Criterios para la creación e integración del circuito internacional de las Misiones Jesuíticas

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Ensayo escrito para abordar una problemática regional y discutir posibles estrategias de desarrollo territorial endógeno.

La falta de criterios claros para la creación y la integración del circuito internacional de las Misiones Jesuíticas de San Ignacio Mini (Argentina), Trinidad (Paraguay) y San Miguel (Brasil) podrían ser apoyadas por la aplicación de estrategias de desarrollo territorial

Autores: Lic. Gladys M. Voertler y Lic. Sergio Maciel.

Lic. Gladys M. Voertler / Lic. Sergio Maciel


La falta de criterios claros para la creación y la integración del circuito internacional de las Misiones Jesuíticas de San Ignacio Mini (Argentina), Trinidad (Paraguay) y San Miguel (Brasil) podrían ser apoyadas por la aplicación de estrategias de desarrollo territorial endógeno. Las ciudades de servicios en torno

de los predios jesuíticos comparten

características similares, algunas situadas a pocos kilómetros y otras, como el caso de la localidad de San Ignacio, que alberga en el ejido municipal a la Misión Jesuítica de San Ignacio Miní; optan por pregonar el desarrollo sostenible y no logran equilibrar los problemas sociales culturales, ambientales y el económico, por lo que se observa que el desarrollo endógeno podría ser una posible estrategia para impulsar el crecimiento y generar el

desarrollo de las localidades de San Ignacio (Misiones Argentina),

Encarnación (Paraguay) y San Miguel (Brasil). Entre los objetivos fundamentales de estos conjuntos jesuíticos, según el documento del Consejo Ejecutivo de UNESCO del 19 de marzo de 1987, se encuentran el Desarrollo de la comunidad local y la Conservación de las Reducciones Jesuíticas, a fin de favorecer la unión de tres países sudamericanos: Argentina, Brasil, y Paraguay. El Plan de Acción establece lo siguiente: -

Considerando que los conjuntos de las Misiones están situados en los territorios de Argentina, Brasil y Paraguay, se establecen tareas de cooperación entre los representantes de cada uno de estos países. Es por ello que el plan de acción estipula las actividades y responsabilidades con las que se debe comprometer cada país.

El Plan de Desarrollo persigue tres propósitos: 1. Lograr la recuperación socioeconómica para mejorar las condiciones de vida de la población y el desarrollo sostenible de la zona donde se encuentran los vestigios. 2.

Elevar el desarrollo cultural de cada uno de los países con referencia a su patrimonio histórico/cultural.

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3. Preponderar a nivel internacional la importancia del patrimonio históricocultural y arquitectónico que representan las Misiones Jesuíticas, a fin de contribuir al reconocimiento mutuo entre las diferentes culturas. La estructuración territorial del Turismo y la teoría del Desarrollo Local e Integrado sustentable de las reducciones jesuíticas de San Ignacio, Trinidad y San Miguel. En estos últimos tiempos se han introducido nuevos paradigmas para el desarrollo tanto sostenible como social y el más reciente, el del desarrollo humano. Todos estos conceptos intentan encontrar diversas alternativas para el desarrollo general, mediante la utilización de las variables económicas de mercado y de consumo, que por sí solas no logran prevenir las verdaderas calamidades que sufre una parte importante de la humanidad. Las Misiones jesuíticas son el resultado de la transformación continua a través del tiempo, y han impactado en numerosas generaciones, por lo cual adquieren cierto valor en la estructuración urbana actual de sus ciudades de servicios. Las localidades de San Ignacio, Trinidad y San Miguel, optan por el desarrollo sostenible, basándose en el documento de Naciones Unidas, a modo de garantizar que la utilización actual de los recursos existentes no altere las posibilidades de aprovechamiento por parte de las futuras generaciones. La sustentabilidad procura mantener un equilibrio entre lo económico, lo sociocultural y lo ambiental. Pero en estos casos, sólo pocos sectores de la sociedad se ven beneficiados, mientras que gran parte de la población continúa enfrentando serios problemas socioeconómicos. El dilema aquí consiste en dificultad de encontrar el capital social, y a través de él, el entendimiento, el involucramiento y el apoyo necesarios para generar procesos de desarrollo local. En principio, el crecimiento y el desarrollo de las ciudades jesuíticas, está caracterizado por el desarrollo endógeno. En los últimos tiempos se viene propiciando la proximidad entre las empresas (en su mayoría de servicios) con los demás actores locales y regionales, favoreciendo la diversidad en la producción de servicios y creando

