La Noche que no sabia Amanecer Nikolas Ocio
Ilustración de portada. Óleo: Mentxu Montenegro Miguélez. © Nikolas Ocio. barkatufilma@gmail.com www.facebook.com/nikolas.ociopereda Gasteiz, 2014.
Igorri eta Urkori.
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PRÓLOGO
Me siento más aizkolari que escritor. Prefiero el hacha a la pluma. Entre muchas palabras me pierdo. Más de distancias cortas que de grandes multitudes. Más de pocas que de muchas. Porque así os puedo escuchar. Porque no me gusta que habléis todas a la vez. Porque pocas decís poco, pero calláis mucho. Me gusta por lo que calláis. Y vale! Que ya sois bastantes!
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aforismos
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La espera no consigue detener el tiempo.
Cuando estás soñando cualquier ronquido te despierta.
De tanto huir, no sé ni dónde estoy.
Los amantes nuevos siempre tienen celos de los amantes viejos.
Nunca te mentí. Todo lo que te dije, me lo inventé yo.
A ratos se quiere más.
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No quiero sonreír en las fotos que no son de sonreír.
Tu belleza está en mi cabeza.
Cuando sueño contigo me adorno más.
- Pero yo te quiero! - Eso ya no importa.
Disfruté mucho de lo que pudo haber sido y no tanto de lo que fue.
Estoy acabado! Aparento la edad que tengo.
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Follar contigo ha sido todo un placer, valga la redundancia.
Todos tenemos un precio. Incluso yo!
Siempre es mejor que se rían antes que después.
A “¿por qué lo hiciste? le falta un “no”.
Mi querer es sospechoso porque te necesito.
Hay mujeres que las ves desnudas y no te dicen nada.
Te quiero poco porque tú no me quieres mucho.
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La suerte es una sensaciรณn.
Siempre he sido yo. Incluso a pesar de ti he sido yo. Hasta que me cambiaste. Me cambiaste por otro.
A veces, me siento como una noche de invierno en primavera.
Quisiera envejecer con alguien a mi lado. Para envejecer solo ya estoy yo.
Algunas veces no pienso en ti.
Educamos mejor a nuestr@s perr@s que a nuestr@s hij@s.
Una mujer siempre sabe cuรกndo ha sido follada y cuรกndo ha sido amada. A un hombre esto le da igual.
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El miedo no es una opción.
No me encuentro bien! No sé si será parestesia, eclampsin, disfagia, ecogenicidad epática....
Prometo no engañarte. Al menos, no sin tu consentimiento.
Me gusta admirar a la mujer que chupo.
He escrito un poemario de amor que no tengo a quién dedicar.
Tampoco es que me esfuerce mucho en hacer las cosas bien. Sé que tarde o temprano la cagaré y esa será la que me cuente.
La coherencia es una esclavitud.
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Planta un árbol, tiene un hijo, escribe un libro y se mata.
El camino de ida se aprende con el de vuelta.
Dime que te encantó la otra noche! Y dime que te encantará ésta!
- ¿Adónde vas? - Al valle. (Lejos)
- ¿Adónde vas? - A la montaña. (Más lejos)
- ¿Adónde vas? - Al mar.
(Mucho más lejos)
- ¿Adónde vas? - Me voy! (Para siempre)
A veces, la verdad no es sino la sombra de la mentira.
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Ojalá que sea un genio! Porque, si no, soy más raro que la hostia!!
El intento también cuenta.
Me he cruzado con la chica con la que estuve anoche. No sé cuál de los dos ha hecho como que no veía al otro.
Una victoria no es el fallo del contrario.
Memimetizomásconelinvierno que con el verano.
El que no necesite medicación que tire la primera pastilla.
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-¿Me dejas que te vuelque sobre la cama, te rompa la blusa, arranque con los dientes tu sujetador, te desgarre las bragas bajo la falda, mastique tus pezones y entre dentro de ti mientras te sangro en el cuello? - ¿Qué me has dicho lo primero?
Vidas mediocres bien contadas parecen grandes vidas.
Te llevo tantos años que podría ser tu padre. Y si tú quisieses, tu amante.
Nunca sonrío. En solidaridad con todos aquellos que lo están pasando mal.
La otra noche no soñé contigo.
Más triste que la soledad, la soledad compartida.
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Estoy ensayando caras para cuando vuelva a verla.
Lo peor de vivir solo es que si te atragantas te mueres.
Quien pide perdón no lo merece.
Estoy hecho un chaval! Me hago más “pajas” que mi hijo de 15 años.
Lo dejé todo por un sueño que no se cumplió.
El dolor no puede curarlo todo.
Caerse para levantarse. Una y otra vez. Hasta que la fuerza de la gravedad ceda.
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Las despedidas son todas “pluscuanimperfectas”.
He soñado que veía un niño muerto y me he hecho pis en la cama.
Cuando no sabes qué decir, lo mejor es decirlo todo.
Te voy a hacer el amor tan despacio que puede que, de hoy en ocho, todavía estemos en los aperitivos.
Desde que le dijo que se iba, empezó a esperarle.
No creo que Dios exista. Y de eso se vale. Porque, si no, le iba a decir todo lo que pienso de él.
No me gusta leer lo que escribo. A mucha gente le ocurre lo mismo.
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Hay historias de amor que no se pueden vivir, que sólo se pueden soñar.
Tomo nueve pastillas al día. A veces, me dan ganas de quitarme una. Pero, ¿cuál?
Las mujeres bien folladas tienen otra cara. Yo, cariño, te veo la misma de siempre. Gracias por serme fiel!
- He visto un hombre sin piernas. - ¿Y? - Iba en bicicleta. - ¿Y? - Llevaba un saco de patatas de 50 kilos en la parrilla. - ¿Y? - Otro encima de los hombros. - ¿Y? - Ha chocado contra un camión de 10 toneladas. - Pobre!
Si, de antemano, sabes con quién vas a deshacer la cama, la haces con más cariño. O, por lo menos, la haces.
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Tengo todas las paredes cubiertas de espejos. Nunca me acostumbraré a vivir solo.
No es una putada! Es una hija de putada!
Me creé tantas expectativas que ahora me hago las “pajas” con condón.
