La narrativa histórica como amuleto

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Además de reconocer las manifestaciones de este tipo de narrativa, el libro ofrece al lector la formalización de los modelos de conocimiento y acción contenidos en los relatos, a través del uso de los lenguajes artificiales y de los autómatas celulares. Esto se constituye en un aporte para otros campos, pues permite trasladar y usar esos modelos en otros contextos –como la educación, la organización y la información–, y para el estudio del conflicto colombiano, al reconocer estas narrativas como parte del conocimiento cultural que la sociedad produjo durante las décadas en que este tuvo lugar.

Jaime Alberto Montaña Domínguez ·

La Vicerrectoría Académica y la Editorial Pontificia Universidad Javeriana reconocen en esta colección los trabajos de investigación de las maestrías y doctorados con calificación summa cum laude, con el objetivo de fortalecer la divulgación académica y científica de la Pontificia Universidad Javeriana y así ampliar los límites del conocimiento.

La narrativa histórica como amuleto hace un acercamiento a los relatos de algunos habitantes del barrio Suba-Rincón de Bogotá que se vieron obligados a dejar sus lugares de origen por la violencia o por la necesidad de buscar mejores condiciones de vida. Desde la perspectiva de la memoria viva de Diana Taylor, se apuesta por una narrativa histórica diferente a la tradicional, con una lógica que se funda en la estética, las palabras y las puestas en escena. La memoria viva se presenta, entonces, como una alternativa de acción y conocimiento para enfrentar la impunidad y las nuevas condiciones de vida producidas por el desplazamiento.

La narrativa histórica como amuleto

Colección Laureata

Jaime Alberto Montaña Domínguez

Jaime Alberto Montaña Domínguez

LA NARRATIVA HISTÓRICA COMO AMULETO Manifestaciones de la memoria viva en Suba-Rincón, Bogotá

Estudió Antropología en la Universidad de los Andes, hizo la Especialización en Filosofía de la Ciencia de la Universidad El Bosque y realizó la Maestría en Literatura Latinoamericana y el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana. Al finalizar sus estudios de maestría y doctorado, recibió la Orden al Mérito Académico Javeriano y el grado summa cum laude. Entre sus publicaciones, se destacan los libros titulados De la mala muerte a la vida, ensayos sobre la cultura (2003) y Catorce vueltas tiene el camino (2012), además de algunos artículos científicos. Se ha desempeñado como docente universitario en la Pontificia Universidad Javeriana y en la Universidad del Rosario. Como profesor asociado del Departamento de Humanidades y del programa de Ingeniería de Sistemas de la Universidad El Bosque, ha desarrollado la línea de investigación denominada “Algoritmos culturo-inspirados”. En ella, se ha dedicado a plantear modelos computacionales basados en la interpretación de categorías culturales, a través de la fusión de los lenguajes artificiales con la literatura y la lógica modal.

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La narrativa histórica como amuleto *

Manifestaciones de la memoria viva en Suba-Rincón, Bogotá

*

JAIME ALBERTO M O N TA Ñ A D O M Í N G U E Z


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© Pontificia Universidad Javeriana diagRamación diagRamación : : Primera edición: Primera agosto edición: de 2011 agosto de 2011 diagRamación: Primera edición: agosto deClaudia 2011 Patricia Claudia Rodríguez Patricia Ávila Rodríguez Ávila ©Bogotá, Jaime Alberto D.C. Bogotá, D.C. Montaña Domínguez Claudia Patricia Rodríguez Ávila Bogotá, D.C. ISBN: ISBN: Reservados todos los derechos d iseño de cubieRta d iseño : de cubieRta : ISBN: diseño de cubieRta: Número deNúmero ejemplares: de ejemplares: 250 250 MagdalenaMagdalena Monsalve Monsalve Número de ejemplares: 250 isBn 978-958-781-193-3 Magdalena Monsalve Impreso y hecho Impreso enyColombia hecho en Colombia Impreso y hecho en Colombia montaje de m cubieRta ontaje:de cubieRta: Printed and made in Colombia Carolina Maya Carolina Maya Editorial Pontificia EditorialUniversidad Pontificia Universidad Javeriana Javeriana Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 núm. Carrera 37-25, 7 núm. oficina 37-25, 1301 oficina 1301 impResión: impResión: Diseño de colección: Magdalena Monsalve Carrera 7 núm. 37-25, oficina 1301 Edificio Lutaima Edificio Lutaima Javegraf Javegraf Edificio Lutaima Teléfono: 287 Teléfono: 06 91 287 91 Ilustración de06cubierta: Ana P. Santander Teléfono: 287 06 91 www.javeriana.edu.co/editorial www.javeriana.edu.co/editorial www.javeriana.edu.co/editorial Cuidado Bogotá, D.C. Bogotá,de D.C.edición: Paola Molano Bogotá, D.C. Printed andPrinted made inand Colombia made in Colombia

montaje de cubieRta: Carolina Maya impResión: Javegraf

Impresión: Javegraf

Edición de doscientos ejemplares Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

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Junio 29 / Junio 2011 29 / 2011

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Montaña Domínguez, Jaime Alberto, autor La narrativa histórica como amuleto: manifestaciones de la memoria viva en Suba-Rincón, Bogotá / Jaime Alberto Montaña Domínguez. -- Primera edición. -- Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. (Colección Laureata) 202 páginas : ilustraciones, gráficas y tablas; 24 cm Incluye referencias bibliográficas (páginas 199-201). ISBN : 978-958-781-193-3 1. Memoria - Aspectos sociales - Suba (Bogotá, Colombia). 2. Sociología histórica - Suba (Bogotá, Colombia). 3. Antropología social - Suba (Bogotá, Colombia). 4. Memoria colectiva - Suba (Bogotá, Colombia). 5. Historia social - Suba (Bogotá, Colombia). I. Pontificia Universidad Javeriana CDD 302.12 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. inp

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c on t e nido

Lista de tablas y figuras 9 Prólogo 13 Introducción 21

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l a m e m o r i a v i va 27

Delimitación 28 La “memoria viva” como alternativa 30 La contradicción 33 La memoria viva como modelo de acción 45 Las sociedades flexibles 45

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o p e r a c i o n a l i z a c i ó n y m e t o d o l o g í a 51

Modelado y representación 51 Dos algoritmos para la transcripción de cifras a números 54 “El almohadón de plumas”: aplicación del modelo 60 Aplicación del modelo 62 Descripción de la aplicación 71 Metodología 84

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e n e l a h o r a d e l a v i da : e n c u e n t ro s , m o n ta j e s y m e t รก f o r a s 89

Encuentros en el ahora de la vida 89 El barrio como correlato del ahora de la vida 104 En el umbral: sabiendo sin saber como modelo histรณrico 123

4

e f i c a c i a , a p e r t u r a y c i e r r e 163

Las calles 168 Proceso de sistematizaciรณn y anรกlisis de los montajes 175 Montaje: encuentro cuatro, al laberinto 194 Referencias 199

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Al Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas, cuyo enfoque transdisciplinar permite el desarrollo de propuestas diferentes. A Luis Ignacio Sierra, por el acompañamiento durante el proceso. A Iliana Hernández, quien con su conocimiento y confianza permite la emergencia de otras realidades y da la posibilidad para imaginar otros mundos. A Juanita y Francisco, porque siempre están ahí y porque su existencia señala la necesidad de narrar nuestra historia de forma diferente. A Ana María Forero por el apoyo, por creer que es posible y por hacerlo posible.

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p ról o g o

analizaba y repensaba las grabaciones de nuestro encuentro, fueron emegiendo algunos de los sucesos de su vida que tejían su admiración y gusto por la forma de hablar de las personas de Bogotá. A ella le gustaban mucho el sonido, la pronunciación y sobre todo la confianza y la seguridad con que eran proferidas las palabras. Además, tenía un profundo interés por las implicaciones contenidas en el acto de hablar o decir algo. Le preocupaba la mala suerte que podría tener su madre por desearle la muerte a su hijo, una madre no debe decir eso…, por el contrario, debe cuidar y proteger... Asimismo, encontraba en el acto de hablar una esperanza para alcanzar la justicia: si su madre denunciaba a su padrastro por golpearla, él iba a estar donde debería estar; si ella pudiera hablar con su hermano, lo convencería de no consumir droga y de no robarle a sus abuelos para comprarla. Ella había experimentado por sí misma el poder asociado al acto de hablar. Era la causa de su llegada a Suba-Rincón. En Cali, vivía con sus abuelos enfermos y con su hermano consumidor de drogas. Su mamá se había venido a Bogotá hacía cinco años, porque padecía una osteoporosis avanzada; bajando un andén se resbaló, sus huesos débiles no aguantaron el golpe y uno de sus tobillos se quebró en fragmentos. Cuando la única vía de tratamiento ofrecida por los médicos era la amputación, aconsejada por su novio, decidió viajar a Bogotá con la esperanza de encontrar alguna alternativa de tratamiento. Después de haber conseguido restablecer la funcionalidad de su pie, decidió quedarse en la ciudad viviendo con su novio y trabajando como empleada doméstica. Paula Andrea no me dijo de dónde había venido

MIENTRAS OÍA, TRANSCRIBÍA,

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la denuncia. Pudo haber sido un vecino o una profesora del colegio. Tampoco me contó cómo había sido el procedimiento. Simplemente, con sus palabras se trasladó al momento del interrogatorio. Toda la escena me la resumió diciéndome: “Yo dije toda la verdad, pero yo qué hacía, a mí me enseñaron a decir la verdad”. En el tono de sus palabras, en los gestos de su cara y en los movimientos de su cuerpo habitaba la contradicción: por un lado, parecía haber culpa y arrepentimiento y, por otro, parecía estar defendiéndose y buscando razones para justificar su actuación. Más allá de todos los reproches recibidos, ella había sido la más perjudicada, porque desde ese momento su vida cambió. Ante la posibilidad de que Bienestar Familiar le quitara a su hija y a su nieta, su madre decidió traérsela a vivir con ella. La convivencia era muy difícil: los años de distancia las habían convertido en extrañas, no se conocían, ni sabían cómo comportarse la una ante la otra. Además, Paula Andrea no estaba de acuerdo con el comportamiento de su padrastro: consumía droga y le pegaba a su mamá. Esta situación la había conducido a una rutina de aislamiento: se la pasaba encerrada en su cuarto y en absoluto mutismo. Esta actitud contrastaba con su comportamiento en la ciudad de Cali: allá, ante las diferentes incapacidades de sus abuelos y los problemas de su hermano, ella se asumía como la encargada, como el miembro más activo, más serio y más responsable de su casa. El concepto de memoria viva fue desarrollado por Diana Taylor, a partir del estudio de las madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, y de la dramaturgia de Enrique Buenaventura, en Colombia. La antropóloga María Victoria Uribe, en su artículo “Inventario de memorias vivas en Colombia” (2009), da algunos ejemplos. Entre ellos, se encuentra el caso de María de la Cruz, una mujer quien, tras el secuestro y asesinato de su marido, porta los retratos pintados de su esposo dentro de una bolsa de basura. En el mismo documento, la autora clasifica las iniciativas de memoria viva de acuerdo con el medio de expresión y el contexto social de producción. En principio la memoria viva se trata de una acción o puesta en escena de una o varias personas, llamada acción per/formativa. La narración contenida se sirve de diversos mecanismos o formas de expresión (oral, corporal, sonora, visual, textual) (Taylor, 2008). Por ello, la experiencia individual y la relación con muchos de los hechos o sucesos de la vida se despliegan de maneras diferentes. Cuando la


Prólogo

señora María de la Cruz introduce los retratos de su marido dentro de la bolsa de basura, se reconoce con facilidad la denuncia encarnada en el acto, por las múltiples posibilidades de significación de los objetos y de la relación entre ellos. En la acción, se presentan simultáneamente varias imágenes: el cadáver desconocido e inerme guardado para el transporte en una bolsa plástica, la vida de su marido, convertida en desecho, y, por último, su marido olvidado en el fondo de la bolsa. Por otra parte, la memoria viva, entendida como una narración histórica, se presenta como una alternativa a la narración histórica tradicional, porque el uso de diferentes mecanismos de expresión permite a las personas tomar una vía diferente de explicación y de relación con los hechos. La perspectiva tradicional de la historia explica los sucesos o la forma del presente a través de los principios de causa-efecto, puntos de inflexión y el principio de no contradicción y, en el mismo sentido, exige una relación con ellos. De acuerdo con lo anterior, desde la perspectiva histórica tradicional, quienes asesinaron al esposo de la señora María de la Cruz deben ser encontrados y castigados. Siguiendo la relación lineal de causa y efecto, mientras eso no suceda, su muerte y la situación histórica es inaceptable, porque todo el sistema se encuentra en el estado de contradicción descrito en las palabras impunidad e injusticia. En esta narrativa histórica, parecen existir solo dos vías: la primera, encontrar y castigar a los culpables y, la segunda, hacer el salto hacia el olvido. Desde la perspectiva de María de la Cruz, ambas soluciones parecen imposibles. La primera, porque las características del conflicto y la poca capacidad del Estado para hacer cumplir la ley no lo permiten; la segunda, porque su experiencia individual y los cambios producidos en su vida por la muerte de su esposo no le permiten olvidar. Si ambas situaciones se mantienen, se entra en largos procesos legales y en la reiteración de las denuncias. Existen muchos ejemplos de este tipo de situaciones en la historia de Colombia: el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, los desaparecidos del Palacio de Justicia, el asesinato de Luis Carlos Galán y los asesinatos de los miembros de la Unión Patriótica. Existe también otra gran cantidad en la que los afectados son personas sin reconocimiento público, entre ellos los asesinatos de los jóvenes de Soacha o quienes mueren por causa de la delincuencia común, entre muchos otros. En este sentido, la narración histórica tradicional entra en contradicción (y es presa de esta) no les ofrece a las víctimas ni a la sociedad ningún tipo de

