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“YUGOS DESIGUALES” UNO DE LOS FLAGELOS QUE MÁS AFECTA NUESTRAS CONGREGACIONES HOY DIA.

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INDICE

1- DEDICATORIA………………………………………………………………………………………….………….5 2- ORACION AL ESPOSO INCONVERSO…..…………………………………………………………....7 3- YUGOS DESIGUALES…………………………………………………….…………………………………..8 4- MUY A PESAR………………………………………………………………..……………………………….11 5- SEPARARSE TEMPORALMENTE…………………………….…………………………………….…14 6- LA PARODIA DEL AMOR…………………………………………………….……………………..……16 7- EL PAPEL DEL AMOR ÁGAPE EN LA RELACIÓNA

FECTIVA………………….…….20

8- ¿A QUE TIPO DE RELACIONES NOS ENFRENTAMOS?.......................................22 1-CARNE A CARNE O CUERPO A CUERPO…………………………….…………………..….23 2-CARNE-ESPÍRITU…………………….……………………………………………………………………24 3-ESPÍRITU –ESPÍRITU…………………………………………………………………………….………27 9- CUANDO LA DESICIÓN ES UN RETO……………………………………………………………….29 10- CUANDO LA RELACIÓN DE YUGO DESIGUAL ROMPE EL ORDEN DIVINO……..31 11- CUANDO LA ESPERANZA PARECE PERDIDA……..…………………………………………..37 12- EL ENGRANEJE DE LOS TRES AMORES……..………………………………………..………..39 13- CONOCER EL PROPOSITO……………………………………………………………………………..42 14- LUEGO ENTONCES ¿CUAL ES EL PROPOSITO?................................................46 1-¿AMO A MI ESPOSO(A) COMO VERDADERAMENTE DIOS QUIERE QUE YO LE AME?................................................................................................................47 2-HACERME UN VERDADERO INTERCESOR.…………………………………………………48 3-EJERCITARME EN EL VERDADERO PERDÓN…………………………..…………..……..49 4-EJERCITARME EN EL DOMINIO PROPIO…………………………..…………………………50 5-SOLTAR LA CARGA………………………….………………………………………………….………52 6-EL TESTIMONIO…………..…………………………………………………………….……………….56 7-PERMITIR QUE EL SEÑOR SE GLORIFIQUE………………….………………….………….58 15- ¿PORQUE LA TARDANZA?………………….………………………………………………………59 1-NO ESTAMOS PREPARADOS………………………………………………………..……………60 2-PEDIR CON INTENCIONES EQUIVOCADAS……………….……………..….…….………61 3-LA DISPOSICIÓN………………………………………………………………………………..….…..64

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16-EL PRIVILEGIO DE PERDONAR………………………..…………………………………………….…66 17-PERDONAR 70 VECES 7………………………………..…………………………………………………71 1-PONTE LA CAPARAZÓN…………………………..………………………………………………….75 2-CONFRONTA LA OFENSA………………………………………………………………….………..76 3-NO SE PONGA EL SOL SOBRE TU ENOJO………………………………………….…………77 18- LAUNIDAD CONDICIÓN DE LA BENDICIÓN…………………………………….……………..78 19- ¿COMO LOGRAR UNA RELACIÓN ENTRE TRES?..............................................85 20- EL TEMA DE LA SANTIFICACIÓN…………………………………………………….……………..90 21- INCONVERSOS IMPIOS………………………………………………………….……..………………98 22- EL AMOR PERFECTO…………………………………………………………..……….……….…….103 23- UNION TRIPARTITA………………………..……………….…………………….……………………107 24- “ESE DIA” ………………………………………………………………………………………..…………122

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1- PRIMERA DEDICATORIA. Si en esta vida nos dejáramos guiar más por los pasos de nuestro Señor Jesús caminaríamos seguros, pisando sobre sus huellas, sin apartarnos ni a la diestra ni a la siniestra y seguro llegaríamos con gozo a su morada celestial, porque todo lo que de Él mana, a Él debe retornar. Es así como sabiendo que de su Santo Espíritu, la idea de este mensaje ha brotado, con la venia del Hijo y la aprobación del Padre, a ellos hoy entrego mi primera ofrenda escrita, acogiéndome a su promesa de saber que toda palabra que de Él sale no retornará vacía, sino que cumplirá su cometido donde quiera que sea sembrada, siendo recibida para producir frutos al porcentaje que cada uno lo disponga en su corazón. De la misma manera que Abel entregó lo mejor de sus ovejas: primogénitos y gruesos y Abraham entregó a su hijo Isaac, así hoy yo entrego mi ofrenda primogénita al Señor, para que siendo quemada y consumida por el lente ávido de cada lector, la reciba con agrado y el olor fragante de su cometido alcance a llegar a su presencia y por medio de ella, su Gracia y sus más Excelsas Bendiciones sean derramadas en cada persona que la recibe, con el mismo amor y propósito con el que fueron escritas, solo para que la Gloria y la Honra sean para Él, porque mía estoy segura no lo son.

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SEGUNDA DEDICATORIA A aquel pequeño y selecto puñado de personas especiales para mí, que desde un comienzo mostraron interés por este escrito y me impulsaron a creer en el propósito que Dios ha tenido para inspirarme y motivarme a escribirlo y publicarlo, ayudándome con lo que en sus capacidades y voluntad de Dios ha estado en sus manos: Mi preciosa hermana Elizabeth fiel lectora de todos mis escritos, mi amada hija Margui, a quien El Señor ha usado sorpresivamente, cuando yo no lo esperaba porque no es el tipo de lectura que le apasiona, para corregir e impulsar la publicación del libro; a mis bien amados hermanos en Cristo, profetas y Siervos de Dios: Luis y Angélica que con interés y Gracia Divina le han dado a éste escrito la importancia que realmente Dios ha querido darle en su propósito de llevar esperanza y nuevas estrategias a todas aquellas parejas que viven las dificultades de un YUGO DESIGUAL. A mi esposito Paulo Roberto sin el cual, por su aporte incondicional como motivador primario, no hubiese sido posible la vivencia que ha inspirado el contenido de éste libro, cuya finalidad también a él lo alcanza, cada vez que mi clamor por la salvación de su alma y la unificación de nuestros Yugos sube al Padre en espera de recibir su gloria derramándose sobre nuestra relación.

Mayito De Vivero, Agosto 2 de 2010- Sept 2015

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2- Oración por el esposo Inconverso Ayúdame Señor a amar a mi esposo como solo tú lo puedes amar, A verlo a través del cristal de tus ojos, con el amor, la benevolencia Y la infinita misericordia con que tú lo miras. Aunque muchas veces lo olvide, yo sé Señor, que soy responsable Ante ti, de su salvación. No permitas que tu propósito y tu promesa Se pierda junto con su alma. Dame esa infinita sabiduría y tolerancia para pasar por alto Sus errores y en tu nombre, Poder Perdonarlo y conducirlo Por el camino de la luz, a una salvación eterna Y poder caminar juntos, tomados de la mano con Cristo Jesús.

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3- “YUGOS DESIGUALES” Esta obra es un escrito motivado por mi amado Espíritu de Dios que batalla por habitar dentro de mí cada día, gracias al poder de su insistencia que expulsó de mis entrañas todo aquello que he vivido al lograr sostener por muchos años la difícil relación de este tipo.

Trataré de abordar el tema que aqueja a miles de iglesias Cristianas en la actualidad: la difícil tarea de llevar adelante una relación de Yugo Desigual, en la cual sus dos componentes se afrontan no solo a la ya difícil tarea de aparejar las comunes y tradicionales cargas como: la diferencia de caracteres, gustos, tendencias, ritmos de vida, profesiones y pensamientos además de sus creencias religiosas; cuando estas son tan radicales que interfieren en la capacidad de tolerancia o ajuste a la forma de vivir del otro, se convierte

en una

de la tantas causas de infelicidad conyugal.

Cuando se habla de Yugo según el diccionario nos referimos a ese instrumento de madera que antiguamente se usaba para colocarlo en la cabeza o en los lomos de mulas o bueyes para tirar el arado que removía la tierra, para luego ser sembrada o para transportar una carreta. Al usar este yugo, se escogían dos animales de la misma especie, aproximadamente del mismo tamaña y de la misma fuerza o potencia para evitar un posible desacople y bajo rendimiento en la tarea a realizar.

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De este cotidiano mirar el trabajo de mulas o bueyes en el campo, nació la metáfora de compararlo con el hombre, cuando se une a otro en cualquier área de su vida, ya sea laborar, religiosa o efectiva sin tener las mismas potencialidades, parámetros o directrices, Ocasionando en porcentajes bien altos un mal funcionamiento que acarrea desacuerdos, conflictos y rupturas precisamente por la desigualdad en EL Yugo que en lugar de unirlos los desune totalmente.

El tener o profesar religiones diferentes en una relación de pareja es causa de la mayor infelicidad o perdida de Gozo en un creyente, porque mientras uno se afana por las cosas del mundo, el otro lo hace por las espirituales, mientras uno se sumerge en un permanente desgaste de oraciones, clamor, ayunos y súplicas, al Único que puede transformar el corazón de un ser humano, el otro vive con indiferencia inmutable la mezcla de una vida que deambula en los afanes y los deleites de la vida material y los milagros tangibles de las bendiciones que su cónyuge logra alcanzar a través de una relación estrecha con El Señor.

Lograr sobrellevar una relación de Yugo Desigual se ha convertido en uno de los retos más difíciles, pero no imposibles del Creyente actual y me refiero al Creyente actual porque en tiempos anteriores el porcentaje de matrimonios de profesantes religiosos desiguales era mínimo, pues la sociedad y los patriarcados a toda costa defendían y

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luchaban por mantener las creencias religiosas puras, sin mezclas ni desigualdades, inculcando estos principios desde temprana edad a todo miembro de la familia practicante.

Cuando el cónyuge no creyente, como dice la palabra, consiente vivir con uno creyente, la carga se minimiza para este, pues sus prácticas, sus ritos su forma y su filosofía de vida son “toleradas” o respetadas por el otro, viviendo cada uno su espacio con o sin Dios, sin propiciar infelicidad al otro, porque la relación va demarcada por el amor, la complacencia y el mutuo respeto.

Sin embargo, cuando la pareja encuentra total y deliberada oposición en el otro, ya sea conociéndolo desde antes del enlace matrimonial o llegando a la Conversión después del enlace, lejos de encontrar la fórmula para vivir un espacio de Paz y Armonía, la relación se convierte en un círculo vicioso, de infinitos altibajos cuyo campo de batalla es el hogar y cuyas víctimas son los hijos.

La vida del Creyente muchas veces se convierte en una máscara para sus hermanos, que oculta la intimidad de una vida que se siente frustrada, sin frutos y sin deseos de luchar, con caídas constantes, con temor de compartir su problema, pero con la firme esperanza de que aunque los años pasen y no se asome un ápice de cambio en el esposo o esposa el ultimo que tiene la palabra es el Señor, aunque la toalla se tire con reincidencia, aunque el horizonte sea gris y la

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bendición se tarde; por fe, se cree en lo que no se tiene, por fe se profetiza lo que ha de llegar y por fe, hasta de la muerte vida surgirá.

Vivir la vida en Yugos Desiguales simplemente es cuestión de decisión, cada uno es libre de pararse o no en la brecha y luchar por lo que el diablo a diario nos arrebata. Lograr mirar al esposo como al hijo de Dios perdido que no ha encontrado el camino, puede ser una buena opción, lo mismo que entrar en el nivel de la intercesión como nuestra gran misión, no es tarea fácil, más el premio aun logrado con sangre es eterno e incalculable para todo el que conoce, imagina o espera la gloria de Dios manifestada en su vida.

4- MUY A PESAR

Muy a pesar de que la palabra de Dios es muy clara, cuando nos aconseja, no unirnos en Yugos Desiguales, éste error o mejor dicho horror, lo vemos en nuestras iglesias, más a menudo de lo que se cree.

El Señor es muy explícito cuando nos menciona en Segunda de Corintios (6:14-18), para que no nos unamos en Yugo Desigual con los incrédulos, haciéndonos luego la letal referencia: “¿Que tiene que ver la justicia con la injusticia? ¿La luz con las tinieblas? y ¿En qué puede concordar Cristo con Belial o el Creyente con el incrédulo?” Es muy cortante cuando dice: salid de en medio de ellos y apartaos y no

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toquéis lo inmundo y yo os recibiré y agrega en el capítulo 7 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

No solo en estas citas se hace referencia a dicho tema, en primera de Corintios 7 (12-16) los conceptos son un poco más liberales en cuanto a las separaciones, no al divorcio, porque en general la palabra de Dios está en contra de él, Pablo autor de éste libro, nos hace la salvedad: “Yo digo, no el Señor”.

Imagino que con estas palabras es él quien se hace responsable de ellas, pero conociendo la transformación que él sufrió, haciéndose testimonio vivo y con toda la autoridad espiritual que representó en aquellos tiempos y aun en estos, analizamos que es un asunto de libre albedrío, del cual cada uno debe hacerse responsable, porque es un acuerdo mutuo, de esta manera pues, él invita al creyente a no abandonar al

inconverso, porque tiene la promesa de llegar a

santificar no solo a la persona sino la relación y a los hijos producto de ésta relación.

Sin embargo, ¿Sí se imagina una persona no creyente a qué se somete? ¿Qué tanto encierra la palabra consentir? Acepta vivir verdaderamente la tremenda locura, porque para el que no está en esta misma sintonía, es locura toda la pasión que un creyente siente

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por las cosas del Señor. ¿Hasta qué punto puede una pareja, compuesta por miembros de creencias desiguales, consentir o tolerar las “excentricidades” en el comportamiento, en el estilo de vida, de costumbres o de ideologías de cada uno?

Analizando los siguientes versículos del 15 en adelante, Pablo nos dice liberalmente, si decide el incrédulo separarse, porque no soportó más las excentricidades del creyente, sepárese porque no está el hermano sujeto a vivir servidumbre en semejante caso sino que a paz nos ha llamado el Señor, no es de tener mucha imaginación el suponer que este tipo de relación es de constantes desacuerdos y contraposiciones que hacen a cualquier persona, vivir un pendular continuo no solo en su estado de ánimo sino en todo lo que a su vida se refiere, abocándolo muchas veces a tomar decisiones a la ligera que muchas veces no van con la verdadera voluntad de Dios en nuestras vidas.

A ciencia cierta no sabemos, cómo lo dice el versículo siguiente (16) “Porque ¿Qué sabes tú oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? Oh ¿Qué sabes tú, oh marido si quizás harás salva a tu mujer?”

Tal vez con estos concejos de Pablo, muchos que hoy día se encuentren con la indecisión de seguir o dejar a su pareja, encontremos un apoyo en lo segundo, sin embargo son aspectos de muy profundo análisis que tenemos que considerar para llegar a

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definirnos y sostenerlos en lo que decidamos. En muchos casos una separación temporal es muy saludable, cuando verdaderamente hay un amor profundo entre la pareja.

5- SEPARARSE TEMPORALMENTE

Son muchas las parejas que han logrado vivir esta experiencia y han salido victoriosas de ella, sin embargo los riesgos son altísimos de que en esta prueba quede frustrado todo intento por restaurar una maltrecha relación.

Es en este “lapsus” de tiempo el cual pueden suceder cosas impredecibles incluso para el creyente, del cual se demandaría una dosis triple de oración. Aquí el león rugiente está más cerca y lo que puede ser una verdadera bendición se convierte en la peor de las opciones, porque si se actúa sin la dirección del Señor, vamos a actuar bajo la dirección del otro “Señor” quien aprovecha al máximo cualquier oportunidad que éste nos presente para lograr vivir lo que no hemos podido en el pasado, abriendo puertas de fácil acceso para la carne y los desenfrenos del mundo sin medir las consecuencias futuras de nuestros actos y por supuesto con la mejor justificación al final: culpar al otro por propiciar situaciones como éstas.

Arriesgarse

tiene

sus

ventajas

si

ambos

llevan

un

total

convencimiento de lo que en verdad quieren y del sacrificio y la

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oración a la que deben someterse durante este tiempo. Hablo de ambos porque aunque estemos tratando de Yugos Desiguales, los llamados incrédulos o inconversos también oran, también sienten y en momentos difíciles o desiertos como estos encontramos terrenos propicios para buscar del Señor, dejándonos ver más de un caso en que gracias a una separación temporal ellos han podido entender el propósito de Dios en sus vidas y en sus hogares, logrando llegar por fin a una plena aceptación de Jesucristo como el Salvador, no solo de sus vidas sino de sus hogares, lo que conlleva a un proceso de restauración total de su relación con Dios, con su esposo(a) y con todos sus semejantes.

Aunque es un verdadero riesgo, intentar es de valientes ya que no solo se trata de apartarse y descansar del otro sino de poder sanar hondas heridas que ha dejado la malsana relación, debe ser un tiempo de mucha reflexión, sanidad interior, perdón profundo y sincero, que no solo abarca a la pareja sino a sí mismo y a Dios, porque muchas veces

lo culpamos a Él porque pensamos que

teniendo todo el poder y habiendo nosotros depositado nuestra confianza en Él, las cosas no suceden como nosotros queremos más no logramos entender que el grado de nuestra Fe juega un papel muy importante, al igual que su voluntad, su propósito en nosotros y el tiempo suyo que muchas veces no es el nuestro. Descansar en el Señor es la mejor estrategia que se conoce en estos casos, pero mientras aprendemos a tomar esta difícil enseñanza de la

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cual nos habla tantas veces la Palabra de Dios, son muchas las aflicciones y pruebas por las cuales tenemos que pasar en nuestras vidas, porque es mediante ella, que el aprendizaje se logra enraizar en nosotros

6-

LA PARODIA DEL AMOR

El mundo en general vive una constante parodia de lo que es en el Cielo, especialmente en lo que al amor se refiere, de allí que el mandamiento nuevo que Jesús nos enseñó siendo el resumen de los 10 juntos: amar

al prójimo como a ti mismo,

se entiende

textualmente cuando asimilamos que quien ama a Dios, lógicamente ama a su prójimo y quien ama al prójimo ama a Dios, esto dicho en el sentido de una lógica divina, porque si vamos al sentido humano vemos cuán difícil es para muchos hombres reconocer y amar a un Dios que no ven, si tienen a su lado un prójimo que pudiéndole hacer todo el bien que les es posible, mejor optan por agredirle, causarle los peores daños y en el mejor de los casos ignorarlo. El amor de los esposos se convierte en una parodia del amor de Dios, cuando nos quedamos en el intento y los deseos, sin traspasar las barreras del sacrificio, del morir al ego para complacer al otro, cuando se irrita impaciente y reincidentemente, cuando no busca lo mejor para el otro, cuando no lleva el registro de las ofensas, cuando en lugar de buscar deleite en la compañía del otro la busca por otra parte y se deja dominar del tedio y la falta de imaginación para

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compartir las 24 horas de cada 365 días de cada año que juró pasar junto a la persona que escogió como compañero (a) de viaje. La mayor bendición que ha podido heredar el hombre, de Dios, es el formar una pareja (hombre-mujer) creados milimétricamente con un diseño perfecto y ajustado, para complementarse en sus tres partes: cuerpo, alma y espíritu capacitado naturalmente para unirse tripartitamente a diferencia de los otros tipos de relaciones o amores que no involucran la intimidad, a menos que se salgan del contexto divino y decidan vivir la vida de acuerdo a los principios del príncipe de las tinieblas cuya finalidad es distorsionar la perfección del diseño que Dios nos ha dado por herencia. Una de las funciones diseñadas por Dios para los seres vivos es la procreación y para procrear necesariamente los cuerpos juegan un papel fundamental, alcanzando su mayor despliegue cuando el acto en sí, se acompaña con los encantos de la química, la chispa de la pasión y las profundidades del amor, que es en definitiva el único sentimiento duradero, si es verdadero; llegando a su máxima expresión de desapego, sublimidad o espiritualidad, cuando se hace en el contexto del tiempo, la dirección, la voluntad y la bendición del Señor, siendo lo único que nos asegura estabilidad y unidad cuando proyectamos una relación de pareja.

