Autores: Alumnos de 1ยบ de la Eso. Maristes Champagnat
Paraguay, 12 de diciembre de 2011
- Queridos alumnos del Colegio Maristes Champagnat de Badalona:
Estoy muy contento de poderles saludar y espero que ustedes estén muy bien y felices en su escuela. Nosotros, acá también somos felices compartiendo aquello que tenemos, y pasando alguna que otra dificultad sobre todo en lo que hace referencia al material en nuestras aulas. Este es el verdadero motivo de mi carta. Desde hace algún tiempo son muy pocas las ayudas que tenemos de material escolar: libros, libretas, lápices… Ya sé que en España también corren momentos difíciles para ustedes, por eso lo que les voy a pedir a ustedes no debe ocasionarles ningún gasto económico por su parte, solo su interés y su voluntad. Este año no tenemos ningún libro de cuentos para los alumnos entre 5 y 7 años. Los cuentos de años anteriores fueron devastados en las últimas lluvias torrenciales que destrozaron nuestra pequeña biblioteca. Por eso, les pido si ustedes pueden pensar una forma de ayudar a estos niños que se inician en la lectura. Ellos ya conocen los cuentos clásicos, pues nuestras profesoras les cuentan cada mañana un cuento. Nos gustaría que sus cuentos fueran totalmente nuevos para ellos. Espero deseoso que ustedes puedan resolver nuestro problema y toda nuestra escuela les agradecerá de todo corazón su trabajo.
César Alfonso Gutiérrez de los Estanques. Director de la Escuela General de Paraguay.
Jordi Plana Albert Duran David Navarro
Las tres ardillas Había una vez hace mucho tiempo, en un bosque muy profundo y espeso, un pueblo llamado Goldvellot de ardillas muy trabajadoras, listas y responsables que vivían felices y en paz. Goldvellot estaba construido en un gran árbol solitario de un claro del bosque. Tenía un tronco robusto y resistente, muy viejo y de unas hojas verdes como la hierba fresca de un prado en primavera. Un día, tres ardillas de Goldvellot, salieron a jugar al bosque. Eran tres hermanos, se llamaban Bolo, Mino y Mupy. Tenían el pelaje muy brillante, precioso, de un tono dorado espectacular, unos dientes grandes, luminosos y blancos como la nieve pura y unos grandes ojos
saltones de color verde. Bolo era el más grande y sensato, muy prudente, responsable y valiente, aunque un poquito torpe. Mino, el mediano de los tres hermanos, era muy vago e irresponsable, le gustaba gastar muchas, muchas bromas pesadas. Era el “gamberro” del pueblo. Mupy, la pequeña de las tres ardillas, era muy presumida, pero un poco patosa, no se le daban bien los deportes ni tampoco los estudios, por eso sus dos hermanos no le tenían mucho cariño y la insultaban, aunque era la más buena y la que tenía el corazón más grande y generoso.
Mino dijo: -Venga, entremos en la parte oscura de bosque. Puede que encontremos el famoso nido de bellotas de oro que da nombre a nuestro pueblo. -¡Ni hablar, es muy peligroso y arriesgado, y además nos podríamos perder!-dijo Bolo. -¿Pero tú sabes la cantidad de cosas que podríamos comprar con ese dinero?– exclamó Mino.- Estoy seguro de que no quieres entrar en la parte oscura porque crees que Mupy es muy patosa y se perderá.Y Mupy, entonces, exclamó:
-¡Yo no soy una patosa!- y se dirigió corriendo hacia la parte de bosque oscuro. En unos segundos la perdieron de vista. Los dos hermanos salieron corriendo a buscarla, y antes de que pudieran mirar hacia atrás, ya se habían adentrado en el bosque. Después de dos horas buscando, encontraron en un arbolito el lazo rosa de Mupy, pero observándolo, vieron que de él salía un hilito hacia un camino.
Así que lo empezaron a seguir con esperanza de encontrarla. Después de un rato largo, vieron que el hilito entraba en una grieta del suelo. Bolo gritó: -Mupy, ¿dónde estás? Y una voz muy débil y temblorosa, que venía del fondo de la grieta, contestó: -¿Quién es?, estoy atrapada, ayúdeme por favor. Bolo y Mino vieron que era Mupy, así que se colgaron del hilito y se adentraron en la grieta. Empezaron a bajar y a bajar, pero no se dieron cuenta de que el hilo se estaba rompiendo y de repente, cayeron hasta el fondo de la grieta.
Estaba todo oscuro y no se oía nada. En unos minutos, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, encontraron a Mupy atrapada entre dos rocas. Entre los dos chicos la liberaron, pero Mino dijo: -¿Cómo vamos a salir de aquí?, y encima aún me quedan muchas cosas para hacer en la vida. Entonces es cuando Mino encontró una solución al problema, había un montón de rocas que taponaban una salida estrecha y no muy limpia. Colaborando juntos, pudieron quitar todas las rocas, y así salieron a un bonito claro atravesado por un riachuelo. En el centro, lucía un viejo árbol de un color azul celeste que
desprendĂa un aura luminosa. Era una encina llena de bellotas de oro.
-Lo hemos encontrado- tartamudeó Mino muy sorprendido.-Podremos comprar una casa gigante, y viviremos como auténticos reyes- dijo Bolo. Y Mupy exclamó: -¡Cómo podéis pensar siempre en vuestra comodidad! El dinero se lo daremos a las ardillitas pobres para que puedan comer. Estuvieron un buen rato discutiendo, pero como ya se les hizo tarde y estaban muy lejos del pueblo, acamparon al lado del árbol. Con la cabeza apoyada en las raíces y un buen manto de hojas secas para estar calientes, las tres ardillas se durmieron profundamente.
Al día siguiente, las tres ardillas despertaron en su casa de Goldvellot. Sorprendidos, empezaron a hablar entre ellos de que todo había sido un sueño, o si solo era una coincidencia; pero Mupy, pegado al lacito misteriosamente recuperado, tenía una bellota de oro. Entre los tres hermanos, decidieron plantarla para que en muchos años, pudieran dar las bellotas de oro a las ardillas pobres. Hicieron un agujero un poco apartado del árbol, pusieron dentro la bellota y la regaron, pero mágicamente, el árbol creció y creció volviéndose igual que el que habían visto el día anterior. Se llenó de bellotas doradas, hojas azules celeste y de un aura especial.
Todas las bellotas fueron para las ardillas pobres y todos vivieron felices durante unos años. Pero solo durante unos años, ya que este no es el fin de la historia. Cuando Mupy cumplió 10 años, justo esa noche, un fenómeno muy extraño pasó: una extraña ardilla de color morado intenso, hizo un sortilegio en el árbol mágico. La encina azul empezó a debilitarse y a morir y las bellotas empezaron a desaparecer. Al día siguiente no quedaba nada, la única bellota que había sobrevivido se la había llevado la ardilla violeta, y la quería utilizar
para dominar el mundo. Cuando las tres ardillas se despertaron, se dieron un gran susto. -¡Ay!, ¿pero qué ha pasado con el árbol mágico?- preguntó Mupy. -No lo sé, pero mira ahí, hay una notita.- dijo Bolo. Los tres hermanos fueron a cogerla. La abrieron y en ella ponía: -¡Ja ja ja ja! Tengan un mal día ardillitas. Yo soy la ardilla Malva, la mejor ardilla entre las ardillas, la más bella y la futura reina del mundo gracias a vuestro árbol de bellotas doradas. Era el último ingrediente que me faltaba para completar la poción oscura, y ahora
tendré millones de esclavos para conquistar el universo. Las tres ardillas se desesperaron, se quedaron alucinadas frente a la nota que Mino sujetaba entre las manos. Asustadas, fueron a avisar al pueblo del peligro que corrían. Los habitantes, sorprendidos, decidieron montar una asamblea para decidir como la encontrarían. Una ardilla muy sabia, conocía el lugar dónde vivía la ardilla Malva porque antes había sido habitante de Goldvellot. -Tomad este mapa, os conducirá hasta el monte Cacapus, que es donde se esconde la malvada Malva.- dijo el sabio.
Los tres hermanos, con el mapa de la ardilla, se dirigieron hacia la colina Cacapus, y atravesando bosques, montaĂąas y volcanes, por fin llegaron hasta la casa de Malva. Observaron que la casa, o mejor dicho la mansiĂłn, estaba custodiada por doce guardianes de plata, hechizados por un conjuro extraĂąo. Los tres hermanos se pusieron a pensar una maniobra para poder atravesar a los guardias sin que les
vieran y al final, llegaron a la decisión de que esperarían a que se hiciera de noche para pasar. En unas horas cayó la oscuridad sobre el día. Las tres ardillas pusieron en marcha su plan para poder llegar a dentro. Empezaron a caminar sigilosamente cuando Mupy, pisó una pequeña tabla que había en el suelo. Esta hizo que los hombres plateados se dieran cuenta de que pasaban y les fueran a atacar; pero de repente, las tres ardillas se rodearon de una luz azul muy misteriosa igual que la del árbol, ¡La encina mágica
convertida en bellota les estaba ayudando! Se pusieron a volar por toda la casa esquivando todo lo que les lanzaban los guardianes, y de repente rompieron una ventana muy grande de la parte de atrĂĄs de la mansiĂłn en la que se encontraba Malva, y justamente les estaba esperando allĂ.
-Muy malas noches ardillitas de pacotilla- dijo Malva. Mupy contestรณ- malas serรกn para ti. Las tres ardillas realizaron una maniobra para detenerla y mientras estaba inmovilizada, Mino corriรณ hasta la olla donde cocinaba la pรณcima y la volcรณ.
-¡No!, ahora ya no podré conquistar el mundo, ya que no tengo bellotas de oro.exclamó Malva. -¡Me vengaré! Las tres ardillas volvieron al pueblo, fueron famosas y vivieron muy felices. La Ardilla Malva fue detenida por las ardillas policías y condenada a veintisiete años de cárcel y todo el mundo vivió en paz. Fin
Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, en un gran bosque, había un estanque maravilloso, rodeado de bonitas roses, con un Puente de madera que cruzaba el lago de lado a lado. En el lago vivían unos insectos y un cocodrilo. Todos los insectos que vivían en el lago eran muy simpáticos, solidarios y pequeñitos. El cocodrilo, llamado Andrés, tenía un rostro horroroso, también era agradable y solidario. Los insectos y el cocodrilo Andrés vivían muy felices en el estanque.
Los bichos bebían agua del estanque, se bañaban, jugaban con el agua, lo hacían todo en el estanque; el cocodrilo, no era gran amigo de los insectos, pero no les molestaba, es más, cuando los insectos tenían un problema, el cocodrilo los ayudaba, pero nunca intercambiaban grandes gestos de amistad. Todo era maravilloso, y un día llegó una rana llamada Gustavo; no era alta, pero al lado de los insectos era enorme. Y los insectos le preguntaron: Insectos:-Buenos días señor. ¿En que podemos ayudarle? Rana Gonzalo:-Buenos días. Miren, llevo días y noches caminando por los largos, oscuros y espantosos caminos de
este bosque, estoy asustado y sin comida ¿Podríais acogerme? Los insectos se reunieron y hablaron sobre el tema; decidieron que la rana Gustavo podría quedarse. Cuando ya iban a darle la noticia a la rana, se acordaron de que no podían acogerla sin antes consultarlo con el cocodrilo Andrés. Así que fueron a ver al cocodrilo Andrés y le preguntaron si acoger o no a la rana. El cocodrilo Andrés dijo que podían acogerla, pero que antes quería verla en persona. Cuando el cocodrilo se encontró con la rana, la rana se asustó mucho al ver el horrible rostro del cocodrilo y se escondió detrás de las roses, los insectos dijeron a la rana que no se asustara, que el cocodrilo era amigo suyo,
que era muy buena persona y que no quería hacerle daño. La rana seguía escondiéndose del cocodrilo y pidió a los insectos que el cocodrilo Andrés se fuera y así lo hicieron. El cocodrilo Andrés no quería que la rana se quedara, pero decidió darle una segunda oportunidad. Ese mismo día la rana construyó su casa en el estanque con la ayuda de los insectos. Insectos:-Rana Gustavo, te vamos a ayudar a construir tu casita. Rana Gustavo:-¿Como me ayudareis? Sois demasiado pequeños para poder traerme madera y paja.
Insectos;-Podemos traerte barro para pegar las paredes de tu casita. Rana Gustavo:- ¡Claro! Gracias, sois muy amables insectos. Los insectos y la rana Gustavo se pusieron manos a la obra con el Trabajo. Estuvieron horas y horas trabajando duramente. Hasta que al final acabaron la casita. La casita de la rana era muy bonita, estaba echa de madera, de paja y de barro. Y al acabar la casita la rana Gustavo les dijo: -Bueno ya me habéis ayudado bastante así que marchaos, ya me las apañaré yo solo.
Los insectos vieron que la rana no era muy educada pero lo dejaron pasar y le dieron otra oportunidad y tal y como les dijo la rana, se fueron hablando en voz baja sobre la rana. Por la noche fueron a la casita de la rana tan bonita que le habían echo, y le gritaron: -Gustavo... y otra vez así repetidamente. Al final Gustavo salió y vio a un insecto y le dijo: -¿Te vienés a celebrar el último día del año? -¡No! Dejadme en paz, quiero estar unos minutos solo. Iros a otra parte. Les dijo agresivamente la rana Gustavo.
A los insectos no les gustaba mucho la agresividad que tenia la rana Gustavo. Pero los insectos de la colonia del estanque tenían unes normes y una de elles era perdonar y aceptar a todo el mundo. Así que los insectos se pusieron a celebrar el último día del año. Estaban todos, hasta el cocodrilo Andrés. Pero faltaban dos animales. Un insecto que estaba enfermo y el otro, que era la rana Gustavo. Tenían la música a todo volumen y gritaban como locos. Se oyó un bocinazo que decía: -¡Callaos y bajad la música! ¡Intento dormir tranquilo!