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alternativa para lidiar con su dolor y continuar con sus vidas, más allá de la promesa futura de encontrar a los culpables, desdibujados por el tiempo, por el olvido producto del cansancio. Dadas las condiciones anteriores, la memoria viva es un hecho natural y un recurso para afrontar las nuevas condiciones de vida y darle trámite al dolor producido por la injusticia, la impunidad y la sinrazón de la muerte. La per/formance construida con los diferentes mecanismos de expresión narra la historia a través de la metáfora. En ella, los sucesos narrados y la contradicción contenida son puestas en evidencia, sin la intención de ser resueltas o superadas en el sentido tradicional de causa y efecto. Por el contrario, la contradicción es acogida en la construcción metafórica y se convierte en el lugar para el despliegue o la emergencia de otras posibilidades. Lo anterior porque, siguiendo los planteamientos de Ernesto Grassi, en el libro El poder de la fantasía (2003), la metáfora se constituye en una forma de conocimiento anterior a la vía racional propia de la filosofía alemana e instaurada en la cultura de Occidente como única vía correcta de pensamiento. El filósofo italiano, ubicado en la tradición filosófica latina, a partir de los planteamientos de Vico, señala que la capacidad explicativa de la metáfora se basa en la identificación de similitudes y en los procesos de transferencia hechos por quien construye la metáfora o por quien la interpreta. Volviendo a la per/formance hecha por la señora María de la Cruz, se identifican una serie de procesos de transferencia desprendidos de ciertas similitudes. La bolsa de basura tiene algunas similitudes con las bolsas plásticas usadas por el Ejército o Medicina Legal para embalar cadáveres; a partir de esta identificación, cobra sentido poner en la bolsa los retratos de su marido. Al mismo tiempo, los retratos tienen similitud con el cuerpo del esposo cuando estaba vivo y cuando estaba muerto; además, cumplen la función de traerlo de nuevo a la vida, sin las condiciones mortales propias de la vida orgánica. En la elaboración de la per/formance metafórica (memoria viva), se establece una relación activa de quien la construye con los hechos, dada por la identificación de similitudes y por los procesos de transferencia. Esta relación con los hechos es diferente a la propuesta por la narrativa tradicional, porque en esta las personas son desalojadas de su historia cuando el resarcimiento depende de quienes deben encontrar al culpable y aplicar el castigo. La historia tradicional basa su eficacia en la eliminación de la


Prólogo

contradicción entre el acto criminal y el castigo. En la memoria viva, la eficacia de la narración histórica se funda en la capacidad y en la acción de las personas para identificar las similitudes y realizar la transferencia de los hechos; por intermedio de esta “manipulación”, las personas se apropian, se hacen responsables y actúan, sin dejar de denunciar la injusticia y la impunidad y se abren nuevas posibilidades que confluyen en el ahora de la vida para replantear sus relaciones inmediatas. Aunque la antropóloga María Victoria Uribe en su artículo no profundiza en esta dimensión, sí aparece con claridad cómo la per/formance de la señora María de la Cruz le da otra dimensión a la violencia que vivió y padeció con muchos de sus vecinos. Su puesta en escena visibiliza el destino fatal de su marido, el de ella misma y convierte la tragedia en una situación del más acá y de quienes la rodean. En el libro Antropología de la muerte, Louis Vincent Thomas (1983) señala la existencia de dos momentos al ver un cadáver. El primero es un momento de terror, porque el cadáver representa la muerte universal, que todos vamos a sufrir. El segundo es un instante de euforia, de tranquilidad y alegría al descubrir que la muerte alcanzó a otro y no a quien observa. En este instante, la vida se replantea a través de la muerte y la muerte se replantea a través de la vida. De acuerdo con lo anterior, la per/formance de María de la Cruz, con su diseño reiterativo, les muestra una y otra vez a ella y a los otros el cadáver de su marido. En esta acción, con la misma temporalidad, confronta la vida cotidiana con la muerte y la abre al cuestionamiento individual. Lo que pueda brotar de allí dependerá de cada uno, de sus imperativos y deseos. Siguiendo está vía de análisis, la idea de vida asociada al concepto de memoria viva guarda una profunda similitud con un organismo vivo, con relativa autonomía y en un intercambio de información y energía permanente con el exterior para conseguir su conservación. Desde la perspectiva de la memoria viva, Paula Andrea consideraba la forma de hablar de las personas de Bogotá como una puesta en escena, en la cual participaba en su condición de observadora y aprendiz. Así, las características estéticas del lenguaje se convertían en un lugar de refugio y en un punto de vista diferente sobre las implicaciones de los actos de habla. Para ella, eran muy claras las implicaciones contenidas en los actos de habla. Los decires encarnados en las palabras que había traído a Bogotá les indicaban a los vecinos del barrio y compañeros de colegio su condición de extranjera y le habían enseñado la relativa

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verdad contenida en ellos. Por lo mismo, habría podido optar por el silencio y perderse en una infinidad de conjeturas y autorrecriminaciones sobre el curso de los acontecimientos si hubiera guardado silencio. Pero hacer algo así no tenía sentido, porque significaba vivir la vida presa de la contradicción, imposible de resolver, de vivir en Bogotá queriendo estar en Cali, sin ninguna posibilidad de retornar a su antigua forma de vida. Así, al hacer énfasis en la condición estética del lenguaje, lo dicho y su significado pasan a un segundo plano y la forma pasa a un primer plano, para constituirse como lugar de presencia y existencia de las palabras. De esta forma, su existencia física se hace similar a la existencia física de las palabras. Simultáneamente, los significados cambiantes de cada palabra producto de su topografía sonora se hacen similares a sus deseos y sus contradicciones. A través de este juego de similitudes y transferencias, Paula Andrea permite la cohabitación de las contradicciones entre decir la verdad en Bienestar Familiar, el desarraigo al abandonar a sus abuelos, a su hermano, la convivencia con su mamá y su padrastro, la imposibilidad de abandonar Bogotá y el deseo de volver a Cali. De acuerdo con lo anterior, la memoria viva, a través de la identificación de similitudes y de los procesos de transferencia, tiene una lógica interna a partir de la cual las personas pueden lidiar con la incertidumbre. La historia tradicional ubica los sucesos de la memoria en un tiempo lineal, donde unos son antecedentes y otros consecuentes. Esta visión explica el presente en función del pasado y el futuro en función del presente. Desde esta perspectiva, la acción individual es prescriptiva, porque procura controlar la situación del futuro a partir de la acción inmediata. En la memoria viva, por el contrario, los sucesos de la memoria se convierten en recursos para identificar en los hechos del presente algún tipo de similitud con lo vivido y, a partir de allí, llevar a cabo los procesos de transferencia para tomar decisiones y actuar. Estas decisiones y acciones se toman y llevan a cabo en un marco de significación diferente que no se restringe ni a los sucesos de la memoria ni a los sucesos del presente, porque la identificación de similitudes conlleva la determinación de rasgos o huellas sobre las cuales se elaboran los procesos de transferencia, con los que se construyen, emergen o se despliegan nuevos sentidos o significados para la acción. Paula Andrea, recién llegada, estaba en un mundo desconocido: no sabía cómo eran las relaciones entre los vecinos del barrio, tampoco


Prólogo

sabía cómo desplazarse en las calles ni identificar las zonas seguras o inseguras. Había una diferencia muy clara en la forma de hablar de las personas en el barrio y de las personas en Cali. Mediante esta, ella generó toda su estrategia para afrontar su desconocimiento: “En Cali, las personas hablan con timidez, como si les diera pena; en cambio aquí la gente habla con seguridad y con mucha confianza. El mismo día que yo llegué, la vecina sin conocerme me contó toda su vida. Aquí la gente es muy confianzuda”. Así en el juego entre similitudes y transferencias, el acto de hablar y de decir se convierte en una per/formance de la cual emerge la confianza, la justicia y se señalan las acciones que se deben seguir. Por lo mismo, Paula Andrea se siente con el derecho de criticar a su mamá; por lo mismo, permanece en silencio ante su padrastro; y, quizás, por ello, prefiere pasar su tiempo hablando con sus amigos hombres, porque ellos “hablan más de sí mismos, cuentan sus historias”. Hacia el final de nuestro encuentro, Paula Andrea me contó que acababa de leer El principito. En otro contexto, la alusión a un texto como ese me habría parecido superficial, una referencia vacía con la pretensión de hablar de la fantasía; pero creo que, en Paula Andrea, más allá del mundo fantástico referido, su énfasis tiene que ver con la posibilidad de hacer mundos posibles a partir del acto de hablar, del acto del decir. Su mundo posible ahora era aprender a vivir en el barrio y reinventarse. Los planteamientos sobre la memoria viva nos abren una vía de análisis para el estudio de las personas que han sido víctimas de la violencia, han sufrido procesos de desplazamiento y han tenido que enfrentar nuevas condiciones de vida en la ciudad. Los diferentes esfuerzos de las ciencias sociales y las ciencias de la comunicación se han orientado hacia la denuncia y la revelación de los factores económicos, sociales, políticos, culturales creadores y promotores de la violencia. En estos trabajos, se han denunciado las condiciones de los desplazados y se han estudiado los diferentes procesos de adaptación a la vida urbana de los migrantes, durante diferentes periodos de tiempo. Por estar la mayoría de estos trabajos inspirados en la lógica formal, la determinación de las causas tiene como objetivo señalar correctivos para eliminar las causas adversas y los efectos negativos. Desde esta perspectiva, el sistema explicativo sobrepasa a las personas afectadas. Como se mencionaba en apartes anteriores, resarcir a un individuo por un asesinato o desaparición depende de encontrar al culpable y

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castigarlo, suponiendo que de esta forma se compensa a los familiares o personas afectadas y se recupera el orden perdido del mundo, a la vez que se les recomienda a los afectados asistir a tratamiento psicológico para superar el trauma. Pero los imperativos de la vida no dan espera. Las personas deben generar las estrategias necesarias para vivir con la contradicción encarnada en la injusticia y en la impunidad y, también, generar estrategias para enfrentar las nuevas condiciones de vida en la ciudad. Entonces, la memoria viva es algo natural, porque se constituye en un sistema de representación que le da lugar y permite la contradicción. La persona o las personas tienen la capacidad de actuar sobre su historia, a través de la identificación de similitudes y procesos de transferencia. Al tiempo, pueden actuar ante las incertidumbres generadas por las condiciones de vida y, desde allí, concebir la sociedad y actuar en ella. El estudio de las manifestaciones de la memoria viva significa, por un lado, el reconocimiento de las personas afectadas en su autonomía, capacidad de decisión y capacidad de creación, y no exclusivamente en estados de vulnerabilidad y sometimiento. Por otra parte, su estudio abre la posibilidad de entender la historia desde otra perspectiva, estableciendo una relación diferente con el pasado y el modelo cognitivo contenido en la forma de narrar la historia como guía para la acción. En otras palabras, permite narrar la historia desde un horizonte lógico diferente, como la lógica modal o las lógicas plurivalentes. Dadas las condiciones del conflicto en Colombia y las situaciones sociales, económicas y culturales derivadas de los procesos de desplazamiento e inserción a la vida en la ciudad, acompañadas por la incapacidad del Estado para regular las relaciones entre las personas y resolver la contradicción permanente del sistema, la memoria viva se constituye en un fenómeno común en los individuos para darle sentido histórico a su existencia y actuar en su vida cotidiana.


int rod ucci ó n

T O M A R C O M O P U N T O de partida de una disertación doctoral la existencia e imposibilidad de superar la contradicción trae consigo la necesidad de ubicarse en un lugar analítico y de pensamiento, desde el cual se miren de reojo los procesos de pensamiento basados en la lógica formal y los principios de razón de los cuales parten los procesos deductivos e inductivos. La mirada de reojo no quiere decir dejar de lado o ir en contra, sino que es una manifestación más de las posibilidades de la cultura y el pensamiento humano. Además, significa una perspectiva diferente de los procesos sociales y culturales, porque no se desea llevar a cabo un proceso de demostración, en donde es inadmisible la contradicción, sino que se cambia por lo que podría llamarse un proceso de mostración. En este último, la deducción y la inducción son reemplazados por el diseño y la disposición de los elementos (llamados durante el texto trazas o montajes), ya sea en el espacio discursivo de un texto o en el espacio, también discursivo, de un dispositivo computacional. Las ciencias sociales basadas en la lógica formal han hecho suyos los parámetros deductivos e inductivos del sistema lógico y han basado su validez en ellos. Como práctica social, parte de su legitimidad viene de su asociación con este tipo de lógica y del valor dado por la misma cultura a esa forma de pensamiento. Desde ese lugar, el producto de sus investigaciones ha sido usado para el desarrollo de políticas sociales, económicas, culturales y, en general, para la planeación social. Esto se hace posible porque la lógica de pensamiento y la construcción de la realidad de las ciencias sociales se disponen en un mismo lugar y se

