Municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero
La conquista Mexica del reino de Tlapa, Guerrero / The Conquest of the Kingdom of Tlapa, Guerrero
T
reinta años de batalla transcurrieron antes de que el Imperio conformado por la Triple Alianza lograra vencer a los Tlapanecas, quienes basaron su sistema de defensa en los cerros que conforman la orografía de la zona de Tlapa. Conjuntando la comunicación oral –relatos de las batallas–, con los códices pictóricos que se conservan, se intenta ubicar y estudiar aquellas zonas que se convirtieron en campos de batalla. Mediante la comprensión de una cosmogonía, la presente obra está conformada en tres partes: la primera aborda el concepto campo de batalla, desarrollado por otros investigadores en el tema de guerra y conflicto en el periodo Postclásico de Mesoamérica. En la segunda parte se analizan los elementos clave de la guerra mexica-tlapaneca, descritos en los manuscritos coloniales, con una perspectiva indígena del significado y práctica de la guerra. Finalmente, en la última sección se narra la búsqueda arqueológica de estos significativos campos de batalla, ubicados en las montañas en el oriente del actual estado de Guerrero. Así, después de disfrutar esta investigación, el lector tendrá un panorama general para reflexionar en torno a cómo el Imperio que formaba la Triple Alianza fue un conglomerado de grandes reinos anexados bajo cruentas y largas batallas, en donde solamente un ejército poderoso podía derrotar a otros que de ninguna manera eran menos poderosos.
La conquista Mexica del reino de
The Aztec Conquest of the Kingdom of
Tlapa, Guerrero
Gerardo Gutiérrez
Municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero
Universidad de Colorado Boulder Leonel Rivera Editor
2017
El Doctor Gerardo Gutiérrez Mendoza es Profesor del Departamento de Antropología de la University of Colorado at Boulder. Es miembro fundador del Centro de Estudios Indígenas y de Nativos Americanos (CNAIS). Es especialista en la arqueología y etnohistoria de Guerrero y ha publicado media docena de libros y decenas de artículos sobre la región. El Dr. Gutiérrez ha explorado intensivamente todos los pueblos de Guerrero desde el Balsas hasta la Costa Chica y ha cooperado en el desarrollo comunitario de la region Mixteca-Nahua-Tlapaneca.
La conquista Mexica del reino de
The Aztec Conquest of the Kingdom of
Tlapa, Guerrero
La conquista Mexica del reino
The Aztec Conquest of Kingdom
Tlapa, Guerrero
Gerardo GutiĂŠrrez
Municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero
Universidad de Colorado Boulder Leonel Rivera Editor
2017
La conquista Mexica del reino de Tlapa, Guerrero The Aztec Conquest of the Kingdom of Tlapa, Guerrero Primera edición: 20 de septiembre de 2017 D.R. © 2017, Leonel Rivera, editor. Av. Circunvalación 164, Colonia Morelos, Delegación Venustiano Carranza, C.P. 15270, Ciudad de México. Corrección de estilo inglés: Dra. Mary E. Pye Taducción al español: Gerardo Gutiérrez Diseño de interiores y portada: Leonel Rivera ISBN rústica: 978-607-97348-2-4 ISBN pasta dura: 978-607-97348-3-1 Las imágenes 18a-18q están basadas en Diego Durán y dibujadas por Gerardo Gutiérrez y la reproducción es responsabilidad del autor. Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio, sin autorización escrita del titular de los derechos de autor. Impreso y hecho en México/Made and printed in Mexico
Contenido Presentation 8 Presentación 9 Acknowledgements. 12 Agradecimientos 13 Introduction 14 Introducción 15 Chapter1. What is a Battlefield? Capítulo 1. ¿Qué es un campo de batalla? Chapter 2. Teoatempan Tlachinoltempan: Ideology of Aztec Battlefields Capítulo 2. Teoatempan Tlachinoltempan: la ideología de los campos de batalla mexicas. Chapter 3. The Lienzo de Chiepetlan 1: An Aztec Battlefield in Eastern Guerrero Capítulo 3. El Lienzo de Chiepetlán 1: Un campo de batalla mexica en el oriente de Guerrero.
20 23 28 33 44 55
Conclusions 104 Conclusiones 117 Appendix 122 Apéndice 123 References 163 Bibliografia 163
Presentation
M
uch has been written about the Spanish Conquest of Mexico to the point that we now understand that such a conquest could not have been accomplished without the direct collaboration of indigenous allies and indigenous conquistadors who decided to support Hernando Cortes to overthrow Aztec domination. In this conquest, there were winners and losers. In general, the indigenous elites who joined Cortés to fight Tenochtitlan enjoyed privileges and perks during the first fifty years of the Colonial era, and some of their descendants changed identity from indigenous to “Spanish”. This change was both tangible and intangible, with the use of European dress and other goods, the preference for the Spanish language, and adoption of Spanish cultural values. In addition, many elites also modified the genetic structure of their descendants through an intricate system of matrimonial alliances with the European conquerors. In this book Dr. Gerardo Gutiérrez, Professor of the University of Colorado at Boulder, demonstrates that these cultural changes are not exclusive to the Spanish Conquest of Mexico; on the contrary, they were protocols and practices that already existed in the pre-Hispanic period. Based on this premise, Dr. Gutiérrez reconstructs the narrative of the Aztec conquest of the Kingdom of Tlapa, which is painted on the Lienzo de Chiepetlan 1 and depicts how the Aztecs succeeded in this conquest by exploiting the internal divisions among the Mixtec-Tlapanec ruling class, as well as in the use of a many local allies,
Presentación
S
e ha escrito mucho sobre la conquista española de México, a un punto que ahora entendemos que dicha conquista no pudo haberse realizado sin la colaboración directa de los aliados y conquistadores indígenas que decidieron apoyar a Hernando Cortés para liberarse del dominio Mexica o Azteca. En dicha conquista hubo ganadores y perdedores. En general, las élites gobernantes indígenas que se unieron a Cortés en su lucha contra Tenochtitlán continuaron disfrutando de privilegios y prebendas durante los primeros 50 años de la época Colonial y algunos de sus descendientes realizaron un cambio de identidad para transitar de indígena a “español” tanto en lo tangible con el uso de vestido y otros bienes europeos como en lo intangible con el cambio de lengua y valores culturales; además de modificar la estructura genética de sus descendientes al crear alianzas matrimoniales con los conquistadores europeos. En este libro el Dr. Gerardo Gutiérrez, profesor de la Universidad de Colorado Boulder, nos muestra que estos cambios culturales no son exclusivos de la conquista española de México, todo lo contrario, fueron protocolos y prácticas que ya existían en la época prehispánica misma. Así, con esta premisa el Dr. Gutiérrez reconstruye la narrativa de conquista del Reino de Tlapa que se encuentra pintada en el Lienzo de Chiepetlán 1 y nos muestra cómo los mexicas lograron su conquista gracias al uso de divisiones internas de la clase gobernante mixteca-tlapaneca, así como el uso de una multitud de aliados locales, entre los cuales se encontraban otros nahuas que originalmente se habían refugiado en la Montaña de Guerrero tratando de escapar de la expansión mexica sobre las unidades políticas del sur de la cuenca de México, Xochimilco en particular.
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which included other Nahua people who originally sought refuge in the mountains of Guerrero trying to escape from Aztec domination over the political units of the southern basin of Mexico, Xochimilco in particular. Here, Dr. Gutiérrez presents his interpretation of the Aztec conquest of Eastern Guerrero, and with that we continue our program to recover the memory, the voice, and the historical evolution of the indigenous people of the municipality of Tlapa de Comonfort, Guerrero.
Lic. Jesús Noé Abundiz García Presidente Municipal Constitucional de Tlapa de Comonfort, Guerrero C. Roberto Santos Reyes Regidor de Cultura C. Alejandro Morales Ibarra Director Municipal de Cultura
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La conquista mexica del reino de tlapa
Con este trabajo el Dr. Gutiérrez nos obsequia su interpretación de la conquista mexica del oriente de Guerrero, con lo que avanzamos más en la recuperación de la memoria, la voz y el devenir histórico de los pueblos originarios del municipio de Tlapa de Comonfort, Guerrero.
Lic. Jesús Noé Abundiz García Presidente Municipal Constitucional de Tlapa de Comonfort, Guerrero C. Roberto Santos Reyes Regidor de Cultura C. Alejandro Morales Ibarra Director Municipal de Cultura
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Acknowledgements
I
would like to thank the General Assembly of the Pueblo de Chiepetlan y sus Barrios, in the state of Guerrero, Mexico, for their generosity and assistance during my stay in the village during the summers of 2011, 2012 and 2016 as well as for allowing me to take photographs of their precious lienzos and granting me permission to publish them. Funding for this fieldwork was made possible by the Innovative Seed Grant Program of the University of Colorado at Boulder. A fellowship from the American Council of Learned Societies provided the needed time to prepare the manuscript. We thank the Municipality of Tlapa for its generosity in publishing this work.
Agradecimientos
A
la Asamblea General del Pueblo de Chiepetlán y sus barrios, del estado de Guerrero, México, por su generosidad y ayuda durante mi estancia en el pueblo en los veranos de 2011, 2012 y 2016, así como por permitirme tomar fotografías de sus preciados lienzos y concederme el permiso para publicarlos. Esta investigación ha recibido financiamiento de la Universidad de Colorado Boulder, a través del Innovative Seed Grant Program, así como del American Council of Learned Societies Fellowship. Agredecemos la generosidad del municipio de Tlapa para publicar esta obra.
Introduction
T
he goal of this work is to analyze the ethnohistory and archaeology of Aztec expansion in Eastern Guerrero, particularly focusing on a battlefield landscape depicted in pictographic documents of the ancient Kingdom of Tlapa. According to local pictographic sources (Codices Azoyú 1 and 2 and Lienzo de Chiepetlán 1) the Aztecs, together with local Nahua groups, engaged in a long war of attrition with the powerful polity of Tlapa-Tlachinollan from 1460 to 1487. Almost three decades of intermittent warfare left conspicuous archaeological markers on the landscape, as represented by formidable fortified hilltops, as well as extraordinary pictographic records of these battles. The relevance of this work lies in the examination of an Aztec-Tlapanec landscape of war from multiple perspectives in an attempt to illuminate the nature of Aztec warfare. Both archaeology and ethnohistory provide an exceptional opportunity to analyze a recurrent battlefield, located in a narrow valley of some 24 km long, where Aztecs and Tlapanecs faced each other in a contested landscape in which diplomatic offerings, continuous threats of attack, and actual skirmishes created a war of attrition that lasted for decades. The objective of this study is to add on to our understanding of how the physical landscape was negotiated by attackers and defenders, how a collective effort of defense was mobilized by the Tlapanec realm, and how the landscape of a prehispanic conquest was mapped and represented in an early Colonial narrative. This study will also reveal the role of “local allies”
Introducción
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l objetivo de este trabajo es analizar la etnohistoria y arqueología de la expansión mexica en el oriente de Guerrero, enfocándome en la interpretación del paisaje creado por un campo de batalla prehispánico que se representa en documentos pictográficos provenientes del antiguo reino de Tlapa. De acuerdo con las interpretaciones de los códices Azoyú 1, Azoyú 2 y el Lienzo de Chiepetlán 1 (Gutiérrez, 2016; Gutiérrez y Brito, 2014), los mexicas, junto con otros grupos nahuas locales, se enfrentaron al poderoso reino de Tlapa-Tlachinollan en una larga guerra de desgaste peleada entre los años 1460 y 1487 a.C. Casi tres décadas de guerra intermitente dejaron marcadores arqueológicos cristalizados en el paisaje, representados por un sistema de formidables cerros fortificados cuya ubicación se asocia con el detallado registro pictográfico de estas batallas en los códices locales. La relevancia de este trabajo radica en la lectura de un paisaje de conflicto mexica-tlapaneco a través de múltiples acercamientos para entender el significado y la naturaleza de la guerra mexica durante su expansión imperial. La arqueología y la etnohistoria brindan una oportunidad excepcional para analizar un campo de batalla de naturaleza recurrente, es decir, un lugar donde las fuerzas mexicas y tlapanecas se enfrentaron intermitentemente durante décadas, el cual se sitúa en un estrecho valle de 24 km de extensión. Este es un paisaje que ha adquirido significados por mecanismos de competencia política, negociaciones diplomáticas, amenazas creíbles de ataque y escaramuzas reales en un contexto de guerra dinámica y de desgaste que duró décadas. El objetivo de este estudio es expandir nuestra comprensión de ¿cómo el paisaje tanto físico como percibido fue negociado por atacantes o defensores en un esfuerzo colectivo de ofensa y defensa entre los
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in the expansion of the Aztec Empire, who otherwise would be silent in the ethnohistorical sources of central Mexico. The exercise also complements our historical knowledge of the Aztec conquest of Tlapa-Tlachinollan, since the chroniclers of central Mexico, like Durán (1994:35) and Tezozomoc (2003:336), did not describe the conquest of Tlapa, and Ixtlixochitl mentioned it only in passing. The emergence of the Aztec Empire and its conquests has been analyzed by multiple scholars from a variety of perspectives (Barlow 1945; Berdan 1992; Berdan et al. 1996; Carrasco 1999; Davies 1968; Gutiérrez et al. 2009; Hassig 1985; Hodge 1984; Smith 1987). Aztec warfare has always been of special interest in these studies, and while we have learned much about how the Aztecs engaged in war and their style of battle (Bandelier 1877; Hassig 1988; Plunket and Uruñuela 1994), we still need archaeological studies to test ethnohistorical accounts, especially those regarding the actual locations where battles were fought. To date, we have not been able to locate, excavate, and analyze the material remains of Aztec battles, although vivid battle accounts have survived in pictorial codices and in European and Native chronicles (Durán 1994; Ixtlixóchitl 2003; Sahagún 1979b; Tezozomoc 2003). Unfortunately, these sources are vague regarding the geographic locations of these battlefields, and the most we have been able to achieve is to guess their existence by indirect means. The occurrence of numerous fortified hilltops, the abandonment of large tracts of arable land, the relative abundance of iconography of violence, and the presence or absence of specific archaeological materials have usually been interpreted as indications of warfare (Armillas 1951; Feinman and Nicholas 2004; Gorestein 1973; Plunket and Uruñuela 1994; Sheets 2003; Silverstein 2000). Further complications are urbanization, industrial infrastructure, and mechanized agricul16
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grupos nahuas que habitaron al norte del río Zizintla, así como por los tlapanecos y mixtecos que habitaron el reino de Tlapa-Tlachinollan al sur de dicho río? ¿Cómo el paisaje de una conquista prehispánica fue apropiado, cartografiado, representado e interpretado con fines políticos en la narrativa indígena de la época Colonial temprana? Este estudio también revela el papel de los “aliados locales” en la exitosa expansión del imperio de la Triple Alianza, quienes típicamente son silenciados y nunca mencionados como agentes imperiales en las fuentes etnohistóricas del centro de México. Este estudio profundiza el conocimiento histórico de la conquista Mexica de Tlapa-Tlachinollan, el cual sólo es mencionado brevemente por los cronistas del centro de México a través de referencias indirectas como son los casos de Durán (1994: 35) y Tezozomoc (2003: 336), o bien es mencionado brevísimamente, como lo hizo Ixtlíxochitl (2003: 208). La emergencia y conquistas del imperio de la Triple Alianza, compuesto por Tenochtitlán, Tacuba y Texcoco, pero liderado en la práctica por los mexicas, ha sido analizado por múltiples estudiosos desde una variedad de acercamientos, principalmente geográficos, tributarios y de economía política (véase Barlow, 1945; Berdan, 1992; Berdan et al., 1996; Carrasco, 1999; Davies, 1968; Gutiérrez, et al., 2009; Hassig, 1985; Hodge, 1984; Smith, 1987). La guerra Mexica siempre ha sido un tema central de la historia y arqueología mexicana, y aunque hemos aprendido mucho acerca de cómo los mexicas organizaban sus guerras y su estilo de batalla (véase Bandelier, 1877; Hassig, 1988; Plunket y Uruñuela, 1994), necesitamos aún estudios arqueológicos para testar los relatos etnohistóricos. Especialmente es necesario asociar los relatos de guerras con los lugares donde se libraron las batallas reportadas en los documentos. Hasta la fecha no hemos podido localizar, excavar o analizar restos materiales de algún campo de batalla mexica, aunque contamos con vívidos relatos de batallas que en los códices pictóricos y en las crónicas coloniales escritas tanto por europeos como por indígenas mesoamericanos (Durán, 1994; Ixtlixóchitl, 2003; Sahagún, 1979b; 17
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ture obliterating many landscapes where battles took place. Fortunately, in some areas of southern Mexico ethnohistorical data can lead us to the location of war zones where battlefields have survived. I argue here that Eastern Guerrero is one of those places. This work is divided into three sections. The first part presents some ideas for operationalizing the concept of battlefield in archaeological and ethnohistorical studies by reviewing some approaches to the study of organized conflict in Postclassic Mesoamerica. The second presents key elements of Aztec warfare, as depicted in early Colonial manuscripts, offering a window into indigenous perspectives of warfare. The third section recounts the archaeological search for an Aztec battlefield in the mountains of eastern Guerrero. For this task the Lienzo de Chiepetlán 1 is a useful guide because it depicts the location of numerous place names spatially associated with scenes of native battles. Archaeological reconnaissance in the area depicted in the Lienzo de Chiepetlán 1 reveals the presence of numerous fortified hilltops along both sides of the Zizintla River, a narrow gorge that became the no-man’s land between Aztecs and Tlapanecs. With these elements I attempt to reconstruct the nature and timeframe of the Aztec-Tlapanec conflict, beginning in A.D. 1460, during the rule of Moctezuma Ilhuicamina and ending with that of Ahuitzotl, when the Tlapa-Tlachinollan polity was finally conquered in A.D. 1486-1487.
