Rodríguez gonzález martiño la teoría familiar sistémica de bowen avances y aplicación terapéutica

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Martiño Rodríguez-González Mariana Martínez Berlanga

Martiño Rodríguez-González Licenciado en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela, fue premio extraordinario y está ÿ nalizando su tesis doctoral sobre la relación entre Diferenciación del Self, salud, estrés y ajuste marital. En 2010 realizó una estancia de investigación en el Bowen Center for the Study of the Family. Desde entonces mantiene abiertos diversos proyectos de colaboración con profesores vinculados a este centro. Es terapeuta familiar y miembro de la AEI+DTF.

Mariana Martínez Berlanga Doctora en Psicología Clínica y terapeuta familiar, es miembro del claustro de profesores y coordinadora de la Clínica del Bowen Center for the Study of the Family, donde trabaja con individuos, parejas y familias. La Dra. Mariana es, además, profesora en el departamento de Psicología de la University of Maryland Baltimore County, Maryland (EE. UU.), y fundadora de la clínica privada Bethesda Family ˜ erapy.

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica

Es una obra indispensable para psicólogos, terapeutas familiares y todos aquellos que en su quehacer profesional trabajan con familias. Para quienes están en formación en el terreno de la salud mental, marcará para siempre su manera de ver y entender al ser humano y sus relaciones. Asimismo, a quienes no se dedican profesionalmente al trabajo con familias les mostrará un nuevo modo de pensar y analizar la realidad, en su propia vida y en su familia.

M. Martínez Berlanga

Este es el primer libro en castellano que recoge los avances más recientes y las aplicaciones a la práctica clínica de la Teoría familiar sistémica de Murray Bowen (TFSB). El Dr. Bowen (1913-1990), psiquiatra estadounidense y uno de los pioneros en el campo de la terapia familiar sistémica, fue el creador de una revolucionaria teoría para la comprensión del funcionamiento familiar. Los autores, todos vinculados con el Bowen Center for the Study of the Family (Washington, D.C., EE. UU.), fundado por Bowen en 1975, presentan la teoría actualizada y las investigaciones de vanguardia que la sustentan, mientras permanecen ÿ eles a sus fundamentos. Con un estilo claro y accesible, recogen los resultados de la re° exión y el debate de las últimas décadas sobre el aspecto teórico, la aplicación a la práctica clínica y la investigación en torno a esta línea de pensamiento.

M. Rodríguez-González

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica Martiño Rodríguez-González Mariana Martínez Berlanga


La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica

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La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica Martiño Rodríguez-González Mariana Martínez Berlanga

MADRID - BOGOTÁ - BUENOS AIRES - CARACAS - GUATEMALA - LISBOA MÉXICO - NUEVA YORK - PANAMÁ - SAN JUAN - SANTIAGO - SÃO PAULO AUCKLAND - HAMBURGO - LONDRES - MILÁN - MONTREAL - NUEVA DELHI - PARÍS SAN FRANCISCO - SÍDNEY - SINGAPUR - ST. LOUIS - TOKIO - TORONTO


La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión por ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Derechos reservados © 2015, respecto a la primera edición en español, por: McGraw-Hill/Interamericana de España, S.L. Edificio Valrealty, 1.a planta Basauri, 17 28023 Aravaca (Madrid) ISBN: 978-84-481-9492-5 Obra original: La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica © 2015, respecto a la primera edición en español, por McGraw-Hill Interamericana de España, S.L. ISBN edición original: 978-84-481-9489-5

Editora: Cristina Sánchez Sáinz-Trápaga Director Gerente Universidad y Profesional: Norberto Rosas Gómez Director General España y Portugal: Álvaro García Tejeda Diseño de cubierta: Paula Requena © Fotografía de cubierta: Miguel Castaño García Composición: www.dfrente.es


Contenido

Sobre los autores .............................................................................................VII Prólogo ........................................................................................................... XIII Primera parte. Teoría e investigación ................................................................. 1 1. La teoría familiar sistémica de Murray Bowen ................................................. 3 1. Introducción ............................................................................................ 3 2. Diferenciación del Self ............................................................................. 7 3. Los triángulos ....................................................................................... 15 4. El proceso emocional de la familia nuclear .............................................. 18 5. El proceso de proyección familiar............................................................ 22 6. El proceso de transmisión multigeneracional ........................................... 24 7. El corte emocional ................................................................................. 27 8. La posición entre hermanos ................................................................... 30 9. El proceso emocional en la sociedad....................................................... 32 10. Conclusiones......................................................................................... 34 Referencias bibliográficas ...................................................................... 35 2. Teoría de Bowen y neurociencia ................................................................... 37 1. Introducción .......................................................................................... 37 2. Las nuevas ideas introducidas por Bowen ............................................... 39 3. La interacción entre la emoción y el intelecto: Bowen y la neurociencia moderna ........................................................... 41 4. La familia como unidad emocional, la transmisión multigeneracional y la investigación epigenética ................................................................. 49 5. Conclusión: ¿qué relevancia tiene esto para el terapeuta en la práctica clínica? ............................................................................ 56 Referencias bibliográficas ...................................................................... 57 3. Teoría de Bowen e investigación empírica ..................................................... 61 1. La Diferenciación del Self: concepto, investigación y universalidad ........... 62 2. Campos de interés para futuras investigaciones basadas en la Teoría de Bowen ............................................................................ 69 3. La importancia de la Teoría de Bowen para la intervención y la investigación translacional ............................................................... 78 4. Conclusiones......................................................................................... 83 Referencias bibliográficas ...................................................................... 84


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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Segunda parte. Evaluación y aplicación clínica ................................................. 95 4. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen..................................... 97 1. Evaluación familiar y Teoría de Bowen ..................................................... 97 2. Los hechos como pistas del proceso emocional familiar ........................... 99 3. Evaluación de los síntomas .................................................................. 101 4. Evaluación de la capacidad para la autonomía emocional dentro del sistema familiar ................................................................... 103 5. Evaluación del proceso emocional de la familia nuclear .......................... 107 6. Evaluación de la posición entre hermanos ............................................. 114 7. Evaluación de los triángulos ................................................................. 118 8. Evaluación del corte emocional ............................................................. 122 9. Evaluación de la estabilidad y la accesibilidad familiar ........................... 125 10. Evaluación de la adaptabilidad de la familia al estrés ............................. 128 11. Evaluación de la ansiedad crónica......................................................... 138 12. Evaluación familiar y terapia familiar ..................................................... 141 13. Evaluación familiar e investigación clínica .............................................. 150 14. Conclusión .......................................................................................... 154 Referencias bibliográficas .................................................................... 154 5. Aplicaciones clínicas de la Teoría de Bowen ............................................... 155 1. El objetivo de la terapia basada en la Teoría de Bowen: La Diferenciación del Self ..................................................................... 156 2. Trayectoria de una terapia fundamentada en la Teoría de Bowen ............. 158 3. Principios básicos de la terapia basada en la Teoría de Bowen................ 161 4. La función del terapeuta....................................................................... 172 5. Aspectos prácticos en la terapia ........................................................... 174 6. Comentarios finales ............................................................................. 178 Referencias bibliográficas .................................................................... 178 6. Entrevistas a profesores del Centro Bowen ................................................. 181 1. Introducción – Mariana Martínez Berlanga ............................................. 181 2. Índice del anexo .................................................................................. 181 7. Guía de evaluación familiar ........................................................................ 211 8. Cuestionarios de eventos vitales estresantes ............................................. 227


Sobre los autores

Martiño Rodríguez-González Es premio extraordinario en Psicología por la Universidad de Santiago y está realizando su tesis doctoral investigando sobre la relación entre Diferenciación del Self, salud, ciclo vital y ajuste marital. En 2010, realizó una estancia de investigación en el Bowen Center for the Study of the Family (Georgetown; Washington, D. C.). Desde entonces mantiene contacto con este centro y una relación directa de colaboración con la Dra. Mariana Martínez (Bowen Center) y con Elizabeth Skowron (Oregon University). Es miembro de la Asociación Española para la Investigación y el Desarrollo de la Terapia Familiar (AEI+DTF), la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar (FEATF) y la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas (FEAP). Terapeuta familiar acreditado y coautor, con Michael E. Kerr, de «Introducción a las aplicaciones de la Teoría Familiar Sistémica de Murray Bowen a la terapia familiar y de pareja» (Cuadernos de terapia familiar). Ha impartido varios seminarios específicos sobre la Teoría de Bowen en diversos másteres de universidades españolas, y presentado pósteres y comunicaciones en relación con su investigación sobre la Diferenciación del Self en los congresos de la AEI+DTF y la International Family Therapy Association en Holanda y Eslovenia. Daniel V. Papero Doctor en Lenguas Germanas y Máster en Trabajo Social, es parte del claustro de profesores del Bowen Center for the Study of the Family desde 1982. Durante estos 30 años en el Centro Bowen ha tenido diversas funciones, entre ellas, ser el director del programa de posgrado, de la clínica, del programa de internado para entrenamiento de terapeutas, del plan estratégico y ser miembro del consejo editorial de la revista Family Systems. El Dr. Papero es autor del libro Bowen Family Systems Theory, frecuentemente usado como libro de texto en distintos programas de formación. Su contribución al enriquecimiento de la Teoría de Bowen ha sido muy amplia, habiendo escrito numerosos artículos y capítulos de libros, y dirigido cursos y conferencias en Estados Unidos y en otros países del mundo. Además, el Dr. Papero asesora a negocios y organizaciones en la comprensión del lugar de trabajo desde el pensamiento sistémico y tiene una consulta privada en la que atiende a familias.


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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Elizabeth A. Skowron Es profesora asociada de Counseling en la Universidad de Oregón, e investigadora principal de un proyecto financiado por el NIMH (National Institute of Mental Health, EE.UU.), sobre la competencia parental y sus consecuencias en la capacidad de regulación y el comportamiento infantil en familias de alto riesgo. Realizó su licenciatura en Psicología en la Ohio State University y su doctorado en Asesoramiento Psicológico en la SUNY Albany, donde estudió los sistemas familiares y el proceso de terapia familiar. Después de una estancia predoctoral en el Palo Alto VA Medical Center, realizó una estancia posdoctoral en Psicología Clínica Infantil en la Univeristy of California, San Francisco’s Langley Porter Psychiatric Institute, en la que participó en la Irving B. Harris-funded Child Trauma Project en el San Francisco General Hospital (siendo directora la Dra. Alicia Lieberman), evaluando la psicoterapia basada en el apego paterno-filial en madres y niños preescolares de familias con problemas de violencia. Completó su formación posdoctoral en la Teoría de Bowen bajo la dirección del Dr. Michael E. Kerr en el Bowen Center for the Study of the Family. La Dra. Skowron es experta en los sistemas familiares y las aproximaciones interpersonales y dinámicas a la intervención, y está particularmente interesada en la neurobiología de los padres de familias de riesgo, la Diferenciación del Self (i. e., autonomía y apego), la autorregulación y, en general, en todo lo que tiene relación con la forma en que la familia puede potenciar la competencia infantil. Actualmente, es investigadora en el Prevention Science Institute de la Universidad de Oregón, y dirige el Grado de especialización en prevención (Prevention Science). John J. Van Epps Máster en Educación y psicoterapeuta en el Center for MindBody Health en Salt Lake City (Utah, EE.UU.). Está finalizando su tesis doctoral en Asesoramiento Psicológico en la Pennsylvania State University. Además de sus estudios de doctorado, ha completado el programa de formación de posgrado de tres años en el Georgetown Family Center for the Study of the Family, siendo su supervisor principal el Dr. Michael Kerr. Sus líneas de investigación incluyen los sistemas familiares, el desarrollo en las etapas de la infancia y la adolescencia, las emociones y la regulación psicológica a lo largo del ciclo vital. Sus intereses clínicos incluyen, aunque no únicamente, las cuestiones interpersonales, las estrategias de regulación emocional y en general los temas relacionados con la familia. Elizabeth A. Cipriano-Essel Doctora en Desarrollo Humano y Estudios Familiares por la Pennsylvania State University. Actualmente, está realizando un Fellow posdoctoral en el Laboratorio de Sistemas Familiares del Child Study Center de la Penn State University. En su investigación estudia los efectos del maltrato infantil y de los procesos parentales en el desarrollo de la capacidad de autorregulación en los niños. Su planteamiento de investigación gira en torno a la comprensión del modo en que las características individuales de los niños


Sobre los autores

(como son el temperamento o la fisiología simpática), los factores ambientales próximos (sus padres, la exposición a la violencia, etc.) y la misma interacción entre estos dos aspectos, influyen en el Self y en el desarrollo de la regulación emocional tanto en el presente como a largo plazo, comparando poblaciones normativas y de alto riesgo. Petra L. Woehrle Máster en Educación y doctora en Asesoramiento Psicológico por la Pennsylvania State University. Sus intereses clínicos y de investigación incluyen el funcionamiento sistémico familiar, las estrategias de regulación emocional y la psicoterapia interpersonal. Su investigación actual se centra en la comprensión de la transmisión intergeneracional de los procesos interpersonales, con un énfasis especial en la exploración del modo en que los comportamientos parentales se transmiten entre generaciones en familias de alto riesgo. Randall T. Frost Randall T. Frost, pastor presbiteriano, es director del área educativa y de investigación del centro Living Systems en Vancouver, British Columbia (Canadá). Esta institución ofrece servicios de terapia individual, de pareja y familiar, así como un programa de entrenamiento para terapeutas e investigadores basado en la Teoría de Bowen. El reverendo Frost cuenta con más de 30 años de experiencia en la aplicación de la Teoría de Bowen en su trabajo como terapeuta familiar y consejero pastoral. Mantiene una relación directa con el Bowen Center for the Study of the Family desde 1975, año en el que inició sus estudios con el Dr. Bowen bajo la supervisión del Dr. Michael Kerr. Ha participado en numerosos eventos académicos, a nivel nacional e internacional, publicando y presentando su trabajo e investigación en torno a la Teoría de Bowen, especialmente sobre la sistematización, para fines clínicos y de investigación, de los procesos de evaluación de las familias. Mariana Martínez Berlanga Es miembro del claustro de profesores del Bowen Center for the Study of the Family, terapeuta asociada y coordinadora de la clínica que alberga esta institución. Ha sido coordinadora y presentadora de varios programas de radio y TV relacionados con el bienestar y desarrollo de las familias; entre ellos «Historias de Todos» en Radio Red, Ciudad de México, y actualmente «Family Matters» televisado por la University of District of Columbia en colaboración con el Centro Bowen. Es doctora en Psicología Clínica con especialidad en infancia y familia por la California School of Professional Psychology, Alliant International University de San Diego, California (EE.UU.). Ha dedicado parte de su actividad profesional al ámbito escolar, especialmente a la etapa preescolar, lo que le ha dado la oportunidad de observar e interactuar con multitud de familias en un contexto no clínico. En la actualidad, además de su implicación en el Centro Bowen, es profesora en la University of Maryland Baltimore County (UMBC), en Maryland, y tiene una consulta privada en Bethesda.

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Systems therapy does not remake what nature created, but through learning how the organism operates, controlling anxiety, and learning to better adapt to the fortunes and misfortunes of life, it can give nature a better chance. La terapia sistémica no reinventa lo que la naturaleza ha creado, pero si por medio de ella se logra conocer cómo operan los organismos, controlar la ansiedad y aprender a adaptarse mejor a los momentos afortunados y desafortunados de la vida, la terapia estaría dando a la naturaleza más probabilidades de éxito. Murray Bowen Family Therapy in Clinical Practice (1978, p. 410)



Prólogo

En un reciente artículo publicado en España sobre las aplicaciones a la terapia familiar de la Teoría de Bowen se dice lo siguiente: «Murray Bowen estableció en la década de 1940 y 1950 las bases para el desarrollo de una nueva teoría del comportamiento humano que pudiese entrar en relación con los descubrimientos de otras ciencias reconocidas. Para ello, basó cada concepto de su Teoría en hechos demostrados sobre el funcionamiento emocional del ser humano, no en elementos subjetivos. Bowen señaló que aquellos que le siguieran debían mantener la Teoría abierta a ser modificada por los nuevos descubrimientos que mostraran las inconsistencias de esta. Con esto en mente, en los próximos años continuaremos atentos, no solamente a los nuevos descubrimientos clínicos, sino también prestando especial atención a la investigación procedente de otras ciencias (Epistemología, Biología, Neurología…), que puede apoyar o refutar la forma en que la Teoría está construida en la actualidad. La Teoría Familiar Sistémica de Bowen está sólidamente cimentada, pero no sobre una roca. Algunos conceptos deben ser modificados y nuevos conceptos incluidos» (Rodríguez-González y Kerr, 2011; p. 14). Aunque Rodríguez y Kerr hicieron esta afirmación refiriéndola al futuro, desde que Murray Bowen planteó por primera vez su Teoría se han realizado numerosas investigaciones empíricas y clínicas alrededor de sus hipótesis, que nos permiten recoger hoy en este libro algunas nuevas ideas, reflexiones teóricas y aplicaciones prácticas. Con esta publicación buscamos hacer dos aportaciones al lector. En primer lugar, ofrecer una introducción sintética y clara a la Teoría Familiar Sistémica de Murray Bowen (TFSB) y a sus aplicaciones a la práctica clínica con familias. Esta dimensión del libro, recogida en los capítulos primero y último, puede ser de gran utilidad tanto para quien se acerca por primera vez a la Teoría como para quien, conociéndola, desea consolidar su comprensión. En segundo lugar, el libro ofrece algunos avances en el desarrollo de la TFSB relacionados con el aspecto teórico y la conexión con otras ciencias (Daniel V. Papero, Capítulo 2), la evaluación clínica (Randy Frost, Capítulo 4) y la investigación empírica utilizando los conceptos de esta Teoría (Elizabeth Skowron, Capítulo 3). Esta segunda vertiente convierte a este libro en una aportación relevante y novedosa para quienes ya trabajan desde la perspectiva de Bowen, además de contribuir a la continuación del debate y la reflexión sobre ella, resolviendo algunas preguntas pero abriendo muchas otras.


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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Los capítulos relacionados con los avances en la Teoría de Bowen (Capítulos 2 y 3) demuestran, así mismo, la fidelidad de quienes la han continuado desarrollando, poniéndose a la altura del reto que Bowen planteó desde los inicios de su trabajo: ¡Mantened abierta la Teoría! A través de este libro editado en español, cuyos capítulos son todos inéditos, se pretende acercar la Teoría de Bowen y algunos de sus avances a un público no acostumbrado a la lectura en lengua inglesa, siendo este el idioma principal en el que se han hecho publicaciones sobre este tema. Los autores de los diferentes capítulos son reconocidos expertos en la Teoría de Bowen, que han escrito estos capítulos ad hoc para este libro, y cuyas ideas y conclusiones, en algunos casos, se plasman por escrito por primera vez. Breve apunte histórico Este libro habla de la Teoría de Bowen y de sus avances y aplicaciones, pero antes de comenzar es conveniente hacer un breve apunte histórico sobre dónde y cuándo nace esta Teoría. Murray Bowen (1913-1990) nació en Waverly, Tennessee (EE.UU.) y fue el mayor de cinco hermanos. Estudió Medicina y durante su práctica profesional en el contexto de la Segunda Guerra Mundial creció su interés por la Psiquiatría, disciplina que comenzó a estudiar en 1946 en la Menninger Foundation (Topeka, Kansas, EE.UU.). En el año 1951, Bowen se hace cargo de una pequeña unidad de la Menninger Clinic de Topeka, y se orienta a buscar en la familia los posibles orígenes de la esquizofrenia, como lo estaban haciendo muchos de los que, posteriormente, serían pioneros en el desarrollo de las teorías familiares sistémicas. En este centro y después, de 1954 a 1959, en el NIMH (National Institute of Mental Health) de Washington D. C., Bowen entra en contacto con las familias de los pacientes que trata y las incluye en su trabajo. Es en este contexto donde nacen las primeras ideas fundacionales de su Teoría, como el concepto de «masa indiferenciada del Self familiar» (Kerr y Bowen, 1988). Aunque su Teoría nace en la década de los cincuenta, no es hasta los sesenta cuando Bowen comienza a darla a conocer. Lo hará a través de la publicación del artículo The use of family theory in clinical practice (1966) y de la presentación en el Congreso sobre metodología de la investigación en terapia familiar organizado por James Framo en Filadelfia (1967), inicialmente publicada como un artículo anónimo en las memorias del Congreso y, posteriormente, como On the Differentiation of the Self. En 1959, abandona el NIMH para convertirse en profesor del Departamento de Psiquiatría de la Georgetown University, en Washington D. C., donde dirigirá el Programa de Familia y fundará años más tarde, en 1975, el Georgetown Family Center for the Study of The Family (también llamado Bowen Center o Bowen Family Center). Bowen muere en 1990 y el Georgetown Family Center se establece como referente de su herencia teórica, guardián de su comprensión profunda y adecuada interpretación, y punta de lanza para continuar el desarrollo de la TFSB.


Prólogo

En 31 años de trabajo en Georgetown, Bowen contó con muchos colaboradores y discípulos. Algunos de los más relevantes fueron Philip Guerin y Thomas Fogarty, que se formaron con Bowen en los años sesenta, trasladándose posteriormente al Centro de Estudios de la Familia de Einstein, en Nueva York, donde formaron a Betty Carter, Monica McGoldrick, Ed Gordon, Eileen Pendagast y Katherine Guerin, entre otros. Michael E. Kerr fue, como Fogarty y Guerin, residente de psiquiatría del programa de la Georgetown University que dirigía Bowen. Kerr fue el que permaneció en colaboración directa con Bowen, pasando a ser su principal discípulo y el único que llegó a publicar una obra conjuntamente con él, Family Evaluation, en 1988. Así mismo, ha sido Kerr el principal referente de la Teoría de Bowen tras fallecer este, convirtiéndose en el director del Georgetown Family Center en 1990, cargo que ha ocupado hasta enero de 2011. En ese momento, el Dr. Kerr pasó a ser director emérito y le sustituyó la Dra. Anne McKnight, directora actual del Centro Bowen. Relevancia y actualidad de la Teoría de Bowen Tras la muerte de Bowen, en torno al Georgetown Family Center se congregan todos aquellos profesores y discípulos que habían colaborado directamente con él y continúan el desarrollo de su legado, conscientes de que lo planteado por Bowen en su vida requiere aún mucha reflexión, investigación, debate y contrastación empírica. Como fuentes esenciales para este desarrollo quedan, entre otros, materiales audiovisuales (vídeos de sesiones clínicas dirigidas por Bowen y algunas clases magistrales en las que explica su Teoría), pero principalmente sus escritos, condensados en dos publicaciones: Family therapy in Clinical Practice (1978), recopilación de todo lo publicado por Bowen a lo largo de su vida, y Family Evaluation (1988), su obra conjunta con Michael E. Kerr. Desde su creación, el Georgetown Family Center genera, a través de su programa de posgrado (al que acuden un buen número de alumnos de diversas partes de EE.UU. y de otros países del mundo) y por medio del trabajo de su claustro de profesores, una línea creciente de clínicos, teóricos e investigadores que trabajan desde la Teoría de Bowen y que, progresivamente, han ido creando otros centros de investigación y terapia en diversos lugares de EE.UU. Así mismo, desde 1980, profesores de diversas universidades, principalmente estadounidenses pero también de otros países,1 se han interesado por la Teoría de Bowen y realizan investigaciones para contrastar sus conceptos e hipótesis. Si revisamos las bases de datos PsycINFO y Family and Society Studies Worldwide, limi1 Universidades estadounidenses en las que se realiza o se ha realizado investigación basada en la Teoría de Bowen serían: Penn State University, Ohio State University, Alliant International University, Texas Woman’s University, SUNY University, University Maryland, New York University, US International University, California State University, Adelphi University, University of Mississippi, University of Denver, Florida International University, Capella University, Seton Hall University, Georgia State University, Seattle Pacific University, University of Akron, California State University, Indiana University, University North Dakota, University of Iowa, Ball State University, University Louisiana at Monroe, University of Houston. Señalar también, como universidades no americanas en las que se realiza investigación sobre la Teoría de Bowen: Universidad Nacional Autónoma de México (México), Universidad de Chile (Chile), Universidad de Haifa (Israel), Universidad Pontificia de Comillas (España) y Universidad de Santiago de Compostela (España).

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

tando la búsqueda al periodo de 1990 (año en que Bowen fallece) a 2013, podemos encontrar: 71 tesis doctorales que contienen en su título el término «Diferenciación del Self» y 132 artículos con el término «Bowen» y «familia» en el abstract. Algunas de las conclusiones a las que llegan estas investigaciones son: • Mayores niveles de Diferenciación del Self predicen grados más elevados de salud y/o ajuste psicológico (siete artículos). • Un mayor nivel de Diferenciación del Self correlaciona con menores niveles de ansiedad (nueve artículos). • Diversos artículos encuentran relación entre el nivel de Diferenciación del Self y las variables identidad, intimidad o estrategias de afrontamiento. En cuanto a su relevancia e interés clínico, muchos terapeutas familiares, particularmente en EE.UU., han adoptado la TFSB como su perspectiva teórica central para el desarrollo de su terapia (Miller, Anderson y Keala, 2004). Sin embargo, en Europa y en Latinoamérica es muy poco conocida, existiendo algunos centros que trabajan desde esta perspectiva en Suecia y Alemania. En relación con España, la gran mayoría de quienes se dedican a la terapia familiar desde la orientación sistémica conocen la existencia de la Teoría de Bowen. Sin embargo, no hay terapeutas realmente formados en ella, ni tampoco ningún centro de referencia que pueda ofrecer una formación en la Teoría de Bowen o terapia desde esta orientación. Durante los últimos 25 años han acudido al Georgetown Family Center de Washington D. C. tres personas de España. De ellas, dos eran personas procedentes de la empresa privada, con interés en aplicar la Teoría de Bowen a las organizaciones en las que están involucrados. En México, la situación es similar a la de España. La mayoría de los terapeutas familiares conocen la existencia de la Teoría. Generalmente, la conciben como parte de los esfuerzos realizados en los inicios de la terapia familiar a mediados del siglo XX, pero se conoce poco de su desarrollo posterior. Muchos han incorporado algunas de las ideas originales de Bowen, como la utilización del diagrama familiar o la visión multigeneracional, pero sin ubicarlas en la Teoría de Bowen y sin abrazar la Teoría en su totalidad. Esto puede explicarse, en parte, por la falta de material bibliográfico en español. En cuanto a alumnos mexicanos en el Georgetown Family Center, han participado cuatro personas en los últimos años. La Teoría de Bowen también está presente en otros lugares del mundo hispanohablante como Chile, Colombia y República Dominicana. La pregunta que surge una y otra vez cuando se utiliza una teoría desarrollada en un contexto cultural específico es la siguiente: ¿es posible generalizar estas ideas a otro contexto cultural? Bowen planteó la universalidad de sus postulados, y existen experiencias y algunas investigaciones que nos indican que la Teoría de Bowen puede aplicarse en diferentes culturas. Ello le da un valor especial y ha sido una razón más para desarrollar este proyecto, pues creemos que esta Teoría puede ser útil y enriquecedora para terapeutas de muy diversas culturas.


Prólogo

La difusión de la Teoría de Bowen nos permitirá, además, contribuir a contrastar definitivamente la hipótesis de su validez transcultural, en un momento histórico en el que contar con principios teóricos válidos para el trabajo en diferentes países, con parejas2 transculturales o con inmigrantes, tendría un enorme valor y trascendencia. Sobre este libro Lo expuesto hasta el momento pone de manifiesto la necesidad de contar con publicaciones que conecten el trabajo realizado en torno a la Teoría de Bowen en EE.UU. con la comunidad científica hispanohablante. Este libro nace justamente, y en primer lugar, de nuestro deseo de colaborar en la construcción de este puente y acercar a Bowen a España y a toda Hispanoamérica. Los coordinadores de esta obra procedemos de España y México, tenemos una relación directa con el Bowen Family Center, y compartimos el interés por dar a conocer la Teoría de Bowen, continuar profundizando en ella y potenciar su desarrollo. Deseamos también nosotros, no solo mantenernos abiertos a la constante revisión, modificación y ampliación de la Teoría, sino favorecerlas. Este libro es una muestra de todo ello. Este libro surge también como nuestra particular respuesta ante la dificultad para encontrar bibliografía en español sobre la Teoría de Bowen. Su obra principal, «La terapia familiar en la práctica clínica», fue traducida y publicada por la editorial Desclée De Brouwer, pero hace años que se encuentra totalmente agotada. Muchos nos preguntan y no tenemos referencias que poder darles.3 El Centro Bowen ha realizado un nuevo índice de términos para esta obra imprescindible, que esperamos pueda ser un incentivo para una nueva tirada de «La terapia familiar en la práctica clínica» en español. En segundo lugar, este libro surge de nuestro trabajo de investigación y reflexión teórica, de nuestro quehacer profesional como terapeutas, pero también de la colaboración y apoyo de muchas personas sin las que no hubiera sido posible llevar esta obra a buen puerto. 2 Aprovechamos la aparición en el texto del término «parejas» para hacer una indicación general sobre el libro. Bowen utiliza habitualmente en sus escritos los términos spouse (esposo/a), y marriage (matrimonio). Los términos matrimonio, esposo/a, cónyuge, marido/mujer y pareja, deberán ser entendidos a lo largo de todo el libro siempre como una referencia genérica a una pareja estable, tenga este compromiso un reflejo jurídico o no lo tenga. Es decir, la utilización de un término u otro no intentará reflejar una diferencia, salvo que el contexto concreto en el que aparezca lo explicite claramente, entre parejas casadas o no casadas. 3 Actualmente, la única obra sobre la Teoría de Bowen que puede adquirirse en español es «De la familia al individuo. La diferenciación del sí mismo en el sistema familiar», publicada por Paidós. En ella encontramos una parte de los textos de la obra de Bowen «Family Therapy in the Clinical Practice». Se trata de una compilación realizada por Andolfi y De Nichilo, traducido al italiano y luego al español. En inglés, podemos encontrar la colección completa de los escritos y cartas de Bowen, incluidos los no publicados, en el National Library of Medicine del NIH (EE.UU.). La biblioteca del Centro Bowen también contiene la práctica totalidad de los documentos y cartas que Bowen escribió. Y, más recientemente, también en inglés, se ha puesto en marcha el proyecto The Murray Bowen Archives Project of Leaders for Tomorrow, cuyo objetivo es garantizar que se conservan todos los escritos del Dr. Bowen. Su web oficial es www.murraybowenarchives.org.

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Este libro no habría nacido sin el apoyo, el ánimo y el impulso del Dr. José Antonio Ríos González, fundador y director de Stirpe (Centro de Diagnóstico y Terapia Familiar) y presidente de honor de la Asociación Española de Investigación y Terapia Familiar (AEI+DTF). ¡Gracias, José Antonio! José Antonio, maestro del arte de la terapia, pero sobre todo maestro de la vida: quiero darte las gracias personalmente por este regalo. Como siempre, tu curiosidad, tu deseo de seguir aprendiendo, tu altura de miras y tu afecto sincero por las personas, te han llevado a animarme a escribir una obra que ha provocado lo que desde hace varias décadas llevas generando en tantos que llegan a tu clase, tu consulta y tu vida: crecimiento. Gracias por empujar a los jóvenes... Martiño A la generosidad y apertura de muchos maestros de asignatura y de vida que han nutrido mi curiosidad por el saber. Este libro es, en parte, resultado de la confianza que todos ellos han depositado en mí y de su interés por mi formación y desarrollo. Este libro representa el inicio de una aventura que ya se perfila rica y apasionante. ¡Sigamos! Mariana Como coordinadores, queremos manifestar un agradecimiento muy especial a todos los autores que han participado en esta obra: gracias por haber aceptado nuestra invitación, gracias por vuestra generosidad y vuestro trabajo, por compartir vuestros conocimientos, pensamientos, reflexiones, experiencias… Gracias a Vicky Rodríguez, por las horas dedicadas a la traducción; por su rigurosidad, su meticulosidad y su trabajo en equipo con nosotros como coordinadores. Al Bowen Center for the Study of the Family, por haber continuado desarrollando la Teoría de Bowen y ser testigo de su legado. Por compartirlo con nosotros. Gracias a nuestras familias, por cada hora que nos han regalado para poder dedicarla a este libro y por todo su apoyo. Gracias a todos los que han colaborado de cualquier modo para que este proyecto saliese adelante. Gracias a todos ellos podemos ahora ofrecer al lector el libro que tiene entre manos: La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica. Muchas gracias.

En Lugo, España, 3 de septiembre 2014 Martiño Rodríguez-González En Georgetown, Washington D. C., EE. UU, 3 de septiembre 2014 Mariana Martínez Berlanga


A mis padres, Fernando y Rosamaría, siempre presentes. A mi esposo, Antonio, inspiración y apoyo. A mis hijos, Antonio, Sofía y Rodrigo, fuente de alegría. M. M. B.

A Inmaculada, mi mujer, mi hogar. M. R.-G.



Primera parte

TeorĂ­a e investigaciĂłn



CAPÍTULO

La teoría familiar sistémica de Murray Bowen Martiño Rodríguez-González

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1. Introducción Murray Bowen4 es el padre de una de las escuelas teóricas que conforman lo que hoy conocemos como teorías familiares sistémicas, entre las cuales podemos identificar nombres tan importantes para el desarrollo de la Psicoterapia como los de Bateson, Jackson, Ackerman, Whitaker, Minuchin, Watzlawick, Selvini Palazzoli, Haley, Virginia-Satir… Hanna y Brown (1998), que clasifican los modelos teóricos sistémicos en cinco grupos (estructural, estratégico, intergeneracional, experiencial y contemporáneo), ubican la Teoría de Bowen entre los modelos intergeneracionales, porque conceptualiza a las familias y sus problemas «en términos de dinámicas psicológicas transmitidas de generación en generación» (Hanna y Brown, 1998; p. 29). Para poder encuadrar la Teoría de Bowen dentro de las teorías sistémicas, podemos recurrir también a la tradicional clasificación de Sluzki, quien considera que, en el campo de la terapia familiar, todos los modelos pueden incluirse en una de estas tres orientaciones: modelos centrados en el proceso, modelos estructurales y modelos históricos o centrados en la visión del mundo. Estos últimos, en los que Sluzki ubica a Bowen, considerarían que «las interacciones están siempre enmarcadas en un contexto simbólico, rico y bastante estable propio de la condición humana, que recuerda a los participantes como la realidad debería ser construida y crea, establece y recuerda las reglas familiares. De hecho, cada miembro de la familia se define como tal, como miembro de una familia en particular, porque él o ella comparten con el resto una manera bastante específica de organizar la realidad, una ideología» (Sluzki, 1983; p. 472). A diferencia de muchos de sus colegas sistémicos, Bowen no presta especial atención a las técnicas terapéuticas, sino que centra su esfuerzo en el desarrollo de una Teoría, convencido de que una sólida construcción teórica es imprescindible para comprender al ser humano y, desde ella, establecer un desarrollo psicoterapéutico. Fruto de su trabajo nace la Teoría Familiar Sistémica de Bowen (TFSB), reconocida actualmente como una relevante contribución para el desarrollo de la clínica y la atención a familias desde la perspectiva sistémica (Horne y Hicks, 2002; Nichols y 4 Murray Bowen (1913-1990) nació en Waverly, Tennessee (EE. UU.) y fue el mayor de cinco hermanos. Estudió Medicina y en 1946 se especializó en Psiquiatría en la Fundación Menninger (Topeka, Kansas). Fue profesor, médico psiquiatra, investigador, clínico y escritor.


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Schwartz, 2004). Para algunos autores, como Guerin y Chabot (1992), el modelo de Bowen es el más comprehensivo de entre los modelos teóricos sistémicos, porque incluye un número concreto de conceptos bien definidos y cuenta con una metodología clínica coherente con la teoría. Aunque los postulados de Bowen forman parte de las teorías sistémicas, su aportación es enormemente innovadora. Su perspectiva le diferencia de otros autores de la sistémica, en aspectos como, por ejemplo, su deseo de desarrollar una teoría comprensiva del ser humano (no simplemente hipótesis teóricas para fundamentar o guiar técnicas terapéuticas), su búsqueda de conexión con otras ciencias, el deseo de no crear nuevos términos para realidades que ya tienen un nombre, o su afán por comprender el funcionamiento emocional. Bowen soñaba con contribuir al desarrollo de una verdadera ciencia del comportamiento humano, sólida y con capacidad predictiva (Kerr y Bowen, 1988; p. 386). Para Bowen, la perspectiva sistémica va más allá de la necesidad de considerar lo contextual para la comprensión del comportamiento individual. Bowen lleva el pensamiento sistémico hasta su máxima expresión. Además de las interacciones que el individuo mantiene en el presente en los diversos sistemas de los que forma parte, señala que es necesario considerar también la historia de estas relaciones, es decir, cómo han sido en el pasado. Pero no se queda en este punto, pues plantea que el comportamiento humano solo puede entenderse si se consideran también las dinámicas multigeneracionales de la familia del individuo, es decir, las características de las relaciones que los miembros de su familia extensa han establecido en generaciones anteriores, lo que incluye personas con las que el individuo no habrá tenido ninguna relación directa. Más aún, por extensión, para Bowen esta perspectiva nos lleva a considerar incluso la historia de la especie, dado que las interacciones que han llevado a una especie a ser como es son en parte explicativas de su comportamiento actual. Bowen considera al ser humano como la forma de vida más compleja, cualitativa y cuantitativamente distinto de los demás seres vivos por su desarrollo cognitivo, pero al igual que todos los demás, producto también de la evolución. Por ello, afirmará que gran parte del funcionamiento humano está determinado por los mismos principios naturales presentes en otras formas de vida, con las que comparte procesos y mecanismos psíquicos, en particular en lo referente a la esfera emocional.5 Por esta razón, Bowen elabora su Teoría buscando intencionalmente una conexión con las ciencias biológicas (Etología, Biología, Primatología, Zoología, Genética, etc.). A lo largo de los años, nuevas investigaciones han ido sustentando científicamente lo que en su momento fueron solamente hipótesis (por ejemplo, la confirmación de que existen en el cerebro estructuras neuroanatómicas y funcionales distintas para regular el aspecto emocional e intelectual, o el impacto del estrés en la capacidad de adaptación). 5 Este planteamiento ha sido corroborado en cierta medida por investigaciones del área de la Psicobiología como la realizada por LeDoux (1998).


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Bowen buscaba «una teoría que engrane de forma precisa con los principios de la evolución y entienda al ser humano como ser evolutivo» (Kerr y Bowen, 1988; p. 360). Así, la TFSB está transida por la perspectiva evolucionista, de modo que en todos sus planteamientos se tiene en cuenta que el ser humano es resultado de la evolución. Ello lleva a considerar que aunque las relaciones familiares que establece son distintas a las que observamos en otros mamíferos, existen al mismo tiempo comunalidades que pueden ser estudiadas para una comprensión más profunda del comportamiento humano. Dada esta perspectiva evolucionista, las disfunciones clínicas serán consideradas por Bowen en relación con un proceso multigeneracional que tiene sus raíces en la misma naturaleza del hombre (Kerr y Bowen, 1988). Para Bowen, confluyen en la persona diferentes niveles de funcionamiento, que interaccionan y son producto de la historia evolutiva: el primero es el nivel emocional,6 que es más instintivo, automático, inconsciente y primitivo; el segundo es el nivel afectivo, más tardío en la evolución, en el que lo emocional se elabora y se hace consciente a través de representaciones cognitivas; y el tercero es el cognitivo o intelectual, que comprende las ideas, la razón y la capacidad de autoobservación y juicio. Este representa el último escalón filogenético, propio y específico del ser humano. El funcionamiento del nivel emocional está determinado por el interjuego entre dos fuerzas vitales, la de vinculación y la de autonomía (Bowen, 1978), que están presentes en todos los animales, y que moverán al individuo bien hacia el contacto con los semejantes (generando conductas gregarias, simbiosis, etc.), bien hacia la separación, la autonomía individual y la autosuficiencia para la supervivencia. El dinamismo entre ambas fuerzas vitales regula el comportamiento humano. Para Bowen, el nivel emocional es el que tiene una capacidad motivadora mayor y de él procederán los problemas psíquicos más graves que pudiera sufrir una persona. El nivel afectivo se coloca como «un puente entre lo emocional y lo cognitivo» (Bowen, 1978; p. 356). Por su parte, el nivel cognitivo o intelectual es el que permite al hombre alcanzar una cierta «objetividad» sobre el comportamiento determinado emocionalmente y, por ello, un control sobre sí mismo (Kerr y Bowen, 1988). Todos los niveles desempeñan funciones que han sido necesarias para la adaptación de la especie (Kerr y Bowen, 1988). Aunque los tres niveles de funcionamiento tienen una cierta autonomía y especificidad, no funcionan de forma independiente, sino más bien en una constante influencia recíproca, dado que forman parte del mismo sistema: el ser humano. Por esta razón, un nivel puede generar interferencias en otro, e impedir su correcto funcionamiento. Al mismo tiempo, el equilibrio y la sintonía entre ellos serán clave para el bienestar de la persona. 6 Bowen (1978) considera al cuerpo como el soporte de todo el nivel emocional, de modo que las dificultades de tipo somático son reflejo de una alteración en este nivel. Además, considera que aunque el substrato anatómico y fisiológico del nivel emocional se encuentra contenido en el organismo individual, solo podemos comprenderlo considerando las relaciones del individuo con otros y con el ambiente.

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En la página web del Georgetown Family Center se puede leer la siguiente descripción sobre la Teoría de Bowen que firma Michael E. Kerr: «La Teoría Familiar Sistémica de Bowen es una teoría del comportamiento humano que ve la familia como una unidad emocional y usa el pensamiento sistémico para describir las complejas interacciones que se dan dentro de la misma. La naturaleza de la familia implica que sus miembros estén intensamente conectados emocionalmente. A menudo la gente se siente distante o desconectada de su familia, pero es más un sentimiento que un hecho. Los miembros del sistema familiar se afectan tan profundamente unos a otros en sus pensamientos, sentimientos y acciones que parece como si vivieran bajo la misma «piel emocional». Las personas solicitan la atención unas de otras, la aprobación, el apoyo… y reaccionan a las necesidades, expectativas y malestar de los demás. Esta conexión y reactividad hace que los miembros del sistema familiar funcionen de forma interdependiente. Un cambio en el funcionamiento de una persona, previsiblemente es seguido por cambios recíprocos en el funcionamiento de los otros. Las familias difieren algo en su nivel de interdependencia, pero esta siempre está presente en cierto grado.»7 Encontramos en esta breve descripción una de las claves de la Teoría de Bowen: la concepción de la familia como una unidad emocional. La Teoría de Bowen presta gran atención, más que cualquier otra teoría sistémica, a los procesos emocionales subyacentes en las relaciones interpersonales. En estas líneas, Kerr hace referencia indirecta a las fuerzas vitales de vinculación y autonomía, que antes hemos mencionado brevemente. Para Bowen, la familia es una red intergeneracional de relaciones en la que se da la interacción entre estas dos fuerzas vitales: la autonomía y la vinculación. Los sistemas naturales funcionan como resultado del balance entre ellas: una que tiende a la unión (togetherness) y otra que tiende a la separación (individuality) (Bowen, 1978; Kerr y Bowen, 1988). Ambas fuerzas vitales están enraizadas en elementos instintivos, innatos y propios del funcionamiento del sistema emocional, influyendo en el funcionamiento biológico, psicológico y social del ser humano. Ambas fuerzas, vinculación y autonomía, están contrabalanceadas (Kerr y Bowen, 1988), lo que supone que permanecen en un constante dinamismo homeostático, en un frágil equilibrio, con constantes modificaciones y reajustes, buscando un estado de equilibrio adaptativo en las relaciones con otros. El equilibro entre la autonomía y la vinculación dará como resultado unas relaciones familiares funcionales, con una adaptación saludable a las circunstancias. Este aspecto de la vinculación y la autonomía ha sido malinterpretado en numerosas ocasiones en la lectura de la Teoría de Bowen, interpretando que Bowen afirma que la independencia se alcanza eliminando el afecto y la vinculación (Horne y Hicks, 2002). Kerr y Bowen (1988) entienden el deseado equilibrio entre ambas fuerzas como la capacidad para funcionar de acuerdo a los propios principios (ideas, valores, prioridades, creencias, etc.) sin que esto implique aislarse, desvincularse o abando7 Retirado el 12-10-2012 de www.thebowencenter.org/pages/theory.html.


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nar la atención hacia las demás personas. Este equilibrio permite al individuo mantener contactos emocionales significativos con otras personas manteniendo al mismo tiempo la autonomía emocional. Para Bowen, el dinamismo entre estas dos fuerzas vitales puede observarse no solamente en el hombre, sino en las demás formas de vida y en las soluciones evolutivas que se han desarrollado en muchas especies, tanto en el aspecto anatómico como conductual. A partir de la concepción evolutiva de las relaciones familiares y de la observación clínica, Bowen propone ocho conceptos básicos8 que conforman la columna vertebral de la Teoría. Para comprender de forma más profunda la TFSB pasaré a continuación a definir cada uno de ellos: Diferenciación del Self,9 triángulos, proceso emocional de la familia nuclear, proceso de proyección familiar, proceso de transmisión multigeneracional, corte emocional, posición entre hermanos y proceso emocional en la sociedad. Estos ocho conceptos están entrelazados entre sí, por lo que es necesario un buen conocimiento de todos y cada uno de ellos para poder comprender la Teoría en toda su profundidad.

2. Diferenciación del Self La Diferenciación del Self es la capacidad para la autorregulación emocional. Se expresa en el grado en que una persona modula de forma adaptativa la vinculación y la autonomía en las relaciones interpersonales, y es capaz de equilibrar el funcionamiento emocional y el intelectual (Bowen, 1978; Titelman, 1998; Skowron y Friedlander, 1998). Ha sido definida como un constructo multidimensional, con un componente intrapersonal y otro interpersonal. Un nivel alto de Diferenciación del Self se expresa en unos límites flexibles que permiten la intimidad emocional y la unión física con el otro sin miedo a la fusión. De esta forma, los individuos altamente diferenciados se sienten libres para involucrarse en relaciones personales sin que esto les limite en la consecución de metas que consideran importantes. En cuanto a su funcionamiento cognitivo, la reactividad emocional y la presión grupal casi no limitan su capacidad para evaluar cada situación y tomar las decisiones más adaptativas. 8 La Teoría de Bowen es una teoría abierta y en constante evolución. Prueba de ello es que actualmente existe un debate abierto sobre la posibilidad de incluir nuevos conceptos dentro de la Teoría. Sin embargo, en este capítulo respetaremos el planteamiento original de Bowen, quien planteó estos ocho conceptos (p. ej.; 1978, p. 361), que es también el planteamiento que siguen hasta la fecha todos los demás teóricos expertos en la Teoría de Bowen. 9 Self. Su traducción al español sería «sí mismo» o «yo». Optamos por mantener el término «Self», debido a que en inglés tiene un significado específico y se identifica claramente con determinadas teorías psicológicas (diferentes teorías psicoanalíticas, teorías de la personalidad y la Teoría de Bowen). Cuando Bowen habla del Self, se refiere no solo a los aspectos psicológicos, sino también a aspectos constitucionales, físicos, fisiológicos, biológicos, genéticos y de reactividad celular. Subraya que todos estos factores se influyen unos a otros (Kerr y Bowen, 1988).

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Muy pronto, en sus observaciones, Bowen fue consciente de que cada individuo es diferente de otros con respecto a su nivel de Diferenciación del Self. Para describir esta variabilidad, Bowen desarrolló la «escala de diferenciación» como un intento de valorar el Self de una persona. Con fines didácticos, la definió como una escala que va del 0 al 100, estableciendo grandes diferencias entre quienes están en la mitad superior e inferior de la escala, y varios estratos (0-25, 25-50, 50-75, 75-100) con características propias. En términos prácticos, consideró que nadie estaría ni en el 0 ni en el 100, y que solamente un reducido porcentaje de personas estarían por encima de 60 (Bowen, 1978; p. 474). Se trata, no obstante, de una escala teórica, pues Bowen nunca desarrolló a partir de ella un instrumento para operacionalizar la medida de la Diferenciación del Self.10 En la escala de Diferenciación del Self definida por Bowen, los sujetos de la mitad superior de la escala tendrían un Self básico cada vez más definido y menos pseudo-Self. Gozarían de una mayor autonomía, con menos fusión emocional en las relaciones íntimas, y necesitando, por tanto, menos energía para mantener el Self en ellas, quedando energía disponible para la actividad dirigida a metas. Además, las personas con un alto grado de diferenciación son capaces de tolerar considerables niveles de estrés sin que aparezcan síntomas. Son más flexibles y autónomas, realizan una evaluación más realista de sí mismas y están mejor dispuestas para enfrentar cualquier tipo de factor estresante (Bowen, 1978). Al contrario, quienes tienen un bajo nivel de diferenciación vivirán, con mayor probabilidad, en una constante ansiedad de búsqueda: necesitarán involucrarse en situaciones o relaciones que les permitan sentirse emocionalmente fusionados, o bien evitarán la relación por sentir como desagradable la intimidad emocional. La persona poco diferenciada realizaría una evaluación (de las situaciones, de las personas, de la realidad en la que vive, etc.) más dependiente de lo externo, voluble y en muchos casos irreal. Al contrario que las personas en la parte alta de la escala, los individuos pobremente diferenciados tendrán tendencia a desarrollar síntomas incluso con bajos niveles de estrés y ansiedad (Bowen, 1978). En este punto se hace necesaria una aclaración, pues como en parte hemos indicado ya, es frecuente una interpretación errónea del concepto de la Diferenciación del Self, asociando el ideal de alta diferenciación a una minusvaloración de lo emocional, de la capacidad empática y a una persona muy centrada en el logro de objetivos (a costa de la orientación hacia las personas). Una lectura profunda de las fuentes originales de la Teoría, guiada por quienes han profundizado en ella y la han comprendido en su complejidad, nos hará ver que se trata de todo lo contrario. Un alto grado de diferenciación potencia el contacto profundo con el otro, duradero, 10 El interés de muchos investigadores y clínicos en poder contar con una medida de la diferenciación, ha llevado a que, posteriormente, sí se hayan desarrollado cuestionarios con el objetivo de medir el grado de Diferenciación del Self. Entre ellos destacan, por el reconocimiento que han tenido entre los investigadores de esta área, el Personal Authority in the Family System Questionnaire (Bray, Williamson y Malone, 1984) y el Differentiation of Self Inventory (Skowron y Friedlander, 1998).


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estable y equilibrado.11 Para Bowen, las emociones tienen una influencia significativa en las creencias y acciones de todas las personas. Son útiles y necesarias para la adaptación al ambiente, puesto que son, de hecho, un producto evolutivo y así las considera la Teoría de Bowen. La Diferenciación del Self se refiere al hecho de que algunas personas tienen una habilidad mayor para autoregular las emociones que viven de una forma adaptativa. Modulan mejor su reacción emocional ante otras personas, al tiempo que los elementos del ambiente o de una situación emocional concreta no determinan su respuesta, todo lo cual tiene necesariamente una repercusión positiva en su grado de ansiedad y su funcionamiento, así como en su capacidad para establecer relaciones interpersonales satisfactorias. Otro aspecto importante en la comprensión del concepto de Diferenciación del Self es que, de acuerdo con Bowen (1978), existen dos tipos de Self: el Self básico y el pseudo-Self. Cuando se hable de la «Diferenciación del Self» se estará haciendo referencia, salvo indicación contraria, al Self básico y a su grado de desarrollo. Al hablar del pseudo-Self se utilizará siempre este término o bien el de «Self funcional». El Self básico es, digamos, el «verdadero» Self. Es estable, determina a largo plazo el funcionamiento de una persona o familia y, además, condiciona la variabilidad del pseudo-Self: cuanto mayor es el grado de Self básico, las fluctuaciones en el nivel del Self funcional serán menos frecuentes y de menor intensidad. Cuando Bowen habla sobre la «escala de diferenciación» o, por ejemplo, se refiere a las personas en «la parte alta o la parte baja de la escala», está hablando del grado de Self básico o de Diferenciación del Self. Así, por ejemplo, una persona con un grado de Diferenciación del Self bajo, de un 20 en la escala de diferenciación teórica de la que habla Bowen, podrá en un momento determinado ante circunstancias muy positivas (de muy bajo estrés familiar), mostrar un nivel de pseudo-Self de 40. Su grado de Diferenciación del Self o Self básico no habrá variado, será de 20, pero se comportará y se relacionará en ese momento puntual «como si» su Self fuera mayor, porque su Self funcional ha aumentado. Su grado de Self funcional es de 40, pero su nivel de Self básico se mantiene estable en 20. Pero, más específicamente, ¿qué es, para Bowen, el Self básico y qué el pseudoSelf o Self funcional? El Self básico es una cualidad estable y no negociable en el sistema de relaciones. Se puede identificar, entre otros aspectos, por medio de la adopción de posturas tales como «la posición desde el yo» reflejada, por ejemplo, en la afirmación «éstas son mis creencias y convicciones» (esto es lo que soy, quien soy y lo que haré o no haré). El grado de Self básico que desarrolla una persona se determina principalmente en la infancia y cristaliza en la adultez, condicionando de forma muy relevante el 11 Investigaciones que corroboran este planteamiento son aquellas que han encontrado una relación significativa entre alta Diferenciación del Self y alta satisfacción marital (Lim y Jennings, 1996; Skowron y Friedlander, 1998; Peleg-Popko, 2008; Rodríguez, 2009).

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estilo de vida y los patrones de vinculación a lo largo de todo el ciclo vital. Los factores determinantes del nivel básico de diferenciación que alcanza una persona giran esencialmente alrededor de tres aspectos: 1. El grado de Self básico de sus progenitores. Podríamos incluir aquí el nivel de Self básico de las generaciones anteriores a sus padres, en las familias de origen respectivas. 2. El grado de ansiedad crónica12 presente en la familia en el momento de su nacimiento y durante su infancia y adolescencia. 3. Las relaciones de la familia nuclear con otros sistemas. La presencia de estas relaciones, por ejemplo, con la familia extensa, o con una red social segura, puede estabilizar a la familia, ya que amplía el ámbito dentro del cual la ansiedad puede circular sin quedarse rígidamente presente en algún sector o miembro de la familia. Por su parte, el pseudo-Self, también denominado Self funcional, es el tipo de Self fluido, cambiante, que se acomoda a las circunstancias y demandas del momento. Se compone de una vasta combinación de principios, creencias, filosofías y conocimientos adquiridos porque el sistema lo requiere o considera acertado. Como los principios son adquiridos bajo presión, son superficiales y pueden ser incoherentes entre sí, sin que el individuo tenga necesariamente conciencia de ello. El pseudo-Self varía de acuerdo a las circunstancias externas, según el nivel de estrés global al que dichas circunstancias someten al individuo o al sistema en el que este se encuentra. El pseudo-Self, que como hemos señalado es cambiante, se elevará en ausencia de estrés y disminuirá si este aumenta. Las circunstancias tendrán más influencia en el pseudo-Self, haciéndolo variar más y con mayor frecuencia, cuanto menor sea el grado de Self básico de la persona. Bartle-Haring y Gregory (2003) estudian estas variaciones en el tipo funcional y básico del Self ante la situación de diagnóstico de vulnerabilidad genética al cáncer.13 Sus resultados, aunque solamente pueden ser considerados como preliminares por el tamaño de la muestra, indican que tal como pronostica la Teoría, cuanto mayor es el grado de Diferenciación del Self, menos varía este ante el estrés propio de esta situación diagnóstica. En resumen, el Self básico se mantiene firme y estable, no viéndose afectado por circunstancias externas, mientras que el pseudo-Self, al haber sido adquirido en un sistema de relaciones, es negociable en él, de tal forma que cambia y varía con el tiempo según las circunstancias externas y el grado de Self básico (Bowen, 1978). 12 Es otro de los conceptos clave que se definirá a continuación. 13 Ante la presencia en familiares de algunos cánceres con alta influencia genética, los protocolos médicos de algunos países recomiendan realizar una «prueba de vulnerabilidad genética», es decir, un estudio genético que indique si una persona ha heredado la predisposición genética a padecer determinado tipo de cáncer. Bartle-Haring y Gregory (2003) estudian las variaciones en la Diferenciación del Self en esta situación (la prueba de vulnerabilidad genética) porque se trata de una situación estresante fácilmente controlable (podemos saber cuándo va a suceder, durante cuánto tiempo la persona está esperando un resultado al respecto, etc.). Dado que es una situación estresante se espera una variación en el grado de Diferenciación del Self.


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No obstante, Bowen afirma que «se puede cambiar el Self básico desde dentro del Self a partir de la adquisición de conocimientos nuevos y experiencia» (Bowen, 1978; p. 473). Bowen sugiere que el grado del Self básico podría cambiar por un proceso terapéutico especialmente orientado a este objetivo, o bien por una experiencia vital traumática o de gran trascendencia. Griffin y Apostal (1993) exploraron esta hipótesis, concluyendo que un incremento en el nivel del pseudo-Self a través del entrenamiento en la mejora de la relación (Enhancement training) generaba modificaciones en el grado de Self básico. Aunque sus conclusiones solo pueden entenderse como provisionales, este resultado viene a confirmar desde el ámbito de la investigación académica, lo ya observado por cientos de clínicos que trabajan desde la Teoría Familiar Sistémica de Bowen: que es posible modificar el grado de Diferenciación del Self de una persona. Estos dos tipos de Self y los presupuestos explicitados sobre su relación, así como la interacción entre sus niveles, tienen importantes implicaciones. Por una parte, esto hace que el Self básico pueda confundirse con el pseudo-Self. Dado que ambos pueden variar, se hace muy complejo determinar si una variación es un cambio en el nivel del Self básico o solamente de pseudo-Self. Sin embargo, a pesar de las variaciones en el pseudo-Self, es posible valorar el nivel básico de diferenciación al evaluar el funcionamiento del individuo a través de largos periodos de tiempo, considerando con detalle su diagrama14 familiar y otros aspectos que magistralmente han recogido Kerr y Bowen (1988) en el capítulo décimo de Family Evaluation, a los que se hará referencia más profunda en la segunda parte del presente libro. Por otra parte, Self básico y pseudo-Self están relacionados entre sí, dado que el Self funcional oscila alrededor del Self básico,15 es por ello que siempre se podrá llegar a una estimación del segundo, a pesar de las variaciones encontradas en el Self funcional. Así mismo, como he indicado ya, una persona con un Self básico elevado experimentará menos variaciones en el pseudo-Self y estas serán menos pronunciadas, que otra persona con menor grado de Self básico. Antes de finalizar este apartado, me gustaría recoger una aportación muy relevante en la operacionalización de este constructo que han desarrollado Elizabeth Skowron y Myrna Friedlander (1998), autoras del cuestionario más utilizado y reconocido actualmente para la medición de la Diferenciación del Self. Estas dos investigadoras han estructurado el componente intrapsíquico y el interpersonal de la Diferenciación del Self a través de cuatro dimensiones: fusión con otros, corte emocional, posición yo y reactividad emocional. 14 Bowen habla de diagrama en lugar de genograma, pero ambos términos pueden ser utilizados como sinónimos. En general, Bowen tomó como criterio intentar no crear palabras nuevas si existían otras para referirse a los conceptos o realidades que queremos designar (este es un ejemplo de ello). 15 Aunque el Self funcional pueda confundirse con el básico, se trata de una variación dependiente del Self básico. En otras palabras, la «apariencia» que puede tomar el Self funcional de una persona con un Self básico de 60 es totalmente distinta a la apariencia que puede tomar el Self funcional de alguien con un Self básico de 15 (estos números hacen referencia a la «escala de diferenciación» teórica de Bowen).

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En el componente intrapsíquico estarían las dimensiones de reactividad emocional y posición yo. La reactividad emocional se ha definido como la incapacidad para mantener la calma cuando otras personas significativas están emocionalmente activadas y la tendencia a responder a los estímulos del ambiente en base a una respuesta emocional automática (Bowen, 1978; Skowron y Friedlander, 1998). La posición yo, por su parte, se define como la capacidad para mantener las propias creencias, posiciones y convicciones ante la presión de otras personas significativas, manteniendo un claro sentido del Self (Bowen, 1978; Skowron y Friedlander, 1998). Los adultos bien diferenciados muestran altos niveles en la dimensión posición yo, y bajos en la de reactividad emocional. Personas con un nivel alto de diferenciación en el componente intrapsíquico serán más capaces de adaptarse a los estresores vitales, de reflexionar y valorar de forma equilibrada la realidad, de enfrentarse con la incertidumbre y la ambigüedad, y mantenerse relativamente calmados ante la emocionalidad de otros (Bowen, 1978). En el componente interpersonal, encontraríamos las dimensiones de corte emocional y fusión con otros. El corte emocional consiste en la tendencia a mantener la independencia de la familia de origen y los otros significativos de manera rígida y con habitual malestar emocional en situaciones de intimidad. La fusión con otros se define como la tendencia a continuar en la posición que uno mismo ocupaba en la familia de origen, buscando la fusión emocional en las relaciones significativas y tratando ante todo de conseguir la aprobación de otros. En lo relativo a este componente interpersonal, una alta Diferenciación del Self implica la comodidad tanto con la intimidad como con la autonomía en las relaciones. Al estar cómodos en una situación de intimidad emocional y/o física, será menor la necesidad de controlar los sentimientos de ansiedad con la fusión o el corte emocional. Fusión con otros y corte emocional son, de acuerdo con Bowen, patrones interpersonales que representan mecanismos comportamentales para regular la distancia, para manejar la inseguridad emocional o una amenaza de la seguridad percibida. Personas poco diferenciadas, en respuesta a la ansiedad en las relaciones significativas, tienden hacia la fusión con otros o hacia la posición contraria, el corte emocional, que supone distanciarse emocional o físicamente de otros (Bowen, 1978; Kerr y Bowen, 1988). Por último, señalar que la Diferenciación del Self nos ayuda también a comprender el modo de relación entre los miembros de una familia. Las familias pueden distinguirse por su grado de fusión o diferenciación, que mantienen de forma constante a lo largo del tiempo. De acuerdo con la TFSB, esto será consecuencia del nivel de Diferenciación del Self de cada uno de los miembros que forman la familia. Cuando una familia presenta un bajo grado de diferenciación, el nivel de fusión y reactividad emocional entre sus miembros es elevado, lo que implicará que las vivencias emocionales de cualquiera de sus miembros producirán un eco en los demás. Esto hace a la familia mucho más vulnerable al estrés y a las situaciones adversas que pueda vivir. En cambio, familias en las que sus miembros tienen un grado de Diferenciación del Self elevado serán más capaces de mantenerse vinculadas, existiendo verdade-


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ras relaciones de apoyo e intimidad los unos con los otros, pudiendo promocionar el desarrollo individual de cada uno de los miembros y su autonomía afectiva. La Diferenciación del Self se relaciona estrechamente con otra variable también clave dentro de la Teoría de Bowen: la ansiedad crónica. Como conclusión de este punto dedicado a definir y explicar el concepto de Diferenciación del Self, intentaré sintetizar qué es lo que Bowen quiere decir cuando habla de «ansiedad crónica». Para Bowen, Diferenciación del Self y ansiedad crónica tienen una estrecha relación y representan las claves esenciales que permiten entender lo que sucede en la familia.16 La ansiedad se define como la respuesta de un organismo a una amenaza real o imaginaria. La ansiedad puede ser de dos tipos: aguda o crónica. Bowen entiende que la ansiedad crónica está en la base de la aparición y el curso de las dificultades biológicas y psicológicas. La ansiedad aguda se relaciona con respuestas ansiosas experimentadas por un tiempo limitado y causadas por estímulos reales y específicos. Por su parte, la ansiedad crónica es una respuesta no limitada en el tiempo, causada más habitualmente por amenazas no específicas o imaginadas. Las personas pueden adaptarse mucho más fácilmente a la ansiedad aguda, para la que están preparadas evolutivamente. Sin embargo, la ansiedad crónica es mucho más difícil de manejar y en muchos casos está relacionada, según Bowen, con movimientos en el sistema emocional del que forma parte la persona. La respuesta psicofisiológica, experiencialmente desagradable, que podemos relacionar con la ansiedad ante una amenaza objetiva y externa, es un mecanismo evolutivo que ha sido muy útil para la supervivencia de la especie. Sin embargo, los cambios en las condiciones de vida de los últimos siglos han ido mucho más rápido que la evolución en nuestro sistema emocional, por lo que actualmente tenemos una respuesta ansiosa ante multitud de estímulos, reales o imaginarios, que en muchos casos es desadaptativa (Sapolsky, 1998). Tanto la ansiedad como la reactividad cumplen importantes funciones, pero cuando son excesivamente altas o se cronifican pueden convertirse en perjudiciales. En el caso de la ansiedad crónica, Bowen señala que puede potenciar la aparición de problemas graves de salud, no solamente psicológica, sino también enfermedades como el cáncer. Se considera que la capacidad de un individuo para manejar el estrés ha sido superada cuando sus respuestas ansiosas afectan a su funcionamiento, es decir, alteran el curso normal de su vida cotidiana: su trabajo, sus relaciones familiares y personales, su bienestar psicológico, su salud física, etc. 16 Rodríguez-González y Kerr afirman que: «La Teoría Familiar Sistémica de Bowen se estructura en torno a dos variables principales: la Diferenciación del Self y la ansiedad crónica. En esencia, son estas dos variables y la relación entre ellas la clave que permite al terapeuta entender y explicar lo que sucede en la familia. De acuerdo con la Teoría Familiar Sistémica de Bowen, estas dos variables están estrechamente relacionadas, de modo que a mayor nivel de Diferenciación del Self menor vulnerabilidad a la ansiedad crónica» (2011; p. 8).

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Aunque podemos encontrar grandes diferencias interindividuales en el grado de reactividad emocional ante una amenaza o estresor, incluso entre miembros de una misma familia, en general, el grado de ansiedad crónica observada en el sistema familiar correlaciona con el nivel básico de Diferenciación del Self de sus miembros. Cuanto mayor es la Diferenciación del Self, mayor capacidad de adaptación, menor probabilidad de una respuesta ansiosa ante eventos estresantes de cualquier tipo y menor grado de ansiedad crónica. El grado de Diferenciación del Self no solamente modulará el efecto que los estresores externos tendrán sobre la ansiedad crónica, sino que también va a influir en el nivel mismo de ansiedad crónica base con el que vivirá el sistema familiar. En otras palabras, hay un determinado grado de ansiedad crónica en la familia, con independencia del nivel de estrés externo que soporta, y que está relacionado con el grado de diferenciación de sus miembros. Este nivel base de ansiedad crónica presente en el sistema familiar será resultado, al igual que lo es la diferenciación, de un proceso multigeneracional. No obstante, no quiere esto decir que el nivel de ansiedad crónica base de una familia sea algo estático; al contrario, está sujeta a ciertas variaciones. Los cambios estructurales en el sistema, como pueden ser fallecimientos, nacimientos, separaciones, divorcios o cortes en la relaciones, son la causa más relevante de variación en el nivel base de ansiedad crónica de una familia. Al mismo tiempo, una persona que nace en una familia con un nivel determinado de ansiedad crónica, se irá encontrando en su desarrollo con diferentes eventos vitales (muerte de personas cercanas, cambios laborales o de residencia, enfermedades, eventos traumáticos, etc.) que pueden implicar variaciones en esta línea base, ya sea para aumentarla o para disminuirla. Esta variación tendrá implicaciones en el nivel de ansiedad crónica base de la familia nuclear que formará esta persona. Cuando la ansiedad aumenta, el sistema familiar reacciona de tal forma que se hace aún más clara la conexión emocional entre sus miembros. Los cambios en el nivel de ansiedad crónica afectan directamente al modo en que las personas se relacionan unas con otras. Si la ansiedad crónica aumenta, lo harán también la rigidez, la reactividad y las exigencias mutuas. Este aumento implica que la Diferenciación del Self de los miembros del sistema se ponga a prueba. La ansiedad crónica llevará a las personas a relaciones más tendentes a la fusión o al corte emocional, es decir, a experimentar la necesidad de una mayor cercanía o distancia emocional. La exigencia hacia los demás miembros del sistema, para que sientan, piensen y actúen de un modo que disminuya el propio malestar, pasará a ser desproporcionada. Esta rigidez y polarización en las relaciones aumenta a su vez la cantidad de recursos necesarios que la persona debe invertir en ellas, no en el sentido positivo y fructífero, sino para manejar la ansiedad buscando mantener un sentido del Self. Cuanto menor sea el grado de Diferenciación del Self de una persona, más probablemente se dará todo esto, pues dispondrá de menos recursos emocionales para hacer frente a la ansiedad crónica.


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Los movimientos de acercamiento o alejamiento de un miembro del sistema familiar no son producto únicamente de su iniciativa, sino un reflejo de la reciprocidad del sistema, que es la causa por la que si algún miembro tiende a distanciarse emocionalmente, otros tenderán a acercarse a él y viceversa. Muchos elementos pueden modular la ansiedad crónica, pero en realidad no está «causada» por nada ni nadie en el sistema: es el sistema mismo, sus acciones y reacciones (su funcionamiento emocional), el que lleva a la ansiedad crónica a desarrollarse. Así, la familia funciona como una unidad emocional. Cuando la ansiedad crónica es mayor de lo que el sistema puede manejar, surgirá algún tipo de problema clínico. Entender los problemas clínicos en un contexto interpersonal requiere ir más allá del modelo médico, que asume que la causa de la disfunción está en el paciente, para asumir un modelo sistémico, que ve a la familia como la unidad en la que se encuentra esta disfunción. Las familias no causan la enfermedad, pero el sistema emocional familiar afecta significativamente al modo en que las personas se adaptan al estrés, factor que, sin lugar a dudas, es —en muchos casos— la base de disfunciones físicas, psicológicas y sociales.

3. Los triángulos El concepto del triángulo en los sistemas familiares no es exclusivo de la Teoría de Bowen, aunque fue él uno de los primeros en hablar de este concepto y, por tanto, introdujo una novedad para sus contemporáneos. Además, se trata de un elemento central de su Teoría, con una definición y comprensión que le es propia y característica, y que le diferencia de otros autores que también han desarrollado este concepto. Para Bowen, el triángulo es la molécula básica de cualquier sistema emocional, pues posee mayor flexibilidad que la díada y por ello corresponde a la unidad relacional estable más pequeña (Bowen, 1978; Kerr y Bowen, 1988). Los triángulos pueden observarse en diferentes formas de vida y son un elemento con un enorme poder explicativo y predictivo en las relaciones interpersonales (Kerr y Bowen, 1988). El comportamiento de un triángulo es predecible y puede movilizar los dinamismos emocionales de una familia. En el triángulo prototípico encontraremos lo que Kerr y Bowen han llamado dos insiders (dos posiciones internas) y un outsider (una posición externa). En momentos de alta tensión emocional, la posición externa será la preferida. Cuando la tensión es baja esto cambia, pasando la posición externa a ser la más incómoda, con sensación de aislamiento en relación con los otros dos miembros del triángulo. Por último, cuando la tensión es moderada existirán dos posiciones más confortables y una más incómoda. Generalmente, es en esta situación de tensión moderada cuando más fácil es la detección y observación del triángulo, pues lo más probable es que estas posiciones tiendan a una aparente estabilidad y a que la familia establezca un discurso acerca de su situación, cristalizando las relaciones conflictivas y positivas. Un ejemplo de esto sería la familia que pasa a considerar que existe una dificultad porque padre e hijo

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tienen una relación muy tensa, con demasiados conflictos, mientras que la madre es una figura neutra e imparcial. La realidad de las relaciones familiares, para Bowen, difiere mucho de este discurso que la familia cuenta sobre sí misma, puesto que todos los miembros de la familia habrán contribuido en igual medida a este marco de relaciones. Esto será siempre así porque el triángulo funciona de acuerdo al principio de reciprocidad, al que otros autores sistémicos denominan «circularidad».17 Los triángulos solo pueden comprenderse desde la clave emocional que los genera y dinamiza, no por la observación superficial de los contenidos y motivos aparentes de estas alianzas y distanciamientos. Esto quiere decir que, por ejemplo, cuando escuchamos en terapia a una madre y un padre discutir sobre las razones por las que su hijo pequeño tiene un vínculo muy fuerte con su madre y un distanciamiento emocional con su padre, la conversación de los padres probablemente derivará en tal o cual situación o experiencia anecdótica, atribuyendo la causa de todo ello a lo que ha sucedido en el pasado o los estilos comunicativos de uno y otro con este hijo. Para Bowen, el análisis de esta dinámica nunca se perderá en el árbol de razones anecdóticas, porque la verdadera causa del triángulo que forman padre, madre e hijo, está en la dinámica emocional de la familia. Los conceptos desarrollados por Bowen en su Teoría permitirán analizar las claves que de verdad explican este triángulo: el concepto mismo del triángulo y sus reglas, los conceptos de la Diferenciación del Self y la ansiedad crónica ya explicados, etc. Para Bowen, la prueba inequívoca de que son estos conceptos que se refieren al proceso emocional en la familia los que permiten una verdadera comprensión de los triángulos, es que permiten realizar predicciones certeras. Veamos a continuación en un ejemplo cómo se podría generar un triángulo y algunas de las predicciones sobre su funcionamiento. Tomemos una familia con un padre, una madre y un hijo. Como hemos visto, este sistema familiar tendrá un grado de ansiedad crónica base, que podría aumentar si existen estresores externos significativos. Ante una situación de aumento de la ansiedad crónica surgirá probablemente una sensación de incomodidad en alguno de los miembros de la pareja. Si lo que sucede es esto último, la ansiedad se focalizará sobre uno de los miembros de la pareja, según sean los patrones de interacción que la caractericen. Supongamos que, en nuestro ejemplo, se focaliza sobre la madre. Este proceso se dará de forma automática y totalmente inconsciente para el padre. La madre, que está sufriendo la ansiedad, predeciblemente la resolverá a través de la vinculación con una tercera persona. Si esta vinculación se da con éxito, el otro sujeto de la díada, el padre, cómodo hasta ese momento, tomará la posición externa del triángulo (outsider). En resumen, en este ejemplo, el conflicto en la pareja llevaría, por medio del patrón de regulación emocional del triángulo, a la vinculación de la madre con el hijo, con el consecuente alivio momentáneo de la ansiedad, pero colocando al padre en la posición externa del triángulo. 17 Bowen hablará del principio de reciprocidad. Un acercamiento a este principio nos permite entender que es similar al de circularidad planteado por Watzlawick en su Teoría de la Comunicación Humana.


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El que ocupa la posición externa del triángulo, en este caso el padre, podrá tener diferentes reacciones. Alguna de ellas reestructurará de nuevo el triángulo, cambiando las posiciones nuevamente. Por ejemplo, el padre puede sentirse inicialmente aliviado al ver que la madre dirige su atención emocional hacia el hijo, pues ello disminuirá la tensión con su pareja, pero también podría sentirse rechazado por el aislamiento y la distancia que esta relación más cercana implican hacia él. Por otra parte, la sobreimplicación madre-hijo los llevará, antes o después, a un conflicto, en el que la madre buscará previsiblemente el apoyo del padre, quien, deseando abandonar la posición externa, se focalizará también en el hijo. Esto cambiará las posiciones, colocando ahora a la madre en la posición externa. Temporalmente, se verá aliviada, pues esto la sacará de la tensión con el hijo, convirtiendo en confortable la posición de aislamiento dentro del triángulo. Sin embargo, pronto sentirá esta posición como incómoda, volviendo a la sobreimplicación con el hijo o bien al conflicto marital, buscando un nuevo cambio de posiciones en el triángulo. Cuanto mayor sea el nivel de tensión al que está sometida la familia, mayor probabilidad de que el sistema se autorregule generando triángulos. Así, un triángulo podría entrelazarse con otros, generándose una red de triángulos interconectados que implicarían a personas de la red familiar o personal más cercano: otros hijos si los hay, un hermano/a del padre o la madre, los abuelos, etc. Los triángulos interconectados pueden ayudar a disminuir significativamente la ansiedad en el triángulo central, pero suponen elevar la reactividad emocional de todo el sistema y, por tanto, la posibilidad de que la ansiedad pueda ser finalmente amplificada, pues la red de triángulos interconectados puede actuar a modo de amplificador. Como vemos, los triángulos son un mecanismo clave en la familia para regular la respuesta al estrés. Así, en un sistema con un grado elevado de fusión entre sus miembros, se activarán diferentes triángulos cuya función es disminuir la ansiedad en algunos miembros del sistema, aunque con la consecuencia inevitable de elevar la ansiedad en otros. En otras palabras, los triángulos provocarán que algunos miembros absorban toda la ansiedad del sistema, lo que los hará vulnerables a desarrollar problemas físicos, psicológicos o sociales, porque esto les sitúa en el foco de la ansiedad crónica. Vemos, por tanto, que la regulación emocional a través de triángulos no es deseable. Dado que son una respuesta a un nivel de ansiedad en el sistema mayor de la que este puede regular, una forma de controlar su aparición tiene que ver con la disminución de los estresores externos. Sin embargo, esta es obviamente una solución muy limitada. Los mecanismos emocionales subyacentes a los patrones interpersonales característicos de la triangulación solo se verán realmente minimizados a través del aumento en el grado de Diferenciación del Self de los miembros del sistema familiar. Como ya se ha indicado, cuanto mayor es el grado de Diferenciación del Self de una familia o grupo, menor es la posibilidad de que niveles elevados de ansiedad desemboquen en triángulos relacionales.

