-¿Qué es fuerza de voluntad? -preguntó Sepo. -Fuerza de voluntad -dijo Sapoes proponerse en serio no hacer algo que es lo que de verdad apetece hacer. De Sapo y Sepo, inseparables, de Arnol Lobel “Las festividades de invierno tienen en común el recuerdo de la luz y el calor. En esta época, a los niños les encanta encender velas y decorar sus casas con adornos de brillantes colores para iluminar los largos y oscuros días invernales.” De Celebraciones De Barnabas y Anabel Kindersley ESTADOS DE ÁNIMO Unas veces me siento como pobre colina, y otras como montaña de cumbres repetidas, unas veces me siento como un acantilado, y en otras como un cielo azul pero lejano, a veces uno es manantial entre rocas, y otras veces un árbol con las últimas hojas, pero hoy me siento apenas como laguna insomne, con un embarcadero ya sin embarcaciones, una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces, sereno en mi confianza confiando en que una tarde, te acerques y te mires. te mires al mirarme. Mario Benedetti
“...Y cuando el invierno se acercaba, los ratoncitos empezaron a almacenar maíz y nueces y trigo y paja. Trabajaban todos noche y día. Todos menos uno, Frederick. -¿Y tú por qué no trabajas, Frederick? -le preguntaban los demás. -Yo trabajo -les respondía Frederick. -Recojo los rayos de sol para los días fríos del invierno. De Frederick, de Leo Lionni.
LA CANCIÓN DEL PIRATA (Fragmento) de José de Espronceda Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín; bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul;
Nada sucede dos veces... Nada sucede dos veces ni va a suceder, por eso sin experiencia nacemos, sin rutina moriremos. En esta escuela del mundo ni siendo malos alumnos repetiremos un año, un invierno, un verano. No es el mismo ningún día, no hay dos noches parecidas, igual mirada en los ojos, dos besos que se repitan.
Wislawa Szymborska
Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera... Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta. En el aire polvoriento chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas. ¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera! Antonio Machado
Queda prohibido llorar sin aprender, levantarse un día sin saber que hacer, tener miedo a tus recuerdos... Queda prohibido no sonreir a los problemas, no luchar por lo que quieres, Abandonarlo todo por miedo, No convertir en realidad tus sueños... Pablo Neruda.
La señorita del abanico, va por el puente del fresco río. Los caballeros con sus levitas, miran el puente sin barandillas. La señorita del abanico y los volantes busca marido. Los caballeros están casados, con altas rubias de idioma blanco. Los grillos cantan por el Oeste. (La señorita, va por lo verde). Los grillos cantan bajo las flores. (Los caballeros, van por el Norte). Federico García Lorca
MARIPOSA Mariposa del aire, qué hermosa eres, mariposa del aire dorada y verde. Mariposa del aire, ¡quédate ahí, ahí, ahí!... No te quieres parar, pararte no quieres. Mariposa del aire dorada y verde. Luz de candil, mariposa del aire, ¡quédate ahí, ahí, ahí!... ¡Quédate ahí! Mariposa, ¿estás ahí? Tejo y tejo sin parar hasta mi trampa acabar. De Adivinanzas de miedo De Alain Crozon
EL LOBITO BUENO Erase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un principe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba el mundo al revés. José Agustín Goytisolo. Se parece a un ratón, pero éste es volador. De Adivinanzas de miedo De Alain Crozon
La era Mi padre y yo dormimos en la era, y la paja nos es lecho de estrellas. Se sienten las culebras cruzar toda la noche los haces de cebada, y ratas como gatos nos roban en el trigo. Me estremezco y no grito, porque mi padre ronca bebiéndose la luna, y en el aire cantan grillos de arena. Juana Castro
Arbolé, arbolé seco y verdé.
“Nada más empezar la primera página, sale el niño por el fondo del huerto y de árbol en árbol, como un jilguero, baja hasta el río y luego sigue su curso, entretenido en aquel perezoso juego que el tiempo alto, ancho y profundo de la infancia a todos nos ha permitido...” De La flor más grande del mundo. De José Saramago
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Con su resplandor, da luz a las noches de terror.
Pasaron tres torerillos delgaditos de cintura, con trajes color naranja y espadas de plata antigua. «Vente a Sevilla, muchacha». La niña no los escucha.
De Adivinanzas de miedo De Alain Crozon
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La niña del bello rostro está cogiendo aceituna. El viento, galán de torres, la prende por la cintura. Pasaron cuatro jinetes sobre jacas andaluzas con trajes de azul y verde, con largas capas oscuras. «Vente a Córdoba, muchacha». La niña no los escucha.
Cuando la tarde se puso morada, con luz difusa, pasó un joven que llevaba rosas y mirtos de luna. «Vente a Granada, muchacha». Y la niña no lo escucha. La niña del bello rostro sigue cogiendo aceituna, con el brazo gris del viento ceñido por la cintura. Arbolé arbolé seco y verdé. Federico García Lorca
EL GALLO DESPERTADOR Kikirikí, estoy aquí, decía el gallo Colibrí. El gallo Colibrí era pelirrojo, y era su traje de hernoso plumaje. -Kikirikí. levántate campesino, que ya está el sol de camino. -Kikiriki. levántate labrador, despierta con alegría, que viene el día. -Kikiriki. Niños del pueblo despertad con el ole, que os esperan en el "cole'. El pueblo no necesita reloj, le vale el gallo despertador. Gloria Fuentes
“Yo no soy una máquina. ¿Qué puede saber una máquina del olor a hierba mojada por la mañana, o del llanto de un recién nacido? Yo soy la sensación del calor del sol en mi piel; soy la sensación de una ola fría rompiendo sobre mí. Soy los lugares que nunca he visto, y que sin embargo imagino cuando cierro los ojos. Soy el sabor del aliento de otro, el color de su pelo.” De Génesis, de Bernard Beckett