LAS PERSONAS MAYORES
¿A QUÉ HORA VOLVERÁN?
© MAURO HERRERA, 2017 Derechos exclusivos de publicación de la obra. Permitida la divulgación y circulación libre con propósitos pedagógicos y académicos. La obra aquí presentada es responsabilidad exclusiva de su autor y no compromete en modo alguno a la Universidad Nacional de Colombia. Título: Las personas mayores, ¿a qué hora volverán? Edición: © MAURO HERRERA, 2017 Diseño: © MAURO HERRERA, 2017 Coordinación y apoyo: © Prof. OLGA YOLANDA ROJAS TORRES Bogotá D.C., 2017 Fotografía de cubierta: © ELLIOTT ERWITT
La figura de los niños Ante los ojos de un adulto la imagen de un niño o, lo que es lo mismo, de la infancia, se dibuja en medio de dos líneas que en algún punto se intersectan y constituyen un todo. La primera, de algún modo favorable, evoca en quien observa una suerte de ternura: quien los ve, de lejos, se conmueve frente a su cuerpo aún frágil e indeciso, su ingenuidad desinteresada y su cándida intención de ver todo bajo el formato de un juego o una fantasía. La segunda, por otro lado, pone sobre ellos un manto de limitación que motiva en la mirada una condescendencia despectiva: se considera entonces que no pueden andar por su cuenta y, por extensión, pensar por su cuenta, entender cabalmente lo que, según el adulto, es de una complejidad superior a los alcances del niño. Entre ambas líneas, digo, la imagen del niño se constituye en el pensamiento del adulto: conmueven, pues, porque al verlos simulan una pequeña figurita que aún no puede desenvolverse del todo.
justificación Para los niños la figura del adulto constituye tanto un referente de comportamiento como una fuente de saberes por medio de la cual el mundo va tomando forma. Por ello se hace necesaria una sensibilización que le permita al estudiante o docente que decida hacer uso de este libro de texto poner de relieve la responsabilidad que asume al enseñarle algo a un niño, al tratar con él [...]. El tema atañe, por un lado, a lo educativo (docentes, compañeros de colegio y padres de familia); pero también, y sobre todo, al apartado humano en general, a la interacción diaria, en la que podemos incluir de nuevo a los actores atrás mencionados, recordando que el convivir con el otro exige reconocerlo en toda su complejidad, con todas sus particularidades. El arte es una magnífica ventana que, en ocasiones, ha puesto tras sus cristales el paisaje de la infancia. Novelas como Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas o El Principito; poemas como Lamentación de
Octubre o A mi hermano Miguel; películas como La vida es bella y fotografías como Niños bailando interpelan al espectador, lo retrotraen a sus años primeros y lo plantan, por un momento, en el pequeño que ahora lo mira, hijo o sobrino, primo o hermano, estudiante o amigo...
ESTRATEGIA PEDAGÓGICA Habida cuenta de que este proyecto pedagógico se plantea una reflexión colectiva sobre una relación humana (niños-personas mayores), es natural que el enfoque pedagógico que salta a la vista sea la Pedagogía Crítica. En efecto, los textos seleccionados y los propósitos de las sesiones girarán en torno a nuestro comportamiento en la sociedad, específicamente para con los niños. Las actividades de lectura tendrán como motor el cuestionamiento de ciertas dinámicas sociales, la necesaria pausa en comportamientos propios que hemos naturalizado, la búsqueda de experiencias personales que apelen al tema que nos ocupa. Hay aquí, pues, un interés en el «yo», el «tú» y el «nosotros»; en otras palabras, en la sociedad.
objetivo general Leer el mundo a través de la literatura y otras formas del arte.
objetivos específicos * Desarrollar un proyecto escolar en donde se presenta un tema a partir de diferentes perspectivas y autores. * Realizar un análisis crítico y creativo de fragmentos y obras literarias completas de la literatura universal. * Establecer comparaciones y contrastes entre temas, patrones narrativos, recursos del lenguaje o personajes en dos o más novelas, obras de teatro, poesías, entre otros.