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En cuanto a los efectos específicos en la relación de pareja, los triángulos tendrán un efecto u otro según sean las características de esta relación. Algunas parejas se mantienen más estables excluyendo sistemáticamente la presencia de un tercero, mientras que otras se ven fortalecidas en su estabilidad por esta misma presencia. En el primer caso existiría una alta sensibilidad a cualquier signo de involucración emocional de un tercero con alguno de los miembros de la díada, y esta involucración generaría un aumento de la ansiedad. En el segundo, la presencia de una tercera persona (por ejemplo, el nacimiento de un hijo) disminuye la ansiedad y estabiliza el vínculo de la pareja. Los triángulos pueden permanecer en el tiempo y no requieren la presencia física de las tres personas para ejercer su influencia sobre la red emocional de la familia. En este sentido, puede existir un patrón triangular que incluya a una persona con la que se tiene poco contacto, o que incluso ya ha fallecido. No obstante, el concepto de triángulo planteado por Bowen solamente es aplicable a personas. Bowen no creía que pudieran aplicarse estas mismas reglas y análisis si uno de los elementos del triángulo es un objeto, una idea, un animal, etc. A modo de conclusión, señalo esquemáticamente las variables que pueden modificar los triángulos: 1. El grado de ansiedad crónica. A mayor ansiedad en el sistema familiar, mayor probabilidad de que se generen triángulos y mayor será la intensidad de estos, llegando incluso a generarse triángulos interconectados. 2. El grado de Diferenciación del Self de las personas involucradas. Cuanto mayor sea, menor será la probabilidad de pautas de interacción reguladas por triángulos, dada la menor vulnerabilidad a la ansiedad de personas con mayores niveles de diferenciación. Es importante indicar también que la existencia de un sistema de relación constituido por tres personas no tiene necesariamente que expresar patrones disfuncionales como los descritos en este capítulo. Así, cuando se combinan una alta Diferenciación del Self y una baja ansiedad crónica, es probable que se pueda dar un sistema tripersonal abierto: tres relaciones uno a uno relativamente diferenciadas, caracterizadas por una estabilidad funcional (Gilbert, 1992).

4. El proceso emocional de la familia nuclear Este concepto de la Teoría de Bowen hace referencia al modo de funcionamiento emocional de la familia nuclear (padres e hijo/s). Nos habla de los patrones de relación que se desarrollan en el seno de la familia nuclear ante periodos de tensión familiar elevada y prolongada. Al igual que sucede con los triángulos, estos patrones, que Bowen postula como universales y cuasi-instintivos, siguen reglas coherentes. Específicamente, la Teoría plantea cuatro patrones de relación en la familia nuclear ante las tensiones:


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a) El distanciamiento emocional de la pareja. b) El conflicto de la pareja. c) La alteración en el funcionamiento de uno de los miembros de la pareja (que dará lugar a un bajo y sobrefuncionamiento18). d) La focalización de ambos miembros de la pareja en un tercer elemento (habitualmente, un hijo). Cuando la tensión alcanza niveles elevados, la predicción de Bowen es que podremos observar en la familia nuclear uno o varios de estos patrones. Generalmente, a mayor tensión, mayor probabilidad de que se activen varios patrones simultáneamente, afectando a los distintos miembros y áreas de funcionamiento de la familia. Ahora bien, la observación clínica también nos indica que algunas familias se focalizan en un único tipo de patrón, es decir, que ante niveles altos de tensión regulan siempre y rígidamente esta por medio de un único patrón. Estas familias suelen tener peor pronóstico que aquellas que, ante niveles muy elevados de ansiedad, regulan la ansiedad por medio de varios patrones, o varían a lo largo de su historia los patrones de regulación, demostrando una mayor flexibilidad emocional. El grado de tensión necesario para activar estos patrones de regulación de la ansiedad en la familia nuclear depende de ciertas variables, a saber: el grado de estrés al que la familia se enfrenta, el grado de Diferenciación del Self de los miembros de esta, su relación con la familia extensa y la existencia de una red de apoyo significativa. La existencia de esta red y de una buena relación con la familia extensa serán factores protectores, como también lo será un grado alto de Diferenciación del Self. Que en una familia se ponga en marcha un patrón u otro dependerá de los mecanismos de control emocional aprendidos en las familias de origen de los respectivos miembros de la pareja. Existe, por tanto, una transmisión intergeneracional. Dado que para Bowen las personas acaban emparejándose con otras con niveles similares de Diferenciación del Self, las pautas de regulación emocional aprendidas en la familia de origen serían replicadas en el sistema familiar creado y probablemente reproducidas también por los hijos. No obstante, estas pautas podrían cambiar a lo largo del tiempo por la propia evolución de la familia nuclear. Según qué patrón se active, la ansiedad será absorbida por una parte determinada del sistema familiar. Cuando el sistema emocional de la familia nuclear genera cualquiera de estas posibles respuestas, está buscando preservar la homeostasis del sistema o bien de alguno de los miembros del mismo, en cuyo caso sería a costa de los demás miembros. El miembro del sistema familiar que absorba la indiferenciación tendrá más probabilidades de desarrollar disfunciones (problemas médicos, psicológicos y/o sociales). En familias con un alto grado de Diferenciación del Self, el nivel medio de ansiedad crónica puede ser tan bajo que la presencia de estos 18 En inglés: underfunctioning y overfunctioning.

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patrones sea de intensidad mínima, de modo que no solamente no lleguen a generar ningún síntoma clínico relevante, sino que estén realizando la función adaptativa por la cual se han desarrollado a lo largo de la evolución.19 A continuación definiré, con mayor profundidad, en qué consisten cada uno de estos cuatro mecanismos de control de la ansiedad (o patrones de relación en el sistema emocional de la familia nuclear): a) Distanciamiento emocional. El bajo grado de diferenciación genera una alta reactividad emocional entre la pareja, que puede optar, ante la tensión, por el distanciamiento psicológico y/o físico como modo aparente de resolución. La distancia con el otro sin duda reduce la intensidad de la relación, pero para Bowen nada tiene que ver con la resolución de la fusión entendida aquí como indiferenciación. Al contrario, se trata de una solución que cristaliza el mismo proceso de diferenciación y lo impide avanzar. Este distanciamiento puede ir desde la evitación de ciertos temas por su carga emocional, la evitación de cualquier intercambio verbal o bien la de la misma presencia física (la ruptura temporal o definitiva). Lo que la pareja consigue modular a través del distanciamiento emocional es solamente la reactividad hacia la otra persona, no su nivel de indiferenciación, por lo que buscarán automáticamente otros elementos o personas a los que vincularse y en los que encontrar un eco emocional. Esta «solución aparente» tendrá un coste, pues tenderán a repetirse los mismos patrones en las relaciones que establezcan en el futuro, manteniéndose en una progresiva vinculación y desvinculación emocional que implica un gran aislamiento y coste. Veremos en mayor profundidad este punto del distanciamiento emocional cuando se trate el concepto de corte emocional, dado que puede entenderse este patrón de la familia nuclear como un corte emocional pero específicamente referido a este marco: la relación de pareja en el contexto de la familia nuclear. b) Conflicto marital. Este patrón regula a través del conflicto marital la ansiedad crónica presente en el sistema. Las parejas con un alto grado de conflictividad son generalmente parejas con un bajo nivel de Diferenciación del Self. El conflicto les permite focalizarse en posturas estables, bucles sin resolución, que justifican el distanciamiento y, a la vez, permiten breves momentos de reconciliación con una intensa sensación de fusión. Los temas de conflicto son aleatorios y circulares, carentes de base real. Ambos miembros de la pareja emplearán muchísima energía en alimentar esta circularidad. Tanto tiempo y energías focalizadas en la discusión con el otro se convierten aquí en un modo de indicar interés y afecto. En algunos casos acudirán incluso a terapia para demostrar su interés 19 Si se mantienen por debajo de un determinado umbral de intensidad, estos patrones son adaptativos, pues representan mecanismos de control de la ansiedad desarrollados a través de la evolución (al igual que la respuesta de estrés tiene un sentido adaptativo y un origen evolutivo, siempre y cuando no adopte patrones rígidos). Esta concepción está conectada con un principio general de los planteamientos de Bowen, para quien el funcionamiento humano se ubica en un continuum, de modo que lo funcional y lo disfuncional no son conceptos dicotómicos.


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en que «todo vaya bien», empleando horas y horas en explicar sus conflictos y las causas de sus desacuerdos, que parecen nunca acabarse. Se sentirán agradecidos con el terapeuta no solamente porque este escuche sus explicaciones, sino más aún si contribuye a la intensidad emocional y a lo dramático de las mismas. La focalización mutua de ambos Selfs proporciona proximidad emocional, mientras el conflicto permite obtener la suficiente distancia para controlar la fusión. El conflicto marital puede proteger a los hijos de la focalización directa de la tensión emocional, pues cada uno de los padres se focaliza en el otro. c) Disfunción en uno de los miembros de la pareja. Ante un exceso de ansiedad en el sistema familiar, la homeostasis puede mantenerse también si uno de los miembros de la pareja se «anula», es decir, toma una actitud pasiva, de dependencia, en pro de la relación. En palabras de Bowen: «dos pseudo-Selfs se fusionan en un Self común […], cediendo un pseudo-Self a la unión y ganando el otro un nivel de Self funcional más elevado gracias a ello» (Bowen, 1978, p. 125). A través de un proceso emocional al que ambos miembros de la pareja contribuyen, la tensión se resuelve adoptando un ajuste del tipo dominancia-sumisión, de manera que, dado que uno de ellos pasa a extralimitarse (sobrefuncionamiento), el otro se reafirmará en su postura pasiva y de incapacidad (bajo funcionamiento). El miembro que ha ganado Self funcional asumirá cada vez más responsabilidad en el funcionamiento de ambos como si no fueran dos personas capaces y diferentes. No se trata de una delegación reflexiva, delimitada y adaptativa para ambos, porque uno de los dos tenga mayor competencia para la decisión en un área concreta, sino de un patrón de manejo de la tensión emocional. La dificultad estriba en que si la ansiedad crónica presente en el sistema sobrepasa ciertos límites, las posturas recíprocas (sobrefuncionamiento y bajo funcionamiento) podrán volverse cada vez más extremas y fijarse: el miembro funcional asumiría toda la responsabilidad de la relación y el bienestar de ambos, y quien ha comprometido su funcionamiento en pro de la armonía de la pareja será el miembro vulnerable a desarrollar una enfermedad, una dificultad psicológica o algún problema de ajuste social. Un alto grado de Diferenciación del Self facilitará un mejor ajuste en la pareja, pues evitará mecanismos emocionales que generan percepciones erróneas, como son: asumir que el bienestar de los demás miembros de la familia es responsabilidad propia, o que uno puede saber mejor que la pareja lo que es mejor para ella. Si hay una baja diferenciación, ello hará más probable la reciprocidad, reforzando el patrón: el otro miembro de la pareja confirmaría estas percepciones afirmando «no soy capaz de decidir sobre mi vida, y mi bienestar depende de ti». Este ajuste compromete la relación, porque en realidad ambos pierden en esta «solución». Es manejable si el grado de tensión al que está sometida la familia es bajo, pero tiende a cronificarse por la reciprocidad, hasta convertirse en ocasiones en una dinámica muy arraigada de la que es difícil deshacerse, pues todo el sistema familiar la protegerá como fuente de su homeostasis.

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d) Focalización en un hijo. En todos los casos anteriores la ansiedad del sistema es absorbida por el subsistema parental o por uno de los miembros de la pareja. Sin embargo, también es posible estabilizar el sistema a través de la generación de un triángulo con uno o varios de los hijos. Si se da esta forma de «solución» de la ansiedad, es el hijo el que se encontrará soportando la carga de la ansiedad del sistema y, por tanto, es quien, dentro del sistema familiar, más probablemente desarrollará alguna disfunción de tipo médico, psicológico o social. La aparición de los síntomas no hará más que aumentar la focalización de los padres, lo que reforzará la situación. En otras palabras, la «especial atención» de los padres hacia el hijo generará la reciprocidad propia de toda comunicación humana, de modo que este hijo se volverá automáticamente más sensible y reactivo a cualquier movimiento de los padres, a sus necesidades, expectativas y actitudes, confirmando en ellos que necesita de un especial cuidado porque es diferente a los otros. Como vemos, estos cuatro patrones suponen que la tensión familiar recaiga sobre ciertas partes de la familia. Cuanta más ansiedad absorba una persona o una relación, menos tendrán que absorber el resto de los miembros del sistema familiar, lo que implica que algunos miembros de la familia conseguirán mantenerse funcionales a costa de otros. Esto no es intencional, pero como vemos, el sistema emocional de la familia nuclear pone en marcha estos patrones que, si no son controlados y minimizados de forma sistemática y voluntaria, darán como resultado un frágil equilibrio y la probable aparición de síntomas.

5. El proceso de proyección familiar El último de los cuatro patrones descritos en el concepto anterior es tan relevante para la comprensión, no solo del modo en que el sistema familiar maneja la ansiedad, sino también de la transmisión intergeneracional, que Bowen lo constituyó como un concepto en sí mismo: el proceso de proyección familiar. El proceso de proyección familiar describe la forma en que la indiferenciación de los padres es transmitida a sus hijos. La proyección familiar se relaciona con la focalización de la ansiedad en uno o varios hijos siendo el mecanismo esencial a través del cual la ansiedad crónica afecta a los hijos y a su grado de Diferenciación del Self. Cuanto mayor sea el grado de diferenciación de los padres, menos intenso será el proceso de proyección familiar, llevando esto a un mayor nivel de diferenciación en los hijos. Por esta razón, se puede afirmar que el proceso de proyección familiar es lo que explica que el grado de Diferenciación del Self de los hijos generalmente sea similar al de los padres. Dado que este proceso habitualmente tiene lugar sobre varios hijos simultáneamente, algunos hijos desarrollarán probablemente un grado de diferenciación ligeramente superior al de sus padres, otros un grado similar y, algunos, un grado de diferenciación menor que el de sus progenitores. Esta variabilidad está directamente


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relacionada con uno de los cuatro patrones posibles de manejo de la ansiedad en la familia nuclear a los que acabo de hacer referencia: la focalización en un hijo. El proceso de proyección familiar tiene que ver con la forma en que los padres se comportan y el ambiente emocional que generan en la familia. Debido a este proceso, los padres tienden a buscar en sus hijos mecanismos emocionales que, de algún modo, reconocen en ellos mismos, y convierten su percepción proyectiva en lo que podríamos denominar una profecía autocumplida. Lo que es simplemente su percepción pasa a ser para ellos un hecho, a consecuencia de lo cual se comportarán coherentemente con él a partir de ese momento. De este modo si, por ejemplo, ellos mismos se sienten inseguros en el entorno social, tenderán a ver estas inseguridades en sus hijos, y se las transmitirán de múltiples formas. Los hijos comenzarán a comportarse, sin buscarlo conscientemente, de un modo que confirma a los padres en sus percepciones, generándose una reciprocidad que refuerza el círculo. El proceso de proyección familiar llevará a que las vivencias emocionales de los padres condicionen su percepción de los hijos (a que se dé por tanto, como su nombre indica, una proyección). Las consecuencias de esta proyección serán notables, pues la percepción de los padres sobre un hijo tiene una enorme influencia sobre el comportamiento y desarrollo de éste. La temática de la proyección puede tener que ver con el bienestar emocional del hijo, con su salud, su comportamiento, algún aparente defecto o dificultad… Va cambiando y puede ser única o múltiple, pero estará siempre influenciada por las experiencias de los padres en sus familias de origen. Los pasos característicos del proceso de proyección son tres: 1) El padre o madre se focaliza en un hijo/a desde el miedo a algo malo o preocupante20 que le sucede; 2) el padre/madre interpreta el comportamiento del hijo/a como una confirmación de sus sospechas; 3) el padre/madre trata al hijo/a como si su percepción fuese ya una realidad, dado que esa es su vivencia interna. Como dice Kerr (2003, p. 19) refiriéndose al proceso de proyección familiar: «Los hijos heredan muchos tipos de problemas (así como también fortalezas) a través de las relaciones con sus padres, pero los problemas heredados que afectan a sus vidas en mayor medida son las sensibilidades a las relaciones, tales como: necesidades de atención y aprobación elevadas, dificultades para enfrentarse a las expectativas, la tendencia a culparse a uno mismo o a otros, o el sentirse responsable de la felicidad de los demás o que los demás son responsables de nuestra propia felicidad […]. Las sensibilidades incrementan la vulnerabilidad de la persona a los síntomas, al desencadenar comportamientos que elevan la ansiedad crónica». 20 En EE. UU. se aprecia cada vez más a menudo en la clínica a familias en las que el objeto de preocupación no es un defecto objetivo, una limitación o alguna necesidad específica de apoyo, sino la dificultad para alcanzar unas expectativas desproporcionadas de los padres: lo que los padres proyectan en el hijo lleva a que necesite ayuda psicológica, pues el hijo no saca, por ejemplo, unas notas todo lo buenas que debería en el colegio además de preparar sus conciertos de piano y participar en un equipo de fútbol de prestigio. Se trata de familias que muestran igualmente este patrón de proyección en un hijo que estamos describiendo, pero con un objeto que toma una nueva forma en un determinado entorno social y cultural (M. Martínez, comunicación personal, 14 de septiembre 2011).

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La proyección habitualmente se focaliza en uno de los hijos, lo que indirectamente protegerá en cierta medida a los otros. Dado que los padres estarán menos sobreimplicados con los demás hijos, su trato con ellos será más maduro y equilibrado. En el hijo que se ha convertido en protagonista de la proyección familiar, esta podría desencadenar la aparición de síntomas médicos, psicológicos o sociales en cualquier punto de su desarrollo evolutivo. La sobreimplicación podrá ser en sentido positivo o negativo (de conflicto) y puede cambiar su signo a cualquier edad. No obstante, los momentos de transición de una etapa evolutiva a otra (por ejemplo, en el paso a la adolescencia) son especialmente propicios para ello. El signo no habla de su efecto, sino del color o temática de la proyección, siendo igualmente un mecanismo desadaptativo. Los dos elementos que favorecerán que la proyección acabe generando sintomatología son el grado de ansiedad presente en el sistema y, con una correlación negativa, el nivel de Diferenciación del Self del hijo. Por su parte, el grado de Diferenciación del Self de los padres también tendrá influencia en la familia, ya que cuanto menor sea, más fuerte será el propio proceso de proyección familiar, y ello implicará también que más hijos podrán verse afectados negativamente por este proceso. El proceso de proyección familiar genera, frecuentemente, familias en las que encontramos una configuración caracterizada por la presencia de un hijo con un funcionamiento significativamente menor que el de sus hermanos/as (Conley, 2005). Los hijos que no se han visto introducidos en una constante triangulación, que por tanto no han sido el centro del proceso de proyección familiar, serán menos reactivos y podrán recibir influencias más variadas del ambiente y de otros significativos, lo que les hará más equilibrados y redundará positivamente en su capacidad de gestión emocional. El proceso de proyección familiar descrito está presente en cierto grado en todas las familias. Que se exprese de forma adaptativa dependerá principalmente de la habilidad de los padres para centrarse en su propio funcionamiento (individualidad) en lugar de proyectar su ansiedad y ser reactivos al funcionamiento de otros (fusión).

6. El proceso de transmisión multigeneracional

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Al igual que otros importantes nombres de la Psicoterapia, como Boszormenyi-Nagy o James Framo, el aspecto intergeneracional tiene para Bowen una relevancia notable. Sin ir más lejos, Bowen planteó que el factor determinante del nivel de Diferenciación del Self logrado por un sujeto es el grado de Diferenciación del Self de sus progenitores. La Diferenciación del Self es, por tanto, fruto de un proceso de transmisión multigeneracional. Algunas investigaciones han confirmado esta hipótesis (Lawson y Brossart, 2001), aunque todavía queda mucho por investigar en cuanto a este aspecto de la transmisión del nivel de Diferenciación del Self. 21 Cuando se utiliza el término multigeneracional se quiere hacer notar que se trata de un proceso de transmisión intergeneracional en el que están involucradas más de dos generaciones. Entendemos intergeneracional como referido a aquello que se transmite de generación en generación.


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El proceso de transmisión multigeneracional planteado por Bowen significa que el modo en que una familia maneja sus procesos emocionales se transmite de generación en generación y que, además, los procesos emocionales que percibimos en una familia nuclear están conectados con su familia extensa. Por tanto, aunque se ha definido la familia nuclear como la «unidad emocional» y esto es correcto, esta no está desconectada de la familia extensa sino que guarda con ella una inevitable conexión emocional. Por eso, podemos también entender a la familia como un sistema emocional multigeneracional. La concepción de la familia como un sistema emocional multigeneracional implica la consideración de, al menos, tres generaciones y sus respectivos subsistemas emocionales interconectados. Esto incluye habitualmente a la familia nuclear, la familia de origen paterna y la familia de origen materna. Entender la familia como un sistema emocional multigeneracional implica extender el concepto de la familia nuclear como «unidad emocional». Introducir este concepto en la Teoría supone ver cualquier disfunción actual como el producto de un problema emocional que ha ido transmitiéndose y, probablemente, intensificándose de generación en generación. A este respecto dicen Kerr y Bowen (1988, p. 255): «Si una persona es capaz de mirar su propio diagrama —con cuatro o cinco generaciones de su familia— y puede verlo como un organismo vivo, una unidad emocional multigeneracional que cambia gradualmente a través del tiempo de acuerdo a precisos principios, entonces está más allá de culparse a sí misma o a otros». Podríamos decir, completando esta afirmación, que entonces se hallará —al quedar liberada de la culpa— capacitada para dar una respuesta a esta dificultad. La transmisión multigeneracional se conecta con muchos otros postulados planteados dentro de la Teoría de Bowen. Por ejemplo, la asunción de que las personas elegirán una pareja con un grado de Diferenciación del Self similar al propio. También con el proceso de proyección familiar, del cual es, en cierto sentido, una extensión y consecuencia lógica. Las pequeñas variaciones que produce el proceso de proyección familiar en el grado de diferenciación de los hijos, hacia un menor grado que sus padres en unos y mayor en otros, irá generando segmentos en las familias a lo largo de las generaciones. De este modo, encontraremos líneas genealógicas o ramas dentro de una familia extensa con un grado creciente de Diferenciación del Self, mientras otras irán reduciendo el nivel básico de diferenciación. Existen diferentes variables que pueden marcar el ritmo al que esta variación intergeneracional se produce. Si el sistema emocional de una familia nuclear desarrolla principalmente el patrón de la focalización en los hijos, el proceso de proyección familiar se acentúa, dándose un salto mayor en la variación en la diferenciación entre padres e hijos, y mayores diferencias entre los propios hijos. Si este tipo de patrón de regulación de la tensión emocional se mantiene a lo largo de varias generaciones, serán suficientes tres o cuatro saltos generacionales para producir un notable cambio, si comparamos a hijos y padres en el grado de Diferenciación del Self, generalmente manifestado como deterioro en el funcionamiento general de las

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personas. Si los patrones que desarrolla el sistema emocional de la familia nuclear tienen más que ver con el conflicto o el distanciamiento marital, entonces el proceso de variación intergeneracional irá más lento. Otra variable relevante es el grado de corte emocional intergeneracional. Esta variable será analizada específicamente en el siguiente punto, pues es uno de los conceptos clave dentro de la Teoría. Al mismo tiempo, una tercera variable que influye en el proceso de transmisión intergeneracional es el grado de estrés externo al que está sometida la familia. Familias que viven, por circunstancias sociales o personales, mayores niveles de estrés sostenido a lo largo de su historia familiar, tenderán a desarrollar más el mecanismo de proyección y, por ello, existirán más diferencias entre los hijos y una tendencia a un menor grado de Diferenciación del Self en la generación posterior. Estas líneas genealógicas crecientes o decrecientes en el grado de Diferenciación del Self, dentro del marco del concepto de transmisión multigeneracional de la diferenciación, se pueden identificar retrospectivamente analizando diferentes variables en el diagrama familiar. Factores que nos pueden hablar de un bajo grado de Diferenciación del Self son: la presencia y virulencia de enfermedades, sean estas físicas o psicológicas, el que haya habido problemas de fertilidad, el grado de formación académica y profesional alcanzado, la existencia de un corte emocional con respecto a las generaciones previas, la presencia de delitos y las adicciones (alcoholismo, etc.). Para Bowen, cuando observamos en una familia esta clase de problemas, probablemente podamos encontrar que en las generaciones anteriores ha habido, por diferentes causas, una progresiva disminución en el grado de Diferenciación del Self. En resumen, las líneas genealógicas con niveles decrecientes de diferenciación tienden a exhibir un funcionamiento menos eficiente, apareciendo más respuestas desadaptativas a las demandas de la vida, mientras que en las líneas genealógicas crecientes se observa lo contrario. La transmisión del grado de Diferenciación del Self de padres a hijos es un proceso muy complejo, sobre el que la Teoría da algunas orientaciones, pero que requiere todavía de un respaldo empírico consolidado para fundamentarlo mejor y conocer más sobre los procesos que lo posibilitan. El Georgetown Family Center tiene en marcha un proceso muy ambicioso en este sentido: el Family Database Project.22 Sabemos por la Teoría que la transmisión multigeneracional ocurre básicamente a través del proceso de proyección familiar, y también a través de múltiples vías de aprendizaje y comunicación que van desde la enseñanza consciente y el aprendizaje de información hasta la programación de reacciones emocionales y comportamientos de forma automática e inconsciente, y tal vez hasta a nivel de la Epigenética. Lo relacional, lo ambiental, lo social y lo genético interactúan dando forma al Self de cada individuo. Sin embargo, todavía queda mucho por conocer sobre el proceso de transmisión multigeneracional. 22 Es posible solicitar información sobre este proyecto poniéndose en contacto con el Centro Bowen en la dirección http://www.thebowencenter.org/pages/fhdbp.html.


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7. El corte emocional

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El concepto de corte emocional hace referencia a una de las formas en que las personas manejan la fusión irresuelta con su familia de origen: distanciándose, aislándose y cortando la relación. Podría malinterpretarse como una especie de ausencia total de fusión, pero es todo lo contrario. En los procesos psicológicos y emocionales familiares, muchas veces los extremos son signo de la misma dificultad. Así es en este caso. Muestra la misma indiferenciación quien huye de su familia de origen que quien no es capaz de una autonomía porque no puede dar una respuesta diferente a la fusión (entendida como asumir siempre el criterio paterno, no mostrar diferencia, buscar constantemente su aprobación y no cuestionar su posición, etc.); quien no es capaz de tener relación como quien no es capaz de dejar de tenerla. Cuanto menor sea el grado de Diferenciación del Self alcanzado por una persona, mayor será el grado de fusión o apego irresuelto con sus padres y, por tanto, más conflictiva y generadora de ansiedad será esa relación. Ello hará más probable que se desarrolle una aparente «solución» relacional, que tiene dos posibles formas: la fusión o el corte emocional. Ninguno de estos dos patrones de regulación emocional implica un cambio real en la relación o en el grado de diferenciación de las personas implicadas. Ninguno de los dos mecanismos reduce la dependencia real y la resuelve, sino que ambos mantienen, bajo dos formas aparentemente antagónicas (una es la fusión y otra la negación de esta), la misma realidad. El corte emocional puede adquirir diferentes formas. Puede expresarse a través del alejamiento físico total, es decir, de la ausencia total de contacto o conocimiento mutuo; pero también a través de un grado más moderado que consistiría en buscar mantener los mínimos encuentros familiares posibles y, si se producen, que sean breves y superficiales, u obviando de forma sistemática determinados temas con una relevante carga emocional. A veces se buscará intencionalmente un distanciamiento geográfico para, aún sin reconocerlo, poder justificar la ausencia de contacto. Si revisamos la historia de una familia observando varias generaciones de su diagrama (cuatro o cinco generaciones), podremos probablemente detectar líneas de fusión creciente que acaban potenciando la aparición de corte emocional con la familia de origen. No siempre un distanciamiento o un alejamiento total estarán causados por un proceso de corte emocional, pero esta será la causa de muchas más situaciones de aislamiento de las que los miembros de una familia serán capaces de identificar y reconocer. 23 O límite emocional. El concepto de corte emocional será utilizado por Bowen (usando el término en inglés emotional cutoff) para referirse específicamente a la relación con la familia de origen, especialmente a la relación con las generaciones previas (padres, tíos, abuelos) pero también con los hermanos. Posteriormente se ha extendido y se ha aplicado a las relaciones de pareja o amistad y, para ser más precisos, para este segundo caso en este capítulo se utilizará el término límite emocional. Ambos conceptos se refieren, básicamente, a un proceso similar, con diferencias en el tipo de relación al que se aplican y, también, con respecto a sus consecuencias.

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La forma en que se han resuelto las vinculaciones emocionales con los padres se expresará en la forma que toman las relaciones interpersonales a lo largo de toda la vida (Bowen, 1978). Por tanto, la no resolución de esta fusión tiene consecuencias en el funcionamiento actual de esa persona e, incluso, según Titelman (1998), de las generaciones futuras, pues para él el grado de fusión de una generación correlaciona con el corte emocional vivido por las generaciones precedentes. El corte emocional es un patrón paradójico en el que, a través de un único proceso, la persona explicita la existencia de esta dificultad (excesiva fusión), le da una «solución», y al mismo tiempo genera una nueva disfunción emocional que perpetúa el problema y, tal vez, incluso potencia su aparición en la siguiente generación, dado que Bowen considera el corte emocional como un síntoma de la fusión intergeneracional no resuelta. En otras palabras, es cierto que al distanciarse o evitar totalmente la relación con su familia de origen, la persona consigue reducir la ansiedad que este contacto produce, al menos a corto o medio plazo. Pero, al mismo tiempo, a través de este aislamiento o ausencia de relación, desaparece la posibilidad de resolver esta indiferenciación o fusión y, más aún, se repetirán muy probablemente los mismos patrones emocionales aprendidos en las nuevas relaciones significativas que la persona vaya desarrollando. Ha encontrado una solución, la huida, que la persona debe reconocer como provisional para poder dar el siguiente paso: aceptar que tiene la mitad de la responsabilidad en mejorar la relación con su familia de origen. Generalmente, las personas con un apego irresuelto con su familia de origen definen esta relación o bien como «ideal» o como «horrible», según el signo en el que se encuentre la fusión. En este sentido es habitual que refieran que desde que ya no están en casa o no mantienen relación, todo «va mucho mejor», aunque lo único que ha sucedido es una disminución en la ansiedad porque, al no existir relación, la reactividad es menor o se genera en otra relación o sistema. Un ejemplo prototípico de este tipo de patrón sería el de una relación entre un hijo y sus padres muy marcada por la fusión, que al llegar la adolescencia deriva en una relación fuertemente conflictiva. Este chico comenzará entonces otras muchas relaciones (con sus amigos, su novia, etc.), pero todas seguirán teniendo como nota predominante la fusión. Cuando este joven se independice, comience su vida laboral, se convertirá en un adulto en búsqueda de una relación que le pueda satisfacer en cuanto al grado de fusión emocional percibida, como tratando de volver a la situación inicial vivida en su familia, involucrándose hasta que la falta de autonomía y la indiferenciación emocional conviertan la situación en desadaptativa. Entonces volverá a cortar esa relación (o relaciones) y buscará una nueva. Especialmente en personas que han cortado toda relación con su familia de origen, es como si buscaran una «nueva familia», y la recuperación en ella de la vivencia inicial de fusión. O bien, otro patrón posible, será mantenerse en una relación, pero ante la indiferenciación, realizar una serie de cortes emocionales, en determinados temas y actitudes, que le permitan mantenerse en la relación pero en realidad aislado de ella.


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Cuanto más distante esté una persona de su familia de origen, más exigente será con su pareja y su red social para compensar esta carencia. En este sentido, será más propenso a presionarles para que actúen de cierto modo, colocando sobre ellos unas expectativas que llegado un punto podrían poner en peligro la relación. Según señala Kerr (2003, pp. 33-34): «Todo el mundo tiene un cierto grado de apego no resuelto con su familia de origen, pero las personas bien diferenciadas tiene mucha más capacidad de resolución que las personas menos diferenciadas. Un apego sin resolver puede tomar muchas formas. Por ejemplo, 1) una persona se siente más cómoda como un niño cuando está en casa y busca que sus padres tomen las decisiones por él, a pesar de que él las puede tomar por sí mismo, o 2) una persona se siente culpable cuando tiene más contacto con sus padres y siente que debe resolver los conflictos y angustias que ellos viven, o 3) una persona se siente iracunda porque sus padres no parecen entenderlo o aprobarlo. Un apego irresuelto tiene que ver con la inmadurez tanto de los padres como del hijo adulto, pero las personas comúnmente se culpan a ellas mismas o a otros de los problemas». El fenómeno de corte emocional tiene muchas implicaciones en el trabajo terapéutico con las familias, como vía facilitadora de una mayor Diferenciación del Self, y de búsqueda de soluciones más allá del alivio temporal de la ansiedad. Además, desde la perspectiva de Bowen, mantener una relación fluida con la familia extensa es, casi siempre, un factor protector. Permite a la familia nuclear un desarrollo más funcional, porque beneficia su estabilidad frente al estrés externo: «Uno de los mecanismos automáticos más eficaces para reducir los niveles excesivos de ansiedad en una familia es un sistema relacional relativamente abierto con la familia extensa» (Bowen, 1978, p. 537). La importancia y atención que Bowen concede a la relación con la familia de origen puede apreciarse también en su manera de entender la formación de un terapeuta familiar. En primer lugar, porque si el propio terapeuta está en una situación de distanciamiento o corte emocional con su familia de origen, debe hacer todos los esfuerzos necesarios para cambiar esta situación y mantener un contacto frecuente. En segundo lugar, porque Bowen concibe la relación con la familia de origen como un instrumento insustituible en la formación del terapeuta, por su valor para el conocimiento de los propios mecanismos emocionales y el desarrollo de un mayor grado de Diferenciación del Self. Guerin y Chabot (1992) recogen cuatro pasos que Bowen planteaba a los terapeutas como parte de su formación, que podemos también encontrar en el artículo de Rodríguez y Kerr (2011): 1. Conocer hechos concretos de tu familia de origen. Bowen animó a los alumnos a trabajar sobre sus familias construyendo diagramas, buscando documentar las relaciones entre las personas de la familia de origen: incluir fechas de eventos importantes, como nacimientos, muertes, diagnóstico de enfermedades… que puedan identificar eventos clave.

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2. Convertirte en un mejor observador de tu familia y aprender a controlar tu propia reactividad ante ella. Es en la relación con la propia familia de origen donde la reactividad emocional se hace más patente y, por tanto, es necesario buscar espacios de relación para poder ir ensayando este trabajo de observación y modulación de la propia emoción. 3. Aprender a no manejar las situaciones emocionales generando triángulos relacionales. Esta parte del entrenamiento implica el desarrollo de la habilidad para permanecer no reactivo durante periodos de alta intensidad emocional (ansiedad) en la propia familia. Para fomentar este proceso de «des-triangularse», Bowen animaba a visitar a las familias en momentos particularmente intensos desde el punto de vista emocional (enfermedad grave, fallecimientos, nacimientos…). 4. Desarrollar una relación persona a persona con el mayor número de miembros de la familia de origen que sea posible. Por medio de ello se busca también evitar el desarrollo de estrategias de control de la no-diferenciación a través del corte emocional o, en aquellos casos en los que ya existe este corte, disminuirlo o hacerlo desaparecer.

8. La posición entre hermanos El sistema fraternal, debido a las implicaciones psicológicas que tiene ocupar una posición determinada en la fratría, constituye otro concepto clave en la Teoría de Bowen. A este respecto, Bowen asumió completamente las tesis planteadas por Walter Toman en su libro Family Constellation (1961). Toman desarrolla en este libro su teoría sobre la influencia en las relaciones familiares de la posición en la fratría de hermanos, estableciendo diez perfiles fraternos básicos de los que se pueden extraer las características de cada posición. Toman, amigo personal de Bowen, pasó a ser su colaborador más directo en el desarrollo de este punto de su Teoría. Para Bowen, nacer en una posición concreta en la fratría implicaba una mayor probabilidad de desarrollar unos determinados rasgos psicológicos. De alguna forma, este hecho, muy claro para él a través de la observación clínica de cientos de familias, era una expresión de una «posición funcional» dentro de la familia como sistema. Cada persona cumple ciertas funciones en el sistema al que pertenece, de manera que se da una reciprocidad: que un individuo realice unas funciones en un sistema implica que otros no las realizarán, y viceversa. Las reglas emocionales del sistema potencian que individuos que ocupan determinadas posiciones funcionen de modos concretos, lo que va moldeando su carácter, dado que esto se produce en el seno de la familia y desde el nacimiento. Así, por ejemplo, Kerr (2003, p. 37) indica que «hijos mayores tienden a gravitar a posiciones de liderazgo y los hijos menores a menudo prefieren ser los seguidores. […] A los hijos menores les podrá gustar estar al mando, pero su estilo de liderazgo típicamente difiere del estilo de un hijo mayor». Además, este fenómeno tiene relación con otros conceptos de la Teoría, pues para Bowen en estos «papeles» familiares vuelven a tener influencia las generaciones previas, lo que nos hablaría también de la influencia multigeneracional.


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Ahora bien, para Kerr y Bowen (1988) la posición fraternal solo da cuenta de una parte de las características psicológicas de un individuo. Más aún, la repercusión de una determinada posición en la fratría puede sufrir ciertas variaciones de una familia a otra, por lo que para hacer una valoración más segura será conveniente considerar la configuración global de cada familia en particular y los procesos emocionales y relacionales que se evidencian en ella. Así mismo, Bowen plantea la universalidad de ciertas tendencias. En este sentido, por ejemplo, señala que algo que puede acentuar ciertos rasgos psicológicos es tener o no la experiencia de cuidado de los hermanos. A este respecto, es un hecho que son los hijos mayores los que pueden cuidar de sus hermanos pequeños, independientemente de la cultura, porque la diferencia objetiva de edad y madurez lo posibilitan. Bowen señala que esta tendencia del cuidado de los hermanos mayores sobre los pequeños se ha podido observar incluso en los primates, lo que le ratifica en su hipótesis de universalidad. Katheleen Kerr (coordinadora de investigación del Bowen Center de Washington D. C. hasta 2011) ha realizado importantes trabajos de investigación del comportamiento de los chimpancés para encontrar similitudes con el funcionamiento familiar de los seres humanos, llegando a conclusiones muy interesantes.24 No obstante, la hipótesis de la universalidad de estos patrones requiere todavía de investigación que la fundamente. De acuerdo con Bowen y Toman, la posición entre hermanos puede darnos, además, cierta información sobre cómo será probablemente el ajuste emocional de una pareja. En su investigación con cientos de parejas, Toman (1961) encontró que el lugar que ocupa cada cónyuge en su fratría era un factor significativo en la predicción del divorcio. Sería interesante realizar nuevas investigaciones al respecto, para ver si los cambios culturales que se han producido en estas décadas en cuanto a la concepción del matrimonio han modificado el peso predictivo de esta variable. Aunque todas las combinaciones tienen sus puntos fuertes y débiles, Toman y Bowen plantean que, en general, las parejas formadas por personas complementarias en las posiciones en sus respectivas fratrías, tendrán un mejor ajuste que cuando no es así. Por ejemplo, una hermana mayor con un varón menor, cuando ambos han tenido hermanos del otro sexo, tienen posiciones complementarias y esto es un factor pronóstico positivo. En el sentido contrario estaría, por ejemplo, la pareja formada por dos hermanos mayores que solamente han tenido hermanos del mismo sexo. En este segundo caso no hay complementariedad en la posición, y ninguno cuenta con la experiencia de convivencia con hermanos del sexo contrario. 24 En colaboración con diferentes etólogos, Kathleen Kerr ha realizado una investigación en Tanzania para estudiar las relaciones madre-hijo de los chimpancés. Sus observaciones indican que las diferencias en la intensidad del vínculo que la madre establece con la prole generan grandes variaciones en el funcionamiento de esta, de modo similar a como sucede en los seres humanos. Así mismo, pudo identificar patrones comportamentales similares a los que Bowen describió en humanos, para describir la alta y baja Diferenciación del Self. Para conocer en profundidad sus conclusiones es posible ponerse en contacto con Mrs. Kerr a través de kbkerr@bowentheoryacademy.org.

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Otras de las predicciones de Toman, corroboradas por Bowen en su Teoría, serían, por ejemplo, que en una pareja en la que uno de los miembros es el mayor de varios hermanos y el otro el más pequeño de sus hermanos, el primero habitualmente se sentirá más cómodo en la posición de responsabilidad, tomando decisiones y haciéndose cargo de diferentes aspectos de la vida en común. También tenderá a pensar que sabe «lo que es mejor» y a transmitírselo a la pareja. El más joven, por su parte, mostrará tendencia a ser recíproco a esta postura, potenciándola activamente a través de su comportamiento. Por otra parte, en un matrimonio formado por dos personas que han sido los más pequeños en sus fratrías, existirá una dificultad mayor para decidir «quién toma el control». Por esta razón es más probable que vivan la asunción de responsabilidades con mayor dificultad. La posición entre hermanos es un factor que se ve afectado, nuevamente, por el grado de Diferenciación del Self de los miembros del sistema familiar y, también, por el grado de ansiedad crónica presente en el mismo. Ambas variables pueden modular la intensidad del proceso de proyección familiar y la frecuencia de la triangulación de los hijos, factores que, si aumentan, pueden potenciar enormemente los roles de cada posición en la fratría. Estos mecanismos podrán producir también, en sentido paradójico, una alteración en las tendencias propias de cada posición en la fratría, de modo que, por ejemplo, el hijo mayor, objeto principal del proceso de proyección familiar, acabe asumiendo posiciones más típicamente asociadas al menor de la familia. O, al revés, un hermano menor que pase a adquirir roles más propios de hermano mayor. Así, como indica Kerr (2003, p. 38): «En lugar de estar cómodo con la responsabilidad y el liderazgo, un hijo mayor en el que se enfocaron con mucha ansiedad puede crecer siendo marcadamente indeciso y altamente reactivo a las expectativas […]; su hermano menor puede convertirse en el ‘mayor funcional’, llenando un vacío en el sistema familiar». Esto explica por qué, en un grupo de personas que tengan la misma posición en su fratría, podemos observar, sin lugar a dudas, diferencias importantes en su funcionamiento. Por último, indicar que la propia posición entre hermanos de los padres de una persona también es un factor a considerar, por su relevancia en los aprendizajes que un hijo hace al respecto de las reglas de funcionamiento familiar.

9. El proceso emocional en la sociedad Este concepto es la extensión lógica y la aplicación a la sociedad de los principios de la Teoría que se han ido señalando hasta aquí. Implica que, para Bowen, era posible aplicar los conceptos de su Teoría a otros sistemas además del familiar (sea familia nuclear o familia extensa). Esto incluye a la sociedad pero también la aplicabilidad a sistemas organizacionales o grupos sociales. En este sentido, es importante señalar que desde la década de los noventa ha habido desarrollos muy importantes de la Teoría de Bowen orientados a su aplicación al terreno empresarial y organizacional.


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Para Bowen, las fuerzas vitales de autonomía y vinculación están presentes también en la sociedad como sistema, y los conceptos que la Teoría aplica a la familia pueden ayudarnos a analizar la sociedad y, desde el análisis de sus procesos emocionales, entenderla mejor. Para Bowen, la cultura es insuficiente para explicar los altibajos que observamos en la capacidad de las sociedades para adaptarse a los retos y las circunstancias que viven, y que en muchos casos ponen en juego el bienestar y progreso de los individuos que las forman. Por ello, es necesario considerar el peso del proceso emocional en la sociedad. El incremento en los niveles de ansiedad en una sociedad altera el equilibrio entre autonomía y vinculación, mermando progresivamente el grado de diferenciación de ese sistema social y la capacidad de sus individuos para funcionar adaptativamente. Si esta tendencia se mantiene durante mucho tiempo, podrán aparecer determinados signos en la sociedad, como un aumento de la violencia, del divorcio, de la inestabilidad de los gobiernos, de la conflictividad social, de la tasa de adicciones, una mayor polarización entre grupos étnicos o un incremento de los casos de bancarrota, etc. A este fenómeno de aumento de la ansiedad en el nivel social, basada en los procesos emocionales de la sociedad como sistema, Bowen lo denomina «regresión social». En una regresión, la persona o la sociedad actúan buscando liberar la ansiedad del momento pero sin un criterio y sin visión a largo plazo, anulando la conciencia plena de la responsabilidad sobre los propios actos. El desequilibrio ecológico presente en muchas sociedades del mundo actual sería un ejemplo de «regresión social» para Bowen. Al mismo tiempo, llegado un momento, el malestar y las perturbaciones producidas por esta tendencia generarán previsiblemente un efecto péndulo que harán que vuelva a invertirse, esta vez hacia un nuevo equilibrio, siempre que haya individuos en la sociedad que trabajen por esta inversión. El equilibrio ideal entre vinculación y autonomía en una sociedad sería una situación en la que todos los individuos son conscientes de su individualidad y su autonomía, y, al mismo tiempo, conocen y reconocen la realidad social en la que viven, sus particularidades y la forma en que condiciona sus vidas. En un grupo equilibrado, los individuos buscarán defender sus derechos pero también serán capaces de velar por el bien común, es decir, buscarán un equilibrio entre ambos elementos sin radicalizarse en uno de ellos. Habrá, además, una alta tolerancia a las diferencias dentro del grupo, existiendo una baja presión social hacia la uniformidad. Si el grado de ansiedad global en una sociedad se incrementa, aparecerá una tendencia a la creación de grupos, que irán perdiendo su conciencia de pertenecer a un «todo» y comenzarán a enfrentarse entre ellos de diversas formas (discriminación racial, disturbios, conflictividad social, etc.). Cada grupo querrá defender sus derechos a costa de la sociedad en la que vive. Paradójicamente, sucede igual que con el cáncer: el mismo grupo de células que crece hasta invadir el resto del cuerpo genera en esto su propia muerte, pues si la persona muere también esas células cancerígenas desaparecerán. Dañando la sociedad en la que viven, estos grupos se dañan a sí mismos, su bienestar y viabilidad.

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Para Bowen el concepto de «proceso emocional en la sociedad» permite completar la comprensión del comportamiento humano, pues aunque para él la unidad familiar es clave, también entiende que fuera de la propia familia existen elementos que pueden disminuir o aumentar la ansiedad experimentada por esta, y que la propia unidad familiar no es un elemento pasivo en la sociedad, sino capaz de generar cambios e influir positivamente en ella.

10. Conclusiones Concluye aquí este primer capítulo del libro, cuyo objetivo es sintetizar los elementos esenciales de la Teoría Familiar Sistémica de Bowen: sus conceptos básicos y la interrelación entre ellos. Sin duda, sobre cada uno de los conceptos que he analizado podrían añadirse más reflexiones, aplicaciones e información. Sin embargo, el objetivo de este libro no es realizar un análisis extenso de la Teoría de Bowen, pues para ello ya contamos con Family Therapy in the Clinical Practice (Bowen, 1978), que contiene la propia Teoría y que, en cuanto a este objetivo, ninguna obra podrá superar. Se ha buscado más bien ofrecer al lector una síntesis coherente y manejable que permita entrar en los demás capítulos del libro teniendo un mínimo pero sólido conocimiento de la Teoría. A esta síntesis únicamente se han añadido, sin ninguna pretensión exhaustiva, algunas referencias a determinadas investigaciones que puedan actualizar la situación de ciertos aspectos de la Teoría, en cuanto a su contrastación empírica. Como apunte final, recordar que, de los conceptos teóricos definidos, la Diferenciación del Self es central en la Teoría de Bowen. A su vez, en la interacción entre Diferenciación del Self y ansiedad crónica se encuentra uno de los dinamismos más relevantes para comprender la Teoría, que establece que a mayor nivel de Diferenciación del Self menor vulnerabilidad a la ansiedad crónica. El grado de ansiedad crónica y el nivel de Diferenciación del Self que encontramos en un sistema familiar concreto en un momento dado, son determinantes para explicar los pensamientos, sentimientos y comportamientos de todos los miembros de la familia. La relación entre ambas variables implica que, cuanto menor es el grado de Diferenciación del Self de una persona, mayor es su vulnerabilidad al estrés y, por tanto, más probablemente experimentará ansiedad crónica. Diferenciación del Self y ansiedad crónica cruzan de manera transversal el resto de los conceptos teóricos de la TFSB. Si pensamos en las aplicaciones terapéuticas de la TFSB, veremos que es clave para el terapeuta entender la forma en que Diferenciación y ansiedad crónica se relacionan. Pero las aplicaciones terapéuticas serán abordadas en la segunda parte de este libro, concluyendo aquí este capítulo, con el deseo de haber despertado más interés en conocer la teoría, que lleve al lector a pasar al siguiente capítulo con curiosidad y nuevas preguntas por resolver sobre la Teoría Familiar Sistémica de Bowen.


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CAPÍTULO

Teoría de Bowen y neurociencia Daniel V. Papero

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1. Introducción Murray Bowen describió como una odisea el recorrido a través del cual fue desarrollando una teoría diferente sobre el comportamiento humano. Desde sus experiencias como médico del ejército en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, hasta su formación como psiquiatra primero en la Menninger Clinic y después en el Instituto Nacional de Salud Mental, Bowen fue fiel a su sueño: convertir el estudio del comportamiento humano en una verdadera ciencia. Leyó y se formó extensamente en el campo de las ciencias y utilizó los resultados de ese conocimiento para formular su Teoría. Escribió: «Un punto de vista básico que ha influido mi pensamiento desde los años cuarenta es que el hombre es una forma de vida en evolución, que está más relacionada con las formas inferiores de vida de lo que se diferencia de ellas, que la mayoría de las teorías psicológicas se centran en lo que hace al hombre único más que en su relación con el mundo biológico, y que las fuerzas instintivas que gobiernan los animales y el comportamiento protoplásmico son mucho más relevantes para el comportamiento humano de lo que la mayoría de las teorías reconocen» (Bowen, 1978; p. 27). Bowen situó su teoría en el ámbito de la ciencia, no en el de la filosofía, la religión o las matemáticas. Asumió la existencia de una realidad que puede ser entendida objetivamente. Así mismo, asumió que el ser humano es un organismo biológico, sujeto a los procesos de la naturaleza y de la evolución como cualquier otro, de tal forma que quien observa al ser humano puede describir hechos, formular hipótesis y corroborarlas como en cualquier otra ciencia natural, y por tanto llegar a conclusiones que representen afirmaciones con validez científica. Este planteamiento se puede ver claramente reflejado en las rigurosas y detalladas observaciones que realizó, tanto de los sujetos de investigación como de los empleados de la unidad de atención mental, en su famoso proyecto sobre pacientes esquizofrénicos y sus familias en el Instituto Nacional de Salud Mental que tuvo lugar durante los años cincuenta.25 Bowen insistió en registrar sistemáticamente hechos del comportamiento humano que pudieran ser «medidos, observados o verificados de alguna manera».26 25 Estas notas de investigación se encuentran en la National Library of Medicine de Washington, D. C., y han sido publicadas por Butler (Ed.) en 2013 (The Origins of Family Psychotherapy. The NIMH Family Study Project. New York: Jason Aronson). 26 The Bowen Center for the Study of the Family (productor) (1980). Toward a Systems Concept of Supernatural Phenomena [cinta de vídeo].


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Hacia el final de su vida afirmó de manera inequívoca su perspectiva: «Apoyo totalmente la idea de que es posible estudiar científicamente al ser humano en el mismo grado que cualquier otra forma de vida del planeta, y creo que finalmente será posible construir una teoría sobre el ser humano basada solamente en hechos científicos» (Kerr y Bowen, 1988; p. 360).27 Bowen concibió sus esfuerzos como una forma de acercarse a las ciencias reconocidas. No pretendía decir que había creado una ciencia del comportamiento humano, sino que creía que era algo posible, por eso hizo todo lo que pudo para avanzar hacia ese objetivo: «Mi premisa afirma simplemente que el ser humano es un pasajero en el planeta Tierra y que en algún momento, en el futuro, podrá aclarar la diferencia entre lo que el ser humano es y lo que siente, imagina y dice. Tal vez pasarán uno o dos siglos antes de que podamos tener una ciencia del comportamiento humano, pero el potencial ya está aquí» (Kerr y Bowen, 1988; p. 355). Bowen asentó su Teoría sobre tres pilares: la evolución, el pensamiento sistémico y los elementos factuales y científicos de Freud (principalmente el proceso de transferencia). Recogió muchas ideas de la Teoría de la Evolución, incluyendo el principio fundamental de la reproducción biológica la cual se repite de generación en generación, con pequeños cambios o modificaciones en cada nueva generación (Kerr y Bowen, 1988, p. 351). Las conexiones del hombre con el resto de las formas de vida permiten la comparación del sistema familiar humano y sus procesos emocionales con aquellos observados en otros sistemas vivos. En la lectura cuidadosa del trabajo de Bowen podemos encontrar la fuerte influencia que tuvo el concepto de selección natural en su pensamiento. La vida se reproduce y se adapta a un entorno en constante cambio, y no todas las adaptaciones tienen éxito. Aparte de centrarse en el ser humano como parte del mundo natural, Bowen se inspiró en lo que llamaba «el pensamiento sistémico». Señaló que el pensamiento sistémico no era algo nuevo, ya que los antiguos griegos ya utilizaban un sofisticado nivel de ideas sistémicas en el 500 a. de C., y también Darwin había utilizado el pensamiento sistémico en el estudio de la evolución a mediados del siglo xix (Kerr y Bowen, 1988). Bowen describió lo que quería decir cuando hablaba de pensamiento sistémico de la siguiente manera: el pensamiento sistémico «se fija en qué ocurrió, cómo, cuándo y dónde ocurrió, en la medida en la que las observaciones se basen en los hechos. Pone especial cuidado en evitar la preocupación automática del ser humano de preguntarse por qué ocurrió. La inclusión del pensamiento causal (el porqué) a la teoría sistémica lleva automáticamente a regresar a la teoría convencional 27 La utilización que hace Bowen en la cita del término «científico» es en cierta medida inusual. La interpretación del autor sobre este uso es que Bowen quiere presentar la idea de que la información fáctica sobre el ser humano puede ser acumulada a lo largo del tiempo, que se trata de una información no especulativa o interpretativa, y que de este conjunto de hechos científicos emergerá un cuerpo de conocimiento científico sobre el ser humano y su comportamiento. Bowen hablaba a menudo en estos términos para refutar la noción de que el hombre nunca poseería una objetividad suficiente para estudiarse a sí mismo, lo que supondría la imposibilidad de alcanzar una ciencia sobre el ser humano.


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y a la pérdida de la ventaja singular que aportan los conceptos sistémicos. La teoría sistémica se centra en lo que el hombre hace, no en sus explicaciones verbales sobre por qué lo hace» (Bowen, 1978, p. 416). De Freud, Bowen retuvo la idea básica de transferencia, aunque no utilice este término en su teoría.28 Básicamente, Bowen defiende que en el desarrollo temprano se establecen patrones de respuesta emocional que tienden a repetirse en relaciones emocionales importantes. También tomó de la teoría freudiana algunas lecciones sobre cómo Freud se alejó de la ciencia. Bowen pensaba que el uso, por parte de Freud, de términos sacados de la literatura (como por ejemplo, «complejo de Edipo»), hacía su teoría más susceptible de subjetividad, y que el uso de la analogía (por ejemplo, proponer la psicopatología como análoga al concepto médico de la patología) contribuyó a crear una mentalidad entre los profesionales que bloqueó maneras de describir el fenómeno humano que hubieran sido más exactas y tal vez más basadas en hechos. Como consecuencia, tuvo mucho cuidado al escoger los términos para su teoría, sacándolos de la biología y utilizándolos como lo haría un biólogo. También pidió a sus colegas que cuestionasen sus ideas preconcebidas acerca del ser humano (basadas en Freud), evitando tanto los términos como el proceso de categorización diagnóstica provenientes de la teoría freudiana. El proceso de diagnóstico estaba centrado en el individuo, pero sus observaciones llevaron a Bowen a conceptualizar a la familia, no al individuo, como la unidad de diagnóstico y tratamiento. El haber cambiado de foco de atención desde la psicodinámica interna del individuo hacia la familia como unidad emocional, llevó a Bowen a comprender de forma completamente diferente la naturaleza de la disfunción. Paso a concebir el síntoma como una expresión de lo que llamó «el proceso emocional de la familia», y no como una psicopatología del individuo.

2. Las nuevas ideas introducidas por Bowen En el último documento que escribió antes de su muerte, Bowen elaboró una lista de catorce nuevas ideas que, según su opinión, pueden extraerse de su Teoría Familiar Sistémica: 1) una teoría basada solamente en hechos, 2) el diagrama familiar, 3) el sistema emocional, 4) la Diferenciación del Self, 5) los triángulos, 6) la fusión, 7) los cortes emocionales, 8) el proceso emocional de la familia nuclear, 9) el proceso de proyección de la familia nuclear, 10) el sistema emocional de la familia extensa, 11) la transmisión multigeneracional, 12) la involucración del Self del tera28 Entendemos por «transferencia» una peculiaridad llamativa de los neuróticos, quienes desarrollan hacia su terapeuta relaciones emocionales, de carácter tanto afectuoso como hostil, que no están basadas en la situación real sino que se derivan de la relación con sus padres (el complejo de Edipo). La transferencia es lo que prueba el hecho de que los adultos no han superado su dependencia infantil; tiene relación con lo que se ha denominado como «sugestión»; y es solamente aprendiendo a hacer uso de ella que el médico puede ser capaz de inducir al paciente a superar sus resistencias internas y acabar con sus represiones. Este tratamiento de tipo psicoanalítico actúa como una reeducación del adulto, como una corrección a su educación como niño (Sigmund Freud, Enciclopedia Británica, 13.ª ed., 1926).

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peuta, 13) que todos los conceptos anteriores son componentes de un gran sistema emocional que es la familia, y 14) la relación intrínseca del sistema familiar con el ambiente (Kerr y Bowen, 1988). Cualquier estudioso de la Teoría de Bowen añadiría probablemente algunas ideas más.29 El investigador John B. Calhoun, en una conversación privada con el autor, comentó que la ciencia tenía dos tipos de teorías: teorías sencillas y teorías complejas. La investigación en base a las primeras es fácil de desarrollar, pero sus resultados tienen un valor limitado. La investigación realizada a partir de las segundas es difícil, pero proporcionan una riqueza de ideas y un entendimiento que mantiene a los investigadores ocupados durante décadas. La teoría de Darwin es una teoría compleja. Y también lo es la de Bowen. Ubicar en el ámbito científico cada una de estas catorce ideas merecería muchas páginas de debate. Algunas de estas ideas serán analizadas en otros capítulos de este libro. En este abordaremos solamente cinco, que serían: el sistema emocional, la Diferenciación del Self, la fusión, el proceso de transmisión multigeneracional y el proceso de proyección de la familia nuclear. Desde que Bowen postuló su Teoría, la investigación sobre las estructuras y funciones del cerebro humano y el sistema nervioso ha progresado muy rápidamente. Esta área de investigación tan amplia, a la que normalmente llamamos neurociencia, incluye muchas disciplinas que van desde la neuroquímica hasta la psicología experimental. La intención de este capítulo es revisar de manera general algunas líneas de investigación neurocientífica que resultan relevantes para la comprensión y aplicación de la Teoría de Bowen. La amplitud del campo y las limitaciones de este formato descartan un debate exhaustivo sobre cada una de estas líneas de investigación, y exigen también la omisión de algunas de ellas. Cada tema a desarrollar irá acompañado de algunas referencias que permitirán al lector interesado buscar más información. La formulación teórica de Bowen sobre la familia como sistema o unidad emocional se centra en el concepto de Diferenciación del Self, uno de los ocho conceptos que definen toda la Teoría. Este concepto propone que las personas varían en su habilidad innata para ser conscientes de la diferencia entre el funcionamiento de su sistema intelectual y su sistema emocional, y en su capacidad para manejar la interacción entre estos sistemas en sus decisiones y comportamientos. Bowen concibe el sistema intelectual como aquel relacionado con las funciones del cerebro que producen la lógica, el razonamiento y el análisis, y el sistema emocional como el relacionado con las funciones del cerebro que gobiernan las actividades automáticas del organismo, que generalmente no son conscientes, y que comprenden desde el funcionamiento de las células hasta las respuestas instintivas de todo el organismo cuando se enfrenta a los retos y oportunidades que presenta el entorno. 29 Mientras que la Teoría de Bowen está formada por ocho conceptos formales, muchas otras ideas se entretejen con estos ocho conceptos y les proporcionan soporte. Estas catorce ideas son las que, hacia el final de su vida, Bowen señaló como más importantes de entre todas las ideas introducidas por él.


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La Teoría de Bowen también propone la transmisión de la Diferenciación del Self de una generación a la siguiente, en su concepto del «proceso de transmisión multigeneracional». A través de este proceso, las influencias del sistema familiar en el desarrollo dan forma al nivel de diferenciación en cada hijo, dando como resultado variaciones, casi siempre pequeñas, entre hermanos y entre una generación y otra, en lo que se refiere a esta característica tan significativa. Bowen sugirió que este proceso era «quasi-genético», sin especificar de manera precisa cómo la persona adquiriría estas influencias (Bowen 1978). Sin embargo, propuso un mecanismo central a través del cual el sistema familiar influye enormemente en el desarrollo: el proceso de proyección familiar. Además, la Teoría de Bowen pone de relieve el papel que tiene la ansiedad en el comportamiento de cada persona y en la interacción entre las personas dentro de la familia. Añade la noción de ansiedad crónica, la cual produce tensión en el individuo y en la red de relaciones familiares. La ansiedad crónica es una variable significativa que influye en la resiliencia tanto de la persona como de la familia, así como en el surgimiento y manejo de los síntomas dentro de la misma. La interacción entre la emoción y el intelecto o cognición, ha atraído la atención de los investigadores. Además, el floreciente campo de la investigación epigenética ha aportado una nueva manera de entender cómo el ambiente da forma a la expresión genética de las características individuales. El estudio de los efectos del estrés fisiológico y psicológico sobre el individuo, se ha desarrollado significativamente en el último cuarto de siglo, y sus descubrimientos añaden fundamento a la descripción de Bowen sobre los efectos de la ansiedad en la salud de la persona y en su comportamiento. La idea del estrés crónico se relaciona con la noción de Bowen de ansiedad crónica.

3. La interacción entre la emoción y el intelecto: Bowen y la neurociencia moderna Bowen utiliza el término Diferenciación del Self de dos maneras diferentes pero relacionadas. La primera describe la interacción entre la actividad emocional e intelectual en la persona. La segunda se refiere a la habilidad de la persona para, a través de la regulación de la interacción entre emoción e intelecto, dirigir el Self en las relaciones personales con otros. La primera acepción, la interacción entre los sistemas emocionales e intelectuales en el individuo, será el tema inicial de esta disertación. Bowen define la emoción de manera amplia. Escribe: «El funcionamiento emocional incluye las fuerzas automáticas que rigen la vida protoplásmica. Esto incluye la fuerza que la biología describe como instinto, la reproducción, la actividad automática controlada por el sistema nervioso autónomo, los estados sentimentales y emocionales subjetivos y las fuerzas que rigen los sistemas de relaciones personales» (Bowen, 1978; pp. 304-305). La emoción juega un importante papel en la familia humana, como proceso que moviliza y dirige el comportamiento y las relaciones.

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Tal y como se utiliza en la Teoría de Bowen, el término «sistema emocional» y, por inferencia, «emoción», posee unos límites muy amplios. Bowen sugiere, por ejemplo, que el término se puede aplicar a las plantas al igual que a los animales, así como a organismos unicelulares como las bacterias. En todos estos campos, el término «emoción» continúa haciendo referencia a la fuerza o energía que da lugar a la interacción entre las entidades vivas diferenciadas y entre un ser vivo y su entorno. De la misma forma, la emoción es la energía que resulta de tales interacciones. Además, el término incluye la noción de comportamiento instintivo o programado automáticamente, comportamiento que suele poder predecirse dentro de una especie y que varía, en cierto grado, entre fenotipos individuales. Ambas ideas, la energía o fuerza que impulsa a la acción y el patrón genérico (instinto) que guía el comportamiento, son el fundamento del sistema emocional en el individuo. «Concibo que hay un centro en el cerebro que controla las emociones y otro que controla las funciones intelectuales» (Bowen, 1978; p. 372). A la par de las funciones emocionales mencionadas anteriormente, están las funciones intelectuales, en las que podemos incluir todas aquellas a las que habitualmente se hace referencia con términos como cognitivo, razonamiento, análisis, habilidades para desarrollar secuencias de comportamiento y otros similares. Estos dos núcleos, de acuerdo con las hipótesis de Bowen, suelen desarrollar su actividad en colaboración, teniendo cada uno un papel importante en la regulación de la respuesta del individuo a su entorno y a los retos que se le presentan. Sin embargo, bajo condiciones de ansiedad y estrés elevados, el sistema emocional puede anular al sistema de pensamiento. Una importante señal de activación del sistema emocional es lo que Bowen llamó «reactividad emocional». La compara con un reflejo, ya que ocurre generalmente de manera no consciente y como respuesta a un estímulo o grupo de estímulos. La activación de la reactividad emocional puede expresarse en una intensidad que va desde lo suave a lo enérgico. Dependiendo del grado de intensidad, la reactividad emocional tiene o no la capacidad de anular el funcionamiento del sistema intelectual, dejando así que el comportamiento del individuo sea gobernado por el sistema emocional. La Diferenciación del Self refleja la habilidad de la persona para manejar la interacción entre el funcionamiento emocional y el intelectual (Bowen, 1978). Bowen añade: «No es posible más que una relativa separación entre el funcionamiento emocional e intelectual, pero aquellas personas en las que el funcionamiento intelectual puede mantener una cierta autonomía aún en periodos de estrés, son más flexibles, más adaptables y más independientes de la influencia de la emocionalidad en torno a ellas» (Bowen 1978; p. 362). Las reacciones emocionales (o reactividad emocional) reciben mucha atención en el ámbito de las aplicaciones de la Teoría de Bowen. Este término se aplica a dos áreas distintas. En primer lugar, se refiere a la respuesta automática de la persona (frecuentemente no consciente) a estímulos significativos, generalmente de una fuente exteroceptiva pero a veces también interoceptiva. La respuesta de


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miedo de una persona que ve una serpiente es un ejemplo sencillo que ilustra este fenómeno. En segundo lugar, este término se utiliza como referencia a los patrones interpersonales de comportamiento que emergen y se repiten cuando lo dictan ciertas condiciones y estímulos relevantes. Los patrones repetitivos de conflicto marital o interacciones difíciles entre padres e hijos pueden servir como ejemplos de este segundo uso. Bowen hace notar que ya existen numerosas definiciones para describir las emociones, razón por la que no aporta una definición propia. En lugar de eso, describe la esfera del sistema emocional de la siguiente manera: «Operacionalmente, considero que podemos identificar el sistema emocional como algo profundo que está en contacto con los procesos celulares y somáticos, y el sistema sentimental, como un puente que está en contacto por un lado con partes del sistema emocional y por el otro con el intelectual» (Bowen, 1978; pp. 158-159). Dentro de esta concepción, el término sistema emocional se refiere claramente a una propiedad o característica del organismo individual. Bowen también utiliza este término para referirse a los patrones de interacción emocionalmente motivados, que caracterizan el sistema de relaciones humanas. Él describe cuatro de estos patrones en el concepto de proceso emocional de la familia nuclear: conflicto, distancia, bajo y sobre funcionamiento recíproco, y proyección de la ansiedad parental en el hijo. Además, el concepto del triángulo y la triangulación describe otro patrón general en la interacción humana, también motivada por la emoción. En general, la Teoría de Bowen asume la concepción de que existe un grupo de emociones básicas, un punto de vista que ha sido comúnmente aceptado desde la época de Darwin.30 Actualmente, quienes mantienen la idea de que existe un grupo de emociones básicas proponen que cada emoción depende de un programa neuronal que se activa desde el nacimiento y es homólogo a los circuitos de otros mamíferos (Panksepp, 1998). La puesta en marcha de este tipo de circuito emocional tan básico es un proceso automático que tiene efectos hormonales, musculares y en el sistema nervioso autónomo. El funcionamiento o desarrollo de un circuito emocional básico puede estar determinado por una influencia epigenética, es decir, ser el resultado de la interacción entre genes y factores ambientales. Algunos investigadores han buscado un distintivo fisiológico, o una firma o señal biológica para cada emoción concreta, pero la identificación de dicha firma se ha mostrado esquiva (Barrett, Ochsner y Gross, 2007).31 30 Varios investigadores han creado distintas listas de emociones consideradas básicas. Esta es claramente un área de investigación activa y en desarrollo. Ortony y Turner (1990) presentan una comparación de varias propuestas. El trabajo de Panksepp (1998) proporciona otra descripción excelente de las emociones básicas. Las distintas ediciones de Handbook of Emotion también proporcionan información sobre este tema en particular. Existen otras líneas de pensamiento sobre la naturaleza de las emociones distintas a aquellas que conciben la existencia de un conjunto de emociones básicas; por ejemplo, las teorías que utilizan el concepto de evaluación cognitiva (Lazarus) y de restricción de la satisfacción (e. g., Barrett, Ochsner y Gross). Estos otros fundamentos teóricos no se tratarán en este texto. 31 Sin embargo, Öhman (2008) propone esta distinción entre miedo y ansiedad.

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Además, la idea de la emoción básica propone la existencia de un sistema de control que puede modificar la emoción que ha sido generada. Normalmente, se piensa que ese sistema de control es el sistema cognitivo. Por ejemplo, uno de los principales elementos que desarrolla la capacidad de regulación emocional en el niño es la habilidad para dirigir la atención (discriminar entre un estímulo y otro, capacidad para posponer una respuesta, etc.). La habilidad para utilizar el control atencional refleja el desarrollo cognitivo en el niño, y suele tener una aparición temprana (Bell y Wolfe, 2007). El control de la atención cumple una función parecida en la autorregulación adulta. El concepto de sistemas duales de cognición (la actividad intelectual —la habilidad de razonar, analizar, crear y realizar secuencias o pasos, y resolver problemas— depende en gran medida de sistemas cognitivos) y emoción, que encontramos en algunos debates actuales sobre el funcionamiento del cerebro, encaja de forma precisa con las concepciones de Bowen sobre la interacción entre emoción e intelecto en el funcionamiento humano. Con frecuencia, uno puede encontrar referencias a procesos tipo top-down o bottom-up cuando se habla de la organización del funcionamiento cerebral. Durante décadas, los investigadores han visto que las emociones se originan en áreas del cerebro a las que se refieren como área límbica o corteza de asociación límbica, áreas debajo del neocórtex, como pueden ser la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo, los ganglios basales y otras estructuras relacionadas.32 De ahí que se crea que las emociones ejercen un control regulatorio del cerebro de tipo bottom-up. Por el contrario, los centros de la cognición se han asociado generalmente con la zona de los lóbulos frontales, la parte más alta, última, del cerebro, desde un punto de vista anatómico, y por tanto se ha descrito el control cognitivo del cerebro como un proceso top-down. Los investigadores normalmente consideran que la emoción y las respuestas emocionales se desarrollan en el organismo del niño de acuerdo a un principio general de respuesta, es decir, siguen un programa fijado en el momento de nacer dando como resultado respuestas automáticas a estímulos del entorno. Son respuestas genéricas a estímulos no específicos. Rápidamente, las respuestas genéricas crean vínculos con estímulos específicos del medio ambiente en el que se desarrolla el individuo, particularmente con aquellos estímulos que tienen que ver con su supervivencia. Más tarde, en el desarrollo, estas reacciones emocionales incluyen o crean 32 El término límbico ha evolucionado a lo largo del último siglo y medio para referirse a áreas que rodean el diencéfalo y se encuentran bajo el telencéfalo. A Broca se le atribuye a menudo el primer uso de este término y el haber realizado la distinción entre las estructuras límbicas, a las que se refirió como un «cerebro animal», y lo que quedaba del telencéfalo, al que llamó cerebro intelectual. En el siglo xx, el investigador norteamericano James Papez señaló que el papel de esta parte del cerebro son las funciones emocionales, y Paul MacLean acuñó el término sistema límbico en 1952 para referirse a esta área del cerebro y sus funciones. A pesar de las críticas hacia el término de MacLean calificándolo de poco preciso e inútil (p. ej., LeDoux y Phelps, 2008), este término continúa siendo ampliamente utilizado para referirse a las estructuras subcorticales que están profundamente involucradas en la generación de la emoción.


