La Danza infinita

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LA DANZA INFINITA Universos en expansión MARÍA FERNANDA RODRÍGUEZ


Rodriguez, María Fernanda La danza infinita : universos en expansión / María Fernanda Rodriguez. - 1a ed ilustrada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : María Fernanda Rodriguez, 2019. Libro digital, Amazon Kindle Archivo Digital: online ISBN 978-987-86-1908-8 1. Danza. I. Título. CDD 792.802

© 2019, María Fernanda Rodríguez Imagen de tapa aguafuerte original: MARA SÁNCHEZ Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


A Matías, pequeño-gran Maestro... su alegría, delicadeza y amor me permitieron descubrir la belleza de la Vida que danza en mi y expresarla en palabras! A Patricia, mi terapeuta, su Presencia, apoyo y confianza, me animaron a seguir siempre adelante… A Viviana, Ángeles, Martín, Olga y Julieta… tan presentes en mis talleres, compartiendo descubrimientos íntimos y profundos, aprendiendo de ellos! Y a ese “bailarín” que despliega su más bella danza en el interior de cada uno de nosotros…


ÍNDICE

PRÓLOGO

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QUIÉN SOY EN ESTE MOMENTO DE MI VIDA

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AGRADECIENDO

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CAPÍTULO 1. LA MAGIA Y EL MISTERIO DE DANZAR ARQUETIPOS, SÍMBOLOS Y MITOS. El sentido profundo del movimiento

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CAPÍTULO 2. UNA DANZA DE DIOSES y PENSAMIENTOS. La bailarina de pies ligeros

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CAPÍTULO 3. LA DANZA REFLEJO DEL ALMA Y CREACIÓN. El cuerpo que habitamos: imágenes en movimiento

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CAPÍTULO 4. DANZANDO EN PROFUNDA CONCIENCIA. El cuerpo que habitamos: memoria en movimiento

23

CAPÍTULO 5. LA DANZA: PULSO y CREACIÓN. El cuerpo que habitamos: sonido y movimiento

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CAPITULO 6. DANZANDO CON EL CORAZÓN ABIERTO. El cuerpo que habitamos: emociones en movimiento

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CAPÍTULO 7. DANZAR CON LAS ALAS DEL ALMA. El cuerpo que habitamos: sensaciones en movimiento

34

CAPÍTULO 8. DANZA Y SONIDOS ANCESTRALES. El cuerpo que habitamos: impulso y vibración

38

CAPÍTULO 9. LA DANZA DEL ENCUENTRO. El cuerpo que habitamos: acuerdos y desacuerdos

45

CAPÍTULO 10. EL PODER QUE LA DANZA OTORGA. El cuerpo que habitamos: fortalezas y resiliencia

50

CAPÍTULO 11. CUANDO “SOMOS DANZADOS” POR UNA PROFUNDA fuerza. El cuerpo que habitamos: impulso y resistencia

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CAPÍTULO 12. DANZA, AGUJEROS NEGROS Y ESPACIOS VACÍOS. El cuerpo que habitamos: energía vital y movimiento

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CAPÍTULO 13. DANZANDO NUESTRAS SOMBRAS. El cuerpo que habitamos: libertad y creación

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CAPÍTULO 14. DANZA, FORMA Y MELODÍA. El cuerpo que habitamos: movimiento y pasión

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CAPÍTULO 15. DANZANDO EL CAOS. Incertidumbre y creación.

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CAPÍTULO 16. DANZAR ABRIENDO CAMINOS. Entrega y pasión

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CAPÍTULO 17. DANZAR EL TIEMPO QUE COMIENZA. Vacío y Plenitud

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CAPÍTULO 18. RE-NACER A TRAVÉS DE LA DANZA. La Vida que comienza

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CAPÍTULO 19. DANZAR HACIA EL “CENTRO”. El origen y el tiempo

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CAPÍTULO 20. COLOR Y VIBRACIÓN EN LA DANZA. Fuerza creativa

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CAPÍTULO 21. LA DANZA DE LOS ARCANOS. Sabiduría ancestral

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CAPÍTULO 22. TRAYECTORIAS Y HUELLAS DE LA DANZA. Presencia en movimiento

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CAPÍTULO 23. DANZAR HACIA UN MUNDO NUEVO. Entre el Cielo y la Tierra

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CAPÍTULO 24. DANZAR EL RITMO y EL PULSO DE LA VIDA. Universos en movimiento

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CAPÍTULO 25. DANZAR CON PASIÓN Y ENTREGA. La energía del misterio

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CAPÍTULO 26. DANZA Y “SENSACIONES SENTIDAS”. Nuestro cuerpo visible e invisible

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CAPÍTULO 27. DANZAR ABRIENDO NUEVOS CAMINOS. Recuerdos y Anhelos

147

CAPÍTULO 28. LA DANZA DEL UNIVERSO. Sinfonía compartida

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CAPÍTULO 29. EL RITMO DE LA VIDA. Danza de Otoño

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CAPÍTULO 30. RECUERDOS PINTADOS EN LA PIEL (Parte I). Las huellas del alma

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CAPÍTULO 31. RECUERDOS PINTADOS EN LA PIEL (Parte II). Territorios y formas de nuestra historia de vida

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CAPÍTULO 32. LA DANZA COMO EXPRESIÓN DE LA VIDA. Retomando el camino de la belleza y la armonía

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CAPÍTULO 33. LA DANZA QUE DESPIERTA “PUNTOS MUERTOS”. Encuentros en el cuerpo con fuerza y pasión

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CAPÍTULO 34. TESOROS SUMERGIDOS Y FUERZAS QUE NOS DANZAN. El Universo interior en expansión

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CAPÍTULO 35. DANZAR Y JUGAR. La magia de la Vida

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CAPÍTULO 36. DANZAR, IMPROVISAR Y CREAR. Jugando con las formas. Danza y Focusing

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CAPÍTULO 37. LA DANZA INFINITA. Nuestro cuerpo en comunión con la Tierra y el Universo

215

CAPÍTULO 38. ¡DANZAR!. Movimiento, forma y belleza

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CAPÍTULO 39. DANZAR PARA CREAR. Movimiento e improvisación

224

CAPÍTULO 40. TIEMPO DE CELEBRACIÓN. Agradecer, concluir y comenzar

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EPÍLOGO

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CAPÍTULO 41. DANZAS, MITOS y RITUALES. Cuando la danza echa profundas raíces en el tiempo

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REFERENCIAS CITADAS

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PRÓLOGO

Ante todo, deseo que estas reflexiones reflejen mi pasión por la danza y animen a muchas personas a explorar este maravilloso camino a través del movimiento, porque somos parte del movimiento eterno del Universo y no hay modo de concebir la Vida en su ausencia. Si bien me apoyo y recurro a la lectura de diferentes autores, cada capítulo surge especialmente de profundas experiencias, tanto a partir de los talleres que coordino como de todo lo recibido en diferentes entrenamientos, cursos, talleres y clases durante los últimos 11 años. Este libro comienza a gestarse en el año 2014 junto con mi página web en la que fui compartiendo distintos Newsletters acerca de variadas reflexiones en torno a la danza, incluyendo los sonidos armonizadores y otros temas de interés, tales como el Enfoque en el cuerpo o Focusing y su encuentro con la danza. Estos Newsletters, fruto de las diferentes experiencias vividas y asimiladas durante este tiempo, se transformaron en los capítulos que hoy dan forma a este libro. Pensé primero darles un orden de acuerdo con los temas que tratan, pero luego valoré la posibilidad de presentarlos tal como se fueron gestando, según el momento y la situación particular que transcurría. Asimismo, en algunos capítulos retomo temas e, intencionalmente, reitero algunos conceptos o ideas con el fin de que quienes lo deseen, puedan leerlos independientemente, es deciir, sin seguir el orden y la secuencia que el libro propone. El contenido de estas páginas profundiza en la danza consciente y quiero hacer una breve introducción acerca de ésta. Se trata de una danza libre, sin coreografía alguna, que constituye un camino de reflexión y autoconocimiento a través del movimiento no pautado que surge de nuestro interior como modo de expresión de sensaciones, emociones, sentimientos y pensamientos. Un poco de historia, citando algunas de las pioneras, nos permitirá adentrarnos en el modo en que esta danza va surgiendo y se desarrolla. En los tiempos de post-guerra utilizar la palabra como modo de expresión resultaba casi imposible ya que los traumas muy grandes, tales como aquellos que surgen en situaciones límites nos dejan sin palabras. Entonces, el movimiento fue el único camino…el movimiento y luego la danza. Esta fue la idea de Marian Chace al comenzar a desarrollar en el Este de los Estados Unidos su programa de Danza para la comunicación en el año 1945. Propone entonces el concepto de empatía kinestésica, el cual se refiere a la posibilidad de reflejar a través de su propia actividad muscular aquello que percibe en el movimiento y en el cuerpo del otro con quien logra una conexión (Sandel et al. 1993). Otra de las pioneras fue Mary Whitehouse quien retoma y lleva a la práctica, en la década de 1950, la Imaginación activa propuesta por Jung en el año 1916, creando el Movimiento en profundidad llamado luego Movimiento auténtico. Esta autora denomina auténtico al movimien7


to simple e inevitable que se da especialmente en la improvisación (Whitehouse 1956, 1979). Luego, Anna Halprin produce una ruptura en la danza moderna tornándose pionera de la danza post-moderna. A fines de la década de 1950 inicia una transformación en el concepto tradicional de danza como manifestación artística y traslada esta disciplina desde la categoría exclusiva de arte de performance al contexto de danza como arte de sanación. En el año 1971 le diagnostican cáncer y a partir de ese momento comienza a trabajar en una intensa experiencia corporal personal que luego compila y documenta como The Five Stages of Healing (Halprin 1975). Es fundamental también el aporte de Liljan Espenak (1981) quien formula la existencia de emociones básicas y propone trabajar a partir del pulso, la melodía y la imagen que resulta de las dos primeras en relación con el cuerpo, la emoción y la mente respectivamente. Por otra parte, Gabrielle Roth crea una danza extática a la que denomina Danza de los 5 Ritmos. Para Roth (1989, 1997, 2004) la primera tarea chamánica consiste en liberar el cuerpo para experimentar el poder del ser porque sólo cuando se lo habita es posible iniciar un viaje sanador. Existen en cada persona cinco ritmos sagrados que constituyen la esencia de un cuerpo en movimiento: fluido, stacatto, caos, lírico y quietud, todos juntos forman parte de un camino de exploración extático y meditativo que denomina “ola”. Siguiendo este camino, Vinn Arjuna Martí es el creador de Soul Motion, el movimiento del alma. Arjuna propone distintos paisajes relacionales a transitar en la danza: danza íntima o danza del descubrimiento, danza en comunión o danza del diálogo, danza en comunidad o danza de la diversidad y, por último, danza infinita o danza de la divinidad. Las plataformas en las que apoya su propuesta son: presencia en la pausa, orientación orbital y eco inspiración (Soul Motion Field Guide 2017-2018). Durante este lapso, a partir de la postguerra hasta nuestros días, algunos seres comenzaron a sentir y a vivir la danza de un modo diferente: ese modo que hoy nos lleva muy adentro y nos libera, sana heridas y permite gozar la vida de un modo más pleno. Estas diferentes propuestas serán retomadas en los siguientes capítulos. La danza es la forma de expresión más bella del cuerpo en movimiento, siguiendo su propio latido, su pulso, el impulso interno, así como también, el ritmo de la música. Los invito a dejar entrar especialmente todo aquello que resuene muy adentro y a danzar de su mano la danza infinita, la danza del alma que el cuerpo encarna…

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¿Quién soy en este momento de mi vida? Mi nombre es María Fernanda Rodríguez y quiero contarles, honrando y agradeciendo la base sobre la que construí esta nueva etapa, que soy Arqueóloga (FFyL) y me doctoré en Ciencias Biológicas (FCEN), en la Universidad de Buenos Aires. Trabajo en el CONICET como Investigadora independiente hace ya varios años. Previamente, obtuve becas internas en dicha Institución y una beca externa del Smithsonian Institution, Washington DC, EEUU, que me permitió desempeñarme en el National Museum of Natural History. Si bien mis investigaciones se enmarcan en la Arqueología, profundicé también en la Antropología del Cuerpo realizando el análisis del movimiento y las danzas en relación con los rituales del mundo andino y sus raíces en los mitos, a través de seminarios de postgrado y materias afines en la Universidad de Buenos Aires. Todo esto se encuentra plasmado en distintas publicaciones científicas y de divulgación. En el área de Educación, me desempeñé como docente de la Universidad de Buenos Aires hasta el año 2005 y en el Magister de la Universidad de Tarapacá y Universidad Católica del Norte, Chile, en el año 2003, siendo profesora invitada en la actualidad. Asimismo, integro como miembro docente la Carrera de Doctorado de la Universidad Nacional de La Plata. Sin embargo, nos vamos recreando a través del tiempo y a menudo volvemos a nacer, nos auto-gestamos con el auténtico derecho de ser y de hacer aquello que más deseamos, una y muchas veces. De este modo, en el año 2008 comencé a recorrer un nuevo camino, paralelo a mi profesión original: la danza, acompañada de otras formas de exploración personal. Mi trayectoria fue variada… empecé a transitarla con los 5 Ritmos (5Rhythms) creada por Gabrielle Roth (en Buenos Aires y en EEUU), bellísima danza extática que me permitió sumergirme muy adentro y descubrir la maravilla del movimiento en mí. Luego, Flow dance, Open Floor (capacitaciones en Buenos Aires con Marisu Rimoldi) y el postgrado de Danza-Movimiento-Terapia en la Universidad CAECE que sin duda me permitió sistematizar, encauzar, hacer propias las distintas formas y encontrar mi propio modo. Más reciente es mi exploración en la danza Butoh, dentro de la propuesta de Rhea Volij, que me llevó más hondo, con una profundidad que no imaginaba. Por otra parte, incursioné en dos líneas como parte de mi exploración: TaKeTiNa, El poder del Ritmo, a través de un taller dictado por su creador, Reinhard Flatischler y la “Danza del Vajra” en la comunidad Dzogchen, Tashigar Sur, Córdoba. Actualmente, también soy practicante de Tai Chi en “ConCiencia Tai Chi” dirigida por Adriana Vellegal en Buenos Aires. 9


Quiero dedicar especial atención a este “camino” que inicié en diciembre de 2016: Soul Motion con Vinn Arjuna Martí, quien impartió un workshop en Buenos Aires. Este fue el primer paso y el impulso para comenzar el Training en octubre de 2017 con Vinn Arjuna, Aletia Álvarez, Michael Molin-Skelton y Winky Wheeler en Madrona Mindbody Institute, Port Townsend, Washington, EEUU, en donde me certifiqué en abril de 2019 como maestra de Soul Motion. Asimismo, con el fin de profundizar en distintos aspectos del ser humano, realicé durante los años 2016-2017 la formación en Focusing o Enfoque en el cuerpo con Fernanda Acuña y Patricia Viaño (con quien además estoy transitando mi camino de terapia personal hace ya cinco años) obteniendo el Certificado de Especialización en Focusing. Este Enfoque en el cuerpo se encuentra con la danza, especialmente Soul Motion, para honrar y explorar lo más profundo del cuerpo que habitamos y fue mi deseo que ambas -Danza y Focusing- se encuentren y resuenen muy adentro. A esto se suman, en años anteriores, seminarios de Psicología Transpersonal realizados en el Centro Transpersonal de Buenos Aires, correspondientes al Programa de Formación y Entrenamiento en Psicología Transpersonal. En relación con los sonidos armonizadores y su función terapéutica, fui formándome a través de cursos y talleres en distintos sistemas de armonización a través del sonido: Gong Master Training con Don Conreaux, Sistema de armonización biosónica con cuencos de cuarzo con Marcelo Pietraccone, Didgeridoo - respiración circular, con Andrés Saggio y percusión (talleres en Salvador de Bahía, Brasil y en Ghana, África; los últimos complementados con clases de danzas locales). Por otra parte, estudié Chamanismo Transcultural en la Fundación de Estudios Chamánicos de Michael Harner (Argentina), en donde realicé cursos y talleres con Gerardo Roemer y Alicia Luengas Gates, así como también talleres de máscaras y sonajas liderados por Alejandra Soto dentro del marco de la misma Fundación. También, deseo citar distintas prácticas de meditación que llevé a cabo, profundizando en Raja-Yoga en Brahma Kumaris World Spiritual University en la Argentina y en India. Participé además en el Monkchat Meditation Retreat en Wat Suan Dok, Chiang Mai, Tailandia (meditación Vipassana y otras técnicas del Budismo). Para completar estas prácticas, realicé el Programa de ocho semanas en “Visión Clara” sobre Mindfulness, así como también y en otra línea, un seminario sobre Creatividad impartido por Silke, ambos en Buenos Aires. Por último, en relación con el lenguaje corporal en un sentido más amplio, comencé a explorar hace unos años, pero desde el año pasado sistemáticamente, el lenguaje no verbal de los caballos. Este bello camino se desenvuelve en "Pacagua", de la mano de Gabriela Abram, a través de talleres, cursos y sesiones individuales. Nuevos espejos... seres que reflejan nuestras emociones en un su propio lenguaje que el cuerpo expresa. ¡Inmensas enseñanzas de un nuevo camino que estoy empezando a recorrer!

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Y como a veces es necesario poner una o dos palabras que sinteticen, quiero decirles que en relación a la danza, soy danza-movimiento-terapeuta (2013, Buenos Aires) y maestra certificada de Soul Motion (2019, EEUU). Pero en mis talleres y clases confluyen y están muy presentes todos los caminos recorridos que, sin duda, dejaron huellas en mi cuerpo y en mi alma, y es mi deseo honrarlas siempre. Para finalizar, sólo decir que es en el encuentro de estos caminos donde quiero dejar huellas. Hoy comparto mi experiencia agradeciendo a quienes me enseñaron a transitar estas sendas. Nos vamos re-creando a través del tiempo y a menudo volvemos a nacer, nos auto-gestamos con el auténtico derecho de ser y de hacer aquello que más deseamos, una y muchas veces. Y entonces, soy quien danza y también quien contempla y es parte de esta hermosa encrucijada en el encuentro de caminos. Sendas que penetran en mi cuerpo hasta hacerlo memoria viva, caminos que encarnan en mí: la danza, el sonido y el Enfoque en el cuerpo que propuso Gendlin en el año 1962. Todo ellos revelan, quitan el velo a lo invisible, aquellas vivencias que quedaron escondidas en lo más profundo del ser y encierran, sin duda, riqueza: ¡como un tesoro en el fondo del mar que espera ser visto, rescatado y valorado!

Septiembre, 2019 María Fernanda Rodríguez

www.cuerposquedanzan.com.ar

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Agradeciendo Deseo decir GRACIAS a todos los que me acompañaron y me acompañan en este tramo del camino, muy especialmente, a quienes son parte de los talleres que coordino, porque cada uno me permite aprender, crecer, descubrir... re-crear y transmitir lo que siento por la danza de un modo diferente. Recordando los primeros pasos de esta etapa, están muy presentes Andi Kohen y Leo Mazzuchelli, quienes me abrieron las puertas de este “mundo nuevo”... con ellos aprendí a escuchar y a sentir los sonidos más sutiles y a gestar la posibilidad de danzar con el alma. Mi profundo agradecimiento a quienes se animaron a trazar caminos hacia el ser, hacia el verdadero sentido de la vida, como un valioso regalo… increíbles mujeres que danzaron las emociones y los sentimientos más profundos con todo el cuerpo: Marian Chace, Mary Withehouse, Anna Halprin, María Fux, Gabrielle Roth, entre otras. Y muy especialmente a todos aquellos que aceptaron esta magnífica herencia y la actualizan día a día. Comienzo por la danza… A Vinn Arjuna Martí, Aletia Álvarez, Michael Molin-skelton y Winky Wheeler (Soul Motion), Maralia Reca (Postgrado en Danza-Movimiento-Terapia), Marisa Cheb Terrab y Kelly Satz (Flow dance y 5 Ritmos), Lori Saltzman y Marisu Rimoldi (Open Floor, EEUU y Argentina), Ana Laura Osses (Danza Butoh). Y continúo con Focusing: Patricia Viaño y Fernanda Acuña, Focusing transpersonal e integral respectivamente. Un Gracias muy especial a Patricia, mi terapeuta, con quien recorrí los últimos cinco años y sigo en camino, por su estímulo permante y su enorme confianza en mi! A mis maestros de sonidos armonizadores: Don Conreaux, quien me despertó de un largo sueño con el maravilloso sonido del Gong: ¡tan bello y profundo! A Marcelo Pietraccone con los cuencos... mi primer cuenco y ese sonido que llegaba (¡y llega!) hasta la célula más chiquita. A Gerardo Roemer por acompañarme en esos “viajes” con tambores a lo más profundo de la Conciencia: propia y del mundo. A Gabriela Abram y a su querida manada de caballos, por recibirme cálidamente y enseñarme tanto acerca de las emociones, los vínculos, los sentimientos, los deseos y los sueños... ¡con toda la fuerza que el presente nos otorga! Por último, quiero agradecer a Mara Sánchez, amiga de muchos caminos recorridos y autora de la tapa de este libro. A todos ellos, seres apasionados: ¡GRACIAS por haber tocado mi alma dejando huellas en mi cuerpo! ¡GRACIAS por animarme a honrar la Vida que fluye en mí, danzando!

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CAPÍTULO 1

LA MAGIA Y EL MISTERIO DE DANZAR ARQUETIPOS, SÍMBOLOS Y MITOS El sentido profundo del movimiento

El verdadero trabajo interno surge cuando un hombre comienza a observarse a sí mismo George Gurdieff

Cuando danzamos nos encontramos a menudo con el “misterio”, aquello no comprendido aún, que nos fascina por momentos y nos asusta a veces. Entonces, la magia del movimiento nos lleva a develarlo explorando lo más profundo de nuestro Ser. La danza surge de un lugar muy interno: por momentos nos movemos y otras veces “somos movidos” por todo aquello que nos habita.

Arquetipos, símbolos y mitos Jung (1995) sostenía que toda persona puede redescubrirse en profundidad y llegar incluso a conocer sus peculiaridades simbólicas a través del camino que denominó Imaginación activa en el año 1916. Se trata de un método para asimilar contenidos inconscientes a través de alguna 13


forma de auto-expresión cuyo objetivo es dar “voz” a los aspectos poco escuchados. A través de la misma, es posible reconstruir la propia historia partiendo de imágenes simbólicas y arquetípicas. Los arquetipos son para Jung tendencias a formar representaciones de un motivo, las cuales pueden variar pero sin perder su modelo básico. Estas adquisiciones no son individuales, sino comunes a todos los seres humanos. Se presentan como ideas e imágenes, manifestándose a nivel personal a través de sueños o fantasías y a nivel colectivo como características culturales, tales como los mitos y el arte (Jung 1995, 1999). Los principales arquetipos son: ánima, ánimus, héroe, persona, sombra y sí mismo (Jung 2002). El símbolo en cambio es la mejor expresión de algo desconocido. Hay dos tipos de símbolos: naturales y culturales. Los primeros derivan de contenidos inconscientes de la mente y representan un gran número de variaciones de las imágenes arquetípicas esenciales, tales como ideas e imágenes que aparecen en los relatos antiguos. Los símbolos culturales se van transformando e incluso pueden pasar por un proceso de mayor o menor desarrollo consciente y transformarse en imágenes colectivas aceptadas socialmente (Jung 1995).

En síntesis, los arquetipos son manifestaciones inmediatas del inconsciente colectivo mientras que los símbolos son las imágenes arquetípicas en su proceso de acercamiento a la conciencia. Entrelazando ambas ideas, los mitos son la formulación colectiva de un proceso simbólico arquetípico que se presenta adaptado a la visión que cada pueblo tiene acerca del mundo y la realidad (Jung 1995, 1999). Y es así que los grupos humanos que aún hoy conservan sus tradiciones danzan para celebrar rituales, dando vida a los mitos con sus arquetipos y símbolos.

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Actualizando sueños y mitos a través de la danza y el movimiento Mary Whitehouse retoma y lleva a la práctica la Imaginación activa de Jung, creando el Movimiento en profundidad o auténtico en la década de1950: movimiento simple e inevitable que se da especialmente en la improvisación y se reconoce como genuino, inherente a la persona. La esencia de la experiencia del movimiento radica en la idea de moverse y ser movido. Ambas cosas ocurren al mismo tiempo, en el presente, y este es un momento de conciencia total en el cual la persona es consciente de hacer algo y a la vez de que algo le ocurre (Whitehouse 1958, 1979).

Para Whitehouse el movimiento proviene de lo que Laban (1987) denomina impulso interno específico que tiene la cualidad de sensación. Al mismo tiempo, da mucha importancia a las imágenes que surgen en ese momento y sostiene que cuando dichas imágenes están verdaderamente conectadas en la persona, el movimiento es auténtico. Whitehouse (1958) utiliza el término sensación kinestésica para referirse a la información que cada individuo tiene acerca del movimiento de su cuerpo. Esta sensación es realmente consciente cuando la persona encuentra la conexión interna y el movimiento propio que se relacionan con la idea de moverse y ser movida al mismo tiempo; percibir esto último es esencial en este caso.

Y en nuestra danza… Danzamos nuestros sueños, poblados de arquetipos, símbolos y, en ciertos casos, mitos... danzamos nuestra vigilia que es también la expresión visible de los sueños. Entonces, las palabras de Mary Whitehouse cobran un profundo sentido: “somos movidos” por nuestros sueños llenos de contenidos, por nuestras experiencias más íntimas y esenciales que, sin duda, se entrelazan con las de la humanidad de la que somos parte, integrando una red infinita y maravillosa… 15


Danzamos nuestras sombras para sacarlas a la luz, danzamos los distintos personajes/personas con los que jugamos a “estar” en el mundo (por eso a menudo elegimos máscaras para encarnarlos), danzamos el héroe que llevamos dentro y nos impulsa con su valentía para vencer obstáculos e ir hacia delante… a menudo danzamos el ánima o el ánimus, según el caso, es decir las imágenes de lo femenino y lo masculino heredadas del inconsciente colectivo para Jung. Y por cierto danzamos nuestro sí mismo como arquetipo de la totalidad que somos. La danza es la expersión del Ser que trasciende a la persona, supera al ego y ES en el mundo…

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CAPÍTULO 2

UNA DANZA DE DIOSES y PENSAMIENTOS La bailarina de pies ligeros

Solo creería en un dios que supiese danzar F. Nietzsche

Recorriendo la historia de quienes reflexionaron acerca del cuerpo y el movimiento, nos encontramos con Sócrates (470-399 a.C. ¡danzando frente a un espejo! mientras analiza y “piensa” su propio movimiento, mucho antes que Descartes (1596-1650) propusiera su concepción cartesiana dualista, a través del “Discurso del método” (Descartes 1987). Esta concepción nos llevó a imaginarnos divididos en cuerpo - mente por muchos años, como si se tratara de dos partes independientes que se desconocen por completo y actúan en consecuencia. Luego Nietzche (1844-1900) hablaba con su danza de lo más sublime: “(…) Y una vez quise bailar como nunca había bailado aún; quise bailar allende todos los cielos. Entonces ganasteis a mi más querido cantor. Y entonó su canto más lúgubre y sombrío. Ay! Me zumbó en los oídos como el cerno más fúnebre! ...Yo estaba dispuesto para el mejor baile y tu con tus notas mataste mi éxtasis... solo en el baile se yo decir los símbolos de las cosas más sublimes” (Nietzsche 1984: 79) Nietzsche hace una crítica desde la racionalidad socrática desarrollada por Platón hasta la tradición judeo-cristiana, jugando un papel esencial en la revalorización del cuerpo. Su punto de partida es la tragedia griega-antigua y de este modo redefine al sujeto, siendo el cuerpo la energía más grande (Citro 2009). De acuerdo con Citro (2009, 2011), Nietzsche describe un espíritu libre que “danza al borde del abismo”. Elige la voluntad de poder con la que intenta transformar 17


al mundo y esta voluntad es la energía propia del cuerpo que hace que la razón le obedezca y al mismo tiempo no obedece a nadie. Este filósofo sostuvo la necesidad vital de la música y la danza, renovando así la escritura filosófica a través del uso de metáforas. En Zaratustra, Nietzsche se refiere a “las bailarinas de pies ligeros” que danzan contra el “espíritu de la pesadez”. La imagen abstracta de la bailarina que danza es una práctica filosófica. El movimiento del pensamiento lucha contra el espíritu de la pesadez y en este sentido es ligero. La filosofía convoca a la danza identificando allí aquello que anima a la danza misma y entonces el filósofo ingresa en ella (Bardet 2012).´ Además, “(…) es preciso subrayar que la danza es aquí la risa del filósofo, es colectiva, y es la danza de las bailarinas que arrastran al filósofo en su huella sobre el suelo” (Bardet 2012: 34). Nietzsche (1972: 70) “(…) no creería más que en un dios que supiese danzar”… y dice luego: “(…) Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí; un dios es el que ahora danza a través mío. Así habló Zaratustra” (Nietzsche 1972: 71). Y en estas palabras, que nos llegan a través de Zaratus(1) tra , se perciben las relaciones entre la danza y el poder que ésta le confiere al danzante. “La bailarina de pies ligeros” es una de las tantas bellas metáforas que Nietzsche utiliza y se refiere a los pensamientos. Estas metáforas se perdieron en el mundo cartesiano que por mucho tiempo predominó y aún hoy continúa haciéndolo aunque sin ser tan evidente. Sin embargo, la danza nos permite llegar a ese estado de integridad y presencia tan anhelado: nuestro cuerpo danza, nuestras emociones y sentimientos danzan, y también nuestros pensamientos danzan para volverse LIGEROS, como “la bailarina de pies descalzos”. Dancemos desde lo más profundo de nuestro Ser hasta perder la conciencia de estar danzando… entonces: ¡seremos Danza!

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Notas 1- Zoroastro o Zarathustra, profeta persa fundador del zoroastrismo entre los años 700-600 a.C., predicó una nueva religión basada en la adoración de una deidad suprema llamada Aura Mazda u Ormuz (“Señor Sabio”). Era una religión dualista, pues a este dios de la justicia y la verdad se le oponía un espíritu del mal llamado Ahriman. Sus pocos seguidores –parsis– están limitados hoy a Bombay y habrían llegado allí desde Irán cuando por enfrentamientos con los mahometanos se vieron obligados a migrar hacia la India (Filoramo et al. 2000). Zaratustra (nombre castellanizado) fue un profeta extremadamente sencillo que afirmaba la vida por sobre todas las cosas y su religión era de celebración y agradecimiento. Seguramente por esto, Nietzche lo elije como vocero, pero “su Zaratustra” es una creación personal y nada tiene que ver con el verdadero profeta.

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CAPÍTULO 3

LA DANZA REFLEJO DEL ALMA Y CREACIÓN El cuerpo que habitamos: imágenes en movimiento Baila, como si nadie te estuviera mirando… Rumi

Pulso, melodía e imagen Nada más hermoso que poder conocer y tomar conciencia de aquello que nuestra danza refleja y transmite. A menudo, las palabras que otro nos devuelve acerca de nuestra danza, remiten a las imágenes que recibe de nuestro cuerpo en movimiento. Como planteaba Liljan Espenak (1989), del cuerpo nace el pulso que nos mueve, las emociones que nos habitan nos entregan una melodía que nos pertenece y la imagen que reflejamos resulta de las dos primeras: pulso y melodía. Esta o estas imágenes se traducen en palabras o frases, que entonces pueden ser nombradas. En este sentido, el cuerpo es el aspecto físico de la personalidad y entonces el movimiento es la personalidad que se hace visible. Lo importante es la experiencia consciente del cuerpo y del movimiento y entre ambos existen conexiones (Whitehouse 1963). También las emociones se hacen visibles de este modo y otros pueden recibirlas.

Encarnar las emociones en el cuerpo que habitamos El contacto con las emociones es un paso sumamente importante; reconocerlas y encarnarlas para que salgan a la luz con una imagen auténtica. Entramos entonces en el paradigma del embodiment (Csordas 1994) dentro de la fenomenología, según el cual la experiencia corporizada es el punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo (Csordas 1994, 1999). Se trata entonces de encarnar aquello que sentimos, hacerlo carne y reflejarlo. 20


Es fundamental hacer referencia aquí a Husserl (1859-1938), filósofo alemán fundador de la fenomenología trascendental, quien asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene antes de todo pensar y entre cuyos principales seguidores se encuentran Heidegger, Sartre y Merleau Ponty, entre otros. En su obra Meditaciones cartesianas, que reúne las conferencias que dictó en París en el año 1929 editadas por primera vez en 1931, plantea una fenomenología genética (Husserl 2005). Husserl propone describir, no explicar ni analizar, y esta es la primera consiga que daba a la fenomenología incipiente para que vuelva a las cosas mismas. Volver a las cosas mismas, al mundo antes del conocimiento del cual el conocimiento habla y respecto del cual toda determinación científica es abstracta (Merleau-Ponty 1993). Siguiendo a Merleau-Ponty (1993), la fenomenología es el estudio de las esencias, todo se resuelve en la definición de esencia: esencia de la percepción, esencia de la conciencia, entre otras. Sobre la base del pensamiento de Husserl, Merleau-Ponty propone volver a las cosas mismas, a la experiencia real y primordial. Hay dos conceptos clave para este autor: la percepción en tanto comunión con el mundo y la “carne”. El primero implica que el sujeto conoce un cierto medio de existencia o se sincroniza con él. El segundo supone una unidad entre sujeto y cosa; el sujeto no piensa ni analiza la cosa, sino que se trata de una experiencia pre-objetiva. El cuerpo y el mundo se comunican entre sí por la factibilidad de la “carne” sensible que no se desliga del mundo. Su obra descubre de este modo la dimensión pre-objetiva del ser, que es ser-en-el-mundo. Entonces, la percepción del otro que contempla a quien danza no está mediada por la razón, es percepción “pura” que se vuelve hacia las cosas mismas –cuerpo danzando– y sintoniza con él para dar lugar a una experiencia pre-objetiva que no requiere análisis, sino descripción de aquello que el otro refleja. La percepción es comunión con el mundo, representado en este caso por el danzante. Y es nuestro “ser-en-el-mundo” que nos lleva a danzar y reflejar aquello que somos, aquello que sentimos, nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, que con la danza se vuelven más livianos. Entonces, el pulso surge de nuestro cuerpo en comunión con el mundo y las emo21


ciones le imprimen una melodía que nos es propia y se vincula con nuestro Ser y el Universo que habitamos‌

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CAPÍTULO 4

DANZANDO EN PROFUNDA CONCIENCIA El cuerpo que habitamos: memoria en movimiento

Nuestros brazos y piernas están llenos de memoria dormida del pasado Marcel Proust

Cuando somos movidos por “algo” muy profundo. Una experiencia real y auténtica La consigna era llevar la atención al brazo derecho y dejar que se mueva como se movía nuestra madre. Mi brazo derecho realizó los movimientos de mi madre, aquellos que yo había percibido. Luego, lo mismo con el brazo izquierdo, en este caso para los movimientos de mi padre. Advertidas las diferencias o coincidencias, según el caso, el siguiente paso respondió a las siguientes preguntas: ¿cómo se movían juntos? ¿qué movimientos surgían o surgen de ambos? ¿cómo es mi movimiento a partir de sus movimientos? Mi experiencia puede describirse de este modo. El brazo derecho comenzó a pesarme, a pesar de que soy diestra, aún antes de saber que iba a representar a mi madre. Luego, con la consigna planteada, comenzó a moverse lentamente, como atrayéndome y alejándome; el movimiento fue pesado y muy denso. Luego, el izquierdo apareció en escena mucho más liviano. Sus movimientos fueron ondulantes, hacia arriba y abajo, yendo y viniendo, con sensación de libertad y levedad. Luego, los dos juntos se complementaron en una danza más armoniosa y coherente, que terminé percibiendo como movimiento propio. Refiriendo la experiencia a mi historia, mi madre se enfermó cuando yo era muy pequeña. Esos años fueron muy difíciles y sus movimientos eran duros, pesados y densos, atrayéndome y alejándome al mismo tiempo. Mi padre asumió frente a esto una actitud leve en muchos momentos y me fue difícil descubrir qué me había dejado su actitud. Esta experiencia me lo mostró de un modo muy claro: la libertad para moverme, ir y venir, arriba y abajo, pase lo que pase. 23


Un hecho del pasado se desarrolló en el presente con plena vigencia, no apoyado en palabras, sino mediante movimientos… de este modo cobró actualidad y pude experimentar con real conciencia aquello que había vivido hace mucho tiempo atrás. Muchas veces relaté esta parte de mi historia, pero jamás la había re-vivido con tanta presencia e intensidad como esta vez. Las palabras fueron reemplazadas por movimientos, como dije más arriba, que surgieron de mi interior, tendiendo un puente entre el inconsciente y la conciencia…

Fuerzas y emociones Nada más real que la sensación de “ser movido” por una fuerza interior que aparentemente escapa al plano de la conciencia inmediata. Mary Whitehouse (1958, 1979) explora esta experiencia profunda a través del Movimiento auténtico que propone en la década de 1950 y fue la primera en describir las diferentes fuentes internas a partir de las cuales surge el movimiento. La esencia de la experiencia del movimiento radica en la idea de moverse y ser movido y ambas cosas ocurren al mismo tiempo, en el presente, en un momento en el cual la persona es consciente de hacer algo y, a la vez, de que algo le ocurre. Lo importante es la experiencia plenamente consciente del cuerpo en movimiento. Para esta autora, este movimiento proviene de un impulso interno que se dirige al espacio y se hace visible en la acción física. Son muy importantes las imágenes que surgen en ese momento y cuando las mismas están verdaderamente conectadas en la persona, el movimiento es auténtico. Por otra parte, como dijimos en el capítulo anterior, Liljan Espenak propone trabajar a partir del pulso, la melodía y la imagen que resulta de las dos primeras en relación con el cuerpo, la emoción y la mente respectivamente (Espenak 1989; Reca 2005). Entonces: la imagen que reúne al pulso, que proviene del cuerpo y a la melodía, que surge de las emociones, hace que nuestro movimiento sea profundo y auténtico. Retomando la experiencia descrita al comenzar, el cuerpo descubre su pulso que expresa a través del movimiento de los brazos y las manos. Las emociones encuentran una melodía propia que refleja lo que está sucediendo y surge luego una imagen como síntesis, que emerge y llega a la mente a partir de un plano muy profundo y a veces olvidado de la conciencia que solemos llamar inconsciente. Sin duda, la sensación del cuerpo en movimiento –sensación kinestésica– es más clara y consciente a medida que la persona encuentra la conexión con su mundo interno (Whitehouse 24


1958) y es capaz de habitar su cuerpo percibiendo que “se mueve y es movida” al mismo tiempo. El cuerpo nada olvida, es memoria pura y genuina. Todo lo que vivimos queda grabado en nuestras células y, si bien a veces está dormido o parece estarlo, el movimiento lo despierta de un largo sueño para otorgarle actualidad y vigencia. Solo es necesario habitarlo con plena conciencia para recuperar el pasado e integrarlo a nuestra vida con agradecimiento, por ser parte de nuestra historia, aquella que nos hizo ser como, íntegramente, hoy somos…

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CAPÍTULO 5

LA DANZA: PULSO y CREACIÓN El cuerpo que habitamos: sonido y movimiento

El gong es el sonido de la creación misma. Quien toca el gong toca el universo… Yogi Bhajan

¡Danzar el propio Pulso es la meta!... ¿cómo reconocerlo? No siempre es sencillo y cada danza comienza con esta búsqueda esencial. No se trata del ritmo de la música, es decir de algo externo, sino de ese movimiento-sonido que se agita muy adentro, en lo más profundo de nuestro Ser, y nos impulsa a crear. Adentrarnos en el mundo de los sonidos y la creación puede ayudarnos a comprender…

El Sonido del Origen El Big Bang –“gran estallido”– es el momento en el cual de la nada, emerge toda la materia, es decir, el origen de todo lo que existe. Los seres vivos perciben este sonido que aún vibra en el espacio… Cada célula tiene guardado en su memoria el sonido original y cuando “escucha” una música similar, la reconoce, la recibe y, de este modo, ésta penetra sanándola o, como un estallido, la despierta de un sueño profundo (Rodríguez 2011). El poder sanador del sonido fue estudiado por varios investigadores, entre ellos: Gardner 1990; Andrews 1992; Pearsall 1998; Sales 2000; Gerber, R. 2001; Meyer et al. 2003.

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Todo en el Universo es movimiento y cada impulso inicia una corriente de vibración denominado sonido. Los cuerpos, los planetas y los seres vivos emiten vibraciones. El cuerpo físico o planetario vibra con las siete notas de la escala musical y es posible elevar la tasa de vibraciones para pasarla a una octava musical superior (Meyer et al. 2003; Paymal 2010). El Universo mismo es sonido y movimiento, los planetas giran en el espacio creando una “sinfonía cósmica”, tal como la denomina Harris (2000 en Meyer et al. 2003). En la Tierra no hay vida sin movimiento, nuestro cuerpo late constantemente con un ritmo propio que el corazón expresa, cada organismo vibra, cada célula tiene un sonido que resulta de su actividad, cada átomo, cuyos electrones giran sin cesar, producen un sonido singular (Rodríguez 2011). Wosien (1996) considera que la mente humana guarda el conocimiento adquirido por el hombre antes de que emerja la conciencia de sí mismo. Si el hombre desea recuperar su integridad, intenta comprender las imágenes adormecidas en su mente. Entonces, si nos adentramos en el recuerdo de las imágenes sonoras del origen del Universo y del mundo que habitamos, los sonidos ancestrales y sagrados nos ayudan a expandir la conciencia para que vibre en una octava musical superior. El gong, los cuencos tibetanos y de cuarzo, entre algunos otros, reproducen con fidelidad estos sonidos sanadores que impactan y estimulan a nuestras células.

El “eco” del Origen Según Yogi Bhajan (1929-2004), maestro de Kundalini yoga, “(…) el gong es el sonido de 27


la creación misma… quien toca el gong toca el universo, de allí salió toda la música, todos los sonidos y las palabras”. El descubrimiento del gong tuvo lugar durante la Edad de Bronce –6000 años AP (antes del presente)– en Asia menor. Fue utilizado en Oriente por muchos gurúes como instrumento de “iniciación” espiritual y en general en meditación yoga, mientras que en Occidente formó y forma también parte de orquestas (Rodríguez 2011).

Don Conreaux, –“el hombre que hace que el gong dance”– como muchos afirman, es un gran músico, compositor, terapeuta del sonido y gong-master norteamericano. Don imparte sus enseñanzas alrededor del mundo. En el año 1976 comenzó a enseñar lo que denomina danza del gong, yoga - gong, baños de gong y meditación con gong. Hasta nuestros días continúa transmitiendo el arte y el poder del gong y, a la vez, formando a otros gong-masters (Conreaux 2008; Rodríguez 2011). El gong es un instrumento alquímico con poder de transformación por medio de su resonancia holística y cada gong tiene una resonancia característica. Entre sus efectos podemos citar la eliminación de toxinas y de los síntomas de stress, el equilibrio del sistema nervioso central a niveles generales, entre otros. Para Conreaux las vibraciones del gong –“gonging”– son regalos del Universo que denomina “energía libre” y resume sus efectos con dos palabras: sanación y transformación. Su nombre –gong– viene de lo que el instrumento hace: “it is what it does” - “éste es lo que hace” (Conreaux 2008). Entonces… danzar entre sonidos ancestrales tales como el del gong nos facilita ese re-encuentro con nuestro origen y nuestro ser. Encontrar las vibraciones propias y auténticas, que sin duda están en nuestro cuerpo, y poder danzar el propio pulso que responde a ese sonido que late muy adentro de cada una de las células, es una experiencia sanadora e integradora que nos lleva a nuestra auténtica esencia que sin duda es CREACIÓN!

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Nota * FotografĂ­as de Don Conreaux.

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CAPÍTULO 6

DANZANDO CON EL CORAZÓN ABIERTO El cuerpo que habitamos: emociones en movimiento

Desaparece en la danza, pon foco en tu respiración, y en esa canción de silencio, abraza el misterio de ser tu mismo… Esa es tu oración Gabrielle Roth

¿Y si danzamos en la oscuridad?... Una experiencia real y auténtica La vista es uno de los sentidos que más nos distrae y nos aleja de nuestro mundo interior, de nuestra valiosa intimidad. Por este motivo, si nos cubrimos los ojos, anulándola, es más fácil encontrar el camino de regreso hacia el Centro: volver a casa. La consigna fue trabajar de a dos con antifaces: el primero que danza se cubre los ojos para iniciar su viaje hacia adentro y durante ese tiempo será cuidado por su compañero. Fue una hermosa experiencia que le permitió a cada uno danzar consigo mismo, sin distracciones… es fundamental trabajar la confianza y la entrega hacia quien “cuida” en ese momento. Cada pareja compartió su experiencia para luego transmitirla al resto del grupo. En algunos la experiencia despertó profunda alegría y a veces, miedo, también cansancio… en otros confianza y entrega hacia quien cuida en ese momento. Hubo quienes danzaron en un pequeño lugar del salón mientras que otros se desplazaron; algunos usaron también la voz para expresarse. Sus danzas reflejaron en todos los casos aquello que estaba ocurriendo adentro… el miedo puede tal vez demorar la llegada al Centro pero muy rara vez la impide… cuando hay confianza es posible “ver” más fácilmente en la oscuridad y, sin duda, la alegría nos lleva de la mano allí, donde queremos llegar. Se trata de una valiosa experiencia que es bueno repetir más de una vez, en distintos momentos de la vida. Cada vez pueden surgir distintas emociones, todas sumamente valiosas: si surge el miedo…seguramente algo va a enseñarme… si es la alegría, 30


otra cosa me estará mostrando. Esta propuesta fue parte del taller que coordiné el 17 de abril de 2015 y la repetimos muchas veces, por lo general, a modo de cierre.