De acuerdo al nivel moral, cultural o espiritual de los individuos, las relaciones entre las parejas han ido sufriendo una serie de transformaciones; primero en lo referente a los componentes,

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aunque comience nuestra historia después de la creación del mundo en la exclusividad de una pareja formada solamente por varón y hembra: Adán y Eva, luego comenzamos a ver el desenfreno en las inclinaciones de la humanidad, a tal grado que el Señor se arrepintió de haber creado al hombre sobre la tierra (Génesis 6: 5-7). Muchos de estos pecados eran de origen sexual, llegando el Señor a optar por hacer desaparecer de la faz de la tierra al ser humano con todas sus inmundicias. Hallando gracia y virtud ante sus ojos, solamente Noé con toda su familia. Luego de un reinicio de esta nueva generación vemos que volvemos a las mismas inclinaciones de pecado y lejanía de Dios, cambiando para nuestro bien solamente, la Gracia Divina con que Nuestro Señor ha alargado su Misericordia, posponiendo su juicio y su llegada a pesar de encontrar en estos momentos que el grado de desenfreno de la humanidad es tal vez más grande que el que se vivió en los tiempos de Noé y de Sodoma y Gomorra. En cuanto a lo referente a la relación de pareja, la historia se va desarrollado sin exclusividad conyugal por muchos milenios, un varón de acuerdo a su poder social o económico podía tener decenas de esposas y concubinas, como en el caso de David, Salomón y muchos otros personajes de las escrituras; sin importar mucho los sentimientos, el valor, el respeto o la fidelidad que toda mujer demanda en una relación de pareja.

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Con el pasar de los siglos y el cambiar de conceptos, condiciones, ideologías, costumbres y tendencias de cada época las relaciones también han ido cambiando hasta llegar a las actuales, definidas en un cierto modo como exclusivas o monogámicas ya que ante la sociedad en general en la mayoría de las culturas es visto con malos ojos a toda persona que pretenda sobrellevar más de una relación afectiva simultánea, sin desconocer por ello que son muchos los individuos que aún persisten en vivir así, si a esto se llama vivir, con todos los problemas que

acarrea tener este tipo de relaciones

multiafectivas, porque finalmente dichas personas normalmente terminan solos, enfermos y abandonados ya que la paga de un pecado reincidente es la muerte, primero espiritual y luego físicamente.

En definitiva el hombre ha tergiversado el amor de pareja, son más las expectativas emotivas del alma o conveniencias sociales y hasta financieras que decisiones tomada con la dirección de Dios, de allí que estemos inundados de divorcios en nuestra sociedad actual, pues el sacrificio, el compromiso, la tolerancia, la bondad, el perdón y todo el ramillete de herramientas necesarias para hacer de una relación estable y duradera no existen, en la mente, en la voluntad y mucho menos en el corazón de sus contrayentes, propiciando lo que se llama una verdadera Parodia del Amor. Dando como resultado el más deprimente panorama de hogares desechos viviendo vidas amargas, desesperadas y carentes de todos

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los matices incubadoras de aquellos valores que propician seres humanos sensibles a la palabra y la dirección de Dios, única fuente que puede alimentar las necesidades básicas de una mejor sociedad.

7- EL PAPEL DEL AMOR ÁGAPE EN LA RELACIÓN AFECTIVA

Precisamente la unión de los egos en una relación es la parte más crítica y causante de innumerables rupturas, aquí se desconoce casi por completo el amor ágape, ese maravilloso amor del cual nos habló Jesús, el amor que no conoce fronteras y que da hasta su propia vida por el otro. Al conocer a otra persona, especial, por lo general el ser humano, tiende a mirar en ella todo lo que le hace falta, pensando erróneamente que ese es el verdadero complemento que le ayudaría a perfeccionar su vida. Pocas veces miramos los niveles espirituales en que nos movemos y esos desniveles, los enmascaramos en los supuestos complementos: “tú tienes lo que a mí me hace falta” y resulta que al pasar el tiempo nos damos cuenta que eso se convierte en la afilada guillotina que nos decapita diariamente. El amor del cual nos habla la palabra de Dios, es completamente opuesto al que observamos a nuestro alrededor, El Señor nos habla de un amor sufrido, no sufrido porque debe soportar maltratos verbales o físicos, no sufrido porque esta encadenado a una cárcel, donde no hay libre expresión, ni libertad para decidir ni operar en condiciones aptas para desarrollar aptitudes, ideas y proyectos,

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inclusive la misma personalidad, que muchas veces se ve opacada por esos cónyuges dominantes y abusivos.

El amor del cual habla Jesús es sufrido porque sufre con el dolor del otro, que se conduele y contrita con el sufrimiento del otro, que hace suya la carga del otro, que se desvive por hacer feliz a su pareja, que se esfuerza por levantar al otro cuando esta caído, desmejorado, enfermo, deprimido o se siente fracasado. Este es el verdadero amor Ágape, del cual nos habla la palabra en Primera de Corintios (13: 4-7), que propicia todo tipo de reconciliación a costa de los egos más profundos, que da su propia vida como lo hizo Jesús por nosotros, es toda Bondad, no es envidioso, no es jactancioso, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de las injusticias, creyendo

que todo es posible y espera

soportando todas las adversidades de la convivencia y el aparejamiento por el cual lucha toda pareja.

Es el amor que verdaderamente debe alentar a aquellos que no lo han encontrado, es un amor expansivo, no oprime y es fuente de libertad;

sin

embargo

el

ser

humano

contrariamente

va

identificándose y armando relaciones con ese tipo de amores que encadenan, que lo apartan de las cosas esencialmente buenas y tienen la tendencia a mantenerlos en cautiverio espiritual.

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Por esa misma mentalidad errónea, de creer que somos meramente cuerpos viviendo una vida en el espacio de la materia, nos ocupamos de quemar esas experiencias que solo involucran los cuerpos y las emociones del alma, relegando lo más importante que es el espíritu. Esta mentalidad nos limita a vivir relaciones de corto alcance, efímeras y volátiles, que fácilmente como nuestros cuerpos se corrompen, descomponen y pierden vida.

De allí la vital importancia que cualquier persona creyente o no, debe darle a la escogencia de su compañero (a), porque no solo está en juego su descendencia sino el resto de sus días. Tomar esta decisión sin ponerla en manos del Señor es el peor de los desatinos que podamos tener, es por esto que se presentan tantos fracasos en las relaciones, porque aunque la atracción momentánea del comienzo lo haga ver perfecto, las profundidades del futuro solo las conoce el Señor y solo El, en su infinita misericordia nos puede ayudar a dar ese paso con la verdadera sabiduría y cabeza fría que se necesita para ello.

8- ¿A QUÉ TIPO DE RELACIONES NOS ENFRENTAMOS?

Por naturaleza somos seres sociables, por lo tanto donde vayamos estaremos creando lazos o relaciones con las personas que nos rodean. Estas relaciones, más que de los sentimientos que cada

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persona profesa, dependen del nivel espiritual en que cada uno esté ubicado en ese espacio de tiempo.

El ser humano se desarrolla en tres niveles: CUERPO, ALMA Y ESPIRITU, cada uno vive su vida muy marcado por el nivel en que está ubicado. Según esta ubicación las relaciones se clasifican en 3 tipos:

1- CARNE A CARNE O CUERPO A CUERPO.

Cuando Cristo está lejos de nosotros vivimos en función de la carne, somos cuerpos que andamos por las emociones del alma y los impulsos de la carne y estamos en afinidad precisamente con personas que se mueven en este mismo nivel porque nos identificamos con ellos.

La mayoría de las relaciones en el mundo se mueven en este nivel, es por ello que generalmente están estigmatizadas con el sello del fracaso, ya que el Espíritu está relegado a un segundo o tercer plano, es el EGO y las EMOCIONES quienes gobiernan, por eso es tan frecuente ver tantos divorcios hoy en día, no hay compromisos profundos, el amor es efímero, no está dispuesto al sacrificio ni al sufrimiento, es decir es todo lo contrario a lo que nos dice el Señor en 1ra de corintio (13: 4-7) “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que

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las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanza y se mantiene firme en toda circunstancia”.

Por eso es tan frecuente la pregunta: ¿Qué sucedió? ¿A dónde se fue tanto amor que parecía tan profundo, que nos robaba el aliento, el pensamiento y el alma?

La respuesta es muy sencilla: así como el cuerpo es tan efímero y corruptible así son las cosa que manan de Él, y mucho menos si no está sujeto a un Espíritu que vaya más allá de la materia física, no puede ser duradera una relación que nace y se sustenta en la carne y sus frutos, (Gálatas 5: 19-21), porque una vez saciados hasta el cansancio los instintos carnales, la pasión y los sentimientos nacidos de los sentidos, el fuego se apaga y la llama de lo que parecía ser amor se esfuma, desapareciendo para darle paso a nuevos sentimientos que no son precisamente de amor sino de fastidio, rencores, odios, lástima, intolerancia, irrespeto e incomprensión.

2- CARNE – ESPIRITU

Este es el tipo de relación de la cual nos habla y nos recomienda el Señor evitar en lo posible: Yugos Desiguales. 2ª de Corintios (6: 14-

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18), no solo en las relaciones afectivas sino también en los asuntos de negocios. Estas relaciones las encontramos muy comúnmente en personas que han recibido al Señor mucho después de haber vivido experiencias y decidido uniones movidas por cualquier criterio, menos por la guía de Él.

Estas personas se encuentran en niveles igualmente carnales como el de su compañero (a), pero luego ocurre la transformación, el nuevo nacimiento, que lo hace cambiar totalmente, abriendo nuevos horizontes al Espíritu que tenía relegado a un segundo plano, dándole entonces la importancia que realmente merece en nuestras vidas.

También lo vemos en Cristianos que conociendo la palabra asumen la difícil tarea de sobrellevar este yugo, tal vez con la única esperanza de poder santificar y conducir por medio de la intercesión a esta persona a los pies del Señor, muchas veces se consigue, otras muchas es demasiado el desgaste que se sufre antes de llegar a ello, si es que se logra. Generalmente son relaciones muy conflictivas, totalmente desiguales, es como querer sintonizar una emisora F.M. en un radio que solo tiene para A.M.

Mientras el uno mira por los ojos de la carne y las emociones del alma, el otro se mueve por el Espíritu, son como el agua y el aceite, la luz y las tinieblas, así que mientras uno tira frenéticamente hacia el

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mundo, el otro se ahonda más en las profundidades del Evangelio y las cosas espirituales, entrando muchas veces en el vacío, la inconformidad y la frustración de no poder compartir con el otro ese mundo maravilloso del Señor.

Muchas veces es frustrante como ambos contemplan el desarrollo de sus vidas desde ángulos tan diferentes: uno perdiéndose como instrumento vivo del enemigo para desestabilizar y apartar al otro de la obra de Dios, mientras el Cristiano se fortalece en la Fe, aprende a interceder por otros y logra escalar un mayor nivel Espiritual adquiriendo un dominio propio y una paz interior bastante estable y duradera a pesar de la oposición.

Lo más cierto de vivir este tipo de relación es que el Señor nos prueba hasta el límite de creer que no lo soportamos más, pero como Él nos lo dice en su palabra, jamás el permitirá que las pruebas sean más grandes de lo que nosotros somos capaces de soportar “las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrara una salida, para que puedan resistir”, (1 Corintios 10:13), se trata entonces de lograr entender el propósito que tiene El Señor para con nosotros y tratar de salir victoriosos en esta batalla que nosotros mismos decidimos pelear.

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Vemos que estas relaciones son como vampiros que día a día, si no estás firme con las cosas del Señor te van chupando la unción que recibes, te someten a esfuerzos cada vez mayores por lograr el dominio propio y la estabilidad emocional que todo ser humano busca. Son relaciones des gastadoras, que por la discordia y la desunión las bendiciones se tardan o nunca llegan.

El esfuerzo y la lucha por conseguir la verdadera libertad en Cristo y en su palabra cada día se hace más esquiva y mientras el uno se inclina por el reino del príncipe de las tinieblas, el otro se afana por el reino de Dios y reino dividido no prospera.

3- ESPIRITU – ESPIRITU Esta es la relación ideal que todo ser humano busca y al parecer son menos los que de ella gozan, porque incluso cuando ambos se mueven en el mismo plano espiritual, a veces no es el mismo nivel, también se presentan dificultades; lógicamente de mucho menor grado y contando con una mayor madurez espiritual, es más fácil que el acople se dé.

Cuando ambos han llegado a los pies de Cristo el mover del día a día va con el sello del Espíritu, la complacencia mutua del uno por el otro es tal que muchas veces las palabras sobran, porque una mirada basta para entender lo que el otro desea o quiere decir, el mundo secular lo llama almas gemelas, porque el uno se complementa con el

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otro en una unidad casi perfecta, haciendo de la relación entre ellos y Dios un acople tan perfecto que se evidencia en la convivencia familiar en primer grado como en la interacción con todas las personas que los rodean o que comparten con ellos determinados momentos de sus vidas.

En estas relaciones hay una fluidez del Espíritu de cada uno en unión con el de Dios, las relaciones sexuales son importantes pero se convierten en un complemento anexo a la convivencia y al afecto profundamente espiritual que el uno profesa por el otro, no a la tendencia común de los otros dos tipos de relación, donde no importa que capacidad de acople espiritual se viva, por muy dispar que sea, el sexo tiene la misma importancia esté o no esté lo demás funcionando, estén o no estén los dos en la misma sintonía y con las mismas inclinaciones.

Es una relación en que el uno , metafóricamente hablando da la vida por el otro, el bienestar en todos los aspectos, del hogar y del compañero está por encima de todo, menos de Dios, porque Cristo es el centro de estas relaciones, impidiendo de esta manera caer en idolatrías, porque se entiende que Dios es el único que ha podido darnos a personas tan especiales como las que tenemos a nuestro lado y solo por él se sostiene y alimenta este maravilloso amor, fruto de su santo Espíritu en nosotros que nos hace vivir verdaderamente lo que nos dice el Señor en su palabra.

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9- CUANDO LA DECISIÓN ES UN RETO

Embarcarse en una relación de Yugo Desigual o verse abocado a ella luego que nuestras vidas han experimentado el “nuevo nacimiento”, donde la muerte de la carne ha dado origen a un nuevo ser Espiritual, al recibir a Cristo en el corazón, es sin duda uno de los retos o de las experiencias más duras para un Cristiano.

Es como subir peldaños arrastrando grilletes de hierro en nuestros pies, cada paso, cada avance en nuestra vida Espiritual, cuesta el doble o el triple de lo que normalmente en condiciones propicias se lograría. La lucha por no dejarse quitar la bendición es muy fuerte y es el pan de cada día, mientras el espíritu de uno lucha por su libertad, la carne del otro se consume y desvive por expandir el reino de Satanás, bajo el mismo techo y bajo las mismas sábanas.

Es allí donde el enemigo encuentra su terreno más fértil para sembrar la cizaña y el vituperio contra santos ministerios, la crítica y el propósito del acusador, es permanente, minuto a minuto.

Pareciera que todas las potestades y huestes de maldad se conjugaran unidas contra estos hijos de Dios, la relación se convierte en un círculo vicioso de nunca acabar, los siete días de la semana se resumen en un sube y baja de ataques continuos, la desesperanza alcanza, cuando se cree que las oraciones ya están siendo

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respondidas por El Señor y se vislumbra un tenue cambio en la pareja, la mente vuela, se le da “gracias al Señor”, la imaginación construye castillos de amor, donde te ves de la mano de ese amoroso esposo, que te trata con ternura, no grita, lee la palabra contigo, te acompaña a la iglesia, juega con los niños, te mira con amor, busca tu afecto, tu compañía y tu ternura, no una continua disposición a los alimentos de la carne.

Cuando el alma está herida y frustrada por los continuos desacuerdos en la relación, sigues cerrando los ojos y soñando con ese esposo que te ayuda en los quehaceres de la casa, que comparte contigo las responsabilidades del hogar, que se apersona de las pequeñeces de la casa, va a las reuniones del colegio, ven los mismos programas juntos, mermando los partidos de futbol y las eternos y repetitivos noticieros son cambiados por canales constructivos y de interés para toda la familia.

Cuando la

película rueda y rueda en tu mente llenándote de

pensamientos positivos, para luego transformarse en FE, es muy bueno, porque son la base de todo milagro en nuestras vidas, convirtiéndose luego en verdaderos testimonios para nuestras congregaciones.

Sin embargo es tan común ver en tantas congregaciones a esas Déboras

solitarias llevando una carga que es de Dios, rostros

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abatidos aferrándose al único que puede darnos esperanza de salvación cuando buscamos en su palabra y en sus promesas la victoria, al confiar más en su obra que en nuestras fuerzas que desmayan con cada reincidencia de pecado, que se consume a nuestro lado, ignorando muchas veces, que mientras más abunde el pecado, más grande es la Gracia que el Señor derrama y más grande será la Gloria postrera sobre aquellos hogares en los cuales al menos uno, invocan su nombre creyéndole.

10-

CUANDO LA RELACION DE YUGO DESIGUAL ROMPE EL ORDEN

DIVINO.

El orden Divino establecido por Dios, aunque para muchas feministas suene a machismo es así: El Hombre y solo el Hombre es la cabeza de la mujer, del hogar, de los hijos, Cristo es la cabeza del Hombre y el Padre es la cabeza de Jesucristo. (Primera de Corintios 11:3) “Pero hay algo que quiero que sepan: la cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre y la cabeza de Cristo es Dios”.

Cuando por miles de razones, este orden se rompe, rompemos leyes naturales y divinas que nos llevan al caos, al desorden, a la discordia a la guerra, porque hay una ruptura del equilibrio establecido por la jerarquía Divina.

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El orden de la trinidad Divina nunca se ha roto y jamás se romperá, porque los tres, aunque son uno solo, cada uno cumple con la misión y función que desde siempre el Padre ha establecido y cuando se hubo intentado romper como en el caso de Lucifer que pretendió desmoronar este orden, las cosas se alteraron un poco, surgiendo la aparente monstruosidad en que se ha convertido la obra de Satanás, que todo el tiempo quiere entorpecer la de Dios, más un propósito también hay con él, porque nada puede hacer él y a nadie puede tocar sino se lo permite de antemano El Señor. (Job 1: 6-12)

Así mismo cuando el Señor le da permiso a Satanás que actúe sobre nuestras vidas permitiendo con ello que pasemos innumerables pruebas, ya sea en el área afectiva, financiera o de salud, El simplemente lo está usando para hacer ese trabajo duro que quizá a Él no le agrade mucho.

Siguiendo con el tema de la jerarquía Divina, este orden o conducto regular también se debe respetar cuando oramos, es así que para llegar al Padre se nos ha enseñado en la Palabra, que debe ser a través del Hijo, que es el único intercesor con autoridad delegada por el mismo Padre en su palabra y el Padre espera en el trono, escuchando con atención su intercesión, su justificación, para luego, movido por estas suplicas y por la gracia que pueda brotar de lo más profundo de su corazón, pueda dar el veredicto, no final porque muchas veces hemos visto que la intercesión del hombre bien

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canalizadas por el Espíritu Santo y el Hijo, puede provocar en el Señor un cambio repentino de decisiones que tal vez ya han sido tomadas.

Entre los muchos ejemplos que cita la palabra, encontramos el del Rey de Judá: Ezequías, en tiempos del profeta Isaías, donde el Señor por medio de este profeta le manda a decir que ordene su casa, porque morirá, sin embargo el Rey no estaba preparado, ni su corazón se conformó con esta decisión, llorando y suplicando al Señor de tal forma que instantáneamente, antes que el profeta saliera, la palabra de Jehová vino a él, como respuesta a las súplicas del rey, añadiéndole el Señor 15 años más a su vida. (Isaías 38:1-6).