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vínculos con procesos de pensamiento y actividades cognitivas (Panksepp, 2008). Por ejemplo, cuando una persona experimenta miedo, sus procesos de pensamiento lo reflejan. La persona podría empezar a interpretar los sucesos desde la perspectiva del miedo, por ejemplo, con ideas como «quiere hacerme daño», «es demasiado difícil, no puedo hacerlo», etc. Los sistemas o programas emocionales del sistema nervioso central del ser humano poseen la capacidad para vincularse a estímulos específicos del contexto (personas y entorno) por medio de su exposición a ellos y del establecimiento de asociaciones. Esto sucede especialmente con aquellos estímulos que son repetitivos. Este hecho proporciona el fundamento tanto para los patrones interpersonales de reactividad emocional descritos por Bowen y sus colegas, como para los patrones repetitivos de interacción dentro de la familia, que también se describen como reactividad emocional. Aunque la Teoría de Bowen no aborda específicamente el proceso de desarrollo humano, el concepto de transmisión multigeneracional que explica las variaciones individuales en el grado de Diferenciación del Self tiene, sin ninguna duda, relación con procesos que afectan al desarrollo individual. Petchel y Pizzagalli (2011) señalan cinco principios del desarrollo cerebral en humanos: 1) el desarrollo del cerebro humano no es lineal, 2) las cortezas de asociación de alto nivel se desarrollan solamente después de que las cortezas sensoriomotoras de bajo nivel hayan madurado en estructura y función, 3) la ontogenia recapitula la filogenia (las estructuras que más tardan en madurar son las más recientes desde el punto de vista de la evolución), 4) el desarrollo del cerebro está guiado por los genes pero conformado por el ambiente, y 5) las trayectorias del desarrollo cerebral son diferentes para hombres y mujeres (Pechtel y Pizzagalli, 2011). Debido a estas irregularidades en el proceso de desarrollo (el desarrollo no es lineal), el contexto, los sucesos y los procesos que tienen lugar en diferentes momentos pueden afectar a distintas regiones del cerebro y resultar en capacidades y comportamientos que varían según el individuo. El efecto de estos principios, si los tomamos como un todo, proporciona una base para entender la enorme variabilidad interindividual en el desarrollo cerebral, que finalmente se hace visible en su funcionamiento y en el comportamiento. La manera en la que los sistemas intelectual y emocional interactúan y se van coordinando, interesa a los expertos en la Teoría de Bowen por su relevancia para el concepto de Diferenciación del Self. Especialmente los principios 1, 2 y 4, forman un marco para la comprensión general de cómo ocurren las variaciones en el desarrollo y la coordinación de estos sistemas. La Teoría de Bowen propone que la familia es, durante un largo periodo de la vida, el contexto inicial y central para el desarrollo. Debido a su especial relevancia en la infancia y a la intensidad de los vínculos afectivos que se forman entre sus miembros, muchos de los teóricos de Bowen plantean que debería concedérsele a la familia un estatus único, en lo que a contextos de influencia en el desarrollo individual se

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refiere. Sin embargo, el amplio campo de la Neurociencia, cuando estudia el contexto del desarrollo humano, tiende en general a ignorar esta consideración especial hacia la familia y la incluye en el marco general de las relaciones sociales. En sus primeros escritos, Bowen se refiere a un fenómeno que llama proceso emocional. Bajo este término general describe el traslado de la ansiedad desde un miembro de la familia a otro, de una manera dinámica y fluida. Estas transferencias están acompañadas por cambios en el comportamiento, de tal forma que la enfermedad y la psicosis pasan de un miembro de la familia a otro. Bowen también se refiere a un fenómeno que denomina reflejo emocional, del que se ha hablado previamente, y que se podría comparar con un reflejo de la médula espinal. El reflejo emocional conecta una respuesta automática a un estímulo emocional, un suceso, un comportamiento u otro fenómeno que provoca una respuesta emocional en la persona. Bowen sugiere que este tipo de reflejos emocionales normalmente suceden sin que seamos conscientes de ellos. No obstante, con esfuerzo la persona puede llegar a ser consciente de estos reflejos y con práctica ejercer algún control sobre la respuesta automática (Bowen, 1978). En el año 1982, en un debate con el neurocientífico Paul MacLean, Bowen describe el esfuerzo como «utilizar lo cognitivo para controlar el tic». La idea de dos sistemas separados, uno emocional y otro cognitivo, que pueden regular el funcionamiento del cerebro, recibe apoyo mayoritario dentro de la literatura neurocientífica. En condiciones óptimas, estos sistemas funcionan simultáneamente y cooperan entre sí. Cada uno aporta apoyo vital al otro, en cuanto a información y recursos fisiológicos se refiere, al tiempo que ejerce un cierto control regulatorio sobre el otro sistema. Por ejemplo, Beer (2007) sugiere que cuando la gente se siente bien (emoción positiva) toma decisiones en base a procesos cognitivos automáticos que tienden a subestimar el riesgo y a potenciar las explicaciones positivas sobre los hechos, mientras que cuando se sienten mal, el esfuerzo cognitivo que emplean es mayor y más intencional, y tienden a sobreestimar el riesgo y a crear explicaciones negativas sobre ciertos sucesos. Por tanto, las emociones sirven para influir en los procesos cognitivos de una manera o de otra. La regulación de las emociones por medio de procesos cognitivos recibe atención dentro de la Neuropsicología y otras disciplinas de la Neurociencia. Ochsner (2007) plantea que los procesos cognitivos utilizan dos estrategias para regular las reacciones emocionales: el control de la atención y el control de la evaluación. La primera requiere utilizar el sistema cognitivo para dirigir la atención a unos estímulos en particular, ignorando otros. De hecho, el uso de la atención selectiva permite que la persona ignore cierto tipo de estímulos, aquellos que lo llevarán a una respuesta emocional no deseada, y que atienda a otros, aquellos que producen la respuesta deseada. La segunda estrategia con la que un proceso cognitivo puede regular la emoción es el control de la evaluación cognitiva. Consisten en que la persona busca cuál es la respuesta más adecuada para el contexto en el que está y selecciona la intensidad de la respuesta emocional que encaja en la situación.


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Dentro de la comunidad de neurocientíficos, se piensa que las estructuras en la corteza prefrontal medial y lateral están involucradas en la regulación de la emoción a la que se hizo referencia anteriormente. Ochsner et ál. (2005), revisaron tres procesos cognitivos producidos por estas regiones de los lóbulos frontales, que proporcionan la base para la evaluación: 1. La generación intencional de una estrategia para re-enmarcar cognitivamente un suceso emocional, en términos no-emotivos, y para el mantenimiento de esa estrategia en mente mientras duren las condiciones que han provocado la reacción. 2. Monitorizar la interferencia entre las re-evaluaciones top-down, que neutralizan el afecto, y las evaluaciones bottom-up, que continúan generando una respuesta afectiva, enviando una señal que indica que es necesario continuar con el proceso de re-evaluación. 3. Reconsiderar la relación entre estados internos (experienciales o fisiológicos) y estímulos externos, lo que puede servir para monitorizar los cambios en el estado emocional durante la re-evaluación. La interacción entre estas regiones de la corteza prefrontal y las áreas implicadas en la generación de emociones, denominadas corteza prefrontal medial-orbital y amígdala, parecen ser fundamentales en la regulación de la emoción por medio de procesos cognitivos. Cuando la actividad aumenta en la corteza prefrontal medial y lateral, disminuye en la corteza prefrontal medial orbital y en la amígdala (Ochsner et ál., 2005). Debido a que en el cerebro humano el desarrollo de los procesos cognitivos de control sucede más tardíamente que el de los que están detrás de la respuesta emocional, el bloqueo o la interrupción del proceso de maduración puede resultar en una disminución de la capacidad cognitiva y de la capacidad de la persona para poner en marcha procesos cognitivos de control sobre la emoción. Esta posible variación potencial entre individuos respecto al funcionamiento cognitivo puede explicar, si bien de manera parcial, las observaciones de Bowen que describen la variación entre individuos en lo que él llamó distintos niveles de Diferenciación del Self. Tales trastornos en el desarrollo están bien documentados en niños que han sido expuestos tempranamente a situaciones de estrés. Estos niños presentan menor volumen intercraneal, una integración hemisférica reducida, un cuerpo calloso más pequeño y un hipocampo de menor volumen (Petchel y Pizzagalli, 2011). En comparación con aquellos niños que no han experimentado niveles elevados de estrés tempranamente, se han observado diferencias en el lenguaje, la memoria, el aprendizaje y la atención. La formulación inicial de Bowen sobre los procesos involucrados en la transferencia de la Diferenciación del Self presta especial atención a la intensidad de la relación entre madre y paciente, un proceso al que Bowen llamó simbiosis. Esto llevó a pensar que la intensidad del apego, más que el tipo de apego, genera un proceso

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activo que lleva a un bloqueo en el desarrollo normal de la Diferenciación del Self. La formación de la simbiosis no debe verse como algo que la madre provoca en el hijo y de lo que por tanto es culpable, sino que es el estado natural de la relación durante el embarazo y el nacimiento, que lentamente se resuelve a medida que la madre y el niño van separándose durante el desarrollo. Un amplio número de factores pueden contribuir a intensificar el vínculo que existe de manera natural entre la madre y el niño y a que no se resuelva adecuadamente durante el periodo de desarrollo. Son factores de tipo transgeneracional (las condiciones de desarrollo de la propia madre y el modo en que sus propios padres la criaron a ella, las condiciones a las que se enfrentó la familia en generaciones anteriores, etc.) y factores actuales (dificultades en el embarazo, la presencia de enfermedades con una predisposición congénita, la situación de la familia durante el embarazo y el nacimiento, etc.). Todos ellos se combinan para influir en la intensidad del apego. Desde esta perspectiva, los expertos en la Teoría de Bowen conciben el abuso y la negligencia materna, vistas habitualmente por la investigación en este campo como una influencia negativa para el desarrollo del niño en etapas tempranas, como un reflejo de un apego intenso con una valencia emocional negativa. Más que en la ausencia de apego o en el tipo particular de apego que se relaciona con el abuso y la negligencia, la Teoría de Bowen presta atención a la intensidad del apego y al fuerte malestar que manifiesta cada parte involucrada, y que da lugar a la negligencia o el abuso. Si usamos una metáfora para describir este proceso, diríamos que el progenitor y el niño son alérgicos el uno al otro. Bowen observó que las diferencias entre hermanos en el grado de Diferenciación del Self podían ocurrir aún en ausencia de cualquier indicio de experiencia adversa, ni negligencia o abuso parentales. De nuevo, propuso que el ingrediente clave es la intensidad del apego, esta vez sin la necesidad de una emoción negativa intensa. Bowen planteó que la ansiedad en el progenitor, generalmente en la madre, cuando se proyecta en el niño, puede bloquear su desarrollo normal hacia la Diferenciación del Self. En lugar de la negligencia o el abuso, una involucración excesiva del progenitor, normalmente con un tono emocional positivo pero estando presente en segundo plano la ansiedad, podría también bloquear la progresión del niño hacia la Diferenciación del Self. Así, el concepto de Diferenciación del Self plantea un proceso natural y espontáneo de desarrollo del que resultarán diferencias interindividuales, las cuales no están relacionadas únicamente con experiencias traumáticas o exposición a situaciones de estrés en edades tempranas. No obstante, la investigación sobre los potenciales efectos de estas condiciones (trauma y estrés tempranos) pone de relieve una asunción básica de la Teoría de Bowen: que las variaciones en el proceso de desarrollo entre individuos dan lugar a diferentes niveles de integración de las funciones emocionales y cognitivas, que a su vez resultan en distintos grados de habilidad para utilizar los procesos cognitivos en la regulación del funcionamiento emocional.


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4. La familia como unidad emocional, la transmisión multigeneracional y la investigación epigenética Desde sus primeros trabajos en el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de Estados Unidos, Bowen se dio cuenta de que la familia funcionaba como una unidad emocional. La emoción proporcionaba la energía que alimentaba las relaciones. Bowen observó que surgían cier tos patrones en las relaciones cuando la familia estaba más ansiosa o tensa. Bowen incluyó estos patrones predecibles de relación en el concepto de proceso emocional de la familia nuclear. El conflicto entre las personas, la distancia, el proceso al que Bowen llamó sobre y bajo funcionamiento recíproco, y la focalización de los padres sobre un hijo en par ticular, son los patrones que se integran en este concepto. Además, observó que las unidades o sistemas de dos personas mostraban una inestabilidad intrínseca cuando eran expuestas a la presión de una tensión prolongada y/o creciente. Bajo estas condiciones, la unidad de dos se expande para incluir a un tercero, creando un proceso de relación entre tres al que Bowen denominó triangulación. Bowen consideró que esta observación era lo suficientemente importante como para ser formalizada como uno de los ocho conceptos de la Teoría de Bowen: el triángulo. En esencia, Bowen propuso que la unidad emocional familiar jugaba un papel muy importante en la regulación de los comportamientos de cada uno de sus miembros. La familia puede ser considerada como un campo o sistema emocional que soporta cierto grado de tensión. Esta tensión varía tanto en función de las interacciones dentro de la propia familia, como de las condiciones externas creadas por la sociedad de la que la familia forma parte. El nivel de la tensión en la familia puede cambiar rápida y frecuentemente o bien puede convertirse en algo más inherente y persistente. Además, la unidad emocional familiar puede tener una valencia o tono placentero o de incomodidad, que puede cambiar fácilmente o ser obstinadamente consistente y crónico, dependiendo del nivel y cronicidad de la tensión en el sistema familiar. Aparte de esto, la investigación de Bowen le llevó a concluir que algunos elementos del proceso familiar eran transmitidos de una generación a otra, pasando de padres a hijos con una variación moderada y produciendo así pequeñas diferencias entre hermanos. Estas podrían dar lugar a que cada hermano mostrase comportamientos diferentes y distintos grados de funcionamiento. Todo ello constituye la base para las diferencias en el grado de Diferenciación del Self en la siguiente generación. En esencia, este concepto propone que la familia, principalmente los padres y hermanos, y después el resto de la familia, es uno de los contextos más importantes del desarrollo del individuo, por no decir el principal. De este contexto depende la

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formación de la persona en muchas áreas, incluyendo la interacción entre el intelecto (cognición) y la emoción. ¿Cómo apoyan o contradicen este punto de vista los avances de la ciencia? El contexto en el que se da el desarrollo individual tiene gran importancia para el establecimiento de la asociación entre las respuestas emocionales genéricas del niño y los estímulos específicos. Las formas más tempranas de regulación de estas respuestas emergen también en este contexto. Los expertos en la Teoría de Bowen plantean que la familia es el contexto inicial y, a la vez, el más duradero, en el que se da el largo periodo de desarrollo de una persona. Las relaciones familiares, particularmente las relaciones con los cuidadores, esculpen las respuestas del niño, estableciendo de manera recíproca los procesos de reactividad entre el niño y sus padres. Muy pronto, estas interacciones se expanden para incluir a los hermanos y a otros miembros de la familia nuclear y extensa. Las influencias del entorno social más amplio (el colegio, los amigos y las redes organizacionales) llegan más tarde, y construyen sobre las estructuras de reactividad y autorregulación que ya han sido desarrolladas en el contexto familiar. Boyce y Ellis (2005; Ellis y Boyce; 2008) han propuesto una nueva perspectiva teórica sobre el papel del contexto en el desarrollo, que presta especial atención a la respuesta del ser humano al estrés,33 y que subraya la idea de «[…] plasticidad fenotípica adaptativa, (como) la capacidad de un único genotipo34 para dar soporte a un grupo de fenotipos en respuesta a unas condiciones ecológicas particulares35 que de manera recurrente han influido en la idoneidad durante la historia evolutiva de las especies» (Ellis y Boyce, 2008; p. 183). Centrándonos en la conexión entre la experiencia en los primeros años de vida y la reactividad al estrés, estos autores argumentan que una intensa reactividad al estrés puede formar «una mayor sensibilidad mediada por factores neurobiológicos, dicho de otro modo, una sensibilidad biológica al contexto» (Ellis y Boyce, 2008; p. 183). Boyce y Ellis (2008) observaron que los niños con una respuesta al estrés marcadamente reactiva muestran una alta incidencia de sintomatología cuando son criados en ambientes adversos, pero bajos índices de sintomatología cuando son criados con mucho apoyo y en condiciones de estrés bajas. En base a ello, Boyce y Ellis (2008) señalan que la alta reactividad al estrés es desfavorable en algunas condiciones ambientales o contextos y ventajosa en otros. Esta parece ser una característica de 33 Se pueden encontrar excelentes disertaciones sobre la respuesta al estrés en el libro de Bruce McEwen The End of Stress as We Know It (2004) y en el de Robert Sapolsky Why Zebras Don’t Get Ulcers (2004). En general, el término «respuesta al estrés» se refiere a la activación del locus coeruleus y/o el sistema de norepinefrina (un sistema de respuesta hormonal) en presencia de una dificultad o amenaza para el organismo. La activación de estos sistemas crea cambios en una multitud de sistemas fisiológicos y en el comportamiento. 34 El término genotipo se refiere al conjunto de genes o material genético presente en una célula u organismo. El término fenotipo se refiere a las características particulares de un individuo específico que reflejan cuáles de los genes del genoma se han activado y cuáles no. 35 Se refiere al contexto de desarrollo en general (N. de los T.).


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los niños con alta reactividad al estrés. Estos autores señalan que aunque muchos estudios muestran una asociación entre alta reactividad al estrés y una experiencia temprana de adversidad o trauma, ambientes muy protectores también generan niños que presentan alta reactividad al estrés.36 Este último punto es relevante para la observación de Bowen de que una fusión de valencia positiva, intensa pero ansiosa, entre el niño y su progenitor, puede llevar a un bajo nivel de diferenciación y a dificultades en el funcionamiento, del mismo modo que pueden hacerlo los efectos de una adversidad. La Teoría de Bowen plantea que los individuos con bajos niveles de Diferenciación del Self dependen fuertemente del contexto de relaciones que les rodean para su estabilidad y para dirigir su vida. Los niños sensibles al contexto y altamente reactivos parecen encajar con esta descripción. La Teoría de Bowen centra su atención en la intensidad del apego entre el niño y su cuidador y en el grado en que el cuidador dirige su atención hacia el niño de una manera ansiosa (preocupándose, intentando protegerle, etc.). El esfuerzo por proteger al niño de las amenazas del entorno, tanto las reales como —especialmente— las que el mismo cuidador imagina, nos proporciona una conexión con la investigación de Ellis y Boyce (2008). Estos investigadores demuestran que un ambiente extremadamente protector puede producir niños con una alta reactividad al estrés y con sensibilidad a su contexto de relaciones personales. Mientras el contexto relacional permanezca favorable, la alta reactividad supondrá ventajas para la persona,37 pero un contexto relacional desfavorable dará lugar al caso contrario. Boyce y Ellis también indican que los niños con baja reactividad al estrés parecen mucho menos sensibles al contexto o al ambiente. Bowen observó con frecuencia que no todos los niños criados en ambientes adversos mostraban problemas en su funcionamiento. ¿Podría ser este rasgo heredado que poseen algunos niños una variable importante, a la que Bowen se refirió como el nivel básico de diferenciación? Un número creciente de publicaciones sobre investigación animal y humana sugieren también que los niños pueden ser protegidos hasta cierto punto de los efectos adversos del entorno en el que crecen, a través de la disponibilidad de relaciones y estructuras de apoyo, así como a través de distintas formas de enriquecimiento del ambiente en el que se desarrolla. Boyce y Ellis concluyen que los factores heredados interaccionan continuamente con los ambientales, en un proceso que influye en la 36 Para un comentario más detallado sobre algunos de estos procesos, consultar: Champagne, F. A. y Curley, J. P. (2009). Epigenetic Mechanisms Mediating Long-Term Effects of Maternal Care on Deve­ lopment. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 33, 593-600. 37 Por ejemplo, Boyce y Ellis han mostrado que en un entorno de apoyo y bajo estrés, niños con elevada reactividad son menos vulnerables a las enfermedades contagiosas cuando son comparados con niños poco reactivos. Stephen Suomi, del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, ha mostrado que los monos Rhesus Macacus con alta reactividad, cuando están en una relación activa con una madre que les apoya, con frecuencia escalan puestos en la jerarquía de dominio rápidamente y consiguen rangos muy altos dentro del grupo de Rhesus, lo que implica que podría existir una ventaja social en la conjunción de alta reactividad y un entorno de apoyo.

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expresión genética, dando como resultado una variación fenotípica, además de tener los efectos de aprendizaje asociativo ampliamente descritos por la Psicología del Desarrollo. El amplio campo de la Epigenética,38 que puede definirse de forma general como el estudio de los cambios en el funcionamiento de los genes que pueden ser heredados sin cambiar el ADN del organismo, ha avanzado mucho en la última década. En el sentido más general, la investigación epigenética explora los efectos del ambiente en la expresión del material genómico. El neurocientífico Michael Meany de la McGill University, describe sucintamente esta aproximación científica en la siguiente cita: «Este enfoque concibe el desarrollo como un proceso activo de adaptación, que tiene lugar en función de un continuo diálogo entre el genoma y su entorno» (Meany, 2010; p. 42). Los procesos involucrados en la modificación epigenética de un organismo son complejos pero se entienden cada vez mejor. Dichos procesos implican una serie de cambios que tienen lugar en la transcripción de los genes en proteínas. En esencia, los genes se encienden o se apagan en el proceso de adaptación a las condiciones ambientales (Meany, 2001). Aunque los investigadores han explorado muchas modificaciones epigenéticas de la expresión genética, existen dos áreas de investigación concretas que parecen tener una relevancia directa para el concepto de transmisión multigeneracional de la Teoría de Bowen. La primera tiene que ver con el marco epigenético o activación de la respuesta al estrés en las ratas Long Evans, que Michael Meany y su grupo de investigación estudiaron en la McGill University, y cuyos resultados se dieron a conocer en una serie de artículos a principios del siglo xxi (Meaney, 2001). El grupo de McGill descubrió que el tipo de comportamiento materno en la rata madre influye en el fenotipo de sus crías, y que esta influencia está mediada a su vez por los cambios en la expresión genética. Las madres Long Evans utilizan uno de estos dos tipos de comportamiento materno: altos niveles de conductas «lamer y acicalar» (AA) o bajos niveles de conductas «lamer y acicalar» (BA). Las crías con madres AA muestran una respuesta relativamente baja al estrés comparadas con las de madres BA. Comportamentalmente, los machos adultos hijos de madres AA están más dispuestos a explorar lugares nuevos, cuando están estresados presentan niveles más bajos de hormonas de estrés (ACTH y cortisol), tienen un mayor número de receptores de glucocorticoide (para la hormona del estrés) y una mayor densidad de receptores de benzodiazepina en la amígdala cuando se les compara con las crías de las madres de BA (Caldji, Diorio y Meaney, 2000; Francis, Caldji, Champagne, Plotsky y Meaney, 1999; Liu et ál., 1997). Un buen número de experimentos, en los que se intercambiaron crías de madres AA y BA en el momento del nacer, indican que las diferencias que acabamos de señalar se deben al tipo de cuidado recibido. Las madres AA criaban 38 La Epigenética es lo que está «más arriba» de la Genética. Estudia los controladores del genoma humano, todo lo relacionado con la expresión de los genes. En gemelos monocigóticos, es decir genéticamente iguales, se confirma la existencia de diferencias por ejemplo en las enfermedades que desarrollan o en su carácter. Todo ello está relacionado con la expresión genética, las leyes y los procesos biológicos que la regulan. Esto es lo que estudia la Epigenética (N. de los T.).


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cachorros con una baja respuesta al estrés incluso si eran crías naturales de una madre BA y viceversa. Además, estos investigadores determinaron que el estilo de cuidado se heredaba de madres a hijas, pero no genéticamente. Es decir, el proceso de cuidado materno era incorporado por la cría a través de su propia experiencia y reproducido en la siguiente generación (Francis, Diorio, Liu y Meaney, 1999). Aunque el grupo de investigación de McGill realizó su estudio con ratas Long Evans, estos descubrimientos sugieren que la intensidad de la respuesta al estrés en cualquier individuo puede estar mediada por el ambiente en el que se desarrolla, especialmente en lo que respecta a sus cuidadores durante las primeras etapas de la vida. ¿Qué nos dicen los resultados de la investigación con humanos sobre este proceso? Existe un creciente número de publicaciones sobre este tema. La mayor parte de ellas se centran en los efectos que produce la adversidad en el desarrollo (como por ejemplo la deprivación materna, la negligencia o el abuso físico o sexual).39 Bowen propuso, sin embargo, que un cuidado materno excesivo, exento de cualquier atisbo de negligencia o abuso, también puede tener importantes efectos sobre el desarrollo (por ejemplo, ansiedad, dificultad en la autorregulación y/o un apego simbiótico). Incorporó sus observaciones a este respecto en el proceso de proyección familiar. Aparte del informe de Fairbanks (1989) sobre los efectos de la protección materna, la investigación ha prestado poca atención a este conjunto de observaciones, hasta que recientemente Boyce y Ellis (2005) propusieron la idea de la sensibilidad biológica al contexto. Señalamos dos estudios que proporcionan ejemplos de los efectos que puede generar la adversidad temprana. En una muestra de niños de colegios católicos de Montreal, Canadá, Lupien et ál. encontraron que los de clase socieconómica baja mostraban altos niveles de cortisol en la saliva (indicador de un alto nivel de estrés) comparados con los de clase socieconómica media (Lupien, King, Meaney y McEwen, 2000). Además, este grupo de investigación descubrió que los niveles de cortisol de los niños se relacionaban de manera significativa con la sintomatología depresiva de sus madres. En otro estudio, Flinn (1999) señaló que niños que vivían en ambientes familiares estables mostraban niveles de cortisol significativamente más bajos que los que vivían en ambientes inestables. Otra línea de investigación presta atención a los polimorfismos genéticos. Un polimorfismo es la presencia de una de dos o más variantes en una secuencia específica de ADN.40 Los científicos han descubierto muchos polimorfismos. Se piensa que muchos de ellos regulan la variabilidad en el comportamiento humano. El polimorfismo del gen que regula el sistema de transporte de la serotonina, el proceso 39 El artículo de revisión de Pechtel y Pizzagalli, mencionado arriba, proporciona una adecuada visión general de esta investigación. Se puede consultar también la revisión de Champahne y Curley citada anteriormente. 40 Glosario de términos genéticos, www.genome.gov/glossary/index.cfm?id=160.

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que recicla la serotonina desde la sinapsis hasta su posición en la vesícula de la neurona presináptica, ha sido objeto de muchas investigaciones. Dos variantes de este gen (aunque algunos investigadores señalan más) han recibido especial atención: la variante corta o S y la variante larga o L. La forma S del gen se ha asociado con numerosos efectos, todos ellos localizados generalmente en los sistemas y estructuras del cerebro relacionados con la respuesta de miedo (activación de la amígdala, cambios en el volumen de la materia gris en áreas estructurales clave), y con cambios de funcionamiento en los sistemas cerebrales (principalmente una reducción de la regulación inhibitoria que las áreas prefrontales desempeñan sobre la actividad de la amígdala) (Meaney, 2010). El que los efectos asociados con la forma S del gen se expresen o no, parece depender en alguna medida del ambiente de desarrollo durante los primeros años. El grupo de investigación de Fox, en la Universidad de Maryland, indicó en un artículo de 2005 que la calidad «del entorno maternal» interactúa con el polimorfismo de transporte de la serotonina, para determinar la inhibición del comportamiento41 en los niños (Fox, Henderson, Marshall, Nichols y Ghere, 2005). Esta investigación que acabamos de señalar pone de relieve el papel tan importante que juega en el desarrollo el contexto relacional. El descubrimiento de Bowen de la familia como unidad o sistema emocional, capaz de crear un campo emocional que regule de modo significativo el comportamiento de cada uno de sus miembros individuales, coloca a la unidad familiar como el primer contexto al que el infante se tiene que adaptar desde los primeros momentos y durante los años de crecimiento. La interacción entre el niño y el campo familiar, inicialmente con los padres pero después con los hermanos y con otros, abre la posibilidad a la modificación epigenética del genoma en los niños y en otros miembros de la familia. Como se ha indicado más arriba, la Teoría de Bowen plantea que la ansiedad es una variable con una influencia significativa en el funcionamiento del individuo y de la unidad familiar. La Teoría propone que es posible desarrollar una condición que denomina ansiedad crónica. Bowen describe la ansiedad crónica de la siguiente manera: «Cuando la ansiedad aumenta y se hace crónica durante cierto periodo de tiempo, el organismo desarrolla tensión, ya sea en sí mismo o en la relación, y esta desencadena síntomas o disfunción o enfermedad» (Bowen, 1978; pp. 361-362). El uso que hace Bowen del término «tensión» proporciona un puente hacia el campo de la investigación sobre el estrés. Entre las consecuencias de la activación de la respuesta al estrés están la tensión muscular, la vigilancia y el desarrollo de una rápida e intensa reactividad comportamental. Normalmente, la persona se describe a sí misma como tensa. Podríamos inferir, por tanto, que el estrés crónico es un 41 Los niños comportamentalmente inhibidos muestran con frecuencia precaución, timidez e incluso a veces retraimiento, en situaciones que no les resultan familiares. La investigación de diversas fuentes sugiere que la inhibición comportamental puede estar asociada con una vulnerabilidad posterior a la ansiedad y otros desórdenes asociados.


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componente de la ansiedad crónica. El vínculo entre el estrés, en particular el estrés crónico, y sus consecuencias en la salud, ha recibido mucha atención.42 Sterling y Eyer (1988) introdujeron el término alostasis en el que incluyen los procesos por los cuales el cuerpo responde a los retos diarios y mantiene la homeostasis (1988). El concepto de carga alostática, propuesto por Brice McEwen, se refiere «al desgaste provocado por el exceso de estrés o por el manejo ineficaz de la alostasis, como por ejemplo la incapacidad para apagar la respuesta cuando ya no se necesita […]» (McEwen, 2007; p. 880). Shonkoff et ál. describen la carga alostática y sus efectos indicando que, «[…] en situaciones de dificultad, la activación cerebral del sistema de respuesta al estrés da lugar a un repertorio bien integrado de formas de regulación de dicha respuesta, entre las que están la secreción de hormonas relacionadas con el estrés, el aumento del ritmo cardiaco y de la tensión arterial, la movilización de nutrientes, el aumento de la perfusión sanguínea cerebral y la iniciación de la vigilancia y el miedo. Estas respuestas neurobiológicas son esenciales y generalmente protectoras, pero cuando se activan persistentemente bajo circunstancias de adversidad crónicas o abrumadoras se pueden convertir en patógenas» (Shonkoff, Boyce y McEwen, 2009; p. 2253). Las condiciones de estrés crónico durante el periodo de desarrollo del individuo (incluyendo el periodo prenatal), están asociadas con una gran cantidad de efectos, entre los que se incluyen influencias en el desarrollo cognitivo y emocional. El vínculo entre un estrés temprano y la subsecuente sintomatología en la vida adulta está firmemente establecido. Shonkoff et ál. proponen dos vías mediante las cuales las experiencias tempranas afectan la vida adulta: 1) el daño acumulativo en los sistemas a lo largo del tiempo y 2) la asimilación a nivel biológico de las adversidades durante un momento sensible del desarrollo (Shonkoff et ál., 2009, p. 2253). Estos investigadores sugieren que esta segunda vía tiene lugar como un mecanismo desarrollado para monitorizar el contexto de desarrollo desde el periodo prenatal en adelante, ajustando puntos fijos dentro de los circuitos importantes del cerebro.43 Aunque Shonkoff et ál. subrayan sobre todo el papel de la adversidad en la generación de las dos vías que conectan el estrés temprano con la subsecuente sintomatología, la cuestión general de que las condiciones ambientales que se dan durante el desarrollo (todas ellas, no solo la adversidad) pueden tener efectos a largo plazo en el individuo, es la resulta más relevante para la concepción de Bowen sobre el desarrollo de la Diferenciación del Self y su transmisión multigeneracional. Actualmente, los efectos que tienen la ansiedad y el estrés en una persona son ya bien conocidos. La sensibilidad a los estímulos ambientales se intensifica, la cognición se agudiza y se centra en aquello que se percibe como una amenaza, y el comportamiento se hace más automático y estereotipado, menos matizado y 42 Los lectores que no estén familiarizados con los términos básicos de la respuesta al estrés quizá quieran leer Why Zebras Don’t Get Ulcers de Robert Sapolsky o The End of Stress as We Know It de Bruce McEwen. 43 Véase el argumento anterior sobre los mecanismos epigenéticos que influyen en el fenotipo.

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flexible. La propuesta de Bowen de que la ansiedad se convierte en crónica sugiere que las personas con ansiedad crónica muestran estas características de manera más continua que las personas con una ansiedad menos crónica, hasta el punto que reflejan esta condición en su fisiología. La carga alostática en los modelos animales causa cambios morfológicos en áreas de la corteza prefrontal medial y lateral y en la amígdala, causando daños potenciales en las funciones ejecutivas y de memoria, y dando lugar a altos niveles de ansiedad y agresión (McEwen, 2007). La reactividad al estrés afecta a la memoria y al aprendizaje. LeDoux y Phelps (2008) señalan que niveles moderados de hormonas relacionadas con el estrés facilitan el establecimiento de la memoria declarativa para eventos, pero altos niveles de estas mismas hormonas pueden afectar negativamente a la creación de este mismo tipo de recuerdos. Proponen que, durante periodos de estrés intenso, la formación de recuerdos conscientes está dañada, pero la formación de recuerdos no conscientes mejora. Los efectos del cortisol (una hormona del estrés) en regiones específicas del hipocampo han sido bien documentados y se piensa que esta hormona juega un papel muy importante en la memoria (McEwen y Sapolsky, 1995). La amígdala también ha recibido mucha atención por parte de los investigadores. Bajo condiciones de estrés agudo y crónico la amígdala puede sobreexcitarse, dando lugar a un alto grado de reactividad y vigilancia en la conducta. Las conexiones entre la amígdala y la corteza prefrontal medial y lateral también sufren cambios morfológicos, básicamente pérdida de neuronas y dendritas esenciales (Roozendaal, McEwen y Chattarji, 2009). La combinación de una amígdala excitada y una corteza prefrontal medial y lateral poco activada puede proporcionar uno de los mecanismos por los cuales la emoción llegue a anular al intelecto y dar lugar a una trayectoria evolutiva que puede llevar a que un individuo emerja de la etapa de desarrollo con menores niveles de Diferenciación del Self. Esta combinación en la que algunos centros cerebrales están más activados que otros también podría estar involucrada en el proceso de transferencia de la ansiedad crónica de una generación a otra.

5. Conclusión: ¿qué relevancia tiene esto para el terapeuta en la práctica clínica? Este breve y limitado repaso de algunos descubrimientos científicos actuales, procedentes de diversas áreas de investigación, contribuye a perfilar mejor varias de las ideas básicas planteadas por Bowen en sus formulaciones teóricas. Bowen creía que la terapia debía estar guiada por un conocimiento fáctico sólido, y no por la intuición subjetiva del terapeuta. A menudo señaló que, como clínico, «lo que piensas dirige lo que haces». La teoría guía al terapeuta. El método se deriva de la teoría, y las técnicas específicas se extraen de la teoría y el método. La Teoría de Bowen comienza con la conceptualización de la familia como una unidad emocional, superando una visión focalizada en la psicopatología individual. Bowen subraya el papel del proceso emocional familiar en la aparición de síntomas, tanto en el individuo como en sus relacio-


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nes; pone de relieve los efectos que puede tener la ansiedad en la unidad familiar y propone una fórmula básica para conseguir el cambio en esta última. Así, la Teoría de Bowen es una teoría familiar sistémica natural, el método es la terapia familiar y las técnicas son las que utilizarían un coach o asesor, más que aquellas técnicas características del terapeuta que sigue un modelo focalizado en la psicodinámica del individuo. Si una persona puede hacer un cambio sostenible hacia una mejora en la Diferenciación del Self al mismo tiempo que permanece en contacto con las relaciones familiares importantes, todo el sistema cambia también necesariamente. Pero el esfuerzo clínico solo puede ser tan sólido como lo sea la teoría que lo guía. El conocimiento científico siempre debe ser tenido en cuenta cuando se examina la formulación teórica. ¿Incluye tal formulación teórica tantos hechos científicamente corroborados —o conocidos por la ciencia— como sea posible? ¿Estos hechos y este conocimiento científico apoyan o cuestionan las hipótesis existentes? Bowen animaba a sus estudiantes a tomar una posición activa en la búsqueda de respuestas. Solía decir: «Averígüenlo ustedes mismos». Aquí hacemos la misma invitación al lector: ¿Qué teoría gobierna el proceso clínico? ¿Cómo encaja con el conocimiento ya establecido y con el emergente? El esfuerzo que un terapeuta hace por articular su propia comprensión teórica, el conocimiento científico sobre el que descansa, el método y las técnicas que se desprenden de su comprensión teórica, reducen la dependencia que tiene de la intuición subjetiva y las conjeturas. De nuevo, en palabras de Bowen: «Si no te gusta esta teoría, haz la tuya propia». Pero hazla rigurosamente, científicamente, y aplícatela a ti mismo y a aquellos a los que ayudas.

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CAPÍTULO

Teoría de Bowen e investigación empírica Elizabeth A. Skowron, John J. Van Epps, Elizabeth A. Cipriano-Essel y Petra L. Woehrle

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el papel de la teoría familiar sistémica de bowen para guiar intervenciones efectivas y una investigación translacional e interdisciplinar: desarrollos actuales y líneas de futuro

En este capítulo, analizamos la relevancia de la Teoría Familiar Sistémica de Bowen para guiar una investigación innovadora e interdisciplinar y una intervención efectiva. Prestaremos especial atención a los conceptos Diferenciación del Self, triangulación y proceso emocional familiar, presentando varias líneas de investigación empírica relevantes. Después de esto, analizaremos algunas de las nuevas líneas de pensamiento y compartiremos hipótesis contrastables que reflejan nuestros esfuerzos por clarificar y refinar algunos aspectos de la Teoría de Bowen, incluyendo la forma en que el concepto de Diferenciación del Self se expresa en la niñez temprana, o los mecanismos a través de los cuales se desarrolla el proceso de transmisión multigeneracional en las diferentes generaciones de una familia. Después describiremos cómo la investigación que estudia la salud y el funcionamiento (tanto en el nivel individual como familiar) puede beneficiarse del estudio integrado de la neurofisiología y el análisis del comportamiento desde la Teoría de Bowen. Concluiremos con un debate sobre la intervención desde la Teoría de Bowen, prestando especial atención a los triángulos relacionales. Podría decirse que la Teoría Familiar Sistémica de Bowen es la teoría más comprehensiva del funcionamiento humano desde una perspectiva sistémica. Enraizada en la teoría de los sistemas naturales, la Teoría de Bowen es una teoría del funcionamiento emocional multigeneracional. Los conceptos de «Diferenciación del Self», «triángulos» y «sistema emocional» son elementos esenciales en la Teoría de Bowen y suponen contribuciones muy importantes para entender el funcionamiento individual desde una perspectiva sistémica. Hace dos décadas, la primera autora de este capítulo inició una línea de investigación dedicada a operacionalizar el concepto de la Diferenciación del Self y a examinar los principios centrales de la Teoría Familiar Sistémica de Murray Bowen (1978). La idea principal del trabajo era desarrollar un instrumento psicométrico válido para evaluar el papel de la Diferenciación del Self del terapeuta y el cliente en 1) el resultado de la psicoterapia y 2) el proceso de una psicoterapia eficaz. El Differentiation of Self Inventory (DSI) se desarrolló en 1991 y, desde entonces, este instrumento de medida ha pasado por dos revisiones para redefinir los ítems y las subescalas, minimizar el sesgo de deseabilidad social y mejorar la validez de constructo del DSI (e. g., Skowron y Friedlander, 1998; Skowron y Schmitt, 2003). La formación de posgrado bajo la dirección de Michael E. Kerr, MD, en el Bowen Center for the Study of the Family en Georgetown, ha proporcionado a los autores un inestimable acceso a la evolución que ha ido experimentando el pensamiento alrededor de la Teoría de Bowen desde la publicación de los libros La terapia familiar en la práctica clínica de Bowen (1978) y Family Evaluation (Kerr y Bowen, 1988).


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la teoría familiar sistémica de bowen: avances y aplicación terapéutica

1. La Diferenciación del Self: concepto, investigación y universalidad 1.1. La Diferenciación del Self La Diferenciación del Self es entendida como una propiedad esencial de los sistemas relacionales familiares, con niveles que son más o menos consistentes en todo el sistema familiar, existiendo ligeras variaciones entre hermanos y entre las diferentes generaciones de cada familia. En su núcleo, la Diferenciación del Self funciona tanto en el ámbito interno como interpersonal. Su expresión en los miembros de la familia como sujetos individuales tiene que ver con la capacidad de regular la emoción y el comportamiento en las relaciones importantes, lo que a su vez da lugar a la capacidad para mantener una relación auténtica, una intimidad madura y un Self claramente definido en la relación con otros significativos. De esta manera, los individuos más diferenciados pueden reflexionar, ser conscientes de sus emociones y tener una intensa experiencia afectiva, o permanecer en calma, manteniendo al mismo tiempo su capacidad para un razonamiento lógico acorde con las circunstancias. A nivel interpersonal, la Diferenciación del Self refleja la habilidad para alcanzar la intimidad manteniendo un claro sentido del Self en las relaciones significativas (Bowen, 1976, 1978). Los individuos más diferenciados logran la intimidad emocional en sus relaciones sin experimentar miedo o sentirse asfixiados o absorbidos, y manteniendo su autonomía sin experimentar miedos debilitantes a ser abandonados (Bowen, 1978; Kerr y Bowen, 1988). Además, las personas más diferenciadas son más capaces de apoyar los intereses de otros, sin sentir por ello que pierden sus metas o su individualidad en el proceso (Schnarch, 1997). Una mayor Diferenciación del Self permite también mantener conexiones durante un conflicto o con aquellos que tienen opiniones diferentes, sin caer en el uso del corte emocional o el control relacional para mantener la calma (Schnarch, 1997; Skowron y Friedlander, 1998). De la misma manera, los padres más diferenciados serán capaces de proporcionar apoyo y de cuidar de sus hijos propiciando una autonomía apropiada a su edad, fomentando que desarrollen capacidades de auto-regulación de la emoción y la conducta.

1.2. El inventario de Diferenciación de Self (Differentiation of Self Inventory, DSI) El DSI (Skowron y Friedlander, 1998) se desarrolló para operacionalizar estas dimensiones intrapersonales y relacionales del concepto Diferenciación del Self de Bowen en la edad adulta. Utilizando un enfoque de constructo para desarrollar este test (Jackson, 1970; Loevinger, 1957; Nunnallly, 1978) y basándose en la Teoría de Bowen, Skowron y Friedlander llevaron a cabo una serie de estudios para desarrollar el DSI, evaluar su contenido y su validez de constructo. Los ítems del cuestionario se elaboraron a partir de los escritos de los doctores Murray Bowen, Michael E. Kerr, Robert J. Noone y otros, y fueron sometidos a un análisis de contenido realizado por


Teoría de Bowen e investigación empírica

expertos, un análisis estadístico de los ítems, una evaluación del sesgo de deseabilidad social y un análisis factorial exploratorio y confirmatorio (Skworon y Friedlander, 1998). En 2003 se publicó una revisión del cuestionario que buscaba reforzar el rigor psicométrico de la subescala «Fusion with others» a través de una revisión conceptual, la generación de nuevos ítems y el análisis de la validez de contenido realizado por un panel de expertos en la Teoría de Bowen, seguido de un análisis estadístico de los ítems y una reevaluación de la validez de constructo (Skworon y Schmitt, 2003). En la actualidad, el DSI se compone de 46 ítems autoinformados que evalúan la Diferenciación del Self en adultos (mayores de 25 años), sus relaciones significativas y sus relaciones actuales con su familia de origen (Skowron y Schmitt, 2003). Las cuatro subescalas del DSI son Reactividad emocional (RE, 11 ítems), Posición yo (PY, 11 ítems), Corte emocional (CE, 12 ítems) y Fusión con otros (FO, 12 ítems). La escala de RE (Reactividad emocional) evalúa la tendencia de una persona a responder a los estímulos ambientales con respuestas emocionales automáticas, inundación emocional o labilidad. La escala PY (Posición yo) evalúa el grado en que una persona posee un claro y definido sentido del Self, y su habilidad para adherirse de manera reflexiva a sus convicciones, incluso cuando siente que otros le presionan para hacer lo contrario. La escala CE (Corte emocional) consiste en ítems que reflejan un distanciamiento conductual y emocional, y miedo a la intimidad o a la involucración en las relaciones personales. La escala FO (Fusión con otros) contiene ítems que señalan una sobreimplicación emocional hacia otros, una alta dependencia de otros para confirmar las propias creencias, decisiones y convicciones, y una tendencia a tener pocas creencias o convicciones claramente definidas y propias. Los participantes puntúan los ítems mediante una escala de 6 puntos tipo-Likert, del 1 (no se parece nada a mí) al 6 (se parece mucho a mí). La puntuación en algunos ítems está invertida y se suma en las diferentes escalas, de forma que cuanto mayor sea la puntuación tanto en las subescalas como en la escala total, mayor será la Diferenciación del Self (menor será la Reactividad emocional, mayor la habilidad para mantener una Posición yo en las relaciones personales, menor Corte emocional y menor Fusión con otros). El DSI ha sido traducido a más de una docena de lenguas, incluyendo el chino, el francés, el italiano, el japonés, el polaco, el húngaro, el portugués, el farsí y el español. La adaptación y validación del DSI al español, dirigida por el investigador Martiño Rodríguez, se ha desarrollado a través de un riguroso trabajo de traducción, análisis estadístico y reflexión transcultural, con dos muestras compuestas por más de 1.500 sujetos en total. Este trabajo de validación refleja el esfuerzo conjunto de Rodríguez-González y sus colegas Skowron y Jodar (en prensa), y ha dado lugar a una versión del DSI válida y fiable psicométricamente, que puede ser utilizada en la práctica clínica y la investigación con población española. Con respecto a la investigación sobre el papel de la Diferenciación del Self en la adolescencia, los estudios muestran que el DSI, que fue desarrollado para ser utilizado con poblaciones adultas, muestra generalmente una consistencia interna

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menor cuando se utiliza con muestras adolescentes (Knauth y Skowron, 2004), probablemente debido a la naturaleza de las dependencias que todavía están presentes entre el adolescente y sus padres. Por esta razón, consideramos que el DSI no está indicado para evaluar la Diferenciación del Self en la adolescencia temprana y media, y recomendamos la creación de una medida alternativa y ajustada al momento evolutivo de esta etapa biopsicosocial. Que sepamos, no existe una medida de la Diferenciación del Self en niños.

1.3.  ¿Qué sabemos sobre la Diferenciación del Self? La investigación publicada hasta el momento proporciona un apoyo empírico cada vez mayor para muchos supuestos básicos de la Teoría de Bowen sobre el papel de la Diferenciación del Self en el funcionamiento social y emocional. Consistentemente con la Teoría de Bowen, una mayor Diferenciación del Self ha sido asociada con menos problemas de salud físicos y psicológicos (Bartle-Haring y Gregory 2003; Skworon, 2000; Skowron y Friedlander, 1998; Skowron, Stanley y Shapiro, 2009), una mayor autorregulación de la atención y la conducta, apego seguro en adultos, prácticas parentales saludables, un menor desajuste marital, conflicto y violencia familiares (Parsons, Nalbone, Killmer y Wetchler, 2007; Skowron, 2000; Skowron y Dendy, 2004; Skowron y Friedlander, 1998; Skowron, Kozlowski y Pincus, 2010; Skowron y Platt, 2005; Thorberg y Lyvers, 2006; Wei, Vogel, Ku y Zakalik, 2005). Hay evidencias que sugieren que la combinación de las subescalas Reactividad emocional y Posición yo constituye un factor único que llamaríamos «autorregulación», que refleja la capacidad personal para reflexionar o pensar sobre las emociones y mantener un sentido claro de uno mismo en las relaciones interpersonales (Skowron, Holmes y Sabatelli, 2003). Una Reactividad emocional y Corte emocional bajos en el DSI están relacionados con una mayor regulación afectiva (Wei, Vogel, Ku y Zakalik, 2005) y una mayor capacidad para el control voluntario44 de la atención y la conducta (Skowron y Dendy, 2004). Como expondremos detalladamente más adelante, quizás estos componentes de la diferenciación —la capacidad para la regulación de la emoción y la autonomía en el contexto relacional— sean los que primero emergen en el desarrollo del niño. 44 Effortful control (en inglés), que traduciremos en todo el libro como «control voluntario». Otros autores o en otros artículos se puede encontrar traducido como «control esforzado» o «control con esfuerzo». Se puede definir como (Rueda y Cómbita, 2012): una dimensión del temperamento que está relacionada con la autorregulación de la reactividad emocional y de la conducta. El effortful control, traducido como «control voluntario», permite incrementar la capacidad para ajustar la conducta a la situación, de forma flexible. El concepto incorpora aspectos relacionados con lo atencional (como la habilidad para un movimiento voluntario, la atención sostenida o la focalización de la atención) y con la regulación de la conducta (lo que incluye tanto el control inhibitorio —no comer un caramelo— como la activación de una conducta —comer, en lugar de un caramelo, una fruta—). Para más información consultar el artículo de: Rueda M. R., y Cómbita, L. M. (2012). Best practices in the development of effortful control in early childhood. En Tremblay R. E., Boivin M. y Peters R. (eds.), Encyclopedia on Early Childhood Development. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development (N. de los T.).


Teoría de Bowen e investigación empírica

Sin embargo, por el momento, la investigación ha generado conclusiones contradictorias con respecto a la hipótesis de la similaridad de Bowen —en otras palabras, la noción de que los individuos escogen como pareja a personas con niveles similares de diferenciación— (Skowron, 2000; Spencer y Brown, 2007; Tuason y Friedlander, 2000) y, hasta el presente, ha habido pocas investigaciones que hayan explorado si realmente los padres y sus hijos adultos presentan o no niveles de diferenciación similares. Por ejemplo, Harvey, Curry y Bray (1991) encontraron que los patrones de conexión e individuación parentales estaban asociados con los patrones de relación de sus hijos adultos, pero Tuason y Friedlander (2000) no encontraron tales asociaciones en una muestra de familias filipinas. Con pocas excepciones recientes, la investigación sobre la Teoría de Bowen en general y en particular sobre la Diferenciación del Self, se ha apoyado en gran medida en el uso de autoinformes y diseños de investigación transversales. Kerr y Bowen (1998) afirman que personas menos diferenciadas experimentan mayor ansiedad crónica, se vuelven más disfuncionales bajo condiciones de estrés y, por tanto, sufren más síntomas fisiológicos y psicológicos que las personas más diferenciadas. Cuando la carga alostática se eleva y el nivel de Diferenciación del Self es bajo, Kerr (2008b) argumenta que la ansiedad se intenta contener mediante síntomas físicos, psicológicos o sociales. En las relaciones más diferenciadas, Kerr señala que las personas pueden dirigir de manera más flexible sus recursos hacia lo que Henry y Wang (1989) llaman conductas de apego–afiliación o bien hacia conductas de autonomía, y afrontar así los estresores sin permitir la acumulación de ansiedad que podría comprometer el funcionamiento (Kerr, 2008b). La investigación que ha estudiado la influencia de la Diferenciación del Self en las conductas saludables sugiere que la diferenciación puede mejorar la salud física (Murray, Murray y Daniels, 2007; Peleg-Popko, 2002). Sin embargo, no está claro en los escritos de Bowen si él conceptualizó la Diferenciación del Self como un modulador o como un mediador de las relaciones entre el estrés, la ansiedad y el funcionamiento global (físico, psicológico y social), aunque los descubrimientos empíricos indican que la diferenciación parece moderar y mediar las asociaciones entre el estrés, la capacidad de afrontamiento y el ajuste en jóvenes adultos (Knauth, Skowron y Escobar, 2006; Murdock y Gore, 2004; Skowron, Wester y Azen, 2004). Otra línea de investigación empírica ha explorado la asociación entre el concepto Diferenciación del Self y la calidad de las relaciones, la satisfacción y calidad del apego. Bowen (1976, 1978) propuso que es más probable que individuos más diferenciados mantengan una buena relación con sus familias de origen, desarrollen relaciones persona-a-persona con miembros de su familia extensa y establezcan matrimonios más maduros y satisfactorios. Varios investigadores (Kosek, 1998; Skowron, 2000; Skowron y Friedlander, 1998; Spencer y Brown, 2007) han observado que mayores puntuaciones en el DSI predicen una mayor satisfacción marital tanto en parejas heterosexuales como parejas del mismo sexo. Además, el Corte emocional que presentan los maridos de parejas heterosexuales (Skowron, 2000) y la compañera en parejas lesbianas (Spencer y Brown, 2007) puede predecir niveles de satisfacción menores en ambos miembros de la pareja.

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la teoría familiar sistémica de bowen: avances y aplicación terapéutica

La Teoría de Bowen (1978; Kerr y Bowen, 1988) estipula que los niveles de Diferenciación del Self se transmiten a lo largo de las generaciones de una familia, de modo que los niveles de Diferenciación del Self parentales restringen claramente el grado de diferenciación que los hijos pueden alcanzar. De acuerdo con Murray Bowen: «Si no hay otros factores determinantes, emerges con el mismo nivel básico de diferenciación que tenían tus padres. Esto está determinado por un proceso anterior a tu nacimiento y la situación que acompaña a los primeros años y la primera infancia […]» (1978, p. 409). Bowen (1978) propuso la idea revolucionaria de que el proceso emocional familiar (por medio de los triángulos y de la focalización en el hijo) lleva a variaciones en el nivel de funcionamiento entre niños de la misma familia. Posteriormente, Kerr (2008a) definió, a partir de esta idea, algunos procesos clave para explicar cómo se desarrollan a lo largo del tiempo estas variaciones entre hermanos con respecto a su funcionamiento. Varios estudios recientes han evaluado a familias con niños pequeños y documentado asociaciones entre los niveles de diferenciación de los padres y una mayor seguridad en el apego del niño, menos problemas de conducta y mejor resultado en pruebas cognitivas. Skowron (2005) investigó cómo los índices obtenidos por las madres en el DSI predecían el funcionamiento cognitivo de los niños, la autoestima y el comportamiento prosocial, en una muestra urbana de familias con pocos recursos económicos. Después de bloquear el efecto de las variables violencia del barrio y estrés en la vida familiar (e. g., nacimientos, muertes, pérdida del empleo, etc.), los resultados obtenidos por las madres en el DSI predijeron de forma significativa las habilidades lingüísticas y matemáticas de los niños, incluso después de haber controlado el nivel de educación de los padres. Las madres que obtenían mayores niveles en el DSI tenían niños que mostraban mayores habilidades matemáticas y lingüísticas. Además, tanto los estresores familiares como la diferenciación maternal predijeron de manera significativa el aumento de comportamientos agresivos en los niños, de modo que cuanto mayor estrés familiar referido y menor Diferenciación del Self, más conductas agresivas en los niños. Peleg, Halaby y Whaby (2006) llevaron a cabo un estudio sobre la relación entre el grado de Diferenciación del Self en los padres (medido con el DSI) y la ansiedad de separación y adaptación al jardín de infancia de niños israelitas-drusos. Los resultados revelaron que cuanto mayor era el grado de Diferenciación del Self en los padres y menor su índice de Corte emocional (CE) se observaban menores niveles de ansiedad de separación. Además, se encontró que mayores niveles de ansiedad en los niños (medido en función de la percepción de sus maestros) estaban relacionados con índices más bajos en la Diferenciación del Self de sus padres. Sin embargo, con respecto al nivel de Fusión con otros (FO) de los padres, se observó lo contrario. Es decir, lo niños cuyos padres tenían altos niveles de Fusión con otros mostraron menos ansiedad de separación que aquellos cuyos padres tenían bajos niveles de Fusión con otros.


Teoría de Bowen e investigación empírica

Recientemente, hemos aumentado nuestro esfuerzo para poner a prueba algunas cuestiones básicas acerca de si los niveles de Diferenciación del Self entre padres e hijos convergen, y para establecer un modelo que refleje los procesos interpersonales a través de los cuales sería posible que los niños adquieran un nivel de diferenciación similar al de sus progenitores.

1.4.  Cultura, etnicidad y género La evaluación de la validez de la Teoría de Bowen en diferentes culturas, grupos étnicos y géneros está siendo objeto de un trabajo muy importante. Cuando se considera el continuum que va del individualismo al colectivismo en el que pueden ubicarse las diferentes culturas (Kagitçibasi, 1996), algunos argumentan que el concepto de diferenciación de Bowen pone un énfasis excesivo en los valores occidentales de independencia, sin tener en cuenta el papel tan importante que tiene la interconexión en las culturas colectivistas (p. ej., Essandoh, 1995; Rothbaum, Weisz, Pott, Miyake y Morelli, 2000; Tamura y Lau, 1992). Otros están en desacuerdo, manteniendo que la Teoría de Bowen es una de las pocas teorías del funcionamiento humano que da la relevancia adecuada al papel que puede tener una vinculación saludable con otras personas, señalando esta cuestión como central para un desarrollo saludable y la consecución de la madurez (p. ej., Boyd-Franklin, 1989; Carter y McGoldrick, 1999; Guisinger y Blatt, 1994; Gushue y Sicalides, 1997). Las investigaciones con muestras internacionales45 también han documentado la existencia de una relación entre mayores niveles de Diferenciación del Self y el bienestar global. Peleg-Popko (2002) descubrió que altos niveles de diferenciación estaban asociados con menor ansiedad social y menos síntomas psicológicos entre los estudiantes universitarios israelíes. En otra investigación, los valores obtenidos en la dimensión Posición yo (PY) fueron capaces de predecir por sí mismos la tendencia a la aculturación en judíos de la antigua Unión Soviética, de manera que cuanto mayor era el grado de Posición yo, mayor era el grado de aculturación con la cultura americana, mientras que una mayor dificultad para adoptar posiciones «yo» en las relaciones predecía una tendencia a mantenerse rígidamente apegado a la cultura rusa (Roytburd y Friedlander, 2008). Tuason y Friedlander (2000) realizaron una investigación con una muestra filipina de padres e hijos adultos, encontrando que la diferenciación se relacionaba con la sintomatología y la ansiedad-rasgo de una forma consistente con los resultados encontrados en la muestra norteamericana. Dentro de las muestras con minorías étnicas de los Estados Unidos, los estudios han vinculado la Diferenciación del Self con un mayor bienestar, una ansiedad crónica menor, una mayor identidad étnica y mayor presencia de sentimientos de pertenencia al grupo étnico, individuación y procesos de aculturación positivos (p. ej., Gushue y Constantine, 2003; Knauth y Skowron, 2004; Skowron, 2004). 45 Realizadas en otros países del mundo, no estadounidenses (N. de los T.).

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la teoría familiar sistémica de bowen: avances y aplicación terapéutica

Toda la investigación llevada a cabo hasta el momento por Rodríguez-González y Cagigal (en preparación) con muestras de población española, ha dado lugar a unos resultados similares a los obtenidos en otras culturas: mayores niveles de Diferenciación del Self están asociados positivamente con el ajuste marital y el bienestar psicológico. Con respecto al trabajo de validación del DSI-R (Skowron y Schmitt, 2003) llevado a cabo por Rodríguez-González, Skowron y Jodar (en prensa), los análisis psicométricos y transculturales han llevado a considerar que, para población española, es adecuado utilizar solamente las subescalas de Reactividad emocional (RE) y Corte emocional (CE) del DSI. Las subescalas Posición yo (PY) y Fusión con otros (FO) han sido omitidas de la versión española del DSI, debido a que se han encontrado diferencias culturales significativas en las dimensiones que cada una de ellas pretenden medir, que desaconsejan su utilización para investigaciones con población española. El mantenimiento en la versión española del DSI de las subescalas RE y CE, supone contar con dos subescalas equivalentes en las versiones española e inglesa, lo que permitirá llevar a cabo comparaciones culturales de gran interés en futuras investigaciones. Estos descubrimientos apoyan la noción de que el concepto de diferenciación de Bowen puede tener una aplicabilidad universal. Sin embargo, la investigación también ha revelado diferencias de género en las puntuaciones de las subescalas del DSI, indicando que los hombres tienden a obtener puntuaciones que sugieren mayor presencia de Corte emocional (i. e., valores más bajos en la subescala CE del DSI), mientras que los resultados obtenidos por mujeres (menores valores en la subescala RE del DSI) sugieren que en estas se daría un mayor grado de Reactividad emocional (Johnson, Thorngrin y Smith, 2001; Kim-Appel et ál., 2007; Peleg-Popko, 2004; Skowron, 2000; Skowron y Friedlander, 1998). ¿Reflejan estos resultados un artefacto producido por el instrumento de medida, o existen realmente diferencias de género en el nivel de Diferenciación del Self? Nos hemos esforzado en eliminar los sesgos culturales en el DSI mediante una construcción rigurosa del test, fundamentada en una aproximación de constructo,46 y un diseño de investigación alimentado por una teoría e investigación multiculturales. Sin embargo, la interpretación transcultural, tanto doméstica como internacional, del constructo de la diferenciación y de la traducción del DSI, requieren de una cuidadosa reflexión. Es necesario contar con nuevas investigaciones que permitan clarificar la relación entre la cultura, la visión del mundo, la Diferenciación del Self y la salud mental. También son necesarios más trabajos de investigación con grupos específicos dentro de los Estados Unidos, para entender mejor cómo se manifiesta la Diferenciación del Self en las relaciones personales y el funcionamiento cotidiano entre y en los diferentes géneros y culturas. Dado el estado de nuestro conocimiento empírico hasta la fecha, urgimos a los investigadores a continuar clarificando las formas en que los supuestos y constructos centrales de la Teoría de Bowen operan a lo largo del espectro demográfico (cul46 Jackson, D. N. (1970). A sequential system for personality scale development. En C. D. Spielberger (Ed.), Current topics in clinical and community psychology (Vol. 2, pp. 61-96). New York: Academic Press. / Cronbach, L. J. y Meehl, P. E. (1955). Construct validity in psychological tests. Psychological Bulletin, 52, 281-302.


Teoría de Bowen e investigación empírica

tura, etnia, género y edad). Debería prestarse una atención particular a la cuestión de cómo pueden afectar estas variables sociodemográficas, si es que lo hacen, al modo de operacionalizar los constructos, los diseños e hipótesis de investigación y las inferencias extraídas de los resultados de los estudios.

2. Campos de interés para futuras investigaciones basadas en la Teoría de Bowen A pesar del creciente apoyo empírico que han ido recibiendo muchos aspectos de la Teoría de Bowen, debemos señalar que la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha se han basado principalmente en autoinformes. Para reducir los sesgos potenciales inherentes a los autoinformes, debe crecer el número de investigaciones que utilizan medidores múltiples o medidas observacionales que clarifiquen el papel de la diferenciación, los triángulos y los procesos emocionales familiares en la salud y el funcionamiento del individuo y de la familia. Además de esto, numerosos estudios han utilizado muestras bastante homogéneas en dimensiones de edad, etnicidad y estatus socioeconómico, por lo que también son necesarios nuevos esfuerzos para lograr una validación de los resultados obtenidos generalizable al espectro sociodemográfico en toda su amplitud. Pasaremos ahora a exponer las áreas en las que la Teoría de Bowen merece una mayor atención en cuanto a la investigación y la intervención que de ella se derivan. Queremos desarrollar algunas ideas sobre cómo se expresa la Diferenciación del Self en los primeros años de vida, y proponemos un conjunto de procesos interpersonales que pueden ser investigados, a través de los cuales los niveles de diferenciación se transmiten en una familia de una generación a otra. Después, en línea con los esfuerzos de Murray Bowen para desarrollar una teoría de sistemas naturales sobre el comportamiento humano, concluimos con una invitación a poner en marcha nuevas investigaciones sobre la conexión entre neurobiología y conducta, y subrayamos las contribuciones tan valiosas que la Teoría de Bowen tiene que ofrecer a esta conexión.

2.1. La Diferenciación del Self en la infancia temprana Nuestra hipótesis teórica es que, en los niños, la autorregulación de la emoción y la conducta constituyen el núcleo de sus capacidades para desarrollar un Self diferenciado en su sistema familiar. La etapa preescolar refleja un momento especialmente importante en los niños para el desarrollo de la capacidad de regulación y de control de sí mismos, que guardan relación con sus esfuerzos para definir Self en el contexto de la vinculación con sus cuidadores (p. ej., Grolnick y Ryan, 1989). Experiencias familiares tempranas caracterizadas por la combinación de una autoridad afectuosa junto con un apoyo que busque potenciar la positiva autonomía conductual del niño, en conjunto, promueven la confianza en sí mismo, la autodeterminación y las capacidades para la autorregulación (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978; Bowen, 1978;

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Cox, Mills-Koonce, Propper y Gariepy, 2010; Kopp, 1989). Desde una perspectiva sistémica de la familia, las habilidades de los padres para regular sus propias emociones, pensar claramente en una situación de estrés y promover tanto la intimidad como la autonomía entre los miembros de la familia, proporcionan en conjunto un apoyo óptimo para que sus hijos interioricen y lleguen a dominar una constelación de funciones reguladoras. La capacidad para la autorregulación de las emociones y la conducta comienza en la primera infancia y continúa desarrollándose durante toda la niñez (Kopp, 1982; Kopp, 1989; Thompson, 1994). La investigación indica que, en su etapa más temprana, los niños dependen de sus padres y de otras fuentes externas para regular sus emociones y su conducta, mientras que en la edad preescolar empiezan a de­sarrollar de forma creciente estrategias internas de control, o de autorregulación, de la conducta y las emociones (Thompson, 1991; Winsler, Díaz, Atencio, McCarthy y Chabay, 2000). El desarrollo de la autorregulación es crítico para el funcionamiento global del niño, porque es imprescindible para un desarrollo saludable (Denham, Blair, DeMulder, Levitas, Sawyer, Auerbach-Major y Queenen, 2003; Eisenberg y Morris, 2002; Kopp, 1982; Kopp, 1989; Thompson, 1994). Las diferencias temperamentales en la habilidad para modular activamente el arousal, las emociones y el comportamiento son un aspecto de la autorregulación que resulta esencial para el desarrollo de los niños, debido a su influencia en múltiples niveles del funcionamiento. El control voluntario47 permite la regulación consciente de la atención, lo que permite a su vez modular los impulsos automáticos de conducta y reemplazarlos por una conducta voluntaria y una atención consciente (Rothbart, Ahadi y Evans, 2000; Rothbart y Bates, 2006). Gracias a la maduración de las redes de atención tempranas, el control voluntario comienza a emerger hacia los 12 meses de edad y continúa desarrollándose rápidamente, con diferencias individuales en su trayectoria que aumentan a lo largo del año y medio siguientes y durante la etapa preescolar (Kochanska, Murray y Harlan, 2000; Kopp, 1982; Rothbart, Derryberry y Posner, 1994; Rothbart y Posner, 2000). La regulación de la emoción es otra habilidad crítica que se alcanza en la niñez temprana, y que se define como el conjunto de procesos internos y externos involucrados en iniciar, mantener y modular la ocurrencia y la intensidad de las expresiones emocionales, y la adaptación a demandas estresantes y experiencias emocionales (Cole, Michel y Teti, 1994; Thompson, 1994). Los niños pequeños dependen enormemente de sus cuidadores para regular el arousal emocional. Sin embargo, las estrategias de regulación de la emoción aumentan de manera considerable cuando los niños realizan la transición hacia el primer año de vida y empiezan a afirmar su autonomía, a desarrollar su sentido de autoconsciencia y a experimentar la maduración de sus habilidades cognitivas (Kopp, 1982; 1989). Entre el 47 Effortful control (en inglés), término ya clarificado en nota anterior (N. de los T.).


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año y medio y los tres años,48 se observa un uso más planificado de estrategias atencionales y conductas autocalmantes para regular el arousal emocional (Grolnick, Bridges y Connell, 1996) y, cuando los niños llegan a la edad preescolar, han aumentado mucho su capacidad para autorregular sus emociones, su atención y su conducta, y son menos dependientes de fuentes externas de regulación. Además, el desarrollo del lenguaje permite que los niños utilicen cada vez más la regulación interna de la emocionalidad activando representaciones (Rothbart y Shessem, 2007) y apoyándose en estrategias verbales para regular la emoción (Cole et ál., 1994; Kopp, 1989). Ya que las necesidades de desarrollo cambian con el transcurso del tiempo (no son iguales en el primer año de vida, que desde los 12 meses hasta los 3 años, y después durante el periodo preescolar —3 a 5 años—), nuestra hipótesis es que padres e hijos de familias más diferenciadas serán capaces de transiciones más suaves desde la co-regulación de la fisiología, las emociones y la conducta, hasta el aumento (adecuado a cada edad) de la capacidad de los niños para regular sus propias emociones y comportamientos. Según Kerr (2008b), los padres menos diferenciados tienen mayor dificultad para afrontar el reto de proporcionar un apoyo que promocione la autonomía y, simultáneamente, conexión y cuidado, y en su lugar tienden en sus intercambios paterno-filiales a mantenerse fusionados y a caer más frecuentemente en reacciones automáticas de tipo ansioso. Numerosos estudios han documentado cómo las dimensiones de la Diferenciación del Self de los padres —es decir, afiliación y promoción de la autonomía versus fusión y control— juegan un papel fundamental en la formación de las capacidades de control de la regulación en niños de edad preescolar (Cowan, Cohen, Cowan y Pearson, 1996; Dix, 1991; Grolnick y Ryan, 1989). El apoyo parental afectuoso se ha asociado con una mejora ininterrumpida y longitudinal de la persistencia en las tareas (Deater-Deckard et ál., 2006), del control voluntario, y unos niveles más altos de disposición positiva y sincera a obedecer las indicaciones de los padres49 (Kochanska, Coy y Murray, 2001). Por el contrario, un estilo parental hostil, aversivo y controlador (Baumrind, 1994; Cerezo, 1997; Wilson, Rack, Shi y Norris, 2008), frustra el desarrollo del comportamiento autorregulado y autónomo del niño (Baumrind, Larzelere y Owens, 2010; Trickett y McBride-Chang, 1995). Los hallazgos tempranos de la investigación que estamos desarrollando con fondos del NIMH (National Institute of Mental Health) confirman que un mayor apoyo parental hacia el comportamiento autónomo positivo de los niños está asociado con una mayor autorregulación psicológica (p. ej., un mayor tono parasimpático; Skowron et ál., 2011). Sin embargo, son necesarias más investigaciones para poder corroborar los planteamientos que afirman que en los primeros años de vida la Diferenciación del Self se expresa en la capacidad para autorre­gular la atención, 48 O hasta los 4 años según qué investigación se esté consultando. 49 Es la voluntad de seguir las órdenes que se reciben de los padres, sin que estos tengan que supervisar o recordar la orden. Se trata como de una actitud en el niño por la que se ha interiorizado una disposición positiva hacia las indicaciones paternas (N. de los T.).

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la emoción y la conducta.50 Además, ¿en qué fase del desarrollo se hacen evidentes los componentes relacionales de la Diferenciación del Self en los niños? (p. ej., cuando comienzan a participar en el triángulo parental primario, o quizás con el aumento de sus capacidades cognitivas complejas y de abstracción, etc.).

2.2.  Desgranando el proceso de transmisión multigeneracional De acuerdo con los principios centrales de la Teoría de Bowen (1978), las personas llegan a adquirir el nivel de Diferenciación del Self característico de su sistema familiar. Dado que los niveles de Diferenciación del Self son supuestamente transmitidos de una generación a otra en la familia, ¿cómo adquieren los hijos niveles de diferenciación aproximadamente equivalentes a los de sus padres? Nuestra propuesta es que un mecanismo importante por el cual se transmite la Diferenciación del Self de padres a hijos, a lo largo de las generaciones de una familia, es un proceso interpersonal llamado «complementariedad», definido como 1) una similaridad, emparejamiento o afiliación, y 2) una reciprocidad en la dominancia/sumisión, que se convierte en algo que la propia relación sustenta y que recibe una influencia bidireccional. En las transacciones complementarias, el comportamiento amistoso y cálido tiende a provocar una respuesta de similares características, mientras que la conducta hostil provoca una respuesta hostil. Del mismo modo, en el ámbito de la interdependencia, la reciprocidad puede dar lugar a conductas dominantes, en las que una persona presiona a otra para conseguir como respuesta una conducta sumisa. Por otra parte, conductas que implican apoyo y respeto hacia la autonomía del otro tienden a generar respuestas de autonomía. El término complementariedad lo introdujeron por primera vez investigadores de los sistemas familiares (Bateson, Jackson, Haley y Weakland, 1963; Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967), aunque las perspectivas interpersonales e interaccionales sobre la complementariedad existen y han surgido desde diferentes tradiciones y supuestos (Bateson et ál., 1963; Carson, 1969; Haley, 1963; Kiesler, 1983; Watzlawick et ál., 1967; ver Friedlander, 1993, para una revisión). Tanto la teoría como la investigación apoyan la noción de que la complementariedad interpersonal es una propiedad homeostática importante de las relaciones (Friedlander, 1993; Kiesler, 1996), ya sea en los sistemas familiares, los sistemas laborales, las amistades o la psicoterapia. En relaciones significativas de largo recorrido la conducta tiende a suscitar el comportamiento complementario, y a restringir conductas no complementarias o simétricas (Heatherington y Friedlander, 1990; Kiesler 1996; Kiesler y Auerbach, 2003; Tracey, 1994; Tracey, Ryan y Jaschik-Herman, 2001). Se ha encontrado que incluso las con50 En la infancia, la Diferenciación del Self se expresa en las habilidades para regular la atención, las emociones y la conducta. Estas habilidades representan los «bloques de construcción» o el fundamento sobre el que se podrá desarrollar un mayor o menor grado de diferenciación en la adolescencia y la juventud. Influyen en la forma en que el propio niño va a regularse a sí mismo en las relaciones, lo que a su vez generará una serie de experiencias relacionales que modularán el curso de desarrollo que tomarán las capacidades de autorregulación.


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ductas de interacción entre extraños se vuelven más complementarias con el tiempo (p. ej., Sadler y Woody, 2003). Los intercambios complementarios son percibidos por la persona como más cómodos, y se caracterizan por una calma mayor y menor malestar o tensión, mientras que las relaciones no complementarias se experimentan como más aversivas, inquietantes y menos estables (Tracey, 1994). Nuestra asunción teórica es que la mayoría de las relaciones estables son complementarias por naturaleza, pues, de acuerdo a lo que Kerr (2008b) expresa de manera muy convincente, para poder afrontar las amenazas a la estabilidad de nuestras relaciones hemos desarrollado una sensibilidad extrema a las claves sociales, que a su vez nos alerta de las amenazas a nuestra seguridad en las relaciones importantes. Kerr (2008a) nos ofrece un ejemplo de la sensibilidad relacional que creemos lleva a los individuos a tender hacia intercambios complementarios en sus relaciones románticas. En su ejemplo, la tensión surge entre una pareja en la que la esposa hace un movimiento hacia la autonomía. La esposa interpreta las expresiones faciales de su marido y su tono de voz como que se siente decepcionado con ella. Como resultado, ella dice y hace más cosas para agradarlo. Él responde animándose y ella se siente menos amenazada (Kerr, 2008a). Este intercambio homeostático comienza con una asertiva autonomía de la esposa (que provoca ansiedad en su esposo), seguida de la crítica de su marido. La esposa ve que lo ha decepcionado y opta por tomar una postura afiliativa de sumisión —cuando se somete a su esposo, que a su vez se calma tomando una postura afiliativa de control—. Cuando el intercambio termina, el marido y la mujer han continuado en un estado complementario que es moderadamente dominante-sumiso y, como resultado, el marido se ha tranquilizado y su mujer se siente más calmada, aunque ha renunciado a la posición de autonomía que tenía anteriormente. Así, en respuesta a la tensión en la relación y al disgusto de la pareja, el otro modifica su comportamiento para continuar en un estado complementario y disminuir la tensión en el sistema. Por supuesto, los papeles en esta dinámica complementaria podrían ser al revés, pueden intercambiarse y todavía serían aplicables. ¿Cuáles son las diferencias individuales y los factores contextuales que determinan qué miembro de la pareja tiende a modificar su comportamiento al servicio de la calma relacional? Bowen proporciona otro ejemplo de proceso emocional en el contexto de la parentalidad, por el cual una transferencia relacional de ansiedad entre la madre y el niño se desencadena a través de una serie de intercambios complementarios que van en aumento. Explica: «[…] el proceso comienza con la ansiedad en la madre. El niño responde de manera ansiosa a su madre, lo cual es malinterpretado por ella como un problema en el hijo. La labor ansiosa de la madre se convierte en una energía sobreprotectora, solícita y compasiva, que está más dirigida por la ansiedad de la madre que por las necesidades reales del hijo. Esto establece un patrón que infantiliza al hijo, quien de manera gradual se vuelve más incapaz y demandante. Una vez que el proceso se ha iniciado, se puede ver motivado tanto por la ansiedad de la madre como por la del hijo.» (1978, p. 381).

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En este ejemplo, el niño entra en sintonía con la ansiedad materna y actúa de la manera que la madre «le está pidiendo» (i. e., respuesta complementaria), lo que reduce el malestar materno y, como respuesta, el niño se siente menos ansioso al relacionarse con un progenitor también con menor ansiedad. En otras palabras, a menores niveles de diferenciación tendrá lugar un mayor nivel de negociación y préstamo de Self, y existirá una mayor «presión emocional» para responder de modo complementario al otro. El escenario se repite en innumerables ocasiones, explicando el desarrollo del pseudo-Self y la tendencia excesiva a apoyarse en el otro para regularse a sí mismo. Nuestra hipótesis teórica es que los niveles de diferenciación de los padres se transmiten de una generación a otra a través de procesos emocionales que se ponen en funcionamiento y se mantienen mediante los patrones de complementariedad de las interacciones familiares. Además, teorizamos que el nivel de diferenciación de los padres influye (a) en la naturaleza y el grado de complementariedad en los intercambios paterno-filiales y (b) en la flexibilidad de las interacciones padrehijo. Aunque se piensa que las transacciones complementarias que se desarrollan en las relaciones tienen lugar sea cual sea el nivel de Diferenciación del Self (Kerr y Bowen, 1988), nuestra hipótesis es que según cuál sea el grado de diferenciación de un sistema, los miembros del mismo dependerán más o menos de la complementariedad para calmarse ellos mismos y calmar el sistema. Con niveles de diferenciación más bajos, las perturbaciones en la complementariedad de la relación se experimentan como más estresantes y desorganizadas, y esto hace que guarden relación con una menor regulación autónoma en el progenitor y el niño. A la inversa, se espera que las familias con niveles más altos de diferenciación permanezcan calmadas y puedan manejar mejor los estados no complementarios, mostrando una mayor flexibilidad en su respuesta. Por ejemplo, una mayor Diferenciación del Self permitirá que un progenitor se abstenga de igualar el enfado/lamento de su hijo con una respuesta complementaria (crítica) y, en vez de esto, tome una postura no complementaria, más adaptada, resistiendo el «tirón» emocional que le anima a descender a una complementariedad negativa. Animamos a equipos de investigación independientes a que emprendan trabajos de investigación alrededor de estas propuestas sobre la complementariedad interpersonal como vehículo de transmisión de los niveles de diferenciación y esperamos sus conclusiones. Más investigación es necesaria también para poder probar si una mayor Diferenciación del Self permite que una persona pueda tolerar y soportar mejor episodios de no complementariedad, y si los estados de complementariedad son más o menos costosos que los estados de no complementariedad. Además, sería interesante saber si los padres desarrollan patrones de complementariedad similares a aquellos presentes en la relación con sus propios progenitores en sus familias de origen. Es imprescindible también poner en marcha una investigación que documente de qué modo las dimensiones de la diferenciación aparecen y se desarrollan en la primera infancia y la niñez. Estudios observacionales microanalíticos de las interacciones paternofiliales utilizando el Análisis Estructural del Comportamiento Social (Benjamin, 1996;


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Benjamin y Cushing, 2000), ayudarán a aclarar el comienzo, el tiempo y el recorrido de los procesos relacionales responsables de la transmisión de los niveles de diferenciación de padres a hijos a lo largo del tiempo, y a establecer un modelo sobre la respuesta emocional contingente y recíproca que tiene lugar entre padres e hijos y, por extensión, en el triángulo parental.