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Tezozomoc, 2003). Por desgracia estas fuentes son vagas en cuanto a la ubicación geográfica de estos campos de batalla y lo más que hemos logrado estimar es su existencia por medios indirectos. La aparición de numerosos cerros fortificados, el abandono de grandes extensiones de tierra cultivable, la abundancia relativa de iconografía de violencia y la presencia o ausencia de materiales arqueológicos generalmente específicos son interpretados como indicios de guerra y batallas (Armillas, 1951; Feinman y Nicolás, 2004; Gorestein, 1973; Plunket y Uruñuela, 1994; Hojas de, 2003; Silverstein, 2000). Otras complicaciones que impiden el avance en el estudio de campos de batalla son la urbanización no planificada, la construcción de infraestructura industrial y la agricultura mecanizada que obliteran día a día muchos paisajes donde ocurrieron antiguas batallas. Afortunadamente, en algunas zonas del sur de México los datos etnohistóricos nos pueden llevar a la ubicación de lugares de conflicto donde los campos de batalla han sobrevivido. Aquí se muestra que en Guerrero podemos encontrar uno de esos lugares significativos. Este trabajo se divide en tres secciones: la primera parte aborda el concepto de “campo de batalla” en estudios arqueológicos y etnohistóricos, que revisa cómo otros investigadores han analizado el tema de la guerra y conflicto, en especial para el periodo Postclásico de Mesoamérica. La segunda parte revisa elementos clave de la guerra mexica, tal como se muestran en manuscritos coloniales que alcanzan a ofrecer una ventana a las perspectivas indígenas sobre el significado de la guerra y cómo se practicaba. La tercera parte del estudio narra la búsqueda arqueológica de un campo de batalla mexica en las montañas del oriente de Guerrero. Durante esta investigación, utilizo el Lienzo de Chiepetlán 1 como guía de referencia porque es el único documento que representa la ubicación espacial de los topónimos de la zona tlapaneca y su asociación con escenas de batallas en la región. Además de utilizar la etnohistoria, presento también resultados de mi reconocimiento arqueológico en la misma zona que está representada en el Lienzo de Chiepetlán 1, donde he ubicado numerosos sitios fortificados a lo largo del estrecho y pro19
Chapter1. What is a Battlefield?
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tudies of ancient warfare in general, and particularly Pre-Columbian warfare, have focused on explaining its causes (Allen and Arkush 2006) and its role in the emergence of states and empires (Berdan et al. 1996; Carneiro 1970; Hassig 1988), or on attempts to summarize the entire economic, political and ideological experience of warfare in specific human societies (Fried et al. 1968; Hassig 1988; Keeley 1996; Webster 1998). Recently, there has been an increase in publications related to exploring the symbolism, rituality, and meaning of warfare, taking into consideration indigenous viewpoints and moderating interpretations based on western paradigms (see chapters in Brown and Stanton 2003; Chacon and Mendoza 2007; Orr and Koontz 2009).Without disregarding important debates related to motivations behind human aggression (Hobbes versus Rousseau), as well as the nature of war itself, its goals and scales (e.g., Western versus non-Western, total war versus ritual war, civilized versus primitive, etc., see Keeley 1996), in this paper I address one aspect of Mesoamerican warfare: the material and ideological study of battlefields. By battlefield I mean the landscape where the practice of warfare (the actual combat between enemy groups) develops through a quasi-theatrical performance of movements that can include advances, retreats, skirmishes, full engagements, counter-movements, surprise attacks, false retreats, and counterattacks with the ultimate goal of outmaneuvering the adversary. The battlefield is the arena of
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fundo desfiladero del río Zizintla, el cual se convirtió en la frontera de guerra entre los mexicas y los tlapanecos. Con estos elementos intento reconstruir la cronología y naturaleza de la guerra mexica-tlapaneca que comenzó en 1460 d.C., durante el reino del emperador Moctezuma Ilhuicamina, y que terminó durante el reino del emperador Ahuitzotl, cuando la entidad política de Tlapa-Tlachinollan fue conquistada a finales de 1486 y principios de 1487 d.C.
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confusion in which chaos and impulsiveness can bring glory or defeat with long-term consequences. On the battlefield, timing, space, and action matter the most, since success depends on being in the right place at the right time, while defeat is the consequence of having made poor choices in the mobilization of resources and people (Keegan 1976:47). During combat, dozens or thousands of individuals need to move and carry with them war materials from one place to another. These coordinated movements are designed to abandon, maintain, or gain positions perceived either as compromised or strategically important. In this approach holding a position involves movement in the sense that it requires maintaining and supplying a group of combatants in reduced spaces. Since the real intentions behind all such movements tend to be concealed and covered by cunning and trickery, being in the right place at the right time depends on correctly guessing the adversaries’ intentions, either eluding their armies or presenting a superior force to dislocate their formations and capacity to attack. Indeed, a sign of a winning battle is forcing the enemy to abandon the battlefield in a disorganized manner. Of course, how the order and maneuvering of combatants and weaponry and supplies is achieved on the battlefield depends on cultural variables that change from group to group and from one time period to another. Thus, there is no “correct-universal-superior” way to organize a fighting force (Keeley 1996:80). For instance, during the French and Indian war, the compactly organized and well-supplied British platoons of Maj. General Braddock were obliterated by a smaller French and Indian force while fording the Monongahela River (Chernow 2010:52-62). The British formation and their heavy trains of artillery, food, and ammunition were useless in the dense forest of Pennsylvania when faced with 22
Capítulo 1. ¿Qué es un campo de batalla?
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as investigaciones enfocadas en la guerra antigua y particularmente en la guerra precolombina se han centrado en buscar sus causas (Allen y Arkush, 2006) y su papel en la emergencia de estados e imperios (Berdan et al., 1996; Carneiro, 1970; Hassig, 1988). Otros autores han analizado los efectos de la guerra en la economía, política e ideología de las sociedades humanas que la han experimentado (Fried et al., 1968; Hassig, 1988; Keeley, 1996; Webster, 1998). También ha habido un incremento de investigaciones que se enfocan en explorar el simbolismo, ritualidad y significado de la guerra, usando puntos de vista indígenas en un intento por moderar interpretaciones basadas en paradigmas positivistas occidentales (ver capítulos en Brown y Stanton, 2003; Chacón y Mendoza, 2007; Orr y Koontz, 2009). Sin descartar los importantes debates asociados con los motivos y detonadores de la agresión humana (por ejemplo, Hobbes y su propuesta en una agresividad humana innata contra las ideas de Rousseau que propone una naturaleza humana noble que se corrompe por el avance social), ni hacer menos la ontología de la guerra misma, sus alcances o escalas (por ejemplo, guerra occidental contra guerras no occidentales; la guerra total contra la guerra ritual, la guerra de sociedades complejas contra la guerra de sociedades primitiva, etc., véase Keeley, 1996). En este trabajo quiero enfocarme en la ideología y la materialidad de los campos de batalla en el contexto de la guerra mesoamericana en lo general y mexica en lo particular. Por “campo de batalla” me refiero al paisaje donde se desarrolla la práctica de la guerra (el combate de contacto o de evasión entre grupos enemigos) a través de una representación cuasi-teatral de movimientos que pueden incluir avances, retrocesos, escaramuzas, encuentros sostenidos, movimientos ofensivos y defensivos, ataques sorpresa, retiradas
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highly mobile, indigenous-style warfare. The seemingly disorganized Indian approach actually had its own logic and internal order (different from that of Western military order in the 18th century) and was better suited to that specific location. In the battle of the Monongahela River, Braddock’s platoons were not just incorrectly positioned and exhausted after a long march through the Appalachian Mountains; they were also ineffectual in adapting their tactics to face an enemy who had chosen the right time and place for a surprise attack and had executed their actions and maneuvers according to the local terrain and cultural practices of frontier warfare. Hence, the French and Indian forces refused to fight the British in open country, disregarding all formalities of European warfare at the time. Instead, the French and Indian forces positioned themselves to attack the enemy when it was unprepared and vulnerable, and with those actions they prevented the siege of Fort Duquesne where, had it happened, the deployment of Braddock’s heavy artillery and superior numbers would have favored the British. Usually a battle is understood as an event in which combat takes place between enemy groups in a short period of time spanning hours to a few days. A state of warfare could consist then of one or more battles, resulting in many battlefields. As a single event each battle is unique. The specificities of each engagement need to be studied, taking into account variables including: the size of both forces, the weaponry, the nature of the fighters’ training, leadership, morale, logistics, omens, oracles, ceremonies, topography, etc. Therefore, each battlefield is unique; nonetheless, when battles tend to occur with frequency in a reduced area, a not uncommon situation given geographical and political choices, then it is possible to recognize common elements that give rise to recurrent landscapes of war. 24
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verdaderas o fingidas, contraataques y escapes, con el objetivo final de vencer, resistir o negociar con el adversario. Aquí, considero que el campo de batalla es el escenario de la confusión donde el caos y la impulsividad pueden traer gloria o derrota con consecuencias de largo plazo. La sincronización de los movimientos, lugares y acciones realizadas en momentos oportunos son de vital importancia. El éxito depende de estar en el lugar correcto en el momento adecuado, mientras que la derrota es la consecuencia de haber tomado malas decisiones en la movilización de recursos y personal (Keegan, 1976: 47). Durante el combate, decenas o miles de individuos necesitan transportar con ellos materiales guerra de un lugar a otro. Estos movimientos coordinados están diseñados para abandonar, conservar o ganar posiciones percibidas como comprometidas o estratégicamente importantes. En este acercamiento, el mantener una posición también implica movimiento, en el sentido de que se requiere mantener y suministrar a un grupo de combatientes en espacios reducidos. Puesto que las verdaderas intenciones detrás de todos estos movimientos tienden a ser encubiertas por la astucia y el engaño, estar en el lugar correcto en el momento justo depende de adivinar adecuadamente las intenciones de los adversarios para eludir a sus ejércitos o presentar una fuerza superior para dislocar sus formaciones y su capacidad para atacar. Una batalla se pierde cuando este juego de engaño y sincronía deja de operar, por lo que un signo de haber ganado una batalla se observa cuando el enemigo es forzado a abandonar el campo de batalla de una manera desorganizada. Como no hay una manera correcta, superior, ni universal de conducir una guerra, la organización de los combatientes, maniobras ofensivas, defensivas y logística de suministro de armas y materiales de guerra en el campo de batalla depende de variables culturales que cambian de un grupo a otro y de un período a otro (Keeley, 1996: 80). Para ilustrar el último punto, pongo un ejemplo contrastante donde dos fuerzas se encuentran y una de ellas posee personal disciplinado, superioridad de armamento y mayor número de combatientes y 25
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Topographically, the place where enemy combatants face each other has a material existence composed of fixed natural features (i.e., elevations and depressions, plains, swamps, rivers, vegetation, etc.) and variable natural features like atmospheric conditions, in which rain and daylight versus darkness are key factors. These natural features facilitate or constrain the movements and decisions taken by leaders and combatants during a fight. Human decisions as to where to place themselves or how to modify the topography of a landscape of conflict create and assign meaning to each battlefield. For recurrent battlefields, there is time for local populations to modify the landscape to alter disadvantageous topographic features and reinforce strategic locations. These modifications create fixed positions around which critical maneuverings of evolving battles take place. This spatially anchored battlefield necessarily impacts the time line and chronological sequence of events, movements, and actions of the various components of the fighting forces. But this fixation on the battlefield is only apparent, because once a particular battle begins everything becomes fluid and relative. Fixed positions can be bypassed, surrounded, or breached, thereby rendering them useless, changing battlefield geometry and the entire perception of what areas are or are not important.
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aún así pierde una batalla clave contra una fuerza considerada inferior en números y armas. Así, durante la guerra Franco-India en Norteamérica, los organizados y bien abastecidos escuadrones británicos del general de división Edward Braddock fueron literalmente obliterados del mapa por una fuerza Franco-India menor, durante el cruce del río Monongahela (Chernow, 2010: 52-62). La compacta formación británica, con sus pesados trenes de artillería, alimento y municiones, resultó inútil en los densos bosques de Pensilvania cuando se enfrentó con una guerra estilo indígena altamente móvil, armada sólo con rifles largos y armas ligeras. El aparentemente desorganizado estilo de guerra de los indígenas norteamericanos en realidad tenía su propia lógica y orden interno, diferente del orden militar occidental del siglo XVIII, pero que se adaptaba mejor a un paisaje quebrado y boscoso, que contrarrestaba la superioridad númerca británica. En la batalla del río Monongahela, los escuadrones de Braddock no sólo estaban agotados después de una larga marcha a través de los montes Apalaches, también estaban mal posicionados y expuestos a un enemigo que había ejecutado a sus acciones y maniobras para adaptarse al terreno y las prácticas culturales de la guerra de frontera. Por su parte, el ejército británico en Norteamérica fue ineficaz y no pudo adaptarse al terreno y se rehusó a adoptar estrategias y tácticas locales para enfrentarse a los franceses y sus aliados indígenas. Así, las fuerzas franco-indígenas se negaron a pelear contra los británicos en un campo de batalla abierto, desechando todas las formalidades de la guerra europea del siglo XVIII. Rompiendo el protocolo caballeresco de la época, las fuerzas franco-indígenas se posicionaron para atacar al enemigo sorpresivamente cuando estaba desprevenido y vulnerable. Tales acciones “deshonrosas” impidieron el asedio de su base militar en Fort Duquesne. Sin esta acción militar sorpresa, el general Braddock hubiera podido desplegar su artillería pesada en un campo abierto y la superioridad numérica de las fuerzas británicas habría desfavorecido a las fuerzas franco-indias. 27
Chapter 2. Teoatempan Tlachinoltempan: Ideology of Aztec Battlefields
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he Nahuatl language pairs complementary words to stress a key idea, creating a linguistic construction that needs to be interpreted metaphorically (Garibay 2001: 115-116). Thus, the concept of war is expressed by several couplets like: in mitl in chimalli (the dart and the shield) or in atl in tlachinolli (the water and the scorched). The Aztecs graphically represented the latter by connecting a spray of water and a plume of fire (Figure 1). Water and fire were opposing sacred elements, and their violent recombination implied creation through destruction, change, and movement (López Austin 1997:12-13). Accordingly, the Nahuatl concept for battlefield was teoatempan tlachinoltempa, which literally means: “at the edge of the sacred water, at the edge of the place on fire” (Sullivan 1992:168). During the Postclassic period the battlefield, as an indigenous category, was a liminal space where opposing forces of the universe met in combat (Taube and Zender 2009:165). The solar deity and earth goddess were the primary patrons of Aztec warfare (Sahagún 1979b:52), and their influence affected the fate of all the participants in battle. In another linguistic turn, the word oolin or ollin refers to “movement” or “earthquake”, but it also means “to be in a state of war” (Garibay 2001:360). Interestingly, the calendrical name of the Aztec Fifth Sun is Nahui Ollin, Four Earthquake, which metaphorically completes the circularity between the solar and earth deities with movement as an expression of warfare.
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La conquista mexica del reino de tlapa
Una “batalla” se entiende como un evento en el que el combate entre grupos enemigos ocurre en un período corto de tiempo de minutos, horas o pocos días. Por lo que un “estado de guerra” consistiría de una serie de enfrentamientos que producirían muchos campos de batalla. Entendida como “evento”, cada batalla es única y las particularidades de cada confrontación necesitan ser estudiadas teniendo en cuenta variables como el tamaño de ambas fuerzas, el armamento, la naturaleza de la formación de los combatientes, liderazgo, moral, logística, augurios, oráculos, ceremonias, topografía, etcétera. La premisa de que cada batalla es única debe matizarse; no obstante, cuando las batallas tienden a ocurrir con frecuencia en una misma área reducida, situación que no es infrecuente dado que la confrontación entre grupos vecinos se ve restringida por constantes geográficas e incluso tradiciones políticas, lo que nos permite reconocer elementos comunes y repetitivos que dan lugar a la formación de paisajes recurrentes de acciones de guerra. Topográficamente, el lugar donde se encuentran los combatientes enemigos tiene una existencia material creada por características naturales “fijas” con factores de cambio de largo plazo (es decir, elevaciones y depresiones, planicies, pantanos, ríos, vegetación, etc.), y características naturales “variables” asociadas a ciclos estacionales, diarios y condiciones atmosféricas repentinas, en los que la lluvia, la nieve, luz versus oscuridad y la subida y bajada de la marea son factores clave en la guerra. Estas características naturales facilitan o limitan los movimientos y las decisiones tomadas por los líderes y combatientes durante una batalla. Las decisiones humanas asociadas a dónde posicionar a un ejército o cómo modificar la topografía de un paisaje de guerra crean y asignan significado a los campos de batalla. Cuando analizamos campos de batalla recurrentes usualmente ha habido experiencias de enfrentamientos previos y el ciclo de las guerras tiene plazos largos de tiempo que les han permitido a las poblaciones locales la modificación del paisaje para alterar características topográficas desventajosas y reforzar lugares estratégicos. Estas modificaciones crean posiciones fijas alrededor de las cuales 29
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In the Florentine Codex, Sahagún’s informants summarized all the idealized stages used by the Aztecs in preparing to wage war and face the enemy on a battlefield (Sahagún 1979b:51-54; Hassig 1988:68). After conflict arose between the Aztecs and other political systems, the Aztec emperor met with his council of rulers and allies to analyze a particular situation and decide if there existed justification for waging war against an adversary. Once the decision to go to war was made, spies were sent to assess military defenses, preparedness, roads, and the topography of the primary settlement of enemy states. This information was brought to the Aztec ruler in painted maps (tlapallacuilolpan omotlali) used to strategize for the upcoming war (Figure 2). All calpixqui, officers in charge of monitoring and storing the collection of tribute, were requested to supply provisions, weapons, and war insignias. Costly insignia were brought from the petlalcalco (primary Tenochtitlan storehouse), to be distributed among high-ranking nobles and brave warriors. All military leaders (tonatiuh itlatocahoan, or “lords of the sun”) dressed in their best clothing, jewelry, and feathers. The army was divided into contingents, with staggered departures from the Basin of Mexico over a period of days. The priests in charge of the god images took the lead and departed the first day. On the second day, the military generals of Tenochtitlan (tlacochcalcatl and tlacateccatl) departed with the main host, represented by its seasoned warriors organized by calpulli1, and led by their war chiefs (tiacauh). A new unit departed every day from the allied polities following a rotational system similar to that used in the Aztec tributary system. Once the bulk of the army had arrived 1 Capulli is the community house where the macehuales or commoners used to meet to allocate services due to the political system, while the tlaxilacalli is a ward of the altepetl. There is at least one calpulli for each tlaxilacalli and an altepetl has many tlaxilacalli and calpulli.
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se han sucedido eventos importantes en el pasado y se espera que se realizaran maniobras críticas en el desarrollo de las batallas futuras. Estos campos de batalla, espacialmente anclados al paisaje por estructuras y lugares con significado, necesariamente afectan la línea de tiempo y la posible secuencia cronológica de movimientos y acciones de los distintos componentes que forman las fuerzas de combate, ya sea canalizando las acciones, facilitándolas o impidiéndolas. Pero esta fijación espacial de elementos en el campo de batalla es únicamente aparente, pues una vez que comienza una batalla particular todo se vuelve fluido y relativo. Las posiciones fijas pueden evitarse, rodearse o ser tomadas, lo que las inutiliza, con lo que se cambia la geometría del campo de batalla y se modifica la percepción de las áreas que son o no importantes de forma constante.
