Quechultenango: Artesanías: Las artesanías más sobresalientes del municipio son la elaboración de máscaras de madera, así como muebles de madera en los cuales se tallan figuras de animales, de yeso, así como canastas, chiquigüites, tortilleros y algunas otras realizadas con otate y carrizo. Nació como una actividad individual donde manos diestras tejían la palma y se cocía a mano en sus orígenes con ixtle, el sombrero revolucionario, de donde tuvo su origen el sombrero calentano ya sin el “pico”. “Un fraile llegado de España es asignado a la región de Tierra Caliente, y el cómo europeo y conocedor del sombrero, induce a los nativos al tejido de la palma, a la elaboración de sombreros para protegerse del sol.” Esto floreció en Churumuco, Michoacán, donde se produjeron los primeros sombreros que comercializaban en Huetamo, Michoacán. En la región calentana, uno de los municipios productores del sombrero de palma es Tlapehuala, lugar donde sigue floreciendo una pujante industria sombrerera que no sólo ha sabido mantenerse, sino que también ha seguido innovando los procesos productivos, tanto en calidad, acabados y ampliando las opciones de artesanías elaboradas a base de palma. El sombrero Calentano es un producto elaborado con la fibra natural de la palma real, artesanía que da identidad y personalidad a los habitantes de la región, un producto básico, de primera necesidad, que sirve para protegerse de los rayos del sol. Tomás Alaniz, con 18 años en la industria sombrerera, señala sin titubeo que todo aquel que visita Tlapehuala se enamora del sombrero, por su olor, textura y calidad. Los artesanos –dice- han sabido mejorar partes del proceso productivo, entre ellas las técnicas de elaboración, de refinamiento del tejido y del uso de los químicos, para ofrecer a los compradores nuevos y mejores modelos. Quizá para efecto de distinción, podamos dividir los tipos de sombreros en tres grandes clases: a) los cosidos con máquina; b) los extrafinos hechos a máquina con astilla; y c) los cosidos a mano, que son la obra cumbre de todo artesano costurero por su dificultad para crearlos. Sombrero calentano los hay en la región desde 50 hasta 300 pesos. Los extrafinos hechos a máquina con astilla pueden comprarse desde 350 hasta 800 pesos y los cosidos a mano, con astilla puedes conseguirlos desde mil pesos en adelante que pueden alcanzar los 15 mil, dependiendo la calidad, acabado y el número de vuelta que el comprador requiera.
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Dato: El costo se eleva cuando éste es cosido a mano y tiene más vueltas de las comunes. Pues resulta más duradero y fino. Hace apenas unas décadas – comenta Alaniz- sólo se hacían sombreros de astilla hechos a mano de 30, 40, 50 y 60 vueltas, pero hoy día encuentras de 100 a 120 vueltas, más finos. “El reto de esos sombreros es que entre más vuelta tiene, más fino es; ahorita nosotros tenemos un pequeño reto de hacer uno de 150 vueltas, ya tenemos un poquito más de dos años con ese proyecto; desgraciadamente no todo el año se dan las materias primas y no todo sale bueno, entonces hemos ido escogiendo material para ese sombrero, ojalá lo concretemos. Hemos comenzado a hacer la trenza, pero no hemos empezado, esperamos nos salga de esa calidad, pero más fino de lo que se ha llegado, creo que sí lo vamos a hacer”. ¿Cuáles son los modelos comerciales? Hay modelos que se han convertido en un ícono, por ejemplo, el sombrero cubano, catrín, indiana Jones, pachuco, que los puedes encontrar en una gran variedad de materiales; es un sombrero que no pasa de moda porque lo puedes usar con muchos tipos de ropa, vaquera, casual y sport. El sombrero calentano es curioso su mercado. Antes se hacía exclusivamente para la región de Tierra Caliente, ahorita ya hay estados que empiezan a conocer y usar, se han dado cuenta que es un sombrero de alta calidad. Incluso, se está convirtiendo en un ícono del estado de Guerrero. Ya lo empiezan a usar en el Estado de México, Morelos, en el DF, entre otros. Por ejemplo, hace poco fuimos a EU y cuál fue nuestra sorpresa que el sombrero calentano fue el que más se vendió, quizá sea en parte por las raíces que los calentanos aún mantiene con su tierra. Elaboración: Señoras de la región compran por docenas sus palmas, para después ripearlas y con ello elaborar las trenzas, las cuales se utilizarán para elaborar el sombrero.
