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Autobiografía de Jesucristo

“El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” Con estas palabras del Hijo de Dios, que son permanentes más allá del tiempo, se vuelve a actualizar el Evangelio, concordado y escrito en forma autobiográfica, es decir, relatado por el mismo Cristo. En la palabra y la vida de Jesucristo se contiene todo lo que Dios ha querido decir a cada mujer y a cada hombre. El mismo Jesús dirá de su palabra que es Espíritu y Vida, dirá que su palabra es la del Padre que le ha enviado. El Verbo ha bajado del cielo para dejar en este mundo la Palabra de su Padre Dios, como se deja una semilla que lleva vida en sí misma, en terreno propicio que genera un nuevo nacimiento, para vivir una nueva existencia, única y verdadera que ha de entenderse en clave de espíritu y eternidad, porque este es el último destino del hombre: la vida eterna. La Fe hay que suplicarla a quien la puede dar. Dios siempre la ha dado y la dará, con plenitud, a la mujer y al hombre que con inteligencia de adulto y corazón de niño, hambriento de Verdad, con buena voluntad, la requiere con toda su alma. El Hijo de Dios sale a nuestro encuentro cuando, a solas, en los íntimos aposentos de nuestro espíritu, nos hace conocer quien es El y por qué ha venido a este mundo. A continuación, en esta Autobiografía, se descubre una infinita deuda de

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Autobiografía de Jesucristo gratitud que compromete al bien nacido. Amor con amor se paga. Cuanto más se conoce más se ama, por esto precisamente, se justifica este libro, porque pretendo conseguir que el Amor sea conocido y muy amado.

Querida lectora o lector: Ya han pasado más de treinta años desde que inicié la concordancia evangélica que a continuación puede contemplar. Cronológicamente se ordenaron los hechos que describen San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan para dar lugar a un solo relato que se presentó en estilo autobiográfico. En el año 1.980 se publica la 1ª edición en un formato, digamos, que rústico y sencillo con muy pocos ejemplares y sin ningún comentario por parte del autor. Este libro dispone del “nihil obstat” certificado por el que fue Cardenal de Sevilla Exc. Sr. Bueno Monreal. Ahora, a treinta años vista, el Ingeniero que suscribe, vuelve a presentar este trabajo como libro electrónico al alcance, gratuitamente, de quien lo quiera leer, pero añadiendo los comentarios, según mi leal saber y entender, producto de las reflexiones que a un hombre normal, ya metido en años, le sugieren los hechos y palabras que se relatan. Son comentarios de un católico con profundo respeto al Magisterio de la Iglesia Católica. Son comentarios consecuentes con la práctica del ejercicio de la razón y el sentido común en el normal desarrollo de mi actividad como persona y profesional, la de Ingeniero Técnico, dejando constancia de que he empleado el mismo sentido deductivo para interpretar los hechos de mi vivir entre los hombres y los hechos que a continuación se describen.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. ¿Qué es la Verdad? ¿Quién es la Verdad? La Verdad, el Camino y la Vida es Cristo. Toda la Verdad está palmariamente manifiesta en las páginas de este libro. Leerlo supone conocer lo que Dios quiere que se conozca. Asumir esta Verdad es poseer un "salvoconducto" para entrar en la vida eterna. Que este libro llegue a tus manos, amigo lector, no es consecuencia de una casualidad producto de un arbitrario azar. Es, sin duda, un acto de predilección, un privilegio consumado en el tiempo, en tu tiempo, un acto pensado para ti desde de antes de la creación del mundo.

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Autobiografía de Jesucristo

Rafael García Ramos Ingeniero Técnico 27-ene-13 MURCIA ESPAÑA www.hijodedios.org INTRODUCCIÓN

¿Cuándo? “…cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, hecho hijo de mujer…”(Gál 4,4) Esta “plenitud de los tiempos” coincide, aproximadamente, con los finales del año 749 de la fundación de Roma.

¿Dónde? En el extremo occidental de Asia. En una tierra, limitada al Norte por la Fenicia y la Siria, al Este por la Arabia desierta, al Sur por la Idumea y al Oeste por el Mediterráneo. Una tierra que se llama Palestina, cuya extensión, 25.124 Km2, es algo menor que la región de Murcia-España.

¿Por qué? “Porque así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, a fin de que todo el que crea en El no perezca, sino que alcance la vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.” (Jn 3,16-17) La palabra “Evangelio” define la historia de la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, contenida en los cuatro relatos que llevan el nombre de los cuatro evangelistas y que componen el primer libro canónico del Nuevo Testamento. Los cuatro evangelistas son:

San Mateo San Marcos San Lucas San Juan

Sinópticos

Ordenando cronológicamente los relatos anteriores se da lugar a la “Concordancia Evangélica”, que viene a ser un único relato de unos hechos consumados en tiempo y

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Autobiografía de Jesucristo lugar determinados. Relatar esta Concordancia en primera Persona, la convierte en Autobiografía, palabra con la que se define la vida de un hombre ó una mujer contada por sí mismo. Si además el Protagonista de esta Autobiografía singulariza al lector, entonces nos encontramos con una interpelación personal del quien escribe al quien le lee, un requerimiento íntimo de Alguien que parece conocerte profundamente. Este trabajo, realizado por un Ingeniero Técnico, pretende dar a conocer a Jesucristo según las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica, por tanto, como se puede apreciar en el fichero “ANTECEDENTES”, dispone del “nihil obstat” certificado el 16 de Junio de 1.981 por el Excmo. Sr. D. José Bueno Monreal, Cardenal de Sevilla. El texto canónico se ha mantenido rigurosamente, solo se han añadido unas pocas palabras que lo convierten en estilo autobiográfico. Los personales comentarios son consecuentes con mi leal saber y entender, fundamentados con la misma lógica y sentido común con el que un técnico razona en el ejercicio de su profesión. El Ingeniero que suscribe expone, al lector, con la máxima objetividad posible, lo que gradualmente, va interpretando según se avanza en la narración. Al principio, uno se siente mero espectador de los hechos que describe el Protagonista, Jesucristo, pero a las pocas páginas leídas, te metes dentro del relato porque te sientes comprometido y acabas “tocado”.

PROLOGO En el principio Yo ya era, era la Palabra de mi Padre Dios, en El estaba, en El era Dios y en El existía en el principio. Todas las cosas fueron hechas por mí, y sin mí nada se hizo de cuanto ha sido hecho. En mí había vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz, en las tinieblas brilla, y las tinieblas no me acogieron. Apareció un hombre, enviado de parte de mi Padre: su nombre era Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de mí que soy la Luz. Existía Yo, Luz verdadera, la que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por mí, y el mundo no me conoció. Vine a lo que era mío y los míos no me recibieron. Mas a cuantos me

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Autobiografía de Jesucristo recibieron, a los que creen en mi Nombre, les di potestad de ser hijos de Dios; los cuales no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios nacieron. Y Yo, Palabra de mi Padre, me hice carne en el seno purísimo de una Virgen, María, la Madre mía y tuya, y habité entre los hombres; y éstos contemplaron mi gloria, gloria cual del Unigénito procedente del Padre: lleno de gracia y de verdad.

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Juan da testimonio de mí y clama diciendo: Este era el que dije: “El que viene detrás de mí ha sido puesto delante de mí, porque era primero que yo”. Pues de mi plenitud vosotros todos recibís gracia sobre gracia. Porque la Ley por mano de Moisés fue transmitida, la gracia y la verdad por mano mía fueron hechas. A Dios nadie le ha visto jamás: Yo, el Unigénito Hijo, el que está en el regazo del Padre mirándole cara a cara, es quien os lo da a conocer.

CAPITULO I EL EVANGELIO DE MI INFANCIA 1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista. Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, hermano de Moisés, llamada Isabel. Eran ambos justos a los ojos de mi Padre Dios, caminando sin falta en todos sus mandamientos y preceptos. No tenían hijos porque Isabel era estéril y ambos avanzados en edad. Ejerciendo Zacarías su ministerio sacerdotal, cúpole en suerte entrar en el Santuario del Templo para ofrecer el incienso. La muchedumbre del pueblo estaba fuera orando. Apareciósele un ángel puesto de pie a la derecha del altar del incienso. Se turbó Zacarías al verle y le sobrecogió el temor. Mas el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración; y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. El será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento; porque será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor que embriague; será lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor, su Dios. El mismo le precederá con el espíritu y poder de Elías, para retornar los corazones de los padres hacia los hijos y los rebeldes a la 1

Este versículo está acomodado y complementado con referencias a la Virgen María. Página 5


Autobiografía de Jesucristo prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” Dijo Zacarías al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en 2 edad.” El ángel respondió diciendo: “Yo soy Gabriel que asisto en la presencia de Dios y he sido enviado para hablarte y darte esta buena nueva. Y he aquí que estarás mudo y sin poder hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no diste fe a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.” Estaba el pueblo esperando a Zacarías y se maravillaban de que tardase tanto tiempo. Y cuando salió no podía hablarles y entendieron que había tenido una visión en el Templo. Les hablaba por señas, pues como el ángel le dijo, quedó mudo. Cumplidos los días de su ministerio, Zacarías marchó a su casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y ella lo ocultó cinco meses, diciendo para sí: “Así lo ha hecho el Señor conmigo el día en que se ha dignado quitar mi 3 vergüenza entre los hombres.” 1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre. Pasados seis meses, envió de nuevo mi Padre al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una doncella desposada con un varón llamado José, de la casa de David, cuyo nombre es María. Entró donde ella estaba y le dijo: “Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres.” María, mi Madre, al oír estas palabras, se turbó, y discurría en sí que podría ser este saludo. Y le dijo Gabriel:

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No le da crédito a las palabras del ángel. La mezquindad del hombre hace imprevisible la respuesta de un corazón humano a una visión celeste. 3 Para una mujer israelita, no tener hijos era una vergüenza entre los suyos. Página 6


Autobiografía de Jesucristo

“No temas María, pues hallaste gracia a los ojos de Dios. He aquí que concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, a quien darás por nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob eternamente y su reinado no tendrá fin.” Dijo mi Madre al ángel:

“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” Y Gabriel le dijo: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará con su sombra; por lo cual también lo que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ella ha concebido en su vejez, y este es el sexto mes para ella la que llamaban estéril; porque nada es

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imposible para Dios.” Y dijo mi Madre:

“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y retiróse Gabriel de delante de mi Madre.

1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel. Por aquellos días, mi Madre se puso en camino, se dirigió presurosa a la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al 4

Todo es posible para Dios. Los hombres pedimos como quien somos como somos, pero Dios da como quien es como es. La Omnipotencia de Dios está al servicio de la Fe. Una sola alma puede demandar de Dios, en virtud de un supremo acto de Fe, la consumación de un hecho, imposible para el hombre por sí mismo, que puede influir en la historia de toda la humanidad, en su destino final. Página 8


Autobiografía de Jesucristo oír Isabel el saludo de mi Madre dio saltos de gozo el niño que en su seno llevaba y en ese instante quedó llena del Espíritu Santo y con fuerte voz exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y de dónde a mí esta gracia, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? Porque así que sonó tu voz en mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído tendrán cumplimiento las cosas que te han sido dichas de parte del Señor.” Y dijo mi Madre:

“¡Engrandece mi alma al Señor, y se regocija mi espíritu en Dios mi Salvador; porque puso sus ojos en la bajeza de su esclava. Pues he aquí que desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones; porque hizo en mi favor grandes cosas el Poderoso, y cuyo Nombre es Santo; y su misericordia por generaciones y generaciones, para con aquellos que le temen. Hizo ostentación de poder con su brazo: desbarató a los soberbios en los proyectos de su corazón; derrocó de su trono a los potentados, y enalteció a los humildes; llenó de bienes a los hambrientos y despidió vacíos a los ricos. Tomó bajo su amparo a Israel, su siervo, para acordarse de su misericordia, como lo había anunciado a nuestros padres, a favor de Abraham y a su linaje para siempre!” Mi Madre permaneció con Isabel como tres meses y volvió a su casa. A Isabel se le cumplió el tiempo de su parto y dio a luz un hijo. Y al enterarse sus vecinos y parientes de que el Señor había usado con ella de gran misericordia, le daban el parabién. Al octavo día vinieron a circuncidar al niño y querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías. Intervino Isabel su madre, diciendo: “No, sino que se llamará Juan.” Dijéronle: “Nadie hay en tu familia que se llame con ese nombre.” Entonces preguntaron por señas a su padre cómo quería que se llamase. El pidiendo una tablilla, escribió en éstos términos: “Juan es su nombre.” Todos quedaron maravillados. Y se abrió de improviso su boca, y se desató su lengua, y habló bendiciendo a Dios. Y se espantaron todos los que vivían en su vecindad, y en toda la montaña de Judea se divulgaban todas estas cosas, y todos los que la oían las guardaron en su corazón diciendo: “¿Qué será, pues, este niño?” Y es que la mano de mi Padre estaba sobre este niño. Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó y rescató a su pueblo. Ha suscitado un poderoso Salvador para nosotros en la casa de David, su siervo, según le había anunciado desde antiguo por boca de sus santos profetas; salud que nos liberase de nuestros enemigos y de manos de todos los que nos odian; para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza santa; para cumplir su juramento, que juró a Abraham nuestro padre; Página 9


Autobiografía de Jesucristo de darnos que, libres de temor, liberados de manos de nuestros enemigos, le sirviéramos en santidad y justicia en su presencia, todos nuestros días. Y tú, ¡Oh niño!, profeta del Altísimo serás llamado, por cuanto irás delante del Señor para aparejar sus caminos, para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación en la remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, por las cuales nos visitará un Sol Levante desde lo alto, para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz!” Juan crecía y se robustecía en el espíritu y vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel. 1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José.5 En mi Madre, esposa de José, se evidenciaba su embarazo y el corazón de mi padre, que siempre permaneció virgen, sufría las zozobras del no saber que hacer ante este acontecimiento inesperado. En el seno de su bendita mujer el Hijo de Dios tomaba la carne de su Madre para hacerse hombre, un Hijo de su esposa en el que nada tuvo que ver. Mi padre, bien conocía a su María. Mi padre, oyó a Isabel que reconoció a su prima como la Madre de su Señor, ¿qué hacer? Decide iniciar en secreto el acta de repudio y en su caso apartarse de la mujer de la que no se consideraba digno. Estando él con éstos pensamientos, un ángel de mi Padre se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, pues lo que se engendró en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que por boca del profeta dijo mi Padre: “He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros.” Despertado José mi padre, del sueño, hizo como lo ordenó el ángel y tomó consigo a María, mi Madre, su mujer, la cual sin que él la conociese me dio a luz y púsome por nombre Jesús. 1.05 Nacimiento en Belén. Portal de Belén. Aconteció que por aquellos días salió un edicto de César Augusto para que se hiciese el censo de todo el Imperio. Este empadronamiento, el primero, se efectuó siendo Quirino gobernador de la Siria. Y se pusieron todos en viaje para inscribirse cada cual en su ciudad. Subió también mi padre José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a la Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él del linaje y familia de David, para inscribirse en el censo juntamente con María, su esposa y Madre mía, que estaba en cinta. Y sucedió que estando ellos allí, se le cumplieron a mi Madre los días del parto y me dio a luz y envolviéndome en pañales, me recostó en un pesebre, pues no había para nosotros lugar en el mesón. 5

Todo este apartado está acomodado a la redacción autobiográfica complementando las palabras de San Mateo. Página 10


Autobiografía de Jesucristo 1.06 Genealogía.6 Soy hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró a Farés y a Zará de Tamar, Farés engendró a

Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz de Rahab, Booz engendró a Jobed de Rut, Jobed engendró a Jesé, Jesé engendró a David el rey. David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abías, Abías engendró a Asá, Asá engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró 6

En el Evangelio se dan dos genealogías, una de San Mateo y otra se San Lucas. Página 11


Autobiografía de Jesucristo a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Joaquím, Joaquím engendró a Jeconías y sus hermanos al tiempo de la deportación a Babilonia. Después de la deportación de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacim, Eliacim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim, Aquim

engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob, Jacob engendró a José el marido de mi Madre de la cual nací. Todas las generaciones, pues, desde Abraham hasta David son catorce, desde David hasta la deportación también son catorce y desde la deportación hasta mí igualmente catorce. Según se creía, soy hijo de José, que lo era de Helí, el de Matat, el de Leví, el de Melquí, el de Jannái, el de José, el de Matatías, el de Amós, el de Nahum, el

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Autobiografía de Jesucristo de Eslí, el de Naggái, el de Maat, el de Matatías, el de Semeín, el de Josec, el de Jodá, el de Joanán, el de Resá, el de Zorobabel, el de Salatiel, el de Nerí, el de Melquí, el de Addí, el de Cosam, el de Elmadam, el de Er, el de Jesús, el de Eliezar, el de Jorim, el de Matat, el de Leví, el de Simeón, el de Judá, el de José, el de Jonam, el de Eliacim, el de Meleá, el de Mená, el de Matatá, el de Natán, el de David, el de Jesé, el de Jobed, el de Booz, el de Sala, el de Naasón, el de Aminadab, el de Admín, el de Arní, el de Esrón, el de Fares, el de Judá, el de Jacob, el de Isaac, el de Abraham, el de Tara, el de Nacor, el de Seruc, el de Ragán, el de Fálec, el de Eber, el de Sala, el de Cainam, el de Arfaxad, el de Sem, el de Noé, el de Lámec, el de Matusalá, el de Enoc, el de Járet, el de Maleleel, el de Cainán, el de Enós, el de Set, el de Adán, el de Dios.

1.07 Anuncio de los ángeles a los pastores. En aquella misma comarca de los alrededores de Belén se hallaban unos pastores que pernoctaban al raso de la noche y velaban por turno para guardar Página 13


Autobiografía de Jesucristo su ganado, y he aquí que un ángel de la gloria de mi Padre se presentó ante ellos y ésta los envolvió en sus fulgores quedando sobrecogidos de temor. Pero el ángel les dijo: “No temáis, pues he aquí que os traigo una buena nueva, que será de grande alegría para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis al Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.” Y al instante se juntó con el ángel una gran muchedumbre del ejército celestial que alabando a su Creador decían: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” Así como los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “¡Ea!, vayamos a Belén, y veamos esto que el Señor nos ha manifestado.”

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Autobiografía de Jesucristo Fueron a toda prisa, y me hallaron recostado en un pesebre junto a mis padres, María y José. Y al verme dieron a conocer la declaración que se les había hecho acerca de mí. Y todos los que los oyeron se maravillaban de las cosas que les habían dicho los pastores. Mi Madre guardaba todas estas palabras, meditándolas en su Corazón. Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a mi Padre Dios por todas las cosas que oyeron y vieron, conforme les habían sido anunciadas. 1.08 Circuncisión y purificación. Al cumplirse los ocho días me circuncidaron poniéndome el nombre de Jesús como ya había sido llamado por el ángel antes de que fuese concebido en el seno de mi Madre. Y subimos a Jerusalén para cumplir con la Ley de Moisés por la cual mi Madre se sometió a la purificación y Yo era presentado a mi Padre. Dicha Ley dice: “Todo primogénito varón será consagrado al Señor.” Mis padres ofrecieron como sacrificio un par de tórtolas. Y he aquí que había un hombre en Jerusalén por nombre Simeón, justo y temeroso de mi Padre Dios, que aguardaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba sobre él, habiéndole sido revelado que no vería la muerte antes de verme. Vino al Templo impulsado por el Espíritu Santo y cuando mis padres me introducían en el Templo, se acercó a nosotros y recibiéndome en sus brazos bendijo a mi Padre Dios diciendo: “Ahora dejas ir a tu siervo, Señor, según tu palabra, en paz; pues ya vieron mis ojos tu Salud, que preparaste a la faz de todos los pueblos: luz para iluminación de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.” Mis padres estaban maravillados de las cosas que se decían de mí. Simeón nos bendijo y dijo a mi Madre: “He aquí que Este está puesto para caída y resurgimiento de muchos en Israel, y como una señal a quien se hace contradicción- y a ti misma te traspasará el alma una espada-, para que salgan a la luz los pensamientos del fondo de muchos corazones.” Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, habiendo vivido con su marido siete años desde que se casó, y quedando viuda, había llegado hasta los ochenta y cuatro años. No salía del Templo, sirviendo a mi Padre Dios en ayunos y oraciones noche y día. Acercándose en aquel momento, alababa también a mi Padre Dios, y hablaba de mí a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 1.09 Epifanía y huida a Egipto. Magos Por aquellos días llegaron a Jerusalén unos Magos venidos de las regiones orientales y decían: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y venimos a adorarle.” Al oír esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los jefes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, se informó de ellos sobre dónde había de nacer el Mesías. Y ellos le dijeron:

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Autobiografía de Jesucristo “En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: Y tú Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá; porque de ti saldrá un Jefe que pastoreará a mi pueblo Israel.” Entonces Herodes, habiendo llamado secretamente a los Magos, se informó exactamente de ellos acerca del tiempo en que había aparecido la estrella; y enviándolos a Belén dijo: “Id y tomad exacta información acerca del Niño; y cuando le hubiereis hallado, dadme aviso, para que yo también vaya y le adore.” Después de oír al rey, se pusieron en camino y de repente la estrella que vieron en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando hasta donde Yo me encontraba se paró encima. Al ver la estrella, sintieron grandísimo gozo. Y entrando en la casa, me vieron con María, mi Madre; y postrándose en tierra me adoraron; y abriendo sus tesoros me ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra. Avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino. Así que los Magos hubieron partido, he aquí que un ángel se apareció en sueños a mi padre, José, diciéndole: “Levántate, José, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo.”

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Autobiografía de Jesucristo

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Él, levantándose de noche, nos tomó a mi Madre y a mí y se refugió en Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que había dicho mi Padre por boca del profeta: “De Egipto llamé a mi Hijo.” 1.10 Matanza de inocentes. Entonces Herodes, viéndose burlado por los Magos, se enfureció en extremo, y mandó matar a todos los niños que habían en Belén y en todos sus contornos de dos años para abajo, según el tiempo exacto que había averiguado de los Magos. Entonces se cumplió lo dicho por boca del profeta Jeremías: “Una voz se oyó en Ramá, llanto y gran lamentación; era Raquel que lloraba sus hijos, y no quería ser consolada, pues ya no existen.”

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Autobiografía de Jesucristo 1.11 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén. Vida en Nazaret Muerto Herodes, he aquí que un ángel se apareció en sueños a mi padre, José, en Egipto y le dijo: “Levántate y toma al Niño y a su Madre, y marcha a tierra de Israel; pues han muerto los que buscaban la vida del Niño.”

Mi padre, José, levantándose, nos tomó a mi Madre y a mí y partimos hacia la tierra de Israel. Mas habiendo oído que reinaba Arquelao en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá y avisado en sueños, nos retiramos a la región de Galilea y allí nos establecimos en una ciudad llamada Nazaret para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que Yo sería llamado Nazareno. Mi padre, José, ejercía de carpintero y con el esfuerzo de su trabajo mantuvo a su familia con la ayuda de mi Madre que se ocupaba de las labores de

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Autobiografía de Jesucristo la casa, una familia como muchas de Nazaret.

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Mis padres cada año iban a Jerusalén por la fiesta de la Pascua y cuando cumplí doce años subimos a la fiesta según costumbre. Y acabados los días mis padres se volvieron con la comitiva sin advertir que Yo me había quedado en Jerusalén, pues creyeron que iría con la caravana y mis parientes. Y así caminaron una jornada. Me buscaron entre los familiares y conocidos y al no encontrarme se volvieron a Jerusalén para buscarme. Y sucedió que después de tres días me hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas, doctores que quedaron pasmados de los conocimientos que descubrieron en un Niño de doce años. Mis padres al verme quedaron atónitos y mi Madre me dijo:

“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, 7

Este párrafo está acomodado para resaltar el estilo autobiográfico Página 20


Autobiografía de Jesucristo angustiados, andábamos buscándote.” Yo les contesté:

“¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había Yo de estar en la casa de mi Padre?” No comprendieron mis palabras y por fin en su compañía nos fuimos a Nazaret viviendo sometido al amor y ternura de mis padres. Mi Madre guardaba 8 todas estas cosas en su Bendito Corazón. Fui creciendo en sabiduría, en estatura y gracia delante de mi Padre Dios y de los hombres.

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También se acomoda al relato autobiográfico

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Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO II PERIODO DE PREPARACION 2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo. En el año decimoquinto del Imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilatos procurador de la Judea, y Herodes tetrarca de la Galilea, y Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconítide, y Lisanias tetrarca de la Abilina, al tiempo del sumo sacerdote Anás y Caifás, vino la palabra de mi Padre Dios sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto de Judea. Y recorrió toda la comarca del Jordán predicando un bautismo de penitencia para remisión de los pecados, diciendo: “Arrepentíos, pues está cerca el Reino de los Cielos.” Como está escrito en el profeta Isaías: ”Voz de uno que clama en el desierto: aparejad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco se rellenará y todo monte y collado se rebajará; y lo tortuoso se hará recto, y lo áspero caminos llanos; y verá toda carne la Salud de Dios.” Y como profetizó Malaquías: “Mira, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino.” Y salía a él toda la región de la Judea y los jerosolimitanos todos, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y andaba Juan vestido de pelos de camello con una faja de cuero en torno de sus hombros; y su mantenimiento era langosta y miel silvestre. Y viendo a muchos de los fariseos y saduceos que venían a su bautismo, les decía: “Engendros de víboras, ¿quién os mostró el modo de huir de la ira inminente? Haced, pues, fruto digno de la penitencia. Y no se os ocurra decir dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abraham”. Porque os digo que poderoso es Dios para hacer surgir de éstas piedras hijos a Abraham. Y ya, además, el hacha está puesta a la raíz de los árboles. Todo árbol, pues, que no lleve fruto bueno será cortado y echado al fuego.” Preguntaban a Juan las turbas: “¿Qué haremos pues?” Y él les decía: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga provisiones, haga lo mismo.” Vinieron también unos publicanos a ser bautizados y le dijeron: “Maestro, ¿qué hemos de hacer?” Y él les decía: “No exijáis nada sobre la tasa que os ha sido fijada.” Le preguntaron también algunos agentes armados: “¿Qué hemos de hacer también nosotros?” Y él les dijo: “A nadie hagáis extorsión, ni denuncies injustamente, y contentaos con

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Autobiografía de Jesucristo vuestro sueldo.” El pueblo en expectación discurría en su corazón acerca de Juan, si por ventura no sería el Mesías, pero Juan respondió a todos: “Yo os bautizo en agua para penitencia: mas el que viene tras de mí es más fuerte que yo, ante quien no soy digno de desatar agachado la correa de su calzado. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene su bieldo para limpiar su era y allegar el trigo en su granero; mas la paja la quemará con fuego inextinguible.” Y así, con estas y con otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

Y aconteció, al tiempo que todo el pueblo era bautizado, que vine desde Nazaret de Galilea al Jordán y me presenté a Juan para ser bautizado por él. Mas Juan me atajó diciendo: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?” Mas Yo le dije:

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Autobiografía de Jesucristo “Déjame hacer ahora, pues así nos cumple realizar plenamente toda justicia.” Juan me bautizó, y al salir del agua, estando en oración, rasgáronse los cielos y el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre mí y se oyó la voz de mi Padre que dijo:

“Este es mi Hijo amado, en quien me agradé” 2.02 En el desierto. Tentaciones. Lleno del Espíritu Santo, volví del Jordán para ser conducido, por el mismo Espíritu, hacia el desierto y ser tentado por el diablo. Estuve en el desierto, entre las fieras, cuarenta días y cuarenta noches, y fui tentado por Satanás. No comí nada durante aquellos días, y acabados sentí hambre y fue entonces cuando se llegó a mi presencia el Tentador diciendo:

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Autobiografía de Jesucristo “Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan en panes.” Le respondí:

“Escrito está: “No de sólo pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Entonces, tomándome el Diablo me llevó a la Santa Ciudad, me puso sobre el alero del Templo y dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está que a sus ángeles ordenará acerca de Ti, y en las manos te tomarán no sea que tropieces con tu pie en alguna piedra.” Yo le dije:

“También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.” De nuevo, Satanás, tomándome, me llevó a un monte sobremanera elevado y mostrándome todos los reinos del mundo y la gloria de ellos me dijo: “Te daré toda esa potencia y la gloria de ellos, puesto que a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy; si, pues, Tú postrándote delante de mí me adorares, será Tuya toda.” Le respondí:

“¡Vete de aquí, Satanás; porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo darás culto!”

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Autobiografía de Jesucristo

Y habiendo dado fin a toda tentación el Diablo se retiró de mí hasta otro 9 tiempo oportuno. Y he aquí que vinieron los ángeles y me servían. 2.03 Testimonio de Juan Bautista. Los judíos enviaron, desde Jerusalén, algunos sacerdotes y levitas que fueron al encuentro de Juan y le preguntaron: “Tú, ¿quién eres?” Y Juan confesó la verdad y no la negó diciendo: “Yo no soy el Mesías.” Y volvieron a preguntarle: “¿Quién pues? ¿Eres Elías tú?” 9

Cristo será de nuevo tentado. Satanás no descansará nunca, vive en eterna ansiedad. Página 26


Autobiografía de Jesucristo Y dijo: “No lo soy.” Y de nuevo: “Eres tú el Profeta.” Y respondió: “No.” Dijéronle, pues: “¿Quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti?” Juan contestó: “Yo soy voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, según dijo el Profeta Isaías.” Y los enviados, que eran fariseos, por último, le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió diciendo: “Yo bautizo en agua; en medio de vosotros está quien vosotros no conocéis, el que viene detrás de mí, a quien no soy digno de desatar la correa de su calzado.” Estas cosas pasaron en Betania, a la otra parte del Jordán, donde Juan estaba bautizando. Al día siguiente, al verme venir hacia él, Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es Aquel de quien yo dije: detrás de mí viene un Hombre que ha sido puesto delante de mí porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que El sea mostrado a Israel, para esto vine yo bautizando en agua. He visto el Espíritu que descendía del cielo como paloma y se posó sobre El. Y yo no le conocía, mas el que me había enviado a bautizar en agua, El me dijo: “Aquel sobre el que vieres descender el Espíritu y posarse sobre El, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Y yo le he visto, y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Dios.” 2.04 Primeros discípulos. Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y fijando sus ojos en mí dijo: “He aquí el Cordero de Dios.” Como oyeran estas palabras, los dos discípulos vinieron en pos de mí, y viendo que me seguían les dije:

“¿Qué buscáis?” Ellos contestaron: “Rabí, Maestro, ¿dónde moras?” Y les dije:

“Venid y lo veréis.” Vinieron, pues, vieron donde moraba y se quedaron conmigo aquel día. Sería como la hora décima. Andrés, el hermano de Pedro, y Juan se llaman los

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Autobiografía de Jesucristo discípulos que oyendo las palabras de Juan Bautista me siguieron. Andrés fue en busca de su hermano Simón y le dijo:

“¡Hemos hallado al Mesías, al Cristo!” Andrés y Simón vinieron a mí y poniendo mis ojos sobre Pedro le dije:

“Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefás” (que significa “Pedro” o “Piedra”). Al día siguiente determiné salir para Galilea acompañado de mis discípulos. En el camino hallé a Felipe y le dije:

“Sígueme.” Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe, a su vez, encontró a Natanael, y le dijo: “Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas igualmente, le hemos hallado: Jesús, hijo de José, el de Nazaret.” Página 28


Autobiografía de Jesucristo Y le dijo Natanael:

“¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Dícele Felipe: “Ven y lo verás.” Felipe y Natanael vinieron hacia mí y al acercarse dije:

“Ahí tenéis verdaderamente un israelita en quien no hay engaño.” Natanael respondió: “¿De dónde me conoces?” Yo le dije:

“Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, Yo te vi.” Respondió Natanael:

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Autobiografía de Jesucristo “¡Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel!” Mas Yo le dije:

“¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Mayores cosas que estas verás. En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles del cielo que suben y bajan sobre el Hijo del hombre.” 2.05 Bodas de Caná. Pasados tres días, llegando a Caná de Galilea, se celebraban unas bodas y 10 allí estaba mi Madre . Fuimos invitados a la boda mis discípulos y Yo. Como faltase vino, mi Madre se llegó a mí diciéndome:

“No tienen vino.” 10

Posiblemente, los novios eran parientes de la Virgen María, de Jesús. Página 30


Autobiografía de Jesucristo Y Yo le dije:

“¿Y qué tenemos que ver tú y Yo, Madre mía? Todavía no ha llegado mi hora.”11 Dijo mi Madre a los que servían:

“Todo cuanto El os diga, hacedlo.”12 Había allí seis hidrias de piedra, destinada a la purificación de los judíos, cada una de las cuales podía contener de ochenta a cien litros. Les dije:

“Llenad de agua las hidrias.” Las llenaron hasta arriba y les dije:

“Sacad ahora y llevadlo al maestresala.” Y lo llevaron. Mas cuando gustó el maestresala el agua hecha vino, no sabiendo de dónde era, aunque si lo sabían los que servían, que habían sacado el agua, llama al esposo y le dice: “Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya bebidos, pone el peor; tú, sin embargo, has reservado el vino bueno hasta ahora.” Este fue el primer milagro que hice, mi gloria se manifestó y los discípulos creyeron en mí. Después de esto, bajé a Cafarnaúm junto con mi Madre, mis hermanos y discípulos, y allí permanecimos no muchos días.

CAPITULO III PRIMER AÑO DE PREDICACION PÚBLICA 3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores. Estaba cerca la Pascua de los judíos y subí a Jerusalén. Hallé en el Templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, a los cambistas sentados. Hice un azote de cordeles y los eché a todos del Templo y con ellos las ovejas y los bueyes, desparramando las monedas de los cambistas y volcando sus mesas les decía:

“¡Quitad eso de ahí, no hagáis la Casa de mi Padre casa de tráfico!” Y mis discípulos recordaron lo que está escrito: “El celo por tu Casa me devoró.” Los judíos, que vieron tales cosas, me preguntaron: “¿Qué señal nos muestras que acredite tu modo de obrar?” Les respondí:

“¡Destruid este Santuario, y en tres días lo levantaré!” Dijeron, pues, los judíos: “En cuarenta y seis años se ha edificado este Santuario, ¿y Tú en tres días 11

Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. (Este es el texto real en el Evangelio de San Juan) 12 Para la Virgen María este no sería el primer milagro que contemplara de su Hijo. Sabe con Fe segura lo que va a ocurrir y consciente de que lo que sugiere a su Hijo en público, adelantará la hora de la divina manifestación del Mesías. Página 31


Autobiografía de Jesucristo lo levantarás?”

No comprendieron que hablaba del Santuario de mi Cuerpo. Cuando, pues, resucité de entre los muertos, recordaron mis discípulos que había dicho esto, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que les hablé. Mientras estuve en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en mí porque veían los milagros que hacía. Pero Yo no me fiaba de 13 ellos, porque bien conocía el corazón de todos y cada uno de los hombres sin necesidad de testimonio alguno. 3.02 Entrevista con Nicodemo.14 13

Amigo lector, también el tuyo es conocido. Te conoce bien quien bien te quiere. Este pasaje convendría leerlo varias veces porque en él se condensa toda la esencia del cristianismo. Estas palabras llevan en sí engendrada la verdadera vida, la que es y no se ve, la 14

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Autobiografía de Jesucristo Había un hombre de la secta de los fariseos, llamado Nicodemo, magistrado de los judíos. De noche vino a verme y dijo: “Rabí, sabemos que vienes de parte de Dios como Maestro; porque nadie puede hacer esas señales que Tú haces, si Dios no está con El.”

Le respondí:

“En verdad, en verdad te digo: si uno no fuere engendrado de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Díjome Nicodemo: “¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?” Le contesté: única vida. Página 33


Autobiografía de Jesucristo “En verdad, en verdad te digo, quien no naciere de agua y Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es, y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te haya dicho: “Es necesario que nazcáis de nuevo”. El aire sopla donde quiere, y oyes su voz, y no sabes de dónde viene ni adónde va: así es todo el que ha nacido del Espíritu.” Y dijo Nicodemo: “¿Cómo puede ser eso?” Y de nuevo le contesté:

“¿Tú eres maestro de Israel, y esto no sabes? En verdad, en verdad te digo que lo que sabemos, esto hablamos; y lo que hemos visto, esto testificamos; y nuestro testimonio no lo aceptáis. Si cuando os he dicho cosas terrenas no me creéis, ¿cómo me vais a creer si os dijere cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que ha bajado del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. Y como Moisés puso en alto la serpiente en el desierto, así es necesario que sea puesto en alto el Hijo del hombre, para que todo el que crea en El alcance la vida eterna. Porque así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, a fin de que todo el que crea en El no perezca, sino que alcance la vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. Quien cree en El, no es condenado; quien no cree, ya está condenado15, porque no creyó en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios. Este es el juicio: que la Luz ha venido al mundo, y amaron los hombres más las tinieblas que la Luz, porque eran malas sus obras. Porque todo el que obra el mal, aborrece la Luz, y no viene a la Luz, para que no sean puestas en descubierto sus obras; mas el que obra la verdad, viene a la Luz, para que se manifiesten sus obras como hechas en Dios.” 3.03 Ultimo testimonio de Juan. Después de esto, mis discípulos y Yo nos fuimos a la región de Judea y allí morábamos y bautizábamos. Juan también seguía bautizando en Enón, cerca de Salím, porque había allí aguas abundantes; y acudía gente y eran bautizados ya que Juan todavía no había sido echado en la cárcel. Se originó, pues, una contienda de parte de los discípulos de Juan con un judío acerca de la purificación. Y vinieron a Juan y le dijeron: “Rabí, aquel que estaba contigo a la otra parte del Jordán, a favor de quien tú diste testimonio, mira, El bautiza y todos acuden a El.” 15

La condenación es un misterio insondable, consecuencia de la libertad del hombre que escoge su último destino con plena conciencia. El hombre sabe muy bien que vive en tinieblas y no desea salir de ellas, sabe que al otro lado está la eternidad y libremente la elige en infinita desesperanza. Página 34


Autobiografía de Jesucristo Juan respondiendo, dijo: “No puede un hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos que dije: “No soy yo el Mesías”, sino: “He sido enviado delante de El”. Quien tiene la esposa Este es el esposo, mas el amigo del esposo, el que asiste y oye su voz, se goza en gran manera por la voz del esposo. Así, pues, este gozo mío ha sido cumplido. El conviene que crezca, yo que disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del cielo está por encima de todos. Lo que ha visto y oído, esto testifica, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio pone un sello a la veracidad de Dios. Porque Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios; porque no con medida da el Espíritu. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en sus manos. Quien cree en el Hijo posee vida eterna, mas el que niega su fe al Hijo no gozará la vida, antes la ira de Dios pesa sobre él.” Este fue el último testimonio de Juan sobre mí, porque poco después reprendía a Herodes el tetrarca por motivos de Herodías, la mujer de su hermano y Herodes añadía a sus múltiples maldades la de encerrar a Juan en la prisión. Encierro que tendría su origen en la trama farisaica contra Juan. Así, pues, enterado de que a oídos de los fariseos llegaban las noticias tales como: “Jesús hace más discípulos que Juan, y bautiza”, decidí abandonar la Judea e impulsado por la fuerza del Espíritu volví a Galilea. 3.04 La Samaritana. En este viaje debíamos pasar por Samaria. Llegamos, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la posesión que dio Jacob a su hijo José. Estaba allí la fuente de Jacob. Fatigado del camino me senté, sin más, junto a la fuente, sería como la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua y le digo:

“Dame de beber.” Mis discípulos se habían ido a la ciudad a comprar provisiones. Díceme, pues, la mujer samaritana: “¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana?” En efecto, los judíos no tienen trato con los samaritanos. Le dije:

“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “Dame de beber”, tú le hubieras pedido, y El te hubiera dado agua viva.” Díjome la mujer: “Señor, no tienes pozal y el pozo está hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y él mismo bebió con sus hijos y sus ganados?” Le respondí diciendo:

“Todo el que bebiere de ese agua tendrá sed otra vez; mas quien bebiere del agua que Yo le diere, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se hará en él fuente de agua bullidora para vida eterna.” Díjome la mujer:

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Autobiografía de Jesucristo “Señor, dame esa agua, para que me quite la sed y no tenga que venir aquí a sacarla.” Le dije:

“Ve, llama a tu marido y ven acá.” Y me respondió: “No tengo marido.” Le dije:

“Bien dijiste: “No tengo marido”; porque cinco maridos tuviste, y ahora el que tienes no es marido tuyo16; en eso has dicho verdad.” La mujer dijo: “Señor, veo que Tú eres Profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde hay que adorarle.”

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Dios no da ningún alma por perdida. Página 36


Autobiografía de Jesucristo

Le contesté:

“Créeme, mujer, que viene la hora en que ni a ese monte ni a Jerusalén estará vinculada la adoración al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salud viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre tales quiere que sean los que le adoren. Espíritu es Dios;17 y los que le adoran, en espíritu y en verdad le deben adorar.” 17

Dios es Espíritu del que se nace de nuevo. Así lo dice Cristo a Nicodemo. El Espíritu no se ve pero se puede percibir como se percibe el viento que se siente y no se ve. No puedo negar su existencia porque no lo contemplen mis ojos y no lo palpen mis manos, como no puedo negar la brisa que me susurra al oído al mover las hojas de los árboles. Página 37


Autobiografía de Jesucristo Y finalmente, la mujer me dijo: “Sé que ha de venir el Mesías, el que se llama Cristo; cuando El venga, nos manifestará todas las cosas.” 18

Y por último, le dije: “Soy Yo, el mismo que habla contigo.” En esto vinieron mis discípulos, y se maravillaron de que hablara con una mujer; nadie empero, me dijo: “¿Qué preguntas?” o “¿Qué hablas con ella?”. Dejó, pues, su cántaro la mujer y se marchó presurosa a la ciudad diciendo a los hombres: “¡Venid a ver a un hombre que me dijo todas las cosas que hice! ¿Acaso es Este el Mesías?” Salieron de la ciudad y venían a mí. Entre tanto mis discípulos me rogaban: “Rabí, come.” Mas Yo les dije:

“Yo tengo para comer un manjar que vosotros no sabéis.” Decíanse, pues, mis discípulos unos a otros: “¿Acaso alguien le trajo de comer?” Pero Yo les dije:

“Mi manjar es hacer la Voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: “Cuatro meses aún, y llega la siega?” Mirad, os digo, alzad vuestros ojos y contemplad los campos, que ya están blancos para la siega. El segador cobra su jornal y recoge fruto para la vida eterna, para que el sembrador y el segador se gocen juntamente. Porque en esto resulta verdadero aquel proverbio: “Uno es el que siembra y otro el que siega”. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no habéis labrado; otros labraron y vosotros habéis entrado en su labor.” De aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en mí por la palabra de la mujer, que atestiguaba: “Me dijo todas las cosas que hice”. Así, pues, como llegaran a mí los samaritanos, me rogaban que me quedase con ellos, y accediendo me quedé allí dos días. Y muchos más creyeron por mi palabra, y decían a la mujer: “Ya no creemos por tu dicho, pues por nosotros mismos hemos oído y sabemos que Este es verdaderamente el Salvador del mundo.” 3.05 Comienzo la predicación en Galilea. Pasados los dos días, salí de allí para Galilea porque un profeta no tiene estima en su propia patria. Y cuando llegamos a Galilea me hicieron buena acogida los galileos porque habían visto lo que hice en Jerusalén durante la fiesta. Llegué, pues, a Caná de Galilea, donde convertí el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Este oyendo que Yo llegaba de Judea a Galilea, vino a mí y me rogaba que bajase y sanase a 18

“Yo soy el Mesías”, el Hijo de Dios tanto tiempo esperado por el pueblo de Israel, un pueblo que lo sigue esperando hasta el final de los tiempos porque todavía no lo han reconocido.

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Autobiografía de Jesucristo su hijo porque estaba para morir. Le dije:

“Si no viereis señales y prodigios, no queréis creer.” El funcionario me pedía: “¡Señor, baja antes que muera mi hijo!” Y por fin le dije:

“Anda, tu hijo vive.” 19

Creyó el hombre en mi palabra y se marchó. Y cuando él ya bajaba, le encontraron sus criados, que le manifestaron que su hijo vivía. Informose, pues, de ellos sobre la hora en que había sentido la mejoría. Dijéronle: “Ayer a las siete le dejó la calentura.” Conoció, pues, el padre que aquella fue la hora en que le dije: “Tu hijo vive”. 19

Este milagro, como otros que veremos más adelante, lo hace Jesús sin ver a quien curaba, a distancia, en el acto, al dictado de su Voluntad. Página 39


Autobiografía de Jesucristo Y creyó él y toda su familia. Este segundo milagro lo realicé a la vuelta de Judea a Galilea. Pasado un tiempo dejé Nazaret y me fui a habitar a Cafarnaúm la marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Isaías cuando dice: “Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar allende el Jordán, Galilea de los gentiles: el pueblo sentado en tinieblas vio una gran luz, y a los sentados en región de muerte y sombra amanecióles una luz.” Desde entonces comencé a predicar el Evangelio de mi Padre Dios y les decía:

“¡Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de los Cielos: arrepentíos y creed en el Evangelio!” Mi Nombre se reconoció en toda la comarca y les enseñaba en sus sinagogas y era glorificado por todos. 3.06 Vocación de mis primeros discípulos. Cierto día, caminando por la ribera del mar de Galilea vi a los hermanos Simón-Pedro y Andrés que echaban la red en el mar, pues eran pescadores. Más adelante vi a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en la nave con su padre recomponiendo sus redes. Comencé a hablar a la muchedumbre estando de pie junto al lago. Como se agolparan sobre mí, vi dos barcas juntas al lago, los pescadores que habían bajado de ellas estaban lavando las redes y subí a una de ellas, que precisamente era la de Simón-Pedro y le rogué que bogase un poco apartándose de la playa y así sentado en la barca de Simón enseñaba a la muchedumbre. Y cuando cesé de hablar, le dije a Simón:

“Boga mar adentro, y soltad vuestras redes para la pesca.” Respondió Simón: “Maestro, con haber estado bregando toda la noche, nada cogimos; pero sobre tu palabra soltaré las redes.” Y como esto hicieron, prendieron gran cantidad de peces, y se rompían sus redes. Hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniendo le ayudasen. Y vinieron y llenaron ambas barcas, tanto que se hundían. Viendo esto Simón-Pedro, postróse a mis pies diciendo: “¡Retírate de mí, porque soy un hombre pecador, Señor!”

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El espanto les invadió a todos con motivo de esta redada de peces, incluso a Santiago y a Juan, que formaban sociedad con Simón. Yo le dije a Simón:

“No temas; desde hoy más serán hombres los que pescarás.” Dirigiéndome a los demás les dije:

“Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” 20

Cristo se gana el alma de Pedro justamente en el ejercicio de su profesión. Este milagro le sorprende, le desnuda el alma, se descubre indigno de la amistad de este Hombre, se arrodilla ante su impresionante figura y le rinde el corazón con unas palabras que ya me gustaría a mí, querido lector, asumirlas con el mismo espíritu que las pronunció Pedro. Página 40


Autobiografía de Jesucristo Sacaron las barcas a tierra, lo abandonaron todo y me siguieron. Santiago y Juan, a los que también llamé, dejando a su propio padre Zebedeo en la nave con los jornaleros, se vinieron tras de mí.

3.07 Predicación y milagros en la Galilea. Entramos en Cafarnaúm y llegado el sábado enseñaba en la sinagoga. Se

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Autobiografía de Jesucristo asombraban de mi enseñanza, porque les hablaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. De pronto un hombre poseído de un espíritu inmundo se puso a gritar diciendo: “¡Ah! ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Viniste a perdernos? Te conozco quien eres, el Santo de Dios!” Le ordené resueltamente:

“Enmudece y sal de él.” Y sacudiéndole violentamente y dando alaridos, salió de él el espíritu inmundo. Quedaron todos pasmados de suerte que se preguntaban unos a otros, diciendo: “¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué palabra es ésta?! Porque con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y le obedecen y salen.” Se extendió rápidamente mi Nombre por toda la comarca de Galilea. Saliendo de la sinagoga vinimos a casa de Simón y de Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón yacía en cama con una gran fiebre y me rogaron por ella. Vine a ella, mandé resueltamente a la fiebre y ésta la dejó; ella, levantándose al instante, nos servía. Ya tarde cuando se puso el sol, todos cuantos tenían enfermos de diferentes dolencias los trajeron a mí. Y toda la ciudad estaba agolpada a la puerta. Puse las manos sobre cada uno de ellos y los curé de las diversas enfermedades de que estaban aquejados, dándose así cumplimiento a lo anunciado por el profeta Isaías, cuando dice: “Él tomó nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades.” Me presentaron también muchos endemoniados y lancé los espíritus con mi palabra. Al salir estos espíritus, que eran demonios, gritando decían: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Yo les increpaba y no les permitía decir que sabían que Yo era el Mesías. Al amanecer, muy oscuro todavía, levantándome, salí y me fui a un lugar solitario para hacer oración. Vino en mi busca Simón y los demás y hallándome dijeron: “Todos andan buscándote.” Mas Yo les dije:

“Vamos a otra parte, a las poblaciones inmediatas, para que también allí pueda Yo predicar; que para esto salí.” dije:

La muchedumbre me buscaba y al encontrarme querían retenerme, pero les

“También a otras ciudades tengo que anunciar el Evangelio del Reino de Dios, pues a esto fui enviado.”21 3.08 El leproso. Recorrí la Galilea enseñándoles en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia y lanzando los demonios. Y en 21

Amigo lector, este anuncio del Evangelio hace ya 2.000 años, es el mismo anuncio que ahora estás leyendo. Página 42


Autobiografía de Jesucristo una cierta ciudad, se me presentó de improviso un hombre todo lleno de lepra y al verme, doblando las rodillas y cayendo sobre su rostro, me adoró y me rogaba diciendo: 22

“Señor, si quieres me puedes limpiar.” Sentí una profunda compasión y extendiendo mi mano le toqué diciendo:

“Quiero, sé limpio.” Al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio y tomando con él un tono severo le despedí diciendo:

“Mira, no digas nada a nadie, sino anda, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.”

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Si tú y yo tuviéramos esta Fe haríamos de la vida oración y de la oración vida. Página 43


Autobiografía de Jesucristo

Mas él, en saliendo, comenzó a proclamar bien alto y divulgar el hecho, hasta el punto de que no pude entrar manifiestamente en ciudad alguna. La fama de mi Nombre se extendió cada vez más y concurrían grandes muchedumbres para oír mi palabra y ser curados de sus enfermedades. Yo me retiraba a sitios solitarios para orar. 3.09 El paralítico de Cafarnaúm. Al cabo de días volvimos a Cafarnaúm y habiendo corrido la noticia de que estaba en casa, se aglomeraron muchos, hasta el punto de que ya no se cabía ni siquiera a la puerta. Yo les enseñaba mi palabra y delante de mí, sentados se hallaban unos fariseos y doctores de la Ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, incluso de Judea y de Jerusalén. De improviso, he aquí que unos hombres, llevando sobre una camilla un

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Autobiografía de Jesucristo paralítico, buscaban manera de introducirle y ponerle delante de mí. Pero no hallando sitio a causa de la muchedumbre, subieron a la terraza y por entre las tejas lo descolgaron junto con su camilla hasta ponerle en medio delante de mí. Viendo la fe que tenían, dije al paralítico:

“Buen ánimo, hijo; perdonados te son tus pecados.”

Comenzaron a cavilar los escribas y los fariseos, pensando en sus corazones y diciendo: “¿Quién es Este, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Y al punto conociendo en mi Espíritu que así pensaban en su interior les dije:

“¿Qué andáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más

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Autobiografía de Jesucristo hacedero, decir al paralítico: “Perdonados son tus pecados”, o decir: “Levanta, toma a cuestas tu camilla, y anda?” Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad de perdonar pecados sobre la tierra….Yo te lo digo: levanta, toma a cuestas tu camilla y marcha a tu casa.”23 Y al instante, habiéndose levantado a vista de ellos, tomando a cuestas su camilla se marchó a su casa glorificando a Dios. De todos se apoderó el estupor y glorificaban a Dios que había dado tan grande potestad a los hombres, y llenos de temor decían: “¡Hoy hemos visto cosas increíbles!” 3.10 La vocación de Mateo. Tras esto salimos otra vez a la ribera del mar; y toda la muchedumbre venía a mí y les enseñaba. Pasando vi a Leví el de Alfeo sentado en su despacho de aduanas y le dije:

“Sígueme.”24 Y abandonándolo todo, levantóse y me seguía. Leví hizo un gran convite en su casa y muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa conmigo y mis discípulos. Murmuraban los fariseos y sus escribas al verme comer con pecadores y decían a mis discípulos: “¿Cómo es que coméis y bebéis con los pecadores y publicanos?” Habiéndoles oído, les dije:

“No tienen necesidad de médico los sanos y robustos, sino los que se hallan mal. Andad y aprended qué quiere decir: “Misericordia quiero, que no sacrificio”. Que no he venido a llamar justos, sino pecadores a penitencia.”25 Vinieron también los discípulos de Juan que estando con los fariseos ayunando me dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente y, en cambio, tus discípulos no ayunan?” Les dije:

“¿Acaso pueden ayunar y afligirse los hijos de la sala nupcial en tanto que está con ellos el esposo? Cuanto tiempo tienen el esposo consigo, no pueden ayunar. Vendrán días cuando les sea 23

El paralítico era un hombre con el alma manchada por un pasado que quizás le atormentara. “Buen ánimo, hijo…”., estas son las consoladoras palabras que oye de Jesús y en virtud de la fe de unos amigos y quizás también de su propia fe, se dispone a ser sanado en el alma y en el cuerpo. “¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Esta pregunta quedó contestada con la evidencia incuestionable de un milagro que maravilló a los presentes. ¿Qué otros argumentos se necesitan para creer en el Hijo de Dios? 24 Dios llama con el imperio de su Voluntad, y a quien llama, sea quien sea, lo predispone a obedecer, con soberana libertad, en el acto. 25 Cristo no ha venido para los justos sino para los pecadores que quieran convertir su vida, volver a empezar. Entre nosotros….¿Quién es justo? Página 46


Autobiografía de Jesucristo arrebatado el esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa un remiendo de paño tieso sobre un vestido viejo, porque quita su entereza al vestido y se hace un desgarrón peor. Ni nadie echa sobre un vestido viejo un remiendo cortándolo de un vestido nuevo; de lo contrario, fuera de que se rasga el nuevo, tampoco con el viejo cuadra el remiendo tomado del nuevo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de lo contrario, romperá el vino nuevo los odres y se derramará y los odres se echarán a perder; si no que el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. Y nadie después de beber añejo le quiere nuevo; porque dice: “Bueno es el añejo.”

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Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO IV SEGUNDO AÑO DE PREDICACION PÚBLICA 4.01 El paralítico de la piscina. Corría el año 781-782 de Roma y se celebraba la fiesta de los judíos y subí a Jerusalén. Había en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque, por sobrenombre en hebreo Bethesda, que tenía cinco pórticos. En éstos yacía gran muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, impedidos, que aguardaban la agitación del agua. Porque, de tiempo en tiempo, un ángel bajaba al estanque y removía el agua. El primero, pues, que después de la agitación del agua entrase en ella, quedaba sano de cualquier enfermedad que le aquejase.

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Autobiografía de Jesucristo

Estaba allí un hombre que llevaba treinta y ocho años en su enfermedad y como le viese tendido en el suelo y conociese que llevaba ya mucho tiempo le dije:

“¿Quieres ponerte sano?” Me contestó: “Señor, no tengo un hombre que, cuando se remueva el agua, me eche en el estanque, y en tiempo que yo llego, otro baja antes que yo.” Le dije:

“Levántate, toma tu camilla y anda.” Quedó sano al instante y tomando su camilla andaba. Era sábado aquel día y encontrándose con unos fariseos le dijeron: “Es sábado y no te es permitido llevar la camilla.” Él les respondió:

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Autobiografía de Jesucristo “El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y anda.” Le preguntaron: 26

“¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda?” No pudo contestarles porque tras curarle me retiré sin ser notado, gracias a la muchedumbre de gente que había en aquel sitio. Pero después lo hallé en el Templo y le dije:

“Mira, has sido curado; no peques ya más, no sea que te suceda algo peor.” Se fue aquel hombre y manifestó a los fariseos que Yo le había sanado. Y esto fue causa de que me persiguieran, ¡porque tales cosas hacía en sábado! Encontrándome con ellos les dije: 4.02 Manifestación apologética de mi Persona.27

“Mi Padre sigue hasta el presente obrando, y Yo también obro.” Por esto, pues, más aún pretendían matarme, porque no solo violaba el sábado, sino porque les dije que Dios Padre, Padre mío era, haciéndome igual a El. Y continué diciéndoles:

“En verdad, en verdad os digo, no puede el Hijo hacer nada de Sí mismo si no lo viere hacer al Padre. Porque cuanto Aquel hace, esto igualmente hace también el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todo cuanto El hace, y le mostrará mayores obras que estas, para que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre resucita a los muertos y los vivifica, así también el Hijo a los que quiere vivifica. A la verdad, el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio lo ha entregado al Hijo, a fin de que todos honren al Hijo, lo mismo que honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que le envió. En verdad, en verdad os digo, el que escucha mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no incurre en sentencia de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad en verdad os digo, que llega la hora, y es ésta, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en Sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en Sí mismo; y le dio poder de ejercer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto, pues llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán los que hubieren obrado el bien para resurrección de 26

Esta pregunta descubre el corazón de los fariseos de aquél tiempo. No es posible más mezquindad en el alma de un hombre que pregunta por quien le autorizó a llevar la camilla en lugar de por quien le sanó. La casuística de los judíos relevantes del pueblo de Israel es inmisericorde. ¿Quién puede entender un corazón tan duro? 27 Si quieres, vuelve a leer este pasaje, amigo lector, ¿Qué te voy a explicar que tú no hayas entendido? Es el mismo Hijo de Dios quien está interpelando a tu conciencia y razón. ¿Se entiende lo que está escrito para ti? Página 50


Autobiografía de Jesucristo vida; los que hubieren obrado el mal, para resurrección de condenación. No puedo Yo hacer por mí mismo nada; según lo que oigo doy sentencia, y mi sentencia es justa, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Si soy Yo quien da testimonio de mí, mi testimonio no es verídico; Otro es el que da testimonio de mí, y sé que es verídico el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis una delegación a Juan, y él dio testimonio a favor de la verdad; no que sea un hombre de quien Yo recibo testimonio, mas digo esto para que vosotros seáis salvos. El era la antorcha que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis por un instante regocijaros en su luz. El testimonio que Yo tengo, mayor es que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio llevar a cabo, estas mismas obras que hago, testifican acerca de mí que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me envió, El ha dado testimonio acerca de mí. Ni su voz habéis oído jamás ni visto su aspecto, y su palabra no la tenéis permanente en vosotros, porque a quien El envió, a Este vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras, ya que creéis vosotros poseer en ellas la vida eterna; ahora, bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y no queréis venir a mí para tener vida! Gloria de los hombres no la recibo; pero os conozco, y sé que no tenéis en vosotros el amor de Dios. Yo he venido en Nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a él recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, recibiendo como recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria del Único Dios? No penséis que os voy a acusar delante de mi Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien vosotros tenéis puesta la confianza. Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, ya que de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?” 4.03 Segunda misión en Galilea. Terminó la Pascua y volví a Galilea y cierto día de sábado paseaba con mis discípulos por unos sembrados, y como tuvieran hambre comenzaron a arrancar espigas y frotándolas con las manos las comían. Los fariseos me dijeron: “Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?” Así mismo decían a mis discípulos: “¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?” Dirigiéndome a ellos les dije:

“¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre y los que con él estaban, cómo entró en la Casa de Dios en tiempo de Abiatar, sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio además a los que con él estaban? ¿O no leísteis en la Ley que en día Página 51


Autobiografía de Jesucristo de sábado los sacerdotes en el Templo violan el sábado y son inculpables? Pues Yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Y si hubierais entendido qué quiere decir: “Misericordia quiero que no sacrificio”,28 no habríais condenado a esos hombres sin culpa. El sábado por el hombre fue instituido, y no el hombre por el sábado. Así que Señor es el Hijo del hombre también del sábado.” 4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada. Otro sábado entré en una sinagoga para enseñar. Había un hombre allí que su mano derecha estaba rígida. Observaban atentamente los escribas y fariseos si en sábado curaría a ese hombre, para hallar de qué acusarme e incluso me preguntaron: “¿Es lícito curar en sábado?” Yo conocía sus pensamientos y dirigiéndome al hombre que tenía rígida la mano le dije:

“Levántate y ponte de pie en medio.” dije:

Levantóse el hombre y quedó de pie en medio y mirando a los fariseos les

“Os pregunto si es permitido en sábado hacer bien o hacer mal, salvar un alma o perderla.” Ellos callaban y les dije:

“¿Qué hombre habrá entre vosotros que tenga una oveja, y si esta en día de sábado cayere en una hoya, por ventura no la cogerá y la levantará? Pues ¡qué diferencia no habrá entre un hombre y una oveja! Así que es permitido en día de sábado hacer bien.” En silencio les miré con indignación entristecido por el encallecimiento de su corazón, y dije al hombre:

“Extiende tu mano.” Y la extendió y quedó restablecida, sana como la otra. Los escribas y fariseos se llenaron de insensatez y unos y otros deliberaban sobre qué iban a hacer conmigo. Enterado de sus pretensiones me retiré de allí en compañía de mis discípulos hacia el mar. Me seguía gran muchedumbre, gente de Galilea, de Judea, de Jerusalén, de Indumea, de allende el Jordán, de los contornos de Tiro y Sidón porque oían decir cuanto Yo hacía, extendiéndose mi Nombre por toda la Siria. 4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones. Llegando a la orilla dije a mis discípulos que estuviese preparada una barca 28

“Misericordia quiero que no sacrificio”. Esta frase solo se contempla, dos veces, en el Evangelio de San Mateo. Dios bajó del cielo a reclamar a los hombres misericordia para con sus hermanos. Dios no quiere sacrificios, quiere amor operando en el ordinario vivir de cada día, sin espectáculo, calladamente, desde dentro. Página 52


Autobiografía de Jesucristo porque la gente me atropellaba para tocarme cuantos padecían enfermedad. A todos los que se hallaban mal, aquejados de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos…, a todos curé. Y los espíritus inmundos en viéndome caían a mis pies gritando: 29

“¡¡Tú eres el Hijo de Dios!!” Yo les mandaba severamente que no me diesen a conocer. Se cumplía lo anunciado por el profeta Isaías, cuando dice: “He aquí mi Siervo, a quien escogí, mi Amado, en quien se agradó mi 30 alma; pondré mi Espíritu sobre El, y proclamará justicia a las naciones. No porfiará ni dará voces, ni oirá alguno en la plaza su voz. La caña cascada no la quebrará, y la mecha humeante no la apagará, hasta que haga triunfar la justicia; y en su Nombre esperarán las naciones.” 4.06 Elección de los Doce Apóstoles. Días después separándome de la muchedumbre, subí a la montaña para orar y trasnochaba en oración a mi Padre. Y cuando se hizo de día, llamé a los discípulos para que vinieran a solas conmigo. Escogí entre ellos a Doce a quienes di el nombre de Apóstoles y los destiné para que anduviesen conmigo y para enviarles a predicar. Les di potestad para lanzar espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y dolencia. Los nombres de los Doce Apóstoles son éstos: Primero Simón, a quien impuse el nombre de Pedro, y Andrés su hermano, Santiago el hijo de Zebedeo y Juan su hermano, a quienes impuse los nombres de “Boanerges”, que quiere decir “Hijos del trueno”; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador; Santiago el hijo de Alfeo, Judas Tadeo el hermano de 31 Santiago, Simón apellidado Zelotes y Judas Iscariote, el que me traicionó. 4.07 El Sermón de la Montaña. Bajé con ellos y me detuve en un paraje llano y allí una gran muchedumbre me esperaba para oírme y ser curados de sus enfermedades. Me senté y rodeado de mis discípulos les enseñaba diciendo:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que están afligidos, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, 29

Así vociferaban los que habiendo venido de otro mundo, de un mundo tenebroso, se volvían a él con satánica rabia. Le conocían tanto como le odiaban, seres que todavía viven, que viven en eterna desesperación. ¡Si el hombre quisiera creer y entender! 30 Jesús es el Amado en quien se agrada el alma de Dios, en quien se agrada el alma del hombre que le conoce. 31 ¿Por qué lo eligió si sabía que le iba a entregar? ¿Por qué eligió a quien cometería el mayor pecado del hombre? Porque la libertad es el supremo atributo del ser humano en virtud del cual somos semejantes al mismo Dios. Página 53


Autobiografía de Jesucristo porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que hacen obra de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando os ultrajaren y persiguieren y dijeren todo mal contra vosotros por mi causa; gozad y alborozaos, pues vuestra recompensa es grande en los cielos. Que así Página 54


Autobiografía de Jesucristo persiguieron a los profetas que os precedieron. Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestra consolación! ¡Ay de vosotros los que estáis hartos ahora, porque tendréis duelo y lloraréis! ¡Ay de vosotros cuando os den parabién los hombres, porque así fue como sus padres hacían con los falsos profetas! Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se volviere sosa, ¿con qué se la salará? Para nada vale ya sino para ser tirada fuera y ser hollada de los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad puesta sobre la cima de un monte. Ni encienden una lámpara y la colocan debajo del celemín, sino encima del candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Que alumbre así vuestra luz delante de los hombres, de suerte que vean vuestras obras buenas y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos. No penséis que vine a destruir la Ley o los Profetas: no vine a destruir, sino a dar cumplimiento. Porque en verdad os digo: antes pasarán el cielo y la tierra que pase una sola letra o tilde de la Ley sin que todo se verifique. Por tanto, quien quebrantare uno de éstos mandamientos más pequeños y así enseñare a los hombres, será considerado el más pequeño en el Reino de los cielos; mas quien obrare y enseñare, éste será considerado grande en el Reino de los cielos. Porque os certifico que si vuestra justicia no sobrepuja a la de los escribas y fariseos, no esperéis entrar en el Reino de los cielos. Oísteis que se dijo a los antiguos: “No matarás; y quien matare, será sometido al juicio del tribunal”. Mas Yo os digo que todo el que se encolerizare con su hermano, será reo delante del tribunal; y quien dijere a su hermano “raca” 32, será reo delante del Sanhedrín; y quien le dijere “insensato”, será reo de la gehena del fuego. Si, pues, estando tú presentando tu ofrenda junto al altar, te acordares allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y vete primero a reconciliar con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Sé condescendiente al concertarte con tu contrincante, presto, mientras vas con él en el camino, no sea caso que el contrincante te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te echen en la cárcel; en verdad te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Oísteis que se dijo: “No cometerás adulterio”. Mas Yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla, ya en su corazón 32

Palabra hebrea que expresa profundo desprecio por el semejante. Página 55


Autobiografía de Jesucristo cometió adulterio con ella. Que si tu ojo derecho te es ocasión de tropiezo, arráncalo y échalo lejos de ti, porque más te conviene que perezca uno solo de tus miembros, y que no sea echado todo tu cuerpo en la gehena. Y si tu mano derecha te sirve de tropiezo, córtala y échala lejos de ti, porque más te conviene que perezca uno solo de tus miembros, y que no se vaya todo tu cuerpo a la gehena. Se dijo también: “El que despidiere a su mujer, déle líbelo de repudio”. Mas Yo os digo que todo el que despidiere a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace cometer adulterio; y quien se case con una repudiada, comete adulterio. Asimismo oísteis que se dijo a los antiguos: “No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Mas Yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, pues es trono de Dios; ni por la tierra, pues es escabel de sus pies; ni por Jerusalén, pues es ciudad del “Gran Rey”; ni jures tampoco por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Sino sea vuestro lenguaje: “Sí” por sí, “No” por no; y lo que de esto pasa proviene del Malvado. Oísteis que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Mas Yo os digo que no hagáis frente al Malvado; antes si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiere ponerte pleito y quitarte la túnica, entrégale también el manto; y si uno te forzare a caminar una milla, anda con él dos; y a quien te pidiere, da; y a quien quisiere tomarte dinero prestado, no le esquives. Y a quien tome lo tuyo no se lo reclames. Oísteis que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Mas Yo os digo a vosotros los que me escucháis: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os persiguen y calumnian y maltratan: para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, porque El hace salir su sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. Y como queréis que hagan con vosotros los hombres, también vosotros haced con ellos de igual manera.33 Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿Acaso no hacen eso mismo también los publicanos y pecadores? Y si saludareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso mismo también los gentiles? Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia hallareis? También los pecadores hacen eso mismo. Y si diereis prestado a aquellos de quienes esperáis cobrar, ¿qué gracia 33

Esto hay que volverlo a leer, necesitamos reflexionar, por lo menos querer querer entender a Jesucristo que tanto pide a quien tan poco puede dar. ¿Amar a los enemigos? ¿Bendecir a los que nos maldicen? Señor mío y Dios mío….. ¿cómo? Página 56


Autobiografía de Jesucristo hallareis? También pecadores a pecadores dan prestado, con intención de recobrarlo al igual. Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien y dad prestado, sin esperar retorno; y será grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo, pues El es Bueno con los ingratos y perversos. Sed misericordiosos, como vuestro Padre es Misericordioso. Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es Perfecto. Mirad no obréis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis derecho a la paga cerca de vuestro Padre, que está en los cielos. Por eso, cuando hicieres limosna, no mandes tocar la trompeta delante de ti, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para ser honrados de los hombres: en verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas cuando tú hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga.