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confunden con la realidad observada; en otras palabras, se cree que la realidad de la sociedad cumple con los mismos parámetros lógicos que las ciencias sociales. Lo anterior no significa algo bueno o malo o un acierto o desacierto, porque estas, como práctica social, crean realidades y formas sociales. En el marco anterior, la acción humana y su eficacia se explican en el mismo horizonte. Los investigadores sociales creen que los comportamientos humanos cumplen con la lógica de causa y efecto y que si se desea generar un cambio, se trata de transformar las causas. En este contexto, se suprime la incertidumbre, porque el futuro se controla a través de los principios de razón. Cuando los acontecimientos inmediatos o mediatos no cumplen con lo esperado, se cree que es por causa de un accidente, el azar o la mala suerte. En esta disertación, la eficacia de la acción humana se plantea desde otro lugar. Al no pretender llevar a cabo un proceso de demostración sino de mostración, el ejercicio de análisis consiste en disponer, hacer visibles, las trazas o los montajes de la situación en estudio, haciendo énfasis en las diferencias y en contradicciones irreductibles y, además, tomándolas como el estado dado a partir del cual las personas enfrentan las condiciones propuestas por el ahora de sus vidas. Si los lógicos afirman que después de una contradicción viene cualquier cosa, en respuesta se puede afirmar que ante una contradicción se está en presencia de una metáfora y ante la posibilidad de la invención. En este panorama, las diferencias y las contradicciones se toman como la posibilidad para crear y reinventar la acción. De acuerdo con lo anterior, la relación entre las trazas-montajes se observa, elabora o inventa a través de la identificación de similitudes y transferencias, siguiendo los planteamientos de Ernesto Grassi (Grassi, 2003). La memoria viva, según la delimitación hecha por Diana Taylor (2003), se asemeja a la perspectiva expresada en el aparte anterior. Como una forma de narrativa histórica y de memoria, la memoria viva surge o se crea a partir de una serie de contradicciones insuperables, de la impunidad ante hechos de violencia o de la injusticia social. A través de ella, los individuos elaboran una narrativa histórica diferente a la narrativa del Estado y sobre todo desde su condición se reinventan para actuar y lidiar con las contradicciones. En este marco, la memoria viva se puede interpretar como una forma de construcción de la autonomía histórica hecha por las personas para enfrentar el ahora de la vida.


Introducción

En consonancia con el carácter polifónico de la memoria viva (uso de varios tipos de lenguaje), el texto se elaboró mediante la confluencia de varias formas de expresión. La presentación de cada una de las manifestaciones se elaboró siguiendo un estilo literario, con el propósito de mantener la metáfora contenida en cada uno de ellos. Por otra parte, el enfoque de trabajo también exigió la creación de un proceso de sistematización acorde con su lógica, dicho sintéticamente, que permitiera pensar y representar la contradicción, la diferencia y la emergencia de la metáfora. Para conseguirlo, la representación se llevó a cabo a través del dispositivo computacional autómatas celulares y se elaboró la metodología para llevar a cabo esa representación. Se eligió este dispositivo computacional por su similitud con la dinámica de la memoria viva y se concibió como un lenguaje con la posibilidad de expresar y representar su lógica. Lo anterior se pensó como una tarea de mucha importancia, para mostrarle al lector la eficacia de la memoria viva y para señalar la posibilidad de aplicar su dinámica en otros contextos. El texto en general fue concebido como un acto per/formativo: cada uno de los capítulos funciona como un montaje. Entre ellos no existe una relación jerárquica, porque cada uno confluye en el espacio y no hay una relación de causa y efecto. En otras palabras, el texto puede ser leído sin seguir el ordenamiento o la numeración por capítulos, aunque cada uno sí exige su lectura en totalidad. Desde la misma perspectiva de narración, no es posible establecer conclusiones con respecto al trabajo realizado, porque estas son propias de una indagación basada en la demostración. Se podrían reiterar los diferentes aspectos mostrados durante el desarrollo del texto, pero esto no tendría mucho sentido, porque sería una enumeración muy parecida a la presentada en esta introducción. En vez de escribir en las páginas finales una conclusión, se escribe el texto titulado “Montaje, encuentro cuatro. Al laberinto”. Este se presenta como una apertura y una referencia al inicio, que remite a una estructura circular donde todo vuelve a empezar. Sin embargo, sí es posible afirmar que el estudio de la memoria viva nos da otra dimensión de los procesos de violencia e injusticia social, porque nos abre la posibilidad de observar cómo las personas afectadas son capaces de reinventar su mundo y sus posibilidades. Sin dejar de denunciar la impunidad, sin dejar de exigirle al Estado

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el cumplimiento de sus funciones y la protección a las personas y más allá de las visiones determinísticas, dadas en muchos casos por las ciencias sociales, el estudio de las manifestaciones de la memoria viva nos permiten ver una forma de conocimiento y acción humana localizada en el ahora de la vida, en una cotidianidad que desborda los principios de razón. Este texto contiene la representación escritural —en lenguaje natural y artificial— de la indagación sobre las diferentes manifestaciones de la memoria viva de aquellas personas residentes en el barrio SubaRincón, provenientes de fuera de Bogotá, que se han visto obligadas a dejar sus lugares de origen por causa de la violencia o por la búsqueda de mejores condiciones de vida. El texto está compuesto por seis capítulos. En el primer capítulo se define el concepto de memoria viva. Luego, como una alternativa de narración histórica con la capacidad de alojar la contradicción, se lleva a cabo la discusión sobre las diferencias y sus implicaciones con respecto a una narrativa histórica donde la contradicción no es admitida. Las diferencias tienen que ver con la lógica subyacente, con la forma de construir la narración y ante todo con la relación de los individuos con su historia y el uso de ella para enfrentar el ahora de sus vidas. En el segundo capítulo, titulado “Operacionalización y metodología”, se propone un modelo y una metodología para estudiar y analizar las manifestaciones de la memoria viva, sin ir en detrimento de su naturaleza, para que sea posible mostrar su eficacia en el contexto social y cultural donde es creada. Es decir, se desarrolla un modelo donde la contradicción es admitida y operante, donde se procuran conservar las dimensiones estéticas propias de la memoria viva, las condiciones de creación, las similitudes y las transferencias propias del conocimiento metafórico. En esta sección, el modelo se construye tomando algunos principios de la lógica modal y los principios de los autómatas celulares. Además, se presenta el dispositivo computacional diseñado para este proyecto: La historia como cuerpo figurativo. Esta aplicación no es una herramienta para el procesamiento de los datos, sino el espacio de representación adecuado para narrar y mostrar la dinámica de la memoria viva. En otras palabras, se toma el dispositivo computacional como un lenguaje y un medio de expresión con la capacidad para mostrar la dinámica del concepto. En este capítulo


Introducción

también se presenta la metodología usada durante el trabajo de campo. En este apartado, se transcriben las preguntas con las cuales se llevaron a cabo las conversaciones con las personas durante los encuentros y los formatos de observación y de análisis de las conversaciones. Además, se hacen algunas anotaciones con respecto a la dinámica del trabajo de campo, en especial sobre la diferencia entre hacer una entrevista y participar de un encuentro. Esta diferenciación es muy importante, porque, de acuerdo con los planteamientos sobre las dimensiones de la memoria viva y las acciones per/formativas asociadas, no se trata de hacer una entrevista con el propósito de indagar sobre la verdad, sino de propiciar el contexto para la construcción de la memoria viva a través de la narración. En el capítulo tercero, titulado “En el ahora de la vida: encuentros, montajes y metáforas”, se lleva a cabo la presentación del barrio. Siguiendo la lógica descrita para la memoria viva, el barrio se presenta mediante una serie de trazas-montajes, bajo el título de Encuentros. En el espacio del texto, cada uno se dispone y la imagen del barrio se construye a través de su confluencia. En la misma lógica, no hay una relación lineal entre ellos. Asimismo, en este capítulo se presentan las manifestaciones de la memoria viva de doce de las veinticuatro personas con las cuales se sostuvieron los encuentros durante el trabajo de campo. En cada una de ellas, desde una perspectiva literaria, se intenta mostrar la forma como han constituido su memoria viva y la metáfora contenida en ella para afrontar su vida en el barrio y su situación de desplazamiento por violencia o por desigualdad social. Esta metáfora se sintetiza en una palabra en el título. En el último capítulo, titulado “Eficacia, apertura y cierre”, siguiendo el modelo construido en el segundo capítulo, se lleva a cabo la representación de las manifestaciones mostradas en el aparte anterior. En esta, el barrio se toma como el sistema compuesto y articulado por las metáforas de cada uno de las doce personas elegidas. De acuerdo con lo anterior, se hace la representación en la aplicación (La historia como cuerpo figurativo). El capítulo termina con un breve análisis de las imágenes producidas por la aplicación, en el que se muestra la eficacia de la memoria viva para actuar ante la incertidumbre, para actuar en un mundo en donde no se cumplen los principios de la razón.

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a la presentación de las manifestaciones de la memoria viva observadas durante el trabajo de campo en la unidad de planeamiento zonal (upz) Suba-Rincón, es necesario explicar de dónde proviene esta expresión, describir los elementos que la componen e indicar el lugar o perspectivas teóricas donde se puede ubicar al tomarla como una forma de narrativa histórica. Este capítulo se dedica a llevar a cabo esta labor. En el primer aparte, se describe y delimita el concepto de memoria viva y se dan algunos ejemplos de aquellas manifestaciones que cumplen con la definición. La segunda parte tiene como propósito demostrar por qué la memoria viva se presenta como una alternativa a la narración histórica tradicional. No se trata de entrar en discusión con la narrativa histórica tradicional, sino de señalar algunas de las posibilidades de la memoria viva, principalmente la de hacer una narración en un tiempo no lineal y de permitir la presencia de la contradicción. La admisión de la contradicción implica una serie de cambios en la perspectiva lógica, en los procesos de formalización y en la consideración del papel de la narrativa histórica en la dinámica social. Por lo anterior, en los apartados siguientes se presenta el análisis de la relación entre contradicción y narrativa histórica. El análisis de esta relación se lleva a cabo a través las propuestas de algunos autores, divididos en dos grupos. En el primero se encuentran Hegel, Karl Marx y Agnes Heller; en el segundo, Philippe Ariès, Jacques Derrida y Michael Taussig. Los autores del primer grupo reconocen la contradicción en la ANTES DE ENTRAR

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dinámica histórica de la humanidad, pero no la admiten porque es una condición que debe ser superada. En el segundo grupo, en cambio, los autores admiten la contradicción y construyen su modelo de pensamiento con base en ella. El capítulo termina con la discusión sobre la pertinencia de la memoria viva entendida como narrativa histórica y modelo de acción en el contexto de la sociedad flexible descrita por Richard Sennett. Todo lo anterior con el propósito de abrir el camino al segundo capítulo, en el que se presenta el modelo de formalización y sistematización de la memoria viva acorde con su naturaleza.

delimitación El concepto de memoria viva es desarrollado por Diana Taylor (2008), quien lleva a cabo una serie de investigaciones en diferentes países latinoamericanos, entre ellos, Argentina y Colombia. En el primero, estudió a las madres de la Plaza de Mayo y en Colombia, la dramaturgia de Enrique Buenaventura. En sus trabajos, desde la perspectiva de las artes escénicas, ha analizado la forma como las comunidades representan la violencia y denuncian la impunidad. En estas puestas en escena, concluyen la autora y María Victoria Uribe (2009), se lleva a cabo una narración histórica diferente a la tradicional, promovida por el Estado; por lo mismo, la narración y la historia se incorporan de modo diferente a la sociedad y a los individuos. En una primera instancia, se trata de una expresión nacida de los individuos como reacción ante las figuras representantes del Estado, por no haber cumplido con sus funciones de protección y castigo a los culpables de los hechos violentos, por haber desconocido, en su narración histórica, la situación de las víctimas y su papel. El acto per/formativo, centro de la memoria viva, se sirve de las posibilidades escénicas para retrucar el tiempo, el espacio y conseguir así romper las estructuras lineales de causación. En la puesta en escena, los cuerpos y las acciones de los individuos delimitan un espacio, en su interior se establecen unidades de tiempo y de relaciones variadas. Allí no sobra ni falta nada. Ante quienes elaboran el acto y quienes lo observan, la acción per/formativa se percibe como una unidad. Además, el espacio delimitado por la acción no obliga a relaciones lógicas o coherentes entre personas, objetos, observadores y épocas; por el contrario, la per/formance se ubica en el umbral, se ofrece como una posibilidad para la emergencia de nuevas y diferentes lógicas, invita a


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cruzar la línea hacia una experiencia cinética, es decir, una experiencia donde participan todos los sentidos. En el artículo de María Victoria Uribe citado, la antropóloga elabora un catálogo de los tipos de memoria viva encontrados en Colombia. El texto inicia con dos ejemplos: el cine itinerante de la Rosa, en los Montes de María, y el caso de María de la Cruz. En el primero, un grupo de personas busca restablecer el uso del espacio público abandonado durante el periodo de la Violencia y reconstruir la memoria de los pobladores a través de los personajes de las películas presentadas. En el segundo, María de la Cruz, cuyo marido fue secuestrado y asesinado, porta sus retratos pintados dentro de una bolsa de basura. Luego, continúa con la elaboración del catálogo de acuerdo con el medio de expresión y con el contexto social de producción. Las categorías usadas son: iniciativas cuyo vehículo es el cuerpo, iniciativas visuales, iniciativas sonoras y auditivas, iniciativas textuales, monumentos y espacios de la memoria, rituales de raigambre católica, iniciativas que plasman en objetos de memoria el sufrimiento y el sentido de ser víctimas. En las consideraciones finales, la autora destaca el carácter polifónico de las iniciativas de memoria. La mayoría de ellas dan cuenta del dolor sufrido y unas cuantas abren espacios para el encuentro y la posible reconciliación con los perpetradores. Los ámbitos de expresión son muy variados: van desde situaciones y espacios locales hasta internacionales. Las iniciativas son promovidas por individuos, comunidades, organizaciones y grupos. Las iniciativas de memoria movilizan sentidos y crean hitos espaciales y temporales de gran significación social. Son esfuerzos colectivos que establecen relaciones entre el pasado, el presente, el futuro y entre los dolores de las víctimas, los hechos y sus responsables. Entonces, los actos per/formativos propios de la memoria viva surgen como una opción narrativa, una opción de memoria y de narrativa histórica, porque se puede enfrentar la contradicción derivada de la impunidad, de la historia narrada por el Estado, de la búsqueda de justicia, de los intentos de las ciencias sociales por explicar y denunciar y de la lógica lineal subyacente a todos ellos, cuyas explicaciones desconocen su experiencia íntima y personal así como la fatalidad encarnada e insuperable.