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En esta imagen se observa a una señora ripeando su palma. En esta imagen se observa la trenza ya hecha, después de tejerla a mano. El material que se utiliza para todos los sombreros es el mismo. Lo que hace la diferencia en calidad es la laboriosidad o tejido más fino de la palma. Usamos palma real de la Sierra de Guerrero, e hilo de algodón crudo. Los acabados son en tostado intenso (o café oscuro, tostado ligero o color kaki y palma al natural, y algunos modelos en palma teñida. Proceso de fabricación: Empieza la elaboración del sombrero de Tlapehuala en los Palmares de Nuestro Estado de Guerrero, en la sierra madre del sur, en donde abunda esta palma (Sabal mexicano). Primero cortamos la “vela” palma sin abrir el abanico, donde los cortadores hábiles y expertos suben para cortar 3 o 4 “velas” a cada árbol, (El árbol no muere, solo se corta 4 hojas verdes de su copa), se pone a secar al sol, gracias a esto la palma toma su característico color beige. Una vez que la palma se torna color beige esta lista para “tranquearse” en manojos, que se llevan a Tlapehuala, donde expertas manos tejedoras herederas de ancestral tradición tejen magistralmente esta palma para crear 4 cintas o trenzas, ( de tres ripeos, de 4, de 7 y de 11), tradicionalmente llamados, “detre”, trenza de pico, trenza de7 y ribete respectivamente. Es aquí cuando la palma tejida retorna al taller para hacer la costura con hilo de algodón, o ixtle (henequén o pita) y fabricar el sombrero en bruto o en crudo que es la forma básica de donde partimos para fabricar los diferentes modelos de sombrero, dándoles forma y acabados distintos, usando resinas, blanqueadores, y presión aplicada con calor. Una vez terminado el sombrero sigue el adorno o decorado (muchas variantes y precios). Y en este punto tenemos el producto listo para ser usado. Roberto Ventura Pérez/Tlapehuala Sin lugar a dudas, el sombrero calentano es y ha sido por excelencia una de las prendas tradicionales imprescindible en la vida de los habitantes de Tierra Caliente, que al paso de los años se ha convertido en un distintivo de esa región guerrerense. Único en su tipo en todo el país, con características propias en las medidas, diseño, belleza, elegancia, una obra de arte que distingue a quien lo porta, donde quiera que éste se encuentre.
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En Tierra Caliente, Tlapehuala es el mayor productor de este artículo de primera necesidad, existe una enorme cantidad de productores dedicados a la elaboración del sombrero. Los productores se encargan de buscar, abrir espacios, mercados para exhibir y vender la producción. Romeo Francisco Flores, médico veterinario de profesión, sombrerero por tradición y propietario de la sombrerería de palma y astilla “Sami-Rom”, señala que el sombrero calentano es una prenda que forma parte de la indumentaria de los hombres y mujeres de la Tierra Caliente, porque engalana al calentano en México y en el extranjero, pero que sigue faltando difusión, apoyo económico y la elaboración de un padrón gubernamental de artesanos dedicados a la elaboración del sombrero de palma y astilla. En entrevista para PUEBLO, el joven artesano tlapehualense señala que la elaboración del sombrero sí es negocio, pero se debe saber ubicar espacios para su venta. Acaba de pasar la Muestra Artesanal Guerrero Flor y Color instalada en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, organizada por el Gobierno de Guerrero a través del DIF Estatal, ¿Te invitaron?, preguntamos. No. Las invitaciones llegan a Tlapehuala, pero las agarran otras personas que ya saben del manejo, que ya saben cuándo son las fechas y no me han invitado. En lo único que me ha ayudado el Gobierno del Estado es en proporcionarme un documento donde dice que soy artesano y eso porque hubo una petición a través del señor Gregorio Salgado, de parte de la Asociación de Hispanos Radicados en Chicago, Illinois, para que yo fuera a Estados Unidos y participara en un evento de promoción del sombrero calentano, como presidente de la Asociación de Sombrereros de Tierra Caliente. Las invitaciones llegan al ayuntamiento, donde está el departamento de Desarrollo Económico. Llegan y ahí distribuyen. Hay una regidora que las otorga, ella es una de las que ha participado mucho, se llama Elizabeth Santamaría. Las preferencias irregulares se han visto desde el trienio pasado. Elizabeth Santamaría y su esposo han ido a representar el sombrero de Tlapehuala. Son los mismos artesanos los que han acudido evento tras evento a los que organiza el Gobierno del Estado. Por ejemplo, en el evento que se hizo en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de México dijeron que una semana asistía un artesano y a la siguiente otro, pero eso no fue cierto, terminó vendiendo la misma persona, refiriéndose a Elizabeth Santamaría, artesana del sombrero y regidora municipal. Su misma familia lo comentó, uno de sus primos.
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A mí no me invitaron a la exposición del aeropuerto, la última semana debió estar Carlos Gutiérrez, de la Sombrerería La Asunción, pero no fue así, terminó Tomás Alanís, esposo de Elizabeth Santamaría, fingieron dejar a otra persona diciendo que era de otra sombrerería, cuando fue la misma. ¿Qué le diría al DIF estatal y al Gobierno del Estado, organizadores de la muestra? Les diría que se hiciera una relación, como la que no se da a conocer, para que el Gobierno del Estado nos avisara vía correo electrónico o dirección particular, que día debe asistirse y se nos hicieran partícipes reales de los apoyos. Los estímulos económicos sí llegan a Tlapehuala, pero sólo unos cuantos se los quedan. Yo fui uno de los primeros artesanos que di mis documentos porque había un apoyo para mi, me lo dijeron del ayuntamiento. Hay 125 mil pesos para que digas qué es lo que tú quieres, que cotices qué es lo que quieres y yo lo hice, pero nunca llegó nada, estoy esperando hasta la fecha, cuando a otros ya les ha llegado. Hay otras cuatro personas que hicieron lo mismo y no nos ha llegado nada. Tiene más de un año y medio que hice la solicitud, en ese entonces al presidente municipal Nelson Flores Peñaloza.
