Misioneras de la Divina Revelaciòn

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PREFACIO Dios nos Bendiga y la Virgen nos Proteja Muchas veces hemos escuchado esta historia de Bruno Cornacchiola, sin cansarnos nunca. Es una historia que envuelve la mente, el corazón y todo nuestro ser, porque de ella transpira el Amor infiníto que Dios alimenta por cada una de sus creaturas. El Señor, es el Buen Pastor, que deja las noventa y nueve ovejas en el redil, para ir a buscar a la que se le ha perdido (Mt. 18, 12-14) y no esta en paz, hasta que la encuentra. Así lo hizo con Bruno Cornacchiola, sirviéndose de la mediación de su Madre, la Virgen de la Revelación, y así ha hecho y sigue haciendo con cada uno de nosotros llamándonos a la conversión. De hecho cada vez que la Virgen aparece, no lo hace solo para convertir al vidente, si no, para dejar un mensaje a toda la humanidad, cada hombre es su hijo y Ella, como nuestra Madre, nos cuida en nuestro peregrinar por el mundo, nos conduce amorosamente, en medio de los peligros, hasta llegar a la “Patria Celestial”. La alegria que nosotras hemos probado escuchando esta historia, queremos compartirla con ustedes que leen, con el fin que el mensaje que la Virgen María nos ha dejado, pueda acercar a tantos corazones lejanos de Dios y de Su Iglesia. Las Misioneras de la Divina Revelación


La familia Cornacchiola en 1947, de la izquierda hacia la derecha: Iolanda Lo Gatto, Carlo, Isola, Bruno Cornacchiola y el pequeño Gianfranco.

Roma 12 de abril de 1947, sábado después de Pascua Un día de primavera, en el cual la vida parecía acomodarse después de los horrores de la guerra. En la estación “Ostiense”, Bruno Cornacchiola (19132001), trabajador del tren en Roma, de 34 años, junto con sus tres hijos, Isola de 10 años, Carlo de 7 y Gianfranco de 4 años, habiéndo perdído el tren para ir a “Lido, Ostia”, decide dirigirse a la calle Laurentina, en las Tres Fuentes, lugar famoso por el “Martírio de San Paolo” y por el chocolate de los Monjes del orden Trappista. Bruno, estaba en busca de un lugar tranquilo para pre-


parar un discurso que debía presentar al día siguiente, con el tema: “María no es siempre Virgen, ni Inmaculada”. Es la ocasión para convertirse en Pastor Adventista (Lider Protestante) y rescatar el pasado que había transcurrido en la miseria y en la ignorancia, también religiosa. El se convirtio en un obstinado enemígo de la Iglesia Católica durante la Guerra Civil en España (1936-1939) donde fue convencido por un militar alemán, simpatizante de Lutero, a aceptar el protestantismo. Cegado por el odio, en Toledo, España, compró un puñal, para matar al Papa. Y regresando a casa, le impuso a su esposa Iolanda de seguirlo en el protestantismo. Ella acepta después de haber hecho el intento de convencerlo de lo contrario, pidiéndole como última esperanza de hacer la práctica de la oración dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, los nueve primeros viernes de mes. Bruno, sentado abajo de un eucalipto, hojea la Biblia y empieza a tomar notas, miestras tanto, los hijos juegan con una

La Gruta al tiempo de la Aparición


pelota, en este terreno lleno de árboles, donde se encuentra una cueva escarbada en una roca, oscura y maloliente.

La Bella Señora... Bruno estaba escribiendo, cuando las voces de los hijos lo interrumpen: “¡Papa, hemos perdido la pelota!”. Inicia la búsqueda de la pelota, pero sus hijos caen de rodillas, uno después del otro delante de la gruta oscura, con las manos juntas repitiendo: “Bella Señora, Bella Señora...” Bruno no logra moverlos y asustado, grita: “¡Dios, salvanos tu!”. Un velo cae de sus ojos y también él ve a la “Bella Señora”, apoyando los pies descalsos en un block de piedra de la gruta. Ella tiene una mirada maternal, los cabellos negros cubiértos de un largo manto color hierba del prado de primavera; el vestido blanDon Albino Frosi, el sacerdote que respondió co candido y en la a Bruno: “Ave maria, hijo mio” y Don Gilberto Carniel con la dedicación: cintura una faja “A Bruno Cornacchiola” rosa.