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la “memoria viva” como alternativa Según los planteamientos de Jon Elster, en el libro Lógica y sociedad (2010), el pensamiento histórico siempre se ha preocupado por establecer las causas de los hechos y la forma cómo sucedieron, mediante el esquema de antecedentes y consecuentes (causas y efectos). Desde la perspectiva de la lógica formal, este pensamiento se puede esquematizar así: existe un x tal que para todo y, x entonces y. En otras palabras, dado un acontecimiento x, este tuvo como consecuencia que para todos los y sucediera algo. Siguiendo este patrón lógico, la explicación basada en este esquema no permite la contradicción, es decir, de un x verdadero no es verdad o no puede ser posible un y falso. Si bien este esquema puede aumentar en el número de variables x implicadas y su presencia puede deberse a factores endógenos o exógenos de la sociedad en estudio, el esquema sigue siendo el mismo. El filósofo francés Paul Ricœur (2003), ejemplo de la narrativa histórica señalada en el párrafo anterior, describe su oficio en tres momentos: 1) fase documental, 2) fase explicativa y comprensiva y 3) fase de escritura. En la primera, el historiador se dedica a la recolección de los testimonios relacionados con el acontecimiento en estudio. Para ello, sigue la fórmula lógica de que un x hizo y en un tiempo t y en un espacio l. Estas proposiciones, artificialmente aisladas, se refieren a lo que podemos llamar hechos comprobados, si se entiende que el hecho no es el acontecimiento en sí mismo, sino el contenido probado de las proposiciones del tipo que acabamos de señalar, formadas al término de distintas pruebas de confrontación y constatación. Durante el proceso y sin perder de vista las características constitutivas de la memoria, se dedica a la indagación documental, con el objetivo de encontrar diferentes versiones. En efecto, un documento no se da: se busca, se constituye, se instituye. El término designa así todo lo que puede ser interrogado por el historiador con el propósito de encontrar en él una información sobre el pasado, a la luz de una hipótesis de explicación y comprensión. “Hacer hablar a los documentos —dice Marc Bloch— no para pillarlos en falta sino para comprenderlos” (citado por Ricœur, 2006, p. 27). Con esta metodología, los documentos se transforman en índices de lo acontecido en el pasado. En la recolección de diferentes versiones, se van estableciendo una serie de patrones explicativos de los hechos históricos. Así, el historiador trabaja con una lógica probabilística y no con una lógica de la necesidad. En otras palabras, se trata de


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establecer los hechos con el nivel más alto de probabilidad de verdad, aunque siempre queda abierta la posibilidad de una reinterpretación. Luego, viene la fase de comprensión y explicación. Aquí el historiador busca reconstruir los diferentes procesos de interacción de los involucrados en el acontecimiento, para así analizar los diferentes procesos de pensamiento, las representaciones y los sentidos arrojados a los acontecimientos o a los cambios sociales. Por último, el historiador entra al proceso de escritura. En el desarrollo de sus textos, el narrador histórico se ve en la obligación de contar su historia, poniendo en diálogo las formas literarias clásicas y las teorías sobre el lenguaje con la lógica de la narración histórica, diálogo que debe conducir al mantenimiento de la veracidad en la narración. Según Paul Ricœur, la relación entre memoria y relato histórico se desarrolla en torno a una serie de procesos de adecuación y con la concepción de un tiempo lineal. El problema de la representación del pasado, dice el autor, puede enunciarse en términos de un pacto tácito que se establece entre el lector del texto histórico y el autor. El primero espera que se le proponga un relato verdadero y no una ficción. El segundo tiene entre manos el problema de saber si la escritura de la historia puede respetar ese pacto, cómo puede hacerlo y hasta qué punto. Así, le corresponde al historiador, a través de sus indagaciones y revisiones documentales, remitirse al pasado e interpretar los hechos, con el objetivo de dar una versión verídica de los hechos. Las diferentes manifestaciones de la memoria viva surgen como una alternativa a la construcción histórica descrita, porque parten de una relación con la verdad y con el tiempo diferente. En un principio, los actos per/formativos, a través de sus configuraciones y en la denuncia de la impunidad, señalan que aún no se ha revelado la verdad de lo sucedido, no se sabe, ni se ha castigado a quienes cometieron los hechos violentos o criminales de los que fueron víctimas. Por lo anterior, si bien los hechos se localizan en un tiempo pasado según el calendario, el acto per/formativo lo trae a un eterno presente, mediante la ambigüedad constituida por la presentación de la contradicción entre los elementos. El caso de María de la Cruz es un ejemplo de ello. En este sentido, no existe ni puede existir el pacto al cual se refiere Ricœur entre quien escribe la historia y quien la lee, porque es claro que la verdad no existe. Por lo mismo, la relación entre quien lleva a cabo el acto per/formativo y quien lo observa se desplaza hacia otras

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dimensiones de la experiencia humana. Estas pueden ser identificación con el dolor, la compasión, la rabia o la solidaridad. Por otra parte, el creador del acto per/formativo, a través de su narración, busca salvarse a sí mismo, es decir que, por medio de ella, encuentra la forma de lidiar con su dolor y abrir nuevas posibilidades de significación para los sucesos violentos o la injusticia social vivida; además, por medio de estas nuevas significaciones, enfrenta las nuevas condiciones de su existencia. En otras palabras, el creador de la narración no busca contar lo que verdaderamente sucedió, sino que, ante la condición irresoluble de no saber quién desapareció a su familiar, donde está o por qué la injusticia social, busca otro significado para enfrentar el ahora de su vida, aprender a vivir o enfrentar una nueva forma de vida producto del desplazamiento. De esta manera, la emergencia de nuevos significados no se lleva a cabo a través de procesos de causación. Esta se hace posible por la condición metafórica inherente al acto per/formativo. Según Ernesto Grassi, en el libro El poder de la fantasía, la metáfora da la posibilidad de diferentes significaciones, porque la realidad observada se desplaza a otras posibilidades de significación, a través de la identificación de similitudes, procesos de transferencia y analogía (Grassi, 2003). Así, en un poema, la belleza de una mujer se transforma en la belleza de una montaña; en una fábula, los animales pueden hablar; y en el caso de María de la Cruz, cuando introduce los retratos de su marido dentro de la bolsa de basura, se reconoce con facilidad la denuncia encarnada en el acto por las múltiples posibilidades de significación de los objetos y de la relación entre ellos. En la acción, se presentan simultáneamente varias imágenes: el cadáver desconocido e inerme guardado para el transporte en una bolsa plástica, la vida de su marido convertida en desecho y, por último, su marido hecho olvido en el fondo de la bolsa. En la misma vía de análisis, la memoria viva se constituye como una alternativa de narración histórica, porque su constitución y dinámica les permite a los individuos enfrentar un mundo donde las dinámicas sociales y culturales no se desarrollan siguiendo los principios de razón, sino que parecen estar sumergidas en la incertidumbre, y donde, por lo mismo, el pasado no se puede tomar como fuente de aleccionamiento o guía. En un país como Colombia, en el que la población de las ciudades se ha constituido por el arribo continuo de


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personas desplazadas por la violencia y por las precarias condiciones de vida en su lugar de origen, donde muchos de los sucesos relacionados con la violencia quedan en la impunidad y la desigualdad social es permanente, la memoria viva emerge como una alternativa natural de las personas para apropiarse de su historia y enfrentar sus condiciones de vida. La presencia y la posibilidad de la contradicción en la memoria viva requieren un análisis más amplio, por la diferencia en el modelo de pensamiento asociado y los retos que trae consigo para llevar a cabo su representación y su sistematización.

la c ontradicción En las paradojas y aporías, el sistema lógico formal se quiebra. Las primeras se entienden como un conjunto de proposiciones lógicas en las que el sistema se lleva al límite y se rompe la relación entre antecedentes y consecuentes; las segundas se entienden como un conjunto de situaciones en las que no es posible llegar a una resolución. Un ejemplo de paradoja es el siguiente: en el pueblo S. los hombres no pueden afeitarse por ellos mismos, sólo los puede afeitar el barbero. Pregunta: ¿quién afeita al barbero? Con respecto a la aporía, la representación de la muerte es uno de sus ejemplos. Este tema es tratado por Derrida, en el libro titulado Aporías (1998). En él, se lleva a cabo toda una reflexión sobre las formas como en algunos idiomas se habla sobre la muerte, específicamente sobre la propia. Esta es una situación aporética, porque la referencia a la propia muerte solo puede hacerse en vida y es, al tiempo, la referencia a la muerte de otros y nunca a la propia. Por todo lo anterior, el sistema lógico formal reconoce sus límites, se encuentra ante un mundo desconocido. Esta situación está contenida en la siguiente expresión: “Después de una contradicción viene cualquier cosa” (Haack, 1991, p. 45). En la narrativa y en el pensamiento histórico, la presencia de la contradicción en los hechos humanos no se puede resolver con la misma simplicidad utilizada por la lógica, porque los hechos y sus contradicciones no se pueden obviar. Ante lo anterior, han surgido diferentes planteamientos. Entre ellos, se destaca el elaborado por Hegel en el libro La fenomenología del espíritu (1980), que es luego retomado por Karl Marx (2014), en su economía política. En ambos enfoques, la contradicción es el motor de la historia. Hegel plantea la contradicción

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a través de la relación entre tesis y antítesis. Para explicarla con respecto a la historia, el filósofo utiliza la metáfora del señor y el siervo (Hegel, 1980). El primero es el opuesto del segundo y el segundo es el opuesto del primero, aunque cada uno se define en la relación con el otro. El señor no sería señor si no tuviera siervos para mandar y el siervo no lo sería si no tuviera un señor que obedecer. Aun así, esta contradicción tiende a resolverse en el tercer elemento del modelo: la síntesis. Se resuelve porque los miembros de la relación tienden a suprimir las condiciones negativas. Marx (2014) describe lo anterior a través de la lucha de clases: los dueños de los modos de producción son la antítesis de la clase obrera. El cambio en esta condición se produce o debe producirse mediante la revolución, cuyo propósito es el de resolver la contradicción y arribar a un mundo donde las diferencias de clase son superadas, no existen. Para ambos filósofos, la historia humana se ha construido con las contradicciones presentes en la sociedad, y sus enfrentamientos han llevado al cambio y a la evolución de las sociedades. Además, para ambos autores, esto es un proceso en el tiempo, cuya culminación se dará cuando se arribe a una sociedad que haya superado todas las contradicciones. Para Marx, esta sociedad es la socialista, cuyas relaciones de producción se basan en el comunismo. Se descubre con facilidad cómo, en los dos sistemas filosóficos, la contradicción existe por las situaciones sociales y, al mismo tiempo, es desplazada y se plantea como una situación que debe ser superada en la síntesis. En otras palabras, aunque el modo de pensamiento da un rodeo, la contradicción se toma como una variable exógena al sistema de pensamiento. La contradicción no parece tener existencia por sí misma. El arribo a la síntesis, es decir, a la eliminación de la contradicción, significa la ubicación de la historia y su narrativa en la lógica formal, porque se expresa o debe expresarse a través de proposiciones, cuya naturaleza solo admite dos valores de verdad. Con ello, se da validez y vigencia a los planteamientos de Paul Ricœur, citado en párrafos anteriores. Agnes Heller, comentando la perspectiva histórica de Hegel, en el libro Una filosofía de la historia en fragmentos (1999), introduce el concepto de conciliación. Para la filósofa, la historia humana toma sentido en la búsqueda permanente de la conciliación hecha por las sociedades y las personas durante su existencia, es decir, la búsqueda