Las emociones que “habitan” nuestro cuerpo Liljan Espenak fue la primera en plantear la existencia de cuatro emociones básicas: enojo, alegría, calma y miedo. Esta autora combina las ideas de Adler (2000) con las teorías de cuerpo-mente de Lowen (1995). Para Adler es central el complejo de inferioridad que todo individuo tiene y postula una única fuerza motivacional: el afán de perfección, es decir el deseo de desarrollar al máximo nuestros potenciales con el fin de llegar al ideal. Adler parte de la filosofía de Nietzsche (1972) para quien la “voluntad de poder” es el motivo básico de la vida humana y la entiende como la energía propia del cuerpo. Espenak (1981, 1989) toma de Adler el “impulso agresivo” que resulta tanto de los sentimientos de inferioridad como de la necesidad de ser aceptado por los otros. El impulso agresivo tiene aquí una connotación positiva ya que es entendido como la fuerza que nos lleva a superarnos. Por otra parte, asimila de Lowen la noción “corazas musculares”, producto de aquellas vivencias que nos obligan a cerrarnos y dejan sus huellas en el cuerpo (Espenak 1981, 1989; Boeree 1997; Reca 2005). Por otra parte, Gabrielle Roth –bailarina y música en los géneros world music y trance dance con especial interés en el chamanismo– sostiene que en cada persona existen cinco ritmos sagrados que constituyen la esencia de un cuerpo en movimiento: fluido, stacatto, caos, lírico y quietud. Estos ritmos, que forman parte de un camino de exploración extático y meditativo, se corresponden con las cinco emociones básicas: el fluido con el miedo, el stacatto con la ira o enojo, el caos con la tristeza, el lírico con la alegría, la quietud con la compasión (Roth 1989). Cuando “somos movidos” por una profunda Fuerza… Mary Whitehouse (1958) fue la primera en describir las diferentes fuentes a partir de las cuales surge el movimiento. La esencia de la experiencia del movimiento radica en la idea de moverse y ser movido. Ambas cosas ocurren al mismo tiempo, en el presente, y éste es un momento de conciencia total en el cual la persona es consciente de hacer algo y, a la vez, de que algo le ocurre. Su propuesta es esperar el impulso interno que luego toma la forma de movimiento.

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Entonces, algunas veces nos movemos y otras tantas “somos movidos” por aquello que nos habita y es parte de nuestro ser en el mundo. Emociones, sentimientos, pensamientos, deseos, sueños, proyectos, vivencias y recuerdos, entre tantos otros, son esas poderosas fuerzas internas que “nos mueven”. Porque lo vivido está guardado en nuestras células y, aunque tal vez no lo recordemos o no lo reconozcamos, sin duda está muy presente y es la Fuerza que nos impulsa. Esta fuerza se puede manifestar y traducir de distintas formas: movimientos, gestos, expresiones y también colores, sonidos y sabores que nuestra danza despierta y otros pueden percibir. Como dijo Whitehouse (1956), hace no mucho tiempo atrás, el movimiento fue nuestro único lenguaje. Entonces, éste reemplaza a las palabras y se trata simplemente de “dar permiso” al cuerpo para que se manifieste en libertad… Nuestro cuerpo en movimiento danza hacia el Centro... explorando las emociones para darles vida y permitir que nos habitemos con plena Conciencia. La propuesta es danzar con el corazón abierto dejando que el cuerpo exprese aquello que lo mueve desde lo más profundo... ¡Danzar la Vida para re-crearla cada día!

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Trayectorias hacia el Ser Con el deseo de ser dueña de mi voz y mi cuerpo: Respiro Y estoy aquí y ahora con fuerza y sensualidad… Danzo entre la luna y las estrellas creando Movimiento dibujando trayectorias… para hallar el camino hacia un lugar más y más profundo de mi Ser Danzo este hermoso tiempo que me queda! M. Fernanda Rodríguez, 2015

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CAPÍTULO 7

DANZAR CON LAS ALAS DEL ALMA El cuerpo que habitamos: sensaciones en movimiento

Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos… …desplegar las alas e intentar de nuevo. Celebrar la Vida y retomar los Cielos! Mario Benedetti

¡Es posible danzar en el agua, en el aire, en la arcilla y en el aceite!... Una experiencia real y auténtica El salón quedó dividido en cuatro sectores… cada uno representaba un medio diferente: agua, aire, arcilla y aceite. La consigna fue danzar en cada uno de ellos en el orden y durante el tiempo que desearan. Fue una profunda experiencia que le permitió a cada uno explorar el movimiento y la danza en distintas velocidades, alturas y tiempos… con la riqueza que brinda la imaginación habitando el cuerpo plenamente. Estoy en el agua y danzo, estoy en la arcilla y danzo… y en cada uno descubro el placer de moverme de un modo diferente: más lento, más rápido… con más levedad o con pesadez, arriba y abajo, con distintos ritmos… explorando el mundo que habitamos, que al mismo tiempo nos habita. Luego de un rato se reunieron en parejas: entonces uno danzó en el aire y otro en el agua, algunos exploraron el aceite y la arcilla, luego cambiaron… fue muy bello ser testigo de las danzas que surgieron y de Eso que llamamos Creación. Este “compartir” desde distintos lugares en un “lugar común” despertó en todos, alegría. Ante todo intuyo que surgió un sentimiento de “ser parte” del descubrimiento compartido, la necesidad de transmitir al otro la propia vivencia y la sensación del cuerpo en movimiento, experimentando en libertad, sin condicionamientos de 34


tiempo y lugar (esta propuesta fue parte del taller que coordiné en Luz de Luna el 8 de mayo de 2015).

Sensaciones y ritmos El ritmo impregna cada aspecto de la vida humana desde siempre. En este sentido, Marian Chace propuso un concepto muy interesante: la actividad rítmica grupal. Hay ritmos humanos muy personales como la respiración, sin embargo, un grupo cohesionado parece tener una respiración y un pulso compartidos. El ritmo organiza el comportamiento individual y a la vez crea un sentimiento de solidaridad y contagio entre las personas (Chaiklin & Schmais 1975). Por otra parte, Jaques-Dalcroze (1921, 1931) propone un método –euritmia– que utiliza el espacio vinculando movimientos y desplazamientos corporales, descubriendo de este modo las relaciones entre energía, espacio y tiempo. Para este autor la música es el estímulo para el movimiento y la danza; el fin es la armonía del primero. En cambio, para Laban (1987) la música se origina desde el movimiento rítmico del cuerpo y la improvisación; en ausencia de música se desarrolla la expresión motriz, siendo fundamental el impulso del movimiento en sintonía con la voluntad (Megías 2009; Lombardo 2012). Los distintos ritmos existen desde la antigüedad; la palabra ritmo traducida del griego significa flujo. Los griegos tenían seis ritmos fundamentales vinculados con obras poéticas y dramáticas: troqueo, yambo, dáctilo, anapesto, peón y yónico, de los cuales derivaban todos los demás. El ritmo era para ellos el principio activo de la vitalidad que se vincula con los estados de ánimo resultantes de la mezcla de los ritmos fundamentales. Esta asociación se daba con un flujo definido de los elementos tiempo y peso. El ritmo era el principio masculino y la melodía el femenino. Ciertas actividades están confinadas a uno u otro ritmo y tal vez no expresan estados de ánimo, pero si estos ritmos se repiten con frecuencia crean hábitos de estados de ánimo (Laban 1987). Laban (1987) describe tres ritmos a partir de los elementos del movimiento dispuestos en secuencias: ritmo de espacio, de tiempo y de peso. El ritmo de espacio se crea por el uso de direcciones que resulta en formas y figuras. Puede darse el desarrollo sucesivo de las direcciones cambiantes, lo cual se compara con la melodía y aquel que produce formas a través de acciones 35


simultáneas de distintas partes del cuerpo y se acerca a la armonía. El ritmo de tiempo puede ser de movimientos rápidos y súbitos o bien movimientos lentos y sostenidos, de igual o distinta longitud, regulares o irregulares. Con respecto al ritmo de peso, existen movimientos altos, es decir formas de gran claridad y precisión y otros profundos, que acentúan el centro de gravedad y poseen expresión rítmica. Entre medio de ambos –altos y profundos– están los movimientos medios tales como los giros, hacia afuera o hacia adentro.

Volviendo a la actividad planteada al comienzo, la propuesta de moverse y danzar en diferentes medios, habilitó la posibilidad de experimentar distintos ritmos de espacio, de tiempo y de peso, según explicamos en el párrafo anterior. Se trata sin duda de una forma más placentera y ante todo más real de adentrarnos en el cuerpo en movimiento a través de diversas sensaciones que, al mismo tiempo, despiertan sentimientos que afloran y se expresan a través de la danza.

Jung y Whitehouse: la Imaginación activa Sin duda la imaginación activa es importante en relación con la propuesta inicial. Jung (1995) proponía abrirse a las imágenes que emergen desde el interior de cada ser y crear un diálogo con las mismas mediante la Imaginación activa. Mary Whitehouse sugería en cambio permanecer en actitud de espera atenta para conectarse luego con las imágenes, las sensaciones físicas y los movimientos que emergieran del inconsciente. Surgido el impulso, la persona puede seguirlo. El movimiento que emerge de este modo es la manifestación visible de la dimensión invisible del Ser y refleja la expresión de un impulso originado en un plano que precede y trasciende a la mente racional. De este modo, expandió la Imaginación activa de Jung incluyendo la dimensión del cuerpo, el movimiento y las sensaciones físicas (Whitehouse 1956, 1958). Sharp (1996) la describe como el método para asimilar contenidos inconscientes a través de alguna forma de auto-expresión.

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La danza/movimiento como Imaginación activa fue creada por Jung en el año 1916 pero no fue reconocida hasta la década de 1950 cuando Whitehouse la lleva a la práctica. Y justamente, uno de los pilares de la teoría de Whitehouse es la noción de polaridad, es decir los pares de opuestos –consciente e inconsciente, entre otros– y la vida es la paradoja entre ambos. En el mundo del movimiento, nos encontramos frente a estos opuestos: abierto – cerrado, arriba – abajo, liviano – pesado. En el plano de lo corporal, los músculos se extienden y se contraen, así como también podemos considerar la mitad izquierda y derecha del cuerpo. Así por ejemplo, la mano izquierda es inocente e irracional mientras que la derecha es consciente, activa y representa los mandatos familiares y sociales en general. Esta polaridad derecha – izquierda es también un motivo muy interesante de exploración en danza (Whitehouse 1979). Una vez más, nuestro cuerpo en movimiento danza hacia el Centro explorando esta vez las sensaciones y los sentimientos… permitiendo que lo habitemos con una mayor Conciencia. La meta es danzar con las alas del Alma dejando que el cuerpo la vuelva transparente y la exprese… entonces: “…celebrar la Vida y retomar los Cielos!”.

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CAPÍTULO 8

DANZA Y SONIDOS ANCESTRALES El cuerpo que habitamos: impulso y vibración

Todo en el Universo tiene ritmo. ¡Todo danza! Maya Angelou

Vibración, impulso, movimiento y danza... Una experiencia real y auténtica La propuesta fue comenzar a recibir el sonido del Gong, de los cuencos y de los tambores oceánicos en quietud (de pie o en el suelo)… tratar de descubrir en qué parte/s del cuerpo impactan más, cuál o cuáles responden primero y de qué forma…. es decir cuál es el movimiento que surge frente al sonido… cómo se va desplegando y, finalmente, cómo se transforma en danza... los sonidos fueron reemplazados a su tiempo por la música que acompañó a la danza individual, luego compartida con un par…. En este caso, cada pareja inició un diálogo a través del movimiento y la danza y, como siguiente paso, cada uno le “contó”, del mismo modo, a su compañero una historia real o inventada, vinculada con aquello que había experimentado. Para esto algunos usaron máscaras, pañuelos de colores y/o instrumentos musicales. Como cierre, cada uno plasmó su vivencia en un dibujo que compartió con su compañero. Fue una experiencia sin duda muy profunda que hizo posible la exploración del sonido en el cuerpo y el modo en que sus vibraciones dan lugar a impulsos que se traducen en movimiento y en danza…

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El taller continuó con otras propuestas y como cierre el sonido del Gong y de los cuencos, acompañados luego por sonajas, impactaron al cuerpo en quietud… es decir aquí la consigna no fue responder al sonido con movimiento, sino recibirlo en el cuerpo y en el alma y dejar que siga un profundo camino interior, llegando a cada célula. Entonces, hacerle lugar y aceptar su poder sanador. Hermosas experiencias y un privilegio ser testigo de eso que ocurría en cada uno y en todos al mismo tiempo (Esta propuesta fue parte del taller que coordiné en Luz de Luna el 29 de mayo de 2015).

Sonido y Movimiento. Algunas reflexiones… Retomando algunas ideas planteadas en el capítulo 5, todo en el Universo es movimiento y cada impulso inicia una corriente de vibración denominada sonido. Los cuerpos, los planetas y los seres vivos emiten vibraciones. En la Tierra no hay vida sin movimiento, nuestro cuerpo late constantemente con un ritmo propio que el corazón expresa, cada organismo vibra, cada célula tiene un sonido que resulta de su actividad, cada átomo, cuyos electrones giran sin cesar, producen un sonido singular (Rodríguez 2011, 2015). Sin duda, todo es movimiento y sonido.

El Big Bang es el momento en el cual de la nada emerge toda la materia. Ese “gran estallido” es el sonido del Origen y nuestras células “guardan” en su memoria dicha frecuencia sonora. Según Yogi Bhajan (1929-2004): “(…) el gong es el sonido de la creación misma…quien toca el gong toca el universo…”. Entonces, el sonido del Gong y también el de los cuencos, impacta de un modo especial y único a nuestras células como “eco” de aquel que permanece intacto en su memoria. Por eso, a través de la experiencia de trabajar y también de recibir las magnificas notas de estos instrumentos, podemos advertir la emoción inmensa que producen: esa sensación de “estar en el espacio” que muchos describen… nada más real, confirmo, desde esta reflexión que hoy comparto.

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La posibilidad de continuar el impacto del sonido y llevarlo al movimiento es única como experiencia: el sonido llega a las células y éstas dejan que esa onda se expanda y se transforme en expresión a través del movimiento. Así como el artista pinta y da forma a los sentimientos y las pasiones que surgen de su cuerpo, también es posible “dibujarlos” y darles entidad a través de la danza!... modelarlos en el espacio que nos rodea, en el mundo que habitamos.

Donde nacen los Sonidos El gong es un instrumento alquímico con poder de transformación por medio de su resonancia holística y, al mismo tiempo, en cada gong ésta es diferente y característica. El gran maestro es Don Conreaux de quien hablamos en el capítulo 5. La siguiente reflexión del profesor de Kundalini Yoga Ângelo Surinder (2015) resume la experiencia que el sonido del Gong produce o puede producir: “(…) El gong es una poderosa herramienta que se ha utilizado durante miles de años en las tradiciones espirituales de Oriente, es una herramienta muy poderosa para la curación. Al igual que todas las formas de terapia de sonido, funciona en todos los niveles - físico, mental, emocional y espiritual. Los gongs están hechos de aleaciones de metales, tales como los utilizados en las campanas de la iglesia y los cuencos cantores. El sonido del OM producido por Gong crea un total silencio interior. Las diversas combinaciones de su tono crean una sensación de levitación y ligereza. Su sonido se oye por todo el cuerpo, como si fuera a entrar en los poros de nuestra piel. Somos capaces de perder la noción de la identidad del cuerpo como un objeto físico. Ya no estamos limitados a un mundo material de la tercera dimensión, sino que nos lleva a una cuarta dimensión, donde hay menos interferencia entre nuestra conciencia del ego y nuestra inteligencia. Nuestra inteligencia innata es la conciencia capaz de reparar el ADN mientras estamos vivos. En este estado de meditación en tanto que estado despierto (la experiencia de la cuarta dimensión), aumenta el potencial para el rejuvenecimiento de la inteligencia innata. El ego personal es capaz de alcanzar un estado de no-juicio o la neutralidad. Este es el estado de total armonía cuerpo / mente. Los gongs planetarios se parecen a los gongs sinfónicos, pero tienen una fuerte nota fundamental afinada para representar una serie armónica basada en la órbita de un planeta en particular, calculado por el astrónomo Hans Cousto. Estos gongs resuenan fuertemente con el cosmos, que nos da una verdadera música de las esferas. Cada planeta está asociada con un signo, chakra, color y nota musical”

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Por otra parte, los cuencos de cuarzo son vasijas circulares elaboradas a partir de cuarzo puro, que al ser rozadas por varillas emiten pulsos acústicos de alta frecuencia vibratoria. La tradición dice que los cuencos de cuarzo fueron creados en la Atlántida y luego llevados a otras culturas cuando este continente desapareció. En los templos egipcios se encontraron vasijas de alabastro semejantes a los cuencos de cuarzo. Los hierofantes, sabios y sacerdotes, llevaban esas vasijas a las diferentes cámaras de los templos y de acuerdo con la nota musical con la que vibraba la vasija, se le asignaba a ese espacio sagrado un color, una geometría, una ecuación matemática y un diseño arquitectónico para crear un campo armónico de energía propicio para las ceremonias (Pietracone 2006; Rodríguez 2011).

Es importante destacar que el cuarzo es una sustancia muy abundante en todo el universo y por lo tanto en nuestro cuerpo. En la India, los investigadores establecieron los efectos vibratorios de los cuencos de cuarzo en relación con los chakras. Esto se sintetiza en la siguiente Tabla, confeccionada sobre la base de la información propuesta por Pietracone (2006).

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Chakra

Nota musical

Color

Coronilla

Si

Blanco

Frontal

La

Violeta

Laringeo

Sol

Azul

Cardíaco

Fa

Dorado

Plexo solar

Mi

Amarillo

Bajo

Re

Verde esmeralda

Base

Do

Rojo rubí

Correspondencia entre chakras, notas musicales y colores.

Por último, según el maestro tibetano Gwalwa Karmaza, los cuencos tibetanos emiten el sonido del vacío, que es el sonido del Universo manifestándose. Como aleación, datan de la época del buddha histórico Shakyamuni (560 - 480 años AC). Los orígenes de los cuencos tibetanos y su historia detallada se pierden en el pasado lejano y seguramente sean un regalo de la religión chamánica Bon, que existía en el Tíbet varios siglos antes de la llegada del budismo. Los cuencos tibetanos se utilizaban para la meditación y la sanación en los monasterios de monjes (Prieto 2010). En Occidente, son utilizados para armonizar y sanar, al igual que los cuencos de cuarzo y el gong (Rodríguez 2011).

En síntesis, el gong, los cuencos de cuarzo y los cuencos tibetanos se utilizan individualmente o en conjunto. Muchas veces se integran otros sonidos, tales como aquellos que emiten las campanas tibetanas, los tambores, tambores oceánicos, el didgeridoo y las sonajas, entre otros. Todos ellos impactan a las células ya que remiten al sonido ancestral del origen del universo. Por lo tanto, armonizan y nos devuelven la condición original y primordial de seres libres, capaces de crear, de gestar y a la vez de auto-gestarnos del modo elegido (Rodríguez 2011).

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Pulso y Ritmo. Aquello que nos mueve Podemos referirnos a distintos ritmos: el ritmo de la música, el ritmo grupal y el personal. La música nos produce empatía por su ritmo, también logramos empatía con un grupo de danza a través de un ritmo compartido… finalmente necesitamos buscar y encontrar nuestro propio ritmo que entonces comienza a acercarse al pulso, es decir, ese movimiento-sonido que se agita muy adentro, en lo más profundo de nuestro ser, y nos impulsa a crear en movimiento… tal vez comenzamos por un movimiento repetitivo que en principio es cómodo, agradable y placentero. En un siguiente momento ese movimiento “encaja” y se repite con distintas melodías… el pulso, nuestro pulso que nos lleva a danzar y también a movernos en el mundo, cada día, en cada actividad que realizamos. El pulso que ya no tiene que ver con el ritmo de un tema musical, sino que surge de muy adentro y nos acompaña siempre, aunque pueda cambiar levemente en distintos momentos del día y de nuestro ciclo de vida.

El pulso “nos mueve” o más bien nos ofrece un “mapa” para el movimiento y la danza. También coincide con esa sensación de “ser movidos” en el sentido de Whitehouse (1956, 1958). Nuestro Pulso sin duda nos recuerda a nuestro propio latido, aquel primer sonido que “escuchamos” o al menos percibimos antes de llegar a este mundo. Esta vez nuestro cuerpo en movimiento nos lleva a danzar entre sonidos ancestrales para re-encontrarnos con nuestro origen. Descubrir las propias vibraciones que sin duda están en nuestro cuerpo y movernos según el propio pulso que responde a ese sonido que late muy adentro, en cada una de las células que nos conforman, es una experiencia sanadora que nos lleva al encuentro con nuestro Ser.

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Las notas suenan y resuenan desde el origen, por siempre De eso se trata… Quién está contando esta historia? … Soy el Sonido ancestral Fragmento de Soy el sonido, M. Fernanda Rodríguez, 2009

Nota * Fotografías de Don Conreaux.

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CAPÍTULO 9

LA DANZA del ENCUENTRO El cuerpo que habitamos: acuerdos y desacuerdos No te preocupes… tu lugar no es el nido donde naces … es el cielo donde vuelas Sabiduría ancestral mexicana

Danzando en nuestro pequeño espacio y en el mundo… una experiencia real y auténtica El salón estaba dividido en cuadrados. La propuesta fue elegir uno y comenzar a moverse, y luego a danzar, explorando el espacio propio: “mi lugar en el mundo”… en la medida en que esto ocurría, se presentaron distintas propuestas: ¿en dónde me siento más cómodo, en el centro o en los bordes? ¿Puedo caminar por esos bordes-límites? ¿De qué lado prefiero estar? ¿Deseo salir y volver?... ¿cómo me siento afuera de mi espacio? ¿Más libre o más inseguro? ¿Más sereno o más inquieto? Sigo explorando, entrando y saliendo… Estoy de pie, acostado y/o sentado… ¿de qué modo me encuentro más cómodo? ¿Me puedo relajar? Poco a poco, fueron abandonando el pequeño espacio y el mundo se fue ampliando. Una línea de colores dividió el salón en dos sectores y cada uno danzó en cada uno de ellos distintos aspectos de su modo de ser en el mundo: alegría vs. tristeza, decisión vs. indecisión, quiero vs. no-quiero, dolor vs. felicidad… entre tantos otros! De todos estos pares, eligieron uno para encarnarlo y danzarlo con mayor intensidad. Algunos usaron máscaras, pañuelos de colores y/o instrumentos musicales. Finalmente, se reunieron de a pares; entonces cada uno le contó a su compañero, a través de la danza y el movimiento, ese aspecto que siente como fuerte contradicción en su vida. El otro lo acompañó, tomando al mismo tiempo ciertos aspectos de su danza para poder reflejar el 45


“relato”. Como cierre, danzaron la unidad en el centro de un círculo…es decir el modo en que perciben ese encuentro de los opuestos seleccionados. Fue una experiencia profunda que hizo posible la exploración de las distintas “partes”, que a menudo parecen contradictorias y sin embargo suelen no serlo, ya que unas y otras nos hacen ser quienes realmente somos. (Esta propuesta fue parte del taller que coordiné en Luz de Luna el 26 de junio de 2015. Dentro de la misma, incorporé algunas ideas y experiencias realizadas en el workshop Art Murmur –Open Floor International– realizado en San Francisco en agosto de 2013; no obstante, éstas fueron re-elaboradas dentro de una síntesis personal).

El arte del Movimiento Desde la perspectiva de Laban (1987) el arte del movimiento es una disciplina autónoma que habla por sí misma y en la mayoría de los casos en su propio idioma. La fuente de donde debe extraerse la perfección y el dominio magistral del movimiento es la comprensión de esa parte de la vida interior del hombre en donde se origina el movimiento y la acción. Este impulso interior que lleva al hombre a moverse, effort-shape, se asimila a la adquisición de la destreza externa en la ejecución de ese movimiento. Hay una íntima relación entre las motivaciones internas y las funciones del cuerpo, es decir entre impulso y función. Bartenieff y Lewis (1980) sostienen que el movimiento se relaciona con el temperamento de la persona y el ambiente y aquí también nos encontramos con la supervivencia y la necesidad de moverse para satisfacer las necesidades básicas. Estos autores destacan también las diferencias culturales que se observan en el movimiento diario. Laban considera que las personas utilizan sus cuerpos y el espacio que las rodea. El foco de su análisis es el cuerpo en movimiento, su función y expresividad. Es importante aquí el concepto de kinesfera. El cuerpo humano es tridimensional, es decir presenta tres ejes: longitud, ancho y profundidad. La unión de estos tres ejes da como resultado la propia kinesfera, es decir el espacio propio o privado (Bartenieff & Lewis 1980). Pero también es importante considerar el espacio alcanzable, es decir aquel que es posible lograr, y el espacio proyectado, entendido como aquello que se quiere alcanzar (Reca, comunicación personal). Este es el punto de partida para nuestro movimiento y nuestra danza, desde nuestro pequeño espacio hacia todo lo que anhelamos.

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Cuando habitamos nuestro Cuerpo El encuentro con el propio cuerpo es, desde esta propuesta, el punto de partida del camino hacia la integración. Las contradicciones y opuestos que percibimos se transforman entonces en una oportunidad para que dicho encuentro tenga lugar. Construir la verdadera imagen corporal, con la ayuda de espejos y sombras sensu M. Chace (Chaiklin & Schmais 1975), resulta ser una tarea intensa y a menudo compleja. No obstante, la misma es indispensable para que el proceso de integración comience y cada persona alcance el estado de equilibrio-armonía que desea. La danza compartida, los “reflejos y espejos” que los otros nos ofrecen, refuerza nuestra auto-percepción. Por otra parte, así como ocurre en los sueños, también la danza permite que el inconsciente se exprese. Es frecuente que esto ocurra a partir de imágenes simbólicas, e incluso arquetípicas (Jung 1995, 1999) que surgen mientras danzamos. Jung (1995) define a los arquetipos o imágenes primordiales como tendencias a formar representaciones de un motivo, de tal modo que las mismas pueden variar mucho en detalle sin perder su modelo básico. También es posible definirlos como elementos estructurales y primordiales de la mente, sistemas de aptitud para la acción y, a la vez, imágenes y emociones. Estas adquisiciones no son individuales, sino comunes a todos los seres humanos. Se presentan como ideas e imágenes, manifestándose a nivel personal a través de complejos que se expresan en sueños o fantasías y a nivel colectivo como características culturales, tales como los mitos y el arte (la danza por ejemplo!). Asimismo, cuando nos entregamos a la danza, también cobran vida ciertos aspectos de la personalidad tales como las sombras sensu Jung (1995), es decir aquellos aspectos no reconocidos aún que se expresan de distintos modos y pueden salir a la luz a través del movimiento. Sin duda, el contacto con las emociones es un paso sumamente importante; reconocerlas y encarnarlas para que salgan a la luz. Incluso aceptar el dolor suele ser un momento crucial, de 47


ahí que se proponga encarnarlo también, es decir hacerlo carne para sentirlo y vivirlo en toda su intensidad. Espenak (1982, 1989), quien propone cuatro emociones básicas (enojo, alegría, calma y miedo), toma de Lowen (1995) el concepto de coraza muscular, esencial al abordar el sentido de la propia vida desde el cuerpo. Las emociones que no se expresan suelen transformarse en corazas que dificultan nuestro “estar en el mundo”, de ahí que sea fundamental reconocerlas y trabajar con ellas para poder derribarlas, semejante al descubrimiento de las sombras. Desde un enfoque fenomenológico amplio, cada individuo es un ser-en-el-mundo (MerleauPonty 1993). En cambio, Nietzsche (1972) elige la voluntad de poder que le permite transformarlo y esta voluntad es la energía del cuerpo. La danza confiere poder al danzante (Nietzsche 1972) facilitando el encuentro con quien de verdad somos, con todas las partes y aspectos que nos constituyen. Por último, hacer de la danza un ritual es una excelente alternativa para reforzar su efecto sanador y reparador. La propia danza es entonces un ritual y una ceremonia a la cual siempre se puede regresar y repetir para revivir aquello que muchas veces es un mito para nosotros, puede dificultar el camino y detenernos incluso. De ahí que todas las manifestaciones corporales sean relevantes. Y es así que nuestro cuerpo en movimiento danza desde el Centro, explorando el espacio infinito para celebrar la Danza del Encuentro con quien de verdad somos… ¡porque “nuestro lugar no es el nido donde nacemos, sino el cielo donde volamos”!

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Encuentro Despacito, muy suave y lentamente comienzo a verme, a sentirme, a escucharme Vibran los latidos de mi corazón entre las olas y el silencio de mis palabras en la espuma Y me quedo sin aire cuando la ola deja el agua en la orilla Muero con la espuma vuelvo a nacer con la Ola que crece una vez más Y así, una y otra vez Siempre… M. Fernanda Rodríguez, 2009

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CAPÍTULO 10

EL PODER QUE LA DANZA OTORGA El cuerpo que habitamos: fortalezas y resiliencia

Baila, como si nadie te estuviera mirando, Ama, como si nunca te hubieran herido, Canta, como si nadie te hubiera oído, Vive, como si el cielo estuviese en la tierra… Rumi

Cuando las palabras no alcanzan… el comienzo de una danza diferente En tiempos críticos utilizar la palabra como modo de expresión resulta casi imposible o al menos difícil. Los traumas muy grandes como aquellos que surgen en situaciones límites nos dejan sin palabras. Entonces, el movimiento es el único camino y luego la danza. Esto sucedió por ejemplo en tiempos de post-guerra. En el año 1945, MARIAN CHACE comienza a desarrollar en el este de los Estados Unidos un programa de Danza para la comunicación. La danza es comunicación nos dice y propone el concepto de empatía kinestésica que se refiere a la posibilidad de reflejar a través de la propia actividad muscular aquello que percibe en el movimiento y en el cuerpo del otro con quien logra una conexión, espejándolo. Chace utiliza técnicas de espejo y sombra (Sandel et al. 1993). Es interesante destacar a EDITH STEIN, como antecesora de Marian Chace en relación con el sentimiento de empatía. Esta autora, nacida en Alemania en el año 1891, recibió una primera formación humanística en su ciudad natal y en el año 1913, la lectura de las obras de Husserl le abre una nueva perspectiva en su orientación objetivista. Se traslada entonces a Gotinga, en donde Husserl enseñaba, a terminar sus cursos universitarios y allí comienza a desarrollar sus investigaciones dentro del marco de la fenomenología trascendental. A comienzos de la Primera Guerra Mundial, 50


Stein presta voluntariamente sus servicios de enfermera en el Hospital de Märisch-Weisskirchen. A través del trato con los enfermos aprendió que los relatos de las propias vivencias son confiables, pero también existen posibilidades de autoengaño que pueden corregirse mediante el conocimiento que los otros tienen acerca de dichas vivencias. Así maduró en ella el tema de su Tesis doctoral –Sobre el problema de la empatía– que presentó en 1916 (Ferrer Santos 2011). Sin duda, una de las danzas más profundamente vinculadas con el dolor y la necesidad de habitarlo para poder continuar es la Danza Butoh, creada por los maestros japoneses TATSUMI HIJIKATA y KAZUO OHNO en la década de 1960. Esta danza busca romper con modelos establecidos y se nutre de una poética que conlleva una profunda filosofía de vida dirigida a la esencia del ser humano y su necesidad de expresión. Sus orígenes se encuentran en las antiguas tradiciones folklóricas japonesas (Teatro Kabuky - Teatro Noh) y, al mismo tiempo, tiene influencias de movimientos europeos de la post-guerra tales como el dadaísmo, surrealismo y, especialmente, el expresionismo alemán. Etimológicamente el termino viene de: bu (enterrarse con los pies) y toh (para volar con los brazos); los pies y las manos se puedan juntar, pero por dentro. Se trata de ir a favor y en contra de la gravedad al mismo tiempo, romper con la “belleza”, con la idea del “yo” (Collini 1995; Barba 1998; Ohno, K & Ohno, Y. 2004).

Luego del primer bombardeo nuclear que ocurrió en Hiroshima y Nagasaki en el año 1945, las imágenes de los sobrevivientes que caminaban por las calles desorientados, con sus cuerpos destrozados, provocaron rechazo entre los japoneses. Así nació el Butoh, “la danza hacia la oscuridad”. Algunos lo clasifican como un paso intermedio entre la danza y el teatro, otros como poesía grosera. Sin embargo, sus creadores pensaban que su arte tenía el propósito de recobrar el cuerpo primigenio: “el cuerpo que nos ha sido robado” para Tatsumi Hijikata y “el cuerpo desde el vientre materno” según Kazuo Ohno (Collini 1995; Barba 1998; Ohno, K & Ohno, Y. 2004). Por último, ANNA HALPRIN, bailarina nacida en Illinois en el año 1920, produce una ruptura en la danza moderna tornándose pionera de la danza post-moderna. Halprin inicia sus estudios de danza a los cinco años y a los 15 años estudia con Ruth St. Denis e Isadora Duncan. A fines de la década de 1950 promueve una transformación en el concepto tradicional de danza como 51


manifestación artística y traslada esta disciplina desde la categoría exclusiva de arte de performance al contexto de Danza como arte de sanación. En el año 1971 le diagnostican cáncer y a partir de ese momento comienza a trabajar en una intensa experiencia corporal personal que luego compila y documenta como The Five Stages of Healing (Halprin 1975). Estos pasos hacia la recuperación resultan de su capacidad y decisión que la llevan a danzar su cáncer (Wade 2012). Anna Halprin superó la enfermedad y trabajó desde entonces para ayudar a otras personas. Su profundo trabajo corporal y su danza, que podría considerarse ritual, están documentados en el film: Anna Halprin (1975), Dancing my cancer.

La Danza y el Poder que confiere al danzante… A pesar de que muchas veces transitamos situaciones muy dolorosas y traumáticas tenemos una magnífica herramienta denominada resiliencia, es decir la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas” (Diccionario de la Real Academia Española, 2014). Según Rutter (1992, 2012) es la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y de este modo a acceder a una vida significativa y productiva. Para Reca (2011) el término alude a descubrir las propias fortalezas y la capacidad de recobrar la propia forma, aún después de sufrir presiones fuertes y deformantes. Si bien contamos con esta capacidad, es necesario ponerla en marcha y sin duda el encuentro con el propio cuerpo constituye un excelente punto de partida del camino hacia la recuperación. La enfermedad y el 52


dolor se transforman entonces en una oportunidad para que dicho encuentro tenga lugar. Construir la verdadera imagen corporal, con la ayuda de espejos y sombras, como propone Chace, es una tarea intensa y compleja. No obstante, ésta es indispensable para que el proceso de recuperación comience. La mirada de los otros, que complementa y refuerza la propia, puede ser una ayuda importante siguiendo el pensamiento de Stein. El contacto con las emociones es fundamental; se trata de reconocerlas y encarnarlas para que salgan a la luz. Aceptar el dolor suele ser un momento crucial, de ahí que se proponga “hacerlo carne” en términos de Merleau-Ponty (1993) para sentirlo y vivirlo en toda su intensidad. Danzar la enfermedad, danzar el dolor, representarlos en el cuerpo, encarnarlos… son caminos o modos genuinos a través de los cuales la persona utiliza toda la energía de su cuerpo para acrecentar su poder y vencer el sufrimiento. Es interesante aquí el concepto y la trascendencia del ritual, entendido como serie de acciones realizadas por su valor simbólico. La propia danza puede ser un ritual al cual sea posible volver y repetir para revivir aquello que muchas veces es un mito para nosotros, en el sentido de narración acerca de la génesis y el desarrollo o evolución de aquello que nos sucede. De ahí que todas las representaciones corporales cobren especial importancia con este fin. Es importante en este punto establecer vínculos con el planteo de Espenak (1981), quien toma de Adler la noción de impulso agresivo como energía propia del individuo y de Lowen el concepto de corazas musculares que resultan de las emociones que no se expresan y dificultan nuestra vida, de ahí que sea esencial reconocerlas y trabajar con ellas para poder derribarlas (Espenak 1981; Reca 2005). Al mismo tiempo, el impulso agresivo nos empodera y aquí podemos establecer vínculos con Nietzsche (1972) quien propone la voluntad de poder como energía propia del cuerpo destacando el poder que la danza otorga al danzante. Pareciera que los tres autores – Nietzsche, Adler y Espenak– apuntan con mucha decisión a un mismo centro: la energía auténtica del individuo, propia del cuerpo, es decir el impulso agresivo que le permite empoderarse para sobreponerse al dolor. Casos concretos como el de A. Halprin ponen en evidencia el poder que la danza confiere al danzante en palabras de Nietzche (1972). Dicho poder es la energía del cuerpo que nos permite llegar a la recuperación de un sufrimiento intenso. Y en esta afirmación radica la enorme fuerza del cuerpo, el movimiento y la danza como expresión de Vida y a ella se propone recurrir como camino hacia la armonía!

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Como dijo Mary Wigman (1966): “(…) Si pudiera decir con palabras lo que expresan mis danzas, no tendría razón para bailar”. Es cierto que en muchos momentos las palabras no alcanzan… entonces la danza las reemplaza y nos permite “decir” aún más. Y una vez más, nuestro cuerpo en movimiento danza hacia el Centro explorando esta vez las fortalezas que nos otorgan resiliencia. ¡Tal vez la forma más bella de honrar la Vida sea danzarla!

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CAPÍTULO 11

CUANDO “SOMOS DANZADOS” POR UNA PROFUNDA FUERZA El cuerpo que habitamos: impulso y resistencia

¡Oh día!, levántate... los átomos danzan, las almas, arrebatadas de éxtasis, danzan, la bóveda celeste, a causa de ese Ser, la danza: Te diré al oído hacía donde conduce su danza: Todos los átomos que hay en el aire y en el desierto -compréndelo bien- están enamorados como nosotros y cada uno de ellos, feliz o desdichado, se encuentra deslumbrado por el sol del alma incondicionada. Rumi

Moverse y “ser movido”… una experiencia real y auténtica Las siguientes propuestas formaron parte del taller que coordiné el 1 de agosto de 2015. Todas ellas se centraron en la idea de reconocer las fuerzas internas y externas que nos impulsan a movernos y al mismo tiempo las resistencias que tratan de detenernos. Muchas veces es la voluntad la que nos mueve, sin embargo, otras veces sentimos que somos movidos, más allá de nuestra decisión, por una fuerza muy profunda (o más de una!) que nos habita. En algunos momentos estas fuerzas son externas, no obstante, solo actúan si las dejamos, es decir, si nos entregamos sin oponer resistencia o tratando de que ésta sea lo menor posible. Durante este taller hubo dos momentos durante los cuales danzamos en el agua y en el aire… comenzamos desplazándonos como sostenidos por un hilo que “cuelga del cielo” y a la vez firmes sobre la Tierra. Fuimos aumentando la velocidad y nos detuvimos para descubrir qué sentimos y qué sensaciones registramos. Comenzamos a movernos desde lo más profundo, percibiendo la diferencia entre moverse y “ser movido”: somos movidos por esa fuerza interna que nos habita. Y con esa sensación entramos en contacto con el agua, sin ruptura, sin resistencia para ser movidos por este elemento, fuerza externa, adoptando sus formas y a la vez sin forma… ser movido por el agua: nos resistimos o nos entregamos, nos movemos rápido o despacio, nos 55


agrada o desagrada, nuestros movimientos son suaves o bruscos… cómo percibimos la fluidez del agua en el cuerpo, cómo la recibimos. Nada es constante en este medio, todo cambia.... entonces: cómo aceptamos el cambio continuo y cómo lo vivimos.... plasmamos esa experiencia en un dibujo/pintura…. Luego, el sonido del Gong, los cuencos y la música nos fue llevando desde la quietud al movimiento y a la danza: ¿dónde impacta más el sonido? ¿qué partes responden más rápido y comienzan a moverse?, ¿cómo percibimos la vibración transformándose en impulso, es decir en movimiento?... en este caso, el agua (en nuestra imaginación), el sonido y luego la música son las fuerzas externas que nos estimulan. En la segunda mitad del taller nos movimos en el aire: cómo es ahora, más fácil o hay más resistencia, nos movemos más rápido o más lento, los movimientos son cerrados o abiertos, nos sentimos más livianos o más pesados… hacia dónde nos lleva el aire… cómo nos mueve, cómo nos inspira para danzar…. ahora es el aire la fuerza externa que nos mueve. Nos concentramos por último en las manos: cómo se mueven, cómo las desplaza el aire, qué expresan… la mano derecha: cómo se mueve, qué recuerdos me trae, despierta algo en mi memoria… lo mismo con la izquierda… cuál se mueve más fluidamente y más lentamente, me recuerda algo… las dos manos se mueven juntas… cómo es ahora: más fácil, más armónico, o tal vez no. En este caso, los recuerdos y la memoria que guardan las manos pueden ser esa fuerza interna que las lleva a moverse. Luego, con un compañero entablamos un diálogo a través del movimiento de las manos, uno y otro, y finalmente juntos. Entre el agua y el aire, entre sonidos ancestrales y música, experimentamos el movernos y ser movidos por fuerzas internas y externas, tales como el agua, el aire, el sonido y la música….

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Distintas razones para movernos Si bien encontramos en el movimiento que la danza conlleva una razón por demás placentera, meditativa, estética y artística, el movimiento tiene motivos mucho más primarios tales como la satisfacción de las necesidades básicas del hombre. Según Laban (1987) el arte del movimiento es prácticamente una disciplina autónoma que habla por sí misma y en la mayoría de los casos en su propio idioma. La fuente de donde debe extraerse la perfección y el dominio magistral del movimiento es la comprensión de esa parte de la vida interior del hombre, en donde se origina el movimiento y la acción. Este impulso interior que lleva al hombre a realizar el movimiento se asimila a la adquisición de la destreza externa en la ejecución de ese movimiento. Hay una relación casi matemática entre las motivaciones internas y las funciones del cuerpo, es decir entre impulso y función. Bartenieff y Lewis (1980) sostienen que el movimiento se relaciona con el temperamento de la persona y el ambiente. Estos autores destacan también las diferencias culturales que se observan en el movimiento diario. Siguiendo esta última idea, es interesante y a la vez ilustrativo el análisis de movimiento del andar diario que realiza Muriel Barbery (2008) en su libro “La elegancia del erizo”. La autora observa que en Occidente, obedeciendo a la cultura, las personas tratan de restituir en la continuidad de un movimiento lo que creen que es la esencia misma de la vida: la eficacia sin obstáculos, la acción fluida, que al no haber ruptura, se transforma en el impulso vital mediante el cual todo se realiza. Y esto último se vincula con la búsqueda que propone Laban de ese impulso interior que lleva al hombre a moverse. Para Barbery la forma es en este caso la del leopardo en acción; no se pueden distinguir sus gestos ya que se funden armoniosamente y la carrera es un único y largo movimiento. Por otro lado, y como contraparte, los japoneses (la autora se refiere en realidad a las mujeres japonesas en quienes su descripción es aún más evidente) quiebran con sus pasos entrecortados el despliegue del movimiento natural. Y, al contrario de lo que en occidente se podría sentir frente a esto, se produce el gozo, como si la ruptura produjera éxtasis. La autora incluso habla de creación estética al referirse a esa discontinuidad en el movimiento, ya que contradice de algún modo a la naturaleza que lo querría continuo (Barbery 2008). En síntesis, existen dos modos de andar en el mundo: continuo y largo en Occidente y entrecortado y corto en Oriente. Este ejemplo ilustra el análisis del movimiento desde la literatura.

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Aún en el simple hecho de caminar advertimos el “significado” del movimiento y, al mismo tiempo, las sensaciones que éste produce, el placer y el gozo que nuestros pasos encierran con continuidad o ruptura en distintas culturas. Y de este modo, con cada pequeño gesto o con movimientos intensos, se despiertan sensaciones, se amplían incluso ciertos sentimientos como puede ocurrir al mover las manos tal como se decribió más arriba. El movimiento es la esencia de la vida… no hay en el Universo nada que permanezca estático, todo se mueve, todo cambia y lo mismo ocurre en nuestro pequeño mundo: nuestro cuerpo.

Así en la Danza como en la Vida Desde las acciones más elementales como desplazarse hasta las más complejas tales como la danza y otra manifestaciones artísticas y físicas, todas encierran movimiento. El impulso puede ser una fuerza interna o externa como ya describimos, sin embargo, la resistencia es, por lo general, interna. Cuando danzamos el sonido y la música nos van llevando a crear movimientos, a veces nuevos y otras veces conocidos. Hay también motivos internos, fuerzas que surgen de lugares muy profundos de la conciencia, a veces incluso olvidados que “nos danzan” y al hacerlo nos dan también una valiosa información de aquello que quedó dormido por un tiempo, como ocurre con los sueños. Y aquí radica el secreto de movernos y “ser movidos” tal como planteaba Whitehouse (1958) al proponer el Movimiento Auténtico como camino en la danza. Algunas veces nos movemos y otras tantas somos movidos y este hecho encierra un hermoso descubrimiento. Asimismo, es un desafío experimentar con otras posibles fuerzas externas, y aquí hay un nexo con la Imaginación activa que Whitehouse (1958) toma de Jung para llevarla a su propuesta. Así por ejemplo, en el taller aplicamos la Imaginación activa para desplazarnos y danzar en el agua

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y en el aire, como dijimos al comienzo. Aquí se trata de dejarnos llevar, de entregarnos al viento o a la corriente y al movimiento del agua, sin resistencia y sin temor, confiando. Si esto ocurre es posible experimentar la no-permanencia, el cambio contínuo, el desafío al cual la vida nos enfrenta cada día y ante el mismo poder fluir, avanzar superando obstáculos y explorando el siguiente tramo del camino. Una vez más nuestro cuerpo en movimiento se entrega a la danza y al movimiento, en profunda conciencia, impulsado por distintas fuerzas, explorando motivos olvidados que le otorgan tanto libertad como sentido y también aquellos que se interponen… ¡No podemos detenernos! Así como en el Universo, en nuestro cuerpo todo es Danza…

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CAPÍTULO 12

DANZA, AGUJEROS NEGROS Y ESPACIOS VACÍOS El cuerpo que habitamos: energía vital y movimiento Tu eres el Universo en movimiento estático…. Rumi

Agujeros negros y espacios vacíos. Una experiencia personal, real y auténtica A menudo hay agujeros negros en nuestro cuerpo... ¡como los que Steven Hopkins describe para el Universo!… espacio sin energía, zonas “muertas” que se interponen y no permiten que la energía vital circule… Una breve experiencia personal puede explicarlo: danzaba y sentía mi energía vital y mi movimiento en los pies… al mismo tiempo la cabeza estaba totalmente alerta enviando una y otra idea… un espacio circular enorme, según mi percepción, mediaba entre los pies y la cabeza…un agujero negro, una zona muerta, es decir carente del movimiento, que es vida… una y otra danza, hasta que de a poco comencé a sentir que algo iba ocupando ese espacio muerto… le doy el nombre de energía vital, esa energía que se expresa en el movimiento y nos lleva hacia delante, para dar el siguiente paso. Quiero diferenciar los agujeros negros de aquello que hoy llamo espacio vacío, ya que éste puede estar pleno de creatividad: un espacio con potencia de vida. Es también a través de la danza que podemos hallar esos lugares en nuestro cuerpo que nos otorgan la magnifica posibilidad de presente y futuro. Es sin duda valioso reconocer esos agujeros negros para poder 60


superarlos a través del movimiento y diferenciarlos de los espacios vacíos, con potencial para re-inventar la vida cada día. Entonces, de acuerdo con mi percepción y experiencia, comparto mi propias definiciones: Agujero negro es aquel espacio en nuestro cuerpo carente de energía vital que a menudo interrumpe el libre flujo de dicha energía. Espacio vacío es en cambio el “lugar” libre en el cuerpo, disponible, con potencial creativo y por donde la energía vital circula libremente, sin obstáculos.

