Olivita: Un Cuento Ilustrado Contra el Olvido de la Infancia

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Olivita Un cuento ilustrado contra el olvido de la infancia


Universidad de los Andes Atlas: compilar es comunicar 202120


Un noche, después de un largo día de trabajo, Olivia llegó a su casa muy cansada. Ansiaba ponerse una pijama acogedora, como aquella que su mamá, usando el secador de pelo, con mucho amor le calentaba para que usara justo antes de dormir.


Con esos cálidos recuerdos en mente, Olivia se acostó en su cama, pero no logró conciliar el sueño. —¿Por qué cuando era niña caía dormida apenas mi cabeza tocaba la almohada?—Se preguntó con verdadera curiosidad.


En un intento por encontrar la respuesta, Olivia comenzó a pensar en los días en que fue una "olivita", y lo primero que le vino a la mente fueron las incontables veces que jugó a las escondidas, a las atrapadas, a las carreritas, a policías y ladrones y a mil juegos más. —Caía rendida porque me pasaba todo el día corriendo, de arriba a abajo, de izquierda a derecha...no volaba porque no podía—pensó mientras se reía.


Pero ahora, incluso aunque durmiese lo suficiente, Olivia se levantaba cansada. —¿Por qué cuando era niña me despertaba tan emocionada? —volvió a preguntarse.


Entonces Olivita apareció de nuevo en su mente e inocentemente le preguntó: —¿A caso ya no soñamos cuando dormimos? ¿No nos levantamos queriendo cumplir esos sueños?


Olivia cerró los ojos y recordó que cuando era niña solía anotar sus sueños en su diario para no olvidarlos. Un día soñó que era una bailarina como las del cascanueces; otro día soñó que era una científica loca; después soñó que viajaba por el mundo en un gran globo aerostático; también que construía una casa con cien habitaciones para perros.


Entonces Olivia abrió los ojos y supo que hacía mucho tiempo no soñaba, ni dormida ni despierta. —¿Por qué cuando se es niño todo parece posible? — se preguntó, nostálgica.


Entonces, un recuerdo inusual le llegó a la mente. Pudo ver a Olivita muy feliz montando por primera vez su bicicleta sin las ruedas de entrenamiento.

Luego le vino a la mente la primera vez que tomó el bus completamente sola.


Y también la primera vez que logró dormir sin ninguna luz encendida, o sin la compañía de su hermana mayor.


Fue entonces cuando Olivia se dio cuenta que, aunque Olivita era la niña más valiente que había conocido, ahora de adulta el temor a intentar cosas nuevas se había convertido en el monstruo que la acechaba bajo su cama.


—¿No tuviste miedo?—Le preguntó a Olivita—. ¿De caer o de fallar en el intento? -—Si tenía—contestó—¡y mucho! Pero papá dijo que el miedo no es un buen amigo, ¿Recuerdas? Dijo que no debemos pasar mucho tiempo con él, aunque venga a visitarnos a menudo.


Olivia sonrió, y entre esos pensamientos por fin logró conciliar el sueño. A la mañana siguiente, con los ojos un tanto hinchados, tomó su libreta y escribió algo que hizo sonreír a Olivita desde el fondo de su corazón.




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