Libro Encuentro CyT2013

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Universidad de Concepción Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP Publicación autoeditada Julio de 2013 Registro de propiedad intelectual Nº 2315000 Edición General Dra.(c) Luisa Soledad Cabrera Toledo Unidad de Comunicaciones Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP Edición Paz Moraga Sabaj Unidad de Comunicaciones Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP Colaboradores Equipo Más Ciencia para Chile Dra. María José Gallardo Nelson, Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP Cristian Jara Figueroa, Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP Fernando Mejías Baeza, Centro de Biotecnología UdeC Diseño y Diagramación Nicole Fierro Nova

Distribución gratuita de ejemplares impresos a universidades, autoridades y científicos nacionales. Se autoriza la reproducción total y/o parcial de este libro, por cualquier medio impreso y/o digital, para fines no comerciales, citando las respectivas fuentes. Distribución gratuita de versión digital a través de http://www.cefop.cl/cyt2013/libro.pdf El encuentro “Institucionalidad para el Desarrollo de Ciencia y Tecnología” se realizó en Concepción, los días 15 y 16 de enero de 2013, organizado por la Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia de la Universidad de Concepción, el Centro de Óptica y Fotónica (CEFOP) y Más Ciencia Para Chile, con el patrocinio de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) y el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción. Este libro fue impreso gracias al aporte de Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP, con el apoyo de GALÉNICA S.A.

Concepción, Chile.



Introducción Prólogo Dr. Sérgio Machado Rezende Profesor de la Universidad Federal de Pernambuco y Ex Ministro de Ciencia y Tecnología, Brasil.

Saludo Sergio Lavanchy Merino Rector de la Universidad de Concepción.

Saludo Dr. Benito Rodríguez Rodríguez Presidente de la Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, UdeC.

EXPOSICIONES Creación y Estructura del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Dr. Sergio Matheos. Subsecretario de Coordinación Institucional de la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Argentina.

Institucionalidad para el Desarrollo de Ciencia y Tecnología en Chile Juan Manuel Santa Cruz. Jefe de División Innovación del Ministerio de Economía. Representante de la Comisión Asesora Presidencial en Ciencia, Tecnología e Innovación. Chile.

MESA REDONDAS I. Institucionalidad Internacional de la Ciencia Moderador: Dr. Osvaldo Ulloa Quijada, Investigador Principal, Centro FONDAP-COPAS.

Las Universidades y las Instituciones de Investigación Argentinas: Su Rol en el Desarrollo Científico Tecnológico Dr. Juan Tirao. Presidente de la Academia Nacional de Ciencias, Córdoba, Argentina.

Realidad y Limitaciones de la Institucionalidad de la Ciencia, Tecnología e Innovación: ¿Talón de Aquiles para pasar al Desarrollo? Dr. Juan Asenjo de Leuze. Presidente de la Academia Chilena de Ciencias.

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II. Ciencia y Tecnología en Chile: Presente y Futuro Moderador: Dr. Carlos Saavedra Rubilar. Director Científico, Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP.

Investigación Científica y Tecnológica en Chile. Instrumentos y programas para la ciencia chilena María Elena Boisier Pons, Directora de FONDECYT y FONDAP, CONICYT.

Institucionalidad para el Desarrollo de Ciencia y Tecnología Dr. Claudio Wernli Küpfer, Director Ejecutivo, Iniciativa Científica Milenio - ICM.

III. Ciencia Chile 2050 Moderadora: Isabel Plaza Vásquez, Editora General Diario El Sur.

Estado actual y futuro de la Institucionalidad de la ciencia en Chile Dra.(c) Ariana Bertín Benavides, Representante de la Asamblea de Estudiantes e Investigadores de Posgrado de la Universidad de Concepción, AIP - UdeC.

Pensando Chile 2050 desde los Investigadores en Posgrado Dr. Claudio Pérez Méndez, Presidente, Asociación Nacional de Investigadores de Posgrado, ANIP.

Hacia la elaboración de políticas públicas basadas en evidencias Dr. Carlos Blondel Buijuy, Coordinador General de Más Ciencia para Chile.

Perspectiva Generacional, Redes, Propuestas de Futuro Dr. Daniel Almonacid Coronado, Consejo Asesor, Encuentros 2013. Centro de Bioinformática y Biología Integrativa, Universidad Andrés Bello.

MESAS DE TRABAJO Conclusiones y Propuestas CIERRE Palabras Dr. Carlos Saavedra Rubilar. Director Científico, Centro de Óptica y Fotónica - CEFOP. Comisión Ciencia y Tecnología, Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, Universidad de Concepción.

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n el camino hacia el crecimiento de una nación, el fomento a la Ciencia y la Tecnología es un ingrediente fundamental. Así lo entendieron los gobiernos de países hoy llamados desarrollados, y poco a poco, lo han comprendido estados latinoamericanos, que han sido capaces de generar políticas destinadas a fortalecer la investigación. Chile, que desde el 2000 señala

dentro de sus objetivos el impulso a la innovación y la competitividad, mantiene pendiente una deuda con el país, pese a los permanentes llamados de los investigadores por mostrar las urgencias del sector. En este marco, el 15 y 16 de enero de 2013, investigadores, estudiantes de pre y posgrado, autoridades nacionales y extranjeras y otras personalidades vinculadas al quehacer científico, se reunieron para discutir sobre los instrumentos de apoyo a la ciencia, la necesidad de una política científica a largo plazo, y los escasos vínculos que el sistema científico-tecnológico mantiene con la sociedad. Unas 300 personas, reunidas en el Auditorio Universidad de Concepción, analizaron el estado de la Institucionalidad de la Ciencia y Tecnología en Chile y cómo, bajo distintos gobiernos, el presupuesto destinado a la ciencia se ha mantenido entre el 0,4 y 0,5% PIB desde el año 1967 a la fecha. Adicionalmente, un número importante siguió on line las charlas y discusiones, comentando a través de las redes sociales las intervenciones de los expositores, preguntándose dónde podrán investigar los jóvenes beneficiados con becas de posgrado que egresarán en los próximos años, 4.312 de ellos cursando en la actualidad programas en el extranjero.

Diseño de Afiche: Constanza Rosenfeld de la Torre

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Concepción se convirtió, durante dos jornadas, en sede de la reflexión sobre la Institucionalidad de la Ciencia Chilena. ¿Basta con subir el gasto en Ciencia y Tecnología, para alcanzar los estándares que muestran otros países del OECD? ¿Resistirá la estructura actual de financiamiento de la ciencia el aumento permanente de investigadores y proyectos? Las ambiciosas metas trazadas por el gobierno, destinadas a vincular la ciencia y el sector productivo nacional, ¿tienen relación con la forma de organizar la ciencia chilena? ¿en qué medida han sido solucionadas las deficiencias que alumnos, investigadores y académicos han denunciado en repetidas ocasiones? Las reflexiones, que se reproducen en distintas universidades y centros de investigación en todo el país, coincidieron con las ideas expuestas por representantes de Argentina y Brasil, quienes presentaron la experiencia de sus países, en donde la investigación adquirió un rol protagonista en cuanto se formaron Ministerios de Ciencia y Tecnología. Esta instancia permitió generar estrategias a largo plazo, coordinar a las diferentes instituciones relacionadas al quehacer científico, y sobre todo, posicionar a la Ciencia y a la Tecnología como temas de Estado. El presente libro pretende recoger las opiniones e ideas que surgieron de este intercambio, y sintetiza las expresiones de distintas voces que convergen en un objetivo común: dar a la ciencia chilena el impulso que necesita para crecer. Al ex Ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil, Sérgio Machado Rezende, quien no pudo asistir al evento, le agradecemos haber enviado sus reflexiones sobre la ruta seguida por su país, palabras que han sido incorporadas a este documento. De la misma forma, damos gracias a quienes organizaron este encuentro, la Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, el Centro de Óptica y Fotónica (CEFOP) de la Universidad de Concepción y el movimiento ciudadano Más Ciencia Para Chile, quienes recibieron el apoyo del Centro de Biotecnología y la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la Universidad de Concepción, y la colaboración de “El Castillo de las Ciencias” y “ViaStream”. Y por supuesto, extendemos el saludo a todos los invitados que se sumaron a la discusión, a los asistentes, a quienes aportaron sus puntos de vista y a los que participaron del debate a través de Internet, a quienes esperamos volver a reunir en una próxima oportunidad.

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En la historia de Brasil, la colonización y el imperio sumaron casi 400 años, durante los cuales el país no tuvo universidades. Los primeros cursos de derecho y medicina fueron creados recién cuando la Familia Real Portuguesa viajó a Brasil en 1808. Hasta entonces, la Corona Portuguesa no permitía que su colonia tuviese cursos superiores. Mientras que Chile y Argentina fundaron sus primeras universidades en el siglo XIX, en Brasil fueron creadas muchas escuelas y facultades, pero solamente en 1934 se implementó la primera universidad real, la Universidad de São Paulo. Hasta la década de 1960, una parte muy pequeña de la población tenía acceso a la enseñanza superior en Brasil. Con raras excepciones, los profesores de las facultades y escuelas ejercían actividades profesionales en otras áreas, no eran investigadores, entre otras razones porque no había trabajo en las universidades a tiempo completo. Tampoco había programas de formación de posgrado. No había ingenieros o expertos en sectores básicos de la industria, nuestro parque industrial era incipiente y no existía cultura de innovación en las empresas. Las bases para el cambio de este panorama fueron lanzadas en 1951, con la creación del Consejo Nacional de Investigación (CNPq) y

la Coordinación de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior (CAPES). CNPq y CAPES pasaron a conceder becas de estudio para la formación de posgrado en el extranjero y a apoyar las actividades científicas en los pequeños grupos de investigación que se estaban creando. La actuación de la CNPq y de CAPES fue fundamental para el cambio en el escenario de la Ciencia y la Tecnología (C&T) en Brasil, que en las últimas décadas puede ser dividido en tres periodos distintos: 1. La construcción y expansión del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) en el periodo 1960-1990. 2. Crisis y transición a un nuevo sistema de financiamiento en 1991-2003. 3. Implementación de una política federal de C&T coherente, en el periodo 2003-2010. La construcción del Sistema Nacional de C&T en Brasil se produjo durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, cuando CNPq, CAPES, BNDE y la Financiadora de Estudios y Proyectos (FINEP), ésta creada en 1967, implementaron diversas modalidades de apoyo financiero para la C&T. La CNPq concedía becas de iniciación científica para estudiantes de grado, magíster y doctorado y becas de investigación para científicos como complemento de su salario, libre de impuestos.

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También apoyaba económicamente proyectos de investigación, realización de eventos (congresos, conferencias) y viajes al exterior. Por otro lado, la CAPES dedicaba la mayor parte de sus esfuerzos al apoyo de los programas de posgraduados, básicamente a través de la concesión de becas de magíster y doctorado, así como el desarrollo de un sistema sólido de acreditación y evaluación de los cursos de posgrado. El BNDE, y posteriormente la FINEP, con el nuevo Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FNDCT), creado en 1971, entregaba financiamiento no reembolsable a centros, institutos y departamentos académicos. Estos apoyos institucionales, como eran conocidos, proveían recursos para obras y reformas físicas, adquisición de equipos, material permanente y de consumo y otros costos de las actividades de investigación y posgrado, incluyendo el pago al personal de apoyo. Al ser creado en 1985, el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) absorbió en su estructura a la FINEP, al CNPq y a sus unidades de investigación. El MCT consiguió recuperar, parcialmente, los recursos de FNDCT que habían sido reducidos sustancialmente en relación a sus niveles de la década de 1970. Además, la primera administración del MCT conquistó otros avances importantes, como el aumento del número de becas de posgrado de la CNPq y la implementación del Programa de Formación de Recursos Humanos en Áreas Estratégicas (RHAE). Las dificultades para la recuperación completa de los presupuestos de FNDCT llevaron al MCT a crear un nuevo instrumento de financiamiento, el Programa de Apoyo al Desarrollo Científico y Tecnológico (PADCT), con recursos prestados del Banco Mundial (BIRD) y contrapartidas del Tesoro Nacional. Duró de 1985 a 1998, apoyando proyectos de investigación seleccionados por medio de llamados a algunas áreas de conocimiento consideradas estratégicas para el desarrollo científico y tecnológico, tales como Química e Ingeniería Química, Biotecnología, Geociencias y Nuevos Materiales. El final de la década de 1980 e inicio de los años 1990 se caracterizó por la gran inestabilidad en la estructura de gestión de la C&T del Gobierno Federal, siendo el MCT cerrado y recreado más de una vez. A pesar de esto y de la irregularidad de los recursos para becas y fomento, los instrumentos de financiamiento de la FINEP y de la CNPq fueron mantenidos en su esencia. Sin embargo, en la mitad de la década de 1990, el número de becas comenzó a disminuir cada año, mientras el programa de auxilio a la investigación fue interrumpido en 1997. En ese mismo año, la FINEP anuló los convenios institucionales vigentes, frente a una drástica reducción de los recursos del FNDCT. En 1999, el PADCT, que ya se encontraba en su tercera versión, fue desactivado, a pesar de haber equilibrio en los recursos del préstamo del BIRD. La crisis en las agencias federales de C&T no causó mayor prejuicio en Brasil porque en el estado de São Paulo, que concentraba cerca del 50% de los

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investigadores del país, la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP) dispuso de significativos recursos para fomentar la investigación. Eso llevó a una concentración todavía mayor de la ciencia en ese estado. El periodo 1996-2003 puede ser descrito como un periodo de transición: por un lado, las contingencias económicas llevaron al MCT a interrumpir los programas tradicionales de financiamiento, pero por otro, el Ministerio lanzó las bases para el proceso de reconstrucción de la política de C&T. Esto se implementó con la creación de modalidades y formatos de financiamiento, y principalmente, nuevos mecanismos para asegurar fuentes de recursos más estables para el sector. La modalidad de apoyo financiero a los proyectos de investigación presentados espontáneamente a la CNPq por líderes de grupos, en un calendario anual, fue sustituída por tres programas, implementados en el periodo de 1996-2000. El primero fue el Programa de Apoyo a Núcleos de Excelencia (PRONEX), diseñado en base a la idea de fragmentar los recursos para la investigación. Su objetivo era proporcionar apoyo financiero continuado solamente a los grupos de investigación de alta competencia, que tuvieran liderazgo y un rol central en sus áreas de actuación. Entre 1996 y 1998 fueron seleccionados 206 núcleos de excelencia, pero el número de grupos de investigación catastrados en el Directorio de Grupos de la CNPq era cercano a los 10 mil. El segundo fue un Programa de Institutos Milenio, usando los recursos del Banco Mundial que

quedaban del PADCT e inspirado en el programa chileno. La reacción de la comunidad científica a esta concentración de recursos en pocas instituciones llevó a la CNPq a lanzar, en el año 2000, un Llamado Universal para seleccionar proyectos presentados por líderes de grupos de investigación, compitiendo por el financiamiento en tres categorías de valores límites, pero sin un calendario preestablecido. El avance más importante en el sector de C&T en el periodo 1999-2002 fue la creación de los Fondos Sectoriales de Ciencia y Tecnología. Estos fondos fueron establecidos por leyes aprobadas por el Congreso Nacional, destinando para ellos un porcentaje de los ingresos de explotación de los recursos naturales pertenecientes a la Unión y de parte de los impuestos federales de ciertos sectores. Una medida muy importante fue la incoporación de estos fondos al FNDCT, lo que permitió su gradual recuperación y posterior expansión. A partir de 2003, el gobierno federal tomó dos iniciativas que cambiaron mucho la situación de la C&T en Brasil: la definición de una Política Nacional de C,T&I en 2004, y el lanzamiento de un Plan de Acción en C,T&I (PACTI) en 2007. El PACTI tenía cuatro prioridades estratégicas: 1. La expansión y consolidación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. 2. La promoción de la Innovación Tecnológica en las empresas. 3. La Investigación, Desarrollo e Innovación en áreas estratégicas. 4. La Ciencia, Tecnología e Innovación para el desarrollo social.

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Estas prioridades estaban expresadas en 21 líneas de acción que comprendían 87 programas, todos con objetivos claros, instituciones, metas y presupuestos. El PACTI fue coordinado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, pero contó con recursos de varios órganos de Gobierno, proporcionando muchos avances en el escenario de la C,T&I del país, entre los que cabe destacar: 1. El gran aumento en los recursos financieros federales y estatales para C,T&I, que pasaron de US$ 4 billones en 2001 a 13 billones en 2010, posibilitando ampliar la formación de recursos humanos y el financiamiento adecuado de la investigación básica y aplicada en todas las áreas del conocimiento, desde proyectos de grupos de investigación hasta programas de redes de investigación y de grandes instituciones. Una marca importante fue la creación del Programa de Institutos Nacionales de C&T, que representó una gran expansión y mejora del Programa de Institutos Milenio. 2. El avance en el marco legal de la C,T&I, promovido por leyes aprobadas por el Congreso Nacional y por las Asambleas Legislativas Estatales, por decretos presidenciales y ordenanzas ministeriales, contribuyendo a la consolidación del SNCTI. 3. El avance en el ambiente para la innovación tecnológica en las empresas, proporcionado por la creación de un amplio abanico de instrumentos para financiar proyectos de empresas, operados por la FINEP y por BNDES, por nuevos incentivos fiscales, por la creación del Sistema Brasileño de Tecnología (SIBRATEC) y por la movilización de empresas y entidades empresariales. Cabe destacar la modalidad de apoyo financiero para empresas implementada por la FINEP en 2006, una subvención económica activada por la Ley de Innovación aprobada en 2004, y que permitió el uso de recursos federales para entregar financiamiento no reembolsable a proyectos de investigación e innovación en las empresas. El hecho es que, a pesar de las históricas dificultades políticas, económicas y sociales, Brasil ha construido, en las últimas cuatro décadas, una comunidad científica y tecnológica con más de 80 mil doctores y 70 mil magísteres trabajando en investigación, que son responsables de casi el 3% de la producción mundial de artículos científicos. Es posible afirmar que, por primera vez en la historia de nuestro país, existe en muchas áreas de la ciencia y la tecnología una “densidad de competencias” suficiente para contribuir de forma decisiva a la realización de ambiciosos proyectos de desarrollo, con conocimiento nacional. A pesar de este gran avance, dos dificultades persisten, ambas similares a las presentes en Chile y Argentina, muy bien expresadas en este libro. La primera es la insuficiencia de recursos para investigación y desarrollo; incluso con el aumento de la última década, los recursos apenas representan el 1,1% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, mientras que los países industrializados invierten entre el 2 y el 3% de sus PIBs. La segunda dificultad es que el progreso científico aún no es acompañado por resultados más significativos en el sistema de producción. La innovación

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tecnológica en las empresas brasileñas todavía es tímida. Menos del 5% de los investigadores brasileños trabajan en ellas. Esto se debe a varios factores. El primero es el conservadurismo y la falta de cultura de innovación en el ambiente empresarial. Otro muy importante es la histórica falta de articulación de las políticas industriales y de C&T de los gobiernos federales y estatales. Finalmente, el ambiente académico muy cerrado en las universidades hasta hace algunos años no contribuía a estimular el emprendimiento entre profesores y estudiantes. Este cuadro está cambiando para mejor, pero muy lentamente. Se esperaba que a partir de la Ley de Innovación, aprobada en 2004, surgiese un nuevo escenario mucho más favorable para la innovación en el país. La verdad es que las empresas están siendo estimuladas a contratar investigadores y a tener actividades de innovación, y que un número creciente de emprendedores innovadores están recibiendo apoyo para crear nuevas empresas basadas en tecnología, como start-ups. Sin embargo, en los últimos años el sector industrial ha perdido participación en las exportaciones brasileñas y una de las razones para esto es la pérdida de competitividad en el mercado mundial. El país necesita tener una política industrial todavía más agresiva y más articulada con la política de C&T, de manera que acelere el proceso de cambio cultural en el sector empresarial, para hacer que la innovación tecnológica entre definitivamente en el proceso productivo.

Recife, 13 de mayo de 2013.

Sérgio Machado Rezende Profesor Titular de Física de la Universidad Federal de Pernambuco. Fue Ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil, en el periodo 2005 - 2010, en el gobierno de Luiz Inacio Lula Da Silva.

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CONCEPCIÓN 15 Y 16 DE ENERO 2013


Es ampliamente reconocido que en nuestro país, las Universidades son las principales responsables de la producción y generación de conocimiento científico y tecnológico, así como de la formación de profesionales e investigadores. En este contexto, es también conocido el papel protagónico que han tenido estas instituciones de educación superior en el liderazgo de algunos países, donde se reconoce su destacado aporte en los temas de innovación y descubrimiento científico. Tal es el caso, por ejemplo, de países europeos que han definido políticas públicas con el fin de disminuir la brecha histórica que existe entre sus niveles de desarrollo y los alcanzados por Estados Unidos. De igual manera, Japón o países emergentes como Finlandia, han implementado iniciativas que refuerzan el papel estratégico que tienen las universidades en investigación, desarrollo, innovación y transferencia tecnológica. Es evidente la necesidad de agregar conocimiento a la capacidad productiva nacional, para agregar valor a los productos, para introducir mejoras a los procesos, para ampliar los mercados, para elaborar e implementar nuevos modelos de negocios y para hacer sustentables las actividades productivas. Para lograrlo, es indispensable establecer puntos de encuentro entre el esfuerzo

emprendedor y la acción pública, que asegure la generación y desarrollo de bienes públicos, que son la base de la innovación. Ejemplos de estos bienes son la formación de personas, la implementación de infraestructura física y la investigación científica y tecnológica. Todo esto, con un marco adecuado y transparente de incentivos y normativas destinadas a promover y permitir acciones específicas, que fomenten un desarrollo tecnológico acorde con la economía del conocimiento, presente en todos los ámbitos y realidades. Esto cobra relevancia si se considera que nuestro país, a pesar de su tamaño, tiene una alta productividad científica, medida por el número de artículos ISI publicados por millón de habitantes. Los artículos publicados en Chile poseen un alto índice de citaciones, lo que da cuenta de la calidad de la productividad científica chilena y del potencial existente a partir de ella. En este sentido, la posición relativa de la actividad científica de nuestro país a nivel internacional se debe a un conjunto de factores, entre los cuales destaca una política de estado que, con algunos cambios y ajustes, ha estado presente, durante los últimos 50 años. Como parte de esta política, destaca el papel protagónico que ha tenido CONICYT. Muchos son los hitos que se reconocen a esta señera

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institución, que ha permeado el quehacer científico, tecnológico y la formación de científicos en el país, labor que cuenta con amplio aprobación de los investigadores e instituciones de educación superior. Se destacan su origen, institucionalidad y capacidad de adaptarse a los tiempos y a las circunstancias, con una permanente evolución de sus instrumentos, beneficios e incentivos. A ello, y como parte de una política de anticipación y adecuación a los requerimientos del desarrollo, se han agregado instituciones e instrumentos copartícipes de los logros que se han alcanzado. Me refiero a Innova Chile, Fondef, Fondap, el Programa Científico Milenio, el Fondo de Investigación Agraria y el Fondo de Investigación Pesquera, que tienen la misión de articular iniciativas con una clara componente de investigación y desarrollo, reuniendo bajo intereses comunes a empresas, universidades y centros de investigación. Sin embargo, estamos convencidos de que es indispensable aumentar la base de inversión por proyecto para abordar temas de mayor envergadura. Se trata de generar condiciones para que grupos de investigación que han alcanzado una especialización de nivel internacional, puedan trabajar integrados en proyectos país, transformando sectores productivos que requieren con urgencia una profunda reconversión. Un segundo elemento fundamental, es que los instrumentos puedan contribuir a llevar los resultados de los proyectos a los mercados y a la sociedad. Así, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología que cumpla estas funciones es, a juicio de las Universidades del Consejo de Rectores, una solución válida. Evidentemente, esto requiere de un reordenamiento de la dispersión que hoy existe, al tener agencias ejecutoras que dependen de diferentes ministerios. Para nuestras universidades, es atractiva la idea de un Ministerio que pudiera simplificar el sistema institucional, con una subsecretaría de la cual dependan las agencias ejecutoras y otras instancias de administración. Estos planteamientos han sido oportunamente dados a conocer por el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas al Ministerio de Educación y a toda la comunidad a través de los medios de comunicación. Saludo a quienes prepararon este encuentro en nuestra Universidad, a la Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, en conjunto con la agrupación Más Ciencia para Chile y el Centro de Óptica y Fotónica, CEFOP, apoyados por la Academia Chilena de Ciencias, la Unidad de Desarrollo Tecnológico y el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción. Agradezco la participación de los invitados extranjeros, quienes aportaron su experiencia y visión en el análisis y reflexión sobre los factores que inciden en el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología. Junto a ellos, mis saludos a investigadores, estudiantes y autoridades nacionales que, reunidos durante dos jornadas en Concepción, debatieron sobre los planteamientos que deberían orientar las políticas públicas referidas a una institucionalidad adecuada para la ciencia en Chile.