El canon y sus criterios Las obras seleccionadas, como se verá, son en su mayoría, aunque no exclusivamente, de índole literaria. En la selección íntegra hay un primer criterio que subyace a todo canon: la experiencia lectora y el placer que dicha experiencia suscita en mí como lector, que ahora oficio de pescador de libros, descartando unos y apresando otros. Esto explica, entre otras cosas, la preponderancia de los textos literarios. El segundo criterio se corresponde con la armonía entre los textos evocados por mi experiencia lectora y la posible relación con el tema y los propósitos que motivan este canon. He descartado magníficos libros tras notar que lo que motivaba su presencia era no tanto su pertinencia como mi aprecio hacia ellos. Con todo, este abandono de mis cariñosas obsesiones es de imperativa necesidad ante las exigencias de un tema y unos propósitos claros.
Figuran aquí ocho obras literarias: cuatro de narrativa y cuatro de poesía. El alcance geográfico es fundamentalmente occidental: poemas, cuentos y novelas de Europa (Inglaterra y Francia) y de Latinoamerica (Argentina, Colombia y Perú); el alcance temporal, por su parte, oscila entre el siglo XIX y el siglo XX. Ahora bien, debo confesar que el criterio en este apartado tiene que ver con un deseo íntimo de anudar el canon tradicional, tan abundante en obras europeas de forma y tema muy variados, con lo que a mis ojos podría constituir el canon latinoamericano, de temas comunes y de estilos tan ricos. Pero confieso, por otra parte, que la cercanía temporal que se evidencia no fue criterio mío, sino del azar, que con frecuencia echa mano en la selección de obras. Pero hay también obras audiovisuales: una colección fotográfica y dos películas. En estas el criterio fue el mismo: tender puentes entre nuestras culturas, no obstante nuestra distancia geográfica y nuestras diferencias de pensamiento. Hay dos películas: una estadounidense y otra italiana.
Del lado de las fotografías, Estados Unidos levanta la mano de nuevo con las obras de Elliott Erwitt como único representante de este campo. Con respecto a este último bloque de películas y fotografías, fueron dos los criterios que tuve en mente al incluirlas. El primero pretende establecer no solo la relación cultural y geográfica a la que se aludió atrás, sino también una relación entre diferentes lenguajes artísticos, esto no es otra cosa que la famosa intertextualidad, que tanto enriquece nuestra forma de leer el mundo. El segundo criterio, quizá un poco complaciente, apela a la condición altamente visual con la que los estudiantes a los que va dirigido este texto se han formado en sus últimos años. Si se echa de menos algún texto, película o fotografía fundamental habrá que considerar los criterios de este canon, especialmente, sospecho, el primer criterio.
El Principito
Un pequeño niño, un Principito, cae del cielo en el desierto del Sahara, justo al lado del avión de un desafortunado piloto. Juntos pasan sus días, en medio de las dunas infatigables, hablando de las historias y los personajes conocidos por el Principito. Así descubrimos, con el piloto y sus lindos dibujos, cuán profundo y, a la vez, simple puede ser el mundo infantil. Quizá nunca antes los reproches de un niño hacia los adultos fueron tan mordaces; quizá nunca antes una voz infantil dejó tanto eco.
Historias de Cronopios y de Famas A veces un manual de instrucciones que le vuelve a enseñar al lector cómo subir una escalera, cómo cantar, cómo llorar; a veces relatos o detalles de seres vagos y alucinantes con nombres no menos sorprendentes (Cronopios, Famas y Esperanzas); a veces oficios y profesiones nunca concebidos («Artistos», por ejemplo); a veces pequeñas notas que parecen reflexiones o apuntes sueltos de un autor que no se ciñe a los camisones de fuerza... Quizá lo único común en todos es la incertidumbre frente a los géneros literarios; todos son breves, es verdad; se fijan en eventos de apariencia banal y mínima, se rehúsan, como su autor, a ser guardados en el cajón de aquí o en la cómoda de allá.
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas A la orilla del río y a punto de quedarse dormida por el aburrimiento, Alicia mira de reojo el libro que su hermana sostiene entre sus manos. No le interesa en absoluto, pues "¿de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos". Finalmente, al ver a un conejo que mira la hora en su reloj de leontina, se va tras él en busca de aventuras. No le extraña que el conejo use chaleco, ni que se inquiete por el tiempo; a los ojos de esta niña lo lógico es la fantasía más extravagante, lo demás es aburrido.