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Autobiografía de Jesucristo

Y cuando oréis, no seréis como los hipócritas, porque son amigos de hacer la oración puestos de plantón en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas tú cuando ores, entra en tu habitación y, echada la llave a tu puerta, haz la oración a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga. Y al orar no charléis neciamente como los gentiles, pues se imaginan que con su mucha palabrería serán escuchados. No os hagáis, pues, semejantes a ellos, que bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. Vosotros, pues, habéis de orar así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el Página 58


Autobiografía de Jesucristo cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del Malvado. Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial: mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonará las vuestras. Y cuando ayunéis, no os pongáis ceñudos como los hipócritas, pues desfiguran sus rostros para figurar ante los hombres como ayunadores. En verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara, para que no parezcas a los hombres como quien ayuna, sino a tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre que mira a lo escondido, te dará la paga. No atesoréis tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orín los hacen desaparecer y donde los ladrones perforan las paredes y roban; atesoraos más bien tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los hacen desaparecer y donde los ladrones no perforan las paredes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere bueno, todo tu cuerpo estará iluminado; mas si tu ojo estuviere malo, todo tu cuerpo estará entenebrecido. Si, pues, la luz que hay en ti es oscuridad, ¿la oscuridad cuanta será? Nadie puede ser esclavo de dos señores, porque bien aborrecerá al uno y tendrá amor al otro, o bien se adherirá al primero y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.34 Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Por ventura la vida no vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Poned los ojos en las aves del cielo, que ni siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Acaso vosotros no valéis más que ellas? Y ¿quién de vosotros a fuerza de afanes puede añadir un solo codo a la duración de su vida? Y por el vestido, ¿a qué acongojaros? Considerad los lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan; y Yo os aseguro que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Y si la hierba del campo, que hoy parece y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿por ventura no mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os acongojéis, pues, diciendo: ¿qué 34

¿Se entiende bien, amigo lector? Página 59


Autobiografía de Jesucristo comeremos?, o ¿qué beberemos?, o ¿con qué nos vestiremos? Pues tras todas esas cosas andan solícitos los gentiles. Que bien sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y esas cosas todas se os darán por añadidura. No os preocupéis, pues, por el día de mañana; que el día de mañana se preocupará de sí mismo: bástele a cada día su propia malicia.35 No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados: pues con el juicio con que juzgáis seréis juzgados. Absolved, y seréis absueltos; dad y se os dará: medida buena, apretada, remecida, desbordante será la que os den en vuestro seno; porque la medida que empleareis con los demás, esa misma recíprocamente se empleará para con vosotros. ¿Por ventura puede un ciego guiar a un ciego? ¿No caerán acaso entrambos en la hoya? No hay discípulo sobre el maestro, mas una vez cumplidamente formado, cualquiera será como su maestro. ¿Y a qué miras la brizna que está en el ojo de tu hermano, y no adviertes la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la brizna que está en tu ojo”, no viendo tú mismo la viga que está en tu ojo? Farsante, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás claro para sacar la brizna que está en el ojo de tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pateen con sus pies y revolviendo contra vosotros os hagan trizas. Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá: porque todo el que pide, recibe: y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. O ¿quién habrá entre vosotros a quien su hijo pidiere pan…? ¿por ventura le dará una piedra?; o también le pidiere un pescado, ¿por ventura le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿por ventura le dará un escorpión? Si, pues, vosotros con ser malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará bienes a los que se lo pidieren …dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Así, pues, todo cuanto quisiereis que hagan los hombres con vosotros hacedlo con ellos. 36 Porque ésta es la Ley y los 35

El cumplimiento del deber de cada día, el abandono en las manos del Padre que me ha creado, de un Padre Bueno que vela por mí. Este si que es camino de santidad, ejerciendo el ordinario vivir de nuestra vida en Paz. 36 Esta es la llave que abre el Paraíso. Tengo que querer para todos lo que quiero para mí. Yo vendré a ser amado según la medida de mi amor por los demás. Necesito comunicarme, no puedo ejercer la vida y el amor en soledad. Página 60


Autobiografía de Jesucristo Profetas. ¡Entrad por la puerta angosta! ¡Cuán ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición! ¡Y son muchos los que entran por ella! ¡Cuán angosta es la puerta y estrecha la senda que lleva a la vida! ¡Y son tan pocos los que dan con ella! Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconoceréis. ¿Por ventura se cosechan uvas de los espinos o higos de los abrojos? Es así que todo árbol bueno produce frutos buenos, mas todo árbol ruín produce frutos malos. No puede el árbol bueno producir frutos malos, ni el árbol ruín producir frutos buenos. Todo árbol que no produce fruto bueno es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conoceréis. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el malo, del malo saca lo malo; porque de la plenitud rebosante del corazón habla la boca.37 ¿A qué viene llamarme: “¡Señor, Señor!”, si no hacéis lo que Yo digo? No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos; mas el que hace la Voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el Reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre, y en tu Nombre lanzamos demonios, y en tu Nombre obramos muchos prodigios? Y entonces les declararé: “Nunca os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad.” Así, pues, todo el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone por obras, os voy a mostrar a quién es semejante. Es semejante a un hombre que edifica una casa el cual cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y bajó la lluvia, y vinieron los ríos, y soplaron los vientos y se echaron sobre aquella casa estrellándose en ella, y no pudieron conmoverla por estar tan bien edificada y cimentada sobre roca. Pero, todo el que escucha éstas mis palabras y no las pone por obra, se asemejará a un hombre necio que edificó su casa sobre arena o tierra sin fundamento: y bajó la lluvia, y vinieron los ríos, y soplaron los vientos 38, y rompieron contra aquella casa, y al instante se desplomó y fue 37

A poco que escuches a tu prójimo conocerás con quien tratas. ¡Qué poco tiempo se necesita para conocer al hombre! 38 A todos y cada uno, en el transcurso de la vida, nos llegan tiempos de imprevisibles consecuencias. Llegan para los que creen y para los que no creen. El que cree se consolará con la Esperanza, el que no cree no hay Esperanza que le consuele. Con Fe, pase lo que pase, el último destino se consuma en la otra vida. Sin Fe no hay más destino que ésta vida, la que se acaba en unos pocos años. Página 61


Autobiografía de Jesucristo grande el derrumbamiento de aquella casa. Terminados estos razonamientos, la muchedumbre se maravillaba de mi enseñanza, porque mis palabras eran dichas como quien tiene autoridad y no como sus escribas. 4.08 El siervo del centurión. Bajamos del monte y seguidos de un gran gentío entramos en Cafarnaúm. Había cierto centurión, cuyo siervo, enfermo, estaba para morir, el cual le era de mucha estima. Como hubiese oído hablar de mí, envió a algunos ancianos de los judíos, suplicándome que viniese a sacar de peligro a su siervo, diciendo: “Señor, mi muchacho yace en casa paralítico, presa de atroces torturas.”

A su vez los ancianos me rogaban encarecidamente, diciendo:

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Autobiografía de Jesucristo “Es digno de que le otorgues esto, pues ama nuestra raza, y la sinagoga él nos la edificó.” Le dije:

“Allá voy, y le curaré.” Acompañado de ellos y cuando estábamos cerca de la casa, el centurión envió unos amigos diciendo: “Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo; por lo cual tampoco me consideré digno de ir a Ti; mas ordénalo con una sola palabra, y quede sano mi muchacho. Que también yo, simple subordinado a las órdenes de la autoridad, que tengo soldados a mi mando, digo a éste: “Ve” y 39 va; y a otro; “Ven” y viene; y a mi esclavo: “Haz esto”, y lo hace.” Al oír esto, quedé maravillado

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y vuelto a la gente que me seguía, les dije:

“Os aseguro que ni siquiera en Israel hallé fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se recostarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; en cambio, los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de allá fuera: allí será el llanto y el rechinar de los dientes.” Dirigiéndome a los enviados del centurión les dije:

“Id y decidle: como creíste, hágase contigo.” Y el muchacho sanó en aquella hora. 4.09 La viuda de Naím. Al día siguiente, acompañado de mis discípulos y de gran tropel de gente, marché a una ciudad llamada Naím. Llegando cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a enterrar a un difunto, hijo único de una madre viuda que venía acompañada de mucha gente de la ciudad. 41

Viéndola sentí enternecérseme el Corazón, y le dije:

“No llores.” Llegándome al féretro, lo toqué, y los que lo llevaban se detuvieron y exclamé:

“¡Muchacho, te lo digo, levántate!” El muchacho se incorporó y comenzó a hablar y se lo entregué a su madre. Les sobrecogió el temor a todos y me glorificaban, diciendo: “¡Un gran Profeta se ha levantado en medio de nosotros. Dios visitó a su pueblo!” 39

¿Qué te parece, amigo lector? Tú y yo, ¿tenemos esta Fe? Se sorprende Jesucristo en varias ocasiones. Esta es la primera que se nos muestra en el Evangelio de San Mateo y de San Lucas. Su sorpresa hace referencia a la Fe de un gentil, es decir, de un hombre que no era judío. 41 Cristo sintió una profunda pena y sin que nadie se lo pida obra un milagro portentoso, devuelve la vida a un cadáver. El, que es Autor de la vida, la da y la quita a quien quiere, cuando quiere, donde quiere. ¿Quién puede ser este Hombre con poder sobre la muerte? Tú y yo, amigo lector ¿quién creemos que puede ser? 40

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Autobiografía de Jesucristo Y se difundió esta voz acerca de mí por toda la Judea y por todos los países comarcanos. 4.10 Mensaje de Juan. Juan, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de todas éstas mis obras. Y llamando a sí a dos de sus discípulos me los envió diciendo: “¿Eres Tú el que ha de venir o aguardamos a otro?” Presentáronse a mí los hombres diciendo: “Juan el Bautista nos ha enviado a ti diciendo: “¿Eres Tú el que ha de venir o aguardamos a otro?”

En aquella hora curé a muchos de sus enfermedades y espíritus malignos y a muchos ciegos hice merced de ver. Y respondiendo les dije:

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Autobiografía de Jesucristo “Id e informad a Juan de lo visteis y oísteis: Los ciegos cobran vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, los pobres evangelizados…Y bienaventurado aquel que no se escandalizare de mí.” Una vez marchados los mensajeros de Juan, me dirigí a la muchedumbre diciéndoles:

“¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña cimbrada por el viento? Pues, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas muelles? Mirad que los que andan con ropaje espléndido y entre regalos, en los regios alcázares están. Pues, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Si, os digo, y más que profeta. Este es de quien se ha escrito: “Mira que envío un mensajero delante de tu Faz, el cual aparejará tu camino delante de Ti.” En verdad os digo, no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; mas el menor en el Reino de los cielos, mayor es que él. Todo el pueblo que le oyó y los publicanos dieron a Dios la gloria de justo, siendo bautizados por el bautismo de Juan; los fariseos, en cambio, y los legistas frustraron el designio de Dios acerca de ellos, no haciéndose bautizar por él. Desde los días de Juan Bautista hasta el presente, el Reino de los cielos padece fuerza, y los hombres esforzados arrebatan de él. Porque todos los Profetas y la Ley hasta Juan profetizaron. Y si queréis creerlo él es Elías el que había de venir. Quien tenga oídos oiga.” Me volví hacia unos fariseos que me escuchaban y les dije:

“¿A quién, pues, asemejaré los hombres de esta generación? ¿Y a quién son semejantes? Semejantes son a los niños sentados en la plaza y que dan voces los unos a los otros, diciendo: “Os tocamos la flauta, y no danzasteis; entonamos lamentaciones y no llorasteis”. Porque ha venido Juan el Bautista sin comer pan ni beber vino y decís: “Demonio tiene”. Ha venido el Hijo del hombre comiendo y bebiendo, y decís: “Ahí tenéis un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores”…Quedó, pues, acreditada la Sabiduría por todos y propios hijos suyos.” 4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo. Uno de éstos fariseos me rogaba que comiese con él, y aceptando entré en su casa y me recosté a la mesa. Inesperadamente se presentó una mujer, que era conocida en la ciudad como pecadora; la cual enterándose de que comía en casa del fariseo, tomó consigo un botecillo de alabastro lleno de perfume, y puesta detrás junto a mis pies, llorando, comenzó con sus lágrimas a bañarme los pies, y con los cabellos de su cabeza los enjugaba, y los besaba fuertemente, y los ungió

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con perfume. Viendo esto el fariseo que me había invitado, dijo para sí: “Este, si fuera profeta, conociera quién y qué tal es la mujer que le toca, 43 cómo es una pecadora.” Dirigiéndome a él le dije:

“Simón, tengo una cosa que decirte.” “Maestro, di.”

“Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. No teniendo ellos con qué pagarle, les perdonó a entrambos. ¿Quién, pues, de ellos le amará más?” “Entiendo que aquel a quien más perdonó.”

“Rectamente juzgaste.” Me volví a la mujer y dije a Simón:

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¿Quién puede dar más? Para esta mujer ¿quién era Jesús? ¿Quién puede dar menos? Para este hombre ¿quién era Jesús? Página 66


Autobiografía de Jesucristo

“¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua a los pies; mas ésta bañó mis pies con sus lágrimas y los enjugó con sus cabellos. No me diste ósculo; mas ésta, desde que entré, no cesó de besarme fuertemente mis pies. No ungiste con óleo mi cabeza; mas ésta ungió mis pies con perfume. Por lo cual te digo: le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Mas a quien poco se perdona, poco ama.”44 Y dije a la mujer:

“Quedan perdonados tus pecados.” Los que estaban a la mesa Conmigo comenzaron a decir entre sí: 44

El amor es directamente proporcional a la gratitud. Un alma bien nacida, con sentido de la correspondencia por el favor recibido, es un alma que tiende al amor tan noble y bello como bella y noble sea ella misma ó quiera que así sea. Página 67


Autobiografía de Jesucristo “¿Quién es Éste, que también perdona pecados?” Por último dije a la mujer:

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“Tu fe te ha salvado; vete en paz.” 4.12 El anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu. Después de esto fui recorriendo las ciudades y aldeas predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Me acompañaban los Doce y algunas mujeres que curé de espíritus malos y enfermedades: María la llamada Magdalena, de la cual salieron siete demonios, Juana la mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras muchas, las cuales nos servían de sus haberes. Volví a Cafarnaúm y de nuevo concurrió la muchedumbre, de tal suerte que ni comer nuestro pan podíamos. Enterados de mi presencia en Cafarnaúm, mis parientes vinieron para apoderarse de mí, pues decían: “Está fuera de sí.” Me presentaron un endemoniado ciego y mudo, y le curé, de suerte que el mudo y ciego hablaba y veía. Y estaban asombradas las turbas diciendo: “¿No es tal vez Este el hijo de David?” Sin embargo, los fariseos y escribas, que habían bajado de Jerusalén, oyendo esto decían: “Este tiene a Belzebú, y no echa a los demonios sino en virtud de Belzebú, príncipe de los demonios.” Conociendo sus pensamientos, que decían: “tiene espíritu inmundo”, los llamé a mí y le dije en parábola:

“¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Todo reino dividido contra sí mismo, no puede mantenerse en pie; será asolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no podrá sostenerse. Y si Satanás lanza a Satanás y se levanta contra sí mismo, está contra sí mismo dividido: ¿cómo, pues, se mantendrá en pie su reino? No puede sostenerse, sino que llegó su fin. Y si Yo lanzo los demonios en virtud de Belzebú, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por eso ellos serán vuestros jueces. Y si en virtud del Espíritu de Dios Yo lanzo los demonios, señal es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. O ¿cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y arrebatarle su ajuar, si primero no atare al fuerte? Sólo entonces saqueará su casa. Quien no está Conmigo, contra mí está;46 y quien no allega Conmigo, desparrama. Por esto os digo: todo otro pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y quien dijere palabra contra el Hijo 45

Es muy posible que estemos ante María Magdalena, que seguramente venga a ser la María de Betania, la hermana de Lázaro, María Magdalena, conocida por tal nombre por su pasado más o menos borrascoso. 46 ¿Se entiende, amigo lector? ¿Está claro? Página 68


Autobiografía de Jesucristo del hombre, se le perdonará, mas quien la dijere contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero sino que será reo de pecado eterno. 47 Una de dos: o haced bueno el árbol y bueno también su fruto, o haced malo el árbol y malo también su fruto, porque del fruto se conoce el árbol. ¡Engendros de víboras!, ¿cómo podéis hablar cosas buenas siendo vosotros malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas. Os certifico que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán razón en el día del juicio. Porque por tus palabras serás dado por justo y por tus palabras serás condenado!” 4.13 Mi Madre y mis hermanos. Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando vinieron mi Madre y mis parientes, que deseaban hablarme; y no pudiendo por razón de la mucha gente llegar hasta mí, se quedaron afuera, y me mandaron razón. Alrededor de mí se encontraba la gente sentada y díjome uno: “Mira que tu Madre y tus hermanos están afuera deseando verte.” Yo, le contesté a quien me hablaba:

“¿Quién es mi Madre y quienes mis hermanos?” Y extendí la mano sobre mis discípulos, que alrededor mío estaban sentados, y echando en torno una mirada sobre ellos, dije:

“Ahí tenéis a mi Madre y a mis hermanos. Pues el que hiciere la Voluntad de mi Padre que está en los cielos, el que escucha la palabra de Dios y la pone en obra, éste es mi hermano, mi hermana y mi LAS PARÁBOLAS DEL REINO 48 Madre.”

4.14 Parábola del sembrador. Otro día, saliendo de casa, llegué a la orilla del mar y otra vez comencé a enseñar. Como concurriera muchísima gente, subí a una barca y sentado en ella, mar adentro, les hablaba mientras ellos estaban en la orilla. Comencé a enseñarles en parábolas, diciéndoles:

“Escuchad. He aquí que salió el sembrador a sembrar. Y 47

La conciencia del alma conoce al Espíritu y se peca contra El por acción y por omisión. Hay quien tuerce, deliberadamente, por hacer daño, el sentido de la acción y la palabra. Sus días están numerados y contados y en poco tiempo consumidos. Después, en la otra vida, le espera la eternidad, y allí no hay tiempo, ni a quien hacer daño, sino así mismo. Se conoce el mal y se pacta con él para tratar de pervertir lo bueno o no defenderlo. 48 “Quien escucha mi palabra y la guarda, quien cumple la Voluntad de mi Padre, es para Mí todo lo que más quiero” Página 69


Autobiografía de Jesucristo sucedió que, al sembrar, una parte cayó a la vera del camino y fue pisoteada, y los pájaros del cielo se la comieron. Otra parte cayó en los pedregales, donde no había mucha tierra, y al punto brotó por no tener profundidad el terreno; y en saliendo el sol se quemó, y por no tener raigambre ni humedad se secó. Y otra cayó en medio de espinas, y brotando juntamente con las espinas, la ahogaron y no dio fruto. Y otras partes cayeron en tierra buena y daban fruto que subía y crecía, y rendían una treinta, y una sesenta y una ciento. ¡Quien tenga oídos para oír, escuche!” Quedando a solas con mis discípulos, me preguntaban: “¿Por qué les hablas en parábolas? ¿Y qué significa ésta parábola?”

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Autobiografía de Jesucristo Les dije:

“A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los cielos, mas a ellos, los de fuera, no les ha sido dado, todo se les presenta en parábolas. Porque a quien tiene, se le dará, y andará sobrado; mas a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por esto les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “Con el oído escucharéis y no entenderéis; y mirando miraréis y no veréis. Porque se apelmazó el corazón de este pueblo, y con sus oídos oyeron torpemente, y entornaron sus ojos; no sea caso que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, ¡cuando Yo los sanaría!”. En cuanto a vosotros, ¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos porque oyen! Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron y oír lo que oís, y no lo oyeron.

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Autobiografía de Jesucristo

¿No entendéis esta parábola? ¿Y cómo entenderéis todas las demás parábolas? Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: La semilla es la palabra de Dios. Quienquiera que oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el diablo, Satanás, y roba lo sembrado en su corazón, no sea que, creyendo, se salve: éste es el sembrado a la vera del camino. El sembrado en los pedregales, éste es el que oye la palabra y luego la recibe con gozo; mas no tiene en sí mismo raigambre, sino que es efímero y crece por algún tiempo, pero después, en sobreviniendo tribulación o persecución por razón de la palabra, al punto se escandaliza y retira. El sembrado entre espinas, este es el que oye la palabra; y la preocupación por este

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Autobiografía de Jesucristo mundo, y las solicitudes del siglo, las ansiedades, la seducción de las riquezas, y las codicias, acerca de las demás cosas, entrando, ahogan la palabra, y ésta se hace infructuosa. Mas el sembrado en la tierra buena, éste es el que con corazón bueno y excelente, oye la palabra y la recibe, la entiende y la retiene, el cual ciertamente fructifica y lleva fruto con su constancia y produce, cuál ciento, cuál sesenta, cuál treinta por uno. 4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto.

Nadie hay que habiendo encendido una lámpara la cubra con una vasija o la ponga debajo del lecho, sino que la pone sobre el candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada escondido que no se haga manifiesto, ni nada secreto que no sea conocido y venga a ser manifiesto. Mirad bien lo que oís. La medida que empleéis para con los demás, esa misma se empleará para con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará.” 4.16 Parábola de la cizaña. Volvimos a la gente y les propuse otras parábolas diciendo:

“Se asemeja el Reino de los cielos a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Y mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró encima cizaña en medio del trigo, y se fue. Y presentándose los siervos al padre de familia, le dijeron: “Señor, ¿no era buena la semilla que sembraste en tu campo? ¿De dónde, pues, que tenga cizaña?”. El les dijo: “Un hombre enemigo hizo esto”. Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?”. El les dice: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis juntamente con ella el trigo. Dejadlos crecer juntamente uno y otro hasta la siega, y al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.” 4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo.

“Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre echa la semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día; y la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. Por sí misma la tierra fructifica, primero hierba, luego grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto brinda consigo, luego echa la hoz, porque está a

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Autobiografía de Jesucristo punto la mies.” 49 4.18 Parábola del grano de mostaza.

“¿Cómo compararemos el Reino de Dios? O ¿en qué parábola lo encerraremos? Es semejante el Reino de los cielos a un granito de mostaza, que tomándolo un hombre lo sembró en su campo; el cual es la más pequeña de todas las semillas que hay sobre la tierra, mas cuando se ha desarrollado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas y se hace un árbol y echa grandes ramas, de modo que vienen las aves del cielo, y anidan en sus ramas y bajo su sombra se cobijan.” 4.19 Parábola del fermento.

“Semejante es el Reino de los cielos a la levadura, que una mujer50 toma y mete en tres medidas de harina, conque viene a fermentar toda la masa.” Todas estas cosas hablé en parábolas a la muchedumbre y con otras muchas semejantes les dirigí la palabra, según que eran capaces de entender, y sin parábolas nada les hablé, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta que dice: “Abriré en parábolas mi boca, proclamaré lo que estaba escondido desde la creación del mundo.” 4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña. Dejamos a la gente y entramos en casa y mis discípulos me dijeron: “Decláranos la parábola de la cizaña del campo.” Les respondí diciendo:

“El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Malvado, y el enemigo que la siembra es el Diablo; la siega es la consumación del mundo. Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, los cuales recogerán de su Reino todos los escándalos y todos los que obran la iniquidad, y los arrojarán al horno del fuego; y allí será el llanto y el rechinar de los dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su 49

Se puede sembrar y morir sin ver el fruto en esta vida, pero tus buenas obras te acompañarán allí donde vayas. La renta del buen hacer es para siempre, una buena acción se prolonga más allá de lo que entendemos como tiempo. En Dios todo es eternidad y la buena voluntad de un hombre en el bien querer y hacer, transciende el tiempo y de esto, se benefician otras generaciones en este y en el otro mundo. 50 La Virgen María opera en la Iglesia introduciendo la buena levadura, que son sus hijos predilectos, en la masa del mundo para que este, si quiere, fermente en buenas obras que den gloria a Dios. Página 74


Autobiografía de Jesucristo Padre. El que tenga oídos, que oiga.” 4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla.

“Mirad, el Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que hallándolo un hombre lo ocultó, y de gozo por el hallazgo, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. Asimismo es semejante el Reino de los cielos a un mercader que anda en busca de perlas preciosas, y habiendo dado con una perla de gran valor se fue a vender todo cuanto tenía y la compró.”51 4.22 Parábola de la red.

“Es también semejante el Reino de los cielos a una gran red, que, echada en el mar, recoge peces de todo género; la cual, una vez repleta, la sacan a la orilla, y allí sentados recogen los peces buenos en banastas y arrojan a fuera los malos. Así será en la consumación del mundo: saldrán los ángeles y separarán los malos de en medio de los justos, y los arrojarán en el horno del fuego; allí será el llanto y el rechinar de los dientes.”52 4.23 Conclusión. El escriba instruido. Por último les pregunté:

“¿Habéis entendido todas estas cosas?” Me contestaron: “Sí.” Les dije:

“Por eso todo escriba adoctrinado en el Reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.” 4.24 La tempestad calmada. Aquel mismo día, venido el atardecer, les dije a mis discípulos:

“Pasemos a la otra banda del lago.” Dejamos a la muchedumbre y tal como estaba en la barca nos hicimos a la mar, siguiéndonos también otras barcas. Mientras navegábamos sobrevino una gran tempestad de viento que 51

Si buscas a Cristo, si lo encuentras, te cambia la vida para tu bien y el bien de los tuyos, porque amarás a Cristo, amarás como Cristo y harás amar a Cristo. Jesucristo es el verdadero tesoro, la perla preciosa que vale más que lo que más vale, vale más que la vida. 52 “..llanto y rechinar de dientes”. Esta frase la oiremos en boca de Jesucristo hasta siete veces en los Evangelios. Seis veces en San Mateo y una vez en San Lucas. ¿Se entienden éstas palabras? Página 75


Autobiografía de Jesucristo produjo una gran agitación en el mar, las olas se echaban dentro de las barcas, de suerte que las olas cubrían las naves hasta el punto de empezar a inundarse. Yo dormía profundamente sobre el cabezal de la popa y llegándose mis discípulos, me despertaron diciendo: “¡Maestro, Maestro…¿no se te da nada que nos vayamos a pique?!” Díjeles:

“¡¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe?!” Me levanté y hablando imperiosamente a los vientos y al mar dije:

“¡Calla! ¡Enmudece!” Amainó el viento y sobrevino gran bonanza y entonces les dije:

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Autobiografía de Jesucristo “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”53 Quedaron sobrecogidos de gran temor y unos a otros se decían despavoridos y maravillados: “¿Quién, pues, será Este, que manda a los vientos y al mar, y los vientos y el mar le obedecen?” 4.25 Los dos endemoniados gerasenos. Abordamos a la otra banda del mar en la región de los Gerasenos, la cual está frente a Galilea. Pisando tierra vinieron a mí dos endemoniados, que salían de los sepulcros, bravíos por demás, hasta el punto de que nadie podía pasar por aquel camino. Iban desnudos y habitaban en las cavernas sepulcrales. Ni con cadenas pudieron ser sujetados, pues la forzaban y rompían los grillos. Eran empujados por los demonios a los despoblados. Y continuamente, noche y día, se estaban en los sepulcros y en los montes, dando gritos y cortándose con piedras. Como me vieran desde lejos, corrieron y se postraron delante de mí, y a grandes gritos decían: “¡¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Hijo de Dios Altísimo?!” Te suplico, te conjuro por Dios que no nos atormentes.”

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Amigo lector, a ti y a mí ¿qué nos falta para creer? ¿Quién es este Hombre? Página 77


Autobiografía de Jesucristo

Yo les decía:

“Salid, espíritus inmundos, de éstos hombres. ¿Cuál es vuestro nombre?” Me contestaban: 54

“¡Legión es nuestro nombre, porque somos muchos!” Y es que habían entrado muchos demonios en ellos. Suplicábanme con insistencia que no los mandase fuera de aquella región, que no les mandase irse 54

Tenebroso misterio que estremece a la razón. Son muchos seres de otro mundo los que habitan en el cuerpo y en el alma de este hombre. Son muchos y hablan con una sola voz. Por lo menos mil que no ocupan lugar y sin embargo son, uno a uno, diferentes entre ellos, habitando en las entrañas de un ser humano, de un endemoniado. Esto está escrito porque ha pasado, esto no es una pesadilla de un mal sueño, esto es un hecho concreto consumado en el tiempo y en el espacio, un drama al que se puede asistir en tiempo pasado. Página 78


Autobiografía de Jesucristo al abismo. He aquí, que en la falda de un monte pacía una gran piara de cerdos. Y los demonios me rogaban diciendo: “¡Si nos echas, mándanos a la piara de cerdos para que entremos en ellos!” Y consintiendo les dije:

“Id.” Los espíritus inmundos salieron de los hombres y entraron en los cerdos y al instante se lanzó toda la piara despeñadero abajo en el mar, como unos dos mil, y se ahogaron. Los pastores que los apacentaban huyeron despavoridos y dieron la noticia del hecho en la ciudad y por los campos y escuchada esta, los habitantes de esta comarca vinieron al lugar de los hechos y llegándose a mí, hallaron sentados a los hombres de quienes habían salido la legión de demonios, vestidos y en su sano juicio: y les entró miedo, y me rogaban los gerasenos que me ausentase de sus confines. Subí a la barca para volverme y uno de los endemoniados me pedía y suplicaba poder estar Conmigo, mas Yo le dije:

“Vuelve a tu casa, a los tuyos, y entérales de cuanto el Señor ha hecho contigo y cómo tuvo misericordia de ti.” Se fue, y se puso a publicar por toda la ciudad y en la Decápolis cuanto Yo, Jesús, había hecho con él, quedando todos maravillados. 4.26 La hemorroisa. Jairo Habiendo hecho la travesía y llegando a la ribera opuesta, me acogió la muchedumbre que seguía aguardándome. En esto vino un hombre por nombre Jairo, que era uno de los jefes de la sinagoga; el cual, viéndome, cayó a mis pies y me rogó instantemente que entrase en su casa, pues tenía una hija única como de doce años que se estaba muriendo. Decía: “¡Señor, mi hija está al cabo; ten a bien venir y poner las manos sobre ella, para que se salve y viva!” Levantándome le seguí, viniendo Conmigo mis discípulos. Mientras íbamos, nos seguía un gran gentío que me estrujaba. Entre la gente una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, que había sufrido mucho de parte de muchos médicos y gastado en ellos su hacienda sin mejora alguna, antes bien había empeorado, como hubiese oído lo que decían de mí, viniendo entre la gente y acercándose por detrás tocó la franja de mi manto. Porque decía para sí: 55

“Como yo toque siquiera sus vestidos, cobraré salud.” Al instante se le paró el flujo y se secó la fuente de su sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Al punto, dándome cuenta que una virtud o corriente había salido de mí, volviéndome en medio del gentío, dije:

“¿Quién me ha tocado los vestidos?” Como todos me lo negasen, díjome Pedro y los demás: “Maestro, ves el gentío que te está oprimiendo y estrujando, y dices: ¿Quién me tocó?” 55

La curó la virtud que salía del mismo Cristo, pero solo ella captó el poder de Aquel en el que creyó sin ninguna duda. Su Fe consuma el milagro sin previa voluntad de Cristo. Esto da mucho que pensar. Página 79


Autobiografía de Jesucristo Le contesté:

“Alguien me tocó pues de mí he sentido salir una energía.”

Miré en torno, cuando la mujer atemorizada y temblando, sabiendo lo que había ocurrido con ella y que no había pasado inadvertida, postrándose ante mí, declaró delante de todo el pueblo por qué motivo me había tocado y cómo instantáneamente quedó sana. Mas Yo le dije:

“Buen ánimo hija; tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu enfermedad.” Todavía estaba hablando con ella cuando viene uno de la casa del jefe de la sinagoga diciendo: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestar ya al Maestro?” Habiendo entreoído lo que se hablaba, dije al jefe de la sinagoga:

“No temas, cree no más, y será salva.” Página 80


Autobiografía de Jesucristo No dejando que me siguiese nadie, sólo Pedro, Santiago y Juan, llegamos a la casa de Jairo y entramos juntos con el padre y la madre de la niña. Todos lloraban y plañían, y al ver el alboroto y los grandes gritos que daban, dije:

“¿Por qué os alborotáis y lloráis? No lloréis, que la niña no murió sino duerme.”

Se burlaban de mí, ciertos de que había muerto. Les dije entonces:

“Retiraos.” Echados todos y despejada la turba, acompañado del padre y la madre de la niña y de los que Conmigo venían, entramos a donde la niña estaba. Tomé la mano de la niña y alzando la voz dije:

“¡Talitha kumi!” es decir: “¡Niña, te lo digo, levántate!”

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Autobiografía de Jesucristo 56

Tornó a ella el espíritu, y se levantó al instante y se puso a andar. Sus padres quedaron asombrados, fuera de sí. Yo les mandé encarecidamente que nadie supiese lo acaecido. Y por último mandé se le diera de comer a la niña. Sin embargo se extendió la fama del hecho por toda aquella tierra. 4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo. Al poco de partir de allí, me seguían dos ciegos, que a gritos decían: “¡Compadécete de nosotros, hijo de David!” Llegado a la casa, se me presentaron los ciegos y les dije:

“¿Creéis vosotros que puedo hacer eso?” Me contestaron: “Sí, Señor.” Entonces, les toqué los ojos diciendo:

“Según vuestra fe, hágase así con vosotros.”57 Y se les abrieron los ojos; mas Yo les dije tajantemente:

“Mirad que nadie lo sepa.” Mas ellos, en saliendo de allí, esparcieron la fama de mi Nombre por toda aquella tierra. No bien habían salido los ciegos, cuando me presentaron un hombre mudo endemoniado. Y habiendo sido lanzado el demonio, habló el mudo. Y se maravillaban las gentes diciendo: “¡Nunca jamás se vio tal en Israel!” Pero los fariseos decían: “Si lanza los demonios, es en virtud del Príncipe de los demonios.” 4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo. Al cabo de unos días salí de allí y me fui a Nazaret, mi patria, donde me había criado, acompañándome mis discípulos. Venido el día de sábado, entré según mi costumbre en la sinagoga y fui invitado a leer. Me fue entregado el libro del profeta Isaías, y abriéndolo hallé el lugar en que está escrito: “El Espíritu del Señor sobre mí: por lo cual me ungió, me envió para evangelizar a los pobres, para sanar a los contritos de corazón, para anunciar a los cautivos remisión y a los ciegos vista, para dar libertad a los oprimidos, para proclamar un año de gracia del Señor y un día de justa recompensa.” Y habiendo enrollado el volumen, lo entregué al ministro y me senté. Los ojos de todos en la sinagoga estaban clavados en mí. Y comencé a decirles: 56

El alma de la niña no estaba ya en su cuerpo. Esto es morir. Volvió a ella al imperativo mandato de Cristo. El alma de la niña estaba en otro lugar que no puedo entender como un espacio diferente al que ocupamos en este mundo. Volvió a la niña sin recorrer espacio y sin consumir tiempo. La niña sin espíritu estaba muerta, era un cadáver para amortajar. ¿Quién es Cristo? 57 Para Dios todo es posible y para el que cree en El también todo es posible. El milagro se consumará en función de la Fe con la que lo pidamos. Si mi Fe es contundente y firme tengo a mi disposición la Omnipotencia divina. Dios a disposición de mi Fe y voluntad. ¿Se entiende esto? Página 82


Autobiografía de Jesucristo “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.” Todos daban testimonio a mi favor y se maravillaban de las palabras de gracia que salían de mis labios; y los más, al oírme, se asombraban, diciendo:

“¿De dónde a Este estas cosas? Y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada, y tales milagros obrados por sus manos? ¿No es Este el carpintero, el hijo de José el carpintero? ¿No se llama su Madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todos entre nosotros? ¿De dónde, pues, a Este todas éstas cosas?” Se escandalizaban de mí; mas Yo les dije:

“Indudablemente me aplicaréis este proverbio: “Médico cúrate a ti mismo”. Cuantas cosas hemos oído hechas en Cafarnaúm, hazlas también aquí en tu patria. En verdad os digo que ningún

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Autobiografía de Jesucristo profeta es aceptado en su patria, en su casa y entre sus parientes. En verdad os digo, muchas viudas había por los días de Elías en Israel, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, con que vino grande hambre sobre toda la tierra, y a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a Sarepta, ciudad de Sidonia, a una mujer viuda. Y muchos leprosos había en Israel al tiempo de Eliseo profeta, y ninguno de ellos fue curado sino Naamán el sirio.” Se llenaron de cólera todos en la sinagoga al oír estas cosas. Y levantándose me llevaron fuera de la ciudad, hasta la cima del monte sobre el cual estaba edificada, con intento de despeñarme; mas Yo, pasando por en medio de ellos me fui. No obré muchos milagros a causa de su incredulidad, salvo algunos enfermos que curaron al imponerles las manos. Quedé maravillado de su incredulidad. 4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles. Recorría las ciudades y aldeas todas, enseñando en sus sinagogas y predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Viendo a las turbas se me enternecían las entrañas para con ellos, pues andaban deshechos y echados por los suelos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dije a mis discípulos:

“La mies es mucha, mas los obreros, pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que despache obreros a su mies.”58 Llamando a mí a los Doce, les di poder y autoridad sobre todos los demonios para lanzarlos y para curar toda enfermedad y dolencia, enviándolos de dos en dos a predicar el Reino de Dios y sanar los enfermos, dándole las instrucciones siguientes:

“No vayáis camino de los gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos, id más bien a las ovejas descarriadas de la casa de Israel. Y al ir, predicad diciendo: “Está cerca el Reino de los cielos”. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, lanzad demonios; de balde lo recibisteis, de balde dadlo. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas, ni zurrón para el camino, ni dos túnicas, ni dos zapatos, sino sandalias, y un bastón si queréis: porque digno es el obrero de su mantenimiento. Y en la ciudad o aldea en la que entréis, averiguad quién haya en ella digno, y quedaos allí hasta que partáis. Y al entrar en la casa, saludadla; y si la casa fuere digna, venga vuestra paz sobre ella, mas si no fuere digna, tórnese a vosotros vuestra paz. Y si alguno no os recibiere ni escuchare vuestras palabras, saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo, se usará menos rigor con la tierra de Sodoma y Gomorra el 58

Hoy, más que nunca, se hace necesario pedir al Señor de la mies que mande buenos obreros a su mies. Dios es el Dueño del hombre y no lo salvará sino con otro hombre. Dios se dará a conocer solo por la palabra del hombre, por sus obras y gestos. Dios hace obreros de la misma mies para la mies. Página 84


Autobiografía de Jesucristo día del juicio que con aquella ciudad.” Cuando acabé de dar éstas instrucciones a mis Doce, pasé de allí a otra parte para enseñar y predicar por aquellas ciudades. Y mis Apóstoles, saliendo, recorrían aldea por aldea, evangelizando y exhortando a que hicieran penitencia; y lanzaban muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban. 4.30 Llega hasta Herodes la fama de mi Nombre. Martirio de Juan Bautista. Llegó a los oídos de Herodes el tetrarca lo que se decía de mí porque mi Nombre se hizo muy notorio y dijo a sus criados: “Este es Juan el Bautista el que yo decapité; ha resucitado de entre los muertos, y por eso las potencias actúan en él.” Andaba Herodes desorientado, ya que algunos le decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros que Elías había aparecido; otros que había resucitado algún profeta de los antiguos. Pero Herodes decía: “A Juan yo lo decapité; ¿Quién es Éste, de quien oigo decir tales cosas?” Y buscaba manera de verme. En efecto, el mismo Herodes había enviado a prender a Juan y le había puesto en cadenas en la prisión con motivo de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues se había casado con ella. Porque Juan decía a Herodes: “No te es permitido tener la mujer de tu hermano.” Herodías se la guardaba y quería matarle, y no podía; porque Herodes, aunque quería matarle, tuvo miedo del pueblo, pues le tenía como profeta. Herodes miraba con respeto a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, y con lo que oía andaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Llegó un día oportuno, cuando Herodes con ocasión de su cumpleaños dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los primates de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías y danzó y agradó a Herodes y a los comensales. Y el rey dijo a la muchacha: “Te lo juro, pídeme lo que quieras y te lo daré. Cualquier cosa que me pidieres te la daré, hasta la mitad de mi reino.” La muchacha salió y dijo a su madre: “¿Qué debo pedir?” Ella dijo: “La cabeza de Juan el Bautista.” Entrando apresuradamente hizo su petición al rey, diciendo: “Quiero que ahora mismo me des sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.” Herodes quedó muy entristecido, pero en atención al juramento y a los comensales, no quiso desairarla. Y al punto despachó a un satélite y mandó traer la cabeza de Juan. Decapitó a Juan en la cárcel y trajo su cabeza sobre una 59 bandeja y la dio a la muchacha y ésta se la dio a su madre. 59

¿Dónde habita tu alma Herodías? ¿Con quién estás? Y tu hija ¿está contigo? Me estremece tu maldad y tu desgracia porque no me das pena. No te concibo arrepentida. Página 85


Autobiografía de Jesucristo Enterados los discípulos de Juan, vinieron y se llevaron el cadáver de su maestro y le dieron sepultura. Después vinieron a mí y me lo notificaron. 4.31 Mis Apóstoles vuelven de su predicación y me retiro con ellos al desierto. Recibiendo estas noticias comenzaron a llegar mis Apóstoles de predicar la Buena Nueva y juntándose Conmigo me refirieron todo cuanto habían hecho y cuanto habían enseñado. Y les dije:

“Venid vosotros solos aparte a un lugar solitario y tomad un poco de reposo.” Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera para comer teníamos tiempo desocupado. Y nos fuimos en la barca a un lugar retirado, a solas, junto a una ciudad llamada Betsaida, a la otra banda del mar de Galilea o de Tiberiades. Viéndonos la muchedumbre y enterados a dónde íbamos nos siguieron a pie desde todas las ciudades y llegaron antes que nosotros. La muchedumbre me seguía porque veían los prodigios que obraba en los enfermos. Al desembarcar vi el gentío y subí al monte acompañado por mis discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Alzando los ojos vi que se llegaban a mí una gran muchedumbre, y me compadecí entrañablemente de ellos enterneciéndoseme el Corazón porque andaban como ovejas que no tienen pastor. Los acogí y les hablaba y enseñaba largamente sobre el Reino de Dios, y a 60 los que tenían necesidad de curación los curé. 4.32 Primera multiplicación de los panes. El día empezó a declinar; venido el atardecer y siendo ya muy avanzada la hora, llegáronse a mí los Doce y me dijeron: “El lugar es solitario y la hora ya muy avanzada: despídelos, para que yendo a los cortijos y aldeas del contorno puedan albergarse y comprarse algo de comer.” Respondiéndoles les dije:

“No tienen necesidad de marcharse; dadle vosotros de comer.” Me dijeron: “¿Habremos de ir a comprar panes por doscientos denarios y les daremos de comer?” Dirigiéndome a Felipe, le pregunté para probarle, pues bien sabía Yo lo que iba a hacer:

“¿De dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?” Respondió Felipe: “Con doscientos denarios no tienen suficientes panes para que cada uno tome un bocado.” Dije entonces a mis discípulos:

“¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo.” 60

Entrañable Corazón de Cristo ¡Cuánto mereces ser amado! Página 86


Autobiografía de Jesucristo Lo averiguaron y díjome Andrés, el hermano de Simón Pedro: “Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos: pero eso, ¿qué es para tantos? Si no vamos nosotros a comprar comida para todo este gentío…” Les dije:

“Traédmelos acá. Haced que los hombres se coloquen en el suelo.” Así lo hicieron. Había mucha hierba en aquel lugar. Y se recostaron distribuidos en cuadros por grupos de cincuenta y de ciento. Eran los hombres, 61 sin contar las mujeres y los niños, como unos cinco mil. Tomé los cinco panes y los dos peces y alzando los ojos al cielo recité la 62 bendición y los bendije y partiéndolos los fui dando a mis discípulos que a su vez lo servían a la gente que estaban recostados. También los dos peces se dieron a cuantos querían. Y comieron todos y quedaron saciados. Cuando hubieron quedado satisfechos les dije a mis discípulos:

61 62

Posiblemente estamos ante una multitud que puede oscilar entre 15 y 20 mil personas Debieron de multiplicarse los panes en las mismas manos de los discípulos. Página 87


Autobiografía de Jesucristo

“Recoged los pedazos sobrantes para que nada se pierda.” Recogiéronlos, pues, llenando doce canastas con los pedazos de los cinco panes y dos peces que sobraron a los que habían comido. 63

Los hombres, pues, al ver el prodigio que obré, decían: “¡Este es verdaderamente el Profeta que ha de venir al mundo!” Conociendo sus intenciones de arrebatarme para hacerme Rey, obligué 64 inmediatamente y con apremio a mis discípulos para que se subieran a la barca y se me adelantasen con rumbo a la ribera opuesta hacia Betsaida, en tanto 63

Contemplarían en las manos de los discípulos de Jesús los trozos de pan y pescado multiplicarse y no agotarse. 64 A los discípulos les costó separarse de la multitud porque sus sentimientos eran terrenos, no conocían a su Maestro. Página 88


Autobiografía de Jesucristo que Yo despedía a la gente. Calmada la muchedumbre y despedida, me retiré Yo 65 solo al monte para orar. Y entrada la noche seguía Yo solo allí, orando. 4.33 Camino sobre el mar y calmo la tempestad. Mis discípulos, ya en el mar, dirigieron su barca hacia Cafarnaúm cuando comenzó a soplar un gran viento y la mar se iba encrespando. La barca estaba ya en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. Hacia la cuarta vigilia de la noche, cuando hubieron avanzado como unos veinticinco o treinta estadios los vi jadeando en bogar y vine hacia ellos caminando sobre el 66 mar, y como me vieran que me acercaba a la barca, se azoraron, y decían:

65

Ahora recuerdo la oferta del Tentador: “Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan en panes.” 66

Tú y yo, amigo lector, estamos perplejos, tanto como el corazón azorado de estos hombres que han visto a un Hombre que multiplica en sus manos el pan y el pescado para una multitud y ahora lo ven, atónitos, caminar sobre el mar. ¿Quién es Jesús? Página 89


Autobiografía de Jesucristo

“¡Es un fantasma!” Perdieron la serenidad y comenzaron a gritar de miedo. Mas Yo les hablé enseguida:

“¡Tened buen ánimo; soy Yo; no tengáis miedo!”67 Respondiendo Pedro, dijo: “¡Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas!” Le dije:

“Ven.” Bajó Pedro de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas para venir hacia mí. Ya cerca, sintiendo el viento recio, le entró miedo y comenzó a zambullirse gritando: 67

Dos cosas me pide Cristo: “buen ánimo”, “no tengas miedo”. Caminar sin temor, pase lo que pase. Página 90


Autobiografía de Jesucristo 68

“¡Señor, sálvame!” Y al punto extendí la mano y asiendo de él le dije:

“Hombre de poca fe, ¿por qué titubeaste?” Subimos a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se 69 postraron delante de mí diciendo: “¡Verdaderamente, eres el Hijo de Dios!” Quedaron desmesuradamente atónitos, mirándose unos a otros y con el corazón entupido pues no se habían dado cuenta cabal de lo acaecido con los panes. En breve se halló la barca junto a la tierra que íbamos, y apenas salidos de ella algunos me reconocieron y dando aviso y recorriendo aquella comarca comenzaron a trasladar en camillas a todos los que se hallaban mal allí donde Yo estaba. Y donde quiera que entraba, en las aldeas o en las ciudades, o en los cortijos, ponían los enfermos en las plazas y me rogaban les dejase siquiera tocar la franja de mi manto; y cuantos me tocaron cobraron salud. 4.34 Yo soy el Pan de la vida. La muchedumbre que estaba al otro lado del mar echó de ver que no había allí otra lancha, sino una, y que Yo no había entrado en la barca junto con mis discípulos, sino que ellos se habían marchado solos. Cuando vio, pues, la turba que ni Yo ni mis discípulos estábamos allí subieron a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaúm en mi busca, y encontrándome me dijeron: “Maestro, ¿cuándo has venido acá?” Les respondí diciendo:

“En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque visteis señales maravillosas, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis. Trabajad no por el manjar que perece, sino por el que dura hasta la vida eterna, el que os da el Hijo del hombre; porque a Este, el Padre, Dios mismo, acreditó con su sello.” “¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?”

“Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel a quien El envió.” 70 “¿Qué señal, pues, haces tú para que lo veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según que está escrito: “Pan venido del cielo les dio a comer.”

“En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio el pan bajado del cielo, sino mi Padre es quien os da el Pan verdadero, que viene del cielo; porque el Pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.” 68

La reflexión de éstos hechos hace que también a mí me lleven a decir: ¡Señor, sálvame!

69

Con solo emplear la razón llego a la misma conclusión: “¡Verdaderamente, eres el Hijo de Dios!” 70

Les está demandando, por lo que han visto, que crean en El y esto supone que acepten su divinidad. Página 91


Autobiografía de Jesucristo “Señor, danos siempre ese pan.”

“Yo soy el Pan de la vida; el que viene a mí no padecerá hambre y el que cree en mí no padecerá sed jamás. Pero ya os dije que me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que viniere a mí no le echaré fuera; pues he bajado del cielo no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que me dio no pierda nada, sino que lo resucite en el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna y lo resucite Yo en el último día.” Murmuraban, pues, los judíos de mí, porque había dicho: “Yo soy el Pan bajado del cielo”, y decían: “¿No es Este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y cuya Madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice ahora: “He bajado del cielo”?” Les respondí diciendo:

“No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no le trajere el Padre, que me envió; y Yo le resucitaré en el último día. Está escrito en los Profetas: “Y serán todos enseñados por Dios”. Todo el que oye al Padre y recibe sus enseñanzas, viene a mí. No que al Padre le haya visto alguien; sólo el que viene de parte de Dios, Ése es el que a visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el Pan de la vida. Vuestros padres en el desierto comieron el maná, y murieron; Este es el Pan que baja del cielo, para quien comiere de El no muera. Yo soy el Pan viviente, el que del cielo ha bajado;71 quien comiere de éste Pan vivirá eternamente, y el Pan que Yo daré es mi carne por la vida del mundo.” Disentían entre sí los judíos, diciendo: “¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne?” Les dije:

72

“En verdad, en verdad os digo: si no comiereis la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadero manjar y 71

No lo entienden, pero tú y yo, amigo lector, si lo entendemos a dos mil años vista de estos hechos. Y ¿qué hemos visto hasta ahora? Pues hemos contemplado a un Hombre que, entre otros actos inexplicables, convierte el agua en vino, que cura a un leproso en el acto, a dos paralíticos, resucita a un joven en Naím y a una niña de doce años, al imperio de su voz calma la tempestad, expulsa de dos hombres una legión de demonios, con solo tocar su vestido una mujer recobra la salud, devuelve la vista a dos ciegos con fe, en sus manos se multiplican los panes y los peces hasta saciar más de quince mil personas, camina sobre el mar. Este Hombre dice haber bajado del cielo, que su Padre lo ha enviado y que este Padre no es ni más ni menos que Dios. ¡Este Hombre es el Hijo de Dios! 72 Entendieron bien los que oían. Cristo está ofreciendo comer su carne. Página 92


Autobiografía de Jesucristo mi sangre es verdadera bebida. 73 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y Yo en él. Como es Fuente de Vida el Padre, que me envió, y Yo vivo del Padre, así quien me come a mí, también él vivirá de mí.74 Este es el Pan que bajó del cielo: no como el que comieron vuestros padres y murieron: el que come este Pan vivirá eternamente.” Esto dije en Cafarnaúm, enseñando en la sinagoga. Muchos, pues, de mis discípulos, que lo oyeron dijeron: “Duro es éste lenguaje. ¿Quién sufre el oírlo?” Conociendo por mí mismo que mis discípulos, murmuraban de esto les dije:

“¿Esto os escandaliza? ¿Qué, si viereis al Hijo del hombre subir a donde estaba primero? El Espíritu es el que vivifica; la carne de nada aprovecha. Las palabras que Yo os he hablado son Espíritu y son Vida. Pero es que hay algunos de entre vosotros que no creen.” Ya sabía Yo desde el principio quienes eran los que no creían y quién era el que me había de entregar. Les dije:

“Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no le fuere concedido por mi Padre.” Desde este momento, muchos de mis discípulos se volvieron atrás, y ya no andaban en mi compañía. Dije, pues, a los Doce:

“¿También vosotros queréis marcharos?” Mas, Simón Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Santo de Dios.” Les dije:

“¿Por ventura no os he elegido Yo a los Doce? Sin embargo, de vosotros uno es diablo.” Me refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste era quien me había de entregar, con ser uno de los Doce.

CAPITULO V TERCER AÑO DE PREDICACION PÚBLICA 73

Insiste Cristo en que hemos de comer su carne y beber su sangre para vivir la eternidad. Mi razón no podría entender que Cristo se arrancara trozos de su carne y me los diera a comer. Así, más o menos, lo concibieron en su inteligencia los que oyéndole no le creyeron. Pero Cristo no insulta a la inteligencia del hombre y si El dice dar su carne para la vida del mundo así hay que entenderlo, porque le avala su divinidad y nuestra Fe. Mas tarde veremos que estas palabras se harán realidad en la Última Cena, se consumará el milagro del Amor en virtud del cual este Dios y Hombre hará posible que, a su mandato, el Pan que consagra y da a comer a sus Apóstoles sea ni más ni menos que El mismo, con su carne, con su sangre, con su alma y su divinidad. 74 Amigo lector, los acontecimientos se precipitan y ahora empezamos a entender que las palabras de Cristo son Espíritu y Vida. Creo en este Hombre que es mi Dios y vivo de este Hombre que es mi Dios. Página 93


Autobiografía de Jesucristo 5.01 Discusión con los escribas y fariseos. Tras esto anduve por Galilea, pues no quise estar por la Judea, ya que los judíos me buscaban para matarme. Se acercaron a mí unos escribas y fariseos venidos de Jerusalén y viendo a algunos de mis discípulos comer su pan con las manos no lavadas- porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos a fuerza de puños, no comen, aferrados a la tradición de los ancianos; y al volver de la plaza, si primero no se bañan, no comen; y hay otras cosas cuya observancia recibieron por tradición, lavatorio de copas, jarros, vajilla de cobre, lechos…- me preguntaron: “¿Por qué no caminan tus discípulos conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen su pan con manos profanas?” Yo, les dije:

“Muy bien profetizó Isaías de vosotros, farsantes, según está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, mas su corazón anda lejos de mí; es vano el culto que me rinden, enseñando doctrinas, preceptos de hombres”. Dejando a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Anuláis por las buenas el mandamiento de Dios, para mantener vuestra tradición. Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y “El que maldijere al padre o a la madre, muera sin remisión”. Vosotros empero decís: “Si un hombre dijere al padre o a la madre: Queda declarado KORBAN, que es decir: ofrenda, todo lo mío que pudieras reclamar en tu provecho, no le dejáis ya hacer nada por el padre o por la madre, rescindiendo la palabra de Dios con vuestra tradición que os transmitisteis de unos a otros; y semejante a éstas en éste género hacéis muchas cosas.” Dirigiéndome a la muchedumbre les dije:

“Escuchadme todos y entended. No lo que entra en la boca ensucia al hombre; mas lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír escuche.” Y dejando a la gente, entramos en casa, y llegándose mis discípulos, me dijeron: “¿Sabes que los fariseos al oír tales palabras se escandalizaron?” Les dije:

“Todo plantío que no plantó mi Padre celestial será arrancado de raíz. Dejadlos: son ciegos, guías de ciegos; y si un ciego guía a un ciego, ambos dos caerán a la hoya.” Tomando Pedro la palabra, dijo: “Maestro decláranos la parábola que dijiste a la gente.” Le contesté:

“¿También vosotros tenéis tan poca inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no es

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Autobiografía de Jesucristo capaz de contaminarle, pues que no entra en su corazón, sino en su vientre, y de allí va a parar a la letrina? Todos los alimentos son puros. Mas las cosas que salen de la boca, del corazón salen, y éstas son las que contaminan al hombre. Porque de dentro del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos: fornicaciones, hurtos, homicidios, adulterios, codicias, maldades, dolo, libertinaje, mal ojo, maledicencia, soberbia, privación del sentido moral; todas esas cosas malas de dentro salen y contaminan y ensucian al hombre; que el comer con las manos sin lavar no ensucia al hombre.” 5.02 La hija de la cananea. Levantándonos, partimos de allí a los confines de Tiro y de Sidón. Y he aquí que una mujer cananea, gentil, sirofenicia de raza, cuya pobre hija tenía un espíritu inmundo, habiendo oído de mí, salida de aquellos confines, daba voces diciendo: “¡Apiádate de mí, Señor, Hijo de David; mi hija está malamente endemoniada!” Yo no le respondí y llegándose mis discípulos, me rogaban diciendo: “Despáchala, que viene gritando detrás de nosotros.” Mas Yo les dije:

“No fui enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel.” Entramos en una casa, no queriendo que nadie lo supiese, pero no logré pasar inadvertido. La mujer llegándoseme, se postró a mis pies y me rogaba lanzase al demonio de su hija. Decía: “¡Señor, socórreme!” Le dije:

75

“Deja que primero se sacien los hijos; que no es justo tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos." Ella respondió: “Sí, Señor, que también los perrillos debajo de la mesa de sus amos, comen de las migajas que caen de la mesa y que tiran los niños.” Y admirado, le dije:

“¡Oh mujer, grande es tu fe!; 76 por eso que has dicho, hágase contigo como quieres; anda, ha salido de tu hija el demonio.” Quedó sana su hija desde aquella hora. Y marchándose a su casa, halló a la niña echada sobre la cama y salido el demonio. 75

En dos palabras se aprecia el inmenso dolor de una madre que pide socorro para ella, que sufre en sí las consecuencias del mal espíritu de su hija. 76 Cristo vuelve a sorprenderse con la fe de una persona que no era judía. Vendrá a tener la misma sensación que tuvo con la fe del centurión. Obrará, en ambos casos, el milagro a distancia, con solo ejercer su Voluntad de Hombre y de Dios. La oración perseverante, la pertinaz demanda al Corazón de Cristo culmina con la consecución de lo que con tanta ansia se pide. Página 95


Autobiografía de Jesucristo

5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones. De nuevo saliendo de los confines de Tiro, me encaminé por Sidón hacia el mar de Galilea, pasando por medio de los términos de la Decápolis. Me presentaron un sordomudo rogándome que pusiera mi mano sobre él. Lo tomé aparte, lejos de la turba, introduje mis dedos en sus orejas y con saliva toqué su lengua; y levanté los ojos al cielo suspirando y dije:

“Effatá” (Ábrete). Página 96


Autobiografía de Jesucristo Y al punto se abrieron sus oídos, y se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Les ordené que a nadie lo dijesen, mas cuanto más lo ordenaba, tanto más y más ellos lo divulgaban. Y asombrados decían: 77

“Todo lo ha hecho bien, y hace oír a los sordos y hablar a los mudos.” Marchando de allí, llegamos a la ribera del mar de Galilea y subiendo a la montaña me senté y vinieron a mí grandes muchedumbres llevando consigo, cojos, ciegos, sordos, mancos y muchos otros que dejaron a mis pies. Yo les curé a todos de suerte que la muchedumbre se maravillaba al ver oír a los sordos, sanos a los mancos, caminar a los cojos, tener vista los ciegos; y glorificaban al 78 Dios de Israel. 5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces. Y como de nuevo no tuviesen que comer, llamé a mis discípulos diciéndoles:

“Siento compasión de esta muchedumbre, pues ya tres días permanecen Conmigo y no tienen qué comer, y si los despidiere ayunos a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos.” Dijeron mis discípulos: “¿De dónde podrá uno aquí, en la soledad, saciar a éstos de panes?” Les pregunté:

“¿Cuántos panes tenéis?” Me contestaron: “Siete.” Mandé a la gente se sentase en el suelo y tomando los siete panes, haciendo gracias, los partí y los di a mis discípulos para que los sirviesen. Tenían también unos pescadillos que bendije y mandé que los sirviesen. Y comieron todos y se saciaron, y de los pedazos sobrantes retiraron siete espuertas llenas. Y los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar niños y mujeres. 5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos. Una vez despedida la turba, subí a la barca con mis discípulos y vinimos a la región de Dalmanuta y Magadán. Y saliendo los fariseos y saduceos comenzaron a discutir Conmigo, demandándome alguna señal procedente del cielo, con ánimo de tentarme. Les dije:

“Al caer la tarde decís: “Habrá buen tiempo, porque el cielo se arrebola con aspecto sombrío”. El semblante del cielo sabéis 77

“Todo lo ha hecho bien…”. Así de sencillo, Cristo todo lo hace bien. Amigo lector, estamos ante un hecho fehacientemente histórico. Miles de hombres y mujeres, niños y ancianos, sanos y enfermos se llegaron a Cristo que ejercía su Omnipotencia al servicio de su Misericordia. Una multitud, tantos como tu razón, amigo lector, quiera entender, pero no menos que la muchedumbre que comió de los panes que se multiplicaban en sus manos. Una multitud maravillada de contemplar milagros inauditos, una multitud que glorificaba al Dios de Israel, a este Dios que no es Otro que el mismo Padre de Cristo, este Padre tuyo y mío en el que no existe el tiempo, un Padre del alma, último destino de tu existencia y la mía. 78

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Autobiografía de Jesucristo discernir, ¿y las señales de los tiempos no podéis?” Gimiendo en mi Espíritu, dije:

“¿Para qué esta generación demanda una señal? En verdad os digo, una generación perversa y adúltera reclama una señal, y señal no se le dará sino la señal de Jonás.” Dejándoles, embarcando de nuevo, me fui a la ribera opuesta. Mis discípulos se habían olvidado de tomar panes y solo tenían un pan en la barca. Yo les prevenía diciendo:

“Tened ojo y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos y de la levadura de Herodes.” Ellos entre sí discurrían: “Que no hemos tomado panes…” Advirtiéndolo les dije:

“¿A qué viene el discurrir entre vosotros, menguados de fe, sobre que no tenéis panes? ¿Todavía no reflexionáis ni entendéis? ¿Tenéis encallecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos, no oís? ¿No recordáis, cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?” Dijeron: “Doce.”

“Y cuando los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de pedazos recogisteis?” Dicen: “Siete.”

“¿Cómo no caéis en la cuenta de que no os hablé de panes? Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.” Comprendieron entonces que habían de guardarse de la doctrina de los 79 fariseos y saduceos. 5.06 El ciego de Betsaida. Llegamos a Betsaida y me traen un ciego rogándome que le tocara. Cogiendo la mano del ciego lo saqué fuera de la aldea y habiendo escupido en sus ojos y puestas mis manos sobre él le pregunté:

“¿Ves algo?” El ciego alzando los ojos decía: “Veo los hombres…me parecen árboles…los veo caminar.” 79

¿A quién se escogió Jesús como ayudantes? ¡No lo entendían! Solo Dios no puede desmoralizarse con semejantes discípulos. En cualquier caso, el Corazón de Cristo tenía motivos para entristecerse. La ramplonería mental de la que hacemos gala los que nos contemplamos creyentes, cristianos, se pone de manifiesto cada día, cada hora, cada minuto. Somos imprevisibles, capaces de lo mejor y de lo peor. Dios espera toda una vida con tal de ganarse a un hijo en un minuto. Cristo redime al hombre con su vida, su muerte y sus tristezas, éstas que propiciamos con nuestra mezquindad. Página 98


Autobiografía de Jesucristo De nuevo puse mis manos sobre sus ojos y distinguió claramente todas las cosas y le dije:

“No entres en el pueblo.” 5.07 La confesión y el primado de Pedro. Al día siguiente salí con mis discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo. Después de haber orado a solas, llegándome a mis discípulos les pregunté:

“¿Quién dicen las turbas ser el Hijo del hombre?” Contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros diferentes, que Jeremías, otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado…”

“Y vosotros, ¿quién decís que Soy?”

Tomando Pedro la palabra dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente.” Página 99


Autobiografía de Jesucristo Yo le respondí:

“Bienaventurado eres Simón Barjoná, pues que no es la carne y sangre quien te lo reveló, sino mi Padre, que está en los cielos. Y Yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra, quedará atado en los cielos; y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos.”80 Ordené terminantemente a mis discípulos que a nadie dijesen ser Yo el Mesías. 5.08 Les anuncio claramente mi muerte. A partir de este momento comencé a manifestar a mis discípulos lo siguiente:

“El Hijo del hombre tiene que ir a Jerusalén y padecer muchas cosas y ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y ser entregado a la muerte y al tercer día resucitar.” 81 Esto les declaraba abiertamente y tomándome consigo Pedro, comenzó a reconvenirme, diciendo: “¡No lo consienta Dios! Señor, de ningún modo te acaecerá tal cosa.” Mas Yo, volviéndome hacia mis discípulos, increpé a Pedro, diciendo:

“¡Vete de aquí, quítateme de delante, Satanás, piedra de escándalo eres para mí, pues tus miras no son las de Dios, sino las de los hombres!” Llamé a la gente que viniera a mí y junto con mis discípulos les dije:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a cuestas su cruz de cada día y sígame. 82 Porque quien quisiere poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por mí y por el Evangelio, éste la salvará. Pues, ¿qué provecho saca el hombre ganando el mundo entero, pero perdiéndose o perjudicándose a sí mismo? ¿Qué podrá dar un hombre a cambio de 80

Amigo lector, Roma tiene este privilegio divino. Lo que Roma ate en la tierra, atado para siempre, queda en el cielo, lo que desate en este mundo, para siempre, queda desatado en el otro. El que no cree en el único Pedro no se qué cielo le espera. Mi esperanza se fundamenta con la Fe en la Iglesia de Cristo, la única Iglesia que reconozco bajo la paternal autoridad de quien El mismo se escoge para ser su Roca sobre la que se fundamenta la única verdad que salva, la Verdad de Pedro, la única, la que es Verdad de Cristo. 81 Cristo revela palmariamente su destino. Ya lo conoce, lo conoce desde siempre como Dios y en el misterio de su inteligencia humana desde Niño. Esta reflexión es su pensamiento dominante, un supremo abandono en la Voluntad de su Padre que ordenará los acontecimientos para que se cumpla lo que está escrito. 82 La cruz de cada día es inevitable. O la llevas con garbo detrás de El, negándote a ti mismo por amor a su Persona, o esta misma cruz, sin Fe, te hunde en desesperanza. Página 100


Autobiografía de Jesucristo recuperar su alma?83 Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando viniere en su gloria y en la de su Padre y de los santos ángeles. Porque el Hijo del hombre ha de venir: y entonces dará en pago a cada cual conforme a sus actos. En verdad os digo que hay algunos de los que aquí están presentes que no gustarán la muerte sin que antes vean el Reino de Dios venido en poderío y al Hijo del hombre viniendo en su realeza.”