Cisne negro – Cisne blanco Retomando a Tchaikovsky y al film de Darren Aronpfsky surge una hermosa metáfora…

Cisne Negro (Film de Darren Aronofsky). La trama de esta película se centra en una bailarina de ballet de New York (Portman), quien tiene una gran rivalidad con una compañera más joven. La enemistad crece cuando se acerca una de las presentaciones más importantes del año. El argumento del ballet El lago de los Cisnes propone la existencia de dos cisnes –blanco y negro– como las dos caras de una moneda, metáfora de las dos facetas que todos podemos tener. La protagonista de la película actúa su cisne blanco, vive con y según esta cara. Sin embargo, en muchos momentos refleja su cisne negro y es a quien ve en el espejo como su propia imagen y sin embargo se trata de una visión que tiene de su compañera-rival que observa en el espejo 61


como si fuera su propio rostro. Entonces la hiere y al hacerlo (se hiere a sí misma), gravemente lastimada, su cisne negro se muestra en pleno y oculta al blanco, vive a la luz los últimos minutos de la vida de la protagonista.

Sullivan (1953) definiría al “cisne negro” como el no-yo oculto en el inconsciente mientras que para Jung (1995) sería la sombra. Ese despliegue del no-yo (sensu Sullivan) le permite a la bailarina –cisne negro/blanco– desplegar su mejor danza y gozar del movimiento como nunca lo había hecho.

Todos llevamos adentro un “cisne negro” que nos cuesta aceptar y, aún más, amar, “sombras” que a menudo encierran grandes fortalezas y suelen ser nuestras partes más creativas. El cisne blanco es casi perfecto pero carece de pasión y por lo tanto no puede moverse en libertad y experimentar el auténtico placer que la danza conlleva. El cisne blanco parece inmóvil, como si le hubieran cortado las alas. A veces una herida fuerte o algún acontecimiento importante logra alejarlo y entonces esa otra parte que negamos por mucho tiempo hace su aparición, con fuerza: ¡el cisne negro!... nuestras partes relegadas, a menudo las más fuertes. 62


El cisne blanco es, dentro de esta historia, el agujero negro, sin energía vital que oculta al cisne negro que podía ser la “sombra” para la protagonista… no obstante es la creatividad, la energía vital, plena de pasión que se expresa en su auténtica y espléndida Danza.

El cuerpo en movimiento El movimiento y más aún la danza pueden acabar con esos agujeros negros sin energía que también nos habitan. Por eso, recordamos a algunos pensadores que, hace mucho tiempo, revalorizaron el cuerpo en movimiento. Uno de ellos es Nietzsche, quien hace una crítica desde la racionalidad socrática desarrollada por Platón hasta la tradición judeocristiana. Su punto de partida es la tragedia griega-antigua y de este modo redefine el sujeto, siendo el cuerpo la energía más grande. Nietzsche describe un espíritu libre que danza al borde del abismo y elige la voluntad de poder con la que intenta transformar al mundo. Esta voluntad es la energía propia del cuerpo que hace que la razón le obedezca y al mismo tiempo no obedece a nadie (Nietzsche 1972). Este filósofo sostuvo la necesidad vital de la música y la danza, renovando así la escritura filosófica a través del uso de metáforas. En Zaratustra, Nietzsche se refiere a las bailarinas de pies ligeros que danzan contra el espíritu de la pesadez. La imagen abstracta de la bailarina que danza es una práctica filosófica más que una metáfora inspiradora. El movimiento del pensamiento lucha contra el espíritu de la pesadez y en este sentido es ligero. La filosofía convoca a la danza identificando allí aquello que anima a la danza misma y el filósofo ingresa en ella (Baidet 2012). “(…) Es preciso subrayar que la danza es aquí la risa del filósofo, es colectiva, y es la danza de las bailarinas que arrastran al filósofo en su huella sobre el suelo” (Baidet 2012: 34). Nietzsche (1972: 70) “(…) no creería más que en un dios que supiese danzar”… y dice luego: “(…) Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí; un dios es el que ahora danza a través mío. Así habló Zaratustra” (Nietzsche 1972: 71). Y en estas palabras, que nos llegan a través de Zaratustra, se perciben las relaciones entre la danza y el poder que ésta le confiere al danzante. Nietzsche apunta con mucha decisión a la energía auténtica del individuo, propia del cuerpo, es decir el impulso que le permite empoderarse.

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La libertad de danzar nuestras “sombras” El encuentro con el propio cuerpo es el punto de partida. Habitarlo, construir la verdadera imagen corporal, con la ayuda de espejos y sombras (sensu Chace), resulta ser una tarea intensa y compleja. Según Marian Chace la danza es comunicación y por lo tanto satisface una necesidad humana básica; asimismo, considera las manifestaciones no verbales como aspectos comunicativos pre-simbólicos. Chace comenzó a plantear la necesidad de “mirarse” en el espejo del otro y recibir aquello que ese otro nos devuelve. Sus contribuciones más importantes fueron el reconocimiento de la función sanadora de la danza y los vínculos interpersonales a nivel movimiento. Planteó, como dijimos en otro capítulo, el concepto de empatía kinestésica que se refiere a la capacidad de reflejar aquello que percibimos en el movimiento y en el cuerpo de otra persona. M. Chace logra una conexión con el otro espejándolo y lo alcanza donde está emocionalmente, lo comprende y acepta (Levy 1992; Sandel et al. 1993; Fischman 2005). Y esta aceptación que el otro nos ofrece puede ser el comienzo de la propia y auténtica autoestima. Somos libres de danzar nuestras sombras, podemos explorar nuestros agujeros negros para re-poblarlos de energía. Podemos hallar nuestros espacios vacíos como fuente de futuro…. Es posible experimentar la no-permanencia, el cambio contínuo, el desafío al cual la vida nos enfrenta cada día y ante el mismo poder fluir, avanzar superando obstáculos y explorar el siguiente tramo del camino. Nuestro cuerpo en movimiento se entrega a la danza en profunda conciencia, impulsado por distintas fuerzas, explorando motivos olvidados que le otorgan tanto libertad como sentido y, también, aquellos que se interponen… ¡No podemos detenernos! Así como en el Universo, en nuestro cuerpo todo es Danza y Movimiento…

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Eterna espiral hacia el Centro Hacia abajo hacia arriba hacia adentro… eterna espiral hacia el centro Allí, donde habito Vueltas… vueltas, giros todo es movimiento Quién soy si no me muevo? Si me detengo: muero! Entonces, voy hacia abajo Y la Tierra me abraza … hacia arriba Y el cielo me envuelve … hacia adentro Y mi Ser me contiene en profundo silencio con Amor verdadero… Si me detengo: muero! M. Fernanda Rodríguez, 2014

Notas * Fotografías de "Cisne blanco Cisne negro", film de Darren Aronofsky.

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CAPÍTULO 13

DANZANDO NUESTRAS SOMBRAS El cuerpo que habitamos: libertad y creación

Si pudiera decir con palabras lo que expresan mis danzas, no tendría razón para bailar Mary Wigman

Luces y sombras Nuestra historia de vida tiene partes que iluminamos tornándolas muy visibles y otras que dejamos en la oscuridad. Jung (1995) denominó “sombras” a estos aspectos no aceptados o no reconocidos de nosotros mismos, a esos fragmentos de historia que preferimos no recordar. Sullivan (1953) los define como el “no-yo oculto en el inconsciente”, retomando las ideas del capítulo anterior. El cuerpo en movimiento a menudo empieza a “iluminar” esas facetas oscuras; la danza y el movimiento despiertan la memoria dormida en nuestras células y nos impulsan a ir en busca de aquellos aspectos relegados por nosotros mismos que muchas veces son fuente de creación. Entonces, a partir de estas “sombras” podemos desplegar las alas de la Creación danzando cada momento de nuestra existencia en profunda conciencia y libertad.

Las “sombras” que nos habitan Jung define a los arquetipos o imágenes primordiales como tendencias a formar representaciones de un motivo, de tal modo que las mismas pueden variar mucho sin perder su modelo básico. También es posible definirlos como elementos estructurales de la psique humana, sistemas de aptitud para la acción y, a la vez, imágenes y emociones. Estas adquisiciones no son individuales, sino comunes a todos los seres humanos. Se presentan como ideas e imágenes, manifestándose a nivel personal a través de complejos que se expresan en sueños o fantasías 66


y a nivel colectivo como características culturales, tales como los mitos y el arte. La sombra es uno de los principales arquetipos que define este autor y se refiere a los aspectos ocultos o inconscientes, positivos o negativos, es decir lo no reconocido (Jung 1995, 1999).

Junto con la noción de arquetipo, Jung (1995) propone la de símbolo y lo caracteriza como la mejor expresión posible de algo desconocido como dijimos en el capítulo 1. Además, describe dos tipos de símbolos: naturales y culturales. Los primeros derivan de contenidos inconscientes de la mente y de este modo representan un gran número de variaciones de las imágenes arquetípicas esenciales, tales como las ideas e imágenes que aparecen en los relatos antiguos y en sociedades primitivas. Los símbolos culturales se emplean para expresar verdades eternas en muchas religiones; los mismos se fueron transformando e incluso pueden pasar por un proceso de mayor o menor desarrollo consciente y de este modo transformarse en imágenes colectivas aceptadas socialmente.

Jung sostiene que toda persona puede redescubrirse en profundidad a través del camino que propuso en el año 1916 para abordar las propias peculiaridades simbólicas: la Imaginación activa. A través de la misma, es posible reconstruir la propia historia partiendo de imágenes simbólicas y arquetípicas fundamentalmente (Jung 1995, 1999). Whitehouse (1958) retoma este 67


camino y lo lleva a la práctica en la década de 1950 creando el Movimiento auténtico, citado en otros capítulos, que luego se incorpora en muchas prácticas de danza consciente.

El cuerpo en movimiento. Libertad y creación Según el Diccionario de la Real Academia Española, la creatividad es la “(…) capacidad de crear” y define creación como “(…) obra de ingenio, de arte o artesanía muy laboriosa, o que revela una gran inventiva”… en otras palabras, se refiere a aquello que surge de nosotros mismos, aquello que no es copia ni repetición, sino algo nuevo y único. Es también esa “primera vez” que, si resulta, será seguida por otras tantas veces. Para crear necesitamos ser auténticamente libres, dejar atrás aquellas cosas que nos atan y retienen. En este sentido, la imaginación es una herramienta necesaria para la creatividad, de ahí las propuestas de imaginación activa (ver acápite Una experiencia real y auténtica I). Comenzamos imaginando algo nuevo y tal vez diferente y entonces damos lugar a nuestros sueños y proyectos. Es indispensable que nos sintamos libres para imaginar y crear, para liberar todo eso que están muy adentro nuestro. Experimentar la entrega en nuestro cuerpo puede ser un primer paso. Su apertura y plasticidad nos preparan para estar disponibles y recibir lo nuevo que sin duda llega si le damos lugar. Un cuerpo sin resistencia que se abre al futuro, un cuerpo que se permite “ser movido” (sensu Whitehouse 1958), un cuerpo en movimiento que discurre por diversos caminos y alternativas confiando en sí mismo. Un cuerpo dispuesto a observar y tomar las partes luminosas y las partes oscuras de su existencia; abierto a aceptar las sombras y reconocer en ellas su Fortaleza.

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Una experiencia real y auténtica I. Danzando en el agua, en el aire y en la tierra “Comenzamos la segunda parte del taller con un trabajo de a dos en el suelo durante el cual uno mueve al otro: brazos, piernas, manos, tronco, cabeza... todo esto produce la sensación de estar en el agua. En un segundo momento la invitación fue a sentirse en el agua donde no hay ruptura... nos entregamos al movimiento que nos ofrece el agua. Nos dejamos llevar, somos movidos por el agua y experimentamos la entrega. Luego en el aire: nuestro cuerpo entra en contacto con el aire y se mueve llevado por éste. Por último, imaginamos un paisaje, estoy allí, firme en la tierra que me sostiene y me da fuerza. Encontramos un animal y nos acompaña, nos movemos con sus movimientos: cómo son, ... nos invita a seguirlo... sus movimientos son suaves o pesados, ligeros o lentos, … qué ruido hace al caminar, hacia dónde nos lleva, qué camino nos muestra, ... nos animamos a seguirlo, queremos hacerlo”.

Esta propuesta formó parte del taller que coordiné el 9 de octubre de 2015 y, si bien comienza con un ejercicio utilizado en distintas disciplinas tales con Danza Butoh y Eutonía entre otras, aquí es la preparación para la entrega que se concreta “en el agua”, donde el cuerpo es movido y se deja llevar en un medio donde todo fluye y nada permanece. Luego el aire en donde, si bien 69


somos movidos, comienza a participar un poco más el deseo de movernos y, finalmente, la tierra que nos sostiene y el animal que, por determinadas cualidades y características, encontramos en nuestro camino: confiamos en él, nos entregamos, confiamos en nosotros mismos.

A la luz de nuestras sombras Distintos autores nombraron aquello que hasta ahora no vimos de nosotros mismos: aspectos no aceptados o no reconocidos… el no-yo oculto como dijimos al comienzo. ¡Cuánto misterio encerrado en ellos que seguramente pugna por ser descubierto, re-conocido y salir a la luz! Tal vez es el momento de darle lugar en nuestra vida. Nuestras sombras suelen ser grandes fortalezas y fuente de creación. A menudo, al permitirles desplegarse, adquirimos auténtica libertad para ser quienes realmente somos. La danza y el movimiento pueden ser, si así lo deseamos, el camino y el modo para llegar a ellas, contemplarlas y dejarnos iluminar por su luz. Podemos danzar en la oscuridad por un rato para “ver” nuestras sombras y darles la bienvenida. Nos encontraremos seguramente con partes nuestras desconocidas, que ni imaginábamos encontrar: es el momento de tomarlas y construir “enteros” el siguiente capítulo de nuestra historia…

Una experiencia real y auténtica II. Danzando en la oscuridad. “Danzar con antifaces es la propuesta. El trabajo se realiza de a dos, uno se cubre los ojos y danza mientras el otro lo cuida; luego cambian los roles. La meta es ampliar la mirada hacia adentro, evitar lo externo por un rato y volver a casa, a nosotros mismos”. Esta propuesta formó parte de distintos talleres que coordiné durante los años 2015-2017. Al anular por un rato los estímulos visuales, dejamos de contemplar el mundo que nos rodea y entonces “nos contemplamos” favoreciendo el encuentro con nosotros mismos, con nuestro ser. 70


La danza como símbolo de nuestras sombras Un encuentro pleno de movimiento con nuevas formas que surgen de contenidos que habían sido ignorados por tanto tiempo. Retomando la noción de símbolo que propone Jung (1995) –“(…) la mejor expresión posible de algo desconocido”– nuestra danza expresa y da forma a esas partes olvidadas que sin duda nos habitan y, en este sentido, es símbolo de un arquetipo: nuestras sombras. Somos libres de danzar nuestras sombras y movernos a la luz de ellas. Y una vez más la Danza nos lleva a esos “lugares” tan especiales y valiosos de nuestra existencia para experimentar la libertad de construir la siguiente etapa del camino con verdadera conciencia, a partir de todo lo que somos. Seguramente, nos encontremos cara a cara con quien hemos buscado durante mucho tiempo y ¡ojalá sea ése el momento más feliz de nuestra Vida!

En el cuerpo que habitamos En el cuerpo que habitamos, ahora dentro de los huesos y latiendo en el corazón, vive aquel a quien hemos estado buscando tanto tiempo! Pero tienes que dejar de correr y de sacudir tus manos La cita no ocurrirá sin tu presencia, sin tu participación... El mismo que allí te espera se mueve en los árboles, salpica en el agua... crece en los pastos y permanece escondido en las sombras que creas No hay a dónde ir el matrimonio ocurrió hace ya mucho tiempo contempla a tu pareja.... Robert Hall

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CAPÍTULO 14

DANZA, FORMA y MELODÍA El cuerpo que habitamos: movimiento y pasión

El movimiento de las olas, día y noche, viene del mar, tú ves las olas, pero, ¡qué extraño! no ves el mar Rumi

Perder la forma ajena y encontrar la propia. Una experiencia real y auténtica A menudo adoptamos formas que no nos pertenecen…formas que fuimos adquiriendo a lo largo del tiempo porque las necesitamos para determinados fines, como respuesta a ciertos objetivos de vida, entre tantas otras causas que nos llevan a estar en el mundo con una forma “extraña”, ajena a nuestra esencia. ¿Cómo disolverlas para encontrar la propia? Esta propuesta formó parte del taller que coordiné el 30 de octubre de 2015. La meta fue encontrar nuevas y genuinas formas para gozar del cuerpo en movimiento, del cuerpo que danza en libertad. Para esto, fuimos encontrando el propio pulso y el movimiento que lo traduce…luego registramos las emociones que van naciendo muy adentro y el modo en que éstas se expresan en movimiento: esta es nuestra melodía. Por último, danzamos las imágenes que fueron surgiendo en nuestra mente a partir del movimiento que nació de la melodía… melodía e imagen… cada una supone nuevas formas a partir del propio pulso. Luego cada participante ofreció su pulso (movimiento que se va repitiendo) a sus compañeros para danzarlo juntos, en un primer momento encabezando el grupo y luego observando en espejo su propio movimiento. De ese movimiento propio inicial había surgido su melodía e imagen. La danza de cierre reflejó estos encuentros internos que nos permiten movernos con mayor libertad y conciencia disfrutando del encuentro con el propio cuerpo que va adquiriendo formas auténticas. Nuevas formas propias, seguramente varias, ya que nuestro pulso cambia incluso a lo largo del día. 72


Pulso, melodía e imagen Liljan Espenak (1989) planteaba que del cuerpo nace el pulso que nos mueve, las emociones que nos habitan nos entregan una melodía que nos pertenece y la imagen que reflejamos resulta de las dos primeras: pulso y melodía. Esta o estas imágenes se traducen en palabras o frases y entonces pueden ser nombradas. Algunos autores se refieren al cuerpo como aspecto físico de la personalidad y entonces el movimiento es la personalidad que se hace visible (Whitehouse 1979). También Bartenieff y Lewis (1980) sostienen que el movimiento se relaciona con el temperamento de la persona y el ambiente; incluso, destacan las diferencias culturales que se observan en el movimiento diario. Al mismo tiempo, Espenak incorpora las teorías del cuerpo-mente de Lowen quien plantea la noción de cuerpo segmentado y reflejo de defensas psíquicas que se expresan a través de corazas musculares que dificultan el movimiento (Espenak 1989; Reca 2005).

Forma, movimiento y ritmo Con el movimiento expresamos aquello que en verdad somos, lo que sentimos, anhelamos y soñamos. La vida es movimiento y el movimiento interno nos otorga una o varias formas propias y auténticas. A menudo, estos impulsos internos están cargados de emociones profundas que se expresan en dichas formas. Hay entonces formas muy instaladas en nuestro cuerpo y a menudo necesitamos quitarles espacio para adquirir un nuevo “modo” que nos ofrezca mayor libertad y goce. En este sentido, es interesante citar una vez más la Danza Butoh (ver capítulo 10), creada por los maestros japoneses Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno en la década del sesenta. Esta danza busca romper con modelos establecidos y se nutre de una poética que conlleva una profunda filosofía de vida dirigida a la esencia del ser humano y su necesidad de expresión. Sus orígenes se encuentran en las antiguas tradiciones folklóricas japonesas (Teatro Kabuky - Teatro Noh) y tiene influencias de movimientos europeos de la post-guerra. Se trata de ir a favor y en contra de la gravedad al mismo tiempo, romper con la “belleza”, con la idea del “yo” (Collini 1995; Barba 1998; Ohno, K & Ohno, Y. 2004), en otras palabras con las formas habituales, pre-establecidas y animarse a encontrar otras, guardadas en distintos rincones del cuerpo, de ahí la importancia de habitarlo con profunda conciencia. Distintos autores analizaron cuidadosamente el movimiento y la danza…muchos hablaron de forma, movimiento, ritmo y dirección. Laban (1960), creador del método de observación y análisis 73


del movimiento llamado Esfuerzo-Forma, busca describir la potencialidad del movimiento humano como mediadora entre el mundo interno y externo. De este modo, los impulsos internos son generadores del cuerpo-en-movimiento que a su vez muestra diferentes ritmos y combinaciones con respecto a otros cuerpos en movimiento (Reca 2011). Además, Laban hace un interesante paralelo entre el movimiento en la vida individual y el movimiento del desarrollo de la humanidad y concluye que en ambos casos los estilos más primitivos se repiten. Los movimientos muy saturados, tanto en la danza como en la vida, impiden tomar decisiones rápidas, así como también la excesiva flexibilidad obstaculiza las acciones (Laban 1987). Laban y Lawrence investigaron los movimientos más adecuados que realizan los obreros industriales, de ahí el término y la idea de esfuerzo (=movimiento), entendida como actitud en relación con el uso de la energía. Los componentes del movimiento, son: flujo, espacio, peso y tiempo. Los tres últimos se vinculan con la atención, la intención y la decisión respectivamente. El flujo puede ser libre o contenido, el espacio directo o indirecto, el peso liviano o pesado y el tiempo rápido o lento y sostenido (Bartenieff & Lewis 1980). Es importante advertir el estrecho vínculo entre flujo y tiempo ya que no hay flujo sin movimiento desarrollado en el tiempo. El peso y el espacio también tienen rasgos comunes y son frecuentes en los movimientos cotidianos. El hombre tiene conciencia de peso, pero es menor la conciencia de espacio y tiempo (Laban 1987). Por otra parte, Laban (1987) describe tres ritmos a partir de los elementos del movimiento, dispuestos en secuencias. Hay ritmos de espacio, de tiempo y de peso, como se dijo en otro capítulo.

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En distintas direcciones La dirección es otro elemento importante a tener en cuenta al analizar movimientos y danzas ya que mucho tiene que ver con nuestro modo de ser y estar en el mundo, es decir con nuestras emociones y sentimientos. Ésta se vincula con los tres ejes: vertical, horizontal y sagital. Las direcciones hacia adelante y hacia atrás pueden ser significativas de distintos modos y corresponden al plano sagital; en el plano horizontal, un movimiento lateral cerrado puede expresar timidez y un movimiento lateral de apertura, orgullo y confianza; al plano vertical corresponden los movimientos hacia arriba y hacia abajo. También hay expresividad en la trayectoria del movimiento. Ésta se dibuja mediante los pasos en el suelo, que combinan líneas rectas y curvas, y los gestos en el aire que son contornos en el espacio y de ambos resultan las figuras. Al mismo tiempo, la trayectoria puede ser simétrica o asimétrica. La primera esconde emociones y la segunda las revela y resulta más apasionada (Laban 1987).

El verdadero nacimiento El movimiento y la forma, el pulso y la melodía que se expresan en imágenes…se trata en síntesis de crearnos a nosotros mismos, re-crearnos con pasión: un auténtico “parto” con presencia plena. Perder la forma, entregarnos para que eso suceda, abandonar viejas corazas que nos impiden movernos en libertad. Dejar en cambio que el movimiento suceda y que la danza nos envuelva para nacer con una nueva forma, auténtica, que sin duda tendrá su propia melodía. La Danza nos lleva al encuentro con quien tanto hemos buscado… nuestro verdadero nacimiento, con intuición y sabiduría: ¡hermosa celebración!

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CAPÍTULO 15

DANZANDO EL CAOS Incertidumbre y Creación

Esta existencia nuestra es tan transitoria como las nubes del otoño. Observar el nacimiento y la muerte de los seres es como mirar los movimientos de una danza. Una vida es como un relámpago en el cielo, que se desliza veloz como un torrente por la pendiente de una montaña. Este es un momento precioso, pero transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Siddharta Gautama Buda

El Big Bang “(…) El Big Bang -gran estallido- es el momento en el cual, de la nada emerge toda la materia, es decir, el origen de todo lo que existe. Una partícula infinitamente pequeña, un punto de densidad infinita explota, expandiéndose en todas las direcciones y las partículas que se desprenden se alejan muy rápidamente unas de otras” (Rodríguez 2011). El comienzo no fue pasivo… el estallido a partir de una pequeña partícula originó el Universo que habitamos. Luego, la expansión en todas las direcciones y el movimiento que va poblando el espacio, sin orden ni sentido, simplemente ocurre: ¡pura creación!... una danza de átomos buscando su lugar en el infinito o más bien entregados al movimiento inevitable. El origen y la creación de todo lo que existe fue el caos… porque el caos es creativo. Y así es en nuestra vida: cuando buscamos orden nada ocurre, en cambio, si lo dejamos ir, algo nuevo deviene, ¡seguramente con pasión!

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El Caos en la danza Como dijimos en capítulos anteriores, Gabrielle Roth propone una danza extática que denomina Danza de los 5 Ritmos. Para esta autora existen en cada persona cinco ritmos sagrados que constituyen la esencia de un cuerpo en movimiento: fluido, stacatto, caos, lírico y quietud; todos juntos forman parte de un camino de exploración extático y meditativo que denomina “ola” (Roth 1989). En el fluido se explora la energía femenina y en el stacatto la energía masculina. En el caos es posible reunirlas dando lugar a la propia energía. El lírico es el ritmo del trance y de la autorrealización. La quietud conduce a la empatía con los otros y al refugio que ésta ofrece (Roth 1989, 1997, 2004). Al danzar el caos, soltamos y dejamos ir aquello que está contenido en nosotros y que por algún motivo ya no es útil, pudiendo interferir nuestra libertad y nuestro desarrollo. También vamos alejando los apegos innecesarios que a menudo nos ahogan y no nos dejan ser quienes realmente somos. Soltamos, nos vaciamos de viejas formas que heredamos del pasado y observamos cómo se van alejando hasta perderse en el horizonte y desaparecer.

Luego, nos sentimos más livianos y con menos carga sobre nuestra espalda. Los espacios vacíos comienzan entonces a hacerse visibles… espacios sin contenido, listos para ser llenados con lo nuevo que empieza a gestarse en nosotros. Espacios de creación, espacios disponibles que se abren al futuro, espacios que recibirán nueva materia para construir la siguiente etapa de nuestra historia. La danza y el movimiento que conlleva crean en nosotros estos espacios libres, infinitamente pequeños o inmensos… en uno u otro caso, por allí discurre la energía que necesitamos, la fuerza vital y creativa que nos impulsa a vivir, tal vez de un modo diferente o re-creando antiguas formas. Lo importante es que podamos ser auténticamente quienes somos en esencia. 77


Sin máscaras En la etimología de la palabra máscara existe la dualidad yo-otro y esta dualidad hace referencia a la persona-máscara. El vocablo “persona” es transcripción literal del latino persona, equivalente al griego prósopon que designa la máscara con la que el actor se cubría el rostro para representar un personaje y entonces era llamado dramatis personae. La frontera entre persona y máscara es una encrucijada (Matoso 2008). La máscara produce una desestructuración y una nueva estructuración de la imagen corporal según Matoso (2008). Asimismo, las imágenes corporales adquieren dimensión escénica cuando empiezan a poblarse de personajes que, a medida que se desarrolla el trabajo corporal, van haciendo escuchar sus voces y sonidos. Se perfilan entonces diferentes personalidades que representan la propia historia dramatizada en el cuerpo (Matoso 2001). Al mismo tiempo, la máscara irrumpe en la imagen corporal dando lugar a lo extraño dentro de lo conocido e introduce lo múltiple y diferente que puede ser considerado como el aspecto dionisíaco de las mismas, el aspecto “extranjero” tal como fue Dionisios en el Olimpo (Matoso 2008). Entonces, las máscaras tienen por finalidad anular por un tiempo la identidad de la persona como paso previo a la asunción de una nueva identidad (Colombres 2004). Hasta acá nos referimos a las máscaras que se usan para representar determinados personajes, situaciones o estados. No obstante, son metáforas de aquéllas que vamos fabricando a lo largo de nuestra vida para ocultar nuestra verdadera identidad. Brown (2013) sostiene que estas últimas nos ayudan a sentirnos más seguros, aunque a veces sean asfixiantes, y nos protegen de nuestra vulnerabilidad, es decir nos permiten ocultarla. Cuando hace mucho tiempo que las llevamos se amoldan a nuestro cuerpo como “segunda piel” (Brown 2013: 109) y acaban siendo imposibles de distinguir. Según Colombres (2004), quien porta la máscara se ve privado de la gestualidad. También este pensamiento es una metáfora de aquello que las máscaras que vamos fabricando a lo largo

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del tiempo producen, de ahí la importancia del movimiento, la danza y los gestos, realizados con el resto del cuerpo, como modos de expresión…

Formas ajenas Como planteamos en el capítulo anterior, a menudo adoptamos formas que no nos pertenecen, formas que fuimos adquiriendo a lo largo del tiempo porque las necesitamos para determinados fines, como respuesta a ciertos objetivos de vida, entre tantas otras causas que nos llevan a estar en el mundo con una forma “extraña”, ajena a nuestra esencia. Estas formas extrañas suelen ser máscaras con las que nos presentamos al mundo para ocultar nuestro verdadero yo, nuestro yo esencial.

La danza nos regala caminos para soltar las formas ajenas; esos caminos se trazan en el cuerpo y quedan allí para siempre, como un mapa o un sendero de regreso a casa, al verdadero yo, al centro. Una vez trazadas estas huellas, podemos seguirlas las veces que necesitemos volver a ese lugar seguro y amado.

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Encarnando nuestras emociones para danzarlas El contacto con las emociones es un paso sumamente importante; reconocerlas y encarnarlas para que salgan a la luz. Csordas (1994) propone un interesante paradigma que denomina embodiment (=encarnar), inserto en la fenomenología (Husserl 2005). Este paradigma sostiene que la experiencia corporizada es el punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo (Csordas 1994, 2011 y otros trabajos del mismo autor). Como dijimos en capítulos anteriores y retomamos aquí, dentro de esta perspectiva, cada individuo es un ser-en-el-mundo sensu Merleau-Ponty (1993), es decir, un sujeto hecho carne con el mundo. Es importante en este punto establecer vínculos con el planteo de Espenak (1989) quien formula la existencia de cuatro emociones básicas, como dijimos en capítulos anteriores: enojo, alegría, calma y miedo. Esta autora toma de Adler la noción de impulso agresivo como energía propia del individuo y de Lowen el concepto de corazas musculares ya que las emociones que no se expresan suelen manifestarse a través de dichas corazas (Espenak 1989). La primera tarea para danzar y vivir en libertad es derribar esas corazas musculares y nuestra propia energía nos permite hacerlo. Lograda esta meta, será tal vez más fácil encarnar nuestras emociones… permitir que en nuestro cuerpo encarne el enojo, o el miedo… o la alegría y los dance. La danza permite iluminar esas zonas que aún permanecen mudas, en la oscuridad, para darles movimiento y expresión. También podemos percibir estas zonas como espacios vacíos, potencialmente creativos.

Caos, incertidumbre y pasión El caos nos invita también a soltar la certeza de lo conocido y transitar la incertidumbre que el futuro nos ofrece. Este es uno de los principios más importantes para que lo nuevo tenga espacio y la creación suceda. Si hay caos, hay movimiento y el movimiento nos impulsa a crear.

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Es muy acertada aquí la idea de ecuanimidad apasionada. La ecuanimidad es un estado de purificación mental cultivado a través de la meditación en el camino budista de la sabiduría y la iluminación que hace posible encarar la vida en calma y tranquilidad sin perturbar la mente. Pero esta ecuanimidad puede estar llena de pasión por la vida. Wilber (1995) propone el concepto de ecuanimidad apasionada en su libro Gracia y Coraje en donde relata el desapego apasionado de Treya, su esposa, cuando “suelta” la vida con pasión y no como entrega pacífica o resignada. Este autor habla de la muerte como la “gran soltada”.

Una vez más, la danza nos invita a transitar estos espacios vacíos que surgen luego de soltar los apegos… desapegarse con pasión por la Vida y por lo nuevo que comienza al dejar ir aquello que concluye… caos y creación: ¡el Big Bang de cada día!

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Sonidos, luz, sombras, eterna Sinfonía El Origen: La Ola crece y rompe en el Desierto cubriéndolo de flores y espuma… la Vida comienza!

Fragmento de Sinfonía, M. Fernanda Rodríguez, 2009

Nota * Fotografías de Gabrielle Roth, creadora de la Danza de los 5 Ritmos (5Rhythms): https:// www.5rhythms.com/es/

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CAPÍTULO 16

DANZAR ABRIENDO CAMINOS Entrega y Pasión

No pienses que no pasa nada, simplemente porque no ves tu crecimiento… las grandes cosas ocurren en silencio Siddharta Gautama Buda

El tiempo que concluye He aquí nuestra vida hoy, para tomarla y agradecer. Valoramos nuestros logros, nuestras metas alcanzadas, nuestro coraje para superar los obstáculos que se presentaron en el camino (ya que muy rara vez esto no ocurre!). ¡Comenzamos a reconocer nuestros sueños y proyectos para el futuro que comienza!... Entonces, nos preguntamos: ¿cómo empezar a danzar hacia ellos y abrir nuevos caminos con pasión? El primer paso es sin duda el desapego de aquello que concluye: desapego o ecuanimidad apasionada (Wilber 1995). Como dijimos en el capítulo 15, la ecuanimidad es un estado de purificación mental cultivado a través de la meditación en el camino budista de la sabiduría y la iluminación que hace posible encarar la vida en calma y tranquilidad sin perturbar la mente. Pero esta ecuanimidad puede estar llena de pasión por la vida tal como plantea K. Wilber (1995) en su libro Gracia y Coraje (ver capítulo 15). Desapegarnos con pasión y reconocer esos espacios vacíos fértiles que quedan entonces para hacer lugar a lo nuevo. Entendemos por espacio vacío aquel “lugar” libre y disponible en el cuerpo, pleno de potencial creativo, por donde la energía vital circula libremente, sin obstáculos. A través de la danza podemos 83


hallar esos lugares en nuestro cuerpo que nos otorgan la magnífica posibilidad de conjugar presente y futuro. Cuando estos espacios surgen internamente, es posible reconocerlos por fuera también, es decir en el mundo que nos rodea.

El tiempo que comienza Cuando aprendemos a soltar la certeza de lo conocido y a transitar la incertidumbre que el futuro nos ofrece, lo nuevo deviene porque tiene espacio y la creación sucede. El origen de todo lo que existe fue el caos… porque el caos es creativo. Si hay caos, hay movimiento y el movimiento nos impulsa a crear que significa dar forma a algo nuevo, algo que aún no existe, salvo en nuestra imaginación y/o en nuestros sueños. En la danza que propone G. Roth se diferencian cinco ritmos que constituyen la esencia del cuerpo en movimiento: fluido, stacatto, caos, lírico y quietud (Roth 1989). Al danzar el caos, soltamos y dejamos ir aquello que está contenido en nosotros y que por algún motivo ya no es útil, pudiendo interferir nuestra libertad y nuestro desarrollo. También vamos alejando los apegos innecesarios que a menudo nos ahogan y no nos dejan ser quienes realmente somos. Soltamos, nos vaciamos de viejas formas que heredamos del pasado. Los espacios vacíos comienzan a hacerse perceptibles… espacios sin contenido, listos para ser llenados con lo nuevo que empieza a gestarse en nosotros. Espacios de creación, espacios disponibles que se abren al futuro, espacios que recibirán nueva materia para construir la siguiente etapa de nuestra historia. La danza, y el movimiento que ésta conlleva, crea en nosotros estos espacios por donde discurre la energía que necesitamos: la fuerza vital y creativa.

Cuerpos que danzan Como M. Whitehouse (1956) sostiene, la expresión creativa en el movimiento físico es lenguaje sin palabras y el movimiento es la ley más importante. En los años sesenta surge un nuevo 84


imaginario del cuerpo. El hombre occidental descubre su cuerpo y, al mismo tiempo, “(…) la preocupación moderna por el cuerpo” (Le Breton 1990: 9). Wigman (1966) propone el lenguaje de la danza en donde el movimiento del cuerpo es la base elemental e indiscutible sin el cual ésta no existiría. Le Breton (2002: 44) expresa que “(…) Las representaciones del cuerpo son una función de las representaciones de la persona. Las representaciones de la persona y las del cuerpo, corolario de aquellas, están siempre insertas en las visiones del mundo de las diferentes comunidades humanas”. Además, “(…) el cuerpo, moldeado por el contexto social y cultural en el que se sumerge el actor, es el vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de la relación con el mundo” (Le Breton 2002: 34). Por otra parte, Laban (1987) propone pensar en términos de movimientos que reemplazan o bien toman el lugar de las palabras. Las danzas integran frecuentemente los rituales. Citro (2009) plantea que en estos últimos se da la intensificación de las sensaciones y emociones; entonces la resonancia corporal es el estado ritual de apertura perceptiva, mimesis y emoción intensa y de este modo, la danza y la performance ritual modifican la materialidad corporal del danzante. Además, Csordas (1994) sostiene que el ritual socializa a los performers en determinados modos somáticos de atención constituidos culturalmente ya que entra aquí en juego la atención hacia el propio cuerpo y hacia el cuerpo de los otros y sus movimientos. Con respecto al uso del cuerpo y el movimiento, Marcel Mauss fue uno de los primeros en comenzar a indagar estos temas. Este autor sostiene que el modo en que los seres humanos aprenden a usar el cuerpo en cada sociedad –técnicas del cuerpo– es un medio importante de socialización (Mauss 1936, 1950). Posteriormente, en una línea semejante, A. Lomax (1962) demuestra su interés por vincular la danza con los movimientos de la vida cotidiana; la danza es entonces una representación de los patrones culturales.

Danzar abriendo caminos Un cuerpo que danza, un cuerpo en movimiento, es flexible y está dispuesto a que el cambio suceda. También suele estar preparado para avanzar hacia el futuro fluyendo entre obstáculos y partes más amables del camino. 85


Cuando danzamos nos encontramos a menudo con el misterio, aquello que aún no comprendimos, que nos fascina y nos asusta al mismo tiempo… entonces la magia del movimiento nos lleva a develarlo explorando lo más profundo de nuestro ser. La danza surge de un lugar muy interno y propio; por momentos nos movemos y otras veces “somos movidos” (Whitehouse 1958) por aquello que nos habita: emociones, sensaciones, pensamientos, creencias, recuerdos, sentimientos, energía vital, entre tantas cosas. Danzamos también nuestros sueños, poblados de arquetipos, símbolos y, en ciertos casos, mitos (Jung 2002)... danzamos nuestra vigilia que es también la expresión visible de los sueños. Entonces, las palabras de M. Whitehouse (1958) cobran un profundo sentido: “somos movidos” por nuestros sueños llenos de contenido, por nuestras experiencias más íntimas y esenciales que sin duda se entrelazan con las de la humanidad de la que somos parte. La danza nos invita a dejar ir aquello que concluye para hacer lugar al futuro… nos dejamos penetrar por nuestras pasiones para gestar lo nuevo que crecerá en nosotros y habitará nuestro cuerpo. La danza: nuestra gran aliada de la Vida y fuente de creación.

El corazón del hombre es un instrumento musical que contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega. Rumi

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CAPÍTULO 17

DANZAR EL TIEMPO QUE COMIENZA Vacío y Plenitud Alégrate porque todo lugar es Aquí y todo momento es Ahora Siddharta Gautama Buda

¡El Comienzo! El camino se abre y allí, en el umbral de un nuevo tiempo, reconocemos nuestros sueños y proyectos... nos preguntamos entonces cómo empezar a danzar hacia ellos y abrir nuevos caminos con pasión. Si en verdad pudimos dejar ir aquello que concluyó, será sencillo dar lugar a lo nuevo que nos espera. “Desapegarnos” con pasión y reconocer esos espacios vacíos y fértiles, disponibles para dar lugar a aquello que comenzará a crecer en nosotros. Como primer paso, imaginemos un enorme salón vacío, sin gente ni objetos, un escritorio sin papeles, libros, computadoras… una calle sin autos, un cielo sin nubes… tenemos todo el espacio del mundo disponible y allí estamos: listos para comenzar a recorrer un nuevo tiempo. Puede ser una buena y saludable práctica desprendernos de aquellas cosas que ya no necesitamos: ropa, objetos, papeles, recuerdos que ya habitan en nosotros, entre tantas cosas. Y sin duda, hacer de esta práctica un ritual nos ayudará a despejar el camino hacia adelante.

El Vacío, nuestro aliado El “vacío” o “vacuidad” es un concepto que el Budismo expresa a menudo como no sustancialidad, latencia o relatividad: las cosas y los fenómenos no tienen una naturaleza fija o indepen87


diente. En el siglo VI a. C., Buda denominó sunyata (vacío universal) a esta interdependencia, inestabilidad y condicionalidad que luego desarrolla Nagarjuna (150-250 d. C.), para quien la existencia y no-existencia son la expresión de la naturaleza de todos los fenómenos. Nāgārjuna nació en India en una familia de casta brahman, probablemente en la Región de Andhra (sur de India). Fue el fundador de una de las tradiciones de pensamiento más influyentes denominada escuela de la vía media o madhiamaka. Su doctrina del “vacío” fue debatida durante más de un milenio en China, Tíbet, Corea y Japón. El Budismo zen lo considera uno de sus precursores y sus ideas todavía despiertan intensos debates académicos. Probablemente es el pensador budista más influyente luego de Gautama Buda (Fantone 1962; Arnau 2007; 2008; Tola & Dragonetti 2012).

El concepto budista de “vacío” describe la insustancialidad. Los cuerpos físicos están formados por sustancias, en consecuencia, las propiedades de la materia están determinadas por dichas sustancias y su interacción. Las partículas subatómicas oscilan entre las fases de existencia y no existencia, adquiriendo distintas formas. Este “vacío” se asocia con el concepto de origen dependiente, según el cual los fenómenos surgen y mantienen su existencia en relación con otros fenómenos y, por lo tanto, nada existe independientemente ni en forma permanente. También se refiere a las emociones que permanecen en estado de latencia cuando dejamos de sentirlas, es decir, existen solo mientras las sentimos (Arnau 2005; Tola & Dragonetti 2012).

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Es muy interesante el planteo de Tola y Dragonetti (2012) acerca de la nada y el vacío. ¿Por qué hablamos de “vacuidad” en lugar de “nada”?... Dragonetti sostiene que sunya es “vacío” y Tola agrega que este concepto significa carente de ser propio o vacío de sustancia. Entonces, no se podría traducir sunyata como “nada” porque estaríamos más cerca de un no-ser que la escuela de Nagarjuna no enfatiza. El “vacío” es uno de los pilares fundamentales sobre el cual podemos construir la siguiente etapa. El vacío, como espacio simbólico, que nos lleva al aquí y ahora de nuestra existencia, lo único real y auténtico; el vacío que nos invita a estar disponibles para que lo nuevo y el cambio se desenvuelvan a través de nuestro ser en el mundo…el vacío, lo no-permanente que nos lleva a construir y re-inventar cada instante y cada etapa de nuestra vida: única, nueva y relevante.

Movimiento y Danza El movimiento nos impulsa hacia adelante… caminamos hacia el futuro y, cuando aprendemos a captar la armonía de la Vida: ¡danzamos! Al danzar gestamos algo nuevo, creamos belleza, autenticidad, identidad y a menudo surge algo que aún no existe, salvo en nuestra imaginación o en nuestros sueños. La danza y el movimiento que ésta conlleva, crea en nosotros nuevos espacios por donde discurre la fuerza vital y creativa que necesitamos. Esos espacios vacíos comienzan a hacerse visibles por fuera y por dentro… espacios sin contenido, listos para ser llenados con lo nuevo que empieza a gestarse en nosotros. Espacios de creación, espacios disponibles que se abren al futuro, espacios que recibirán nueva materia para construir la siguiente etapa de nuestra historia. El movimiento penetra en ellos dándole forma –transitoria porque luego surgirá otra– y otorgándole sentido. Y esa forma-sentido es la danza, nuestra Danza, que cada día nos alcanza como estamos y nos sorprende. Ya hace mucho tiempo, Nietzsche (1844 - 1900) se refirió a las bailarinas de pies ligeros que danzan contra el espíritu de la pesadez. La imagen abstracta de la bailarina que danza es una práctica filosófica más que una metáfora inspiradora (Baidet 2012). Nietzsche “(…) no creería más que en un dios que supiese danzar…” (Nietzsche 1972: 70). 89


Un nuevo tiempo en Plenitud

La danza nos vuelve más ligeros, más alegres y más flexibles. Un cuerpo en movimiento está abierto para que el cambio suceda y, al mismo tiempo, preparado para avanzar hacia el futuro fluyendo entre obstáculos y partes amables del camino. La danza surge en un lugar muy interno y propio. Por momentos nos movemos y otras veces “somos movidos” (Whitehouse 1958) por aquello que nos habita; entonces, nuestras emociones, sensaciones, pensamientos, creencias, recuerdos, sueños, sentimientos, entre tantas cosas, cobran forma y sentido en nosotros. El vacío es otro gran recurso como espacio simbólico interno y externo, disponible y abierto, que nos permite dar forma a lo nuevo que nace muy adentro. El vacío, que nos permite “ver” hacia adelante con mayor amplitud y claridad. El vacío que nos libera de cargas del pasado que ya no necesitamos llevar. La danza nos invita a dejar ir aquello que dejó de pertenecernos para poder avanzar con “pies ligeros” en un inmenso espacio, pleno de Vida y fuente de Creación.