2.3.  Estudio de la intersección entre la biología y la experiencia en las interacciones familiares Estamos seguros de que los mayores avances en la comprensión del desarrollo infantil y del funcionamiento de las relaciones en los sistemas familiares en el espectro de las poblaciones de riesgo (i. e., en situaciones de pobreza, violencia familiar, abuso y abandono infantil, dependencia del alcohol y las drogas, etc.), vendrán dados gracias a nuevos descubrimientos que permitan entender las claves del proceso dinámico de relación entre el sistema familiar y la neurobiología de cada uno de sus miembros. El Centro Bowen ha establecido una perseverante, sustanciosa y larga tradición, durante más de 40 años, de vincular a teóricos familiares sistémicos con científicos de diversas áreas de investigación tales como Biología, Física, Antropología, Química, Psicología y Medicina. Apoyados en esta tradición, la investigación que estamos desarrollando en nuestro Family Systems Lab busca comprender la asociación dinámica que se da entre la neurobiología y el comportamiento relacional en los sistemas familiares. Nuestro laboratorio está llevando a cabo una investigación basada en la Teoría Familiar Sistémica de Bowen y subvencionada por el NIMH (National Institute of Mental Health). Uno de sus objetivos ha sido clarificar el modo en que convergen en los padres los índices psicológicos y conductuales de diferenciación. También se ha buscado conocer el grado de correspondencia que existe entre (a) el apoyo que ofrecen los padres a sus hijos en los esfuerzos de estos tanto hacia la vinculación como hacia la autonomía, (b) los índices de respuesta al estrés en los niños y (c) sus habilidades de regulación emocional, conductual y psicológica. Debemos recordar que Bowen afirmó que la Diferenciación del Self opera tanto a niveles psicológicos como fisiológicos, indicando que: «El funcionamiento emocional incluye fuerzas automáticas que […] la biología define como instinto, reproducción, la actividad automática controlada por el sistema nervioso autónomo, los estados emocionales y sentimentales subjetivos, y las fuerzas que rigen los sistemas relacionales […]. Esto está hondamente enraizado en el pasado filogenético y es mucho más antiguo que el sistema intelectual […]. Hay diferentes grados de «fusión» entre el sistema intelectual y emocional en el ser humano. Cuanto mayor sea la fusión, la vida estará más gobernada por las fuerzas emocionales automáticas que operan… cuanto mayor sea la fusión, más vulnerable será el hombre a la enfermedad física, la enfermedad emocional y la social, y menor la capacidad para controlar conscientemente su propia vida.» (Bowen, 1978; pp. 304-305).

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De modo coherente con Bowen (1978), que propuso que el nivel de Diferenciación del Self no solamente se manifiesta en la conducta observable sino también en el nivel fisiológico autónomo, numerosos estudios han mostrado que la autorregulación de la emoción y la conducta se relacionan con unas bases neurofisiológicas predecibles (e. g., Calkins y Bell, 2010). Según la teoría polivagal de las emociones de Porges (2003), a lo largo de su evolución los mamíferos han desarrollado sistemas fisiológicos para responder a las amenazas y facilitar una vinculación social positiva. Porges afirma que el sistema nervioso parasimpático (SNP), a través de la mediación vagal, ejerce un control neural sobre el sistema nervioso autónomo para regular el arousal en respuesta a estímulos del entorno (Beauchaine, 2001; Porges, 1995, 1997, 2001). Así, el control vagal de la frecuencia cardíaca posibilita una rápida regulación de los estados emocionales en el contexto social, lo que sería particularmente interesante para entender de qué modo las diferencias individuales en los procesos biológicos de regulación pueden relacionarse con las medidas de Diferenciación del Self, y guían las variaciones en los procesos paternofiliales y, por extensión, el funcionamiento de los sistemas familiares. La influencia del SNP en el corazón puede ser medida a través de la amplitud de la arritmia sinusal respiratoria (ASR), así como por la intensidad de la variación del ritmo cardíaco en el curso del ciclo respiratorio (Berntson et ál., 1997; Porges, 1995). En situaciones de descanso, el SNP ralentiza la actividad cardíaca, potenciando la homeostasis, el crecimiento y las funciones restauradoras, mientras que la retirada del control parasimpático desactiva este efecto amortiguador sobre el corazón, lo que resulta en un aumento del arousal. Por esta razón, se considera que los niveles basales de ASR representan la extensión de la capacidad reguladora del individuo, reflejando el grado en que el arousal puede incrementarse mediante la retirada del SNP, antes de que sea necesaria la activación simpática porque el individuo se encuentre con una condición adversa (Beauchaine, Gatzke-Kopp y Mead, 2007). Porges (2001) postula que este control rápido y dinámico del arousal tiene implicaciones importantes para facilitar la regulación de la emocionalidad, pues sería el que permite a las personas entablar interacciones sociales de manera reflexiva. Dada la asociación del tono vagal (i. e., ASR) con la habilidad general de regulación, este sistema es especialmente interesante para la comprensión de la relación entre el desempeño parental en la infancia temprana, el nivel de Diferenciación del Self en el sistema familiar y las capacidades desarrolladas por los niños para regular el arousal ante los retos propios del desarrollo. La retirada de la ASR, o su supresión en el contexto de dificultades emocionales o cognitivas, se considera habitualmente como reflejo de una respuesta adaptativa, dado que supone incrementar la implicación en una tarea sin renunciar al control (El-Sheikh et ál., 2009), aunque también están apareciendo investigaciones que vinculan una mayor supresión vagal a la presencia de psicopatología (Calkins, Graziano y Keane, 2007) y a una exposición temprana a la adversidad (Obradovic, Bush, Stamperdahl, Adler y Boyce, 2010). Por el contrario, se cree que el aumento de la ASR (i. e., mayor activación parasimpática)


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es fundamental para unas relaciones sociales saludables (Porges, 2011) y ha sido observada en padres cuando están desempañando su rol parental (Skowron et ál., 2011), y en adultos en condiciones que requieren la regulación emocional en contextos sociales (Butler, Wilhelm y Gross, 2006). Numerosos estudios indican que las experiencias vividas en la familia de origen influyen en las habilidades de los niños para regular de manera efectiva las emociones, e influyen en la forma en que estos expresan la regulación fisiológica y conductual (Calkins, Smith, Gill y Johnson, 1998; Diener, Mangelsdorf, McHale y Frosch, 2002; Gottman y Katz, 2002; Lunkenheimer, Shields y Cortina, 2007; Maughan y Cicchetti, 2002). Además, nuestra investigación con familias de alto riesgo (Skowron et ál., 2011) muestra que niños de la etapa preescolar que reciben más frecuentemente un apoyo maternal cálido ante sus esfuerzos por mostrar autonomía, también son los que muestran un tono parasimpático más fuerte cuando se encuentran en el contexto de un reto conjunto (p. ej., madre e hijo/a deben completar juntos un puzzle tridimensional). Por el contrario, el control estricto y hostil de los padres y su exigencia de conformidad se asocian con un tono parasimpático más bajo en los niños. En conjunto, estos resultados apoyan las afirmaciones de Porges (2001) y subrayan la forma en que las dinámicas tempranas de relación entre padres e hijos modulan estilos fisiológicos de respuesta adaptativos o no-adaptativos para el logro del desarrollo de la autonomía y la autorregulación infantil (Patterson et ál., 1989; Reid et ál., 1981). Al considerar el modo en que las interacciones parentales pueden ayudar al de­sarrollo de la autorregulación infantil, también es importante entender las variaciones en la fisiología autónoma de los padres (i. e., tono vagal) en el contexto relacional inmediato del ejercicio de su rol parental, en todo el espectro de las poblaciones de riesgo. De acuerdo con la Teoría de Bowen, las madres menos diferenciadas que deben enfrentarse a su propio arousal emocional, intenso y difícil de modular, pueden ser especialmente propensas a un cuidado desadaptativo de sus hijos. Por ejemplo, planteamos que un déficit de regulación psicológica en los padres cuando ejercen cuidados hacia sus hijos, hace extremadamente difícil para ellos abandonar el intercambio complementario negativo con ellos. La investigación indica que los padres con un bajo funcionamiento tienden a mostrar mayor reactividad emocional, más negatividad y menos afecto hacia sus hijos (Cicchetti y Toth, 2005), y que por medio de autoinformes refieren menores niveles de diferenciación (Skowron, Kozlowski y Pincus, 2010). La habilidad regulatoria que poseen los padres podría reflejar no solamente el grado de indiferenciación en el sistema familiar, sino también implicar dificultades en su habilidad para apoyar a sus hijos en conductas potenciadoras de la autonomía ajustadas a cada edad. Los padres que son capaces de permanecer calmados y manejar su arousal fisiológico cuando ejercen su rol parecen ser más sensibles y receptivos a las necesidades de sus hijos (e. g., Calkins, Graziano, Berdan, Keane y Dedmon, 2008; Feldman y Eidelman, 2007; Mills-Koonce, Gariepy, Propper, Sutton, Calkins et ál., 2007; Skowron, Loken, Gatzke-Kopp, Cipriano-Essel et ál., 2011).

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Sin embargo, hasta la fecha es escasa la investigación que ha prestado atención al funcionamiento vagal en el contexto de las interacciones sociales, concretamente en los intercambios parentales entre cuidadores e hijos. La investigación subvencionada por el NIMH que estamos realizando abre una nueva plataforma que, basándose en el estudio de los sistemas familiares, permitirá ir descubriendo las claves de las asociaciones entre la fisiología autónoma de padres e hijos en el ejercicio del cuidado parental y la calidad de estos intercambios paternofiliales con un énfasis especial en el esclarecimiento de modelos bioconductuales de parentalidad saludable y de riesgo, contagio de estrés y procesos emocionales familiares, por señalar algunos de ellos. Otros programas de investigación empírica innovadores, que utilizan tanto modelos animales como humanos, han comenzado a documentar el papel central que tiene la parentalidad y, por extensión, la familia y los procesos contextuales, en la conformación del desarrollo de las capacidades de los niños para la regulación biológica (Fleming, O’Day y Kraemer, 1999; Gunnar y Donzella, 2002; Hofer, 2006; Meaney, 2001). Aunque, entre estas investigaciones, pocas han considerado para su trabajo la Teoría Sistémica en general, o la Teoría de Bowen en particular, nosotros creemos que esta puede hacer contribuciones muy importantes en estos esfuerzos.

3. La importancia de la Teoría de Bowen para la intervención y la investigación translacional 3.1. Los triángulos en las relaciones Kerr afirma que cualquier logro en el esfuerzo para elevar el nivel de diferenciación propio, reducir la ansiedad y evitar los triángulos como forma de respuesta al estrés, depende enormemente de que la persona desarrolle una mayor consciencia y control sobre su propia reactividad emocional (Kerr y Bowen, 1988). En esta misma línea, Bowen (1978) afirma que fortalecer la habilidad de uno mismo para pensar sobre los sentimientos es clave para poder mejorar el nivel de Diferenciación del Self. Los clientes podrán beneficiarse de una terapia basada en la Teoría de Bowen cuando llegan a esta emocionalmente reactivos, luchando por desarrollar un sentido claro del Self en sus relaciones con otros y por encontrar una manera de combinar la vinculación y la autonomía en el contexto de los sistemas relacionales. Estos individuos con frecuencia sufren también síntomas físicos y psicológicos. Las intervenciones con jóvenes adultos solteros que vienen a terapia con dificultades de ajuste o preocupaciones sobre sus relaciones, se basan en enseñarles los principios de la Diferenciación del Self y los sistemas emocionales, animándolos a mantener un contacto regular con su familia de origen y ayudándoles a identificar y a salir por sí mismos de las relaciones triangulares primarias en las que participan. Con el tiempo, se les anima a asumir una mayor responsabilidad hacia el Self y a formular principios personales para guiar su propia vida, algo que habían descuidado ya


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sea al responder a la ansiedad relacional, en los intentos de pertenencia al grupo o por amoldarse a otros en busca de su aprobación. Igualmente, las intervenciones con parejas y/o padres pueden estar diseñadas para estimular el interés sobre la propia familia de origen, conocer el funcionamiento de los sistemas emocionales familiares y ayudar a mantener un contacto frecuente con los propios padres y hermanos, estableciendo relaciones persona-a-persona. Las intervenciones con las parejas y los padres están diseñadas para mejorar su habilidad para permanecer calmados y reflexivos bajo condiciones de estrés, y para aceptar una mayor responsabilidad para hacerse cargo de sus propios sentimientos, creencias y acciones en relación con otros. Son pocos los estudios que han documentado hasta la fecha la eficacia de la terapia familiar sistémica (Hazelrigg et ál., 1987; Markus, Lange y Pettigrew, 1990) y el papel de la Diferenciación del Self para facilitar el establecimiento de una alianza terapéutica tanto en terapia individual (Skowron, Dendy y Hayes, 2004) como familiar (Lambert y Friedlander, 2008). Sin embargo, son necesarias más investigaciones para poder aclarar específicamente si las terapias basadas en la Teoría de Bowen son capaces de fortalecer el nivel de Diferenciación del Self y producir otras mejoras documentadas en el funcionamiento individual y familiar.

3.2.  Prestando atención a los triángulos en las relaciones Los triángulos reflejan otro constructo fundamental en la Teoría de Bowen (1978; Guerin et ál., 1996; Kerr y Bowen, 1988). Según Bowen, la unidad de relación estable más pequeña es la establecida por tres, ya que cuando dos personas son incapaces de resolver los problemas entre ellas, una o ambas tenderá/n a involucrar a una tercera (p. ej., un hijo, un amante, el trabajo, un terapeuta, etc.) para difuminar la ansiedad y el conflicto. Distraerse con el cotilleo de la oficina, tener una aventura, centrarse ansiosamente en un hijo e incluso, en algunos casos, ir a psicoterapia, pueden ser ejemplos de triangulación. Se piensa que los triángulos son resultado de la necesidad de cercanía que ha formado parte de nuestro proceso de desarrollo evolutivo, y que sirven para (a) liberar tensión (b) desplazar el conflicto y/o (c) evitar la intimidad (Guerin et ál., 1996). Aunque el triángulo sirva para aliviar la tensión, el aspecto negativo es que congela los problemas y evita la resolución del conflicto o tensión original presente en la díada. Un considerable número de investigaciones documentan el impacto del conflicto marital tanto en los niños como en la calidad de las relaciones paternofiliales (ver Erel y Burman, 1995; Krishnakumar y Buehler, 2000, para una revisión con meta-análisis), pero hay pocos estudios que hayan operacionalizado y analizado directamente las proposiciones sistémicas familiares sobre los triángulos en los sistemas familiares (cf. McHale, 1997; McHale et ál., 2000). Es importante tener en mente el concepto de triángulo de Bowen tanto si se lleva a cabo una terapia individual como si es familiar o conjunta51 (CFT). De hecho, los 51 Conjoint Family Therapy (CFT), hace referencia al proceso terapéutico en el que intervienen varios miembros de una misma familia simultáneamente en las sesiones de terapia. Los términos «terapia familiar» y CFT serán usados indistintamente a lo largo del capítulo (N. de los T.).

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terapeutas individuales que trabajan desde una perspectiva no sistémica pueden ser especialmente vulnerables a entrar, aun sin darse cuenta, en un triángulo o a animar la formación de este con los clientes que se presentan a terapia con problemas de relaciones personales. Por ejemplo, se puede ir al terapeuta y quejarse sobre la falta de ayuda con los niños que recibes de tu pareja y recibir una respuesta reconfortante del terapeuta (p. ej.: «Mmmm, él/ella debería haberte ayudado más. Debe ser difícil para ti»), que muy sutilmente se pone de tu lado en contra de tu pareja. Tú te sientes mejor. Te sientes comprendida/o porque tú y tu terapeuta habéis comenzado a formar un triángulo, con tu pareja en la posición externa. De acuerdo a la descripción que Bowen hizo sobre cómo funcionan los triángulos, te sentirás mejor cuando hables con tu terapeuta sobre tus frustraciones en la coparentalidad, pero también disminuirán las probabilidades de que intentes resolver el problema directamente con tu pareja, o de que lo hagas de una forma productiva. Si eres un terapeuta, ¿cómo sabes si has formado un triángulo con tus clientes? Si comienzas a ver víctimas y verdugos, entonces Bowen cree que te has involucrado en el proceso emocional del sistema relacional del cliente y te has convertido en parte del problema. ¿Cómo pueden los terapeutas involucrarse con sus clientes pero evitar verse determinados por la fuerza emocional de los triángulos? La Teoría de Bowen (1978; Guerin et ál., 1996; Kerr y Bowen, 1988; Titelman, 2008) ofrece estrategias específicas para ayudar a los terapeutas a no entrar en triángulos con sus clientes, tanto en terapia individual como conjunta. En el primer caso, para mantenerse destriangulado, el terapeuta debe mantenerse equidistante de ambas caras del sentimiento ambivalente del cliente con respecto a sus circunstancias, mientras le ayuda a clarificar todo el espectro de pensamientos y sentimientos sobre el tema a afrontar. En casos de terapia conjunta (CFT)51, el terapeuta debe buscar la conexión con la familia al mismo tiempo que mantiene la neutralidad emocional (Titelman, 2008). Bowen (1978) describe la formación del «triángulo terapéutico» en CFT como aquel que se establece cuando el terapeuta desarrolla una alianza con cada miembro de la pareja, estableciendo relaciones persona-a-persona y permaneciendo en contacto con cada uno, mientras, al mismo tiempo, utiliza una serie de preguntas para explorar los patrones de relación de la pareja y el problema subyacente. Permanecer destriangulado requiere un tono de voz calmado y hablar más de los hechos que de los sentimientos. Bowen afirmó que cuando una familia entra en contacto con una persona emocionalmente neutra, la reactividad entre sus miembros se reduce (Bowen, 1978). La neutralidad emocional es la habilidad para permanecer tranquilo en la presencia de sentimientos intensos —propios y de otros (los clientes)—, sin realizar acciones para reducir el malestar buscando cambiar los puntos de vista o la conducta de las otras personas (Kerr y Bowen, 1988). Las preguntas sobre el proceso sirven para ralentizar a la gente, disminuir la ansiedad reactiva y ayudarles a pensar sobre el modo en que están involucrados y participan de los patrones interpersonales (e. g., ¿Qué haces cuando ella empieza a llorar?). Mientras los miembros de la familia hablan, el terapeuta se concentra en el proceso de inte-


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racciones, no en los detalles del contenido de la discusión. Si una pareja comienza a discutir, el terapeuta toma un papel más activo y podría hacerle preguntas a uno y después al otro, calmadamente, y pedirles que describan detalladamente los hechos con el objetivo de calmar las emociones exacerbadas. Cuando el terapeuta es capaz de permanecer neutral ante la presión emocional del sistema que le impulsa a entrar en el triángulo, está facilitando que los propios miembros de la díada puedan trabajar en su relación (Bowen, 1978). Para reducir la reactividad emocional en el sistema, Bowen utilizaba en numerosas ocasiones el humor o las paradojas para permanecer en contacto emocional elevado con cada miembro del sistema y evitando al mismo tiempo ponerse del lado de uno de ellos. Bowen entendía que si un terapeuta puede definir Self y permanecer en buena relación con ambos miembros de una pareja, esta mejorará su funcionamiento en presencia del terapeuta. La investigación realizada sobre la alianza terapéutica en la terapia familiar conjunta (CFT) apoya estas propuestas, de modo que familias y parejas que refieren índices de alianza congruentes entre el terapeuta y los demás miembros del sistema, tienden a experimentar mayores niveles de éxito en el tratamiento (Beck et ál., 2006; Bennun, 1990; Bourgeois, Sabourin y Wright, 1990; Friedlander et ál., 2008; Knobloch-Fedders et ál., 2004; Mamodhoussen et ál., 2005; Quinn et ál., 1997). Por el contrario, una alianza dividida podría reflejar que se ha desarrollado un triángulo entre los miembros de la familia y su terapeuta, definido por importantes discrepancias entre las percepciones de uno o más miembros de la familia sobre los límites, los objetivos y las tareas de la terapia conjunta (Pinsof y Catherall, 1986), que comúnmente aparecen en la CFT (e. g., Heatherington y Friedlander, 1990; Mamodhoussen, Wright, Tremblay y Poitras-Wright, 2005). La investigación indica que cuando se rompe la alianza en las primeras fases de la CFT, los clientes tienen más tendencia al abandono prematuro (e. g., Knobloch-Fedders et ál., 2004; Rait, 2000; Robbins et ál, 2006; Robbins et ál., 2003) y, consecuentemente, los triángulos se reflejan en las alianzas divididas y su presencia puede hacer peligrar el compromiso de la familia con la terapia. Además, las alianzas divididas (esto es, las que se caracterizan por puntuaciones muy divergentes en la dimensión de alianza intrafamiliar de las escalas CTAS/FTAS para terapia de pareja y familia, o bien las que muestran puntuaciones bajas en la escala Sentido de Compartir el Propósito del SOFTA) están asociadas con relaciones insatisfactorias con la familia de origen (Friedlander et ál., 2006; Knoblock-Fedders et ál., 2004), y pueden evidenciar la presencia en la familia de triángulos anteriores a la terapia. En la CFT, los terapeutas que trabajan sin el conocimiento de los triángulos, sin ser conscientes de ellos, podrían responder inevitablemente al aumento de las tensiones entre los miembros de la familia poniéndose del lado de uno u otro miembro de una forma emocionalmente reactiva (en otras palabras, creando un triángulo). Kerr y Bowen (1988) sugirieron que cuando un terapeuta empieza a ver víctimas y verdugos en una familia ha perdido su objetividad, y esto indica que forma ya parte del triángulo en el proceso emocional reactivo de la familia. ¿Cómo puede un tera-

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peuta que trabaja en CFT conseguir salir del triángulo una vez que está dentro del él? En otras palabras, ¿cómo pueden los terapeutas reparar las alianzas divididas en la terapia? Guerin et ál. (1996) propusieron que para manejar adecuadamente los triángulos en la práctica clínica es necesario, en primer lugar, que el terapeuta sea capaz de identificar dónde operan los triángulos y quiénes están involucrados. Después, es importante deshacer la estructura del triángulo y observar el movimiento que se da dentro de él. Una de las claves para destriangularse es la habilidad para ver la naturaleza sistémica o circular de los problemas relacionales, en vez caer en un pensamiento de tipo causa-efecto. Para Bateson, Jackson, Haley y Weakland (1956) la tendencia a analizar la comunicación desde un modelo de causa-efecto es similar a realizar puntuaciones arbitrarias sobre un modelo que, en realidad, opera en base a procesos de mutualidad causal. En las familias que están volcadas hacia un hijo, deshacer el triángulo requiere normalmente desmontar la barrera entre el progenitor más distante y su hijo, buscando promover un mayor contacto entre ellos, al mismo tiempo que se trabaja para facilitar el contacto entre los propios progenitores. El proceso de destriangulación puede verse facilitado, por ejemplo, por los esfuerzos de un padre distante para desarrollar una relación persona-a-persona con su hijo/a, en el que él y su hijo/a ponen la atención en el otro, y en la que él se abstiene de decirle al niño/a cómo su conducta afecta y preocupa a su madre (Kerr y Bowen, 1988). A este respecto es interesante indicar que la fuerza de la alianza terapeuta-adolescente en la CFT ha mostrado ser un buen predictor de una reducción en el abuso de drogas del adolescente, pero solamente en presencia de una alianza positiva entre los padres y el terapeuta (Shelef, Diamond, Diamond y Liddle, 2005), lo que sugiere que la disolución de los triángulos que focalizan la atención en un hijo tiene resultados positivos en el tratamiento. Un terapeuta de CFT que es capaz de visualizar el conflicto familiar a través de una «lente sistémica» al poner su atención en la reactividad emocional subyacente que unos miembros tienen hacia otros, les ayudará a entender que sus interacciones disfuncionales están siendo reforzadas y sostenidas por ellos mismos (p. ej., a la esposa: «cuanto más te controla, más lo criticas,» y al marido: «cuanto más te critica, más la controlas»). La habilidad del terapeuta para ver los problemas interpersonales de la familia a través de una lente sistémica, le ayudará a mantener un buen contacto emocional con cada miembro de la misma y a evitar tomar partido (i. e., permaneciendo destriangulado), siendo capaz de realizar, a través de la misma relación, un trabajo significativo. Como los clientes comienzan a ensayar nuevas conductas que están pensadas para facilitar la destriangulación, esto les lleva a hacerse más conscientes de los procesos emocionales subyacentes a los triángulos y su rol en el mantenimiento de los mismos. Aprender a pensar de forma sistemática ayuda a los miembros de la familia a manejar mejor su reactividad emocional evitando los triángulos y, en su lugar, trabajando por diferenciar Self en sus sistemas relacionales (Kerr y Bowen, 1988). Esto es fácil de decir pero difícil de hacer. Bowen (1978) advirtió que


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los esfuerzos individuales para destriangularse se encontrarían con una respuesta homeostática del sistema contra el cambio, llamada «vuelve atrás»: 1) «Estás equivocado», 2) «vuelve a lo anterior», y 3) «Si no lo haces, habrá unas consecuencias (negativas)». Es necesario ser capaz de perseverar con serenidad para resistir estos mensajes de «vuelve atrás». Bowen explicó que cuando un miembro de la familia es capaz de permanecer calmado y controlar su reactividad cuando se enfrenta a los mensajes de «vuelve atrás» enviados por la familia, sin caer en enfrentamiento o retroceder, los esfuerzos por diferenciarse tendrán un gran éxito tanto para él como para el sistema, porque «si una persona en un sistema familiar consigue un nivel de funcionamiento mayor y permanece en contacto emocional con los demás, otro miembro de la familia y otro y otro darán pasos similares» (Bowen, 1978; p. 218). Estas propuestas están en el corazón de la Teoría de Bowen.

4. Conclusiones En este capítulo hemos presentado investigaciones basadas en la Teoría de Bowen que demuestran que una mayor Diferenciación del Self está asociada con menores niveles de ansiedad crónica, problemas de salud físicos y psicológicos, mayor autorregulación de la atención y la conducta, menor apego ansioso y evitativo y menor insatisfacción en el matrimonio, conflicto y violencia familiar. Los niveles de diferenciación de los padres predicen el apego seguro, menores problemas de conducta en el niño y un mejor resultado en test cognitivos. En minorías étnicas de los EE.UU. y poblaciones internacionales, los estudios que se han realizado hasta la fecha han relacionado la Diferenciación del Self con un mayor bienestar, menor ansiedad crónica, mayor identidad étnica, sentimientos de pertenencia al grupo étnico y éxito en el proceso de aculturación. Sin embargo, la investigación realizada hasta la actualidad ha sido incapaz de corroborar la hipótesis de la similaridad de Bowen, y existen pocos datos para poder confirmar la noción de que padres e hijos operan con similares niveles de diferenciación. Se necesita más investigación internacional para entender mejor las relaciones entre cultura, concepción del mundo, Diferenciación del Self y el grado de salud y bienestar. De acuerdo con la Teoría de Bowen, el nivel de Diferenciación del Self de una persona se adquiere en el propio sistema familiar de origen y ese nivel, sumando o quitando unos pocos grados, se transmite en la familia de generación en generación. Todavía no existen estudios longitudinales que hayan comprobado empíricamente este supuesto. Es necesario investigar para llegar a entender cómo se desarrolla la Diferenciación del Self en la infancia y los primeros años de vida, y desarrollar medidas válidas para evaluar este constructo a estas edades. La observación de las interacciones paternofiliales —usando medidas válidas y fiables— es esencial para entender la secuencia temporal y el curso de la transmisión de la diferenciación

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en una familia a lo largo del tiempo, y definir modelos que describan la naturaleza recíproca y dependiente de la respuesta emocional de los padres hacia sus hijos y viceversa. Estamos seguros de que las claves para la comprensión de la transmisión multigeneracional se encuentran en el descubrimiento de la regularidad en los patrones y el trasfondo emocional de las interacciones diádicas y triádicas que se dan entre padres e hijos. Los métodos y conceptos procedentes del campo de las Neurociencias Sociales representan otra contribución valiosa para los esfuerzos de los investigadores para alcanzar una mejor comprensión de la Diferenciación del Self y de su proceso de transmisión intergeneracional. Aquí, más investigación es también necesaria para poder construir un puente entre la Teoría de Bowen y las Neurociencias. Tal como ha quedado magníficamente recogido en el capítulo del Dr. Papero, es esta una nueva área de enorme relevancia para la investigación transcultural y para quienes desean comprender mejor la naturaleza de las interacciones familiares desde los niveles biológico y conductual. Sin ninguna duda, esta área llegará a ser una de las líneas de investigación punteras de las próximas décadas, que abrirá nuevas posibilidades metodológicas para investigar nuevas y viejas cuestiones, y a buen seguro proporcionará tanto revolucionarios y trascendentales hallazgos como nuevas preguntas. Es también fundamental poner en marcha investigaciones para clarificar las aplicaciones clínicas de la Teoría de Bowen, sobre las que van a versar los próximos Capítulos 4 y 5. Las decisiones sobre cómo aplicar los conceptos teóricos a la práctica deben estar basadas, cada vez más, en la evidencia empírica. Por ejemplo, el desarrollo de métodos para sistematizar el estudio de los procesos de triangulación puede ser crucial para llegar a clarificar los mecanismos a través de los cuales el proceso emocional familiar y los síntomas asociados —ya sean físicos, psicológicos o sociales— afectan al desarrollo de la autorregulación emocional, fisiológica y conductual de los niños. Johnson, Cowan y Cowan (1999), por ejemplo, urgen a quienes investigan sobre la familia a ir más allá de la evaluación de procesos diádicos y a buscar una comprensión de los procesos familiares como un todo. Hasta la fecha, ha sido difícil una operacionalización plena de los triángulos. Finalmente, hemos expuesto algunas líneas prometedoras en la investigación biológico-conductual de los sistemas familiares. Estamos expectantes por ver esfuerzos para someter estas ideas al análisis empírico y los frutos del trabajo científico de una nueva generación de investigadores familiares sistémicos.

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Segunda parte

Evaluación y aplicación clínica



CAPÍTULO

La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen Randall. T. Frost

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En su capítulo Theory in the Practice of Psychotherapy,52 Murray Bowen escribió: «He dedicado casi tres décadas a la investigación de la psicoterapia desde la clínica. La mayor parte de mis esfuerzos se han orientado a clarificar la teoría y también hacia el desarrollo de aproximaciones terapéuticas consistentes con ella. Lo he hecho convencido de que ello podría mejorar nuestro conocimiento y proporcionar una estructura más útil para la investigación. Esto ha derivado en una mejora de los resultados y la capacidad para predecir la terapia a medida que el método terapéutico se iba aproximando a la teoría.» (1978; p. 337). En este capítulo se expondrá la forma en que la evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen proporciona una dirección a la terapia, una base para evaluar los resultados de esta, y un medio para realizar investigación clínica. Presentaré algunos conceptos teóricos necesarios para poder utilizar adecuadamente la Guía de Evaluación Familiar, que fue desarrollada primero por el Centro Bowen y posteriormente ampliada por el autor.53 Introduciré algunas secciones de la guía directamente en el texto del capítulo como ayuda para ilustrar la concepción teórica que explica por qué recogemos determinada información para la evaluación de la familia. Se puede consultar la Guía completa en el segundo anexo al final del libro. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen es un proceso dinámico, que comienza en el primer contacto con la familia y continúa a lo largo de toda la terapia.

1. Evaluación familiar y Teoría de Bowen La Teoría de Bowen es una teoría que ve a la familia como un sistema emocional. ¿Qué implicaciones tiene describir a la familia como un sistema emocional? Bowen veía el funcionamiento emocional como el resultado de fuerzas automáticas en y entre las personas, que están presentes también en otras formas de vida. Bowen escribió, «el funcionamiento emocional incluye fuerzas automáticas que dirigen la vida protoplasmática, como son el instinto, la reproducción y las conductas involunta52 La Teoría en la Práctica de la Psicoterapia. (N. de los T.). 53 Devana Weiss, una estudiante de último año del programa de formación de Living Systems, colaboró con el autor en los primeros esfuerzos para desarrollar la Guía de Evaluación Familiar. La Sra. Weiss y Heather Main, otro estudiante de último año, realizaron ensayos con las primeras versiones de la Guía utilizándola para evaluar familias en contextos clínicos.


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rias apoyadas por el sistema nervioso autónomo, estados emocionales y sentimentales subjetivos, y fuerzas que gobiernan las relaciones en los sistemas» (Bowen, 1978; pp. 304-305). Bowen creía que la vida de las personas está mucho más dirigida por estas fuerzas emocionales de lo que están dispuestas a reconocer. Más aún, él veía la patología emocional como un desorden del sistema emocional de la familia. Bowen definió un «sistema» de la siguiente manera: cualquier relación o conjunto de relaciones en las que se dan fuerzas contrarias (pesos y contrapesos) en constante actividad. La relación entre los miembros de una familia constituye un sistema. Decir que la familia es un sistema emocional es decir que hay fuerzas emocionales involuntarias en cada familia que dirigen la conducta y el desarrollo de los individuos que forman esa familia. La Teoría de Bowen es un esfuerzo por describir estas fuerzas que actúan en la familia. El sistema emocional es lo que hace predecible el funcionamiento de una familia. Dado que es un sistema emocional, la familia debe ser evaluada como una unidad. Cualquier evaluación individual que se realiza se integra plenamente en la evaluación global de la unidad familiar. La evaluación familiar no encierra a la persona dentro de categorías diagnósticas o tipos de personalidad. Las fuerzas emocionales en la familia influyen en el modo en que las personas se relacionan unas con otras. Si cambian variables importantes que influyen en el modo en que operan las relaciones del sistema familiar, el funcionamiento de sus miembros también comenzará a cambiar. Una familia que se encuentra sometida a niveles altos de estrés crónico es un organismo distinto a esa misma familia en condiciones de calma. Hay relaciones interpersonales que son problemáticas cuando se está bajo la presión del estrés y normales cuando la familia está en situación de calma. Bowen afirmó que él había desarrollado la Teoría fundamentándola únicamente en hechos (Kerr y Bowen, 1988; p. 346). Por hechos quería decir observaciones que pueden ser documentadas y corroboradas por personas independientes. Cada concepto de la Teoría se basó en patrones de relación que los investigadores pudieron observar una y otra vez en situaciones de control experimental (Bowen, 1978; p. 357). La Teoría Sistémica presta atención a quién hizo qué, dónde, cuándo y cómo lo hicieron, en la medida en que estas observaciones están basadas en hechos. Se evita cuidadosamente la preocupación humana sobre por qué ha sucedido algo. Bowen (1978) afirmó que la Teoría Sistémica presta atención a lo que hacemos y no hacemos y no a nuestro discurso verbal sobre por qué hacemos lo que hacemos. Bowen, sin embargo, definió también algo a lo que llamó «hechos funcionales».54 Los hechos funcionales son un esfuerzo por encontrar hechos medibles dentro de la subjetividad humana. Las personas muy a menudo dicen cosas que no pueden ser corroboradas. Sin embargo, lo que sí se puede corroborar es que las dijeron. Más aún, lo que la gente dice en determinadas circunstancias puede tener consecuencias predecibles en sus relaciones importantes. Por ejemplo, Bowen caracterizaba el «amor» 54 El término original introducido por el Dr. Bowen en inglés es functional facts.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

como un «estado sentimental subjetivo que tiene lugar como respuesta a una variedad de estímulos experimentados en una amplia gama de formas e intensidades, y que también opera en el sistema de relaciones» (Bowen, 1978; p. 419). Bowen escribió: «Después de mucha experiencia sobre cómo usan los miembros de la familia el término y cómo reaccionan a él, llegué a la siguiente definición de amor como un ‘hecho funcional’ relacional: No soy capaz de definir de forma precisa el amor, pero es un hecho que hacer declaraciones a una persona importante sobre la presencia o ausencia de amor en uno mismo o en los otros, predeciblemente genera una reacción emocional en la relación.» (1978; p. 419). Otros ejemplos del esfuerzo de Bowen por convertir observaciones subjetivas en «hechos medibles y objetivos» es una fórmula que dice, «que aquel hombre que sueña es un hecho científico, pero lo que él sueña no es necesariamente un hecho. Que aquel hombre siente (o que piensa o habla) es un hecho científico, pero lo que él siente (o piensa o dice) no es necesariamente un hecho» (Bowen, 1978; p. 419). Coherentemente con la relevancia dada a los hechos y los «hechos funcionales» en el desarrollo de la Teoría, la evaluación familiar comienza recopilando los hechos y los «hechos funcionales» sobre la familia. Los problemas que la familia expone son evaluados como la mezcla de hechos, hechos funcionales, y subjetividad presentes en su descripción de lo que les trae a la terapia. La descripción de un miembro de la familia como un alcohólico, por ejemplo, puede corroborarse a través del grado en que la bebida interfiere en su funcionamiento laboral y familiar, y por las circunstancias en las que este problema tiende a aumentar o disminuir. Puede ser un hecho el que la gente diga que «José es un alcohólico»; pero la subjetividad que rodea a una etiqueta como la de alcohólico se debe traducir en hechos o hechos funcionales. ¿Qué dice o hace la gente cuando José empieza a beber? ¿Cómo reacciona habitualmente José a lo que ellos dicen o hacen y cómo reaccionan los miembros de su familia a las reacciones de José? La evaluación familiar intenta describir estos patrones de interacción entre los miembros de la familia que de hecho se repiten bajo condiciones similares. Estos patrones fueron denominados por Bowen como hechos en el funcionamiento relacional.

2. Los hechos como pistas del proceso emocional familiar El diagrama familiar es un medio muy importante para comprender el funcionamiento de una familia. El diagrama familiar presenta un dibujo multigeneracional de la estructura de una familia basado en hechos y hechos funcionales sobre esta que han sido recopilados por un clínico. El plasmar el diagrama familiar en una lámina grande de papel y colocarlo en un lugar visible durante las sesiones ayuda tanto a la familia como al terapeuta a tener en mente de forma más clara el campo emocional de la familia extensa. Se construye también una cronología de acontecimientos clave (eventos importantes en orden temporal). Esta cronología puede ayudar a visualizar grupos de acontecimien-

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tos que han tenido lugar en la familia en un mismo periodo de tiempo y que podrían estar relacionados unos con otros. La combinación del diagrama familiar con la cronología de acontecimientos clave ayuda a ordenar hechos relevantes para entender el funcionamiento familiar. Un nacimiento, por ejemplo, es un acontecimiento significativo no solo para los padres o para otros hijos que ya han nacido en esa familia, sino que también puede tener un impacto emocional en abuelos, tías, tíos e incluso primos. Del mismo modo, un matrimonio no afecta únicamente a las dos personas que se casan, sino que puede también afectar al equilibrio de las fuerzas emocionales en las familias de origen de cada cónyuge. Para corregir lagunas u olvidos pueden revisarse los «hechos» con más de un miembro de la familia. Quienes estudian seriamente la historia familiar documentan los hechos sobre sus propias familias cotejándolos con documentos legales como partidas de nacimiento y de matrimonio, informes hospitalarios, etc. Algunos hechos representan pistas que dan indicaciones sobre el proceso emocional subyacente que opera en las familias. La Teoría sugiere que los síntomas se desarrollan cuando en una familia se ve alterado el equilibrio de las fuerzas emocionales de vinculación y autonomía. Cada miembro de la familia posee cierta cantidad de energía para pensar, sentir y actuar que es transferida a otros miembros del sistema familiar (fuerza de vinculación) y cierta cantidad que reserva para sí mismo (fuerza de autonomía). Una muerte o un peligro sufrido por un miembro clave de la familia, por ejemplo, de la abuela materna, puede ser seguido por la aparición de síntomas en su nieto. El comienzo de los problemas de conducta en el nieto podría darse inmediatamente después de que a su abuela se le diagnosticara una enfermedad terminal, incluso sin que el nieto y la abuela tuvieran una relación particularmente cercana. La Teoría sugiere que una madre podría cambiar su foco de atención y orientarlo hacia su propia madre si a esta le diagnostican una enfermedad grave que implica un riesgo para su vida, y que su hijo podría reaccionar a este cambio en el grado y tipo de atención que ha pasado a recibir por parte de su madre. El equilibrio previo (hacia la vinculación) de la relación madre-hijo se ve perturbado por el incremento en la preocupación de la madre que le lleva a orientar ahora su pensamiento, sus sentimientos y su energía hacia su propia madre. La relación del padre (su pareja) con la madre también podría verse afectada. El momento en que la abuela fue diagnosticada y el momento en que el nieto comenzó su mal comportamiento, son hechos que representan pistas sobre un proceso emocional subyacente que puede ayudar a explicar la aparición de un nuevo síntoma en el hijo. En su propia familia, Bowen describió la muerte repentina del hermano de su cuñada y, fundamentándose en la Teoría, predijo una secuencia de eventos. Su razonamiento fue que esta muerte podría conmocionar a su cuñada, que su hermano podría ayudarla a asumir la responsabilidad en su familia; que su hermano podría comenzar a verse involucrado en ansiedad intensa que ella estaría experimentando y que la familia de origen de Bowen podría reaccionar a la ansiedad de su hermano y la ansiedad podría convertir pequeños problemas en problemas más graves en áreas vulnerables de la familia. Cuando contó con evidencias suficientes de que sus predicciones estaban siendo precisas, Bowen comenzó a dar una serie de pasos


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

para interrumpir la ola de ansiedad que estaba generándose en su familia, todo ello basándose en la Teoría (Bowen, 1978). Este ejemplo de Bowen ilustra otra forma en la que un evento importante en una parte de la familia puede transmitir ansiedad a miembros de otra parte de la familia. Los hechos y hechos funcionales de una familia pueden proporcionar pistas sobre un proceso emocional subyacente.

3. Evaluación de los síntomas El énfasis en la recopilación de hechos puede también ayudar al clínico a reducir su tendencia a quedarse atrapado en la emocionalidad que acompaña a menudo la aparición de un síntoma, y a evitar la visión simplista de tipo causa-efecto que muchas veces las propias familias utilizan para explicar la aparición de nuevos síntomas. En la evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen, la valoración de los síntomas depende de conductas observables, intentando que dicha valoración esté vinculada todo lo posible a hechos. Las personas pueden hablar sobre un síntoma extensa y ansiosamente, lo que puede llevar a un clínico demasiado confiado a concluir que dicho síntoma es más grave de lo que es. Otras familias podrían acallar un síntoma que de hecho podría ser más severo de lo que reconocen. La operacionalización puede guiar la caracterización de los síntomas de mínimo a severo, en función de la conducta y del grado de deterioro funcional asociado con el síntoma. Todos los síntomas, tanto los físicos como los emocionales y sociales, pueden ser evaluados con la misma «escala» de intensidad. A lo largo de este capítulo el término «escala» aparecerá entrecomillado para poner de manifiesto que con ninguna de las «escalas» se han realizado las evaluaciones habituales en un proceso psicométrico estandarizado, de evaluación de la validez y la fiabilidad interjueces. En la evaluación familiar que se propone, cada una de las «escalas» trata sencillamente de ayudar a ubicar a la familia en un punto a lo largo de un continuum de funcionamiento. Los clínicos basarán sus estimaciones en la conducta de los miembros de la familia durante las sesiones clínicas, y en la información que cada miembro de la familia aporta sobre su propio funcionamiento y el de otros. La estimación se extrae de los hechos, los hechos funcionales y el juicio clínico. La «autoevaluación» de los clientes en cada una de las escalas también puede ser útil. Aunque todas las «escalas» presentadas en este capítulo son revisables, pueden sin embargo representar ya una ayuda para focalizar el pensamiento del clínico en las variables que debe tener en cuenta en un proceso de evaluación familiar basado en la Teoría de Bowen.55 La «escala» que se muestra a continuación ayuda al clínico a valorar la intensidad de los síntomas sociales, emocionales y físicos de una persona. 55 El autor del capítulo está involucrado en proyectos y grupos de trabajo donde se están desarrollando esfuerzos conjuntos para perfeccionar las definiciones operativas. Por ello desea expresar su agradecimiento hacia los siguientes proyectos y hacia las instituciones que los sostienen: The Initial Assessment Guide del Bowen Center for the Study of the Family y el Family Database Project, originalmente desarrollado en el Bowen Center y que actualmente continúa siendo desarrollado bajo el auspicio del Bowen Theory Academy.

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PERSONA(S) SINTOMÁTICA(S) Descripción

Diagnóstico

EIS □ mínima □ leve □ moderada □ alta

Social

□ severa

□ mínima □ leve □ moderada □ alta

Emocional

□ severa

□ mínima □ leve □ moderada □ alta □ severa

Física

Escala de intensidad de los síntomas •

Mínima: síntomas asociados con algo de malestar que es manejado fácilmente. No afectan al funcionamiento.

Leve: síntomas leves que se presentan con más frecuencia causando malestar y en ocasiones interfiriendo con el funcionamiento.

Moderada: presencia frecuente de síntomas leves o de un síntoma más intenso que afecta el funcionamiento pero que la persona es capaz de manejar sin que repercuta de forma grave en su vida.

Alta: presencia de síntomas graves o crónicos que alteran sustancialmente la vida de la persona y/o la de su familia.

Severa: síntomas muy serios que determinan todas las decisiones y el estilo de vida.

Los síntomas sociales hacen referencia a conductas que puedan afectar negativamente a uno mismo o a otros, como infidelidades, alcoholismo, abuso de sustancias, apuestas, manejo irresponsable del dinero, actos ilegales, arrestos, etc. Un continuum de síntomas asociados, por ejemplo, con el alcohol, podrían ir desde una resaca leve y ocasional (intensidad mínima); faltar un día al trabajo después de una borrachera (leve); borracheras más frecuentes que afectan a las relaciones familiares y/o reducen el rendimiento laboral sin llegar a suponer un riesgo serio de pérdida del trabajo o de la familia (moderada); incapacidad para mantener un trabajo o las relaciones familiares (alta); hasta un alcoholismo crónico que impide un funcionamiento normal en la vida cotidiana (intensidad severa).


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

Los síntomas emocionales hacen referencia a estados afectivos muy intensos que tradicionalmente han sido vistos desde la psiquiatría como ansiedad, depresión, euforia desproporcionada, psicosis, fobias, obsesiones, esquizofrenia, etc. Un continuum en el funcionamiento de una persona que tiene, por ejemplo, un síntoma emocional como la depresión, puede ir desde una melancolía ocasional (intensidad mínima); una depresión que interfiere ocasionalmente en el funcionamiento en el trabajo o la familia (leve); una depresión que está interfiriendo permanentemente en el funcionamiento pero que sin embargo la persona consigue manejar relativamente bien sin que suponga por tanto una afectación grave en su vida (moderada); una depresión lo suficientemente seria como para suponer una alteración sustancial en la vida de la persona (alta); una depresión tan severa que la persona depende completamente de los demás o muestra un riesgo crónico de suicidio (intensidad severa). Los síntomas físicos hacen referencia a problemas médicos como resfriados, trastornos gastrointestinales, hipertensión, diabetes, problemas cardíacos, problemas renales, etc. Un síntoma físico como la hipertensión puede también valorarse en un rango que va desde una hipertensión suave y ocasional ocasionada por el estrés (mínima); una hipertensión que puede ser controlada con dieta y ejercicio (leve); hipertensión que puede controlarse con dieta, ejercicio y medicación (moderada); una hipertensión que no es posible controlar (alta); una hipertensión con complicaciones renales que ponen en riesgo la vida de la persona (intensidad severa). Aunque los síntomas físicos, sociales y emocionales tienen lugar en individuos, la familia nuclear y el sistema de relaciones multigeneracional contribuyen al desarrollo de los síntomas en un individuo del sistema familiar. Para el Dr. Michael E. Kerr las variables emocionales y relacionales son tan importantes, que cualquier síntoma crónico de tipo físico, emocional o social no podría desarrollarse sin su influencia (Kerr y Bowen, 1988). Por tanto, aún cuando la Guía de Evaluación Familiar mide la severidad de los síntomas en un individuo, el clínico no debe perder de vista la importancia del funcionamiento de cada miembro del sistema familiar en la aparición, mantenimiento e intensidad de los síntomas en cualquier otro miembro de la familia.

4. Evaluación de la capacidad para la autonomía emocional dentro del sistema familiar La investigación inicial que supuso finalmente el nacimiento de la Teoría Familiar Sistémica de Bowen tuvo lugar en el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de Bethesda, en Maryland, entre 1954 y 1959. En ella fue posible estudiar a pacientes con esquizofrenia y a sus familias, que vivían con ellos en esta institución, por un periodo de hasta dos años y medio. La hipótesis que guió inicialmente este estudio planteaba que «el problema básico de carácter al que más tarde se suman los síntomas psicóticos es un apego simbiótico irresuelto con la madre» (Bowen, 1978; p. 71). «La hipótesis postula además que madre y paciente podrían diferenciarse más

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acudiendo ambos a psicoterapia individual» (p. 72). Bowen indicó que la hipótesis «no fue capaz de predecir, ni siquiera de considerar, un amplio rango de observaciones que fueron posibles gracias a la situación de convivencia» (p. 72). Bowen escribió que «la ‘unidad emocional’ entre la madre y el paciente fue incluso más intensa de lo esperado. La unidad era tan fuerte que cada uno de ellos podía conocer con exactitud los sentimientos, pensamientos y sueños del otro» (p. 72). La unidad emocional en la relación madre-paciente hizo difícil determinar cuando acababa la madre y comenzaba su hija esquizofrénica. Bowen describió a una madre que recordaba: «Un incidente cuando su hija, todavía una niña, se había golpeado la cabeza. Instantáneamente, su propia cabeza empezó a dolerle exactamente en el mismo sitio en el que su hija se había hecho daño. La hija confirmó esta fusión de sentimientos. Ella nunca había sabido por sí misma cómo se sentía. Dependía de que su madre le dijera cómo se sentía. Cuando ocasionalmente tenía un sentimiento que difería del que su madre expresaba, lo rechazaba y comenzaba a sentirse como su madre decía que se sentía.» (1978; p. 41). Bowen describió a otra madre del estudio que solía ponerse ansiosa y entonces centraba sus pensamientos en la enfermedad de la paciente: «Parecía que el que esto ocurriese estaba relacionado más con el propio funcionamiento de la madre que con la realidad del funcionamiento de la paciente. Tan pronto la ansiedad de la madre disminuía, los síntomas de la paciente psicótica aumentaban. Este mecanismo era tan común que cualquier aumento en la ansiedad de la madre alertaba al personal de un aumento [posterior] de la psicosis de la paciente.» (1978; p. 6). Bowen observó que la naturaleza de este proceso sugería «una transferencia casi cuantitativa de ansiedad» (1978; p. 7). «Esta ‘fusión de sí mismas’ entre madres e hijas pasó a entenderse como una parte de un sistema emocional más grande al que los padres estaban tan íntimamente ligados como las madres. La fusión entre los miembros de la familia era fluida y cambiante, y podía involucrar a toda la familia nuclear e incluso a personas que no eran de la familia.» (Bowen, 1978; pp. 104-105). Por ejemplo, un miembro de la familia podría ponerse enfermo físicamente como respuesta al estrés emocional en otro miembro de la familia. El conflicto emocional entre dos miembros de la familia podía desaparecer al desarrollarse simultáneamente un conflicto entre otros dos miembros de la familia (Bowen, 1978; p. 105). En la fase de distanciamiento, típica en un conflicto, los miembros de la familia «emocionalmente fusionados» se separaban para fusionarse nuevamente con otros miembros de la familia, del personal del hospital, o con otras personas vulnerables no pertenecientes a la familia (Bowen, 1978). De acuerdo con estas observaciones, al final del primer año de estudio la hipótesis original fue ampliada, pasando de una «unidad emocional» simbiótica entre la madre y el paciente, a una «unidad emocional familiar», y la metodología de la psicoterapia cambió para incorporar a todos los miembros de la familia en sesiones conjuntas.


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En ese momento, también los padres y hermanos de los pacientes con esquizofrenia comenzaron a vivir con ellos en el pabellón en el que se realizaba la investigación, igual que lo habían hecho las madres desde el principio del estudio. La esquizofrenia empezó a concebirse como un síntoma de un proceso dinámico que implicaba a toda la familia (Bowen, 1978). Paralelamente a este proyecto de observación de pacientes «en vivo», había también un centro de día en el que se observaba a familias con problemas menos graves. Después de haber visto los patrones en las familias de la investigación, Bowen escribió que «era inevitable ver exactamente los mismos patrones en las demás personas, solo que en menor intensidad. Los patrones que al principio pensábamos eran característicos de las familias esquizofrénicas estaban también presentes en familias con problemas menos graves e incluso en familias normales» (Bowen, 1978; p. 194). La «unidad emocional» intensa que Bowen y sus colegas observaron en familias con un miembro esquizofrénico está presente en diferentes grados en todas las familias. La diferencia radica en la intensidad de la «fusión» y en la rigidez de los patrones a través de los que se manifiesta la indiferenciación familiar. Bowen utilizó diferentes términos para hablar de la falta de diferenciación en las familias nucleares, como unidad emocional, Self común, masa indiferenciada del ego familiar, fusión emocional, amalgama emocional, y conexión emocional. Todos estos términos apuntan hacia el grado en que la conducta de un miembro de la familia está dirigida por la intensidad de un proceso emocional/sentimental que tiene lugar en la familia. Bowen propuso una «escala de diferenciación» para conceptualizar las variaciones en el funcionamiento humano basándose en el grado en que las personas «ceden Self» a otros miembros de la familia en esta unidad emocional. La pérdida de Self hace referencia al grado en que la conducta de una persona está controlada por la intensidad de la fusión familiar más que por sí misma. La investigación del NIMH puso de manifiesto que se perdía menos Self en la unidad emocional en una familia cuando sus miembros iban poco a poco desarrollando más «Self sólido», un componente muy importante de la Diferenciación del Self. El Self sólido es una parte de nosotros que está compuesta por «creencias, opiniones y convicciones claramente definidas, y principios vitales […] (en base a los que) la persona actuará incluso en situaciones de elevada ansiedad o coacción» (Bowen, 1978; p. 365). El Self sólido es estable y no es negociable en el sistema de relaciones. Cuando en el proyecto del NIMH los padres comenzaron a «interesarse por sus propios problemas y por su parte en el dilema familiar», y empezaron a desarrollar «convicciones por sí mismos (en lugar de convicciones prestadas)», surgía habitualmente un periodo de calma en la familia, incluso si los padres eran «inseguros y autoritarios al decir a los demás qué hacer, decir o creer» (p. 13). El Self sólido genuino, sin embargo, tiene que ver con uno mismo, no con los demás. El Self sólido hace referencia a «quién soy yo, lo que creo, lo que defiendo y lo que haré y no haré en una situación dada» (p. 365). Bowen indicó que las familias de la investigación del NIMH «pasaban de ser una unidad sin rumbo, vacilante y dominada por la ansie-

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dad a ser un organismo con más recursos […] (Esto sucedía) una vez que la familia era una unidad capaz de sostenerse a sí misma y que existía un líder dentro de ella con la motivación necesaria para definir el problema y, apoyándose en sus propias convicciones, llevar a cabo las acciones necesarias» (p. 85). Como dijo un padre, «si perdemos menos tiempo en nuestro hijo y lo empleamos en averiguar cuáles son nuestras convicciones y qué es importante para nosotros, será más fácil para él encontrarse a sí mismo» (p. 86). El Self sólido, según Bowen, «se forma poco a poco y puede modificarse pero desde el propio Self y nunca por presiones o manipulaciones de otros» (p. 200). El Self sólido es la parte de nosotros que no se pierde en la fusión emocional, es la parte de nosotros que no cede aunque estemos bajo presión. El pseudo-Self, por el contrario, sí puede verse modificado por la presión emocional. El pseudo-Self, que es también parte de la diferenciación, está formado por creencias y principios tomados de otras personas y se puede modificar en las relaciones que establecemos para ensalzar la propia imagen o confrontarse con otros. El pseudo-Self es aquella parte de nosotros mismos que se fusiona con las personas que son importantes para nosotros. El pseudo-Self es un Self falso, con el que se busca aparentar ser «más o menos importante, más fuerte o más débil, más atractivo o menos de lo que se es en realidad» (Bowen, 1978; p. 365). En las relaciones cercanas las personas adquieren pseudo-Self cuando presionan a otros para que vayan hacia donde ellos quieren, y lo pierden cuando son ellos los que sufren esta presión y siguen a otros sin pensar sobre el asunto por ellos mismos. Bowen descubrió que todas las familias del estudio tenían una baja tolerancia a la ansiedad. Comprometían valores muy importantes de sus vidas para reducir la ansiedad del momento, sin pensar que a la larga esta política de «la paz a cualquier precio» crearía una ansiedad todavía mayor (Bowen, 1978). El nivel de diferenciación de una persona refleja la cantidad de Self sólido frente a pseudo-Self. La proporción de Self solido vs. Pseudo-Self es una forma de estimación del nivel de diferenciación. Bowen observó que la mayoría de las personas tienen un nivel de Self sólido menor y un pseudo-Self mayor de lo que creen. Además de entender el grado de diferenciación como un reflejo del grado en que el pseudo-Self se fusiona o confunde con el de otras personas en las relaciones emocionalmente significativas, «este concepto define a las personas de acuerdo al grado de fusión o diferenciación entre su funcionamiento intelectual y emocional» (Bowen, 1978; p. 362). Bowen escribió, «el núcleo de mi teoría tiene que ver con el grado en que una persona es capaz de distinguir entre el proceso emocional y el proceso intelectual» (p. 355). El Self sólido, la parte de nosotros que está definida por el intelecto, no es negociable en el sistema de relaciones. Por tanto, el Self sólido permite a la gente mantener una cierta distancia emocional con otros en aquellos temas más importantes para sí mismos. El grado de Self sólido de una persona determina su capacidad de autonomía dentro de un sistema emocional. La siguiente «escala» intenta describir en qué medida una persona es capaz de mantener un Self diferenciado cuando está bajo la presión del grupo. La presión más fuerte tiene lugar en la


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familia, pero la definición y el mantenimiento del Self enfrentan retos similares en cualquier grupo importante para la persona, como pueden ser la escuela, el trabajo, o un grupo religioso o social.

CAPACIDAD PARA LA AUTONOMÍA DENTRO DEL SISTEMA56 Valore el grado en que un miembro de la familia es capaz de regular Self como un individuo separado bajo la presión del grupo (p. ej., la familia, la escuela, el trabajo, la comunidad, la iglesia, etc.). Cuanto mayor sea la habilidad de una familia para adaptarse al estrés, mayor será la autonomía dentro del sistema. Escala de capacidad para la autonomía emocional •

Baja: los miembros de la familia son incapaces de pensar por sí mismos cuando toman decisiones y no tienen principios que les definan; no existe capacidad para tomar decisiones y casi siempre sucumben a las presiones que se generan en las relaciones del sistema.

Moderada-baja: los miembros de la familia muestran alguna habilidad para pensar por sí mismos y son algo conscientes de sus decisiones si la ansiedad es baja; a menudo sucumben a las presiones que se generan en las relaciones del sistema.

Moderada: los miembros de la familia muestran una habilidad mayor para pensar por sí mismos y tomar decisiones siempre que la ansiedad no supere un nivel moderadobajo; tienen cierta habilidad para mantener el Self bajo las presiones procedentes de las relaciones dentro del sistema.

Moderada-alta: los miembros de la familia muestran una habilidad más consistente para pensar por sí mismos si el estrés es moderado; es menos frecuente que las elecciones estén moduladas por el grupo.

Alta: los miembros del sistema muestran una inusual habilidad para pensar por sí mismos y tomar decisiones guiadas por principios, incluso bajo niveles moderadamente altos de estrés; poseen una habilidad consistente para definir con claridad el Self bajo la presión grupal.

5. Evaluación del proceso emocional de la familia nuclear La mayoría de las familias acuden a terapia familiar por uno o varios de los problemas siguientes: distanciamiento emocional en la pareja, conflictos en la pareja, aparición de problemas emocionales/físicos/sociales en uno de los miembros de la pareja, y/o dificultades con un hijo. Bowen llegó a entender que las dificultades crónicas en cualquiera de estas cuatro áreas son principalmente la expresión de una 56 Este punto de la evaluación fue elaborado durante la segunda fase de desarrollo de esta Guía de Evaluación Familiar.

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falta de diferenciación en el marido y la mujer. La ansiedad crónica, generada por una falta de diferenciación, junto con la ansiedad aguda, generada por los estresores, activa un proceso emocional que puede llevar a la aparición de síntomas en una o varias de estas áreas de funcionamiento. La intensidad del proceso emocional en la familia nuclear también se ve influenciada por la calidad y cantidad de contacto que los esposos tienen con sus familias de origen.

5.1. Distanciamiento emocional Un mecanismo universal para el manejo de la ansiedad generada por la falta de diferenciación es distanciarse emocionalmente. Cuando maridos y mujeres se quejan sobre su falta de habilidad para comunicarse con el otro de forma efectiva, o porque no están «en la misma onda», que no tienen nada en común, o que sus necesidades no se ven satisfechas, los comentarios que hacen reflejan el grado en que las diferencias dañan el «Self común» de la pareja y crean ansiedad. Una forma de reducir la ansiedad es evitar hablar sobre los temas sensibles. Las parejas evitan los asuntos delicados porque no quieren tener que hacer frente a su propia ansiedad, que es generada cuando deben manejar la reacción de su pareja ante las diferencias entre ellos. Niveles de diferenciación más elevados capacitan a las personas a escuchar lo que el otro tiene que decir sin reaccionar emocionalmente a la diferencia. En mayores niveles de diferenciación, no habrá una expectativa de que el otro sea una extensión de uno mismo. Bowen sugirió que la mayoría de los esposos pueden tener la relación más abierta e íntima de su vida adulta durante su noviazgo. La fusión de los dos pseudo-Selfs en un Self común tiene lugar en el momento en que se comprometen permanentemente uno con el otro, sea este momento el de la pedida de mano, la boda misma o el momento en el que establecen su primera vivienda común. Es como si la fusión no se desarrollara del todo mientras exista la posibilidad de finalizar la relación. Como Bowen señaló, es habitual que las relaciones de cohabitación sean armoniosas y que los síntomas de fusión se desarrollen cuando la pareja finalmente se casa (Bowen, 1978; p. 377). Si colocamos la distancia emocional que estamos describiendo en un continuum, esta se encontraría en un extremo, mientras que en el otro estaría lo que Bowen llamó «buen contacto emocional» o una buena «relación persona-a-persona». En una relación abierta persona-a-persona, cada uno puede hablar con el otro sobre sí mismo o sobre la relación, sin preocuparse sin razón por cómo va a reaccionar el otro. Cuando las parejas gozan de un buen contacto emocional, uno u otro pueden hablar de temas muy delicados y a raíz de ello alguno de los dos puede alterarse, pero el otro es capaz de mantenerse estable y conectado. John Gottman describió los cambios en la fisiología cuando las parejas estaban conectadas a un equipo de biofeedback que grababa índices fisiológicos de tensión como la tasa cardíaca, la temperatura de la piel y el índice de conductancia. Durante el experimento de Gottman se pidió a parejas que referían una elevada satisfacción marital que hablasen de un tema


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delicado para ellas. Al hacerlo, los indicadores no verbales de tensión de uno de los miembros se elevaban pero los de la otra persona cambiaban poco. Cuando parejas que referían un elevado nivel de insatisfacción marital eran evaluadas a través del equipo de biofeedback mientras se les pedía esta misma tarea, los indicadores de tensión se elevaban y reducían en tándem. La investigación de Gottman es un buen ejemplo del contraste, a nivel psicológico, entre fusión emocional y mayor diferenciación en parejas (Levenson y Gottman, 1983, 1985). Las definiciones operacionales propuestas sitúan el distanciamiento emocional en el matrimonio en un rango de mínimo a severo. Las definiciones describen la combinación de formas físicas y verbales de distanciamiento emocional que los esposos usan para reducir la ansiedad creada por la fusión. El distanciamiento emocional en las relaciones permite reducir la ansiedad a corto plazo, pero también hace que la flexibilidad para responder a los estresores sea menor. El distanciamiento reduce también la satisfacción que supone poder hablar con la propia pareja sobre un gran abanico de ideas, sentimientos y fantasías. La disminución de la fusión en el matrimonio capacita a las parejas para desarrollar una mejor comunicación persona-a-persona, y para mantener un contacto emocional de mayor calidad con el otro. La «escala» que se muestra a continuación describe los distintos grados de distancia emocional que se pueden dar en la relación marital. Escala de distancia marital •

Mínima: se utiliza ocasionalmente la distancia para manejar la tensión (contacto más superficial, se buscan relaciones o actividades en las que no está presente la pareja).

Leve: uso frecuente de la distancia para manejar la tensión.

Moderada: uso de la distancia emocional incluso en momentos de calma; baja habilidad para hablar sobre temas que supongan una implicación personal.

Alta: mantenimiento crónico de la distancia, con tensos periodos de silencio y frecuentes ausencias; distancia geográfica amplia/frecuente.

Severa: la distancia ha tomado la forma de dos estilos de vida independientes (vidas independientes) o viviendas separadas.

5.2. Conflicto marital El conflicto marital es otro mecanismo que contiene la ansiedad que fluye de la falta de diferenciación. La idea de «contención de la ansiedad» hace referencia al modo característico en el que las personas se comportan para aliviar la incomodidad creada por la ansiedad. En lugar de eludir las diferencias para reducir la incomodidad de la ansiedad, la gente se pelea para intentar convencer al otro de que ellos están en lo correcto. La ansiedad de la fusión se externaliza en un conflicto entre los esposos para clarificar quién va a dominar y tener la «unidad emocional». Ninguno quiere ceder a favor del otro. La asunción emocional es que quien se rinde «pierde» y el otro «gana».

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Las personas con niveles más altos de diferenciación no necesitan convencer a los demás para que estén de acuerdo con ellos. Con un Self sólido fuerte, uno es capaz de sostener un punto de vista diferente sin sentirse amenazado de ningún modo por la diferencia. Hay menos Self común sobre el que pelearse, y las diferencias pueden percibirse desde su potencial para enriquecer la relación y aumentar la capacidad de ese sistema para adaptarse al estrés. El distanciamiento emocional y el conflicto algunas veces evolucionan hacia un ciclo de distanciamiento-cercanía, especialmente en los inicios de un matrimonio. Dos personas pueden encontrarse en una vinculación muy intensa que se convierte en incómoda si uno o el otro siente como si estuvieran perdiéndose a sí mismos en la intensidad de la vinculación. Cuando la incomodidad supera un determinado nivel, surge el conflicto seguido por un periodo de distancia. Cuando la distancia se hace suficientemente incómoda hay un periodo en el que se desarrolla una intensa cercanía, antes de que el ciclo se repita de nuevo. Con el tiempo, muchas parejas se asientan en un patrón en el que predominan la distancia y el conflicto. El mecanismo del distanciamiento emocional a menudo se combina con el conflicto. El conflicto ayuda a mantener un cierto grado tanto de contacto como de distancia en la relación. La gravedad del conflicto y el distanciamiento emocional presentes en una relación pueden ser evaluados usando las siguientes definiciones operacionales. Escala de intensidad del conflicto marital •

Mínima: desencuentros muy ocasionales, discusiones muy pequeñas o inexistentes.

Leve: desencuentros frecuentes, discusiones infrecuentes o muy cortas.

Moderada: discusiones frecuentes, alta irritabilidad hacia la pareja, gritos.

Alta: peleas frecuentes, contacto físico (empujones, golpes, abofeteos ocasionales), e involucración de otros.

Severa: peleas frecuentes y agresiones físicas mutuas, entidades externas se involucran para estabilizar la situación.

5.3. Disfunción en un miembro de la pareja El tercer mecanismo para contener la ansiedad creada por la acumulación de indiferenciación en la pareja es una disfunción en uno de los miembros de la pareja. En este mecanismo, un cónyuge es «más alérgico» que el otro al conflicto ante la diferencia. El esposo que es más «alérgico» al conflicto tiende a acomodarse a su pareja incluso cuando no está de acuerdo con su esposo/a en temas que son importantes para ambos. Si se instalan en este patrón, el miembro de la pareja que se adapta (acomoda) más acabará por internalizar una cantidad desproporcionada de la ansiedad común que se genera por la falta de diferenciación de cada uno de los individuos implicados. La ansiedad creada por la incapacidad para mantener un sentido del Self en la relación con el otro cónyuge contribuirá al desarrollo de síntomas emocionales,


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físicos y/o sociales, en el cónyuge que se ha sobreadaptado. El miembro dominante de la pareja ganará pseudo-Self y mejorará su funcionamiento mientras el que se adapta perderá pseudo-Self y con el tiempo se volverá más vulnerable al desarrollo de síntomas, especialmente si la ansiedad se incrementa. El uso de este mecanismo se acompaña también de distanciamiento emocional, dado que el miembro acomodaticio de la pareja tenderá a no compartir lo que realmente piensa y siente acerca de la propia relación. En base a lo observado repetidas veces en la clínica, Bowen concluyó que los miembros de las parejas que alcanzan un compromiso de vinculación permanente tienen el mismo nivel básico de diferenciación. Cada uno de los miembros de la pareja tendría el mismo grado de Self sólido que el otro. Después de que la persona se independiza de sus padres y pasa a ser económicamente autónomo, el nivel básico de diferenciación generalmente no cambia. Sin embargo, los niveles funcionales de diferenciación pueden aumentar o disminuir de acuerdo con el grado de ansiedad presente en el sistema y la propia posición funcional dentro del mismo. Cuando una persona pierde pseudo-Self a favor del otro en un matrimonio, esto le lleva a estar más aislado de su pareja (distante emocionalmente) y a experimentar una pérdida progresiva de control sobre su propia vida, como si la hubiera diferido al otro, incluso en temas que son importantes para él/ella. El funcionamiento de este esposo/a empeorará, mientras que su pareja ganará pseudo-Self y comenzará a funcionar mejor, tener mayor confianza y menos ansiedad. Ambos esposos juegan un papel en este patrón, el dominante presionando hacia el acuerdo y el acomodaticio cediendo para evitar el conflicto. Que el clínico sea consciente de que las parejas que se casan tienen el mismo nivel básico de diferenciación puede ayudarle a evitar asumir que todo el problema está en el miembro más sintomático del matrimonio. Ambos miembros de la pareja juegan su papel en el proceso emocional que lleva a que uno de ellos sea más vulnerable a desarrollar síntomas. Las definiciones operacionales para establecer rangos en la disfunción de un esposo/a incluyen una estimación del grado en que el esposo sintomático ha perdido pseudo-Self a favor de su pareja. La revisión sobre el modo en que se han ido tomando las decisiones importantes puede clarificar el proceso de pérdida y ganancia de Self dentro de un matrimonio. Las decisiones del día a día también pueden proporcionarnos pistas sobre quién es el cónyuge acomodaticio. Habitualmente, una mayor pérdida de pseudo-Self se asocia también con unos síntomas más severos. Sin embargo, el nivel de ansiedad generada por los estresores y el grado de contacto con la familia extensa también pueden influir en la severidad de los síntomas asociados con la pérdida de Self a favor del otro. Algunas veces, el cónyuge que presenta un sobrefuncionamiento en la relación es de hecho el cónyuge más acomodaticio. Sea cual sea el cónyuge que pierda Self a favor del otro, ese será el más vulnerable al desarrollo de síntomas, independientemente de quien parezca tener un sobrefuncionamiento o un bajo funcionamiento. Cuando el cónyuge que entra en un sobrefuncionamiento emocional lo hace por la presión del que presenta un bajo funciona-

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miento, es el primero el más vulnerable a la aparición de síntomas. Una esposa, por ejemplo, con una ansiosa sobreimplicación en el cuidado de su marido y sus hijos, la renovación y cuidado de su casa, e inmersa en actividades comunitarias, habría absorbido más ansiedad que su marido, es decir, habría perdido más Self en la fusión con él. Ella habría sufrido un ir y venir de problemas físicos importantes a lo largo de su vida, y finalmente habría sucumbido a un cáncer a los cincuenta y tantos, a pesar de ser ella aparentemente la que llevaba «la voz cantante». El grado de disfunción en uno de los esposos puede ser evaluado a través de las siguientes definiciones operacionales. □ mínima Disfunción en el cónyuge (social, emocional, física)

□ leve □ moderada □ alta □ severa

Escala de intensidad de disfunción en el cónyuge •

Mínima: la pérdida de Self a favor del cónyuge es mínima. Los síntomas surgen solamente en los momentos de mayor ansiedad y son manejados fácilmente, sin afectar al funcionamiento.

Leve: cierta pérdida de Self que puede resultar en una mayor frecuencia de síntomas pero en todo caso leves, que causan malestar y afectan al funcionamiento solo ocasionalmente.

Moderada: mayor sensibilidad al conflicto y mayor tendencia a apoyar al cónyuge para evitar el conflicto. Presencia frecuente de síntomas leves o de un síntoma más intenso que afecta el funcionamiento, pero que la persona es capaz de manejar siempre que la ansiedad no sea muy elevada.

Alta: pérdida considerable de Self a favor del cónyuge de modo que las decisiones más importantes son tomadas por la otra persona. Síntomas serios o crónicos que implican una alteración sustancial en la vida de la persona y/o en la de su familia.

Grave: la persona ha perdido casi completamente su Self en la relación y es extremadamente vulnerable a desarrollar síntomas muy graves que determinan todas las elecciones vitales.

Las parejas que son suficientemente flexibles como para adaptarse a los retos de un modo razonado, muestran un nivel de diferenciación mayor. Su funcionamiento se acerca más a la situación real y está menos determinado por el esfuerzo necesario para manejar la ansiedad creada por la fusión emocional. Las responsabilidades se han dividido en un ambiente de confianza, de acuerdo a los intereses y habilidades pero abiertas al cambio si las circunstancias de la vida cambian. Hay menos pérdida de Self cuando cada uno respeta la integridad del otro.