De igual manera sucede con el pueblo de Nínive, donde el Señor envía al profeta Jonás, que a pesar de su terquedad, todas las circunstancias que vivió lo obligaron a hacer lo que en el fondo de su corazón no quería y después que cumplió con su misión, el pueblo se humilló, se sometió con animales incluidos en ayuno y clamor hasta que el Señor escuchó y la decisión de acabar con el pueblo, por su pecado y rebeldía, fue cambiada gracias a su gran misericordia y a su propósito final que siempre será el de salvar las almas perdidas en las garras del enemigo y llevarlos a una vida eterna a sus santísimas moradas.

Asimismo se debe manejar el orden en la tierra, el hombre como esposo y cabeza de una institución llamada hogar es responsable

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ante Dios de todos sus miembros y no solo responsable en lo que se refiere a su sustento, también en la parte afectiva y sobre todo en la más olvidada: la comunión y relación con Dios, haciendo a la esposa coparticipe en el cumplimiento de todas esta responsabilidades y no como encargada directa, como sucede a menudo.

Si cada día más hombres cumplieran sus deberes como cabezas de hogar y más mujeres trataran de no usurpar un papel que no ha sido creado para ellas, atendiendo a

la mal interpretada liberación

femenina y más bien motivados por la sabiduría y entendimiento divino trataran de disponerse a entender y cumplir cada uno sus funciones de hombre y mujer establecidas por Dios, al colocarlos: varón como guardián de esa pequeña institución,

base de un

perfecto sistema que facilita el manejo global de la población humana, regida por parámetros espirituales que el Señor quiere hacerlos ver, sentir y cumplir en el Espíritu, para hacerlos más fáciles y llevaderos.

Si la estructura con que fue diseñada la familia con sus fines sublimes y profundos de incubadoras de valores, alfareros de perfectas obras de arte como bases de mejores sociedades futuras, basadas en la guía de la palabra de DIOS, no se infringiera de la forma que actualmente se hace, seguramente la ola de divisiones, de distorsiones y de resquebrajamiento social, no tendría los niveles tan altos que hoy día se registran.

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Analizando los parámetros de comportamientos y niveles espirituales en que se ha unido una pareja, nos encontramos que existen muchas formas en las cuales se altera el orden divino, en estos momentos veremos el caso específico de la relación de Yugo Desigual: cuando un esposo asume un rol pacífico y cómodo, reacio a presentar nuevas alternativas que mejoren la calidad de vida del hogar, no es capaz de tomar decisiones ni a corto ni largo plazo, es tan conformista que hasta el desempleo lo conforma, nada ni nadie lo motiva, ni aun las cosa del Señor, solo el sedentarismo de una vida sin rumbo especifico, al vaivén de las olas y las tempestades de la vida, los amigos y los placeres de la carne y el único control que lleva es el del televisor, nos dejan vislumbrar el perfil perfecto de un hogar con tremendos problemas.

Es allí en estos casos donde aparecen estas mujeres de Dios, tratando de salvar un matrimonio y un hogar que naufraga irremediablemente al vaivén de los desatinos de un esposo incrédulo, impío y desconsiderado; tomando las riendas y casi las ripias de una relación y de una estructura que no sigue los parámetros establecidos por su creador.

Si no lo hace ella ¿Quién más lo podría hacer? No es de valientes ni de esforzados ver cómo se destruyen los cimientos de una familia cuando algo se puede hacer, además de la oración e intercesión constante.

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De esta manera y muchas veces sin pretenderlo, sin espíritu de vanagloria, de altivez o de Jezabel, estas varonas inician una carrera por restablecer el orden en el hogar, con esfuerzos sobrehumanos por lograr las bendiciones que cada vez se hacen más esquivas y difíciles de alcanzar, ya que por encontrarse fuera del orden Divino, siguiendo una cabeza que no sigue la cabeza de Jesús, se encuentra fuera de los parámetros normales y la lucha por la bendición diaria, muchas veces se le esfuma de las manos, es

bloqueada por el

enemigo y parece ser que el esfuerzo se triplica, la gracia disminuye y simplemente se vive por la misericordia del Señor que no nos desampara ni en los peores casos.

Para estas mujeres lo más difícil y contradictorio en sus vidas es precisamente seguir una cabeza que no sigue a Cristo, ya que el seguimiento de alguien que no basa su vida, sus proyectos y sus decisiones en Él, lo más probable es que viva una vida de fracaso en fracaso y en éste camino arrastre consigo a los demás miembros de la familia a su mismo estancamiento o derrota continua.

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11- CUANDO LA ESPERANZA PARECE PERDIDA

En el ring de esta batalla son muchas las veces que la toalla da un giro por el aire y cae al suelo, para enjugar nuestras lágrimas, por una nueva derrota empapada de desaliento y un pesado deseo de salir corriendo para abandonarlo todo de un tirón. Es allí donde el enemigo hace sus mejores incursiones, la palabra “DIVORCIO” se respira por todos nuestros poros y retumba en nuestra mente, que a la vez maquina mil situaciones donde nos vemos mucho mejor sin este pequeño problemita. La oración ya no es una alabanza ni una adoración, es una angustiosa queja ante el Señor: Tú que todo lo puedes ¿Por qué no lo cambias? ¿Por qué tienes tanta misericordia de él? Con todo lo que le hace a tu hija, si tu palabra dice que: “Hay del que se meta con uno de tus hijitos”, y yo soy tu hija y tú no estás haciendo nada, no importa que sea mi esposo Señor, me está haciendo daño! Muchas veces parece que el Señor estuviera mudo ante nuestras súplicas, las cosas permanecen igual, los comportamientos no cambian, aunque Él nos siga sustentando con su palabra y nos vuelva a levantar y a dar fuerzas para continuar. Es muy común en estos casos contender con el Señor cuando no hay pronta respuesta a nuestras súplicas, cosa que realmente solo nos ayuda a alejarnos de esta bendición y del Señor, además de frustrarnos y hacernos sentir en derrota. En cierta ocasión por esta falta de pronta respuesta, contendía con el Señor, quien me llevó al pasaje de Malaquías 3:13-18 donde dice:

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“Tus palabras contra mi han sido violentas, dice Jehová, y dijiste: ¿Qué hemos hablado contra ti? Por demás habéis dicho: por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Ese día me sentí de lo peor, el proceso que traía con mi esposo y con el Señor sufrió un retroceso, la duda y la mínima intensión de echarle la culpa al Señor por todo lo que permitía que yo sufriera en lugar de ayudarme entorpecía todo, los sentimientos de impotencia, de desaliento y de impaciencia solo nos conducen a una eminente falta de fe en el único que puede hacer la obra, y sin esta mínima condición ningún milagro se puede dar por muy cerca que estemos de Él. Mucho tiempo después he podido entender que mientras no haya revelación por parte del Señor en nuestras vidas, con respecto a la forma de orar por nuestro esposo inconverso, patinaremos en el mismo circulo vicioso año tras año, ya que solo Dios sabe verdaderamente cual es el problema en ellos o de su condición frente a Dios, que lo aísla o rebeldiza contra su palabra, nuestras oraciones son grandes

flechas

cargadas

de

clamor,

angustia,

amor,

misericordia, dolor y muchas veces desesperanza, pero pocas llevan la revelación divina de saber específicamente porque debemos orar, solo Dios conoce su corazón y sabe si es para liberación, por iniquidad de los antepasados( hechicería, alcoholismo, droga, pecados sexuales) por justicia, por disciplina, por desligamiento a otra persona de su pasado, miles de razones que han sido totalmente

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diferentes a las que ya hemos orado por él, porque tan segura estoy que cuando hay revelación ya sea a voz audible, a través de un sueño, de una palabra o de una profería, la respuesta a esa oración es inmediata y los efectos no se hacen esperar, porque vienen directamente de parte de Dios que todo lo puede y todo lo sabe. Luego entonces antes que desgastarnos probando aquí y allá, todo cuanto nos digan, lo primero que debemos hacer es clamar al Señor por una revelación contundente como solo Él sabe darlas: explicitas, tajantes e inequívocas, de tal manera que conjuntamente con la revelación tengamos la sabiduría para saber orar como conviene, como El Espíritu nos haya de guiar para obtener la respuesta que buscamos.

12- EL ENGRANAJE DE LOS TRES AMORES

Lograr ver a nuestros esposos a través del lente que lo ve el Señor es uno de los primeros pasos para llegar a la victoria en nuestra relación de pareja, este es un amor que va por encima de los parámetros normales que nuestra mente normalmente no está capacitada para asimilarlo.

Es algo tan del espíritu que contiende con esa tradicional manera de amar a la cual estamos enseñados y en el cual hemos aprendido a limitar nuestro cuerpo mente y hasta el propio espíritu que supuestamente es pura libertad, es ese amor ágape del cual nos

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habla la palabra de Dios, dispuesto a darse, a perdonar a tolerar y a llegar hasta los extremos más inverosímiles en cuanto a entrega se refiere.

El amor entre las parejas se ha encasillado dentro del amor “eros” donde por lo general se inicia, es esta atracción erótica la primera etapa que se quema, dando origen luego a un amor más profundo donde no solo el cuerpo y los sentidos ocupan un lugar especial, también la mente y la voluntad empiezan a hacer parte de la relación.

Muchos se quedan en la primera etapa, algunos pasan a la segunda y generalmente aquellos que logran ahondar en las profundidades del Espíritu como verdadero motor de esta relación son los que la hacen duradera porque aprenden a combinar las tres dimensiones al amar, sin límites para perdonar como se hace en el filial, tan “eros” como al comienzo, que los cuerpos nos hacen a pesar de los años aun vibrar y la juventud no olvidar, tan ágape que a nuestro propio ego y a nuestra propia vida nos hace renunciar.

Es ese amor que nos permite ver al esposo como al hermano en Cristo, porque al igual que a mí, también lo hizo Dios, Él es portador de ese Espíritu de Dios que también mora en mí, esté más adentro o afuera que el mío, es cuestión de niveles y de tiempo para que aflore, más la verdad que enseña el Padre es que antes que cualquier grado

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de afinidad que nos una en esta tierra ya la del Espíritu está hecha y con predestinación, porque desde antes de nacer ya éramos lo que hoy somos porque así lo ha querido el Señor.

Cuando verdaderamente logremos ver a ese esposo, no como el agresor, sino como el instrumento más débil que ha encontrado el enemigo a nuestro alrededor para hacer su obra completa, podremos identificarlo y combatirlo, porque eso es lo que el busca en nuestras vidas y nuestros hogares: destruir el ministerio que El Señor nos ha dado.

Identificar al enemigo de esta manera y desenmascararlo, al menos nos ayuda a neutralizar cualquier sentimiento de rencor o de odio contra nuestro hermano, logrando si es posible, entender que a nuestro JESÚS, cosas peores le hicieron: le arrancaron la piel y hasta la carne, lo escupieron, le clavaron una corona de espinas, lo humillaron, física y emocionalmente hasta el extremo que un ser humano pueda resistir, sin embargo conociendo Él, el propósito por el cual todo estaba pasando, aunque hubo un momento en que quiso no vivirlo, se sometió hasta el final, padeciendo todo eso por nosotros que tal vez nunca logremos merecerlo.

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13-

CONOCER EL PROPÓSITO

Es muy importante conocer el propósito por el cual el Señor nos lleva o permite que vivamos desierto o experiencias tan duras y amargas en nuestras vidas, a veces es complicado y difícil entender por sí solos ese propósito, a tal punto que pasamos tragos amargos con esta clase de experiencias, creemos que ya la superamos y luego más adelante, como círculo vicioso, nos vemos envueltos a vivir situaciones parecidas pero aún más duras y nos preguntamos nuevamente ¿Por qué?

La razón es clara: el propósito por el cual la vivimos no se cumplió y hay que repetirla cuantas veces sea necesario hasta que verdaderamente lo hayamos entendido, se haya tallado nuestro corazón y la experiencia sirva de base para no volver a los mismos errores, pecados o tendencias malsanas que nos aparten del Señor y de sus propósitos.

El Espíritu Santo es de gran ayuda en estos casos, pedirle que nos revele el propósito y lograr entenderlo para luego salir victorioso de estas experiencias nos ahorra sufrimiento y pérdida de tiempo en la escala Espiritual ascendente que todo ser humano quiere lograr.

Enmarcar nuestra relación especial de pareja bajo el parámetro que Dios nos enseña en su palabra es tarea que exige esfuerzo, no solo es

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el Espíritu Santo el que va a hacer su mejor trabajo en nuestros esposos, también en nosotros, que como hijos de Dios estamos llamados a santificar esta relación y a conducir a nuestro hermano con la ayuda del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo a la salvación eterna.

Aprender a amar como nuestro PADRE nos ama, definitivamente es una de las tareas más difíciles para el hombre durante su paso por esta tierra, a pesar de habernos dejado por escrito en su manual, con historias, con parábolas, con Salmos, con Proverbios, con Canciones, con Cartas y con toda clase de ingeniosas formas (faltó la plastilina), parece ser que aún no aprendemos.

Basta echar una mirada por los hogares, los pueblos y ciudades para ver el caos tan terrible en que se encuentran, la falta de amor a Dios y al prójimo es la causa de todos estos males, pues allí se resume el incumplimiento a todos los estatutos o mandamientos que Él nos dio. Si se nos hace tan difícil amar al prójimo que lo vemos, ¿Cómo podemos amarlo a Él, que no logramos verlo y que tantas veces preferimos ignorarlo, para no caer en “fanatismos”?

Definitivamente es un maravilloso privilegio, para todo aquel que ha llegado a conocer y aceptar al Señor en su corazón y ha logrado plantarse en sus atrios, porque aunque el mundo se destruya a nuestro alrededor, Él se sigue manifestando en nuestras vidas, como

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un Dios vivo y verdadero que nos guía, nos alimenta, nos habla, nos sustenta y hace tangible todas las cosas que con fe le pedimos.

Y pedir con fe, creyendo lo que no palpamos, lo que nos parece imposible para nosotros, siendo posible para Él, es lo que vamos a obtener (Mateo 21:22), luego entonces pedir con Fe, por ese esposo, que en su manera impía niega lo que nosotros amamos, sería lo correcto, aunque nos cueste.

Navegar en el mar del Espíritu, chocándonos a diario con el iceberg de la carne en que vive la persona que tenemos a nuestro lado es un verdadero reto, pero toda nuestra vida es un reto, desde la misma concepción, ya que justo ese microscópico espermatozoide que logra fecundar el óvulo tiene primero que hacer la carrera más reñida, la prueba más fuerte y lograr ganar la batalla más trascendental de su vida y

lograr así fecundar un nuevo ser, es en sí, tarea de

vencedores.

Cuesta mucho mirar a los ojos y contemplar las actitudes de rebeldía contra la palabra de Dios a la persona que está a nuestro lado, pero aun lo más difícil es lograr mirarlo como a un hijo suyo al igual que lo somos nosotros.

Muchas veces creemos que por que obtuvimos una salvación y nos encontramos esforzándonos por conservarla, somos más santos que

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ellos; más ante el Señor esto no cuenta, pues su gracia puede ser derramada en cualquier instante sobre ellos, y su perdón o la razón de expiación, por la cual Él fue a padecer en la cruz del calvario puede comenzar a tener efecto en esa persona una vez lo reconozca en su corazón, dándole paso a una nueva experiencia en Cristo Jesús.

Una de las cosas que definitivamente nos estanca en este proceso, es el creer que estamos ante el Señor mejor que ellos, por esto estamos impedidos de verlos como hijos de Dios, por eso llegamos al extremo de pensar que las cosas que ellos hacen son imperdonables ante los ojos suyos y tal vez sea esto en definitiva lo que impide muchas veces que la obra no se concluya con la victoria en nuestras manos.

El verdadero propósito de perfeccionarnos que el Señor busca no solo está en ellos sino también en nosotras y la falta de humildad nos lleva en estos casos a carecer de esa misericordia que solo la posee el Señor y es transmitida a nosotros si se la pedimos, si clamamos por ella, reconociendo que de igual manera nosotros, aunque ya seamos hijos de Dios, somos imperfectos y necesitamos diariamente de la misericordia suya y no estamos exentos de caer, como dice la palabra sabiamente, “el que está firme, mire que no caiga”, porque las tentaciones y luchas con el enemigo son iguales para todos creyentes o no.

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14- LUEGO ENTONCES ¿CUÁL ES EL PROPÓSITO?

Dichoso aquel que logre entender o recibir revelación de los propósitos que el Señor tiene para con Él, con cada experiencia que se le presente en su vida cotidiana.

Son

muchos los que a través de una vida muy comprometida con Él, de mucha oración, obediencia y compenetración con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las revelaciones y la guía del Señor, no solo para sus vidas sino para otras personas por los cuales se intercede diariamente se manifiestan a diario.

Sin embargo para el común del Cristiano raso esta es tarea de largo traspiés, es un conflicto que superar, un motivo de inconformidad, una razón más para que el avance espiritual sea de paso corto y no agigantado como realmente quisiéramos.

El no recibir revelaciones por parte del Señor en realidad es un tema muy frustrante, porque todos queremos acortar el sufrimiento, irnos por la trocha del desierto para llegar más rápido, acortar en definitiva los procesos que se nos hacen eternos, por falta de discernimiento divino y lo peor es que muchas veces lo recibimos, pero estamos tan enfrascados en el problema que no lo entendemos o creemos, ya que es tan evidente, que parece imposible sea la solución a nuestro problema o crisis.

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Es tan alentador y edificante para nuestra vida cuando a través de un sueño, de una palabra, de una prédica, de una profecía, de una asesoría espiritual, recibamos esas esquivas revelaciones; no basta con estar dispuesto y obediente, no basta con tener la fe más grande del mundo, la gracia que el Señor quiera derramar sobre nosotros y el ser por el cual nos encontramos en este tipo de experiencia, es un factor muy importante, impredecible y por el cual se debe tener muy pendiente al momento de la diaria intercesión que se hace en estos casos.

Cuando pasan los años y el círculo vicioso se repite, sin respuesta, sin milagro, sin transformaciones, la pregunta siempre es la misma:

¿CUÁL ES EL PROPÓSITO? El primer propósito son dos preguntas: 1- ¿AMO A MI ESPOSO(a) COMO VERDADERAMENTE DIOS QUIERE QUE YO LE AME? Y ¿CÓMO QUIERE DIOS QUE YO LO AME?

Tal vez por esos lazos carnales, sensuales o sexuales con los cuales tendemos a limitar las relaciones de pareja, es que nos cuesta ver a los esposos como hermanos en Cristo, para entender al amor ágape que es en definitiva el que puede sostenerlas, debemos mirarlos como un hijo más de Dios, que merecen la misericordia, el amor y la más infinita disponibilidad de perdón que pueda existir en nuestros corazones, semejante a la de Jesús y la del Padre, por nosotros.

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2-HACERME UN VERDADERO INTERCESOR

No debe importar cuánto daño ha sufrido su corazón, si aún está dispuesto a perdonar y a comenzar de nuevo, con tal de que el alma del que está a su lado alcance la misericordia y la gracia del Señor para que logre la vida eterna, sea restaurada, y salvada del fuego, también eterno.