Concurso de sombrero calentano: Hace unos días Antonio Santamaría, propietario de la sombrerería Palmares de Guerrero, declaró al periódico Despertar del Sur que en el Primer Concurso Artesanal de Sombrero de Palma, organizado por el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, la secretaría de Desarrollo Económico y el ayuntamiento de Tlapehuala, celebrado el año pasado, se inscribieron piezas para concursar que no las hicieron los “artesanos” ganadores y que en este segunda edición debería de evitarse esas irregularidades. ¿Qué opinas de eso?, preguntamos. Sí, lo dijo Antonio Santamaría. Algunos nos dimos cuenta. En lo particular, yo que tengo años trabajando el sombrero no tengo una invitación escrita para participar en el segundo concurso. Nada de eso. Entre ellos se ha quedado. En el ayuntamiento municipal, en Desarrollo Económico determinan quién va a participar, sale una convocatoria cuando ya se sabe quiénes la ganaron y eso no se vale. ¿Ya está publicada la convocatoria para la segunda edición del concurso?
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Salió la nota en el periódico, pero no hemos visto la convocatoria hasta ahorita. Me estoy preparando, pero debemos esperar, el Gobierno del Estado debe poner más atención a este tipo de eventos, como cuando va a haber elecciones, para saber quién puede competir para desarrollar un trabajo de artesanía, aquí en este caso es lo mismo. Eso es lo que falta.
Sombrero de exportación: En forma reiterada, el artesano Romeo Francisco dice no haber recibido apoyo hasta ahora, sin embargo, afirma haber asistido a exposiciones de sombrero calentano en Estados Unidos de América, “pero a mí me ha costado todo, incluyendo los pasajes. Se ha vendido y que bueno. Me enorgullece que el sombrero calentano ya lo he traspasado legalmente a EU, cosa que nadie ha hecho. El sombrero calentano es el que más nos debe interesar”. ¿Qué tan cierto es que los artesanos de Tlapehuala venden sombrero crudo al empresario del sombrero de Huetamo, Michoacán? Sí, es cierto. Los productores de Huetamo lo exportan y lo dan a un precio demasiado alto. El mejor sombrero de Tlapehuala se va a Sahuayo, Michoacán, allá nada más le ponen el logotipo que es de ese lugar cuando en realidad se hace en Tlapehuala, donde se escoge la mejor palma para elaborar el sombrero calentano. La elaboración del sombrero sí es negocio, pero nosotros que no tenemos la oportunidad de asistir a todas las exposiciones a las que es invitado el gobierno estatal, estamos estancados. En mi caso, exportamos sombreros cocidos a mano, que es de una comunidad de Morelita y Tiringueo, pertenecientes a nuestro municipio. Los precios de los sombreros artesanales hechos a mano van de tres mil 500, cinco, siete mil y hasta 12 mil pesos. También hemos vendido uno de 25 mil, pesos que es un sombrero de 100 vueltas, cuya elaboración requiere de 15 días a 17 días. Los sombreros cocidos a máquina, teniendo el material, se pueden elaborar hasta 10 en un día y un sombrero cocido a mano no se hace en un día sino de seis días en adelante. Lo único que le pido al Gobierno del Estado es un apoyo económico, no para gastarlo, no para perderlo, sino para invertir en lo que queremos para poder producir más, para obtener una prensa, para tener hormas de aluminio, de las que se ordenan a San Francisco del Rincón, Guanajuato. Y esas cuestan de cinco mil pa’ arriba. Una planchadora cuesta 45 mil pesos, que toda la gente debería de tenerla, pero el apoyo no lo hay.
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Porque para producir sombrero, teniendo trenza, podemos trabajarlo todos los días, pero lo que importante es sacarlo, venderlo. No queremos hacer lo que muchos artesanos de Tlapehuala hacen, que es sacar el sombrero crudo y venderlo a los productores de Sahuayo, Michoacán, quienes sí lo exportan al extranjero. Eso ya lo vi en la ciudad de Dallas, Texas: sombrero calentano hecho en Tlapehuala que nada más le ponen el logotipo de las marcas que tiene ahí, en Sahuayo. Sí tenemos necesidad para vender el sombrero crudo, pero el sombrero oriundamente es de Tlapehuala, la cuna mundial del sombrero de palma y astilla.
Búsqueda de la denominación de origen: A pesar de los inconvenientes que día con día sortean los productores, estos no se desaniman. Nuestro entrevistado anuncia que está buscando, con la ayuda de unos abogados, la denominación de origen del sombrero calentano. Señala: “Estamos haciendo la investigación con ellos, yo les doy la investigación que tengo; porque de repente no nos vayamos a sorprender que otra gente diga que allá se hace o se tiene la denominación, cuando sabemos que el sombrero calentano se elabora en Tlapehuala. En eso estoy trabajando, en forma particular”. “En Guerrero está la mejor palma, la palma blanca o palma real. Nos hemos dado el lujo de andar investigando, lujo porque nos ha costado dinero desplazarnos para investigar, nos costeamos con recursos propios. Toda la palma se adquiere en Guerrero, ya nada más el adorno puede ser en la Ciudad de México y todo lo demás se consigue en el Estado”. Para finalizar, el joven artesano informa a todo los interesados en adquirir sus sombreros de palma y astilla, que pueden contactarlo en su local comercial ubicado en la entrada principal de Tlapehuala y hacer sus pedido al correo electrónico: s.amirom@hotmail.com o al teléfono 01 732 67 3 13 55. Expresó que el domingo 9 de septiembre vendería el sombrero calentano en la celebración del 558 aniversario de la fundación de San Miguel Totolapan, en el foro cultural Iztacalco en la Ciudad de México.