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permanente de superar las contradicciones. Para esta autora, el cambio en las épocas ha traído consigo el cambio en los tipos de conciliación. En las sociedades premodernas, la búsqueda de la conciliación se basaba en los órdenes superiores. Los individuos debían seguir el mandato de una cosmología perfectamente articulada. En la sociedad moderna, en la que los órdenes superiores han desaparecido, las personas buscan la conciliación en sus espacios cotidianos e íntimos, en los dramas presentados en la televisión, en las historias de triunfo y fracaso de amigos y vecinos, pero sobre todo buscan la conciliación en una visión apocalíptica de la vida y la historia en la que todo termina, en la que las formas de vida humana desaparecen (Heller, 1999). Esta visión del mundo es coherente con una perspectiva de la existencia secularizada, en la que los grandes dioses han muerto. Heller se diferencia de Hegel y Marx en la concepción social. En los segundos, aún existe como referente y finalidad de la historia el arribo a una sociedad perfecta y fluida, en la que sus miembros, al haber superado todas las contradicciones, viven en armonía. Todos satisfacen sus necesidades básicas y, en el caso de Marx, no hay una relación alienada con el trabajo. Heller, por su parte, presenta un panorama social fragmentado: ya no hay grandes aspiraciones ni historias epopéyicas; por el contrario, quizás influenciada por Lukács (2010), quien fue su maestro, ahora se trata de un mundo en el que los individuos caminan por la vida solos, como héroes de la desilusión, en una lucha permanente por conseguir su salvación en la búsqueda del fin. A pesar de las diferencias mencionadas, en los tres autores se destaca el deseo de evitar la sentencia trágica de los lógicos (“después de una contradicción viene cualquier cosa”), de sacar de su casa la visita incómoda de la contradicción a través de la síntesis, en la que los opuestos se concilian. El historiador Philippe Ariès, en el libro titulado Ensayos de la memoria (1996), en el capítulo titulado “El secreto”, empieza a reconocer y darle otro sentido al papel de la contradicción en la historia humana. El historiador inicia su texto describiendo las características del secreto. En principio, se trata de una verdad o situación conocida por algunos y por otros no. Por lo anterior, el secreto porta la contradicción, porque en su naturaleza se encuentra la tendencia a revelarse, aunque ello signifique su desaparición, es decir, si el secreto se cuenta, deja de serlo, se desvanece. Por esta situación, su estudio es imposible, porque

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acercarse a él con ese propósito significa destruirlo, por la necesidad de revelarlo. Por lo tanto, cuando está maduro, el secreto se expresa a través de signos, de cantos, de códigos estereotipados, más que por medio de un discurso transparente. […] De hecho, el significado de estos códigos escapa a la comprensión de los hombres de la cultura ilustrada, en la que todo es claro y transparente. (Ariès, 1996, p. 46)

Desde este punto de vista, solo parece posible su estudio si se hace en el pasado y se describe la acción de las personas sin que hayan tenido en cuenta toda la información y, también, si se plantean las diferentes posibilidades de acción si los mismos personajes hubieran tenido toda la información. Pero el historiador va más al fondo, al plantear el secreto como un elemento de la condición humana. Este nace y se constituye en los individuos a través del deseo y de la imposibilidad de cada uno de comunicarles a los otros las vivencias personales, la particular forma de ver y vivir el mundo. A partir de lo anterior, el secreto y su contradicción constitutiva se convierten en el centro de muchos procesos de cohesión social fundados en el reconocimiento del secreto íntimo de cada uno. Esta es una posición diferente, pero que no excluye las explicaciones de los procesos de cohesión social basadas en los principios de la razón y el reconocimiento de su pertinencia. Según el autor, el tipo de cohesión social producida por el secreto se puede observar en algunas manifestaciones populares, sobre todo en la danza, en el teatro y en la música. La diferencia entre Ariès y los otros tres autores es el reconocimiento de la contradicción como constituyente de la historia y sobre todo como una condición insalvable de la condición humana. Por medio del secreto, la contradicción emerge como algo propio, como una variable endógena del sistema, imposible de eliminar o suprimir. Los planteamientos de Jacques Derrida nos abren la posibilidad de un sistema de pensamiento en consonancia con los planteamientos de Ariès, porque en algunos de sus análisis sobre el lenguaje se plantea la cohabitación de los opuestos y sus contradicciones. En el libro titulado Gramatología (1998), el autor sostiene que el significado de una palabra se construye a través de la recurrencia de una serie de huellas llamadas trazas. Lo anterior se ilustra con el uso del diccionario, porque la definición de una palabra se obtiene mediante otras palabras. En


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este sentido, si se buscara el significado de estas palabras y luego el de las siguientes y así sucesivamente, se llegaría a un punto en el que se habrían recorrido todas las palabras contenidas. Planteándolo de esta forma, es posible afirmar que una palabra contiene todas las palabras del diccionario. Siguiendo los planteamientos del filósofo, cada una de las palabras usadas para encontrar la definición es una traza o huella contenida en la palabra inicial. Así, Derrida propone un sistema dinámico, en el cual el sentido de los signos se construye a través de la confluencia de una serie de elementos diferenciados, cuyo sentido es otorgado por un intérprete: Hay que considerar todo proceso de significación como un juego formal de diferencias, es decir, de trazas […]. El juego de las diferencias supone síntesis y reenvíos que prohíben que bajo ningún sentido y en ningún momento, un elemento simple sea presente en sí mismo y que no remita sino a sí mismo. Ya sea en el orden del discurso hablado o del discurso escrito, ningún elemento puede funcionar como signo sin remitir a otro elemento que no sea simplemente presente. Este encadenamiento hace que cada “elemento” (fonema o grafema) se construya a partir de la traza, perceptible en él de otros elementos de la cadena o el sistema. No existe absolutamente nada, ni en los elementos, ni en el sistema que sea simplemente presente o ausente. Lo único que existe, de parte en parte, son diferencias de diferencias y trazas de trazas. (Derrida, 1998, p. 60)

Terry Eagleton, comentando los planteamientos de Derrida, plantea lo siguiente: conocer lo que quiere decir (el significado) un significante, puede consultar el diccionario, pero sólo encontrará más significantes cuyos significados también pueden consultarse en el diccionario, y así sucesivamente. De acuerdo con lo anterior, el sentido de un signo o de un texto se compone a través de la participación de otros elementos, también significantes, que en su relación con los otros se redefinen para dar significación. De esta forma, el sentido de una palabra se obtiene a partir de la conjunción de otras palabras, y a su vez, el sentido de ellas se obtiene de otras, que en su reunión crean un sistema de significación. Los textos se presentan cada vez con mayor claridad como un tejido ilimitado pero irregular donde constantemente hay i­ ntercambio

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y circulación de elementos, donde ninguno de estos elementos es totalmente definible y donde todo se relaciona y se explica por todo lo demás. (Eagleton, 1994, pp. 156-157)

Pero Derrida va aún más lejos: analiza las expresiones de la lengua francesa usadas para referirse a la muerte. El autor plantea la necesidad de un ejercicio de traducción al interior de un mismo lenguaje, porque una misma frase puede tener y expresar varios y diferentes sentidos, cada uno de ellos entendido como una traza de la expresión. Con base en la idea anterior, se propone el concepto de hospedaje, que describe la lengua como un lugar donde se permite el alojamiento y la cohabitación de la diferencia. Así como la definición de una palabra brota de la confluencia de las trazas constituidas por otras palabras, la identidad de una lengua surge de la posibilidad de hospedar la diferencia o los diferentes significados contenidos en sus expresiones: La babelización no espera, pues, a la multiplicidad de las lenguas. La identidad de una lengua no puede afirmarse como identidad consigo misma, sino abriéndose a la hospitalidad de una diferencia respecto de sí misma o de una diferencia para consigo. Semejante diferencia (para) consigo, como condición del sí mismo […] sería entonces su cosa misma, el programa de su pragmática: el extranjero en casa. (Derrida, 1998, p. 28)

En este sentido, la diferencia es dada y de ella no se desprende una dialéctica, una contradicción; por el contrario, se mantiene y forma parte de su identidad. Desde este punto de vista, la coexistencia de la diferencia se transforma en el motivo de la unidad y no en el motivo de la eliminación y la supresión de la diferencia. Si bien los dos autores mencionados dan ejemplos de dónde se da la coexistencia de la diferencia —el historiador propone la condición humana y el filósofo, el lenguaje—, aún no lo hemos relacionado con la historia y su narrativa. Ariès, desde su perspectiva racional, deja el problema de lado, señalando la imposibilidad del pensamiento ilustrado para estudiar fenómenos como el secreto. Sin embrago, Ariès abre la puerta a una concepción diferente de las manifestaciones artísticas, al reconocerlas como lugares donde se funda y se sostienen procesos de cohesión social, cuya lógica no obedece a la razón formal; por el contrario, las convierte en manifestaciones vivas de la comunidad y


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se aparta de aquellas concepciones en las que las manifestaciones estéticas eran tomadas como meras distracciones. Además, replantea los estudios tradicionales hechos por la antropología sobre los procesos rituales basados en explicaciones racionales. Derrida, por su parte, nos muestra el lenguaje como un mundo dinámico asociado al acto deíctico de la comunicación y, por lo mismo, a la situación de los individuos involucrados en el proceso. Al plantear la cohabitación de los contrarios o la diferencia, ambos autores nos señalan cómo esta cohabitación se hace posible a través de elementos estéticos. El historiador habla del movimiento y los sonidos propios de la música popular y el filósofo, de los gestos y las entonaciones propias del lenguaje. El análisis de la toma de yajé hecho por el antropólogo Michael Taussig muestra otra forma de tratamiento de la contradicción en un modelo de pensamiento. En el artículo “Orden y desorden en ritos curativos neocoloniales”, usando como metáfora el lenguaje de las artes, el antropólogo estudia el ritual desde el concepto de barroco (Taussig, 1996), entendido como la creación de un sentido único a través de la agrupación, en un mismo espacio, de elementos con estilos y sentidos diferentes. Desde esta perspectiva, su análisis describe los elementos y los momentos de la toma, mediante unidades diferenciadas unas de otras, dispuestas en un espacio donde sus diferencias pueden cohabitar, sin necesidad de buscar la superación de sus contradicciones. Durante la toma, cada uno de los momentos va emergiendo y manteniendo su individualidad. De los periodos de absoluta lucidez, en los que puede ver con detalle el lugar donde se encuentra, las personas y el paisaje, Taussig va a diferentes momentos de su vida: por ejemplo, se ve en con su esposa caminando por un supermercado. A cada una de estas escenas diferenciadas (estilos diferentes) el autor las llama montajes. Estos suceden sin relación ni correlación, hasta cuando se produce la curación. La toma de yajé descrita se entiende como un proceso “terapéutico”; quienes han asistido lo han hecho en busca de la sanación, que no se entiende en el sentido occidental de recuperación de una enfermedad, sino que consiste en adquirir la capacidad para reconocer la envidia. Esta es considerada como la causa de todos los males. El antropólogo explica esto comparando los amuletos rezados por el taita con la pata de conejo, usada por los norteamericanos para la buena suerte. El uso de la pata de conejo tiene como objetivo hacer favorables los sucesos futuros. Los amuletos rezados por el taita, por

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el contrario, no buscan controlar los acontecimientos. Todo su poder recae sobre el poseedor del amuleto, quien adquiere la astucia para ver al enemigo y detectar la envidia. Con la segunda forma, el poseedor mira la vida como un destino trazado. Con la primera, todo el peso recae sobre la persona y sus habilidades para reconocer y resolver los hechos. En otras palabras, si se imagina al individuo como el conductor de un carro, en la primera perspectiva, el chofer está convencido de encontrar estaciones de servicio y descanso: allí encontrará ayuda si llegara a suceder cualquier percance. En la segunda, guarda en el baúl toda la herramienta y repuestos necesarios para poder llevar a cabo las reparaciones si algún percance llegara a suceder. En el primer caso, el viaje está preestablecido y trazado; en el segundo, está completamente permeado por la incertidumbre, la carretera se presenta como una línea cuyo límite poroso permite el tránsito de lo inesperado y el conductor debe estar preparado para actuar cuando algo suceda. La curación, entendida como un momento de comprensión de la situación individual y de adquisición de la astucia, como lo señala ­Taussig, se produce a partir de la conjunción de los diferentes momentos o montajes. Esta no se produce porque entre ellos se dé algún tipo de relación lineal o unas sucesiones de causas y efectos; por el contrario, siguiendo el concepto de barroco, se produce cuando los montajes, sin perder su individualidad y diferencia, permiten la emergencia de la unidad y, en ella, de la astucia. Visto así, todo lo concerniente a la toma del yajé (el lugar, el taita, las personas, las visiones) se localiza en un espacio con un marco, como si se tratara de una pintura, en la cual se hace posible la unidad. De cada uno de los tres autores citados —Ariès, Derrida y Taussig— se puede afirmar lo siguiente con respecto a su relación con la contradicción. El primero, a través del secreto, hace evidente la existencia de la contradicción y la imposibilidad del pensamiento histórico tradicional para tratar con ella. El segundo ilustra la forma como el lenguaje se delimita a sí mismo mediante las trazas, las diferencias y las contradicciones. El último amplía la visión de la coexistencia de las diferencias a través de una concepción cosmológica del mundo; además, nos muestra que una historia cuya narración permita la coexistencia de los contrarios tiene lugar en un espacio escénico donde los principios de la razón son dejados de lado y la razón histórica surge de la misma experiencia escénica.


