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El poder del pensamiento en tiempos de posmodernidad
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Por Abg. MSC. Lackshmir Ann Hamid @coach_lackshmirann
El hombre a través del tiempo ha generado cambios que han enmarcado la época con diferentes denominaciones, determinándose la posmodernidad o posmodernización para designar generalmente a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, que se extienden hasta hoy, definidos en diversos grado y maneras por su oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna. Es oportuno indicar, que en sociología en cambio, los términos posmoderno y posmodernización se refieren al proceso cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, identificado a principios de los años setenta.
En tal sentido, se debe decir que el pensamiento tiene un poder espiritual, es el más grande de los poderes que el hombre tiene a su disposición. De allí que el mundo actual en su estado presente es simplemente, el resultado del pensamiento colectivo de la humanidad, cada país en su estado presente, ya sea de paz y prosperidad, o miseria, crimen y anarquía, es el resultado de su pensamiento como país. Y cada individuo es como es, y su vida es lo que es y las circunstancias que lo rodea son como son, simplemente como resultado de sus pensamientos.
En lo que el hombre piensa se convierte, lo que un hombre piensa se vuelve un manantial de fuerza que alimenta todas sus acciones, aquello que el hombre piensa atrae hacia él las circunstancias y los ambientes donde actuará, lo que el hombre piensa decide si será feliz o desgraciado, tendrá éxito o fracaso, será afortunado o desafortunado, tendrá prosperidad o será presa de la pobreza. Lo que un hombre piensa puede hacerle triunfar o favorecer su fatalidad, puede hacerlo marchar hacia un glorioso destino, es ver a un hombre con la convicción de la ley y su cumplimiento o convertirlo en un proscrito sin rumbo. Realmente, no hay límite para el poder del pensamiento, es el poder que distingue al hombre del bruto, es el poder por el cual podemos ascender hacia Dios. Este puede traerte victoria o el fracaso en la batalla de la vida. Es el poder que te puede dar la posibilidad de una realización más elevada, es aquel poder que posees para sortear las dificultades. Para nuestro progreso debemos tener perpetuidad efímera de pensamiento anulado. Nuestra realidad la podemos ver escabullirse por los recónditos sitios oscuros de nuestro cronómetro del poder de nuestras labores, que nos lleva a un constante encuentro entre cosas que son modernas y que la tecnología posmoderna arropa en ese devenir diario. El ver ese constante apuro que lleva el hombre a un no sé qué, cuando aún no termina el que, hoy se respira una cultura de la insignificancia. Estamos enfrentados a un pensamiento reflexivo que permite la manipulación financiera, a la especulación racional y emocional. Estamos en una vertiente donde: “Nuestro” tiempo dio un paso al costado, se dejó avasallar por los sinsentidos y las nimiedades.
Podemos observar una sociedad en total compulsión por ser sujetos descremados, llenos de pocas razones e infinidad de deseos. Es como que permitieron anidarse en su psiqui, invadiendo estos su pensamiento. Por esto no podemos dejar de percatarnos de lo que se sufre. Actualmente asistimos a un tiempo de indefensiones e indiferencias. Estamos en un mundo donde se está compartiendo un tiempo ilusorio, donde estamos coincidiendo con universos sociales y culturales. Lamentando mucho el tiempo de hoy está en tendencia a ocultar el ayer. Tristemente la historia adormece en los grandes cajones de la historia y todo queda en la rememoración. En ahí que en estos tiempos de cambio encontraremos superficies insípidas, atravesadas por el tiempo de la noche, hay hombres y mujeres que escuchan y ven lo que el otro es, lo que otro necesita.