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CAPÍTULO 18

RE-NACER A TRAVÉS DE LA DANZA La Vida que comienza

En el cuerpo que habitamos, ahora dentro de los huesos y latiendo en el corazón, vive aquel a quien hemos estado buscando tanto tiempo! Robert Hall

El verdadero Nacimiento Agradecidos a quienes un día nos dieron la vida y nos mostraron el camino a esta Tierra, hoy nos damos el permiso de volver a nacer… de “darnos a luz” en ese lugar del mundo que elegimos habitar y hacer propio: nuestro Hogar. El umbral de un nuevo tiempo, nuestros sueños y proyectos: ¿cómo danzar hacia ellos y abrir nuevos caminos plenos de Vida y Pasión? ¿Cómo dejar atrás todo aquello que fuimos o creímos ser un día? ¿Cómo estar presentes y ser quienes realmente somos? Imaginemos un largo camino hacia ninguna parte… podemos recorrerlo y descubrir qué nos ofrece, cómo nos sorprende a cada paso, descubrir a dónde nos lleva. Tal vez podemos ver el final o tal vez no… La propuesta es entregarnos a ese “viaje” con el movimiento que nuestro cuerpo nos regala y danzar ese camino dibujado en el espacio y en el tiempo.

El espacio sagrado y el arte Joseph Campbell propone “(…) llenar el espacio sagrado con arte. Y cuando digo arte me refiero a la belleza divinamente superflua, no a tener la casa bien decorada. El espacio sagrado es donde las cosas se experimentan como inútiles. Es mediante la contemplación

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de algo así, divinamente superfluo, que los aspectos de uno que no son de inmediata utilidad práctica salen a la luz. Pienso que el crecimiento orgánico se produce así, no en el sentido de avanzar hacia una actividad práctica” (Campbell 1995: 291). Y agrega que “(…) el arte puede ser el modo occidental de la iluminación; y pienso que el arte nos liberará de toda clase de cadenas” (Campbell 1995: 293). Como propone Campbell, el espacio sagrado es donde “las cosas se experimentan como inútiles”, es decir no buscamos un fin práctico a través de ellas, sino el goce y la fruición que el arte produce por sí mismo. La danza es arte, y su belleza “divinamente superflua” nos invita a fluir en un nuevo espacio, propio y como tal, sagrado. Y en ese fluir, como un río llegamos al mar, hallando la belleza de nuestro ser, nuestra identidad, nuestra mirada sobre el mundo y los otros. Sin buscar un fin práctico y sin proponernos una meta más que la de entregarnos al movimiento y ser la danza misma, iniciamos el viaje interior, “el viaje del héroe”, como lo llama Campbell (1949, obra original). Nos movemos hacia adentro y, cuando comenzamos a vislumbrar nuestro verdadero hogar: danzamos con alegría hacia allí y al danzar gestamos lo nuevo, aquello que aún no existía, salvo en nuestros sueños. Y en ese lugar sagrado es donde tomamos la Fuerza que necesitamos para auto-gestarnos y re-nacer a la vida que hoy, muy presentes y con plena conciencia, elegimos vivir. Campbell describió el “viaje del héroe” como un ciclo en el cual primero se abandona el hogar entrando en un mundo lleno de amenazas y pruebas; para esto el héroe debe cruzar el primer umbral, donde puede encontrar un guardián o dragón que se le opone y debe derrotar o conciliar. Luego puede entrar vivo o descender a la muerte en un reino de oscuridad o mundo de fuerzas poco familiares, algunas de las cuales lo amenazan. El héroe tiene que resolver pruebas o acertijos, en ocasiones con la ayuda o guía de un mentor. En el final de su aventura se le presenta una prueba suprema y recibe su recompensa. Luego emprenderá el regreso y dejará atrás a sus rivales, emergiendo del reino de la congoja, resucitando y trayendo el don que restaurará al mundo (Campbell 2001). La Danza nos invita a abandonar lo conocido y habitual para comenzar a explorar un nuevo territorio, un espacio genuino y propio. Danzamos hacia allí, hacia adentro, dejamos atrás vie92


jas formas y patrones, que a menudo vinieron de afuera o heredamos, para comenzar la aventura de ser nosotros mismos. Tal vez el final del “viaje del héroe”, de ese “héroe de las mil caras” como dice el autor (Campbell 2001), sea nuestro verdadero y auténtico Nacimiento, sin Ignorancia, ni pre-juicios, ni tampoco cosas que ya no nos pertenecen. Re-nacer para habitar el nuevo hogar que nos espera, dejar atrás lo viejo y recibir el Comienzo.

Nuestro cuerpo: el camino a casa El cuerpo humano, nuestro cuerpo, fue concebido desde distintas miradas a lo largo del tiempo. Uno de los paradigmas que más costó “superar” fue el dualismo cartesiano que surge y se desarrolla en los siglos XVII y XVIII a partir del pensamiento de René Descartes (1637, obra original) quien propone el dualismo y la escisión mente-cuerpo. Su influencia se prolonga en el tiempo e impregna en gran medida el pensamiento moderno acerca del cuerpo. Retomado algunas ideas ya planteadas y con el fin de trazar un camino, Marcel Mauss (1936) fue uno de los primeros autores que comienzan a indagar en el cuerpo y cómo éste es concebido socialmente, así como también el modo en que éste es un medio importante de socialización que puede ser modelado por la sociedad mediante la educación o bien surgir por imitación espontánea (Mauss 1936, 1950). Por otra parte, Lomax (1962) demuestra su interés por vincular la danza con los movimientos de la vida cotidiana; la danza es entonces una representación de los patrones culturales y su función social sería la de reforzar modalidades de organización interpersonal y grupal. En los años sesenta, surge un nuevo imaginario del cuerpo. El hombre occidental descubre su cuerpo y, al mismo tiempo, “la preocupación moderna por el cuerpo” (Le Breton 1990: 9). La Antropología del cuerpo nace como tal en el año 1973 con Mary Douglas (Csordas 2011) para quien el cuerpo es un micro-cosmos de la sociedad. Más tarde, la década de 1990 da lugar a una nueva concepción. El paradigma del embodiment (Csordas 1994), inserto en la fenomenología, propone la experiencia corporizada como punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo (Csordas 1994, 1999, 2004, 2011). 93


Algunos autores, influenciados principalmente por Merleau-Ponty, adscribieron a una fenomenología del cuerpo que reconoce el embodiment como condición existencial en la cual se asientan cultura y sujeto (Csordas 1994, 2011). En nuestros días, la mirada acerca del cuerpo ha cambiado mucho y para algunas concepciones “(…) Somos nuestro cuerpo del mismo modo que somos la vida que fluye a través de él” (Acuña 2015: 61). Para esta autora nuestro cuerpo solo existe en el presente y por eso constituye la entrada a la realidad del momento que vivimos y “(…) no es sino Ahora que el cambio es posible” (Acuña 2015: 68). Es difícil, o más bien imposible, hablar del cuerpo como algo separado de nuestro ser o de la mente, ya que son la misma unidad de existencia. Nuestro cuerpo nos ayuda a estar presentes aquí y ahora. Retomando el concepto de embodiment, este término significa exactamente “encarnar”, es decir, no representar ni tampoco actuar, como dijimos anteriormente. Así por ejemplo, desde esta perspectiva, cuando danzamos somos la danza misma con toda la fuerza que esta nueva identidad otorga. En el teatro, como otro camino del arte, el buen actor no representa un personaje, sino que es tal personaje. También es fácil observar este embodiment en las danzas rituales, donde los danzantes son aquello que convocan a través del movimiento de sus cuerpos. Nuestro cuerpo es la puerta de entrada al espacio sagrado que hay en nosotros, es el camino a casa que nos lleva al encuentro con “aquel a quien hemos estado buscando tanto tiempo” (R. Hall, fragmento del poema “En el cuerpo que habitamos”). Y cuando ese encuentro tiene lugar, nacemos de verdad, nos auto-gestamos tal como auténticamente somos y nos damos el permiso de nacer. Nacemos a la Vida que elegimos vivir danzando, explorando nuestro cuerpo a través del movimiento, volviéndonos cada vez más flexibles para fluir por el canal de parto hacia la Luz del día.

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Parir-me con Pasión (fragmento) Así será mi parto: en una noche de estrellas sin madres ni padres… solo yo estaré para cuidarme con intuición y sabiduría pura Innata Para empezar a escribir mi historia un día como hoy sin ignorancia en un lenguaje diferente auténtico! Porque quien nazca: SERÉ YO…. M. Fernanda Rodríguez, 2013

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CAPÍTULO 19

DANZAR HACIA EL “CENTRO” El origen y el tiempo

No te sientas solo, el Universo entero está dentro de ti. Rumi

Un lugar muy profundo… ¡magia y misterio! Cuando danzamos nos encontramos a menudo con el misterio, entonces el movimiento nos lleva a descubrirlo explorando lo más profundo de nuestro ser. La danza surge de un lugar muy interno y propio. Ese lugar es nuestro “centro”: desde allí danzamos y hacia allí nos dirigimos. Visualicemos nuestro cuerpo, imaginemos una puerta de entrada… la abrimos y, al hacerlo, encontramos un largo y sinuoso camino hacia adentro: podemos seguirlo, percibir a dónde nos lleva y cuán profundo es. Tal vez no podamos ver el final, pero la confianza será nuestra primera fortaleza. La propuesta es entonces entregarnos al movimiento que nuestro cuerpo nos ofrece y danzar ese camino, esa espiral hacia el Centro. Seguramente, de allí venimos… ¿cómo recordar el camino de regreso al ser, nuestro cálido y confortable hogar? Sólo se trata de volver a ese lugar amado y añorado; hace falta entrega para lograrlo, es necesario fluir por las vueltas de la eterna espiral y este es el desafío de la vida, y la danza nuestra segunda fortaleza.

El Origen En el año 1948, el físico ucraniano George Gamow planteó que el Universo se origina de una gran expansión o Big Bang que habría tenido lugar hace aproximadamente 13.800 millones de 96


años. De acuerdo con esta teoría, un universo homogéneo lleno de materia podría expandirse indefinidamente o frenar su expansión lentamente hasta producirse una contracción universal. El alejamiento de las galaxias sugiere que el Universo está en expansión y aceleración (Hawking 1991; Barrow 2006). Por otra parte, diversas teorías indican que la vida en la Tierra comenzó hace cerca de 3.400 millones de años atrás, a partir de materia orgánica inerte en un “caldo primordial” (Oparín 1952, 1968, entre otros).

A través de métodos e instrumentos muy avanzados es posible “oír” el sonido del Big Bang, el sonido del origen en el espacio. Tal vez, también sea posible “sentir y percibir” el origen de la vida en la Tierra y sin duda podemos recorrer esa espiral eterna hacia nuestro Centro: hogar y origen de nuestro ser. Un día, hace “x” años, dos células –óvulo y espermatozoide– se unieron para dar nacimiento a la singularidad que hoy somos. Estos gametos se fusionaron durante la reproducción sexual para crear un nuevo individuo con un genoma diferente derivado de nuestros padres. El encuentro del óvulo y el espermatozoide se asemeja a una bella danza ritual en la cual el espermatozoide vence obstáculos para alcanzar el objeto deseado. Por su parte, el óvulo se torna permeable y totalmente receptivo para que uno de ellos penetre generando vida: la gran explosión, ¡el Big Bang de un pequeño e inmenso Universo!

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Danzar a través del tiempo Cuando danzamos expresamos a menudo nuestros sueños, poblados de arquetipos, símbolos y mitos, y también nuestra vigilia, expresión visible de los sueños. Los arquetipos son manifestaciones inmediatas del inconsciente colectivo mientras que los símbolos son las imágenes arquetípicas en su proceso de acercamiento a la conciencia, como dijimos en capítulos anteriores. Entrelazando ambas ideas, los mitos son la formulación colectiva de un proceso simbólico arquetípico que se presenta adaptado a la visión que cada pueblo tiene acerca del mundo y la realidad (Jung 1995, 1999; Rodríguez 2014).

Los grupos humanos que conservan sus tradiciones danzan para celebrar rituales dando vida a los mitos con arquetipos y símbolos. Los rituales son por definición “costumbres o ceremonias que se repiten de forma invariable de acuerdo con un conjunto de normas y pautas ya establecidas; son simbólicos y suelen expresar el contenido de algún mito”. Sin embargo, muchas veces los mitos son construcciones personales que nos auto-formulamos y se refieren a nuestra propia historia y, por lo tanto, los ritos que los actualizan también lo serán.

Danza y ritual El movimiento se torna ritual a través de la danza (Roth 1989). Y esta danza es tanto la expresión de lo personal y de los vínculos con los otros como una manifestación de la propia sabiduría innata. En la danza el Universo penetra en cada individuo y lo hace parte de la humanidad, reflejando a la vez aquello que le es propio. Cuando danzamos nuestro ser se manifiesta (Rodríguez 98


2010). La danza nos trae el Universo y entonces somos parte de un Todo que se expresa en cada uno; guardamos un trozo de ese Universo muy adentro y, al relacionarnos con los otros, vamos armando ese enorme e infinito rompecabezas de la existencia. Citro (2009) plantea que en los rituales se da la intensificación de las sensaciones y emociones y, de este modo, la danza y la performance ritual modifican la materialidad corporal del danzante. Así por ejemplo, en las danzas rituales los danzantes encarnan y, por lo tanto, son aquello que convocan a través del movimiento de sus cuerpos. Danzar nuestras emociones, sentimientos y creencias, danzar nuestra alegría y nuestro dolor, danzar nuestros miedos y nuestras fortalezas… encarnar todo aquello que sentimos, son caminos y modos genuinos en los cuales la persona utiliza la energía de su cuerpo para acrecentar su poder y vivir tal como elige hacerlo. La propia danza es entonces un ritual al cual siempre se puede volver y repetir para revivir aquello que muchas veces es un mito para nosotros, en el sentido de “narración y explicación acerca de la génesis y el desarrollo de lo que nos sucede”. De ahí que todas las representaciones corporales cobren especial importancia para este fin. Es importante acá el concepto de sensación kinestésica que propone Whitehouse para referirse al movimiento corporal y su registro. Esta sensación es realmente consciente cuando la persona encuentra la conexión interna, es decir el propio movimiento que se desarrolla en su propio espacio o kinesfera (Whitehouse 1958).

La puerta de entrada, el camino y el recuerdo Nuestro cuerpo es la puerta de entrada al espacio sagrado en donde celebramos nuestros rituales y la danza el camino que nos lleva al origen, propio y del Universo del que formamos parte. Es posible que percibamos en nuestras células aquellos movimientos del óvulo y el espermatozoide, esa danza primordial y “ritual” que nos dio la vida. Es probable que recordemos de dónde venimos. Tal vez, logremos visualizar el camino de regreso al Comienzo en donde seguramente están todas las respuestas que buscamos… allí, en nuestro Centro: ¡hacia donde danzamos!

Nota * Fotografía de la película “Bailando en el Desierto” (Desert Dancer), 2014. 99


CAPÍTULO 20

COLOR Y VIBRACIÓN EN LA DANZA Fuerza creativa

Con suavidad comienza a cargar el pincel de tinta, su mirada se funde en el papel. Súbitamente, con un gesto decidido, abre la puerta de los sentidos expectantes; el primer impacto del pincel sobre el papel corta el aliento… Sus movimientos se transforman en trazos de tinta que impregnan el papel. Como la luz de un relámpago; deslumbra y asombra en intensidad. Se detiene, ha concluido. Respira y recupera la quietud…. El ancestral pictograma de “Trueno” ha cobrado vida en el papel. La intensidad y la energía de Ten You sensei aún palpita en el espacio… María Eugenia Manrique

Sinfonía de colores

Los colores son, físicamente, ondas vibratorias particulares cuyo potencial incide sobre nuestras emociones y estados de ánimo y, de este modo, influyen en nuestra energía vital y creativa (Silke R.1 & Benítez 2010). Danzar la particular belleza y la fuerza de los colores y explorarla en profundidad es un camino seguro para despertar la imaginación, fuente de creatividad. La meta es descubrir y hacer lugar al potencial creativo que sin duda todos tenemos muy adentro.

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Para tomar “conciencia” de la dimensión del color y de cuánto nos influye, imaginemos un mundo sin color… podemos cerrar los ojos y visualizar todo lo que nos rodea en tonos grises: cielo gris claro, pasto gris algo más oscuro, flores en distintas tonalidades de grises, edificios grises, autos grises, árboles grises, calles grises, gente gris con ropa gris… ¿qué sentimos frente a esta ausencia de color? ¿cómo nos impacta la monotonía del paisaje? Lo registramos y continuamos el viaje… De pronto, el cielo se abre y comenzamos a ver nuestro entorno tal cual es, con colores, matices e intensidades: ¿qué ocurre ahora? ¿hay cambios en nuestro cuerpo?... ¿podemos reconocerlos?... ¿alguna parte los registra y reconoce con más claridad?

Hay un color para cada momento, para cada lugar: elegimos qué ropa ponernos según el día, la ocasión y el estado de ánimo, seleccionamos colores para nuestra casa y nuestro lugar de trabajo; podemos también preguntarnos qué color predomina en ese lugar de la casa en donde nos sentimos más a gusto o bien qué colores elegimos para esos rincones que frecuentamos. El color está, sin duda, estrechamente ligado a nuestra vida diaria e incluso a los acontecimientos que, de algún modo, la atraviesan: qué recuerdos despierta un color determinado, qué momento de nuestra vida nos acerca, qué personas aparecen en escena, qué sentimientos y emociones surgen, entre muchas otras preguntas...

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Color, sonido y emociones De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, “(…) el color es la sensación producida por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de onda” y “(…) el sonido es la sensación producida en el órgano del oído por el movimiento vibratorio de los cuerpos, transmitido por un medio elástico como el aire”. Por lo general, pensamos el color asociado a la materia, es decir aquel que se refleja en los objetos: “color materia”. Sin embargo, también existe el “color luz” y se trata de los colores que surgen de la descomposición de la luz, visibles en el arco iris (Silke R. & Benítez 2010).

Como expresan Silke R. y Benitez (2010: 107) “(…) Es difícil imaginarse el mundo sin color… Una vez más lo que nos impulsa a hablar del tema es haber experimentado cómo los colores influyen en la energía vital de cada persona. Su relación con los chakras nos pone frente a la misteriosa vinculación entre la persona, su estructura, el universo y la creatividad”.

Es sin duda apasionante la relación que se entabla entre los siete chakras, las notas musicales y los colores; ésta se sintetiza en la Tabla 1 (tomada de Rodríguez 2011, elaborada sobre la base de la información de Pietraccone 2006). Cada parte de nuestro cuerpo “late” con un sonido particular reflejando un determinado color, de ahí que haya una conexión tan profunda entre color-sonido-emoción. Retomando la idea planteada en el acápite anterior, esto lo percibimos y experimentamos en la vida cotidiana. Muchas veces un color o una canción, nos traen recuerdos, evocan una vivencia, una etapa de la vida, una situación familiar o una persona. Al mismo tiempo, ciertos estados de ánimo, emociones, sensaciones o pensamientos “se visten” de un 102


color determinado (“tengo un día negro”, “me quedé en blanco” entre otras tantas expresiones) y “suenan” con cierto tono y melodía propia. Chakra Coronilla Frontal Laríngeo Cardíaco Plexo solar Bajo Base

Nota musical Si La Sol Fa Mi Re Do

Color Blanco Violeta Azul Dorado Amarillo Verde esmeralda Rojo rubí

Tabla 1. Correspondencia entre chakras, notas musicales y colores.

También es importante la conexión color-emoción que se hace evidente en la cultura y esto puede verse en la vestimenta y en las artesanías de las distintas comunidades que toman de la naturaleza su exuberancia o su austeridad. Algunos prefieren colores vivos y otros más tenues o apagados, a pesar de que la moda debilitó la conexión con el entorno (Silke R. & Benítez 2010). Algo semejante ocurre con la música ya que cada grupo humano selecciona y hace propios determinados sonidos y melodías que lo identifican.

Cuerpo y color Nuestro cuerpo es la puerta de entrada al espacio sagrado que hay en nosotros. “(…) El cuerpo es el escenario donde transcurre todo lo que nos acontece. En él quedan registradas todas y cada una de las experiencias de nuestra vida” (Acuña 2015: 65) y sin duda esto es sagrado si le damos el significado y el lugar que merece. Vivencias y profundas emociones, sentimientos, historias que nos contaron porque alguien cercano vivió… nuestra auténtica historia de vida está grabada allí, en cada célula del cuerpo que habitamos.

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Gendlin nos ofrece una definición muy precisa: “(…) Nuestro cuerpo físicamente sentido, es virtualmente parte de un sistema infinito de aquí y otros lugares, ahora y otros tiempos, nosotros y otras personas. El cuerpo, tal como se siente desde adentro, es esa sensación de estar corporalmente vivo en un vasto sistema que es, en definitiva, el universo” (Gendlin 2002 citado en Acuña 2015: 63). El cuerpo como parte de un sistema infinito, sin límites de espacio y tiempo, que recibe lo que acontece y lo que aconteció en el universo desde siempre. El cuerpo cotidiano de nuestro pequeño e inmenso mundo, también carente de fronteras. Ambas alternativas convergen en la idea de cuerpo sentido como memoria propia y universal. Los cuerpos, los planetas y los seres vivos emiten vibraciones (Meyer et al. 2003; Paymal 2010) y éstas se manifiestan a través de los colores. Es posible comprobar este hecho mediante diversos métodos y técnicas. En el año 1939, los científicos soviéticos Semyon y Valentina Kirlian descubrieron este campo magnético del cuerpo humano trabajando en su laboratorio, fotografiaron la descarga producida sobre la piel y de este modo surgió la conocida herramienta para captar el aura: la cámara Kirlian (Cromoterapia y lectura del aura, http://www.revistapredicciones.cl/cromoterapia-y-lectura-del-aura/). Actualmente, el Video del Aura también mide, mediante sensores de retroalimentación, los niveles de energía y actividad de la persona. En ambos casos, los resultados de las mediciones se expresan en una escala de colores.

Color y movimiento “(…) Nuestra relación con el color está íntimamente ligada a nuestra forma de ver la realidad y al modo de expresarnos. Las percepciones y vivencias que despierta la proximidad del color resuenen en nuestro interior y mandan información a nuestros chakras que se activan aumentando o disminuyendo la corriente de energía que circula por ellos” (Silke R. & Benitez 2010: 115). Y esto influye tanto en nuestro movimiento de la vida cotidiana como en aquel que se expresa en la danza. Además, “(…) Cada chakra sintoniza con un sonido y ciertos movimientos” (Silke R. & Benitez 2010: 118).

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La percepción del color junto con las vivencias y emociones que despierta es propio y único para cada ser. Así por ejemplo, los colores del otoño pueden invitarnos a caminar lentamente entre las hojas caídas de distintos amarillos y ocres o bien despertar la necesidad de correr e incluso revolcarnos en esa sinfonía de colores. La relación color-movimiento es única e irrepetible en cada uno de nosotros, en cada momento y lugar. Los colores activan los distintos chakras (que a su vez actúan sobre las glándulas endócrinas que segregan hormonas) otorgando intensidad a nuestras vivencias y despertando emociones. Este despertar implica un movimiento interno que es la energía vital y creativa que recorre nuestro cuerpo y nos lleva a construir el siguiente paso de nuestra historia en el cual el movimiento se proyecta al mundo.

Sinfonía y sintonía… ¡danzar los colores! Los colores impactan en nosotros, cada uno con su vibración, es decir con un sonido particular…. conformando una sinfonía de colores. Entonces, podemos danzar en sintonía con ellos dejándonos llevar por la música que producen las distintas tonalidades o tal vez los colores “nos mueven” con sus diferentes trayectorias y recorridos: ¿cómo y a dónde nos llevan? ¡Es posible explorarlo experimentando su fuerza!

Desde la perspectiva del embodiment (Csordas 1994), que significa “encarnar”, somos el color que elegimos danzar y que “nos danza”, con toda la fuerza que esta nueva identidad otorga. Incluso, siguiendo la propuesta de Gendlin (2002 citado en Acuña 2015) para quien el cuerpo es parte de un sistema infinito, podemos danzar un color y extenderlo al universo. Luego, todo lo que existe se torna de ese color y allí estamos, inmersos en la vibración y el sonido que produce y “nos mueve”... ¡entonces danzamos!

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Elegimos un color o tal vez el color “nos elige” y ese color se corresponde con un chakra, sin duda estrechamente vinculado con aquello que hoy sentimos, con nuestras emociones y deseos, con lo que aquí y ahora nos sucede. Y, al mismo tiempo, podemos trascender este “presente” y extenderlo a través del tiempo y el espacio, simplemente con nuestro cuerpo, siguiendo el planteo del párrafo anterior. Danzar la sinfonía de los colores y en sintonía con ellos, descansar en el sonido que producen, sumergirnos en la belleza y en la magia que cada uno encierra, dejarnos envolver por su esencia… Entonces, despertar nuestro potencial creativo para re-nacer y vivir la Vida que cada día elegimos, desplegando nuestro propio Arco iris.

Nota 1- Silke Rasenack –Silke–, maestra del color, es artista textil y autora de Los Arcanos en Seda. Se la cita en adelante como Silke R.

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CAPÍTULO 21

LA DANZA DE LOS ARCANOS Sabiduría ancestral

Que el sol te traiga nueva energía cada día. Que la luna dulcemente te restaure por la noche. Que la brisa sople nueva fuerza dentro de tu ser. Que puedas caminar suavemente por el mundo y conocer su belleza todos los días de tu vida. Bendición Apache

En camino hacia la Conciencia ARCANO significa “conocimiento secreto” (Silke R.1 1998) y “(…) es algo muy difícil de conocer por ser recóndito, secreto o desconocido” (Diccionario de la Real Academia Española 2001). En esta oportunidad, concebimos a los Arcanos vinculados con el saber milenario que acompaña tanto la historia de los pueblos como la vida de cada ser humano. “(…) Simbólicamente los Grandes Arcanos reflejan los diversos estados y facetas del hombre. Representan un proceso de crecimiento, recorriendo e incorporando la conciencia de sí mismo, paso a paso, en las diferentes etapas” (Silke R. 1998: 11). Los Arcanos son símbolos y, al mismo tiempo, arquetipos. Un símbolo es la mejor expresión de algo desconocido. Hay dos tipos de símbolos: naturales y culturales. Los primeros derivan de contenidos inconscientes de la mente y representan un gran número de variaciones de las imágenes arquetípicas esenciales. Los segundos se van transformando e incluso pueden pasar por un proceso de mayor o menor desarrollo consciente y transformarse en imágenes colectivas aceptadas socialmente (Jung 1995). Siguiendo a Silke (1998: 12), “(…) Un símbolo no es definible, no se limita. Su significado brota de tal profundidad que se manifiesta en innumerables formas y sentidos”. Los arquetipos son tendencias a formar representaciones de un motivo que pueden variar pero sin perder su modelo básico. Estas adquisiciones son comunes a todos los seres humanos. 107


Se presentan como ideas e imágenes primordiales, manifestándose a nivel personal a través de sueños o fantasías y, a nivel colectivo, como características culturales, tales como los mitos y el arte. En síntesis y relacionando ambos conceptos, los arquetipos son manifestaciones inmediatas del inconsciente colectivo mientras que los símbolos son las imágenes arquetípicas en su proceso de acercamiento a la conciencia (Jung 1995, 1999). Los Arcanos, en tanto símbolos que reflejan imágenes arquetípicas, nos muestran el camino interior hacia la propia conciencia. Tal vez cada uno de ellos representa una etapa de nuestra vida, un momento clave, una decisión, un camino que elegimos seguir, el siguiente paso, un desafío, un riego que tomamos o simplemente este momento: aquí y ahora. Podemos cerrar los ojos, ir entrando en el mundo de los Arcanos y recorrer, las distintas etapas de nuestra vida. Explorar cada uno de ellos a través de la danza nos brinda la libertad necesaria para navegar en aguas profundas, repletas de contenido y conocimiento innato. La meta es descubrir y dar lugar a la “sabiduría ancestral interna” que yace en lo más profundo de nuestro ser.

Tiempo y espacio de los Arcanos En diversas culturas se encuentran rastros y huellas de los Arcanos expresados de modo simbólico. En el Antiguo Egipto fueron halladas 78 planchas de oro en las cuales se habían grabado jeroglifos que se dividían en 22 Arcanos mayores (0 + 21) y 56 menores; éstos se llamaban Taros y provenían del libro Thot. Luego de aprobar los ritos de iniciación, se introducía al adepto al conocimiento de los Arcanos. Esta sabiduría pasó de Egipto a Grecia en épocas anteriores al Cristianismo y, a través de Moisés al Judaísmo, en donde le adjudicaron un número y una letra a cada uno de los Arcanos que nos llega a través de la Cábala. Algunos pueblos judíos los llevan a España en donde la denominación Tarot aparece por primera vez con los sefaradíes, quienes le dieron la imagen de cartas de Tarot y eran usadas para leer el destino (Silke R. 1998).

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Silke (1998) hace una correspondencia entre los 22 Arcanos mayores, cuyos nombres nos llegan como herencia, y la interpretación de las etapas de la vida. Al respecto, la autora ofrece la siguiente lectura que no es exacta ya que cada uno tiene su propio tiempo y ritmo de desarrollo personal. El Arcano 0 es el punto de partida y queda aparte; los Arcanos 1 a 7 representan a la persona desde su nacimiento hasta los 28 años aproximadamente y reflejan la evolución del ego; del 8 al 14 se refieren a la etapa de los 29 a 56 años, momento dedicado a trascender el ego para encontrar el ser verdadero y, finalmente, del 15 al 21, se vinculan con el periodo a partir de los 56 años y se refiere al enfrentamiento, aceptación y disolución de los aspectos más difíciles hasta llegar a la integración de la dualidad; es el desprendimiento de lo material. Sobre la base de esta lectura, surge la correspondencia que se presenta en la Tabla 1 (véase la descripción completa de cada Arcano en la obra citada).

Arcano

Interpretación en relación al ciclo de vida

0 El Loco

Es la totalidad contenida aún no realizada

1 El Mago

El padre celestial

2 La Suma Sacerdotisa

La madre celestial

3 La Emperatriz

La madre terrenal hace material lo celestial

4 El Emperador

El padre terrenal

5 El Sumo Sacerdote

La educación y al ambición del poder

6 Los Amantes, La Decisión

El amor y la decisión de dejar la casa paterna

7 El Carro

La partida al mundo externo

8 La Fuerza

El manejo de las fuerzas sutiles y el dolor

9 El Ermitaño

La confrontación con el yo, con el mundo interno

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10 La Rueda de la Fortuna

La aceptación del destino, el cambio

11 La Justicia

La experiencia de la auto-responsabilidad

12 El Colgado

La obligación del re-planteo. El cambio de punto de vista.

13 La Muerte

La comprensión del desprendimiento

14 La templanza

El encuentro con la armonía interior.

15 El Diablo

La tentación

16 La Torre

El derrumbe de metas o estructuras rígidas

17 La Estrella

La nueva esperanza

18 La Luna

Los miedos subyacentes

19 El Sol

El triunfo de la energía vital

20 El Juicio

La revelación del sentido de la vida

21 El Mundo, El Universo

El re-encuentro con la totalidad

Tabla 1. Los Arcanos mayores y el ciclo de la vida (adaptado de Silke R. 1998)

Encarnar para ser Una vez más nos acercamos al paradigma del embodiment (Csordas 1994), inserto en la fenomenología (Husserl 2005) y entendido como “(…) un campo metodológico indeterminado definido por experiencias perceptuales y por el modo de presencia y compromiso con el mundo” (Csordas 2011: 83). Este paradigma propone la experiencia corporizada como punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo y, en este sentido, brinda un camino muy directo para explorar cada Arcano. La mejor forma de indagar algo en profundidad es hacer la experiencia de ser aquello que queremos conocer como ya dijimos en distintos capítulos. Podemos por momentos ser el Loco (Arcano 0) y experimentar esa totalidad aún no realizada, la potencia y la capacidad que desea ver la luz como punto de partida o la Suma sacerdotisa (Arcano 2) y explorar la condición de madre celestial en profundidad o el Ermitaño (Arcano 9) y presentir la confrontación con nuestro propio mundo interno o el Diablo (Arcano 15), la tentación, o el Sol (Arcano 19), triunfo de la energía vital... y así con cada uno de los 22 Arcanos mayores y, por supuesto, con otros arquetipos, símbolos, seres y figuras. Encarnar y entonces ser aquello que deseamos conocer, experimentarlo sin dejar ningún rincón a oscuras. El primer paso consiste en otorgarnos plena libertad para abandonar nuestra identidad y asumir otra por un tiempo, lo cual implica dejar ir aquello que nos ata a la realidad

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de cada día. Entonces, por un momento somos la Luna (Arcano 18) y encarnamos los miedos subyacentes, nos permitimos explorarlos y sentirlos. Silke (1998: 99) dice “(…) En la mayoría de las culturas es femenina, representa el aspecto yin, lo oculto, lo reprimido, lo sutil. Pasiva y receptiva, es el aspecto nocturno del ser humano. Psicológicamente es la sombra, lo que está en la oscuridad. Estamos en la tercera etapa (del Arcano 15 al 21). Nos enfrentamos aquí con los aspectos más inconscientes e invisibles”. Vamos dejando entrar estas ideas y sensaciones descritas y somos la Luna que comienza a iluminar con luz muy tenue aquellos aspectos ocultos de nosotros mismos que tal vez quieren ver la luz, las sombras que pujan por ser validadas y reconocidas al fin.

Danzar entre luces y sombras Jung (1995) sostenía que toda persona puede redescubrirse en profundidad a través del camino que denominó Imaginación activa en el año 1916, como dijimos en capítulos anteriores. Se trata de un método para asimilar contenidos inconscientes a través de alguna forma de auto-expresión cuyo objetivo es dar “voz” a los aspectos poco escuchados que denomina sombras. De este modo, es posible reconstruir la propia historia partiendo de imágenes simbólicas y arquetípicas. En la década de 1950, a partir de la Imaginación activa, Whitehouse (1979) propone el Movimiento auténtico y lo describe como aquel movimiento simple e inevitable que se da especialmente en la improvisación y se reconoce como genuino y propio de cada individuo (Reca 2011); a veces nos movemos y otras veces “somos movidos”. Tal vez la imaginación activa sea un buen punto de partida para adentrarnos en un mundo de símbolos y arquetipos. Los Arcanos son símbolos que reflejan imágenes arquetípicas como ya dijimos; cada uno de ellos es o puede ser símbolo de una etapa o de un momento de nuestra vida. Podemos encarnarlos, tomar su identidad, habitar y recorrer el tiempo y el espacio que cada uno propone. Dejemos que suceda... comencemos a danzar en sintonía con el Arcano, que por algún motivo hoy elegimos, hasta sentir que su fuerza nos habita y entonces “somos danzados” por esa magia que recibimos. Su ritmo va entrando en nuestro cuerpo y nuestro modo de estar en el mundo se va transformando: un nuevo pulso nos permite latir de un modo diferente al habitual y danzamos ese latido.

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Al danzar vamos recorriendo el camino y la propuesta que presenta el Arcano elegido. Nuestro tiempo es solo presente, aquí y ahora, aún los momentos más lejanos son Presente y podemos explorarlos, re-conocerlos, habitarlos, dando un paso hacia adelante en el camino hacia la Conciencia, danzando entre partes más o menos luminosas de nuestra vida, entre luces y sombras… Danzando la magia y la fuerza de los Arcanos iluminamos las sombras porque las vamos re-conociendo y re-valorando. Y así nos vamos acercando a la meta, que no es solo descubrir sino también dar lugar a la sabiduría ancestral, innata y muy propia, que yace en lo más profundo de nuestro ser.

Notas 1- Silke Rasenack –Silke–, maestra del color, es artista textil y autora de Los Arcanos en Seda. Se la cita en adelante como Silke R. Las figuras de los Arcanos corresponden a su obra Los Arcanos en seda (Silke 1998). * Arcanos 0 y 21. Silke (1998).

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CAPÍTULO 22

TRAYECTORIAS Y HUELLAS DE LA DANZA Presencia en movimiento Sueña lo que te atrevas a soñar. Ve donde quieras ir. Se lo quieras ser. Vive! Richard Bach

Rastros en la arena Al caminar en la arena dejamos marcados nuestros pasos y quien venga después sabrá de dónde venimos y hacia dónde vamos… sabrá, si desea saber, algo de nuestro modo de andar por el mundo, de nuestra firmeza o levedad, de nuestro apuro o tranquilidad, entre otras tantas cosas. La Tierra nos recibe y sobre ella caminamos y, cuando nos abraza, ¡danzamos!... la Tierra firme nos sostiene para que nuestro cuerpo reciba el impulso hacia adelante: el siguiente paso, el próximo salto. La tierra firme o blanda, como la arena, es nuestra base y sustrato que hace posible el movimiento. La arena y la tierra guardan las huellas y los rastros y no hay tiempo para ellos… solo Presente, que nos remite a Presencia, es decir, habitar el momento con intensidad. ¿Y si danzamos en la arena, vemos nuestras huellas y seguimos la trayectoria que allí describe nuestro movimiento? Es muy hermoso dibujar con la danza sentimientos y emociones, es intrigante saber cómo ellos se ven en el espacio que transitamos… La invitación es a danzar unos minutos y luego cerrar los ojos… entonces visualizar nuestra danza: cómo la vemos en la arena, qué recorrido

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sigue, qué formas adquiere aquello que expresamos con el cuerpo entero en movimiento (aún cuando alguna parte permanezca en quietud), qué huellas deja nuestra danza... nos animamos a dibujarlas, a dejar un recuerdo de estos trazos y pedacitos de nuestra historia.

Improntas en la piedra En ciertos lugares del mundo hay tesoros escondidos; algunos de ellos son mensajes que nuestros antepasados nos dejaron dibujados en las piedras. Muchas pinturas rupestres que se encuentran en las paredes de cuevas y aleros representan movimientos y danzas, muy probablemente rituales.

¿Son estas danzas muy distintas a la nuestra? Tal vez si o tal vez no… el hombre en el pasado a menudo danzaba antes de salir a cazar… acaso esto no encerraría de algún modo temor, necesidad de buscar ayuda y confianza, fuerza y coraje... es muy probable que sí. En otros casos puede tratarse de señales que dejaban al pasar por ciertos lugares que sin duda los identificaban, quizás como parte de un grupo humano con ciertas características y creencias. Hay tantas hipótesis como investigadores del arte parietal y esto enriquece la búsqueda de respuestas y, al mismo tiempo, de nuevos interrogantes. Esto también es parte del movimiento que intentamos describir porque la vida es movimiento y este impulso vital es el que nos lleva hacia adelante para construir el siguiente paso. Nada está completamente conocido ni comprendido…nada hay acabado en este mundo y hay mucho por hacer y también la ciencia puede darnos una pauta de esta eterna búsqueda, de este movimiento sin fin, que nos ayuda a ir un poco más allá cada día.

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Espacio y tiempo Comencemos por concebir nuestro cuerpo en el espacio. Es importante aquí el concepto de kinesfera. El cuerpo humano es tridimensional, es decir presenta tres ejes: longitud, ancho y profundidad. La unión de estos tres ejes da como resultado la propia kinesfera, es decir el espacio propio o privado, el espacio adherido (Bartenieff & Lewis, 1980). Pero también hay un espacio alcanzable, aquel que es posible lograr y un espacio proyectado, entendido como aquello que se quiere alcanzar (Reca, comunicación personal). Es importante entonces habitar nuestro propio espacio teniendo a la vez conciencia de aquél que es posible lograr y aún más de aquello concreto que se desea alcanzar. Una vez que logremos conocer estas variables, propias y personales, comenzaremos a dibujar nuestro auténtico movimiento que surge de nuestro ser. Y es el presente el único tiempo posible para desplegar nuestro movimiento o nuestra danza. Como dijimos al comienzo, Presente remite a Presencia, a Estar aquí y ahora, en nuestro espacio, que sin duda tendrá zonas compartidas con el espacio de otros seres. Estar presentes es crucial para disfrutar el movimiento y la danza que éste conlleva. La propia danza puede ser compartida con otras en espacios comunes donde las kinesferas se tocan con amor y respeto, construyendo un territorio propicio para el intercambio y el crecimiento.

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Lugares comunes, espejos y sombras En este primer párrafo me permito cambiar el estilo de escritura por un modo más comprometido y personal, porque así lo siento. Es en esos lugares comunes en donde las kinesferas se tocan, donde tu espacio y el mío se encuentran y se dan la mano para compartir experiencias muy sentidas, donde mi danza se ve reflejada en tu cuerpo que se mueve tomando prestado mi pulso y mi ritmo. Entonces eres mi espejo en el que puedo seguir la trayectoria de mi movimiento y las huellas que mi danza deja, rastros que tal vez queden como improntas en el espacio que ahora habitamos. Y luego seré tu espejo para que contemples tu danza y tu movimiento en esos lugares comunes. Para finalizar, te agradeceré por haber resonado conmigo en una misma frecuencia para espejar mi danza que expresa mi ser en el mundo contenido en mi cuerpo. Fue sin duda como danzar en la arena y contemplar luego las huellas dejadas.

Y para comprender un poco más, vamos a las fuentes. Retomando la idea desarrollada en capítulos anteriores, en los tiempos de post-guerra utilizar la palabra como modo de expresión resultaba casi imposible ya que los traumas muy grandes como aquellos que surgen en situaciones límites nos dejan sin palabras… el movimiento es el único camino. Esta fue la idea de Marian Chace en el año 1945 al proponer el concepto de empatía kinestésica que se refiere a la posibilidad de reflejar a través de la propia actividad muscular aquello que percibimos en el movimiento y en el cuerpo del otro con quien logra una conexión, espejándolo (Levy 1992; Sandel et al. 1993; Fischman 2005). Marian Chace considera las manifestaciones no verbales como aspectos comunicativos pre-simbólicos. Facilita así la ampliación, expansión y clarificación de los patrones de movimiento y sus contenidos de significado. De este modo, logra una conexión con el otro, espejándolo, y lo alcanza donde está emocionalmente, lo comprende y acepta, comunicándole a través de su mo116


vimiento que lo escucha y que todo está bien (Levy 1992; Sandel et al. 1993; Fischman 2005). El entonamiento afectivo o capacidad de compartir estados afectivos fue descrito por Stern (1996) como el fenómeno o rasgo principal de la inter-subjetividad humana. El entonamiento de los afectos consiste en la ejecución de conductas que expresan el carácter de un sentimiento compartido.

Hay cuatro conceptos básicos que engloban los principios usados por Chace, sobre los cuales construye su teoría: acción corporal, simbolismo, relación terapéutica de movimiento y actividad rítmica grupal. Esta última parte del hecho de que el ritmo impregna cada aspecto de la vida humana desde siempre. Hay ritmos humanos muy personales como la respiración y, sin embargo, un grupo cohesionado parece tener una respiración y un pulso compartidos. El ritmo organiza el comportamiento individual y a la vez crea un sentimiento de solidaridad y contagio entre las personas. Para Chace el ritmo es una herramienta esencial para la comunicación y la conciencia corporal (Chaiklin & Schmais 1975). En esta fotografía de la película “Bailando en el desierto”, es hermoso observar cómo él, si bien en este caso no espeja la acción, le ofrece a ella su mano como “espejo” (simbólico) para que contemple su rostro en movimiento. De los cuatro elementos mencionados en el párrafo anterior, es la acción corporal la que inicia, o bien continúa, la comunicación entre ellos. Al mismo tiempo, hay un simbolismo compartido en esa mano - espejo que les permite valerse del movimiento como modo de ayuda de uno hacia otro. Por último, es importante que exista entre ambos un ritmo compartido que los lleve a encontrarse con verdadera Presencia en ese momento único e irrepetible. 117


Caminos sin tiempo y estelas en el aire Nos referimos a los caminos interiores que conducen muy adentro, sendas a-temporales, trayectorias que describe la propia danza cuando está realmente en conexión con nuestra esencia. La danza como meditación, como sendero hacia lo más profundo y, al mismo tiempo, en sintonía con el Todo… la danza hacia afuera y hacia adentro. La danza como metáfora de nuestro modo de estar y de movernos en el mundo, dejando huellas e incluso improntas en otros seres. Una danza comprometida que expresa la belleza de nuestra esencia y la armonía que siempre tenemos en lo más hondo. La danza también expresa el movimiento que es la esencia de la Vida. El Universo está en constante movimiento, en la Tierra nada es estático y nuestras células contienen y reproducen ese devenir. La interrupción del movimiento es imposible de concebir porque implicaría el fin y del mismo modo nuestro ser-en-el mundo es movimiento como expresión de nuestra energía vital. Como dijo Heráclito (filósofo griego, 535-484 a.C) “(…) No se puede descender dos veces por el mismo río, pues cuando desciendo por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos”. Entonces, lo único seguro es el cambio permanente. Y así es como caminamos sobre la Tierra y, cuando comprendemos que también podemos volar, no aferrarnos ni apegarnos demasiado a tantas cosas que nos detienen: ¡danzamos! que es volar con las alas del alma. Y en ese vuelo dejamos a nuestro paso estelas en el aire, como las huellas en la arena contemplando la belleza del mundo…

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“Siempre hay una razón para vivir. Podemos alzarnos sobre nuestra Ignorancia, Podemos descubrirnos como crituras de perfección, inteligencia y habilidad. Podemos ser libres! Podemos aprender a Volar! Richard Bach

Nota * Fotografías de la película “Bailando en el Desierto” (Desert Dancer), 2014.

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CAPÍTULO 23

DANZAR HACIA UN MUNDO NUEVO Entre el Cielo y la Tierra El pájaro rompe el cascarón… el huevo es el mundo… para nacer hay que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios… el dios se llama Abraxas. Hermann Hesse

Una experiencia auténtica Era adolescente cuando me encontré con Hermann Hesse y su obra. Entre sus libros, “Demián” dejó su impronta en mi porque de algún modo me indicó el camino en momentos de oscuridad y también luminosos. Arriba, a la derecha, está escrita la frase que quedó grabada en mi alma y aún hoy, después de mucho recorrido, recuerdo con emoción y agradecimiento. En mi vida muchas veces tuve que romper el cascarón (¡y sin duda seguiré haciéndolo!) porque una y otra vez algo ajeno iba creciendo más allá de mi piel. La danza me mostró el modo de emerger y liberarme de aquello que me encerraba. Por eso, mi deseo de compartir hoy las infinitas posibilidades del movimiento libre y sentido.

