Es un concepto del psicoanálisis que parte de que todo fenómeno psíquico tiene una causa y, por lo mismo, también la libre elección o decisión humana, en las que la causa es la fuerza del motivo más potente, o bien la situación interna psicológica determinada por todos los condicionamientos procedentes de la herencia, la biología, la educación, el temperamento y el carácter de la persona que decide o el inconsciente. Freud inicia su concepción teórica suponiendo que no hay ninguna discontinuidad en la vida mental; afirma que nada sucedía al azar; ni aun en el menor de los procesos mentales. Hay una causa para cada pensamiento. Para el psicoanálisis, lo que se oculta está determinado por causas múltiples y su tarea consiste en conocerlas. Al respecto señala que "...el psicoanalista se distingue por una creencia particularmente rigurosa en el determinismo de la vida anímica. Para el no hay en las exteriorizaciones psíquicas nada insignificante, nada caprichoso ni contingente; espera hallar una motivación suficiente aun donde no se suele plantear tal exigencia"
El término trastorno psicosomático se utiliza para referirse a un determinado trastorno físico donde los factores psicológicos juegan un papel importante, es decir, cuando se dan factores psicológicos que contribuyen en diversa medida a la iniciación o empeoramiento de una determinada dolencia o padecimiento físico . Un hecho constatado y bien respaldado por evidencia científica es que cualquier trastorno denominado físico suele implicar igualmente ciertas alteraciones psicológicas, y viceversa; si bien los trastornos psicosomáticos son aquellos en los que los factores psicológicos ejercen una influencia más determinante. En nuestros días los trastornos psicosomáticos toman una gran relevancia, ya que la problemática de la enfermedad física es bastante diferente de lo que era hace unos años. De hecho, antes era muy poco común considerar que ciertas enfermedades, tales como
cáncer, diabetes y enfermedades coronarias, pudieran estar influidas por factores psicológicos. No obstante, recientes investigaciones apuntan a que los factores psicológicos pueden desempeñar un papel esencial en la historia natural de este tipo de enfermedades. De modo que factores como la presencia de estresores ambientales, las estrategias de afrontamiento, las conductas relacionadas con la salud, las características personales y los modos de reacción al estrés han demostrado ser de especial relevancia en este sentido.
Excitante interno continuo que produce, cuando es contestado en forma adecuada, un goce específico. El impulso instintivo trata de alcanzar su fin sin tomar en cuenta los medios, mientras que el instinto estaría dado por una movilización, de modo que el organismo debe valerse de medios adecuados para lograr su fin. Existen dos instintos primarios: Eros y Tanatos. El primero tendería a la reunión, integración, fusión, conservación y creación de nuevas vidas; el otro, motiva al envejecimiento y a la muerte, su finalidad es la destrucción, la desintegración y el aniquilamiento y se pone de manifiesto bajo la forma de sadismo. Freud especuló la idea de que lo único que hacen los instintos de vida, por la forma que actúan, es evitar la muerte accidental y que el instinto de muerte se encuentra en todos los seres.
Los principales exponentes del Psicoanálisis son: Sigmund Freud (1856-1939) quien fue el fundador del psicoanálisis, conocido como el arqueólogo de la mente, nació en Viena (Austria); Jacques Lacan quien el 13 de Abril de 1901 nace en Paris, reinterpreta el inconsciente freudiano; Alfred Adler nace en Viena, (1870 - Aberdeen, 1937) fue un Psiquiatra austriaco a quien las doctrinas de Sigmund Freud sobre las neurosis atrajeron su atención; Carl Gustav Jung quien fue un psicólogo y psiquiatra suizo nacido en 1875 y fallecido en 1961, colaboró con Freud desde 1907 a 1912; Joseph Breuer (1842-1925) quien fue un Médico vienés y colaboró con Freud en los estudios de terapia catártica, y Estudios sobre la Histeria.
