El juez

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El Juez Una de las funciones mas difícil y delicada del hombre, es la de juez, porque para ello se requieren muchas cualidades que en la persona no se encuentran reunidas a cabalidad, en razón de que el hombre arrastra desde milenios de años, sin saberlo y sin quererlo muchas veces, tal vez desde su origen, una serie de atavismo que pesan negativamente en la dualidad del bien y del mal: el odio, las pasiones, los prejuicios, el sentimentalismo mismo y un sin número de vicios ocultos y otros notorios en las acciones, independientemente de la capacitad técnica necesaria, abaten la diafanidad que debe primar en la investidura de tan alto Magisterio. Uno de los vicios que en todo tiempo ha afectado profundamente a la judicatura dominicana, es la politiquería, no la política, porque la política en si, como ciencia bien aplicada, es buena; la politiquería que conlleva al favoritismo, el proselitismo; todo con su secuela de odios, venganzas, perjuicios y otros muchos males; y que rara vez es altruista, muy rara vez verdaderamente es altruista. Contra esos males que afecta a la judicatura, se debe luchar; contra esos males deben luchar hombres de bien, muy especialmente, los hombres que se encuentran en posesiones privilegiadas, en vista de sus mejores medios. Uno de los factores que debe influir poderosamente en esa lucha, no es solo el de la selección del elemento a ocupar el elevado Magisterio de Juez, el cual debe reunir la mayor cantidad posible de cualidades de bien y de eficiencia técnica, sino también de los seleccionadores; porque si los seleccionadores carecen de las mismas cualidades de bien y de tecnicismos que debe ofrecer el elemento a elegir, los seleccionadores no pueden encontrarse en capacidad de garantizar a la sociedad el producto de su selección, en virtud de su invalidez. Es preciso indicar que antiguamente este tema fue muy debatido y a la vez controversial por grandes filósofos clásicos como Platón y Sócrates. Este último mencionó que un juez debía de poseer cuatro características esenciales: 1. Escuchar cortésmente. 2. Responder sabiamente. 3. Ponderar prudentemente. 4. Decidir imparcialmente.


En tres poderes independientes en el ejercicio de sus funciones: en el Legislativo, en el Ejecutivo y en el Judicial, tradicionalmente se divide nuestro gobierno; el Presidente y Vicepresidente de la República, ambos figuras cumbres del Poder Ejecutivo y los miembros del Senado y de la Cámara de Diputados, que constituyen el Poder Legislativo y estos elegidos por consultas libres por el consenso popular. Esas personas del poder Ejecutivo y Legislativo, elegidos por el voto popular, son figuras políticas que en sus altas investiduras, están llamadas a ofrecer a la sociedad que sirven, lo mejor de sus obras espirituales, lo mejor de la riqueza esencial que forma la personalidad del hombre. No obstante, los miembros del Poder Judicial no son elegidos por el voto popular en razón de su naturaleza porque no son ni deben ser políticos ya que para llegar a sus elevadas posiciones no deben hacer campañas electorales y deben estar libres de pasiones y prejuicios porque su independencia debe ser absoluta y nada debe perturbar su serenidad. Esta función se ejerce en nombre de la República. Para la elección de los miembros del poder judicial nuestra carta constitucional prevé en su art. 150.2 que estos deben de provenir de la Escuela Nacional de la Judicatura. Las formulas que han regido y rigen para la elección de los jueces, son producto de ciertas influencias del Poder Ejecutivo, que frustra en su esencia, la independencia de los tres poderes del estado manifestada por Montesquieu en su obra ‘‘El espíritu de las leyes’’ y cuya base es fundamenta en nuestra carta magna. En este humilde espacio que se me confiere, quiero hacer predominar la idea de que LOS JUECES NO SE IMPROVISAN, aunque sean abogados; que el juez debe ser producto de su proceso, aun el del Tribunal de inferior grado; que los jueces de los Tribunales de mayor grado, deben llegar por escalafón; que los jueces no deben correr la suerte de los políticos que deben estar resguardados de las embestidas de los políticos de turnos; que los Tribunales deben respetarse como cosa distinta y sagrada; que los miembros de la judicatura, los que funcionan como jueces, no deben arrancarse de sus posiciones y lanzarlos a las calles en menoscabo, como cosa de cambio y en violación de los altos principios que priman la dignidad y ennoblecen al hombre. Debe primar la idea, que los jueces, una vez elegidos, deben ser totalmente apolíticos y no pertenecer a ninguna agrupación o partido político con el fin de levantar ese Poder Judicial, medula de la Patria, digno de suerte.


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