OPINIÓN CONTRAPODER
EN BOLIVIA FUE “GOLPE POPULAR”
EXIGIENDO LA RENUNCIA ÁLVARO CEPEDA NERI
C
uando los pueblos se colman con abusos del poder presidencial, por buena que sea o no una dictadura o “poder de un solo hombre”, como ha sucedido en Bolivia con un Evo Morales que insistió en reelegirse al cargo de presidente del Estado Plurinacional de Bolivia por cuarta vez, tras 12 años; y se rebasan, pues, los cansancios de la mayoría de todas las clases (hasta los indígenas empezaron a combatirlo), entonces no hay más salida para la sociedad civil, constituida por sus más diversos sectores, que promover la lucha popular antipopulista para deshacerse de esos gobernantes. En este contexto es que hay una gran ebullición social en Chile, Venezuela, Brasil, así como la hubo en Perú y se está manifestando latente en Guatemala, Nicaragua y otros países de nuestro convulso continente. Es por esto que los hechos ocurridos recientemente en Bolivia han derivado en un golpe, sí, pero golpe de una gran mayoría boliviana que ya no quiso mantener a Morales en la Presidencia; y como éste se opuso tras unas elecciones arregladas conforme a un fraude (al estilo de la caída del sistema de Bartlett para imponer a Salinas), se dieron a la tarea de salir a las calles para protestar. Es hasta entonces que el tal Evo Morales accedió a que una comisión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) realizara una revisión y ésta concluyo que ese fraude electoral existió, lo que obligó a la renuncia presidencial en el contexto de un Golpe popular. Plantearlo como un golpe militar es no atender a los hechos. Pues habiendo sido dictaminado el fraude electoral, los militares le recomendaron, le pidieron a Evo Morales que renuncia-
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9 de diciembre de 2019
ra. Éste lo hizo, huyendo de La Paz –la capital boliviana–, y con él renunciaron los principales integrantes de la élite que se había apoderado del país. Morales llevó a cabo un buen gobierno durante nueve años; es decir, una elección y una reelección. Pero la segunda reelección ya dejó atrás a ese buen gobierno para dar paso a una dictadura. Esto colmó, pues, las críticas de los ciudadanos y cuando Evo Morales despreció a los bolivianos organizando su tercera reelección con sus seguidores –que eran la minoría–, entonces estalló la cólera social. Lo derrumbaron del poder con las protestas. Y hubo de irse. Así que está muy claro que la respuesta del pueblo boliviano ha sido una experiencia política democrática. Un pueblo que mayoritariamente ya no soportó a quien ya estaba comportándose como un autoritario que subestimó a su nación. Y de esta manera mostró el hartazgo que su presencia provocaba al controlar todos los poderes del Estado, gobernando para una minoría y viciando de autocracia el ejercicio presidencial. Las elecciones periódicas y la rotación de gobernantes es imprescindible en el desarrollo de la vida democrática de un Estado, ya que la permanencia de una sola figura y su grupo en el poder, manipulando las elecciones para no irse, inevitablemente conduce a las insurrecciones e incluso a las revoluciones; a veces más tarde que pronto, pero inevitablemente estallan las violencias políticas populares. En Bolivia Evo Morales había implantado un populismo dictatorial y no quiso entender que su tercera elección –ya fraudulenta–, conduciría a un golpe popular para deshacerse de él. Así que lo obligaron a renunciar. Y se fue.