Documentos a favor del milagro. I

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El primer siglo guadalupano El culto a la Guadalupana entre 1531 y 1648

Uno de los mejores estudiosos de la historia y características del Culto Guadalupano en el siglo XVI es el sacerdote franciscano Fidel de Jesús Chauvet, a quien citaremos frecuentemente en este tema. La importancia de este tema radica -como señala el mismo p. Chauvet-, en señalar que en su primeros tiempos, la Guadalupana recibía culto tanto de los indios como de los españoles, cosa importante para descartar la idea de que la Guadalupana era sólo "devoción de los indios". Tampoco fue, como otros dicen, adaptación hecha no por los indios sino por los españoles, y más concretamente los frailes. Ya lo comentamos en lo relativo a la Evangelización de México, y añadimos que el Suceso Guadalupano tuvo un significado claro y convincente para los indios, pero invisible para los españoles, desconocedores de las expresiones pictóricas indígenas. Se utiliza un intervalo de tiempo de 117 años (1531 a 1648), porque diversos críticos antiguadalupanos han propuesto el inicio de la tradición guadalupana en el año de 1648, con la publicación de la obra Imagen de la Virgen María Madre de Dios Guadalupe, del jesuita Miguel Sánchez.

Datos sobre el culto antes de 1556 Como señala el p. Chauvet, es necesario fijar un periodo anterior a 1556, un periodo de 25 años que transcurren entre 1531 y 1556. El motivo de esto es que algunos de los testimonios guadalupanos del siglo XVI parecen sugerir el inicio del culto guadalupano en el año de 1556. No hay ningún testimonio que afirme claramente que antes de 1556 no había tal culto, pero aún así es necesario presentar pruebas que aclaren que el culto guadalupano se remonta a años anteriores a 1556, que empezó, pues, a poco de efectuadas las apariciones de Santa María en el Tepeyac. Pasamos a ellas. 1537: -El testamento de Bartolomé López: Ya mencionado en el capítulo de Documentación Española, en el que Bartolomé López, vecino de la villa de Colima, deja en su testamento dos disposiciones distintas de que se recen por su alma misas -bajo la advocación de Guadalupe-, y en la segunda hace mención de "la casa de Ntra. Sra. de Guadalupe". Al ser dos mandas distintas, es casi seguro que se refieran una a la Guadalupana de Extremadura y otra a la Guadalupana de México, pues como argumenta el p. Jesús García Gutiérrez, no tendría sentido repetir una misma voluntad en dos mandas distintas. 1539: -Carta de pago de María Gómez: Este testimonio también lo mencionamos entre los españoles. En esta fecha, en la misma villa de Colima, María Gómez presenta esta carta de pago, de la cual interesa especialmente la cláusula que dice: "Ítem: que pago a la Casa de Nuestra Señora de Guadalupe e a su procurador en su nombre ciento e un pesos de oro de minas. Dio carta de pago dellos." También cabía la posibilidad de que se tratara de la Virgen de Guadalupe de Extremadura. Pero el caso es que en México no hubo procurador del santuario extremeño antes de 1560. Luego el procurador al que hace referencia la Carta de pago era el del santuario del Tepeyac.

Nota: Con esto entendemos que a escasos años de las apariciones, la devoción por la Virgen de Guadalupe ya existía en Colima, ciudad bastante lejana de México -en términos del siglo XVI-, sobre todo si se toma en cuenta que muchos colonizadores de Colima salieron de México, lo que da una idea de la importancia del culto en la misma ciudad de México.

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1544: -La peregrinación al Tepeyac en 1544: En el Nican Motecpana se relata cómo en 1544 los franciscanos del colegio de Tlatelolco emprendieron una peregrinación al Tepeyac debido a la disminución de sus alumnos indios por causa de la peste, lo cual constó además por una pintura en el santuario que colocaron como exvoto los alumnos del Colegio, entre los cuales se contaba Antonio Valeriano. Sin fecha, pero anterior a 1547: -El Teponaxcuícatl o cantar del indio Plácido: Este canto, ya mencionado entre los testimonios indios, se encontró en un manuscrito anónimo titulado Cantares Mexicanos, y se remonta a antes de 1547 porque habla de un Obispo y un Obispado de México. Recordemos que hasta 1547 fray Juan de Zumárraga fue elevado a Arzobispo de México, título que ostentan todos sus sucesores. Así que el único Obispo de México que ha habido ha sido fray Juan de Zumárraga. 1550 o antes: -Bernal Díaz del Castillo: El testimonio del famoso cronista se conserva en la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Terminó su obra en 1568, en Guatemala. Pero consta, según su misma Historia, que estuvo por última vez en México en 1550. Aquí sólo copiaré el texto del capítulo 210 de su obra, en el que indirectamente muestra ser testigo presencial del culto guadalupano antes de 1550: "Miren las santas iglesias catedrales, y los monasterios donde hay frailes dominicos, como franciscanos y mercedarios y agustinos, y miren qué hay de hospitales, y los grandes perdones que tienen, y la santa iglesia de nuestra Señora de Guadalupe que está en lo de Tepeaquilla, donde solía estar asentado el real de Gonzalo de Sandoval cuando ganamos a México, y miren los santos milagros que ha hecho y hace cada día, y démosle muchas gracias a Dios y a su bendita madre Nuestra Señora..." Por lo tanto, sabemos que antes de 1550 el culto guadalupano era ya destacable por causas de milagros atribuidos a la Guadalupana, que tienen mayor peso porque Bernal Díaz no era muy crédulo en cuestiones de milagros. 1554-1556: -La ermita construida por el Arzobispo Montúfar: El 24 de junio de 1554, a seis años de la muerte del sr. Zumárraga, tomó posesión su sucesor, el dominico Fray Alonso de Montúfar. El nuevo arzobispo tomó ciertas disposiciones relativas a la jurisdicción de los franciscanos sobre varias iglesias de la ciudad. Les quitó la jurisdicción de las iglesias de San Pablo e Iztacalco, por ejemplo, y también de la ermita de Tepeaquilla (la de Tepeyac). Los franciscanos no estuvieron muy conformes, porque así ya no podrían vigilar el culto guadalupano, que para algunos era sospechoso (veremos adelante a Sahagún y a Bustamante). Lo anterior consta en la Carta del 15 de mayo de 1556, en la compilación Cartas de Indias, publicada en Madrid en 1877. Otra compilación, Papeles de Nueva España, de Francisco del Paso y Troncoso, publicada en 1905, contiene un testimonio del capellán D. Antonio Freyre, quien escribiendo en 1570, habla de que el arzobispo Montúfar fundó una ermita en el Tepeyac hacia 1556. Nota adicional: Me parece pertinente citar aquí las palabras del primer antiaparicionista cuyas objecciones destacaron en la sociedad de su tiempo, y que hoy sigue recibiendo particular atención por parte de los estudiosos guadalupanos. Me refiero al cronista de Indias D. Juan Bautista Muñoz, quien escribió en 1794 una Memoria sobre la apariciones y el culto de Nuestra Señora de Guadalupe, en la cual, haciendo referencia al culto del Tepeyac dice (Memoria, no. 26): "Condescendió Roma en cuanto pudo razonablemente, autorizando y extendiendo un culto muy general que contaba con dos siglos de antigüedad. El cual dado que a los principios engendrase alguna sospecha, respecto de los neófitos recién convertidos, es de creer se depuró en las siguientes generaciones, y fue siempre puro respecto de los españoles y sus descendientes en ambos mundos. Empezó sin duda a pocos años de la conquista de México. Alude a él Bernal Díaz del Castillo, uno de los conquistadores, y si bien escribía bastantes años adelante, pero habla como de cosa recibida y corriente por algún tiempo. El segundo arzobispo de México, don fray Alonso de Montúfar, que llegó a su diócesis por junio de 1554, ya encontró muy difundida la devoción a la Virgen de Guadalupe venerada en una ermitilla a donde acudía la piedad de los fieles con tales limosnas que le sufragaron para costear una decente iglesia, y consignar anualmente seis dotes de a trescientos pesos para casar

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huérfanas". Vemos aquí a uno de los impugnadores de la aparición reconociendo y afirmando que el culto guadalupano no solo es anterior a 1556, sino también iniciado "a pocos años de la conquista de México", que muy bien pueden ser los 10 años que transcurren entre la caída de Tenochtitlán y las apariciones en el Tepeyac.