Lastima que los insectos no la escucharan porque ellos tenían la ley de respetar a los demás y sus opiniones. Al final la rana Gustavo se cansó y dio un golpetazo a la casita tan bonita. Se acercó a la fiesta que habían montado los insectos y les gritó: -¡Bajad la música de una vez! ¡Que no puedo dormir! Les gritó muy exageradamente. Los insectos se asustaron y se quedaron con la boca abierta, sin palabras que decir. El cocodrilo Andrés dijo a la rana muy seriamente: -¡Sino quieres que te molestemos recoge tus coses y vete a otra parte! Porque cuando tú no estabas nosotros vivíamos
perfectamente. No nos molestaba nadie... La rana le respondió: -Así lo haré. Recogeré mis coses y me marcharé mañana por la mañana temprano. Eran las doce de la noche y los insectos estaban recogiendo todas las coses de la fiesta: Gorros, altavoces, confetis y muchas coses más. Mientras la rana Gustavo reflexionaba y reflexionaba sobre su actitud y el comportamiento que había tenido con los insectos y el cocodrilo Andrés. Al final se puso a leer su cuento de noche se puso sus gafes, encendió la lámpara que tenia colgando sobre un estante y empezó a leer. Se quedó dormida con el libro en las manos.
Al día siguiente la rana Gustavo no se despertó hasta las diez, debido al ruido que hacían los horribles coches de los insectos. La rana Gustavo, con ojeras y la cara de no haber dormido nada, se levantó y se acordó de lo que había dicho a los insectos. Hizo las maletas llevándoselo todo: Ropa interior, calzado, su libro... Se marchó. No se despidió de los amables insectos a pesar de lo que le habían ayudado y motivado para que fuera mejor persona y adoptar una actitud más positiva. Y así, por fin, anduvo bosque adentro. Caminaba y caminaba y a veces no sabía por donde ir. Estaba perdido en el horrible y espantoso bosque. Por las noches hacía muchísimo frío.
Decidió hacerse una casita como la del estanque, parecida a la que hizo con los insectos. Lo intento cinco o seis veces sin darse por vencido pero al final se dio cuenta de que era imposible. Pudo comprender que con la compañía de alguien podía hacer grandes coses pero ya era demasiado tarde. Había dejado a los insectos atrás. De repente, salieron unos insectos de los arbustos. ¡Eran ellos! ¡Los insectos del estanque! La rana Gustavo esbozó una gran sonrisa al verlos. Uno de ellos le dijo: -Te hemos estado observando y hemos visto que a pesar de tu actitud, has aprendido la lección y podemos confiar en ti.
La rana Gustavo volvió con los insectos al estanque y hasta se hizo amiga del cocodrilo Andrés. La rana Gustavo comprendió que hay que respetar a todas las persones, ya sean feas, guapas, inteligentes, y que no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti mismo. Y así acaba la historia de la rana Gustavo. Espero que hagáis aprendido la lección.
Fin.
AVENTURA EN EL ZOO
- Todo empieza un viernes por la mañana, cuando Pol y Sara, nuestros protagonistas, se despiertan muy entusiasmados y nerviosos, porque van a ir de excursión con el colegio al zoo. Mientras desayunaban, no paraban de repetir una y otra vez: -¡Vamos al zoo! ¡Qué ganas que tengo! Desde el lunes sabían lo de la excursión y llevaban toda la semana muy nerviosos. Una vez llegaron al colegio, entraron a su aula y Montse, la profesora les dijo:
-¡Qué chicos de 1º!, ¿estáis preparados para ir de excursión? -¡Sí! -dijeron todos al unísono. Montse, les pidió que se colocaran en parejas para subir al autocar. Sara se sentó con su amiga Tania, y Pol con Jorge. El viaje en autocar se les hizo muy largo, ya que todos tenían ganas de llegar. Durante el viaje, todos los niños comentaban lo que harían en el zoo. Al cabo de media hora, aunque para ellos les pareció ser unas dos horas, llegaron al tan esperado zoo. Se bajaron del autocar, en parejas, y vieron que en el
aparcamiento les esperaba un simpático hombre disfrazado de león. Los niños se echaron a reír. El simpático hombre les dijo: -Hola niños, soy Sam, vuestro guía del zoo, ¿estáis preparados para vuestra gran aventura en el zoo? -Sí- dijeron todos los niños. Les aguardaba el gran momento… Sam, les indicó la entrada al maravilloso mundo de los animales. Los niños lo seguían con curiosidad. Empezaron visitando las jirafas, los niños comentaban una y otra vez el larguísimo cuello de las jirafas y esas interminables piernas. Por no hablar de sus bonitas manchas marrones entre todo aquel pelaje amarillo.
Pol y Sara estaban fascinados. Se fijaron en la jirafa bebé junto a su madre. Les gustó mucho. La visita continuaba, y Sam les llevó hacia los leones. Les encantaron. Pudieron presenciar una escena maravillosa. Sam les contó que la leona “Shenda”, la semana pasada había dado a luz a cinco pequeños cachorritos. Sam al ver que los niños ponían tal cara de ternura, decidió que serían ellos quienes decidieran el nombre. La pequeña actividad, consistía en que cada niño escribiera el nombre que quisieran en un papel. Sara se le ocurrió el nombre de “Shendy”, y Pol eligió
“Max”. Se hicieron votaciones y finalmente salieron los cinco nombres: “Simba”, “Lucy”, “Tara”, “Shendy” y “Max”. Todos estaban muy contentos, sobre todo Pol y Sara, porqué habían puesto a los cachorritos los nombres que ellos habían elegido. Estaban deseando contarles a mamá y papá que habían tenido la suerte de poder elegir el nombre de los cachorros de “Shenda”, la leona. Sam guió a los niños hasta los elefantes. Les explicaba cosas sobre cómo vivían, de qué se alimentaban… Los niños no paraban de hacerse preguntas y Sam
respondía a todas esas preguntas con amabilidad. Sam les dejó un pequeño rato de descanso para que desayunaran. Los niños, muy contentos, no paraban de explicarse unos a otros las curiosidades que habían tenido, lo que les había sorprendido de cada animal. Pol y Sara, mientras degustaban su bocadillo de “Nocilla” , no paraban de jugar, reír, explicar cosas sobre lo que habían visto… El rato de descanso se terminó y Sam les dijo: -Venga niños, vamos a seguir con nuestra aventura, tengo una sorpresa genial. ¿Queréis? -Sí- respondieron.
Sam esta vez les llevó a ver el espectáculo de los delfines. Entraron uno por uno, y se iban sentando en las gradas. Les emocionaba mucho pensar que iban a presenciar un magnífico espectáculo, del cual ya habían oído hablar de él. El espectáculo empezó una vez se habían llenado las gradas. La domadora de delfines se presentó: -Hola, soy Eva, la domadora de delfines. Os presento a “Dina”, a “Quátic” y a “Belma”- los tres delfines, hacían una espectacular acrobacia cuando decían su nombre. Hecha la presentación, Eva se lanzó elegantemente al agua. Se subió encima de “Quátic” y
maravillaron al público con una espectacular voltereta. Los niños no paraban de aplaudir. Después Eva hizo venir a “Belma” y a “Dina”. Las dos delfinas aparecieron a la piscina cruzándose entre ellas, y haciendo curvas. Una vez llegaron hasta Eva, fueron premiadas con comida. Eva, junto con sus delfines, hizo un montón de acrobacias y volteretas. Los delfines subían, bajaban, entraban por el aro, daban la voltereta en el aire…y un montón de cosas más. Después decidió pedir a voluntarios del público, y al ver que la escuela de Pol y Sara estaban
sentados en la primera fila, decidió elegir unos cuantos niños. ¡Qué suerte, les tocó a Pol y a Sara! Estaban contentísimos. Eva les dijo que aguantaran el aro, por dónde pasarían los delfines. La cara de Sara se transformó de emoción al ver que aquellos preciosos delfines travesaban el aro que ella sujetaba. Después le tocó a Pol. A Pol le daba un poco de miedo caerse a la piscina, pero al ver que Eva estaba detrás suyo se alivió y esperó con emoción a que pasara el primer delfín. Para Pol fue una inmensa alegría ver que aquellos delfines estuvieran tan cerca de él. Pol y Sara pudieron tocar los delfines, y volvieron a su sitio muy, pero que muy contentos. Les estaba saliendo todo
redondo, primero eligen el nombre de los leones, y ahora han tenido la oportunidad de salir en el espectáculo de los delfines. El espectáculo continuó, y salieron más niños de otros colegios. Finalmente Eva, “Dina”, “Quátic” y “Belma” se despidieron con unas fantásticas acrobacias. Al terminar el espectáculo el colegio de Pol y Sara, pudieron tocar a los delfines y estar un rato con ellos. Sam les esperaba en la puerta. Los niños se habían quedada boquiabiertos con el maravilloso espectáculo de los delfines. Mientras Sam les llevaba a ver los demás animales, los niños estuvieron comentando todo detalle sobre los delfines.
Se pararon en la jaula de los monos. A todos, les hizo mucha gracia. Después fueron a ver a las cebras, a los hipopótamos, a los divertidos pingüinos y a muchos más animales. Se lo pasaron genial visitando cada animal, escuchando las explicaciones de Sam y sobretodo porque todos los animales eran muy divertidos. Sam se despidió de ellos y les dijo: -Bueno chicos, me lo he pasado muy bien con todos vosotros, espero que también os hayáis divertido y que hayáis aprendido muchas cosas curiosas de los animales. Ya sabéis, la próxima vez que vengáis al zoo, solo tenéis que preguntar
por mí, Sam Hernández, o simplemente por el león Sam. Los niños aplaudieron el pequeño discurso de Sam y dieron las gracias uno a uno. La visita al zoo había acabado y ahora iban a comer. Montse les llevó hacia el área de picnic y se sentaron todos a comer y a recordar lo que habían hecho durante el día. Una vez terminaron de comer, Montse les dejó ir a jugar al parque, con la condición de que no salieran del recinto. Pol se fue a jugar con los niños y Sara con las niñas, hasta que se aburrieron de jugar por separado y decidieron jugar todos juntos al escondite.
El juego iba bien, y Montse les iba controlando, hasta que en una de las partidas, en la cual paraba Sara, Pol decidió saltarse las normas para fastidiar a su hermanita. Entonces, cuando Montse estaba medio despistada, Pol salió del parque y se dirigió hacia unos arbustos. No sabía muy bien dónde iba, pero por tal de que su hermana no le pillara… Sara acabó de contar al cabo de unos minutos y dijo la típica frase de: -¡Allá voy! ¡Quién no se haya escondido, tiempo ha tenido!- y se fue a buscar a sus compañeros. Miró detrás del árbol y vio a Julio, después fue al tobogán y vio a su amiga Tania y a Laura, les intentó pillar.
Iba mirando cada rincón del parque, pero no aparecía su hermano Pol. Sara decidió irlo a buscar, pero no sabía dónde estaba. Preguntó a sus compañeros, pero tampoco sabían dónde estaba. Sólo Julio le indicó que le había parecido ver que salía del parque. Sara se preguntó si Pol quizás había ido al lavabo o se estaba escondiendo. Durante la pequeña conversación se salvaron Jorge, Sofía, Andrea, Clara, Marcos, Álex, y la mayoría de compañeros. Pero Pol seguía escondido. Sara decidida, dijo que siguieran la partida, y que ella iba a pillar a Pol. Tania le dijo a Sara que no debía desobedecer a Montse, a Sara no le
gustaba desobedecer, pero quería ir a pillar a su hermano. No muy convencida de sí misma, se acercó lentamente hacia la puerta y cada vez que se acercaba más a Montse, se iba agachando para que no la viese. Los demás siguieron con el juego y al cabo de un rato se olvidaron de lo de Pol y Sara. Sara consiguió llegar a la puerta y una vez estaba fuera se levantó y miró hacia su alrededor. Pensó dónde podría haberse escondido Pol, pero vio demasiados sitios, y el travieso de su hermano se podría haber escondido en cualquier de ellos. Caminó lentamente hacia unos árboles, y nada. Después miró cerca de la tienda de regalos, tampoco lo vio. Miró en unos
cuantos sitios más hasta que por fin lo encontró entre los arbustos. Sara, muy contenta de haberlo encontrado, se acercó lentamente hacia él y le dijo: -¡Te encontré! -¡Me has asustado!- dijo Pol enfadado – ¡has hecho trampas!- replicó Pol para defenderse. Estuvieron discutiendo un rato, hasta que decidieron volver con los demás. Pero en el momento en que se giraban para volver al parque, se encontraron con un hombre, que muy amablemente les decía: -¿Os habéis perdido pequeños? - No, solo jugábamos al esconditerespondió Sara con educación. -¡Ah! Y no somos pequeños, vamos a 1º- replicó Pol.
Sara le dio un codazo. El hombre se alejó y les dijo a los niños que si no encontraban el camino que pidiesen ayuda. Mientras Pol y Sara estaban en los arbustos, Montse ya llamaba a los niños que se colocaran en fila para marchar del zoo. Eran las cuatro, hora de volver. Tania y los demás niños no se acordaban de Pol y Sara, ya que había pasado bastante tiempo desde que Sara fue a buscar a Pol. Montse contó a los niños y se dio cuenta que algo no cuadraba. Volvió a llamar a los niños, y volvió a contar.
Pol y Sara no se dieron cuenta de que sus compañeros marchaban, solo intentaban buscar el camino. Los niños, no sabían por dónde ir. No recordaban el camino. Cada paso que daban se alejaban más y más. A todo esto Montse, ya preocupada repasó la lista. De los treinta que eran en la clase, Javier y Diana no estaban, así que eran veintiocho los que habían ido de excursión. Volvió a contar. Pero solo contó veintiséis cabezas. Preguntó si todos tenían a su compañero, y todos contestaron que sí. Tania había cambiado de pareja y Jorge también. Finalmente pasó lista, hasta que llegó a Sara Martínez y a Pol Martínez. Al ver que nadie contestaba repitió:
-Sara y Pol Martínez. En ese momento Tania no pudo reprimirse y explicó que Sara había ido a buscar a Pol mientras jugaban al escondite, pero como Pol se había escondido fuera del parque, Sara fue a buscarlo. Montse no sabía qué hacer. Los demás niños recordaron inmediatamente todo lo sucedido. Montse pidió a los niños que se calmaran, pero tampoco sabía cómo actuar. Pidió a Marisa, la maestra acompañante que se quedara con los niños. Mientras tanto, Pol y Sara seguían perdidos. Misteriosamente, se encontraron
por segunda vez con el hombre. Esta vez les dijo: -¡Hola de nuevo pequeños! – pero Pol no estaba para discutir lo de “pequeños”, empezaba a estar preocupado-¿Aún estáis dando vueltas?- siguió el hombre. Sara le pidió ayuda, y el hombre les dijo que les acompañara. Los niños lo siguieron silenciosamente. El hombre les llevó a la parte trasera de la cafetería del zoo. Una vez llegaron, les esperaba otro hombre, los inocentes niños no sabían que aquellos no eran de fiar. Los niños se sentaron en el suelo asustados.
