MTM arquitectos

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MTM ARQUITECTOS Javier Fresneda (1965) y Javier Sanjuán (1964), Arquitectos por la ETSA Madrid 1991, fundan MTM Arquitectos en 1993, trabajando asociados desde el año 1997.

MTM Arquitectos se concibió como plataforma para el desarrollo práctico de los conocimientos teóricos y de investigación que en paralelo desarrollaron sus componentes en la formación académica y en la participación de eventos como conferencias, encuentros y talleres. Han desarrollado su actividad académica como Profesores Asociados de los Departamentos de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Alcalá de Henares, en la Universidad San Pablo CEU y en la Universidad Europea de Madrid. En 2005 la Fundación COAM publicó dentro de la colección Monoespacios un número monográfico sobre la obra de MTM Arquitectos donde Iñaqui Ábalos los describió maravillosamente: “Si Fresneda era, y es, meticuloso, sistemático y reflexivo (....) Sanjuán proyectaba y proyecta siempre una irónica distancia sobre las cosas, casi sardónica, que le permite diseccionar con agudeza datos y estrategias”. Su obra ha sido seleccionada y expuesta de forma destacada en el MOMA de Nueva York 2006, en la Bienales de Venecia 2002 y España 2005 o en el Festival Coreano de Arquitectura 2012. La ampliación de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid es quizá la obra más conocida de su larga trayectoria. Acaban de recibir el “Premio de Arquitectura e Ingeniería con una Accesibilidad ejemplar” convocado por la Fundación Once y el COAM por su edificio Plaza Mayor de la UAM y han sido nominados (junto a Javier Peña de Xpiral) para los Premios Mies de Arquitectura Europea, organizados por la Comisión Europea de Cultura y la Fundación Mies Van der Rohe, por la Plaza de Pormetxeta en Barakaldo. 2


3 Ampliaci贸n del cementerio de Santa Mar铆a de la Alameda


En 1994 a los casi ya 30 años, edad de jubilación deportiva, nosotros muy entrenados en estudios y múltiples concursos…. aún no habíamos tenido la posibilidad de materializar nada definitivamente nuestro más allá que objetos, muebles propios o ajenos. En concursos insistíamos y estábamos acercándonos cada vez más a la delgada “línea roja” cuando una tarde recibimos una llamada del arquitecto de la Consejería de Presidencia de la CAM D. Fernando Espuelas (…) En 1993 habíamos realizado dos concursos abiertos y anónimos para la citada Consejería que tuvieron bastante alcance y repercusión entre los arquitectos madrileños y que a la postre ganarían arquitectos del prestigio de Carlos Puente _Centro Cultural en Guadarrama_ y Pedrosa y Paredes con una de las piezas claves de la arquitectura de la Comunidad de Madrid de final de siglo, el Ayuntamiento de Valdemaqueda, lamentablemente más conocida y reconocida desde que Esperanza Aguirre asertara que ésta era una de las obras por las que habría que reinstaurar la pena de muerte y aprovechando porqué no la de todos los arquitectos de la Comunidad de Madrid. En aquellos años, la Comunidad “más allá del más allá de Madrid se distinguía por haber nos sobrepusimos a estado apostando por arquitectos esa cierta congoja que dignificaran el Patrimonio de la Comunidad y cualquiera inicial ” que se diese una vuelta por los diferentes municipios se encontraba con sorpresas muy atractivas en parajes recónditos, desde edificios institucionales representativos hasta pequeñísimas intervenciones en los ámbitos rurales. Así en nuestra Comunidad surgieron otros organismos como el desaparecido PAMAM que organizó varios concursos entre los alumnos de último ciclo en la Escuela de Arquitectura de Madrid para dar la oportunidad a las nuevas generaciones de construir sus primeras obras en la Sierra Norte de Madrid. Así por ejemplo se construyó el Ayuntamiento, clínica y sala de reuniones 4


Croquis de la ampliación del cementerio de Robledondo.

en Madarcos de Arroyopemjean arquitectos. Nosotros conseguiríamos ganar el concurso en 1.995 para levantar el Centro Cultural de Aoslos. Con las obras a punto de iniciarse se produjo el fatídico cambio de Gobierno con la consiguiente sustitución de los técnicos. Una abogada de Madrid con afinidad al grupo de gobierno, vecina de fin de semana en Aoslos, protestó porque la ubicación del Centro le obligaba a maniobrar su 4x4. No tuvimos respuesta ni consideración alguna. Años más tarde, pasando por allí descubrimos que se había levantado otra construcción. 5


Volviendo a 1993, tras el fallo de los Concursos de Valdemaqueda y Guadarrama, presentamos nuestro curriculum en la Consejería. En los fallos de los concursos siempre echábamos de menos algún comentario respecto a los proyectos presentados y por supuesto estábamos empezando y queríamos saber la opinión de quienes habían valorado las propuestas. Tuvimos la oportunidad primero de ser recibidos y después ser atendidos por el mismo técnico que había organizado los concursos. Fernando Espuelas valoró y reconoció tanto nuestras propuestas como el curriculum y decidió añadirlo a su preciada colección de candidatos. (…) La voz de Fernando sonaba con cierto aire a disculpa, pues como él decía, el proyecto que nos iba a proponer parecía no tener la entidad suficiente que nos merecíamos… Quizás la llamada nos pilló de sorpresa, pues prácticamente se produjo a Ampliación del cementerio de Santa los tres meses de nuestra visita. María de la Alameda Seguramente esperásemos un reto mayor, pero cualquier propuesta la daríamos por válida con tal de demostrar y demostrarnos que ya estábamos preparados para construir nuestras ideas. Se trataba de la habilitación de dos áreas en dos cementerios para facilitar su función principal de enterramiento. Esto nos pareció como empezar por el final y un cierto mal rollo inicial con nuestros futuros difuntos clientes. Pero más allá del más allá nos sobrepusimos a esa cierta congoja inicial y nos acordamos de aquel “liebre por gato”, de las ancestrales estelas funerarias, de Asplund, del magnífico paisaje del lugar para disfrutar en la obra, de la emoción por la continuidad de un proceso hasta su materialización. Y empezamos a trabajar de inmediato más como nos apetecía, desde los minúsculos croquis en cualquier soporte y técnica hasta rápidas 6


