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Dámaso Ávila Fotografía y Emociones
from Focos Nº 1
Al igual que los poetas o los pintores, los fotógrafos hacemos fotos fundamentalmente para expresarnos, para dar salida a nuestra creatividad más profunda, para intentar alcanzar el reto hipotético de convertir nuestras fotografías en obras de arte. Intentar que, una vez finalizada nuestra foto, la puedan ver otras personas y que no les deje indiferentes, ya sea para generarles placer o rechazo al verla.
Una fotografía sin emotividad, sin tensión... es solo una imagen. Necesitamos ser honestos con nuestros adentros para conseguir manifestarnos mediante una imagen que represente lo mejor de nosotros mismos y que consiga crearle algún tipo de zozobra a la persona que la ve. Si el espectador que contempla nuestras fotos, no experimenta algo en su interior, por mínimo que sea, rotundamente hemos fracasado. En palabras de la gran fotógrafa española Cristina García Rodero, “emoción en el autor y emoción en el espectador es una ecuación que debe mantener un equilibrio eficaz para que la foto funcione bien”.
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La fotografía debe ser vibrante y hacer estremecerse al espectador para hacerle sentirse partícipe de la historia que se cuenta en la imagen o, en otras palabras más genéricas, la fotografía debe iluminar la sensibilidad del espectador.
Se trata de tener ojos en el alma y que la foto de un paisaje o un retrato cobren vida. Si bien, al principio, lo observado y fotografiado es de la exclusiva propiedad del fotógrafo, al terminar la obra, se generará un contrato invisible en comanditas con el espectador.
Los fotógrafos hemos firmado un compromiso formal y creativo con la inspiración y la sensibilidad artística porque la Fotografía es una fantástica manera de adentrarnos en lo que no conocemos y permitirnos descubrir mundos ignotos que creíamos inexistentes. Pretendemos también impregnar lo cotidiano de una indudable visión poética para alcanzar, quizás con el tiempo, un espacio de arte íntimo.
Debemos aspirar a que nuestro trabajo fotográfico sea un pasaporte para un viaje sin retorno a un mundo de ilusión y emotividad, a un mundo de ensueño ya que el Arte y, en particular la Fotografía, carece de certezas.
El fotógrafo es un personaje ávido de capturar y apropiarse de instantes de nuestra vida. Queremos recopilar aquellos recuerdos y oportunidades que hemos sido capaces de vivir. Coleccionamos instantes y tratamos de mejorarlos incorporando nuestra impronta personal.
Uno de los grandes fotógrafos del siglo XX, Elliot Erwitt (nacido en 1928) incidía en esta idea con su conocido aforismo “La fotografía es el arte de la observación. Se trata de encontrar algo interesante en un lugar ordinario. Me he dado cuenta de que tiene poco que ver con las cosas que ves y mucho con cómo las ves”. El gran Sebastiao Salgado se atrevía a decir que “Cada fotógrafo tiene su forma de ver… lo que ayuda a ver el mundo con otros ojos”.
El fotógrafo, como todo buen artista, es un personaje inconformista. Nunca estará satisfecho con su trabajo, siempre pensará que se puede mejorar e ir más allá. La magnífica fotógrafa estadounidense Imogen Cunningham llegaba a afirmar “¿Cuál de mis fotos es mi fotografía preferida? Una que voy a hacer mañana.” Y William Albert Allard aconsejaba “Tienes que pedirte más a ti mismo. Tienes que empezar a buscar fotografías que nadie más pueda hacer. Tienes que coger tus herramientas e ir más allá”. El fotógrafo posee un alma siempre insatisfecha porque está condenado de por vida a seguir innovando y buscando nuevas vías de expresión.
Sin embargo, no todo es inspiración en la narrativa fotográfica. La famosa frase atribuida a T. A. Edison de “un 1% de inspiración y un 99 % de transpiración está más vigente que nunca” Cuando la idea o la visión inicial intenta materializarse en una fotografía dotada de belleza cierta, nos adentramos en el ámbito de la edición. El mundo digital ha permitido alcanzar cotas insospechadas de posibles transformaciones y acabados irrealizables hace solo unos pocos años. Los actuales programas de edición son fundamentales en nuestro trabajo. Sin embargo, toda esta inmensa disponibilidad de evolución de nuestra imagen no compensa la intensidad de una idea, de un concepto o de una visión. Por poner un símil alimenticio, la edición no es el solomillo de la Fotografía, es solo la guarnición.
Para terminar, consintamos que la Fotografía forme parte inseparable de nuestra vida. Que sea algo que se escriba con fuerza en nuestros genes porque nos acompañará de forma amable mientras seamos capaz de ver más allá de lo ordinario. Nos embriagará de emociones y nos permitirá entrar en un apasionante mundo que nos inspira confianza. Es hacer que nuestra alma sea superior y nos transporte al más allá, a otro mundo mágico, en el que solo hay armonía y belleza.
Elementos. Ciudad de las Artes y las Ciencias. Valencia