5.09 Transfiguración en el Tabor. De seis a ocho días después, tomé a Pedro a Santiago y a Juan y subí con ellos a un monte elevado para orar. Y mientras estaba orando, me transfiguré en presencia de ellos. Cambió mi rostro que relumbraba como el sol y mis vestiduras se pararon blancas como la luz, centelleantes y relampagueantes, blancas en extremo, cuales ningún batanero sobre la tierra es capaz de blanquearlas así. Dos varones circundados de gloria me hablaban, eran Moisés y Elías, sobre el tránsito que Yo realizaría en Jerusalén. Pedro, Juan y Santiago estaban cargados de sueño; mas despertando vieron mi gloria y la de Moisés y Elías. Y cuando Moisés y Elías se retiraron díjome Pedro:

83

Consumes una vida sin vivirla por conseguir las cosas de este mundo. Cuando ya las crees tener no queda tiempo para disfrutarlas, además tu alma está embotada y en riesgo de perderse para siempre. ¿Qué vale lo que has ganado? Los restos de cuatro seres queridos, al cabo de pocos años, los he visto ocupar solamente una capacita en la esquina de una fosa del cementerio. Página 101


Autobiografía de Jesucristo

“Señor, Maestro, que buena cosa es estarnos aquí; si quieres, haré aquí tres tiendas: una para Ti, una para Moisés y una para Elías.” Pedro no sabía lo que decía, pues estaba fuera de sí por el espanto. Y estando todavía hablando, de pronto se formó una nube luminosa que los cubría y se llenaron de miedo. Y he aquí una voz salida de la nube que decía:

“Este es mi Hijo querido, el Elegido, en quien me

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Autobiografía de Jesucristo agradé, escuchadle.”

84

Mis discípulos cayeron sobre su rostro y se atemorizaron sobremanera. Mas Yo acercándome a ellos los toqué y dije:

“Levantaos y no tengáis miedo.” Súbitamente, alzando sus ojos y echando una mirada enrededor, a nadie ya vieron sino solo a mí. Y mientras bajábamos del monte les ordené diciendo:

“A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del hombre hubiere resucitado de entre los muertos.” Ellos se callaron, guardando lo visto para sí y a nadie por aquellos días contaron nada de lo ocurrido. Mis discípulos se preguntaban qué era aquello de resucitar de entre los muertos. Y me interrogaron diciendo: “¿Por qué, pues, los escribas dicen que Elías ha de venir primero?” Yo les respondí:

“Elías ciertamente, viniendo primero, restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del hombre que ha de padecer muchas cosas y ser menospreciado? Pues bien, os digo que Elías ya vino y no le reconocieron, antes hicieron de él cuanto quisieron, según está escrito de él.” Comprendieron entonces mis discípulos que les estaba hablando de Juan Bautista. 5.10 Curación del muchacho endemoniado. Ya al día siguiente, llegándonos al resto de los discípulos, vi gran gentío en torno de ellos. Y al punto todo aquel gentío, al verme, quedaron estupefactos, y viniendo hacia mí me saludaron. Les pregunté:

“¿Qué es lo que discutís con ellos?” Uno de entre la gente me dijo: “Maestro, traje a Ti mi hijo, que tiene un espíritu malo y dondequiera que se apodera de él, le echa por tierra, y enseguida grita y le retuerce entre espumarajos y da diente con diente, y se pone rígido; y el demonio a duras penas se va de él, dejándole magullado. Y yo lo presenté a tus discípulos, rogándoles que lo echasen y no pudieron.” Se echó a mis pies y gritando decía: “¡Señor compadécete de mi hijo, porque está lunático y padece de mala manera. Maestro, te ruego que mires a este hijo mío, porque es el único que tengo!” 84

Esta es la voz del Padre, del Padre del Verbo, de su Palabra. El Padre se agrada en su Hijo e invita a escucharle, a escuchar su Palabra hecha Hombre como nosotros, menos en el pecado, pero un Hombre que conoce al hombre porque tiene alma de hombre y carne de hombre. En el Bautismo, el Padre presentará a su Hijo tal y como ahora lo hace, pero aquí, el Padre dirá que Este es su Elegido y además pide como Padre y como Dios que le escuchemos y esto, precisamente, amigo lector, es lo que estamos haciendo, escuchar, en sagrado silencio, la Palabra de Dios leída según el mismo Cristo la viene susurrando a nuestro corazón. Página 103


Autobiografía de Jesucristo Le respondí diciendo:

“¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo acá.”

Me lo trajeron y cuando le vi, al punto el espíritu le sacudió violentamente, y cayendo en tierra se revolcaba espumajeando. Y pregunté a su padre:

“¿Cuánto tiempo hace que comenzó a estar así?” Me contestó el padre: “Desde la infancia; y muchas veces le echó ya en el fuego, ya en el agua, para hacerle perecer. Pero si algo puedes, socórrenos, compadecido de nosotros.” Le contesté: Página 104


Autobiografía de Jesucristo “¿Qué si puedes? Todo es posible al que cree.” Volvió a gritar diciendo: 85

“¡¡Creo; socorre a mi fe, aunque sea poca!!” Viendo que crecía el concurso de la gente, hablé con imperio al espíritu inmundo:

“¡Espíritu mudo y sordo, Yo te lo mando: sal de él y no entres ya más en él!” Y dando gritos y sacudiéndole con extrema violencia, salió, y quedó el niño como muerto, de suerte que los más decían: “¡Ha muerto!” Mas, acercándome a él lo tomé de la mano, lo levanté y él se puso de pie y lo entregué a su padre. El muchacho quedó curado desde aquel instante. Y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Ya en casa me preguntaron mis discípulos: “¿Por qué nosotros no pudimos lanzarle?” Les dije:

“Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo que si tuviereis fe como un granito de mostaza, diréis a éste monte: “Trasládate de aquí allá”, y se trasladará y nada os será imposible. Este linaje de demonios con nada puede salir, si no es con oración y ayuno.”86 5.11 Subo a Jerusalén. Se aproximaba la solemnidad de los judíos, la Escenopegia y dijeron mis hermanos: “Parte de aquí y dirígete a la Judea, para que también tus discípulos vean esas obras que haces. Porque nadie hace las obras ocultamente si quiere adquirir publicidad. Ya que estas cosas haces, manifiéstate al mundo.” Ni siquiera mis familiares creían en mí. Les dije, pues:

“Mi tiempo todavía no ha llegado; vuestro tiempo siempre está a punto. No puede el mundo aborreceros, pero a mí me aborrece, porque doy testimonio de que sus obras son perversas. Vosotros subid a la fiesta; Yo no subo a esta fiesta, porque mi tiempo todavía no se ha cumplido." Me quedé en Galilea, pero cuando hubieron subido todos a la fiesta, entonces subí Yo también aunque de incógnito y así, pues, atravesé la Galilea sin que nadie lo supiese. Los judíos me buscaban durante la fiesta y decían: 85

Patético grito de un padre que pide ayuda y ayuda para saber pedirla, que somete todas sus facultades a la voluntad, en virtud de la cual supera la falta de fe necesaria para demandar de Cristo el milagro aunque su razón dude. 86 El demonio existe aunque yo no lo crea. No veré al demonio, pero si puedo apreciar los efectos que produce sobre un endemoniado. Despreciar la reflexión sobre la realidad del demonio no me garantiza su inexistencia. Cuanto menos crea en él más cerca lo tengo. Página 105


Autobiografía de Jesucristo “¿Dónde está Aquel?” Y sobre mí había mucho murmureo en las turbas. Unos decían: “Es bueno.” Mas otros decían: “No, sino que embauca a la multitud.” Nadie, empero, hablaba de mí públicamente por miedo a los judíos. Cuando ya la fiesta estaba a la mitad subí al Templo y enseñaba. Se maravillaban los judíos diciendo: “¿Cómo Éste sabe de letras, sin haberlas aprendido?” Les respondí diciendo:

“Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió. Quien quisiere cumplir su Voluntad, conocerá si mi doctrina es de Dios o si Yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su cuenta, busca su propia gloria: mas quien busca la gloria del que le envió; éste es veraz y no hay en él injusticia. ¿Por ventura no tenéis la Ley que os dio Moisés? Y nadie de vosotros cumple la Ley. ¿Por qué tratáis de matarme?” Respondió la gente: “Endemoniado estás; ¿quién trata de matarte?” Les dije:

“Una obra hice, y todos os maravilláis. Por eso Moisés os dio la circuncisión, no que provenga de Moisés, sino de los patriarcas, y en sábado circuncidáis a un hombre. Si la circuncisión recibe un hombre en sábado, para que no venga a menos la Ley de Moisés, ¿os encolerizáis Conmigo porque en sábado sané a todo hombre? No juzguéis por apariencias, sino juzgad juicio recto.” Decían, pues, algunos de los de Jerusalén: “¿No es Éste a quien tratan de matar? Pues ya veis si habla con libertad, y nadie le dice nada. ¿Es que por fin habrán conocido de veras los jefes que Este es el Mesías? Pero Éste sabemos de dónde es; mas el Mesías, cuando venga, nadie sabe de dónde es.” Clamé, en el Templo, diciendo:

“¡Conque me conocéis a mí y sabéis de dónde soy…! Pues no he venido de mí mismo, sino que Otro es, real y verdadero, quien me envió, a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, porque de El procede mi existencia y El me envió.” 5.12 Intentan los judíos apoderarse de mí. Buscaban como apresarme; mas nadie me echó mano, pues todavía no había llegado mi hora. De la multitud, muchos creyeron en mí, y decían: “El Mesías, cuando venga, ¿acaso obrará más señales de las que Éste obró?” Oyeron los fariseos a la gente repetir por lo bajo esas cosas sobre mí, y Página 106


Autobiografía de Jesucristo despacharon los sumos sacerdotes y los fariseos alguaciles para prenderme. Les dije, pues:

“Un poco de tiempo todavía estoy con vosotros, y me voy al que me envió. Me buscaréis y no me hallaréis, y a dónde Yo estoy vosotros no podéis venir.” Al oír esto se dijeron los judíos unos a otros: “¿Adónde se va a ir Éste, que nosotros no lo hallaremos? ¿Por ventura se va a ir a la dispersión de los gentiles para enseñar a los gentiles? ¿Qué es esto que ha dicho: “Me buscaréis y no me hallaréis, y donde Yo estoy, vosotros no podéis venir?” El último día, el mayor de la fiesta, me dirigí a la gente a voces, diciendo:

“¡Quien tiene sed, venga a mí y beba. Quien cree en mí, como dijo la Escritura, manarán de sus entrañas ríos de agua viva!”87 Esto dije del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en mí. Porque todavía no había Espíritu, por cuanto Yo no había sido aún glorificado. Algunos, pues, de la turba oídas estas palabras, decían: “Este es verdaderamente el Profeta.” Otros decían: “Este es el Mesías.” Mas algunos decían: “¿Pues acaso el Mesías viene de Galilea? ¿No dijo la Escritura que: “De la descendencia de David, y de la aldea de Belén, donde estaba David, viene el Mesías?” Se originó, pues, escisión en el pueblo a causa de mí. Y alguno de entre ellos querían prenderme, mas nadie echó mano sobre mí. Vinieron, pues, los alguaciles a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les dijeron: “¿Por qué no le habéis traído?” Respondieron los alguaciles: “Jamás hombre habló así, como Este hombre.” Dijeron los fariseos: “¿Qué? ¿También vosotros habéis sido embaucados? ¿Por ventura, alguno creyó en El entre los jefes o entre los fariseos? Pero esa turba, que no conoce la Ley, son unos malditos.” Díceles Nicodemo, el que antes había venido a mí; que era uno de ellos: “¿Por ventura, nuestra Ley condena al reo si primero no oye su declaración y viene en conocimiento de lo que hizo?” Respondieron y le dijeron: “¿Acaso también tú eres de Galilea? Investiga, y verás que de Galilea, no surge ningún profeta” 87

Quien tenga sed de justicia, de amor, de esperanza, quien busque saciarse de la belleza, de la bondad, de la paz y la felicidad en el amar y ser amado, sin medida ni tiempo, venga a Cristo y encontrará la Fuente de todo bien más allá de lo imaginable. Beber de Cristo su palabra que convertirá la nuestra en ríos de agua viva para bienaventuranza de quien te escucha, para bienaventuranza tuya y mía, amigo lector.. Página 107


Autobiografía de Jesucristo Y se marcharon cada uno a su casa. 5.13 La mujer adúltera. Abandoné la ciudad y me fui al monte de los Olivos. Al amanecer me presenté otra vez en el Templo y todo el pueblo vino a mí y Yo les enseñaba. Los escribas y fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio y habiéndola puesta en medio, me dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En la Ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; Tú, 88 pues, ¿qué dices?”

88

Mejor es ser juzgado por Dios que por los hombres. El Hijo de Dios vuelve a ser tentado por Satanás que se valdrá de sus hijos para poner a prueba la Justicia y la Misericordia divinas. Si Jesús optaba por salvar la vida de esta mujer se ponía de frente a la Ley de Moisés. Si por el contrario se inclina hacia la aplicación de la Ley ¿dónde queda su bondad y misericordia con los pecadores? “Aquel que se considere sin pecado comience la lapidación”. Ante la divina mirada del que conoce la conciencia de cada persona, aquellos hombres sin misericordia se ven con toda la perversidad del alma a la vista de los demás, se avergüenzan de su desnudez moral y comienzan a alejarse los más viejos en años y maldad, después todos.

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Autobiografía de Jesucristo

Esto decían tentándome, para tener de qué acusarme. Yo, inclinándome hacia el suelo, escribía con el dedo en la tierra. Mas como ellos persistiesen preguntándome, me erguí y les dije:

“Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla.” E inclinándome de nuevo hacia el suelo volví a escribir en la tierra. Ellos, como esto oyeron, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos; y quedamos solos la mujer de pie en medio y Yo sentado. Alcé la cabeza y le dije:

“Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te condenó?” Ella contestó: “Nadie, Señor.”

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Autobiografía de Jesucristo Y le dije:

“Tampoco Yo te condeno: anda, y desde ahora no peques más.”89 5.14 Doy testimonio de mí mismo. De nuevo les hablé a la gente diciendo:

“Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no tema caminar en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Contestaron los fariseos: “Tú das testimonio de Ti mismo; tu testimonio no es verídico.” Les dije:

“Aunque Yo de testimonio de mí mismo, mi testimonio es verídico, porque sé de dónde vine y adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; Yo no juzgo a nadie. Y aun cuando Yo juzgue, mi juicio es conforme a verdad; porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre, que me envió.90 Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas hace fe. Yo soy quien doy testimonio de mí mismo, y también da testimonio de mí el Padre, que me envió.” Dícenme, pues: “¿Dónde está tu Padre?” Les respondí:

“Ni me conocéis a mí ni tampoco a mi Padre; que si me conocierais a mí también a mi Padre conoceríais” Estas palabras hablé en el gazofilacio, mientras enseñaba en el Templo; y nadie me prendió porque todavía no había llegado mi hora. 5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.” De nuevo les dije:

“Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.” Y ellos se preguntaban: “¿Por ventura se quitará la vida, pues dice: “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir?”

89

Se marcharon todos y quedaron solas la Misericordia y la Miseria. Jesús absuelve como Dios y no como los hombres, absuelve sin humillar porque respeta la dignidad del ser humano por muy grave que sea su pecado. 90 Estas palabras no tienen matices. Tú y yo, amigo lector, entendemos el verdadero sentido del texto. Cristo manifiesta que El, no es solo, que es El y el Padre que le ha enviado. Y si Yo soy Yo y el Padre que me ha enviado, no puedo manifestar que mi Persona es la Persona del Padre, porque Yo soy Yo y mi Padre es mi Padre, sin embargo, en clave de naturaleza o esencia divina, el Padre y Yo somos lo mismo. Página 110


Autobiografía de Jesucristo

Mas Yo les dije:

“Vosotros sois de aquí abajo. Yo soy de allá arriba; vosotros sois de este mundo. Yo no soy de este mundo. 91 Os dije, pues, que moriréis en vuestros pecados; porque si no creyereis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados.” Y me volvieron a preguntar: “¿Tú quién eres?”

“Pues ni más ni menos, eso mismo que os vengo diciendo. Muchas cosas tengo que hablar y juzgar acerca de vosotros; pero el que me envió es veraz, y Yo, lo que oí de El, esto hablo al mundo.” 91

Estas palabras, tampoco tienen matices. Cristo es de un lugar que dice estar arriba, de donde ha venido, no es de este mundo. ¿Qué otra interpretación se le puede dar al texto? Página 111


Autobiografía de Jesucristo No entendieron que les hablaba de mi Padre. Les dije, pues:

“Cuando levantareis en alto al Hijo del hombre, entonces conoceréis que Yo soy y que de mí mismo nada hago, sino que, según me enseñó el Padre, eso hablo. Y el que me envió está Conmigo, y no me dejó solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada.” Muchos creyeron en mí, y a éstos que creyeron en mí les dije:

“Si vosotros perseverareis en mi enseñanza, sois verdaderamente discípulos míos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”92 5.16 Hijos del diablo. Unos fariseos tomaron la palabra diciendo: “Somos linaje de Abraham, y de nadie jamás hemos sido esclavos; ¿cómo dices Tú: “Seréis libres”?”

“En verdad, en verdad os digo que todo el que obra el pecado, esclavo es del pecado. El esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre. Si, pues, el Hijo os diere libertad, seréis realmente libres. Bien sé que sois linaje de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Lo que Yo vi cabe mi Padre, eso hablo; y vosotros, por vuestra parte, lo que oísteis de vuestro padre, eso hacéis.” “Nuestro padre es Abraham.”

“Si hijos fuerais de Abraham, haríais las obras de Abraham; mas ahora pretendéis matarme, a mí que os he dicho la verdad, que oí de Dios; eso Abraham no lo hizo. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.” “¡Nosotros no hemos nacido de fornicación; un solo Padre tenemos, Dios!”

“Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque Yo de Dios salí y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que El me envió. ¿Por qué no reconocéis mi habla? Porque no estáis en disposición de oír mis palabras. Vosotros tenéis por padre al diablo, y deseáis cumplir los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira, habla de su cosecha, porque es mentiroso y padre de la mentira. Mas a mí, por lo mismo que os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me convence de pecado? Si digo verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, 92

Ser discípulo de Cristo es conocer la única verdad, la única que hace verdaderamente libre al hombre. Página 112


Autobiografía de Jesucristo porque no sois de Dios.”93 5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo.” “¿No decimos nosotros que eres Tú samaritano y tienes demonio?”

“Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. En verdad os digo, si uno guardare mi palabra no verá la muerte eternamente.” “Ahora si hemos conocido que tienes demonio. Abraham murió, y también los profetas. ¡Y Tú dices: “Si uno guardare mi palabra, no gustará la muerte jamás”! ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham que murió? Y los profetas también murieron. ¿Quién presumes ser?”

“Si Yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es quien me glorifica, el que vosotros decís ser vuestro Dios; y no le habéis conocido, mas Yo le conozco. Y si dijere que no le conozco, seré mentiroso como vosotros; pero le conozco y guardo su palabra. Abraham, vuestro padre, se regocijó con la esperanza de ver mi día; lo vio y se alegró.” “No tienes aún cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”

“En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham viniese a ser, Yo soy.”94 Tomaron piedras para arrojarlas sobre mí mas me oculté y salí del Templo. 5.18 El ciego de nacimiento. 93

No ser de Dios no supone no ser de nadie, supone ser de Satanás. Si no se quiere ser hijo de Dios será necesariamente, aunque no se quiera, hijo del diablo. El que no cree ya está condenado y no, necesariamente, experimentará su condena más allá de la muerte, no, no hay que esperar tanto. Aquí, en este vivir sin vivir gusta, porque lo quiere, de una agonía sin esperanza, de un ejercicio del desamor cuyo resultado es padecer y hacer padecer, no compadecerse y no aceptar la compasión. En cualquier caso, en segundos, con un “¡Dios mío, perdóname!” se gana el Corazón de un Padre que ha esperado toda una vida frustrada. 94 ¿Qué más se puede decir? Amigo lector, ¿es que no se entienden estas palabras? Cristo, un Hombre como tú y como yo, menos en el pecado, dice lo que estás leyendo, que es antes de que Abraham viniese a ser. ¿Qué te parece? Un Hombre que acredita sus palabras con hechos como jamás se habían visto desde la creación del mundo, dice existir más allá del tiempo. ¿Quién es este Hombre de carne y hueso, Hijo de una Mujer, María, Varón que salió de las purísimas entrañas de una Virgen? ¿Qué Hombre habló, habla o hablará con autoridad divina? ¿Qué más hay que leer, ver u oír para creer? ¿Cómo es posible que la razón humana ante esta maravillosa luz se mantenga voluntariamente en tinieblas? Amigo lector, en el ejercicio de mi profesión, en la práctica de la técnica, la lógica es el instrumento a utilizar como consecuencia de un sentido común que todo hombre tiene desde sus primeros años de existencia. La Fe no es producto de un sentimiento o de una enfermiza imaginación. La Fe es un don de Dios que se merece con la buena voluntad en la reflexión de lo que hasta ahora hemos leído, amigo lector. Hasta aquí, hay argumentos más que suficientes para tener profunda conciencia, inteligencia plena, de que estamos, para nuestra estupefacción, ante un relato de hechos humanos y divinos contados por el mismo Dios, el Dios en el que existo y me muevo, el Creador de lo que se ve y no se ve. Este Dios, como verás a continuación, amigo lector, también es un Dios Redentor y se llama Jesucristo. Página 113


Autobiografía de Jesucristo Al día siguiente, pasando vi a un hombre ciego de nacimiento. Y mis discípulos me preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?” Respondí:

“Ni pecó éste ni sus padres, sino que se habían de manifestar en él las obras de Dios. Es preciso que obre Yo las obras del que me envió, mientras es de día; viene la noche, en que nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Luz soy del mundo.” Dicho esto, escupí en tierra, hice lodo con la saliva y le ungí con el lodo los ojos al ciego diciéndole:

“Anda, lávate en la piscina de Siloé.” Fue, pues, y se lavó, y volvió con vista. Con esto los vecinos y los que antes le veían mendigar decían: “¿No es éste acaso el que estaba sentado y mendigaba?” Unos decían: “Es él.” Otros decían: “No, sino que es uno que se le parece.” Él decía: “Soy yo.” Decíanle, pues: “¿Cómo, pues, te fueron abiertos los ojos?” Él respondió: “Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me ungió los ojos, y me dijo: 95 “Ve a Siloé y lávate”; conque fui, y habiéndome lavado, recobré la vista.” Y le dijeron: “¿Dónde está El?” Dice: “No lo sé.” Llevan a los fariseos al que había estado ciego. Era sábado el día que hice lodo y le abrí los ojos. De nuevo, pues, le preguntaron también los fariseos cómo había recobrado la vista. El les dijo: “Me puso barro sobre los ojos y me lavé, y veo.” Decían, pues, algunos de entre los fariseos: 96

“Este hombre no viene de Dios, pues no guarda el sábado.” Mas otros decían: “¿Cómo puede un hombre pecador obrar semejantes señales?” 95

Nació ciego y vivió ciego hasta encontrarse con Jesús. Dios puso su saliva en la tierra, hizo un poquito de lodo, untó los ojos del ciego de nacimiento, se lavó en la piscina de Siloé y comenzó a ver la luz por primera vez. Para Dios todo es posible. 96 Siento vergüenza ajena por el hecho de que puedan existir seres de mi raza, hombres, capaces de razonar con tan perversa ignorancia, una ignorancia voluntariamente querida. Un corazón enfermo por la maldad que entenebrece la razón. Página 114


Autobiografía de Jesucristo Y había escisión entre ellos. Dicen, pues, al ciego otra vez: “¿Tú que dices de El en cuanto que te abrió los ojos?” Él dijo: “Que es Profeta.” No creyeron, pues, los judíos acerca de él que era ciego y recobró la vista hasta que llamaron a los padres del mismo que había recobrado la vista, y les preguntaron diciendo: “¿Es éste vuestro hijo, que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?” Respondieron sus padres y dijeron: “Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; cómo ve ahora, no lo sabemos, o quién abrió sus ojos, nosotros no lo sabemos; preguntadle a él, edad tiene; él dirá de sí.” Esto dijeron sus padres, porque temían a los judíos; pues ya se habían concertado los judíos en que, si alguno me reconociera por Mesías, fuese expulsado de la sinagoga. Por esto dijeron sus padres: “Edad tiene; preguntadle a él”. Llamaron, pues, por segunda vez al hombre que había estado ciego, y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que Este hombre es pecador.” A esto respondió él: “Si es pecador no lo sé; una cosa sé: que yo estaba ciego y ahora veo.” Dijéronle, pues: “¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?” Les respondió: “Os lo dije ya, y no me escuchasteis; ¿a qué lo queréis oír de nuevo? ¿Acaso también vosotros queréis haceros discípulos suyos?” Le cargaron de denuestos y le dijeron: “¡Tú discípulo Suyo eres; nosotros, de Moisés somos discípulos! Nosotros sabemos que a Moisés le ha hablado Dios; mas Este no sabemos de dónde es.” Respondió el hombre y les dijo: “En esto precisamente está lo extraño: que vosotros no sabéis de dónde es, y, no obstante, me abrió los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que, si uno honra a Dios y cumple su voluntad, a éste escucha. Nunca jamás se oyó decir que uno abriera los ojos de un ciego de nacimiento. Si Este no viniera de Dios, no pudiera hacer nada.” Respondieron y le dijeron: “Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y tú nos das lecciones a nosotros?” Y le echaron fuera. Llegó a mis oídos que le habían echado afuera y encontrándome con él le dije:

“¿Tú crees en el Hijo de Dios?” “¿Y quién es, Señor, para que crea en El?”

“Le has visto, y el que habla contigo, El es.”97 97

Cristo como Dios, se dará a conocer, de forma directa, a su interlocutor, en dos ocasiones. a este joven y a la samaritana. A este, le dirá Jesús: “Le has visto…”, a la samaritana le dirá: “Soy Página 115


Autobiografía de Jesucristo “Creo, Señor.” Postrándose, me adoró. Y dije a mis discípulos:

“Para un juicio vine Yo a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.” 5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor. Y oyendo estas palabras algunos fariseos me dijeron: “¿Es que también nosotros estamos ciegos?”

Les dije:

“Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado, mas ahora decís: Yo, el que habla contigo…” Página 116


Autobiografía de Jesucristo “Vemos”: vuestro pecado subsiste. En verdad, en verdad os digo, el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que salta por la otra parte, ese ladrón es y salteador; mas el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz, y llama a sus ovejas cada una por su nombre, y las saca afuera. Cuando ha sacado afuera todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; mas al extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” No entendieron ésta alegoría y les dije de nuevo:

“En verdad, en verdad os digo que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos cuantos vinieron antes de mí, ladrones son y salteadores; mas no les escucharon las ovejas. Yo soy la puerta; quien entrare por mí será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto. El ladrón no viene sino para robar, y matar, y destruir; Yo vine para que tengan vida y anden sobrados. Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor expone su vida por las ovejas; el que es asalariado y no pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa, porque es asalariado y no le importa de las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, y conozco las mías, y las mías me conocen, como me conoce mi Padre y Yo conozco a mi Padre; y doy mi vida por las ovejas. Y otras ovejas tengo que no son de este aprisco; éstas también tengo Yo que recoger, y oirán mi voz y vendrá a ser un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama mi Padre, porque Yo doy mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo por mí mismo la doy. Poder tengo para darla y poder tengo para tomarla otra vez. Esta orden recibí de mi Padre.”98 Otra vez se originó escisión entre los judíos con motivo de éstas palabras. Y decían muchos de ellos: “Demonio tiene y disparata. ¿Para qué le escucháis?” Otros decían: “Esas palabras no son de endemoniado. ¿Es que un endemoniado puede abrir los ojos a los ciegos?” 5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección. 98

Amigo lector, estas palabras están dichas por un Hombre que sabe que tiene que dar la vida por sus ovejas, que nadie se la quita, que la da El por Sí mismo. Dice tener poder para darla y poder para recobrarla. ¿Quién es este Hombre? Dice que por esto el Padre le ama. Este Padre es el Dios que creó el mundo. No habla de un padre terreno. Este Hombre, con antelación, conoce su destino, Sabe que va a morir en ignominiosa muerte de Cruz, como sabe que resucitará antes de que pasen tres días. ¿Quién, pues, es este Hombre que dice ser Hijo de Dios? Amigo lector ¿será posible lo que tú y yo estamos entendiendo? ¿Será posible, Dios mío, que Tú mismo te hayas hecho Hombre sin dejar de ser Dios y hayas descendido a este mundo? Página 117


Autobiografía de Jesucristo Mientras andábamos por Galilea, maravillándose todos por las cosas que hacía, instruía a mis discípulos diciéndoles:

“Clavad vosotros en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres, y le darán la muerte; y después de muerto, al tercer día resucitará.” Mas ellos no entendían estas palabras, estaban cubiertas como un velo para ellos, de suerte que no alcanzaban su sentido; y tenían miedo de preguntarme sobre ellas quedando entristecidos sobremanera. 5.22 La moneda en la boca del pez. Llegando a Cafarnaúm, se presentaron a Pedro los que cobraban los didracmas y dijeron: “¿Vuestro Maestro no paga los didracmas?” Dice: “Sí.” Y cuando entró en la casa, me adelanté a él diciendo:

“¿Qué te parece Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran impuestos o tributos? ¿De sus propios hijos o de los extraños?” “De los extraños.”

“Luego exentos están los hijos. Mas para que no los escandalicemos, vete al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que saques, tómalo, y abriéndole la boca, hallarás un estater; tómalo y entrégalo a ellos por mí y por ti.”99 5.23 El mayor en el Reino de los cielos.

99

¿Qué te parece? ¿Qué mente humana puede conocer que en un pez hay una moneda antes de pescarlo? Si a mi me dicen que vaya al mar, eche un anzuelo y al primer pez que saque le abra la boca y allí encontraré una moneda, no le hubiera hecho caso. La Persona que me hiciera semejante petición ha de tener crédito divino, no puedo imaginarme en un hombre tal conocimiento. Página 118


Autobiografía de Jesucristo

En aquella sazón, estando en casa, se llegan a mí los discípulos y me preguntan: “¿Quién, pues, es mayor en el Reino de los cielos?” Y es que entró en ellos un pensamiento sobre quien de ellos sería el mayor. Conociendo el pensamiento de su corazón les pregunté:

“¿Sobre qué altercabais en el camino?” Ellos callaban. Es que en el camino habían altercado unos con otros sobre quién era el mayor. Mas Yo les dije:

“Si alguno quiere ser el primero, ha de ser el último de todos y criado de todos. Porque el que es más pequeño entre vosotros, éste es grande.” Llamé a mí a un niño, lo tomé de la mano y lo coloqué en medio de ellos y después de abrazarle, les dije:

“En verdad, en verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis Página 119


Autobiografía de Jesucristo como los niños, no entrareis en le Reino de los cielos. Así, pues, el que se hiciere pequeño como éste niño, éste es mayor en el Reino de los cielos. Y quien recibiere a uno de tales niños en mi Nombre, a mí me recibe. Y quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió.”100 5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está. El escándalo. Tomando Juan la palabra, dijo: “Maestro, vimos a uno lanzando demonios en tu Nombre y se lo estorbamos, pues no anda con nosotros.” Mas Yo le dije:

“No se lo estorbéis, pues no habrá nadie que obre un milagro en mi Nombre, y pueda enseguida hablar mal de mí. Pues quien no está contra nosotros, con nosotros está. Y quien os diere de beber un vaso de agua a título de ser vosotros de Cristo, en verdad os digo que no perderá su galardón. Y quien escandalizare a uno de éstos pequeñuelos que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una muela de tahona y lo echen al mar. ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Porque fuerza es que vengan los escándalos; mas ¡ay del hombre por quien viene el escándalo! Y si te escandalizare tu mano, córtala y échala lejos de ti: más te vale entrar manco en la vida que no con las dos manos irte a la gehena, al fuego inextinguible, donde “su gusano no muere y su fuego no se extingue”. Y si tu pie te escandalizare, córtalo y échalo lejos de ti: más te vale entrar cojo en la vida, que no con los dos pies ser arrojado en la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se extingue”. Y si tu ojo te escandalizare, sácalo y échalo lejos de ti: más te vale con un ojo entrar en Reino de Dios que no con los dos ojos ser arrojado a la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se extingue”. Porque todos serán salados con el fuego, y toda víctima con sal será salada. Buena es la sal; mas si la sal se desalare, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal, y estad en paz unos con otros. Guardaos, no menospreciéis a uno de esos pequeñuelos, porque os digo que sus ángeles 101 en los cielos sin 100

Estas palabras tienen el sentido que tienen. Recuperar la inocencia no está al alcance del hombre de mundo, hay que pedirla. Nos hacemos niños para entender el Reino de Dios o no lo entenderemos nunca. 101 Este es el Ángel de la Guarda que Dios pone junto a cada hombre o mujer que viene a ser en este mundo. Los ángeles son incontables. A cada hombre se le destina un ángel que ejercerá su oficio solamente con el hijo de Dios designado. Es un buen amigo, el mejor amigo, que me conoce bien, que me alumbra, me rige, me guarda y gobierna si yo lo quiero. Hay tantos ángeles, con este destino, como hombres y mujeres vengan a ser en la historia de la humanidad, y estos solo serán una pequeñita parte del número incontable de los que ven el rostro divino de nuestro divino Padre. Son espíritus puros y como tales ahora no los podemos Página 120


Autobiografía de Jesucristo cesar contemplan el rostro de mi Padre, que está en los cielos. Porque el Hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido.” 5.25 La oveja descarriada. La corrección fraterna. La oración eficaz.

“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿por ventura no dejará las noventa y nueve en los montes y se irá a buscar la descarriada? Si le aconteciere hallarla, en verdad os digo que goza por ella más que por las noventa y nueve no descarriadas. Así no es voluntad en el acatamiento de vuestro Padre, que está en los cielos, de que perezca uno de esos pequeñuelos. Si pecare contra ti tu hermano, ve y ver con estos ojos, pero están, existen y nos esperan. Vimos anteriormente que en un solo hombre podían habitar más de mil espíritus impuros, más de mil demonios que son seres individuales distintos entre sí, con voluntad y entendimiento propios, que con Lucifer escogieron, libremente, renegar del Dios que los creó ángeles buenos desde el principio. No aceptaron a Cristo desde su superior conocimiento de los designios del Padre. El que fue el más bello de los ángeles, “Lucifer” se reveló contra su Creador y arrastró consigo a un tercio de los ángeles que están para siempre en el Averno. Mientras dure esta vida buscarán la perdición de lo más querido por Dios, el hombre. Si hay más ángeles buenos que malos, si en un hombre caben más de mil ángeles malos ¿cuántos serán éstos y aquellos? Página 121


Autobiografía de Jesucristo corrígele entre ti y él sólo. Si te escuchare, ganaste a tu hermano; mas si no te escuchare, toma todavía contigo a uno o dos, para que “sobre el dicho de dos o tres testigos se falle todo pleito”; y si no les diere oídos, dilo a la Iglesia; y si tampoco a la Iglesia diere oídos, míralo como gentil y publicano. En verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis sobre la tierra será desatado en el cielo. En verdad también os digo que si dos de entre vosotros se concertaren sobre la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será otorgado por mi Padre, que está en los cielos. Pues dondequiera que estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.” 5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel. Entonces, dijo Pedro: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces?” Contesté:

“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 102 Por eso se asemejó el Reino de los cielos a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Y como comenzó a tomarlas, le fue presentado un deudor de diez mil talentos. No teniendo él con qué pagar, mandó su señor se le vendiese a él, a su mujer, a sus hijos y a todo cuanto tenía, y con eso se le pagase. Postrándose, pues, el siervo aquel, le suplicaba rendidamente, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y todo te lo pagaré”. Compadecido el señor de aquel siervo, le dejó ir libre y le perdonó la cantidad prestada. Pero así que salió aquel siervo se encontró con uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él le ahogaba, diciendo: “Paga todo lo que debes”. Postrándose, pues, su consiervo, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. Mas él no quería, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Viendo, pues, sus consiervos lo que pasaba, se disgustaron sobremanera y se fueron a enterar a su señor de todo lo ocurrido. Entonces, llamándole su señor, le dice: “Siervo ruin, toda aquella deuda te perdoné porque me lo suplicaste. ¿No era justo que 102

El cristiano no guarda rencor a nadie, pase lo que pase. De no ser así no es cristiano. No existe un límite en el perdón. Un ser humano, mientras viva en este mundo, tiene derecho al perdón, si lo pide, por perversas que hayan sido sus obras. Téngase por seguro que un hombre es hijo de Dios de siempre y para siempre y su Padre demandará perdón para su hijo, si pide clemencia. Si el hombre no perdona al hombre que suplica perdón, el Padre de ambos saldrá al encuentro de los dos. Al que no perdonó no le perdonará y al que pidió perdón y no fue perdonado lo recibirá en sus eternas entrañas a poco que sienta y pronuncie un: “Padre mío perdóname”. Página 122


Autobiografía de Jesucristo también tú te compadecieses de tu consiervo, lo mismo que yo me compadecí de ti? Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que le pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonareis cada uno a vuestro hermano con todo vuestro corazón.” 5.27 En Samaria no me reciben. Aconteció que, cuando se cumplieron los días de mi partida de este mundo, serio el rostro, tomé la firme resolución de encaminarme a Jerusalén. Envié mensajeros delante de mí y puestos en camino entramos en una aldea de samaritanos para disponer de alojamiento. No me acogieron, pues mi aspecto era de quien iba a Jerusalén. Viéndolo mis discípulos Santiago y Juan, dijeron: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?” Vuelto a ellos les respondí diciendo:

“No sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del hombre no vino a perder las almas de los hombres sino a salvarlas.” Y nos marchamos a otra aldea. 5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado. Mientras íbamos de camino, llegándose un escriba, me dijo: “Maestro, te seguiré a donde quieras que partas.” Y le dije:

“Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.” Le dije a otro:

“Sígueme.” Mas él dijo: “Señor permíteme que primero vaya a enterrar a mi padre.” Y Yo le insistí:

“Deja los muertos enterrar sus muertos; pero tú marcha a anunciar el Reino de Dios.” Llegándose otro dijo: “Te seguiré, Señor, mas primero permíteme ir a despedir de los de mi casa.” Yo le dije:

“Nadie que puso su mano en el arado y mira hacia atrás es a propósito para el Reino de Dios.” 5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos. Y tras esto designé también a otros setenta y dos y los envié de dos en dos delante de mí a toda ciudad y lugar adónde Yo había de ir. Y les decía:

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Autobiografía de Jesucristo “La mies es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues al Señor de la mies que mande obreros a su mies.103 Id; mirad, que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos, y a nadie saludéis por el camino. Y en la casa que entrareis, primero decid: “Paz en esta casa”. Y si allí hubiere un hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz; si no, retornará sobre vosotros. Y en esa misma casa quedaos, comiendo y bebiendo de lo que allí hubiere, porque digno es el obrero de su salario. No os paséis de una casa a otra. Y en cualquiera ciudad que entrareis y os recibieren, comed lo que os presenten, curad a los enfermos que hubieren en ella, y decidles: “Está ya cerca de vosotros el Reino de Dios”. Y en la ciudad en que entrareis y no os recibieren, saliendo a sus plazas decid: “Hasta el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed, empero que está cerca el Reino de Dios”. Os aseguro que en aquel día se usará menor rigor con Sodoma que con aquella ciudad.” 5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida. “Quien a vosotros oye a mí me oye” Por aquel entonces comencé a reprochar a las ciudades en que se habían obrado la mayor parte de mis prodigios, porque no habían hecho penitencia:

“¡Ay de ti, Corazaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los prodigios obrados en vosotras, tiempo habría que en cilicio y ceniza, sentados en el suelo, hicieran penitencia. Pues bien, os digo que con Tiro y Sidón se usará menos rigor en el día del juicio que con vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿por ventura serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás hundida! Que si en Sodoma se hubieran hecho los prodigios obrados en ti, subsistiría aún hasta el día de hoy. Pues bien, os digo que con la tierra de Sodoma se usará menos rigor el día del juicio que contigo. El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; mas el que a mí me desecha, desecha al que me envió.”104 103

La mies siempre será mucha y los obreros serán enviados según sepamos pedírselo al Señor de la mies y los obreros. La mies es el mundo, el Señor es Cristo y sus operarios son todos los cristianos que están obligados, por amor, a dar a conocer a su Señor, que los envía como ovejas en medio de lobos, así como suena, amigo lector. 104 ¿Verdad que esto también se entiende, amigo lector? Cristo no ha bajado del cielo para llegarse a ti o a mí en primera persona, de manera física, sin embargo mandará a su siervo para decirte por él lo que debemos escuchar. No atender al enviado de Cristo es exactamente lo mismo que no atenderle a El, lo mismo que no atender a su Padre que nos requiere enviando a hombres como nosotros, con nuestros mismos defectos pero, en esto, con la gracia de Dios, que debemos estimar como una oportunidad que no se volverá a repetir en nuestras vidas. Página 124


Autobiografía de Jesucristo 5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón. Volvieron los setenta y dos muy contentos, diciendo: “¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre!” Les dije:

“Contemplaba Yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Ved que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y contra toda la potencia del enemigo, y nada podrá dañaros; mas no os gocéis en eso, que los espíritus se os someten; sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” En aquella misma hora me estremecí de gozo en el Espíritu Santo y dije:

“¡Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste a los pequeñuelos. Bien, Padre, que así pareció bien en tu 105 acatamiento! Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y ninguno conoce cabalmente al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce alguno cabalmente sino el Hijo, y aquel a quien quisiere el Hijo revelarlo. 106 Venid a mí todos cuantos andáis fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, pues soy manso y humilde de Corazón, y hallaréis reposo para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”107 Y vuelto a mis discípulos, en particular les dije:

“Dichosos los ojos que ven lo que veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.” 5.32 La Parábola del Buen Samaritano. Y he aquí que un legista se levantó, y con ánimo de tentarme dijo: “Maestro, ¿qué haré para entrar en posesión de la vida eterna?” 105

La Verdad se muestra meridiana a la luz de una razón sencilla. Esta misma Verdad se oculta al sabio que como tal se reconoce por los méritos de sí mismo. 106 Conocer al Padre viene dado por Cristo. Sin Cristo nunca podré conocer cabalmente al Padre, ni en este ni en el otro mundo. Cristo inspira al corazón de quien El se escoge un "Padre mío" que al pronunciarlo en la intimidad del alma supone gustar ya en este mundo la bienaventuranza de nuestro destino último, un destino de divinidad que nos hará semejantes al Dios que nos creó para El, contemplándole cara a cara como se contempla el rostro del Padre a quien se adora en amor. 107 Volvamos a leer este pasaje, amigo lector. El Amor y la Paz al alcance de la mano, al alcance del corazón sencillo y bueno que trata de buscar a Cristo, de encontrar a Cristo, de amar a Cristo. Y aquí lo tenemos fácil, pues, Él mismo te está demandando el alma con esta lectura que lleva en cada frase su Espíritu, su Verdad y su Vida. Este es el Camino por el que tú y yo, amigo lector, caminamos hacia el Padre, descanso de tu alma y de la mía, último, único y feliz destino de nuestra existencia haya sido como haya sido. Página 125


Autobiografía de Jesucristo Le contesté:

“En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?” Él, respondiendo, dijo:

“Amarás al Señor Dios tuyo de todo corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.”108 Yo le dije:

“Muy bien respondiste: haz esto y vivirás.” Él, queriendo justificarse me dijo: “Y ¿quién es mi prójimo?” Tomando la palabra le dije:

“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores, los cuales le despojaron, y después de cargarle de golpes se marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por el mismo camino, y habiéndole visto, dio un rodeo y pasó de largo. De la misma manera también un levita, habiendo venido por aquel lugar y viéndole, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó cerca de él, y así que lo vio se le enterneció el corazón, y llegándose, le vendó las heridas después de echar en ellas aceite y vino; y colocándole encima de su propio jumento, le llevó a la hospedería y le cuidó. Y al día siguiente, sacando dos denarios, los dio al hospedero, y le dijo: “Cuídale, y lo que gastares demás, a mi vuelta yo te lo abonaré”. ¿Quién de éstos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” Contestó: “El que usó la misericordia con él.” Le dije:

“Anda y haz tú de la misma manera.” 5.33 En Betania: Marta y María. Mientras íbamos de camino entré en cierta aldea, y una mujer, por nombre 108

Para amar de este modo hay que conocer muy bien a la Persona amada, porque el amor es directamente proporcional al conocimiento que se tiene del Objeto de tu amor. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, con toda la mente supone un conocimiento de su Persona tan grande como la medida del inmenso amor que se ha definido. ¿Quién conoce a Dios para amarlo de esta forma? En el Evangelio de San Mateo (11, 25-30), oiremos a Cristo que nos dice: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”. A Dios Padre solo lo conoce Dios Hijo y también aquél a quien el Hijo lo revele. Amaremos tanto más cuanto mayor sea nuestra disposición para captar lo que el Hijo revela de su Padre. ¿Cómo puedo saber si amo a Dios? Es fácil, amigo lector, tú y yo no podemos asegurar que amamos a Dios, que no vemos, si no amamos, tanto como a nosotros mismos, al prójimo que si vemos. El amor al hermano es, sin duda, la medida de mi amor a Dios. Página 126


Autobiografía de Jesucristo Marta, me dio hospedaje en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a mis pies, escuchaba todas mis palabras. Pero Marta andaba muy afanada con los muchos quehaceres del servicio. Y llegándoseme dijo: “Señor, ¿nada te importa que mi hermana me haya dejado sola con todo el servicio? Dile, pues, que venga a ayudarme.” Mas Yo le respondí:

“Marta, Marta, te inquietas y te azoras atendiendo a tantas cosas, cuando una sola es necesaria; con razón María escogió para sí la mejor parte, la cual no le será quitada.”

5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración.

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Autobiografía de Jesucristo Aconteció que estando en cierto lugar orando, cuando hube acabado, me dijo uno de mis discípulos: “Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos.” Les dije:

“Cuando os pongáis a orar decid: Padre, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; el pan de nuestra subsistencia dánoslo cada día; y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en tentación.” Les dije también:

“¿Quién habrá de vosotros que tenga un amigo, y le viene éste a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío llegó de viaje a mi casa y no tengo qué presentarle”; y él desde dentro respondiendo, dice: “No me des fastidio; ya la puerta se ha cerrado, y mis muchachos, lo mismo que yo, están en cama; no puedo levantarme para dártelos…”. Os digo que si no se levanta y se los da por ser su amigo, a lo menos por su descaro se levantará y le dará cuanto necesite. Y Yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad a golpes, y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama a golpes, se le abre. Y ¿a quién de vosotros, que sea padre, le pedirá su hijo un pan…, por ventura le dará una piedra? O también un pescado…¿por ventura en vez de pescado le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿por ventura le dará un escorpión? Si, pues, vosotros, malos como sois, sabéis dar buenos regalos a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará desde los cielos el Espíritu Santo a los que se lo pidieren?”109 5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa.” Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. 109

Jesús nos sorprende. Sus discípulos le ruegan que les enseñe a orar y el Hijo de Dios manifiesta a sus hermanos, los hombres, que glorifiquen a su Padre Dios, a nuestro Padre Dios, con el ejercicio del ordinario vivir. Que pidan el pan de cada día, que entre los hombres no haya rencor sino mutuo y permanente perdón. Pedir no caer en la tentación que saldrá a nuestro encuentro en las horas esperadas e inesperadas. Por último, Cristo, nos aconsejará pedir al Gran Desconocido de este mundo, al Espíritu Santo, el Dios Persona en la que nos movemos y existimos y sin embargo no le captamos como Alguien a quien se le ama por Sí mismo, una Persona que me conoce y me demanda el tributo del amor que le debo, porque me pensó, me amó, desde antes de que el mundo viniera a ser, una Persona de la que llevo algo Suyo, el alma que me define como quien soy como soy, un alma tan real como yo mismo que no veo y que no puedo dudar de su existencia, porque dudaría de mi yo, Alguien a quien no reconozco con mis sentidos y sin embargo me es tan real como la verdad de mí mismo. Yo no veo mi alma y sin embargo no existo sin ella. Creo en esta Persona aunque no la vea y lamento no amarla tanto como me requiere y si se me permite la expresión, procuro ejercer mi más noble amor sobre este Ser que “siente y padece” la falta de amor de los hombres porque no le conocemos. Página 128


Autobiografía de Jesucristo Era invierno y me paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón. Me rodearon los judíos y me preguntaron: “¿Hasta cuándo tienes suspenso nuestro espíritu? Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente.” Les respondí:

“Os lo dije, y no me creéis. Las obras que Yo hago en el Nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí. Sin embargo, vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen. Y Yo les doy la vida eterna, y no perecerán eternamente, y no las arrebatará nadie de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, mayor es que todo, y nadie puede arrebatarlas de mano de mi Padre. El Padre y Yo somos una misma cosa.”110 Cogieron de nuevo piedras los judíos para apedrearme. Les respondí:

“Muchas obras buenas hice a favor vuestro de parte de mi Padre: ¿por cuál de estas obras me apedreáis?” Respondieron los judíos: “No te apedreamos por obra alguna buena, sino por blasfemia y porque Tú, siendo hombre te haces Dios.” Les respondí:

“¿No está acaso escrito en vuestra Ley: “Yo dije: sois dioses”? Si llamó dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no puede fallar la Escritura-, ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo decís vosotros: “Blasfemas”, porque dije: soy Hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre no me creáis; mas si las hago, ya que a mí no me creéis, creed a las obras, para que sepáis y entendáis que mi Padre está en mí y Yo en mi Padre.” Buscaban, pues, de nuevo cómo apoderarse de mí y me escapé de sus manos. Y marché otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado primero bautizando, y allí habité. Venían muchos a mí, diciendo: “Juan no obró ningún milagro, y todo cuanto dijo Juan de Éste era 110

Amigo lector, a esta altura de la narración tenemos afirmaciones de Jesús que le comprometen y nos comprometen. El Dios de la Biblia, el Dios que el pueblo hebreo considera como solo suyo, el Dios de Abraham, de Jacob, de Moisés, el Ser Omnipotente y Creador, Principio y Fin de toda criatura, este Dios que tiene Nombre de “Padre”, este Dios que es Padre de todos y cada uno de los hombres, de todos los espíritus que le reconocen como tal, este Padre de Jesucristo, es una misma cosa con su Hijo. Decir que: “El Padre y Yo somos una misma cosa”, es decir que “el Padre y Yo somos dos Personas distintas con una sola esencia ó naturaleza”. Y esto lo manifiesta un Hombre como tú y como yo excepto en el pecado, pero un Hombre que se ve, que se oye, que se palpa. Si le doy crédito a sus palabras, si en virtud de los hechos que hasta ahora hemos contemplado y que a su vez nos han llenado de estupor, si reflexiono sobre su sentido, no puedo entender otra cosa que lo mismo que manifiesta Jesucristo, es decir, que Dios Padre y El son una misma cosa. Luego si asumo esta Verdad estoy reconociendo que este Hombre al que veo, oigo y palpo es el Dios Autor de la vida, es un Ser, Persona distinta del Padre, en el que se aprecia fehacientemente una naturaleza humana y una evidente naturaleza divina que se capta sin forzar la razón ni la lógica. Más adelante le oiremos a Tomás decir: “Señor mío y Dios mío”, también se entenderán las siguientes palabras: ¡Cuánto te amo, mi Dios Crucificado! Página 129


Autobiografía de Jesucristo verdad.” Y muchos creyeron allí en mí. 5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian. Lancé un demonio mudo y sucedió que salido el demonio, habló el mudo; y se maravillaron las turbas. Mas algunos de entre ellos dijeron: “En virtud de Belzebú, príncipe de los demonios, lanza los demonios.” Yo, entendiéndoles los pensamientos, les dije:

“Todo reino dividido contra sí mismo es devastado, y cae casa sobre casa. Y si también Satanás se dividió contra sí mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Pues que decís que en virtud de Belzebú lanzo Yo los demonios. Y si Yo en virtud de Belzebú lanzo los demonios, ¿vuestros hijos en virtud de quién los lanzan? Por esto ellos serán vuestros jueces. Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios, luego llegó a vosotros el Reino de Dios. Si el hombre valiente, bien armado, defiende el atrio de su casa, seguro queda cuanto posee; mas cuando uno más fuerte que él sobreviene y le vence, le quita toda su armadura en que confiaba y reparte sus despojos. Quien no está Conmigo, contra mí está; y quien no allega Conmigo desparrama.111 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda vagando por lugares áridos, buscando reposo y no lo halla. Entonces dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí”. Y llegando la halla desocupada, barrida y aderezada. Vase entonces y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando se establecen allí, y resultan las postrimerías de aquel hombre peores que los principios. Así acaecerá también a esta generación perversa.” 5.37 ¡Bienaventurada mi Madre! Y aconteció que, diciendo Yo estas cosas, alzando la voz una mujer de entre la turba, me dijo: “¡Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que 112 mamaste!” Y Yo le dije:

“Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios 111

Las palabras de Cristo tienen plenitud de sentido, así, pues, el ser humano y sobre todo el que se dice cristiano está involucrado en esta encrucijada, o se está con Cristo, o se está contra El. Gastar con indiferencia la vida en este mundo y de manera consciente declararse agnóstico, querer pasar inadvertido ante Dios y los hombres, con espíritu tibio, ni frío ni caliente, es predisponerse a ser vomitado de las entrañas de Dios. Nos juzgarán, sobre todo, por los pecados de omisión y este es el gran pecado del mundo, porque una pasota humanidad no le interesa la asignatura del Amor y es de esto, precisamente, de lo que le van a examinar al final de sus aburguesados días. 112 Jesús de mi alma, bienaventurada sea tu Madre en todo caso, a pesar de mi mezquindad, de mi miseria. Página 130


Autobiografía de Jesucristo y la guardan.” 5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo. Entonces con ánimo de tentarme, tomaron la palabra algunos de los escribas y fariseos, diciendo: “Maestro, queremos ver de Ti una señal procedente del cielo.” Respondiendo les dije:

“Esta generación es generación perversa y adúltera; busca una señal, y otra señal no se le dará sino la señal de Jonás el profeta. Porque como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será también el Hijo del hombre para esta generación. Porque como estuvo Jonás en el vientre de la bestia marina tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se alzarán en el juicio contra ésta generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás; y mirad que hay algo más que Jonás aquí. La reina del Mediodía se alzará en el juicio contra los hombres de esta generación, y los condenará, porque vino de los últimos confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad que hay algo más que Salomón aquí. Nadie que enciende la lámpara la pone en sitio oculto o debajo de la medida, sino sobre el candelero, para que los que entran vean la luz. La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo fuere bueno, también todo tu cuerpo quedará iluminado; mas cuando fuere malo, también tu cuerpo quedará en tinieblas. Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea oscuridad. Si, pues, todo tu cuerpo está iluminado, sin tener parte oscura alguna, estará enteramente iluminado, como cuando la lámpara te ilumina con su fulgor.” 5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo. Reprendo a los fariseos y escribas. Estaba todavía hablando, cuando un fariseo me invitó a comer en su casa. Habiendo entrado me puse a la mesa. Mas el fariseo, viéndolo, se extrañó de que antes de la comida hubiese omitido las abluciones. Le dije:

“Ahora, vosotros, fariseos, limpiáis lo exterior de la copa y del plato; mas vuestro interior está lleno de rapiña y perversidad. Insensatos, quien hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Pero sí, de lo que hay dad limosna, y sin más, todo queda limpio para vosotros. Mas ¡ay de vosotros, fariseos que dais el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios! Esto es lo que convenía hacer, y aquello no omitirlo. ¡Ay de vosotros, fariseos, que ambicionáis el Página 131


Autobiografía de Jesucristo primer puesto en las sinagogas y las salutaciones en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque sois como los sepulcros disimulados, y los hombres pasan por encima sin saberlo!” Y uno de los legistas que allí estaba, me dijo: “Maestro, diciendo eso también a nosotros nos ultrajas.” Le dije:

“¡Ay también de vosotros los legistas!, que abrumáis a los hombres con cargas insoportables, y vosotros ni con uno de vuestros dedos tocáis las cargas! ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres los que los mataron. Conque testigos sois y aprobáis las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron, y vosotros levantáis los edificios. Por eso mismo dijo la Sabiduría de Dios: “Enviaré a ellos profetas y apóstoles, y de ellos matarán y perseguirán, para que la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo sea demandada a esta generación: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar de los holocaustos y el santuario”. Sí, os lo digo, será demandada a ésta generación. ¡Ay de vosotros los legistas, porque os alzasteis con la llave de la ciencia!; vosotros no entrasteis, y a los que entraban se lo estorbasteis.” Desde entonces, como Yo hubiera salido, comenzaron los escribas y fariseos a urgirme implacablemente y tirarme de la lengua sobre muchos puntos, tendiéndome lazos para coger algo de mis labios. 5.40 La levadura de los fariseos hipócritas. En esto, como se hubiesen aglomerado millares y más millares de gente, hasta el punto de pisotearse unos a otros, comencé a decir:

“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no se descubra ni nada oculto que no se conozca. Por lo cual, cuanto dijisteis en la oscuridad será oído en la luz, y lo que hablasteis al oído en las recámaras, se pregonará desde lo alto de los terrados. Y a vosotros, mis amigos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y tras eso no tienen poder para más. Os voy a mostrar a quién tenéis que temer: temer a Aquel que después de matar tiene poder para lanzar a los infiernos. Sí, os digo, temed a Este.113 ¿Por ventura no se venden cinco gorriones 113

Jesucristo alerta de un “Este” al que hay que temer. "Este" es un Sujeto que vive en el Infierno y que tiene poder para perder a un hombre para siempre. Amigo lector, el Infierno no es una imaginación de la mente humana. El Infierno es una realidad tenebrosa que alberga eternamente a “Este”, que no es otro que Satanás, y a sus hijos. Si el hombre se pone, voluntariamente, al alcance de Lucifer corre un riesgo estremecedor de perder su alma. El Infierno, para un ser racional creado, es sobre todo un estado de infinita y eterna desesperanza Página 132


Autobiografía de Jesucristo por dos cuartos? Y ni uno solo de ellos está olvidado en el acatamiento de Dios. Pero también los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis: valéis más que muchos gorriones. Os digo además: todo aquel que se declare por mí delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él delante de los ángeles de Dios.114 Y todo el que hablare contra el Hijo del hombre, se le perdonará: más el que blasfemare contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando os conduzcan a las sinagogas y ante los magistrados y autoridades, no os preocupéis cómo o con qué razones os defenderéis o qué diréis; porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que hay que decir.” 5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio. Díjome uno de la turba: “Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.” Le contesté:

“Hombre, ¿quién me ha constituido juez o partidor sobre vosotros?” Y dije a todos:

“Atended y guardaos de toda codicia; porque aun cuando uno ande sobrado, no pende su vida de los bienes que posee.” Y les propuse una parábola diciendo:

“Había un hombre rico, cuyos campos rindieron abundantes frutos. Y razonaba consigo mismo, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde recoger mis frutos?” Y dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y recogeré allí mis cosechas y mis bienes; y diré a mi alma: alma mía, tienes muchos bienes repuestos para muchos años; huelga, come, bebe, date a la buena vida”. Pero díjole Dios: “Insensato, esta misma noche te exigen tu alma; y lo que allegaste, ¿de quién será?”. Así es el que atesora para sí y no es rico para con Dios.” experimentada en un lugar que no ocupa espacio, en un lugar sin distancia porque el Infierno está dentro del mismo condenado. Es un misterio de la libertad del hombre que es capaz de, voluntariamente, con plenitud de conciencia, rebelarse contra el mismo Dios que le ha creado, es la “cuerda locura” que odia y quiere odiar para siempre a todo aquello que se asemeje a Dios. No puede haber Misericordia divina para aquel que no sólo la rechaza para sí mismo y para los demás, sino que con perversa radicalidad la odia con toda su alma. 114 El hombre nunca será dañado por el Demonio si el hombre lo respeta guardando la mayor distancia posible de su radio de acción. Este instinto de conservación nace con el hombre y es como la voz de su conciencia que le alertará en el transcurso de su vida terrena tantas veces como Satanás lo intente. El abandono supremo en las manos de nuestro Padre Dios nos hace impenetrables a las acciones del Demonio. Cada hombre, por sí mismo, ha costado toda la sangre de Cristo y esto es de incalculable valor para el Padre que tiene contados hasta nuestros cabellos. ¿Qué puede hacer Satanás y su Averno contra un hijo de Dios? Página 133


Autobiografía de Jesucristo 5.42 Desprendimiento de los bienes temporales. Luego, aparte, a mis discípulos les dije:

“Por esto os digo: no os acongojéis por la vida, pensando qué comeréis, ni por el cuerpo, con qué os vestiréis. Porque la vida más es que el alimento, y el cuerpo, más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan, que no tienen despensa ni granero, y Dios los sustenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves! ¿Y quién de vosotros con acongojarse puede añadir un codo a la duración de su vida? Pues si ni siquiera podéis lo mínimo, ¿a qué apuraros por los demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; y os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Tampoco andéis vosotros buscando qué comeréis o qué beberéis, ni estéis con el alma colgada de un hilo. Porque todas esas cosas son tras las cuales andan las gentes del mundo, y vuestro Padre sabe que necesitáis de ellas. Sino buscad el Reino de Dios, y esas cosas se os darán por añadidura. No temas rebañito pequeño, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino. Vended vuestras haciendas y dad limosna; haced bolsas que no envejezcan, tesoro que no fenezca en los cielos, donde no llega el ladrón ni estraga la polilla: porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”115 5.43 Preparados para el más allá.

“Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas, y vosotros semejantes a hombres que aguardan a su señor, cuando vuelva de las bodas, para que en cuanto llegue y llame, le abran al punto. Bienaventurados aquellos siervos a quienes en viniendo hallare el señor velando, en verdad os digo que se ceñirá y los hará poner a la mesa, y pasando de uno a otro les servirá. Y aunque viniere en la segunda vigilia, y aunque en la tercera, si los hallare así, bienaventurados son ellos. Y entended que si supiese el amo de casa a qué hora viene el ladrón, vigilaría y no dejaría que se perforase su casa. Vosotros también estad apercibidos, pues a la hora que no pensáis, viene el Hijo del hombre.” 115

Amigo lector, volvamos a leer estas preciosas palabras de Cristo. De lo que está lleno el corazón habla la boca y estas palabras son palabras de inmensa paz, las palabras del Príncipe de la Paz. Dios es mi Padre y si así lo creo y así lo vivo ¿qué me falta? Todo lo que tengo me ha sido dado y todo lo que me falta se me dá justamente cuando lo necesito, cuando mi Padre lo dispone y no cuando lo quiero yo. Página 134


Autobiografía de Jesucristo Dijo Pedro: “Señor, ¿esa parábola nos la diriges a nosotros o también a los demás?” Contesté:

“¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente, a quien dará el Señor cargo sobre su servidumbre, para que a su tiempo distribuya la ración de trigo? Bienaventurado aquel siervo a quien su amo, al venir, hallare obrando así, en verdad os digo que le dará cargo sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: “Mi amo tarda en venir”, y comenzare a golpear a los muchachos y a las muchachas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el amo de aquel criado en el día que no aguarda y a la hora que no sabe, y le partirá por medio, y le deparará la misma suerte que a los infieles. Aquel siervo que conociere la voluntad de su amo y no se dispusiere u obrase conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; mas el que no la conociere, si hiciere algo digno de azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien mucho se dio, mucho se le exigirá; y a quien mucho entregaron en depósito, más le pedirán. Fuego vine a meter en la tierra; ¡y cuánto deseo que ya prendiese! Con bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustias las mías hasta que se cumpla! ¿Pensáis que vine a traer paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino más bien división. Porque desde ahora serán cinco en una casa, divididos: tres contra dos y dos contra tres. Se dividirán el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra la suegra.” 5.44 Las señales de los tiempos. Y dirigiéndome a las turbas les decía:

“Cuando veis levantarse una nube por el poniente, al punto decís: “Viene aguacero”, y así sucede; y cuando sopla el viento del sur, decís: “Habrá bochorno”, y se cumple. Hipócritas, sabéis reconocer el semblante de la tierra y del cielo, y al tiempo en que estamos, ¿cómo no lo reconocéis? ¿Y cómo de vosotros mismos no discernís lo que es justo? Porque mientras vas con tu contrincante al magistrado, procura por el camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregará al alguacil, y el alguacil te echará en la cárcel. Te lo aseguro, no saldrás de allí hasta que hallas pagado el último céntimo.” 5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril. Estando en la Perea se presentaron a mí algunos que me refirieron el caso

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Autobiografía de Jesucristo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de sus víctimas. Y respondiendo les dije:

“¿Creéis que éstos galileos, por haber padecido esta desgracia, fueron más pecadores que todos los demás galileos? No, os lo aseguro; antes si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. O aquellos dieciocho sobre quienes se desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los otros habitantes de Jerusalén? No, os lo aseguro, antes si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis.” Y les propuse ésta parábola

“Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: “Ya van tres años desde que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. Córtala: ¿para qué, además, ha de esterilizar la tierra?” El respondiendo, le dice: “Señor, déjala este año todavía, y entre tanto cavaré en torno de ella y echaré abono; y si diere fruto en adelante…, que si no la cortarás.” 5.46 La mujer encorvada. Cierto día de sábado, enseñando en la sinagoga, vi a una mujer que tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía absolutamente levantar la cabeza. Llamándola le dije:

“Mujer estás libre de tu enfermedad.” Puse mis manos sobre ella y al instante se enderezó y glorificaba a Dios. Interviniendo el arquisinagogo, enojado de que Yo hubiera curado en sábado y dijo a la turba: “¡Hay seis días para trabajar: en éstos, pues, venid y haceos curar, pero no en día de sábado!” Dirigiéndome a él le dije:

“Hipócritas, cualquiera de vosotros en sábado, ¿no desata a su buey o su asno del pesebre y lo lleva a abrevar? Y a ésta que es hija de Abraham, a quien ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no era razón desatarla de esta cadena en día de sábado?” Mis adversarios se avergonzaban con estas cosas y la muchedumbre sin embargo se gozaba de todos los hechos gloriosos obrados por mí.