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La pregunta que subyace en el temario de este encuentro es si necesitamos una nueva institucionalidad para la Ciencia y la Tecnología en Chile. Los organizadores de este encuentro pensamos que sí. Una de las razones para ello es la constatación de la baja inversión que Chile hace en esta actividad, alrededor del 0,4% del PIB, prácticamente lo mismo que en 1964, mientras que el promedio de los países de la OECD es 2,3%, es decir, ¡seis veces más! Francamente, no parece serio que pretendamos ser un país desarrollado con estos niveles de inversión en Ciencia y Tecnología. Pero además de cuánto invertir, está el problema de en qué invertir. No parece suficiente aumentar simplemente el porcentaje, manteniendo el mismo patrón actual. El enfoque de la inversión en Ciencia y Tecnología está relacionado con el tipo de desarrollo que nos proponemos como Estado. Desde hace unas décadas, parece haber un cierto consenso en el mundo político en que alcanzar el estatus de país desarrollado requiere superar el estadio de exportador de recursos naturales; sin embargo, poco hemos avanzado hacia allá. La mayor parte del cobre que exportamos aún se va del país como mineral concentrado, demostrando que hemos renunciado por décadas a transformar nuestro principal recurso en una fuente de desarrollo.

Lo anterior tiene que ver con el destino de la ciencia, la tecnología y los científicos que formamos en nuestras universidades. Lo ideal sería tener la capacidad de aprovechar estos recursos en nuestro propio beneficio como nación. Pero solo los países con una base industrial tecnológicamente avanzada están en condiciones de explotar plenamente su inversión en Ciencia y Tecnología. En los países de la OECD, por ejemplo, la mayor parte de quienes poseen un doctorado trabajan en empresas que hacen investigación, no en las universidades. Esta tarea no puede quedar solo en manos de las fuerzas del mercado, porque sus objetivos no son de largo plazo ni necesariamente coinciden con los del país. Ciertamente, la empresa privada tiene un importante rol que jugar, pero para lograr una segunda industrialización, una verdadera revolución tecnológica comparable a la experimentada en los años 30 y 40 del siglo XX, se echa de menos un papel más activo y protagónico del Estado. Por otra parte, debemos revisar la forma en la que se investiga en Chile. Tras años de funcionamiento de CONICYT y de los sistemas de fondos concursables para proyectos científicos, que sin duda han sido un aliciente positivo para el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología en Chile, debemos preguntarnos si

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el Estado debiera seguir entregando su financiamiento solo a través de estos instrumentos. Nos parece que hay que avanzar más allá. Necesitamos que los investigadores jóvenes, y también los más experimentados, se motiven ante la posibilidad de ver desarrollados sus trabajos, lo que se lograría con una política que incentive y apoye estas iniciativas de manera participativa y constante, asegurando que el crecimiento científico de nuestro país continúe en franco ascenso en el futuro. No podemos dejar pasar el que la excesiva centralización de los recursos también es un problema. Cerca del 70% de la actividad científica y tecnológica se concentra en la Región Metropolitana y más del 55% se desarrolla exclusivamente allí. Entonces, ¿cómo se podría estimular, mediante una visión distinta, el crecimiento armónico del país a lo largo del territorio? ¿Por qué no imaginar, por ejemplo, una red nacional de centros científicos asentados en cada una de las regiones, con interacciones entre sí, con las universidades y con las empresas de la zona, trabajando con los problemas que aparecen en el ámbito tecnológico y social y ofreciendo soluciones que nacen en el mundo científico? Es algo que vale la pena pensar. Para que estas palabras no sean solo buenos deseos, es necesario que nosotros, como científicos, investigadores, académicos, educadores y políticos, nos reunamos y pensemos qué tipo de desarrollo queremos para Chile y por qué es trascendental convertir la Institucionalidad para el Desarrollo Científico y Tecnológico en un tema país de la más alta prioridad. Es necesaria una visión estratégica, que se debe consolidar en estos encuentros y discusiones, con análisis profundos, donde los actores científicos y tecnológicos no estén aislados. Es necesario también que el Estado se convenza de que este sector requiere un aumento sustancial de inversión pública y que sus actores necesitan estar más cerca de la generación de las políticas que les atañen. Con esto, queremos ayudar a generar, entre nosotros, en la opinión pública y en las autoridades, un ambiente adecuado para emprender en conjunto la elaboración de una verdadera política de Ciencia y Tecnología, en cuya construcción creemos ser capaces de hacer un importante aporte. Tal vez este encuentro sea solo una pequeña semilla, pero estamos seguros que caerá en suelo fértil. En nombre de la Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, agradezco su asistencia y participación en este evento. Quiero también agradecer el intenso trabajo de la Comisión de Ciencia y Tecnología de nuestra Asociación, que hicieron posible esta reunión, y dar las gracias a las diferentes instituciones que apoyaron esta iniciativa. Esperamos que estas jornadas sean el inicio de un proceso en el que la Región del Bío Bío tenga la oportunidad de proyectar su mirada sobre un tema urgente para el desarrollo del país.

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La experiencia de contar con un ministerio dedicado a la ciencia y a la tecnología no tiene una historia demasiado larga en Argentina, pero ha sido fructífera. El panorama ha cambiado mucho desde 1994, cuando el entonces Ministro de Economía del Gobierno de Carlos Menem, Domingo Cavallo, mandó a los científicos argentinos “a lavar los platos”, en respuesta a sus peticiones por mejorar el presupuesto dedicado a ciencia y tecnología, que no superaba el 0,43% del PIB. La perseverancia de los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) mostró sus primeros frutos cuando en 1996 se crea la Agencia Nacional de Promoción Científico Tecnológica, aumentando el porcentaje destinado a la ciencia al 0,49%, y en los siguientes dos años al 0,5% del producto nacional. Esta institución, que hoy depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, fue la encargada de proveer el equipamiento científico a numerosas regiones del país. aparente ascenso progresivo se vio interrumpido en 2001 cuando, pese a la promulgación de la Ley Marco de Ciencia y Tecnología, la inversión en ciencia se redujo como consecuencia de la crisis que afectó a la economía argentina. Durante 2002, el presupuesto alcanza mínimos históricos, obligando a investigadores de CONICET y a universidades a apoyarse mutuamente para continuar sus proyectos. La crisis ayudó a los científicos a unirse en torno a una idea: nutrirse de su propia savia. Así, la formación de investigadores para incrementar el personal científico tecnológico se torna prioritaria, y se logró consenso en torno a la idea de fortalecer los lazos entre la industria y las distintas investigaciones que se hacían en Argentina, aprovechando la potencialidad del país y los esfuerzos hacia la innovación productiva. Con Néstor Kirchner como Presidente, en 2004 el presupuesto de ciencia vuelve al 0,49%. A este esfuerzo económico, se sumó el impulso de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, dirigida por el Dr. Lino Barañao. Luego de un periodo de debate y con Cristina Fernández a la cabeza del Gobierno, se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en diciembre de 2007, entidad a la que se destina el 0,6% del PIB, independiente de los presupuestos de educación y de otros organismos del Estado. A partir de este hito, universidades, centros de investigación y otras instituciones dedicadas a la ciencia y a la tecnología se unen en pos del objetivo fundamental, el desarrollo integral del país.

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La misión del Ministerio es orientar la Ciencia, la Tecnología y la Innovación al fortalecimiento de un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía de Argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo. A partir de esta premisa, surgen una serie de problemáticas del sistema científico que el nuevo organismo se plantea resolver en el nuevo milenio, a través de una planificación a mediano y largo plazo, entre las que destacan: Articular los esfuerzos de los organismos de Ciencia y Tecnología ya existentes, con historias y misiones propias, para optimizar los resultados colectivos del país. Dotar de transparencia y visibilidad a los resultados del trabajo científico para la sociedad. Revisar los criterios distributivos de las políticas frente a la concentración de la producción científica en las grandes ciudades. Esto implica revisar todo el sistema de evaluación científica, considerando tanto a la ciencia pura y a la aplicada, entendiendo entre ambas una comunión y no una dicotomía como se planteaba en otro momento. Repoblar el sistema científico tras diásporas de investigadores por las sucesivas crisis políticas y económicas. Atender a la necesidad de inversión permanente para mantenerse competitivo. Estas ideas se incorporan en un marco general que responde a un modelo de inclusión social y desarrollo sustentable nacional, que obliga a detectar las necesidades en la sociedad para fortalecer sectores y áreas estratégicas que permitan redefinir el perfil productivo nacional. Gracias al nuevo marco institucional han podido desarrollarse iniciativas como la ley Raíces, formulada en 2008, que promueve el regreso de investigadores a Argentina, o apoyar la inserción de unos 9 mil becarios, quienes podrán trabajar no solo en el CONICET o en universidades, sino también en organizaciones dedicadas a la ciencia y tecnología por todo el país. De esta forma, se trabaja de manera conjunta en la elaboración de estudios de prospectiva para la elaboración de planes estratégicos a mediano y largo plazo. Como ha señalado la Presidenta Kirchner, la ciencia en Argentina ha pasado a ser

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una cuestión de Estado, lo que se refleja en la evolución de estos 4 años, donde el Ministerio ha fortalecido de una manera excepcional a todos los organismos de ciencia y tecnología, incluyendo a la base del sistema, la Universidad y el CONICET. Este apoyo se refleja en un continuo incremento del gasto, que en 2010 alcanzó el 0,70% del PIB. El trabajo del Ministerio consiste en coordinar las instituciones con distintos planes estratégicos, cuyos diversos criterios confluyen en un mismo horizonte. Por esto, el Ministerio se compone de dos secretarías:

SECRETARÍA DE PLANEAMIENTO Y POLÍTICAS Dirigida por la Dra. Ruth Ladenheim. Está encargada de impulsar las políticas definidas por el Ministerio, identificando previamente las demandas y necesidades de la sociedad y diseñando programas e instrumentos para dar respuesta a problemas sectoriales y sociales, que son luego ejecutados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Además, se preocupa de promover el acercamiento de la ciencia, la tecnología y la innovación a la sociedad, y es la responsable directa de la conformación del plan estratégico en Ciencia y Tecnología del país. Para cumplir este cometido, cuenta con dos subsecretarías, la de Estudios y Prospectiva, a cargo de Jorge Robbio y la Subsecretaría de Políticas en Ciencia, Tecnología en Innovación Productiva, con Fernando Peirano.

SECRETARÍA DE ARTICULACIÓN CIENTÍFICO TECNOLÓGICA Bajo la responsabilidad del Dr. Alejandro Ceccatto, cuenta con la Subsecretaría de Coordinación Institucional, dirigida por el Dr. Sergio Matheos, y la Subsecretaría de Evaluación Institucional, a cargo de la Dra. María Cristina Cambiaggio. Su fin es optimizar el empleo de los recursos existentes para mejorar la eficacia entre los programas y proyectos de las instituciones. Para ello, la Secretaría coordina el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICyT), integrado por representantes de los organismos de ciencia y tecnología y promueve la articulación y cooperación entre las instituciones que forman parte del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI). En algunos casos estas instituciones representan a su vez a diferentes ministerios: Ministerio de Defensa, Ministerio de Economía, Ministerio de Seguridad, Ministerio de Planeamiento y Ministerio de Educación. Con todas estas instituciones, más las universidades, se forma el CICyT, que se reune una vez por mes en dependencias del Ministerio de Ciencia y Tecnología. De esta manera, se tiene una sola imagen, una dirección común hacia el progreso de la investigación en Ciencia y Tecnología.

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El Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) está compuesto por múltiples instituciones independientes y dedicadas a áreas específicas. Entre ellas, el CONICET y sus institutos diseminados por todo el país, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, las universidades nacionales, por nombrar solo a algunas de las instituciones que, en algún momento, han estado vinculadas a la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica. Estas instituciones reúnen todo el equipamiento científico disponible en Argentina, junto a recursos humanos altamente especializados. Desde la Secretaría de Articulación se coordina, entonces, que todos esos equipos estén disponibles para cualquier investigador argentino que los necesite, independiente de su lugar original de trabajo. El Ministerio, a su vez, se compromete a mantener el equipo, proporcionando los repuestos, infraestructura, soportes periféricos o reponiendo el material antiguo por equipos de última generación. Esta compleja tarea de coordinación ha exigido un ordenamiento en torno a distintos sistemas nacionales, que

reúnen los equipos de una cierta especialidad, por ejemplo, los dedicados a la microscopía. Así, todos los microscopios de alta envergadura están asociados: cada institución nombra a un representante y con ellos se forma un Consejo Asesor de Microscopía, encargado de dictar las pautas para el uso de los recursos. De esta manera, no queda en manos de políticos la decisión de qué hacer con ciertas tecnologías, sino que los especialistas de cada área son los encargados de distribuir, de forma consensuada, los equipamientos. Este mismo modelo lo siguen los sistemas nacionales de difracción de rayos X, espectrometría de masas, resonancia magnética, computadores de alto desempeño, etc. Las bases de datos son otros recursos que necesitan ser compartidos por todo el sistema científico. Recientemente, se han creado el sistema nacional de bases de datos biológicos, el de bases de datos del mar, el de datos climáticos. Sin embargo, la iniciativa que se espera revolucione el quehacer científico en Argentina es el proyecto de repositorios digitales de libre acceso. La ley se encuentra en trámite y se espera que a mediado de 2013 se promulgue, obligando a todas las instituciones científicas del país a publicar sus resultados en un sistema abierto.

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Este avance se une al proyecto La Referencia, en donde participan nueve países latinoamericanos que en noviembre de 2012 suscribieron el acuerdo de cooperación para construir la Red Federada Latinoamericana de Repositorios de Documentación Científica. El compromiso de estas naciones es respaldar estrategias regionales para implementar el Acceso Abierto, construyendo en conjunto un recolector latinoamericano de producción científica. El acuerdo, firmado en Buenos Aires, incluye a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Perú y Venezuela.

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Otra de las necesidades que debe enfrentar el Ministerio es la de dar visibilidad al trabajo realizado en las instituciones de Ciencia y Tecnología ante la sociedad en su conjunto. Esto implica, por un lado, hacer transparente a la ciudadanía la inversión en ciencia, y por otro divulgar las investigaciones de cara a la sociedad, a través de medidas como la comentada antes sobre el acceso público y gratuito a las publicaciones de investigación financiadas con fondos públicos. Sin embargo, el objetivo de informar y comunicar los resultados científicos obedece a un fin mayor, que es el construir un país con igualdad de oportunidades y trabajo colectivo. La tarea de llevar la ciencia a toda la comunidad se realiza a través de diferentes medios, entre los que se cuenta el proyecto Tecnópolis, desarrollado en conjunto por el Ministerio y la Presidencia de la Nación, y de TEC TV, un canal de televisión que emite 24 horas sostenido por el Ministerio. Esto tiene un enfoque social, divulgando la ciencia a todo nivel, desde los niños más pequeños hasta la población adulta en general. El programa “Dar Igualdad” de la Presidencia es otra manera de acercar la ciencia y la tecnología a los jóvenes, entregando equipos, en concreto computadoras, a más de un millón de alumnos de secundaria.

Parque de la Energía. La Máquina del Tiempo

Bioparque. Tierra de Dinos

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La feria Tecnópolis este año fue visitada por más de 3 millones de personas, y son este tipo de actividades las que dan una gran visibilidad a lo que es la ciencia en Argentina. Una forma muy simple de notar cómo avanzamos en este sentido es comparar la opinión que se tenía hace algunos años de CONICET. Muchas personas ni siquiera lo conocían, mientras hoy está en boca de todos. De esta manera, se le ha dado a la ciencia una jerarquía, un puesto en la sociedad que antes no tenía y que fortalece a todo el sistema científico-tecnológico. Junto a este esfuerzo, está la necesidad de federalizar la producción científica. La inversión en ciencia y tecnología en Argentina se ha centrado hasta el momento en las grandes ciudades, a través de inversiones privadas, mayoritariamente extranjeras, realizadas de manera azarosa, persiguiendo algún rédito concreto, por lo que se busca adecuar la creación de conocimiento y la transferencia tecnológica y distribuirla por todo el país, tomando en cuenta sectores y áreas prioritarias en cada territorio y aprovechando su riqueza y diversidad. Con este fin se formó el COFECYT, Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, que es un órgano de asesoramiento específico para promover la federalización de la ciencia, la tecnología y la innovación, respondiendo a las demandas sociales y productivas que las propias provincias identifican. Las 24 provincias de Argentina se interrelacionan con el resto del país, generando desarrollo a partir de las diferentes necesidades que van surgiendo. Sin duda, las relaciones no pueden quedar solo en el plano local, ya que existe también una necesidad de crear redes de vinculación internacional, que respondan a la dinámica del conocimiento científico moderno, pero no para que nuestros mejores estudiantes se vayan, sino para que regresen o presten sus capacidades, formando una red de científicos residentes en el extranjero y en el país. Es necesario considerar que las malas condiciones de trabajo de antaño y la oferta de estudios de posgrado de excelencia en el exterior, llevaron a la migración de científicos formados en la enseñanza universitaria libre y gratuita argentina. El programa Raíces, desde 2008, promueve el regreso de quienes tuvieron que salir del país, logrando hasta el momento que 987 científicos hayan vuelto, contando con las condiciones adecuadas para que esos profesionales realicen su aporte al modelo científico nacional. Este programa depende de la Dirección Nacional de Relaciones Internacionales, liderado por la Dra. Águeda Suarez Porto de Menvielle, así como otros destinados a colaborar sobre todo con proyectos en América Latina. La dirección, que depende de la Presidencia de la Nación, se ocupa de aquellos asuntos inherentes a la cooperación con países extranjeros, organismos y demás instituciones de índole internacional, vinculados al campo de la ciencia, la tecnología y la innovación, orientando sus acciones a fortalecer, complementar e integrar las capacidades de investigación y desarrollo locales con el exterior.

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Un problema permanente es la urgencia de aumentar la inversión en Ciencia y Tecnología, ya que la dinámica de la ciencia actual y los constantes desarrollos hacen obligatoria la permanente inyección de fondos para mantener los recursos existentes, mejorarlos e incorporar nuevos. Al mismo tiempo, es indispensable incentivar el desarrollo local de nuevas tecnologías, que den pasos adelante para salir de la dependencia de empresas oligopólicas con sede en las principales potencias mundiales. Para esto, el Ministerio cuenta con dos grandes fuentes de financiamiento adicional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, que a través de préstamos facilitan que se pueda brindar apoyo a los variados proyectos, sobre todo en su equipamiento. Por otro lado, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica tiene líneas de financiamiento sectorizadas, destinadas a mejorar las condiciones sociales, económicas y culturales en Argentina, que acompañan los objetivos estratégicos del modelo de desarrollo sustentable e inclusivo. Éste es el órgano de financiación principal del sistema científico tecnológico, y entre sus programas se encuentran: El Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica, FONCyT. Fondo Tecnológico Argentino, FONTAR, relacionado con industria y PYMES a través de préstamos en coordinación con grupos de investigación o unidades ejecutoras del CONICET. Fondo Fiduciario de Promoción de la Industria del Software, FONSOFT, coordinado por la Fundación Manuel Sadosky. Fondo Argentino Sectorial, FONARSEC, ligado con la Secretaría de Planeamiento y Políticas para apoyar áreas estratégicas, como la nanotecnología, la biotecnología, la agroindustria, la energía, la salud, el desarrollo social, el ambiente y desarrollo sustentable, las TICs y la industria en general.

"es indispensable incentivar el desarrollo local de nuevas tecnologías para salir de la dependencia de empresas oligopólicas" 27


Con esto, la participación del Estado en la inversión en I+D, que tuvo un retroceso en 2003, ya en 2007 comienza a incrementarse hasta llegar al 73% actual, mientras el sector privado disminuye su apoyo. Se espera que, hacia el término del Gobierno actual, el porcentaje del PIB destinado a ciencia y tecnología bordee el 1%, lo que permitiría dotar de recursos humanos y técnicos al conjunto del sistema científico argentino. Con esto, se estaría supliendo el retraso de 40 o 50 años que arrastra Argentina en este tema.

2010

73,0

22,3

64,5

2007

29,3

66,9

2003

26,1

|

|

|

|

|

|

|

|

|

|

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

28

|

100%


Muchos de los programas llevados adelante por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva son pre existentes a su creación y funcionaban cuando la cartera tenía rango de Secretaría. Muchos de ellos podrían incluso funcionar en dependencias de un Ministerio de Educación o de Industria, por ejemplo, o en cualquier otra cartera. En su momento, el CONICET pasó del Ministerio de Educación al de Economía, luego volvió a Educación y más tarde comenzó a depender directamente de la Presidencia de la República. Sin embargo, ese ir y venir manifestaba la ausencia de una directriz, generando incertidumbre entre los investigadores que no lograban ver continuidad en sus proyectos. Definir hacia dónde va la investigación científica tecnológica de un país es clave, o por lo menos, tener un panorama general que coordine las acciones. En este sentido, la creación del Ministerio ha permitido a Argentina tener una visión común sobre ciencia y tecnología, que al margen de banderas políticas, involucra al total de los investigadores de la nación en pos de una única meta.

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Para entender el porqué de la creación de un Ministerio basta considerar cuatro puntos: En primer lugar, le da a la ciencia una jerarquía, un lugar independiente que permite pensar los problemas específicos de la Ciencia y la Tecnología, en un contexto propio, asignando prioridades con una visión integral de país y respondiendo a las necesidades del sector de manera ágil. En segundo lugar, tener una cartera propia dota a la ciencia de una coherencia, al tener un único plan general integrador propio que ordena las acciones a fin de evitar superposiciones y vacíos. Esto no se produce si no existe un consenso entre los distintos organismos que forman el sistema de ciencia de un país. En tercer lugar, sistematiza las diferentes acciones de manera coordinada e interrelacionada, ahorrando esfuerzos y asignando los recursos internos en función de un diagnóstico nacional. Y finalmente, el Ministerio permite dar continuidad a una Política de Estado, evitando el cortoplacismo y dando sostenibilidad a proyectos que requieren de largo aliento para generar resultados, mejora de la calidad de vida de la población.

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La preocupación por el desarrollo de la ciencia en Chile comienza en la historia reciente del país, cuando en los años ’60 se crean institutos públicos, como el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y más tarde la Fundación Chile, los que tenían la tarea de proveer servicios o productos tecnológicos para ciertos sectores industriales, básicamente dedicados a la agricultura y a la minería. En 1967 se crea la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile, CONICYT, con lo que poco a poco se comienza a dar énfasis a la investigación per se y a la formación de una base de investigadores nacionales, a través del sistema de becas de posgrado. En la década de los ’80 se activan una serie de programas destinados a fomentar la investigación y la formación, naciendo así el programa de Becas Mideplan (1981) y el programa FONDECYT (1982). Ya en los ’90, la innovación empieza a tomar importancia y se avanza hacia la creación de instrumentos que fomenten la ciencia aplicada, como el FONDEF, el FONTEC (ambos en 1991) y el Fondo de Desarrollo e Innovación (FDI), que hoy se ha convertido en Innova Chile, organismo dependiente a su vez del Ministerio de Economía a través de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Durante el Gobierno de Ricardo Lagos Escobar, la innovación se asume como un problema de política pública, haciéndose explícita la voluntad de impulsar acciones para mejorar la competitividad en el país. Surge en 2005 la Comisión Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), a cargo de Edgardo Boeninger, quien propone crear el Impuesto Específico a la Minería, para así garantizar recursos dedicados a la investigación e innovación. El trabajo de la comisión produce además dos Estrategias Nacionales de Innovación, a diez años plazo, en donde se establecen consensos políticos sobre I+D+i. “Innovación para la competitividad” es un concepto que se entiende como el aporte que hace la investigación y desarrollo de cara a alcanzar el crecimiento sustentable y sostenido del país. La investigación científica se vuelve fundamental, especialmente si se entiende Chile como una sociedad que transita hacia una economía de conocimiento, dejando atrás el modelo basado únicamente en el aprovechamiento de los recursos naturales.