Desde la distancia, el narrador —un Fernando Vallejo furibundo, certero, sentimental, memorioso, pero sobre todo un Fernando Vallejo adulto— recuerda los días de su infancia. Su memoria los colorea azules, como bien dice el título, azules entre las calles de Medellín y los naranjos de la hacienda Santa Anita. Una abuela a la que se quiso mucho, las lecturas de niño, los juegos con hermanos, los días de colegio, las rabietas de tarde y los temores de noche, todos estos recuerdos que acuden entre los rojos eventos de la historia de Colombia.
Los días azules
6
Poema III (Trilce) El yo poético, un niño, aguarda en casa por la llegada de su madre y de «las personas mayores». Se dirige a sus hermanos, sugiriéndoles juegos con barquitos en el agua y enviándoles tiernos mensajes de cuidado. En sus palabras retumba una melancolía y un cierto reproche por el trato de los adultos, sospechando después que nadie le escucha.
A mi hermano Miguel Los sentidos versos de este poema describen un juego de hermanos en los crepúsculos de la infancia: las escondidas. Lo que en principio se muestra como un llamado de regreso a aquel que está escondido, pasa luego a ser una fatal comprobación de la ausencia definitiva.
Canción de la vida profunda Estos versos, como dice el título del poema, son profundos y cantan la vida, como todo buen poema. En él pasamos, como el hombre, de un sentimiento a otro, de un sinsabor a una exaltación profunda: es la vida misma la que pasa entre la música de sus rimas, desde la infancia a la adultez.
Lamentación de Octubre El poeta, en efecto, se lamenta, echa de menos sus días del ayer, un poco fatigado por el peso del hoy. Pero, en el proceso, quizá sin quererlo, canta las alegrías pretéritas, los goces de la niñez, aunque muden, pasado el tiempo, en nostalgias construidas en esa profunda maquina sentimental que es la memoria.
Cincuenta niños Siempre en blanco y negro por obsesión del artista; siempre niños, en este caso, por selección temática; siempre en diferente ángulo (a veces muy alegres, a veces muy enternecedores, a veces muy inquietantes), Elliott Erwitt le regala al espectador pequeños disparos en los que tiene la oportunidad de mirar hacia atrás. En efecto, al observar al otro nos observamos a nosotros mismos, unos cuantos años antes...
La vida es bella
Poco antes de que empiece la Segunda Guerra Mundial, el carismático Guido abre una librería en un pequeño pueblo. Mientras tanto, conquista con su alegría y entusiasmo a una atractiva mujer, novia de un fascista italiano. La pareja tiene un hijo que, en sus primeros años, tendrá que vivir la guerra. La familia entera, luego, es llevada a un campo de concentración, donde es sometida a inhumanos tratos. Con todo, Guido, sonrisa en ristre, hace lo posible por mostrarle a su hijo que la vida es bella y que todo lo que sucede hace parte de un colectivo juego que tiene por propósito ganar un tanque.
Valiente El rey Fegus y la reina Elinor quieren buscar el esposo adecuado para su hija, la princesa Mérida. Pero Mérida no posee en modo alguno las características de una princesa: gusta de su libertad personal, le apasiona su arco (en el que, por lo demás, es bastante diestra, incluso más que un hombre), se niega a seguir etiquetas de comportamientos y no quiere casarse con ninguno de los pretendientes. La rebeldía de Mérida ocasiona varios conflictos al interior del reino: discusiones familiares y problemas políticos. La muchacha valiente, con su convicción, logra hacerle entender a sus padres la verdadera índole de sus sueños y propósitos en la vida.
TAREA FINAL
Hacia el final de este proyecto habrás escrito un pequeño texto instructivo, muy al listo del Manual de instrucciones de Julio Cortázar, en el cual consignarás las "necesarias indicaciones" para estar junto a tu pequeño compañero.
TAREAs posibilitadoras Corrigiendo Escribiendo Leyendo cรณmo se escribe el mundo
Leyendo el mundo Acercรกndose al mundo
Acercรกndose al mundo
Diรกlogo
Nos comunicamos entre nosotros todo el tiempo, es una actividad bรกsica del ser humano. Alternรกndonos, nos une. Dialogar es, entre otras cosas, estar mรกs cerca al otro.
1 Visitarás, con tus compañeros y con el profesor, a los niños del grado primero de tu colegio. Utiliza la primera mitad de la clase para interactuar con el grupo en general, charlando, compartiendo y jugando con todos. Hacia la segunda mitad tendrás que elegir a tu pequeño compañero, que te acompañará a lo largo de este proyecto. Interactúa directamente con él y llena la siguiente tabla:
2 Escribe, en no más de una cuartilla, una descripción de tu pequeño seguida de las impresiones y expectativas que él o ella causan. Toma apuntes en este espacio e intenta usar los indicadores como guías para la posterior escritura de tu texto.