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Autobiografía de Jesucristo

5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. El número de los elegidos. Les decía:

“¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿Y a qué lo compararé? Es semejante a un granito de mostaza, que tomándolo un hombre lo echó en su huerta, y creció y se hizo árbol grande, y las aves del cielo se cobijaron en sus ramas. ¿Con qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, conque toda la masa fermentó.” Y caminando hacia Jerusalén pasamos por todas las ciudades y aldeas enseñando. Me dijo uno:

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Autobiografía de Jesucristo “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” Le contesté:

“Procurad con empeño entrar por la puerta estrecha, porque muchos, os lo aseguro, tratarán de entrar, y no lo lograrán. Una vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, si os quedáis afuera, por más que os pongáis a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!”, él os responderá diciendo: “No sé de dónde sois vosotros”. Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos en tu presencia, y enseñaste en nuestras plazas”. Y os dirá: “No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y rechinar de dientes, cuando viereis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y a vosotros echados afuera. Y vendrán del oriente y del poniente, del septentrión y del mediodía, y serán admitidos al banquete en el Reino de Dios. Y mirad que hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.” 5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!” En aquel mismo punto se me acercaron algunos fariseos diciéndome: “Retírate y marcha de aquí, porque Herodes te quiere matar.” Les dije:

“Id y decid a ese zorro: “Mira, lanzo demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana y al tercer día se acaba Conmigo. Es menester, con todo, que hoy y mañana y el día siguiente siga Yo mi camino, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata profetas y apedrea a los que le han sido enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la clueca a su pollada debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que vuestra casa se os deja. Y os certifico que no me veréis ya hasta que venga el día en que digáis: “Bendito el que viene en el Nombre del Señor.” 5.49 El hombre hidrópico. Recomendaciones de humildad y caridad. Y aconteció que habiendo sido invitado a comer en día de sábado por uno de los jefes de los fariseos, siendo observado por ellos, se presentó un hombre hidrópico que se puso delante de mí. Tomando la palabra, les dije a los legistas y fariseos:

“¿Es permitido en sábado curar o no?” Ellos se callaron. Entonces tomé de la mano al hombre y le sané. Y les dije a ellos:

“¿A quién de vosotros se le cae en un pozo el asno o el buey y no lo saca inmediatamente en el día de sábado?” Página 138


Autobiografía de Jesucristo No sabían qué replicar a esto. Habiendo reparado cómo los convidados se escogían los primeros asientos, les propuse una parábola diciéndoles:

“Cuando fueres por alguno invitado a bodas, no te recuestes en el primer asiento, no sea caso que haya sido invitado por él uno de más consideración que tú, y venga el que a ti y a él convidó y te diga: “Cede el lugar a éste”, y comiences entonces con gran confusión a ir bajando hasta ocupar el último lugar. Si no que, cuando fueres invitado, ve y recuéstate en el último lugar, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces te verás honrado a los ojos de todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.” Dije también al que me había convidado:

“Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos también a su vez te inviten y con esto quedes pagado. Si no que, cuando hagas un convite, llama a los pobres, mancos, cojos, ciegos, y será dichoso, porque no tienen con qué recompensarte, pues se te dará la recompensa en la resurrección de los justos.” 5.50 La Gran Cena. Como hubiese oído esto uno de los comensales, me dijo: “Dichoso el que participará del convite en el Reino de Dios.” Yo le dije:

“Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. A la hora de la cena mandó su criado que dijese a los convidados: “Venid, que ya está todo a punto”. Y comenzaron todos por igual a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir a verlo: te ruego me tengas por excusado”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me des por excusado”. Y otro dijo: “He tomado mujer, y por esto no puedo ir”. Venido el criado, enteró de esto a su señor. Entonces, enojado el amo de casa, dijo a su criado: “Sal presto a las plazas y calles de la ciudad, y a los pobres y mancos y ciegos y cojos hazlos entrar acá”. Dijo el criado: “Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía queda sitio”. Dijo el amo al criado: “Sal a los caminos y vallados y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos que habían sido convidados ha de probar mi cena.” 5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal. Caminaban Conmigo grandes muchedumbres, y, vuelto a ellas, les dije:

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Autobiografía de Jesucristo “Si uno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos y mira si tiene para acabarla? No sea caso que, habiendo puesto los fundamentos y no pudiendo terminar, comiencen todos los que lo ven a hacer burla de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. ¿O qué rey, si marcha para entrar en guerra con otro rey, no se sienta primero a deliberar si tiene fuerzas para hacer frente con diez mil al que viene sobre él con veinte mil? De lo contrario, mientras él está lejos todavía, despacha una embajada para negociar la paz. Así, pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. Buena es, pues, la sal; pero si la misma sal se vuelve sosa, ¿con qué se aderezará? Ni para la tierra ni para el estercolero es a propósito; afuera la echan. Quien tiene oídos para oír, oiga.”116 5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida. Se acercaban a mí todos los publicanos y pecadores para oírme, y viendo esto murmuraban los fariseos y los escribas diciendo: “Este acoge a los pecadores y come con ellos.” Mas Yo les propuse ésta parábola:

“¿Qué hombre de vosotros que tenga cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y se va a buscar la perdida, hasta que la halla? Y en hallándola, pónesela sobre los hombros, y llegando a su casa convoca a los amigos y a los vecinos y les dice: “Dadme el parabién, porque hallé mi oveja perdida”. Os digo que de igual manera habrá en el cielo mayor gozo por un solo pecador penitente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.117 ¿O qué mujer que tenga diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara y barre la casa y la busca cuidadosamente hasta que la halla? Y en habiéndola hallado, convoca a las amigas y vecinas y les dice: “Dadme el parabién, 116

El amor al Dios que se dejó crucificar por mí, es mi sagrado amor, el más bello y noble concepto que tengo de la ternura, el cariño y el amor en su más profundo sentido, sin que por ello no ame a los míos con el mismo corazón. 117 El cielo y la tierra están comunicados y lo que ocurre en este mundo no pasa desapercibido en el otro mundo. Hay que entender, amigo lector, que un solo hombre es capaz de mantener en vilo a toda la Creación. Si se me permite, creo entender que la acción de un solo hombre es capaz de elevar al mundo o de rebajarlo. El Cielo que no veo, todo un universo de belleza, amor, paz y gozo está pendiente de la libertad de acción de un solo hombre en la tierra, y esto lo creo porque he asumido que un hombre, sea cual sea su condición, raza o estado es hijo de Dios y a Dios le vale un solo hombre tanto como le vale el Sacrificio, la muerte de su Hijo Jesucristo, le vale toda la Creación. Página 140


Autobiografía de Jesucristo porque hallé la dracma que había perdido”. Así, os digo, es motivo de gozo para los ángeles de Dios un solo pecador que haga penitencia.” 5.53 El hijo pródigo

“Un hombre tenía dos hijos. Y dijo el menor de ellos a su padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”. El les repartió la hacienda. De allí a no muchos días, el hijo menor, habiéndolo recogido todo, se partió a tierras lejanas, y allí dilapidó su hacienda viviendo licenciosamente. Mas cuando lo hubo gastado todo, sobrevino en aquella tierra grande hambre, y él comenzó a sentir

necesidad. Conque fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a sus campos a apacentar puercos. Y Página 141


Autobiografía de Jesucristo ansiaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los puercos, y nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre andan sobrados de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré y me iré a mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti: no soy digno de llamarme hijo tuyo; tómame como uno de tus jornaleros”. Y levantándose fuese a su padre. Estando él muy lejos todavía, vióle su padre, y se le enterneció el corazón, y corriendo hacia él echósele al cuello y se lo comía a besos. Díjole el hijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; no soy ya digno de llamarme hijo tuyo…” Dijo el padre a sus criados: “Presto, sacad el mejor vestido y vestídselo, y ponedle una sortija en la mano y calzado en los pies; y traed el novillo cebado y matadle, y comamos y hagamos fiesta; porque mi hijo estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue hallado”. Y dieron principio al

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Autobiografía de Jesucristo

festín. Su hijo mayor estaba en el campo; y como al volver llegó cerca de la casa, oyó la sinfonía y la danza; y llamando a sí a uno de los muchachos, le preguntó que era aquello. El le dijo: “Ha vuelto tu hermano, y tu padre mató el novillo cebado, porque le recobró sano”. Enojóse y no quería entrar; mas su padre, saliendo, le instaba. El, respondiendo, dijo a su padre: “Tantos años como te sirvo, sin haber jamás traspasado tus mandatos, y jamás me diste un cabrito para holgarme con mis amigos; mas así que vino ese tu hijo que ha consumido tu hacienda con malas mujeres, mataste para él el novillo cebado”. Mas él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas; mas razón era holgarse y regocijarse, porque este, el hermano tuyo, estaba muerto y revivió,

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Autobiografía de Jesucristo estaba perdido y fue hallado.”118 5.54 El mayordomo infiel. Dije también a mis discípulos:

“Era un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado ante él de que malbarataba su hacienda. Y habiéndole llamado, le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Ríndeme cuentas de tu administración, porque no podrás en adelante seguir de mayordomo”. Dijo para sí el mayordomo: “¿Qué voy a hacer, ya que mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar? No puedo. ¿Mendigar? Me da vergüenza. Ya sé qué haré para que, cuando sea removido de la mayordomía, me reciban en sus casas”. Y llamando uno por uno a los deudores de su amo, decía al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. El dijo: “Cien batos de aceite”. El le dijo: “Toma tu factura, y siéntate al punto y escribe: Cincuenta”. Luego dijo a otro: ¿Y tú cuánto debes?”. El dijo: “Cien coros de trigo”. Dícele: “Toma tu factura, escribe: Ochenta”. Y alabó el amo al mayordomo infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces que los hijos de la luz en el trato con sus semejantes. Yo también os digo: granjeaos amigos con esa riqueza de iniquidad, para que, cuando os venga a faltar, os reciban en las moradas eternas. Quien es fiel en lo mínimo, también en lo mucho es fiel; y quien en lo mínimo es infiel, también en lo mucho es infiel. Si, pues, en las riquezas de iniquidad no fuisteis fieles, ¿quién os confiará los verdaderos bienes? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿lo vuestro quién os lo entregará? Ningún criado puede servir a dos amos; porque o bien a uno aborrecerá y al otro amará, o bien se entregará al primero y tendrá en poco al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.”119 5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro. Oían todas éstas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y hacían 118

Este Padre y estos hijos están de permanente actualidad en un mundo como el que vivimos. Dichoso el hombre que queriendo dejar de ser pecador se somete al juicio de Dios y no al juicio de los hombres, sus hermanos. Dios es Padre de buenos y malos, pero ¿quién es bueno y quién es malo? Es bueno quien ejerce la misericordia, la compasión y el perdón y es malo quien no las ejerce. Es mejor recuperar a un hombre aunque haya sido malo que perderlo para siempre. El espíritu farisaico, la falta de clemencia denigra el corazón humano que está hecho para amar. No se puede dejar de amar a tu semejante, haya hecho lo que haya hecho, porque el mejor de los hombres es capaz de la mayor vileza. Hay que querer para los demás lo que quieres para ti. 119 Si el hombre elige como último fin de su existencia al Dinero elige a un Señor que le esclavizará tantos años como dure su vida. El Dinero es la antítesis de Dios y si el hombre elige al Dinero desprecia voluntariamente a Dios. En pocos años, el Dinero habrá envilecido su corazón y se pudrirá sin él donde se pudren los muertos. Página 144


Autobiografía de Jesucristo mofa de mí. Y les dije:

“Vosotros sois los que blasonáis de justos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo encumbrado a juicio de los hombres es abominación a los ojos de Dios. La Ley y los Profetas terminan en Juan; desde entonces es anunciada la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos forcejean por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra que no que caiga una sola tilde de la Ley. Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con la que ha sido repudiada por su marido, comete adulterio.” Les dije ésta parábola:

“Era un hombre rico, que vestía púrpura y lino fino y banqueteaba cada día espléndidamente. Por el contrario, un pobre, por nombre Lázaro, estaba tendido junto a su puerta, cubierto de úlceras y deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico; pero hasta los perros venían y lamían sus úlceras. Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Y estando en el infierno, en medio de tormentos, levanta los ojos y ve a Abraham a lo lejos y a Lázaro en su seno. Y levantando la voz, dijo: “¡Padre Abraham, compadécete de mí y manda a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque me abraso en estas llamas!”. Dijo Abraham: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro asimismo los males; ahora, en cambio, él aquí es consolado y tú atormentado. Y a todo eso, entre nosotros y vosotros se interpone una sima infranqueable, de suerte que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, ni tampoco de ahí pasan a nosotros" Y dijo: "Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi padre- pues tengo cinco hermanos -, para que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tortura”. Dice Abraham: “Tienen ya a Moisés y a los Profetas; escúchenlos”. El dijo: “No, padre Abraham, sino que, si fuere a ellos alguno de los muertos, harán penitencia”. Díjole: “Si a Moisés y a los Profetas no escuchan, tampoco se rendirán si alguno resucitare de entre los muertos.”120 120

El hombre rico miraba al pobre Lázaro, que estaba sentado a su puerta, como el que mira un objeto, no sintió ninguna compasión porque lo miraba como una cosa sin interés. El hombre, Lázaro, no le decía nada al hombre Epulón. Esto es de permanente actualidad, pero el resultado de esta actitud, de los malos ricos con los buenos pobres, está a la vista. En breve tiempo, estos dos hombres están en otro lugar. Léase de nuevo la parábola. Cristo expone con claridad el destino final de ambos hombres. Dios ha puesto nombre a dos almas que representan infinidad de ellas en el mismo estado que se nos describe en la parábola. Dios no se inventa este drama, permanentemente vivo al otro lado de esta vida, vida efímera para el rico y para el pobre. Página 145


Autobiografía de Jesucristo 5.56 Lázaro enferma y muere. Había un enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y Marta, su hermana. Era María la que me había ungido con su perfume y enjugado los pies con sus propios cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Me enviaron, pues, las hermanas de Lázaro un recado, diciendo: “Señor, el que amas está enfermo.” Oído esto dije:

“Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.”121 Yo estimaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro. Y oído este recado quedé aún dos días en el lugar donde estábamos; luego tras eso dije a mis discípulos:

“Vamos a la Judea otra vez.”

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La palabra “glorificado” solo la emplea el evangelista San Juan. Hará referencia de ella hasta 12 veces de las cuales 8 serán en boca del mismo Cristo. Esta es una prueba contundente de la divinidad de Jesús, que es conocedor de los hechos antes de que vengan a suceder. Jesús manifiesta que la primera causa de la enfermedad, que llevará a la muerte a su amigo Lázaro, no es puramente fisiológica, tiene su razón de ser en virtud de la glorificación que supondrá para Cristo llevar a cabo la resurrección de un cadáver en descomposición. Página 146


Autobiografía de Jesucristo

Dícenme mis discípulos: “Maestro, ahora trataban de apedrearte los judíos, ¿y otra vez vas allá?” Les respondí:

“¿No son doce las horas del día? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; mas si uno camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.” Tras esto les dije:

“Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarle.” Dijéronme, pues, mis discípulos: “Señor, si duerme sanará.” Yo les había hablado de su muerte, mas ellos pensaron que hablaba del sueño natural. Entonces les dije abiertamente:

“Lázaro murió, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, Página 147


Autobiografía de Jesucristo para que creáis. Pero vamos a él.”122 Dijo, pues, Tomás, el llamado Dídimo, a los discípulos: “Vamos también nosotros para morir con El.” Llegado, pues, le hallé que llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Estaba Betania cerca de Jerusalén, como a unos quince estadios. Muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para darles el pésame de su hermano. Marta, pues, así como oyera que Yo llegaba, me fue a encontrar; María, en tanto, quedaba en casa. Díjome, pues, Marta: “Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto mi hermano; no obstante, ahora sé que cuanto pidieres a Dios, Dios te lo otorgará.” Le dije:

“Resucitará tu hermano.” Me contestó ella: “Sé que resucitará cuando la resurrección universal del último día.” Le respondí:

“Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aun cuando muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”123 “Sí, Señor; yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que viene al mundo.” Habiendo dicho esto, se fue y llamó secretamente a María, su hermana, diciendo: “El Maestro está aquí y te llama.” 122

Esta frase no puede entenderse, como no la entenderían sus discípulos, si no se conoce el final del drama al que a continuación asistimos. A los ruegos de Marta y María, Cristo no se podía negar y hubiera curado a su amigo antes de que la muerte lo apartase de los vivos en este mundo. Se alegra porque sabe lo que va a ocurrir y en su escala de valoración divina nos hace comprender que este es su mayor milagro (aparte de su propia resurrección), el único milagro del que dice, El mismo, que se ejecuta para gloria Suya. Este es, prácticamente, el broche del Taumaturgo divino con el que pretende consolidar la fe de sus discípulos, porque ahora va a pronunciar palabras inauditas, palabras jamás oídas a ningún otro hombre posible, palabras que acredita con un portentoso milagro. 123 Amigo lector, ¿qué hombre puede atribuirse veracidad en éstas palabras y en virtud de qué? Con el bagaje que Cristo trae de los prodigios que hemos contemplado hasta ahora, estas palabras son para creer en virtud de la autoridad de quien las pronuncia, pero para terminar de creerlas hay que esperar unos minutos, los que siguen. Mis oídos han llevado a mi inteligencia unas palabras de sobrehumano poder, mi ojos están fijos en la figura del Hombre que las pronuncia y un poquito más adelante, a este Hombre le veo llorar la muerte de su amigo, pero la atención que presto a este Jesús Hombre me lleva a un estado de máxima tensión cuando le oigo ordenar que retiren la piedra del sepulcro. ¿Qué se propone hacer? Me sitúo entre la muchedumbre atónita que no pierde detalle en un riguroso silencio. Se oyen las palabras de un Hijo, que veo, dirigiéndose a un Padre, que no veo. De pronto se oye un grito que nos estremece el alma: ¡¡Lázaro sal afuera!! Nuestros ojos se dirigen con estupor hacia la fosa donde sabemos que yace un cadáver en estado putrefacto y contemplan a un hombre, que habíamos visto difunto, que echa a andar cuando le quitan los vendajes. (He leído y he entendido, estoy ante el Hombre a quien reconozco como el “Señor mío y Dios mío”. A partir de ahora procedo a leer el Evangelio, esta Autobiografía, con supremo abandono de las potencias de quien me definen como quien soy como soy en las benditas manos de mi Dios, de un Dios al que veré Crucificado y Resucitado. Un Dios al que puedo decirle: “Amado mío”.) Página 148


Autobiografía de Jesucristo Ella, como lo oyó, se levantó al instante y vino hacia mí. Todavía no había Yo llegado a la aldea, sino que estaba aún en el sitio donde Marta me había encontrado. Los judíos, pues, que se hallaban con ella en la casa y la consolaban, viendo que María se levantó de presto y salió, siguieron tras ella, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María, pues, como vino a donde Yo estaba, en viéndome se me echó a los pies, diciéndome: “Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto el hermano.” Así que la vi llorar, como también lloraban los judíos que con ella habían venido, me estremecí en mi Espíritu y conturbado dije:

“¿Dónde le habéis puesto?” Me dijeron: “Señor, ven y lo verás.” Lloré…y decían los judíos: “Mira como le quería. ¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, hacer que también éste no muriese?” Me estremecí otra vez en mi interior y me dirigí al sepulcro. Era éste una cueva, sobre la cual había una losa puesta. Dije:

“Quitad la piedra.” Díjome Marta: “Señor, ya huele mal, que es muerto de cuatro días.” La miré diciéndole:

“¿No te dije que, si creyeres, verás la gloria de Dios?” Quitaron, pues, la piedra. Alcé los ojos al cielo diciendo:

“Padre…, gracias te doy porque me oíste. Yo ya sabía que siempre me oyes; mas lo dije por la muchedumbre que me rodea, a fin de que crean que Tú me enviaste.” Y dicho esto con voz poderosa clamé:

“¡¡Lázaro ven afuera!!” Y salió el difunto atado de pies y manos con vendas, y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dije:

“Desatadle y dejadle andar.” Muchos, pues, de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que hice, creyeron en mí. Mas algunos de entre ellos se fueron a los fariseos y les contaron lo que Yo había hecho. 5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén. Convocaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos el Sanhedrín, y decían: “¿Qué haremos?, pues ese hombre obra muchas maravillas. Si lo dejamos así, todos creerán en El, y vendrán los romanos y arruinarán nuestro Templo y nuestra nación.” Uno de ellos, Caifás, que era aquel año sumo sacerdote, les dijo: “Vosotros no sabéis nada, ni reflexionáis que nos interesa que muera un solo hombre por el pueblo y que no perezca toda la nación.”

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Autobiografía de Jesucristo Esto dijo no por su propio impulso, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Yo había de morir por la nación, y no por la nación solamente, sino para que los hijos de Dios que estaban dispersos los juntase en uno. A partir, pues, de aquel día, resolvieron hacerme morir. Así, pues, ya no me presentaba en público entre los judíos, sino que me retiré de allí a la región vecina al desierto, a la ciudad llamada Efrén, y allí moraba con mis discípulos. Se aproximaba ya la Pascua de los judíos, y subieron muchos del país a Jerusalén antes de la Pascua con el fin de purificarse. Me buscaban y se decían unos a otros estando en el Templo: “¿Qué os parece? ¿Qué no vendrá a la fiesta?” Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno supiese dónde Yo estaba, me denunciase, a fin de apoderarse de mí. 5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe. Dije a mis discípulos:

“Es imposible que los escándalos no vengan; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Más le valiera que le colgaran al cuello una rueda de molino y le precipitasen en el mar, antes de escandalizar a uno de éstos pequeñuelos. Si pecare tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti y siete veces se volviere a ti, diciendo: “Me arrepiento”, le perdonarás.” Mis Apóstoles me pedían: “Auméntanos la fe.” Les dije:

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“Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a ese moral: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y os obedecería. Si uno de vosotros tiene un esclavo ocupado en la labranza o en el pastoreo, cuando llega a casa a su vuelta del campo, ¿acaso le dirá: “Presto, ven acá, ponte a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame de cenar y ciñéndote sírveme, hasta que yo coma y beba, y después comerás y beberás tú?” ¿Por ventura queda reconocido el esclavo por cumplir lo ordenado? Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que se os ordenó, decid: “Siervos somos sin provecho; lo que debíamos hacer, eso hemos hecho.”125 124

Para practicar los mandatos de este Hombre, que es Dios, se precisa de más fe de la que tenemos. Jesús de mi alma, para entenderte necesito mucha más fe de la que tengo. “Auméntanos la fe”. 125 Amigo lector, estoy cierto de que si en el ejercicio de la vida, alguien se ha beneficiado, para bien de su alma, de mis palabras o de mis actos, ha sido como consecuencia del obrar de Aquel que todo lo ha puesto para que esto fuese así. Por mí mismo no he generado bondad en los hechos que me han acompañado, todo me ha sido dado. Sin embargo de mis miserias respondo por mí mismo porque estas si las he generado desde la mezquindad de mi pobre Página 150


Autobiografía de Jesucristo 5.59 Los diez leprosos. Aconteció que, al dirigirme a Jerusalén, pasaba por entre los confines de Samaria y Galilea. Y al entrar en cierta aldea, me salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales, manteniéndose a distancia, levantaron la voz diciendo: “¡Jesús, Maestro, compadécete de nosotros!”

Luego que los vi, les dije:

“Id y mostraos a los sacerdotes.” Y sucedió que mientras iban quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que corazón. Entender esta reflexión cuando me queda por vivir mucho menos que he vivido deja un poso de paz en el alma que con plena libertad se abandona, con suprema confianza, en las benditas manos de su Señor. Página 151


Autobiografía de Jesucristo había sido curado, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces y cayendo sobre su rostro a mis pies, me dio gracias. Era un samaritano. Tomando la palabra, dije:

“¿No quedaron limpios los diez? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No se hallaron quienes volviesen a dar gloria a Dios, sino éste extranjero?”126 Mirándole a él, le dije:

“Levántate y vete; tu fe te ha salvado.” 5.60 Avenimiento del Reino de mi Padre. En el camino me preguntaron unos fariseos: “¿Cuándo viene el Reino de Dios?” Les respondí diciendo:

“No viene el Reino de Dios con aparato, ni dirán: “Aquí está, o allí”; mirad que el Reino de Dios está dentro de vosotros.” Y dirigiéndome a mis discípulos les dije:

“Vendrán días en que deseéis ver uno de los días del Hijo del hombre y no lo veréis. Y os dirán: “Aquí está”, “Allí está”; no vayáis ni andéis tras ellos. Porque como el relámpago, al relampaguear, recorre con su brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes es menester que El padezca mucho127 y sea reprobado por esta generación. Y como aconteció en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían; se casaban ellos, se casaban ellas, hasta el día que Noé entró en el Arca y vino el Diluvio, que acabó con todos. Asimismo, como aconteció en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día que salió Lot de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo, que acabó con todos. Eso mismo pasará el día en que el Hijo del hombre aparezca. En aquel día, si uno se halla en el terrado y tiene sus cosas dentro de casa, no baje a tomarlas; y asimismo quien esté en el campo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien buscare poner en cobro su vida, la perderá; y quien la perdiere la salvará. Os aseguro que en esa noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será dejado. Estarán dos moliendo juntas: la una será tomada y la otra 126

El Hijo de Dios, el Hijo de María siente y padece la ingratitud de los hombres. Ni es un Dios impasible, ni es un Hombre impasible. Espera el agradecimiento como cualquiera de nosotros lo esperaríamos y se entristece del que no es bien nacido, porque de bien nacido es ser agradecido. 127 Qué bien se entienden estas palabras cuando se conoce la Pasión de Cristo, la horrorosa agonía de mi Señor. Página 152


Autobiografía de Jesucristo será dejada.” Y tomando la palabra mis discípulos me dijeron: “¿Dónde Señor?” Les dije:

“Donde estuviere el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.” 5.61 El juez inicuo. Les propuse una parábola en orden a que es menester siempre orar y no desfallecer, diciendo:

“Había un juez en cierta ciudad que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había también en aquella ciudad una viuda, que venía a él y le decía: “Hazme justicia de mi contrario”. Y por algún tiempo no quería. Pero luego diciendo para sí: “Verdad es que ni temo a Dios ni respeto a hombre; con todo, porque esa viuda me importuna, le haré justicia, no sea que por remate me abofetee.” Oíd lo que dice el juez inicuo. ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche, y se mostrará remiso en su causa? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero el Hijo del hombre al venir, ¿por ventura hallará tal fe sobre la tierra?” 128 5.62 El fariseo y el publicano Les propuse también esta parábola para algunos que presumían de sí como hombres justos y menospreciaban a los demás:

“Dos hombres subieron al Templo: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera: “¡Oh, Dios!, gracias te doy porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros o también como ese publicano; ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo”. Mas el publicano, manteniéndose a distancia, no osaba siquiera alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho diciendo: “¡Oh, Dios, ten piedad de este pecador!”.129 Os digo que éste bajó a su casa justificado más bien que aquel; porque todo el que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado.” 5.63 El matrimonio es indisoluble.

128

Dios siempre hace justicia, pero si esta se le demanda con pertinaz premura, si se pide con imperiosa Fe, esta justicia se consuma con brevedad divina, justo en el tiempo de oportuna providencia, cuando más eficaz resulta para el hombre que la reclama. 129 ¿Qué hombre está exento de emplear estas palabras cuando se examina a sí mismo? ¿Quién de nosotros, los hombres de hoy, no suscribimos esta plegaria delante de Cristo? Página 153


Autobiografía de Jesucristo Concluidos estos razonamientos vine a los confines de la Judea allende el Jordán. Y de nuevo vinieron a mí grandes muchedumbres que me seguían. Y como siempre les enseñaba y curaba a sus enfermos. Se acercaron unos fariseos que tentándome me dijeron: “¿Es lícito al marido repudiar a su mujer por cualquier motivo?” Respondiendo les dije:

“¿Qué os mandó Moisés?” Ellos dijeron: “Moisés permitió escribir líbelo de divorcio y repudiar.” Mas Yo les dije:

“¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra? Y dijo: “Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne”. Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, juntó, el hombre no lo separe.”130 Dícenme: “¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar líbelo de divorcio y repudiar?” Contesté:

“Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no ha sido así. Y os digo que quien repudiare a su mujer, no interviniendo fornicación, y se casare con otra, adultera, y quien se casare con la repudiada, adultera.” Y llegando a casa de nuevo, mis discípulos me interrogaron acerca de esto. Y les dije:

“Quien repudiare a su mujer y se casare con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio.” Y mis discípulos me dijeron: “Si tal es la situación del hombre respecto a la mujer, no vale la pena casarse.” Mas yo les dije: 130

Dios no acepta el adulterio por ningún concepto. El hombre y mujer casados, casados son y están para siempre, les une un vínculo sobrenatural, un sacramento grande, que emana del propio querer divino desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer. El adúltero vive su adulterio para siempre y en tal caso su destino no está en el cielo. Al morir se encontrará con el rostro de un Dios Padre que pedirá cuenta de la felicidad de su hija ó de su hijo, de la felicidad de los hijos de sus hijos. El adulterio lleva consigo la voluntaria ocultación de la conciencia que se ve sometida a una tenebrosa vejación irreversible, que dura tanto como dura la vida de un adúltero. También hay que hacer referencia a otro tipo de desorden por el cual la persona se adultera a sí misma. La vasectomía en el hombre y la ligadura de trompas en la mujer suponen dos actos intrínsecamente malos que afectan no sólo a las personas que, voluntariamente, lo han querido sino también a los facultativos que han intervenido para secar las fuentes de la vida. A la hora de la verdad, te presentas en la otra vida con un cuerpo tullido, se pone en juego la eternidad porque se sabe que respondemos de nuestros actos y este es un acto desordenado, irreversible y de imprevisibles consecuencias. Página 154


Autobiografía de Jesucristo “No todos son capaces de comprender esta palabra, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que lo son por obra de los hombres, y hay eunucos que así mismo se hicieron tales por razón del Reino de los cielos. Quien sea capaz de comprender, comprenda.” 5.64 Bendigo a los niños. Me presentaban también a mis queridos niños, para que pusiese las manos sobre ellos y recitase una oración. Mas mis discípulos al verlo, reñían a los niños y a los que los traían. Advirtiendo esto, me enojé y llamando a mí a los pequeñuelos, les dije a mis discípulos:

“Dejad en paz a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los tales es el Reino de Dios. En verdad, os digo, quien no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.”131 Y después de abrazarlos y bendecirlos, habiendo puesto mis manos sobre ellos, partí de allí.

131

¿Está claro, amigo lector? Tener el corazón de niño y ciencia y conciencia de adulto es lo que pide el Señor. Página 155


Autobiografía de Jesucristo

5.65 El joven rico. El peligro de las riquezas. Galardón de la pobreza. Cuando salía para proseguir mi camino, he aquí que cierta persona principal corriendo hacia mí y arrodillándose, me preguntaba: “Maestro Bueno, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida eterna?” Le dije:

“¿A qué preguntas sobre lo que es bueno? ¿A qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Mas si quieres entrar en la Vida, guarda los mandamientos.”

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Autobiografía de Jesucristo

Díceme: “Cuales.” Contesté:

“Conoces los mandamientos: “No matarás, no adulterarás, no robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás, honra al padre y a la madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Y respondiendo, díjome el joven: “Maestro, todas estas cosas las guardé desde necesito?” 132

Fijando en él la mirada, le amé,

mi juventud. ¿Qué más

y le dije:

132

El Corazón de Cristo se enamoró de este joven. Dios le hace una declaración pública de amor a un hombre. Le pide a este muchacho que le siga de manera tan directa como no lo Página 157


Autobiografía de Jesucristo “Una cosa te falta: si quieres ser perfecto, ve, vende todo cuanto posees y dalo a los pobres, y poseerás un tesoro en el cielo; y vuelto acá, sígueme, cargando con la cruz.” Como el joven oyera éstas mis palabras, se puso muy triste y frunciendo el ceño se marchó malhumorado, porque era enormemente rico y poseía muchos bienes. Viéndole marchar, echando en torno una mirada dije a mis discípulos:

“En verdad os digo, ¡cuán difícilmente los que poseen riquezas entran en el Reino de Dios!” Ellos se asombraban al oír mis palabras. Pero de nuevo tomando la palabra les dije:

“Hijos, de nuevo os digo: ¡cuán difícil es que los que tienen puesta su confianza en las riquezas entren en el Reino de Dios!” Ellos más y más se pasmaban, diciéndose entre sí: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” Fijando en ellos la mirada les dije:

“Para los hombres, imposible, mas no para Dios; que para Dios todo es posible.”133 Entonces tomando Pedro la palabra, me dijo: “Mira, nosotros lo dejamos todo y te seguimos; ¿qué habrá, pues, para nosotros?” Le contesté:

“En verdad os digo que vosotros, que me seguisteis, al tiempo de la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar las doce tribus de Israel. Y todo aquel que dejó casas, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por causa de mí, de mi Nombre, por el Reino de Dios y por el Evangelio, recibirá el ciendoblado ahora en este tiempo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, junto con persecuciones y en el siglo venidero poseerá en herencia la vida eterna. Y muchos primeros serán postreros, y muchos postreros serán primeros.”

hemos visto en el resto del Evangelio. La perfección en el hombre, la santidad suprema consiste fundamentalmente en el abandono de todo amor terreno, de todo amor a las cosas para guardar el corazón solo para Dios que pide que se le siga cargando con la cruz, con la cruz de cada día. Entiendo que he de seguirlo con la cruz mía y la Cruz de Dios que son una sola Cruz. 133 Para Dios todo es posible y esto es una luz de esperanza para el que no la tiene. A donde el hombre no puede llegar llega Dios. Dios puede llegar hasta el corazón más despreciable según el juicio de los hombres. Bendito sea el Dios de la Misericordia que no da a nadie por perdido porque todo es posible para El. Página 158


Autobiografía de Jesucristo 5.66 Los obreros de la viña. Y les dije:

“Porque es semejante el Reino de los cielos a un hombre amo de casa, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Y habiendo salido hacia la hora tercia, vio a otros que estaban en la plaza parados, y les dijo: “Id también vosotros a la viña, y os daré lo que fuere justo”. Ellos fueron. Habiendo salido otra vez hacia la hora sexta y nona, hizo lo mismo. Cerca de la hora undécima, habiendo salido, halló a otros por allí, y les dice: “¿Por qué os estáis ahí todo el día holgando?” Dícenle: “Porque nadie nos ha contratado” Díceles: “Id también vosotros a la viña”. Viniendo el atardecer, dijo el amo de la viña a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos hasta llegar a los primeros”. Y venidos los de la hora undécima, cobraron cada uno su denario. Viniendo luego los primeros, pensaron que cobrarían más, y cobraron también ellos su correspondiente denario. Mas habiéndolo recibido, murmuraban contra el amo de casa, diciendo: “Estos últimos trabajaron una sola hora y los igualaste a nosotros, los que hemos soportado el peso del día y del calor”. El, respondiendo a uno de ellos dijo: “Amigo, no te hago agravio. ¿No te concertaste conmigo por un denario? Toma lo tuyo y vete. Y si quiero a éste último darle lo mismo que a ti, ¿no me es permitido de lo mío lo que quiero? ¿O ha de ser malo tu ojo porque yo soy bueno?” Así serán los últimos primeros, y los primeros últimos. Porque muchos son llamados, mas pocos elegidos.” 5.67 Tercer anuncio de mi Pasión. Marchaba Yo delante de mis discípulos subiendo camino de Jerusalén y me seguían asombrados porque tenían miedo. Tomé Conmigo a los Doce aparte y comencé a decirles lo que me iba a suceder:

“Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán para el Hijo del hombre todas las cosas escritas por los profetas; porque será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para que se mofen de El, y le escarnecerán y le escupirán y le azotarán; y después de azotarle le matarán; y al tercer día resucitará.”134 134

Estaba escrito, estaba profetizado por hombres que más allá de su tiempo contemplaron la Pasión de Cristo, la Pasión de un Hombre que a su vez era el mismo Dios que inspiraba a los profetas. Cristo ya ve de cerca la consumación de su tarea en este mundo, conoce con detalle el padecer que le espera y con esta preconciencia de su patética muerte pone en conocimiento de sus Doce la velada amargura que le embarga el alma. Amigo lector, ¡qué misterio! El Hombre a Página 159


Autobiografía de Jesucristo Pero ellos, nada de esto entendieron, era este lenguaje encubierto para ellos porque no sabían lo que les decía. 5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo. Fue entonces cuando se llegó a mí la madre de los hijos de Zebedeo junto con sus dos hijos, Santiago y Juan, y postrándose y en ademán de pedirme algo, hablaron Santiago y Juan, diciendo: “Maestro, queremos que hagas con nosotros lo que te pidiéremos.” Les dije:

“¿Qué queréis que haga Yo con vosotros?” Me contestaron: “Otórganos que, uno a tu diestra y otro a tu izquierda, nos sentemos en tu gloria.” Lo mismo decía la madre: “Di que se sienten éstos dos hijos míos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino.” Mas Yo les dije:

“No sabéis que cosa pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo bebo o ser bautizados con el bautismo que Yo soy bautizado?” Me dijeron: “Podemos.” Les dije:

“El cáliz que Yo bebo, beberéis, y con el bautismo que Yo soy bautizado seréis bautizados; mas el sentarse a mi diestra o a mi izquierda no es incumbencia mía otorgarlo, sino que es para quienes está reservado por mi Padre.” Al oír esto los otros Diez, se enojaron con los dos hermanos, Santiago y Juan. Intervine y llamándolos a mí les dije:

“Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las tratan despóticamente y los grandes abusan con ellas de su autoridad. No ha de ser así entre vosotros; antes el que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será esclavo de todos, puesto que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.”135 quien reconozco Dios ya empieza a pedir ayuda y no la encontrará porque no lo entienden. A tiempo pasado, nosotros, ya lo entendemos y esto nos sobresalta el alma que con instinto reflejo huye del inmenso dolor que supone acompañar a un Dios sufriente. 135 Dios baja del cielo para servir al hombre. ¿Quién da más? Cristo no ha bajado del cielo para servir solo a los hombres de su tiempo en este mundo como Hombre que pasó haciendo el bien. Cristo ha de servir a todo hombre que viene a este mundo y esto es así porque el Dios que se hace Hombre permanece hasta la consumación de los siglos como el Servidor de todo ser humano. Cristo sirve al hombre como Dios, por tanto dará como Dios si el hombre como tal le reconoce. ¿Mi Creador a mi servicio?...Así es, y si tuviera Fe, lo que se me ocurre pedirle a mi Servidor es servirle yo en supremo abandono de quien soy como soy. Que haga posible amarlo Página 160


Autobiografía de Jesucristo

5.69 En casa de Zaqueo. Al acercarnos a Jericó, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado a la vera del camino, mendigando. Y oyendo a la turba que por allí pasaba, preguntaba qué era aquello. Y le enteraron de que pasaba Jesús el de Nazaret.

Llegamos a Jericó y atravesamos la ciudad. Y he aquí que un hombre llamado por nombre Zaqueo, que era jefe de los publicanos y estaba rico, buscaba cómo ver quién era Yo, y no lo lograba a causa del gentío, por ser pequeño de estatura. Y echando a correr hasta ponerse delante, se subió a un con infinita pasión. Para esto le demando a mi Servidor su servicio. Que ponga lo que le falta a quien divinamente sirve para consumar, por su Misericordia, un amor de adoración, una adoración en amor a su Persona, una Persona que da su vida por mí. Página 161


Autobiografía de Jesucristo sicómoro para verme, pues Yo tenía que pasar por allí. Llegando a aquel sitio, alcé la vista y le dije:

“Zaqueo, date prisa en bajar, porque hoy he de parar en tu casa.” Bajó a toda prisa y me recibió gozoso. Viendo esto, murmuraban todos, diciendo: “Entró a hospedarse en casa de un hombre pecador.” De pie Zaqueo, me dijo: “Mira, Señor; la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si algo defraudé a alguno, le restituyo el cuádruplo.” Le dije:

“Hoy vino la salud a esta casa, por cuanto también él es hijo de Abraham; porque vino el Hijo del hombre a buscar y salvar lo que había perecido.” 5.70 La parábola de las minas. Ya pues, cerca de Jerusalén y creyendo mis discípulos que enseguida se había de manifestar el Reino de Dios, les propuse una parábola:

“Cierto hombre de noble linaje se partió para un país lejano con el fin de asegurarse la posesión de un reino y volver luego. Y habiendo llamado a diez siervos suyos, les entregó diez minas, y les dijo: “Negociad en tanto que vuelvo”. Pero sus ciudadanos le aborrecían y enviaron una embajada tras él, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros”. Y acaeció al volver él después de recibido el reino, que ordenó fuesen llamados a su presencia aquellos siervos a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto habían granjeado cada uno. Se presentó el primero diciendo: “Señor, tu mina ha producido diez minas”. Díjole: “Bien siervo bueno; puesto que en cosa muy pequeña has sido fiel, te doy autoridad sobre diez ciudades”. Vino el segundo diciendo: “Tu mina, Señor, ha rendido cinco minas”. Díjole: “Bien siervo bueno; puesto que en cosa muy pequeña ha sido fiel, también tú gobierna cinco ciudades”. Y el otro vino diciendo: “Señor, ahí tienes tu mina, que tenía guardada en un sudario porque tenía miedo de ti, pues eres hombre exigente; tomas lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste”. Dícele: “De tu propia boca te juzgo, siervo perverso. ¿Sabías que yo soy hombre exigente, que tomo lo que no deposité y siego lo que no sembré? Y ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y yo, al venir, le hubiera cobrado con los intereses?”. Y dijo a los presentes: “Quitad a ese la mina y dadla la que tiene diez minas”. Le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. Contestó: “Os digo que a todo el que tiene, se le dará, y al que no tiene aun eso que tiene le será

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Autobiografía de Jesucristo quitado. Y en cuanto aquellos enemigos míos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y degolladlos en mi presencia.” 5.71 El ciego Bartimeo. Y dicho esto, caminando delante de todos, salí de Jericó, subiendo hacia Jerusalén. Me seguía un gran gentío y he aquí que dos ciegos, Bartimeo y otro, sentados junto al camino, mendigando, en oyendo decir que Jesús el de Nazaret pasaba por allí, se pusieron a gritar diciendo: 136

“¡Señor, Jesús, Hijo de David, ten compasión de nosotros!” Muchos de los que marchaban delante le increpaban para que callasen; mas ellos gritaban mucho más diciendo: “¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David!” Me detuve y dije:

“Llamadlos.” Y llaman a los ciegos diciéndoles: “Buen ánimo, levantaos, os llama.” Bartimeo, tirando de sí la capa, levantándose de un salto se vino a mí. Y cuando se hubieron acercado, les pregunté:

“¿Qué queréis haga Yo con vosotros?” Me dicen: “Rabbuni, Señor, que se abran nuestros ojos y recobremos la vista.” Me compadecí, y tocando sus ojos, les dije:

“Recobrad la vista; id, vuestra fe os ha salvado.” Y al instante recobraron la vista, y me seguían glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, dio alabanza a Dios. 5.72 En memoria de María, que me ungió. Llegamos a Betania seis días antes de la Pascua, y allí se hallaba Lázaro a quien Yo había resucitado de entre los muertos. Dispusieron, pues, en mi obsequio, una cena allí, en casa de Simón el leproso; y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa Conmigo. María tomó una libra de perfume de nardo legítimo, de subido precio; y con su frasco de alabastro, vino y me ungió 137 los pies y los enjugó con sus propios cabellos ; quebrando el alabastro, 136

Amigo lector, con estas palabras se hace una poderosa oración: “Señor, Jesús, Hijo de María, ten compasión de mí.” Este grito llega al Corazón de Cristo, se para, se vuelve y mirándome fijamente verá a un hombre ciego que le oye pero no le ve. Y mis oídos oyen: “¿Qué quieres que haga yo contigo?”…..”Maestro mío, Señor, ¡que vea!”. Siento su mano sobre mis ojos y oigo: “Recobra la vista, tu Fe te ha salvado”. Se me ha dado ver y veo, para gloria mía, el bellísimo rostro del más bello de los hombres, del Hijo de María y esta es mi oración y con ella iré tras de Cristo, le seguiré de cerca, sin perderle de vista. 137 Por favor, presta atención a este pasaje, amigo lector. Si nos fijamos en San Lucas, Lc. 7,3650, veremos a una mujer conocida como pecadora que hace exactamente igual que lo que ha hecho María, la hermana de Lázaro. En los versículos siguientes, también de San Lucas, Lc. 8.1-3 veremos por primera vez el nombre de María Magdalena. Estamos en el principio del 2º Página 163


Autobiografía de Jesucristo derramó el perfume sobre mi cabeza y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Dice, pues, Judas Iscariote, uno de mis discípulos, el que me iba a entregar: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios y se dio a los pobres?” Dijo esto no porque le importase de los pobres sino porque era ladrón, y como guardaba la bolsa, hurtaba lo que en ella se echaba. Había allí también algunos de mis discípulos que, llevándolo pesadamente, decían entre sí: “¿A qué viene este despilfarro de perfume?” Y trinaban contra ella. Mas dije Yo:

“Dejadla en paz. ¿Por qué la molestáis? Buena obra es la que ha hecho Conmigo. Pues a los pobres siempre los tenéis con vosotros, y siempre que quisiereis les podéis hacer bien, mas a mí no siempre me tenéis. Lo que tuvo en su mano, hizo. Que al echar ella este perfume sobre mi cuerpo, se adelantó a embalsamarlo para la sepultura, para lo cual lo tenía reservado. En verdad os digo, dondequiera que fuere predicado el Evangelio por todo el mundo, se hablará también de lo que ésta hizo, para memoria suya.” Enterada la turba de que Yo estaba allí, vinieron no solamente por verme a mí, sino también por ver a Lázaro, a quien resucité de entre los muertos. Los sumos sacerdotes, por este motivo, resolvieron matar también a Lázaro, pues muchos de los judíos, a causa de Lázaro, se les iban y creían en mí.

CAPITULO VI SEMANA DE PASIÓN Día primero de la semana, 10 de Nisán. 6.01 Entrada triunfal en Jerusalén. Ya era el día primero de la semana, 10 de Nisán. Llegamos cerca de Jerusalén, en Betfage, en el monte de los olivos y entonces envié a dos de mis discípulos, diciéndoles:

“Id a la aldea que está frente a vosotros, y luego que entréis en ella hallaréis un asna atada y un pollino con ella atado, sobre el cual ningún hombre jamás se sentó: desatadlos y traédmelos acá; y si alguno os preguntare: “¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué los desatáis?”, le diréis así: “Porque el Señor tiene necesidad de ellos, mas luego los hace traer de nuevo acá.” Fueron los discípulos enviados y hallaron, como Yo les había dicho, un pollino atado junto a la puerta, fuera en el camino que daba la vuelta. Y año de predicación pública. A María Magdalena la volvemos a ver en la Pasión de Cristo. Betania estaba muy cerca de Jerusalén. ¿Es posible que esta María de Magdala sea la misma María, hermana de Marta? Pudiera ser que la mujer que esta Autobiografía nos presenta en la página 62, la María Magdalena, que también se menciona en la página 61 y la María de Betania que acabamos de contemplar de rodillas ungiendo los pies de Cristo y secándolos con sus cabellos, sean la misma persona.. Página 164


Autobiografía de Jesucristo mientras ellos desataban el pollino, les dijeron sus amos: “¿Por qué desatáis el pollino?” Ellos dijeron: “Porque el Señor tiene necesidad de él.” Y les dejaron hacer. Y me trajeron el asna y el pollino. Y, echando sus mantos encima del pollino, me hicieron montar en él y me senté. Esto se ha hecho para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Zacarías, que dice: “Decid a la hija de Sión: Mira que tu Rey viene a ti manso y montado sobre un asna y sobre un pollino hijo de animal uncido al yugo.” Estas cosas no las conocieron mis discípulos desde un principio; mas cuando fui glorificado, entonces recordaron que tales cosas estaban escritas sobre mí, y estas fueron las que Conmigo hicieron. Y según que Yo iba avanzando, la gran muchedumbre, tendía sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles del campo y con ellas tapizaban el camino. Y cuando ya me acercaba al descenso del monte de los Olivos, toda la muchedumbre de mis discípulos comenzaron gozosos a alabar a Dios con grandes voces por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Hosanna al Hijo de David!”

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Autobiografía de Jesucristo

“¡Bendito el que viene, el Rey, en el Nombre del Señor!” “¡Bendito el Reino, que viene, de nuestro padre David!” “¡Paz en el cielo, Hosanna y gloria en las supremas alturas!” La gran muchedumbre que había venido a la Fiesta, al oír que venía Yo a Jerusalén, tomaron palmas, y salieron a mi encuentro y clamaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor, y el Rey de Israel!” Daba, pues, testimonio la turba que Conmigo estaba cuando llamé a Lázaro del sepulcro y le resucité de entre los muertos. Por esto también me salió al encuentro la muchedumbre, por haber oído que Yo había obrado este portento. Los fariseos, pues, se dijeron unos a otros: “Veis que nada logramos; he aquí que el mundo se fue tras El.” Y algunos de los fariseos de entre la turba me dijeron: “Maestro, increpa a tus discípulos.” Página 166


Autobiografía de Jesucristo Les respondí;

“Os digo que si éstos callasen, las piedras clamarán.”

6.02 Llanto sobre Jerusalén. Y cuando ya estuve cerca, viendo la ciudad, lloré

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sobre ella, diciendo:

“¡Si conocieras también tú en este día lo que lleva a la paz! Mas ahora se ocultó a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que levantarán una valla tus enemigos contra ti, y te cercarán y te estrecharán por todas partes, y te arrasarán y estrellarán a tus 138

Lágrimas de Cristo, lágrimas de Dios en el rostro de un Hombre. ¡¿Qué hemos hecho los hombres?! Página 167


Autobiografía de Jesucristo hijos en ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, en razón de no haber conocido el tiempo de tu visitación.” 6.03 Entro en la ciudad y en el Templo. Y como entrase en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo: “¿Quién es Éste?” Y las turbas decían: “Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.” Y entré en el Templo de mi Padre. Y se llegaron a mí los ciegos y los cojos en el Templo, y los curé. Pero viendo los sumos sacerdotes y los escribas las maravillas que obré y a los niños que gritaban en el Templo y decían: “¡Hosanna al Hijo de David!”, lo llevaron a mal, y me dijeron: “¿Oyes qué cosas dicen éstos?” Mas Yo les dije:

“Sí, ¿es que nunca leísteis que de la boca de los pequeñuelos y de los que maman, te aparejaste alabanza?” Y los dejé echando en torno una mirada sobre todo, y como fuese ya tardía la hora, salí fuera de la ciudad en dirección a Betania con los Doce, y pernocté allí. Día segundo de la semana, 11 de Nisán 6.04 La higuera maldecida. Al día siguiente, segundo de la semana, 11 de Nisán, al amanecer, salimos de Betania y volvimos a Jerusalén. En el camino sentí hambre y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fui allí por si acaso hallaba en ella alguna cosa: y llegando a ella, nada hallé sino hojas, porque no era el tiempo de higos. Y tomando la palabra le dije:

“¡Para siempre coma nadie fruto de ti! ¡No brote ya fruto de ti por siempre jamás!” Me oían mis discípulos, cuando de repente se secó la higuera. 6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban. Y llegamos a Jerusalén y habiendo entrado en el Templo de mi Padre, comencé a echar de allí a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volqué las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas, y no consentí que nadie trasladase objeto alguno pasando por el Templo. Y enseñándoles les decía:

“¿Es que no está escrito que: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las gentes”? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” Y lo oyeron los sumos sacerdotes y los escribas, y junto con los primates del pueblo, buscaban manera de acabar Conmigo, porque me tenían miedo; y no atinaban en lo que habían de hacer, pues el pueblo todo, oyéndome, estaba Página 168


Autobiografía de Jesucristo pendiente de mis labios y asombrado de mi enseñanza. De día enseñaba en el Templo y cuando se hacía tarde me salía fuera de la ciudad.

6.06 Unos gentiles desean verme. Había unos griegos de los que subían a honrar a mi Padre en la solemnidad. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea y le rogaban diciendo: “Señor, deseamos ver a Jesús.” Viene Felipe y se lo dice a Andrés; vienen Andrés y Felipe y me lo dicen a mí. Y Yo les respondí diciendo:

“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; mas si muere, lleva mucho fruto. Quien ama su vida, la pierde; y quien aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. Quien me sirve, sígame; y donde Yo estoy, allí estará también mi servidor. A quien me sirviere, mi Padre le honrará.139 Ahora mi alma se ha turbado; y ¿qué diré? ¡Padre, sálvame de ésta hora! Mas para esto vine a esta hora. Padre, glorifica tu Nombre.”140 Vino, pues, una voz del cielo:

“Le glorifiqué, y de nuevo le glorificaré.” La turba, pues, que allí estaba y le oyó, decía que había sido un trueno. Otros decían: “Un ángel le ha hablado.” Les respondí diciendo:

“No por mí ha venido esta voz, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado 139

Estas palabras de Cristo están en permanente presente para ser escuchadas por todas las generaciones, hasta el último día de este mundo. ¿Qué pudieron entender los que las escuchaban en esa hora? Estas palabras son un susurro divino que se oye en el silencio de nuestra intimidad más reservada, allí donde solo está el hombre y su Creador, allí donde Cristo y yo estamos solos. 140 La bendita alma del Cristo Hombre se ha turbado. Mi Dios se me manifiesta turbado. ¿Qué le ocurre a Cristo? En mi Señor se da un no querer y querer que a dos mil años pasados puedo entender. Cristo es una sola Persona con dos naturalezas, la humana y la divina. Cristo tiene sentimientos como un hombre que le afloran cuando contempla lo porvenir con el conocimiento del Dios que es. Siendo humano no deja de ser divino. Ser el mismísimo Dios Creador del Universo no le exonera del sufrimiento como Hombre que ha de padecer una horrorosa muerte, una muerte de Cruz que ya contempla su alma de Hombre que se resiste a tan atroz padecimiento. Pide a su Padre librarse de esta hora y a su vez se determina a aceptarla con supremo abandono de su voluntad de Hombre en la Voluntad de su Padre Dios. En tal estado anímico suplica a su Padre que glorifique su Nombre y su Padre le responderá con voz oída por oído humano. Página 169


Autobiografía de Jesucristo fuera. Y Yo, cuando fuere levantado de la tierra, a todos arrastraré hacia mí.”141 Esto dije significando con cual muerte había de morir. Me respondió la turba: “Nosotros hemos oído de la Ley que el Mesías permanece eternamente, y ¿cómo dices Tú que “tiene que ser exaltado el Hijo del hombre”? ¿Quién es ese Hijo del hombre?” Les dije, pues:

“Todavía breve tiempo está la luz con vosotros. Caminad, mientras tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan. Y quien camina en las tinieblas no sabe dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz.” Esto hablé, y retirándome, me escondí de ellos. Día tercero de la semana, 12 de Nisán 6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración. Al día tercero de la semana, 12 de Nisán, al pasar de madrugada por el sitio donde estaba la higuera, vieron mis discípulos que la higuera se había secado desde las raíces y se maravillaron diciendo: “¡Qué de repente se secó la higuera!” Y acordándose Pedro, me dijo: “Rabí, mira; la higuera que maldijiste se ha secado.” Y respondiendo les dije:

“Tened fe de Dios. En verdad os digo que si tuviereis fe y no titubearais en vuestro corazón, no sólo haréis eso de la higuera, sino que aun si dijereis a ese monte: “Quítate de ahí y échate en el mar”, se hará. Y quien tuviere fe de que lo que dice se hace, lo alcanzará. Por esto os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo recibisteis y lo alcanzaréis.142 Y cuando estáis en pie orando; perdonad, si algo tenéis contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestros pecados. Pero si 141

Cristo se contempla muerto en Cruz, elevado sobre la tierra, para esto ha venido al mundo, para entregar su vida como rescate de todo hombre que será arrastrado hacia este mi Dios Crucificado. 142 Cuando Cristo nos pide que tengamos Fe de Dios es porque es posible al hombre tener esta Fe. Cristo no propondría cosas imposibles al hombre. Con esta Fe el poder del hombre es ilimitado. La Omnipotencia al servicio de la Fe del hombre. La Fe solo se genera en el corazón bueno, en el corazón de niño que pide como un niño a su Padre y su Padre le da como Padre, da como Dios a quien solo puede recibir como hombre. Las palabras de Cristo son tan reales como lo que significan, no están dichas para la mente metafísica, están expresadas para que las entienda toda inteligencia humana y está muy claro, porque así Él mismo lo asegura, que cuanto más niño sea el hombre que las escucha más las entenderá. De las siguientes palabras en boca de Cristo: “quien tuviera fe de que lo que dice se hace, lo alcanzará. Por esto os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo recibisteis y lo alcanzaréis”, ¿qué puedo entender?.....pues, justamente lo que dicen, y si así lo creo ¿qué me falta en este mundo? Página 170


Autobiografía de Jesucristo vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre, que está en los cielos, perdonará vuestros pecados.”143 6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?” Llegamos de nuevo a Jerusalén y venido al Templo me paseaba y enseñaba al pueblo anunciándoles la Buena Nueva. En esto se me presentaron de pronto los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos, diciendo: “Dinos: ¿con qué potestad haces esas cosas? ¿O quién te dio esa potestad de hacerlas?” Les respondí:

“Os preguntaré también Yo una cosa, la cual si me dijereis, también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas: el bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo o de los hombres? Respondedme.” Ellos discurrían consigo, diciendo: “¿Qué vamos a decir? Si dijéremos: “del cielo” dirá: “¿Por qué, pues, no lo creísteis?” Si, en cambio, dijéremos: “de los hombres”, hemos de temer a la turba y el pueblo entero nos apedreará, porque está en la persuasión de que Juan era profeta.” Todos tenían a Juan como que realmente era profeta. Y respondiendo me dijeron: “No sabemos de dónde era.” Díjeles también Yo:

“Tampoco Yo os digo con qué potestad hago esas cosas.” 6.09 Los dos hijos enviados a la viña Y les dije:

“¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Y acercándose al primero, dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. El respondiendo, dijo: “No quiero”; mas luego arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le habló de la misma manera. Mas él, respondiendo, dijo: “Voy señor”; y no fue. ¿Quién de los dos hizo la voluntad de su padre?” Dicen: “El primero.” Contesté:

“En verdad os digo que los publicanos y mujeres de mala vida se os adelantan en el Reino de los cielos. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; al paso que los publicanos y mujeres de mala vida le creyeron; y 143

Amigo lector me considero siempre necesitado del perdón de mi Padre Dios, pues he experimentado la necesidad de recomenzar cada día, porque justamente cada día caigo más de siete veces y no puedo implorar misericordia si a su vez yo no la ejerzo con el que me la reclama, con este hermano al que no me está autorizado juzgar sino solo perdonar si quiero parecerme al que tanto me perdona. Página 171


Autobiografía de Jesucristo vosotros, viéndolo tampoco os arrepentisteis después, de modo que le creyeseis.” 6.10 Parábola de la viña. Y comencé a decir al pueblo ésta parábola:

“Escuchad otra parábola. Un hombre había, amo de casa, que plantó una viña, y la cercó con un vallado, y cavó en ella un lagar y edificó una torre y la arrendó a unos labradores y se ausentó de aquel país para mucho tiempo. Cuando se acercó el tiempo de los frutos envió a los labradores un siervo, para que le diesen del fruto de la viña. Mas los labradores le cogieron y, después de maltratarle a golpes, le despidieron con las manos vacías. Y tornó a enviar otro siervo; más ellos también a éste, después de maltratarle a golpes, descalabrarlo y ultrajarlo, le despidieron con las manos vacías. Y tornó a enviar otro tercero; mas ellos también a éste, después de herirle, le echaron y le mataron. De nuevo envió otros siervos, más numerosos que los anteriores. Y asiendo los labradores a sus siervos, a cuál golpearon, a cuál mataron, a cuál apedrearon. Todavía uno tenía el amo de la viña: su hijo querido; envióle el último a ellos, diciendo: “¿Qué voy a hacer? Enviaré a mi hijo querido, tal vez a éste respetarán”. Mas aquellos labradores, en viendo al hijo, se dijeron entre sí y razonaban unos con otros diciendo: “Este es el heredero; venid matémosle, para que venga a nuestras manos la herencia”. Y asiendo de él echándole fuera de la viña, le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña ¿qué hará con aquellos labradores?” Dijéronme algunos: “A los malos los hará perecer malamente, y arrendará la viña a otros labradores, que le pagarán los frutos a su tiempo.” Otros, oído esto dijeron: “¡No quiera Dios!” Mas Yo mirándoles fijamente, dije:

“¿Qué significa, pues, esto que está en las Escrituras?: “La piedra que reprobaron los constructores, ésta vino a ser la piedra angular. Por obra del Señor se hizo esto, ¿y es maravillosa a vuestros ojos?” Por esto os digo os será quitado el Reino de Dios y se dará a gente que produzca sus frutos. Y todo el que cayere sobre esta piedra, se hará trizas; y sobre quien cayere le triturará.” Y cuando oyeron los sumos sacerdotes y los escribas y los fariseos éstas mis palabras, comprendieron que las decía por ellos. Y buscaban manera de apoderarse de mí en aquella misma hora, pero temieron al pueblo que me tenía por Profeta. Y dejándome se fueron.

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Autobiografía de Jesucristo 6.11 Parábola de las Bodas Reales. Tomé de nuevo la palabra y les hablé en parábolas diciendo:

“Se ha asemejado el Reino de los cielos a un rey que dispuso unas bodas para su hijo. Y despachó sus esclavos para llamar a los que habían sido convidados a las bodas. Y no quisieron venir. De nuevo despachó otros esclavos diciendo: “Decid a los convidados: he aquí que tengo preparado mi convite; mis toros y animales cebados han sido sacrificados, y todo está a punto; venid a las bodas”. Mas ellos, no haciendo caso, se marcharon, quien a su granja, quien a su comercio; los demás, echando mano de sus esclavos, los ultrajaron y los mataron. El rey se encolerizó, y enviando sus ejércitos, hizo perecer a aquellos homicidas e incendió su ciudad. Entonces dice a sus esclavos: “Las bodas están a punto, pero los convidados no eran dignos; id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a cuantos hallareis, llamadlos a las bodas”. Y habiendo salido aquellos esclavos a los caminos, reunieron a cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas. Y entrando el rey a ver a los que estaban a la mesa, vio allí un hombre no vestido con traje de boda, y le dice: “Compañero, ¿cómo entraste acá, no teniendo traje de boda?” El no desplegó los labios. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos y arrojadle a las tinieblas de allá afuera; allí será el llanto y el rechinar de los dientes”. Porque muchos son los llamados, mas pocos los elegidos.” 6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Los fariseos que se retiraron, tomaron consejo cómo me armarían lazos para cogerme en palabras, a fin de poderme entregar al poder y jurisdicción del gobernador. Y habiendo estado en acecho, enviaron unos espías, discípulos suyos, que representasen el papel de hombres justos. Y junto con los herodianos, se presentaron a mí y me interrogaron, diciendo: “Maestro, sabemos que eres veraz y que hablas con rectitud y enseñas el camino de Dios en verdad y no tienes respetos humanos, porque no eres aceptador de personas; dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Nos es lícito dar tributo al César o no? ¿Lo damos o no lo damos?” Conociendo su bellaquería les dije:

“¿Por qué me tentáis, farsantes? Traedme y mostradme la moneda del tributo.” Ellos me presentaron un denario. Y les dije:

“¿De quién es esa imagen e inscripción?” Dícenme: “Del César.”

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Autobiografía de Jesucristo Les dije entonces:

“Así, pues, restituid al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.” Y no lograron cogerme en palabra delante del pueblo, y, maravillados de mi respuesta, se callaron y, dejándome, se fueron. 6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección. En aquel mismo día se me acercaron unos saduceos, que dicen no haber resurrección, y me interrogaron diciendo: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que: “Si el hermano de uno muriere y dejare mujer sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su hermano”. Había, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero, habiendo tomado mujer, murió sin hijos; y dejó su mujer a su hermano. Asimismo el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia. También el tercero la tomó y asimismo también hasta el séptimo; y los siete no dejando hijos murieron. Posteriormente a todos también la mujer murió. La mujer, pues, en la resurrección, ¿de cuál de ellos viene a ser mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.” Les dije:

“Errados andáis por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios. Los hijos de este siglo toman mujer y toman marido; mas los que fueren hallados dignos de tener parte en aquel siglo y en la resurrección de entre los muertos, ni toman mujer ni toman marido; pues ni morir ya pueden, como que son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y en cuanto a que resucitan los muertos, también Moisés lo indicó en el pasaje de “la zarza”, en que llama “al Señor el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob”; y no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos viven para El. Muy errados andáis.”144 Y oyendo esto las turbas, se pasmaban de mi enseñanza. Y respondiendo algunos de los escribas, dijeron: “Maestro, dijiste muy bien.” 144

Los muertos resucitan, los muertos resucitarán. El destino del hombre no acaba con esta vida, pero además, para Dios, un hombre no deja de existir cuando expira. Vemos un cadáver, cuando la muerte asume en la decrepitud la carne que rápidamente se corrompe, pero se sabe que ya no está en ese cuerpo la persona que conocimos. ¿Dónde está? ¿Cómo está? Jesucristo habla de personas muertas ya hace muchos años y sin embargo les conoce vivos porque para Dios, que no es Dios de muertos, todos vivimos. Jesucristo, próximo a morir le dirá a un crucificado junto a El: “…hoy estarás Conmigo en el Paraíso”. Al otro lado, amigo lector, seguiremos siendo tú y yo. No nos verán, no nos oirán y sin embargo nosotros si veremos y oiremos tal cual nos ven y oyen los que hemos conocido e invocado durante nuestro caminar por este mundo. Al morir saldré de este mundo como quien soy y sin nada de lo que tengo. Aquí dejo mis pertenencias, dejo mi cuerpo y todo lo que se corrompe. Allí me llevo el fruto de mi amor, de mi fe, de mis obras. El yo que no veo, pero que en definitiva es mi propio yo, al morir, deja este mundo sin dejar de ser yo. Mi cuerpo, mi carne, aquí se queda hasta el final de los tiempos, pero esto no es el yo con el que amo, no es mi alma con la que veré, justamente al separarse de mi cadáver, cara a cara a mi Redentor, Jesucristo, el Amado mío.