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at the battlefield, they were arranged in squadrons. The priests lit a new fire at dawn and blew conch trumpets, signaling for the battle to begin. War cries were uttered to frighten the enemy, and the first clashes took place with experienced warriors leading each squadron. The first captive was brought to the priests and sacrificed before the gods on the battlefield. The battle was considered successful if a relationship of political subordination was established. If that was not possible, however, the Aztecs still claimed victory if they had taken many captives, preferably more than their own losses. Those warriors who had captured enemies were rewarded by the ruler with war-insignia and other prestige goods (Sahagún 1979b:53). In addition to any realpolitik intentions, goals, or causes for warfare (Gutiérrez 2002:133), the Aztec battlefield was the place where combatants looked for glory and higher status. It was also the arena where one could find an honorable death: yaomicque (Hassig 1988:118-119; Sullivan 1992:332). Those captured on the battlefield were metaphorically referred to by their captors as flowers, feathers, and necklaces of jewels (Sullivan 1992:158). For instance, chimalxochitl literally means “shield of flowers” and, figuratively, is also a captive of war (Garibay 2001:343). This linguistic practice highlights the prowess required for capturing somebody alive in hand-to-hand combat, but also the precious nature of the captive whose final destiny was to be offered as sustenance for the gods who would devour his/ her vital force contained in the heart and blood (Sahagún 1969:58; see essays in Boone 1984 and Orr and Koontz 2009). A spiritual bond was created between the captor and the captive, the latter becoming symbolically a member of the former’s family. In this communion the captor appropriated all deeds, titles, as well as any spiritual characteristics, like courage, from the defeated warriors (Guilhem 2010:469). 32
Capítulo 2. Teoatempan Tlachinoltempan: la ideología de los campos de batalla mexicas
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a lengua náhuatl se caracteriza por crear difrasismos, es decir, la formación de pequeñas frases a través de la unión de dos palabras con significado sinónimo, antónimo o metonímico para destacar una idea clave y cuya unión lingüística debe interpretarse metafóricamente (Garibay, 2001: 115-116). Así, el concepto de “guerra” se manifiesta en difrasismos como in mitl in chimalli (el dardo y el escudo) o in atl in tlachinolli (el agua y la chamusquina). Los mexicas representaron gráficamente el mencionado difrasismo in atl in tlachinolli conectando un chorro de agua y una pluma de fuego (Figura 1). Agua y fuego son elementos sagrados en oposición y su violenta recombinación implica un acto de creación a través de la destrucción, es decir, generan cambio a través del movimiento violento (López Austin, 1997: 12-13). Por consiguiente, el concepto náhuatl para “campo de batalla” fue el difrasismo teoatempan tlachinoltempa, que literalmente significa “en la orilla del agua sagrada, en el borde del lugar en fuego” (Sullivan, 1992: 168). Como categoría indígena durante el período Posclásico, el campo de batalla fue un espacio liminal donde las fuerzas opuestas del universo se unen en combate (Taube y Zender, 2009: 165). La deidad solar y la diosa de la tierra fueron los patronos principales de la guerra mexica y su influencia afectaba el destino de todos los participantes en la batalla (Sahagún, 1979b: 52). En otro giro lingüístico similar, la palabra oolin u ollin se refiere al “movimiento” o “terremoto”, pero también significa “estar en un estado de guerra” (Garibay, 2001: 360). Por demás interesante el nombre del calendárico del Quinto Sol de los mexicas fue Nahui Ollin, “cuatro terremoto” o “cua-
Figure 1. In atl in tlachinolli as depicted on the Teocalli de la Guerra Sagrada, Museo Nacional de Antropología (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 1. In atl in tlachinolli como se representa en el Teocalli de la Guerra Sagrada, Museo Nacional de Antropología (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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After the captive’s sacrifice, the captor’s family kept his femur as a trophy, material proof of the event (Sahagún 1981: 59-60). On a larger stage, the victorious altepetl (native state) confiscated the paramount local god and appropriated a percentage of the wealth of a defeated state via tributary obligations negotiated on the spot. I should clarify that not all the elements described by Sahagún’s informants occurred exactly in the way summarized above, nor can they be generalized to all Aztec battles. Still, these emic views provide insights for creating better reconstructions of the past, especially when they are contrasted with the archaeological record and etic perspectives of the researcher (Allen and Arkush 2006:7; Brumfiel 2003; Kubler 1985; Robin 2002; Sheets 2003).
Yaotlapallacuilolpan2: The Visual Recreation of Battlefields Iconographic representations of warfare and organized violence are abundant in many Mesoamerican groups (Foncerrada de Molina 1980; Miller 1986), and Aztec society was no exception. Warfare and ritual violence were central themes depicted on key monuments and in painted documents. The first section of the Codex Mendoza3 depicts 214 place names of indigenous states. Each place name is accompanied by the composite glyph of a temple with a falling roof and scrolls of smoke and fire, indicating the conquest of those native 2 Yaotlapallacuilolpan can be literally translated as the colorful painting of a war or battle. 3 Codex Mendoza is one of the primary sources of the Aztec empire. It was painted circa 1541-42 by order of Antonio de Medoza, first Viceroy of the New Spain. It contains three section: 1) A historical account of the Mexica’s conquests from the founding of Tenochtitlan to the rule of Moctezuma Xocoyotzin; 2) A pictorial record of the tribute paid by the different provinces of the Aztec Empire; 3) An ethnographic description of Aztec life (Glass and Robertson 1975:160).
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tro movimiento”, onomástico que metafóricamente liga la circularidad entre las deidades solares y la tierra con el concepto de movimiento como expresión de la guerra. En el Códice Florentino, los informantes de Sahagún representaron de forma idealizada las etapas que los mexicas consideraron importantes en el proceso de prepararse para la guerra y cómo se enfrentaban al enemigo en un campo de batalla (Sahagún, 1979b: 51-54; Hassig, 1988: 68). De esta forma, después que se presentaba un conflicto entre los mexicas y otros sistemas políticos, el emperador mexica se reunía con un consejo de gobernantes y aliados para analizar cada situación particular y decidir si existía justificación para emprender una guerra contra un adversario. Una vez tomada la decisión de ir a la guerra, se enviaban espías para evaluar las defensas militares enemigas, su estado de preparación, los caminos, la topografía y el paisaje de los altépetl (unidad política indígena) por invadir. Esta información era traída al gobernante mexica en mapas pintados, llamados en náhuatl tlapallacuilolpan omotlali, usados para generar la estrategia de guerra que se utilizaría contra el enemigo (Figura 2). Una vez que se decidía comenzar una guerra, se ordenaba a todos los calpixqui, oficiales encargados en la colección, almacenamiento y contabilidad del tributo imperial, que suministraran provisiones, armas e insignias de la guerra a los escuadrones mexicas y sus aliados. Costosas insignias eran traídas del petlalcalco (almacén principal de Tenochtitlán), para ser distribuidas entre los altos nobles y “valientes” guerreros que habían capturado enemigos en guerras previas y que juraban no retraerse del campo de batalla. Todos los líderes militares (tonatiuh itlatocahoan o “los señores del sol”) se vestían con sus mejores ropas, joyas y plumas. El ejército se dividía en contingentes y se creaba una agenda que por varios días controlaba su salida escalonada desde diferentes puntos de la cuenca de México. Los sacerdotes a cargo de las imágenes de los dioses tomaban la iniciativa y partían el primer día. El segundo día salían los dos generales de guerra de Tenochtitlán (tlacochcalcatl y tlacateccatl) con sus respectivos batallones de guerreros 37
figure 2. Tlapallacuilolpan omotlali in altepetl in poliuiz: “the painting showing the place of the city that they were to destroy” (Sahagún 1979b:51). Drawing after the Florentine Codex (Sahagún 1979a, folio 219) (drawing by Gerardo Gutiérrez).
Figure 2. Tlapallacuilolpan omotlali in altepetl in poliuiz: “the painting showing the place of the city that they were to destroy” (Sahagún 1979b:51). Drawing after the Florentine Codex (Sahagún 1979a, folio 219) (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 2. Tlapallacuilolpan omotlali in altépetl in poliuiz: “la pintura que muestra el lugar del altépetl que será destruido” (Sahagún ,1979b: 51). Figura tomada del Códice Florentino (Sahagún, 1979a, folio 219) (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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states by military or aggressive diplomacy (Figure 3). Unfortunately, the place names in the Codex Mendoza do not explain how the Aztecs managed to outmaneuver enemy states or what an Aztec battlefield looked like. In his History of the Indies of New Spain of 1588, Friar Diego Durán reported on some fifty battles in which the Aztecs engaged with other Mesoamerican groups with varying degrees of detail, from the foundation of their ephemeral settlement in Chapultepec (circa 1298) to the arrival of Cortés’s expedition in Veracruz (Durán 1994). Accounts of particular Aztec battles are the most fascinating feature of this source, since it reveals some of the intentions, goals, and strategies behind each conflict. Durán’s work presents a top-down narrative glorifying the deeds of the Aztec nobility. The participation of commoners or other local allies in the Aztec expansion was denigrated, and Durán clearly supports this bias. Indeed, Durán’s twin chronicle, Crónica Mexicana, written by Alvarado Tezozomoc (2003), is even more adamant on this point since the author wants to preserve the accounts of the ancient rulers so their words are never to be forgotten. Tezozomoc also attempts to prevent the alienation of Tenochca glory by lesser people, specifically the commoners of Tlaltelolco, who at that time were assisting the Franciscan Sahagún in writing his Historia General de las Cosas de la Nueva España (Vázquez 2003:37-38). I believe it was no accident that the Dominican Friar Durán had full access to a Mexica-Tenocha chronicle expressing the viewpoint of the nobles of Tenochtitlan, which contradicted Sahagún’s Tlatelolca informants. During the late 16th century, the wars of the prehispanic past moved from actual contested landscapes to literary battles as represented in manuscripts written by rival religious orders with the assistance of diametrically opposed informants. The prize in these “warring” chronicles was not tribute 40
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veteranos, organizados por calpulli1 y dirigidos por jefes de guerra (tiacauh). Una nueva unidad partía todos los días desde los altépetl aliados siguiendo un sistema de tanda y rotación similar al que se utilizaba en el sistema de tequio o sistema tributario de mano de obra debida al Estado mexica. Una vez que el grueso del ejército había llegado al campo de batalla, se organizaban espacialmente de acuerdo al altépetl y calpulli de origen de cada escuadrón. Los sacerdotes encendían un fuego nuevo en la madrugada y soplaban trompetas de caracol para comenzar la batalla. Se lanzaban gritos de guerra para asustar al enemigo y los primeros enfrentamientos tenían lugar con los experimentados guerreros al frente de cada escuadrón. El primer cautivo era traído a los sacerdotes y sacrificado ante los dioses en el campo de batalla. La batalla se consideraba exitosa si los mexicas lograban imponer una relación de subordinación política sobre el Estado enemigo. Si eso no era posible, los mexicas todavía clamaban victoria si durante ésta habían tomado muchos prisioneros, preferiblemente más de los guerreros que ellos mismos habían perdido a manos del enemigo. Los guerreros que habían logrado capturar enemigos vivos eran recompensados por el gobernante con insignias de guerra y otros bienes de prestigio (Sahagún, 1979b: 53). Además de cualquier intención, metas y causas de la guerra mexica asociadas al realpolitik del imperio (Gutiérrez, 2002: 133), el campo de batalla mexica era el lugar donde los combatientes buscaron gloria y un mejor estatus social. También fue el escenario donde se podía encontrar una muerte honorable o yaomicque (Hassig, 1988: 118-119; Sullivan, 1992: 332). Metafóricamente, los capturados en el campo de batalla fueron referidos por sus captores como flores, plumas y collares de joyas (Sullivan, 1992: 158); por ejemplo, el concepto chimalxochitl significa literalmente “escudo de flores”, pero como figura retórica se refiere a prisionero de guerra (Garibay, 2001: 343). Esta práctica lingüística destaca 1 Entiendo al calpolli aquí como la casa comunal de un tlaxilacalli donde se realizaban las reuniones de los macehuales y se mantenía el control de las listas de pagos de tributo y se organizaba el servicio de trabajo comunal o tequio.
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or sacrificial captives, but the ownership of Aztec historical heritage! Regardless of its bias and “hybrid” European-Aztec style, Durán’s 17 plates illustrating critical battles in Aztec military history are the most interesting representations of Mesoamerican battlefields and have therefore been copied and recopied by other authors since colonial times (Glass and Robertson 1975:223, 224). Durán’s plates are synthetic but provide enough information to identify key elements of native battlefields: 1) the “killing zone” (Keeley 1996:46), usually painted in the center of the vignette; 2) the combatants divided by squadron and differentiated by their polities’ place names painted along the margins of the image; 3) relevant topographic features, such as mountains, cities, temples, roads, or rivers, highlighting particular passages from the story (Figure 4). Sometimes the paintings contained the outcome of a battle or important stages of it with a defined chronological sequence. The dominant characters are frequently the Aztec ruler himself, accompanied by noble and high-status warriors. Durán noted that segments of his book were copied from an original indigenous chronicle, likely written in Nahuatl by a Mexica noble (Barlow 1945: 65-87; Durán 1984:82, 97-98). This original chronicle did not survive, but it is plausible that Durán’s plates are also copies of older paintings, depicting relevant battles in prehispanic style. Colonial period paintings/maps of battlefields are common in central Mexico. For example, one can appreciate over 100 simplified battle scenes between Spaniards and native warriors in the Relación Geográfica de Tlaxcala (Acuña 1984). Nonetheless, to date there are few studies of earlier colonial maps still preserving prehispanic style and depicting what Sahagún’s informants (1979b:51) described as tlapallacuilolpan omotlali in altepetl in poliuiz (“the painting showing the place of the city that they were to destroy”). 42
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la destreza necesaria para capturar a alguien vivo en combate cuerpo a cuerpo y la naturaleza preciosa del cautivo, cuyo destino final era ser ofrecido como alimento para los dioses que devoraban la fuerza vital contenida en su corazón y la sangre (Sahagún, 1969: 58; ver ensayos en Boone, 1984; así como en Orr y Koontz, 2009). En este proceso se creaba un vínculo espiritual entre el captor y el cautivo, donde el cautivo llegaba a ser en lo simbólico un miembro de la familia del captor. En esta comunión el captor se apropiaba de todas las acciones y títulos, así como cualquier característica espiritual del guerrero derrotado, como su valentía (Guilhem, 2010: 469). Después del sacrificio del cautivo, la familia de captor guardaba su fémur como trofeo, la prueba material del evento (Sahagún, 1981: 59-60). En una escala mayor, el altépetl victorioso confiscaba a la deidad primordial local y se apropiaba de un porcentaje de la riqueza del Estado indígena derrotado al imponer obligaciones tributarias negociadas durante la capitulación. Aclaro que los elementos descritos por los informantes de Sahagún son idealizaciones y no hay certeza que se produjeron exactamente de la manera resumida arriba, ni pueden generalizarse a todas las guerras y batallas mexicas. No obstante, estos puntos de vista plasmados desde el interior de la cultura indígena proporcionan ideas que sirven de base para generar interpretaciones del pasado, especialmente cuando se contrastan con el registro arqueológico y los presupuestos informados del investigador (Allen y Arkush, 2006: 7; Brumfiel, 2003; Kubler, 1985; Robin de, 2002; Sheets, 2003). Yaotlapallacuilolpan2: La recreación visual de los campos de batalla Representaciones iconográficas de guerra y violencia organizada son abundantes en muchos grupos mesoamericanos (Foncerrada de Molina, 1980; Miller, 1986), y la sociedad mexica no fue la excepción. La guerra y la violencia ritual fueron temas centrales representados en los 2 Yaotlapallacuilolpan puede interpretarse literalmente como “la colorida pintura de la guerra o batalla”.
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Notably, the Lienzo de Chiepetlan 1 appears to be the only known surviving example of a yaotlapallacuilolpan designed to show the strategy, development, and final outcome of the war between Tenochtitlan and Tlapa-Tlachinollan. The latter is a middle-sized Postclassic polity, located in a competitive geopolitical environment in the La Montaña region of eastern Guerrero. Information on Tlapa-Tlachinollan’s political history is available from a large corpus of some twenty-five local pictorial documents narrating its development from 1300 to 1565 (Gutiérrez et al. 2009). According to these sources, in the year 1412, the Tlapanec rulers Lizard and Mockingbird-Arrow expanded and consolidated a complex polity through diplomatic and military domination of some twenty rival states. At its peak, Tlapa-Tlachinollan controlled an area of more than 6,000 km² and over 50,000 people (Gutiérrez 2002:196).
Chapter 3. The Lienzo de Chiepetlan 1: An Aztec Battlefield in Eastern Guerrero
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he Lienzo de Chiepetlan 1 provides an exceptional opportunity to analyze the emic organization and structure of a native battlefield map/plan. Furthermore, interpretations of this native map can be used for clues to search for the location and archaeological study of an Aztec battlefield. In the Spanish language spoken during the Colonial period, the word “lienzo” referred to a large piece of Egyptian cotton used as a canvas, and by exten-
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principales monumentos y documentos pintados. De esta forma, la primera sección del Códice Mendoza3 representa 214 topónimos de Estados indígenas en el área de influencia mexica. Cada nombre de lugar es acompañado por el glifo compuesto de un templo con techo de caído, volutas de humo y fuego, que indica la conquista de los Estados nativos por medio de diplomacia agresiva o acciones militares (Figura 3). Por desgracia, los topónimos en el Códice Mendoza no explican cómo los mexicas lograron superar a estos Estados enemigos, ni cómo fueron los campos de batalla mexica. En su historia de las Indias de Nueva España de 1588, Fray Diego Durán relata unas cincuenta batallas, diecisiete de ellas ilustradas con diversos grados de detalle, en que los mexicas se enfrentaron con otros grupos mesoamericanos en un marco temporal que abarca desde la fundación de su efímero asentamiento en Chapultepec (hacia 1298 a.C.) hasta las primeras batallas contra Hernán Cortés (Durán, 1994). Precisamente los relatos particulares de estas batallas mexicas son el rasgo más fascinante de esta fuente, puesto que se dejan ver algunas de las intenciones, metas y estrategias detrás de cada conflicto. Debemos ser cautos, sin embargo, ya que el trabajo de Durán presenta una narrativa de élite que glorifica las hazañas de la nobleza mexica. Así, por ejemplo, la participación de los macehuales (gente común) y otros aliados locales en la expansión imperial mexica es denigrada, sesgo que Durán apoya claramente. De hecho, la crónica gemela de Durán, conocida como Crónica Mexicana, escrita por Alvarado Tezozomoc (2003), es aún más inflexible en este punto, pues el autor abiertamente expone que en su relato quiere preservar la historia de los antiguos gobernantes de México-Tenochtitlán para que sus palabras y hechos nunca se olviden. Tezozomoc también intenta 3 El Códice Mendoza es una de las fuentes primarias del Imperio de la Triple Alianza. Fue pintado alrededor de 1541-42 por orden de Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la nueva España. Contiene tres secciones: 1) un relato histórico de las conquistas de los mexicas desde la fundación de Tenochtitlán hasta el imperio de Moctezuma Xocoyotzin; 2) un registro pictórico del tributo pagado por las diferentes provincias del Imperio de la Triple Alianza; 3) una descripción etnográfica de la vida mexica (Glass y Robertson, 1975: 160).