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5.4. Proceso de proyección familiar El cuarto mecanismo a través del cual se manifiesta la falta de diferenciación en la familia nuclear es la proyección del problema en uno o más hijos. La falta de diferenciación en los padres crea una intolerancia a las diferencias entre ellos. Los padres pueden evitar los conflictos entre ellos focalizándose en lo que se supone que está bien o mal en uno o varios de sus hijos. Cuando uno o ambos padres orientan la ansiedad crónica hacia un hijo, esta puede, con el tiempo, potenciar la aparición de síntomas en él. La ansiedad de los padres se transmite al hijo. El distanciamiento emocional entre los padres es parte del patrón que contribuye a una sobreimplicación de la madre hacia el hijo. El padre se instala entonces en una posición más distante y rígida ante el intenso vínculo entre madre e hijo. El apego simbiótico entre la madre y el hijo, que es normal en los primeros meses de vida del niño, se mantiene aunque este vaya haciéndose mayor. La ansiedad de la madre se transforma en sobreprotección y ansiedad acerca del hijo. La madre consigue calmarse cuando se focaliza en las necesidades del hijo. Cuando la madre se calma es más fácil para el padre equilibrar su relación con ella. Cuando la madre está ansiosa se calma centrando su atención en los problemas del hijo, y este, a medida que va creciendo, va dándose cuenta de ello. Igual que el padre, el hijo prefiere que su madre esté tranquila, así que aprenderá a «estar para su madre» pero en este proceso nunca ejercita la habilidad de «estar para sí mismo». La fusión emocional en la familia se expresará en una intensidad de mayor o menor grado en el apego entre madre e hijo, contribuyendo el padre a dicha intensidad mediante su distanciamiento emocional de la madre y su apoyo a la sobreimplicación ansiosa de esta. Otra forma de proceso de proyección familiar es la focalización ansiosa en un hijo expresada en una sobrevaloración. En lugar de focalizarse en los déficits percibidos en el funcionamiento del hijo, los propios problemas de los padres se evitan a través de un énfasis desproporcionado en lo maravilloso que es su hijo. Unos padres pueden ser tan poco realistas en su sobrevaloración del hijo, como otros lo pueden ser en su infravaloración. La intensidad emocional de esta focalización en el hijo se convierte en un problema independientemente de si se trata de una sobrevaloración o una infravaloración. En cualquier caso, el hijo pasa a estar más fusionado con los padres en un Self común, y a ser menos capaz de definir su sí mismo de forma separada. La intensidad del proceso de proyección familiar puede variar en una «escala» que va de mínima a severa. Parejas cuya falta de diferenciación está menos ligada al proceso de proyección en el hijo son capaces de responder a las necesidades reales del hijo sin una ansiedad desproporcionada. Niños más ajenos a la amalgama familiar pueden crecer con un nivel de diferenciación mayor que el de sus padres. La implicación no ansiosa de los padres con los hijos promueve su buen funcionamiento, al facilitar que los hijos vayan, de manera paulatina, desarrollando sus capacidades y asumiendo responsabilidades sobre sí mismos. El proceso de proyección familiar puede generar una vulnerabilidad que podría no hacerse visible a través de síntomas

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hasta que el niño se convierta en adolescente o intente independizarse. Entonces el nivel de dependencia emocional con los padres se hará evidente en la gravedad de los síntomas. La «escala» de intensidad recogida a continuación intenta integrar la interacción entre la ansiedad parental focalizada en el hijo y la variación en la gravedad de los síntomas de este. □ mínima □ leve Proyección familiar

□ moderada □ alta □ severa

Escala de intensidad de la proyección familiar •

Mínima: la preocupación/ansiedad de los padres en relación con los hijos es muy ocasional; los hijos no presentan síntomas. Los hijos no se ven involucrados en los problemas de los padres, y estos conectan con las verdaderas necesidades de los hijos sin sobreimplicarse emocionalmente con ellos, ya sea en lo positivo o en lo negativo.

Leve: la preocupación de los padres es puntual. Los síntomas de los hijos tienden a ser ocasionales y son manejados fácilmente sin asociarse a un deterioro grave en el funcionamiento del niño. Esporádicamente la ansiedad se centra en el/los hijo/s.

Moderada: la preocupación por los hijos puede ser episódica o más frecuente. Hay cierta afectación del funcionamiento en el hijo, que se agrava en los periodos en los que la ansiedad parental tiende a ser más alta. La mayor parte del Self de los padres se invierte en el hijo, y se manifiesta ya sea en positivo ya en negativo.

Alta: la focalización ansiosa de los padres en el hijo es más intensa, contribuyendo a una afectación seria en el funcionamiento del hijo. Esto puede no hacerse evidente hasta la adolescencia o hasta que el hijo trata de independizarse. La vida de la familia está frecuentemente orientada alrededor de la vida y los síntomas del hijo.

Severa: la intensidad del apego entre el hijo y sus padres es tal que el hijo no es capaz de dejar de depender de sus padres o de una institución que les sustituya. Un triángulo rígido y crónico con los padres contribuye a un nivel de afectación esquizofrénico.

6. Evaluación de la posición entre hermanos Murray Bowen escribió: «basándome en la investigación y la terapia, creo que no existe ningún dato aislado que pueda ser más importante que conocer la posición en la fratría de la gente en la generación actual y las anteriores» (Bowen, 1978; p. 385). Combinado con el proceso de proyección familiar y el concepto de diferenciación,


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la posición entre hermanos puede convertirse en una pista muy importante sobre el proceso emocional que tiene lugar en una familia. El concepto de «posición entre hermanos» que Bowen incorporó a su teoría está basado en el trabajo de Walter Toman. Toman descubrió que había una correspondencia muy importante entre determinados rasgos de personalidad y la posición entre hermanos en la que una persona ha crecido, si no se tienen en cuenta otros factores.57 A partir de su investigación, Toman elaboró un perfil de personalidad característico para cada posición entre hermanos. Cada perfil contiene una mezcla de características más o menos maduras, que corresponderían a personas que se encuentran alrededor de la media en la escala de diferenciación. Las personas que poseen las características más maduras de su perfil habrán podido crecer menos afectadas por el proceso de proyección familiar, mientras que aquellas personas que poseen los rasgos más inmaduros del perfil propio de su posición entre hermanos habrán crecido envueltas de forma más intensa en dicho proceso de proyección familiar. Un hermano mayor que muestra un funcionamiento responsable y sereno habrá crecido más ajeno al proceso de proyección; el hermano mayor que funciona de modo más despótico refleja haber sufrido un nivel moderado de proyección, mientras que el que funciona más bien como un hermano pequeño irresponsable pone de manifiesto que de niño se habrá visto intensamente inmerso en la unidad emocional que formaba con sus padres (Bowen, 1978). La posición entre hermanos también puede proporcionar claves sobre qué hermanos son más vulnerables a verse involucrados en el proceso de proyección familiar. Los hermanos mayores, los hermanos pequeños y los hijos únicos son candidatos más probables de una focalización desproporcionada de ansiedad. Los padres tienden a tener expectativas más pronunciadas sobre cómo deben ser esos hijos (dada su posición entre hermanos) en su comportamiento hacia los padres y hacia otros hermanos. Un niño que es el único varón entre varias mujeres, o la única niña entre un grupo de varones, es más vulnerable a exacerbar las expectativas parentales que pueden disminuir los límites entre padres e hijos. Un niño que por alguna razón es especial es más propenso a recibir una cantidad desproporcionada de atención ansiosa. Un niño puede ser especial debido a que nació durante una etapa de mucho estrés para la familia, o justo después del fallecimiento de una persona importante de la familia, o porque nació con un defecto físico o de alguna clase, o puede ser especial incluso porque la madre piensa que es especial para el padre o porque se parece a otro miembro de la familia. Cualquier conjunto de circunstancias que promueven una sobreimplicación emocional en un niño pueden hacer que sea más difícil para este establecer un Self emocionalmente independiente de su familia a medida que va creciendo. 57 Cuando se dice «si no se tienen en cuenta otros factores» se busca llamar la atención del lector sobre el hecho de que hay muchas circunstancias que pueden alterar el perfil típico de una persona si atendemos solo al lugar que ocupa dentro su fratría. Por ejemplo, la muerte de un hermano o de un padre, y otras variables definidas por Bowen en su Teoría de los Sistemas Familiares, pueden generar modificaciones. Cuando las características de una persona no corresponden al perfil esperado, debe entenderse como una invitación para buscar las razones de tal discrepancia.

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Toman desarrolló sus perfiles de posición entre hermanos basándose en dos variables principales: el orden de nacimiento (la posición) y si el niño tenía algún hermano del otro sexo (el sexo). Hermanos que se llevan entre ellos más de cinco años funcionarán más como hijos únicos. Los matrimonios que tenían el mejor ajuste eran aquellas cuyos miembros formaban pares complementarios, como, por ejemplo, un hermano mayor que tiene una hermana menor mujer, casado con una hermana menor que tiene un hermano mayor varón. Sin tener en cuenta otras variables, esta pareja tendrá menos probabilidades de entrar en un conflicto crónico dado que el marido está habituado a mantener una posición de liderazgo hacia sus hermanas y la mujer lo está a seguir a su hermano mayor. También porque cada uno de ellos ha tenido la experiencia de crecer teniendo cerca a un hermano del sexo contrario, de manera que ambos han tenido la oportunidad de familiarizarse con el otro sexo. Las personas que se casan sin haberse beneficiado de la experiencia de haber crecido con hermanos del sexo contrario tienden a sentirse más desconcertados por el comportamiento y las actitudes de sus parejas. El matrimonio de dos personas que son hermanos mayores en sus respectivas fratrías tendrá más tendencia a entrar en una pelea sobre quién de los dos dirigirá a la pareja que ahora forman. Toman estudió todas las combinaciones posibles de las dos variables señaladas, posición y sexo, en estudios sistemáticos que realizó con más de 3.000 familias. Parejas con una complementariedad total en cuanto a la posición y el sexo tenían la tasa más baja de divorcio; aquellas con la menor complementariedad eran por el contrario las que tenían la tasa más alta de divorcio. Toman no tuvo en cuenta el proceso de proyección familiar o el nivel de diferenciación, que podrían alterar el perfil de personalidad esperable cuando el observador considera únicamente la posición entre hermanos. A pesar de esto, el grado en que se da o no una complementariedad en la posición entre hermanos en los miembros que forman una pareja es un factor explicativo insustituible en la comprensión de la terapia de pareja. La relativa complementariedad de la posición en la fratría entre padres e hijos también es importante para la evaluación familiar. Los padres comprenderán mejor a un hijo que tiene exactamente la misma posición entre hermanos que ellos, que a uno cuya posición entre hermanos es diferente. Por ejemplo, un padre que tiene un hermano más pequeño encontrará más sencillo entender a su hijo mayor que tiene también un hermano más pequeño. Con los hijos que tienen una posición entre hermanos complementaria, los padres tendrán también habitualmente mayor facilidad para congeniar que con hijos cuya posición entre hermanos no es complementaria. Por ejemplo, a una madre que es la hermana mayor de un hermano más pequeño varón le será habitualmente más sencillo llevarse bien con un hijo varón que tiene una hermana mayor, que con una hermana mayor que tiene una hermana menor. El mayor o menor grado de coincidencia entre padres e hijos en lo que se refiere a su posición en la fratría, proporciona información adicional sobre variables que afectan al proceso emocional de las familias. Un niño podría sentirse como un «patito feo» debido, en parte, a que su posición entre hermanos ni coincide ni es comple-


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mentaria con la de ninguno de sus padres. La forma en que los padres manejen la combinación de posiciones entre hermanos dependerá entre otros factores de su nivel de diferenciación. Toman desarrolló diez perfiles de acuerdo a la posición entre hermanos, incluyendo perfiles para hijos varones únicos e hijas únicas. Animo al lector a revisar el trabajo de Toman para poder conocer en profundidad su contribución a la comprensión de la influencia de la posición entre hermanos en el funcionamiento. Además de la posición entre hermanos, Bowen hace referencia a parejas que tienen «un buen enganche emocional». Parte de este buen encaje emocional está relacionado, sin duda, con la posición entre hermanos de quienes componen esa pareja. Sin embargo, en mi experiencia clínica y de investigación, los maridos y las mujeres han crecido rodeados también por grados diferentes de sensibilidad emocional hacia determinados temas. Ambos cónyuges han podido crecer, por ejemplo, en familias en las que el tema económico era un aspecto con alta carga emocional. En estos casos, la ansiedad de cada cónyuge puede retroalimentar la del otro, lo que contribuirá a una mayor fusión emocional en los temas relacionados con el dinero, y menor habilidad para tomar las decisiones económicas concienzudamente y con objetividad. Si el marido ha crecido en una familia en la que los asuntos económicos eran manejados con serenidad y responsabilidad, podría ser más capaz de mantenerse tranquilo incluso cuando su mujer se pone ansiosa sobre este tema. En ese caso, en la reciprocidad de su interacción sobre los asuntos económicos, la ansiedad de ella podría reducirse también. Cuanto más capaz sea el marido de permanecer separado de la ansiedad de su mujer mientras se mantiene activamente presente en la relación con ella, más contribuirá a una toma de decisiones responsable en el tema económico. Aunque las personas que se casan tienen el mismo nivel básico de diferenciación, el ajuste emocional de algunas parejas es mejor cuando el tipo de retos que elevan la ansiedad de uno no tienden a desencadenar una ansiedad excesiva en el otro. La posición entre hermanos puede influir también en el modo en que las personas se autorregulan en el proceso de terapia. Los hijos mayores sienten a menudo la responsabilidad de enfrentar los problemas familiares y tienen más fe en su propia capacidad para cambiar las cosas. Sin embargo, pueden llegar a responsabilizarse excesivamente de otros y demasiado rígidos en sus esfuerzos. Un adulto que es el pequeño frecuentemente dudará sobre su capacidad para cambiar cualquier cosa, pero al mismo tiempo podrá algunas veces utilizar un sentido del humor, e incluso una cierta irreverencia, que puede ser útil cuando las personas están trabajando sobre su propio papel en relación con su familia. Los hijos medianos a veces sienten que sus familias los ignoran, pero frecuentemente poseen habilidades diplomáticas que pueden colocarles en un buen lugar. Cada posición en la fratría tiene fortalezas y debilidades inherentes. Los cónyuges pueden aprender a desarrollar las fortalezas y minimizar las debilidades sea cual sea su posición en la fratría. La posición entre hermanos proporciona una clave muy valiosa sobre el proceso emocional subyacente en las familias.

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7. Evaluación de los triángulos Bowen consideró los triángulos como el «pegamento» que mantenía unidos a todos los demás conceptos de la Teoría. Veía el triángulo como la molécula básica o el «ladrillo de construcción» de cualquier sistema emocional. Las fuerzas que gobiernan la dinámica de los triángulos en un sistema emocional son las fuerzas vitales de vinculación y autonomía, el nivel de ansiedad y el grado de diferenciación. En condiciones de baja ansiedad, dos personas pueden estar en una vinculación muy cómoda la una con la otra, mientras que una tercera persona se encontrará incómoda en la posición externa del triángulo.58 La persona que está en la posición externa habitualmente maniobrará para reemplazar a alguno de los que están en las posiciones internas, de manera que este pase a la posición externa, la más incómoda en el triángulo. Bajo una tensión moderada, la posición más cómoda del triángulo pasa a ser la externa, que está fuera del problema que están teniendo entre ellos las dos personas que están en las posiciones internas. Alguna de estas dos personas intentará entonces involucrar a quien está en la posición externa. Si tiene éxito, quien está en la posición externa se verá involucrado en el problema, y este insider se moverá hacia la posición externa, más cómoda. En niveles elevados de ansiedad, esta desbordará el sistema que conforman las tres personas involucrando a más gente y formándose triángulos interconectados. El funcionamiento de los triángulos que son parte de un sistema emocional permite describir patrones a través de los cuales tiene lugar la vinculación entre los miembros de la familia. Los patrones básicos de los triángulos son los mismos en todas las familias, aunque varían en su intensidad y rigidez. En familias con niveles altos de diferenciación, los triángulos son más flexibles y las familias se adaptan mejor al estrés. Cuando se incrementa la tensión en el sistema, no son siempre las mismas dos personas las que están enfrentadas. Cuando la tensión es baja, no es siempre la misma persona la que está en la posición externa mientras las otras dos disfrutan de una relación más próxima. Cuando la tensión es alta, familias con altos niveles de diferenciación son más capaces de resolver por sí mismas la situación sin involucrar a personas externas a la familia. Cuando en una familia los triángulos son flexibles, ninguna persona se ve excesivamente amenazada por constantes movimientos que supongan verse colocada sistemáticamente en la posición externa o interna de un triángulo, de forma que la intensidad emocional que rodea a este proceso puede mantenerse en niveles relativamente bajos. En familias con bajos niveles de diferenciación, los triángulos son más rígidos y las familias no se adaptan tan bien a los estresores. Incluso aunque en algunos momentos las posiciones funcionales pueden estar cambiando constantemente, cuando las fuerzas emocionales se relajan, cada persona acaba siempre ocupando 58 Tal y como se indicaba en el Capítulo 1 «en el triángulo prototípico encontraremos lo que Kerr y Bowen han llamado dos insiders (dos posiciones internas) y un outsider (una posición externa).» (N. de los T).


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la misma posición. Si una madre y un hijo forman un bloque de dos y el padre está en la posición externa, el patrón se mantiene igual cuando «se calman las cosas». La intensa necesidad recíproca entre quienes forman el bloque en la posición interna (en este caso madre e hijo) hace que el patrón permanezca fijo en esta posición. Eventos que amenacen con romper el bloque que están formando estas dos personas, producirán habitualmente un estado de elevada intensidad emocional en la familia. A su vez, un alto nivel de emocionalidad hará más difícil responder a los sucesos vitales de modo reflexivo y valorar de modo ajustado la amenaza real que tales eventos puedan suponer. Si la ansiedad y la tensión crecen, los triángulos aumentarán su frecuencia e intensidad. Personas menos diferenciadas se verán «movidas como piezas de ajedrez por la tensión emocional» (Bowen, 1978; p. 534), mientras que personas más diferenciadas serán menos vulnerables a la tensión. Personas con una mayor habilidad para observar y evaluar objetivamente estados emocionales pueden aguantar la incomodidad de permanecer temporalmente en la posición externa de un triángulo. También son capaces de permitir que un problema se mantenga entre dos miembros de la familia que están teniendo un conflicto, sin tener que intervenir para tratar de arreglarlo, ni tener que distanciarse de ellos. Cuanto mejor sea el nivel de diferenciación de un sistema emocional, menos intenso y más flexible será el funcionamiento de los triángulos. La «escala» recogida a continuación intenta describir el grado de variación en el funcionamiento de los triángulos dependiendo del nivel de diferenciación en la familia y del grado de ansiedad generada por estresores. El continuum tiene un cierto paralelismo con el nivel de diferenciación. Escala del grado de variación en el funcionamiento de los triángulos •

0-10: en este nivel los triángulos son fijos y siempre vuelven a la misma posición. Los miembros están tan desconectados y aislados, que es imposible una comunicación persona-a-persona genuina; el esfuerzo por conseguir un estado mínimo de comodidad determina la conducta.

10-20: en este nivel los triángulos son un poco más flexibles siempre que la carga de ansiedad en el sistema sea muy leve; pequeños incrementos de tensión solidifican los triángulos en los patrones fijos; los miembros tienen una habilidad muy limitada para tolerar la incomodidad y recurren rápidamente a las relaciones triangulares como modo de disminuir el malestar.

20-30: se percibe claramente un intenso proceso de triangulación cuando el sistema se ve sometido a cualquier nivel de estrés superior al mínimo; las relaciones persona-apersona son fugaces pero pueden ocurrir cuando la tensión es baja.

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30-40: en este nivel los triángulos mantendrán su flexibilidad siempre que la cantidad de estrés sea bajo o moderado; a mayor nivel de estrés, más intenso será el proceso de triangulación, lo que da lugar al deterioro de la habilidad para la comunicación persona-a-persona.

• 40-50: en este nivel los miembros son más capaces de obviar lo que los triángulos les dictan siempre que el estrés en el sistema no se sitúe en niveles superiores al moderado; las personas son capaces de evaluar las amenazas (incluyendo la percepción de una amenaza para la estabilidad de la relación) y tomar medidas; cuando se encuentran en un triángulo intenso son también más capaces de apoyarse en personas que están fuera para poder ver la situación con mayor perspectiva. • 50-60: en este nivel los triángulos pueden funcionar sin perjuicio de ningún miembro del sistema en la medida en que el estrés se sitúe por debajo de niveles moderadamente altos; el proceso emocional del triángulo es todavía evidente, pero cuando el nivel de tensión es bajo puede ser un proceso lúdico en el que el uso del humor difumine la tensión. • 60-70: familias que se sitúan en este nivel son capaces de mantener unos triángulos razonablemente flexibles incluso frente a niveles bastante altos de estrés; unos principios bien desarrollados hacen a los miembros de la familia capaces de mantener unos límites respetuosos entre ellos, en la mayoría de las circunstancias. • 70-80: en este nivel de funcionamiento las relaciones persona-a-persona son la norma más que la excepción; se recurre a terceras personas para tomar mejor perspectiva, pero los miembros se hacen responsables de la búsqueda de una solución a sus propios problemas, ya sean individuales o con otros miembros de la familia, sin culparse o culpar a otros. Los triángulos son inusualmente flexibles en estas familias incluso bajo altos niveles de estrés.

El modo en que actúan los triángulos en la familia nuclear influye en la probabilidad de que determinadas relaciones y no otras sean problemáticas, y en que determinadas personas en esa familia tengan más propensión al desarrollo de síntomas. Si el triángulo envuelve al padre y a la madre en una unidad en la que el mantenimiento de ese vínculo depende de que ambos se focalicen en los problemas que perciben en alguno o varios de sus hijos, la ansiedad en el triángulo paternofilial es transferida de los padres al hijo, y este es más vulnerable a desarrollar síntomas. Los padres forman como una unidad o un bloque y el hijo queda en la posición externa del triángulo. Si uno de los padres pierde Self por adaptarse a su cónyuge y el primero (el cónyuge que pierde Self) empieza a sintomatizar, a menudo estará ocupando la posición externa en el triángulo mientras el otro cónyuge y el niño ocupan las posiciones internas. El padre asintomático y el hijo forman como una unidad y se focalizarán de forma ansiosa en el padre sintomático. Cuando el triángulo toma esta forma, un niño


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puede verse forzado a asumir la función de cuidador del padre enfermo. El conflicto marital puede dejar a los hijos en la posición externa de los triángulos que forman con sus padres, a menos que los padres intenten que el hijo tome partido por alguno de ellos. Cuando uno o ambos padres tienen éxito en este intento de que el niño tome partido, el niño estará más atrapado en medio de la relación entre sus padres (triangulado) y esto le hace más vulnerable a la absorción de la ansiedad parental. Cuando los padres están distantes emocionalmente el uno del otro, son más vulnerables a sobreimplicarse con alguno de los hijos, formando con ellos una unidad, colocándose junto con el hijo en las posiciones internas del triángulo y dejando al otro cónyuge en la posición externa del triángulo. Cuando los padres están distantes emocionalmente el uno del otro, uno de ellos podría también formar una relación intensa con alguien externo a la familia o bien llegar a involucrarse muy intensamente en un hobby o en su trabajo. La evaluación familiar incluye la observación cuidadosa del modo en que los triángulos clave funcionan en la familia nuclear. La siguiente «escala» puede ser utilizada para estimar el grado de flexibilidad en el funcionamiento de los triángulos. Cuanta mayor flexibilidad en un sistema, más probable será una mejoría en los síntomas y por tanto mejor el pronóstico. Escala del grado de flexibilidad en el funcionamiento de los triángulos •

Baja: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones absorben, de manera crónica, una cantidad desproporcionada de tensión. Si por breves momentos la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta siempre vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada-baja: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones absorben frecuentemente una cantidad desproporcionada de tensión. Si por breves momentos la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta generalmente vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones a veces absorben una cantidad desproporcionada de tensión. Cuando la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta a veces vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada-alta: no hay un miembro específico dentro de la familia o una relación que suela absorber una cantidad desproporcionada de tensión. La tensión dentro del triángulo cambia fácilmente de lugar y puede residir en una u otra persona o relación.

Alta: la familia tiene una habilidad inusual para manejar la tensión sin que ningún miembro o relación en particular se vean perjudicados por los triángulos.

El grado de flexibilidad o rigidez de los triángulos también influye en la capacidad de la familia para adaptarse al estrés. La «escala» que se presenta a continuación valora a las familias según su capacidad para mover las posiciones funcionales que los individuos ocupan dentro de los triángulos como respuesta a las demandas de adaptación ejercidas por los sucesos vitales.

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Escala del grado de flexibilidad de los triángulos en respuesta al estrés •

Baja: los miembros de la familia casi nunca cambian sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada-baja: los miembros de la familia pocas veces son capaces de cambiar sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada: los miembros de la familia cambian a veces sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada-alta: los miembros de la familia cambian habitualmente sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Alta: los miembros de la familia cambian fácilmente sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

8. Evaluación del corte emocional En 1975, Bowen añadió un concepto a su Teoría y lo denominó corte emocional. La misma «unidad emocional» o falta de diferenciación que observó en las familias nucleares —inicialmente en el proyecto de investigación del NIMH—, estaba presente también en el proceso emocional intergeneracional. Bowen utilizó el término apego emocional irresuelto para describir la carencia en la diferenciación entre los padres y sus hijos adultos. Las personas manejan la incomodidad de la dependencia emocional con la familia de origen a través de una combinación de distancia física y/o aislamiento emocional. Cuando más intenso sea el apego emocional irresuelto que tiene una persona con su familia de origen, más extrema será su utilización de los mecanismos para «desconectarse» y aislarse a sí mismo de la familia de origen. Algunas personas con el grado más intenso de apego emocional irresuelto nunca abandonan su casa de origen. En este extremo final del continuum, las personas podrían manejar la intensidad del apego irresuelto huyendo intrapsíquicamente hacia una psicosis. Otros podrían vivir cerca de su familia pero con una adicción insalvable a drogas duras mientras mantienen un contacto diario, a menudo solamente con sus madres (Jurkowski, 2004; pp. 47-48). Con estos niveles de apego irresuelto las personas podrían también abandonar la casa de sus familias de origen y no volver a tener contacto nunca. Entre estos dos extremos encontramos personas con menor grado de apego emocional irresuelto hacia su familia de origen; menor apego requiere menores grados de desconexión para poder manejar la incomodidad de la fusión emocional. La intensidad de la desconexión puede ser estimada a través de la frecuencia y calidad del contacto con la familia. Es posible que personas que viven considerablemente lejos de sus familias de origen mantengan un buen contacto emocional y otras que viven muy próximas geográficamente estén próximas al corte emocional. Negar la importancia de la propia familia de origen es, en sí mismo,


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evidencia de un apego emocional irresuelto; cuanto mayor es esta negación mayor es el apego irresuelto. La siguiente «escala» intenta reflejar el continuum del corte emocional, y presenta un cierto paralelismo con la escala de diferenciación desarrollada por Bowen. Esto es consistente con el postulado de Bowen sobre que el grado de corte emocional proporciona una aproximación para estimar el grado de Diferenciación del Self (entrevista de la Bowen-Kerr Series,59 1980). Escala de corte emocional •

0-10: se da de hecho un corte emocional completo, ya sea a través del aislamiento emocional mientras se está conviviendo con los padres, o a través de la distancia física o de una combinación de ambas; la intensidad de la fusión emocional es tal que ni la persona ni su familia pueden soportar un contacto emocional significativo sin que se den reacciones automáticas y extremas de distanciamiento como la psicosis, la violencia o un cese total del contacto.

10-20: en este rango los miembros de la familia podrían mantener algunos contactos superficiales, no muy frecuentes, con la familia paterna, pero estos son muy vulnerables a orientarse hacia el corte emocional incluso bajo niveles muy moderados de estrés.

20-30: los miembros del sistema familiar pueden tener más contacto con su familia de origen y ser este menos superficial que en niveles más bajos de la escala, pero la mayoría de las conversaciones personales están aún censuradas debido al malestar que pueden crear en la persona o en su familia; triángulos muy intensos ayudan a mantener la distancia hacia la familia de origen y a manejar el alto grado de susceptibilidad en las relaciones que suele ser habitual en este nivel.

30-40: en este nivel los miembros del sistema familiar tienen una capacidad un poco mayor para decidir sobre qué grado de contacto desean tener con su familia de origen. Algunas familias invierten esfuerzos para intentar mantener un nivel de contacto emocional significativo con sus familias, mientras otras acaban teniendo un nivel de contacto más ocasional y superficial. Las familias que están en este nivel de la escala pueden unirse en torno a una dificultad o crisis, pero volverán a su patrón habitual de distancia en cuanto la dificultad se haya resuelto.

40-50: en este nivel los miembros de la familia tienen mayor capacidad para decidir sobre el grado de contacto personal con sus familias de origen y es probable que elijan tener un contacto más frecuente y significativo con sus familias; es más probable que vayan y participen plenamente en los eventos familiares y pongan un empeño especial en tener un contacto personal con los miembros de su familia de origen; hay menos áreas sobre las que está «prohibido» dialogar que en niveles más bajos; los triángulos más intensos tienen lugar bajo niveles moderados de estrés.

59 Entrevista Defining a Self in One’s Own Family, parte 2; material audiovisual publicado en 1980. ©The Bowen Center.

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50-60: los miembros del sistema familiar tienen unos principios mejor definidos que utilizan para dirigir sus decisiones sobre la calidad y cantidad de contacto que tienen con sus familias de origen. Durante periodos de estrés moderadamente altos todavía existe la tendencia a evitar relaciones significativas o áreas especialmente sensibles; la participación activa en los triángulos que deja a algunos miembros del sistema familiar más desconectados es menos evidente excepto bajo niveles moderadamente altos de estrés.

60-70: en este nivel hay un contacto regular y significativo con las familias de origen; cuando se da un alejamiento, el contacto pude ser reanudado sin recriminaciones; en este nivel los miembros del sistema familiar pueden relacionarse cómodamente incluso con partes de la familia que están menos diferenciadas y presentan elevadas cotas de ansiedad crónica; hay unos principios bien desarrollados que sirven para guiar las relaciones con sus familias incluso cuando el estrés es elevado.

70-80: en este rango los integrantes del sistema familiar tienen una capacidad excepcional para relacionarse personalmente con los miembros de sus familias de origen; ni los infravaloran ni sobrevaloran y se relacionan más en base a la realidad que a pretensiones; en este nivel los miembros de la familia se encuentran excepcionalmente cómodos con quienes son y habitualmente otros integrantes de la familia los perciben como personas con las que es fácil hablar con sinceridad; se relacionan de forma responsable con sus familias evitando la trampa de asumir una responsabilidad excesiva o de evitarla.

Preguntar simplemente a la gente sobre cuánto contacto tienen con su familia de origen (padres, hermanos, abuelos, tíos, etc.), o sobre cuál es la calidad de las relaciones que mantienen con ellos, no necesariamente faculta al clínico para realizar una evaluación precisa del grado de corte emocional. Las personas podrían decir que tienen una estupenda relación con sus padres pero cuando se les pregunta si se plantearían hablar de determinado tema cara a cara con sus padres, algunos dirían que ellos no pueden hacerlo porque no desean preocupar a sus padres. El modo en que las personas experimentan la fusión emocional puede ser negativo pero también positivo. Algunos hijos que son ya adultos visitan de vez en cuando a su familia de origen y llevan a cabo «visitas por obligación», en las que no se toca prácticamente ningún tema de carácter personal. En estos casos hay menos corte emocional que en aquellos en los que no hay ningún tipo de contacto, pero más que en personas con una relación abierta, persona-a-persona, con los miembros de su familia. Hijos adultos en familias con menos corte emocional pueden escuchar y tener conversaciones sobre aquello que es importante para sus familias de origen y responder a ello, y a su vez la propia familia de origen puede escuchar acerca de lo que es importante para esos hijos y responder en consecuencia. Algunas veces una persona puede presentar un grado de corte emocional mayor con una parte de la familia que con otra. Una sobre-


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implicación con un padre puede dar lugar a una mayor distancia con el otro. Una gran parte de la conversación con un padre podría ser sobre el otro o sobre cuestiones impersonales, y no tanto una conversación persona-a-persona. El corte emocional describe la variación en «el modo en que las personas se separan a sí mismas del pasado o comienzan sus vidas en la generación actual» (Bowen, 1978; p. 382). Evaluar el grado de corte emocional puede ayudar al clínico a saber cómo orientar a los miembros de la familia para reducir o superar el corte emocional. Debe ser respetado el corte emocional muy intenso en personas con niveles bajos de diferenciación. Empujar a los miembros de la familia hacia la superación del corte podría hacer que el problema empeorase hacia niveles de fusión aún más intensos. Por el contrario, grados menos intensos de corte emocional puede frecuentemente ser reducido gradualmente por miembros de la familia que estén motivados para ello.

9. Evaluación de la estabilidad y la accesibilidad familiar Hechos y hechos funcionales sobre la estabilidad y la accesibilidad de la familia extensa pueden proporcionar una cierta idea sobre el nivel medio de diferenciación en el conjunto de la familia. La familia de origen hace referencia a la familia en la que una persona ha crecido, normalmente, aunque no siempre, sus padres y hermanos. La familia extensa va más allá de la familia de origen e incluye abuelos, tíos y tías, sobrinos y sobrinas, tíos-abuelos y tías-abuelas, primos y primos segundos. La estabilidad familiar se evalúa a través del nivel medio de funcionamiento en el conjunto de la vida de los miembros de la familia de origen y la familia extensa. El nivel de funcionamiento se valora en base al número y la gravedad de los problemas, así como por el número de fortalezas de los miembros de la familia. El nivel educativo y profesional alcanzado, el número y la severidad de síntomas físicos, emocionales y sociales de los miembros de la familia a lo largo del tiempo, el grado de estabilidad o rupturas maritales, la historia reproductiva (abortos, número de hijos, infertilidad, etc.), la cantidad y calidad del contacto que los miembros de la familia extensa tienen unos con otros, y la longevidad de los miembros de la familia, proporcionan índices sobre el funcionamiento de la familia extensa. La «escala» de estabilidad familiar valora la estabilidad de la familia extensa en un rango desde excelente a inestable (ver a continuación). La accesibilidad se evalúa en base al número de personas en cada una de las familias de origen y familia extensa que viven y con las que, además, es posible entrar en contacto. Incluso si una persona presenta un cierto grado de corte emocional con respecto a su familia de origen, si cuenta en la familia extensa con miembros que están vivos, que tienen un nivel de funcionamiento razonablemente estable y con los que es posible contactar, ello representa para la familia que se está evaluando un recurso potencial. Si un miembro de la familia nuclear es capaz de reducir el corte emocional con miembros de la familia extensa, con el tiempo este esfuerzo

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puede traducirse en una reducción de la ansiedad y en una mayor estabilidad en el funcionamiento de la familia nuclear. Por otra parte, cuando la familia extensa está fragmentada, o algunos miembros se encuentran en paradero desconocido o presentan un funcionamiento pobre, entonces los problemas de la familia nuclear serán generalmente más difíciles de modificar. La siguiente «escala de accesibilidad familiar» valora con cuantas personas de la familia de origen y la familia extensa de cada miembro de la pareja es posible entrar en contacto, y cuanta información se tiene sobre cómo se puede realizar este contacto.

ESTABILIDAD Y ACCESIBILIDAD DE LA FAMILIA EXTENSA Comentarios

Escala de estabilidad familiar

Escala de accesibilidad familiar

Familia materna

□ Excelente □ Buena □ Media □ Semi-estable □ Inestable

□ Excelente □ Buena □ Media □ Semi-fragmentada □ Fragmentada

Familia paterna

□ Excelente □ Buena □ Media □ Semi-estable □ Inestable

□ Excelente □ Buena □ Media □ Semi-fragmentada □ Fragmentada

Escala de estabilidad familiar (promedio del nivel de funcionamiento) •

Excelente: un porcentaje muy alto (90 %) de los miembros de la familia muestran un buen funcionamiento en el conjunto de su vida.

Buena: un alto porcentaje de los miembros de la familia (75-80 %) presentan un buen funcionamiento a lo largo de su vida, hay pocos problemas y los que existen se manejan bien.

Media: la mayoría de los miembros de la familia muestran un funcionamiento adecuado la mayor parte del tiempo, si analizamos el conjunto de sus vidas hasta la actualidad. Hay algunos problemas pero generalmente son circunstanciales o no representan carencias graves en el conjunto del funcionamiento familiar.

Semi-estable: la mayoría de los miembros de la familia son estables a lo largo de su vida, pero hay también periodos prolongados de un funcionamiento familiar deficiente, incluyendo tal vez el momento presente, en que se está realizando la evaluación.

Inestable: la mayoría de los miembros de la familia muestran síntomas serios y una afectación grave de su funcionamiento vital.


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Escala de accesibilidad familiar •

Excelente: la gran mayoría (90 %) de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible contactar con ellos.

Buena: un alto porcentaje (75-80 %) de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible entrar en contacto con ellos.

Media: la mayoría de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible contactar con ellos.

Semi-fragmentada: pocos miembros de la familia, considerando tres generaciones, están vivos y además es posible contactar con ellos.

Fragmentada: la unidad familiar básica se ha disuelto y se desconoce el paradero de los miembros que todavía viven.

El contacto con la familia extensa puede ayudar a las personas a alcanzar un mejor conocimiento de sus padres, a través de lo que puedan conocer sobre ellos otros miembros de la familia. Desarrollar relaciones persona-a-persona con tantos miembros de la familia extensa como sea posible puede hacer que se modere la intensidad del triángulo primario con los propios padres. Llegar a conocer a otras personas que conocieron a los padres de uno cuando estos eran jóvenes puede proporcionar cierta perspectiva. Los relatos que las personas de la familia extensa pueden contar pueden proporcionar un contexto más amplio para comprender mejor a los propios padres y el proceso emocional intergeneracional del que eran parte. Este tipo de contacto ensancha el campo emocional y expande el número de triángulos a los que una persona puede acceder para trabajar hacia su objetivo de definir más Self dentro de su familia. Bowen señaló que no es posible avanzar en el proceso de diferenciación sin tener en cuenta los triángulos. En la medida en que las personas se van destriangulando de la relación entre sus padres y de los triángulos interconectados de los que cada uno de sus padres forman parte, pueden llegar a conseguir un Self más diferenciado de la unidad emocional familiar.60 La recopilación de información sobre la estabilidad de la familia extensa y el grado de contacto con ella también puede proporcionar hechos que nos dan información sobre el proceso de transmisión multigeneracional, otro de los conceptos de la Teoría de Bowen. El proceso de transmisión multigeneracional describe, tal como se ha indicado en el primer capítulo, el modo en que los distintos niveles de diferenciación consiguen ir transmitiéndose en las sucesivas generaciones a través del proceso de proyección familiar. Algunas ramas familiares muestran un incremento general del nivel básico de diferenciación según van avanzando las generaciones; hay menos problemas y un mejor funcionamiento. Otras ramas empeoran en su funcionamiento hasta el punto de llegar a desaparecer. Otras mantienen, en conjunto, una notable 60 Aprender a destriangularse es parte del proceso de trabajo para mejorar el nivel de diferenciación básico y funcional. Los detalles sobre cómo tiene lugar dicho proceso exceden el objetivo de este capítulo.

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estabilidad en su funcionamiento a lo largo de las generaciones. Si en una familia una generación sufre estresores inusualmente severos, el funcionamiento podría caer durante varias generaciones, por debajo de la media del nivel básico de diferenciación de esa familia. El nivel básico de diferenciación de la familia nuclear se estima a través del cálculo de su media de funcionamiento combinando observaciones realizadas en periodos de estrés y de relativa calma.

10. Evaluación de la adaptabilidad de la familia al estrés 10.1. Estresores y estrés La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen también valora el grado en que una familia es capaz de adaptarse al estrés sin que se produzca un empeoramiento de los síntomas ya presentes en dicha familia o la aparición de nuevos síntomas. Se considera un estresor a cualquier evento que suponga para la unidad familiar una demanda de adaptación. El estrés se definirá como la cantidad de esta demanda de adaptación depositada sobre la unidad familiar. Son especialmente significativos para la evaluación de la adaptabilidad de la familia nuclear al estrés los eventos relacionados con el ciclo vital de la familia. La mayoría de la reflexión sobre el ciclo vital se centra en las tareas evolutivas de los individuos a medida que van creciendo. Sin embargo, en coherencia con el esfuerzo por conceptualizar la familia como una unidad emocional, en la Teoría de Bowen los eventos del ciclo vital son vistos como un proceso emocional multigeneracional que afecta a toda la familia. El nacimiento de los hijos, la adolescencia, la independencia de la familia de origen, el matrimonio, la enfermedad crónica y la muerte son periodos de la vida familiar en los que las fuerzas emocionales-instintivas están muy presentes. Estos periodos proporcionan una buena ocasión para observar las variaciones en la capacidad de las familias para adaptarse al tipo de cambios que estos eventos representan. En ellos se da un proceso de influencia recíproca entre el modo en que un individuo concreto de la familia maneja el Self durante un evento del ciclo vital y el modo en que se relaciona con esta persona el resto de la familia mientras se atraviesan estos periodos. Cada parte influye en el funcionamiento de la otra. Un ejemplo sería la adolescencia, uno de los periodos de tiempo en la vida familiar que proporciona una buena oportunidad para evaluar la capacidad de la familia para adaptarse a la ansiedad creada por la intensidad del apego emocional entre padres y adolescentes. Cuanto más intenso sea el apego, mayor la ansiedad creada por este periodo de rápido crecimiento físico e intelectual. Un indicador de la intensidad del apego emocional subyacente es cuán extrema es la postura que el adolescente adopta cuando busca mostrarse como un adulto. Esta postura incluye el modo de vestir, la conducta hacia las drogas y el alcohol, la forma de enfrentarse a los padres y las autoridades, la conducta sexual, el conflicto emocional con y/o el aislamiento


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de los padres. ¿Qué cantidad de energía en pensamientos, sentimientos y actos invierte el adolescente para tratar de negar la dependencia emocional y pretender ser un adulto? La intensidad de la negación y de esta pretensión son indicadores del apego emocional subyacente. Por otra parte, el apego emocional presente en los padres también puede ser evaluado. ¿Con qué facilidad pierden Self los padres a favor del adolescente cayendo en aceptar demandas excesivas y privilegios, o en el lado contrario, recurriendo a medidas demasiado rígidas para intentar controlar al adolescente? ¿Cuán importante es la atención ansiosa hacia el adolescente, para el mantenimiento del equilibrio emocional en el matrimonio de los padres? Evaluar la dependencia emocional de los padres hacia el adolescente proporciona otra clave acerca de la intensidad del proceso emocional subyacente entre los adolescentes y sus familias. Hay todavía otro aspecto que es posible investigar: la media del funcionamiento en el sistema que el adolescente forma con sus amigos y el modo en que él o ella funciona en dicho sistema. Los grupos de amigos pueden tener diferentes grados de madurez emocional. Es posible hacer una extrapolación del grado de apego emocional irresuelto de un adolescente hacia su padres, observando el nivel de corte emocional hacia los padres que presentan los demás miembros del grupo de amigos, el grado de energía invertida en las relaciones con los demás miembros del grupo, y el nivel de excentricidad del lenguaje utilizado, el modo de vestir o de la conducta entre los propios miembros del sistema. También nos proporciona información la estabilidad en el funcionamiento en el transcurso de las etapas de la preadolescencia, la adolescencia y la postadolescencia. ¿Se da, por ejemplo, un deterioro en el funcionamiento cuando el niño se convierte en adolescente, o cuando el joven deja de vivir en casa de sus padres e intenta funcionar autónomamente sin el contacto diario con los padres? Cuanto más intenso sea el apego emocional subyacente, mayor deterioro en el funcionamiento expresará el hijo. Cualquier otro periodo significativo del ciclo vital de la familia puede ser evaluado de un modo similar. Las familias que van pasando a través de los distintos eventos vitales con pocos síntomas, muestran una mayor adaptabilidad al estrés, que es un componente importante de la Diferenciación del Self. Si no tenemos en cuenta otras variables, podemos decir que cuanto más numerosos y severos sean los síntomas durante estos periodos, menor será el nivel de adaptabilidad que tiene la familia ante el estrés. Por supuesto, es importante evaluar también otros estresores que puedan estar teniendo lugar paralelamente, y que podrían hacer más difícil la adaptación de la familia a los retos evolutivos. La persona de la familia que la sostiene económicamente podría perder su trabajo poco antes del nacimiento de un hijo. O podrían tener lugar varios eventos del ciclo vital al mismo tiempo. Por ejemplo, la muerte de un miembro significativo de la familia extensa podría tener lugar al mismo tiempo que otro va a independizarse. Y en una familia puede haber, en el mismo momento, varios miembros que estén atravesando la adolescencia. Cuando esto sucede, habitualmen-

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te hay un hijo que está más apegado emocionalmente a la familia que los otros. La evaluación de la adaptabilidad al estrés de una familia requiere observar el número, la magnitud y el espacio de tiempo entre los estresores, para medir cuánta demanda de adaptación está siendo depositada sobre la familia. Al comparar esta demanda y el número y severidad de los síntomas desarrollados a raíz de la misma, podemos obtener una estimación del grado de adaptabilidad al estrés de una familia.61 Intentar evaluar el nivel de estrés depositado sobre una familia a través de las diferentes combinaciones de estresores es, no obstante, complejo. La Escala de Sucesos Vitales Estresantes de Holmes-Rahe (Holmes y Rahe, 1967), desarrollada inicialmente a partir de una muestra de varios miles de militares, y ampliada posteriormente por Miller y Rahe (1997) en los noventa, proporciona un método para estimar la cantidad aproximada de adaptación que exigen una serie de sucesos vitales. En el estudio de Holmes y Rahe, los investigadores pedían a la gente que realizara una estimación de la intensidad y cantidad de tiempo necesaria para adaptarse a un suceso vital, independientemente de la deseabilidad de este (Henry y Stevens, 1977; p. 6). Se pidió a un grupo representativo de adultos de Seattle que utilizaran toda su experiencia para concretar una respuesta, considerando tanto su experiencia personal como lo que ellos pudieran saber a través de otros. Se le pidió a la gente que dieran su opinión sobre el nivel medio de reajuste que podría requerir un evento, y no tanto el nivel máximo que podría suponer, dado que las personas varían en el grado de facilidad o dificultad con el que se ajustan a un suceso particular. Si tomamos un valor arbitrario para el suceso contraer matrimonio, como por ejemplo «50», se le pedía a la gente que juzgase si el ajuste a determinado suceso era más intenso y prolongado que ante el suceso de casarse. Si lo era, se les pedía que eligieran un valor más elevado que fuera proporcional a dicha valoración. Si el entrevistado decidía que el evento requería un ajuste menos intenso y más corto que el hecho de casarse, entonces debían indicar en qué grado era menor asignando, proporcionalmente, un valor menor a ese evento. Un evento que requería un reajuste intenso, pero que podía resolverse en un corto periodo de tiempo, podía tener un valor similar a otro que requería un ajuste menos intenso, pero durante un periodo de tiempo mayor. Investigaciones posteriores mostraron que los valores asignados a los sucesos vitales no eran muy diferentes a los percibidos por japoneses, afroamericanos y méxico-americanos. Holmes y Rahe se apoyaron en el hecho de que la evaluación subjetiva cuando se expresaba como una dimensión física de un objeto proporcionaba una escala de cuantificación de una fiabilidad notable (Holmes y Rahe, 1967). Miller y Rahe (1997) siguieron la misma metodología que Holmes y Rahe, pero añadiendo 44 sucesos a los 43 desarrollados originalmente por Holmes y Rahe para el primer estudio. Miller y Rahe indicaron que «los valores medios obtenidos a través de este método de valoración han demostrado ser muy similares a lo largo de distintas investigaciones realizadas con poblaciones americanas y transculturales» (Miller y Rahe, 1997; p. 280). 61 Esta formulación fue la primera presentada por Kerr y Bowen en su libro Family Evaluation (1988).


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Desde la perspectiva familiar sistémica tanto el inventario Holmes-Rahe como, por consiguiente, el de Miller-Rahe, presentan limitaciones. No se pidió a la gente que evaluara la cantidad de ajuste requerido por la unidad familiar sino por los individuos. En el análisis realizado desde la perspectiva familiar sistémica, un evento particular puede representar tanto un nuevo estresor por derecho propio como ser en realidad una reacción a estresores previos. El divorcio, por ejemplo, podría tener lugar como resultado de un aumento gradual de la ansiedad suscitado, en parte, por estresores previos y representar al mismo tiempo un nuevo estresor frente al que la unidad familiar debe adaptarse. Otra limitación es la fiabilidad test-retest. La correlación entre el primer test y el resultado del segundo test depende de la distancia temporal entre ambas mediciones. Cuando elevamos el tiempo entre ambas mediciones de ocho meses a dos años, la correlación test-retest cae desde un 0,90 a un 0,26. Con el tiempo la gente llega a olvidar los cambios que han tenido que hacer ante los eventos vitales, lo que afecta a la fiabilidad de los test que intentan incluir varios años en retrospectiva. También, Holmes y Rahe (1967) estuvieron utilizando el inventario para predecir la aparición posterior de enfermedades físicas en los individuos que habían respondido al test. Un clínico que utiliza un modelo sistémico para evaluar la habilidad de una familia para adaptarse al estrés está interesado en el desarrollo de cualquier enfermedad física, emocional o social en los miembros de la familia, así como en los cambios en el grado de conflicto o distanciamiento emocional entre los miembros de la pareja. Una investigación que utilizó los cambios vitales para predecir el infarto de miocardio, mostró que el inventario de Holmes y Rahe era un predictor relativamente débil a menos que fuera combinado con otras mediciones que permitieran valorar el apoyo social y la «propensión a la reactividad». De Faire y Theorell (1976) encontraron que esta propensión muestra una correlación inversa con el apoyo social. A menor apoyo social mayor tendencia a la reactividad emocional ante los sucesos. Hay evidencias para sugerir que la propensión a la reactividad podría también tener cierta correlación con el nivel de diferenciación. Miller y Rahe (1997) demostraron que, durante el periodo de 30 años que va de 1965 a 1995, la estimación de la cantidad de estrés que una persona debe soportar ante un determinado suceso vital, había sufrido un incremento medio del 45 %. La percepción sobre la magnitud del estrés que suponen los mismos sucesos vitales cambia con el tiempo. Además, en el estudio de 1995 la valoración de los eventos vitales por parte de las mujeres mostró una media un 17 % superior a la valoración de los hombres. Las mujeres valoraron 13 de los 87 eventos como más estresantes de lo que los valoraron los hombres, siendo esta diferencia estadísticamente significativa. Por tanto, aunque con ciertas limitaciones, el inventario de Holmes y Rahe y la ampliación posterior llevada a cabo por Miller y Rahe, son instrumentos que nos permiten valorar con cierta precisión las dimensiones de la demanda depositada sobre una unidad familiar para adaptarse a distintos estresores. La ventaja de utilizar los sucesos del ciclo vital de la familia para evaluar las diferencias en el modo en que las familias se adaptan al estrés colocado sobre ellas, es que esto permite realizar esta comparación y observar estas diferencias cuando

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se enfrentan al estrés producido por los mismos sucesos. Desde una perspectiva sistémica, un estresor puede ser cualquier cosa que altere el equilibrio alcanzado por una familia entre vinculación y autonomía. Un nuevo reto para un miembro de la familia podría robarle el tiempo y la energía que hasta ese momento había dedicado a otros miembros de la familia. Estos otros miembros pueden a menudo reaccionar con ansiedad ante este cambio. Por ejemplo, el nacimiento de un hijo requiere tiempo y energía de la madre que durante un tiempo no podrá dedicarle a su marido. En la medida en que el sentimiento de bienestar del marido dependa de la cantidad de atención recibida hasta ese momento por parte de su mujer, reaccionará al cambio volviéndose más crítico hacia su mujer, más distante o ambas cosas. Más que restablecer el nivel de atención que estaba recibiendo por parte de su mujer antes de ese momento, la crítica y el distanciamiento podrían aumentar todavía más la ansiedad de la mujer. Ella podría reducir su ansiedad focalizándose aún más en el recién nacido, lo que a su vez elevará más aún la ansiedad de su marido. Si este patrón persiste, la madre continuará ansiosamente focalizada en el hijo, lo que podría hacer que el proceso de separación normal entre madre e hijo sea más difícil tanto para la madre como para el niño. En otras familias, el estrés depositado sobre la unidad familiar por el nacimiento de un niño podría dar lugar al desarrollo de una depresión posparto en la madre, un incremento en el hábito de beber alcohol por parte de cualquiera de los dos padres, o una aventura del padre. Algunas veces, uno o varios de los síntomas presentes en la familia pueden mejorar o incluso desaparecer después del nacimiento de un niño. Este tipo de cambio podría ser señal de un salto en el tipo de mecanismos utilizados para contener la ansiedad. La focalización ansiosa en el recién nacido ocupa el lugar de otros mecanismos que habían estado conteniendo hasta ese momento la ansiedad crónica que va generando la fusión. Los efectos adversos del proceso de proyección familiar podrían no llegar a hacerse evidentes hasta más adelante, cuando el niño comienza a intentar separarse de su madre. Otras familias se adaptan bastante bien al nacimiento de un niño sin producirse ningún cambio en los síntomas. La comparación entre familias que están experimentando sucesos del ciclo vital similares, observando el número y la severidad de los síntomas que se desarrollan en ellas como resultado de estos sucesos, proporciona un modo muy consistente para evaluar la variabilidad en la capacidad de adaptación al estrés en las familias. Con todas sus limitaciones, el inventario de Miller-Rahe (1997) puede sin embargo ayudar al clínico a considerar el peso relativo de otros sucesos que ocurren alrededor del momento en que tiene lugar un suceso del ciclo vital de la familia. Los inventarios de Holmes-Rahe y de Miller-Rahe representan un esfuerzo por desarrollar una medida consistente de la cantidad de cambio que un individuo debe afrontar. Mientras la evaluación familiar extiende la unidad desde el individuo a la familia, el objetivo actual es similar: desarrollar una medida consistente de la cantidad de cambio que diferentes sucesos vitales suponen de modo inherente y que debe ser afrontado por una familia (y por los individuos dentro de esa familia). A pesar de sus limitaciones, el inventario de Miller-Rahe, mediante su lista ampliada de sucesos, puede ayudar al clínico a estimar bajo cuánta cantidad de estrés está una familia, especialmente en


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los últimos seis a doce meses. Rahe planteó que, para un individuo, una puntuación superior a 300 unidades de cambio vital62 en un periodo de seis meses, o superior a 500 unidades de cambio si el periodo a valorar era de doce meses, eran valores que indicaban que ese individuo estaba bajo un estrés elevado. Combinando los sucesos del ciclo vital de la familia con otros sucesos no directamente relacionados con los primeros, es posible estimar la cantidad total de estrés presente en una familia en un ratio de mínima a severa. La suma total de las unidades de cambio que recoge el inventario de Miller-Rahe para cada suceso, pueden ser una estimación laxa de la cantidad de estrés depositado sobre una familia, a la que se debe adaptar (ver la «escala» de estresores siguiente). La investigación de Holmes, Miller y Rahe se mueve en el campo de los hechos funcionales. Es un hecho que un número relativamente elevado de gente, en un momento temporal concreto, ha puntuado unos sucesos vitales concretos a partir de su valoración sobre la cantidad específica de ajuste que requieren, como media, cuando estos eventos se dan en circunstancias normales. La realización de investigaciones específicamente diseñadas para evaluar el nivel de cambio que la familia necesita realizar para lograr adaptarse a diferentes estresores sería una aportación muy positivamente valorada por quienes trabajan en el campo de la evaluación familiar. Estresores Estime el nivel de cambio al que la familia debe adaptarse. Para estimar el grado aproximado de estrés que la familia ha experimentado en los últimos seis-doce meses anote en la tabla siguiente los sucesos vitales estresantes, las fechas de estos sucesos y las unidades de cambio vital para cada suceso (este último dato siempre que esté recogido en el cuestionario de Miller-Rahe). Puntuaciones individuales superiores a 300, para el periodo de seis meses, y a 500, para el periodo de un año, se pueden considerar indicativas de un nivel elevado de estrés, de acuerdo al cuestionario de Miller-Rahe. Nota: algunos ciclos vitales de la familia y otros eventos que pueden considerarse relevantes (p. ej., la adolescencia) no están incluidos en el inventario. Fecha

Estresor

Unidades de cambio vital

Total UCV:

62 Unidades de cambio vital (UCV), en inglés life change units (LCU), es la denominación que Holmes, Miller y Rahe dan a las puntuaciones asignadas a los sucesos vitales estresantes en su cuestionario. Así, por ejemplo, si la puntuación para el suceso «muerte del cónyuge», es de 119, eso significa que ese suceso implica 119 unidades de cambio vital (life change units) o unidades de cambio (N. de los T.).

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Escala de estresores •

Mínimo: los estresores que tienen lugar demandan poco o ningún grado de adaptación por parte de la familia.

Bajo: los estresores que ocurren suponen cierta demanda de cambio en la familia para ajustarse, pero el nivel de adaptación requerido es relativamente bajo y fácilmente asumible.

Moderado: los estresores implican un cambio significativo para la familia pero también están dentro de lo que sería esperable durante el curso de un ciclo vital normativo de una familia.

Alto: un estresor o combinación de ellos exigen una habilidad notable por parte de la familia para ajustarse a lo que este/os implica/n, más allá de lo que sería habitualmente esperable durante el curso normal del ciclo vital familiar.

Severo: evento o serie de eventos que implican una exigencia extraordinaria hacia la familia para adaptarse a lo que suponen.

10.2. Reactividad emocional de la familia al estrés La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen hace una distinción muy importante entre estresores, estrés y la propia reacción emocional de la familia al estrés. Los estresores son eventos que demandan a la familia una adaptación. El estrés es la cantidad de esta demanda a la que la familia debe hacer frente, para poder adaptarse a una serie de estresores concretos. La reactividad de una familia al estrés hace referencia al número y la intensidad de los nuevos síntomas, y al empeoramiento de los pre-existentes, que tiene lugar en una familia durante los doce meses posteriores a la ocurrencia de uno o varios estresores nuevos. Una forma de estimar el grado de reactividad al estrés es cuantificar el número de niveles en los que ha cambiado la severidad de un síntoma preexistente y el número correspondiente al nivel en el que se ubica un nuevo síntoma (por ejemplo, un nuevo síntoma severo corresponde al 5). Para ello se puede utilizar la «escala» de intensidad de los síntomas, y la «escala» de conflicto y distancia marital. La mejora o desaparición de los síntomas posterior a un estresor debería ser también considerada cuando se valora el nivel de reactividad que una familia presenta en un momento temporal concreto. Para obtener el nivel global de cambio en la reactividad, reste el número de niveles que hayan cambiado el/los síntoma/s que haya/n mejorado a la suma del nivel al que se sitúan los nuevos síntomas que hayan aparecido más el número de niveles que hayan cambiado el/los síntoma/s que haya/n empeorado.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

Síntoma nuevo

N.º de categorías

Total:

Cambio en un síntoma preexistente

N.º de categorías que cambia

Cambio en el funcionamiento marital

Total:

N.º de categorías que cambia

Total:

TOTAL:

Escala de reactividad emocional de la familia al estrés •

Mínima: poco o ningún cambio en el número o gravedad de los síntomas en la familia nuclear.

Baja: algún empeoramiento en síntomas ya presentes (una categoría) o desarrollo de un nuevo síntoma leve.

Moderada: empeoramiento moderado (de hasta dos categorías) de un síntoma ya presente o desarrollo de un nuevo síntoma de una intensidad de hasta un nivel moderado.

Elevada: empeoramiento, de hasta tres categorías, de un síntoma ya presente o desarrollo de un nuevo síntoma de una intensidad de hasta un nivel elevado.

Severa: empeoramiento, de hasta cuatro categorías, de síntomas ya presentes y/o aparición de uno o más síntomas nuevos de una intensidad de hasta un nivel severo.

La estimación de la reactividad al estrés se realiza para la unidad familiar, no para cada miembro de la familia en particular. Por tanto, un nivel severo de reactividad al estrés puede ser el resultado del empeoramiento de un síntoma en cuatro niveles o el resultado de un empeoramiento de cuatro niveles repartidos en varios síntomas. Esta aproximación supone asumir que el cambio en un nivel tiene el mismo valor sea cual sea el síntoma concreto del que estemos hablando. Existen algunos elementos teóricos y clínicos que apoyan esta asunción. Por ejemplo, familias que varían de un nivel moderado a un nivel leve en la proyección hacia un hijo, pueden experimentar a continuación un empeoramiento que suponga un cambio de leve a moderado en el conflicto marital si no hay un cambio en el nivel básico o funcional de la diferenciación, un cambio en el nivel de estrés al que la familia está sometido, o un cambio en el nivel o la calidad del contacto con la familia de origen. Una persona con un alcoholismo severo puede dejar de beber (lo que supondría una mejoría de tres niveles) pero a continuación inevitablemente habrá un empeoramiento de dos niveles en, por ejemplo, el nivel de conflicto marital, y de un nivel en el proceso de proyección hacia un hijo, de modo que puede decirse que el síntoma del alcoholismo se «recicla» dentro de la familia. La Teoría sostiene que puede variar el nivel de indiferenciación y ansiedad crónica que

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sostiene cada uno de los cuatro mecanismos: el conflicto marital, el distanciamiento marital, la disfunción en uno de los miembros de la pareja, y/o la proyección de la indiferenciación en un hijo. La mejora en un síntoma puede ir seguida del empeoramiento de otro en cualquier parte de la familia, si, como se ha dicho, no hay un cambio en el nivel básico o el nivel funcional de la Diferenciación del Self, el nivel de estrés al que la familia está sometido, o un cambio en el nivel o la calidad del contacto con la familia de origen. Cuando lo único que ha cambiado es el nivel de estrés, se asume que la reactividad emocional inducida por el estrés puede ser estimada en base al cambio en el número y la intensidad de los síntomas que tienen lugar después del estresor o estresores que se están estudiando. Como en el caso de otras definiciones operacionales presentadas en este capítulo, la «escala» de reactividad emocional de la familia al estrés es un trabajo que está todavía desarrollándose y que requiere de un importante perfeccionamiento fundamentado en investigaciones que es necesario realizar. 10.2.1. Adaptabilidad de la familia al estrés La adaptabilidad de la familia al estrés se estima comparando la cantidad de estrés al que la familia debe hacer frente con el nivel de reactividad emocional que va a desarrollar durante el año que sigue a la ocurrencia del estresor o estresores considerados. La evaluación de la adaptabilidad de la familia al estrés durante largos periodos de tiempo es más difícil, pero puede realizarse si es posible establecer una relación entre los sucesos significativos del ciclo vital familiar y otros estresores que hayan podido tener lugar en los años anteriores, y la posterior aparición de cambios significativos en los síntomas en los doce meses siguientes a que esos sucesos estresantes hayan tenido lugar. La adaptabilidad de la familia al estrés es un indicador importante del nivel de diferenciación. La Tabla 4.1 que se incluye a continuación presenta los distintos niveles para valorar la adaptabilidad de una familia al estrés. Reactividad al estrés Mínima Mínimo

Moderada (45º)

Baja

Moderada

Moderada-baja Moderada-baja (26º) (18º)

Elevada

Severa

Baja (14º)

Baja (11º)

Moderada-alta (63º)

Moderada (45º)

Moderada (33º)

Moderado

Alta (72º)

Moderada-alta (56º)

Moderada (45º)

Moderada (36º)

Moderada-baja (31º)

Alto

Alta (76º)

Moderada-alta (63º)

Moderada-alta (53º)

Moderada (45º)

Moderada (38º)

Severo

Alta (78º)

Alta (68º)

Moderada-alta (59º)

Moderada-alta (51º)

Moderada (45º)

Bajo Estrés

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Tabla 4.1. Adaptabilidad de la familia al estrés.

Moderada-baja Moderada-baja (26º) (22º)


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La Figura 4.1 proporciona otra vía para conceptualizar las relaciones entre los estresores, la reacción de la familia al estrés, y la variación en la capacidad de las familias para adaptarse a este. En el eje vertical se recogen las cinco categorías de estrés producido por los estresores, desde mínimo a severo; en el eje horizontal están los cinco niveles de reactividad familiar al estrés, también desde mínima a severa. En la figura, las líneas continuas representan cada una de las opciones posibles en el caso de una familia sometida a un nivel mínimo de estrés. Al unir el eje de coordenadas (0,0) con el punto en el que se cruzan el nivel mínimo de estrés con el nivel mínimo de reactividad emocional (1-1), dibujamos una línea con un ángulo de 45 grados, que representa esta combinación concreta de estrés y reactividad al estrés. Si una familia tiene una reactividad leve a un nivel mínimo de estrés esta combinación (2,1) forma un ángulo de 26 grados con el eje horizontal del gráfico. Un nivel moderado de reactividad a una cantidad mínima de estrés (3,1) dibuja un ángulo de 18 grados; un nivel alto de reactividad emocional a este mismo estrés (4,1) dará lugar a un ángulo de 14 grados y un nivel severo de reactividad (5,1) a uno de 11 grados. El valor de cada ángulo representa la variación en la capacidad de la familia para adaptarse a cada nivel de estrés. Se puede representar en el gráfico la línea generada por cualquier otra combinación de estresor(s) y reactividad familiar al estrés. Las líneas discontinuas de la figura muestran los diferentes ángulos posibles resultantes de la combinación de una cantidad severa de estrés con los cinco niveles de reactividad emocional que han sido definidos. Estas posibilidades van desde los 78 grados en el caso de una mínima reactividad, a los 45 grados que representan una reactividad severa. Se pueden generar gráficas similares para reflejar los niveles de estrés bajo, moderado y alto, para cada uno de los cinco niveles de reactividad familiar al estrés. La combinación de los distintos niveles de estrés y reactividad emocional de la familia al estrés que han sido definidos permite representar un total de 25 ángulos. Cada uno de ellos representaría la adaptabilidad familiar al estrés derivada de esa combinación concreta.

Estrés

severo alto moderado bajo mínimo

5

78º 68º 59º

4

51º

3

45º

2 26º

1

18º 14º 11º

2

3

4

mínima

baja

moderada

elevada

5

severa

1

Reactividad al Estrés

Figura 4.1. Adaptabilidad de la familia al estrés.

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La Tabla 4.1 muestra las 25 combinaciones diferentes que pueden ser utilizadas para representar en un continuum la adaptabilidad familiar al estrés. Los distintos ángulos representan diferentes capacidades de adaptación al estrés que pueden ser agrupadas en cinco categorías como se muestra a continuación (escala de adaptabilidad al estrés): • Baja adaptabilidad al estrés (0º-16º). • Moderada- baja (17º-32º). • Moderada (33º-48º). • Moderada-alta (49º-64º). • Alta (65º-80º). En la tabla aparece recogido el valor del ángulo para cada combinación. Los valores numéricos ofrecen una precisión mayor para cuantificar la variación en el nivel de adaptabilidad familiar al estrés durante el periodo que se está evaluando. El nivel de adaptabilidad al estrés puede ofrecer, para el periodo evaluado, un paralelo más o menos acertado del nivel funcional de diferenciación. Si fuera posible colocar puntos en el gráfico, representando el estrés de la familia y la reactividad al estrés durante varias décadas, recogiendo intervalos de entre seis meses y un año, el resultado de estos puntos, si se dibujase una línea con ellos, mostraría aproximadamente la capacidad media de la familia para adaptarse a diferentes niveles de estrés. Con suficiente investigación, podría llegar a confirmarse si el ángulo formado por la nube dispersa de puntos podría tener un paralelismo con el nivel de diferenciación de la familia. Si la capacidad para evaluar la cantidad de estrés y la reactividad emocional de la familia al estrés fuera precisa, se podría testar mejor lo que la Teoría predice. De hecho, poder valorar con cierta precisión el nivel de adaptabilidad familiar al estrés permitiría impulsar iniciativas encaminadas a estudiar el modo en que se comportan otras variables interconectadas con el nivel de diferenciación como el grado de corte emocional, los cambios en el funcionamiento de los triángulos, la autonomía emocional de los miembros de una familia, etc., comparando familias que presentan niveles similares de adaptabilidad al estrés.63

11. Evaluación de la ansiedad crónica Bowen definió la ansiedad como una reacción emocional a una amenaza real o percibida. La amenaza es lo que distingue la ansiedad del estrés. Los sucesos estresantes pueden ser vividos o no como amenazas hacia un miembro de la familia o hacia las relaciones familiares. Por ejemplo, un ascenso laboral supone 63 Una limitación de esta aproximación es que no tiene en cuenta otros «costes» asociados a la adaptación de la familia al estrés distintos de los derivados de la cantidad de síntomas observables. Por ejemplo, una hija mayor que deja a un lado las metas asociadas con su propia carrera profesional después de la muerte de su madre, para ayudar a criar a sus hermanos más jóvenes implica un «coste» incluso si ella nunca llega a manifestar ningún síntoma. (Deseo manifestar mi agradecimiento al Dr. Daniel Papero por esta observación).


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habitualmente un cierto estrés porque requiere algunos ajustes, pero sin embargo un ascenso no sería percibido como una amenaza. La ansiedad crónica es una reacción emocional persistente hacia una amenaza percibida. La ansiedad crónica no desaparece ni siquiera cuando el estresor se reduce. La ansiedad crónica está generada por la falta de diferenciación en el sistema familiar. Cuanto menor es el nivel de diferenciación en la unidad familiar, más sensibles son los miembros de la familia a cualquier pequeña alteración en el equilibrio entre vinculación y autonomía alcanzado por el sistema. Cuanto mayor sea el nivel de diferenciación, menor es el nivel de ansiedad crónica generada por el modo en que los miembros de la familia se relacionan entre ellos y mayor es el margen que tiene la familia para adaptarse a los estresores sin que surjan síntomas. La ansiedad es incómoda. En el intento de reducir los incómodos efectos psicológicos y fisiológicos producidos por la ansiedad crónica, se ponen en marcha los mecanismos de distanciamiento y conflicto marital, disfunción en un cónyuge y proyección hacia un hijo. La incomodidad automática producida por la ansiedad puede ser reducida a través de estos mecanismos, pero el precio es la reducción de la flexibilidad en la capacidad de respuesta a futuros estresores. La ansiedad crónica no desaparece; está siendo «contenida» por uno o varios de estos cuatro mecanismos. Incluso aunque la persona se pueda sentir menos ansiosa cuando se distancia de su pareja, su pareja está también menos disponible en cuanto a recurso. El conflicto puede descargar tensión en el corto plazo, pero contribuye también al distanciamiento en la relación marital. Si un cónyuge evita el conflicto para mantener la paz, estará evitando también la ansiedad que las diferencias generan inmediatamente, pero al precio de una posición funcional que con el tiempo lleva a internalizar la ansiedad. La proyección hacia un hijo podría reducir la ansiedad en los padres a corto plazo, pero disminuiría la capacidad del hijo para ir aprendiendo a funcionar autónomamente. La contención de la ansiedad crónica, a través de los cuatro mecanismos de la familia nuclear ya descritos, podría dar o no dar lugar a síntomas en cualquier momento a lo largo del tiempo, pero lo que es seguro es que estos mecanismos reducen la adaptabilidad del sistema ante el estrés. Cuando la ansiedad crónica es relativamente baja, las reservas de la familia son altas, y la familia puede adaptarse mejor a la ansiedad aguda generada por estresores específicos sin desarrollar síntomas. La ansiedad crónica es paralela al nivel de diferenciación en la familia. El nivel de ansiedad crónica y el nivel de diferenciación pueden ser estimados a través del número y la intensidad de los síntomas cuando el estrés es bajo, moderadamente bajo, moderado, moderadamente alto o alto. La estimación precisa del nivel de ansiedad crónica y de diferenciación requiere una evaluación longitudinal del funcionamiento familiar. Una relación importante, es decir una persona que suponga un apoyo para los miembros de la familia, puede ayudar a que estos tengan mayor capacidad de resistencia ante las dificultades sin desarrollar síntomas. Si esta persona fallece o deja de estar accesible para siempre, la ansiedad crónica podría entonces superar la capacidad del sistema para adaptarse a los estresores sin desarrollar síntomas.

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O bien una relación paterno-filial muy protectora podría maquillar la falta de diferenciación entre los padres y el hijo, hasta que este deba comenzar a funcionar más independientemente de los padres, momento en el que podrían manifestarse síntomas severos en el hijo. La ansiedad crónica y el nivel básico de diferenciación pueden ser estimados evaluando la adaptabilidad familiar al estrés durante largos periodos de tiempo. Cuando la adaptabilidad familiar al estrés se mantiene, consistentemente, en un nivel bueno, esto indica que el nivel de diferenciación también lo es, y que el nivel de ansiedad crónica será relativamente bajo. Cuando el nivel de adaptabilidad al estrés es bajo, el nivel de diferenciación será bajo y el de ansiedad crónica alto. Evaluar la adaptabilidad de la familia al estrés durante largos periodos de tiempo, también permite estimar la cantidad de ansiedad crónica a la que da lugar el nivel de fusión emocional presente en la familia nuclear. Una vez que se ha estimado el nivel de adaptabilidad de la familia al estrés (ver la «escala» ya presentada anteriormente), entonces es posible valorar el nivel de ansiedad crónica en la familia a través de la «escala» que se muestra a continuación: Escala de ansiedad crónica dentro de la familia64 •

Baja: la familia muestra un nivel alto de adaptabilidad al estrés.

Moderada-baja: la familia exhibe un nivel moderado-alto de adaptabilidad al estrés.

Moderada: la familia demuestra un nivel moderado de adaptabilidad al estrés.

Moderada-alta: la familia exhibe habilidad moderada-baja para adaptarse al estrés.

Alta: la familia exhibe habilidad baja para adaptarse al estrés.

Cada elemento de la evaluación familiar proporciona un recurso para clarificar cada vez más la variable más importante de la Teoría de Bowen: la Diferenciación del Self. El nivel de fusión emocional en la familia nuclear puede ser estimado por capacidad de adaptación de la familia a distintos niveles de estrés. La fusión emocional es un término que Bowen utiliza como un sinónimo de la falta de diferenciación. El grado de corte emocional refleja el nivel de apego emocional irresuelto hacia la familia de origen. Apego emocional irresuelto es otro término utilizado por Bowen para referirse a la cantidad de indiferenciación entre un adulto y su familia de origen. Así, una estimación de la cantidad de corte emocional que una persona necesita para manejar el apego emocional irresuelto que mantiene con su familia de origen proporciona un indicador aproximado del nivel de diferenciación de la persona. La evaluación del modo de funcionamiento de los triángulos ante niveles de ansiedad bajos, medios y altos proporciona otra ventana al nivel de diferenciación de la familia. Cuanto más flexibles son los triángulos, incluso bajo un nivel creciente de estrés, mayor es el nivel de diferenciación. El grado en el que cada individuo asume más características de madurez o bien de inmadurez, propias de cada posición en la fratría, nos habla también de mayores o menores niveles de diferenciación. La accesibilidad y la esta64 Sección elaborada durante la segunda etapa del desarrollo de este capítulo.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

bilidad en el funcionamiento de los miembros de la familia extensa proporcionan una visión multigeneracional del nivel de diferenciación de la familia que, además, si cualquier núcleo familiar dado funciona por encima o por debajo del nivel medio de diferenciación cuando analizamos a esa familia como unidad multigeneracional. El nivel de ansiedad crónica presente en el sistema y la capacidad para funcionar de forma autónoma dentro de la familia cuando está bajo presión son otras variables con un cierto correlato con el nivel de diferenciación. Los sucesos de los ciclos vitales de la familia son particularmente valiosos para evaluar los cambios en el nivel de diferenciación. Las familias más diferenciadas manejan los retos propios de estos periodos con menos síntomas y menos agitación emocional que familias con niveles de diferenciación más bajos. Contar con varias «ventanas» al fenómeno de la diferenciación permite que la evaluación sea más fiable.

