Elemancia

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elemancia martina pedreros rodriguez


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Registro de Propiedad Intelectual 290.575 ISBN: 978-956-398-433-0 elemancia Martina Pedreros Rodríguez, 2018 Diseño y diagramación Estela Morales tintanegramicroeditorial@gmail.com Papelería germinable Manos del margamarga manosdelmargamarga@gmail.com

Escrito entre Uruguay y Valdivia Impreso entre Quilpué y Santiago de Chile Diciembre de 2018 /100 ejemplares

S Elemancia ha sido realizada con papelería ecológica, germinable y compostable. Si al terminar de leer este libro crees que ha cumplido su propósito, puedes sembrarlo en una maceta o directamente en tierra. Con paciencia, agua y luz, flores y hierbas comenzarán a brotar. T


elemancia martina pedreros rodriguez

Tinta Negra



Quipucamayoc Asignarle una letra a un sonido nada puede tejer sino es un nudo en una cuerda.

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UN PAISAJE DOMÉSTICO



Caducifolios

La hoja caĂ­da se voltea si la gota golpea sobre ella y pareciera tan simple como un insecto moviĂŠndose en suelo mojado, con gran despliegue en el salto. PodrĂ­a contar, tal vez, las hojas rodadas por el insecto y creer verlo, incluso, si es que el movimiento de las hojas traza un recorrido claro. La lluvia no patina para golpear y emitir un sonido, creo que cae para confundir y recordarnos que los espejismos siempre vienen del agua, sea su ausencia o su exceso, su causa o su efecto.

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Campista Cuando un bosque un cerro un desierto te hace sentir huésped turista extraño miras al suelo o al cielo es igual y lloras aúllas sofocas como un niño asustado o un hombre creído en el fracaso. Por vez primera dices conocer un fenómeno natural y es el agua que golpea y no sabes bien si es adentro o afuera lluvia o infarto piensas granizo tormenta temporal escarcha nieve nariz fría. ¿Cómo suena la lluvia pura sin golpear? Entonces el bosque cerro desierto te expulsa de su cetro trono reino miras al suelo o al cielo es igual y ríes gimes gritas como un animal en celo o en un cortejo nupcial. 14 e


Florescencia Una flor es una acumulación de los ramos que a futuro prometen adornar una mañana no vimos salir al sol y puede que otro día lo veamos por los ojos o las hojas es igual una flor como el ciruelo se hace fruta y luego cumple una promesa. Un ramo es la acumulación de muchas muertes que maduran en la boca si se quiere podemos ser plantas a la vez que resistimos ser solo una especie de animal.

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Formas de iluminar la floresta Madremonte con memoria de bestiario. Luz frontal viste al negro por mareo. Del trasboque la vida se voltea, por estrellas no se queda si al rabillo los destellos no se invocan. De los modos de hacer luz toca dar candela con el lazo en un rosario.

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Saludo a la serpiente de agua 1. Un gesto de brazos la ropa pendiendo de un hilo la vida se lava de a ratos tan solas las manos alargan las lĂ­neas las ata y empalma si aplaude la casa. Un gesto de brazos dos vivos que pasan la noche se sube a ratos tan solo de un hilo tejemos toldillo que abraza. En gesto peinamos raĂ­ces mudadas marrones que arrasan regueros de charcos si aplaude la casa si aplaude la casa si aplaude la casa.

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2. Si se elevan rogativas y giramos segĂşn los cinco puntos, pronto la tarde tiembla. Me digo verde, verde, y afuera arrasa la miel, efecto de conjuros. Todas las madres salen del agua, a ver si tejen la mata, afuera arrasa la miel, pero son palmeras. 3. De los cuatro puntos del trapecio, yo me descuelgo en diagonal. Un salto equilibrado en puntillas si al pisar las regias del loto, los pies ya son para bailar.

