uno porque el hermano marchó y regresó) 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18.

1933 1933 1933 1934/40 1934 1935 1935 1936 1936 1936 1937 1937/53/61 1937 1937 1937/57 1937/44 1937 1937

H. Julio Albéniz Azpilicueta H. Ignacio Martínez Alonso H. Francisco Arteaga Beorlegui H. Matías Botet Quintana H. León Albinit Beperet H. Carlos Merino Albéniz H. Luciliano Bernardo Ruiz H. Fidel Delgado Sadornil H. Antonio Aparicio Vicario H. Guillermo Martínez Martínez H. Mauro Pérez de Albéniz H. Claudio Prieto Ortega H. Modesto Arnaiz de Pedro H. Ángel González Gutiérrez H. Victoriano Ruiz Yoldi H. Teófilo Blanco Miguel H. Crescenciano Sancho Cavia H. Vicente Rosas Susilla 149


LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 150

1937 1937 1937 1938 1938 1938/45 1938 1938 1938 1939 1939 1939/43 1939 1939 1939 1939 1940 1940 1940 1940 1941 1941 1941 1942 1942 1942 1942 1942 1942 1942/51

H. Sixto Castrillo Arribas H. Pedro Rueda Contreras H. Dionisio González Moreno H. Martín J. Oláiz Jaunsarás H. Leandro Toribio Gutiérrez H. Cirilo Chocarro Ibáñez H. Fermín Catalán Goicoechea H. Felipe Irulegui H. Esteban Gallo Manzanedo H. Justo Figuiéres Noëll H. Tomás Corral Castresana H. Malaquías Lastra Bujedo H. Manuel Guerra Marañón H. Modesto Lázaro Moreno H. Martín Robledo González H. José Mª Argandoña Martínez H. Victoriano Álvarez González H. Arturo Alonso Fernández H. Florentino Asenjo Bañuelos H. Agapito García Osorno H. Julián García Rilova H. Segundo Merino Ramos H. Luis Rodríguez González H. Ángel Martínez Gómez H. Agustín Herrero Izquierdo H. Luis Falgás Riera H. Baltasar Revilla Araus H. Juan González Ortiz H. Ricardo Plagaro Cobo H. Amador Ibáñez Alonso


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78.

1943 1943 1943/55 1943 1943 1943 1943 1944 1944 1944 1944/54 1944 1945 1945 1945/62 1945 1945 1946/56 1946 1946 1946 1947 1947/78 1947 1947/62 1947 1947 1947 1947 1947/52

H. Demetrio Alzaga Ibáñez H. Esteban Fermín Azpilicueta H. Jerónimo Jiménez Álvarez H. Javier García Tarradillo H. Francisco Gallo Rodríguez H. Carmelo García García H. Jesús García Vadillo H. Santiago Rojas Urquiza H. Secundino Pérez Sanz H. Teófilo Blanco Miguel H. Florencio Puente Pérez H. José Camacho Jurado H. Fidel Rojo García H. Faustino Primo Hoya H. Fermín Candelas Piñán H. Honorato Alcalde Santos H. Epifanio del Val Ruiz H. Joaquín Lázaro Moreno H. Rafael Amo García H. Fidel Rojo García H. Jaime García Ubierna H. Juan R. Villanova Ornella H. Eugenio Rodríguez García H. Raimundo Andrés Miguel H. Maurino Ortega González H. José Ortega Fuentes H. Victoriano Arce García H. Clemente Alcalde Santos H. José Emilio Zuza Mena H. Pedro Lacheta Reta 151


LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93. 94. 95. 96. 97. 98. 99. 100. 101. 102. 103. 104. 105. 106. 107. 108. 152

1948/55 1948 1949 1949/63 1949 1949 1949 1949 1950 1950 1950 1950 1950 1951/70/80 1951 1951 1951 1951 1951/54 1951 1952 1952 1952 1952 1952 1952 1952 1953 1953 1953