1556: El caso Bustamante, las Informaciones del Arzobispo Montúfar El documento a estudiar, Las Informaciones de 1556 Este documento con paleografía del siglo XVI, que ha sido descalificado por algunos historiadores -debido a que el conflicto Montúfar-Bustamante no aparece registrado por otros escritores del siglo XVI-, fue publicado por primera vez en 1884, por el Canónigo José Antonio González, con el título Santa María de Guadalupe, Patrona de los Mexicanos. La verdad sobre la Aparición de la Virgen del Tepeyac., Guadalajara, 1884. Nota: El historiador Edmundo O´Gorman se opuso a contar esta publicación, por ser sólo un breve extracto de las Informaciones, y no el documento completo (en Destierro de sombras..., p. 267. El bibliógrafo José Ma. Ágreda y Sánchez informa a unos editores españoles en Carta de 1888, que dicho documento estaba inédito en el archivo del Arzobispado de México. Esta carta se encuentra al inicio de una edición de las Informaciones hecha en 1888, con un pie editorial falso de Madrid, Imprenta La Guirnalda, con el título Información que el Arzobispo de México D. Fray Alonso de Montúfar mandó practicar con motivo de un sermón que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora (8 de septiembre de 1556) predicó en la capilla de San José de Naturales del Convento de San Francisco de México su provincial Fray Francisco de Bustamante, acerca de la devoción y culto de Nuestra Señora de Guadalupe. La editó por tercera vez el obispo de Cuernavaca Fortino Hipólito Vera, en su La milagrosa aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, comprobada por una información levantada en el s. XVI, Amecameca, 1890. En 1891 el canónigo antiaparicionista Vicente de Paula Andrade hizo una segunda edición de la edición de 1888, pero ampliándola, con notas tendenciosas y antiguadalupanas copiadas en buena parte de la Carta de Joaquín García Icazbalceta. Otra edición apareció en 1952, con el título J. García Icazbalceta, Alonso de Montúfar y P. F. Velázquez: Investigación Histórica y Documental sobre la Aparición de la Virgen de Guadalupe de México, ediciones Fuente Cultural, México 1952. El mismo Fray Fidel de Jesús Chauvet publicó las Informaciones en El Culto Guadalupano del Tepeyac, sus orígenes y sus críticos en el siglo XVI, Edit. Tradición, 1978. Y en 1982 la volvieron a publicar Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda, en Testimonios Históricos Guadalupanos, F.C.E. Lo interesante de las Informaciones de 1556 es que han sido bien recibidas tanto por aparicionistas como por antiaparicionistas. Los primeros lo reciben como un testimonio del culto guadalupano en el siglo XVI que confirma su importancia y extensión a pocos años de las apariciones. Los antiaparicionistas interpretan la Información como una prueba de que las apariciones fueron negadas tempranamente y de ellas sale la proposición de que el indio Marcos Cipac pintó la imagen, proposición que sostienen algunos críticos modernos.

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Los hechos de 1556 Por el documento citado, y por los testigos de las Informaciones, sabemos que el 6 de septiembre de 1556, el arzobispo de México, fray Alonso de Montúfar, pronunció un sermón en la Iglesia Mayor en honor de la Virgen de Guadalupe. Su discurso empezó con el versículo bíblico de Mateo 13:16: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. En su discurso, comparó a la Guadalupana con la Virgen de Montserrat, de la Peña de Francia y de Loreto. Habló de la gran devoción que la ciudad había tomado a la Virgen de Guadalupe, indios y españoles. Consta en la Información que el día 8 de septiembre fue a la ermita del Tepeyac a explicar a los indios que la devoción no se hacía a la imagen sino a la persona de la Virgen María. (declarado por el testigo Juan de Salazar). Es de lamentar que no tengamos en algún documento el Sermón del sr. Montúfar; pues lo que dijo en dicho sermón sólo se conoce por lo que declaran los testigos en las Informaciones. El martes 8 de septiembre de 1556, dos días después del sermón de Montúfar, se celebraba la fiesta de la Virgen de Guadalupe, de acuerdo a la costumbre de celebrar las advocaciones marianas el día de la Natividad de María (8 de septiembre). Los franciscanos celebraron como todo mundo este festejo, en su Convento de San Francisco, y ahí, en la Capilla de San José de Naturales, concurrió mucha gente a la Santa Misa, entre ellos -según la Información, oidores de la Real Audiencia. El sermón fue pronunciado por el Provincial Franciscano Fray Francisco de Bustamante, quien después de hacer elogio de la Virgen, se refirió específicamente a la Guadalupana. Dicen las Informaciones: En México, martes ocho días del mes de septiembre de mill e quinientos e cincuenta e seis años, estando en misa mayor, en la iglesia del s(eñ)or S(an)to Francisco y capilla de Sant Joseph, presidentes e oidores de la Real audiencia e mucha gente ansi de hombres como mujeres, después de se aver cantado el credo, el maestro Bustamante, Religioso de la dicha orden se subió en un púlpito que para el dicho efecto estaba puesto junto a la Reja del altar e con un patio de seda blanco e colorado, predicó de n(uest)ra Señora e su natividad; y estando en el dicho sermón e aviendo dicho la mayor parte del, paróse e dixo mostrando el rostro atemorizado y parándose mortal, que él no era devoto de nuestra Señora. Lo qual entiendo que dixo por no alabarse, que si por alguna cosa que dijere se quitase a la menor vejezuela la devoción, que tal no era su intención y que no lo haría como Chr(ist)iano; pero que le parescia que la devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de(uest)ra Señora, que han intitulado de Guadalupe, (es) en gran perjuicio de los naturales porque les daban a entender que hacia milagros aquella imagen que pintó un indio, e así que era dios y contra lo que ellos avian predicado e dioles a entender, dende que vinieron a esta tierra, que no avian de adorar aquellas imágenes, sino lo que representaban, que está en el cielo; demás que allí se hacían algunas ofensas a Dios nuestro Señor, según que era informado, e la limosna que se dava, fuera mejor darla a pobres vergonzantes que hay en la ciudad; y, aunque no se sabia en que se gastaban, y que mirasen los que allí iban lo que se (ha)acian, porque era en gran perjuicio de los naturales; y que fuera bien al primero que dixo que hacia milagros, le dieran cien azotes e al que lo dixere de aquí adelante sobre su ánima le diesen doscientos, caballero en un caballo, y que encargaba mucho el examen deste negocio al visorrey e audiencia, y que aunque el arzobispo dixese otra cosa, que por eso el Rey tiene jurisdicción temporal y espiritual y esto encargó mucho al audiencia; y también dixo que no era bien predicarlo en púlpitos, primero que estuviesen certificados en ello e de los milagros que se decía avia hecho; avia muchas personas de calidad presente. Un visitador del Arzobispado redactó un resumen de esta parte del sermón, y al día siguiente, con resumen en mano, el arzobispo Montúfar levantó una Información jurídica en contra de Bustamante. Para declarar sobre el sermón de Bustamante, se llamó a 8 testigos: el bachiller Puebla, capellán del virrey y de la Real Audiencia, Juan de Mesa, Marcial de Contreras, Gonzalo de Alarcón, Juan Salazar, procurador de la Real Audiencia, bachiller Francisco Salazar, abogado de la Real Audiencia, Alonso Sánchez de Cisneros, balanzario de la Casa de Moneda y Alvar Gómez de León. Días más tarde fue interrogado también Juan de Masseguer. De lo que informaron los testigos se sabe que el culto guadalupano ya estaba muy difundido