3 Visitarás ahora, por tu cuenta, a la profesora de tu nuevo amigo. Graba una entrevista haciendo uso de alguna herramienta tecnológica (un celular, una tableta, una grabadora convencional). Escucha, otra vez, toda la entrevista y, una vez hayas identificado los puntos esenciales, transcríbela y entrégala. Estas son las preguntas de tu entrevista: 1. Según su experiencia, ¿por qué nombre prefiere ser llamado? 2. De acuerdo a lo que usted percibe, ¿cuál es la actividad escolar que más disfruta? 3. ¿Qué diría usted que caracteriza su personalidad? 4. ¿Cree usted que tiene algún problema de disciplina o de concentración o de aprendizaje? 5. ¿Hay algo más que considera usted fundamental saber? ¿Algo más que me pueda compartir?
4 Retoma la cuartilla en la que consignaste la descripción, las impresiones y las expectativas en torno a tu pequeño; retoma, también, la transcripción que hiciste de la entrevista. Luego de haber revisado estos dos materiales, escribe un texto enumerativo en el que señales los puntos en común y las divergencias entre lo dicho por la profesora y lo intuido por ti.
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Jugarás con tus compañeros de clase, con tu pequeño amigo y con los otros pequeños amigos de tus compañeros. ¿Por qué? Porque a los niños les encanta el juego y a los mayores, admitamoslo, también. ¿Para qué? Para que luego, tras haber jugado, tanto tú como tu pequeño pasen a leer el capítulo primero de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. ¿Cuál es el juego? Presta mucha atención porque tu labor consiste en indicarle a tu pequeño qué debe hacer, cuáles son las reglas, cuáles son los incumplimientos, etc. La efectividad del juego depende de qué tan claras son tus indicaciones.
5
El juego se llama Enanos y gigantes y el objetivo es llegar al extremo contrario de donde se comenzó a jugar. Las siguientes son las reglas: 1. Se juega en parejas (tu pequeño y tú). 2. Hay dos comandos; cada uno determina una acción: «enanos», que indica que hay que encogerse tanto como se pueda; y «gigantes», que indica que hay que extenderse tanto como se pueda. 3. A pesar del comando, uno de los dos debe estar en la posición contraria. Es decir, si el comando es «enanos» uno debe estar encogido (por ejemplo tu pequeño) y el otro extendido (tú). 4. Cuando sea tu pequeño el que está encogido, puedes saltar sobre él para avanzar un poco y así llegar al otro extremo.
Leyendo el mundo
1
Para esta actividad trabajarás con un compañero de tu clase. El profesor proyectará unas fotografías. Tú estarás, en principio, de frente a lo proyectado, en tanto que tu compañero estará de espaldas, justo detrás de ti. Tu labor será describirle a tu compañero, tan bien como puedas, lo que ves en la fotografía proyectada; la labor de tu compañero, a su vez, será figurarse cuál puede ser la forma de lo descrito por ti. Cuando se cambie de fotografía se cambiarán, también, lo roles: tú pasaras a estar de espaldas, escuchando, y tu compañero pasará a observar, describiendo la fotografía.
FotografĂa 1
FotografĂa 2
FotografĂa 3
FotografĂa 4
FotografĂa 5
FotografĂa 6
FotografĂa 7
2
Leerás en clase, con acompañamiento del profesor, el primer y segundo capítulo de El Principito. Una vez hayas aclarado tus posibles dudas con respecto al argumento, el autor, el vocabulario, la estructura y demás apartados, tendrás que preparar la lectura de estos dos capítulos para tu pequeño nuevo amigo. Indispensable es que: 1. Identifiques lo más importante de cada capítulo, es decir, qué fue lo que sucedió en estas páginas. Esto te permitirá hacer énfasis en los eventos fundamentales (en tu entonación, por ejemplo). 2. Elabores, a modo de afiche o cuadro, los dibujos que componen los capítulos leídos. Esto no solo es un regalo que tu pequeño guardará, sino también un elemento que guiará la lectura.