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Autobiografía de Jesucristo Y fue así que ya no se atrevían más a preguntarme nada. 6.14 El Gran Mandamiento. Los fariseos, habiendo oído que había hecho tascar el freno de los saduceos, se juntaron en grupo. Y llegándose uno de ellos, escriba, que nos había oído discutir, viendo que Yo les había contestado muy bien, me preguntó con ánimo de tentarme: “Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento y primero de todos en la Ley?” Le respondí:

“El primero es: “Escucha Israel; el Señor, nuestro Dios, es un solo Señor, y amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza”. Este es el gran mandamiento y el primero. El segundo, semejante, es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mayor que éstos, otro mandamiento no le hay. De éstos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas.”145 Y dijo el escriba: “Muy bien, Maestro, con verdad dijiste que “Uno es, y no hay otro fuera de El”, y el “amarle con todo el corazón y con toda la inteligencia y con toda la fuerza” y el “amar al prójimo como así mismo”, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.” Viendo que había respondido sensatamente, le dije:

“No andas lejos del Reino de Dios.” Y nadie ya osaba interrogarme. 6.15 Soy Hijo y Señor de David. Viendo reunidos a los fariseos, dirigiéndome a ellos, les pregunté:

“¿Qué os parece del Mesías? ¿De quién es Hijo?” Dícenme: 145

Estas palabras las pronuncia el Único Hijo, del Único Dios Padre, Jesucristo. Ni los israelitas de aquel tiempo ni los hombres que somos en este tiempo hemos visto a Dios. Sabemos que existe y con esta Fe también conocemos que este Dios demanda al hombre un amor supremo por encima de todo otro amor posible. Dios es mi único Dios, pero lo concibo en mi razón como tres Personas que son una sola naturaleza divina. Del solo Padre, del solo Hijo y del solo Espíritu Santo, de tres Personas, que no confundo, recibo en lo más reservado e íntimo de mi alma un requerimiento que me suena así: “Amado mío, soy tu Señor y tu Dios y me has de amar con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con toda tu fuerza”. Esta es la suprema y divina demanda con la que estoy comprometido porque me va en ello la vida eterna, porque me va en ello el verdadero amor que solo es posible manifestarlo cuando uno quiere al prójimo como así mismo, porque no se puede amar al Dios que no vemos si no amamos al hermano que vemos. Nadie pude amar a nadie si no lo conoce previamente. Nadie puede amar a Dios si no lo conoce, y desde luego el hombre por sí mismo no puede conocer en su plenitud al Dios que tanto le pide. Si lo que he leído hasta ahora lo asumo tal y como la lógica me lo ha hecho interpretar, tengo ante mis ojos al mismo Dios Hijo que me ha hecho conocer al mismo Dios Padre en virtud de la plenitud, con la que ha llenado mi ciencia y mi conciencia, la plenitud del Espíritu Santo Dios que procede del Padre y del Hijo, este gran Desconocido que habita en mi alma y al cual trato de amarlo por Sí mismo. Página 175


Autobiografía de Jesucristo “De David.” Les dije:

“¿Cómo, pues, el mismo David, movido del Espíritu Santo, en el libro de los Salmos le llama Señor cuando dice: “Dijo el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos como escabel de tus pies”? Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser Hijo suyo?” Y nadie podía responderme palabra, ni osó nadie desde aquel día interrogarme ya más. Y la turba, que era numerosa, me escuchaba con gusto. 6.16 Guardarse de los escribas y fariseos. Entonces hablé a las turbas y a mis discípulos, diciéndoles:

“Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos. Así, pues, todas cuantas cosas os dijeren, hacedlas y guardadlas; mas no hagáis conforme a sus obras porque dicen y no hacen. Lían cargas pesadas e insoportables y las cargan sobre las espaldas de los hombres, mas ellos ni con el dedo las quieren mover. Todas sus obras hacen para hacerse ver de los hombres, porque ensanchan sus filacterias y agrandan las franjas de sus mantos; son amigos del primer puesto en las cenas y de los primeros asientos en las sinagogas, y de ser saludados en las plazas, y de ser apellidados por los hombres “rabí”. Mas vosotros no os hagáis llamar “rabí”, porque uno es vuestro Maestro, mas todos vosotros sois hermanos, y entre vosotros a nadie llaméis padre sobre la tierra, porque uno es vuestro Padre, el celestial. Ni hagáis que os llamen preceptores, porque vuestro preceptor es uno, el Cristo. El mayor de vosotros será vuestro servidor. El que se exaltare, será humillado, y el que se humillare, será exaltado. Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque cerráis el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni entráis vosotros ni a los que entran dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque rodeáis el mar y la tierra en razón de hacer un prosélito, y cuando ya lo es, lo hacéis hijo de la gehena, doble más que vosotros. ¡Ay de vosotros guías ciegos!, los que decís: “Si uno jurare por el santuario, eso es nada; pero si uno jurare por el oro del santuario, queda obligado”. ¡Necios y ciegos! Pues ¿cuál es mayor? ¿El oro o el santuario que santificó el oro? Y “Si uno jurare por el altar, eso es nada; pero si uno jurare por la ofrenda que está sobre él, queda obligado”. ¡Ciegos! Pues ¿qué es mayor? ¿La ofrenda o el altar que santifica la ofrenda? Así, pues, quien juró por el altar,

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Autobiografía de Jesucristo jura por él y por todo lo que hay sobre él; y quien juró por el santuario, jura por él y por el que en él puso su morada; y quien juró por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado sobre él. ¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y dejasteis a un lado las cosas más graves de la Ley: el justo juicio, la misericordia y la buena fe; éstas había que practicar, y aquellas no descuidarlas! ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque limpiáis lo exterior de la copa y del plato, y dentro están rebosando de rapiña y de incontinencia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior de la copa para que también su exterior quede limpio. ¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque os semejáis a sepulcros encalados, que de fuera parecen vistosos, mas de dentro están repletos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por defuera parecéis justos a los hombres, mas de dentro estáis repletos de hipocresía e iniquidad. ¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: “Si viviéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos cómplices de ellos en la sangre de los profetas”. De modo que os dais testimonio a vosotros mismos de que sois hijos de los que mataron a los profetas. Así que vosotros colmad la medida de vuestros padres. ¡Serpientes, engendros de víboras! ¿Cómo esperáis escapar de la condenación de la gehena? Por eso, mirad, Yo envío a vosotros profetas y sabios y letrados; de ellos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros toda la sangre justa derramada sobre la tierra desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. En verdad os digo, vendrán todas estas cosas sobre esta generación.” 6.17 La ruina de Jerusalén.

“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata los profetas y apedrea a los que han sido enviados, cuantas veces quise recoger a tus hijos de la manera que la gallina recoge a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisisteis! Mirad, déjase para vosotros vuestra casa, desierta. Porque os digo: no esperéis verme a partir de ahora, hasta que digáis: “Bendito el que viene en el Nombre del Señor.” Página 177


Autobiografía de Jesucristo

6.18 Los dos cornalillos de la viuda. Me senté frente al gazofilacio y miraba atentamente cómo la gente iba echando monedas de cobre en el gazofilacio; y muchos ricos echaban mucho; y llegando una viuda pobre, echó dos ochavos, que hacen un cuarto. Y llamando a mis discípulos, les dije:

“En verdad os digo que esa viuda pobre echó más que todos los que echan en el gazofilacio; porque todos los demás echaron en las ofrendas de Dios de lo que les sobraba; ella, empero, de su indigencia echó cuanto tenía, todo el sustento de su vida.” 6.19 Conclusión de mi público ministerio. Incredulidad de los judíos. Obré grandes maravillas en presencia de ellos y sin embargo no creyeron en mí, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, cuando dijo: “Señor, ¿quién dio fe a nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo del Señor?” Página 178


Autobiografía de Jesucristo Por esto eran incapaces de creer, porque también dijo Isaías: “Cegó sus ojos y enmudeció su corazón, para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se vuelvan a mí y Yo los sane.” Esto dijo Isaías cuando vio mi gloria y habló de mí. Con todo, aun de los jefes muchos creyeron en mí, mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para no ser expulsados de las sinagogas, porque amaron la gloria de los hombres mas que la gloria de Dios. Y levantando la voz dije:

“¡Quien cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me envió. Y quien me ve, ve al que me envió! Yo vine como Luz al mundo, para que todo el que cree en mí no quede en las tinieblas. Y quien oyere mis palabras y no las guardare, Yo no le juzgo, porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me desecha y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzga. La palabra que hablé, esa le juzgará en el último día. Que Yo no hablé por mi iniciativa, sino el Padre, que me envió. El me dio la orden de qué había de decir y qué había de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Lo que Yo hablo, pues, así lo hablo, conforme me lo ha encargado el Padre.”146 6.20 La destrucción del Templo. Terminado el día, cuando salíamos del Templo, como algunos hablando de él, dijesen que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas motivas, díjome uno de mis discípulos: “Maestro, mira qué tales piedras y qué tales construcciones.” Le respondí diciendo:

“¿Ves esas grandes construcciones? En verdad os digo, días vendrán en que no quedará ahí piedra sobre piedra que no sea demolida.” Llegando al monte de los Olivos, me senté frente al Templo y en particular Pedro, Santiago, Juan y Andrés me preguntaron: “Maestro, dinos ¿cuándo será eso, y cuál la señal cuando todas esas cosas estén para cumplirse? ¿Y cuál la señal de tu advenimiento y del fin del mundo?” 146

Ver a Cristo es ver a su Padre que lo ha enviado. Cuando más adelante, leamos que Felipe, uno de sus discípulos, en la última Cena le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”, Jesucristo le afirmará que quien le ve a El ha visto al Padre y le reclamará esa Fe en virtud de la cual debería haber comprendido que el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre y en cualquier caso debería haber creído tal afirmación por la evidencia incuestionable con la que pudo contemplar las obras maravillosas que su Señor había hecho. El Verbo hecho carne, este Cristo que nos habla, habla según el mandato de su Padre. El Padre no tiene otra palabra que esta palabra que oímos en boca de Cristo, porque a su vez el mismo Cristo es la misma Palabra con la que Dios Padre se expresa eternamente. Este mandato del Padre, que hace hablar a su Hijo, un Hijo que no es ni más ni menos que su propia Palabra hecha carne en este mundo, es un mandato que lleva en sí engendrado la vida eterna a la que está destinado todo aquel que cree en esa palabra que expresa la Palabra de Dios, el Hijo eterno del Padre, el Hijo de María, una Mujer de nuestra raza. Página 179


Autobiografía de Jesucristo 6.21 Las señales precursoras. Respondiéndoles, comencé a decirles:

“Mirad que nadie os seduzca y extravíe. Porque muchos vendrán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”; “El tiempo ha llegado”, y a muchos seducirán. No vayáis tras ellos. Y cuando oyereis guerras y noticias de batallas y revoluciones, no os alarméis, porque así tienen que suceder estas cosas; mas no es todavía el fin. Se levantará raza contra raza y reino contra reino, y habrán grandes terremotos por diferentes lugares, y hambres y pestilencias, y fenómenos espantables aparecerán con grandes señales en el cielo. Preludio de los grandes dolores serán estas cosas. ¡Ojo con vosotros mismos! Mas antes de todo esto echarán las manos sobre vosotros y os perseguirán y os entregarán a los sanhedrines, sinagogas y prisiones y os azotarán, y compareceréis ante los gobernadores y reyes por causa de mí para dar testimonio ante ellos. Y cuando os condujeren para entregaros, asentad, pues, en vuestros corazones que no os preocupéis ni ensayéis de antemano qué habréis de hablar; sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad: pues Yo os daré lengua y sabiduría, a la cual no podrán resistir o contradecir todos vuestros adversarios. Que no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Seréis entregados por los padres y hermanos y parientes y amigos y matarán a algunos de entre vosotros y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi Nombre. Pero no perecerá un solo cabello de vuestra cabeza. Y entonces se escandalizarán muchos, y unos a otros se entregarán, y se aborrecerán unos a otros. Y entregará a la muerte el hermano al hermano y el padre al hijo, y se alzarán hijos contra padres y les darán la muerte. Y surgirán muchos falsos profetas y extraviarán a muchos. Y por haberse multiplicado la iniquidad, se enfriará la caridad de las multitudes. Mas el que fuere constante hasta el fin, éste se salvará. Con vuestra constancia adquiriréis la salud de vuestras almas. Y será predicado este Evangelio del Reino en todo el orbe, para que sirva de testimonio a todas las gentes. Y entonces vendrá el fin.” 6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad.

“Y cuando viereis cercada de ejércitos a Jerusalén, entonces conoced que es llegado su asolamiento. Y cuando viereis la abominación del asolamiento, anunciada por el profeta Daniel, en el lugar santo, estar donde no debía -el que lee entienda- entonces los que estén en la Judea huyan a los montes, y los que estén en Página 180


Autobiografía de Jesucristo medio de Jerusalén aléjense de ella, los que estén en la azotea, no bajen ni entren para tomar algo de sus casas, y el que esté en el campo, no torne atrás para tomar su manto. Porque días de venganza son éstos, para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que críen en aquellos días de tal tribulación cual no la ha habido semejante desde el principio de la creación, que Dios creó, hasta ahora, ni la habrá! Porque vendrá gran necesidad sobre el país y cólera contra éste pueblo; y caerán al filo de la espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones. Y si no acortara el Señor esos días, no se salvaría hombre viviente; mas en atención a los elegidos, que se eligió, acortó esos días el Señor. Y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.” 6.23 Señales de mi vuelta al mundo.

“Entonces si alguno os dijere: “Mira, aquí está el Mesías”, o “Allí está”, no lo creáis, porque se levantarán falsos Mesías y falsos profetas y obrarán y exhibirán grandes señales y portentos, hasta el punto de ser seducidos, si posible fuera, aun los elegidos. Vosotros estad alerta: mirad que de antemano os lo he dicho todo. Si os dijesen, pues: “Mirad, está en el desierto”, no salgáis; “Mirad está en las recámaras”, no lo creáis. Pues como el relámpago parte del oriente y brilla hasta el occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. Donde quiera esté el cadáver, allá se juntarán las águilas. Y luego, después de la tribulación de aquellos días, habrá señales en el sol, y la luna y las estrellas caerán del cielo. Y habrá angustias en las gentes, desatinadas por el mugido del mar y del oleaje, perdiendo los hombres el sentido por el terror y la ansiedad de lo que va a sobrevenir al mundo, porque el ejército de los cielos se tambaleará. Entonces aparecerá la Señal del Hijo del hombre en el cielo, y se herirán los pechos todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con grande poderío y majestad. Y enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y congregarán sus elegidos de los cuatro vientos desde un extremo del cielo hasta el otro extremo.” 6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén.

“Cuando éstas cosas comenzaren a suceder, erguíos y alzad vuestras cabezas, pues se llega vuestra liberación." Y les dije ésta parábola:

“Ved la higuera y todos los árboles. Cuando ya sus ramas se Página 181


Autobiografía de Jesucristo ponen tiernas y las hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así también, vosotros, cuando viereis realizarse estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas, el Reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todas estas cosas se hayan realizado. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.”147 6.25 Tiempo de mi segunda venida.

“Lo que toca a aquel día y hora nadie lo sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino el Padre solo. Porque como en los días de Noé, así será el advenimiento del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al Diluvio seguían comiendo y bebiendo, casándose ellos y casando a ellas, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el Diluvio y llevóselos a todos, así será también el advenimiento del Hijo del hombre. 148 Entonces serán dos en el campo: uno es tomado y uno abandonado; dos que molerán con la muela: una es tomada y una abandonada.” 6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón.

“Guardaos, no sea que se apesguen vuestros corazones con la glotonería y la borrachera y las preocupaciones de la vida, y os saltee repentino aquel día como lazo; porque sobrevendrá a todos los que moran por la haz de la tierra. Estad alerta, velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor. Esto sabed, que si el amo de la casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón, velaría y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por esto también estad prestos, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Velad en todo tiempo orando, para que logréis escapar de todas estas cosas que van a suceder, y manteneros en pie en presencia del Hijo del hombre.” 6.27 Los siervos que velan

“Es como un hombre que, emprendiendo un viaje, dejó su casa y 147

Esta frase está escrita por San Mateo, San Marcos y San Lucas empleando literalmente las mismas palabras. Esta frase que es como una sentencia del que las pronuncia, está diciendo en clave divina que las palabras del Jesús Hombre que oímos se quedan fijas en la eternidad porque habla con la autoridad de Dios. Todo va a ocurrir como El lo ha dicho y porque El lo ha dicho y esto no se puede dar en ningún otro ser humano, tenga el poder que tenga. Esto se da solamente en el que es el Dios de los siglos. Nada es más verdad que la palabra del que es la Palabra de Dios, Dios mismo hecho Hombre, que habla palabras divinas. 148 Amigo lector, Jesús vendrá otra vez al final del tiempo y lo veremos venir tal cual El lo dice. Seguro que viene, seguro que lo veremos venir, estemos donde estemos. Página 182


Autobiografía de Jesucristo lo puso todo en manos de sus siervos, señalando a cada cual su labor, y al portero ordenó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo va a venir el dueño de la casa, si a primeras horas de la noche, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la madrugada, no sea que, llegando de improviso, os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos digo: ¡Velad! ¿Quién es pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso el señor al frente de su servidumbre, para que le diese el mantenimiento a su tiempo? Dichoso el siervo aquel a quien su señor, a su vuelta, hallare obrando así, en verdad os digo que lo pondrá al frente de toda su hacienda. Mas si dijere aquel mal siervo en su corazón: “Se tarda mi señor”, y comenzare a golpear a sus consiervos, y comiere y bebiere con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en el día que no aguarda y a la hora que no conoce, y le partirá por la mitad y le deparará la misma suerte que los hipócritas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.” 6.28 Las diez vírgenes.

“Entonces se asemejará el Reino de los cielos a diez vírgenes, las cuales, tomadas sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes. Porque las necias, tomadas sus lámparas, no tomaron aceite consigo; mas las prudentes tomaron aceite en las alcuzas junto con sus lámparas. Y como se tardase el esposo, se adormecieron todas y se durmieron. A la media noche levantóse un clamor: “¡He aquí el esposo, salid al encuentro!”, Entonces despertáronse todas ellas y aderezaron sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, pues nuestras lámparas se apagan”. Respondieron las prudentes, diciendo: “No sea caso que no baste para nosotras y para vosotras; id más bien a los que vendan y comprad para vosotras”. Mas mientras ellas iban a comprar, llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas, y cerrose la puerta. Más tarde vienen también las demás vírgenes, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos”. Mas él, respondiendo, dijo: “En verdad os digo, no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora.” 6.29 Los talentos.

“Porque es así como un hombre que, estando para emprender un viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes, y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su propia capacidad, y emprendió su viaje. Enseguida se fue el que había recibido los cinco talentos, negoció con ellos y ganó otros cinco. Página 183


Autobiografía de Jesucristo Asimismo, también el que había recibido los dos ganó otros dos. Mas el que recibió uno se fue, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo llega el señor de aquellos siervos y ajusta cuenta con ellos. Y llegándose el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; mira otros cinco talentos gané”. Díjole su señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel, sobre muchas te pondré: entra en el gozo de tu señor”. Y llegándose también el que había recibido los dos talentos, dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; mira, otros dos talentos gané”. Díjole su señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel, sobre muchas te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Y llegándose también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, conocí que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y allegas de donde no esparciste; y, receloso, me fui y escondí tu talento en la tierra; ahí tienes lo tuyo”. Y respondiendo su señor, le dijo: “Siervo malo y haragán, ¿sabías que cosecho donde no siembro y allego donde no esparcí? Razón, pues, era que tú consignaras mis dineros a los banqueros, y yo en llegando hubiera recobrado lo mío con intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene se le dará y andará sobrado, mas el que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo desaprovechado arrojadle a las tinieblas de allá fuera: allí será el llanto y el rechinamiento de los dientes.” 6.30 El Juicio Final.

“Y cuando viniere en mi gloria y todos mis ángeles Conmigo, me sentaré en mi trono y serán congregadas en mi presencia todas las gentes, y las separaré unas de otras, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y colocaré las ovejas a mi derecha y los cabritos a mi izquierda. Entonces diré a los de mi derecha: Venid, vosotros los benditos de mi Padre, entrad en posesión del Reino que os está preparado desde la creación del mundo; porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregrino era, y me hospedasteis; desnudo, y me vestisteis, enfermé, y me visitasteis; en prisión estaba, y vinisteis a mí. Entonces me responderán los justos, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos peregrino y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o en prisión y fuimos a Ti?” Y Yo les diré: En verdad os digo, cuanto hicisteis con uno de éstos mis hermanos más pequeñuelos, Conmigo lo hicisteis. Página 184


Autobiografía de Jesucristo Entonces diré también a los de mi izquierda: Apartaos de mí, vosotros los malditos, al fuego eterno, que preparó mi Padre para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; peregrino era, y no me hospedasteis; desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en prisión y no me visitasteis. Entonces responderán también ellos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o peregrino o desnudo, o enfermo o en prisión, y no te asistimos?” Entonces les responderé diciendo: En verdad os digo: cuanto dejasteis de hacer con uno de éstos más pequeñuelos, también Conmigo lo dejasteis de hacer. E irán éstos al tormento eterno; mas los justos, a la vida eterna.” 149 Dormíamos en el monte de los Olivos y de madrugada la gente del pueblo venía al Templo para escucharme. Día cuarto de la semana, 13 de Nisán 6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas. Se celebraba de allí a dos días la fiesta de los ázimos, llamada Pascua. Y dando por terminado todos éstos razonamientos les dije a mis discípulos:

“Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado.” Entonces se congregaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas y los ancianos del pueblo en el atrio del príncipe de los sacerdotes que se llamaba Caifás, y acordaron apoderarse de mí con astucia y matarme. Mas decían: “No en la Fiesta”; porque temían se produjese un tumulto en el pueblo. Y en éste mismo día entró Satanás en Judas, apellidado Iscariote, uno de mis Doce Apóstoles; y se fue a hablar con los príncipes de los sacerdotes y con los jefes de la policía, sobre cómo me entregaría; y les dijo: “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?” Oído esto, se alegraron, y se concertaron en que le darían treinta siclos. Y se 149

El Juicio Final es un acto en el que creo sin lugar a dudas. Amigo lector, se consumará en el tiempo o más allá del tiempo tal y como lo conocemos, pero es absolutamente cierto que se cuenta con nuestra participación. No seremos espectadores, formamos parte de este drama que se va a ejecutar al final del tiempo del hombre. Y ¿de qué se nos va a juzgar?, pues está claro, se nos juzgará de amor, de todos nuestros pensamientos, palabras y obras con los que ejercimos el amor al prójimo. Nos examinamos de amor, amigo mío, y precisamente saldrán a nuestro encuentro todos aquellos con los que lo ejercimos dándonos cuenta y sin darnos cuenta. También saldrán a nuestro encuentro aquellos a los que los hombres no perdonaron y esto puede ser más que patético para el que no perdonó y el no perdonado. El sacrificio ordinario del ordinario vivir cumpliendo con el ordinario deber según el estado de cada uno, es una fortuna acumulada día a día de toda una existencia. Al marido se le juzgará como marido, a la esposa como esposa, al padre como padre, a la madre como madre, al hijo como hijo…….Seremos juzgados por nuestro trabajo, por nuestro descanso, por nuestros actos buenos y por nuestros actos malos. En último término un incontable número de almas nos beneficiaremos, como así Dios quiere, de la eterna Misericordia de un Padre que nos ha esperado a la hora oportuna, a nuestra mejor hora para llevarnos con El.

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Autobiografía de Jesucristo comprometió. Y desde entonces buscaba ocasión propicia de entregarme sin tumulto.

CAPITULO VII ÚLTIMA CENA Día quinto de la semana, 14 de Nisán 7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma. Y el día primero de los ázimos, cuando sacrificaban la Pascua, se llegaron mis discípulos, diciendo: “¿Dónde quieres te preparemos lo necesario para cenar la Pascua?” Y envié a dos de mis discípulos, Pedro y Juan, diciéndoles:

“Id a la ciudad y cuando entréis en ella os saldrá al encuentro un hombre, llevando un cántaro de agua; id tras él hasta la casa en que entre, y decid al amo de la casa: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca: ¿Dónde está la estancia donde coma la Pascua con mis discípulos?” Y él os mostrará una sala superior, grande, provista de mesas y divanes; allí preparad lo necesario.” Y salieron Pedro y Juan y lo hallaron todo como Yo les había dicho; e hicieron lo que les ordené y prepararon la Pascua. Llegado el atardecer, vine con los Doce, y cuando fue la hora, me puse a la mesa junto con ellos. Y les dije:

“Con gran deseo deseé comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que no la comeré ya más hasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios.” Tomé un cáliz y habiendo dado gracias, dije:

“Tomadle y distribuidle entre vosotros. Porque os digo que a partir de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.” 7.02 Contienda entre mis Apóstoles. Y se suscitó entre mis discípulos una rivalidad sobre quién de ellos era considerado como el mayor. Mas Yo les dije:

“Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen el mando sobre ellas son apellidados bienhechores. Mas vosotros no así; antes bien, el mayor entre vosotros hágase como el menor; y el que manda como el que sirve. Pues ¿quién es mayor: el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es verdad que el que está sentado a la mesa? Mas Yo en medio de vosotros estoy como el que sirve; y vosotros sois los que habéis perseverado Conmigo en mis pruebas; y Yo dispongo a favor vuestro, como dispuso a mi favor mi Padre, un Reino, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Página 186


Autobiografía de Jesucristo Israel.”150 7.03 Lavo los pies a mis discípulos. …Mañana ya sería la fiesta grande de los judíos, la Pascua. Y sabiendo que ya era llegada mi hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiese amado a 151 los míos que estaban en el mundo, los amé hasta el extremo. Y durante la Cena como ya el diablo hubiese puesto en el corazón a Judas, hijo de Simón Iscariote, que me entregase, sabiendo que todas las cosas las entregó el Padre en mis manos y que de Dios salí y a Dios volvía, me levanté de la mesa y dejando los vestidos, tomé un lienzo y me lo ceñí. Luego eché agua en un barreño y comencé 152 a lavar los pies a mis discípulos y enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido. Llego, pues, a Simón Pedro y díjome éste: “Señor, ¿Tú a mí me lavas los pies?”

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Quien perseverare durante toda una vida, con sus gozos y penas, al servicio del Rey de reyes tiene asegurado la posesión de un trono para ser coronado como rey. Este es el último destino del cristiano, ser rey con el Rey del Universo. 151 San Juan no encontrará otra palabra que defina mejor el amor de Cristo por los suyos. Decir que “los amó hasta el extremo”, es decir que “los amó con locura”. 152 ¿Quién me dará mayor ejemplo de humildad?, de esta virtud que tanto necesito. ¿Qué me pedirás, Jesús de mi alma, que me resista a darte? Página 187


Autobiografía de Jesucristo

Le respondí:

“Lo que Yo hago tú no lo sabes ahora, mas lo entenderás después.” Díjome Pedro: “No lavarás mis pies nunca jamás.” Respondí:

“Si no te lavo no tienes parte Conmigo.” Contestó: “Señor, no mis pies solamente, sino también las manos y la cabeza." Mas Yo le dije: Página 188


Autobiografía de Jesucristo “El que se ha bañado no necesita lavarse sino los pies; antes bien está limpio todo. Y vosotros limpios estáis, aunque no todos.” Esto dije porque conocía al que me entregaba; por esto dije: “No todos estáis limpios”. Habiendo, pues, terminado de lavarle los pies, tomé mis vestiduras y, puesto de nuevo a la mesa, les dije

“¿Entendéis qué es lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “El Maestro” y “El Señor”, decís bien, pues lo soy. Si, pues, os lavé los pies, Yo, el Señor y el Maestro, también vosotros debéis unos a otros lavaros los pies. Porque ejemplo os di, para que como Yo hice con vosotros, así vosotros lo hagáis. En verdad, en verdad os digo: no es el siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que el que lo envió. Si esto sabéis, bienaventurados sois si lo hiciereis.” 153 7.04 Judas es descubierto.

No de todos vosotros lo digo: Yo sé a quienes me escogí; mas se había de cumplir la Escritura: “El que come mi pan, levantó contra mí su calcañar”. Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para que cuando sucediere, creáis que Yo soy. En verdad, en verdad os digo: quien recibe a quien Yo envío, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe al que me envió.” En diciendo esto sentí conturbarme en mi Espíritu

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y declaré:

“En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros, el que come Conmigo, me entregará: la mano del que me entrega está Conmigo sobre la mesa.” Mis discípulos se entristecieron sobremanera y comenzaron a decir uno por uno: “¿Por ventura soy yo, Señor?” Les respondí:

“Uno de los Doce, el que metió Conmigo la mano en el plato, éste me entregará. El Hijo del hombre se va, según lo que está decretado y escrito de El: mas ¡ay de aquel hombre por cuyas manos el Hijo del hombre es entregado! Mejor le fuera a aquel hombre si no hubiera nacido.”155 153

Bienaventurado, que es lo mismo que decir elegido de Dios, si entendemos que cualquier hombre es hijo del mismo Dios a quien yo llamo “Padre mío”. Bienaventurado quien quiere para los demás lo que quiere para sí. 154 Cristo se conturba, se emociona y se esfuerza para no llorar porque uno de sus más queridos amigos le va a entregar. Ambos los saben. En el Corazón de Uno habita la pena, en el del otro la malicia suprema.

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Amigo lector, sobre esta afirmación de Cristo hago la reflexión de lo que supone no tener la oportunidad de nacer. Dios concede la vida como un don supremo, un don sagrado a no

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Autobiografía de Jesucristo Se miraban unos a otros perplejos por no saber de quien lo decía, y comenzaron a discutir unos con otros sobre quién era de ellos el que me entregara. Recostado estaba en mi seno Juan, el discípulo a quien Yo tanto amaba, y hácele señas Simón Pedro para que me preguntase de quién se trataba. Juan dejándose caer confiadamente sobre mi pecho, me dijo: “Señor, ¿quién es?” Le dije:

“Aquel a quien daré el bocado que voy a mojar.” Mojando, pues, el bocado lo di a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y tras el bocado, en el mismo instante entró en él Satanás. Respondiendo Judas, dijo: “¿Soy yo tal vez, Rabí?” Le contesté:

“Tú lo has dicho. Lo que vas a hacer, date prisa en hacerlo.” Los que estaban en la mesa no entendieron por qué se lo dije; pues pensaban algunos que como Judas guardaba la bolsa, le decía Yo: “Compra las cosas que tenemos necesidad para la fiesta”, o que diera algo a los pobres. En habiendo, pues, tomado el bocado, se salió él inmediatamente. Era ya de noche. 7.05 La Eucaristía. Esta era la noche en que iba a ser entregado. Comiendo con mis discípulos, tomé un pan y habiendo pronunciado la bendición y dando gracias, lo partí y se lo di a mis discípulos, diciendo:

“Tomad, comed: éste es mi cuerpo, que por vosotros es entregado; haced esto en memoria de mí.” Y asimismo habiendo tomado el cáliz, después de haber cenado, habiendo dado gracias, se lo di diciendo:

“Bebed de él todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que por vosotros y por muchos es derramada, para remisión de los pecados. Haced esto, cuantas veces bebiereis, en memoria de mí.”156 disfrutar si por vivirla se llega al mayor pecado posible en un hombre, el pecado de Judas. Fuera de esto, la vida se la merece hasta el más perverso de los hombres, porque por grande que sea la miseria humana mayor es la Misericordia divina. ¿Qué demandará Dios a la mujer que, voluntariamente, suspende la vida del ser humano que lleva en sus entrañas? ¿Qué demandará Dios al facultativo que interviene en este nefando crimen? ¿Qué demandará Dios al estadista que promueve leyes para privar a un incipiente hijo de Dios de la plenitud de su ser? ¿Qué demandará Dios a una sociedad empapada de la sangre de mártires no nacidos? Oirán, con eterna desesperación, los gritos que estos seres humanos profieren al ser succionados del vientre de la madre que no les quiere, oirán, permanentemente, los lamentos del dolor de su muerte y abandono en un contenedor de basura. Para mí no hay otro pecado mayor, porque se tortura hasta la muerte a un ser indefenso, empleando la premeditación y alevosía de que es capaz una inteligencia humana manifiestamente perversa. No es merecedor de la vida eterna quien, interrumpiendo con conocimiento de causa, el desarrollo integral de un ser humano, le impide consumar la felicidad a la que estaba destinado. 156

Veo y gusto el pan y el vino, y a su vez oigo las palabras de quien dice que eso que veo y gusto, el pan y el vino, es su Cuerpo y su Sangre. Miro al rostro de quien ha pronunciado estas Página 190


Autobiografía de Jesucristo Y bebieron de él todos.

7.06 El Nuevo Mandamiento. Cuando ya Judas había salido, emocionado, les dije a mis discípulos:

“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en El. Si Dios ha sido glorificado en El, Dios, a su vez, le palabras y me encuentro con el rostro de mi Dios. Jesús manifiesta con solemnidad divina que debo comerlo y beberlo en la forma y verdad que puedo hacerlo, cuando El, que es Dios, hace posible que este pan y este vino sean verdadera, real y sustancialmente, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Toda la Fe que necesito para creer me ha sido dada con abundancia, colmadamente. En mi mano está tener la voluntad y disposición para ejercerla con el supremo amor con el que Cristo me lo demanda.. Página 191


Autobiografía de Jesucristo glorificará en Sí, y presto le glorificará. Hijuelos, ya poco tiempo estoy con vosotros. Me buscaréis, y como dije a los judíos que “a donde Yo voy, vosotros no podéis venir”, también a vosotros os lo digo ahora. Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros; como Yo os he amado, que también vosotros os améis mutuamente.157 En eso conocerán todos que sois discípulos míos, si os tuviereis amor unos a otros.” 7.07 Predicción de las negaciones de Pedro. Díjome Simón Pedro: “Señor, ¿adónde vas?” Le respondí:

“A donde Yo voy no puedes ahora seguirme, pero me seguirás más tarde.” Dijo Pedro: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Mi vida daré por Ti.” Respondí:

“¿Tu vida por mí darás? En verdad, en verdad te digo, todos vosotros os escandalizaréis en mí esta noche; porque escrito está: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”. Mas después que hubiere resucitado, iré antes que vosotros a Galilea.” Volvió a tomar la palabra Pedro, diciendo: “Aun cuando todos se escandalicen en Ti, yo nunca jamás me escandalizaré.” Le dije:

“En verdad te digo, Pedro, que tú, hoy, en esta noche, antes de cantar el gallo dos veces, tres veces me negarás. 158 Simón, Simón, mira, Satanás os reclamó para zarandearos como el trigo; pero Yo rogué por ti, que no desfallezca tu fe, y tú un día, vuelto sobre ti, conforta a tus hermanos.” Mas él, con sobrada porfía, decía: “Señor, Contigo pronto estoy a ir aun a la cárcel y a la muerte. Aunque me viere en trance de morir Contigo, no seré yo quien te niegue.” 157

El amor es el bello distintivo con el que se reconoce a un cristiano. Amar como El ha amado debería ser el noble anhelo de un corazón que se sabe esclavo de Cristo, nuestro modelo. En el ejercicio de la vida tendremos ocasión de experimentar lo poco que se cumple este mandato divino. ¿Quién puede amar como ama Cristo? Y sin embargo se nos requiere para que así sea en este pasar por el mundo haciendo todo el bien posible. Al menos hemos de querer querer cumplir este mandamiento del Amor a pesar de nuestras miserias. 158 Su más apasionado amigo, el que es reconocido como cabeza de la incipiente Iglesia, le va a negar. El que está dispuesto a dar la vida por su Maestro afirmará con “contundente debilidad” que no le conoce. Nadie puede juzgar al bendito Pedro porque nadie está libre de cobardías aún mayores. Sorprende con qué exactitud conoce Cristo los hechos que van a ocurrir antes de que ocurran. ¿Quién es Jesús? Página 192


Autobiografía de Jesucristo Y otro tanto decían también todos mis discípulos. Mas Yo les dije:

“Cuando os envié sin bolsa, alforja y sandalias, ¿acaso os faltó algo?” Ellos dijeron: “Nada.” Y les dije:

“Mas ahora quien tenga bolsa tómela; asimismo también alforja; y quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una. Porque os digo que tiene que cumplirse en mí esto que está escrito: “Y fue contado entre los delincuentes”. Pues lo que a mí se refiere, toca a su fin." Ellos dijeron: “Señor, mira, hay aquí dos espadas.” Les dije:

“¡Basta ya!” 7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

“No se conturbe vuestro corazón. ¿Creéis en Dios? También en mí creed. En la casa de mi Padre hay muchas moradas: de no ser así, os lo hubiere dicho; pues voy a prepararos lugar. Y si me fuere y os preparare lugar, otra vez vuelvo y os tomaré Conmigo, para que donde Yo estoy estéis también vosotros. Y adónde Yo voy, ya sabéis el camino.” Díceme Tomás: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Le contesté:

“Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me habéis conocido, también a mi Padre conoceréis; y ya desde ahora le conocéis y le habéis visto.”159 Díceme Felipe: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.” 159

Conocer a Cristo es conocer al Padre, ver a Cristo es ver al Padre. Llegar hasta el Padre solo es posible a través de Cristo. Cristo es el único Camino, la única Verdad, la única Vida. Todas las palabras de Cristo son palabras de Dios, están avaladas por sus obras. Ya, a la altura en la que estamos de la lectura de esta Autobiografía, no se pude poner a prueba la razón, porque la evidencia de que estamos ante un Ser singular no es cuestionable. Ahora, el siguiente paso, es reflexionar sobre un misterio que transciende a la mente humana. Estamos contemplando y oyendo palabras pronunciadas por boca humana que dicen verdades divinas, palabras en la boca de Cristo que expresan con meridiana claridad una verdad palmaria, su Padre es Dios y Él, que contemplamos Hombre, manifiesta que Ambos son dos Personas distintas pero tienen una sola Naturaleza. Con el Espíritu son un solo Dios. Cristo se me muestra como Hombre, mis sentidos lo reconocen con naturaleza humana, pero mi Fe, sin dejar de contemplar a un Hombre como yo, contempla a su vez un Ser divino, mi único Dios, el Autor de la vida que me concede vivir, mi último destino, la razón que justifica mi existencia en su existir. Página 193


Autobiografía de Jesucristo Le dije:

“Tanto tiempo estoy con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe? Quien me ha visto, ha visto al Padre: ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí? Las palabras que Yo os hablo, de mí mismo no las hablo, mas el Padre que en mí mora, El hace sus obras. Creedme, que Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, por las obras mismas creedlo.” 7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos.

“En verdad, en verdad os digo: Quien cree en mí, las obras que Yo hago, también él las hará, y mayores que éstas hará, porque Yo voy al Padre. Y cualquier cosa que pidiereis en mi Nombre, eso haré, para que sea glorificado el Padre en el Hijo. Si algo pidiereis en mi Nombre, Yo lo haré. Si me amareis, guardaréis mis mandamientos; y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Valedor que esté con vosotros perpetuamente: el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni conoce; vosotros le conocéis, pues a vuestro lado permanece y en vosotros está. No os dejaré huérfanos; vuelvo a vosotros. Todavía un poco, y el mundo ya más no me ve; pero vosotros me veréis, porque Yo vivo y vosotros viviréis. En aquel día conoceréis vosotros que Yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y Yo en vosotros. Quien tiene mis mandamientos y los guarda, éste es el que me ama; y quien me ama, será amado de mi Padre, y Yo también le amaré y me manifestaré a él.”160 Díjome Judas, no el Iscariote: “Señor, ¿y qué ha pasado, que vas a manifestarte a nosotros y no al mundo?” Le respondí:

“Si alguno me amare, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y a él vendremos y en él haremos mansión. 161 Quien no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que oís no es mía, sino 160

Amigo lector, el mundo no puede entender estas palabras, sin embargo en ellas está la suprema felicidad a la que aspira el hombre de todos los tiempos. Creer en Cristo es estar en disposición de hacer las mismas obras que El hace, es asegurar que, en su Nombre, todo lo bueno que pidamos al Padre nos será dado. Creer en Jesucristo es ser destinatario del Espíritu que vive en cada cristiano para hacerle feliz con la íntima revelación de una verdad singular y bienaventurada, la hermosa verdad de que Cristo está en el Padre, que nosotros estamos en Cristo y Cristo en nosotros. En el amor contemplaremos a Jesús ya en esta vida. 161 Guardar la palabra de Cristo y vivir en consecuencia de este amor que decimos profesar, supone ser habitáculo de la divinidad. El Dios que no cabe en el universo se digna habitar, con toda su plenitud, en el alma y en el cuerpo de una criatura que ama a su Creador, a su Redentor. Página 194


Autobiografía de Jesucristo del Padre, que me ha enviado.” 7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador.

“Estas cosas os he hablado estando con vosotros; mas el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi Nombre, El os enseñará todas las cosas que os dije Yo. La Paz os dejo, la Paz mía os doy.162 No se conturbe vuestro corazón, ni se acobarde. Oísteis que Yo os dije: “Me voy y volveré a vosotros”. Si me amaseis, os holgaríais de que voy al Padre, pues el Padre es mayor que Yo. Y ahora os lo he dicho antes de que suceda, para que, cuando sucediere, creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo; mas en mí no tiene nada; pero menester es conozca el mundo que amo al Padre, y que, como me lo mandó el Padre, así lo hago. Levantaos, vamos de aquí.” Y cantando los himnos, salimos al monte de los Olivos. 7.11 La Vid y los sarmientos. En el camino dije a mis discípulos:

“Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no lleva fruto, lo arranca; y todo el que lleva fruto, lo poda, para que lleve fruto más copioso. Ya vosotros estáis limpios, en virtud de la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y Yo vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto en sí mismo si no permaneciere en la cepa, así tampoco vosotros, si no permaneciereis en mí. Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y Yo en él, éste lleva fruto abundante, porque fuera de mí nada podéis hacer. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera como el sarmiento y se seca; y los recogen y arrojan al fuego, y arden. Si permaneciereis en mí, y mis palabras permanecieren en vosotros, cuanto quisiereis pedidlo, y lo obtendréis. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis fruto abundante; con eso seréis discípulos míos. Como me amó el Padre, también Yo os amé; permaneced en mi amor. Si mis mandamientos guardareis, permaneceréis en mi amor; como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido.”163 162

El Espíritu del Padre y del Hijo, que habita en nuestra alma, si así lo queremos, nos enseñará la ciencia de Cristo, este conocer al Autor de la Vida que es también el Autor de la Paz, de la verdadera Paz. 163 ¿Quién no entiende éstas palabras? Conocer a Cristo, amarle, es vivir de El, en El, con Él y para Él. ¿Quién puede meditar estas palabras y no rendirle el corazón a Jesucristo? ¿Por qué la Página 195


Autobiografía de Jesucristo 7.12 El Mandamiento del amor fraterno.

“Este es el mandamiento mío: Que os améis unos a otros, así como os amé. Mayor amor que éste nadie le tiene: que dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis lo que Yo os mando. Ya no os llamo siervos, pues el siervo no sabe lo que hace su señor; mas a vosotros os he llamado amigos, pues todas las cosas que de mi Padre oí os las di a conocer. No me escogisteis vosotros a mí, antes Yo os escogí a vosotros,164 y os destiné para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca, para que cuanto pidáis al Padre en Nombre mío, os lo de. Esto os mando: Que os améis los unos a los otros.”165 7.13 Odio del mundo contra mí y mis discípulos.

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido primero que a vosotros. Si del mundo fuerais, el mundo amaría lo que es suyo; mas pues no sois del mundo, sino que Yo os entresaqué del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que os dije: “No es el siervo mayor que su señor”. Si a mí me persiguieron, también a vosotros os perseguirán; si mi palabra guardaron, también la vuestra guardarán. Mas todas esas cosas harán con vosotros a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. Si Yo no viniera y les hablara, no tuvieran pecado; mas ahora no tienen excusa de su pecado. Quien a mí me aborrece, también aborrece a mi Padre. Si no hubiera Yo hecho entre ellos obras cuales ningún otro hizo, no tuvieran pecado; mas ahora las han visto, y han aborrecido así a mí como a mi Padre. Mas había de cumplirse la palabra escrita en su Ley: “Me aborrecieron sin motivo”. Mas cuando viniere el Paráclito, que Yo os enviaré de cabe el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, El dará testimonio de mí. Y vosotros también sois testigos, ya que desde el principio estáis Conmigo. Estas cosas os he hablado por que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas; más aún, llega hora en que todo aquel que os matare piense rendir culto a Dios. Y esto harán, porque no conocieron al Padre ni a mí. Pero estas cosas os Luz, la Verdad y la Vida que son estas mismas palabras no son aceptadas por el mundo? ¡Qué misterio de ingratitud se da en el hombre! 164 Dios lleva la iniciativa. Dios se escoge al hombre al que le va a demandar amor sobre todo amor posible. El hombre no escoge a Dios, pero el hombre sí puede despreciar este privilegio inaudito. Dios mendiga el amor del hombre, y el hombre se lo puede negar. ¿Hay mayor misterio que éste? 165 Dios es Amor y este es su mandamiento supremo: amar, amar con toda el alma al Creador y a lo creado, amar a los hijos de mi Padre como a mí mismo me amo. Página 196


Autobiografía de Jesucristo he hablado para que, cuando llegare su hora, os acordéis de ellas que Yo os las dije. Y no os las dije desde un principio, dado que estaba con vosotros.” 7.14 Acción del Espíritu Santo.

“Mas ahora voy al que me envió, y ya ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? Antes, por haberos Yo dicho estas cosas, la tristeza ha llenado vuestros corazones. Pero Yo os digo la verdad: os cumple que Yo me vaya: porque si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré. Y El, cuando viniere, convencerá al mundo cuanto al pecado, cuanto a la justicia y cuanto al juicio. Cuanto al pecado, por razón de que no creen en mí; cuanto a la justicia, porque me voy al Padre y ya no me veis; y cuanto a juicio, porque el príncipe de éste mundo ha sido juzgado. Todavía muchas cosas tengo que deciros, mas no las podéis sobrellevar ahora; mas cuando viniere El, el Espíritu de la Verdad, os guiará en el camino de la verdad integral. Pues no hablará de Sí mismo, sino lo que oyere, eso hablará, y os dará a conocer lo porvenir. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre, mío es; por eso dije que recibe 166 de lo mío y os lo dará a conocer.” 7.15 “Otra vez me veréis.”

“Un poquito y ya no me veis; y otro poquito, y me veréis.” Dijeron, pues, entre sí algunos de mis discípulos: “¿Qué será eso que nos dice: “Un poquito, y no me veis; y otro poquito, y me veréis, y “Me voy al Padre”? No entendemos lo que dice.” Conocí que tenían ganas de preguntarme y les dije:

“Andáis averiguando unos con otros sobre esto que os dije: “Un poquito, y no me veis; y otro poquito y me veréis”. En verdad, en verdad os digo que vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se regocijará; vosotros os acongojaréis, pero vuestra congoja se tornará en gozo. La mujer cuando está de parto, tiene congoja, pues llegó su hora; mas cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto, por el gozo de que nació un hombre al mundo. Pues así 166

Cristo se va y además dice que conviene que El se marche para que pueda venir Otro al que llama Paráclito, Espíritu de la Verdad. ¿A dónde va Cristo y de dónde viene esta Persona? Cristo va al Padre y este “Desconocido” viene del Padre y guiará a los que tengan Fe, susurrando al oído del alma las palabras de Cristo, estas mismas palabras que hemos leído en esta Autobiografía. Cristo no se va a un lugar, tampoco esta Persona, que será enviada por El, viene de un lugar, esta ubicación de Personas no ha de entenderse en clave de espacio y tiempo porque en Dios no hay dimensiones. Página 197


Autobiografía de Jesucristo también vosotros, ahora cierto tenéis congoja; mas otra vez os veré, y se gozará vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lo quita. Y en aquel día no me preguntaréis cosa alguna. En verdad en verdad os digo: si alguna cosa pidiereis al Padre, os lo concederá en Nombre mío. Hasta ahora no habéis pedido cosa alguna en Nombre mío. Pedid y recibiréis, porque vuestro gozo sea cumplido.”167 7.16 Conclusión.

“Estas cosas os he hablado en parábolas; llega la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que declaradamente os daré nuevas acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi Nombre, y no os digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, puesto que el Padre, El mismo, os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que Yo de Dios salí. Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.”168 Dijéronme mis discípulos: “Ahora sí que hablas abiertamente y no dices ninguna parábola. Ahora conocemos que lo sabes todo y no tienes necesidad de que nadie te pregunte: en esto creemos que saliste de Dios.” Les dije:

“¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora -y ya ha llegado- en que os dispersaréis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Mas no estoy solo, pues el Padre está Conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis Paz. En el mundo tendréis apretura; mas tened buen ánimo, Yo he vencido al mundo.”

ORACION SACERDOTAL 7.17 Ruego por mí. Estas cosas hablé, y alzando los ojos al cielo, dije:

“Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo 167

Lo que se pidiere en nombre de Jesucristo no será negado por el Padre. Para pedir en el nombre del Hijo de Dios hay que disponer el alma y suplicar, precisamente al Espíritu que la vive y la inspira, saber qué pedir, cómo pedirlo y cuando pedirlo, porque de seguro que siendo así, lo pedido será realidad en la medida de la Fe con que se pida. Amigo lector, creamos esta sagrada verdad con la que Cristo nos provoca la Fe porque su palabra ni se engaña ni nos engaña, es tan verdad como la Verdad que El mismo dice ser. 168 Cristo, como venimos diciendo, no viene de un lugar, viene del Padre y el Padre es una Persona. Viene a este mundo y como Hombre le hemos visto, le hemos tocado, le hemos oído. Dejará el mundo, que sí es un lugar, y volverá a su Padre. En el Padre estaba como Dios antes de hacerse Hombre y cuando se hizo Hombre no dejó de ser Dios. Ahora está en el Padre, que no es un lugar, como Dios y como Hombre. Amigo lector, tú y yo ¿iremos al Padre como Cristo se ha ido? Página 198


Autobiografía de Jesucristo te glorifique a Ti; según que le diste el señorío sobre toda carne, para que a todos los que les has dado, a éstos de vida eterna. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el solo Dios verdadero, y a quien enviaste, Jesucristo. Yo te glorifiqué sobre la tierra, consumando la obra que Tú me has encomendado hacer; y ahora glorifícame Tú, Padre, cabe Ti mismo con la gloria que cabe Ti Yo tenía antes que el mundo fuese.”

7.18 Ruego por mis discípulos.

“Manifesté tu Nombre a los hombres que me diste del mundo, Tuyos eran, y Tú me los diste; y tu palabra han guardado. Ahora han conocido que todo cuanto me has dado, de Ti viene: pues las palabras que me confiaste, Yo las he comunicado a ellos, y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que de Ti salí, y creyeron que Tú me enviaste. Por ellos Yo ruego: no por el mundo ruego, sino por aquellos que me has encomendado,169 pues tuyos son, y mis cosas todas tuyas son, y las tuyas mías; y he sido glorificado en ellos. Y desde ahora no estoy en el mundo, y éstos quedan en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre Santo, guárdalos en tu Nombre éstos que Tú me has dado, para que sean uno como Nosotros. Cuando estaba con ellos, Yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has dado los custodié; y ninguno de ellos pereció, sino el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpla. Mas ahora voy a Ti y digo estas cosas estando en el mundo para que tengan mi gozo cumplido dentro de sí. Yo les he comunicado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como ni Yo soy del mundo. No pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Malo. No son del mundo, como ni Yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: Tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envié al mundo. Y por ellos me consagro a mí mismo, para que ellos también sean consagrados en la verdad.” 7.19 Ruego por mi Iglesia futura.

“No ruego por éstos solamente sino también por los que crean 169

Cristo ruega por los hombres que su Padre le ha dado. No ruega por todos los hombres que vengan a ser en este mundo, por lo menos de manera expresa. Para estos hombres escogidos, el Hijo de Dios demanda a su Padre la protección, para que todos estos elegidos sean uno así como El y su Padre son Uno. Todas y cada una de las palabras de Cristo son las palabras que el Padre le mandó comunicar a los hombres y entiendo, amigo lector, que no es ningún atrevimiento confirmarte que estas palabras son las mismas que vienes leyendo en esta Autobiografía. Página 199


Autobiografía de Jesucristo en mí por medio de su palabra; que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y Yo en Ti, que también ellos en Nosotros sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste. Y Yo les he comunicado la gloria que Tú me has dado, para que sean uno como Nosotros somos Uno. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad: para que conozca el mundo que Tú me enviaste y les amaste a ellos como me amaste a mí. Padre, los que me has dado, quiero que, donde estoy Yo, también ellos estén Conmigo, para que contemplen mi gloria que me has dado, porque me amaste antes de la creación del mundo. Padre Justo; y el mundo no te conoció. Mas Yo te conocí; y éstos también conocieron que Tú me enviaste. Y Yo les manifesté tu Nombre, y se lo manifestaré. Para que el amor con que me amaste sea en ellos, ¡y Yo en ellos!”170

CONSUMACION DE LA VOLUNTAD DE MI PADRE CAPITULO VIII 8.01 En el huerto de Getsemaní. Y llegamos a la otra parte del torrente Cedrón, en el monte de los Olivos, a una granja llamada Getsemaní, donde había un huerto en el cual entramos mis discípulos y Yo. También Judas, el que me entregaba, sabía aquel lugar, puesto que muchas veces nos reuníamos allí. Y les dije a mis discípulos.

“Sentaos aquí mientras voy allá para orar. Orad, para que no entréis en tentación.” Vinieron Conmigo Pedro y los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Me invadió la tristeza y comencé a sentir espanto y abatimiento. Entonces les dije:

“Triste sobremanera está mi alma hasta la muerte: quedad aquí y velad Conmigo.” Arrancándome de ellos, me aparté a la distancia como de un tiro de piedra, y puestas las rodillas, caí con mi rostro sobre tierra, y oraba diciendo:

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Esto está escrito para nosotros, para los hombres y mujeres de mi tiempo, para todas las generaciones posibles. Página 200


Autobiografía de Jesucristo

“Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; Padre mío, si es posible, si quieres, pase de mí este cáliz; mas no se haga como Yo quiero, sino como quieres Tú, no se haga mi voluntad sino la Tuya.”171 171

En virtud de su divinidad, el conocimiento pretérito de los infames hechos que se le vienen encima a Cristo, pone a prueba la naturaleza humana de un Hombre que tiene sentimientos como tú y como yo, amigo lector. De cara al final de su vida en este mundo, el que se nos ha mostrado como Dios se manifiesta con patética evidencia que es Hombre y Hombre que no quiere sufrir. Bien conoce como Dios e incluso como Hombre que es necesario padecer la Pasión que le espera, pero lo que nosotros apreciamos es un Hombre en suprema depresión, tanta como para hacerle sudar sangre, con un miedo pavoroso e indescriptible. La infinita amargura con la que se muestra la humanidad de Jesús nos secuestra la razón para interpretar el por qué de este misterio y en un acto de compasión de quien adora a su Señor solo le cabe acompañarlo como el perro acompaña a su Amo hasta la muerte. No comprendo nada, solo dispongo mi alma para unirme a este Jesús de quien recibo la existencia, no entro en las causas Página 201


Autobiografía de Jesucristo Vine a mis discípulos y los hallé durmiendo y le dije a Pedro:

“¡Simón! ¿Duermes? ¿Así no pudiste velar una hora Conmigo? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu, si, está animoso, mas la carne es flaca.” Y de nuevo me retiré y me puse a orar otra vez, repitiendo las mismas palabras:

“Padre mío, si no es posible que pase este cáliz sin que Yo lo beba, hágase tu voluntad.” Y viniendo otra vez, los hallé durmiendo, porque estaban sus ojos cargados, no sabían qué responderme. Y habiéndoles dejado, me retiré de nuevo y oré por tercera vez, repitiendo de nuevo las mismas palabras. Venido del cielo se llegó a mí un ángel que me confortaba. Vine en agonía, orando más intensamente y un sudor como grumos de sangre caía de mí al suelo. Me levanté de la oración y vine por tercera vez a mis discípulos y los hallé durmiendo por efecto de la tristeza. Y les dije:

“Ya por mí, dormid y descansad…¿Cómo, dormís? ¡Ea! Ya está: llegó la hora; he aquí que es entregado el Hijo del hombre en manos de pecadores. Levantaos, vamos: mirad que está aquí cerca el que me entrega.” 8.02 Se consuma la traición. El prendimiento. Hablando todavía, llegó Judas y con él la cohorte y gendarmes proporcionados por los sumos sacerdotes y fariseos, una turba numerosa con linternas, antorchas, espadas y bastones, que venían enviados por los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo. Judas iba delante de ellos, el cual había dado una contraseña diciendo: “A quien yo besare, El es: sujetadle y llevadle bien asegurado.” Y así que llegó, al punto, acercándose a mí, dijo: “Salud, Maestro.” Y me dio un fuerte beso. Le dije:

“¡Amigo, a lo qué has venido!…¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?” Sabiendo, pues, todo lo que me iba a sobrevenir, salí a ellos y les dije:

“¿A quién buscáis?” Respondieron: “A Jesús de Nazaret.” Les dije:

que motivan tanto horror en un Hombre, aunque intuyo que mi miserable vida algo tiene que ver con tanta pena. Amigo lector, ahora toca reflexionar sobre la Pasión de nuestro Dios. Dispongámonos a contemplar cómo los hombres matamos al Autor de la Vida, porque esto que leemos se ha consumado en el tiempo, en el espacio, en nuestra historia. Página 202


Autobiografía de Jesucristo

“Yo soy.” Ya Judas estaba con la turba y al decirles “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. De nuevo, pues, les pregunté:

“¿A quién buscáis?” Y ellos respondieron: “A Jesús de Nazaret.” Les dije.

“Os dije que Yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.” Para que se cumpliera la palabra que dije: “De cuantos me diste no he perdido a nadie”. Entonces, acercándose, echaron manos sobre mí y me sujetaron. Mis discípulos viendo lo que iba a pasar, dijeron: Página 203


Autobiografía de Jesucristo “Señor, ¿herimos con la espada?” Y Simón Pedro, alargando la mano, desenvainó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. Intervine y dije:

“Dejadle, no haya más.” Y tocando la oreja de Malco le sané. Y dije a Pedro:

“Vuelve la espada a su lugar, porque todos los que empuñan espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y pondrá ahora mismo, a mi disposición, más de doce legiones de ángeles? El cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber? ¿Cómo pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?” Y dirigiéndome entonces a los que habían venido contra mí, sumos sacerdotes y jefes de la policía del Templo y ancianos les dije:

“¡Como contra un salteador habéis salido con espadas y bastones a prenderme! Cada día estaba y me sentaba con vosotros en el Templo enseñando, y no extendisteis las manos sobre mí para prenderme. Mas todo esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras de los Profetas. Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.” La cohorte, pues, el tribuno y los satélites me prendieron y me ataron. Entonces mis discípulos todos, abandonándome, huyeron. Un cierto joven me seguía, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo y le detienen; mas él, soltando la sábana, desnudo, se escapó. 8.03 Ante Anás. Me llevaron primeramente ante Anás, pues era suegro de Caifás, que era pontífice aquel año. Era Caifás quien había dado a los judíos aquel consejo: “Conviene que muera un hombre solo por el pueblo”. Ya ante Anás, me interrogó acerca de mis discípulos y de mi doctrina. Le respondí:

“Yo he hablado públicamente al mundo; Yo siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, a donde concurren todos los judíos, y a escondidas no hablé nada. ¿Por qué me interrogáis a mí? Interroga a los que han oído lo que le hablé; mira, esos saben lo que dije Yo.” Y en habiendo dicho esto, uno de los satélites allí presentes me dio un bastonazo en la cara, diciendo: “¿Así respondes al pontífice?” Yo le dije:

“Si hablé mal, da testimonio de lo malo. Mas si bien, ¿por qué me hieres?”

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Autobiografía de Jesucristo 8.04 Ante Caifás. Ultrajes. Anás, pues, me envió atado a Caifás, el pontífice. Me llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, y allí se habían congregado todos los sacerdotes, los ancianos y los escribas. Los sumos sacerdotes y el Sanhedrín entero buscaban algún falso testimonio contra mí con el objeto de darme la muerte, y no lo hallaban: porque aunque muchos testificaban en falso contra mí, los testimonios no eran acordes. Posteriormente, comparecieron dos, diciendo: “Este dijo: Puedo derribar el Santuario de Dios y en tres días reedificarlo.” “Nosotros le oímos decir: “Yo derribaré este Santuario, hecho por mano de hombre, y en tres días edificaré otro no hecho por manos humanas.”

Y ni aun así era acorde su testimonio. Y levantándose el sumo sacerdote y

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Autobiografía de Jesucristo adelantándose al medio, me interrogó, diciendo: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos testifican contra Ti?” Mas Yo, manteniéndome callado, no respondí nada. De nuevo el sumo sacerdote me interrogó diciendo: “¡Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Bendito!” Le contesté:

“Tú lo dijiste: Yo soy; empero, os digo que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo.” Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “¡Blasfemó!; ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Oísteis la blasfemia. ¿Qué os parece?” Todos ellos me condenaron, diciendo: “¡Reo es de muerte!” Entonces comenzaron algunos a escupirme en el rostro, a darme puñadas y bofetadas. Y los hombres que me tenían aprisionado me escarnecían hiriéndome. Y habiéndome envuelto el rostro con un velo, me golpeaban con los puños y me preguntaban diciendo: “Profetízanos, Mesías, ¿quién es el que te dio?” Y otras muchas cosas insultantes decían contra mí. 8.05 La negación de Pedro. Pedro desde lejos iba siguiéndome, y con él iba Juan. Juan era conocido del sumo sacerdote y entró junto Conmigo en el atrio de Caifás; mas Pedro se quedó fuera a la puerta. Saliendo Juan, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. Y en esto, dijo a Pedro la muchacha portera: “¿Por ventura también tú eres de los discípulos de ese hombre?” Dijo él: “No lo soy.” Estaban allí los siervos y los gendarmes, que habían hecho fuego en medio del atrio, porque hacía frío y justos alrededor del fuego se calentaban; estábase también Pedro entre ellos calentándose. Habiéndose sentado Pedro, se le acercó una de las muchachas del sumo sacerdote, y como vio a Pedro calentándose, mirándole fijamente, le dice: “También tú andabas con el Nazareno, ese Jesús.” Y vuelta a los demás decía: “También este andaba con él.” Pedro lo negó delante de todos, diciendo: “No le conozco, mujer, ni sé ni entiendo qué es lo que tú dices.” Salió fuera del vestíbulo, y un gallo cantó. Como hubiere salido al portal, le vio otra muchacha y dijo a los que allí habían: “Este andaba con Jesús el Nazareno.” La muchacha portera comenzó de nuevo a decir a los presentes:

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Autobiografía de Jesucristo “Este es de ellos.” Pedro otra vez negaba y saliendo al atrio, de pie, de nuevo se calentaba. Dícenle, pues: “¿Qué? ¿También tú eres de sus discípulos?” Y me negó con juramento diciendo: “No lo soy. No conozco tal hombre.” Otro, viéndole, dijo: “También tú eres de ellos.” Mas Pedro dijo: “¡Hombre!, no lo soy.” Habiendo pasado cosa de una hora se acercaron los presentes a Pedro que le volvieron a decir: “Verdaderamente, también tú eres de ellos. Pues tu modo de hablar te delata, porque eres galileo.”

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Autobiografía de Jesucristo

Entonces, Pedro, comenzó a proferir imprecaciones y a jurar: “¡No conozco a ese hombre que decís!” Por último, uno de los siervos del sumo sacerdote, hermano de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: “¿Pues no te vi yo en el huerto con él?” Pedro también lo negó. Al instante, estando él hablando todavía, cantó un gallo por segunda vez, al tiempo que Yo maniatado y escarnecido pasé junto a Pedro fijando mis ojos en los suyos. Recordó Pedro aquellas mis palabras: “Antes que el gallo cante dos veces, hoy me negarás tres veces”. Y rompiendo en llanto no cesaba de llorar, y saliendo afuera, lloró amargamente. 8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín.

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Autobiografía de Jesucristo Llegado el amanecer, se reunió en junta el senado del pueblo y sumos sacerdotes y escribas, tomando consejo contra mí al efecto de darme muerte. Me llevaron a su Sanhedrín y dijeron: “Si Tú eres el Mesías, dínoslo.” Contesté:

“Si os lo dijere, no me creeréis; y si, por otra parte, os interrogare, no me responderéis. No obstante, a partir de ahora estará el Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder de Dios.” Dijeron todos: “¿Conque Tú eres el Hijo de Dios?” Les dije:

“Vosotros lo decís; Yo soy.” Ellos dijeron: “¿A qué necesitamos ya de testimonios? Pues nosotros mismos lo oímos de su propia boca.” Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, me ataron y me entregaron a Poncio Pilatos, el gobernador. 8.07 Desesperación de Judas. Fue entonces cuando Judas, el que me entregó, viendo que Yo había sido sentenciado a muerte, arrepentido, devolvió a los sumos sacerdotes y a los ancianos los treinta siclos, diciendo: “Pequé entregando sangre inocente.” Pero ellos le dijeron: “¿A nosotros qué? Allá tú.” Y arrojando en el santuario los siclos, se retiró, y, marchándose de allí, se ahorcó, y habiendo caído de cabeza, reventó por medio y se le salieron todas las entrañas. Los sumos sacerdotes, tomando los siclos, dijeron: “No es lícito echarlos en el arca de las ofrendas, pues es precio de sangre.” Y habiendo consejo, compraron con ellos el campo del alfarero para sepultura de los forasteros. Judas, pues, adquirió un campo con el salario de su iniquidad. Y se hizo notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de suerte que aquel campo fue llamado en su propia lengua “Hakeldamakh”, esto es, “Campo de sangre”. Entonces se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías, que dice: “Y tomaron los treinta siclos, tasa del que fue puesto a precio, del que pusieron a precio los hijos de Israel. Y los destinaron para el campo del alfarero, según que me ordenó el Señor.” 8.08 Presentación ante Pilatos. Fui llevado, pues, desde Caifás al pretorio. Era el amanecer. Ellos no entraron en el pretorio, para no contraer contaminación que les impidiese comer la Pascua. Salió, pues, Pilatos afuera a ellos, y dice: “¿Qué acusación traéis contra éste hombre?”

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Autobiografía de Jesucristo

Respondieron y le dijeron: “Si éste no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.” Díceles, pues, Pilatos: “Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley.” Dijéronle, pues, los judíos: “A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie.” Se cumpliría la palabra que Yo dije, significando de qué muerte había de morir. Comenzaron a acusarme, diciendo: “A Éste hemos hallado amotinando nuestra gente, y prohibiendo dar tributo al César y diciendo que es el Mesías Rey.” Entró, pues, Pilatos otra vez en el pretorio y me llamó. Comparecí delante de él y me interrogó diciendo:

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Autobiografía de Jesucristo “¿Tú eres el Rey de los judíos?” Respondí:

“¿De ti mismo dices tú esto, o bien otros te lo dijeron de mí?” Contestó Pilatos: “¿Por ventura soy yo judío? Tu nación y los pontífices te entregaron a mí; ¿qué hiciste?”

Le dije:

“Mi Reino no es de éste mundo. Si de éste mundo fuera mi Reino, mis ministros lucharían para que Yo no fuera entregado a los judíos. Mas ahora mi Reino no es de aquí.” Díjome, pues, Pilatos: “¿Luego Rey eres Tú?” Página 211


Autobiografía de Jesucristo Respondí:

“Tú lo dices: Yo soy Rey, Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz.” Dice Pilatos: “¿Qué es verdad?” Dicho esto, de nuevo salió a los judíos, y dijo a los sumos sacerdotes y a las turbas: “Yo no hallo en Este hombre delito alguno.”

8.09 Nuevas acusaciones. Mas los sumos sacerdotes siguieron acusándome de muchas cosas y Yo nada respondía. Pilatos de nuevo me interrogaba diciendo: “¿No respondes nada? ¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti?”

