El Ángel de la Sarna

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EL ÁNGEL DE LA SARNA



EL ÁNGEL DE LA SARNA José Miguel Lecumberri

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Colección A prueba del tiempo Editor: Manuel Pérez-Petit Logo de A prueba del tiempo: Irma Martínez Hidalgo. Imagen de portada: Cumplido, Ignacio (1811-1887): Libro de muestras de todos los tipos comunes, títulos, guarniciones, viñetas, grabados y demás útiles que existen en sus oficinas México: Ignacio Cumplido, 1871, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 2001. Edición facsimilar. Libro de muestras # 839. Fotografía del autor: ©José Miguel Lecumberri, 2011. Primera edición: noviembre de 2011 Concepto y diseño editorial: Manuel Pérez-Petit. Formación editorial: Irma Martínez Hidalgo. Lectura crítica: Jorge Leroux. DR©José Miguel Lecumberri, 2011 DR©Manuel José Pérez Petit, editor, 2011 C.P. 03810. México, D.F. manuel@amarilloeditores.com.mx mpp@sediento.org SEDIENTO EDICIONES, 2011 Francisco Sarabia, 35. San Cristóbal centro, Ecatepec de Morelos. C.P. 55000. Estado de México. amarilloeditores.com.mx facebook.com/sedientoediciones twitter.com/Sediento_ed ISBN: 978-607-9201-11-1 Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido total o parcialmente por ningún otro medio o método sin autorización por escrito del editor. Impreso y hecho en México


Soy un fantasma que desea lo que todos los fantasmas –un cuerpo– después del largo tiempo que estuve cruzando avenidas inodoras del espacio sin vida al no olor incoloro de la muerte… William Burroughs

No es tu sexo lo que en tu sexo busco sino ensuciar tu alma: desflorar con todo el barro de la vida lo que aún no ha vivido. Leopoldo María Panero



Luz que lentamente florece cargada de penumbra, voz gravemente rendida a su pulso remoto, desaparecido comienzo de un vientre entre relámpagos y ríos, ya en lejanía, secretos espejismos trazan un misterio. Por esta sublime turbación del fuego, antiguos lobos devorando las rosas del olvido, crueldad en que nos ama la desierta herida, oscuro manantial donde abrevan famélicas caricias. ¡Con cuánta ternura se mata entre lágrimas el sueño! Otoño que busca su fortuna entre las heces de una hoguera. Los objetos designados memoria en su vuelco de ruinas, ardientes mundos que la destrucción erige, como la época sexual de podridas marionetas.

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Estridente soledad de abismales llamas ensordecida, curiosos espíritus cuyo semblante es ya una letrina, herrajes marcados por la piel ignorada del deseo, héroes de un amor monstruoso, de una historieta vulgar. Desde entonces brilla, en aguas sulfurosas, la gema doliente que el infierno delira. Cuerpos que la juventud inventa como una aurora perturbada, esperanzados por su linaje edénico, desnudos, mentidos en su desnudez, embellecidos por la oxidación de su injusta verdad, aquellos cuya clarividencia será siempre la terrible mentira de lo inevitable.

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Como yesca, el viento corroe la piel que espera [su invierno en las dormidas curvas de una flor, oscuras voces de amantes se van tristes a la hoguera a la sombra de la vacía y desierta cabellera de oro con sus monstruos y héroes brotando de una grácil caída en resplandor, el ritmo de los tiempos, pétalo a pétalo, [se complace en las formas, la nieve de tu intensa fragilidad que inspira la penumbra en un mundo de luz, he respirado el aire de tus secretos el proceder de Dios con los ojos cerrados en torno a dos cuerpos en remolino cuando el astro famélico de toda experiencia se incendia en los perpetuos sacrificios, la obscena esperanza de unos labios entreabiertos mientras las serpientes negocian el fuego de tu revelación. 11



Ojalá pudiera amarte tanto como te amo, a la belleza de tu larga, disoluta esperanza la de tus ojos castaños engarzados de miel entre los jazmines de tus mejillas, fortuitos destellos que mi piel conmemora en la embriaguez de exquisitas tinieblas, en la danza de mi memoria sobre tu cuerpo donde un antiguo deseo sucumbe a la sangre, alondra lunática, gozosa en desesperación, mente en brumas, escucho latir el sueño último, inefable noche de piedad sagrada profusa y ambarina melena que semeja un suspiro fantasma en un río de topacios como historia de ardorosa carne, amargos diamantes que una palabra dulce [obsequia, constelaciones de indómitas sonrisas 13


y lúgubres auroras, temblor de astros en plácido concierto, la nieve hervida en tus entrañas corales que las rosas hieren, rugidos que las noches visitan como una revelación de dioses desmemoriados, estás en mí, milagroso, húmedo rubí.

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Lucifer, dijeron, es un ángel que se masturba para construir el alma de los hombres, una araña que teje el silencio con hilos de muerte, red que llamaron Razón, aquellos cuyo esqueleto [profanó el sagrado lienzo que llamaron Razón aquellos cuyas almas son de semen y la oscura verdad de los ángeles, ellos tomaron el nombre del Maestro y jugaron a las escondidas.