Montse mientras tanto, fue a rodear el parque para ver si los veía. A medida que avanzaba, se le pasaba por la cabeza lo que les podría haber pasado. Miró por los árboles, después por unos bancos, pero ni rastro. Después se dirigió hacia los arbustos, y la única pequeña pista que encontró fue la pulsera de color rosa de Sara. Montse recordaba habérsela visto puesta. Se agachó para cogerla. Siguió caminando pensando donde podrían haber ido. Pero seguía haciendo preguntas como: -¿Dónde habrán ido? -¿Y si alguien les ha cogido? - ¿O tal vez se habían ido del zoo? A Montse le preocupaban mucho esas preguntas.
Decidió olvidarse y seguir buscando a Pol y a Sara. Seguía buscando y preguntando por todo el zoo, pero nadie los había visto. Miró el reloj, y al ver que eran las cuatro y media, llamó a Marisa y le dijo que se marcharan en autocar, que ella se quedaría en el zoo a seguir buscando a los niños. A Marisa le preocupó lo que dijo Montse, pero pensó que sería mejor llevarse al resto de los niños a casa. Marisa llamó al colegio para avisar de lo que había pasado. En el colegio se preocuparon, pero Marisa dijo que Montse estaba buscándolos.
Montse ya no sabía dónde buscar y fue a la tienda de regalos, dónde le dijeron que los vieron con un hombre. Montse, fue caminando por todo el zoo bastante preocupada, iba mirando cada rincón que veía, pero nada. Hasta que llegó a la cafetería y entró a preguntar. La dependienta, le dijo que le había parecido ver dos niños con un hombre. Montse siguió caminando, pero una voz la detuvo, era Sara pidiendo ayuda. Montse se giró al instante y vio a los dos pequeños con dos extraños hombres. ¡Los estaban metiendo en el coche! Montse asustada, se dirigió corriendo hacia los niños y pidiendo ayuda, pero nadie la oyó, ya que estaba detrás de la cafetería, un lugar muy solitario.
Pero por suerte justo en ese momento pasó Sam y al ver que Montse estaba en apuros, se lanzó a ayudarla. Todo salió bien. Llamaron a los padres de Pol y Sara, los cuales les vinieron a buscar de inmediato, los dos extraños hombres fueron detenidos por la policía, ya les habían visto las caras por el zoo, pero nadie sabía que eran tan malvados. Pol y Sara se llevaron un buen susto, pero se llevaron una magnífica experiencia en el zoo.
Pero lo más importante es que aprendieron una gran lección, a no
desobedecer a los mayores, ya que nos dicen las cosas por nuestro bien
FIN
Hace unos 1001 años aproximadamente en un sitio muy, muy, muy bien escondido de Francia había un reino con reyes, princesas y héroes como los de esos cuentos que tan bien conocéis. Aunque en este caso el cuento será un poco diferente. En el castillo del rey vivía la princesa, el rey, que era viudo y un dragón que hacia de mayordomo. El dragón era gigante, pero como el castillo era tan grande no había ningún problema. Un día de esos la princesa fue
secuestrada por un caballeroso héroe del que se había enamorado. Un día de primavera, la princesa salió a dar un paseo por los grandes jardines del castillo de su padre, y se encontró al héroe y él le dijo: Porque no vamos a andar por el bosque y a ver animales salvajes, guapa? - La princesa le dijo que antes avisaría a su padre de que se iba a ir con el al bosque.
-El héroe dijo que no, que él ya había avisado. -La princesa le dijo muchas gracias héroe. Cuando iban por el bosque la princesa se acordó que tenia que hacer los deberes con sus malas compañeras de la escuela, (que por cierto iba al colegio de dos montañas mas allá, al lado del lago y el colegio se llamaba maristas) ella salió disparada hacia el castillo de su padre y después ir a buscar a sus malas compañeras para hacer los deberes juntos para la próxima semana y así, tener el
fin de semana libre para poder jugar todos juntos. El héroe le dijo que: -El sábado por la tarde te vendré a buscar para ir hacer un largo y maligno paseo. -La princesa dijo: “Que has dicho de un paseo maligno o alguna cosa así?”. -El héroe dijo: “No me habrás entendido he dicho “majestuoso paseo por el campo””. -La princesa dijo que vale, pero por la tarde, que por la mañana no estaba en el castillo.
Cuando la princesa llegó al castillo ya habían llegado todas sus malas compañeros y fueron a su habitación, (que era enorme) a estudiar para que estuviesen concentrada s. Al entrar al castillo y ver que su sirviente era un gran dragón todas cayeron desmayadas al suelo y como el dragón había estudiado medicina las reanimó con unas hiervas aromáticas que habían en la parte de atrás del castillo.
Cuando volvieron en si y comprendieron que era un dragón bueno se calmaron y fueron rápidamente a la habitación de la princesa a estudiar. Ya cuando se fueron cada una a su casa la princesa se fue a jugar con el dragón al jardín porque ella sola se aburría y se le ocurrió una idea fue a su padre, el rey, para decirle que le comprase un dinosaurio, pero el padre le dijo que si no tenia bastante con el dragón y ella se puso triste y el dragón fue hablar con el y lo convenció,
se puso muy contenta porque él le dio como un regalo avanzado de navidad finalmente un pequeño y feo pájaro azul clarito con rayas amarillas en el lomo, ella se puso a chillar y a saltar de alegría por el castillo. Al día siguiente sábado por la tarde vino el héroe a buscarla para ir de paseo por el campo. Cuando se fueron ella le enseño el pajarito y lo cogió y lo puso en un árbol el héroe traicionó a la princesa y se la llevo a una guarida dentro de una cueva. El pajarito que era muy inteligente y se acordaba del camino de vuelta a casa
comenzó a mover sus pequeñas alas y comenzó a elevarse y a volar por los aires asta el castillo para avisar al rey. Cuando llegó al castillo vio al dragón en el jardín y lo avisó pero el dragón no lo entendía y el pajarito se puso hacer gestos y cuando lo entendió el dragón comenzó a correr para avisar a la guardia real y al rey, el dragón se lo explico todo y comenzaron a correr hacia el bosque.
La pobre princesa estaba en una cueva enjaulada a dos grandes y pesadas cadenas que le impedían moverse. Junto a ella habían dos chicas más que llevaban muchísimo tiempo encerradas porque el héroe las había engañado. A ella le había hecho lo mismo que a ellas dos, la princesa estaba muerta de miedo y de hambre. El dragón que era muy listo vio que había una huella en la tierra de un camino y que junto a ellas había una marca de cadenas.
Así que le dijo a la guardia real que la princesa estaría por ese camino Pero la fue con dragón guardia
guardia real no le hizo caso y se la caballería y los soldados, el seguro del mismo les dijo a la real:
-Estoy seguro de que la princesa esta por allí así que yo me voy por ese camino queráis venir o no. I así fue el dragón se fue siguiendo el rastro de la huellas y las cadenas. Hasta que llego a un lago en el había una enorme y preciosa cascada. Pero se dio cuenta de que dentro de la cascada había una cueva. El dragón entro a la cueva en busca de la princesa. Pero al entrar le cayó una jaula enorme en la cabeza. Y entonces el dragón quedo
atrapado en la jaula. Cuando el príncipe oyó el ruido de la jaula fue corriendo a ver qué es lo que pasaba. Cuando el príncipe vio a ese dragón tan grande se espantó muchísimo y se fue corriendo a buscar su escudo, espada y su hacha. El dragón aprovecho que se le habían caído las llaves al príncipe y con la cola que tenía las cogió i abrió la jaula. El príncipe vio el gigante e impresionante dragón y hecho un paso para atrás y suspiro, pero el héroe secuestrador cogió valor y se enfrentó. Estaba claro que el héroe tenia agallas, eso sí, también tenía armas. Primero el dragón intento coger al héroe para encerrarlo y castigarle, entonces el héroe le clavó el hacha el
dragón se lamentó y empezó a mover rápido la mano… El héroe salió disparado hacia el cielo al héroe se le cayó la espada y cayó sobre el diafragma del dragón. El héroe salió disparado más allá de Francia y nunca más lo volvieron a ver. En cuanto al dragón en sus últimos minutos de vida, en su último aliento, rescato a la princesa y a sus compañeras. La princesa se fue el castillo a pedir ayuda, pero cuando volvieron, el dragón ya no estaba y no se volvió a saber nada más de él. La princesa no paraba de llorar… y llorar, ella quería a su dragón, sus padres le compraron de todo, pero se seguía manteniendo en que quería su
dragón. Esa noche y todas soñó con el dragón, ya no estaba triste, tenía a su mejor amigo en sus sueños. Todos estuvieron felices, los padres ya se habían librado del héroe secuestrador y la princesa tenia 10 horas diarias privadas para soñar en su príncipe azul, el dragón. El dragón siempre estuvo a muerte por la princesa… realmente… falleció. Por el capricho de amor de la princesa.
Érase una vez cuatro amigos, llamados, Elsa, Emma, Pol y Álex, que formaban parte de un grupo de detectives llamado “Los cuatro Investigadores”.
Elsa era una niña muy guapa, morena y muy simpática. Le gustaba mucho cantar y bailar, pero le daban mucho miedo los bichos, sobre todo las arañas. Emma, en cambio, era rubia y muy alegre. Le gustaban mucho los animales, incluso los bichos y los tiburones, pero como cualquier persona, tenía miedo a algo: ella sentía terror por los payasos, pero
era una información que no conocía nadie ya que pensaba que si se sabía, todo el mundo se reiría de ella. Pol era un chico que se creía muy valiente, y en realidad lo era, pero tenía miedo a la oscuridad, como la mayoría de las personas, y eso era lo extraño, que únicamente tuviera miedo a eso, ya que era un chico que no se impresionaba nada con la sangre, ni con los bichos más desagradables e incluso, ni se inmutaba frente a la película más terrorífica. El último miembro del grupo era Álex, un niño muy creído, pero que en el fondo era muy buena persona. Le gustaba mucho jugar con los videojuegos. A él le daban un miedo atroz los gatos, sobre todo los de color negro porque eran las mascotas de las brujas y magos y eso no le gustaba nada.
Un buen día decidieron ir, los cuatro amigos y sus familias, a pasear por el bosque. Tras caminar un buen rato, llegaron a una gran pradera llena de flores donde pararon a descansar. Allí, sus padres les dieron permiso para jugar al escondite, pero con la condición de que no se alejaran mucho y no se adentraran en el bosque que había cerca, ya que si no se perderían y no sabrían volver. Los cuatro investigadores empezaron a jugar y los padres se pusieron a hablar de sus cosas. -
¡Yo no la quiero parar!- dijo Elsa, muy contenta. - ¡Ni yo tampoco!- dijo Pol. - ¡Pues yo tampoco quiero parar!- dijo Álex. - Bueno, ya pararé yo.-dijo Emma, sin muchas ganas. Y así empezaron a jugar. - Uno, dos, tres, cuatro,…- empezó a contar Emma muy despacito.
Y corriendo muy rápido Pol, Elsa y Álex fueron a esconderse. Todos fueron hacia el mismo sitio, hacia el bosque, sin hacer caso de lo que sus padres les habían dicho. Allí se encontraron un árbol muy ancho, perfecto para esconderse los tres juntos. Pero, por desgracia para ellos, Emma los vio antes de que se pudieran esconder detrás de aquel enorme árbol. Así que Emma pensó: - ¡Qué bien!, ahora que no me ven les daré un susto muy grande.
Y así lo hizo, se acercó lentamente y sin hacer nada de ruido,… - ¡BUUUUU!- gritó Emma muy fuerte. - ¡Ah! - gritaron los tres amigos a la vez muy fuerte. - ¡Qué susto!- dijo Elsa, apoyándose en el árbol en el que se habían escondido. De repente, pasó algo muy extraño. Donde Elsa se había apoyado salió una especie de portal, que brillaba con mucha fuerza. Los cuatro amigos, que eran muy, pero que muy curiosos, se asomaron a él. De repente, oyeron una voz aguda y temblorosa, que se dirigía a ellos muy enfadada. - ¡Quién me ha despertado!-dijo la voz que salía de dentro del portal.
Los niños muy asustados, miraron por todas partes, pero no vieron a nadie. No sabían de dónde procedía aquella horrible voz. Pero entonces, un señor anciano, muy bajito, vestido con una túnica de color oscuro y con un bastón de madera muy viejo y de forma extraña, salió de aquel portal. - ¡Niños! No busquéis más, que estoy aquí dijo el viejo.
- Disculpe señor, no le habíamos visto- dijo Álex. - ¿Qué no me habíais visto? ¡No entiendo cómo no podéis ver a alguien que tenéis delante de vosotros! Os voy a castigar, para que aprendáis a no molestar a la gente y respetéis su espacio. - Y, ¿cómo piensa usted castigarnos, señor?dijo Álex, en el mismo tono de voz que tienen las personas que creen saberlo todo.
