Integrantes: Paula Cea Rojas Diego Fuentes Pineda Marcelo Martínez Aravena Yerko Monje Hernández Natalia Ulloa Villena Profesora: María Angélica Illanes Fecha: 30 de Junio de 2010
Memorias del Terremoto y Maremoto de 1960
Este año se conmemoran cinco décadas del terremoto más destructivo, poderoso y desolador en la historia de la humanidad, el terremoto de 1960. Este tuvo su epicentro en las proximidades de Valdivia donde alcanzó los 9.8 grados en la escala de Richter causando grandes estragos y devastación total en lo material, pero por sobre todo dejando marcas imborrables y dolorosas en la memoria de los sobrevivientes, que al ser actualizadas abren la ventana a un mundo de experiencias dolorosas y desgarradoras que no han terminado de sanar.
Cuando escuchamos o leemos acerca de este cataclismo inmediatamente lo asociamos a Valdivia y/o Corral que si bien fueron afectados en una enormidad, hubo muchos más pueblos y localidades que sufrieron los embates de la naturaleza. Uno de esas localidades es Mehuín que resultó totalmente arrasada.
Mehuín es una pequeña localidad costera de la XIV Región de los Ríos, ubicada en la comuna de San José de la Mariquina a 77 kilómetros de la capital regional.
Todas las actividades de esta mágica localidad giran en torno al mar, y los recursos que este les proporciona, esto se plasma claramente en palabras que nos cuenta Don Tito Ortíz1 cuando dice “el mar es todo para nosotros, nos entrega todo lo que necesitamos, por eso es de gran importancia. Es una fuente de vida y trabajo, incluso a veces dejamos de lado a nuestras familias porque tenemos que pasar gran parte de tiempo en la pesca”. Cuando caminamos por la caleta de pescadores llama la atención el afecto y la cordialidad con que reciben a los visitantes, siempre te dan una “buenos días”, “hola ¿Cómo está?”, y se destacan por la buena disposición a colaborar en las
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Pescador de la caleta y Secretario del Grupo de rescate de Mehuín
Memorias del Terremoto y Maremoto de 1960
actividades que les pidan. Pero sobre todo nos llamó la atención,
el fuerte
sentimiento de pertenencia a su pueblo, como la Señora Imelda2 Lobera nos cuenta en la intimidad de su hogar: “Nosotros somos de Mehuín, nacimos y nos hemos criado aquí, me emociona y me llegan a caer las lagrimas cada vez que hablo acerca de este, mi pueblo. Nosotros siempre nos dicen que somos de San José, sanjosinos, pero no, somos mehuinenses y de aquí no me mueve nadie”.
Al dar un paseo por toda la localidad nos extraña la gran cantidad de señalética haciendo alusión a un eventual maremoto o tsunami ya
que
no
estamos
acostumbrados a verla, pero que si nos llama a preguntarnos el sufrimiento y dolor que experimento el pueblo mehuinense con la tragedia del terremoto y maremoto de 1960 que aún sigue vivo en la memoria colectiva.
Mehuín antes del terremoto de 1960 era un hermoso y exclusivo balneario turístico donde abundaban las casas de veraneo pertenecientes a las familias más acomodadas de Valdivia y sus alrededores. Esto nos cuenta la señora Ibelda Lobera mientras compartíamos en su living: “si po´ mi hijito si acá eran puros chales no más, habían unas casa más bonitas que estaban a la orilla del mar, pero eso con el
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Fuente: Expediente del Museo de San José
terremoto y las tremendas olas no aguantaron y se fueron con el mar y esa personas nunca más volvieron al pueblo”.
Además Mehuín gozaba de una gran cantidad de actividades artísticas y recreativas que hacían que la vida de sus pobladores sea más grata, entretenida y como consecuencia de esto tenían un gran apego a su comunidad. Junto con estas actividades turísticas que le daba vida a esta localidad, siempre ha estado presente el rubro pesquero como motor de la economía mehuinense ya que al año 1960 existían 2 3
Sobreviviente y pobladora de Mehuín Turistas en las playas de Mehuín, década de los 30´s
Memorias del Terremoto y Maremoto de 1960
más de 120 casas de pescadores con más de 150 botes inscritos en la alcaldía de mar y gobernación de Valdivia4, que día a día navegaban las aguas que bañaban a Mehuín en busca del sustento y los frutos que le proporcionaba el mar. Pero toda esta armonía se rompe de manera trágica aquel fatídico 22 de Mayo de 1960.
