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Defendiendo el hogar

Había una vez una comunidad de peces que vivía muy feliz en el mar y que se trababa con respeto y solidaridad.

Un día, mientras todos se encontraban reunidos, se escuchó un fuerte zumbido y todos se miraron extrañados, pues no sabían qué era o de dónde provenía dicho ruido. La comunidad de peces eligió al pez Juanito para investigar lo que estaba sucediendo, ya que se caracterizaba por su valor.

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Juanito tenía la misión de averiguar qué pasaba. Al estar cerca de la playa pudo observar que se trataba de la construcción de una plataforma petrolera sobre el mar y que los trabajadores junto con las máquinas generaban ese espantoso ruido y estaban contaminando el mar.

Al regresar a la comunidad, Juanito le dijo a Luis Espada, quien era el líder, lo que estaba sucediendo. Éste convocó a una reunión general para decidir qué hacer con ese ruido infernal y la contaminación del mar. Luis Espada se distinguía por ser un gran guerrero y, por ello, lo primero que sugirió fue que todos los peces fueran a descomponer las máquinas y a molestar a los buzos que se dedicaban a trabajar en el mar.

Marina, pececilla sabia y de mucha edad, no estuvo de acuerdo y sugirió que ante cualquier situación lo primero que deberían hacer era tener prudencia y actuar con cautela. Ella estaba segura que con el diálogo todo se podía resolver y propuso a Juanito que se asignara una comisión para visitar al responsable de la obra para expresarle, respetuosamente, sus inquietudes y preocupaciones acerca de lo que les molestaba.

Mientras estaban hablando, se oyó una fuerte explosión que provocó un derrame de petróleo que afectó terriblemente a varios peces. Con la explosión, un buzo sufrió un accidente y rápidamente Luis Espada corrió en su auxilio. Todos querían que se castigara al buzo, pero Marina lo impidió, les explicó que no es correcto responder violentamente ante ninguna situación porque quien levanta la mano, es porque no tiene la inteligencia para dialogar, y en la comunidad todos eran muy sabios. Enseguida, se puso a prestarle ayuda al buzo, sacó de su casa de coral una perla mágica y la colocó en la

boca del buzo; éste milagrosamente se curó. Con la perla mágica pudo entender el lenguaje de los peces.

Al otro día, ya repuesto, el buzo fue llevado a juicio por la comunidad. Todos pedían justicia y que el buzo fuera castigado por el daño causado. Marina, de nueva cuenta, habló afirmando que “justicia era darle a cada uno lo que corresponde”, y le expuso al buzo lo que le sucedería a la comunidad si no realizaban los trabajos de la plataforma petrolera respetando a los habitantes del mar y a la naturaleza.

El buzo, quien resultó ser el dueño del proyecto, en agradecimiento por la ayuda recibida se mostró consciente del daño que se causó a los peces y en cuanto regreso a la superficie dio instrucciones a los trabajadores para hacer las cosas con el menor ruido posible y sin dañar los arrecifes. Les habló de la importancia de cuidar el mar y el entorno natural.

La primera tarea que asignó a los trabajadores fue limpiar el derrame de petróleo y proteger a sus nuevos amigos los peces, por siempre.

Diego Hernández Jarillo Quinto grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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