La metapsicología se refiere en psicoanálisis a dos conceptos diferentes:
En el sentido lato, designa la forma en que Sigmund Freud aislaba los aspectos teóricos centrales de su teoría psicoanalítica, distinguiéndolos de las definiciones de la psiquiatría clásica de la época, a través del establecimiento de su concepción innovadora acerca de la existencia de una causalidad psíquica con base en el inconsciente. En este primer sentido se orientan las primeras menciones de Freud al término, algunas de las cuales son muy tempranas, en sus cartas a Wilhelm Fliess (más precisamente, las cartas del 13 de febrero de 1896 y del 10 de marzo de 1898) y luego amplía en 1901 en su obra Psicopatología de la vida cotidiana, donde intenta establecer que aunque la metafísica sea el modelo formal de la metapsicología, la última no se circunscribe a la primera.
En un sentido estricto, aparece definido por primera vez de manera precisa en Lo inconsciente, trabajo que forma parte de una colección de escritos de 1915 (Pulsiones y destinos de la pulsión, La represión y Lo incosciente) que se publicó bajo el título de Trabajos sobre metapsicología.1 Aquí Freud describe como análisis "metapsicológico" una manera precisa de ver un proceso, mecanismo o fenómeno psíquico, considerando para su descripción el interjuego de tres aspectos: 1. Cuáles son las fuerzas en conflicto que intervienen en la dinámica de su aparición y desarrollo (aspecto dinámico); 2. dónde acontece, es decir en qué sistema psíquico ocurre (aspecto tópico); 3. cómo cambian las investiduras energéticas, qué ocurre a nivel de la distribución y equilibrio de energía pulsional (aspecto económico).
La historiadora y psicoanalista francesa Elisabeth Roudinesco define la metapsicología de la siguiente manera: «Término creado por Sigmund Freud en 1896 para designar el conjunto de su concepción teórica, y distinguirla de la psicología clásica. El enfoque metapsicológico consiste en la elaboración de modelos teóricos que no están directamente vinculados a una experiencia práctica o a una observación clínica; se define por la consideración simultánea de los puntos de vista dinámico, tópico y económico.»2
Freud, que es el padre del psicoanálisis, con su teoría psicosexual que explica que el comportamiento es controlado por poderosos impulsos inconscientes que en los primeros 12 años se va a desarrollar la personalidad del individuo marcando su vida futura por medio del Psique que es la mente y que la personalidad está formada por tres elementos el Ello que son los impulsos biológicos básicos que se guían por el placer y es inconsciente, las cosas traumatizantes las encierra, si no lo complaciste en el día suele castigarte por medio de los sueños eróticos; el Yo que es la parte consiente que se ocupa del aquí y ahora, utiliza los principios de realidad y el sentido común y es el encargado de mediar entre el Ello y Superyo. El Superyo que se da de manera pre-consiente en base a los valores e ideales de la sociedad o principios morales, cuando se hace algo en contra de estos principios se dice que el Superyo se acuerda y castiga por medio del dolor (te golpeas sin querer, se te caen las cosas, etc.) y cuando te acuerdas de lo que hiciste dejas de sufrir este castigo. Freud también nos dice que en base a ala experiencia que se viva de estas estructuras se desarrollan unos mecanismos para enfrentar la vida llamados “Mecanismos de ajuste” o “Mecanismos de defensa” y que si uno los desarrolla serán tus armas, pero si los usas demasiado se vuelve patológico. Freud estableció cinco etapas en el desarrollo de la personalidad en donde consideró que las tres primeras eran las más importantes ya que es cuando los niños están expuestos a riesgo de fijación, que es una detención en el desarrollo, si recibían poca o demasiada atención en estas etapas y para salir de esa fijación necesitaría ayuda. Esta evidencia de fijación en la niñea se refleja en la edad adulta. Las etapas del desarrollo según Freud son las siguientes y no se pueden brincar, al pasar una etapa se dice que se ha superado, y se pasa a la siguiente.’ Si no se pasa a una etapa se queda con una fijación. Oral (0-1) El bebé busca el conocimiento por medio de la boca ya que es la principal fuente de placer en ellos, es por eso que los bebés todo se lo llevan ala boca; si no se supera la persona va a tender a ser mordaz (que hiere por medio de la boca) o buscan el placer por la boca por ejemplo fumar, tomar, chuparse el dedo. Anal (1-3) La retención y la expulsión de las heces del niño le produce placer.’ La zona de gratificación es la región anal, por eso tienden muchos los niños a llamar a las mamás cuando están en el baño pues lo ven como un regalo salido de ellos para la mamá. Si no se supera la persona será masoquista o tacaña. Fálica (3-5) La atracción sexual de manera inconsciente hacia el progenitor del sexo opuesto produce el complejo de Edipo en los niños y el de Electra en las niñas también se da el complejo de Caín, el niño ya avisa de los esfínteres por costumbre y la zona de gratificación se desplaza hacia la región genital. Cuando no se su supera el complejo se buscará una pareja que sea como su progenitor del sexo opuesto.