Ampliación del cementerio de Robredondo

maquetas de trabajo y collages que perfilaban nuestros primeros montajes. Realmente no hicimos nada muy diferente a lo que seguimos haciendo hoy, más allá de la aplicación en el proceso de las nuevas aplicaciones tecnológicas. Tampoco recordamos algo especial que nos hubiera gustado hacer y que no hicimos. En cualquier momento del proceso proyectual se producen circunstancias que te llevan a tomar decisiones en un sentido u en otro, léase condicionantes normativos, constructivos, económicos que echan por tierra desarrollar intenciones que en un determinado instante parecen bloquearnos al haberse convertido en parte fundamental e irrechazable del proyecto. Cuando además el trabajo se desarrolla en equipo, el efecto aumenta de forma exponencial. Entonces es cuando debemos parar, aprender a escuchar y valorar lo enriquecedor del contraste de ideas y formas de ver complementarias y que se trasladan desde el inicio del proceso hasta el final de la obra. Una obra en este caso que disfrutamos como si fuéramos un día entre semana a andar por el monte. Las visitas de obra, nuestras excursiones, se extenderían más allá del año a consecuencia del lento ritmo, el duro invierno y la distancia

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9 Ampliaci贸n del cementerio de Santa Mar铆a de la Alameda


Aún con la proximidad de los pocos operarios, quizás sí echáramos de menos el haber intervenido in situ con algún oficio, en la colocación de las traviesas, los muros de piedra de junta seca, el lavado del hormigón, las tablillas de los encofrados, la manipulación del zinc… Hoy recordamos aquellos días como especiales ya que sin duda esta intervención supuso la autoconfirmación a nuestra dedicación definitiva por nuestra pasión, la arquitectura y el espaldarazo a un estudio muy pequeño que se llenaría de enorme agitación y productividad avanzando con nosotros durante más de 10 años. Lo mejor… Seguramente, nos quedaríamos con el apoyo institucional, el descubrir como desde un organismo público con la presencia de técnicos muy cualificados, se defendía y valoraba la arquitectura tal y como nos la habían enseñado nuestros maestros en la Universidad. Lo peor… Descubrir prácticamente de seguido que esta posibilidad de conseguir trabajo basada en el aval de una trayectoria reconocida y esa forma de “apoyo cultural institucional” era un reducto que se estaba agotando, que nuestro trabajo y el interés por lo público iba a depender de otros intereses más dirigidos y que las oportunidades sólo surgirían a partir de ese momento a través de los concursos. En cuanto al proyecto y en esa “primera vez” quizás sólo recordemos la honestidad proyectual y material con la definición de dos grandes 10


trazas, una horizontal y otra vertical, la una más funcional con muros de hormigón y piedra y la otra más poética de madera la gran cubierta vertical de zinc. Hace mucho tiempo, ya varios años, en la última visita que recordamos, se había desprendido una chapa de Zinc de la cubierta. Llamamos a Fernando con la intención de que alguien se pasara a realizar la oportuna reparación antes de que la cubierta siguiera sufriendo.

“esta intervención supuso la autoconfirmación a nuestra dedicación definitiva por nuestra pasión, la arquitectura”

Ese es el último recuerdo; hubo varias visitas anteriores, con amigos, familia y compañeros. Siempre es grato compartir el resultado de tanto esfuerzo y dedicación, parece casi imprescindible.

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MEMORIA Ampliación del cementerio de Robledondo Una actuación de mínimos. Contenedores escalonados se adaptan a un terreno que obligatoriamente tienen que “contener”. Uno de piedra sin retacar donde el terreno permite ser excavado con facilidad a una cierta profundidad, construye un límite horizontal sin elementos intermedios, con piedras de canto prolongando el muro de contención y tres cipreses aislados que compensan su horizontalidad. El otro, más elevado, se tiene que levantar sobre la roca de cimentación. De hormigón encofrado sobre las mismas tablas que conforman la caja de madera. que como mirador al cielo. se incrusta en su remate superior. Las traviesas de ferrocarril formalizan los escalones que salvan los desniveles entre los contenedores y dibujan los límites perimetrales entre los túmulos ya acondicionados.

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Ampliación del cementerio de Santa María de la Alameda Desde la distancia en la ladera, bajo el pueblo, observamos cuatro cedros enmarcados por un muro gris enfoscado y en un extremo una caseta arruinada entre zarzas. Dentro, las tumbas se disponen alineadas a favor de la pendiente. Las más antiguas, humildes cruces metálicas, alguna losa de piedra desgastada, más desordenadas sobre el manto vegetal. Las actuales de granito más historiadas, se suceden agotando el suelo entre flores artificiales. Sólo queda libre la banda superior, donde la roca no permite una excavación fácil e inmediata. Se habilitan bancadas que contienen tierra sobre muretes de hormigón y traviesas de ferrocarril. Estás además dibujarán las alineaciones y íineas de replanteo. En las zonas de tránsito, grava y losas de hormigón lavado. Se rehabilita el grueso muro derruido de entrada acabado ahora con revoco terroso, y sobre él, en la esquina, se alza una pirámide de zinc truncada, habilitando así un espacio de recogimiento, más aislado, para lo último y lo primero, que en la distancia emerge dialogando con los cedros.

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