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en México, a poco más de 25 años de las apariciones, pudiendo hacerse estadísticas aproximadas del crecimiento del culto entre 1531 y 1556, para tener una idea aproximada de cómo continuó creciendo el culto desde 1556 a 1648 (casi un siglo), y así, a qué grado se veneraba a la Guadalupana cuando apareció el libro del p. Miguel Sánchez. Pasamos a unos extractos de lo declarado por los testigos: *Testigo Juan de Mesa: Dijo este testigo, que ha oído decir que después de concluso el sermón, que hubo escándalo y corrillos de gentes, y que ha oído murmurar de lo que predicó el dicho provincial, y que a Bustamante, clérigo, le oyó decir que parecía o que era contrario a lo que su señoría Ilma. había predicado: y que ésta es la verdad para el juramento que hizo. *Testigo Juan de Salazar: Dijo este testigo como vecino que es de esta ciudad, por el trato y conversación que en ella tiene, vio de mucho tiempo a esta parte, así en tiempo del sor. arzobispo pasado como del presente, ir mucha gente a las huertas, así hombres como mujeres, y a ellas llevar muy buen repuesto de comida y cena, donde en algunas partes este testigo se halló, vio jugar y hacer otros excesos, y que después acá que se divulgó la devoción de nuestra Sra. de Guadalupe ha cesado mucha parte de lo que tiene dicho, y que ya no se platica otra cosa en la tierra si no es ¿dónde queréis que vamos?, vámonos a nuestra Señora de Guadalupe: que le parece a este testigo que está en Madrid, que dicen: vamos a nuestra Sra. de Atocha y en Valladolid a nuestra Señora del Prado, y que a lo que tiene entendido este testigo, que ha sido muy gran bien y mucho provecho para las ánimas haberse principiado la devoción de nuestra Sra. de Guadalupe: donde los que van hallan continuamente misas que los fieles y devotos mandan decir, y algunos días de fiesta sermones: y esto es lo que sabe y firmolo de su nombre. *Testigo Marcial de Contreras: Otro sí dijo, que en la ciudad hay gran escándalo, a lo que este testigo ha oido, de lo que el dicho provincial predicó; y que seria bueno enviarlo a España; y que esta es la verdad. Y fuele leido y rectificóse en ello; y dijo que otras cosas dicen por ahi que dijo, las cuales no oyó este testigo; porque como oyó lo que dicho tiene, dijo entre si: esto parece que va con pasión, no lo quiero oir; y saliose de la iglesia. Y firmólo de su nombre. *Testigo Bachiller Puebla: dijo que es verdad que alli en la iglesia y después en la ciudad ha habido grande escandalo, sobre las cosas que el dicho provincial predicó, y asi muchas personas escandalizadas, de lo que habian oido, venian a preguntar a este testigo que le parecía; y que les decia que no bien y que habia sido escandaloso. *Testigo Francisco de Salazar: A la sexta pregunta dijo que lo que sabe es que el fundamento que esta ermita tiene, dende su principio, fue el titulo de la Madre de Dios, el cual ha provocado a toda la ciudad a que tengan devoción, en ir a rezar y encomendarse a ella, y de fuera de esta ciudad. Estando este testigo en la dicha ermita, asi españoles como naturales, ha visto entrar en ella con gran devoción y a muchos de rodillas, dende la puerta hasta el altar donde está la dicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Y éste le parece fundamento bastante para sustentar la dicha ermita, y querer quitar la tal devoción, seria contra toda cristiandad y esto sabe este testigo, porque después que esta devoción está en la dicha ermita, se han quitado los paseos que ordinariamente se solian tener, dende esta ciudad a las huertas de ella, donde muchos españoles, por irse a holgar y, algunas veces, a hacer ofensas a Dios Nuestro Señor, como es público y notorio, dejaban de oir misa, domingos y fiestas de guardar. Y de presente este testigo ha visto que toda la plática y conversación que en esta ciudad se trata, entre los devotos de la Madre de Dios, solamente es que vayan a rezar y encomendarse a ella; y lo tienen por devoción muchos ir a caballo y otros a pie; y en ello hay muy gran continuación en la distancia de camino que hay, dende esta ciudad a la dicha ermita; porque alli oyeron sermones y misas y no solamente las personas que sin detrimento de su edad y sin vejación de su cuerpo pueden, van a Pie, pero mujeres y hombres de edades mayores y enfermos, con esta devoción van a la dicha ermita. Y ansimesmo este testigo ha visto que los niños pequeños que tienen entendimiento, como ven a sus padres y a otras personas tratar de esta devoción, importunan mucho que los lleven alli; por donde notoriamente se colige sustentar la dicha ermita y devoción, será en gran pro y utilidad de esta república; y lo contrario seria quitar el mantenimiento del ánima, y asi parte de la vida. Y esto responde a esta pregunta.

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Más adelante declara el mismo Francisco de Salazar: dijo que por respeto del escándalo que hubo con la contradicción que hizo; y de presente no se trata otra cosa, sino decir: Aunque pesa a Bustamante, hemos de ir a servir a Nuestra Señora donde quiera que su imagen esté; y, contradiga él la devoción cuanto quisiere, que antes es dar a entender que le pesa de que vayan españoles alli, y, de aqui adelante, si ibamos una vez, iremos cuatro; y por estas causas han perdido muchas personas la devoción que tenian con los sermones del dicho fray Francisco de Bustamante. *Testigo Gonzalo de Alarcón: Preguntado si sabe que en esta ciudad ha habido grande escándalo por un sermón que predicó Fray Francisco de Bustamante, provincial de San Francisco contra la devoción de la dicha ermita. Dixo que este que declara no estuvo en el dicho sermón, pero que a muchas personas de las principales de esta ciudad y a Oidores ha oido tratar y tratado con ellos del dicho sermón, y todos los que de él han tratado y trataban, les pareció muy mal y que no eran palabras las que dijo que se habian de decir especialmente en púlpito, porque se alteraron las personas más principales que estuvieron en el dicho sermón. Y que esta la verdad para el juramento que tiene hecho; y fuéle leido y retificóse en ello y firmólo de su nombre. *Testigo Alvar Gómez de León: Preguntando si ha ido alguna vez a visitar la dicha imagen de Nuestra Señora en la dicha ermita y si sabe y ha visto el gran concurso de gente y devoción con que todos visitan a la dicha imagen y dan sus limosnas, dijo que es verdad que ha ido alli una vez y que topó muchas señoras de calidad que iban a pie y otras personas, hombre y mujeres, de toda suerte a la ida y a la venida; y que alli vio dar limosnas hartas y que, a su parecer que era con gran devoción, y que no vio cosa que le pareciese mal, sino para provocar a devoción de Nuestra Señora y que a este testigo, viendo a los otros con tanta devoción le provocaron a más y que le parece que es cosa que se debe favorecer y llevar adelante, especial que en esta tierra no hay otra deboción señalada, donde la gente haya tornado tanta devoción, y que con esta santa devoción se estorban muchos de ir a las huertas, como era costumbre en esta tierra; y agora se van alli donde no hay aparejos de huertas ni otros regalos ningunos más de estar delante de Nuestra Señora en contemplación y devoción, de la manera que van en Madrid, a Nuestra Señora de Atocha y, como en muchas partes este testigo ha visto ir los cristianos a otras casas de devoción que están una, dos y más leguas. Y asi dice este testigo que en lo que el dicho padre predicó y tocó en los loores y alabanzas de Nuestra Señora, le contentó y lo predicó muy alta manera y que en contradecir la devoción de la dicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, le pareció que se desacataba algo contra Su Señoria Rma. y que ésta es la verdad para el juramento que tiene hecho. *Testigo Juan de Masseguer: Preguntado si, en esta ciudad, generalmente hay gran devoción con la dicha imagen que está en la dicha ermita, dixo que todo el pueblo a una tiene gran devoción en la dicha imagen de Nuestra Señora y la van a visitar con gran frecuencia de gente y devoción con que va a visitar a Nuestra Señora de todo género de gente, nobles ciudadanos y indios, aunque sabe que algunos indios han atibiado en la dicha devoción, porque los frailes se lo han mandado, según el dicho fray Luis dixo a este testigo. Y dice más que el dia de Nuestra Señora de la Natividad próximo pasado predicó en Sant Francisco, en la capilla de San Josef, fuera, fray Francisco de Fustamante (sic), provincial de la dicha orden de San Francisco, algunas cosas contra la devoción de la dicha imagen y habiendo predicado un sermón maravilloso y divino de Nuestra Señora; por mostrarse, después, contra la devoción de la dicha imagen de Nuestra Señora, hubo gran escándalo en el auditorio y lo ha habido en la ciudad. Y ha oido a muchas personas de calidad decir que mostró pasión y que se habian escandalizado; y que este testigo dice que el dicho Bustamante ha perdido mucho el crédito que tenia en esta ciudad y que, por lo que el dicho Bustamante dijo contra la dicha imagen, no ha cesado la devoción, antes ha crecido más y que cada vez que alli este testigo, ve alli más gente de la que solia. Hasta aquí los testigos de las Informaciones.