Le habla a Bruno con una voz suave y se presenta: “Soy la Virgen de la Revelación. Tú me persigues ahora basta. Regresa al redil santo. (la Iglesia Católica)...”. El Celestial encuentro duró más o menos una hora, y enciérra un mensaje de entregarle personalmente al Papa. La Madre de Dios, en la mano derecha sostiene un libro color ceniza: es la Sagrada Escritura, y con la mano izquierda señala una sotana negra de sacerdote que está en el suelo, junto a una cruz quebrada. La visión desaparece lentamente, María, con una expresión sonriente da dos pasos y se va, dirigiéndose hacia San Pedro y mientras tanto un dulce perfume invade la gruta.

El primer lazo entre el cielo y la tierra La Virgen para darle la certeza a Bruno, que la aparición era verdadera, le da un signo: Bruno debe buscar un sacerdote, que al momento de decirle: “Padre, ¿podemos hablar?”, èl le debe responder: “Ave Maria hijo mío, ¿qué necesitas?”. María le indica al vidente y, a través de él a todos nosotros, que el regresar a Dios, inicia a través del sacerdote, que es el primer lazo entre la tierra y el cielo: Él cuando celebra la Santa Misa, nos une a la liturgia del cielo, anticipándonos la vida eterna, cuando Dios será todo en todos. (Catecismo de la Iglesia Católica No. 1326). Bruno, del 12 al 28 de abril, busca desesperadamente el sacerdote que le ha indicado la


5 de octubre 1947 la estatua de la Virgen es transportada desde San Pedro hasta las Tres Fuentes

Virgen, haciendo oración de noche y suplicándole a la Bella Señora de ayudarlo. Su esposa Iolanda, le aconseja como último intento, de ir a la Parroquia de Todos los Santos, a la cual pertenecían: en la sacristía, escondiéndose para no darse a conocer, Bruno, jala del alba a un sacerdote, diciéndole: “Padre, ¿podemos hablar?...”, el padre Frosi, responde: “Ave Maria hijo mio”: ¡esta es la confirmación que esperaba! El padre Frosi, le indica de ir con otro sacerdote, padre Gilberto Carniel, que es quien se ocupó de la formación religiosa de Bruno y de su esposa, hásta el día 7 de mayo de 1947,


día en que la familia Cornacchiola, regresó formalmente a la Iglesia Católica.

Los milagros de la tierra de la Gruta A finales del mes de mayo, la prensa hablaba de los hechos. Y muchos devotos llegaban a la Gruta, donde se siente la preséncia de la Madre de Misericordia, muchísimos son los milagros y tantísimas las personas convertidas. María le dijo a Bruno: “Yo convertiré a los mas obstinados, con los milagros que haré con esta tierra de pecado”. Como lo es el agua de la piscina en Lourdes, Francia, así la tierra de la Gruta de las Tres Fuentes, santificada por la presencia de María, por medio de nuestra fe hará prodigios. Junio de 1947, primera curación: Carlo Mancuso, cayó en el hueco de un elevador, presentaba graves fracturas en todo el cuerpo. Con la tierra de la gruta, vuelve a caminar, no obstante que en las radiografías se presentaban todavía las fracturas. Verano de 1947: un militar de Nápoles, internado en un hospital de Roma, se curó de un tumor en el cerebro. El 5 de octubre de 1947, fiesta de la Virgen del Rosario, la estatua de la Virgen de la Revelación, es transportada a la plaza de San Pedro y bendecida por el Papa Pio XII. En medio de un gran silencio, los devotos brindan honores a la Virgen


del manto verde, entre los cuales las personas de los milagros. Después, la estatua fue transportada en una Carroza Real “Berlina” tirada por seis caballos blancos, pasando por todo el centro de Roma y los Foros Romanos, hasta llegar a su morada: La Gruta de las Tres Fuentes.