3
DialogarĂĄs con un compaĂąero de tu clase sobre un tema de superlativa importancia: la forma en que se suben las escaleras.
4 Leerás, ahora, el siguiente texto: Instrucciones para subir una escalera (Julio Cortázar) Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha
de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Lee con un compañero de clase, en voz alta, el texto (ustedes elegirán quién hace la lectura). Tras comentar o preguntar lo que se crea necesario, tendrán que reescribir el texto a modo de lista, intentando consignar únicamente las instrucciones claras y directas, prescindiendo de todo lo demás.
5
Retomarás el texto que escribiste con tu compañero junto con el texto original de Cortázar. Haciendo uso de ambos prepararás una representación de la forma en la, según el autor, se debe subir la escalera. Aquí tienes algunas recomendaciones para que tu representación sea efectiva. 1. Usa el texto original para la lectura en voz alta. 2. Uno de los dos leerá, con pausas y énfasis necesarios; el otro, se encargará de representar lo leído. 3. Utiliza el texto reescrito para saber cuál es la secuencia
6
Leerás en clase, con acompañamiento del profesor, los capítulos tres, cuatro y cinco de El Principito. Una vez hayas aclarado tus posibles dudas con respecto a la narración, el vocabulario, la estructura y demás apartados, tendrás que preparar la lectura de estos capítulos para tu pequeño compañero. Esta vez, sin embargo, tendrás que presentarles a tus compañeros de clase y al profesor cómo será la sesión de lectura. Ellos harán comentarios y aportes para que, finalmente, vayas y leas con tu amigo.
7 Elige uno de los siguientes poemas. Elige uno que te guste mucho, pues tu labor consiste en ilustrar dicho poema, es decir, en pasar a imagen lo que, en principio, es palabra.
Poema III de Trilce (César Vallejo) Las personas mayores ¿a qué hora volverán? Da las seis el ciego Santiago, y ya está muy oscuro. Madre dijo que no demoraría. Aguedita, Nativa, Miguel, cuidado con ir por ahí, por donde acaban de pasar gangueando sus memorias dobladoras penas, hacia el silencioso corral, y por donde las gallinas que se están acostando todavía, se han espantado tanto. Mejor estemos aquí no más. Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo los barcos ¡el mío es más bonito de todos! con los cuales jugamos todo el santo día, sin pelearnos, como debe de ser: han quedado en el pozo de agua, listos, fletados de dulces para mañana. Aguardemos así, obedientes y sin más remedio, la vuelta, el desagravio de los mayores siempre delanteros dejándonos en casa a los pequeños, como si también nosotros no pudiésemos partir. Aguedita, Nativa, Miguel? Llamo, busco al tanteo en la oscuridad. No me vayan a haber dejado solo, y el único recluso sea yo.
A mi hermano Miguel (César Vallejo) Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, donde nos haces una falta sin fondo. Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá nos acariciaba: “Pero hijos…” Ahora yo me escondo, como antes, todas estas oraciones vespertinas, y espero que tú no des conmigo Por la sala, el zaguán, los corredores. Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo. Me acuerdo que nos hacíamos llorar, hermano, en aquel juego. Miguel, tú te escondiste una noche de agosto, al alborear; pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya cae sombra en el alma. Oye hermano, no tardes en salir. ¿Bueno? Puede inquietarse mamá.
Canción de la vida profunda (Porfirio Barba Jacob) El hombre es una cosa vana, variable y ondeante... MONTAIGNE Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, como las leves briznas al viento y al azar. Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe. La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar. Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo, que tiembla de pasión: bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, el alma está brotando florestas de ilusión. Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos, como la entraña obscura de oscuro pedernal: la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas, en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos... (¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!) que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, y hasta las propias penas nos hacen sonreír. Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, que nos depara en vano su carne la mujer: tras de ceñir un talle y acariciar un seno, la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer. Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres, como en las noches lúgubres el llanto del pinar. El alma gime entonces bajo el dolor del mundo, y acaso ni Dios mismo nos puede consolar. Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... en que levamos anclas para jamás volver... Un día en que discurren vientos ineluctables ¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos... (¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!) que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, y hasta las propias penas nos hacen sonreír. Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, que nos depara en vano su carne la mujer: tras de ceñir un talle y acariciar un seno, la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer. Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres, como en las noches lúgubres el llanto del pinar. El alma gime entonces bajo el dolor del mundo, y acaso ni Dios mismo nos puede consolar. Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... en que levamos anclas para jamás volver... Un día en que discurren vientos ineluctables ¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Lamentación de Octubre (Porfirio Barba Jacob) Yo no sabía que el azul mañana es vago espectro del brumoso ayer; que agitado por soplos de centurias el corazón anhela arder, arder. Siento su influjo, y su latencia, y cuando quiere sus luminarias encender. Pero la vida está llamando, y ya no es hora de aprender. Yo no sabía que tu sol, ternura, da al cielo de los niños rosicler, y que, bajo el laurel, el héroe rudo algo de niño tiene que tener. ¡Oh, quién pudiera de niñez temblando, a un alba de inocencia renacer! Pero la vida está pasando, y ya no es hora de aprender.