Tengo un amigo que duerme con el cubo y la fregona. Dice que así la cama no se le hace tan grande y que dormir abrazado a una fregona siempre es mejor que dormir solo. Yo le entiendo.
Hoy he tenido un sueño raro. He soñado con mujeres que no eran ni guapas ni feas.
Mi corazón está ocupado, pero en mi polla todavía queda sitio.
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Me gusta levantarme pronto para tener tiempo para perder el tiempo.
Tengo que decirte algo. Pero como creo que puede acabar con nuestra relación, voy a esperar a que ésta acabe para decírtelo.
Todo lo que no se pueda dejar para mañana no merece la pena.
Mi hijo es “laostia”! Y mi otro hijo es “larreostia”! Cuánto les quiero!
No creas que no me acuerdo de ti. Lo que pasa es que tengo muy mala memoria.
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“Te quiero” es presente. ¿Y el futuro de ”te quiero”? “Te quise”.
La línea recta no me sirve. ¿Para qué quiero llegar antes a ningún sitio?
Beber, me ha dicho el médico que ni una copa; follar, económicamente no me lo puedo permitir y la tele me aburre.... Esto no pinta nada bien!
Tenías que existir porque imaginarte sería imposible.
¿A qué altura de la vida se pierde ya toda esperanza de ser feliz?
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Llevaba dos días sin dormir, pensando en su primera cita con ella. Y cuando se acostaron....se durmió!
, le dijo. Pero como quien oye llover.
Si lo que importa es el momento.... ¿Qué más da tener toda la vida por delante o por detrás?
No es necesario que me quieras. Yo te quiero! Con que te dejes querer, me vale!
Qué mala suerte! Para una vez que subo a la Luna y es Luna Nueva!
Hace dos días que no te he visto y tengo la sensación de haber sido ciego toda la vida.
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Cuando lo que sueñas se convierte en realidad.... ¿Al volver a la cama desaparece?
Soy más de momentos que de continuos; de poses que de posturas mantenidas; de tetas, de culos, hasta, a veces, de ojos más que de cuerpos enteros; de canciones que de álbumes. Lo mío es más un continuus interruptus.
Desde que te he conocido, mi vida se ha revalorizado.
Hay quien sólo dice “Te quiero” para escuchar “Yo también”.
- ¿Eres de follar mucho? - Todo lo que sea necesario para mantenerte a mi lado.
No sé cómo he llegado a esta edad sin pudrirme.
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Como no le hizo promesas, se fue de su lado. Y, hoy, sigue junto a aquel que le prometió todo y no cumplió nada.
Mi anterior libro ha sido todo un best-seller. Lo han leído cientos, de miles de personas.
Por las mañanas, cuando me despierto, me dicen “el Buda”.
Tengo infinidad de ganas de verte.
Yo soy más de segundos “polvos”. En el primero no sé qué me pasa que me despisto.
El amor es un juego. Y pierde el que se enamora.
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Sólo escribo los aforismos que se me ocurren un mínimo de tres veces.
Cualquier imbécil se puede “tirar” a una tía buena. Pero cualquiera no tiene los estudios que yo tengo.
Una de las cosas buenas de estar separado es que te puedes hacer “pajas” en la cama, sin molestar a nadie.
Mañana te digo “cariño”, que hoy ando mal de tiempo.
No quiero hacer planes de futuro. Sólo quiero el presente. El presente de todos los futuros. Sólo sé declinar el ahora. El hoy es el mañana del ayer. Seamos este momento. Abrázame, abrázame y no pienses en futuros. Que tenemos muchos besos que darnos hoy.
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He visto un árbol tronchado y me he preguntado: ¿qué será eso de tronchado?
No me importaría compartirte. Aunque él sea tu preferido.
Me he disfrazado en Carnavales. Y, cuando todo ha terminado, he dudado, pero al final me he arrancado la piel.
“Te quiero” debería de ser palíndromo.
Soy ninfómana de ti.
No soy tan estúpido como para creer que siempre estaré a tu lado.
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Me he quitado la pastilla de dormir. A mi edad, no puedo permitirme el lujo de perder tantas horas.
Lástima de momentos perdidos por tantos proyectos cumplidos.
No soy capaz de mirarme en el espejo sin bajar la mirada.
Se pesaron esa noche. Los dos juntos. Desnudos. En el peso del baño, haciendo equilibrios. Y se prometieron que siempre pesarían lo mismo.
He copiado “La Tregua”, no menos de una docena de veces. Para ver si se me pegaba algo. Pero esto es lo que me ha salido.
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relatos
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“L” de LAURA Aquel día, después de tantos y tantos días, se le ocurrió llamar a Laura, una vieja amiga de los viejos tiempos de la facultad. La recordaba como una joven alta, con el pelo largo y negro, con buenas tetas, siempre detrás de la carpeta, y buen culo, siempre delante de alguna mirada. Se sorprendió gratamente al verla, sólo le faltaba la carpeta. Se dieron dos besos. Alguien dijo: “Cuánto tiempo!” El otro dijo: “Veintidós años!”. Alguien dijo: “Dios mío!”. El otro dijo: “ Estás estupenda!”. Alguien dijo: “Tú tampoco te conservas mal!”. El otro dijo: “Con algo menos de pelo y algo más de barriga”. Alguien dijo y El otro dijo se echaron a reír. Pidieron una mesa para dos. Primero salieron los “bueno, ¿que es de tu vida?”, “¿te casaste?”, “dos niños que son ya unos motilones”, “yo me separé”, “ mi marido viaja mucho....” - Me sorprendió tu llamada, después de tanto tiempo -dijo ella. - El tiempo es un concepto relativo. - ¿ Por qué te acordaste de mí? - Pura casualidad -dijo él-. Tiré un dado y salió un seis. La primera mujer que su nombre empiece por “L” y que haya estudiado conmigo hace veintidós años.