Un puñal para Papa Pio XII

9 de diciembre de 1949, Cornacchiola entrega el puñal a Pio XII

El 9 de diciembre de 1949, al final del Santo Rosario, recitado por los trabajadores del Tren Romano en su capilla privada, el Papa Pio XII pregunta: “¿Alguno de ustedes quiere hablar conmigo?” Bruno da un paso adelante e hin-


Foto del puñal y de la Biblia de edición protestante. En la Biblia protestante el programa de Bruno: “Esta será la muerte de la Iglesia con el Papa por delante”.

candose, le pide perdón, por haber tenido la intención de matarlo: le entrega la Biblia de edición protestante, junto con el puñal, en el cual sobre el mango había escrito: “Muerte al papa”. El Papa, le responde con un gesto sonriente: “Querido hijo, haciendo eso, no habrías hecho otra cosa que dar un nuevo mártir y un nuevo Papa a la Iglesia”.

La confirmación de la Iglesia El 1 de mayo de 1946, el Papa Pio XII, en la carta “Deipares Virginis Maríae”, invíta a los obispos y al pueblo de Dios a “Elevar insistentes oraciónes a Dios, con el fin de que muestre claramente... los designios de su siempre adorable bon-


dad”, respecto a la posibilidad de definir como Dogma de Fe, la Asunción en cuerpo y alma de la Bienaventurada Virgen. Y como confirmación al trabajo de los teológos, el 12 de abril, María le dice a Bruno: “Mi cuerpo no podia corromperse y no se corrompió... por mi Hijo y por los ángeles fuí llevada al cielo”. Y así la Virgen María donó su celestial confirmación a la solicitud del Papa. El 1 de noviembre de 1950, el Papa Pio XII, proclama el dogma de la Asunción al Cielo de María: para nosotros los hombres, esta es la certeza que “nuéstro cuerpo mortal, será revestido de inmortalidad” (1 Cor. 15,54)

El Mensaje de la Virgen de la Revelación Soy aquella que esta en la Trinidad Divina. La Virgen María, nos recuerda que Ella está intimamente legada a la Santísima Trinidad: Ella es la Hija del Padre, la Madre del Hijo y la Esposa del Espíritu Santo. “Dios Espíritu Santo que era estéril en Dios, es decir, que no producía ninguna otra persona divina, se hizo fecundo por medio de María, a la que hizo su esposa. Con Ella, en Ella y de Ella formó su obra maestra, que es un Dios hecho hombre, y sigue formando todos los días, y continuarà hasta el fin del mundo, a los predestinados y miembros de tan augusta y adorable Cabeza. Por eso, cuanto más vea en un alma a María, su querida e indiso-


luble Esposa, tanto màs querrà actuar con su omnipotencia para formar a Jesucristo en dicha alma y a ésta en Jesucristo”. (S. Luis Maria Grignon De Monfort: Tratado de la verdadera devoción a la Santisima Virgen n. 20). Soy la Virgen de la Revelación. María está en la Revelación Divina, o sea, de Ella y de sus privilegios se habla en toda la Sagrada Escritura, interpretada según el Magisterio de la Iglesia. Sin el Magisterio de la Iglesia, de hecho, se corre el riésgo de dar una interpretación subjetiva de la Palabra de Dios y de utilizárla “para el própio uso y consumo”, para avalar las própias idéas, como quería hacer el señor Cornacchiola.


Tu me persigues, ahora basta, regresa al redil santo, corte celestial en tierra... obedece a la autoridad del Papa... regresa a la fuente pura del Evangelio. La Virgen a través de Bruno, exhorta a todos aquellos que están fuera de la Iglesia (redil santo), a entrar o regresar, ya que fue fundada por Jesucristo, en Pedro y los Apóstoles. Y es Sacramento universal de salvación para toda la humanidad. María, nos invita a regresar a la fuente pura del Evangelio, que se encuentra solo en el Magisterio viviente de la Iglesia, o sea, en el Santo Padre y en los Obispos que están en comunión con él. La verdadera Iglesia de mi Hijo está fundada sobre los tres blancos Amores: la Eucaristía, la Inmaculada y el Santo Padre. Son los puntos calificados de la Fe Católica. Son parte del tesoro de la Iglesia. La Virgen de la Revelación desea que sean particularmente mencionados, conocidos y vividos por todos, con empeño constante, porque esta verdad de salvación siempre combatida en el mundo, lo será aún más en el futuro. “Esta es la verdadera Iglesia” Bruno insiste, “la Iglesia vive de Jesús en la Eucaristía, que reconoce en María Inmaculada la Madre amadísima, que obedece y defiende la “Santidad del Padre”. “Amemos al Papa”, concluye, “y vivimos esta unidad de amor y obediencia con Pedro”. Quién no quiere vivirla se opone a la voluntad de Cristo que quiere que los suyos sean “perfectos en la unidad”.