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En los tres autores también parece existir la idea de una unidad o un todo conformado por la existencia de la contradicción. Ariès lo expresa mediante el secreto contenido e incomunicable de la vivencia individual. Derrida lo hace cuando dice que una lengua se define a sí misma a través de las diferencias y que la identidad de una lengua brota de las diferencias contenidas en ella y de su necesidad de traducción. Taussig lo hace al analizar el ritual de toma de yajé con la metáfora contenida en el concepto de barroco, que es la emergencia de la unidad a partir de la presencia de estilos diferentes. En los tres autores, la coexistencia de la contradicción y de la falta de anhelo de superación parece traer consigo la idea de una duración indefinible o tiempo referido a la unidad/totalidad. Es como si se tratara del tiempo contenido en un artefacto en el que las disposiciones de las diferentes piezas crean un juego de fuerzas, en el que unas y otras se sostienen y mantienen su posición y la forma. Allí el juego de fuerzas es igual a cero así como el tiempo contenido, que equivale a un tiempo permanente. En resumen, los tres autores dejan ver una forma de pensamiento que supera la forma lógica de a entonces b y en la que parece posible pensar la presencia de la contradicción: de algo falso es posible deducir algo verdadero o de a, siendo verdadero, se puede deducir algo indefinido. Esto solo es posible en algún tipo de espacio físico. El teatro de Samuel Beckett y algunos dichos populares se pueden tomar como ejemplos en los que confluyen los planteamientos de los tres autores citados. En la obra Final de partida (Beckett, 1997), los personajes se encuentran sumergidos en un tiempo detenido. Sus diálogos se caracterizan por ser una serie de combinaciones y juegos con el lenguaje. En ellos, se reconoce el deseo de cada personaje por contarle algo al otro y se hace evidente la incapacidad de entendimiento. Sin embargo, cada uno acepta esa condición. Uno y otro se definen a sí mismos no porque se entiendan, no porque uno sea el amo del otro, sino porque cada uno parece aceptar el destino de estar allí. Los personajes de la obra son el Rey (Hamm), su sirviente (Clov) y sus padres (Nell y Nagg). Estos últimos permanecen toda la obra entre dos canecas de basura. Esta relación con los padres parece ser una crítica a las ideas tradicionales de la herencia. Si se piensa alegóricamente, también habría una crítica a la idea tradicional de la historia entendida como una serie de sucesos a partir de los cuales se construye

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el presente. Esta perspectiva del autor es coherente con la noción de tiempo encarnada en la situación de los personajes: ninguno va para ningún lado, la obra no tiene ni principio ni final y todos parecen aceptar esta condición. Tanto los personajes como la escenografía son trazas o elementos diferenciados, solitarios y autónomos que, a la vez, construyen una escena en la que la contradicción cohabita en la residencia del Rey (la posada o el lugar de hospedaje). Samuel Beckett era muy exigente en el montaje de sus obras. Todas las acotaciones hechas a las escenas debían seguirse al pie de la letra. La precisión en cada uno de estos detalles era muy importante, porque a través de ellos se constituían las relaciones entre los personajes, su autonomía y la cercanía en la distancia. Con esta metodología de montaje, el dramaturgo parecía estar elaborando una pintura o escultura viva. En esta, el destino de sus personajes se configuraba con su presencia, las torsiones del cuerpo y su distancia y no por una relación de antagonismo o complicidad. En el mismo sentido, la construcción detallada de toda la puesta en escena como un elemento asociado a la forma constituía la experiencia del espectador y dejaba de lado cualquier tipo de moraleja o enseñanza a partir del destino de los personajes. Por lo anterior, a las obras de Beckett no se asiste a ver la redención de ningún tipo de héroe o su consumación; en sus obras todo empieza exactamente en el mismo lugar donde termina. En los dichos populares parece suceder algo parecido a lo planteado en las obras de Beckett y cumplirse también la confluencia de los tres autores: Ariès con el secreto, Derrida con las trazas y la diferencia y Taussig con el concepto de barroco y los montajes. En la cultura popular, encontramos los siguientes dichos: “Más vale pájaro en mano que cien volando”, “al que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve”, “nadie sabe para quién trabaja”, “más sabe el diablo por viejo que por diablo” y “entre bomberos no nos pisamos las mangueras”. En todos ellos, la sentencia como algo verdadero entra en contradicción con las relaciones planteadas, porque su verdad se abre hacia lo incierto, hacia lo indeterminado. En este sentido, se afirma una verdad propiciada por la incertidumbre que la acompaña: allí se funda una contradicción cuya función no deriva en una resolución o acción; por el contrario, lleva a la quietud e invita a la aceptación. Algo se da por hecho en el mismo sentido de lo planteado por Derrida para el lenguaje y para la relación con la muerte. La relación entre verdad e incertidumbre se da a través


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de elementos dispuestos como una serie de montajes, en concordancia con Taussig, porque no hay coherencia lógica de uno con otro. Lo anterior porque, según los planteamientos de la lógica formal, de un antecedente verdadero no puede deducirse un consecuente indefinido. Entonces, entre unos y otros se crea la unidad, por la presencia y no por la lógica. A partir de la colocación, la sabiduría adquirida deriva en el reconocimiento de los individuos ante una situación. Al tiempo, se cumple con la misma contradicción asociada al secreto, porque lo indefinido es externo, porque la incertidumbre y la imposibilidad de manejarla están allí y la única verdad se refiere a él mismo, a su lugar, aunque solo exista para él y su capacidad de decisión. Con respecto a la memoria viva, se pueden señalar una serie de similitudes en los planteamientos de los tres últimos autores y un estado o condición para diferenciarse de los tres primeros. En estos últimos (Derrida, Taussig, Ariès), la memoria viva como una manifestación social emerge ante la imposibilidad de superación de la contradicción en la vida de los individuos, es decir, quienes la viven no han podido realizar ningún tipo de síntesis o conciliación: sus familiares continúan desaparecidos, quienes cometieron actos violentos o criminales no han sido castigados y el Estado sigue sin reconocer su responsabilidad. Se pueden identificar las siguientes similitudes en los tres autores, con las cuales es posible dar un marco de reflexión teórico a la memoria viva. En Ariès, los procesos cinéticos de los actos per/formativos se transforman en manifestaciones de cohesión social, cuya lógica no se articula a través de la razón, sino mediante el reconocimiento del secreto que todos portamos. En este sentido, el acto per/formativo, en su dimensión estética, deja de ser trivial o de ser una simple manifestación cultural. Desde la perspectiva de Derrida, la memoria viva se puede tomar como el lugar donde se hospedan las diferencias y las contradicciones a partir de las cuales se constituye la unidad narrativa. Por último, Taussig, a través del concepto de barroco, convierte el reconocimiento de la contradicción en un modo de conocimiento y, a su vez, en un modo de acción. Esta posibilidad se puede trasladar o reconocer en las manifestaciones de la memoria viva. En resumen, en los tres autores, la memoria viva se puede caracterizar como un proceso de cohesión social, en el que, a partir del reconocimiento de las diferencias y sus contradicciones, se constituye un modo de conocimiento basado en la astucia y que es eficaz para la acción de las personas.

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Durante el trabajo de campo, en el barrio Suba-Rincón, pude observar muchos ejemplos del uso o los usos de la memoria viva como estrategia de las personas para conseguir su sustento. En estas puestas en escena, se manifestaba con mucha claridad la sensación de vacío y malestar producido por sucesos propios de los procesos de desplazamiento. Al mismo tiempo, se hacía evidente el despliegue de la metáfora y los diferentes medios expresivos para resignificar la historia personal y usarla para interactuar con los otros ciudadanos. Un ejemplo de lo anterior provino de un hombre en el sistema público de transporte Transmilenio. Después de montarse al bus, nos sacó a todos del adormilamiento y el silencio producido por el tumulto y el calor cuando gritó: “Les vendo esta guitarra”. Luego de un instante de silencio y cuando estaba seguro de haber capturado la atención de los pasajeros, continuó con una serie de frases pronunciadas en el mismo tono pero con volumen más bajo. Con cada palabra llena de desespero, poco a poco nos fue contando la situación en la que se encontraba. Al terminar cada oración, repetía: “Les vendo esta guitarra, alguien que me compre esta guitarra”; sus palabras y lo que ellas contaban contrastaba con los colores cálidos y la pulcritud de su ropa. Estaba vestido con una chaqueta roja de botones metálicos color verde y un pantalón habano. En su cabeza llevaba un sombrero de tela, color verde oscuro. Las alas cortas del sombrero describían un conjunto de olas alrededor del pelo y sobre la frente. La guitarra iba guardada dentro de un estuche semirrígido color negro. En la caja del instrumento, el volumen del estuche crecía como si adentro se abultaran algunos papeles o libros. A su vez, la voluptuosidad del instrumento contrastaba con el cuerpo delgado del hombre, que lo sujetaba de la parte superior, en el lugar de las clavijas. Durante su discurso, en algunos momentos elevaba el instrumento, como si quisiera mostrarlo a los pasajeros; después de un instante sin dejar de hablar, lo volvía a apoyar sobre el suelo. Se había visto obligado a viajar a Bogotá por la violencia, venía del Llano, tenía cincuenta y cinco años, desde hacía un año él y su familia se encontraban alojados en una residencia para personas en condición de desplazamiento y durante el mismo tiempo había recibido un subsidio del Gobierno por un monto aproximado de doscientos mil pesos. Conservando el tono fuerte de su voz y el desespero de sus gestos, nos contó que por su edad nadie le daba trabajo y que el dinero del subsidio no era suficiente para cubrir las


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necesidades de su familia. Se encontraba completamente desorientado en la ciudad, no sabía a dónde ir ni con quién hablar. En la guitarra parecía alojarse o sintetizarse la contradicción de su existencia en ese momento de su vida. Esa guitarra, según dijo, se la había regalado a su hija cuando vivían en los Llanos y ahora se la había quitado para venderla y conseguir algo de dinero para comer. Sin utilizar sus palabras, dijo algo como así: “Imagínense la desgracia de un padre que les da a sus hijos y después tiene que quitarles lo que les ha dado”. Como era de esperarse, nadie le compró la guitarra, pero la mayoría de los pasajeros estuvimos dispuestos a darle algo de dinero, sin preguntarnos sobre la verdad o falsedad de la historia narrada. La forma como el personaje articuló su puesta en escena fue eficaz y nos dejó ver la memoria viva como un modelo de acción en el cual el secreto se une con la diferencia, la astucia y el consuelo, para conseguir la donación de los pasajeros y no vender la guitarra.

la memoria viva como modelo de acción De acuerdo con lo anterior, la memoria viva se puede entender como una forma de narrativa histórica y como un modelo de acción. Desde esta perspectiva, el estudio de sus manifestaciones y la metodología usada para su análisis debe dar cuenta de esta unidad. En este sentido, el análisis de las manifestaciones debe tomar en cuenta la forma como las personas a través de su narrativa histórica han enfrentado el proceso de inserción a la vida de la ciudad. En esta investigación, se trata de las personas provenientes de fuera de Bogotá que abandonaron su lugar de origen por situaciones de violencia o en busca de mejores condiciones de vida. Para mostrar por qué es posible asumir la memoria viva como una narración histórica y un modelo de acción es necesario llevar a cabo una caracterización de la sociedad y de las relaciones a las cuales arribaron las personas con las que se desarrolló esta investigación.

las sociedades flexibles En el libro titulado La corrosión del carácter, su autor, Richard Sennett (2000), describe el tránsito de las sociedades rígidas a las sociedades flexibles, a través del cambio en la condiciones del empleo y de trabajo de los individuos y su implicación en la forma de pensarse a sí mismo, y los planes de vida asociados. Su descripción y análisis se basa en dos

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personajes, el primero llamado Enrico y el segundo, hijo del anterior, llamado Rico. El primero se construye como el representante de la sociedad rígida y el segundo, como el representante de las sociedades flexibles. Mediante la historia de vida del primero, se describen las condiciones estables de trabajo y cómo estas le permitieron a un hombre empleado en una fábrica como vigilante proyectar su vida en el tiempo. La historia cuenta cómo este hombre con un sueldo muy bajo a través del ahorro y los préstamos consigue comprar su casa y darles a sus hijos los estudios necesarios para acceder a una capa social de mejores ingresos. En la historia de vida de este personaje, el autor destaca la constancia del individuo, la abnegación para enfrentar las condiciones desventajosas de su empleo y ante todo la valoración dada por este a su trabajo. Todo lo anterior era posible por la estabilidad laboral dada por sus jefes y los dueños de la empresa, porque a partir de ella el personaje podía proyectarse en el tiempo y tener la idea de estar haciendo una carrera en la empresa. Su hijo, por el contrario, pertenece a una sociedad en la que esas seguridades han desaparecido. Al contrario de su padre, quien tuvo un mismo trabajo durante veinte años, él debe moverse de empleo en empleo, de empresa en empresa. La clave de su productividad es la flexibilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes de su sector productivo. Rico va de un equipo de trabajo a otro, entendiéndolo como una asociación temporal enfocada en el cumplimiento de una tarea y caracterizado por relaciones superficiales. En estos trabajos en equipo, no importa el pasado ni la experiencia. Tampoco importa si triunfan o fracasan, porque se trata de estar siempre empezando. En el mundo laboral de Rico, la estructura jerárquica ha desaparecido. La imagen del jefe ordenando las tareas y asumiendo la responsabilidad de sus decisiones se ha transformado en la figura de un individuo encargado de sugerir y orientar procesos. Este jefe ya no da premios ni castigos: su poder ahora se ejerce a través de la ambigüedad que sus empleados sienten, quienes al no recibir ni premios ni castigos no saben si están haciendo bien o mal su trabajo. La ambigüedad también se mantiene por la conciencia de la movilidad. Los empleados no desean permanecer mucho tiempo en un trabajo y saben que en cualquier momento por las continuas reformas y cambios de estrategia serán removidos de su puesto de trabajo. Al estar todo siempre empezando y ante la exigencia de mantenerse siempre actualizado, la obsolescencia aparece pronto. Rico a sus treinta y cinco años ya se siente caduco. El autor llama a la