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Paracelso fue quien probablemente descubrió el misterio, que consiste en escribir con mucho cuidado los sueños, como si fuera un diario nocturno en lugar de uno vespertino, que la mayoría de las veces resulta harto aburrido. Gustav Meyrink Esperpento que, por un instante, pretendes ser [un hombre entre hojas de caramelo y ramas de cristal tu corazón nace fruto prohibido, ángel [de lo grotesco, entre hojas de gangrena y ramas de carne se muere tu alma quetzal, hecho de pura refulgencia, de orina y miel su vuelo decadente.

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Persianas de intestinos que filtran, por una suerte [de laberinto las instrucciones diurnas de Hiperión, sueños de gatos y lobos con pelaje de mármol bebiendo vino negro de las barbas del Diablo cogiéndonos a Cristo, sumando nuestras almas al paraíso infinito [de las putas, el inconsolable consuelo de la locura el sabio putazo de la locura, rehaciendo [nuestras sonrisas en el fango.

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Dios, el gran chivo de las barbas doradas, el Buda de los sueños, sarvakarmafalatyaga… Y vieron, desnudo entre los manzanos a Pan [vomitando mis sueños, frágil esperma de los sueños, la flor destruida [entre las manos oscuros colibríes muriendo, palpitación oscura [llamada vida, este rostro que los hombres intuyen [entre las cortinas de la muerte, sabia sangre resbalando de las auroras, [donde se sacrifican nogales y se queman cerdos, este fue el pantano [de los sueños, la luna quemada por el resplandor del infierno, la luna de nata [y el bermellón cordero, 21


a ellos les sangraron los pescuezos, mujer [que convida su sexo, mujer que envenena su cรกliz para salvar al hombre [de los pecados de Dios.

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Las calaveras son perlas que sepultan los nidos [de las serpientes aquellos que llaman humanos son sĂłlo sombras [de un demonio, caprichos del infierno, ceniza de las flores [del EdĂŠn, experimentos del dolor, un pronunciado [y oscuro lucero donde los ojos suponen su mirada, fragancias [que lo ausente dibuja en la marchita piel de las estrellas [su inmortal espasmo, un destino que masturba sus enjambres [y nos llama enfermos, una voz que se traga sus bocas con todo y dientes, el cuerpo esquirla y la mente ParĂ­s que de noche [sucumbe al terror de sus propias luces.

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En la oculta llama un dragón, carne que nuestros cirios velan. De todos hay en nuestra hoguera, compartidos en las ramas de la sangre. La noche que muere me muestra tu luz, hermosa ave que sostiene al cielo entre cenizas y eternas ausencias, donde tu sombra ondea cual bandera perdida y tus manos, nacidas en un espejo, reconstruyen el mundo a partir de nuestros sueños. Corazón inmortal que no me pertenece, débil resplandor apenas estrella, mi recuerdo que palpita en tus ojos con vocación de lágrima, los deseos que se imponen en lo que tú desconoces, en secreto, las guadañas descubren tus senos y tu vientre como un alba ciega, patria de topacios y ecos confundidos con arena. Cuando las razones para sufrir de amor sin amar a nadie nos convierten en extraños, el rayo rom25


pe al fondo de tu imagen, la llama invisible de tu ausencia. Donde los ojos abiertos no ven nada, los cerramos con la voluntad del crepúsculo, cuya forma enloquecida correrá las cortinas de la muerte. Hermosa llamada azul, te encierras en mí reflejo que la carne domina y naces de las incomprensibles fiebres del vértigo, del fuego de tus ojos gotea la cera del dolor, astros que maduran su esplendor en la vacuidad de jardines olvidados.

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En vez de morir de hambre lo hizo de amor René Char Insondable abismo bajo las aguas vivas, sendero que el tiempo dijo antes de morir, de aquellos cuya palabra hubiera creado el fuego, los incestuosos hijos Orión. Hemos cesado de hablar, renunciación a la santidad de la mentira, figuras que se desvanecen con su contrario indomable. Se rompieron en vez de morir, allí donde me oprimió el llamado mar vegetal, los magos en éxtasis, el suicidio, nodriza de ruinas, inexplicables desapariciones y los enamorados de las ropas desgarradas. Como guardia el cuervo, a un espíritu saciado, cuerpo a cuerpo, la rosa y la lluvia se disputan, como consecuencia de la sed, al amor. Hay llamas que tiene la sangre sobre la memoria, en labios deliciosamente entreabiertos, la seda cruel como ayuno de vampiros, sangre que da sed 27


cuando el alma se olvida que la llora un cuerpo. Levantarás lo irreal en un acto devastado, como si despertaras en el fondo de un pozo, alrededor de los incurables ciegos que prohíben tu nombre en un temblor de estrellas. Huellas de lo que uno mata libremente, rodeado de efímeros halagos, necrópolis de los verdugos, desierto que amamos por sus espejismos. Una torre en el sueño de un niño, con todas las luces apagadas, iluminado a penas por el lánguido palpitar de una gota de sangre, como el púrpura Nilo, la sangre tiene sed de nuestros delirios.