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En 2007 se crea la División de Innovación dentro del Ministerio de Economía, que tiene dos roles: la administración del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) y la coordinación del Sistema Nacional de Innovación, integrado por diversos actores relacionados con la ciencia en el país, y que actualmente dependen de distintos ministerios. Al año siguiente se crea el Comité de Ministros de Innovación, quienes asumen la tarea de sancionar una Política Nacional de Innovación, estableciendo una línea a seguir durante el periodo de Gobierno. De esta forma, la configuración actual de la ciencia en Chile se puede observar a través del Sistema Nacional de Innovación. A la cabeza se encuentra la Presidencia de la República, asesorado por el CNIC, quienes definen la estrategia a largo plazo sobre ciencia y tecnología. A continuación se encuentra el Comité de Ministros, integrado por los ministerios de Agricultura, Educación, Hacienda,

Minería y Relaciones Exteriores y presidido por el Ministerio de Economía. Como secretaría ejecutiva de este comité funciona la División de Innovación, que se relaciona con el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) y el Instituto Nacional de Normalización (INN) y que además destina recursos para ciencia a los Gobiernos Regionales, coordinando las actividades de las agencias ejecutoras relacionadas con el quehacer científico nacional: la Fundación Chile, Becas Chile, CONICYT, la Iniciativa Científica Milenio (ICM), CORFO, Innova Chile, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), entre otras. Esto muestra que hay muchas instituciones relacionadas con la ciencia en nuestro país, apoyando desde la investigación básica hasta investigación dirigida a la innovación productiva, pero que dependen de ministerios distintos y por lo tanto tienen sus propias jerarquías dentro del sistema. CNIC

Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad

PRESIDENCIA Ministerios Economía

Agricultura Educación Hacienda Minería RREE

CMI

Comité Ministerial para la Innovación

Becas Chile Div. Educ.Sup.

Diseño Política

MINECOM

División de Innovación INAPI INN

GOBIERNOS REGIONALES

Fundación Chile

Estrategia

CONICYT ICM

Corfo Innova Chile

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FIA Otros

Agencias Ejecución


El avance en materia de institucionalidad de la ciencia, desde los ’60 a la fecha, ha rendido buenos frutos. La ciencia chilena muestra resultados destacados a nivel internacional, algunos de los cuales son publicados año a año por CONICYT. Entre ellos destaca el análisis comparativo del crecimiento de producción científica anual de distintos países, en donde Chile sobrepasa el promedio mundial durante el periodo 2006-2010. Lo mismo ocurre al comparar el número de publicaciones; Chile supera a países como Brasil, Argentina y México, con 293 documentos por millón de habitantes. La evolución de la producción por investigador, al comparar a científicos nacionales con el resto de América Latina, marca también un liderazgo para Chile, donde además se nota un importante crecimiento entre 1996 y 2009, superior al de otros países de la zona. Finalmente, en término de aumento de la producción científica, México y Argentina son los primeros de la región, seguidos de cerca por los investigadores chilenos, destacando además que este crecimiento es superior al promedio mundial. Sin embargo, al observar las cifras del crecimiento de la inversión en ciencia y tecnología, las cifras resultan menos optimistas. Argentina aumentó su gasto en un 66% en el periodo 2006- 2009, logrando incrementar su productividad en más de un 70%. Chile, en cambio, ha hecho un esfuerzo importante en esta materia en el mismo periodo, pero pese al incremento en inversión de más de un 90%, la producción ha crecido con menos fuerza, debido a que una parte importante de estos fondos se han destinado a la creación del Fondo para la Competitividad y en implementar el programa Becas Chile, dos iniciativas potentes para la formación de capital humano avanzado. En término de impacto de la producción científica latinoamericana, en general se nota un descenso en la cantidad de artículos que entran entre las revistas del primer cuartil, con Argentina como líder de la región, y Chile en segundo lugar. Sin embargo, los índices de citación son bastante buenos y reflejan un sostenido crecimiento para las publicaciones nacionales. En el mismo periodo, el incremento de las publicaciones chilenas en revistas pertenecientes al cuarto cuartil aumentó de un 5% a un 25%. Si bien el desarrollo científico del país tiene un crecimiento notable a nivel internacional, se presenta entonces una disyuntiva entre el aumento de la producción versus el impacto o la calidad de ese nivel de producción. Esto no significa que se deba disminuir la productividad para aumentar la calidad, sino que debemos preocuparnos de que ambos índices crezcan a la par.

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Comparación del crecimiento promedio anual de la producción científica de las regiones geográficas y de Chile en el período 2006-2010 Northern Africa

17,61%

Central Africa

15,75%

Middle East

13,54% 13,06%

Chile Latin America

12,28% 11,37%

Asiatic Region

11,16%

Southern Africa Pacific Region

9,12%

World

8,28%

Northern America

7,43%

Eastern Europe

6,05%

Western Europe

5,37%

0%

2%

4%

6%

8%

10%

12%

14%

16%

18%

Fuente: SCImago Journal and Country Rank. Fuente de datos: Scopus

Número de documentos por investigador por año

Evolución de la producción por investigador en países de América Latina 0,8 0,7

1996

0,72

2009 0,6 0,51

0,5 0,4

0,41

0,3

0,30

0,2

0,22

0,1

0,28

0,28 0,23

0,21

0,15

0,0 Brazil (2000)

Mexico (1997)

Argentina

Chile

Colombia

Fuente: SCImago Institutions Ranking. Ricyt. Conicyt. Fuente de datos: Scopus

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20%


Finalmente, el gasto que hizo el país en innovación y desarrollo, para el año 2010, fue de 0,42% del PIB, mientras el promedio de la OECD es de un 2,4% del PIB. Evidentemente, estamos bastante lejos de otros países, pero pese a esta baja inversión tenemos un muy buen nivel de calidad científica. La pregunta entonces no es solo que debamos aumentar el gasto en I+D+i, sino ¿en qué aumentamos el gasto? Este asunto es mucho más difícil de abordar, pues se debe tomar en cuenta que el aumento debe mostrar cifras también mayores de productividad. Los recursos que se entregan a los investigadores chilenos, tomando en cuenta que la cantidad de investigadores que hay en Chile no sobrepasa el promedio mundial, es adecuada de acuerdo a parámetros internacionales. Esto quiere decir que en cuanto se aumente la cantidad de científicos, se debería aumentar también el gasto en I+D, para evitar entregar aportes a investigaciones menos productivas. En este momento, las tasas de adjudicación de concursos como FONDECYT superan el 50%, lo que es una situación extrañísima en el contexto internacional, si se compara por ejemplo con el 20% de adjudicación que tienen concursos en Estados Unidos. Es por ello que los esfuerzos se deben orientar a garantizar calidad, para que al aumentar recursos la línea de corte no baje sino que privilegie efectivamente a aquellos investigadores que aportan al desarrollo del país.

Gastos I+D en Chile 2010-USD 908 millones (0,42% del PIB). El promedio de los países de la OECD es de 2,4% del PIB

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El Ministerio de Economía realizó un diagnóstico sobre los problemas que impiden avanzar a la ciencia chilena. Algunos de los obstáculos observados deben ser discutidos de manera amplia, planteando respuestas consensuadas por todos los actores, que signifiquen una solución a los problemas de institucionalidad, más allá de la figura que adopte este nuevo modelo, un ministerio o cualquier otro esquema orgánico. La primera dificultad que se observa es, precisamente, la estructura que posee el sistema, anticuada al menos. Las agencias más potentes son CONICYT, orientada a la investigación básica y CORFO, con un enfoque más aplicado, (entendiendo que la definición de “ciencia básica” o “ciencia aplicada” es solo de carácter semántico), ambas con más de 40 años de historia. Innova Chile, en cambio, creada en el 2000, ha podido organizarse de otra forma; está sujeta al Código del Trabajo y no al Estatuto Administrativo, por ejemplo, con lo que tiene capacidad para adaptarse a las nuevas exigencias de la ciencia. Tomando en cuenta el aumento de recursos, cabe preguntarse si es necesario generar una estructura orgánica que se ajuste a los cambios de época y tener, así, agencias más modernas. Por otro lado, como toda administración

pública, los órganos de apoyo a la ciencia cuentan con sistemas de regulación, cuyo fin es velar por el buen uso de los recursos públicos. Sin embargo, un exceso de regulaciones impide la flexibilidad necesaria para facilitar el uso de los instrumentos de financiación, entorpeciendo la gestión. La discusión se orienta a modernizar los distintos programas y sus regulaciones, para no caer en sobrecargas burocráticas, que perjudican el fomento de la investigación. Un segundo asunto es la asignación de presupuestos plurianuales, cuando la duración de un gobierno es de cuatro años. La administración pública fija sus gastos anualmente, pero los proyectos científicos de gran envergadura no pueden seguir este patrón. Los centros de excelencia internacionales, los basales o los institutos milenio, son proyectos a cinco o diez años, que exigen dejar de lado urgencias a corto plazo, a las que se puede dar solución rápido y cuyos frutos son recogidos en un gobierno. Es necesario, entonces, entender que el retorno de la inversión científica no será visto por el gobierno en ejercicio sino por sus sucesores, pese a que los costos deben ser asumidos hoy, ya que este tipo de instrumentos de largo aliento permitirán catapultar al país a un estrato superior, desarrollando ciencia y tecnología de nivel mundial.

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Una traba más es la poca interacción de la ciencia con el mundo privado. El nivel de cooperación entre las empresas que hacen innovación, y los centros de estudio que generan conocimiento, llega apenas a un 10%, bajo si se compara con otros países de la OECD. En la mayoría de esas naciones, el porcentaje de ciencia financiada por empresas es cercano al 65%, y el resto por el sector público, mientras en Chile la proporción es inversa, lo que debemos revertir incentivando la colaboración público-privada. Medidas como la modificación a la ley de incentivo tributario, que entró en vigencia en septiembre, a tres meses de su puesta en marcha alcanzó el 65% de proyectos certificados durante los cuatro años anteriores. Este es un incremento importantísimo de participación del sector privado, gracias a esta ley, en beneficio de los investigadores. Si logramos que las empresas inviertan en investigación y desarrollo, se generará un círculo virtuoso, en donde el sector privado inyecta aportes, demanda más investigación y desarrollo, y los científicos a su vez cuentan con más recursos para investigar. Otro problema es de coordinación. Nuestro modelo, en el papel, es una adaptación del finlandés, pero a diferencia de Finlandia, tenemos elevados costos de relación entre los diferentes estamentos que forman el sistema. Si bien hay un coordinador, que es el Ministerio de Economía, el trabajo con instituciones que dependen jerárquicamente de otros ministerios y que tienen otras prioridades es un asunto no menor, que deriva en problemas de responsabilidad, porque el sistema está disgregado y cada una de sus partes cumple un rol específico, sin dejar claro quién es el responsable. Tenemos una política débil en ciencia y tecnología, porque ¿quién se hace cargo? ¿El Ministro de Educación, que tiene a CONICYT, una de las agencias más importantes? ¿El Ministro de Economía, responsable de CORFO? ¿El Ministro de Agricultura, quizás, que tiene agencias como el INIA? Por esto, uno de los puntos que creemos fundamentales es resolver a quién se hace responsable de esta materia, para bien o para mal. Esto no significa que sea quien determine qué se financia, sino que dirija una orientación, y que a su vez dé autonomía a las agencias para definir sus propios instrumentos. Otro ejemplo, relacionado con lo anterior, es la carencia de plataformas integradas de postulación, que obliga a los investigadores a recorrer distintas agencias, cuando los proyectos podrían tener una ficha única que se presente a diferentes instancias de financiación. Por último, está la brecha entre la ciencia y la sociedad, incluso con el sector político. En general, la ciencia no es un tema país, y aunque hay consenso en la idea de avanzar hacia el desarrollo, no hay acuerdo, aún, en que el camino sea la investigación y el desarrollo de la innovación. Este es un tema sobre el que se necesita una mirada única.

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Una iniciativa que ha impulsado el gobierno actual de Sebastián Piñera ha sido declarar el 2013 como el Año de la Innovación, siguiendo con el concepto de innovación que instaló el Presidente Lagos en su momento. Esta es una idea amplia, que involucra a la ciencia y a la tecnología y en donde el objetivo es acercar este concepto a la ciudadanía, a través del programa “Imagina Chile”. ¿Cuál es el Chile que queremos? ¿Cómo nos vemos en 10 o 20 años? ¿Cuáles son los proyectos que queremos seguir para lograr ese Chile? Y todo esto siempre vinculado a materias de ciencia, tecnología e innovación. Tenemos tres pilares en esta materia: Capital Humano y Ciencia para la Innovación, Innovación para la Competitividad y el Emprendimiento e Innovación para Mejorar la Calidad de Vida. El foco está en cómo hacemos partícipes a la sociedad civil y a los parlamentarios, para comprometerlos en la idea de que el camino al

desarrollo tiene que ser consensuado, a través de un fomento fuerte a la investigación, al desarrollo y a la innovación. Para comenzar, a través de tareas tan sencillas como renovar el Planetario de Santiago, permitiendo que cientos de niños puedan acercarse a la ciencia a través de la astronomía y comiencen a formular preguntas y a despertar su curiosidad. En este contexto es que el Presidente de la República junto al Ministro de Economía han anunciado la formación de la Comisión Asesora Presidencial en Ciencia, Tecnología e Innovación, también conocida como “Comisión Philippi”, que viene a recoger las distintas visiones que hoy existen sobre la Institucionalidad de la Ciencia, hacerse cargo de los temas que se han planteado anteriormente y proponer una solución. En este marco hay ciertas cosas que la comisión desea preservar, entre ellas: la ciencia como un valor en sí mismo, el fomento a la ciencia de excelencia y el sistema de evaluación por pares.

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Se ha criticado mucho al Ministro de Economía por el anuncio que hizo de querer mover CONICYT a su cartera, ya que se sospecha que detrás hay criterios economicistas. Es verdad que hay una razón económica porque la investigación es importante para el desarrollo económico del país, pero esto no quiere decir que la revisión de la institucionalidad esté marcada por estos criterios. Esos comentarios son infundados, porque de hecho hay varios ejemplos de gestión en ciencia realizados por este Ministerio, en donde no se imponen más exigencias que las propuestas por las propias agencias. Sin ir más lejos, la Iniciativa Científica Milenio existe desde 2010 en el Ministerio, y podrán preguntar a su Director Ejecutivo si alguna vez ha recibido algún tipo de presión por orientar la investigación que allí se realiza hacia algún área específica. Los fondos que allí se entregan se asignan solo en función de la excelencia de la investigación, y el Ministerio de Economía está de acuerdo con eso. Lo mismo pasa con el 38% de los fondos que entrega Economía a CONICYT, a través del Fondo para la Competitividad, y que de la misma forma se entregan única y exclusivamente en base a la calidad de los proyectos. El programa FONDEQUIP, que permite proveer de infraestructura y equipos a centros de investigación y universidades del país, está inserto en la Agenda de Impulso Competitivo, liderada por el Ministerio de Economía y, en efecto, programa que ha sido íntegramente financiado por esa cartera. Nuevamente, la excelencia del proyecto formulado es lo que marca la entrega de recursos, ya que es un principio que consideramos esencial preservar, la ciencia en sí misma. La ciencia, como capacidad de reflexión de la sociedad, como aporte a la cultura y como aporte en materia económica, viéndolo como un círculo virtuoso, donde en la medida en que la ciencia mejor se desarrolle, más le aporta al desarrollo económico y productivo del país. Desde el punto de vista del Ministerio de Economía, el fomento a la ciencia por excelencia es el punto central para llegar a convertir a Chile en un polo mundial en Ciencia y Tecnología. Esto tiene que ver con apoyar la ciencia desde sus etapas tempranas, con la formación de estudiantes, el impulso a la investigación básica, apoyo a través de los programas de iniciación, hasta grandes proyectos asociativos, en donde el parámetro para asignar recursos tiene que ser siempre la excelencia. En ese sentido, ha funcionado muy bien en el país el sistema de revisión por pares, tanto expertos nacionales para programas pequeños e internacionales en proyectos de mayor envergadura, que asegura la selección de propuestas de excelencia. En cualquier propuesta de institucionalidad de la ciencia estos criterios debieran estar presentes, porque son esenciales para hacer de la ciencia un pilar fundamental de la sociedad del conocimiento en Chile.

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Lo que pretende lograr la “Comisión Philippi” es generar en primer lugar, una estrategia y un foco de atención. Esto es, tener una política de ciencia, tecnología e innovación, con un responsable a cargo, y que eso esté centralizado y no diseminado en distintas autoridades, como es hoy, en donde no tenemos a quien exigirle cuentas por lo que se ha hecho en esta materia. En segundo lugar, necesitamos una mejor coordinación entre las agencias públicas, y eso incluirá a su vez a los actores privados. Cuando las agencias se coordinan y definen a sus clientes específicos, los actores privados son capaces también de coordinarse, y de esta manera se evitan duplicidades, gastos de tiempo y recursos. Por último, se busca mejorar los procesos de transferencia tecnológica. Tenemos hoy un sistema muy disgregado, en donde las fuentes de conocimiento están muy distantes de quienes luego pueden usar ese conocimiento y agregar valor a sus productos. La nueva institucionalidad de la ciencia tiene que reunir a estas personas, no para que unos hagan “uso” del otro, sino para facilitar una retroalimentación constante, en donde unos inyectan recursos, los otros generan conocimiento y así el primero puede generar más recursos que vuelve a inyectar al sistema. Y en todas aquellas áreas en donde el sector privado no pueda estar, el Estado debe ser capaz de ocupar su lugar.

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La mirada que se está teniendo en la comisión busca no ceñirse a una solución en particular. Es muy fácil y tentador plantear que hay soluciones que han funcionado en varios países y que debemos aplicarlas en Chile, como puede ser la creación de un Ministerio de Ciencia. Sin embargo, en la experiencia internacional hay ejemplos que han funcionado bien, como en el caso de Argentina, y otros casos en los que se ha fracasado, como España, que el año pasado cerró el Ministerio y traspasó sus funciones al Ministerio de Economía. Está también Inglaterra, que tiene un Ministerio de Universidades, encargado de la formación superior y la investigación, y otros modelos mucho más autónomos, como el de Estados Unidos, en donde la National Science Fundation asesora directamente al Presidente, un rol que tuvo CONICYT. No hay ningún ejemplo que sea mejor o peor, sino que para cada realidad particular de cada uno de los países hay un sistema el que les funciona. La pregunta que tenemos pendiente, entonces, como Comisión, es ¿Cuál es el mejor sistema para Chile? No copiando lo que hay afuera, pues nuestro país ya tiene un nivel de desarrollo propio y se necesita consensuar con sus protagonistas un nuevo modelo que responda a sus necesidades, ya sea un ministerio, una subsecretaría, o una nueva manera de agrupar a las agencias que existen actualmente. En este año de la Innovación, en donde el Gobierno quiere hacer parte a los ciudadanos de estos temas, la invitación es para que aquellos que están involucrados con el desarrollo de ciencia y tecnología se acerquen a esta comisión y puedan trabajar con ella, elaborando propuestas y manteniendo el foco en la idea de que la ciencia, como pilar fundamental, es lo que tenemos que desarrollar para que Chile sea un país desarrollado.

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Argentina inicia su historia científica en 1613, cuando se funda la Universidad de Córdoba. Dos siglos después declara la independencia de España, en 1816. Hasta 1884 la educación en el país estuvo en manos de la Iglesia Católica, año en que se promulga la ley 1420, que estableció la enseñanza libre y obligatoria para todos los chicos entre los seis y los doce años de edad. Con el crecimiento de la educación pública se redujeron dramáticamente los índices de analfabetismo en el país, alcanzando en 2010 una cifra inferior al 2%. En 1869, el Presidente Domingo Faustino Sarmiento fundó la Academia Nacional de Ciencias, con sede en Córdoba, la primera academia argentina. Hermann Burmeister, un naturalista alemán, fue encargado por Sarmiento para contratar a 20 científicos del exterior para trabajar en la academia. Dos años después se funda el observatorio Astronómico Nacional de Córdoba, primer observatorio astronómico del Hemisferio Sur. En 1917 se inicia una protesta estudiantil, que desemboca en la Reforma de 1918, que declara que las universidades públicas serán gratuitas, sin afiliación religiosa, con autoridades elegidas democráticamente y profesores, estudiantes y no docentes tendrán igual representación en el gobierno de la Universidad. Las normas reformistas son derogadas tras el golpe militar de 1943, que vuelve al modelo conservador. Luego de la dictadura iniciada en 1976, Argentina vuelve a la democracia en 1983, y las Universidades retoman los principios de la Reforma. Se volvió al ingreso irrestricto, a la enseñanza gratuita y el número de estudiantes creció significativamente. Estos hechos son destacables, porque muestran cómo decisiones políticas son realmente importantísimas en la vida de los países. Con la presidencia del Gral. Pedro E. Aramburu se crea el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, institución que se focalizó en la educación, reconociendo que el conocimiento científico era esencial para el desarrollo económico del país. Es muy probable que el éxito que hemos podido contemplar en la exposición del Dr. Sergio Matheos sobre el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva sea posible gracias a esta institución, con tradición en la investigación, suficientemente fuerte y desarrollada. Fue creado por la ley 1291 del poder ejecutivo, el 5 de febrero de 1958, respondiendo a la necesidad de estructurar un organismo académico que promoviera la investigación científica y tecnológica en el país. Su primer presidente fue el Dr. Bernando Houssay, Premio Nobel de Medicina del año 1947, quien logró infundirle una visión estratégica expresada en claros conceptos organizativos que mantuvo a lo largo de una década de conducción. Instituido como organismo autárquico, bajo dependencia de la Presidencia de la Nación, se le dotó de una amplia gama de instrumentos, juzgados pertinentes para elevar el nivel de la ciencia y de la tecnología en la Argentina, y que aún hoy constituyen los ejes de sus acciones.

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Algunos de esos instrumentos se preocupan de aspectos como: la carrera del investigador científico y tecnológico y del personal de apoyo a la investigación, el financiamiento de proyectos de investigación y desarrollo, el programa de becas, la vinculación tecnológica con el sector productivo y la cooperación internacional. Junto a estos programas, se encuentra una infraestructura para la ciencia, subdividida en los Centros Científicos Tecnológicos, los Institutos de investigación, las Unidades en Red y las Unidades Asociadas. Hay 175 unidades ejecutoras distribuidas por todo el país, con una concentración mayor en Buenos Aires y La Plata. Desde 1996, el directorio del CONICET está integrado por ocho miembros y un Presidente. Éste es elegido por el Poder Ejecutivo Nacional, de una terna de candidatos presentada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva a la Presidencia de la Nación. Los demás miembros son elegidos tras la presentación de ternas, electas cuatro de ellas por los investigadores activos en cada una de las grandes áreas del conocimiento (agrarias, ingenierías y materiales; biológicas y de la salud; exactas y naturales; sociales y humanidades); otra es propuesta por el Consejo de Universidades públicas y privadas; una terna es

elegida por las organizaciones representativas de la Industria; otra por las organizaciones representativas del agro; finalmente, la propuesta de los máximos organismos responsables de la Ciencia y la Tecnología de los Gobiernos Provinciales y del Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires. Los directores duran 4 años, y pueden ser reelegidos una sola vez. Tras más de 50 años de existencia, el CONICET es uno de los activos más importantes del capital nacional en materia científica y tecnológica. Reúne en su seno a investigadores de todas las áreas disciplinarias, que desarrollan su tarea mayoritariamente en universidades nacionales de las diversas regiones del país, en organismos de investigación en ciencia y tecnología y en unidades ejecutoras propias o coparticipadas con las mencionadas instituciones. Promueve la investigación y desarrollo en áreas temáticas de prioridad nacional y provinciales, así como también en aquellas de importancia estratégica en el marco del MERCOSUR. Algunos ejemplos de institutos son el Museo Argentino de Ciencias Naturales, en Buenos Aires, el Centro Científico y Tecnológico de Mendoza, el CENPAT en Puerto Madryn, el Instituto de Ingeniería Química de Santa Fe, el Polo Tecnológico del Litoral, también en Santa Fe y el CADIC en Ushuaia.