El pájaro rompe el cascarón… Siempre hay un momento adecuado: de jóvenes o de grandes, de un modo u otro, es necesario romper el cascarón que nos contiene para salir a la luz, ser como somos y dejar de estar contenidos en algo ajeno. Romper un mundo y volar hacia la meta, hacia nuestros ideales, aquello que soñamos alcanzar: volar muy alto con los pies en la Tierra. Cuando llegamos a esta vida, recordamos el origen, ese “lugar” del que venimos… pero si no salimos rápido del “huevo”, la cáscara comienza a endurecerse y cada vez resulta más difícil romperla. 120


Una cubierta sólida nos protege pero al mismo tiempo no nos permite gozar de ser quienes realmente somos, de nuestro cuerpo, de nuestro ser en el mundo. La tarea es romper el cascarón, ese mundo ajeno y rígido que no nos pertenece y al que no pertenecemos. ¿Cómo volar hacia la meta y superar la gravedad que nos sujeta?... La invitación es a danzar entre el cielo y la Tierra, danzar nuestra propia danza, expresar nuestro movimiento auténtico que sale de muy adentro… sentir como, de a poco, las corazas caen, se diluyen, no existen, no sirven y, mientras tanto, solo disfrutar de la danza que nos convoca y nos permite percibir la libertad que nuestro cuerpo contiene.

El huevo es el mundo

El mundo encierra belleza, luz, oscuridad, amor, carencia, abundancia, alegría, tristeza, felicidad, placer, dolor… el mundo contiene la totalidad y nos recibe el día que nacemos. Ese mundo parece protegernos pero de a poco nos va limitando y no podemos recordar nuestra esencia. Allí tenemos todo lo que necesitamos si sabemos buscarlo, no obstante, los movimientos son cada vez más controlados, limitados, breves, ajenos… cada vez más difíciles, carentes de flexibilidad, hecho que se refleja también en nuestro modo de pensar, de sentir y de vincularnos con los otros. En relación con esto último, Espenak plantea la existencia de emociones básicas y toma las teorías de Lowen de quien asimila la noción de cuerpo segmentado y reflejo de defensas 121


psíquicas a través de corazas musculares (Espenak 1981, 1989; Reca 2005). Esas corazas que nos van rodeando son frecuentes y cada vez es más complicado ser auténticos y, aún más, movernos libremente y expresarnos a través del cuerpo. Espenak propone trabajar a partir del pulso, la melodía y la imagen, que resulta de las dos primeras, en relación con el cuerpo, la emoción y la mente respectivamente, como dijimos en otros capítulos, pero es importante recordar estas ideas acá (Espenak 1981, 1989). De este modo, empezamos a habitar un cuerpo que comienza a descubrir su propio movimiento y a expresarlo para liberarse de sus propias corazas (musculares) y, si nos animamos a ir más allá, de aquellas barreras que el mundo va creando en torno de nuestros verdaderos deseos y percepciones. ¿Cómo derribar esas corazas? Podemos comenzar explorando a través del movimiento cómo está cada parte de nuestro cuerpo, cuáles tienen tensión y, al mismo tiempo, tratar de detectar si esas tensiones son pasajeras o si nos acompañan desde hace mucho tiempo… si sentimos que son útiles para algo, tal vez como defensa del mundo que nos rodea. Entonces, nos dedicamos a esas partes que requieren más cuidado, les damos la atención y el movimiento que necesitan. Seguramente, hay partes del cuerpo más disponibles y flexibles que pueden colaborar en esta tarea. Si nos animamos a ir un poco más adentro, podemos movernos o danzar frente a un espejo y contemplar nuestro cuerpo en movimiento o danzar con nuestras propias sombras reflejadas en el suelo o en la pared. La experiencia es también muy enriquecedora si nos movemos con otra persona que espeje nuestro movimiento (frente a frente) o que sea nuestra sombra (al costado o atrás). En todos los casos, podremos percibir y observar qué partes carecen de movimiento o están más limitadas en su expresión y dejar que el reflejo y/o la sombra nos muestren el camino para comenzar a derretir esas corazas. También la persona con quien danzamos, si es el caso, colabora a través de su movimiento, espejando nuestras partes más tensas y aquellas más flexibles. De una forma u otra, es el primer paso para tomar conciencia de nuestros límites y también de las partes de nuestro cuerpo con más movimiento, ya que ambos tienen la misma importancia en la tarea de “romper” aquello que nos encierra.

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Para nacer hay que romper un mundo El movimiento nos marca el camino y el modo, el movimiento libre y creativo. Nos movemos pero un día comprendemos que podemos ir más allá y ¡danzar! … en ese momento la cáscara comienza a resquebrajarse y a hacerse cada vez más blanda y delgada. Danzamos para derribar las corazas musculares que nos sostienen en determinadas posturas y situaciones que tal vez ya resultan ajenas e innecesarias y marcan límites, fronteras que parecen indestructibles e impiden la llegada de los otros hacia nosotros y de nosotros mismos hacia nuestra esencia: centro de la existencia en unión con el Universo y la totalidad. Danzamos luego para “romper un mundo” que resulta extraño y no nos pertenece. Desde una perspectiva amplia a lo largo del tiempo, ya Sócrates (470-399 a.C.) danza frente a un espejo, mientras analiza y “piensa” su propio movimiento, maravillándose seguramente con las posibilidades de su cuerpo en movimiento. Mucho después, es Nietzsche (1844-1900) el filósofo que revalora el cuerpo y lo considera la energía más grande; describe un espíritu libre que danza al borde del abismo y elige la voluntad de poder con la que intenta transformar al mundo. Esta voluntad es la energía propia del cuerpo que hace que la razón le obedezca y, al mismo tiempo, no obedece a nadie (Nietzsche 1972; Citro 2009, 2011). Nietzsche es también quien rompe con un mundo planteando una postura diferente y nueva para la filosofía “(…) Y una vez quise bailar como nunca había bailado aún; quise bailar allende todos los cielos. Entonces ganasteis a mi más querido cantor. Y entonó su canto más lúgubre y sombrío. Ay! Me zumbó en los oídos como el cerno más fúnebre! ...Yo estaba dispuesto para el mejor baile y tú con tus notas mataste mi éxtasis... solo en el baile se yo decir los símbolos de las cosas más sublimes” (Nietzsche 1984: 79). Va surgiendo así la auténtica imagen de aquel que nace rompiendo el mundo que lo contuvo hasta ese momento, derribando estructuras, creencias, supuestos y tantas cosas que le impidieron ser. Y es así que un día su esencia puede más que el mundo familiar, que entonces comienza a resultar extraño.

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El pájaro vuela hacia Dios Nietzsche es el filósofo-bailarín que vuela hacia un dios que danza y a quien presta su cuerpo para que dance a través suyo: “(…) no creería más que en un dios que supiese danzar” (Nietzsche 1972: 70). También nosotros podemos dejarnos atravesar y habitar por la fuerza que auténticamente tenemos, y danzar. Entonces, como el pájaro rompe el cascarón y vuela hacia Dios, rompemos el mundo que nos encierra y volamos hacia nuestra meta, nuestros ideales y sueños. Y para volar hay que animarse a danzar con los pies en la Tierra y las alas del alma. La danza nos lleva más allá de todo lo que nos ata y, desde la seguridad de la Tierra que nos sostiene, nuestro cuerpo se torna liviano, nuestras corazas más leves, nos elevamos y vamos experimentando la posibilidad de ser libres! Nos animamos a recorrer los caminos interiores que conducen muy adentro, sendas atemporales, trayectorias que describe la propia danza cuando está realmente en conexión con nuestra esencia. La danza como metáfora de nuestro modo de estar y de movernos en el mundo, dejando huellas a nuestro paso y en otros seres. Una danza comprometida que expresa la belleza de nuestra esencia y la armonía que siempre tenemos en lo más hondo (Rodríguez 2016). Una danza propia que revela emociones, sentimientos y sueños, aquello que somos.

El dios se llama Abraxas Dejamos volar nuestra imaginación para develar qué significa este nombre: Abraxas1… porque no importa la etimología de la palabra, sino aquello que representa para nosotros. Tal vez lo desconocido, aquel “lugar” hacia donde remontamos vuelo, confiando, quizás nuestros ideales y anhelos, nuestra meta y propósito.

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Un mundo nuevo, diferente y propio… un mundo que no nos encierra y podemos compartir: nuestro hogar, firme y libre al mismo tiempo. Danzando, llegamos allí para habitar y experimentar la belleza y la magia que contiene. Y así como la danza hace del movimiento un ritual (Roth 1989), podemos celebrar nuestro propio ritual que marque el camino de regreso para volver siempre que nos hayamos perdido. En la danza el Universo penetra en cada individuo y lo hace parte de la humanidad, reflejando a la vez aquello que le es propio. Cuando danzamos nuestro ser se expresa (Rodríguez 2010) en comunión con los otros.

Que ese mundo nuevo nos refleje por siempre, sonriendo, para que nuestros ideales y sueños dancen a través nuestro: ¡libres y presentes!

Nota 1- La palabra Abraxas, cuyo significado y etimología son desconocidos, era un término que se grababa en ciertas piedras antiguas: piedras Abraxas, que las sectas gnósticas solían usar como talismán. Se creía que Abraxas era el nombre de un dios que representaba el Bien y el Mal, un dios y deidad adorada representante del fuego. Este término fue usado por los Basilideanos, secta gnóstica del siglo II, para nombrar al Ser supremo o Dios que adoraban. Abraxas fue también considerado un dios egipcio (tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/ Abraxas). 125


CAPÍTULO 24

DANZAR EL RITMO y EL PULSO DE LA VIDA Universos en movimiento

Ven, te diré en secreto a dónde lleva esta danza… Mira como las partículas del aire y los granos de arena del desierto giran sin norte… Rumi

El primer sonido El primer sonido que escuchamos es sin duda el latido del corazón. Los últimos estudios realizados indican que en la semana 20 del desarrollo en el útero, el feto empieza a percibir sonidos y los primeros son los latidos del corazón de su madre e incluso su voz. Tal vez este sonido tan especial quede grabado en nuestras células otorgándoles su propio pulso y, a la vez, confiera a nuestra vida un ritmo particular. A menudo nos sentimos extraños en nuestro propio cuerpo… como si estuviéramos “de visita” en un lugar ajeno. Entonces la tarea puede ser rescatar el pulso y el ritmo que nos acompañaron desde muy temprano y que hicimos uno con nuestro propio latido, e integrarlos cada día.

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El primer movimiento De acuerdo con la información actual, al final del primer trimestre de gestación comienzan los primeros movimientos del bebe en el útero. Esto ocurre en un pequeño y protegido paraíso, en un mundo de agua que facilita los movimientos, volviéndolos muy leves y sostenidos. Esta sensación de flotar en un espacio seguro también está guardada en la memoria de nuestras células… movimientos suaves que siguen el ritmo de la vida en el agua –líquido amniótico– que la contiene.

Al atravesar el canal de parto y continuar nuestra existencia fuera del útero, muy probablemente “olvidamos” esos movimientos tan armónicos y ese sonido potente de la vida que late, abriendo y cerrando. Pero es el olvido el que estimula el recuerdo. Si sabemos que olvidamos, si somos conscientes de nuestro pasado en ese pequeño mundo protegido, casi seguro querremos recordar. La propuesta es el recuerdo de nuestra existencia esencial, el rescate de aquella vida apacible y leve de los primeros días que parece flotar en la memoria. Hacer silencio, escuchar muy adentro de nuestro cuerpo, recordar el primer sonido, el primer movimiento… el pulso de la propia vida. Movernos una vez más siguiendo ese pulso y transformar el movimiento en danza.

Universos en movimiento La Tierra realiza diversos movimientos siendo los más evidentes la rotación y la traslación. En el primer caso, se trata del movimiento que efectúa en casi 24 horas, girando sobre un eje imaginario que pasa por los polos. El segundo consiste en una vuelta completa, tomando como referencia a las estrellas, que dura 23 horas con 56 minutos y es el movimiento por el cual la Tierra gira en una órbita alrededor del sol (https://es.wikipedia.org/wiki/Movimientos_de_la_Tierra). 127


La Tierra se mueve a una velocidad constante, de ahí que no lo percibamos, pero la interrupción de su movimiento implicaría el fin. Todo es movimiento, devenir y cambio en nuestro planeta, y en el Universo. Del mismo modo, nuestro cuerpo acompaña y acompasa al de la Tierra… nuestras células cambian constantemente: nacen, crecen, se reproducen, mueren y otras ocupan su lugar. Nuestra sangre circula sin detenerse, mientras el corazón late con un ritmo propio, confiriendo el pulso a nuestros días.

Nuestro “hogar”, entendido como el lugar en donde transcurre nuestra existencia, es la Tierra y es el cuerpo que habitamos. La Tierra tiene un ritmo propio que le otorgan sus movimientos en el espacio y, a la vez, un pulso que le confiere la vida misma que en ella crece y se desarrolla, los seres que la pueblan con sus corazones latiendo. Nuestro cuerpo, magnífico “espacio propio” que nos alberga y nos contiene, pequeño Universo que también tiene su ritmo y su pulso, más o menos evidentes, que conocemos o que deseamos descubrir para descansar en ellos.

El ritmo de la Vida La palabra ritmo traducida del griego significa flujo. Los griegos tenían seis ritmos fundamentales vinculados con obras poéticas y dramáticas de los cuales derivaban todos los demás, como dijimos en capítulos anteriores. El ritmo era para ellos el principio activo de la vitalidad que se vincula con los estados de ánimo. Esta asociación se daba con los elementos tiempo y peso del movimiento. El ritmo era el principio masculino y la melodía el femenino (Laban 1987). 128


Por otra parte, Jaques-Dalcroze (1965) propone un método denominado euritmia que utiliza el espacio vinculando movimientos y desplazamientos corporales y, de este modo, descubre las relaciones entre energía, espacio y tiempo. Para este autor la música es el estímulo para el movimiento y la danza, buscando la armonía del movimiento, mientras que para Laban la música se origina desde el movimiento rítmico del cuerpo y la improvisación. En líneas generales la euritmia expresa las cualidades y fuerzas de formación que rigen los sonidos, las palabras, el ritmo y la música (Mead 1996; Horney 2001). Podemos referirnos a distintos ritmos: el ritmo de la música, el ritmo grupal y el personal. En este sentido, es importante recordar el concepto de actividad rítmica grupal que propone Marian Chace. Para esta autora el ritmo impregna cada aspecto de la vida humana desde siempre, organiza el comportamiento individual y a la vez crea un sentimiento de solidaridad y contagio entre las personas (Chaiklin & Schmais 1975).

Cuerpo y pulso La música a menudo nos produce empatía a través de un ritmo que “se nos pega”, también logramos empatía con un grupo de danza compartiendo un ritmo determinado… pero necesitamos buscar y encontrar nuestro propio ritmo que entonces comienza a acercarse al pulso, es decir ese movimiento-sonido que se agita muy adentro, en lo más profundo del ser. Podemos comenzar por un movimiento repetitivo que en principio es cómodo, agradable y placentero. En un siguiente momento ese movimiento “encaja” y se repite con distintas melodías… el pulso, nuestro pulso que nos lleva a danzar y también a movernos en el mundo, en cada actividad que realizamos. El pulso que ya no tiene que ver con el ritmo de un tema musical, sino que surge de muy adentro y nos acompaña siempre, aunque pueda cambiar levemente en distintos momentos del día y de nuestro ciclo de vida (Rodríguez 2015). Espenak (1989) vincula particularmente el cuerpo con el pulso. El pulso “nos mueve” o más bien nos ofrece un mapa para el movimiento y la danza. También coincide con esa sensación de “ser movidos” en el sentido de Whitehouse (1958) por aquella fuerza esencial que nos habita.

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El pulso de la Vida Tal vez nuestro pulso nos recuerde a aquel primer sonido que “escuchamos” o percibimos antes de llegar a este mundo. Ese sonido tan particular y profundo que iba acompañado por el suave movimiento que nos acunaba como una ola cuando llega a la orilla, una vez liberada su fuerza original. Y es nuestro cuerpo el que guarda ese recuerdo en su memoria y allí podemos buscar para re-encontrarlo y retomar nuestro ritmo ancestral: el pulso de la Vida. El pulso y el ritmo de los seres que habitamos la Tierra confieren a nuestro planeta un “movimiento” particular, un ritmo único que resulta de la suma de muchos… ¡tan diferentes! Y cada impulso inicia una corriente de vibración denominado sonido. Los cuerpos, los planetas y los seres vivos emiten vibraciones. En la Tierra no hay vida sin movimiento, nuestro cuerpo late constantemente con un ritmo propio que el corazón expresa, cada organismo vibra, cada célula tiene un sonido que resulta de su actividad, cada átomo cuyos electrones giran sin cesar, producen un sonido singular (Rodríguez 2011). Si nos detenemos un instante e imaginamos el curso de la vida en cámara lenta, podremos captar los detalles más bellos que acontecen en un instante, en cada momento irrepetible. El desafío es esta vez movernos siguiendo el ritmo y el pulso de la Vida que fluye en nosotros, en sintonía con la Tierra que habitamos. La propuesta: ¡danzar esta sinfonía que necesita ser ejecutada para cobrar existencia y presencia!

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Pintada de sombras Hoy es mi deseo atreverme a hacer algo diferente… Entonces el movimiento aflora como si la transgresión fuera la Fuerza y el desafío el Poder Y el movimiento es danza que exige al fin ser danzada… Ya no es un pedido no es imploración es, tal vez, la única posibilidad de ser de no morir Quién soy? Me detengo para contemplar mi sombra y mi reflejo porque ambos me constituyen y quiero pintarlos en mi cuerpo hacerlos parte de mis entrañas! Quién soy? Me muevo entre mis sombras disipando la oscuridad de cada momento vivido… Y mi cuerpo adquiere formas: sin contenido formas que se arman y se desarman

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para “ser movidas” como marionetas! por Eso que me habita… y lo dejo ser moverme a su antojo Formas milenarias plasmadas en mi cuerpo formas bellas y terribles formas breves y formas perennes formas blancas y negras llenas y vacías enormes y diminutas Quién soy? Soy quien está por detrás y por dentro de eso que se ve y se palpa Soy invisible, tal vez, no soy… A dónde voy? voy hacia las sombras: y Soy quien desea danzarlas para darles Vida evitar que mueran! M. Fernanda Rodríguez, 2016

Notas * Fotos de Gregory Colbert, Ashes and Snow (https://gregorycolbert.com/)

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CAPÍTULO 25

DANZAR CON PASIÓN Y ENTREGA La energía del misterio

Hay una mañana dentro de ti esperando a estallar en la luz Rumi

Pasión y misterio A menudo nos encontramos frente cosas o situaciones que no podemos explicar, desafíos que queremos tomar; muchas veces decimos “es un misterio”… El Diccionario de la Real Academia Española, define el término misterio –del latín mysterĭum– como “cosa arcana o muy recóndita, que no se puede comprender o explicar”, es decir algo extraño e inexplicable, difícil de descubrir porque de algún modo y por distintas causas está oculto. En este sentido consideramos el misterio, como algo oculto muy adentro nuestro, a menudo el motor de nuestra existencia, tal vez la razón por la cual las grandes y las pequeñas cosas suceden. Ocurre muchas veces que todo aquello muy profundo y aún no-conocido es la mayor energía que nos impulsa a avanzar con pasión. Cuando danzamos podemos encontrar y abrazar el misterio, aquello que nos apasiona y nos otorga presencia, aquello que da ímpetu a nuestro movimiento y nos lleva a descubrirlo explorando en lo más hondo de nuestro ser. La danza surge entonces de un lugar muy íntimo y propio en donde estamos presentes: desde allí partimos y hacia ese punto nos dirigimos, presentes y en movimiento. La danza nos permite explorar y encarnar aquello que nos seduce y conlleva entrega, seguramente estas pasiones sean el motor de nuestra vida y la razón de nuestra existencia.

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Entrega Es la “Acción y efecto de entregar o entregarse” (Diccionario de la Real Academia Española). Dos acepciones bien claras y diferentes: entregar algo en particular de lo que tenemos (sin duda valioso) o entregarnos tal como somos y estamos, completos, entregarnos a aquello que amamos: otros seres, una vocación, un sueño, un proyecto, la siguiente etapa… entregarnos a la Vida y comprometernos para hacer de ella un “lugar” mejor. La Danza es un hermoso camino de entrega en movimiento, entregar y entregarnos con el corazón. Al mismo tiempo, dejar ir todo aquello que acabó, los sentimientos y las emociones del pasado que nos pesan porque ya no nos pertenecen. Retomando la Danza de los 5 Ritmos que propone G. Roth (1989), al danzar el caos, soltamos y dejamos ir aquello que está guardado en nosotros y que por algún motivo ya no es útil, pudiendo interferir nuestra libertad y nuestro desarrollo. Soltamos, nos vaciamos de viejas formas que heredamos del pasado y observamos cómo se van alejando hasta perderse en el horizonte y desaparecer. Luego, nos sentimos más livianos y con menos carga sobre nuestra espalda. Los espacios vacíos comienzan entonces a hacerse visibles: espacios listos para ser llenados con lo nuevo que empieza a gestarse en nosotros, espacios de creación, disponibles, que se abren al futuro, espacios que recibirán nueva materia para construir la siguiente etapa de nuestra historia (Rodríguez 2015).

Energía Hay distintos modos de definirla: eficacia, poder, virtud para obrar; capacidad para obrar, transformar o poner en movimiento; capacidad que tiene la materia de producir trabajo en forma de movimiento, luz, calor, entre otras. La energía es la fuerza que nos permite transformar y poner en movimiento. Transformar o transformarnos a partir de la materia prima con la que contamos y luego movernos, avanzar hacia el futuro. La danza genera esa energía capaz de dar lugar a lo nuevo en nosotros, una energía potente que se expresa a través del movimiento. Esta hermosa potencia que nos otorga está disponible para construir nuestro día a día, para superar obstáculos, para sanar, para ayudar a otros, para vivir con intensidad aquello que nos apasiona. Bartenieff y Lewis (1980) sostienen que el movimiento se relaciona con el temperamento de la persona y el ambiente y, en este sentido, con la supervivencia y la necesidad de mover-

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se para satisfacer las necesidades básicas y otras más complejas. Estos autores destacan también las diferencias culturales que se observan en el movimiento diario. El concepto de movimiento o esfuerzo de Laban (1987) se refiere al modo de emplear la energía, no importa que sea físico o mental y es un privilegio de los seres vivos. En general los movimientos pueden ser indulgentes, siempre livianos, o agresivos, siempre pesados. Existen ocho acciones de esfuerzos básicos que representan un orden de combinaciones de peso, tiempo y espacio que se construyen sobre dos actitudes principales que implican funciones objetivas y sensación de movimiento: lucha o resistencia y complacencia o docilidad. Ambas forman un centro con el que se relacionan las restantes (Laban 1987). Empleamos nuestra energía de distintos modos que dependen de los diversos factores y de las circunstancias en las que nos encontramos. Y entonces la energía se manifiesta en el movimiento que se vincula directamente con nuestro modo de ser y de estar en el mundo. Sin duda, la cultura como parte del medio ambiente, influye e interactúa con ese modo particular de “movernos” y de expresar la energía de nuestro cuerpo.

Aquello en nosotros que no se ve De acuerdo con la “Filosofía de Lo Implícito” que comienza a plantear Gendlin en el año 1962 en su obra Experiencing and the Creation of Meaning (Barceló 2008; Acuña 2015), nuestra existencia se asemeja a un iceberg que tiene dos partes y solo una es visible, en este caso nuestro modo de ser y de estar en el mundo (lo explícito). La otra parte –lo implícito– está por debajo del agua y no se ve, sin embargo alberga aspectos que tienen plena vigencia y que es necesario rescatar para que cobren sentido. Pero una barrera se establece entre ambas partes a lo largo del tiempo. Gendlin sugiere que lo que nos impide vivir una vida plena es el haber perdido contacto con el significado que tuvo una determinada experiencia para 135


nosotros, el habernos separado de esa parte de nuestra historia (que ahora forma parte de lo implícito) y es importante volver a hacer contacto con ella (Acuña 2015). Gendlin (1962, 1982) propone la técnica del Enfoque en el cuerpo o Focusing como camino para lograrlo y rescatar lo implícito. Hay muchos puntos en común con la danza desde nuestra perspectiva, tales como despejar un espacio interno como punto de partida, resonar con todo aquello que aparezca o surja, tomar consciencia de las sensaciones sentidas, como las denomina Gendlin (1962, 1982) y, al trabajar o danzar con otra persona, reflejarlo con cuidado y delicadeza, a través de nuestros movimientos o de la palabra (Focusing). La danza revela muchas veces lo implícito, la parte sumergida del iceberg: aquello que no se ve y, sin embargo, es el motivo de nuestro modo de ser en el mundo. Al mismo tiempo, puede ser el motor que nos impulsa a vivir si le hacemos lugar en nuestro cuerpo, si lo reconocemos y le damos un sentido profundo permitiendo que sea la fuerza que nos impulse hacia adelante.

Metáforas que danzan El iceberg como metáfora y símbolo de nuestra existencia. La parte sumergida, el misterio que quiere salir a la superficie y cobrar presencia. El misterio encierra pasión que necesariamente se libera como energía en plena entrega. Y las metáforas danzan y cobran sentido en nuestro cuerpo a medida que nos movemos para que salgan a la superficie. Las barreras son derribadas, y aflora aquello que nos hizo ser lo que hoy somos, porque la punta del iceberg es una mínima parte de nuestra maravillosa totalidad que contiene una riqueza que tal vez ni imaginamos. La invitación es a danzar con pasión, entrega y la energía que nos otorga el misterio en nosotros.

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A través de la eternidad La Belleza descubre Su forma exquisita En la soledad de la nada; coloca un espejo ante Su Rostro y contempla Su propia belleza. Él es el conocedor y lo conocido, el observador y lo observado; ningún ojo excepto el Suyo ha observado este Universo. Rumi

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CAPÍTULO 26

DANZA Y “SENSACIONES SENTIDAS” Nuestro cuerpo visible e invisible

Solo existe un templo en el mundo y es el cuerpo humano. Nada hay más sublime que esa figura erecta. El inclinarse delante de las personas es un homenaje a esa revelación en el cuerpo. Novalis

En el encuentro de dos caminos Nos vamos recreando a través del tiempo y a menudo volvemos a nacer, nos auto-gestamos con el auténtico derecho de ser y de hacer aquello que más deseamos, una y muchas veces. Y es así que… soy quien danza y también quien contempla y es parte de esta hermosa encrucijada en el encuentro de dos caminos. Dos sendas que penetran en mi cuerpo hasta hacerlo memoria viva, dos caminos que encarnan en mí: la Danza y el Enfoque en el cuerpo que propuso Gendlin en el año 1962. Ambos revelan, quitan el velo a lo invisible, aquellas vivencias que quedaron escondidas en lo más profundo de mi ser y encierran, sin duda, riqueza… como un tesoro en el fondo del mar que espera ser visto, rescatado y valorado. En el encuentro de estos dos caminos es donde quiero dejar huellas. Hoy danzo mi vida y le pido permiso a mi cuerpo para entrar en cada célula y que me cuente “mi historia”: ésa que está en mi pero no se ve, aquello invisible que quedó muy adentro y deseo que salga a la luz.

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La parte sumergida Para comenzar, retomamos la idea anticipada en el capítulo anterior (25). De acuerdo con la Filosofía de Lo Implícito que comienza a plantear Gendlin en el año 1962, nuestra existencia se asemeja a un iceberg que tiene dos partes y solo una es visible, en este caso nuestro modo de ser y de estar en el mundo (lo explícito). La otra parte –lo implícito– está por debajo del agua y no se ve, sin embargo alberga aspectos que tienen plena vigencia y que es necesario rescatar. Una barrera se establece entre ambas partes a lo largo del tiempo y nos impide vivir una vida plena, ya que perdemos contacto con el significado que tuvo un fragmento de nuestra historia, que ahora forma parte de lo implícito (Barceló 2008; Acuña 2015).

La Filosofía de Lo Implícito tiene raíces profundas en el tiempo. El pensamiento filosófico comienza en Grecia en el año 550 a. C. Estas primeras ideas permanecieron durante más de dos milenios y aún contienen grandes inspiraciones para nuestra vida. De ahí que numerosos filósofos actuales la denominan Filosofía perenne para diferenciarla de la Filosofía academicista. La Filosofía perenne no intenta poseer conocimientos sino facilitar nuestro acceso a la experiencia que nos permita orientarnos y transformarnos en “sabios”. Existe una relación importante entre la comprensión de la realidad y el despliegue de nuestras potencialidades inherentes (Barceló 2008). 139


Dentro del marco filosófico de la Filosofía perenne, Gendlin se inspira en dos fuentes para formular la Filosofía de Lo Implícito: la Fenomenología y el Existencialismo. La Fenomenología trascendental surge en el año 1900 con Husserl (1859 - 1938), filósofo alemán que asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene antes de todo filosofar (Husserl 2005). Husserl propone describir, no explicar ni analizar y esta es la primera consiga que daba a la fenomenología incipiente para que vuelva a las cosas mismas, lo cual es ante todo la recusación de la ciencia. Volver a las cosas mismas, al mundo antes del conocimiento del cual el conocimiento habla y respecto del cual toda determinación científica es abstracta (Merleau-Ponty 1993). Por otra parte, el Existencialismo emerge con Kierkegaard (1813 - 1855) quien descubre que los problemas reales de la vida son siempre del tipo de las llamadas “preguntas prácticas del individuo”, es decir problemas concretos; la existencia es entonces el núcleo íntimo de la persona, del sí mismo (Barceló 2008). Asimismo es muy importante la influencia que tuvo Rogers (1902-1987) en la propuesta de Gendlin. Rogers identificó la capacidad de las personas para sentir los propios sentimientos de manera física y simbolizar esta experiencia con la ayuda empática del terapeuta como clave del crecimiento. La falta de congruencia entre la experiencia sentida y la conciencia tiene como consecuencia una profunda desconexión interna y deriva en serias dificultades en las relaciones interpersonales. Este autor considera a la persona humana como un organismo digno de confianza que posee una tendencia natural a desarrollarse de manera constructiva (Barceló 2008). De acuerdo con Gendlin, la existencia es pre-conceptual, internamente diferenciable y sentida corporalmente. La persona existe en su experiencia concreta y esto no es asimilable a conceptos, estructuras, definiciones o unidades de ninguna clase. Desde esta concepción existencial, formula el concepto de experiencing que da cuenta de un proceso de interacción permanente entre los sentimientos personales y corporales y los símbolos propios o del medio ambiente inter-actuante (Gendlin 1962; Barceló 2008). A partir de este concepto, Gendlin formula una teoría filosóficamente consistente y un instrumento que permite a las personas estar en contacto con su experiencia interna: Focusing o Enfoque en el cuerpo (Gendlin 1962). Según este autor, “(…) El proceso de cambio personal, el acto interno, es perfectamente natural. Pero, como nuestra lengua no tiene palabras para describirlo, he tenido que inventar las palabras necesarias. Yo llamo al proceso Focusing, Enfoque. Es un proceso en el que estableces contacto con una clase especial de conocimiento consciente, interno y corporal. Yo llamo a este darse cuenta una sensación-sentida” (Gendlin 1982: 31). Los

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senderos del Enfoque corporal pueden ayudarnos a recuperar nuestro propio saber, nuestros propios gustos y disgustos, tal como plantea Moreno López (2009). Siguiendo este camino, Weiser Cornell (1999: 14) apela a la sabiduría innata que hay en cada uno de nosotros y describe Focusing como “(…) el proceso de escuchar tu cuerpo de una forma suave y comprensiva, y de oír el mensaje que el ser interior te envía. Es el proceso de honrar la sabiduría innata que hay dentro de ti y de tomar conciencia del sutil nivel de conocimiento que habla a través de tu cuerpo”.

La propuesta de Gendlin y la danza La Danza y el Enfoque en el cuerpo o Focusing comparten un mismo objetivo: permitir el encuentro con nosotros mismos y comenzar a revelar aquello que no se ve y sin embargo está muy presente en nuestra vida. Ambos son excelentes caminos para rescatar lo implícito, la parte sumergida del iceberg. Gendlin (1962, 1982, entre otras obras del mismo autor) propone distintos pasos para este desafío: 1) Despejar un espacio, 2) Formar la sensación-sentida o Felt-sense, 3) Lograr un asidero, 4) Resonar, 5) Preguntar y 6) Recibir. Seguiremos estos pasos también para la danza en todas sus formas de expresión libre, es decir no pautada.

Despejar un espacio. A menudo nuestra vida está repleta de cosas y de obligaciones que no nos permiten “vernos ni escucharnos”. Es importante entonces hacer lugar, despejar un espacio para que surja el vacío creativo. Al hacer lugar empieza a hacerse visible aquello que nos ocupa hoy, como eje de nuestro ser y estar en el mundo, ahora. Y este descubrimiento de “espacio” interno, libre para sentir, es el estímulo o disparador del proceso. En la danza comenzamos a movernos para dejar a un lado todo lo que traemos “pegado”, porque por lo general no es propio, vaciarnos por un momento de aquello que pueda interferir con nuestra entrega al movimiento. Hacemos lugar para que surja lo auténtico y genuino en nosotros. Por lo general, esta danza es lenta y explora el espacio externo e interno. Nos centramos mucho en los pies, en nuestro apoyo en la Tierra y a la vez exploramos todo nuestro cuerpo, dándole la bienvenida. Lo recorremos muy suavemente, para descubrir qué partes están más tensas, más cerradas y cuáles más abiertas, flexibles y disponibles para el movimiento, ambas serán atendidas.

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En Focusing también vamos dejando lo que traemos adherido, entregamos el peso del cuerpo, nos centramos en la respiración: el aire que entra y sale. Sentimos nuestro cuerpo, tomamos conciencia de cada parte y, poco a poco, vamos entrando en nuestro espacio de consulta, ubicado entre el mentón y la cadera (Acuña 2015). Entonces, hacemos lugar, despejamos ese espacio interior para que surja aquello que hoy quiere presentarse para que lo veamos. La sensación-sentida (felt-sense). El felt-sense es una sensación físicamente sentida acerca de la globalidad de algo que nos está ocurriendo ahora, en este caso generada por un recuerdo. Puede ser una sensación que incomoda y alerta (que se manifiesta como nudo en la garganta, peso en el pecho, entre otras variantes), o bien placentera, de plenitud y alegría (burbujas en el pecho, aleteo en el estómago, etc.). En ambos casos aparecen en el espacio de consulta (Acuña 2015) y constituyen la parte visible del iceberg, cuya base aún no vemos. “(…) Una sensación-sentida no te viene en la forma de pensamiento o palabras u otras unidades sueltas, sino como una sola (aunque a menudo perpleja y muy compleja), sensación corporal” (Gendlin 1982: 54). Estas sensaciones sentidas aparecen cuando estamos presentes, danzando o enfocándonos en nuestro cuerpo. Puede ocurrir que surja más de una, siempre asociadas con una sensación corporal, y es importante atenderlas individualmente. Lograr un asidero. El siguiente paso consiste en “(…) Dejar que surja del interior de la sensación una palabra, una imagen, un gesto, etc. que la describa” (Acuña 2015: 94), es decir el asidero. Entonces comienza el experiencing que Gendlin (1982) define como el proceso de interacción entre sentimientos y símbolos. Tal vez una palabra o quizás una imagen nos permiten encarnar más intensamente esa sensación tan sentida. Puede ocurrir, por ejemplo, que la imagen de una nube represente el peso o la presión en el pecho y la del sol la alegría que habita en nosotros. Esto sucede cuando trabajamos conscientemente con nuestro cuerpo, entrando por cualquiera de las dos puertas: Danza o Focusing. Allí estamos, muy adentro, y comenzamos a explorar aquello de nosotros mismos que nunca habíamos visto: ¿Qué representa ese nudo en la garganta o el aleteo en el estómago? ¿Qué recuerdos nos traen?... Las células que conforman nuestro cuerpo tienen memoria y guardan, con mucho cuidado, nuestras vivencias y, al entrar en él, nos encontramos cara a cara con la parte sumergida del iceberg, aquello que no vemos a simple vista y sin embargo es una parte esencial de nuestra vida. Ambos caminos nos llevan a estos “lugares” tan especiales e íntimos en donde nos damos cuenta y queremos ir cada vez más adentro de nosotros mismos y de nuestra propia historia. Comienzan a resonar felt-sense y asidero. Se trata de ir comprobando si el símbolo que encontramos como asidero representa realmente el felt-sense o sensación-sentida. Y este juego es en ambos caminos muy creativo ya que hay una retro-alimentación entre ambos: si se ajusta el asidero al felt-sense, puede decirnos mucho de aquello que sentimos y sus raíces sumergidas y, si no la representa completamente, podremos buscar adentro el porqué y ver qué otro símbolo surge hasta que no queden dudas. Como explica Weiser Cornell (2005: 9), “(…) La esencia de

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Focusing es un proceso humano natural de sentir adentro y resonar los símbolos que emergen de tu experiencia sentida interna”. Preguntar. “(…) Es acompañar a ese felt-sense hasta que se transforme o nos entregue el mensaje. Permanecer con lo que apareció y establecer un vínculo con ´eso´ hasta que se produzca un viraje corporal” (Acuña 2015: 94). Este viraje corporal es un cambio que se nos hace evidente en el cuerpo. Acuña (2015: 95) lo define como “(…) una sensación de alivio de variada intensidad”. Es importante explorar esa sensación hasta el final, dejar que se expanda por todo el cuerpo, danzando o focalizando el tiempo que sea necesario para experimentar toda su intensidad. Entregarnos, muy presentes, en movimiento o en quietud, para que todo suceda. Es crucial el permanecer que plantea Gendlin (1982), permanecer con la sensación-sentida y todo lo que ésta va trayendo.

Recibir. Tal vez lleguemos a conocer una pequeña parte sumergida del iceberg o tal vez podamos verlo completamente. En cualquier caso, es importante recibir y agradecer tanto el camino (proceso) como la llegada, aquello logrado y sin duda conquistado. Agradecer la experiencia y agradecernos por haber estado presentes y disponibles. Es importante saber que podemos regresar a esa sensación-sentida, ahora conocida, las veces que sea necesario, danzando y enfocándonos en el cuerpo.

Espejo y reflejo Este es un punto de encuentro muy importante entre Danza y Focusing. Antes de hablar de espejo y reflejo, es importante tener en cuenta que podemos danzar solos o acompañados por quien coordina el grupo. Del mismo modo, podemos focalizar solos o acompañados por una persona formada en este camino (aunque también es posible que se trate de un amigo/a) a quien llamamos acompañante durante el proceso. 143


El acompañante en el Enfoque en el cuerpo refleja nuestro sentir a través de las palabras. “(…) El reflejo es un modo de respuesta a lo que otro nos está diciendo, que promueve en él la confianza y la seguridad necesarias para poder seguir internándose en su propia experiencia. El reflejo devuelve a nuestro interlocutor la percepción que él tiene de su propio problema. Nos ponemos a su lado para mirar al mundo con sus ojos mientras tratamos de recibir y de captar su mensaje. Sea lo que sea que la persona nos diga, no formamos un juicio, no la condenamos, no tratamos de que se sienta mejor tratando de solucionarle el problema nosotros. Simplemente recibimos el mensaje tal como sentimos que nos llega y con eso la acompañamos a que encuentre en su interior la solución que sea más adecuada para ella, y no la nuestra” (Extraído de Acuna 2003, El reflejo como respuesta). En la Danza, un compañero o eventualmente el coordinador puede espejar nuestros movimientos y entonces nos vemos en ese otro como en un espejo, tal como propuso Marian Chace en el año 1945 en los EEUU, a través del concepto de empatía kinestésica que se refiere a la posibilidad de reflejar a través de la propia actividad muscular aquello que percibimos en el movimiento y en el cuerpo del otro con quien logramos una conexión, espejándolo (Levy 1992; Sandel et al. 1993; Fischman 2005). Se trata de acompañar a un compañero/a repitiendo, aunque no “textualmente”, sus movimientos, de modo tal que pueda “verse” en nosotros como en un espejo. Entonces, reflejamos a través de las palabras y espejamos mediante el movimiento. Compartimos de este modo y en ambos casos, lugares comunes en donde estamos completamente disponibles para quien focaliza o danza y cuenta con nuestra presencia plena y consciente. Este es un punto de encuentro muy importante entre los caminos que proponen Gendlin y Chace: reflejar y espejar. Incluso reflejar con palabras suele ser como una danza entre quienes entablan este vínculo. En ambos casos, se trata de “(…) meterse en el mundo interior de otra persona” (Moreno López 2009: 119) y dejarse tocar por las vivencias y los sentimientos del otro, lo cual no es una tarea fácil (Moreno López 2009).

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Otro punto interesante de contacto es la empatía, necesaria tanto para reflejar como para espejar. Chace utiliza el término empatía kinestésica en relación con el movimiento tal como se explicó más arriba. Por otra parte, Moreno López (2009: 121), propone para el Enfoque en el cuerpo una empatía a través de la conciencia corporal y la describe como “(…) la posibilidad de sentir en mi cuerpo una sensación que puedo expresar/simbolizar de una manera tal que, al captarla, la otra persona pueda reconocerla como referida, de una manera más o menos precisa a su propio experienciar”. Para este autor la empatía es un modo de comprender basado en la conciencia corporal y este es un punto central para vincular el Enfoque en el cuerpo y la Danza. Tanto para Rogers como para Gendlin, la empatía es indispensable para que el proceso tenga lugar cuando trabajamos con otra persona.

El iceberg como metáfora y símbolo La parte sumergida es el misterio, lo implícito, aquello que quiere salir a la superficie y cobrar presencia, eso que no se ve y sin embargo es esencial en nuestra vida. La Vida se expresa a través nuestro y para que fluya es necesario estar abiertos, disponibles y dispuestos a explorar aquello que quedó guardado muy adentro, en las profundidades de nuestro ser y que el cuerpo expresa. Esas sensaciones tan sentidas son el eco y la manifestación de vivencias profundas y, tal vez, lejanas en el tiempo. Nuestro cuerpo, visible e invisible, es memoria viva. Nuestro cuerpo guarda con mucho cuidado todo lo que vivimos y en él encarnan emociones y sentimientos: felicidad y dolor, alegría y tristeza, entre tantos otros. ¡Todo está allí, en cada célula que lo constituye y el movimiento lo expresa! Para concluir estas reflexiones que vienen desde muy adentro y, ante todo, surgen de vivencias muy profundas, agradecemos a nuestro cuerpo la maravillosa oportunidad que nos regala de volver a casa danzando.

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En el cuerpo que habitamos, ahora dentro de los huesos y latiendo en el corazรณn, vive aquel a quien hemos estado buscando tanto tiempo! No hay a dรณnde ir el matrimonio ocurriรณ hace ya mucho tiempo contempla a tu pareja.... Robert Hall (fragmento de En el cuerpo que habitamos)

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CAPÍTULO 27

DANZAR ABRIENDO NUEVOS CAMINOS Recuerdos y Anhelos

Que nadie corte nunca tus alas, tú eres quien decide lo alto que quieres volar… La única ley verdadera es aquella que conduce a la Libertad. Richard Bach

Agradecer y dar la bienvenida La danza expresa el movimiento que es la esencia de la Vida y la Energía más grande que nos lleva hacia adelante, el motor de nuestra existencia. En sintonía con este devenir, estamos presentes y en movimiento para agradecer aquello que concluye y dar la bienvenida a lo nuevo que comienza, con el corazón abierto y disponible. Somos también capaces de explorar las huellas que dibuja nuestra danza hacia el futuro cuando expresa aquello que está despierto y muy vivo en nuestro cuerpo... estamos listos para danzar, trazando la trayectoria hacia un nuevo tiempo que aún no conocemos, pero presentimos muy adentro. Cuando danzamos, a menudo descubrimos aquello que nos otorga Presencia, aquello por lo queremos danzar y que da ímpetu a nuestro movimiento, llevándonos a descubrirlo en lo más hondo de nuestro ser. Este movimiento surge entonces de un lugar muy interno y propio en donde estamos presentes…

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Recuerdos “sumergidos” Retomamos la sabiduría de los Arcanos para entrar profundamente en nuestro ser y danzar con ellos siguiendo el camino hacia adentro (ver capítulo 21). ARCANO significa “conocimiento secreto” (Silke R.1 1998), (…) algo muy difícil de conocer por ser recóndito, secreto o desconocido”(Diccionario de la Real Academia 2001), tanto en la historia de los pueblos como en la vida de cada ser humano. “(…) Simbólicamente los Grandes Arcanos reflejan los diversos estados y facetas del hombre. Representan un proceso de crecimiento, recorriendo e incorporando la conciencia de sí mismo, paso a paso, en las diferentes etapas” (Silke R. 1998: 11). Los Arcanos2, en tanto símbolos que reflejan imágenes arquetípicas, nos muestran el camino interior hacia la propia conciencia (Rodríguez 2016). Con ellos y desde el Presente, comenzamos a danzar hacia el Pasado para recordar y agradecer, y hacia el Futuro, abriendo nuevas sendas con proyectos, anhelos, sueños.