Los nueve primeros viernes del Sagrado Corazón de Jesús, promesa divina, te han salvado. La esposa de Bruno, Iolanda, continuamente maltratada porque no quería dejar la Iglesia Católica y aceptar el protestantismo, hace, como última esperanza, una petición a su marido: prácticar la devoción de los nueve primeros viernes del mes. Ella espera y pide por la conversión de Bruno. Este acepta y recibe nueve veces, sin la confesión, cada primer viernes del mes, la Eucaristía. Sin embargo, cuando termina la práctica piadosa, Bruno no cambia de opinión y por lo tanto fracasada la prueba, Iolanda abraza el protestantismo. Pero el Señor mantiene la promesa legada a la práctica piadosa de los nueve primeros viernes, encomendada a Santa Margarita María Alacoque, y la Virgen de la Revelación la confirma a Bruno en la aparición, diciendo: “Los nueve primeros viernes del Sagrado Corazón, la promesa divina, te han salvado”. Mi Cuerpo no podía corromperse y no se corrompió... por mi Hijo y por los Ángeles fui llevada al Cielo. La Virgen de la Revelación, anticipó la definición del dogma de la “Asunción”, que luego proclamó el Papa Pio XII, el 1 de noviembre de 1950. María vivió con Jesús la similitud de la cruz, pero también la muerte, siéndo asunta al Cielo en Cuerpo y Alma. Del Catecismo de la Iglesia Catolica n. 966 “Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue


asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte” (Lg 59; cf. Pío XII, Const. apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos”. Hacer mucha oración y rezar el Santo Rosario, por la conversión de los pecadores, de los incrédulos y por la unidad de los cristianos. Resuenan mucho estas palabras de María.

Foto del Santuario actual


“Rezando el Santo Rosario, el fiel no escapa de los problemas del mundo, sino que los ve con ojos de responsabilidad y de generosidad, confiando plenamente en la intervención divina, porque solo Dios puede tocar los corazones de los hombres y darles la verdadera Paz”. (Juan Pablo II, Rosarium Verginis Mariae 16/10/2002). Sean misioneros de la Palabra de Verdad: De esta invitación las Misioneras de la Divina Revelación reciben el impulso para su misiónariedad basada en la firme voluntad de servir a Jesucristo en la Iglesia Católica.

El Pensamiento de la Iglesia Para comprender el procedimiento de la Iglesia respecto a las revelaciónes privadas, recordamos las palabras del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, en una estrevista que le concedió a Vittorio Messori y publicada después en un libro titulado “Rapporto sulla Fede”. De esta manera se expresa el Cardenal: “Ningúna aparición es indispensable a la fe, la revelación se completó con Jesucristo. El mismo es la Revelación. Pero no podemos impedirle a Dios de hablar a este nuestro tiempo, a través de personas sencillas y por medio de signos extraordinarios, que dejen ver lo insuficiente que son las culturas que nos dominan, enmascarado de racionalismo y de positivismo.


Las apariciones que la Iglesia ha aprobado oficialmente, tienen un puesto preciso en el desarrollo de la vida de la Iglesia en el último siglo. Muestran entre otras cosas que la Revelación, además de ser única, concluida y por lo tanto insuperable, no es una cosa muerta esta viva y vital. Por lo demás, uno de los signos de nuestro tiempo, es la manifestación de las “Apariciónes Marianas” que se están multiplicándo en el mundo...” Continua diciendo el Cardinal Ratzinger, “Uno de nues-


tros criterios es separar el aspecto de la verdadera o presunta “sobrenaturalidad” de la aparición, del aspecto de sus frutos espirituales. Las antiguas peregrinaciones de la Cristiandad se dirigían a lugares, que a propósito de nuestro espíritu crítico de modernos, sería de algúna manera duboso respecto a la “verdad científica” de la tradición a la que está legada. Pero esto no quita que de aquellas peregrinaciones salieran frutos y beneficios importantes para la vida del pueblo cristiano.