12. Evaluación familiar y terapia familiar ¿Cómo contribuye la evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen a orientar la terapia? Las dos variables principales de la Teoría de Bowen son el nivel de diferenciación y el nivel de ansiedad. La meta última de la terapia familiar es, primero, reducir el nivel de ansiedad en la familia, lo que a su vez permite motivar a los miembros de la familia al trabajo para incrementar su nivel de diferenciación. El nivel de ansiedad y diferenciación se conectan con cada uno de los demás conceptos de la Teoría, y el esfuerzo por reducir la ansiedad y aumentar el nivel de diferenciación implicarán siempre la consideración de todos y cada uno de los demás conceptos de la Teoría. En la primera llamada y en la sesión inicial, el terapeuta intenta registrar cuáles son los hechos de la situación actual que han llevado a la familia a solicitar una cita. Después de que el terapeuta ha podido entender adecuadamente cuál es el problema que le presentan, entonces empieza el proceso de recogida de información acerca de la familia, y de la familia extensa. También empezará entonces a elaborar el diagrama familiar que le permite ordenar toda esta información. El hecho de poner la atención, desde el principio, más en los hechos que en los sentimientos, suele normalmente ayudar a que a lo largo de la sesión la ansiedad comience a reducirse, a medida que la familia va objetivando qué es lo que le trae a la terapia. Cuando, utilizando este abordaje, afloran los sentimientos —a menudo más fácilmente que con una atención directa a los sentimientos—, el objetivo es conseguir que la familia piense sobre esos sentimientos, no que simplemente los exprese. A medida que los miembros de la familia van, gradualmente, comenzando a pensar sobre los hechos y los sentimientos de modo más objetivo, el terapeuta habrá comenzando ya su trabajo para ayudar a la familia a diferenciar el pensamiento del sentimiento. Cuanto mayor sea la capacidad de las regiones corticales superiores de operar a pesar de los estados de intensa emocionalidad, más capacidad tendrán los centros intelectuales del cerebro de comenzar a regular a la baja el arousal de los centros emocio-

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nales. Dado que la familia en sí misma es una unidad emocional, cuando al menos un miembro de la familia tiene éxito en este intento de dirigir la propia conducta de modo más sereno, desde un proceso de pensamiento más objetivo, mientras permanece activamente en relación con otros miembros de la unidad familiar, entonces esta persona puede comenzar a modificar el arousal emocional de todo el sistema familiar. La evaluación familiar busca verificar qué es lo que está dirigiendo la ansiedad en la familia antes de que el síntoma aparezca. ¿Qué parte de la ansiedad está siendo generada por la sobrecarga de sucesos estresantes a los que la familia debe adaptarse, y qué cantidad es generada por la forma en que los miembros de la familia se relacionan unos con otros? Tomar nota de eventos clave recientes puede proporcionar cierta evidencia sobre la cantidad de estrés que está produciendo un estresor o una combinación de estresores. Si la ansiedad está siendo generada por un conjunto reciente de sucesos y puede mitigarse la presión derivada de ellos, entonces los síntomas habitualmente se reducirán rápidamente. Pero incluso cuando hay estresores significativos, el modo en que los miembros de la familia se manejan a sí mismos en relación con los otros miembros de la familia, cuando tratan de afrontar los estresores, puede suponer la diferencia entre que los síntomas se desarrollen o no, y que, si se desarrollan, estos sean persistentes o no lo sean. Una de las cuestiones más importantes en la evaluación familiar es la identificación de al menos un miembro en el sistema familiar que pueda ser capaz de comenzar a centrar su atención en sí mismo y en la búsqueda de una mejor comprensión de cuál es su parte en los problemas familiares. Que el terapeuta sugiera a los miembros de la familia, al inicio de la terapia, que se conviertan en mejores observadores de los movimientos de la ansiedad (subidas, bajadas, etc.), y de lo que sucede en esos momentos, puede en sí mismos contribuir a que la ansiedad comience a reducirse. Para convertirse en un mejor observador, cada miembro de la familia debe centrar su atención más en sí mismo, dedicando más energía a esto y menos a intentar cambiar lo que lo demás miembros hacen o no hacen. De hecho, inicialmente a los miembros de la familia se les pide que no intenten cambiar nada, sino solamente que observen cuidadosamente las elevaciones y descensos en la ansiedad. Como las personas comienzan a observar de modo más objetivo, comienzan también a ver patrones de funcionamiento que se repiten una y otra vez. Un varón blanco de 28 años comenzó un programa de formación en Teoría Familiar Sistémica y una psicoterapia, ambas en el Centro Bowen. Entre los síntomas de este hombre estaban un funcionamiento profesional moderadamente deficiente (debido a una tendencia a dilatar los asuntos y a falta de organización). Niveles moderados de ansiedad afectaban también a la relación con su novia, especialmente cuando iba a dar cualquier paso de compromiso hacia el matrimonio. Un dolor suave en la parte baja de la espalda era el síntoma físico principal.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

1915

1927

1920

1936

1927

1948 Depresión Hospitalización (2-3m) 1959 Dos intentos de suicidio 1959-60 Depresión Hospitalización (~ 15m)

1912

1916

1941

1915

Conflicto y Distancia matrim.1957

matrim.1941 div.1956

1947

matrim.1963

1953

Figura 4.2. Familia de origen del alumno en formación.

El alumno era un hermano mayor de una hermana seis años más joven que él. Su padre era también el hermano mayor de una hermana tres años más joven que él, y que murió al año de edad debido a un accidente. Su padre tenía también un hermano varón ocho años más joven, y una hermana quince años más joven. La madre del alumno creció como una hija única, aunque tenía dos hermanastros, un varón veinte años más joven y una mujer veinticuatro años más joven que ella. Los padres del alumno se casaron seis meses después de conocerse. El padre trabajó para el ejército entre 1942 y 1945. Su madre afirmaba que ella sentía que nunca había conocido realmente a su marido. La madre desarrolló una sintomatología depresiva importante después del nacimiento de su hijo y fue hospitalizada durante varios meses. El año posterior al nacimiento de su hija, su marido se convirtió en uno de los responsables de una organización regional, y esto le demandaba una gran cantidad de tiempo, más allá de lo que habitualmente supondrían las responsabilidades de un empleo. Los padres del alumno se separaron cuando él tenía nueve años y su hermana tenía dos y medio. Su padre se volvió a casar un año después de la separación. La madre cayó en una depresión y algo más de un año después de que su marido se volviera a casar tuvo dos intentos de suicidio. Fue ingresada en un hospital psiquiátrico durante un año y después fue trasladada a otro hospital en su ciudad natal. Después de sus intentos de suicidio y de los largos periodos de hospitalización, la custodia de los hijos pasó al padre. La familia de origen del alumno presenta un nivel significativo de fusión emocional. Los conflictos entre sus padres eran poco frecuentes pero, cuando sucedían, eran intensos, y la distancia emocional entre ellos era moderada-alta. Los síntomas de la madre pasaron de un nivel leve a un nivel severo debido a la influencia del estrés experimentado por la unidad familiar. Es llamativo que los síntomas más severos ocurrieron en la madre con el nacimiento de su primer hijo. Un periodo sostenido

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de conflicto y distanciamiento en el matrimonio tras el nacimiento del segundo hijo culminó en la separación y el divorcio. El nacimiento de un hijo es un estresor que se puede considerar, como máximo, moderado, mientras que la reactividad desencadenada por este puede considerarse alta. Por tanto, se puede valorar la capacidad de esta familia para adaptarse al estrés como moderada-baja. El proceso de proyección familiar hacia un hijo previo al divorcio puede ser considerado leve. Los mecanismos más importantes para contener la ansiedad de la fusión eran el conflicto marital y el distanciamiento, así como la presencia periódica de disfunciones en la madre. El funcionamiento profesional del padre y el desempeño escolar de los hijos fueron buenos durante ese tiempo. Antes del divorcio, los triángulos en la familia de origen eran más rígidos que flexibles. Durante este periodo el hijo tenía una relación individual razonable con cada padre. La indiferenciación estaba más concentrada en la relación entre sus padres y en los síntomas que cíclicamente aparecían en la madre. El triángulo primario del hijo con su madre y su padre se vio modificado después de la hospitalización de la madre. Pasó de estar emocionalmente cercano a su madre y tener una buena relación con su padre, a irse distanciando emocionalmente de su madre y comenzar a estar más cerca de su padre. Después de que la madre se recuperó de la depresión, ella comenzó a trabajar, y finalmente se volvió a casar siete años después del divorcio. El hijo se colocó del lado de su padre cuando su madre intentó recuperar la custodia. El hijo había oído al psiquiatra de su madre decir que si su madre recuperaba la custodia esto podría llevarle a caer de nuevo en una depresión. El hijo comenzó a perder algo de Self en un nuevo triángulo, relativamente rígido, en el que el padre y el hijo se relacionaban el uno con el otro como si estuvieran totalmente de acuerdo con respecto a su madre. Durante las visitas, la madre trataba a su hijo como si este fuera una extensión de su padre. El viejo conflicto que la madre y el padre habían tenido durante el matrimonio comenzaba ahora a desarrollarse en la relación entre madre e hijo. Este tipo de triángulo relativamente rígido dificultó al hijo definir su propio Self en la relación con su madre, en la medida en que él representaba a su padre en el triángulo parental. No es posible adquirir una posición para sí mismo cuando se está funcionando como una extensión de otra persona. La vinculación entre padre e hijo y la distancia emocional extrema presente en ese momento entre padre y madre, trabajaban en contra de la diferenciación en el triángulo parental. Los dos triángulos interconectados de cada padre adoptivo y cada padre biológico con el hijo actúan en contra de la diferenciación. En cada triángulo, el padre biológico funciona automáticamente como el «portavoz» de la pareja que forma con su nuevo esposo. Si el padre adoptivo tenía algún asunto que tratar con el hijo, normalmente se lo transmitía al padre biológico y era el padre biológico quien, planteándolo además como un tema propio, buscaba abordar el asunto con el hijo. La tensión que se había iniciado en la relación entre el padre adoptivo y el hijo adoptivo se convertía rápidamente en un tema entre el padre biológico y el hijo. Cada persona se veía atrapada en un triángulo rígido. El hijo no está negociando con su padre un tema que


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tiene su origen en el padre; sin darse cuenta, está tratando con la incomodidad que siente el padre cuando su pareja está ansiosa. Nadie en el triángulo puede definir Self con claridad cuando una persona del triángulo asume habitualmente la responsabilidad de resolver los problemas entre las otras dos. Y cada miembro de la familia todavía continuó contribuyendo al mantenimiento de este patrón rígido, aún cuando los hijos ya habían entrado claramente en la etapa adulta. La vinculación automática de cada padrastro con cada padre que se dio en esta familia dificultó que cada persona definiera un Self más independiente en los triángulos. Cuanto mayor es el nivel de ansiedad que habitualmente tiende a focalizarse en una persona en particular del sistema emocional, mayor será el deterioro que irá experimentando con el tiempo la capacidad de esta persona para mantener su capacidad de control intelectual sobre su funcionamiento emocional. En el caso que estamos analizando, cada combinación de padre y padre adoptivo actúa como una unidad para focalizar la atención ansiosa en un hijo. La madre, con el apoyo del padrastro, podría culpar a la crianza ejercida por el padre y la madrastra de pequeños defectos percibidos por ella en el hijo. El padre y la madrastra podrían focalizarse ansiosamente en algunos aspectos de la conducta del hijo, que reflejan que están siendo malos padres. Cada padre biológico habría expresado su propósito de criar al hijo «perfecto», ¡un hijo sin ningún problema! Así, cualquier pequeña dificultad en el hijo recibía suficiente atención ansiosa por parte de ambos pares de padres como para contribuir al bajo funcionamiento de las áreas que estaban recibiendo esta atención. Cuando en un sistema emocional una cantidad desproporcionada de ansiedad se dirige hacia un hijo durante un largo periodo de tiempo, este se convierte en una persona cuyo funcionamiento está más determinado por los esfuerzos para reducir la ansiedad, que por las metas del propio individuo. Cuanto más Self adapta un sujeto para reducir la ansiedad, más se reduce su capacidad para definir Self por sí mismo. El hijo estaba también triangulado dentro del problema entre la madre y el padre, cuando el padre le hizo responsable de la «protección» de su hermana pequeña de la influencia de su madre durante las visitas de esta. Con seis años de diferencia entre él y su hermana menor, este hijo funcionaba habitualmente como un hijo único. Sin embargo, cuando la ansiedad era alta, como sucedía durante las visitas de su madre, él funcionaba más como hermano mayor hiperresponsable de una hermana menor. El padre y la madrastra le veían más parecido al padre, mientras que a la hermana la veían más parecida a la madre, más «emocional». Así, en los triángulos interconectados entre padre, hijo e hija, y madre, hijo e hija, los dos niños se encontraban triangulados por la relación irresuelta entre sus padres. Antes del divorcio, los triángulos en la familia nuclear podrían situarse en un nivel moderado-bajo, de acuerdo con el grado de flexibilidad en el conjunto del sistema y con su capacidad para responder al estrés. Los triángulos en la unidad familiar se situarían en algún lugar en el rango entre 25 y 35. Antes del divorcio, los triángulos se orientaban más hacia la relación marital, y la madre absorbía cantidades considerables de ansiedad procedentes de la falta de diferenciación de los padres.

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El proceso de proyección familiar no es que estuviera ausente antes de la ruptura de la familia nuclear, pero se volvió mucho más pronunciado cuando la madre intentó recuperar la custodia de sus dos hijos. Los padres comenzaron de hecho a competir por la custodia de los hijos y por ponerlos de su parte. Después de que la madre contrajera matrimonio de nuevo, el triángulo parental —que ahora incluía los apéndices de los padrastros vinculados con los padres biológicos—, era más rígido que nunca, pero ahora la ansiedad se había focalizado directamente en los hijos. La distancia emocional entre los padres, como era de esperar, era aún mayor que en el matrimonio e incluso que durante la etapa de la separación y el divorcio. Cuando ampliamos la unidad de evaluación para incluir a las familias de origen de los padres, nuevos patrones y hechos entran en consideración (véase Figuras 4.3 y 4.4). La abuela materna murió cuando la madre tenía cinco años, desangrada a consecuencia de un intento de aborto inducido por ella misma. Tras enviudar, el abuelo materno se casó otras dos veces y se divorció de las dos mujeres. No tuvo hijos con ellas. Después, se casó con una cuarta mujer y tuvo dos hijos, el hermanastro y la hermanastra de la madre. La hija de su hermanastro se divorció de su primer marido. El primer matrimonio de la abuela paterna acabó en divorcio. Su primer marido murió en un accidente después del divorcio, y el hijo que tuvo de aquel matrimonio murió de una intoxicación alimentaria a la edad de cuatro años. La primera mujer del abuelo paterno murió durante el parto de su primer hijo. El niño tampoco sobrevivió al parto. Los divorcios son muy numerosos en la rama paterna de la familia. Además del divorcio de la abuela paterna, el hermano del padre se divorció dos veces y su hermana tres. Los primos de la rama paterna siguieron esta misma tendencia. El hijo mayor de su hermano se divorció dos veces y la hija única de la hermana se divorció una vez. Dado el número de matrimonios que finalizaron en divorcio en ambas ramas de la familia, y el grado de implicación del alumno en la relación irresuelta entre sus padres, es comprensible que se aproximara a la posibilidad de contraer matrimonio con una considerable aprensión. Durante el matrimonio, ambos padres mantuvieron un nivel significativo de corte emocional con respecto a sus familias de origen. Periódicamente había visitas «por obligación» del padre a sus hermanos y sus padres, y de la madre a su padre, su madrastra y sus hermanastros. La madre, cuando se hizo adulta, no mantuvo ningún tipo de contacto con la rama materna de su familia de origen. La familia de la madre había culpado al padre de la muerte de su madre, sin embargo la verdadera causa de la muerte de su madre había permanecido tapada por un halo de misterio la mayor parte de la vida de la madre. El abuelo materno había tenido una relación muy conflictiva con sus cuatro mujeres. Los padres del padre nunca se divorciaron pero su relación era también muy conflictiva. El nivel de corte emocional de ambos padres puede ser valorado en el rango entre 25 y 35 si utilizamos la «escala» de corte emocional. Durante su vida adulta, la madre no mantuvo ningún tipo de contacto con la familia biológica de su madre. El nivel de distancia, conflicto y divorcio en los matrimonios a menudo guarda una cierta relación con el grado de corte emocional en sus familias de origen.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

v Muerte accidental

1921 Muerte resultado de un intento de aborto

v Conflicto y Distancia

1912

1927

matr. 1957

1916

1915

1947

v Adopción

1953

vv

v 1981

1941

v

matr. 1963

matr. 1941 div. 1956

1936

Suicidio (18 años)

1984

v

Figura 4.3. Familia extensa de la madre. Murió poco después de dar a luz

Perdió una pierna (19 años) Alcohol Juegos de azar

Muerte de parto

Asma Artritis

Muerte accidental

Muerte accidental (13 años)

?

1920 Diabetes

1927

1915 Muerte accidental

Colitis Cáncer

Abuso de drogas

1912

1916 Conflicto y Distancia

1927

1915

matr. 1941 div. 1956

matr. 1957

matr. 1963 1953

1947

1981

1984

Figura 4.4. Familia extensa del padre.

Muerte accidental (4 años)

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En ambas ramas de la familia se observa este patrón, en el que hay un nivel significativo de corte emocional con las familias de origen y también un alto nivel de distancia, conflicto y divorcio entre los cónyuges. El hijo mantuvo un grado similar de distancia y corte emocional con las familias de origen de ambos padres a partir del momento en que dejó de vivir con ellos para ir a la universidad. La madre biológica de la madre tenía cuatro hermanos menores varones, dos de ellos estaban todavía vivos y con buena salud en el momento en el que el alumno comenzó el programa de formación. El abuelo materno era el segundo de cuatro hermanos. La abuela paterna era hija única de una madre que murió cuando ella era muy joven y ella había sido criada por una tía de su madre. Los dos hermanos del padre y sus tres hijos estaban vivos y el alumno los conocía. El alumno también conocía a la madrastra de la madre, a sus dos hijos y a los hijos de estos, pero no a los hermanos de su abuela biológica materna y a las familias de estos. Los hombres de ambas ramas de la familia tendían a tener un buen funcionamiento en el trabajo. Se pueden contabilizar un cierto número de accidentes en ambas ramas de la familia. El abuelo paterno perdió una pierna cuando tenía 17 años, intentando subirse a un vagón de tren cuando llegaba tarde para entregar unas provisiones. Uno de los hermanos del abuelo paterno se ahogó con 14 años, intentando atravesar un río cerca de su casa. El primer marido de la abuela paterna se electrocutó después del divorcio, mientras estaba realizando su trabajo en el tendido eléctrico; y su hijo murió de una intoxicación alimentaria cuando tenía cuatro años. La primera hermana del padre murió con un año de edad a consecuencia de una caída en la que se dio un golpe en la cabeza contra una mecedora. La abuela materna murió cuando estaba intentando abortar a su segundo hijo. Y un tío de la madre murió cuando un avión que él mismo había construido se hizo pedazos en el aire. Existen también otros síntomas que es posible identificar a lo largo del ciclo vital de los integrantes de esta familia. El abuelo paterno comenzó a beber mucho al inicio de la cincuentena después de mudarse con su familia nuclear de la ciudad en la que había crecido. Murió por un fallo hepático a los 74 años. La abuela paterna tuvo un nivel moderado de asma la mayor parte de su vida y un nivel moderado de artritis en sus últimos años de vida. Murió con 83 años. El hermano del padre desarrolló una diabetes a los 48 años y murió a los 72. La hermana del padre murió a los 79 años de una enfermedad pulmonar de origen desconocido. El abuelo materno murió a los 83 años de un derrame cerebral. Su sobrino, el hijo de su hermanastro, se suicidó a los 18 años. El padre fue el primer miembro de su familia en ir a la universidad y se mantuvo en el ejercicio profesional, aunque a tiempo parcial, hasta unos meses antes de morir a la edad de 98 años. La estabilidad general de la familia en ambas ramas puede ser valorada como de nivel medio, dado que la mayoría de los miembros muestran un funcionamiento adecuado a lo largo del ciclo vital. El nivel de accesibilidad también se puede evaluar como medio, dado que al considerar tres generaciones de la familia puede confirmarse que un cierto número de personas se conocen entre ellas y tienen la posibilidad de entrar en contacto.


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

La evaluación de su familia que, basándose en la Teoría de Bowen, realizó el estudiante, le proporcionó una guía de trabajo con su propia familia. Con el apoyo regular de un coach,65 comenzó a hacer viajes para visitar a ambas ramas de la familia. Consiguió reducir el corte emocional con la familia de su abuela materna e hizo un trabajo para desarrollar en mayor medida una relación persona-a-persona con los miembros de la familia extensa. El mayor reto fue intentar destriangularse de la relación entre sus padres y funcionar en mayor medida como un Self separado en su familia. Comenzó a salir con la persona con la que al final se casó aproximadamente al mismo tiempo que comenzó su programa de formación. Excede el objetivo de este capítulo recoger en detalle los esfuerzos específicos que realizó para definir más Self en su familia de origen y su familia extensa. Sin embargo, una forma de evaluar el progreso en este sentido es comparar el funcionamiento de la familia nuclear creada por el alumno con el funcionamiento de la familia en la que el alumno creció y con el funcionamiento en la familia extensa más amplia. Su matrimonio se ha mantenido estable durante 35 años. La única excepción fue un periodo de varios años después de comenzar un nuevo trabajo, muy exigente, que requirió trasladarse a una ciudad a varios cientos de kilómetros de las familias de origen de ambos. Aplicando la escala de Miller-Rahe durante los seis meses siguientes al inicio de este nuevo trabajo, obtenemos un valor de 236 unidades vitales de cambio (51 por el cambio a un nuevo tipo de trabajo, 29 por tener más responsabilidades laborales, 47 por moverse a un estado distinto, 25 por un cambio en la proximidad a las familias de origen, 46 por el inicio o finalización del trabajo del cónyuge, y 38 por un cambio en la economía familiar). El nivel de estrés en la unidad familiar puede valorarse como moderado, requiriendo un nivel significativo de ajuste en la vida de la familia pero dentro de lo que es esperable para muchas familias de las cambiantes sociedades occidentales. Después del traslado se incrementó el nivel de reactividad emocional en la familia. Hubo un incremento en la distancia emocional en el matrimonio desde el nivel mínimo a leve (una categoría) y en el conflicto marital también de mínimo a leve (una categoría), lo que hace un total de dos categorías. Además, el nivel general de ansiedad y reactividad emocional aumentó notablemente durante este periodo. El nivel de disfunción en cada cónyuge y del proceso proyección familiar hacia los hijos se puede calificar de leve, no sufriendo modificaciones después del traslado. La comparación del nivel de estrés (moderado) con el nivel de reactividad emocional (con un incremento de dos categorías, junto con un incremento en los sentimientos de malestar por parte de los padres), sugiere que durante el periodo de tiempo que está siendo evaluado existió una capacidad de adaptación al estrés moderada. Hay un incremento moderado en el estrés acompañado por un aumento moderado en la reactividad emocional. Esta combinación (nivel moderado de estrés y nivel moderado de reactividad emocional) forman un ángulo de 45 grados en la Figura 4.1. No hay ningún síntoma diagnosticable en ninguno de los miembros de la familia nuclear a lo largo del curso del 65 Es habitual emplear este término para referirse a los terapeutas que utilizan la Teoría de Bowen para guiar su trabajo clínico.

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matrimonio. No hay incrementos de síntomas después del nacimiento de ninguno de los hijos. Antes del matrimonio la mujer tenía ataques de ansiedad leves que fueron desapareciendo gradualmente en los primeros años del matrimonio. En cuanto a los hijos del matrimonio constituido por el alumno, tanto el hijo mayor, de 31 años, como la hija menor, de 28, experimentaron conflictos en sus relaciones estables con el otro sexo. Ninguno de los dos vio afectado su funcionamiento después de la ruptura, ni en el área personal ni en el área profesional. Actualmente ambos están inmersos en relaciones estables de convivencia, con parejas con las que parecen tener un buen ajuste emocional. Ambos hijos, que son ya adultos, parecen estar consiguiendo avanzar en sus carreras profesionales y en ir alcanzando sus metas personales incluso mejor de lo que sus padres cuando estos tenían su edad. Si los hijos se casan y tienen hijos biológicos, el funcionamiento último de los nietos proporcionará uno de los mejores indicadores de las consecuencias que haya podido tener el esfuerzo realizado durante décadas por el estudiante. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen permite hacer este tipo de evaluación de resultados a largo plazo. Como se ha señalado previamente, la recopilación de hechos sobre el funcionamiento familiar puede proporcionar claves sobre el proceso emocional de la familia. Los propios conceptos de la Teoría de Bowen están basados en hechos y en hechos funcionales. La Teoría nos indica qué hechos es importante recoger y, al mismo tiempo, ayuda al clínico a entender su significado. La evaluación familiar y la terapia familiar dependen de esta interacción entre teoría y hechos. La meta del terapeuta o del coach no es solucionar los problemas que la familia presenta, sino tratar de entender cómo estos han llegado a aparecer. Cuando la familia llega a comprender mejor el problema, es más capaz de resolverlo por sí misma. No es la relación con el terapeuta, en sí misma, lo que propicia la solución de los problemas de la familia. El terapeuta simplemente potencia la reflexión de la familia buscando que pueda comprender mejor la naturaleza del problema. Conforme la familia va avanzando en el camino de entender los problemas desde una perspectiva sistémica y cada miembro de la familia va comprendiendo el papel que juega en el sistema, entonces van siendo capaces de ir descubriendo qué pueden hacer. La forma de pensar sobre el problema que llegue a tener la familia determinará lo que intentarán hacer al respecto. O, como el Dr. Bowen solía decir, «La terapia familiar es una terapia ‘hágalo usted mismo’… casi».

13. Evaluación familiar e investigación clínica La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen proporciona una estructura para evaluar los resultados de la terapia. Por ejemplo, parte del proceso de evaluación incluye la evaluación de la capacidad de autonomía que los miembros de la familia tienen dentro del sistema emocional de la familia (véase la «escala» de capacidad para la autonomía). El grado en que un miembro de la familia es capaz de mantener un Self separado bajo la presión del grupo podría verse incrementado durante el proceso de la terapia. Un hijo que intenta ser más sí mismo ante un padre «crítico», podría intentar contener su


La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen

reactividad hacia su padre. Cuando tiene éxito en esta meta, el funcionamiento familiar podría mejorar. Sin embargo, el hijo todavía ve a su padre como una persona crítica y se toma la crítica como algo personal. Si la familia experimenta un estresor que intensifica la ansiedad, el hijo se encuentra en una situación de vulnerabilidad a volver a caer en una respuesta reactiva ante la crítica de su padre. Si el hijo llega a creer que la crítica de su padre es simplemente una forma de funcionamiento de su padre ante la ansiedad, entonces no tendrá que tomarse la crítica como algo personal. El hijo puede reducir su «propensión a la reactividad», incluso cuando la ansiedad es elevada y la crítica se vuelve más intensa. El terapeuta puede tomar nota del cambio en la forma de pensar que se ve acompañado de un cambio en la forma en que el hijo es capaz de estar con su padre, incluso ante una elevación en los niveles de estrés. Como resultado de un pequeño incremento en el Self sólido, la conducta del hijo está menos condicionada por el funcionamiento emocional del padre y toda la unidad familiar es más capaz de adaptarse a las demandas de un estresor exigente. El proceso de evaluación avanza de la mano con la terapia. Al comparar las observaciones iniciales con la evolución posterior, el terapeuta puede monitorizar e interpretar los cambios de forma más precisa. Desde un punto de vista sistémico, los resultados se definen a partir de la Teoría. Si la familia es una unidad emocional, entonces el resultado de la terapia debería ser evaluado en toda la unidad, no solamente en la persona con el síntoma, o en las personas con la relación sintomática dentro de la familia. El síntoma de un hijo podría desaparecer si la focalización ansiosa paterna se desplaza hacia otro hijo. El hijo que originalmente tenía el síntoma puede mejorar, pero la nueva focalización en otro hijo producirá síntomas. Desde un punto de vista sistémico, el resultado en la unidad familiar sigue siendo el de un hijo sintomático. O, un matrimonio conflictivo podría mejorar durante el curso de la terapia, pero si esta reducción en el conflicto se basa en que uno de los cónyuges se adapta para mantener la paz, este cónyuge podría desarrollar posteriormente síntomas. El conflicto marital ha desaparecido pero la familia, evaluada como una unidad, todavía es vulnerable. Si se reduce la ansiedad presente en la familia, los síntomas podrían atenuarse o desaparecer, únicamente para volver a surgir cuando la ansiedad vuelva a aparecer. Si los síntomas se han desarrollado recientemente, a raíz del aumento en el nivel de estrés que la unidad familiar debe soportar, estos mismos síntomas se reducirán rápidamente si el estrés sobre la unidad familiar baja. Los síntomas que han ido apareciendo en la familia como resultado del aumento progresivo de la ansiedad, presente en la unidad familiar a lo largo de los años, suelen tener una respuesta más lenta al trabajo terapéutico. Desde el punto de vista de la Teoría de Bowen, hay muchos factores que pueden alterar el nivel funcional de una familia, desde una relación muy cercana con el terapeuta, hasta la reducción del grado de aislamiento que experimenta la persona sintomática. Cualquiera de estas dos cosas puede reducir la ansiedad. Sin embargo, cambiar el nivel básico de una familia requiere modificar la intensidad del apego emocional presente en la unidad familiar, un proceso que supone como mínimo un trabajo de varios años y en muchos casos incluso décadas. Conseguir esta meta es posible para algunas familias, pero sin duda no para todas. Si el terapeuta decide plantear como meta de su investigación un cambio funcional, entonces este

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tipo de cambio necesitará ser cuantificado. Para ello deberá especificar qué síntomas en particular es probable que vuelvan a aparecer y bajo qué condiciones concretas lo harían. La Teoría define el significado específico de un resultado explicitando por parte de quién y en qué periodo de tiempo se producirá este, usando un criterio que parte de la consideración de la familia como una unidad emocional. Familias con los mismos síntomas no son equivalentes. Incluso familias con la misma severidad en los mismos síntomas no son necesariamente equivalentes. En un estudio sobre los resultados de la terapia, cada familia debería tener su propia evaluación, incluso si se está estudiando el mismo síntoma y este está presente con la misma severidad. Una familia podría tener un síntoma más grave en un miembro de la familia pero tener un mejor pronóstico que otra familia con un síntoma menos grave. Si la familia con el síntoma más severo tiene un nivel básico de adaptabilidad más elevado, el pronóstico podría ser mejor que para una familia con un síntoma menos grave pero con un nivel menor de adaptabilidad. En un estudio sobre los resultados del proceso terapéutico, cada familia necesitaría ser evaluada individualmente valorando el nivel de adaptabilidad familiar al estrés, el nivel de ansiedad crónica y aguda, el tipo o los tipos de mecanismos de contención de la ansiedad empleados por la familia, los sucesos vitales estresantes vividos por la familia nuclear y la familia extensa, y el grado de corte emocional presente en la familia. Cada uno de estos factores afecta al pronóstico. La evaluación de cada uno de estos aspectos también orientaría la forma de la terapia. La terapia sistémica basada en la Teoría de Bowen descarta que sea posible diseñar un manual que indique que hay que tratar de la misma forma a todas las familias que presentan el mismo síntoma. La mezcla de variables que influyen en el desarrollo de un síntoma y en el resultado que tendrá un proceso terapéutico cambia de familia en familia, incluso aunque el síntoma sea el mismo. Un desarrollo terapéutico sólido basado en la Teoría de Bowen tendrá en cuenta esta complejidad, por lo que planteará una dirección específica para la terapia con cada familia que participe en una investigación para evaluar los resultados terapéuticos. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen permite realizar una serie de predicciones condicionales sobre los resultados terapéuticos si la evaluación de cada familia es precisa, y si el terapeuta es capaz de desarrollar un proceso terapéutico consistente con la Teoría. Los clínicos pueden hacer una serie de predicciones del tipo «sí… entonces». Por ejemplo, si la ansiedad en una familia baja, los síntomas se reducirán. Si las personas tienen éxito en la modificación de su nivel de corte emocional con sus familias de origen, entonces la ansiedad probablemente se reducirá en la familia nuclear, en la que, por tanto, también se atenuará la gravedad de los síntomas. Si la gente es capaz, durante un largo periodo de tiempo, de llegar a estar más separada emocionalmente o diferenciada de su familia de origen, la capacidad de adaptación de la familia nuclear al estrés mejorará; sin embargo, los síntomas pueden empeorar durante un periodo corto de tiempo si el esfuerzo por funcionar más como un Self sólido eleva la ansiedad de la familia. Las predicciones sobre los resultados de la terapia también deben estar condicionadas por el funcionamiento de los terapeutas. Si el


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terapeuta es capaz de mantenerse emocionalmente neutral con una familia, transmite el pensamiento sistémico de una forma que pueda ser escuchada por la familia, define Self y se destriangula de la familia adecuadamente, etc. La motivación para trabajar de los miembros de una familia clínica es otra variable que sería necesario tener en cuenta cuando se está haciendo una predicción sobre el resultado de la terapia. La utilización de definiciones operativas para describir el nivel de severidad de los síntomas hace posible comparar la gravedad de los síntomas al inicio y al final de la terapia. Un estudio sobre los resultados terapéuticos debería incluir, una vez finalizada la terapia, una serie de contactos periódicos de seguimiento con las familias incluidas en la investigación, para ver si los cambios alcanzados al final de la terapia se mantienen con el tiempo. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen permite realizar predicciones muy detalladas sobre el resultado de un proceso terapéutico, que es posible contrastar con el resultado real que finalmente tendrá la terapia. La evaluación familiar basada en la Teoría de Bowen también proporciona una estructura para otras formas de investigación clínica. Algunos terapeutas con una buena formación en la Teoría de Bowen podrían emplear el propio proceso de evaluación para, trabajando en equipo, conseguir realizar una investigación con familias que hayan presentado el mismo tipo de problemas. Tal vez la evaluación familiar inicial podría servir de base para predecir los resultados terapéuticos que van a obtener diferentes familias con un mismo tipo de dificultad, como por ejemplo una depresión en un miembro. Si un grupo de terapeutas hace predicciones basándose en su evaluación de familias que han referido problemas similares, esto podría servir para evaluar la efectividad de la Teoría para predecir el resultado de la terapia. La investigación clínica realizada por terapeutas bien formados en la Teoría de Bowen podría utilizar el mismo proceso de evaluación familiar para comenzar a construir una base de datos que podría aportar nuevos conocimientos. Familias con una capacidad similar de adaptación al estrés, por ejemplo, podrían compararse entre ellas para ver si presentan niveles similares de corte emocional con sus familias de origen o si tienen triángulos que operan con niveles parecidos de flexibilidad bajo niveles similares de estrés. Si los investigadores clínicos pudieran probar que son capaces de estimar de forma fiable la adaptabilidad familiar al estrés, podría llegar a ser posible una mejora en nuestra capacidad para estimar el nivel de diferenciación. En los estudios epidemiológicos se obtienen correlaciones entre variables como la adversidad en la primera infancia, y el desempeño educativo y la salud posterior de esos niños. Sin embargo, estos estudios no tienen posibilidad de explicar las excepciones; subgrupos de niños que experimentan un nivel similar de adversidad pero cuyo desempeño educativo y cuya salud a largo plazo parece no haberse visto afectada por haber vivido adversidades en la primera infancia. La evaluación de las familias de estos niños podría ayudar a explicar las excepciones encontradas en los estudios epidemiológicos. Las variables basadas en la Teoría de Bowen, incluidas en estudios longitudinales, podrían mejorar la capacidad para predecir de modo más preciso un mayor rango de resultados.

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14. Conclusión Puesto que la Teoría Familiar Sistémica de Bowen es significativamente distinta de las teorías que se suelen utilizar para guiar la evaluación y el tratamiento individual, también el proceso de evaluación familiar es significativamente diferente del que se suele realizar en la evaluación individual cuando se utilizan instrumentos como el DSM. La dirección de la terapia, la evaluación de los resultados de esta, y el diseño de los proyectos de investigación clínica son también distintos cuando están basados en un proceso de evaluación familiar orientado por la Teoría de Bowen.

Referencias bibliográficas Bowen, M. (1978). Family Therapy in Clinical Practice. New York: Jason Aronson. Jurkowski, J. (2004). Heroin Addicts, Family, and Recovery: A Pilot Study. Family Systems: A Journal of Natural Systems Thinking in Psychiatry and the Sciences, 7, 45-66. Kerr, M. E. y Bowen, M. (1988). Family Evaluation: An Approach Based on Bowen Theory. New York: Norton y Co. Levenson, R. W. y Gottman, J. M. (1983). Marital Interaction: Physiological Linkage and Affective Exchange. Journal of Personality and Social Psychology, 45, 587597. Levenson, R. W. y Gottman, J. M. (1985). Physiological and Affective Predictors of Change in Relationship Satisfaction. Journal of Personality and Social Psychology, 49, 85-94. Toman, W. (1976). Family Constellation: Its Effects on Personality and Social Behavior (3rd ed.). New York: Springer.


CAPÍTULO

Aplicaciones clínicas de la Teoría de Bowen Mariana Martínez Berlanga

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Después de estudiar la Teoría de Bowen surge naturalmente la pregunta: ¿cómo aplicar estos conceptos a la práctica clínica y en general a los servicios de salud mental? ¿Cómo se traducen estas ideas en la práctica del día a día en la consulta? El Dr. Bowen parece haber eludido de manera intencional la petición de los clínicos de establecer un método o sistema, estrictamente dicho, para hacer psicoterapia. Es cierto que, en múltiples ocasiones, ofreció propuestas de intervención y sugirió procedimientos; sin embargo, fue muy cuidadoso en no reducir su Teoría a una serie de intervenciones terapéuticas. No podemos hablar de «las técnicas de la terapia de Bowen» o la «terapia boweniana»; de lo que sí podemos hablar es de un sistema teórico que informa el quehacer clínico. El Dr. Bowen sostiene que lo que él ha desarrollado no es un método terapéutico, sino un marco teórico del cual se deriva una práctica (Bowen, 1978). Cuando se trabaja desde esta perspectiva, la aportación más valiosa que un profesional puede ofrecer a quien acude a consulta es una manera de pensar acerca de los sistemas a los que la persona pertenece (su familia nuclear, su familia de origen, las personas con las que trabaja, etc.). El poder de esta aproximación clínica radica en la manera de pensar del terapeuta, así como en su capacidad para comunicar esta visión acerca de las relaciones y de los problemas a quien solicita la terapia. La fuerza de esta perspectiva no está en la pericia del terapeuta para cambiar él mismo el sistema o hacer desaparecer los síntomas, sino en las ideas que impulsan a las personas a modificarse a sí mismas y sus relaciones, cambiando por consiguiente el funcionamiento de toda la familia. Esta afirmación constituye una de las premisas fundamentales del pensamiento sistémico, que postula que el cambio en una parte del sistema irremediablemente genera cambios en todo el sistema (Mikesell, Lusterman y McDaniel, 1995). La terapia basada en la Teoría de Bowen comparte algunos elementos básicos con otros tipos de terapias, ya sean de tipo individual, de familia o de grupo. Conforme ha ido evolucionando el trabajo en el campo de la Psicología Clínica, se han establecido algunos parámetros generales que ya forman parte de casi cualquier modelo terapéutico, incluyendo el que se describe en este capítulo. Entre otros, se


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encuentran el establecimiento de un contrato terapéutico,66 la actitud de escucha activa, la apertura del terapeuta, y el uso de preguntas como una herramienta fundamental (Trull, 2005). No obstante, existen elementos concretos que distinguen y caracterizan el trabajo clínico guiado por la Teoría de Bowen, así como principios a los que se adhieren los profesionales que trabajan desde esta perspectiva teórica.

1. El objetivo de la terapia basada en la Teoría de Bowen: La Diferenciación del Self El objetivo principal y último de la terapia basada en la Teoría de Bowen es establecer una dinámica de creciente Diferenciación del Self. La meta no es la eliminación rápida de los síntomas, sino disminuir la fusión en la familia a través de la modificación de los procesos emocionales subyacentes que gobiernan el funcionamiento de los individuos y sus relaciones interpersonales (Bowen, 1978; Rodríguez-González y Kerr, 2011; Brown, 1999). La terapia basada en la Teoría de Bowen busca reducir las vulnerabilidades esenciales de los individuos y de la unidad familiar mediante el incremento del nivel de Self básico (Papero, 1995). Ahora bien, es muy raro que una persona se acerque a pedir consulta diciendo: «quisiera incrementar mi nivel de Diferenciación del Self, ¿podría darme una cita?». Las personas se acercan con la necesidad de resolver un problema específico, como lo es una relación conflictiva con un hijo adolescente, que su pareja bebe demasiado, un divorcio inminente, depresión, ansiedad, etc. El terapeuta atiende las demandas de la familia y su preocupación concreta, utilizando la Teoría para acompañarla en el descubrir qué procesos están activados y cómo la ansiedad se está manifestando de esa forma concreta, en ese momento, en esta familia en particular. De manera paulatina, el terapeuta irá comunicando su visión del problema para ir generando curiosidad en quien está en consulta acerca del funcionamiento de sí mismo(s) y de la familia en su conjunto. Cuando alguien dentro de una familia se interesa por conocer cómo opera esta, cuáles son sus patrones de relación, cuál ha sido su trayectoria a lo largo de varias generaciones, la manera en que se han enfrentado las dificultades, así como por conocer cuál es su propia contribución en la generación y mantenimiento de los problemas, se ha logrado un primer paso para diferenciar Self. Se ha dicho que el cambio de un individuo genera necesariamente cambios en otros y en el sistema mismo. Sin embargo, el objetivo y la motivación no pueden ser en ningún caso el cambio del otro. Hay algunas personas que se acercan a terapia con la siguiente idea: «quisiera yo cambiar algo para que el otro cambie»; por ejemplo, «quisiera yo aprender a ser más firme para que él se vuelva más responsable». 66 El contrato terapéutico se refiere a las reglas en el contexto de la terapia, incluyendo aspectos como confidencialidad, horarios, pagos y comunicaciones fuera del tiempo de consulta (Ceberio, 2002).


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Este planteamiento es inadecuado y no representa un trabajo hacia la Diferenciación del Self. La diferencia entre esto y un deseo de trabajar sobre sí mismo es sutil pero importante. La intención de cambiar con el objetivo de cambiar al otro, sigue implicando que el propio funcionamiento está condicionado por el funcionamiento del otro: «Mi bienestar depende de que él se vuelva más responsable». El terapeuta buscará ayudar a la persona a cambiar el foco de atención dirigiéndolo hacia sí mismo: ¿Cuál es su papel en el mantenimiento del problema? ¿Cómo va a responder ante este dilema sin contar con el cambio del otro? ¿Qué está dispuesto a hacer y qué no, independientemente de si el otro se vuelve más responsable o no? Si en el camino el otro cambia, ¡magnífico!; pero este no es el objetivo último. Los síntomas que aquejan a quien viene a consulta, ya sean emocionales, físicos, o de tipo social, pueden disminuir o desaparecer en un plazo corto. Esto es sin duda deseable, pero no representa el éxito de la terapia. La prueba de un grado mayor de madurez emocional solo puede observarse a más largo plazo. En la vida de las personas que están en terapia habrá seguramente momentos en el futuro en los que la presión se incremente y se vuelvan a presentar los mismos u otros síntomas. Haber logrado una mayor Diferenciación del Self no tiene como resultado la inmunidad ante los embates de la vida, pero sí ayuda a que las crisis (las reacciones) sean menos profundas y facilita que la recuperación sea más rápida (el regreso a un estado más libre de ansiedad). Pocas personas logran grandes cambios en los niveles de Diferenciación del Self, aun cuando trabajan en ello durante años. Sin embargo, pequeñas modificaciones pueden tener resultados sorprendentes en la calidad de vida y en la mejora en la relaciones (Bowen, 1978; Gilbert, 1992). El nivel de Diferenciación del Self se mantiene bastante estable a lo largo del tiempo y de las generaciones, pero un incremento (aunque este sea menor cuantitativamente hablando) puede repercutir significativamente en la vida de una persona, de su familia y de las siguientes generaciones. Es así como personas que han utilizado la Teoría de Bowen como guía para un trabajo de desarrollo personal y familiar manifiestan: «Sigo siendo yo mismo, me sigue importando lo que mi madre piensa de mi, pero menos que antes. Ahora puedo soportar la idea de que no valore lo que hago sin tener que cambiar mi rumbo». Este cambio puede representar una trayectoria profesional nueva, mayor serenidad en la relación con los hijos, o una respuesta física menos severa de cara a una enfermedad. En suma, un cambio cualitativo que bien vale la pena el esfuerzo. En síntesis, la terapia basada en la Teoría de Bowen tiene un objetivo último que es lograr una mayor Diferenciación del Self. Se requiere un esfuerzo sostenido en el tiempo que dará como resultado que la persona pueda relacionarse con otros sin perder el sentido de su individualidad, teniendo mayor claridad y solidez en los principios que rigen su actuar, y con mayor capacidad para acceder al sistema intelectual aún cuando se enfrente a situaciones emocionales intensas. Este crecimiento tiene un efecto dominó: se gesta y efectúa en el individuo, pero repercute en todo el sistema familiar.

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2. Trayectoria de una terapia fundamentada en la Teoría de Bowen La terapia comienza con el primer acercamiento o la primera llamada telefónica. Desde este primer contacto se activan los mecanismos típicos de un sistema emocional. Esto quiere decir que se abre la posibilidad de que el terapeuta forme parte del sistema emocional de quien viene a terapia, ya sea aliándose con uno de los miembros, teniendo lástima por otro, considerando que el problema radica en uno de ellos, o sintiendo especial simpatía por el de más allá. Desde este primer momento, el terapeuta comienza su trabajo: mantenerse en una posición diferenciada; esto es, permanecer en contacto emocional con la familia mientras se conservan la objetividad y la neutralidad, posicionándose así fuera de los triángulos. Esta es, en definitiva, la tarea más importante y más difícil del terapeuta, a la cual volveré más adelante. Como he señalado ya, las personas, parejas y familias que se acercan a solicitar consulta presentan una variedad amplísima de problemas, ya sean emocionales, físicos o sociales. Cualquiera que sea el motivo de consulta, las dificultades suceden en el contexto de las relaciones humanas y en respuesta a ellas, por lo que es posible atenderlas desde la comprensión de los sistemas naturales de la Teoría de Bowen. Los problemas emocionales y psicológicos van desde el sentirse insatisfecho consigo mismo hasta la ansiedad, la depresión o las reacciones psicóticas. La consulta puede surgir del deseo de manejar una enfermedad física y sus implicaciones para el enfermo y los miembros de la familia. Ejemplos de esto serían un cáncer, la infertilidad o las migrañas. La consulta también puede ser motivada por problemas sociales como: conductas irresponsables, delincuencia, incapacidad para mantener un empleo, violencia dentro y fuera de la familia o abuso de sustancias. Todas estas dificultades en la vida hablan de un desequilibrio en la familia, entendiéndola teóricamente como un sistema emocional. El «paciente», entonces, no es quien «tiene» el problema, sino todo el sistema emocional que está involucrado. Dicho de otra forma, no importa quién se acerque a pedir terapia, el paciente no es el «paciente», sino que toda la familia lo es. Durante las primeras sesiones se lleva a cabo una evaluación inicial del funcionamiento familiar.67 El terapeuta busca obtener la información necesaria para poder generar un diagrama lo más completo posible de, al menos, tres generaciones. Es esencial obtener datos concretos sobre el devenir de la familia, lo que incluye fechas de nacimiento, muertes, matrimonios, separaciones, cambios geográficos de residencia, etc. También se registran cambios en el nivel de funcionamiento a lo largo del tiempo, como son cambios en el estado de salud, competencia académica, éxito laboral y síntomas varios. Así mismo, se exploran los patrones de relación más pronunciados y las posibles repeticiones y coincidencias en diferen67 Para detalles sobre el proceso de evaluación, véase el Capítulo 4.


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tes generaciones: distanciamiento emocional, alteración en el funcionamiento de uno de los miembros de la pareja, conflicto en la pareja y/o focalización en uno o varios hijos. Esto se puede explorar por medio de preguntas como: ¿Quién es más cercano a quién? ¿Quién ayuda a quién y cuándo? ¿Quién es similar o contrario a quién? ¿Cómo reaccionó cada uno cuando sucedió aquello? De esta forma, se tiene una visión multigeneracional tanto del contenido como de los procesos (Kerr y Bowen, 1988). La utilización del diagrama familiar para recoger información en un solo cuadro es una herramienta muy útil. El análisis de estos datos permite al terapeuta generar una serie de hipótesis sobre las que irá trabajando a lo largo de las sesiones. La evaluación no se limita a las primeras sesiones sino que es un proceso continuo. Conforme avanza el proceso terapéutico, la visión se va ampliando y el diagrama se va enriqueciendo y detallando. No obstante, el esbozo inicial es fundamental para definir hacia dónde dirigir los esfuerzos y así ser lo más efectivo posible (Kerr y Bowen, 1988). En esta primera fase del proceso se presenta con frecuencia una dificultad: a la familia le aqueja el aquí y el ahora, y no pocas veces está convencida de que el problema radica en quien tiene los síntomas (la actitud de la hija, la frialdad del esposo, la depresión de la pareja, etc.). Pasar de esta definición de la realidad a hablar sobre la familia de origen y su conexión con el motivo de consulta puede resultar sumamente disonante. «¿Qué tiene que ver el déficit de atención de mi hijo con mi madre, mi hermano y su relación de hace 30 años?». El terapeuta necesita ir tendiendo puentes y expandiendo la visión del problema, sin olvidar en dónde se encuentra la familia en ese momento, y responder en algún nivel a sus inquietudes. De lo contrario, es posible que la familia aborte el proceso prematuramente. Si las personas que están en terapia logran ir poniéndose ellas mismas las «gafas» de la Teoría de Bowen, poco a poco la misma familia comprenderá que todo aquello de lo que se habla en la terapia tiene que ver con el problema concreto por el que, inicialmente, habían acudido a consulta, y los conceptos teóricos, que ahora les ayudan a analizar la realidad desde otra óptica, les permitirán tener una visión mucho más amplia y objetiva de su dificultad. Si esto se logra, la terapia estará siendo un éxito. La exploración durante el proceso de evaluación es ya terapéutica y constituye una intervención en sí misma. Las preguntas que hace el terapeuta, aquello que le parece interesante, aquello con lo que está de acuerdo o en desacuerdo con la familia, van perfilando una forma de ver los problemas. Frecuentemente, las familias se sorprenden al descubrir que el inicio de un síntoma coincide con otros sucesos en la historia de la familia y pueden empezar a contemplar con la idea de que existe una relación entre ellos. Cuando el terapeuta no coincide con ellos en la definición de un problema, o cuando le parece insignificante algo que ellos definen como importante, los invita a pensar de una forma nueva, es decir, a no prestar tanta atención al síntoma como tal, sino comenzar a entenderlo como el reflejo de un desequilibrio del sistema emocional. No es raro que la familia encuentre dificultad para ver las cosas

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desde esta perspectiva y dirija de nuevo la conversación hacia el motivo de consulta, el síntoma y cómo curar a quien lo presenta. Una vez más, cuando el terapeuta es capaz de mantener su posición diferenciada, es decir, conservar su propia visión o punto de vista, ayudará a la familia a progresar hacia una manera distinta de verse a sí misma que seguramente le será útil. El saberse escuchado y tener la oportunidad de expresarse pueden ser suficientes para tranquilizar a la familia, pero pueden dar también una falsa indicación de que los problemas se han resuelto. Muchas de las familias que vienen a consulta se sienten satisfechas cuando la ansiedad en el sistema se ha reducido hasta llegar a niveles más tolerables, lo que puede resultar en la disminución de los síntomas o incluso su desaparición. Para algunas familias esto es suficiente para hacer ciertos ajustes que permitan relaciones más armoniosas. Sin embargo, aunque este es un paso importante, de ninguna manera es considerado por Bowen como el final exitoso de un proceso terapéutico (Bowen, 1978). En este punto simplemente se han logrado las condiciones necesarias para pensar de manera más clara e iniciar un trabajo más profundo y duradero. No obstante, al llegar a esta fase, como he indicado, no pocas familias deciden dar por terminada su terapia. Otras familias o individuos se interesan en continuar los esfuerzos hacia la Diferenciación del Self y se involucran en un proceso de trabajo con la familia de origen. Este proceso representa un esfuerzo a más largo plazo, habitualmente de años, a través del cual las personas consultan con el terapeuta sobre la manera de modificar su propia posición en la familia, sobre todo en referencia a la familia de origen. Se desarrolla un plan específico y se pone en práctica en aquellos entornos que son emocionalmente más intensos y significativos, es decir, la familia nuclear y especialmente la familia de origen, con el fin de definirse a sí mismos de una manera nueva (Gilbert, 1992). Cuando una persona hace intentos para definir Self, es predecible que encuentre oposición por parte del sistema. No hay que olvidar que mucho de lo que hacemos, incluidos los problemas y los síntomas, tiene que ver con un intento del sistema para controlar los niveles de ansiedad y lograr un equilibrio. De esta forma, la persona que pretende alejarse de la fusión, tendrá que enfrentarse con otros miembros de la familia que intentarán persuadirlo para que regrese y sea el mismo de antes. Si la persona en cuestión es capaz de mantenerse en su nueva posición, sin distanciarse o enfadarse, con el tiempo el sistema se ajustará. Es posible que, entonces, otro miembro de la familia comience con sus propios intentos de diferenciar Self. De esta forma, cada miembro de la familia avanza en diferentes momentos con periodos de progreso, de regresión y de estancamiento. No obstante, si uno de ellos logra verdaderamente diferenciarse un poco más, facilitará el progreso del resto de la familia. Cuando se trabaja hacia la Diferenciación del Self, es casi imposible evitar un desasosiego inicial, de tal forma que constatar que el sistema no reacciona ante los intentos de diferenciación es razón suficiente para sospechar que no se ha logrado un verdadero cambio (Bowen, 1978).


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El poder dirigir la atención hacia sí mismo a veces requiere tiempo, pues la tendencia natural es orientarse hacia los otros. Cuando se trata de parejas, por ejemplo, es común que en un primer momento ambos integrantes se concentren el uno en el otro, o en los hijos, con la esperanza de que sean los otros quienes cambien. Poco a poco será uno de los miembros de la pareja quien comience a enfocarse, de manera unilateral, hacia sí mismo y en su propio proceso de Diferenciación de Self. Esto dará pie a que el otro miembro de la pareja inicie su propia marcha en el mismo sentido. Este hecho se ve claramente reflejado en una frase que hizo un hombre que tendía a ser menos funcional cuando su pareja hacía comentarios críticos acerca de él: «yo quiero y necesito volverme más responsable y más proactivo, independientemente de si ella deja o no de hacer esos comentarios que yo oigo como crítica». El camino hacia la Diferenciación del Self es un camino abierto que, en realidad, no tiene final. Muchas personas dan por terminada la terapia de manera formal pero siguen haciendo esfuerzos a lo largo de la vida, algunos regresando a solicitar asesoramiento de manera intermitente con años de espaciamiento entre consultas. Sea como fuere, con ayuda profesional constante, de manera independiente utilizando lo aprendido durante el periodo que duró la terapia, o de manera autodidacta acercándose a la Teoría, el trabajo de Diferenciación del Self y la posibilidad de crecimiento y maduración dura toda la vida.

3. Principios básicos de la terapia basada en la Teoría de Bowen Para lograr el objetivo de incrementar el nivel de Diferenciación del Self, se pueden identificar dos principios básicos explicados a lo largo de los escritos de Bowen (1978), y recogidos y sintetizados por Rodríguez-González y Kerr (2011). El primero es aumentar la objetividad y la neutralidad al observarse a sí mismo y a la propia familia. El segundo es trabajar sobre sí mismo a través de las relaciones más significativas y emocionalmente más intensas. Estos dos principios se suceden de manera fluida, con avances y retrocesos, y no tienen un orden específico, pero ambos son necesarios para lograr aumentar el nivel de Diferenciación del Self básico.

3.1. Incrementar la objetividad y la neutralidad La Real Academia de la Lengua Española define el ser objetivo como «perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. Desinteresado, desapasionado». Y define neutral como «que no participa de ninguna de las posiciones en conflicto» (Diccionario de la Lengua Española, 2001). Estas dos definiciones ayudan a entender hacia dónde se dirigen las conversaciones en el contexto terapéutico, en relación al primer principio. La objetividad y la neutralidad son difíciles de conseguir, sobre todo cuando una persona se ve a sí misma y a la propia familia. Es muy usual realizar juicios prema-

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turos, culpar, pasar por alto información, y hacer interpretaciones dejando de lado los hechos. Durante la terapia hay diálogos que facilitan el acercamiento de quien está en terapia a una postura más objetiva y neutral, sabiendo que «nadie llega a ser totalmente objetivo y nunca puede dejar de reaccionar emocionalmente frente a las situaciones familiares» (Bowen 1991, p. 80). No obstante, es posible avanzar en este sentido por medio de las siguientes estrategias: 3.1.1. Observar e identificar patrones de conducta en la familia y en uno mismo Cuando se observa la trayectoria de una familia a lo largo del tiempo, especialmente si se incluyen varias generaciones, se pueden identificar algunos patrones de relación propios de esa familia en particular. Cuando quien acude a consulta se hace consciente de que forma parte de esta repetición de patrones, se observan varios efectos. Por un lado, se aligera la carga al ver que no es el único en su familia que ha actuado de tal forma. Por el otro, permite tomar la decisión de modificar determinadas conductas desde una comprensión más amplia y contextualizada. Tener presente un panorama multigeneracional permite darse cuenta de la potencia y magnitud de las fuerzas emocionales que se han transmitido de generación en generación, lo que ayuda a disminuir la culpa y la crítica hacia sí mismo y hacia los demás. Por ejemplo, un padre joven que estaba teniendo problemas para proveer económicamente a su familia pudo, al describir el desarrollo profesional de otros hombres en su familia, descubrir que en la rama paterna algunos varones, al poco tiempo de formar una familia, se volvían incapaces de proporcionar los recursos económicos necesarios, mientras que las mujeres se convertían en las principales proveedoras del hogar. Para este hombre, darse cuenta de este patrón de sobrefuncionamiento y bajo funcionamiento fue de suma importancia para transformar poco a poco su actitud, tanto hacia su madre como hacia su esposa, modificando en cierta medida su propio desarrollo profesional. Pudo, también, ser más benévolo consigo mismo en el proceso de avance y retroceso que esto implicaba. Su esposa, por su parte, quien también participaba en las sesiones, se sintió menos molesta ante esta situación y pudo hablar de forma más serena y productiva sobre el tema. También fue capaz de identificar cómo ella participaba en la creación de este patrón. En suma, ambos lograron un pequeño acercamiento a una posición más objetiva y neutral ante esta problemática, abriendo la oportunidad para el cambio. De la misma manera que se observan patrones de relación en la historia de la familia, se pueden observar patrones de conducta en uno mismo, es decir: identificar qué hago, cuándo, cómo lo hago y con quién. Es posible ayudar a quien viene a consulta a identificar los propios patrones de comportamiento respondiendo a las preguntas anteriores. Este ejercicio de reflexión y autoobservación permitirá, después de un tiempo, convertir estas conductas en predecibles, de modo que sea posible anticipar la conducta y las reacciones emocionales en una circunstancia dada. Por ejemplo, durante el proceso de autoobservación, una joven se percató de que cada vez que recibía un correo electrónico de su madre hablando de las dificultades con su


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hermana, se ponía tensa, sentía un hoyo en el estómago, era menos productiva ese día en su trabajo y terminaba por escribirle a su hermana reprochándole su conducta con la madre. Esto sucedía con tal precisión que, solo con abrir su buzón de correo y ver «hermana» en el renglón de los asuntos, podía predecir el resto de los acontecimientos del día. También comenzó a interesarse por el triángulo formado por la hermana, ella y la madre, y cómo su intervención, que era una reacción automática, ayudaba a que este modo de interactuar se perpetuara. Conocer esta cadena de conductas le ofreció la posibilidad de planificar una manera diferente de actuar ante esta historia que parecía repetirse sin fin. De la misma forma, pudo alejarse de la tendencia a buscar buenos y malos, pasando a evaluar la situación de forma más objetiva, es decir, como un patrón automático en el sistema donde cada uno juega un papel. Durante el proceso de observación de los patrones de conducta, es clave descubrir los triángulos que operan en la familia: aquellas interacciones emocionalmente intensas en las que participan tres personas. Cuando uno es capaz de observar los triángulos y su propia participación en ellos, es posible comenzar a relacionarse de forma distinta con las personas involucradas. El objetivo es, una vez detectado un triángulo en el que uno participa, ofrecer una respuesta neutral, sin tomar partido por uno de los lados, y sin atacar o defenderse (Bowen 1978; Papero, 1995). Muchas veces, quien comienza a observar los patrones de conducta en la familia y en sí mismo quiere saber cómo hacer frente a aquello que observa, y desea pasar rápidamente a la acción para cambiarlo. Desde la terapia, es conveniente animar primero a hacer numerosas observaciones hasta volverse un experto en la propia familia y en las reacciones y movimientos de cada integrante. Tratar de descubrir para qué sirve aquella conducta, aparentemente irracional, e intentar predecir qué pasaría si la conducta cambiase, es una manera de acercarse a la objetividad. Solo entonces se puede planear una estrategia de cambio bien fundamentada y pasar a la acción. En la trayectoria hacia la comprensión de los patrones de conducta es útil preguntarse «cómo», «cuándo», «dónde» y «con quién» suceden las cosas. La pregunta «por qué» resulta menos provechosa, pues generalmente lleva a pensar en términos de causa-efecto y a realizar interpretaciones. La objetividad y la neutralidad se logran cuando se observa a la familia y a uno mismo como quien observa a una bandada de gansos salvajes volando hacia el sur. En esta observación no hay buenos, malos, ni intenciones escondidas; simplemente es un engranaje en el cual el comportamiento de cada individuo tiene que ver con la interacción entre los individuos y con los objetivos del grupo. La cadena de comportamientos se repetirá cuantas veces sea necesario. 3.1.2. Observar el papel que cada uno juega en la generación y mantenimiento de los problemas La mayoría de nosotros podemos ver, de manera más o menos fácil, conductas problemáticas en otros y sugerir un buen número de soluciones para cambiarlas. No nos explicamos por qué esa persona simplemente no ve el problema y no deja de hacer aquello que lo pone en dificultades. Sin embargo, resulta más complicado

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reconocer y asumir cuál es el papel que uno juega en la creación y mantenimiento de un problema. Este cambio de ángulo implica concebir las relaciones desde una perspectiva sistémica y no desde un punto de vista individual, lo cual no resulta fácil. Un ejemplo sencillo es aquella mujer molesta porque su pareja no la ayuda con los quehaceres del hogar. Le parece obvio que él podría tomar la iniciativa y preparar el desayuno a los niños, limpiar la casa o regar las plantas. No se da cuenta de que, cada vez que su pareja interviene en estas tareas, ella lo corrige y le parece que no ha hecho bien su trabajo porque no lo hace del modo que a ella le gusta. Todo esto desemboca en que termine ella haciéndolo todo. La postura crítica ante su pareja va, a lo largo del tiempo, reforzando la pasividad de este. En este proceso de observación es imperativo no perder de vista que todas las relaciones tienen un componente de reciprocidad. A se comporta de una manera mientras B actúe de cierta forma, y B actúa así porque A parece «invitarlo» a ello. Si se asume este concepto de reciprocidad hasta sus últimas consecuencias se puede asegurar que nadie es el causante último de los problemas; no hay víctimas ni verdugos, sino que todos tienen un rol activo en su generación y mantenimiento. Sin duda, tener en mente la cualidad recíproca de las relaciones lleva a una visión más objetiva y neutral sobre las mismas. 3.1.3. Manejo de las propias reacciones emocionales El proceso de autoobservación lleva al paulatino conocimiento de las propias reacciones emocionales. Una persona con altos niveles de Diferenciación del Self es capaz de saber qué situaciones tienden a despertar tales o cuales reacciones y tiene mayor habilidad para manejarlas. Hasta cierto punto, esta persona puede decidir cómo responder ante situaciones de tensión, exhibiendo mayor capacidad de autoregulación. Las reacciones emocionales, aquello que sucede de manera automática, ofrecen también información sobre el fluir de la ansiedad en el sistema y dan luz sobre los patrones de relación que están activos en un momento dado. Para que una persona pueda identificar las propias reacciones emocionales es indispensable que se pregunte: «¿Cuál es mi conducta típica ante situaciones tensas? Cuando la presión se incrementa, ¿qué suelo sentir, pensar y hacer?». Las reacciones emocionales se ejecutan de una manera rápida, automática y, casi siempre, sin mucha conciencia. Estas dan lugar a sentimientos, pensamientos, comportamientos y respuestas somáticas que se han ido programando a lo largo de los años, particularmente en relación a aquellas personas más significativas en la familia de origen (Gilbert, 1992). Por medio de un esfuerzo de observación sostenido, la persona puede ir reconociendo la ansiedad en sí misma y el impacto de las reacciones emocionales sobre su propio funcionamiento. Por ejemplo, puede preguntarse: «Cuando estoy con estas personas en estas circunstancias, ¿me vuelvo más o menos capaz? ¿Me siento más irritable, animosa, cansada o desconectada? ¿Me comporto de una forma más autoritaria, sumisa o inquieta?». Quien acude a consulta deberá identificar las formas idiosincrásicas de manifestar y manejar la


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ansiedad. El terapeuta le ayudará a reconocer estas reacciones y a identificar cómo estos estados excesivamente activos de emocionalidad, así como la sensibilidad exacerbada ante ciertos estímulos (peligro real o imaginario), limitan su capacidad para pensar claramente. Modular la propia emocionalidad es una de las condiciones necesarias para poder ser un Self diferenciado en medio de un ambiente emocionalmente intenso. Las reacciones emocionales no suceden en el vacío sino que tienen que ver con el contexto, con la percepción de peligro y con la respuesta natural de ataque o huida. Tal como se ha explicado en los capítulos teóricos, muchas veces estas reacciones son respuestas de adaptación apropiadas al momento (ansiedad aguda). Otras veces, las reacciones son desproporcionadas a la circunstancia, siendo una llamada de «¡Alerta! ¡Alto nivel de inquietud en el sistema!». Estas respuestas tienen que ver con un malestar que se ha venido transmitiendo de generación en generación y que no ha podido llegar a una resolución (ansiedad crónica), y son la fuente de donde se derivan una gama de síntomas. Identificar la «coreografía» que ejecuta la ansiedad en un sistema emocional ayuda a apreciar que la ansiedad es, en efecto, contagiosa y que aumenta o disminuye dependiendo de la participación y aportación de cada individuo en el grupo. Tener esto en cuenta disminuye la inclinación a culpar y reprochar, al mismo tiempo que facilita una valoración más completa, serena e imparcial de una situación dada.68 Un ejemplo de la utilidad de observar las reacciones emocionales es el siguiente. En una reunión social, un hombre observó a su padre actuar de manera poco sociable y un tanto inapropiada para la ocasión. Varios de los hermanos presentes se avergonzaron de su padre, pero este hijo en particular se puso tan tenso que desarrolló un dolor de cabeza y se tuvo que retirar. Después de repetidas ocasiones en situaciones similares pudo identificar cómo, en un momento perturbador en la familia, él absorbía la ansiedad y la manifestaba a través de su disgusto y hasta por medio de un mal físico, que además le obligaba a distanciarse. A partir de esta toma de conciencia, se interesó por conocer algunos hechos en la historia de su familia que explicaban, en parte, la generación de esta reacción emocional intensa. Descubrió que el distanciamiento a causa de un mal físico estaba presente también en otros miembros de la familia. Así, en las siguientes ocasiones en las que se encontró en esta situación, al sentir las primeras señales de tensión en su cuerpo, comenzó a preguntarse: «¿Qué sucede en el sistema familiar? ¿Estoy dispuesto a absorber la ansiedad que pertenece a todo este grupo o podría tolerar que mi padre quedase en ridículo ante estas personas sin hacerme yo responsable ni distanciarme?» En este caso, sus observaciones le permitieron mayor claridad y la posibilidad de elegir una nueva respuesta a viejas situaciones. 68 Victoria Harrison (2010) ha desarrollado un instrumento que guía las observaciones de las reacciones emocionales en sus distintas manifestaciones y ofrece un mecanismo para su registro y análisis. El estudio sistemático de la propia reactividad requiere de alto grado de disciplina. Sin embargo, este esfuerzo redunda en la posibilidad de ver la propia forma de reaccionar ante diferentes personas y situaciones a lo largo del tiempo. En este sentido, la evidencia habla por sí misma.

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Hasta aquí he hablado de hacerse más consciente de las reacciones emocionales propias ante situaciones demandantes, pero esto no es suficiente. También es necesario asumir la responsabilidad ante tales reacciones. Si bien es cierto que las circunstancias desencadenan las reacciones, también lo es que la persona misma es responsable de estas (Rodríguez-González y Kerr, 2011). A menudo, escuchamos: «Si él no se comportara tan mal conmigo, no tendría yo que golpearlo». Esta afirmación conlleva la idea de una respuesta inevitable. En la medida en que esta persona siga atribuyendo al otro la responsabilidad de su propio comportamiento, no habrá progreso. Un grado superior de Diferenciación del Self implica una mayor posibilidad de autorregulación, de incrementar la capacidad para tolerar la propia ansiedad sin tener que reaccionar de forma inmediata; en otras palabras, ser capaz de calmarse y pensar antes de actuar, lo que desemboca en comportamientos más responsables. Esta capacidad de autorregulación puede incrementarse poco a poco a base de observación, entrenamiento, ensayo y error. Otras formas complementarias de incrementar la capacidad de modular las reacciones emocionales son el biofeedback, el neurofeedback, las técnicas de relajación, la meditación, el ejercicio físico e incluso el descanso (Gilbert, 1992). Cuando una persona puede mantener la serenidad y la calma frente a otra que está ansiosa, habrá más posibilidad de observar, pensar y evaluar la situación de manera cabal e incluso evitar que un problema escale y se genere una crisis o un desequilibrio. Las crisis generadas por una reactividad desmedida suelen, a su vez, redundar en la intensificación de alguno de los mecanismos propios de los sistemas emocionales, como son la aparición de un síntoma, el conflicto y/o el distanciamiento, y la formación de triángulos. Todo ello contribuye al incremento de la ansiedad crónica. De aquí la relevancia de trabajar hacia una mayor capacidad de autorregulación. 3.1.4. Diferenciar entre el sistema intelectual y el sistema emocional Para lograr una postura objetiva y neutral en las relaciones interpersonales, es necesario ser capaz de diferenciar entre el sistema intelectual (los pensamientos, las ideas) y el sistema emocional (las reacciones automáticas). Cuando una persona se encuentra en una situación incómoda, es incapaz de hacer un juicio justo sobre lo que ocurre si se ubica de lleno en el plano emocional. El sistema intelectual y el sistema emocional, aunque están siempre en comunicación y regulación mutua, es muy difícil que puedan estar activados plenamente de forma simultánea, tal como se explica y fundamenta en el Capítulo 2. Dicho de otra manera, es muy difícil, si no imposible, pensar claramente cuando nos invaden las emociones. Cuando en la consulta una persona experimenta un momento emocionalmente intenso, es importante dar espacio a la expresión de sus sentimientos; sin embargo, esto no es suficiente. En lugar de centrar la conversación hacia el «¿qué sientes?», exacerbando el sistema emocional, es conveniente encaminar la conversación hacia


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el uso del sistema intelectual con preguntas como «¿qué piensas sobre ello?». Esta estrategia favorece un análisis más ecuánime, claro y objetivo de lo que ocurre, y la consecuente posibilidad de tomar decisiones más acertadas. El énfasis en distinguir el sistema intelectual del emocional no quiere decir que en la terapia orientada por la Teoría de Bowen no haya cabida para hablar y expresar emociones y sentimientos. Lo que se considera importante en este contexto es ayudar a quien está en terapia a poder discriminar mejor entre el pensar y el sentir, y utilizar un sistema u otro de la forma más independiente posible. Cuando la terapia se queda en la expresión de los sentimientos, indudablemente hay un alivio momentáneo, una catarsis, pero el bienestar adquirido es efímero y pocas veces conduce a cambios conductuales sostenibles tanto a nivel individual como relacional. Es importante señalar que, en ocasiones, los pensamientos se ponen al servicio de las emociones, es decir, se encuentran convincentes razones para dar salida a las respuestas emocionales. Casi siempre es el tiempo y el mirar hacia atrás lo que determina si la decisión frente a ese dilema en particular se generó en el sistema intelectual o en el emocional. Para conseguir que quien acude a consulta alcance un punto de vista más objetivo y neutral, es indispensable impulsarlo a utilizar las funciones superiores del pensamiento, dándole a la emoción su justo lugar, pero sin confundir lo uno con lo otro. 3.1.5. Conocer la Teoría de primera mano No hay mejor manera de adentrarse en un tema que acercarse a las fuentes originales. En el transcurso de la terapia basada en la Teoría de Bowen es frecuente que el terapeuta sugiera artículos, libros o vídeos que explican la Teoría misma. Algunas personas no se muestran interesadas y prefieren solo acudir a las sesiones, lo cual es perfectamente aceptable. En cambio, otras se acercan a la literatura y a otros medios que les ayudan en la comprensión de sí mismas y de sus familias en base a su nuevo saber. En cualquiera de estos casos, el terapeuta puede introducir paulatinamente algunos conceptos teóricos durante las sesiones. Familiarizarse con los principios que ofrece la Teoría ayuda a las personas a ir desarrollando un marco conceptual, una serie de ideas y un lenguaje al cual acudir para describir y comprender lo que observan. Observarse a sí mismo desde la Teoría implica saber que existen principios que rigen todas las relaciones interpersonales y que ocurren en todos los sistemas emocionales por el simple hecho de ser eso, un sistema emocional. Saber que no es algo único o que solo me sucede a mí es un precursor de mayores niveles de objetividad y neutralidad. Por ejemplo, un concepto fácilmente comprendido por quienes están en terapia es el concepto de los triángulos. Las personas se sorprenden al ver que este principio describe al pie de la letra lo que experimentan en sus relaciones. Entender que formar triángulos en las relaciones con otros es un proceder natural, propio de los seres vivos, permite ver las relaciones de una forma nueva.

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Otro concepto que resulta útil introducir pronto en el proceso terapéutico es el de la posición funcional dentro de la familia de origen. Este concepto puede ayudar a atenuar el malestar, pues conocer esto generalmente redunda en una disminución de la culpa hacia uno mismo o hacia el otro. Por ejemplo, una mujer logró reducir sus niveles de ansiedad en parte por el hecho de saber que su tendencia a ser «controladora» tenía que ver con su posición como primogénita en su familia, mientras que la cualidad «acomodaticia» de su pareja estaba conectada con su posición de hermano medio. En este caso, saber que la Teoría dice que el lugar en la familia de origen, por sí mismo, coloca a la persona en una posición donde es movida por corrientes que empujan con una fuerza difícil de contrarrestar, resultó útil en su comprensión de la relación con su pareja y en el control de sus reacciones de enfado. Compartir algunos conceptos teóricos con quienes vienen a consulta e invitarlos a que ellos mismos se acerquen a la Teoría como herramienta, comunica el hecho de que la responsabilidad del éxito del proceso está en ellos, de que no requieren de la intervención de un tercero de manera indefinida y de que es deseable que ellos mismos construyan una forma individual de pensar. Conducir el estudio de uno mismo y de la propia familia con una actitud científica otorga la distancia necesaria para ser más imparcial en las apreciaciones. La utilización del aspecto didáctico durante el trabajo terapéutico necesita hacerse con cuidado. Por un lado, es apropiado y útil introducir la Teoría durante las sesiones de terapia. Por el otro, hay ocasiones en que la ansiedad del terapeuta frente a interacciones emocionalmente intensas lo lleva a utilizar las teorizaciones, explicaciones o enseñanzas como una manera de sentirse más cómodo y capaz de controlar la situación (Papero, 1995). En este caso, introducir la Teoría, más que ser útil, distrae y obstruye el proceso. El aprendizaje, en este y en cualquier contexto, solo se da cuando las personas están calmadas y pueden poner el intelecto a trabajar. Por consiguiente, el terapeuta necesita estar atento a su propio estado emocional y al de la familia cuando decide utilizar la enseñanza de la Teoría.

3.2. Trabajar sobre sí mismo en las relaciones más significativas, especialmente la familia de origen El segundo principio que rige el trabajo terapéutico basado en la Teoría de Bowen tiene que ver con poner en práctica lo aprendido. De poco sirve un trabajo de autoconocimiento o introspección cuando nada cambia en las relaciones que más nos importan (Bowen, 1966; Gilbert, 1992). La paradoja es que es precisamente en las relaciones con aquellas personas más significativas en las que más difícil resulta alejarse de los patrones automáticos programados en los primeros años de vida. Para darse cuenta de ello basta con observar, por ejemplo, cómo una mujer adulta, profesional, competente y eficaz se torna dependiente, frágil e incapaz de resolver problemas sencillos cuando vuelve a casa de sus padres. Intentar una presentación más sólida, madura y autónoma, justamente en este tipo de situaciones emocionalmente relevantes, es la mejor manera de incrementar Self básico.