- Pues, muy fácil - dijo el viejo hombre, con mucha tranquilidad y sin hacer caso del tono de burla con el que le había hablado Álex para empezar, ahora mismo haré un hechizo contra vuestros peluches y los congelaré,… - ¿Cómo lo piensa hacer? Eso sólo lo pueden hacer los magos, y usted no lo es -dijo Álex muy seguro de sí mismo. - Y, ¿qué crees que soy, un hada? ¡No ves que soy un mago!- dijo el anciano muy enfadado. - Lo sentimos mucho señor -dijo Elsa muy asustada y a punto de llorar del miedo que estaba pasando. -Ya sé que lo sentís mucho, pero esto os va a costar muy caro. Y si vuestro querido amigo no me interrumpe, os diré cual es vuestro castigo- dijo el mago que hizo una pausa y
siguió hablando- vuestro castigo será…, para empezar, como iba diciendo antes, congelaré a vuestros peluches, y no los descongelaré hasta que hayáis pasado por un mundo donde os pondré a prueba. - ¡No por favor, no!-dijeron Elsa y Emma llorando. -Ya es demasiado tarde, ahora mismo voy a lanzar el hechizo contra vuestros peluches, y hasta que no paséis las pruebas que os he preparado, no los descongelaré. ¡Ah, ah, ah!dijo el mago que hizo una pausa para
contemplar la cara de los asustados niños, y luego volvió hablar y dijo: - Por cierto…Sólo tenéis cuatro horas para superar la prueba, si no nunca volveréis a ver a vuestros peluches. Y de repente el portal los absorbió y los llevó a un mundo muy extraño y muy oscuro. De repente, la voz del mago sonó muy alta y dijo: - Ahora, os pondré a prueba con vuestros miedos. Os recuerdo que sólo tenéis cuatro horas. Una vez acabó de hablar, un camino de color azul se creó delante de los cuatro investigadores.
- Va chicos, empecemos a andar. Si resolvemos las pruebas juntos y nos ayudamos, lo conseguiremos - dijo Álex. Y así lo hicieron. Empezaron a andar y a andar sin parar, y al cabo de un buen rato, algo muy extraño sucedió. De repente empezaron a salir mariposas de un árbol, y Emma y Elsa, muy contentas fueron a verlas. -¡Qué bonitas-dijo Emma. Pero entonces, algo asustó a la pequeña Elsa.
Una araña gigantesca apareció delante de ella. -¡Socorro! ¡Qué alguien me ayude!-gritó Elsa muy asustada. Rápidamente, sus tres amigos fueron a ayudarla. -¡No te muevas!-dijo Pol también muy asustado y preocupado. -¡Esperad! Tengo un plan, funcionar-dijo Álex.
que podría
- Pol, coge esa piedra, y tírala muy fuerte para que haga ruido, así la araña, se dirigirá
hacia allí. Tú, Elsa, ahora no te muevas, y cuando Pol tire la piedra, escapa y escóndete con Emma-dijo Álex. - ¡Vale! - dijeron Álex y Elsa. - ¡A la de tres!, uno, dos y tres ¡ya!-contó Álex. ¡Pum! - se oyó cuando Pol tiró la piedra. La araña se giró y Elsa pudo escapar. Entonces, la araña desapareció, como por arte de magia. - ¡Muchas gracias!-dijo Elsa muy contenta. - Vamos, sigamos andando, y vayamos todos con mucho cuidado - dijo Pol. Caminando, caminado, los cuatro amigos se encontraron con una gran tienda de
chucherías y, atraídos por el olor, los dos chicos del grupo fueron corriendo hacia ella. - ¡No vayáis, seguro que es una trampa!-dijo Emma. - ¡Va, no seas aguafiestas!, además, yo tengo mucha hambre, seguro que no pasará nadadijo Pol. - Vale, pero sólo entrar y salir. Luego seguiremos nuestro camino - dijo Elsa. - Vale - dijo Álex. Y entraron en la tienda. Era enorme, con un montón de chucherías, de todos los sabores, formas y colores.
- Ves como no ha pasado nada- dijo Pol, metiéndose cinco chuches en la boca. Antes de que acabara la frase, todas las luces se apagaron. Estaba todo a oscuras y, con la puerta cerrada, no se veía nada de nada, reinaba una negra oscuridad.
-¡Qué alguien encienda la luz! ¡Por favor, por favor!- dijo Pol muerto de miedo.
- Ves como no era buena idea entrar aquídijo Elsa. - ¡Qué se tranquilice todo el mundo! - dijo Álex gritando-. Seguro que encontramos una solución y podremos salir de aquí. - ¡Venga, piensa algo rápido!, tengo mucho miedo-dijo Pol. - ¡Ya sé qué hacer!- dijo Álex-. Ahora, que nadie hable, ni haga el más pequeño ruido. Necesito que vayáis hacia la pared y os peguéis a ella, empezad a andar despacito, hasta que la toquéis. Si chocáis con alguien quedaros quietos- terminó de explicar Álex. Así lo hicieron, primero se encontraron Elsa y Pol y luego Emma y Álex. Cuando ya estaban los cuatro juntos, las luces se encendieron de golpe.
- ¡Menos mal!- dijo Pol muy asustado.- He pasado un miedo terrible. -Venga, continuemos, que sólo nos faltan dos horas de tiempo-dijo Emma, intentando dar ánimos a sus amigos. Y siguieron andando, no hablaban entre ellos, estaban muy asustados y no paraban de mirar por todas partes, por si se acercaba algún peligro. - ¡No puedo más, estoy muy cansada!-dijo Emma. - Ya falta poco-dijo Elsa. Sigue andando y no te quejes. Pronto encontraremos la salida. Al poco, los cuatro amigos, llegaron a un lugar muy extraño, parecía un circo. - ¿Qué es esto, un circo?-dijo Pol muy extrañado- ¿A quién le puede dar miedo los
payasos, o los malabaristas?- acabó de decir Pol. - Chicos, tengo que deciros una cosa que nunca había dicho a nadie. Me dan mucho miedo los payasos. Pero no se lo digáis a nadie- dijo Emma muy asustada. - No te preocupes, nosotros te ayudaremosdijo Elsa. - Sí, por supuesto… Además, ¡ya sé como pasar esta prueba! Va a ser pan comido: la única manera de ganar a un payaso es riéndose de él sin parar - dijo Pol.
No había acabado la frase cuando empezaron a aparecer payasos por todas partes. Los cuatro amigos empezaron a reír y a reír. ¡Incluso Emma reía a carcajadas! Y de esta forma los payasos desaparecieron. - Ves Emma, no ha pasado nada- dijo Álex. Siguieron andando, cada vez más cansados, pero conscientes de que sólo les quedaba una prueba. Y, casi sin darse cuenta, se encontraron con dos enormes gatos negros, sentados en medio del camino que los miraban fijamente. - ¡Qué se vayan esos gatos de ahí! ¡Dan mala suerte!-dijo Álex asustado.
- No les tienes por qué tener miedo, son inofensivos, no te harán nada- dijo Elsa, mientras cogía una rama cercana y los espantaba sin pensárselo dos veces.
Y entonces Álex, con la ayuda de todos sus amigos superó su miedo. Cuando dejaron atrás a los dos gatos negros, se encontraron de nuevo, sin saber cómo, en el bosque.
Allí les esperaba el viejo mago que les dijo: - Muy bien, habéis superado mis pruebas, y espero que hayáis aprendido alguna cosa nueva. - Sí, es verdad, yo he aprendido que con la ayuda de todos podemos conseguir cualquier cosa. ¿Verdad?- dijo Álex. - ¡Sí! -respondieron los tres amigos a la vez. - Me alegro mucho de que esta aventura haya servido para algo, y estad tranquilos, que vuestros peluches ya no están congelados. Volved corriendo con vuestros padres que os estarán buscando porque hace tiempo que no os oyen ni os ven-dijo el mago. - Muchas gracias y adiós-dijo Álex. - Adiós-dijo el mago.
Cada uno de ellos se había enfrentado cara a cara con lo que más temía y, con la ayuda de los demás, los miedos no habían sido más que inofensivas molestias. Tan contentos estaban que decidieron llamarse desde ese momento, “Los cuatro Sin-miedo” Y los cuatro amigos volvieron contentos y felices con sus padres. Colorín colorado este cuento se ha acabado. FIN.
AUTORES DEL CUENTO Sara Fernández Sandra Palma Laia Avilés
Maristes Champagnat Badalona 2011-2012 1ESO B
Había una vez en un bosque muy lejano, un reino de hadas, que estaba muy cerca de un reino de duendes. Un día, Marcus, que era el príncipe de los duendes, era alto, el más bello, tenía ojos verdes, grandes, cabellos cortos, marrones, tenía 24 años y se quería casar pronto y formar una familia. Salió de paseo para coger cerezas. Pasó cerca del reinado de hadas. Casualmente Ángela, la princesa de las hadas, que era la más bella de su reinado, que tenía el pelo rizado, rubio, con ojos azules, bellas alas rosas con cuatro puntos azules, tenía 23 años y al igual que Marcus quería formar una familia. Ángela salió de paseo a buscar a
su amiga Jenny .Jenny tenía el pelo largo, moreno y ondulado, ojos marrón-miel, tenía 22 años y lo que quería era ayudar a su fiel amiga Ángela a conseguir su principito. Ángela iba muy despistada hablando con su mejor amiga y tropezó con Marcus. -Perdóname iba muy distraída-dijo Ángela. -Tranquila, también ha sido culpa mía. Me llamo Marcus, y soy el príncipe de los duendes, ¿y tú?-preguntó el duende. -¡Yo me llamo Ángela, y yo también soy la princesa de las hadas!-respondió ella. En aquel encuentro se enamoraron.
Cuando cada uno llegó a su reinado, entraron en su habitación, y ella empezó a pensar en él y él en ella. Al cabo de unos días, cada uno fue al bosque. Se encontraron de nuevo y los dos al verse se llevaron una gran sorpresa. Cuando se encontraron, los dos confesaron que habían estado pensando todo este tiempo en ellos y Marcus, aunque fuera precipitado, le pidió a Ángela si se quería casar con él y Ángela lo aceptó con mucha ilusión. Los dos jóvenes fueron a sus reinados para avisar de la noticia. La gente de los dos pueblos aceptaron muy bien la noticia y empezaron a preparar la gran fiesta. Jenny que era muy buena consejera, le aconsejó que con unas rosas en la cabeza estaría más bella en su boda. Ángela como
sabía que Jenny siempre acertaba le hizo caso y fue a buscar las rosas al bosque. Ángela muy ilusionada llegó al bosque, como estaba tan contenta, por la idea de casarse, no se daba cuenta y se metía al bosque cada vez más. Cogió una rosa preciosa, y muy alegre quería volver a casa. Cuando miró a su alrededor se dio cuenta de que estaba perdida. Estaba muy asustada, y no sabía qué hacer, y de repente, vio una luz, se acercó hasta ella. Allí le recibió Jake, un hombre que parecía muy amable, era bajo y tenía una joroba, tenía el pelo castaño, corto y de punta, ojos rojos y pequeños. Lo que Ángela no sabía es que era un brujo malvado. Jake le ofreció que se quedará a dormir y que mañana por
la mañana la ayudaría a llegar a su pueblo. Y Ángela aceptó amablemente. Cuando Ángela se despertó era un monstruo horroroso, muy feo. Ángela no entendió lo que había pasado de repente se acordó de la noche anterior que Jake tenía muchos objetos raros en su casa, y descubrió que era un brujo malvado. Ángela intentó volar pero descubrió que el brujo al convertirla en un monstruo le había quitado sus poderes, y que no podía hacer magia ni volar. Al ser más alta vio a su poblado, porque estaba en la otra parte del rio. Se acercó al pueblo, y le explicó a todo el mundo lo que le había pasado. Les explicó que un brujo malo llamado Jake le ofreció
pasar la noche, ella sin saber que era un brujo aceptó. A la mañana siguiente ella se despertó siendo un monstruo horroroso, al escuchar la historia no se la creyeron porque le decían que se volviera a convertir en hada si es que de verdad era Ángela. Ángela les explicó que no se podía volver a convertir en hada porque el brujo también le había quitado los poderes. La gente no se la creyó. Ángela se deprimió, al cabo de un rato, Jenny vino a buscarla y le dijo que ella sí que confiaba, y que con la ayuda de Marcus y su propia ayuda podían conseguir que volviera a ser la misma hada bella que era antes. Jenny y Ángela fueron a buscar a Marcus, al pueblo de los duendes. Marcus tampoco se creyó la historia, aunque Ángela insistió varias veces en que era verdad.
Ángela se deprimió más de lo que estaba. Jenny le dijo que no se deprimiera que se tenían la una a la otra. Ángela le dijo que con eso no le bastaba que necesitaba la ayuda de Marcus. Entonces Jenny al oír esta respuesta le dijo que en ese caso ella iría a hablar personalmente con Marcus y que seguro que lo convencería. Al oír esa respuesta Ángela se quedó más animada. Ángela se quedó esperando en el bosque mientras que Jenny iba a hablar con Marcus. Al final, Jenny convenció a Marcus diciéndole que todo lo que decía Ángela era cierto y añadió que si de verdad quería a Ángela lo tendría que demostrar ayudando a
lo que él pensaba que era un monstruo pero que en realidad era Ángela. Entonces Marcus se dispuso a ayudar. Ángela desde aquel momento se sentía más alegre y confiaba que podría volver a ser el hada bella que era antes, gracias a la ayuda de Jenny y Marcus. Confiaban el uno en el otro y así Ángela volvería a ser la misma de siempre, un hada bella. A Jenny se le ocurrió consultar el libro de las hadas, su madre de pequeña le había hablado mucho de él. Ángela le dijo que ella también lo conocía y que allí había todos los hechizos que se conocían en el mundo. Fueron al poblado de las hadas, pero allí no les resultó nada fácil entrar, la gente decía que no dejaría pasar a un monstruo
feo a su poblado y mucho menos que consultara el libro sagrado. Así que tuvieron que volver a pensar una nueva estrategia para consultar el libro sagrado. Pensaron que Marcus y Jenny entrarían a coger el libro sagrado mientras que Ángela siendo un monstruo distraía al resto del poblado. Y que se reunirían en el bosque cuando Marcus le hiciera una señal a Ángela. Así lo hicieron, Marcus y Jenny entraron en la sala donde estaba el libro sagrado mientras que Ángela insistiendo otra vez que la creyeran distraía al poblado de las hadas, todo fue según lo planeado. Se reunieron en el bosque, allí Ángela y Jenny, que son las que entendían de magia empezaron a buscar cuál era el hechizo más adecuado para aquella situación.