Latencia (5-11) En esta etapa se comienzan a mostrar rasgos de las etapas anteriores como por ejemplo las orales, que es cuando los niños empiezan a morder las uñas y pelo, un rastro de anales es cuando comienzan a hacerse del baño en la cama, surge de manera natural e inconsciente la actividad homosexual en el niño, esto es sano y parte del conocimiento y desarrollo, aquí se adoptan los roles de género y se desarrollan los superegos. Se da la supera cuando el niño empieza a fijarse en el sexo opuesto; si no se supera puede caer en homosexualidad. Genital (12- en adelante) Incrementa el deseo por el sexo opuesto y surge la masturbación como una forma de auto exploración y conocimiento. Si no se supera puede caer en una parafília (zoofilia, necrofilia, bisexualidad, ninfomanía, coprofília, transexualidad) o en una desviación sexual (pedofilia, fetichismo, vouyerismo, trasvestismo, sadismo, masoquismo) cayendo en prevenciones sexuales así como aberraciones sexuales.
Según Freud la personalidad humana surge del conflicto entre nuestros impulsos instintivos tendentes a la agresividad y a la búsqueda del placer, por un lado, y los límites sociales que se les impone por otro. La personalidad se construye como un intento de conciliar estas dos instancias buscando la satisfacción de nuestros instintos sin ser víctimas de los sentimientos de culpa o castigo. Para explicar este conflicto Freud construyó unos conceptos teóricos que interactuaban entre sí: el ello, el yo y el superyo. Estos conceptos no tienen que considerarse como poseedores de una verdad objetiva sino más bien como herramientas útiles para la comprensión de la dinámica de nuestro psiquismo. El Ello (Id): Freud, desde el paradigma antropológico del darwinismo, asumió que las motivaciones básicas del hombre no podían ser diferentes a las de cualquier otro animal: autoconservación, agresividad y reproducción; no obstante, estas motivaciones no aparecían tal cual en nuestra vida social, como sí que aparecen en el resto de animales, sino que quedan ocultas, por conveniencias culturales, a un nivel inconsciente. El ello es ese depósito inconsciente de nuestra energía psíquica primaria que busca la satisfacción de esos impulsos biológicos primitivos. Obviamente el ello actúa movido por el principio del placer: busca la satisfacción de nuestros deseos. Pensemos en un niño que en un supermercado coge una bolsa de patatas la abre y empieza a comérsela para vergüenza de su madre; está actuando movido por el principio del placer, busca la mera satisfacción de la necesidad biológica de alimentarse.