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Con lo que encontramos, según las Informaciones de 1556, que el culto a la Guadalupana era ya público y notorio en 1556, a un cuarto de siglo de las apariciones, y según la declaración del último testigo (Juan Masseguer), dicha devoción estaba en crecimiento. Por la misma Información, sabemos que fue suspendida y nunca se realizó proceso de condena a Bustamante, sólo se le envió un tiempo "desterrado", al convento de Cuernavaca, de donde regresó para ser nuevamente Provincial en 1560. Parece ser, por lo tanto, que Bustamante y Montúfar llegaron a un arreglo conciliador. Antiguadalupanos como Vicente de Paula Andrade pretendieron esgrimir estas Informaciones contra el milagro, también García Icazbalceta las califica de "terribles" contra la aparición, añadiendo que "la lectura más superficial de la información del Sr. Montúfar, sin otra prueba, deja en el ánimo una convicción absoluta de que la historia (de la aparición) fue inventada después...". Sin embargo, la Información trata de lo dicho por Bustamante, y no hay mención alguna de la historia de las apariciones, pues entre las preguntas hechas a los testigos no estaba alguna en que preguntaran el origen directo y tradicional de la devoción guadalupana. Se preguntó por lo que Bustamante había dicho sobre el fundamento de tal culto, y si Bustamante había escandalizado con su sermón. Nada sobre el origen del culto. Esta Información que estiman de ese modo los antiaparicionistas, puede darles algunas sorpresas: -Que los antiaparicionistas aceptan la verdad histórica del caso Bustamante con un solo documento que lo afirma; luego es inconsistente negar las apariciones aludiendo insuficiencia documental, siendo que hay no uno, sino muchos documentos que las afirman. -Que la afirmación de que la imagen original "la pintó el indio Marcos" no tiene más testigo que Bustamante, y que su testimonio, apasionado y libre de juramento, es insuficiente para probar la aseveración. -Que el culto guadalupano no data de 1556, pues ya estaba muy extendido en ese año, y ya existían costumbres y peregrinaciones colectivas a dos décadas y media de las apariciones.

El culto guadalupano después de 1556 En la segunda mitad del siglo XVI encontramos más testimonios de culto guadalupano, que son importantes para verificar el contenido de las Informaciones de 1556. Vamos a mencionarlos: 1558: -El caso de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin: Quetzalmamalitzin, señor de Teotihuacán, bisabuelo de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, tuvo en 1558 un conflicto con el virrey don Luis de Velasco, por cuestiones de la sustitución de los franciscanos por agustinos. Se salvó del castigo virreinal y lo atribuyó a la intercesión de la Virgen de Guadalupe, a quien había invocado en el peligro. El caso está registrado en el Nican Motecpana, y lo confirma fray Jerónimo de Mendieta en Historia Eclesiástica Indiana, p. 384, callando lo relativo a la Guadalupana; silencio que se ve, sin embargo, roto por el testamento del propio Quetzalmamalitzin, que se conserva en el Archivo General de la Nación. 1561: -Quejas del cabildo eclesiástico de la ciudad de México: Por la administración de la ermita del Tepeyac, algunos canónigos llegaron a acusar al arzobispo Montúfar con el rey Felipe II, en una carta fechada el 14 de febrero de 1561, contenida en el Epistolario de Nueva España, t. IX, documento n. 498. Dicen los quejosos: "A media legua de la ciudad está una ermita que se dice de Nuestra Señora de Guadalupe, en la cual por ser muy devota se hacen muchas limosnas que tienen juntos más de diez mil pesos... (El Arzobispo) tiene usurpados mucha cantidad de pesos de oro de una ermita que está junto a esta ciudad, de la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, a donde concurren muchas personas por la gran devoción que tienen con ella y hacen muchas y calificadas limosnas de doscientos a trescientos marcos de plata".

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He aquí otro testimonio de que en 1561, a 30 años de las apariciones, el lugar era "a donde concurren muchas personas por la gran devoción que tienen con ella...". 1562: -Censo de Martín de Aranguren: Hay algunos datos sobre el manejo de los fondos del santuario del Tepeyac realizados por el arzobispo Montúfar. Don José Patricio Uribe encontró entre los papeles de Lorenzo Boturini. El documento, de 1597, contiene hechos que Uribe fijó en 1562, y en ellos habla Martín de Aranguren, quien había sido mayordomo de fray Juan de Zumárraga, y quien habla de cómo había recibido dinero de parte de Montúfar para las obras de la iglesia: "Por razón y por compra de ellos me dio y pagó el Muy Ilustre y Reverendísimo Señor D. Fra. Alonso de Montúfar, Arzobispo de Méjico del Consejo de Su Majestad, que está presente, como patrón y fundador que es de la dicha casa (de Nuestra Señora de Guadalupe de Tepeaquilla), mil pesos del dicho oro común, que procedieron de la ganancia que su Señoría Rvma. para hacer bien a la dicha casa, quiso beneficiar en cierto azogue que, con los dineros de la dicha casa, compró y lo dio a ciertos mineros para que beneficiasen en sus minas; y lo que con él se interesase, fuera para la obra y servicio de dicha casa, y ansí parece que, sacado el principal (o capital) de lo que costó el dicho azogue, que se volvió a entregar a los mayordomos de la dicha casa, se ganaron en ellas los dichos mil pesos del dicho oro, los cuales Su Señoría me entregó en plata y reales que los montaron y valieron, de los cuales me doy por contento y pagado y entregado a toda mi voluntad" Según este testimonio, sabemos que hubo mayordomos en las primeras décadas de culto guadalupano. Explica también que llegaban muchas limosnas al santuario, lo cual permite intuir por qué en el testamento del obispo Zumárraga no se menciona la ermita de Tepeaquilla, que no necesitaba dinero del obispado siendo que recibía muchas limosnas. También entendemos parte de las críticas de fray Francisco de Bustamante y fray Luis de Cal al sr. Montúfar; pero la iglesia levantada en el Tepeyac, que Miles Phillips describiría como "magnífica", demuestra en qué empleó las limosnas el sr. Montúfar. 1566: -Fiesta y comida en la nueva iglesia: Aquel dinero que reclamaban los canónigos a Montúfar estaba destinado, como decimos, a la construcción de una nueva iglesia del Tepeyac, a la que ya se refiere el alguacil indio Juan Bautista en su Diario, donde compila varias noticias, entre ellas las solemnidades de ese año en el Tepeyac, traducidas y publicadas por Ángel María Garibay Kintana en Temas Guadalupanos I. Anales Indígenas, en p. 36-64: "Domingo 15 de septiembre de 1566, entonces se celebró la octava de Nuestra Madre Santa María de la Natividad, y entonces se celebró la festividad, en Tepeyácac, de Santa María de Guadalupe. Allí estuvo presente Villaseca, quien mostró una imagen de Nuestra Madre, que es toda de plata... y a él se debió como también la casa donde reposan los enfermos (hospital). Estuvieron presentes las autoridades: los Oidores, y también el Arzobispo, y todos nosotros los indios. Villaseca ofreció una comida a los Oidores y autoridades y les informó cómo se hizo la Iglesia de Tepeyácac". El padre Chauvet anota que en esta noticia no se menciona al virrey, lo cual concuerda con el hecho histórico de que en septiembre de 1566 no había virrey en la Nueva España. En cuanto a la importancia del culto guadalupano, vemos que va creciendo (35 años después de la aparición), al punto de que ya no es una ermita, sino una Iglesia (más respetable en cuanto a construcción), con una imagen de plata. 1566: -Visita devota del tercer virrey, don Gastón de Peralta: Según los Anales de Juan Bautista, ya citados, el 17 de octubre de 1566, a su llegada a México, el tercer virrey, quien era el Marqués de Falces, Gastón de Peralta, antes de entrar en la capital se detuvo en el Tepeyac a visitar a la Virgen, y pasó la noche en el santuario. Puesto que no se sabe si don Antonio de Mendoza o don Luis de Velasco hayan hecho lo mismo, es posible que Peralta iniciara la costumbre de "hacer noche en Tepeaquilla", como refiere fray Juan de Torquemada en Monarquía Indiana I, 5, 27. El testimonio interesa porque demuestra que el culto era de tanto de indios como españoles, y de estos, aun de los más encumbrados.