Encontraron dos: Uno en el que volvías a ser la misma persona que eras antes, pero no se fiaban mucho porque pensaron que Ángela podría volver a su infancia. El segundo era uno en que te podrías convertir en lo que tú quisieras, pero tendrían que recitar muy bien las palabras mágicas. Ángela y Jenny eligieron el segundo, aunque era más difícil, era el más adecuado. Marcus no dijo nada, puesto que él no tenía ni idea de magia. Empezaron a recitar el hechizo, mientras Jenny decía las palabras mágicas, Ángela estaba muy concentrada en lo que quería ser, la bella hada que era antes. El hechizo salió perfecto, y Ángela volvió a ser la misma hada de siempre, bella, con sus
alas rosas y con sus cuatro bellos puntos azules en las alas. Cuando regresó al pueblo, todos su habitantes empezaron a confiar los unos en los otros. La boda se celebró al cabo de unos días, todo el mundo estuvo muy emocionado. Al final Marcus y Ángela tuvieron la familia de hadas y duendes que siempre habían deseado.
Ángela, Jenny y Marcus le dieron una gran lección a todo el pueblo, con confianza Ángela, volvió a ser el hada bella que era antes. Con confianza, se puede llegar a muchas partes, pero si no confías en los demás, no puedes llegar a ninguna parte tú sólo.
Ainara Valadez Milena Castillo María Isidoro
Hace unos cuantos años en un poblado donde se encontraba un castillo, había una hermosa princesa llamada Alicia, tenía una familia muy rara, su madre la reina se llamaba Adela, y su padre José. No tenía ni hermanos ni hermanas. En la aldea había un gran gigante mago, que como hacía magia aterrorizaba a la gente. Él vivía alejado de la aldea en un bosque muy lejano, donde nadie se atrevía a entrar en él. Al lado de esa aldea había otra, llamada la aldea del gigante, se llamaba así porque estaba al lado del bosque donde vivía el gigante mago .En ella vivía un
príncipe llamado Pepito, Pepito era hermoso, romántico y un bello caballero, al cual educaron muy bien. Sus padres siempre estaban de viaje y él vivía con su criado en el castillo de sus padres. El otro día le dijo su amiga Marta que al otro lado de la aldea había una princesa llamada Alicia y que busca su príncipe. Así que pensó que podría ir a su castillo a presentarse. Cogió sus cosas y se fue. Cuando llegó: -Hola soy el príncipe Pepito vengo a presentarme a la princesa Alicia -dijo el príncipe. El guardián le miró y le dijo:
-Vale ahora mismo llamo a su criada para que le avise de que hay un príncipe que desea conocerla. Al cabo del rato vino el guardián y le dijo: -Puedes pasar, sube las escaleras la primera puerta a la derecha. El príncipe subió las escaleras y entró en la primera puerta a la derecha llamó: -Hola, vengo para presentarme a la princesa Alicia.-dijo el príncipe. -¿Puedo pasar?-dijo el príncipe. -¡Sí! pasa. La criada se fue y el príncipe entró en la habitación de Alicia… -Hola príncipe Carlos.-dijo Alicia.
-Hola encantado de conocertedijo el príncipe Empezaron a preguntarse cosas entre ellos y así se empezaron a conocerse un poco más. Al saber más cosas del príncipe, Alicia supo que era su hombre ideal y que quería pasar el resto de su vida junto a él. Al día siguiente tenía pensado decírselo a su padre para saber si estaba de acuerdo con ella. Fue al despacho de su padre y le dijo: -Padre tenemos que hablar -dijo Alicia -¿Qué quieres hija? -dijo su padre José
-Pues que el otro día tú me dijiste que tenía que casarme con un caballero al que quisiera yo, para quedarme con la herencia dijo Alicia -Sí, ya me acuerdo, ¿y qué pasa?dijo su padre -Que vino un caballero a presentarse ante mí, era muy hermoso, un gran caballero y educado es de la aldea de al lado llamada aldea del gigante –dijo Alicia -¡Hija mía esa aldea es nuestro enemigo no puedo dejarte hacer esto!-dijo el padre muy enfadado. Su padre la mandó fuera con una mirada sospechosa. Alicia estuvo dos días enteros encerrada
en su habitación llorando desconsoladamente sabiendo que no se podría casar con su amor verdadero. Cuando al fin salió de su habitación, su padre le dijo que por qué había estado tantos días encerrada en su cuarto. Ella le contestó diciendo que sólo se quería casar con el príncipe Carlos, que no quería a ninguna otra persona. Entonces el padre le dijo a su hija que le haría pruebas para ver que era capaz. Al día siguiente el príncipe se dirigió al reino de la princesa Alicia, cuando llego al reino se encontró con el padre y él le dijo:
-Tendrás que superar unas pruebas para poder casarte con mi hija.-dijo el padre. -¡Vale!-dijo el príncipe. -Te diré las pruebas.-dijo el padre de Alicia. 1.- Matar dos pájaros de un tiro. 2.- Tiro con arco. 3.-Escalar una montaña en tres días. 4.-Pasar una semana en el bosque el gigante. 5.-Lucha contra el gigante.
El pr铆ncipe, al escuchar todas las pruebas del rey se qued贸 muy sorprendido del esfuerzo que le
iba a costar hacer todas esas pruebas, que eran muy difíciles. La primera prueba, cuando era pequeño su padre le obligaba a hacer y decía que le iba a servir de algo en la vida, él no entendía por qué pero en el momento de hacerlo lo entendió. La segunda él no tenía ni idea, pero al ver cómo lo hacían los de la clase de tiro con arco se le dio de fenómeno. La tercera fue espantosa, él no sabía nada pero nada de escalada lo hizo, le costó, pero lo consiguió. Al cabo del tiempo cuando ya había pasado las tres primeras pruebas, se dio cuenta de que la
cuarta prueba era pasar una semana en el bosque del gigante, él como cualquiera que tuviera que pasar una semana en ese bosque estaría aterrorizado. Cuando llegó el primer día estaba muy nervioso, pero lo quería hacer porque quería mucho a Alicia y quería demostrar al rey que haría cualquier cosa para poder casarse con ella.
Lo primero que hizo al llegar fue hacerse un refugio para poder pasar las noches. Después fue en busca de alimentos para poder sobrevivir. Cuando ya lo había hecho todo, lo que le empezó a preocuparle fue la curiosidad de dónde vivía el gigante para poder alejarse lo máximo posible de él. En su cuarto día fue a buscar alimentos para la comida y sin querer se encontró al gigante. Se sorprendió mucho al verlo, lo único que quería era escapar de allí lo antes posible. El gigante como un buen ciudadano le concedió su comida para hacerse
amigo de él. Empezó a llover y el gigante lo invitó a su casa. El príncipe Carlos aunque le hubiera dado sus alimentos y lo hubiera invitado a casa seguía aterrorizado, no sabía dónde ir y cómo escapar de esa tremenda casa llena de telarañas y hecha polvo .El gigante dijo que mañana tendrían una conversación y le dijo que se fuera a dormir. Por la mañana a primera hora el gigante le miró y el príncipe se asustó, pero eso le hizo despertarse
de golpe, el gigante sólo le quería ofrecer una taza de chocolate. El gigante le dijo que no se asustara que no era malo, que los jóvenes, se habían inventado que él era malo y aterrorizaba a los niños, el príncipe se sorprendió y le quiso preguntar que cómo es que no hizo nada para impedirlo, pero el gigante le interrumpió diciendo que desde entonces siguió el rumor y se tuvo que ir de la aldea, al bosque, porque la gente no lo quería. -¿Por qué no lo impediste?-dijo el príncipe. -No podía, cada vez que decía algo me tiraban cubos de agua encima así me tuve que ir, con
gente que me tiraba su agua encima. El príncipe suspiró… -Tengo una idea -dijo el príncipe -Tengas la idea que tengas no harás que el pueblo me quieradijo el gigante triste. -Al o mejor no hago eso, pero sí que haré que te tengan respecto si le digo a un rey lo que te pasadijo el príncipe orgulloso de ser quien era. El gigante no entendía nada pero le hizo caso le siguió y se fueron al castillo del rey José. Caminando y caminando por el bosque estaban el príncipe y el gigante hasta llegar a la aldea
del gigante. Pasaron por un caminito al lado del rio porque así nadie veía al gigante. Y llegaron al poblado donde había el castillo de la princesa Alicia. Al pasar el poblado vieron que el castillo estaba en una gran montaña el gigante se sorprendió, pero el príncipe no porque él ya había estado allí. Tuvieron que subir por la parte de detrás donde nadie los veía, tardaron unos cuantos minutos en subir, llegaron y se encontraron con una ventana, dentro había una habitación con el rey en el despacho haciendo papeles .Entraron por una puerta que había detrás i les
dio con el desván silenciosamente fueron por el pasillo, el gigante dijo que si se metían en un lio que daría la cara i diría que fue el, el príncipe dijo que no hacia falta que no se iban a meter en un lio que todo iba a salir bien. El príncipe pico a la puerta, el rey contesto que quien era y el príncipe dijo que era el, el príncipe Carlos que le venia a comentar un detalle importante, el rey dijo que podía pasar. El gigante de momento seguía en el desván cotilleando un poco ya que todo eso le sorprendía, nunca había estado en un castillo tan inmenso como ese.
El príncipe le dijo al rey que si sabia quien era el gigante de la aldea del gigante , el rey contesto que si que como no lo iba a conocer , ese gigante espanta a todos los niños de nuestro poblado y el príncipe suspiro ,el rey se acordó en ese instante de lo que dijo que aria el príncipe y le pregunto que como es que no esta cumpliendo sus 2 días que le quedan para estar en el bosque de el gigante el príncipe le contesto que le iba a decir una cosa sobre eso, y el rey lo escucho. Pues veras es que ayer cogiendo alimentos me encontré con el, me invito a su casa, y dormí en su casa i al día siguiente me ofreció
una taza de chocolate caliente y me explico que el no es malo que unos jóvenes de este poblado se inventaron ese rumor y que por eso el gigante vive en el bosque, porque, lo echaron de su aldea… -¿y porque explicas esto Carlos?dijo el rey. -Mira yo creo que lo mejor que podría hacer por las dos aldeas es que no compitiera con el gigante mago. Yo puedo demostrar que el gigante es bueno delante de las dos aldeas. Así las aldeas se podrán ajuntar y tu hija y yo podremos gobernar los dos reinos juntos. Y el mago ya no sería un problema, sería una ayuda.-dijo el príncipe.
-me parece bien Carlos, pero tienes de convencer a todo el poblado. ¿Y eso como lo aras?dijo el rey. - es muy fácil tu déjalo a mis manos, mañana te espero en la iglesia, y dile a todo el poblado que venga.-dijo Carlos. A la mañana siguiente estaban las dos aldeas en la iglesia. Al llegar el príncipe con el gigante todo el pueblo se asustó. Pero el príncipe Carlos dijo que no pasaba nada y que les iba a explicar una cosa. -poblado todo este tiempo hemos estado separados por culpa de un gigante. Pero yo tengo una solución, he hecho un tracto con
el gigante, que es que nosotros lo
dejaremos vivir en paz en una
casita en nuestro poblado, a cambio de que ĂŠl no nos ara nada malo, al contrario nos ayudara a pasar todas la batallas que tendremos en un futuro. Y asĂ las dos aldea se podrĂĄn ajuntar i mi amada princesa i yo podremos gobernar las dos aldea juntas.dijo Carlos.
Todo el poblado aplaudi贸 a Carlos, por la idea que hab铆a tenido. As铆 fue como las dos aldeas se ajuntaron, el gigante vivi贸 bien y los dos principies se pudieron casar.
ES Fテ,IL CAMBIAR
Sara Muñoz y Marta Teixidó 1 ESO B Había una vez en Berlín un niño llamado Carlos, que tenía 12 años. Era rubio con ojos azules y alto, era de los más guapos del colegio. También era muy avaricioso y no tenía respecto por los demás. Se consideraba muy popular entre los niños del cole ya que su padre era bastante rico y eso le hacía sentirse más orgulloso de sí mismo. Un día en el colegio estaba castigado una hora más después de clase porque no traía nunca los deberes y encima le contestaba al profesor, y como que no aceptaba el castigo, decidió “vengarse” del profesor. Al día siguiente lo que hizo fue ponerle loctite en la silla antes de que llegara a clase. Cuando el profesor entró, todos los alumnos estaban sentados, y Carlos estaba esperando el momento en que él se sentara en la silla para gastarle la broma. Cuando se sentó, se quedó pegado en ella. Al terminar la clase, el profesor intentó levantarse pero no podía. Sorprendido dijo:
-¿Quién ha sido el gracioso que me ha pegado a la silla? Nadie dijo nada. -Si no sale el culpable os pondré un cero a toda la clase - dijo el profesor. Entonces Carlos levantó la mano. -Ha sido David yo vi cómo le ponía pegamento en la silla- dijo Carlos. David lo negó todo pero como que la acusación de Carlos parecía tan creíble, castigó a David que, muy enfadado, tuvo que quedarse 2 horas después de clase. Al día siguiente, David y toda la clase, sabiendo que el culpable era Carlos, estaban enfadados con él. No les parecía justo que culpara a otra persona que no había hecho nada. Carlos notó que sus compañeros actuaban de una forma diferente con él. Y
decidió hablar con Sheila (la chica que se sentaba a su lado): -Sheila qué les pasa a todos- dijo Carlos. -Como si no lo supieras, estamos así porque culpaste a David sin razón-contestó Sheila. -Pero si solo era una broma, como las que hago siempre-protestó Carlos. -Sí ya pero la gente ya se está empezando a cansar de tus bromas, de que siempre eres tú quien las hace pero nunca te las hacen a ti porque si no te enfadas. Carlos no comprendía nada porque con él nunca se enfadaba nadie, estaba acostumbrado a que todo el mundo le siguiese el rollo y a que nadie le dijera nada. Pasaron algunos días y Carlos se dio cuenta que nadie le hacía caso, nadie se reía de sus bromas, montó una fiesta a la que nadie asistió, nadie jugaba con él... Carlos decidió volver a consultarle a Sheila-Sheila ¿vais a estar mucho más tiempo enfadados conmigo? –dijo Carlos
- Hasta que no cambies de actitud no te perdonarán- respondió Sheila. Él no sabía cómo cambiar. Un día Pau (un compañero de su clase) se ofreció para ayudarle. -Una pregunta Carlos, ¿quieres que te ayude a cambiar para que todos te perdonen? -No, yo ya puedo solo, ya no soy un niño pequeñocontestó Carlos. -Bueno, vale sólo quería ayudarte pero si te vas a poner así… Pasó otra semana y pensaba que había cambiado, pero no. Seguía igual que siempre, hasta que decidió pedir ayuda a Pau. -Bueno Pau, me lo he pensado mejor y sí que quiero que me ayudes- le explicó Carlos. -Ya pero yo ahora no quiero, tuviste oportunidad y la malgastaste- le dijo Pau.
una
-Por favor que no quiero seguir así, lo siento mucho no quería que te sintieras mal- suplicó Carlos.