Definitivamente esta capacidad de pedir por otros la pone el Señor en nuestros corazones y el ejercitarnos en ello también, porque poco a poco producen

frutos y

respuestas llenas de su respaldo,

llevándonos esto a enamorarnos más de esta tarea tan difícil pero tan gratificante. Interceder por el esposo inconverso, es el ring de nuestro arduo entrenamiento, todo ministerio comienza y se perfecciona por nuestros hogares, nuestros hijos y nuestra familia; en general son esas situaciones, esos desiertos y ese constante tropezar con la misma piedra que nos capacitan en el dominio propio, la paciencia, la tolerancia y la disciplina diaria de una intercesión que no debe limitarse por la tardanza de respuestas por parte del Señor. Para

convertirnos

en

verdaderos

intercesores

necesitamos

equiparnos de la motivación primaria que abastece nuestro corazón: el amor que viene de Dios, sin este sería imposible interceder, ya que a falta de amor, es más fácil que aflore el resentimiento, el rencor o

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el resquemor por las ofensas recibidas y los procesos de perdón sean más lentos, lastimosos y casi que imposibles de concluir. Y para tener un corazón de intercesor, que agrade y motive al Señor en sus respuestas, tanto la Fe como la santidad, el amor y la humildad son condiciones absolutamente necesarias para obtener respuestas a nuestras oraciones.

3- EJERCITARME EN EL VERDADERO PERDÓN

Un perdón de corazón, sin rencor ni resquemores, que no me recuerden a cada instante el daño causado, ya que esto ocasiona pequeñas grietas que se convierten en ventanas abiertas al enemigo que siempre está al acecho de ellas para lograr su cometido, entrar y desestabilizarnos en nuestra relación con Dios.

El vivir estas experiencias, en las cuales tenemos cierta clase de vínculo, más nos movemos en diferentes niveles espirituales, me ha permitido llegar a la conclusión de que debemos cubrirnos con una especie de coraza impermeable que no permita la entrada a nuestra mente y mucho menos al corazón, de esos sentimientos en contra del que me hace daño, llevando cautivo a la presencia de Cristo toda artimaña que la mente se ingenia en complicidad con el enemigo, para vengarse o responder con agresividad a todo ataque que recibimos.

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Lograr hacerlo antes que cumpla su ciclo: MENTE, CORAZÓN, PALABRAS y HECHOS significa indudablemente ganar la batalla, porque una vez consintamos albergar estos sentimientos por unos instantes, estamos a un paso de cometer los peores errores en nuestras vidas, donde somos llevados a reaccionar con actos o actitudes que son del todo desagradables, no solo a Dios sino a nuestros semejantes y luego el trabajo de ponernos en paz con Él Señor, con los hermanos y con nosotros mismos es más lento y doloroso.

Optar por tomar esta posición como una forma de ser, propia de un hijo de Dios, tal vez cuesta un esfuerzo sobrehumano y seamos considerados insensibles ante las ofensas, o tontos en el mejor de los casos, pero es una de las mejores estrategias, cuando se convive con personas de este tipo, que a cada momento están buscando la forma de quitarnos la paz o la unción que el Señor nos da y así desestabilizarnos para perder el control y la paciencia fácilmente.

4-EJERCITARME EN EL DOMINIO PROPIO (2ª de Timoteo 1:-7) “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y dominio propio”

Cuando no ejercitamos el dominio propio, estamos siendo cobardes, porque no usamos las herramientas que Dios nos ha dado sino las

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que el otro “Señor de las Tinieblas” nos ofrece, ya que son de más fácil acceso.

La ira por ejemplo, es el arma predilecta y que más a la mano tenemos, sin embargo, si optamos por el dominio propio que el Señor nos da, la ira debe salir huyendo al igual que su gestor, porque así estamos neutralizando sus artimañas y le estamos demostrando que ejercemos pleno dominio sobre nuestras vidas, un dominio que solo nos da el Señor para fortalecernos en la batalla diaria en contra de su dominio sobre el nuestro.

Aunque suene cruel decirlo, porque es el lugar que más amamos y en el que mayor tiempo pasamos, es en nuestro hogar y es ese cónyuge inconverso y esos hijos en proceso de crianza, el lugar donde más se propicia la batalla, donde más nos ejercitamos en el dominio propio.

Podemos cantar victoria cada instante o podemos sumirnos en derrotas continuas cuando no nos dominamos y con cada petardo que el enemigo nos lanza a través de ellos, sucumbimos en griterías, ofensas y vituperios que van a la par de ellos y del enemigo que sutilmente los usa.

En esta batalla diaria hay que estar preparados y la mejor preparación es el tiempo que le dedicamos a solas al Señor, no solo en la mañana, antes de iniciar las labores diarias sino durante todo el

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día, llevando cautivo a su presencia toda desarmonía, no solo de hechos sino también de pensamientos y actitudes, para lograr así llenarnos de positivismo que ahuyente la tristeza y hermosee nuestro rostro, predisponiéndonos de continuo a la victoria que nos promete el Señor.

5- SOLTAR LA CARGA

Este es uno de los propósitos más importantes en la vivencia de esta experiencia, el lograr alcanzar este aprendizaje, definitivamente es obra del Espíritu Santo, porque en nuestra carne, a pesar de que se nos recalque en la palabra, en cada mensaje que recibimos del Señor, por mucho que intentemos e inventemos estrategias, siempre volvemos al mismo punto: sin su santo Espíritu nada es posible. La vida de un creyente ligado a un inconverso, transcurre en un pendular de pruebas como de laboratorio, para ver si un día, cualquiera de estas pueda resultar.

Un día se prueba a ser la esposa tierna, amorosa, apasionada, comprensiva, cómplice, seductora y comunicativa; por supuesto la contraparte por un tiempo te puede ser receptiva y hasta le saque el mejor partido a la situación y las cosas aparentemente pueden mejorar; sin embargo al pasar los días, te das cuenta que la situación vuelven a ser iguales, la insensibilidad, el abandono y todo aquello en

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que se movía tu amado príncipe, como por desencanto, es el mismo renacuajo que vuelve a brincar.

Otro día cualquiera, después de pensar y pensar en una nueva estrategia, pruebas a ser la mujer independiente, nada te importa, nada te afecta, tú con tu vida y tu carnalidad rindiéndolo culto al príncipe de las tinieblas y yo con mi espiritualidad viviendo para el Rey de Reyes.

En una siguiente ocasión la paciencia alcanza su máximo límite, probamos a ser la esposa tirana, que no deja pasar ni una mosca, intolerable con cualquier cosa que nos ofenda, no solo a nosotras sino a todo lo tocante a Dios.

En otro momento, nos sumimos en una profunda tristeza e impotencia por lo que estamos pasando, nos aislamos y lo que menos nos interesa es interactuar con “ese instrumento del enemigo”.

Otro día nos vemos inundadas de un sentimiento de misericordia y de amor en Cristo, que intentamos llenarlo de oraciones, le compartimos la palabra, le enseñamos, lo instruimos y en fin lo saturamos de un evangelio que por su condición de incredulidad, para nuestro profundo pesar, simplemente le resbala.

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Lo único cierto es que la mayoría de las veces, nada de esto funciona, porque cuando una persona tiene el corazón endurecido, es como ese Faraón de Egipto, que ni las plagas más tremendas, ni el despojo de un ser querido, ni las tribulaciones, ni la escases, ni la indiferencia, ni el rechazo de los demás, ni el amor de una buena esposa, ni de unos buenos hijos pueden doblegar estos corazones.

Tratar de ganar el alma de una persona inconversa con motivaciones carnales y cuando digo carnales no solo me refiero a la parte sexual, es trabajo perdido. Cierta vez, luego de probar una de estas estrategias para agradar y tener contento a mi esposo, tal vez pensando que con ello cumplía uno de mis deberes de esposa y propiciaba cierta armonía entre los dos, cosa que se desvaneció antes de lo previsto, solo me hizo sentir usada y menospreciada; me llevó a concluir, luego que en oración El Espíritu susurró a mi mente: “Nada de lo que le hagas lo tendrá satisfecho”.

Nada en definitiva puede satisfacer un corazón que no es de Cristo, son inconformes desde todo punto de vista, ningún sacrificio por ellos es digno de gratitud, ni aun el que Dios hizo al entregar a su hijo, precisamente por sus pecados. No hay satisfacción en sus deseos, ni aun en los de la carne y los del Espíritu aun no afloran porque el espíritu está relegado al rincón más mohoso de todo su ser. Por esta razón es que todo aquello que se haga en la carne, es trabajo

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perdido, no podemos luchar en la carne cuando estas son cosas netamente de incumbencia Espiritual.

Lo único que aquí tiene cabida es la oración, una intercesión constante y tan en el espíritu nuestro que pueda ser canalizada por el Espíritu de Dios, aliados con la Fe que el Señor nos ha dado, para que creyendo en sus promesas de salvación, un día, un día que es en su tiempo, Él pueda inclinar su oído, conmover su corazón y su mano comience a mover todas las fichas, para que esa persona de tan dura cerviz, logre escuchar el llamado que incontables veces se le ha hecho y conteste usando de manera correcta el libre albedrío que posee y permita que la palabra de Dios se cumpla en él, (Apoc. 3:20), de tal manera que Jesús después de haber tocado respetuosamente su puerta, le abra y lo invite a cenar con él y a quedarse de inmediato dentro de su corazón y su vida y de igual manera pueda Jesús justificar sus pecados ante el Padre y glorificarse maravillosamente sobre él y sobre todas las áreas de su vida, (Rom. 8:30), llegando a ser entre todos quizá el más excelso de los testimonios, sencillamente porque te involucra a ti, tú has luchado por él y las mieles de esa transformación las vas a gozar tu más que nadie en este mundo.

Esto si la Gracia de Dios lo alcanza, en el tiempo que El Señor ha establecido, porque muchas personas por la dureza de corazón no les basta el cordial y decente toque que Jesús le hace a través de todas

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las personas que de una u otra forma llegan a sus vidas a compartirle la palabra.

Porque llega el tiempo en que ya no es un llamado, es una pequeña prueba, que si de igual forma no es respondida vendrá otra de mayor aflicción y así sucesivamente y en las diferentes áreas de nuestras vidas, sobre todo en las que más nos sentimos débiles de soportar, aunque suene un poco cruel, así es, a Dios le duele ver como sus hijos se pierden, prefiriendo mejor contemplarnos por un tiempo en los peores desiertos económicos, afectivos o de salud que una eternidad sin ÉL y definitivamente para el duro de cerviz, solo una experiencia extrema puede doblegarlo de tal manera que así puede llegar a reconocer que su vida tiene un dueño aunque le cueste aceptarlo y ese dueño se llama Jesús.

6-EL TESTIMONIO

Aunque para algunos suene a masoquismo, es muy importante darle gracias al Señor por las experiencias que estamos viviendo, por muy difíciles que sean. Aunque nos cueste hacerlo, cuando el tiempo pasa y miramos atrás nos damos cuenta que si Dios no hubiese propiciado un desierto en nuestras vidas de tal o cual magnitud, poniendo a prueba nuestra capacidad para resistir, nuestro ingenio para crear cosas, para descubrir, para construir, para armar un proyecto, para

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desarrollar una idea, jamás hubiese dado el fruto o el resultado final que nos aguardaba. De allí que su palabra nos dice que todo aunque sea adverso para nosotros nos sucede para bien y no para mal, aunque en el momento de la prueba todo este oscuro, sin salida ni solución, Dios está trabajando meticulosamente, mimetizado en las circunstancias para luego sorprendernos con cosas o bendiciones que jamás hubiésemos imaginado, es más nos damos cuenta aunque tarde, que de otra manera, en otras circunstancias difícilmente podríamos obtener los mismos resultados, pues aunque resulte contradictorio, como seres humanos imperfectos a veces necesitamos presiones o vivencias extremas, para que Dios saque de nosotros lo mejor y lo más excelso, para bendición no solo nuestra sino de todo aquel que nos rodea o que conoce nuestro testimonio.

Experiencias de este tipo lo vemos no solo a diario, en el común vivir, sino al estudiar someramente a muchos científicos, escritores, investigadores, grandes empresarios, e inventores, que han llegado a ello por encrucijadas extremas a las que supuestamente “la vida” los ha llevado, sin reconocer muchas veces que la gloria y la honra es solo del Señor que propicia todo, para luego ser de bendición no solo al instrumento que ha usado sino a la humanidad en general.

Así es que si aún no tiene idea de porqué el Señor está permitiendo que usted esté viviendo una relación de Yugo Desigual, es hora de

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que lo haga, tal vez su testimonio y todo cuanto usted ha experimentado le sean de ayuda para orientar y orar por otras parejas que se encuentren en su misma situación, tal vez El Señor quiera llevarlo a una escala superior en su crecimiento Espiritual, sea cual sea nuestra situación, nunca dude, porque nuestro testimonio puede resultar como pauta para ayudar a otros que estén viviendo la misma experiencia nuestra.

7-PERMITIR QUE EL SEÑOR SE GLORIFIQUE

Aunque este sea el último punto es uno de los más importantes y tal vez el que más olvidamos. Interceder por nuestros esposos, pidiendo por todos los motivos que se nos ocurran o que sintamos mayor necesidad, estarían incompletos si no pedimos para que el Señor muestre su Gloria en ellos, porque en el mismo instante que Él muestre su Gloria y su gracia, todo el proceso que Satanás lleva adelantado en sus vidas queda totalmente desmantelado, sin fuerza ni poder, el velo se rompe inmediatamente (2 de Corintios 3: 16-17) “En cambio cuando alguien se vuelve al Señor el velo es quitado. Pues el Señor es el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad”, y todo entenebre cimiento de sus almas comienza a ver la luz de Cristo y toda la indiferencia y el vituperio por la palabra de Dios llega a su punto final, porque la GLORIA del Señor se hace Vida y un nuevo ser comienza a brotar dentro de ellos.

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15- ¿POR QUÉ LA TARDANZA?

En el mundo Espiritual que nos movemos, tal vez esta sea una de las preguntas más comunes que el creyente se hace, no solo cuando se ora y se espera por la conversión de un ser amado sino por cualquier otra clase de milagros, ya sea financiero, de salud, de empleo o de cualquier otra índole. ¿Cuántas veces usted le ha hecho ésta pregunta al Señor? Las respuestas del Señor serán siempre: SI, NO o ESPERA.

Cuando el sí ocurre con prontitud el regocijo que se siente es inimaginable y maravilloso, el milagro nos hace vivir una vida plena con Jesús, la fe se dispara con cada respuesta que el Señor nos da, convirtiéndonos en esos verdaderos testimonios que gozosos vamos por el mundo pregonando las maravillas del Señor en nuestras vidas.

Pero cuando la respuesta es un no, que nos desajusta los planes que teníamos de antemano o la respuesta se alarga a una espera de años y años porque antes de la respuesta el Señor tiene otros planes para nosotros, las cosas cambian, el proceso nos impacienta, la falta de revelación y claridad nos hace cometer errores que luego lamentamos y no nos deja analizar con claridad que hay tres razones por las cuales la respuesta tarda:

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1-NO ESTAMOS PREPARADOS PARA RECIBIR LA MAGNITUD DE LA BENDICIÓN POR LA CUAL ESTAMOS ORANDO.

Necesitamos un tiempo previo de preparación, no solo en nuestras capacidades intelectuales, sino también Espirituales, porque muchas veces por carecer de ella nos engolosinamos en la bendición, perdiendo de vista la fuente que la provee, para luego darle la honra y la gloria a quien no la tiene ni la merece y por lo tanto llegando a veces a extremos de alejarnos de la presencia del Señor, de su palabra y del acto de congregarnos, por estar tan ocupados en aquello que Él Señor nos ha concedido y por mucho tiempo nos mantuvo humillados y pegaditos de Él pidiéndoselo de continuo.

Es tan lamentable que a menudo, incluso entre Cristianos, estas cosas sucedan, cuando es tan sencillo para Él dar y quitar, incluso nuestras propias vidas, y el no darle a Él, el puesto que le corresponde cundo recibimos tanto, muchas veces nos conlleva a vivir postreras experiencias peores que las primeras, porque es una enseñanza más por aprender.

No podemos ir por allí prometiéndole al Señor lo que no vamos a cumplir, mucho menos ignorar con nuestra actitud, que Él tuvo que ver todo con lo que recibimos.

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2- PEDIR CON INTENCIONES EQUIVOCADAS Es posible que suene un poco discordante pero así es, la única, verdadera y válida intención que debemos tener al pedirle bendiciones en sobreabundancia al Señor no solo es para nuestro propio beneficio sino para bendecir y beneficiar a otros.

No debemos pedir prosperidad económica solamente para vivir una vida cómoda y relajada sin mucho esfuerzo, acaparando, dilapidando o mal administrando, sino primordialmente para ser proveedores o fuente de ingreso y progreso para otros.

Si pedimos dones y ministerios, ¿Hasta qué punto estamos comprometidos con la obra del Señor? ¿Hasta qué punto seremos capaces de sacrificar nuestro tiempo, para darnos a los demás?

Igualmente sucede cuando pedimos por la persona que duerme en nuestra cama, que es carne de nuestra carne y que aunque no tenga nuestras mismas expectativas de vida en Cristo Jesús, nos motiva a pedir por el cambio en su vida.

El Señor más que nadie conoce nuestros corazones y las intenciones más profundas de nuestro ser, Él sabe si verdaderamente nos motiva es la salvación de un alma que está perdida o simplemente es por quitarnos de encima esa piedra de tropiezo que no nos deja en paz ni de noche ni de día.

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En ese tiempo de espera el Señor nos conduce primero al desierto porque bien es sabido que no existe tierra prometida sin un anterior desierto. Es el desierto la tierra más fértil para moldearnos, tallarnos y dejar a cuestas todo el lastre que no podemos cargar con nosotros al entrar a la tierra prometida.

Allí hemos de llegar como piedras pulidas, como vasijas moldeadas por el mejor artesano, como joyas hechas por el mejor orfebre, las imperfecciones, las impurezas, las protuberancias que vienen a ser todo Espíritu de vanagloria, prepotencia, arrogancia y todo pecado que entorpece la obra del Espíritu Santo en nosotros, quedan relegadas y anuladas en la caneca de la basura.

No solo en el mundo de los Cristianos vemos esta clase de hechos, en el vivir natural observamos cómo algunas personas, han venidos de estratos relativamente bajos y con mucho esfuerzo y tenacidad logran escalar peldaños muy importantes con sus capacidades: doctorados, altos ejecutivos, eminentes investigadores, prestigiosos médicos o abogados, que no solo logran éxito a nivel intelectual sino también económico, escalando posiciones muy altas en nuestra sociedad.

Sin embargo, se han dejado llenar de vanagloria, arrogancia, soberbia, prepotencia y una inusual altivez, que va sembrando a su alrededor toda clase de sentimientos en su contra y ante Dios una

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lejanía que parece hacerlos inmunes a su palabra, sin darse cuenta que solo por Él, por su infinito amor se encuentran en la posición donde están.

No reconocerlo puede llevarlos a perder hasta lo que no tienen, porque vivimos en esta vida esencialmente para aprender lo que el Señor quiere que aprendamos y si una palabra, un consejo o una amonestación de un ser que nos aprecie, en el caso de los inconversos o en el caso nuestro la misma palabra de Dios, una prédica, una profecía, no es suficiente, aténgase a las consecuencias, porque de que aprende, aprende.

No se sorprenda si de la noche a la mañana todo el mundo que usted ha construido, por el cual vive y lo ha puesto por encima de Dios, porque “usted”, con su esfuerzo lo construyó, le es quitado, solo para que aprenda, como le pasó a Moisés, aunque fue el escogido por Dios, no pudo entrar a la tierra prometida por no Glorificar al Señor y airarse con el pueblo rebelde que estaba conduciendo.

Dios es un Dios supremamente celoso, no solo nos exige ser el único y no acepta más intermediario que a su hijo, ni más consolador que al Espíritu Santo, por eso su palabra es bien clara cuando nos dice que el único abogado que tenemos ante el Padre es el Hijo en (1ra de Juan 2:1), de igual manera cuando la Gloria es suya, solo basta

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reconocerla para que la bendición y la gracia sobreabunde en nuestras vidas.