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La carrera del investigador distingue cinco categorías: investigador superior, principal, independiente, adjunto y asistentes. El CONICET abarca las ciencias exactas, físicas y naturales, las ciencias sociales, las humanidades, las ingenierías, cubriendo todo el espectro del conocimiento. Sobre las becas CONICET, tenemos la beca tipo 1 que cubre los primeros tres años del doctorado, la beca tipo 2 son los años siguientes, y la beca postdoctoral. El crecimiento de estas becas desde 2004 al 2010 ha sido constante y se observa que a la fecha se ha cuadruplicado el número de becarios desde 1999. 231

Superiores Principales

807

Independientes

1.723

Adjuntos

2.256

Asistentes

1.922

Posdoctoral

1.714

Tipo II

3.186

Tipo I

3.901

Recursos Humanos por Categoría (2011) - Total Becarios: 8.801 - Total Investigadores: 6.939

Las ciencias sociales y humanidades tenían muy poca representación en el CONICET original. Eso se fue transformando paulatinamente, hasta que en 2008 se llevan gran parte del presupuesto. La incorporación de las ciencias humanas, con su diversidad temática, enriqueció al CONICET, en ese sentido me pareció excelente que las ciencias sociales y humanas cobraran impulso, pero tal vez fue demasiado. Felizmente, esto se ha advertido y ahora en la política del CONICET se ha tomado un criterio más salomónico, distribuyendo el número de becas en un cuarto para cada gran área de conocimiento. Ciencias Químicas

Ciencias de la Tierra, del Agua y de la Atmóstera

24%

28% Astronomía

7% Matemáticas y Computación

10%

Física

31%

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La mayoría de los becarios defiende y aprueba su tesis doctoral al quinto año de beca (43%). Algunos quedan rezagados al sexto y séptimo año (8,7% y 2,7%, respectivamente), y por cierto muy pocos terminan el doctorado antes de los 4 años (15% al cuarto año, 4% en el tercero). Un dato interesante es que en 2009 teníamos 766 tesis defendidas, y 894 en 2010. Esto nos da un poco una idea real de la dimensión de nuestra ciencia. Información CONICET Junio 2010

Becas anuales en vigencia 1999 - 2010

Becarios activos a diciembre de cada período

En la última década la cantidad de becarios se CUADRUPLICÓ

La evolución del número de becas entregadas desde 1990 a la fecha ha ido en aumento. En 2002 el número total de becarios era cercano a los 2500, y después de la crisis, ha empezado un crecimiento importante, alcanzando ya las cerca de 9 mil becas que otorga el CONICET por año. Este aumento se replica en la carrera del investigador, de ahí que estemos alcanzando una cierta constancia en el número de investigadores, ya que no se debe crecer bajando la calidad. CONICET ha logrado mantener un nivel de excelencia, lo cual hace que la realidad nos lleve a una estabilidad natural. El presupuesto del CONICET también se ha incrementado desde finales de los ‘90. Hasta el año 1998, con la paridad un peso un dólar, el gasto en I+D rondaba los 200 millones de dólares. Con la crisis 2001-02 hay una caída, y luego vuelve a remontarse durante el gobierno del Presidente Kirchner y de Cristina Fernández, alcanzando actualmente los 335 millones de dólares, y sigue en aumento.

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Es necesario poner en contexto estos datos, y recordar que Argentina es el segundo país más extenso de Latinoamérica, con una población de 42 millones de personas. Como porcentaje del Producto Interno Bruto, entre los años 1997 al 2007 se ha mantenido un crecimiento, pasando del 0,4 al 0,6% del PIB dedicado a ciencia y tecnología. Como señalaba el representante del Ministerio de Economía chileno, la participación de las empresas de los gastos de investigación y desarrollo en nuestros países es pequeña. Es algo que tendremos que tratar de que se vaya revirtiendo.

Información CONICET Junio 2010

El presupuesto del CONICET

Este esfuerzo se refleja en los índices de publicaciones. Según indicadores internacionales, el Science Citation Index, por ejemplo, es posible comparar la producción de los países latinoamericanos y su aporte a la ciencia mundial. En los ’90, en Argentina se publicaban 2.343 papers por año en todas las disciplinas, lo que significaba un aporte del 0,34% de la publicación mundial. En 2009, estamos en 7.739 artículos, aumentando a 0,55% de la totalidad del conocimiento. Es interesante notar que todos los países crecen año a año, pero nosotros estamos creciendo un poquito más. Brasil en los 90 aportaba 3.885, pero recordemos que ese país tiene casi cinco veces la población de Argentina. Su crecimiento es notable en los últimos años, pasando del 0,57% al 2,41% de papers publicados en el mundo, cuadruplicando su producción. Sin embargo, este crecimiento espectacular debe contrastarse con el índice de impacto de los artículos brasileños, que es bastante inferior al índice de impacto de los trabajos argentinos y chilenos. Así que ellos, digamos, tienen una industria muy eficiente, pero a costa de que el nivel de calidad parece ser un poco menor.

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Les mostraré un ejemplo de lo que hemos hablado, se trata del Centro de Investigación y Estudios de Matemáticas, una de las 175 unidades ejecutoras que tiene el CONICET. Fue creado el 10 de mayo de 1983, a través de un convenio entre la Universidad Nacional de Córdoba y el CONICET, y su sede está en la Universidad Nacional de Córdoba, en el edificio de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF). Para mí es crucial este hecho, se trata de un instituto de investigación que funciona dentro de la universidad, política que CONICET ha implementado para mantener integrados a los científicos con la formación, no solo de posgrado sino también de grado. El CONICET tiene algunos institutos fuera de la universidad, que forman doctores, pero es fundamental que los investigadores activos que producen ciencia y que publican a nivel internacional sean profesores de materias básicas de nuestras universidades. El total de investigadores del instituto son 58 doctores de matemáticas, 38 de ellos de la carrera del investigador, esto es 4 investigadores superiores, 5 principales, 7 independientes, 12 adjuntos y 10 asistentes. Si recordamos, el número de investigadores en matemáticas del CONICET son alrededor de doscientos en todo el país, por lo que en este instituto tenemos un

número importante del total. Hay 49 becarios, de los cuales 29 están haciendo doctorados, 8 son becarios postdoctorales y 12 son estudiantes latinoamericanos que se están formando en Córdoba. En el instituto CIEM, desde el año 1985 se han producido 73 tesis doctorales, y realizado gran cantidad de congresos y actividades asociativas, entre los que destaco los desarrollados entre 2011 y 2012: el Encuentro Latinoamericano de Geometría Algebraica y sus Aplicaciones (ELGA), auspiciado por CIMPA, ICTP y el Instituto Clay; el Encuentro Internacional en Modularity in Number Theory, auspiciado por Instituto Clay; la Escuela Latinoamericana de Matemática en temas de Álgebra y Teoría de Lie; el Encuentro de Geometría Diferencial (EGEO); y el Congreso Latinoamericano de Matemáticos (IVCLAM) que se realizó en agosto pasado. Es un instituto, yo diría, mediano dentro de los del CONICET, pero razonablemente activo. Para finalizar, el CONICET mantiene relaciones académicas con Brasil, Chile, España, Estados Unidos y Francia, entre otros, programas de intercambio con Alemania, Gran Bretaña, Italia, Rusia, y en menor cuantía con Bélgica, Polonia, Países Bajos, Venezuela, Perú y Paraguay. Participa además en consorcios internacionales en disciplinas que requieren grandes inversiones, como es el caso

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del proyecto internacional de Astronomía GEMINI, en el que el aporte Argentino es del 2.5 % del costo total del proyecto. Financia gran parte del proyecto del Observatorio Pierre Auger de Rayos Cósmicos, organización multinacional que cubre una extensión de 3 mil kilómetros cuadrados en la provincia de Mendoza. En este tiempo, que es el tiempo de la competitividad, sin lugar a dudas es necesario que los gobiernos, las empresas y los sistemas educativos y de ciencia y tecnología se vuelvan más competitivos, y en particular instituciones como el CONICET, tienen mucho que aportar a esta transformación, para beneficio de todos.

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La presentación consta de dos partes: la primera revisa el estado actual de la institucionalidad de la ciencia en Chile, mientras la segunda se basa en un estudio realizado por la Academia Chilena de Ciencias en enero de 2010, revisado y completado a principios de este año, y que plantea qué instrumentos se deberían desarrollar o mejorar en Chile para invertir el 1% del PIB en Ciencia y Tecnología, de manera racional. Que la institucionalidad de la ciencia es débil es algo que parece claro. Es necesaria una política de Estado, de largo plazo, no una política de Gobierno, que se podría conseguir si existiera una institucionalidad adecuada como un Ministerio de Ciencia, Tecnología y Desarrollo y/o de Innovación. Por otro lado, en el mundo no hay casos de países que hayan pasado al desarrollo invirtiendo menos del 1% del PIB en Ciencia y Tecnología. Al contrario, el caso típico es el de Corea del Sur, que decidió apostar por la ciencia después de la Guerra de Corea, y teniendo en esa época una entrada per cápita mucho más baja que la chilena ha llegado a superar hoy el 3% del PIB dedicado a I+D. Quizás Chile podría demostrar que es posible pasar al desarrollo invirtiendo menos del 1%. El único país que ha pasado al desarrollo invirtiendo cifras menores ha sido Grecia y esto fue gracias a la ayuda de la CE. ¿Cuál es el estado actual de la ciencia en Chile? Si consideramos el número total de publicaciones y citas en el periodo 1981-2005, encontramos a Chile entre los cuatro países de Latinoamérica que hacen ciencia de relevancia, junto a Argentina, Brasil y México. En el contexto mundial, países como Estados Unidos obtienen 20,38 citas por artículo; Reino Unido 16,55; Italia 12,29; Grecia 7,52 y Chile promedia 8,94 (Argentina un 7,62; México 7,13 y Brasil un 6,68) una buena cifra que nos da una idea de la calidad de las publicaciones nacionales. Sin embargo, el número de publicaciones por cada mil habitantes, en ese mismo periodo, es bastante más bajo. Gracias a las inversiones en los últimos años este índice ha mejorado, pero de todas formas es aproximadamente el 20-25% si nos comparamos con países desarrollados, con quienes queremos competir. La falta de una política de Estado limita este crecimiento. El ejemplo de Argentina nos muestra el impacto que significa tener un ministerio y tener una política clara de desarrollo científico. Nosotros, por el contrario, tenemos una institucionalidad frágil y dispersa, por no decir obsoleta, que no cumple con la tarea de diseñar estrategias y políticas nacionales. En un estudio realizado por “Más Ciencia para Chile” se observó el número de países que cuentan con un Ministerio de Ciencias o una institución similar, y resultó que no solo son más los países en el mundo que cuentan con esta figura, sino que además naciones con quienes podríamos compararnos, como Argentina y Brasil tienen un ministerio. Por lo tanto, me parece una tremenda oportunidad poder contar con la asesoría de un país hermano en este tema, en vez de compararnos con Finlandia o Nueva Zelanda, que son realidades muy distintas a la nuestra.

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Chile es muy respetado internacionalmente en materia de ciencia y la tecnología. Tenemos una larga historia de encuentros bilaterales con países como Canadá y Estados Unidos, en donde destaca la participación de nuestros científicos. A continuación recordaré algunos de estos encuentros, en donde la Academia Chilena de Ciencias ha tenido gran protagonismo, y que reflejan el nivel de la ciencia nacional. En 2008 se realizó el 2nd Canada-Chile Workshop on Science and Technology, impulsado por la Academia Chilena de Ciencias y la Royal Society de Canadá. Este encuentro fue apoyado también por CONICYT y FONDEF, y llama la atención por la cantidad de organismos de ambos países que fueron representados, entre ellos el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, CORFO, el Ministerio de Energía, el Ministerio de Agricultura, la Dirección de Energía, Ciencia y Tecnología e Innovación, el Gobierno Canadiense, el Foreign Affairs Ministry, Santiago Embassy, IDRC, entre otros. Este tipo de encuentros resultan de gran interés para Canadá, no solo por las grandes inversiones que tiene ese país en la minería y en otros campos, pero que son prácticamente desconocidos por la sociedad chilena. ¿Cuáles fueron las áreas que se discutieron? Por una

parte biocombustibles y biorefinería, y por otra acuicultura, dos campos en los cuales ahora hay colaboraciones en parte financiada por CONICYT, y que incluyen investigación en otros temas relacionados como desarrollo de nuevos plásticos, química y lignina, genómica, nuevas especies, nutrición, enfermedades e impacto ambiental. Otro encuentro importante fue el Simposio Internacional de Biotecnología, el único hecho en Latinoamérica y que tuvo su sede en Chile el año 2004.

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Contó con la presencia del entonces Presidente de la República, Ricardo Lagos, quien entiende muy bien lo que es investigación, desarrollo y tecnología, pero lamentablemente su opinión no se vio reflejada en los presupuestos. La trascendencia de esta reunión se resumió en Nature Biotechnology, la principal revista en la materia, que publicó un artículo sobre el impulso dado en Chile a esta disciplina. Pero claramente, este tipo de cosas pasan desapercibidas incluso para nuestras elites políticas.

Un tercer ejemplo fue la participación de la Academia en el U.S. - Chile Joint Committee on Science and Technology Cooperation, realizado en 2009 y organizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Pocos saben que existe un gran número de instituciones en Chile que tienen instituciones hermanas en Estados Unidos con las que colaboran, y que participaron en el evento, entre ellas el Ministerio de Relaciones Exteriores (a través de la Dirección de Energía, Ciencia y Tecnología e Innovación), CONICYT, FONDEF, la Academia Chilena de Ciencias, CORFO, Innova, el Ministerio de Energía, CONAMA, el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Defensa, INIA, Inach, Sernageomin, el Instituto Médico Legal, entre otras. ¿Por qué Chile es importante para los Estados Unidos? Para generar proyectos en común, con financiamiento compartido entre Estados Unidos y Chile, generando redes y facilitando el intercambio de estudiantes y académicos, sobre todo en el desarrollo de investigación sobre cáncer y energías limpias. Somos, junto a Brasil, los principales socios de Estados Unidos en ciencia y tecnología en Latinoamérica, y de esto, la sociedad no se entera. Además de estos eventos, la Academia Chilena de Ciencias participa en una serie de organizaciones mundiales. Una de ellas es la Interamerican Network of Academies of Sciences IANAS, que se creó hace 9 años en Chile. En ella están representadas todas las académicas de ciencia americanas, y Chile ha estado en el comité ejecutivo desde su fundación. Finalmente, la Academia fue elegida por primera vez en 2010 como miembro del comité ejecutivo del Inter Academy Panel (IAP), formado por más de 100 academias científicas a nivel mundial. Así, queda claro que el prestigio de los investigadores chilenos es muy alto, en el extranjero, pero no lo es dentro de Chile, donde ni siquiera es fácil que este tipo de noticias salgan en los medios de comunicación.

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En los últimos 15 años, se han desarrollado un gran número de centros de investigación. Como en el caso de Argentina, tienen éxito internacional y son capaces de formar investigadores. Este crecimiento se profundizaría, si fuéramos capaces, por un lado, de tener un financiamiento acorde con las expectativas de crecimiento que tenemos, y por otro, de generar estrategias. La política hasta ahora ha sido no priorizar el desarrollo de ningún área, pese a los ejemplos de países asiáticos que han dado un gran salto al potenciar, por ejemplo, las ciencias exactas y las ingenierías. La Academia Chilena de Ciencias ha generado una serie de propuestas sobre las funciones que debería desempeñar el Ministerio de Ciencia y Tecnología como Institucionalidad en Ciencia, Tecnología y Desarrollo. La principal es “asesorar al Presidente de la República y a los Poderes del Estado en estas materias”. Así mismo, debería generar y proponer políticas y estrategias de Estado, impulsando las ciencias e ingenierías básica y aplicada, y apuntar a duplicar la cantidad de investigadores chilenos en un quinquenio. Además, debería coordinar la acción de los diferentes instrumentos del Estado que participan en el desarrollo de CTD y decidir sobre los recursos que se asignan a estos instrumentos, tal como lo hace el Ministerio en Brasil y Argentina. Esperaríamos que este organismo fuera capaz de incentivar el diálogo y crear los mecanismos de interacción entre los actores en Investigación e Innovación, (por ejemplo Corfo, los ministerios de agricultura, economía y salud y el mismo CONICYT), estableciendo vínculos directos con instituciones autónomas. Finalmente, la Academia propone generar estudios sobre los que se fundamenten las políticas de Estado en materias científicas, con el fin de evaluar la capacidad del país en CTD. “Una integración real de Chile a la Sociedad del Conocimiento: el incremento de la inversión en Ciencia y Tecnología es condición para el desarrollo del país” es una reflexión que la Academia preparó hace algunos años y que sigue siendo contingente. El texto se encuentra disponible en página web de la Academia www.academia-ciencias.cl por lo que pasaremos a revisar solo un resumen.

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La introducción del texto habla de cómo, con la globalización, los países compiten por el conocimiento y por el talento internacional. Chile, ha impulsado el cultivo y la transmisión de la ciencia y la tecnología, promoviendo la educación en todos sus ámbitos. Hay muchos ejemplos paradigmáticos y actuales, como el impulso dado a la industria del salmón, o la construcción de edificios antisísmicos. Sin embargo, la sociedad chilena desconoce la ciencia y tecnología que se desarrolla en el país, y esto es particularmente grave entre nuestras elites y en las empresas, pues retardan el desarrollo nacional. Chile invierte el 0,5% del PIB a CyT, mientras Brasil destina un 1,2%, y Argentina el 0,9%. El documento presenta medidas de corto plazo que permitirían duplicar la inversión en CYT hasta alcanzar el 1% del PIB, mostrando que no solo es factible sino que reportaría grandes beneficios en el desarrollo nacional. Un problema es que solamente cinco universidades “contribuyen en forma significativa a la investigación en Chile”. Si se suman aquellas que realizan investigación en alguna disciplina este número no supera las doce casas de estudio. “Ante la ausencia de una política de estímulos explícitos y de mecanismos de inserción, muchos de los científicos y tecnólogos, entre ellos los mejores, se quedarán en el extranjero, y se dilapidará este momento histórico en que podemos multiplicar la masa crítica activa”.

FRAGMENTOS DEL DOCUMENTO DE LA ACADEMIA Con horizonte a cinco y diez años, las principales medidas propuestas se concentran en ocho ideas: Incorporación de investigadores jóvenes y científicos de excelencia Equipamiento mayor y mediano e infraestructura científica Estímulo para la cooperación internacional y redes científicas Cátedras científicas: grandes proyectos de investigación basados en una gran idea y un investigador Robustecimiento de programas de investigación de base Aumento de Centros de Excelencia Fortalecimiento de las Universidades de Investigación Relaciones con la empresa: proyectos FONDEF, incentivos al patentamiento.

Jóvenes científicos En esta materia se ha realizado un esfuerzo incompleto, ya que se ha aumentado el número de doctores, pero aún no existen los mecanismos que permitan incorporar, de forma estable, a los jóvenes investigadores. Para lograrlo, la Academia propone: A) 500 Becas anuales de inserción laboral (cinco años) para doctorados y posdoctorados. La beca debería considerar salario, gastos de instalación y equipamiento mínimo para cada investigador. B) Duplicar la cantidad de proyectos FONDECYT de iniciación. C) Ofrecer financiamiento de instalación, para facilitar la inserción en las universidades, que asumirían el compromiso de tomar el financiamiento total tras 5 años. Estas medidas requerirían una inversión inicial de 30 mil millones de pesos.

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2 Equipamiento Hace dos años se dispuso de una partida presupuestaria cuyos montos resultan insuficientes. “Se sugiere un fondo que disponga de US$70 millones anuales, 20 de ellos dedicados al equipamiento mayor” (P. 9)

3 Cooperación internacional y redes científicas “Chile ha firmado convenios de colaboración con más de 70 países los cuales no pueden concretarse hoy en día por la ausencia de recursos. La inversión en el ítem de Cooperación Internacional no debería ser menor a US$ 80 millones para llevarla a cabo en forma satisfactoria” (P. 10)

4 Cátedras científicas Programa similar a los desarrollados en Canadá (Canadian Research Chairs) o las European Research Chairs o ERCs ofrecidas por el European Research Council. “Se sugiere iniciar este programa con el financiamiento de 25 cátedras de cada tipo en un primer año. Se sugiere cátedras de US$ 2,5 millones a 5 años para investigadores titulares y de US$ 1,5 millones a 5 años para investigadores a nivel de Asociados o Adjuntos.” (P. 11)

5 Investigación de base “Estimamos que el monto de inversión en los proyectos regulares debería duplicarse en el plazo de 4 años, permitiendo contratar estudiantes de doctorado y postdoctorados”. (P. 12)

6 Centros de Excelencia “Se sugiere que junto a los 13 Centros Basales y a los 6 Centros FONDAP, CONICYT y/o el Ministerio de Economía (ICM) inicie el financiamiento de 9 Centros de Ciencia Fundamental y 9 nuevos Centros Basales y/o focalizados en áreas prioritarias o educación”. Esto requiere de unos $18.000 millones anuales. (P. 12)

7 Universidades de investigación Se plantea la idea de un “Programa de cooperación universitaria en posgrado e investigación”, en alrededor de veinte áreas. Adicionalmente, se propone un aumento del 40% en cinco años de overhead en todos los proyectos que se financien. (P. 13)

8 Relaciones con la empresa En el penúltimo concurso FONDEF, solo se aprobó el 11,6% del total de proyectos postulados. Se propone duplicar estos recursos, manteniendo una contraparte de la empresa. En cuanto a incentivos al patentamiento, se sugiere un fondo anual equivalente a 2,5 mil millones de pesos. Por otra parte, es de vital importancia que se generen herramientas para promover la inversión privada. Existen recientes ejemplos, como la ley de exención tributaria para inversión en I+D y el programa “Start-up Chile". (P.14)

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Las siguientes son las conclusiones que considera la Academia en el documento “Una integración real de Chile a la sociedad del conocimiento”: Para pasar a ser un país desarrollado, Chile debe incorporarse en plenitud a la “ Sociedad del Conocimiento, lo que implica necesariamente hacer una importante inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación. El actual 0,5 % del PIB que destina nuestro país en este ámbito es el Talón de Aquiles que nos impide alcanzar el desarrollo.

La calidad de la Ciencia y Tecnología en Chile es la mejor de Latinoamérica y varias áreas son de primer orden a nivel mundial, lo que se refleja en el significativo número de publicaciones en revistas de alto prestigio internacional y las referencias (citas) en la literatura mundial a los trabajos realizados en Chile. La CyT tiene un gran potencial de crecimiento y consolidación en el corto y mediano plazo. Sin embargo, para conseguir este objetivo es necesario invertir en torno al 1% del PIB, tal como han hecho y están haciendo países pares con los que nos queremos comparar.

En la propuesta, elaborada por la Academia Chilena de Ciencias, basada en la experiencia de quienes la suscriben, se muestran y proponen diversas alternativas, no excluyentes de otras, para llevar a cabo de manera racional y exitosa un plan de fortalecimiento de la Ciencia y Tecnología en Chile para los próximos 4 a 5 años. Tal como se le ha manifestado al Ministerio de Economía, este documento debe ser la base de una propuesta de Gobierno que apunte en esta dirección. Las alternativas propuestas corresponden a un aumento de la inversión en Ciencia y Tecnología de un 0,40% del PIB al cabo de 4-5 años y el 0,14% el primer año tomando en cuenta que el PIB de Chile crece un 4-5% al año.

La implementación de estas políticas debería ser desarrollada en estrecha relación y asesorada “ por gobiernos afines que han realizado estos cambios, tales como Brasil y Argentina, además de considerar casos paradigmáticos en este ámbito como lo hecho por países como Nueva Zelanda, Corea y Finlandia, quienes cuentan con una institucionalidad científica consolidada. Para darle sustentabilidad a estas iniciativas lo que aparece absolutamente necesario es que existan políticas públicas de largo plazo para el desarrollo coherente, articulado y continuo de la Ciencia, Tecnología e Innovación. Para ello debería crearse un Ministerio de Ciencia, Tecnología y Desarrollo (o Ciencia, Tecnología e Innovación), o una alternativa en la cual el principal responsable debe tener rango ministerial, como lo han hecho la gran mayoría de los países con los que nos queremos comparar.