Publicado en:
Periódico Pueblo Guerrero, 10 de septiembre de 2012. http://www.pueblo-guerrero.com/seccion_municipios.php Suplemento Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 07 de septiembre de 2012. http://www.elfarodelacostachica.com/suplemento/vys09.html
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Artesanos de Tlapehuala buscan conservar la elaboración del sombrero calentano Familias de Tlapehuala por generaciones se dedican a la elaboración del sombrero calentano, pero no han podido exportarlos porque la tramitología que se tiene que realizar ante dependencias públicas y sólo lo venden en base en la región. Notimex 31 Ago 2015
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Artesanos de Tlapehuala buscan conservar y rescatar sus raíces al seguir elaborando sombreros calentanos de astilla, los que tradicionalmente elaboran a mano y con un bordado fino. Familias de Tlapehuala por generaciones se dedican a la elaboración del sombrero calentano, pero no han podido exportarlos porque la tramitología que se tiene que realizar ante dependencias públicas y sólo lo venden en base en la región. Algunos pedidos han sido llevados por los mismos paisanos guerrerenses hacia Estados Unidos, quienes para poder pasarlo tiene que pagar un impuesto. Elaborar un sombrero calentano, es un arte y todo un proceso donde participan la cadena productiva de artesanos, pues hay personas que se dedican exclusivamente a diversas actividades del proceso como corte de palma, preparar el material, tejer, a la costura, bordar y a la distribución. Felipe Maldonado Santiago, de 29 años, el pasado 4 de Agosto ganó en la ciudad de Guadalajara el tercer lugar del Concurso Nacional de Jóvenes Creadores del Arte Popular Mexicano 2015, organizado por el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) y la Secretaría de la Juventud. Este joven, originario de Tlapehuala y profesionista universitario, concurso con más de dos mil artesanos de todo el país y obtuvo el tercer lugar a nivel nacional con la categoría de fibras vegetales. Felipe tiene una licenciatura en Biología, dice que como pudo termino su carrera pues combinaba trabajo y estudio. “Tengo una licenciatura, pero desafortunadamente no ejercí, aparte de que me gusta esto (la actividad del sombrero), a veces no tenemos la oportunidad de seguir estudiando”. Actualmente su sombrero calentano, que fue elaborado por él y con ayuda de su familia, se encuentra en exhibición en un museo de artesanía en Guadalajara y en espera de que sea vendido. Dice que las personas le preguntan el precio de un sombrero como el que él elaboró, y a veces las personas ríen al escuchar que tiene un costo de 10 mil a 11 mil pesos. Señaló que a veces no es el costo, sino el trabajo y la calidad del sombrero que fue hecho con palmas selectas y cocido a mano, el cual lleva desde tres hasta seis meses elaborarlo. Felipe dice que tiene la fortuna de que en el taller de sombrerería Palmares de Guerrero ha aprendido de todo, desde la trenza hasta la costura, corte, planchado, engomado, el adornado y realizar la venta. “Vender es lo mejor del artesano, vender el producto directamente al público y que no haya intermediario”, afirmó.
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Lamentó que no pueden exportar porque son muchos requisitos para ellos, lo que más pueden hacer es venderlo en los eventos donde asisten y organiza Fonaes y Fonart. “Nos daría mucho gusto poder exportar y tener ya un mejor trabajo no para mí solo sino para toda la comunidad en general…, de aquí que al vender un sombrero estamos generando empleo y haciendo que la cadena productiva del producto de palma pues no termine, continúe con el oficio”, puntualizó. Felipe, junto con su familia elaboran sombreros sencillos que consumen en su confección seis horas diarias y hasta tres meses, principalmente si es un sombrero fino y está hecho con fibras vegetales. Dice que el sombrero que utilizó en el Concurso Nacional de Jóvenes Creadores, le llevó tres meses hacerlo. Apuntó, “para obtener un tejido más fino tenemos que seleccionar la palma, lo que permite hacer un sombrero más elaborado y más resistente”, y agregó que, para poder vender más de esos artículos, tiene que innovar diseños y capacitarse más en su elaboración. Los artesanos de sombreros de Tlapehuala no cuentan con empresas propias, todo lo elaboran en el taller Palmares de Guerrero. De acuerdo a los pedidos que les hacen, son los sombreros que elaboran, desde el más sencillo donde se confeccionan tres docenas a la semana. “No tenemos empresas, somos artesanos y es un negocio familiar, pero todo lo procesamos y le damos el terminado en los talleres de Palmares de Guerrero”. Los sombreros calentanos participan constantemente en eventos culturales promovidos por Fonart, Secretaría de Desarrollo Económico, Instituto Guerrerense de Cultura, DIF Guerrero y Confort. “Nosotros no podemos exportar porque no tienen códigos de barras, un mercado de factura, no facturamos, todo nuestro mercado es local y regional y no hemos buscado el apoyo”, precisó Felipe Maldonado. Sombrerería Palmares de Guerrero brinda el espacio a los artesanos, es un negocio familiar y Antonio Santa María Bergara forma parte de la quinta generación como productor de sombrero. “Fabricamos el sombrero desde Tlapehuala para el mundo”. A partir del 2001, Antonio de profesión ingeniero y egresado de la Universidad Autónoma de México (UNAM), tomó las riendas administrativas del negocio cuando fallecieron sus padres. Antes laboraba como ingeniero en Addison, Texas, dice que se vio envuelto en una encrucijada al decidir si tomar las riendas del negocio de sus padres o continuar trabajando en el área de diseño mecánico y fabricación, que estudio en la facultad de ingeniería de la UNAM.
