A ti, mujer luz Rosa Amelia Alvarado Roca Mujer, como otra mujer, hoy voy a hablarte, no al oído como un susurro, sino con la voz fuerte de quien ha cruzado montañas y desafiado vientos. Yo te hablo desde lo alto de la vida y desde el fondo de la palabra. Te hablo a ti mujer de alas rotas, a ti tejedora de paja toquilla de manos encallecidas y lomo doblado. A ti, lavandera de las piedras de los ríos, a ti, madre que dejas a tu niño en otras manos mientras trabajas. A ti, maestra campesina que atraviesas gredas y cieno para formar mentes, a ti, la que amanece a preparar comidas ajenas, a ti que percibes menos paga solo por ser mujer. A ti mujer zaherida que te deslizas entre las sombras de los portales, a ti, mujer maltratada, abusada, violentada de casa adentro. A ti, mujer para quien la sonrisa es esquiva, a ti, que ejerces el a veces difícil oficio de ser mujer, hoy te hablo. Y te digo que te perteneces únicamente a ti misma, que eres la mujer sagrada de nuestros ancestros, que eres hoja, semilla y fruto, eres la madre tierra, fecunda, protectora y fértil. Eres viento, río y los cuatro elementos, eres agua de la fuente de la creación, todo nace de ti, todo proviene de ti y eres libre como el colibrí, porque tu vida es solo tuya, tu cuerpo es tuyo, es tu territorio. Eres la mujer sabia que mantiene el equilibrio de la naturaleza, eres la tejedora del espíritu. Eres el viento ígneo del cráter del volcán, tu pensamiento no conoce de barreras, como lo evoca la voz de Virginia Woolf: “No hay cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Mujer, no camines de puntillas, que tu paso sea fuerte y deje huella, no hables en murmullo, ni en voz baja, que tu palabra trascienda, que sea sentencia y fuego y haga historia.
Que la vida siga siendo esa apasionante, magnífica y desafiante aventura, en donde mujeres como ustedes, dejan encendida la luz, que iluminará la senda para muchas otras que aún caminan en puntillas, hablan en susurros y viven tras el silencio de su propia sombra. Mujer guerrera, la que danza con los lobos, tu voz tiene que ser clarinada y tiene que ser escuchada más allá de los confines del planeta, más allá de la montaña, más allá de los muros del silencio y la marginación. Le hablo a esa mujer generadora de vida y le digo: no seas sumisa, no vaciles, no tengas miedo a tus propias ambiciones, son tuyas , ve tras ellas , que nadie ose arrebatártelas, que nadie se atreva a poner muros entre tus sueños y tu destino y si encuentras un muro, derríbalo, porque no eres sombra de nadie, eres luz de ti misma, que nada logre apagarla. Recuerda las palabras del papa Francisco, no permitas que nadie te robe la esperanza. Y esa mujer luz es a quien hoy, con toda modestia, mujeres que no permitieron que nada apague la luz que de ellas emana, ellas lucharon, crearon, escalaron montañas, no sintieron fatiga, no tuvieron miedo, se levantaron una y otra vez en cada caída y lograron crear un espacio admirable en beneficio de la colectividad. A ustedes, Mujeres del año, mujeres resilientes y emprendedoras, les digo gracias por no caminar en vano, por hacer del mundo un mejor lugar para vivir y por asumir ese compromiso de contribuir a crear un mañana más luminoso para la humanidad, desde varios ámbitos del arte, la defensa de la mujer, la ciencia, la tecnología, el deporte y la entrega comunitaria. Que la vida siga siendo esa apasionante, magnífica y desafiante aventura, en donde mujeres como ustedes dejan encendida la luz, que iluminará la senda para muchas otras que aún caminan en puntillas, hablan en susurros y viven tras el silencio de su propia sombra. Con el ejemplo de ustedes, ellas lucharán por alcanzar sus propias ambiciones y entonces, solo entonces, serán libres.