El tiempo de espera en el Señor es uno de los más agotadores y nos angustia porque no logramos aprender a corto plazo lo que Él Señor quiere enseñarnos, para ello necesitamos un ingrediente muy particular, que pasa a ser el último punto que veremos:

3- LA DISPOSICIÓN

De la disposición que tengamos para aprender depende el tiempo que deambulemos en el desierto. Así como el pueblo de Israel, que alargó los 40 días en 40 años para llegar de Egipto a la tierra prometida, por falta de disposición y buena voluntad para obedecer, así somos nosotros con cada experiencia que vivimos.

Muchas veces el Señor se nos está mostrando de forma tan tangible como el maná y las codornices que le proveía a su pueblo; sin embargo ignoramos su presencia, damos vueltas incansablemente sobre nuestro propio problema, nos agotamos y no nos disponemos a dejar que el actué. Algunas veces utilizamos nuestro libre albedrío como camisa de fuerza, para impedirle actuar, como a Él le plazca, lo cual siempre es mejor que lo que nosotros alcanzamos a visionar.

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Esta disposición que tengamos ocupa un lugar muy importante en el tiempo de espera, si tenemos un corazón dispuesto a ser moldeado, enseñado y pulido. La tarea se hace no solo más fácil sino que el tiempo se acorta, porque el aprendizaje se acelera un poco más; sin embargo somos dados a vivir los desiertos y las esperas en un ambiente de quejabanza, desesperanza, falta de fe y reclamos al Señor, porque no nos sentimos escuchados, más bien nos sentimos insignificantes ante Él, menospreciados y poca cosa ante su falta de respuesta.

Lo cierto es que toda esta serie de actitudes solamente nos ayuda a estancarnos más, la duda nos mengua la fe y la falta de fe, impide ver de

cerca

la

gloria

de

Dios,

haciéndonos

verdaderamente

desagradables, porque su palabra lo dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. (Hebreos 11:6)

Tener una fe inquebrantable como la de Abraham, es la que provoca en Él, el desprendimiento de una serie de hechos, que para nada son casualidad, sino la obra de su justicia en nuestras vidas, porque si pido con verdadera fe, es esa fe la que se me cuenta por justicia, obteniendo como resultado la materialización de lo que mi mente y mi corazón ha deseado poniéndole el sello y la medida de la fe que el Señor me ha dado.

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Una buena tónica ante el Señor y ante su palabra en todo momento, me predispone a obtener mejores resultados y más rápido, que una actitud pasiva, conformista, tibia y ausente. Bien sabemos que al ser de medianos deseos, ni fríos ni calientes nos hacemos vomitivos, repulsivos ante el Señor (Apoc 3:16).

Aunque el mundo nos trate de locos y fanáticos, al Señor le gusta que seamos apasionados, valientes y esforzados, no mediocres e improductivos. La falta de pasión para pedir las cosas nos conduce a una vida sedentaria y sin repuestas, porque las oraciones se esparcen en el techo de nuestra casa, sin traspasar el primer y segundo cielo, porque sin pasión y templanza la carne se alimenta y se robustece haciendo menguar el Espíritu de Dios que mora en nosotros y que en resumidas cuentas es el que intercede y gime por nosotros ante el padre conforme a lo que nosotros queremos, pero en su lenguaje, porque a veces El Señor no logra entender nuestro mensaje, ya que está lleno de vanalidades, religiosidades o vanas repetideras, carente de la profundidad y transparencia que da el Espíritu Santo

16- EL PRIVILEGIO DE PERDONAR

Es bien sabido, que para arruinarle la vida a una persona basta un instante y por lo general en la vida de parejas estos instantes abundan. Llegamos a tener tanta interacción y confianza que muchas veces caemos sin darnos cuenta en la desconsideración, olvidando

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qué tanto daño se hace con actitudes agresivas, altivas, cargadas de ofensas y desaires.

Si lográramos manejar una aptitud o una conciencia anti ofensiva hacia nuestros semejantes no nos veríamos envueltos tan a menudo en la difícil tarea de pedir perdón. A veces somos tan inconscientes de ello, que no nos percatamos que el otro se siente ofendido, relegado

o

ignorado,

imposibilitando

que

aflore

cualquier

sentimiento que nos motive a pedir disculpas o a recapacitar en lo referente a nuestra desatinada manera de actuar.

Así sucesivamente propiciamos un endurecimiento en el corazón del otro, porque no se habla ni se trata de corregir los pequeños gigantes que le ocasionan daño a la relación. Definitivamente, perdonar es privilegio de pocos, solo basta echar un vistazo por todos los hogares de la tierra para darnos cuenta que la raíz de tantos divorcios, rupturas y enemistades en las familias tiene su raíz en la falta de perdón. Equivocarnos es de humanos, pero el no pedir perdón es casi que inhumano, cuando Él Ser que más ama la humanidad nos ha enseñado, que no debemos perdonar siete veces, sino setenta veces siete.

Y el problema no solo es perdonar, sino borrar las huellas, esas sutiles marcas que se abren cada vez que el otro reincide, ese incansable resquemor que nos acusa y predispone a mirar más allá de lo que

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deberíamos ver, propiciando condiciones aptas para que el otro vuelva a caer en lo mismo.

En general es la falta de fe en el hermano, de convencimiento en el poder de Dios que en lugar de ayudar, debilita las intenciones de comenzar de nuevo. Por esta falta de fe, muchas veces oramos, ayunamos y pedimos incansablemente al Señor por el cambio de nuestro cónyuge, pero nuestra actitud hacia el cambio de la relación sigue igual, por esa misma incapacidad de olvidar la ofensa anulamos la fe, no esperamos con certeza aquello que pedimos sino que agigantamos lo que puede ser minimizado, pudiendo neutralizar los ataques del enemigo a través de ellos, con una nueva actitud de amor y tolerancia.

Toda relación en si es compleja, porque el acople de tantos aspectos que abarca un ser humano es extenso, trabajar a la vez en cada uno, es una tarea sumamente pesada y agotadora y si lo hacemos sin la dirección del Señor y de su santo espíritu, cuanto más lo es.

Mientras el enemigo nos aconseja dejar de luchar en contra de la corriente, dejar de lado todo lo que nos mortifica, abandonar al hermano, desligarnos de él, quitando de una vez por todas la piedra de tropiezo, para vivir un proceso de divorcio, que es tan común hoy en día, para luego iniciar otra relación que muchas veces se convierte en una experiencia peor que la anterior, porque para el Señor tal vez

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lo que cuenta es la misión, el propósito por el cual estamos viviendo lo que vivimos y si lo esquivamos o lo posponemos, sencillamente Él pone otra persona, tal vez en condiciones mucho más difíciles, hasta que podamos entender, que toda piedra de tropiezo que el coloca en nuestra vida, no es para que la desechemos, porque Él no nos desecha a nosotros aunque seamos trapo inmundo, sino para que haciéndonos instrumentos suyos, aunque se nos avejiguen y sangren las manos, nuestro deber como hijas suyas, es tomar estas piedras de tropiezo y lograr transformarlas en columnas pulidas, que ayuden también en la expansión del evangelio, como testimonio vivo de la obra de Dios en nuestra vida. Lograr mirar a nuestro cónyuge inconverso y muchas veces impío, a través del cristal de los ojos de Cristo, cuán difícil es, más no imposible, porque lo que para nosotros es totalmente imposible para El Señor no lo es. (Luc 1- 37)

Precisamente, por creer que esta es tarea nuestra es que de continuo fracasamos, cargamos un peso que no es nuestro, algunas veces logramos dársela a él, tiramos la toalla y caemos exhaustos en el suelo suplicando su ayuda. Por supuesto Él nos ayuda si lo buscamos y no nos apartamos de su presencia, nos levanta, toma nuestra carga y seguimos caminando, pero al cabo de unas millas, le volvemos a arrebatar la carga, la volvemos a echar sobre nuestros hombros, quejándonos, cansados, aburridos y con deseos infinitos de salir corriendo, pendemos de un hilo para acabar con todo, solo una

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esperanza mínima en el Señor, la cual no es suficiente, porque ningún milagro se basa en esperanza sino en una profunda fe, solo nos mantenemos en la lucha, por un sentimiento contradictorio que nos impide reconocer un fracaso y llegar a convertirnos en un anti testimonio ante nuestros hermanos en Cristo. Son muchas las veces en las que Satanás está a punto de ganar la batalla, sin embargo en estos momentos siempre está el Señor saliendo al frente, mimetizándose en un consejo, a veces hasta de la persona que menos esperamos, a través de sus santas escrituras, de una prédica, de una promesa o de una profecía que nos vuelve a inyectar con un amor restaurado, de la paciencia de Job, de la templanza de Josué, o de la fe de Abraham. Y volvemos al campo de batalla, con pensamientos renovados, con nuevas estrategias, con más amor y con la certeza de que un día no muy lejano, el enemigo dejará de reinar en el corazón de nuestros seres queridos, para darle paso al rey de reyes y Señor de Señores y podamos al fin, cumplir con ese cometido tan especial e importante de salvar el alma de quien amamos.

Si difícil es amar, mucho más difícil es perdonar. Cuando logramos a través de una estrecha relación con el Espíritu Santo que sus frutos se manifiesten en nosotros el amor es el primero que fluye y gracias a este amor es que se logra llegar a un perdón verdadero, porque quien no ama es incapaz de perdonar y esa carencia de perdón se convierte en la peor barrera que nos

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impide entrar en comunión con el Señor, siendo tan desagradable para Él, que ni las ofrendas acepta si estamos enojados con nuestros hermanos y muchas veces , por ser tan de continuo creemos que allí en este punto, no entran los esposos, siendo estos los primeros porque a paz nos ha llamado el Señor, comenzando por nuestra casa.

17- PERDONAR 70 VECES 7

Hay versículos Bíblicos que retumban en nuestras mentes toda la vida, incitándonos a cumplirlos, a vivirlos y gozarnos con la libertad que nos puede proporcionar el hacerlos vida en nuestro caminar con Cristo.

Sin embargo, esto no se logra hasta que por Gracia son revelados desde su Espíritu al nuestro, es como si la penumbra del entendimiento humano nos velara la comprensión espiritual de su palabra aplicada a nuestra efímera existencia humana.

Solo cuando la palabra es revelada adquiere vida en nosotros y jamás se olvida, haciéndonos cambiar todos los conceptos, aptitudes y actitudes que sosteníamos en la forma de ver las situaciones, de manejar los conflictos, de convivir con las personas que nos rodean.

Es por eso que todo Cristiano que dice seguir a Jesús se le exige tácitamente leer las escrituras, ya que de ello depende en gran

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medida que Dios se le revele. Si bien es cierto algunos dirán: “yo llevo años leyendo la palabra y aún no he experimentado “eso”, no se desanime hermano, el que piensa que ya la ha leído 10 o 20 veces, aún está en pañales, jamás dejará El Señor de revelarse a través de su preciado manual. Cuando esto ocurre quizá sienta mariposas revoloteando en su estómago o la piel se le erice, o simplemente nada de manifestaciones físicas externas, esto es muy personal en cada uno.

Lo cierto es que lo que antes parecían penumbras empiezan a resplandecer, porque hubo algo más que una lectura meramente mental, se ha traspasado en un instante de gracia del conducto mental al espiritual y lo que se había leído miles de veces sin aparente significado se hace profundo, diáfano, veraz, cortante como espada de doble filo que te redarguye hasta lo más recóndito de tus razonamientos y te hace sentir culpable por una aparente torpeza inexplicable en tu forma de interpretar las escrituras.

Exactamente eso experimenté cuando logré entender por medio de revelación Divina lo que verdaderamente nos quiere decir El Señor en Mateo 18-22, “Perdonar 70 veces 7”. Comprendí atónita en el espíritu, que aunque mi esposo inconverso cada día más reciba mi perdón incondicional, no es por su hermoso rostro, no es porque yo lo ame más que nadie, no es porque yo necesite darle ejemplo a él o a mis hijos, no es por conservar nuestra relación a pesar de “…”

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NO!!! ABSOLUTAMENTE NO! Yo perdono a mi esposo y a todo el que necesite mi perdón, porque amo tanto a Jesús que al estar enojada, estoy catalogada como impedida para tener una buena relación con Él y no puedo lograr una verdadera intimidad con Dios y el Espíritu Santo.

Ellos no podrían moverse libremente dentro de mí como templo si mi corazón está herido y adolorido por las ofensas diarias, estoy en verdaderos aprietos, porque su palabra me dice que no se ponga el sol sobre mi enojo (Efesios 4-26). El gran problema es que contamos con tan poco tiempo para eso: mi enojo tiene que desaparecer antes que mis ojos se cierren para descansar, por muy profunda que sea la ofensa.

Es posible que seamos tomadas por tontas y muchas veces el esposo inconverso se aproveche de esta situación y haga más reincidente su conducta, pero también nos dice El Señor que “ascuas de fuego caerán sobre sus cabezas” cuando perdonamos y le hacemos el bien a quienes nos hacen el mal (Romanos 12- 20-21).

El pensar de esta manera me ha hecho desistir del pliego de acusaciones en contra suya, cuando llego a su presencia, solamente debo aceptar en mi mente la frase: “tú te encargarás de él Señor, toma tú el control, en tu tiempo y espacio, tú lo harás”.

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Cuando aceptamos a Cristo en nuestros corazones logramos entender, no por conformismo ni mediocridad, que todas, absolutamente todas las experiencias que vivimos con las personas que tenemos a nuestro lado, en especial las más cercanas, tienen un propósito. Cuando esta bendición se tarda, simplemente es porque dicho propósito y perfeccionamiento de Dios no se ha dado en nuestras vidas, por lo tanto es tarea nuestra analizarnos periódicamente y pedirle revelación al Señor, para alcanzar en nuestras vidas ese gran propósito.

Normalmente perdonar es lo que más le cuesta al ser humano, por ese “pequeño” detalle miles de personas pierden bendiciones, estancan procesos y retardan el caudal de gloria que Dios quiere derramar en sus vidas y en la vida de los suyos.

Si bien es cierto que nadie puede sostener cuan fácil es perdonar, es absolutamente necesario que nos capacitemos en dicho tema, porque explícitamente nos dice el Señor, que si no perdonamos a nuestro hermano, Él no puede recibir la ofrenda de comunión que diariamente pretendemos establecer con El.

No nos queda otra que la vía de la reconciliación para poder tener éxito en nuestro encuentro diario con Él, sostenidos en la promesa de que en su tiempo Él se encargará de restaurar, mejorar, transformar,

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enderezar o simplemente llevar nuestras cargas para entregarnos su yugo que es más ligero. Son muchas cosas que se han escrito sobre el perdón y no es mi propósito ahondar en ello en este libro, pero sí quiero compartirles mi experiencia de perdón en el diario vivir de mi relación de Yugo Desigual, concluyendo con tres pasos fundamentales que han sido mi bastón en éste caminar.

1- PONTE LA CAPARAZÓN

Antes de entrar en la batalla es el primer paso por hacer y no precisamente hablo de la armadura de Dios, esto es otra cosa, esa caparazón es un diseño propio, personal e intransferible, hecho justo a la medida de resistencia, dominio propio, tolerancia, benignidad, bondad y amor que cada uno posee.

Es una caparazón aislante que cubre tu mente primero que todo, protegiéndote de todos esos dardos que el enemigo te envía cada vez que tu amado no camina conforme a la voluntad de Dios, impidiendo que las heridas se ahonden, que las maldiciones hagan eco en nosotras, que las ofensas encuentren alojamiento en nuestra humanidad y todas esa flechas sean repelidas, resbalando sin prosperar, sin cumplir su cometido en nuestro corazón.

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Igualmente esta caparazón cubre nuestra boca de tal manera que por ella que alaba y glorifica al Señor en la intimidad y en público sea incapaz de proferir maldición y contrariedad enrareciendo los aires que rodean tu templo y tu casa.

Cuando hagamos compactar esta caparazón hasta lo más profundo de nuestro ser tripartito (cuerpo, alma y espíritu), declárese en Victoria! Porque nada puede salir de nuestra boca que no sea para bendición nuestra y de los nuestros, pero sobre todo para avergonzar todas los reincidentes intentos del enemigo para cumplir su cometido: robar, destruir y matar lo que Dios tiene guardado en los cielos para soltarlo a nuestras vidas, conforme avanzamos en fe, obediencia y santidad con Cristo Jesús.

2-

CONFRONTA LA OFENSA

No es de sabios recibir y tragar entero, callar y soportar en silencio, cuando así lo hacemos le damos cabida al diablo para que nos pisotee. Confronta la ofensa, expón tu inconformidad, tu posición de no aceptar las cosas que recibes, sin insultar, sin ofender, sin gritar, solo con la sabiduría y el dominio propio necesario, que lo más probable es que algún día haga eco en la roca dura del adversario, proporcionando algún cambio favorable en el ritmo de la relación. Definitivamente al no confrontar una ofensa estamos propiciando en nuestro corazón una situación que de molestia se convierte en

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resquemor y luego en un rencor que día a día puede madurar en una falta de perdón que nos lleva a enfermarnos tanto espiritual como físicamente, dañando todo proceso de sanidad interior y de unidad con nuestro esposo(a) o con cualquier otra persona que hace parte del círculo familiar o social en el que nos movemos. La sana confrontación es una de las mejores estrategias, cuando se trata de neutralizar

las artimañas que satanás utiliza para

resquebrajar y destruir las relaciones afectivas, ya que si no lo hacemos propiciamos, el rencor, los distanciamientos y los malos entendidos, que son finalmente las primeras bases para el comienzo del fin de una relación.

3-NO SE PONGA EL SOL SOBRE TU ENOJO (Efesios 4-26)

Una vez puesta la caparazón y confrontada la ofensa, de seguro se pondrá el sol y no habrá enojo que se interponga en tu ofrenda de oración al Señor y con tu nueva resolución tendrás un calzado bien pesado y reluciente para pisotearle la cabeza a satanás cada vez que intente su cometido principal: apartarte, apagarte y aislarte de la gran bendición de ser llamada e identificada como hija de Dios, con tu nombre escrito en su gran libro y con letras de oro indeleble, que es lo más bello que todo Cristiano aspira lograr en su caminar terrenal, cuando es guiado por el Señor. Muchas veces el enojo alcanza niveles tan altos que deliberadamente nos damos un tiempo más amplio para resolverlo, más la palabra es

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muy clara cuando dice “no se ponga el sol sobre tu enojo” o sea que es trabajo diario, no cada semana o mes o año! Mientras más nos tardemos en resolver el conflicto, reconciliarnos, con Dios y con el hermano más difícil y lento resulta el proceso, poniendo en riesgo nuestra íntima relación con Dios.

18- LA UNIDAD, CONDICIÓN DE LA BENDICION

La unidad en cualquier ambiente terrenal es el mejor canal que podemos tener para que las Bendiciones y la Gloria de Dios se manifiesten en nuestras vidas, cuando se alcanza cierto grado de unidad en una nación, en un hogar o en nuestra propia vida, Dios encuentra tierra propicia para derramar sus bendiciones sobre ella.

Un hogar que busque y proclame la unidad entre sus miembros es el mejor terreno que Dios puede encontrar para prosperarlo en todas las áreas, tanto espirituales como financieras. Cuando movidos por los mismos ideales, metas y visiones, sin distorsionar los propósitos que Dios tiene para cada uno de sus miembros en particular y en general, nos encontramos moviéndonos en la base de la excelencia, fundamentada en la unidad. Debido a esta unidad, cosas milagrosas y tangibles suceden a diario en nuestras vidas, lograr visionarnos como un grupo creado por Dios, diseñado y estructurado según los anhelos de su corazón, es meta de todo aquel que le teme, pues quien verdaderamente le teme, lo que

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más busca en su vida es agradarle y establecer una verdadera sociedad aquí en la tierra, en el tiempo que Él nos da para vivirla y la base de ésta sociedad es el núcleo familiar, que cuando está dirigido por el temor y los parámetros de quien nos creó, logra alcanzar su finalidad sagrada, más cuando encontramos su antítesis vemos los panoramas desoladores de destrucción y desmoralización en el que nos movemos actualmente donde escasea terriblemente, la virtud, el amor, la moral y la unidad por la cual se creó en un principio.