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Arboretum De la falsa piedra del péndulo, ni siquiera puedo decir que sea un dinosaurio muerto. Así niego la heroína en amapola, sucedáneos con nombres propios, bosques como chips sobre los barcos a distancia varados por su peso como un monte los residuos. La falsa piedra del péndulo se delata en movimientos torpes, sin cuerpo. Así quitaron los paisajes, rellenos de humedales las limaduras del monte sobre los barcos. Falsa piedra del péndulo. Asco nos da el barro disociado del suelo.

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Sea esta prestidigitación el mejor tipo de amague. La memoria de las piedras ya nos dice: si hubo nacimiento de un río, ¿ha de haber matrona?

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Atajar las fibras Supimos de las bestias lo mismo que de las plantas se dijo cuando estas abrieron sus fauces alimentadas de primer orden no se ven si no podemos atajar las fibras sutilezas de sus modos percepciĂłn de algo como la luz se nos duplica cuando invertimos tal orden entonces los pies nos bullen partĂ­culas de mercurio prendidas a los dedos como callos declaramos un estado de verde sobre esta especie que dormimos

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sello virginal de la lluvia que no sea tan pura algo del cielo ayuna a pesar del exceso el efecto satisfacciĂłn de los huecos suelos inservibles que no chupan ciudades atajadas por las ventanas.  

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Un paisaje domĂŠstico 1. Tirar de un hilo y llevarte toda la ropa por delante. AsĂ­ domesticar las especies: la acelga de un lado la amancay de otro no las juntas no te llevas todo el hilo por delante ni devuelves la madeja. Pobre lana. Ya separa a tu cuerpo de la vista y desviste a la oveja si al tirar de una hebra y llevarte toda la ropa por delante.

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2. Si tensas bien al centro y luego pasas la aguja por el medio el nudo no se suelta ni desata el secreto es confección a la inversa de la máquina un proceso como pájaros migrando sin regreso nidos que se habitan nuevamente si hay plumas mudadas aún tiras del hilo y formas un nido. 3. Yo me canso yo me canso de mirar toda mañana y tarde la misma luz que abre y cierra el día y solo hay esa luz para mí los objetos se dispersan en los recodos de las calles ex profeso y alguien habrá de pensar que son bellos como mudan de color cuando se oxidan como guardan polvo y agua cuando llueve o riegan como nadie los recoge porque son un paisaje doméstico.

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ÂżYa ves la sombra del monte en la montaĂąa? Verdes de familia pero con palmeras. Toca partir, ya ves, los brazos en cruz para equilibrar los pies.

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ELEMANCIA



Pajarrako, Madam, CernĂ­calo y VioletĂłn: Un brindis sostenido en la mirada por sobre el contenido del vaso. Al otro lado el RĂ­o de la Plata, el entrevero al que supimos allegarnos.

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oniromancia

sueĂąo con un precipicio entre rocas constituciĂłn salina de lo circundante olas estallan en petardos la ciudad incendiada es mĂĄs laberinto al fin al cabo ha ido a desbordar al mar

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dormancia i al reverso del filo sin menguar el iris dĂşctil de juncos en sueĂąos he brillado las serpientes por cabeza replicantes los ojos de piedra nunca

dejan nada sinuoso

el barro que me seca partĂ­culas del reposo

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dormancia ii Testifico la trasmutación de lo material. Las capas se superponen si asistimos a su decadencia. Ya no la vemos pero oscurece: Tres perros negros son toda esa muerte. El fuego fatuo surge de un estado de ignición. De inverso modo acontece el sueño: las capas se traslapan tan solo si asistimos a toda esta muerte que aclara, ―y sea mar o incendio― nada se apaga ―bosque o desierto― compongo en dormancia: ¿Cómo declinar el sueño si solo se acumula el agua?