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1568: -El testimonio del pirata inglés Miles Phillips: En 1567, el corsario inglés John Hawkins -quien después participaría en la destrucción de la "Armada Invencible", salió del puerto británico de Plymouth con destino a África, y desde ahí tomó rumbo a América para comerciar con esclavos negros. Al verse amenazado por los huracanes del Caribe, decidió internarse en el Golfo de México, y en la costa de Veracruz desembarcó parte de la tripulación. Entonces Hawkins advirtió que una flota española venía a darle caza -en dicha flota venía de España el nuevo virrey, Martín Enríquez de Almanza-. Para huir, Hawkins tuvo que abandonar a sus hombres que estaban en tierra, quienes fueron capturados por los españoles y llevados a la Ciudad de México; entre ellos se encontraba un hombre llamado Miles Phillips. Phillips (protestante) apuntó en un Diario muchas de sus observaciones sobre la ciudad de México; estas fueron publicadas por Richard Hayklut en 1600 y también se conservan en el Archivo General de la Nación, Ramo Inquisición, t. 54. Dice así: "A otro día de mañana caminamos para México, hasta ponernos a dos leguas de la ciudad en un lugar donde los españoles han edificado una magnífica iglesia dedicada a la Virgen. Tienen allí una imagen suya de plata sobredorada, tan grande como una mujer de alta estatura, y delante de ella y en el resto de la iglesia hay tantas lámparas de plata como días tiene el año, todas las cuales se encienden en las fiestas solemnes. Siempre que los españoles pasan junto a esta iglesia, aunque sea a caballo, se apean, entran en la iglesia, se arrodillan ante la imagen y ruegan a Nuestra Señora que los libre de todo mal, de manera que, vayan a pie o a caballo, no pasarán de largo sin entrar en la iglesia y orar como queda dicho, porque creen que si no lo hicieran así, en nada tendrían ventura. A esta imagen llaman en español Nuestra Señora de Guadalupe. Hay aquí unos baños fríos que brotan a borbollones como si hirviera el agua, la cual es algo salobre al gusto, pero muy buena para lavarse los que tienen heridas o llagas, porque dicen que ha sanado a muchos. Todos los años, el día de la fiesta de Nuestra Señora, acostumbra la gente venir a ofrecer y rezar en la iglesia ante la imagen y dicen que Nuestra Señora de Guadalupe hace muchos milagros". Ya estudiando este testimonio, no vemos que Phillips hable de la tilma estampada con la Virgen, mientras que nota y elogia los artículos de plata, entre ellos la imagen de la Virgen que -como dice Juan Bautista en sus Anales- dio don Alonso de Villaseca al santuario en 1566. Lógica actitud viniendo de un pirata. Por los datos aportados por Phillips sabemos que en 1568, a 12 años de las Informaciones levantadas por el sr. Montúfar, el culto seguía pujante; el inglés detalla que aun los españoles que pasaban a caballo por el Tepeyac se apeaban y entraban a postrarse ante la Virgen. De la iglesia levantada por Montúfar y sus colaboradores, comenta que es "una magnífica iglesia". 1568: -Asistencia del Arzobispo y canónigos a la fiesta de la Virgen en el Tepeyac: En el 2o. Libro de Cabildos de la Catedral de México, citado por el p. Jesús García Gutiérrez en Primer Siglo Guadalupano p. 82, consta que a partir de 1568 hubo asistencia de canónigos a la solemnidad de la Virgen del 8 de septiembre, en la iglesia del Tepeyac. 1568: -Llegada a México del cuarto virrey: El cronista del siglo XVI Juan Suárez de Peralta terminó de escribir en 1589 su Tratado del Descubrimiento de las Indias, publicado en Madrid en 1878. En dicha crónica habla del recorrido que hizo don Martín Enríquez de Almanza, el cuarto virrey de la Nueva España desde Veracruz hasta la ciudad de México, y dice: "A cada pueblo que llegaba le hacían muchos recibimientos, como se suele hacer a todos los virreyes que a la tierra vienen, y así llegó a Nuestra Señora de Guadalupe, que es una imagen devotísima, que está en México, como dos legüechuelas, la cual ha hecho muchos milagros (aparecióse entre unos riscos, y a esta devoción acude toda la tierra), y de allí entró en México...". Vemos aquí dos cosas importantes: que el culto guadalupano era muy fuerte (llama "devotísima" a la imagen), y dice que a su devoción "acude toda la gente", y también habla claramente de APARICIÓN, al decir "aparecióse entre unos riscos".

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1570: -Descripción del Arzobispado de México: En 1569, el Consejo de Indias, a través de don Juan de Ovando, solicitó al arzobispo Montúfar una descripción de su arzobispado. Montúfar envió pues, cuestionarios a todas las iglesias y parroquias del arzobispado para recabar la información y enviarla a España. La misma instrucción fue dada al capellán de la iglesia del Tepeyac, don Antonio Freyre, quien redactó una información sobre la "ermita Montúfar", y la descripción del arzobispado fue enviada a Europa, y ahora se conserva en el Archivo General de Indias, (AGI), S. Audiencia de México, legajo 280. Algo curioso es que varios impugnadores, encabezados por Icazbalceta, sostuvieron la afirmación simple y llana de que en la descripción "para nada se menciona a la ermita de Guadalupe" y aún afirmó Icazbalceta tener un original de dicha Descripción. Pero en dicho original impreso, en la página 390, está la mención de la ermita del Tepeyac. No hay por lo tanto, mayor utilidad a los antiaparicionistas en este documento. Antes de 1572: -Catecismo testeriano firmado por Fray Pedro de Gante: Entre los documentos del primer siglo del Virreinato se conservan varias cartas del gran misionero franciscano fray Pedro de Gante, pero en ninguna de ellas habla fray Pedro del culto guadalupano ni del acontecimiento de 1531. No se tienen tampoco las cartas de fray Pedro en las que rechaza la mitra episcopal a la muerte de Zumárraga, y de las que habló fray Diego Valadés. No se podría decir exactamente qué opinaba el padre Gante del culto guadalupano, pues faltan varios documentos suyos. Dos de los testigos en las Informaciones Jurídicas de 1666, Marcos Pacheco y Juan Juárez, hablan de haber visto en el dormitorio de la iglesia de Cuautitlán una pintura de la Virgen con Juan Diego y Juan Bernardino y en la pared, una pintura de un religioso franciscano a quien llamaban "fray Fulano de Gante" o "el padre Gante". Pero pasamos al documento que nos interesa: en la Biblioteca Nacional de Madrid existe el original de un Catecismo testeriano (en figuras), del cual se publicó una edición facsimilar en 1970 por el Ministerio de Educación y Ciencias. Entre dichas figuras, hay una Virgen muy similar a la Guadalupana, de manto azul y túnica rosa. Por la firma de fray Pedro de Gante al final del Catecismo, sabemos que fue realizado entre 1531 y 1572 (año en que murió Gante). Como testimonio de culto permite saber que entre los discípulos de fray Pedro, en la escuela franciscana de San José de los Naturales, había culto y devoción a la Guadalupana, pues ellos hacían estos catecismos testerianos para enseñar a otros indios. 1572: -Testamento de Sebastián Tomelín: Este testamento, dado en Puebla de los Ángeles, da una idea de la devoción a la Guadalupana en las ciudades cercanas a México, de las cuales Puebla era -y sigue siendo- de las más importantes. Mayores datos sobre este documento están en el capítulo dedicado a la Documentación Europea. 1572-1573: -Investigación de los jerónimos del santuario guadalupano de Extremadura: La popularidad y difusión de la Virgen de Guadalupe de México llegó a llamar la atención de los frailes de la Orden de San Jerónimo que custodiaban el santuario de la Guadalupana Española, en Cáceres, Extremadura. En 1572 enviaron a un comisionado, fray Diego de Santa María, a investigar las iglesias, santuarios, ermitas, etc., que se habían dedicado en las Indias a la Guadalupana. Fray Diego llegó a enviar cartas el rey Felipe II, pidiendo derechos sobre las limosnas del santuario del Tepeyac y que estimaba eran para su monasterio. En una carta del 24 de marzo de 1573, ubicada en Historia de la Iglesia en México, del p. Mariano Cuevas, el buen jerónimo escribe: ...han hecho olvidarse a la gente de esta tierra totalmente de la devoción a aquella santa casa de Guadalupe (de Extremadura)... en este tiempo poco menos que todos las hacen (las mandas) a Nuestra Señora de Guadalupe extramuros de México, lo cual parece bien por las cláusulas de los testamentos que se han hecho y hacen". Fray Diego propuso que se instalara una casa comisional de jerónimos de Extremadura en Chapultepec, en la misma ciudad de México, para tomar a su cargo los ingresos de la iglesia.