Es por eso que se ha convertido en un verdadero reto y cada día se hace más difícil encontrar grandes familias que disfruten de la unidad y la bendición continua de Dios en todos sus miembros.

La falta de unidad en las familias ha traído como consecuencia la destrucción de los propósitos de Dios sobre ella, no porque Él ha dejado de tenerlos, sino porque nosotros hemos cerrado el conducto que Él utiliza para manifestarlos sobre nosotros y nuestras familias.

Mientras la pareja como unidad idónea creada por Dios, con la jerarquía y el propósito establecido por Él, no funcione como tal y los papeles se inviertan, los roles y responsabilidades se cambien o tergiversen y las mujeres en su afán de liberación femenina mal llevadas, usurpen el papel que al varón del hogar le corresponde, no solo como proveedor, como cabeza, como sacerdote, las condiciones de unidad ya empiezan a fallar.

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La ayuda idónea y la corona sobre la cabeza del hombre es y será siempre la mujer en la relación de pareja y si por razones ajenas a la voluntad del hombre llega a vivir situaciones temporales de escases, desempleo o enfermedad y la mujer se ve forzada a tomar las riendas financieras del hogar, es muy probable que, precisamente por cambiar el orden divino establecido por Dios, ella llegue a confundirse y a tomar aptitudes, no de ayuda idónea sino de comportamientos altivos, humillantes, tiranos o abusivos sobre un esposo tal vez derrotado, que necesite más que un divorcio, una oportunidad de ser liberado o restaurado de todo lo que ha perdido por su propio pecado, por malas decisiones o mala utilización de su libre albedrío.

Aunque sean miles los hogares en los cuales la disfuncionalidad de ideales, metas y visiones sean diversas no representan oposiciones para alcanzar la unidad de un hogar, pues todos somos diferentes y tenemos diferentes propósitos en nuestras vidas, solo interesa que la diferencia esté enmarcada con lazos de amor, del amor de Cristo que representa entrega, sacrificio, benignidad por el otro, tolerancia y un desligamiento del egoísmo de nuestros propios intereses.

Cuando al menos uno es escogido por Dios para esta tarea, haciendo más énfasis en la relación con Dios que en la religión, en este es depositada la responsabilidad de abrir la brecha y pararse como atalaya, encendiendo la antorcha que clama noche y día por la

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apertura de las mentes y guerrea por la liberación de las almas de todos sus familiares que viven sometidos al yugo del enemigo, que los hace presa fácil para el uso diario de todas las puertas que son abiertas al desenfreno de opacar, minimizar o simplemente destruir la gran misión original y básica de la familia en cada individuo.

Es allí donde se gestan, tanto física como emocional y espiritualmente la gama de virtudes, valores y lineamientos necesarios en un ser humano para abrirse a Dios y entender su posición de obediencia y unidad ante Él, condiciones básicas para ocupar lugares de privilegio y de honra que nos hace herederos de su reino, sus bendiciones y sus promesas cumplidas.

Suele doler cómo se ven las familias de la tierra, a vuelo de pájaro, desde lo alto, sin encuestas ni escalas establecidas. Son como imágenes devastadoras luego de una gran catástrofe, los resultados son evidentes.

Cada día vemos más jóvenes, aun niños, viviendo vidas escabrosas al filo de la muerte física, porque ya espiritualmente están muertos, zombis, que simplemente son el resultado de una condición familiar de NO UNIDAD, que jamás se apropió del sentido de pertenencia Divina, que jamás visionó otra cosa más que la cloaca donde se gestó el caos y las carencias donde creció y la tumba que día a día clama

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por la estocada final que irremediablemente lo aguarda en el lago de fuego y azufre que es su premio a la eternidad.

Cuando esta irremediable condición familiar ha hecho mella en cada uno de sus miembros y el hogar arde en un continuo espíritu de desarmonía y guerra sin fin, los espíritus opresores con todos sus demonios encargados, reclaman minuto a minuto su posesión, mostrándose al mundo como lo que vemos a nuestro alrededor, aptitudes de apatía y separación de todo lo que es de Dios, dones, ministerios, virtudes o talentos opacados o desaparecidos por estos intrusos, cuyo único interés es mantener las

almas cautivas

sigilosamente, creando y maquinando detalladamente ambientes de tiniebla, oscuridad, indiferencia y perdición.

¿Qué sabes tú y yo qué se mueve muchas veces a nuestro alrededor? Es por eso que Dios en su palabra nos insta siempre a llevar su mensaje con denuedo donde quiera que nos movamos, en nuestro diario caminar, porque ante este pronóstico devastador, siempre hay un halito de salvación, una esperanza de gracia que brota del corazón de Dios, encargándonos a nosotros, porque ni aun los ángeles, en su espiritualidad mayor que la nuestra les está cumplir con esta gran comisión.

Está en nuestra boca declarar la Bendición, está en nuestro caminar con Cristo priorizar no solo nuestra salvación sino

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la de todos


aquellos que nos ponga El Señor, está en cada uno de nosotros luchar por el flagelo aterrador que corroe las familias, las parejas, los hogares de conversos e inconversos, del mundo o de Dios, mixtos o iguales.

Ninguno está exento del flagelo del príncipe de las tinieblas, ese que es sagaz y astuto, que entiende las escrituras y deambula sigilosamente detrás de nosotros como león rugiente esperando un descuido para atacar; aquel cuyas armas, son tan espirituales como carnales, que se vale de cada debilidad nuestra para introducirse, enmascararse y destruir lo que en cimientos arenosos no podemos construir, ya que nos convertimos en blancos de sus dardos, inflados de todo aquello que nos lleva al cautiverio de relaciones infelices, carentes de la gracia de Dios, mórbidas en círculos viciosos y repetitivos de nunca acabar, cargadas de rostros amargados, madres maldicientes, hijos desobedientes, altaneros, que deshonran y empobrecen cualquier asomo de bendición .

Si en la condición del ser humano no se hubiese perdido ese eslabón de su relación con EL Creador, hoy día, la familia, la pareja, otra cosa seria. La humanidad en estas condiciones no estaría, la unidad de una pareja otra valía tendría, pero ante esto, ante tanto desequilibrio, tanto cambio, tanto mal pronóstico, tratar de analizar, culpar, razonar o concluir, a nada nos llevaría.

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La Raíz del mal se llama pecado, la raíz del pecado se llama no amar lo suficiente, más que por desobediencia, por falta de amor peca el hombre, porque la falta de amor es la que te lleva a la intolerancia, al egoísmo, a desear lo ajeno, a condenar, a robar o a matar en términos generales, pero a nivel intimo dentro de una pareja gestora del universo de un hogar, de unos seres que heredarán no tus tierras, casas, carros, dinero o posición, efímeras y corruptibles, heredarán, tus actitudes y aptitudes, tus mañas, tus maldiciones ancestrales si no las quebrantas, tu manera de enfrentar la vida, tu relación con Dios, tu trato con los demás, tu misericordia, tu justicia, tu respeto por la vida y por las personas, tu ternura o tu rudeza, tu pereza o tu diligencia, tu sensibilidad, tu amor por la naturaleza, tu gratitud y lo que Dios hizo para ti y por ti.

Heredarán el respeto y el amor por tu Dios y por lo que puede hacer en tu vida, esa es la herencia que debe desvelarnos para dejarle a nuestros hijos, esa es la herencia que cada pareja que comienza debe mentalizar, esquematizar y plantar como fundamento sólido en un hogar, eso es lo que asegura Bendición hasta que sobreabunde en un hogar, porque cuando se cimentan lazos con el cordel del amor de Dios en nosotros todo yugo se aligera y toda carga se hace fácil de llevar.

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19- ¿CÓMO LOGRAR UNA RELACIÓN ENTRE TRES?

Apuesto que esta pregunta, a más de uno lo ha llevado a imaginar a un intruso inmiscuido entre la pareja. Si bien es cierto que en esta época de tanta “liberación moral”, encontrar un tercero en una relación no es muy difícil, sin embargo no es a esta clase de intruso que mencionaremos a continuación.

Muchas veces, para esos esposos alejados del Señor, nuestra relación con Él, se convierte en motivo de celos incontrolables para ellos, en lugar de ser un aliado en la relación, es ese intruso aborrecible que lo ha desplazado a un segundo lugar y muchas veces es disfrazado este sentimiento con el vituperio al ministerio o a los ministros del Señor que se han convertido en nuestros líderes espirituales aquí en la tierra, conllevando la vivencia de esta serie de sentimientos a desacuerdos más enraizados y fuertes que por causa del mal ambiente en que péndula la relación, muchas veces las bendiciones que el Señor tiene destinadas para estos hogares, terminan hechas trizas en las manos del enemigo que se deleita haciendo lo que a él más le place: destruir y robar.

Muchas veces estos esposos no logran imaginar cuan terreno fértil son para Satanás, abriéndole puertas por doquier, en un estado tan lamentable que muchas veces la oración del creyente no es suficiente para apagar todos los dardos que llegan, porque la obra es tan

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constante que al mínimo bajón del que ora, hasta una legión puede entrar, ocasionando daños muy profundos tanto en la relación como en el ambiente del hogar, la ruina, la escases, el desánimo, las enfermedades, la

falta de trabajo y un sin número de

manifestaciones que limitan el crecimiento general de todos los integrantes de la familia. Como esposas sabias nos corresponde esforzarnos por lograr un testimonio que los convenza y arrastre, equilibrando sabiamente el tiempo para el Señor, el hogar, los hijos y el esposo.

Aunque los mandamientos nos exijan amar a Dios sobre todas las cosas, no podemos caer en descuidos con los miembros de nuestra familia y generalmente es a la esposa quien en su rol de administradora del hogar le corresponde con mucho tacto y sabiduría, organizar su tiempo con el Señor, para que esto no se convierta también en motivo de discordia y señalamiento, cosa que sucede muy a menudo y el más mínimo desequilibrio en este tiempo crea problemas, porque nuevamente juega la estrategia del marido que se siente desplazado y relegado por el intruso que solo quiere ayudarlo.

Sabemos que el Señor es alfa y omega, principio y fin y también hemos de saber que mientras atendemos nuestro ministerio en la casa o en el trabajo, porque este al igual que los otros, demandan mucha atención, amor, tiempo, paciencia y entrega, también

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honramos al Señor, porque si aprendemos a sujetar nuestros pensamientos y actos a su presencia constantemente, mientras laboramos, también podemos alabarle y glorificar su precioso nombre ejercitando el principal mandamiento que Jesús nos dejó: amar a tu prójimo como a ti mismo, y qué más prójimo que mi propia familia para comenzar el entrenamiento.

Invitar constantemente al Espíritu Santo que intervenga en nuestra relación de pareja, que aún no se logra santificar por la disparidad de yugos, lograr habituarnos a enviarle mentalmente esta preciosa, renovadora y perfecta luz del Espíritu Santo, para que repliegue toda tiniebla y rebeldía que mora en ellos, lo mismo que cubrirlos con la sangre de Cristo, para que consuma todo poder y toda fuerza del enemigo que los usa para destruir la paz, la unción y los ministerios que el Señor nos da, es una tarea diaria, de mucha constancia y fe, para poder obtener a futuro no lejano la victoria que esperamos. Lograr convertir nuestra relación en ese cordel de tres dobleces es lo ideal, (Eclesiastés 4-12) donde la presencia de Dios, interviniendo diariamente en la relación, refuerza triplemente los dobleces, haciéndolo resistente a toda fuerza contraria, sin temor a ser debilitado y destrozado con el poder insistente del enemigo que siempre está intentando destruir toda la armonía que se pasee sobre el planeta tierra y sobre todo en los hijos de Dios.

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Decir que manejamos este tipo de relaciones sin caer en doble ánimo y desalientos por épocas, sería mentir, aquí solamente nos salva de hacer los tiempos esporádicos y relativamente cortos, es la presencia de Dios en nosotros, la oración constante, la búsqueda de las cosas del Señor, hacerlo nuestro refugio, nuestro amigo, pedirle mucha sabiduría y fe, para lograr el milagro de salvación en ellos, que generaría un cambio radical y profundo, dándole a la vez un nuevo giro a la relación, no solo como hermanos creados por Dios, si no logrando apropiarnos de lo bello y perfecto que podría llegar a ser un matrimonio en y de las manos del Señor.

Lo más cierto en toda esta serie de desatinos, desacuerdos y desniveles espirituales entre una pareja, es que ambos se pueden estar perdiendo de las mieles de una relación Santa y Bendecida continuamente, en todas las aéreas. Puede ser un tiempo precioso, de gozo y Paz, complacencia, deleite, conocimiento mutuo, ternura y un sinfín de bendiciones, no solo en la parte emocional y afectiva sino también en la profundidad del Espíritu, también en la parte financiera o familiar, porque indudablemente es, que no hay barrera más grande para el Señor, que depositar una bendición de cualquier tipo, en un hogar que camine lleno de discordias, eternos desacuerdos, irrespetos, desconsideraciones, falta de tolerancia y sobre todo amor, amor del bueno y verdadero.

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Cuando las habitaciones de nuestro hogar no son suficientes para albergar tanta falta de armonía, donde en una esquina se tiende la carne, mientras en la otra se levanta un altar al Señor, donde por un pasillo se escuchan alabanzas y por el otro, la interminable cacofonía del mundo retumba sin control, donde en tu propio lecho conyugal, abres tus ojos al descanso y tu espíritu intenta volar a un sueño profundo y reparador con el Señor, mientras el enemigo ruge a tu lado atormentado por el insomnio y resquemor que produce el pecado y la desolación por falta del Señor, no esperes que fluya la bendición de Dios, cada victoria cuesta el doble porque no hay unidad, cada bendición se recibe por misericordia, pues por ella se vive. La gloria y la gracia nos visitan esporádicamente porque la falta de unidad, espesea los aires de nuestra casa, aunque vivamos con la esperanza enraizada en nuestro corazón de que donde abunda el pecado sobreabunda la gracia, por fe vivimos y no por vista, aunque el panorama sea de lo peor, Dios nos lleva a confiar en sus promesas y a mantenernos firmes en la batalla.

Es quizá allí donde surgen todas esas preguntas que nos hacen dudar: ¿Qué tienen en común el agua y el aceite, La luz con las tinieblas, la justicia con la injusticia, la paz con la guerra? si a lo que nos llamó el Señor fue a Paz, vivimos en el mundo pero no militamos en él, sino en las milicias espirituales, luchando contra potestades, principados, gobernadores y huestes de maldad o maldiciones ancestrales que

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muchas veces tienen atada la mente y el alma de nuestros seres queridos y sobre todo lo más común de ver: ese velo oscuro y espeso que solo se quitará cuando sea reconocido a Jesús como hijo de Dios y único salvador nuestro, porque de lo contrario no podremos ver la verdad y la luz que resplandece en el evangelio y que todo creyente se desvive por hacer realidad en su vida y en la de los suyos, especialmente en la de nuestros esposos (as) para poder finalmente unificar nuestro Yugo.

20- EL TEMA DE LA SANTIFICACIÓN

Este es un tema que puede resultar un poco delicado para algunos Cristianos y más profundo e importante de lo que generalmente creemos. Delicado porque lo que para uno resulta normal en su vida, para otro es motivo de sentir su relación con Dios estropeada, todo depende no con los ojos que lo miremos, porque Dios no es un Dios de preferencias, lo que es pecado o abominación o falta de santidad ante sus ojos, lo es, así lo cometa el Santo que está más cerca de Él o el recién convertido que aún no se disciplina en los parámetros del Señor.

Santificarse para el Señor conlleva a sujetar miles de manifestaciones en nuestras vidas, que aún no están siendo controladas o depuradas por el filtro del Espíritu Santo. La santidad depende mucho del nivel Espiritual que cada uno esté viviendo en el momento, a medida que

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nos ahondamos más en el conocimiento de la palabra, en la unción del Espíritu Santo, en la presencia del Señor, más nos vamos acercando a Él, más cerca estaremos de su rostro y más Santidad nos va a exigir el Señor, ¿Porque? Porque su palabra lo dice: “sin santidad nadie verá su rostro” Levíticos 11-44.

En su infinita sabiduría y orden divino, el Señor nos va alimentando en la lectura de la palabra, no solo de la Biblia sino de aquellos libros cristianos o por medio de predicas, justamente en lo que nuestro conocimiento o necesidad inmediata y vivencial está requiriendo, de allí la importancia de la palabra rema, que trae contentamiento, alimento, exhortación y aliento a nuestras vidas, porque llega justo el día y la hora en que debía llegar.

Es posible que hayamos oído o leído muchas veces una palabra, pero ha pasado casi desapercibida, sin embargo el día que la necesitamos en ese momento, la mente y el Espíritu se abren, para entender lo que jamás hubiéramos comprendido y la explicación, el consuelo y el sustento que necesitamos llega justamente allí, no antes ni después.

De la misma manera es el proceso de la Santificación en una persona, no es uno mismo en su esfuerzo carnal, es una obra que se le atribuye total y absolutamente al Espíritu Santo, porque una vez iniciado el proceso, escuchamos claramente el murmullo de su redargüir y aquellas cosas, actos, palabras, pensamientos o actitudes

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que han sido tratadas como normales y corrientes, tanto para nosotros como para los demás empiezan a incomodarnos, nos produce

escozor

o

posible

vergüenza,

manifestando

muy

internamente reacciones de inconsciente rechazo y es cuando el Espíritu de Dios empieza a trabajarle a nuestro propio Espíritu con un trabajo de impecable limpieza, moldeándonos luego en nuestras reacciones a los agentes externos como discusiones, contiendas, blasfemias, vituperios que no son más que provocaciones del enemigo.

La gritería, las palabras groseras, malintencionadas, maliciosas, altaneras, las borracheras, adulterio, fornicación y toda clase de pecados que no nos dejan ver el rostro de nuestro Padre, creando una capa que nos impermeabiliza ante su llenura y toda sensación espiritual producida por la comunión con Él, se pierde.

Ver su rostro es entrar en el deleite de su presencia en cuerpo, mente, alma y espíritu, entrando en la placidez absoluta de sentirnos abandonados en sus brazos, sin luchar, rendidos a su voluntad y su majestad en nosotros. Pero para lograr cada cosa que El Señor nos da como promesa en su palabra, nos demanda algo y para poder ver ese precioso rostro suyo, sencillamente Él nos exige Santidad.

Muchas veces caemos en desobediencia o pecado, por no entender bien los requerimientos del Señor, especialmente en lo que a la

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santidad se refiere, para Él es tan obvio exigir santidad, simplemente porque Él es Santo y si Él es Santo, nosotros como sus criaturas especiales, sus hijos nacidos de sus manos, cuanto más, debemos por naturaleza ser santos y mayormente aquellos que lo hemos recibido en nuestros corazones y hemos muerto a las cosas del mundo para nacer a las maravillas de todo aquello que enmarca una vida Espiritual con Él.

De igual manera sucede con nuestras obras, no las toma en cuenta para nuestra salvación porque para Él resulta tan evidente, que siendo creados por Él, nuestra predisposición en todo momento debe ser, el de hacer buenas obras, (Efesios 2-8-10) luego entonces no siendo las obras, sino la Gracia respaldada por la fe, aunque sea como el tamaño de un grano de mostaza, la que nos conduce a la Salvación.

La santificación es un proceso que puede llegar a ser muy lento y muchas veces está sujeto a cambios y altibajos que van muy ligados a nuestra relación con El Señor, a medida que más cerca estemos de Él, de su presencia y lo busquemos más, es más probable que vivamos en más santidad, ya que conociéndole un poco más, El y su santo Espíritu nos redarguye constantemente de aquellas cosas que son desagradables para Él.