H. Lesmes Antón Pérez H. Ignacio Pinillos Azpilicueta H. Luis Moral Ortega H. Ananías Llanillo García H. Primitivo Fernández Alonso H. Nicolás Vela Moreno H. Amando Arlanzón Díez H. Lorenzo Martínez Cano H. Julián Martínez González H. Adolfo Vadillo Palacios H. Fernando Martínez Zárate H. Nicolás Pozas Infantes H. Francisco Peruchena Ollacarisqueta H. Timoteo Pérez Martínez H. Salvador Negre Vilella H. Teófilo Pérez Alonso H. Francisco González Alonso H. Urbano Alonso Hidalgo H. Eusebio Maiquez Lozano H. Raúl Luis Martínez Linares H. Dámaso Sobrino Herrero H. Domingo Miguel Sánchez H. Julián del Carmen Cinto H. Justino Caballero Civera H. Damián U. Herrero Valle H. Perfecto Iglesias Páramo H. Vicente José Cañamero Infante H. José Escobar Pablos H. Fernando Hurtado Rodríguez H. Félix Ayesa Zabaleta


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

109. 110. 111. 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. 122. 123. 124. 125. 126. 127. 128. 129. 130. 131. 132. 133. 134. 135. 136. 137. 138.

1953 1953 1953 1953 1953 1953 1953 1954 1954 1954 1954 1954 1954 1954 1955 1955 1955 1955 1955 1955 1955 1956 1956 1956/68 1956 1956 1956 1957 1957 1957

H. Antonio Eguinoa Morales H. Teófilo Javier Sanz de Galdeano H. José Martínez Olano H. Martín Antón López H. Elicio Martínez Linares H. Teodoro Alonso Cabria H. Jacinto Sanz Ayúcar H. Macario Roba Osorno H. Agustín Alonso García H. Luis Napal los Arcos H. Daniel Gutiérrez Peña H. Manuel Rubio Buendía H. Marcelino Sedano Puente H. Clemente Aparicio Gutiérrez H. Ignacio Martínez Seco H. Gabino Pérez Arellano H. Alejandro Díez Martínez H. José María González Moreno H. Federico Pérez Pérez H. Domingo Burgos Pérez H. Emilio Rebollo de Simón H. Pedro María Miqueo Jáuregui H. Vicente Navarro Terol H. Adriano Martín Martín H. José Antón López H. Valentín Jiménez García H. Luis Arlanzón Díez H. Angel Alonso Cabria H. Miguel Tellechea Elizalde H. José Luis Vázquez Fernández 153


LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

139. 140. 141. 142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153. 154. 155. 156. 157. 158. 159. 160. 161. 162. 163. 164. 165. 166. 167. 168. 154

1957 1957/61 1957 1957 1958 1958 1958 1959 1959 1959 1959 1960/62/73/07 1960/73 1960/69 1961 1961 1961 1961 1961 1961 1962 1962 1962 1962 1962/76 1962 1962 1962 1963 1963

H. Abilio Pérez Gutiérrez H. Jacinto Soria de Jorge H. Emilio Arroyo Arribas H. José Antonio Ciganda Echevarría H. Abilio Arauzo López H. Miguel Ángel Linzoaín Yarnoz H. José Luis Saiz del Castillo H. Martín Antolín González H. Francisco de Asís Flores Fernández H. José Vera Barranquero H. José Pérez Mompeán H. Carlos Rubio Múzquiz H. Antonio Merelo Pérez H. Ángel Miguel Sánchez H. Alberto Antolín de Alba H. Juan Cristóbal Villard Martín H. Félix Díez Rojo H. Benjamín Barga López H. Fulgencio Villescas Hidalgo H. Crescencio González Ibáñez H. Primitivo Fernández Espinosa H. Basilio Corral González H. Juan Vicente Ororbia Gorraiz H. Jesús Sáinz Lozano H. Juan José Mina Ezpeleta H. Fermín Candelas Piñán H. Emiliano Rojo Martínez H. Maurino Ortega González H. Julián San Miguel García H. Ismael Ruiz Alonso


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

169. 170. 171. 172. 173. 174. 175. 176. 177. 178. 179. 180. 181. 182. 183. 184. 185. 186. 187. 188. 189. 190. 191. 192. 193. 194. 195. 196. 197. 198.