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Esta exposición muestra la estrategia que la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile, CONICYT, presidida por José Miguel Aguilera, tiene definida para el apoyo a la ciencia durante el periodo 2010-2014. Él no pudo asistir al evento, pero como muchos, tuvo la oportunidad de seguir la transmisión en Internet de algunas presentaciones. Un dato destacado es el bajo número de investigadores en Chile, solo 355 por millón de habitantes. A eso le añadimos que el gasto el I+D es del 0,4% del PIB. Sin embargo, como indicó el Dr. Juan Asenjo, si consideramos la cantidad de artículos ISI publicados, Chile está bien posicionado en relación a otros países. Este logro no deja atrás la idea de que se debe aumentar la cantidad de investigadores, entre otros aspectos a reforzar en el corto plazo. El Sistema Nacional de Innovación está integrado por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, asesor del Presidente de la República y un Comité Interministerial para la Innovación, con dos ejes: uno en el Ministerio de Educación y otro en el Ministerio de Economía. El primer eje, con CONICYT, busca promover la formación de Capital Humano Avanzado, ofreciendo becas de posgrado y fortaleciendo la base científica y tecnológica del país. El segundo eje, con CORFO e Innova, fomenta el emprendimiento y la transferencia tecnológica. A esta articulación central se suman programas como la Iniciativa Científica Milenio o la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), dependiente del Ministerio de Agricultura, entre otros. El sistema cuenta con un presupuesto que ha crecido desde 2005 y CONICYT recibe el 55% de esos fondos, más de 560 millones de dólares para 2013. Por su parte, CONICYT está organizado como una pirámide. La formación está en su base, a través de programas de becas de doctorado y magister, nacionales y en el extranjero. Ahí comienza la “Carrera del Investigador”. En el escalón siguiente se encuentran las investigaciones de posdoctorado, tanto en Chile como en el extranjero, a través de FONDECYT o de Becas Chile; luego, los proyectos de iniciación para investigadores jóvenes, también en FONDECYT, y junto a ellos, los llamados FONDECYT regulares para científicos consolidados. A continuación, los concursos para Centros de Investigación, la investigación asociativa y los centros FONDAP. Enseguida FONDEQUIP, un concurso implementado en 2012 y destinado a la adquisición de equipamiento y, en el tope de la pirámide, el programa FONDEF, el vínculo con las empresas. Dadas las condiciones particulares del país, un área destacada es la Astronomía, impulsada por los observatorios internacionales instalados en Chile. Lo anterior se mantiene relacionado con el desarrollo de la ciencia en regiones, y con el fomento de la divulgación, en especial al mundo escolar a través del programa Explora. Mientras, los programas de relaciones internacionales vinculan a los científicos y a Chile con las redes de investigación en el mundo.

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Sistema Nacional de Innovación

Evolución del Presupuesto Público del Sistema Nacional de Innovación (2005-2012) MM USD

1.000 900

854

800

690

700 600

532

500 400 300 200 100 0

890

885

435 330 60%

487

36% 45% 12% 32% 18%

40%

37%

2005

2006

30% 9% 44%

19%

22%

45%

34%

2007

2008

1% 4%

30%

33%

24% 34%

37%

17%

15%

17% 20% 50%

55%

Otros InnovaChile

49% 43%

CONICYT 2009

2010

2011

2012

Fuente: DIPRES Tasa de Cambio $501,34 pesos chilenos (valor promedio dólar a enero 2012) Estimación en pesos chilenos, valores 2012.

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El presidente de CONICYT ha denominado “El Atajo” a un conjunto de cuatro ideas fuerza que rigen durante el periodo 2011 - 2014. Estos ejes de acción son: sustentabilidad, competitividad, globalización y encantamiento.

Doctorado Nacional

2008 2009 2010 2011 2012

Postulados

784

908

879

951 1.023

Adjudicados*

541

602

606

607

Tasa Adjudicación 69%

Sustentabilidad:

609

66% 69% 64% 60%

* Incluye recursos de reposición (actualizado a junio 2012)

el objetivo es fortalecer la investigación básica, aumentando el apoyo a los proyectos FONDECYT y a los investigadores de posdoctorado. En este sentido, hemos mejorado y aumentado las becas tanto nacionales como en el extranjero, a través de Becas Chile, se ha impulsado la creación de centros de investigación de excelencia en áreas prioritarias (FONDAP) y se ha fortalecido el programa de Astronomía. La meta es lograr una ciencia que se sustente sobre sí misma. En los últimos tres años hemos dado 1.079 becas de doctorado al extranjero y 1.822 becas de doctorado nacionales. Las tasas de aprobación de estos programas son altas, superiores al 50%. Las becas al extranjero están concentradas en las ciencias sociales, mientras las becas nacionales se enfocan en programas de ciencias naturales. Otro contraste se observa entre las áreas de estudio de las becas para doctorados y magíster, en donde los primeros se centran en ciencias naturales, y los segundos abordan en su mayoría estudios en ciencias sociales.

Doctorado Becas Chile Postulados

2008 2009 2010 2011 2012

1.032 1.223 1.592 482

Adjudicados*

541

Tasa Adjudicación 43%

543

446

229

591 334

44% 28% 62% 57%

* Incluye recursos de reposición (actualizado a junio 2012)

Disciplinas OECD 2009 - 2011 100% 90%

11%

10%

80%

14%

70%

9%

44%

5%

50%

16%

30% 10%

Cs. Médicas y de

5% 3% 14%

la Salud

46%

20%

Cs. Sociales

Cs. Agrícolas

60% 40%

Humanidades

Ing. y Tecnología

23% Cs. Naturales

0% Doctorado Becas Chile

Doctorado Becas Nacionales Fuente: www.becasconicyt.cl

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4% 5%

7%

Becarios a junio 2012 12%

Ciencias Naturales

7% 34%

13%

Cs. Médicas y de la Salud

13%

Ciencias Agrícolas Ingeniería y Tecnología

16%

14%

50% 25%

Humanidades Ciencias Sociales

n: 3.987

n: 2.482 Doctorado

Magíster

Fuente: www.becasconicyt.cl

Por su parte, FONDECYT cumple 30 años, llegando a niveles muy altos de aprobación, gracias al crecimiento de sus presupuestos, seleccionando siempre propuestas de calidad. En el último concurso se aprobaron 239 proyectos, cifra que triplica a los elegidos anteriormente, con la entrada de investigadores al sistema. Los programas de iniciación también han aumentado, crecimiento que continuará en la medida que los posdoctorados accedan a ellos. Los investigadores jóvenes que postularon al último concurso regular tuvieron un 61% de aprobación. El año 2012 hubo 2.400 proyectos en ejecución, y para el 2013 se espera subir a los 2.800. Con respecto a los datos de las becas de posdoctorado entregadas por Becas Chile, también ha aumentado el número de aprobados. En investigación aplicada, han aumentado los proyectos FONDEF y se ha desarrollado un nuevo programa, IDEAS, con dos concursos para investigación tecnológica. La aprobación bordea el 16%, esperando mejoras a través del tiempo. Por su parte, el FONIS se dedica a la investigación en salud, a través de proyectos con una duración máxima de 18 meses, cofinanciados por el Ministerio de Salud. Un tema importante es la inserción de los investigadores jóvenes en el sistema, para lo cual se creó en 2012 un concurso de apoyo al retorno de investigadores chilenos, que hicieron su doctorado en el extranjero, o de extranjeros con residencia definitiva en Chile. Este programa aporta del orden de 20 millones de pesos, privilegiando la integración en regiones. Además, se encuentran los concursos de inserción en la Academia e inserción en la Industria, donde CONICYT cofinancia el sueldo del investigador, con el objetivo de que al tercer año sea contratado definitivamente en la universidad o empresa. En investigación asociativa, hay 13 centros basales, que reciben unos USD $2 millones por 10 años, esperando financiar 4 nuevos basales este 2013. A ellos se unen 8 centros FONDAP en áreas prioritarias, con presupuestos semejantes a los basales, y se esperan 4 más este año. Existen 4 centros de servicio de equipamiento mayor compartido, y dos centros en investigación en educación. Actualmente, hay 24 anillos de investigación en ciencia, tecnología y Antártica, 11 anillos en ciencias sociales y 15 centros regionales (dos en Valparaíso). A estos datos se agregan los 4 centros internacionales de excelencia que se instalaron en Chile a partir de 2011 (Fraunhofer, CSIRO Chile, ICE Food-Wageningen e Inria Chile). Así, la inversión en el Sistema Nacional de innovación llegará en 2013 a los 102.2 millones de dólares.

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El Sistema Nacional de Investigación cuenta con una gran integración de todos los instrumentos. CONICYT busca incentivar la creación de conocimiento e ideas, que puedan ser financiadas y que se vinculen, tras su desarrollo iniciar, con la empresa, contando para ello con la ayuda de Innova Corfo.

Competitividad: el segundo punto de “El atajo” busca que Chile sea un país competitivo a nivel mundial, lo que se define a través de tres ejes de acción. El primero es el FONDEQUIP, que financia equipamiento mediano. Para aquellos equipos, necesarios en el país, pero que por sus costos escapan a nuestras posibilidades, se quiere ofrecer acceso a nivel internacional a través de estadías de investigación en laboratorios que cuenten con esos equipamientos mayores. Un segundo punto es el acceso a información científica: durante 2012 y 2013 CONICYT paga el 100% del acceso a todas las revistas científicas, por lo que las universidades ya no tendrán que cofinanciar el acceso a las publicaciones a nivel país.

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Globalización: el tercer punto busca insertar a Chile en el contexto mundial. Para ello, CONICYT se ha centrado en la firma de convenios binacionales estratégicos, como los cerrados con la Asociación Helmholtz, en Alemania, con los institutos Max Planck, también en Alemania y en Estados Unidos con la National Science Fundation. Hay acercamientos también con organismos de China e India, y existe el Plan Chile-Massachusetts, para desarrollar intercambios y colaboración en investigación. Durante 2013, se aumentarán significativamente los fondos para colaboración internacional, a través del departamento de relaciones internacionales. El objetivo de esto es promover Chile como un lugar atractivo, dadas las condiciones especiales con que cuenta nuestra geografía, un proyecto llamado “laboratorios naturales” que busca replicar la experiencia de la Astronomía nacional en otras áreas. Algunas propuestas en este sentido son: “Poblamiento de América, el Hombre en zonas áridas”, aprovechando las condiciones muy particulares en el norte de Chile, en donde se encuentran las momias más antiguas que existen en el planeta; “Astronomía”, conocidos son los cielos chilenos y sus características; “Energía Solar”, aprovechando el desierto y la cantidad de luminosidad; “Megaciudades”, con los problemas en Santiago que se pueden comparar con otros países; “Ciencia Polar”, aprovechando el acceso a la Antártica y áreas como “Cambio climático” o “Biodiversidad” aprovechando además las diferentes condiciones geográficas que hay en el país; el estudio de “Extremófilos” es otra área de interés que toma en cuenta las situaciones extremas, naturales en algunas zonas, así como el desarrollo de la “Sismografía”, estudios en “Educación” y, finalmente, estudio del “Pacífico Sur”. Algunas de estas áreas ya están siendo financiadas a través de centros de investigación, otras todavía queda por potenciar y por desarrollar.

Encantamiento: Finalmente, el cuarto eje es el de la transmisión a la sociedad de lo importante que es desarrollar investigación en Chile. Es fundamental dar a conocer qué es lo que se hace en el país y poder entregar a la ciudadanía la idea de que “La ciencia nos cambia la vida”. Para ello se ha reformulado el Programa Explora, en un Explora 2.0, y se ha trabajado con el Consejo Nacional de Innovación un programa nuevo, muy exitoso, llamado Chile Va!, destinado a incentivar vocaciones científicas en jóvenes talentosos. Junto a esto, se busca generar una mirada más emprendedora en el país, y para ello se ha creado un nuevo instrumento piloto a través de FONDEF, el VIU, donde se busca que estudiantes de último año de ingeniería generen ideas emprendedoras. Otro programa da acceso a los alumnos de pregrado a laboratorios que hemos llamado “de clase mundial” a través de estadías. El objetivo de estos dos programas es formar redes de emprendedores. Una última novedad es que CONICYT trasladará su sede este 2013 a un nuevo centro institucional, en donde se reunirá el trabajo que actualmente se desarrolla en 9 casas en torno a la Plaza Bernarda Morín. Se espera, así, terminar este año con la inauguración de este nuevo edificio de la ciencia.

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La Iniciativa Científica Milenio (ICM) se creó en 1999, con el apoyo los tres primeros años del Banco Mundial. Se basa en la creación de dos tipos de centros: los Institutos y los Núcleos. Es un fondo público, altamente competitivo, un modelo pionero que pretende ser replicado en otros países en desarrollo. El objetivo es crear, en base a los mejores científicos, centros de excelencia que cuenten con la autonomía, flexibilidad y los recursos suficientes para llevar a cabo sus investigaciones. Institutos y Núcleos agrupan a científicos de una o varias universidades o centros de investigación, en torno a un área específica. Los Institutos tienen unos diez investigadores asociados, reconocidos a nivel nacional e internacional, y cuentan con entre 100 y 200 personas. Cuenta con 800 millones de pesos anuales, con una duración de cinco años, al cabo de los cuales son evaluados por una misión extranjera y en base a ella el Consejo Directivo decide si continúan por otro periodo. Los Núcleos son grupos más pequeños, de tres o más investigadores, entre cuarenta y setenta personas, con una financiación de 180 millones de pesos para ciencias naturales y exactas y 70 millones de pesos para ciencias sociales, y tienen una duración de tres años. La diferencia con los Institutos está dada por su tamaño, y por la forma de evaluación, ya que al término del primer trienio entran a una “renovación competitiva”, un concurso en donde son evaluados junto a los proyectos nuevos que postulan ese año. Además, los Núcleos se orientan a apoyar a investigadores jóvenes, siguiendo la sugerencia dada por el Banco Mundial. Desde su formación, la Iniciativa ha crecido. Los cinco Institutos iniciales han dado paso a seis, y esperamos llegar a ocho el próximo año. Los Núcleos de ciencias naturales y exactas han pasado de cinco a 16. Hoy contamos con un presupuesto que ronda los 9.100 millones de pesos y serán 10.300 millones el próximo año. En cuanto al número de investigadores, en 2011 teníamos 2.400 científicos, cifra pequeña para Argentina y Brasil, pero que para Chile es importante. 1.600 son estudiantes un 46% de ellos de doctorado. En los últimos seis años, el 56% de nuestros recursos han ido a biología, biotecnología y ciencias médicas, lo que indica una fortaleza importante en Chile. Le siguen ingeniería y física con 9% y las ciencias de la tierra con un 5%, cifra baja si pensamos que éste es el país más sísmico del mundo. En tecnología e informática también hay una debilidad, apenas un 3%, en matemática 2%, astrofísica 4% y química 2%. Por su parte, las ciencias sociales suman un 5% de nuestro presupuesto. Cabe destacar que no existe otra priorización que la calidad de las propuestas presentadas, que son evaluadas por un comité 100% extranjero que selecciona los proyectos y propone la adjudicación de los fondos.

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Distribución de Fondos Asignados(%) según área temática correspondiente a los Centros ICM adjudicados

Biologías, Biotecnologías y Cs Médicas 56% Física 9%

Ingeniería 14%

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Este programa se creó de forma muy particular, situándolo en el Ministerio de Planificación, fuera del tradicional Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. La razón de esta decisión fue la intención de implementar elementos novedosos, como por ejemplo, la evaluación de los proyectos a través de un comité de programa 100% extranjero, formado por 13 científicos de muy alto nivel, que proponen además medidas para ir mejorando. Pueden postular a nuestros fondos centros independientes que no estén adscritos a ninguna universidad. Otra innovación fue entregar los fondos directamente a los centros, lo que elimina la rigidez en el control y uso de los recursos, limitando la burocracia. Se creó un esquema obligatorio para estos centros, en donde no solo deben estar abocados a investigación y formación de jóvenes, sino que deben destinar una parte de su presupuesto obligatoriamente a proyectarse al medio externo, es decir a la industria, al sector educacional, al sector público, y a la sociedad en general. A todo esto se suma la creación en 2005 de un fondo para financiar redes formales de colaboración, a través de un esquema bien definido, porque creemos que esta es un componente clave en el éxito del desarrollo de cualquier programa de investigación científica y tecnológica. Finalmente, otro punto original es la modalidad de concurso. Se trata de postulaciones en dos etapas: primero se invita a presentar un anteproyecto, de alrededor de siete páginas, más el currículum de cada uno de los investigadores asociados. Luego de una primera selección, quienes siguen son invitados a presentar proyectos definitivos, con mayor detalle, en un formato que no supera las 20 páginas más el currículum extendido de los asociados. Estos proyectos son visitados por el comité científico extranjero, que entrevista a los finalistas y en función de eso hace su jerarquización y su recomendación para las adjudicaciones. Dado que se trata de un modelo piloto, el Banco Mundial ha querido evaluar rigurosamente la evolución de la ICM a lo largo de estos 13 años, teniendo 5 evaluaciones de paneles independientes extranjeros y dos evaluaciones nacionales o consultorías que miden el progreso de la ICM como un todo. A esta tarea se suman las evaluaciones permanentes de las memorias anuales de nuestros Institutos y Núcleos, que son enviadas a expertos extranjeros para que informen sobre el avance de cada centro. Finalmente, están las evaluaciones que cada centro hace antes de presentarse a un concurso, en donde un panel extranjero lo evalúa para recomendar su continuidad por una segunda etapa. Los reportes de las evaluaciones al Programa ICM se pueden encontrar en el sitio de la ICM, http://www.iniciativamilenio.cl.

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Publicaciones ISI por Investigador Asociado/año, antes y durante la operación de Institutos y Núcleos

La productividad de nuestros centros es medida siguiendo una metodología que toma en cuenta la productividad de los investigadores asociados de Institutos y Núcleos antes que fueran creados como centros, en comparación con su desempeño durante el desarrollo de éstos. Formalizar este ejercicio requirió más de un año, pues la consultora extranjera debió primero definir una metodología de evaluación de centros de excelencia, que es bastante compleja. Además, se solicitó una comparación entre los resultados de nuestros centros con algunos pares en el extranjero. En el caso de los Institutos, se evalúa la productividad de los cinco años previos a la formación del centro y durante los nueve años de operación. Para los Núcleos, se miden los tres años anteriores y los tres o seis años de operación (no hay datos de los Núcleos en Ciencias Sociales por que habían partido hacía solo un año). En todos los casos, el balance ha sido positivo y los investigadores han visto incrementada su productividad.

Los Institutos aumentaron un 15% sus publicaciones ISI, por ejemplo, mientras los Núcleos, que partieron de una base más baja, subieron un 21%, promediando un 19% de aumento y llegando a las 2,9 publicaciones ISI por investigador asociado por año. En términos de publicación de libros casi no hubo ningún impacto en la creación de nuestros centros, pero el número de capítulos de libros aumentó sorprendentemente. Así, los Institutos aumentaron un 120% en este ítem, los Núcleos un 66% y se ponderó un 78% de incremento de publicación de capítulos de libros, más o menos medio capítulo de libro por investigador asociado por año. La consultoría registró también que nuestros científicos representan el 2% de todos los investigadores que hay en Chile, quienes produjeron el 8% de las publicaciones ISI chilenas.

La calidad de nuestra investigación es observada, en función de las publicaciones de cada especialidad, que correspondieron en el 10% y 50% superior de rango de citaciones internacional (según Essential Science Indicator), y su variación antes y durante la operación de Institutos y Núcleos. Se concluyó que los investigadores registraron un 8% de sus publicaciones en el 10% de las mejores, y dentro de la categoría del 50% las publicaciones de los científicos ascendieron a 54%. Es una cifra satisfactoria, si consideramos que la mayoría de la investigación científica y tecnológica, casi un 85%, viene de países avanzados del hemisferio norte; no obstante, hay que seguir mejorando.

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Formación de estudiantes y posdoctorantes por Investigador Asociado/año, antes y durante la operación de Institutos y Núcleos

Otro eje fundamental del Programa ICM es la formación de científicos jóvenes, ya que sabemos que el problema de nuestro país no es la calidad de sus investigadores sino su cantidad. Los resultados también sorprendieron en esta materia, ya que tenemos un aumento de un 130% entre estudiantes de pregrado y posgrado e investigadores de posdoctorado formados en los Institutos ICM, alcanzando un promedio de 6,4 jóvenes por cada investigador asociado. Los Núcleos aumentaron un 22%, ponderando así un 66%, entre ambos tipos de centros, de los que casi un 50% son estudiantes de doctorado. Si se considera el presupuesto de la ICM, éste representa más o menos el 2% de los 505 mil millones de pesos que se invierten en ciencia y tecnología en nuestro país. De acuerdo a la consultoría, los centros científicos generaron un 12% de los magister y 29% de los doctores producidos en el país. Sin embargo, cabe destacar que solo con los recursos de la ICM sería imposible alcanzar estos resultados, ya que por cada tres estudiantes que tenemos solo uno es becado por la ICM, mientras los otros reciben financiamiento externo para becas, fundamentalmente de CONICYT y MECESUP. Al margen de esto, cuando el Banco Mundial cumplió tres años con nosotros declaró en su informe que la ICM constituía lejos la fuente más relevante de formación científica avanzada en Chile. El impacto de la ICM también se refleja en términos de redes formales de colaboración, que se incrementaron en un 328%, mientras la proyección externa subió un 136%. Finalmente, en la comparación con otros centros extranjeros solo se pudo hacer una aproximación con los Institutos ya que la figura de un Núcleo científico no fue encontrada en otras partes del mundo. Tres Institutos ICM, fueron comparados con cinco centros similares de investigación de Finlandia, Australia, Nueva Zelanda y Brasil, quienes desarrollan la misma especialidad y cuentan con un financiamiento total similar a los centros ICM. Entre las conclusiones, se obtuvo que estos centros duplican a los nuestros en publicaciones ISI por investigador, pero en cambio, nuestros centros duplicaban el trabajo con estudiantes y la formación de investigadores jóvenes que las instituciones extranjeras, mientras el trabajo posdoctoral es más o menos equivalente. Una probable explicación podría ser que los centros extranjeros están dedicados esencialmente a la investigación, no a la formación, mientras nuestros centros están insertos en universidades, en donde cumplen un doble rol.

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Al cabo de estos años se han creado un elevado número de nuevas líneas de investigación, de donde han surgido varios resultados de connotación internacional, patentados o en vías de patentamiento. En esta ocasión solo citaré algunos ejemplos:

Scanners médicos: Un grupo de físicos en conjunto con médicos clínicos desarrollaron una metodología para darle solución al problema de los scanners médicos. Estos exámenes se pierden si el paciente se mueve durante la exposición. Con esta tecnología es posible recuperar esas imágenes y corregir errores, reduciendo los costos que significa repetir la prueba.

Firma magnética: Otro grupo de físicos desarrolló un mecanismo que previene la falsificación de firmas, registrando en una plancha magnética impulsos propios e inimitables que la persona hace al suscribir.

Vacuna para la salmonicultura: Nuestra industria salmonera sufre con la aparición de distintas enfermedades, como la producida por la bacteria Piscirickettsia salmonis. Anualmente se pierden entre 300 y 400 millones de dólares por esta causa, por lo que un grupo de ingenieros genéticos trabajó hasta dar con una vacuna a bajo costo y en breve tiempo.

Eficiencia en procesos: A través de modelamientos matemáticos se han desarrollado esquemas que introducen mejoras en los procesos productivos, aumentando la eficiencia y reduciendo costos en diversos sectores industriales como el forestal, minero, acuícola y en el sector público, entre otros. Este equipo de modeladores matemáticos ha recibido reconocimiento internacional, ya que sus resultados han sido adaptados también a compañías extranjeras, generando importantes impactos en su gestión.

Terapia génica contra el alcoholismo: Esta línea de investigación es seguida por otro de los Institutos. Las implicancias de este desarrollo también tendrían impacto mundial, ya que el alcoholismo es un flagelo que no solo afecta a nuestro país.

Vacunas chilenas: Existen dos vacunas que se han desarrollado en uno de nuestros Institutos. La primera es una contra el virus Sincicial, que se encuentra en fase de prueba con humanos. A ella se agrega la autovacuna contra el melanoma maligno, un tipo de cáncer de piel rápido, que ha sido probada en enfermos y que retarda el desarrollo de esta enfermedad.

DOCODE: Uno de los últimos descubrimientos, en vías de patentamiento, es un software que detecta plagios, o uso indebido del material obtenido de internet, llamado Document Copy Detection.