Los impulsos del ello son innumerables sin embargo podemos agruparlos en dos grandes instintos primarios: Eros y Tánatos. El impulso de Eros tiende a la reunión de elementos dispersos en una unidad mayor por esto también se le denomina impulso de vida ya que la construcción de nuevas realidades es su meta principal. Por su parte, el impulso de Tánatos busca la disolución de una unidad en un conjunto de elementos más pequeños, se le denomina también impulso de muerte. Para Freud estos impulsos están presente incluso en algunos procesos inorgánicos de la naturaleza (atracción-repulsión, cristalización-disolución, etc.). El deseo de formar una familia, de pertenecer a un grupo social, de construir algo puede ejemplificar el impulso de Eros; por impulso de muerte. Es importante subrayar que Freud no hace una consideración ética de estos dos impulsos, toda vez que este tipo de consideración no es pertinente al pertenecer estos impulsos a una realidad amoral como el ello. Eros no es bueno como Tánatos tampoco es malo, estas consideraciones carecen de valor y fundamento. ¿Acaso el deseo de un hombre de cuarenta años de permanecer bajo la tutela de su mamá es algo bueno? ¿Acaso el deseo de independencia en un joven es malo? Vemos que estas consideraciones carecen de sentido en sí mismas y las valoraciones morales se sitúan a un nivel muy diferente que las valoraciones psicológicas. Además Freud subraya que ambos impulsos se retroalimentan y dependen entre sí. Por ejemplo, un león desea cazar una presa, para ello necesita matarla y digerirla (Tánatos) pero la finalidad de esta acción no es la destrucción en sí sino que quizás sea el mantenimiento del propio organismo o incluso alimentar a las crías (Eros). El yo (ego): A medida que el niño va creciendo va también aprendiendo que sus deseos chocan con el mundo real; esto fuerza al niño a readaptar sus deseos a ese mundo real a través del principio de realidad. Así se construye el yo consciente en el primer año de vida del sujeto, el yo que creemos que somos. Este yo es la parte visible de nuestra personalidad pero las raíces profunda de nuestra identidad permanecen en el lado inconsciente de nuestro psiquismo. Todas las motivaciones conscientes no son más que motivaciones inconscientes transformadas por el super-yo para que el yo pueda conservar incólume su autoconcepto. Un ejemplo típico es el amor sexual; a pesar de la poesía, el arte que lo ensalza, o los sentimientos tan nobles que alimenta, desde la perspectivas psicoanalítica el amor tiene un origen inconsciente en el impulso de la autoperpetuación que aparece en todos los seres vivos; la creación simbólica asociada al amor (la ternura, el afecto, la fidelidad) no son más que velos con los que encubrir su motivación primaria, biológica e incluso fisiológica. El yo se complace en considerar que sus sentimientos se basan en principios nobles y no en un mero impulso de satisfacción instintivo. Los elementos inconscientes son lesivos para el concepto que de sí mismo posee el yo, por esta razón esos elementos inconscientes son reprimidos y no surgen a la conciencia
más que en ocasiones puntuales como sueños y actos fallidos. Los procesos de libre asociación o la interpretación de los sueños del paciente son metodologías terapéuticas propias del psicoanálisis. El super-yo (super-ego): Más tarde en el proceso de desarrollo, a los cuatro o cinco años, el individuo empieza a desarrollar ideales de comportamientos que nos dicen no sólo como debemos de actuar para satisfacer los impulsos del ello (principio de realidad del yo) sino como deberíamos de comportarnos. Así el sujeto va interiorizando y creando una conciencia moral que va más allá de la adecuación práctica de su conducta a la realidad. El super-yo genera un “ideal del yo” que intenta de imponer al propio yo efectivo. El super-yo nace de las exigencias culturales que pesan sobre el sujeto desde su más tierna infancia. La sociedad en su conjunto, pero sobre todo los padres del niño son los que construyen dentro de él esta instancia psíquica. Sentimientos como los de culpa o satisfacción moral son generados en el super-yo cuando este es satisfecho en sus exigencias. Las exigencias del ello (principio de placer) y del super-yo (ideal moral de yo) están en franco conflicto la resolución de este conflicto es tarea del yo que debe mediar entre las exigencias biológicas encarnadas por el ello y las exigencias sociales representadas por el super-yo. En este cruel conflicto la posición del yo es siempre comprometida e inestable: por un lado el ello acosa al yo con exigencias perentorias que precisan satisfacción inmediata, por otro lado, el super-yo reprime esos impulsos e incluso las motivaciones ocultas tras las “nobles” acciones del yo. La salud mental es ese equilibrio inestable entre estas dos potencias.