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Aferrada a un corazón como una espesa mancha de miel, desde artificios que requieren la libra de tus pensamientos, mientras desgarrada hasta la angustia, te dibuja una serpiente destinada al fuego, donde avanzado el sigilo, se eleva gradualmente de tus cortejos, entre rastrojos de un bíblico trance. De algún modo eres mi cuerpo y tú, intacta, emerges de una espléndida nostalgia, ejercicio íntimo del ocaso, siendo yo tu reliquia, insinuada por el vacío, reverberación de tus manos abiertas y no piedras que llevan al río; tener tan alta idea de extrañas potencias que devoran el alma y nos dejan solos, en un cuerpo… Por sustraerte al destino de los hombres es que nos admirarán las moscas, las de los ojos turbios y el mundo del anverso será nuestro vértigo de borra29


cho, la emasculación de Dios tu segundo nacimiento, no quieres ser sólo mi cuerpo. Lo no previsto, tu prestada disculpa, en el mismo escenario del suave viento, alabanza infinita de los cuervos y el rumor de hojas y pétalos que tu mirada produce cuando está ausente, la rutina de pensar y hablar de ti en todas partes sin hablar ni pensar, manifestación de lo que no tiene nombre, como el león de Blake.

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Pobres viajeros, que cargan el delirio de la vacuidad como un mundo que nunca atraviesan. ¿Dónde está la vida que perdieron al vivir? En las proximidades de un polvo al que llamamos Dios, lacayo de lo eterno, Lázaro sin luz. Los recuerdos que enveneno con el grácil sopor de perfumes huidos y notas lloradas, todos tus edenes abolidos y mis afligidas, redomadas tareas impregnadas con este necio romanticismo que llaman esperanza… Por jardines indómitos te vi coser el mundo a balazos, fraguando la luna con guirnaldas de sangre y extrayendo de la demencia: sublimes demonios, la metafísica de los vampiros y la tristeza [vulgar y refinada en un mismo compás de alquímicos acordes]. 31


¡Oh Locura soberana, que riges este ermitaño cerebro, con la misma caducidad y extravagancia con que la Primavera gobierna sus flores y zarzas! Llegado el invierno, mi suplicio, mi amor, nocturno amor hallado de pronto entre las aguas como un sueño fugaz o una reyerta de astros que la marea disemina en luceros. Frescura de tormenta que se acerca como el jadear de mujer en la noche; a este sueño le han crecido alas y su vuelo será para nosotros desconocido, como los ritos del relámpago en la madrugada. Henos aquí, donde tu belleza nos marca el linde de su resplandor, regia carne que encera los signos de las nubes, enumeraciones estelares te ascienden de la ingle a la nuca en luminosas redes, miel te deambula en los corales esperando su elevación de sombras, su parte en este inesperado ágape. He visto tu rostro mudarse depredador, agua más viva, más agua donde los grandes mitos y los grandes dioses han perdido sus máscaras; siento tus muslos recalentarse, palidecer en el oro de otras estaciones, en las llamas de antiguas ciudades que el tiempo devoró, musculatura de pétalos carmines que se enervan y erigen la gran espiga de tu dorso, blanca noche donde florecen los héroes y sus monstruos. Elevaré hacia ti mis labios te enseñaré así la gracia de ser amada, el viaje y la iniciación del viaje, don32


de la noche te abre toda la fauna de los dioses y el flanco viril, los lobos del deseo, como la musculatura misma de los cielos, en el cĂ­rculo de tus dedos sobre mi espalda, se unirĂĄ para siempre nuestro alimento en las tinieblas.

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Estático fluido, espíritu que ahoga [todas mis certezas donde náufragos sagrados escapan por afluentes [de la sangre, y se atragantan a voces su silencio, esa interminable [serpiente que nos nace fuego teje un nido en mi lengua y escurre [como de una espina al pecho, urbe cuyos ecos ensordecen este árido manglar [de sobre poblada soledad. Ya no queda rastro de aquella dicha, [sólo pétalos ensangrentados como dientes sobre el asfalto. Llueven luces [sedientas como luciérnagas devoradas por su propio resplandor, donde la noche se vuelve [oleaje de sombras

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y el vaivén de los árboles tira de sus ramas [el balbuceo de los muertos, mi garganta intenta hablar en astillas ese fulgor, [pero sólo brotan añicos de opaco cristal. Esta tragedia, redondez de los espejismos [que indigestan la mirada, rivera donde los insomnes deambulan dejando tras [de sí estelas de sueños marchitos, cuerpos a la deriva entre la niebla, movidos [por las oscuras promesas de la memoria astros que orbitan el suicidio en una caída del alma, a veces la traición se lee también entre las cenizas [de los ojos donde la realidad es más vulnerable a los encantos [de la fantasía, a veces es sólo la forma en que te acomodas [el vestido o un suave desliz de tu labial como un retrato donde te pareces demasiado [a tu ausencia, a veces no quiero vivir sin ti y es entonces cuando [tiendo a avanzar por donde no existo, a reconstruirte a partir del vacío de atrás [de nuestras máscaras, a escucharte en el silencio que expresa [tu desaparición, y de algún modo vuelves en lo oscuro que la nada ignora, donde conquistas [tu derecho a la deriva en objetos que ceden su espacio a tu cuerpo [en un arte inmóvil,

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vas caminando a mi lado, entre monstruos [que nos lanzan luceros y lo vivo de tu propio fantasma, hojas transparentes [agitan un bosque imaginario 驴Olvidamos entonces comprender [que s贸lo fuimos en lo imposible?