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espacios de encuentro entre todo tipo de actores, ligados directa e indirectamente a los predios de las Reducciones Jesuíticas. El Desarrollo endógeno es un modelo de desarrollo que busca potenciar las capacidades internas de una región o comunidad local, de modo que estas capacidades puedan ser utilizadas para fortalecer la sociedad y su economía desde adentro hacia afuera, para que los territorios y sus comunidades sean sustentables y sostenibles en el tiempo. Es importante señalar que en el desarrollo endógeno el aspecto económico es importante, pero no lo es más que el desarrollo integral del colectivo y del individuo en el ámbito moral, cultural, social, político, y tecnológico. Entender y aplicar estrategias de desarrollo endógeno permite convertir los recursos naturales y culturales en productos que se puedan consumir, distribuir y exportar al mundo entero. En una organización de este tipo existen, individuos o recursos humanos idóneos en varias ramas del conocimiento, que están dispuestos a poner ese conocimiento al alcance de los otros miembros de la organización para el desarrollo, con el solo propósito de la transferencia tecnológica voluntaria para el crecimiento de todos. Esto provoca el fortalecimiento, la amplitud, la integración y el desarrollo de las capacidades individuales; y en consecuencia la formación natural de equipos multidisciplinarios de trabajo que cooperan para el desarrollo armónico de la organización en un ambiente sistémico, simbiótico y sinérgico. Si se introduce a las localidades dentro del marco económico, se podrá obtener un concepto más generalizado de proceso endógeno que se genera en el territorio de forma intersectorial y que exige la participación activa de la propia población. Mediante este proceso se podrá proyectar una mejora en las condiciones de vida de la sociedad, que llevará aparejada la creación de empleo para la población urbana o del perímetro próximo a los conjuntos, que será compatible con la preservación del medio ambiente y con el uso sostenible de los recursos culturales ya que los mismos se aprovecharán en función de sus capacidades y limitantes, optimizando el uso de todos los recursos y posibilitando el aprovechamiento de otros recursos disponibles. No olvidemos que el turismo es una actividad multisectorial, porque involucra a todos los sectores de la sociedad y transversal, porque los necesita a todos para existir como tal.

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La incidencia simultanea de los tan conocidos procesos globales, procesos

que

impulsan la innovación constante, irán dando oportunidad de mejora y al surgiendo de nuevos productos/servicios, inclusive. El desarrollo del turismo cultural depende en gran medida de la generación y fortalecimiento de nuevas capacidades e instrumentos de gestión en los ámbitos público y privado, que permitan definir su actuación en sintonía con las expectativas y potencialidades de la sociedad. En general, el ordenamiento territorial, en lo que respecta a la actividad turística, constituye una estrategia de desarrollo local, especialmente a partir de acciones que buscan inducir la mejor ubicación de las actividades económicas y sociales, infraestructura y equipamientos, con relación al aprovechamiento racional de los recursos culturales, delimitando el uso de los recursos de acuerdo con su vocación ecológica y la demanda que exista sobre él. Es importante señalar y destacar los espacios histórico-arquitectónicos y culturales sujetos a un régimen especial de protección, conservación o manejo orientado a la infraestructura y equipamientos del territorio, así como también los procesos de urbanización, industrialización y desarrollo, pero en la región en la que nos situamos

geográficamente

estas

acciones

el

proceso

todavía

se

impulsan

de

manera

desarticulada. Desde

la

economía

de

creciente

internacionalización

o

mundialización del capital financiero, industrial y comercial, las nuevas relaciones políticas internacionales y el surgimiento de la empresa transnacional nacen como respuesta a las constantes necesidades de reacomodo del sistema capitalista de producción. Motivo por el cual es de suma importancia que los estados cuenten con una ley de inversiones que regule las inversiones de capitales nacionales y extranjeros. Estos nuevos procesos productivos, distributivos y de consumo que no poseen una localización geográfica definida, buscan una expansión ilimitada y un uso intensivo de la tecnología y los recursos humanos no tienen precedentes. La actividad turística en San Ignacio, Trinidad y San Miguel se encuentra desvinculada de la integración internacional, sin embargo, está erigiéndose como uno

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de los sectores productivos más importantes, junto con otras actividades económicas, entre ellas aquellas vinculadas a las nuevas tecnologías. Teniendo en cuenta esta situación, los municipios le otorgan un papel prioritario al sector turístico, como eje estratégico de la dinamización productiva. Esta estrategia viene respaldada por el patrimonio histórico cultural que posee la región, pero debe ser pensada en el marco del desarrollo local. El turismo juega un rol importante en la economía y el desarrollo social de las localidades, ya que en los procesos cotidianos van incorporándose a la actividad pequeños y medianos empresarios, o sujetos activos del sector invirtiendo en alojamiento, restaurantes, agencias de viajes o empresas afines, todo esto en torno al principal atractivo cultural de estas localidades. La globalización dispensa herramientas que favorecen a la promoción de las reducciones Jesuíticas, como Patrimonio de la Humanidad desde su declaración como tales y a través de los medios masivos, estos atractivos turísticos se permiten llegar a distintas partes del mundo como producto o bien como paquete a través de las Empresas de viajes. Estas acciones

generan interés y consecuentemente, el

desplazamiento de flujos turísticos hacia el territorio de cada uno de los conjuntos (San Ignacio, Trinidad y San Miguel) y también hacia la región que los contiene. Las herramientas que facilitadas por la globalización resultan ser los medios propicios para motivar los desplazamientos de personas, además de

agilizar la

comunicación internacional entre los predios Jesuíticos de las Misiones que se encuentran situados en los países de Argentina, Paraguay y Brasil con la modernización de las redes de transporte y el incremento de las frecuencias de los servicios. En algunos casos van sumándose algunas promociones, que si bien generalmente se destinan a Cataratas del Iguazú, también favorecen con pequeños aportes que con el tiempo repercuten en el entorno de la región. Es necesario resaltar que, aunque no parezca, en gran medida, las ciudades de servicios de la región que representa a los conjuntos jesuíticos sufren ciertos problemas de inserción social y económica, lo cual resulta un factor de desequilibrio para la integración de los países. Es aquí donde no hay que dejar de lado y tener en