El problema más bien es el de la valoración de la veracidad de la vida espiritual que se desarrolla al rededor de aquellos lugares. Como confirmación de esto se recuerda que los Monseñores de la Curia Romana le preguntaron al Papa Pio XII, que cosa deberían decidir acerca de los hechos de “Las Tres Fuentes”; El Santo Padre responde: ¿Pero qué cosa debemos decidir?, ¿Que no es una cosa de bien?, ¿Que no se hace oración?; Y entonces dejemos que la Virgen haga aquello que nosotros no sabemos hacer”. Es importante subrayar que respecto a las apariciones, llamadas revelaciones privadas, debe anunciarse por derecho al Obispo Diocesano, que en la diócesis de Roma, es el Santo Padre. Ahora, se entiende fácilmente, que el Papa, no puede comprometer la autoridad del propio magisterio respecto a las revelaciones privadas, a menos que no delegue la responsabilidad. Al respecto tenemos ya un precedente con referencia a las apariciones de la Virgen María a Alphonse Ratisbonne en la Iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, donde el Vicariato de Roma la aprobó en 1842. Recordamos entonces los pasos héchos por el Vicáriato de Roma, con relación a la historia de la Virgen de la Revelación en las Tres Fuentes: • En 1956, el Vicariato de Roma, confía el cuidado de la Gruta a los Frailes Menores Conventuales, a los cuales ya se les había encargado en 1955 la Parroquia de los


Santos Pedro y Paulo, que se encontraba cerca de la Gruta. • En 1982, se constituyó un comité, con sede en el Vicariato de Roma, con el fin de reunir fondos para la costrucción de un Santuario. Como presidente del comité eligieron a Monseñor Pietro Bianchi; y como primer paso se construyé un altar para la celebración de la Santa Misa, en la capilla de frente a la Gruta. • En 1987, el 12 de abril, con ocasión del 40 aniversario de la Aparición, el Cardenal Vicario Hugo Poletti, visita la gruta y preside la solemne celebración de la Santa Misa. • En 1993, el Vicariato de Roma compró a la Institución EUR el terreno donde esta situada la Gruta, para la construcción de un futuro Santuario. • En 1997, con ocasión del 50 aniversario, preside la ceremonia el Obispo Auxiliar del Vicariato de Roma S. Exc. Mons. Cesare Nosiglia. • En 1997, el Santo Padre Juan Pablo II aprobó la denominación del Santuario como “Santa Maria del Tercer milenio en las Tres Fuentes”. • En el 2001, el 11 de febrero el Cardenal Vicario Camil-


lo Ruini, aprobó los Estatutos de las Misioneras de la Divina Revelación Recordamos sobre este argumento el testimonio del Cardenal Vicario de Roma Hugo Poletti. Refiriéndose a las apariciónes de las Tres Fuentes, decía: «Habitualemente se pregunta: “¿y hay un reconocimiento oficial de la Iglesia?”. Este no es un problema. No es tanto el problema de un reconociemiento oficial, si no el evento que en sí contiene un mensaje, un valor, un significado. “Dios se complace”, continua el Cardenal Vicario, muchas veces directamente, u otras a travéz de su Madre, de abrir lugares de encuentro para la humanidad que sufre, con Él y con su amor. Éste es uno de esos lugares. De esta manera se abre una surgente de gracias en las Tres Fuentes, precisamente en la Gruta de la Aparición. Esto es importante. Estoy contento de decir estas cosas y con esto dar gracias a Dios por la bondad de haberse aparecido aquí, a la entrada de Roma, en un lugar rodeado de mundanidad, y ha querido abrir una surgente de sus gracias y de su amor, honrando y glorificando a su Madre. Estoy contento de hacer este testimónio y deseo que muchos reflexionen y busquen a Dios, no en el clamor, si no en el amor, en la bondad, en su misericordia, siempre por medio de María, a la cual el Señor Dios, en Jesús el Divino Salvador, le confió la tarea de abrir la Revelación a los ojos cerrados de tantos hombres que no quieren creer. Es este el valor y el significado del Santuario de las Tres Fuentes, la Virgen de la Revelación.»