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Palabras entre iguanas y moho y las garras [absolutas del olvido palabras que llevan arrastrando la zalea [de mis pensamientos palabras que me observan como aquel recipiente [con las cenizas de mis ancestros en la sala de estar y luego en el retrete, donde el agua azul de la verdad se torna gracia [de un cuerpo y luego dolor, fuente de exilio que incinera los pasos más ajenos [a la oscura línea que llamamos el Tiempo, se dice, laberinto recto, laberinto [sin laberinto un atalaya que los tiburones sobrevuelan, [el alférez del destino se suicida en mis manos toda promesa es agua [que huye lágrimas

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peces que las estrellas vomitan sobre los tejados, [escuálido manantial de heces deliciosas mujeres danzan bajo el chorro [de excremento y se izan banderas en el lóbrego devenir que alucina naves espaciales [e inexorables dimensiones del ser. Recemos un padrenuestro, [porque los aliens son de coral y el epitafio de la humanidad lo escribirán los insectos. [Una fuerza más tónica que angustia más desorden que engaño, se vuelve claustro [en la estupidez de la piedra mansa. Llega a mis manos, con radiante opacidad [el destino, poniendo cara de rubí el gesto de pletóricos luceros se examina confuso [rompecabezas de delirios, unos senos exquisitos, sólo acariciados por la brisa [que se agita entre los cerezos en la pronunciada pendiente que libera [los jilgueros y los olvida en un acto de derrumbe, bajo aquellos ojos todo era derrumbe, la ceguera [mística de la destrucción, las horas de juego, el juego de las horas [y todo hilado a la aciaga voluntad de lo inexorable, tu voz como un tañir de astros [que sólo a Dios incumbe, y ahora al cielo le llueven estos cadáveres [de palabras que el verso discrimina en una suerte de tragedia comentada, [de expectación herida 40


los buitres picotean la lengua que yace mintiendo [entre mis piernas, el cráneo envenado por las rosas, las rosas [que engalanan el ano donde tu cruz espera, espinazo del cosmos, la madera podrida en mi ano, [el sueño podrido de podridos ángeles que murieron en vano entre las lívidas, delicadas [y hermosísimas manos de tu madre la virgen, tierna, horrendamente uncidas con la orina púrpura de tu muerte y el dorado vino de sus profecías. Palabras que repiten con su vuelo las oscuras golondrinas de Bécquer, palabras para el Diablo que se duerme en nuestro pecho y se despierta mariposa, palabras para el asfixiado incendio de Dios, palabras para nada y para nadie, ahora el desfile de los santos leprosos, el circo de los absurdos y los hermosos, la vanidad del inocente, todo escupido en la misma fuente, elevado por la misma plegaria, allá lejos, donde existimos no existiendo, el verdadero milagro de convertir este vino [en orina y este pan en excremento, esta flor en relicario y este cuerpo en mausoleo, henos aquí, enfermos ya por el sabor de lo real.

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¿No odian todos los pueblos la maldad? Y sin embargo todos marchan de su mano. El Documento de Damasco El cauce irá cada día más cargado, los gritos [harán inundación, por los sacrificios de sangre que un extraño [Prometeo vigila con ojo de buitre y una lengua para el chacal, la luna reverenciará [los asesinos y el sol beberá cicuta la insigne antorcha [que septentrión sostiene, pueblos sin destino violarán la Historia y al feliz [teatro harán masacre. El cielo en llamas oscurecido, el crepúsculo más [amargo que nunca, ni las cenizas tendrán voz en este exilio, [sólo la baba del loco resistiendo el frío putazo de la Nada, [vergel de sudarios, los esquizos desnudos en costillares coralinos, 43


[la sangre bebiéndose arena la cordura consumida en un oscuro socavón [donde la miel será imperio. Una amalgama que la plata no decide correrá [por las venas de los vivos y los muertos andarán con paso humano el vals [de la desdicha, antiguas luminarias dictarán la tiranía estelar, [la trasgresión imposible todos los hombres no serán uno, la lengua [de la serpiente dejará el único vestigio y los topos harán sus madrigueras en los cráneos [de antiguos feligreses de la Ciencia. Una jaula de oro sostendrá el orbe, pitagórica [fuerza que a la noche relumbra un cáliz derramado en el devastado pavimento será [la señal de lo inevitable, las madres pedirán en vano por la muerte [de sus hijos, todo se perpetuará una sutil agonía interminable para aquellos [que duren cuando los astros renazcan, de entre un velo de humo el cielo lloverá centellas, [maldición y vida eterna. El hombre vivirá por siempre en un reino [de agua putrefacta de su mirada las órbitas planetarias despegarán [cometas que sólo la ira conoce,

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llamas que sangran la eterna dicha de ser [sobreviviente, felices estigmas de la estupidez la era oscura será un latido en el pecho [que la muerte disimula un latigazo en la memoria que hiende el abismo [de lo inconmensurable. Lo que ahora es invisible se manifestará terror [de los entendidos la temblorosa piel que los huesos conquistan [surgirá Edén entre los rotos la antigua promesa de los viejos beatos, resurgirá [maldición para los letrados sólo en las tinieblas un bosquejo del alma atreverá [sus movimientos los peces se ahogarán en el agua, [cuando los hombres deban abandonar la tierra.

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…y los besos son un destino mejor que la sabiduría… e.e.cummings Todos los misterios que cualquier verdad tarda [en desaparecer bajo el templo desnudo por el rayo de tu cuerpo bocas en penumbras los besos de la muerte se deslizan [en un blanco perfume, con sus brasas negras llega el tiempo esparciendo poemas, el legado del grito derrumba las máscaras de los dioses, mármol de la noche ya quebrantado por un indescifrable abismo, ave de un vuelo moribundo con el brillo del placer en las palabras, odiados talismanes del silencio.