-Bueno vale, te ayudaré- dijo Pau. Pau hizo un buen trabajo con Carlos y la gente le perdonó. Volvía a tener los mismos amigos, pero ya no hacía tantas bromas pesadas como antes, hacía bromas pero no de mal gusto sino de amistad. El había aprendido. A principio del segundo trimestre, llamó su primo Juan. -Hola primo-dijo Juan -Hola ¿qué te cuentas? -Nada, bueno qué te iba a decir, ¡ah si!, que voy a venir a tu colegio porque me han expulsado del mío. -¿Qué dices? -Lo que oyes, pero bueno ahora estaré más tiempo contigo ¿ no? -Sí, claro. -Bueno pues mañana nos vemos en el cole. -Vale venga adiós. -Adiós.
Juan era moreno bajito y un poco regordete y también era como Carlos antes, no tenía respeto, era maleducado y muy avaricioso e incluso racista. También presumía de lo material, es decir, de sus 4 casas, 3 motos de agua, 5 perros, 6 ordenadores, 3 piscinas, y muchas más cosas. Juan se presentó en el colegio de Carlos, con sus pantalones bajos, su camiseta amplia y muy grande, sus zapatos grandes de color verde chillón. En parte ya daba a entender qué tipo de persona era. -Hola Juan.
primo
cuanto
tiempo-dijo
-Si ya ves, te echaba de menos. -Sí, seguro, -Solo quiero advertirte de que no te vayas de chulo con la gente porque yo hubo una temporada de que me quedé sin amigos gracias a la chulería - dijo Carlos. -¡Qué dices! yo nunca me voy a quedar sin amigos.
Al entrar en clase todos le miraban raro, todos sabían que era como era Carlos antes. El primer día ya hizo una de las suyas, puso mantequilla en el suelo y un alumno se resbaló y se hizo daño en un dedo, Juan se reía mucho y Carlos estaba preocupado por el alumno que se hizo daño. Nadie sabía quién había sido, todos pensaban que había sido Carlos que había vuelto a ser como antes. -Yo no he sido chicos, tenéis que creerme- exclamó Carlos. -Sí seguro-dijo la clase en general -Carlos te tengo de decir una cosa -dijo Juan -¿Qué? –contestó Carlos -He sido yo el que ha puesto mantequilla en el suelo. Pero no se lo digas a nadie. Al día siguiente Carlos tenía que contarlo a toda la clase. -Chicos yo no fui ayer, lo de la mantequilla fue mi primo.
-No te creemos a no ser que tengas pruebas entonces sí que te creeremos –dijo el delegado de la clase. Carlos no tenía pruebas. Pasó una semana y Juan hizo otra broma. Esta vez puso chinchetas en la silla del profesor. Carlos lo vio y pudo grabarlo con el móvil. Lo enseñó a todos los compañeros de clase. Juan aún no sabía nada. En la clase nadie se enfadó con él porque pensaban que era un montaje de Carlos, ya que no se le veía bien la cara.
Carlos no entendía porque sus compañeros no lo creían. Entonces decidió enseñarle el video a la directora. -Hola Carlos ¿qué desea? – dijo la directora. -Quería enseñarle este video. Y se lo contó todo.
-Carlos, pero si hemos puesto cámaras de video vigilancia nuevas, si es eso cierto estará grabado en la cámara principal. Miraron las cámaras y sí, se veía claramente quién era el culpable. Entonces la directora habló con Juan y le expulsó un día de clase. Juan se enfadó con su primo e todo el colegio en su contra.
intentó poner a
Lo que hizo fue hacerse pasar por Carlos y hacer bromas pesadas como las que hacía antes para que le volvieran a ignorar. Pero todo el mundo se dio cuenta de que era Juan (ya que se le veía el pelo moreno debajo de la peluca). Carlos al enterarse de que su primo le estaba intentando hacerse pasar por él, hablo con él. -Y tú ¿qué te piensas que haces haciéndote pasar por mi?-le preguntó Carlos. Juan no contestó -Me da igual que no contestes pero si sigues así te pasará lo mismo que me pasó a mí, nadie se reirá de
tus bromas ni nada y lo peor de todo es que te quedaras sin amigos Juan se sorprendió mucho al escuchar todo lo que estaba diciendo su primo porque no se lo esperaba. -Bueno Carlos lo siento no era mi intención hacerte sentir mal. ¿Me podrías perdonar? Carlos asintió con la cabeza y se dieron un abrazo. Mientras se daban ese abrazo Juan pensó que Carlos tenía razón y que lo importante es tener a gente que te quiere al lado y si te gustan las bromas hacerlas como amigos no para hacer daño a los demás.
ANDREA PARDO LAURA VILÀ LAURA DEL VALLE
Había una vez, en un pueblo vivía una joven princesa llamada Yolanda, un príncipe muy guapo llamado Albert, y toda la familia de ellos, pero… ¡No era una familia cualquiera! Era una princesa cerdita, un príncipe cerdito y ¡Una familia de cerditos! Yolanda tenía una familia bastante grande tenía dos hermanos, un cerdito muy travieso llamado Sergi y el otro era el más tranquilo de la familia llamado Jordi. Albert, tenía una familia pequeña, solo tenía una hermana llamada Mireia. Un bonito día de verano, la familia cerdita se disponía a pasar un día
genial en la piscina de su casa. Las mujeres de la familia, preparaban toda la comida mientras que los hombres ponían todo el material que necesitaban en el gran jardín, y los niños jugaban y reían, en su casita de juguete. Al acabar de comer los cerditos insistían mucho en ir a jugar a pelota. Los padres, le dijeron que podían ir, pero con una única condición: Que tenían que volver en 1 hora. Todos fueron corriendo al descampado, donde había mucho espacio para jugar. Mireia y su prima María , jugaban a pasarse la pelota pero a Mireia se le cayó en el río,
ella muy preocupada porque se le había caído su pelotita en el río se puso de rodillas y la intentaba coger , al ver que la pelota se iba río abajo chilló: - ! María, María! ¡La pelota se ha caído al río. Ayúdame! María corriendo, cogió un palo para intentar acercar la pelota hacia la orilla del río, al ver Mireia que María no la podía coger, ella intentó cogerla con las manos , pero sin querer se cayó al agua , lo malo es que ella no sabía nadar. Sergi y Jordi buscaron ayuda. A un lado del río había un puente muy muy viejo, y al otro lado había un puestecito con canoas, flotadores y salvavidas. Los hermanos de Yolanda, Sergi y Jordi, al ver que Mireia se ahogaba fueron
corrieron a pasar por el puente, tuvieron que ir muy lentos, ya que el puente estaba en muy malas condiciones. Mientras, María buscaba algo para salvar a la pobre Mireia, que arrastrada por la corriente del río, cada vez estaba más lejos. Cuando Sergi y Jordi llegaron al puestecito cogieron una canoa, se pusieron los salvavidas y cogieron un flotador para socorrer a Mireia. Se lanzaron río abajo, pero los cerditos no se dieron cuenta de que ese río tenía rocas enormes, de ahí su nombre “Rocarío”,
Daban tumbos como locos, eran unos cerditos muy valientes. Mireia, al ver que se ahogaba y que cada vez tenía menos fuerza intentó cogerse a alguna cosa para que pudiese sujetarse, encontró una gran rama de un árbol. De golpe la rama le habló. Ella se quedó muy sorprendida al ver que la rama le empezó a hablar, le dijo: -¡¿Puedes apartarte que me estás haciendo daño?! -Es que si no me ahogaré- dijo Mireia Entonces la rama la empujó bruscamente hacia otro lado. María cayó sobre una gran piedra y volvió a sorprenderse porque la piedra también le habló.
La piedra le dijo: -¡Me has aplastado, creo que tendrías que hacer dieta! Y María enfadada le contestó: -A mí me han empujado, no me eches las culpas. ¡Échaselas a esa enorme rama! La gruñona de la rama le dijo a la piedra: -Piedra, no ha sido mi culpa, solo la he empujado porque me estaba agarrando muy fuerte y estaba aplastando mis bonitas hojas verdes. Entonces, Mireia asustada, decidió agotar todas sus fuerzas e intentar nadar río arriba para intentar salir, pero no podía, estaba agotada. María solo quería salir de allí porque se iba oscureciendo y empezaba a tener miedo
y frío. Mientras, Jordi y Sergi se quedaban atascados con las grandes rocas. Pero Mireia pudo ver a María que estaba pidiendo ayuda, chillando desesperadamente porque pensaba que Mireia se había ahogado y que los primos de María no llegaban a tiempo para salvarla. María, fue nadando hacia Mireia y ella le dijo: -¡Creo que no aguantaré mucho más rato en el río! María le dijo que aguantase un poco más. Mireia preguntó a María si sabía dónde estaban Sergi y Jordi. María le dijo que no les había visto y que hacía una hora que habían ido a buscar ayuda y
aún no habían vuelto. María le dijo a Mireia que se cogiese a ella para poder salir de allí. Sergi y Jordi desesperados pedían ayuda, un cerdito que pasaba por al lado del río les oyó. Se acercó al río para ver quién había allí y les vio atascados, cogió un palo para sacarlos de allí y así fue, les ayudó y ellos pudieron seguir su camino. La familia de ellos, ya preocupados por lo que estaban tardando, fueron hacia el descampado. María y Mireia, suponían que les estaban buscando por eso intentaron salir
del río, cuando de golpe aparecieron Sergi y Jordi con la canoa, los salvavidas y los flotadores para salvarlas. Las encontraron a las dos en el río con mucho frío, ellos les tiraron los flotadores y los salvavidas para sacarlas de allí. Cuando subieron a la canoa Mireia les contó a ellos que una rama y una roca le habían hablado. Ellos se acercaron a la orilla del río para salir. Cuando al final salieron, se pusieron a hablar de que si esto se quedaba entre ellos como un secreto o se lo contaban a los familiares. María dijo: -Yo creo que se lo deberíamos contar a
nuestra familia. Sergi dijo: -Yo no se lo contaré, si se lo contamos, no volveremos a venir a jugar a pelota aquí. Mireia dijo: -Yo pienso igual que tú Sergi si se lo contamos no lo volveremos a ver este descampado nunca más. Jordi dijo: -Yo estoy de acuerdo con María se lo deberíamos contar a la familia. Mientras ellos discutían para ver si contaban lo sucedido o no, la familia de ellos, se dividía para buscarlos. Unos fueron al río, otros al bosque y los demás buscaban por el descampado. Los que fueron al bosque no encontraron a
nadie igual que los que fueron al descampado, pero los que buscaron en el río, en cambio, vieron la pelotita favorita de Mireia y la canoa en la orilla, como sabían que esa pelotita era de Mireia, supieron que algo había pasado. La familia se reunió en el descampado para comentar lo que algunos habían visto. Ellos decidieron irse a casa y hacer como que no habían visto nada para ver si los cerditos les contaban lo sucedido. Los cerditos, decidieron que preferían no contárselo y así poder volver a jugar al río, aunque tendrían que tener muchísimo cuidado las siguientes veces que fueran al descampado. De camino hacia casa, temían que les pillasen por eso buscaban una buena
escusa y ponerse de acuerdo entre todos por si preguntaban de uno en uno y no metían la pata.
La familia les esperaba en casa como si no hubiese pasado nada. Todos estaban empezando a comer, las cosas tan ricas que las mujeres habían preparado. Los cerditos llegaron a la casa y no contaron nada. Cuando la familia les preguntó por qué habían tardado tanto, ellos les dijeron que
vinieron otros cerditos y se entretuvieron jugando a pelota con ellos. La familia decepcionada por la mentira que les habían contado, decidió contarles que habían visto una canoa con salvavidas y la pelota favorita de Mireia en la orilla de río. La familia pidió una explicación. Ellos le contaron lo que había pasado y los familiares les preguntaron por qué no lo querían contar. Ellos les dijeron que temían que no les dejaran volver al descampado a jugar nunca más. La familia decidió que tendrían castigo doble, uno por no haber dicho la verdad y otro por no haber pedido ayuda antes de que supieran que hacer eso les iba a
comportar un gran problema y un gran castigo.
CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
MIREIA GÓMEZ LAURA ROGER ANA ARIAS
¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES? Hace mucho, mucho tiempo en una ciudad muy lejana, vivían dos amigos Víctor y Mar. Víctor era un chico de unos 6 años que siempre estaba enfadado con todo el mundo excepto con Mar, ella le comprendía, por eso eran muy buenos amigos desde hacía años. Mar, tenía la misma edad que Víctor, es decir 6 años. Mar era egoísta y tramposa, sobre todo en los juegos en equipo, solo pensaba en ella. Todo empezó un día cualquiera, cuando la profesora de historia, la señorita Madeline, les dijo a sus alumnos: CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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-Niños el próximo viernes iremos al Museo de Ciencia e Historia que hay a las afueras de la ciudad. Todos los niños se pusieron muy contentos, excepto Víctor y Mar, que pensaron que la Historia era muy aburrida y que no servía para nada. Iban pasando los días y la visita al museo estaba cada vez más cerca. Todos estaban muy emocionados: - ¡Qué bien sólo quedan dos días!-dijo uno de los niños. - ¡Ya, ya lo sé, qué emoción!-respondió Arnau, uno de sus compañeros de clase. Entonces Arnau, que estaba coladito por Mar, se fue acercando tímidamente a ella y, seguidamente, le preguntó: -¿Quieres ir conmigo en el autocar para ir a la excursión? CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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Mar lo miró con desprecio y le contestó: -No, no des ni un paso más, eres un pringado y no quiero que te acerques más a mí.- dijo Mar. Arnau, disgustado y a la vez sorprendido por la respuesta de Mar se fue escondiendo sus lágrimas. Al día siguiente, en el recreo, Víctor y Mar se pusieron a pensar un plan para no ir a la excursión: -Víctor, ¿qué podríamos hacer para no ir al museo?, es que no me apetece. -Se me acaba de ocurrir una cosa.- dijo Víctor. - Mar, ¿tú crees que si estuviéramos malos nuestros padres nos dejarían ir a la excursión?-dijo Víctor. -Supongo que no ¿por qué lo dices?-le pregunto Mar. CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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-Porque si fingiéramos estar malos nos libraríamos de esa aburridísima excursión.-Dijo Víctor. -Pues claro, ¡qué buena idea que has tenido Víctor! a mí, jamás se me habría ocurrido. -–respondió Mar Al fin llegó, era el día de la excursión. Víctor y Mar fingieron estar malos para no ir al museo, tal y como habían planeado. Pero sus padres ya los conocían; estaban fingiendo y les obligaron a ir. Al llegar al colegio, tuvieron que hacer parejas para subir al autocar, Víctor y Mar se sentaron juntos como siempre. Después de dos largas horas de trayecto por fin se encontraban en el museo. CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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Cuando la monitora del museo empezó a dar una de sus larguísimas explicaciones, ellos se empezaron aburrir y decidieron explorar el museo por su cuenta. Ellos se pensaban que estaban solos en su particular paseo por el museo, pero en verdad había alguien que los estaba espiando. Anduvieron por todo el museo hasta que encontraron una extrañísima máquina. Una máquina muy simple y vieja, era gris y estaba oxidada de arriba abajo; era como una cabina de teléfono, pero no servía para llamar. Al entrar vieron un montón de palancas y botones de todas formas y colores, pero había una palanca en especial, color rojo como la sangre, que les llamó la atención. Y como Víctor era muy curioso, CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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decidió tirar de ella, para ver qué pasaba y para qué servía, y entonces…. Se apagó la luz del museo, todo a oscuras, los niños gritaban como locos. Mientras en la máquina se empezó a formar un agujero negro enorme, que se los tragó a los tres, a Víctor, a Mar y a la persona que los estaba espiando, que al cabo de un rato se dieron cuenta que era Arnau. En cuestión de tres segundos, se encontraban en una ciudad encima de una nube enorme, donde la gente estaba dividida en cuatro grupos: “las gotitas”, “los copitos de nieve”, “los rayos”, y finalmente “los truenos”. Estaban en el futuro. Los niños estaban muy sorprendidos, no sabían qué hacer; entonces se les aparecieron dos gotitas, CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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parecían ser gemelas, casi no se las veía, eran muy chiquititas. Entonces ellas, les dijeron: -¡Hola, bienvenidos a “Nubilandia”! Una ciudad encima de una nube.- les dijo una de las gotitas con voz muy fina. - ¡Habéis tenido suerte!, Ahora, dentro de cinco minutos, va a empezar una gala, donde transformarán a Andrea, la gotita, en un rayo, porque se ha vuelto mala; se va con los malos y les ayuda a destruir la ciudad y por eso no es digna de ser un gotita. El caso es que podremos aprovechar para que os transformen a vosotros también- les explicó una de las gotitas -¿Pero cómo os llamáis?- preguntó Víctor -Yo me llamo Claudia, y esta es mi hermana gemela Mariona, pero ahora, no tenemos tiempo para charlas, debemos CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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darnos prisa, para llegar a tiempo a la gala. Por el camino, Mariona les explicó, que normalmente los copitos de nieve y las gotitas, se llevaban muy bien, ya que las dos tribus eran los buenos de la ciudad. Y lo mismo pasaba con los rayos y los truenos, pero en vez de ser buenos, eran malos. Al llegar a la gala la gente se asustó un poco, porque no estaban acostumbrados a tener humanos en su ciudad, pero reaccionaron enseguida. Allí se distinguían los dos grupos que les contó Mariona, los truenos y los rayos, y las gotitas y los copitos de nieve. Todo el mundo había asistido. En seguida empezó la gala, llegaron justo a tiempo. Cuando llegó el momento de la transformación, apareció CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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la Reina “Nubosa” por una de las entradas que tenía la ciudad; las entradas no eran puertas, si no eran agujeros como por el que habían entrado Víctor, Mar y Arnau. La Reina “Nubosa”, transformó a Andrea en un rayo, como ya hemos contado, y seguidamente, llamaron a Víctor y Mar, para que los transformaran. Mar y Víctor, muy asustados, por lo que iba a ocurrir, fueron hacia donde Reina “Nubosa”, les estaba esperando. Cuando estaban con ella, la Reina “Nubosa”, les dijo: -Ahora, Víctor, Arnau y Mar, os transformaréis, en una de las cuatro tribus, pero para que os transforme debéis poneros en esta caja-. Los tres se metieron dentro, entonces CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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la Reina, dijo unas palabras, mágicas. Al pasar un minuto dentro la caja, Mar y Víctor, salieron de ella. Víctor, se convirtió en trueno, ya que era muy malo, Arnau en un copito blanco de nieve, y, Mar, en una gotita. ¿Cómo podía ser, si ella era mala?, se preguntaron Arnau y Víctor. Se fueron con sus tribus, y les enseñaron su hogar. Pasaron muchos años, y Víctor cambió su amiga por Andrea, ya que los dos eran malos, igual que Mar, cambió su íntimo amigo por Arnau, él estaba muy contento porque parecía estar consiguiendo el corazón de Mar. Arnau y Víctor ya sabían por qué Mar era una gotita, y no un rayo, ella en el fondo era buena, pero las malas compañías, es decir Víctor, le hacía comportarse como si fuera una mala persona. Víctor estaba enfadadísimo con Arnau, porque siempre CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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estaba con Mar pasándolo bien, y eso a él, le molestaba mucho, él creía que Mar le seguía queriendo, como mejor amigo, pero eso no era verdad. Un día muy soleado, Víctor, paseando en busca de Andrea para poder jugar con ella, vio cómo jugaba con Arnau y Mar. Víctor, se puso muy celoso, nunca lo había estado tanto. Entonces, Víctor muy enfadado, fue a buscar a Mar, para poder hablar con ella. Mar, fue con él, y le dijo: -¿Qué es lo que te pasa, te veo muy enfadado?- Pregunto ella. -Nunca pensé que me ibas a traicionar así-respondió Víctor, me has robado mi única amiga. -Yo no te he traicionado, fuiste tú quien me traicionó el día de la transformación, CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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que te fuiste con Andrea, entonces, yo me tuve que buscar a otro amigo, y encontré Arnau, a pesar de sus apariencias, es muy buena persona, no como tú, que siempre teníamos que hacer lo que tu decías, pero, Arnau no, él no es así, y ahora mismo me arrepiento de todo lo que le hecho, y sobretodo aquel día de la excursión, que me preguntó si quería ir con él en el autocar y le dije que no, que era un pringado total, así que vete ahora mismo y déjame en paz-.dijo Mar, y al acabar de hablar se giró y se fue corriendo, para poder jugar con Arnau y Andrea. Mar, le contó todo lo que había sucedido a Arnau, y él muy enfadado, se fue en seguida a casa de los truenos, porque quería hablar con Víctor. Al llegar a la casa, llamó a la puerta, y les pidió a sus compañeros que les dejara hablar con él. Víctor, muy interesado, CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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salió en seguida, al ver que era Arnau, quien quería hablar con él, se puso a refunfuñar por dentro. -¿Qué es lo que quieres niñato?-Le preguntó Víctor. -Vengo a hablar contigo, porque no consiento que hables así a Mar, cuando ella no tiene la culpa, de que seas malo. Estuvieron discutiendo mucho más rato, hasta que Mar llegó a casa de los trueno, para hablar con Víctor, pero resultó verlo hablando con Arnau, entonces Mar quiso ponerse en la discusión, pero Víctor, la cogió del brazo, y, se la llevó dentro de la casa de los truenos. Mar pasó la noche en esa casa, mientras que Arnau, estuvo, toda la noche velando fuera. Cuando salió el sol, Arnau, que ya estaba harto de CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
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esperar, cogió aire y entró en la casa. Él salvó a Mar, de volverse otra vez mala. Mar y Arnau pasaron días sin salir de su casa, tenían miedo a que los volvieran a coger. Entonces ya hartos de esconderse decidieron irse a otra nube con Claudia y Mariona, sus amigas. Entonces Mar descubrió que las apariencias engañan y que lo importante no es el aspecto que tenga una persona por fuera, sino cómo es por dentro y si es buena persona. Para ella Arnau era un pringado y le parecía muy feo, pero en “Nubilandia” lo fue conociendo hasta que se dio cuenta que era la mejor persona que había conocido nunca.
FIN CUENTO ¿HAY CIUDADES ENCIMA DE LAS NUBES?
MIREIA GÓMEZ LAURA ROGER ANA ARIAS
EL MARAVILLOSO MUNDO Erase una vez, hace mucho tiempo, unos niños llamados Matías, Noelia, Miguel y María. Empezaron a caminar hacia las afueras de la ciudad, por esos caminos de hierba seca, y dorada. A ellos les gustaba salir a explorar por las montañas, siempre iban preparados para lo que les pudiera ocurrir. Cogieron todo lo que pudieron de casa: linternas, brújulas, caza mariposas, cantimplora... Tristes, pensaban que no llegarían a ninguna parte, sólo a un campo lleno de flores secas. Cuando de pronto uno de ellos se adelantó y cayó a un pozo. Los amigos se pensaban que había caído al suelo, pero no fue así. El cayó dentro de un lugar y un mundo lleno de felicidad, ellos asustados miraron por
alrededor y vieron un gran agujero que desprendía una gran luz. -¿Matías dónde te has metido?-dijo Noelia. Miguel y María se empezaron a preocupar cuando de pronto grito Noelia. -¡Miguel, María está aquí! Ellos salieron corriendo dirigidos al lugar donde estaba Noelia. -¿Dónde está? aquí no hay nadie? -dijo Miguel. -¡No, no, mirar aquí! -Dijo Noelia Noelia, les señaló el pozo, y al querer acercarse más, todos cayeron dentro de aquel lugar tan extraño. Mientras caían dentro del pozo, escucharon la voz de Matías, ellos fascinados siguieron bajando hacia el mundo fantástico. Ellos nunca habían oído hablar de ese lugar, no sabían ni donde llegarían. Al llegar abajo, vieron a Matías con una gran sonrisa y acompañado de unas grandes mariposas.
Noelia, María y Miguel se tiraron a los brazos de Matías, al ver que estaba bien y feliz. Ellos vieron una cosa extraña pero no sabían qué era. De repente, llegaron unas mariposas con unas alas muy grandes, y agarraron a los niños de las camisetas. Les llevaron a un hermoso palacio, estaban fascinados. Mirando a su alrededor vieron un cartel que ponía “Bienvenido al país de la felicidad.”. Los niños se miraron entre ellos. María y Noelia se dieron la mano porque estaban un poco asustadas. María pensó que debían de volver a casa, pero Miguel dijo: -No, yo no me voy a casa, esto no se ve cada día ya que estamos aquí vamos a quedarnos un ratito más. María y Noelia pensaban todo lo contario, pero pensaban que un poco de razón sí que tenía, entonces los cuatro decidieron ir a ver
cómo era el palacio por dentro. Matías que era al que mandaba en el grupo vio que había unos elfos en la puerta del palacio. Los elfos se acercaron a ellos y les dijeron: -Bienvenidos al mundo de la felicidad, yo me llamo Yedra ¿y vosotros? -Yo Matías, él Miguel, ella María y ella Noelia. –Dijo Matías. El elfo les condujo hasta una sala llena de flores rosas, azules, amarillas, de todos los colores y si te fijabas muy, muy bien había unas hadas pequeñitas y un elfo. El elfo les explicó que estas hadas siempre están trabajando para que todos los niños sean felices. María confusa le preguntó: - ¿Por qué donde vivimos nosotros no hay hadas?
El elfo le contestó: -A las hadas, les gusta estar tranquilas pero lo que más les gusta es ver a todo el mundo feliz. -¿Quién vive en ese palacio tan hermoso?pregunto Noelia. -Vive el rey de los elfos.-respondió el elfo. Seguidamente se dirigieron al palacio. Detrás de aquellas gigantes puertas había muchas hadas, una preciosa cascada de agua mágica etc. El elfo les llevó a la habitación del rey, agradecidamente el rey los recibió con mucho gusto y les ofrecieron comer con ellos, los niños felices respondieron que sí, pero primero estuvieron hablando... A la hora de comer se sentaron todos en la mesa había de primer plato unos macarrones con queso, de segundo un pollo con una buenísima pinta, un acompañamiento de
patatas grandes y de postre un dulce de chocolate los niños se quedaron empachados. Al poco rato de acabar de comer se dirigieron a ver la ciudad de los dulces. Los niños emocionadamente se fueron a verlo, cuando llegaron se quedaron sorprendidos con una cara de felicidad. Cuando las hadas vieron la felicidad de los niños se pusieron muy contentos. Antes de que se fueran el rey de los elfos les regaló a cada uno una piruleta grande y hermosa. Las mariposas vinieron hacia ellos y les llevaron volando hasta arriba del pozo, cuando les dejaron Matías dijo: -Gracias amigos por rescatarme. Todos juntos se dieron un gran abrazo y cada uno se fue a su casa.