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En caso de negarse este proyecto, pedía que se le quitara al santuario el nombre de "Guadalupe". 1575: -Una carta del virrey Martín Enríquez de Almanza al rey Felipe II: Como resultado de las gestiones de fray Diego de Santa María, Felipe II pidió al virrey Martín Enríquez de Almanza que le suministrara informes sobre la susodicha iglesia de Tepeaquilla llamada de Guadalupe. La misma petición hizo el monarca al entonces arzobispo don Pedro Moya de Contreras -sucesor de Montúfar-, pero no se tiene la respuesta del prelado. La respuesta del virrey, en cambio, se conserva y ha sido publicada. En ella, el virrey hace más referencia al origen cronológico de la devoción guadalupana que a su extensión, pero contiene interesantes elementos: Lo que comúnmente se entiende, es que el año de 55 ó 56 estaba allí una ermitilla, en la cual estaba la imagen que ahora está en la iglesia, y que un ganadero que por allí andaba publicó haber recobrado salud, yendo a aquella ermita; y empezó a crecer la devoción de la gente, y pusieron nombre a la imagen, de Nuestra Señora de Guadalupe, por decir que se parecía a la de Guadalupe de España; y de allí se fundó una cofradía, en la cual habrá cuatrocientos cófrades... A este testimonio añadimos el del capellán don Antonio Freyre, quien como vimos envió datos sobre la ermita para la descripción del Arzobispado de México, y habla de una "fundación de la ermita por el arzobispo (Montúfar)", y que esta "fundación" tuvo lugar hacía unos "catorce años", los cual nos sitúa en 1556. Recordemos que los Anales de Juan Bautista fijan la fecha de la aparición en 1555, los de Chimalpaín en 1556, los de México y sus contornos nuevamente en 1556. Por lo tanto, llegamos aquí a lo que decíamos al principio del artículo. Estos años de 1555 y 1556 tienen un lugar especial en la historia guadalupana. Combinando los testimonios del virrey Enríquez y del capellán Freyre, encontramos que el primero habla todavía de la ermita, mientras el segundo habla de la iglesia y de su construcción por el arzobispo Montúfar. Luego el testimonio del virrey se refiere a las fechas anteriores a la construcción de la iglesia. Tenemos que hacer hincapié en los testimonios del culto anteriores a 1556, para evaluar unos con otros. 1576: -Petición de indulgencias a Roma: Desde 1573 fue nombrado arzobispo de México don Pedro Moya de Contreras, como sucesor del sr. Montúfar. En 1576, mediante unas Constituciones de Tepozotlán destinó las limosnas que recabara el santuario guadalupano a dotar a doncellas huérfanas o de escasa fortuna. Más tarde, en 1576, solicitó al Papa Gregorio XIII la concesión de indulgencias a los fieles que visitaban la iglesia del Tepeyac (La petición del arzobispo de conserva en el Archivo Secreto del Vaticano, A.A. Arm. I-XVIII 1824.). El Papa las concedió por diez años, junto con indulgencias para la Catedral, con el fin expreso de evitar que los fieles acudieran más al Tepeyac que a la Catedral, lo cual da una idea de cómo la iglesia de Guadalupe rivalizaba con la Catedral en cuanto a asistencia de fieles. 1577: -Testamento de Elvira Ramírez: Similar al de Tomelín, pero de la villa de Colima, por el cual se mandan rezar cinco misas en la iglesia del Tepeyac.

Testimonio y silencio de los franciscanos sobre la Virgen de Guadalupe Uno de los puntos más importantes a considerar en este tema, es la actitud de los frailes de San Francisco con respecto a la Virgen del Tepeyac. Es falso que "todos los franciscanos del siglo XVI no sólo dudaron del milagro guadalupano, sino que lo negaron abierta y francamente", como dice Francisco De la Maza (El guadalupanismo mexicano, cap. 1, p. 25). Los franciscanos residentes en Europa tal vez ni siquiera hayan oído hablar de la Virgen mexicana. Y entre los franciscanos de México, ninguno -a excepción del p. Bustamante- negó abiertamente el milagro. Aquí es más conveniente desarrollar el tema por nombres propios, de los franciscanos más destacados del siglo XVI, y de si hablaron o callaron respecto del hecho guadalupano.

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-Fray Juan de Zumárraga: El primer arzobispo de México fue, según el Nican Mopohua, el prelado a quien la Virgen quiso comunicar su mensaje, y para ello le envió la señal de las rosas y la imagen estampada en el ayate de Juan Diego. ¿Qué dijo sobre tal evento el sr. Zumárraga? Lamentablemente, ningún documento del sr. Zumárraga -entre los que se conservan-, habla del milagro; tampoco consta en la biografía de Zumárraga elaborada por García Icazbalceta, ni en tres biografías del mismo arzobispo publicadas en la página web del Directorio Franciscano. Algunos impugnadores, como el mismo Icazbalceta, hablan de un catecismo avalado por Zumárraga, aunque no escrito por él, llamado Regla Cristiana, de 1547, en el que él y otros impugnadores leen una negación del milagro, a saber, la frase "Ya no quiere el Redentor del mundo que se hagan milagros". Esto, no siendo original de Zumárraga, no alcanza a darnos una idea de lo que pensaba aquel prelado sobre el asunto en cuestión. Hemos de citar para el efecto a las Informaciones jurídicas de 1666 levantadas para pedir a Roma el oficio y la misa de Ntra. Sra. de Guadalupe, donde el testigo p. Miguel Sánchez declara: "Y juntamente tuvo noticia este testigo, por habérsela dado el dicho Licenciado Bartholome García de que le había dicho el doctor don Alonso Muñoz de la Torre, Deán que fue de esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de que habiendo ido a visitar al Ilustrísimo señor Arzobispo don fray García de Mendoza de la Orden de San Jerónimo, que a lo que se acuerda gobernaba este Arzobispado por los años de seiscientos y uno, y había visto que Su Señoría Ilustrísima estaba leyendo los autos y proceso de dicha aparición, con singular ternura, y que así se lo había manifestado y declarado a dicho Señor Deán". Ese auto y proceso corresponderían, según la pregunta formulada a Sánchez, a lo que dispuso el señor Zumárraga después de verificarse la estampación de la Virgen en la tilma. Es reforzado por el testimonio de Cayetano Cabrera y Quintero, quien en 1746 publicó su obra guadalupana Escudo de Armas de México, en donde afirma que: "Fuese así o no, hay noticia participada por el R. P. fray Pedro de Mezquía, franciscano apostólico, de que en el convento de Victoria en que tomó el hábito el señor arzobispo Zumárraga, vio y leyó, escrita por este prelado a los religiosos de aquel convento, la aparición de Ntra. Sra. de Guadalupe". Como constata el p. José Luis Guerrero, la Congregación para la Causa de los Santos exigió que se le demostrara la veracidad de esta afirmación de Cabrera y Quintero, y con ella la de fray Pedro de Mezquía. Preguntó la Congregación por la vida del tal "padre Mezquía", dificultando bastante el trabajo de los postuladores, pues el susodicho "Mezquía" era en realidad Fray Pedro Pérez de Mezquía, y se pudo averiguar que efectivamente estuvo en el convento franciscano de Vitoria, donde fue bautizado y donde tomó el hábito. Que en 1715 llegó a México, que viajó dos veces a España (en 1738 y 1744), y murió en México en 1764. Y aún así, la Congregación dio al dato la categoría de "indicio", no de "prueba", con su severa (y necesaria) cautela. Aunque no tenemos pues, testimonio del sr. Zumárraga, sí sabemos que antes del arzobispo Montúfar, ya existía una "ermitilla" en Tepeaquilla, y que Montúfar a su llegada encontró ya muy difundido el culto guadalupano. Esto demuestra que Zumárraga no fue hostil al guadalupanismo -como veremos en otros franciscanos- y le dio además un impulso inicial con la ermita -y hay por lo tanto, suficientes elementos para afirmar que, si bien no fue para él un gran milagro, sí le dedicó atención propia y suficiente. -Fray Pedro de Gante: No era español, sino flamenco, y fue uno de los primeros franciscanos que llegaron a México en 1523, fundador de la Escuela para indios en el convento de San Francisco de México. De los documentos que dejó se conservan algunas cartas, así como catecismos para los indios, pero en ninguno de ellos da testimonio sobre las apariciones guadalupanas. Sólo podemos citar, de su parte, aquel catecismo de figuras firmado por él, y que contiene una imagen muy similar a la Guadalupana, además de ser representado en Cuautitlán junto a la Virgen, Juan Diego y Juan Bernardino, como declararon los testigos indios de 1666 Xuárez y Pacheco.