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sociedad con este tipo de productividad la sociedad flexible. En ella, los individuos están inmersos en un mundo donde las relaciones no permiten el surgimiento de la confianza, porque están en un contexto donde todo parece depender de ellos. Fallar en sus procesos de gestión individual significa fracasar en la vida. Rico y su padre parecen estar insertos en uno de los tipos de historia descritos en los apartes anteriores. El padre tuvo un plan de vida definido, superó todas las incomodidades de su trabajo, el horario, la baja remuneración y las condiciones de pobreza, guiado por el objetivo de pagar su casa, ahorrar para darles educación a sus hijos y al final conseguir su pensión para descansar durante su vejez. Lo importante para Enrico era el ahorro, la disciplina para superar las dificultades y las contradicciones planteadas por su lugar en la sociedad. Para su hijo la situación era diferente. Su lugar en la sociedad y su historia ya no se planteaban desde la teleología, es decir, en la búsqueda de la síntesis y el cumplimiento de metas. Su vida, por el contrario, se planteaba a través de la movilidad, de una sucesión infinita de encuentros con otras personas y del establecimiento de vínculos poco profundos con ellas. El cambio continuo de trabajo lo obliga a un cambio continuo de residencia; por lo mismo, las amistades recién fundadas se truncaban y el encuentro permanente con lo diferente construía un mundo multiforme saturado de información, del que debía extraer lo necesario para conseguir su sustento y ganarse la vida. Sennett explica la perspectiva histórica de Rico y la diferencia con la perspectiva histórica de su padre, Enrico, a través de su relación con las narrativas de la televisión o las teatrales. El autor destaca cómo ante ellas los espectadores ya no se identifican con las acciones de los personajes ni esperan sus consejos para afrontar las dificultades. En otra vía, sostiene el sociólogo, encuentran en las historias de los personajes situaciones similares a las de ellos, de donde surgen procesos de identificación basados en el consuelo. Esta relación con la narración es muy similar al análisis del secreto esbozado por Ariès; estar en una situación en la que no es posible comunicar la experiencia o en la que la razón no es generalizable transforma la relación con el otro en un proceso de acogimiento, de compañía, de apoyo, de dar alojamiento, al reconocer la imposibilidad de vivir la vida del otro. Para Sennett, la historia entendida mediante la idea del consuelo se ha transformado en un lugar de empatía; no busca dar razones, por

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el contrario, señala la distancia individual y crea cohesión en el reconocimiento de ella, une a través del secreto, en los términos de Ariès. Con respecto a las reflexiones de Derrida, quien toma la muerte como la aporía base de la existencia humana, ante el cadáver de una persona amada, el único consuelo es el reconocimiento de la propia muerte como “la posibilidad de la imposibilidad”. Es la forma de ponerse al mismo nivel del ser querido fallecido. Aunque la propia muerte nunca sea la muerte del otro, se reconoce la distancia insalvable entre las personas y, al mismo tiempo, la empatía de la existencia. Sennett plantea su análisis de la sociedad norteamericana actual a partir de los cambios en los patrones de productividad que han tenido lugar durante las últimas décadas, consecuencia de las transformaciones en la economía y la masificación de los medios tecnológicos. Otros autores han construido análisis en la misma vía, entre ellos Bauman (2006) y Lipovetsky (2007). En sus textos, se reconoce algo de nostalgia por la desaparición del papel regulador del Estado en las sociedades contemporáneas y se presenta como algo novedoso las estrategias desarrolladas por los ciudadanos para enfrentar las consecuencias derivadas. Los seguros de desempleo han sido abolidos, los ancianatos están desapareciendo y los mecanismos de representación y defensa de los trabajadores han perdido capacidad de acción. Ante esta situación, les ha correspondido a las familias y a los amigos remplazar la función del Estado y apoyar a sus miembros. Esta situación para los norteamericanos y europeos es nueva; en cambio, para los latinoamericanos es una situación normal. Nuestros Estados nunca han respondido eficazmente a las necesidades de los ciudadanos; en esta incapacidad han tenido origen muchas de las desigualdades sociales, la violencia, la inseguridad, las deficiencias de los sistemas de educación, de salud y de seguridad. Sin desconocer la pérdida y las dificultades contenidas en estas condiciones sociales, a través de los conceptos de desplazamiento, flexibilidad y trabajo en equipo, Sennett (2000) describe a la sociedad como una serie de individuos en permanente movimiento. Las personas viven su cotidianidad y consiguen su supervivencia mediante una serie infinita de encuentros con otras personas desconocidas y de vinculaciones superficiales. El horizonte social esbozado por Sennett, a través de los personajes de Enrico y su hijo, Rico, se realiza en la sociedad norteamericana. Por su parte, el modo de vida en Bogotá de las personas desplazadas por la violencia o por las condiciones sociales es


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muy similar al de Rico, aunque las situaciones sociales y económicas sean más parecidas a las de Enrico. La mayoría de estas personas arriban a la ciudad completamente desamparadas y se ven en la obligación de insertarse al sistema productivo a través de la economía informal y de trabajos a corto plazo: en construcción, en el sector de servicios, como empleadas domésticas, meseros/as y vendedores/as. Por ser empleados a corto plazo, con vinculaciones superficiales e inestables, quienes pertenecen a este sector se ven en la obligación de estar continuamente buscando fuentes de recursos y empleo. Además, con estas condiciones, es muy difícil que estos individuos perciban o se sientan partícipes de una articulación social mayor atada a fines; por el contrario, todo parece depender de la acción individual. En esta situación, la historia individual se percibe y articula mediante una sucesión infinita de encuentros inmediatos asociados a las actividades de todos los días y de encuentros mediatos producidos por su actividad económica. En cada uno de estos encuentros, el individuo, la persona, se encuentra ante lo diferente; en términos de Derrida, hay una sociedad definida a partir de la diferencia. En ella, el individuo debe tener la capacidad de actuar exactamente en el mismo sentido de la toma descrita por Taussig. En otras palabras, debe tener la astucia para resolver y prever. Con estas condiciones, la perspectiva de la historia como consuelo se convierte en un modelo de conocimiento y acción. En este punto, la memoria viva y la historia como consuelo son lo mismo, porque poseen la misma estructura o lógica de acción. El estudio de las manifestaciones de la memoria viva de las personas habitantes del barrio Suba-Rincón y la perspectiva histórica encarnada en ella es coherente con la forma social y de relación entre las personas, pero sobre todo busca entender y reconocer la capacidad creativa y de invención de las personas para actuar ante las situaciones originadas en la necesidad de conseguir sobrevivir en la ciudad. De esta manera, se quiere reconocer los modelos de conocimiento asociados y su eficacia. Dada la importancia de la noción de encuentro en la forma de las relaciones sociales, conviene profundizar un poco en esta y en su relación con las manifestaciones de la memoria viva, porque su emergencia, configuración y transformación se encuentran ligadas a los diferentes momentos de encuentro. Además, la eficacia de la memoria viva como modelo de acción de las personas para enfrentar la incertidumbre y

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lo desconocido depende de los momentos de encuentro. Esta noción abarca varias consideraciones. En principio, se refiere a la aparición repentina de algo o alguien. Se refiere también a la imprevisibilidad, ir o estar en una situación en la que no es posible prever ni medir las características. Una situación como esta puede ser el encuentro de un grupo de pasajeros en un bus de transporte público. En el momento de hacerle señas a un taxi, se produce un encuentro entre el pasajero y el chofer del carro. El encuentro se presenta como un imperativo para las personas, por la imposibilidad de prever las acciones individuales, en el conjunto de patrones diseñados para actuar ante lo desconocido y lo incierto. Bruno Latour, en su libro Nunca fuimos modernos (2007), describe el encuentro como una serie de pases entre quienes se encuentran. Estos pases van de un lado a otro; en ese tránsito, se va configurando la dinámica de la acción y, a su vez, se van transformando los parámetros individuales y los diferentes sentidos de la acción individual. En estas transformaciones y como parte de ellas, la memoria viva se configura y se transforma. En el mismo sentido, el encuentro supone la configuración de un ahora, de un momento, de un instante de cruce, de una frontera delimitada por la existencia del otro y por el evidente desconocimiento o reconocimiento de la imposibilidad de previsión con respecto a ese otro. En este sentido, el encuentro localiza a todos en un mismo marco, los aloja a todos. En este encuentro, los individuos localizan su acción y su frontera se vuelve porosa y se refiere a ese momento. En este encuentro, el modelo de acción contenido en la manifestación de la memoria viva se transforma, pues es posibilidad de acción y de construcción del mundo para ese instante y para poder lidiar con la existencia y conseguir el desarrollo de su acción. Una vez se ha llevado a cabo la caracterización de la memoria viva como narración histórica y modelo de acción y se ha sustentado por qué esta perspectiva es coherente con la forma social o vida urbana de la actualidad, es necesario construir el modelo para llevar a cabo su análisis. La construcción del modelo debe estar conforme con la naturaleza de la memoria viva, es decir, debe ser coherente con su lógica (debe admitir la contradicción), su estructura temporal (tiempo no lineal) y su carácter estético (la forma como posibilidad de conocimiento). En el capítulo siguiente, se presenta el modelo construido con este propósito.


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op eracionali z aci ó n y m eto d o l o g í a

De acuerdo con los apartes anteriores, el paso siguiente es la construcción de un modelo de representación de la memoria viva coherente con su lógica y sus componentes. Este ejercicio es necesario para poder trasladar el modelo de conocimiento a otros contextos de aplicación.

modelado y representación Las figuras 2.1., 2.2. y 2.3. sirven como punto de partida.

FIGURA 2.1.

Historia lineal en Hegel

FIGURA 2.2.

Incomunicabilidad en Ariès

FIGURA 2.3.

Memoria viva

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La figura 2.1 hace referencia a la perspectiva histórica de Hegel, Marx y Heller. En esta figura, a es el personaje, S un evento y a´ es el mismo personaje, pero transformado por el evento S. Se entiende a este último como la causa de la transformación histórica de a —existe un a tal que S, entonces a´—. En la misma línea de los autores citados, el evento S surge a partir de las contradicciones de la sociedad en la cual está inserto el personaje a. Esta historia se desarrolla en el tiempo, hasta arribar al estado en que las contradicciones sean superadas. Esta es una historia vista y vivida mediante la razón, es decir, la sucesión de causas y efectos. En la figura 2.2, se representa una historia en la que todo termina exactamente en el mismo lugar de inicio. Esta es una perspectiva circular en la que la historia se traslada fuera de los límites de la razón, para instalarse en los estados del placer y de la estética. A esta figura se le pueden asociar una serie de hábitos compuestos por acciones repetitivas, a partir de las cuales los individuos construyen su cotidianidad y su forma de pensar. A ella se le pueden asociar actividades como el baile y el acto sexual, cuya realización se basa en una sucesión permanente de movimientos que describen trayectorias circulares. Ariès parece recurrir a esta figura de la historia cuando afirma que en los cantos y en los bailes populares las personas desarrollan procesos de cohesión social, a partir de los cuales se reconoce el secreto como una condición de la existencia humana. En la misma vía, a esa estructura se le pueden asociar las manifestaciones artísticas. Por su parte, el dicho popular “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde” da cuenta de este tipo de representación e historia. En la figura 2.3, se representa la perspectiva histórica de la memoria viva de acuerdo con las características esbozada por Ariès, Derrida, Taussig y Sennett. Esta historia se va a llamar la historia del consuelotalismán. En esta figura, las flechas a y b representan la acción de un personaje a y un personaje b. El trazo en círculo que va de una a otra representa la influencia de uno sobre otro. Esta influencia no tiene el mismo sentido de la primera figura, porque no cambia la trayectoria de ninguno de ellos, aunque sí los une y posiblemente los transforma. La unión no significa identidad entre a y b; por el contrario, sirve para señalar la diferencia, porque el trazo se encuentra en el mismo horizonte o perspectiva de la figura 2.2, es decir, la unión se da a partir de situaciones no instaladas dentro de los límites de la razón. La unión


2. Operacionalización y metodología

se da por la presencia, por la existencia de uno y otro u otros en un momento determinado pero no medible. Si bien de forma hipotética se podría explicar retrospectivamente la presencia de cada uno de los personajes en el bus y se podrían esgrimir argumentos sobre las situaciones sociales y económicas del país para explicar la situación económica y social del vendedor de la guitarra, no habría sido posible prever la presencia de todos al momento de lo sucedido, en el encuentro. Por lo tanto, la presencia allí, en sentido radical, obedece a una situación que desborda los límites de la razón. Este es el límite planteado por Derrida: impensable e imposible de racionalizar, sirve para señalar la diferencia, la extranjeridad del otro y, a su vez, vincula no como un fenómeno de espejo de identificación, sino por la condición de estar ahí en el ahora, en el sentido del secreto de Ariès. De la misma forma, el vendedor de la guitarra fue astuto, como lo diría Taussig, por la presencia de los tres montajes, con los que ilustraba la presencia de la contradicción, su cuerpo, la guitarra y su historia. Para llevar a cabo el proceso de operacionalización y construcción de un modelo analítico de la memoria viva, en un primer momento, siguiendo el método de montaje de Samuel Beckett y el concepto de barroco, se toman las manifestaciones de la memoria viva como objetos compuestos por otros objetos, diferentes unos de otros, que se pueden entender como trazas o montajes. Esta unión se considera un encuentro dado en un instante (véase la figura 2.4). Las ciencias de la computación, los lenguajes de programación y la base magnética de representación del conocimiento son herramientas adecuadas para la representación de la memoria viva, porque permiten

Objetos de la memoria viva

FIGURA 2.4.