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Algo perfectamente artificial dos cuerpos largo tiempo entretejidos no a una misma estrella sino a enormes playas de ceniza en la floración del incienso, una memoria y oscilante murmullo los demonios alimentándose en su dolor no temiendo besar el polvo esa raíz de límpido cristal para el desfile de tu sonrisa, claridad sin luz, qué dulce, imperial amor se nos regala, herida, poco a poco, entre soliloquios de oleajes y el abrazo de un terremoto súbito.

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La ausencia es un espejo de llamas voces en silencio como en un libro abierto, como el ojo se derrumba ante la oscuridad el ojo del universo con instrumentos an贸nimos, la estancia intemporal de fervientes muertos donde se juntan, un llorar inesperado y una mente [que se extingue.

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Dragón de púrpura fuego venusiano carne de oro sometida a despojos la violenta noche de diabólica blancura en una silenciosa ráfaga que oprime los sentidos, los bosques en sombras disueltos, tú llegas y los labios, y el dorso de la centella vence nuestra lluvia, ni mi respiración, fiel a tu mirada de sombras indecisas, como una libélula vagamente mitológica, laguna que disfraza el derrotero, rompería aquella masacrada en los ojos vacíos el fardo destripado, la osamenta en llamas, tu luz escupe un jardín que los cuerpos de la irrealidad habitan. 53



Desnuda estará la noche del heraldo las rosas de la sangre intoxicadas y el momento en que el sueño de ti mismo era yo despoblado, polvareda que nunca fluye ya liberada de ser agua rumor de silencios supura el río el mundo físico que ahoga el corazón un seco sonido de aguaceros donde se unen nuestros labios.

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La indomable manada de los años como un flujo se derramaba con las nubes el alba en que vegetan los mortales entretejidos a otras bestias de humo, negras piedras entre la azul corriente de tus miembros, la sucia pluma bajo el polen en el acuoso excremento del otoño, flores con pequeños gritos como una mujer y su principio de amargura, la tierra se abre al pie de los muros en las puertas del desierto, los juegos donde el sexo ruge en caracolas, el óbolo sabiamente uncido en vino púrpura, tu cadera adornada con el ámbar de julio.

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Restauro la prosaica melodía cual filo de cimitarra [hiende mis pulmones en la oxidación de la sangre un fúnebre vestigio, [claustro de penitencias varias, tu vientre en oasis desierto, ébano a la deriva [sobre tempestades de fuego, es mi amor la oscura amapola que se te escurrió [entre los dedos como hojarasca de una pócima inocua, [es mi corazón el antifaz que usa el demonio para amanecer lucero en tu espalda, [donde áureas serpientes conjuran mi nada fluyendo caudal de relámpagos dispersos [en cristalina seda que tan deliciosa, excitantemente insinúa unas nalgas.

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El que cae desde una dicha bien cumplida, poco le importa cuán hondo sea el abismo. Lord Byron Desestructurados en almíbar, labios excitados en la llaga, burbujas de luz recluyen los coágulos que adornan el deseo, cuerpos que soportan el martirio como una manera de conservarse exquisitos, pétalos que transpiran el delicado veneno de la ensoñación. No nos pertenecemos más, en la frontera de cada beso emerge una lágrima, patético vestigio de la ficción que solíamos llamar: amor, con sed estelar en la piel. Esto es, querida, el espíritu traicionado por sus propios regodeos, como los hilos liberando a la marioneta de su prisión de actos y malabares. Efigie de un vacío apático, de una elegante ironía, silencio se tiende entre nuestras entrañas, como un hijo macabro al que rondan oscuras mariposas. La soledad, esa ermitaña inmortal, nos cautiva con su insondable canto, mientras el olvido va borrando las huellas labradas con fuego en nuestras almas ya cenizas. 61



Y fueron nubes tu sueño de una suave acometida, aguas luminosas a tu rostro ofrecidas por un diamante opaco, semilla de tu sombra. Exquisito cuerpo que se abre sin decencia, entrando en el oscuro traje de una tormenta, naufragio que carcome en su extravío los mármoles y bronces de la Historia. ¿Quién, pues, en ti enloquece siempre al alba? Mi lengua sólo es pura entre tus dientes, acantos de violetas confines cuyos embalsamadores coronan jacintos y gardenias; estrecha mi verga entre tus manos, salvajería de mar que las sirenas tornan canto, ámbar de mujer ardiendo al negro pino en alimento de tinieblas y liquen de ocultas cifras. Se hacen oro tus deseos y entre tus muslos mis besos florean llorosa biznaga que allende la cadera y un ángel asoma al borde sus acantilados. Nuestros 63


cuerpos que tanto se han amado y nuestras bocas cuyo Oriente es aún aquella quimera de rompientes y corales en cuya testa el Opresor nos seduce interminablemente, nuestros cuerpos baldíos como un pueblo de gañanes, como la playa levemente oscurecida por las caricias del mar, nuestros cuerpos extranjeros a bordo de su propia indolencia. Los manglares fecundan esta noche, un aire lechoso mana de tu seno y el sudor de los frutos colorea los sueños, entre el vaho descienden los muertos y los amantes esperan el silencio de la multiplicación, un astro solitario, un presentimiento guindado por la angustia, el deseo, plétora infernal, las cerradas estancias del deseo, el imperio de un verano infinito, la interminable batiente de Troya, al son de viejas caracolas y ombligos deliciosamente humedecidos. Así se preparan el amor y la guerra, su principio de amargura y de placer, su frescor de almendras…