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“Ingenieros salen miles, sombrereros ya no hay. En mi persona, desde mis tatarabuelos, y vi que era mi objetivo en la vida”, señaló. De Palmares de Guerrero, dependen cerca 50 familias de Tlapehuala y 12 productores diferentes de sombreros. Por tradición en Tlapehuala, ubicada en la zona de la Tierra Caliente, se hace música, pan y sombrero, “esos tres oficios es lo que le dan identidad al municipio”. El 60 por ciento de la población se dedica a la actividad de fabricar sombrero. En este municipio, la actividad en los jóvenes inicia casi desde los ocho o 10 años, con actividades sencillas se empiezan involucrar en la elaboración del sombrero. Felipe Maldonado apunta, “trabajan desde muchachos que estudian la secundaria y necesitan ganar dinero por lo que laboran medio tiempo o adultos mayores de 90 años donde en ningún lugar encontrarán empleo y aquí (en la sombrerería) tienen la forma de ganarse un poco la vida”. Señala que, en la región de la Tierra Caliente, los hombres, principalmente los campesinos, utilizan el sombrero calentano, hecho de astilla, dos listones negros amarrados hacia atrás y cocido a mano. Desde 1880 creció la elaboración de sombreros en Tlapehuala y relata en esa época eran 13 burros los que cargaban la palma que se cortaban en la comunidad de Guayameo, perteneciente al municipio de Zirándaro, pero poco a poco el palmar fue replegándose a la sierra. Detalla Antonio que cuando se corta la palma real que es utilizada para la elaboración de sombrero, no muere porque sólo le cortan lo que le llaman las “las velas” y de manera natural sigue creciendo. Comentó que en la sierra un manojo de palma, que contiene seis docenas, se cotiza entre 300 a 400 pesos y ya en el taller tiene un costo de 500 pesos. También se utiliza la palma verde de Chilapa, donde los campesinos de esa zona la cortan, la tejen y venden si cinta ya tejida; la palma de banco y palma de gancho, donde se elabora los sombreros más finos y de astilla hechos a mano. El sombrero de astilla hecho a mano, dice que el más económico anda en mil 500 pesos y el más caro está alrededor de 34 mil pesos, pero se debe al trabajo que se realiza, donde más de seis personas durante tres meses elaboran este sombrero considerado fino. Por las venas de Felipe Maldonado Santiago corre sangre artesana, dice que se dedica a la elaboración de sombreros desde los 11 años y en su familia esta artesanía viene por generación.
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Nos explica el proceso para elaborar el sombrero y los diferentes diseños y hormas que existe, así como la decoración que se le da para salir después a la comercialización. En el taller de sombrerería Palmares de Guerrero, donde también se exhiben los sombreros que elaboran los diferentes artesanos, muestra que la palma de banco y de gancho es la que utilizan los artesanos de Tlapehuala para elaborar los sombreros y de ahí seleccionan los tejidos. En los pueblos y en el área del campo es donde se puede observar que sólo los señores utilizan el sombrero calentano que se distingue con su listón negro. Sin embargo, en la cabecera municipal es poco ver a los jóvenes con el tradicional sombrero calentano, la tradición se va perdiendo. En una máquina de coser se encuentra Ignacio Santana Luviano, artesano desde hace mucho tiempo y tiene una discapacidad que es sordo mudo. Con ayuda de Felipe, nos relata que Ignacio, quien antes se dedicaba a pastorear chivos, ahora se dedica a ribetear el sombrero para que después pase a la etapa de planchado. Dice que en un día se puede llegar a ribetear 300 sombreros e Ignacio se encarga de eso. En el área del taller, sobre el piso se observan los moldes de aluminio de los diferentes diseños de sombrero y las dos máquinas donde Felipe prende fuego y espera a que la plataforma se caliente para empezar a planchar un sombrero miniatura de llavero y después un sombrero playero. Comentó que entre tres o cuatro personas planchan 100 sombreros al día y la temporada de producción y venta se incrementa durante la cuaresma. Posteriormente Felipe, explicó que después de planchar el sombrero se pasa a una mesa donde se “engoma” para darle durabilidad al sombrero. Modesto Navarro Santa María, se encarga de dar los últimos detalles al sombrero y con mucha facilidad toma la aguja e hilo, y a mano empieza a coser un listón hecho de tela de manta para después colocar las flores. Cesar Augusto en el taller se encuentra colocando los ojillos, la mota, la badana y el sello al sombrerito de llavero para estar listos para la venta. Dijo que al día 50 sombreritos prepara para llaveros, pero considera que son más difíciles de hacer porque como son pequeños y muchos los tiene que hacer paso por paso y todo a mano” Los llaveros de sombreritos es lo que más se compra por ser un poco más económicos y porque los guerrerenses que viven en Estados Unidos los piden para recuerdo y regalarlos en fiestas.