Mehuín; un triste despertar
El 21 de Mayo de 1960, Mehuín quedó conmovido, se informaba en las radios de aquel entonces acerca de un terremoto en la zona central de Chile, teniendo como epicentro a Concepción, sin pensar que tan sólo horas más tarde el sufrimiento y la angustia tocarían la puerta de esta pequeña localidad. Aunque también los mehuinense como gran parte del país sintieron este movimiento en menor grado de intensidad, no le dieron mayor relevancia. Don “Tito” Iturra5 nos relata: “En ese día estaba en un acto del establecimiento, por conmemoración del combate naval de Iquique en la bahía de Mehuín, ese día tembló mucho, e incluso cuando estábamos en las barcazas se sintió una variación en el nivel del mar”. También la señora Imelda Lobera nos cuenta: “¡si! Comenzó a temblar el día antes, el sábado en la mañana pero no le había dado mayor importancia, pero más a la tarde comenzó a temblar más y más fuerte hasta que pasó lo del domingo” Y así fue, todavía en la localidad circulaba la noticia de la catástrofe que había ocurrido en la 8º región cuando el Domingo 22 de Mayo a las 14:30 horas se desató nuevamente la furia de la naturaleza pero con una fuerza mayor sobre el sur de Chile, se rompía la armonía en Mehuín, la naturaleza extendía su brazo de Fuente:Museo de San José de la Mariquina
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destrucción sobre esta localidad, el pánico y el terror sacudía la vida de sus habitantes.
Según Documento de la Ilustre Municipalidad de Valdivia inserto en el expediente parroquial de San José Sobreviviente del terremoto, Poblador de Mehuín, Profesor titulado de la Universidad de Chile
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Pero no sólo los temblores que ocurrían en el país eran los que advertían de la catástrofe que iba a llegar, sino cuentan los habitantes y sobrevivientes de Mehuín, que la naturaleza les había advertido. Don Tito Iturra relata: “días antes del terremoto, era un día como cualquier otro, pero la playa amaneció llena de pescados, y no había razón alguna o motivo para que hubiera pasado eso (…) no nos explicábamos cómo”, también la señora Ibelda nos relataba que los animales estaban alborotados ya hace varios días antes del cataclismo. Pero como señalamos anteriormente el domingo 22 de mayo a las 14:30 horas ocurrió lo que nunca se habían imaginado que les pasaría, un terremoto.
El terremoto de 1960 en la localidad de Mehuín provocó gran espanto, sobre todo porque las familias estaban en su hogar ya que era hora del almuerzo. Cuando comenzó el movimiento poco a poco las casas comenzaron a temblar al compás de las ondas sísmicas, era un movimiento pequeño pero poco a poco comenzó a aumentar y llegó a ser tal envergadura que la gente no podía mantenerse en pie ni mucho menos caminar para salir de sus hogares6. Caían muebles, platos, cuadros, nada soportaba la fuerza y la furia de la naturaleza. Era un enemigo contra el cual no se podía luchar y sólo quedaba como nos relataban los sobrevivientes: “Esperar la piedad de Dios”
Fuente: Expediente museo San José de la Mariquina
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Así nos cuenta la experiencia como vivió el terremoto la señora Ibelda: “Yo en ese tiempo era una cabra chica no más (…) me reía cuando venía el temblor grande (…) los árboles besaban la tierra, otros se desplomaban, y eso era lo que me daba risa. La gente quería abrazarse a los árboles porque en la tierra uno no se sostenía se caía inmediatamente (…) pensaba que era el fin del mundo como decía la mamá” 6
Según lo que describen los sobrevivientes.
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La imagen muestra una de las pocas casas que quedaron con sus estructuras en Mehuín.
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También Don Tito Iturra nos dice que en ese momento estaba en su patio picando leña cuando comenzó el movimiento “era terrible, todo se movía de aquí para allá, no me podía mantener en pie”, apenas dejó de temblar salió de su casa con lo puesto hacia el cerro y se encontró con mucha gente que estaba en la misma situación de angustia y desesperanza incluida gente de las comunidades mapuches que aunque sus casas resistieron los embates de la naturaleza por temor e inseguridad salieron de sus comunidades. Los pescadores y vendedoras más jóvenes que trabajan en la caleta aunque no vivieron el terremoto, relatan que sus padres pasaron experiencias muy parecidas cuando enfrentaron este cataclismo.