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figure 3. Representation of an Aztec conquest, note the larger-scale Aztec warriors capturing smaller-scale enemies; see also the burning temples in the background (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 3. Representation of an Aztec conquest, note the larger-scale Aztec warriors capturing smaller-scale enemies; see also the burning temples in the background (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 3. Representación de una conquista mexica. Nótese la escala mayor que tiene el guerrero mexica que captura enemigos de menor escala; también nótense los templos en llamas atrás de la escena (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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sion, also referenced a landscape or portrait painted on a cotton cloth support (Diccionario de Autoridades 2002:402). In 1746, Lorenzo Boturini (1999) began using the word “lienzo” to refer to large indigenous paintings containing cartographic, historical, or genealogical information; Mesoamerican scholars have followed suit ever since (Boone 2000:24; Glass and Robertson 1975:9; Robertson 1959). The Relación Geográfica de Chiepetlán of 1777 mentions the existence of five large-format native lienzos in the village of San Miguel Chiepetlan in eastern Guerrero (Barlow 1946:239). After this Late Colonial report no modern scholar saw or heard any more about these documents, and they were presumed lost (Glass and Robertson 1975:34). It was considered extremely fortunate when, in 1970, the Nahua villagers of Chiepetlan decided to show not five but six large lienzos to a French photographer working for the Mission Archéologique et Ethnologique Française au Mexique. With the re-appearance of these documents, it has been possible to study the migrations of Nahuatl speakers into Guerrero, their wars of conquest, and their land claims. Joaquín Galarza (1972) was the first to thoroughly describe these documents, but apart from marginal reproductions, no one has reviewed or evaluated Galarza’s interpretations for almost four decades (Gutiérrez 2002, 2010a). Here, I focus my attention on the Lienzo de Chiepetlan 1, a cartographic-historical document painted on cotton cloth, measuring 1.72 by 2.07 m (Figures 5a, 5b, 5c). If we were to use Robertson’s proposals regarding the style of the ancient schools of painters, this manuscript would be classified as part of the Second Stage of the School of Mexico-Tenochtitlan (Robertson 1959:94-106). Given the early style of the Nahuatl glosses (see below), I believe it was painted between 1535 and 1550. Although an Early Colonial document, its content focuses on events that occurred between A.D. 1460 and 1487. 48
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evitar la apropiación de la gloria mexica-tenochca por gente de menor estatus, específicamente los macehuales de Tlaltelolco, que en ese momento estaban ayudando al franciscano Fray Bernardino de Sahagún a escribir su Historia General de las Cosas de la Nueva España (Vázquez, 2003: 37-38). Creo, por lo tanto, que no es casual que Durán, un fraile dominico, tuviera acceso completo a una crónica mexica-tenochca que expresara la historia mexica desde el punto de vista de los nobles de Tenochtitlán, y que puede contraponerse con la narrativa de los informantes tlatelolcas de Sahagún. Así, durante la segunda mitad del siglo XVI, las guerras del pasado prehispánico se trasladaron de ser peleadas en paisajes tangibles a convertirse en batallas literarias plasmadas en manuscritos divergentes por órdenes religiosas rivales creadas con la ayuda de informantes diametralmente opuestos. La recompensa que los informantes y autores de estas crónicas “beligerantes” buscan no es tributo ni sacrificio de cautivos, sino ganar para un altépetl o estamento social, la apropiación de la narrativa histórica del nahua, mexica y del Imperio de la Triple Alianza. Independientemente del sesgo y el estilo “híbrido” europeo-mexica, las 17 viñetas con que Durán ilustró las batallas críticas de la historia militar mexica son las representaciones más interesantes que han sobrevivido de los campos de batalla de Mesoamérica y, por lo tanto, se han copiado y vuelto a copiar por otros autores desde la época Colonial (Glass y Robertson, 1975: 223-224; ver las reproducciones en las Figuras 18a-18o al final de este trabajo). Las ilustraciones de Durán son esquemáticas, pero proporcionan suficiente información para identificar los elementos clave de los campos de batalla indígenas: 1) la “zona de muerte” (Keeley, 1996: 46), generalmente pintada en el centro de la viñeta; 2) los combatientes divididos por escuadrón y diferenciados por los nombres de sus altépetl pintados a sobre los márgenes de la imagen; 3) las características del paisaje, como topografía, montañas, ciudades, templos, caminos y los ríos que se asocian a los eventos y pasajes narrados en los capítulos de la historia mexica (Figura 4). Algunas veces estas 49
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My interest in this map arises from its being a local account of Aztec expansion in eastern Guerrero, depicting a series of battles along the Zizintla River. This is one of the few early Colonial documents that fulfills the description of a yaotlapallacuilolpan (a map depicting a battlefield) according to Sahagún’s informants.4 The Lienzo de Chiepetlan 1 is a valuable source for understanding the actual arena of warfare and the strategies used by the Aztecs to conquer the Tlapa-Tlachinollan polity. The geographic information—the accuracy depicting rivers, roads, and the location of key sites—is remarkable and allows the use of this map as a guide for testing the presence of a landscape of conflict in the valley and mountain range separating the areas controlled by the Aztecs and those under Tlapanec domain. Detailed descriptions of the nearly 150 glyphs depicted in the lienzo can be consulted in Galarza’s (1972) research. I have discussed some of his interpretations elsewhere (Gutiérrez 2010a); here, I will present my particular reading of the geographic framework depicted on the map, a landscape created and experienced as the theater of operations in a long war of attrition. The most conspicuous topographic features depicted in the Lienzo de Chiepetlan 1 are a series of rivers whose branches gradually converge into one. Along these rivers are some thirty place names of important settlements, which were the anchors of regional political geography (Galarza 1972:35-39). Based on the location of known place names (Gutiérrez 2008, 2010a), we can identify the two primary rivers in the lienzo: 1) the Tlapanec River, the section between the villages of Atlamajalcingo del Río and San José Buenavista; and 2) the 4 The battles represented in Codice Huamantla (Aguilera 1984) also share some similarity with the yaotlapallacuilolpan theme. Nevertheless, the Lienzo de Chiepetlan 1 seems to be an earlier document, framed in a more realistic landscape and depicting a better known conflict than that depicted in Codice Humantla.
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figuras contienen el resultado de una batalla o etapas importantes de ella con una frecuencia cronológica bien definida. Los actores dominantes son frecuentemente el gobernante mexica acompañado por nobles y guerreros de alto estatus. Durán apunta que segmentos de su libro fueron copiados de una crónica original indígena escrita por un noble mexica (Barlow, 1945: 65-87; Durán, 1984: 82, 97-98). Este original puede estar perdido. La pregunta es si las figuras de Durán son también copias de pinturas más antiguas que hayan representado dichas batallas en un estilo prehispánico. Pinturas y mapas de batallas del período colonial son comunes en el Centro de México. Por ejemplo, es posible apreciar más de 100 escenas simplificadas de batallas entre españoles y guerreros indígenas en la Relación Geográfica de Tlaxcala (Acuña, 1984). No obstante, hasta la fecha nadie ha estudiado un mapa que represente lo que los informantes de Sahagún (1979b: 51) describieron como un tlapallacuilolpan omotlali in altepetl in poliuiz o “las coloridas pinturas que muestran el lugar del altépetl que será destruido.” Notablemente, el Lienzo de Chiepetlán 1 parece ser el único ejemplo que sobrevive de un yaotlapalacuilolpan ejecutado con el objetivo de mostrar la estrategia, desarrollo y el resultado final de la guerra entre el imperio basado en Tenochtitlán contra el reino de Tlapa-Tlachinollan. Tlapa-Tlachinollan fue una unidad política de tamaño mediano, localizada en el competitivo entorno geopolítico de la región de La Montaña, en el oriente de Guerrero. Información sobre la historia política de Tlapa-Tlachinollan se encuentra disponible en un gran corpus de hasta 25 documentos pictóricos locales que narran su desarollo político-territorial entre 1300 y 1565 d.C. (Gutiérrez et al., 2009). De acuerdo con la interpretación de estas fuentes, en el año 1412, los gobernantes tlapanecos Lagartija y Calandria-Flecha (este último también conocido como Banderas Plumas de Quetzal) expandieron y consolidaron un Estado indígena complejo a través de la dominación diplomática y militar de hasta veinte altépetl rivales. En su pináculo de poder, Tlapa-Tlachinollan controló un área de más de 6,000 km² y más de 50,000 personas (Gutiérrez, 2002: 196). 51
figure 4. War with Tlatelolco. After DurĂĄn (1994, plate 22) (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 4. War with Tlatelolco. After Durán (1994, plate 22) (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 4. La guerra con Tlatelolco. Con base en Durán (1994, ilustración 22) (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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Salado River and its entire Basin (Ponapuyetl), also known as the Zizintla.5 These two rivers merge into a single river near the ancient site of Xocotla, along the border between the municipalities of Tlapa and Alpoyeca. Given these two reference points, it is possible to identify a third branch of the river, the Ahuexutla channel (Figure 6). Finally, the other branches of note are the Atentli and Ahuetitlan Rivers, in the upper basin of the Tlapanec River (Gutiérrez 2010a:156-157). Important historical events, accompanied by scenes of battles and political negotiation, were depicted within a geographic framework provided by the above-mentioned rivers. These events present multiple layers of action flowing through time lines that are difficult to separate and interpret. Fortunately, the tlacuiloque (native scribes or painters) left enough pictographic guides to make sense of the overall narrative. The most relevant scenes of the lienzo are the depiction of five pairs of warriors facing each other along the centerline of the map, corresponding to the entire 24 km of the Zizintla River (Figure 7). To the left (north) of the Zizintla River, there are five warriors, all raising Aztec obsidian swords (macuahuitl) and carrying feathered shields. Two wear the costumes of the Eagle warrior, one the Jaguar warrior costume, and the other two have only cotton body armor (ichcahuipilli). To the right (south) of the Zizintla River, there are another five warriors in completely different outfits. All the individuals in this second group have a unique conical hairdo of white feathers and carry undecorated shields. Three brandish clubs without obsidian blades and carry beautiful feathered-flag insignias on their backs (quetzalpatzactli); the other two warriors are armed with bows and arrows with fancy quivers of jaguar skin, indicating that all 5 Ponapuyetl can literally be interpreted as “springs of the salty river;” while the word Zizintla may be interpreted as: “where corncobs are abundant.”
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Capítulo 3. El Lienzo de Chiepetlán 1: Un campo de batalla mexica en el oriente de Guerrero
E
n el español de la época colonial la palabra “lienzo” hacía referencia a una gran pieza de algodón egipcio que se utilizaba como soporte de pinturas y por extensión se usaba para mencionar un paisaje o retrato representado en tela (Diccionario de Autoridades, 2002: 402). En 1796, Lorenzo Boturini (1999) comenzó a usar la palabra “lienzo” para describir las grandes pinturas indígenas que contenían información cartográfica, histórica y genealógica. Los investigadores mesoamericanos han seguido esta tradición desde entonces (Boone, 2000: 24; Glass y Robertson, 1975: 9; Robertson, 1959). En el caso particular de esta investigación, el Lienzo de Chiepetlán 1 nos proporciona una oportunidad excepcional para analizar la organización y estructura de un campo de batalla indígena usando un mapa que sintetiza la estrategia de guerra mexica. Además, la interpretación de este mapa indígena puede usarse para encontrar elementos clave en la ubicación y estudio de un campo de batalla arqueológico mexica-tlapaneco. La Relación Geográfica de Chiepetlán de 1777 mencionó la existencia de cinco lienzos indígenas de gran formato en la villa de San Miguel Chiepetlán, en el oriente de Guerrero (Barlow, 1946: 239). Después de este reporte colonial ningún académico volvió a ver o escuchar sobre el paradero de estos documentos y se presumieron perdidos (Glass y Robertson, 1975: 34). Se consideró una fortuna cuando en 1970 los principales de Chiepetlán decidieron mostrarle no cinco, sino seis lienzos a un fotógrafo francés de la Mission Archéologique et Ethnologique Française au Mexique. Con la reaparición de estos documentos ha sido posible 55
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these warriors are high-ranking nobles. As in Durán’s battle plates, the political allegiance of the warriors is depicted according to their oppositional location in the lienzo and their relationship to a series of place names. All figures depicted to the left (north) of the Zizintla River are associated with two primary place names: 1) the glyph of Tenochtitlan, the main capital of the Aztec empire; and 2) the glyph of Chiepetlan, the Nahua village, which seemed to have been the regional headquarters of the Mexica efforts to attack the Tlapanec realm of Tlachinollan. The political affiliation of the painted Eagle and Jaguar warriors thus seems to be either Mexica-Tenocha or local Nahuas associated to Chiepetlan and another five places to the north of the Zizintla River. This identification is supported by Gloss #6 of the lienzo, which clearly states that all the figures to the left of the Zizintla River are Mexica-Tenochca, the brave warriors with the decapitated heads of their captives (see below for a transcription of Gloss #6). Opposing the Tenochca and local Nahua warriors, to the right of the Zizintla River is the dominant glyph of Tlachinollan, creating a horizontal central axis on the map, precisely aligned with Chiepetlan and Tenochtitlan. Ten glosses written in Nahuatl were also added to the lienzo during the Early Colonial period. These glosses have no Spanish loanwords,6 perhaps placing them in Stage 1 of linguistic interaction between the Nahuatl and Spanish languages, sometime between 1530 and 1550 (see Lockhart 1992:261). These glosses were placed in specific positions on the map to reinforce the depicted narrative, not arbitrarily, and thus, I believe they form an integral part of the story 6 Interestingly, the numerical system is a bizarre admixture of Roman and Arabic numbers using a vigesimal system. For instance, the number 36 is written as “xx.iuan.xvi” (“twenty and sixteen”); and the number 19 was written as “x.v.4,” fifteen in Roman numbers plus four in Arabic numbers (Galarza 1972:31).
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estudiar las migraciones de hablantes de náhuatl a Guerrero, sus guerras de conquista y sus reclamos de tierras. Joaquín Galarza (1972) fue el primero en describir minuciosamente estos documentos con el objetivo de proponer una metodología de interpretación de códices. Aparte de ese estudio y reproducciones marginales de los lienzos, nadie ha revisado o evaluado las interpretaciones de Galarza por más de 45 años (Gutiérrez, 2002, 2010a). En este trabajo me enfoco en el estudio del Lienzo de Chiepetlán 1, un documento histórico-cartográfico pintado en manta de algodón con medidas generales de 1.72 por 2.07 m (Figuras 5a, 5b, 5c). Si fuéramos a utilizar las propuestas de Robertson con respecto al estilo de las antiguas escuelas de pintura, este manuscrito se clasificaría como parte de la segunda etapa de la escuela de México-Tenochtitlán (Robertson, 1959: 94-106). Similarmente, dado el estilo temprano de las glosas en náhuatl (ver abajo), considero que este lienzo fue pintado entre 1535 y 1550; y aunque es un documento colonial temprano, su contenido se enfoca en eventos que ocurrieron entre 1460 y 1487 d.C. Mi interés en este mapa surge por ser un relato local de la expansión mexica en lo que ahora es el oriente de Guerrero y por su representación de una serie de batallas a lo largo del río Zizintla. Además, éste es uno de los pocos documentos coloniales que corresponde a la descripción de un yaotlapallacuilolpan (un mapa representando un campo de batalla) de acuerdo con los informantes de Sahagún.4 El Lienzo de Chiepetlán 1 es una fuente valiosa para entender la arena de guerra y las estrategias utilizadas por los mexicas para conquistar la unidad política de Tlapa-Tlachinollan. Por su representación adecuada de los ríos, los caminos y la ubicación de los sitios clave, la información geográfica de este lienzo es impresionante y permite su uso como mapa para guiar la investigación arqueológica y la presencia de conflicto antiguo en el valle 4 Las batallas representadas en el Códice Huamantla (Aguilera, 1984) comparten cierta similitud con el género de los yaotlapallacuilolpan. No obstante, el Lienzo de Chiepetlán 1 parece ser un documento más temprano que representa un paisaje realista y un conflicto mejor entendido que el representado en el Códice Huamantla.
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N
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figure 5. Lienzo de Chiepetlan 1 (photo by Gerardo GutiĂŠrrez with permission from the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de ChiepetlĂĄn y sus Barrios).
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1.72 m
Figure 5a. Lienzo de Chiepetlan 1 (photo by Gerardo Gutiérrez with permission from the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios). Figura 5a. Lienzo de Chiepetlán 1 (foto de Gerardo Gutiérrez con permiso del Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios).
Figure 5b. Line drawing of Lienzo de Chiepetlan 1 (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 5b. Dibujo del Lienzo de Chiepetlán 1 (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
Figure 5c. Members of Comisariado de Bienes Comunales de Chiepetlán y sus Barrios holding the Lienzo de Chiepetlan 1 in the year 2001 (photo by Gerardo Gutiérrez). Figura 5c. Miembros del Comisariado de Bienes Comunales de Chiepetlán y sus Barrios sosteniendo el Lienzo de Chiepetlán 1 en el año de 2001 (foto de Gerardo Gutiérrez).
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contained in the Lienzo. To support this claim, I note that Gloss #5 (tenochtitla: mexico) was painted next to the nopal cactus glyph of Tenochtitlan, while Gloss #6 (nica cate: y mexica: y tenochca: y tequi huaque ic monezca yolique y maltzoteco qui mamoza toque.7) was written in the middle of a scene with at least fourteen warriors richly dressed and holding severed heads in their hands. A large empty space was left between two rows of warriors to accommodate the text of Gloss #6. Finally, Gloss #9 (auh yzcat qui: yn quixitatzin: ychpoch. catca: çaquichtequito: ycpeuhqui ycpeuh yaoyotl.8) was written next to the depiction of a young woman lifting the lid of a container, representing the act of stealing. This action took place in an area under the control of Tlapa, and there seems to be a witness represented by the head of man. While Galarza provided a translation of the glosses from Nahuatl into French, he did not pursue an etymological analysis of the titles of the Aztec warriors depicted in the central scene of the lienzo, missing an opportunity to understand different stages of the conflict along the Mexica-Tlapanec frontier and link events painted in the lienzo with the yaotlapallacuilolpan (battle map) of Tlapa. Linking the Archaeological Strongholds along the Zizintla River with the Narrative of Warfare in the Lienzo de Chiepetlan 1 While analyzing the political expansion of the Tlapa-Tlachinollan polity during the 15th century as depicted in the codices Azoyú 1 and Azoyú 2, I noticed that most of the expansion was directed south of the Zizintla River (Gutiérrez 2002). Clearly, this pattern signaled 7 “Here they are, the Mexica, the Tenochca, the brave warriors, they are shown with the severed heads of their captives held in their arms.” 8 “Here she is; the young daughter of Quixitatzin. She came to steal. Because of her the war began.”