1963 1963 1963 1963/99 1964 1964 1964 1965 1965/73 1965/73 1965 1965/72 1965/80 1966 1966 1966 1966 1966 1967 1967 1967 1967 1967 1968 1968 1968 1968 1968/73 1969 1969

H. Ángel Ezpeleta Compains H. Jorge Ollo Ciaurriz H. José María Perea Salazar H. Juan Juárez Moreno H. Alfonso Zudaire Gurucharri H. Ángel Gollonet Fernández de Trespalacios H. Manuel Miguel Azofra H. Mauro Díez Fuente H. Fernando Moreno Barrio H. José López-Torruella Tenorio H. Juan José Casado Martín H. Emilio Linzoaín Yarnoz H. Patricio Fermín Zorraquino Rueda H. Estanislao Sanz Falces H. Belino López Merino H. Vicente Liesa Perella H. Leonardo Camposo Martín H. Vicente Ortega García H. Francisco Tordable Portillo H. Ramón Burgui Fatás H. Carlos Gómez Rico H. Gregorio de Pedro López H. José Luis Martínez Temiño H. Anselmo Gómez Saiz H. Antonio Ripoll Villalta H. Victoriano García Martínez H. Emilio González Román H. Andrés Arnaiz Arroyo H. Ángel Sáez Ruiz H. Ángel Miguel Sánchez 155


LOS HERMANOS MARISTAS EN CÓRDOBA

199. 200. 201. 202. 203. 204. 205. 206. 207. 208. 209. 210. 211. 212. 213. 214. 215. 216. 217. 218. 219. 220. 221. 222. 223. 224. 225. 226. 227. 228. 156

1969 1969 1969 1969 1970 1970 1970 1971 1971 1972/98 1972/03 1972 1972 1972 1973 1974 1974 1974/82 1974/00 1976 1977 1978 1978/94/96 1978 1979/83 1980 1980 1981 1982 1983

H. Vidal González Ibáñez H. Eufrasio López Rodríguez H. Francisco Fernández Juan H. Jesús Villalba Olmos H. José Martín Cubero H. Javier Rodríguez Martínez H. Cándido Vadillo Robredo H. Indalecio García Ruiz H. Juan M. Larios Larios H. Francisco García Torrientes H. Pedro Pérez Mompeán H. Joaquín Pardo Delgado H. Diego Navarrete Navarrete H. Basilio Gómez Cidad H. Antonio R. Jiménez Vélez H. Eliseo Ortega Moreno H. Alfredo del Val Celada H. José Cabello Carrasco H. Serafín Mayor García H. Juan Antonio Úsar Echarri H. Francisco Ibáñez Cámara H. Alejandro Ortega del Campo H. Florencio Andueza Álvarez H. Torcuato Tenorio Guerrero H. Santiago Boada Carazo H. Maximiliano Boada Carazo H. Juan Miguel Anaya Torres H. Juan Antonio Rico García H. José Tenorio Guerrero H. Javier Lusarreta Huesa


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

229. 230. 231. 232. 233. 234. 235. 236. 237. 238. 239. 240. 241. 242. 243. 244. 245. 246. 247. 248. 249. 250. 251. 252. 253. 254. 255. 256. 257.

1983 1985 1985 1986 1986 1986 1988 1988 1989 1990 1991 1991 1992 1992 1993/06 1994 1995 1996 1996 1996 1998 2000 2002 2002 2002 2003 2003 2005 2006

H. José Luis Elías Becerra H. Francisco García Ruiz H. Francisco Tordable Portillo H. Jesús García Vadillo H. Alejandro Fernández Andrés H. Benito Hinojal Citores H. José Pérez Mompeán H. Federico Gil Moreno H. Bonifacio González Quintano H. Luis Escuchuri Lacarra H. Juan Ignacio Poyatos Martínez H. Felipe Fajardo Valero H. Carlos José Hidalgo Muñoz H. Miguel Ángel Velasco Mata H. José Luis Molina Requena H. Gregorio Bartolomé Delgado H. Fernando Rodríguez Acero H. Joaquín López Barriuso H. Alberto Aragón Garrido H. Diego Antonio Quesada Rodríguez H. Anselmo Rodríguez Marín H. Rafael Arteaga Oña H. Lauro Andueza Álvarez H. Plácido Eutiquiano Arce Arce H. José Antonio Vera López H. José Antonio Franco Franco H. José Eulogio Ramos Jiménez H. José Antonio Quintanal H. Chano Guzmán Moriana