Yo no sabía que la paz profunda del afecto, los lirios del placer, la magnolia de luz de la energía, lleva en su blando seno la mujer. Mi sien rendida en ese seno blando, un hombre de verdad pudiera ser... ¡Pero la vida está acabando, y ya no es hora de aprender!
8 Elige ahora un poema diferente, el que quieras. Utilizarás tu celular o tu tableta para grabarte mientras lees el poema. Intenta que suene lo mejor posible: busca un buen lugar para grabar (puedes salir del salón, si así lo quieres); añade énfasis en algunos versos, haz tu voz más grave o más aguda según lo que quieras; presta atención a las rimas, etc. Recuerda que en cualquier momento puedes pedirle ayuda o consejo a tu profesor.
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Dejarás, sobre tu mesa, la grabación de tu poema. Tendrás ahora que levantarte e ir a buscar, entre las grabaciones de los demás, un poema que no hayas trabajado antes. Intenta buscar diferentes versiones, es decir, diferentes grabaciones del mismo poema. Cuando hayas escuchado al menos dos versiones, volverás a tu pupitre, aguardando a que tus compañeros completen su labor. Tras esto, se compartirán impresiones de forma grupal. Estas son las preguntas guía: 1. De las versiones escuchadas, ¿cuál crees que es la mejor? ¿Por qué? 2. ¿Qué partes de la lectura habrías hecho diferente? ¿Cómo las habrías hecho? 3. ¿Por qué grabaste tu poema de la forma en que lo hiciste? ¿Por qué ese tono, esas pausas, ese énfasis aquí o allá?
10 Trabajarás, en esta ocasión, con el poema restante (si te fijas, notarás que los otros tres poemas ya han sido trabajados). Utilizarás palabras y dibujos al mismo tiempo, pues tu labor consiste en reescribir el poema en una cartelera grande, sustituyendo, en ocasiones, una palabra por un dibujo. Por ejemplo: "Aguedita, Nativa, Miguel, cuidado con ir por ahí, por donde acaban de pasar gangueando sus memorias dobladoras penas, hacia el silencioso corral, y por donde las
que se están acostando todavía,
se han espantado tanto".
Leyendo cรณmo se escribe el mundo
1
Escucharás de tu profesor dos cosas importantes: 1) Una caracterización sucinta sobre la narrativa y sus partes. 2) Un fragmento de Los días azules. (Préstale mucha atención, pues es una divertida y conmovedora narración sobre un niño y un abuelo andando por Medellín). Luego de la lectura, regresarás a casa a dialogar con tu mamá. No asumirás la actividad como una obligación de clase; pensarás, más bien, que es una oportunidad para recordar con ella una que otra anécdota sobre el abuelo. Ten en cuenta lo explicado por tu profesor para narrar, en la clase siguiente, la anécdota que rememoraste.