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El trabajo con la familia de origen es el camino por excelencia para incrementar los niveles de Diferenciación del Self (Bowen, 1978). Tal diferenciación no ocurre en el vacío, sino que es necesario enfrentarse a situaciones emocionalmente significativas con nuevas estrategias y observar los resultados. La familia de origen ofrece oportunidades únicas para ello por la naturaleza intensa de sus vínculos. Cuando uno logra ser más maduro en la familia de origen, hacerlo en otros ámbitos como lo es la familia nuclear, el trabajo o entre amigos, es casi automático (Gilbert, 1992). No siempre el trabajo puede iniciarse ahí, dada la potencia de las fuerzas que están en juego en ese terreno, pero tarde o temprano es necesario acercarse a la familia de origen y poner en práctica las nuevas formas de relación deseadas. Aproximarse a la familia de origen con nuevas ideas debe hacerse con cuidado. No se trata de abrir de golpe aquellos temas más dolorosos y sensibles. Tampoco se trata de hacer reuniones familiares con el fin de que cada quien diga o escuche sus «verdades». Este tipo de encuentros y enfrentamientos generalmente solo sirven para incrementar los niveles de ansiedad y rara vez desembocan en mejores relaciones. En ocasiones se malinterpreta el trabajo con la familia de origen como un esfuerzo para cambiar a la familia, hacerla mejor, menos «disfuncional». En realidad, el trabajo con la familia de origen basado en la Teoría de Bowen consiste en cambiar uno mismo en relación a ciertos miembros de la familia. Implica ser más responsable y maduro ante esta familia aceptando lo que es y lo que no es. Se trata, en definitiva, de ser más capaz de mostrarse mejor definido, seguro y consciente de los propios valores, objetivos y principios de vida, mientras uno se mantiene en contacto con los demás. Para realizar un trabajo efectivo de acercamiento a la familia de origen es recomendable seguir estos pasos: 3.2.1. Observar Se necesita conocerse a sí mismo y al sistema antes de cualquier intento de aproximarse a la familia de origen con nuevas ideas. Contar con un mapa del territorio es vital en cualquier viaje, más aún cuando el viaje es al interior de uno mismo y de la propia familia. En páginas anteriores he descrito con detalle cómo la observación permite mayores niveles de objetividad y neutralidad. En la tarea de acercarse a la familia de origen, ser un observador paciente es una habilidad fundamental. La observación se centra en el aquí y el ahora. Se requiere disciplina en el estudio para descubrir qué está sucediendo en el presente que permite que un síntoma siga activo. Contemplar el pasado informa pero no es suficiente. Los mecanismos y procesos en las familias no se mantienen activos si no tienen una función hoy. «El pasado genera las vulnerabilidades que en el presente causan la reactividad que tiene lugar hoy […] El problema no está en el pasado; está en el presente, en cómo la persona se relaciona con otros y cómo otros se relacionan con ella en el presente» (RodríguezGonzález y Kerr, 2011; p.12).

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3.2.2. Definir un plan de acción Con la información que se tiene sobre los sistemas familiares en general, y sobre la propia familia, en particular, es necesario definir hacia dónde se quiere ir, qué movimientos son necesarios para posicionarse de manera distinta cuando se está en relación con los diferentes miembros de la familia. Uno de estos movimientos puede ser, por ejemplo, hablar de forma individual con uno de los padres sin la presencia del otro, con el fin de modificar un triángulo. Puede ser, también, el interesarse por aquello que le apasiona a un hermano, conocer acerca de la infancia de un tío o hablar con la abuela para conocer qué piensa sobre un tema específico; en suma, ir estableciendo relaciones abiertas, separadas y de igual a igual con algunos miembros de la familia. Un plan de acción implica buscar la oportunidad para actuar de manera diferente e impredecible (lo que no quiere decir irresponsable). El plan incluye estrategias para definir el propio Self en una situación o periodo que predeciblemente va a generar una alta intensidad emocional. Un ejemplo es una persona que decide, en base a una reflexión cuidadosa, no asumir los gastos de una celebración familiar. Esta persona elige, en cambio, pedir que los gastos se dividan entre los participantes, aunque en su familia las cuentas nunca se hayan hecho de esta forma, y a pesar de que la madre sugiera que esta persona debería encargarse de todos los gastos. Cualquiera que sea el plan concreto o movimiento que se planee, este implica tomar una posición firme y bien pensada, es decir, una posición diferenciada. A esto también se le ha denominado «posición desde el Yo», explicada en el primer capítulo. Un buen plan de acción de acercamiento a la familia de origen comprende una estrategia para establecer contacto personal con el mayor número posible de personas en el sistema familiar, lo que incluye varias generaciones (padres, hermanos, tíos, cuñados, sobrinos... pudiendo incluirse también aquí los amigos cercanos). Este plan se hace con la conciencia de que el corte emocional responde a altos niveles de ansiedad crónica, y que un sistema que cuenta con más canales abiertos entre sus miembros es un sistema menos ansioso. Este tipo de acercamientos requieren dedicar tiempo a convivir y conversar. De nuevo, no se trata de tener conversaciones especialmente profundas o centradas en los problemas, sino de ir estableciendo relaciones uno a uno, de adulto a adulto, con algunos de los miembros de la familia de origen (Bowen, 1978). Gilbert (1992) describe estas relaciones de la siguiente forma: «abiertas, separadas y de igual a igual» (p. 98). Establecer relaciones con estas cualidades (abiertas, separadas y de igual a igual) implica interesarse genuinamente por la vida de la otra persona, querer conocer su experiencia y compartir con ella la propia. Son relaciones donde se puede conversar sin necesariamente hablar de otros o de un tema externo (los familiares, los vecinos, el clima, un programa de TV, etc.), sino que fundamentalmente permite un contacto de persona a persona. Las relaciones maduras no se establecen en un encuentro o una llamada; se van cultivando poco a poco a lo largo del tiempo. A veces es necesario planear las visitas o llamadas de antemano para que en efecto sucedan


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y puedan repetirse. Durante estos esfuerzos de contacto con la familia de origen, por ejemplo en una visita a los padres, es recomendable estar solo, es decir, sin la compañía de la pareja o de los hijos. Así mismo, se obtienen mejores resultados cuando las intenciones de una nueva forma de relacionarse con ellos se mantienen privadas (Bowen, 1978), sin ir diciendo aquí y allá «vengo a visitarte porque quiero intentar mostrarme más maduro frente a ti». En este sentido, la trayectoria hacia un grado mayor Diferenciación del Self debe hacerse en solitario. Establecer un plan completo también implica predecir, en la medida de lo posible, cuál será la reacción del sistema familiar ante la nueva posición que se desea asumir. ¿Qué dificultades se van a presentar? ¿Cómo presionará el propio sistema familiar para conseguir mantener los antiguos patrones, la antigua forma de actuar? Es bueno tener en mente que, a veces, en este intento, los problemas se agudizan. Es muy útil imaginar cómo el sistema va a decir «no cambies, regresa a ser como antes»; «me estás haciendo daño con esto»; «si haces eso, estas son las consecuencias». En el ejemplo anterior de la persona que decide no hacerse cargo de los gastos de la celebración familiar, suponemos que —seguramente— esto va a generar enfado en los hermanos y discusiones entre ellos, críticas, acusaciones de haberse vuelto tacaño, la pérdida de algún privilegio como el tener la última palabra sobre dónde se hará el evento, la negativa de alguno a asistir a la celebración, la desaprobación de la madre, etc. Ante estas situaciones, es importante recordar que si se logra mantener la postura diferenciada durante el tiempo suficiente, tarde o temprano aquellos que se oponían la aceptarán y habrá un progreso significativo. 3.2.3. Ensayar Dado que lo más natural es hacer lo que uno ha acostumbrado hacer durante años, intentar comportamientos nuevos no es tan sencillo. Ensayar mentalmente cómo podría suceder un nuevo encuentro con la familia de origen es útil. Resulta conveniente predecir aquello que puede pasar, los sentimientos que se pueden generar y algunas conversaciones que se podrían presentar, así como tener previstos planes alternos en caso de que suceda X o Y. Este ejercicio ayuda a disminuir la ansiedad y a incrementar las probabilidades de éxito. 3.2.4. Poner en práctica los nuevos comportamientos Esta es, claramente, la prueba de fuego. Ser capaz de estar en la familia de origen y presentarse de una manera sutilmente distinta, es un indicador inequívoco de avance hacia un mayor nivel de Diferenciación del Self. Frecuentemente, la ejecución del plan no resulta de acuerdo a lo establecido, las interacciones suceden como de costumbre y surgen las molestias, las tristezas, las peleas, los dolores o los desacuerdos de siempre. Esta no es razón para darse por vencido, pues, en lo que se refiere a la familia, hay muchas oportunidades para volver a intentarlo. Los fracasos permiten destilar con mayor fineza lo que sucede y ser más precisos en el próximo intento.

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4. La función del terapeuta El término «terapeuta» ha sido largamente debatido en la literatura sobre la Teoría de Bowen (Bowen, 1978; Papero, 1995). Con la intención de hacer notar la diferencia entre los clínicos que utilizan este acercamiento teórico y aquellos que usan otros marcos conceptuales, se ha utilizado el término coaching y coach para referirse al proceso clínico y a quien lo lidera. Este término se ha tomado de la práctica deportiva y se aleja de los conceptos de salud-enfermedad o psicopatología propios del modelo médico. El término enfatiza la posición del coach como aquella persona que ofrece las condiciones para que el atleta logre acercarse a su mejor y máximo nivel de desempeño. El también interviene para conseguir, cuando se trata de un deporte de equipo, que cada uno de los integrantes logre su mejor funcionamiento, de forma que cada individuo llegue más allá de donde podría hacerlo solo (Papero, 1995). No obstante, en las últimas décadas, el término coach se ha popularizado al referirse a los servicios ofrecidos por especialistas en la promoción de objetivos de vida, particularmente objetivos en el ámbito profesional (International Coach Federation, 2011).69 Dada la popularidad de esta nueva rama en el campo del desarrollo humano y de su asociación con el término coaching, he decidido regresar a la utilización del término terapia y terapeuta para los fines de esta publicación, con la esperanza de que no se equipare con la idea de que quien consulta es el enfermo y el terapeuta quien lo cura, sino que más bien el terapeuta funciona como un asesor, consultor, entrenador y supervisor de quien desea maximizar sus funciones. La tarea más importante y más difícil de quien realiza trabajo clínico basado en la Teoría de Bowen es mantenerse en una posición diferenciada ante la persona o personas que acuden a consulta. Esto implica lograr claridad de pensamiento, manejar la propia reactividad y mantener una visión objetiva y neutral mientras se está en contacto emocional con otras personas (Bowen, 1966; Brown, 1999; Papero, 1995). Desde esta posición, el terapeuta está habilitado para promover el abordaje de asuntos que producen sentimientos intensos y, gracias a su presencia calmada y centrada, es menos probable que las personas realicen juicios parciales, tomen partido, se distancien o busquen culpables, como es habitual en estas circunstancias. Estar en una posición diferenciada en terapia significa ser capaz de guiar la conversación de modo que la tensión disminuya y la cadena de reactividad se desacelere. Es inevitable la tendencia del terapeuta a formar parte del sistema emocional de quien o quienes acuden a consulta, en otras palabras, se ve sujeto a la presión natural de sumarse a la fusión. De nada serviría que el terapeuta se dejara llevar por las fuerzas que mueven y rigen a la familia, dado que es justamente esto lo que se desea modificar. El terapeuta representa una ayuda cuando, estando presente, puede preservar su forma de pensar, sus principios. A veces, una posición diferenciada requiere estar en desacuerdo con la percepción de algún miembro de la familia sobre un tema específico. En otras ocasiones, se manifiesta en la capacidad de detenerse antes de hacer un comentario con el único propósito de hacer sentir bien al otro, 69 International Coach Federation: http://www.coachfederation.org.


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como por ejemplo «todo va a salir bien», o «no te preocupes tanto por ello». Un terapeuta que puede mantenerse en una posición diferenciada es capaz de darse cuenta cuándo se ha involucrado en la dinámica de un triángulo y ha tomado partido. Al ser consciente de esto podrá evaluar la situación, ver los distintos aspectos del problema y actuar de manera responsable, de forma que contribuya a la desactivación del triángulo. Un terapeuta que logra diferenciar Self es capaz de tomar la batuta durante las sesiones para redireccionar las conversaciones hacia los procesos emocionales en lugar de mantener el diálogo centrado en el contenido. Cuando logra esto, el proceso de terapia apunta hacia la reducción de la fusión en la familia con la que se trabaja. Para ser eficaz en esta tarea, el terapeuta necesita, en primer lugar, elaborar para sí mismo una idea clara sobre los procesos que están en juego en la familia que acude a su consulta y luego transmitirla de forma que pueda ser escuchada por ellos. Esto solo lo podrá hacer utilizando la Teoría para dar forma, orden y lógica a lo que observa. Cuando el terapeuta se basa en los conceptos teóricos, sus preguntas son más específicas, relevantes y reveladoras, y sus intervenciones más precisas. De aquí la importancia de conocer y manejar los conceptos teóricos, así como de concentrarse en el proceso más que en el contenido. A fin de cuentas, lo que el terapeuta aporta a quien acude a consulta, en palabras de M. Kerr, es «una forma de pensar que se va convirtiendo en una forma de ser» (Rodríguez-González y Kerr, 2011; p. 10). El trabajo de investigación y descubrimiento sucede en paralelo entre el terapeuta y quien está en terapia: cuanta más curiosidad por conocer y entender muestra el terapeuta, más se interesará quien está en consulta por conocer sobre sí mismo y su propia familia. Frecuentemente, este deseo de averiguar sobre los procesos familiares despierta, en quien está en consulta, el deseo de conocer más detalles y acercarse a diversas fuentes de información (personas, registros oficiales de información, documentos históricos, etc.) con el fin de recabar datos, llenar las lagunas o resolver inconsistencias. En este sentido, una tarea del terapeuta es conocer lo mejor posible a la familia que atiende por medio de la realización de preguntas sobre los hechos y sus secuencias temporales; en palabras del Dr. Bowen: «haciendo ‘hablar’ al calendario» (1991, p. 53). En repetidas ocasiones, el Dr. Bowen (1978) refirió que las familias que participaron en proyectos de investigación sobre la naturaleza de las relaciones familiares progresaron más que las familias involucradas en un tratamiento propiamente dicho. Esto lo llevó a concluir que es más productivo esforzarse por preguntar y conocer a la familia que tratar de provocar el cambio o la mejoría. Es tarea del terapeuta sentar las bases y el tono de las sesiones. Es él o ella quien está a cargo de la dirección de la conversación. Como en casi cualquier relación profesional, es necesario crear una alianza de trabajo, un ambiente en donde haya confianza y apertura. El terapeuta logra esto, entre otros medios, a través de su claridad, sinceridad e interés genuino por quien está en terapia. No obstante, esta relación no puede estar por encima de la fidelidad del terapeuta a sus propias ideas y convicciones. La relación entre el terapeuta y quienes vienen a consulta puede ser armoniosa y agradable; pero para Bowen, no es esta relación lo que resulta útil o «curativo». Lo verdadera-

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mente fructífero es la forma de pensar que surge de las conversaciones y la reflexión, así como la posibilidad de traducir estas ideas en comportamientos distintos fuera de la consulta, ya sea con la familia, en el trabajo o la comunidad. No es en la relación dentro de la consulta y con el terapeuta donde suceden los cambios, sino en el trabajo de las personas dentro de sus propias familias o sistemas emocionalmente significativos. En este sentido, como ya dije anteriormente, el terapeuta funciona como un coach o un «asesor» y, más adelante, como un «supervisor», siendo la persona la que, fuera del consultorio, hace el verdadero trabajo (Bowen, 1978; Rodríguez-González y Kerr, 2011). La función del terapeuta no es tarea fácil. El o ella será capaz de manejarse mejor en la medida en la que avance en el camino hacia su propia Diferenciación del Self. Los programas de estudio de la Teoría de Bowen, como el que ofrecen el Bowen Center for the Study of the Family, en Washington D. C. (EE.UU.), o el Center for Family Consultation, en Evanston (Illinois, EE.UU.), ponen gran énfasis en el desarrollo personal de quienes están en formación. Un elemento central es el esfuerzo sostenido que lleva al terapeuta a conocer a su propia familia, a manejar su reactividad y a definir los principios que rigen la propia vida personal y profesional. Sin este esfuerzo sostenido por incrementar los propios niveles de Diferenciación del Self, el terapeuta estará limitado en sus funciones.

5. Aspectos prácticos en la terapia Hay distintas maneras de llevar a cabo un proceso terapéutico basado en la Teoría de Bowen. Lo característico de este trabajo es la concepción teórica, no la técnica, por lo que la práctica puede tomar formas muy distintas. Lo que describo a continuación son las formas más comunes utilizadas por clínicos que trabajan desde esta perspectiva, pero no son, de ninguna manera, las únicas posibles.

5.1. Duración y frecuencia de las sesiones Las sesiones suelen ser de entre 50 minutos y una hora de duración. Algunos clínicos prefieren tener sesiones más largas durante las dos o tres primeras citas, en las que obtienen la mayor cantidad posible de datos sobre varias generaciones. Una vez obtenida esta información básica, las sesiones tienden a volverse más cortas. Generalmente, en la primera fase de la terapia (que puede durar unos meses) las sesiones se tienen de manera semanal. Conforme avanza el proceso, la frecuencia suele reducirse a una periodicidad quincenal. Cuando el trabajo con la propia familia se ha puesto en marcha, algunas personas se benefician de la terapia acudiendo solamente una vez al mes con el objetivo de darle seguimiento a los esfuerzos realizados y ajustar sus planes de acción. Esto va a depender de la cantidad de trabajo que las personas puedan hacer en los intervalos entre sesión y sesión. También sucede que, después de haber consolidado ciertos objetivos, algunas personas deciden acudir a consulta de manera regular una o dos veces por año durante varios años. El trabajo para alcanzar un mayor grado de Diferenciación del Self es una trayectoria de vida. No tiene un punto final. Algunas personas acuden a consulta y la dan


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por terminada cuando sienten que han alcanzado ciertos objetivos. Otras continúan el contacto con su terapeuta durante muchos años. Generalmente, estas personas son también quienes se interesan por conocer más sobre la Teoría y gustan de participar en seminarios y conferencias que les ayudan a seguir afinando su conocimiento sobre ella y su aplicación a la propia vida (Papero, 1995). Hay algunas excepciones a la forma de trabajo ya descrita, por ejemplo, cuando una familia viaja desde un lugar lejano para acudir a la consulta. En este caso se pueden establecer jornadas de trabajo más intensas. Se podrían ofrecer dos citas de una hora y media en un solo día y repetirlo al día siguiente, organizar una sola jornada larga de tres o cuatro horas con algún intervalo de descanso, o llegar a alguna otra solución similar. De esta forma, la familia puede obtener el máximo beneficio de su visita. Las personas o las familias que se encuentran en esta situación suelen realizar estas visitas una o dos veces al año. En este tipo de terapias, al igual que en otras modalidades de servicios de salud mental, la incorporación de medios electrónicos de comunicación como alternativa a la consulta en persona (frente a frente) es una posibilidad. La utilidad de estas opciones, sus beneficios y sus limitaciones están por definirse y probarse (Hoffman, 2011, 23 de septiembre; Plante, 2005). En todo caso, estos medios electrónicos podrían resultar apropiados para regular la frecuencia de las sesiones cuando se presenta la dificultad de visitas frente a frente. La terapia basada en la Teoría de Bowen se presta especialmente a la incorporación de este tipo de medios para conducir la terapia, dado que la relación terapéutica por sí misma no se concibe como el eje central del proceso. Algunos terapeutas utilizan las conversaciones telefónicas o videoconferencias para dar seguimiento a procesos que ya se han iniciado en persona. Se necesita esperar todavía algunos años para evaluar la relevancia que tomarán estas nuevas modalidades en este contexto terapéutico.

5.2. Quienes participan en la consulta Cuando se habla de «terapia familiar», inmediatamente viene a la mente una escena con padres e hijos juntos en una sesión. Esto no es siempre cierto cuando se trabaja desde la Teoría de Bowen. La familia entera se tiene siempre en mente, pero no todos acuden necesariamente a la consulta. El primer criterio para definir quiénes asisten a las sesiones es la motivación y el interés. El terapeuta trabaja con quien o quienes estén deseosos de hacerlo, aunque no sean quienes presenten los síntomas más severos. Por ejemplo, la madre de un adulto joven que no logra «despegar» y establecer una vida independiente y responsable puede ser quien acuda a consulta, aunque a primera vista sea el hijo quien debería someterse a un tratamiento para «corregir su problema». Desde la óptica de la Teoría de Bowen, el trabajo más efectivo va a producirse con quien tenga la mayor posibilidad de definir Self en el sistema; y esto, dado que requiere dedicación y esfuerzo, se va a dar más probablemente en quien esté más motivado para hacerlo.

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Con frecuencia, padres de familia acuden a terapia porque están preocupados por un hijo. Estos padres desean que se trabaje de manera individual con este hijo o, en su defecto, de manera conjunta con ellos. Para un terapeuta que se guía por la Teoría de Bowen, esto no es necesario y, a veces, no es tampoco conveniente. No quiere decir que en algunas sesiones no se pueda integrar a los hijos si se cree pertinente, sobre todo para tener una valoración clínica de cada persona en la familia; pero el verdadero trabajo radica en el proceso de diferenciación de los adultos en la familia. Rara vez los hijos tienen la posibilidad, la fuerza o la tracción para moverse lo suficiente dentro de un sistema del cual dependen en muchos sentidos. En cambio, si los padres están motivados, serán más capaces de hacer movimientos significativos aunque los hijos aparentemente no lo estén. Por otro lado, siguiendo la lógica que impone la Teoría, el trabajo más importante radica en la Diferenciación del Self de cada cónyuge con respecto a su pareja y con su respectiva familia de origen. Para esto no es necesario contar con la presencia de los hijos en la consulta. No obstante, hay familias que no consienten este acuerdo. En estos casos, depende del terapeuta acceder o no a trabajar con los hijos, a quienes no considera imprescindibles dentro de la consulta. Puede decidir que verlos a todos durante algunas sesiones permitirá después iniciar un trabajo hacia la Diferenciación del Self en los adultos. Puede también establecer un sistema flexible, trabajando a veces con unos, a veces con otros. El riesgo en esta aparente flexibilidad radica en que el terapeuta, al ajustarse a las demandas de la familia, esté fomentando la triangulación y perdiendo su capacidad de definir Self. La solución a estos dilemas tendrá que resultar de una cuidadosa apreciación del terapeuta con respecto a los pros y contras de cada opción, teniendo en cuenta los elementos de la Teoría que puedan iluminar la decisión. Cualquiera que sea el caso, esté quien esté en la consulta, se recomienda que la conversación se dé entre uno de los miembros de la familia y el terapeuta, y no entre los miembros de la familia entre sí (Bowen, 1978; Rodríguez-González y Kerr, 2011). Esta modalidad dista de la forma tradicional de hacer terapia de pareja o de familia, donde se fomenta que los integrantes se dirijan directamente el uno al otro (a la pareja, a un hijo, al padre, etc.). En la experiencia de quienes trabajan en base a la Teoría de Bowen, este nuevo formato facilita una conversación más productiva porque reduce el grado de reactividad de quienes están en la consulta. La ventaja de que cada participante se dirija directamente al terapeuta, sin interactuar entre sí, radica en que la persona que habla tiene la posibilidad de expresar la propia experiencia y forma de pensar de una manera clara, sin preocuparse por la reacción del otro. Por su parte, la persona que escucha puede hacerlo con mayor apertura y calma, sin tener que preocuparse por cómo responder. Muchas veces, quienes están en terapia comentan que es la primera vez que conocen la verdadera forma de pensar de su pareja y que no se imaginaban que esos eran sus pensamientos y opiniones. Es una oportunidad para estar en contacto con el otro modulando la reacción emocional.


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Hay algunas familias que experimentan tales niveles de ansiedad y una fusión tan pronunciada que les es imposible pensar en la presencia de otro miembro de la familia, de tal forma que se limitan a acusarse, defenderse, agredirse o distanciarse. Cuando esto sucede, el terapeuta puede optar por verlos de manera separada durante un tiempo, hasta que la ansiedad haya disminuido a un nivel más manejable y se logre la suficiente serenidad como para que puedan acceder al sistema intelectual cuando están juntos sin caer en disfunción (Bowen, 1966).

5.3. Otras posibilidades de trabajo clínico basado en la Teoría de Bowen La forma de trabajo con distintas poblaciones no tiene límites mientras sea congruente con la Teoría y sus conceptos. Por ejemplo, en algunas ocasiones el Dr. Bowen trabajó simultáneamente con varias familias en una misma sesión. Cada familia observaba el proceso de las otras mientras trabajaban con el terapeuta. Esta no era una terapia de grupo, pues no se permitía la interacción entre los participantes, sino que el beneficio derivaba de la observación de las conversaciones entre el terapeuta y la familia «de turno». La idea consistía en que las personas, al presenciar el diálogo, pudieran entender e integrar mejor la Teoría (Rodríguez-González y Kerr, 2011). Otro ejemplo de un formato distinto es el que realiza un grupo de estudiosos de la Teoría de Bowen en una comunidad marginal en Ciudad Juárez, México, en la frontera con Estados Unidos. En esta comunidad se trabaja con grupos de mujeres que viven en una situación socioeconómica muy precaria, incluso algunas de ellas no saben leer ni escribir. Estas mujeres se han interesado en fortalecer sus familias, dañadas por la condición de pobreza, violencia, migración y falta de oportunidades. En una modalidad de seminario se les presentan algunas ideas y se las estimula a que cada una piense sobre sí misma y su familia. En estas sesiones se promueve que cada una acceda a sus mejores habilidades de pensamiento en un diálogo directo con la instructora (no se promueve el diálogo entre las participantes), a través del cual van entendiendo el funcionamiento de su familia en un contexto multigeneracional. Esta comprensión ha ayudado a muchas de ellas a tomar decisiones trascendentales en la trayectoria de su propia vida y la de sus familias (Comunicación personal con Louise Rauseo).70 Un último ejemplo, que se aleja un poco de la concepción del trabajo clínico desde una perspectiva tradicional, es el asesoramiento a negocios familiares en cuanto a su sostenibilidad y transmisión a las nuevas generaciones. La Teoría de Bowen resulta útil en la consulta con estos grupos, introduciendo conceptos que apuntan al terreno emocional y relacional, lo que a veces se descuida por atender únicamente aspectos financieros y estratégicos (Collier, 2008). En cuanto a su formato, estas consultas se parecen más a una consultoría de negocios que a una terapia de familia; sin embargo, son los mismos conceptos teóricos los que guían las intervenciones. 70 Desde 2006 Louise Rauseo, que es parte del claustro del Centro Bowen de Washington, D. C., ha participado como instructora en el Centro Comunitario Sta. Catalina en Ciudad Juárez, México. www.csnsf. org/borderprograms.

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6. Comentarios finales La terapia basada en la Teoría de Bowen, si bien es flexible en su formato y aplicación, tiene claramente definido su objetivo y los procedimientos que facilitan lograrlo. La Diferenciación del Self es el eje del trabajo y hay principios concretos que llevan a su consecución. Estos principios se pueden dividir en dos grandes categorías: la promoción de la objetividad y la neutralidad, y el trabajo directo en las relaciones emocionalmente más significativas. El esfuerzo hacia la Diferenciación del Self representa un proyecto de vida, un constante esfuerzo por despegarse de la masa emocional que lleva a la fusión y, en ciertas condiciones, a la aparición de síntomas. Contar con un grado mayor de Self básico amplía las posibilidades de adaptación a las demandas y los retos de la vida, lo que resulta determinante tanto para el funcionamiento individual como para el de la familia actual y el de las próximas generaciones.

Referencias bibliográficas Bowen, M. (1978). Family Therapy in Clinical Practice. New York: Jason Aronson. Bowen, M. (1991). De la familia al individuo. La diferenciación del sí mismo en el sistema familiar. Barcelona: Paidos. Brown, J. (1999). Bowen family systems theory and practice: Illustration and critique. Australian and New Zealand Journal of Family Therapy, 20, 94-103. Ceberio, M. R. (2002). El contrato terapéutico. Recuperado de http://www. escuelasistemica.com.ar/publicaciones/articulos/4.pdf Collier, C. W. (2008). Wealth in Families (2nd ed.). Cambridge, MA: Harvard University. Gilbert, R. (1992). Extraordinary relationships. A new way of thinking about human interactions. New York: John Wiley and Sons. Harrison, V. (2010). My family my self: a journal of discovery (2nd ed.). Houston: Center for the Study of Natural Systems and the Family. Hoffman, J. (2011, 25 de septiembre). When your therapists is only a click away. The New York Times. Recuperado de http://www.nytimes.com/2011/09/25/fashion/ therapists-are-seeing-patients-online.html?emc=eta1 Kerr, M. E. y Bowen, M. (1988). Family Evaluation. NewYork: Norton and Company. Mikesell, R. H., Lusterman, D. D. y McDaniel, S. H. (Eds.) (1995). Integrating Family Therapy. Handbook of Family Psychology and Systems Theory. Washington, D. C.: American Psychological Association. Papero, D. V. (1995). Bowen Family Systems and Marriage. En Jacobson, N. y Gurman, A. (Eds.), Clinical Handbook of Couples Therapy (pp. 11-30). New York: Guilford Publications.


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Plante, T. G. (2005). Contemporary Clinical Psychology (2nd ed.). Hoboken, NJ: John Wiley and Sons. Rodríguez-González, M. y Kerr, M. E. (2011). Introducción a las aplicaciones de la Teoría Familiar Sistémica de Murray Bowen a la terapia familiar y de pareja. Cuadernos de terapia familiar, 77, 7-15. Real Academia Española (2001). Diccionario de la Lengua Española (2nd ed.). Madrid: Espasa Calpe. Trull, T. (2005). Clinical psychology (7th ed.). Belmont, CA: Wadsworth Cengage Learning.

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ANEXO

Entrevistas a profesores del Centro Bowen

I

1. Introducción – Mariana Martínez Berlanga El camino hacia el conocimiento y la comprensión de la Teoría de Bowen se facilita y enriquece con el intercambio de ideas. En el Bowen Center for the Study of the Family, Washington D. C., hay un constante diálogo en el que cada uno expone su mejor comprensión del funcionamiento de las familias y del comportamiento humano. El diálogo directo y abierto con los miembros del claustro es una buena manera de acercarse a la Teoría de Bowen desde un ángulo fresco y espontáneo. Este anexo representa un esfuerzo por acercar al lector al diálogo con seis de ellos, pues para los autores este tipo de conversaciones han resultado importantes para seguir pensando y haciéndose preguntas. A continuación se exponen las entrevistas que se realizaron entre junio y septiembre de 2011. A través de sus respuestas, estos seis expertos en la Teoría de Bowen comparten cómo esta ha formado su quehacer profesional y, en algunos casos, también el impacto que ha tenido en su vida personal. Algunas preguntas son las mismas para todos los entrevistados mientras que otras abordan temáticas en las que cada uno destaca y en las que se han especializado a lo largo de su carrera. La Teoría de Bowen, aunque fue formulada por primera vez en los años cincuenta, es una teoría viva, vanguardista y en constante enriquecimiento y reconversión. Las entrevistas aquí recogidas son una muestra de ello al mismo tiempo que reflejan la multiplicidad de escenarios en los que hoy en día los clínicos la aplican. Esperamos que conocer de viva voz lo que significa la Teoría para estas seis personas sea útil al lector, y una invitación más para continuar conociéndola y enriqueciéndose de ella.

2. Índice del anexo Coordinadora del anexo y entrevistadora: Mariana Martínez Berlanga. • Anne S. McKnight ...................................................................................... 182 • Laura R. Brooks ........................................................................................ 186 • Kathleen B. Kerr ........................................................................................ 191 • Victoria Harrison ........................................................................................ 196 • Joan Jurkowski .......................................................................................... 203 • Douglas C. Murphy .................................................................................... 207


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Anne S. Mcknight Anne S. McKnight, Trabajadora Social acreditada y Doctora en Educación, es miembro del claustro de profesores del Bowen Center for the Study of the Family desde 1992 y asumió la dirección del mismo en enero de 2011. En años anteriores ha sido supervisora clínica y directora del programa de posgrado del Centro Bowen. Ha sido ponente en numerosas conferencias sobre la Teoría de Bowen en distintos lugares de los Estados Unidos y Australia. La Dra. McKnight ha trabajado durante más de dos décadas con familias que enfrentan el problema de la adicción y ha sido también instructora y supervisora de estudiantes que se especializan en este campo. Otros temas de interés que ha desarrollado a lo largo de los años son: salud física, muerte, Diferenciación del Self, corte emocional y triángulos. La Dra. McKnight tiene, además, su clínica privada en Arlington, Virginia. 1. ¿Qué es lo que caracteriza a la Teoría de Bowen y a la terapia basada en ella? Se han escrito varios libros sobre este tema, incluyendo Family Therapy in Clinical Practice del Dr. Bowen, y por tanto esta pregunta no se puede contestar brevemente; pero, aun así, intentaré resaltar algunos de los conceptos básicos de la Teoría de Bowen. La Teoría de Bowen concibe al ser humano integrándolo plenamente en el mundo de los seres vivos, y como poseedor de una historia evolutiva en cuyo contexto se dan el comportamiento y la interacción social. El ser humano cuenta también con un cerebro que ha evolucionado de manera única y que permite el pensamiento abstracto y las elecciones complejas. Las emociones, que son una herencia del pasado evolutivo, y un cerebro que se ha desarrollado de manera única para la reflexión y la resolución de problemas, representan dos fuerzas que configuran su comportamiento. La capacidad de un individuo para pensar y considerar las diferentes opciones que puede tomar, cuando se enfrenta a situaciones emocionales, fue denominada por el Dr. Bowen como diferenciación. Él sostenía que todas las personas se situaban en algún lugar en el espectro de la diferenciación. Aquellos individuos que eran más reflexivos en momentos de emotividad alta tenían unas vidas más tranquilas y dirigidas hacia un objetivo. En cambio, aquellos cuyas vidas estaban más dirigidas por las reacciones emocionales automáticas tenían una existencia más caótica y llena de problemas. Bowen identificó que la ansiedad es la fuente de la emocionalidad humana. La ansiedad cubre un abanico de emociones que incluyen la depresión, la preocupación, el enfado y el miedo. Cuanto más intenso sea el nivel de ansiedad, más dificultad tendrá la persona para dirigir el curso de su vida de manera reflexiva. Sin embargo, él creía que el ser humano, a diferencia de otras especies, era capaz de aprender a manejar de manera única la ansiedad y la reactividad en las relaciones personales. Llamó a esto el proceso de diferenciación.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Anne S. Mcknight

Un segundo concepto importante es el de la familia como una unidad emocional. La familia es un sistema de relaciones en el que las acciones y reacciones de cada uno de los miembros están entrelazadas con las de los demás miembros de la familia, tanto dentro de la familia nuclear como en la familia extensa. Esto tiene muchas implicaciones, incluyendo la idea de que un síntoma en un miembro es el resultado de cómo se maneja la ansiedad a través de las interacciones entre los miembros de la familia. Un síntoma ocurre cuando la capacidad de la familia para manejar la emoción o la ansiedad se ha sobrepasado. La familia reacciona hacia sus miembros con respuestas que siguen siempre las mismas pautas, de tal manera que un cambio en las reacciones o el comportamiento de uno de los miembros de la familia afectará al funcionamiento de los otros. 2. ¿Qué hace que esta Teoría nos proporcione un enfoque único para la comprensión y el trabajo con las familias? Una tarea del terapeuta o coach de cara a la familia es ayudar a sus miembros a pensar más calmadamente sobre los patrones emocionales con los que se enfrentan. Esto implica recoger muy cuidadosamente la historia de la familia y plasmarla en un diagrama familiar y hacer preguntas para provocar la reflexión sobre el problema. Las preguntas buscarán generar interés en el problema mismo, más para poder comprenderlo que para solucionarlo. Una premisa básica es que la mayoría de nosotros sabemos cuál es la respuesta a los problemas de nuestro vecino, pero nos resulta difícil enfrentarnos a los propios porque nos sentimos demasiado abrumados por la emoción que está presente en los lazos que tenemos con aquellos a los que queremos. El terapeuta puede presentar a la familia los conceptos de la Teoría de Bowen (por ejemplo, los triángulos, el límite emocional o la reciprocidad en las relaciones personales) como una manera de ayudarles a pensar más objetivamente sobre el proceso emocional con el que se enfrentan. Pero lo que es único de esta Teoría es el marco conceptual que coloca a la familia como el contexto para el análisis de cualquier problema que se presenta en la sesión. Esto implica tener en mente: los patrones multigeneracionales de la familia, su nivel de funcionamiento durante varias generaciones y el funcionamiento de otros miembros de la familia que tienen relación con el problema que se presenta. El tera­peuta no busca solucionar el problema o provocar la transferencia en la relación terapéutica con los miembros de la familia. En vez de esto, al individuo se le ayuda a autorregularse dentro de la familia de una mvanera reflexiva y responsable. El esfuerzo por entender la reciprocidad permite a las personas reducir la culpabilidad sobre el otro y asumir la propia responsabilidad en el proceso de la relación personal. 3. ¿Qué ha encontrado en la Teoría de Bowen que sea tan atrayente como para haber centrado la mayor parte de su vida profesional en ella? ¿Qué es lo que ha mantenido su atención durante 35 años? Lo primero que me atrajo hacia la Teoría de Bowen fue mi esfuerzo por entender a mi propia familia. El concepto de la diferenciación —permanecer reflexivo ante las

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emociones con el objetivo de definir Self en la familia— era algo asombroso y, al mismo tiempo, esclarecedor. Aprender conceptos que describían el proceso emocional en mi familia me brindó la oportunidad de pensar sobre las interacciones y los hechos de manera menos emocional. Por último, descubrí que aplicar la Teoría de Bowen en mi trabajo clínico daba mejores resultados con mis clientes. Utilizar la Teoría de Bowen me ha permitido permanecer interesada e involucrada durante muchos años con familias que tienen problemas de adicción, evitando así desgastarme, como le sucedió a muchos de mis colegas. Si uno está interesado en ver cómo una familia resuelve sus dificultades y se concentra en manejar sus propias reacciones, entonces el trabajo clínico muy pocas veces será aburrido o abrumador. 4. ¿Cuál es la contribución más relevante de la Teoría de Bowen para ayudar a familias con problemas de alcoholismo y adicción? ¿Cómo es de útil la Teoría en este tipo de población? Conocí al Dr. Bowen en un panel de discusión del Consejo Nacional para el Alcoholismo (National Council of Alcoholism) a principios de los años setenta, justo después de haber sido contratada para trabajar en un programa contra el alcohol y la droga. Mi primer cliente fue una mujer con dos niños pequeños que protestaba porque su marido, que regentaba una tienda de comestibles, bebía y se gastaba todo su sueldo en alcohol. El marido vino con ella a la siguiente sesión y estuvo de acuerdo en que tenía que dejar de beber. Pensé: «Esto es muy fácil. ¡Soy una gran terapeuta!». Continué viendo a esta pareja durante unas semanas, y mientras él mantenía su abstinencia, ella se deprimía progresivamente y se convertía en una persona cada vez más disfuncional. Esto me desconcertó y me intrigó, así que tomé la determinación de entender de una manera más profunda cuál era el proceso emocional en las familias. Empecé el programa de formación en el Centro Bowen. Aunque la sociedad considera la adicción como un problema que está en el individuo, en el marco conceptual de la Teoría de Bowen la adicción está regulada por las interacciones familiares. Conceptualizar la adicción como parte del sistema familiar cambia el foco de atención del terapeuta, desplazándolo del síntoma al funcionamiento de la familia. Cuando se introduce este marco, todos los miembros de la familia tienen un trabajo que hacer: el alcohólico debe enfrentarse a su comportamiento irresponsable; la esposa, los padres y los hijos tienen que entender que su atención, su reactividad, su tendencia a culpabilizar y su disposición para prestar ayuda han jugado un papel en el problema. Cualquier miembro de una familia, que quiere entender lo que sucede y realiza cambios en su parte del problema familiar, puede cambiar el sistema. He sido testigo de cambios de comportamiento en adictos sin que hayan acudido a la consulta, es decir, sin siquiera haber visto a «la persona problemática». Este cambio ha sido el resultado del trabajo con los familiares del adicto: esposas, maridos, hijos y padres. Una fórmula posible es ver a la persona de la familia que está más


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motivada y que puede hacerse responsable de su parte en el problema, de forma que el terapeuta no esté limitado por el grado de motivación para el cambio que tengan el alcohólico o el adicto. La Teoría de Bowen permite a la familia concebir cualquier problema, incluida la adicción, como un hecho conectado con el proceso emocional multigeneracional de la familia. Esta perspectiva ampliada, que se ve facilitada por la recogida de información sobre varias generaciones mediante un diagrama familiar, ayuda a moderar el sentido de culpa, ya sea hacia el individuo que tiene la adicción o de los miembros de la familia hacia ellos mismos. Cuando los individuos están más calmados tienen una perspectiva más amplia y mayor capacidad para la reflexión, lo que les hace más capaces de tomar decisiones responsables en relación a un problema que cuando experimentan emociones muy intensas. Así, la aplicación más útil de la Teoría de Bowen al problema de la adicción está relacionada con esta visión de la familia como un sistema, en el que la adicción juega un papel tanto en el control como en la provocación de la ansiedad familiar. Esta visión se consigue manteniendo una imagen multigeneracional del proceso emocional de la familia, y ayudando a cada persona a centrarse en sí misma y cambiar su parte del problema. 5. En este campo en particular, ¿cómo sabe si la terapia basada en la Teoría de Bowen ha tenido éxito? ¿Cómo valora si el trabajo terapéutico ha sido eficaz? La respuesta a esta pregunta está basada en la respuesta a la primera pregunta. Cuando me siento con una familia o una persona en particular me planteo: ¿Puedo aportar una presencia reflexiva al diálogo con ellos? ¿Mantengo la neutralidad con las personas y les ayudo a entender la naturaleza recíproca de las interacciones familiares? ¿Puedo introducir una visión multigeneracional del proceso emocional de la familia al mismo tiempo que conecto con su punto de vista sobre el problema? ¿Empiezo a introducir conceptos como el triángulo, la reciprocidad, la familia como un sistema o el corte emocional que les proporcionan un marco de referencia para reflexionar sobre su propia familia? ¿Soy capaz de mantener mi sentido del humor? En general, la eficacia de la terapia está relacionada con el incremento en la capacidad del individuo para permanecer interesado en comprender la situación a la que se enfrenta, sin reaccionar ante ella. Se trata de entender la forma en que uno participa en los procesos emocionales que tienen lugar y empezar a asumir la responsabilidad de cambiar esta participación. Si una persona tiene éxito en estos esfuerzos, su vida y la de su familia cambiarán. En el campo de la dependencia a sustancias, muchos profesionales miden la eficacia del tratamiento valorando si la persona está «limpia» o «sobria». Este paso es, sin ninguna duda, importante para el individuo. Sin embargo, la Teoría de Bowen nos da una definición más amplia del cambio por medio del concepto de la diferenciación. La Diferenciación del Self está relacionada con la capacidad de la persona para ser más reflexiva acerca

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de la dirección que quiere que tomen su vida y sus elecciones, para manejar la responsabilidad personal y para mantener un Self definido en las relaciones significativas. Esta visión de los sistemas implica entender el impacto del cambio en la familia como un todo, ya sea en el adicto mismo o en la reacción de la familia a la adicción. La esposa que se deprimió cuando su marido dejó de beber es un ejemplo de cómo un cambio en la familia puede transformarse en un nuevo síntoma, en vez de permitir que otros miembros de la familia mejoren su funcionamiento. 6. El Centro Bowen está considerado como el lugar de referencia para el estudio de la Teoría de Bowen. En su papel de directora, ¿cómo cree que el Centro puede promover el desarrollo de la Teoría? ¿Cómo espera que evolucione la Teoría en el futuro? La misión del Centro Bowen consiste en «dirigir el desarrollo de la Teoría Familiar Sistémica de Bowen para convertirla en una ciencia del comportamiento humano, y ayudar a individuos, familias, comunidades y organizaciones a resolver problemas importantes en su vida a través de la comprensión y mejora de las relaciones humanas. El Centro lleva a cabo su misión involucrándose a nivel local, nacional e internacional a través de programas, conferencias, investigaciones, consultas clínicas, materiales audiovisuales y publicaciones». La meta del Dr. Bowen era que el estudio del comportamiento humano fuese entendido como una ciencia, por esta razón fundamentó su Teoría en la investigación científica. Esta es la aportación más importante de la Teoría de Bowen. El Centro Bowen continuará promoviendo la expansión de la Teoría por todo el mundo a través del Simposium de otoño y las Conferencias que tienen lugar en primavera, de los programas de formación, nuestra revista (Family Journal) y otras publicaciones, medios audiovisuales, clases magistrales y retransmisiones virtuales, así como servicios clínicos disponibles al público. El Centro Bowen forma cada vez a más gente proveniente de todo el mundo —Asia, Australia, América Latina y Europa—. La aplicación de la Teoría se expande en el mundo de la salud mental, de la formación pastoral y en el mundo de los negocios. La Teoría de Bowen es difícil de integrar y de poner en práctica en un mundo que busca a quien culpar o quiere una solución rápida a sus problemas. Sin embargo, para aquellos que no están satisfechos con las respuestas superficiales o las soluciones fáciles, la Teoría de Bowen ofrece un marco para hacerse las preguntas difíciles que de verdad ayudarán a una mejor comprensión de la complejidad de las relaciones humanas en muchas áreas del mundo moderno.

Laura R. Brooks Laura R. Brooks, Trabajadora Social Clínica acreditada, es miembro del claustro de profesores del Bowen Center for the Study of the Family y directora del programa de prácticas profesionales para los estudiantes del programa de posgrado del mismo centro. También es parte del Consejo Editorial de la revista Family Systems


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Journal y del Comité de Investigación. Desde 1996 mantiene su consulta privada en Columbia, Maryland, en donde aplica la Teoría de Bowen en el trabajo con individuos, parejas y familias. Ha trabajado en una agencia de adopción y en 2005 inició su trabajo de investigación longitudinal con familias adoptivas. Ella misma es madre adoptiva y está convencida de que la Teoría de Bowen tiene mucho que aportar al modo en que entendemos la variabilidad en el grado de ajuste de niños que han sido adoptados. 1. En su opinión, ¿qué es lo que caracteriza la Teoría de Bowen y la terapia basada en ella? ¿Qué hace a esta perspectiva teórica única cuando pretende entender a las familias y trabajar con ellas? Para expresarlo de manera sencilla, la Teoría de Bowen percibe al ser humano como una parte más de la naturaleza. Esta perspectiva separa a la Teoría de otras que ponen su énfasis en lo que diferencia al hombre de otras formas de vida. La Teoría de Bowen se centra en los aspectos comunes, como que el hombre es un producto de la evolución y que está regido por las mismas fuerzas básicas que ordenan todo tipo de vida en el planeta. Esta percepción, más amplia, presta especial atención al grado en que los procesos emocionales o fuerzas instintivas influyen sobre el ser humano. Esta perspectiva nos lleva a darnos cuenta de que, la mayoría de las veces, el ser humano actúa y reacciona en respuesta al ambiente, especialmente en respuesta a la unidad familiar de la que es parte. La familia humana, enraizada en la naturaleza por definición, es percibida por la Teoría como un sistema natural, gobernado por fuerzas vitales que son comunes a otras formas de vida. Como en otras especies que exhiben un comportamiento prosocial, el funcionamiento individual está bajo la influencia de un sistema automatizado, de tipo instintivo, que lo guía. Este sistema automatizado surge de los procesos emocionales subyacentes en la unidad familiar. La Teoría de Bowen ofrece una explicación sobre la variabilidad en el funcionamiento de los individuos. Mientras que las teorías psicológicas que hablan de las diferencias individuales son resultado de un desarrollo teórico, producto de la mente humana, la Teoría de Bowen mira al mundo natural buscando comprender esta variabilidad en el funcionamiento. La Teoría entiende las diferencias como el resultado de la capacidad del individuo para autorregularse. La investigación parece indicar que otras especies poseen también esta capacidad, pero en grado limitado, mientras que en el ser humano encontramos un gran número de recursos —pocas veces explotados— para la autorregulación utilizando el intelecto. La Teoría ofrece un mapa para poder conceptualizar el proceso emocional en las relaciones personales dentro de la familia y conseguir la difícil tarea de desarrollar al máximo el sistema intelectual, al mismo tiempo que se es parte del sistema familiar.

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2. Usted ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional al estudio y aplicación de la Teoría de Bowen. ¿Qué encuentra en ella que es tan atractivo e interesante que ha mantenido su atención durante 30 años? Cuando era niña pasaba mucho tiempo al aire libre disfrutando de diferentes actividades. Siempre he tenido una conexión visceral con la naturaleza y un sentimiento muy fuerte de que era parte de algo mucho más grande que yo. No solo me sentía atraída a «ser» en la naturaleza sino que también tenía interés en aprender sobre el mundo natural. Más aún, tuve la suerte de ocupar una posición funcional en mi familia de origen que me proporcionó la oportunidad de observar las interacciones en mi familia. Cuando descubrí la Teoría de Bowen, inmediatamente conectó con mi curiosidad sobre la naturaleza y sobre el comportamiento humano. Por otra parte, mi familia contribuyó de manera significativa a que desarrollase la creencia de que aprender es un proceso que dura toda la vida. Esa creencia, sumada a la utilidad de la Teoría de Bowen, que conduce a tener una vida más reflexiva y menos reactiva, ha sostenido mi curiosidad intelectual durante los 30 años en los que he estado estudiando y aplicando la Teoría. Durante mi formación profesional he estudiado y me he familiarizado con muchos enfoques teóricos que tratan el comportamiento humano. La mayoría de ellos se centran en el terapeuta como el experto, el que guía a los individuos y a las familias hacía la solución, y pone toda su atención en el síntoma. Se entiende el comportamiento individual como algo guiado por características del individuo, y la familia se percibe como una colección de individuos en vez de una unidad emocional. En contraste, la terapia basada en la Teoría de Bowen se centra menos en el síntoma y más en el proceso emocional de la familia, del cual se deriva el síntoma. Este enfoque, más amplio, mejora la objetividad del cliente y el nivel de conocimiento sobre el proceso emocional en su familia. Así mismo, ayuda al cliente a ver cuál es su parte en los patrones relacionales conflictivos. Con el tiempo, una mayor claridad conduce a nuevas maneras de regular Self en las relaciones personales. Finalmente, el síntoma se resuelve o se puede controlar mejor. Parafraseando al Dr. Bowen, «el fin de la terapia es ayudar al otro a que haga de su vida y de su familia un proyecto de investigación». Cuando me enfrenté a una crisis personal en mi propia vida, me interesé por la Teoría de Bowen con la creencia poco firme de que mis dificultades estaban de alguna manera relacionadas con mi familia. Tener unas sesiones con un coach, pronto me ayudó a ver más claramente que los modelos de relación del pasado y el presente contribuían al problema. La Teoría me brindó una manera de entender y modificar mi parte en los procesos relacionales que obstaculizaban mi Self. En el proceso, mi familia me ha enseñado mucho sobre los procesos emocionales familiares. Todo lo que he aprendido lo he aplicado en mi práctica clínica. Es un esfuerzo que dura toda una vida. También me he dado cuenta de los innumerables obstáculos que existen al intentar cambiar el paradigma del comportamiento humano centrado en el individuo a una visión sistémica del proceso emocional familiar.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Laura R. Brooks

3. Usted ha aplicado la Teoría de Bowen en el área de familias con hijos adoptados. ¿Cuál es la contribución más importante de la Teoría de Bowen para las familias que se encuentran en este tipo de situación? ¿Cómo ayuda la Teoría de Bowen con este tipo de población? En el mundo de la adopción, el pensamiento dominante concibe la calidad del apego entre el niño y la figura adoptiva como el elemento crucial para el funcionamiento del niño durante toda su vida. Aunque la Teoría de Bowen también percibe que esta relación ejerce una gran influencia en el niño, amplía la visión incluyendo tanto el papel que juega la madre en el proceso, como la relación con su marido, o el nivel de ansiedad y el nivel de contacto con la familia extensa. Estas variables emocionales no solo afectan al éxito o fracaso en el proceso de reproducción, sino que también producen un impacto en el proceso emocional de la familia después de que esta realiza la adopción. Aunque los resultados de investigación sobre la adopción son contradictorios, parece que la adopción en sí misma no aseguraría el ajuste del niño en el futuro. En mi trabajo de investigación longitudinal con 8 familias adoptivas, así como con familias que acuden a la consulta en mi clínica privada, he observado que solamente cuando hay problemas con un niño adoptado se recurre al tema de la adopción como forma de explicar los problemas de ajuste del niño. Por el contrario, la Teoría de Bowen examina el funcionamiento individual del niño como resultado de un proceso emocional multigeneracional y un proceso emocional en la familia nuclear, que en este caso es una familia adoptiva. Si los padres no poseen esta visión más amplia, posiblemente se centrarán más en el hijo que en su parte en el proceso familiar. Una de las importantes observaciones que realizó el Dr. Bowen es que una dedicación excesiva de los padres hacia un hijo puede crear tantas dificultades como el abandono o la falta de cuidados. Además de dirigir su propia vida y responder a los retos que se le presenten, ese niño se verá influido por la ansiedad de unos padres excesivamente involucrados. El distanciamiento, la reactividad, el ceder en todo lo que el niño desea —todas ellas respuestas comunes— disminuyen la capacidad del niño para convertirse en un individuo autónomo capaz de autorregularse. En la historia de un niño, ser adoptado es un hecho entre otros muchos. La Teoría de Bowen habla de otros factores que están en la familia adoptiva y que contribuyen a un ajuste adecuado en la vida del niño. 4. En este campo en particular, ¿cómo sabe si la terapia basada en la Teoría de Bowen ha tenido éxito? ¿Cómo determina si el trabajo terapéutico ha sido eficaz? Aunque la terapia guiada por la Teoría de Bowen se centra más en el proceso emocional que en los síntomas, los síntomas del niño proporcionan un punto de referencia inicial desde el que se puede evaluar a la familia. Si una familia centra

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su atención en el síntoma presente en el niño, concibiéndolo como un problema cuya causa está en el niño mismo, una historia detallada del síntoma y la historia familiar del padre y la madre adoptivos revelarán el proceso relacional subyacente y la forma en que dicho proceso contribuye a que el niño adoptado se vuelva sintomático. La recogida de esta información en las primeras sesiones, normalmente ayuda a que los padres se calmen y vean el problema de manera más objetiva. Aun así, la tendencia a ver al niño adoptado como «el problema» no desaparece fácilmente, debido a ciertas creencias sobre el comportamiento humano, fuertemente fundamentadas y persistentes, así como por la presión natural en uno mismo y en otros miembros de la familia para que las relaciones permanezcan estáticas. Aunque el niño tiene su parte en el proceso que desencadena el conflicto relacional, el cambio en el sistema debe venir de los padres, ya que, aparte de ser las personas responsables de la familia, tienen más flexibilidad para modificar Self. Una familia progresa cuando es capaz de sostener esta visión más amplia del problema y perseverar en sus esfuerzos para aumentar la objetividad y conciencia sobre la parte que cada uno juega en el problema, con el objetivo de alterar su comportamiento y su pensamiento a pesar de la resistencia. Cuando un progenitor ya no proyecta su propia ansiedad sobre el hijo adoptado, se presentarán nuevos retos en otras relaciones familiares. Como padre, es importante evaluar el propio funcionamiento en el matrimonio y las relaciones con la familia extensa para poder mantener el progreso en la relación con el hijo adoptado. El impacto que produce la adopción en sí misma es, en realidad, eclipsado por la profunda influencia del proceso emocional en la familia adoptiva. 5. Algunas de las familias que vienen a su consulta quieren que su hijo/a sea atendido ya que «tiene un problema», y este proviene del abandono que el niño/a ha experimentado. ¿Cómo trata esto a nivel práctico? ¿Qué hace con las peticiones de las familias que quieren que sus hijos sean atendidos? Con frecuencia, la visión que tiene la familia de que el niño es el problema le lleva a buscar a un terapeuta que vea a su hijo y, normalmente, la expectativa es que arregle el «déficit» que cree que el niño o niña tiene. Además de una descripción clara de mi conceptualización del comportamiento humano en mi página web, establezco una llamada de teléfono inicial con uno de los padres, donde pasamos tiempo hablando de cuáles son sus expectativas y yo le explico cuál es mi planteamiento. Soy muy clara sobre el hecho de que, con frecuencia, después de haber visto al niño unas cuantas veces (si quieren), me reuniré con ellos (los padres), como líderes de la familia, para aumentar la objetividad sobre su parte en el proceso que está teniendo lugar en la relación. Con frecuencia, los padres mismos se preguntan si ellos tienen alguna responsabilidad en lo que está sucediendo, por lo que están interesados en investigar al respecto. Aquellos padres que no tienen interés en este tipo de autoexploración suelen optar por buscar un terapeuta orientado hacia lo individual.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Kathleen B. Kerr

Kathleen B. Kerr Máster en Enfermería, fue miembro del claustro del Bowen Center for the Study of the Family desde 1978 al 2012. Dirigió el Comité de Investigación y coordinó el proyecto de investigación llamado «Base de datos de historias familiares» (Family History Database Project), en el cual se recoge información multigeneracional de un gran número de familias, con el fin de estudiar los conceptos de la Teoría de Bowen. Es enfermera clínica especializada, y ha tenido su consulta privada desde 1975. Entre los temas de investigación que ha abordado se incluyen: el proceso de envejecimiento y la familia, la aplicación de la Teoría de Bowen a las organizaciones, los diferentes tipos de pensamiento sistémico, las relaciones madre-hijo, las relaciones entre la Teoría de Bowen y la salud física, y la aplicación de esta teoría al tipo de atención dada a los pacientes en urgencias hospitalarias. Además, ha tenido la oportunidad de acceder a la información de la investigación longitudinal con chimpancés iniciada por Jane Goodall, Ph. D., estudiando, a la luz de la Teoría de Bowen, los efectos de la relación madre-hijo en el posterior comportamiento adulto. Realizó una estancia en el Gombe Stream Research Centre (Tanzania) para observar a los chimpancés en su hábitat natural. 1. En su opinión, ¿qué es lo que caracteriza a la Teoría de Bowen y a la terapia basada en ella? ¿Qué hace a esta perspectiva teórica única cuando pretende entender a las familias y trabajar con ellas? La perspectiva de la Teoría de Bowen nos da una nueva visión sobre cómo percibir el comportamiento humano. Observar las cosas desde una concepción sistémica modifica radicalmente lo que una persona ve. El individuo ya no es el centro de atención, sino que todo el sistema se hace presente y se hacen visibles los modelos de interacción. En vez de las características individuales y los diagnósticos correspondientes, cobran fuerza las interacciones recíprocas y su poderoso impacto en la configuración del comportamiento. Las polaridades como víctima/agresor, paciente/cuidador, alcohólico/facilitador dejan de ser útiles cuando se trata de describir los modelos de interacción, que son cocreados por quienes forman parte de ellos. Cada persona juega su papel, aun sin ser consciente, en el mantenimiento de los mismos modelos que detesta. Así, se genera una dinámica sutil pero poderosa: intentar incansablemente que las cosas sean diferentes hace que, sin darnos cuenta, consigamos mantenerlas igual. Por tanto, lo característico de la Teoría de Bowen es que lo más importante es prestar atención al modo en que el individuo puede ser diferente dentro del sistema del que forma parte. Si un miembro significativo de un sistema es capaz de cambiar, el sistema no podrá permanecer igual, ya que para ello es imprescindible que cada persona que lo compone no ponga en marcha ningún nuevo comportamiento. La Teoría de Bowen es una manera muy reveladora de ver cómo funcionan las cosas y cómo pueden cambiar. Requiere observar con detenimiento el verdadero funcionamiento del sistema, sin asumir que funciona como nuestras emociones nos dicen que lo hace. Después, esta comprensión pasa a ser una guía para que el individuo pueda ser capaz de modificar sus respuestas y comportamientos característicos.

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Como terapeuta, siempre tengo presentes a todos los miembros relevantes del sistema, incluso aunque no estén físicamente en la consulta. Intento en­tender el sistema y así ayudar a la gente a ver lo que otros están haciendo y el impacto que sus propios comportamientos tienen, aún sin buscarlo intencionadamente, sobre aquellos a los que quieren. Se trata de tener un ojo puesto en lo que hacen los demás mientras el otro se dirige hacia uno mismo. Es clave ver las dos partes. De hecho, percibir que formamos parte de un sistema proporciona una neutralidad emocional que es muy útil, tanto para el terapeuta como para aquellos a los que trata. Cuando las personas se dan cuenta, dicen: «¡Oh, así es como funciona! ¡Si es así como funciona, entonces puedo actuar de manera diferente!». Es difícil describir cómo cambia el mundo cuando pasamos de ver las cosas desde un punto de vista individual, basado en un paradigma del tipo causa-efecto, a percibir todo como un sistema. Este nuevo punto de vista nos abre un mundo de posibilidades. 2. Usted ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional al estudio y aplicación de la Teoría de Bowen. ¿Qué es tan atractivo e interesante en ella como para mantener su atención durante 41 años? Una de las principales razones es, en mi opinión, el hecho de que la Teoría de Bowen describe lo que sucede de una manera precisa y funciona de forma excelente como guía para la terapia. En primer lugar, proporciona una perspectiva adecuada de los sistemas. Cuando empecé a cambiar mi percepción individual por una visión sistémica, sucedió que podía anticipar tanto lo que la gente iba a hacer como mis propias reacciones, ya fuera en las interacciones personales como en las profesionales. Creo que, inicialmente, muchos terapeutas se interesan por la teoría sistémica porque les ayuda a interpretar su propio sistema familiar. Este también fue mi caso. La Teoría de Bowen me ayudó a actuar más libremente en mi familia de origen, que era un sistema pequeño e intenso. Poner en práctica la Teoría en la propia familia de origen es un experimento científico. La Teoría predice qué sucederá y qué cambiará cuando una persona se comporta de cierta manera. Una y otra vez podía ver que las predicciones eran acertadas. Desde luego, ¡esto hace que uno mantenga su atención en ello! Por otra parte, sucede lo mismo en la terapia. La Teoría permite que el terapeuta pueda entender el funcionamiento del sistema y hacer predicciones sobre cómo se comportará, comunicando todo ello a quienes están en terapia, lo que supone para las familias nuevas posibilidades para poner en práctica comportamientos diferentes. Una vez más, probando día tras día la Teoría de Bowen en el área clínica, el terapeuta lleva a cabo una serie de experimentos. El resultado de esta tarea de investigación clínica me ha llevado al convencimiento de que la Teoría describe con exactitud todo lo relacionado con el comportamiento humano.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Kathleen B. Kerr

3. Usted ha dedicado muchos años a la investigación de las interacciones entre madre y bebé desde la perspectiva de la Teoría de Bowen. ¿Cuáles son las conexiones más relevantes que ha encontrado? He estudiado durante mucho tiempo la relación maternofilial tanto en la especie humana como en otras especies, con el objetivo de poder realizar comparaciones, aspecto que me resulta particularmente interesante. El estudio de otras especies presenta como uno de sus mayores atractivos que necesariamente debes centrarte en el comportamiento observable. Los sujetos no pueden hablar contigo y decirte lo que piensan o cómo están intentando ser buenas madres y criar a su prole. Solamente es posible observar lo que hacen, por lo que resulta imprescindible recrear un planteamiento que Bowen defendió con mucho énfasis: debe ponerse la atención en lo que hacen los humanos, no en lo que dicen que hacen. Esto implica cambiar el foco de atención, facilitando que se observe el comportamiento de manera más objetiva, en vez de recibir una valoración subjetiva. Esto es especialmente útil si queremos investigar sobre la relación maternofilial, porque los seres humanos parecen tener una especial dificultad para observar objetivamente el modo en que se comportan cuando se trata del campo de las relaciones paternofiliales. Estoy segura de que en esta afirmación puedo incluirme yo misma. Para explicar lo que estaba sucediendo, era capaz de esconderme, con mis propios hijos, tras una capa de palabras de la Teoría de Bowen, cuando en realidad eran procesos emocionales los que me guiaban. Lo que estaba sucediendo era bastante diferente de lo que yo conceptualizaba. Ciertos estudios longitudinales, especialmente en primates, nos permiten tener el privilegio de analizar múltiples generaciones de familias y el modo en que se ha desarrollado su descendencia. A este respecto, he realizado un estudio detallado sobre familias de chimpancés en el Gombe Stream Research Center, a partir del trabajo iniciado por Jane Goodall. El interés de la doctora Goodall en las relaciones entre madres y crías guió la recogida de datos desde los primeros días de la investigación. Gracias a ello hay una gran cantidad de datos muy valiosos, a los que he tenido el privilegio de poder acceder. Se trata de datos recogidos minuto a minuto, que describen las complejidades y matices de la relación madre-hijo. El estudio y reflexión sobre ellos me han llevado a concluir que existen diferencias entre los distintos pares madre-hijo en el ritmo en el que logran la separación, y en el grado y forma en que desarrollan su separación emocional recíproca. Algunos pares nunca se separan ni emocional ni físicamente. Otros se separan de manera ordenada, lo que ayuda a desarrollar la competencia de la prole y facilita que se conviertan en adultos bien equipados para enfrentar las dificultades de la vida. En estos pares, las madres continúan siendo un recurso para su prole, pero no en el nivel de la dependencia emocional. Desde mi punto de vista, estas observaciones son análogas a lo que Bowen fue capaz de observar en el proyecto de investigación del NIMH: que la intensidad de la involucración de la madre con el hijo es una variable muy importante en el desarrollo de este.

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4. Después de más de cuatro décadas de experiencia psicoterapéutica basándose en la Teoría de Bowen, aplicando este acercamiento a un abanico muy variado de dificultades, como conflictos de pareja, desórdenes psiquiátricos o dificultades con los hijos… ¿cómo determina si la terapia ha tenido éxito y ha sido efectiva? Si la terapia ha tenido éxito, a largo plazo toda la familia funcionará mejor y experimentará menos síntomas. Digo a largo plazo porque, cuando los individuos comienzan a cambiar, durante un tiempo puede haber un pequeño aumento de los síntomas dentro del sistema familiar. Esto es parte del fenómeno automático descrito por Bowen y que denominó «vuelve atrás». Temporalmente, las personas que forman parte del sistema se sienten más ansiosas, ya que algo funciona de manera diferente en el mismo. Por una parte, desean que la persona que está cambiando tenga éxito. Por otra, se sienten ansiosas al tener que enfrentarse con algo que les es desconocido. Todavía sigo sorprendiéndome cuando descubro los grandes esfuerzos que hacemos en ocasiones para mantener aquello que nos es familiar, incluso cuando nos está afectando negativamente. Una mujer me dijo recientemente: «Me resulta más fácil echarme la culpa que enfrentarme a mi marido de una manera nueva». Yo diría, por tanto, que el criterio para el éxito es el ajuste completo de cada miembro del sistema familiar y de la familia como un todo. Sospecho de quienes dicen haber aplicado la Teoría de Bowen a su propia familia y, sin embargo, refieren que los síntomas se han incrementado (como, por ejemplo, con la aparición de un divorcio, del abuso de sustancias, un aumento de síntomas psiquiátricos, etc.). Después de muchos años, solamente he visto un pequeño número de familias donde, a mi juicio, la persona que trabajaba de manera creíble sobre sí misma, intentando aumentar su Diferenciación del Self, ha visto empeorar los síntomas en su familia. Cada uno de los pocos casos en los que sucedió esto, me llevó a reconsiderar las cosas para intentar entender qué había pasado. En todos y cada uno de este tipo de casos, encontré que habían infravalorado la intensidad del proceso emocional en la familia a la que pertenecía la persona que estaba haciendo el esfuerzo de cambio. Hay otro aspecto de tu pregunta que me gustaría abordar. La Teoría de Bowen anima a los terapeutas a prestar atención, de forma infatigable, a su propia Diferenciación del Self. En este sentido, es posible que la familia no conecte con las ideas y la experiencia que les ofrezco y nada cambie en ella. Sin embargo, si cuando he entrado en contacto con el proceso emocional familiar he conseguido permanecer definida y me he representado adecuadamente ante la familia, esto puede considerarse para mí un éxito en sí mismo. De hecho, a medida que, con el paso de los años, he ido mejorando en mi habilidad para permanecer con un Self definido cuando estoy en relación con las familias que veo en consulta, he ido observando cómo un número cada vez mayor permanece en el proceso y alcanza ciertos progresos.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Kathleen B. Kerr

5. Ha estado usted involucrada, de forma especial, en el área de investigación del Centro Bowen. ¿De qué manera se ha ido actualizando la Teoría y avanzando en su desarrollo? ¿Cuál es su predicción acerca del futuro de la Teoría de Bowen? La perspectiva sistémica no es fácilmente ajustable a los diseños convencionales de investigación, que se basan en los protocolos del método científico. Estos protocolos se construyen sobre el axioma de que las cosas funcionan de acuerdo a un modelo causa-efecto. Sin embargo, el pensamiento sistémico supone una mayor complejidad. Se me ocurre un ejemplo para explicar esto. Hace años, el Centro Bowen participó en un proyecto de investigación en el que familias que estaban en contacto con los Tribunales de Menores eran asignadas aleatoriamente para ser tratadas en diferentes centros de Atención Familiar del Condado de Washington. Numerosos autoinformes subjetivos plagaron el proyecto. No estaba claro qué era lo que medían. Además de todo esto, el criterio de éxito planteado por la dirección del proyecto era el grado de reincidencia del delincuente juvenil. Inútilmente, discutí largo y tendido que, en mi opinión, no podría considerarse un éxito el caso de un delincuente juvenil que no reincidía pero uno de sus hermanos desarrollaba un síntoma, o sus padres se divorciaban. Mis intentos de incorporar una perspectiva sistémica más amplia al proyecto no tuvieron éxito. Los terapeutas que realizan su trabajo desde la Teoría de Bowen no deben desanimarse en relación con el tema de la investigación. En la arena de su práctica clínica ponen a prueba diariamente la Teoría. De hecho, a través de la clínica realizan estudios longitudinales sobre numerosas familias, por medio de los que pueden demostrar o refutar los conceptos de la Teoría. En el campo de la investigación de los conceptos planteados por Bowen, existe un trabajo de investigación conjunto realizado por un grupo de experimentados terapeutas en este campo. Cuando uno de ellos aplica la Teoría durante un largo periodo de tiempo en su práctica clínica, y puede ver que es una descripción realmente fiel del ser humano, entonces la Teoría de Bowen se va aproximando a un hecho confirmado. No sé lo que sucederá con la Teoría de Bowen en el futuro inmediato. La sociedad parece haber experimentado una regresión y está tremendamente apegada a las explicaciones causa-efecto y a las soluciones simplistas. Esta mentalidad es totalmente contraria a la Teoría de Bowen. Al mismo tiempo, la ciencia básica avanza cada vez más y de manera inexorable hacia la comprensión de los sistemas naturales. ¡Es un momento muy interesante el que nos toca vivir! La investigación científica apoya, de modo cada vez más fundamentado, la importancia de los factores emocionales en la enfermedad física. Al mismo tiempo, los titulares periodísticos tratan de vender a la sociedad que se ha descubierto el gen para tal o cual cuestión. A veces pienso que la Teoría de Bowen morirá a corto plazo, de la misma manera que lo hicieron los conceptos de la evolución o el funcionamiento del sistema solar con los jónicos, para resurgir un tiempo después. Creo que, si así fuera, las ideas básicas de la Teoría de Bowen sobre el funcionamiento emocional de la familia sobrevivirán o resurgirán en una comprensión general de los sistemas naturales de todos los sistemas vivos.