Pero éste era solo el comienzo de todo lo que se avecinaba, el sufrimiento y la desolación estaban recién floreciendo en el poblado de Mehuín, la destrucción que había provocado el terremoto era mínima a comparación de lo que causaron aquellas olas que viajaban lentamente a las costas, preparadas para soltar su furia sin compasión ni aviso alguno.
Esa misma tarde aproximadamente a las 15:00 horas según lo que nos informa la señora Imelda Lobera impactó la primera ola de una serie de tres que azotaron Mehuín y lo borraron de la faz de la tierra, lo que un pueblo completo se había demorado años y años en construir y levantar, la naturaleza
lo había
despojado en un par de horas, la angustia y el miedo era sentimientos tan comunes como la alegría que reinaba anteriormente. Fuente: Expediente Museo San José de la Mariquina
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Imagen muestra la forma en que arrasó la ola con todo Mehuín.
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En Mehuín la devastación fue total, las aguas del mar se internaron cerca de ocho kilómetros hacia el interior de la localidad. Fallecieron 27 personas y fueron destruidas unas 77 casas de veranero, 112 viviendas de pescadores, 4 hoteles con capacidad para 150 pasajeros, locales fiscales como la Escuela de Pesca, la Agencia Postal Telegráfica, el Retén
Fuente: Expediente museo San José de la Mariquina9
de Carabineros, la casa fiscal de Vialidad y 10 locales comerciales. Solo quedaron las estructuras superiores de dos casas veraniegas y la Hostelería Millalafquen10. Los daños se calcularon por más de 1.000.000 millones de pesos.
La señora Ibelda Lobera nos cuenta que los habitantes de Mehuín no se habían percatado que el mar se había recogido, ya que estaban expectantes a que otro movimiento telúrico los azotara, hasta que uno de los vecinos que estaban gritó y dijo: “Viene el mar, viene el mar corran…” se dieron cuenta del desastre que estaba por venir. Ella se encontraba con un grupo de vecinos aproximadamente a 100 metros de un cerro, que por cierto no estaba completo ya que se había desplomado parte de él. Alcanzó a pasar un grupo de 200 personas y el cerro terminó de colapsar.
Don Tito Iturra uno de los sobrevivientes de la tragedia nos cuenta que estaba en el cerro cuando escuchó el sonido del mar, y vio como impactó la primera ola a Mehuín, él nos cuenta: “La primera ola se lo llevó todo, todo. Eso fue lo peor que he visto en mi vida, la pena era enorme en ver como se lo llevaba todo. Las casas eran arrancada de sus bases y eran arrastradas hacia el mar. Se llevaba gallinas, los perros, gatos que estaban en los techos de las casas tratando de sobrevivir al igual que nosotros, la pena fue tremenda, los gritos desgarradores de los pobladores se escuchaban cuando pedían auxilio y para que les cuento la impotencia que sentía, no podíamos hacer nada”
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Una de las casas que quedó en pie sostenida sólo por las chimeneas que habían en el 1º piso. Según libro “terremoto y maremoto en la Comuna de San José de la Mariquina”
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Ambos testimonios anteriores coinciden en que las dos últimas olas llevaban y traían los pocos restos que había dejado la primera. La destrucción y el miedo parecía que nunca iba a acabar. Una era más grande que la anterior.
Mientras tanto la gente seguía en los cerros a la espera que todo volviera a la “normalidad” observando el cruel panorama desde
las
alturas;
casas
destruidas,
animales muertos en la playa, pero por sobretodo los cuerpos de los vecinos que estaban semienterrados en la arena, lo más 11
Fuente: Expediente museo San José de la Mariquina
erer
impactante que muchos de ellos eran sólo niños.
