El elefante que veis se llama Aurelio y vive en la selva. Aunque solo tiene tres años, es grande como un camión pero blandito como el algodón y, además, le encanta comer jamón. ¿Sabéis que el elefante Aurelio nunca, nunca se enfada por nada? ¿No os lo creéis? Os lo aseguro. Su madre le decía: -Aurelio, bonito, tráeme un bote de tomate frito. Y el elefante corría y se lo traía. -Tráeme más pan –le pedía su hermano Genaro. Él obedecía y hacía lo que le pedían, jamás se enfadaba ni protestaba por nada. Un día, nuestro amigo el elefante encontró un gran bocata de jamón justo delante de la televisión, pero antes de que pudiera hacer nada, ñam, ñam, el bocata había desaparecido, su hermano se lo había comido. ¿Sabéis qué pasó? Pues por primera vez el elefante que nunca se enfadaba, se enfadó, y vaya si se enfadó. Se puso rojo como un tomate, los ojos abiertos como platos y de la trompa le salió un sonido que retumbó por todas partes: prrrrrrrrrrrr. Se tiró al suelo, pataleó y se llenó de barro hasta las orejas. Tanto jaleo armó que todos los animales de la selva se asomaron para ver qué había pasado. -Aurelio –le decía la elefanta Melva, la más anciana de la selva-, si tú nunca te enfadas. Todos le preguntaban qué le pasaba, pero Aurelio no contestaba, sólo hacía ¡hip!, ¡hip! El pobre elefante, de tanto gritar y llorar, no podía hablar. Menos mal que su mamá, que era muy lista, se sentó con él y lo abrazó con su enorme trompa. Aunque tardó un ratito, al final Aurelio pudo hablar bajito: -Mi jamón. Cuando Aurelio se calmó, su mamá le dijo: -No debes enfadarte, todo tiene solución. Hay que hablar para resolver los problemas. Al final, le dio dos regalos muy importantes: un bocata de jamón y un beso muy grande de elefante.
OBJETIVOS: En este cuento se habla del enfado y de la rabia. A esta edad, el enfado puede aparecer como una rabieta. De la mano del protagonista se enseña a los niños y niñas a resolver situaciones que producen esta emoción a través del diálogo: -Enseñarles a identificar el enfado en sí mismos y en los demás. -Reconocer expresiones de enfado. -Desarrollar destrezas y habilidades para afrontar nuevas situaciones de enfado. -Enseñarles a no negar esta emoción sino a expresarla de un modo correcto. -Enseñarles a ver el aspecto más favorable de los acontecimientos (si somos optimistas nuestras acciones serán más eficaces). -Hacerles ver que las emociones negativas les hacen daño a ellos mismos (el enfado, los celos, la indiferencia…). -Enseñarles a convertir una emoción negativa en una positiva. -Transmitirles pensamientos positivos: estamos mejor si no nos enfadamos por tonterías, si buscamos otra solución antes de recurrir al enfado.