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Todavía estamos a tiempo

La vorágine política por la que, por enésima vez, atravesamos los ecuatorianos nos permite abrigar, otra vez, la esperanza de un cambio. El proceso electoral adelantado para elegir un nuevo o nueva Presidenta de la República y una nueva Asamblea, en papeles, significaría retomar una postura de apoyo a la minería, habida cuenta de que ya de por sí, con solo dos proyectos en producción, es una de las principales fuentes de recursos y de que tiene un potencial enorme de ser la número uno. Con eso en juego, resultaría difícil pensar, salvo algún caso declarado por conveniencia antiminero, que la mayoría de los ocho candidatos a ocupar la silla de Carondelet por el próximo año y medio no vería a la industria minera como una aliada para el desarrollo del país.

Es de esperar que la sensatez y la firmeza del Mandatario o Mandataria que se posesione a finales de este año concentre sus esfuerzos en materia económica en este sector. Ello, por supuesto, sumado a una estrategia urgente de seguridad nacional, ya que, lamentablemente, esta se ha expandido a los territorios, donde proyectos que realizan sus tareas de manera responsable han sufrido ataques permanentes de grupos violentos a los que les cuesta mirar más allá de las narices. Urge cuidar las inversiones, las nacionales y las externas. Urge cuidar los empleos que se pierden cada vez que los trabajadores mineros no pueden ingresar a los campamentos a realizar sus labores. Urge de una vez por todas declarar a la minería como área estratégica. Esa, sin duda, será una carta de presentación muy fuerte del país, de quien llegue a administrar el Ecuador frente al mundo. Un mensaje que se traducirá en amplios beneficios.

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A mediados de julio se realizó la edición número 16 de la feria Expominas. Más de 15.000 visitantes asistieron a ver de primera mano los avances de la industria nacional. Tecnología de punta, explicaciones detalladas de los alcances de los proyectos, en lo económico, en lo ambiental y en lo social, y una serie de paneles mostraron cómo las cosas no solo que están a la altura de cualquier potencia minera mundial, sino que es posible -por qué no- algún día codearse de tú a tú, siempre bajo estándares de extremos cuidados a la naturaleza y a las comunidades en las zonas de influencia. A los candidatos ahora, al Presidente o Presidenta después, una invitación para que conozcan a mayor profundidad de la oportunidad que tienen en sus manos.

Pese a todo, las compañías siguen en pie. Las autoridades han anunciado la posible entrada en producción de al menos dos proyectos más en los próximos dos años. Si bien los cronogramas ya sufren un retraso, porque estas deberían ya estar activas, al menos constituye una ilusión que mantiene viva las ganas de sacar adelante toda esta montaña rusa por la que ha atravesado la minería ecuatoriana, especialmente desde el mandato minero hace 15 años.

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