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Un sonido que cede impaciente a la oscuridad [sus más íntimos gestos, retorno de lo infinito sobre una mirada que pierde [el ángulo de la luz, el dorso ubicado en un bisel oculto donde los dioses juegan a tener un cuerpo, las calaveras de viejos conocidos se apilan [sonrientes en una fragua de centellas donde el mundo curte las violáceas úlceras [de su indolencia y tierras de caprichos pestilentes se buscan [unos ojos para crecer gusanos; insólita nota musical prendida de tu pecho en el vestido de oscuros lienzos que imitan [un oleaje de realidad entre los sueños, sólo el dulce herir de espumas en contrapunto, 65


cadencia de los malditos, el eslabón que la vesícula [adhiere al alma como un pretexto de sed, una caricia infame que se resuelve súbito presentimiento. Hijos yertos en las mazmorras de la masturbada [alegoría la quema del pabellón de oro, con una hoja de acero naciendo del capullo loto, joya que la sangre [bautiza lo prohibido, lo absurdo… Hay manera de escuchar tus pasos al otro lado [de la muerte donde el abismo a las tinieblas refulge y tu cuerpo se reconoce en floración de cenizas, los relámpagos que naufragan esta ceguera como hombres cuyo rostro extravían las sombras. En un flash de piel, o en la anomalía de ciertas [sensaciones te manifiestas flujo de repentino esplendor con la inquietante textura de lo macabro, en un gimoteo de escalones que las maderas [interpretan o en el repentino extravío de la mirada [de los gatos; vaporosos crótalos que conspiran el silencio, de pronto pasas tu voz callada por mi nuca como el vaho que marca los cristales 66


y en el yacimiento de esta nerviosa ilusión un embrujo mana desde imprecisas fragancias. Toda tú espejismo de ti misma que trastorna [espectros este placer saboteado por mis sentidos, la tierna condolencia de lo sensato yerra cuando soy yo la vívida aparición que teme [tu fantasma.

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Debatido en la alegoría de los labios [que tan ingenuamente besamos o en la usurpación de astros que decaen asfixia [en un rumor de entrañas cuando la húmeda, enloquecida sensación [es la avispa posada en el pétalo encarnado de la coyuntura flor edénicas piromanías en que se resuelven [los densos salivazos biliosas golosinas fluyen surtidor de amargos [corales al gimoteo mortecino, tus pechos entregados como arcos melancólicos venenosa anatomía de verbal diferimiento, [en la gruta aérea el esperpento que no existe es la locura, como refinada matriz [que el fango de la vida pervierte son tus dedos, pardos felinos que la noche amanta

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de toda realidad proscritos y a una fantasía [esclavizados al trémulo peaje de las caricias que resultan flechas {en el arma de un París oscurecido el coito decapitado, las nupcias enfermas, [las opacas marismas excitadas, la espiral venérea y toda constelación enajenada [paisaje que yace mintiendo las propiedades luminosas de aquella dulce, [terrible verdad de tu cuerpo harto ya de su interminable excitación en lo irreal.

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Well, I stand up next to a mountain And I chop it down with the edge of my hand Yeah Jimi Hendrix Zurcida la costra en vano, el angelical ímpetu [de eones aciagos yaces sobre la huella escarlata del delfín, [caminante de los estrobos la frágil medialuna que enloquece en tu vientre [topacios de hojarasca demacrados en la prófuga inmanencia del éxtasis, padecimos la dicha de un nosotros psíquico, [erótica infancia que sueña con las moscas de Belcebú cosidas a tu mirada, [ya rastro de indivisibles disoluciones, manantial donde las mariposas vomitan [aquel verano, como vodka barato tus ojos de un negro místico en arbórea [multiplicidad panteras que usan la noche como una forma [de asaltar el vacío.

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Soy la marca en el linde oscuro de aquellos delirios [flotando aún en el eco de la última canción, donde tu mano solía [ser umbral y sagrado pasaje a la deriva esta ascética necesidad de las sombras [al resguardo de tus piernas como una flama a su moción diluvio, fiera estelar [que la carne adopta la herida en vano y tus labios como un sol [que el atardecer nunca concluye, yerto e inmóvil en la sed insomne que llamamos [tiempo piel como fractales jacarandas en el abismo [de los años, en las ociosas veredas de los días el colapso neural de los suspiros ya todos siendo [su absurdo desencanto antifaces contaminados por la realidad [de sus apariencias, huyo en el clamor venéreo de jubilosas menguas, [harto de infortunios el resplandor de asimetrías salvajes y pirotecnia [de amatorio es este camino que la sangre devora, [este ser tu nombre como un ave de óleo que la luz disuelve invisible.

