Una noche, estaba el carpintero Gepetto tallando en su taller un muñeco de madera. Se esforzó tanto en su trabajo que el resultado fue realmente extraordinario. No le faltaba detalle: sus piernas, sus brazos, su cuerpo y una simpática nariz puntiaguda. -Ya estás listo dijo: Debería ponerte un nombre, ¡Ya sé! Como estás hecho de pino te llamaré Pinocho, dijo el viejo carpintero. Gepetto llegó a querer tanto a Pinocho que un día el hada madrina convirtió a Pinocho en un niño verdadero. Gepetto se puso muy contento y vivieron muy felices.