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Un caso emblemático es el Núcleo Milenio Centro de Investigación en la Web, cuyo reconocido trabajo llamó la atención de la empresa Yahoo! Research. Ellos contrataron a su director para formar un centro de investigación en Europa y otro en Latinoamérica, convirtiéndose éste último en un Centro Yahoo! en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Cabe destacar que todos estos logros no serían posibles de alcanzar solo con el apoyo de la ICM. Detrás está el acervo de las universidades, con toda su experiencia y destacados investigadores, el aporte de otros fondos concursables, fundaciones y otros. No obstante, la idea de reunir a los mejores científicos en torno a una determinada área otorgándoles los recursos suficientes con flexibilidad y autonomía, es en lo que nuestros investigadores coinciden que ha permitido el desarrollo de este tipo de avances. Pese a que los resultados que he destacado puedan mostrar otra cosa, nuestros centros están abocados principalmente a investigación básica. Muchos de ellos, han tenido la virtud de combinar esa investigación básica con investigación tecnológica estratégicamente orientada, aspecto importante que explica lo expuesto anteriormente. Cuando se habla de investigación básica diferenciándola de “investigación aplicada”, términos generalmente usados, estamos implicando que hay investigaciones que realmente van a la aplicación y otras que no. Los ejemplos antes descritos demuestran que esta diferenciación no tiene mayor sentido; demás está recordar que los grandes descubrimientos y aplicaciones para la humanidad han surgido justamente de las ciencias básicas, y por eso se le atribuye importancia. En nueve años, nuestros centros han desarrollado más de 188 actividades y proyectos relacionados con la industria, la salud, medio ambiente, entre otros. Además, en conjunto se han desarrollado con el sector educacional 48 actividades y más de 155 proyectos con el sector público, con derivaciones económicas y sociales relevantes. Para concluir, podemos referirnos a la trascendencia internacional que ha tenido el programa. Cuando se gestó, fueron invitados el Ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil y el entonces Secretario de Ciencias de Argentina, con el objetivo de montar un Programa ICM a nivel del Cono Sur. Chile fue el primero, y dos años después se unió Brasil con los “Institutos do Milenio”, también apoyados por el Banco Mundial. Luego se formaron los Programas de México y Venezuela, con quienes en 2001 se forma la Agrupación Programas ICM Latinoamericanos. En 2004 se crea en África del Este un Programa ICM que reúne a tres países, siendo el más reciente la ICM de Kazakhstan, que empezó a operar en 2010. Con todos estos países hemos desarrollado un trabajo colaborativo, ayudándoles en su implementación y estableciendo buenas relaciones. En los últimos siete años el programa ha sido invitado en 11 ocasiones para ser presentado en el extranjero como un modelo original de desarrollo científico, lo cual abre expectativas para su expansión más allá de nuestras fronteras.

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La agrupación se formó en 2008 en torno a demandas de los becarios CONICYT. Su misión es agrupar, organizar y representar a los y las estudiantes de posgrado UdeC, además de promover la comunicación, integración y colaboración de distintas disciplinas de investigación, fomentando redes regionales y nacionales de contactos entre profesionales de posgrado con el fin potenciar sus oportunidades de desarrollo personal y profesional.

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Esta presentación ha sido elaborada en conjunto con quienes participan de la AIP-UdeC, representando distintas áreas del conocimiento. Además, se han recogido comentarios y propuestas que se han generado en las distintas asambleas de la organización desde el 2008 a la fecha. En primer lugar, para hablar de ciencia en el 2050 es necesario hacer un análisis sobre el estado actual de la ciencia. En este sentido, el tema de la institucionalidad forma una pequeña parte del conjunto de asuntos que es necesario discutir cuando se habla de la política científica chilena. Junto a la institucionalidad, es necesario analizar el tipo de desarrollo económico que tiene Chile, basado en el capitalismo y el que, a nuestro juicio, debiera tener un fuerte componente de desarrollo social. Además, la investigación se encuentra inserta en una realidad local, y dado que este es un país multicultural, se debería tomar en cuenta toda esa diversidad, como por ejemplo la herencia de las culturas indígenas en cuanto a la interpretación de la vida y el entorno. Hay que discutir también temas de género, cómo se equiparan los roles de mujeres y hombres en la actividad científica y social. Otro punto importante de abordar es lo relacionado con las condiciones laborales de todos los que componen la actividad científica, entender que cada uno tiene un rol importante y todos debieran tener condiciones adecuadas de trabajo y salarios. Finalmente, es necesario discutir cómo se relacionan la educación y la formación de pensamiento crítico con el desarrollo de la ciencia, y cómo llegamos a otros a través de la difusión. Por esto, aunque es de suma importancia hoy discutir sobre la organización de la ciencia en Chile, sobre su futuro y la pertinencia de formalizarla en un Ministerio u otra estructura, o mediante acciones como la reactivación del rol consultivo de CONICYT, es central incorporar los elementos que se mencionan anteriormente y que forman casi el 90% de lo que está en juego, para no dejar de lado temas relevantes y problemáticas trascendentales. La Percepción de la Ciencia en Chile El Bloque de Ciencias, organización compuesta por estudiantes de pregrado de distintas áreas y carreras, y con la cual la AIP-UdeC ha colaborado en variadas actividades, realizó una investigación sobre la opinión de las personas sobre la ciencia chilena. Para esto realizaron una encuesta en el centro de la ciudad de Concepción. Cabe destacar algunos de los resultados obtenidos, por ejemplo, frente a la pregunta ¿conoce a algún científico chileno? el 67% dijo no conocer a algún científico nacional, un 25% no específica, es decir, dice conocer pero no es capaz de dar un nombre y apenas un 8% responde afirmativamente. De manera similar, al preguntar si recuerda algún aporte de científicos nacionales, un 68% respondió negativamente. Por último, al preguntar qué significa la expresión “desarrollo país”, un 80% la relacionó con la

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¿Conoces científicos/as chilenos/as?

mejora en la calidad de vida de todos, y no solo de algunos grupos de personas. Estos datos tienen que tomarse en cuenta al momento de hablar institucionalidad, puesto que es fundamental recoger lo que piensa la sociedad acerca de nuestro quehacer científico. Dentro de las conclusiones del estudio, el Bloque de Ciencias plantea las siguientes propuestas: 1. Promover otras formas de canalizar la investigación científica, generando instancias que evidencien las necesidades de la gente, no solo realizar divulgación y difusión de la ciencia. 2. Analizar la realidad del país y del mundo para así reconocer las necesidades que tenemos como pueblo. 3. Dejar de lado el individualismo y comprender que las necesidades colectivas son las que priman. 4. Generar instancias participativas, en las que se discuta para qué y porqué se necesita ciencia y tecnología. Para crear una alternativa al modelo que vivimos. 5. Incorporar las ciencias en la formación de las personas. Es fundamental entonces, definir qué entendemos por ciencia y, a partir de ahí, derribar algunos mitos. Uno de los principales, es el atribuirle a la ciencia un carácter desideologizado, esto es, entender la ciencia como actividad neutral en el plano de la ética, la política y las ideas, de lo que se desprende su mitología principal: la pretensión de la ciencia de constituirse en discurso verdadero, por encima de las ideologías, saberes y opiniones particulares, lo que finalmente termina por constituirla como ideología dominante.

25%

67%

8%

No

Sí, no

Sí,

especifica nombres

especifica nombres

De lo que usted conoce, ¿Recuerda algún aporte cientíco del país?

No 68%

Sí 32%

La expresión "desarrollo del país" significa: 79%

1% 6% 14%

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Que mejore la calidad de vida de todos

Que aumenten las exportaciones e importaciones

Que sigamos igual

Que mejore la calidad de vida de algunos


Esta pretensión de neutralidad, además de ocultar los intereses de las naciones dominantes detrás del desarrollo científico, termina por establecerla como una verdad absoluta y universal. Así, bajo este manto de neutralidad, el discurso científico ampara las lógicas de acumulación del capital, de disciplinamiento de los cuerpos y de normalización social. Ejemplo de esto es la primacía de la empresa privada y las grandes transnacionales en el financiamiento y apropiación de las investigaciones científicas, lo que determina qué se investiga y qué no. En el ámbito local, el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad deja clara esta orientación cuando señala que su objetivo es “Financiar proyectos de investigación que tiendan a la innovación, la cual se define como procesos y productos tecnológicamente nuevos que han sido validados por el mercado, y que deriven, en mayor o menor plazo, en productos o servicios comercializables que tienen un precio visible”. Con estos elementos entendemos que el modelo científico: Es europeizante, blanco, androcéntrico y heteronormativo. Deja de lado toda forma de conocimiento, experiencia y organización social que no se ajuste a su modelo. Las culturas indígenas, negras y orientales, entre otras, quedan relegadas a la categoría de mito y fuera del status científico. Estas características penetran en el sistema científico nacional, y las encontramos en nuestro sistema de postulación a Becas Chile, donde solo se selecciona a quienes eligen Universidades dentro de los primeros 150 lugares en el ranking mundial de instituciones universitarias. Las instituciones latinoamericanas quedan fuera de este listado, salvo la Universidad de São Paulo, Brasil. Por lo que, bajo esta lógica, quien desee especializarse en estudios de literatura o antropología de nuestra región, debe hacer su posgrado en Europa o Estados Unidos, renunciando a seguir programas de investigación en Perú, Bolivia o Argentina. Siguiendo este análisis, se entiende la función que se atribuye a la ciencia en la sociedad. En Chile hay problemas que podrían ser resueltos generando políticas públicas basadas en evidencia científica. Hay decisiones que deberían considerar las investigaciones previas, pero que en la práctica las han desestimado por completo. El colapso de edificios en Concepción tras el terremoto del 2010 se pudo evitar, si existiera una planificación del uso de suelo. Asimismo, los problemas medioambientales debido al relleno de humedales o las políticas sobre pesca, la falta de comprensión de la cultura mapuche, o el conflicto de la educación, entre otros, son asuntos donde estudios proponen soluciones que servirían para implementar políticas públicas. ¿Dónde están insertos estos estudios científicos en las políticas públicas?

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En un esquema general, podemos representar la relación entre el Estado y la academia de la siguiente manera: el Estado genera políticas públicas y a través de sus recursos financia las investigaciones científicas, las cuales con sus propuestas deberían entregar soluciones a los problemas sociales que existen o se generan. ¿Dónde está el problema de esta relación hoy? ¿Por qué todas las investigaciones que se generan con dinero público no tienen un impacto directo en la implementación de dichas políticas?

Esta relación fracturada entre Estado y Academia presenta una serie de síntomas, que han derivado en diversas manifestaciones de los científicos. El año 2007, académicos y estudiantes de posgrado se reunieron en la Plaza Bernarda Morín, frente a CONICYT, para solicitar un nuevo trato con la ciencia chilena. El 2009 la Contraloría determinó que hubo irregularidades en la entrega de becas nacionales. Todo esto se va sumando, lo que se refleja en las palabras del Dr. Juan Asenjo cuando dice que la institucionalidad de la ciencia en Chile es “Frágil, dispersa y obsoleta”.

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La AIP-UdeC ha detectado una serie de problemas que afectan la actividad de investigadores de posgrado. Un punto preocupante es la administración de las becas, puesto que se han establecido una serie de obligaciones que resultan abusivas. En caso de no cumplir estas obligaciones, CONICYT tiene la facultad de poner término a la beca y exigir la devolución de los fondos asignados. Esto es similar a que un trabajador despedido sea obligligado a devolver los sueldos pagados mientras se desempeñaba en la empresa o institución. Por otro lado, el convenio de la beca exige que el beneficiario firme un pagaré, en el que no se indica el monto a cancelar ni la fecha de pago. Frente a esto, CONICYT se resguarda obligando al becario a entregar total potestad para rellenar estos datos cuando CONICYT lo requiera, mediante la firma de un mandato redactado para tal efecto. Más aún, en caso de hacerse efectiva la solicitud de devolución de fondos, la deuda es heredable a los sucesores del becario, los que deben, además, cancelar los gastos derivados del trámite. De esta forma, se está concibiendo la beca como un préstamo, lo que no tiene ninguna lógica posible, ya que estos son fondos públicos, no privados. Algunos de los principales problemas que pueden observar en la administración de CONICYT son: Estipendio correspondiente a marzo 2012 de becarios magister impago. (Aunque el convenio estipulaba el pago por el monto total de 12 meses). No hay entrega de los convenios ni de los pagarés a los becarios, a menos que se solicite a CONICYT, situación que en años anteriores no ocurría, ya que eran enviados a los becarios directamente. La convocatoria de becas para magíster y doctorado 2013 dejó fuera de bases a estudiantes de segundo año y a quienes se encontraban con su título en tramitación. (Se intentó resolver esto mediante un decreto, pero no se aprobó antes del cierre de convocatoria, dejando a gran cantidad de postulantes fuera del sistema). Pago único y anticipado de tres meses de estipendio. El pago era mensual en años anteriores, cambiando arbitrariamente y sin consultar a los becarios. Las becas para posgrado no pueden ser vistas como un beneficio social, ya que, al igual que los académicos, los postgrados no trabajan solo para completar sus estudios, sino que también son un elemento estratégico en el desarrollo de la ciencia y de un proyecto país. Por ello la beca no puede ser concebida como un préstamo, sino como una remuneración al trabajo realizado.

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El año 2009 realizamos un Censo, en el cual se caracterizó a los estudiantes de posgrado UdeC desde el punto de vista socio-económico, productividad científica y percepción de los programas. Un resultado que destacó fue que los becarios CONICYT en la UdeC representaban solo el 25% de los estudiantes de posgrado. El 75% restante dependía de ingresos propios y becas de otras instituciones; es decir, tres cuartas partes de los investigadores de posgrado no tienen financiamiento directo del Estado.

Beca Conicyt Ingresos propios Otra Beca DP e Ingresos Los padres Beca del programa Programa e ingresos propios Conicyt y DP Empleador DP y padres Otra beca e ingresos propios DP y otra beca

Otro ítem es la dedicación de los investigadores a sus programas de estudio. Casi un 50% de los estudiantes se dedican en forma exclusiva y solo un 17% desarrolla otra actividad en tiempo parcial. En los resultados preliminares del segundo censo (2012), no se ven cambios, pese a que se incluyó la categoría “cesante” para identificar a los estudiantes que no reciben ningún tipo de remuneración (ni beca, ni sueldo), que alcanzan un 4%.

Sin trabajo (dedicación exclusiva posgrado)

47,9%

Tiempo parcial, honorarios (boleta)

Situación Laboral

Financiamiento del posgrado

Beca Dirección de Posgrado

Tiempo parcial, contrato a plazo fijo

17,2% 6,3%

Tiempo parcial, contrato indefinido

4,7%

Tiempo completo, honorarios (boleta)

4,9%

Tiempo completo, contrato a plazo fijo Tiempo completo, contrato indefinido

7,8% 11,2%

Se están formando investigadores cuya experiencia laboral radica solo en la academia . Por lo tanto, la posibilidad de inserción laboral es trabajar en la Universidad o en Centros de Investigación. Considerando el número de doctorados que hay hoy en formación, es urgente responder la pregunta que hace el Dr. Jorge Babul, presidente del Consejo de Sociedades Científicas de Chile, en una carta enviada a los medios de comunicación, en la que plantea que se han otorgado 13 mil becas, mientras en el sistema de educación superior trabajan solo 6 mil académicos. ¿Cómo se va a evitar la “debacle”?

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La solución a estos problemas no vendrá sólo con la denuncia, es fundamental atender a las propuestas de las organizaciones involucradas en la discusión de las políticas públicas y universitarias relacionadas con el tema. Es por ello que la AIP-UdeC ha hecho énfasis en algunos puntos que se consideran de suma relevancia a la hora de discutir sobre Institucionalidad Científica:

REGLAMENTAR un régimen que otorgue plenos derechos laborales a los posgrados (salario acorde a las horas trabajadas, estabilidad laboral, salud, jubilación, vacaciones remuneradas, aguinaldo, derecho a sindicalizarse, entre otros), acompañado por un cambio de denominación para la figura de “Capital Humano Avanzado” por el término “Investigador/a en Formación”.

DEMOCRATIZAR todas las instancias de toma de decisiones, tanto a nivel gubernamental como en los lugares de trabajo, y de esta forma crear una estructura institucional de transición que contemple la participación de todos los estamentos.

INCENTIVAR

la formación de grupos trans o multidisciplinarios, de esta forma se puede hacer frente a la microespecialización que impide la integración de las diferentes áreas del conocimiento.

REORIENTAR

la política científica en base a las necesidades de la población, atendiendo a la realidad local y las reivindicaciones sociales, respetando y rescatando los saberes ancestrales y la identidad propia.

IMPULSAR un desarrollo tecnológico que permita dar el paso de un país exportador de materias primas, a uno cuyo desarrollo económico esté centrado en la producción de valor agregado y que beneficie a la sociedad en su conjunto. Creemos que, abordando todas las aristas que se han planteado, es posible lograr que el desarrollo científico apunte a la construcción del país que todas y todos queremos. Un ejemplo de cómo la ciencia puede orientarse en función de las necesidades de la sociedad es el documental “Nostalgia de la Luz”, de Patricio Guzmán, donde una familiar de un detenido desaparecido sueña con que, “ojalá los telescopios no miraran solo al cielo, sino que debieran traspasar la tierra, para poderlos ubicar... sería como barrer la pampa con un telescopio... hacia abajo... y bueno, después darle las gracias a las estrellas que los encontramos”.

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La Asociaci贸n Nacional de Investigadores de Posgrado nace en abril de 2008. Su misi贸n es ser el interlocutor entre la comunidad de investigadores en posgrado y la sociedad, buscando velar por los intereses y bienestar del investigador, as铆 como promover la retribuci贸n a la sociedad con sus conocimientos y competencias.

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Pensar la ciencia chilena a largo plazo, contemplando las estructuras que tenemos actualmente se hace un poco complicado. En esta presentación intentaremos hacer preguntas, para que nuestra imaginación pueda avanzar hacia ese futuro que esperamos construir. La ANIP es una organización que entiende a los investigadores no solo como beneficiarios de recursos del Estado, sino que también como actores involucrados en el quehacer del país por medio de la retribución a la sociedad, por los beneficios ofrecidos por el Estado. En su visión, la ANIP busca posicionarse como “un referente científico nacional en el debate social, que aporte en políticas públicas y logre el reconocimiento y valoración del investigador en posgrado de parte de todos los actores de la sociedad”. Su objetivo es agrupar a los investigadores que cursan programas de posgrado en Chile y en el extranjero, sean éstos magíster, doctorados o postdoctorados. A corto y mediano plazo, buscamos participar activamente en la generación y discusión de las políticas públicas sobre investigación, y generar propuestas sobre el mejoramiento de los sistemas de formación del hoy llamado Capital Humano Avanzado. Nos motiva ser parte activa del desarrollo de la ciencia y tecnología en Chile, y velar por el bienestar de nuestras y nuestros asociados como actores relevantes en este proceso. Para nosotros, la institucionalidad y la formación de Capital Humano Avanzado son pilares de algo mayor, esto es, la Política de Investigación para Chile. Así, queremos mostrar cómo la falta de una institucionalidad robusta y acorde con las necesidades del país afecta no solo en la formación de investigadores en posgrado, sino que también a las proyecciones que se esperan concretar para el año 2050. A nivel nacional, CONICYT ha aumentado la entrega de becas para doctorado y magíster en los últimos 6 o 7 años. Este incremento ha sido sostenido y bastante alto. En el caso del programa Becas Chile, su evolución ha sido algo irregular, mostrando años en los que sube el número de becarios, y otros en los que las cifras bajan. Estas inflexiones obedecen a cambios en las bases, que van regulando poco a poco cómo se hace la entrega de estos beneficios. Si observamos la cantidad de becas que se dan en las diversas áreas, es importante ver que el número de investigadores de las ciencias sociales y humanidades es alto, incluso aquellos que se van fuera del país. Esto contrasta con el nivel de participación de los investigadores en posgrado, en donde muchas de las organizaciones locales o nacionales de investigadores, han sido creadas, principalmente, por profesionales de las ciencias naturales. No obstante la integración de las ciencias sociales y humanidades a las asociaciones de investigadores refleja la necesidad de incorporar sus experiencias y propuestas en las discusiones sobre desarrollo científico.

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Incremento constante de becas de Magíster y Doctorado para programas de posgrado nacionales.

Por otro lado, tenemos las cifras de inserción de capital humano avanzado en la academia. Cuando nació el programa Becas Chile no existía ninguna forma de apoyo a los investigadores que egresaban de sus estudios de posgrado, por lo que en 2009, CONICYT crea un programa de reinserción que, creemos, nace a la luz de un problema que se visualizaba ya en esa fecha. Este problema fue recogido y señalado muy bien por el Dr. Jorge Babul cuando se pregunta qué se hará con los 13 mil nuevos doctores que tendrá el país en muy poco tiempo más. Los programas de reinserción de capital humano, en las universidades o centros de investigación, no superan los 20 o 25 proyectos por año, frente a las dos mil becas que se han entregado. Por otro lado, las cifras que muestran la inserción de investigadores en el sector productivo son aún menores. De este modo, no sólo podemos responsabilizar a la institucionalidad estatal, ya que tampoco el sector productivo se ha mostrado

interesado en aprovechar la inversión que se está haciendo en la formación de profesionales e invertir en sus investigaciones. Esto es una falencia preocupante, que no ha sido corregida y que afecta no solo a los investigadores que van a regresar desde el extranjero, sino también para los que optaron por realizar sus programas de posgrado a nivel nacional. Si bien Chile cuenta con una serie de organizaciones vinculadas al desarrollo de la ciencia, que en conjunto forman algo que podríamos decir que ha servido, nuestra apreciación como asociación es que no es suficiente. Al fin y al cabo, la institucionalidad que tenemos no está considerando realmente a todos los actores implicados para generar una política que responda a las necesidades del país. Una política que no conste de la creación de programas o decretos que den soluciones a corto plazo, sino que sea un programa de largo plazo, consensuado por todos los actores.

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Inconstante entrega de becas de Magíster y Doctorado para programas de posgrado en el extranjero en el periodo 2008 -2012.

En el organigrama de CONICYT se puede ver que no existe en ningún punto una instancia en donde tanto los investigadores en posgrado, como la comunidad científica en general, puedan inmiscuirse en los temas de generación de política científica. Esto es un problema, ya que quienes están tomando decisiones pueden no tener conocimiento cabal de cuál es la realidad en el ámbito de la investigación. Por lo tanto, tomando en cuenta la organización que hoy existe, nos preguntamos ¿Qué investigación queremos para Chile en el año 2050 desde las políticas de desarrollo de Capital Humano Avanzado? En los últimos tres años, el presupuesto destinado a ciencia ha crecido, y seguramente va a seguir ocurriendo así en los próximos años. Esperamos que para el 2050 se continúe aumentando el financiamiento de la investigación, pero esperamos que entonces no tengamos que estar aspirando a llegar al 2,3% del PIB, que es el promedio de la OECD, sino que ojalá lo hayamos superado hace mucho, porque sin duda las demás economías para esas fechas habrán avanzado muchísimo más. Con un 0,4% del PIB dedicado a ciencia, Chile tiene entre 0,35 y 0,4 investigadores por millón de habitantes. En este caso, el promedio de la OECD está en 3,5. Nuevamente, para el 2050 esperamos un crecimiento amplio en esas cifras. Por otro lado, el sistema universitario está en una situación crítica. En el último tiempo hemos visto en la prensa todos los problemas de la Comisión de Acreditación, por lo tanto es necesario pensar en qué universidades tenemos en nuestro país. Tomando en cuenta el número de artículos indexados en revistas ISI en los años 2000 al 2011 por cada universidad, notamos que entre ellas no hay universidades privadas. La gran cantidad de instituciones privadas de educación superior que hay en nuestro país no están generando la investigación que aseguran estar generando, tarea que recae en las universidades estatales o tradicionales.