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dormancia iii corro arrastrada por una masa cobarde no me despeño y desando conozco el recorrido por el barro la mansión se vuelve choza cada mueble en biblioteca el siniestro nos excede ya el alud que sedimenta por los bordes a las piernas volteo la mesa servida apoyo mi lomo al comedor tres perros negros sus placentas las desplazo guantes efímeros seda de órganos que se dejan resquebrajar como vajillas mi suero es blanco espeso doloroso secos se inauguran mis conductos percudida creería choza la mansión

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dormancia de mis tejidos blandos humedal por acumulaciรณn juncales las melenas que resisten al agua cuando espesa por exceso de sol un botรณn del brote que se prende si succiona mi pecho es promesa en traducciรณn un pedrusco derrapa sobre el lodo la varilla flexible se curva ante el impacto

tres cachorros negros duermen sobre el librero mรกs alto.

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topomancia sobremirar aturdida por el sol resguardo de mantos naranjos tensos a ratos elevados los ojos de lado piel secante con lo salino arenosa de seca como sucede al prever todas las rutas construidas las huellas sobre dunas el peso rebota en mis rodillas adapto las habilidades de montaña al desliz por los cúmulos peregrinación dunática confío la vista a la luna la fluorescencia de las bacterias sobre la atlántica océana fecunda y aborta escarcha por la espuma concavidad en el sonido oxímoron reve(a)lado 38 e


la soledad se ha rasurado el movimiento del sol me dicta nocturna confianza en la potencia el peso sobre mi cabeza mi alimento el rĂ­o que traza mi pecho yo me veo tanteando el suelo segura en la punta de los dedos formas bajas de nubes paisajismo abrazada a cinco litros de agua

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oriental la bandera es la síntesis el paisaje el ícono señala los colores la paleta saturada el horizonte no separa el ríomar del cielo el sol sobre lo plano el viento las alturas no del suelo exceso de distancia las orillas

nada abrirá hasta noviembre ya el ciclón de lunes a viernes ya el verano de fines de semana las caras del sol cuando brilla o cuando guarda aguada velada de viento solo la abundancia construida en la llegada

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el verano dicen marejada de veleros y turistas los campos planos extensiones difíciles para calcular esta indicación de presente me urge no usar las vías rectas adviene un viento avalancha de arena el sentir del árbol o la bandera únicas verticales tangentes sobre el plateado abundancia en formas bajas casi a ras resisten al avance de las corrientes viento atlántico argénteo subtropical

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todo al este me recuerda un lejos: la misma materia de piedra maciza giro imponencia ante la escena vacĂ­a de la relativa pequeĂąez tendencia expansiva subsistencia del adentro cuanto mĂĄs abierto el afuera viento afilado en las orejas

grito y no me oigo sobre rambla costanera

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violeta la bebĂŠ lleva las cosas de un lugar a otro y luego las devuelve repetĂ­ este juego repito estĂĄs aprendiendo a ordenar

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bicromatismo i es casi mayo y aĂşn florida la ceiba de la esquina el polvo se suspende con las nubes de mosquitos las quemas avanzan permitidas izando libertades en bandera el clima arde entre bolsas y zapatillas esta macumba es negra y amarilla nos vertieron los escombros sobre ramas sobre vidrios sobre latas contiguas las gallinas desnucadas ofrendas que se queman como kilos de manzanas ganchos de anacahuita sobre achiras desechadas manzana ochenta y cinco vertedero de todo tipo de ramas capas de sedimentos hundiĂŠndose succiĂłn de las plantas que amarillan sus hojas y compostan renuevan verticales caos por sus raĂ­ces lombriceras cosmos de nervaduras nuevas

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estímulo del aire negro —oxigenar esto sería un exceso— el polvo suspende y aúna las nubes de mosquitos las plumas desprendidas las cañas que bailan al fuego entre pastizales el modelaje de plásticos no degradables manzana ochenta y cinco vertedero de materias desahuciadas fuego por luminarias dos colores que publicitan costa de oro y carbón