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-Fray Toribio de Benavente "Motolinía": Vino a México en 1524 con los 12 "apostólicos", y fue uno de los más destacados evangelizadores de la Nueva España. En ninguna de sus obras habla de la Guadalupana, aunque en su Historia de los indios de Nueva España hace constar de manera muy clara la conversión masiva de los indios después de 1531. -Fray Francisco de Bustamante: Provincial de los franciscanos en 1556 y nuevamente en 1560, no fue cronista, ni escribió alguna obra notable. Su importancia en el tema radica en ser el único franciscano (y en general, personaje del siglo XVI), que negó claramente el milagro guadalupano, al afirmar acaloradamente que la imagen era obra del indio Marcos Cipac. Su sermón contra el arzobispo Montúfar fue recopilado en las Informaciones de 1556 que ya estudiamos antes. -Fray Bernardino de Sahagún: Fue con mucho, el más completo y detallista compilador de la cultura náhuatl, con su copiosa obra Historia General de las Cosas de Nueva España. En su obra hace referencia dos veces a la Virgen de Guadalupe, al final del libro XII, en el apéndice sobre supersticiones, donde dice: "Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían los naturales hacer muy solemnes sacrificios y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeyácac, y los españoles llamaban Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre" Para Sahagún la devoción guadalupana de parte de los indios, es si no diabólica, por lo menos sí sospechosa, y más adelante declara que no es su opinión quitar la devoción guadalupana a los indios, sino encauzarla al cristianismo, pues él creía que ellos confundían a la Guadalupana con su antigua diosa Coatlicue-Tonantzin. Los estudiosos más modernos pueden decir ahora que los indios no pudieron caer en tal confusión, pues la Virgen se presentó a ellos como madre de Ometéotl (una figura que entre los indios ni siquiera existía). El testimonio de Sahagún da fe de la difusión del culto guadalupano entre los naturales y españoles, al añadir que la devoción se llamaba "de Guadalupe". -Fray Jerónimo de Mendieta: Llegó a México en 1554, y fue, al igual que Motolinía, uno de los principales evangelizadores de principios del Virreinato. Escribió su Historia Eclesiástica Indiana, en el que trata extensamente la obra de los frailes entre los indígenas. En su obra no habla ni de las apariciones guadalupanas ni del culto en el Tepeyac que había notado Sahagún y que había condenado Bustamante. Mendieta da testimonio, en cambio, de una relación tirante entre el arzobispo Montúfar y los franciscanos, en una Carta conservada en la Biblioteca Nacional de París y publicada por García Icazbalceta en Cartas de religiosos. Además Mendieta confirma una noticia contenida en el Nican Motecpana, y es el conflicto de los vecinos de Teotihuacán con el virrey Velasco, a quien pedían misioneros franciscanos en vez de agustinos, y donde uno de los protagonistas fue Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, sumamente devoto de la Guadalupana. -Fray Alonso Ponce: Fue visitador de los conventos franciscanos en México, nombrado para ese cargo y llegado a Nueva España el 28 de septiembre de 1584, inspeccionó Santiago Tlatelolco y luego, de camino a Ecatepec pasó por el Tepeyac. Sus secretarios redactaron una Relación breve de las andanzas de Ponce, publicada en Madrid en 1887, y donde constatan: "Volviendo, pues, a Santiago Tlatilulco, donde quedó el p. Fray Alonso Ponce, comisario general de la Nueva España, de camino ya para la visita de aquella provincia de México, es saber que, llevando en su compañía a su secretario, y para que le ayudase, a un fraile de la provincia de Guatemala, llamado Francisco Salcedo, buena lengua mexicana, predicador y de buena pluma, a fray Juan Cano, el lego atrás dicho, salió de dicho convento algo de mañana, martes 23 de julio del año de 1585, y pasando un pedazo de la laguna de Méjico (de quien adelante se tratará), por una calzada de piedra de media legua, en que se pasan muchas acequias por puentes de madera, pasó últimamente una muy grande, por un puente de

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piedra, junto a la cual está un poblecito de indios mejicanos y en él, arrimada a un cerro, una ermita e iglesia, llamada Nuestra Señora de Guadalupe, adonde van a celebrar y tener novenas los españoles de Méjico, y reside un clérigo que les dize misa." Aquí encontramos otra vez testimonio del culto en el Tepeyac, "al que acudían los españoles". Según la Relación que citamos, fray Alonso Ponce pasó de largo frente a la iglesia, y no se detuvo en ella, bien sea por lo temprano de la hora -que estuviera cerrado el santuario-, o bien porque tenía noticia de las sospechas de idolatría de parte de Sahagún. -Fray Juan de Torquemada: Cronista franciscano que copió muchos datos de fray Jerónimo de Mendieta, redactó una voluminosa obra llamada Monarquía Indiana. En ella habla del culto guadalupano, pero de manera muy casual, muy secundaria, similar a la de Sahagún, pues habla también de la Tonantzin (dos veces), y la relaciona con el lugar donde estaba la iglesia de la Virgen de Guadalupe. Como se ve, por los testimonios -sólo citamos a los principales-, no hubo un "silencio" universal de parte de los franciscanos. Pero en general, encontramos en ellos poco entusiasmo por la devoción guadalupana y aún abierta hostilidad, como en Bustamante y Sahagún. Se han dado varias explicaciones del por qué de esta actitud franciscana, y muchos apologistas concuerdan en las mismas. Aquí mencionaré para mayor interés al mismo p. Chauvet, quien siendo franciscano y guadalupano, se ve obligado a explicar la actitud de sus hermanos de hábito, para lo cual propone varias causas: La primera es la cuestión de los santuarios e imágenes específicos. Los franciscanos vivían la resistencia cerrada de los indios a dejar su religión y sus costumbres, y por lo tanto, tendían a creer idólatras a todos. Por lo tanto, eso de que los indios asistieran en gran cantidad, muy fervorosos, a un santuario particular, como era la ermita del Tepeyac, a fortiori tenía que despertar sus sospechas y en general, su frialdad con respecto al culto llevado a cabo ahí. La segunda es el Erasmismo, nombre que se da al pensamiento general emanado de las ideas del humanista Erasmo de Rotterdam. Estas no eran protestantes -el mismo Erasmo era amigo del catoliquísimo Tomás Moro-, pero sí contenían elementos como la utilización de las Sagradas Escrituras entre el vulgo, imitación de las prácticas de la Iglesia Primitiva, y además poca simpatía por las procesiones y romerías, buscando una religión más interior que exterior. Muchos frailes de Nueva España, entre ellos Zumárraga, fueron simpatizantes del Erasmismo, y hubieron de vivir el cambio de la era pretridentina a la postridentina. Con ello, muchos frailes no querían estimular el tipo de culto como era el guadalupano, enfocado a dirigirse a un santuario específico. La tercera es el conflicto entre Montúfar y Bustamante, que representaba un choque de concepciones diversas en cuanto a metodología misionera, pues el sr. Montúfar estimulaba la devoción guadalupana mientras que los franciscanos procuraban frenarla -cosa en la que ciertamente fracasaron-, y no es extraño que chocaran contra Montúfar, de quien dice Mendieta: "no ha habido tigre para con nosotros más fiero", como chocaron también los métodos de conversión forzosa de los franciscanos con la conversión voluntaria que buscaba fray Bartolomé de las Casas. Tomando en cuenta todo esto, y a raíz de las Informaciones de 1556, podemos saber que los franciscanos, y aún colegas dominicos como Durán y De las Casas, prefirieron guardar silencio respecto de aquel molesto asunto. Callaron el conflicto Montúfar-Bustamante, que ninguna crónica del siglo XVI menciona, y si se conoce, es sólo por las Informaciones, como único documento, y aparecido hasta finales del siglo XIX. Si callaron con respecto al conflicto, era lógico que callaran también sobre la causa del conflicto, que era, precisamente, la devoción a la Virgen de Guadalupe. Pasaremos ahora a los testimonios del siglo XVII, anteriores al año 1648, y que completan el cuadro del primer siglo guadalupano, más los 17 años que corren de 1631 a 1648.