157


DIRECTORES DEL COLEGIO CERVANTES

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

Años 1933-1940 1940-1942 1942 1942-1943 1943-1945 1945-1950 1951-1957 1957-1963 1963-1969 1969-1970 1970-1976 1976-1977 1977-1983 1983-1987 1987-1988 1988-1990 1990-1996 1996-1999 1999-2006 2006-2008

Director H. Julio Albéniz Azpilicueta (H. Tomás). H. Agapito García Osorio (H. Agliberto). H. Ángel Martínez Gómez (H. Eusebio José). H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador). H. Esteban Fermín Azpilicueta (H. Teófilo). H. Epifanio del Val Ruiz (H. Bienvenido). H. Amador Ibáñez Alonso (H. Cándido Amador). H. Victoriano Ruiz Yoldi (H. Leocadio). H. Ananías Llanillo García. H. Ángel Sáez Ruiz. H. Emilio González Román. H. Fernando Moreno Barrio. H. Carlos Rubio Múzquiz. H. Juan José Mina Ezpeleta. H. Javier Lusarreta Huesa. H. Juan José Mina Ezpeleta. H. Luis Escuchuri Lacarra. H. Juan Ignacio Poyatos Martínez. D. Rafael García Porras. H. Chano Guzmán Moriana. 159


INSIGNIAS DE ORO DE LA ASOCIACIÓN AA. AA.

1971

H. Emilio González Román.

1972

Rafael de la Hoz Arderius, Amador Jover Moyano, Diego Mir Jordano, Carlos Vicente Córdoba, Antonio Alarcón Parodi, Rafael Córdoba Cruz, Guillermo Gisbert León y José Mª González-Ripoll Estrada.

1973

Mariano Aguilar Candela, Juan Luis López Barea, Juan Manuel Anguita Blanco, H. Tomás Corral Castresana y Carlos López Rodríguez.

1974

Juan Manuel Peinado Requena, Dionisio Carabaño Guirao, Angel Burón Romero, Francisco Alférez Delgado, José Alarcón Parodi y Fernando Bajo Moreno.

1975

Primera Promoción del Colegio Cervantes.

1976

H. Carlos Rubio Múzquiz, Pedro Palop Fuentes y Rafael González Ripio.

1977

H. Ignacio Martínez Seco, P. Jesús Mendoza González O.P. y Mateo Vázquez Berni.

1978

Diego Moreno García, H. Juan José Mina Ezpeleta y H. Miguel Tellechea Elizalde.

1979

Francisco Martín Salcines.

1980

Adolfo Díaz Marín.

1981

H. Antonio Merelo Pérez.

1982

Jesús Orozco Martín.

1983

H. Cándido Vadillo Robredo.

1984

Junta de Madres. 161


INSIGNIAS DE ORO DE LA ASOCIACIÓN AA. AA.

1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006

2007

162

H. José Luis Álvarez González. Luis Trócoli Losada y Miguel Cerezo González. Ricardo Mifsut Vizcaíno y H. Serafín Mayor García. Residencia de Benalmádena. José Lama Cardo. H. Luis Escuchuri Lacarra. Asociación Juvenil de AA. AA. y Rafael Rodríguez Vivas. Gema Ledesma González. Salvador Barea Santiago. José Luis Royo Raya. Leandro Crespo Encuentra. H. Juan Ignacio Poyatos y Otilia García. Desierto. Rafael García Porras. Vicente Amigo y Juan José Primo Jurado. Mercedes Mayo González. Desierto. Desierto. Desierto. Desierto. Antonio López Valbuena e Inmaculada Ruiz. H. Chano Guzmán, José Manuel Roldán Nogueras, José Carlos Gómez Villamandos, Ignacio Gallego Domínguez, Mariano López Benítez y Rafael Jordano Salinas. H. José Luis Molina Requena, Grupos de Amistad y Antonio Pérez Rodríguez.