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Autobiografía de Jesucristo Pero Yo no respondí ya nada más, ni una sola palabra, hasta el punto de maravillarse Pilatos en extremo. Ellos insistían con fuerza, diciendo: “Amotina al pueblo, enseñando por toda la Judea y habiendo comenzado por Galilea ha llegado hasta acá.” Pilatos, como lo oyese, preguntó si Yo era galileo. Y entendiendo que era de la jurisdicción de Herodes, me remitió a Herodes, que estaba también en Jerusalén por aquellos días. 8.10 Ante Herodes. Herodes, cuando me vio, se regocijó en extremo; porque desde hacía mucho tiempo estaba deseoso de verme, pues había oído decir muchas cosas de mí, y esperaba verme hacer algún prodigio. Y me preguntaba con mucha palabrería. Mas Yo no respondí nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándome con ahínco. Herodes menospreció mi Persona, juntamente con su cuerpo de guardia, y haciendo burla de mí, me vistió un ropaje luciente y me remitió a Pilatos. Hiciéronse amigos uno de otro, Herodes y Pilatos, aquel día, pues antes eran enemigos entre sí. 8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos. Pilatos, habiendo convocado a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, les dijo: “Me presentasteis a éste hombre como amotinador del pueblo, y he aquí que yo, habiéndole interrogado delante de vosotros, no hallé en Este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Pero ni Herodes tampoco, pues lo remitió a nosotros; y he aquí que nada digno de muerte se le ha probado. Le castigaré, pues, y le soltaré.” Al oír éstas palabras los sumos sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo, crispados, pedían mi muerte con ahínco. Pilatos recordó que cada año, por la Fiesta, tenía necesidad de soltarles en gracia del pueblo un preso, el que ellos demandasen. Tenían entonces un preso notable, un salteador llamado Barrabás, el cual estaba en prisión junto con los amotinados, que en el motín habían perpetrado un homicidio. Y les dijo Pilatos: “Es costumbre vuestra que yo suelte un preso por la Pascua; ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?” Pilatos conocía que por envidia me habían entregado los sumos sacerdotes, por ello se dirigió a la turba proponiéndome a mí por Barrabás. En esto, Pilatos que estaba sentado en el tribunal, recibió un recado de su mujer que decía: “No te metas con ese Justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños con motivo de El.” En este inciso, los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron e incitaron a las turbas para que demandasen a Barrabás y a mí me hiciesen perecer. Volviendo a tomar la palabra el gobernador, les dijo: “¿A quién de los dos queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, el llamado Mesías?” Página 213


Autobiografía de Jesucristo Levantaron el grito, toda la muchedumbre a una, diciendo: “¡Quita de en medio a Éste y suéltanos a Barrabás!” De nuevo les habló Pilatos, porque deseaba soltarme: “¿Qué haré, pues, de Jesús, el llamado Mesías, que llamáis Rey de los judíos?” Ellos, todos, de nuevo gritaron: “¡Crucifícale, crucifícale!” Por tercera vez les dijo Pilatos: “Pues ¿qué mal ha hecho Éste? Ningún delito digno de muerte hallé en El. Así que, después de haberle castigado, le soltaré.” Pero ellos instaban y más gritaban: “¡¡Crucifícale!!” 8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas. Sus voces se hacían más violentas. Pilatos, pues, queriendo dar satisfacción a la turba, dio orden de que se efectuase su demanda. Soltó al que demandaban, al que por motín y homicidio había sido echado en la cárcel. Después, Pilatos ordenó que me azotasen.

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Autobiografía de Jesucristo

Cuando terminó la flagelación de los soldados del gobernador, me condujeron dentro del palacio o pretorio y se reunieron en torno de mí toda la cohorte. Me quitaron los vestidos que Yo llevaba y me envolvieron en una clámide de grana, trenzaron una corona de espinas y me la ciñeron sobre la cabeza, poniendo en mi mano derecha una caña. Y así, venían a mí y me hacían acatamiento y se mofaban, diciendo: “¡Salud Rey de los judíos!” Y dándome bofetadas y escupiendo sobre mí, tomaron la caña y me golpeaban la cabeza con ella.

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Autobiografía de Jesucristo

8.13 “ECCE HOMO.” Salió otra vez Pilatos afuera, y les dice: “Ved, os lo traigo afuera para que conozcáis que no hallo en El delito alguno.” Me sacaron, pues, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y les dice Pilatos: “Ved aquí el Hombre.”

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Autobiografía de Jesucristo

Pero cuando me vieron los pontífices y los satélites, gritaron diciendo: “¡¡Crucifícale, crucifícale!!” Díceles Pilatos: “Tomadlo vosotros y crucificadle, pues yo no hallo delito en El.” Respondieron los judíos: “Nosotros Ley tenemos, y según la Ley debe morir, pues se hizo Hijo de Dios.” 8.14 Hijo de Dios. Cuando Pilatos oyó estas palabras temió más. Y entró de nuevo en el pretorio y mandó que me hicieran entrar. Me preguntó: “¿De dónde eres Tú?”

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Autobiografía de Jesucristo Mas yo no le di respuesta. Díjome, pues, Pilatos: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y tengo potestad para crucificarte?” Le respondí:

“No tuvieras potestad alguna contra mí si no te hubiere sido dada de arriba. Por eso quien me entregó a ti, mayor pecado tiene.” Oídas éstas palabras y a consecuencia de ellas, Pilatos pretendía librarme. Pero los judíos gritaban diciendo: “¡Si sueltas a éste, no eres amigo del César, pues todo el que se hace Rey se declara contra el César!” Pilatos, pues, oídas éstas razones, me sacó afuera, se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstroto (o “Embaldosado”), y en arameo Gabbatha (o “Altura”). Era la Paresceve (o “Preparación”) de la Pascua, la hora cerca de la sexta, y dice a los judíos: “Ved ahí vuestro Rey.” Gritaron, pues, ellos: “¡Quita, quita; crucifícale!” Díceles Pilatos: “¿A vuestro Rey he de crucificar?” Respondieron los pontífices: “No tenemos Rey, sino César.” Viendo Pilatos que nada aprovechaba, antes bien se promovía alboroto, tomando agua, se lavó las manos en presencia de la muchedumbre, diciendo: “Soy inocente de la sangre de Este Justo; vosotros lo veréis.” Y respondiendo todo el pueblo dijo: 172

“¡Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” Entonces Pilatos, dando satisfacción a la turba, dio orden de que se efectuase su demanda. Y me entregó a la voluntad de los judíos para que fuera crucificado. 8.15 Mi crucifixión. Mi agonía. Mi muerte. Me despojaron de la clámide y me vistieron con mis propios vestidos y me llevaron de allí a crucificar. Llevando a cuestas mi Cruz, salí hacia el lugar de crucifixión. Y en el camino se encontraron a un hombre de Cirene, que por allí pasaba, cierto Simón que venía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo. A éste echando mano de él le requirieron y le pusieron en hombros la Cruz para que la llevase detrás de mí. Seguíanme gran muchedumbre de pueblo y de mujeres las cuales me plañían y lamentaban. Volviéndome a ellas, les dije:

“Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, sino llorad más bien sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos. Porque, mirad, vendrán días en que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron”. Entonces comenzarán a decir a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a los 172

Desde este patético grito hasta hoy ¿Qué más puede sufrir el pueblo judío? Página 218


Autobiografía de Jesucristo collados: “Sepultadnos”. Porque si en el leño verde esto hacen, ¿en el seco que se hará?”

Eran también llevados otros dos, malhechores, para ser ajusticiados Conmigo. Llegamos al lugar llamado “Cráneo”, que en hebreo se dice Gólgota. Me dieron vino mirrado, vino mezclado con hiel; mas habiéndolo gustado, no quise beberle. Y allí me crucificaron y también a los dos ladrones, uno a mi derecha y otro a mi izquierda. Era la hora tercia y fue cumplida la Escritura que dice: “Y fue contado entre los inicuos”. Yo decía:

“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”

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Autobiografía de Jesucristo

Pilatos escribió un título, la inscripción de mi causa, y la puso sobre la Cruz por encima de mi cabeza. Y estaba escrito: “Este es Jesús el Nazareno el Rey de los Judíos” Este título, pues, leyéronlo muchos de los judíos, pues estaba cerca de la ciudad el lugar donde fui crucificado, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Decían, pues, a Pilatos los sumos sacerdotes de los judíos: “No escribas: “El Rey de los judíos”, sino que “Él dijo: Rey soy de los judíos.” Respondió Pilatos: “Lo que he escrito, escrito está.”

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Autobiografía de Jesucristo

Los soldados, pues, como ya me hubieran crucificado, tomaron mis vestidos, e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado, y la túnica. Era la túnica sin costura, tejida desde arriba toda ella. Dijeron, pues, entre sí: “No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.” Para que se cumpliese la Escritura que dice: “Repartieron mis vestiduras y sobre mi vestido echaron suerte”. Los soldados, pues, esto hicieron. Y sentados me guardaban. Y estaba allí el pueblo mirando. Y los que por allí pasaban me ultrajaban moviendo sus cabezas, y diciendo: “¡Ea! Tú, el que destruye el santuario y en tres días le reedifica, sálvate a Ti mismo, si es que eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz.” De semejante manera también los sacerdotes, a una con los escribas y ancianos, en son de burla decían entre sí: “A otros salvó, a Sí mismo no puede salvarse; el Mesías, el Rey de Israel, el

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Autobiografía de Jesucristo Elegido, baje ahora de la Cruz, para que lo veamos y creamos. Baje ahora de la Cruz y nos comprometemos a creer en El. Ha puesto en Dios su confianza: líbrele ahora, si de verdad le quiere, como dijo: “De Dios soy Hijo.” Burlábanse de mí también los soldados, que acercándose me ofrecieron vinagre, diciendo: “Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo.” También los que habían sido crucificados Conmigo me ultrajaban. Uno de ellos que estaba colgado me insultaba diciendo: “¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros” Mas el otro, respondiendo, le reconvenía, diciendo: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros, a la verdad, lo estamos justamente, pues recibimos el justo pago de lo que hicimos; mas Éste nada inconveniente ha hecho.” Y me decía: “¡Jesús, acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu 173 realeza!” Yo le dije:

“En verdad te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso.”174 Estaban junto a mí, crucificado, mi Madre y la hermana de mi Madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Viendo a mi Madre, y junto a ella al discípulo a quien Yo tanto amaba, Juan, le dije:

“Mujer, he ahí a tu hijo.”175 Luego dije a Juan:

“He ahí a tu Madre.”176 Y desde aquella hora Juan la tomó en su compañía. Llegó la hora sexta y se produjeron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona, habiendo faltado el sol. Y hacia la hora nona clamé con gran voz:

“¡Eloí, Eloí, ¿Lamá sabaktaní?!” “¡Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me desamparaste?!” Algunos de los que allí estaban al oírme decían: “Mira, a Elías llama.” Después de esto, ya sabiendo que todas las cosas estaban cumplidas, para que se cumpliera la Escritura dije:

“Tengo sed.” Había allí una vasija llena de vinagre; al punto, tomando, pues, uno una esponja empapada en el vinagre y clavándola en una caña de hisopo, me la acercaron a la boca para darme de beber. Mas los demás decían: “Deja, veamos si viene Elías a salvarle.” Cuando, pues, hube tomado el vinagre, dije: 173

Un pecador, ¿qué más puede pedir? ¿Qué más se puede dar? 175 Madre, también nosotros somos hijos tuyos. 176 Dios mío, no pido más. 174

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Autobiografía de Jesucristo “Consumado está.” Y clamando con voz poderosa dije:

“¡Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu!”177 Y dicho esto, incliné la cabeza y entregué el Espíritu a mi Padre. 8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto. Y he aquí que el velo del Santuario se rasgó en dos de arriba abajo, y la tierra tembló, y las rocas se hendieron, y los monumentos se abrieron, y muchos cuerpos de los santos que descansaban resucitaron, y saliendo de los monumentos, después de mi resurrección, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.

177

Expira el Autor de la vida sin consuelo y abandonado por su Padre Dios. Tanto amó Dios a los hombres que entrega al Hijo de sus divinas entrañas en manos de estos mismos hombres que le dan tan espeluznante muerte. ¿Qué locura es ésta? ¿Quién pude comprenderte, Padre mío? Nos has hecho deudores de tu amor infinito. La eternidad amándote, con toda el alma, no paga la suprema gratitud con la que debo adorarte en amor. Página 223


Autobiografía de Jesucristo

Y viendo el centurión, que allí estaba de pie frente a mí, y los que con él estaban guardándome, el temblor y las cosas que pasaban y la manera con que Yo expiré se amedrentaron terriblemente y glorificando a Dios decían: “¡Realmente este hombre era justo, verdaderamente Hijo de Dios era Este!” Y todas las turbas allí reunidas para este espectáculo, considerando las cosas que habían acaecido, se volvían golpeando los pechos. Estaban allí mirando a bastante distancia todos mis conocidos y las mujeres que me habían seguido desde Galilea sirviéndome; entre las cuales estaba María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, Salomé y María la madre de los hijos del Zebedeo, y otras muchas, que habían subido Conmigo a Jerusalén. Los judíos, pues, como era Paresceve, a fin de que no quedasen los cuerpos el sábado en la Cruz, pues era grande el día de aquel sábado, rogaron a Pilatos que se nos quebrantasen las piernas y fuéramos quitados.

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Autobiografía de Jesucristo Vinieron, pues, los soldados, y al primero quebrantaron las piernas y luego al otro que había sido crucificado Conmigo conjuntamente. Mas a mí, cuando vinieron, como me vieron ya muerto, no me quebrantaron las piernas, sino que uno de los soldados con una lanza me traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. Juan, mi discípulo amado, que lo vio lo ha testificado, y su testimonio es verídico, y Juan sabe que dice verdad, para que también tú creas. Pues acontecieron estas cosas para que se cumpliese la Escritura: “No le será quebrantado hueso alguno”. Y también otra Escritura: “Verán al que traspasaron”.

8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver Después de esto, habiendo atardecido, puesto que era Paresceve, que es antesábado, vinieron José de Arimatea, ciudad de los judíos, hombre rico, ilustre sanhedrita, varón justo y bueno, el cual esperaba el Reino de Dios; discípulo mío, si bien oculto por miedo a los judíos a cuyo consejo y acto no había dado su consentimiento. Cobrando osadía, entró a la presencia de Pilatos y le demandó mi cuerpo. Pilatos se maravilló de que Yo hubiera muerto; y habiendo hecho llamar al centurión, otorgó mi cadáver a José. Vino también Nicodemo, el que la primera vez había venido a mí de noche, trayendo una mixtura de mirra y de áloe, como cien libras. Me descolgaron de la Cruz, me pusieron en los brazos de mi bendita Madre y me envolvieron en una Página 225


Autobiografía de Jesucristo Sábana limpia que José había comprado y me ataron con lienzos junto con perfumes, según era costumbre entre los judíos sepultar.

Había un huerto en el lugar donde fui crucificado, y en el huerto un monumento nuevo que José había excavado en una roca, en el cual nadie todavía había sido puesto. Allí, pues, a causa de la Paresceve de los judíos, puesto que el monumento estaba cerca, pusieron mi cuerpo; y habiendo hecho rodar una gran losa hasta la entrada del monumento, se retiraron. Rayaba el sábado. Las mujeres que habían venido Conmigo desde Galilea, habiendo seguido de cerca, inspeccionaron el monumento y cómo había sido colocado mi cuerpo. Entre ellas estaba María Magdalena y María la de José sentadas frente al sepulcro. Y habiéndose vuelto, prepararon aromas y perfumes; y durante el sábado guardaron reposo conforme al precepto de la Ley. Al día siguiente, que es después de la Paresceve, reunidos los sumos sacerdotes y los fariseos, se presentaron a Pilatos, diciendo:

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Autobiografía de Jesucristo “Señor, hemos recordado que aquel embaucador, viviendo aún, dijo: “Después de tres días resucito”. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el día tercero, no suceda que viniendo sus discípulos lo hurten y digan al pueblo: “Resucitó de entre los muertos”, y sea el último engaño peor que el primero.” Pilatos les dijo: “Ahí tenéis guardia: id y aseguradle como sabéis.” Ellos fueron y aseguraron bien el sepulcro, tras de sellar la losa, poniendo guardia.

CAPITULO IX RESURRECCION, GLORIFICACION Y VUELTA A MI PADRE 9.01 El sepulcro vacío. Y pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron perfumes con el fin de ir a ungirme. Cuando alboreaba el primer día de la semana, muy de madrugada, estando oscuro todavía, vinieron al monumento llevando consigo los aromas que habían preparado. Y se decían unas a otras: “¿Quién nos correrá la losa de la entrada del monumento?”

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Autobiografía de Jesucristo De pronto se produjo un gran temblor de tierra, pues un ángel, bajando del cielo y acercándose, hizo rodar de su sitio la losa, y se sentó sobre ella. Era su aspecto como de relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Del miedo de él se pusieron a temblar los guardias y quedaron como muertos.

Apenas rayó el alba, las mujeres llegaron al sepulcro y mirando atentamente, observan que la losa había sido corrida a un lado; porque era enormemente grande. María Magdalena, viendo la losa quitada del monumento, corre, pues, y va a Simón Pedro y a Juan y les dice: “¡Se llevaron al Señor del monumento y no sabemos dónde lo pusieron!” Las mujeres, entrando en el monumento no hallaron mi cuerpo. Y aconteció, estando ellas desorientadas sobre esto, de pronto se le presentaron dos varones vestidos de un largo ropaje blanco y refulgente; y quedaron espantadas. Quedando ellas amedrentadas e inclinando sus rostros a la tierra, tomó la palabra el ángel que estaba sentado a la derecha, diciendo:

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Autobiografía de Jesucristo “No os espantéis vosotras, que ya sé que buscáis a Jesús, el Nazareno, el Crucificado. ¿A qué buscáis al vivo entre los muertos? No está aquí: Resucitó, como dijo. Recordad cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que “el Hijo del hombre había de ser entregado en manos de los hombres pecadores y ser crucificado y al tercer día resucitar.” Y ellas se acordaron de mis palabras. Siguió el ángel: “Venid, ved el lugar donde pusieron al Señor. Pero id marchando a toda prisa y decid a sus discípulos, y a Pedro, que resucitó de entre los muertos, y he aquí que se os adelanta en ir a Galilea; allí le veréis, conforme os dijo. Conque os lo tengo dicho.” Y saliendo, huyeron del monumento a toda prisa, pues se había apoderado de ellas, temblor y estupor, y a nadie dijeron nada, porque tenían miedo. Mas, luego, repuestas del sobresalto, con grande gozo corrieron a dar la nueva a los discípulos. 9.02 Pedro y Juan van al sepulcro.

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Autobiografía de Jesucristo

Salieron, pues, Pedro y Juan dirigiéndose al sepulcro. Corrían los dos a una, mas Juan como corría más aprisa que Pedro, le pasó delante, y llegó primero al sepulcro; y habiéndose agachado, vio los lienzos por el suelo, con todo no entró. Llega, pues, también Simón Pedro en pos de él y entró en el sepulcro, y contempló los lienzos por el suelo, y además el sudario, que había estado sobre mi cabeza, no por el suelo con los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces, pues, entró también Juan, vio y creyó; pues todavía no conocían la Escritura, “que debía resucitar de entre los muertos”. Volviéronse, pues, Pedro y Juan a donde posaban, admirándose de lo acaecido. 9.03 A María Magdalena. Resucité al amanecer del primer día de la semana y me aparecí primeramente a María Magdalena, de la que lancé siete demonios. María estaba de pie junto al sepulcro, fuera, llorando. Y así llorando, Página 230


Autobiografía de Jesucristo inclinose para mirar dentro del sepulcro y vio dos ángeles con vestiduras blancas, sentados uno a la cabeza y otro a los pies del sitio donde había sido puesto mi cadáver. Y dícenle ellos:

“Mujer, ¿por qué lloras?” Ella contesta: “Porque se llevaron a mi Señor, y no sé dónde le pusieron.” Como hubo dicho esto, volvióse atrás y me vio de pie pero no me reconoció. Le dije:

“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, imaginando que Yo era el hortelano, me dijo: “Señor, si Tú te lo llevaste, dime dónde le pusiste, y yo lo tomaré.”

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Autobiografía de Jesucristo Le dije:

“¡María!”178 Ella, volviéndose a mí, dijo: “¡Rabbuní, Maestro mío!” Le dije:

“Suéltame -que todavía no he subido al Padre- mas ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.” Fue María Magdalena a dar la nueva a los discípulos que estaban afligidos y lloraban: “¡He visto al Señor y me ha dicho esto y esto!” Pero ellos, oyendo decir que Yo vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron. 9.04 A las mujeres que tanto me querían. María y Juana y María la de Santiago y las demás que iban con ellas, volvían del sepulcro. De pronto les salí al encuentro, diciéndoles:

“¡Dios os guarde!” Ellas, llegándose, se abrazaron a mis pies y me adoraron. Entonces les dije:

“No temáis: id, anunciad a mis hermanos que se vayan a Galilea, y allí me verán.” Ellas, a toda prisa fueron a anunciar todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Y parecieron a sus ojos como delirio estas palabras, y no las creyeron. 9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos. Mientras las mujeres iban, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la ciudad, dieron aviso a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron una buena suma de dinero a los soldados, diciéndoles: “Decid que: “vinieron sus discípulos de noche y lo hurtaron, mientras 179 dormíamos” . Y si eso llegara a oídos del procurador, nosotros nos le ganaremos, y haremos que nadie os inquiete.” Ellos, tomando el dinero, obraron conforme a las instrucciones recibidas. Y se esparció semejante rumor entre los judíos hasta el día de hoy. 9.06 Camino de Emaús. 178

María reconoce a su Señor por el tono de voz con el que pronuncia su nombre. Mirándole no le reconoció, oyéndole se encontró de lleno con el Maestro de su alma. Amigo lector, Cristo está cerca de ti y de mí. No se dejará ver pero, seguro, que si le buscamos le oiremos aunque sea en el bullicio de la calle, en el ordinario vivir de nuestra vida, sin espectáculo, con la sencillez del corazón de un niño que oye lo que no oyen los adultos. 179 ¡Testigos dormidos! Esta es la “brillante” coartada de un espíritu perverso que todavía subsiste en el corazón de los hombres que no te quieren, Cristo mío Jesús de mi alma. Página 232


Autobiografía de Jesucristo Tras esto, aquel mismo día, dos de mis discípulos iban de camino a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén ciento sesenta estadios. Iban conversando entre sí sobre todos éstos acontecimientos. Y sucedió que mientras ellos conversaban y discutían, Yo mismo me aparecí en diferente figura y acercándome caminaba con ellos. Pero sus ojos, inhibidos, no estaban en disposición de reconocerme. Les dije:

“¿Qué pláticas son esas que cambiáis entre vosotros mientras vais caminando? Parece que andáis tristes.” Y tomando la palabra uno de ellos, llamado Cleopás, me dijo: “¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no te enteraste de las cosas que éstos días ocurrieron en la ciudad?” Yo les dije:

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Autobiografía de Jesucristo “¿Cuáles?” Ellos me dijeron: “Las de Jesús de Nazaret, que fue un Profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron nuestros sumos sacerdotes y magistrados para que fuese condenado a muerte, y le crucificaron. Nosotros esperábamos que El era el que había de liberar a Israel. Pero, con todo esto, éste es ya el tercer día desde que estas cosas ocurrieron. Verdad es que algunas mujeres de las que están con nosotros nos sobresaltaron; las cuales estuvieron muy de mañana en el monumento, y no habiendo hallado el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que hasta visión de ángeles habían visto, los cuales aseguran que El vive. Y fueron algunos de los nuestros al monumento, y hallaron las cosas como las mujeres habían dicho. Mas a El no le vieron.” Yo les dije:

“¡Oh insensatos y lerdos de corazón para creer en todo lo que dijeron los profetas! ¿Por ventura no era necesario que estas cosas padeciese el Mesías y así entrase en su gloria?” Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les fui interpretando en todas las Escrituras lo que a mí se refería. Y llegados cerca de la aldea a donde se dirigían, hice ademán de seguir adelante. Mas ellos me hicieron fuerza, diciéndome: “Quédate con nosotros, pues atardece y el día ya reclinó.” Y entré a quedarme con ellos. Y acaeció que, puesto a la mesa con ellos, tomando el pan lo bendije, y después de partirlo se lo di. A ellos se le abrieron los ojos y me reconocieron; mas Yo me hice insensible a sus ojos. Dijéronse entonces el uno al otro: “¿¡Por ventura nuestro corazón no estaba que ardía dentro de nosotros cuando El nos hablaba en el camino, cuando nos habría el sentido de las Escrituras!?” Y levantándose, a la misma hora se volvieron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los Once y a sus compañeros que decían: “¡Realmente resucitó el Señor y se apareció a Simón!” Y ellos a su vez referían lo acaecido en el camino y como le reconocieron en la fracción del pan. Y ni a ellos creyeron. 9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos. Estando ellos diciendo estas cosas, siendo, pues, tarde aquel día, primero de la semana, estando a la mesa sentados los Once con otros discípulos, y estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas de la casa, vine y me presenté en medio de ellos diciéndoles:

“Paz sea con vosotros.” Sobresaltados y despavoridos, creían ver un espíritu. Y les dije:

“¿Por qué estáis conturbados?, y ¿por qué se levanta ese vaivén de pensamientos en vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies, que Yo mismo soy, palpadme, y ved que un espíritu no tiene carne y Página 234


Autobiografía de Jesucristo huesos, como veis que Yo tengo.”180

Y esto diciendo, les mostré las manos y los pies y el costado; y les eché en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que me habían visto resucitado de entre los muertos. Como todavía no acabasen de creer de puro gozo ni saliesen de su asombro, les dije:

“¿Tenéis aquí algo de comer?” Ellos me presentaron parte de un pez asado y un panal de miel, y tomándolos, en presencia de ellos los comí, y tomando las sobras se las repartí. Gozáronse, pues, mis discípulos de verme y les dije: 180

Con estupefacto asombro ven a Cristo creyendo ver un fantasma. Lo palparán, lo oirán y lo verán tal y como lo vieron antes de morir. Su ojos mirarán, primero el bellísimo rostro de su Maestro, después fijarán su mirada sobre las huellas que en la carne dejó su Pasión y un estremecimiento indefinido les embargará hasta la última fibra de su ser. Amigo lector ¿cómo nos veremos resucitados? ¿cuál estado del alma y del cuerpo será el resucitado? Yo creo que aquel en el que más perfección hayamos tenido. Página 235


Autobiografía de Jesucristo “Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que tenían que cumplirse todas las cosas escritas en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí.” Entonces les abrí la inteligencia para que entendiesen las Escrituras. Les dije, pues, otra vez:

“Paz sea con vosotros. Como me ha enviado el Padre, también Yo os envío a vosotros.” Esto dicho, soplé sobre ellos, y les dije:

“Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonareis los pecados, perdonados les son, a quienes lo retuviereis retenidos quedan.” 9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío.” Tomás, uno de los Doce, el llamado Dídimo (Mellizo), no estaba con ellos cuando vine y los otros discípulos le decían:

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Autobiografía de Jesucristo “¡Hemos visto al Señor!” Mas él les dijo: “Si no viere en sus manos la marca de los clavos, y no metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y no metiere mi mano en su costado, no lo creo.” Y ocho días después estaban allí dentro otra vez mis discípulos, y Tomás entre ellos. Vine cerradas las puertas, y puesto en medio de ellos, les dije:

“Paz con vosotros.” Luego dije a Tomás:

“Trae acá tu dedo, mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente.” Respondió Tomás y me dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” Le dije:

181

“¡Porque me has visto has creído! Bienaventurados los que no vieron y creyeron.”182 9.08 En Galilea a la ribera del Tiberíades Tras esto me manifesté otra vez a mis discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, el llamado Dídimo, y Natanael de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo y otros dos de mis discípulos. Y díceles Simón Pedro: “Voy a pescar.” Dícenle: “Vamos nosotros también contigo.” Salieron y subieron a la barca. Y en toda la noche no pescaron nada. Y siendo ya de mañanita, me presenté en la ribera; mis discípulos, empero, no me reconocieron. Les dije pues:

“¡Muchachos, ¿tenéis algo de vianda?!” Me respondieron: “No.” Les dije: 181

Tomás escucha las palabras de su Maestro viendo lo que jamás hubiera creído ver. El tono de las palabras de Cristo, la fija mirada de su Señor, el expectante silencio de los demás, a los cuales no creyó, dejan a Tomás en un estado de profundo anonadamiento, sobre todo se siente con inmensa indignidad y con tal concepto de sí mismo reafirma su Fe con cinco palabras que se repetirán hasta la eternidad en cada hombre de los que Dios se ha elegido…..”Señor mío y Dios mío”. 182 Amigo lector, bienaventurados, tú y yo y todo aquel que sin verlo le amamos porque creemos, porque le conocemos. Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la Paz, que nos da a conocer la Persona de Cristo. Nadie puede amar lo que no conoce. Cuanto bien se puede hacer, amigo mío, si hacemos que esta Autobiografía se haga llegar a todos los hombres y mujeres posibles, a todos los que el padre Dios se escoge como verdaderos amantes del Hijo de sus entrañas. Esta sagrada oportunidad no se le puede negar a ningún hombre, sea cual sea su raza, estado y condición. Página 237


Autobiografía de Jesucristo “Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.” Echáronla, pues, y ya no podían arrastrarla por la gran cantidad de peces. Dice, pues, Juan a Pedro: “¡Es el Señor!”Simón Pedro, pues, así que oyó estas palabras, ciñose la ropa exterior, pues ropa no llevaba, y echóse al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca pues no estaban lejos de tierra -sino que distaban unos doscientos codos-, arrastrando la red de los peces. Cuando saltaron a tierra, vieron brasas puestas y un pescado sobre ellas, y pan. Les dije:

“Traed acá de los pescados que acabáis de coger.” Subió Simón Pedro y arrastró hasta la playa la red llena de peces grandes, que eran ciento cincuenta y tres. Y con ser tantos no se rompió la red. Les dije:

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Autobiografía de Jesucristo “Venid, almorzad.” Y nadie de mis discípulos osaba interrogarme: “¿Tú quién eres?”, sabiendo que Yo era. Tomé el pan y se los repartí y asimismo el pescado. Esta fue la tercera vez que me manifesté a mis discípulos después de resucitar de entre los muertos.

9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro. Cuando, pues, hubimos almorzado, le dije a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Me contestó: “Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”

“Apacienta mis corderos.” Le dije por segunda vez:

“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Me contestó: “Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”

“Pastorea mis ovejas.” Le dije por tercera vez:

“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”183 dijo:

Entristeciose Pedro, porque le dije por tercera vez: “¿Me quieres?”, y me “Señor, Tú lo sabes todo. Tú bien sabes que te quiero.” Le dije:

“Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven, tú mismo te ceñías y andabas donde querías; mas cuando hayas envejecido, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras." Esto le dije significando con qué muerte había de glorificarme. Le dije:

“Sígueme.” Vuelto Pedro, ve que le seguía Juan, el discípulo al que Yo tanto amaba, el mismo que en la Cena se recostó en mi pecho y me dijo: “Señor, ¿quién es el que te entrega?”. Y Pedro viéndolo, me dice: “Señor, ¿y éste qué?” Le contesté:

“Si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.” Divulgóse, pues, entre mis discípulos esta voz: “Juan no muere”. Pero Yo no 183

Dios requiere el cariño del hombre porque como Hombre tiene sentimientos de hombre. Quiere ser amado, busca, con vehemencia, el amor de cada hombre porque cada hombre tiene un corazón singular, una original e irrepetible forma de amar y Dios las demanda todas, espera con anhelo divino y paciencia infinita la libre, personal y suprema entrega del alma de sus elegidos. Página 239


Autobiografía de Jesucristo dije: “No muere”, sino “si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué?”. 9.10 En un monte de Galilea. Mis Once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Yo les había ordenado. Y en viéndome me adoraron: ellos que antes habían dudado. Y acercándome a ellos les dije: “Dióseme toda potestad en el cielo y sobre la tierra. Id, pues, al

mundo entero y predicad el Evangelio a toda la Creación; amaestrad a todas las gentes, bautizándoles en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar cuantas cosas os ordené. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, será condenado. Y a los que hubieren creído les acompañarán éstas señales: en mi Nombre lanzarán demonios, hablarán lenguas nuevas, en sus manos tomarán serpientes, y si le dieren ponzoña mortífera, no les dañará; pondrán sus manos sobre los enfermos y se hallarán bien. Y sabed que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos.”184 Durante cuarenta días después de mi resurrección, además de ser visto por Pedro y Santiago, por todos mis Apóstoles, me presenté palpablemente a más de quinientos de mis discípulos. A todos les hablé de las cosas referentes al Reino de Dios. Y por último también me presenté a mi Apóstol Pablo, que habría de darme a conocer a los gentiles. 9.11 Ultimas recomendaciones. Y llegó la hora de partir de este mundo. Estando con ellos a la mesa, les ordené que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre, la cual oyeron de mí, porque como Juan bautizó en agua, ellos y tú seríais bautizados en Espíritu Santo. Los que se habían reunido me preguntaron diciendo: “Señor, ¿en esta sazón vas a restablecer el Reino de Israel?” Les dije:

“No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos oportunos que el Padre fijó con su propia potestad; mas recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis 184

Estas palabras se entienden como están dichas. Jesucristo está con los suyos todos los días hasta el final de los siglos. Cristo ni se engaña ni nos engaña y si El manifiesta que está conmigo, conmigo está aunque yo no le vea con estos ojos, ni le oiga con estos oídos, ni le toque con estas manos. Está, seguro, donde yo estoy, donde está su Iglesia, porque donde dos o tres se reúnen en su nombre allí está El en medio. Cuando a Cristo se le invoca no viene desde un lugar lejano. El está donde yo estoy y no ocupa más espacio que el que yo ocupo. Está dentro de mí, en mis alegrías y en mis penas, en mi trabajo y en mi descanso, despierto y dormido. Cristo habita en mí mientras así lo quiera yo, y esto un día tras otro consuma una verdad que me trasciende, esta sublime verdad es que “ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí”. Página 240


Autobiografía de Jesucristo testigos así en Jerusalén como en toda la Judea y Samaria y hasta el último confín de la tierra. Porque así está escrito y convenía: que el Mesías había de padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que se había de predicar en su Nombre penitencia y remisión de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.” 9.12 La Ascensión al cielo. Como esto les hubiera dicho, los saqué afuera hasta llegar a Betania, y alzando las manos los bendije. Y aconteció que, mientras los bendecía, me desprendí de ellos, y era llevado en alto al cielo. Y una nube que me tomó sobre sí me ocultó a los ojos de mis amados discípulos. Fui elevado al cielo y me senté a la diestra de Dios, mi Padre. Mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo me iba, de pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas, que les dijeron: “Varones galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido quitado de entre vosotros para ser elevado al cielo, así vendrá, de la manera que le habéis contemplado irse al cielo.” Entonces ellos, habiéndome adorado, se tornaron a Jerusalén, con grande gozo, desde el monte llamado Olivar, que está cerca de Jerusalén, distante el camino de sábado. Y estaban continuamente en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios. Partiendo de allí, predicaron por todas partes, cooperando Conmigo y confirmando la palabra con las señales que le acompañaban. Obré además en presencia de mis discípulos otros muchos milagros, que no han sido descritos. Los que aquí están reseñados se han escrito para que creas que Yo soy el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengas vida en Nombre mío.

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Autobiografía de Jesucristo

Madre mía, pon tú lo que a mí me falta

INDICE CAPITULO I.-MI INFANCIA 1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista. 1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre. 1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel. 1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José. 1.05 Nacimiento en Belén. 1.06 Genealogía. 1.07 Anuncio de los ángeles a los pastores. 1.08 Circuncisión y purificación. 1.09 Epifanía y huida a Egipto. 1.10 Matanza de inocentes. 1.11 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén.

CAPITULO II.-PERIODO DE PREPARACION 2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo. 2.02 Tentaciones en el desierto. 2.03 Testimonio de Juan Bautista. 2.04 Primeros discípulos. 2.05 Bodas de Caná.

CAPITULO III.-PRIMER AÑO DE PREDICACION 3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores. 3.02 Entrevista con Nicodemo. 3.03 Ultimo testimonio de Juan. 3.04 La Samaritana. 3.05 Comienzo la predicación en Galilea. 3.06 Vocación de mis primeros discípulos. 3.07 Predicación y milagros en la Galilea. 3.08 El leproso. 3.09 El paralítico de Cafarnaúm 3.10 La vocación de Mateo.

CAPITULO IV.-SEGUNDO AÑO DE PREDICACION 4.01 El paralítico de la piscina. 4.02 Manifestación apologética de mi Persona. Página 244


Autobiografía de Jesucristo 4.03 Segunda misión en Galilea. 4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada. 4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones. 4.06 Elección de los Doce Apóstoles. 4.07 El Sermón de la Montaña. 4.08 El siervo del centurión. 4.09 La viuda de Naím. 4.10 Mensaje de Juan. 4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo. 4.12 Anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu. 4.13 Mi Madre y mis hermanos.

PARABOLAS DEL REINO 4.14 Parábola del sembrador. 4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto. 4.16 Parábola de la cizaña. 4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo. 4.18 Parábola del grano de mostaza. 4.19 Parábola del fermento. 4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña. 4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla. 4.22 Parábola de la red. 4.23 Conclusión. El escriba instruido. 4.24 La tempestad calmada. 4.25 Los dos endemoniados gerasenos. 4.26 La hemorroisa y Jairo. 4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo. 4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo. 4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles. 4.30 Llega a Herodes mi fama. Martirio de Juan Bautista. 4.31 Mis Apóstoles vuelven de su predicación, retiro al desierto. 4.32 Primera multiplicación de los panes. 4.33 Camino sobre el mar. 4.34 Yo soy el Pan de la vida.

CAPITULO V.-TERCER AÑO DE PREDICACION 5.01 Discusión con los escribas y fariseos. 5.02 La hija de la cananea. 5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones. 5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces. 5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos. 5.06 El ciego de Betsaida. 5.07 La confesión y el primado de Pedro. 5.08 Les anuncio claramente mi muerte. 5.09 Transfiguración en el Tabor. 5.10 Curación del muchacho endemoniado. 5.11 Subo a Jerusalén. 5.12 Intentan los judíos apoderarse de Mí. 5.13 La mujer adúltera. 5.14 Doy testimonio de Mí mismo. 5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”

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Autobiografía de Jesucristo 5.16 Hijos del diablo. 5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo.” 5.18 El ciego de nacimiento. 5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor. 5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección. 5.22 La moneda en la boca del pez. 5.23 El mayor en el Reino de los cielos. 5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está. 5.25 La oveja descarriada. La corrección. La oración eficaz. 5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel. 5.27 En Samaria no me reciben. 5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado. 5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos. 5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida. 5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón. 5.32 La Parábola del Buen Samaritano. 5.33 En Betania: Marta y María. 5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración. 5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa.” 5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian. 5.37 ¡Bienaventurada mi Madre! 5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo. 5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo. 5.40 La levadura de los fariseos hipócritas. 5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio. 5.42 Desprendimiento de los bienes temporales. 5.43 Preparados para el más allá. 5.44 Las señales de los tiempos. 5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril. 5.46 La mujer encorvada. 5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. Número de elegidos. 5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!” 5.49 El hombre hidrópico. Recomendación de humildad y caridad. 5.50 La Gran Cena. 5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal. 5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida. 5.53 El hijo pródigo. 5.54 El mayordomo infiel. 5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro. 5.56 Lázaro enferma y muere. 5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén. 5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe. 5.59 Los diez leprosos. 5.60 Avenimiento del Reino de mi Padre. 5.61 El juez inicuo. 5.62 El fariseo y el publicano 5.63 El matrimonio es indisoluble. 5.64 Bendigo a los niños. 5.65 El joven rico. El peligro de riquezas. Galardón de la pobreza.

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Autobiografía de Jesucristo 5.66 Los obreros de la viña. 5.67 Tercer anuncio de mi Pasión. 5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo. 5.69 En casa de Zaqueo. 5.70 La parábola de las minas. 5.71 El ciego Bartimeo. 5.72 En memoria de María, que me ungió.

CAPITULO VI.-SEMANA DE PASION 6.01 Entrada triunfal en Jerusalén. 6.02 Llanto sobre Jerusalén. 6.03 Entro en la ciudad y en el Templo. 6.04 La higuera maldecida. 6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban. 6.06 Unos gentiles desean verme. 6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración. 6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?” 6.09 Los dos hijos enviados a la viña 6.10 Parábola de la viña. 6.11 Parábola de las Bodas Reales. 6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. 6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección. 6.14 El Gran Mandamiento. 6.15 Soy Hijo y Señor de David. 6.16 Guardarse de los escribas y fariseos. 6.17 La ruina de Jerusalén. 6.18 Los dos cornalillos de la viuda. 6.19 Concluye mi ministerio. Incredulidad de los judíos. 6.20 La destrucción del Templo. 6.21 Las señales precursoras. 6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad. 6.23 Señales de mi vuelta al mundo. 6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén. 6.25 Tiempo de mi segunda venida. 6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón. 6.27 Los siervos que velan 6.28 Las diez vírgenes. 6.29 Los talentos. 6.30 El Juicio Final. 6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas.

CAPITULO VII.-LA ÚLTIMA CENA

7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma. 7.02 Contienda entre mis Apóstoles. 7.03 Lavo los pies a mis discípulos. 7.04 Judas es descubierto. 7.05 La Eucaristía. 7.06 El Nuevo Mandamiento. 7.07 Predicción de las negaciones de Pedro. 7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. 7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos. Página 247


Autobiografía de Jesucristo 7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador. 7.11 La Vid y los sarmientos. 7.12 El Mandamiento del amor fraterno. 7.13 Odio del mundo contra Mí y mis discípulos. 7.14 Acción del Espíritu Santo. 7.15 “Otra vez me veréis.” 7.16 Conclusión.

ORACION SACERDOTAL 7.17 Ruego por Mí. 7.18 Ruego por mis discípulos. 7.19 Ruego por mi Iglesia futura.

CAPITULO VIII.-PASION Y MUERTE 8.01 En el huerto de Getsemaní. 8.02 Se consuma la traición. El prendimiento. 8.03 Ante Anás. 8.04 Ante Caifás. Ultrajes. 8.05 La negación de Pedro. 8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín. 8.07 Desesperación de Judas. 8.08 Presentación ante Pilatos. 8.09 Nuevas acusaciones. 8.10 Ante Herodes. 8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos. 8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas. 8.13 “ECCE HOMO.” 8.14 Hijo de Dios. 8.15 Mi crucifixión, mi agonía y mi muerte. 8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto. 8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver.

CAPITULO IX RESURRECCION Y VUELTA AL PADRE 9.01 El sepulcro vacío. 9.02 Pedro y Juan van al sepulcro. 9.03 A María Magdalena. 9.04 A las mujeres que tanto me querían. 9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos. 9.06 Camino de Emaús. 9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos. 9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío”. 9.08 En Galilea a la ribera del Tiberiades 9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro. 9.10 En un monte de Galilea. 9.11 Ultimas recomendaciones. 9.12 La Ascensión al cielo.

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Autobiografía de Jesucristo

I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI. XVII.

¿Aborrecer al padre, a la madre, a la mujer, a los hijos…? El Amor interminable Dios a la Vista Morir y resucitar dos veces El divorcio y la soledad El parto de una Mujer singular El silencio del mejor marido Extrema humillación de una mujer ¡He perdido a mi Hijo! La mujer encorvada La omnipotencia de una madre que sufre La viuda de Naím Las lágrimas del amor Una mujer con seis maridos Mujer heróica, mujer perversa Nacer de nuevo Pedro, la Roca, era un hombre casado

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Autobiografía de Jesucristo Vinculación razonada de dos de los milagros más importantes de Jesucristo XIX. Padre mío XX. Lo que he costado XXI. La Compasión XXII. La Resurrección del Hijo del hombre XXIII. La tarea acabada XXIV. Al Dios desconocido XVIII.

¿Aborrecer al padre, a la madre, a la mujer, a los hijos…?

Lc.14,25-33 La abnegación (APARTADO 5.51 DEL LIBRO) Caminaban con El grandes muchedumbres, y, vuelto a ellas, les dijo: “Si uno viene a Mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Quien no carga con su cruz y se viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo”. Cuando uno se llega a Cristo montado en el caballo de su imaginación y de sus sentimientos, se encuentra de frente con un Crucificado que le clava sus divinos ojos en el alma, y entonces el que, en virtud de estas “positivas vibraciones sentimentales”, vino al encuentro del Maestro, se volvió despavorido, horrorizado, y a galope tendido desanduvo el camino andado. Estos difícilmente volverán a encontrarse con Jesús. Con el Hijo de Dios caminaban multitud de personas, grandes muchedumbres, dice nuestro amigo San Lucas. Dios hace un alto en este su caminar terreno, se vuelve a esta multitud de hombres y mujeres y reclamando su atención les manifiesta con rotundidad divina las inauditas condiciones que exige para ser discípulo Suyo, para seguirle. Pone el listón altísimo, tanto que para superarlo se ha de llegar hasta la suprema determinación de elegirle a El antes que a los seres más queridos si en esta encrucijada nos pusiera su Providencia. ¿Esto es posible?, ¿se puede asumir?, ¿qué debo entender?, ¿acaso se puede aborrecer a un padre, a una madre, a una mujer, a unos hijos? Esto debo entenderlo con una buena dosis de sentido común porque Jesús no es un tirano que demande a su discípulo Página 250


Autobiografía de Jesucristo cosas imposibles. Cristo es el que lleva la iniciativa cuando requiere el amor del corazón de un hombre o de una mujer. Cuando llama a la puerta del alma no repara en tu estado pero tampoco te saca de él. Si respondes, no cambias de vida pero sí de filosofía, todos tus actos comienzan a tener trascendencia divina, tu norte se desplaza fuera de este mundo. “Si alguno me amare, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y a él vendremos y en él haremos mansión”. Así como suena, amar a Cristo supone ser amado a su vez por el Padre, que con el Hijo se digna habitar en la persona que responde, con toda su alma, a la súplica de un Amado que no merezco y sin embargo lo tengo, permanentemente, a la puerta de mi espíritu esperando, con paciencia divina, ser aceptado como el más sublime amor que se puede soñar, un amor que no tiene medida ni referencia. Aceptar a Jesucristo, que se llega, apasionado, para recibir lo que desde la eternidad te ha demandado y tú, a su vez, en supremo abandono, le entregas, supone un fulminante cambio de vida que trastoca la escala de valores con la cual consumabas tus actos al dictado de tu voluntad inspirada por un entendimiento que ahora discierne a lo divino, porque Personas divinas que en ti permanecen, con absoluto respeto a tu libertad soberana, te predisponen hacia una nueva actitud de perfección que te transciende, un cambio que tú mismo percibes y así mismo lo perciben los demás. Jesús se ha dado a Sí mismo, en toda su plenitud humana y divina a todos y cada uno de los hombres y de las mujeres que vengan a ser en este mundo, sin embargo se escoge a poquísimos amantes con los que tiene una predilección singular. Amiga lectora, amigo lector, el Dios hecho Hombre se te puede hacer presente en un dulce sobresalto que de manera inesperada se hace realidad en tu pequeño vivir sea cual sea tu condición y estado. El Corazón de Cristo, un Corazón de Hombre, puede venir a tu encuentro donde menos y cuando menos lo esperabas. Te puede ofrecer el amor más grande que puedas soñar en tu juventud, en tu madurez o en tu ancianidad, puedes percibir en lo más íntimo de tu yo el susurro de Alguien que te habita el alma y que a su vez te demanda un afecto inmenso, un amor que no tiene precio. Amiga lectora, amigo lector, a la hora de la verdad, cuando te dispones a cruzar a la otra orilla, en esta se quedan todos tus amores. Te seguirán amando, pero el tiempo hará de tu memoria un plácido recuerdo que terminará extinguiéndose con los años. Nadie de los que tanto has amado en este mundo te acompañará. Ya has puesto el pie en la barca y de pronto te sorprendes al comprobar que no vas solo. Fijas la atención sobre Alguien que no es ajeno a tu espíritu, Alguien que está a tu lado, que conoces porque le amaste sin verlo y cuando ya fijas tu atención se hace meridiana su figura, es ese “Amado mío” con el que tantas veces le has respondido a sus infinitas demandas de amor, es el Cristo que tanto te exigió porque tanto te dió.

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Autobiografía de Jesucristo Las inauditas palabras de Cristo no están lejos de la realidad, pues no es difícil constatar cómo responden algunos padres a la incipiente vocación de una joven o de un joven a la vida religiosa, a la vida sacerdotal que supone el trastoque de un futuro predeterminado por unos padres, por supuesto muy respetables, pero que hacen padecer a una hija, a un hijo en situación de asumir las inauditas palabras de Cristo. Esto es la inexplicable contradicción de los buenos, porque casi todos los padres son buenos. Con referencia al padre o a la madre que tiene que dar rotundo testimonio de su Fe, ahora, en esta sociedad occidental, la que se dice cristiana, son de evidente actualidad las exigentes palabras de Cristo, palabras que un padre cristiano tiene que asumir a la hora de suplicarle a su hija o a su hijo que no se case en un ayuntamiento, en un juzgado, que no se case con un divorciado, con un separado..etc… Qué difícil resulta para un padre no acompañar a su hija o a su hijo en un acto de este tipo, un acto en el que Dios no está. Esto es lo que le pide Cristo. ¿Quién comprenderá a este padre, a esta madre? No hay hombre o mujer que pase por este mundo sin una cruz, cruz que es solamente suya, la que Dios le ha designado. Es una cruz que cada cual llevamos por un caminito personal e irrepetible, un camino por el cual nadie ha caminado, ni nadie, después de mi, caminará. La cruz tiene una dimensión determinada con independencia de nuestras creencias, pero sin Fe la cruz pesa más y además no se rentabiliza. Con ella a cuestas llego a las puertas del Paraíso o a las puertas del Infierno, depende de mi actitud ante este inevitable peso. Si con mi cruz no voy tras de Cristo no puedo ser su discípulo. Sin Amor, sin Fe y sin Esperanza el abrazo con la cruz es desesperación. Si cuando la cruz pesa más, si cuando más siento la profunda depresión del sufrimiento insufrible, soy capaz del alzar la vista hacia mi Dios Crucificado para pedir compasión de Quien a su vez compasión me pide, comprobaré que mi cruz y la de Jesús son la misma Cruz y desde esa Cruz mis sentimientos serán los de Cristo y sus palabras las mías: “Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

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Autobiografía de Jesucristo

El amor interminable

Lc.10,38-42 En Betania: Marta y María (APARTADO 5.33 DEL LIBRO) Solo por San Lucas, el evangelista de la mujer, conocemos la personalidad de dos hermanas, Marta y María, dos mujeres que buscan el aprecio de Cristo según su peculiar forma de ser. Marta es la dueña de la hospedería donde habitualmente se llegaba el Maestro con sus más íntimos discípulos. Marta es la mujer activa que ocupa todas sus horas, y le faltan, en el ejercicio de su tarea. Mantiene una amistad de tal confianza con Jesucristo que solo ella, con la Virgen María, es capaz de insinuarle al Hijo de Dios qué es lo que debe hacer. Es una mujer respetuosamente autoritaria, pero con un corazón inefable que pretende servir a su Señor con todos los medios a su alcance. La Iglesia necesita, sin duda, mujeres con este espíritu de servicio. Todos los hechos relatados en el Evangelio son hechos consumados en el tiempo y en lugares que todavía existen. Si me introdujera en la vena del tiempo y pudiera desandarlo para encontrarme físicamente con las mujeres y los hombres que intervienen en este Sagrado Drama, quizás me sorprendería con la evidencia de que, la Pecadora que unge los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo, (la mujer que porque amó mucho se le perdonó

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Autobiografía de Jesucristo mucho) la María Magdalena que se abraza a los pies del Crucificado y del Resucitado y esta María de Betania que ahora está a los pies de su Señor sin perderse palabra, son la misma persona. Si esto es así, estamos contemplando a una singular mujer que amó a Jesucristo hasta la adoración. En dos mil años de historia cristiana, posiblemente, no encontremos un corazón de mujer más rendido y enamorado de Cristo que este sublime corazón de la María de Betania, posiblemente, la Magdalena. De Marta, hasta me puedo suponer que fuera, antes o después, mujer casada, pero de María de Betania solo puedo entender que es mujer reservada para solo un único amor, el amor de Cristo que es el amor de Dios. Esta mujer, que me ve y me oye, rindió su alma hasta la inmolación espiritual de sí misma por infinito amor al Hijo de Dios, al Hijo del hombre. Más adelante, cuando se acerca ya la Pasión de Cristo, María nos dejará una impresionante muestra de su amor. Derramará un frasco de perfume, de elevadísimo precio, sobre la cabeza y los pies de Jesús como expresión del más bello amor de mujer que jamás haya amado a Jesucristo. Un acto que por designio divino quedó inmortalizado en el tiempo. Un hombre, por muy noble que sea su alma, no genera en el corazón de una mujer el supremo amor con el que María adoraba a su divino Amado. Cuando de sus manos se vertía el perfume sobre los cabellos y los pies de su Señor, de sus labios y en silencio salían dos palabras que solo por Dios eran oídas: ”Amado mío”. Así es, amiga lectora, amigo lector, un “Amado mío” que al pronunciarlo, sin que oído humano lo oiga, se exhala el alma para convertirse en solo estas dos palabras con la que el yo de quien las expresa se vacía de si mismo para llenarse de Quien adoras en un acto de supremo abandono. Tal amor a Jesucristo es un Don, que viene de lo alto, para unos pocos escogidos, hijas e hijos de Dios, un Don que no distingue entre mujer y varón.

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Autobiografía de Jesucristo

Dios a la vista

Mt.9,18-19;Mc.5,21-24;Lc.8,40-42 Jairo suplica a Jesús que salve a su hija moribunda (APARTADO 4.26 DEL LIBRO) Una niña judía, de doce años, en estado de agonía, hija única de un tal Jairo, uno de los jefes de la sinagoga de un pueblo costero, nos reclama la atención. No sabemos su nombre, ni tampoco El Evangelio nos dice nada de su madre, solo, en este primer acto del drama, que ahora vamos a contemplar, se nos muestra un padre roto por la pena que inca sus rodillas a los pies de Jesús para implorarle que tenga a bien acompañarle a su casa y ponga sus manos sobre su hija moribunda porque si así lo hiciere su hija no moriría. Esta es la fe de un judío, de un judío relevante, habitante de un lugar de cuyo nombre no se nos dice nada. Cree en el Taumaturgo con algunas limitaciones. Jesús podrá curar a su hija, pero sólo si pone sus manos sobre

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Autobiografía de Jesucristo ella y por eso le urge pues su hija está para morir y si muere ya no se podrá hacer nada. Jesús ha captado, mejor que nosotros, la vacilante fe de quien le demanda el milagro. En su mente, como en la nuestra, se representa otra escena similar con otro personaje de otro lugar, quizás, cercano a este, también ribereño, el centurión de Cafarnaúm, un gentil, un no judío, que le sorprendería y nos sorprendería a todas las generaciones que habrán de venir con un acto de fe impresionante: ”Señor, no soy digno de que entres en mi casa, mas dí una sola palabra y mi muchacho quedará sano”. Estos dos hombres invocan a la Voluntad del Taumaturgo, el judío ya tiene preconcebido como se hará el milagro, dentro de unos límites que él ya ha marcado. El gentil, el no judío, invoca al Corazón de su Oyente, invoca a su querer y no a su poder, porque de este no le cabe duda, no delibera hasta donde puede llegar, cree con absoluta certeza que Jesús, si quiere, hará el milagro con solo quererlo, esté donde esté físicamente. Mt.9,20-22;Mc.5,24-34;Lc.8,42-48 La hemorroisa es curada de su flujo de sangre (APARTADO 4.26 DEL LIBRO) Jesús se acomoda a la fe del padre de la niña. Dios concede según la fe con que se le pide, aunque siempre da más de lo que se le pide. Este hombre pidió dos al que le podía dar doscientos mil si así lo hubiera pedido. Pero ahora contemplemos otra dramática escena con otra mujer de protagonista, una mujer de notable posición que ha gastado su fortuna para curarse de sus permanentes hemorragias menstruales sin conseguirlo. La fe de esta mujer es inmensamente más grande que la de Jairo. Atención, amiga lectora, amigo lector, porque esta hija de Dios va a ser causa de que se consume un milagro de Cristo sin previo asentimiento de su Corazón humano. En el Evangelio no se verá otro milagro semejante. Estrujado por la multitud, percibió que alguien le tocó de diferente forma. Experimentó salir de El una virtud de la cual alguna persona se benefició. Jesús se detiene y pregunta, para sorpresa de sus discípulos, quien le había tocado. Como Hombre, escruta con su mirada para descubrir la persona que le ha robado un milagro. Otra vez, asistimos a una situación comprometida de una mujer en público. En el Evangelio, las mayores muestras de humildad se dan en la mujer. Ésta, postrándose a los pies de Cristo, declara su vergonzosa, para aquella sociedad, enfermedad, y así mismo, expone entre sollozos cómo ha sido curada. Mi querida lectora, mi querido lector, la meditada lectura del Evangelio nos remueve a cada página leída, en permanente estupor reflexiono los hechos que se describen y no agoto la capacidad de sorprenderme. La curiosidad de Cristo como Hombre queda satisfecha, ya tiene a sus pies la mujer que solo le ha tocado la orla de su vestido. Como Hombre, le pasa igual que a mí, se sorprende de la Fe de esta hija de Dios, pero al seguir leyendo escucho, como escucharon todos, sus consoladoras palabras: ”Buen ánimo, hija; tu Fe te ha salvado…” y aquí me vuelvo a sorprender porque no volveré a encontrar en todo el Evangelio la palabra ”hija” en boca de Cristo dirigida directamente a su interlocutora. ¿Por qué Cristo llama ”hija” Página 256


Autobiografía de Jesucristo a una mujer, supuestamente, de más edad que El? ¿Estamos ante una frase hecha o tiene todo su sentido? Se acaba de producir un milagro, un hecho que suspende las leyes de la naturaleza, se ha consumado, de manera fulminante, la curación de una enfermedad padecida durante largos años en virtud de una Fe inmensa que pone al descubierto la Misericordia divina. En este misterioso acto parece como si hubiera actuado la Voluntad divina más que la voluntad humana de Jesucristo y a renglón seguido de escuchar sus palabras: “¿Quién me ha tocado los vestidos?”, como Hombre, se escucha las palabras de Cristo como Dios: “Buen ánimo, hija; tu Fe te ha salvado”, con lo cual, esta expresión: “hija”, hay que entenderla con plenitud de significado, la ha pronunciado el Creador del Universo, el Autor de la vida que, desde ya, contempla la salvación eterna de esta hija, una mujer que algo de su divinidad le ha reconocido. Mt.9,23-26;Mc.5,35-43;Lc.8,49-56 Resurrección de la hija de Jairo (APARTADO 4.26 DEL LIBRO) Dice el Evangelio que todavía estaba hablando Jesús cuando se llega a Jairo alguno de sus subordinados que le dice: ”Tu hija ha muerto; ¿para que molestar ya al Maestro?”. Con este “prodigio” de mano izquierda, este amigo de Jairo, le termina de partir el corazón. Para los dos ya no hay nada que hacer, la niña ha muerto, Jesús ya no podrá hacer nada más. Estas palabras llegan a los oídos de Dios, a los oídos del Hombre que acaba de consumar un acto divino y vuelto a Jairo le dice: ”No temas, cree no más, y será salva”. Jairo tiene el alma aturdida, su corazón de padre salta de la desolación a la esperanza sin tiempo para asimilar y reflexionar sobre las palabras que casi simultáneamente escucha de su amigo y de Jesús. Solo tiene que creer más de lo que hasta ahora ha creído y desconcertado, sigue al Maestro hasta donde está la niña. Allí los esperan la madre, desconsolada, y un alboroto de llantos y grandes alaridos porque la niña ha muerto. La emoción de Jairo es indescriptible, abrazado a su mujer y sin poder sostener las lágrimas escucha decir al Maestro: ”…No lloréis, que la niña no murió sino duerme”. Se burlaban de El. Jesús manda despejar el lugar y queda solo con los padres de la niña y con sus discípulos preferidos: Pedro, Santiago y Juan. Entran todos a la sala donde está el cadáver de la niña y Jesús cogiéndola de la mano pronuncia: ”Talitha Kumi” que traducido significa: “Niña, te lo digo, levántate”. Nos han quedado estas palabras en arameo, la lengua con la que Cristo se expresaba humanamente, unas palabras que en su boca y al mandato de su Voluntad hicieron posible que el espíritu de la niña tornara a su cuerpo. La hija de Jairo se levantó, para estupor de los presentes, para estupor tuyo y mío, amiga lectora, amigo lector. ¿Quién es este Hombre?