Los días azules, fragmento (Fernando Vallejo) Como yo era un gran pianista, ejecutante de escalas y piezas de Ana Magdalena Bach, al abuelo se le metió en la cabeza aprender piano. Quería tocar el «Ciribiribín»: Do si si la dooo, la sol, fa dooo, fa sol, fa dooo, la sol, fa siiii... En fa mayor, con si natural primero y luego si bemol. ¡Qué desastre! No podía... Tenía los dedos tan engarrotados que no le respondían. Con los dedos de la mano izquierda entonces iba levantando los de la derecha, los que hundían las teclas. Se diría un segundo mecanismo externo del piano, contrapunto del interno, de resortes y martillos que iban movilizando dedos. Uno por uno, desengarrotándolos. Al cabo de verlo luchar eternidades contra lo imposible, yo, el maestro, meneaba la cabeza vencido, convencido: mi abuelo no había nacido para la música. Imposibilitada además la mano izquierda para el acompañamiento, sólo podía aspirar, si acaso, a ser pianista de melodías. Era una peña, con tanto empeño... Dos alumnos he tenido de piano, y fueron muchos: mi abuelo y mi hermana Gloria. A mi abuelo le enseñé siendo yo un niño; a Gloria siendo ella una niña y yo un muchacho. Tenían ambos una virtud en común: me sacaban de quicio. Al abuelo, subido yo en un taburete, acabé dándole coscorrones en la calva:
–¡Así no! ¡Así no! ¡Ya te dije! Si natural primero, luego si bemol. ¡Cuándo vas a aprender! Y él, con su sempiterna paciencia de hacer mover mulos, vuelta a lo mismo: Do si si la doooo... A veces se me antojaba ir por un cuchillo a la cocina para rajarle los dedos y sacarle los huesos a ver si así se le desengarrotaban. Como no pudo aprender piano, de la noche a la mañana le dio por manejar. Y se compró un Hudson reluciente. No le enseñó mi tío Ovidio, gran chofer, su hijo, porque vivían peliados; le enseñó un instructor: en la primera curva, en la primera clase, sin llegar siquiera a la portada ni salir de su propiedad se llevó por delante un naranjo y aligeró de media trompa al Hudson. Le dieron licencia; esto es, la patente, pero le pusieron en ella, con letras grandes, explícitas, una salvedad. «No puede manejar sin gafas». Y las gafas se le volvieron una obsesión. Las buscaba por todas partes, bajo las camas, en las gavetas, en los bolsillos, en el carro bajo los asientos: las tenía puestas. Se van a referir aquí, porque justo es que se sepan y queden consignadas para la posteridad, por la pluma de quien las vivió con riesgo de su vida, las hazañas de chofer de mi abuelo. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Al llegar por primera vez manejando a Envigado, en el parque central apachurró tres palomas. Le exigían pagar treinta pesos, o en su defecto treinta días de cárcel.
–Verá usted, mi estimado –le empezó a decir al alcalde–, yo soy Leonidas Rendón Gómez, de Santo Domingo, un forastero conservador. Ni sabía lo de las palomas, ni conozco a Envigado, pueblo precioso y de tradición... Habló por media hora sin parar y salió impune. Lo dejaron ir, y seguimos rumbo a Medellín. En la bajada de El Poblado, truene que llueve, le apagaba el motor al carro para economizar gasolina, y se iba con el impulso de dos kilómetros, hasta la zona industrial. No había poder cósmico que lo hiciera detener. Volaban a lado y lado las gallinas, los burros, las vacas, los humanos. Imposible frenar pues habría perdido la economía al volver a encender, «y así qué chiste». Un día, Dios es testigo, se llevó a una niña de corbata y ni cuenta se dio. –Pará, pará abuelito –gritábamos sus nietecitos aterrados–, que mataste una niña. Frenó en seco y casi nos descalabra contra el vidrio. –¿Dónde, que no vi? Como era un caballero, ni por un instante pensó en huir y se bajó a inspeccionar. La niña se levantó del pavimento como si una voz de lo alto le hubiera ordenado: «Levántate y anda». Le habían dado tan sólo un susto, un rozón. Así son los milagros.
Item más: de la misma suerte que se le engarrotaban los dedos en el piano, se le engarrotaba el pie en el acelerador. Y ahí vamos, con el acelerador pegado, a cien kilómetros por pleno centro de Medellín. Brincaban los transeúntes a las aceras como gotas de un charco, se abría en abanico veloz la multitud. A un policía que estaba en una esquina distraído le pasó rozando. Desquitó el maldito dando un brinco atrás como maromero, aterrado, pero nosotros lo acabamos de rematar. Por la ventanilla le gritamos: –¡Negro hijueputa! Y lo dejamos aturdido, como descalabrado. Cuando se repuso un poco, como endemoniado empezó a silbar. ¡Pero quién ha visto que un silbato de policía alcance a un Hudson a cien kilómetros! Con chirriar de llantas y un chispero nos lo perdimos en la primera esquina. Dizque anotó la placa, el pobre estúpido, y largábamos la carcajada: no sabía que le habíamos trucado el número a la placa. Como los números eran blancos, los modificábamos con tiritas de esparadrapo para proteger al abuelo de la autoridad. Y donde decía treinta y cinco, el guardián de la ley vejado leía ochenta y dos. Pero el abuelo no sabía lo de las placas ni lo del policía ni lo de los transeúntes ni nada: iba ahora por Ayacucho en contra vía, embebido en su monólogo interior. Y ése era su problema para manejar, más grave que el engarrotamiento del pie y que la vista cansada: su problema era que el cuerpo iba en el carro manejando, pero la mente andaba ausente, en otra parte: cinco cuadras adelante, en un juzgado, redactando un memorial.