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bicromatismo ii la luz nunca ha sido blanca ¿a caso una aureola indica iluminación? sí la antorcha el halo que amarilla destaca el reino del Sol y su legado materia de choclo oro sequedades bien lo sabe el astrónomo el Sol nunca ha despuntado ellos —que no los vemos— quemarán:

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el carbón excederá al calor humedades que humearán entre bolsas y zapatillas las bombas convocadas desaguarán sobre el fuego esta macumba es negra y amarilla ellos —que no los vemos— invocarán al Sol cuando del cielo se anuncie un ciclón y entre saneamientos inconclusos su fuego crezca y crezca y crezca costa de oro y carbón

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bicromatismo iii 1 Ya es noviembre: un relleno en el paisaje que trasladan el hueco de ayer avanzó hacia el sur los residuos misceláneos cubiertos por maquinarias las tunas arrancadas y los perros —que no rondan hurgan lejos tras las bolsas llenas las napas vacías filtros de mangueras que desaguan frente a casa las aguas servidas esta mañana —que es ahora las montañas de arena que trasladan como dunas efimeran una orilla en la laguna este borrón sobre las quemas arena en pastizales las montañas frente a casa las montañas

1 ¿A quién reclamarle los desgarros del jacarandá? ¿Cuándo dejarán de mover las montañas de tierra amarillenta, que sacan y ponen, mientras cavan los fosos y las ranas se esconden de este lado? ¿Cómo distinguir cuál de todas croa mejor si es que oímos, solamente, el generador del 48 saneamiento? e


mnemotropismo o la publicidad de las ferias se valida por el grito el gorjeo distribuye los productos estaciones espontáneas salpican a la vista y al oído formas primeras de intercambio calles que se toldan confituras al centro los niños paños con objetos sativación de la saliva en papelillos humo que se funde en las frituras resistencia precaria a los fluidos bombilla que circula en calabaza irresistencia al amargo compartido por las capas líquidas cebolla del tiempo rastreo el sabor que hermana acciona un hilo del mapa 49 e


otra ciudad se aparece en otro tiempo vivido la aspereza de dientes blancos por dentro el nervio hervido contrasta el sabor al vacío dulce residual en las muelas irresistencia al amargo compartido ¡llegará el tiempo del archivo en la pupila! vaticina el vendedor del puesto vecino y vierte el termo sobre la yerba y cierra otra vez un círculo ¡llegará el registro del calendario y los sentidos serán primitivos y evocarlos un sinsentido y los olores a sí mismos y así las datas desplazadas un flechazo que hace años cometimos! así es como la caña mató al indio la locura en el producto cuando es nuevo por la espalda y de un golpe la obsolece

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¡está pronto el olvido es el exceso de archivo! vaticina el vendedor de alimento canino así es como la caña mató al indio

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elamante i

un cernícalo

manada me decís emanada vacía una laguna por estanca al pato que vemos sumergirse pero no la corriente que lo arrastra las direcciones posibles se entreveran adentro me abrazo afuera goteás salado sobre mi cara este instinto de cerrar la garganta por no decir por no tragar mandíbula compacta oclusiones por el vértigo de lo que sí lo que no sabés ni yo he abierto cuello tenso marco del rostro ampliado seco

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adentro en la punta de la lengua afuera en el canto del benteveo y los dinosaurios abonitados que no supimos cรณmo nombrar a causa del viento en las playas el suelo de las casetas desmantelaron igual hicimos equilibrio en su estructura los esqueletos proyectados en las dunas

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elamante ii puedo contabilizar este tiempo por tu cabello dónde ha crecido cómo se distribuye en tu piel calaste el rostro se alarga por estaciones desaparece tras la barba pero el cabello anudado firme correas que sostienen tu paciencia de saberlas antiguas algún día crecidas las correas serán demasiado ásperas demasiado largas

