Hay amores… ¡¡¡Ay, amores!!!
Hoy nos llegan ecos de antiguos amores, de amores divinos y amores humanos, amores que traen la dicha y que traen el sufrimiento, correspondidos unos y rechazados otros.
He aqu铆 algunos de ellos, narrados con la inspiraci贸n de las musas.
Orfeo y EurĂdice
Orfeo, maravilloso músico que con los acordes de su lira amansaba a las fieras y conmovía a las piedras, se casa enamorado de la bella Eurídice. Pero una víbora acaba con la vida de su esposa y, tal es su desesperación, que va hasta el mismísimo Hades en su busca. Allí conmueve a la reina de los muertos, que deja que Eurídice vaya detrás de su esposo hasta alcanzar el luminoso día. Pero Orfeo, preso del ansia por contemplarla, se vuelve a mirarla antes de salir de las sombras y …. Eurídice se convierte en columna de humo con la que se esfuman todas las esperanzas de este desdichado amante, que acaba sus días de una forma terrible.
PĂramo y Tisbe
En la exótica Babilonia, habitan en dos casas contiguas los jóvenes Píramo y Tisbe, que crecen amándose en secreto pues sus familias son enemigas mortales. Una grieta en la pared medianera permite la comunicación de los amantes, que urden una escapada conjunta y para ello se citan junto a un antiguo mausoleo a la salida de la ciudad. Pero los hados terribles hacen que una leona asuste a Tisbe, la primera en llegar, que se esconde en una cueva cercana. Al llegar Píramo y ver el velo que Tisbe había perdido en su huída manchado de sangre, la cree muerta, y se quita la vida. Cuando su amada lo encuentra, se suicida a su vez.
Baucis y Filem贸n
El anciano matrimonio formado por Baucis y Filemón acogió en su hogar muy hospitalariamente a unos mendigos extranjeros que resultaron ser los dioses Júpiter y Mercurio. Como premio a su hospitalidad el rey de los dioses les concedió su deseo: seguir viviendo juntos hasta el final de sus días y aún después, transformados en roble y tilo, seguir entrelazando sus ramas para siempre jamás.
Eros y Psique
Afrodita, celosa de la belleza de Psique, envía a Eros a dispararle una flecha que la haga enamorarse del hombre más ruin que encontrase, pero el dios se enamora de Psique y la lleva a su palacio. Por miedo a la diosa, Eros solo visita a su amada en la oscuridad, impidiéndole saber quién es en realidad. Pero Psique, influida por sus envidiosas hermanas, averigua la identidad de su amado y este, decepcionado, la abandona. Para recuperar su amor, Psique debe hacer cuatro trabajos casi imposibles para una mortal, pero los realiza, y, tras ser salvada del sueño eterno por su amado, ambos se casan y Psique consigue la inmortalidad.
Perseo y Andr贸meda
Andrómeda es encadenada en un acantilado para ser devorada por el monstruo marino Cetus, pues su madre, la reina Casiopea, había ofendido a Neptuno y esa era la única forma de aplacar la ira del dios. El héroe Perseo, tras vencer a Medusa, libera a la bella joven acabando con Cetus. Pero el padre de Andrómeda no quiere cumplir la promesa hecha a Perseo de entregarle la mano de su hija y este usa la cabeza cortada de la Gorgona para convertir en piedra al antiguo prometido de Andrómeda y a los que se oponían a la boda. Esta se celebra por fin, viviendo la pareja feliz muchos años y convirtiéndose a su muerte en sendas constelaciones.
Atalanta e Hipomenes
Atalanta, abandonada, es criada por una osa en el bosque. Cuando se hace una mujer y su padre la encuentra, quiere casarla, pero no es lo que ella quiere: declara que solo se casará con quien la venza en una carrera. Veloz corredora, siempre gana a los pretendientes. Pero un día el joven Hipomenes pide la ayuda de Venus para vencer a la muchacha y esta le da tres manzanas de oro que él va arrojando para que Atalanta se detenga a recogerlas, perdiendo así la carrera. Se casan y son felices, pero Venus, enfadada porque Hipomenes no ha sido agradecido, los convierte en leones, que arrastrarán el carro de la diosa Cibeles.
Dafne y Apolo
Apolo, gran arquero, se burla del niño Cupido, cuando este practica con sus flechas. Así que, para vengarse, el muy travieso le lanza una flecha de oro al dios y otra de plomo a Dafne, una hija de un dios del río. Con esto, Apolo queda perdidamente enamorado de la muchacha y quiere hacerla suya a toda costa, pero ella huye con pánico atroz. Cuando el dios está a punto de alcanzarla, Dafne pide ayuda a su padre, que la convierte en un laurel. Apolo decide que este árbol será su símbolo. Por eso, desde entonces, los vencedores en los certámenes poéticos y los generales triunfantes ciñen sus sienes con los laureles de la victoria.
Nuestros inspirados narradores:
Orfeo y Eurídice : Jorge Píramo y Tisbe : Aitana Baucis y Filemón : Andrea Eros y Psique : Lua Perseo y Andrómeda : María Atalanta e Hipomenes : Lorien Dafne y Apolo : Nerea IES Jerónimo González Febrero de 2016