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y la sierra que separan las áreas controladas por los mexicas de aquellas que caían bajo el control del reino tlapaneco. En lo que respecta a la toponimia del lienzo, la descripción detallada de casi 150 glifos puede consultarse en el trabajo de Galarza (1972). En otro trabajo ya he discutido mis discrepancias en algunas de las interpretaciones de Galarza (Gutiérrez, 2010a), por lo que aquí presentaré mi lectura particular del marco geográfico representado en el lienzo y mi interpretación de un paisaje creado y experimentado como teatro de operaciones de una larga guerra de desgaste. Los rasgos topográficos más conspicuos representados en el Lienzo de Chiepetlán 1 son una serie de ríos cuyos ramales convergen gradualmente en uno solo. A lo largo de estos ríos se ubican hasta 30 nombres de lugares de asentamientos importantes que anclan la geografía política regional (Galarza, 1972: 35-39). Con base en la ubicación de los nombres de lugares conocidos (Gutiérrez 2008, 2010a), es posible identificar los dos ríos primarios del lienzo: 1) el río Tlapaneco, en la sección entre las localidades de Atlamajalcingo del Río y San José Buenavista; y 2) la cuenca completa del río Salado (Ponapuyetl), también conocido como río Zizintla.5 Estos dos ríos se unen en uno solo cerca del sitio prehispánico de Xocotla, a lo largo de la frontera entre los municipios de Tlapa y Alpoyeca. Tomando en cuenta estos dos puntos de referencia, es posible identificar un tercer ramal del río: el llamado Ahuexutla (Figura 6). Por último, los otros dos ramales notorios son los ríos Ahuetitlán y el Atentli, en la cuenca alta del río Tlapaneco (Gutiérrez, 2010a: 156-157). Varios acontecimientos históricos importantes, ilustrados por escenas de batallas y de negociación política fueron representados en el marco geográfico proporcionado por los ríos arriba mencionados. Estos eventos presentan varios niveles de acción que fluyen a través de líneas de tiempo que son difíciles de separar e interpretar. Afortunadamente, los tlacuiloque (escribas nativos o pintores) dejaron suficientes guías pic5 Ponapuyetl puede interpretarse literalmente como “manantiales del río salado”, mientras que Zizintla puede interpretarse como “el lugar donde abundan la mazorcas”.
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Ayahualco
Oaxaca
Axoxuca
0 kilometers
N
10
Tlaquilzinapa
Ixcateopan
Atlamaxac Metlaychan
Xocotla
Tototepec
Yoallan
Ah ue xu Tlapa-Tlachinollan tl aR iv er
Ahuatepec
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Coachimalco
Chiepetlan Quiahutepec
figure 6. Identified place names (diamonds), rivers (black lines) and pathways (white lines with arrow heads showing the direction of movement) as represented in the Lienzo de Chiepetlan 1 (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
Ahuet itlan River
Acuitlapan
Aquilpa-Teteltipa
Pac ific Oce Acapulco an
Tlapa
Tenochtitlan
Tecomatepec
Figure 6. Identified place names (diamonds), rivers (black lines) and pathways (white lines with arrow heads showing the direction of movement) as represented in the Lienzo de Chiepetlan 1 (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 6. Nombres de lugar identificados (en diamantes), río (en líneas negras) y senderos (en líneas blancas con flechas blancas que indican la dirección del movimiento) como están representados en el Lienzo de Chiepetlán 1 (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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the presence of strong political opposition in northeastern Guerrero, an area that had been occupied by Nahuatl speakers prior to the expansion of the Aztec Empire. This assumption was supported after I surveyed the mountain range north of the Tlapa Valley, and I located fortified hilltops along both sides of the Zizintla River (Gutiérrez 2010b). These fortified hilltops were concentrated along a line of mountains that runs from the village of Chiepetepec to the village of Tlatzala (Gutiérrez 2002). To date, I have documented ten fortified locales south of the Zizintla River (Figure 8); they are: 1. Chiepetepec-Tlancualtepec 2. Coachimalco 3. Axoxuca-Mirador 4. Axoxuca-Xochitepec 5. Tenango Tepexi-Cozcatepec 6. Xocotla 7. Cerro Cruz 8. Cerro Ceja 9. Tlacuilotzin 10. Aquilpa-Teteltipa North of the Zizintla River, another five fortified settlements have been recorded: 1. Quiahutepec 2. Chiepetlan-Quimimiteopan 3. Chiepetlan-Cuahtetl 4. Zacualpan 5. Zacualpan-Tecomatepec. 68
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tográficas para dar sentido a la narrativa general. Las escenas más relevantes del lienzo son la representación de cinco pares de guerreros, uno frente al otro a lo largo de la línea central del mapa, correspondiente a los 24 km de cauce del río Zizintla (Figura 7). A la izquierda del río de Zizintla (que representa el norte geográfico), hay cinco guerreros, todos blandiendo espadas de obsidiana (macuahuitl) y llevando escudos con plumas. Dos usan los trajes del guerrero águila; uno, el de guerrero jaguar, y los otros dos tienen solamente armaduras de cuerpo fabricadas de algodón (ichcahuipilli). A la derecha del río de Zizintla (que representa la dirección sur), hay otros cinco guerreros en trajes completamente diferentes. Todos los individuos en este segundo grupo tienen un peinado cónico de plumas blancas y llevan escudos. Tres blanden palos sin hojas de obsidiana y llevan hermosas insignias de banderas de plumas sobre sus espaldas (quetzalpatzactli); los otros dos guerreros están armados con arcos y flechas transportadas en lujosas aljabas de piel de jaguar, indicando que estos son guerreros nobles de alto rango. Como en las ilustraciones de campos de batalla de Durán, la lealtad política de los guerreros se representa según su ubicación en el lienzo y su relación con una serie de topónimos. Todas las figuras representadas a la izquierda (norte) del río de Zizintla están asociadas con dos nombres de lugar: 1) el glifo de Tenochtitlán, la capital principal del Imperio de la Triple Alianza; y 2) el glifo de Chiepetlán, el pueblo nahua que parece haber sido el cuartel regional de las fuerzas mexicas encargadas de atacar el reino de Tlapa-Tlachinollan. Así, la afiliación política de los guerreros águila y jaguar pintados en el lienzo parece ser de mexica-tenochcas o nahuas locales asociados a Chiepetlán y otros cinco lugares al norte del río de Zizintla. Esta identificación se apoya en la glosa #6 del lienzo, que claramente establece que todos los personajes a la izquierda del río Zizintla son mexica-tenochca, los valientes guerreros representados con las cabezas decapitadas de sus cautivos (véase abajo para una transcripción de la glosa #6 del lienzo). En oposición a los mexicas y nahuas locales, se representó el glifo dominante de Tlachinollan, a la 69
N Yxtli(uiz‌)
Local Nahua rulers
Tlapanec noble warriors
Aztacohuatzin
Quixitatzin Chacatecuitl
Quixitatzin Tlacatecutli
Chimaltecpatzin
figure 7. Central scene of the Lienzo de Chiepetlan 1, showing the location of possible battles between local Nahua and Tlapanec warriors (photo by Gerardo GutiĂŠrrez with permission from the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea
Figure 7. Central scene of the Lienzo de Chiepetlan 1, showing the location of possible battles between local Nahua and Tlapanec warriors (photo by Gerardo Gutiérrez with permission from the Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios). Figura 7. Escena central del Lienzo de Chiepetlán 1, que muestra la ubicación de las posibles batallas entre los nahuas locales y los guerreros tlapanecas (foto de Gerardo Gutiérrez con permiso del Comisariado de Bienes Comunales y la Asamblea de Comuneros de Chiepetlán y sus Barrios).
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In general terms the fortified settlements of Eastern Guerrero are built atop high mountains surrounded by multiple levels of walled terraces and precipitous cliffs with few entrances. Hedges of thorny vegetation were used to control the circulation through interconnected terraces and in some situation ladders or ropes were needed to access their uppermost summits (Gutiérrez 2005b:51-76). These many fortified hilltops in such a small area of 300 sq km indicates significant conflict and internecine warfare; nonetheless, it is as yet difficult to understand how it evolved, since these sites may have been fortified at different moments and as a response to a variety of conflicts. Fortifications are the material remains of a complex palimpsest of threats, open aggression, and truces—the results of decades or centuries of ancient wars and battles. Still, the final stage of Pre-Columbian warfare along the Zizintla River corresponds precisely to the Aztec conquest of the Tlapa-Tlachinollan Kingdom, and it is here where the Lienzo of Chiepetlan 1 can be used to elucidate which fortifications were active and in use during the second half of the 15th century. A first level of meaning can be obtained by studying the warriors depicted in the scene. The placement of the combatants along the Zizintla River at first glance seems to be an aesthetic arrangement rather than a geographical reality; however, careful analysis of their placements with respect to known place names along both sides of the Zizintla River indicates that the combatants were painted at strategic points where actual fortified hilltops have been recorded. I will describe the main characters and glosses in the lienzo from top to bottom, without claiming that this was the correct reading order, since this lienzo has multiple layers of meaning depending on the reading order. Gloss #1 identifies the uppermost Eagle warrior, located at the juncture of the Zizintla and Tlapanec Rivers. Although partly deteriorated, it is possible to read “Yxtli(uiz…) 72
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derecha del río Zizintla, creando un eje horizontal a lo largo del mapa, alineando y conectando Chiepetlán con Tenochtitlán, ambos enfrentando a Tlapa-Tlachinollan. Diez glosas escritas en náhuatl se añadieron al lienzo durante el período Colonial temprano. Estas glosas no tienen préstamos de palabras españolas,6 por lo que es muy probable que se hayan añadido en la etapa 1 de interacción lingüística entre el español y el náhuatl, en algún momento entre 1530 y 1550 (véase Lockhart, 1992: 261). Estas glosas se colocaron en posiciones específicas, escogidas cuidadosamente sobre el mapa para reforzar la narrativa representada, por lo que forman parte integral de la historia contenida en el lienzo. Para apoyar esta afirmación, hay que tener en cuenta que la glosa #5 (tenochtitla: mexico) fue escrita al lado del glifo de nopal que representa a Tenochtitlán, mientras que la glosa #6 (nica cate: y mexica: y tenochca: y tequi huaque ic monezca yolique y maltzoteco mamoza toque7) fue escrita en medio de una escena con al menos catorce guerreros ricamente vestidos que sostienen hasta 14 cabezas decapitadas de en sus manos. Se dejó un gran espacio vacío entre dos filas de guerreros para acomodar el texto de la glosa #6. Por último, la glosa #9 (auh yzcat qui: quixitatzin yn: catca ychpoch.: çaquichtequito: ycpeuhqui ycpeuh yaoyotl8) fue escrita junto a la representación de una mujer joven levantando la tapa de un contenedor, que representa el acto de robar. Esta acción tuvo lugar en una zona bajo el control de Tlapa y parece haber un testigo, representado por la cabeza de un hombre. Mientras que Galarza tradujo las glosas del náhuatl al francés, no realizó un análisis etimológico de los títulos de los guerreros mexicas representados en la escena central del lienzo, 6 Es interesante que el sistema númerico del Lienzo de Chiepetlán 1 mezcla números romanos y arábicos usados en un sistema posicional vigesimal. Así, el número 36 está escrito como “xx.iuan.xvi” (“veinte y dieciseis”); y el número 19 se escribió como “x.v.4,” quince en números romanos más cuatro en números arábicos (Galarza, 1972: 31). 7 “Aquí están, los Mexica, los tenochca, los valientes guerreros, ellos son mostrados con las cabezas cortadas de sus cautivos, sostenidas en sus brazos”. 8 “Aquí está ella, la joven hija de Quixitatzin. Ella vino a robar. Por ella la guerra comenzó”.
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tlacatecutli,” which means the ruler Yxtli(uiz…). The root ixtli translates as “face,” “eye,” or “in the presence of ” and by extension, “to be vigilant” and “to have an understanding of what is happening” (Siméon 1977:233). Thus, I interpret this figure as the ruler who is the “sentry” and who fought a battle close to the merging of the Zizintla and Tlapanec Rivers. Archaeologically this location corresponds to one of the few passes through the northern mountains with direct access to the Tlapanec Valley along a path that today crosses through the village of Tlatzala (“crack through the mountains”). Interestingly, this path is protected by an enormous fortification, Xocotla, which is depicted in the Codex Mendoza as a tributary unit of the Tlapa province (Gutiérrez 2008:25). This glyph is also seen in the Lienzo de Chiepetlan 1, but Galarza (1972:125) misread it as Uaxteopan. I initially had doubts about the correct reading (Gutiérrez 2008:98), but I was able to locate the exact location of the site on a heavily fortified mountain, 3 km south of the junction of the Zizintla and Tlapanec Rivers, on a boundary dividing the communal lands of Tlatzala and San José Buenavista. Xocotla was a formidable fortification providing protection against an attack from the north and northeast (Figure 9). The only way to defeat Xocotla and gain access to vital Tlapanec Valley positions was to outflank this stronghold, attacking it from eastern paths coming from Tlacuiloyan and Tlatzala. I believe that was precisely what the Aztecs and their allies did. Exactly 4 km north of the Zizintla River, facing the stronghold of Xocotla, there is another series of fortified hilltops culminating in the archaeological sites of Zacualpan and Zacualpan-Tecomatepec. Gloss #4 presents the following text aztacohuatzin xvii xitl. tlatocat (Galarza 1972:30), providing the written name and title of a local ruler. “Aztacohuatzin” can be literally translated as “Serpent-Heron,” 74
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perdiendo con esto la oportunidad de entender las diferentes etapas del conflicto a lo largo de la frontera mexica-tlapaneca y con ello asociar los eventos pintados en el lienzo con las acciones de guerra planeadas sobre el antiguo yaotlapallacuilolpan pintado para la conquista de Tlapa, es decir, “el mapa colorido donde se representó el altépetl de Tlapa y como sería destruido en la guerra”. Relación de los sitios arqueológicos fortificados a lo largo del río Zizintla con las narrativas de guerra y batallas en el Lienzo de Chiepetlán 1 Durante mi análisis de la expansión política del reino de Tlapa-Tlachinollan en el siglo XV, como se muestra en los códices Azoyú 1 y Azoyú 2, fue notable observar que la mayor parte de la expansión política de ese altépetl complejo fue dirigida del río Zizintla hacia el sur, hacia las montañas altas y la costa del océano Pacífico (Gutiérrez, 2002). Claramente este patrón está marcando la presencia de una fuerte oposición política hacia el norte del río Zizintla, un área que había sido ocupada por hablantes de náhuatl mucho antes de que el Imperio de la Triple Alianza decidiera expandirse hacia la región de La Montaña y Costa Chica de Guerrero. Esta observación se vio reforzada cuando en mi exploración de la sierra montañosa al norte del valle de Tlapa localicé una gran cantidad de cerros fortificados en ambas márgenes del río Zizintla (Gutiérrez, 2010b). Estos cerros fortificados se concentraron a lo largo de una línea de montañas que va desde el pueblo de Chiepetepec hasta el de Tlatzala (Gutiérrez, 2002). A la fecha, he documentado diez sitios fortificados al sur del río de Zizintla (Figura 8), representados por: 1. Chiepetepec-Tlancualtepec 2. Coachimalco 3. Axoxuca-Mirador 4. Axoxuca Xochitepec 75
Xochitepec
Chiepetlan
Cerro Cruz
0 kilometers
5
Tlapa-Tlachinollan
Cerro Ceja
Ahuatepec
Tlacuilotzin
Ixcateopan
N
Atlamaxac
Xocotla
ver i R a ntl Zizi
iver Tlapanec R
Mirador
Tenango-Tepexi
Quimimiteopan
Quiahutepec
Zacualpan
figure 8. Archaeological sites located south and north of the Zizintla River (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
Aquilpa-Teteltipa
Tecomatepec Cuauhtetl
Coachimalco
Chiepetepec-Tlancualtepec
Location of other key archaeological sites
Archaeological stronghold in the area controlled by Tlapa-Tlachinollan
Archaeological stronghold in the area controlled by local Nahuas.
Figure 8. Archaeological sites located south and north of the Zizintla River (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 8. Sitios arqueológicos ubicados al sur y norte del río Zizintla (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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and he ruled (tlatocat) for 17 years, putting aside the question of exactly where he ruled.9 He was painted east of the place name of Chiltepec (“mountain of chile pepper”). This is a special place because it is the location of another pass that crosses the mountain range defining the basins of the Tlapanec and Zizintla Rivers. This path begins at the fortified site of Quimimiteopan (“here is my temple”) (Gutiérrez 2010b:132) and leads to the community of Ahuatepec. Between the sites of Xocotla and Quimimiteopan the terrain is impassable, with deep, narrow creeks and almost vertical cliffs (Figure 10). Gloss #7 states quixitatzin chacatecuitl x.x.iua.x.v.i tlatocat (Galarza 1972:30). This gloss identifies the central character of the lienzo, the only Aztec warrior dressed in jaguar costume. Quixitatzin can be interpreted as a synonym of tlatoani, since it describes someone who can express or state an idea clearly. It also has a metaphorical meaning, related to quixoayan calacoayan: “closing or opening the pass, the door” (Sullivan 1992:131), referencing the gatekeeper of the polity. If the paleography of the gloss is correct, Chaca(tecuitl) is a composite concept that can be interpreted as “the ruler who has a thick armor like that of a crawfish.” Lord Quixitatzin Chacatecuitl ruled in Chiepetlan for 36 years. He was painted exactly west of the place name of Chiltepec. The former Camino Real passed through this location to get to Tlapa; this was the primary road connecting central Mexico with the Tlapa province and the Pacific Coast, before the emergence of the port of Acapulco during the Colonial period. The importance of this pass, which provides direct access to the Tlapa Valley, is signified by the enormous fortified village of Cozcatepetl, 9 The Relación de Chiepetlan de 1777 mentions a character named Serpent-Heron as leader of a Nahua migrant group from the valley of Mexico who took over the area of Tenango Tepexi in A.D. 1500 (Barlow 1946: 239-256).