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- Siempre fuiste muy bromista – sonrió Laura. - Por nosotros, por estar aquí después de veintidós años -dijo él. Y los dos alzaron la copa. - Pero no bebas mucho que ya sabes que te sienta mal! - Nunca se te olvidará, ¿verdad? -dijo Laura. - Te subí hasta casa, yo mismo abrí la puerta y te di las instrucciones pertinentes: “Directa a la cama!”. - Me equivoqué de dirección y me metí en la bañera, vestida y todo, hasta que apareció mi madre. - Y cuando nos bañamos toda la cuadrilla desnudos en la playa, ¿te acuerdas? - Me acuerdo como si fuera hoy. Cuando salimos, nos habían quitado toda la ropa y al llegar al hotel, encima, había una fiesta brasileña y un montón de gente. -Y aquella noche que estuvimos sentados al borde de la carretera, medio borrachos medio sobrios, hablando del futuro, de la vida, de lo que queríamos hacer y ser....y que yo me moría de ganas de besarte... Apareció, inoportuno, el camarero con la cuenta. Salieron del restaurante y se fueron en dirección al coche - Ha sido muy bonito recordar los viejos tiempos -dijo ella. - Yo vivo aquí, a la vuelta, si quieres podemos tomar algo. - Es mejor que no! -dijo abriendo la puerta del coche-. Hay un tiempo para todo. Y el nuestro ya pasó. Le dio dos besos y se metió en el coche. - Lo he pasado muy bien -le dijo por la ventanilla. Luego arrancó y se fue, diciéndole adiós con la mano.
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CAMBIO DE VIDA - ¿Por qué andas tan despacio? - Porque no voy a ninguna parte. - Entonces...¿por qué no te paras? - Si me paro no me canso y si no me canso no puedo dormir. - ¿Dónde duermes? - Si tienes sueño, cualquier sitio es bueno. Dormir a la luz de la luna, bajo las estrellas, es un lujo que muy pocos se pueden permitir. - ¿No te gustaría cambiar de vida? - Ya he cambiado de vida. - Perdón! - ¿Por qué? - Por nada. - A veces, las cosas no salen como uno quiere. - ¿Te arrepientes? - ¿De qué? - No sé, tú tienes que saberlo. - Haces buenas preguntas. Me gusta la gente que hace buenas preguntas. - ¿Dónde te equivocaste?¿Es una buena pregunta? - Muy buena! - Las buenas preguntas requieren buenas respuestas. - Me equivoqué! Cuando no aprecias lo que tienes es de justicia que lo pierdas.
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- ¿Y has acabado así? Tirado, sucio, vestido con andrajos, durmiendo entre cartones, con la mirada vacía, las manos tristes ... ¿quieres que siga? - Hacía tiempo que no me miraba en un espejo. - ¿Y te reconoces? - Decía no sé quién, que no son los más inteligentes ni los más fuertes los que perpetúan las especies. Son los que mejor se adaptan al medio los que lo hacen. - ¿Tú crees que de esta forma vas a perpetuar la especie? - No me hagas reír, que no tengo costumbre. Darwin! Lo decía Darwin! - ¿No hay ninguna forma de solucionarlo? - ¿Lo de las especies? - ….......... - Ríes bonito. Se nota que tú sí tienes costumbre de hacerlo. - Siempre hay una solución. - Demasiado tarde. - Nunca es demasiado tarde! - Pues ésta debe de ser la excepción. - Tienes que intentarlo! - Ya lo intenté. - Pues más, tienes que intentarlo más! - “Más” es una palabra que ya no forma parte de mi vocabulario. - Pero tú la quieres! - ¿Y eso qué importa? - ¿Qué mierda de pregunta es ésa?!! - Es la pregunta de alguien que se ha quedado sin respuestas. - Todavía llevas el anillo - Se me han hinchado los dedos, no me lo puedo sacar. - Eres un cobarde! - Ni eso.
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EL JABÓN PARA LA LAVADORA Una mañana de un día cualquiera, en un supermercado de una capital de provincia, hacia las doce del mediodía. Un carro vacío se acerca a un carro apenas empezado. - Perdone! ¿Sabe dónde puedo encontrar el jabón para la lavadora? - Sí, lo tiene justo en el otro pasillo, casi al final, donde están los cubos para fregar el suelo. - Muchísimas gracias. - De nada. El hombre se va para el otro pasillo y coge el jabón para la lavadora. Casualidad, o no!, vuelve a encontrarse con la mujer. - Perdona! No consigo encontrar las galletas de fibra integrales. - Donde los productos de dietética, en el último pasillo, hacia la mitad, en la parte de la izquierda, abajo, no están muy a la vista. - Muchas gracias. - No hay de qué. El hombre va al lugar señalado y coge las galletas de fibra integrales. - ¿La leche semidesnatada? -pregunta de nuevo.
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- Allí, la tienes junto al pan. Una sonrisa. Va al lugar indicado y mete la leche en el carro. - ¿Sabes dónde están los rollos de papel de cocina? Nunca consigo encontrar los dichosos rollos de papel de cocina! - A mí me ocurre con las aceitunas, nunca consigo encontrarlas. - Claro, como son tan pequeñas! - ¿Te acuerdas dónde estaba el jabón para la lavadora? Pues das la vuelta y justo en el otro lado están los rollos. Coge los rollos de papel de cocina y los pone sobre la leche. - ¿El chocolate extrafino con leche y almendras? - Eres el primer hombre que veo que hace la compra sin llevar una lista. - Lo llevo todo aquí -dice señalándose la cabeza. - Ya! ¿Y un mapa? - Entonces no nos hubiésemos conocido. Se miran y no dicen nada. - Al fondo, junto a la crema de cacao. Se va hacia allí y al final encuentra el chocolate. Ahora los yogures desnatados con muesli. - Todos los yogures están al lado de los congelados, enfrente de la charcutería. - ¿Sabes? Me ha costado encontrar el chocolate extrafino con leche y almendras. - A mí también. Hay tantas clases de chocolate.... Si no encuentras algo me preguntas. Se ríe. - Sabes que sí! Dirección charcutería, congelados y …..yogures. - Como dijiste que te podía preguntar....¿el vinagre y el aceite? ¿Cómo es? ¿El vinagre o la vinagre? - No sé, yo siempre digo el vinagre. Como siempre los compro juntos, si fuese la aceite pues diría la vinagre. ¿Y además no viene del vino ?, pues entonces no hay duda.
