DARÍO BASSO Polifemo pintado Fotografías
CEART - Sala B Del 15 de mayo al 22 de junio de 2014
Centro de Arte Tomás y Valiente Patronato de Cultura Calle Leganés 51 28945 Fuenlabrada-Madrid cultura@ayto-fuenlabrada.es www.ayto-fuenlabrada.es
Texto: Avelino Abilleira Castro Fotografías: Enrique Touriño© - Javi Domínguez© Diseño: María Herrero - Marta Lorca Impresión: Gráficas Caroal I.S.B.N. Depósito legal:
Aunque el concepto de belleza parece en estos tiempos descartarse como material de inspiración, y muchos artistas contemporáneos evitan resultar demasiado armónicos, esquivando lo hermoso en sus obras, las flores, bellas por inherencia, resistentes frente a lo grotesco y lo terrible, impedidas por su estética, sobreviven en el imaginario de Darío Basso. Sobre el terreno de la foto impresa, construye su propio territorio. Un nuevo objeto surge de la naturaleza personificada en la fotografía de la flor y la pintura que encarna el paisaje en la memoria del artista. Las obras revelan la presencia de estructuras subyacentes de belleza, reubicadas bajo las pinceladas y veladuras. Desvirtuada, manipulada, la flor sucumbe a la abstracción. Lejos quedan las moléculas olorosas de las orquídeas y sus pétalos enroscados en delicados pliegues labiales.
Esta transformación evoca vida, creación, y a la vez muerte, y es posible tal vez gracias al propio potencial de transformación inherente a las flores: desde el capullo voluptuoso, a la flor abierta, hasta la muerte. Metáfora de nuestro propio ciclo vital que el artista maneja antojado por el ánimo de su pincel, sin evitar, en un guiño posmoderno, que aflore el artificio de los colores alterados. De lo natural a lo artificial, de la abundancia promiscua a la muerte. De la belleza natural a la belleza marchita. Vuelve el hombre reconciliado con la naturaleza. En su trabajo hay también algo de programático, un análisis obsesivo de los cientos de contactos con imágenes de flores realizadas en sus viajes, en su contexto. Y de taxonómico, relacionando y clasificando flores, lugares y recuerdos. Y de renovador, en las grandes ampliaciones con detalles aislados que borran
la visión de cualquier indicio evocador de otro terreno que no sea el que la pintura ofrece a la foto, y viceversa. Las fotografías pintadas de Darío Basso nos incitan a explorar la textura oculta de las flores, la materia que esconden al ser fotografiadas, los misterios ocultos tras sus nervuras abultadas, pero también a intuir el punctum en el que Basso se encuentra tan cómodo, el no-lugar que sólo habita él con su pintura. Un agonizante girasol, un atento ciclamen, una orquídea sensual, una fresca anémona… invitadas con todos los honores a resolver las tensiones entre arte y naturaleza; exentas, por una vez, de transmitir por si mismas la pérdida o el amor, la pasión o la envidia. Avelino Abilleira.
www.dariobasso.com