2
Leerás en clase, con acompañamiento del profesor, los capítulos seis, siete, ocho y nueve de El Principito. Una vez hayas aclarado tus posibles dudas con respecto al argumento, el autor, el vocabulario, la estructura y demás apartados, tendrás que preparar la lectura de estos capítulos para tu pequeño nuevo amigo. Esta vez tu preparación se centrará en los elementos narrativos que logres identificar. Señala con color rojo los personajes de los capítulos; con color azul, las palabras que evocan narración; y con color amarillo, los diálogos.
3
Prepararás, con tu pequeño, alguna comida para compartir en clase, pues se hará una sesión de cine. Tras lo anterior verás, con tus compañeros, tu pequeño y los otros pequeños, la película Valiente. Durante la película, sin interrumpir excesivamente, le señalarás aspectos que consideres importantes. Intenta recordar todo lo que has aprendido: estructura narrativa, relevancia de los personajes, eventos fundamentales y eventos complementarios, etc. Al finalizar, intenta reconstruir con ayuda de tu compañerito, la película en su totalidad.
4
Traerás a tu salón de clases, de nuevo, a tu pequeño acompañante. Ahora se hablará sobre la película, pues tendrá lugar un cine foro. Asegúrate de que tu pequeño participe y, también, de escuchar a los que participan, tanto a los "grandes" como a los "chiquitos". Estas preguntas guiarán el cine foro:
5
Leerás los capítulos dos y tres de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Intenta recordar, por un lado, lo que se narró en el capítulo primero y, por otro lado, lo que se cuenta en la película de Tim Burton. A contunuación, completa esta tabla:
Escribiendo
1 Leerás, ahora, el siguiente texto: Instrucciones para llorar (Julio Cortázar) Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
1
Una vez hayas leído el texto, deberás escribir tus propias Instrucciones para llorar, conservando, si quieres, fragmentos del texto de Cortázar; modificando todo lo que quieras, pero siempre intentando conservar las caracterísitcas textuales presentes en el original. Aquí tienes algunas recomendaciones para que tu representación sea efectiva. 1. Piensa la acción a tratar (el llorar) de forma secuencial: ¿qué va primero al llorar?, ¿qué va después? 2. Describe la secuencia anterior indicando en cada paso no solo lo que se debe hacer sino también añadiendo algunos elementos poéticos. 3. Ten mesura con el recurso poético: no olvides que es un texto desenfadado y modesto, un texto de instruciones al fin y al cabo.
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Llegados a este punto, habrás pasado ya varios momentos con tu pequeño acompañante, de forma voluntaria, sin exigencia alguna. Pues bien, ya que has de conocer muy bien a tu compañero, tendrás que escribir un texto de instrucciones en el que le indiques cómo hacer un circulo cromático que muestre los colores primarios y secundarios (estos último obtenidos a partir de los primeros). Se hará una suerte de evaluación en la que le leerás las instrucciones a tu pequeño mientras él intenta hacer el círculo de colores. Tips: 1. Toma como ejemplo una receta de cocina. 2. Utiliza palabras y oraciones simples. 3. Ensaya con algún familiar menor.
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Estarás ahora al borde de la tarea final: escribirás, en máximo una cuartilla, las instrucciones sobre cualquier aspecto con respecto a tu pequeño (instrucciones para leer un cuento, instrucciones para ver una película, instrucciones para entender lo que dice, instrucciones para abrazarlo, instrucciones para soportarlo, instrucciones para enseñarle la «h» etc.). No hay aquí ninguna restricción, tú decides cómo y sobre qué escribir. Solo recuerda que esta tarea final es un texto de instrucciones pero al estilo de Julio Cortázar (así que sería astuto leer otro texto de instrucciones de él), así que debes procurar ser poético, instructivo y, sobre todo, creativo.