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- También yo los compro siempre juntos. - Ya tenemos algo en común! - Esto puede ser el principio de algo. ¿Un café? - Sí, donde están los chocolates, un poco más al fondo. - ¿Cuando acabemos de hacer la compra? Ella sonríe. - Hoy tengo prisa. -¿Y mañana? - Nunca hago la compra los viernes. Hay demasiada gente. Se separan cada uno por un pasillo. El no puede dejar de pensar en ella. Hace tanto tiempo que no la ve! La busca pero no la encuentra. No! Que no se haya ido! - ¿Buscas algo?- escucha a su espalda. Se vuelve. - Sí.... -acierta a decir. - En el tercer pasillo contando desde éste, entre el arroz y los macarrones. Sonríe. - El próximo día ya vas a poder hacer tu solito la compra. - No lo creo. Todavía me desoriento mucho. Sonríe y se va. - Suelo venir los jueves a esta hora- le dice, volviendo la cabeza Ella se va a la caja y él a coger los garbanzos. Tiene que esperar a que una máquina limpiadora pase. Se coloca detrás de un señor que lleva tres barras de pan y una bolsa de naranjas. Cuando le toca, saca todos los productos del carro. La cajera le mira con cara de asombro. - Una mujer que se acaba de ir ha comprado exactamente lo mismo que usted ! Qué casualidad! O no!
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DESDE LA ESTRATOSFERA Entro en un bar y pido un café con leche. Cojo el periódico y el café con leche, que me ha servido la camarera china, y me siento en una mesa. Estamos solos. Sale de la barra y se sienta en la mesa que está enfrente de la mía. Saca unas tijeras y empieza a cortarse las uñas. Los ojos como platos, yo. Ella, no. Yo con mi café con leche y mi periódico, y ella con sus tijeras. De pronto una de las uñas salta y viene a dar justo en el borde de la taza. Me viene a la cabeza un aro de baloncesto repeliendo el balón y me considero afortunado porque no haya nadie al rebote. Sin tiempo para recuperarme, otra uña voladora se viene a posar sobre el periódico, encima de la foto de un artista que hace esculturas con escobillas de water. La soplo y paso de página. Temo por mi integridad física. Ella porque los tiene casi cerrados, pero a mí me puede sacar un ojo. Decido achinarlos yo también, por si acaso.
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Ahora parecemos dos chinos. Me da por pensar que hubiese sido mejor que se cortase las uñas de los pies, que son de menos saltar. Ya no leo el periódico. Mi preocupación va en aumento. Y es, entonces, cuando una de las uñas cae dentro de la taza creando un tsunami de café con leche, sin precedentes. Ella, al ser salpicada por las tremendas olas, me pide excusas en su limitado castellano. Antes de que yo acierte a decir nada, me coge la taza, saca un colador y vierte el café con leche en otra taza. Cuando me lo trae a la mesa se vuelve a disculpar, se sienta y acaba con las últimas uñas de la mano izquierda. Leo que otro artista se ha tirado desde la estratosfera, a 30.000 km. de altura y no se ha hecho nada. Acabo mi café con leche, recojo la taza y dejo el periódico en su sitio. Para entonces ya ha terminado. Me despido y ella me hace ese saludo de los judokas. Salgo a la calle y miro al cielo. Nunca se sabe.
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EL AUTOBÚS DE LA LÍNEA 5 Esperaba el autobús de la línea 7 cuando, debajo del banco que había en la parada, vio lo que parecía ser un libro, que resultó ser un diario. Lo cogió, al tiempo que llegaba el autobús. Durante el trayecto le echó una ojeada. Era el diario de una mujer. De una mujer que estaba sufriendo mucho. Que había sido muy feliz, pero que ahora estaba pagando por ello. Escribía de cuando se conocieron, las primeras citas, los primeros besos, de cuando se acostaron por primera vez y por tantas otras veces. De cada minuto del día en el que no podía dejar de pensar en él, de los nervios en el estómago poco antes de estrecharse entre sus brazos... Toda la mañana estuvo pensando en aquella mujer. De regreso a casa, en el autobús de vuelta, volvió a abrir el diario. Tenía que encontrarla! Para empezar, tenía dos pistas: que cogía el autobús en aquella parada que tenía dos líneas, la línea 5 y la línea 7; y que trabajaba de cara al público (“ya no puedo soportar todo el día sentada, respondiendo siempre a las mismas preguntas de gente diferente que siempre parece la misma”) Empezó por la línea 7. Esta línea tenía tres paradas. Cogió el autobús poco antes de las nueve, hora en la que se abrían las oficinas. En el autobús iban tres mujeres jóvenes, un hombre con bastón y una mujer que estaría a punto de jubilarse. En la primera parada no
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se bajó nadie y subieron dos hombres, con carpeta y sin carpeta, y una mujer con un bolso verde, impropio de alguien que está sufriendo. En la siguiente parada se bajaron las tres mujeres, el hombre del bastón y él. Cada una de ellas cogió un camino distinto. El eligió a la peluquera. Se dio una vuelta por la zona. Aparte de la peluquería, había dos bares, una panadería, un centro de estética y una farmacia. En ninguno de aquellos sitios se trabajaba sentado. La línea 7 descartada. Línea 5. A la misma hora subían al autobús cuatro mujeres, un señor con bigote, otro sin y una mujer que eliminó nada más verla. Eligió a la mujer que vestía más de oscuro, pero tampoco en esta ocasión eligió bien. Le llevó hasta un portal de un edificio cualquiera. Servicio a domicilio, pensó. Dio una vuelta de reconocimiento Era un barrio nuevo, lleno de carteles de “Próxima Apertura” . Al día siguiente lo mismo. Línea 5. Los mismos protagonistas. Una elección. Más que triste la veía seria. Y tampoco su mirada le cuadraba, pero por si acaso... En esta ocasión, acabó en un local a medio hacer, con un cartel que decía: “ Próxima apertura. Clínica de Ortodoncia”. Quizás, había cogido el autobús de forma ocasional. Pero también era posible que trabajase a turnos o que estuviese de baja, pensó. Siguió viajando en autobús durante muchos días. Alternando la línea 5 y la línea 7. Ningún cambio. Siempre los mismos. Y un día, al cabo de tantos... Lo supo nada más verla. Aquella desidia de movimientos, aquellos ojos tristes... El autobús se detuvo y ella desapareció en un edificio de oficinas en el que no había reparado cuando recorrió el barrio. Esperó toda la mañana, de un bar a otro, dando vueltas, hasta que se hizo la hora. Vino el autobús y subieron los dos. Fueron los últimos en bajar. El autobús de la línea 5 se fue y quedaron solos bajo la marquesina. - ¿Cómo se hace para olvidar? -le dijo.