53


54

l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to

una lógica de representación acorde con ella. Esto se puede ilustrar con los siguientes ejemplos.

dos algoritmos para la transcripción de cifras a números El algoritmo para un programa cuya tarea sea la de escribir el nombre de un número en letras se puede desarrollar de dos formas. La primera basada en un proceso descriptivo y de coincidencias y la segunda a partir de los objetos y sus nombres. La primera solución requiere de una matriz de dos columnas: con los números en cifras y con los números en letras. El algoritmo requiere de un dato de entrada compuesto por el número escrito en cifras. Una vez se ha obtenido el dato, el algoritmo realiza una comparación entre este y la primera columna, fila por fila, hasta encontrar la coincidencia. En este momento, se suspende la búsqueda y se toma el dato de la columna dos (el número escrito en letras) y lo muestra (imprime en pantalla). Esta forma de resolver el problema es bastante pobre, porque requiere muchos recursos de memoria y la necesidad de teclear en la matriz la cifra y su nombre correspondiente. Lo anterior también limita la capacidad de respuesta del programa, porque si se desea que el algoritmo tenga la capacidad de traducir los números de uno a un billón, se requeriría introducir en la memoria del computador los números de uno a un billón y tener un computador con la capacidad de alojar toda la lista. La segunda forma del algoritmo se desarrolla siguiendo la lógica de la memoria viva y, a su vez, señala los primeros pasos para su representación y modelado. El algoritmo funciona a través del reconocimiento de los elementos y de las diferencias dadas entre ellos a partir de sus nombres. Se define una matriz de diez filas y dos columnas. En la primera, se disponen los números del 0 al 9 y en la segunda, los números en letras. Además, se define otra matriz con los números de acuerdo con su posición dentro de la cifra. De esta forma, la cifra se da a partir del dígito más la posición, contada de derecha a izquierda (véase la tabla 2.1). La solución número dos es más eficaz por varias razones. En principio, no requiere de un espacio de memoria tan amplio. En la primera, para dar respuesta a los números correspondientes de 1 a 100, hay que teclear cien números. Si es un billón, hay que teclear un


8 9

One Two Eight Nine Ten Eleven Hundred Hundred eleven One hundred twelve

1

2

8

9

10

11

100

111

112

n…

7

6

5

4

3

2

1

0

Cifra en letras

Cifra en números

Nine

Eight

Seven

Six

Five

Four

Three

Two

One

Zero

Cifra en letras

Segunda solución

Cifra en números

Primera solución

TABLA 2.1. Algoritmo para los números

4

3

2 > = 20

2

1

Posición

Thousand

Hundred

Ty

Teen

One

Cifra en letras

12

11

Cifra en números

Excepciones

..

Twelve

Eleven

Cifra en letras

2. Operacionalización y metodología 55


5 6

l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to

billón de veces. En el segundo, el procedimiento puede trabajar con las tres tablas compuestas por veinte filas distribuidas en cada una de las tablas. Para aumentar la capacidad de respuesta, solo se requiere agregar una fila en la lista de los nombres de las posiciones. Si bien en el caso del ejemplo se estaría trabajando con los números de 0 a 9000, equivalentes a los grados de libertad de una persona al momento de elegir un número y teclearlo en el computador, el algoritmo tiene la capacidad de responder correctamente a cualquiera de los números y de reaccionar a las variaciones propias de la elección hecha por cualquiera de los operarios de acuerdo con sus determinantes individuales, gustos, número de la suerte, indiferencia, estado mental entre muchas otras posibilidades combinadas o independientes. El algoritmo adquiere la astucia, porque su procedimiento toma a cada uno de los dígitos como elementos únicos y diferenciados de los otros. En este sentido, utilizando la terminología de Taussig, cada cifra es un montaje, un elemento diferenciado de los otros (trazas), en palabras de Derrida. Por otra parte, la cifra se identifica a sí misma por las diferencias entre cada uno de los elementos (dígitos) y las establecidas por la frontera creada a partir de sus características individuales y su colocación en el espacio, en el mismo sentido del secreto planteado por Ariès. En esta vía de análisis, la respuesta se lleva a cabo a partir de la colocación dada y autorreferente y la respuesta se obtiene a partir de la empatía surgida o presente entre la información del algoritmo, su procedimiento y los datos dados para ser analizados. En otras palabras, la tarea del algoritmo se resuelve a partir de las diferencias dadas y contenidas en el número escrito en cifras (presencia). De acuerdo con lo anterior, la relación entre la cifra introducida y el algoritmo no se da desde una implicación, sino desde una verificación de existencia. Así, si la cláusula escrita es (If A = 2 Then) y se lee si a es igual a dos, entonces no se señala un antecedente y un consecuente; por el contrario, se verifica la existencia de A con la característica dos. Desde esta perspectiva, el algoritmo funciona a partir del encuentro y la presencia. Si bien con lo descrito se demuestra más o menos la similitud entre la perspectiva histórica contenida en la memoria viva y la construcción del segundo algoritmo, aún no se ha establecido la forma y la pertinencia de representar el modelo histórico en el ambiente digital. Los autómatas celulares son unos dispositivos computacionales cuya lógica de acción cumple con las características esbozadas para


2. Operacionalización y metodología

el algoritmo número dos. Estos, por ser un sistema abierto, pueden tratar con diferentes modelos; en otras palabras, su lógica de funcionamiento actúa como una plantilla aplicable a diferentes situaciones. Un autómata celular se compone de una rejilla y una serie de reglas a partir de las cuales cambian los estados de las celdas, activados o desactivados. Uno de los primeros y más populares autómatas se llamó El juego de la vida. Creado por J. Cowney, este se compone de tres normas: nacimiento, muerte y conservación. Cada una de las casillas de la rejilla se interpreta como una célula, y las normas se expresan de la siguiente manera: 1. Una célula nace si dos de las células adyacentes están vivas. 2. Una célula pasa a la siguiente generación si tres o más células adyacentes están vivas. 3. Una célula muere si hay menos de dos células adyacentes vivas. Como se ve, cada una de estas normas trabaja con la verificación de la existencia de las células adyacentes. En esta misma lógica, su funcionamiento es discreto y, por lo mismo, los cambios no se hacen en serie; por el contrario, todos actúan en el momento en el cual se llevó a cabo la acción de activación del autómata (véase la tabla 2.2). TABLA 2.2. Representación de un autómata

1

2

3

4

A

5

6

7

8

El valor descrito de A y la célula 5 con respecto de A se obtiene a partir de los valores iniciales de todas las células. El nuevo estado de ellas es el resultado de esos procesos de relación. Este procedimiento es muy importante, porque, al no haber un punto de inicio cuya transformación recaiga sobre el resto, no hay acontecimiento que señale un antes y un después. Es decir, no entraría dentro de un proceso de representación de la historia de acuerdo con modelo hegeliano y estaría de acuerdo con lo propuesto en el modelo histórico de la memoria viva. Volviendo a la forma de las reglas, estas se expresan de la siguiente manera:

57


5 8

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Si la célula es x, y y el estado de la célula x, y es a, b, c… n, cambia el estado a a, b, c… n. El juego de la vida es de los autómatas más sencillos. Se han desarrollado otros autómatas con mayores niveles de complejidad en espacios tridimensionales y se ha llegado al diseño de autómatas cuyas reglas no solo trabajan con las células adyacentes, sino con algunas situadas en otras dimensiones de la rejilla. En las ciencias sociales, se han aplicado para el análisis del tráfico y el desplazamiento, para el estudio de patrones poblacionales, para el análisis de patrones de tejidos indígenas, para simular el desarrollo de ciudades, entre otros. El antropólogo Carlos Reynoso ilustra muchos de estos usos en el libro titulado Complejidad y caos: una exploración antropológica (2006). En este documento, los autómatas se usarán para representar las manifestaciones de la memoria viva, entendida como narración histórica y modelo de acción. Lo anterior es posible por la similitud entre el funcionamiento de los autómatas y la propuesta histórica y porque en ambos se admite y no se exige la superación de la contradicción. En la siguiente figura, se representa la similitud entre ambos modelos (véase la figura 2.5.). El procedimiento para llevar a cabo la representación de la memoria viva en autómatas celulares se basa en los postulados de la lógica modal descritos por Jon Elster en el libro Lógica y sociedad: contradicciones y mundos posibles (2010). Esta lógica se deriva de la lógica formal clásica e introduce dos nuevos operadores: el de necesidad y el de posibilidad. El primero cumple una función restrictiva, cuyo objetivo consiste en establecer los elementos necesarios de una realidad observada. El segundo plantea los cambios posibles del sistema, al introducir algún tipo de variación en los elementos. Estas posibilidades se expresan a través de los juicios contrafácticos. El análisis del sistema, en este caso las manifestaciones de la memoria viva, se lleva a cabo en cuatro pasos: 1) especificación de las demandas, 2) definición de los estados posibles que satisfagan todas las demandas, 3) identificación de las características comunes a todos los estados posibles y 4) planteamiento de los juicios contrafácticos. En el primer momento, la palabra demanda no se entiende como objetivo o finalidad; se interpreta como la puesta en escena y su despliegue. En el caso del vendedor de la guitarra, la demanda de su presentación consistió en la conjugación de unas trazas (montajes), cuya relación produjo


2. Operacionalización y metodología

FIGURA 2.5.

Comparación

en los pasajeros un conjunto de emociones y de pensamientos, aunque le hayan dado dinero o no cuando lo solicitó. La demanda se entiende, entonces, como la delimitación de los montajes (trazas) identificados en la puesta en escena. Para su representación, en los autómatas celulares, estos pueden tomarse como variables. En la segunda instancia, a las trazas-montajes (variables) se les añaden los estados S, entendidos como aquellas variaciones sufridas por la traza-montaje propios de su condición. El análisis tiene como objetivo identificar los estados de las trazas-montajes dados simultáneamente con relación a la demanda. En este contexto, la ocurrencia simultánea es muy importante, porque se trata de observar cómo en la presencia de los estados se construye una imagen y con ella, una demanda. El tercer momento, identificación de características comunes, consiste en la construcción de las relaciones de existencia entre los estados de los elementos. Al no haber relaciones de causa-efecto, las relaciones de existencia permiten la presencia de la contradicción, hacen evidente la diferencia y permiten la emergencia de nuevas realidades, de nuevas demandas, de nuevos significados. En otras palabras, esto permite el cuarto momento: el planteamiento de los juicios contrafácticos y el surgimiento de mundos posibles.

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201



Además de reconocer las manifestaciones de este tipo de narrativa, el libro ofrece al lector la formalización de los modelos de conocimiento y acción contenidos en los relatos, a través del uso de los lenguajes artificiales y de los autómatas celulares. Esto se constituye en un aporte para otros campos, pues permite trasladar y usar esos modelos en otros contextos –como la educación, la organización y la información–, y para el estudio del conflicto colombiano, al reconocer estas narrativas como parte del conocimiento cultural que la sociedad produjo durante las décadas en que este tuvo lugar.

Jaime Alberto Montaña Domínguez ·

La Vicerrectoría Académica y la Editorial Pontificia Universidad Javeriana reconocen en esta colección los trabajos de investigación de las maestrías y doctorados con calificación summa cum laude, con el objetivo de fortalecer la divulgación académica y científica de la Pontificia Universidad Javeriana y así ampliar los límites del conocimiento.

La narrativa histórica como amuleto hace un acercamiento a los relatos de algunos habitantes del barrio Suba-Rincón de Bogotá que se vieron obligados a dejar sus lugares de origen por la violencia o por la necesidad de buscar mejores condiciones de vida. Desde la perspectiva de la memoria viva de Diana Taylor, se apuesta por una narrativa histórica diferente a la tradicional, con una lógica que se funda en la estética, las palabras y las puestas en escena. La memoria viva se presenta, entonces, como una alternativa de acción y conocimiento para enfrentar la impunidad y las nuevas condiciones de vida producidas por el desplazamiento.

La narrativa histórica como amuleto

Colección Laureata

Jaime Alberto Montaña Domínguez

Jaime Alberto Montaña Domínguez

LA NARRATIVA HISTÓRICA COMO AMULETO Manifestaciones de la memoria viva en Suba-Rincón, Bogotá

Estudió Antropología en la Universidad de los Andes, hizo la Especialización en Filosofía de la Ciencia de la Universidad El Bosque y realizó la Maestría en Literatura Latinoamericana y el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana. Al finalizar sus estudios de maestría y doctorado, recibió la Orden al Mérito Académico Javeriano y el grado summa cum laude. Entre sus publicaciones, se destacan los libros titulados De la mala muerte a la vida, ensayos sobre la cultura (2003) y Catorce vueltas tiene el camino (2012), además de algunos artículos científicos. Se ha desempeñado como docente universitario en la Pontificia Universidad Javeriana y en la Universidad del Rosario. Como profesor asociado del Departamento de Humanidades y del programa de Ingeniería de Sistemas de la Universidad El Bosque, ha desarrollado la línea de investigación denominada “Algoritmos culturo-inspirados”. En ella, se ha dedicado a plantear modelos computacionales basados en la interpretación de categorías culturales, a través de la fusión de los lenguajes artificiales con la literatura y la lógica modal.

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