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Enrolarse en las cosas del mundo, con la carnalidad que nos rodea e interactuar con personas que se mueven en estos niveles, poco a poco nos pueden ir absorbiendo y tal vez sin darnos cuenta, nos roban la unción y la bendición que recibimos, haciendo menguar la presencia suya en nosotros, llevándonos a abrir puertas al enemigo, que siempre se encuentra ansioso de divisar la más mínima brecha de este tipo, en un hijo de Dios, para poder entrar y pasearse por dentro de nosotros, mimetizándose de tal manera que muchas veces no nos damos cuenta sino cuando el daño está hecho y el gozo de la presencia del Señor en nosotros ha menguado de tal manera que nos abate un cansancio, pesadez y sueño a todas horas, que nos imposibilita reanudar la estrecha relación que con El teníamos, hasta que por la infinita misericordia suya podamos ser auto liberados, si tenemos la autoridad Espiritual para ello o contamos con el discernimiento y el don de liberación de un ungido de Jehová que se disponga a hacerlo.

Todo esto bien enmarcado en la preciosa misericordia del Señor, porque hasta estas cosas Él permite en nosotros con el propósito de que aprendamos a estar preparados, firmes en la fe, protegidos en todo momento y dispuestos a enfrentarnos en su nombre ante todas las huestes de maldad que nos acechan, para hacernos perder tanto la santidad por la cual luchamos, como la paz y la estrecha relación con Él, a la que diariamente anhelamos.

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Vivir en santidad cuando compartimos nuestras vidas con personas inconversas, muchas veces es punto de tropiezo, porque para ellos esto es un tema totalmente desconocido y por el desconocimiento se empieza con la mala interpretación del tema, tergiversando las verdaderas intenciones descritas con anterioridad, del verdadero propósito que tiene la santificación en nuestras vidas. El no secundar o consentir todas esas manifestaciones desagradables al Señor, que nos contaminan el oído, la mente y el corazón nos ayudaría a ir limpiando y enseñando a las personas que nos rodean a ir purificándose un poco, aunque sea bajo presión, porque no podemos ser tan permisivos con ellos, ya que esta permisividad muchas veces se convierte inconscientemente en la aprobación de lo que a Dios definitivamente no le agrada en lo más mínimo.

Tanto a los hijos como a los esposos de un creyente la santidad que quiere lograr este, le atañe, porque en un hogar, por muy resquebrajada que esté la relación o el ambiente, a todos les interesa y les afecta lo que pase con cada uno de los miembros, es solo cuestión de enseñarles en nuestro caso y en el de ellos a respetar posiciones que a la larga se deben convertir en modos de vida y de comportamiento que es lo que en realidad se busca con todo aquel que es nacido de nuevo y trata de vivir una vida de acuerdo con el evangelio.

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Cuando hablamos de la santificación entre los esposos, también entramos en un área muy delicada, cuando solo uno conoce de la palabra y trata de vivir de acuerdo a ella, porque lo que se nos enseña está en contraposición con lo que las personas que viven en el mundo practican.

Para muchos hablar de la vida sexual y de la santidad puede ser una confusión, porque cuando nos hablan de santidad lo primero que nos llega a la mente es una vida en celibato, en oración perpetua, flagelación, canonización y todo lo que tenga que ver con una vida más bien contemplativa y aislada de toda clase de tentaciones en las que diariamente nos vemos sometidos en este mundo.

Hablando de la sexualidad entre los esposos conversos, la palabra de Dios nos dice en 1 de Corintios (71-5), entre otras cosas, que el esposo ni la esposa tienen potestad sobre sus cuerpos ya que ambos se pertenecen uno al otro, porque son una sola carne, un solo cuerpo y es aconsejada la continencia solo en el caso de mutuo acuerdo, para abandonarse a la oración por un tiempo, palabras que son hermosas y obedientemente seguidas cuando el ambiente que se respira en una pareja es de armonía y pleno entendimiento.

Sin embargo, cuando entramos al tema de los Yugos Desiguales, la cosa se nos complica, la esposa que se siente a menudo ultrajada, irrespetada, menospreciada y relegada a un último lugar del corazón

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de ese esposo, consecuentemente no va a ser todo el tiempo esa esposa que sumisa y ardientemente se deleita cumpliendo con sus deberes, y si lo hace, es por cumplir con una más de las obligaciones restantes que tiene para con su esposo, como hacerle o servirle la comida, lavarle y plancharle la ropa, entre otras.

Otra de las acostumbradas creencias en el mundo en general, es el pensamiento errado de que entre esposos todo es permitido y muchas veces la esposa cristiana por interpretar una falsa sumisión al esposo permite ciertas prácticas en su relación sexual que van en contra de lo que El Señor ha diseñado en nuestros cuerpos, porque cada órgano tiene su función y su desempeño natural. (Romanos 126-27).

Dios es un Dios de mucho orden, y al crearnos también estableció un orden y función en cada órgano que hay que respetar, primero estamos para agradarlo a Él y seguir sus directrices y el orden que Él estableció, de allí que cuando rompemos sus lineamientos, entramos en desobediencia y surgen poco a poco infinidad de desviaciones que con el tiempo llegan a convertirse en aberraciones sexuales, pecado muy desagradable ante los ojos del Señor, que se convierten para nosotros en una horrenda expectación de juicio por reincidir en el mismo pecado. (Hebreos 10- 26-27)

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21- INCONVERSOS IMPÍOS

En el caso de los esposos inconversos, que no solo son inconversos sino impíos, porque es posible que una persona sea catalogada como lo primero, pero existe en ellos un cierto temor a Dios, que los hace vivir la vida dentro de ciertos parámetros de convivencia y virtud, que propician una buena y estable relación, además de mostrar un comportamiento responsable, apacible, llenos de un afecto natural por las personas con las cuales comparten su vida y son ejemplo vivo dentro del ámbito familiar y social en el que se mueven, además gozan de un especial consentimiento, aprobación y respeto al compartir su vida con un creyente.

A este tipo de esposo es al que se refiere el apóstol Pablo en primera de Corintios 7 (12-14), donde el Creyente Santifica al inconverso, pero aclarando que esto sucede solo cuando este consiente en vivir de esta manera, no va en contra de su esposo (a) ni en contra de sus creencias y prácticas religiosas, por lo general a estas personas solo les falta un poco de compromiso y un empujoncito para caer rendidos en los brazos del Señor.

En el caso de los esposos inconversos e impíos, la demanda de santidad que el Señor nos exige es un verdadero reto, es una batalla campal que se vive a diario, no solo en la parte espiritual sino también la corporal: nuestros oídos, ojos, mente y en general todos

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los sentidos, como conductores externos de toda clase de sensaciones y pasiones, al escuchar, participando o no, de conversaciones cargadas de murmuración o crítica, blasfemias, doble sentido, palabras groseras, chistes de color o de eternos desacuerdos, nos exponen constantemente a caer y contaminarnos con ello, perdiendo muchas veces la paz y la Santidad a la que hemos sido llamados, de allí que Pablo también agrega en segunda de Corintios (6-17) “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré”. Santificamos a un esposo cuando se deja santificar, cuando consiente plenamente vivir con un creyente, como lo dice la palabra, además nos aconseja no abandonarlo. Pero y ¿Qué de los inconversos impíos? Tal vez en primera de Corintios (7-15-16) encontremos una solución, más es bien sabido que el divorcio muchas veces no es la solución a nuestros problemas, más bien es una puerta abierta para que entren muchos más problemas de los que antes teníamos, lo cierto es que antes de tomar cualquier tipo de decisión tan radical como esta, debemos estar bien preparados y agotar hasta el último recurso en cuanto a guerra espiritual, oración y ayunos hasta el cansancio y no tomar la decisión hasta que el Señor de una respuesta o lleguemos a considerar antes que un divorcio una separación temporal que tomada sabiamente y con una sana dirección en el espíritu, nos pueda conducir a la salvación de un hogar y de un alma.

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En la complejidad de situaciones que vive una persona inconversa e impía, rodeada de un creyente apasionado por las cosas del Señor, las cosas se complican mucho más, porque a medida que ellos se sumergen y embelesan cada día más con las cosas del mundo, el creyente se aísla a cargar su propia cruz, experimentando muchas veces en sus propias fuerzas miles de fórmulas que en lugar de llevarlo a la victoria lo sumen constantemente a derrotas reincidentes.

Lograr alternar este tipo de relación de yugos desiguales con una buena o excelente relación con Dios sería lo ideal, solo Él sabe con qué propósito y hasta cuando nos tiene viviéndola, simplemente nos debe bastar con acercarnos cada día más a Él, para buscar a diario su gracia y su misericordia para que escuchando nuestras oraciones, nos pase como la mujer de la historia, la viuda cansona como suelo llamarla (Lucas 18 -1-8), que de tanto ir a pedir el favor al juez, este lo hizo más para descansar de tanta insistencia, que por aplicar la justicia o la bondad de su corazón.

Muchas veces nos apresuramos a tomar decisiones sin haber quemado todas las etapas o haber llegado al punto correcto por el cual se debe orar, a menudo ignoramos cuantas maldiciones o espíritus ancestrales, pactos satánicos o legiones de demonios llevan a las personas a actuar como lo hacen, quebrantarlas en ellos y en nuestros descendientes es tarea nuestra, contar con personas que

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nos ayuden si no tenemos la autoridad espiritual aun, es algo que también debe estar en manos del Señor, porque Él nos proveerá de lo necesario y de las personas justas, en el tiempo justo, además de la disposición en ellos para poder hacerlo, porque sin estos requerimientos se dificulta la obra, por no decir que se imposibilita, ya que la disposición en la persona es la primera condición para ser liberado de todas las ataduras en las cuales Satanás los puede haber sometido.

Para aquellas esposas que intentamos probar muchas fórmulas que finalmente nos llevan al mismo punto de partida, solo puedo decirles que, conducirse con delicadeza o demasiada tolerancia muchas veces no es suficiente, la excesiva tolerancia para con personas reincidentes, en muchos casos, solamente los incita a continuar en la misma vida de pecado y perdición en que se mueven, por eso es de considerar que todo aquello que pueda atentar contra la integridad tanto física, moral y espiritual de un ser humano debe ponérsele un límite que debe ser respetado para poder sobrellevar una relación de éste tipo.

Es más común de lo que pensamos, cuando vemos estos casos, de hermanos en Cristo que viven en estas circunstancias, cuando movidos por un sentimiento de vergüenza o culpabilidad por ser mal testimonios ante su congregación, o por una obediencia absoluta de la palabra se someten en una especie de falsa humildad a vivir toda

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una vida de sujeción a un esposo maltratador, irrespetuoso que muchas veces conociendo un poco de la palabra y del poder que ejerce sobre el Cristiano, la usa para intimidar, subyugar y chantajear, sometiendo en este caso la luz a la oscuridad, el espíritu a la carne o la libertad a la esclavitud, de la cual no nos habla en ninguna parte la palabra de Dios.

Antes por el contrario como hijos de Dios, somos llamados a ser agentes de Paz, de luz y de verdad en un proceso que empieza de adentro hacia afuera, porque cuando hay una vida externa que de testimonio de la presencia de Dios en nosotros es porque interiormente el proceso de unificación con el Espíritu de Dios ya se ha dado y simplemente esos frutos están manando fluidamente al exterior.

Derribar el empotramiento en que vive Satanás, como príncipe de estos esposos inconversos e impíos es una guerra para Devoras esforzadas y valientes

que dan todo de sí en un proceso de

intercesión, que muchas veces termina en una victoria absoluta, donde la Gloria de Dios se manifiesta majestuosamente, donde en muchos casos por muchos años, la guerra espiritual, la constancia, la disposición, el amor, y sobre todo la fe, son los máximos ingredientes para que se dé la victoria por la cual todo creyente convencido debe luchar.

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Lo que más necesita un esposo inconverso

es un verdadero

encuentro con el Señor para que movido por el poder del Espíritu Santo, pueda tomar esa vida pasada y anquilosada en el pecado y se le ofrezca al humilde alfarero que los ha contemplado por años, esperando recibir la vasija imperfecta para desmoronarla y hacer una nueva vida en Cristo Jesús, para llenarla de las mieles del amor ágape, la tolerancia, el afecto, el respeto y la complacencia en el otro, que es en definitiva lo único que puede sostener una relación de pareja, que glorifique y le dé la absoluta honra a nuestro Señor por medio de una convivencia unificada y Bendecida porque si Él es un Dios de Paz y Amor todo lo que con esto se identifique esto multiplicado recibe en el nombre de Jesús.

22- EL AMOR PERFECTO

Algunas veces en mis meditaciones sobre la grandeza de Dios al crear todas las cosas que me rodean incluso mi propio ser integral: cuerpo, alma y espíritu, no dejo de maravillarme, porque al igual que Él es perfecto, así nos creó a nosotros “perfectos” porque somos su imagen y semejanza y así ha querido Él que sean todas las cosas que manan de nosotros.

Sin embargo tal vez no contó con la pequeña sorpresa de que al darnos ese libre albedrío, esa maravillosa libertad para escoger, esa capacidad de dirigir, de liderar, de relacionarnos y expandirnos en el

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universo iba a ser el meollo de nuestra perdición y todo ese mundo perfecto diseñado con tanto esmero, tendría la dirección tan distorsionada que hoy día tiene.

La relación de pareja es una muestra entre muchas, de la dedicación y el esmero que El Señor le aportó a este diseño, si lo miramos desde el mero punto de vista físico, notamos como convergen al unirse, lo cóncavo con lo convexo, las protuberancias con las cavidades, lo rudo con lo tierno, lo flexible con lo templado y todo lo que a simple vista puede estar disparejo cuando un profundo amor los une, ante los ojos de Dios todo se apareja.

La verdadera unión entre hombre y mujer que El Señor diseñó fue perfecta, por eso la decretó para toda la vida, donde nada ni nadie la podía separar y ¿Quién con una relación perfecta va a querer desprenderse un instante de lo que tiene a su lado si es perfecto y le propicia una vida armoniosa y muy agradable para compartir?

Desafortunadamente el rumbo que el hombre le ha dado a esta relación es una simple parodia de lo que Dios quiso hacer y por lo tanto he aquí que todo el caos, la desobediencia y la inmundicia de pecados en que la humanidad se ha perdido, tiene su origen aquí, porque al estar la base, los gestantes, los incubadores de cada ser humano que nace y crece en un medio tan mediocre y carente de todo aquel mundo de amor, respeto y valores que Dios ha querido

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establecer en este reino, no puede dar más que frutos con las mismas carencias y mutilaciones, expandiendo luego unos criterios y unos parámetros que están bien lejos de ser lo que Dios en realidad quiere para sus hijos.

Si la humanidad llegara por un momento a darle la vital importancia que tiene la unión de un hombre con una mujer, creando escuelas de capacitación para enseñar a amar y vivir una vida conforme a las escrituras, basadas en el perdón, el amor a Dios y al prójimo y todo ese dinero que hoy gastan en guerras e inversiones fatuas y ostentosas, lo gastaran en ello, seguramente estaríamos viviendo, por lo menos un mundo más lleno de respeto, de valores, de paz, de amor y fraternidad, un mundo más acorde con lo que Dios en un principio, en su mente creó.

Cuando hombre y mujer, componentes de una pareja logren traspasar las barreras de la desigualdad espiritual que los desune, muriendo al yugo de los egos y las manipulaciones de un amor distorsionado entendiendo en lo más profundo de sus seres, que cualquier sacrificio es insignificante, comparado con las delicias de vivir el reino de Dios en una relación de pareja. Donde básicamente están unidos para entrenarse y perfeccionarse en el arte de amar y luego trasmitirlo a sus descendientes y poder presentarle al Padre los frutos más excelsos de su unión, en el momento

que sea requerido y a la vez comprendan que no

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necesariamente hay que morir para disfrutar del reino de Dios en nuestras vidas, deberíamos hacernos consientes del tiempo que perdemos luchando en igualar nuestros yugos; testimonios son todos aquellos que después de vivir muchos años de adversidad y desigualdad han logrado unificarse por la gracia de Dios, y han podido para su gloria y honra terminar sus vidas gozándose de los delicados pastos, donde es El quien los pastorea, los enseña y los bendice en la unidad de su santo Espíritu.

Es tan efímero ese tiempo que tenemos disponible en nuestra existencia, pero tan corto nuestro entendimiento que se nos pasa la vida entera luchando por alcanzar riquezas superfluas y terrenales, razonando en legalismos y pataleos que no nos dejan ver que: “ES MEJOR VIVIR ETERNAMENTE CON CRISTO, QUE VIVIR UN INSTANTE SIN ÉL, PORQUE CADA INSTANTE DE VIDA QUE VIVIMOS SIN ÉL, PUEDE REPRESENTAR UNA ETERNIDAD LEJOS DE ÉL”

Y que mejor goce para un cónyuge que poder compartir, no solo esta vida, sino la eterna que nos espera, de la mano de ese ser que Dios ha puesto a su lado, que ni potestades, ni principados, ni escases, ni enfermedad ni aun la muerte los pueda separar.

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23-UNIÓN TRIPARTITA

Toda prohibición de Dios en sus escrituras tiene su fondo bien claro, por razones para Él obvias y profundas era tan exigente al declarar prohibidas todo tipo de relaciones de su pueblo con extranjeros.

Él, que conoce lo que creó con su mano y dio vida con su soplo, sabía cuán difícil es la carga del YUGO DESIGUAL, de igual manera ha sabido siempre de las mieles que disfruta un hombre y una mujer cuyas creencias están unificadas, cuyas existencias han dejado de girar en torno a sus dos primeras partes: CUERPO Y ALMA, para girar en torno al Espíritu que es la parte más importante, la cual lo comunica directamente con Él, haciéndole la vida más llevadera y agradable.

El que seamos de yugos iguales no solo se refiere a que tengamos las mismas creencias, se refiere también al genuino cambio de mentalidad, basada en ese encuentro personal con Cristo que nos motiva a vivir una vida diferente, a ver la vida bajo los parámetros que Dios nos enseña en sus escrituras, a movernos más por el Espíritu que por las emociones de la mente y las pasiones de la carne, llevándonos a escalas espirituales tan altas y sublimes que la unión con nuestra pareja es cada día un cantico de amor al Padre. Donde el deleite de la entrega física es simplemente el eco de la entrega que ya se ha hecho en los Espíritus, con tal afinidad que la unión

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matrimonial se convierte en un campo de flores hermosas y silvestres que glorifican al Señor en cada encuentro.

El lecho nupcial es un altar donde la unción traspasa los legalismos del creyente ortodoxo, donde las lenguas angelicales se pueden activar sin tapujos, donde son alineadas y fusionadas nuestras tres partes: cuerpo, alma y espíritu, paralelas y simétricamente, donde no solo se deleitan los sentidos físicos de nuestro cuerpo, sino que nuestra

alma

alcanza

su máximo esplendor al someterse

placenteramente a la complacencia del otro, mientras el maravilloso Espíritu que Dios nos ha dado para habitar en nuestros cuerpos se hace partícipe y no espectador de lo que gobierna.

Para el que logra entender esta verdad y entender por revelación y no por información lo que encierra la palabra de Dios al comparar la relación de Dios con su pueblo, de Cristo con la iglesia y llamarla la ESPOSA, se basa en ese principio:

así como los esposos en su

intimidad se deleitan tripartitamente: en sus cuerpos sus almas y sus espíritus, así Dios quiere y anhela con nosotros una relación tripartita, donde no solo se comprometa nuestro espíritu sino también nuestras almas y nuestro cuerpo y seamos uno en comunión con Él, sin dejar de lado ninguna de nuestras partes, porque quien descuida una, corre el riesgo de caer en mediocridad, religiosidad o estancamiento espiritual; Dios es pleno y exige plenitud en nuestra relación con Él.

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Igual pasa con los esposos, cuando uno de los dos no aporta sus tres partes, la relación cae en la mediocridad, la monotonía y el estancamiento, lo que conlleva con el tiempo a rupturas y perdidas de todo interés, matando el goce de vivir una buena vida compartida entre dos: varón y mujer, como lo ha diseñado el Señor.