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LA BOLSA DE NARANJAS Iba tan absorto mirándola que se estampó contra ella. Debía de llevar una bolsa de naranjas porque todas empezaron a rodar por el suelo, mientras ella, que ignoraba lo mucho que él la quería, se despachaba a gusto contra su persona. De haber sido plátanos todo habría sido más fácil, pero era octubre y, en esas fechas, la fruta de temporada es la naranja. Cuando recogió la última, se armó de valor, cerró los ojos para coger impulso y, cuando iba a confesarle que estaba perdidamente enamorado de ella, vio alejarse la bolsa de naranjas y nunca más la ha vuelto a ver.
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LA SOLEDAD DEL PORTERO DE FUTBOL Soy el portero titular de un equipo de fútbol de Segunda División B. Cuando metemos gol, mis compañeros se abrazan, se besan, se estrujan, se tiran al suelo... Yo levanto los brazos y, si tengo suerte de que en ese fondo esté nuestra afición, me vuelvo y lo celebro con ellos. Pero no es lo mismo. No les puedo abrazar ni besar ni estrujar ni tan siquiera tirarme al suelo con ellos. Pero eso se acabó. Me he comprado uno de esos “jugadores hinchables” y lo he bautizado como Varineli, que suena a jugador de equipo grande. Lo coloco dentro de la portería, junto al palo izquierdo y, cuando metemos gol, lo cojo, lo abrazo, lo beso, lo estrujo, lo tiro al suelo... Luego lo dejo en su sitio y saludo a la afición, porque no olvido que, cuando yo estaba solo, ellos fueron los únicos que estuvieron a mi lado. Cuartos de final de la Copa del Rey. Partido de vuelta. Allí perdimos 2-1. El partido está a punto de acabar. Si no metemos un gol estamos eliminados. Corner a nuestro favor. El último cartucho. Subo yo también a rematar. Balón cerrado al segundo palo y....gol! gol! gol! gooooooooool!!! Corro como un poseso hacia mi portería. Todo mi equipo detrás. Cojo a Varineli, lo abrazo, nos besan, nos estrujan, nos tiran al suelo...... Cuando nos levantamos, Varineli se ha quedado sin aire.
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AMOR CIEGO - Te quiero. - Pero.... acabamos de conocernos! - ¿Y? - No sé. - Cuando uno quiere lo demás no importa. - Ya, pero.... - Querer es una necesidad vital. Como respirar, como comer.... - Dormir. - Como dormir. - ¿Amar es como dormir? - En cierta forma sí. No se puede vivir sin dormir y tampoco sin amar. - Si tú lo dices... - ¿Recuerdas haber amado alguna vez? - Creo que sí. - Eso es que no. - Igual fue hace mucho tiempo y se me ha olvidado. - No! Es como andar en bicicleta, nunca se olvida. - ¿Y tú? - No estamos hablando ahora de mí. - O sea que tampoco. Tampoco tú has amado! - Puede que así sea. - Y hablas como si entendieses de lo que estás hablando. - Lo siento así.
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- ¿O sólo “lo siento”? - Te quiero. - Antes tenemos que conocernos. - No hay tiempo. ¿Esperarías para respirar, para comer.... para dormir? - No creo que sea lo mismo. - Es parecido a lo mismo. - …..................... - No sabes qué decir! - …..................... - No es bueno quedarse con las cosas dentro. Hay que sacarlas, si no se pudren. - Es que no sé qué decir. - Bueno, eso ya es algo. Hablar siempre es mejor que callar, aunque lo que se diga parezca que no tiene importancia. - Yo también quiero querer. - Eso sí que tiene importancia! - Lo dije sin pensar. - Te salió del corazón, no de la cabeza. El amor no es racional. - Tengo miedo. - Todos tenemos miedo, también los valientes lo tienen. Todos somos valientes cuando nos enfrentamos a nuestros miedos. - ¿Me sigues queriendo? - ¿Tú que crees? - No sé. - Pues claro que sí, tonto! - ¿ Por qué yo? - ¿Y por qué no? - Nos conocemos desde hace tan poco.... - Así es mejor. Así cada día iremos descubriendo cosas del otro y nuestra relación no se hará monótona. - Visto así.... - ¿Pero tú me quieres? - ¿Y eso importa? - Claro! Si yo te quiero tú me tienes que querer. - ¿Y si no?
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- ¿Y si no qué? - Si yo no te quiero. ¿Tú me dejarías de querer? - No lo sé. No lo había pensado. - Yo te quería incluso antes de que tú empezases a quererme. - No me lo puedo creer! - Pues créetelo! Necesitaba urgentemente querer a alguien. - Qué alegría me da escuchar esas palabras! - Nunca le había hablado así a nadie. - No es bueno guardarse las cosas dentro. - Lo sé. Porque si no se te pudren. - Eso es! - Pero, ¿cómo sabré querer si no he querido nunca? - Deja que tu corazón hable. - Creo que el mío es mudo. - No digas tonterías! Sólo tienes que escucharle y luego mirar a los ojos a la persona amada. - Parece sencillo. - A veces las cosas más sencillas son las más complicadas. - Te quiero. - Y yo a ti. - Es muy bonito querer y que te quieran. - Es lo más bonito, amor mío! - Y yo también!
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EL PSIQUIATRA El psiquiatra espera en la consulta vestido con una camisa de fuerza. Entra el paciente. El psiquiatra le dice que adelante y que se siente. El hace lo que el psiquiatra le dice. - Todos tenemos nuestras crisis -le confiesa-. Ya se me está pasando. El “oxazepam” esta haciendo su efecto. Entra la enfermera. Lleva la bata con los botones arrancados, la cofia torcida y el pelo alborotado. - ¿Se encuentra mejor? -le pregunta. - Sí, ya ha pasado. Gracias por todo. - No hay de qué Y le libera de la camisa de fuerza. - Si se vuelve a encontrar mal.... - Tranquila! Estoy bien. Gracias! La enfermera se va con la camisa de fuerza . - Bueno....¿y usted cómo se encuentra?