Cuando se produce el inevitable conflicto entre el ello y el super-yo el yo puede resolver este conflicto de un modo sensato y socialmente admitido o puede no hacerlo. Cuando no se resuelve este conflicto de un modo apropiado surge una patología mental; el yo, en este caso, puede identificarse unilateralmente con las exigencias del super-yo o, por contra, con las exigencias del ello. En un caso se produce la neurosis y en otro la psicosis. Por neurosis Freud entendía un abigarrado número de patologías
mentales que tienen como nexo común que una conducta patológica afectada de estados de profunda culpa, miedo o ansiedad. El lavarse repetitivamente las manos puede ser un ejemplo de esta conducta neurótica que pretende “purificar” de un modo simbólico los aspectos del ello que el yo se afana en ocultar para satisfacer al super-yo. El miedo a los espacios abiertos puede tener el mismo origen: el deseo de proteger al yo ideal de un choque contra el mundo real que le produciría angustia y ansiedad. Otros trastornos como los depresivos pueden caer bajo esta amplia etiqueta de “neurosis” toda vez que en estos trastornos el sujeto desarrolla una continua baja autoestima y un continuo sentimiento de culpa: el super-yo domina la vida psíquica del enfermo mostrándole de continuo su alejamiento de lo que “debería ser” según los estrictos criterios del yo ideal del super-yo. Por psicosis Freud entendía aquellos trastornos en donde el sujeto se exiliaba de la realidad y construía otra diferente a la realidad socialmente admitida. El psicótico tiene alucinaciones y no ve la realidad tal cual nosotros la vemos sino distorsionada por las exigencias del ello que al final llevan al enfermo a un estado de desconexión total con la realidad social y a un profundo sentimiento de soledad. Según el psicoanálisis las psicosis sobreviene cuando el enfermo se ha tenido que enfrentar a hechos dramáticos y frustrantes que le han empujado a cortar sus nexos con la realidad, es decir a abandonar el principio de realidad del yo en aras del principio de placer. El sufrimiento del enfermo psicótico llega cuando percibe la exclusión social y afectiva que conlleva su ruptura con la realidad ordinaria de tal manera que una construcción irreal del mundo que debería satisfacer plenamente al ello desconectado con la realidad se convierte en una pesadilla. Los niños pequeños tienen episódicos comportamientos neuróticos (fobias, angustias, etc.) y psicóticos (amigos invisibles, alucinaciones, etc.) pero estos desajustes son normales en cualquier desarrollo psíquico. El equilibrio entre las exigencias del ello y del super-yo es difícil y alcanzarlo es un proceso complejo con muchos escollos intermedios.
La ansiedad, decía Freud, es el precio que pagamos por la civilización. Como miembros de grupos sociales debemos controlar nuestros impulsos sexuales y agresivos y evitar mostrarlos. Pero a veces el yo teme la pérdida del control en su lucha interna entre las exigencias del ello y del super-yo, y el resultado es una nebulosa oscura de ansiedad desmedida, que nos deja el sentimiento de intranquilidad sin saber cuál es la causa. En esos momentos, según Freud, el yo se protege a sí mismo con mecanismos de defensa. Estas tácticas reducen o reorientan la ansiedad de diversas maneras, pero siempre distorsionando la realidad. Veamos seis ejemplos. El desplazamiento, siguiendo a Freud, desvía los impulsos agresivos o sexuales hacia un objeto o una persona que es psicológicamente más aceptable que el que despiesta los
sentimientos. Los niños que temen expresar enojo contra los padres pueden desplazar este sentimiento pateando a su mascota. Los estudiantes molestos por un examen pueden descargar su malestar contra un compañero. Todos estos mecanismos de defensa funcionan de manera indirecta e inconsciente y reducen la ansiedad al disimular los impulsos amenazantes. Así como el organismo se defiende inconscientemente contra la enfermedad, así también, creía Freud, el yo se defiende inconscientemente contra la ansiedad. La represión elimina de la conciencia los pensamientos y los sentimientos que despiertan la ansiedad. Según Freud, la represión subyace a todos los otros mecanismos de defensa, cada uno de los cuáles oculta impulsos amenazantes y los mantiene alejados de la conciencia. Para él, la represión explica por qué no recordamos el deseo que sentíamos por nuestro progenitor del otro sexo en la infancia. Sin embargo, también creía que la represión