Si en la infinita misericordia de Dios algún día Él le permitiera a todos esos esposos inconversos, contemplar por un pequeño huequito del tiempo y sentir en lo más profundo de sus espíritus, la infinidad de Bendiciones que hoy se están perdiendo por causa de sus innumerables justificaciones basadas tal vez en la incredulidad, la rebeldía, el machismo, la mundanalidad o quizá otras miles que no terminaría nunca de enumerar, de seguro llorarían amargamente al descubrir que se han resistido a tomar la corona y cetro con el cual el Señor los ha designado como sacerdotes y cabezas de sus hogares y de sus esposas, princesas a la espera de ser respetadas y amadas de la misma manera que Nuestro Padre lo ha hecho por toda la eternidad y Cristo lo ha declarado con su Iglesia, ESPOSA eterna del cordero santo que hace vida el encuentro nupcial cada vez que entramos a su presencia y cada vez que nos gozamos de su gloria, cuando nos entregamos a Él, sin reparos, por completo en cuerpo para alabarle, en alma con todas nuestra pasión y emociones y en Espíritu con todas las fibras que lo componen.

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La vida es un simple soplo del tiempo, efímero comparado con la eternidad, los hijos y los padres poco a poco se van, pero el esposo o la esposa por más tiempo permanece a nuestro lado, solos al comienzo, solos al final, es la gran verdad y si no luchamos por lograr la verdadera unidad, que nos puede deparar al final?: soledad, depresión, frustración, o amargura; seguro esta no es la finalidad de Dios para con sus hijos, pero hay cosas que no dependen de Dios sino de nuestra capacidad de escoger y de mantenernos, de luchar y de sacrificarnos por obtener la victoria. Todo interés que no se alinee con los propósitos de Dios en el matrimonio tendrán la tendencia a fracasar, el diseño que Él estableció en los cielos para esta relación es de bien, de bondad, de sacrificio y de amor sin límites ni fronteras.

Es el amor que nos muestra en primera de Corintios 13: “PACIENTE, BONDADOSO, SIN CELOS NI ORGULLO, NI OFENSAS, NO IMPONE SUS CRITERIOS, NO SE IRRITA NI LLEVA REGISTRO DE LAS OFENSAS RECIBIDAS, NO SE ALEGRA DE LAS INJUSTICIAS, NO SE DA POR VENCIDO FACILMENTE, NO PIERDE LA FE, SIEMPRE MANTIENE LA ESPERANZA VIVA Y ESTÁ FIRME EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS”.

Ese es el verdadero amor que mantiene los matrimonios unidos a pesar de las desigualdades de los yugos, ese es el único amor que puede permanecer a pesar de las adversidades de la vida, de las diferencias, de la escases de los desiertos, de las enfermedades, de

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las traiciones, de las deslealtades y de todos los reveses en que la vida y la convivencia humana nos aboca en el diario vivir con la persona que Dios destinó o no destinó, sino que nosotros en nuestro errado libre albedrio escogimos para compartir nuestra existencia y formar un hogar.

Cuando el yugo es igual, todas las circunstancias adversas se minimizan, toda barrera y todo obstáculo, cuando hay unidad se puede vencer porque en la unidad está el secreto para que Dios se manifieste con gloria, dándonos todas las victorias que anhelamos en nuestras vidas. Pero cuando andamos en disparidad de yugo, las batallas se arrecian porque en lugar de unidad hay división, y reino dividido definitivamente no prospera. Lograr victorias en división, verdaderamente es una proeza.

Cuando ambos caminan en el mismo sendero de la unidad ágape, el amor en su condición de eterno (1era de Corintios 13-8), en el que todo pasa, las lenguas, la profecía, los milagros, todo lo demás se hará efímero e inútil más ese ingrediente no pasará. Es más, vemos que son miles y millones de años que han transcurrido desde que Dios creó el universo con todas sus complejidades, creó al hombre y a la mujer, destruyó la tierra con un diluvio, pero para todo ello su única motivación ha sido el gran amor por su obra magnifica y amada: EL HOMBRE.

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Todo lo suyo gira alrededor de ese sentimiento por nosotros, porque esa es su esencia, aunque le fallemos, aunque le neguemos, aunque reneguemos, aunque no le agradezcamos, aunque seamos rebeldes, aunque todos los aunques desfilen por delante de Él en contra nuestra su amor ha sido tan leal, tan fiel y tan misericordioso que aun la vida y la compañía de su amado hijo cedió por un lapso de tiempo para acortar la brecha del pecado que nos había alejado tanto de Él.

Dios nos enseña con su ejemplo de entrega de misericordia y de gracia a amar a nuestros semejantes, mas nosotros en nuestro ensimismamiento humano no lo percatamos, para poder amar al esposo inconverso que escogimos o que se nos quedó atrás, porque hemos tenido la gracia primero que él, de conocer y aceptar a Cristo en nuestros corazones y hemos nacido en el espíritu a la maravillosa experiencia de vivir bajo la dirección y cobertura suya.

La única salida sabia es abandonarnos más al amor del Padre, dejarnos inundar más por su amor, buscarlo más cada día a Él, para que su presencia nos bendiga y nos dirija a llevar una relación que poco a poco, entre el proceso de unidad y a través de ella podamos honrar y glorificar su santo nombre, santificando de paso al esposo o esposa inconverso, logrando de alguna manera, con las estrategias o revelaciones que se nos sean dadas y con la disposición en nuestra mente y espíritu hacernos a un lado, con nuestros egos, sensibilidades a flor de piel, orgullo, soberbia, dureza de corazón,

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venganza, deseo de justicia y dificultad para perdonar y ceder terreno y territorio a la humildad, al perdón, al olvido, dejando por fin de ser un obstáculo para que Dios lo ame a través nuestro y podamos verlo quizá algún día con los ojos de amor y misericordia que Dios lo ve, de verlo con los infinitos ojos de esperanza conque Dios le extiende sus bendiciones a través de tu oración, para que su alma no se pierda y pueda alcanzar antes del final lo que más importa en la vida de todo ser humano creado por Dios: LA SALVACION DE SU ALMA, la implantación de su existencia en el reino de los cielos.

Se nos hace difícil entender a todas aquellas personas que se resisten al reino, aun cuando nosotros estuvimos y convivimos con esa posición, simplemente nos volvimos nuevas criaturas y olvidamos el pasado tanto como Dios lo ha olvidado, recordarlo nos haría bien, solamente para lograr entenderlos y propiciar en nosotros que brote la misma misericordia que de Dios brotó para hacernos salvos.

Son tantos velos, tantas maldiciones aun sin romper, tantas cosas a nivel espiritual que no permiten aun que ellos crean, que muchas veces no logramos entenderlos ni aceptar sus posiciones, no logramos entender cómo es posible que un ser creado por Dios al igual que yo, se niegue a reconocerlo y seguirlo como yo. Mas todo en esta vida tiene un tiempo y un propósito, tal vez aún no ha llegado el tiempo suyo ni el propósito que Dios tiene para mantenernos aun en este tipo de relación.

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Luego entonces surgen las preguntas: ¿Qué me falta aún, ante los ojos de Jehová para perfeccionar mi manera de amar? ¿Perdono con facilidad? ¿Soy paciente, tolerante, sacrificada, amorosa, generosa? ¿Busco más el bien suyo que el mío? ¿Poseo un dominio propio equilibrado y no me irrito con facilidad? ¿Soy enseñable? ¿Acepto correcciones y me dispongo al cambio de aptitudes y actitudes? ¿Escucho más de lo que soy capaz de hablar? ¿Tengo a mi esposo como ayuda idónea, aunque no lo sea creyéndolo y declarándolo por fe todos los días de mi vida? ¿Lo respeto como persona y como futuro hijo de Dios aunque muchas veces no comparta sus aptitudes ni sus comportamientos? ¿Lo alago cuando satisface mis necesidades tanto emocionales, afectivas, como materiales? O simplemente me quedo callada porque creo que todo lo que él haga al respecto es su “obligación”?

Esta serie de preguntas de vez en cuando nos ayudan a ubicarnos un poco en los propósitos que Dios tiene para nuestra vida como esposas o esposos que sobrellevamos una relación de yugo desigual, muchas veces nos enfrascamos tanto en el problema que en lugar de buscar soluciones y alternativas que propicien armonía y unidad en la relación nos alejamos de ellos, nos ensimismamos, y nuestras oraciones en el mejor de los casos, se convierten en una queja continua ante Dios por nuestra condición, en otros un clamor de juicio y justicia por el daño y la infelicidad a la que somos sometidas

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al soportar y sobrellevar el infierno de vivir así, porque sabemos que el divorcio es una palabra prohibida en nuestro lenguaje de Cristianos: primero muertos que enfrentados a esta terrible realidad de anti testimonio.

Si bien es cierto que Dios no contempla el divorcio, cada pareja que vive esta condición sabe hasta dónde debe llegar, cada caso es particular y cada hijo de Dios en su conocimiento, temor y relación personal con Dios debe saber qué camino tomar. Lo único verdadero y cierto es que sin la dirección y aprobación de Dios, absolutamente ningún camino debemos tomar, mucho menos antes de agotar todos los recursos y estrategias que nos sean posibles.

Nadie ha dicho, ni mucho menos las escrituras, que amar es fácil. Es bello, es agradable y es perfecto cuando se unifica en el mismo sentir, cualquiera de los amores que existen: eros, fraternal o ágape, pero ¿Quién nos garantiza que todo el tiempo y con todas las dificultades de la vida y con todas las personas que nos rodean, que vamos a estar al mismo nivel del amor en intensidad y en medida? ¡Nadie! Por lo tanto de nuestra buena disposición para entregarnos, para dar, para perdonar, para pasar por alto, para propiciar la armonía depende nuestro éxito o nuestro fracaso en las relaciones, especialmente en la que en estos momentos nos incumbe: la de los esposos.

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Serena y sabiamente después de muchos años de llevar la cruz de un yugo desigual, he llegado a la conclusión de que Yugo Desigual no es sinónimo de: -Divorcio -Infelicidad -Fracaso -Frustración -Desanimo

Más bien lo he aprendido a tomar como:

- Escuela Superior para aprender a amar. - Aprendizaje especializado para llevar a sus más altos niveles: el dominio propio, la tolerancia, el perdón, la misericordia, el sacrificio y la tenacidad.

Nada en la vida es fácil y cuando las cosas nos cuestan un poco más y constantemente nos están exigiendo una milla más en nuestra capacidad para resistir, más valor tiene, no solo para nosotros sino para los ojos de Dios.

Luchar por unificar nuestros yugos en el matrimonio es la tarea más ardua que nos podamos imaginar, pero la recompensa de lograrlo es la corona más excelsa que un esposo o una esposa puede disfrutar, cuando caminamos de la mano de Jesús, cada derrota y cada caída en

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este caminar se asemeja al sacrificio que Él vivió camino al Gólgota, nunca nuestro sufrimiento y nuestro sacrificio será tan grande como el que por mí y por mi esposo(a) Él padeció, más la recompensa de la unificación en Cristo de nuestro cordel matrimonial será el premio que ante Él, por fe un día habremos de disfrutar.

Si siente que todas las millas ya las ha recorrido, permítame decirle que su Simón de Cirene ha llegado ya, (Marcos 15 21-22) abandone su cruz en la manos de Jesús, hágase a un lado y permita que su amor pueda traspasar su imperfecta humanidad y su esposo (a) pueda sentir a través suyo el amor de Jesús y a través del sentir los frutos de ese amor, sus fortalezas puedan ser derribadas y su corazón pueda ser abierto a los caminos de la paz y la armonía que produce la unidad de un yugo que se unifica con el amor de Jesús.

Por ultimo recuerde que aunque usted muchas veces lo dude y le resulte imposible de concebir en su mente y en su corazón, para Dios la obra de su esposo (a) y la suya para creerlo verdaderamente, NO ES IMPOSIBLE, sencillamente porque para Él nada es imposible. (Lucas 1-37)

Si para Dios no es imposible hacer ese tipo de milagros, de igual manera para todo aquel creyente que aún no ha dado el paso de unirse en matrimonio y contempla la posibilidad de hacerlo con una persona cuyo corazón aun está en los deleites del mundo, clame a

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Dios primero con todo el arsenal con que Él lo ha dotado para orar y espere respuesta o transformaciones de su parte, en esa persona, antes de dar el paso final, pues sus recomendaciones tienen un fundamento y recuerde que Él siempre querrá para nosotros lo mejor.

No es lo mejor para nosotros tener a nuestro lado una persona que en lugar de aligerar nuestras cargas sea el bozal que se le coloca al buey que trilla o el grillete al preso para impedir escape de su celda, en estos casos no está en manos de Dios la decisión, aquí juega un papel importante y transcendental en nuestras vidas nuestro “libre albedrío” y si este no está sujeto a la voluntad de Dios, lo más probable es que tome decisiones que más tarde tendrá que lamentar y asumir las consecuencias. Al tomar decisiones erradas, son muchas las caídas, las tentaciones y las pruebas innecesarias que pasamos en nuestras vidas porque no alcanzamos a discernir en nuestros espíritus que no vienen de parte de Dios, solo con el pasar del tiempo nos damos cuenta que el enemigo

ha

utilizado

camufladamente

las

situaciones,

las

circunstancias, las personas y los hechos para engañarnos sagazmente.

No permita que una decisión mal tomada con respecto a la persona que va a tener a su lado para el resto de sus días se convierta en su bozal, en su grillete o en su yugo desigual, que el enemigo utilizará en

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gran medida para minimizar, frenar y hasta destruir su ministerios y el gozo de su vida que finalmente es el propósito que él tiene en este tipo de relaciones no recomendadas por Dios en su palabra (2ª de Corintios 6-14-18). La obediencia trae bendición, la desobediencia acarrea maldición. Muchas de nuestras maldiciones son producto de nuestra desobediencia, falta de discernimiento, sometimiento a su palabra y sus recomendaciones, porque aunque muchas cosas no sean consideradas pecado o incumplimiento de algún mandamiento, radicalmente sí son causa de nuestras propias desgracias. Finalmente solo me queda recomendarle a usted cuya gracia de Dios le ha permitido llegar hasta el final de este libro, que cualquier decisión que esté a punto de tomar en su vida, sobre todo si es de este tipo, en la cual su existencia futura, relación con Dios, ministerio, paz y gozo para vivir se verán totalmente afectados y comprometidos: repliegue al último lugar de su ser, su libre albedrío, ego, impaciencia y razonamiento humano y deje que sea Dios en su infinito amor y gracia hacia usted quien de la última palabra, le revele, lo redarguya y le muestre claramente y en el nombre de Jesús, cuál es su santa voluntad, porque de una cosa sí estoy segura, para conversos e inconversos, lo que verdaderamente viene de parte suya es bueno agradable y perfecto y no añade tristeza a su vida.

Dele a Dios la oportunidad de decidir por usted, sin impaciencia sin “ayuda”. Suéltese como hoja que se mueve al compás del viento,

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donde la única certeza que debe albergar su corazón es que de su abandono a Él, depende el lugar donde usted arribará, depende el resto de sus días, su descendencia, su vida, todo! Porque de un buen o mal matrimonio se desprenden tanto las más excelsas bendiciones, como las más terribles desavenencias y luchas innecesarias que pueden verse en nuestras vidas.

Tenga la plena seguridad que si Dios escoge, si Dios guía, si Dios organiza, alinea, converge, entrelaza y dispone los tiempos, los espacios y la persona idónea, todo lo demás vendrá por añadidura y usted en lugar de tener grilletes que frenen y obstaculicen, tendrá poderosas y fuertes alas que lo remontarán a alturas jamás imaginadas, donde Jesús sea el centro y el tercer hilo que unifica y da resistencia a su cordel matrimonial y verdaderamente pueda alcanzar a gozarse en el cumplimiento de su palabra en usted y su cónyuge, donde nada los pueda separar: ni potestades, ni principados, ni huestes de maldad, ni hechicerías, ni desiertos, ni triunfos, ni fracasos, ni desacuerdos, ni enfermedades, absolutamente nada, pues lo que verdaderamente fue unido por la voluntad y los designios de Dios nada ni nadie lo puede separar, sencillamente existe el divorcio como dice la palabra por la dureza de nuestros corazones porque desafortunadamente el hombre siempre ha hecho mal uso de su libre albedrío y escoge a su pareja sin la dirección de Dios. Si fuésemos más conscientes de la trascendencia de esa decisión, en estos momentos el índice de divorcios no sería tan alto y los rostros

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de frustración, de infelicidad y de perdición de ésta humanidad que actualmente habita el planeta tierra no estaría como nos lo muestra el panorama general que todos conocemos. De la dirección de Dios para esa escogencia depende absolutamente todo lo que atañe al futuro de una pareja, de los hijos y de la sociedad en que se desenvuelvan, por lo tanto el cuidado y el tiempo para tomarla necesita un abastecimiento de sabiduría y comunión con Dios que sobrepasa el normal que una persona creyente necesita, por lo general la prisa trae cansancio, desatino y ceguera espiritual para tomar decisiones acertadas. Deje a Dios cumplir con uno de los trabajos que a El más le agrada: “BENDECIRNOS” Y definitivamente llegar al matrimonio con la certeza de que lo va a hacer con la persona idónea, su complemento su corona, su cabeza, su YUGO IGUAL según sea el caso, es la mejor y la más bella de la bendiciones que un ser humano puede alcanzar a deleitar, pues el diseño de esta relación por ser tripartito: nos entrelaza y unifica en nuestras tres partes: cuerpo, alma y espíritu, porque dejamos de ser dos para convertirnos en uno solo, poderosos en el amor que nos une como parejas y más aún como hijos de Dios, nacidos de nuevo, con el espíritu activado para bajar e implantar en unidad conyugal, el reino de los cielos en nuestros hogares, en nuestros hijos y todo lo que Dios nos dé para administrar mientras estemos corporalmente habitando este planeta tierra.

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24-

“ESE DÍA”

Igual que se funde la noche con el día, Un día dentro de ti quiero fundirme Y anclar mis velas junto a tus orillas Y allí reposar… Un día como estrella titilante Entre tu pecho quiero estrujarme, Aquel día cuando nos despojemos De la lucha de ser lo que no hemos podido ser, Cuando nuestros cuerpos se abandonen a la sublimidad Del Espíritu y me ames más con el Espíritu Que con el cuerpo y el alma… Ese día todas las vendas de nuestros ojos caerán… Todos los lazos y cadenas que atan nuestras almas se romperán

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Y nuestros cuerpos danzarán la danza perfecta del amor perfecto Que se funde tan profundo que alcanza la divina fusión de los Espíritus, Donde los límites tuyos se entrelazaran con los míos Y tus entrañas se perderán entrelazadas con las mías, Y tu corazón se acompasará latiendo al unísono con el mío Y tu boca se abrirá para saborear todas las mieles Que las desavenencias y los apegos te habían arrebatado… Ese día nuestro pacto se sellará… Ese día en que nuestras tres orbitas: cuerpo, alma y espíritu se alineen como planetas, Un eclipse suntuoso amordazará todas las tinieblas

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Que hoy impiden la fusión Eterna de tu amor con el mío. Ese día el pacto eterno tendrá eco en las estrellas Y todas las bendiciones represadas en los confines Del desamor y la desigualdad serán soltadas como lluvia tardía Que refresca nuestro campo y prepara nuestra tierra Para propiciar la abundancia del fruto más jugoso Que jamás en nuestra hoguera hayamos comido. Ese día nuestro pacto cobrará vida, Y tu vida y la mía encontraran el tercer cordel Fortaleciéndonos eternos en la eternidad intima De aquel que nos ama nos busca y nos espera, De aquel que celoso nos guarda y aguarda Con paciente espera, Ese día tu Espíritu, el mío y el Suyo

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Danzarån la danza perfecta del amor perfecto, Ese que mana y retorna a Él eternamente y por siempre.

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