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que no me fallen los ojos para encontrar los rincones y si me fallan algún día con las manos como ganchos tejeré tus lianas de correas de cabello que te envuelvan yo veo correas de cabello un perfil cromático como una línea de tiempo hasta que tengas una sola cuerda dura y vieja mortaja de cabello que te envuelva

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se(p)tiembre

La Madam la palma amarilla retiene la apertura cinco dedos insistentes en abrir una herida que supura sus resinas qué supura una herida al abrir esta apertura hermana mía el desliz de llaves que apenas cierra o abre un engranaje sin aceites lubricantes formas transitorias demarcadas por los muros descascaran la piel del pulpo los tatuajes un chispero para aguantar la única hornalla que calienta la casa el sol acaricia las prendas entre ciclones se ventilan las sábanas con pecas negras qué amenaza si es que avanzan 56 e


respirá goteá en tu cáliz la sutura de los nudos la madera ya se cura transportá la luz de la vela avivá el tiraje en la leña muerta tu mano es el pomo que abre o entreabre cierra o clausura madera dura o blanda de golpe por su llave el engranaje se especula

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elemancia i alguna mancia debiera interpretar las recurrencias sobre las dunas la turgencia que escala el nervio al agua monstrera deliciosa hoja con dedos que despierta humedad recursos de la fortuna descritos en el paso de la materia sobre las formas los trazos de viento sobre la arena de los mĂŠdanos se interpreta de la luna su antigĂźedad como hicieran las plĂŠyades cantos de bahuales cueros de lobos sobre hombros de ceniza 58 e


lunes para abrir un cuarto de los ojos alumbra el plateado conocimiento de la marea y contracciรณn la arena palpita en el cuerpo del reloj una mantis custodia el crecimiento vegetal lealtad incombustible de los insectos ranas nobles sobre el huerto alguna mancia debiese interpretar todo esto la rotonda anunciada en el trayecto del sol un rayo santo nervio que anuncia ramos como garras

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elemancia ii los animales acuรกticos se secan los animales terrenos nos enterramos la muerte expulsa del medio para la vida el deceso de los pรกjaros que caen sobre mi patio un dulzor pesado que se pega el aire lo calienta y multiplica nadie cubre el pellejo del perro fondeado bajo la sombra de una tuna los animales acuรกticos conocen nuevas bacterias el cuero se les llaga de arena al sol se calcinan sus aletas sus cuerpos ya no tienden hacia un fondo que no conviva el vivo con el muerto que no huela su constancia y no la vea turba rubia o arenisca del terreno por debajo de la vista

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mamíferos de piel gruesa sobre las rocas festín de moscas aves negras se coordinan exhibición de elementos la anatomía de un cetáceo por ejemplo

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elemancia iii conversar con el fuego formas combustibles juego de contagio cuánto quemás y destruís mientras decís lo dominás prometés vida alimento voracidad por calefacción todo lo que cuesta acostumbrarse siempre es el cuerpo el que llega antes cohesión como de clanes un sol donde subsistes cazador recolector destino de domesticación siempre y cuando no temás de estaciones ensayos y errores

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de cualquier modo la llama siempre puede borrar las evidencias con pirotecnia y así preferís abrasarte al fuego a sobreexponerte al sol escena inaugural a falta de electricidad yo también sé debe resguardarse un rincón iluminado el área posible de enmarcar con un fogón memoria remota al reincidir en la chimenea riesgos dejar agonizar al fuego hasta el extremo y luego reanimarlo

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elemancia iv ya comienzan a descomponerse los montones de pasto seco las hojas recogidas del nĂ­spero la arena removida y acumulada la rotaciĂłn de la yerba que reposiciona la bombilla anuncio de materias ya ceden se residuan se aplana con los tiempos la cumbre en la tetilla