Pasado y Presente Algunos de estos arquetipos nos remiten al Presente como resultado del Pasado, de un ciclo que concluye y que, sin duda, supuso crecimiento, experiencias, descubrimientos… ese “darse cuenta” de tantas cosas. Y esto conlleva plenitud que proviene de muy adentro. Nos referimos a la madurez que se alcanza como resultado de un tiempo transcurrido y que puede verse reflejada en el Arcano 21 que simboliza el punto de llegada, la totalidad, el mundo. En este caso, la culminación de un tramo más del camino que elegimos recorrer. ¡Dancemos entonces la esencia de este arcano que nos lleva a comprender la Unidad en movimiento eterno! El Arcano 21, El Mundo. “(…) Con El Mundo o El Universo hemos llegado al final del Camino, al reencuentro con la Totalidad. Hemos comprendido que lo Divino no es exterior, sino que reside en nosotros mismos. Es tiempo de conclusión, de completud, de cosecha de lo sembrado. Los frutos están a la vista: la realización de los deseos y anhelos, la síntesis, la integración final de todo lo que existe. Es el amor total, la plenitud del Ser. Comprendemos que la verdadera unidad reside en el movimiento, en la danza del Universo, el Anima mundi” (Silke R. 2008: 17-18). 148


Presente y Futuro Desde el Presente, y con verdadera Presencia, miramos ahora hacia el Futuro, con expectativas, proyectos e ilusiones. Tres Arcanos proponen ahora su danza: El Arcano 6. Los Amantes. “(…) Llegamos al tiempo de la irrupción del amor y la sexualidad, la sensualidad, la pasión y la felicidad que genera lo nuevo. Es el tiempo de dejar la casa paterna. La unión de los opuestos significa establecer relaciones vitales que estimulan la creatividad y potencian el propio crecimiento. También representa la alternativa, la elección entre dos deseos o tendencias contrarias, la decisión” (Silke R. 2008: 9) Nuevas relaciones vitales que nos llevan a crear, un nuevo latido, un sentido genuino de la Vida que fluye en nosotros y nos invita a dar el siguiente paso y crecer, porque ya estamos listos. Irrumpe entonces: El Arcano 7. El Carro. “(…) El Carro representa la partida hacia lo nuevo, hacia lo desconocido. Simboliza el coraje de salir al mundo, de ser independiente, de concretar proyectos. Con la fuerza de la voluntad duplica el impulso necesario para salir a la lucha por la vida, orientado hacia el éxito y la realización en el mundo externo” (Silke R. 2008: 9).

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Vamos hacia un nuevo tiempo, que aún no conocemos, pero presentimos. Estamos preparados para la gran aventura: el “viaje del héroe”. Campbell lo describió como un ciclo donde primero se abandona el hogar entrando en un mundo lleno de amenazas y pruebas; para esto el héroe debe cruzar el primer umbral, donde puede encontrar un guardián o dragón que se le opone y debe derrotar o conciliar. Luego, puede entrar vivo o descender a la muerte en un reino de oscuridad o mundo de fuerzas poco familiares, algunas de las cuales lo amenazan. El héroe tiene que resolver pruebas o acertijos, en ocasiones con la ayuda o guía de un mentor. En el final de su aventura se le presenta una prueba suprema y recibe su recompensa. Entonces, emprenderá el regreso y dejará atrás a sus rivales, emergiendo del reino de la congoja, resucitando y trayendo el don que restaurará al mundo (Campbell 2001). Restauramos nuestro cuerpo para volver a empezar con nueva energía, para danzar el siguiente tramo de nuestra existencia. Y allí estamos, sumergidos, moviéndonos nuevamente y explorando el mundo como la primera vez… infinitas posibilidades frente al Futuro que aún no conocemos. El Arcano 0, El Loco. “(…) Es el arquetipo de la totalidad contenida, de lo que aún no existe, del huevo del que todo emerge. Evoca al inocente, libre y despreocupado que se incorpora a la vida con total desparpajo y alegría, sin especulaciones. Viene de lo desconocido y va hacia la luz. En continua danza, experimenta las sorpresas e imprevistos con espontaneidad ya que no conoce los miedos y su confianza en la vida es absoluta” (Silke R. 2008: 6). Este arcano representa el tiempo inicial, el punto cero, toti-potente, pleno de potencial creativo. El cero nos lleva a recordar el comienzo, cuando nos encontrábamos “cara a cara”, sin saberlo, con infinitas posibilidades de ser y hacer en el mundo. La danza de nuestra vida estaba comenzando y seríamos los únicos protagonistas de ese movimiento que es parte del Movimiento del Universo que habitamos. El Loco está listo para iniciar nuevamente la aventura de vivir y va hacia delante, con inocencia y desnudez para explorar el tiempo que comienza.

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Entre símbolos y en movimiento El Loco es metáfora y símbolo del comienzo de nuestra existencia y la del mundo. Y esta metáfora cobra actualidad cada vez que algo está gestándose en nosotros… tal vez es el misterio, esa parte que quiere salir a la superficie y ser “visible y vigente” en nuestra historia. Los Amantes, la decisión, el amor, lo nuevo que irrumpe en nuestro camino. El Carro, la partida hacia el futuro, ¡el viaje del héroe! El Mundo, la totalidad, el Ser en plenitud que se expresa despojado de lo material que pudo haberlo atrapado. Y los símbolos danzan y cobran sentido en nuestro cuerpo a medida que nos movemos para que salgan a la luz. Las barreras son derribadas y aflora aquello que nos hizo ser lo que hoy somos, porque la punta del iceberg que representa nuestra existencia (Rodríguez 2016) es una mínima parte de esa maravillosa totalidad que somos.

En camino…. en mi cuerpo: una experiencia auténtica y sentida

Para finalizar estas palabras y reflexiones, les propongo una caminata muy lenta y consciente con los ojos entre-abiertos, como si hundiéramos los pies en la tierra húmeda. Imagino entonces un lugar en la naturaleza en donde nos gustaría estar –un bosque, un campo, entre tantos otros– y comenzamos a explorarlo, muy despacio: qué sensaciones tenemos a medida que avanzamos, qué sonidos escuchamos, qué olores y perfumes percibimos, qué colores nos llaman la aten151


ción... cómo es ese lugar, qué seres lo habitan, cómo es el suelo, hay allí agua, arena, nieve o tierra... continuamos avanzando: ¿en dónde estoy?... ¿quién soy? Y a partir de aquí, estamos en nuestro cuerpo y lo habitamos… el camino sigue hacia adentro de nuestro ser: cómo nos desplazamos, sentimos deseos de caminar, correr, flotar o danzar, cómo estamos allí, qué sensaciones percibimos, qué emociones se despiertan, qué colores observo. Nos detenemos cuando lo necesitamos, hacemos una pausa para luego retomar el camino y, cada vez que pausamos, nos preguntamos: ¿quién soy y a dónde voy? Continuamos hacia una nueva etapa y hacia nuestro centro y registramos cada vez que encontramos algo nuevo. ¿Quién soy?... simplemente: soy. Soy el mundo, la totalidad… soy, y me permito ser, la Vida que fluye a través de mi cuerpo sagrado, dándole sentido a todo aquello que en él se manifiesta. Que la danza perdure en cada célula de nuestro cuerpo para que seamos parte de la eterna sinfonía en movimiento del Universo en donde habitamos… ¡Que así sea para todos los seres del mundo!

“…Aminoró la velocidad hasta que el viento no fue más que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse ahí abajo…” Richard Bach

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Notas 1- Silke Rasenack –Silke–, maestra del color, es artista textil y autora de Los Arcanos en Seda. Se la cita en adelante como Silke R. 2- Ver capítulo 21.

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CAPÍTULO 28

LA DANZA DEL UNIVERSO Sinfonía compartida Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que, algún día, cada uno pueda encontrar la suya Antoine de Saint-Exupéry

Tras las huellas… danzando en nuestra Tierra La danza dibuja nuestros pasos en la Tierra y los movimientos que ésta despliega reflejan la propia existencia. En sintonía con este devenir, nos movemos dejando huellas que puedan ser “vistas” desde todo el Universo… huellas del pasado como recuerdo y testimonio, y del futuro cuando aquello que está despierto y muy vivo en nuestro cuerpo se proyecta hacia adelante…

Imaginemos ahora el espacio, las estrellas, los planetas y sus soles… todos en movimiento… vibrando, girando… si se detuvieran, en poco tiempo serían solo polvo flotando en la inmensidad que transitan. El movimiento los mantiene “vivos”, como si exploraran el vacío que los contiene. Del mismo modo, a los seres vivos que habitamos este planeta Tierra nos atrae y nos atrapa el movimiento… caminamos, nos desplazamos, realizamos múltiples actividades que suponen movimiento. Danzamos expresando nuestro ser y estar en el mundo, cargado de sentido y contenido, aquello que somos individualmente y también nuestra identidad compartida, en comunidad. En cada rincón del mundo hay seres que danzan… en algunos casos expresando emociones personales y en otros tantos, el sentir del grupo al que pertenecen, recordando y rememorando

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a través de rituales y ceremonias. Al danzar descubren aquello que les otorga Presencia y que, al mismo tiempo, da ímpetu al movimiento. Y es así que en cualquier lugar de la Tierra “escuchamos” esa sinfonía compartida que se expande hacia el espacio infinito. Mi deseo, a través de estas palabras, es recorrer la trayectoria de la Danza y el movimiento que despliega a través del tiempo y desde distintas vivencias, tanto individuales como grupales. Apelo a mi mirada desde la Danza y la Antropología para que, juntas, reflejen en forma más acabada esta maravillosa expresión de la Vida que se acompasa con el Universo.

Desde los comienzos… una mirada antropológica Mary Wigman (1966) afirma que es imposible decir con palabras aquello que la danza, fácilmente, expresa. Y en esta afirmación radica el enorme poder del cuerpo que se manifiesta a través del movimiento. En este sentido, Le Breton (2002: 44) expresa que “(…) Las representaciones del cuerpo son una función de las representaciones de la persona. Las representaciones de la persona y las del cuerpo, corolario de aquellas, están siempre insertas en las visiones del mundo de las diferentes comunidades humanas”. Desde tiempos prehistóricos hasta nuestros días las danzas forman parte de la vida de los grupos humanos y tienen un lugar destacado tanto en el plano social y económico como en el campo ideológico y ritual. A través de la danza, el rol de cada individuo y del grupo al que pertenece se manifiesta, reactiva y reproduce, como re-afirmación de la memoria social… Desde distintas perspectivas, varios autores se acercan a la danza. Boas (1944) ofrece elementos para analizarla alejándose de generalizaciones y atendiendo a cada cultura en particular. Considera que, si bien existen formas similares en diferentes partes del mundo, cada cultura posee una configuración única en cuanto a patrones de movimiento, estilos, dinámicas y valores que entran en juego en sus danzas. Kurath (1960), nos dice que el estudio etnográfico de la danza es un método para comprender el lugar que la misma ocupa en la vida del hombre. Por otra parte, Kaeppler (1978) define la danza como forma cultural que resulta de 155


un proceso creativo que manipula el cuerpo humano en tiempo y espacio, y sostiene que la danza es relevante en antropología para el estudio de las relaciones sociales, los rituales y la filosofía de los grupos humanos. En relación con el uso del cuerpo y el movimiento, como dijimos en capítulos anteriores y es importante retomar acá, Mauss (1936, 1950) fue uno de los primeros en comenzar a indagar en estos temas. Este autor sostiene que el modo en el cual los seres humanos aprenden a usar el cuerpo en cada sociedad –técnicas del cuerpo– es un medio importante de socialización y estas técnicas pueden ser modeladas por la sociedad mediante la educación organizada y programada o bien surgir por imitación espontánea. Pocos años después, Lomax (1962) demuestra su interés por vincular la danza con los movimientos de la vida cotidiana. Para Lomax la danza es una representación de los patrones culturales y solo secundariamente expresa emociones individuales. Finalmente, en el año 1973 nace la Antropología del cuerpo con Mary Douglas. En la concepción de Douglas, el cuerpo es un micro-cosmos de la sociedad. Surge el interés por lo simbólico y la concordancia de los esquemas simbólicos de percepción del cuerpo y de la sociedad. Existe una correlación entre las formas expresivas corporales y los modos de control social y se aspira a una norma de pureza que implica mayor control social y menos corporalidad. Al aumentar el control social, como ocurrió en ese momento, mayor es la pérdida de expresión corporal (Douglas 1988). Actualmente, la Antropología del cuerpo concibe la corporalidad como perspectiva o modo de análisis de las distintas problemáticas socioculturales. El cuerpo es entonces una dimensión de las prácticas sociales y no un objeto de estudio (Citro 2011).

Cuerpos en movimiento Distintos autores analizaron esta temática. Sin duda uno de los primeros y más destacados fue Laban, quien describe el movimiento como la proyección visible de un sentimiento interior y la danza como medio de revelar las cualidades características de su ejecutante. Es además pensamiento, emoción, acción, expresión y está presente en todo aquello que forma el mundo externo e interno del hombre. Si bien el movimiento es territorio de la danza, Laban toma como objeto de estudio al primero. La teoría de Laban –Laban Movement Analysis– recogida 156


en su globalidad por sus discípulos es una poderosa herramienta para analizar y comprender el movimiento en interacción constante con el entorno (Ros 2009). Desde la mirada de Laban, el arte del movimiento es prácticamente una disciplina autónoma que habla por sí misma y, en la mayoría de los casos, en su propio idioma. Hay una fuerte relación entre las motivaciones internas y las funciones del cuerpo, es decir, entre impulso y función. Propone además un interesante paralelo entre el movimiento en la vida individual y el movimiento del desarrollo de la humanidad y concluye que en ambos casos los estilos más primitivos se repiten (Laban 1960, 1987). Asimismo, diversas corrientes de pensamiento dieron cuenta del lugar que ocupa la corporalidad y el movimiento en las sociedades humanas. Entre ellas, el paradigma del embodiment considera la experiencia corporal como punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo (Csordas 1994, 1999). Podemos explorar las raíces de este modo de aproximarnos a la realidad en movimiento en el pensamiento de Husserl (1859 - 1938), filósofo alemán fundador de la fenomenología trascendental, quien asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene antes de todo filosofar (Husserl 2005). Husserl propone describir en lugar de explicar y analizar. La ciencia es solo una determinación o explicación del mundo, sin embargo, este autor nos invita a volver a las cosas mismas, al mundo antes del conocimiento del cual el conocimiento habla y respecto del cual toda determinación científica es abstracta. Sugiere, al mismo tiempo, una reflexión que permanece en el objeto y explicita la unidad primordial en lugar de engendrarla, ya que el mundo está ahí, previamente a cualquier análisis que el sujeto pueda hacer acerca del mismo: el hombre está en el mundo, es en el mundo que se conoce (Merleau-Ponty 1993).

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Finalmente, para Merleau-Ponty (1993) la fenomenología es el estudio de las esencias, todo se resuelve en la definición de esencia: esencia de la percepción, esencia de la conciencia, entre otras. Hay dos conceptos clave para este autor: la percepción, en tanto comunión con el mundo, y la carne. El primero implica que el sujeto conoce un cierto medio de existencia o se sincroniza con él. El segundo supone una unidad entre sujeto y cosa; el sujeto no piensa ni analiza la cosa, sino que se trata de una experiencia pre-objetiva. Sujeto y objeto constituyen el locus de la existencia. El cuerpo y el mundo se comunican entre sí por la factibilidad de la carne sintiente y sensible que no se desliga del mundo. Su obra descubre de este modo la dimensión pre-objetiva del ser, que es ser-en-el-mundo.

Tiempo ordinario y extraordinario La danza transcurre en distintos “espacios” o escenarios. El espacio personal, que puede ser compartido, en donde el cuerpo se expresa a través del movimiento y entonces podemos sumergirnos hasta donde deseamos para explorar aquello que a simple vista no vemos. A menudo solo percibimos la punta del iceberg, tal como propone Gendlin (1962) pero desconocemos la parte sumergida del mismo. Nuestra danza personal se desenvuelve habitualmente en un tiempo cotidiano y ordinario, no obstante, también es posible que ocurra en un tiempo extraordinario cuando coincide con algún acontecimiento o celebración en particular.

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Por otro lado, la danza también tiene lugar en el espacio de la comunidad en un tiempo ordinario y en otro extraordinario. En el primero transcurre aquella que surge espontáneamente en la gente y que, a menudo, acompaña a las actividades cotidianas. En el segundo –tiempo extraordinario– la danza forma parte de los rituales. La cultura de los grupos humanos está integrada por un conjunto de ritos que por lo general actualizan o dan vida a los mitos, narraciones acerca de la historia de un grupo en particular y/o del mundo. El rito se concreta en la fiesta, hecho social que da comienzo a un tiempo excepcional que, como tal, produce un corte en la vida cotidiana (Hopkins 2008; Rodríguez y Rúgolo de Agrasar 2015). Hopkins define al rito como “(…) el instrumento heredado que una comunidad utiliza para aproximarse a la esfera de lo sagrado, el que se presume cargado de significados primigenios, algunos inteligibles y otros herméticos, que redundarían en la regeneración de sus costumbres y esencia” (Hopkins 2008: 13).

Y así como el ritual da comienzo a un tiempo extraordinario en donde el “orden” original se revierte y a menudo no hay reglas ni pautas, nuestra danza, la danza de nuestro ser, puede transformarse en el camino de entrada a un espacio y un tiempo extraordinarios, en donde todo es posible y válido. En ese sentido, es maravilloso concebir la danza transcurriendo en estas dimensiones que nos facilitan la entrada a un sentir profundo, intenso, propio y significativo. 159


Soles y Seres que danzan

Imaginemos nuevamente el espacio infinito, las estrellas, los planetas y sus soles… todos en movimiento… vibrando, girando… si se detuvieran, en poco tiempo serían solo polvo flotando en la inmensidad que transitan. El movimiento los mantiene “vivos”, como si exploraran el vacío que los contiene. Luego, nos dejamos llevar por un instante hacia algún lugar de la Tierra. Nos detenemos allí y comenzamos a percibirlo dejando, simplemente, que la realidad que nos rodea penetre por la piel y llegue a cada célula del cuerpo. Y advertimos que todo ocurre en ese instante... un tiempo que puede ser intensamente breve o eterno... solo es cuestión de darnos el permiso de ser parte de ese hermoso misterio en movimiento que pide ser danzando. Soles y Seres que danzan en un Universo sin límites y en nuestro pequeño planeta, la Tierra. Sinfonía compartida, aquí y allá, antes y ahora. Sin embargo, todo es presente… presencia en movimiento que no se detiene. ¡Gracias a este eterno devenir que nos permite acompañar y acompasar el camino y el destino del Universo que danza!

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El movimiento ocurre en el tiempo y en un solo movimiento podemos estar fuera del él. Transformamos la danza en un perpetuo estado de conciencia, en la perfecta quietud que sólo la presencia de Dios puede crear Centro de Giro Derviche de Argentina http://girosderviches.blogspot.com.ar/p/entrenamiento.html

Notas

* Fotos de Pina Bausch, Variation d´Expositions. ** “(…) El giro derviche es un ritual que lleva a que tu mente esté completamente vacía, sin pensar absolutamente en nada para así, llegar al punto de relajación máxima. Este giro, no solo es un arte, sino que es celebración, un rito sagrado. A través del Sufismo, su visión artística tradicional, basada en la búsqueda interior, el crecimiento espiritual, logramos reunirnos con nuestra interioridad, ese espacio sagrado donde realmente somos y donde habitualmente, no estamos. El giro derviche está orientado a conectar con nuestro ser interior, esta vez a través del movimiento. Es esta una danza contemplativa, o una meditación dinámica, en la que uno no gira con su cuerpo, sino que lo hace con el centro de su ser o conciencia. Los Giros Derviches cultivan el movimiento físico para abrir la puerta entre lo mundano y lo Divino, utilizando la danza ritual y los ejercicios con movimientos controlados para promover los estados de conciencia” (https://es.wikipedia.org/wiki/Giro_derviche).

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CAPÍTULO 29

EL RITMO DE LA VIDA Danza de Otoño

Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le antoja despertarse. Entonces, se estira y, tímidamente al principio, crece hacia el sol… Antoine de Saint-Exupéry

Acordes de nuestro pequeño mundo El tiempo de otoño nos trae sabores, colores, sonidos, imágenes, mensajes tal vez… podemos tomarlos, hacerlos parte de nuestro cuerpo, celebrarlos, entrar en el ritmo que este tiempo nos propone, pausar y luego danzarlo.

Nuestro pequeño mundo se nutre sin duda de un entorno pero, al mismo tiempo, tiene su “propia música”, acordes que desde siempre lo acompañaron. El latido del corazón, primer sonido que escuchamos, nos confiere el pulso que nos lleva al movimiento: ¡a la vida! Ese pulso tan propio es el que se acompasa con el ritmo del espacio y del tiempo que habitamos y, de esa conjunción, surge nuestro ritmo que varía y, a la vez, es constante. En estos días de otoño un nuevo tiempo comienza y como todo inicio trae desafíos, experiencias, decisiones, descubrimientos, encuentros y desencuentros, caminos que se abren y un

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particular ritmo vibra en las sendas que empezamos a recorrer… podemos percibirlo y aprehenderlo. La invitación es a explorar la maravillosa oportunidad de estar plenamente presentes y en movimiento, la posibilidad de captar ese ritmo y acompasarlo con nuestro modo de ser y de estar en el mundo. Concluida la expansión que el verano propone, el tiempo de otoño nos lleva hacia adentro, a una intimidad con nuestro ser, anhelada. Y allí estamos, en el centro o en camino hacia allí, danzando suavemente, pausando, dejándonos llevar y acariciar por los días de tonos ocres y dorados, perfume a hojas caídas, sonidos suaves, visiones amplias y tardes silenciosas de atardeceres tempranos. Podemos adentrarnos en el mundo que nos rodea y nos convoca, dejarlo entrar y hacerlo parte de nuestro cuerpo sagrado para regalarnos una danza, la danza de otoño… entonces “dormir en el secreto de la Tierra” hasta que le Sol vuelva a despertarnos con nueva fuerza y energía.

Mi deseo, a través de estas palabras, es recorrer la trayectoria que la danza y el movimiento despliegan a partir del ritmo que los impulsa, en distintos tiempos y espacios, desde distintas vivencias. Apelo a mi mirada desde distintas perspectivas para reflejar esta maravillosa expresión de la Vida que entra en sintonía con los acordes de nuestro pequeño mundo.

Rituales de cada día Los rituales dan sentido a los momentos que atraviesa nuestra existencia y la del grupo del que somos parte. Algunos señalan el comienzo y otros el cierre. Algunos de ellos adquieren forma y sustento en la comunidad, mientras que otros son parte de la vida cotidiana y resultan de nuestra propia creación. De acuerdo con Hopkins (2008), en todo ritual hay tres componentes: un fin a alcanzar mediante la repetición sistemática de acciones 163


fijadas, fundamentos culturales que buscan conservarse y ser transmitidos y una carga emocional capaz de transfigurar la realidad cotidiana. La cultura de un grupo humano está integrada por un conjunto de ritos y narraciones explicativas que constituyen una serie de creencias y define al rito como “(…) el instrumento heredado que una comunidad utiliza para aproximarse a la esfera de lo sagrado, el que se presume cargado de significados primigenios, algunos inteligibles y otros herméticos, que redundarían en la regeneración de sus costumbres y esencia” (Hopkins 2008: 13). Sin duda los rituales, personales o grupales, nos ayudan a entrar en una nueva etapa y en un tiempo diferente, con renovados desafíos y propuestas. Nos movemos dentro de estas nuevas instancias de un determinado modo y, también, podemos danzarlas. Con la llegada del otoño, el Sol se aleja de la Tierra y la luz disminuye su intensidad. Recibimos estos cambios y muchas veces es importante celebrarlos con ritos de pasaje, para volvernos conscientes de aquello tan diferente que sucede a nuestro alrededor y que, en definitiva, nos sucede. Cada estación con su ritmo, su color, su intensidad. Cada lugar del mundo con un movimiento particular, cada etapa de la vida con distintas metas, sueños y pasiones. Entre todas esas instancias, nos movemos, tratando de captar el movimiento de la Vida que nos rodea con su propio ritmo. En este ritmo acompasamos nuestro pulso y de esa entrega surge nuestro propio ritmo… un ritmo que es de una determinada forma esencial pero, seguramente, varía en tiempo y espacio. El tiempo de otoño tiene una esencia particular, un sabor, una velocidad, un sonido, una intensidad: un ritmo propio. Recibimos entonces esas cualidades para componer la más bella sinfonía conjugándolas con nuestro propio ritmo. Y entonces, un nuevo tiempo comienza desplegando proyectos y promesas.

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Ritmo, fuerza y vitalidad La palabra ritmo traducida del griego significa flujo y puede definirse como un movimiento marcado por la sucesión regular de elementos débiles y fuertes, o bien de condiciones opuestas o diferentes, como dijimos en otros capítulos. Se trata de un rasgo básico de todas las artes, especialmente de la música, la poesía y la danza. En el terreno de la música la mayoría de las definiciones tradicionales aluden al ritmo como fuerza dinámica y organizativa de la música. La naturaleza del ritmo es primordialmente subjetiva. Los griegos tenían seis ritmos fundamentales vinculados con obras poéticas y dramáticas, de los cuales derivaban todos los demás. El ritmo era para ellos el principio activo de la vitalidad que se vincula con los estados de ánimo (Snyder 2000; Laban 1987).

Jordania (2011) sugirió recientemente que el sentido del ritmo se desarrolló en las primeras etapas de la evolución de los homínidos como resultado de las fuerzas de la selección natural. Muchos animales caminan rítmicamente y escuchan los sonidos de los latidos del corazón en el vientre materno, pero sólo los humanos tienen la capacidad de unirse en vocalizaciones y otras actividades rítmicamente coordinadas. Según este autor, el desarrollo del sentido del ritmo era vital para el logro del estado neurológico específico del trance en las batallas y otras instancias tales como el grito de guerra y la percusión de los chamanes, entre otros. En todos estos casos se utiliza la capacidad del ritmo para unir a los individuos en una identidad colectiva compartida, donde los miembros del grupo anteponen los intereses comunes por encima de sus intereses y seguridad individuales. El ritmo parece jugar un papel central tanto en lo cotidiano como en lo extraordinario, es decir aquello que tiene lugar en circunstancias especiales. Hay entonces un ritmo individual y otro grupal compartido que desempeña un rol central en la cohesión del grupo. 165


Considerando el ritmo individual, éste es evidente en primer lugar en el simple hecho de caminar para desplazarnos. Caminamos y nos movemos con un determinado ritmo que resulta de nuestro pulso en relación con el lugar en donde estamos y el tiempo que transcurre. Nuestros pasos son como los acordes de una melodía que adquieren determinada cadencia. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua española, esta última es la “sucesión regular de sonidos o movimientos que se va repitiendo en un período de tiempo determinado”. Es interesante, por ejemplo, observar el modo de desplazarse de mujeres y hombres en el campo en contraste con las grandes ciudades cuyo ritmo, sin duda, atrapa y entonces no hay intervalos ni pausas entre los pasos.

Siguiendo esta última idea, es muy ilustrativo el análisis del movimiento en el andar diario que realiza Barbery (2008), analizado en un capítulo previo pero que es importante retomar aquí. La autora observa que en Occidente, obedeciendo a la cultura, las personas tratan de restituir en la continuidad de un movimiento lo que creen que es la esencia misma de la vida: la eficacia sin obstáculos, la acción fluida, que al no haber ruptura, se transforma en el impulso vital mediante el cual todo se realiza. Por otro lado, y como contraparte, las mujeres japonesas quiebran con sus pasos entrecortados el despliegue del movimiento natural. Y, al contrario de lo que en Occidente se podría sentir frente a esto, se produce el gozo, como si la ruptura produjera éxtasis (Barbery 2008).

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Una experiencia real y auténtica Estas propuestas formaron parte del taller “Danzando el tiempo que comienza. Presencia en movimiento y ritmo”, que coordiné el 17 de marzo de 2017. La primera consistió en comenzar a explorar el propio ritmo que se acompasa con el ritmo del mundo que habitamos. El salón estaba divido en cuatro con colores diferentes y los distintos sectores representaban el agua, el aire, la tierra y el fuego. Percibimos entonces la levedad del aire, la fluidez del agua, la firmeza de la tierra, el movimiento y la fuerza del fuego… ¿Cómo se expresa en cada uno de ellos nuestra presencia en movimiento (ya habíamos trabajado esta “cualidad”)? ... ¿cómo se integra nuestro pulso en cada instancia y cómo es nuestro ritmo en cada caso? El siguiente paso consistió en percibir el ritmo de otros seres que habitan en nuestro mundo y para esto imaginamos un lugar en el que nos gustaría estar y allí fuimos. Entonces, comenzamos a sentir desde los pies el latido de la Tierra: ¿cómo vibra en nosotros y cómo se acompasa con el propio pulso? De a poco, entramos en el ritmo de ese lugar…danzamos dentro de ese ritmo: ¿podemos permanecer y entonarnos con esas notas sin perder nuestro propio ritmo?

Llevamos luego el ritmo encontrado a los pies, a la cadera, a la columna, a las manos y a todo el cuerpo. Probamos entonces distintas velocidades, distintas alturas de movimiento. Con nuestro pulso, danzamos el ritmo de la Vida que hay en nosotros. En este caso la música que acompañaba tenía un ritmo muy definido. El desafío era entonces “no caer” en él y dejarnos atrapar, como ocurre muy a menudo. Fue muy interesante observar las distintas repuestas que se fueron generando en los participantes ya que algunos conservaron su ritmo, o así lo sintieron, y otros entraron en el ritmo que la música proponía. "A veces seguimos a la música y otras veces, la música nos sigue" (Vinn Arjuna Martí, comunicación personal).

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Danza de Otoño El encuentro con el propio cuerpo y la aceptación de la corporalidad que éste conlleva, resulta ser el punto de partida para reflexionar acerca del movimiento, la danza y el ritmo. Nuestro cuerpo guarda en su memoria nuestros primeros pasos en la Tierra, nuestro primer ritmo… nuestro primer modo de movernos y desplazarnos... ¡tal vez nuestro primer intento de aprehender el mundo! Pies y manos explorando el espacio que nos rodea: el cuerpo entero en un intento de reconocerlo y guardarlo muy adentro.

Lo primero es respirar... el primer movimiento junto con el latido del corazón. Nuestro ritmo se gestó muy tempranamente y, si bien se fue transformado a lo largo de la vida, su esencia nos acompaña, acompasándose en cada etapa y en cada momento de nuestra historia vivida. Ese primer ritmo está muy presente hoy en nuestro cuerpo, en nuestro andar, en nuestra danza y es, tal vez, una parte esencial del modo en el que somos y estamos en el mundo. Nuestro ritmo nos otorga presencia e identidad. El tiempo de otoño nos trae sabores, colores, sonidos, imágenes, mensajes tal vez… podemos tomarlos, hacerlos parte de nuestro cuerpo, celebrarlos, entrar en el ritmo que este tiempo nos propone, pausar y ¡luego danzarlo!

Si quieres la luna no te escondas de la noche. Si quieres una rosa, no huyas de las espinas. Si quieres amor, no te escondas de ti mismo. Rumi

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CAPÍTULO 30

RECUERDOS PINTADOS EN LA PIEL (Parte I) Las huellas del alma

Desaparece en la danza, pon foco en tu respiración, y en esa canción de silencio, abraza el misterio de ser tu mismo… Esa es tu oración. Gabrielle Roth

Los colores de nuestra historia Todo lo que vivimos queda guardado en nuestro cuerpo con distintas improntas, variados relieves, diferentes colores, sonidos, sabores y perfumes. El cuerpo es memoria eterna de nuestra historia y allí habitamos: rodeados de recuerdos de tantos momentos vividos. También alberga emociones, sentimientos, sensaciones… cada parte contiene algo que nos habita otorgándonos identidad. Nuestro cuerpo es un regalo muy misterioso a descubrir y cada día, cada momento, cada situación que vivimos es una valiosa e imperdible oportunidad para intentarlo. Cada experiencia abre una puerta hacia adentro y cada “espejo” revela una huella del alma dibujada en la piel. Podemos seguir su trayectoria hasta llegar al comienzo, a lo más hondo, primario e interno de nuestra existencia.

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Hay un color para cada momento, para cada lugar… elegimos ropa según el día, la ocasión y el estado de ánimo, seleccionamos colores para nuestra casa y nuestro lugar de trabajo. El color está, sin duda, estrechamente ligado a nuestra vida y a los acontecimientos que, de algún modo, la atraviesan (Rodríguez 2016). Tanto lo cotidiano como lo extraordinario, con sus diversos colores y matices, queda grabado en cada una de las células que nos conforman. Entonces, vale preguntarnos qué sensaciones despierta un color determinado, qué momento de nuestra vida nos acerca, qué personas aparecen en escena, qué sentimientos y emociones surgen, entre muchas otras preguntas.

Danza y recuerdos A menudo nuestra danza se expande y nos lleva hacia afuera, rompiendo límites y barreras… pero otras tantas veces el camino se abre hacia adentro, hacia nuestro corazón que late con el sonido propio y único de nuestro ser. En ese camino, siguiendo las huellas del alma tal vez, es donde vamos re-encontrándonos con esas partes de nuestra historia que creímos perdidas u olvidadas. Surgen entonces emociones, sentimientos, anhelos, sorpresas frente a todo aquello que está muy bien “guardado”. Sin embargo, es posible dialogar con estas “partes” una vez más:

…….. Y comienzo mi viaje danzando por dentro de mi cuerpo sagrado y encuentro angustia en el estómago miedo en la panza tristeza en la espalda y en mi corazón Un miedo sin razón tal vez ya que nada ocurre Ahora Pero no hay tiempo y tengo miedo! La angustia es como un río que hace olas en mi estómago y me obliga a fluir salteando obstáculos

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enormes piedras! que se interponen en el río de la Vida, de la que soy parte Y danzando acuno la tristeza que descansa como un niño en un hueco de mi espalda y en mi corazón Una tristeza vieja! que por tanto tiempo me acompaña otorgándome Presencia e Identidad! ………. Formas, movimientos sentidos y direcciones imágenes paisajes melodías recuerdos pintados en la piel para siempre! (Fragmento de “Palabras en el cuerpo”, M. Fernanda Rodríguez, 2017)1

Entonces, todo es presente que remite muy sabiamente a presencia y se vuelve movimiento y danza. En nuestro cuerpo todo está vivo, nada es pasado u olvido. De modo que podemos re-encontrar cada capítulo de nuestra historia, cada etapa de la vida dibujado y pintado con distintos colores en la piel: marcas e improntas de todo aquello que, con mayor o menor intensidad, vivimos, gozamos o sufrimos. En nuestro cuerpo es donde honramos nuestra vida y la Vida que fluye a través de cada uno de nosotros. A través de la danza, podemos entrar con mucho respeto y cuidado a nuestro cuerpo sagrado, despejar espacios internos y recorrer luego ese vacío, seguramente disponible y creativo, llegar a un estado de presencia plena en movimiento y explorar las partes sumergidas de nuestra historia para danzar los recuerdos.

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Hacia lo más profundo En el año 1962 Eugene Gendlin propone un camino de auto-conocimiento que en muchos aspectos revoluciona y cambia nuestra mirada acerca de nosotros mismos: la Filosofía de lo implícito (Barceló 2008; Acuña 2015), tal como planteamos en capítulos previos. De acuerdo con esta propuesta, nuestra existencia se asemeja a un iceberg que tiene dos partes y solo una es visible, en este caso nuestro modo de ser y de estar en el mundo: lo explícito. Lo implícito en cambio está por debajo del agua y no se ve, sin embargo alberga aspectos que tienen plena vigencia y que es necesario rescatar para que cobren sentido (Acuña 2015). Esta filosofía es la base de la propuesta que Gendlin (1962) denomina Focusing o Enfoque en el cuerpo.

El iceberg es metáfora y símbolo de nuestra historia. La parte sumergida es el misterio, lo implícito, aquello que quiere salir a la superficie y cobrar presencia: “eso” que no se ve y sin embargo es esencial en nuestra vida. La Vida se expresa a través nuestro, como dijimos más arriba, y para que fluya es necesario estar disponibles y dispuestos a explorar aquello que quedó guardado muy adentro, en las profundidades de nuestro ser y que el cuerpo expresa…. esas 172


“sensaciones sentidas” (Gendlin 1962) que son el eco y la manifestación de vivencias profundas y tal vez lejanas en el tiempo. Nuestro cuerpo es memoria viva, guarda con mucho cuidado todo lo que vivimos y en él encarnan emociones y sentimientos cuyas raíces nacen en este profundo recuerdo.

“Mi cuerpo” que danza (Escribo estos párrafos en primera persona para reflejar mis vivencias con mayor claridad y compromiso) Y al danzar, mi cuerpo describe formas que percibe dibujadas en la piel, recuerdos de mi propia e irrepetible historia de vida. El movimiento despierta los recuerdos dormidos actualizando a menudo viejas emociones y sentimientos que entonces cobran vigencia y sentido. La “parte sumergida” comienza a aflorar y a ser parte de mi presente y en la piel surgen colores que solo yo veo, porque cada emoción estuvo teñida de algún tono en particular que ahora puedo distinguir de otros… ¡recuerdos pintados en la piel en blanco, negro o en mil colores!

Me atrevo a recorrer los caminos interiores que conducen muy adentro, sendas atemporales, trayectorias que dibuja mi propia danza, metáfora de mi modo de estar y de moverme en el mundo. Una danza comprometida que expresa lo más auténtico, profundo y bello. Una danza que revela emociones, sentimientos, sueños y me envuelve hasta desaparecer en ella. Habito mi cuerpo plenamente y me dejo ser habitada profundamente por los recuerdos que en mi, danzan. Honro mi cuerpo, su sabiduría y su memoria, me inclino ante él porque alberga mi historia y mi esencia… le agradezco la maravillosa oportunidad de encontrarme con las partes sumergidas que creía perdidas y olvidadas. Y frente al espejo me detengo, contemplo entonces mi sombra y mi reflejo, tan vivos y reales como mi propio cuerpo… ¡en mi piel comienzo a pintarlos!

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Quién soy? Me detengo para contemplar mi sombra y mi reflejo porque ambos me constituyen y quiero pintarlos en mi cuerpo hacerlos parte de mis entrañas Quién soy? Me muevo entre mis sombras disipando la oscuridad de cada momento vivido… Y mi cuerpo adquiere formas: sin contenido formas que se arman y se desarman para “ser movidas” como marionetas! por Eso que me habita… y lo dejo ser moverme a su antojo Formas milenarias plasmadas en mi cuerpo formas bellas y terribles formas sin tiempo y formas perennes formas blancas y negras llenas y vacías enormes y diminutas Quién soy? Soy quien está por detrás y por dentro de eso que se ve y se palpa Soy invisible, tal vez, no soy… A dónde voy? … voy hacia las sombras: y Soy quien desea danzarlas para darles Vida y evitar que mueran! (Fragmento de “Pintada de sombras”, M. Fernanda Rodríguez, 2016)2

Notas 1- Escrita luego de una sesión de Focusing y una clase de danza: magníficas experiencias que agradezco a mi cuerpo. 2- “Pintada de sombras” es el resultado de una sesión de Focusing. (ambas poesías completas en http://cuerposquedanzan.com.ar/poemas-que-danzan/) 174


CAPÍTULO 31

RECUERDOS PINTADOS EN LA PIEL (Parte II) Territorios y formas de nuestra historia de vida Tú no eres una gota en el océano… Eres el océano entero en una gota Rumi

Huellas y paisajes sentidos Nuestro cuerpo es territorio y paisaje de la propia historia y en nuestra piel están grabadas las “formas” que fuimos habitando a lo largo del tiempo. Todo lo que vivimos queda guardado en la memoria de sus células con distintas improntas, relieves, colores, sonidos, sabores, perfumes y estas profundas experiencias nos “conforman” para ser quienes somos. La piel como metáfora de aquello que nos contiene y nos conecta con el mundo que nos rodea, como evidencia de un cuerpo sintiente que da y recibe. El cuerpo que habitamos es un regalo a descubrir y cada día, una valiosa oportunidad para intentarlo. Cada experiencia abre una puerta hacia adentro y revela una huella del alma pintada en la piel. Podemos seguir su trayectoria hasta llegar al comienzo, a lo más hondo e interno de nuestra existencia porque es allí donde está la poderosa fuerza que nos mueve y nos impulsa generando las primeras formas y luego otras formas… Desde ese punto inicial y tan propio, podemos volver a jugar, volver a danzar como alguna vez lo hicimos o quisimos hacerlo. Whitehouse (1958), sostiene que la esencia del movimiento radica en la idea de moverse y “ser movido”, como ya dijimos. Ambas cosas ocurren al mismo tiempo, en el presente, y este es un momento de conciencia total. Podemos explorar cada rincón de “nuestro territorio” para descubrir sus formas y aquellos lugares tan valiosos, pequeños o inmensos, desde donde surge la fuerza que nos impulsa hacia adelante, aquella que también nos danza. Y la danza nos permite

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recorrer los variados paisajes y escenas de nuestra historia, re-viviendo aquellas formas que alguna vez encarnamos.

Territorios infinitos Los desiertos del mundo fueron, y son en muchos casos, habitados por sociedades nómades. El nomadismo es una maravillosa alternativa y elección que da lugar a una expansión del territorio que, en este caso, carece de límites definidos y en cambio alcanza distancias que obedecen a la necesidad de movilidad del grupo, de ahí que sea posible hablar de “territorios infinitos”, sin fronteras físicas concretas y reales.

Cuando llegamos a este mundo, nuestro cuerpo se asemeja a un desierto en el sentido de espacio disponible para construir nuestra historia de vida. Entonces, la expansión latente y posible es infinita, no hay límites y las “distancias” que recorreremos dependen de nosotros. Tenemos en ese momento todas las posibilidades que comienzan a desplegarse y a expandirse con su propio pulso y ritmo. ¡El desierto es entonces metáfora del cuerpo y su anhelo de expansión! Surge muy adentro nuestro un territorio infinito y de nosotros depende (aunque no totalmente) que se expanda o se contraiga. Son muchos los condicionamientos que la vida nos va presentando, no obstante, nuestro cuerpo es flexible y guarda la capacidad de extenderse hasta

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el infinito para dar lugar a todas las experiencias que deseamos vivir. El secreto es mantener despierta la capacidad de expansión y la plena decisión de no construir barreras que puedan detenernos. Nuestro cuerpo, territorio infinito y carente de fronteras, cubierto por su piel flexible que se extiende hasta el horizonte que nos propongamos alcanzar. La danza nos ayuda a comprender y comprobar esta flexibilidad y esta ausencia de límites porque cuando danzamos no hay condicionamientos ni nada que se interponga, porque ¡danzar se parece a volar y el vuelo nos lleva hasta el infinito y nos hace libres! Sin duda, esta práctica va impregnando nuestra vida y se transforma poco a poco en nuestro devenir y llega un momento en que, tal vez, no podamos respirar si no es a través de la danza y el placer del movimiento, pequeño o inmenso, que ésta despliega.

Las “formas” de nuestra vida En cada momento de nuestro recorrido por esta Tierra nuestro cuerpo adquiere formas que resultan de las distintas experiencias y vivencias que vamos transitando. Nuestro camino, como el viaje del héroe, está poblado de desafíos, dudas, certezas, alegrías, tristezas, felicidad, miedo, entre tantas cosas. Ante cada una de estas pruebas, emociones y/o sentimientos, nuestro cuerpo responde adquiriendo una forma que le es confortable. Muchas veces, un gesto o una postura surge ante determinadas situaciones y el cuerpo va adquiriendo formas que pueden mantenerse o ir cambiando a lo largo de nuestra vida. A menudo nos descubrimos en una forma determinada y eso nos lleva a evocar un momento puntual: un recuerdo. Todo lo que vivimos queda guardado en nuestra “piel”, en este caso como metáfora de la memoria de las células y contacto directo con el mundo, y nuestra piel reconoce aquello que ya hemos vivido porque en ella están “pintadas” las huellas de nuestro pasado. Nuevamente la danza nos alcanza y nos lleva a lugares profundos de nuestro cuerpo en donde podemos explorar las formas que alguna vez fuimos y desplegamos, y su transformación has177


ta hoy. Estrechamente vinculadas a las formas de nuestra historia de vida, están las fuerzas que de algún modo las moldearon y esas fuerzas nos mueven y nos danzan. Por eso, muchas veces nos preguntamos de dónde surge un movimiento o una danza y la respuesta es que, muy adentro, hay fuerzas que fueron surgiendo de las distintas formas de cada etapa y momento de la vida. Cada forma dió lugar a una fuerza que a su vez nos permitió desplegar otra forma y, de este modo, jugamos a descubrirnos en cada momento que vivimos. Como planteó Gendlin (1962), hay partes de nuestra historia que no vemos (o no queremos ver) y dejamos relegadas, la parte sumergida del iceberg. Sin embargo, está tan viva y deseando ser reconocida por nosotros mismos. Esta parte sumergida tiene una forma o varias y sin duda allí hay fuerzas muy propias y auténticas que nos impulsan hacia adelante. De ahí la importancia de entrar en contacto con estas partes, rescatarlas del olvido y danzarlas para darles vida nuevamente.

Danzar en nuestro territorio infinito Nos conectamos con el placer de explorar nuestro cuerpo libre y en movimiento y de danzar en ese territorio infinito que guarda en su memoria todas las formas de nuestra historia de vida en sus diversos paisajes. Desplegamos esas formas, nos vamos re-conociendo y celebramos el encuentro con quien de verdad somos. Tal vez ese ser que resulta de muchos pedacitos de su historia pero que hoy es unidad que se revela en la danza y en los movimientos que ésta despliega en su espacio y en su tiempo presente. Muy despacito, en profunda conexión con nuestra piel, vamos siguiendo las huellas del alma hacia lo más hondo de nuestra existencia… allí, donde tal vez alguien nos esté esperando para jugar y danzar. ¡Les propongo ir a su encuentro para que este momento sea único e irrepetible!

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……………. En cambio, si me domesticas…sentiremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo. Seré para ti único en el mundo Antoine de Saint-Exupery

Notas * Fotos de la película “Bailando en el desierto” (Desert dancer). ** Danza Butoh. *** Tomado de: https://www.google.com.ar (frases+de+el+principito).

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CAPÍTULO 32

LA DANZA COMO EXPRESIÓN DE LA VIDA Retomando el camino de la belleza y la armonía

Todos somos bailarines. Todos llevamos dentro un chamán esperando despertar, listo para danzar sobre el filo de la realidad Romper el hielo, derretir las máscaras… Sentir algo en los huesos… Aterrizar, vivir!