Fuente: Expediente Parroquial de San José de la Mariquina12
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Destrucción en Mehuín Imagen que muestra nómina de muertos en Diario de la época
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Como nos cuenta la señora Ibelda uno de los procesos más triste que vivió Mehuín fue el momento de ir a buscar a los fallecidos ya que no los podían enterrar de forma inmediata, por ello eran puestos en una fosa común tapados por sólo sábanas o por su misma ropa y eran marcados para que semanas posteriores pudieran ser reconocido. En sus palabras dice: “Era terrible y daba pena la cantidad de personas que murieron, y lo peor que uno veía como se las llevaba”
La unión en medio del dolor
La gente que estaba en los cerros, representados en este relato por los grupos de sobrevivientes de la Señora Ibelda Lobera y los de Don Tito Iturra (ya que eran muchos grupos más que estos dos), comenzaron poco a poco a organizarse y generar una fiato entre ellos para poder sobrevivir, quizás producto de la necesidad de subsistir y regresar a su pueblo a rescatar las pocas cosas que habían quedado en pie.
Los grupos que estaban en los cerros comían de lo que podían ya que de alimentos en el pueblo era imposible hablar en ese momento. La señora Ibelda nos contó que los niños lloraban de hambre ya que no había nada. Ella dice “eso a mí me partía el alma, era una pena tremenda (…) lo peor era que nosotras sufríamos al igual que ellos pero no podíamos hacer nada”. Experiencia semejante pasó el grupo de sobrevivientes en el cuál se había refugiado Don Tito Iturra ya que también pasaron las penurias de no tener alimento, ni agua en este caso, porque en los cerros donde caían las vertientes de este vital elemento se había movido de tal forma que no permitían el paso del agua. La gente poco a poco se comenzó a organizar y salían en búsqueda de alimento y algo para calentarse ya que la lluvia que caía era incesante.
Es en este momento donde el donde los sobrevivientes del pueblo se unen en una fraternidad donde todos colaboran mientras llega la ayuda. Los vecinos que tenían sus casas más alejadas de Mehuín y que habían quedado de pie albergaban a
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los familias más desposeídas, por ejemplo en la casa donde estuvo la Señora Ibelda habían aproximadamente de 15 a 20 familias compartiendo lo poco que tenían. Luego de que el mar regresó poco a poco a la tranquilidad las familias comenzaron el triste viaje de retorno para buscar lo que había quedado y así iniciar el difícil proceso de reconstrucción. Recogían tazas, utensilios y
fotos que podían
rescatar, todo esto entre el dolor y las lágrimas al ver destruido el esfuerzo de años. Fuente: Expediente Museo San José de la Mariquina
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De las ruinas de su casa rescataban trozos de madera para construir improvisadas mediaguas que les sirvieran para refugiarse de la lluvia y el frio que se avecinaba con la llegada del invierno. Poco a poco comenzó a llegar la ayuda de diferentes organismos como el estado. La ayuda llegaba en un improvisado helipuerto en el Hotel Millalafquén y ahí bajaban y distribuir la ayuda a la comunidad. La señora Ibelda
nos
cuenta: “nos
Fuente: Expediente Museo San José de la Mariquina
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asustábamos mucho con esa cosas que bajaban del cielo (…) ahora sabemos que se llaman helicópteros, pero mi Mehuín en esos años era tan aislado del mundo que nosotros pensamos que eran pájaros gigantes y por eso arrancábamos a los cerros.”
Poco a poco la ayuda se hacía presente en Mehuín y el pueblo cual ave Fénix volvía a levantarse de las ruinas, demostraban que las fuerza que existe hoy, siempre ha estado presente a lo largo de su historia. 13 14
Destrucción en Mehuín Ayuda llegando en Helicópteros al hotel Millalafquén
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Un milagro en el desastre
Como nos relató la señora Ibelda cuando la ola estaba azotando a Mehuín y llenándola de angustia y dolor surgió un milagro que para ojos de muchos es mentira, pero para ella y otros más es la verdad absoluta; en la gruta de la Virgen de Lourdes15 que está ubicada a un costado del hotel Millalafquén por aquellos años ocurrió algo impensado; ella cuenta “ en esa gruta de la virgencita se salvaron una siete personas de ser llevadas por las olas, era la familia y los empleados de la finada Anita que no se explican como el agua no entró a la gruta”. Y por esos sucesos milagrosos atribuidos a la virgen de Lourdes que cada año cientos y cientos de fieles llegan a pagar los favores o mandas que les ha concedido o simplemente a hacer nuevas rogativas.
