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Introducción

Con la presencia de Benedict Anderson, pensador que, como pocos, ha contribuido en nuestra época a la reflexión sobre el sentido y la historia conceptual del nacionalismo, y con la participación de un grupo muy representativo de intelectuales peruanos comprometidos con el destino de la universidad en nuestro país, el Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) organizó en el año 2011 un coloquio interdisciplinario de Humanidades dedicado al tema «Universidad y nación». Son los resultados de esa discusión los que se ponen aquí a disposición del público.

No hace falta abundar en las razones que nos llevaron a elegir semejante tema de reflexión, pues se trata claramente de una demanda de nuestra sociedad. Actualmente, la universidad en general y la PUCP en particular, se hallan en el centro de la atención pública, sobre todo por el debate en curso acerca de cuál debería ser el modelo de universidad más adecuado para el desarrollo del Perú. Por ello, para hacer frente a esta demanda de la sociedad, el Consejo del Departamento de Humanidades de la PUCP opinó que lo que nos correspondía por nuestra condición académica era mostrar el aporte que nuestra casa de estudios, ya centenaria, había hecho y seguía haciendo a favor de la construcción de la nación peruana y convocar, de modo más general,

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a la opinión pública a discutir sobre la relación compleja que ha existido entre la universidad y la nación en el Perú. Nos animaba un propósito de largo aliento, a saber, el de expresar no solo con argumentos teóricos sino también con hechos históricos, cómo la PUCP ha contribuido de manera significativa a debatir sobre el sentido, los problemas y las perspectivas de futuro de nuestra precaria nación y a prestar en ello su cooperación práctica.

La cuestión de las relaciones entre la universidad y la nación ha tenido en el Perú, y en América en general, una relevancia muy grande. Benedict Anderson, en la contribución que nos ofrece en este volumen, afirma al respecto: «La América gobernada por el Imperio español sirve de arquetipo para la conexión entre universidad y nacionalismo». La relevancia se aprecia en dos sentidos: no solo en el papel que jugaron los debates académicos dentro de los fueros universitarios con el fin de generar una conciencia nacional en diversos momentos de nuestra historia, sino igualmente, y en sentido inverso, en el rol que jugó ocasionalmente la concepción de la identidad nacional para imprimir su sello a la organización de la educación superior. Sobre ambas dimensiones se encontrarán trabajos sugerentes en este volumen. Y ello es analizado en perspectivas temporales diversas: a lo largo del tiempo, en relaciones diacrónicas y sincrónicas, por medio del recurso continuo a utopías o a anacronismos. La complejidad de las relaciones entre la imagen de la nación y el ideal anhelado de universidad se halla exhibida ampliamente en la gama de las contribuciones aquí presentadas.

Como era previsible, se ha pasado revista a las cuestiones teóricas que vinculan el problema del surgimiento de una conciencia nacional con la existencia de un modelo específico de universidad, así como las que ponen en el primer plano la función que le compete a la universidad en la formación de la conciencia ciudadana de sus estudiantes. A la afirmación ya citada de Benedict Anderson sobre el rol paradigmático que le tocó jugar a las universidades de las colonias españolas en América, podría por cierto agregarse la peculiar constelación vivida

por la nación alemana en los inicios del romanticismo, de la que derivó una síntesis productiva, de considerables repercusiones mundiales, entre conciencia nacional y vida universitaria. De estos temas se ocupan principalmente los ensayos de Benedict Anderson, Salomón Lerner Febres y Ciro Alegría.

La referencia al rol que ha desempeñado la universidad en la historia específica de la nación peruana es, por cierto, una constante en los trabajos del libro. Pero algunos momentos de aquella historia han merecido una particular atención. Germán Peralta se concentra en el clima académico e intelectual que reinó al respecto en la generación del veinte (1920). Margarita Guerra hace lo propio en relación con las épocas de la Reconstrucción y la República Aristocrática. Y José Luis Rénique ofrece un sugerente análisis de los modelos de universidad y nación en la periferia surandina a lo largo del siglo XX. Son casos puntuales que no solo se dedican a explicar las circunstancias políticas particulares vividas en aquellos periodos, sino que muestran retrospectivamente las luces y sombras del proceso de gestación de la nación, y de sus raíces y proyecciones en la cultura universitaria.

Otro tanto cabría decir sobre las corrientes o movimientos pedagógicos a los que estuvo asociada la búsqueda de una identidad nacional. A través de ellos se muestra la relación esencial de interdependencia entre la política y la educación también en el Perú. Carmen Mc Evoy estudia con detenimiento la pedagogía republicana del Partido Civil. Antonio Zapata analiza el rol decisivo que desempeñó el indigenismo en la construcción de un ideal cívico y lo hace contrastando las posiciones de José María Arguedas y Luis E. Valcárcel. En una línea similar, Liliana Regalado nos presenta la obra de Franklin Pease en su dimensión estrictamente pedagógica, mostrando la relevancia que tuvo en su pensamiento la búsqueda de las raíces andinas de la nación peruana.

