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SOBRE LA MUERTE
HACE UNOS DÍAS MURIÓ MI PRIMO MÁS QUERIDO, CON EL QUE APRENDÍ A ANDAR EN BICICLETA Y QUIEN ERA MI MENTOR Y CONSEJERO. AUNQUE LO VEÍA POCO PORQUE VIVÍAMOS EN DISTINTAS CIUDADES, ESTÁBAMOS SIEMPRE CONECTADOS
El domingo pasado lamentablemente falleció también el gran periodista Ricardo Rocha, quien en vida fue una gran expresión de generosidad y verdadera contribución. Él siempre encontraba la forma de apoyar para difundir los Encuentros de Yoga y eventos que llevo organizando desde hace 20 años. Que vuelen alto ambos y todos aquellos que se van.
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Por eso hoy quiero platicar contigo sobre la muerte, porque es algo que a todos nos sucederá.
Cuando alguien muere, desde la tradición de la medicina ayurveda, primero se disuelve el elemento tierra que representa el cuerpo; luego el elemento agua que representa los fluidos; luego el fuego, que representa la temperatura, la digestión. Después el aire, que es la falta de aliento de alguien sin vida. Pero el elemento éter o espacio, que percibimos a través del oído, no se sabe por cuánto tiempo más sigue latente después de que la respiración cesa.
Por eso no es casualidad que, tanto en la religión católica como en distintas tradiciones espirituales, cuando alguien muere, se les lean oraciones, se repita el rosario o mantras para calmar el espíritu de aquel que ha partido.
Aunque siempre es mejor decir lo que uno siente en vida, en ocasiones la muerte llega de forma tan intempestiva que nos aleja de esa posibilidad, por eso reconforta saber que se puede decir algo en las horas o días siguientes en las que alguien ha partido.
En las tradiciones del budismo tibetano, como lo señala el maestro de meditación Wojtek Plucinski, a los muertos se les prende una veladora por 49 días y se les hace una mezcla de harina con mantequilla para “alimentar su espíritu” y darles claridad mental mientras están en el bardo.
“La palabra tibetana bardo literalmente significa ‘estado intermedio’, también traducido como ‘estado de transición’ o ‘periodo de cambio’ y, de manera genérica, se utiliza para referirse al periodo que transcurre entre dos encarnaciones”, como apunta el antropólogo Josep Maria Fericgla.
Concluyo con esta frase de Eurípides: “Quién sabe, puede que la vida sea la muerte; y la muerte, la vida”.