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5. Tenango Tepexi Cozcatepec 6. Xocotla 7. Cerro Cruz 8. Cerro Ceja 9. Tlacuilotzin 10. Aquilpa-Teteltipa Por su parte, al norte del río Zizintla he reportado otros cinco asentamientos fortificados: 1. Quiahutepec 2. Chiepetlán-Quimimiteopan 3. Chiepetlán-Cuahtetl 4. Zacualpan 5. Zacualpan-Tecomatepec En términos generales, los asentamientos fortificados del oriente de Guerrero se construyeron en la cima de altas montañas modificadas por varios niveles de terrazas, limitados por acantilados con grandes paredes de roca que forman precipicios y restringen el acceso al sitio. Grandes setos de vegetación espinosa fueron utilizados para el control de la circulación a través de las terrazas interconectadas y en algunos pasos fue necesario el uso de escaleras o cuerdas para acceder a las cumbres más altas que invariablemente presentan grandes pirámides (Gutiérrez, 2005b: 51-76). La presencia de estos sitios fortificados en una pequeña área de 300 kilómetros cuadrados es un indicador de la existencia de importantes conflictos y guerras intestinas; sin embargo, todavía es difícil entender cómo se desarrolló dicho sistema de asentamientos, puesto que todos estos sitios pudieron haber sido el resultado de muchos y diferentes conflictos a lo largo del tiempo. En estas fortificaciones se encuentran los restos materiales de un complejo palimpsesto de amenazas, agresión abierta y treguas que son el resultado de décadas o siglos de batallas y guerras antiguas y que están cristalizadas en el paisaje. De cualquier forma, la última etapa de guerra precolombina 79
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also known as Tenango Tepexi (“wall of cliffs”) on the southern side of the Zizintla River (Figure 11). North of the Zizintla River, directly facing Tenango Tepexi is the Nahua fortified hilltop of Chiepetlan-Cuauhtetl (“forest of stone”). Gloss #8 of the lienzo states quixitatzin: tlacatecutli: quipehualtia. tlatocayotl. x.v.4. It accompanies an individual dressed in an Eagle warrior costume. This character shared the title of Quixitatzin with the warrior described above. Besides being the gatekeeper of the lands of Chiepetlan, he also has the more hierarchical title of tlacatecutli (“ruler of men”), and the gloss states he was the first founder (quipehualtia) of the kingdom (tlatocayotl) of Chiepetlan and ruled for 19 years. Notably, the root pehua, in addition to meaning “starting” or “beginning something,” is also associated with actions of combat, conquering, winning the battle, fighting, or seizing something (especially land) by force. Lord Quixitatzin Tlacatecutli was painted further west than Lord Quixatatzin Chacatecuitl, precisely along the road that connects Chiepetlan to the upper basin of the Tlapanec River, an area controlled by Acuitlapan, whose rulers were from the noble Tlapanec lineage of the Tlahuiscalera (Gutiérrez 2002). This pass was protected by a series of fortified hilltops coalescing around the village of Coachimalco (“in the shield of serpents”). Between the two rulers named Quixitatzin (the Jaguar warrior and Eagle warrior), there is a glyph depicting a plain (ixtlahuatl), modified by designs of jaguar skins and eagle feathers, as well as the head of a jaguar and the head of an eagle: in cuauhixtlahuaca in oceloixtlahuaca (Figure 12). This glyph represents another Nahuatl metaphor for a battlefield: “the place where the insignia of the eagles and the flags of the jaguars intermixed” (in cuahtehuehueltica ocelopanitl inepanihui, yeehuaya; see line 195 of 80
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a lo largo del río Zizintla corresponde precisamente a la conquista mexica del reino de Tlapa-Tlachinollan, y es aquí donde el Lienzo de Chiepetlán 1 puede utilizarse para aclarar cuáles fortificaciones estaban activas durante la segunda mitad del siglo XV. Un primer nivel de significado puede obtenerse mediante el estudio de los guerreros representados en la escena central del lienzo. La colocación de los combatientes a lo largo del río de Zizintla a primera vista parece ser un arreglo estético más que una realidad geográfica; sin embargo, un análisis cuidadoso de sus ubicaciones con respecto a los topónimos conocidos a lo largo de ambos márgenes del río de Zizintla nos indica que los combatientes fueron pintados en puntos estratégicos del paisaje que coinciden con sitios arqueológicos donde hemos registrado cerros fortificados. Describo aquí los personajes principales y sus glosas asociadas en el lienzo, siguiendo un orden de arriba hacia abajo, sin suponer que este era el orden de lectura original, puesto que este lienzo tiene múltiples capas de significado y se puede entrar a él siguiendo varias direcciones de lectura. La glosa #1 identifica a un guerrero águila situado en la confluencia de los ríos Tlapaneco y Zizintla. Aunque en parte la glosa está deteriorada, es posible leer “Yxtli(uiz...) tlacatecutli”, que significa “el gobernante Yxtli(uiz...)”. La raíz ixtli se traduce como “rostro”, “ojo”, o “en presencia de” y por extensión, “vigilante” y “que tiene comprensión de lo que está sucediendo” (Siméon, 1977: 233). Así, puedo interpretar esta escena como la de un gobernante que es el “centinela” y que luchó una batalla cerca de la fusión de los ríos Tlapaneco y Zizintla. Arqueológicamente este lugar corresponde a uno de los pocos pasos a través de las montañas que tiene acceso directo desde el norte al valle del río Tlapaneco, a lo largo de un camino que hoy atraviesa el pueblo de Tlatzala, cuyo significado es “la rajada a través de las montañas”. Curiosamente, el camino de Tlalzala está protegido por una enorme fortificación llamada Xocotla, que está representada en el Códice Mendoza como un pueblo tributario de la provincia de Tlapa (Gutiérrez, 2008: 25). Este glifo también se ve en el Lienzo de Chiepetlán 1, pero Galarza (1972: 125) lo interpretó erróneamente como Uaxteopan. Inicialmente, yo tenía dudas acerca de la lectura correcta (Gutiérrez, 2008: 98), pero finalmente pude 81
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the “Song of the Warriors” in Garibay 2001:177). Topographically, this place is a large alluvial plain between the communal lands of Chiepetlan and those of Tenango Tepexi (Figure 13). Finally, Gloss #10 provides the name of the last warrior as Chimaltecpatzin (Galarza 1972:31). The etymology of this name comes from tecpana, meaning “to organize people by rows or in rows.” Hence, tecpantli is to organize people in rows, with each row containing twenty people; and yaotecpana means rows of twenty warriors. Chimaltecpatzi was therefore someone in charge of organizing the shields (warriors) in rows, likely of twenty people, for battle. The warrior Chimaltecpatzin was depicted at the headwaters of the Zizintla basin; and on the Aztec side of the river, one notes the stronghold of Quiahutepec. Two large strongholds protect the Tlapanec side, the southern side of the Zizintla River: the impressive Chiepetepec-Tlancualtepec (Figure 14) and Axoxuca-Xochitepec (Gutiérrez 2010b: 39, 128). The Battle for Tlapa According to Gloss #8 of the Lienzo de Chiepetlan, Quixitazin Tlacatecutli began the local dynastic rulership, but it is unclear when this occurred. Still, there are many chronological markers in the lienzo: 1) a reference in Gloss #3 to Moctezuma Ilhuicamina who ruled between 1440 and 1468; 2) the number of years each local lords of Chiepetlan ruled: 36 years for the dynastic founder, Quixitatzin Tlacatecutli, and 19 years for Quixitatzin Chacatecutli; 3) the depiction of the meeting of an Aztec ambassador with the primary ruler of Tlapa-Tlachinollan, Quiahuitl Tlacatecuhtli (Lord Rain) that took place circa 1460 (Gutiérrez 2005a); and 4) the depiction of Ahuizotl ruling Tenochtitlan between 1486 and 1502. All these markers indicate the battles depicted in the lienzo occurred over at least three decades. This timeframe provides the opportunity for the creation of a con82
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visitar esa sección del río Zizintla y ubicar el sitio arqueológico exactamente en una montaña fuertemente fortificada, 3 km al sur de la unión de los ríos Tlapaneco y Zizintla en el límite que divide las tierras comunales de Tlatzala y San José Buenavista. Xocotla fue una formidable fortificación que proporcionaba protección contra ataques mexicas que podían llegar desde el norte y noreste (Figura 9). Por sus características, la única manera de derrotar a Xocotla y poder acceder al valle del río Tlapaneco era flanquear la fortaleza y aislarla, atacándola solamente desde el camino que llega al sitio desde Tlacuiloyan y Tlatzala. Eso fue precisamente lo que hicieron los mexicas y sus aliados. Por otra parte, 4 km al norte del río Zizintla, frente a la fortaleza de Xocotla, en el margen ocupado por los nahuas, hay una serie de cerros fortificados que culminan en los sitios arqueológicos de Zacualpan y Zacualpan-Tecomatepec que debieron haber sido sitios fortalezas bajo el dominio mexica. La glosa #4 presenta el siguiente texto “aztacohuatzin xvii xitl. tlatocat” (Galarza, 1972: 30), que proporciona el nombre y el título de un gobernante local. “Aztacohuatzin” puede ser literalmente traducido como “Serpiente-Garza”, quien gobernó (tlatocat) durante 17 años, sin informar dónde exactamente gobernó9. El gobernante Serpiente-Garza fue pintado cerca del topónimo de Chiltepec (“Montaña de Chile”). Este es un lugar especial porque en este paraje hay otro paso para cruzar la cordillera que separa las cuencas de los ríos de Zizintla y el Tlapaneco. Esta ruta comienza en el sitio fortificado de Quimimiteopan (“aquí está mi templo”) (Gutiérrez, 2010b: 132) y conduce a la comunidad de Ahuatepec. Entre los sitios de Xocotla y Quimimiteopan el terreno es intransitable, con profundas y estrechas quebradas con acantilados casi verticales (Figura 10).
9 La Relación de Chiepetlán de 1777 menciona a un personaje llamado Serpiente-Garza, quien fue un líder de los migrantes nahuas que los guió desde el Valle de México hasta Guerrero. Este líder tomó posesión del pueblo de Tenango Tepexi en 1500 d.C. (Barlow, 1946: 239-256).
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figure 9. Stronghold of Xocotla and its defensive terraces (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
N
Xocotla
r ive R tla n i z Zi
0 meters
500
Figure 9. Stronghold of Xocotla and its defensive terraces (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez). Figura 9. Sitio fortificado de Xocotla y sus terrazas defensivas (dibujo de Gerardo GutiĂŠrrez).
figure 10. Many deep ravines along the Zizintla River force travelers (or warriors) to use the few available passes to cross the mountain range between Chiepetlan and Tlapa. Teponomiquia Ravine, Chiepetlan, Guerrero (photo by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 10. Many deep ravines along the Zizintla River force travelers (or warriors) to use the few available passes to cross the mountain range between Chiepetlan and Tlapa. Teponomiquia Ravine, Chiepetlan, Guerrero (photo by Gerardo Gutiérrez). Figura 10. Las profundas barrancas del río Zizintla fuerzan a los viajeros o guerreros a utilizar los pocos pasos disponibles para cruzar la cordillera montañosa entre Chiepetlán y Tlapa. Barranca Teponomiquia, Chiepetlán, Guerrero (foto de Gerardo Gutiérrez).
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tested landscape of recurrent battlefields. Since the sources of central Mexico are mute as to how the province of Tlapa was conquered, I propose a recreation of the events using the local narrative of the Lienzo de Chiepetlan 1. Gloss #3 of the lienzo informs us that a wave of Nahua immigrants arrived in eastern Guerrero during the rule of the Mexica emperor, Moctezuma Ilhuicamina10 (Galarza 1972:30). Somehow they were received and accommodated by local rulers in the area between the present-day villages of Cualac and Chiepetlan. Conflict arose almost immediately between the newly arrived Nahuas and the local population, especially with the well-established Tlapa-Tlachinollan polity. Gloss #9 of the Lienzo de Chiepetlan 1 states, based on a ludicrous pretext, that war between the Nahuas and the Tlapanecs began because the daughter of the ruler Quixitatzin stole something from a village subject to Tlapa-Tlachinollan (Galarza 1972:31). Gloss #9 is reinforced by Gloss #2 that states: “Thus under the rule of Quixitatzin, in this way the war began.”11 Endemic warfare ensued along the Zizintla River, requiring the fortification of numerous hilltops for defensive purposes. These defensive positions were likely not planned originally to resist the Aztecs but rather were the unintended consequence of a long conflict, in which raiding was the dominant type of warfare. Nevertheless, by 1486, so many villages had been fortified that a formidable line of strongholds literally protected all entrances to the valley of Tlapa (see Figure 8). The stalemate between local Nahuas and the Tlachinollan polity ended when the Triple Alliance intervened in the conflict during the 10 auh yniconpa tlatocatca yu iniquac yn ya mo tequipachohua yn petlaçoztecuitl manoquac: to tlatica atica quixitazi qui manoya…mexico niman oquihual tecuitlan au ypetlaçoztecuitl…z. yca moyani mano quala yn moteuhçoma (Galarza 1972: 30). 11 yniquac y… tla tocat yn quixitatzin caçnoc yui tlayelostia. ya (Galarza 1972:30).
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La glosa #7 dice así quixitatzin chacatecuitl x.x.iua.x.v.i tlatocat (Galarza, 1972: 30). Esta glosa identifica al personaje central del lienzo, el único guerrero nahua vestido con traje de jaguar. “Quixitatzin” puede interpretarse como sinónimo de “tlatoani”, ya que describe una persona que puede expresar o manifestar una idea con claridad. También tiene un significado metafórico, relacionado con la quixoayan calacoayan: “cerrar o abrir el paso, la puerta” (Sullivan, 1992: 131), que hace referencia al guardián del altépetl. Si es correcta la paleografía de la glosa, Chaca(tecuitl) es un concepto compuesto que puede ser interpretado como “el gobernante que tiene una armadura gruesa como la de una acamaya”. El gobernante Quixitatzin Chacatecuitl gobernó en Chiepetlán durante 36 años y se le pintó exactamente al oeste del nombre del lugar de Chiltepec. El antiguo camino real para llegar a Tlapa-Tlachinollan pasaba por Chiltepec. Éste era el camino principal que conectaba el centro de México con la provincia de Tlapa y la costa del océano Pacífico, antes de que la fundación del puerto de Acapulco desviara el camino real hacia Chilpancingo. La importancia del paso de Chiltepec está representada por el enorme sitio fortificado llamado Cozcatepetl, también conocido como Tenango Tepexi (“pared de acantilados”) en el lado sur del río de Zizintla (Figura 11). Al norte del río de Zizintla, frente a Tenango Tepexi está el cerro fortificado de Chiepetlán-Cuauhtetl (“bosque de piedra”), en la zona controlada por los nahuas. La glosa #8 dice quixitatzin: tlacatecutli: quipehualtia. tlatocayotl. x.v.4., que acompaña a un individuo vestido con un traje de guerrero águila. Este personaje comparte el título de Quixitatzin con el guerrero descrito anteriormente, por lo que además de ser el guardián de las tierras de Chiepetlán también tiene el título jerárquico de tlacatecutli (“señor de hombres”) y la glosa establece que fue el primer fundador (quipehualtia) del reino (tlatocayotl) de Chiepetlán y gobernó durante 19 años. La raíz pehua además de que significa “comienzo” o “empezar algo” se asocia con acciones de combate, conquista, ganar la batalla, luchar o arrebatar algo (sobre todo, tierra) por la fuerza. El gobernante Quixitatzin Tlacatecutli fue pintado más al occidente que el Señor 89
figure 11. Stronghold of Tenango Tepexi (“wall of cliffs”) or Cozcatepec (“mountain of necklaces”) (photo by Gerardo Gutiérrez).
Figure 11. Stronghold of Tenango Tepexi (“wall of cliffs”) or Cozcatepec (“mountain of necklaces”) (photo by Gerardo Gutiérrez). Figura 11. Sitio fortificado de Tenango Tepexi (“pared se acantilados”) también llamado Cozcatepec (“montaña de collares”) (foto de Gerardo Gutiérrez).