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elemancia v desconfiamos de la bisagra de la puerta pero no de nuestra fuerza y habilidad pronunciada por la hora que se viene el camión a retirar dimensionamos movimientos con enormes volúmenes mobiliarios el gordo del saneamiento ha levantado el placard de tres metros por el patio como si el cedro viejo no pesara pero todos los rastas del barrio se allegaron y te vimos en ellos y el gallo azul sonó de viento y te recordamos en las cosas que dejaste y nos pusimos tu ropa interior cuando se nos ensució la nuestra aguajane sobre pintasnegras lienzo blanqueado a costa de los dedos pelo pasando de corto a tapar la oreja sólo bastó inventar una sobremesa bajo el pitango para enseñarle a la niña cómo escupir la semilla y sorber la pulpa

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y disfrutar la fruta en su jugo y de tomar el fruto del รกrbol con la precisiรณn justa para que no reviente entre los dedos de la mano y el enchastre del rojo sobre el blanco un drama posible en medio de la distribuciรณn de los bรกrtulos y los cachivaches que regamos sobre el patio con la muerte abonamos el suelo del rancho

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ESTRUCTURA RECÍPROCA


desmontaje la tarea de desmontar una casa como guardar en su caja las piezas sábanas manchadas de un juego recién dispuesto a mitad de la partida el ajedrez que se pierde entre los blancos humea humedece de los pulmones resuenan reverberan sabía que duraría así una intensidad que cala y culmina una inmensidad que rodea instantánea como los círculos de pólvora en los cigarrillos quemadura de basurales marca negra sobre la arena

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dispusimos en orden las bolsas marcados los contenidos a un lado del contenedor de desperdicios alguien viste mis botas alguien se calza un abrigo soportar la feria las verduras canutas equipajes que sillas mesas que sacos de turba negra una casa es… un libro que nos contamos un abrazo que sostenemos los hábitos gozados en su repetición las formas de brindar y mirarnos a los ojos una familia de ferias de domingo que dos galletas por cabeza a mediatarde una casa donde ventilar cuando sale el sol que bordear el césped crecido de lluvias que vestir un árbol y recurrir al huerto que saludar caracoles y agradecer a las ranas que escuchar los conciertos nocturnos y caminar por un puente tras la laguna volver con botellas

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cargadas festejar a lo pequeño trabar la puerta a cualquier hora abrirla a medianoche por la gata amar la lentitud de amar en lentitud bajo el naranjo amplio y una luz que penetra el mosquitero que en la ventana una casa es aquello que perdura de algún modo exige reacomodar como los frutales que dan un año sí y al otro descansan

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en el lapso en que nos fuimos los renovales crecieron el suelo ceniciento, calcĂĄceo como si todos los volcanes se hubieran vaciado, tosido troncos como espigas grises asomando entre coihues nuevos ahora que los veo me pregunto si el nacimiento es caos el orden de cosas que te preguntaba a vos y resultaba algĂşn dibujo tendiente a la espiral.

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naranja las llamas que llamamos nos volaron las bocas de azul ahogado tanta fue el agua que no pudimos soportarnos vosibilabas por los pulmones las fosas cerradas de tantamar y pude interpretar esa inclinaciĂłn de tus ojos cada lĂ­nea mental es impermanente como la idea de sostener este hilo tenso y que resista latitudes corte caminos y atraviese los bosques espesos incluso las estampas declaradas a muerte para componer los abrazos y asĂ­ narrarnos bajo el riego donde la piedra era un tesoro y los gekos custodios del prisma la laguna que llenaba el hueco entre los plexos hoy prendo las luces para atravesar la neblina las manos se me congelan y no hay chaqueta abierta para abrazar tus brasas ni fuego que tempere cuando bajo corto viento el humedal

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el agua combustiona en leña humo que pica al paladar sibilan los bronquios por las mañanas y exhalo lento para sacar los restos pero aún los percibo en la cavidad alveolar topografía de los adentros aguadas espesas viscosidades quisiera saber tocar el fuego de la boca del estómago diluirme en la orina transparente sudar y absorberme absoluta un retorno a esta integridad a la casa que porto y la que no quiero adherir la vida caracola y los techos que proyecto sobre mi cabeza voy de un calor del vientre abriendo un globo de luz al cielo me contengo ahí como en la fina capa que separa el adentro del afuera en una carpa naranja como si del interior se colara la luz en campo abierto.

