¿Conocéis a Godofreda? Es una vaca muy graciosa. Tiene manchas de colores y la boca toda rosa. Come hierba de desayuno, merienda y cena. Luego, se tumba al sol y se pone morena. Godofreda es muy feliz con sus gafas de sol sobre su nariz. Pero una mañana, ¿qué diréis que pasó? Pues que llovió. Y Godofreda, cuando se despertó, pensó: “¿pero bueno, esto qué es?¡Me estoy mojando los pies!. Caían tantas gotas que la vaca tuvo que ponerse un gorro y unas botas. Así pasó mucho rato esperando bajo un árbol con su amigo el caracol hasta que saliera el sol. A la hora de la cena, a Godofreda le empezó a entrar un poco de pena. “¿Y si nunca para de llover?”, lloraba Godofreda. “Nunca volveré a comer. Me moriré de hambre, me quedaré flaca como un alambre”. ¡Cuánta tristeza tenía! ¡Qué penita madre mía!
-No te pongas tan triste Godofreda, en un ratito volverá a salir el sol. Además tienes aquí a tu amigo –le decía el caracol-. En vez de llorar, mientras esperamos, si quieres podemos jugar. Godofreda lo pensó y la cabeza se rascó. -Pues igual tienes razón –dijo la vaca entre sofocos. ¡Ptrrrrrrrr!, Godofreda se sonó los mocos. Jugaron al veo-veo, a adivina-adivinanza … Mientras jugaba con du amigo, a la vaquita la pena se le hizo pequeñita. La lluvia paró y un enorme sol salió. Godofreda salió pitando y este cuento se acabó.