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first campaign of Ahuitzotl in 1486 (Ixtlixochitl 2003:208). Here, the lienzo provides the invasion strategy that was most likely followed. Circa 1460, one or more Aztec ambassadors entered the Tlachinollan realm and visited the primary settlements. A detailed description of the roads and passes through the line of fortified hilltops was likely reported in a tlapallacuilolpan (painted map). Based on the actual location of the most formidable fortified hilltops, the impassable terrain, and the routes followed by the Aztec ambassadors, it is possible to guess how Tlapa-Tlachinollan was defeated. I infer that the most powerful Tlapanec strongholds of Xocotla (in the east) and Chiepetepec-Tlancualtepec (in the west) were avoided by the Aztecs; instead, all the forces of the Triple alliance and local Nahuas were probably concentrated on the central stronghold of Tenango-Tepexi. Although a formidable fortified hilltop, Tenango-Tepexi defenses can be outflanked if attacked from its eastern side, from the village of Ahuatepec. Thus, a diversionary attack might have been aimed at the forward defenses of the northern face of Tenango-Tepexi to distract the Tlapanec defenders (Figure 15). Meanwhile, a second force could have been sent though Barranca Talapa (“gorge of cliffs�) to occupy the plains of Ahuatepec. And with this strategy, Tenango-Tepexi could have been surrounded and besieged, isolating a large Tlapanec army behind the walls of their primary fortification. Thereupon, the Aztec forces could have divided again, with one group attacking Tlapa-Tlachinollan through Barranca Tenango, and by so doing, the Aztecs and their allies avoided a direct attack on the fortifications of Cerro de la Ceja and Cerro de la Cruz. Another force may have been sent to the villages of Tlacuiloyan and Tlatzala to besiege the stronghold of Xocotla from its southwestern flank, the weakest side. Again, the warriors of the fortified village would be 92
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Quixatatzin Chacatecuitl, precisamente a lo largo del camino que une Chiepetlán con la cuenca alta del río Tlapaneco, una zona controlada por el altépetl de Acuitlapan, cuyos gobernantes pertenecían al noble linaje tlapaneco de los Tlahuiscalera (señores de la estrella de la mañana o del amanecer) (Gutiérrez, 2002). Este paso estaba protegido por una serie de sitios fortificados en torno al pueblo de Coachimalco (“en el escudo de serpientes”). Entre los dos gobernantes llamados Quixitatzin (el guerrero jaguar y el guerrero águila mencionados arriba), hay un glifo que representa una llanura (ixtlahuatl), modificada por diseños entrelazados de pieles de jaguar y plumas de águila, así como la cabeza de un jaguar y la cabeza de un águila que hace referencia al difrasismo: in cuauhixtlahuaca in oceloixtlahuaca (Figura 12). Este glifo representa otra metáfora náhuatl para un campo de batalla: “el lugar donde se entremezclan la insignia de las águilas y las banderas de los jaguares” (in cuahtehuehueltica ocelopanitl inepanihui, yeehuaya; ver la línea 195 de la “Canción de los guerreros” en Garibay, 2001: 177). Desde un punto de vista topográfico, este lugar se ubica en una gran llanura aluvial entre las tierras comunales de Chiepetlán y las de Tenango Tepexi (Figura 13). Finalmente, la glosa #10 proporciona el nombre del último guerrero como Chimaltecpatzin (Galarza, 1972: 31). La etimología de este nombre viene de tecpana que significa “organizar personas por filas o en filas”. Por lo tanto, “tecpantli” es organizar gente en filas, cada una con veinte personas; por lo tanto, yaotecpana son filas de veinte guerreros. Así, Chimaltecpatzi es la persona encargada de organizar los escudos (guerreros) en filas de veinte personas para la batalla. El guerrero Chimaltecpatzin fue representado en el nacimiento del río Zizintla, en el área controlada por los nahuas, cerca del antiguo pueblo abandonado de Quiahutepec. En la cuenca alta del río Zizintla existen dos sitios fortificados que protegen la zona controlada por los tlapanecos, en la margen sur del río de Zizintla tenemos: 1) el impresionante sitio de Chiepetepec-Tlancualtepec (Figura 14) y 2) Xochitepec-Axoxuca (Gutiérrez, 2010b: 39, 128). 93
figure 12. The Plain of the Eagles and Jaguars, a metaphor
Figure 12. The Plain of the Eagles and Jaguars, a metaphor for a battlefield: “the place where the insignia of the eagles and the flags of the jaguars intermixed” (in cuahtehuehueltica ocelopanitl inepanihui, yeehuaya); it may correspond to the location of Barranca Ponapuyetl (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 12. La Planicie de las Águilas y los Jaguares, una metáfora para referirse a un campo de batalla: “el lugar donde las insignias de águilas y las banderas de los jaguares se mezclan” (in cuahtehuehueltica ocelopanitl inepanihui, yeehuaya); puede corresponder al lugar llamado Barranca Ponapuyetl (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
figure 13. Barranca Ponapuyetl: the plain dividing the communal lands between Tenango Tepexi and Chiepetlan. This may also be the Plain of the Eagles and Jaguars in the Lienzo de Chiepetlan 1 (photo by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 13. Barranca Ponapuyetl: the plain dividing the communal lands between Tenango Tepexi and Chiepetlan. This may also be the Plain of the Eagles and Jaguars in the Lienzo de Chiepetlan 1 (photo by Gerardo Gutiérrez). Figura 13. Barranca Ponapuyetl es la planicie que divide las tierras comunales entre Tenango Tepexi y Chiepetlán. Fue representada como la planicie de las águilas y los jaguares en el Lienzo de Chiepetlán 1 (foto de Gerardo Gutiérrez).
figure 14. Stronghold of Chiepetepec-Tlacualtepetl, Tlapa de Comonfort, Guerrero (photo by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 14. Stronghold of Chiepetepec-Tlacualtepetl, Tlapa de Comonfort, Guerrero (photo by Gerardo GutiĂŠrrez). Figura 14. Sitio fortificado de Chiepetepec-Tlacualtepetl, Tlapa de Comonfort, Guerrero (foto de Gerardo GutiĂŠrrez).
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trapped inside their own defenses. From Tlaltzala, the western Aztec force could have descended from the ridge top of Cerro Cuexcomatzin and stormed through the almost unprotected sites of Ixcateopan and Atlamaxac. At this point, the eastern force could have joined with the western one descending into the valley of Tlapa through Barranca Tenango. The two Aztec forces could then have attacked Tlapa-Tlachinollan from the west and from the east. Folio 27 of the Codex Azoyú 1 (Figure 16) shows the temple of Tlapa-Tlachinollan burning in the year 7 Deer of the Tlapanec calendar (1486). According to the chronological framework of the Codex Humboldt Fragment 1, Tlapa-Tlachinollan fell during November or December of 1486 (Gutiérrez et al. 2009). Once Tlapa was conquered, Aztec forces could have moved to take control of the villages around Tototepec. They could then have returned to Tlapa-Tlachinollan and moved along the upper stream of the Tlapanec River to conquer the large villages around Acuitlapan. Finally, the Aztec forces could have attacked Coachimalco from the rear, effectively breaking the line of the fortified hilltops between the Zizintla and Tlapanec Rivers. This did not end the conquest of eastern Guerrero, since according to folios 30 and 31 of Codex Azoyú 1, the formidable stronghold of Chiepetepec-Tlancualtepec did not fall until 1509 and the valley of Alcozauca and the site of Hueycatenango were not conquered until 1514. Up to this point, I have presented two types of information: 1) the archaeological settlement patterns of the numerous fortified hilltops along both sides of the Zizintla River; and 2) the emic view of the Nahuas of Chiepetlan based on their painted lienzo, depicting their actions in war and the importance of each fortified place as they saw them. But is there any other material proof of the con100
G. Gutiérrez
La conquista mexica del reino de tlapa
La batalla por Tlapa Según la glosa #8 del Lienzo de Chiepetlán 1, Quixitazin Tlacatecutli comenzó una dinastía de gobernantes locales, pero no es claro cuándo ocurrió esto. No obstante, existen varios marcadores cronológicos en el lienzo mismo: 1) una referencia en la glosa #3 a Moctezuma Ilhuicamina, quien gobernó entre 1440 y 1468; 2) el número de años que gobernaron cada uno de los señores locales de Chiepetlán: 36 años para el fundador dinástico, Quixitatzin Tlacatecutli y 19 años para el llamado Quixitatzin Chacatecutli; 3) la representación de la reunión del embajador mexica con el gobernante primario de Tlapa-Tlachinollan llamado Quiahuitl Tlacatecuhtli (Señor Lluvia), reunión que tuvo lugar alrededor del año 1460 d.C. (Gutiérrez, 2005); y 4) la representación del emperador Ahuizotl quien gobernó Tenochtitlán entre 1486 y 1502 d.C. Todos estos marcadores cronológicos indican que las batallas representadas en el lienzo sucedieron en un lapso de tres décadas. Este espaciotiempo ofrece la oportunidad para la creación de un paisaje contestado con la presencia de campos de batalla recurrentes. Puesto que las fuentes del centro de México son mudas en cuanto a cómo fue conquistada la provincia de Tlapa, propongo la recreación de dichos acontecimientos mediante una lectura interpretativa de la narrativa local pintada en el Lienzo de Chiepetlán 1. Comencemos por decir que la glosa #3 del lienzo nos informa que numerosos grupos de inmigrantes nahuas llegaron al oriente de Guerrero durante el gobierno del emperador mexica Moctezuma Ilhuicamina10 (Galarza, 1972: 30). De alguna manera fueron recibidos por los gobernantes locales y acomodados en el área entre las actuales localidades de Cualac y Chiepetlán. Un conflicto emergió casi de inmediato entre los nahuas recién llegados y la población local, especialmente con el bien establecido señorío de Tlapa-Tlachinollan. La glosa #9 del Lienzo de Chiepetlán 1 establece 10 auh yniconpa tlatocatca yu iniquac yn ya mo tequipachohua yn petlaçoztecuitl manoquac: to tlatica atica quixitazi qui manoya…mexico niman oquihual tecuitlan au ypetlaçoztecuitl…z. yca moyani mano quala yn moteuhçoma (Galarza, 1972: 30).
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G. GutiĂŠrrez
quest of Tlapa-Tlachinollan or are we forced to base our arguments on what may be biased accounts painted on cotton and paper bark? A total survey of the alluvial plain located between Tenango Tepexi and Chiepetlan revealed scanty human occupation in a region of prime agricultural land. Human occupation has only been documented behind protected terraces at the above-mentioned sites, where modern inhabitants usually find large quantities of projectile points and axes. In a brief survey along the terraces of the site of Quimimiteopan, I collected three stone axes in two terraces. Although Aztec ceramics are present around Chiepetlan, their percentages are negligible. Still, a calendrical stone carved in Aztec style has been preserved in the nearby town of San Bartolome Tlaquiltepec (Figure 17). This stone displays the year 2 Reed, corresponding either to year 1455 or 1507, and provides actual material evidence of Aztec presence in eastern Guerrero beyond the linguistic and ethnohistorical sources, this because the dominant calendar in the Tlapanec region does not use the Reed year-bearer glyph, it uses the Grass glyph instead. More research and excavations need to be done along the sites of the Zizintla River, but all the evidence seems to indicate that we have actually located a well-preserved landscape where many battles took place.
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G. Gutiérrez
La conquista mexica del reino de tlapa
que comenzó la guerra entre los nahuas y los tlapanecos porque la hija del gobernate Quixitatzin robó algo de un pueblo sujeto a Tlapa-Tlachinollan (Galarza, 1972: 31), un pretexto un tanto absurdo que esconde la existencia de fricciones mayores que estaban listas para detonar a la primera oportunidad. La glosa #9 se refuerza con la glosa #2 que dice: “Así bajo el gobierno de Quixitatzin, de esta manera, comenzó la guerra11”. Un estado de guerra endémica emergió a lo largo del río de Zizintla entre los tlapanecos y los nahuas inmigrantes, requiriendo la creación o la reocupación de numerosas cumbres fortificadas para usarse con fines defensivos. Estas posiciones militares no necesariamente planeadas para resistir a los nahuas y menos a los mexicas, sino como resultado de consecuencias no planeadas, causadas por un largo conflicto en que los ataques sorpresa y batallas floridas debieron haber sido la norma. Para 1486 d.C. muchos pueblos ya habían sido fortificados, creando una formidable línea de reductos que protegían literalmente todas las entradas al valle de Tlapa (ver figura 8). El estancamiento del conflicto entre nahuas locales y el reino de Tlapa-Tlachinollan terminó cuando la Triple Alianza intervino en el conflicto durante la primera campaña de Ahuitzotl en 1486 (Ixtlixóchitl, 2003: 208). Es en este punto cuando el lienzo revela la posible estrategia de invasión. Alrededor del año 1460, uno o varios embajadores mexicas entraron en el reino de Tlachinollan y visitaron sus altépetl primarios. Una descripción detallada de los caminos que atraviesan la provincia, los ríos, cordilleras y los sitios fortificados se registraron en un tlapallacuilolpan (mapa de guerra pintado). Con base en la ubicación real de los cerros fortificados más relevantes, el conocimiento del terreno intransitable y las rutas seguidas por los embajadores mexicas, es posible proponer cómo el reino de Tlapa-Tlachinollan fue derrotado. Infiero que el poderoso bastión tlapaneco de Xocotla (al oriente del río Zizintla) y el bastión de Chiepetepec-Tlancualtepec (al poniente del mismo río) fueron evitados por los mexicas; en cambio, todas las fuerzas de la Triple Alianza y los nahuas locales probablemente se concentraron en atacar el bastión 11
yniquac y… tla tocat yn quixitatzin caçnoc yui tlayelostia. ya (Galarza, 1972: 30).
103
Conclusions
I
t has been difficult to locate and study an actual Aztec battlefield, even though we have plenty of descriptions of them in the ethnohistorical record. Plunket and Uruùuela (1994) have argued convincingly through indirect archaeological evidence for the location of a flowery war battlefield in the Atlixco Valley of southern Puebla. In addition to this case, eastern Guerrero provides a well-preserved landscape of conflict related to the formation and expansion of the last Mesoamerican imperial society. Aztec battlefields along the Zizintla River are materialized via 1) the emplacement of large Nahua and Tlapanec strongholds in the mountains along both sides of the Zizintla River, 2) in the buffer area of the unoccupied alluvial plain between Tenango Tepexi and Chiepetlan, and 3) in the presence of a calendrical stone carved in Aztec imperial style commemorating a New Fire ceremony—the first Aztec style stone reported in eastern Guerrero and testament to Tenochtitlan’s imperial activities in the Tlapa province. Local ethnohistorical sources have been a guide for locating and understanding the impressive fortified hilltops in eastern Guerrero. These documents fill a gap in the sources of central Mexico and inform us how the Mexica-Tenochca took advantage of local conflicts and allies to expand their domain over Mesoamerica. Although all Nahuas of eastern Guerrero trace their migration histories to different political systems of central Mexico (Dehouve 1995), the Lienzo de Chiepetlan 1 provides them with a strong voice as to their deeds as local actors. In their own terms, the Aztecs did not start the war with
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La conquista mexica del reino de tlapa
central de Tenango Tepexi. Aunque este es un formidable sitio fortificado, las defensas de Tenango Tepexi pueden ser rodeadas y puede ser aislado del resto de la cordillera si se le ataca desde su flanco oriental, desde el camino de Ahuatepec. Por lo tanto, un ataque de distracción podría haber sido lanzado directamente hacia las defensas frontales en la cara norte del Tenango Tepexi para llamar la atención de los defensores tlapanecos (Figura 15). Mientras tanto, el grueso de la fuerza de los mexicas subió la cordillera por el estrecho camino que corre por la barranca Talapa (“garganta de acantilados”) para ocupar los llanos entre Ahuatepec y Tlacuiloya. Con esta estrategia, Tenango Tepexi podría haber sido sitiado, aislando una buena parte de las defensas tlapanecas detrás de las murallas de su fortificación primaria, sin poder salir de ella. Con esto, las fuerzas mexicas podrían haberse dividido una vez más, tomando el camino a Tlapa con un grupo que corre a través de la barranca de Tenango, con lo que evitarían una confrontación directa contra los sitios fortificados del Cerro de la Ceja y Cerro de la Cruz. La otra fuerza mexica habría avanzado desde Tlacuiloyan a Tlatzala para asediar la fortaleza de Xocotla desde su flanco suroeste y, una vez más, los guerreros de este sitio fortificado habrían quedado atrapados dentro de sus propias defensas. En Tlaltzala, el ala occidental de la fuerza mexica habría descendido desde del cerro Cuexcomatzin para atacar los sitios de Ixcateopan y Atlamaxac, que están casi desprotegidos. En este punto, el ala oriental mexica podría haber entrado al valle de Tlapa y unirse en un movimiento de pinza con la fuerza occidental que entró al valle de Tlapa a través de la barranca de Tenango. Así, las dos fuerzas mexicas podrían haber atacado los asentamientos primarios de Tlapa-Tlachinollan desde el oeste y el este. El folio 27 del Códice Azoyú 1 (Figura 16) muestra al templo de Tlapa-Tlachinollan ardiendo en llamas en el año 7 venado del calendario tlapaneco (1486 d.C.). De acuerdo con el marco cronológico del Códice Humboldt Fragmento 1, Tlapa-Tlachinollan cayó a finales de noviembre o principios de diciembre de 1486 d.C. (Gutiérrez et al., 2009). 105
Figure 15. Hypothetical strategy to conquer Tlapa-Tlachinollan based on the movements of a group of Aztec envoys depicted in the Lienzo de Chiepetlan 1 (drawing by Gerardo Gutiérrez).
Figura 15. Estrategia hipotética de cómo se conquistó Tlapa-Tlachinollan con base en el movimiento de un grupo de embajadores mexicas representados en el Lienzo de Chiepetlán 1 (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
1- Diversionary attack to the front-line defenses of Tenango Tepexi 2- Movement of Aztec force to Ahuatepec through Barranca Talapa 3- Siege of Tenango Tepexi on its eastern flank 4- Aztec force advances to Tlapa-Tlachinollan through Barranca Tenango 5- Second Aztec force moves west along the ridgetop of Cerro Tlacuilotzin 6- Siege of Xocotla on its western flank 7- Attack on Ixcateopan 8- Attack on Atlamaxac 9- Attack on Tlapa-Tlachinollan from its eastern flank 10- Attack on Tlapa-Tlachinollan from its western flank
1- Ataque divisionario a las defensas de primera línea de Tenango Tepexi 2- Movimiento de fuerza mexica hacia Ahuatepec a través de la Barranca Talapa 3- El sitio de Tenango Tepexi en su flanco oriental 4- La fuerza mexica avanza a Tlapa-Tlachinollan a través de la Barranca Tenango 5- La segunda fuerza mexica se mueve hacia el oeste a lo largo de la cresta del Cerro Tlacuilotzin 6- Sitio de Xocotla en su flanco occidental 7- Ataque a Ixcateopan 8- Ataque a Atlamaxac 9- Ataque a Tlapa-Tlachinollan desde su flanco oriental 10- Ataque a Tlapa-Tlachinollan desde su flanco occidental
Figure 16. Conquest of Tlapa-Tlachinollan as depicted in the Folio 27 of the Codex Azoyú 1 (BNAH-INAH). Figura 16. Conquista de Tlapa-Tlachinollan como está representada en el Folio 27 del Códice de Azoyú 1 (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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Tlapa-Tlachinollan, it was the daughter of the local ruler Quixitatzin who entered the Tlapa-Tlachinollan polity to steal, a situation that evolved, perhaps unexpectedly, in prolonged conflict over several decades. In the Lienzo de Chiepetlan 1, the Aztecs only intervened in the war opportunistically, and by doing so, they legitimized the actions of the local Nahua rulers. The locals also took the opportunity to appropriate war insignias like jaguar and eagle costumes and noble titles from the Aztec emperor of Tenochtitlan as represented by metaphorical appellations such as “sentry,” “Serpent-Heron,” “gatekeeper,” “ruler of men,” “the founder,” “organizer of warriors.” If my interpretation is correct, the Lienzo de Chiepetlan 1 depicts a yaotlapallacuilolpan (painted map of a battlefield) describing the Aztec conquest of Tlapa Tlachinollan from the point of view of the local Nahuas. This Early Colonial lienzo describes the topography of a specific area of conflict, especially the location of key sites, rivers, and roads in Eastern Guerrero. It also depicts a probable strategy of war based on a series of movements and battles according to a Colonial narrative that weaves Aztec imperial strategies with local agency represented by migrant Nahua groups. My hypothetical reconstruction of the Aztec conquest of Tlapa takes into consideration practices typical of Aztec warfare, in which cunning and trickery is preferred over large-scale, open confrontations. According to Ixtlixochitl (2003:208), the three partners of the Aztec Empire, Tenochtitlan, Texcoco and Tlacopan, participated in the Tlapa campaign. This suggests a large army capable of dividing into smaller fighting units. The lines of movement depicted in the lienzo suggest the army split into at least two forces: to first isolate the primary strongholds of Tenango Tepexi and Xocotla, and then to attack Tlapa-Tlachinollan simultaneously from the west and east flanks. The archaeology of Aztec bat110
G. Gutiérrez
La conquista mexica del reino de tlapa
Una vez que el señorío de Tlapa-Tlachinollan fue conquistado, las fuerzas mexicas podrían haber tomado el control de los asentamientos alrededor de Tototepec. Desde Tlapa-Tlachinollan resulta sencillo seguir los ramales superiores del río Tlapaneco para conquistar los grandes asentamientos alrededor de Acuitlapan. Por último, las fuerzas mexicas podrían haber atacado Coachimalco desde su retaguardia, rompiendo con eficacia la línea de sitios fortificados entre los ríos Tlapaneco y Zizintla. Estas acciones no habrían concluido con la conquista del oriente de Guerrero, ya que, según los folios 30 y 31 del Códice Azoyú 1, la formidable fortaleza de Chiepetepec Tlancualtepec fue conquistada hasta 1509 d.C., mientras que el valle de Alcozauca y el sitio de Hueycatenango fueron conquistados hasta 1514 d.C. Para apoyar esta interpretación, he presentado dos tipos de información: 1) los patrones de asentamiento arqueológico de los numerosos cerros fortificados a lo largo de ambos márgenes del río Zizintla, y 2) la narrativa emic de los nahuas de Chiepetlán con base en su lienzo pintado, que representa sus acciones en la guerra y la importancia que cada lugar fortificado tuvo. ¿Pero hay otras pruebas materiales de la conquista de Tlapa-Tlachinollan o estamos obligados a basar todos nuestros argumentos en las pictografías pintadas sobre las mantas de algodón y los papeles de corteza de árbol? Un estudio amplio de la llanura aluvial situada entre Tenango Tepexi y Chiepetlán nos ha revelado la escasa ocupación humana en una región de tierras agrícolas de primera clase. En esta zona la presencia de ocupación humana sólo se ha documentado en las terrazas protegidas de los sitios ya mencionados en la cuenca del río Zizintla, donde los habitantes modernos generalmente encuentran grandes cantidades de puntas del proyectil y hachas. En un breve recorrido a lo largo de las terrazas del sitio de Quimimiteopan se recogieron tres hachas de piedra en dos terrazas. Si bien la cerámica mexica está presente alrededor de Chiepetlán, sus porcentajes son insignificantes. Aún así, un calendario de piedra tallado en estilo mexica se ha conservado en el pueblo cercano de San Bartolomé Tlaquiltepec (Figura 17). Esta piedra muestra el año 111
figure 16. Calendrical stone in Aztec style, from San Bartolome Tlaquiltepec, eastern Guerrero. Year 2 Reed, likely 1455 or 1507 (drawing by Gerardo GutiĂŠrrez).