Gabrielle Roth

El latido del corazón nos invita a danzar Es nuestro deseo vivir en armonía interna y con el mundo que habitamos, sin embargo, muchas veces este anhelado bienestar se quiebra o pierde por momentos su verdadero sentido y entonces, de acuerdo con la medicina, “enfermamos”. Tal vez sea importante comenzar por tener en cuenta la descripción generalizada de este cambio tan intenso que experimentamos en estos casos, para poder luego re-significarla de acuerdo con nuestras propias vivencias1. Se entiende a la enfermedad “(…) como una entidad opuesta a la salud, cuyo efecto negativo es consecuencia de la alteración del estado fisiológico y/o morfológico considerados como normales, equilibrados o armónicos (homeostasis) de un sistema a cualquier nivel (molecular, corporal, mental, emocional, espiritual)” (Fuente internet: http//:www.geocites.com/bidiversidadchile/ glosario.htm) y su contraparte la salud como “(…) el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional y/o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como en el macro (social). La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones medioambientales y sociales” (Constitución de la Organización Mundial de la Salud 1946: 1). 180


Distintos son los caminos que la ciencia actual y la cultura en la que estamos inmersos nos proponen para alcanzar o retomar este anhelado bienestar o para revertir los desequilibrios que, por diversos motivos, atraviesan nuestros días. Por lo general, la “receta” o la fórmula mágica vienen de afuera. Nuestra propuesta, en cambio, está en la maravillosa posibilidad y en la capacidad que tiene nuestro cuerpo de volver al equilibrio, siendo el movimiento hacia afuera y hacia adentro uno de los más poderosos caminos que sintonizan con la Vida misma que fluye a través nuestro y que percibimos a través del latido del corazón cuando nos propone una danza. Entonces, el encuentro con el propio cuerpo, y la aceptación de la corporalidad que éste conlleva, resulta ser el punto de partida para reflexionar acerca del papel que el movimiento y la danza juegan en nuestra vida como camino hacia la recuperación de la armonía, si momentáneamente la perdemos. Este estado de pérdida de armonía y equilibrio, que muchos llaman enfermedad, se transforma entonces en una oportunidad para que dicho encuentro tenga lugar.

Entre luces y sombras A menudo olvidamos quiénes realmente somos y desconocemos nuestro propio territorio: el cuerpo que habitamos. Es probable que hayamos perdido las huellas del alma, entonces, es necesario recordar. Estamos constituidos por luces y sombras, nuestra materia prima que nos hace ser quienes auténticamente somos. La propuesta es visualizar un gran espejo frente a nosotros y comenzar a “ver” esas partes que nos conforman, percibir sus formas, relieves, texturas, colores y movimientos, para danzarlos luego. Tal vez podamos retomar la extraordinaria experiencia de Só181


crates (470-399 a.C.), quien muchos años atrás danzó frente a un espejo maravillado de poder verse y “pensar” su propio movimiento. La imaginación activa y el lenguaje de los sueños permiten que el inconsciente se exprese y sea posible reconstruir la propia historia a partir de imágenes simbólicas y arquetípicas. De este modo, cobran vida algunos aspectos de la personalidad tales como las sombras en el sentido de Jung (1995). Es posible que estas últimas jueguen un rol importante en la “enfermedad” y que de algún modo se expresen mediante ella. Construir la verdadera imagen corporal, con la ayuda de espejos y sombras, resulta ser una tarea intensa y compleja. No obstante, la misma es indispensable para que el proceso de recuperación comience y podamos alcanzar nuevamente el estado de equilibrio que conlleva bienestar. Marian Chace planteó el concepto de empatía kinestésica, el cual significa reflejar aquello que percibimos en el movimiento y en el cuerpo del otro (Chaiklin & Schmais 1975; Fischman 2005; Levy 1992; Sandel et al. 1993).

Las emociones en nuestro cuerpo El contacto con las emociones es un paso sumamente importante: reconocerlas y encarnarlas para que salgan a la luz. Aceptar el dolor suele ser un momento crucial, de ahí que proponemos encarnarlo, “hacerlo carne” para sentirlo y vivirlo con toda su intensidad. Danzar la “enfermedad”, representarla en el cuerpo mediante el movimiento y la danza… encarnar aquello que duele, gritar aquello que lastima, son caminos o modos genuinos mediante los cuales la persona utiliza toda la energía de su cuerpo para acrecentar su poder y vencer la enfermedad. Es interesante aquí el concepto y la trascendencia del ritual que se vincula con las relaciones de poder (Citro 2009). De este modo, “ritualizar” la danza es una excelente alternativa para reforzar su efecto, curativo especialmente. La propia danza es entonces ritual y ceremonia a la cual siempre se puede volver y repetir para revivir aquello que muchas veces 182


es un mito para la persona, en el sentido de narración acerca de la génesis y el desarrollo o evolución (de acuerdo con su definición) de la enfermedad, en este caso. De ahí que todas las representaciones corporales mencionadas cobren especial importancia con este fin. De todo lo dicho resulta una aceptación sumamente activa, en donde los propios recursos se disponen a presentar batalla a aquello que enferma, ¡y ganarla! Espenak (1989) formula la existencia de cuatro emociones básicas como se dijo en capítulos anteriores. Esta autora toma de Adler la noción de impulso agresivo como energía propia del individuo. Dicho impulso se origina en el sentimiento de inferioridad que toda persona tiene y la necesidad de ser aceptada. En este caso, la enfermedad sería posiblemente la principal causa generadora de este sentimiento y es deseable que también sea el origen del impulso que la lleva a la acción para superarla. Es importante destacar que Adler tiene como raíz filosófica el pensamiento de Nietzsche, para quien la voluntad de poder es el motivo básico de la vida humana (Boeree 1997; Espenak 1981, 1989; Reca 2005). También es importante la noción de corazas musculares que Espenak toma de Lowen, ya que es un punto a tener muy en cuenta al abordar la enfermedad desde el cuerpo en movimiento y la expresión. Las emociones que no se expresan suelen manifestarse a través de dichas corazas que justamente dificultan el trabajo, de ahí que sea esencial reconocerlas y trabajar con ellas para poder derribarlas (Espenak 1989; Reca 2005).

La energía y la fuerza del cuerpo que habitamos El concepto de impulso agresivo que Adler desarrolla y Espenak retoma, empodera a la persona y aquí se establece también un vínculo con Nietzsche (1972) quien propone la voluntad de poder como energía propia del cuerpo y a su vez destaca el poder que la danza otor183


ga al danzante. Pareciera que los tres autores –Nietzsche, Adler y Espenak– apuntan con mucha decisión a un mismo tema: la energía auténtica del individuo, propia del cuerpo, es decir el impulso agresivo que le permite empoderarse para sobreponerse a la enfermedad que, entendida como posible causa del sentimiento de inferioridad, es la fuente de la cual surge el poder. Danzar la enfermedad otorga sin duda aún más poder, en este caso: el poder de recuperarse. Nietzsche (1972) describe un espíritu libre que danza al borde del abismo y elige la voluntad de poder con la que intenta transformarlo. Esta voluntad es la energía propia del cuerpo que hace que la razón le obedezca y al mismo tiempo no obedece a nadie (Citro 2009). Es particularmente importante este filósofo ya que sostuvo la necesidad vital de la música y la danza (Nietzsche 1972). ……………………………..

Retomando el camino de la Vida En relación con ejemplos concretos, es decir aquellos que demuestren la capacidad de recuperación de la enfermedad a través del movimiento y la danza, es muy destacable la historia de Anna Halprin, bailarina nacida en Illinois en el año 1920. Inició sus estudios de danza a la edad de cinco años y a los 15 años estudia con Ruth St. Denis e Isadora Duncan; luego, en el año 1938 asiste a la Universidad de Wisconsin bajo la dirección de Margaret H´Doubler. Halprin produce una ruptura en la danza moderna, tornándose pionera de la danza post-moderna. A fines de la década del 50 comienza una transformación en el concepto tradicional de danza como manifestación artística, lo cual implica trasladar dicha disciplina desde la categoría exclusiva de danza como arte de performance al contexto de danza como arte de sanación. Continuando con su historia, en el año 1971 le diagnostican cáncer y a partir de ese momento comienza a trabajar en una intensa experiencia corporal personal que luego compila y documenta como The Five Stages of Healing. Estos pasos hacia la recuperación resultan de su capacidad y decisión que la llevan a “danzar su cáncer” (Wade 2012). Anna Halprin superó su enfermedad y trabajó desde entonces para ayudar a otras personas.

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El caso descrito pone en evidencia “el poder que la danza confiere al danzante” en palabras de Nietzche (1972). Dicho poder es la energía de su cuerpo que le permite llegar a la cura y recuperación de su grave enfermedad e incluso poner en palabras su proceso para poder ayudar a quienes estén en circunstancias semejantes. Su profundo trabajo corporal y su danza, que podría considerarse ritual, están documentados en el film: Anna Halprin –1975– Dancing my cancer (http//:www.youtube.com/watch?v=1aniE6bilCI).

Tal como dijo Mary Wigman (1966), es imposible decir con palabras aquello que, a través de la danza, podemos expresar. Y en esta afirmación radica la enorme fuerza del cuerpo, del movimiento y de la danza como expresión de la Vida que fluye a través nuestro. A esta Fuerza nos proponemos recurrir como camino hacia la recuperación del equilibrio y la armonía que denominamos salud, bienestar, entre otras tantas expresiones. Nuestro cuerpo tiene la fuerza y el poder para lograrlo y la danza es el camino que conduce esta energía de la potencia a la acción.

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Porque la Vida es movimiento y en este devenir radica la Belleza del mundo y de nuestra existencia. Entonces la danza expresa esta belleza y conlleva libertad y pasión por aquello que deseamos expresar… ¡danzamos y somos Danza!:

Deja que la belleza que amas sea lo que haces Rumi

Notas 1. En este capítulo fue mi deseo retomar la propuesta de mi trabajo de Tesis del Postgrado en Danza-Movimiento-Terapia (CAECE): “Danzar la enfermedad: encarnar el dolor. Un camino hacia la recuperación desde la danza / movimiento terapia”. * Fotos de Pina Bausch, Variation d´Expositions. ** Fotos de Anna Halprin.

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CAPÍTULO 33

LA DANZA QUE DESPIERTA “PUNTOS MUERTOS” Encuentros en el cuerpo con fuerza y pasión

Lo que necesitas es seguir encontrándote a ti mismo, cada día un poco más… Richard Bach

La belleza del mundo en movimiento La Vida es movimiento y en este devenir radica la belleza del mundo y de nuestra existencia. La danza expresa esta belleza y conlleva libertad y pasión por aquello que deseamos expresar… entonces, ¡danzamos y somos Danza! Somos la danza del mundo y del Universo, nos acompasamos con el movimiento y la sinfonía eterna de los planetas y las estrellas que vibran y resuenan en el espacio. Somos el movimiento que transcurre en nuestro cuerpo por siempre. Porque sin movimiento la vida no sería posible, porque un Universo estático se destruye en pocos segundos…porque en nuestro cuerpo sagrado nada está en quietud, todo fluye, más o menos rápidamente. Nos movemos y “somos movidos” por esa Fuerza infinita y tan propia que nos habita… ¡somos Movimiento! Llegamos a esta Tierra“encerrados en el mundo que nos contiene”y, cuando comenzamos a movernos, el cascarón comienza a quebrarse y romperse… porque, como dijo Hermann Hesse en su obra Demián, “para nacer hay que romper un mundo”.

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“Enfocándonos” en el cuerpo que habitamos En este capítulo retomaremos una vez más la propuesta de Gendlin (1962) y su Enfoque en el cuerpo para vincularla con la danza y el movimiento, de modo tal que interactúen, dialogando y nutriéndose. Como ya describimos, su propuesta gira en torno de las “sensaciones sentidas”, tanto desde un punto de vista teórico como práctico. Retomemos ahora algunos conceptos que, especialmente, interesan para este planteo. De acuerdo con Gendlin, la existencia es pre-conceptual, internamente diferenciable y sentida corporalmente. La persona existe en su experiencia concreta y esto no es asimilable a conceptos, estructuras, definiciones o unidades de ninguna clase. Desde esta concepción existencial, formula el concepto de experiencing que da cuenta de un proceso de interacción permanente entre los sentimientos personales y corporales y los símbolos propios o del medio ambiente inter-actuante (Gendlin 1962; Barceló 2008). A partir de aquí, plantea una teoría filosóficamente consistente y un instrumento que permite a las personas estar en contacto con su experiencia interna: Focusing o Enfoque en el cuerpo (Gendlin 1962). Los senderos del Enfoque corporal pueden ayudarnos a recuperar nuestro propio saber, nuestros propios gustos y disgustos, tal como plantea Moreno López (2009). Siguiendo este camino, Weiser Cornell (1999: 14) apela a la sabiduría innata que hay en cada uno de nosotros y describe Focusing como “(…) el proceso de escuchar tu cuerpo de una forma suave y comprensiva, y de oír el mensaje que el ser interior te envía.”. 188


Gendlin (1999) introduce luego el concepto de “puntos muertos” y sostiene que hay dos variantes.“(…) El primero tiene lugar cuando la terapia se hace basándose únicamente en la interpretación e inferencia, careciendo de un proceso experiencial. El segundo ocurre cuando se dan emociones muy concretas y éstas se repiten indefinidamente. Al primero lo denomino una discusión en un punto muerto” (Gendlin 1999: 25). En síntesis, Gendlin describe dos puntos muertos frecuentes tales como las discusiones sin salida, que no se concretan en la experiencia, y el punto muerto de las emociones y los sentimientos repetitivos. El Enfoque en el cuerpo pretende en cambio lograr que seamos capaces de reconocer y promover una serie de pasos que nos lleven a la modificación que buscamos a través de la experiencia concreta (Gendlin 1999). A menudo transitamos “puntos muertos” y es frecuente que parezcan callejones sin salida donde es difícil ver más allá de lo inmediato y a veces, tampoco esto es posible. En estas instancias es vital y muy útil el movimiento corporal y la acción. Lo primero es llevar la conciencia y la atención a nuestro cuerpo y habitarlo plenamente. Este primer paso puede ser en quietud aparente o en movimiento. Poco a poco, el contacto corporal hacia adentro más intenso nos lleva, si así lo permitimos, a expresar con mayor intensidad estas discusiones internas sin salida y aquellas emociones repetidas que parecen no abandonarnos nunca. Nos movemos y “nos dejamos mover” (sensu Whitehouse 1979) por todas ellas que se transforman entonces en esas fuerzas internas invisibles y poderosas que nos impulsan. Los puntos muertos remiten también a la parte sumergida del iceberg –lo implícito– que propone Gendlin (1962) a través de la Filosofía de Lo Implícito (Barceló 2008; Acuña 2015) si tenemos en cuenta esas emociones y sentimientos que se repiten indefinidamente y que, sin duda, tienen raíces muy profundas en nuestra historia de vida. Es probable que el contacto con esas partes olvidadas nos permita re-valorarlas y darles el lugar que merecen en nuestro presente con un nuevo sentido.

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Gendlin, Whitehouse y Espenak dialogan Gendlin, Whitehouse y Espenak nunca se conocieron pero sus propuestas se encuentran hoy en nuestro cuerpo y dialogan… porque los tres desean que podamos dar luz y llevar a la superficie las partes sumergidas y olvidadas de nuestra historia, como frágiles tesoros. Los tres nos remiten a la experiencia, al movimiento y a la fuerza del cuerpo que habitamos respectivamente. Retomamos la propuesta de Whitehouse (1958) ya que la idea que esta autora propone acerca de SER MOVIDO por esa Fuerza interior que nos impulsa es aquí fundamental. Y esto forma parte de dicha propuesta ya que Whitehouse retoma y lleva a la práctica en la década de 1950 la Imaginación activa de Jung (1916), a través del Movimiento auténtico. Whitehouse fue la primera en describir las diferentes fuentes internas a partir de las cuales surge el movimiento. Su propuesta es esperar el impulso interno que toma la forma de acción física y esto es la Imaginación activa en movimiento. Nos movemos por propia voluntad y también nos dejamos mover por esa fuerza interna que surge de muy adentro, entregándonos, una y otra vez. Así va emergiendo la danza de la vida, de nuestra vida, única e irrepetible. Del movimiento a la danza y de ésta al movimiento, nuevamente, porque allí confluimos con emociones y sentimientos. Cuatro emociones básicas –enojo, alegría, calma y miedo– (Espenak 1989) con todas sus variantes que a su vez se suman a los sentimientos que emergen. Espenak propone trabajar a partir del pulso, la melodía y la imagen, que resulta de las dos primeras, en relación con el cuerpo, la emoción y la mente respectivamente, como dijimos en capítulos anteriores. Esta autora toma la noción de impulso agresivo de Adler, es decir, la energía propia del individuo (....) (Espenak 1981, 1989). Nuevamente esta energía propia que “nos mueve” y nos danza permite que aquello más o menos sumergido se haga visible, se exprese y salga a la luz, con total vigencia, como parte de nuestro presente. Y comienza el diálogo…Gendlin, por su parte, desea sacar de las profundidades aquello olvidado o dejado de lado, desea urgentemente re-vivir nuestros puntos muertos: las emociones eternas que tal vez ya no significan mucho en nuestras vidas, las palabras y las discusiones sin sentido. 190


Whitehouse le ofrece entonces la magnifica posibilidad de permitir que aquello que está muy adentro se transforme en la fuerza que nos mueve y así pueda expresarse y re-significarse todo lo olvidado. Del movimiento a la danza, todo el cuerpo se involucra en la tarea para entregarse a esa fuerza que lo mueve en busca de sentido. Espenak, por su parte, sugiere retomar el pulso de la vida y danzar la melodía de las emociones que nos habitan, esperando esa imagen que emerge y que nos representa hoy. Esta autora apela a la energía propia del cuerpo para lograrlo. Gendlin les ofrece su propuesta: las sensaciones sentidas, el darse cuenta, que surge al hacer contacto con el conocimiento corporal interno y consciente que, sin duda, alberga emociones y sentimientos. La sensación sentida también tiene una imagen y tal vez una palabra que la representan. Si bien este autor no propone el despliegue hacia afuera del movimiento corporal como Whitehouse y Espenak a través de la danza, se refiere muy claramente al movimiento interno que tiene que ocurrir para que podamos entrar en contacto con la sensación sentida y dar el siguiente paso. El trabajo en Focusing es como una danza, aún cuando no implique movimiento exteriorizado, especialmente cuando se realiza con un acompañante. Es importante aclarar que cuando trabajamos mediante la danza consciente y espontánea como la que sugerimos en este caso, el movimiento puede ser muy amplio o caótico pero también muy pequeño e imperceptible. Del mismo modo, si tenemos algún impedimento para movernos, podemos danzar sentados o en el suelo e, incluso, visualizar la propia danza con toda su expansión y su fuerza.

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La Fuerza y la Belleza del cuerpo en movimiento Dice Gendlin (1999: 37) que “(…) Toda experiencia y acontecimiento contienen movimientos implícitos posteriores. Toda experiencia puede ir más allá. Bajo la estimulación apropiada, se puede sentir un matiz de la experiencia que es más complejo de lo que podría jamás articularse en palabras o conceptos. Debemos prestar atención a esos matices porque los pasos del cambio surgen de ellos”. La propia experiencia va más allá de las palabras y la experiencia conlleva, de un modo u otro, movimiento. Y es así que la danza expresa más allá de las palabras y mucho más que éstas. Y en este hecho radica la enorme fuerza del cuerpo en movimiento como expresión de la Vida en nosotros. A esta Fuerza nos proponemos recurrir para entrar y dar color a esas zonas muertas que se asemejan a callejones sin salida que no nos dejan ver la luz ni el siguiente paso. Nuestro cuerpo tiene la fuerza y el poder para iluminarlos y la danza es el camino que conduce a esta fuerza-energía de la potencia a la acción. Porque nada más bello que el cuerpo en movimiento porque expresa Libertad y Pasión, ya que demuestra que no hay límites para hacer aquello que más deseamos y para ser tal como somos desde el momento en que rompemos la cáscara del mundo que nos contiene y nos permitimos nacer.

El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo Para nacer hay que romper un mundo El pájaro vuela hacia Dios…. Hermann Hesse

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CAPÍTULO 34

TESOROS SUMERGIDOS Y FUERZAS QUE NOS DANZAN El Universo interior en expansión … Para ello es necesario abrirse al vacío. Crear el vacío, acceder al vacío, entregarse al vacío. Betina Weissmann

Caminos que confluyen y resuenan Me sorprendo cada día al descubrir coincidencias, encuentros entre “caminos” que proceden de distintas direcciones y, sin embargo, convergen. Luego de recorrer por varios años el camino de la danza, desde distintos paradigmas pero siempre siguiendo el propio deseo de expresión libre, de la mano de la visión transpersonal de la psicología que propone Jung (1995, 1999), comencé a indagar en el Enfoque en el cuerpo (Focusing) de Gendlin (1962). ¡Mi cuerpo sintió entonces ese magnífico encuentro y comencé a buscar más y más adentro! ¿De qué modo confluyen estos caminos en nosotros?... Sin duda, desde la danza, la línea que Mary Whitehouse (1956) desarrolla a partir de la propuesta de Carl Jung del año 1916, resuena con aquella que plantea al poco tiempo Eugene Gendlin (1962). En este número deseo reflejar esta confluencia. Comenzaré entonces profundizando en la obra de Whitehouse, haciendo especial hincapié en la técnica y los conceptos de Jung, tales como arquetipos y símbolos que fueron la base de la Imaginación activa, a partir de los cuales la autora comprende el Movimiento en profundidad. Al recorrer este camino aparecerá en escena Gendlin con la Filosofía de lo implícito que representa mediante una hermosa y poderosa metáfora: la parte sumergida del iceberg, aquello que no vemos y, sin embargo, suele ser la fuerza más importante que nos impulsa y nos mueve. Y esa fuerza, con mucha energía, es la que Whitehouse propone rescatar y dar a luz a través del movimiento y la danza… ¡hermoso encuentro que ya vamos vislumbrando!

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Los comienzos Mary Whitehouse se graduó en el Wellesley College y obtuvo su diploma en el Wigman School, escuela de danza en Dresde (Alemania). Fue también estudiante de Martha Graham. Se destacó como miembro de la Asociación Americana de Danzaterapia. Enseñó en las siguientes escuelas de danza: Jooss Ballet School, Bennington Summer School y Martha Graham School. Trabajó además en el Teacher Training Program en Los Ángeles (Whitehouse 1979; Pallaro 1999; Reca 2011). Esta autora, a quien podemos describir como bailarina, docente y pionera en danza/movimiento terapia, se propuso descubrir aquello que nos mueve desde adentro (Fleischer 2000). A partir de su formación en el Jung Institute en Zurich y apoyándose en las técnicas de Imaginación activa, crea el Movimiento en profundidad, llamado luego Movimiento auténtico, como dijimos en capítulos previos. En líneas generales, Jung sugería mediante la Imaginación activa, abrirse a las imágenes que emergían desde nuestro interior y crear un diálogo con éstas. Whitehouse proponía permanecer en actitud de espera atenta para conectarse luego con las imágenes, las sensaciones físicas y los movimientos que emergieran del inconsciente. Surgido el impulso, la persona podía seguirlo. El movimiento que emergía de este modo era la manifestación visible de la dimensión invisible del ser y reflejaba la expresión de un impulso originado en un plano muy profundo. De este modo, expandió la Imaginación activa de Jung incluyendo la dimensión del cuerpo, el movimiento y las sensaciones físicas (Fleischer 2000), de ahí su enorme importancia aquí.

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Arquetipos y símbolos Sintetizando lo expresado en el capítulo 1, Jung destacó la existencia de elementos en los sueños que no son individuales ya que no podrían resultar de la experiencia personal. Los mismos parecen ser formas innatas y heredadas por la mente humana y los denomina arquetipos o imágenes primordiales (Jung 1995). Este autor define a los arquetipos como tendencias a formar representaciones de un motivo, de tal modo que las mismas pueden variar muchísimo en detalle sin perder su modelo básico. No son adquisiciones individuales, sino comunes a todos los seres humanos. Se presentan como ideas e imágenes, manifestándose a nivel personal a través de complejos que se expresan en sueños o fantasías y a nivel colectivo como características culturales, tales como los mitos y el arte. Por otra parte, el símbolo es la mejor expresión posible de algo desconocido y describe dos tipos de símbolos: naturales y culturales. Los primeros derivan de contenidos inconscientes de la mente y de este modo representan un gran número de variaciones de las imágenes arquetípicas esenciales, tales como las ideas e imágenes que aparecen en los relatos antiguos (Jung 1995, 1999).

La imaginación activa en acción La danza / movimiento como Imaginación activa fue creada por Jung en el año 1916, no obstante, no fue reconocida hasta la década de 1950 cuando Whitehouse la lleva a la práctica a partir del modelo teórico de Jung (Whitehouse1958, 1979; Reca 2011). Para Whitehouse (1979) es central la distinción que plantea Jung entre el Sí mismo y el yo, Self y self respectivamente. El yo –self– es el mundo del ego y todo lo que implica. El Sí mismo –Self– se refiere en cambio al mundo de lo transpersonal que trasciende al individuo y al ego, aquello no conocido. El Sí mismo guía al yo y en este proceso la cooperación lleva a la individuación, desarrollo único y consciente del potencial de cada persona. De este modo el ego queda al servicio del Sí mismo. El desarrollo de la personalidad solo es posible mediante la inter-penetración de lo consciente y lo inconsciente; la misma necesita enriquecerse también con lo irracional e instintivo.

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Uno de los pilares de la teoría de Whitehouse es la noción de polaridad, es decir los pares de opuestos –consciente e inconsciente, entre otros– y la vida es la paradoja entre ambos. En el mundo del movimiento, nos encontramos frente a estos opuestos: abierto – cerrado, arriba – abajo, liviano – pesado. En el plano de lo corporal, los músculos se extienden y se contraen, así como también podemos considerar la mitad izquierda y derecha del cuerpo. Así por ejemplo, la mano izquierda es inocente e irracional mientras que la derecha es consciente, activa y representa los mandatos familiares y sociales en general. Esta polaridad derecha – izquierda es también un motivo muy interesante de exploración en danza (Whitehouse 1956, 1958, 1979). Volviendo al concepto de imaginación activa, Jung la define como el proceso por el cual la conciencia participa pero no dirige, coopera pero no elige, el inconsciente en cambio está preparado para hablar cómo y dónde lo desee. Su mensaje aparece en forma de poesía, pintura, escultura y danza. Para Whitehouse (1979) un modo de introducir a las personas en sus imágenes y fantasías, además de los sueños, es el movimiento. Y en este sentido, propone una forma de imaginación activa basada en el ritmo, los rituales y las relaciones interpersonales. Estas permiten construir el self reflexivo y consciente. Whitehouse (1979) denomina auténtico al movimiento simple e inevitable que se da especialmente en la improvisación. Éste se reconoce como genuino, perteneciente a la persona. Lo opuesto a auténtico es lo invisible, es decir aquello de lo cual no tenemos conciencia. Puede haber partes del cuerpo invisibles que, a través del movimiento, pueden hacerse visibles y entonces desparece la oposición, es decir la polaridad. Algo semejante ocurre con el “moverse y ser movido”. En danza es muy frecuente que ocurra lo primero, pero cuando el esfuerzo se abandona, cuando el ego pierde o abandona el control, el Sí mismo –Self– es quien realiza el movimiento. Es maravilloso estar presente cuando un danzante experimenta el ser movido; ¡hay acción en la no-acción y los opuestos desaparecen!

Las fuerzas que nos danzan De acuerdo con Karin Fleischer (2000) “(…) La forma denominada Movimiento Auténtico posibilita la re-conexión de cada ser con su mundo interior de imágenes, emociones, sensaciones, dando lugar al emerger tanto de aspectos negados y desconocidos de una misma como de un potencial y fuerza creadora aún no manifestadas. Esta re-conexión facilita la apertura a un nuevo 196


estado del ser caracterizado por una relación más armónica entre las diversas partes, armonía que no es estática y que fluye desde la percepción directa de la unión inicial entre cuerpo y psique, consciente e inconsciente, uno mismo y el universo”. La propuesta de Whitehouse es esperar el impulso interno que luego toma la forma de acción física y esto es la Imaginación activa en movimiento. Al mismo tiempo, da mucha importancia a las imágenes que surgen en ese momento y dice que cuando las imágenes están verdaderamente conectadas en la persona, el movimiento es auténtico. Tal como Whitehouse (1956) afirma, hace no mucho tiempo atrás el movimiento fue nuestro único lenguaje. Del mismo modo, la expresión creativa en el movimiento físico es lenguaje sin palabras. Si afirmamos, todo nuestro cuerpo dice Si y si negamos dice No. En su trabajo “Movimiento físico y personalidad” (1963), nos dice que el cuerpo es el aspecto físico de la personalidad y entonces, el movimiento es la personalidad que se hace visible. Lo importante es la experiencia consciente del cuerpo y del movimiento, entre ambos existen conexiones psicofísicas. Para Whitehouse el movimiento proviene del impulso interno específico que tiene la cualidad de sensación. El impulso se dirige al espacio y el movimiento lo hace visible en la acción física. Es posible seguir la sensación interna, el impulso hasta la acción física mediante la imaginación activa en movimiento. La relación psique - cuerpo se integra entonces a la conciencia y el movimiento se transforma entonces en el lenguaje de nuestra personalidad (Whitehouse 1963 en Pallaro 1999).

Hay un término importante que Whitehouse (1958) utiliza para referirse al movimiento del propio cuerpo que retomamos una vez más: sensación kinestésica, el cual nos informa acerca 197


de dicho movimiento. Esta sensación es realmente consciente cuando la persona encuentra la conexión interna, el propio movimiento. Esta autora destaca los siguientes aspectos para el Movimiento auténtico (Whitehouse en Pallaro 1999): espera abierta, con los ojos cerrados, la persona escucha a su cuerpo; crear un vacío en el cual pueden suceder muchas cosas; la voluntad y el esfuerzo son aquí impedimentos, propone eliminarlos; el cuerpo es el sujeto del descubrimiento; es necesario que el ego aprenda a no actuar cuando la acción se produce; el movimiento surge desde adentro; ese movimiento estuvo siempre en la persona; si el movimiento se reduce al ego, hay inhibición, pobreza e inercia.

La danza y el movimiento como imaginación activa implica la relación entre dos personas: el movedor y el testigo. A través de esta interacción, el movedor comienza a internalizar la experiencia reflexiva del testigo. El movedor trabaja con los ojos cerrados, escuchando internamente, esperando los impulsos-imágenes-sensaciones que puedan surgir desde su interior. La mente se aquieta y entonces comienzan a surgir experiencias originadas en diferentes niveles. Aspectos desconocidos, latentes o bloqueados pueden salir a la luz. Muchas veces vienen a la superficie sueños o hechos olvidados. Existe un interesante vínculo entre memoria y movimiento corporal ya que la misma se almacena kinestésicamente y de este modo puede emerger. Mientras, el testigo observa y al mismo tiempo toma conciencia de cómo los mismos resuenan en su cuerpo/mente, escucha su propia experiencia, evoca recuerdos, fantasías, pensamientos, sentimientos, imágenes y emociones a partir de la acción o no-acción del movedor. Finalmente, movedor y testigo comparten verbalmente sus experiencias. Adler destaca la importancia del testigo; sostiene que la presencia de otro cuando se está explorando lo desconocido responde a la necesidad humana de seguridad, contención y balance (Whitehouse 1979; Pallaro 1999; Fleischer 2000).

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Tesoros sumergidos Muy pocos años después, en el año 1962, Eugene Gendlin comienza a plantear la Filosofía de Lo Implícito en su obra Experiencing and the Creation of Meaning (Barceló 2008; Acuña 2015). Como dijimos en capítulos anteriores y retomamos aquí, nuestra existencia se asemeja a un iceberg que tiene dos partes y solo una es visible, en este caso nuestro modo de ser y de estar en el mundo (lo explícito). Es importante tener en cuenta que las propuestas de Gendlin y Whitehouse salen a la luz casi simultáneamente y ambas comparten una misma búsqueda desde distintas perspectivas y sin tener conocimiento uno del otro.

Gendlin es el creador de una teoría filosóficamente consistente y un instrumento que permite a las personas estar en contacto con su experiencia interna: Focusing o Enfoque en el cuerpo (Gendlin 1962). Recordemos que uno de los puntos centrales de su teoría es la sensación sentida.

El felt-sense es una sensación físicamente sentida acerca de la globalidad de algo que nos está ocurriendo ahora, en este caso generada por un recuerdo. Puede ser una sensación que incomoda y alerta (que se manifiesta como nudo en la garganta, peso en el pecho, entre otras variantes), o bien placentera, de plenitud y alegría. En ambos casos aparecen en el cuerpo y constituyen la parte visible del iceberg, cuya base aún no vemos (Acuña 2015). “(…) Una sensa199


ción-sentida no te viene en la forma de pensamientos o palabras u otras unidades sueltas, sino como una sola (aunque a menudo perpleja y muy compleja), sensación corporal” (Gendlin 1982: 54). Es decir, no es una experiencia mental sino física. Este autor, al igual que Whitehouse, apela luego a una imagen, palabra-cualidad o frase que provenga de esa sensación-sentida y lo denomina “asidero” (Gendlin 2002). También podemos trazar un paralelismo entre Gendlin y Jung, de quien toma conceptos importantes. Mientras Gendlin trae de las profundidades la experiencia y el movimiento de “vida hacia adelante” a través del enfoque en el cuerpo, Jung aporta riqueza imaginativa con su profunda fascinación por la imagen: sensaciones-sentidas e imágenes respectivamente. Ambos están de acuerdo en algo fundamental: el acto de mirar hacia adentro y prestar mucha atención a nuestro mundo interior, tanto sentido como imaginado (Ellis 2014). Asimismo, Gendlin (1999) toma la noción de arquetipo de Jung, por ejemplo, al referirse a la función integradora del organismo, es decir la capacidad que todos tenemos de completar aquello que nos faltó en nuestra infancia y/o juventud temprana. En este sentido, remite a los padres internos, arquetípicos. Así como en el Movimiento Auténtico se establece una relación entre movedor y testigo, en el Enfoque en el cuerpo este vínculo se da entre el focalizador y el acompañante durante el proceso. El primero es quien incursiona en su cuerpo y el segundo refleja su sentir a través de las palabras. Aquí también hay coincidencias con Marian Chace y la posibilidad de espejar en la danza, tema que tratamos en los capítulos iniciales. Incluso reflejar con palabras suele ser como una danza entre quienes entablan este vínculo. En ambos casos –reflejar y espejar– se trata de dejarse tocar por las vivencias y los sentimientos del otro (Moreno López 2009).

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Expansión y expresión en busca de sentido Tanto en el Movimiento Auténtico como en el Enfoque en el cuerpo, necesitamos “abrirnos al vacío, crear el vacío, acceder al vacío” parafraseando a Weissmann, en su frase presentada al comienzo. Whitehouse propone la espera abierta, escuchar al cuerpo y crear vacío; para Gendlin es necesario despejar un espacio. Ambos apelan a un “espacio” interior disponible y a la apertura para que todo suceda… el cuerpo como espacio sagrado, dado el enorme tesoro que alberga y la posibilidad que nos ofrece de descubrirlo. Gendlin nos invita a sacar de las profundidades de nuestra existencia aquello olvidado, esa parte nuestra que hoy desconocemos y es un enorme capital que tal vez desaprovechamos. Whitehouse nos ofrece entonces la magnífica posibilidad de permitir que aquello que está muy adentro se transforme en la fuerza que nos mueve y así pueda expresarse y re-significarse todo lo que creemos olvidado. Ambos autores apelan a aquellos tesoros que yacen muy profundamente en nuestro cuerpo que, sin duda, contienen un enorme potencial de creación y la fuerza que nos impulsa hacia adelante. Entonces, Whitehouse propone permanecer en actitud de espera para lograr la conexión con las imágenes, las sensaciones físicas y los movimientos que emerjan del inconsciente. El movimiento que surge de este modo es auténtico ya que proviene de lo más profundo de nuestro ser. Gendlin sugiere despejar un espacio interno para dar lugar a la sensación-sentida y luego apela a la imagen, palabra-cualidad o frase que la represente. En ambos planteos está presente la experiencia y el movimiento que nos impulsa hacia adelante… Hay una parte sumergida e “invisible” de nuestra historia y a través de estos planteos, nos proponemos iluminarla y hacerla presente en nuestras vidas.

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Del movimiento a la forma y luego a la danza, todo el cuerpo se involucra en la tarea de entregarse a esa fuerza que surge del vacío y lo mueve en busca de sentido, desde lo más profundo hasta la superficie, expresando y expandiéndose. Esta magnífica expansión tiene su espejo en el eterno movimiento del Universo y entonces: ¡somos parte!

Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo. Richard Bach

Notas * Gregory Colbert’s Ashes and Snow (Cenizas y nieve). ** “Cisne negro” (2010), dirigida por Darren Aronofsky. *** Compañía de Danza Contemporánea del Complejo Cultural Universitario BUAP (México).

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CAPÍTULO 35

DANZAR Y JUGAR La magia de la Vida … Se trata de un niño de hace mucho tiempo y muy lejano y se trata del niño de ahora. En ti y en mi. Esperando tras la puerta de nuestros corazones a que algo maravilloso ocurra. Robert Fulghum

Jugando y sonriendo En este número deseo compartir aquello que las últimas experiencias en los talleres que coordiné, despertaron en mi de un modo muy simple y claro. Como siempre quiero expresar y recordar que nuestro cuerpo es un magnífico territorio a descubrir y, cada día, una valiosa oportunidad para intentarlo. Cada experiencia y cada danza abre una puerta hacia adentro trazando el camino de “regreso a casa”. Podemos seguirlo hasta llegar al comienzo, a lo más hondo, interno e íntimo de nuestra existencia y luego: ¡volver a jugar, volver a danzar como alguna vez lo hicimos o quisimos hacerlo! En este último tiempo, se hizo para mi muy evidente que no es necesario tomar un camino difícil o doloroso para llegar a ese lugar tan añorado… en cambio, es posible alcanzarlo sonriendo, con toda la espontaneidad que nada ni nadie puede quitarnos. Entonces, nos sentimos livianos y estamos disponibles para volver a conectarnos con ese niño/niña que nos espera para continuar la aventura de la vida que tal vez un día, más temprano o más tarde, nos vimos obligados a interrumpir. Seguramente ahora estamos dispuestos y con tiempo suficiente para continuar el juego y comenzar a desplegar nuestra creatividad… ¡podemos comenzar!

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¡Dios está jugando! Parece que Dios está jugando… y este es el significado del término Lila que viene del sánscrito y significa juego, juego divino, juego de la creación, la destrucción y la re-creación. Juego profundo y libre, el juego de Dios que también significa amor (Nachmanovitch 1990). Si Dios está jugando, estamos invitados a jugar, a ser parte de esa libertad infinita que dejó plasmada en el mundo que habitamos, en el Universo. Y no nos referimos a creencias o a religión alguna, sino a esa magnifica Fuerza que nos impulsa para llegar a esta Vida, y hoy, a continuar la tarea como protagonistas en la re-creación del mundo. En este sentido, todos somos dioses capaces de crear y re-crear, con nuestra imaginación e inspiración, el mundo en el que realmente queremos vivir. Esta tarea no requiere técnicas ni métodos, simplemente recurre a la improvisación tal como propone Nachmanovitch (1990: 6) “(…) I came to see improvisation as a master key to creativity”. La improvisación como llave maestra de la creatividad. Además, “(…) The work of improviser is, therefore, to stretch out those momentary flashes, extend them until they merge into the activity of daily life. When then begin to experience creativity and the free play of improvisation as one with our ordinary mind and our ordinary activity” (Nachmanovitch 1990: 19). Es decir, como improvisadores podemos captar y rescatar esos flashes que emergen en la vida cotidiana y comenzar a experimentar la creatividad y el libre juego de la improvisación en nuestro día a día, en un tiempo ordinario, sin esperar o buscar lo extraordinario, que tal vez demore en llegar y hacerse presente. Somos improvisadores siempre, o podemos serlo, y de este modo desplegamos nuestra más auténtica creatividad en cada momento y en cada experiencia que transitamos y elegimos vivir.

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Improvisar y crear Como propuso Gendlin (1999: 37), “(…) Toda experiencia y acontecimiento contienen movimientos implícitos posteriores. Toda experiencia puede ir más allá. Bajo la estimulación apropiada, se puede sentir un matiz de la experiencia que es más complejo de lo que podría jamás articularse en palabras o conceptos. Debemos prestar atención a esos matices porque los pasos del cambio surgen de ellos”. Entonces, si vamos más allá y nos adentramos en esos movimientos implícitos posteriores que pueden surgir de nuestra experiencia, la improvisación despliega nuestra creatividad y, en este sentido, somos creadores, somos dioses dispuestos a construir el mundo en donde deseamos vivir y danzar hoy. Dios juega a través nuestro si así deseamos aprehenderlo también. Es un juego sagrado que surge de nuestro cuerpo como espacio interior, vacío y disponible. Bradshaw nos dice que “(…) La creatividad es la gloria del ser humano” (2015: 342). Y agrega: “(…) Crear una vida propia anima a probar nuevas formas de ser… Crear es ser como nuestro creador en el sentido más literal de la palabra; nos da la oportunidad de moldear nuestras vidas como nuestra propia obra de arte y al hacerlo, ayudamos a crear pautas de toda vida humana futura (Bradshaw 2015: 342). Nuevamente está presente la propuesta de lo implícito en cada paso creativo que da una nueva forma a nuestras vidas. La posibilidad de experienciar nuevos movimientos y formas a través de la danza es una magnífica oportunidad de verdadera creación y re-creación. Al mismo tiempo, “(…) La creatividad es un don, una cualidad y un manantial de energía con poder transformador que da riqueza y sentido a la vida” (Silke y Benitez 2010: 29). Estas autoras la describen (¡y sin duda la viven!) también como proceso y camino que va de la idea a la acción y la incorporan a la vida cotidiana, al espacio de cada día, al tiempo ordinario y, de este modo, se conjuga con la improvisación.

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Pequeños maestros Si queremos re-aprender a jugar, no hay muchas dudas… ¡nuestro niño o niña interior es el mejor maestro! Solo necesitamos ir a su encuentro y pedirle que nos enseñe a “abrir la puerta para ir a jugar” una vez más. Comparto estas propuesta de la segunda parte del taller que coordiné en octubre de 2017: 1. Volvemos por unos instantes hacia adentro con algunas respiraciones profundas. Entonces una vez más escucho el latido de mi corazón y voy incorporando su ritmo que se acompasa con el movimiento de la respiración. La pregunta es ahora si en algún lugar del cuerpo, especialmente, tengo guardado algún recuerdo grato de mi infancia, si algún recuerdo se hace hoy presente… si es así, me conecto íntimamente con ese recuerdo y llevo allí el sonido y el ritmo de mi corazón y el movimiento del aire que entra y sale…lo dejo ser… lo acaricio, percibo las sensaciones y registro si hay alguna imagen que acompañe el recuerdo. 2. Con aquello que surge de muy adentro, elijo un lugar en el salón en donde me siento especialmente cómodo/a y allí comienzo a explorar ese lugar interno en donde está guardado ese recuerdo de mi infancia, ese tesoro, esa fuerza que hoy puede impulsarme. De a poco, comienzo a jugar y dejo que se vaya expresando y creando nuevas formas, nuevos modos, nuevos movimientos… ¡nuevas danzas! Puedo compartir con quien tengo cerca si así lo deseo. 3. Expando mi danza y cuando estoy en esa expansión, pauso, y detecto qué forma adquiere mi cuerpo… ¿me sorprende o es una forma habitual en mi?...continúo… y pauso las veces que lo sienta. Luego, por unos minutos danzamos sin música. Nuestros niños/as vinieron a danzar y desplegaron formas nuevas, diferentes, creativas, bellas, des-formadas, de a uno, de a dos y todos juntos, con música o siguiendo el sonido del cuerpo, el latido del corazón y la respiración. Todo sucedió fluyendo en el espacio compartido. La alegría nos invadió como si fuera el único modo posible de continuar siendo en este mundo. Esto es improvisar, sin nada planeado, ni pre-determinado, improvisar danzando y jugando. Esto es entrar en la magia de un pequeño momento, ¡la magia de la Vida que se expresa en cada uno de nosotros si así lo deseamos y lo permitimos!

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De regreso a casa Tomo aquí prestada la excelente idea de Bradshaw en el Epílogo de su libro (2015: 343): “Mi casa, Elliot, mi casa”, recordando la película E.T. Es cierto que todos nos emocionamos al escuchar semejante declaración, tan honda y definitiva … ¿qué más podía decir ese pequeño ser tan especial? También el Principito añoraba su planeta, su casa: el asteroide B612, y decidió volver un día a pesar de que su partida suponía dejar a su querido amigo en la Tierra. Regresamos a casa acompañados por nuestros niños/as, porque solo ellos pueden mostrarnos el camino hacia el hogar sagrado que guarda aquel tesoro original, sin golpes ni fisuras. ¡Gracias a nuestros pequeños maestros por hacerse presentes y llevarnos danzando a ese lugar añorado y tan propio!

Son ellos, nuestros niños/as, quienes guardan muy bien nuestra creatividad y nos permiten desplegarla. Nadie tiene todas las respuestas y en cambio contamos con la valiosa oportunidad de no saber (Heider 1985) como primer paso hacia la sabiduría. En esta sabia humildad, propia e innata de nuestro niño/a, se basa la búsqueda del verdadero conocimiento a través de la propia creación. Y como E. T. volvió a su casa un día de la mano de su amigo y el Principito ayudado por la serpiente a quien el mismo recurrió… también nosotros regresamos a casa, a nuestro hogar, tomados de una manito muy pequeña que nos conduce con amor a ese lugar cálido que tiene su propio aroma y su sabor… ¡el más hermoso que podamos imaginar: nuestro corazón! ………………………… Entonces, cuando estemos en casa, seguramente no volveremos a decir que este maravilloso dibujo representa un sombrero… ¡porque no lo es!

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…………………….. Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender. Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones… Antoine de Saint-Exupéry

Notas

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Imágenes del libro “El Principito”. El 6 de abril de 1943 se publicaba la novela corta “El Principito”, del autor francés Antoine de Saint-Exupéry. La obra es uno de los libros más vendidos de la historia, con 140 millones de copias. La noche del 31 de julio de ese año, Saint Exupéry despegó de una basa aérea en Córcega en un avión P-38 y desapareció (https://www.google. com.ar/search?q=el+principito%2C+libro%2C+a%C3%B1o&oq=el+principito%2C+libro).

