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Los pozos del fraile
Lisset Margarita Atilano Urrutia Esc. Juan B. Gómez • Mpio. León
Entre la calle San Juan de los Lagos y Salamanca, colonia Industrial, cerca del parque Hidalgo, en la época de la Colonia, había frailes enseñando su doctrina tratando de que los chichimecas cambiaran su forma de vida.
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De entre el grupo de frailes estaba el padre Cuenca, quien pretendía la unión entre los chichimecas y los colonizadores españoles. Su deseo era muy complicado, ya que los chichimecas robaban alimento o mataban a la gente. Sin embargo, el fraile Cuenca fue con los chichimecas a tratar de llegar a un acuerdo, pero a la mitad del camino éstos lo atacaron, una flecha lo alcanzó dejándolo sin vida, no contentos con eso, uno de ellos se acercó al cuerpo y le sacó los ojos, ya que le llamaban la atención por el color azul claro de éstos.
En ese momento decidieron tirar el cadáver por un barranco, pero no se dieron cuenta de que dejaron los ojos. Cuando los chichimecas regresaron por ellos, no encontraron más que dos veneros que crecían por debajo del suelo como si se trataran de dos venas de agua. Desesperados buscaban y buscaban, pero sólo veían como crecían estas dos corrientes de agua.
Con el paso de los días, crecían los rumores del milagro del fraile Cuenca, ya que de los pequeños arroyos se formaron pozos de tanta agua que salía de manera natural de la tierra y constantemente salía de color azul como el color de los ojos del cura.
Un señor de nombre Juan, se dio cuenta del milagro porque el pueblo pasaba en esos tiempos por una sequía de años, y al ver el brote de agua inexplicable les dijo que el padre Cuenca le comentó que haría algo para ayudar con la sequía. Así, el señor Juan llegó a la conclusión de que era un milagro del fraile, con su muerte ayudó al pueblo a salir adelante.