suele ser incompleta, que los impulsos reprimidos afloran en los símbolos oníricos y en los lapsus verbales. Siguiendo con la teoría de Freud, también luchamos contra la ansiedad mediante la regresión, es decir, con el retorno a una etapa más temprana del desarrollo infantil. Por tanto, es posible que cuando un niño se siente ansioso por los primeros días de colegio haga una regresión a la etapa oral y empiece a chuparse el pulgar. Los monos jóvenes, cuando están ansiosos, regresan al regazo de su madre o de u sustituto. También los estudiantes universitarios de primer año pueden extrañar la seguridad y la comodidad de su hogar. En el tercer mecanismo de defensa, la formación reactiva, el yo disfraza de manera inconsciente los impulsos inaceptables y aparecen como sus opuestos. En el camino hacia la conciencia, la frase inaceptable “lo odio” se convierte en “lo quiero”, la timidez se vuelve osadía y los sentimientos de inferioridad se transforman en fanfarronería. El mecanismo conocido de la racionalización sucede cuando generamos inconscientemente una justificación para poder ocultarnos a nosotros mismos los motivos reales de nuestros actos. Es así que los bebedores habituales pueden decir que beben con sus amigos “para ser sociables”. [...]
Disociación: se refiere al mecanismo mediante el cual el inconsciente nos hace olvidar enérgicamente eventos o pensamientos que serían dolorosos si se les permitiese acceder a nuestro pensamiento (consciente). Ejemplo: olvidarnos del cumpleaños de antiguas parejas, fechas, etc.
Proyección: es el mecanismo por el cual sentimientos o ideas dolorosas son proyectadas hacia otras personas o cosas cercanas pero que el individuo siente ajenas y que no tienen nada que ver con él.
Negación: se denomina así al fenómeno mediante el cual el individuo trata factores obvios de la realidad como si no existieran. Ejemplo: cuando una persona pierde a un familiar muy querido, como por ejemplo su madre, y se niega a aceptar que ella ya ha muerto y se convence a sí mismo de que sólo está de viaje u otra excusa.
Introyección (lo opuesto a proyección): es la incorporación subjetiva por parte de una persona de rasgos que son característicos de otra. Ejemplo: una persona deprimida quizá incorpora las actitudes y las simpatías de otra persona y así, si esa otra persona tiene antipatía hacía alguien determinado, el deprimido sentirá también antipatía hacia esa persona determinada.
Formación reactiva o reacción formada: sirve para prevenir que un pensamiento doloroso o controvertido emerja. El pensamiento es sustituido inmediatamente por uno agradable. Ejemplo: una persona que no puede reconocer ante sí mismo que otra persona le produce antipatía, nunca le muestra señales de hostilidad y siempre le muestra un cara amable.
Aislamiento: es la separación del recuerdo y los sentimientos (afecto, odio). Ejemplo: un gran amor es asesinado en un incidente. Su pareja narra los detalles con una falta completa de emoción.
Desplazamiento: es la condición en la cual no solo el sentimiento conectado a una persona o hecho en particular es separado, sino que además ese sentimiento se une a otra persona o hecho. Ejemplo: el obrero de la fábrica tiene problemas con su supervisor pero no puede desahogarlos en el tiempo. Entonces, al volver a casa y sin razón aparente, discute con su mujer.
Racionalización: es la sustitución de una razón inaceptable pero real, por otra aceptable. Ejemplo: un estudiante no afronta que no desea estudiar para el examen. Así decide que uno debe relajarse para los exámenes, lo cual justifica que se vaya al cine a ver una película cuando debería estar estudiando.
Identificación: Es lo contrario de la represión. La persona establece aquí una relación entre ella misma y otro personaje o grupo (normalmente con más fama que la persona que utiliza este mecanismo) de forma que participa de la gloria de aquel y evitar sentirnos incompetentes. Se emplea a menudo como una forma de autodefensa en situaciones donde el sujeto se siente totalmente desvalido. Fantasía: Este mecanismo sería algo parecido a soñar despierto, al dar rienda suelta a su fantasía algunas personas escapan de sucesos desagradables Se da cuando la persona, ante la insatisfacción que siente, recurre a la imaginación y experimenta a través de los sueños lo que no puede experimentar en la realidad. Las personas que con mucha frecuencia sueñan despiertas descubren que sus propias creaciones son más atractivas que la realidad.