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Se ha anunciado que hacia el año 2018 Chile llegará a ser un país desarrollado. ¿Pero desarrollo de qué? Si se considera exclusivamente en términos de crecimiento económico, vamos bien, pero el término desarrollo no se limita a eso. El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indica que no se habla solo de alcanzar un cierto PIB per cápita, sino que se observan transversalmente distintos factores, por lo que recomienda analizar el índice de desarrollo humano para valorar el avance de un país. En este sentido, se han empezado a generar investigaciones que apuntan a considerar la relación entre crecimiento económico y el desarrollo humano, por lo tanto es necesario definir ¿Qué es desarrollo humano, para este programa de la Naciones Unidas?: “El Desarrollo Humano es la expansión de la libertad de las personas para vivir vidas largas, saludables y creativas; para procurar aquellos fines que tienen razones para valorar, y para comprometerse activamente en dar forma a un desarrollo equitativo y sustentable en un planeta compartido.Las personas, individualmente y en grupos, son tanto los beneficiarios como los conductores del Desarrollo Humano”. (Human Development Report, 2010)

El incremento de la inversión fomenta el desarrollo del país al generar oportunidades que permiten a las personas avanzar en función de sus propias proyecciones, fomentando el Desarrollo Humano. Esa idea es lo que promueve el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quienes definen como Desarrollo Humano al proceso por el cual las personas expanden sus opciones de vida. De esta forma, el PNUD ha sugerido que para poder desarrollar una buena política pública, se deben tomar en cuenta tres variables: oportunidades, factores de apropiación y escenarios. Pondré un ejemplo de políticas públicas actual: imaginemos a un estudiante en Punta Arenas, que quiere postular a un programa de posgrado. Si ese estudiante se percata que su programa de estudios no existe, entonces aquel profesional no tendrá una oportunidad real de formarse. Supongamos que la Universidad de Magallanes abre la convocatoria para un programa de estudios que es de interés del postulante, pero esta persona no cuenta con los medios económicos para poder pagar el programa y además solo puede postular a las becas desde Santiago, entonces en este caso, no existen los factores para que el investigador se apropie de la oportunidad que se le dio (estudiar el programa

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de posgrado), lo cual le impide desarrollarse, porque no tiene la libertad completa para hacerlo. Finalmente, el estudiante obtuvo una beca, entró al programa que él quería, terminó sus estudios, pero no tiene donde continuar su investigación, entonces no existe un escenario para que el profesional se pueda seguir desenvolviendo en el ámbito que él desea, lo cual implica que su desarrollo sea incompleto. Por lo tanto, si dentro del desarrollo de las personas se toman en cuentan estas tres variables (oportunidades, factores de apropiación y escenarios), entonces se pueden generar capacidades y con ellas la libertad de elegir, que es lo que básico para llegar al bienestar. De este modo las políticas de desarrollo permiten acrecentar el bienestar subjetivo por medio del incremento de la agencia mediante el desarrollo de las capacidades de los individuos. No obstante, hoy en día contamos con decretos y bases de postulación que no tienen incorporados todos estos elementos, e incluso quitan oportunidades que tiempo atrás se tenían consideradas. Hoy en día, si el estudiante de pregrado no tiene su título de licenciado no puede postular al magíster, condición que antes no existía porque CONICYT entendía que los periodos de postulación no coincidían con el término del año académico. Lo mismo ocurre en el caso del pago de aranceles: si bien es cierto que los investigadores reciben casi dos veces el sueldo mínimo, deben destinar parte de ese dinero para pagar el arancel de sus programas de estudio minimizando así sus posibilidades de desarrollo personal. Y otro detalle no menor, es que los montos por concepto de cobertura de salud llegan a los 407 mil pesos, que resultan en unos 34 mil pesos mensuales. Con esa cifra, ninguna mujer investigadora puede pagar un buen plan de salud. Un hombre sí, pero a una mujer no le alcanza. Una situación semejante viven los doctorandos. Evolución del ID_H en Chile 1980 - 2011 (valores actualizados)

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Los fondos que se le asignan son (Becas Chile) ns - nr

superiores en un 30% o más

superiores en un 10-29%

similares

inferiores en un 10-29%

inferiores en un 30% o menos

1% 1% 10%

21%

38%

29%

Número de personas que dependen del becario (Becas Chile) 4,14% 6,21%

0

31,03%

18,62%

1 2

40,00%

3 4 o más

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Tal como la AIP-UdeC, hemos empezado a investigar para tener datos que llevar ante las autoridades y proponer cambios al sistema. Entre las encuestas que hemos desarrollado, se les preguntó a los investigadores que están en el extranjero, cómo ven ellos su sueldo respecto del sueldo de sus pares en el exterior. El 50% siente que está por debajo de sus pares. En muchos casos, los sueldos mínimos en los países donde están nuestros investigadores superan la manutención que les da Becas Chile, por lo tanto no les alcanza para vivir. Por otro lado, quienes se van fuera de Chile tienen entre 25 y 30 años, por lo que muchos de ellos se van casados o con planes de formar una familia, razón por lo cual es claramente insuficiente el 5% extra que entrega la beca en caso de tener que mantener al cónyuge (que no puede trabajar sin visa en el extranjero) y a los hijos. Un dato importante de destacar con respecto a este tema, es que por lo menos la mitad de los entrevistados viaja con una o dos personas dependiendo de ellos, con lo que se les dificulta desarrollar su programa en el extranjero, teniendo que postular a otros fondos en el lugar en donde residen. Finalmente, se consultó por los escenarios futuros, es decir, si cada uno de los investigadores sabe dónde se va a desempeñar una vez terminada su beca y su programa de posgrado. Más del 60% dijo que no sabía qué iba a ocurrir con ellos.


¿Tiene usted definido dónde se va a desempeñar una vez terminada su beca? (según año de término de estudios, Becas Chile) 100% 90% 80% 70% 60%

50%

No

40% 30% 20% 10% 0%

2011

2012

2013

2014

2015

2016

Por lo tanto, tenemos problemas en las tres variables importantes para poder desarrollar una buena política de capital humano avanzado. Para generar bienestar en los investigadores, y con ello agencia, no basta tener becas, sino que éstas sean acordes con sus necesidades. Es necesario ofrecer becas complementarias, mejorar las condiciones de los contratos y los criterios de equidad, y ampliar los programas para postdoctorados e investigadores jóvenes. A continuación, una síntesis de conclusiones: Han existido avances en el crecimiento del presupuesto lo cual se ha traducido en un aumento constante en el número de becas para programas de posgrado. (Podríamos decir que va bien en cuanto a la necesidad de aumentar el número de investigadores) Actualmente no se observa una política clara de desarrollo de investigadores en posgrado. Esto se traduce, por ejemplo, en la insuficiencia de fondos y falla en el diseño e implementación de la política de inserción de Capital Humano Avanzado. Se espera un incremento en los fondos entregados por el Estado, que vayan en línea con una política pública de investigación, desarrollo e innovación. Si bien el crecimiento económico ayuda a que el país se desarrolle, no existe garantía que se llegue a la meta esperada solo con el incremento de la inversión sin tener una política clara y una gestión eficiente. La base de investigadores beneficiados por programas estatales, manifiestan que tales beneficios no son adecuados ni suficientes para desarrollar sus programas y por consecuencia, no incrementan del todo sus capacidades. (Fallas en factores de apropiación y escenarios) Debe existir un cambio en el paradigma actual, que no considere solo como factor primordial el incremento de la inversión para el crecimiento económico, sino que también contemple el desarrollo del país con una perspectiva de Desarrollo Humano.

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“Más Ciencia para Chile” es un movimiento ciudadano que se forma en 2010, a partir de la propuesta de Pablo Astudillo, investigador de la Universidad Católica de Chile, inspirado por el movimiento “Save British Science”. El equipo de trabajo cuenta con presencia en varias ciudades de Chile y en el extranjero, siendo apoyado por asociaciones y centros de investigación.

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Sin duda no es tarea fácil pensar Chile en el 2050. En especial debido a que desde la desaparición del MIDEPLAN, no existe una organización a nivel estatal que piense Chile a futuro. Y en términos de la Ciencia y Tecnología esto se repite, porque no existe una visión a largo plazo en términos de proyección y prospectiva. ¿Quién entonces está pensando actualmente en Chile hacia el 2050? Sin embargo, la comunidad científica y académica siempre ha mantenido una mirada en el mañana. Y desde hace por lo menos 40 años se está intentando abordar el tema de la institucionalidad para las ciencias, sin poder avanzar a pesar de numerosas propuestas. Lo que llama la atención es cómo, distintas entidades entre las que destacan nuestra Academia Chilena de Ciencias, el Consejos de Sociedades Científicas y el Consejo de Rectores (CRUCH), han tratado de pensar y proponer los cambios que deberían generarse a nivel de ordenanza de la ciencia en el país, y no han sido escuchados. Un clásico ejemplo de esto fue el encuentro Chile Ciencia 2000, donde se dio cita el mundo político, académico y científico y donde, a pesar de generarse propuestas concretas y un eventual compromiso del ejecutivo de la época, no quedo en nada. Es así como, si se repite la historia, bien podríamos llegar a los 100 años de discusión, organizando encuentro tras encuentro sin generar los cambios necesarios, a menos que logremos una fórmula que nos permita de una vez por todas llevar estas propuestas a buen puerto. Análisis y Proyecciones de la Ciencia Chilena 1993 Chile-Ciencia 2000 Análisis y Proyecciones de la Ciencia Chilena 2005 Planteamiento sobre Políticas Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación-CRUCH 2008 Agenda de Innovación y Competitividad 2010-2020 CNIC Institucionalidad para Ciencia, Tecnología y Desarrollo en Chile. Academia Chilena de Ciencias Y no es solo Chile Ciencia 2000, en las últimas décadas existen numerosas iniciativas que se han llevado a cabo con miras de avanzar. ¿Qué variable debemos esta vez considerar para que podamos generar los cambios que el sistema científico nacional necesita?

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Como movimiento, esperaríamos que dentro de las próximas décadas la ciencia chilena tenga un fomento real, comprometido y fundamentado para impulsar el desarrollo científico multidisciplinario, su impacto en el desarrollo social, económico y ambiental, y su relación con la formulación de políticas basadas en evidencia. Esto es muy importante, porque no necesitamos solo ideas, como por ejemplo pensar mover CONICYT al Ministerio de Economía porque creo que es mejor, sino que analizar dónde está la evidencia de que podría dar resultado. Lo mismo pasa con las políticas públicas en energía, en educación, en medio ambiente, ¿existe ciencia detrás de eso que las respalde? Por otro lado, una inquietud para nosotros es lograr la participación efectiva del mundo científico y ciudadano en los distintos niveles de la política científica nacional, es decir en su diseño, implementación, ejecución y evaluación. Esto no es solo que sean invitados a alguna jornada por alguna comisión y den su opinión, sino que participen en el proceso de toma de decisiones, y que la comunidad científica logre organizarse y generar mecanismos de representatividad reales que impulsen estos cambios. A continuación presentamos algunas propuestas que creemos es necesario tomar en cuenta.

Necesitamos un marco institucional sustentable, que permita:

La existencia de una “Política Nacional de CyT”, una ley de ciencia. En Chile, en 1988 se redactó el Plandecit, Plan Nacional de Ciencia y Tecnología. Sin embargo no fue más que un escrito ya que no pudo llevarse a cabo. Los documentos de CONICYT de la misma época intentan explicar por qué las iniciativas no podían llevarse a cabo. En ese contexto, la institucionalidad de la ciencia sufrió un retroceso, cuando CONICYT perdió su calidad de consejo asesor.

Diseño, coordinación, ejecución y evaluación de la política científica. Este es un tema complicado, pero uno puede ver cómo lo han hecho otros países, como Argentina y Brasil, y tomar notas. No podemos entregar este tipo de planificaciones a un solo organismo, que además cumpla la tarea de evaluarse.

Participación efectiva de la comunidad científica y la ciudadanía. Esto es básico, porque todos los actores tienen algo que decir y difícilmente vamos a poder llegar a un acuerdo sobre una propuesta concreta si no hay diálogo.

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En materia de inversión en I+D+i, es fundamental definir qué ciencia debemos financiar, pero no podemos responder a preguntas sobre ¿Cuánto invertir? ¿Cómo? ¿En qué y para qué? si no están los espacios donde podamos reunirnos a conversar. Esto se vincula con el tema de organización y participación. Nuestros científicos se reúnen en sus sociedades, pero no existe una comunicación real con otras organizaciones. Aquí, en cambio, hemos reunido a representantes de tres organizaciones de investigadores jóvenes, y se necesita crear muchas más. Es necesario fortalecer distintas formas de organización de la comunidad científica, de manera transversal y representativa. Una idea que surgió ya en el encuentro de Ciencia Chile 2000 fue la de crear encuentros nacionales de ciencia y tecnología. En este tipo de reuniones, el mundo científico tiene la oportunidad de contactar al mundo político, y abordar desde distintas líneas de investigación temas relevantes para el país. Lamentablemente, estas sugerencias no han podido ir más allá. Hoy, durante todo el día, hemos estado hablando de política, en el sentido de buscar el desarrollo de ciencia y tecnología nacional. Sin embargo, no hay políticos. La ciencia y la política deben acercarse. A través de la Fundación Más Ciencia esperamos poner a estos dos mundos a conversar. Hemos logrado algunas cosas, pero es muy delicado, porque entendemos que siempre existirán grupos de poder, ideológicos o económicos que deseen controlar ciertas discusiones. No hay que confundir la “política” con la “politiquería” o con la “politización” de temas como medio ambiente, educación, salud, etc., en donde actualmente sin duda existe un lobby no regulado. Probablemente a futuro también ocurra en asuntos de ciencia y tecnología. Nosotros no somos políticos, y para resguardarnos de caer en esta manipulación es necesario transparentar los procesos, exigiendo responsabilidades y fiscalización a nuestros políticos.

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Países con Ministerio de Ciencia Países sin Ministerio de Ciencia pero con Ministros de Ciencia Países sin Ministerio de Ciencia Países sin Información convincente o No Considerados

Como señalé, el objetivo de “Más Ciencia” es contribuir al análisis y discusión de una nueva Institucionalidad para las Ciencias. Con este objetivo, empezamos a elaborar un diagnóstico, ya que somos científicos, y como buen científico empezamos a buscar datos. Empezamos a ver qué pasa en otros países, cuáles son los puntos de vista sobre institucionalidad. De este análisis, surgió un documento que resume la experiencia internacional y que muestra distintas alternativas que se han tomado para orientar la ciencia y la tecnología en otras regiones, cuáles han sido más exitosas y que opciones no tienen un sustento en la experiencia. No queremos imponer la idea de que un

Ministerio es la solución a todos nuestros problemas, pero es significativo ver que existe una gran cantidad de países que han elegido esta figura y que además existen argumentos sobre ordenanza y gobernanza pública que lo avalan. Existe esta tendencia, sobre todo en países desarrollados, y en aquellas naciones que no lo poseen existe la clara intención de otorgar a la ciencia un rango equivalente al ministerial. Como podrán ver en los documentos que hemos preparado y que pueden descargarse desde nuestro portal, hemos ido más a fondo y hemos analizado lo que ocurre con las políticas de ciencia y tecnología en estos países. Cómo se elaboran, evalúan, coordinan y ejecutan.

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Es así como llegamos a la conclusión de que existe un modelo más o menos conservado, en donde hay una entidad que es la encargada de diseñar la política científica (un consejo asesor presidencial) y otro de ejecutarla y coordinarla (un ministerio de ciencia). Esto, en Chile, es algo temido por algunas personas del mundo económico, que creen que un ministerio sería “capturado” por los científicos, o prevén que se generaría un fenómeno de inconsistencia dinámica, en donde un gobierno hace sus planteamientos en ciencia y tecnología y el siguiente destruye lo anterior y construye otra cosa. Pero esto no ocurre cuando tenemos un plan de ciencia y tecnología encargado a un ente independiente y que sea representativo de la comunidad científica, como un consejo asesor presidencial. Así, las tareas de coordinación están en manos de un ministerio de ciencia y tecnología, la implementación puede quedar en un ministerio de ciencia o a veces en los ministerios de economía, y la ejecución en agencias como CONICYT o la ICM. La evaluación, entonces, está presente en cada etapa del proceso, en donde participan las sociedades científicas. En el caso chileno, este órgano evaluador debería estar integrado por el Consejo de Sociedades Científicas, la Academia de Ciencias, la comunidad científica del sector privado y otros organismos externos. Como señalaron los representantes de Argentina, una vez que se generó el plan de ciencia y tecnología en Argentina prácticamente no hubo discrepancia, porque todos los actores fueron partícipes de la toma de decisiones y de elaborar este pensamiento a futuro. En nuestro país, en cambio, esto no funciona porque las medidas son impuestas y la comunidad científica reacciona ante ellas. De nuestro análisis, que reunió la experiencia de 50 países, también se desprende que, en aquellos que no cuentan con un ministerio, como Estados Unidos o Inglaterra, de todas formas tienen una formulación en donde la generación de la política científica y su implementación están separadas. En Inglaterra, por ejemplo, la formulación política está en manos del Consejo para la Ciencia y Tecnología y de un Asesor Científico Jefe (CSA), mientras la coordinación e implementación están a cargo del Departamento de Negocios, Innovación y Destrezas y del Ministro de Estado para las Universidades y la Ciencia. En Estados Unidos, la formulación de la Política Científica y Tecnológica tiene una oficina específica para esto, mientras la implementación recae en numerosos organismos (NSF, NASA, NIH, NIST, NOAA entre otros). Por lo tanto, al decir que hay muchos modelos hay que tener cuidado, porque en verdad no son tantas las alternativas. Un caso excepcional es España, que ha cambiado su política científica debido a la crisis económica, eliminando el Ministerio de Ciencia y traspasando sus funciones al Ministerio de Economía. Se trata de una situación compleja, en donde los investigadores están buscando oportunidades incluso en nuestro país para continuar su trabajo, por lo que no podemos decir que tenga alguna injerencia el cambio de cartera.

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I. DISEÑO Comité Interministerial para la Innovación (CMI) (dependiente del Gobierno) El CNIC participa del CMI

CNIC

V. EVALUACIÓN Unidad de Evaluación y Política División de Innovación, Ministerio de Economía

II. COORDINACIÓN Ministerio de Economía División de Innovación

No hay participación de la comunidad científica

III. IMPLEMENTACIÓN Ministerio de Economía Academias de Ciencias

IV. EJECUCIÓN CORFO, Innova Chile

ICM

Sector Privado

CONICYT ?

No hay instancias de vinculación en la comunidad Sociedades Científicas

Comunidad Científica

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¿Por qué la comunidad científica se reúne frente a la Moneda? ¿Por qué los investigadores nos hemos manifestado en la calle? Porque van 40 o 50 años en donde, para generar políticas sobre ciencia y tecnología no se ha tomado en cuenta la opinión del mundo científico. Muchas iniciativas han caído en el olvido, o se han recuperado muchos años después. Un ejemplo es el programa FONDEQUIP, que fue sugerido en 1988, en el primer Plan de Ciencia y Tecnología. Aquí presentamos una lista de documentos y propuestas que se han sucedido en estos años, y que han quedado guardadas en un cajón: Análisis y Proyecciones de la Ciencia Chilena 1993 Chile-Ciencia 2000 Análisis y Proyecciones de la Ciencia Chilena 2005 Planteamiento sobre Políticas Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación-CRUCH 2008 Agenda de Innovación y Competitividad 2010-2020 CNIC Institucionalidad para Ciencia, Tecnología y Desarrollo en Chile. Academia Chilena de Ciencias, 2012. Es evidente la impotencia de nuestros académicos y colegas cuando sus propuestas son desechadas. El sentimiento que queda es que tenemos que generar algo más que proyecciones y estudios, involucrando más a la ciudadanía. ¿Qué queremos entonces? No es mucho. Queremos que 40 años de estudios nacionales e internacionales, la experiencia internacional y la opinión de la comunidad científica y ciudadana sea tomada en cuenta. Recientemente, “Más Ciencia para Chile” ha logrado reunirse con representantes del Parlamento, la Comisión Desafío Futuro del Senado y la Comisión de Ciencia de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, y junto con la Academia de Ciencias de Chile y el Consejo de Sociedades lanzamos un petitorio (http://petitorio.wpengine.com/), que cuenta con cerca de cinco mil firmas, y donde pedimos no imponer un modelo de institucionalidad científica, sino que se nos escuche. Entre estos adherentes hay más de cuarenta instituciones, algunas extranjeras de España y Argentina, universidades, y esperamos que se vayan sumando distintas organizaciones, para ir construyendo un “frente amplio” en donde podamos discutir y llegar a consenso. Pocos días después de abrir el petitorio se creó la Comisión Presidencial para la Ciencia y Tecnología, o Comisión Philippi. Esperamos que sea una oportunidad, pero comisiones se han creado muchas, desde los ’60, generadas transitoriamente para lograr cambios puntuales y sin efecto en el cambio institucional. El mismo CNIC, que fue creado por el Estado, generó la propuesta de crear la Subsecretaría de Educación Superior y Ciencia, tampoco fue tomado en cuenta. Estos hechos fundamentan el temor en la comunidad científica de que esta nueva comisión tampoco les preste atención. Tal vez, una alternativa sea precisamente esta, de pensar en un Chile en el 2050. Un experto nos comentaba que al pensar en el futuro es más fácil generar acuerdos, ya que las pequeñas diferencias personales se ven aplacadas al imaginar un espacio en donde no estaremos, pero que deseamos sea mejor para todos.

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“Encuentros” es una red de chilenos que están cursando estudios de posgrado o trabajan en el extranjero, formada en 2006 en Dresden, Alemania. El objetivo es facilitar el intercambio de experiencias entre investigadores nacionales en reuniones multidisciplinarias realizadas cada año en una sede diferente, alrededor del mundo.

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Desde la perspectiva de los chilenos que salen al extranjero para continuar sus estudios, les voy a contar el papel que cumplen las redes de asociación, de Encuentros, en especial, y de algunas propuestas para el futuro que han salido a partir del diálogo ocurrido durante la preparación de esta presentación. Antes de empezar, eso sí, quisiera discrepar con Claudio, cuando en su presentación mostró un conteo de las publicaciones nacionales de los últimos doce años de las universidades chilenas. Tal vez, si consideráramos los últimos dos o tres años, en ese listado aparecería una institución privada, que es la Universidad Andrés Bello (UNAB), donde yo he podido reinsertarme al regresar al país. Dennos un poco más de tiempo para poder producir más.

Encuentros es un movimiento ciudadano que partió de los estudiantes del programa Beca Presidente de la República, que luego se transformó en Becas Chile, y de quienes salían por su propia cuenta o, con becas de países europeos. Un grupo de ocho biólogos se reunieron en Dresden, Alemania, en 2006, y poco a poco se fueron integrando más investigadores de otras áreas. El segundo encuentro se realizó en Milán, Italia, juntando a 17 investigadores de otras áreas además de la biología. En esa ocasión se lanzó Bionexa, una red creada en Cambridge por dos científicos chilenos, que curiosamente solían tomar cervezas en un pub como a cuatro cuadras de donde yo vivía mientras hacía mi doctorado. Esta idea fue creciendo, y cuando alcanzó los mil usuarios CONICYT se interesó en ella y la compró, creando RedCiencia, que fue administrada por los tres primeros años por el mismo grupo que la creo y que ahora pertenece enteramente a CONICYT. Estos primeros encuentros eran financiados por los propios investigadores, o por sus centros de estudio. El primer encuentro que contó con auspicios y que dio un salto en la cantidad de participantes fue el realizado en Gottingen, Alemania, el 2009. En esa ocasión, Claudio Wernli participó y nos presentó la ICM, ante 93 asistentes. Pudimos contar también con la charla de un Premio Nobel y, en definitiva, salimos del área de las ciencias biológicas, extendiéndonos a las matemáticas, la física, etc. En 2010 la reunión fue en Cambridge, donde llegaron 225 participantes, y tras ella se decidió salir de Europa. En 2011 se organizó la cita en Berkeley, California, incluyendo a las ciencias sociales y alcanzando los 236 participantes, esta vez no solo estudiantes, sino también profesionales nacionales y extranjeros que trabajan en áreas relacionadas y que tenían interés en Chile. El último encuentro fue en julio de 2012, en Paris. Nos acompañó Juan Asenjo, junto a otros 260 participantes, y en él las ciencias sociales adquirieron protagonismo, porque por primera vez se comprometieron personas de esa área en la organización del evento y resultó una experiencia muy enriquecedora.

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A partir de estas reuniones hemos podido iniciar otras actividades, como este estudio que observa la movilidad internacional de los científicos chilenos, que han salido con o sin beca y que participan de nuestras actividades. Así obtuvimos un mapa donde vemos que principalmente los investigadores al regresar se agrupan en Santiago y están distribuidos hasta Concepción o Valdivia por el sur. Pero además, muchos permanecen en la costa este y oeste de Estados Unidos, y en Europa. Esta base se creó sobre los datos de 500 asistentes a los encuentros de Paris y Berkeley.

Distribución de Investigadores Chilenos en el Mundo

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Por otro lado, pudimos conocer las diferentes áreas científicas en las que trabajan los participantes en estas reuniones. Estos son datos de 2011, cuando todavía las ciencias de la vida y las biotecnologías eran las más dominantes, pero esta torta cambia totalmente si vemos los datos de 2012, que se están procesando aún. Basta considerar que entonces todo el equipo local organizador era de las ciencias sociales, encabezado por un presidente del área del urbanismo.