El pasado treinta de mayo en un orfanato que se encontraba en un pequeño pueblo de Canadá, había dos niños. Uno de ellos se llamaba Carlos, era rubio con ojos castaños. Se le veía un chico espabilado, inteligente y guapo, era el mejor amigo de Erik otro de los chicos que vivía en el orfanato. Era moreno, tenía los ojos negros, era mentiroso, mal educado y le gustaba Silvia que era una de las niñas que vivía ahí. Silvia era una chica rubia, soñadora, risueña, simpática, guapa y la mejor amiga de Claudia era igual que su amiga Silvia lo único que llevaba dos
coletas, no le gustaba Carlos y era más infantil. Los cuatro se acababan de conocer, no les gustaba mucho la idea de vivir allí encerrados, a Claudia le costó mucho hacerse la idea de vivir sin familiares a su alrededor ya que hacía poco que había perdido a dos familiares y estaba demasiado triste. Entre los tres (Carlos, Silvia y Erik) intentaron olvidar todos los problemas y hacer que el estar en el orfanato sin su hermanito pequeño fuera otra de sus aventuras de la vida aunque no la más divertida…y así fue, entre los tres lo consiguieron. Un día, Carlos decidió escapar y Erik que era su mejor amigo quiso acompañarlo.
Entonces llegó Silvia y le dijo a Carlos que ella y Claudia también se iban con él y Erik. Se decidió que se irían al bosque y no pensaron que en el bosque hay muchos peligros y sin nadie que los cuide. Hicieron un largo viaje lleno de peligros pero cuando llegaron al bosque se encontraron con el mayor problema que tenían, no sabían dónde vivir ni dormir. Entonces Erik dijo que buscaría una cueva confortable y segura donde no hubiera animales pero a Silvia no le gustaba la idea y como a Erik le gustaba Silvia, dijo que su idea era muy tonta y pidió perdón por perder el tiempo. No se les ocurría nada y tuvieron que dormir una noche en el suelo junto hormigas, cucarachas, gusanos…
Un día Carlos propuso que se tendían que volver al orfanato pero entonces llegó otro niño desconocido para ellos que se llamaba Joel era alto, apuesto, inteligente y tenía una fuerza descomunal para levantar troncos y hacer nudos con dianas. Todos aceptaron la idea menos Erik que estaba enfadado porque era endeble y veía que Silvia miraba mucho a Joel, Joel enseñó al grupo su lugar preferido un precioso lago lleno de plantas hermosas y lleno de patos. Empezaron a construir la casa a órdenes de Joel que estaba muy ilusionado pero Erik deseó que se
muriera y que todos unos inútiles que no Carlos que era muy y se lo comunicó al
eran muy tontos y valían para nada, inteligente le escuchó resto del grupo.
Cuando se lo comunicó al grupo no pensó que haría un daño tan grande a Erik. Porque el grupo tomó la gran decisión de abandonar a Erik en el bosque, coger las cosas e irse a un sitio muy lejos para que no les pudiera encontrar. Fueron a la ciudad que estaba a un cuarto de hora de donde estaban para coger un mapa del bosque y así estar más seguros de que no les encontrarían, pero Carlos gran amigo de Erik decidió contárselo todo porqué no quería que su amigo del alma se quedara perdido en el
bosque solo, entonces Carlos y Erik pensaron y pensaron hasta que al final se les ocurrió que podían ir a la ciudad y comprar walkitalki para poder comunicarse entre ellos y Carlos enseñar el camino a Erik. Mientras tanto los demás buscaban una simple escusa para que cuando Erik se fuera del grupo irse sin que se dé cuenta, pero para eso contaban con Carlos que se lo explicarían todo. En la reunión se comentó: -Lo tiramos al río.- dijo Claudia. -No hombre que no lo queremos matar.dijo Joel. Entonces se le ocurrió una idea muy buena a Silvia.
-Y si le decimos que vaya a por comida a la ciudad y mientras va a la compra y vuelve, nos da tiempo de sobra de irnos. – dijo Silvia. Todo el mundo aceptó la idea y le dijeron a Erik: -Erik, por favor, ¿por qué no vas a por comida a la ciudad?-dijeron todos. - Vale.- dijo Erik. Y Carlos le dio el walkitalki a Erik. Mientras Erik se fue a la ciudad el grupo se dispuso a ir hacia el destino que era el bosque del pueblo de Honolulu donde tenían un árbol perfecto donde se podía hacer una casa magnífica, no llovía y había madera de roble que es muy resistente.
Mientras caminaban Carlos le dijo por el walkitalki a Erik: -Te voy dejando marcas rojas por los árboles que hayan, ¿ok?- dijo Carlos. Y Erik le respondió: -Déjalo, tengo nuevos amigos ven tú, que ellos aunque te equivoques te saben perdonar y yo he aprendido de que de los errores se aprende. Y así fue, Carlos dejó sus amigos para estar con otros que lo querían más que él y estaban todos juntos construyendo otra casa muy confortable y segura y en una semana la tenían montada. Fueron a un colegio público y se quedaron toda la vida y si alguien va por el bosque de Honolulu se puede ver a Erik y Carlos
con sus amigos en la preciosa casa del รกrbol.
Irene Fuentes, Anna G贸mez e Isona Sahuquillo 1潞 ESO A
Había una vez un ogro llamado Max, que vivía en una cabaña. Vivía con su inseparable loro que no decía nunca nada. Un día, nada más levantarse, Max y su loro, desayunaron y se fueron a pasar el día en el campo. Decidieron irse a la cabaña del club que estaba en la otra punta del campo. Ya que ese mismo día era la reunión mensual. Pero esta era especial. Mientras que estaban en la reunión ocurrió algo muy extraño. Apareció el hijo del rey, que se llamaba Rok. Todo el mundo, al escuchar su voz cantando, se asustó porque su padre tenía a los ogros apartados del pueblo y se pensaba
que Rok venía a deshacerse de ellos. Pero no era así, porque Rok no se enteró de que ellos estaban allí. Él, simplemente estaba paseando por las afueras ya que se había enfadado con su padre. Cansado de caminar, vio de lejos una pequeña cabaña. Fue corriendo hasta ella y se le ocurrió entrar, para poder coger algo de comida y agua porque llevaba sin comer mucho tiempo. Al entrar, vio que no había nadie. Pero la cabaña estaba completamente equipada. Pensó que esa cabaña era de un forastero. Pero él sabía que los forasteros pasaban muy poco tiempo en sus cabañas. Además era la época de que se fueran.
Los ogros seguían en su reunión a pesar del pequeño susto que se habían llevado. Unos no se paraban de preguntar:-¿Y que hace el príncipe por aquí? Otro dijo:-Él tiene todo el lujo en su enorme castillo, no tiene motivos para rondar por este frío bosque. Mientras tanto, Rok ya estaba acomodado en la cabaña de los ogros. Ya era muy tarde así que Max y su tímido loro, se dispusieron a salir de su escondite e irse a su casa. Los ogros hicieron su camino un poco miedosos ya que el pequeño príncipe podría estar rondando por la cabaña. Pero el príncipe no se enteró porque estaba lejos.
Cuando Max ya se acercaba a su casa, vio una pequeña luz que salía por la ventana de la cabaña. Él, asustado cogió un palo que había justo a su lado y entró. Al entrar se quedó como una piedra (ni respiraba). Al ver al hijo del rey ahí sentado en su cama, le empezó a decir al loro: -¡Pellízcame, que debo estar dormido de tanto caminar! Pero es que al loro no se le movía ni una pluma. Al cabo de 5 minutos, Max comenzó hablar: -¿Pero cómo te atreves a venir aquí donde tu padre nos tiene olvidados y encima te acomodas en mi casa? Rok tampoco sabía qué decir, casi se le había salido el corazón al ver a ese
personaje de sus libros en exclamó: - Perdón no molestar, es que, es que… personaje
la vida real. Rok era mi intención eres igual que el de mis libros.
- ¿No me vengas con tus mentiras, tú sabes tan bien como yo o mejor que tu padre nos tiene aquí olvidados o me equivoco?- respondió Max. -Pues yo lo siento mucho pero te equivocas – contestó Rok. - Yo no sabía nada de eso, nada más te he visto en los cuentos que escribe el escriba de mi padre para mí, por eso estoy aquí. Él y su estúpida educación: él se cree el mejor rey que ha habido y su único hijo tiene que ser mucho mejor que él. Así que lo único que oigo salir de la boca de mi padre es que debo aumentar mis conocimientos, que si esto,
que si lo otro… No aguanto más por eso he decidido escaparme de palacio e irme a explorar el bosque.- dijo Rok - ¿Así que tú no sabías nada? Lo siento no debería haberte gritado así.-dijo Max. - No pasa nada ya estoy acostumbrado, en palacio nada más se escucha mi nombre y no para cosas buenas precisamente… Muchos niños desearían estar en mi lugar, pero yo les prometo que es un auténtico tormento.-dijo Rok. - En ese caso- dijo el ogro. Te dejaré quedarte a dormir. Pero mañana por la mañana te tendrás que ir de mi casa. Rok aceptó y se quedó a dormir esa noche. Al día siguiente, triste, se fue a su palacio. Estaba muy triste al saber que no se podía quedar con su amigo, el ogro y que tenía que quedarse en palacio con su malvado padre.
Así que con la poca ropa de recambio que llevaba Rok, y unos pocos palos que había en el bosque, montó una tienda de campaña. La tienda de campaña estaba justo situada al lado de la ciénaga del ogro. Así que, por la mañana podían estar los dos juntos y a la hora de dormir, cada uno a su cama. Al final con este método se hicieron muy amigos. Durante el día, los tres se iban a pasar el día al bosque y luego por la noche, cenaban juntos. Entre los tres se divertían y se reían mucho. En palacio, su padre lo echó de menos. Así que a los cuatro días de estar Rok fuera de palacio, su padre mandó un pequeño ejército de soldados. Los soldados, revisaron toda la
ciudad en busca del niño excepto el bosque y no encontraron nada. Así que todo el ejército volvió a palacio para decirle al rey que no había rastro de su hijo en toda la ciudad, y también le dijeron que no habían mirado en el bosque. -¿Y qué hacéis? ¿Por qué todavía no habéis mirado en el bosque? ¡Ir corriendo! No hay tiempo que perder!-dijo el rey. Así que todo el ejército, un poco miedoso, fue corriendo hacia el bosque. Estaban asustados porque en el bosque se rumoreaba que habían criaturas fantásticas. Emprendieron el viaje. Después de una larga búsqueda, no miraron todo el bosque ya que habían estado allí todo el día y tenían mucho miedo.
Así que cuando volvieron a palacio, el rey pidió rápidamente explicaciones pero ellos le dijeron: -Lo sentimos alteza, pero no hemos encontrado ni rastro de su hijo en el bosque.la voz le temblaba como los fuertes vientos que hacían por la noche en la ciudad. -¿Cómo os atrevéis a venir a palacio sin mi hijo?-dijo el rey enfadado. De un grito los echó a todos fuera. Y nadie quiso responderle ya que tuvieron mucho miedo. Así que todos le obedecieron y se fueron. Ya había pasado casi un mes y el rey se empezaba a preocupar demasiado, pero Rok y Max estaban de maravilla. El rey se empezó a plantear la pregunta de por qué su hijo se había ido de palacio pero no se le ocurría nada.
El escriba se atrevió a decir: -Alteza, es una simple criatura, puede que haya ido simplemente a vivir las historias que yo escribo para él. No va a poder encontrar nada, son historietas sin ningún sentido, ficticias.-dijo el escriba. Pero eso no era lo que realmente pensaba. En la ciudad, todo el mundo comentaba que el rey había estado siendo muy duro con su hijo. Era un niño de 7 años que estaba en su época de jugar pero su padre lo tenía encerrado en palacio. El rey le respondió al escriba: -No son historietas ficticias. ¿Por qué crees que te hice hacer lo que yo quería y no te di libertad para escribir un cuento para que lo leyese un niño? El escriba dijo:
-Yo pensaba simplemente que usted quería el mejor cuento para su hijo. ¿Eso de que no son ficticias, a qué se debe? Y el rey le empezó a explicar la historia. Pero esta es una historia que debe de estar contada en otra ocasión. Mientras, en el bosque, Max y Rok estaban cogiendo higos de los árboles. Max le dijo a Rok que debía ir a palacio y explicar a su padre como se sentía. Max le repitió una y otra vez que no había estado con los ogros o eso sería el fin de los ogros. Rok, en ese momento estaba enfadado. A la mañana siguiente cuando Max fue a traerle el desayuno, Rok no estaba. En su cara se dibujó una sonrisa alegre pero a la vez preocupada. No se paraba de preguntar si le habría hecho caso o sus intenciones eran otras.
A media tarde, Rok llegó a palacio. Su padre al enterarse, fue corriendo a darle un fuerte abrazo y a pedirle perdón por haberle quitado parte de su infancia, esos días, el rey había estado recapacitando con ayuda del escriba, que ahora era su mejor amigo. El padre le preguntó como había sobrevivido. Rok, en ese momento, recordó las palabras de Max. Y Rok le dijo a su padre: -He sobrevivido gracias a mis nuevos amigos del bosque. El rey le preguntó a su hijo: -¿Y quiénes son esos amigos tuyos? -Unos amigos que tú consideras enemigos pero no los conoces de verdad. El rey sabía perfectamente quién eran esos amigos.
El rey decidió hacer una cosa. A la mañana siguiente, él y su gran amigo, fueron al bosque y liberaron a los ogros. Rok, al ver a los ogros caminar por la ciudad y ver que su padre no había estado en todo el día, se imaginó que había pasado. Así que solamente al verlo fue a darle las gracias. Todo el mundo, apreció a los ogros y aprendieron que no importaba su aspecto exterior si no el interior y que las personas tenían derecho a una segunda oportunidad y que tienen derecho a cambiar. Y todos fueron felices conviviendo todos juntos.
Montse Torices Curso 2011-2012