Figure 17. Calendrical stone in Aztec style, from San Bartolome Tlaquiltepec, eastern Guerrero. Year 2 Reed, likely 1455 or 1507 (drawing by Gerardo Gutiérrez). Figura 17. Piedra con cargador de año calendárico en estilo mexica, encontrada en San Bartolome Tlaquiltepec, oriente de Guerrero. Año 2 Caña que representa el año de 1455 o el de 1507 d.C. (dibujo de Gerardo Gutiérrez).
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G. GutiĂŠrrez
tlefields is an underdeveloped but promising field of archaeological research, one in which each battle needs to be studied and evaluated case by case. Surviving accounts of Aztec battles tend to emphasize elite roles in the wars, silencing the participation of commoners and local allies. This is an unavoidable bias in almost any written or painted source, but this is precisely why archaeological research of these contested landscapes can reveal the silences contained in the Aztec royal narratives (Trouillot 1995:25).
114
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La conquista mexica del reino de tlapa
2 Caña, correspondiente al año 1455 o bien a 1507 d.C. y proporciona la evidencia material de la presencia mexica en el oriente de Guerrero, independientemente de las fuentes etnohistóricas y lingüísticas. Recordemos que el calendario dominante en la región de tlapaneca no utiliza el portador de año Caña, sino el cargador Hierba, por lo que esta piedra al utilizar un portador nahua nos indica que los mexicas introdujeron su propio calendario. Si bien se necesitan más investigación y excavaciones a lo largo de los sitios del río de Zizintla, toda la evidencia parece indicar que hemos localizado un paisaje muy bien conservado donde ocurrieron muchas batallas.
115
Conclusiones
H
a sido difícil localizar y estudiar un campo de batalla mexica o prehispánico en Mesoamérica, esto a pesar de que existen muchas referencias iconográficas, epigráficas e históricas que los describen. Plunket y Uruñuela (1994) han argumentado convincentemente a través de evidencia arqueológica indirecta sobre la ubicación de un campo de batalla usado en las guerras floridas en el valle de Atlixco en el sur de Puebla. Además de ese caso, el oriente de Guerrero nos ofrece un paisaje bien conservado de conflicto relacionado con la formación y expansión de la última sociedad imperial mesoamericana. Los campos de batalla mexicas descritos en el Lienzo de Chiepetlán 1 a lo largo del río Zizintla se materializan a través de: 1) el emplazamiento de grandes posiciones defensivas nahua y tlapanecas en las montañas en ambos márgenes del río Zizintla, 2) en la existencia de una zona de amortiguamiento en la llanura aluvial entre Tenango Tepexi y Chiepetlán, que tiene buenos terrenos agrícolas pero que no presenta ocupación humana y 3) en presencia de un calendario de piedra talladas en estilo imperial mexica que conmemora una ceremonia del fuego nuevo, la primera piedra de estilo imperial encontrada en el oriente de Guerrero y que es testimonio de las actividades imperiales de Tenochtitlán en la provincia de Tlapa. Las fuentes etnohistóricas locales han servido como guía para localizar y comprender las impresionantes posiciones fortificadas en el oriente de Guerrero. Estos documentos llenan un vacío en las fuentes del centro de México y nos informan cómo los mexica-tenochcas se aprovecharon de conflictos regionales y usaron aliados locales para ampliar su dominio sobre el resto de Mesoamérica. Si bien los nahuas del oriente de Guerrero llevan los orígenes de sus historias de la mi-
G. Gutiérrez
La conquista mexica del reino de tlapa
gración a diferentes puntos de la cuenca de México (Dehouve, 1995), el Lienzo de Chiepetlán 1 les proporciona referentes históricos y les da voz como actores locales en la expansión nahua de Mesoamérica. En los propios términos del Lienzo de Chiepetlán 1, los mexicas y la Triple Alianza no iniciaron la guerra contra Tlapa-Tlachinollan. Fue la hija del gobernante local Quixitatzin quien entró a los dominios del reino de Tlapa-Tlachinollan a robar, un evento quizás inesperado que detonó un prolongado conflicto que duró varias décadas. Según el Lienzo de Chiepetlán 1, los mexicas sólo intervinieron en la guerra de manera oportunista y al hacerlo legitimaron las acciones de los gobernantes nahuas locales. Éstos aprovecharon la llegada de las fuerzas del imperio para obtener insignias de guerra, trajes de jaguar y águila y hacerse de títulos nobiliarios asociados a las recompensas de guerra que solía otorgar el emperador mexica a sus aliados de guerra. Esto se observa también en el uso de apelativos metafóricos en los nombres de los gobernantes tal como “el que cuida la puerta”, “centinela”, “Serpiente-Garza”, “líder de hombres”, “el fundador” y “organizador de guerreros”. Si mi interpretación es correcta, el Lienzo de Chiepetlán 1 representa un yaotlapallacuilolpan (mapa pintado de un campo de batalla) que describe la conquista mexica de Tlapa-Tlachinollan desde el punto de vista de los nahuas locales. Este lienzo colonial temprano describe la topografía de un área específica del conflicto, especialmente la ubicación de sitios clave, ríos y caminos del oriente de Guerrero. También representa la estrategia probable de las acciones de guerra entre nahuas y tlapanecos, la cual se basó en una serie de movimientos y batallas que entretejen las estrategias imperiales de la Triple Alianza con la agencia local representada por grupos nahuas migrantes que se habían asentado en Guerrero antes de que el imperio decidiera expandirse en esa zona. Mi reconstrucción hipotética de la conquista mexica de Tlapa toma en consideración las prácticas típicas de la guerra imperial mexica y mesoamericana, en el que la astucia y el engaño es preferido sobre los enfrentamientos abiertos a gran escala. Según Ixtlixóchitl (2003: 208), 119
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La conquista mexica del reino de tlapa
los tres socios del Imperio de la Triple Alianza –Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan– participaron en la campaña de Tlapa. Esto sugiere un ejército de buen tamaño capaz de dividirse en pequeñas unidades de combates. Las líneas de movimiento representadas en el lienzo sugieren que el ejército se dividió en al menos dos fuerzas cuando se aislaron las fortalezas principales de Tenango Tepexi y Xocotla y después para atacar Tlapa-Tlachinollan simultáneamente desde los flancos occidentales y orientales. La arqueología de campos de batalla de mexicas es un área de estudio que no se ha desarrollado aún, pero que promete ser una línea de investigación arqueológica muy rica, pues cada campo de batalla necesita ser estudiado y evaluado, evitando imponer generalidades. Los relatos sobrevivientes de las batallas mexicas tienden a destacar el papel de las elites en las guerras, silenciando la participación de comuneros y aliados locales. Se trata de un sesgo inevitable en casi cualquier fuente histórica, pero es aquí precisamente cuando la investigación arqueológica de estos paisajes de guerra puede revelar los silencios (a la Trouillot, 1995: 25) de las narrativas imperiales mexica.
121
Appendix
W
hat follows are representations of war and battles that were fought during the Aztec conquests according to the History of the Indies of New Spain by Fray Diego Durán. I reproduce the illustrations of Fray Diego Durán depicting the conquests of the Aztecs, together with a map showing the tributary provinces of the Aztec Empire, to provide some background on the pictorial tradition of Colonial Mexico during the second half of the XVI century, especially those images depicting themes of Aztec warfare and battlefields. Here, I have redrawn lithographs created by Jules Desportes for Alexis Aubin, circa 1849, which were originally published in the first edition of the Historia de las Indias de Nueva España E Islas de Tierra Firme (1867-1880). This lithographic art was preserved thanks to the diligence of Don José Fernando Ramírez. Duran’s illustrations are in the European artistic tradition, but they have palpable indigenous influence that can be seen in the pictographic execution of the Nahua toponymy and the hieroglyphic names of the Mexica emperors. All of the illustrations reproduced here are present in the First Treaty of the Duran’s chronicle that deals with the history of the Aztecs and includes Aztec warfare and battles. This First Treaty is a variant of the so-called Chronicle X, a hypothetical lost manuscript that was used and recopied by multiple authors, including Durán, Alvarado Tezozomoc, Fernando de Alva Ixtlixochitl and later the Jesuit Juan de Tovar, the latter copying Durán’s
Apéndice
R
epresentaciones de guerra y batallas que se libraron durante las conquistas Mexicas, según la Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, por el Fray Diego Durán. Para poner en contexto la tradición pictórica colonial de la segunda mitad del siglo XVI que representa guerras y campos de batalla mexicas, he decidido reproducir las ilustraciones de Fray Diego Durán que ilustran las conquistas mexicas, además de un mapa con la ubicación de las provincias tributarias del Imperio de la Triple Alianza. En este apéndice se redibujaron las litografías que realizó Jules Desportes para Alexis Aubin a mediados de 1849 y que fueran distribuidas por Don José Fernando Ramírez, quien promovió la primera edición de la Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme (1867-1880). En lo que se refiere a las ilustraciones mismas, si bien son pinturas de tradición europea, tienen influencia indígena palpable que puede apreciarse en la ilustración de la toponimia nahua y los nombres jeroglíficos de los emperadores mexicas. Las ilustraciones referentes a la historia mexica, de las cuales representamos aquí las que contienen temas bélicos, se encuentran en el “Tratado Primero”, y que corresponde a la narrativa de la llamada Crónica X, que comparte la misma historia que se encuentra en las historias mexicas de Alvarado Tezozomoc, Fernando de Alva Ixtlixóchitl y el jesuita Juan de Tovar. Las ilustraciones del “Tratado Segundo” fueron recortadas de manuscritos previos, quizás crónicas escritas por autores indígenas y presentan una temática religiosa y ceremonial nahua. En este trabajo he propuesto que las figuras de batallas de Durán pueden estar basadas en mapas de guerra, parecidos al Lienzo de Chiepetlán 1, que Sahagún llamó “Yaotlapallacuilolpan”, que se puede interpretar como “la colorida pintura de la guerra o batalla”.
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G. Gutiérrez
work. The illustrations of the second Treaty were taken from a previous manuscript, perhaps chronicles written by indigenous authors, and contain religious themes and Nahua ceremonies. I have proposed here that the representations of battlefields in Durán’s figures are based on maps of war, similar to the Lienzo de Chiepetlan 1, that Sahagun defined as yaotlapallacuilolpan, which can be interpreted as the “colorful maps of war and battles”.
124
provincias tributarias del Imperio de la Triple Alianza
Núm.
Provincia Mexica Tributo en mantas*
Núm.
Provincia Mexica Tributo en mantas*
1
Tlatelolco
9869
31
Xoconochco
12660
2
Petlacalco
24725
32
Quauhtochco
8600
3
Acolhuacan
24513
33
Cuetlaxtla
30020
4
Quauhnauac
20443
34
Tlapacoyan
12900
5
Huaxtepec
19383
35
Tlatlauhquitepec
21015
6
Quauhtitlan
5065
36
Tochpan
26510
7
Axocopan
7155
37
Atlan
45000
8
Atotonilco el Grande
6711
38
Tzicoac
10725
9
Hueypochtlan
7170
39
Oxitipa
24090
10
Atotonilco de Pedraza
13100
Total de mantas tributarias
652246
11
Xilotepec
15297
12
Quahuacan
11115
13
Tolocan
9551
14
Ocuilan
8643
15
Malinalco
3941
16
Xocotitlan
2339
17
Tlachco
9634
18
Apan
14844
19
Tepecuacuilco
36540
20
Cihuatlan
36000
21
Tlapan
12080
22
Tlacozautitlan
6465
23
Quiauhteopan
2440
24
Yoaltepec
2025
25
Chalco
6625
26
Tepeacac
7501
27
Coixtlahuaca
23450
28
Coyolapan
6825
29
Tlachquiauco
7565
30
Tochtepec
99715
*El tributo es conviertido a mantas (Gutiérrez 2015)
*El tributo es conviertido a mantas (Gutiérrez 2015)
Figure 18a. The Aztecs are attacked in Chapultepec (After Durรกn, 1880, plate 2). Figura 18a. Los mexicas son atacados en Chapultepec por la gente de Azcapotzalco y Culhuacรกn (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 2).
Figure 18b. The Aztecs attack the Tepanec of Coyoacan (After Durรกn, 1880, plate 5). Figura 18b. Los mexicas atacan a los tepanecas de Coyoacรกn (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 5).
Figure 18c. The Aztecs attack Xochimilco (After Durรกn, 1880, plate 6). Figura 18c. Los mexicas atacan Xochimilco (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 6).
Figure 18d. The Aztecs attack Cuitlahuac (After Durรกn, 1880, plate 7). Figura 18d. Los mexicas atacan Cuitlahuac (Con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 7).
Figure 18e. The Aztecs attack Chalco (After Durรกn, 1880, plate 8). Figura 18e. Los mexicas atacan a Chalco (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 8).
Figure 18f. War between Tenochtitlan and Tlatelolco, first battle (After Durรกn, 1880, plate 10). Figura 18f. La guerra entre Tenochtitlรกn y Tlatelolco, primera batalla (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 10).
Figure 18g. War between Tenochtitlan and Tlatelolco, second battle (After Durรกn, 1880, plate 11). Figura 18g. La guerra entre Tenochtitlan y Tlatelolco, segunda batalla (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 11).
Figure 18h. The Aztecs intervene in the war between Tenantzinco and Matlatzinco (After Durรกn, 1880, plate 11). Figura 18h. Los mexicas intervienen en la guerra entre Tenantzinco y Matlatzinco (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 11).
Figure 18i. War between Tenochtitlan and Meztitlan (After Durรกn, 1880, plate 13). Figura 18i. La guerra entre Tenochtitlรกn y Meztitlan (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 13).
Figure 18j. The Aztecs attack Tehuantepec (After Durรกn, 1880, plate 15). Figura 18j. Los mexicas atacan Tehuantepec (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 15).
Figure 18k. The Aztecs invade Soconusco (After Durรกn, 1880, plate 17). Figura 18k. Los mexicas invaden Soconusco (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 17).
Figure 18l. The Aztecs attack Cuatzontla and Xaltepec (After Durรกn, 1880, plate 20). Figura 18l. Los mexicas atacan Cuatzontla y Xaltepec (con base en Durรกn, 1880 ilustraciรณn 20).
Figure 18m. The Aztec attack Quetzaltepec y Tototepec (After Durรกn, 1880, plate 20). Figura 18m. Los mexicas atacan Quetzaltepec y Tototepec (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 20).
Figure 18n. The Aztecs attack Huexotzinco (After Durรกn, 1880, plate 21). Figura 18n. Los mexicas atacan Huexotzinco (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 21).
Figure 18o. The Aztecs attack Cholula (After Durรกn, 1880, plate 22). Figura 18o. Los mexicas atacan Cholula (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 22).
Figure 18p. Siege of the Palace of Axayacatl (After Durรกn, 1880, plate 30). Figura 18p. Sitio al Palacio de Axayacatl (con base en Durรกn, 1880, ilustraciรณn 30).
Figure 18q. The Spanish conquistadors and their Indian allies wage war to other Indian nations (After Durán, 1880, plate 31). Figura 18q. Los conquistadores españoles y sus aliados indígenas hacen la guerra a otras naciones indias (con base en Durán, 1880, ilustración 31).
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La conquista Mexica del reino de Tlapa, Guerrero. The Aztec Conquest of the Kingdom of Tlapa, Guerrero. Editado por Leonel Rivera Editor, se terminó de imprimir el 16 de octubre de 2017, en los talleres de Litográfica Dorantes S. A. de C. V., ubicados en Oriente 241 A, No. 29, Colonia Agrícola Oriental, México, D. F. El tiro consta de 900 ejemplares rústica, impresos en offset sobre papel bond ahuesado de 90. y 100 ejemplares pasta dura, impresos en offset sobre papel bond ahuesado de 90 g. Para su composición se implementó la familia tipográfica Minion pro 12/15 pts. El cuidado de la edición estuvo a cargo de Erika Maya Vargas.