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Victoria Harrison Máster en Comunicación Humana por la Antioch University (Baltimore, Maryland), inició sus estudios con el Dr. Bowen en 1976 y trabajó como terapeuta en el Georgetown Family Center for the Study of the Family durante 13 años. Es miembro del claustro de profesores de esta institución y directora del programa de posgrado de la misma desde hace 20 años. La Profesora Harrison también está acreditada como trabajadora social y terapeuta familiar y de pareja. Desde hace más de 24 años mantiene una consulta privada; actualmente en Houston, Texas. A lo largo de su carrera, la Profesora Harrison ha incorporado en su práctica clínica el uso de instrumentos de biofeedback y neurofeedback para la observación y regulación de la reactividad emocional. Cuenta con el más alto grado de acreditación por el Instituto Americano de Certificación en Biofeedback (Biofeedback Certification Institute of America). En 1986 dedicó un año sabático al estudio de la reproducción y la endocrinología en el Instituto para la Medicina de la Reproducción y Endocrinología de Texas (Texas Institute for Reproductive Medicine and Endocrinology). Desde entonces ha mantenido su interés por el estudio y trabajo en torno a este tema. Fundó, en 1998, el Centro para el Estudio de los Sistemas Naturales y la Familia (Center for the Study of Natural Systems and the Family) en Houston y en El Paso, Texas, en el que se ofrecen programas educativos en torno a la Teoría de Bowen. Imparte talleres y conferencias sobre la Teoría de Bowen en distintos lugares de Estados Unidos y del mundo, y es autora de diversos artículos académicos y de divulgación sobre este tema. 1. Usted conoció la Teoría de Bowen muy joven en su vida profesional y, desde entonces, hace más de 30 años, sigue encontrando en estas ideas un estímulo intelectual y profesional. ¿Qué es lo que ha hecho que el interés por la Teoría de Bowen haya podido mantenerse a lo largo de toda su vida? La respuesta comienza con mi experiencia personal. La terapia basada en la Teoría de Bowen fue eficaz en la reducción de mis síntomas psicológicos y psiquiátricos y me proporcionó una orientación adecuada para ser una persona más responsable. Antes y después de la universidad, participé en varios tipos de terapia, en un esfuerzo por superar una depresión muy seria. Ninguna de ellas abordó el impacto de mi divorcio, el creciente alejamiento de mi familia y mi estilo de vida irresponsable. Después de mudarme a Baltimore en 1975 para trabajar en el campo del tratamiento contra las drogas, contacté con Murray Bowen. Él me dijo: «Hablaré contigo si de verdad quieres asumir la responsabilidad de tu lamentable situación». Su recomendación fue que comenzase un trabajo con una de las personas de su equipo. El trabajo de coaching generó en mí una manera diferente de pensar, que me condujo a comenzar a actuar. En seis semanas pude restablecer el contacto con mis padres, mi hija y su padre (mi exmarido). Seis meses más tarde volví a Texas donde fue posible un contacto asiduo con mi hija. Los pasos hacia la Diferenciación del Self, que se describen e ilustran tan bien en el libro de Bowen, se convirtieron en mi brújula.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Victoria Harrison

Después de esto, comencé un curso de posgrado en 1976 para aprender lo máximo posible sobre la Teoría Familiar Sistémica de Bowen. La Teoría se convirtió en una manera de entender mis propios síntomas y el funcionamiento de mi familia, y también en un modelo para la práctica de la psicoterapia y más tarde para el estudio de la salud humana y la reproducción. El Dr. Bowen estableció un programa de biofeedback en el Centro Bowen en 1977, dirigido por Lilian Rosenbaum. Rápidamente me matriculé para aprender a utilizar los instrumentos que medían la reactividad física y comencé a ver cómo las reacciones fisiológicas estaban asociadas con la ansiedad, la flexibilidad, los síntomas e incluso los niveles de Diferenciación del Self. Desde entonces he utilizado los equipos de biofeedback y neurofeedback en la práctica clínica y en proyectos de investigación. 2. ¿Qué es lo que hace a la Teoría de Bowen diferente de otros enfoques? ¿Qué es lo que la hace única? Hay diferencias conceptuales y diferencias en la práctica. He conocido muchos enfoques terapéuticos debido a mis propios síntomas, mis estudios de grado en Filosofía de la Ciencia en la Rice University, y el trabajo en el campo del tratamiento contra las drogas. Mi proyecto fin de máster en la Antioch University se centró en analizar las principales teorías en psicoterapia: el psicoanálisis freudiano, el conductismo y el counseling conductista, la psicoterapia fenomenológica y existencial, y la terapia de grupo. Fue un estudio académico en el que examiné lo que ya había experimentado en terapia con psiquiatras y psicólogos. Algunas de las diferencias con las que me encontré fueron: la atención centrada en diagnosticar la patología dentro del individuo o dentro de la familia en vez de centrada en la adaptación y el funcionamiento; la separación entre la mente y el cuerpo; el modelo médico extrapolado; la incorporación de ideas discrepantes; y una relación de ayuda autoritaria o jerárquica, ya fuera benévola o distante. Otra diferencia destacada para mí es la atención a los sentimientos versus el pensamiento. Me resulta difícil de creer la cantidad de tiempo que los terapeutas pasan focalizándose en los sentimientos sin preguntar sobre los hechos o la familia. La Teoría de Bowen está radicalmente alejada de otros enfoques. Esto es tan cierto ahora como hace 50 años. Igual que ocurre con el concepto de gravedad proveniente de la Física, con la Biología Celular o con la Teoría de la Evolución, puede aplicarse a todas las personas y a todos los aspectos de su funcionamiento. Por supuesto, esto no significa que la Teoría haya dado ya explicación a todo. Una teoría es una manera de organizar lo que se conoce y de aproximarse a lo que aún no se conoce con un marco conceptual consistente. En sus proyectos de investigación iniciales, el Dr. Bowen definió conceptos para entender el funcionamiento de las familias, que eran consistentes con la evolución y las ciencias naturales. La Teoría de Bowen puede aplicarse tanto a la Biología y la Fisiología como a la Psicología y las relaciones personales. Los sistemas emocionales, los triángulos, la Diferenciación del Self y la ansiedad describen fuerzas que pueden ser

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observadas en patrones de comportamiento. Estas fuerzas pueden, hasta cierto grado, medirse a través del funcionamiento psicológico y también a través de la actividad cerebral. Los síntomas físicos y psiquiátricos, los comportamientos y los problemas sociales, todos ellos están regidos por el nivel de Diferenciación del Self de la persona y el grado de ansiedad en la familia (dentro del contexto de los triángulos emocionales entre los miembros de la familia y a lo largo de las generaciones). Esta es una manera diferente de ver el desarrollo de los síntomas y nos lleva a un tipo diferente de terapia. 3. ¿Qué tiene usted en mente cuando está trabajando con alguien en la práctica clínica? El trabajo con un coach o terapeuta que está formado en la TFSB proporciona la posibilidad de pensar y reflexionar con alguien que está trabajando sobre su propia Diferenciación del Self. Como terapeuta, yo misma aporto tanto mi conocimiento de la Teoría y del funcionamiento de los sistemas familiares como mi propia experiencia en el desarrollo de un Self más diferenciado. Por tanto, tengo la responsabilidad de presentarme con un Self lo más definido posible ante las personas que acuden a mi consulta. Podría ilustrar la diferencia a través de un ejemplo específico de una conversación clínica reciente. Una mujer que acudió a mi consulta se había enemistado con su hermano mayor porque había tomado partido por su exmarido en un proceso complicado de divorcio. Así mismo, esta mujer se había distanciado de sus hijos porque ellos sentían mucha pena por su padre. La señora X, llamémosla así, me leyó una carta que había escrito a su hermano en la que le decía: «Mi terapeuta dice que es bueno que esté enfadada y me sienta traicionada». La mujer continuó leyendo la carta, que tenía un alto contenido emocional, y yo la paré y le dije: «¡Un momento! Has puesto palabras en mi boca que no son lo que pienso». Se quedó conmocionada. Comencé a hablarle de lo que pensé que sería bueno para ella y para cualquiera… «Ser capaz de ser más objetiva acerca de las personas y los sucesos en su familia… Ver el papel que sus propias reacciones jugaron en el divorcio y en el periodo subsiguiente… y atenuar el enfado y el sentimiento de traición con una perspectiva más objetiva». En mis más de 30 años de experiencia, veo que la gente parece beneficiarse cuando puede interrumpir la reactividad y dar un salto hacia un pensamiento más comprensivo que proporciona formas para asumir una mayor responsabilidad. Los instrumentos de biofeeback y neurofeedback dan a las personas información adicional sobre sus reacciones y pensamientos, información que pueden utilizar para incrementar su capacidad de reflexión. Una semana después de su segunda sesión, esta mujer fue capaz de relacionarse de una manera diferente con sus hijos y su familia, comenzando un trabajo para ser más responsable de sí misma y de sus reacciones. Será interesante ver cómo esto podría modificar en el futuro su depresión, el dolor físico y los medicamentos que han tomado el control de su vida.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Victoria Harrison

Los pasos hacia la Diferenciación del Self son la base para provocar el cambio. Esto significa que las preguntas y comentarios que hago tienen la finalidad de: •• Desarrollar una visión del funcionamiento de los sistemas familiares basada en los hechos. •• Alcanzar mayor objetividad. •• Observar y reducir la ansiedad. •• Definir principios en base a los que se pueda actuar en lugar de reaccionar de manera automática, aprendiendo a ser un Self independiente en todas las relaciones importantes. Una cantidad significativa de la Teoría misma está presente en cada sesión. Mi trabajo consiste en presentar una manera de pensar que genere el cambio, que tenga sentido para cada persona en concreto y para los retos concretos que tiene frente a sí. Me impresiona ver cómo la Teoría tiene sentido para las personas que están en situaciones difíciles. La mejoría puede darse rápidamente, aunque los cambios a largo plazo requieren un trabajo sostenido en el tiempo. El cambio no se consigue en la relación con el terapeuta, sino en el trabajo con el propio sistema familiar, fuera de la consulta. Siempre insisto en que lo que alguien hace fuera de la sesión será más importante a la hora de conseguir algo que lo que hagan conmigo durante una hora. 4. Usted ha dirigido el programa de posgrado en el Centro Bowen durante varios años. Este programa es el medio principal a través del cual los profesionales aprenden la Teoría de Bowen y los terapeutas se forman en su aplicación clínica. ¿Qué aspectos comunes ha observado en los procesos de la gente que cursa este posgrado? El Dr. Bowen estableció el programa de formación de posgrado en la Facultad de Medicina de la Georgetown University, en el departamento de Psiquiatría, para proporcionar a los profesionales de medicina y salud mental la base teórica y la experiencia práctica necesarias para su formación. Incluso desde sus inicios comenzaron a asistir personas del ámbito religioso, empresarial u otros campos. El posgrado se basa en un proceso de «aprender haciendo». La Diferenciación del Self y el estudio de la propia familia han sido siempre una parte integral de esta formación. Esta también incluye una formación didáctica, debates, así como sesiones de trabajo donde los individuos presentan su trabajo. Leer la obra original del Dr. Bowen y ver los DVD que se encuentran en la biblioteca son igualmente parte importante de la formación. Aquellos que lo desean asisten además al Simposium de otoño y a una conferencia clínica mensual. En su libro, Bowen describe los retos que implica esta formación. Todas las personas traen cierto grado de emocionalidad a la tarea de aprender. La actividad intelectual está coloreada por la reactividad emocional.

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Algunas personas están mucho más ancladas que otras en una orientación hacia las relaciones (es decir, a depender de otros, de lo que otros han escrito —la literatura de un campo—, de lo que otros saben, etc.). Otras tratan la Teoría como un hecho y la convierten en un dogma. Un grupo tiende a rechazar las ideas cuando no encajan con sus concepciones previas, o las añaden a un conjunto de ideas con las que se sienten cómodos. Un cierto porcentaje de personas sienten curiosidad o están intrigadas por las preguntas que se proponen, por aquello que no saben. Hay quienes están más capacitados para empezar a pensar por sí mismos. Aunque todo el mundo tiene la capacidad de aprender, este último grupo aprende más rápido. La ansiedad es parte del aprendizaje y aquellos que persisten se convierten en personas capaces de reconocer y tolerar las reacciones de ansiedad hasta que remiten. Esta experiencia es parte del entrenamiento básico para la práctica de la Teoría de Bowen en cualquier campo de trabajo. Los profesores tienen la tremenda responsabilidad de ser conscientes de sus propios patrones emocionales y de mantener una atención constante hacia aquello sobre lo que es necesario aumentar nuestro conocimiento. También tienen la responsabilidad de separar su Self de otros y dejarlos libres para que aprendan. Bowen trabajó de forma muy exigente en esto y los profesores que estudiamos con él seguimos trabajando en ello con el mismo énfasis. Creo que mi capítulo y otros capítulos en el libro Bringing Systems Thinking to Life incluyen buenos ejemplos. 5. Parte de su experiencia clínica e investigadora ha estado centrada en el tema de la infertilidad. ¿Cómo encaja esto en el estudio de la Teoría de Bowen? ¿Qué ha aprendido? Cuando era estudiante del programa de posgrado, el Dr. Bowen enfatizó la importancia de tener una «actitud investigadora» en relación con la propia familia y en la práctica clínica. La ciencia y la investigación son importantes para el proceso de aprendizaje y la aplicación de la Teoría de Bowen y en la Diferenciación de Self. Me acerqué al tema de la infertilidad como una forma de aproximarme al estudio de la regulación de la reproducción, que concebí como parte de los procesos evolutivos en la naturaleza y en la familia humana. Decidí estudiar la reproducción humana porque en su momento asumí que ya se sabía mucho sobre cómo las relaciones familiares están involucradas en la regulación del funcionamiento reproductivo y de su biología. No fue necesario revisar mucha literatura para descubrir que estaba equivocada. La investigación desde la endocrinología reproductiva y la medicina sobre la población y la superpoblación (lo que incluye el estudio del control de la natalidad, de la fertilidad y la infertilidad) no consideraban que el estrés y otros factores como la familia, la pobreza, la densidad de población o la dieta tuvieran un impacto significativo sobre la reproducción. Me propuse diseñar mi propio estudio de biología reproductiva y aceptar casos de personas que tenían síntomas con implicaciones para su salud y su área repro-


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Victoria Harrison

ductiva. Una explicación detallada de este trabajo está publicada en Family Systems.71 El Texas Institute of Reproductive Medicine and Endocrinology, dirigido en 1984 por Emil Steinberger, tuvo la generosidad de concederme un año sabático. Tras volver a la Costa Este, continué la relación con el Dr. Steinberger, consultando con él sobre mis casos clínicos. Como parte del personal clínico del Bowen Center, trabajé muy de cerca con médicos de la Georgetown University que me remitían mujeres con problemas de fertilidad, síndrome premenstrual, síntomas menopáusicos y embarazos difíciles. En el Family Health Services de Baltimore trabajé con médicos del Greater Baltimore Medical Center y con pacientes con problemas serios de salud que ellos me enviaban. Después de mudarme de nuevo a Houston (Texas), en 1991, establecí mi oficina en el TIRME (Texas Institute for Reproductive Medicine and Endocrinology) del Texas Woman’s Hospital. Finalmente, en 2005, construí una clínica y un aula para impartir formación y me trasladé fuera del área del centro médico. Mi aproximación a la investigación y al trabajo clínico implicó la utilización de instrumentos de biofeedback y neurofeedback para el estudio de la reactividad, acompañados del estudio de los hechos históricos en la familia y de su funcionamiento. La Teoría de Bowen me proporcionó el marco adecuado para aprender sobre la relación entre los niveles de ansiedad, los patrones de reactividad y los indicadores de Diferenciación del Self como factores que influyen en la reproducción. También revisé extensamente la literatura en diversos campos, utilizando de nuevo los conceptos de la Teoría de Bowen para relacionar los datos y generar nuevas preguntas. Por ejemplo, una de las preguntas fue «¿De qué modo las reacciones a la ansiedad, o lo que llamamos estrés, interactúan con las hormonas reproductivas involucradas en la ovulación?». Los científicos de TIRME colaboraron en un estudio sobre la ovulación que fue presentado en el congreso de la New York Academy of the Sciences en 1995 y publicado en sus anales y en la revista Family Systems. Pudimos ver que los miembros de la familia se apoyan unos en otros en la búsqueda de recursos psicológicos y reaccionan unos con otros con elevados grados de ansiedad. Las hormonas ovulatorias y las relaciones personales interaccionan a través del sistema nervioso con las hormonas relacionadas con la respuesta de estrés y con el sistema inmunitario. Aprendí que cuanto mayor sea la situación de corte emocional en la que se encuentren una mujer y su madre con respecto a la familia extensa, más estrés sostenido referirá y mayor será la inhibición de la ovulación. Hay muchos más detalles a los que habría que dar forma, por lo que mi deseo es que el pequeño estudio que realizamos genere interés en instituciones que tienen los medios necesarios para trabajar con números amplios de personas y con sus familias. Al menos he contribuido a ello estableciendo un protocolo que hace viable la investigación. 71 Revista editada y coordinada por el Georgetown Family Center.

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El trabajo con el Dr. John Mathias, un neurogastroenterólogo que reconoció el papel que la reactividad juega en los síntomas gastrointestinales crónicos y en la endometriosis, hizo posible unir los diferentes elementos de la investigación sobre la influencia de la ansiedad y la Diferenciación del Self en el desarrollo de la endometriosis y su tratamiento. Este trabajo ha sido publicado en Fertility and Sterility, con el título «A Better Chance: Systems Therapy with Symptoms that Impact Health and Reproduction», y comprende una serie de artículos basados en un trabajo clínico sobre 450 mujeres con endometriosis. Aprendiendo a reconocer e interrumpir las reacciones de ansiedad, un miembro de la familia puede contribuir a reducir la ansiedad de todos los demás. Cuando alguien empieza a entender lo que significa ser capaz de separarse de la emocionalidad, lo cual, en realidad, puede significar establecer y mantener contacto con más personas de la familia, puede cambiar los patrones de reacción y relación asociados con la ansiedad. Todo esto puede llevar a un cambio significativo en los síntomas, independientemente de lo crónicos o severos que sean. El Centro Bowen cuenta con una serie de entrevistas en DVD con una familia en particular. En estas entrevistas se describe cómo el trabajo de una madre sobre sus reacciones ansiosas y su propio funcionamiento en las relaciones con su familia contribuyeron a la mejora en su hija de los síntomas de la endometriosis, el dolor y las náuseas. Después de unos meses de trabajo con su madre, la hija comenzó a recuperarse, empezó a trabajar y se mudó a su propio apartamento. En los años siguientes acabó la universidad, tuvo su primer hijo y se casó. El análisis de las medidas que indican los equipos de biofeedback y neurofeedback (que pueden tomarse simultáneamente a tres miembros de la familia) parece indicar que la habilidad de una persona para reconocer y reducir su propia ansiedad también bloquea la ansiedad de otros miembros de la familia. El Dr. Bowen observó que no era necesario trabajar con el miembro sintomático de la familia para observar una mejoría en la salud y el funcionamiento. Esto es cierto también con respecto a los síntomas físicos de mi propia familia y en otros casos que he visto en la práctica clínica. Algo tan importante como la reproducción es complejo por sí mismo, por naturaleza. Yo he aprendido que el sistema emocional de la familia regula activamente quién se reproduce y quién no, cuándo, y con qué resultados. La Diferenciación del Self y la ansiedad son centrales en entender cómo la biología y el comportamiento involucrados en la reproducción están bajo la influencia de las relaciones personales. Cada familia es un proyecto de investigación. Alguien que, con la Teoría de Bowen en mente, analiza la reproducción en su familia, descubrirá que puede ser menos ansioso y más práctico en la situación que vive y las elecciones a las que se enfrenta. Y que también puede aumentar las posibles elecciones. La Teoría de Bowen le ofrece a la naturaleza la oportunidad de mejorar.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Joan Jurkowski

Estas son las referencias bibliográficas que he mencionado durante la entrevista. Quizá algunos quieran consultarlas para profundizar en aquello de lo que hemos hablado en esta entrevista. Live Learning: Differentiation of Self as the Basis for Learning. En Bringing Systems Thinking to Life, edited by Charlie White and Ona Bregman. Routledge: NY. 2011. Family Reactions to Birth. Family Systems. Georgetown Family Center: Washington, D. C. Winter, 2009. My Family My Self: A Journal of Discovery. Houston, TX. April 2008 [Revisado en diciembre de 2009]. Stress Reactivity and Family Relationships in the Development and Treatment of Endometriosis. Fertility and Sterility, 83, pp. 857-864. April 2005. Emotional Cutoff and Reproduction. En Titleman, P. (Ed.), Emotional Cutoff and Bowen Theory, Haworth Press: New York. 2003. A Better Chance: The Impact of Family Systems on Health and Reproduction. Family Systems. Georgetown Family Center: Washington, D. C. 2002 Family Emotional Process, Reactivity and the Regulation of Ovulation. Family Systems. Georgetown Family Center: Washington, D. C. Winter, 1998. Patterns of Ovulation, Reactivity and Family Emotional Process. Annals of NY Academy of the Sciences. The Integrative Neurobiology of Affiliation, 807, pp. 522524. 1997.

Joan Jurkowski Psicoterapeuta Clínica acreditada especializada en alcoholismo y drogadicción, es miembro del claustro del Bowen Center for the Study of the Family desde 2009 en donde enseña y supervisa a estudiantes del programa de posgrado. Estudió durante cinco años en el Centro Bowen cuando el Dr. Bowen estaba a cargo de su dirección. Forma parte de uno de los grupos de investigación de esta misma institución desde 1999, y en múltiples ocasiones ha presentado ponencias sobre el corte emocional en los eventos académicos auspiciados por el Centro Bowen. Tiene una consulta privada en Randalstown, Maryland, y trabaja también en la clínica Therapist at First Step (Baltimore, Maryland). 1. En su opinión, ¿qué es lo que caracteriza la Teoría de Bowen y la terapia basada en ella? ¿Qué hace a esta perspectiva teórica única cuando pretende entender a las familias y trabajar con ellas? Creo que lo que más caracteriza a la Teoría de Bowen es que intenta entender al individuo como parte de un sistema relacional. Los comportamientos, pensamientos y acciones se entienden desde el lugar que ocupa la persona dentro del sistema, su nivel de interdependencia con otros, las circunstancias del momento

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y el impacto que tiene para la persona el funcionamiento de otros. Se estudia al ser humano de la misma manera en la que se estudiaría a un animal o a otras especies de la naturaleza. Por tanto, la persona no es el problema; un problema o un determinado tipo de comportamiento reflejan un proceso más complejo. Creo que lo más característico de la terapia basada en la Teoría de Bowen tiene que ver con la meta de la terapia. En los demás tipos de terapia con los que estoy familiarizada, la meta es ayudar al cliente a cambiar (para que el problema o síntoma del cliente disminuya y se sienta mejor). El fin de la terapia basada en la Teoría de Bowen es aumentar el nivel de diferenciación personal. Esto significa que el objetivo es que la persona descubra cómo puede manejar sus preocupaciones de una manera más reflexiva y menos ansiosa. El foco de atención no está en el problema o en echarle la culpa a un individuo en concreto, sino en el funcionamiento del sistema y en cómo la persona puede autogestionarse mejor. El tipo de síntoma puede que tenga algo que ver con el carácter del individuo, pero el hecho de que manifieste un síntoma muestra que hay un proceso emocional más amplio. 2. Usted ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional al estudio y aplicación de la Teoría de Bowen. ¿Qué encuentra en ella tan atractivo e interesante que ha mantenido su atención durante 24 años? Siempre he tenido interés en comprender el comportamiento humano: mi propio comportamiento, el de mi familia y el de otras personas. Antes de familiarizarme con la Teoría de Bowen leí mucho sobre otras teorías que intentaban explicar el comportamiento humano. La Teoría de Bowen es la que más respuestas me ha proporcionado y la más coherente a mi modo de ver. Considero que es, de las teorías que conozco, la que proporciona una visión más rigurosa del comportamiento y las emociones humanas y, lo que es más importante, la aplicación de la Teoría de Bowen me ha ayudado durante muchos años en mi propia vida. La Teoría de Bowen me ha ayudado a pensar con más objetividad sobre mí misma y otras personas. Es difícil mantener de forma sostenida la atención sobre el sistema, y no dirigirla al individuo, pero la Teoría me proporciona un modo de volver continuamente a la visión sistémica. La Teoría me ha ayudado a mejorar mi nivel de Diferenciación (¡o eso creo!) y esto a su vez me ha posibilitado gestionar mi vida más eficazmente. Lo que ha mantenido mi interés durante tanto tiempo es que la Teoría de Bowen me ha ayudado a guiar mi vida de una manera más reflexiva y productiva de lo que lo hubiese hecho sin ella. También me ha ayudado a ver diversión y retos en vez de ver problemas en la vida. 3. En repetidas ocasiones usted ha explicado cómo, a través del estudio de sí misma y de su propia familia, ha encontrado una conexión entre la intensidad de las relaciones interpersonales y la aparición de síntomas físicos y de otras dificultades a lo largo del tiempo. ¿A qué conclusiones ha llegado en base a sus propias observaciones y a investigaciones en esta área?


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Joan Jurkowski

He observado una relación entre los síntomas físicos y el grado de apego a los propios padres. Por ejemplo, me diagnosticaron un cáncer de pecho en un año en el que di grandes pasos intentando definir Self en la relación con mi madre, que intentaba que hiciese ciertas cosas de acuerdo a sus expectativas. En esa misma época estaba intentando también definir Self con mi jefe y mi marido. Estoy convencida de que el síntoma físico tuvo relación con mi necesidad de aprobación, con el alto grado de dependencia que experimentaba sobre la opinión que otros tenían de mí y, al mismo tiempo, con la dificultad que encontraba para intentar moverme hacia una posición más independiente. Al mirar atrás, veo que el síntoma físico (en esa ocasión fue un cáncer de pecho, pero hubiese podido ser cualquier otra cosa) desaceleró mi progreso en este proceso. Durante un tiempo volví a la comodidad de mi familia. Creo que los síntomas pueden funcionar de modo que empujen al sistema a volver al grado de vinculación emocional a la que la familia está acostumbrada. Sin embargo, en realidad, una mayor vinculación no alivia el síntoma. A partir de mi propia experiencia y de mi trabajo con los clientes, he llegado a dos conclusiones importantes. He podido observar, tanto en mi familia como en otras, que en aquellas personas con síntomas más severos hay un apego excesivo a la madre. Así mismo, los intentos de mayor independencia de una persona del sistema familiar provocan reacciones en aquellos con los que mantiene relaciones significativas. Creo que si la persona prevé una reacción, la ansiedad se puede gestionar de manera más reflexiva y, por esta razón, los síntomas también se controlan mejor y no son el foco de atención. Como consecuencia, hay más oportunidades para aumentar el grado de diferenciación en uno mismo. Creo que la habilidad de una persona para pensar sobre un síntoma de manera más objetiva puede ser una gran ayuda para tomar decisiones más adecuadas para gestionar el síntoma, en lugar de tomar decisiones que contribuyan a la intensificación del mismo. 4. En el estudio de la Teoría usted ha puesto particular énfasis en la comprensión del concepto de corte emocional. ¿De qué forma trabaja sobre este tema en su práctica clínica? ¿Cómo identifica cuando una persona que acude a su consulta está avanzando en la reducción del corte emocional? Estoy fascinada por el concepto de corte emocional y cómo opera en mi familia y en otros. Me llama mucho la atención por lo difícil que es para mí llamar por teléfono a alguna gente a la que decido llamar. Con el tiempo, y con esfuerzos lentos y constantes, he reconocido lo enormemente valioso que es tener un abanico amplio de relaciones personales con la familia extensa, y he sido capaz de posicionarme un poco mejor en mi propia familia. Trabajando para reducir el corte emocional, he aprendido más sobre mí misma y he sido capaz de observar mejor mi comportamiento a la luz de las pautas de interacción y de la historia de mi familia. La recompensa es que me siento más segura de mí misma, menos a la defensiva, menos ansiosa y más tolerante con otros.

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la teoría familiar sistémica de bowen: avances y aplicación terapéutica

Con respecto a cómo trabajo con el corte emocional en otros, lo que hago no es tanto dirigir a las personas para que avancen en la reducción del corte emocional sino ayudarles a comprender y analizar el grado de corte emocional en el que viven y, desde ahí, que decidan sobre qué quieren hacer al respecto. A través de preguntas sobre las personas y acontecimientos ocurridos en su familia, obtenemos una estimación del grado de corte emocional, que es a su vez indicador del nivel de Diferenciación del Self. Una estimación del grado de corte emocional me ayuda a predecir mejor cómo evolucionará el cliente en el futuro: las personas que tienen un mayor conocimiento y mejores conexiones con su familia de origen parecen responder mejor al tratamiento. Yo no empujo a la persona a reducir el corte emocional, sino que hago preguntas sobre la relaciones. A través de estas preguntas intento comprender las dificultades que presentan a la luz de la forma de estas mismas dificultades en su relación con la familia extensa. Les hablo de mi propia experiencia, sobre lo valioso que ha sido para mí tener un mayor conocimiento de mi familia de origen y cómo esto me ha llevado a tener más recursos. Algunas personas son más curiosas por naturaleza y más capaces de hablar con la familia; otras prefieren no saber nada más sobre su familia de origen. Ciertas personas parecen estar menos deprimidas o alteradas después de mantener algunos contactos con la familia extensa, pero puede que nieguen la relación entre estos contactos y su funcionamiento a nivel individual. Lo que he observado es que, en general, la ansiedad del cliente se reduce si consigue mejorar su contacto emocional con la familia de origen. 5. Como parte del claustro del Centro Bowen usted ha estado involucrada en la formación y entrenamiento de profesionales en este campo. ¿Cuál es la trayectoria que uno ha de seguir si quiere utilizar esta perspectiva teórica como base de su trabajo terapéutico? Para responder a esta pregunta pienso en mí misma como terapeuta que trabaja desde la perspectiva de la Teoría de Bowen. Continúo aprendiendo la Teoría e intentando entender qué significa ser parte de un sistema, aunque no siempre soy capaz de pensar desde el punto de vista sistémico. Trabajo mejor cuando soy más objetiva y me veo como parte integrante del sistema, aunque a veces pierdo esta perspectiva. ¿Qué he hecho para aplicar la Teoría de Bowen a mi vida y a mi trabajo con los clientes? Mi aprendizaje comenzó al recibir coaching de alguien que estaba formado en la Teoría de Bowen y esto suscitó mi interés por ella. Leí el libro de Bowen y otros libros basados en su Teoría. Comencé a asistir a congresos clínicos y simposios cuando Bowen aún estaba vivo. Era realmente interesante escuchar a Bowen, aunque muchas veces no entendía completamente lo que quería decir. Acabé haciendo un posgrado que duró cinco años y, gracias a eso, comprendí mucho mejor la Teoría de Bowen. En la actualidad continúo asistiendo a congresos y simposios, estoy involucrada en un Seminario de Investigación en el Centro


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Douglas C. Murphy

Bowen y he dado clases magistrales y hecho presentaciones en simposios. Es un reto continuo aprender más sobre la Teoría de Bowen. Mis esfuerzos por aprender sobre el individuo como parte de un sistema natural no tienen fin.

Douglas C. Murphy Terapeuta familiar y de pareja acreditado, es parte del claustro de profesores del Bowen Center for the Study of the Family, y director de la clínica que alberga esta institución. En 1975 comenzó sus estudios en el Centro Bowen bajo la dirección del Dr. Bowen y la supervisión del Dr. Michael E. Kerr. Desde entonces, el Sr. Murphy utiliza la Teoría de Bowen para guiar su trabajo en los distintos ámbitos en los que participa. Actualmente es miembro de la mesa directiva de esta institución y mantiene una alta implicación en las actividades clínicas y académicas que se llevan a cabo en este centro. Desde el año 1978 ha dirigido el Centro de Atención a Familias en Crisis del Condado de Baltimore (Family Crisis Center of Baltimore County), dedicado al trabajo con familias que se enfrentan al problema de la violencia doméstica. El Sr. Murphy tiene también una consulta privada en Baltimore, Maryland. 1. ¿Qué es lo que caracteriza a la Teoría de Bowen y a la terapia basada en esta teoría? ¿Qué es lo que hace única esta aproximación para la comprensión y el trabajo con familias? La Teoría de Bowen proporciona, tanto al terapeuta como al cliente, un esquema conceptual para entender el proceso emocional de la familia y las consecuencias de este. Para el terapeuta proporciona un marco en el que es posible organizar multitud de sentimientos, pensamientos y acciones manifestados por la familia, tanto durante un periodo de tiempo concreto como a través de las diferentes generaciones. La Teoría proporciona una visión del proceso emocional, al tiempo que evita la búsqueda de culpables o planteamientos diagnósticos contraproducentes. Cuando se sigue esta lógica en la que el sistema emocional es «el cliente», concentrarse en lo individual, la patología y el diagnóstico llevan a un callejón sin salida. Si consideramos que la reciprocidad es una de las características de los sistemas emocionales, centrarse en el individuo, en vez de en el todo, distorsiona completamente la perspectiva. Para el cliente, la Teoría también proporciona un marco para la interpretación de sus estados emocionales y para poder entender los dilemas emocionales a los que se enfrenta. Por ejemplo, si un cliente que está deprimido empieza a ver que lo que siente, piensa y experimenta es el resultado de la reciprocidad, hay más flexibilidad para entender lo que sucede y, por tanto, también para actuar. Esta nueva manera de entender las cosas ayuda a modificar la manera en la que se entienden y experimentan los dilemas. Esto se puede conseguir cuando, respaldándonos en la Teoría, dirigimos los esfuerzos personales hacia este objetivo, al mismo tiempo que se elimina la necesidad de buscar culpables. Que yo sepa, no hay ninguna otra perspectiva que opere dentro de estos parámetros de aprendizaje de la Teoría y aplicación de la misma.

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la teoría familiar sistémica de bowen: avances y aplicación terapéutica

2. ¿Qué ha encontrado en la Teoría de Bowen que sea tan atrayente como para haber centrado la mayor parte de su vida profesional en ella? ¿Qué es lo que ha mantenido su atención durante 35 años? Lo que me ha dado el ímpetu para involucrarme ha sido la aplicación personal y clínica de la Teoría en mi propia vida. La Teoría es sutil. La dinámica del sistema emocional tiende constantemente a llevarnos al pensamiento «causa-efecto», y con esta manera de pensar se pierde la objetividad y comenzamos a movernos en la esfera de los ángeles y los demonios. La Teoría de Bowen me ha ofrecido una manera de reflexionar sobre diferentes situaciones. La Teoría aporta un contrapeso a la subjetividad. La ceguera subjetiva provocada por el incremento de la ansiedad puede llegar muy lejos. Los puntos de apoyo son precarios. No tenemos todas las respuestas. 3. Usted ha trabajado con familias involucradas en violencia doméstica. ¿Cómo le ha ayudado la Teoría de Bowen a entender este fenómeno? Las familias en las que está presente la violencia doméstica se encuentran en un punto dentro del continuum de funcionamiento de todas las familias. Y ese subconjunto de «familias con violencia doméstica» se mueve también en un rango concreto de funcionamiento. Para mí, esta ha sido hasta ahora la manera más útil de entender lo que sucede. Esta manera de pensar ha evitado que vea a aquellas personas con las que trabajo como demonios, y que caiga en un pensamiento del tipo «causa-efecto», permitiendo que pueda mantener el contacto emocional con ambas partes (el agresor y el resto de la familia) cuando trabajo con clientes con este tipo de dificultad. Mediante este contacto con ambas partes, puedo ayudar a todos los miembros de la familia a identificar cuál es el papel que ellos juegan en el proceso en el que están involucrados (en este caso, la violencia). Por supuesto, reconozco que hay un maltratador y una víctima en estas situaciones; pero los conceptos de la Teoría me ayudan a mantener un contacto terapéutico con ambas partes, lo que crea un potencial para que todas las personas involucradas en la violencia doméstica miren hacia ellas mismas responsabilizándose. A pesar del hecho de que la Teoría de Bowen se ha demostrado útil para formar mi propio pensamiento, ha tenido un impacto muy variado en la manera en la que otras personas con las que he tenido contacto conciben la violencia doméstica. 4. En este campo en particular, ¿cómo sabe si la terapia basada en la Teoría de Bowen ha sido eficaz y ha tenido éxito? No sé si ha tenido éxito o ha sido eficaz, pero creo que lo mismo sucede con cualquier otro tipo de enfoque. Mi opinión es que buscar este tipo de certeza es tomar una posición prematura y se trata de un intento de disipar la propia ansiedad como terapeuta.


Entrevistas a profesores del Centro Bowen: Douglas C. Murphy

5. ¿Cómo utiliza la Teoría de Bowen cuando se enfrenta a situaciones peligrosas al tratar casos de violencia doméstica? La Teoría de Bowen dice claramente que la introducción de un tercer elemento no ansioso en una relación dominada por la ansiedad reducirá, con el tiempo, la ansiedad en dicha relación (esto significa que se reducirán en el sistema la manifestación de los síntomas). No creo que la Teoría de Bowen diga que se debería ignorar una amenaza real a la que se ve sometido un cliente. Pero no olvidemos que, aun cuando se informa sobre qué acciones tomar para evitar una amenaza real, hay personas que las ignoran y no las siguen. En efecto, se puede transmitir información sobre qué acciones poner en marcha sin reforzar la ansiedad, pero la responsabilidad de llevar a cabo esas acciones debe estar necesariamente en el individuo que recibe la amenaza.

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ANEXO

II

Guía de evaluación familiar *

Nombre(s):

Edad(es):

Fecha:

Derivados por: Motivo de consulta:

Medicación:

PERSONA(S) SINTOMÁTICA(S) Evalúe los síntomas para cada uno de los miembros de la familia: Descripción

Diagnóstico

EIS □ mínima □ leve □ moderada □ alta □ severa

Social

□ mínima □ leve □ moderada □ alta □ severa

Emocional

□ mínima □ leve □ moderada □ alta □ severa

Física

Escala de intensidad de los síntomas • • •

• •

Mínima: síntomas asociados con algo de malestar que es manejado fácilmente. No afectan al funcionamiento. Leve: síntomas leves que se presentan con más frecuencia causando malestar y en ocasiones interfiriendo con el funcionamiento. Moderada: presencia frecuente de síntomas leves o de un síntoma más intenso que afecta el funcionamiento pero que la persona es capaz de manejar sin que repercuta de forma grave en su vida. Alta: presencia de síntomas graves o crónicos que alteran sustancialmente la vida de la persona y/o la de su familia. Severa: síntomas muy serios que determinan todas las decisiones y el estilo de vida.

* Adaptado de la Initial Family Assessment Guide (The Bowen Center).


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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

CAPACIDAD PARA LA AUTONOMÍA DENTRO DEL SISTEMA1 Valore el grado en que un miembro de la familia es capaz de regular Self como un individuo separado bajo la presión del grupo (p. ej., la familia, la escuela, el trabajo, la comunidad, la Iglesia, etc.). Cuanto mayor sea la habilidad de una familia para adaptarse al estrés, mayor será la autonomía dentro del sistema. Escala de capacidad para la autonomía emocional •

Baja: los miembros de la familia son incapaces de pensar por sí mismos cuando toman decisiones y no tienen principios que les definan; no existe capacidad para tomar decisiones y casi siempre sucumben a las presiones que se generan en las relaciones del sistema.

Moderada-baja: los miembros de la familia muestran alguna habilidad para pensar por sí mismos y son algo conscientes de sus decisiones si la ansiedad es baja; a menudo sucumben a las presiones que se generan en las relaciones del sistema.

Moderada: los miembros de la familia muestran una habilidad mayor para pensar por sí mismos y tomar decisiones siempre que la ansiedad no supere un nivel moderadobajo; tienen cierta habilidad para mantener el Self bajo las presiones procedentes de las relaciones dentro del sistema.

Moderada-alta: los miembros de la familia muestran una habilidad más consistente para pensar por sí mismos si el estrés es moderado; es menos frecuente que las elecciones estén moduladas por el grupo.

Alta: los miembros del sistema muestran una inusual habilidad para pensar por sí mismos y tomar decisiones guiadas por principios, incluso bajo niveles moderadamente altos de estrés; poseen una habilidad consistente para definir con claridad el Self bajo la presión grupal.

PROCESO EMOCIONAL EN LA FAMILIA NUCLEAR Principal(es) mecanismo(s) de manejo de la ansiedad Evalúe cada uno de los siguientes aspectos:

Conflicto

□ mínima □ leve □ moderada □ alta □ severa

Funcionamiento marital Distancia emocional

□ mínima □ leve □ moderada □ alta

□ severa

1 Este punto de la evaluación fue elaborado durante la segunda fase de desarrollo de esta Guía de Evaluación Familiar.


Guía de evaluación familiar

Escala de intensidad del conflicto marital •

Mínima: desencuentros muy ocasionales, discusiones muy pequeñas o inexistentes.

Leve: desencuentros frecuentes, discusiones infrecuentes o muy cortas.

Moderada: discusiones frecuentes, alta irritabilidad hacia la pareja, gritos.

Alta: peleas frecuentes, contacto físico (empujones, golpes, abofeteos ocasionales), e involucración de otros.

Severa: peleas frecuentes y agresiones físicas mutuas, entidades externas se involucran para estabilizar la situación.

Mínima: se utiliza ocasionalmente la distancia para manejar la tensión (contacto más superficial, se buscan relaciones o actividades en las que no está presente la pareja).

Leve: uso frecuente de la distancia para manejar la tensión.

Moderada: uso de la distancia emocional incluso en momentos de calma; baja habilidad para hablar sobre temas que supongan una implicación personal.

Alta: mantenimiento crónico de la distancia, con tensos periodos de silencio y frecuentes ausencias; distancia geográfica amplia/frecuente.

Severa: la distancia ha tomado la forma de dos estilos de vida independientes (vidas independientes) o viviendas separadas.

Escala de distancia marital

□ mínima Disfunción en el cónyuge (social, emocional, física)

□ leve □ moderada □ alta □ severa

Escala de intensidad de disfunción en el cónyuge •

Mínima: la pérdida de Self a favor del cónyuge es mínima. Los síntomas surgen solamente en los momentos de mayor ansiedad y son manejados fácilmente, sin afectar al funcionamiento.

Leve: cierta pérdida de Self que puede resultar en una mayor frecuencia de síntomas pero en todo caso leves, que causan malestar y afectan al funcionamiento solo ocasionalmente.

Moderada: mayor sensibilidad al conflicto y mayor tendencia a apoyar al cónyuge para evitar el conflicto. Presencia frecuente de síntomas leves o de un síntoma más intenso que afecta el funcionamiento, pero que la persona es capaz de manejar siempre que la ansiedad no sea muy elevada.

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Alta: pérdida considerable de Self a favor del cónyuge de modo que las decisiones más importantes son tomadas por la otra persona. Síntomas serios o crónicos que implican una alteración sustancial en la vida de la persona y/o en la de su familia.

Grave: la persona ha perdido casi completamente su Self en la relación y es extremadamente vulnerable a desarrollar síntomas muy graves que determinan todas las elecciones vitales.

□ mínima □ leve Proyección familiar

□ moderada □ alta □ severa

Escala de intensidad de la proyección familiar •

Mínima: la preocupación/ansiedad de los padres en relación con los hijos es muy ocasional; los hijos no presentan síntomas. Los hijos no se ven involucrados en los problemas de los padres, y estos conectan con las verdaderas necesidades de los hijos sin sobreimplicarse emocionalmente con ellos, ya sea en lo positivo o en lo negativo.

Leve: la preocupación de los padres es puntual. Los síntomas de los hijos tienden a ser ocasionales y son manejados fácilmente sin asociarse a un deterioro grave en el funcionamiento del niño. Esporádicamente la ansiedad se centra en el/los hijo/s.

Moderada: la preocupación por los hijos puede ser episódica o más frecuente. Hay cierta afectación del funcionamiento en el hijo, que se agrava en los periodos en los que la ansiedad parental tiende a ser más alta. La mayor parte del Self de los padres se invierte en el hijo, y se manifiesta ya sea en positivo ya en negativo.

Alta: la focalización ansiosa de los padres en el hijo es más intensa, contribuyendo a una afectación seria en el funcionamiento del hijo. Esto puede no hacerse evidente hasta la adolescencia o hasta que el hijo trata de independizarse. La vida de la familia está frecuentemente orientada alrededor de la vida y los síntomas del hijo.

Severa: la intensidad del apego entre el hijo y sus padres es tal que el hijo no es capaz de dejar de depender de sus padres o de una institución que les sustituya. Un triángulo rígido y crónico con los padres contribuye a un nivel de afectación esquizofrénico.

PROCESO EMOCIONAL EN LAS FAMILIAS DE ORIGEN Utilice las mismas definiciones dadas para operacionalizar los principales mecanismos de manejo de la ansiedad en la familia nuclear para evaluar el proceso emocional en la familia de origen de cada padre.


Guía de evaluación familiar

INFORMACIÓN SOBRE LA POSICIÓN ENTRE HERMANOS Recopile información del diagrama familiar de al menos tres generaciones y preste atención a los siguientes aspectos: • Posición entre hermanos de cada padre en su familia de origen. • De qué modo funcionó cada padre cuando consideramos lo esperable de acuerdo a su posición en la fratría. • Compatibilidad de la pareja en base al rango y sexo de cada uno dentro de su familia de origen. • Posición en la fratría de cada hijo en la familia nuclear. • De qué modo funciona cada hijo considerando lo esperable según su posición entre hermanos. • Grado en que la posición en la fratría de cada padre coincide o se complementa con la posición de cada hijo. • Complementariedad emocional en la pareja (i. e., en qué medida los temas que aumentan la ansiedad en uno también la aumentan en el otro). • De qué modo la propia posición en la fratría puede estar influyendo en la forma en que afrontan la terapia.

TRIÁNGULOS Evalúe los siguientes aspectos en base a las descripciones y a las escalas presentadas a continuación: Triángulos individuales • ¿Cómo es el funcionamiento de cada cónyuge en el triángulo primario con sus padres respectivos? ¿En qué medida se les ha involucrado en los problemas entre sus padres, ahora y durante su crianza? • ¿Cómo es el funcionamiento de los padres en el triángulo primario con cada uno de sus hijos? • ¿Grado de flexibilidad o rigidez de los triángulos en la familia nuclear y en la familia de origen de cada cónyuge? ¿En qué medida la misma relación o la misma persona absorbe una cantidad desproporcionada de ansiedad? • ¿Cuáles son los temas más frecuentes alrededor de los que se forman los triángulos? • Describe cómo se desarrolla un proceso de triangulación típico en los triángulos clave de la familia nuclear. • Describe cómo se desarrolla un proceso de triangulación típico en las familias de origen, la familia extensa, los sistemas escolar, laboral y del grupo de amigos.

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Triángulos interconectados • Describe cómo los triángulos en la familia nuclear están interconectados unos con los otros y con triángulos fuera de la familia nuclear. • ¿Cómo se transfiere la ansiedad en un triángulo a los otros triángulos? Destriangulación • ¿En qué medida podría, al menos un miembro de la familia, empezar a ver los triángulos y a entender el proceso de destriangulación? • ¿En qué medida podría al menos un miembro de la familia, ser capaz de destriangularse de los problemas entre otros miembros de la familia? • ¿En qué medida podría, al menos un miembro de la familia, contener su ansiedad lo suficiente cuando está teniendo un problema con un miembro de la familia, como para no involucrar a otros miembros de la familia y formar un triángulo? Escala del grado de variación en el funcionamiento de los triángulos2 •

0-10: en este nivel los triángulos son fijos y siempre vuelven a la misma posición. Los miembros están tan desconectados y aislados, que es imposible una comunicación persona-a-persona genuina; el esfuerzo por conseguir un estado mínimo de comodidad determina la conducta.

10-20: en este nivel los triángulos son un poco más flexibles siempre que la carga de ansiedad en el sistema sea muy leve; pequeños incrementos de tensión solidifican los triángulos en los patrones fijos; los miembros tienen una habilidad muy limitada para tolerar la incomodidad y recurren rápidamente a las relaciones triangulares como modo de disminuir el malestar.

20-30: se percibe claramente un intenso proceso de triangulación cuando el sistema se ve sometido a cualquier nivel de estrés superior al mínimo; las relaciones persona-apersona son fugaces pero pueden ocurrir cuando la tensión es baja.

30-40: en este nivel los triángulos mantendrán su flexibilidad siempre que la cantidad de estrés sea bajo o moderado; a mayor nivel de estrés, más intenso será el proceso de triangulación, lo que da lugar al deterioro de la habilidad para la comunicación persona-a-persona.

40-50: en este nivel los miembros son más capaces de obviar lo que los triángulos les dictan siempre que el estrés en el sistema no se sitúe en niveles superiores al moderado; las personas son capaces de evaluar las amenazas (incluyendo la percepción de

2 Sección elaborada durante la segunda etapa del desarrollo de este documento y tomada del artículo inédito «Triangles and the Ability of a System to Adapt to Stress: A Model for Systems Research», de Randall T. Frost (elaborado en 2002).


Guía de evaluación familiar

una amenaza para la estabilidad de la relación) y tomar medidas; cuando se encuentran en un triángulo intenso son también más capaces de apoyarse en personas que están fuera para poder ver la situación con mayor perspectiva. •

50-60: en este nivel los triángulos pueden funcionar sin perjuicio de ningún miembro del sistema en la medida en que el estrés se sitúe por debajo de niveles moderadamente altos; el proceso emocional del triángulo es todavía evidente, pero cuando el nivel de tensión es bajo puede ser un proceso lúdico en el que el uso del humor difumine la tensión.

60-70: familias que se sitúan en este nivel son capaces de mantener unos triángulos razonablemente flexibles incluso frente a niveles bastante altos de estrés; unos principios bien desarrollados hacen a los miembros de la familia capaces de mantener unos límites respetuosos entre ellos, en la mayoría de las circunstancias.

70-80: en este nivel de funcionamiento las relaciones persona-a-persona son la norma más que la excepción; se recurre a terceras personas para tomar mejor perspectiva, pero los miembros se hacen responsables de la búsqueda de una solución a sus propios problemas, ya sean individuales o con otros miembros de la familia, sin culparse o culpar a otros. Los triángulos son inusualmente flexibles en estas familias incluso bajo altos niveles de estrés.

Escala del grado de flexibilidad en el funcionamiento de los triángulos2 •

Baja: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones absorben, de manera crónica, una cantidad desproporcionada de tensión. Si por breves momentos la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta siempre vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada-baja: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones absorben frecuentemente una cantidad desproporcionada de tensión. Si por breves momentos la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta generalmente vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada: ciertos miembros dentro de la familia o ciertas relaciones a veces absorben una cantidad desproporcionada de tensión. Cuando la tensión dentro del triángulo cambia de lugar, esta a veces vuelve a las mismas personas o relaciones.

Moderada-alta: no hay un miembro específico dentro de la familia o una relación que suela absorber una cantidad desproporcionada de tensión. La tensión dentro del triángulo cambia fácilmente de lugar y puede residir en una u otra persona o relación.

Alta: la familia tiene una habilidad inusual para manejar la tensión sin que ningún miembro o relación en particular se vean perjudicados por los triángulos.

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Escala del grado de flexibilidad de los triángulos en respuesta al estrés2 •

Baja: los miembros de la familia casi nunca cambian sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada-baja: los miembros de la familia pocas veces son capaces de cambiar sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada: los miembros de la familia cambian a veces sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Moderada-alta: los miembros de la familia cambian habitualmente sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

Alta: los miembros de la familia cambian fácilmente sus posiciones funcionales como respuesta al tipo de demandas que tienen lugar en el sistema.

CORTE EMOCIONAL Evalúe el grado de corte emocional con cada rama (materna o paterna) de la familia en base a las preguntas y a la escala presentadas a continuación: • ¿A qué distancia vive cada miembro de la familia con respecto a otros integrantes de su familia? • ¿Con qué frecuencia se ponen en contacto con diferentes miembros de sus familias de origen y familia extensa? (diariamente, semanalmente, mensualmente o anualmente). • ¿Qué tipo de contacto se da con los distintos integrantes de sus familias de origen y familia extensa? (en persona, por teléfono, por carta, por correo electrónico, a través de una felicitación navideña, etc.). • ¿Cuál es la calidad del contacto con los diferentes miembros de sus familias de origen y familia extensa? ¿Cómo es de abierta cada relación? ¿En qué medida es una relación persona-a-persona o está más bien dirigida por la actividad de los triángulos y el hablar acerca de otros? Escala de corte emocional2 •

0-10: se da de hecho un corte emocional completo, ya sea a través del aislamiento emocional mientras se está conviviendo con los padres, o a través de la distancia física o de una combinación de ambas; la intensidad de la fusión emocional es tal que ni la persona ni su familia pueden soportar un contacto emocional significativo sin que se den reacciones automáticas y extremas de distanciamiento como la psicosis, la violencia o un cese total del contacto.

10-20: en este rango los miembros de la familia podrían mantener algunos contactos superficiales, no muy frecuentes, con la familia paterna, pero estos son muy vulnerables a orientarse hacia el corte emocional incluso bajo niveles muy moderados de estrés.


Guía de evaluación familiar

20-30: los miembros del sistema familiar pueden tener más contacto con su familia de origen y ser este menos superficial que en niveles más bajos de la escala, pero la mayoría de las conversaciones personales están aún censuradas debido al malestar que pueden crear en la persona o en su familia; triángulos muy intensos ayudan a mantener la distancia hacia la familia de origen y a manejar el alto grado de susceptibilidad en las relaciones que suele ser habitual en este nivel.

30-40: en este nivel los miembros del sistema familiar tienen una capacidad un poco mayor para decidir sobre qué grado de contacto desean tener con su familia de origen. Algunas familias invierten esfuerzos para intentar mantener un nivel de contacto emocional significativo con sus familias, mientras otras acaban teniendo un nivel de contacto más ocasional y superficial. Las familias que están en este nivel de la escala pueden unirse en torno a una dificultad o crisis, pero volverán a su patrón habitual de distancia en cuanto la dificultad se haya resuelto.

40-50: en este nivel los miembros de la familia tienen mayor capacidad para decidir sobre el grado de contacto personal con sus familias de origen y es probable que elijan tener un contacto más frecuente y significativo con sus familias; es más probable que vayan y participen plenamente en los eventos familiares y pongan un empeño especial en tener un contacto personal con los miembros de su familia de origen; hay menos áreas sobre las que está «prohibido» dialogar que en niveles más bajos; los triángulos más intensos tienen lugar bajo niveles moderados de estrés.

50-60: los miembros del sistema familiar tienen unos principios mejor definidos que utilizan para dirigir sus decisiones sobre la calidad y cantidad de contacto que tienen con sus familias de origen. Durante periodos de estrés moderadamente altos todavía existe la tendencia a evitar relaciones significativas o áreas especialmente sensibles; la participación activa en los triángulos que deja a algunos miembros del sistema familiar más desconectados es menos evidente excepto bajo niveles moderadamente altos de estrés.

60-70: en este nivel hay un contacto regular y significativo con las familias de origen; cuando se da un alejamiento, el contacto pude ser reanudado sin recriminaciones; en este nivel los miembros del sistema familiar pueden relacionarse cómodamente incluso con partes de la familia que están menos diferenciadas y presentan elevadas cotas de ansiedad crónica; hay unos principios bien desarrollados que sirven para guiar las relaciones con sus familias incluso cuando el estrés es elevado.

70-80: en este rango los integrantes del sistema familiar tienen una capacidad excepcional para relacionarse personalmente con los miembros de sus familias de origen; ni los infravaloran ni sobrevaloran y se relacionan más en base a la realidad que a pretensiones; en este nivel los miembros de la familia se encuentran excepcionalmente cómodos con quienes son y habitualmente otros integrantes de la familia los perciben como personas con las que es fácil hablar con sinceridad; se relacionan de forma responsable con sus familias evitando la trampa de asumir una responsabilidad excesiva o de evitarla.

219


220

LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

ESTABILIDAD Y ACCESIBILIDAD DE LA FAMILIA EXTENSA Evalúe la estabilidad y la accesibilidad de las familias extensas (materna y paterna) utilizando las tablas y escalas que se muestran a continuación:

Comentarios

Familia materna

Familia paterna

Escala de estabilidad familiar

Escala de accesibilidad familiar

□ Excelente

□ Excelente

□ Buena

□ Buena

□ Media

□ Media

□ Semi-estable

□ Semi-fragmentada

□ Inestable

□ Fragmentada

□ Excelente

□ Excelente

□ Buena

□ Buena

□ Media

□ Media

□ Semi-estable

□ Semi-fragmentada

□ Inestable

□ Fragmentada

Escala de estabilidad familiar (promedio del nivel de funcionamiento) •

Excelente: un porcentaje muy alto (90 %) de los miembros de la familia muestran un buen funcionamiento en el conjunto de su vida.

Buena: un alto porcentaje de los miembros de la familia (75-80 %) presentan un buen funcionamiento a lo largo de su vida, hay pocos problemas y los que existen se manejan bien.

Media: la mayoría de los miembros de la familia muestran un funcionamiento adecuado la mayor parte del tiempo, si analizamos el conjunto de sus vidas hasta la actualidad. Hay algunos problemas pero generalmente son circunstanciales o no representan carencias graves en el conjunto del funcionamiento familiar.

Semi-estable: la mayoría de los miembros de la familia son estables a lo largo de su vida, pero hay también periodos prolongados de un funcionamiento familiar deficiente, incluyendo tal vez el momento presente, en que se está realizando la evaluación.

Inestable: la mayoría de los miembros de la familia muestran síntomas serios y una afectación grave de su funcionamiento vital.


Guía de evaluación familiar

Escala de accesibilidad familiar •

Excelente: la gran mayoría (90 %) de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible contactar con ellos.

Buena: un alto porcentaje (75-80 %) de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible entrar en contacto con ellos.

Media: la mayoría de los miembros, considerando tres generaciones, viven y además es posible contactar con ellos.

Semi-fragmentada: pocos miembros de la familia, considerando tres generaciones, están vivos y además es posible contactar con ellos.

Fragmentada: la unidad familiar básica se ha disuelto y se desconoce el paradero de los miembros que todavía viven.

ADAPTABILIDAD DE LA FAMILIA AL ESTRÉS Para estimar la adaptabilidad de la familia al estrés debe evaluar primero los estresores y la reactividad emocional de la familia al estrés. Después evalúe la adaptabilidad de la familia al estrés utilizando la tabla y la figura que se ofrecen más adelante. Estresores Estime el nivel de cambio al que la familia debe adaptarse. Para estimar el grado aproximado de estrés que la familia ha experimentado en los últimos seis-doce meses anote en la tabla siguiente los sucesos vitales estresantes, las fechas de estos sucesos y las unidades de cambio vital para cada suceso (este último dato siempre que esté recogido en el cuestionario de Miller-Rahe). Puntuaciones individuales superiores a 300, para el periodo de seis meses, y a 500, para el periodo de un año, se pueden considerar indicativas de un nivel elevado de estrés, de acuerdo al cuestionario de Miller-Rahe. Nota: algunos ciclos vitales de la familia y otros eventos que pueden considerarse relevantes (p. ej., la adolescencia) no están incluidos en el inventario. Fecha

Estresor

Unidades de cambio vital

Total UCV:

A partir de los datos recogidos en la tabla y las unidades de cambio vital, estime, utilizando las definiciones operacionales que se recogen en la siguiente escala, cuál es el nivel de estrés al que la familia ha debido adaptarse.

221


222

LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Escala de estresores • • •

Mínimo: los estresores que tienen lugar demandan poco o ningún grado de adaptación por parte de la familia. Bajo: los estresores que ocurren suponen cierta demanda de cambio en la familia para ajustarse, pero el nivel de adaptación requerido es relativamente bajo y fácilmente asumible. Moderado: los estresores implican un cambio significativo para la familia pero también están dentro de lo que sería esperable durante el curso de un ciclo vital normativo de una familia. Alto: un estresor o combinación de ellos exigen una habilidad notable por parte de la familia para ajustarse a lo que este/os implica/n, más allá de lo que sería habitualmente esperable durante el curso normal del ciclo vital familiar. Severo: evento o serie de eventos que implican una exigencia extraordinaria hacia la familia para adaptarse a lo que suponen.

Reactividad emocional de la familia al estrés Estime el grado de reactividad de la familia al estrés contabilizando: 1) el número y la intensidad de nuevos síntomas, 2) la exacerbación de síntomas preexistentes, y 3) el cambio en el funcionamiento marital, que se producen a lo largo de los doce meses posteriores a la ocurrencia del nuevo estresor o estresores. Para medir el nivel de cambio utilice la Escala de Intensidad de los Síntomas (EIS; para nuevos y viejos síntomas) y la Escala de Funcionamiento Marital (conflicto y distancia emocional; para valorar el cambio en el funcionamiento marital). Debe apuntar en la tabla el número de categorías que se ha modificado (por ejemplo, un síntoma que cambia de leve a severo representa un incremento de tres categorías para ese síntoma; o si hablamos de un nuevo síntoma, se trataría de indicar el número de categorías comparado con 0, es decir, si la intensidad de ese nuevo síntoma se valora como alta, eso supone un «cambio» de cuatro categorías). Debe valorar también cualquier mejora o desaparición en los viejos síntomas o en el funcionamiento marital, apuntando en la tabla con signo negativo el número de categorías que ha mejorado (por ejemplo, un síntoma de intensidad moderada que desaparece supone una mejora de tres categorías). Finalmente, sume el nivel de cambio total para cada categoría (1, nuevos síntomas; 2, viejos síntomas; 3, funcionamiento marital). Síntoma nuevo

N.º de categorías

Total: TOTAL:

Cambio en un síntoma preexistente

N.º de categorías que cambia

Total:

Cambio en el funcionamiento marital

N.º de categorías que cambia

Total:


Guía de evaluación familiar

Ahora utilice la información recopilada en la tabla para estimar el grado de reactividad emocional de la familia, utilizando las siguientes definiciones operacionales recogidas en la escala a continuación: Escala de reactividad emocional de la familia al estrés • • • • •

Mínima: poco o ningún cambio en el número o gravedad de los síntomas en la familia nuclear. Baja: algún empeoramiento en síntomas ya presentes (una categoría) o desarrollo de un nuevo síntoma leve. Moderada: empeoramiento moderado (de hasta dos categorías) de un síntoma ya presente o desarrollo de un nuevo síntoma de una intensidad de hasta un nivel moderado. Elevada: empeoramiento, de hasta tres categorías, de un síntoma ya presente o desarrollo de un nuevo síntoma de una intensidad de hasta un nivel elevado. Severa: empeoramiento, de hasta cuatro categorías, de síntomas ya presentes y/o aparición de uno o más síntomas nuevos de una intensidad de hasta un nivel severo.

Adaptabilidad de la familia al estrés La adaptabilidad familiar al estrés es valorada comparando el nivel de estrés al que debe hacer frente la familia con el nivel de reactividad emocional que surge en los seis a doce meses posteriores a la ocurrencia del estresor o estresores. Compare el grado estimado de estrés con el grado estimado de reactividad emocional al estrés y valore entonces el nivel de adaptabilidad de la familia al estrés durante el periodo evaluado. En la tabla siguiente aparecen recogidos 25 niveles distintos de adaptabilidad de la familia al estrés, con los que es posible valorar a una familia, resultantes de las 25 combinaciones posibles de los niveles de estrés y reactividad emocional al estrés que ya han sido definidos en las dos escalas previas. Reactividad al estrés Mínima Mínimo

Moderada

Moderada-baja Moderada-baja (26º) (18º)

Elevada

Severa

Baja (14º)

Baja (11º)

Moderada-alta (63º)

Moderada (45º)

Moderada (33º)

Moderado

Alta (72º)

Moderada-alta (56º)

Moderada (45º)

Moderada (36º)

Moderada-baja (31º)

Alto

Alta (76º)

Moderada-alta (63º)

Moderada-alta (53º)

Moderada (45º)

Moderada (38º)

Severo

Alta (78º)

Alta (68º)

Moderada-alta (59º)

Moderada-alta (51º)

Moderada (45º)

Bajo Estrés

Moderada (45º)

Baja

Moderada-baja Moderada-baja (26º) (22º)

223


LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

El número en cada una de las casillas se puede obtener al representar gráficamente la combinación de nivel de estrés y reactividad al estrés. Como se muestra en la gráfica recogida a continuación, el ángulo que se obtiene al trazar una línea desde el eje de coordenadas (0,0) hasta el punto en que se cruzan el nivel de estrés y el nivel de reactividad al estrés presentes en una familia concreta, nos proporciona un valor numérico que refleja la adaptabilidad de la familia al estrés durante el periodo que está siendo evaluado (seis a doce meses).

severo

Estrés

224

alto moderado bajo mínimo

5

78º 68º 59º

4

51º

3

45º

2 26º

1

18º 14º 11º

2

3

4

mínima

baja

moderada

elevada

5

severa

1

Reactividad al Estrés

La figura recoge la representación de la combinación de los niveles severo y mínimo de estrés, con cada uno de los cinco niveles posibles de reactividad al estrés. Se pueden generar gráficas similares para reflejar los niveles de estrés bajo, moderado y alto, para cada uno de los cinco niveles de reactividad familiar al estrés. Los ángulos y su numeración correspondiente, que reflejan cada uno de los 25 niveles posibles de adaptabilidad de una familia al estrés, pueden ser agrupados en cinco niveles: • Baja adaptabilidad al estrés (0º-16º). • Moderada-baja (17º-32º). • Moderada (33º-48º). • Moderada-alta (49º-64º). • Alta (65º-80º). Los valores numéricos ofrecen una precisión mayor para cuantificar la variación en el nivel de adaptabilidad familiar al estrés durante el periodo que se está evaluado. El nivel de adaptabilidad al estrés puede ofrecer, para el periodo evaluado, un paralelo más o menos acertado del nivel funcional de diferenciación.


Guía de evaluación familiar

ANSIEDAD CRÓNICA La ansiedad crónica es una reacción emocional persistente ante una amenaza percibida o real que supone un peligro para los miembros o las relaciones importantes del sistema familiar. Esta ansiedad no desaparece aún cuando los estresores disminuyen. Es generada en gran medida por la reactividad de los integrantes de la familia hacia los cambios en el balance del sistema, caracterizados por un incremento de los índices de vinculación (p. ej., más tiempo empleado en pensamientos, sentimientos o acciones para otros más que para uno mismo) y una disminución de la autonomía personal. Menores niveles de adaptabilidad familiar al estrés se asocian con mayores niveles de ansiedad crónica, mientras que mayores niveles de adaptabilidad familiar al estrés se asocian con menores niveles de ansiedad crónica. La consideración de la adaptabilidad familiar al estrés a lo largo del tiempo junto con la estimación del nivel de diferenciación básico de una familia, nos proporciona un criterio clínico sobre la cantidad total de ansiedad crónica en el sistema familiar. Escala de ansiedad crónica dentro de la familia3 •

Baja: la familia muestra un nivel alto de adaptabilidad al estrés.

Moderada-baja: la familia exhibe un nivel moderado-alto de adaptabilidad al estrés.

Moderada: la familia demuestra un nivel moderado de adaptabilidad al estrés.

Moderada-alta: la familia exhibe habilidad moderada-baja para adaptarse al estrés.

Alta: la familia exhibe habilidad baja para adaptarse al estrés.

ORIENTACIÓN DE LA TERAPIA Evalúe los aspectos recogidos a continuación: • Reducción de la ansiedad. • Reducción de los síntomas en la familia nuclear (relación marital, disfunción en un cónyuge, problemas con los hijos). • Construcción de un puente para superar corte emocional con la familia de origen. • Aumento de las relaciones persona-a-persona a lo largo de la familia extensa. • Salida de los triángulos. • Definición de Self en áreas importantes. • Reducción del apego emocional irresuelto con la familia de origen. • Incremento del grado de diferenciación de Self funcional y, con el tiempo, un posible incremento del nivel de diferenciación del Self básico. • Estructura inicial de la terapia (a quién vamos a ver, con qué frecuencia, etc.). 3 Sección elaborada durante la segunda etapa del desarrollo de este documento.

225


226

LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

FUNCIONAMIENTO DEL TERAPEUTA Evalúe los aspectos recogidos a continuación: • Mantenimiento de la neutralidad emocional y la diferenciación del Self del terapeuta con la familia. • Habilidad para comunicar un pensamiento sistémico a la familia. • Mantenimiento de un buen contacto emocional con la familia. • Planteamiento de preguntas que ayuden a los miembros de la familia a definir y clarificar sus relaciones familiares. • Habilidad del terapeuta para definir lo que piensa sobre el problema, al mismo tiempo que se mantiene fuera del los triángulos del sistema emocional de la familia.

MOTIVACIÓN DEL/LOS MIEMBRO/S DE LA FAMILIA Evalúe la motivación de cada miembro de la familia. Por ejemplo, cuánta ansiedad es capaz y está dispuesto/a a asumir mientras trabaja para cambiar su propia influencia en el proceso emocional de la familia.

PRONÓSTICO Para expresar su pronóstico utilice afirmaciones del tipo "si..., entonces..." y sea concreto, aplicando esta fórmula a los siguientes aspectos: • Consecuencias (a corto plazo): por ejemplo, si la ansiedad se reduce, los síntomas se atenuarán; síntomas que son el resultado de eventos recientes tienden a atenuarse más rápidamente que síntomas que son el resultado de una cristalización del proceso emocional a lo largo de muchos años. • Consecuencias (a largo plazo): por ejemplo, si la familia es capaz de hacer progresos y aumentar su nivel básico de diferenciación, entonces será más resiliente ante futuros estresores. • Retos que previsiblemente surgirán en el trabajo con el/los miembro/s de esta familia: por ejemplo, corte emocional severo, aspectos económicos, bajos niveles de diferenciación, elevada ansiedad.


ANEXO

Cuestionarios de eventos vitales estresantes

III

En el Capítulo 4 se hace referencia a las escalas de Holmes y Rahe (1967) y de Miller y Rahe (1997). Para facilitar al lector la consulta de estas escalas, incluimos este anexo. En él pueden consultarse la tabla de Holmes y Rahe de 1967 validada a población española, y la de Miller y Rahe de 1997 en su versión original en inglés, al no disponer actualmente de una versión de esta escala traducida y validada para su uso en población española.

Tabla A.1. Escala de sucesos vitales de Holmes y Rahe* 1. Muerte del cónyuge

..........................................

Valor 92

Sd 13

2. Separación

..........................................

58

26

3. Divorcio

..........................................

50

28

4. Matrimonio

..........................................

60

31

5. Reconciliación

..........................................

62

30

6. Rotura de un noviazgo o relación similar

..........................................

50

29

7. Enamorarse o iniciar una amistad íntima y profunda

..........................................

57

30

8. Embarazo deseado

..........................................

67

31

..........................................

65

32

10. Aborto provocado

9. Embarazo no deseado

..........................................

51

33

11. Aborto no deseado

..........................................

71

28

12. Relación sexual al margen del matrimonio

..........................................

58

29

13. Ruptura de la relación sexual al margen del matrimonio

..........................................

49

31

14. Dificultades sexuales

..........................................

67

27

15. Dificultades en la educación de los hijos

..........................................

70

23

16. Niños bajo el cuidado de otras personas

..........................................

57

27

17. Muerte de un familiar cercano

..........................................

73

23

18. Enfermedad o mejoría de una enfermedad de un miembro cercano a la familia

..........................................

61

27

19. Incorporación de un nuevo miembro a la familia

..........................................

52

29

20. Un miembro de la familia deja de vivir en la casa familiar

..........................................

50

28

21. Ruptura de la familia (separación de padres)

..........................................

79

25

22. Problemas con vecinos o familiares que no viven en la casa familiar

..........................................

40

27


228

LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

23. Desaparición de problemas con los vecinos o familiares que no viven en la casa familiar

..........................................

34

26

24. Periodo de alejamiento del hogar

..........................................

53

27

25. Hijos lejos del hogar

..........................................

68

26

26. Quedarse sin trabajo

..........................................

82

23

27. Retiro laboral

..........................................

58

27

28. Despido

..........................................

81

24

29. Cambio de lugar de trabajo

..........................................

42

24

30. El cónyuge comienza o deja de trabajar fuera de casa

..........................................

47

26

31. Ascenso en el trabajo

..........................................

57

31

32. Problemas superiores en el trabajo

..........................................

55

26

33. Nuevo empleo en la misma línea de trabajo

..........................................

42

26

34. Nuevo empleo en una nueva línea de trabajo

..........................................

52

26

35. Cambio de horario de las condiciones del trabajo actual

..........................................

37

24

36. Problemas con colegas o compañeros de trabajo

..........................................

46

24

37. Préstamo o hipoteca de más de un millón de pesetas

..........................................

67

30

38. Ingresos aumentados sustantancialmente (25%)

..........................................

48

28

39. Ingresos reducidos sustancialmente (25%)

..........................................

61

28

40. Problema legal grave que puede terminar en encarcelamiento

..........................................

84

22

41. Problema legal menor (multa, borrachera)

..........................................

47

29

42. Complicación en una pelea

..........................................

52

28

43. Enfermedad o accidente que requiera guardar cama

..........................................

66

27

44. Muerte de un amigo

..........................................

68

24

45. Cambio de casa

..........................................

37

25

46. Compra de casa

..........................................

51

29

47. Accidente o situación de violencia física

..........................................

66

27

48. Exito personal de gran envergadura

..........................................

67

29

49. Exámenes

..........................................

61

27

50. Reformas en la casa

..........................................

41

27

51. Cambio en las costumbres personales (de salir, de vestir, de estilo de vida. etc.)

..........................................

40

28

52. Cambio en opiniones religiosas

..........................................

37

28

53. Cambios en opiniones políticas

..........................................

32

25

54. Cambios en costumbres sociales

..........................................

34

25

55. Cambio en el ritmo dei sueño

..........................................

43

26

56. Cambio en las costumbres alimenticias o de apetito

..........................................

39

25

57. Vacaciones fuera de casa

..........................................

48

31

58. Fiesta de Navidad y Reyes

..........................................

51

30

59. Problemas relacionados con el alcohol o drogas

..........................................

71

29

60. Enfermedad prolongada que requiere tratamiento médico

..........................................

73

23

61. Repentino y serio deterioro de la audición y/o visión

..........................................

81

23

*Adaptada con autorización de González de Rivera, J. L. y Morera, A. (1983). La valoración de sucesos vitales: adaptación española de la escala de Holmes y Rahe. Psiquis, 4, 7-11.


Cuestionarios de eventos vitales estresantes

Tabla A.2. Events and 1995 LCU values for the RLCQ** Life change event

LCU

Health An injury or illness which: – Kept you in bed a week or more, or sent you to the hospital .............................................................. 74 – Was less serious than above ..................................................................................................................... 44 Major dental work .............................................................................................................................................. 26 Major change in eating habits........................................................................................................................... 27 Major change in sleeping habits ....................................................................................................................... 26 Major change in your usual type and/or amount of recreation ................................................................... 28 Work Change to a new type of work.......................................................................................................................... 51 Change in your work hours or conditions ...................................................................................................... 35 Change in your responsibilities at work: – More responsibilities ................................................................................................................................. 29 – Fewer responsibilities ............................................................................................................................... 21 – Promotion ................................................................................................................................................... 31 – Demotion ..................................................................................................................................................... 42 – Transfer ....................................................................................................................................................... 32 Troubles at work: – With your boss ............................................................................................................................................ 29 – With coworkers .......................................................................................................................................... 35 – With persons under your supervision ..................................................................................................... 35 – Other work troubles .................................................................................................................................. 28 Major business adjustment ................................................................................................................................ 60 Retirement ........................................................................................................................................................... 52 Loss of job: – Laid off from work .................................................................................................................................... 68 – Fired from work ......................................................................................................................................... 79 Correspondence course to help you in your work ........................................................................................ 18 Home and family Major change in living conditions .................................................................................................................... 42 Change in residence: – Move within the same town or city ......................................................................................................... 25 – Move to a different town, city, or state................................................................................................... 47 Change in family get-togethers ........................................................................................................................ 25 Major change in health or behavior of family member ................................................................................ 55 Marriage............................................................................................................................................................... 50 Pregnancy ............................................................................................................................................................ 67 Miscarriage or abortion ..................................................................................................................................... 65

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LA TEORÍA FAMILIAR SISTÉMICA DE BOWEN: AVANCES Y APLICACIÓN TERAPÉUTICA

Gain of a new family member: – Birth of a child............................................................................................................................................ 66 – Adoption of a child .................................................................................................................................... 65 – A relative moving in with you .................................................................................................................. 59 Spouse beginning or ending work.................................................................................................................... 46 Child leaving home: – To attend college ........................................................................................................................................ 41 – Due to marriage ......................................................................................................................................... 41 – For other reasons ....................................................................................................................................... 45 Change in arguments with spouse ................................................................................................................... 50 In-law problems .................................................................................................................................................. 38 Change in the marital status of your parents: – Divorce ........................................................................................................................................................ 59 – Remarriage ................................................................................................................................................. 50 Separation from spouse: – Due to work ................................................................................................................................................ 53 – Due to marital problems ........................................................................................................................... 76 Divorce ................................................................................................................................................................. 96 Birth of grandchild ............................................................................................................................................. 43 Death of spouse ................................................................................................................................................ 119 Death of other family member: – Child ........................................................................................................................................................... 123 – Brother or sister ....................................................................................................................................... 102 – Parent ........................................................................................................................................................ 100 Personal and social Change in personal habits ................................................................................................................................. 26 Beginning or ending school or college ............................................................................................................ 38 Change of school or college.............................................................................................................................. 35 Change in political beliefs ................................................................................................................................. 24 Change in religious beliefs ................................................................................................................................ 29 Change in social activities ................................................................................................................................ 27 Vacation................................................................................................................................................................ 24 New, close, personal relationship..................................................................................................................... 37 Engagement to marry ........................................................................................................................................ 45 Girlfriend or boyfriend problems ..................................................................................................................... 39 Sexual difficulties ............................................................................................................................................... 44 "Falling out" of a close personal relationship ................................................................................................. 47 An accident .......................................................................................................................................................... 48 Minor violation of the law ................................................................................................................................. 20 Being held in jail ................................................................................................................................................. 75 Death of a close friend ....................................................................................................................................... 70 Major decision regarding your immediate future .......................................................................................... 51 Major personal achievement ............................................................................................................................. 36


Cuestionarios de eventos vitales estresantes

Financial Major change in finances: – Increased income ....................................................................................................................................... 38 – Decreased income ...................................................................................................................................... 60 – Investment and/or credit difficulties ....................................................................................................... 56 Loss or damage of personal property ............................................................................................................. 43 Moderate purchase ............................................................................................................................................. 20 Major purchase ................................................................................................................................................... 37 Foreclosure on a mortgage or loan ................................................................................................................. 58 **Reproducida con autorización de Miller, M. A. y Rahe, R. H. (1997). Life changes scaling for the 1990s. Journal of Psychosomatic Research, 43, 279-292.

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Martiño Rodríguez-González Mariana Martínez Berlanga

Martiño Rodríguez-González Licenciado en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela, fue premio extraordinario y está ÿ nalizando su tesis doctoral sobre la relación entre Diferenciación del Self, salud, estrés y ajuste marital. En 2010 realizó una estancia de investigación en el Bowen Center for the Study of the Family. Desde entonces mantiene abiertos diversos proyectos de colaboración con profesores vinculados a este centro. Es terapeuta familiar y miembro de la AEI+DTF.

Mariana Martínez Berlanga Doctora en Psicología Clínica y terapeuta familiar, es miembro del claustro de profesores y coordinadora de la Clínica del Bowen Center for the Study of the Family, donde trabaja con individuos, parejas y familias. La Dra. Mariana es, además, profesora en el departamento de Psicología de la University of Maryland Baltimore County, Maryland (EE. UU.), y fundadora de la clínica privada Bethesda Family ˜ erapy.

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica

Es una obra indispensable para psicólogos, terapeutas familiares y todos aquellos que en su quehacer profesional trabajan con familias. Para quienes están en formación en el terreno de la salud mental, marcará para siempre su manera de ver y entender al ser humano y sus relaciones. Asimismo, a quienes no se dedican profesionalmente al trabajo con familias les mostrará un nuevo modo de pensar y analizar la realidad, en su propia vida y en su familia.

M. Martínez Berlanga

Este es el primer libro en castellano que recoge los avances más recientes y las aplicaciones a la práctica clínica de la Teoría familiar sistémica de Murray Bowen (TFSB). El Dr. Bowen (1913-1990), psiquiatra estadounidense y uno de los pioneros en el campo de la terapia familiar sistémica, fue el creador de una revolucionaria teoría para la comprensión del funcionamiento familiar. Los autores, todos vinculados con el Bowen Center for the Study of the Family (Washington, D.C., EE. UU.), fundado por Bowen en 1975, presentan la teoría actualizada y las investigaciones de vanguardia que la sustentan, mientras permanecen ÿ eles a sus fundamentos. Con un estilo claro y accesible, recogen los resultados de la re° exión y el debate de las últimas décadas sobre el aspecto teórico, la aplicación a la práctica clínica y la investigación en torno a esta línea de pensamiento.

M. Rodríguez-González

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica

La teoría familiar sistémica de Bowen: avances y aplicación terapéutica Martiño Rodríguez-González Mariana Martínez Berlanga


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