Una veta importante de la reflexión que nos ocupa sobre la identidad nacional y sus fuentes universitarias es, igualmente, el universo de los miembros que forman parte de ese colectivo, los derechos que les asisten

o las exclusiones de las que pueden ser víctimas. Y en el Perú, a lo largo de siglos, tanto la lengua como el género han sido causa de discriminación y han suscitado problemas de definición de las identidades. De las luchas de las mujeres en el Perú por reclamar su emancipación y su papel específico en la construcción de la nación, especialmente en el periodo de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se ocupan los trabajos de Francesca Denegri y María Emma Mannarelli. Por su parte, Carlos Garatea analiza las dificultades de reconocimiento que padeció el español «mestizo» de América y las fuentes de discriminación que de allí se derivaron. Es interesante anotar al respecto, como lo hace Benedict Anderson en su ya citado ensayo, que en muchos casos la experiencia vivida de discriminación por el uso de la lengua (el «mal hablado español» de los americanos) pasó a ser entre estos un rasgo constitutivo de la cohesión y la identidad nacionales.

La compleja pero ostensible trama de relaciones entre el poder político y la organización de la vida universitaria no podía estar ausente de esta discusión. Sobre ella se expresan tres autores que han desempeñado durante años un activo papel en la conducción de algunas universidades, dos de ellos desde la más alta autoridad. Enrique Bernales aborda la cuestión de manera más teórica, destacando los valores centrales que definen la identidad universitaria y que son causa o fuente de un tipo específico de poder. Manuel Burga nos presenta un cuadro panorámico de las relaciones entre la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Estado peruano a lo largo del siglo XX, mostrando el protagonismo que tuvieron algunos movimientos innovadores surgidos en su seno pero que fueron continuamente desatendidos, cuando no combatidos, por el Estado. Luego, Javier Sota Nadal, en la misma línea, analiza las relaciones conflictivas que suelen existir entre la universidad y el poder político, pero subrayando en el caso peruano la lamentable ausencia de una interacción constructiva (la «relación traicionada» entre ambas instancias).

Aunque en varios de los textos mencionados se puede apreciar un juicio sobre la materia forjado en la experiencia de la gestión universitaria,

nos pareció que debía convocarse de modo especial a algunos académicos de gran prestigio y larga trayectoria que pudieran exponer su concepción de las relaciones entre universidad y nación a modo de testimonio personal. Es así que contamos con la contribución de José Agustín de la Puente, experimentado y prestigioso profesor del Departamento de Humanidades de la PUCP, quien nos hace un recuento personalizado de la prolongada vinculación recíproca entre la nación peruana y nuestra casa de estudios. A su vez, Enrique González Carré, profesor y ex rector de la Universidad de Huamanga, nos traza la historia de esta universidad, desde su fundación como Real y Pontificia, hasta la etapa que le tocó vivir bajo la influencia del movimiento senderista. Por último, José Ignacio López Soria, ex rector de la Universidad Nacional de Ingeniería, evoca la historia de su universidad en el marco de una reflexión más teórica sobre la función del desarrollo científico y tecnológico en relación con los intereses del Estado-nación.

Cierran el volumen la serie de discursos que fueron pronunciados con motivo del otorgamiento del doctorado honoris causa a Benedict Anderson. También allí este profesor nos ofrece una sugerente reflexión sobre el tema del nacionalismo a través de su discurso de agradecimiento intitulado «¿Por qué consideramos bueno a nuestro país?».

La coordinación general del coloquio así como de la edición del presente volumen ha estado a cargo de los profesores Miguel Giusti, jefe del Departamento de Humanidades, y Rafael Sánchez-Concha, en representación de la sección de Historia. Estuvieron asistidos por un comité organizador compuesto por los profesores Ciro Alegría, Francesca Denegri, Iván Hinojosa, Pablo Quintanilla y José de la Puente Brunke, con el apoyo de Bárbara Bettocchi. A todos ellos, así como a las personas que nos brindaron de diversas formas su colaboración para hacer posible el coloquio y la publicación, les expresamos nuestro agradecimiento, de modo especial a Alexandra Alván, quien se hizo cargo con mucho esmero de la edición de los textos. Pero nuestra gratitud se debe, sobre todo, como es obvio, a los participantes en el debate, que son los verdaderos autores del libro.

Ponemos este volumen a disposición del público con la idea de contribuir a la reflexión que se está llevando a cabo en nuestro país sobre el papel que le corresponde jugar a la universidad y con la voluntad de preservar la autonomía, la creatividad y la solidaridad en el ejercicio de la vida universitaria como los medios más eficaces a nuestro alcance para cultivar la identidad nacional.

Los editores

La universidad y la construcción de la nación

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