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EMPRESARIOS
“Me gustaría trascender a través del servicio; gracias a ello puedo ayudar a la gente a ser mejor y tener una mejor vida”.
Dirigir una empresa, tener una participación activa dentro de la comunidad local de mujeres empresarias y desarrollar actividades filantrópicas, conforman una triada homogénea que le ha brindado grandes satisfacciones a Luz Graciela Rodríguez Martínez.
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Es licenciada en Ciencias de la Comunicación, tiene estudios de postgrado en Publicidad y Desarrollo Organizacional; asimismo, en su currículum figura la especialidad en Protocolo y Relaciones Públicas, áreas que ha desarrollado profesionalmente con mayor amplitud. “Me apasiona mucho poder desarrollarme y convivir con diversos públicos, así como vincularlos para obtener un objetivo en común”, explica.
Durante 19 años ha sido socia de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias (AMEXME) Capítulo León, incluso la ha presidido en dos periodos consecutivos, de 2013 a 2016; aunque también ha fungido en ella como vicepresidente y asesora de relaciones públicas. Durante su presidencia consolidó la construcción de los salones de capacitación, cuya gestión inició dos periodos antes que el de ella.
También, ha sido miembro de distintos consejos de participación ciudadana, como el de SAPAL, en el Patronato de la Feria y en el Instituto de Planeación, Estadística y Geografía del Estado de Guanajuato (IPLANEG). “Una de las características que tengo es que soy muy apasionada en lo que hago, me meto muchísimo, me entrego”, añade.
También, Graciela ha formado parte de la fundación León Agradecido, misma que presidió en el periodo más reciente y que concluye este mes de marzo. El objetivo de León Agradecido es fortalecer a los elementos municipales de seguridad, desde su trabajo en sí hasta dotarlos de herramientas que los ayuden a ellos y a sus familias a tener mejores condiciones de bienestar.
Relaciones fructíferas
Casi a la par de su ingreso en AMEXME, Graciela emprendió su despacho de asesoría, logística de eventos y relaciones públicas. Desde el comienzo de su trayectoria en ese sector, se ha perfilado a atender las necesidades del gremio empresarial y social. En el camino ha tenido que sortear retos, ella describe cuáles han sido los más significativos: “Que crean en mí y en las mujeres que represento; que vean que somos mujeres de trabajo, de lucha y de aprendizaje. Debemos eliminar la barrera que tenemos las mujeres: el decir ‘no puedo’ (…) He trabajado muy de cerca con empresarios y ejecutivos, y he demostrado que podemos hacer las cosas trabajando por un bien común, siempre hombro con hombro”.
¿Cómo defines el éxito?
“Éxito es sentirte bien con lo que haces y proyectarlo”.
¿Qué representa para ti ser mujer?
“Es lo mejor. Ser mujer me ha abierto muchas puertas. Me ha ayudado a ser muy sensible, a tener ese sentido que te dice por dónde debes irte y ayudar a otras personas, no únicamente cuando te lo piden sino con la sensibilidad para detectar en qué momento tienes que entrar a apoyar. Seguirte preparando y ver que no hay obstáculos que te detengan, ni cuestiones físicas ni mentales”.
Cristina Loza y Angélica Muñoz
Creadoras de Sombrearte
Ambas, hija y madre, iniciaron un proyecto que las une aún más y les permite seguir desarrollándose.
Acertadamente dice el dicho que con las crisis llegan las oportunidades. Algo similar sucedió con Cristina Loza y su mamá, la artista plástica Angélica Muñoz, cuando iniciada la pandemia decidieron emprender juntas un proyecto que las unió aún más como familia y que las consolida como equipo de trabajo.
Instalada en el rancho, en un ambiente por demás apacible, la señora Angélica continúa pintando, pero no sólo sobre tela, ha evolucionado su obra llevándola a sombreros de distintos materiales y estilos, plasmando en ellos lo que sus clientes le encomiendan. La idea fue de Cristina, educadora de profesión, quien quiso diversificarse a propósito de la vorágine que vive el sector educativo.
Una historia entre óleos y bastidores
Angélica comenzó a pinar a los 18 años de edad, asegura que ya suman cuarenta de trayectoria, y no puede dejar de hacerlo. En sus inicios tomó clases con varios maestros, practicó pintura, grabado e incluso cerámica. Recuerda que lo primero que realizó fueron algunos dibujos, dice, sin mucha técnica; aunque a lo largo de su trayectoria ha prevalecido la pasión desbordada por seguir produciendo.
Lo mismo pinta paisajes, que bodegones o figura humana, sacando el máximo provecho al óleo. “No puedo dejar de pintar porque si lo hago, me deprimo. Es casi como si me quitaran la piel (…) Es el escape de muchas cosas emocionales y mi terapia ocupacional”, asegura.
Para Cristina, emprender este negocio fue una manera de no estancarse, hacer algo diferente y promover el trabajo de su mamá. Al proyecto lo nombraron Sombrearte, y cosiste en que quienes adquieran un sombrero pintado a mano, se lleven un objeto único y personalizado. Son sus clientes quienes además de decidir qué sombrero prefieren, determinan qué es lo que estará pintado en él.
A través de un catálogo digital muestran los modelos disponibles, los hay de vinipiel, de yute o gamuza. A continuación, interviene la magia pictórica de Angélica. A la fecha ha pintado caballos, colibríes, agaves, flores y demás motivos. Confiesan que los sombreros cobran a partir de entonces un valor emocional para quienes los compran, pues aquello que decidieron que se pintara, muchas veces tiene un significo personal y profundo.
En el proceso, Cristina ha tenido que aprender de comunicación y fotografía, es un proyecto que le demanda experimentar áreas en las que no había incursionado. Ambas tienen como objetivo a futuro colocar los sombreros para la venta en espacios físicos; asimismo, seguir dando a conocer la marca y exportar.
Angélica, ¿cómo defines el éxito?
“No es llegar, sino más bien es el camino. Es todo lo que vas aprendiendo”.
Cristina, ¿qué representa para ti ser mujer?
“Es entender adónde puedes llegar. Ser mujer es ser lo que tú quieras ser; es también hacer comunidad entre mujeres. Puedes lograr todo lo que te propongas”.
– Cristina Loza.