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EN TU PIEL Cuentan los más viejos del lugar que la pareja estaba en esa postura que los hindúes bautizaron como “Flor de Loto” o “La unión de los pétalos”. Que era una pareja joven. Y que ella tenía una larga melena color azabache y unos ojos grandes mirada enamorada. Nadie estuvo allí para certificar lo ocurrido, pero un vecino asegura que oyó frases sin palabras, caricias tatuadas. Lo que ocurrió después es de sobra conocido por todo el pueblo. La chica se desvaneció de repente, sin caer, en brazos de aquel que amaba. Cuando algunos del pueblo, con el alcalde a la cabeza, fueron en busca de alguna pista que explicase lo ocurrido, Esteban, que regentaba el único bar de la localidad, encontró en el suelo, todavía susurradas, estas palabras: “En tu piel hay respuestas a preguntas que sólo se pueden soñar”
Canción: “Donde acaban las palabras” Album: “Sexo, Ternura y Misterio”. DOCTOR DESEO
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TODAS MENOS UNA Todo empezó con la monitora de natación. Aintzane se llamaba. Qué mujer! Cada día llevaba un bañador que se apretaba con más descaro a sus carnes firmes, trabajadas en la piscina, con dos pechos tumescentes y un culo que rompía cuellos. Hacíamos matronatación, en nuestro caso patronatación. Cuando cogía a Markel es como si me estuviera cogiendo a mí, muy cerca de aquellos pechos, casi rozándolos. Luego, hacíamos padres con niños. Ella se acercaba y nos corregía las posturas,” las que yo haría contigo!”, pensaba. A veces se acercaba tanto que yo podía sentir sus pechos rocosos. Con el agua, los pezones se le marcaban como guindas en una tarta. Cuando se acababa la clase, besaba a todos los niños. Nunca entendí por qué a los padres no. Y fueron pasando los días y yo cada clase más tiburón y la Aintzane cada día más fuego, que ni el agua conseguía apagar. Un día, nos fuimos los tres. La ama se metió en la piscina pequeña con Markel y yo estuve haciendo unos largos en la grande, hasta que se acabó la clase. Los monitores tenían un pequeño cuartito, donde guardaban el material. Mi mujer se fue al vestuario con el niño
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y la Aintzane al cuarto y yo detrás. No se sorprendió mucho, seguro que no era yo el primer padre que había entrado allí. -¿Has venido por esto? -me dijo. Y en un hábil movimiento, se bajó los tirantes del, ese día, bañador fucsia y quedaron a la vista aquellas dos maravillas de la naturaleza. Esa noche, mi mujer me dijo que a partir de entonces iba a ir ella con Markel, que había disfrutado mucho. “No más que yo”, pensé, pero no le dije nada. La siguiente fue la violinista. Nada que ver con la monitora de “patronatación”. Esta era de líneas más rectas, sin moño, pero muy del estilo de las mujeres que intentan seducir a Philippe Marlow, en las películas de blanco y negro. Con gafas, pequeñas y sin montura, faldas de tubo y blusas con botones, una combinación para paladares exquisitos. Dos veces a la semana los padres teníamos que asistir a clase con los hijos, para saber corregirles en casa la posición del arco y del violín. Iba yo porque mi mujer se había aficionado a la natación y ese era el único momento del día que tenía libre para ir a la piscina. Como ya se sabe que el roce hace el cariño, ocurrió lo que tenía que ocurrir. Un día, al final de la clase, le dije que quería hablar con ella. Markel esperó fuera. No había ningún problema, la clase estaba insonorizada y nadie oiría nuestra “conversación”. Ella seguía allí de pie, junto al atril. Me acerqué, le quité el violín de las manos, le arranqué los botones de la blusa , le remangué la falda y colgada de mi cuello la llevé sobre el piano. Empezó entonces el concierto. Ella me iba diciendo:“derecha-izquerda-derecha-más derecharepite-izquiera-otra vez....” Y yo la iba moviendo entre las teclas blancas y negras, creando la más hermosa de las melodías. Al poco, empezó a gritar: “Rosmarinoff, Rosmarinoff, Rosmarinoff....!” Cada mujer tiene un grito. O dos! “Todo.... todo.... todo.... !!! Yo, que hacía tiempo que lo estaba dando todo, saqué fuerzas de flaqueza y me empleé todo lo más que pude. “El teclado,
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el teclado....todo....todo....todo....!!!”, gritaba. Entonces entendí. La agarré todo lo fuerte que pude y la deslicé sobre el teclado, de un extremo al otro, en un final a la altura del más grande de los pianistas. Se bajó la falda, se cerró como pudo, y sin botones, la blusa y cogió de nuevo el violín. Yo salí de la clase, sin despedirme. - Vamos a casa Markel, que seguro que la ama ya ha llegado! A partir de ese día, la profesora de violín dijo que ya no era necesario que los padres asistiesen a clase con los niños. De la música a los idiomas. La profesora de clases particulares de inglés. Nativa. Ya sólo el nombre me hacía subir la temperatura. Nativa de Escocia. No tenía nada que ver ni con la monitora ni con la violinista. Pelirroja, bajita y tirando a circunferencia, de carnes blancas. Fue una noche de viernes en la que habíamos salido a cenar los amigos, con el dinero de las “porras” de fútbol. Fuimos a tomar una copa y la encontré allí, bailando con unas amigas. Me acerqué por detrás, cubata en mano, “Do you speak inglis?”. Se volvió. Al principio no me conoció. Le tuve que refrescar la memoria. “Markel father”. “Ah, excuse me. Muy poca luz aquí!”. “ Dance very well”, le dije. “Oh, no!”, se ruborizó ella. Y antes de que se diese cuenta, ya la abarcaba entre mis brazos bailando a ritmo de salsa, no sé las canciones. Yo me apretaba contra sus carnes y ella no retrocedía. Sus amigas, con buen criterio, habían desaparecido y los míos se habían despedido entre gestos obscenos. Cuando ella se vio sola se preocupó. Pero ahí yo estuve listo y le largué: “Don´t worry, be happy!”. Luego, le dije que conocía un sitio donde ponían bachata. Le encantó la idea. Bailamos hasta que cerraron el local. Yo no paré de susurrarle al oído cosas bonitas: “She love yu, ye, ye, ye“, Another bricke in the wall,“The other side of de moon”, “The du, du, du, the da, da ,da” … Ella, demasiado joven para entender mi inglés, no paró de reírse. Entonces, aprovechando que