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Imágenes de la Gruta del archivo de viaje e investigación
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Mehuín, a 50 años de la tragedia
Sin lugar a dudas con cualquier poblador que conversemos en Mehuín, el terremoto a significado una herida que está siendo contantemente abierta, ya que aunque no la hayan vivido de manera física, si lo hacen por medio de los relatos que cuentan los queridos ancianos del poblado. Así nos relata el grupo de pescadores y vendedoras16 de la caleta de Mehuín a preguntarle sobre qué es lo que saben del terremoto de 1960: “a nosotros nos han tapado de historias acerca del terremoto que vaya a saber uno si son verdaderas o no, pero lo que sí sabemos es que causó mucha muerte y dolor en nuestro pueblo, que por lo menos nosotros creemos que aún siguen vivas” y así es ya que para muchas personas en el poblado es un tema que es mejor no tocar, es un miedo siempre presente, y les asusta que un día pueda volver a suceder. Esto se comprueba en que el día del terremoto del 27 de Febrero, la gente corrió en pánico hacia los cerros por temor a que se les repitieran las historias que tanto les han contado a lo largo de su vida. Pero aunque el temor esté los pescadores y vendedoras afirman “está bien que tenemos miedo pero no quita que sepamos reaccionar ya que todos sabemos que a cualquier temblor más o menos grande no podemos quedarnos a brazos cruzados” lo que quiere decir que la cultura para un tsunami o maremoto está siempre presente en Mehuín más allá del dolor que viven día a día.
Pero el terremoto de 1960 no dejó solamente secuelas negativas en la población de Mehuín, ya que este pueblo ha sabido levantarse a los largo de su historia y la demostración de esto es que hoy existe el Grupo de Rescate en Mehuín que es conocido a lo largo de Chile por la hermosa labor que cumplen cada vez que hay alguna tragedia humana relacionada con el mar. Está formado por los pescadores de la caleta que ven en este grupo una hermosa labor producto de la conciencia que les dejó el terremoto de 1960, Así nos cuenta don Tito Ortíz que es secretario de este grupo: “La historia de Mehuín nos motiva a cumplir esta labor de ayudar a la gente,
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Vendedores de la Caleta de Mehuín entre ellos: Sra. Sumilda Sandoval, Sra. Irma Caro y Don. Rafael Nahuelpan
Memorias del Terremoto y Maremoto de 1960
cada vez que vamos al rescate pensamos en nuestros ancianos, mujeres, hijos que saben de lo que son éstas tragedias, y especialmente los abuelitos que vivieron esto y sienten una gran pena cada vez que ocurre un hecho así en nuestro país porque se acuerdan de sus vivencias y peripecias para sobrevivir”. Y así es, ya que Mehuín siempre está atento a las tragedias de esta índole, porque los pobladores sienten el dolor que puede estar pasando un pueblo hermano y esperan que cada vez que ocurre esto sepan reaccionar al igual que ellos lo hicieron en su momento: Con la valentía y la fuerza se levantaron de las ruinas y comenzaron poco a poco su largo viaje de reconstrucción, pero no lo hubieran logrado sin la ayuda de cada unos de sus vecinos y sus pares porque todos concuerdan en que si el pueblo no se hubiera unido en ese momento de dolor, la reconstrucción habría sido infructífera,
Mehuín se
levanta, vive, crece y seguirá viviendo por la fuerza de su gente, la fuerza de su pueblo, La fuerza de Mehuín.
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Bibliografría
Carvajal, L, “Cuando el mar visitó mi pueblo” Graphik Chile, 2008.
Expediente Parroquial de la comuna de San José de la Mariquina (1947-1989) escrita por el Fraile Domingo de Arnssorf, Párroco en 1960. Saldivia, S, “Terremoto y maremoto de 1960 en la comuna de San José de la Mariquina: Relatos desde la memoria” Ilustre Municipalidad de San José de la Mariquina. 2008
Entrevistas
Señora Ibelda Lobera, Pobladora de Mehuín, sobreviviente del terremoto.
Don “Tito” Ortíz, Poblador y pescador de Mehuín Secretario del grupo de Rescate de Mehuín (GREM)
Don “Tito” Iturra, Poblador de Mehuín Sobreviviente del terremoto. Profesor Titulado de la Universidad de Chile.
Memorias del Terremoto y Maremoto de 1960
Vendedores de la Caleta de Mehuín entre ellos: Sra. Sumilda Sandoval Sra. Irma Caro Sra. Johana Peña Don: Rafael Nahuelpan
Agradecimientos
Museo de la Comuna de San José de la Mariquina, expediente fotográfico