Un Tesoro en la Gruta... Madre Prisca (1922-1998) entró en esta historia en silencio; fué la primera mujer que acogió el tesoro de la Virgen de la Revelación y, progresivamente en su vida simple de cada día, donó toda su vida. Concetta Mormina, en religión Madre Prisca, nació en Scicli (Ragusa) el 18 de abril 1922 y murió en Roma el 1 de junio de 1998. Hasta los 18 años vivió en África, en Bengasi. En 1941 regresó a Italia como refugiada y se instaló con su madre en su ciudad de origen; su único hermano fue a buscar fortuna en Argentina. En Scicli recibió la tarea de parte de la Acción Católica de ocuparse de la Asociación de los ciegos (1946-1948), misión a la que se de-


dicó en cuerpo y alma, inspirada y motivada por un intenso celo apostólico. En 1948, en la reunión de las mujeres católicas con el Papa Pío XII, de feliz memoria, fue a Roma y conoció la historia de la Virgen de la Revelación, en las Tres Fuentes. Íntimamente atraída de esta historia, decidió trasladarse a Roma con su madre (su padre había muerto de cáncer), viviendo en condiciones muy pobres. Para mantenerse, trabajó en una lavandería administrada por un grupo de religiosas laicas que fue el núcleo del Movimiento Pro Sanctitate, fundado por el obispo William Giaquinta, quien se convertirá en su confesor y guía espiritual. En el 1954, fundó con Bruno Cornacchiola una asociación de catequesis de la cual será la presidente hasta el final de su vida. Las dificultades del comienzo, la desaniman, pero el encuentro con el hombre que se convertirá en san Juan Calabria, en agosto del 1954, la empujó para seguir


adelante sin detenerse. Madre Prisca fue una mujer sencilla, humilde, devota, y sobre todo materna, caracterizada por un profundo amor por la Eucaristía, la Virgen María, la Palabra de Dios, el Sacerdocio ordenado, y de una intensa vida de oración. En particular, el amor por María y el deseo de imitarla, han marcado toda su vida, que ha sido un constante “custodiar y meditar” la Palabra de Dios. Consciente de su falta de educación, amaba llamarse “la burrita del Señor”, en referencia a la burra del profeta Balaam. Amaba el apostolado y realizaba su misión en donde quiera que se encontraba, impulsada por las palabras de Jesús: “Si tu conocieras el don de Dios ...” (Jn 4:10). Consumió todas sus energías, sin ahorrar nada, con un gran deseo misionero en constante crecimiento y madurando cada vez más profundamente el deseo de un proyecto de Vida Consagrada así como la entiende nuestra Santa Madre Iglesia. Después de su piadoso transito, su proyecto se convierte en realidad Y sobre el surco trazado por ella, sus primeras hermanas se convirtieron en la primera semilla de las Misioneras de la Divina Revelación. Su ejemplo maravilloso de donación y amor para todos ha sido y será siempre para nosotras una guía segura para conducir las almas al amor a la Iglesia Católica. “Custodien y conserven en el corazón, como la Virgen María, todo lo que la Iglesia ha enseñado y enseña. Es con María, Madre de la Iglesia, que lograrán cada emprendimiento!” Madre Prisca


Oración a Madre Prisca ¡Oh Señor! Tú que en Madre Prisca, ardiente misionera de la doctrina católica, te has dignado reflejar Tus rayos de humildad, de obediencia, de caridad, concedenos, saber custodiar en nuestros corazones y saber difundir con celo apasionado Tu Palabra dando a conocer los “Tres Blancos Amores”: el Santísimo Sacramento, la Inmaculada y el Santo Padre, para así ser tambien nosotros Misioneros de la Divina Revelación en contenta comunión con la Santa Madre Iglesia y vivir siempre en el afectuoso “Todo Tuyo” con María Santísima, Virgen de la Revelación. Amén.