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estructura recíproca a Matilde Bejar las raíces que nos pediste como regalo quedaron envueltas en un manto tejido para otro árbol todo pudimos adaptar tensando nuevos hilos permitiendo que otros colores invadieran el cuadro un níspero desvestido para un jacarandá frente al templo recién inaugurado seis vigas sostenidas entre sí un techo recíproco porque: los vientos y las aguas las inclemencias y la duda como si no fuera posible que una estructura se sostuviera más firmemente en comunión dormimos abrazados como perros con los perros a techo abierto olor a mezcla de leches para crecerlos cartones absorbentes de orinas barro y levadura sahumerios para liberar del bardo a la niña en tu templo del caos y receptáculo es que da la impresión, Matilde, este es el ojo del ciclón 76 e


yo no supe ver hacia dónde crecer bajo tu alero pero un color de lengua un abrazo de madre anterior creí en el fuego sin tiempo fertilidad en ascenso capaz de renombrar cualquier designio ¿cómo sostener un techo sin vigas y poder mirar su centro como el corazón del hogar? las manos que viven a la casa y así techamos con paja y pasto y así paleamos la huerta y trasplantamos almácigos y así ventilamos tus libros y guisamos en calderos con el fuego de tu patio y los perros nos lamieron las heridas cuando heridos nos dijimos que “nosotros” ya no más y nos quebramos como ahora tus vitrales pavos reales sobre la tierra lodosa donde nos regamos porque el agua a veces salía desde abajo y el fuego por adentro y jugamos con sopletes para modelar revestimientos

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y te vi con las llamas lustrando cañaverales y también llamando al viento para que levante techos de lata puertas vencidas leña de estaciones pasadas sillas de mimbre ofrendas hermanas pitangas moradas y toda clase de obstáculos nos deseaste a todos juntos y nos mostraste el amor desapegado y la noche más larga recibimos la placenta de doce perros dorados así entregaste tus llaves para volver templo tu casa nos viajaste tus distancias con el cuerpo serpenteante y en la fábula de hacerte vida en la muerte horneamos panes para multitudes trocamos saberes y poderes por la excusa solo el sentir que algo de raíz se hacía honda del fruto no supimos ni el color ni el aroma de su flor

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deconstruímos la horma en combustión como la pira en que se honra a los maestros como tú navegando entre nubes atlánticas carro tirado por cachorros del solsticio los carbones que sembramos arden cada lluvia y cada viento cada mate en círculo los entreveros del rizoma hacen y deshacen a la vez que te nombramos tu humo va en ascenso y la raíz se hace una sola.

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aRetrato por Valentina Correa, 2017

Martina Pedreros Rodríguez (Buenos Aires, 1990) Ave migrante, poeta, editora, gestora, profesora y practicante de yoga. He sido publicada en antologías de poesía joven y revistas: Palabras del fin del mundo (Ed. UFT, 2008), Concurso Literario DGE 10 años (Ed. UC, 2013), Revista Grifo #30 (UDP, 2015), entre otras; y en las publicaciones auto gestionadas: De sudor y poesía (2014) y Taller Prácticas Poéticas (2015) de Mortal Poetry Ediciones, la colección de poemas-objeto de Editorial Polilla (2016) y el fanzine Rancho #1 (2018) de Ediciones Rancho Lab. Fui parte del colectivo poético Sudor de Poeta (2011-2015) y desde 2016 co-creo con el Colectivo Rancho Laboratorio, editando y gestionado poesía y performance en Chile y Uruguay.



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