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El culto guadalupano antes de Miguel Sánchez Hay testimonios históricos guadalupanos a principios del siglo XVII que mostrar, y especialmente, empezamos a encontrar afirmaciones claras de que la imagen era aparecida, que al ser anteriores a Sánchez refutan la idea de que "Sánchez inventó las apariciones" sobre aquel culto que los impugnadores no tienen más remedio que reconocer. 1600-1622: -Construcción de una nueva Iglesia en el Tepeyac: Desde el año 1600 el Cabildo de la Catedral de México, con la sede archiepiscopal vacante, juzgó necesaria la construcción de un nuevo templo en el Tepeyac, debido a que la iglesia construida por Montúfar estaba un tanto alejada de la Calzada de Tepeyácac y del camino real. La ubicación del nuevo templo fue fijada cerca de donde está ahora la "Basílica antigua". En 1601 se bendijo la primera piedra, y poco después llegó el nuevo arzobispo, don Fray García de Santa María Mendoza y Zúñiga, quien era fraile jerónimo, y bajo cuya mitra se prosiguieron las obras. Este arzobispo es aquel de quien habló Miguel Sánchez en las Informaciones de 1666, diciendo que el deán de la Catedral lo había visto leyendo los autos y proceso de la Aparición. Con todo, fue preciso esperar a que su sucesor en el arzobispado, fray García Guerra (dominico al igual que Montúfar), bendijera en 1609 el nuevo templo en el Tepeyac, y la obra duró hasta 1622 cuando se inauguró el dicho templo por el entonces arzobispo D. Juan de la Serna. 1258-1612: -Anales de Chimalpaín: Ya fueron mencionados anteriormente, y se encuentran entre los testimonios históricos indígenas, reseñando la aparición de la Virgen en el Tepeyac, "en 1556". 1614: -Ordenaciones del arzobispo don Juan Pérez de la Serna: Un testimonio muy claro de la intensidad del culto guadalupano a principios del siglo XVII, son las ordenaciones que realizó el arzobispo de la Serna en el templo de la Virgen de Guadalupe, buscando así promover entre los recién ordenados la devoción guadalupana. Por ejemplo, entre los documentos exhibidos por el p. García Gutiérrez en El primer siglo guadalupano, están aquellos en que figuran las ordenaciones de Alonso Dávalos como diácono y luego presbítero en 1616, en la iglesia de Guadalupe. Alonso Dávalos sería más tarde obispo de Oaxaca y arzobispo de México. 1613-1622: -Placa burilada por Samuel Stradanus: Un grabador belga, originario de Amberes, llamado Samuel Van der Straet, residía en México a principios del siglo XVII, y se encargó de burilar placas de cobre para estampar obras como la del Sanctum Concilium Provinciale de 1585 reimpresa en 1622. El investigador H. H. Behrens consiguió en Oaxaca una de estas antiguas placas de Stradanus, que aportaba útiles datos sobre el ambiente guadalupano de principios del siglo XVII. La placa grababa estampas guadalupanas de tamaño oficio, destinadas a repartirse a los fieles que dieran limosnas para la construcción de la nueva iglesia del Tepeyac. En dicha placa se encuentra una imagen de la Virgen de Guadalupe, con el nombre de Stradanus a sus pies, y después una inscripción conmemorativa que dice: "El Ilmo. Sr. D. Juan de la Serna, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, arzobispo de México, del Consejo del Rey nuestro señor etc., concede los cuarenta días de indulgencias que le son concedidas por la Santa Sede Apostólica y (el) Derecho, a cualquier persona que recibiere y tomare para sí un trasunto de esta Imagen de la Virgen Nuestra Señora de Guadalupe, y diere la limosna aplicada para la obra que se va haciendo de la Iglesia nueva en su santa casa y ermita, a que todos los fieles deben ayudar por no tener con qué se pueda acabar y ser la obra tan piadosa y de la Virgen". En las paredes laterales de la placa, están ocho exvotos, que corresponden a algunos de los mismos que menciona el Nican Motecpana.

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La placa no está fechada, pero tuvo que ser hecha entre 1613, en que inició plenamente su gobierno episcopal D. Juan de la Serna, y 1622, año en que fue inaugurada la nueva iglesia. Antes de 1621: -Historia de la Virgen de los Remedios, poema del capitán Luis Ángel de Betancourt: Terciario franciscano, el capitán Betancourt escribió una Historia en verso sobre la Virgen de los Remedios en la que se refiere al milagroso origen de la imagen guadalupana, a la que hace alusión en dicho poema: "Mira la sangre de los sacrificios Que en aqueste idolismo está caliente Vendrá a purificarse de sus vicios La Cristiandad de mi rosado Oriente; Y para que tengas de su gloria indicios A Tepeaquilla baja diligente, Y entre tajadas peñas y redondas Verás mi imagen cerca de las ondas. No como aquí, de bulto, de pinceles Que en blanca manta el gran Apeles tupe, Porque Dios, verdadero Praxiteles, Allí me advocará de Guadalupe. Hárasme un templo allí cuando los fieles La cruz levanten, y este hemisferio ocupe, Después de la conquista esta tierra, Porque no hay cosa buena con la guerra. Dijo, y fuese la garza imperiosa y el cacique devoto bajó al valle; halló el precioso lienzo de la rosa, y hubo, con la primera, de guardalle hasta que la ciudad majestuosa se vistió por España a nuestro talle, y a la de Guadalupe, flor bendita, don Juan labró de pinos una ermita". Testimonio inequívoco de la tradición que corría referente al origen divino de la imagen de Guadalupe, y valioso por provenir de un terciario franciscano, siendo que, como hemos visto, hubo silencio de numerosos franciscanos del siglo XVI sobre la Guadalupana. 1629: -La inundación de 1629: En 1623 el virrey Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gelves, mandó hacer obras que encauzaban las aguas del río de Cuautitlán hacia la cuenca de Texcoco. Esto provocó unos años más tarde, en 1627, el principio de una inundación general al norte de la ciudad de México. Finalmente, en septiembre de 1629 la inundación alcanzaba ya al Tepeyac, de una manera tan desastrosa, que el arzobispo de México, don Francisco Manso y Zúñiga, decidió trasladar la imagen original de Ntra. Sra. de Guadalupe a la Catedral Metropolitana, traslado que se verificó -parte en canoa y parte en calles-, el 25 de septiembre de aquel año. El traslado contó con la presencia del virrey Rodrigo Pacheco de Osorio, Marqués de Cerralvo, de numerosos representantes del clero diocesano y regular, y fue colocada solemnemente en el altar mayor de la Catedral. Este hecho sirve para contradecir la tesis de D. Joaquín García Icazbalceta, en el sentido de que el culto guadalupano "fue cediendo hasta desaparecer", entre 1556 y 1648. 1625-1629: -Una pintura guadalupana en San Luis Potosí: En su polifacético libro El guadalupanismo mexicano, Francisco de la Maza informa (cap. 5 pags. 47-48) de una pintura "de San Lorenzo de la Piedra, de 1625, en San Luis Potosí", añadiendo más adelante, que es "la primera pintura al óleo que conocemos, está en el Santo Desierto de San Luis, llevada en 1629 por don Juan Barragán Cano. Es una de las mejores copias que conozco del original y se conserva en perfectas condiciones"

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1634: -El regreso de la Guadalupana al Tepeyac: En 1634 finalizó la terrible inundación que había provocado el traslado de la imagen original a la Catedral, y se procedió a devolverla al santuario del Tepeyac. Con este motivo un poeta anónimo escribió unas Coplas a la partida de Nuestra Señora de Guadalupe, en las cuales se refiere a su origen celestial: "De vuestra sagrada imagen hay vocaciones diversas que consolar aseguran tan amarga y triste ausencia. Confieso que toda es una y en una toda se encierra y que se derivan todas de la original primera. Pero son acá pintadas de humanas manos diversas, con matizados colores que humanos hombres inventan; Vos, Virgen, sois dibujada del que hizo cielos y tierra cuyo portento no es mucho dé indicio que sois la misma..." Tan claro testimonio del culto guadalupano, ya en pleno siglo XVII, demuestra que el intervalo de tiempo elegido (1531-1648), se caracterizó por una expansión de la devoción a la Virgen de Guadalupe en el Virreinato, y que hasta ahora sigue creciendo, extendiéndose a otros países de América y del mundo. 1640: -Un sermón del padre Miguel Sánchez: El mismo De la Maza, ya citado, habla en su cap. 6 pag. 49, de un sermón pronunciado por el p. Miguel Sánchez en 1640. En dicho sermón Sánchez (llamado "primer adalid del guadalupanismo" por De la Maza), habló sobre San Felipe de Jesús, criollo, y expresó su deseo de escribir más adelante sobre la Virgen de Guadalupe. Lo interesante es que para De la Maza, y más recientemente para el padre Stafford Poole, la Guadalupana venía ser un símbolo de originalidad para los criollos mexicanos. Tienen bastante razón, y esto demuestra como, a poco más de un siglo de las apariciones, la Guadalupana empezaba a convertirse en bandera significativa para los mexicanos. Juzguemos como 170 años después, el cura Miguel Hidalgo tomó como estandarte la imagen guadalupana, no en cd. de México sino en Guanajuato, y encontraremos un testimonio que se remonta por lo menos a 1640, de la devoción guadalupana entre los criollos, una nueva fuerza social en la Nueva España, que acabaría por hacer crisis con los españoles peninsulares. Hasta aquí llego con los Testimonios Históricos. He procurado resumirlos y explicarlos brevemente, aunque es muy probable que no sean todos los que existen o son citados. Además estoy a la expectativa de que, en mi vida, llegue a descubrirse algún otro documento histórico guadalupano, que tenga referencia de otros autores, o bien enteramente desconocido.

Bibliografía:

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