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Prófugo en astillas las sienes navegantes [de un ensueño sin guarida es tu imagen la vertiente secreta que conspira [en relámpagos mi desgracia, manos que guardan la tumba de oro [en que duermen putrefactos los dioses piezas de un museo que la filosofía devasta [con silencio, un museo cuyas ruinas fundan nuestro [pensamiento y hacen con los hilos de la secreta prosodia el eucalipto boyante en la garganta adolorida [de beatitud de los melancólicos, tanto llanto en íntimas y palatinas veladas [de vampiros que se derrochan antiguos recipientes de azúcar [para colocar el vacío

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donde alguna vez tuvo el mundo su corazón, [parda magnolia decaída deseo, parda como los hijos que la noche prodiga [en mis amores, llantos que provienen de los muertos, como una herencia sagrada de la carne, resonancias que cristalizan en taciturnos corales, ejemplar sangrado de conspicuas doncellas para los argentinos goces de eróticos títeres, enloquecidas maquetas de la voluntad [el gatopardo], afuera de las coyunturas de prístinos vergeles donde la miel es usada a manera de relicario exuda de los dedos el verbo profano y alucinado [que rumian las putas, el verbo de los destrozados, de náufragos [que el olvido cobija como sirenas apolilladas en sus cantos. Antes ver el macabro experimento de orgasmos en el fétido nido que incuban aciagos serafines, resplandor que desangra vírgenes en los socavones [consagrados de estigmas florecidos, labios como dulces que escarlatas envidian vientre en sumidero de doradas arenas, cadencia [que una brisa dionisiaca les usurpa en el sigiloso vaivén de la belleza.

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We’re all unlucky in love sometimes. When I am, I go jogging. The body loses water when you jog, so you have none left for tears. Wong Kar Wai Chungking Express [Todos hemos sido desafortunados en el amor, a veces. Cuando yo soy desafortunado, salgo a correr. El cuerpo pierde agua cuando corres, así no queda agua para lágrimas. Wong Kar Wai Chungking Express] Un batir de alas entre escarlata de légamo [y tenue púrpura extravío como esa tristeza tuya, mientras aguarda [que la desnude un galope de astros, 75


vuelvo a ser ese primer hombre al que ángeles [lascivos extraen la costilla faltante, como un icono de la soledad, el universo sólo me [concibe por tu ausencia ya nada de mi es sino un verso en la arena, [que el viento disipa en velado gesto; no hay imagen, sólo una espesa mancha [de luz que gotea de olvido en olvido ciego resplandor en que aún te tropiezas conmigo, como una lágrima que escapa entre bostezos, ajena al sufrimiento [del que es insignia; porque no todo lo estéril está destinado al fuego, [ni toda higuera cobija al diablo este amor, con su vocación de ilusorio, no puede [convidarme la exquisita, inexplicable sangre de un orgasmo, ni la deshecha hermosura, casi penumbra, [de un recelo indulgente; transcurres en mí como floración de invierno, [insólito éxtasis que nace en sepulcros tu mirada ensueño y tu tacto fantasma, [como muchos han dicho: “soy por nada”, oscuro silencio que las palabras rondan [como tigres sagrados al prófugo fuego, desesperado te busco como la sed al agua [que en espejismo huye y muere resplandor. 76


Te enfrié en el alma de tu cuerpo te congelé en tu vida profunda… Henri Michaux Una especie de luz que desciende ultrajada por la oscura nieve que tan vagamente nos ha cobrado el sueño, la frígida aurora torciéndole los huesos a un ángel, Yo no más… El paso que a la fuga tiende con rostro enfermo la dorada mariposa de los campos de trigo esta ruina circular de los deseos Ya no más cabida a aquellos reptiles que lloraron nuestro silencio, enfriados en la sangre de los muertos hay hilos que escurren de la noche, hilos que inventaron el canto del tzenzontle en la curvatura de un cáliz desgarrado entre corales, como el espíritu santo renaciendo de su excremento Ya no canto, no oigo el relicario de los ecos, las ratas caminan por mis venas y el azufre adopta retoños de carne en mis pulmones 77


acumulé la lluvia entre Venus y un oscuro altar esculpido con el silicio de los martirizados esta es mi cruz que acarician los estigmas de una puta virginizada esta la rosa de botones marchitos donde el resplandor oculta sus ovarios la luz está muerta y soy yo su sepulcro alguno de los dos debía decirlo: “todo pierde su esencia en el sordo tránsito del vacío” tu sonrisa como un rehilete entre dardos que los relámpagos salvan para sus estridentes sacrificios y en el agua que tiembla en el cuenco de tus manos como un animal herido, se ahogan mis lágrimas agua maldita para los labios de nuestra monótona tristeza sal que la herida implora como una forma de seducirse, como un rastro sin principio, la señal destruida que advierte los peligros del orden y el leve presentimiento de arcanos deleites de un lado al otro de este viaje, sabemos que las escorias nos reclamarán y que volveremos a advertirnos, pero todo será diferente. Los buitres no estarán para siempre masticando el costado infinito de nuestras rebeliones, las entrañas derramadas en la delicadísima ceniza de las civilizaciones 78


…ahora lo sabes, todo ensordece en el perdido vacío del tránsito la luz de mis ojos ha muerto y tu serás su sepulcro.

