¡Hola! Mi nombre es Barbara Milicent Roberts y nací en Willows (Wisconsin) el 9 de marzo de 1959. Ese año fui presentada en sociedad en la Feria Internacional del Juguete de Nueva York como la primera muñeca maniquí de la historia, ante miradas de asombro y fascinación. Mi impecable traje de baño a rayas negras y blancas causó sensación. Completaban el look unos elegantes zapatos de tacón, unas gafas de sol y unos pendientes dorados. Mi armario abarcaba una una gran variedad de estilos, desde el de los grandes couturiers parisinos hasta las piezas más sport para afrontar los retos del día a día. Desde entonces, y aunque he llevado a cabo diversas profesiones (una chica debe mantenerse siempre activa), la moda ha sido una de mis grandes pasiones. Cuando comencé mi viaje por este mundo no imaginé que llegaría a vivir tan fantásticas experiencias. He visto nacer y morir tendencias, estilos y prendas; he presenciado grandes revoluciones y he sido musa de varias generaciones de diseñadores. También he tenido el privilegio de conocer de cerca a grandes personas. Transgresoras, visionarias, luchadoras… Todas ellas con un enorme talento y pasión por la moda. Parece que fue ayer cuando estrené mis primeros vestidos, pero han pasado ya más de cincuenta años. Te invito a recordar como han cambiado las cosas desde entonces…
1950 La moda de los cincuenta destacaba por su elegancia y refinamiento. La alta costura se hallaba en lo más alto de su prestigio, y el cumplimiento de las normas del “buen vestir” estaba a la orden del día. Las mujeres usaban guantes y sombreros, así como accesorios para resaltar su estilizada figura. Los rituales de belleza se centraban en la cuidadosa aplicación de productos cosméticos y los peinados lucían impecables, cuidados hasta en el último detalle.
1960 Los sesenta trajeron grandes cambios. Los colores llamativos se impusieron con firmeza, y fui testigo del nacimiento de prendas revolucionarias como la minifalda y el bikini. Los impecables recogidos y cortes de pelo al estilo Hollywood cedieron el paso a largas melenas y sofisticados peinados, que rebosaban naturalidad y frescura.
1970 ¡La década de la libertad! En los setenta nacieron nuevos movimientos sociales y los estilos de vida se diversificaron. Desde el legado del movimiento hippie hasta el boom de la música disco, pasando por el inconfundible estilo de las playas de Malibú. Las faldas “mini” y “maxi” convivían en perfecta armonía, ofreciendo a la moda infinitas posibilidades de combinación.
1980 Los ochenta llegaron cargados de energía. Nacía una nueva era de la imagen alrededor del mundo de la televisión. Fue una época repleta de glamour, con un importante resurgimiento de la alta costura, pero sobre todo fue una década de colores llamativos, hombreras y… rock’n’roll.
1990 La huella de los ochenta permaneció hasta bien entrada la década. Peinados excesivos, grandes complementos y llamativos estampados completaban un look ahora recordado con nostalgia. Durante la segunda mitad de los noventa se vivió un regreso a la simplicidad y la sobriedad, tomando el “menos es más” como principal estandarte.
2000 La llegada del nuevo milenio supuso una auténtica revolución. ¡Nunca antes la moda había estado tan de moda! El jean cobró especial relevancia, convirtiéndose en el rey de los armarios en todo el mundo. Se rescataron estilos y prendas de décadas anteriores, que empezaron a combinarse con las propuestas actuales en una explosión de tendencias que nadie jamás hubiera imaginado.
2012 Tras todos estos años inmersa en el mundo de la moda, siempre atenta a las últimas tendencias y luciendo los looks más exclusivos, sentí que había llegado el momento de dar un paso más. Así que, tomando como inspiración todo lo que durante tanto tiempo me ha rodeado, he decidido emprender una nueva y emocionante carrera. ¡Me ilusiona anunciar que este año voy a cumplir mi sueño de ser diseñadora de moda! Espero que me acompañes en esta aventura. Nos espera un año cargado de sorpresas y mucho glamour. Y recuerda que todo es posible con seguridad en una misma y trabajo duro. “Si quieres, puedes”. ¡Ese es mi lema! Un abrazo, B.