BIBLIOGRAFÍA

Fuentes: Anales del Colegio Cervantes, de 1940 a 1946 y de 1980 a 1982 (170 páginas). Actas del Consejo Local del Colegio Cervantes, de 1940 a 1977 (272 páginas). Archivo de Secretaría del Colegio Cervantes, desde 1933. Historial de la Asociación de AA.AA. del Colegio Cervantes, desde 1949 (125 páginas). Archivo de Secretaría de las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada, desde 1947. Bética Marista. Reportaje histórico, de Francisco Ibáñez Cámara, apuntes mecanografiados sobre los distintos Centros de la Provincia, basándose en sus Anales y en recuerdos personales (402 páginas). Actas del Congreso Nacional de Educación Marista, celebrado en Salamanca, del 24 al 27 de septiembre de 1986. Guía de centros educativos católicos, publicado por la FERE y el CGEC desde 1964. Entrevistas personales con distintos miembros de la Familia Marista cordobesa. www.maristascordoba.com (Web oficial del Colegio Cervantes). www.champagnat.org/es (Web oficial de la Institución Maristas). www.fmsmediterranea.net (Web oficial de la Provincia Mediterránea Marista). www.cordobapedia.com (Enciclopedia digital cordobesa). 163


BIBLIOGRAFÍA

Revistas: Eco Marista, editada por padres y educadores del Colegio Cervantes de 1979 a 1986. Stella Maris, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1920. Maristas 1886-1986. Cien Años en España, editada por el Secretariado Permanente del Centenario de 1984 a 1986. Presencia 7, editada por el Instituto de los HH. Maristas desde 1989. Boletín Informativo, editado por la Asociación de AA.AA. Maristas del Colegio Cervantes desde 1968.

Hemeroteca: Diario de Córdoba, de1933 a 1938. El defensor de Córdoba, de 1933 a 1938. Azul, de 1936 a 1941. Córdoba, desde 1941. ABC, desde 2000. El Día de Córdoba, desde 1999. Tendillas 7, de 1979 a 1981. La Voz de Córdoba, de 1981 a 1984. Iglesia en Andalucía, 1999.

Educación marista: AA.VV., Gran Enciclopedia de Andalucía, Promociones Culturales Andaluzas 1979. ARRIETA GARCIA, Alberto, Marcelino Champagnat, Edelvives 1980. CALVO RODRIGUEZ, Fernando, Vida y obra del H. Francisco Ibáñez Cámara, sin publicar, Granada 1997. CARPINTERO LOZANO, Federico, Padre de Hermanos, Edelvives 1990. CHAMPAGNAT, Marcelino, Enseñanzas espirituales, Edelvives 1947. 164


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

CHAMPAGNAT, Marcelino, Guía del maestro. Editada por primera vez en 1853, la edición que hemos manejado corresponde a la obra revisada tras el Capítulo General de 1920 y publicada por Edelvives en 1942. DELGADO GARCÍA, José, Presencia marista en Lucena, Ayuntamiento de Lucena y Diputación Provincial de Córdoba, 2006. DORADO SOTO, Mª Ángeles, El pensamiento educativo de la Institución Marista, NAU llibres 1984. ESCORIHUELA PUJOL, J. y otros, El educador marista 1, Edelvives 1983. FONT DE DIOS, Eduardo, Mi Colegio (1939-1949), manuscrito, Córdoba 1995. FURET, Jean Baptiste, Crónicas maristas, Edelvives 1979. LANFREY, A., Une congregation enseignante: les Frères Maristes de 1850 a 1904, Lyon 1979. LOPEZ PINTOR, R. y CASTILLEJO GORRAIZ, M., La Iglesia de Andalucía, CajaSur 1993. MORAL BARRIO, Juan José, El educador marista 2, Edelvives 1986. MORAL BARRIO, Juan José, El educador marista 3, Edelvives 1987. MUÑOZ CASTILLO, Juan Antonio, Expediente M. Memorias de un antiguo alumno marista (1981-1993), manuscrito, Córdoba 2002. POZO, Victorino del, Yo y la Revolución, Barath 1982. PRIMO JURADO, Juan José, La Educación Marista en Córdoba, Cajasur, 2003. SANTAMARIA, M. y otros, Cien años en la escuela, Edelvives 1987. UNCITI Y AYERDI, Manuel, Amaron hasta el final, Edelvives 1997. VALERO GARCIA, José Mª, La escuela que yo quiero, GRAM 1989.