Con aprobación eclesiástica


Las Misioneras de la Divina Revelación Después de una larga experiencia de consagración laical con Madre Prisca, realizamos con plena y total dedicación su proyecto que se requiere en la vida consagrada así como lo quiere la Santa Madre Iglesia. La aprobación Diocesana ha sido firmada por el Cardenal Ruini, el 11 de febrero de 2001. Con nuestro nombre Misioneras de la Divina Revelación, queremos expresar nuestro carisma fundado en el amor apasionado por la palabra de Dios y los “Tres Blanco Amores”, como los ha llamádo la Virgen de la Revelación: la Eucaristia, la Inmaculada, y el Papa, que deseamos dar a conocer y a amar a través de una catequesis, en absoluta comunión con las enseñanzas de la Iglesia.


“Las Misioneras de la Divina Revelación se sienten Apóstoles del misterio de la Iglesia: piensan como piensa la Iglesia de siempre, aman como ama la Iglesia de siempre, quieren lo que quierela Iglesia de siempre” (de la Regla de Vida). Nuestro apostolado desea formar el pueblo de Dios a una auténtica vida cristiana en la vida de la Iglesia mediante la catequesis parroquial en las familias, en las misiones populares y a través de “catequesis con arte”. Somos las guías oficiales de la Basílica de San Pedro y de los Museos Vaticanos donde realizamos itinerarios de “Arte y Fe”. Estamos presentes en la Basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa, Iglesia Madre de Roma y de todas las Iglesias en el mundo.


Los colores de nuestro hábito, son aquellos con los cuales se presenta la Virgen de la Revelación: el Verde, que indica a Dios Padre Creador, el Blanco, que representa Dios Hijo Redentor, el Rosa, que simbolíza el Espíritu Santo Santificador. De este modo motivamos siempre la mente y el corazón, para que sea siempre Dios el centro de toda nuestra vida, porque Él es nuestro único y verdadero bién y nuestro último fin. Nos saludamos con el saludo de la paz, que ha querído la Virgen de la Revelación: “Dios nos bendíga y la Virgen nos proteja”. Es una invocación fiel, válida para todo el tiempo y cinrcunstancia y se la dirigimos a todos. Esto nos une como hijos de Dios, además de que nos deja


en el corazón un profundo sentído de paz. Hemos renunciado a todo, pero no a amar, antes bien, precisamente porque estamos libres de todo lazo terreno, podemos dedicarnos totalmente a los demás. El Señor nos acompañe en nuestro camino, para poder cumplír siémpre su voluntad, bajo la materna protección de María Virgen de la Revelación.


Breve oraciòn a la Virgen de la Revelaciòn Para obtener cualquier gracia Virgen Santisima de la Revelaciòn, que estàs en la Trinidad Divina, te rogamos que dirijas tu mirada misericordiosa y benigna hacia nosotros. Marìa, Tù que eres nuestra poderosa abogada ante Dios, que con esa tierra de la gruta obtienes gracias y milagros para la converción de los incredulos y de los pecadores. Haz que obtengamos de tu Hijo Jesùs, junto con la salvaciòn del alma, la salud del cuerpo y las gracias que necesitamos. (cada uno pida la gracia que desea de la Virgen). Concede a la Iglesia y al Santo Padre, el Romano Pontifice, el gozo de contemplar la conversiòn de sus enemigos, la difusiòn del Reino de Dios por toda la tierra, la unidad de los creyentes en Cristo y la paz de las naciones, para que podamos amarte, y servirte mejor en esta vida y merecer un dìa gozar y darte gracias eternamente en el cielo. Amèn Tres Aves Marìa Nihil Obstat † Hilario, Obispo


Dios nos bendíga Y la Virgen nos proteja

Para mayor información, para organizar una Misión Parroquial o una visita guiada de “Arte y Fe” en Roma, contáctanos:

Misioneras de la Divina Revelación Vie delle Vigne Nuove, 459 00139 Roma Tel-Fax. +39 06 872 011 59 www.divinarivelazione.org missionarie@divinarivelazione.org


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