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Or moi, bateau perdu sous les cheveux des anses, Jeté par l’ouragan dans l’éther sans oiseau, Moi dont les Monitors et les voiliers des Hanses N’auraient pas repêché la carcasse ivre d’eau; Arthur Rimbaud El rancio Talmud que de lepra confiere a los jueces su aspecto de arcángel desfigurado. Saturno desciende a reclamar el ocaso, y las mentes de los señores del alaba se cercenan en un mismo crimen que la luz cultiva trastornándose. El piso ajedrezado de tus manos recorre con la ceguera a cuestas, espejos de amatistas ensangrentadas y un puñado de oro convertido en excremento, ese macabro surtidor de pétalos que hieden la demente serenidad de los corderos. Belladona el embrión que deserta orgasmos y desciende imprevista, seductoramente entre las piernas adormecidas de una santa prostituida. Los asnos desbocados en los gritos de vírgenes tartamudas. Apenas despierta al infame gozo de selvático esplendor que brilla corrupto el espinazo, la astral unción de carisma e incienso impregna su aroma a tu vientre. Aquellos labios que 81


a la amapola hurtaron la sangre y a la adelfa el veneno, se consumaron un beso en la vida que tan oscuramente te atragantas. El placer es sĂłlo este dolor incomprendido.

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Resbala el insomnio donde mortaja el alma leopardo los besos en circuitos la jungla el deseo que palpita herida los gusanos fragua los cimientos su triste remero que calavera lánguidos cipreses abortan la yerma, frígida cesura que tus labios un feto al loto devoran tan pálidos, tan bellos, legados de la muerte carnes del suicida ya derramada mineral [de estrellas toda charca en París diamantina, todo podrido [el cielo tu voz que los tigres veneran en llamas marchitos y una especie de mirada que el coyote abriga [tu nombre eres la luz que un licor al pasaje brota abismo astil el veneno que enamoradas tientas prodiga un hilo manso, nudo de angustia y florecido tus ojos ya solares que el céfiro respira 83


en un incendio de títeres, las formas danzan [tu mirada tu danza una forma de mirada que nos extingue un hálito más perfecto que la niebla [y el mármol aburrido por todo resplandor un crepúsculo jadeo [el bermellón piel de vírgenes y lino y cabellos se tormenta la joya el hierro que emerge de abenuz y pétalos [nebulares tu noche cuyo misterio el cuerpo no adivina hombres y sombras por igual esclavos para tu boca confundidos en un mismo acto la mentira y el precioso desasosiego de la revelación la inquieta, oscura verdad saliva los palacios.

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La amé infectado de negras oraciones ella me dejaría fusilar la memoria, la sangría de la cruz un silencio a fondo en el mar encadenado a su ausencia, prometéica tortura donde sus recuerdos fueron tiburones que una y otra vez, incansablemente devoraron mi olvido.

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Sombr铆o dios de las l谩grimas esclavo del cuerpo, a lo largo del dolor, entre mi sangre caliente la noche te bebe, como enigmas que naufragan en el coraz贸n el dulce sendero de tu voz se mueve como un ave invisible, donde una legi贸n de estatuas obsequia [al infinito su tedio.

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Ciega amapola en hermosa locura derramada volvamos al placer con la hostia de tu sexo entre la lengua y el verso, entre lanzas de luz y una flor que se apaga cuando nos olvida la muerte, mis ojos te huelen de pronto, selva mágica hipnotizada por la angustia, el relámpago se cansó de acecharnos, en vano nos pierde el mundo, la errante penumbra de tu belleza diluida en una ebriedad de luciérnagas, nenúfares que tatúan tu vientre, espejo del volcán, rubí nacido en la masturbación de un ángel, mariposa con alas de nube he aquí las arborescencias del vacío un desierto en cada estrella, un bostezo desterrado a las caricias, 89


los instintos de la llama se confunden en tus labios con la nostalgia del sepulturero, he aquí la fuente que viene a lamer [nuestros deseos, mar en una pequeña orquídea perfumada [con suicidios.

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Índice

Luz que lentamente florece… Como yesca, el viento corroe… Ojalá pudiera amarte… Lucifer, dijeron, es un ángel… Esperpento que, por un instante, pretendes… Persianas de intestinos que filtran,… Y vieron, desnudo entre los manzanos… En la oculta llama un dragón,… Insondable abismo bajo las aguas vivas,… Aferrada a un corazón… Pobres viajeros, que cargan el delirio… Estático fluido, espíritu que ahoga… Palabras entre iguanas y moho… El cauce irá cada día más cargado,… Todos los misterios que cualquier verdad… Algo perfectamente artificial… La ausencia es un espejo de llamas… Dragón de púrpura fuego venusiano…

9 11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 35 39 43 47 49 51


Desnuda estará la noche del heraldo… La indomable manada de los años… Restauro la prosaica melodía… Desestructurados en almíbar,… Y fueron nubes tu sueño… Un sonido que cede impaciente… Debatido en la alegoría de los labios… Zurcida la costra en vano,… Prófugo en astillas las sienes… Un batir de alas entre escarlata de Légamo… Una especie de luz que desciende ultrajada… El rancio Talmud que de lepra confiere… Resbala el insomnio donde mortaja el alma… La amé infectado de negras oraciones… Sombrío dios de las lágrimas… Ciega amapola en hermosa locura…

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Esta primera edición de El ángel de la sarna, de José Miguel Lecumberri, número 2 de la colección A prueba del tiempo, que consta de 100 ejemplares, se terminó de imprimir en noviembre de 2011 en los talleres de Sediento Ediciones. Francisco Sarabia, 35. San Cristóbal centro, Ecatepec de Morelos. C.P. 55000. Estado de México. México. Se hizo una preedición de 20 ejemplares con motivo de la XXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2011. La presente edición y la mencionada preedición estuvieron al cuidado de Manuel Pérez-Petit. laus deo



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