Encuentros 2011 Berkeley, California. 236 participantes Distribución por áreas del conocimiento

8% 9%

Ciencia de la Vida y Biotecnología

34% 11%

Ciencias Exactas, Ingeniería y Energía Economía y Derecho Innovación y Emprendimiento Ciencias Sociales y Políticas

11% 14%

Tecnologías de la Información y la Comunicación

13%

Arte, Literatura y Arquitectura

El próximo encuentro de 2013 se desarrollará en el Media lab del MIT, en Boston, desde el 27 al 29 de junio y se relaciona con el Año de la Innovación en nuestro país, bajo el título “Inspiring Innovation”. Desde hace varios años contamos con algunos auspiciadores, entre ellos el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, la Fundación Ciencias para la Vida, y con el importante apoyo de medios de comunicación como El Mercurio y Canal 13 Cable. Esto lo destacamos, porque como hemos visto, el llegar al resto de la población en nuestro país es complicado y si no lo hacemos, nadie se va a enterar de lo importante que somos como científicos para la sociedad que queremos construir.

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Cabe destacar que, en años anteriores, el programa se ha separado por disciplinas, pero este año se decidió hacer sesiones multidisciplinarias, en donde la columna vertebral sea la innovación. Tendremos entonces dos mesas redondas como ésta, una para hablar sobre cómo se originan las ideas, y otra donde vamos a tener innovadores de distintas áreas, en arte, en ciencias sociales, en ciencias biomédicas, que nos van a contar su historia de innovación. Además habrá sesiones más tradicionales de exposición sobre distintos temas y una sesión de poster, porque esto sigue siendo una conferencia científica, y finalmente una sesión de desarrollo con sentido. La estructura de la reunión busca que el primer día podamos escuchar ideas, el segundo conversemos y el último día sean los participantes quienes puedan decidir los temas a tratar, en una “unconference”. A propósito de la perspectiva generacional que nos reúne hoy. Nosotros creemos que no solo podemos hacer ciencia básica, sino que tenemos la capacidad para hacer ciencia translacional y también podemos partir nuestros propios start ups. Por eso, dentro del equipo tenemos dos proyectos que esperamos incluir en esta reunión: El primero es el Ají challenge, una competencia de negocios donde cualquier persona, chilena, de todo el mundo, que tenga una idea, tendrá la oportunidad de presentarla a un panel que seleccionará las mejores apuestas. La Universidad Adolfo Ibañez los ayudará a desarrollar un plan de negocio y de

estos preclasificados, se seleccionarán los tres mejores y Encuentros les financiará pasajes y estadía para ir al MIT a exponer frente a un panel de inversionistas. La segunda está relacionada con un problema del que también ya hemos hablado. Nosotros nos conocimos estando en el extranjero, y al retornar todos tenemos las mismas dificultades al tener que reinsertarnos en el sistema. Muchas medidas que se han tomado para ayudar a los miles de estudiantes que tienen que volver nos parecen transitorias. Entonces, pensando en esto, quisimos aportar una idea y crear una feria, que al principio concebimos como una feria laboral, siguiendo el esquema tradicional en donde es necesario contactar a una universidad con un cargo disponible y postular. Pero nos dimos cuenta que tal vez el problema lo podemos atacar un poquitito más atrás. Supongamos que una empresa de biotecnología, por ejemplo, quisiera hacer biocombustible en el país. Y, casualmente, un estudiante chileno en alguna universidad del mundo está haciendo una tesis relacionada con este tema. Tal vez, si un tesista puede mostrar su trabajo a una empresa, ésta se interese en contratarlo, porque se darían cuenta que la investigación es necesaria. Entonces esta es la propuesta: generar una feria de captación de talentos, para que no solo los centros de investigación y las universidades vengan a reclutar gente, sino que se genere un nexo con empresas, grandes y pequeñas, que necesitan hacer innovación en Chile.

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El Gobierno de Chile ha implementado un ambicioso programa para formar Capital Humano Avanzado en el extranjero, con el fin de promover el desarrollo nacional basado en el conocimiento. Esto ha permitido crear una amplia comunidad de científicos chilenos en el exterior, estimada en unos 6 o 7 mil investigadores, que dentro de los próximos 4 o 5 años volverán al país. Entonces, hay una red tremenda de científicos fuera de Chile, pero los convenios que se firman con la beca obligan a que todos regresen, cuando tal vez, contratados afuera, nos pueden ayudar más. Lo importante es que mantengan vínculos con Chile. Es curioso observar que, mientras quienes van al extranjero tienen la obligación de volver, los que se quedan estudiando en Chile no tienen una obligación equivalente. Da lo mismo la posición geográfica, siempre y cuando se esté conectado con centros chilenos, facilitando el acceso a equipamiento, recibiendo estudiantes en pasantías, etc. Afuera hay mejores oportunidades laborales, y son pocos los incentivos para regresar, pero quienes cursan programas de posgrado tienen un objetivo común: aportar al desarrollo de Chile. Este es un sentimiento que se percibe en todos los encuentros, en donde muchos tienen la idea de volver, pero se sienten aislados. Chileno que se fue y nunca se volvió a conectar es un chileno que se perdió, y con dinero del Estado que financió ese estudio. Las redes que se están creando permiten mantener este contacto. Las Conferencias Encuentros surgieron como respuesta a este fenómeno y satisfacen una necesidad latente de estructurar a una comunidad, promoviendo los intercambios productivos en ciencia, investigación, desarrollo y emprendimiento. Ahí se reúnen por tres días investigadores, empresarios y gente de Gobierno, para pensar Chile desde afuera, pero manteniendo el contacto con el país. Se llega así a dos audiencias: los participantes que asisten físicamente a la reunión, y todos los chilenos que siguen este proyecto a través de la difusión en los medios. Con este mismo propósito han surgido otras iniciativas, como NEXOS en la costa este de Estados Unidos, RedInveca en Alemania y Encuentros Barcelona en España. Además existe ChileGlobal, que congrega empresarios y estudiantes, bajo el patrocinio de la fundación Imagen de Chile. El próximo desafío de Encuentros es complementar este movimiento con los esfuerzos de otras redes nacionales, como ANIP, Más Ciencia para Chile y otras asociaciones. Sentimos que esto también es un cambio, porque no competimos. La idea es que el siguiente Encuentro lo hagamos en Chile y sea organizado con los compañeros de esta mesa. Lo importante es la convergencia, y que sigamos avanzando por el desarrollo científico del país.

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Hay varios puntos que, como investigadores jóvenes, creemos que han cambiado con respecto a las generaciones anteriores de científicos, por ejemplo, cuando se observa el desarrollo económico. Hasta hace algunos años, para muchos, relacionar ciencia con desarrollo productivo no estaba bien visto, y por lo mismo, eran pocos los que se atrevían a dejar la academia para trabajar en la industria. Era como "pasarse al lado oscuro". Nosotros creemos, por el contrario, que el desarrollo económico del país es parte fundamental, sobre todo si pensamos que Chile invierte en financiar ciencia, pero ¿Cuánto le devolvemos con el conocimiento que generamos? Es un estudio pendiente sobre políticas públicas, pero creo que, a partir de esta generación, serán muchos los ejemplos de compañías biotecnológicas o emprendimientos sociales que van a surgir desde estos investigadores y tienen muchas probabilidades de ser exitosos. Esto se relaciona con otro tabú que existía, que era la idea de hacer carrera fuera de la academia. Como les decía, hasta hace diez o quince años el que se salía de la academia se iba al lado oscuro. Sin embargo, es necesario que los investigadores se incorporen a la industria y al gobierno, o que sean capaces de emprender una una start-up de base científica o incluso en

emprendimientos sociales. Hacer carrera fuera de la academia empieza a ser una alternativa: hay pequeñas empresas que están empezando a contratar gente, hay iniciativas del Gobierno para reinsertar investigadores dentro de la organización gubernamental, está la iniciativa Start up Chile. Son formas de buscar un camino, considerando que nuestro sistema actual de investigación está saturado. En todo caso, esto es una visión que hay que enseñar. Como docentes, tenemos que enseñar a los alumnos que no todos van a ser académicos, sino que pueden entrar al sector productivo, y al gobierno a hacer políticas públicas. Finalmente, otro cambio es que nuestra generación es pro-multidisciplinariedad y procolaboración. Quedó atrás la idea de abordar un problema desde un punto de vista ortogonal, que no se toca con otro. Mientras más nos especializamos, más sentimos la necesidad de integrarnos con miradas distintas. Lo mismo pasa con la colaboración. Antes cada uno peleaba por su metro cuadrado, por destacar en una línea de investigación antes que tu colega publicara el paper por ti. Pero ahora entendemos que, mientras más integrantes de áreas diferentes estén presentes en el equipo, van a tener más citaciones y mejor índice de impacto, por ejemplo.

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Antes de cerrar, quisiera plantear algunas propuestas que tenemos como movimiento, algunas de ellas las he ido esbozando en la presentación: Flexibilización de la cláusula de retorno a Chile de los becarios de posgrado en el extranjero. Aumentar los espacios de interacción entre los chilenos que estudian/trabajan afuera con quienes se encuentran en el país. Pensar formas innovadoras de usar las ciencias sociales para el beneficio de la sociedad. Es sintomático pensar que tantos expertos en estas disciplinas estudien afuera, pero en Chile no tienen campo donde investigar o trabajar. Hay que generar nuevas alternativas en el Estado, pero también en universidades, consultoras y empresas. Crear una agencia que se dedique a gestionar becas extranjeras, disponibles para chilenos. Nosotros solo tenemos a CONICYT, pero por ejemplo hay fondos de la Comunidad Europea destinados a científicos latinoamericanos que se pierden por falta de postulantes. Ajustar el aporte de las becas a las necesidades económicas impuestas por el país al que llegan los investigadores. Consideremos una anécdota personal: para becas de posdoctorado CONICYT entrega 1500 USD, pero mi seguro de salud, mientras estudiaba en California, costaba 1400 USD. Esta disociación entre los objetivos del gobierno y las formas de implementarlas afecta no solo a los becarios, porque finalmente quien debe costear nuestra vida en el extranjero es la institución que nos recibe. Finalmente, es importante que la comunidad se dé cuenta que el motor de desarrollo científico son los estudiantes de doctorado y los posdoctorado, aumentando la difusión de nuestras actividades en los medios de comunicación y las redes sociales.

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El presente texto ha sido elaborado a partir de la s铆ntesis de las reflexiones compartidas por los equipos de discusi贸n en las siguientes comisiones divididas en dos mesas de trabajo, quienes pese a abordar temas distintos, coincidieron en una serie de objetivos sobre el tipo de desarrollo que se desea para la ciencia nacional.

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La ciencia chilena tiene un compromiso con el país, de acuerdo a una idea de desarrollo integral. Por esto, debiera ser considerada estratégica para fortalecer el crecimiento, pues su quehacer está vinculado con la mejora de la educación, la salud, la productividad económica, la implementación de infraestructuras, entre otras áreas, ofreciendo soluciones a las necesidades de la comunidad. Esta integración implica generar un modelo de crecimiento construido colectivamente, donde los objetivos del país sean definidos mediante acuerdos, considerando a los ciudadanos parte del diseño de la sociedad. Este esfuerzo obliga a reconocer que los distintos grupos tienen prioridades y escalas temporales diferentes, que repercuten en la toma de decisiones. Mientras las metas de unos son resolver problemas estructurales, para otros los objetivos son inmediatos y locales. Chile, sin embargo, reúne pocas instancias de participación. En este marco, las propuestas de reformas al sistema científico y tecnológico nacional, que no contemplan la opinión de los científicos, han dado paso al malestar, ya que sugerencias originadas en universidades y centros de investigación, a lo largo de casi 40 años, han sido ignoradas o pospuestas. No existe una estrategia de Estado de largo

plazo sobre el desarrollo de ciencia y tecnología. El apoyo a esta área continúa basado en fondos concursables, financiando de forma intermitente e insuficiente programas que deberían tener continuidad, convirtiendo a los investigadores en permanentes “gestores de proyectos”. Es importante reconocer la voluntad, por parte de distintos gobiernos, de aumentar el financiamiento de la ciencia, sobre todo a programas de formación de posgrados, pero estas iniciativas no han considerado la inserción de los nuevos científicos al sistema, y siguen siendo escasos los fondos destinados a vincular la ciencia y la industria. Es difícil innovar en un contexto donde no existe continuidad en el proceso de llevar la investigación al plano productivo, a través de transferencia tecnológica. Al no existir espacios para la comunicación entre científicos y productores, no hay convergencia entre los objetivos de los investigadores y el

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mundo privado, ni atención a problemas regionales que podrían ser enfrentados en conjunto. Santiago concentra el financiamiento, las infraestructuras, los centros de investigación y formación, los recursos humanos y las instancias administrativas en donde se deciden y organizan planes de apoyo a la investigación que se desarrollará más tarde en todo el país. Es necesario empoderar a las regiones a través de la creación de centros de excelencia, o agencias como Innova Biobío, encargada de coordinar fondos regionales que ligan sectores productivos con la investigación desarrollada en la zona. En cuanto a la presencia de investigadores, se han implementado estímulos para que jóvenes científicos se integren a regiones, pero todavía la diferencia con la capital es evidente. Un paso es la integración al consejo de CONICYT de investigadores de regiones, pero falta para que las políticas sobre ciencia y tecnología recojan la diversidad territorial del país. Dificulta el crecimiento de la ciencia no figurar en los debates públicos, ni ser foco de atención de autoridades. El desconocimiento del trabajo científico, sus logros, problemáticas, y potencial aporte al desarrollo redunda en desinterés de la comunidad. Además, es fundamental crear estrategias para acercar la ciencia a otros grupos sociales, empresarios, políticos y profesionales.

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Chile necesita una entidad científica, que se sitúe entre los principales organismos del Estado y que sea construida con la participación de todos los actores vinculados al desarrollo científico y tecnológico, con el fin de formular políticas de desarrollo científico, a nivel regional y nacional. Entre los objetivos de una nueva institucionalidad, debe estar el contribuir al desarrollo social, garantizando el fomento de todas las áreas del saber. Se propone crear dos órganos estatales que regulen la actividad científica nacional, con financiamiento fijado por ley y que sean independientes económica y políticamente. Un “agente normativo”, compuesto por representantes de las instituciones ligadas al desarrollo científico y tecnológico, incluyendo a delegados de ministerios y fuerzas armadas y del poder legislativo, cuyo objetivo sea proponer, evaluar y dictar políticas referentes a esta materia. El segundo, un “organismo ejecutivo”, que coordine las actividades de las agencias existentes que apoyan el desarrollo científico tecnológico, y que administre los fondos destinados a la investigación. A esto se suma la creación de una red de asesores en ciencia y tecnología, orientada a ofrecer conocimiento experto a quienes deben tomar decisiones. Este comité debe estar integrado

por representantes de las regiones, y ser elegidos a través de concursos públicos u otro mecanismo transparente. Por su parte, CONICYT debe recuperar su calidad de consejo consultivo, actualizando su funcionamiento. Una efectiva política nacional científica y tecnológica, debe contar con instituciones autónomas regionales, que determinen las necesidades, potencialidades y oportunidades para el desarrollo de la ciencia, manteniendo comunicación con las instituciones nacionales. Para ello, es primordial definir la real situación de la ciencia en el territorio, evaluando aspectos como: las capacidades regionales en materia de ciencia y tecnología, temas estratégicos de interés para las regiones y problemas comunes que pueden ser abordados en conjunto. Es imperioso ampliar el modelo productivo nacional, incorporando objetivos complementarios entre empresarios y científicos. Se debe considerar entre las estrategias de desarrollo el establecer alianzas entre empresas e investigadores, favoreciendo las relaciones entre las ciencias aplicadas y el sector productivo. Paralelamente, se debe incentivar a las empresas locales, para que apoyen el desarrollo de la investigación fundamental, lo que propendería al aumento de la participación de las empresas en el financiamiento de la ciencia, generando

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en el financiamiento de la ciencia, generando alianzas y confianzas mutuas. Para aquello se deben crear y/o fortalecer canales de comunicación con el mundo privado, con el fin de posicionar a la ciencia como una alternativa a la hora de buscar soluciones o innovaciones. Estrechamente relacionado con lo anterior está la necesidad de consolidar una imagen pública de la ciencia y la tecnología nacional. Se propone diseñar un plan de difusión que contemple acciones a largo plazo, generando una cultura científica en el país, a través de herramientas que permitan a un público diverso, entender su entorno y tomar decisiones o participar en la generación de políticas públicas. La ciencia chilena se realiza con fondos públicos, por lo que es fundamental que la ciudadanía conozca su trabajo y sus resultados. La comunicación de la ciencia debe ser una tarea compartida por periodistas y otros profesionales dedicados a la divulgación, entre ellos profesores y los propios científicos. Estos últimos, si lo consideran necesario, deberían capacitarse en habilidades comunicativas, y recibir incentivos para que puedan dedicar parte de sus jornadas a la extensión. Se deben reforzar programas como Explora, que cuenta con casi el 1% del presupuesto total de CONICYT, y crear espacios que ayuden a derribar la imagen mitificada y estereotipada de los científicos.

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Se propone la creación de dos observatorios: uno dedicado al seguimiento del avance de la ciencia y la tecnología nacional, y otro que analice el impacto y la percepción del público frente a temáticas relativas a la ciencia. Se debe resolver el desequilibrio en los niveles de conocimiento científico que tiene el público, misión que vincula a la ciencia con la educación. Se propone revisar los objetivos con que se enseña ciencia, introduciendo la idea de que ésta debe incentivar la curiosidad, el espíritu crítico y la innovación. La formación de profesores en ciencia debe ser evaluada y mejorada, propiciando planes de alfabetización científica y tecnológica. Todo lo anterior permitiría crear un vínculo estrecho entre el investigador y la sociedad. La ciencia hecha en Chile ha alcanzado notoriedad internacional gracias a logros que los propios chilenos desconocen, por lo que es necesario sacarla de los laboratorios y llevarla a la discusión cotidiana. El investigador, asumiendo su compromiso social, debe colaborar con el país que queremos construir. Así mismo, se deben generar oportunidades para que el conocimiento pueda nacer y desarrollarse dentro de nuestras fronteras, recogiendo más tarde los frutos de una actividad científica propia, hecha por y para todos los chilenos y chilenas.

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Deseamos agradecer a todos quienes hicieron posible este encuentro denominado “Institucionalidad para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología”, desde quienes participaron en su organización y realización, a aquellos que asistieron en forma presencial y vía internet; a la “Escuela de Verano 2013” Universidad de Concepción que lo incluyó dentro de su programación, y también a quienes hicieron posible la edición de este libro que resume las actividades del encuentro. Lo días 15 y 16 de enero de 2013, fueron dos días de análisis y debate, donde en un período de menos actividad docente, nos pudimos detener en este encuentro para hacer una reflexión en particular: la institucionalidad que queremos para el desarrollo de la ciencia y tecnología. En este encuentro privilegiamos el conocer la experiencia de países vecinos, Brasil y Argentina, que han implementado nuevas institucionalidades basadas en la creación de ministerios para el fortalecimiento de su capacidad científica y tecnológica, con gran énfasis en el incremento de su comunidad de investigadores, junto a la creación de nueva infraestructura e instrumentos de promoción de estas actividades. En ambos casos, han incluido la necesaria

articulación con los aspectos de innovación, orientados a la vinculación entre la generación de nuevo conocimiento y las necesidades y oportunidades que se presentan desde el punto de vista productivo. El análisis de las políticas implementadas y de los resultados obtenidos en estos nuevos ministerios, hasta la fecha, servirán para proyectar las modificaciones a la institucionalidad en nuestro país, en donde cada día se percibe con mayor nitidez la apertura a la creación de un ministerio especializado en los temas de Ciencia, Tecnología e Innovación. En particular, nuestro país presenta un acentuado carácter centralista en sus organismos ministeriales, por lo tanto deberemos velar que en el caso de implementarse un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se adopten los mecanismos de funcionamiento que propendan a la generación de un sistema nacional de investigación de carácter descentralizado que estimule el desarrollo de las regiones, creándose incentivos para la movilidad de la comunidad científica, altamente concentrada en la capital, y la instalación de centros de investigación nacionales en cada una de las regiones, además de estimular la inserción en aquellas zonas con menor desarrollo científico tecnológico.

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Por otro lado, nuestro país hoy cuenta con una oportunidad única para incrementar su comunidad científica tecnológica. Anualmente se incorporan más de 1000 nuevos estudiantes de doctorado en programas nacionales y extranjeros; serán estos estudiantes quienes permitirán expandir en forma significativa las áreas de investigación en el país. Sin embargo, esto no ocurrirá en forma espontánea y por lo tanto una de las tareas mayores que se deberá emprender desde la nueva institucionalidad, es la inserción de estos nuevos doctores, tanto en el mundo productivo como en el académico. De esta forma, cuando invitamos a este encuentro a las nuevas generaciones de científicos a analizar “Ciencia Chile 2050”, tuvimos como motivación inicial romper con una discusión que se dio en la revista Science durante el año 2012, “La ciencia chilena vuela alto” o “La ciencia chilena vuela bajo”, en cuanto a los objetivos y metas de los instrumentos de promoción y de formación relacionados con la actividad científica y tecnológica. En esta mesa redonda participaron representantes de Investigadores de Posgrado Universidad de Concepción, Encuentros, Asociación Nacional de Investigadores de Posgrado y Más Ciencia para Chile. No obstante lo anterior, al mismo tiempo deseamos abordar dos preguntas: cuáles son los sueños de la ciencia chilena, y cómo se podría configurar un camino para alcanzarlos. Los investigadores jóvenes, que con gran ímpetu han comenzado a forjar nuevas formas de expresión y organización, abordarán en las próximas etapas el desafío de construir el país, buscando el desarrollo y consolidación de la ciencia y tecnología en Chile, de manera que contribuya efectivamente al crecimiento nacional en los más diversos ámbitos. Para iniciar la búsqueda de nuevas formas de organización debemos tener claridad acerca del alcance e impacto que han tenido las estructuras actuales destinadas a promover el avance de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en nuestro país. La mayor parte de los representantes de estas organizaciones aceptaron nuestra invitación de incorporase a este encuentro. La participación del representante del Ministerio de Economía nos permitió conocer tempranamente, antes de la entrega del informe final, los lineamientos centrales de la Comisión Asesora Presidencial en estas materias, en donde una estructura de rango ministerial no estaba vedada. Al mismo tiempo, la descripción detallada del aporte de la Comisión Nacional Investigación Científica y Tecnológica, CONICYT, al desarrollo de las capacidades nacionales de investigación permitió conocer el avance de los diferentes programas, en especial de FONDECYT en sus más de treinta años de existencia. Una mirada complementaria en el fortalecimiento y creación de actividades científicas de tipo asociativa, se incorporó con la presentación de la Iniciativa Científica Milenio.

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Este encuentro es el inicio de un camino en la identificación y construcción de nuevos elementos para el desarrollo de la actividad científica y tecnológica en Chile, basada en la apertura a proyectos alternativos, en la búsqueda de consensos con el conocimiento de los disensos existentes en esta tarea. Esperamos contar con la posibilidad permanente de intercambiar visiones y opiniones desde diversas expresiones del conocimiento. Ciertamente, no esperamos alcanzar unanimidad total, lo que hemos buscado es construir un camino de apertura hacia el análisis y la discusión. Esperamos que esta sea una contribución hacia la instauración de una cultura de la transparencia, y de la rendición de cuentas públicas, que nos permitan abordar en forma abierta ésta y otras discusiones y evaluaciones esenciales para el desarrollo de nuestro país. Antes de finalizar, es importante mencionar que durante el mes de mayo de 2013 se dio a conocer el informe final de la Comisión Asesora Presidencial denominada “Institucionalidad Ciencia, Tecnología e Innovación”. Existen coincidencias en el diagnóstico logrado durante el encuentro organizado en la Universidad de Concepción con este informe, especialmente en que el sistema de Ciencia y Tecnología en Chile se encuentra disperso, fragmentado y no existe una cadena ciencia-emprendimiento. El informe propone la creación de un nuevo ministerio, que correspondería al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación Superior, junto a la creación de una Subsecretaria de Emprendimiento y Competitividad en el Ministerio de Economía. El documento, sin embargo, es extremadamente sucinto y no aborda un conjunto relevante de temas relacionados con una nueva estructura para la ciencia. Así, la tarea por la construcción de una nueva institucionalidad continúa abierta y podremos contribuir a ella desde cada uno de nuestros espacios de participación.

Comisión Ciencia y Tecnología, Asociación de Académicos y Académicas Enrique Molina Garmendia, Universidad de Concepción, organizadores del encuentro.

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