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EL SOMBRERO CALENTANO.UNA APROXIMACION A SU HISTORIA.CAPITULO 1. BRAHEA DULCIS PALMA SOYATE.1.1.LA PALMA. El sombrero calentado se elabora con dos clases de palma: a) palma de banco, b) palma de gancho. A) PALMA DE BANCO. La palma de banco es una palma de "edad" joven, a partir de los 3 años se empieza a cortar, la vela o cogollo. Su altura es corta y es hasta los 2 metros cuando se deja de cortar. Es una palma muy flexible, pero al mismo tiempo resistente. Es muy apreciada y de gran valor económico, se comercializa en " manojos", un manojo contiene 6 docenas, es decir, 72 palmas y 2 manojos conforman una "gruesa". La mayor parte de la palma de banco se comercializa en Tlapehuala, pero también en localidades cercanas como son: Corral Falso, Changata, San Lorenzo, Villa San Nicolás, El Canton, Tanganhuato, Sinahua, San Juan Mina. También en Nuevo Guerrero,San Antonio y el Gallo. Donde es utilizada para tejer la trenza de tres ripios (detre), siete ripios (de siete), once ripios (ribete). También tejen la trenza de pico. Así mismo la palma de banco se comercializa en Chilapa, Guerrero. Donde es utilizada para tejer el ribete de once, la trenza de siete y la trenza de tres ripios. Con la palma de banco se elabora el sombrero de astilla; cosido a mano y a máquina también se elabora el sombrero recargado "criollo" extrafino. Hoy en día se están elaborando, sombreros criollos en diferentes modelos.
Lacas de Olinalá Perteneciente a la orden de San Francisco de Asís, el convento de clausura más prestigiado de España es el de “Las Descalzas Reales”, en la ciudad de Madrid; su legendaria fama le viene, entre otras muchas razones, por el hecho de haber estado bajo la tutela de los reyes de España desde su fundación en 1560. En sus celdas no sólo han vivido hijas de las más antiguas y prominentes familias peninsulares; también varias infantas de las casas reales las tuvieron por morada definitiva. De acuerdo con una antigua tradición, cada monja que profesaba entregaba al convento una dote que con el corre de los siglos ha constituido un espléndido tesoro: tapices flamencos, copones y custodias de oro incrustado con piedras preciosas, coronas, alhajas y un sinfín de objetos de los más diversos materiales. Entre estos preciosos objetos llaman la atención por su belleza dos espléndidos arcones de incuestionable procedencia mexicana, cuya técnica de elaboración de estilo “rayado”, con aplicaciones en oro de hoja, identifica con exactitud su lugar de origen: Olinalá, antiquísimo pueblo localizado en el estado de Guerrero. Ambas piezas son de finales del siglo XVII, y a pesar de no haberse localizado el dato de la novicia que las entregó como dote, la excelente calidad que las caracteriza las hace formar parte de las obras ahí reunidas. El arte “maqueado”-conocido popularmente con el nombre de laca, por la semejanza en su brillo y textura con los objetos provenientes del Oriente en el Galeón de Manila-debió estar bastante generalizado en el ámbito prehispánico mesoamericano. Así lo manifiestan los testimonios de fray Gerónimo de Mendieta, fray Diego Durán, el benemérito padre Sahagún y Bernal Díaz del Castillo.
*Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac S/N, Col. Centro C.P. 3900 Chilpancingo, Gro. Tel. (01 747) 47 27795
*Av. Costera Miguel Alemán Núm. 4834, Fracc. Costa Azul, C.P.39850 Acapulco, Gro. Tel. (01 744) 48 47168
Sabemos que Ias "lacas mexicanas", todavía para finales deI siglo XVII, se producían en Ias ciudades de Guadalajara, Puebla y México, y en infinidad de poblaciones de los actuales estados de Chiapas, Guerrero y Michoacán. Actualmente, sólo Chiapa de Corzo en el estado de Chiapas, Olinalá, Temalacatcingo y Acapetlahuaya en el estado de Guerrero, y Pátzcuaro y Uruapan en el de Michoacán producen con diferentes estilos y técnicas una gran variedad de objetos maqueados que van desde pequeños juguetes, hasta grandes muebles. Sin embargo, Ias piezas que mantienen el primer lugar en el gusto popular son Ias manufacturadas en el estado de Guerrero y muy particularmente Ias de Olinalá. Esta bella población enclavada en Ia serranía guerrerense es Ia comunidad productora de laca más importante de México, tanto por el número de artesanos dedicados a esta actividad como por Ia diversificación de su producción. Desde diminutas máscaras de tigre hasta ajuares completos para amueblar recámaras y comedores, así como jícaras, cajitas, arcones, charolas y muebles, se trabajan todo el año como resultado de una antigua actividad local, originada mucho antes de que Ia presencia europea se hiciera sentir en el continente. Aunque el archivo municipal de Olinalá anterior a 1959 fue quemado en 1956 por órdenes de su alcaldesa en turno -quien consideró que todos esos papeles viejos eran completamente inútiles-, la antigüedad deI pueblo aparece consignada en Ia "Matrícula de Tributos" deI Códice Mendocino; el glifo que identifica a Olinalá está representado por el "4 movimiento", por lo que Ios expertos traducen su nombre como "El lugar de Ios terremotos". Para finales deI siglo XVllI, el sabio don José Antonio Alzate publicaba en sus famosas Gacetas de Literatura, hoy conservadas en Ia biblioteca deI Museo Nacional de Antropología, uno de Ios más emotivos testimonios conservados sobre Ia importancia de Ia antigua actividad laquera de esa población: Trabajemos para la posteridad, y si llega el tiempo de destruir la fábrica de jícaras de Olinalá, conservemos documentos, a fin de que, pasada la tormenta, puedan los futuros habitantes restablecer un arte tan ventajoso al beneficio de los hombres. Si alguna de estas Gacetas permanece en el rincón de alguna biblioteca, servirá a algún aplicado para que restablezca un arte tan útil. Por ventura y a pesar de los violentos hechos que caracterizaron al país durante todo el siglo XIX y principios deI actual, los artesanos de Olinalá no han dejado perder su ancestral actividad. Quienes tuvimos Ia suerte de conocer Olinalá por los años sesenta, llevamos como recuerdo imborrable la aventura que significaba entonces poder llegar ahí. EI camino por tierra desde Chilpancingo, representaba tres jornadas a caballo de ocho horas cada una; hacerlo por Huamuxtitlán, debido a lo accidentado deI camino, se tenía como franca locura. Sin embargo, Ia pista de aterrizaje inaugurada por aquellos años resolvía en parte los problemas: se volaba en pequeñas avionetas que debían abordarse en Cuautla, Morelos, o en Ia ciudad de Puebla. Pero si el viaje se iniciaba partiendo de Ia ciudad de México, había que trasladarse a Chilpancingo, lugar en donde se había inaugurado el servicio. En los dos primeros casos, Ia travesía representaba 45 minutos, en tanto que desde Ia capital de Guerrero el vuelo duraba veinte.
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Por cualquiera de Ias vías el viaje casi siempre reservaba sorpresas: ocasiones había en que el pequeño aparato de cuatro plazas era ocupado por seis personas, y era frecuente aterrizar en dos o tres puntos intermedios para dejar o subir pasaje; así, lugares como Cualac, Cuetzala, Iguala o Tlapa se nos fueron haciendo familiares. Algunas veces, Ia velocidad deI viento impedía el aterrizaje, y entonces había que regresar al punto de partida para intentar el vuelo aI día siguiente. Mas todas estas peripecias Ias tenía uno por bien vividas cuando finalmente se llegaba a OlinaIá. Como se podrá suponer, Ia visita de un "turista " en esos tiempos era motivo de curiosidad por parte de Ia población, extraordinariamente afable y bien dispuesta no sólo a mostrar su bella producción artesanal sino también a explicar pacientemente Ia complicada técnica que representaba su elaboración. Los nombres de GuadaIupe Vélez, Ios de toda Ia familia Ayala, partiendo deI viejo don Margarito -uno de Ios mejores artesanos en Ia técnica deI rayado- y continuando con sus hijos Esteban, Juan Donaciano y Margarito, así como el de Francisco "chico" Coronel, quedaron como recuerdo imborrable de aquellas horas pacientemente dedicadas a explicamos los secretos de su artística actividad. ElIos no sólo sirvieron como maestros; también fueron excelentes anfitriones y guías que nos hicieron conocer Ias inmediaciones del lugar lIenas de atractivos naturales y vestigios de sitios arqueológicos, de donde provenían Ia mayoría de los pulidores de piedra que los artesanos empleaban en una parte deI proceso de producción. Estos bruñidores de origen prehispánico, junto con Ias colas de venado y el pelo de gato, constituían entonces el más preciado equipo de trabajo de cualquier laquero. Los primeros servían para asentar Ia capa inicial de laca, Ias colas de venado eran usadas a manera de brochas, y el pelo de gato les servía para fabricar finísimos pinceles. iLa ausencia de gatos en Ia población era por ese entonces notable! Dos han sido Ias técnicas de decorado trabajadas desde tiempos remotos: Ia deI "rayado" o "recortado", y Ia decorada a pincel que recibe el nombre de "dorado", recuerdo de aquellas antiguas piezas ornamentadas en algunas de sus partes con oro y plata de hoja. Pero en ambos casos, Ia pasta con que deberá cubrirse Ia superficie que será trabajada proviene de Ia mezcla de materias primas naturales obtenidas por los artesanos de la región. Estos materiales, imprescindibles para realizar el trabajo, son designados en lengua náhuatl: el tecoxtle, de origen mineral, de textura arenosa y color amarillento, que debe mezclarse con aceites de chía y de linaza para formar una pasta ligeramente espesa sobre la superficie, sirviendo de base al siguiente paso en el que se utiliza el tlalpilole, mezcla a su vez de teziscalte -piedra dura de color blanco que se recolecta en Ias inmediaciones deI pueblo de Huamixtitlán-, Ia cual, una vez molida en el tlalmetate hasta convertirla en finísimo polvo, se mezclará con el color que servirá de fondo a Ia obra. Esta mezcla es Ia que se aplica con Ia cola de venado. EI siguiente paso consiste en bruñir Ia superficie cubierta hasta hacer desaparecer prácticamente el tlalpilole; después, emplean otra "tierra " que designan con el nombre de toltec -mineral blanco de estructura compacta que posiblemente pertenece al grupo de Ios caolines-, a Ia que adicionan el color base; con Ia pasta que se forma embarran una y otra vez Ia pieza hasta que Ia nueva capa adquiere tersura. EI secado de esta fase demora dos o tres días, después de lo cual proceden a bruñirla.