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cuenta que la actividad turística, bien planificada, también constituye una herramienta imprescindible para mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades. En

el caso del predio jesuítico de San Ignacio Miní se genera en un área

lindante una aglomeración de un sector de prestadores de servicios de alimentación, constituido en su mayoría por la centralización de capitales locales que acapara los flujos, los servicios y genera, sin proponérselo, efectos centrífugos, manifestados por la mejora del salario de algunos y desequilibrios en la oferta de mano de obra y en la distribución de las rentas adicionales. También se localizan artesanos en proximidad a este espacio, lugar en el que estacionan los buses que trasladan a los viajeros que llegan a través de los viajes organizados, cuyos pasajeros son el objetivo de dichos vendedores de artículos artesanales y servicios de comidas. En este caso se hace referencia a grupos de la sociedad que se desarrollan en torno a las reducciones obstaculizando la posibilidad de aprovechamiento integral de la Misión Jesuítica por toda la sociedad local, en lo que podría denominarse un proceso de desarrollo endógeno, por lo que a simple vista esta situación no hace más que resaltar la carencia de empleo en el municipio y la pobreza de algunos sectores, aspectos los ciudadanos locales se encargan de posicionar como el primer reclamo a la gestión de estos atractivos turísticos y a la gestión del intendente de turno. Es así que, gran parte de la población

residente que se desenvuelve

laboralmente en otras localidades cercanas, y sufre lentamente un impacto negativo, porque olvida y comienza a perder el sentido de pertenencia, y con ello surge la consecuente falta de identidad local; mientras que por otro lado, solo un sector reducido hace uso y aprovechamiento de los recursos turísticos para generar empleos específicos, de baja calificación para mejorar las condiciones de vida de unos pocos. El crecimiento de las localidades de San Ignacio, Encarnación y San Miguel, como polos turísticos y los cambios vinculados con el patrimonio, la identidad cultural y la valoración de la historia y del legado de los antepasados, le otorgan un potencial altísimo para que una vez puestas en valor las reducciones jesuíticas se constituyan en sitios por excelencia dentro de la oferta turística-cultural de la región.

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Cabe destacar

que las políticas implementadas para el desarrollo urbano

comunal, deben tender a establecer un mejor equilibrio en el proceso de transformación social, como también a preservar y conservar la arquitectura existente, potenciando los procesos de renovación urbana y atrayendo aquella inversión que ayude a crear verdaderas condiciones para la actividad turística como propiciadora y aliada para el desarrollo de la localidad. Esto, a fin de recuperar y beneficiar a la población local requiere de la participación de importantes actores que deben complementarse: la comunidad y el municipio. El trabajo integrado en el planteamiento urbano ayuda notablemente en las políticas de recuperación social y al ordenamiento territorial. Estas acciones no sólo deben formar parte de políticas estatales y municipales, sino que deben ser de responsabilidad compartida con ciudadanos de la sociedad local y empresarios; es decir, todos los sectores, público y privado deben aprender a actuar conjuntamente, porque el turismo bien gestionado genera beneficios apoyado en actividades relacionadas directas e indirectamente al sector. La repercusión del crecimiento no planificado plantea difusiones importantes, y en este caso en la necesidad de mejorar la planificación de los espacios urbanos monumentales resulta urgente, ya que el uso espontaneo de los mismos y su entrono inmediato da lugar a impactos no deseados, como la perdida de la identidad del espacio histórico y la degradación de los atractivos turístico-culturales, entre otros efectos no deseados ligados a la sostenibilidad ambiental y del propio atractivo. Por otra parte las ciudades de servicios, es decir las que apoyan a los turistas que visitan

los recursos culturales, San Ignacio, Trinidad y San Miguel, son

localidades pequeñas que recién se inician dentro del proceso de desarrollo endógeno y poco a poco, casi por inercia, empiezan a complementarse, apoyadas en los grandes avances que van sobrellevando a razón del proceso de la globalización, principalmente dado en el aspecto turístico en lo relativo a tecnologías de la información y la comunicación con la implementación. También las Planificaciones Nacionales de Turismo, las cuales lentamente van desencadenando algunas acciones locales. Más allá de la situación actual y del proceso de transformación que está sucediendo la región, la aplicación de estrategias de desarrollo endógeno desde el

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sector turístico podría generar un notable aporte, ya que el desarrollo endógeno, tiene como fin último apoyar el proceso de desarrollo de la comunidad, entendiendo lo local y lo participativo como base para la sustentabilidad.

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