** Imágenes de la película “E.T.”, dirigida por Steven Spielberg (1982).

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CAPÍTULO 36

DANZAR, IMPROVISAR Y CREAR Jugando con las formas Danza y Focusing

La inspiración que buscas ya está dentro de ti. Quédate en silencio y escucha. Rumi

Cuando danzamos e improvisamos…

El movimiento libre, la danza que fluye y se expande sin límites. Allí somos y nos expresamos dejando que aquello genuino y propio salga a la luz para dar comienzo a lo nuevo en nosotros. La improvisación es la llave maestra de la creatividad (Nachmanovitch 1990). Como improvisadores podemos captar y rescatar esos flashes que emergen en la vida cotidiana y comenzar a experimentar la creatividad y el libre juego. Somos improvisadores siempre, o podemos serlo, y de este modo desplegamos nuestra más auténtica creatividad en cada momento y en cada experiencia que transitamos y elegimos vivir, como dijimos en el capítulo anterior. Bradshaw (2015: 342) nos dice que “(…) La creatividad es la gloria del ser humano”. Y agrega: “(…) Crear una vida propia anima a probar nuevas formas de ser… Crear es ser como nuestro creador en el sentido más literal de la palabra; nos da la oportunidad de moldear nuestras vidas como nuestra propia obra de arte y al hacerlo, ayudamos a crear pautas de toda vida humana futura (Bradshaw 2015: 342). La posibilidad de intentar y experimentar nuevos movimientos y formas a través de la danza es una magnífica oportunidad de verdadera creación y re-creación. 209


Gendlin propuso que (1999: 37), “(…) Toda experiencia y acontecimiento contienen movimientos implícitos posteriores. Toda experiencia puede ir más allá. Bajo la estimulación apropiada, se puede sentir un matiz de la experiencia que es más complejo de lo que podría jamás articularse en palabras o conceptos. Debemos prestar atención a esos matices porque los pasos del cambio surgen de ellos”. La propia experiencia conlleva,de un modo u otro, movimiento. Y en este hecho radica la enorme fuerza del cuerpo en movimiento como expresión de la Vida que fluye a través nuestro, así como también del cambio contínuo y de la propia posibilidad de improvisar y crear. Si vamos más allá y nos adentramos en esos movimientos implícitos posteriores que pueden surgir de nuestra experiencia, la improvisación despliega nuestra creatividad y, en este sentido, somos creadores, somos dioses dispuestos a construir el mundo en donde deseamos vivir y danzar hoy. ¡Dios juega a través nuestro si así lo deseamos! Y es este un juego sagrado que surge y se despliega en nuestro cuerpo como espacio interior vacío y disponible.

Explorar el misterio: fuente de creación

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Hay dos conceptos que nos abren la puerta a esta exploración: “mysterium tremendum” y misterium fascinans” en la terminología de Rudolf Otto (1869-1937) (ver la descripción de su propuesta en Sarbacker 2016). Mysterium tremendum.“(…) Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido. El poder de lo desconocido no tiene rostro ni identidad, por ello es invulnerable a cualquier resistencia humana. Desde el más remoto origen ha crecido en el ser humano el temor a lo sagrado, más en concreto a “ser tocado” por ello” (Campillo 2009: 51-53). Mysterium fascinans. “(…) Lo fascinans, lo atrayente del amor gracioso de Dios, su Gracia, siempre nos afecta aquí y ahora, de modo que entra en nuestra experiencia cotidiana, aunque sin dejarse instrumentalizar, sin dejar de ser Dios. Siempre en el fondo, siempre como parte del contexto general de nuestra experiencia cotidiana, Dios “se va acercando” y se entrega a sí mismo a nosotros. Sin dejar de ser Dios, de muchas maneras se nos acerca y se nos ofrece” (Campillo 2009: 51-53). Es cierto que lo desconocido puede generar temor, aquello que está más allá y que es intangible con los sentidos. El misterio es inmenso y magnífico al mismo tiempo y tal vez allí radique la verdadera inspiración y el impulso para la búsqueda desde adentro de aquello que se expresa y se expande afuera, hasta el infinito. Por eso el misterio también nos fascina y nos atrae, transformándose, al mismo tiempo, en aquello que deseamos descubrir y alcanzar.

Y entre el misterio “tremendo” y el misterio “fascinante”, Dios está jugando un juego divino: el juego de la creación, la destrucción y la re-creación; un juego profundo y libre (Nachmanovitch 1990) y este es el significado del término Lila (del sánscrito: juego), como anticipamos en el capítulo anterior. Dios nos invita a jugar, a ser parte de este juego divino y a ser también verdaderos creadores. Sin duda, para esto es necesario que nos animemos a improvisar, a dejar atrás viejos patrones que ya no tienen vigencia en nuestras vidas. Tal vez se trata de ser conscientes de esta posibilidad que tenemos de ser dioses dispuestos a dar a luz nuestro propio mundo y la vida que elegimos vivir. 211


Ser dioses significa asumir la magnifica posibilidad de ser capaces de crear lo nuevo, aquello que aún no existe. Y también asumir la responsabilidad de ser autores de nuestra Gran Obra. El juego es un excelente camino para crear porque cuando nos permitimos jugar, improvisamos, vamos probando distintas formas, con diferentes matices, colores, dimensiones… formas nuevas y propias. Entonces, cargamos el pincel de tinta y volcamos en un enorme papel o lienzo aquello muy sentido que surge de nuestro cuerpo y necesita expresarse.

Experiencias en el cuerpo Los encuentros grupales son los mejores maestros. Allí aprendemos unos de otros, nutriéndonos y transformándonos mutuamente. En cada uno de ellos nos valemos de distintos recursos para crear aquello que buscamos. La propuesta inicial es en los distintos momentos volver hacia adentro y en este volver hacia nuestra intimidad es cuando introducimos prácticas de Focusing o Enfoque en el cuerpo (Gendlin 1962). Comparto la segunda parte (“De regreso a nuestro hogar”) del taller “DANZAR Y JUGAR” que coordiné: 1. Juegos y cuentos vividos. Volvemos por unos instantes hacia adentro con algunas respiraciones profundas y recorremos gentilmente nuestro cuerpo (en círculo con música suave). Escuchamos el latido de nuestro corazón y vamos incorporando su ritmo que se acompasa con el movimiento de la respiración. Entonces, dejamos entrar esta pregunta: “¿Cuál era tu juego o tu cuento preferido en ese momento de tu infancia que hoy recuerdas?” (en la primera parte un recuerdo de nuestro niño/a interior había surgido en nosotros). Tal vez, se hace presente en algún lugar de tu cuerpo (comenzamos a enfocar en el cuerpo)… Si es así, llevamos allí el sonido y el ritmo de nuestro corazón y el movimiento del aire que entra y sale… lo acariciamos y percibimos las sensaciones y las formas que van surgiendo (cuando esto ocurre, en Focusing lo llamamos sensación sentida o felt sense, es decir una sensación físicamente sentida acerca de la globalidad de algo que nos está ocurriendo ahora, en este caso generada por un recuerdo [Acuña 2015]). Si no apareciera algún recuerdo, simplemente busco ese lugar en el cuerpo, abierto y vacío, que seguramente estará disponible para recibir aquello que surja en los momentos siguientes (esta disponibilidad que se hace presente en el cuerpo es uno de lo pilares del Enfoque en el cuerpo). 2. Centro y periferia. En el centro del salón “dibujamos” un sector con telas de colores y, por fuera, delimitamos la periferia… De a poco, comenzamos a danzar ese cuento o juego que se hizo presente hoy: en el centro tal como era y lo recordamos ahora; en la periferia, lo expandimos… dejamos que se vaya expresando y tomando nuevas formas, nuevos modos, nuevos movimientos, nuevos finales y comienzos (Descubrimos adentro, como metáfora de nuestro ser, aquello que luego se expande hacia afuera, como dijimos más arriba). También 212


podemos danzar con ese lugar abierto y disponible en nuestro cuerpo y dejarnos sorprender por lo que suceda. 3. Luces y sombras. Un poco más adentro…danzamos con antifaces (de a dos). ¡Danzamos y jugamos al mismo tiempo! Danza una persona en la oscuridad (con antifaz) y su compañero la cuida. En un segundo momento, compartimos la danza y nos dejamos llevar por el compañero que danza en la luz (Esta es una excelente oportunidad de mirar hacia adentro sin que el mundo exterior se interponga por unos instantes y ser testigo de eso que ocurre en nuestro espacio interior y con nuestras sensaciones sentidas. Jugamos al mismo tiempo con el misterio y lo desconocido a descubrir).

Entonces, improvisamos con aquello que aún no conocemos, interpelamos al sonido y a la música para descubrir nuevas formas en la danza: ¡esta es nuestra creación! Dejamos que nuestro cuerpo se transforme en aquello nuevo que va cobrando vida en nuestro espacio disponible y sagrado, a medida que nos animamos a jugar, a soltar y dejar ir lo aprendido durante mucho tiempo. Entramos entonces en ese “lugar” que aún no conocemos.

Artistas, danzantes y magos Todo arte es improvisación (Nachmanovitch 1990) e improvisar es crear… Cuando danzamos libre y conscientemente, improvisarmos, porque no conocemos el siguiente movimiento, ni la fuerza que nos impulsa… simplemente esperamos, soltamos el timón del barco y todo sucede. Allí estamos y somos en otro lugar, con otra forma y otro color… algo ocurrió en ese simple acto de dejar que suceda y recibir aquello que viene al mundo por primera vez.

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Somos artistas, creadores, danzantes, magos….somos dioses dispuestos a re-crear la Vida para danzarla con magia y fantasía porque “(…) La creatividad es un don, una cualidad y un manantial de energía con poder transformador que da riqueza y sentido a la vida” (Silke y Benitez 2010: 29). Y ese sentido este don impulsa nuestra búsqueda infinita, tal vez sea el misterio “tremendo y fascinante”, al mismo tiempo, que nos seduce y nos invita a continuar la danza de la Vida. Artistas, creadores, danzantes y magos y, como tales, inventamos mil formas nuevas que surgen de nuestro cuerpo, con su pulso y su ritmo, jugando con ellas, la música y el sonido. Magos que “sacan formas de la galera”… siempre nuevas, locas formas que nos interpelan luego, porque somos sus creadores. Y las danzamos por siempre para que cobren vida, para que nunca mueran. La Danza abre ese lugar disponible y sagrado en nuestro cuerpo, allí donde surgen las sensaciones muy sentidas y todo es posible, porque somos esos locos artistas dispuestos a inventar un mundo nuevo en donde aunténticamente elegimos vivir.

El cuerpo es el teatro, el escenario y el actor de esta presentación llamada vida. Martha Graham

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CAPÍTULO 37

LA DANZA INFINITA Nuestro cuerpo en comunión con la Tierra y el Universo

... El baile es el ritmo de todo lo que muere para volver a nacer otra vez, es el eterno amanecer del sol… Isadora Duncan

¡Sin límites!

La danza infinita nos trasciende produciendo en nuestro cuerpo una expansión sin límites y, en ese espacio sagrado estamos, SOMOS y nos expresamos dejando que aquello genuino y muy propio salga a la luz para dar comienzo a aquello nuevo en nosotros. Es el comienzo de un tiempo de expresión, descubrimiento, crecimiento, nuevas sensaciones y lo recibimos danzando. Como describe Vinn Arjuna Martí, creador de Soul Motion, la danza infinita es el momento adecuado para reflexionar, renovar y restaurar mientras preparamos nuestra salida desde el ‘dance floor’ hacia el ‘world floor’. Como parte del universo, estamos en relación, creamos, mantenemos y destruimos, giramos y rotamos, en constante expansión (Soul Motion Field Guide 2016-2017: 46).

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La danza infinita es la última de una serie que Arjuna propone, comenzando con la danza íntima que realizamos en completa inclusión e inmersión en nuestro mundo interior. Luego la danza en comunión en relación con otro; la danza en comunidad que representa el momento en el que expandimos nuestra atención para recibir y dar en un “campo” que tiene ahora una mayor dimensión y abarca a la comunidad de la que somos parte. Nuestro viaje pasa por distintas instancias que implican la relación con nosotros mismos, con otro y con todos para finalizar con la danza devocional, infinita, que nos permite el “retorno a casa” (Soul Motion Field Guide 20162017). En el siguiente acápite comparto una profunda vivencia que me llevó grandes descubrimientos desde el “piso de la danza”, hacia el “piso del mundo” y desde la danza íntima a la danza infinita, con el Universo.

Experiencias en movimiento Fue este verano en la Comunidad Dzogchen Internacional, llamada Tashigar Sur, ubicada en El Durazno, localidad de Tanti, Córdoba. Pocos representantes del Budismo Tibetano habían llegado a estas tierras, cuando el maestro Chögyal Namkhai Norbu decidió fundar en este bello rincón de las sierras, una de las sedes principales y centro para el desarrollo de las enseñanzas Dzogchen en Sudamérica, que además integra a países vecinos tales como Chile, Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay (http://tanti.gob.ar/circuitoturistico/tashigar-sur/). Como todos los años, en enero tuvo lugar allí un retiro de once días, tres de los cuales estuvieron dedicados especialmente a la enseñanza de la danza del Vajra, inseparablemente unida a la transmisión de la enseñanza Dzogchen. En éstas, Vajra se refiere a nuestra naturaleza real, la verdadera condición de todos los fenómenos. Dicha danza es un método que utiliza el sonido y el movimiento para integrar los tres aspectos de nuestra existencia –cuerpo, voz y mente– en ese conocimiento. Chögyal Namkhai Norbu presentó la Danza del Vajra a sus estudiantes en el año 1990 y desde entonces se practica en varios lugares y centros de la Comunidad Dzogchen de todo el mundo (https://www.dzamlinggar.net/es/dzogchen/dzogchen-community/vajra-dance). 216


Durante esos días nos sumergimos en la “Danza del Vajra que Beneficia a Todos” (los seres). Doce practicantes la danzan en el mandala: 6 pamo o practicantes femeninas y 6 pawo o practicantes masculinos. El mandala de cinco colores es un símbolo de la correspondencia entre la dimensión interna del individuo, nuestro cuerpo energético con canales y chakras, y la dimensión externa de la Tierra (https://www.dzamlinggar.net/es/dzogchen/dzogchen-community/ vajra-dance). Para mí se trataba de una experiencia completamente diferente ya que me invitaba a seguir un “camino” dentro del mandala, hacia el centro y hacia el mundo, una forma pre-establecida por un sentido que me trascendía. Solo entregarme, aprender y aprehender esos pasos, esa trayectoria y ¡dejar que ocurra en el cuerpo! Como lo expresé varias veces, practico la danza consciente, meditativa y muy libre, donde cada paso es un descubrimiento nuevo, que surge de muy adentro. Me encontraba entonces con una propuesta diferente y, sin embargo, la había elegido para ese momento: ¡un desafío! Nos adentramos cada vez más en los pasos de la danza del Vajra explorando los caminos y los colores del mandala. A veces solo mujeres, otras veces solo hombres y luego juntos, marcando el tiempo “a reloj y contra reloj”… girando en distintas direcciones, opuestas: encontrándonos, coincidiendo y alejándonos luego para regresar hacia el propio mundo interno con la danza y los cantos de mantras.

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De a poco, fui “sintiendo” y descubriendo el sentido... encontrando la trayectoria hacia mi corazón y hacia el mundo. Poco a poco, cada paso comenzó a coincidir con una huella del alma trazada en mi cuerpo a lo largo del tiempo vivido. Poco a poco, los pasos fueron parte de mi piel, tal vez, improntas. Las sendas, cada tramo del mandala, era un pequeño camino que se abría en mí y me invitaba a seguirlo… hacia adentro y hacia afuera. Para finalizar y como cierre de este encuentro, danzamos ¡36 vueltas! Podía sentir el movimiento eterno de la rotación de la Tierra girando sobre sí misma y desplazándose en el espacio infinito como parte del Universo. Este es el sentido del tiempo sagrado que transcurría por dentro y por fuera de mi ser. ¡Agradezco esta profunda experiencia y agradezco a mi cuerpo por encarnarla!

La danza infinita y eterna A menudo, si nos damos permiso, experimentamos vivencias muy profundas. Esta danza es una experiencia puntual que deseaba compartir, tal vez porque me propuse explorar un modo muy diferente de movimiento consciente, en este caso con un camino pre-establecido. Me queda la certeza de que esta ruta externa que me fue “entregada” como un regalo de la vida, trazó miles de curvas y caminos internos, muy profundos hacia mi ser y, luego, hacia el mundo.

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Aquello que parece listo, como una senda ya construida, se vuelve la danza más libre en nuestro cuerpo, nos vuelve parte del mundo que habitamos, nos lleva hacia adentro, hacia el centro y hacia afuera (“world dance”). Y somos capaces de crear y destruir para volver a crear, para nacer una vez más a la Luz... El desafío es ahora ser parte del movimiento eterno e infinito del Universo y danzar en el umbral del tiempo que comienza. Danzar y agradecer a la Vida. Danzar y dejar aquello que concluye para que lo nuevo tenga espacio suficiente para nacer. Danzar y crear un territorio disponible, un cuerpo flexible en busca de nuevas formas que traerán diferentes sentidos. Danzar al ritmo de nuestro propio pulso. Danzar acariciando nuestro corazón que se abre al Amor infinito y, definitivamente, dejar que la danza sea parte de nuestra vida, cada día, cada minuto de nuestro tiempo… ¡porque la vida es Danza!

¡Que así sea para todos los seres del mundo!

Algo tienen en común el cuerpo y el silencio, y es que no pueden mentir. María Fux

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CAPÍTULO 38

¡DANZAR! Movimiento, forma y belleza

La danza es el lenguaje oculto del alma. Martha Graham

La danza y la fuerza de las emociones Somos parte del movimiento sin fin del Universo que nos incluye y nos trasciende al mismo tiempo. Nuestro cuerpo late a su ritmo y el corazón lo expresa. La danza nos otorga expansión y entonces nos movemos desde el propio mundo hacia el espacio infinito. Y es en estas dimensiones del alma donde habitamos donde podemos descubrir y disfrutar el fluir de la Vida.

Del movimiento a las formas que dibuja nuestro cuerpo en el espacio, formas que se proyectan a sí mismas y, al mismo tiempo, se reflejan unas a otras. Formas que juegan entre luces y sombras, formas que se divierten contando nuestra historia, nuestro presente, nuestras mil caras. Formas definidas e infinitas… Las formas que surgen del movimiento y de la danza, conllevan Belleza… la belleza del alma y la del cuerpo en donde habita. Y son las emociones las fuerzas poderosas y auténticas que nos conceden la oportunidad de crear belleza y compartirla, donándola al mundo y al Universo. Son estas fuerzas capaces de impulsarnos o detenernos, hacernos felices o retenernos a nosotros mismos en la tristeza.

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Completando el planteo de Espenak (1989) acerca de la existencia de cuatro emociones básicas: enojo, alegría, calma y miedo, la tradición budista considera tres emociones destructivas que nos causan daño a nosotros mismos y a los otros: la ira, el apego y la ilusión. Estas surgen del proceso mental de aceptar y rechazar que da lugar a la creencia ilusoria del ego. La Ignorancia que produce la ilusión del ego es la causa del sufrimiento (Thubten Dhargye Ling, http://budismotibetano.es/educando-emociones/). En palabras de Buda: “(…) El dukkha (descontento, insatisfacción, sufrimiento) proviene del deseo, el apego y la ignorancia. Pero puede ser vencido”. Danzar en presencia, habitando nuestro cuerpo con conciencia, dando la bienvenida a nuestras emociones e invitando a nuestra mente a ser parte de esa “fiesta” sin duda nos ayudará a ir abandonando la Ignorancia y la ilusión del ego para recibir la sabiduría que surge de muy adentro. La danza entabla un vínculo profundo con las emociones: las interpela y las incita a expresarse al fin. Cuando esto sucede, algo diferente ocurre en nuestro interior. Nace luego una nueva conciencia del ser: ser en presencia, ser en compromiso y en armonía… ser de un modo más auténtico. ¡Tal vez entonces, nos veamos impulsados a explorar la felicidad danzando nuestras emociones y a estar presentes en movimiento!

La danza: arte poderoso Dicen que “(…) La danza es un arte que utiliza el movimiento del cuerpo usualmente con música, como una forma de expresión y de interacción social, con fines de entretenimiento, artísticos o religiosos. Es el movimiento en el espacio que se realiza con una parte o todo el cuerpo del ejecutante, con cierto compás o ritmo como expresión de sentimientos individuales, o de símbolos de la cultura y la sociedad. En este sentido, la danza también es una forma de comunicación, ya que se usa el lenguaje no verbal entre los seres humanos, donde el bailarín o bailarina expresa sentimientos y emociones a través de sus movimientos y gestos” (https://es.wikipedia.org/wiki/ Danza).

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Una forma de expresión, comunicación e interacción con los otros; una forma que expresa sentimientos y emociones individuales así como también símbolos de la propia cultura a través de movimientos y gestos. La danza como lenguaje no verbal y también universal. Como ya dijimos y vale recordar acá, Joseph Campbell propone “(…) llenar el espacio sagrado con arte. Y cuando digo arte me refiero a la belleza divinamente superflua, no a tener la casa bien decorada. El espacio sagrado es donde las cosas se experimentan como inútiles” (Campbell 1995: 291). Y agrega que “(…) el arte puede ser el modo occidental de la iluminación; y pienso que el arte nos liberará de toda clase de cadenas” (Campbell 1995: 293). El espacio sagrado es donde “las cosas se experimentan como inútiles”, es decir no buscamos un fin práctico a través de ellas, sino el goce y la fruición que el arte produce por sí mismo. La danza es arte y su belleza “divinamente superflua” nos invita a fluir en un nuevo espacio, propio y como tal, sagrado. Y en ese fluir hallamos la belleza de nuestro ser, nuestra identidad, nuestra mirada sobre el mundo y los otros. Sin buscar un fin práctico y sin proponernos una meta más que la de entregarnos al movimiento y ser la danza misma, iniciamos el viaje interior, “el viaje del héroe” (Campbell, 1949). Nos movemos hacia adentro y, cuando comenzamos a vislumbrar nuestro verdadero hogar: danzamos con alegría hacia allí y al danzar gestamos lo nuevo, aquello que aún no existía, salvo en nuestros sueños. Y en ese lugar sagrado es donde tomamos la fuerza que necesitamos para auto-gestarnos y re-nacer a la vida que hoy, muy presentes y con plena conciencia, elegimos vivir.

La danza nos invita a abandonar lo conocido y habitual para comenzar a explorar un nuevo territorio, un espacio genuino y propio. Danzamos hacia allí, hacia adentro, dejamos atrás viejas formas y patrones, que a menudo vinieron de afuera o heredamos, para comenzar la aventura de ser nosotros mismos. La danza: arte poderoso que nos otorga expresión, libertad, y al mismo tiempo, capacidad para recibir y dar la bienvenida a nuestras sensaciones, emociones, sentimientos y transmutarlos en movimientos, formas, belleza, armonía.

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¡Danzar! Parece ser una invitación, tal vez una propuesta o quizás una cita de nuestro cuerpo a nuestra alma… cualquiera sea el término que mejor lo exprese:

Danza cuando estés solo o acompañado Cuando te sientas feliz o triste Cuando estés presente en tu cuerpo o cuando creas que te has perdido en el camino En la luz del día y en la oscuridad de la noche Bajo el Sol y bajo las estrellas En silencio o con el sonido que desees Danza cuando estés disponible para expresar eso que sientes y cuando necesites ocultarte Danza la entrega y aquello que recibes Danza el comienzo, el final y todo lo que queda en el medio Danza en tu cuerpo: espacio sagrado y en el Universo infinito… Danza para agradecer la Vida que fluye a través de tu ser! M. Fernanda Rodríguez, 2018

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CAPÍTULO 39

DANZAR para CREAR Movimiento e Improvisación

La curiosidad de la vida en todos sus aspectos es el secreto de los grandes creativos Leo Burnett Si puedes soñarlo puedes hacerlo Walt Disney

Creatividad y Creación Es imposible desarrollar y actualizar nuestra creatividad si estamos estáticos, si nos desconocemos como seres que forman parte de un Universo en constante transformación, si pretendemos que “todo siga igual”. La vida es imposible en ausencia de movimiento y somos parte de ese movimiento sin fin que nos incluye y nos trasciende al mismo tiempo. Como muy bien expresan Silke y Benítez, “(…) La creatividad es un don, una cualidad y un manantial de energía con poder transformador que da riqueza y sentido a la vida” (Silke & Benítez 2010: 29). Y agregan que, como don, amplía nuestras posibilidades ya que nos habilita para transformar nuestra realidad y como cualidad se desarrolla y refuerza con la ejercitación contínua. Por otra parte, “(…) La creatividad además de ser don es proceso. Es el camino que va desde la idea a la acción y que nos permite exteriorizar lo que tenemos dentro. Una parte de este proceso es consciente y otra inconsciente… El proceso creativo según Ripke consiste en abandonar las vías conocidas o rutinarias y buscar soluciones en la diversidad que, de no concretarse, se las llevará el viento. Su propósito es lograr un resultado, una forma de materializar la idea creativa” (Silke & Benitez 2010: 31). Otros autores también describen este proceso tan profundo y transformador. Bradshaw (2015) nos dice que “(…) La creatividad es la gloria del ser humano”. Y agrega: “(…) Crear una vida propia anima a probar nuevas formas de ser… Crear es ser como nuestro creador en el sentido más literal de la palabra; nos da la oportunidad de moldear nuestras vidas como nuestra propia obra de arte y al hacerlo, ayudamos a crear pautas de toda vida humana futura” (Bradshaw 2015:

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342). La posibilidad de intentar y experimentar nuevos movimientos y formas a través de la danza es una magnífica oportunidad de verdadera auto-creación, creación y re-creación al mismo tiempo.

Parece ser que este don, cualidad, proceso, manantial de energía, gloria del ser humano da en definitiva el sentido último a nuestra vida. Es así que no pasamos por esta Tierra en vano, dejamos algo producto de nuestra creatividad, nuestra capacidad de crear eso que aún no existe, darle forma, contenido y un sentido único e irrepetible, porque somos únicos! El movimiento y la danza nos permiten crear esas formas, con contenido y sentido. La improvisación es la llave maestra de la creatividad (Nachmanovitch 1990). Como improvisadores podemos captar y rescatar esos flashes que emergen en la vida cotidiana y comenzar a experimentar la creatividad y el libre juego en un tiempo ordinario, sin esperar lo extraordinario. Somos improvisadores siempre, o podemos serlo, y de este modo desplegamos nuestra auténtica creatividad en cada momento y en cada experiencia que transitamos y elegimos vivir y, en este sentido, somos creadores, somos dioses dispuestos a construir el mundo en donde deseamos vivir y danzar hoy. Dios juega a través nuestro si así lo deseamos! Y este es un juego sagrado que surge y se desenvuelve en nuestro cuerpo como espacio interior, vacío y disponible, como adelantamos en capítulos previos. Desde ese “interior” disponible, el movimiento se traduce en las formas que dibuja nuestro cuerpo, formas que se proyectan a sí mismas y, al mismo tiempo, se reflejan unas a otras. Formas que juegan entre luces y sombras, formas que cuentan nuestra historia: nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro, quizás! Formas definidas e infinitas al mismo tiempo.

Danzar para crear La danza conlleva movimiento, inspiración, improvisación y juego, entre otras tantas cosas, y en ese sentido es una fuente inagotable de creación. Nos permitimos improvisar los movimientos 225


o la quietud de nuestro cuerpo ya que no hay “partitura” en nuestra danza y entonces jugamos con nosotros mismos, con los otros, con el mundo y con la Vida que fluye en nuestro cuerpo. Somos inspiración para nosotros y para los otros, y todo esto ocurre y transcurre mientras danzamos!

Una de los fundamentos o plataformas que propone la práctica de danza conciente llamada Soul Motion es la Eco inspiración o Inspiración en eco (Echo Inspiration). El eco se apoya en nuestra intuición en relación con aquello que nos llega de algún modo desde afuera y también desde adentro (ver el siguiente punto). ¿Qué nos sugiere, cómo lo interpretamos? Se trata de intentar los movimientos de otro, “danzar en sus pies”… el eco es esa sabiduría que otros pueden ofrecer en su danza y que recibimos para transformarla en nuestra propia expresión, completamente personal (Soul Motion, Field Guide 2017-2018). Una experiencia real y sentida. En el taller que coordiné el 23 de noviembre de 2018 propuse al grupo danzar frente a un espejo. Pasaron uno a uno por un camino que terminaba en dicho espejo, con diferentes músicas…. ¿Qué veían en ese reflejo? ¿Se trataba de la propia imagen tal como es hoy o tal vez aparecían recuerdos, emociones, pasado, futuro? La propuesta fue además tomar “eso” que veían y, al regresar por el costado del camino, sin posibilidades ya de mirar el propio reflejo, conservar en el movimiento ese descubrimiento. Cada uno lo experimentó varias veces y luego todos juntos nos contemplamos, creando nuevas formas que surgieron del grupo. En esta experiencia, cada uno fue primero su propia inspiración (o “eco inspiración”) y en el último momento todos recibimos inspiración de los demás. Fue un hermoso descubrimiento para cada uno: la fuente de inspiración interna y la externa, aquella que viene de los otros, de todos para todos!

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Dispuestos a dejar huellas en la Tierra La creatividad es un proceso que requiere, ante todo, disponibilidad y valentía lo cual implica estar dispuesto a romper con la rutina, lo cotidiano, aquello que se mantiene en el tiempo, siempre. Pero un día queremos algo diferente: crear lo nuevo! Entonces danzamos y, al danzar improvisando, damos forma a aquello que aún no existe en el mundo, una forma nueva, un sentido diferente, un juego original y, entonces, nuestra creatividad se alimenta y crece!

Si la creatividad es un don, un proceso, una cualidad y un manantial de energía, la danza es el camino que nos da la oportunidad de conquistarlo… Podemos vivir la vida de siempre o animarnos a explorar nuevos cielos con los pies en la Tierra!

Ves cosas y dices, “¿Por qué?” Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, “¿Por qué no?” George Bernard Shaw

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CAPÍTULO 40

TIEMPO DE CELEBRACIÓN Agradecer, concluir y comenzar

... Mira más allá de tus pensamientos, para que puedas beber el néctar puro de este momento. Rumi

Reflexiones en movimiento A menudo expresamos con palabras aquello que sentimos, le damos una forma particular y, tal vez, le otorgamos una imagen que, de algún modo, danza en nuestro corazón y nos acaricia. Nuevos sentidos y significados cobran presencia en nuestra piel, como metáfora de “contención y contacto” al mismo tiempo. Estas palabras nacieron en cuerpos danzantes y muy sintientes que encarnaron el movimiento y lo dibujaron luego con letras en el espacio. Cada palabra tiene un sentido, un sonido, una vibración, una proyección hacia adelante… Les propongo leerlas en voz alta dejando que resuenen en cada rincón del cuerpo que habitamos, escuchar cada acorde dejando que cobre movimiento y dance en nosotros.

La danza es el lenguaje oculto del alma. Martha Graham Solo creería en un dios que supiese danzar. F. Nietzsche Todo en el Universo tiene ritmo. Todo danza. Maya Angelou Bailar es solo descubrimiento, descubrimiento, descubrimiento. Martha Graham

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El baile es el ritmo de todo lo que muere para volver a nacer otra vez, es el eterno amanecer del sol. Isadora Duncan Los grandes bailarines no son geniales por su técnica. Son geniales por su pasión. Martha Graham Si pudiera decir con palabras lo que expresan mis danzas, no tendría razón para bailar. Mary Wigman Algo tienen en común el cuerpo y el silencio, y es que no pueden mentir. María Fux El cuerpo es el teatro, el escenario y el actor de esta presentación llamada vida. Martha Graham Desaparece en la danza, pon foco en tu respiración, y en esa canción de silencio, abraza el misterio de ser tu mismo… Esa es tu oración. Gabrielle Roth Lo importante es ese instante único en el movimiento. Darle a ese momento sentido, importancia y vitalidad. No dejar que se desvanezca en vano, sin ser percibido. Martha Graham Ven… te diré en secreto a dónde lleva esta danza. Mira como las partículas del aire y los granos de arena del desierto giran sin norte. Cada átomo, feliz o miserable, gira enamorado en torno del sol Rumi

… Luego, respirar profundamente dejando que el aire entre, nos recorra, acaricie cada célula y nos permita habitar conscientemente nuestro cuerpo, ¡explorando la gran oportunidad de estar presentes!

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Danzas, rituales y celebración Las danzas forman parte de numerosos rituales en todo el mundo... los ritos celebran el pasaje de una etapa a otra, la finalización de un ciclo y el comienzo del siguiente, entre otras tantas cosas. A menudo, incluyen gestos y palabras para agradecer lo recibido y pedir aquello que se desea para el futuro. Desde una mirada antropológica, Hopkins (2008) define al rito como “(…) el instrumento heredado que una comunidad utiliza para aproximarse a la esfera de lo sagrado, el que se presume cargado de significados primigenios, algunos inteligibles y otros herméticos, que redundarían en la regeneración de sus costumbres y esencia” (Hopkins 2008: 13). Para esta autora, en todo ritual hay tres componentes como ya dijimos: objetivo/s a alcanzar, fundamentos culturales que buscan conservarse y ser transmitidos y una carga emocional capaz de transfigurar la realidad cotidiana. Al mismo tiempo, el ritual actúa como un mecanismo de compensación emocional y, entonces, el rito es la representación visible de un conjunto de alegorías simbólicas. La cultura de los grupos humanos está integrada por un conjunto de ritos y narraciones explicativas que constituyen una serie de creencias.

Por lo general, los rituales actualizan a los mitos (Hopkins 2008). En este sentido, LéviStrauss traza fronteras precisas entre rituales y mitos, mientras que para la escuela inglesa de Douglas, ambos significan del mismo modo. Además, mientras Lévi-Strauss hace hincapié en la universalidad y en el sentido metafísico, para Douglas solo existe cada sociedad en particular y un conocimiento a descubrir. Es interesante destacar el interés de Mary Douglas por buscar la concordancia entre los esquemas simbólicos de percepción del cuerpo y de la sociedad, concibiendo al cuerpo como micro-cosmos de la sociedad (Douglas 1975; Csordas 2011; Rodríguez 2017).

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Hopkins (2008) sostiene que el mito es atraído del campo imaginario a un espacio y un tiempo determinados a través del ritual y de este modo adquiere una dimensión física que comprende cuerpo, gesto y movimiento. Así como el mito se actualiza en el rito, este último se concreta en la fiesta (como modo de celebración), hecho social que da comienzo a un tiempo excepcional que suspende la rutina produciendo un corte en la vida cotidiana (Hopkins 2008; Rodríguez & Rúgolo de Agrasar 2015; Rodríguez 2017). Santillán Güemes (2005, citado en Hopkins 2008) vincula las nociones de rito, juego, fiesta y teatro considerando que todas implican la ruptura del orden cotidiano para entrar en la extra-cotidianidad.

Los movimientos y las danzas rituales se valen del pulso, el ritmo y las repeticiones. Csordas (1994) considera que el ritual socializa a los performers en determinados modos vinculados con el propio cuerpo, como así también con el cuerpo de los otros y sus movimientos. En síntesis, se trata de celebrar y “ritualizar” para dar valor a la Vida que habita en nuestro cuerpo sagrado y estas acciones pueden ser llevadas a cabo en grupo o individualmente. Es entonces una oportunidad para pedir que aquello genuino y auténtico salga a la luz y de comienzo a lo Nuevo en nosotros.

Danzando en el umbral Antes de entrar al tiempo que comienza, con respeto y reconocimiento, estamos invitados a danzar en el umbral de lo Nuevo que nos espera. Danzar y agradecer a la Vida que fluye y transcurre en nosotros. Danzar y dejar ir aquello que concluye para que lo nuevo tenga espacio para nacer. Danzar y crear un territorio disponible, un cuerpo flexible en busca de nuevas formas que 231


taerán diferentes sentidos. Danzar al ritmo de nuestro propio pulso. Danzar acariciando nuestro corazón que se abre al Amor infinito… Que así sea cada día del tiempo que comienza!

En tu luz aprendo cómo amar en tu belleza cómo hacer poemas Bailas dentro de mi pecho donde nadie te ve pero a veces yo lo hago y esa luz se convierte en este arte Rumi

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EPÍLOGO Porque durante gran parte de nuestra “historia” el movimiento fue nuestro único lenguaje, deseo concluir este recorrido refiriéndome a las danzas rituales, vinculadas a festividades, que tienen lugar actualmente en algunos pueblos de la región andina del Noroeste Argentino. De esto se trata el siguiente y último capítulo. Las comunidades que nos precedieron, y también aquellas que hoy conservan sus tradiciones, danzan para pedir y agradecer, danzan antes de comenzar una lucha y de las partidas de caza o de iniciar la siembra, danzan para que llueva y luego para agradecer el agua recibida, es decir, hay un sentido compartido estrechamente vinculado con la subsistencia y la vida en su sentido más amplio. Asimismo, algunas pinturas rupestres de tiempos prehispánicos halladas en cuevas, aleros o rocas, reflejan escenas de danzas, a menudo asociadas a la caza.

............................................. Como síntesis de estas páginas, deseo que hayamos recorrido juntos esa magnífica trayectoria que va del movimiento a la forma y luego a la danza. Todo el cuerpo se involucra en la tarea de entregarse a esa fuerza que surge de su interior y lo mueve en busca de sentido, desde lo más profundo hasta la superficie, expresando y expandiéndose. Esta magnífica expansión tiene su espejo en el eterno movimiento del Universo y entonces: ¡somos parte! ¡Que seamos protagonistas de la Danza Infinita para que nuestro cuerpo sea un pequeño Universo en expansión!

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CAPÍTULO 41

DANZAS, MITOS y RITUALES Cuando la danza echa profundas raíces en el tiempo No te aflijas, cualquier cosa que pierdes vuelve de otra forma Rumi

Los rituales en el Mundo Andino Trascendiendo esta vez el plano individual, nos adentramos en el mundo de las creencias y los sentimientos compartidos en comunidad… En las sociedades occidentales la danza tiene un sentido artístico y estético o placentero, liberador e incluso meditativo en ciertos casos. En cambio, en el pasado prehispánico, así como en los pueblos que hoy conservan y respetan las tradiciones de sus antepasados, ésta tiene un fin práctico vinculado, por un lado a la vida cotidiana y la subsistencia y por otro al mundo de las creencias compartidas que pasan a ser también hechos sociales comunitarios. Entonces, si para los pueblos originarios el fin de la danza es pedir y agradecer, si danzan antes de comenzar una lucha o antes de salir de caza o antes de iniciar la siembra, si danzan para que llueva y luego para agradecer el agua, es decir, si hay objetivos compartidos ligados estrechamente con la subsistencia y la vida en su sentido más amplio, es probable que haya elementos comunes en los movimientos y las danzas, que se comparten no sólo en el mundo andino sino también en otros continentes. Desde la perspectiva de la Antropología del cuerpo, la meta es aproximarnos a la vigencia de los mitos en el mundo andino, particularmente en el Noroeste argentino (NOA) y al modo en que éstos se actualizan y cobran vigencia a través de las danzas, los movimientos rituales, el uso de máscaras y disfraces. Es interesante aclarar que la Antropología del cuerpo concibe la corporalidad como perspectiva o modo de análisis de las distintas problemáticas sociales y culturales. El cuerpo no es entonces un objeto de estudio sino una dimensión, es decir una parte de las prác234


ticas sociales. Asimismo, tomamos como marco teórico el paradigma del embodiment (Csordas 1994), inserto en la fenomenología. Esto significa que la experiencia corporizada es el punto de partida para analizar la participación del hombre en el mundo (Csordas 1994, 2011). Las danzas integran muy frecuentemente los rituales. Desde nuestra perspectiva, en los rituales los dioses y los espíritus de la naturaleza “encarnan” en los danzantes, quienes les prestan sus cuerpos durante el tiempo ritual expresando el orden y el deseo de los primeros y a cambio reciben lo que piden. Se entabla de este modo una especie de “contrato” que hace posible que el ciclo de la vida continúe, tanto a nivel individual como comunitario. En líneas generales, un ritual consiste en una serie de acciones, realizadas principalmente por su valor simbólico y por lo tanto está basado en determinadas creencias. Tiene entonces un fin práctico y a la vez trasciende lo cotidiano ya que se apoya en ideas acerca de la Vida y la Existencia. Por otra parte, los mitos son viejos relatos memorables que poseen una rica carga simbólica y un mensaje, de ahí que se presten a recreaciones y reinterpretaciones múltiples y vuelvan a ser evocados una y otra vez (García Gual 2003). El poder del rito depende de la fuerza del mito que lo funda, de ahí que sea posible establecer vínculos entre ambos (Hopkins 2008).

Los mitos y las danzas rituales. El Toreo de la Vincha en Casabindo, Puna de Jujuy Durante la noche del 14 de agosto y la tarde del 15 de agosto, luego de llevarse a cabo el Toreo de la Vincha (ritual que actualiza un relato mítico de tiempos hispánicos, en el cual varios toreros deben sacarle una vincha de plata a distintos toros sin daño alguno), tienen lugar diferentes danzas y movimientos rituales que describimos en los siguientes párrafos.

Danza de los samilantes o danza del suri El Mito. “En el folklore calchaquí, hasta hoy el suri es anunciador de la lluvia. Cuando el tiempo está por cambiar, esta gran ave nerviosa abre las alas, cuyas plumas desordenadas sacude, y corre al encuentro de la primera ráfaga húmeda de viento que llega. Cuando la descompostura atmosférica se anuncia con los primeros truenos lejanos, huye vertiginosamente de un lado al otro, describiendo grandes curvas, moviendo su cuello largo y flexible, abriendo su pico y volteando curiosa y airosamente en el aire, doblando sus largas canillas de manera que aparece como un ser fantástico, que cobra con la agitación de su plumaje formas diversas, corriendo a medio vuelo sobre la llanura” (Quiroga 1977). 235


Desde tiempos prehispánicos esta danza coreografiada, interpretada por varones, se realiza frente a la iglesia del pueblo en todas las fiestas patronales celebradas en la Puna de Jujuy y la Quebrada de Humahuaca. Los danzantes, llamados samilantes o suris, llevan una vestimenta de gran belleza confeccionada con plumas de ñandú o suri (en quechua), ya que el sentido de la danza es imitar a estas aves vinculadas con las tormentas y la falta de lluvia. Los adultos por lo general usan plumas oscuras y los niños más claras. Cuando está por llover, el ñandú realiza unas corridas características. Entonces, en los pueblos originarios del NOA existe la creencia de que basta con realizar los movimientos del animal sin que existan signos de tormenta para asegurar lluvias suficientes. Durante los meses de otoño e invierno, estación seca, realizan el rito pidiendo lluvias, mientras que en primavera y verano, danzan para agradecer el agua recibida. La estructura coreográfica de la danza del suri consiste en avances y retrocesos de frente a la imagen de la Virgen. La serie concluye con un giro y el retroceso de la primera pareja que deja su lugar a sus compañeros de cuadrilla. La descripción completa y detallada puede verse en Hopkins (2008). Esta danza es acompañada por otra dos que se describen a continuación.

Danza de los cuartos Considerando el número de cuartos de animal que donan las familias de la zona se forman las cuarteras y cada cuatro cuarteras se organiza una cuadrilla de suris. Para poder sostener las medias reses hay parejas de danzantes, de ambos sexos y distintas edades, que se ubican en hileras de frente, sosteniendo los cuartos. La danza consiste en avances y retrocesos acompañados de balanceos de las piezas hacia adelante y atrás y hacia arriba y abajo, de modo que los cuartos se elevan por encima de las cabezas de los danzantes. Se incluyen giros sin soltar el cuarto y las parejas elevan sus cuartos formando arcos, debajo de los cuales pasa la última pareja del fondo, con sus brazos bajos para ubicarse en primer término, elevando su cuarto, para que sucesivamente las demás parejas los imiten. La cuarteada es el momento de la danza en 236


el que los participantes tiran de las piezas de carne para separarlas y quien logra el mayor trozo tendrá abundancia durante ese año.

Danza del Torito y los Caballitos Esta danza acompaña a las anteriores; participan tres adolescentes de los cuales uno es el “torito” que lleva una montera de cuero que simula la cabeza del animal y los otros dos son los caballitos que resisten al primero, con un aro de cuero que se ajusta a la cintura con una cabeza de caballo. Los tres bailan al son de la flauta y la caja. Los caballitos simulan luchar contra el torito y los tres avanzan y retroceden yendo a veces contra el público. Hopkins (2008) sostiene que el torito es un símbolo típicamente cristiano y establece antecedentes hispánicos para esta danza.

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Danzando entre lo propio y lo ajeno Los rituales descritos muestran interesantes contrastes que reflejan lo propio y lo ajeno. En la danza del suri la forma-figura dominante es el Círculo, lo cual coincide con las danzas originales que respetaban esta forma geométrica sagrada. Poco a poco, se incorporan las danzas que se llevan a cabo en filas (Hopkins 2008), tal como ocurre en la danza de los cuartos. No obstante, se destacan en ella los giros que conservan aquello que es circular y que por serlo, incluye a quienes participan dentro de un conjunto. El sincretismo resultante sin duda otorga al presente características propias que incluyen lo propio y lo ajeno re-creado: suris de tiempos remotos, caballos y toritos de momentos hispánicos. Al mismo tiempo, círculos y espirales desde el pasado lejano, luego filas de parejas. Estos elementos reunidos forman parte de un ritual que se realiza para pedir y agradecer. La celebración del 15 de agosto en Casabindo refleja la clara presencia de rituales conformados por danzas coreografiadas con profundas raíces temporales. Una de ellas, la danza del suri, se vincula fuertemente con el mito descrito más arriba. Es importante destacar el vínculo entre corporalidad y movimiento en las danzas analizadas y, al mismo tiempo, en relación con la capacidad que poseen los cuerpos danzantes de encarnar aquello que desean “ser” –no representar– para lograr un determinado fin, tal como ocurre en la festividad de Casabindo, en la cual los hombres-danzantes “son suris” moviéndose para que llueva. El ritual que llevan a cabo actualiza el mito ya que si el mito dice que el suri realiza corridas que le son características cuando está por llover, los hombres en el rito danzan realizando los movimientos de este animal para que llueva en la estación seca y agradeciéndola en la estación húmeda. La danza nos lleva entonces al mundo de las creencias compartidas, nos relaciona con los otros… nos permite pedir y agradecer… y en cierto modo: ¡gracias a ella la vida continúa!... así 238


como continúa la propia existencia cuando cada día nos conectamos con nuestro ser a través de la belleza del cuerpo en movimiento celebrando un ritual propio que tal vez puede entrelazarse con algún mito.

(Texto tomado y adaptado de: Rodríguez 2014)

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