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tenía a toda la familia en el pueblo, la invité a tomar “the last coup in my house”. Dudó, pero para cuando dejó de dudar ya estaba yo dando botes sobre ella. Parecía que me estaba follando un colchón de agua y cada vez me hundía más en ella. Gritaba y gritaba, y yo no le entendía nada porque como era nativa...., pero tampoco le había entendido a la violinista y esa era autóctona. Así que hacía oídos sordos y me desaparecía entero entre sus carnes blancas. Cuando, al final, volví a recuperar mi cuerpo le entendí que decía “wonderffol, marvelous, you are the champion.....” Le propuse a mi mujer poner un colchón de agua en la cama “¿Un colchón de agua? Pero tú estas bueno! ¿Sabes lo incómodo que es para dormir y lo malo que es para la espalda?”. “Sabrás tú que nunca te has hundido en uno de ellos!”, pensé, pero no le dije nada. Luego estaban las extraescolares de cerámica. Ella era un poco joven para mí, pero yo visto muy informal. Me hice de la comisión de extraescolares y una de mis labores era proveer al taller de cerámica de todo el material necesario para el buen funcionamiento de la actividad, por lo que tenía que estar muy en contacto con la monitora. Vestía faldas cortas con mallas negras, camisetas pegadas, larga cabellera, un delantal blanco para la ocasión y dos piercings: en el labio y en la lengua. El primero un aro y el segundo una bola hacia la parte delantera de la lengua. Sexo oral. Cada vez que la miraba a la cara no podía pensar más que en “exo”. Día sí y día también, al acabar la clase, pasaba por allí para comprobar que todo estaba en orden, como era mi responsabilidad. Uno de esos días le conté un chiste de alfareros que había oído en la radio: “¿Sabes cual es el colmo de un alfarero? Tener un hijo que no sepa si es de bar-o de cafetería”. Recuerdo que se rió mucho. Lo cual me animó a seguir por ese camino, pero con chistes menos inocentes: “Haciendo un crucigrama, la mujer le pregunta al hombre: «Organo sexual femenino», con cuatro letras y la segunda es una «o» . ¿Hori-
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zontal o vertical? Horizontal. Entonces será «boca»“. La suya, con aquellas estructuras metálicas que hacían volar mi imaginación. Mirando aquella boca uno se inspiraba. ”¿En qué se parecen una lubina y una mamada?”, le solté un día. Ella puso los ojos como platos, de barro, mientras apretaba los labios y movía ligeramente la cabeza-. En que siempre te las hacen mejor fuera de casa!” Y se empezó a reír, no tanto como con el del alfarero, pero casi más que con el del crucigrama. Iba pasando el curso y en aquel taller no faltaba de nada, esa era mi responsabilidad. Y ocurrió que uno de esos tantos días que entraba en el taller de cerámica, me la encontré ocupada en el torno trabajando la arcilla, de espaldas a la puerta, sin cumplir las reglas más básicas del “Feng Sui”. Dudé unos segundos, pasados los cuales me fui hacia ella y la ataqué por detrás. En un primer momento se sorprendió pero no se resistió, siguió modelando la arcilla mientras yo modelaba su cuerpo en busca de algún otro piercing. Pronto nuestros cuerpos desaparecieron bajo la arcilla, mientras ella se arrodillaba frente a mí. Benditos piercings! Al cabo de unos días fui a cenar con mi mujer y yo pedí lubina. Ni comparación! Luego fui elegido para el Consejo Escolar y tuve que dejar la comisión de extraescolares. La tutora de 6º curso de Primaria era una mujer ya madura, con ese atractivo de quien fue y se resiste a no seguir siéndolo. Nos conocimos en la primera reunión de clase y a lo largo del curso mantuvimos distintas encuentros individuales para hablar sobre Markel. Como mi mujer se había apuntado a un club de natación y tenía entrenamientos todos lo días , por lo general era yo el que iba a las reuniones. Pero ni frío ni calor. Ella, muy profesional, se limitaba a hablar de Markel, mientras yo me limitaba a mirarle el escote. A veces, incluso buscaba sus ojos siempre hundidos entre dibujos y trabajos . No pintaba bien! Pensé que todo era cuestión de tiempo. Me equivoqué! Pasaron
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los días, los meses, las evaluaciones y aquello no mejoraba. Decidí jugármela a todo o nada. No se me ocurrió otra cosa que quitarle una bujía del coche. Casualidad que cuando ella intentaba arrancarlo yo pasaba por allí. “¿Algún problema?” “No sé, no arranca!” “Abra el capo!”, le dije. “Ha perdido una bujía! Me temo que tendrá que dejarlo aquí y mañana llevarlo al taller”. “Qué fastidio!” “Permítame que la lleve a casa” “Se lo agradezco mucho, pero no quiero molestarle. Pediré un taxi!” “No es ninguna molestia, la acercaré a casa, tengo el coche ahí!” Vivía a cuarenta minutos en coche del colegio. Era todo el tiempo del que disponía. Ella empezó a hablarme de Markel, de lo buen estudiante que era, de lo que había progresado, de....patatín y de patatán, de cosas que a mí, en ese momento, me la traían al pairo. Estábamos a lo que estábamos. Utilicé la vieja táctica de la palanca de cambios, que ya tenía casi olvidada de los tiempos jóvenes. Pero ella, al sentir mi mano rozándole el muslo, apartaba rápidamente la pierna y seguía hablándome de Markel. Intenté llevar la conversación hacia terrenos más íntimos, pero no hubo forma. Markel, Markel, Markel.....! Si no hubiese sido mi hijo, le habría cogido manía. Los cuarenta minutos habían pasado. La dejé junto a la verja de la entrada y me fui, llevándome tan solo su agradecimiento. Por el retrovisor vi a un hombre que salía de la casa y la estrechaba entre sus brazos, un niño de unos nueve años corriendo hacia ella y otro ya adolescente que la besaba en la mejilla, un perro....... los enanitos de piedra en el jardín. Me acordé de Aintzane, la monitora de natación, con sus pechos tumescentes a la par que rocosos.