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Córdoba: AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 1: Historia, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 2: Arte, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. 166


EL COLEGIO CERVANTES (1933-2008)

AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 3: Geografía, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y Diario Córdoba, 1994. AA.VV., Córdoba Capital, Tomo 4: Cultura y Sociedad, Cajasur y Diario Córdoba, 1995. AGUILAR GAVILAN, Enrique, Historia de Córdoba, Sílex 1995. ARANDA DONCEL, Juan, Historia de Córdoba. La época moderna, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1984. CASTEJON MONTIJANO, R. y otros, Historia del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba (1864-1978), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1979. LOPEZ ONTIVEROS, Antonio, Evolución urbana de Córdoba y de los pueblos campiñeses, Diputación Provincial de Córdoba 1981. CUENCA TORIBIO, José Manuel, Historia de Córdoba, Luque 1993. MARQUEZ CRUZ, Francisco Solano, Memorias de Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985. MARQUEZ CRUZ, Francisco Solano, Córdoba de Ayer a Hoy, Cajasur, 1988. MONTIS, Ricardo de, Notas cordobesas, edición facsímil de Cajasur 1989. PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Historia de Córdoba. La etapa contemporánea (1808-1936), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1990. PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Yo, el alcalde, Colección Córdoba Tomo 2, pp. 181-200, Diario Córdoba y Cajasur 1996. PRIMO JURADO, Juan José, Paseando por Córdoba. Paisajes y personajes, Almuzara, 2005. PRIMO JURADO, Juan José, Teoría del séneca cordobés, Almuzara, 2005. PRIMO JURADO, Juan José, Córdoba, ciudad eterna, Almuzara, 2007. RAMIREZ DE ARELLANO, Rafael, Inventario-Catálogo Histórico Artístico de Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1983. RAMIREZ DE ARELLANO Y GUTIERREZ, Teodomiro, Paseos por Córdoba, Everest y Luque 1987. RAMIREZ DE LAS CASAS-DEZA, Luis María, Indicador cordobés, Everest 1976. 167


ÍNDICE

Prólogo ................................................................................................ Agradecimientos .................................................................................. Marcelino Champagnat, fundador de los hermanos maristas................ Fundamentos de la educación marista ................................................. Los hermanos maristas en España (1886-2008) ................................... El Colegio Cervantes de la calle Barroso (1933-1935) .......................... El Colegio Cervantes del palacio de Torres Cabrera (1935-1942) ......... El Colegio Cervantes de la plaza de la Compañía (1942-1973) ............ El Colegio Cervantes de la avenida de la Fuensanta (1973-2008)......... Los hermanos maristas en Córdoba...................................................... Directores del Colegio Cervantes.......................................................... Insignias de oro de la Asociación AA. AA. ............................................ Bibliografía...........................................................................................

3 5 7 15 23 35 47 65 103 149 159 161 163

168


Juan José Primo Jurado

Diario de CÓRDOBA , octubr e de 1933

Juan José Primo Jurado

El Colegio Cervantes (1933-2008)

www.maristascor doba.com

El Colegio Cervantes (1933-2008) 75 años de maristas en Córdoba

Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961) es doctor en Historia, licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Magisterio. Cursó sus estudios desde 1º Primaria a COU, en el Colegio Cervantes de los hermanos maristas, concluyéndolos en 1979. En la actualidad dirige el Archivo Histórico del Palacio de Viana, propiedad de la Obra Cultural de Cajasur, donde ha catalogado su valioso fondo documental, y es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos. Anteriormente ejerció la enseñanza en diferentes colegios e institutos. Su faceta más conocida, además de las de escritor — Juan Jurado Ruiz, una vida para la Iglesia de Córdoba (Cajasur, 1999) La educación marista en Córdoba (Cajasur, 2003) Paseando por Córdoba (Almuzara, 2004) Teoría del séneca cordobés (Almuzara, 2005) Antonio Cruz Conde y Córdoba: memoria de una gestión pública (Ayuntamiento de Córdoba, 2005) y Córdoba, ciudad eterna (Almuzara, 2007)— y guionista —la serie Historia de Córdoba (ABC, 2007)— es la de analista en la prensa local, iniciada en Córdoba y continuada desde 2001 en ABC, en cuyas páginas de opinión ha publicado ya más de ochocientos artículos. Es miembro de la Real Academia de Córdoba, Cruz al Mérito Militar por su labor como comisario en la magna exposición sobre El Gran Capitán y presidente de la Asociación de AA.AA. del Colegio Cervantes.


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