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EI proceso anteriormente descrito se repetirá paso por paso al aplicar Ia segunda capa que habrá de recibir Ia decoración conocida como "rayado". Los motivos utilizados con más frecuencia eran conejos de largas colas, pájaros, flores y grecas, pero lamentablemente empezaron a modificarse debido a Ia influencia de personas que sugirieron abandonar los diseños tradicionales para que Ia artesanía olinalteca tuviera "mayor demanda comercial". Para efectuar el "rayado", el instrumento de trabajo tradicional es una pluma de guajolote, en cuyo cañón colocan una espina con Ia que van marcando el dibujo surgido de Ia imaginación y habilidad manual de cada artista; una vez concluido el trazo, se vuelve a cubrir Ia superficie con toltec y se repasa el contorno de Ias figuras. Posteriormente, con Ia pluma se retiran Ias partes sobrantes y se procede a dar lustre con un algodón, dándose el brillo final a base de cera industrial para proteger la pieza. La técnica de decoración conocida como dorado es otra distintiva de esta importante comunidad laquera. Para realizarla se siguen los mismos pasos que requiere Ia técnica deI "rayado", hasta que se logra solidificar Ia primera capa de "barniz" (nombre que le dan localmente a Ias capas de laca). Una vez lustrada Ia primera capa, se procede a su decoración con pincel de pelo de gato; se emplean pinturas semejantes a Ias de óleo, pero, en este caso, son los mismos artesanos quienes Ias preparan. Esta extraordinaria pintura, denominada "siza", Ia obtienen a base deI cocimiento de aceite de chía mezclado con polvo de azarcón, tecoxtle y tintes naturales; Ia mezcla se pone a fuego lento hasta lograr su debida consistencia. Con estas pinturas se representan paisajes, pueblos, flores e infinidad de animalitos que sorprenden por Ia finura de su trazo. En 1973 el entonces Banco Nacional de Fomento Cooperativo, bajo cuyo patrocinio se encontraba Ia actividad artesanal deI país, intentó rescatar Ia auténtica técnica deI dorado -posiblemente introducida en Ia región por los frailes franciscanos en el siglo XVII-, por lo cual convocó a los "doradores" de Olinalá. Francisco "chico" Coronel, que ya entonces tenía Ia bien merecida fama de ser el mejor en ese estilo, respondió a este propósito: guiado por su anciano padre y saliéndose un tanto de los antiguos modelos, logró producir extraordinarias piezas que al año siguiente lo hicieron merecedor deI primer lugar en el concurso nacional de Ia laca. Hasta Ia fecha, Coronel es el único en Olinalá que produce este tipo de obra. Por su calidad, el trabajo deI maque de Olinalá no necesita recomendación alguna, pero me parece justo recordar en este espacio a tres figuras que han sido determinantes en su defensa y difusión. Se trata de Gerardo Murillo -el Doctor Atl-, quien en 1931 fue el primero, de los grandes artistas plásticos, en visitar Olinalá, convirtiéndose a partir de entonces en defensor de esta actividad artesanal; el maestro Gutierre Tibón que, además de haber sido el primero en llegar en avioneta a ese sitio, en 1960 publicó Ia monografía histórica más completa que se haya hecho hasta Ia fecha sobre esta población, y Carlos Espejel, quien fuera durante muchos años subdirector deI Museo Nacional de Artes e Industrias Populares y dio su mejor apoyo a los artesanos olinaltecas, a quienes dedicó en 1976 su libro titulado Olinalá.
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Las técnicas: Punteado, Dorado y Rayado Su aplicación detallada la da una especialista: Olinalá, Guerrero, pinta sobre piezas de madera como baúles, cajas, bules, guajes, tecomates. Aquí se trabaja con la técnica muy antigua de rayado o recortado que consiste en aplicar sobre la pieza una pequeña capa de maque a base de chamate (aceite de chía), la mezcla de dos tierras (tlapezole) y pigmentos comerciales en polvo (pero en muchas ocasiones con pintura de cochinilla). Una vez aplicado el chamate, sigue el tlapezole al que agregan color, y se bruñe. Bien seca la pintura se aplica otra capa de color y se dibuja con la punta de una espina o aguja de acero los motivos, animales, flores y plantas; hecho esto se empieza a levantar la capa de maque que no tiene diseño, con la punta dura de una pluma de gallina y aparece el color que estaba cubierto. Siguiendo el mismo proceso, se pueden agregar más colores.
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