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AURKEZLEA
Bederatzietako albistegiaren aurkezlearekin maiteminduta nago. Arantxa du izena. Txapartegi abizenez. Nik hika hitz egiten diot. Gauero ikusten dut hutsik egin gabe, ordu berean, hitzordua izango balitz bezala. Albisteez ez naizela asko jabetzen aitortu behar dut. Ezin naiz bi gauzetara egon eta berarekin egotea erabaki dut. Inoiz informatiboetan ikusi dudan emakumerik ederrena da. Ile beltza, begi berdeak, ezpain sentsualak nahiz eta haietatik labaindu munduko albisterik txarrenak, adats luzea bere sorbaldetan erorita eta bularra ia bistan ia ezkutuan. Aurreko gauean, berarekin egin nuen amets. Hain zintzo ikustera ohituta nengoenez, harri eta zur geratu nintzen paperak hain formal irakurtzen zituen emakumeak ohean nola galtzen zituen ikusita. Emakume serioa emakume sutsua bihurtzen zen. Larrua jotzea baino gehiago, gorputzez gorputzeko bataila izan zen gurea. Burutik pasatu zitzaidan hurrengo egunean guda horri buruz informatuko zuela telebistan. Borrokaren abarrotsean, bere lepo ederrean nire hortzak sartu nituen. Ez dut inoiz hain ondo pasatu, ez dut gogoan, ez esatari batekin behintzat .
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Egun horretan bertan, eguneroko hitzorduari leial, besaulkian eseri, iragarki pare bat , albistegiaren sarrera eta, aurrez aurre, nire ametsetako emakumea. Soineko urdin turkesaz jantzita, adatsa sorbaldetan behera eta lepoan zapi bat.
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EL JERSEY VERDE Y LOS CALCETINES NEGROS Eran las tantas de la madrugada, de un sábado cualquiera, en una ciudad sin nombre, a finales de setiembre. Fueron a sentarse en las escaleras de un portal. Entre los dos no sumaban los cuarenta. La noche había refrescado. Ella tenía frío. Apenas una chaqueta fina y una falda vaquera corta y sandalias. El también tenía frío. Se quitó su jersey verde y se lo dio. Luego se quitó los calcetines negros y se los vistió bajo las sandalias. Ella sonrió. El la besó en los labios. Se puso de pie e hizo el gesto de quitarse los pantalones. Ella sonrió. El la volvió a besar. El rocío de la mañana se hacía sentir. Tomaron camino a casa. La acompañó hasta el portal. El beso fue largo y dulce. El se fue feliz. No sabía la hora que era, pero no le importaba. Cuando entró en el portal, llamó al ascensor y, al verse reflejado en el espejo, supo que iba a tener que dar explicaciones. Sacó las llaves, salió del ascensor y empezó a batallar con la cerradura. Cuando creyó que era suficiente, metió la llave y entró en casa, sin dar la luz y teniendo especial cuidado en tropezar con la cómoda de la entrada. El ruido fue el esperado y el pasillo se iluminó. “¿Pero tú te crees que éstas son horas de llegar a casa?”, apareció la madre. El bajó la cabeza.”Y cómo vienes....!” “¿Y el jersey?
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¿Dónde tienes el jersey?”, enseguida se dio cuenta. El puso cara de circunstancias y de haber bebido. “Anda, vete para la cama!” ”Ya hablaremos mañana!”. Se fue para la cama, sin seguir la línea recta, adornándose en el trayecto. A su espalda escuchó la voz de su madre: “Dios mío! Cómo estamos!” Se quitó la ropa, excepto el jersey verde y los calcetines negros, y se metió en la cama. Estaba feliz. Le encantaba aquel sacrificio por su chica. Hay cosas que solo le pertenecen a uno...o a dos. Aquella noche, soñó que estaba frente a un pelotón de fusilamiento. Y que, de pronto, aparecía ella con su jersey verde y sus calcetines negros. Se abría paso entre la fila de soldados y fusiles, y se abrazaba a él. ”Diles la verdad!”, le suplicaba. “Nadie tiene que saberlo. Lo que ocurrió esa noche tiene que quedar para nosotros”, y se besaron como en aquel portal aquella noche. Uno de los soldados se acercó a ellos y la arrancó de sus brazos. “Te quiero, te quiero!”, gritaba ella abrazada al jersey verde. No miró al pelotón de fusilamiento, quería irse de este mundo con el recuerdo de ella grabado en su memoria. Morir por una causa siempre le había parecido algo heroico. El oficial al mando dio la orden: “Preparen armas! Apunten!.…. Venga arriba! Que el que sabe trasnochar tiene que saber madrugar”. La ama le había salvado la vida! Y luego subió la persiana y le dejó ciego. ”¿Y los calcetines?!”, empezó a gritar la ama mientras recogía la ropa. “¿También los calcetines has perdido?!! No me lo puedo creer! Que alguien me lo explique!” Y el pensó:” Cuánto la quiero!”
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EL COLUMPIO REVOLTOSO Tengo dos entradas para el teatro o para el cine o si quieres vamos a cenar por ahí o a merendar o desayunamos en la cama, subimos al Kilimanjaro o no, según el tiempo que haga, también podemos ir a la playa y si hace malo nos quedamos en el chiringuito tomando unas cañas y comiendo aceitunas, o damos una vuelta por el pueblo pero si llueve nos vamos a mojar, mejor pensado nos mojamos para que luego tengamos que quitarnos la ropa no vaya a ser que cojamos un constipado y de paso follamos como posesos generando tal ola de calor que la ropa se seca en un pis-pas sin haber tenido tiempo para hacerte “el columpio revoltoso” que es mi especialidad y nos despedimos en la estación que es muy romántico. ¿Qué me dices?
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megustasporqueerescomolluvia.blogspot.com.es/ El primer libro de Nikolas Ocio
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La Noche que no sabia Amanecer Nikolas Ocio
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