Sublimación La sublimación en psicoanálisis es un término descrito por Sigmund Freud como uno de los destinos posibles de la pulsión. Se trata de un proceso psíquico mediante el cual áreas de la actividad humana que aparentemente no guardan relación con la sexualidad se transforman en depositarias de energía libidinal (pulsional).1 El proceso consiste en un desvío hacia un nuevo fin. Entre los ejemplos de Freud como nuevos destinos de la pulsión sexual está lo artístico y lo intelectual: Sublimar consistiría en mudar el fin pulsional hacia una actividad desexualizada, intentando su realización, por ejemplo mediante tareas creativas o de prestigio social: arte, religión, ciencia, política, tecnología.
La angustia es la congoja o aflicción. Se trata de un estado afectivo que implica un cierto malestar psicológico, acompañado por cambios en el o rganismo (como temblores, taquicardia, sudoración excesiva o falta de aire). Por ejemplo: “Espero conseguir empleo en los próximos días, no puedo vivir con esta angustia”, “Me genera una gran angustia saber que pronto te marcharás y no volveré a verte en mucho tiempo”, “La semana pasada sentí angustia por la situación, pero poco a poco me fui acostumbrando”. La angustia puede ser una reacción ante el peligro o ante algo desconocido. Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa. En estos casos, el concepto tiene un significado similar al miedo o la ansiedad: “Pasé angustia cuando nos quedamos encerrados en el ascensor”, “Juan sintió angustia con el cambio de colegio”. Otro uso del concepto está relacionado con una situación apurada o un aprieto: “El triunfo le permitió al equipo dejar atrás la angustia y esperar la segunda ronda con mayor optimismo”, “La angustia terminará cuando consigamos una ayuda para afrontar las deudas”. En sus primeros estudios sobre la angustia, Sigmund Freud diferenció entre la angustia realista y la angustia neurótica. La angustia realista es aquella que surge ante un peligro exterior y que supone un incremento de la atención sensorial y la tensión motriz. La angustia neurótica, en cambio, no tiene fundamento exterior, no refiere claramente a un objeto o resulta exagerada ante la objetividad del peligro. Para superar las crisis de angustia, los psicólogos recomiendan aumentar el ejercicio físico, beber mucha agua y evitar la sobrecarga de tensiones.
En el año 1889 consideró a la neurosis, que hasta entonces se vinculaba a la histeria, como el resultado de la fijación de una vivencia inespecífica, intensamente emotiva, que representaba el papel de “causa inmediatrauma”. En 1990 Freud limitó los alcances del concepto de trauma, diciendo que no era una vivencia inespecífica sino que la consideró de origen sexual. Freud creyó también encontrar como causa etiológica de las neurosis obsesivas, un acontecimiento precoz, de carácter sexual, cuya diferencia formal daba origen a la neurosis obsesiva o a la histeria. Es un esquema posterior de la etiología de las neurosis y psicosis, Freud enunció el principio de que las mismas son el negativo de las perversiones, considerando que ambos trastornos solo se diferencian por el hecho de que, en las neurosis, el impulso parcial es reprimido por el yo, mientras que en las perversiones ese impulso es aceptado por dicha instancia psíquica que permite su descarga en el mundo exterior en forma directa. La constitución congénita, modificada por diversos factores, condiciona la constitución visible e invisible del sujeto, la cual solo se hace presente en situaciones de “stress” o de peligro o también durante ciertos periodos de la evolución. Los puntos de fijación así determinados son verdaderos centros de atracción para el libido madura o genital, a los que ésta regresa en cada ocasión que su satisfacción en la realidad está impedida. Pueden asentar en cualquier de las etapas del desarrollo libidinoso que se han estudiado y crean lo que Freud denominó predisposición a la neurosis o psicosis por fijación de la libido.