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Autobiografía de Jesucristo

Morir y resucitar dos veces Jn 11,1-16 Lázaro enferma y muere (APARTADO 5.56 DEL LIBRO) Amiga lectora, amigo lector, si te reconoces creyente pero a su vez no practicas tu Fe, no eres consecuente con lo que crees, no sigas leyendo, porque conocer lo que ahora relato va a comprometer tu alma para siempre. Decir que se ama y no practicar el amor es una mentira o por lo menos una actitud tibia en virtud de la cual uno puede ser vomitado de la boca de Dios. Caminamos hacia el final del Año 3º y San Juan nos mete de lleno en un drama al que asistimos con toda la atención del que ya conoce a los personajes y por los cuales siente un particular afecto. En la casa de Marta, de María y de Lázaro, amigos íntimos de Jesús, se vive con inmensa preocupación la grave enfermedad de Lázaro. Dos grandes mujeres de Página 258


Autobiografía de Jesucristo carácter diferente tienen sin embargo un sentimiento común, un común amor a un entrañable hermano que les tenía ganado el corazón. Lázaro se está muriendo. El facultativo emite el diagnóstico más preocupante y la evidencia de esta penosa enfermedad hacen que las hermanas se decidan a poner en conocimiento del Amigo la angustia de esta familia. Lo hacen con un discreto recado, con un respeto inmenso a la Persona de Jesucristo: “Señor, mira, el que amas está enfermo”. Los hechos tal y como los describe San Juan, son rotundamente históricos, es decir, si pudiera retrasar el tiempo, si me llego al sitio donde se consumaron, los tendré a la vista tal y como podría percibir cualquier otro acontecimiento en mi presente. No estamos ante un relato parabólico, una leyenda, un cuento, etc., estamos ante una realidad consumada y contemplada por muchas personas que pudieron testificar lo que vieron sus ojos y oyeron sus oídos. Un hecho comprobado, cierto, que ha sucedido realmente. Jesús se da por enterado, recibe el mensaje captando la inmensa angustia de sus amigas. Contesta al mensajero con unas palabras que ni comprenderá el enviado, ni las hermanas, ni los discípulos que le estaban oyendo. A dos milenios pasados, los que ahora leemos este pasaje del Evangelio si lo entendemos y en consecuencia asumimos que el Hombre que las ha pronunciado es el Hijo de Dios. Jesús conoce perfectamente que de aquí a dos días su amigo morirá y sin embargo no manifiesta prisa por ayudar a esta familia. Conoce, con anticipación, de que los trágicos hechos se consumen, el resultado final de este drama: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios”. Es decir, la razón determinante por la que Lázaro muere no es la consecuencia de una penosa enfermedad, sino que será el medio providencial con el cual Dios se valdrá para glorificar a su Hijo a los ojos del mundo. Y ¿Quién es este Hijo de Dios por cuya glorificación un hombre enferma y muere? Pues es este mismo Hombre que hace semejante afirmación, es el Destinatario del recado enviado por las hermanas de Lázaro, es este Jesús que permanece dos días más en el lugar donde estaba, hasta que su amigo fallece y de lo cual tiene conocimiento sin que nadie le informe: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarlo”. Para Jesucristo Lázaro se ha dormido, para nosotros, que hemos vuelto a Betania, lo que apreciamos es un cadáver que quizás, en función de la grave patología que se deja entrever (cáncer), en breve comenzó a corromperse y manifiestamente se dejaba sentir con un hedor insoportable. Lázaro ha muerto y su muerte se certifica porque:  Cesó la función respiratoria  Cesó la función circulatoria  Se produjo un enfriamiento cadavérico  Se produjo una lividez cadavérica

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Autobiografía de Jesucristo  Se produjo una rigidez cadavérica  Se produjo pérdida de contractilidad muscular  Cesó, irreversiblemente, la función encefálica  Por último, como signo inequívoco, comenzó la putrefacción cadavérica. Esto es morir y en tal estado, nuestro amigo Lázaro es amortajado y sepultado en el sepulcro familiar, a las afueras de Betania. Sus hermanas, Marta y María le lloran desconsoladamente porque bien saben ellas que el que se muere, el que se va ya no vuelve jamás. No oirán su voz, no verán su figura, su sonrisa, no sentirán las caricias y los besos de su querido Lázaro. El hermano se ha ido para siempre. Ahora nos volvemos al lugar donde está Cristo que determina volver a la Judea a pesar de estar amenazado de muerte y ante las objeciones que le hacen sus discípulos dirá: “Lázaro murió, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vamos a él”. Para el Señor, Lázaro dormía, pero para que lo entendamos dirá que Lázaro ha muerto tal y como lo hemos demostrado anteriormente. Dirá también que se alegra de no haber estado allí porque de haber estado no hubiera muerto el amigo, sin embargo su ausencia le va a permitir consumar un estremecedor milagro al que vamos a asistir, amiga lectora, amigo lector, con el estupor del que lo vió en “vivo y en directo”, un milagro portentoso que ha de despertar la Fe, y obrar en consecuencia, del que esté leyendo lo que estoy escribiendo, pero que cegará para siempre los ojos de la Fe del que no quiere tenerla aunque esté contemplando un hecho tan trascendental al que le niega, voluntariamente, su incuestionable verdad y esto si que es un misterio de iniquidad en virtud del cual el que no responde a esta oportunidad se hace merecedor de su propia condenación. “No envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. Quien cree en El, no es condenado; quien no cree, ya está condenado”. Jn 3,17-18 El Hijo de Dios se encamina hacia Betania. Ya han pasado cuatro días desde que Lázaro murió. Marta, cuando oyó que Jesús llegaba salió a su encuentro y entre sollozos se atreve a hacer un cordial reproche al que reconocía como capaz de haber impedido la muerte de su hermano si físicamente hubiera estado allí: “Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto mi hermano; no obstante, ahora sé que cuanto pidieres a Dios, Dios te lo otorgará”. Con estas palabras, Marta deja entrever que cree posible que Jesús puede resucitar a su hermano ahora, ahora mismo, solo tiene que pedirlo a Dios, a su Padre, y su Padre Dios se lo otorgará. Jesús le responde: “Resucitará tu hermano” Ella entiende que esta resurrección será lejana, al final de los tiempos, pero lo que en verdad le está sugiriendo es una resurrección inmediata de su hermano. Le dirá:

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Autobiografía de Jesucristo “Sé que resucitará cuando la resurrección universal el último día”. Pero Jesús, con pausado tono de voz y gesto sereno le afirmará: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí aun cuando muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Marta, con una emoción incontenida, con el corazón saliéndosele por la boca, casi gritando, le dirá: “Sí, Señor; yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que viene al mundo”. Jesús ya no sigue hablando con Marta. Le ruega que avise a su hermana María para que venga a verle. “Dile que la espero”. Marta, deprisa, fue en busca de su hermana, María. Le dice: “El Maestro está aquí y te llama”, ella con cierto nerviosismo acelera su paso para llegar a las afueras de Betania, allí donde Jesús la esperaba, cerca del sepulcro donde estaba el cadáver corrompido de su hermano, ya muerto de cuatro días. Le siguen los amigos de la familia que suponen que esta mujer vuelve a la tumba de Lázaro para seguir llorándole. María, viendo a Jesús le embargó una inmensa emoción, no pudo contenerse, se echa a los pies de Cristo y en un río de lágrimas se lamenta: “Señor, si hubieras estado aquí, no se hubiera muerto el hermano”. El llanto desconsolador, el llanto de los que la acompañaban llegan a los oídos del Hijo de Dios, del Hijo del hombre, a los de este Hombre que se estremece en lo más profundo de su Espíritu, se conturba y se ahoga esforzándose por sostener las lágrimas que casi le afloran a sus ojos divinos y humanos. Dios se estremece con el dolor humano, le conmueve hasta su médula divina el padecimiento del hombre. Esto es un misterio inexplicable. Cristo siente como Hombre, siente un temblor en todo su cuerpo embargado por una emoción que no puede contener. Con la voz quebrada, con un nudo en la garganta pregunta: “¿Dónde le habéis puesto?”. “Ven y lo verás”, le dirán los amigos de Lázaro, y de camino hacia la cueva donde se encuentra el cadáver, no puede contener su emoción y entre breves sollozos entrecortados, Jesús llora la muerte de Lázaro, su amigo. Amiga lectora, amigo lector, ahora quizás toca hacer un alto en la lectura, echarse para atrás en el sillón del despacho, de la mesa de trabajo, en el sillón de la sala de estar de la casa y reflexionar sobre estas divinas lágrimas. Me viene a la mente lo que a mí mismo me ha ocurrido con una situación similar. Conocí al alcalde de un pequeño pueblo de mi tierra, Murcia-España, un pueblo que se llama Sangonera la Verde. Yo era el Ingeniero de las obras que en el pueblo se hacían, obras de tuberías y depósitos de agua potable. Mi buen amigo Lucas tenía un cáncer de huesos en muy avanzado estado y yo le visitaba con alguna frecuencia con el corazón enjuto por la compasión. Me daba una gran pena. El, con una mente meridiana y lúcida, sabía que se moría y pronto. Yo también lo sabía, pero

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Autobiografía de Jesucristo hablábamos de otras cosas, del trabajo, de las obras, de la política. Sus pies y sus manos parecían botas, sus extremidades estaban hinchadas como globos que le obligaban a permanecer en una silla de inválido. Yo le encendía un pitillo, un pitillo para él y otro para mí y hablábamos. –¿Lucas eres creyente? -Sí, Rafael, soy creyente, pero no me llevo bien con el cura de este pueblo -¿Qué me dices, Lucas? ¿Qué ha pasado? -Este joven ha puesto al pueblo en contra mía, es un hombre que está haciendo mucho daño. No te lo puedo asegurar, amigo Rafael, pero mucho me temo que este cura no es un buen cura, no puedo decirte más. -Lucas, entonces ¿no te asiste nadie espiritualmente? -Si, todas las semanas me visita un amigo que es sacerdote, párroco de otro pueblo, que me confiesa y me da la comunión. -Muy bien, Lucas. Mañana te regalaré un libro que trata de la Sábana Santa y un Rosario. Te conviene rezar el Rosario todos los días que puedas. Adiós, Lucas, hasta mañana. Al día siguiente le llevé lo prometido, otro cigarro, una buena conversación y hasta la vista. Cierto día, muy poco antes de morir Lucas, tuve que hacer varias gestiones en otras obras, en otros lugares de Murcia. Se me hizo tarde y montado en mi “citroen dos caballos” me dirigía a mi casa con una gran fatiga. Ya anochecía, pero conforme iba llegando me remordía la conciencia por dejar ese día de ver a mi amigo enfermo. Estaba agotado pero no pude parar el coche en la puerta de mi casa, me encaminé hacia Sangonera la Verde casi maquinalmente y ya de noche me llegué a la casa de mi amigo. -Hola Lucas, tú no sabes lo que me ha costado llegar hoy hasta aquí. El, con la voz grave y una serena sonrisa, me sorprendió con estas palabras: -Rafael, aunque ya se ha hecho de noche yo sabía que tú, hoy, vendrías a verme, estaba seguro que vendrías. Se hizo el silencio, puso sus ojos sobre mí con una mirada que no olvidaré jamás. En silencio saqué el tabaco de mi cazadora, le encendí un cigarro, me encendí otro y dando una profunda calada, puse mi mano sobre la suya hinchada como una bota y le dije: -Amigo mío, ¿cómo te encuentras? Lucas no me contestó, su rostro me pareció triste pero con una inmensa paz y serenidad, parecía que se estaba despidiendo de mí. De buena gana me hubiera puesto a llorar, sin embargo “haciendo de tripas corazón”, me puse a hacerle preguntas sobre su ejercicio como alcalde, sobre la limpieza del sufragio universal, sobre la verdad y la mentira de la política. Me dijo que yo era un inocente ciudadano lejos de entender los entresijos de esta actividad que se mueve en un mundo de ambición, de cinismo y de mentira. Lo abracé y le dije:

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Autobiografía de Jesucristo -Lucas, mañana no puedo venir. Volveré dentro de tres días, el día de tu Santo. Adiós. Cansado pero con enorme satisfacción me volví a casa. Dormí de un tirón. Al día siguiente a trabajar. No me acordé de mi amigo Lucas. Al otro día, otra vez a trabajar. Por la mañana, de casualidad, cae el periódico local en mi mano. Estoy tomando café y pasando distraídamente las hojas de la prensa y de pronto se me subió la sangre al cuello. En las páginas interiores aparece una pequeña noticia. “El alcalde de Sangonera ha fallecido, después de una larga y penosa enfermedad, esta madrugada. El entierro será a tal hora”. Mi amigo, se murió el 17 de Octubre de hace ya más de 30 años, un día antes de su Santo. Con prisa cogí el coche y con prisa llegué hasta el pueblo donde estaba el cadáver de mi amigo. Entré en su casa llena de gente. Llegué entero, con dominio de mí mismo, pero al verme la hija de Lucas prorrumpió en un llanto sin consuelo que me partió el alma, pues a gritos decía: -¡Pobre padre mío, aquí está el ingeniero cuyo nombre, Rafael, pronunciaste antes de morir! Sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo, apreté los dientes, quise sujetarme pero cuando vi a mi amigo amortajado comencé a llorar como jamás he llorado. Me salían las lágrimas como ríos incontenibles y con voz quebrada me lamenté diciendo: -No me has esperado, amigo Lucas, te has ido sin que yo me despidiera de ti. ¡Cuanto lo siento, amigo mío! Lloré por la impresión que me produjo el lamento de la hija de Lucas a la vez que contemplaba la imagen del cadáver de mi amigo. No pude evitar conmoverme porque además sentí que algo de mí se había muerto. La muerte me hizo llorar, se me anticipó la visión de mi último destino en este mundo. Asumí, quizás, por primera vez en mi vida que así me verían mis seres queridos, cuando Dios disponga llevarme con Él para siempre. Conocí a mi amigo Lucas sólo unos meses, no más de seis o siete, pero su amistad es un tesoro que guardo con todo el cariño del mundo. Al poco fui trasladado a otros lugares de España para seguir ejerciendo mi profesión en la ejecución de obras. Me llegaron noticias de Sangonera la Verde. El cura se casó con la maestra del pueblo. Quizás, mi amigo, desde el cielo, intercedió por sus paisanos y quiso Dios que otro pastor, un buen sacerdote, se hiciera cargo de los habitantes de este pueblo cuyo alcalde me ganó el corazón para siempre. Amiga lectora, amigo lector, ahora me vuelvo al relato evangélico y comprendo mejor las lágrimas de Jesús, las lágrimas de este Hombre con sentimientos como los míos por la muerte de un amigo y la certeza de que esa muerte también se consumará en El y en mí. El Evangelio, anteriormente, ya nos ha mostrado que el Señor con solo quererlo y a pesar de estar a distancia, en otro lugar, pudo curar a Lázaro, justo, si hubiese querido, en el momento de recibir el mensaje de sus hermanas. Esta no era la voluntad de su Padre, esta no era su Voluntad. Dios dejó a la naturaleza que siguiera su curso en la penosa enfermedad de Lázaro y como consecuencia muere y es enterrado. Dios tenía otros planes que no eran los

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Autobiografía de Jesucristo de Marta y María. Hemos contemplado, con suma tristeza, las lágrimas de un Hombre y nos hemos identificado con Él. Continuamos y nos disponemos a ser testigos de un acontecimiento inaudito. Jesús llega hasta la cueva funeraria cuya entrada estaba tapada con una losa, está estremecido, a su alrededor hay mucha gente, a su lado Marta y María y de pronto dice: “Quitad la piedra”. El corazón de Marta se acelera en grado sumo, no puede reprimirse, “¿qué va a hacer este Hombre?”, está aturdida y le salen estas palabras: “Señor, ya huele mal, que es muerto de cuatro días”. Mientras se oye el sonido ronco y lento del roce de la piedra con la roca, Jesús se dirige a Marta: “¿No te dije que, si creyeres, verás la gloria de Dios?” La cueva está expedita, la piedra corrida, de dentro se desprende un olor húmedo y nauseabundo. La gente está petrificada, no se pierde detalle. ¿En qué va a quedar esto? En un silencio sepulcral se oyen las palabras de Cristo mirando al cielo y con los brazos alzados: “Padre, gracias te doy porque me oíste. Yo ya sabía que siempre me oyes; mas lo dije por la muchedumbre que me rodea, a fin de que crean que Tú me enviaste”. Cristo invoca a Dios como Padre Suyo que siempre lo escucha. Afirma tal verdad para que a su vez lo oiga la muchedumbre que lo rodea. Se dispone a ejecutar un acto divino que consumará con el pronunciamiento de unas palabras humanas oídas y entendidas por oídos humanos, de los hombres y mujeres testigos presenciales de este inaudito acto cuya verdad histórica se ha transmitido y se transmitirá de generación en generación hasta el final de los siglos, una verdad objetiva e irrefutable en virtud de la cual Jesucristo reclama la Fe de cualquier hombre que se de por enterado de este acontecimiento comprobado y cierto y por tanto reclamar la Fe en que el Dios, en el que nos movemos y existimos, ha enviado a su Hijo al mundo para que todo el que crea en El alcance la vida eterna. Ahora, Cristo, se vuelve hacia la entrada de la cueva funeraria y a voz en grito que sonó como un trueno en el oído de los presentes dijo:

“¡Lázaro, ven afuera!” El difunto salió a la vista de todos, atado de pies y manos con vendas, con un sudario que le envolvía el rostro. Un escalofrío indescriptible recorrió la espina dorsal de todos, se oyó una admiración como si fuera una sola voz que parece oírse todavía en el espíritu de los que estamos leyendo este pasaje del Evangelio. Un supremo estupor invadió el alma de aquellos privilegiados testigos de semejante milagro. ¿Quién es este Hombre? Se preguntaban en lo más íntimo de su razón y conciencia. Y nosotros, a dos mil años vista, nos hacemos esta misma pregunta, pero… ¿quién es este Hombre? Amiga lectora, amigo lector, estos son los hechos históricos, reales y verdaderos que ponen a prueba la Fe en Jesucristo. ¿Qué más pudo hacer para que creamos en su palabra? Esta pregunta se la hago a la lectora o al

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Autobiografía de Jesucristo lector que se considera no creyente o que se considera creyente y no practicante. Si ha leído con atención, ahora es el momento de tomar una decisión que le va a poner en situación de elegir un comportamiento de cara al final de su existir en este mundo. Amiga mía, amigo mío, tú puedes decirte a ti mismo: “Comprendo que hasta hoy no he sido consecuente con la Fe que manifiesto profesar y acepto el mensaje divino con el que Dios me interpela el alma, ordenando los acontecimientos para que yo haya leído y entendido este portentoso milagro de su Hijo y en virtud de lo cual me sale del corazón un “Padre mío, perdóname” con el que vuelvo a comenzar tratando de practicar el amor con el agradecimiento a quien me ha estado esperando toda la vida, gratitud a este “Padre mío” que me ha hecho, por fin, reconocer al Hijo de sus entrañas que tanto ha dado por mí”. Pero también te puedes decir: “He leído, he entendido, no tengo duda alguna, considero con toda mi razón e inteligencia que este hecho ejecutado en determinado tiempo y en determinado lugar, es un hecho verídico incuestionable y del cual solo se puede sacar la consecuencia de que este Hombre, Jesucristo, consumó una resurrección de un muerto ya podrido, una facultad que considero absolutamente imposible que se pueda dar en otro hombre. Sé a ciencia cierta que no ha habido, ni hay, ni habrá hombre alguno que en virtud de su propia facultad y por sí mismo sea capaz de hacer volver a la vida el cadáver corrompido de otro hombre. Por tanto asumo la divinidad de Jesucristo, acepto con absoluta libertad y con plenitud de conciencia, de facultades psíquicas y morales, que Jesucristo es el Eterno Hijo de Dios. Sin embargo con la misma voluntad soberana, con el mismo libre albedrío, escojo mi estado de tibieza o de consumada beligerancia contra Dios, contra su Hijo, contra su Iglesia, me niego a creer en lo que está meridiano como la luz del sol y por tanto acepto desde ya mi posible condenación porque es lo que quiero”. ¿Se puede dar en cualquier persona actitud semejante? Pues sí, se puede dar y de hecho se da en una medida desconcertante, en un misterio de iniquidad inexplicable, en una medida incomprensible para la razón de un bien nacido. La vida de una mujer, de un hombre con relación, por ejemplo, al tiempo que los científicos especulan sobre la edad del ser humano es un instante. En la era Antropozoica, apareció realmente el hombre (el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens) y de este comienzo nos separan 3 millones de años. De la formación del planeta tierra, en el periodo Precámbrico, nos separan 4.600 millones de años. En el marco teórico del Big Bang, al Universo se le atribuye una edad de entre 14.000 y 20.000 millones de años. Supongamos 100 añitos de vida en este mundo. ¿Qué supone esta edad con las cifras anteriores? Es evidente y no te descubro nada amiga lectora, amigo lector, que cualquier ser humano asume, en lo más profundo de su ciencia y conciencia, que estas cifras son menos que nada comparadas con la eternidad, así como suena, la eternidad, la misma en la que fijas tu alma, a la hora de la muerte, en sus buenas o malas disposiciones. Amiga mía, amigo mío, la vida es solo un suspiro, lo que dura el tiempo de decir: “Te odio con toda mi alma, Padre mío”, o decir: “Te

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Autobiografía de Jesucristo amo con toda mi alma, Padre mío”. Cada cual elige, con plena libertad, su destino eterno y con esto he terminado. Si este artículo no te ha gustado, no te convence, no te interesa entenderlo, ya es tarde. Te avisé al principio. Ahora Dios está a la espera de tu respuesta, quizás no tengas otra oportunidad. PD. Amigo Lázaro, al final del tiempo, en ti se dará una verdad con la que Dios Padre glorificó a Dios Hijo. Has tenido que morir dos veces y dos veces serás resucitado. Tengo muchas preguntas que hacerte, pero esto lo dejamos para otra ocasión.

El Divorcio y la Soledad

Mt.5,31-32. El divorcio (APARTADO 4.07 DEL LIBRO) Los hombres podemos engañar a otros hombres, e incluso a nosotros mismos, pero a Dios no lo podemos engañar. Ante el mundo se podrá justificar un amancebamiento con el “brillante término” de parejas de hecho. Un varón y una mujer unidos en virtud de su mutuo asentimiento ratificado por solo la palabra y un “haber que pasa”. Al poco tiempo, lo que desordenadamente se unió, desordenadamente se separa, siendo, por lo general, la mujer la que carga con la peor parte. Se edifica una casa sobre arena y a la menor contrariedad comienzan las desavenencias, esta pareja de hecho se agrieta y en breve se arruina para desgracia de ellos mismos y de sus hijos. Cristo no se refiere a estas uniones que solo son reconocidas por sociedades divorcistas y así les va. Cristo hace mención del legítimo matrimonio y avisa que cuando el varón, por su ineptitud, por su infidelidad o por su malicia, rompe el sagrado vínculo que le une a la madre de sus hijos, comete adulterio y predispone a la mujer a cometer el mismo pecado. El hombre que así actúa viene a ser responsable inicial de un adulterio que afecta a tres personas, a él, a su mujer y al hombre que se une a su mujer. Dios ha puesto en aviso a todas las generaciones de lo que este pecado puede suponer para una sociedad, porque con este acto se da lugar a un encadenamiento de posibles desordenes que trascienden a la persona que lo inicia. Un divorcio puede generar un indefinido desmembramiento familiar de imprevisibles consecuencias. Al cabo del tiempo, no mucho, cuando el hombre que ha generado un divorcio recapitula su vida, se encuentra con una cosecha de amargos frutos que no le harán muy

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Autobiografía de Jesucristo placentero el tramo último de su existencia. La soledad no es buena compañera para iniciar el viaje a la otra vida, pero desde luego, si lo que te acompaña son las consecuencias de tu divorcio en otras muchas personas, que ni siquiera has conocido, es más que probable afrontar la muerte sin esperanza.

El parto de una Mujer singular Mt.1,18-25 Nacimiento de Jesucristo (APARTADO 1.05 DEL LIBRO) Un edicto del César, que obliga a empadronarse en la ciudad donde se ha nacido, parece ser la causa de un viaje de María y José hacia Belén, un pueblo de la Judea distante a unos 120 Km. de Nazaret, sin embargo, yo creo, que la razón de este viaje es contribuir, con conciencia de lo que se hace, al cumplimiento de una profecía: que el Mesías nacería de la ciudad de David que se llama Belén. María conoce esta afirmación de la Escritura, sabe muy bien que lleva en sus entrañas al Mesías, al Hijo de Dios, esperado y soñado por el pueblo judío. También sabe que ha de nacer en Belén de Judá y sin duda, toma la iniciativa, compartida con su marido, del viaje y de su oportuno comienzo, justo cuando interpreta que, aproximadamente, al terminarlo, se le cumplirían los días del parto en la ciudad de Belén. Para este viaje, María, analiza su situación, en función de su estado de gestación y su modesta economía, para estar en esta ciudad hospedada el menor tiempo posible y de paso dar cumplimiento al edicto del César. Pero el Divino Niño que llevaba en su bendito seno dispuso venir a este mundo un poquito antes de lo que su Madre esperaba. Se puede pensar que, seguramente, algún familiar tendría María en Belén, sin embargo, de principio, su voluntad es la de hospedarse en alguna posada y esperar el divino alumbramiento de su Hijo, pero, por lo que el Evangelio expresa, no encontró alojamiento ni el ambiente que se acomodara a sus pretensiones. Entre tanto, su naturaleza de Mujer respondía con las contracciones previas a un parto que de momento daba la Página 267


Autobiografía de Jesucristo cara. La noche ya estaba entrada, la situación se hace insostenible y no queda más remedio que llamar a la puerta del pariente más cercano y por lo que está a la vista hay que actuar de inmediato, la hora es inoportuna, no da tiempo a desalojar el aposento más adecuado para este acontecimiento. El Niño está a punto de llegar y la Madre ya no resiste más. Azarosamente se prepara lugar junto a la casa hasta donde se ha podido llegar, ¡es un pesebre!, ¿pero qué se puede hacer..?, ya no hay tiempo. Sobre un lecho de paja tienden a la joven esposa que finalmente, en una última contracción, da a luz al Autor de la vida, a un Niño que viene a nacer en las recias y benditas manos de José, el marido bueno que, trasmudado, toma al Niño y lo entrega a su Madre que, según el Evangelio, lo envuelve Ella misma en pañales después de lavarlo y ser atendida debidamente por otras mujeres de las que solo Dios conoce su nombre. El Evangelio no matiza, paso a paso, como fue el parto, pero yo me pregunto: ¿de qué otra forma pudo suceder? Sin esta precipitación, así he visto nacer a mis cinco hijos y a mis seis nietos, de una manera natural. Otras muy buenas especulaciones, son producto de nobles y piadosas imaginaciones que no se ajustan a la realidad. María conoce su destino y el lugar donde debe nacer su Hijo, el Hijo de Dios. María consuma la voluntad de Dios y ejerciendo libremente, al dictado de su razón, escoge el momento oportuno para viajar a Belén sin saber, quizás, que su Niño nacería en un pesebre en virtud de una situación que Ella no esperaba. Así, pues, pudiera confirmarse que la causa por la que Jesús nace en Belén se debe a su Madre y por la que nace en un pesebre al edicto de César Augusto que propició no haber lugar en la posada.

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Autobiografía de Jesucristo

El silencio del mejor marido

Mt.1,18-25 Zozobras de San José (APARTADO 1.04 DEL LIBRO) A continuación, en el Evangelio Concordado, aparece en escena un hombre justo y bueno, José, el esposo de María. Así como suena, el marido de María. Un hombre casado en situación de zozobra porque no sabe qué hacer. Si nos ajustamos a la interpretación literal del texto, puede pensarse que José está sorprendido del embarazo de su mujer, un embarazo en el que él no había intervenido. Al margen de una interpretación pueril de cual era el estado anímico de José, se puede tratar de emplear la lógica, en base a los datos que el propio relato evangélico aporta y aceptar el singular ejercicio de dos voluntades, la de María y la de José, que por no ser, en general, la normal voluntad de dos jóvenes casados, dejan por ello de estar fuera de lo posible y entender los hechos tal y como fueron. Estos esposos, este marido y mujer, probablemente, todavía no vivían como tal bajo el mismo techo de un hogar. Está demostrado que en la familia judía de aquellos tiempos un hombre y una mujer podían estar casados, con todos sus derechos y obligaciones, y sin embargo permanecían, durante indefinido tiempo, en el hogar paterno, cada cual en la casa de sus padres. De la respuesta de la Virgen, ya desposada con José, a Gabriel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”, puede interpretarse que esta Mujer, aun estando casada, no tenía voluntad de dejar de ser Virgen. Por lo que se

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Autobiografía de Jesucristo deduce de esta pregunta, posiblemente, hubo un entendimiento previo y mutuo entre María y José que se consumó en la intimidad de un pacto entre dos personas singulares que obran al dictado de su soberana libertad, en virtud de la cual se abstienen de un derecho conyugal incuestionable. En este razonamiento no podemos pasar por alto que estamos ante la Inmaculada Concepción y un hombre elegido desde la eternidad para ser digno marido de la Madre de Dios. La Virgen es una joven judía profundamente enamorada de José, un joven judío al que Dios dotó de una pureza con la que no hay términos para definirla en lenguaje humano, una pureza proporcionada a la de la Mujer que tenía por esposa. Esta joven judía, María, sí da crédito a las palabras de Gabriel que hacen referencia al embarazo de su tía, Isabel, una mujer anciana que ya está de seis meses de gestación. Con esta Fe decide visitar a su parienta y dentro de un razonamiento elemental, el lector puede comprender que esta joven esposa fuera acompañada de su marido a un lugar distante 100 Km. El Evangelio no lo expresa, pero ¿quién puede dudar de que un buen marido acompañe a su esposa en un largo viaje, no exento de posibles peligros y dificultades? No concibo a María realizando el viaje sola, la contemplo junto a José camino de Ain Karim y si esto fue así, doy por hecho que no ocultaría a José el motivo del viaje, y si no le ocultó el embarazo de su anciana prima ¿por qué le iba a ocultar la realidad del suyo?, ¿por qué le iba a ocultar, al hombre de su alma, a su marido, que había concebido sin concurso de varón? José, escuchó, vió y reflexionó. Escuchó a la Mujer de su alma y la creyó. Después pudo contemplar con sus propios ojos la evidencia sorprendente del nacimiento de un niño del vientre anciano de una mujer anciana. Escuchó las palabras de Isabel, que se dirigía a María como la Madre de su Señor. Reflexionó de la manera que un hombre justo y bueno puede reflexionar. No pone en duda la integridad virginal de su esposa María, sabe que en el bendito vientre de su Mujer hay engendrado un Niño por obra del Espíritu Santo que es el Hijo de su Dios y el Hijo de su Mujer, ¿qué hace él en este portentoso acontecimiento? Este es, a mi juicio, el fundamento de las zozobras de José, pues no entendería otros pensamientos en la mente de un marido bueno al que Dios le concede la mayor dignidad posible en un hombre. Otra cosa será que otros no lo entiendan, pero esto es materia opinable y cada cual puede quedarse con la interpretación que más se acomode a su leal saber y entender, siempre y cuando no esté en contradicción con el Magisterio de la Iglesia Católica.

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Autobiografía de Jesucristo

Extrema humillación de una mujer Jn1-11 La mujer adúltera (APARTADO 5.13 DEL LIBRO) Al contemplar, como ser humano, este patético drama, comprendo con profunda pena lo terrible que es para la mujer de siempre verse sometida al juicio del varón de siempre. El adulterio es un pecado muy grave que trasciende a la persona que lo origina. Se hace daño a sí misma y a otras que, quizás, incluso se hundan en mayor decrepitud moral. Al final se responde de tus actos y de sus consecuencias en otras personas que se ven afectadas. La cultura judía de aquellos tiempos era “inmesiricorde” con la mujer convicta de adulterio, que pagaba con la muerte por lapidación, a manos de hombres, que sin embargo indultaban al varón solo por el hecho de ser varón. La cultura de hoy, incluso en el mundo civilizado, no anda lejos de esta arbitrariedad y así, como si con nosotros naciera, se le atribuye a la mujer una facultad muy superior a la del hombre para soportar la tentación de una pasión y esto es una deplorable injusticia. La jerarquía religiosa de aquel pueblo, los escribas y fariseos, al cabo ya de casi tres años de perseguir a Jesús, estaban desconcertados de sus obras y

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Autobiografía de Jesucristo enseñanzas. Como nos lo hará saber Pilatos, el corazón de estos hombres estaba podrido de envidia y con ciego rencor buscaban cualquier ocasión para desprestigiar al Maestro que se había ganado el afecto del pueblo sencillo, que con inmenso agrado le escuchaba. Para estos maestros de Israel se presenta la ocasión, quizás premeditada, y por decirlo así, “cazan” a una pobre mujer en flagrante delito de adulterio (así lo describe El Evangelio de San Juan). Con solo la palabra “flagrante” se entiende la cruda escena de la que somos testigos. En ningún otro texto del Evangelio se presenta situación más humillante para una mujer. Posiblemente, la inteligencia del varón sea incapaz de ponderar la suprema humillación que puede sufrir una mujer de cualquier tiempo expuesta, con toda su desnudez, a la inesperada malicia presencial de unos hombres sin escrúpulos que consumarán en ella la vejación más infame que se puede dar en un alma femenina. Sin humanidad, sin compasión, a empujones, a toda prisa presentan a la adúltera en público, a medio vestir, con ilimitada vergüenza y anegada en suspiros entrecortados de la que intuye su inminente muerte. La arrastran hasta la altura de los ojos de Cristo, que estaba sentado sobre algún peldaño de los atrios del Templo de Jerusalén, estos mismos ojos que al contemplar el lamentable estado de esta pobre mujer se clavarán en el suelo con pudor divino. Seguros de que impertinencia

su

infame batalla le

está

ganada, con insisten:

sanguinaria

”Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En la ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; tú, pues, ¿qué dices?” Jesús no responde, sigue sentado y con sus ojos fijos en el suelo. El silencio eleva la expectación de la multitud. ¿Cómo saldrá de esta encrucijada? Si asiente con la Ley de Moisés, esta mujer será lapidada y entonces ¿en qué quedaría su fama de misericordioso y perdonador de pecadores? Por el contrario, ¿en qué quedaría su prestigio de Maestro y Taumaturgo si, como judío que es, asiente con el incumplimiento de la ley mosaica? Solo se oye el sollozo de la pobre mujer, todas las miradas están fijas en Jesucristo que incorporándose se encara con sus adversarios a los cuales dice:

”Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla” Todos y cada uno de estos hombres, decididos a lapidar a esta mujer, perciben que sus impurezas quedan al descubierto, se avergonzaron de si

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Autobiografía de Jesucristo mismos porque sus conciencias dejaron al desnudo la decrepitud moral de sus corazones emponzoñados. Solo se oye el sonido de las piedras que caen de sus manos al suelo y se marchan. Para Dios nadie está perdido, la Misericordia divina siempre está dispuesta a dar otra oportunidad. Para el hombre, el juez más severo y sin piedad que le puede juzgar es el propio hombre.

¡He perdido a mi Hijo!

Lc.2,40-52 El Niño perdido. Vida oculta (APARTADO 1.11 DEL LIBRO) San Lucas toma nota, al dictado, de la única persona que podía conocer este acontecimiento. Le informa, directamente, la Mujer que lo ha vivido y lo ha sufrido. Con todo detalle y en pocas palabras, la Virgen María relata al evangelista aquello que, desde años, guardaba en su precioso Corazón. Amiga lectora, ¿Has perdido alguna vez a una hija o a un hijo pequeño? ¿Podrías explicar lo que sintió tu corazón de madre? ¿Te imaginas lo que padeció esta Madre durante tres días? Con la boca seca, el rostro con el color de la cera y la sangre helada en las venas, esta Madre busca a su Hijo con angustia en el alma y con preguntas a los demás y a sí misma sin respuesta. ¿Dónde está mi Hijo? Un día es largo para buscar al Hijo perdido, pero una noche, a solas con tu

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Autobiografía de Jesucristo imaginación, es una eternidad insufrible. ¿Por qué, Padre mío, tuvo que pasar esto a la Madre mía? Por fin, el nudo se suelta y quien medita este pasaje se complace en el encuentro de esta hermosa Madre con este hermoso Hijo. Yo que soy marido y padre, ahora, que el Niño y la Madre se abrazan, pongo la mirada en la figura de José y contemplo los brazos de un hombre noble que estrecha sobre sí, en un solo abrazo, al Amor y a su Madre. ”Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, andábamos buscándote”. Observe, quien lea, que la iniciativa es de la Madre, pero con la inteligencia singular, de una Mujer singular, deja constancia al Niño del sufrimiento común de una Madre por antonomasia y de un padre no progenitor pero no por ello menos padre sufriente que el mejor padre natural que pueda existir. María y José, conocen la Paternidad de este Niño y ahora él mismo se lo va a ratificar: "¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había Yo de estar en casa de mi Padre?" Si su Madre le estaba haciendo referencia de José como su padre ¿a qué Padre suyo se refiere el Niño? No cabe duda, amiga lectora o lector, que tú ya has entendido de que estamos contemplando al Hijo de Dios interpelando a nuestra inteligencia, a nuestra razón, a nuestra Fe. El Dios en quien me muevo y existo ya comienza a mostrárseme meridiano como la luz del sol que me da vida, empieza a mostrárseme ¡como un Niño!

La mujer encorvada

Lc.13,10-17 La mujer encorvada (APARTADO 5.46 DEL LIBRO) Solo de la mano de San Lucas, llegamos en nuestro estudio, sobre “La mujer en el Evangelio”, al encuentro de una mujer dieciocho años enferma, con un mal en su columna vertebral que le obligaba, necesariamente, a ir encorvada, sin posibilidad de alzar la cabeza. Era una de las asistentes a la sinagoga en la que, un día de sábado, enseñaba Jesús, y al verla la llamó. Ella, sin poder alzar los ojos, se llegó hasta Jesús, no sin percibir que su corazón latía al galope. Sintió en su espalda el calor divino de la mano del Hombre al que solo podía oír y a malas penas ver a distancia. Como siempre que el Señor se dispone a hacer un milagro en público, se genera una expectación que deja mudos a los presentes. El más afectado es el

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Autobiografía de Jesucristo arquisinagogo, el responsable de la sinagoga que no pierde detalle. La mujer, confusa, oye las palabras de Cristo: “Mujer, estás libre de tu enfermedad”, y sin ninguna dificultad se incorpora para encontrarse de lleno con la sonrisa y los bellísimos ojos del Hombre que la había curado. El estupor se apoderó de todos y con una superlativa insensatez, el que era la autoridad de la sinagoga, protesta porque a una mujer enferma se le había sanado en sábado. La casuística con la que este individuo justifica su contrariedad es espeluznante y muestra como este “brillante” fariseo miraba a esta hija de Dios que, seguramente, era asidua de la sinagoga. La miraba como se mira a una cosa, no le inspiraba el más mínimo sentimiento de compasión. Amiga lectora, amigo lector, ¡ojo! con el fanatismo religioso que todavía es frecuente en nuestro mundo de hoy. La religión está hecha para el hombre y no el hombre para la religión. El fondo es más importante que la forma. El hombre es lo más sagrado a respetar, porque en él habita el mismo Dios. Cristo ha dado su vida por ti, por mí e incluso por este fariseo que le odia, por este religioso que antepone el cumplimiento de una formalidad sin espíritu a la salud y la vida de un ser humano. ¡Ojo! también con el que desnaturaliza la forma en virtud de un fondo que es cosecha exclusiva y excluyente de su corazón indisciplinado, que carece de la virtud de la obediencia, que en definitiva se sale de “madre” por una soberbia incontenida que disfraza con gestos y palabras fundamentadas en el arte de la media verdad y de la mentira, de la demagogia premeditada. Dios nos libre de hombres consagrados interpretando la liturgia al libre albedrío de su imaginación.

La omnipotencia de una madre que sufre Mt.15,21-28;Mc.7,24-30 “Sana Jesús a la hija de la cananea” (APARTADO 5.02 DEL LIBRO) Al comenzar el tercer año de su vida pública, Jesús decidió marchar a las tierras de Fenicia. Una mujer de aquellas tierras tenía noticias del poder de este Judío al que se le conocía por el Hijo de David. Era madre de una hija y de un inmenso dolor, pues su pobre niña padecía de una endemoniada enfermedad. Esta mujer sabe que Jesús está en la Decápolis y decide llegarse hasta el Taumaturgo de la Judea para suplicarle la curación de su hija, con una Fe tan grande como su angustia.

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Autobiografía de Jesucristo El corazón de esta madre es un ejemplo irrepetible de compasión, pues sufre en sí misma el padecer de su hija, de entereza, de perseverancia, de Fe y de humildad. Sin respetos humanos gritaba con todas sus fuerzas tratando de abrirse paso entre la multitud que acompañaba a Jesús. Fue recriminada por el escándalo de sus gritos pero este, quizás, trato vejatorio no le disuadió de su empeño, gritaba y gritaba con el propósito de llegar a la cabeza de la multitud y encontrarse con Aquel que ella buscaba con pertinacia sobrehumana. Jesús era su única esperanza. ”¡Hijo de David, Señor, apiádate de mi!”. Estas son las palabras que se repetían como lamentos a gritos por una mujer no judía cuya Fe solo es comparable con la de otro personaje también gentil y no judío, el centurión de Cafarnaúm. Ambos dejarán estupefacto al Hijo de Dios, que se sorprenderá de la seguridad con la que sus interlocutores le demandan un milagro que será consumado a distancia, sin presencia de los afectados, con el simple asentimiento de su voluntad humana y divina. Con desmedida perseverancia, esta mujer, alcanza al Señor que buscaba, ya dentro de la casa a donde iba y precisamente no la recibe con los brazos abiertos. Con todo el peso de su amargura, esta madre, sin ningún respeto humano y quizás, sin ninguna lágrima porque ya las había agotado todas, se echa a los pies de Jesús diciendo: “¡Señor, socórreme!” Cristo le hará comprender a esta mujer lo que nosotros nunca hemos comprendido, que su Persona, su palabra, su misión estaba, en un principio, reservada a los hijos de la Promesa, le hará comprender que esta es la Voluntad de su Padre Dios, con unas palabras tan duras como grande fue la necesaria impertinencia de esta madre, sin más esperanza para la curación de su hija que el arrancar de este Hombre el favor que por lo demás no parecía estar determinado a concederle. Sin perder el ánimo, esta mujer parece conocer, más o menos de antemano, que su Interlocutor estaba reticente a concederle semejante demanda. Ella, que no era judía, podía esperar las lacerantes palabras de Cristo a las cuales contesta con otras que evidencian un prodigio de humildad, unas palabras pronunciadas con la sencilla espontaneidad de una madre sirofenicia y quizás algo de ellas lo traía ya preconcebido desde lo más profundo de su alma. La respuesta que oye Jesús de boca de esta cananea le maravilla. No veremos a Cristo en otra circunstancia que manifiestamente le sorprenda más que le sorprenden la Fe y las palabras de esta mujer: “¡Oh mujer, grande es tu fe!; por eso que has dicho, hágase contigo como quieres; anda, ha salido de tu hija el demonio”

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Autobiografía de Jesucristo La mujer se marchó a su casa y encontró a su hija echada sobre la cama y el demonio salido de ella. Solo en un corazón de madre se puede dar la virtud de la esperanza, de la Fe, de la perseverancia y de la humildad en un grado de perfección tan alto como para arrancar de la Misericordia divina el milagro no previsto por la Justicia divina. Solo a un corazón de mujer se le puede ocurrir semejante oración: ”Señor, si conviene, concédeme lo que te pido y si no conviene haz que convenga”

La viuda de Naím

Lc. 7,11-17 La viuda de Naím (APARTADO 4.09 DEL LIBRO) Dice San Lucas que al día siguiente de cuando Jesús, estando en Cafarnaúm, cura a distancia al siervo del centurión, partió hacia la ciudad de Naím. En ese tiempo, Naím no era una aldea, un pueblo, era una ciudad con

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Autobiografía de Jesucristo importante población, pues así se deduce del texto evangélico que expone como una viuda llevaba a enterrar a su hijo único, acompañada de mucha gente. Jesús, a distancia, divisa la figura de una madre que acompaña el féretro de su hijo único, un joven difunto que van a enterrar. Nadie le ha informado, El sabe lo que ha ocurrido y decide llegarse hasta el cortejo fúnebre y cuando ya está cerca oye el lamento infinito de una madre sin consuelo, una madre que ha perdido a su único hijo. San Lucas es el único que nos da referencia de este acontecimiento y así mismo será quien nos manifieste los sentimientos de ternura y compasión de este Hijo del hombre, de este Hombre al cual se le enternece el Corazón, un sentimiento humano que nos lo hace cercano, tanto como para enamorarnos profundamente de Él, de este Hijo de Mujer que pasó por el mundo haciendo el bien. Amiga lectora, amigo lector, antes de seguir con el relato que nos ocupa, creo que sería bueno reflexionar sobre la causa de la amargura de esta madre viuda, sobre la muerte de su marido y de su hijo. Dios quiso para esta mujer que esto de morir lo conociera de cerca. Vió expirar a su marido, al padre de su hijo único y vió expirar al hijo de ambos, a este joven en cuyo rostro se dibujaban las facciones del hombre de su vida, del esposo con el que compartió vida, alma, cuerpo y corazón. Como haciendo un paréntesis, expongo a continuación, párrafos de un articulo sobre la definición de muerte que he encontrado en la red.

¿Qué es morir? La muerte es lo contrario a la vida, es la concreta evidencia del contraste entre el movimiento y la quietud permanente, entre la actividad vital de un ser humano y la desagradable presencia de un cadáver cuya temperatura se enfría progresivamente y del que ya no podemos obtener respuestas, sensaciones o impulsos fisiológicos. En resumen se ha perdido la comunicación por completo, es decir, se asume, desde que el hombre es hombre, que esta persona se ha ido para no volver jamás, porque la experiencia nos asegura que lo que estamos viendo es “algo” y no “alguien”, “algo” que se corrompe por momentos y termina siendo nada o a lo sumo polvo en el polvo. Desde el punto de vista médico, ético y legal solamente se aplica el principio de muerte como estado contrario a la vida, esto es, pérdida de la fuerza sustancial que incluye la desaparición de la actividad interna de crecimiento y desarrollo, así como la ausencia de la actividad externa que permite interrelacionarse con el medio externo. Todo con los consecuentes efectos de pérdida de independencia, de capacidad de adaptación, de reproducción, finalizando así su lapso de existencia de autonomía y autopreservación temporoespacial.

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Autobiografía de Jesucristo La muerte viene precedida por la agonía, que es como un sinónimo de combate, de lucha, aunque no implique necesariamente la posibilidad de victoria. Es simplemente la última etapa antes de morir. Puede ser larga, corta o fulminante en función de su medida en el tiempo, pero en la escala subjetiva del sufrimiento puede ser asumida con la serenidad de quien se dispone a cruzar el umbral de una invisible puerta que se abre a la otra vida, en la que siempre ha creído y para la cual se ha preparado durante toda su existencia. Hasta que su razón no le abandona tiene conciencia de que se marcha de este mundo con sus obras y con su Fe, esta Fe que le asegura que va al encuentro de un Padre, de un Dios que es Dios de vivos y no de muertos. Por el contrario, el inevitable sufrimiento de la agonía se presenta como última etapa de la desesperanza de aquel que no cree. Para esta persona, sin Fe, todo se ha acabado, se dispone a entrar en la infinitud de la nada, se va solo a lo desconocido y digo que cruza en solitario el umbral de la invisible puerta, anteriormente mencionada, porque no quiere que le acompañen sus obras, esas mismas que le asaltan a la conciencia que ahora la vive más despierta que nunca. Dios es imprevisible e inescrutable pero sus designios son de infinita misericordia. Se lleva al alma de toda mujer y todo hombre, justo en la hora oportuna, ni antes ni después de cuando más gracia le asiste en el desenlace final de su vida. La muerte de un marido o de una esposa es perder el apoyo básico, del compañero o compañera de la vida, en las fatigas y en las ilusiones del vivir común de la existencia. Sin esa carne de tu carne, el sufrimiento merma la facultad de superar los posibles desequilibrios físicos y psíquicos que en definitiva acortan la vida del que queda. Sin embargo cuando hay hijos que todavía dependen de ti, aunque el dolor y el recuerdo te anuden el corazón, no tienes más remedio que gastar la parte de vida que te resta en la asistencia y cuidado de este patrimonio común del que se fue y de la que se quedó. Amiga lectora, ahora es a ti a quien le demando atención. Damos por hecho que esta mujer de Naím, viuda, conoció este doloroso trance, padeció la muerte de su marido. A la vista está, también, la muerte de su único hijo. Ahora, para tratar de llegar al fondo de su inmensa pena debemos saber que: La muerte de un hijo o una hija, de un amor infinito, es una de las experiencias más duras, difíciles y dolorosas que puede sufrir un ser humano. Nada más elocuente para entender a esta viuda del Evangelio que poner los ojos en la honda reflexión que hace una madre de hoy ante la muerte de un hijo de cinco añitos, una madre de ayer, de mañana, de siempre: ”Empezar estas líneas ha tocado fibras profundas dentro de mí... cada instante que me disponía a escribir, veía como mi pecho palpitaba

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Autobiografía de Jesucristo aceleradamente y mi respiración se acortaba. Finalmente, sentada frente a mi ventana, observando la profundidad del mar y la oscuridad de la madrugada, tomé la pluma y me dispuse a escribir... palabras inspiradas por el espíritu, transparentes y humildes. Sumergida en la tristeza en donde puedo ver, sentir y oler el dolor de no tener a mi hijo a mi lado, me mueve el deseo de comunicar mis sentimientos, reacciones, reflexiones y creencias, inspirada por el valor de irradiar esperanza a aquellas familias que en este momento están padeciendo la desgarradora experiencia de perder un hijo. Ojalá este rayito de luz ilumine a aquellos hogares que tienen la fortuna de no sentir este vacío, tomando conciencia de nuestra vulnerabilidad como seres humanos para así poder enfrentar el sufrimiento o la muerte de los demás. ¡Cuántas veces hemos deseado fervorosamente una vida feliz, sin dificultades, sin sufrimientos! Sin embargo, esa existencia es meramente utópica e inhumana. Lamentablemente, nuestro existir está condicionado por la dificultad y por alguna forma de sufrimiento. Se necesita valor para enfrentar el dolor que causa la muerte de un hijo, se necesita el apoyo, hasta del que no nos conoce, con su oración. Se necesita coraje para arrancar el miedo, un miedo que invade, que paraliza, una tristeza que nos envuelve e inestabiliza, unas culpas que se entierran como agujas por todo el cuerpo noche y día, añorando cada amanecer de un nuevo día tener a ese hijo adorado con nosotros. Mi hijito murió cuando tenía solo 5 años y medio... Esa noche llena de nubes oscuras, con llovizna, mil preguntas llegaban a mi mente... ¿Sufrió antes de morir? ¿Se asustó? ¿Cómo enfrentar la vida sin él? ¿Por qué a mi hijo le tocó esto? ¿Qué mal he hecho yo para merecer esta desgracia? ¿Qué voy a hacer sin mi hijito? Estas fueron, una y otra vez, las preguntas e imágenes que me torturaban, rodeada de muchos seres queridos que deseaban aliviar mi dolor. Doy gracias a esos abrazos, rezos, llamadas de preocupación y largas horas escuchándome, que me permitieron sobrevivir esa primera etapa. Enterrar mi hijo... despedirme, preguntarle a Dios dónde estaba mi pequeño: "¿Esa vida eterna realmente existe?" "Si eres tan bueno: ¿Por qué te lo llevaste?..." "Permítele a la Virgen tenerlo en sus brazos". Mi corazón se me desgarraba, no podía llorar, sentía que el dolor encarnado en mis entrañas no iba a salir. Sentía que no iba a poder vivir. Quise estar a su lado, sentí que había fracasado como madre, cuestioné la existencia misma de la vida, se desmoronaban mis cimientos, mis valores, mis creencias. Mi familia, sin mi hijo, no era familia. Hablar de él constantemente y ver algunas de sus fotos me confortaba. El camino del duelo está lleno de miedos, culpas, resentimientos, impotencia, pasividad y vacío. Son sentimientos que aterrorizan, que juzgamos en nosotros mismos, dolorosos de enfrentar y, a veces, irreales, provocados por nuestras fantasías. ¡Si tan sólo pudiésemos entender, desde Página 280


Autobiografía de Jesucristo niños, nuestra propia vulnerabilidad, nuestras limitantes, nuestros errores, pudiésemos acariciarnos con mucha más benevolencia, misericordia y paciencia! Con frecuencia los sentimientos de culpa que nos agobian son reales, en cuyo caso es saludable enfrentarlos, razonarlos y perdonarnos. Este acto de humildad nos permitirá enseñar a nuestros hijos a enfrentar la adversidad y situaciones dolorosas. Independientemente de cuál sea nuestro credo religioso, todos tenemos una dimensión espiritual que no podemos soslayar y que nos viene de un Ser Supremo, de un Padre que no te abandona. Cuando perdemos un ser querido, algunos nos aferramos más a Dios que otros. Sentada largas horas donde está el Santísimo, cuestionando del por qué... Muchas noches, cuando me disponía a cerrar mis ventanas, miraba al cielo, un cielo estrellado y preguntaba: "Dios mío, ¿cuál de esas estrellitas representa mi hijo...?” A través de mis oraciones, he encontrado la paz, amor y esperanza, y me siento unida, a través del dolor, con aquellas familias que sufren por la perdida de un ser querido. Esta es la manifestación de Dios en mi vida”. Ahora, amiga mía, toca volver a la ciudad de Naím. Jesucristo, enternecido, se llega a la mujer y le dice: “No llores”. Por la mente de Cristo, quizás, se dibuja la figura de su Madre, otra viuda con un único Hijo, que beberá la amargura y el horror de una muerte cruenta e infame, la muerte en Cruz de su Jesús. Se detiene el cortejo, el gentío enmudece a la vista de un Hombre joven, de impresionante figura, que pone su mano sobre el féretro, se detiene la comitiva y en un súbito silencio se oyen las palabras de Cristo: “¡Muchacho, te lo digo, levántate!” El muchacho se incorporó y comenzó a hablar y Cristo, cogiendo la mano del hijo y de la madre, se fundió en un abrazo con ellos y aunque el Evangelio no lo diga yo supongo que la emoción en el Corazón de Jesús sería incontenible y quizás alguna preciosa lágrima se escapó de sus divinos ojos. La gente quedó atemorizada y confundida, una frase quedó inmortalizada, una frase cuyo eco se oye en todo el universo que se ve y el que no se ve, que se oirá hasta el final de los tiempos: ¡Dios ha visitado a su pueblo!

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Autobiografía de Jesucristo

Las lágrimas del amor

Lc.7,36-50 Una mujer unge los pies a Jesús (APARTADO 4.11 DEL LIBRO) Con cierto sobresalto nos metemos de lleno en un acto dramático que solo relata San Lucas. Un fariseo rogaba a Jesús que viniera a su casa a comer con él. El Evangelio nos indica que el nombre del fariseo es Simón, sin embargo no dice el nombre del lugar donde suceden estos hechos, ni tampoco nos da el nombre de la mujer, solo nos informa de que tal mujer era conocida en la ciudad por su conducta pecadora. De la lectura de este pasaje no se puede deducir la dimensión del pecado de esta mujer, pero si se puede reflexionar sobre la impresionante grandeza de su corazón. La decisión de llegarse a la casa de este tal Simón para ungir a su Invitado, evidencia un conocimiento previo de Jesucristo. Antes lo había escuchado, lo vio de lejos o de cerca, en su pobre corazón tenía grabada la figura impresionante del Taumaturgo, del Maestro. Cristo pasaba por su ciudad, era una oportunidad que no podía dejar escapar, y esta mujer se decide a dar el paso más importante de su vida. Toma un botecillo de alabastro con preciado perfume y fulminando los respetos humanos se presenta en la sala donde están solo hombres recostados sobre el diván que rodea el centro de la mesa. Se hace el silencio, se tensa la situación y esta mujer se llega hasta el lugar que ocupa el Invitado, con una entereza que para sí quisieran los fariseos que la escrutan, pero al cruzar su mirada con la bellísima mirada de Cristo, siente como sus piernas le flaquean y postrándose a los pies de su Señor, vierte sobre ellos ríos de lágrimas de noble mujer, de mujer arrepentida de un pasado cercano. Sin pronunciar una sola palabra demanda perdón al Corazón del Hombre Dios y para ello, sin levantar cabeza, esta hija de Dios, emplea sus labios, sus cabellos, sus manos y sus lágrimas para consumar un acto de amor supremo e irrepetible. En el Evangelio, con tal dramatismo, ya no se verá una muestra de amor a Cristo tan grande. Veremos a la María de Betania, la hermana de Lázaro, hacer lo mismo que esta mujer pero, en este caso, sin derramamiento de lágrimas. No hay en el Evangelio un acto tan expresivo, no hay manifestación tan contundente de tan sublime amor, un amor que solo se da en corazón de mujer. No comprendería que esta mujer desapareciera de la vida de Cristo

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Autobiografía de Jesucristo solo porque no conozco su nombre. En el próximo apartado, también solo San Lucas, me mostrará el nombre de una mujer de la que salieron siete demonios, expresión ésta muy de la época para indicar la vida más o menos atrevida de una joven. El nombre es María Magdalena. Esta María Magdalena, como así mismo la María de Betania, de cara al final de los días de Jesucristo en este mundo, me harán recordar la actitud de la mujer que nos acaba de ganar el alma. Amiga lectora, amigo lector, no puedo evitar manifestarte que estoy profundamente convencido de que actos de amor de esta naturaleza solo se pueden dar en el corazón de una mujer, y digo de una mujer porque difícilmente se puede dar en un hombre, y digo de una mujer, expresándome en singular, porque me es imposible entender que esta mujer, María de Betania y María Magdalena no sean la misma persona.

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Autobiografía de Jesucristo

Una mujer con seis maridos Jn.4-26 Jesús y la Samaritana (APARTADO 3.04 DEL LIBRO) Solo Juan nos presenta a esta mujer de Samaria. Una mujer experta en el trato con los hombres, una mujer que ha convivido, en intimidad, con seis diferentes maridos. Jesús, agotado del camino, se sienta en el brocal del pozo y a distancia clava sus ojos divinos en una mujer que ya conoce desde siempre. La mujer se llega, recelosa, hasta la polea del pozo en la que enganchará su pozal. Con el rabillo del ojo observa la figura de un Hombre cansado pero con un porte impresionante, un judío bien vestido que de momento la sobresalta con estas palabras: “Dame de beber”. Posiblemente ya no se encuentre en el Evangelio otra ocasión en la que Cristo pida algo de manera directa como ahora vemos que lo hace con esta Samaritana. Dios mismo viene a sincerarse con esta mujer a la cual habla de “agua viva”, de “vida eterna”, de “la salud que viene de los judíos”, de “espíritu y verdad”, de “Espíritu es Dios”, de “adorar en espíritu y verdad”. El Señor, no ha hecho distinción de personas. A Nicodemo, un ilustre fariseo del Sanhedrín, le ha hablado con semejantes palabras. A esta mujer, no le baja el rango de su discurso y además le confirma algo que no oyó Nicodemo. “Yo soy el Mesías, el mismo que habla contigo, mujer”. No cabe duda que los juicios de valor que hacemos los hombres no se corresponden con los de Dios y por tanto nos equivocamos, pero sobre todo, cuando los juicios los hacemos los varones sobre las mujeres, entonces, la arbitrariedad es tan manifiesta, que pisamos en el terreno de la infamia. Si Dios interpela a esta inteligencia femenina con una conversación de altos vuelos, tal y como lo hemos observado con Nicodemo, es que esta mujer dispone de una capacidad de comprensión, posiblemente, igual o superior a la de Nicodemo y además tiene menos prejuicios para aceptar una singular afirmación: “El Mesías soy Yo, el mismo que habla contigo”. La Samaritana, lo entendió y lo creyó y así lo hizo creer a sus conciudadanos, pues muchos creyeron por su testimonio, tanto como para que en Samaria se oyeran estas palabras: “…Sabemos que Este es verdaderamente el Salvador del mundo”. Salvador del mundo, así será reconocido únicamente por aquellos que no son judíos, una expresión que ya

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Autobiografía de Jesucristo no se volverá a repetir en Los Evangelios. No obstante si busco en El Programa Concordante la palabra “Salvador”, la encontraré tres veces. Una en el Magnificat de la Virgen María, otra en el anuncio del ángel a los pastores de Belén y por último esta de los samaritanos.

Mujer heróica, mujer perversa Mt.14,3-12; Mc.6,17-29 Martirio de Juan Bautista (APARTADO 4.30 DEL LIBRO) En una mujer se puede dar el acto heróico más grande que pueda concebirse en la raza humana. Su valor supera con mucho la actitud del varón ante acontecimientos que pongan en riesgo la vida. La mujer durante el embarazo y sobre todo en el parto, pone todos sus órganos vitales al límite de sus posibilidades funcionales, un fallo en cualquiera de ellos supone la muerte fulminante, se juega la vida, así como suena, se juega la vida o por lo menos la salud, su integridad física y algunas veces psíquica. ¿Qué hombre estaría dispuesto a pasar por este episodio? La Historia Sagrada nos muestra mujeres que con su valor salvaron pueblos enteros. A la hora de la verdad, El Evangelio nos presenta a tres mujeres con el mismo nombre, María, la de Nazaret, la de Magdala, la de Cleofás, al pie de un madero en forma de Cruz donde se ha ajusticiado a un Hombre con el que le dan patética muerte. Con ellas se encuentra un joven varón, Juan. ¿Dónde están los hombres maduros en quienes, supuestamente, se dan las virtudes heroicas? Un ser con semejante inteligencia a la del sujeto humano, que observara desde otro mundo el comportamiento de la mujer y del hombre, quedaría admirado ante el amor inconmensurable que una madre es capaz de ejercer sobre la hija o el hijo de sus entrañas al que transmite su propia vida poniendo en juego todas sus facultades, poniendo en juego la vida misma con la que ella existe. Pero también, este ser de otro mundo quedará estupefacto de la suprema maldad que puede generarse en un corazón femenino. Con perplejidad indefinida constataría que precisamente en la mujer se da el más alto grado de perversidad que pueda darse en el ser humano. La voluntad de una mujer al servicio de Satanás lleva a cabo actos de tal magnitud diabólica que se escapan a la interpretación con la inteligencia de varón. La mujer está sometida a la tentación del demonio desde el principio de su existir en este mundo y a través de ella y por ella el

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Autobiografía de Jesucristo hombre también se ha visto en trance de cometer insospechadas barbaridades de las que nadie está exento de consumar. A un hombre, Satanás le puede tentar de manera directa, pero en algunos casos, el Averno se vale de la mujer, que ya tiene dominada, para conseguir, si puede, la perdición de un hijo de Dios. Herodías es el prototipo de mujer en la que se manifiesta meridianamente la decrepitud de un corazón femenino emponzoñado, de un espíritu maléfico al servicio eficaz del padre de la mentira, al servicio del mismo Lucifer que la domina y la inspira en la ejecución de sus perversos actos. Con premeditación y alevosía va rumiando la oportunidad de acabar con la vida “del profeta más grande nacido de mujer”. El día ha llegado, es el cumpleaños de Herodes, el hombre con el que convive en adulterio, denunciado públicamente por su despreciado delator, Juan Bautista. Conociendo el depravado corazón de Herodes, adorna a su hija para presentarla con estudiada sensualidad a los ojos podridos del rey y sus invitados. La maquinación satánica de esta madre sin escrúpulos da el resultado esperado y por fin se consuma su venganza ilimitada, el más grande nacido de mujer es decapitado por la maldita voluntad de otra mujer.

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Autobiografía de Jesucristo

Nacer de nuevo

Dios crea al primer hombre, a la primera mujer, por pura iniciativa suya, los crea a su imagen y semejanza. Cuando el hombre despierta de su primer sueño, contempla lleno de admiración a la mujer que Dios generó de una costilla suya y lleno de gozo exclamó: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén 2,23) Esta afirmación del primer hombre ya no volverá a tener sentido en ningún otro hombre, porque el siguiente varón será consecuencia de la unión de un padre y una madre. A partir de aquí todo ser humano es consecuencia de un acto procreador entre un hombre y una mujer y por lo tanto la frase: “Este si que es carne de mi carne, sangre de mi sangre y huesos de mis huesos”, solo se le puede atribuir, con propiedad, a una madre con respecto a la hija o al hijo de sus entrañas. A partir de que Dios decide disponer de la mujer como medio, soberanamente libre, para multiplicar la raza humana, el hombre nace cuando Dios quiere y cuando la mujer quiere. Dios dota al cuerpo de la mujer de unas cualidades de reproducción perfectas. La mujer da a luz un ser humano que es lo más perfecto de la creación. Pero a la mujer también se le dota de un alma en virtud de la cual, como el hombre, se hace semejante al Creador que la crea, es decir, semejante a Dios. En el ejercicio de las potencias de esta alma, de su entendimiento y de su voluntad, la mujer se hace fértil para la vida y con la imprescindible colaboración del varón engendra, ni más ni menos, que un ser humano, una hija o un hijo de Página 287


Autobiografía de Jesucristo Dios, que es lo más noble y lo más grande y perfecto que puede generar su naturaleza de mujer. Hay un dicho popular que dice: “El hombre propone y Dios dispone”. En la mujer, la secuencia se invierte cuando se trata de engendrar una nueva vida: “Dios propone y la mujer dispone”. Si Dios quiere pero la mujer no quiere, de esta posible madre no nacerá el hijo que Dios pretendía. Dios, en su infinita sabiduría, ha querido asociar a Sí la libre voluntad de la mujer y del hombre para que un ser humano sea una realidad tangible en la creación, pero si la mujer no quiere no engendrará y en el más nefando de los casos, si queda embarazada y no quiere al ser que lleva en sus entrañas lo expulsa y no le da opción a la vida, frustrará la voluntad divina con el libre ejercicio de su voluntad humana y ni ella, ni el hombre verán al hijo pensado por el Amor divino antes de que el mundo viniera a ser. Se podría elucubrar con que este poder tan grande en la mujer, en este caso, de generar una vida humana, la hace superior al varón y esto no es verdad y así lo manifiesto sin más para no alargar esta reflexión. En la dinámica con la que un hombre y una mujer generan un ser humano, en el mejor de los casos, la mutua y leal entrega de ambos lo precede, en el peor de los casos, el amor, casi siempre, lo pone ella y el egoísmo lo pone él. A partir de aquí, el varón, en primera instancia, queda a la espera de las consecuencias de un acto cuya razón de ser, quizás, no fue el mutuo consentimiento procreador. A partir de aquí, a la mujer se le atribuye una responsabilidad inmensa si, porque así Dios lo ha querido, engendró una vida con un alma ya desde el mismo instante de su fecundación, un ser humano que en breve será hombre o mujer siempre que ella lo acepte. Esta mujer, si solo ha sido objeto de deseo del varón, se queda sola con su verdad y esta, su íntima verdad, es que ha de compartir su salud, su vida, con el ser que lleva en sus entrañas. Sus facultades físicas e incluso psíquicas se ponen en juego. Con mayor o menor apoyo moral, el camino de su embarazo lo recorre ella sola y al final en un supremo acto de valor humano pone en riesgo sus órganos vitales, se juega la vida, abriendo inusitadamente sus entrañas para traer al mundo un hijo de Dios que también es hijo suyo. Con este acto de ilimitada donación de sí misma, la mujer hace que el rango del varón desaprensivo se eleve a su misma altura, es decir, el hombre pasa de ser solo marido a ser marido y padre que es la fortuna más grande a disfrutar en este y en el otro mundo. Pero además a la mujer le embarga una emoción indescriptible. Ya no siente el dolor, ni el sudor frío, ni sus temblores, ni sus temores, coge a la niña o al niño recién nacido lo pone sobre su pecho y de su corazón de madre le llegan a sus labios estas palabras: “Tú, hija mía, hijo mío, si que eres carne de mi carne y huesos de mis huesos” Se confirma un axioma universal que en clave sobrenatural se define con esta afirmación: “La madre es al cuerpo del hijo como Dios es al alma del hijo”. La madre llevará a su fin la realidad corporal del hijo, que engendra con el concurso imprescindible del hombre de sus amores, genera el cuerpo y el Padre Dios genera el alma. La mujer colabora con Dios,

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Autobiografía de Jesucristo arriesga su vida, pero como consecuencia de su generosidad propicia la consumación del acto más importante del ser humano, traer al mundo otro ser humano que, en virtud de la Fe en Jesucristo, tendrá la oportunidad de ser hijo de Dios, un hijo que no nace por la voluntad del hombre sino por la Voluntad de Dios. A partir de la creación de la primera mujer, Dios pide, valga la expresión, como permiso a sus hijas para consolidar la raza humana. Dios pedirá permiso a la mujer para traer un hijo o una hija al mundo, después, si así lo dispone, se lo llevará sin contar con la voluntad de la madre Así caminó y camina la generación del hombre con el simultáneo concurso del varón y la mujer, hasta que, cuando se llegó a la plenitud de los tiempos, Dios determina hacer bajar del cielo a su Hijo. Se escoge una Preciosa Jovencita judía a la que previamente había preservado del pecado original. Esta Mujer se engendró en el vientre de su madre ya Inmaculada, esta Mujer es requerida por el Padre Dios que pone a su consideración la encarnación de su Hijo si Ella lo quiere. Dios espera la contestación de una Mujer, ésta le confirma que acepta y el Dios Espíritu, el Espíritu Persona que procede del Padre y del Hijo, también baja del cielo, la cubre con su sombra, la fecunda y ¡atención! se queda dentro de Ella, y diríamos, si para Dios hubiera espacio, que no se vuelve al cielo sino que se queda allí, dentro de esta Mujer para siempre. Esta Mujer queda embarazada sin concurso de varón, así pues, el Cuerpo de Cristo será consecuencia de la actividad celular del inmaculado cuerpo de María y de la acción invisible de un Espíritu Santo, el Dios desconocido, que complementará la perfecta e integral naturaleza humana de Jesucristo. A esta Madre más que a ninguna otra madre posible se le puede atribuir la plenitud del significado literal de las siguientes palabras: “Hijo mío, Tú si que eres carne de mi carne, sangre de mi sangre y hueso de mis huesos” Cuando Jesucristo exclama en la sinagoga de Cafarnaúm: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna…” implícitamente está asegurando que el que come su carne y bebe su sangre, (en la forma que un ser humano puede hacerlo, es decir, en la forma de pan y vino consagrados que por efecto de la Transubstanciación se transforman en la Persona de Cristo con su cuerpo, con su sangre, con su alma y su divinidad) tiene vida eterna desde ya mismo. Desde la Fe algo muy importante hemos de asumir, que al gustar la carne y la sangre del mismo Cristo, estamos gustando la Persona de Dios con sabor a la bendita carne y la bendita sangre de su Preciosa Madre, pues, como ya hemos afirmado, en Ella, más que en ninguna otra mujer tiene plenitud de sentido la frase: “Hijo mío, Tú si que eres carne de mi carne y sangre de mi sangre”. Como ya hemos expuesto anteriormente, el Espíritu del Padre y del Hijo, este Espíritu Persona genera, sin concurso de varón, el embarazo de una Virgen que al cumplir los ordinarios nueve meses de gestación, como todas las mujeres, dará a luz al Autor de la vida, al Hijo eterno del Padre. Este Espíritu fecundador de su Madre ya no la abandona, manteniéndola como en un estado latente para manifestar otra universal Maternidad que se nos va a consumar en el Calvario.

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Autobiografía de Jesucristo La Virgen María, al aceptar ser la Madre de Dios se hace depositaria de la Gran Promesa del Padre, ganada por la posterior muerte y resurrección de su Hijo, de este Hombre que ha engendrado del Espíritu Santo. Este Espíritu, desde Ella, tomará posesión del alma de la mujer o del hombre destinado para la vida eterna, es decir destinados a ser hijo o hija de Dios y herederos de su gloria. Por la muerte y resurrección de Jesucristo, la bienaventuranza del hombre o la mujer es posible, nos ha hecho hijos de su mismo Padre y esta gracia sublime la recibimos a través de su Madre, la Virgen María, la Medianera universal de todas las gracias y tiene su comienzo en una filiación mariana, es decir, desde María y solo desde María se llegará el Espíritu a aquel que fue escogido para gozar del “cara a cara” de la visión beatífica que se nos promete a los creyentes. Cuando el fariseo Nicodemo, de incógnito, por la noche, se llega a Jesús para solicitarle información sobre su Persona y su doctrina, oye las siguientes palabras: ”En verdad, en verdad te digo: si uno no fuere engendrado de nuevo no puede ver el Reino de Dios”. El Señor, en principio, le habla de un engendramiento que no es lo mismo que un nacimiento. Por ideas comparativas con respecto a la procreación humana, Cristo nos sitúa en el comienzo de una vida humana, en el mismo instante de la fecundación de la mujer. Para que esto, en el terreno humano, sea posible, se precisa del ejercicio de las respectivas naturalezas de la mujer y del varón, consecuentes progenitores de un nuevo ser. Pero si uno ya ha nacido ¿cómo puede ser engendrado de nuevo? Nicodemo no capta el sentido de las palabras de Cristo. Obvia, por imposible, el concepto de engendramiento, se sitúa en el siguiente paso, nacimiento, y además lo pone más difícil porque le atribuye al supuesto ya nacido la edad de un viejo: “¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?” Da por hecho de que para nacer primero hay que tener una madre, pero también da por hecho que una vez nacido no hay más madre que la madre biológica. Aquí la entrevista se pudo acabar, pero Jesús le seguirá interpelando, haciendo uso de una paciencia divina, con unas palabras que Nicodemo puede oír y no entender pero que sin embargo a dos mil años vista son palabras de vida para nosotros. Le dirá: “En verdad, en verdad te digo, quien no naciere de agua y Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es, y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te haya dicho: “Es necesario que nazcáis de nuevo”. El aire sopla donde quiere, y oyes su voz, y no sabes de dónde viene ni adónde va: así es todo el que ha nacido del Espíritu.” Los esquemas reflexivos de Nicodemo se circunscriben solamente a una deducción racionalista, por tanto no sobrepasan la consecuente interpretación materialista de las palabras de Jesús, no llega más lejos a pesar de ser maestro de Israel. Jesús le razona desde una perspectiva espiritual que no hace uso de los sentidos para tratar de hacerse entender. Página 290


Autobiografía de Jesucristo Cristo asegura la posibilidad de nacer de nuevo a una vida nueva que ha de entenderse en clave de espíritu pero tan real como el físico nacer biológico. Para el nacimiento biológico es condición necesaria tener una madre que primero te engendre y después de sí misma te aporte la materia con la que conformará tu cuerpo. Para este nuevo nacimiento del Espíritu no se necesita una madre biológica. Por ideas comparativas pudiera razonarse que para ejercer una nueva vida en el Espíritu, primero hay que ser engendrado en este mismo Espíritu y posteriormente nacer de este mismo Espíritu. Pero el Espíritu, por Sí mismo, no es una Madre en cuyas entrañas se engendra un nuevo ser que en este caso es espiritual. El Espíritu es la Potencia generadora que me transmite su esencia en virtud de un acto de Fe con el cual no solo lo descubro como el Principio de mi nueva vida sino que además, también por un acto de Fe, descubro que esta vida me viene dada desde dentro de un seno materno en el cual este Espíritu está aposentado desde que la persona que lo lleva, la Mujer, la Virgen María dijo si al Dios que la escogió de entre todas las mujeres. Tengo que engendrarme de nuevo en el seno de esta Madre y recibir la plenitud del Espíritu de la que Ella está llena y volver a nacer a otra vida que el mundo no sabrá de donde me ha venido ni en donde acaba. El hijo biológico deseado, antes de su uso de razón, sin voluntad, es producto del ejercicio de dos voluntades, la de la madre y la del padre. También debo creer que, como ser con otra nueva vida, de esta que me confirma Jesucristo, soy consecuencia del acto de mi soberana voluntad y del acto de otras dos voluntades, una es la del Dios Trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo y la otra es la voluntad de una Madre. ¿De qué Madre se trata? Cristo dice que su Padre es Dios, dice a la Samaritana que su Padre es Espíritu y los que le adoran en espíritu y verdad le deben adorar. Más tarde cuando asegura que es el Pan que ha bajado del cielo dirá a los que se escandalizan: “El Espíritu es el que vivifica; la carne de nada aprovecha. Las palabras que Yo os he hablado son Espíritu y son Vida”. Ya a poco de expirar en la Cruz, mirando a su Madre, lleno de compasión hacia Ella, con la pena sobreañadida de verla, gustando tan de cerca, la amargura suprema de verle morir con extremado sufrimiento colgado y clavado a un madero, le dirá: “Mujer, he ahí a tu hijo” y así mismo dirá a Juan: “He ahí a tu Madre”. Amigo mío, amiga mía, esto es nacer de nuevo. Al llegar hasta aquí en la lectura de esta Autobiografía de Jesucristo, del Evangelio Concordado, sutilmente captamos que algo ha cambiado en lo más íntimo de nuestra alma, hemos sido engendrados durante un indeterminado tiempo, el consumido mientras meditábamos las palabras de Cristo que tantas veces nos han interpelado a la razón, a la Fe, a la voluntad. Ahora en la más patética de las escenas del Evangelio captamos que a una Mujer, en el límite de su padecer y amargura sin fondo, le atribuyen la maternidad de un hijo que no es de su carne, ni de su sangre y sin embargo sabiendo que en boca de Dios las palabras tienen el sentido que expresan y no pueden considerarse metafóricas, creo que esta Mujer captó, en su bendito Corazón de Madre, que todo su ser asumía al joven, que tenía a su vera, como hijo de sus entrañas. A la luz meridiana de la razón y de la Fe, el cristiano acepta con plenitud de conciencia que esta Mujer es, en sentido literal, la Madre de

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Autobiografía de Jesucristo Juan, que igualmente ha oído las palabras del Hijo de Dios agonizante. Ambos perciben en lo más hondo de sus almas que son, efectivamente, una Madre y un hijo, un hijo que ha nacido de nuevo de una Mujer y un Espíritu Santo que permanece en Ella desde el mismo día que la fecundó. Juan viene a ser el modelo de nuestra filiación divina y mariana consumada en un nuevo nacimiento por el agua de nuestro bautismo y el Espíritu, un Espíritu Santo que nos viene dado desde las mismas entrañas de una Mujer, de una Madre de Dios que también es Madre mía. Esta Preciosa Madre es María.

Pedro, la Roca, era un hombre casado Mt.8,14-15; Mc.1,29-31; Lc.4,38-39 Sana Jesús a la suegra de Pedro (APARTADO 3.07 DEL LIBRO) Está acabando el año 1º de predicación pública y de otra mujer nos hace referencia el Evangelio, la suegra de Pedro. ¿La suegra de Pedro?, pues

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Autobiografía de Jesucristo sí, resulta que la Roca donde se fundamenta la Iglesia era un hombre casado. Cuantos libros escritos sobre Los Evangelios en dos mil años de historia y qué poquito se ha escrito sobre esta verdad incuestionable: Pedro era un hombre casado. Amiga lectora, amigo lector, de la mano del sentido común me dispongo a razonar sobre este asunto que hasta ahora no he visto tratado en profundidad, se ha pasado por él como de “puntillas” dejando una laguna importante que no se merece el creyente. El Evangelio es la Palabra de Dios y Dios nos ha dejado este detalle para que se entienda y se asuma con toda naturalidad. De la suegra de Pedro escriben los Sinópticos manifestando que estaba o vivía en la casa de un matrimonio, en la casa de su hija y de su yerno. Esto se entiende ¿verdad? Ahora bien, los Evangelistas no mencionan a la hija de esta mujer, la esposa de Pedro, y uno se puede preguntar: ¿Acaso Pedro era viudo? Y si es así ¿qué hace su suegra viviendo con él? Resolver esta duda con una afirmación de su viudez en aras de no “complicarnos la vida” es, a mi juicio, salirse por la tangente, forzando desmesuradamente la objetiva interpretación del texto evangélico. Siendo a todas luces improbable, que en caso de viudez, una suegra viva bajo el mismo techo que su yerno, posiblemente sin hijos, debo entender en consecuencia y con toda sencillez, que Pedro tenía una familia en Cafarnaúm y que seguro, en este tiempo evangélico, era hombre casado, que habitaba con su mujer y su suegra bajo un mismo techo, e interpretando desde la lógica de lo que convenía, puede ser que Pedro no tuviera hijos. Ahora toca reflexionar, y en este intento me vuelve a interpelar la figura de otro hombre casado, de José de Nazaret, un marido que el Espíritu del Padre y del Hijo se escoge desde la eternidad para ejercer como tal sobre la que sería la Inmaculada Concepción, la Virgen María. Este hombre, casado con esta Preciosa Mujer, es escogido por el Padre del Hijo para ser el “padre” del Hijo y en virtud de ser, primero, digno marido de una singular Mujer. La Virgen no concibió primero y después se casó, sino al contrario, se casó y concibió del Espíritu Santo después. Concibió sin concurso de varón y sin embargo tenía marido. A la vista de sus conciudadanos Jesús era el Hijo de José, pero nosotros ya sabemos que Jesús era el Hijo de Dios, el Hijo de José en tanto y cuanto José era el marido de María. Para esta singular tarea, la de ser “padre” de una Familia, Dios Padre se escoge a un hombre casado. El Espíritu del Padre y del Hijo vuelve a actuar para consumar otra elección trascendental, se escoge a otro hombre casado, un tal Simón, hijo de Juan, pescador de Galilea al que Jesús, el Hijo de Dios, lo constituye como la Piedra, la Roca donde se fundamentará la Iglesia. Pedro, conocedor de su oficio de pescador, al poco de tratar a Jesús, es requerido por Este para lanzar de nuevo las redes justo en la hora que de seguro, según su experiencia, no cogerá ni un solo pez. En la noche, en periodo oportuno, se bregó y bregó y no se cogió un solo pescado. Ahora de día ¿qué se va a pescar? La Persona de Jesús, el porte de este Hombre subyuga el corazón de un experto pescador, recio y noble como es Pedro. Cristo le atrae pero mantiene un distante respeto hacia su Persona en virtud del conocimiento que tiene de sí mismo, de su condición de hombre de este mundo, como

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Autobiografía de Jesucristo cualquier otro hombre casado que ejerce su profesión en medio de una sociedad materialista. Por este respetuoso afecto atiende a la petición de este distinguido Joven que le sugiere echar las redes para pescar cuando no hay peces que pescar. Las redes penetran en el agua y al poco se llenan hasta rebosar de abundantes peces, tantos que las barcas se hundían. Pedro, pegado a este Hombre, se contempla sumamente indigno de su cercanía. Este noble pescador, percibe, hasta donde su capacidad espiritual le permite, algo de la divinidad de Jesús. Por la cabeza de Pedro, Dios sabe lo que pasaría, pero con lo que se queda, este hombre casado, es con la sensación de indignidad que tiene de sí mismo para merecer la amistad de semejante Persona. Confuso, desconcertado, lo que le sale de primeras es postrarse a los pies de Jesús y ponerle en conocimiento de su miseria: “Señor, apártate de mí que soy un hombre pecador” Yo, que también soy hombre casado, que ejerzo mi oficio en las tareas de la técnica, vivo como Pedro según la gestión de mi autónomo trabajo. Si trabajo más, gano más, si trabajo menos, gano menos y si no tengo clientes a los que servir paso dificultades. ¿Por qué? porque soy un hombre casado, con las obligaciones del hombre que ha de mantener la casa, la familia. Entiendo, perfectamente a Pedro y me identifico con él, ambos somos casados. El está en el cielo y su mujer, también. Aquí en la tierra los dos fueron una sola carne, en el cielo son dos espíritus a la espera de unirse cada cual con su cuerpo resucitado al final del tiempo y con la gloria proporcionada a la correspondencia de la gracia que recibieron en vida. Dios, el Hijo de Dios, se hizo Hombre y al comenzar su vida pública se escoge a un hombre normal, a un hombre casado para ser, ni más ni menos, que el fundamento de la Iglesia. Pudo elegir a un fornido gladiador romano y no lo eligió, a un gran filósofo e intelectual de la época y no lo eligió, pudo elegir a Juan el Bautista, “el profeta más grande nacido de mujer” y no lo eligió, pudo elegir al joven, sin compromiso conyugal, Juan, hijo de Zebedeo, al que tanto amó y no lo eligió. Sorprendentemente eligió, simple y llanamente, a un pescador de la Galilea, ciudad de gentiles, ciudad de gentes, diríamos, no muy creyentes, un hombre normal, del mundo normal que vivimos los hombres normales, un hombre casado, así como suena, uno más de los maridos que ejercemos como tales en curso de nuestro pasar por este mundo. Jesucristo, como Dios, amó a Juan y a Pedro con infinito amor, sin medida, un amor que cae fuera del alcance de nuestra razón humana. Como Hombre, amó a Juan y a Pedro con inmensa pasión pero de diferente manera. El amor de Cristo hacia Juan culmina con las palabras testamentarias que pronuncia antes de expirar con muerte de Cruz: “He ahí a tu Madre”. Así entrega Cristo a su Madre al cuidado del discípulo que más amó, un hombre no casado que desde entonces solo vivió, con alma vida y corazón, al servicio y cuidado de tan Preciosa Madre, de esta Madre tuya y mía, amiga lectora, amigo lector. Juan ejerció el divino mandato, de manera exclusiva y excluyente, entregando su alma y su cuerpo, todas su facultades a tan sagrada y sublime causa de ser hijo que cuidara de esta bendita y divina Madre, de su Madre y Madre mía, la Virgen María. El amor de Cristo a Pedro es el de un amigo inefable con el que compartes la ilusión de tu vida, el amigo con el que no hay secretos, el amigo al que buscas y encuentras cuando lo necesitas, el amigo al que le

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Autobiografía de Jesucristo pides que te conforte en las horas amargas de la vida, el amigo que te comprende y aunque no te comprenda te sigue ciegamente allí donde tú vayas, el amigo que va y que viene allí donde le mandas, en definitiva, la persona con la que se complace tu alma, ese hombre, que con independencia de su estado, le haces esta pregunta: “Pedro, ¿me quieres?; ¿me quieres?, ¿me quieres?.....” Solo Dios sabe por qué eligió a un hombre casado para ser la Roca, el cimiento de la Iglesia. Un hombre casado está sometido a las presiones del mundo tal y como lo están los no casados, sin embargo, al casado hay que añadirle las angustias de sus responsabilidades como cabeza de familia que tiene, por regla general, el ineludible deber de mantener a sus hijos y a la madre de sus hijos. En este estado, en el de casado, el hombre está más expuesto al sufrimiento, tiene que ejercer todas la virtudes humanas y aquí es donde pone a prueba sus hechuras de hombre y precisamente, por esto, por ser hombre casado, se evidencian, palmariamente, sus carencias, su debilidad y de esto somos conscientes los hombres de mundo, los mismos que como Pedro, cuando Dios nos requiere para alguna tarea apostólica determinada, nos sale del alma suscribir las mismas palabras de Pedro: “Señor, apártate de mí que soy un pecador”. Hasta aquí he llegado con toda la verdad que interpreto de la lectura del Evangelio. He contemplado a mi buen amigo Pedro con naturalidad, tal y como se tratan dos buenos amigos. Entrar ahora en la polémica de que si los hombres escogidos por Dios y por su Iglesia pueden o deben se casados en virtud de que el príncipe de los Apósteles, muy probablemente, ejerció el mandato imperativo de Cristo teniendo mujer, no es materia de esta reflexión, pero para que quede meridianamente claro lo que piensa el autor de este artículo, al respecto puntualizo: 1. Hoy, Dios escoge a sus hijos y les demanda alma, vida y corazón indiviso sólo para El. Dios quiere Cristos, privilegiados varones y no mujeres, que le sirvan a El y a todos sus hijos con el ejercicio de una santa vida sacerdotal que no se puede compartir con una mujer ni con unos hijos. 2. La Iglesia Católica cumple con inmenso amor este mandato divino, queriendo solo lo que quiere Dios. Camina hacia el encuentro de su Divino Amado, Jesucristo, dirigida por su Magisterio que ni se equivoca ni se puede equivocar, porque Dios la ha hecho Infalible en sus benditas enseñanzas. 3. Por último, el católico que suscribe, hijo de la Iglesia en la que vive y ha de morir, solo quiere lo que quiere su Iglesia y lo que quiere su Dios.

Vinculación razonada de dos milagros de Jesucristo Página 295


Autobiografía de Jesucristo Mt.14,13-23;Mc.6,33-46;Lc.9,11-17;Jn.6,2-15 Primera multiplicación de los panes Al buscar la palabra “mujer”, el Programa Concordante me encaminó hacia este milagro que es el único, en todo el Evangelio, en cuyo relato intervienen los cuatro Evangelistas y cada cual lo hace según su personal interpretación de un mismo hecho sobrenatural. Al hilo de este trabajo sobre “La mujer en el Evangelio”, me he fijado en algunos detalles que revelan datos con los que enjuiciar el supuesto trato de la sociedad de aquel tiempo con la mujer de aquel tiempo. Veamos los versículos de este pasaje donde de manera explícita e implícita se hace mención de ella: Mt 14,21 Y los que habían comido eran como cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Mateo es un discípulo que ha visto con sus propios ojos el milagro que relata. Su Evangelio va dirigido fundamentalmente al lector judío, en general, al posible converso judío a quien trata de demostrar que Jesucristo es el Mesías. El destinatario principal de su mensaje es un hombre de raza judía, educado en una sociedad no propicia a entender que una hija de Dios es tan dueña del Corazón de su Padre como lo pueda ser el hombre más hombre por ser hombre. Mi querido Mateo, ¿qué pretendes que se interprete cuando no tienes en cuenta el nº de mujeres que comieron, como los varones, de este pan, que milagrosamente se multiplicaba en las benditas manos de Cristo? Solo tú, en dos ocasiones, nos informas del nº de varones, 5.000 en un caso y 4.000 en otro, que se hartaron de comer el pan y el pescado, haciendo la observación de que no se tuvo en consideración el nº de mujeres. ¿Eran más o menos que los hombres? Pues yo creo, mi buen amigo Mateo, que esta puntualización hay que entenderla en función de la forma de ser de tus incipientes lectores más que en relación a la forma de ser de tu persona, porque de tu integridad y bien hacer nos has dejado como muestra tu Evangelio, una Joya que brilla para siempre como una Luz que lleva Vida en Sí misma. Solo un hombre de Dios, un hombre noble puede ser el autor de semejante Escrito. Lc 9,14 Porque eran como unos cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Hacedlos recostar por ranchos como de cincuenta cada uno. Lucas, el evangelista de la mujer, no hará de ella expresa referencia en este pasaje. En su descripción, obvia elegantemente, el muy respetable nº de mujeres que también se beneficiarían del milagro de Cristo. Este gentil médico no fue discípulo que conviviera con Cristo, no le conoció personalmente, sin embargo redactó su Evangelio recibiendo información de primera mano de aquellas mujeres que fueron testigos oculares de la vida de Cristo. La primera Mujer de la que Lucas recibió información fue de la Virgen Página 296


Autobiografía de Jesucristo María. Mi buen amigo Lucas es un hombre de notable cultura y amable trato, que empleó la cortesía y el respeto a la mujer, como no se podía esperar menos de un caballero que escribió el Evangelio de la Misericordia. Mc 6,44 Y eran los que habían comido los panes cinco mil hombres. Sabemos que Marcos escribe su Evangelio al dictado de Pedro. La idiosincrasia de Pedro se manifiesta por la manera contundente con el que relata lo que vieron sus ojos, lo que sus oídos oyeron y lo que tocaron sus manos. Amiga lectora, amigo lector, observa como los anteriores evangelistas dan como aproximado el nº de cinco mil los hombres que presenciaron el milagro de Jesucristo. Observa así mismo como Pedro no da opción a la aproximación, fueron cinco mil hombres, ni uno más, ni uno menos. “Dime como escribes y te diré como eres”, esto bien se puede aplicar al Evangelio de Marcos y si damos por hecho que el espíritu de Pedro está patente en esta sintetizada Escritura, comprenderemos que jamás se ha descrito, con tanta realidad imperativa, hechos de semejante trascendencia divina y con menos palabras. Mi buen amigo Pedro, con respecto a la referencia de la mujer en este pasaje evangélico, está en la misma línea de mi buen amigo Mateo. Escribe para una sociedad de su tiempo no propicia a hacer intervenir a la mujer en los asuntos públicos que supusiesen debate en la interpretación de las ideas con las que se pretendía ganar la mente y el corazón de tus interlocutores. En Roma habían senadores y no senadoras, en Israel habían doctores de la Ley y no doctoras de la Ley, habían fariseos y no fariseas. Jn 6,10 Dijo Jesús: Haced que los hombres se coloquen en el suelo. Había mucha hierba en aquel lugar. Se colocaron, pues, los varones, en número como unos cinco mil. Amiga lectora, amigo lector, a la vista de este versículo de San Juan y puesto que estamos contemplando el mismo suceso redactado por otros tres evangelistas, no podemos evitar el hacer concatenación de datos que nos llevan a las siguientes conclusiones: a. San Juan tampoco hace mención al importante nº de mujeres y niños que allí estaban. b. Jesús manda que los varones se coloquen en el suelo en grupos separados de 50. c. Con 50 varones por grupo tendríamos 100 grupos. d. Por lo que se aprecia en San Marcos también se formaron grupos de 100 que, probablemente, serían de mujeres y niños exclusivamente. e. Los varones estaban en una zona y separadas, en otra zona, las mujeres y niños.

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Autobiografía de Jesucristo f. Posiblemente, contando con las mujeres y los niños, los grupos de 50 y de 100 personas que se formaron separados entre si, para poder circular entre ellos, ocuparían una superficie superior a los 200.000 M2, es decir la superficie de 20 campos de fútbol. g. En la distribución de estos panes y peces es posible que intervinieran más de 150 discípulos de Cristo. Ante estas deducciones, amiga lectora, amigo lector, nos surgen las siguientes preguntas: 1)

¿Por qué el Señor quiso los grupos con solo varones separados de los grupos con solo mujeres y niños?

2)

Dice el Evangelio que el día comenzó a declinar, estamos hacia la mitad de la tarde. Antes de que la noche se cerrara y viniera la oscuridad consecuente, ¿cómo pudo distribuirse, en tan corto tiempo, comida para tantas personas?

3)

Un experto en acústica se preguntaría como fue posible que la voz de Cristo llegara a los oídos de un gentío, probablemente, cercano a las diez mil personas contando con las mujeres y los niños. ¿Cómo puede oírse la voz de un Hombre, sin megafonía, que habla, sin gritar, a una multitud semejante, esparcida por una superficie de 20 hectáreas?

A la primera pregunta se puede responder con la sencillez del que sabe que Dios conoce el corazón del hombre y el corazón de la mujer. El Señor interviene con prudencia divina, con la prudencia de un Padre que conoce perfectamente a sus hijos y a sus hijas. A la segunda pregunta se contesta con el sentido común y a la vista de lo que se lee entre líneas puede confirmarse que en las manos de Cristo se multiplicaban los panes y los peces, pero también se multiplicaban en las manos de sus discípulos que los repartían, sin agotarse, por los grupos de varones, de mujeres y niños. A la tercera pregunta se contesta con la Fe. Solo a Dios se le puede atribuir semejante poder para hacer posible que su palabra llegue al oído humano nítida y perfectamente entendible sin necesidad ni de la técnica, ni de la ciencia. Cristo habló a sus oyentes con palabras de Hombre y Omnipotencia divina. En este acontecimiento histórico, realmente sucedido en nuestro tiempo y en nuestro espacio, se han dado un conjunto de hechos inexplicables para la razón humana. Poner en duda la divinidad de este Hombre, Jesucristo, después de haber asistido a tan sorprendente relato, es como encender una cerilla para alumbrar al sol en la hora cenital. Jn 1,11 Vino a lo que era suyo, y los suyos no le recibieron.

Jn.6,34-47 “Yo soy el Pan de la vida” Siguiendo cronológicamente los acontecimientos evangélicos y parándonos solo donde se hace mención de la mujer, nos volvemos a Página 298


Autobiografía de Jesucristo encontrar con la referencia que en este pasaje se hace de la Madre de Jesús. Ya hemos llegado al final del 2º año de la vida pública. Estamos, todavía, bajo el influjo de unos hechos sobre los cuales nunca habíamos reflexionado. El Programa Concordante nos ha mostrado los matices diferentes con los que se ha redactado un inaudito milagro por cuatro hombres distintos y con personalidades distintas. Solo San Juan nos mantendrá la atención sobre lo que estupefactos hemos contemplado con nuestros ojos. Ahora el Águila de Patmos nos lleva a la sinagoga de Cafarnaúm para oír palabras inauditas en boca de un Hombre, el mismo Hombre que acaba de consumar un portentoso milagro. ¿Qué le oiremos decir? Pues le oiremos decir cosas como estas: “…he bajado del cielo…”; “…el que cree en Mí tiene vida eterna…”; “…lo resucitaré en el último día…”. De estas afirmaciones los oyentes se escandalizan con: “…he bajado del cielo…” y murmurando manifiestan conocerle a El, a su padre José y a su Madre Maria. ¿Cómo podemos creer que viene de otro mundo, que ha bajado del cielo, si ha crecido con nosotros en nuestro mismo pueblo? Sin pestañear, sin perder detalle, fijamos la mirada en Jesús que todavía eleva más el tono de su discurso y entre otras cosas viene a decir: “…nadie ha visto al Padre…”; “…solo Yo, que vengo de parte de El, soy el Único que ha visto al Padre…”. Amiga lectora, amigo lector, aquí podría terminar la exposición del trabajo que me ocupa sobre la mujer en el Evangelio en este 2º año de predicación pública, sin embargo, al no poder dejar de asombrarme con las manifestaciones que oigo de este Hombre, prolongo mi atención y la tuya oyendo cosas como estas: “…Yo soy el Pan de la vida que baja del cielo…”; “…el que coma de este Pan vivirá para siempre…”; “...este Pan es mi Carne…”; No puedo entender de diferente manera a como entendieron los que escucharon en la sinagoga. Este Hombre está ofreciendo su Carne para que yo la coma, aún más, me ofrece su sangre para que, también yo la beba. Si esto hago, Jesucristo permanecerá en mí y yo en El, viviré de El, me promete la vida eterna y la resurrección en el último día. Por último como colofón a su discurso, Jesús me asegura que las palabras que me ha hablado son Espíritu y vida. La misma multitud que pretendía hacerlo Rey en virtud del maravilloso milagro que acababan de contemplar, al oír estas palabras, lo abandona. Jesús solo se queda con los Doce y en este momento también se queda solo contigo y conmigo, amiga lectora, amigo lector. A dos mil años vista de estas palabras, yo ya entiendo cuando como el Pan y bebo el Vino del Sacrificio Eucarístico que estoy comiendo y bebiendo la Carne y la Sangre de mi Señor. Las palabras del Amado tienen sentido real y literal. Jesús me da a comer su verdadera Carne y a beber su verdadera Sangre, lo hace de la forma en la que yo puedo gustarlo, con sabor a pan y sabor a vino, pero con la seguridad incuestionable de que gusto su Carne de Hombre y su Sangre

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Autobiografía de Jesucristo de Hombre y esto es así porque toda la Persona de mi Señor está viva, como vivo yo, en el Pan y el Vino que se consagra en la Misa. El Jesús, que hace dos mil años, ofrecía su Carne y su Sangre para que fuera comida y bebida por aquellos que le escuchaban, es el mismo, así como suena, el mismo que se deja caer en mi boca cuando el sacerdote pone en mi lengua o en mi mano la hostia consagrada. Aquellos hombres contemplándole con sus ojos y oyéndole con sus oídos no le creyeron y le abandonaron. Tu y yo amiga lectora, amigo lector, no le vemos ni le oímos y sin embargo lo reconocemos tal y como es en ese trocito de Pan que, cuando podemos, cada día procuramos gustar y asimilar en lo más noble e íntimo de nuestro espíritu. Ahora que me he quedado a solas con Cristo, no puedo evitar repasar lo que he visto y lo que he oído. He visto las manos de un Hombre en las que se multiplicaban los panes y los peces por miles. He visto comer hasta saciarse a cinco mil hombres y a un número indeterminado de mujeres y niños, en conjunto una multitud, supuestamente, cercana a las diez mil personas esparcidas en grupos sobre una superficie de quizás 200.000 M2. He contemplado como la comida llegaba a las manos de miles de comensales en brevísimo tiempo. He deducido que de manera inexplicable la voz de este Hombre era escuchada por todos, con independencia de la distancia del oyente. He oído a este Hombre decir que viene del cielo, que solo El ha visto al Padre Dios, que es el Pan de la vida, que el que cree en El no conocerá la muerte eternamente, será resucitado en el último día. A este mismo Hombre le escucho, atónito, ofrecer su Carne y su Sangre para que sea comida y bebida del que crea en Él, porque el que así lo hiciere vivirá de Él y para siempre. He visto como a pesar del gran milagro vivido por la multitud, ésta no da crédito a las palabras de este Hombre y lo abandona. En este momento, en el que se mezclan en mi alma la Fe, del que cree y quiere creer, con el pragmatismo de una razón acostumbrada al razonamiento técnico como ejercicio de la profesión de ingeniero, trato de justificar a la inteligencia la viabilidad complementaria entre dos acontecimientos históricamente incuestionables, la multiplicación por miles de cinco panes y dos peces y unas afirmaciones realizadas por el mismo Hombre, que asumidas en su sentido literal me caen fuera de la lógica. Con solo el simple uso de la razón me ocurre como a sus oyentes: no lo comprendo. Sin embargo, en virtud del inmenso atractivo que este Joven genera en mi alma, mi voluntad apela a la Fe con la que me llego a este Hombre, que por la multitud ha sido abandonado, para decirle: “Te he visto y te he oído, dime cómo y cuándo me das a comer y beber la Carne y la Sangre que me ofreces, dime de qué modo te he de comer y beber porque estoy determinado a comerte y beberte aunque no conciba de qué forma lo he de hacer”. La respuesta no se ha hecho esperar, he buscado en el Programa Concordante la frase: “mi cuerpo” y la he encontrado 5 veces, 3 de ellas recogen la frase en el momento solemne de la institución de la Eucaristía.

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Autobiografía de Jesucristo Mateo, Marcos y Lucas vienen a manifestar lo mismo cuando Cristo toma un trozo de pan y lo ofrece a sus discípulos diciendo: “Tomad, comed: éste es mi cuerpo”. Con la misma atención con la que escuché sus palabras en la sinagoga de Cafarnaúm, he escuchado estas palabras de Jesús en el Cenáculo. En ambas ocasiones, la solemnidad y contundencia con las que fueron dichas no me deja opción a interpretarlas en sentido metafórico. Con la voz grave y el gesto serio, Cristo pronuncia estas palabras para que el oyente las interprete en su sentido estrictamente literal y al asumirlas tal y como suenan, ante mis ojos tengo un trozo de Pan que me viene ofrecido de la mano de un Hombre que me asegura que este Pan es su Carne y que este Vino es su Sangre. Pero para que este Hombre, ni se engañe ni me engañe, ha debido ocurrir algo extraordinario que no he detectado con mis sentidos. Se ha producido un hecho misterioso que se define como Transubstanciación, en virtud del cual el pan y el vino, que como tales reconozco con mis sentidos, se han transformado, de manera irreversible, en la real y verdadera Persona de Cristo, es decir, veo, palpo y gusto al Hijo de Dios oculto bajo las especies de pan y vino. Tiene que ser verdad que este Hombre es el Pan que me ofrece, la Sangre que me ofrece, solo así puedo entender lo que hasta ahora no había entendido: que yo me lo pueda comer y beber en el modo y forma con la que se hace posible según mi naturaleza humana. ”…dime de qué modo te he de comer y beber porque estoy determinado a comerte y beberte aunque no conciba de qué forma lo he de hacer”. A este requerimiento del que pretende consumar el acto de comer a su Interlocutor, sin saber como será posible, manteniendo la compostura intelectual en virtud del ilimitado crédito que me da la Persona de quien me está ofreciendo comer su Carne y su Sangre, quedo a la espera, sin más elucubraciones, de que mi Autobiografiado, el mismo Cristo, dé el siguiente paso. Todas mis facultades están al limite de sus posibilidades y con suprema atención observo al Hombre, que en tantas ocasiones ha suspendido las leyes de la naturaleza, que fija sus bellísimos ojos en los míos, que toma un trozo de pan, que alarga su mano y me lo ofrece pronunciando estas palabras: ”…toma y come, porque este es mi Cuerpo”. Evidentemente, yo no esperaba que este Hombre se desprendiera a jirones de su carne humana para dármela a comer o se abriera las venas para darme a beber su sangre. He tomado el trozo de Pan que el Señor me ha dado, miro al Pan y lo miro a El que me está confirmando que le tengo en mis manos. Mis sentidos no me han detectado nada extraordinario y sin embargo se ha consumado un hecho sobrenatural sin precedentes, en virtud del cual la Persona que me da el Pan y el Pan mismo son la misma cosa. Y esto es así porque así me lo asegura el Hombre en quien es imposible que haya engaño y que me engañe, el Hombre a quien las potencias de mi alma le dan más crédito que a la meridiana evidencia de mis sentidos, porque

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Autobiografía de Jesucristo para mí este Hombre es mi único Dios, el Ser Fontal por el que he venido ser en este mundo en el que vivo, me muevo y existo. Esta es mi Fe, la Fe de la Iglesia Católica.

Padre mío Al activar el Programa Concordante con la palabra “Padre”, he podido apreciar que en los cuatro Evangelios, Jesucristo la pone en sus labios 174 veces. 44 en San Mateo, 4 en San Marcos, 17 en San Lucas y 109 en San Juan. La primera vez que Jesús pronuncia esta palabra es en: Lc.2,49 ¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había yo de estar en casa de mi Padre? Así contesta el Niño Jesús a su Madre cuando ésta se lamenta de haberle perdido durante tres días. La última vez que Jesús pronuncia esta palabra es en: Lc.24,49 Y he aquí que yo envío la Promesa de mi Padre sobre vosotros; y vosotros permaneced quietos en la ciudad, hasta que seáis revestidos de fortaleza desde lo alto. Y dicho esto, se le elevó hacia el cielo y desapareció de la vista de sus discípulos. Cualquier lector o lectora de esta Autobiografía de Jesucristo puede observar que el Protagonista hace mención de su Padre muchas veces. Este Padre,

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Autobiografía de Jesucristo que no vemos, sí le oímos en tres ocasiones: en el Bautizo de su Hijo a orillas del Jordán, en el monte Tabor y cuando Cristo termina su ministerio público, es decir, en vísperas de su Pasión y muerte. En el Prólogo de San Juan acomodado al estilo autobiográfico nos sale al encuentro el nombre del Padre porque el Protagonista, Jesucristo, se define a Sí mismo como la Palabra de su Padre Dios. Este Hombre manifiesta que es Hijo del Dios invisible, que en Dios era Dios desde el principio, es decir, este Hombre afirma que su Padre es Dios, que Él mismo es Dios y que existía ya antes del principio. Esto lo leo según están escritas las palabras de un Hombre que a su vez manifiesta ser Dios. En este mismo Prólogo nos pone en antecedentes que su Padre Dios envió a un hombre de nombre Juan para dar testimonio de la Luz y esta Luz es Él mismo, es decir, Jesucristo. El que escribe su propia vida manifiesta ser la Luz Verdadera la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, un mundo hecho por Él y que sin embargo el mundo no le conoció. Un poquito más adelante, el que escribe de Sí mismo, se reitera en ser la Palabra del Padre, una Palabra que se hará carne en el seno purísimo de una Mujer judía, una Mujer preservada desde la eternidad de cualquier mancha de pecado, una Virgen que le concebirá sin concurso de varón, una Mujer que le dará a luz entre los hombres, los mismos que contemplaron su gloria la gloria del Unigénito del Padre, un Hijo lleno de gracia y de verdad. El Prólogo acaba con una rotunda afirmación: A Dios nadie le ha visto jamás, solo el que se define como Unigénito Hijo del Padre, el que está en su regazo mirándole cara a cara es quien nos lo da a conocer. Esta sorprendente introducción, a primera vista, la entendemos subscrita por un Hombre singular que escribe la historia de Sí mismo, pero reitero que de primeras solo veo un Hombre que se atribuye la divinidad de un Hijo Único de un Padre que es Dios, un Hijo que se me presenta como Dios en su Padre Dios, un Hombre con una historia humana en el tiempo del hombre que asegura existir antes de que el mundo viniera a ser y al que le oigo, también, asegurar que el mundo fue hecho por El. Amiga lectora, amigo lector, esto nos requiere la atención desde el núcleo mismo de nuestra inteligencia que tratará de entender los argumentos esgrimidos en clave divina por el que es el Autor de la vida, de la vuestra y de la mía, que pretende darse a conocer de otra manera en esta Autobiografía y para ello de la mano del mencionado Programa Concordante buscaremos la palabra Padre solamente pronunciada por su Hijo, Jesucristo y nos mostrará el contexto donde se ubica para invitarnos a la consecuente reflexión con la que se puede descubrir el Camino, la Verdad y la Vida. Metidos ya dentro del relato autobiográfico, la primera vez que oímos la palabra Padre en boca de Jesús es cuando Este, con doce años, es encontrado por sus padres después de tres angustiosos días de búsqueda. El Niño responderá a su Madre: Lc.2,49 ¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había yo de estar en casa de mi Padre?

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Autobiografía de Jesucristo El Niño responde a la pregunta de su Madre con otra pregunta. ¿En qué otro sitio podría Yo estar que no fuera la casa de mi Padre? Esta casa de su Padre es el Templo de Jerusalén, el único lugar en el mundo en donde se daba verdadero culto al verdadero y Único Dios, al Padre de este Niño judío, un Niño que contemplamos de carne y hueso como nosotros al que oímos decir que ese Dios invisible es su Padre que habita en ese Templo y en el cual ha permanecido tres días. Este Dios es el Único Dios de los judíos, es decir, es el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob, de Moisés, de David, de Salomón….etc. Este Dios es el Padre de este Niño que ya empieza a recabar nuestra atención. Han pasado unos veinte años y volvemos a ver a Jesús, otra vez, ya hecho un Hombre, en el Templo de Jerusalén. Vemos al Hijo de Dios expulsando de la casa de su Padre a los cambistas, a los vendedores y demás comerciantes que habían convertido la Casa de Dios en casa de tráfico, en un vulgar mercado que desnaturalizaba la razón de ser de este Templo. Jn.2,16 “¡Quitad eso de ahí, no hagáis la Casa de mi Padre casa de tráfico!” Los responsables del Templo ante esta autoritaria y enérgica actuación de Jesucristo, más que por el sentido de sus palabras le preguntan por el sentido de sus hechos y le piden una señal… ¿Qué señal nos muestras que acredite tu modo de obrar? Esta será la primera polémica del Hijo de Dios con los judíos, estos fariseos que ya manifiestan una incipiente y ánima aversión hacia este Hombre que proclama su amante celo por la Casa de su Padre. Seguimos en el primer año de su predicación pública y solo San Juan nos hace referencia de una conversación entre Jesús y una mujer samaritana, una mujer con profundo conocimiento de la verdad y la mentira de los hombres de su tiempo, una mujer experimentada en la vida conyugal, ni más ni menos que, con seis hombres. A esta mujer, que de siempre conoce, el Hijo de Dios le pide agua y comienza una conversación de no menos transcendencia que la mantenida con Nicodemo, un maestro de Israel. La mujer esquivará como puede entrar en materia personal, desviará la conversación hacia la contradicción entre judíos y samaritanos sobre el sitio donde se debe adorar a Dios. Le dirá: “….Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde hay que adorarle”. Jesús le contestará: Jn.4,21-23 “Créeme, mujer, que viene la hora en que ni a ese monte ni a Jerusalén estará vinculada la adoración al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salud viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre tales quiere que sean los que le adoren. Espíritu es Dios; y los que le adoran, en espíritu y en verdad le deben adorar.” La mujer habla de adorar a un Dios que, por lo que manifiesta Jesús, no le conoce. Los judíos sí le conocen y, además, de ellos viene la salud, sin embargo la hora ya había llegado, en esa hora, la de Cristo, los verdaderos

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Autobiografía de Jesucristo adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad y esta adoración no se subordina a un sitio, a un lugar físico. Dios es Espíritu y los que le adoren, en espíritu y verdad le deben adorar, desde dentro de sí mismos, con solo invocarlo en la oración de un hijo que reclama la atención de su Dios a quien reconoce como Padre. Tres veces le mencionará Jesucristo a la samaritana la palabra Padre y así le hará entender que ese Dios, desconocido para ella, es un Padre al que no se ve porque es espíritu, pero que sin embargo se le puede intuir, incluso percibir, en virtud de la Fe en su Único Hijo, Jesucristo, este Hombre que lo conoce y lo da a conocer, porque Él es la Verdad, la única Verdad en la que se puede adorar al Padre. Jesucristo le asegura a esta mujer y a nosotros que el Dios que ella adora no es Dios, que el Dios que adoran los judíos si es Dios pero que este Dios es su Padre, es el Padre de este Hombre que ha conversado con esta mujer de mundo y con cada uno de nosotros que estamos leyendo lo que Él mismo nos relata en su Autobiografía. Al comienzo del 2º año, Jesús vuelve a Jerusalén. Ya es conocido por mucha gente, pero sobre todo por los que ostentaban el poder religioso en Israel, por los doctores de la Ley, los jefes de los fariseos y de los saduceos, en definitiva, era conocido por sus enemigos que no le reconocían la autoridad divina con la que Cristo consumaba sus milagros que certificaban su palabra, la palabra del Hijo de Dios que lo había enviado al mundo. En el apartado 4.02 del Libro se contempla cómo Jesús expone sus credenciales divinas a aquellos que pretendían matarle porque no solo violaba el Sábado sino porque además manifestaba que Dios era su Padre y que Él era tan Dios como su Padre, era el Hijo de sus divinas entrañas. Este discurso apologético de su propia Persona venía precedido por un milagro que solo San Juan nos relata, el milagro del paralítico de la piscina. Un hombre, tendido en el suelo, paralítico durante treinta y ocho años es curado de su enfermedad tan solo al oír las palabras: “Levántate, toma tu camilla y anda” Cristo, con autoridad divina y al imperio de su palabra obra un milagro en virtud del cual un hombre sana de una enfermedad que lo inmovilizaba, un hombre enfermo treinta y ocho años, prácticamente, toda la vida. Era Sábado, el hombre obedece y cuando va con su camilla a cuestas se encuentra con unos fariseos que le recriminan porque en Sábado no estaba permitido ni siquiera hacer un mínimo esfuerzo. El hombre, todavía bajo el influjo gozoso de haber sido sanado, manifestará que el Joven que lo había curado le mandó marchar a casa con su camilla de paralítico a cuestas. Los fariseos le preguntaron por el nombre de este Joven y con un inmenso desprecio hacia el que escuchaban no se congratulan con el enfermo curado sino que le demandan el nombre de quien le ordenó hacer en Sábado lo que estaba prohibido, nada les importó su salud recuperada, querían que se les confirmase lo que ya sospechaban, que detrás de esto estaba Jesús. Cristo se verá de nuevo con este hombre, le dirá que Jesús es su nombre, este Jesús que se llegará hasta estos fariseos y se encontrará con ellos, nuevamente en el templo. Son días de fiesta de los judíos, es la Pascua que todos los años se celebraba. Alguna pregunta debieron de hacerle porque este discurso apologético lo empieza con estas palabras:

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Autobiografía de Jesucristo “Mi Padre sigue hasta el presente obrando, y Yo también obro” San Juan (Jn.5-17-45) ha dejado escrito las contundentes palabras de un Hombre que manifiesta rotundamente que es el Hijo de Dios, pero además asegura que como el Padre tiene vida en Sí mismo, Él también tiene vida en Sí mismo. En el Evangelio, no habrá ya otra ocasión en el que Jesucristo nombre a su Padre, en un solo discurso, hasta trece veces. Los fariseos debieron de escucharle estupefactos y llenos de rabia se sintieron humillados por el quien les hablaba con autoridad divina, una divinidad que ellos rechazaban con diabólica insensatez. Tenían la Luz delante de sus ojos y voluntariamente los cerraban para no verla, para no creerla. Misterio de iniquidad. Delante de ellos Jesucristo hizo las obras de su Padre Dios, les habló como el Hijo de Dios, les razonó para que entendieran, pero ellos, voluntariamente reconociendo que la Verdad se les mostraba tan evidente como la luz de sol, la negaron, secuestrando la razón y el sentido común que es patrimonio de cualquier ser humano. Amiga lectora, amigo lector, te aseguro que este odio al Hijo de Dios es de plena actualidad. La civilización cristiano-occidental se encuentra en situación de inestabilidad, los pueblos son engañados por sus gobernantes, hombres y mujeres que llegan al poder sin escrúpulos adiestrados por el Padre de la mentira, este Enemigo de Dios y del hombre que tiene hijos en este mundo que le ayudan a implantar su reino de tinieblas y de muerte. Cristo vuelve a mencionar a su Padre en la oración del “Padre nuestro” Continuará…………….

Lo que he costado

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La Compasión El ejercicio de la conmiseración sobre el ser humano que sufre, es patrimonio del alma con independencia de la religión que se practique. En este DVD presento a una Mujer, a una Madre que agota el sentimiento de compasión de quien la quiera escuchar. En 12 minutos se conmueve el espíritu de cualquier nacido de mujer, se conmueve el Espíritu de Dios. En 12 minutos se llega a las puertas de la eternidad con solo tener un corazón humano. Mt.27,57-59;Mc.15,42-46;Lc.23,50-53;Jn.19,28-40 Descendimiento de la Cruz (APARTADO 8.17 DEL LIBRO) En este apartado del Libro se lee: “Habiéndolo descolgado, tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en una sábana limpia…” Para llegar a este párrafo hemos tenido que leer la descripción estremecedora de una muerte espeluznante, la horrorosa muerte, de un Hombre clavado en un palo, consumada previa agonía sufrida con exaltación extrema de los sentimientos, es decir, con supremo paroxismo en el dolor que comparten un Hijo que está muriendo muerte de Cruz y una Madre con el alma traspasada en ilimitada desolación y que no pierde detalle en el mirar y en el oír a la Persona de su Hijo que se retuerce colgado en un madero, con quejidos y silencios sobrecogedores de un Hombre próximo a expirar. En aquellos tiempos, en todos los tiempos, ésta ha sido la muerte más infamante con la que se ejecutaba al reo. La muerte en cruz desacreditaba a todo el que fuera amigo o familiar del ajusticiado, su reputación quedaba marcada para siempre. La Madre de este Crucificado, quizás, pasó desapercibida a los ojos de los verdugos y posiblemente a los ojos de aquellos que, por odio, llevaron al patíbulo al Hijo de sus entrañas, pero esta Mujer, sin perder la compostura, se mantuvo tan cerca de su Hijo como para oír, no solo los chasquidos del martillo que hundía el clavo de hierro en su carne, destrozando el nervio y el tendón de las muñecas y de los pies, sino también oyó cómo su Hijo aseguraba al ladrón crucificado la bienaventuranza eterna en ese mismo día: “En verdad te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso”. Esta Mujer, de pie y junto a un joven, de nombre Juan, también oyó: “Mujer, he ahí a tu hijo”, unas palabras acompañadas de la última mirada del Autor de la vida a nuestra Madre. Los ojos de Jesucristo se posan por última vez en los ojos de la Virgen María. Después se fijarán en el discípulo amado y con el mismo gesto del que se

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Autobiografía de Jesucristo dispone a morir le dirá: “He ahí a tu Madre”. Estos benditos oídos de la Madre también oyeron las palabras del Hijo de Dios, en supremo abatimiento, dirigidas a su Padre: “¡Eloí, Eloí, ¿Lamá sabaktaní?! “¡Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me desamparaste?!”. Y por último oyó a su Hijo las siguientes palabras: “Tengo sed”, “Consumado está” y en estentóreo grito: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”. El Hijo ha muerto y a la luz de la lógica de estos hechos, consumados en espacio y tiempo determinados, a la luz de las misteriosas señales de su mortaja, la Sábana donde fue envuelto su cadáver, entendemos que este Hombre ha fallecido, de sufrimiento y dolor inusitados, como consecuencia de factores traumáticos (flagelación, golpes, coronación de espinas, lesiones en las articulaciones y abundante pérdida de líquido sufrida ya en la agonía de Getsemaní), combinados con factores gravitatorios (elevamiento y fijación en el patíbulo clavado por los pulsos y suspensión prolongada en la Cruz) que desencadenaron una perturbación del aparato cardiocirculatorio (reducción de sangre en cabeza y tórax, aumento de la frecuencia cardiaca, reducción de la presión arterial, perturbación de los centros bulbares cardioreguladores) y una hiperpotasemia que desequilibró el ritmo cardíaco y como desenlace final el ARRESTO CARDÍACO EN DIÁSTOLE, es decir, la irreversible parada cardiaca. Desde este funesto acontecimiento hasta que el cadáver de este Hijo es descolgado del madero, pasarán más de dos horas, dos horas en las que todavía queda mucho que ver y oír por parte de esta Mujer que mantiene su patética figura al pie del Crucificado con una mirada, de ilimitada pena de Madre, fija en el cuerpo tetanizado de su Hijo cosido a un palo con clavos de hierro ensangrentados y cuya figura se dibuja en el horizonte de un cielo ennegrecido para dar cumplimiento a la profecía de su muerte, una muerte de Cruz. Esta Madre oirá el alarido desgarrador que le sigue al chasquido que produce el contundente golpe con el que quiebran las piernas de los dos ladrones crucificados junto a su Jesús y así precipitar la asfixia y consecuente óbito de estos dos hombres. Observará, con angustia sobreañadida, como el soldado ejecutor de semejante acción se dirige hacia su Hijo y oirá cómo alguien convence al verdugo de que desista de su intención porque el Reo ya está muerto. Verá cómo el soldado, asiendo una lanza la clavará en el costado del Crucificado, una lanzada que llegará hasta el Corazón del Hijo y de la Madre a la misma vez. Estas dos horas se han hecho eternas, hasta que por fin llega José de Arimatea y Nicodemo, presentan la autorización, conseguida de Pilatos, al centurión y proceden a descolgar el cuerpo de Jesús que evidenciaba la rigidez cadavérica de quien ha muerto una muerte infame y terrible. El Evangelio no lo relata porque no hace falta. ¿Quién lo duda? María, esta Madre, digna de su último consuelo, recibe en sus brazos el rígido y frío cadáver de su Hijo, un cuerpo empapado de líquido pleural, de sangre, de sudor purulento, de vinagre con mirra y de saliva. Se hace el silencio en el Calvario, el cielo y la tierra, con estremecedor asombro, oye el susurro de una voz de Mujer que tiene su mejilla pegada a la mejilla helada de su Hijo muerto, una voz de Madre que agota la amargura en un Corazón al que ya no le queda más que padecer …”Hijo de mi alma…Hijo de mi alma….Hijo de mi alma”.

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Autobiografía de Jesucristo Ya atardece y arrancan de los brazos de María el cuerpo del Hijo que van a embalsamar y enterrar. A dos mil años de esta desconsoladora escena lo que se presenta a nuestra vista, seas creyente o no, es una Mujer viuda, de unos cincuenta y pocos años que sostiene entre sus rodillas y sus brazos el cadáver de su Hijo, un Hombre de unos treinta y tres años que acaba de expirar, en una desolación extrema, clavado en un palo en forma de Cruz, una Cruz erguida sobre la cabeza de esta Madre, un Leño sobre el cual apoya la espalda esta Mujer, un Madero que lleva adheridos en sus astillas jirones de la piel, del cabello y de la carne de Cristo, un Madero empapado de la Sangre de Dios. Querida lectora, querido lector, he pretendido separar los sentimientos de la razón con la que he reflexionado sobre el dolor sordo y sobrecogedor de esta Madre. Esto ha pasado tal y como lo hemos interpretado, así lo creo y así pretendo que lo creas tú. Me he esforzado por sujetar el sentimiento pero debo confesar que me ha sido imposible y por una profunda congoja, sobre la mesa de mi despacho han caído dos gruesas lágrimas que me han recorrido las mejillas, las lágrimas de este amigo que está interpelando a tu conciencia. Si has llegado hasta aquí, amiga mía, amigo mío, de seguro que se habrá generado en tu alma la compasión hacia esta Madre, con un deseo inmarcesible de hacerle llegar el calor de tu silenciosa compañía porque no te salen las palabras. En clave sobrenatural, ahora, es el mismo Dios quien va a intervenir y como todo le es posible, hará realidad lo que es un deseo de tu alma, percibirás como tu afecto, tu cariño y tu ternura se hacen operativos más allá del tiempo, se consumará una verdad cierta y evidente en el ayer de esta Mujer a la que tú pretendes acompañar desandando los dos mil años que te separan de su contacto físico. Está oscureciendo, es víspera del reposo sabático y María, la Madre, lleva su mano entrelazada con la mano de Juan, del amado de su Hijo, un joven que ha tomado posesión de la herencia del Crucificado, que ha tomado posesión de su Madre, que ya es la Madre de su alma. Ambos caminan despacio, callados, solo se oye el sonido de sus pisadas sobre el empedrado de las calles de Jerusalén. Juan va absorto en sus pensamientos, “….la Madre del Hijo de Dios es mi Madre…”, “…la Madre del Maestro es la Madre mía…”. Todo se ha cumplido, piensa la Virgen María, “así tenía que suceder porque así estaba escrito”. Por poquito tiempo le han separado del Amor pero le quedan la Fe y la Esperanza que le traen a la memoria aquellas palabras de su Jesús: “Madre mía, al tercer día resucito”. La noche se ha cerrado, la temperatura ha descendido, Juan pone su brazo en el hombro de su Madre, es 14 de Nisán, entre nubes grises y negras asoma la luna llena que dibuja las figuras de Juan y de la Virgen María sobre la calzada. Me he frotado los ojos para ver mejor y me sorprendo porque veo tres sombras que se mueven al paso de la Madre y del hijo, ¿quién va con María y Juan?...¡eres tú, querida amiga!, ¡eres tú, querido amigo!, ¡soy yo! que al terminar de leer este relato nos hemos convertido en solo COMPASIÓN.

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Autobiografía de Jesucristo

La Resurrección del Hijo del hombre

Amiga mía, amigo mío, ha resucitado nuestro Redentor, así como suena, nuestro Valedor ante Dios Padre que ha aceptado la Vida de su Hijo como eterno e infinito tributo con el que se cancela la deuda de toda la humanidad. Jesucristo ha vencido al mundo y a la muerte. Las puertas del cielo se han abierto, la eterna Casa del Padre se dispone a acoger, para siempre, a todo hombre y mujer de buena voluntad, a toda generación posible hasta el fin de los tiempos. Jesucristo nos ha merecido otra vida infinitamente más bienaventurada que la vida del primer hombre y primera mujer en estado de gracia, más dichosa existencia que la que vivieron Adán y Eva en el Paraíso terrenal. Nos disponemos a experimentar la filiación divina, es decir, a tener ciencia y conciencia de que cuando somos llamados hijos de Dios, lo somos con plenitud de significado. Querida hermana, querido hermano, desde ya somos hijos de Dios, y todavía no se mostró qué seremos; se sabe que, cuando se muestre, seremos semejantes a Él, porque le veremos, cara a cara, tal y como es. Amiga mía, amigo mío, la Resurrección de Jesucristo es nuestra Fe y nuestra Esperanza que nos asegura que nuestro último destino es participar de la misma Naturaleza divina (2Pe, 1,4) de quien nos amó hasta la locura, Jesucristo, mi Señor, mi Dios, el Amado mío en el que justifico toda mi existencia, toda mi felicidad. “Resucitar” es volver a la vida, así lo define el diccionario, volver a vivir la vida terrena que por alguna causa se perdió. Este “resucitar” lo hemos captado en tres ocasiones en la lectura del Evangelio Concordado. El Página 312


Autobiografía de Jesucristo hijo de la viuda de Naím, la hija de Jairo y el amigo Lázaro, son tres personas resucitadas, que volvieron de la muerte a esta vida terrena por mandato imperativo de Cristo, según el significado de la palabra “resucitar”. Mateo nos indicará que, cuando los judíos le quitaron la vida al Autor de la vida, muchos cuerpos de santos resucitaron cuando el Señor resucitó. Hay otras resurrecciones que no están especificadas en El Evangelio, resurrecciones de las que hace mención el propio Cristo cuando contesta a los enviados de Juan que preguntaban si Él era el Mesías esperado. Este “resucitar” no es definitivo, como ya sabemos, estas personas volverán a morir de tal suerte que en ellas se cumple aquello que justificó el título de un artículo que escribí sobre la muerte y resurrección de Lázaro: “Morir y resucitar dos veces”. El Programa Concordante nos muestra que, en boca de Cristo lo que hace referencia a la palabra resurrección, resucitar, resucitado…etc… se emplea 31 veces, 8 en San Mateo, 9 en San Lucas, 9 en San Juan y 5 en San Marcos. Así mismo, en el contexto general de los Cuatro Evangelios este dato se muestra con los siguientes resultados: Se emplea 68 veces, 18 en San Mateo, 17 en San Lucas, 17 en San Juan y 16 en San Marcos. Cuando unos saduceos interpelan al Hijo de Dios sobre la resurrección de los muertos, en la cual no creían, recibirán una respuesta que les dejará sorprendidos de igual forma que nos deja sorprendidos a nosotros. Con palabras humanas, entendibles a la mente humana, el Verbo de Dios razona a lo divino para que el que quiera creer le crea y en esta Fe tenga vida en el Hijo y para que, a pesar de la luz de eternidad que irradian sus palabras, el que no quiera creer no crea y voluntariamente quede fuera de Él y no tenga ninguna vida, porque fuera del Dios y Hombre verdadero no hay vida posible. Marcos y Lucas nos dejarán constancia de las palabras de Jesucristo: Mc 12,26-27 Y acerca de los muertos, de que resucitan, ¿no leísteis en el libro de Moisés, en la zarza, cómo le habló Dios diciendo: Yo el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? (Ex.3,6). No es Dios de muertos, sino de vivos. Muy errados andáis. Lc 20,37-38 Y en cuanto a que resucitan los muertos, también Moisés lo indicó en el pasaje de la zarza, en que llama al Señor el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob (Ex. 3,6); y no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos viven para Él. Exsulta de gozo, querida hermana, querido hermano, porque el Padre, en su Hijo y mi Dios, te ha esperado toda una vida, la tuya, la mía…Toma posesión del Reino que fue preparado para ti, para mí, desde antes de que el mundo viniera a ser. Entusiásmate hermana mía, hermano mío porque tu Padre Dios, mi Padre Dios, es un Padre de hijos vivos y no de hijos muertos.

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Autobiografía de Jesucristo

La tarea acabada Me queda por vivir mucho menos que he vivido. No me he dado cuenta, todo se me ha pasado en un “minuto”; me resta, pues, menos de otro “minuto”. ¿Cuál es mi patrimonio? ¿Qué me llevo? Solo la satisfacción del deber cumplido como marido, como padre, como abuelo en un ordinario vivir una vida pequeña. Gracias Madre mía...

COMIENZO DE LA VIDA PÚBLICA DE JESUCRISTO Ya han pasado sobre unos dieciocho años y en este tiempo el Niño se nos ha hecho un Hombre en cuyo rostro se perfilan los bellísimos rasgos de la más bella de las mujeres, las facciones de su Madre que lo engendró en virtud de la acción del Espíritu Persona que procede de la Persona del Padre y de esta Persona Hijo engendrado por el Padre, antes de los siglos, como Dios y engendrado por una Mujer, en el tiempo, como Hombre, Jesucristo, en el que se da la naturaleza divina de Quien es y a la vez la naturaleza humana de quien le engendró en carne, una carne como la nuestra, que recibe de una

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Autobiografía de Jesucristo Mujer de nuestra raza. El Señor tiene los ojos, la boca, la nariz, la sonrisa de su Madre, María, y además tiene los ademanes varoniles de quien le sirvió de ejemplo de hombre en el mundo, su padre, José. El Evangelio nos oculta la vida en Nazaret de esta Familia. El lector puede suponer y supone bien que, a estas alturas, el hombre de la casa, el marido bueno y fiel, el hombre de mayor dignidad que se pueda imaginar, José, pasó de los brazos de su Hijo y su Mujer a los brazos del Padre con la tarea acabada. Colmó, remecidamente, de cariño, de ternura y de amor el Corazón de Jesús y el Corazón de María, pasó por este mundo haciendo el bien y se ganó para siempre al AMOR y a la Madre del AMOR. No concibo santidad mayor que la santidad de este hombre casado, no hay mayor gloria en el cielo, con la que Dios haya bienaventurado el espíritu, el alma y el cuerpo de un hombre creado, como la gloria de este marido que tuvo como Mujer a la Madre de Dios.

Al Dios desconocido La gravedad es la más importante fuerza universal por cuya virtud un cuerpo de mayor masa atrae a otro cuerpo de masa menor, siendo su valor directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. Es la acción invisible que mantiene cohesionado el cosmos, el firmamento. Poder cuantificar la magnitud de este fenómeno de la naturaleza, con una fórmula matemática, nos demuestra que esta naturaleza se rige por un orden preestablecido. Un orden que no genera ella misma, sino que le viene impuesto por Alguien y no por algo, que determina el principio y el fin de las causas originarias del tal manifestación física. Deduzco que por el rigor matemático en el que se fundamenta no puede tener su origen en el azar de arbitrarios fenómenos naturales, creo, razonadamente, que ese Alguien del que he hecho mención anteriormente es el Autor de semejante y constatable

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Autobiografía de Jesucristo maravilla física que mantiene en ordenado movimiento el universo creado. Para mí este Alguien es Dios. No puedo ver la gravedad pero yo se que existe por las consecuencias de su invisible concurso en el mundo donde nos movemos y existimos. El aire tampoco se ve, no se de donde viene y ni adonde va y sin embargo, percibo su existencia por sus efectos en las cosas que sí veo, por ejemplo, el mar embravecido, el huracán devastador o el susurro que me llega al oído de unas hojas de árbol que veo moverse. A la altura de la civilización en la que estamos inmersos, negar la existencia de tales fenómenos físicos porque no los veo es una ignorancia inconsciente o una incoherencia producto de algún desequilibrio mental. Negar la existencia del alma, del espíritu del hombre, porque no se me hace visible, pues, es todavía más incomprensible en una mente cuerda. Yo estoy seguro que cualquier persona se sabe compuesta por alma y cuerpo, por un cuerpo sensible y un alma oculta a sus sentidos, tan real como el cuerpo que anima. A primera vista, por su aspecto físico, no distingues entre una persona muerta y esta misma persona dormida. La diferencia es notable, evidentemente, el que duerme es alguien con alma y cuerpo, el muerto es algo con solo cuerpo. El que duerme, en breve, despierta para seguir ejerciendo la vida, el amor, la compasión, la misericordia, el perdón etc.. El cadáver no es persona, en breve se corrompe, se pudre, se hace polvo, desaparece, con el tiempo ni es nadie ni es nada. ¿Verdad que se entiende esto? Claro que sí, entiendo que yo soy por lo que no me veo más que por este rostro, por estos brazos, por estas piernas…por este cuerpo que si veo. Además entiendo que amo y sufro con el yo que no veo. ¿Puedo negarme a mí mismo porque no veo mi espíritu, porque no veo mi alma? El amor es un acto de la voluntad, no es por definición un sentimiento, es una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no es una pasión que se impone contra nuestra voluntad. El amor es, decisión y elección aunque, normalmente, se manifiesta acompañado del sentimiento. Si el amor es un acto de la voluntad y el entendimiento, el amor es patrimonio exclusivo y excluyente del alma. Así pues, si enlazo este razonamiento con la reflexión del párrafo anterior, puedo asumir que el ejercicio del amor se corresponde, exclusivamente, con el yo que no veo, es decir, no es potestad de mi cuerpo sino de mi espíritu y este es inmortal, porque el alma, al contrario de la carne, no puede morir y además tiende hacia la eternidad. El cuerpo sano es instrumento del alma, por tanto, todos nuestros actos son ejecutados al libre dictado del espíritu y las consecuencias de sus órdenes, al instrumento cuerpo, que son sus actos, transcienden a la muerte del cuerpo y acompañan al alma en su eterna inmortalidad. El amor no muere nunca, permanece más allá del tiempo y del espacio en el que me muevo y existo. El amor no se ve y sin embargo nada es más real y evidente para nuestra inteligencia que cuando se hace presente en nuestro ordinario vivir. En el apartado 2.01 Bautismo de Jesús, del libro “Autobiografía de Jesucristo” se lee:

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Autobiografía de Jesucristo Juan me bautizó, y al salir del agua, estando en oración, rasgáronse los cielos y el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre mí y se oyó la voz de mi Padre que dijo:

“Este es mi Hijo amado, en quien me agradé” En este pasaje se nos presenta la Divinidad Trinitaria y de primeras me sorprendo con la voz de un Padre que manifiesta su amor, complacencia y agrado en el Hijo de sus entrañas. Lo hace mediante una voz divina y celestial audible para el oído humano. Por lo que se oye descubrimos un Padre que se deleita en el Amor de su Hijo, es pues, un Padre con “sentimientos”, un Padre que es Dios pero que en definitiva no es insensible al pensamiento, la palabra y la obra de todo ser humano que haga referencia a la vida y a la Persona de su Hijo amado, Jesucristo. Amiga lectora, amigo lector, ahora toca fijarse en este Espíritu Santo que da nombre al encabezado de este artículo: El Dios desconocido. Como hemos visto, el amor humano es un acto de la persona pero no es la persona misma. ¿Qué se entiende por persona? La persona es un ser dotado de voluntad, memoria e inteligencia, capacitado para razonar, recordar, actuar y amar según su libre albedrío, un ser a quien se le ama por sí mismo, como se ama al padre, a la madre, a la mujer, a los hijos, a los abuelos, al amigo a quien se le puede confiar tus deseos y tus miedos, tu alegría y tu padecer y de quien esperas consuelo en tu pena; en definitiva, un ser como tú y como yo, amiga mía, amigo mío, libre, consciente y responsable de sus actos, un ser único e irrepetible tal y como tú y yo somos únicos distintos e irrepetibles. El Espíritu Santo es una Persona en el sentido que acabamos de exponer en el párrafo anterior, una Persona que procede del Padre y del Hijo al mismo tiempo y que sin embargo se distingue del Uno y del Otro. Es el Amor Personificado, una Persona que no es indiferente a las manifestaciones del afecto que le debo por los bienaventurados dones con los que me asiste en cada instante de mi ordinario vivir en este mundo, un Dios que sin embargo, hasta hoy, no he captado en toda su Verdad, un Dios desconocido. A Tomás se le concedió el privilegio de ver con sus propios ojos y tocar con sus propias manos lo que demandaba para creer y cuando esto se consumó, desde lo más profundo de su alma le salieron estas palabras: “Señor mío y Dios mío” que se quedaron fijas en el tiempo, unas palabras cuyo eco permanece hasta el final de los siglos. Estas palabras no las generó Tomás por sí mismo, este “Señor mío y Dios mío” viene a ser una sublime realidad de Fe porque el Dios Amor, el mismo Espíritu Santo se puso en el corazón y en la boca de este hombre para hacerle, bajo su inspiración, afirmar la divinidad de Cristo. Tomás amaba a Jesús, según su capacidad de amar, con un inmenso amor que le vino dado y tú y yo amiga mía, amigo mío, podremos amar a Jesucristo según nuestra disposición y actitud para el amor. Si lo pido, ahora que ya conozco al Espíritu, El se va a llegar a mí para llenarme según el espacio del alma que ponga a su disposición. De este Espíritu estaré lleno con la capacidad de una botella o de un océano, esto depende de mí y de El.

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Autobiografía de Jesucristo El amor entre los hombres solo es un acto que se manifiesta a través de los sentimientos, pero el Amor con el que el Padre y el Hijo me aman es una Persona que no tiene rostro y sin embargo es un Ser a quien se le puede amar por Sí mismo. Este Ser solo es Espíritu, no le podré decir: “Ven, Amigo del alma, déjate ver a mis ojos de carne, siéntate a mi vera y platiquemos de amor”, sin embargo esta Persona no me cae fuera de la razón, tampoco es producto de un delirio de la imaginación, constato en lo más sagrado de mi conciencia que puedo comunicarme con Alguien que no me es ajeno y que percibo en la realidad de mi propio yo cuando ejerzo el amor sobre Dios y sobre el hombre según la acción de este invisible Yo, que lleva la iniciativa, que está dentro de mí y yo dentro de Él. En definitiva, yo amo en Él, con Él y por Él. Este Ser vivo, al que amo según Él mismo me concede amar, es el Espíritu Santo. Mi alma es la de un pecador, por mí mismo no puedo generar un acto de amor. Busco, con vehemencia, amar a Cristo y amar lo que El ama, con pasión, que es el hombre y esto solo puede consumarse en la medida que el Espíritu me conceda llenarme de Sí mismo y poder comunicarme con mi Padre Dios con las mismas palabras de Cristo: “Abba…Padre mío”.

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